Corpus Archivos virtuales de la alteridad americana

Vol. 8, No 2 | 2018 Julio / Diciembre 2018 Imagen de tapa: "Cajas", detalle de escultura de Nicola Costantino

Édition électronique URL : http://journals.openedition.org/corpusarchivos/2400 DOI : 10.4000/corpusarchivos.2400 ISSN : 1853-8037

Éditeur Diego Escolar

Référence électronique Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018, « Julio / Diciembre 2018 » [En línea], Publicado el 01 diciembre 2018, consultado el 30 marzo 2020. URL : http://journals.openedition.org/corpusarchivos/2400 ; DOI : https://doi.org/10.4000/corpusarchivos.2400

Ce document a été généré automatiquement le 30 mars 2020.

Licencia Creative Commons: Atribución-NoComercial 2.5 (CC BY-NC 2.5 AR) 1

SOMMAIRE

Debates

Presentación: Lo viviente en las artes visuales y verbales latinoamericanas contemporáneas. Un debate sobre el Antropoceno Álvaro Fernández Bravo

Despaisamiento, inmundo, comunidades emergentes Jens Andermann

La subjetividad femenina y lo viviente en la literatura y el arte contemporáneos Cynthia Francica

La vida impropia Florencia Garramuño

Métodos políticos Florencia Malbran

Comentarios

Crítica

Mujeres afrouruguayas en el contexto del Primer Congreso Nacional de Mujeres del Uruguay (1936) Mónica García Martínez

Registros

El análisis químico de las aguas. Ciencia colonial, exploración y supervivencia en península Valdés a fines del siglo XVIII Marcia Bianchi Villelli

El caso Muñoz y Barbeito: Un expediente para conocer la historia tardo colonial de Chiquitos Cecilia Martínez

Lules, isistines y omoampas en el relato histórico de un misionero jesuita en las fronteras del Chaco Carina P. Lucaioli et Daniela Sosnowski

La dimensión territorial en la frontera sur del Virreinato del Río de :las expediciones hacia las Salinas Grandes en la época tardocolonial Sabrina Lorena Vollweiler

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 2

Reseñas

Reseña de La polis colla. Tierras, comunidades y política en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina, de Guillermina Espósito. : Prometeo Libros, 2017. 279 páginas. Dolores Estruch

Reseña de Los escombros del progreso. Ciudades perdidas, estaciones abandonadas, soja, y deforestación en el norte argentino, de Gastón R. Gordillo. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2018. 352 páginas. Edición en español de Rubble: The Afterlife of Destruction (2014, Duke University Press) Ana A. Teruel

Reseña de Surviving state terror. Women’s testimonies of repression and resistance in Argentina, de Barbara Sutton. Nueva York: New York University Press, 2018. 325 páginas. Nayla Luz Vacarezza

Tesis

De l'apprentissage en famille a la scolarisation republicaine. Deux cas d'étude en Guyane et en Polynésie Française Maurizio Alì

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 3

Debates

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 4

Presentación: Lo viviente en las artes visuales y verbales latinoamericanas contemporáneas. Un debate sobre el Antropoceno

Álvaro Fernández Bravo

Presentación del debate

1 El eclipse y la mutación de la noción de naturaleza tal como la concebíamos y la reconsideración de la oposición entre cultura y naturaleza tiene consecuencias significativas en la reflexión sobre la cuestión de lo viviente que este debate propone indagar. De hecho, como observan numerosos estudios, se trata de una oposición inexistente en gran parte de las cosmovisiones no europeas como las amerindias, algunas perspectivas asiáticas o incluso en el mundo antiguo y medieval. La división entre cultura y naturaleza afianzó su antagonismo principalmente a partir de la Ilustración y con la modernidad, que coronó a la razón y al sujeto cartesiano como soberanos, estableciendo una jerarquía donde lo natural se ubica en un pasado anterior y en una posición inferior y exterior (separada) respecto de la cultura humana. Sin embargo, el edificio dualista que distribuía dicotomías en compartimientos estancos se derrumba al ritmo de la degradación ambiental, impulsado por una revisión epistemológica que propone “no efectuar distinciones ontológicas tajantes entre los humanos, por un lado y buen número de especies animales y vegetales, por el otro” (Descola 2012, p. 33). Así, el devenir objeto de la naturaleza y su separación del sujeto, es decir la grieta entre yo y mundo, aparece en el centro de la reflexión. Su eventual sutura, visible tanto en la teoría como en la producción cultural contemporánea, abriría la puerta para un nuevo punto de observación a partir del derrumbe del dualismo naturaleza-cultura. La interrelación de dos universos que solían estar enfrentados pero que ya no lo están, señala un nuevo régimen simbólico que nos interesa abordar a partir del contacto entre lo viviente y la producción significante.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 5

2 La conciencia de una transformación radical e irreversible del mundo natural por la intervención humana –también conocido como Antropoceno– pone a la cuestión de lo viviente en el foco de atención: ¿si lo viviente opera como una energía capaz de mantener vivo lo que existe, si la vida como fuerza contingente depende de un equilibrio en peligro, cómo pensar la relación de lo viviente con la literatura y el arte? ¿De qué modo la producción significante ha explorado y pensado en lo viviente en diálogo con mitos, saberes indígenas y diversos recursos estéticos como narraciones, filmes, imágenes o poemas? Al mismo tiempo que se disuelven algunas oposiciones estructurales del pensamiento occidental binario, como los binomios cultura/ naturaleza, vida/muerte o yo/mundo, la literatura y el arte contemporáneos se hacen eco de estas configuraciones, ya sea en distopías y ficciones, en poéticas apocalípticas, en instalaciones, obras, planos cinematográficos y fotografías que exploran la interfaz entre lo viviente y lo perecedero, la vida y la destrucción, el yo y el mundo, lo impersonal y lo singular. Lo viviente excede la particularidad y lo individual y va incluso más allá de lo humano: comprende a los seres vivos no humanos ante la amenaza del fin del mundo y, como señalan Danowski y Viveiros de Castro (2015), puede ser incluso antagónico con lo humano. De este modo, en la medida en que la humanidad es responsable de la destrucción del planeta puede poner en riesgo la supervivencia de lo viviente.

3 Lo que ocurre es que también la oposición entre vida y muerte resulta cuestionada y con ella todo rastro trascendental en aras de una pura inmanencia. Así como el Antropoceno no está en el porvenir sino en el presente (y el presente comprende al futuro, ya que el Antropoceno prefigura el fin del mundo), la muerte es también parte de lo viviente. Mirado desde el perspectivismo amerindio, no existe la muerte sino la transmigración de animal a ser humano y de ser humano a animal, planta o insecto. Es decir, toda la naturaleza es “humana” y en rigor, de modo inverso al pensamiento evolucionista occidental, lo humano preexiste al mundo.

4 El proceso de disolución de la diferencia entre cultura y naturaleza (o entre yo y mundo) puede explorarse en la literatura y en el arte latinoamericanos modernos y contemporáneos. Cabe señalar que las referencias literarias, visuales o estéticas abundan en la bibliografía que recorre el problema del Antropoceno y la cuestión de lo viviente. Danowski y Viveiros de Castro (2015), Descola (2012) y Chakrabarty (2015) pero también Latour (2017), Stengers (2015) o Simondon (2017), asignan a la dimensión mítica un poder específico como instrumento conceptual apto para interrogar este nuevo problema. Es decir, dado que la distinción entre cultura y naturaleza resulta ya inútil, también lo son las herramientas conceptuales que empleábamos para examinar el fenómeno. La mitología amerindia, porque los indígenas americanos proclaman haber sobrevivido a otros fines del mundo como el diluvio y la conquista, ofrece una cantera más apta que la metafísica o el idealismo kantiano para analizar el Antropoceno. En rigor, hay una presencia de referencias mitológicas, no solo amazónicas sino también clásicas en la reflexión sobre lo viviente y los fines del mundo: Gaia viene de ese repertorio y se trata, como los dioses de la mitología clásica, de fuerzas con efectos sobre el colectivo humano donde no funciona una distinción entre cultura y naturaleza. Gaia tiene rasgos antropomórficos pero también “atmosféricos”: es tormenta, tempestad, cataclismo. Como todos los dioses griegos, integra una red familiar pero su furia se manifiesta en un dominio impersonal y colectivo que afecta al conjunto de lo viviente. Tanto la mitología como la literatura y el cine contemporáneos

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 6

permiten abordar la cuestión de lo viviente con otros insumos críticos, por eso abundan en la bibliografía referencias literarias y estéticas.

5 Para mostrar un contraste, baste pensar en obras como las de Herman Melville, Domingo F. Sarmiento o Euclides da Cunha. Sus textos son relatos de lucha entre el sujeto moderno y los elementos. El sertón, la barbarie arraigada en la pampa o la ballena blanca presentaban un desafío donde el combate con las fuerzas naturales justificaba la existencia humana. Se trataba de mundos donde lo humano enfrentaba a la naturaleza como un enemigo a vencer, y también como una amenaza capaz de imponerse. La amenaza no ha desaparecido. Por el contrario, el ritmo de la degradación ambiental aumenta aceleradamente y con él la ira de Gaia –la diosa griega imaginada por Lovelock (1995) para representar las consecuencias catastróficas de los desequilibrios generados por el capitalismo–. Pero la fuerza de Gaia proviene indirectamente de las ofensas humanas sobre el planeta –el Antropoceno– y no de una potencia trascendental (un dios) como ocurría por ejemplo en la visión del mundo romántica. Comparados con el horizonte literario y artístico contemporáneo, donde la pérdida de distancia entre lo humano y lo salvaje ha reconfigurado el paisaje y donde proliferan los intersticios y el contacto entre distintas formas de lo viviente, es posible reconocer una mutación significativa respecto de las imágenes del mundo presentes en la literatura del siglo XIX. Veamos algunos ejemplos citados por los autores de esta reflexión y otros de nuestro propio archivo. Déborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro (2015) citan diversas obras cinematográficas y literarias que revelan nuevas configuraciones de lo viviente y el Antropoceno. Melancholia (2011), film de Lars von Trier, 4:44: Last day on Earth (2012), film de Abel Ferrara, The Road (2006), novela de Cormac McCarthy, así como citas de Clarice Lispector, Jorge Luis Borges, Gabriel Tarde y Soussândrade o las mitologías amazónicas citadas también por varios otros autores (Descola 2012, Latour 2017) permiten atisbar una nueva articulación de literatura y vida. Funciona en todos ellos una dimensión impersonal y supraindividual común con lo viviente, en la medida en que los acontecimientos recuperados afectan al colectivo humano en su conjunto y la peripecia individual pierde espesor. El fin del mundo genera miedo y la necesidad de unir fuerzas para sobrevivir, diferenciándose del individualismo dominante. ¿Cuál sería la frontera entre cultura y naturaleza en imágenes o textos como O peixe (2016) de Jonathas de Andrade, Ni pena ni miedo (1993) de Raúl Zurita, Lecciones para una liebre muerta (2006) de Mario Bellatin, para tomar algunos ejemplos icónicos de esta relación? En los tres casos hay un trabajo en el límite de lo personal, ya que se trata de obras con débiles huellas de “autoría”, en las que intervienen varias personas (los pescadores anónimos en la obra de Andrade, los escritores y artistas Margo Glantz, Sergio Pitol, Joseph Beuys y el mismo autor en el libro de Bellatin, todos en un registro inestable de “veracidad”) o animales (la liebre, el pez) en una posición fronteriza entre cultura y naturaleza. Las obras pueden estar inscriptas y en diálogo con el paisaje (de Andrade, Zurita), realizadas con recursos como la tierra, las rocas y el agua (ídem), siempre en tensión con una individualidad autoral y próximas a lo impersonal o emplear recursos naturales (cuerpos muertos o murientes) y artificiales (letra impresa, filmación digital),

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 7

en los casos de O peixe (imagen a continuación) y Lecciones para una liebre muerta.1

Imagen: O peixe de Jonathas de Andrade

6 Del mismo modo, la emergencia del Antropoceno –la nueva era geológica gobernada por lo humano sucesora del Holoceno– se ha convertido en un eje conceptual acuciante tanto en el pensamiento como en la producción significante contemporáneos y ha generado consecuencias sobre la elaboración teórica en las humanidades y las ciencias sociales que este proyecto propone recorrer. ¿Por qué pensar lo viviente junto al Antropoceno y a la caída de la división cultura-naturaleza, vida-muerte y yo-mundo? En principio, estos conceptos reformulan la idea de mundo: si el mundo está determinado por lo viviente, y lo viviente comprende tanto a la humanidad como a otras formas de vida (lo animal, lo vegetal, incluso el aire del cual depende la vida), como lo estudia Emanuele Coccia (2016), la amenaza que representa la degradación ambiental afecta no solo a lo viviente sino también la misma supervivencia del mundo. La humanidad en su acción destructiva se ha convertido en enemiga de la vida, ha devenido una fuerza capaz de poner en peligro la subsistencia de lo viviente. El mundo queda sujeto, entonces, a la capacidad humana de mantenerlo “latiendo” pero, al mismo tiempo, perece, muere, se extingue por efecto de nuestro modus vivendi.

7 El capitalismo es destructivo, aunque justifique su accionar en la generación de trabajo, consumo y la quema de energías fósiles para sostener la actividad productiva. Esta “respiración artificial” donde conviven lo viviente y su destrucción, trae aparejada simultáneamente la continuidad y el fin de la vida, ya que para sustentar condiciones mínimas de supervivencia seguimos quemando combustibles fósiles y volviendo inhabitable el mundo en que vivimos. El arte contemporáneo interviene en esta discusión y en América latina hay algunos textos e imágenes válidas para examinar este problema.

8 Lo viviente puede ser pensado entonces como un concepto útil para suturar y revisar la grieta entre lo humano y el mundo –el yo y el mundo– a partir de esa intuición apoyada en el pensamiento mítico recuperado por estos autores y también por obras que dialogan con el fin del mundo tal como lo conocimos.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 8

Preguntas disparadoras del debate

9 1. El pensamiento sobre el Antropoceno se detiene en la tensión entre lo particular y lo singular. ¿Cómo concebir la noción de vida, impersonal y no obstante singular? ¿Qué problemas presenta leer vidas como singulares e impersonales simultáneamente? Uno de los ejemplos que nos interesa es el film No intenso agora de João Moreira Salles (2017), que toma filmaciones de acontecimientos históricos como mayo del ’68 en París, la Primavera de Praga o la muerte de un militante en Río de Janeiro y los combina con registros familiares de un viaje de la madre del director a China en los mismos años. Los episodios recuperados por el film, incluyendo la historia de su madre, que se suicidó poco después, ponen en contacto vida y muerte (el militante muerto, su funeral; los muertos de Mayo del ’68 y de Praga) en el sentido que Deleuze asigna a la individuación impersonal antes que individualización personal, de singularidades antes que particularidades (Deleuze 2001, p. 8). ¿Puede la vida ser impersonal y no obstante singular? Si lo pensamos a partir de textos como Mano de obra (2002) de Diamela Eltit, en las instalaciones de Adrián Villar Rojas o en O peixe de Jonathas de Andrade, en todos los casos, los artistas o escritores trabajan a partir de “casos” anónimos, impersonales en el sentido de que un pez o un mineral son impersonales y sin embargo singulares. También un trabajador de supermercado puede ser anónimo pero singular. Una piel animal procesada, como las que emplea la artista Gabriela Rivera Lucero en Chile es singular e impersonal; en rigor casi toda la evidencia de origen animal empleada en el arte contemporáneo comparte esta condición.

10 2. ¿Qué rastros de una voz que recupera la primera persona pero a la vez la disemina en enunciaciones provenientes del dominio impersonal y anónimo de lo viviente es posible reconocer en objetos verbales y visuales, y en qué medida recuperar estas voces o cuerpos, incluyendo rastros de lo animal y lo no humano, permite también releer no sólo lo contemporáneo sino también las formaciones modernas y aún pre modernas de la temporalidad heterocrónica latinoamericana? ¿Qué desafíos metodológicos presenta esta superficie híbrida, resbaladiza, que desborda y a la vez pone en contacto nociones de texto, obra, vida, mundo o autor, sobre nuestra práctica hermenéutica?

11 3. Algunos especialistas como Dipseh Chakrabarty, sostienen que el debate sobre el cambio climático, en la medida en que excede a la vida humana y concierne a la totalidad de lo viviente, estaría más allá de la política. Así, aunque existen responsabilidades comunes pero diferenciadas sobre el calentamiento global –donde los países industrializados tienen mayor responsabilidad que los que han contribuido menos al efecto invernadero– lo común debería prevalecer sobre la diferencia. De este modo lo viviente quedaría fuera del campo de la política. Dice en el final de su ensayo: “This act of persuading humans to act brings us up against the politics of climate change. Politics means having to deal with divisions among humans. It is precisely because we humans are not politically one that histories of intrahuman (in)justice and welfare will remain relevant and necessary to the efforts we make to cope with climate change. But at the same time the crisis of climate change, by throwing us into the inhuman timelines of life and geology, also takes us away from the homocentrism that divides us” (Chakrabarty 2015, p. 183). ¿Cómo pensar la cuestión de lo viviente concebida como una agencia poshumana y por eso mismo no comprendida por una agenda política que sería esencialmente humana? ¿De qué modo se articula el arte

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 9

contemporáneo, que mantiene una agenda política, con esta condición pospolítica habilitada por el Antropoceno?

BIBLIOGRAPHY

Coccia, E. (2016). La vie des plantes: Un métaphysique du mélange. París: Rivages.

Chakrabarty, D. (2015) “The Human Condition in the Antropocene”, Tanner Lectures in Human Values, Yale University. Accesible en https://tannerlectures.utah.edu/ Chakrabarty%20manuscript.pdf

Danowski, D. y Viveiros de Castro, E. (2015). Há mundo por vir? Ensaio sobre os medos e os fins. Florianópolis: Desterro – Cultura e Barbárie.

----. The Ends of the World. (2016) Traducido al inglés por Rodrigo Nunes. Malden, MA: Polity.

Deleuze, G. (2001). Pure Immanence. Nueva York: Zone Books.

Descola, P. (2012). Más allá de Naturaleza y Cultura. Buenos Aires: Amorrortu.

Latour, B. (2017). Facing Gaia. Eight Lectures on the New Climatic Regime. Maden, MA: Polity.

Lovelock, J. (1995). [1988]. The Ages of Gaia: A Biography of Our Living Earth. Nueva York: Norton.

Simondon, G. (2017). On the Mode of Existence of Technical Objects. Minneapolis: Univocal Publishing.

Stengers, I. (2015). In Catastrophic Times. Resisting the Coming Barbarism. Ann Arbor: Open Humanities Press.

NOTES

1. Los ejemplos de obras contemporáneas en relación con esta problemática abundan. Citaremos algunas latinoamericanas, aunque por supuesto hay muchos otros autores y artistas en otros lugares que trabajan en esta dimensión: escritores como André de Leones, Diamela Eltit, Cristina Rivera Garza, Paula Maia, Antonio José Ponte, Hugo Gola, Jaime Luis Huenún, Verónica Gerber; artistas como Cristina Rivera Lucero, Ursula Biemann, Nuno Ramos, Victor Grippo, Adrián Villar Rojas, Nicola Costantino, Rosângela Renno, Claudia Andujar; cineastas como João Moreira Salles, Lucrecia Martel, Patricio Guzmán, Eduardo Coutinho, Lisandro Alonso.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 10

AUTHOR

ÁLVARO FERNÁNDEZ BRAVO

CONICET Argentina - [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 11

Despaisamiento, inmundo, comunidades emergentes

Jens Andermann

1 En una secuencia del documental Manufactured Landscapes (2006) de Jennifer Baichwal sobre el trabajo del fotógrafo canadiense Edward Burtinsky (2006), este último y su equipo aparecen preparando una de sus características tomas panorámicas desde una plataforma elevada delante de una inmensa cordillera artificial de escoria carbónica que se extiende hasta el horizonte. Mientras Burtinsky prepara sus lentes, un asistente discute con los supervisores chinos quienes, en el último momento, expresan dudas sobre el impacto que las fotografías podrían tener sobre la imagen del país, pero que acaban cediendo una vez que se les haya mostrado el último libro cuidadosamente editado del artista con imágenes tomadas, se apresta a explicar el asistente, en sitios mineros estadounidenses y canadienses: “he’ll make it look beautiful” – él lo hará aparecer bello, los tranquiliza. Efectivamente, esa es la provocación que subtiende a la obra de Burtinsky, estética y políticamente discutible pero indudablemente eficaz: enfocar las tierras violentadas que enfrenta su cámara de la única manera en que lo sabe hacer el dispositivo fotográfico, como si aún fueran un paisaje. Paisaje que, por otra parte, apela antes a la tradición de lo sublime de lo bello, esto es, a la noción de una inmensidad que desborda nuestras facultades sensoriales pero que, en tanto imagen, no obstante atestigua el triunfo del espíritu al haber plasmado ese desconcierto en idea, en representación (Kant). Esa tensión entre las dos aceptaciones de lo sublime que ya era central para la modernidad, se acentúa aún más en el trabajo de Burtinsky donde aquello que devuelve la imagen contradice desde el inicio la exterioridad del mundo-objeto respecto de su observador, relación en la que se había fundado el propio género paisajista. Aquí, lo que desborda nuestra percepción –lo que supera nuestra capacidad de juicio, en lenguaje kantiano– es manifiestamente el resultado de intervenciones humanas en las materialidades que están a la vista y no, como en el sublime natural, de su muda indiferencia ante nuestros quehaceres. O mejor dicho, eso que surge delante de las lentes de Burtinsky son materialidades indiferentes e irritables a la vez, son la “Gaia quisquillosa” cuya irrupción ha constatado Isabelle Stengers (2015, pp. 43-51) y que pone en suspenso no solo al sujeto-observador del paisaje occidental

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 12

sino a la supervivencia misma de lo humano como especie y aún de lo viviente en su configuración y ontología terrestre. La plataforma desde donde Burtinsky toma sus fotos –porque siempre exigen una plataforma– no es sino eso: el mirador del fin del mundo.

2 Al terminar recientemente una investigación que ya parecía eterna sobre el agotamiento de la forma paisaje y la emergencia de nuevas estéticas “terráneas” (para usar el neologismo de Bruno Latour) en las artes contemporáneas (Andermann 2018), me di con la sorpresa de que en este mirador, al que había ascendido trabajosamente a través de los archivos literarios, plásticos y fílmicos de la modernidad latinoamericana, ya se había dado cita una multitud de visitantes quienes, para permanecer en la imagen, habían viajado allí en el funicular de la gran teoría. Me refiero, por supuesto, a la enorme producción teórica en los últimos años en torno a los ‘fines del mundo’, para citar el título en inglés del libro reciente de Déborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro (2017), donde la posibilidad empírica de extinción de lo viviente tal y como resulta sugerida por datos estratigráficos y oceanográficos, ha desencadenado una ola de especulaciones ontológicas y cosmológicas. Está en juego, en palabras de Elizabeth Povinelli (2016), nada menos que la relación entre bios y geos en condiciones de cambio climático antropogénico. En ese contexto, “frente a Gaia” (como tituló Latour sus clases magistrales en la Universidad de Edimburgo), me pregunto cuán relevantes son aún los vericuetos de una forma estética anacrónica como la del paisaje en América Latina, vistos desde la inconmensurabilidad del nuevo "híperobjeto” cuya extensión en tiempo y espacio habría hecho estallar hoy las fundaciones mismas de cualquier saber disciplinario (Morton 2013). ¿Habrá, al fin y al cabo, alguna virtud en haber llegado al mirador del fin del mundo, a través de la producción estética de los márgenes coloniales de Occidente? ¿O estaríamos meramente repitiendo el viejo ritual de incorporación regionalizante, y por tanto derivativa y tardía, de paradigmas acuñados en otra parte?

3 Ahora bien, uno de los efectos desconcertantes de ese giro terráneo en el pensamiento actual remite precisamente a problemas de escala, del dónde y cuándo de las manifestaciones de aquello que aún no sabemos nombrar (¿antropoceno o antropozóico? ¿o capitaloceno, chthuluceno, necroceno?). “En la época del calentamiento global”, dice Morton, la relación entre fondo y figura, primer y segundo plano, centros y periferias, que alguna vez llamamos mundo se escurrió inexorablemente (Morton 2013, p. 99). El fin del mundo y el fin del paisaje coinciden porque la experiencia de, literalmente, humillación a la que nos enfrentan los nuevos ensamblajes de materialidades/vitalidades en trance que nos echan en cara nuestros esfuerzos por estabilizarlas en imagen y en repositorio de recursos, nos ha privado de cualquier horizonte, de ‘mundo’. No otra es la experiencia de “desarraigo”, de “despoblación de la campaña”, de “empobrecimiento […] de la vivienda y la cocina”, de “colapso creador […] del folklore artístico” (Canal Feijóo 1934, p. 60), en fin, de destrucción del “juego integral de paisaje, costumbres, tonada, locales” (Canal Feijóo 1937, p. 11) que, ya en la década de 1930 y en medio de una tremenda sequía producida por la tala indiscriminada de bosques, el escritor y sociólogo argentino Bernardo Canal Feijóo calificaba de “despaisamiento” de su provincia nativa, Santiago del Estero; neologismo que se proponía entender, además, la “indignada respuesta de [la Naturaleza] a la insensatez con que el hombre la ha venido tratando.” (Canal Feijóo 1948, p. 113) Esa “respuesta” comprendería, siempre de acuerdo con Canal, la baja de “los términos medios pluviales”, “las erosiones”, “la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 13

esterilización de la superficie accesible”, “la proliferación de las plagas zoológicas” (Canal Feijóo 1948, p. 113) – esto es, lo que hoy llamaríamos irrupción de Gaia o “historia sympoiética” (Haraway 2016: 61) o aceleración de las respuestas co-evolutivas por parte de las “naturalezas baratas” a su propia capitalización (Moore 2015: 274). A lo que voy es que, en tanto figura que articula en un mismo plano de enunciación a procesos geoclimáticos y otros de índole culinaria, musical o habitacional, en una situación de crisis acumulativa de un régimen extractivo –el obraje maderero– el término acuñado por Canal Feijóo resulta indudablemente más rico que las versiones posteriores de Jean-François Lyotard o de Jean-Luc Nancy quienes, a finales del siglo veinte, propondrían pensar con el concepto de dépaysement “la implosión de las formas” (Lyotard 1991, p. 189) al interior del género paisaje, el despoblamiento del “país de los paisanos” del que éste –el género o idea del paisaje– sería a la vez agente y síntoma (Nancy 2005: 61).

4 Cuando digo más rico, me refiero a la plasticidad mayor del término de Canal en cuanto a comprender no solo el des-entendimiento entre forma cultural y aquello que ésta con-tiene apenas en cuanto exceso que la abisma por dentro: ese “país” que, en la jaula del paisaje, no deja de re-presentar su propio ausentamiento, en palabras de Nancy. También incluye, en Canal, su costado productivo, los nuevos ensamblajes de lo viviente o las “naturalezas históricas” (Moore) que se configuran en el in-mundo que surge en ese umbral del fin. Y es más rico, por otra parte porque, a diferencia de las especulaciones del Object-Oriented Ontology acerca de la anterioridad (y por tanto también posteridad) existencial de la materia respecto de lo viviente y la experiencia, las reflexiones del argentino nunca se abstraen de la concretud de un lugar histórico y ecológico cuyo desmoronamiento también pone en suspenso la posibilidad misma de ser pensado. Como sugieren Danowski y Viveiros de Castro, “la idea del fin del mundo necesariamente evoca el problema correlativo del fin del pensamiento, esto es, el fin de la relación (externa o interna) entre pensamiento y mundo” (2017, p. 19). El hecho de que, aquí, esta paradoja emerja como localizada en un tiempo y espacio concreto y cercano, destaca pues al concepto de Canal respecto de sus versiones más recientes. ¿Cómo –se pregunta el santiagueño–nombrar el lugar de la catástrofe si ésta, y las fuerzas exógenas que la impulsan, también ponen en juicio la continuidad misma de ese lugar?

5 ‘Despaisamiento’ remite en Canal Feijóo a lo que el lenguaje gubernamental actual llamaría una crisis de sustentabilidad: los efectos cumulativos sobre la sociabilidad provinciana –ese ‘juego integral’ entre cultivos y cultura que habría proveído de espesor, de ‘regionalidad’ a las provincias del Noroeste argentino– de su inserción en circuitos extractivos de escala mayor como el obraje maderero (la ‘industria antiforestal’, en la expresión de Canal) y la disputa del suministro acuático por el río Salado con la zafra azucarera y con proyectos hidroeléctricos ubicados en el cauce superior. Lucha a dos frentes, la del bosque y la del agua, que, en la década siguiente, lo llevaría al propio Canal a dar batalla adoptando ahora el lenguaje tecnicista de ‘planificación integral’. Esto es, cambia de escala y aboga por la “superación del viejo y ya quizás apenas cartográfico concepto de Provincia, por el más vivo, razonable y realista de Región, en la cual la presuposición meramente cartográfica de la primera, ceda a una idea de anatomización, de integración vertebral, que responda mejor a un ideal de vida plena, orgánica y fecunda” (Canal Feijóo 1948, p. 143). Ya residente él mismo en Buenos Aires, y ante la desesperación que le provocaba el deterioro de su lugar de origen, Canal adopta la mirada anatomopolítica del estadista-ingeniero y

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 14

desecha sus propias tentativas anteriores de construir lo que, con Latour, podríamos llamar un pensamiento híbrido, pensamiento que aún había querido asumir la “doble interioridad” (Moore 2017) entre regímenes de acumulación y dinámicas medioambientales y de su co-producción activa de repertorios culturales y modos de sociabilidad. Ahora, esta dimensión, gracias a la cual dimensiones de poder y de agencialidad local y exógena, humana y ambiental, habían podido concebirse en su “juego” complejo de interrelaciones, es de repente abandonada al abstraerse la mirada a una suerte de gnósis estatal imaginando al Estado como el gran cirujano benigno llamado a intervenir en la trama local precisamente gracias a su supuesta exterioridad respecto a ella.

6 Repliegue al lenguaje del Estado desarrollista por parte de un intelectual provinciano díscolo que, quiero pensar, aquí como en otras ocasiones en el curso del siglo XX también se produce en reacción a la poca repercusión que generaron esas tentativas de construir lenguajes alternativos de crítica interiorana: entre 1932 y 1934, mientras elabora sus reflexiones en torno al paisaje santiagueño y su destrucción, Canal no consigue atraer una sola colaboración ajena a su revista Ñan (“camino”). Efectivamente, el in-mundo, ese espacio-tiempo de sobrevida que sucede al fin, es también y quizás ante todo una crisis del lenguaje, un momento de enorme dificultad para hacerse entender y para re-establecer comunidad a partir de sentidos compartidos. Cierto, la experiencia de un intelectual de provincias quien, al no encontrar eco a sus ideas, aún puede mudarse a la ciudad-capital y cambiar de conversación, está a años luz de la soledad existencial de una Damiana Kryygi, la niña aché secuestrada y llevada al Museo de La Plata en 1896 cuya vida narra la película de Alejandro Fernández Moujan (2015), o la de Carapiru, protagonista de Serras da Desordem (2006) de Andrea Tonacci, el joven awa- guajá ‘rescatado’ por la FUNAI brasileña casi cien años después tras haber vagado solitariamente durante una década por el interior nordestino, luego de que las comunidades de ambos fueran masacradas por colonos blancos. Hay una distancia existencial que mide entre las experiencias de despaisamiento de éstos últimos y la de Canal, como también entre la del autor de Confines de occidente y nuestro propio estado de pánico frío –la expresión es de Isabelle Stengers– ante la amenaza del cambio climático: distancia que tiene que ver, sin duda, con los diferentes grados de exposición a la “zona extractiva” (Gómez-Barris 2017), esa frontera donde el régimen capitalista ha resuelto una y otra vez sus contradicciones internas por la apertura de nuevos repositorios de “naturaleza” disponible para ser apropiada. Esa escala de intensidades incluye también al universo viviente más extenso, donde incrementan a paso acelerado los remanentes huérfanos de procesos co-evolutivos forjados a través de millones de años. ¿Qué pasa –se pregunta Donna Haraway en relación a la ola de extinciones que caracteriza a nuestro presente– “cuando un socio involucrado de manera crítica en la vida de otro desaparece de la tierra? ¿Qué acontece cuando holobiomas enteros se desmoronan hacia los escombros de simbiontes quebrados?” (Haraway 2016, p. 69). La reformulación de la idea de desierto propuesta recientemente por Elizabeth Povinelli como figura “geontológica” sería ciertamente una respuesta sugerente, en tanto nombra “el apartarse de la tierra de ciertas formas de existencia”. Un desierto, sugiere Povinelli, no sería por tanto “eso donde no hay vida. El desierto está ahí donde una serie de entidades han retirado su cuidado [care] del tipo de entidades que son los humanos y que, en consecuencia, han transformado a los humanos en otra forma de existencia: hueso, momias, ceniza, suelo” (Povinelli 2016, p. 28).

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 15

7 Pero si la figura del desierto proporcionaría así el horizonte imaginario del cronotopo de nuestra modernidad fósil –aquello que yace en el pasado de lo viviente solo para transformarlo, una vez extraído y combustido, en su imagen y semejanza– la noción del inmundo –aquello que, decía Lyotard, adviene en el despaisamiento– me parece nombrar mejor el trance de soledad existencial que las formas vivas (y las formas de vida humana) experimentamos en grados de intensidad vastamente disimilares en la faz de ese horizonte. Dicho de otra manera, el desierto en tanto retirada de cuidados mutuos surge como horizonte aporético en el inmundo, ya que designa la confluencia apenas negativa de singularidades absolutamente insuturables (los ‘simbiontes quebrados’ de Haraway): muñones de sobre-vida impedidos existencialmente de crear ‘mundo’.

8 Inmundo sería así un nombre para nuestra dificultad –un ‘nosotros’ dado no como anterioridad sino apenas como potencialidad débil – de trabar nuevas alianzas, de hacer causa común de una condición compartida de sobre-vivientes, como hoy lo están intentando valiosamente nociones como los ‘terráneos’ de Latour o el llamado compostista de Donna Haraway por inventar novedosas formas de parentesco intra e inter-especie. La diferencia entre inmunidad e inmundo sería, en ese sentido, la que distingue a un pensamiento biopolítico cuyo escudo inmunitario sería la barrera que exigen romper estas nuevas est/éticas de communitas terránea de la soledad de una sobre-vida, un resto de simbionte, huérfana de espesor, esto es, desierta de las formas de existencia que eran su “ambiente vital”. Es de esta –literalmente– voz en el desierto que dan testimonio, con grados de intensidad vastamente diferente (pero esto es parte del problema) los textos de Canal de los años treinta y los soliloquios de Carapiru en el film de Tonacci, pronunciados ni para la cámara ni tampoco para interlocutores profílmicos sino, quizás, para un destinatario que el re-enactment del film consiga proyectar por momentos, aunque sea como modalidad nemónica. Pero en tanto esa voz en el desierto devuelve una y otra vez a la sobrevida, la singularidad existencial en su concretud, inmundo tal vez también podría ponerse a trabajar como figura crítica: esto es, como lo que resiste, lo que hace tropezar, al giro universalizante que se cuela aún en los diagnósticos de crisis planetaria como el del antropoceno, con su –literalmente– deus ex machina del hombre-especie como agente geológico y sujeto histórico a la vez (Chakrabarty 2015). Frente al antropoceno y de su retórica neo-malthusiana “de integración vertebral” entre bio- y geopolítica, quisiera proponer, que el inmundo y sus voces en el desierto nos devuelven hoy a las zonas de exclusión/extracción donde ya tiene, incesantemente y de mil maneras, el evento del fin del mundo (pero no del “Mundo”) y donde, por ende, también se están forjando técnicas y lenguajes de sobre- vida. Las nuevas “artes de la zona extractiva” –parafraseando a Mary Louise Pratt (2018) y a Macarena Gómez-Barris (2017)– consisten en ensamblajes radicalmente locales, esto es, su condición de sobre-vida (de formar comunidad en el desierto) sería tal vez precisamente esa resistencia a la generalización, a la langue y al concepto. Inmundo: humillación de la teoría, obligándonos a dejar el mirador del fin del mundo –a dejar de mirar hacia el horizonte del desierto como si ahí hubiera aún un paisaje– y a inmiscuirnos en esa singular y paradójica sobrevida ‘porque –como dice el poeta pernambucano João Cabral de Melo Neto (2008, p. 92)– “é muito mais espessa / a vida que se desdobra / em mais vida”.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 16

BIBLIOGRAPHY

Andermann, J. (2018). Tierras en trance. Arte y naturaleza después del paisaje. Santiago de Chile: Ediciones Metales Pesados.

Baichwal, J. (2006). Manufactured Landscapes (película). Canada 2006, 90 min.

Canal Feijóo, B. (1934). El asalto a la selva. En Ñan - Revista de Santiago 2: 60-76.

-----. (1937). Ensayo sobre la expresión popular artística en Santiago. Buenos Aires: Compañía Impresora Argentina.

-----. (1948). De la estructura mediterránea argentina. Buenos Aires: Ed. López.

Chakrabarty, D. (2015). The Human Condition in the Antropocene. Tanner Lectures in Human Values. Yale University. [On Line]. Disponible en: https://tannerlectures.utah.edu/ Chakrabarty%20manuscript.pdf

Danowski, D. y Viveiros de Castro, E. (2017). The Ends of the World. Cambridge: Polity Press. (orig. Há Mundo Por Vir? Ensaio Sobre os Medos e os Fins. Florianópolis: Desterro).

Fernández Mouján, A. (2015). Damiana Kryygi (película). Argentina 2015, 94 minutos.

Gómez-Barris, M. (2017). The Extractive Zone. Social Ecologies and Decolonial Perspectives. Durham, NC: Duke University Press.

Haraway, D. J. (2016). Staying With the Trouble. Making Kin in the Chthulucene. Durham, NC: Duke University Press.

Latour, B. (2017). Facing Gaia. Eight Lectures on the New Climatic Regime. Cambridge: Polity Press.

Lyotard, J. (1991). 'Scapeland,' en: The Inhuman. Reflections on Time. Cambridge, Polity Press: 182-190.

Moore, J. W. (2015). Capitalism in the Web of Life. Ecology and the Accumulation of Capital. London: Verso.

Morton, T. (2013). Hyperobjects. Philosophy and Ecology After the End of the World. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Nancy, J. (2005). 'Uncanny Landscape,' en The Ground of the Image. New York, Fordham University Press: 51-62.

Neto, João Cabral de Melo. (2008). Poesia completa e prosa. Rio de Janeiro: Nova Aguilar.

Povinelli, E. (2016). Geontologies. A Requiem to Late Liberalism. Durham, NC: Duke University Press.

Pratt, M. L. (2018). Los Imaginarios Planetarios. Madrid: Aluvión.

Stengers, I. (2015). In Catastrophic Times. Resisting the Coming Barbarism. Ann Arbor: Open Humanities Press.

Tonacci, A. (2006). Serras da Desordem (película). Brasil 2006, 135 minutos.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 17

AUTHOR

JENS ANDERMANN

New York University - [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 18

La subjetividad femenina y lo viviente en la literatura y el arte contemporáneos

Cynthia Francica

1 “¿Qué significaría ser verdaderos realistas en el teatro, esto es, entender el escenario como una red en la que los seres humanos y objetos inanimados están todos en el mismo plano?” En el texto de presentación de su obra teatral Realismo (2016), la dramaturga chilena Manuela Infante se pregunta acerca de la posibilidad de pensar en un teatro no antropocéntrico o, incluso, post-antropocéntrico. En esta línea, el montaje de sus últimas producciones, más que organizarse en torno al ser humano, se orienta a concebir modos de acción en que las fuerzas humanas y no humanas están situadas en un mismo nivel y revisten una importancia equiparable en el desarrollo narrativo y escénico. En vistas de este tipo de indagaciones artísticas, que comienzan a poblar el universo cultural latinoamericano, cabe preguntarse cómo se modula el interés teórico- crítico contemporáneo en torno a lo viviente desde los lenguajes del arte y la literatura. A su vez, surge el interrogante acerca del impacto estético y político de modos de producción cultural que emergen en diálogo con teorías recientes sobre lo viviente, los nuevos materialismos, el realismo especulativo y el post-humanismo, entre otras. De hecho, una objeción frecuente en referencia a los abordajes contemporáneos a lo viviente se relaciona con su valencia política: ¿cómo (re)pensar la agencia, la libertad, la afectividad y la identidad, nociones cruciales y articulantes de las luchas y movimientos políticos contemporáneos, en el contexto del reciente giro hacia lo post- humano? ¿El foco teórico y estético en lo viviente trae aparejado una inherente despolitización en tanto relativiza el lugar, la relevancia, la capacidad de acción y la autonomía del sujeto humano?1

2 Esta pregunta resulta particularmente relevante en relación a las potencialidades políticas actuales del feminismo en una coyuntura de renovada efervescencia del movimiento a nivel global. Sin embargo, las teóricas feministas alineadas con las indagaciones actuales en torno a lo post-humano dialogan con las teorizaciones convencionales de los movimientos de género subrayando la necesidad de revisitar y

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 19

re-imaginar justamente aquellas categorías en las que se ha asentado su praxis política. Así, Elizabeth Grosz plantea que si bien los conceptos de autonomía, agencia y libertad, términos clave a partir de los cuales se ha comprendido la subjetividad en los siglos XX y XXI, son centrales para la política feminista, rara vez han sido definidos, explicados o analizados en profundidad dentro del marco de la teoría de género. La autora plantea que estos términos habrían funcionado más bien como ideales morales no solamente en el ámbito de la política feminista sino también de aquella asentada en las luchas de clase, raza o diferencia étnica. Al reflexionar sobre la centralidad de lo material en la constitución de la subjetividad libre o autónoma, Grosz se desmarca de las discusiones en torno a estas temáticas a partir de una provocadora interrogación acerca de la noción de ‘libertad’: “¿es el foco tradicional de la teoría feminista en la adquisición de la libertad de las mujeres de las restricciones patriarcales, racistas, colonialistas y heteronormativas el más adecuado? ¿O se trataría más bien de explorar lo que el sujeto femenino, o feminista, es y es capaz de hacer?” (2011, p. 61).2 Ese sería, para esta autora, el interrogante ontológico más amplio que está en juego al momento de indagar la libertad del sujeto a través de su inmersión en el mundo material. Lejos de de-politizar la lucha feminista, este reposicionamiento de la noción de ‘libertad’ se propondría “resituar al concepto en un contexto diferente que pueda proveerle afiliaciones y asociaciones políticas alternativas, así como también una comprensión diferente de la subjetividad” (p.60).

3 Por su parte, la teórica Katherine Behar plantea qué pasaría si, frente a la tendencia histórica del feminismo de priorizar modos íntimos de orientar lo político por medio de la subjetividad, tanto a través del desplazamiento de prácticas domésticas y privadas a la esfera de lo público como de la valoración del afecto como una fuente de conocimiento, pensáramos lo impersonal como político.3 Una propuesta que implica un intento de dejar atrás la problemática noción de ‘sujeto’ en tanto pernicioso legado de la excepcionalidad humana asentada, a su vez, en la prevalencia de una subjetividad masculina, blanca, heterosexual y racional, para acercarse al concepto de ‘objeto’. Mediante una orientación, esta vez, hacia lo exterior, se constituye un llamado a pensar en términos de agrupamientos solidarios en torno no sólo ya a los sujetos sino también a los objetos, pensando las continuidades entre ambos y extendiendo un principio clásico del feminismo, la llamada “ética del cuidado”, hasta el punto de promover la camaradería con nuestros vecinos no humanos (2016, pp.7-8). En esta misma línea, Donna Haraway plantea la noción de un modo de “compañía inter-especie”, que incluye el compañerismo y las alianzas con “especies” de objetos inorgánicos (2004).

4 Retornando a la pregunta inicial en torno al rol de lo estético en las indagaciones contemporáneas sobre lo viviente y en una coyuntura actual de efervescencia de la política feminista, me interesa pensar cómo el debate sobre la subjetividad femenina se modula desde el registro de lo estético en la producción literaria y artística contemporánea del Cono Sur. En una coyuntura marcada por la continuidad e, incluso, la profundización de parámetros patriarcales y homofóbicos como herramientas prevalentes de interpretación y gestión de lo social, el sujeto femenino parece buscar repensarse trazando alianzas trans-subjetivas que incorporan materialidades otras y marginales. Mientras que en el caso de los movimientos activistas feministas como “Ni una Menos” dichas alianzas remiten, por ejemplo, de manera interseccional al mundo del trabajo y la lucha sindical4, algunos textos literarios y obras visuales contemporáneas sugieren que la corporalidad femenina se encuentra simultáneamente en un proceso de redefinición en relación a paradigmas que exceden lo humano y se

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 20

imbrican con otras políticas. A partir de estas subjetividades en flujo y transformación, me pregunto qué nuevas configuraciones afectivas y materiales emergen en el encuentro de lo femenino, lo viviente y lo inanimado, y qué modos de intervención estética y política se prefiguran a partir de ese encuentro.

5 Puede parecer curioso recurrir a la literatura y el arte, ámbitos particularmente asociados a la creatividad y la invención en tanto prerrogativas excluyentes de lo humano, para reflexionar justamente acerca de aquello que se localiza más allá de lo humano. Sin embargo, el arte no sólo genera sus propios conceptos y filosofías sino también, como señala Grosz (2011), sus formas particulares de inmersión en la vida y lo viviente. En este sentido, en el caso de las obras estéticas a las que me referiré se trataría menos de intentar percibir o comprender lo no humano desde sus propias lógicas que de indagar y expandir los modos en que existimos y tomamos forma en consonancia y en tensión con lo viviente y lo inerte. Se plantea, así, un desplazamiento desde una política del reconocimiento (identitario) hacia una política de la inmersión, del ‘estar con’. Es a partir de ese “estar con” que estas obras esbozan búsquedas centradas en devenires subjetivos orientados hacia lo no humano, búsquedas que se enfocan en la investigación de nuevas formas de relación, intimidad, afectividad y conectividad entre corporalidades disímiles, y, desde ese plataforma, imaginan otros modos de habitar el mundo. Así, las ideas y nociones alternativas de subjetividad y política que se proyectan desde el plano teórico en vistas de un futuro feminista están siendo teorizadas y repensadas, a la vez, desde el ámbito de las artes y la literatura latinoamericanas. Resulta interesante constatar que una parte significativa de la producción estética reciente de Chile y Argentina explora, visibiliza e imagina alianzas, cruces y articulaciones potenciales entre lo humano, lo viviente y lo inanimado. Estoy pensando en un grupo creciente de obras literarias y visuales que incluyen la producción de los escritores argentinos Samanta Schweblin, Dalia Rosetti, Mariana Enríquez, César Aira, las chilenas Lina Meruane y Claudia Donoso, los artistas visuales argentinos Nicola Costantino, Marcelo Pombo, Fernanda Laguna, la artista visual chilena Gabriela Rivera y la dramaturga chilena Manuela Infante, entre otros.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 21

Fig 1. Arpía. Bestiario. Gabriela Rivera, 2015. Fotografía digital. Impresión Giclée. Tamaño 70 x 90 cm

6 Para graficar brevemente algunas de estas intervenciones, la artista visual Gabriela Rivera en su performance y serie fotográfica Bestiario (2015) aborda de manera ritual y a partir de la interacción de su cuerpo con restos animales un tipo de duelo común que trasciende los límites de la especie, refiriendo de manera simultánea a la masividad de la desaparición y el exterminio de los cuerpos marginales de los animales y las mujeres. La artista se auto-representa encarnando distintos animales a través de la creación de máscaras que emulan sus características físicas superficiales mediante el uso de piel, órganos y vísceras de estos últimos, deconstruyendo mediante ese gesto la tradición de la costura como oficio femenino, decorativo y funcional para producir objetos radicalmente feos, anti-estéticos y repulsivos (Fig. 1). Rivera juega a probarse, así, la piel de una víbora, arpía, cerda, perra, pájara o zorra, presentando su propio cuerpo como parte de la ofrenda sacrificial a la que el cadáver animal remite. Inmersa en el desecho y lo abyecto, la putrefacción de la muerte, la artista contiene la respiración y lucha con el sentimiento de abyección que experimenta al entrar en contacto con las máscaras que construye a partir de restos animales. Su lucha resulta productiva: mediante su gesto anti-estético, la obra desdibuja los bordes del cuerpo femenino y el animal, de la materia viva y el cadáver. De esta forma, la artista pone en cuestión las distinciones y jerarquías que separan lo humano y lo animal, lo vivo y lo inerte, visibilizando la filiación discursiva y material de su cuerpo femenino tanto con lo que Judith Butler (2009) denomina “vidas que no merecen ser lloradas” (es decir, vidas a abandonar y por tanto susceptibles a la violencia) como con una serie de configuraciones afectivas conectadas con la repulsión, el sacrificio y el duelo. En el contexto de países latinoamericanos fuertemente patriarcales y con altas tasas de femicidios que, a la vez, consignan la producción y el consumo de carne animal como un elemento fundamental del imaginario y la identidad nacional, la alianza política entre la mujer y el animal resulta particularmente significativa. La identificación del

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 22

cuerpo vulnerable y vulnerado de la mujer con el del animal, atrapado en cadenas de reproducción y consumo masivo, vuelve tangible su pertenencia a una esfera marginal común.

Fig. 2. Nicola Costantino, Ternerobolas, 2000. Instalación en Estancia Halcón Blanco, Entre Ríos, Argentina. Calco de nonatos de terneros.

7 En paralelo, en las series escultóricas Bolas (1998-2004) y Cajas (2000-2005) de la artista Nicola Costantino emergen, a partir del registro afectivo de la nostalgia, figuraciones híbridas del cadáver animal, el nacimiento fallido y la (re)producción truncada como puntos de partida para revisitar el imaginario y las corporalidades destinadas al exterminio sobre las que se asientan lo nacional y la memoria común. Para producir estas series, Costantino manipula cadáveres animales carneados y rellenos con goma espuma. Las esculturas reproducen mediante la técnica del calco la cabeza, pezuñas y patas de animales despellejados y forzados a presión en moldes esféricos. Las bolas y cajas de Costantino remiten, así, a formas de violencia que se abocan a la manipulación y (de)formación de cuerpos otros – cuerpos concebidos como meros depositarios de deseos ajenos. Dentro de la serie fotográfica de registro de estas piezas, una instalación en la Estancia Halcón Blanco en Entre Ríos, Ternerobolas (Fig. 2), resulta particularmente significativa en tanto las esculturas, distribuídas en el espacio bucólico del campo argentino, remiten al proceso económico y social de formación de la Nación y a la concomitante colonización del territorio y de sus cuerpos. La obra evoca, así, violencias fundacionales asociadas al espacio del campo y la producción – violencias marcadas en términos no sólo de especie sino también de raza, clase, género y sexualidad – que dan forma e impulso al proyecto país. En este contexto, los cuerpos animales maniatados parecen volver desde la muerte física y simbólica como silencioso testimonio de esa violencia fundante. Las Cajas de Costantino (Fig. 3), por otro lado, preservan la relación física y afectiva entre nonatos de distintas especies. Enlazados e indiferenciables, los cuerpos que habitan esa suerte de fosas comunes se trenzan en una intimidad

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 23

incómoda, encarnando un destino y una afectividad compartidos. Estos restos híbridos conforman nuevas materialidades que, desde su inespecificidad inter-especie, parecen anticipar lúdicamente la expansión de la ingeniería genética y la transgénesis en el paisaje rural argentino. La decisión de incluir calcos de animales nonatos evoca temporalidades y corporalidades disidentes que interrumpen el proceso re/productivo al tiempo que remiten a imaginarios sexuales de maternidad en su relación con la producción de corporalidades destinadas al consumo y el desecho. El trabajo de Costantino invita a reflexionar, por ejemplo, acerca del vínculo simbólico entre la noción de contagio, abyección y toxicidad inter-especie que evocan las obras y las ansiedades sociales en torno a la mezcla racial y cultural que no sólo marcó el pasado nacional sino que también determina, en un período de intercambios y desplazamientos globales, su presente.

Fig. 3. Nicola Costantino, Cajas, 2005. Realizadas en hierro cromado, aluminio y resina. Calco de nonatos de potrillos y terneros.

8 En su novela Fruta podrida (2015), Lina Meruane tematiza tanto la pérdida de la memoria e identidad local de un pueblo frente al panorama biopolítico de consumo e intercambio global al que se integra el campo chileno en la actualidad como los cuerpos, los modos de vida y (re)producción interrumpidos, monstruosos y contaminados que acercan la subjetividad femenina a los avatares vegetales de la fruta y a la toxicidad, a la precarización del mundo del trabajo y un borramiento de la memoria local desatado por el influjo de lo global y la consecuente redefinición del territorio. Los cuerpos tóxicos y anti-normativos de la novela se manifiestan, así, para trazar una historia (en) común que conecta el pasado y el presente, el Norte y el Sur. Esa historia, y esos cuerpos potenciales en su devenir vegetal, toman forma a partir de la afectividad del duelo – un duelo inabarcable de aquellos cuerpos que ya no están, o que, como los bebés de una de las protagonistas entregados a la ciencia, parecen ‘no haber existido nunca’, de modelos otros de solidaridad comunitaria y producción industrial en el pueblo de Ojo Seco, de una historia colectiva destinada al olvido en el

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 24

contexto de un futuro imposible que proscribe la muerte. De manera paralela, la novela Distancia de rescate (2014) de Samanta Schweblin moviliza imaginarios de contaminación en el contexto del campo argentino y explora su impacto en la emergencia de cuerpos infantiles monstruosos en los bordes de una economía nacional agroexportadora.

9 Finalmente, en la obra de teatro Estado Vegetal (2017) de Manuela Infante, la maternidad y la pérdida reaparecen en el contexto de la historia de una madre que llora ante el fin de un mundo cuando su hijo estrella su motocicleta contra un árbol y, a consecuencia del accidente, queda en ‘estado vegetal’. La madre llora, a la vez, frente al fin del mundo a medida que las plantas van copando espacios en una proyección dis/utópica que es también un viaje de retorno a un pasado remoto en el que los seres humanos no poblaban aún la tierra. El fin del mundo es, en la obra, el fin del sujeto, ante lo cual no resta más que una paradójica reafirmación de lo humano en tanto último aliento de vida y un llamado político a la constitución de un Estado (esta vez con mayúscula) vegetal.

10 Estas obras se embarcan en exploraciones e iteraciones afectivas del duelo, la pérdida y el pasado común para imaginar, desde esa plataforma, subjetividades emergentes configuradas a partir del cruce entre lo humano y lo viviente. Surgen de ese espacio corporalidades híbridas que habilitan tanto nuevas formas de navegar la pérdida como alianzas y afiliaciones políticas diversas. Se trataría de alianzas precarias, contingentes, efímeras, en constante flujo y transformación. Alianzas que visibilizan los modos en que lo viviente también se modula a partir de las iteraciones materiales del género, la sexualidad, la raza y la clase social, entre otros vectores de diferencia. Así, las obras indagan los nuevos cuerpos y configuraciones afectivas que emergen de la construcción contemporánea de lo común tanto a partir de lo local y nacional como de lo global en el contexto social y económico de lo que Macarena Gómez-Barris denomina la “zona extractiva” latinoamericana (2017).

11 Y lo hacen mediante la puesta en acción de una serie de “devenires” subjetivos que, lejos de una noción de identidad ontológicamente coherente, esencial y única, “desarman la estabilidad identitaria, del conocimiento, la locación y el ser (y) elaboran nuevas direcciones y nuevas fuerzas a partir de estos procesos de desestabilización” (Grosz 2011, p. 3). Según Gilles Deleuze y Félix Guattari, el proceso de “devenir”, mediante el cual al menos dos sistemas se unen para conformar un nuevo sistema emergente o ensamblaje que preserva, a la vez, la heterogeneidad de sus componentes, implica una des-jerarquización, desaprendizaje y desterritorialización de las posicionalidades dominantes (1987). En tanto refiere a la variedad de conexiones potenciales que una cosa es capaz de entablar, el proceso de “devenir” da paso a la desarticulación de distinciones normativas (y civilizatorias) entre lo humano y lo no humano y su reemplazo por líneas de continuidad y fluidez entre cuerpos disímiles. De esta forma, el “devenir” deleuziano “apunta a una desontologización pragmática, práctica (por vía de agenciamientos y de alianzas) de lo ‘humano’” (Giorgi 2014, p.29).5

12 Es justamente a partir de modos de devenir modulados por estrategias y herramientas feministas, como los ideales de inclusividad y apertura que habilitan la exploración de alianzas otras, el interés de larga data en comprender el género como una construcción que tiene lugar no sólo a nivel del discurso sino también del cuerpo y la materialidad, y el erotismo en tanto “entrega radical del yo que deviene algo más que, o algo distinto al sujeto” (Bataille 1986) que estas obras buscan re-imaginar la subjetividad femenina. Una subjetividad asentada en un entendimiento de la noción de libertad que implica un

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 25

volverse o devenir otro y que se asocia a la capacidad de movimiento de un cuerpo y a sus múltiples posibilidades de acción. Más que ser otorgada por la buena voluntad de otro, esa libertad se obtendría aquí únicamente a partir de “la lucha con la materia, la lucha de los cuerpos por volverse más de lo que son, una lucha que ocurre no sólo en el nivel del individuo sino también en el de la especie” (Grosz 2011,p. 152). Es a través de la inmersión material en los cuerpos, los lenguajes y las pesadillas espectrales de la memoria y el pasado común que la cultura contemporánea parece orientarse hacia un futuro incierto (un futuro, quizás, feminista) a partir de historias alternativas y corporalidades colectivas en constante devenir.

13 El teórico Dipesh Chakrabarty plantea que lo viviente, caracterizado por una agencia post-humana, se posiciona fuera del ámbito de una agenda política planteada como intrínsecamente humana y, por tanto, estaría más allá de la política. Sin embargo, más que de pensar lo humano y lo viviente de manera binaria y contrapuesta, estas obras estéticas latinoamericanas parecen sugerir que se trataría más bien de entender los modos en que, desde un comienzo, la vida común, el arte y lo político se encuentran determinados por fuerzas, orientaciones y afectos que exceden lo humano y por la capacidad potencial de la vida de volverse más de lo que es, de devenir de formas impredecibles. Esta capacidad de auto-superación de lo viviente, asentada en los excesos de creatividad, sexualidad e intensidad que la propia vida genera, sería nada menos que la condición misma para “la emergencia del arte, la erupción de la vida colectiva, y la creación de nuevas formas de política, nuevas formas de vida” (Grosz 2011, p. 8). Si el desafío del feminismo, lejos de limitarse al problema de cómo lograr una mayor equidad de género en el ámbito de las relaciones e instituciones sociales ya existentes, se orienta más bien a crear un porvenir diferente al presente, es fundamental visibilizar el trabajo de las y los artistas y escritoras/es del Cono Sur que, a través de obras de arte que re-imaginan lo político de maneras múltiples y complejas, abren la pregunta acerca de cómo proyectar hoy potenciales futuros comunes.

BIBLIOGRAPHY

Bataille, G. (1986). Erotism. Death and Sexuality. San Francisco: City Lights Books.

Behar, K. (2016). “An Introduction to OOF”. En Behar, K. (Ed). Object-oriented Feminism. (pp. 1-36). Minneapolis: University of Minnesota Press.

Butler, J. (2009). Frames of War. When is Life Grievable? Londres: Verso.

Chakrabarty, D. (2015). The Human Condition in the Antropocene. Tanner Lectures in Human Values. Yale University. [On Line]. Disponible en: https://tannerlectures.utah.edu/ Chakrabarty%20manuscript.pdf

Costantino, N. (1998-2004). Bolas.

Costantino, N. (2000-2005). Cajas.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 26

Deleuze, G., Guattari, F. (1987). A Thousand Plateaus. Capitalism and Schizophrenia. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Enríquez, M. (2017). Las cosas que perdimos en el fuego. Nueva York: Penguin Random House.

Garramuño, F. (2015). Mundos en común. Ensayos sobre la inespecificidad en el arte. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Giorgi, G. (2014). Formas comunes. Animalidad, cultura, biopolítica. Buenos Aires: Eterna Cadencia Editora.

Gómez-Barris, M. (2017). The Extractive Zone. Social Ecologies and Decolonial Perspectives. Durham: Duke University Press.

Grosz. E. (2011). Becoming undone. Darwinian Reflections on Life, Politics and Art. Durham: Duke University Press.

Haraway, D. (2004). Cyborgs to Companion Species: Reconfiguring Kinship in Technoscience. En The Haraway Reader. (pp. 295-320). New York: Routledge.

Infante, M. (2016). Realismo.

Infante, M. (2017). Estado vegetal.

Meruane, L. (2015). Fruta podrida. Buenos Aires: Eterna Cadencia.

Rivera, G. (2015). Bestiario.

Rosetti, D. (2005). Durazno reverdeciente. En Rosetti, D. Me encantaría que gustes de mí y otros relatos. (pp. 45-159). Buenos Aires: Mansalva.

Schweblin, S. (2014). Distancia de rescate. Buenos Aires: Random House.

NOTES

1. El presente artículo forma parte del proyecto Fondecyt N° 11180229 "Más allá de lo humano: Cuerpo femenino y afecto en la literatura y las artes visuales contemporáneas de Chile y Argentina", a cargo de Cynthia Francica. 2. Todas las traducciones del inglés al español fueron realizadas por la autora. 3. Para un estudio comprehensivo de lo impersonal, la no pertenencia y lo inespecífico en el arte contemporáneo, ver Garramuño (2015). 4. A partir de 2015 se gesta en Argentina el movimiento popular contra el femicidio “Ni una menos”, que luego se expande a varios países de América Latina, consolidándose mediante una expansión e internacionalización que conlleva la negociación de alianzas estratégicas tanto a nivel global como local. El colectivo lleva adelante una búsqueda de nuevas formas de lo común para afrontar y combatir la violencia de género – una búsqueda que comprende a la vez otras manifiestaciones de violencia social que, aunque aparentemente disímiles, se encuentran profundamente imbricadas, como en el caso del cruce entre la problemática del género y la precarización laboral. Así, en octubre de 2016 se llevó a cabo el primer paro nacional de mujeres en Argentina, al que se sumaron algunas de las principales organizaciones sindicales del país como CTA (Central de Trabajadores de la Argentina) y CGT (Confederación General del Trabajo de la República Argentina). 5. En su descripción de las nuevas políticas y retóricas de lo viviente que definen los lenguajes estéticos de la narrativa argentina contemporánea, Gabriel Giorgi propone que, lejos de una distribución simple entre humano y animal, o una borradura de su diferencia, lo ‘viviente’ implica “una multiplicidad de zonas de vecindad y de intercambio que no se dejan capturar bajo

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 27

los modelos previos de ‘vida animal’ y ‘vida humana’…un umbral de relación entre cuerpos y especies …que se constituye como materia estética” (2014, p.35).

AUTHOR

CYNTHIA FRANCICA

Departamento de Literatura, Universidad Adolfo Ibáñez, Santiago, Chile [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 28

La vida impropia

Florencia Garramuño

1 Una noción de vida impropia, impersonal, está siendo discutida y articulada en algunas prácticas culturales y estéticas latinoamericanas contemporáneas. En muchas de ellas se elaboran formas de acceder a – de narrar, de exhibir, de discutir – una vida anónima que viene a reemplazar la vida individual o subjetiva, exhibiendo una preocupación por la vida – o lo viviente – que ya no se reduce a la preocupación por la vida de un sujeto, o de un pueblo, o de una comunidad; no se reduce ni siquiera a la noción misma de vida humana aunque, obviamente, también la incluya, junto a otras formas de vida que la acompañan, la completan, y la dislocan.

2 En la Bienal de São Paulo de 2016, titulada Incerteza viva, un filme de Jonathas de Andrade sustituye –o complementa– la pregunta por la vida con la interrogación por la muerte. En O peixe (2016), el realizador acompañó a pescadores de Alagoas. Los sigue en sus canoas, internándose en mareas y manglares, detenidos a la espera del momento adecuado para, con sus redes o arpones, capturar la presa. Son diversos los hombres, con sus torsos desnudos; de distintas edades; pero en todos, los músculos que han sido definidos por el trabajo de la pesca parecen también propicios para el abrazo ritual en el que se unen, pescador y pez, en el momento final –límite - en el que el pez expira.

3 La vida, la muerte: las imágenes oscilan con la luz que atraviesa las hojas de los árboles debajo de los cuales se desplazan las canoas. En los cuerpos, la luz reverbera sobre músculos y rostros donde late la vida ya vivida y la vida aun por vivir. El viento susurra entre las hojas, las olas golpean la canoa.

4 Me imagino a esos peces, enormes, del norte del Brasil – tambaqui, filhote, piracicaba-, sacudiéndose en sus estertores de muerte sobre el piso de la canoa. Los veo inquietos, desasosegados, y veo cómo voltean esas canoas frágiles y vuelven así al agua y a su hábitat; quién sabe, tal vez también a la vida. Pienso que los pescadores han encontrado en ese abrazo la última herramienta en una labor de depredación inmemorial; han llegado a él por experiencia de vida. Pero el abrazo los ha llevado, como puede verse en la transformación de los rostros y en los gestos con los que acompañan a los peces a morir, afuera de sí mismos; los confronta, en un cuerpo a cuerpo con sus presas – no exento de erotismo-, con la muerte misma y el largo intervalo en el que la vida deja de palpitar en esos otros cuerpos. El abrazo calma a los peces y afecta a los pescadores. La

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 29

cámara filma ese intervalo entre la vida y la muerte todo el tiempo que sea necesario; en tiempo real, la filmación filma exactamente la muerte, es decir: el tiempo que lleva morir.

5 El filme no sigue ni la vida individual de los pescadores, ni sus costumbres y herramientas, ni su entorno sociocultural. No los entrevista, no se ve a los pescadores hablar. Tampoco se detiene en la naturaleza de los peces, sus formas de vida, sus modos de subsistencia, el hábitat de su especie. Se trata de 36 minutos en los que, entre canoas y árboles, por ríos inmensos, la cámara acompaña a los pescadores en su pesca. El contacto entre cuerpos y seres anónimos superpone vida y muerte, alisa una suerte de continuidad entre una y otra. La misma continuidad que, en el film, se teje entre pescador y pescado, entre predador y presa, entre hombre y animal.

6 Como en el filme de Jonathas de Andrade, son muchas las prácticas contemporáneas que han abandonado la vida individual y subjetiva para construir sus narrativas e imágenes a partir de una noción de vida impersonal que desprende las historias de la vida de un sujeto, de un individuo, para concentrarse, en cambio, en una vida.

7 “Nadie mejor que Charles Dickens captó qué es una vida”, escribió Deleuze en su ensayo póstumo, Inmanencia: una vida, refiriéndose a “Our mutual friend”, la novela en la que Dickens capta el momento preciso entre la vida y la muerte en que la vida ya no es la vida de una persona en particular, de un individuo, sino la vida en tanto energía – esa “spark of life”, en palabras de Dickens – , que habita en un cuerpo pero es irreductible a él. Una vida, dice Deleuze, y subraya una. Su objetivo es separar y distinguir la inmanencia pura de cualquier tipo de transcendencia (Deleuze 2001, p. 28).

8 ¿Pero que es, exactamente, una vida?

9 ¿Cuál sería la potencia de ese movimiento que, en algunas artes contemporáneas, la exhibe?

10 Se trata de un vida impropia en el sentido de que en ellas la vida no se define por su pertenencia a alguien en particular, a un sujeto, sino en tanto energía o “spark”, en palabras de Dickens, que trasciende esos sujetos. Más allá, incluso, de los cuerpos individuales. En Mano de Obra (2002), de Diamela Eltit, por ejemplo, se trata de la vida de un grupo de trabajadores de supermercado en el Chile neoliberal de los años 2000 pero, como el título ya anticipa, la narración va más allá de ese grupo y se desplaza hacia una reflexión mucho más amplia sobre el destino o la historia de la “mano de obra” chilena (e, incluso, en un gesto de confusión de localidades y experiencias muy típico de cierta narrativa contemporánea, del destino de la mano de obra en general, aún más allá de Chile o, en todo caso, donde Chile vendría a ser un ejemplo, una instancia – tal vez extrema, en cierto sentido – de ese mundo contemporáneo).1 De hecho, el texto utiliza una primera persona singular (en la primera parte) y plural (en la segunda) que se vacía de interioridad para hacer emerger unos personajes siempre privados del poder de decir yo, despojados de la posiblidad – incluso – de tener un rostro. Un montaje de tiempos heterogéneos desplaza esos sujetos para interrumpir el presente neoliberal, dejando ver agenciamientos colectivos – siempre contingentes – en los cuales figuras de lo impersonal y anónimo muestran su potencial para pensar acciones colectivas más allá de los destinos y posibilidades de los individuos. Vestigios, discursos, memorias y fragmentos de mundos diversos se arremolinan en un texto que busca, en la inestablidad de sus discursos, otros modos de pensar experiencias compartidas de modos complejos y críticos.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 30

11 Si es verdad que la deconstrucción de la subjetividad es uno de los grandes motivos del trabajo filosófico contemporáneo (Roberto Esposito 2009, 2012; Jean-Luc Nancy 1991), es importante entender que la pregunta apunta hacia la deconstrucción de la interioridad, del “self”, de la presencia, de la consciencia e incluso de la “autoridad” (Jean-Luc Nancy 1991). 2

12 Sin propiedad, impropia, la vida no solo carece entonces de identificaciones o adjetivos que la individualicen sino que se vuelve una reflexión sobre lo común y sobre la experiencia compartida. Es, en ese sentido, una vida impersonal, donde lo impersonal viene a instituirse en vector que deconstruye la vida subjetiva para convertir estas prácticas en una discusión sobre la vida de una colectividad o, en palabras de Jean-Luc Nancy, en una elaboración sobre la coexistencia: sus posibilidades, sus limitaciones, pero también sus fortunas o potencialidades.3

13 En Imemorial, de Rosângela Rennó, ese vector impersonal atraviesa la recuperación de una historia sumida en un mar de amnesia. En su instalación, realizada con fotografías recuperadas de los archivos de la empresa constructora de la nueva capital en Brasília, NOVACAP, Rennó exhibió la amensia social y la persistencia espectral de sus violencias. La instalación, de 1994, fue presentada por primera vez en una exposición titulada Revendo Brasília, curada por Alfons Hug, que buscó “un abordaje crítico de la capital brasileña, aprovechando los recursos de la fotografía artística” (Hug y Salles, 2015 p. 23). Se trataba de revisar, mediante la fotografía, las peculiaridades de una ciudad que se propuso– según la idea de Lúcio Costa –como un centro irradiador de desarrollo y de cultura para el Brasil, sostenido en la utopía de una revolución estética que fue truncada por las dificultades de una modernidad dependiente y por una dictadura militar que en poco menos de una década desde su fundación llevó al país por el camino de una violenta modernización autoritaria (las imágenes y los discursos de los diputados brasileños en el congreso de Brasília que destituyó en un golpe el gobierno de Dilma Rousseff resultaron un nuevo avatar de esa confluencia de tiempos heterogéneos en el escenario de Brasília). La artista recuperó las fichas de los empleados de la empresa, muchos de ellos muertos en masacres, como la de Pacheco, instrumentadas por una policía que reprimía las demandas de los trabajadores por mejores condiciones de trabajo. Rennó amplió las fotografías carnet que encontró en esas fichas para realizar con ellas una serie de retratos de (60 x 40 cm.). Dispuestas en la sala repitiendo el diseño en cruz del Plano Piloto de Lúcio Costa sobre bandejas de hierro, las fotografías se ubican sobre las paredes y sobre el suelo de la sala. En el suelo, impresas en película ortocromática, las fotografías de los muertos durante la construcción de la nueva capital emanan un halo espectral, pero los nombres de esos muertos – que también estaban en las fichas que Rennó recuperó – han sido olvidados en el antimonumento que erigió la artista. Solo al pie de las fotografías, cual epígrafes, figuran los números de contratación de los obreros. Perder el nombre es entonces un modo de recuperar una vida y un destino anónimo. El anonimato resulta un dispositivo poderoso para hacer evidente la persistencia – aun espectral - de una vida – una vida- sin procurar una restitución o redención individual. Frente a la restitución, Rennó eligó el poder de la sobrevivencia. Al utilizar esas viejas fotografías y hacer evidente el nuevo valor que la intervención de la artista produce sobre esos restos, Imemorial apunta al sentido latente de un pasado que repercute sobre el presente: la activación de la sobrevivencia del pasado ilumina con su sombra paradójica los proyectos truncos del pasado.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 31

14 Es preciso distinguir, sin embargo, entre lo impersonal y lo anónimo. Mientras que lo impersonal hace referencia a un modo de alejarse de las propiedades y singularidades subjetivas de esas vidas, lo anónimo apunta en cambio al olvido definitivo del nombre. Aunque no son evidentemente lo mismo, tanto lo impersonal como lo anónimo aparecen como dispositivos diferenciados que quieren distanciarse de la individualidad de una historia. En Cosas, de Edgardo Dobry, un libro de poemas que debería ser leído como elegía a la muerte de su madre, la concentración en las cosas, precisamente, de un recuerdo tejido en el anonimato de seres, hace de esa anonimia un instrumento poderoso en la transmisión de una emoción sin sujeto, un afecto impersonal que es, justamente por impersonal, más poderoso. La emoción, dijo Didi-Huberman, no dice “yo” (Didi-Huberman, 2014). “Lo anónimo – señala Rancière – no es el cuerpo colectivo con el que la tradición revolucionaria ha identificado fácilmente la subjetivación política. No es el mundo silencioso de los largos ciclos de la vida material y de las mentalidades populares que los historiadores han opuesto – es decir, han hecho complementario – al universo de los lenguajes y de las decisiones superiores (…) Lo anónimo no es una sustancia sino un proceso de distanciamiento puesto en cuestión permanentemente (Rancière 1994, pp. 79-80; el subrayado es mío). 15 En este contexto, tal vez pensar la vida más allá de la persona y del individuo sea un modo de reemplazar el lugar del sujeto – “Who comes after the Subject?”, se pregunta Jean-Luc Nancy; pero cabría preguntar What comes? (Nancy 1990)- por una noción de vida impersonal y anónima que, más allá de las singularidades individuales y personales, busque y diseñe – imagine – modos de resistencia a las constricciones identitatarias y personales, negándose a tomar la interioridad del individuo como refugio. Para Foucault, esa misma vida impersonal es aquello que escapa al poder, que se le escurre, que lo enfrenta y que a su vez elude – incluso sin proponérselo - las formas de subjetivación que el poder formula.4

16 En estas prácticas, además, la opción por una vida impersonal permite alisar una suerte de continuidad entre vida humana y naturaleza, entre vida humana y otras formas de vida, incluso cuando esa continuidad suponga –como en el filme de Andrade– la violencia. Aun allí, esa continuidad permite despegarnos de los poderes o impotencias de los sujetos para concentrarnos en la chispa de vida –esa “spark”– , centrarnos en la energía que evidencia esa vida. La vida vista desde el prisma de la experiencia impersonal parece abrir a nuestro mundo la exposición de una potencia de vida que, más allá del acceso al poder de los sujetos, sobrevive e insiste. En tiempos tan sombríos como los que atravesamos, me parece ver allí una forma nada desdeñable de otorgar a los pueblos, y a nuestro mundo, un intenso poder de aparición.

17 Pero además, interrogar estas figuras de lo impersonal y de lo anónimo puede inspirarnos para la discusión de formas de organizar la experiencia que ya no se sustenten sobre el predominio de lo individual ni de lo humano, predominio que estas mismas figuras de lo impersonal y anónimo evidencian ha resultado muy problemático -por no decir, en muchos sentidos, catastrófico.

18 ¿Qué nos dicen estas figuras - estas prácticas - del modo en que organizamos y comprendemos la experiencia en el mundo contemporáneo?

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 32

BIBLIOGRAPHY

Andrade, J. de. (2016) O peixe. (filme). Brasil.

Deleuze, G. (2001). Pure Immanence: Essays on a life. New York: Urzone.

Didi-Huberman, G. (2014). “La emoción no dice “yo”. Diez fragmentos sobre la libertad estética.” En Didi-Huberman et al. Alfredo Jaar. La política de las imágenes. Santiago de Chile, Metales pesados, pp? (sólo números, i.e. 123-145)

Dobry, E. (2008). Cosas. Barcelona: Lumen.

Eltit, Diamela. Mano de obra. Santiago de Chile, Seix Barral, 2002

Foucault, M. (2007) “La vida: la experiencia y la ciencia”. En Gabriel Giorgi y Fermín Rodríguez, Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida. Buenos Aires, Paidós, .

Garramuño, F.(2016) “Dimensiones de lo impersonal en la cultura contemporánea.” Badebec, Vol. 5, No. 10, pp. 130-140, disponible en https://revista.badebec.org/index.php/badebec/article/ view/245/224

----.(2016) “O Outro avança sobre mim”, em estudos de literatura brasileira contemporânea, No. 48, p. 11-28, 2016

Hoyos, H. (2016). All the World’s a Supermarket (And All the Men and Women Merely Shoppers). En Beyond Bolaño. The Global Latin American Novel. New York, Columbia University Press.

Hug, A. y Salles, E. (2015). Revendo Brasilia neu gesehen. Brasilia: Goethe-Institut.

Nancy, J. L.(1991) Introduction. En Eduardo Cadava, Peter O’ Connor and Jean-Luc Nancy, Who Comes After the Subject? London, Routledge.

----. (2000). Being Singular Plural. Stanford, Stanford University Press, 2000

Rancière, J. (1994). Sobre políticas estéticas (Traductor, Arranz Lázaro, Manuel), Museu d’Art Contemporani de Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona.

Rennó, Rosângela.(1994) Serie Imemorial- Instalación.

NOTES

1. Véase sobre esto Héctor Hoyos (2015, pp.102-105). 2. Trabajé en detalle este texto de Eltit en “Dimensiones de lo impersonal en la cultura contemporánea” y, en una versión un tanto más extensa en portugués, en “O Outro avança sobre mim”, publicado en estudos de literatura brasileira contemporânea, No. 48, p. 11-28, 2016. 3. Ver Jean-Luc Nancy (2000). 4. Foucault, Michel, en Giorgi y Rodríguez, (2007, pp. 41-58).

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 33

AUTHOR

FLORENCIA GARRAMUÑO

Universidad de San Andrés/CONICET - [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 34

Métodos políticos

Florencia Malbran

1 La era del Antropoceno, marcada por una honda mutación ecológica, nos exige pensar lo viviente junto a la caída de la división cultura-naturaleza, o yo interior-realidad exterior. Cabe preguntarse, entonces, qué desafíos metodológicos presenta el abordaje a estos conceptos en cuya reformulación está implicada la mismísima idea de “mundo”. Sin embargo, esta pregunta hermenéutica es más que un interrogante sobre metodología, ante todo, es un interrogante político: entraña la posibilidad de observar el mundo de otra manera y por ello involucra también la posibilidad de que el mundo evolucione de otro modo, modificando su estado actual, caracterizado por la destrucción sistemática del medio ambiente, el patriarcado, el ascenso de los extremismos y la vulneración de los derechos humanos en amplios sectores de la población global (lo evidencian movimientos como Black Lives Matter y Ni Una Menos, o la alarmante crisis de inmigrantes en Europa y los Estados Unidos).

F0 F0 2 Volver a pensar la vida BE la posición del hombre en el mundo BE conduce a cuestionar la “razón”. La Ilustración hizo prevalecer a la razón en tanto facultad del hombre para acceder al mundo, comprenderlo y progresar en (y sobre) él. Sostenidos en esta prevalencia, los hombres sometieron el planeta a inmensos cambios, organizados en modos de actuación que alteraron el clima, el paisaje y la vida animal, comprometiendo asimismo a la propia existencia humana.

3 La crítica a la razón, no obstante, no puede opacar nuestra implicación en el pensamiento ilustrado. Estamos enmallados en la Ilustración: sujetos en la red de sus ideas, atrapados en algunos de sus valores. El estado de derecho, la abolición de la tortura y la inviolabilidad del cuerpo son bastiones que se deben, en gran medida, al Siglo de las Luces. Jay Bernstein recuerda el siglo XVIII y advierte “un momento moral extraordinario durante el cual la subjetividad ilustrada y la modernidad política ilustrada emergieron juntas a través de la abolición de la tortura. Si al estado no se le permite ya torturar a los acusados (arrancar a los individuos información o una confesión), si los individuos deben presumirse inocentes hasta que se pruebe su culpabilidad, y si el estado no se arroga ya el derecho de violentar físicamente a los convictos, se instituye una nueva relación entre el estado y el individuo, dotando

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 35

también de un nuevo sentido al cuerpo humano. Al estado se le prohíbe ahora ‘tocar’ el cuerpo de sus ciudadanos” (Bernstein 2018, pp. 208-209).

4 Esta libertad y la integridad corporal son, sin dudas, derechos fundamentales de las personas. La libertad se encuentra en la factura del pensamiento—filosófico y político— occidental. “Para esta Ilustración no se requiere más que una cosa, libertad”, aseveró Kant (Kant 1978, p. 28).1 Es en virtud de esta negativa a la opresión que es difícil abandonar de plano, sin reservas, en la crítica a la razón, los bastiones ilustrados. Lo manifiestan así las palabras descarnadas de Michelle M. Wright cuando escribe: “La Ilustración es el olor nauseabundo que crean las intenciones aparentemente buenas, mezcladas con una estupidez decrépita y una autoestima completamente podrida; un olor que me resulta difícil no olfatear, de la misma forma en que sigo revisando si mi leche de almendras (la última moda para la salud... ¡traída también por la Ilustración!) se puso mala. Y la Ilustración es lo que me define, tan frecuentemente, en tantos momentos. Es el pedestal en el cual me paro siempre estirándome para alcanzar a ver, más allá, alguna alternativa factible” (Wright 2018, p. 204). 5 La crítica a la idea de progreso, la determinación racional y el dominio es muy necesaria, tan necesaria como el reconocimiento de nuestra implicación con el pensamiento ilustrado.

6 El poder de la crítica radica en desmarcarnos, proveernos de algún tipo de diferenciación en relación con la Ilustración, sin negarla absolutamente. ¿Qué otros métodos para organizar el saber podrían servirnos? La edición de la Bienal del San Pablo titulada “Incerteza Viva”, realizada en 2016 bajo la curaduría general de Jochen Volz, sugería modos alternativos para ver el mundo.

7 Las obras en exhibición daban cuenta del caos y la desazón actual, mostrando la apertura de un tiempo distinto al que el planeta vivió hasta ahora. Según Volz: “El arte jugó siempre con lo desconocido. Históricamente, el arte insistió en un vocabulario que permite la ficción y jerarquiza la incertidumbre. La información se pierde y la duda persiste, pero el arte puede modificar estas paradojas mediante sus operaciones por fuera de los sistemas, escalas y paradigmas establecidos, introduciendo patrones alternativos” (Volz 2016, p. 23). De este modo, el arte podría llamarnos al trabajo persistente de abrir otros lugares desde los cuales operar.

8 Es posible proponer que en la bienal se exponía arte proveniente de diversas culturas que, al concentrase en América Latina, invitaba a contemplar el pasado y el futuro desde el “entrelugar” regional. Aquí el potencial político de “Incerteza Viva”: formular, a través del arte contemporáneo incluido en una bienal latinoamericana, la invitación a encontrar intersticios, pliegues, en las derivas del pensamiento ilustrado. Recordemos que a partir de la lectura regional de ciertos problemas europeos se produce un “entrelugar”, esto es, “la noción de unidad sufre un giro, es contaminada a favor de una mezcla sutil y compleja entre el elemento europeo y el elemento autóctono: una especie de infiltración progresiva efectuada por el pensamiento salvaje, o sea, apertura del único camino posible que podría llevar a la descolonización”.2 Las obras de arte, europeas y no europeas, exhibidas en la bienal advertían que no hay una simple opocición, un antónimo, al pensamiento ilustrado. Más bien, estas obras auspiciaban una perspectiva de reposicionamientos, desplazamientos y puntos de fuga argumentales.

9 El artista francés Pierre Huygue presentó en la bienal dos obras interrelacionadas tituladas Des-Extinção (2016) y Des-Extinção (S.P. Evolução) (2016). La primera era una

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 36

enorme proyección en un espacio oscuro. Huygue había filmado el interior de una gema de ámbar. Conviene reparar en que el ámbar posee un origen orgánico; se formó, durante la prehistoria, a partir de la resina de ciertos árboles. El tronco de esos árboles segregó una sustancia liquida que se endureció y se transformó en ámbar, hace sesenta y seis millones de años, y por ello muchas gemas de ámbar contienen fósiles de insectos. Los seres vivos que rodeaban la corteza de los árboles, hoy extinguidos, quedaron petrificados en las gemas, en tan buen estado de preservación que es factible estudiar sus secuencias de ADN. Huyghe, valiéndose de lentes especiales, logró un close- up extremo al ámbar. La pantalla brillaba con colores pardos y amarillos dorados. La secuencia en el interior de la gema era lenta. Entre filamentos y vetas translúcidas aparecían los insectos, inmóviles, casi perfectos. Belleza y entomología se fundían en una experiencia preciosa. La cámara de Huygue hacía foco en una pareja de insectos copulando. Des-Extinção reproducía especies extinguidas. Pero la vuelta a la vida no era sólo fílmica. En una pequeña sala contigua, Huygue exponía Des-Extinção (S.P. Evolução). La luz era fuerte y había un amplio ventanal que abría al Parque Ibirapuera. Pululaban F0 allí insectos reales. Eran moscas descendientes de los seres filmados. Estos bichos BE F0 especímenes de la “mosca soldado negra” o “Hermetia illucens” BE habían sido criados en un laboratorio, en colaboración con el Instituto Biológico de San Pablo. A través de ambas obras, Huyghe subrayaba la habilidad de adaptación de los organismos. Hacía ajustes para revertir extinciones. Como ya lo había realizado en trabajos anteriores, Huyghe ponía en jaque las oposiciones naturaleza-cultura y biología-tecnología. “Miro cómo cambian las cosas, se transforman, se metabolizan […] Intento encontrar una palabra para decir: algo está vivo”, había señalado el artista (Huygue 2013, p. 55). Des-Extinção y Des-Extinção (S.P. Evolução) proponían una relectura de la vida, sus momentos, su evolución. Las obras de Huyghe reactivaban el poder del arte para animar la reflexión sobre preguntas tan medulares como urgentes: ¿Qué

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 37

existe? ¿Cómo concebir la vida? ¿Cuál podría ser el estatuto de la subjetividad?

Figura 1.Vídeo nas Aldeias,O Brasil dos índios: um arquivo aberto (2016). Vista de instalación, Bienal de San Pablo. Fotografía: Vincent Carelli

10 La organización brasileña Vídeo nas Aldeias (VNA) creó, especialmente para la bienal, la instalación O Brasil dos índios: um arquivo aberto (2016). Tres grandes pantallas creaban un espacio poligonal que envolvía a los espectadores. Se veían allí dentro ochenta y un fragmentos de video, reunidos a partir del material audiovisual coleccionado durante los treinta años que esta organización sin fines de lucro ha estado en funcionamiento.

11 Vídeo nas Aldeias, fundada por el antropólogo y documentalista Vincent Carelli, aspira otorgar visibilidad a los indígenas brasileños mediante la producción de películas. Los filmes y videos están realizados por los propios indígenas, para prevenir la mirada externa de los ojos imperiales que narran al “otro” como inferior, exótico o primitivo. Además, Vídeo nas Aldeias no sólo estimula la producción de directores indígenas, también circula sus obras, dentro y fuera de sus comunidades de origen.

12 Al ingresar en O Brasil dos índios: um arquivo aberto, los espectadores se encontraban rodeados de relatos de mitos, rituales, demostraciones políticas y situaciones de contacto con los blancos, narradas por integrantes de pueblos indígenas como los Guarani Kaiowá, Gavião, Kayapó, Krahô, Maxakali y Yanomami. La instalación afirmaba la presencia y la potencia indígena. De acuerdo con Volz:

13 “Estos fragmentos, unidos por el poder de sus imágenes y discursos, constituyen una instancia más de resistencia colectiva contra los intentos de borrar a los pueblos indígenas, volviéndolos invisibles, y provocan una amplia reflexión sobre la alteridad y las convenciones de las perspectivas culturales” (Volz 2016, s/p).

14 O Brasil dos índios se completaba como un “campo sonoro”. Los espectadores podían escuchar en un sector de la exposición, utilizando auriculares, tanto una selección de cantos ceremoniales Mbya Guarani, Guarani Kaiowá y Ñandeva, como canciones indígenas tomadas de películas auspiciadas por Vídeo nas Aldeias.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 38

La intervención de Vídeo nas Aldeias en la bienal no sólo mostraba de qué maneras los indígenas enfrentan la negación de sus identidades en espacios neocoloniales, sino que, además, expresaba que el reconocimiento sólido de sus creaciones —su estética, sus conceptos y también su epistemología— puede conducirnos a la reconfiguración de prácticas y regímenes de pensamiento.

Figura 2. Vídeo nas Aldeias, O Brasil dos índios: um arquivo aberto (2016). Detalle.

15 Analizadas en tándem, las obras de Huyghe y de Vídeo nas Aldeias podrían facilitar una metodología para volver a pensar el mundo. La yuxtaposición de estas obras, expuestas incluso en el mismo piso del gran Pavilhão Ciccillo Matarazzo, donde se presenta la bienal, ofrecía una experiencia que generaba la sensación de incertidumbre.3 El título de la bienal, “Incerteza Viva”, adelantaba ya el cuestionamiento de la certeza o la ausencia de conocimientos seguros y claros sobre la realidad actual. Las obras de Huyghe acompañadas por la instalación de Vídeo nas Aldeias ratificaban la incertidumbre. Juntas, estas obras sugerían que existen varios fundamentos y métodos de conocimiento, y que no son excluyentes. La exhibición en un mismo espacio de obras como Des-Extinção, Des-Extinção (S.P. Evolução) y O Brasil dos índios: um arquivo aberto invitaba a la elaboración de nuevas preguntas sobre la naturaleza y la cultura, el ser y el otro, lo humano y la tecnología.

16 La bienal afirmaba que de la confrontación entre el pensamiento eurocéntrico y el latinoamericano emergía una nueva hibridez que podría responder a la redefinición de los lugares de la humanidad y la especie. En efecto, la contemplación de las prácticas estéticas expuestas en San Pablo invitaba al ensayo de comparaciones y fusiones entre las herramientas metodológicas que ofrece el pensamiento occidental y perspectivas que provienen de otro tipo de consciencias históricas, como las del pensamiento amerindio. Esta mirada híbrida a la razón antropocéntrica produce preguntas importantes. ¿Se acoplan, por ejemplo, la teoría del perspectivismo de Eduardo Viveiros de Castro y el principio de individuación de Gilbert Simondon? ¿Qué imagen del devenir y los centros de consciencia, o de lo viviente, nos devolverían juntas? ¿Qué ocurre si se ubican frente a frente las trayectorias intelectuales de Davi Kopenawa y Bruno Latour? La creatividad del arte pone de relieve también la creatividad del pensamiento, esto es, la posibilidad de anticipar un futuro sin bloquear totalmente el pasado, más bien, desplazando episodios del pretérito, aún si sólo son breves flashes. Como lo demostraba “Incerteza Viva”, mediante digresiones, combinaciones y oposiciones, podríamos encontrar la capacidad para formular nuevos métodos de conocimiento y actuación sobre lo viviente, para resistir el destino mundial, e incluso atisbar cambiarlo.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 39

BIBLIOGRAPHY

Albert, B., Kopenawa, D. (2013). The Falling Sky. Cambridge: Harvard University Press.

Bernstein, J. M. (2018). The New Savagery. Artforum, Summer, 208-209.

Danowski, D., Viveiros de Castro, E. (2015). Há mundo por vir? Ensaio sobre os medos e os fins. Florianópolis: Desterro – Cultura e Barbárie.

Huygue, P. (2013). Feature. Artist Interview. The Art Newspaper, September, 55.

Kant, E. (1978). Filosofía de la Historia. México: Fondo de Cultura Económica.

Latour, B. (2017). Facing Gaia. Eight Lectures on the New Climatic Regime. Maden, MA: Polity.

Santiago, S. (2000). El entrelugar del discurso latinoamericano. En A. Amante y F. Garramuño (Eds.), Absurdo Brasil. Polémicas en la cultura brasileña. (pp. 61-77.) Buenos Aires: Biblos.

Simondon, G. (2017). On the Mode of Existence of Technical Objects. Minneapolis: Univocal Publishing.

Volz, J. (2016). Incerteza viva: 32 Bienal de São Paulo. São Paulo: Fundação Bienal de São Paulo.

Ward, M (1996). What’s important about the history of modern art exhibitions? 451-464. En R. Greenberg, B. Ferguson y S. Nairne (Eds), Thinking about Exhibitions. London and New York: Routledge.

Wright, M. M. (2018). Let Us Not Praise Famous Men. Artforum, Summer, 202-205.

NOTES

1. Kant, en su estudio “Qué es la Ilustración”, aseveró que “el uso público de su razón le debe estar permitido a todo el mundo y esto es lo único que puede traer Ilustración a los hombres”. Sus argumentos se orientaron en favor de la liberación de la opresión impuestas por el “oficial”, el “funcionario de Hacienda” y el “reverendo” (Kant 1978, p. 28). 2. Silviano Santiago desarrolló la noción de “entrelugar” en ensayo clásico sobre la posición excéntrica de América Latina. Según Santiago: “Estos códigos [europeos] pierden su estatuto de pureza y poco a poco se dejan enriquecer por nuevas adquisiciones, por pequeñas metamorfosis, por extrañas corrupciones, que transforman la integridad del Libro Santo y del Diccionario y de la Gramática europeos. El elemento híbrido reina” (Santiago 2000, p. 67). 3. Preguntarse acerca del tipo de experiencias que ofrece una exhibición de arte es clave para comprender el fenómeno de las exposiciones y los saberes que generan. Desde ya, las exposiciones son el vehículo fundamental mediante el cual los espectadores se encuentran con el arte; por lo tanto, las estrategias curatoriales ganan enorme peso al considerar la creación de interpretaciones estéticas y políticas. Cuando reflexionó sobre el sentido de las exposiciones, Martha Ward afirmó que “reviste importancia crítica la realización de un análisis de los espacios

F0 F0 y montajes, y de las experiencias BE tanto sociales como fenomenológicas BE que las exposiciones preparan para el visitante. Importa preguntarse cómo el armado físico y los métodos de presentación buscan convertir a los visitantes en buenos espectadores y si las exposiciones podrían crear, a través de estos recursos, espectadores a su imagen” (Ward 1996, p. 460).

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 40

AUTHOR

FLORENCIA MALBRAN

New York University, Buenos Aires - [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 41

Comentarios

Comentarios de Jens Andermann

1 Sin habérnoslo propuesto, los cuatro colaboradores a este debate coincidimos de manera bastante nítida en algunos gestos y modos de hilvanar producciones estéticas y conceptuales recientes. No parece una mera casualidad el hecho de que, en América Latina, la actualización de los vocabularios críticos en torno al Antropoceno (esto es, la puesta en suspenso del límite naturaleza/cultura), provenga más bien del campo de las humanidades que de las ciencias llamadas duras o incluso de las sociales que parecerían a primera vista las más indicadas para la tarea. Desgano que, en el caso de éstas últimas, me parece remitir a conceptos de verdad que aún hoy permanecen estrechamente ligados a un empirismo resistente a la especulación, al delirio, que sería en cambio el fuero de las artes a pesar de que, a todas luces, la propia base empírica sea ahora la que esté padeciendo síntomas cada vez más agudos de delirio. Y hay, por otra parte, una dimensión profundamente política en ese aferramiento a marcos de sujeto, temporalidad, espacio, etc. ya incluso superados por el propio dato empírico: se trata no solo de una incapacidad o resistencia deliberada a correrse siquiera mínimamente de los protocolos de convalidación de saberes fundada en lo que Latour, en Nunca fuimos modernos, concibe como el orden constitucional moderno, la compartimentalización de saberes entre empiria material e idealidad espiritual. Más grave aún, una universidad que sigue hoy día organizándose según estos mismos padrones responde directamente a los mandatos de una economía neoliberalizada del saber que, a su vez, es absolutamente funcional al régimen económico-político extractivista.

2 De ahí que todos los textos aquí reunidos apuestan, con sus divergencias y matices, por un mismo “método político” (Malbrán) de ejercer la crítica que es el de movilizar las epistemologías implícitas del arte. Ya no se proponen hacer el análisis a posteriori de obras autónomas, en función de revelar un sentido hermenéutico o de visibilizar los juegos del signo que estructuran o abisman su estatuto (estructuralismo, deconstrucción, etc.) sino que las convocan a discutir de igual a igual con intervenciones provenientes del pensamiento bio y geontopolítico proveniente en gran parte de los países del Norte. Resalto el carácter sintomático de ese gesto en que parecemos coincidir los cuatro que escribimos en este debate, de pensar a la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 42

producción estética contemporánea de América Latina, y no al pensamiento académico, como interlocutora de autoras como Elizabeth Grosz, Elizabeth Povinelli o Donna Haraway – lo que también equivale a apuntar la enorme y escandalosa incapacidad de la institución universitaria en su configuración actual a la hora de asumir el reto existencial que nos enfrenta.

3 Pero ese gesto también tiene su propio riesgo, en cuanto que la apuesta por el arte como interlocutor privilegiado ante la emergencia de un real delirante podría muy fácilmente volverse una coartada para quedarnos nosotros mismos en la zona de confort de nuestras rutinas disciplinarias. Podría autorizarnos a seguir ejerciendo la crítica literaria o del arte, cine, etc., con vocabularios debidamente aggiornados como exige periódicamente el mercado académico, cuando deberíamos estar interviniendo desde las artes en las políticas de la universidad y en las de la escena pública. Esto es, mientras critical climate change, human-animal studies y demás léxicos importados que pongamos en conversación con escrituras, instalaciones y producciones escénicas de nuestras latitudes sureñas no pasen de raros peinados nuevos, no habremos ganado nada: lo decisivo, para volver al viejo mandato marxista, ya no es solo interpretar el mundo de manera distinta sino de cambiarlo. En tono algo menos pomposo: salir de la zona de confort hoy implicaría también explicitar las implicaciones políticas de nuestro gesto, instalarlo como polémica, antes que nada, en el ámbito donde nos incumbe intervenir a diario: la academia. Implicaría llevar las cuestiones de lo viviente y de su impropiedad que con sutileza y fervor estamos interrogando en estas páginas a donde puedan incomodar de veras: a las discusiones serias de las “ciencias reales” (Deleuze/Guattari 1987, p. 378), incluídas ahí, por supuesto, las de la historia del arte y la crítica literaria en su configuración actual. Politizar lo estético, ya lo indicaba Benjamin en su ensayo clásico sobre la obra de arte en la era de la reproducción técnica, es la única respuesta que nos cabe ante la estetización fascista de la política, lección hoy día quizás más actual que nunca.

Comentarios de Cynthia Francica

4 En consonancia con las líneas de interrogación planteadas en la invitación a este debate, las cuatro contribuciones comparten tanto el impulso de pensar el problema de lo viviente de manera situada desde el campo de lo artístico como la inquietud por intentar comprender, a partir del análisis de un conjunto de obras estéticas, cómo el cambio de paradigma en que estamos inmersos reconfigura nociones y prácticas específicas de subjetividad y modos de estar juntos y en comunidad. Así, para dar cuenta de la soledad existencial que las formas vivas experimentamos en nuestra “modernidad fósil”, Jens Andermann propone la noción de in-mundo en tanto nombre posible “para nuestra dificultad…de trabar nuevas alianzas, de hacer causa común de una condición compartida de sobre-vivientes”, en el contexto enunciativo de un “nosotros dado no como anterioridad sino apenas como potencialidad débil”. Un contexto en que, plantea Florencia Garramuño, las figuras de la vida impropia que emergen en obras artísticas contemporáneas no sólo carecerían de identificaciones que las individualicen sino que se vuelven “una reflexión sobre lo común y sobre la experiencia compartida”.

5 En este sentido, es posible rastrear a través de los textos un interés por pensar las dimensiones y configuraciones afectivas que emergen en las obras artísticas en

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 43

cuestión. En otras palabras, se trataría, quizás, de indagar los modos en que la cuestión de lo viviente se plantea, ante todo, como un desafío relacional. Un desafío a nivel del afecto implicaría repensar, re-orientar y expandir nuestras formas y posibilidades de relación con y en el mundo. En esta línea, y pensando en la pregunta por lo político que emerge con insistencia en las contribuciones, si por un lado la reflexión situada que ofrecen algunas de las obras estéticas permite pensar las intervenciones, reverberancias, y diálogos que éstas gestan con movimientos sociales y políticos más amplios, me interesa a la vez resaltar la potencialidad del arte en tanto medio a la hora de proponer otros modos de encuentro posible con lo viviente a partir de estrategias de desfamiliarización, opacidad y extrañeza. En nuestra coyuntura actual, es importante atender a la capacidad de las obras artísticas de ensayar miradas disímiles y modos corporales y sensibles de re-situarse con respecto a lo no humano que propician, a la vez, nuevas formas de vinculación afectiva con el mundo. Retomando el planteamiento de Andermann, nos enfrentamos hoy a la compleja pregunta de cómo potenciar justamente ese gesto ético y político desde nuestra posicionalidad específica y nuestras prácticas académicas y escriturales. Atendiendo a la insistencia en la potencia disruptiva de la performatividad de los cuerpos que caracteriza a un sector de la producción artística latinoamericana reciente, un camino posible podría ser estar abiertos a re-aprender o, más bien, a ensayar y cultivar, desde el afecto, el error y la pérdida, otras formas posibles de estar juntos; de entender qué significa, o podría significar, lo común; otros modos de pensar, escribir y dialogar, no sólo en, sino también más allá de nuestros espacios académicos compartidos.

Comentario de Florencia Garramuño

Pensar en común

6 La interrogación por lo viviente que emprenden estas cuatro intervenciones coinciden en partir de un diagnóstico: para ser pensado, lo viviente – la vida – puede quizás prescindir de una noción de sujeto pero no puede nunca prescindir de una noción de mundo o, más bien, de mundos, en plural. El problema es que ante el calentamiento global y la pérdida progresiva de especies en nuestro capitaloceno contemporáneo, resulta evidente que es la propia acción de la vida humana, como señala Fernández Bravo, la que atenta contra ese mundo y lo destruye, destruyendo así, también, su subsistencia y capacidad de supervivencia.

7 Si las cuatro intervenciones parten de este diagnóstico, las operaciones por las cuales buscan explorar estas nociones resultan, junto con varias coincidencias, también divergentes. Malbrán busca construir su noción de lo viviente a partir de un minucioso análisis de algunas de las instalaciones expuestas en la Bienal de São Paulo titulada Incerteza Viva. Allí, el contraste entre las instalaciones de Pierre Huygue y O Brasil dos Índios de Vídeo Nas Aldeias permite ver la potencia del arte para formular nuevos métodos de conocimiento y actuación sobre lo viviente, anticipando un futuro y a su vez propiciando formas para intervenir en ese desarrollo. Francica, por su parte, explora algunas prácticas femeninas o feministas que intentan menos “percibir o comprender lo no humano desde sus propias lógicas que (de) indagar y expandir los modos en que existimos y tomamos forma en consonancia y en tensión con lo viviente y lo inerte.” Andermann, en cambio, gira el foco desde lo viviente hacia la noción de

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 44

mundo, o in-mundo –según propone – a partir de la cual pensar lo viviente e incluso lo no vivo, el fósil, y aquello que sobrevive a la falta o pérdida del mundo. El inmundo sería entonces “un nombre para nuestra dificultad – un “nosotros” dado no como anterioridad sino apenas como potencialidad débil – de trabar nuevas alianzas, de hacer causa común de una condición compartida de sobre-vivientes”.

8 Tanto en los insectos atrapados en el ámbar o criados en laboratorio que analiza Malbrán en las instalaciones de Pierre Huyghe como en las escrituras de Meruane o Schwelbin que Francica toma por objeto, o en la discusión de Andermann de Canal Feijóo, la reflexión privilegia ya no la observación y análisis de una obra o práctica sino su capacidad de establecer alianzas, conectar experiencias y suscitar la pregunta siempre política por otros modos de reorganizar los saberes y de ensamblar objetos para reflexionar y propiciar la elaboración de teorías a partir de esas prácticas que permitan visibilizar no solo esos diferentes mundos sino también cuestionarlos y buscar formas de inmiscuirse en él.

9 Esa crítica “terránea” – llamémosla así al menos por un momento, sin voluntad de nombrar o inaugurar ningún “giro”– se definiría entonces por una orientación hacia lo exterior y la coexistencia (Jean-Luc Nancy 2000, p.1-37) eficaz en la visibilización e imaginación de alianzas, cruces y solidaridades que pueden ser una forma de poner en cuestión aspectos imperfectos de la política actual. Como en los “cuerpos aliados” de Judith Butler (Butler 2015), es precisamente esa assembly o ensamblaje que en estas conceptualizaciones de lo viviente permite discutir la idea de Chakrabarty de que toda preocupación que vaya más allá de la vida humana – como el debate sobre el cambio climático - nos llevaría afuera de la política (Chakrabarty 183). Ante la avalancha de los nuevos fascismos que amenazan con destruir toda coexistencia, quizás podamos reconocer en estos esfuerzos, al menos, el parpadeo de una tímida luz.

Comentarios de Florencia Malbrán

10 Los extremismos saturan el aire que respiramos. Contaminan el medio ambiente con su explotación febril. Tiñen de oscuridad el escenario político global. Demandan, también, una nueva crítica. Cabe preguntarse cuáles son los términos que pueden explicar esta escalada de violencia. ¿Qué es lo que necesitamos decir sobre los regímenes de vida bajo las condiciones actuales del planeta?

11 Las perspectivas de Andermann, Garramuño y Francica, propiciadas por las reflexiones de Fernández Bravo, buscan responder esta pregunta cardinal atendiendo a ciertos cambios que registran palabras e imágenes. Sus visiones no sólo crean un reporte sobre la cultura del hoy; abren además un espacio para realizar el trabajo del futuro. Proponen conceptos que nos permitirían revisar e imaginar otros lugares colectivos, nuevos escenarios de actuación, y políticas alternativas de evaluación.

12 La Ilustración convirtió a la crítica en un instrumento mediante el cual el sujeto se constituía a sí mismo. Cada uno se individualizaba, creaba su subjetividad, a través de operaciones de diferenciación y estimación y, a su vez, modelaba el mundo que lo rodeaba, esto es, juzgaba, canonizaba y discriminaba. Sin embargo, este predominio individual significó un drama para el planeta. La subjetividad—junto al egocentrismo y la competencia que le son inherentes—invadió y saqueó el ecosistema. Por ello, Garramuño considera nociones como lo “impersonal” y lo “anónimo” que posibilitan pensar la vida más allá del sujeto. Ambas nociones resultan productivas para resistir la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 45

depredación individualista y observar qué es lo común, aquello que todos compartimos e, incluso, a partir de este afán colectivo, revisar los vínculos entre la vida humana y la vida animal. Es en este sentido que Garramuño repara en la obra O Peixe, de Jonathas de Andrade, un film tan cautivante como polémico. Ella ve en esa obra un continuum entre lo humano y lo animal, entre la vida y la muerte. Su lectura, no obstante, se opone a la interpretación del escritor Bernardo Carvalho. En el mismo film, Carvalho no ve continuidad sino disparidad. Afirma: “Lo que está en juego aquí es un erotismo en el cual la violencia, la dominación y la muerte del otro, emergen disfrazadas de amor […] Prolongar la agonía de un pez, con caricias de hombre viril, semidesnudo, tiene otro sentido, un segundo alcance, que se acerca mucho más a la expresión de un narcisismo incapaz de advertir el sufrimiento ajeno”.1 Para Carvalho, los pescadores que filma de Andrade son hombres atravesados por el deseo, quienes establecen una sucesión de placer y dolor al descargar sus pulsiones estirando el momento de expiración de otro. El debate entre las dos visiones acerca de O Peixe imprime mayor urgencia al examen del estatuto de la subjetividad cuando se consideran los lazos entre lo humano y lo no humano. Plantear y conocer diferentes posturas en torno a esta obra podría ayudarnos a ensayar contestaciones al interrogante que concluye las reflexiones de Garramuño: “¿Qué nos dicen estas figuras—estas prácticas—del modo en que organizamos y comprendemos la experiencia en el mundo contemporáneo?”

13 Las de Francica son también consideraciones ardientes en torno a la subjetividad. Ella analiza el contexto en el cual está inscripta la conversación sobre lo viviente y advierte, con agudeza, un gran problema: estas conversaciones podrían implicar una despolitización. La concentración en lo viviente conduciría hacia la despolitización al relegar al sujeto y, por extensión, relegar su agencia y su autonomía. Este problema, explica Francica, preocupa especialmente en relación con las reivindicaciones feministas. En búsqueda de soluciones, ella plantea abandonar la política de la identidad (identidad siempre fundada en un sujeto masculino y asociada al cógito) para adentrarnos en “una política de la inmersión, del estar con”. Habla de “corporalidades híbridas” y sostiene “una subjetividad asentada en un entendimiento de la noción de libertad que implica un volverse o devenir otro”. Si bien ella reconoce instancias de conflicto en estos procesos de transformación, habría, sobre todo, continuidad en esta coexistencia de lo viviente (de hecho, la hibridez implica, por definición, fusión).

14 Francica se detiene en los calcos de animales realizados por la artista Nicola Costantino. Pero en Costantino hay una exploración de la disrupción. Las obras de Costantino trabajan fuertes rupturas que se dan a través de lo abyecto o de acciones brutales. El filósofo Florencio Noceti comenta: “Detrás de nuestro consumo hay fuerzas monstruosas de aniquilación y procesamiento de animales. Esas fuerzas están invisibilizadas. Cobran en la obra de Nicola una visibilidad que habitualmente no tienen y que uno esperaría que nunca tuvieran”.2 Esta monstruosidad quedó plasmada ya en la primera exposición individual de la Costantino, Cochon sur canapé, realizada en 1992, cuando ella ofrecía un banquete a los invitados. Mientras los comensales se entregaban al deleite del lechón que la artista servía, podían observar a su alrededor, tal vez con estupefacción, conejos y partes de animales momificadas y envasadas el vacío. Así, se podría sugerir que Costantino mostraba más que la coexistencia tranquila, un conflicto atroz. Nuevamente, la diversidad de interpretaciones en torno a la obra de arte —sea la de Costantino o la de de Andrade— pone de relieve la enorme complejidad de las preguntas que barajamos.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 46

15 La riqueza de material recogida en este debate acentúa cuán desafiante es pensar la comunidad de modo tal que lo “común” no esté afincado en el sujeto individual. Las incomodidades que esta nueva “coexistencia” presenta al pensamiento llegan a punto tal de conmover, como he argumentado en mis propias reflexiones, todo el aparato del derecho occidental.

16 No obstante, si no vencemos resistencias, si cedemos ante estas incomodidades, entonces no podremos lograr que la crítica se reconfigure de la manera más plena y comprometida posible con este momento que vivimos.

17 En este camino, Andermann focaliza en el “paisaje” y el “inmundo” para destacar la capacidad crítica del término “despaisamiento,” una categoría acuñada en los márgenes que nos permitiría descentralizar el canon occidental y abrir nuevas vías de acceso a los organismos y ambientes que nos circundan. Sus reflexiones toman como punto de partida la obra fotográfica de Edward Burtinsky, centrada en el retrato de canteras, campos de extracción de petróleo, basurales, buques desguazados y riachos de agua que arrastran partículas de minerales mezcladas con barro estéril al cabo de la explotación minera, entre otras escenas industriales. Son fotografías sorprendentes. Burtinsky orquesta magníficamente el deterioro con encuadres amplios y colores intensamente saturados.

18 Andermann observa el vasto panorama creado por Burtinsky y lo califica como “el mirador del fin del mundo”. Esta suerte de atalaya del final evoca otra plataforma de observación, el famoso mirador del Valle de Orcia, ubicado en Florencia, Italia, cuyas vistas fueron declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2004. El valle manifiesta de modo excepcional la manera en la que se rediseñó el paisaje durante los siglos XIV y XV, para reflejar los ideales del buen gobierno y sistematizar la ocupación de tierras creando, en simultáneo, una imagen estéticamente agradable. Las suaves llanuras que resultaron de esta manipulación del terreno, y las pequeñas ciudades fortificadas asentadas sobre colinas, fueron celebradas por los pintores del Renacimiento. Juntos, estos dos miradores nos llevan a considerar el derrotero del paisaje en tanto naturaleza intervenida y, así, resaltan la distorsión humana del ambiente. Contemplando esta historia centenaria de manipulación, los esfuerzos de Andermann por encontrar otras categorías de pensamiento ganan candencia.

19 “Está en juego nada menos que la relación entre bios y geos”, señala Andermann. Peligran la vida y el mundo. Nuestra tarea hoy, ya, es crítica y política.

Comentarios y reflexiones finales de Álvaro Fernández Bravo

20 El debate en torno a lo viviente conduce a diferentes aproximaciones en torno a la cuestión convocada en este colectivo de investigación: los modos de leer, aproximarse y emplear la producción simbólica y conceptual generada en o en torno de América Latina para revisar la cuestión del Antropoceno. Desde allí emergen la extinción de la idea de naturaleza (y de las especies mismas) y la deforestación y el despaisamiento con sus huellas y ecos en el arte, la literatura y la reflexión teórica latinoamericana y mundial. Vale la pena recordar que la región en torno a la cual escribimos ha sido en los últimos años una de las que más deforestó y ejerció violencia depredatoria sobre escenarios (pos)naturales en el mundo, bastante por encima de África o Asia en los

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 47

porcentajes de hábitats originarios destruidos por la “industria antiforestal” (Canal Feijóo, citado por Andermann), el fracking, el monocultivo y también las represas hidroeléctricas y otros tipos de tecnologías modernas impuestas sobre los colectivos amerindios y materia viviente. Se trata de una violencia mantenida incluso por regímenes populistas “de izquierda”, que se postraron ante la mitología desarrollista, como expone Avelar (2014) y, como los Estados-naciones poscoloniales en el siglo XIX, desplegaron una ofensiva más arrasadora que el régimen colonial que en el aun más oscuro presente solo promete agudizarse. El boom de la soja y el alza de los precios de las commodities, así como el crecimiento de la demanda asiática -principalmente china- y mundial contribuyeron en este proceso. Se trata de un fenómeno donde se funden distopías imaginarias con un presente aciago que incluye la muerte de activistas indígenas, como las que ocurrieron y ocurren en Argentina, Brasil, Colombia y Chile en estos días. Un elemento común enhebra todos estos fenómenos: la primitiva práctica moderna, capitalista y colonial de “digging stuff up and burning it” (desenterrar cosas y quemarlas) para ponerlo en los términos elocuentes en que lo dijo Paul Krugman (2017).

21 Pero, una vez más: ¿por qué pensar el Antropoceno en relación con las artes verbales y visuales latinoamericanas? Amitav Ghosh recuerda que fue la literatura el lenguaje que primero imaginó y elaboró hipótesis sobre el fin del mundo en un momento en que la separación entre ciencia e imaginación era mucho más débil que ahora (Ghosh 2018, p. 120). Las obras de Humboldt, Goethe, Darwin, Hudson y otros se leen hoy como literatura, aunque se escribieron en una zona fronteriza entre la ciencia y la creación poética. Un examen de la tradición literaria, desde el Apocalipsis hasta la Divina Comedia, pasando por Frankenstein, Robinson Crusoe y en el campo latinoamericano el Facundo, La vorágine, El contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Los sertones, la poesía de Drummond de Andrade u obras más recientes recuperadas en estas páginas, permite reconocer la presencia de lo viviente y el dominio natural imbricado en la existencia humana como tropos fecundos en obras escritas desde, sobre o acerca de América Latina. Ghosh, que casi no cita ejemplos latinoamericanos, añade que la separación entre ciencia e imaginación, como la de cultura y naturaleza o la de yo y mundo añadimos nosotros, forman parte de una marca moderna que hoy comienza a derrumbarse (Ghosh 2018). Como señalan en este debate Malbrán, Garramuño y Francica, los soportes visuales, teatrales y literarios contemporáneos (con una presencia importante de registros no novelísticos: instalaciones, imágenes, ensayos y poemas) no solo ofrecen material para pensar este problema: funcionan como acervos de herramientas conceptuales para interrogar la coyuntura política contemporánea y discutir ejes como anomia, (im)propiedad, identidad sexual, derechos, desechos, cuerpos muertos o incluso problemas más específicos como la vida de los insectos hace sesenta y seis millones de años y su belleza congelada en el ámbar, mucho antes de que los humanos comenzáramos a destruir el planeta, según observa Malbrán en relación con la obra de Pierre Huyghe exhibida en la Bienal de San Pablo de 2016.

22 El Amazonas, postulan algunas hipótesis contemporáneas, podría ser también una “instalación primitiva”, resultado de la domesticación de especies practicada por indígenas hace más de diez mil años, mediante la selección y multiplicación de los árboles y plantas a orillas de los ríos (Levis 2012). La naturaleza, entonces, no estaría en las antípodas de la cultura, sino entrelazada, como la selva amazónica, con ella misma.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 48

Es decir, habría una política vegetal y una marca humana incluso en la selva, antes concebida en las antípodas de la cultura.

23 No obstante, la pregunta por la condición política de un mundo poshumano –el que sobrevendría en el planeta despoblado de humanidad– que convocan los ensayos de Chakrabarty permanece sin embargo provocativa y latente. Ante los escenarios contemporáneos donde el horizonte de un mundo poshumano parece aproximarse, un camino posible es abandonar de una vez por todas la soberanía del sujeto humano y recobrar vestigios arqueológicos para recuperar lo viviente fuera de todo humanocentrismo y más allá de la dicotomía vida/muerte. Algunas intervenciones recientes, como las de Achille Mbembe (2011) y Didier Fassin (2018) aportan perspectivas iluminadoras para pensar una política de lo viviente en relación con la necropolítica (Mbembe) y una política de la vida en sus múltiples direcciones, más allá de la gubernamentalidad foucaultiana (Fassin). Es decir, lo viviente puede pensarse también como materia muriente, un desierto que, como observó Canal Feijóo, contiene vestigios de éxodos, migraciones y diásporas, grupos humanos resistiendo y huyendo del control gubernamental, con ecos contemporáneos que también pueden ser leídos en clave antropocénica.

24 Las caravanas contemporáneas, de América Central hacia los Estados Unidos, retratadas en clave biopolítica como “peste”, pero también las de los millones de venezolanos que se mueven en América latina buscando refugio, pueden entenderse en una dimensión climática: son desplazamientos desde zonas tropicales hacia regiones más templadas del planeta (incluso Colombia, en parte por la altura, registra temperaturas más moderadas que la tropical Venezuela). El extractivismo, el calentamiento y la desertificación explican también cambios geoambientales capaces de alterar las condiciones de vida, volver ciertos lugares invivibles e impulsar grandes movimientos humanos de los que somos testigos en África y en Asia, de modo simultáneo a los que vemos en esta porción del planeta. Como observaba Gabriel Giorgi en las jornadas “En torno a lo posnatural” realizadas este año en la Universidad de San Andrés, de la que participaron varios miembros de este grupo de investigación, también las mareas femeninas expresan una pulsión viviente frente a las tasas de femicidios, travesticidios y violencia patriarcal y homofóbica latinoamericana, recientemente legitimada en la elección de Bolsonaro como presidente del Brasil. En todos los casos se trata de políticas de supervivencia con registros simbólicos palpables y acuciantes en el arte contemporáneo.

25 Los estudios de género nos enseñaron que la política está en otra parte, además de los lugres donde solíamos encontrarla. Desde las formulaciones pioneras de Judith Butler y Joan Scott, hemos aprendido a repensar los modos de entender los conflictos y desacuerdos, reescenificándolos en nuevos contextos (el mundo doméstico, la dimensión posnatural, el marco artificial del paisaje, las tensiones poscoloniales y sus ecos en la racialización de la política) y en relación con nuevos actores ahora más visibles. No alcanza, quizás, con asumir esos nuevos escenarios sino que resulta necesario intentar llevar todavía más lejos una pregunta para la que apenas estamos esbozando conceptos. Mirar las huellas de lo viviente en el arte y la literatura sobre la superficie terránea acaso nos permita deslindar una política de la vida impersonal, común, posnatural y poshumana ante la cual las humanidades, verbigracia, siguen proveyendo energías renovables (no fósiles) para desarmar el mundo en que vivimos.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 49

BIBLIOGRAPHY

Avelar, I. (2014). Crónicas do Estado de Exceção. Sao Paulo: Azougue

Butler, J. (2015). Notes Toward a Performative Theory of Assembly. Cambridge, Harvard University Press.

Chakrabarty, D. (2015). The Human Condition in the Antropocene. Tanner Lectures in Human Values, Yale University. Accesible en https://tannerlectures.utah.edu/ Chakrabarty%20manuscript.pdf

Deleuze, G., Guattari, F. (1987). A Thousand Plateaus. Capitalism and Schizophrenia. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Fassin, D. (2018). Por una repolitización del mundo. Las vidas descartables como desafío del siglo xxi. Buenos Aires: siglo XXI.

Ghosh, A. (2018). The Great Derangement. Climate Change and the Unthinkable. New Delhi: Penguin India.

Hall, A. (2011). Getting REDD-y: Conservation and Climate Change in Latin

America. Latin American Research Review, Volume 46, Special Issue, pp. 184-210.

Krugman, P. (2017). “Trump’s Energy: Low and Dirty”. The New York Times, 29 de mayo. Accesible en https://www.nytimes.com/2017/05/29/opinion/trump-g-7-summit-energy.html

Levis, C. et al. (2012) Historical Human Footprint on Modern Tree Species

Composition in the Purus-Madeira Interfluve, Central Amazonia. Plos One. Vol. 7, Issue 11. http:// europepmc.org/backend/ptpmcrender.fcgi?accid=PMC3502455&blobtype=pdf

Mbembe, A. (2011). Necropolítica, seguido de Sobre el gobierno privado indirecto. Madrid: Melusina.

Nancy, Jean-Luc (2000). Being Singular Plural. Palo Alto, Stanford University

NOTES

1. Bernardo Carvalho, “Pescadores abraçam e acariciam até a morte peixes agonizantes na Bienal”, Folha de S. Paulo, 2 de octubre de 2016. 2. Florencio Noceti, Los Visuales. Nicola Costantino. Disponible en línea: www.youtube.com

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 50

Crítica

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 51

Mujeres afrouruguayas en el contexto del Primer Congreso Nacional de Mujeres del Uruguay (1936) Afro-Uruguayan women in the context of the First National Congress of Women of Uruguay

Mónica García Martínez

Introducción

1 La colectividad afrouruguaya participó con voz propia en todas las instancias históricas del Uruguay independiente. Incluso desde antes. Durante la época colonial, tuvo sus formas organizativas en el marco del sistema esclavista,1 por medio de asociaciones como las naciones, las cofradías, los toques de tambor. Formó sus clubes y su prensa2 con el primer periódico La Conservación (1872), en el último cuarto del siglo XIX, cuando Uruguay entraba al periodo de modernización (Méndez 1975), en la primera fase de consolidación del Estado nacional3 (Yaffre 2000). Durante este periodo, la prensa, en general, crece de forma notable en el Río de la Plata (Lobato 2009, p. 10) y un incipiente colectivo afrouruguayo produce las primeras publicaciones, a partir de las cuales da comienzo a una opinión pública propia que llega hasta nuestros días.4

2 A lo largo del tiempo y en diferentes contextos el movimiento afrouruguayo se presentó en la esfera pública con nombres diversos, que pasaron de “sociedad de color” a “raza negra”, para llegar a los días actuales como “afrouruguayos”, entre otros términos, lo cual explica en parte la trayectoria de sus procesos identitarios.5 (Andrews 2012, pp. 30-31) (García 2018).

3 En la década de los treinta del siglo XX, las mujeres afrouruguayas comenzaron a participar en los movimientos sociales con otras mujeres de su país, como fue el caso del Primer Congreso Nacional de Mujeres del Uruguay, realizado en Montevideo en

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 52

1936, en el cual representaron a la “Raza Negra” —término de la época—, las delegadas Iris Cabral y Maruja Pereira.6

4 Por otra parte, la representación de las delegadas fue entendida por la revista afrouruguaya Nuestra Raza7 como una acción de la “mujer negra”. Dos redactores de la revista cubrieron la noticia del congreso y por su medio es posible acercarse a la noción de la diferencia entre ser mujer y “mujer negra”.

5 En este artículo se hará una reseña sobre el congreso en general, visto como un espacio de comunidad de mujeres a nivel nacional, principalmente, en el cual estuvieron dos afrouruguayas participando como exponentes y asistentes. Se señalarán, asimismo, otras conexiones de la colectividad afrouruguaya con mujeres organizadas y por último se buscará entender qué se entendió por “mujer negra”.

6 Para observar las dos pertenencias —mujer y afrodescendiente—, se utiliza la categoría de interseccionalidad en tanto puede dar cuenta de varios cruces identitarios que son vividos a la vez. La noción de interseccionalidad proviene de activistas afroestadunidenses y fue definida por Kimberle Crenshaw para explicar un fenómeno complejo de desigualdad en el que participan diferentes cruces de inequidad, provenientes de relaciones de dominación, que operan al mismo tiempo.8 Es el caso de las mujeres racializadas en tanto “negras”. Para Crenshaw, las afrodescendientes viven una estructura de opresión que no puede ser explicada ni en tanto mujeres ni en tanto “negras”, por separado. Para la autora, la interseccionalidad, entonces, es una estructura en la que se vive la opresión de forma múltiple, en donde los distintos cruces operan al mismo tiempo.

El contexto del congreso y la colectividad afrouruguaya

7 Para la fecha de la realización del primer Congreso Nacional de Mujeres del Uruguay en abril de 1936, el momento era difícil. Bélico y totalitario a nivel internacional y represivo a nivel nacional con la dictadura de Gabriel Terra.

8 Las mujeres activistas debían pronunciarse sobre los acontecimientos mundiales y, asimismo, encontrarse y deliberar sobre problemas comunes, denunciar abusos en los entornos en los cuales se movían, reivindicar derechos y proponer estrategias conjuntas. Urgía a partir del encuentro una agenda de planificaciones y acciones.

9 La década de 1930, hondamente influida por la crisis mundial de 1929, trajo cambios importantes a nivel nacional e internacional. El contexto local vivió un viraje hacia el autoritarismo con el golpe de Gabriel Terra, quien trajo una dinámica de represión distinta a la de las décadas anteriores con el batllismo.9 Entre otras medidas, el gobierno de Terra impuso el cierre de la Asamblea General, la disminución de proyectos sociales instaurado pocas décadas atrás, censura a la prensa, protestas con detenidos y una política migratoria que cerró las puertas a muchos inmigrantes clasificados como “indeseables”, entre otros resultados. Estas medidas represivas sustraían derechos adquiridos años antes, por lo que forzaron a los movimientos sociales a nuevas estrategias.

10 A nivel internacional, tanto en América Latina como en gran parte del mundo se hacía un viraje hacia gobiernos autoritarios: golpes militares en el continente y en Europa, el surgimiento del fascismo, del nazismo y del franquismo. La Guerra Civil Española tuvo

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 53

gran repercusión en el Uruguay y muchas mujeres y hombres de diversos movimientos se organizaron para apoyar los distintos frentes populares organizados en España bajo la guerra. El plano político de tensiones y guerras que estaban agitando Europa tuvo su repercusión en Uruguay y generó un clima de indignación en la opinión pública. Así, se plantearon debates, reflexiones, campos de discusión y movilizaciones tanto en el terreno teórico como en la praxis. Comités contra la guerra y el fascismo hubo en todo el país y también en la región.

11 El movimiento afrouruguayo no fue ajeno. Tuvo vínculos con el movimiento obrero nacional e internacional y rechazó absolutamente cualquier manifestación totalitaria o a favor de la guerra, viéndose interpelado a tomar posición. Para estos años también se había fortalecido de forma importante, del mismo modo que en gran parte del mundo, a consecuencia de un giro significativo hacia lo “negro” que había tomado vigor.

12 Una comunidad internacional “negra”, de africanos y afrodescendientes —y de gente que, sin serlo, la apoyó—, se configuró a partir de los años veinte del siglo pasado y actuó artística y políticamente por medio de diferentes movimientos. Entre los más conocidos están: el Renacimiento de Harlem, la Negritud de Aimé Césaire, Léopold Sédar Senghor y Leon Damas, el nacionalismo negro trasnacional de Marcus Garvey, el Frente Negra Brasilera, el marxismo negro de Harry Haywood, C. L. R. James, W. E. B. Du Bois, las grandes movilizaciones por la descolonización de África, entre otros (Lao- Montes 2009, pp. 217-223).

13 Asimismo, para la década de los treinta, las y los afrouruguayos, con experiencia en cuestiones de organización política, se afirman en su negritud y, así como sus pares en el mundo, resignificarán nombres impuestos como “negro” o “raza” dándoles su propio sentido. Estamparán en sus publicaciones, títulos y subtítulos, titulares y proclamas, términos alusivos, como “nuestra raza”, “órgano de la raza negra”, “partido autóctono negro”, etcétera. En esta época también se fortalecen los vínculos entre las organizaciones de la capital y las del interior del país; así como con personas y movimientos en el exterior. Ejemplo de ello fue la inclusión de dos escritores de la prensa afrouruguaya en la monumental antología de la escritora y editora inglesa Nancy Cunard, en 1934: Negro. Anthology: Elemo Cabral con The Negro Race in Uruguay y Marcelino Bottaro con Rituals and Candombes, y de tres trabajos de Pereda Valdés, uruguayo, no afrodescendiente, que se había sumado a las movilizaciones del colectivo y era, asimismo, colaborador de la revista Nuestra Raza.

14 En miras a organizarse para la acción, dentro de este contexto, la colectividad afrouruguaya formó el “Comité de la Raza Negra contra la guerra y el fascismo”, en noviembre de 1935, con la finalidad de manifestar el apoyo a dos fuerzas: por un lado, a Etiopía, invadida por las tropas de Mussolini (Rodríguez 2009) y, por el otro, al pueblo italiano, “la primer víctima de la aventura fascista”.10 (Nuestra Raza 1935, p. 8). Estas adhesiones demuestran que la solidaridad del colectivo afrouruguayo no era apenas con la comunidad racial mundial, sino con la de los pueblos oprimidos; en este caso el pueblo italiano, “pues el fascismo para ellos significa hambre, miseria, dolor, y carencia total de libertades y la guerra, derramamiento de sangre en holocausto al capricho de un monstruo que impone a millones su voluntad soberana”. (Nuestra Raza 1935, noviembre, p. 8).

15 En una de las actividades del comité se contó con la presencia de Maruja Núñez de Varela que “habló a la concurrencia en nombre de la mujer negra” (Nuestra Raza 1935, diciembre, p. 12), lo cual da cuenta ya de la aparición de esta categoría, que pasó a tener

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 54

sentido en acciones emprendidas dentro de contextos específicos. Es como representantes de la colectividad y de su comité contra la guerra que Iris Cabral y Maruja Pereira comparecen al Primer Congreso Nacional de Mujeres como “mujer negra”. La iniciativa de la participación de ambas no fue entonces un acto aislado o personal, sino que correspondió a la representación que las mujeres de la colectividad hacían de la institución creada recientemente por el colectivo afrouruguayo: el “Comité de la Raza Negra contra la guerra y el fascismo”. Esta participación, como lo apunta Carrol M. Young, significó un momento de gran importancia para todo el movimiento afrouruguayo (Young 2004).

El Congreso

16 Es en este contexto que se reunieron por primera vez las mujeres del Uruguay, durante seis días, del 17 al 23 de abril de 1936, en Montevideo. La voluntad y entusiasmo traspasó las fronteras y llegaron delegaciones de Cuba y Argentina. De este último país lo hicieron provenientes de comités de las ciudades de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza. El diario El Día hizo una amplia cobertura con abundante información y fotografías. Más de 50 entidades enviaron representación. El vespertino Uruguay daba la noticia el mismo día de la inauguración: “Estuvieron representadas en el mencionado acto la totalidad de las Asociaciones, Confederaciones y Comités feministas contra la guerra y el fascismo del interior de la República y también representaciones de algunas provincias y de Cuba, que dieron especial realce al espectáculo.” (Uruguay 1936, abril, p. 18). Organizado por la Unión Femenina contra la Guerra, el acto abrió con las palabras de su presidenta María Isabel Cedro Gilardo con una numerosa concurrencia que incluyó la participación de mujeres latinoamericanas.11 Durante los seis días, hubo varias conferencias de mujeres conocidas en la arena pública, como la feminista pionera Paulina Luisi, quien aportó tres de las conferencias. Pero además de estos aportes,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 55

fueron importantes los de diversas delegadas que no aparecen en el programa.

IMAGEN N° 1, Programa del Congreso (Archivo de la Dra. Paulina Luisi, Archivo General de la Nación).

17 El motivo principal del congreso era manifestar el repudio a la guerra y ponerse de acuerdo entre las mujeres en esta moción. Sin embargo, sería, a la vez, una excelente oportunidad para tocar otros asuntos importantes a nivel local, que tenían que ver con sus situaciones particulares y, al mismo tiempo exponer algunos puntos de la agenda feminista. De ahí que cada delegada expresó y denunció problemas relacionados con situaciones de sus medios. Se expusieron así, asuntos laborales, falta de protección gubernamental, problemas en la educación, la importancia de la democracia, el rechazo a la guerra, la puntualización de ciertos derechos necesarios para las mujeres, etcétera. Algunas exposiciones entraron en terrenos más filosóficos sobre el género femenino y se refirieron a una especie de “naturaleza” de las mujeres para proponer cuál debía ser la posición a tomar ante la guerra. Una sensibilidad que les concernía en tanto madres, era una característica esencial para repudiar la guerra. Así lo pensó, por ejemplo, la médica recientemente graduada, Juana Amestoy de Mocho, participante del encuentro, quien publica una nota en el diario El Día el mismo martes de la semana del congreso subrayando dos puntos trascendentes del encuentro. Por un lado, la importancia de reunirse las mujeres por primera vez: “nuevo paso que da la mujer del Uruguay, que pondrá en evidencia su preparación y su capacidad (…) capaz de intervenir eficazmente en la solución de todos los problemas que plantee el panorama político y social de nuestro medio”. (El Día 1936, abril, p. 17). Y, por otro lado, señalado el rol de madres. Este las colocaba como las enemigas principales de la guerra, ya que eran sus hijos los que marchaban como soldados a arriesgar sus vidas: “parecería que el problema no tuviese solución racional, y que hubiera que esperarla por la vía del sentimiento”. (El Día 1936 abril, p. 17). La mujer, por lo tanto, era la más capacitada para imponer el cambio.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 56

18 Además de las conferencias y participación de las delegadas, hubo propuestas a ser votadas y debates que enriquecieron el encuentro. Debates y demandas discutidos desde hace décadas por las mujeres organizadas fueron puestos nuevamente sobre el tapete, como la igualdad de derechos para mujeres y hombres.

19 Paulina Luisi lo decía con claridad, el objetivo era que “las mujeres de todas las naciones del mundo, disfruten de una igualdad de estatutos y de derechos con los del hombre, en todos los medios de la vida social”. (El Día 1936, abril, p. 20). Las concurrentes estuvieron de acuerdo en eso y propusieron más. Se debía: la igualdad de derechos sin importar el estado civil o la edad; acabar con la tutela del marido; la administración de los bienes matrimoniales por parte de ambos cónyuges; que la patria potestad de los hijos fuese de madre y padre; considerar el adulterio de los maridos también como causal de divorcio y no, como hasta el momento, solamente cuando proviniese de las esposas; permitir que las mujeres casadas ejercieran cualquier profesión y concurrir a juicios sin la tutela del marido, entre otras cosas.

20 Las delegadas provenían de diversos ámbitos laborales y sociales: trabajadoras de frigoríficos, tabacaleras, costureras, del servicio doméstico, campesinas, maestras, profesionales, de algunos barrios, de fábricas de calzado, telefonistas, estudiantes y también afrouruguayas, conocidas en la época como representantes de la “Raza Negra”. Todas ellas concordaron en el repudio a la guerra y denunciaron problemas a nivel general y de situaciones particulares. Se refirieron a bajos ingresos, problemas con los patrones, despidos por problemas de salud, desalojos por no poder pagar los préstamos bancarios, gran desocupación en el magisterio en contraposición a un alto número de analfabetismo, entre otros asuntos. Para avanzar en los cambios de este panorama se concordó que debían hacerse innovaciones en los códigos jurídicos y, en algunos casos, crearse sindicatos, como en el caso de las trabajadoras domésticas.

21 Las noticias sobre el congreso fueron divulgadas de forma diferente por los medios de prensa, lo que da la idea de las distintas posiciones políticas. Fue difundido como noticia de destaque para algunos, como lo fueron el vespertino Uruguay o el diario El Dia, el cual cubrió el evento con columnas de crónica y opinión de todos los días del congreso, además de un número importante de fotografías. Algunos diarios y revistas apenas lo hicieron, como El País, con un par de párrafos. Otros ni siquiera lo mencionaron, y hubo el que no estuvo conforme con la noticia como fue el caso de El Diario, el cual en una postura conservadora se pronunció tan negativamente hacia las mujeres del congreso que las mismas tuvieron que dedicar un momento de su programa para protestar por lo que consideraron agresión.

22 Entre tanto, la comunidad afrouruguaya, organizada por medio del “Comité de la Raza Negra contra la guerra y el fascismo”, estaba familiarizada con el tema de la guerra a través de las reuniones y debates que venía realizando. El congreso de mujeres fue un excelente marco para dar a conocer el colectivo y el trabajo que venía realizando. A su vez, fue un momento idóneo para Iris y Maruja el entablar contacto con otras mujeres de diferentes situaciones.

La “mujer negra” en el congreso, según Nuestra Raza

23 La revista mensual Nuestra Raza le dedicó dos artículos a la noticia del congreso en dos de sus números, 33 y 34, de abril y mayo de 1936, respectivamente. No era para menos,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 57

las dos delegadas del “Comité de la Raza Negra” en el congreso de mujeres eran, además, compañeras de trabajo. Iris Cabal se encargaba de organizar la sección social y Maruja Pereira colaboraba con algunos escritos. Ambas, a su vez, eran componentes de grupos de teatro de la colectividad. Nuestra Raza al dar la noticia de la participación de la “mujer negra” puso a la vista algunas de sus características y los motivos de su adhesión al congreso.

24 Principalmente por una nota del vespertino Uruguay, se sabe que la participación de ambas delegadas se realizó el primer día del congreso el viernes 17 de abril, junto con otras. Según una nota publicada años después por Nuestra Raza, se sabe que la propuesta que presentaron fue relacionada al trabajo doméstico y a la formación de un gremio.12

25 La nota de Nuestra Raza que lo recuerda fue publicada seis años después, en mayo de 1940, y en esa oportunidad daba la buena noticia sobre la formación de una organización gremial que buscaba establecer la jubilación para las y los trabajadores del sector doméstico. La nota agregaba el dato que no se había dado en la época del congreso: cuál había sido la exposición y propuesta de las delegadas Iris y Maruja. Según lo que dijo Nuestra Raza cuatro años después, la ponencia de ambas delegadas se había referido a la necesidad de la formación de un gremio del servicio doméstico. Propuesta pensada y elaborada en el seno del “Comité de la Raza Negra contra la guerra y el fascismo”; es decir no provenía de la “mujer negra”, necesariamente, sino en conjunto con su colectividad. “Gremio que se organiza Uno de los más numerosos gremios —el del servicio doméstico— el más mal tratado y remunerado de todos, se ha constituído en entidad gremial con el fin de reclamar sus derechos como parte integrante de la sociedad a la que presta su valioso servicio. (…) Acogemos con simpatía este movimiento, no ya tan solo por la justicia que el supone, sino también por que sería algo así como la cristalización de nuestras ideas, por cuanto fue una de las ponencias que presentó el “Comité de la raza negra contra la guerra y el fascismo” por intermedio de sus delegadas Iris Cabral y Maruja Pereira, en el Congreso de Mujeres realizado en Montevideo, en Abril del año 1936 y que fue aprobado por unanimidad por los congresales asistentes.” (Nuestra Raza 1940, mayo, p. 3).

Dos artículos sobre “Mujer negra” en Nuestra Raza

26 Al no encontrarse información proveniente de las propias delegadas o textos de su participación, se utilizan los comentarios de los cronistas de Nuestra Raza como fuente para entender su papel en el congreso y, a su vez, saber qué entendía la colectividad por “mujer negra” en ese momento, por qué comenzó a adquirir significado, dado que anteriormente a este contexto la expresión no era utilizada. Sin embargo, el término “mujer negra” no aparece en los periódicos hasta Nuestra Raza de la segunda época.

27 Antes de continuar es importante tomar en cuenta dos aspectos.

28 Primero. La participación de las mujeres afrodescendientes en su colectividad —aunque no utilizasen el término “mujer negra”—, fue preponderante en todas las organizaciones afrouruguayas a lo largo de su historia (Rodríguez 2006, p. 84) (Andrews 2012, pp. 71-75) (Instituto Nacional de las Mujeres 2011). En las páginas de la prensa afrouruguaya del siglo XIX, por ejemplo, son innumerables las menciones a su participación en la organización de centros femeninos, reuniones, actos, conferencias, bailes, tertulias, rifas, tanto para el sostenimiento de la vida social como para la reunión

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 58

de fondos para las instituciones de la colectividad (entre ellas las publicaciones). Asimismo, su papel de escritoras existía desde el siglo XIX. (García 2014, pp. 115-142). De destaque es la escritura de María Esperanza Barrios y Margarita Ubarne Mansilla como columnistas. La primera como editora y escritora de la primera época de Nuestra Raza, en San Carlos, Maldonado, en 1917. La segunda en La Propaganda (1911-1912) y La Verdad (1911-1914) como columnista y poeta, y con colaboraciones en La Vanguardia (1928) y Nuestra Raza (1934).

29 Segundo. El término “mujer negra” para autonombrarse públicamente perduró. Además de seguir colaborando para Nuestra Raza, fue muy importante, a un año después del congreso, (exactamente a partir de abril de 1937), el papel de redactoras de dos mujeres afrouruguayas, María Felina Díaz y Maruja Pereyra, en los nueve números de la publicación periódica del Partido Autóctono Negro (P. A. N.), con la dirección de Sandalio del Puerto, expresando sus ideas de cuáles debían ser las acciones estratégicas a seguir de la “mujer negra”, principalmente para las elecciones de 1938. Una de estas acciones fue la formación del Comité femenino de mujeres afrouruguayas en Rivera (P.A.N. 1937, diciembre, 17, p. 3). Más adelante el término “mujer negra” sigue siendo utilizado para autonombrarse (Instituto Nacional de las Mujeres 2011). Para 1942, por ejemplo, se encuentra en la proclama “Las mujeres negras a sus hermanas de todo el país”, firmada por cien mujeres, por motivo de los festejos del centenario de la abolición de la esclavitud (Nuestra Raza 1942, noviembre, p. 7). Todo lo cual demuestra que, luego del congreso, las acciones públicas de las afrouruguayas fueron realizadas desde la “mujer negra”.13

30 Tomando en cuenta estas consideraciones, se analizarán las dos notas con que Nuestra Raza cubrió la noticia del congreso.

31 Primera nota: “La mujer negra que pagando tributo a los resabios del medio ambiente más que por su natural apatía, mucho más que por propia despreocupación, ha vivido aislada, desconocida en el ambiente nacional hasta hoy, que llevada por la sana influencia de las nuevas corrientes sociales y políticas que van dejando atrás, simplificando hasta anular diferencias y odios raciales, interviene por primera vez en la dilucidación de un problema universal, confundida con su congénere la mujer blanca, de todas las ideologías y de todas las capas sociales que piensan, sienten y sufren el dolor y las consecuencias de ese mal que amenaza seguir azotando a la humanidad: la guerra.” (Nuestra Raza 1936, abril, p. 1). 32 A partir de la primera nota se pueden observar tres sentidos: la diferencia con las demás mujeres, su representatividad, algunas características y su aparición política en el medio público.

33 La diferencia con otras mujeres es perceptible desde que la “mujer negra” actuó en el congreso en un espacio de mujeres en general, sus “congéneres” entendidas como “blancas”.

34 Su representación no es de la “mujer negra” en sí, sino de la colectividad afrouruguaya que por medio de sus mujeres tiene voz en un congreso de mujeres. Es decir, la voz no era de las mujeres afrouruguayas, solamente, era de su colectividad.

35 Algunas características que el cronista señala para la “mujer negra” son el resabio y la apatía, explicados históricamente:

36 Las expresiones utilizadas por el redactor “apatía y despreocupación” corresponden a lo que la colectividad afrouruguaya en general opinaba sobre sí misma —y no necesaria

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 59

o únicamente sobre las mujeres del grupo—. Estos juicios se acompañaban de otros también negativos como “desidia”, “falta de interés”, “alejamiento”. Casi siempre estas acepciones se ponían sobre el tapete en un sentido autocrítico cuando el discurso hacia la colectividad apelaba a la unión. Lo único que impedía dicha unión era la “apatía”, la “falta de interés”, etcétera, de los miembros de la colectividad.14

37 “Paga tributo por el medio y sus resabios”. Aquí, también tiene que ver con la colectividad y no solamente con las mujeres del grupo. Se hace referencia a la histórica condición de relegación a la que sus antepasados fueron sometidos por la esclavización. La “apatía” tiene, por lo tanto, otra causante: la esclavización de sus abuelos, la cual les había impedido tomar las riendas de sus vidas. Al referirse a esta etapa se agregaba, en ocasiones, que felizmente ya había quedado atrás, por lo que la gente de la comunidad solamente debía esforzarse para “regenerarse”, ya que los tiempos de látigos habían pasado.15

38 “Es desconocida en el ambiente nacional”. Este es un aporte realmente nuevo en las reflexiones de la comunidad: las mujeres afrouruguayas eran desconocidas, no habían participado organizadas en la escena pública.

39 El momento también era determinante; 1936 fue un año en el que se esperaba que las mujeres votasen en las siguientes elecciones, las de 1938, la ley del voto femenino había sido aprobada en 1932.16 Sin embargo, no parecía ser algo seguro. En noviembre de 1937, María Felina Díaz en su columna desde el órgano del P.A.N. cuestionaba la posibilidad de que el sistema electoral no permitiese aún la aplicación de la ley del voto femenino. (P.A.N. noviembre, 1937, p. 3). En cambio, si lograban votar, entonces significaba un importantísimo caudal de votos que debían ser tomados en cuenta y disputados por los diferentes partidos. La propia colectividad afrouruguaya estaba formando su propio partido, el Partido Autóctono Negro, y las mujeres, en el caso de formar parte del electorado, serían claves para aumentar el número de votos.

40 Otra reflexión del redactor es por qué participaron del congreso: “¿Por qué esa intervención: Porque frente al anhelo humano que sirve de eje motor a este Congreso, la mujer negra que integra la sección femenina del Comité de la Raza Negra contra la guerra y el fascismo, constituido también por hombres de todas las ideologías, que representan la mayoría de una colectividad que prejuiciada o no, forma parte del conglomerado nacional, sola condición ésta que la habilita perfectamente para intervenir en todos los problemas que atañen directa o indirectamente al pueblo.” (Nuestra Raza 1936, abril, p. 1). 41 La colectividad afrouruguaya en vías de pronunciar su candidatura para representantes nacionales en las elecciones por venir con el recién creado Partido Autóctono Negro y de cara a un contingente de personas afrodescendientes en todo el Uruguay, de distintas corrientes políticas —tanto de los partidos tradicionales, el Blanco y el Colorado como corrientes de izquierda u otras no representadas en las elecciones—, debía poner en consideración este abanico político a la hora de organizarse estratégicamente para las elecciones. Por lo tanto, los discursos estuvieron influidos por estos objetivos. La unidad era fundamental, por eso se remarcaba el valor de la organización del “Comité de la Raza Negra contra la guerra y el fascismo” y la importancia del ejercicio de la ciudadanía: “Colectividad prejuiciada o no, forma parte del conglomerado nacional”. Esto iba también en relación a su invisibilización como grupo y a la discriminación social. A pesar de todas las circunstancias, las y los afrouruguayos sostenían el derecho a tener derechos en tanto ciudadanos.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 60

42 La “mujer negra” también se definió a la hora de tomar posición sobre determinados asuntos. Con relación a la guerra en Europa, tiene su postura política: la solidaridad con Etiopía invadida por los fascistas de Mussolini. La “mujer negra” en tanto mujer, de forma similar a lo que se vio antes con las delegadas del congreso, tanto madres o hermanas de las víctimas y soldados, debían ser las primeras en repudiar la guerra. “Porque en estos momentos que el pueblo libre de Etiopía ve arrasar sus ciudades y pierde sus hombres, sus mujeres y sus niños en una infame guerra de conquista conque una de las grandes potencias pretende civilizarlo —con gases venenosos —la mujer negra del Uruguay negaría su condición de tal si como madre o como hermana rehuyera intervenir en un congreso donde el problema central a tratarse es la adversión a la guerra.” (Nuestra Raza 1936, abril, p.1). 43 Le correspondía, entonces, participar del congreso y solidarizarse con sus congéneres. El cronista cierra la nota felicitando a las organizadoras de dicho congreso y a las delegadas del colectivo por su participación “en esta nueva ruta de acercamiento que expusieron las delegadas del ‘Comité de la Raza Negra’”.

44 En el siguiente número de Nuestra Raza, mayo de 1936, un artículo de Don Nadie de la sección “Desde mi rincón” también comentaba la participación de las delegadas Iris y Maruja como testigo de varias sesiones a las cuales concurrió. Don Nadie agregaba algunos puntos de interés para entender los dos aspectos planteados: sobre quién era la “mujer negra” y por qué participó del congreso: “Como es del dominio de todos, al referido Congreso asistió, en representación del Comité de la Raza Negra contra la guerra y el fascismo, la mujer negra, que en su condición de mujer del pueblo; que siente y sufre las consecuencias del privilegio hecho dogma, expuso en nombre de la colectividad que representaba, sus puntos de vista concretos, en lo referente al fin primordial que alli la llevaba: la guerra y el facismo.” (Nuestra Raza 1936, mayo, p. 3). 45 La “mujer negra” era aquella perteneciente al pueblo y que “siente y sufre las consecuencias del privilegio hecho dogma”. Hay implícita una realidad de clase, en tanto pueblo, en un juego de relaciones de poder históricamente constituidos de los cuales la “mujer negra” era también consecuencia y resistencia.

46 Su participación en el congreso correspondió entonces a dos pertenencias o identidades. Por un lado, ser parte de la “colectividad que representa” y, por el otro, su alianza natural con sus “congéneres”. Desde ambas pertenencias, ser mujer y ser afrodescendiente se pronunciaba contra la opresión, la violencia, la muerte que aparejaba la guerra.

47 Como pudo verse, la participación estuvo expuesta y comentada por redactores varones de Nuestra Raza, algo que las delegadas como colaboradoras de la revista podrían haber hecho. Esto último, sumado a la lectura de la revista completa y de otras publicaciones de la colectividad, parece mostrar que las mujeres afrouruguayas en ese momento no hablaban completamente con una voz propia, en tanto mujeres, dentro de su colectividad; su papel de “mujer negra” apareció cuando hubo que presentarse hacia afuera. Es decir, para 1936, tuvo participación política como representante de su colectividad, pero no con una identidad y movimiento autónomo, lo cual se verá con mayor autonomía para 1937. Todo lo cual parece indicar que el congreso fue el momento político que dio origen al término. Por otra parte, era como afrodescendientes, como “raza negra” que se habían organizado públicamente. Lo de “mujer”, venía después. La participación en el congreso, por lo tanto, fue una nueva forma de activismo en el que se conformaba la intersección mujer y afrodescendiente.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 61

48 Este encuentro, un gran logro de las mujeres uruguayas impulsado por iniciativa de las feministas, era una nueva puerta que se abría para todas. Sin embargo, no deja de observarse que, aunque era para todas, pareciera ser que no existía un mismo nivel de importancia entre ellas. El congreso contó con varias delegadas y varios días para exponer y, sin embargo, casi todas expusieron el primer día dejando el resto de la semana para las conferencias magistrales de las mujeres académicas y de las que habían organizado el congreso. Si se observa el programa de la imagen número uno, podrá verse que no se mencionan las exposiciones de las afrouruguayas, ni de las delegadas campesinas, ni las de los frigoríficos, etcétera, sino que se las agrupa a todas como “delegadas”. El vespertino Uruguay sí las mencionó y las llamó “oradoras”, pero les otorgó apenas un párrafo. En esta diferencia entre mujeres podrían imaginarse situaciones jerárquicas en las que no estaría excluida la relación de empleadas y patronas.

49 En este sentido, es pertinente observar la historicidad de las diferencias entre las mujeres afrodescendientes y las demás. Es decir, a pesar que compartieron con las demás la misma “construcción política del control al que están sometidas socialmente” (Castañeda 2011, p. 33), jugando en los roles de la esfera conocida como privada, las afrodescendientes presentaron diferencias con las demás mujeres, sobre todo por su acentuado papel en el mundo del trabajo, entre otros aspectos. Históricamente, las mujeres afrodescendientes no existen fuera del mundo laboral, el cual las llevó tempranamente a participar de espacios dentro y fuera de las casas desde la época esclavista en sus diversas funciones de amas de leche, niñeras, cocineras, limpiadoras, costureras, curanderas, parteras, planchadoras, lavanderas, vendedoras, etcétera. No es el caso de las mujeres blancas, las cuales ocupaban el ámbito doméstico por excelencia, y solamente a partir de la sociedad industrial comenzaron algunas de ellas a trabajar fuera de él.

50 De todas formas y a pesar de esta diferenciación entre mujeres, no dejó de ser una oportunidad de visibilización de las afrouruguayas y de su posición política, no solamente ante la guerra, sino sobre los derechos laborales en el trabajo doméstico y la acción emprendida para la formación de un sindicato para sus integrantes. A tal punto fue importante que generó, como se vio, la afirmación del concepto “mujer negra”.

51 Por otra parte, quedó también definido otro cruce en la interseccionalidad de “mujer negra” en los casos de Iris y Maruja: su posición de trabajadoras comprometidas con el trabajo doméstico. Todo lo cual muestra una “mujer negra” que participaba públicamente de tres identidades: afrodescendiente, mujer y clase trabajadora.

52 Hasta aquí se vieron algunas consideraciones de lo que se entendió que era ser “mujer negra” para el caso de Iris y Maruja en su estreno como participantes en el dominio político. A seguir, se exponen otras conexiones entre las afrouruguayas y otras mujeres organizadas de la sociedad lo cual revela con mayor claridad la acción que las relacionó.

Otras conexiones públicas de las afrouruguayas

53 Una participante del congreso se había tornado, meses atrás, colaboradora de Nuestra Raza. Exactamente desde la formación del “Comité de la Raza Negra contra la guerra y el fascismo” a fines de 1935. Se trata de Delfa Boatti, figura que era conocida dentro del feminismo y el anarquismo. Militante anarquista, italiana, cofundadora del centro

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 62

femenino Emancipación junto con María Collazo. También cofundadora del anarquista Centro Internacional de Estudio Sociales, con María Collazo y otras figuras como Florencio Sánchez, María Casal o Ángel Falco (Jung 2006, p. 43). Delfa, enterada de la creación del comité afrouruguayo contra la guerra, le escribió un artículo a la revista Nuestra Raza expresándoles su simpatía: “De una mujer italiana. Contra la guerra” (Boatti 1936, 5).

54 Este fue el punto inicial de la conexión entre la activista y la colectividad afrouruguaya. A partir de esta colaboración en la revista, lo siguió haciendo por años con artículos, poemas, cuentos. Y cuando la muerte se llevó a la joven Iris Cabral, Delfa escribió un texto expresando su dolor ante lo sucedido y mencionando el congreso. Este mismo texto para Iris fue incluido por Delfa en su libro “Epitafios”, publicado casi dos décadas después, dejando entrever hasta qué punto su involucramiento con la comunidad afrouruguaya fue relevante: “Hacía mucho tiempo que anhelaba estrechar lazos fraternales con la gente de color (…) Fué allí, en ese primer Congreso (…) que mis ojos se humedecieron con una lágrima sincera al oír las palabras de honda tristeza, de humildad y de emoción que Iris Cabral, pronunció con la adhesión para la paz mundial”. (Boatti 1937, p. 5). 55 Por esa misma época, pocos meses después del congreso, otra mujer afrouruguaya aparece en Nuestra Raza conectada con mujeres activistas. Se trata de Clementina Gómez, profesora de música, intérprete, compositora, fundadora de la Asociación Uruguaya de Músicos. Se destacó por su trabajo en la presentación de conciertos, en la enseñanza musical y también como creadora. Nuestra Raza en varias ocasiones hizo mención a su trabajo. Su vínculo con otras mujeres lo tuvo como integrante del Partido Demócrata Feminista, de la música de cuyo himno fue autora. De este último hecho Nuestra Raza hizo referencia: “Muy honroso La Srta Clementina Gómez Fernández, ha compuesto para el Partido Demócrata Feminista, un himno, delicada partitura que ejecutó en compañía de sus discípulos en la noche del día 6 del corriente en los salones del Palacio Salvo.” (Nuestra Raza 1936, octubre, p. 3). 56 La revista también publicó una carta de sus correligionarias que le agradecían y la felicitaban por la calidad musical de su trabajo: “Estimada correligionaria: En nombre del Comité Ejecutivo del Partido y de los afiliados en general, cumplimos con el grato deber de dirigirle la expresión de nuestras calurosas felicitaciones por la hermosa música escrita por usted para glosar dignamente las estrofas del himno de nuestro Partido.” (Nuestra Raza 1936, octubre, p. 3). 57 El vínculo de Clementina con las mujeres del partido muestra otros lazos de la red de relaciones que se tejían entre las mujeres de diferentes grupos organizados en la década de 1930. Por otra parte, el Partido Feminista, así como también el Partido Autóctono Negro, ingresarían en las elecciones de 1938. Clementina fue otro ejemplo de persona en situación de interseccionalidad, afrouruguaya, feminista y trabajadora con su realidad de profesora de música.

58 Dos años después, una nota conectaba a Clementina con Delfa Boatti. Esta última escribe una nota aprobando la huelga de músicos. Luego de la nota, denuncia un caso de discriminación hacia Clementina. Según lo que dice el texto, un miembro del Centro Napolitano —el señor Papariello—, había rechazado la actuación de Clementina dentro de una orquesta que tocaría en los bailes del centro. Tuvo que intervenir el presidente

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 63

de la institución para que la volvieran a aceptar. La reflexión de Delfa y la del presidente Fernández apuntan a que, considerando que la artista era afiliada al centro Napolitano, había atrás un acto de discriminación del señor Papariello hacia Clementina por ser mujer.

59 En esta última situación no se observa una discriminación hacia Clementina por ser afrodescendiente, sino solamente por su género. Sin embargo, no debería descartarse esta última realidad.

60 Estos casos citados son evidencia de que, en la década de los treinta del siglo XX, las mujeres afrouruguayas a nivel político se organizaban con otras mujeres del país. En el caso del congreso, actuando más como conectoras de su colectividad con otros grupos con los que compartían intereses, que como activistas feministas. A diferencia de la situación de Clementina, la cual compartía como igual, como correligionaria con las mujeres del Partido Feminista.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 64

IMAGEN N° 2, Las delegadas, Maruja Pereira e Iris Cabral (Nuestra Raza 1936, abril, p. 6).

IMAGEN N° 3, La compositora y profesora, Clementina Gómez (Nuestra Raza 1935, octubre, p. 2).

Algunas conclusiones

61 El contexto definió de forma significativa los nuevos movimientos del colectivo afrouruguayo. Dentro de este contexto, en el congreso de mujeres, convergieron

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 65

fuerzas que influyeron tanto en el colectivo como en las mujeres organizadas del Uruguay, generando una apertura para la aparición pública de las mujeres afrouruguayas, las cuales aparecen como “mujer negra”.

62 A nivel local, el clima dictatorial en el Uruguay y las próximas elecciones con la incipiente participación del Partido Autóctono Negro y el Partido Demócrata Feminista definían estrategias políticas a seguir para diversas fuerzas políticas, todo lo cual facilitó el diálogo entre mujeres, el colectivo afrouruguayo, generando la participación de un nuevo sujeto representado por Maruja Pereira e Iris Cabral: la “mujer negra”.

63 Asimismo, la acción de Clementina Gómez participando del Partido Demócrata Feminista en su calidad de integrante y de artista muestra otra forma en que las mujeres afrouruguayas actuaban políticamente.

64 A las tres afrouruguayas expuestas, Iris Cabral, Maruja Pereira y Clementina Gómez se las observa en otro cruce interseccional, en tanto trabajadoras, lo cual las colocó como mujeres, afrodescendientes y trabajadoras.

65 Las participaciones de las afrouruguayas en el congreso y de Clementina en calidad de miembro del Partido Feminista y compositora del himno del partido fueron contadas en su prensa por las voces de los varones de su comunidad, lo cual llevaría a pensar que para ese momento el papel de las mujeres del colectivo estaba aún, en gran medida, mediado por los discursos de los hombres. Sin embargo, como un año después, María Felina Díaz y Maruja Pereira desde las columnas del P.A.N. escribían como “mujeres negras”, es posible entender que no solamente el término adquirió fuerza en poco tiempo, sino la propia escritura sobre sí mismas tuvo significativo avance en su autonomía. Y es justamente a partir del contexto del congreso de 1936 que se observan estos cambios.

66 El testimonio de Delfa Boatti, no afrodescendiente, en su relación con Iris Cabral y en tanto colaboradora de Nuestra Raza, muestra distintos vínculos de mujeres organizadas en el Uruguay, los cuales configuraron redes por las que circulaban informaciones y se generaba sociabilidad.

67 De gran relevancia son las demandas que plantearon Iris y Maruja en el congreso, las cuales apuntaban a una mejor calidad de vida y a la organización de las y los trabajadores del servicio doméstico, evidentemente un espacio donde muchas afroruruguayas se desempeñaban como trabajadoras. Asimismo, la propuesta finalmente dio frutos, por lo que la acción de la “mujer negra” tuvo repercusión.

68 La “mujer negra” emergió fuera de su colectividad, a nivel público, siguiendo la historicidad, en la intersección de variables que la interpelaban en diferentes ámbitos de la sociedad en general, emitiendo opiniones de la colectividad afrouruguaya al participar del conglomerado nacional. Pero, aunque su principal función fue la representatividad de su colectividad, se generó su necesidad de responder y tomar posición ante problemas internacionales y nacionales como mujeres, como afrouruguayas y como trabajadoras.

Fuentes

69 Archivo de la Dra. Paulina Luisi, Correspondencia particular, 1936-1938, caja 250, carpeta 9, Archivo General de la Nación, Uruguay.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 66

BIBLIOGRAPHY

Andrews, G. R. (2011). Negros en la nación blanca: historia de los afro-uruguayos 1830-2010. Montevideo: Linardi y Risso.

Boatti, D. (1936). De una mujer italiana. Contra la guerra. Nuestra Raza, Montevideo, febrero, 31, 3-4.

Boatti, D. (1937). Iris M. Cabral. Nuestra Raza, Montevideo, noviembre, 52, 5-6.

Boatti, D. (1938). La huelga de Músicos. Nuestra Raza, Montevideo, septiembre, 61, 10-11.

Boatti, D. (1954). Epitafios. Montevideo: Vértice.

Bracco, R., López, J., Orrego B., Batalla, N. y Bongiovanni, R. (2012). Esclavitud y afrodescendientes en Uruguay. Una mirada desde la antropología. Montevideo: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República. [Online]. Disponible en: http://www.comisionunesco.mec.gub.uy/innovaportal/file/29929/1/ esclavitud_y_afrodecendientes_en_uruguay.pdf.

Castañeda, P. (2011). Perspectivas metodológicas feministas para el estudio de la identidad de género. En L. Loeza, y P., Castañeda (Coord.), Identidades: teorías y métodos para su análisis (pp. 29-42). México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Crenshaw, K. (1991).Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color. [Online]. Disponible en: https://www.racialequitytools.org/.../mapping- margins.pdf.

Díaz, F. (1937). ¿Vota la mujer?. P.A.N., noviembre, 16, p. 3.

Frega, A., Borucki, A., Chagas, K. y Stalla, N. (2004). Esclavitud y abolición en el Río de la Plata en tiempos de revolución y república. En H. N. van Hooff, La ruta del esclavo en el Río de la Plata: su historia y sus consecuencias. Memoria del simposio (pp. 115-147). Montevideo: UNESCO. [Online]. Disponible en: unesdoc.unesco.org/images/0015/001509/150922s.pdf.

García, M. (2014). La identidad afrodescendiente en los periódicos de Montevideo y Buenos Aires a fines del siglo XIX. Tesis de Maestría. Universidad Nacional Autónoma de México, México.

García, M. (2018). Autodesignaciones de las y los afrouruguayos en su prensa (1872-1952). Intellèctus, 17 (1), Rio. UERJ. [En línea]. Disponible en: https://www.e-publicacoes.uerj.br/ index.php/intellectus/article/view/36012, pp. 1-27.

Instituto Nacional de las Mujeres (2011). Mujeres Afrouruguayas. Raíz y sostén de la identidad. Montevideo: Instituto Nacional de las Mujeres, MIDES.

Jung, M. E. y Rodríguez, U. (2006). Juan Carlos Mechoso: anarquista, Montevideo: Trilce.

Lobato, Z. (2009). La prensa obrera. Buenos Aires y Montevideo 1890-1958. Buenos Aires, Edhasa.

Lao-Montes, A. (2009). Cartografías del campo político afrodescendiente en América Latina. Universitas Humanística, Pontificia Universidad Javeriana, julio-diciembre, 68, 217-223.

Mbembe, A. (2016). Crítica de la razón negra. Ensayo sobre el racismo contemporáneo, trad. Enrique Schmukler. Barcelona: NED Ediciones.

Méndez, E. (1975). El Uruguay de la modernización 1876-1904. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 67

Rodríguez, A. (2009). Un pequeño lugar bajo el sol. Mussolini, la conquista de Etiopía y la diplomacia uruguaya. 1935-1938. Montevideo: Ed. Banda Oriental.

Rodríguez, J. (2006). Mbundo Malungo a Mundele. Historia del Movimiento Afrouruguayo y sus Alternativas de Desarrollo, Montevideo: Rosebud,

Rodríguez, S. y Sapriza, G. (1984). Feminismo y política. Un análisis crítico del proceso de aprobación del voto femenino en el Uruguay. Hoy es Historia, 1 (4), 16-31.

Valdés, T. (2000). De lo social a lo político: la acción de las mujeres latinoamericanas. Santiago de Chile: Lom Ediciones.

Yaffre, J. (2000). Política y economía en la modernización: Uruguay 1876-1933. Primeiras Jornadas de História Regional Comparada, Porto Alegre, agosto. [En línea] Disponible en: www.fee.tche.br/ sitefee/download/jornadas/1/s10a2.pdf.

Young, C. M. (2004). From Voicelessness to Voice: Womanist Writers of the Black Uruguayan Press. Afro-Hispanic Review, 23 (2), 33-38.

Publicaciones periódicas

El Día 1936, Montevideo, abril, 17.

El Día 1936, Montevideo, abril, 20.

La Conservación 1872, Montevideo, octubre, 6.

La Propaganda 1911, Montevideo, agosto, 10.

La Propaganda 1911, Montevideo, junio, 1°.

La Verdad, 1914, Montevideo, mayo, 15.

Nuestra Raza 1935, Montevideo, diciembre.

Nuestra Raza 1935, Montevideo, noviembre.

Nuestra Raza 1936, Montevideo, abril.

Nuestra Raza 1936, Montevideo, mayo.

Nuestra Raza 1936, Montevideo, octubre.

Nuestra Raza 1940, Montevideo, mayo.

P.A.N. 1937, Montevideo, abril-diciembre.

Rumbos 1939, Rocha, junio.

Uruguay 1936, Montevideo, abril, 18.

Ponencia

García, M. (2017). “Margarita Ubarne Mansilla y sus textos en la prensa afromontevideana”. Ponencia presentada en las II Jornadas de literatura y arte afro, Montevideo, julio 2017.

NOTES

1. El sistema esclavista en lo que hoy es Uruguay existió desde el poblamiento colonial del territorio de la Banda Oriental. A partir de la fundación del primer poblamiento, Colonia del Sacramento, por parte del Imperio portugués en 1680, las primeras personas esclavizadas de origen africano comenzaron a llegar al territorio como “piezas” de la trata esclavista con destino

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 68

principalmente a la ciudad de Buenos Aires. En la administración hispánica, luego de la fundación de Montevideo, en 1726, los cabildantes de la ciudad solicitaron a la Corona española la introducción de personas esclavizadas de origen africano, las cuales comenzaron a ser traídas a partir de 1743. El final del sistema esclavista en el territorio se dio de forma gradual desde antes y después del Uruguay independiente con varias declaraciones de abolición: 1813 (Junta de Mayo), 1825 (Declaración de Florida), 1830 (Primera Constitución del Estado de la República), 1842 durante la Guerra Grande, (Gobierno de la Defensa, en Montevideo) y en 1847 (Gobierno del Cerrito). Finalmente, en 1862, queda legalmente abolida la última modalidad que permitía la sujeción de personas: el patronato (Frega et al. 2004, pp. 114-145; Bracco et al. 2012, pp. 15-31). 2. Sobre los primeros clubes y publicaciones afrouruguayas, ver: Rodríguez 2006, pp. 56-63; Andrews 2011, pp. 66-75. 3. Jaime Yaffre analiza las dos fases de la modernización. La primera, militarista, en el último cuarto del siglo XIX, en la cual se logra la primera cohesión del país bajo el autoritarismo, y la segunda, entre 1903 y 1933, en que se consolida el Estado de base social (Yaffre 2000). 4. Sobre pasajes de la historia de la prensa afrouruguaya del siglo XIX, ver: Rodríguez 2006, pp. 57-63; Andrews 2012; García 2014. 5. Sobre la significación de las autodesignaciones en la prensa afrouruguaya, ver García 2018. 6. Sobre la participación de Iris y Maruja en el congreso, ver: Young 2004; Rodríguez 2006, pp. 120-121. 7. Nuestra Raza fue una revista afrouruguaya que circuló durante dos épocas. La primera, en San Carlos, Maldonado, en 1917, editada por los hermanos Ventura y María Esperanza Barrios, a los que se sumará, después, un tercer hermano, el poeta Pilar Barrios. Nuestra Raza. Periódico social, noticioso- Órgano de la colectividad de color. De la raza, por la raza y para la raza circuló desde el 10 de marzo de 1917 hasta el 30 de diciembre de 1917. Para su segunda época, Nuestra Raza fue editada en Montevideo por los hermanos Pilar y Ventura (María Esperanza había fallecido) y circuló desde el 25 de agosto de 1933 hasta septiembre de 1948. Fue la publicación afrouruguaya que más duró, echando raíces invaluables para el movimiento afrouruguayo. Entre las figuras que trabajaron para Nuestra Raza se destacan: Ventura Barrios, Pilar Barrios, Elemo Cabral, Salvador Betervide, Isabelino José Gares, Marcelino Bottaro, Lino Suárez Peña, Selva Escalada, Iris Cabral, Maruja Pereira, Sandalio del Puerto, Mario Rufino Méndez, Felina Díaz, Sandalio Gutiérrez, Carlos Cardozo Ferreira, Mario Leguizamón, Miguel Ángel Bustamante, Julio Guadalupe, Diógenes Rodríguez Barrios, Ildefonso Pereda Valdés y muchos más. 8. Para un entendimiento de la categoría” interseccionalidad”, ver Crenshaw 1991. 9. El batllismo en sus primeras épocas (primera mitad del siglo XX) fue una corriente política liberal reformista, en la que el Estado tendía a comportarse como benefactor. Generada a partir de las ideas y acción del dos veces presidente de la república y fundador del diario El Día, José Batlle y Ordóñez. 10. Todas las citas de las publicaciones son textuales, respetando posibles errores ortográficos o de redacción. 11. En varias partes de la región latinoamericana las mujeres se estaban organizando y tejiendo redes internacionales. Para tener una visión general del movimiento de mujeres en América Latina, ver Valdés 2000. 12. Sobre la propuesta de un sindicato para trabajadoras domésticas, hecha por Iris y Maruja en el congreso, ver: Young 2004, Rodríguez 2006, pp. 120-121; Andrews 2012, 131. 13. Ver los nueve números del P.A.N, desde abril hasta diciembre de 1937. 14. La autopercepción “apática” tiene numerosas referencias en la prensa afrouruguaya. Algunos ejemplos: “Las imposibilidades que en otrora nos sindicaron sumidos en la mayor apatía han ido paulatinamente desapareciendo hasta anularse (La Propaganda 1911, agosto, 10, p. 1); “Los hijos de la apatía son desgraciadamente muchos” (La Verdad 1914, mayo, 15, p. 1); “La apatía de nuestra raza” (Rumbos 1939, junio, p. 1).

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 69

15. En muchas ocasiones, a lo largo de toda la producción de la prensa afrouruguaya, desde 1872, se expresó la idea de superación que implicaba dejar atrás un pasado esclavista interiorizado. En las publicaciones del siglo XIX y las primeras del XX, se utilizaba mucho el término “regeneración”, connivente con las ideas de modernización y progreso de la época, que para la colectividad afrouruguaya implicaba adoptar nuevos modos culturales y la entrada en un esfuerzo colectivo de afirmación. Ver, entre otros artículos: “Más sobre nuestro voto”, La Conservación 1872, octubre, 6, p. 1; “En la unión está la fuerza”, La Propaganda 1894, agosto, 5, p. 1; “Razonar”, La Propaganda 1911, junio, 1°, p. 2. 16. A fines de 1937 aún no se sabía si las mujeres votarían. Ver, “¿Vota la mujer?”, de Felina Díaz, P.A.N. 1937, noviembre, 16, p. 3. Aunque la ley del sufragio femenino había sido aprobada en 1932, debido al golpe de Terra, las elecciones presidenciales se derivaron para 1938. Para una historia del voto femenino en el Uruguay, ver Rodríguez 1984.

ABSTRACTS

Afro-Uruguayan women have participated in various political activities with other women. One of these actions was their presence in the First National Congress of Women of Uruguay, held in Montevideo in 1936. In their representation, the delegates Iris Cabral and Maruja Pereira exposed their proposals and shared all the activities of the meeting. They also connected with other organized women, such as Clementina Gómez who was a member of the Democratic Feminist Party. The Afro-Uruguayan press covered this participation with the notes of two of its columnists, who highlighted the meritorious action of the "black woman". In these mentions, from the observation of the press of their community, the intersectionality of Afro-Uruguayan women is notorious as women and as Afro-descendants. The reporters that covered the news of their participation pointed to identity elements of the Afro-Uruguayan women that were different from those of other women in the country. In this article we will approach the identities of the Afro-Uruguayan woman: her Uruguayan woman side and her "black woman" side. In turn, some of the connections they had with other women will be shown, placing them in their historical context and taking the First National Congress of Women of Uruguay as their main event.

Las mujeres afrouruguayas participaron en varias actividades con otras mujeres a nivel político. Una de estas acciones fue su presencia en el Primer Congreso Nacional de Mujeres del Uruguay realizado en Montevideo en 1936. En su representación, las delegadas Iris Cabral y Maruja Pereira expusieron sus propuestas y compartieron todas las actividades del encuentro. Asimismo, se conectaron con otras mujeres organizadas, como Clementina Gómez, miembro del Partido Feminista Democrático. La prensa afrouruguaya cubrió esta participación con las notas de dos de sus redactores, que destacaron la acción meritoria de la “mujer negra”. En estas menciones, a partir de la observación de la prensa de su colectividad, la interseccionalidad de las afrouruguayas es notoria en tanto mujeres y en tanto afrodescendientes. Los redactores, al cubrir la noticia de su participación, señalaron elementos identitarios de las afrouruguayas diferentes a los de las otras mujeres del país.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 70

En este artículo se hará un acercamiento a las identidades de la mujer afrouruguaya: su lado de mujer uruguaya y su lado de “mujer negra”. A su vez, se mostrarán algunas de las conexiones que tuvieron con otras mujeres, ubicándolas en su contexto histórico y tomando como acontecimiento principal el Primer Congreso Nacional de Mujeres del Uruguay.

INDEX

Keywords: Afro-Uruguayans, women, congress, intersectionality Palabras claves: Afrouruguayas, mujeres, congreso, interseccionalidad

AUTHOR

MÓNICA GARCÍA MARTÍNEZ

Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México, México [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 71

Registros

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 72

El análisis químico de las aguas. Ciencia colonial, exploración y supervivencia en península Valdés a fines del siglo XVIII The chemical analysis of the waters. Colonial science, exploration and survival in Valdés Peninsula at the end of the 18th century

Marcia Bianchi Villelli

EDITOR'S NOTE

Fecha de recepción del original: 17/5/2018 Fecha de aceptación para publicación: 12/9/2018

Afianzando la presencia española en la costa patagónica

1 Hacia 1778 y como parte de la reorganización administrativa y política de las colonias españolas, se inició el plan de poblamiento de la costa patagónica. Para esto, se definieron dos asentamientos principales, “Fuerte y Población de Nuestra Señora del Carmen” —provincia de Buenos Aires— y la Nueva Población y Fuerte de Floridablanca —bahía de San Julián, provincia de Santa Cruz—, y un asentamiento subsidiario, el Fuerte San José —península Valdés, provincia de Chubut.1 Se organizó el traslado de familias labradoras desde España con el fin de establecerlas en varios puntos de la costa y así afianzar la presencia de la Corona (Gorla 1984; Luiz 2006; Nacuzzi 2007; Senatore 2007; Casanueva 2013).

2 En este trabajo nos centraremos en la trascripción y estudio de una pieza documental específica, el análisis de agua de península Valdés realizado en 1779. En primer lugar,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 73

nos introducimos en el primer año de funcionamiento del Fuerte San José y las causas alrededor del análisis de aguas, para luego comentar el contexto en que se desarrollaron. En segundo lugar, continuamos la trascripción y discutimos aspectos varios mencionados en la misma, relativos a la química y salud del siglo XVIII y, en particular, el escorbuto que fue la causa principal de muerte en los primeros meses del funcionamiento del Fuerte San José.

Los asentamientos de península Valdés

3 En enero de 1779 llegó la primera expedición con Juan de la Piedra2, Superintendente de la Costa Patagónica, con instrucciones para el relevamiento de tierras y ríos, calidad de fondeaderos y profundidades y las circunstancias del puerto. Se sumaron los hermanos Francisco y Antonio Viedma y el piloto, Basilio Villarino. Eligieron un primer campamento en el golfo San José, mientras hicieron expediciones al interior de la península Valdés en busca de agua dulce. Por la calidad del embarcadero y la cercanía a dos salinas con agua dulce, se instalaron definitivamente en la actual Playa Fracasso (MAPA 1). En función de localizar la mejor fuente de agua en la Salina Grande, se hizo un segundo asentamiento sobre la misma, Puesto de la Fuente, situado a unos 30 km del primero. Durante sus 31 años de funcionamiento, se desarrolló como un puesto subsidiario de Nuestro Señora del Carmen, desde el cual se fue dando apoyo y resguardo a la creciente actividad pesquera y a la extracción de sal (Bianchi Villelli 2017). En este período, la población de la península fue variando en número, y estaba compuesta por personal militar, funcionarios, capellanes, peones y presidiarios. Aunque se levantaron algunas construcciones, el Fuerte San José y el Puesto de la Fuente se caracterizaron por la precariedad y la falta de abastecimiento (Bianchi Villelli et al. 2013, 2018; Buscaglia et al. 2016). En 1810 fueron atacados y destruidos ambos establecimientos por malones

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 74

indígenas (Buscaglia et al. 2012; Buscaglia 2015; Bianchi Villelli et al. 2018).

MAPA 1. Localización de los asentamientos coloniales de Fuerte San José (Playa Fracasso) y Puesto de la Fuente (Salina Grande), península Valdés —ambos han sido corroborados por estudios arqueológicos (Buscaglia et al. 2012; Bianchi Villelli et al. 2013).

4 Aquí nos centramos en el primer año de funcionamiento del Fuerte San José, el cual fue extremadamente duro, por la distancia al agua potable y por la falta de abastecimiento desde el Río de la Plata. En los meses de enero y febrero de 1779, se eligió el lugar del campamento, se realizaron los pozos en busca del agua y se avanzó con el levantamiento de las primeras habitaciones de resguardo; en esos meses Basilio Villarino escribió un Diario con su relevamiento del interior, en el que halló el manantial de agua dulce de la Salina Grande (Enrique 2015). El Cte. Juan de la Piedra decidió abandonar el campamento,3 dejando a cargo a Francisco Viedma, quien en abril se retiró a fundar el establecimiento del Río Negro con Basilio Villarino. Antonio Viedma es quien queda a cargo de sostener el asentamiento, mientras que el escorbuto comenzó a tener víctimas fatales; murieron 28 soldados como resultado del consumo de agua de los pozos cercanos al mar.4 La escasez de víveres profundizó el descontento en la tropa, quienes fijaron en la puerta de la capilla un pasquín con amenazas de muerte a las dos autoridades del asentamiento, don Antonio Viedma y el capitán Nicolás García.5 En agosto, Viedma decidió levantar el asentamiento dejándolo en manos del teniente Pedro García y seis soldados, quienes optaron por permanecer allí.6

5 A su vuelta a Buenos Aires, debe informar al virrey Vértiz la causa del abandono y las circunstancias del asentamiento.7 Es en este informe que se incluyó un estudio muy particular sobre las aguas de Valdés. Durante su estadía en el Fuerte, mientras lidiaba con la alta mortalidad como resultado del escorbuto, Antonio Viedma tomó muestras de agua de los pozos que utilizaban. Una del pozo del Fuerte que tenía agua salada, y otra del pozo del manantial natural de la Salina Grande. Cuando llegó en agosto a Buenos Aires, las entregó al médico Miguel Gorman, quien las analizó y produjo el documento que aquí se presenta. El análisis de las aguas y su informe fueron un

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 75

argumento importante usado por Viedma a la hora de dar cuenta ante el virrey Vértiz por los conflictos suscitados durante su permanencia en el asentamiento de San José.

La química colonial

6 El análisis mismo de las muestras de agua estuvo a cargo de Miguel Gorman (1749-1819), un médico irlandés llegado a Buenos Aires en 1777 como parte de la expedición del virrey Ceballos a Colonia del Sacramento; en 1779 ya era el titular del Protomedicato del Río de la Plata, rol que desempañaba cuando realiza los estudios del agua de la península (Beltrán 1937; s/a 2010; Romi 2015). El Protomedicato fue una institución colonial arraigada por una larga tradición, que buscó reorganizar y modernizar la práctica médica, botánica y de farmacia, siendo sus funciones fiscalizar el quehacer de médicos, cirujanos y boticarios (Aceves Pastrana 2004; Berra 2010; Arce 2016).

7 En el Río de la Plata, el Protomedicato se creó en 1780 con el nombramiento de Miguel Gorman como titular, quien se ocupó del saneamiento de las ciudades coloniales a partir del abastecimiento de agua potable, de la construcción de letrinas, la reglamentación de cementerios y el tratamiento de la basura; a su vez, buscó establecer los programas de formación de médicos profesionales, practicantes, sangradores, barberos y otras tareas afines. Asimismo, estableció un reglamento para inspeccionar sistemáticamente los barcos que arribaban al puerto, así como la calidad del agua que recogían los aguateros en el río. También propuso al virrey Nicolás de Arredondo practicar una variolización masiva en 1785 (Arce 2016), en virtud de que la viruela era una de las principales epidemias que afectaban a la ciudad de Buenos Aires. En 1805, implementó la vacunación obligatoria en todo el país y el aislamiento de los enfermos contagiosos (Berra 2010, p. 96).

8 Tanto en España como en distintas colonias —Virreinato de Nueva España, Río de la Plata, Nueva Granada— las últimas décadas del siglo XVIII llevaron a la sistematización y estandarización de la química como ciencia “moderna”.8 Si bien la historia de la química marca una renovación en la Ilustración, hoy en día se cuestiona firmemente este discurso “positivista”, mostrando los límites que efectivamente tenía el conocimiento químico para fines del siglo XVIII (Bertomeu 2011). Algunas de las contradicciones mencionadas muestran cómo permanecía el lenguaje de la alquimia en algunos análisis ya “modernos”. En particular para los análisis realizados por Gorman, es importante tener en claro que las reformas conceptuales y terminológicas que introdujo Lavoisier en su experimentación con el oxígeno como elemento químico fueron contemporáneas a este momento, por lo que no llegaron a incorporarse en el informe del médico. Por este motivo es sumamente interesante examinar los análisis específicos realizados sobre cada una de las muestras de las aguas patagónicas ya que dan cuenta de este momento transicional entre las viejas prácticas de alquimia y la química de Lavoisier.

9 Ahora bien, las muestras tomadas por Viedma corresponden a los dos asentamientos: Fuerte San José y Puesto de la Fuente —ver MAPA 1. Son dos localizaciones bien diferenciadas, la primera en Playa Fracasso, golfo San José, corresponde a uno de los pozos realizados por el personal del Fuerte para buscar agua dulce. Si bien se desconoce su profundidad y ubicación precisa, está localizado arqueológicamente en el Fuerte San José. El sitio tiene una distancia de 200 metros de la playa, lo que resulta en que la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 76

muestra de agua sea muy parecida al agua del mar. La segunda, el Puesto de la Fuente se localiza en estancia Los Manantiales, Salina Grande. Presenta varios manantiales de agua dulce, a pesar de ser tan cercano a dicha Salina. El origen de dichos manantiales fue estudiado desde la hidrogeología de la zona, definiendo la infiltración de las lluvias de todo el centro sur de la península, como fuente para los mismos (Álvarez et al. 2010). Como resultado, ambas muestras tienen cierto grado de salinidad, en un caso marina por la cercanía al mar, mientras que en el otro, la sal se concentraba por evaporación de lagunas naturales.9

Análisis químico de las aguas

10 El documento original que se transcribe a continuación está adjunto al pedido de informe que Vértiz le solicita a Antonio Viedma cuando llega de San José.10 Se detalla a continuación del pedido formal de Vértiz del correspondiente “Análisis Chímica” de las muestras de agua traídas por Viedma desde la península, seguido del informe de Gorman. El texto está organizado con la descripción de los análisis de cada muestra en primer lugar, seguido de una discusión sobre la salinidad como base para el escorbuto, y por último, unas breves consideraciones generales sobre el impacto en la salud del consumo de aguas salobres. Está firmado por Miguel Gorman, en Buenos Aires, el 25 de agosto de 1779. Consiste en 6 folios, archivados en: AGI, Buenos Aires, Legajo 326. Ramo 2. Dictamen de Miguel Gorman. Folios 718 a 723v. Buenos Aires, 25 de agosto de 1779. El documento no está ni digitalizado ni microfilmado, fue adquirido personalmente como copia microfilmada.11

11 Aquí se presenta la transcripción total del informe. Se modernizó la ortografía y se desplegaron las abreviaturas, se indican la numeración de folios y el cambio de verso y reverso. Se ha marcado en notas al pie, la terminología moderna sobre los componentes utilizados para el análisis químico según la búsqueda bibliográfica realizada y la consulta con profesionales.

12 718 verso “Buenos Aires, 25 de agosto de 1779. En atención a que Don Antonio de Viedma ha manifestado con separación el agua de los pozos de la Playa, de que generalmente se surtía el establecimiento de San José, y también la de las Fuentes distantes a aquel puerto y el Don D. Miguel Gorman hará que de una y otra se ejecute el correspondiente Análisis químico, nombrando a este fin al médico y Boticario que conceptúe con la suficiente aptitud para desempeñarla; y en vista de los que éstas expusieren, me informará con individual extensión, acerca de sus cualidades, y de los efectos que puedan causar. Vertiz Excelentísimo Señor. En cumplimiento de su superior decreto de vuestra excelencia en que me manda a, hacer los análisis de las aguas traídas de las costas patagónicas, y que Reverso de su resultado, exponga mi dictamen: Procedí de la forma siguiente= Reconocí primeramente las aguas próximas a la orilla del mar, valiéndome en la primera impresión de los sentidos, y aunque el agua carece por si de color, estas se manifiestan adornadas de un ligerísimo color verde: gustándolas, teñían con su impresión salobre a la boca, causando sed, después de algún tiempo. Una libra12 medida de dicha agua, pesa más que igual cantidad de la destilada, cuatro escrúpulos, y pesa con la del río en calidad de una libra cada una, un escrúpulo más advirtiendo, que las aguas patagónicas, por el mucho tiempo que se conservaron sin movimiento en las vasijas, habrán precipitado al fondo, lo más

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 77

craso de las partículas salino-férreas, que se suspendían en sus poros. Por la evaporación, resultó media onza 719 verso de sal en cuatro libras de agua cuya naturaleza es de sal común, o marina, según lo acreditó la figura cubica de sus sales, y la decrepitación. De estas simples inspecciones, pasé a otras más exactas, para inferir por las precipitaciones que causaron en el agua, las sustancias que se le agregaban, si contenían otro principio. Los Polvos de Agallas de Levante,13 no causaron alteración en su color, ni la tintura de violetas,14 ni la inmersión en papel azul.15 La sal de Tártaro16 precipitó al fondo de estas aguas unas glebas blancas terrestres,17 muy análogas de la magnesia. 18 Echando sobre una libra de agua, cantidad de espíritu de vitriolo,19 no existió efervescencia, e inmediatamente se precipitó al fondo en todo a la sal de Glauber,20 y volviendo a repetir, la disolución, filtración, Reverso evaporación y cristalización, de dicho residuo, se separó un precipitado terrestre blanco, análogo a la sal selenita.21 Echando sobre otra cantidad de agua, el espíritu de Nitro-ácido,22 que contenía disuelto en sus poros el mercurio, tiño algo de amarillo el agua y se precipitó luego al fondo formando una especie de turbit mineral.23 La solución de la plata, se precipitaba del mismo modo en la forma de un cuarzo blanco, y por la cristalización, resultó una sal metálica lunar, que llaman los químicos, Luna Cornada;24 el jabón 25 que se disolvió se cortó luego en porciones gruesas, y los farináceos y verduras, salieron al cabo de seis horas de cocción, crudos, mas endurecidos, y corrugados. Las aguas de las fuentes distan de las de la orilla como cinco a seis leguas, pesan en cantidad 720 verso medida de una libra, con las destilada, un escrúpulo más que esta última, y menos de uno que la de río, y apenas dejaron en la evaporación algunos granos de Caput Mortum,26 vulgo asientos. Cuecen brevemente los alimentos, disuelven el jabón, y no demuestran por el resultado de las anteriores, pruebas de contener otros principios que el salino en corta cantidad, lo que acredita más el gusto, que apenas siente la impresión, después del algún tiempo. Resulta de las varias experiencias que se han hecho en las aguas patagónicas, que las primeras están muy cargadas de sal común, y otra calidad de sal marina a la terrestre, que con dificultad se cristaliza, por eso con la sal de tártaro, forman la magnesia, con el espíritu de vitriolo, el de Glauber, no se alteran con los ácidos ni con los alcalinos, porque no encierran en si ninguno de ellos, ni con las agallas toman Reverso el color negro, porque no contienen marte,27 de ninguna especie, ni menos particular sulfúreas, ni bituminosas, ni impresión de mineral, siendo la prueba más constante, las figuras cubicas de sus cristales, y la decrepitación. Es muy natural el que sean saladas las aguas primeras, porque estando los pozos tan inmediatos a las mar, reciben de ellas las aguas que pasan por los poros de las arena, dejando a proporción que se retiran, lo salobre, como lo acreditan las segundas, que por las distancia en que se hallan son cuasi dulces, sin decidir por esto que estas últimas, tengan su origen de donde las primeras; pues se hallan fuentes saladísimas en más retirado de las mares, sin que se pueda pensar nacer de tan inmenso piélago; como también fuentes de agua dulce en medio de las islas. Generalmente, 721 verso son más útiles para la salud las aguas ligeras, porque molestan menos con su peso el ventrículo y estando menos cargas de partes heterogéneas, son por consiguiente más penetrantes, proporcionadas a la micción, y más propensas a enfilarse por los

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 78

vasos mínimos mediante la fuerza motriz, sin que destruya mi argumento lo singular de más naturaleza, en quienes aprovecha menor el agua gruesa. Aunque se observa algunas veces que aun con las mejores aguas, resisten a la cocción los alimentos, y principalmente las farináceos, es preciso advertir que depende de la tenacidad de estos, o de estar muy envejecidos, pues lo efectos de las buenas aguas, son de acelerar la cocción de los manjares por que supone en ellas el dote de fácil división, movilidad y penetración, acreditando así su vitalidad, para el uso interno. Es vulgar y decidida opinión que el Reverso escorbuto lo produce la sal marina; pero este dictamen lo admitirán lo que no hubiesen leído con atención a Pringle, y Lind,28 cuya sólida teórica desvanece cualquier duda en el particular: los que han tratado el escorbuto en las navegaciones dilatadas, son más dispuestos a convencerse en que es la causa de tan horrible el mal uso de las sal solamente; pues fuera de que todas van continuamente rodeados de una atmósfera salobre, por las exhalaciones que del mar se levantan, y que al mismo tiempo, en lo más de los buques todo es tan salado; adviertan que este molesto achaque, raras veces, y casi nunca, molesta a los oficiales, porque pueden evitar otras causas, que son las más poderosas para nutrir esta hidra. El continuo uso de la sal en los alimentos de que usamos, aunque los miramos como indispensable para la sazón, es utilísimo a nuestra 722 verso naturaleza, porque es un digestivo admirable, y un insigne antipútrido que se opone a la alcalescencia, mediante el ácido marino,29 con algo de vitriólico, que se esconde, no siendo en mucha cantidad ella, preserva carnes, peces, y frutos, de la corrupción, y las conservas, por dilatado tiempo, para incentivos a la gula, o socorros de la necesidad y finalmente es el verdadero bálsamo con que los egipcios preservaran de las influencias del tiempo los cadáveres de sus mayores. Tan excelentes prerrogativas no destruyen los considerables daños, que induciría en la salud, la abundancia de esta sal, pues daría origen a una animonia muniatica,30 precipitando la sangre, suero y demás humores, a una disolución escorbútica particular, bien que para este último morbo, se deben agregar varios con causas Reverso como llevo insinuando en abstracto. Se infiere de lo dicho el dictamen que debo exponer a V.E. sobre el efecto de estas aguas, en los habitantes de las nuevas colonias patagónicas, pues siendo el principal, y el más necesario entre los alimentos es el objeto más digno de más consideración para poner a cubierto, tantas vidas como peligrarían, probablemente, según se infiere, sin violencia, y la experiencia tiene acreditado. Las aguas situadas en la orilla del mar estando (como resultan de las evaporaciones) están sumamente cargadas de sal, y partículas férreas, siendo por consiguiente gruesas, muy pesadas, e impropias para cocer los alimentos, las juzgo, no solamente inútiles pero perjudiciales a los nuevos colonos 723 verso porque darían margen a malas digestiones, y a un Chile grueso desigual y crudo, impropio a sufrir las mutaciones de la segunda cocción, y de aquí se originarían obstrucciones, fiebres, hipocondrías, extenuaciones y otros males a que contribuirían, no poco, lo sensible de las estaciones en aquel clima, la poca bondad de los alimentos, habitaciones, y demás auxilios, la falta de vegetales y las pasiones de ánimos, tan propensas en esos destinos. Las aguas de las fuentes, y que distan de cinco a seis leguas de las primeras; son muy a propósito para el uso de las vidas, por ser mucho más ligeras, y cuasi imperceptiblemente cargadas de sal, y como esta, estando diluida en mucho vehículo, es utilísima con la corrupción, es digestiva, y obra como aperitivo, no hay duda, que se debe considerar con estimación, mayormente gozando la propiedad de cocer con facilidad los alimentos, Reverso

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 79

los que siendo de buena calidad, los más selectos y apropiados, según lo permitan las circunstancias, y procurando tomar los recursos correspondientes, para ponerse a cubierto, y templar en lo posible las injurias de los tiempos, creo que en lo sucesivo no se experimentaran los estragos que hasta aquí hay en la salud. Por no molestar la atención de Vuestra Excelencia ocupada en tan vastos asuntos, me he ceñido lo posible, en un material que da mucho margen, para las más curiosas y útiles reflexiones: aun en tan limitado tiempo, deseo sea del agrado de usted y tendré suma satisfacción de haber contribuido por mi parte al bien de la humanidad, y ventajas, en cuanto de la orden de Vuestra Excelencia.” Don Miguel Gorman Es copia fiel Antonio Viedma

Sobre los análisis en sí y su método

“Como el examen físico de las aguas suele manifestar alguno de sus principios y facilita además el conocimiento de su buena o mala cualidad es indispensable empezar por este examen preliminar, esto es reconocer a primera vista por los sentidos si el agua tiene algún olor color y sabor sensible y notable porque si carece de los caracteres dichos se puede asegurar que el agua es potable pero si tiene alguno de ellos y además cuece mal las legumbres debe tenerse por cierto que no es buena para el uso común. Los caracteres físicos de las aguas dan más ideas que las que algunos creen para su conocimiento porque descubren las aguas que son acídulas por el ácido carbónico y por el hidrógeno sulfurado las que tienen hierro en disolución y esto sirve de preliminar para tantearlas y confirmarlas luego por los reactivos. (Bañares 1820, p. 24)”31 13 El examen de Gorman es un análisis cualitativo comparativo. Como se aprecia en la cita anterior, con un método ya establecido para la medicina y la química, va evaluando las características de sabor y olor, el peso específico, la presencia de sólidos totales. Luego, a partir de disolución, filtración, evaporación y cristalización y del uso de reactivos, se evalúa la presencia de carbonatos, sulfatos, cloruros, acidez, dureza y por último, la capacidad de cocción de vegetales. En términos generales, se utilizan los nombres vulgares, y no llega a aparecer la nomenclatura de Linneo ni la de Lavoisier (Aceves Pastrana 2004); en 1820 todavía se debatía la incorporación de la nueva terminología química en farmacia (Bertomeu y Muñoz 2010; Bertomeu 2015, p. 223).

14 Así, Gorman define para una primera aproximación a partir de los sentidos: el color es apreciado por él mismo a simple vista, así como el gusto. La segunda etapa ya tiene un método y unidades de medida: el peso específico ya tiene una estandarización con agua destilada y agua del río, así como en las unidades de medidas —escrúpulos y libras. Y los sólidos totales se comparan en peso a partir de la evaporación, detectando cristales de sal y Caput Mortum.

15 Luego Gorman utiliza distintos reactivos muy comunes en la época (Bañares 1820; Montané Marti 1998, Armijo de Castro 2012): 1. Comienza con el polvo de Agallas de Levante —alto contenido de taninos— para detectar la presencia de marte —sulfuro ferroso. 2. La tintura de violetas y papel azul indican el estado ácido-base. 3. Busca determinar carbonatos con sal de Tártaro. 4. Los sulfuros con el vitriolo. 5. Los sulfatos con la comparación a la sal de Glauber y la selenita; así como con el espíritu de nitro-ácido.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 80

6. Los cloruros se identifican a partir de la reacción con solución de plata, identificando la Luna Cornada —cloruro de plata. 7. La dureza del agua es medida a partir del jabón: su deshidratación y resistencia, aunque aún no estaba estandarizada la composición de este. 8. La capacidad de cocción de vegetales en un tiempo determinado así como la evaluación del producto final —“salieron al cabo de seis horas de cocción, crudos, mas endurecidos, y corrugados” (Folio 719, reverso).

16 El informe se completa con la comparación entre ambas muestras, diferenciando claramente ambas fuentes: “Las aguas situadas en la orilla del mar (…) están sumamente cargadas de sal, y partículas férreas, siendo por consiguiente gruesas, muy pesadas, e impropias para cocer los alimentos, las juzgo, no solamente inútiles pero perjudiciales a los nuevos colonos porque darían margen a malas digestiones, (…) que contribuirían, no poco, lo sensible de las estaciones en aquel clima, la poca bondad de los alimentos, habitaciones, y demás auxilios, la falta de vegetales y las pasiones de ánimos, tan propensas en esos destinos” (Folio 22 reverso y 723 verso).

17 Así, las aguas cercanas al mar, son más saladas con una ligera tonalidad verde, y son 4.76 gramos más pesadas que el agua destilada. Los sólidos —cristales cúbicos de sal— son 0.2 gramos de sal por gramo de agua. La muestra no presentó contenido de hierro, y sí un estado ácido, base neutro. Sí se hallaron carbonatos —carbonato potásico y de magnesio—, sulfatos —sulfato de sodio, de calcio y mercurial—. De los cloruros, se detectó cloruro de plata. El agua resultó dura y mala para la cocción. Las aguas de los manantiales tienen un gusto dulce y pesan solo 1.19 gramos más que el agua destilada. Se aprecia una diferencia en la sal terrestre —que se cristaliza con dificultad— y como la anterior, no presenta restos ferrosos, es levemente alcalina y se hallaron los mismos carbonatos, sulfuros, sulfatos y cloruros que en la anterior.32

18 Es interesante observar cómo en su evaluación de las aguas, Gorman incluye las condiciones del clima, el estado de los alimentos y las condiciones precarias de habitación. El agua de las fuentes, ligera, casi sin sal, sumado a una mejor provisión de alimentos frescos y habitaciones resultarían —dice Gorman— en que no se sigan experimentado los severos problemas de salud acontecidos durante ese año en San José. Profundiza esta diferencia con las consecuencias del consumo de sal en la salud: “molestan menos con su peso el ventrículo y estando menos cargas de partes heterogéneas, son por consiguiente más penetrantes, proporcionadas a la micción, y más propensas a enfilarse por los vasos mínimos mediante la fuerza motriz” (folio 721). No obstante, reconoce la importancia de la sal para la salud y la cocción de vegetales, siempre que sea consumida sin excesos.

19 Luego sigue la argumentación más novedosa en relación con el escorbuto. Vale aclarar que el escorbuto es un trastorno nutricional secundario al déficit corporal de vitamina C —ácido ascórbico. A fines del siglo XVIII, fue una de las complicaciones más serias que afrontaban las Coronas en sus traslados a las colonias. Recién a fines del siglo XVIII las experimentaciones dieron resultados parciales positivos, principalmente en Inglaterra.

20 James Lind, fue el médico inglés que en 1753 logró relacionar el escorbuto con la falta de productos frescos, fundamentalmente los cítricos. No obstante, no llegó a superar las dificultades para conservar la vitamina C a lo largo del tiempo. El capitán Cook fue uno de los primeros en seguir sus indicaciones y obligó a las tripulaciones a comer cítricos, evitando la muerte de sus marineros por escorbuto. De ahí en más la armada inglesa fue

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 81

incorporando los cítricos en su dieta de altamar, logrando reducir drásticamente la mortandad por escorbuto.

21 John Pringle, médico escoces, fue quien destacó estos avances científicos en 1776, en su discurso en la Royal Society (Torres Santo Domingo 2003). No obstante, recién en 1795 se pudo comprobar la relación entre escorbuto y consumo de vitamina C, cuando Gilbert Blane, médico dedicado a la salud de la Armada Naval inglesa, logró preservar las cualidades del jugo de cítricos en alcohol destilado (Rizzi 2010).

22 Por su parte, Gorman cita directamente a Lind y Pringle, mostrando con cierta obviedad que debían ser conocidos. Su punto de vista discutía con los remanentes de la teoría de humores,33 descartando que la atmósfera marina sea lo que produce el escorbuto, “(…) van continuamente rodeados de una atmósfera salobre, por las exhalaciones que del mar se levantan (…)” —folio 721 reverso. Aún más, extiende su argumento “(…) este molesto achaque, raras veces, y casi nunca, molesta a los oficiales, porque pueden evitar otras causas, que son las más poderosas para nutrir esta hidra” — folio 722 verso. Es decir, que este mal que aquejaba a las tripulaciones de todas las potencias europeas podría deberse a deficiencias en la alimentación resultado de las diferencias sociales al interior de la tripulación. En el caso de San José, los muertos por escorbuto en el primer año fueron 24 (García Guraieb et al. 2017).

23 Gorman concluyó sobre el uso de ambas fuentes de agua. Las de los manantiales, asociadas a buena alimentación y habitación, mejorarían considerablemente la salud; mientras que las del golfo, sumadas a mala alimentación y habitaciones precarias, llevarían nuevamente al deterioro de los habitantes del Fuerte. Esta conclusión es muy significativa en varias dimensiones.34

24 Por un lado, su diagnóstico de las aguas permite a Gorman extenderse aún más y dictaminar sobre las necesidades de mejores condiciones en contextos coloniales marginales como es el caso, reclamando buenos alimentos y mejoras en la infraestructura. Recordemos también que la solicitud de análisis de las aguas responde a la situación crítica atravesada por el establecimiento en el invierno de 1779 con varios fallecidos y un motín a la autoridad de Antonio Viedma. Es interesante tener en cuenta que, a pesar de haber tenido varios informes posteriores de evaluación de los asentamientos, este informe sobre la potabilidad de las aguas no fue mencionado ni considerado, acentuando la idea de desajuste entre el diseño de políticas coloniales y la puesta en práctica en el caso de este establecimiento patagónico (Bianchi Villelli 2017). Es decir, que las indicaciones de Gorman podrían haber sido incorporadas en los informes y discusiones que se desarrollaron en esos primeros años del plan de poblamiento patagónico.

25 Como ya mencionamos, las condiciones precarias e inestables fueron el escenario constante en los establecimientos de la costa patagónica. Las demandas han sido por el mejoramiento de las condiciones de habitación y animales para el traslado de agua de los manantiales; sin embargo, hay que mencionar que desde 1780 no hay más fallecidos por escorbuto en San José (García Guraieb et al. 2017).

26 Aún más, esta situación de precariedad no solo persistió en San José, sino que se reiteró en los asentamientos creados con posterioridad: en particular es llamativo que la alta mortalidad por escorbuto se repitió en el breve campamento en Puerto Deseado a comienzos de 1780 (Viedma 1780; Buscaglia 2012) y en el primer año de Floridablanca, 1780/1781 (Viedma 1780; Senatore 2007) —ambos bajo la autoridad de Antonio Viedma. En este sentido, llama considerablemente la atención el desfasaje entre las conclusiones

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 82

del informe y los eventos de alta mortalidad que se reiteraron el año siguiente en los inicios de las poblaciones coloniales de la costa patagónica.

Comentarios Finales

27 El proyecto ilustrado es una de las trayectorias principales de la modernidad/ colonialidad; el siglo XVIII en Sudamérica se presenta como escenario de nuevas exploraciones, de hecho, con miradas que integraron la ciencia con la geopolítica (Pratt 2010). Por un lado, hubo un auge de los viajes científicos organizados desde distintas metrópolis como los de La Condamine, Humboldt, Malaspina y Félix de Azara, entre otros (Pratt 2010; Figueroa 2011; Monge 2002; Baeza y González 2004; Galera Gómez 2010). Los avances en química, medicina, biología y zoología no quedan por fuera de este escenario ya que “el proyecto de un inventario del mundo no se puede separar de la conquista y el control de buena parte del planeta por parte de las naciones más fuertes de Europa” (Nieto Olarte 2003, p. 240, Martínez 2015, p. 2). Este inventario, en el caso de Patagonia, implicó tanto que se omitan los desarrollos culturales preexistentes como que se desdibuje el funcionamiento de un discurso científico vinculado a la posesión colonial.

28 La colonización de península Valdés se incorporó a este inventario desde el análisis de aguas de Gorman así como las exploraciones y cartografías realizadas, no ya con una mirada científica sino con fines geopolíticos (Luiz 2006). Los mapas de Villarino, De La Piedra, Pedro García y Bernardo Tafor constituyen el corpus cartográfico para demarcación, denominación y apropiación del territorio (Bianchi Villelli 2016). La posibilidad de indagar en la puesta en práctica de los establecimientos patagónicos permite cuestionar la forma y el alcance del discurso ilustrado y moderno. En este caso, exploración, colonización, química colonial y salud se entrecruzan y muestran nuevamente los desfasajes y contradicciones entre las planificaciones y el desarrollo en la práctica de los asentamientos patagónicos

Agradecimientos

29 Las investigaciones fueron financiadas por los siguientes proyectos de Sistema Nacional de Ciencia y Técnica: PICT 2010-050, FONCYT 2011-1012 (directora Dra. M. Bianchi Villelli), PIP 0183 CONICET 2011-201 (dirigido por la Dra. S. Buscaglia) y PIP 20119 (dirigido por la Dra. S. Buscaglia y codirigido por la Dra. M. Bianchi Villelli). Mi agradecimiento por comentarios y colaboraciones para Silvana Buscaglia, Luciana Carignano, Solange Fernández Do Río, Laura Caruso Fermé, Solana García Guraieb. A los evaluadores anónimos.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 83

Fuentes

BIBLIOGRAPHY

Aceves Pastrana, P. (2004). La Farmacia en el periodo colonial. Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, 70 (1), 125-145.

Achim, M. (2007). Science in translation: the commerce of facts and artifacts in the transatlantic Spanish world. Journal of Spanish Cultural Studies, 8 (2),107-115.

Alioto, S. (2011). Indios y ganado en la frontera. La ruta del río Negro (1750-1830). Rosario: Prohistoria Ediciones.

Álvarez, G. (2010). Las conexiones entre el pensamiento de Alejandro Malaspina y la representación visual de la expedición en la Patagonia (1789-1794). Magallania, 38 (1), 5-18.

Álvarez, M. del P., Trovatto, M. M., González, N. y Hernández, M. A. (2010). Comportamiento hidroquímico del agua subterránea en el Sector Sur de Península Valdés, Chubut, Argentina. I Congreso Internacional de Hidrología de Llanuras, (pp. 372-373). Azul: Ed. Martín.

Alvarez, M. del P. y Gueli, M. (2015). El rol del agua en la historia de la Península Valdés. Cuadernos de Historia Patagónica, 3, 125-136. Centro de Estudios Históricos y Sociales..

Andrade Lima, T. (1996). Humores e odores: ordem corporal e ordem social no Rio de Janeiro, século XIX. História, Ciências, Saúde-Manguinhos, 2 (3), 44-94.

Arce, H. E. (2012). A propósito del Bicentenario. Ciencias de la Salud. 6 (1), 33-34. Fundación Barceló.

Armijo de Castro, F. (2012). El análisis Químico de las aguas en el Mundo. Cien años de análisis de las aguas mineromedicinales, Balnea, 2012, 5, 213-222. ). Disponible: https://www.ucm.es/data/cont/docs/680-2015-12-18- N%C3%BAmero%205%20(2012)%20Cien%20a%C3%B1os%20de%20an%C3%A1lisis%20de%20las%20aguas%20mm.pdf

Balaguer Perigüell, E. (2006). La ciencia en la españa ilustrada. Canelobre, 14-35.

Bañares, G. (1820). Analisis del agua mineral de los Baños de la Fuensanta ó Hervideros, sitos en la dehesa de Villafranca propia de la encomienda de la Clavería de Calatrava en la Mancha ... en la Imprenta de D. Leonardo Núñez de Vargas. Disponible: https://books.google.com.ar/books? id=76Dr4bPJoc0C&dq=Polvos+de+Agallas+de+Levante&hl=es&source=gbs_navlinks_s

Barba Ruiz, L. (2009). Quiénes colonizaron la Patagonia en el siglo XVIII. Trelew: Biblioteca Popular A. Álvarez.

Barrera, A. (2006). Empire and Knowledge: Reporting from the New World. Colonial Latin American Review, 15 (1), 39-54.

Beltrán, J. R. (1937). Historia del Protomedicato de Buenos Aires: Estado de los conocimientos sobre medicina en el Río de la Plata durante la época colonial. Buenos Aires: Editorial El Ateneo.

Berra, H. (2010). La medicina rioplatense en 1810. Revista Médica de Rosario, 76, 94-102.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 84

Bertomeu, J. R y Muñoz, R. (2010). Resistencias, novedades y negociaciones: la terminología química durante la primera mitad del siglo XIX en España. Dynamis, 30, 213-238.

Bertomeu, J. R. (2011). Química y esfera pública durante la Ilustración en España. En El año de la Química. Del pasado al presente. Revista Eidon, 35. Disponible: http://www.revistaeidon.es/ archivo/el-ano-de-la-quimica/del-pasado-al-presente/117775-quimica-y-esfera-publica-durante- la-ilustracion-en-espana

Bertomeu, J. R. (2015). Fugaces novedades y largas persistencias: la terminología química y la profesión farmacéutica durante la primera mitad del siglo XIX. En J. Pinilla, B. Lépinette (Eds.), Traducción y difusión de la ciencia y la técnica en España (siglos XVI-XIX) (pp. 207-229). Valencia: Universitat de València.

Bianchi Villelli, M., Buscaglia, S. y Sancci, B. (2013). Una genealogía de los planos históricos de los asentamientos coloniales de Fuerte San José, Península Valdés (Siglo XVIII). Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, III (1), 1-14.

Bianchi Villelli, M. (2016). Construyendo Patagonia colonial. Las cartografías de la costa patagónica (fines del siglo XVIII). En P. Nuñez (Comp.), Fronteras Conceptuales/ Fronteras Patagónicas (pp. 85-108). Bariloche: Instituto de Investigaciones en Diversidad y Procesos de Cambio. CONICET-UNRN. Río Negro.

Bianchi Villelli, M. (2017). Colonialismo en Península Valdés: entre los proyectos defensivos y las tentativas comerciales (Patagonia norte, fines del siglo XVIII). Memoria Americana, 25(1), 47-75.

Biedma, J. (1905). Crónica histórica del Río Negro. Buenos Aires: Contes.

Buscaglia, S. (2012). Poder y dinámica interétnica en la colonia española de Floridablanca. Una perspectiva histórica y arqueológica (Patagonia, Argentina, Siglo XVIII). Saarbrücken: Editorial Académica Española.

Buscaglia, S., Bianchi Villelli, M., Starópoli, L., Bosoni, C., Carelli, S. y Alberti, J. (2012). Arqueología Histórica en Península Valdés. Primeros Abordajes Históricos y Arqueológicos al Fuerte San José (1779-1810). Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, 6, 47-79.

Buscaglia, S. (2015). Relaciones Interétnicas en el Fuerte San José (Patagonia, Siglo XVIII). Una Aproximación Comparativa. Revista Española de Antropología Americana, 45, 91-111.

Buscaglia, S., Alberti, J., Álvarez, M. (2016). Techno-morphological and use-wear analyses of gunflints from two Spanish colonial sites (Patagonia, Argentina). Archaeometry, 58, 230-245.

Casanueva, M. L. (2013). Colonos e Indígenas por Tierras Patagónicas. Una mirada arqueológica de la vida cotidiana transcurrida durante los siglos XVIII, XIX y XX. Saarbucken: Publicia.

Chamizo, J. A. (2004). Apuntes sobre la historia de la química en América Latina. Historia y desarrollo de la química en México. Revista Social de Química de México, 48, 165-171.

De Vos, P. (2007). From herbs to alchemy: the introduction of chemical medicine to Mexican pharmacies in the Seventeenth and Eighteenth Centuries. Journal of Spanish Cultural Studies, 8 (2), 135-168.

Enrique, L. A. (2015). Un diario de viaje inédito de Basilio Villarino y el mapa de la travesía: más de un siglo de periplo por los archivos, Corpus-Archivos virtuales de la alteridad americana, 5 (1).

Enrique, L. A. (2018). Huellas del paisaje colonial en las narrativas fundacionales sobre la frontera sur. SAA. Disponible: http://www.saantropologia.com.ar/wp-content/uploads/2018/08/Libro-Ayl%C3%A9n- Enrique-2018.pdf

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 85

Entraigas, R. (1960). El fuerte del Río Negro. Buenos Aires: Librería Don Bosco.

Figueroa, M. (2011). En los márgenes del Imperio Español y de la Historia natural: Félix de Azara colector (1787-1789). Prohistoria, 15. Disponible: http://www.redalyc.org/articulo.oa? id=380135843001>

Galera Gómez, A. (2010). Las corbetas del Rey. El viaje alrededor del mundo de Alejandro Malaspina (1789-1794). Bilbao: Fundación BBVA. http://www.fbbva.es/TLFU/tlfu/esp/publicaciones/libros/ fichalibro/index.jsp?codigo=584

García Guraieb, S., Tessone, A., Buscaglia, S., Crespo, C., Bianchi Villelli, M., Del Papa, M. (2016). Análisis Bioarqueológico de un Individuo Recuperado en el Fuerte San José (Pla. Valdés, Pcia. De Chubut, 1779-1810). Revista del Museo de Antropología, 61-76.

Gorla, C. (1984). Los Establecimientos Españoles en la Patagonia. Estudio Institucional. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Guyton de Morveau, L. B. (2009 [1788]) Lecciones de química teórica y práctica dispuestas por un nuevo método...para servir a los cursos públicos de la Academia de Dijon. Imprenta de Don Antonio Espinosa, [digitalizado por Universidad Complutense de Madrid]. Disponible: https://books.google.com.ar/books?id=1Lk_Cq- zCa4C&dq=la+figura+cubica+de+sus+sales&hl=es&source=gbs_navlinks_s]

Jourdan, A. J. L. (1829). Farmacopea universal ó Reunión comparativa de las farmacopeas de Amsterdam. Amberes: Imp. de Ramón Vergés.

Larrosa, A. (1993). Azarosos trajinar de hospicios y enfermerías en el Montevideo del Siglo XVIII. Revista Dirección Nacional de Sanidad de las Fuerzas Armadas, 16 (1), 54-61

Luiz, M. T. (2006). Relaciones fronterizas en Patagonia. La convivencia hispano-indígena a fines del período colonial Ushuaia: Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.

Martínez, C. (2015). Usos del pasado y confiabilidad de las fuentes: Antoine-Joseph Pernety y la disputa sobre la naturaleza de América en el siglo XVIII. Corpus, 5 (2), consultado el 02 octubre 2016.

Monge, F. (2002). En la costa de la niebla. El paisaje y el discurso etnográfico ilustrado en la expedición Malaspina en el Pacífico. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Montané Martí, J.C. (1998). Diccionario para la lectura de textos coloniales en México. Sonora: Hermosillo.

Nacuzzi, L. (2007). Los grupos nómades de la Patagonia y el Chaco en el siglo XVIII: identidades, espacios, movimientos y recursos económicos ante la situación de contacto. Una reflexión comparativa. Chungara 39 (2), 221-234.

Nieto Olarte, M. (2003). Historia Natural y la Apropiación del Nuevo Mundo en la Ilustración española, Bulletin de l'Institut français d'études andines, 32 (3), Publicado el 08 diciembre 2003, consultado el 16 noviembre 2018. DOI: 10.4000/bifea.6049

Pratt, M. L. (2010). Ojos Imperiales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Ramos Pérez, D. (1984). El sistema de creación de establecimientos en la época de Carlos III y su carácter anti-tradicional; el caso de la costa patagónica. En Estructuras, gobierno y agentes de la administración en la América española (siglos XVI, XVII y XVIII), (pp. 503-529). Valladolid: Universidad de Valladolid.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 86

Rizzi, M. (2010). Historia del escorbuto. Especial referencia a las epidemias acaecidas en los sitios de Montevideo. Revista Faso 17 (2), 52-58.

Romi, J. C. (2015). Historia del Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional. s/d?

Sagredo Baeza, R. y González Leiva, J. I. (2004). La expedición Malaspina en la frontera austral del imperio español. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

Senatore, M. X. (2007). Arqueología e Historia en la Colonia Española de Floridablanca. Patagonia, Siglo XVIII. Buenos Aires: Editorial Teseo.

Senatore, M. X., Bianchi Villelli, M., Marschoff, M., Buscaglia, S., Nuviala, V., Bosoni, C. y Staropoli, L. (2008). Una arqueología de las prácticas cotidianas en la colonia española de Floridablanca (Patagonia, Siglo XVIII). En L. Borrero, y N. Franco (Comps.), Arqueología del Extremo Sur de Sudamérica. Resultados de nuevos proyectos, (pp. 81-117). Buenos Aires: Dunken.

Sin Autor (2010). Caveat lector. Medicina (Buenos Aires), 70(1), 89-90.

Torres Santo Domingo, M. (2003). Los viajes del capitán Cook en el siglo XVIII. Una revisión bibliográfica. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, VIII (441). Disponible: http://www.ub.es/geocrit/b3w-441.htm.

Viedma, A. (1972 [1783]). Descripción de la Costa Meridional del Sur, llamada vulgarmente Patagónica (...). En Colección Pedro De Angelis, tomo viii B, (pp, 845-936). Buenos Aires: Plus Ultra.

Zusman, P. (1999). ¿Terra Australis - “Res Nullius”? El avance de la frontera colonial hispánica en la Patagonia (1778-1784). Scripta Nova, 45 (34). Disponible: http:// www.ub.es/geocrit/ sn-45-34.htm. Consultado el 30 de mayo de 2017.

Zusman, P. (2001). Entre el lugar y la línea: la constitución de las fronteras coloniales patagónicas 1780-1792. Fronteras de la Historia, 6, 41-67.

NOTES

1. Para contextualizar el plan de poblamiento español en la costa patagónica y sus diversos asentamientos, ver, entre otros, Entraigas (1960); Ramos Pérez (1984); Senatore et al.( 2008); Alioto (2011); Bianchi Villelli et al. (2013); Casanueva (2013); Bianchi Villelli (2016, 2017); Buscaglia y Bianchi Villelli (2016); Enrique (2018). 2. Archivo Histórico Nacional (en adelante AHN) Estado, legajo 2316. Diario de la expedición del mando del Comisario Superintendente Don Juan de la Piedra, Buenos Aires, 14/3/1779. 3. Fundaçao Biblioteca Nacional (en adelante FBN) MS-508 39, doc.1142. Motivos y causas para desamparar el puerto San José incluyendo documentos que manifiestan acaecimientos y diferencias suscitadas en aquel establecimiento, Montevideo, 31/8/1779. 4. Archivo General Indias (en adelante AGI), Bs As, 326. Ramo 2. Informe de Antonio Viedma sobre Puerto San José. Folios 724 a 728. Buenos Aires, 28 de septiembre de 1779. 5. Puerto San José, 23 de julio de 1779. Motivos y causas para desamparar el puerto San José…, Montevideo, 31/8/1779 (FBN MS-508 39, doc.1142). Carta 210, Buenos Aires, 8/10/1779 (AGI, Bs. As. leg. 326). Ver también Biedma (1905) y Barba Ruiz (2009). 6. Archivo general de la Nación (en adelante AGN). Sala IX, 16.3.4. Carta de P. García a F. Viedma. Puesto del Puerto de San José, 28/5/1780. 7. AGI, Buenos Aires, Leg. 326. Informe de Antonio Viedma sobre Puerto San José. Buenos Aires, 28 de septiembre de 1779.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 87

8. “Los intentos de reforma de la terminología química del siglo XVIII culminaron con la obra de Louis-Bernard Guyton de Morveau, Antoine Laurent Lavoisier, Antoine Fourcroy y Claude Louis Berthollet publicada en 1787” (Bertomeu y Muñoz 2010, p. 215). 9. Es importante mencionar que el agua subterránea en la península se encuentra conformando un acuífero libre (Álvarez et al. 2010). “En los campos medanosos del sur de la península se encuentra el agua de mejor calidad. En las pequeñas acumulaciones costeras y en los manantiales de la Salina Grande el agua es dulce, pero de menor calidad. En las cercanías de la Caleta Valdés es muy salada y en el resto de la península el agua es salobre, es decir no apta para consumo humano, pero sí para la ganadería” (Álvarez y Gueli 2015, p. 132). 10. AGI, Buenos Aires, Leg. 326. Informe de Antonio Viedma sobre Puerto San José. Buenos Aires, 28 de septiembre de 1779. 11. Agradecemos al Lic. B. Sancci quién nos facilitó las copias seleccionadas por nosotras. 12. Unidades de medida de peso. Una libra equivale a 0.4536 kilo = 16 onzas 96 dracmas = 5.760 granos. Un escrúpulo: equivale a 1/3 de dracma = 1/24 de onza antigua de farmacia = 1.19 gramos = 20 granos (Montané Marti 1998). 13. Las agallas son excrecencias producidas en las encinas por la picadura de ciertos insectos del género Gynips o Diplolepis gallae tinctoriae, L. Todas las agallas son ricas en tanino y ácido gálico; por esto se emplean para el curtido de las pieles, para fabricar tintas para tejidos y tinta de escribir y para preparación de manipulados farmacéuticos astringentes; se utilizaban como reactivos para determinar la presencia de hierro dado que colorean el agua de un tono negro (Jourdan 1829). 14. Reactivo realizado a partir de pétalos de violetas, utilizado para medir la acidez del agua. En un medio ácido se tornaba colorada; en uno alcalino, verde. En 1750, Gabriel F. Venel, químico enciclopedista francés, “utilizando una solución patrón de ácido sulfúrico junto con un indicador, por primera vez, extracto de violetas para determinar el contenido de carbonato de las aguas” (Armijo de Castro 2012, p. 217). 15. Papel tornasol para medir acidez. 16. Carbonato potásico (Montané Marti 1998). 17. Se refiere a sedimentaciones como terrones. 18. Carbonato básico de magnesio (Montané Marti 1998). 19. Ácido sulfúrico (Montané Marti 1998). Los espíritus eran compuestos elaborados de las partes más volátiles de las sustancias. 20. Sulfato de sodio. 21. Sulfato de calcio. 22. Nitro es nitrato potásico (Montané Marti 1998). El ácido nítrico, utilizado como reactivo ya que el nitrato de mercurio en agua precipita en sulfato de mercurio. 23. El turbit mineral es sulfato mercurial (Montané Marti 1998). 24. Cloruro de plata (Montané Marti 1998). 25. El jabón se utilizaba para medir la dureza del agua. “En 1756, Francis Home (1720-1813) investigó el origen de la dureza y realizó una serie de experiencias con las sustancias que cuajaban el jabón. En su trabajo encontró hasta once agentes ablandadores como la “parte soluble de la cal”, que era la más importante seguida del aceite y del “espíritu del agua de mar” (Armijo de Castro 2012, p. 218). 26. Caput mortuum es un término utilizado en alquimia en referencia a una sustancia de desecho derivada de un proceso químico, una precipitación. 27. Sulfuro ferroso (Montané Marti 1998). 28. Ver más adelante. 29. Cloro (Montané Marti 1998). 30. No se pudo hallar una referencia para este término. Podría relacionarse con la anemia. 31. Puede observarse que la cita difiere de los análisis de Gorman en que incluye las denominaciones químicas “modernas” como hidrógeno sulfurado y ácido carbónico.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 88

32. Nos permitimos la licencia de establecer una comparación con las investigaciones sobre los recursos hídricos actuales. Sintéticamente, los pozos del golfo y los manantiales presentan en términos generales, una hidrogeología resultante del lavado y disolución de los sedimentos de la formación Puerto Madryn (Álvarez et al. 2010, pp. 374/378): son levemente alcalinos, con presencia de bicarbonato de sodio y sulfatos —en menor cantidad al sur. Los cloruros tienen mayor presencia en la muestra de la Salina, mientras que la relación es inversamente proporcional en el caso del calcio, magnesio y sodio. En términos generales, los resultados no estandarizados del siglo XVIII presentan cierta similitud con lo analizado hoy en día. Es importante mencionar que Álvarez et al. (2010) definieron una zona de buena aptitud del agua en la que se incluye la Salina y la fuente de los manantiales en particular. Sin embargo, en esta zona se hallaron valores muy altos de potasio, arsénico y flúor que dejan estas aguas inviables para el consumo humano —de acuerdo a los estándares actuales. 33. La teoría de humores es la base de la medicina hipocrática y galénica, y entiende el estado de salud a partir del equilibrio de cuatro sustancias —humores—: bilis negra, bilis, flema y sangre, que se relacionaban con los cuatro elementos: el fuego, el aire, el agua y la tierra. Remanentes de esta teoría aún permanecían en el siglo XVIII (Andrade Lima 1996). 34. Senatore (2007) analizó. para la colonia de Floridablanca, la planificación de la salud y la alimentación en términos nutricionales; en función de las deficiencias en la alimentación, las muertes y enfermedades, concluye asimismo que las condiciones de vida eran fácilmente mejorables con una mejor alimentación según la época.

ABSTRACTS

In this work we present a documentary piece related to the Spanish colonization of the Patagonian coast at the end of the 18th Century. It is the report of the chemical analysis of waters, taken in Valdés Peninsula during the installation of San José Fort in 1779. We present the transcription of an unpublished document, followed by the lines of inquiry that come up: the method of water analysis and "translation" of the chemical elements mentioned. We contextualize the discussion in relation with the colonization of the territory and decision making about resources, the modernization of chemistry and its role in public health, specifically the importance of scorbut. This concurrence leads to the notoriety of Valdés Peninsula within the colonial scenery.

En este trabajo presentamos una pieza documental relativa a la colonización española de la costa patagónica de fines del siglo XVIII. Es el informe sobre el análisis químico de aguas tomadas en península Valdés, durante la instalación del Fuerte San José en 1779. Se presenta la trascripción del documento inédito, seguido de las líneas de indagación que surgen del mismo: el método de análisis y “traducción” de elementos químicos mencionados. Asimismo, contextualizamos la discusión en relación con la colonización del territorio, la toma de decisiones sobre los recursos, la modernización de la química y su rol en la salud pública, en particular, la importancia del escorbuto. Esta concurrencia lleva a la notoriedad de península Valdés en el escenario colonial.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 89

INDEX

Keywords: Valdes Peninsula, 18th Century, San José Fort, waters, scorbut Palabras claves: Península Valdés, siglo XVIII, Fuerte San José, aguas, escorbuto

AUTHOR

MARCIA BIANCHI VILLELLI

Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-Universidad Nacional de Río Negro, Argentina. Correo electrónico: [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 90

El caso Muñoz y Barbeito: Un expediente para conocer la historia tardo colonial de Chiquitos The Muñoz y Barbeito affair: An illustrative file to know the post-Jesuit history of Chiquitos

Cecilia Martínez

1. Introducción

1 El documento cuya transcripción ofrezco aquí forma parte del acervo sobre Mojos y Chiquitos (MyCh) del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB, Sucre). Dicho acervo consta de 1565 documentos referidos a las gobernaciones militares de Mojos y Chiquitos entre los años 1768 y 1823. La pieza en cuestión proviene de Chiquitos, abarca los años de 1784 a 1787 y, dado que es el expediente judicial de una causa por comercio ilícito, forma parte del conjunto de papeles provenientes de la Real Audiencia de La Plata. La edición y publicación de un documento perteneciente a esa colección resulta relevante por varios motivos. El primero, es que estos documentos permanecen inéditos y sus versiones digitales no se encuentran on line, de modo que la única forma de acceso es presencial, o bien de manera remota, a través del envío de una copia digital contra el pago de un arancel. Este restringido acceso contrasta con el de los documentos del período jesuítico, inmediatamente anterior al abarcado por el acervo MyCh del ABNB, ya que una gran parte de los escritos legados por los jesuitas fueron publicados a lo largo de los últimos doscientos años, y en muchos casos cuentan con más de una edición.1 Esta situación, junto con otras circunstancias heurísticas, epistémicas y políticas que analicé en otros trabajos (Martínez 2015a, 2018), contribuyó a que la historiografía de la región se caracterice por una notable disparidad entre la cantidad de estudios dedicados al Chiquitos jesuítico y aquellos sobre el período post- jesuítico o tardo-colonial.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 91

2 La publicación de este solo documento ciertamente no revierte este escenario, aun si la consideramos junto con las de otros documentos del mismo período y de la misma región editados por otros investigadores a propósito de sus respectivos temas de estudio.2 De todos modos, en virtud de sus características intrínsecas y de la información que presenta, este expediente es muy significativo. El mismo contiene un conjunto de escritos con valor de prueba judicial, tales como autos, certificaciones, testimonios, declaraciones, y de otros documentos propios del quehacer jurídico, como un poder y una sentencia dictada por el tribunal que juzgó el caso. Fue iniciado por el flamante gobernador interino de Chiquitos, Antonio López Carbajal, que había llegado a la provincia para reemplazar a otro interino, Francisco Xavier Cañas. A su vez, ambos eran subrogantes del gobernador titular, Barthelemí Berdugo, ausentado de su cargo por problemas de salud. En el mes de agosto de 1786 una partida de lienzos y rosarios de Chiquitos perteneciente a Manuel Muñoz y Barbeito fue confiscada en Santa Cruz y puesta a disposición de las autoridades. Entonces comenzó una investigación judicial, dado que los reglamentos que regían el gobierno de la provincia prohibían la participación de privados en la comercialización de sus productos. Sin embargo, a partir de las pruebas presentadas por el acusado y de la declaración de varios testigos, resultó que las contravenciones a la normativa no se limitaban al contrabando, y que no solamente eran toleradas por las autoridades locales, sino también incentivadas.

3 La relevancia del contenido de este expediente se revela en dos sentidos solidarios entre sí. Primero, porque el proceso abierto a Manuel Muñoz y Barbeito constituye un caso con rango de muestra, a partir del cual es posible deducir algunas conclusiones de alcance más amplio. Segundo, porque permite ilustrar la situación social, política, administrativa e interétnica de la provincia al promediar el período colonial tardío. Una caracterización del contexto en el que fue producido permitirá apreciar ambas cuestiones al momento de leerlo.

4 Chiquitos se constituyó como provincia jesuítica a partir de 1691, fecha en que tuvo lugar la fundación del primer pueblo de reducción por parte de los padres de la Compañía de Jesús. Desde entonces y hasta 1760 se erigieron once pueblos en total, de los cuales perduraron diez durante el resto del período colonial. En orden cronológico, estos fueron: San Francisco Xavier (1691), San Rafael (1695), San José (1697), San Juan Bautista (1699), Concepción (1709), San Miguel (1721), San Ignacio de Zamucos (1724-1745), San Ignacio (1748), Santiago (1754), Santa Ana (1755) y Santo Corazón (1760). En 1768 se hizo efectiva la expulsión de los jesuitas, quienes fueron reemplazados por curas doctrineros dependientes del obispo de Santa Cruz. Además, se creó el cargo de gobernador para la provincia. Este se amparaba en el gobernador de Santa Cruz para cuestiones militares y se reportaba a la Real Audiencia de La Plata para cuestiones administrativas y judiciales. Aunque el gobernador era la máxima autoridad, en la práctica el gobierno de la provincia era compartido entre autoridades laicas y religiosas porque los curas administraban los pueblos y se reportaban al obispo antes que al gobernador.3

5 La flamante gobernación estaba regida por dos reglamentos, uno de gobierno temporal y otro de gobierno espiritual, sancionados en 1769 y elaborados a partir de informes, censos y visitas realizados en 1768 para conocer el estado de organización que habían dejado los jesuitas.4 Al respeto, se decidió innovar lo menos posible, por lo que se mantendría el régimen misional. Los pueblos y sus habitantes continuarían a cargo de religiosos, y no se alteraría el sistema de economía misional implementado por los

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 92

jesuitas. Este se basaba en la combinación de una esfera de trabajo doméstico con una comunal. Esta última era el fundamento sobre el que se erigía la vida política de la reducción. Los indígenas vivían en las casas construidas alrededor de la plaza y cada familia contaba con una chacra a cierta distancia del pueblo donde cultivaba alimentos para su propio consumo. Luego, cada pueblo tenía una serie de espacios comunes: chacras y estancias, el colegio de la iglesia y sus respectivos talleres. Entonces los indígenas repartían el tiempo de la semana en tres días destinados al trabajo doméstico en las chacras particulares, tres días de trabajo comunitario y un día festivo, que era el domingo. Luego había fiestas extraordinarias que podían caer día de semana en los que no se trabajaba, como Semana Santa, La Fiesta del Patrón de cada pueblo o Corpus Christi.

6 El trabajo comunitario podía consistir en cuidar el ganado en las estancias, trabajar las chacras comunales en la periferia de los pueblos donde cultivaban maíz, arroz, caña y algodón, construir y arreglar edificios y espacios comunes, hacer trabajos de carpintería, tornería, tejeduría, sastrería, curtiembre y herrería en los talleres del colegio y procesar la caña en los ingenios del pueblo para producir azúcar y aguardiente, o bien en transportar bienes de un pueblo a otro o hacia afuera de la provincia. Además, una o dos veces al año los hombres salían al monte a recoger cera que entregaban al cura o al administrador del pueblo y que era blanqueada (“beneficiada”) en los talleres. Por su parte, dos veces al año las mujeres recibían una cantidad fija de algodón cosechado de las chacras comunales que devolvían hilado y que se usaba para producir textiles y, con ellos, manteles, carpetas, pañuelos y medias.

7 Lo que los indígenas producían en sus chacras familiares lo destinaban a su propia alimentación. Luego, la carne obtenida de la cría de ganado y los alimentos que se producían en las chacras comunes eran utilizados para alimentar a los indígenas durante el tiempo que trabajaban en las estancias, chacras y talleres del pueblo, así como para recompensar a los arrieros. También de ahí comían los inválidos, los ancianos, los curas y los funcionarios y se celebraban banquetes los días de fiesta. La cera blanqueada y los textiles (y a veces también rosarios y tamarindos), en cambio, en su mayor parte no se consumían en la provincia, sino que eran comercializados fuera de ella, especialmente en el Alto Perú. Con el dinero que se obtenía de la venta de cera y textiles los jesuitas compraron ganado para acrecentar el patrimonio de las estancias, junto con “todo lo necesario” que consistía en vino para la misa, harina para las hostias, hierro, acero, cuchillos, tijeras, agujas, telas de lana, medallas, chaquiras, a veces dedales, crucecitas o botones, lana roja y frazadas. Con ellos se pagaba el trabajo comunitario que aportaban los indígenas. Los administradores tardo-coloniales los llamaron “efectos de fomento” porque se los utilizaba para fomentar el trabajo de los indígenas.5

8 El intercambio de producción por efectos de fomento estaba en manos de los curas de los pueblos, quienes racionaban las remesas que recibían de Recepturía. Esta era una repartición de la administración colonial con sedes en las ciudades de La Plata y de Santa Cruz que monopolizaba la entrada y salida de bienes de la provincia. Recibía los tejidos y la cera, llevaba la contabilidad del valor monetario de las remisiones y asignaba las contrapartidas de efectos de fomento a partir del dinero que se obtenía por la venta de los productos y de lo que los curas solicitaban.6

9 Pero a pesar de la pretensión oficial de mantener el status quo misional, los curas doctrineros no tardaron en caer en la corrupción y en provocar el desfalco de los

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 93

pueblos, especialmente de sus estancias y de la producción de cera y textiles. Los sucesivos gobernadores los acusaron de vender productos de la provincia de forma particular, de no repartir correctamente los efectos de fomento, y de traficar el ganado de las estancias con hacendados del reino de Portugal. En efecto, era usual que se adelantaran sus sueldos con productos de la provincia que vendían por su cuenta para obtener el equivalente en dinero. Dado que esos productos no pasaban por Recepturía, no rendían los correspondientes efectos de fomento y por eso los bienes para incentivar el trabajo de los indígenas escaseaban cada vez más. También se los acusaba de lucrar con la venta de ganado que estaba destinado a garantizar la cuota de proteínas de la alimentación de los indígenas. Todas esas situaciones provocaron el descontento de los nativos quienes, al no recibir los efectos que pedían o al ver alteradas las tasas de intercambio acostumbradas, se negaban a recolectar cera y a hilar el algodón. Además, con frecuencia abandonaban los pueblos para ir de caza y remediar la falta de carne vacuna, lo que iba en detrimento de su reducción y de la vida citadina que habían incentivado los jesuitas.7

10 Frente a esta situación, casi veinte años después del relevo de los jesuitas, por mandato de la Real Audiencia de La Plata, Antonio López Carbajal se hizo cargo del gobierno de la provincia y llevó adelante visitas, informes e investigaciones con el objeto de proponer una reforma para su gobierno y su administración.8 Es este contexto en el que debe ser leído e interpretado el proceso contra Manuel Muñoz y Barbeito que conforma el expediente aquí presentado. Porque, de hecho, Antonio López Carvajal fue el primero en ser notificado de la incautación de tejidos de algodón y de rosarios que Manuel Muñoz intentó sacar de la provincia en el año 1786. Y también fue quien mandó a interrogar al acusado en el marco de la investigación que luego se elevó a la Real Audiencia de La Plata.

11 El expediente contiene una variedad de información que pocos documentos del acervo de Mojos y Chiquitos del ABNB condensan. En primer lugar, aporta datos que fueron objeto de análisis a propósito de los matrimonios interétnicos entre indígenas y forasteros y de su corolario sociocultural (Martínez 2017, 2018 y en prensa b, pp. 165-201). Aunque no es el único ejemplo al respecto, sí es el más minucioso. El registro efectuado en el expediente nos permite conocer actores sobre los que raramente disponemos de información, en este caso la mujer indígena con la que el acusado contrajo matrimonio y los hombres que ocupaban los cargos en el cabildo indígena y que recibieron efectos de parte de Manuel Muñoz. También son significativos los datos referidos a la connivencia de los gobernantes antecesores de Antonio López Carbajal con el acusado, que le extendieron sendas autorizaciones para sacar telas de la provincia. No es un detalle menor si tenemos en cuenta que la historiografía clásica sobre el período reduce el conflicto político del período post-jesuítico a la fórmula “curas versus gobernadores” (Moreno 1888, Roca 2001, Tonelli 2004). También se destaca la complicidad de Manuel Muñoz con el vicario de la provincia y cura del pueblo de San José, Manuel Rojas. Vale señalar que en un trabajo reciente sobre la rebelión de los indígenas de San Ignacio de Chiquitos de 1790 (Martínez en prensa a), advertí el deliberado encubrimiento del mal desempeño de los curas por parte de Manuel Rojas y su explícita oposición a la propuesta de Antonio López Carbajal de reemplazar a los curas por funcionarios laicos en la administración temporal de los pueblos. El aval de Manuel Rojas a la figura y a la actividad de Manuel Muñoz sienta un antecedente de peso en lo que respecta a su papel como articulador de una serie de actividades que comparten la particularidad de contravenir los reglamentos provistos

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 94

para la provincia. A su vez, esta actuación de las autoridades locales puede ser contrastada con la sentencia de la Real Audiencia sobre el caso, lo que completa el complejo juego de jurisdicciones que gravitaban en el gobierno de la provincia. En suma, a través de la información referida al proceso por comercio ilícito se obtiene una imagen completa de la situación sociopolítica, económica e interétnica de la provincia al promediar el período colonial tardío. El contraste —apenas dos décadas después de la expulsión de los jesuitas— con la totalidad de los principios rectores del régimen misional que se pretendió conservar lo convierte en un registro por demás significativo y un insumo indispensable para el estudio de la historia pre-republicana de la región.

2. Descripción del documento

12 El documento consta de cuarenta folios, la mayoría de ellos escritos en recto y vuelto.9 La carátula presenta el documento según fue rotulado en la Audiencia de La Plata. Los folios 1 r. a 10 v. consisten en traslados de documentos con los que Antonio López Carbajal inició la demanda contra Muñoz: la autorización para sacar varas de lienzo de la provincia concedida al acusado por los gobernadores Cañas y Berdugo en 1784 y 1786, el auto de confiscación del lienzo en Santa Cruz de 1786, la escritura del destino provisional del lienzo confiscado, pedidos de certificaciones del acusado al vicario de la provincia y a los gobernadores que lo autorizaron a sacar lienzo de la provincia antes de la confiscación, listas de los efectos que fue autorizado a introducir en la provincia por los antecesores de Antonio López Carbajal, listas de los precios de dichos efectos, el decreto del gobernador López Carbajal para que Muñoz concurra a la Real Audiencia, y un escrito de Muñoz y Barbeito pidiendo la eximición de acudir al tribunal y la aceptación de un testimonio suyo en su lugar. A partir del folio 11 r. hay testimonios de los anteriores gobernadores que autorizaron el supuesto comercio ilícito, un pedido de certificación a Manuel Rojas de los efectos que Muñoz internó a la provincia en concepto de préstamo a la administración colonial. También hay un nuevo pedido de López Carbajal de que el acusado acuda al tribunal de Charcas y un testimonio tomado en nombre de López de Carbajal a Muñoz sobre los efectos que introdujo en la provincia y la forma en que lo hizo. En los folios 21 r. a 22 r. consta un poder de Muñoz a favor de Juan Manuel Mejía Guerrero para que lo represente ante el tribunal. Sigue a este un testimonio de Ignacia Sapores, esposa de Muñoz, argumentando a favor de la inocencia de su marido con respecto al despacho de lienzos de la provincia, y otro de Manuel Rojas en el mismo sentido. En los folios 26 r. a 29 r. constan certificaciones de servicios militares prestados por Muñoz en la frontera oriental de la provincia, al que acudió en calidad de vecino de uno de los pueblos. Los folios 30 r. a 37 r. son el traslado de los documentos que están en los folios 13 r. a 18 r. Finalmente, en los últimos folios consta la presentación del apoderado de Muñoz ante la Audiencia de La Plata y la sentencia del tribunal.

3. Normas de transcripción empleadas

13 Con el objeto de acercar al lector una edición que, aun respetando fielmente el contenido del texto, facilite su lectura y su comprensión, se siguieron los siguientes criterios:

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 95

14 Se mantuvo el ordenamiento que poseen los documentos y los traslados en el texto original, prescindiendo de una organización basada en un criterio cronológico.

15 Se respetó la grafía de los nombres propios, tanto de lugares como de personas. Es por eso que, por ejemplo, el apellido de la persona contra la que se obró el expediente fue escrito de las diversas maneras que se encontrarán en la transcripción: Muiños, Muños, Muñoz; Barveito, Barbeito, Barveyto.

16 Se actualizó la ortografía de las palabras que no corresponden al ítem anterior. De modo que se reemplazó “escriptura” por “escritura”, “fecho” por “hecho”, “baras” por “varas”, “lienso” por “lienzo”, entre otras.

17 Se actualizó la puntuación.

18 Se desplegaron las abreviaturas por suspensión y contracción, y se actualizó la ortografía, de modo que, por ejemplo, Cavos fue desplegado como “Cabildos”

19 Se mantuvo la foliación que presenta el original con “r.” (recto) para el anverso, y “v.” (vuelto) para el reverso. El cambio de folio fue señalado entre corchetes.

20 Se utilizaron corchetes para agregar palabras que no están en el texto, pero que son necesarias para que éste tenga coherencia.

21 Se utilizó la cursiva para señalar la presencia de firmas y de palabras o frases en otro idioma.

22 Se utilizaron paréntesis para consignar roturas en el original que impedían la lectura (roto). En los casos en los que el contenido de esos espacios rotos podía deducirse, se lo sugirió dentro del mismo paréntesis (roto: setecientos). También se los utilizó para señalar tachaduras y para reponer la palabra tachada (tachado: por). Las palabras escritas de manera defectuosa fueron identificadas con (sic), y fue sugerida la forma correcta en los casos en que fue posible, por ejemplo “atema (sic: anatema)”.

23 En negrita fueron distinguidas las frases o palabras que aparecen en los márgenes, desmarcadas del resto del texto.

4. El documento

24 Descripción que consta en el Catálogo de Mojos y Chiquitos del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia:

25 Título: Expediente obrado contra don Manuel Muñoz y Barbeito por el comercio ilícito de lienzos y rosarios realizado con los naturales del pueblo de San José de Chiquitos

26 Código de referencia: BO ABNB, ALP MyCh 206.

27 Años: 1784-1787

28 Lugares: San José, San Rafael, Santiago, Santa Cruz, La Plata.

29 Alcance y contenido: Expediente promovido por Antonio López Carbajal, gobernador interino de la provincia de Chiquitos contra Manuel Muñoz y Barveito, natural de la Villa de Cochabamba, vecino de la provincia de Chiquitos, esposo de Ignacia Sapores, indígena del pueblo de San Juan, por el comercio ilícito de lienzos y rosarios con los naturales del pueblo de San José.

30 [Carátula]

31 N. 58

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 96

32 23/12/1787 f. 40

33 Número 63

34 Testimonio del expediente en cuanto al embargo que practicó el gobernador interino de la provincia de Chiquitos, don Antonio López Carvajal, de seiscientas varas de lienzo y tres mil rosarios pertenecientes a don Manuel Muñoz y Barbeito (tachado: por) la guía que otorgó el anterior interino don Francisco Cañas para extraer de la provincia con las diligencias a continuación obradas por otras guías.

35 De Hacienda N° 9

36 [1 r.]

37 Guía

38 Guía de 600 varas de lienzo a favor de don Manuel Muñoz

39 A los autos de don Juan Bartelemi Verdugo:

40 Concédese guía y seguro pasaporte a don Manuel Muiños y Barbeito para despachar a la ciudad de Santa Cruz, con don Francisco Padilla, seiscientas varas de lienzo, que legítimamente ha adquirido en sus arbitrios personales sin perjuicio de la Recepturía general, como consta de la certificación que ha presentado del licenciado don Manuel Roxas, cura primero del pueblo de San Joseph, sobre que no se le deberá poner ningún embarazo.

41 San Xavier, dieciocho de agosto de mil setecientos ochenta y seis.

42 Cañas

43 Auto

44 El capitán de infantería don Antonio Lopes Carbajal, gobernador interino militar y político de la provincia de Chiquitos, y teniente de granaderos del regimiento de Saboya etcétera:

45 En cumplimiento de lo mandado por la Real Audiencia de la Plata, con fecha veintinueve de abril de mil setecientos ochenta y seis años, y bando publicado en su consecuencia, se presentó don Ramón Gonzales Lobo, con la carta guía que se inserta en este expediente y las seiscientas varas de lienzo, y tres mil rosarios, que no vienen incluidas en ella. Y en virtud de todo, debía mandar y mandó se embargasen y depositasen el referido lienzo y rosarios en el mismo don Ramón Gonzales Lobo, quien comparecerá ante mí a otorgar la correspondiente escritura de depósito [1 v.] en toda forma, que debe permanecer en su poder hasta nueva determinación de la superioridad. Y hecho, se notificará por don Josseph Manuel Mexía a la parte que tiene legítimo derecho concurra, por sí o por apoderado, ante la Real Audiencia de La Plata a exponer o alegar el que tenga a ellas.

46 Y lo firmo en esta ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en treinta y un días del mes de agosto de mil setecientos ochenta y seis años, actuando con testigos a falta de escribano.

47 Antonio Carvajal

48 Josseph Manuel Mexía

49 Mariano Anzoleaga

50 Escritura

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 97

51 En esta ciudad de Santa Cruz, en dicho día, mes y año, yo, Josseph Manuel Mexía, estando presente don Ramón Gonzales Lobo, le leí, notifiqué e hice saber el auto antecedente y para que conste lo firmo conmigo.

52 Josseph Manuel Mexía

53 Francisco Ramon Gonzales Lobo

54 En esta ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en primero del mes de septiembre de mil setecientos ochenta y seis años, ante mí, dicho gobernador, y testigos de mi asistencia, pareció presente don Ramon Gonzales Lobo, vecino de esta dicha ciudad, a quien certifico conozco, y dijo que por cuanto tiene recibido y dádose por entregado de seiscientas varas de lienzo y tres mil rosarios remitidos por don Manuel Muiños y Barbeito, sobre que renunció las leyes de la entrega y prueba de su recibo y se obligó detener el referido lienzo y rosarios [2 r.] de pronto y manifiesto, y de entregarlo en ser y en su defecto de pagar su valor siempre y cuando que por mí, dicho gobernador, y juez de esta causa u otro juez competente se les mande a Ley de Depositario Real, y bajo la pena de tal. Para lo cual obligó su persona, bienes habidos y por haber y dio poder a las justicias y jueces de Su Majestad para que a ello le apremien por todo rigor de derecho como por sentencia definitiva pasada en autoridad de cosa juzgada consentida por él y no apelada, y renunció su propio fuero y domicilio y las demás leyes y fueros de su favor con la general del derecho en forma. En cuyo testimonio así lo dijo y otorgó y firmó conmigo y testigos con quienes actuó a falta de escribano público ni real en este papel común por no correr el sellado en esta ciudad.

55 Antonio Carvajal

56 Francisco Ramon Gonzales Lobo

57 Josseph Manuel Mexía

58 Mariano Anzoleaga

59 Concuerda con el original de su contexto de donde se sacó este tanto, va cierto y verdadero corregido y concordado, al que en lo necesario me refiero. Y para su entera validación y firmeza interpongo mi autoridad y decreto judicial yo, don Antonio Lopes Carvajal, capitán de infantería, teniente de granaderos del regimiento de Saboya y gobernador interino militar y político de la provincia e Chiquitos y de pedimento verbal de la parte doy ésta en esta [2 v.] ciudad de Santa Cruz y septiembre primero de mil setecientos ochenta y seis años, actuando con testigos a falta de escribano público ni real.

60 Antonio Carvajal

61 Josseph Manuel Mexía

62 Mariano Anzoleaga

63 Escrito

64 Señor cura y vicario doctor Don Manuel de Roxas:

65 Don Manuel Muiños y Barbeito, vecino de este pueblo del glorioso patriarca señor San Josseph, ante la íntegra justificación de vuestra merced pidiéndole por segunda una certificación jurada de ser cierto que hace dos meses llevó don Francisco Padilla a la capital de Santa Cruz seiscientas varas de lienzo entre delgado y grueso, las mismas que constan por la certificación que vuestra merced se sirvió de darme, y como fueron adquiridas, la mitad parte con mis industrias personales, suavidad e ingenio entre el

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 98

vecindario de los indios, gratificándolos con mis cortos bienes, mingas e hiladuras que se nos es permitido sin perjudicar en la mínima parte los derechos de Receptaría. Antes sí mirando, como es constante, por estos infelices, a cuyo fin interné ganado vacuno y caballar para la subsistencia y manutención de mi casa, como en igual varios efectos aparentes y útiles para esta comunidad, como consta por la certificación que mantengo dada por ambos señores gobernadores pasados, haciendo cerca de ocho años que estoy entrando y saliendo con mi corto comercio y venia de mis señores superiores, pues solo así puede uno [3 r.] subsistir entre estos naturales por la mucha pobreza y orfandad en que viven. Y teniendo yo carta al presente de mi apoderado, el maestre de campo don Ramon Gonzales, quien me imparte noticia de que las seiscientas varas de lienzo están embargadas por el señor gobernador interino don Antonio Lopes Carbajal, y justos motivos que dicho señor tendrá, y para poder yo en persona parecer ante aquel tribunal al contesto de dicho mi embargo, me es preciso exprese vuestra merced la verdad de lo que aquí digo. Y la otra parte mitad de dicho lienzo habérmelas dado vuestra merced por cabalgaduras que di al pueblo, y el hilo dieron los jueces por derrama (sic) gustosos para la compra de caballos. Todo esto aseguro justificar siempre que mi señor gobernador quiera. También están en embargo tres mil rosarios, los cuales, en la licencia que pedí al señor gobernador pasado no patenticé, porque es sabido son anexos a los señores curas, y no ser incumbentes a la Receptaría. Y patentizando yo todo con verdad, espero el que su señoría el señor Gobernador se apiadara al desembargo, y que no se me siga algunos atrasos mayores y por tanto y más que decir deba.

66 A vuestra merced pido y suplico que se sirva proveer al pie de este mi pedimento la realidad en justicia y para ello etcétera.

67 Manuel Muiños y Barbeito

68 Certificación

69 Como cura primero que soy de este pueblo de mi glorioso patriarca señor San Josseph, certifico y digo:

70 [3 v.] El justo pedimento que hace don Manuel Muiños Barbeito, casado en esta provincia y vecino de este de mi cargo, digo ser cierto y verdad como a dos meses me pidió una certificación y se la di, de pronto por ser de justicia que no tuviera ningún embarazo en la saca de lienzo delgado y grueso que cita arriba, los cuales ha adquirido con su trabajo personal, como es notorio, y avecindaje de los indios, y parte de ello haberle dado yo a cuenta de unas cabalgaduras suyas propias por la necesidad en que se halla este pueblo, cuya verdad y todo lo dicho justificaré en todo tiempo. Y también ser cierto que por dos veces tiene impetrados a esta provincia dos partidas de efectos aparentes y útiles para éstos, y el curso de su trabajo para mantener decentemente las obligaciones que le asisten, y éstos habérselos despachado su señor padre, como consta de los pasaportes y documentos que a esta parte le asiste. Mas dice no haber puesto en la licencia que sacó al señor gobernador don Francisco Xavier Cañas tres mil rosarios, es sabido son anexos por reglamento a los señores curas primeros y segundos.

71 Y para que conste, doy ésta en San Josseph de Chiquitos en veinte días del mes de septiembre de mil setecientos ochenta y seis años in verbo sacerdotis tacto pectore.

72 Manuel Roxas

73 Escrito

74 Señor gobernador de esta provincia:

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 99

75 Manuel Muiños, vecino de esta provincia, parezco [4 r.] ante la acreditada justificación de vuestra señoría y digo que hallándome próximo a salir a la ciudad de Santa Cruz, me es preciso el que vuestra señoría me dé pasaporte al pie de éste, o como a vuestra señoría le pareciese, la libre licencia de poder sacar quinientas varas de lienzo hecho con mis agencias, tratos y contratos que he tenido entre estos naturales como vecino y sin perjuicio del ramo de Recepturía, a cuyo abono presento a vuestra señoría en debida forma la certificación jurada sobre este asunto por don Manuel de Roxas, cura del pueblo de San Josseph, más un toldo para el uso de mi señor padre con cuarenta varas de lienzo negro para el mismo efecto, y también de poder traer con el producto algunos efectos necesarios para estos naturales, y ver si puedo formar una estancia en la parte que vuestra señoría me señalare, porque es grande trabajo el tener familia y carecer de este alimento preciso para nuestra manutención, que todo cederá en alivio de estos como de la provincia aunque yo muera, lo que hasta ahora no lo he hecho por estar principiante. Y espero que con la ayuda de vuestra señoría tener todo alivio a lo que ha propendido con los que estamos casados aquí como con los neófitos, y por tanto, y más que decir deba:

76 A vuestra señoría pido y suplico se sirva de proveer lo que aquí pido que será merced con justicia, que espero recibir y para ello juro lo necesario por Dios nuestro señor no [4 v.] proceder de malicia, etcétera.

77 Manuel Muiños

78 Decreto

79 San Xavier, veintitrés de septiembre de mil setecientos ochenta y tres.

80 No se le debe ni puede poner embarazo al suplicante la saca de los efectos que cita respecto haberlos habido con su ingenioso manejo como vecino que es de esta provincia, y no haber con ellos perjudicado el ramo de Recepturía, ni menos la comunidad del pueblo, como lo certifica así en veinte de agosto pasado bajo de juramento el licenciado don Manuel Roxas, cura primero del pueblo de San Joseph, donde esta parte se halla avecindado, y en este gobierno la mencionada certificación.

81 Berdugo

82 Escrito

83 Señor gobernador de esta provincia:

84 Don Manuel Muiños y Barbeito, vecino del pueblo de San Josseph en esta dicha provincia como más haya lugar en el derecho, parezco ante la recta y sabia justificación de vuestra señoría y digo que como consta en este gobierno haber llevado a la ciudad de Santa Cruz varios efectos de estas misiones a vender para el giro y adelantamiento de mi personal trabajo, y se componían dichos efectos de tejidos de lienzo y rosarios, de cuyo producto y el de haber logrado en aquella capital oportunidad de arrieros de aquel mencionado pueblo de mi habitación, logré despachar a aquel cura una partida de efectos incluyéndose una memoria en la que se expresa [5 r.] sus especies. Y como estos dichos efectos expresados caminaron con anticipación por los caminos de los palmares, por cuyos justos motivos no puedo en el día manifestar en este gobierno la cantidad de lo que llevo expresado, y se ha de servir providenciar para que la persona que vuestra señoría arbitrare, registre y reconozca, y ponga su diligencia a continuación de dicha memoria que arriba refiero, y como en el día llevo conmigo varios efectos, los cuales se ha de servir la justificación de vuestra señoría se reconozcan y se asiente sus calidades de que se componen, para que de este modo no se me ponga el menor embarazo en la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 100

saca de los efectos de estas misiones, en que permutare por tanto, y haciendo el más debido pedimento:

85 A vuestra señoría pido y suplico se sirva proveer y mandar como llevo pedido en que recibiré merced con justicia. Y jurando lo necesario en derecho no proceder de malicia y para ello etcétera.

86 Manuel Muiños

87 Decreto

88 San Xavier, noviembre primero de mil setecientos ochenta y cuatro

89 En consideración a lo que esta parte expone, pasará don Manuel Mexía al reconocimiento de los efectos que se expresan, poniendo a continuación el número, calidad [y] cantidad de cada uno de ellos. Y por lo que hace a los que anteriormente dice haber despachado a San Josseph, pueblo de su residencia, deberá precisamente sacar certificación jurada de los señores curas primero y segundo de ser [5 v.] cierta aquella remesa con el número, calidad y cantidad de que se compone, con clara expresión de que no se confundan los que al presente lleva esta parte consigo, y para ello debe poner unos y otras de manifiesto, cotejándose con las dos memorias.

90 Juan Barthelemi Berdugo

91 En este pueblo de San Xavier de Chiquitos en primero de noviembre de mil setecientos ochenta y cuatro años, en virtud de la comisión antecedente que se me confiere por el señor gobernador de esta provincia, pasé al reconocimiento de los efectos que se refiere, y habiendo reconvenido a don Manuel Muiños y Barbeito los ponga de manifiesto, lo ejecuto y son los siguientes:

92 Primeramente, ciento ochenta varas de bayeta de sedillo

93 Ítem doscientas varas de cintas anchas labradas de aguas de todas colores

94 Ítem una arroba de lana hilada

95 Ítem ocho frazadillas que llaman de soltero

96 Ítem una frazada grande del Cuzco azul

97 Ítem catorce libras de acero

98 Ítem cuarenta cuchillones

99 Ítem veinte de los chicos

100 Ítem doce gruesas de botones de cuerda

101 Ítem trescientas sartas de chaquiras

102 Ítem cuatro docenas de tijeras finas

103 Ítem veinticinco varas de pañete azul de sedillo

104 Ítem ocho mazos de cuerdas

105 Ítem siete charnelas de Milán

106 Ítem seis pañuelos finos de narices

107 Ítem una pieza de estupilla

108 Ítem doce varas de encajes finos

109 Ítem cuatro libras de especería

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 101

110 Ítem cuatro tipoes de hilo delgado con sus [6 r.] encajes buenos y labradura de lana que dijo esta parte lleva de encomienda para vender con más doce fajas.

111 Y no hallándose más efectos que los arriba expresados y lo asenté por diligencia para que conste en todo tiempo y lo firmé en dicho día mes y año.

112 Josseph Manuel Mexia

113 Queda en este gobierno el original de este tanto.

114 Berdugo

115 Los últimos precios a que se vendieron por mí los efectos que constan de las diecinueve partidas y licencia que para expenderlos obtuve del señor gobernador don Juan Barthelemi Berdugo, después de practicado el registro de ellos que ejecutó don Josseph Manuel Mexia, por comisión conferida por dicho señor al expresado Mexia en primero de noviembre de mil setecientos ochenta y cuatro:

116 Primeramente, ciento ochenta varas de bayeta de sedillo a doce reales la vara... 270

117 Ítem doscientas varas de cintas anchas labradas de aguas de todas colores a peso la vara… 200

118 Ítem una arroba de lana hilada de todos colores a cinco pesos la libra… 125

119 Ítem ocho frazadillas que llaman de soltero a cuatro pesos cada una… 032

120 Ítem una frazada del Cuzco azul por veinte pesos… 020

121 Ítem catorce libras de acero a cuatro pesos la libra… 056

122 Ítem sesenta cuchillos a peso… 060

123 Ítem doce gruesas de botones de cuerda a seis pesos la gruesa… 072

124 Ítem trescientas sartas de chaquiras a real y medio sarta… 056

125 [Suma]… 841

126 [6 v.]

127 Ítem cuatro docenas de tijeras finas a peso cada una… 048

128 Ítem veinticinco varas de pañete azul de sedillo a dos pesos la vara… 050

129 Ítem ocho mazos de cuerdas a cuatro pesos el mazo… 024

130 Ítem siete charnelas de Milán a dos pesos cada par… 014

131 Ítem seis pañuelos finos de narices a cuatro pesos cada uno… 024

132 Ítem una pieza de estupilla por veinticuatro pesos… 024

133 Ítem doce varas de encajes finos a cuatro pesos la vara… 048

134 Ítem cuatro libras de especería por treinta pesos… 030

135 Ítem cuatro tipoes de hilo delgado con sus encajes buenos y labradura de lana a doce pesos cada uno… 048

136 Ítem más doce fajas a dos pesos cada una… 024

137 Suman todas estas partidas, salvo hierro de cuenta… 1179

138 Manuel Muiños

139 Guía

140 En virtud del decreto de tres de julio de mil setecientos ochenta y cinco, saca de esta provincia con la correspondiente licencia don Manuel Muiños y Barbeito, vecino del

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 102

pueblo de San Josseph, seiscientas y tantas varas de lienzo entre negro y blanco que con sus ingenios y comercio con solo los indios y sin perjuicio del ramo de Recepturía ha sabido ingeniosamente adquirir en aquel pueblo de su residencia, según me lo ha hecho constar por documentos que lo acreditan. Y para que no se ponga embarazo, le doy ésta en el propio día, mes y año de la fecha.

141 Berdugo

142 Escrito

143 Señor juez oficial real:

144 Don Manu [7 r.] el Muiños, vecino en la provincia de Chiquitos y residente en esta ciudad, como más haya lugar en derecho ante vuestra merced, parezco y digo: que el año pasado de ochenta y cuatro interné a esta dicha ciudad seiscientas y tantas varas de lienzo al cambio de ganados vacunos y caballares, siendo estos la mayor parte pertenecientes a los indios de San Josseph, por haberles traído lienzos de encomienda para este efecto, cuyo número de ganados se componen de cien reses mías y cincuenta y tantas de los expresados indios, y del caballar, treinta y cinco que me pertenecen y veinte a los indios, advirtiendo que otras piezas de lienzo que en esta ocasión he internado a esta ciudad las he consumido en pagar diez mozos soldados a esta Plata (sic: ciudad de La Plata) para la conducción de dicho ganado, cuyo costo con su recojo lo han practicado dichos mozos, y lo llevan por dilatado camino. En cuyos términos y ser esta incumbencia de poca monta, espero que la justificación de vuestra merced, cerciorado de mi verdad, me dé por libre de pagar el ramo de alcabala por ser efectos de misiones, amparando aquellos pobres neófitos como Su Majestad lo ordena.

145 Por tanto, a vuestra merced suplico se sirva proveer y mandar según y como llevo pedido en que recibiré merced con justicia, jurando según derecho no proceder de malicia y para ello etcétera.

146 Manuel Muiños

147 Real Admnistración de Santa Cruz

148 Concédese guía al suplicante para que saque las cabezas de ganado que contiene el pedimento [7 v.] con lo demás conducente. Caja Real, y agosto trece de setecientos ochenta y cinco.

149 Thomas Lopes

150 Alcabala veinticinco pesos.

151 Derechos para Su Majestad cuatro reales.

152 Escrito

153 Señor gobernador de la provincia de Chiquitos:

154 Don Manuel Muinos Barbeito, vecino del pueblo de San Josseph, como más haya lugar en derecho, y al mío convenga ante vuestra señoría parezco y digo: que para mi manejo y buscar con qué mantenerme en esta provincia con mi familia, introduzco a ella mil trescientos pesos en efectos de misiones, que presento a vuestra señoría para su reconocimiento, suplicando a vuestra señoría me conceda licencia de expenderlos entre los indios naturales y algunos eclesiásticos sin perjuicio de la Recepturía, como lo hace constar en este gobierno con las certificaciones de los mismos, al tiempo de sacar su pagamento como es costumbre. Y lo he ejecutado en otras ocasiones que he molestado la superior atención de este tribunal, obligado de la necesidad de sustentar mi familia

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 103

en estas misiones que no tienen otro arbitrio o utilidad en beneficio de sus habitantes. Por tanto:

155 A vuestra señoría pido y suplico se sirva concederme como pido que recibiré merced con justicia y para ello etcétera.

156 Manuel Muiños

157 Decreto

158 San Xavier, diecisiete de agosto de mil setecientos ochenta y seis.

159 Concédesele a esta parte la licencia que solicita para introducir los efectos mencionados en su representación respecto a que hallándose avecindado en esta provincia no tiene otro arbitrio para la subsistencia de su familia. Debiendo docu [8 r.] mentar al tiempo de sacar sus importes con certificaciones de los curas que de ningún modo haya gravado los derechos de Recepturía, antes sí, que sea en beneficio y adelantamiento de ella, de que quedará razón en este gobierno para que en todo tiempo conste y no se le ponga ningún embarazo. Así lo proveo, mando y firmo yo, don Francisco Xavier de Cañas, teniente coronel de los reales ejércitos, gobernador interino político y militar de esta provincia de Chiquitos en el día, mes y año de su fecha.

160 Francisco Xavier de Cañas

161 Memoria

162 Memoria de los efectos que a vuestra señoría presentó para su reconocimiento que con sus precios corrientes es como se sigue:

163 Primeramente, cuatro mil hilos de chaquiras, los tres mil de blancas y un mil de granates azules, a real y medio cada uno… 750

164 Ítem trescientos cinco cuchillos de marca mayor a seis reales… 228 6

165 Ítem veintitrés y media docenas de tijeras a cuatro pesos y medio la docena… 109 6

166 Ítem cuatro gruesas entre zarcillos y cruces de piedras a treinta y seis pesos… 144

167 Ítem ocho gruesas de botones de metal blanco a nueve pesos cada una… 072

168 [Suma total]… 1300, 4

169 Suma todo según aparece la cantidad de mil trescientos pesos y dos reales.

170 Y para que conste lo firmé en San Xavier, quince de agosto de mil setecientos ochenta y seis años.

171 Muiños

172 Escrito

173 Señor gobernador militar y [8 v.] político:

174 Don Manuel Muiños y Barbeito, natural de la villa de Cochabamba, y actual vecino del pueblo de San Josseph el tiempo de nueve años poco más o menos, en la más bastante forma que haya lugar en derecho, y al mío convenga ante la acreditada justificación de vuestra señoría, parezco y digo: que de los documentos que adjunto presento y juro, vendrá vuestra señoría en conocimiento de las partidas de efectos que he sacado con sus correspondientes guías y efectos así ganados que he internado a esta dicha provincia, solicitando mis precisos adelantamientos para sostener las necesidades de mi familia. E igualmente dichos documentos consta la certificación de aquel cura licenciado Don Manuel de Roxas en las que patenta y aclara del modo y en qué forma llegó a conseguir los mencionados efectos que, no obstante mi ingenio personal, se

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 104

agregan los de mi esposa y parentela. Dichos documentos reconocidos que sean por vuestra señoría se me devolverán en el estado que los presento por ser documentos que me favorecen. Y motivo de no haber salido a la capital de Santa Cruz, por varios inconvenientes que me circularon, despaché a mi apoderado don Ramon Gonzales Lobo el mismo lienzo y rosarios que vuestra señoría tuvo a bien y por conveniente embargar y depositar en el dicho mi apoderado. Y citándoseme para la Audiencia de La Plata a calificar el legítimo derecho que dicho lienzo y ro [9 r.] sarios tengo, lo que no podré ejecutar por parecerme que de hacerlo así se me seguirán muchos perjuicios y atrasos en mi corto principal a que estoy constituido, sino solo dejo a la sabia y profunda consideración de vuestra señoría, que mirándome con conmiseración, desate el nudo del embargo, y practicado, arreglado a mis papeles en los que me conceden libre comercio los señores gobernadores antecesores de vuestra señoría por ser yo vecino de esta provincia. ¿Cómo pues, señor? Si se me priva este comercio consentido por los motivos que relaciono, podré adelantar en mis negocios, ni con qué podré alimentar a mi familia que tanto me clama, si no, solo espero la justicia y caridad de vuestra señoría determine lo más conveniente y arreglado. Por tanto, y haciendo el más debido pedido:

175 A vuestra señoría pido y suplico se digne proveer y mandar como llevo pedido que será justicia, jurando lo necesario no proceder de malicia y para ello etcétera.

176 Manuel Muinos y Barbeito

177 Decreto

178 San Miguel de Chiquitos, y noviembre catorce de mil setecientos ochenta y seis.

179 Ocurra al superior tribunal de la Real Audiencia de La Plata como se tiene mandado. Así lo proveo, mando y firmo yo, don Antonio Lopes Carbajal, capitán de infantería de los reales ejércitos, gobernador interino militar y político de esta provincia de Chiquitos y teniente de granaderos del re [9 v.] gimiento de Saboya actuando con testigo a falta de escribano público ni real.

180 Antonio Carvajal

181 Josseph Manuel Mexia

182 Mariano Anzoleaga

183 Escrito

184 Señor Gobernador Militar y Político:

185 Don Manuel Muiños y Barbeito, natural de la villa de Cochabamba y actual vecino de San Josseph, uno de los pueblos de esta provincia, en la más bastante forma que haya lugar en derecho, y al mío convenga ante la acreditada justificación de vuestra señoría, parezco y digo: que en el decreto proveído por vuestra señoría a mi pedimento manda ocurra al superior tribunal de la Real Audiencia de la Plata, como así tenía mandado en su auto proveído en treinta y uno de agosto, cuyo expediente en testimonio se halla en cabeza de los documentos que vuelvo a presentar con la solemnidad que me permite el derecho. Para que vuestra señoría se sirva en justicia mandar se saque un testimonio íntegro autorizado en pública forma de manera que haga fe en juicio y fuera de él, y devolviéndoseme los originales para mi resguardo, y acompañando dicho testimonio se ha de servir vuestra señoría en caridad informar a aquel superior tribunal exponiendo lo que su profunda capacidad tuviese por conveniente, atendiendo que de ocurrir en persona o por apoderado se me seguirían muchos atrasos, gastos e inconvenientes a mi

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 105

corto principal, con que estoy sufragando a mi pobre familia, en aquello preciso [10 r.] y de obligación. Por tanto:

186 A vuestra señoría pido y suplico provea y mande como llevo pedido que será justicia, la que espero alcanzar jurando lo necesario en derecho y para ello etcétera.

187 Manuel Muiños y Barbeito

188 Otrosí, digo que a fojas seis de dichos documentos se halla una copia autorizada por el antecesor de vuestra señoría, el señor don Juan Barthelemí Berdugo, en la que aparece un reconocimiento practicado a mi pedimento, y por el comisionado Don Josseph Manuel Mexia.

189 De los efectos que interné a esta provincia el año pasado de ochenta y cuatro, cuyo producto con sus correspondientes adelantamientos no he sacado hasta el día y se hallan existentes en el pueblo de mi habitación, en dieciséis marquetas de cera fuerte, y en ochocientas varas de lienzo llano, todo adquirido como tengo alegado con la comunidad de aquellos indios, lo que patentizaré siendo tiempo con certificación de su cura e igualmente el reconocimiento hecho por el señor gobernador don Francisco Cañas de los efectos introducidos en el tiempo de su gobierno, y monta según sus expectativos precios la cantidad de mil trescientos pesos, los cuales en parte tengo invertidos y vendido en seis mil rosarios y repartidos a los indios con alguna espera ut supra.

190 Manuel Muiños y Barbeito

191 Decreto

192 San Rafael de Chiquitos, veinte de noviembre de mil setecientos ochenta y seis.

193 Por presentada, sáquese el testimonio que esta parte expresa, y concluso que sea, se informará por [10 v.] este gobierno como lo pide. Así lo proveo, mando y firmo yo, don Antonio Lopes Carbajal, capitán de infantería de los reales ejércitos, gobernador interino de esta provincia, y teniente de granaderos del regimiento de Saboya, actuando con testigos a falta de escribano público ni real.

194 Antonio Carvajal

195 Josseph Manuel Mexia

196 Mariano Anzoleaga

197 Concuerda con los originales de su contexto de donde se sacó para remitir al superior tribunal de la Real Audiencia de la Plata, va cierto y verdadero, corregido y concordado al que en lo necesario me refiero. Y para su entera validación y firmeza, interpongo mi autoridad y decreto judicial yo, don Antonio Lopes Carbajal, capitán de infantería de los reales ejércitos, gobernador interino Militar y Político de esta provincia de Chiquitos y teniente de granaderos del regimiento de Saboya. Y para que conste donde convenga, doy la presente en este pueblo de San Rafael de Chiquitos, y noviembre veintitrés de mil setecientos ochenta y seis años, actuando con testigos a falta de escribano.

198 Antonio Carvajal

199 Josseph Manuel Mexia

200 [11 r.]

201 Incluyo a vuestra alteza el adjunto testimonio para que se sirva deliberar vuestra real autoridad lo que crea más conveniente a la representación del interesado.

202 San Ignacio de Chiquitos, diciembre 2 de 1786.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 106

203 Muy poderoso señor:

204 Pide que el gobernador propietario de la provincia de Chiquitos, don Juan Bartolemi Verdugo, y don Francisco Cañas informen acerca de lo que expresa, y hecho corra la vista.

205 El Fiscal, en vista del testimonio que con este oficio dirigió el Gobernador interino de la provincia de Chiquitos, dice: que podrá vuestra alteza mandar que el propietario, don Juan Bartelemi Verdugo, y don Francisco Xavier Cañas informen acerca de las causas y motivos que dieron mérito para haber franqueado a don Manuel Muñoz y Barbeyto el permiso de comercio en aquella provincia, según acreditan sus respectivas guías insertas en dicho testimonio, y que hecho corra la vista.

206 Plata y mayo 22 de 1787.

207 Firma Arnaiz

208 En La Plata en veintidós de mayo de mil setecientos ochenta y siete años, ante los señores Presidente y Oidores de esta Real Audiencia se presentó esta petición.

209 Los dichos señores mandan [11 v.] que el gobernador propietario de la provincia de Chiquitos don Juan Bartholome Berdugo y Don Juan Francisco Cañas informen acerca de lo que expresa, y hecho corra la vista.

210 Sebastián Antonio Toro

211 Muy poderoso señor:

212 El gobernador propietario de la provincia de Chiquitos, cumpliendo con el superior orden de vuestra alteza de 22 del presente mes y año, a consecuencia de lo pedido por el señor Fiscal sobre las causas y motivos que dieron mérito para haber franqueado a don Manuel Muñoz y Barbeito el permiso de comercio en aquella provincia, diré: que este individuo español casó con india natural del pueblo de San Juan y se avecindó en el de San José. Que el comercio y trato que se le permitió es el mismo que según las Leyes de Indias se persuade pueden y deben tener libremente unos indios con otros, comprando o permutándose lo que produce el sudor de sus propias cosechas e ingeniándose en lo que más les convenga, como así lo practican aquellos naturales, especialmente los del referido San José, que llegan a tejer bastantes varas de lienzo al año sin gravamen del ramo de Recepturía porque éste tiene chácaras de plantíos y siembras separadas que trabaja el pueblo de mancomunidad recogiendo el cura las cosechas, y que no es de extrañar que don Manuel Muñoz avance con su ingeniosa habilidad a los naturales, y mucho más, surtiéndose desde afuera de aquellas cosas que estiman, como así lo ha hecho pasándolo todo por vista del gobierno y cura del pueblo de su residencia. También se le tiene mandado que cuando le convenga sacar de la provincia sus ingeniosos productos, debe hacer constar al gobierno la limpieza con que se ha manejado en ellos, su calidad y cantidad por certificación jurada de aquel cura como que está a su vista, separando con este buen orden los daños que se pudieron recelar y previenen las ordenanzas cuarenta y una y cuarenta y dos de los Reglamentos Temporales que rigen la provincia.

213 Es cuanto puede humildemente [12 r.] informar a vuestra alteza el propietario de Chiquitos. La Plata y mayo 26 de 1787.

214 Barthelemí Berdugo

215 Muy poderoso señor:

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 107

216 Don Francisco Xavier de Cañas, teniente coronel de los reales ejércitos y gobernador político y militar interino que fue de la provincia y misiones de Chiquitos, en virtud de lo mandado por vuestra alteza, dice:

217 Que el comercio que ha tenido don Manuel Muñoz y Barbeito en aquella provincia no solo ha sido lícito y por tal permitido, sino muy útil a las mismas misiones y ni remotamente perjudicial a la Recepturía porque por el Reglamento General de ellas en el artículo 27 se previene que cada india entregue en cada un año dos libras de algodón hilado y esto de la chacra destinada para la Recepturía, y el que producen las chacras de los indios que lo puedan vender como mejor les parezca a quien se lo quiera comprar, de lo cual es visto no impedirse el comercio, cosa tan útil a las mismas misiones, siendo con el cuidado, cautela y precauciones debidas y el comercio libre es el principal nervio para el adelantamiento de dichas misiones, y en lugar de prohibirse se debería fomentar para que los indios pudiesen salir de sus efectos y con la salida de ellos serán más amantes del trabajo, a todo lo cual coinciden los artículos 40 y 47 del mismo Reglamento, y que cita en el antecedente informe el Gobernador propietario, a que se agrega que dicho don Manuel Muños es vecino del pueblo de San Josef, y casado con india de aquellas misiones, cuyas consideraciones fueron las que obligaron al informante a conceder la licencia y guía que consta del testimonio que sirve de cabeza, juntamente con la costumbre que halló en la provincia a su ingreso de comerciar diferentes sujetos. Vuestra alteza en consideración de lo expuesto deliberará lo que más conforme fuere a su superior y soberano árbitro. Plata y junio 4 de 1787.

218 Francisco Xavier Cañas

219 Nota. Que la respuesta fiscal se halla a consecuencia del recurso interpuesto por Manuel Muñoz y Barbeyto.

220 [13 r.]

221 Señor don Manuel de Roxas, cura y vicario de este pueblo del glorioso patriarca señor San Josef:

222 Don Manuel Muiños y Barbeito, vecino en este del cargo de vuestra merced, parezco y digo que me es preciso el que vuestra merced me dé una certificación jurada, todo bajo de la verdad de sacerdote, pues así conviene a mi derecho, para de esta suerte con ella pueda patentizar en el juzgado de mis señores superiores la certeza de todo lo que yo tengo de exponer, cubriendo mi honor y el giro de mis cortos comercios para manter (sic: mantener) mi familia, advirtiendo que con él no he defraudado ni perjudicado el trabajo y adelantamiento de Receptaría. Y así pido en Dios ley y justicia que vuestra merced diga lo que en la parte de su acreditada conciencia sintiese, siendo lo siguiente:

223 Si es cierto que el año de 1784 interné a este pueblo 1225 pesos en efectos como consta por la factura y registro que hizo el señor gobernador pasado don Juan Bautista (sic: Barthelemí) Berdugo, con cuya licencia impetré los dichos efectos. Y cómo en ese tiempo no tuvo vuestra merced suficientes efectos de Receptaría, por cuya causa dejó vuestra merced de recoger el todo de las ceras sucias que tenían los indios en sus casas, y habiendo yo anoticiado a vuestra merced que los neófitos naturales estaban tristes, ya casi desnudos porque en buenos años ya no venía recepturía formal ni completa para socorrer sus necesidades, me respondió vuestra merced: “¿Y qué haremos? Yo en esta parte no tengo la culpa, sino es el señor Gobernador, y así paciencia yo no puedo quitarles sus ceras de balde, y así más que se pierda”. [13 v.] Y viendo yo que no tenía que darles vuestra merced, le supliqué diciendo: “Señor, una vez que los indios tienen

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 108

sus poquitos bollos de cera sucia suyas propias, y que estos van aun haciendo candelas o lámparas a causa de que no tienen a quienes vender, ni vuestra merced tiene que darles, déme licencia de que yo pueda recoger, pues tengo géneros con qué”. Me respondió: “Puede hacerlo, supuesto que se tiene de perder, porque la cera sucia guardada tiempos se pierde”. Y así, tomando la venia de vuestra merced, les compré por su mano y con el favor de vuestra merced se benefició, de lo que rindió 8 cargas de cera fuerte con el peso cada marqueta de 5 arrobas 5 libras neto, la que a cuatro reales [la] libra monta un mil pesos poco más.

224 Y para el total importe que introduje de 1225 pesos, faltan doscientos cinco por los que tengo en lienzo, pues a vuestra merced consta los tratos que tengo entre estos como vecino, y la ayuda de mi mujer y familia que no deja de rendir algo.

225 Ítem, suplico a vuestra merced diga también si le vendí una partida de yeguas para el pueblo a causa de hallarse falto las estancias de cabalgaduras, en cuyo cambio me dio vuestra merced trescientas varas de lienzo, el que habiendo despachado a la capital de Santa Cruz, la embargó el señor Gobernador, y así se está hasta el día; con más otras trescientas que mi esposa despachó de encomienda para con ello vestir nuestra familia y socorrer nuestras necesidades, como así consta a vuestra merced, pues la infeliz consiguió dicho lienzo con su sudor y trabajo como mingas entre su parentela, la que también se embargó.

226 Ítem, ser cierto tres mil rosarios que vuestra merced me dio por algunas bagatelas que a vuestra merced di para el gasto indispensable que se hace para la Fiesta y Patrón del Pueblo, cuya dádiva no costea [14 r.] la Recepturía si no es que es a costa del ingenio del cura.

227 Ítem, diga vuestra merced cómo es cierto haberme dado vuestra merced ocho mil rosarios, la mayor porción de palo al trueque de siete caballos buenos de servicio, que vuestra merced me ha comprado para el pueblo todos los que existen en sus estancias con señal que al pronto les puso del fierro del pueblo.

228 Ítem, cómo es verdad interné el año pasado y agosto 17 de 1786 a 1300 pesos 2 reales en efectos útiles, como consta por la factura que me acompaña bajo de la firma del señor gobernador que fue, don Francisco Xavier Cañas, quien registró y pasó por licencia del gobernador todo. Y la dicha partida de efectos los traje fiados para con sus ganancias socorrer mi casa, hallándome descubierto en esta deuda, con la fatiga de que el plazo en que me los dieron me exigen, de cuyo atraso se me siguen más perjuicios por los embargos, que en aquel entonces no los había.

229 Los dichos efectos consta a vuestra merced haberlos yo investido entre los naturales del pueblo sin ningún perjuicio, como es:

230 Di al corregidor Ignacio Curibo noventa pesos, más al juez alcalde Thomas Iopies treinta pesos.

231 Más al finado teniente Domingo Peez 80 pesos, más al alférez real Joseph Taconos 90 pesos, más al mayordomo Marcelino Xarupas 40 pesos, todo esto a pagarme ellos en lienzo como que tienen sus algodonales. Y a este tenor he comprado algodón a poquillos de todos y en mi casa se ha hilado con mingas que hacen de costumbre entre el avecindaje los días que a ellos les toca.

232 Y fuera de esto tengo ochocientas varas de lienzo, que como a vuestra merced consta es conseguido entre los indios, más tengo suplido a vuestra merced mil hilos de chaquiras mías por orden del señor gobernador para el tiro y aumento de la Recepturía, cuya

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 109

propuesta ejecuté gustoso aún sin ninguna ganancia [14 v.] por servir a mis señores superiores.

233 Ítem, diga vuestra merced cómo tengo estancia y cuando mato alguna res para el gasto de mi casa, ocurren a mis puertas casi toda la gente a pedirme trayéndome sus algodoncitos e hilos, cuyos regalos no los puedo dejar de recibir, supliéndoles en recompensa con sus trozos de carne y queso. Y de estas juntas al cabo del año me rinden alguna porción de varas de lienzo con mi ingenio10. Y esto no cede en perjuicio total de Recepturía ni menos la comunidad.

234 Todo esto es lo que a vuestra merced pido y suplico se sirva de darme la certificación que en justicia aclamo me dé para con ella ocurrir a los tribunales que me convengan. Y para ello, juro por Dios nuestro señor no proceder en nada de los dicho con malicia.

235 Manuel Muiños y Barbeito

236 Como cura primero que soy de este pueblo del muy glorioso patriarca de San Joph (sic), provincia de Chiquitos, certifico en cuanto puedo y ha lugar en dicho que es cierto todo lo que el mencionado don Manuel Muiñus pide en este sino verdad, y es cierta la partida que en él cita como vecino que es en esta provincia, pues parece sin razón que en todo sea atendido, pues es justicia la que pide. Y por no aglomerar mayores derechos de verdad, digo ser cierto todo lo que expone y con esto cedí a su presente para su resguardo en cualquier tribunal, pues hace patente todos los documentos de los señores gobernadores que han gobernado esta provincia. Doy esta certificación in verbo sacerdotis tacto pretore en 18 días del mes de abril de 1787 años.

237 Manuel Roxas

238 [15 r.]

239 Señor gobernador militar y político:

240 Don Manuel Muiños y Barbeito, natural de la villa de Cochabamba y al presente vecino en esta provincia como casado con mujer de ella, permisas la solemnidad del derecho, parezco ante la acreditada justificación de vuestra señoría y digo que se me hace preciso patentizar a vuestra señoría cómo el año de 1784 interné a esta provincia y pueblo de mi habitación varios efectos útiles y aparentes con la correspondiente venia y reconocimiento que precedió ante el señor gobernador que fue don Juan Bautista Berdugo, como consta por su certificación judicial que mantengo en mi poder, los cuales importaban a los precios de la provincia 1225 pesos, como se verá por la factura que me acompaña, advirtiendo que en aquel tiempo estaban todos los efectos, así de Castilla como de la tierra, en precios subidos a causa de la conmoción de guerras. Y toda esta partida impetré para el giro y adelantamiento del socorro de mi casa y obligaciones, habiéndose llegado todo a invertir en este pueblo de mi mansión sin que por ello se haya perjudicado las labores y derechos de Recepturía. Y como en aquel mencionado año no hubieron efectos suficientes de Recepturía para el recojo de la cera, vi que en el pueblo tenían los indios sus restos de cera sucia propia de ellos y que, no teniendo a quien poder venderla, la iban desperdiciando en candelas y lámparas. Pasé con este motivo a donde el señor cura y vicario don Manuel de Roxas y le referí que entre la comunidad de naturales tenían sus ceritas sucias de ellos, la que se iba desperdiciando, me respondió dicho señor cura que harto sentía, pero que qué había de hacer y que no tenía qué [15 v.] darles en pago o gratificación, y como estos neófitos no dan nada ni sirven sin ver la congratulación por delante, no puede el mencionado señor cura obligarlos a que diesen sus ceras. Y como tan solamente eran rezagos o meleas

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 110

cortas casuales que de ordinario hacen, porque aun yendo para sus chacras encuentran con picos de abejas las que fabrican la cera y de ordinario tienen, y a poco que de cada uno se compre, junto todo hace su porción, habiendo yo tomado venia del señor cura, me la amplió como a vecino. Y con el favor de este dicho señor se benefició rindiendo de ella ocho cargas de a cinco arrobas cinco libras y esta expresada compra fue sin violentarlos. Antes quedando gustosos, pues ya se hallaban sumamente desnudos y faltos de todo material para sus labores, motivo de la muy escasa recepturía que en aquel tiempo enviaba el señor gobernador que fue.

241 Todo esto que expreso puede vuestra señoría preguntar así a este señor Vicario, como a los jueces reales de cabildo, como asimismo presento adjunto con esta la certificación que a mí tiene dada por este señor cura bajo el juramento fiel de sacerdote en el que tengo aclarado todo para el reconocimiento íntegro de vuestra señoría la saca de dicha cera. Suplico en justicia me conceda vuestra señoría como en igual cuatrocientas diez varas de lienzo anexas a dicha factura que con ellas y las ocho cargas de cera componen los mil doscientos veinticinco pesos que traje.

242 Y señor, por no aglomerar más papel, hago presente en este todo lo que a vuestra señoría debo pedir exponiendo la verdad de todo y digo: que hallándome atrasado del costo principal que me asiste, el año pasado de 1786 me expuse a fiar una partida de efectos, según consta por el registro y pase que me concedió el señor don Francisco Xavier Canaz, gobernador interino que fue de esta provincia para con sus ganancia les socorrer el gasto y alimento de mi casa y familia. Habiendo [16 r.] yo expendido todo en este pueblo de mi residencia entre los indios, con suavidad e ingenio, siempre con venia antecedente de mi señor cura, siendo como se sigue:

243 Di al corregidor nombrado Ignacio Curibo noventa pesos al cambio de lienzo con espera

244 Ítem, al Alférez real noventa pesos, al finado teniente Domingo Peez ochenta pesos

245 Ítem, al alcalde ordinario Thomas Iopies treinta pesos

246 Ítem, al mayordomo mayor Marcelino Xarupas, cuarenta pesos, y lo demás a otros muchos sujetos indios, los que por no aglomerar no menciono, y por ser los tratos cortos con los demás, cuyo principal fue de mil trescientos pesos 2 reales. Y estos los tengo invertidos en lienzo grueso y delgado ingeniándome en comprar sus algodones y en mi casa con la ayuda y mingas de mi esposa tornádolos a lienzo. Como asimismo puede vuestra señoría averiguar siendo de su superior agrado, para lo que de presente hago de manifiesto todo, esta dicha cantidad la estoy debiendo y quisiera a mi acreedor satisfacer, pues el plazo me apura, siguiéndoseme muchos perjuicios cuya saca he de merecer a vuestra señoría me conceda.

247 También debo decir a vuestra señoría que por la certificación del referido señor cura don Manuel de Roxas, vendrá vuestra señoría en conocimiento de lo que con justicia pido a vuestra señoría, volviendo a decir que en meses pasados despaché a la capital de Santa Cruz a manos de mi apoderado don Ramon Gonzales Lobo trescientas varas de lienzo fino el que me dio este señor cura al cambio de una partida de yeguas que le vendí para el pueblo de las que sumamente se hallan necesitadas las estancias; con gusto de los indios, en igual tres mil rosarios los que también me dio este mismo señor Vicario en pago de algunos efectillos que le vendí el año pa [16 v.] sado para el gasto del día y Festividad del Patrón del Pueblo, como también al mismo tiempo despachó mi mujer trescientas varas de lienzo entre grueso y delgado hecho todo con su sudor y trabajo para el fin de vestirse con su producto. Y de dicha remesa concedió pase el

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 111

señor Gobernador que fue interino, hallándose estas tres partidas hasta el día en embargo por el superior orden de vuestra señoría, la que suplico se me desembargue.

248 Por lo consiguiente, pido a vuestra señoría con el mayor rendimiento me conceda sacar ocho mil rosarios que tengo, los que este señor cura me tiene dados al trueque y compra de ocho caballos buenos de servicio para el pueblo. Y su certeza puede vuestra señoría averiguar, los que siempre que vuestra señoría quiera de pronto los pondré de manifiesto, pues se hallan con el señal del pueblo herrados.

249 Como asimismo pido a vuestra señoría que siempre que no pueda disponer sobre lo que llevo pedido y expuesto, decrete vuestra señoría lo que fuere de su mayor agrado, devolviéndome así este escrito como la certificación que manifiesto originales para el ocurro que me convenga, y por tanto a vuestra señoría:

250 Pido y suplico se sirva proveer lo que fuere de justicia, jurando por Dios nuestro señor no procedo de malicia y para ello etcétera.

251 Manuel Muiños y Barbeito

252 San Josseph de Chiquitos 11 de mayo de 1787.

253 Ocurra al superior tribunal de la Real Audiencia de Charcas con especificación de que los mil hilos de chaquiras que con conocimiento de este gobierno dio al cura de este pueblo, deben reputarse por préstamo hecho a la Administración General, la que satisfará en la misma especie, según se expresa en la contestación al cura de este pueblo, del oficio en que [17 r.] represento la urgente necesidad de la referida especie. Y respecto de hallarse publicado bando en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en que se prohibía toda entrada en la provincia sin mi conocimiento, y expresar la parte en su escrito haber introducido el año pasado de ochenta y seis una partida de efectos cuyo valor asciende, según el escrito presentado al cura de este pueblo, a la cantidad de mil trescientos pesos dos reales, y siendo posterior la fecha de la referida introducción a la publicación del expresado bando, se le notificará a la parte comparezca ante mí a jurar y declarar cómo y cuándo introdujo dicha partida de efectos, y hecho se le dará testimonio íntegro quedando en este gobierno su original para los fines que convenga.

254 Así lo proveo, mando y firmo yo, don Antonio Lopez Carbajal, capitán de infantería de los reales ejércitos, gobernador interino militar y político de esta provincia de Chiquitos y teniente de granaderos del regimiento de Saboya, actuando con testigos a falta de escribano.

255 Antonio Carbajal

256 Josseph Manuel Mexía

257 Mariano Ansoleaga

258 En este [17 v.] pueblo de San Josseph en once días del mes de mayo de mil setecientos ochenta y siete años yo, Josseph Manuel Mexia, de mandato del señor Gobernador de esta provincia, pasé a la casa y morada de don Manuel Muinos y Barbeito, a quien le leí, notifiqué e hice saber el decreto antecedente, y para que conste, lo firmo conmigo.

259 Josseph Manuel Mexia

260 Manuel Muiños

261 En este pueblo de San Josseph de Chiquitos en dicho día, mes y año, ante mí, dicho Gobernador, pareció presente don Manuel Muiños y Barbeito, mediante la notificación que se le hizo, a quien por ante los testigos le tomé juramento que lo hizo por Dios nuestro señor, y una señal de cruz, según forma de derecho, so cargo de él, prometió

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 112

decir verdad de lo que supiere y se le fuere preguntado, si así lo hiciese, Dios le ayude y al contrario, se lo demande.

262 Y habiéndolo sido al tenor del decreto antecedente, y preguntado que cómo introdujo dichos efectos que expresa en su escrito, estando yo en la ciudad de Santa Cruz por entonces, dijo: que no ha introducido tales efectos sino que los compró del licenciado don Josseph Jasinto Herrera, cura primero del pueblo de la Concepción de esta provincia, quien propuso la venta al declarante. Y no habiéndole acomodado por defecto del conocimiento del gobierno y expuestoselo así a dicho don Josseph Jassinto este, con puntualidad le proporcionó el pase que supone ser introducidos de afuera. Y que en iguales términos u otros semejantes contrató con Joseph Moreno, vecino del pueblo de San Juan en esta misma provincia.

263 Segundo: preguntado si sabe con qué fines fueron introducidos los efectos referidos, en qué términos se obligó a satisfacerlos, y si sabe algo más que convenga de la materia que se trata, dijo que había sabido que los tales efectos los había introducido el señor gobernador don Francisco Xavier de Cañas, quien los vendió al referido cura de la Concepción a cuenta de sínodo, y este al declarante, quien se obligó a pagar en cargas de cera puestas en dicho pueblo de la Concepción. Y que también le consta hubo contrato de los mismos géneros [18 r.] con el sargento Alexandro Baca por tener en su poder la obligación que lo acredita. Y que esta es la verdad de lo que sabe bajo del juramento que fecho tiene en que se afirmó y ratificó, y siéndole leída esta su declaración dijo estar bien sentada, que no tiene que añadir ni quitar, y que es de edad de treinta y un años. Lo firmó conmigo y testigos con quienes actúo a falta de escribano público ni real.

264 Antonio Carbajal

265 Manuel Muiños

266 Josseph Manuel Mexia

267 Mariano Ansoleaga

268 [19 r.]

269 Muy poderoso señor:

270 El suplicante se halla casado y avecindado en este pueblo años hace, en cuyo tiempo, según estoy informado, ha observado honrada conducta y en el mío franqueándose para servir al Rey, sin admitir recompensa.

271 El adjunto expediente contiene sus solicitudes, las que espero vuestra alteza se digne proveer para que yo pueda dar salida a las que repetirá, sin duda, obligado de la necesidad de mantener su familia; cuyo único recurso es el comercio.

272 Pienso sería conveniente mantener a éste y a otros vecinos semejantes en esta provincia, para que con el tiempo fuesen proficuos en [19 v.] otros destinos. Pero la superioridad de vuestra alteza resolverá lo que tenga por conveniente.

273 San Josseph de Chiquitos, 24 de mayo de 1787.

274 Antonio López Carbajal

275 [20 r.]

276 Muy poderoso señor:

277 Muy señor mío: suplico a vuestra señoría se sirva de presentar a ese superior tribunal el informe general de esta provincia, el particular de este pueblo, las resultas de su visita,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 113

y el expediente que trata de la solicitud de don Manuel Muiños y Barbeito, que envío por su conducto con el fin de que antes de este paso sea reconocido por el celo y capacidad de vuestra señoría, a quien pido.

278 Dios guarde muchos años.

279 San Josseph de Chiquitos, 24 de mayo de 1787.

280 Besa la mano de vuestra señoría su atento servidor.

281 Antonio Carbajal

282 El Fiscal hace presente a vuestra alteza los adjuntos expedientes que por medio de este ministro ha dirigido el Gobernador interino de la provincia de Chiquitos y contienen la visita actuada del pueblo de San Josef y la solicitud de don Manuel Muñoz y Barbeyto, vecino de aquella provincia, siempre que se le entreguen los bienes que refiere hallarse embargados de orden de dicho Gobernador, para que enterado del estado de una y otra causa se sirva vuestra alteza tomar las providencias que correspondan en justicia.

283 Plata, septiembre 8 de 1787.

284 Firma Arnaiz

285 Vista al señor Fiscal

286 Proveyeron y rubricaron el decreto antecedente los [20 v.] señores Presidente y Oidores de esta Real Audiencia y fueron jueces los señores doctor don Juan de Dios Calvo y Antequera y Don Thomas Ignacio de Palomeque, oidores. En La Plata el dieciocho de septiembre de mil setecientos ochenta y siete años.

287 Sebastián Antonio Toro

288 Respondida con fecha de 10 de noviembre

289 [21 r.]

290 Sello tercero, un real. Años de mil setecientos y setenta y seis y setenta y siete

291 Para los años de 1786 – 1787

292 En la ciudad de La Plata, en dos días del mes de noviembre de mil setecientos ochenta y siete, ante mí, el escribano de Su Magestad y de los testigos de suso, pareció don Manuel Muiños y Barveito, vecino de la provincia de Chiquitos y al presente residente en esta dicha ciudad, en cuyo conocimiento doy fe y dijo que daba y dio todo su poder cumplido bastante cual de derecho se requiere y en necesario para más valer a Juan Manuel Megia Guerrero, procurador de causas de los del número de esta Real Audiencia, generalmente para en todos sus pleitos, causas y negocios civiles y criminales, eclesiásticos y seculares, movidos y por mover, que al presente tenga y en adelante tuviere, contra todas y cualesquier personas y sus bienes, y las tales contra el otorgamiento y los suyos, así demandando como defendiendo, con tal de que no salga ni responda a nueva demanda que se le ponga, sin que primero se le notifique en persona y constando de ello pueda parecer y parezca, ante el católico Rey nuestro señor (que Dios guarde) en sus Reales Audiencias, Cabildos, Juzgados y otros tribunales superiores e inferiores, para ellos o cualesquiera de ellos, haga y ponga demandas, pedimentos, requerimientos, citaciones, protestaciones, acusaciones, ejecuciones, prisiones, embargos y desembargos de bienes, ventas, transes y remates de ellos, tome posesión y amparo de los rematados y que se le adjudicasen, y a la continua, ponga inquilinos, presente testigos, escritos, escrituras, probanzas y otros papeles y recaudos necesarios y los saque y compulse de poder de quien los tenga y deba dar, vea presentar, jurar y

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 114

reconocer lo de contrario, tache y contradiga y a los testigos en dichos y personas, decline de jurisdicción de cualesquier jueces y justicias, abone todo lo por parte dicho, fecho y presentado, recuse jueces, asesores, escribanos, notarios, y otros oficiales y ministros de las causas, hiciese las tales recusaciones o se aparte de ellas, haga en ánima del otorgante cualesquier juramentos de ca [21 v.] lumnia y (¿demorio?) diciendo verdad, pida que las partes contrarias lo hagan, difiera en ellos los casos que convengan, pida términos cuantos plazos ordinarios y ultramarinos y los goce o renuncie beneficio de restitución inintegrum, saque y gane reales provisiones ejecutorias, despachos y cartas de excomunión y censuras, agravadas y reagravadas, hasta las de atema (sic: anatema), y use de su efecto donde y como viene le convenga, y en las causas pida y oiga a nuestros interlocutorios y sentencias definitivas las dadas a favor, consienta y dé las de en contrario o de otro cualquier acuso (sic) o agravio, apele y suplique, diga de nulidad y siga las tales apelaciones y súplicas por todos grados e instancias hasta su final conclusión y determinación y tasación de costas que se reciba y cobre de quien las debiese pagar.

293 Que para todo lo que dicho es y lo de ello dependiente anexo y consecuente le da y franquea este Poder, con sus incidentes y dependientes, libre y general administración y sin limitación alguna en lo referido y facultad de que lo pueda sustituir en quien y las veces que le pareciere, y a todos releva de costas según derecho, a cuya firmeza y cumplimiento obligo su persona y bienes habidos y por haber en bastante forma, en cuyo testimonio así lo digo, otorgo y firmo, siendo testigos Mariano Anteaga, Francisco Thelles y Joséf [Leme?] y de un pedimento, cuenta y riesgo no cuando en registro.

294 Manuel Muiños y Barbeito

295 Juan Josseph Lazcano y Mosqueyra, escribano de Su Majestad

296 [22 r.]

297 Gobernador militar y político:

298 Mi señor:

299 Ignacia Sapores, natural de esta provincia de Chiquitos, parezco ante la recta justificación de vuestra señoría, según las solemnidades del derecho y en nombre de nuestro augusto soberano Rey y señor católico de España, quien con el celo de caridad y lástima favorece tanto a sus vasallos e indios, y siendo yo uno de ellos, hago patente a la superioridad de vuestra señoría que hallándome conyugado del matrimonio con la persona de don Manuel Muñoz y Barveito, he procurado cuidarle en lo que mi corto trabajo ha podido para, de esta manera, sobrellevar las obligaciones de casado y familia que al presente nos acompaña, quienes piden por justicia la debida asistencia y cuidado, conforme al esclarecido nacimiento que a mi esposo le circula. Y para el desahogo de las sumas necesidades que se padece en esta remota provincia, hemos procurado así mi parte dicho marido como yo trabajar medianamente en los variables frutos que produce este país, como es en sus algodones y tejidos así con mi personal sudor como con las mingas y ayudas que entre nuestra naturaleza nos es permitido de cuyo labor e ingenio al cabo del año nos rinde alguna porción de varas de lienzo, como el grande alivio que al presente nos administra de tener estancia propia de ganado vacuno y caballar, que con sus agencias y trabajo internó a esta mi señor esposo de la ciudad de Santa Cruz. Y siempre que para nuestra manutención se mata una u otra res, [22 v.] concurren las gentes a suplir sus necesidades de saciar el hambre, quienes por agrado y regalo traen sus cortedades de hilitos hilados y algodones y no se les puede desairar en recibirles por

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 115

ser uso y costumbre entre nosotros supliendo nuestras necesidades unos con otros por la unión que nos asiste. Y de todo este recojo casi cotidiano de poquillos deja a nuestra casa, como tengo dicho, alguna utilidad.

300 Y siendo producto de mi trabajo y eficacia patentizo a vuestra señoría, como a nuestro padre y señor que es quien representa la real autoridad de juez, y digo que: hace meses que despaché a la capital de Santa Cruz trescientas varas de lienzo entre listado grueso como lo demás blanco de encomienda con la persona del mozo Francisco Padilla, que llevaba otras trescientas varas pertenecientes a mi esposo, las que le había dado este señor cura al cambio de unas yeguas que dio mi redicho consorte para el pueblo, adjunto unos tres mil rosarios los que también le dio el mismo señor Vicario de este en pago de algunos efectos que a dicho señor le dio para el gasto de la Fiesta del Patrón. Y viendo yo como enviaba todo lo dicho, incluí las citadas varas de lienzo al fin de que se me trajese ropa de vestir y otros urgentes necesarios que por acá se carecen. Y como a la vuelta del citado mozo Padilla pregunté a mi señor esposo el motivo de que fue causa que no se me trajese lo que pedí de encargo por el lienzo que remití, me respondió mi predicho marido que vuestra señoría había embargado todo, así lo perteneciente a él como en igual lo mío, por lo que [23 r.] rendida suplico se me desembargue pues no es posible carezca yo ni mi familia de necesidades, pues expongo a vuestra señoría no ser el lienzo mal habido, ni con fraude, sino justamente trabajado por mí. Y asimismo pido a vuestra señoría que mirándome con alguna conmiseración me ministre su justicia la amplitud en adelante para guirar (sic: guiar) en el trabajo que mi estado mujeril me permite, en cuidar a mi señor esposo a trabajar y con esto mantenernos y vestirnos sin mendigar, dando vuestra señoría el libre pasaporte de mis cortas remesas, que mediante la grande justificación de vuestra señoría espero el consuelo de remediar las urgencias que abruman al padre de familia y por tanto:

301 A vuestra señoría pido y suplico se sirva proveer lo que fuere de justicia que será merced que provea con justicia sobre el particular.

302 Firmado en San José el 11 de mayo, merced que espero recibir. Jurando por Dios nuestro señor no proceder con malicia.

303 Ignacia Sapores

304 Otrosí, digo que siempre que vuestra señoría no pueda determinar sobre el asunto, se sirva decretar lo que fuere de su superior agrado para ocurrir y exponer mi derecho a donde convenga, devolviéndome este escrito para verificarlo así.

305 San Josseph de Chiquitos, 11 de mayo de 1787.

306 Ocurra a la Real Audiencia de la Plata, de cuya superior autoridad depende la resolución de lo representando por la parte en donde encontrará el informe de este gobierno conveniente a la justicia que pide. Así lo proveo, mando [23 v.] y firmo yo, don Antonio Lopes Carbajal, capitán de infantería de los Reales Ejércitos, gobernador interino militar y político de la provincia e Chiquitos, y teniente de granaderos del regimiento de Saboya, actuando con testigos a falta de escribano.

307 Antonio Carvajal

308 Josseph Manuel Mexia

309 Mariano Ansoleaga

310 [24 r.]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 116

311 Certifico en cuanto puedo y ha lugar en derecho a los señores que la presente vieren o donde ésta se manifestare yo, el licenciado don Manuel Roxas, cura primero de este pueblo, cómo don Manuel Muiños y Barbeito, casado y avecindado en este dicho el término de nueve años, poco más o menos, en cuyo espacioso tiempo se ha manejado con notable porte, acreditando enteramente su honrado proceder, sin disgustar en la menor parte a los señores curas de esta provincia, ni menos a mí, como ni tampoco a los neófitos de éste de mi cargo. Antes sí lo han querido mucho, acreditando esta verdad, pasan a ayudarle a su casa a la menor insinuación en algún trabajo que se le ofrece, y dicho Muiños les gratifica en lo que puede por tenerlos gratos.

312 Y para que conste donde convenga de pedimento verbal del interesado, di esta para su mayor firmeza y validación in verbo sacerdotis pectore, en este pueblo del patriarca señor San Josseph de Chiquitos en primero de junio de mil setecientos ochenta y siete años.

313 Manuel Roxas

314 [25 r.]

315 Señor gobernador, mi señor;

316 Don Manuel Muiños y Barveito, vecino en esta provincia y pueblo de San Joseph, permisas las solemnidades del derecho, parezco ante la superioridad de vuestra señoría y digo: que me hallo próximo a caminar a la ciudad de Santa Cruz y de allí pasar a exponer cuanto me convenga ante la soberanía de la Real Audiencia de La Plata, como tal vecino que soy de esta dicha provincia. Y como en el día tiene vuestra señoría echado mano de mi inútil persona a que en ausencia y término de dos meses, vaya yo a ocupar el puesto del capitán don Juan María de Castro en el puerto de Santa Chatalina a ejecutar las providencias de vuestra señoría, he determinado que seis cargas que en el día saco vayan adelante siendo sus especies, primeramente una carga de lienzo que se compone de cuatrocientas y tantas varas de lienzo como un almofrez-cama-toldo pabellón cortinaje de mi uso, y con ésta y lo demás de mi decencia de vestir y muebles de mi casa componen por todo seis cargas, por lo que se ha de servir la acreditada justificación de vuestra señoría se ponga la dicha carga de lienzo en poder del señor alcalde don Joseph de Flores en depósito hasta zanjar y evacuar mis asuntos en el Superior Tribunal al que vuestra señoría remite, y todo lo demás de mi equipaje se entregue a mi apoderado don Ramón Gonsales Lobo, viviente en su estancia de Poresagui, sobre el camino real, para que dicho señor esté al reparo y cuidado de todo hasta mi salida. Y por tanto, y más que decir deba:

317 A vuestra señoría pido y suplico provea lo que fuere de justicia y para ello firmo.

318 San Josseph de Chiquitos, 16 de mayo de 1787

319 Manuel Muiños y Barveito

320 [25 v.]

321 Pase la carga de lienzo según y como pide. Así lo proveo, mando y firmo yo, don Antonio López Carbajal, capitán de infantería de los Reales Ejércitos, gobernador interino militar y político de la provincia de Chiquitos y teniente de granaderos del regimiento de Saboya.

322 Antonio Carvajal

323 Josseph Manuel Mexia

324 Mariano Ansoleaga

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 117

325 [26 r.]

326 Señor gobernador:

327 Don Manuel Muiños y Barbeito, vecino de esta provincia, permisas las solemnidades del derecho, parezco ante vuestra señoría y digo que hago maniesto (sic: manifiesto) la cantidad de cuatrocientos pesos en efectos útiles para el comercio con estos neófitos que acabo de recibir sobre las obligaciones de los soldados que me eran deudores, según consta del recibo que tengo otorgado al capitán don Juan María Castro, quien corre con el pagamento de sueldos; y dejando yo estos dichos efectos a mi consorte para que con ellos vaya trabajando y adelantando como acostumbra, se ha de servir vuestra señoría darme el pase correspondiente después de reconocidos. Por tanto:

328 A vuestra señoría suplico provea lo que fuere de su superior agrado, jurando lo necesario no proceder de malicia.

329 Manuel Muiños y Barveito

330 San Josseph de Chiquitos, 16 de mayo de 1787

331 No ha lugar a lo que pide. Así lo proveo, mando y firmo yo, don Antonio López Carbajal, capitán de infantería de los Reales Ejércitos, gobernador interino militar y político de la provincia de Chiquitos y teniente de granaderos del regimiento de Saboya, actuando con testigos a falta de escribano.

332 Antonio Carvajal

333 Josseph Manuel Mexia

334 Mariano Ansoleaga

335 [27 r.]

336 Señor gobernador:

337 Don Manuel Muiños y Barveitto, vecino de este pueblo provincia de Chiquitos, permisas las solemnidades del derecho, parezco ante la acreditada justificación de vuestra señoría y digo que conviene a mi derecho el que vuestra señoría me dé a continuación de éste mi pedimento una certificación expresando cómo fui al pueblo de San Tiago, frontera del enemigo bárbaro guaicuru, a estarme allí el tiempo que amenaza riesgo, como es el de aguas, y me mantuve el espacio de dos meses y días cumpliendo la superior orden de vuestra señoría que me pasó con fecha 19 de enero de 1787 y me he retirado en el día a esta mi residencia a reparar mi familia, y el de haber hecho este servicio a costa y mención sin perjudicar en nada al real haber como así tengo de practicar cada año.

338 E igualmente se ha de servir asimismo declarar en dicha certificación cómo al cura de este pueblo le tengo prestados mil hilos de chaquiras para el tiro y adelantamiento de la Recepturía, aun privándome el adelantar mis cortos intereses, como consta a vuestra señoría este préstamo, como el de estar próximo a partirme por orden de vuestra señoría al puerto de Santa Chatalina a estar al reparo y seguir lo que en las instituciones me previniese no obstante de hallarme enfermo, como consta realmente a vuestra señoría, por lo que se ha de servir la superior atención de vuestra señoría proveer lo que en este pido para los efectos que /27 v./ me convenga. Por tanto:

339 A vuestra señoría suplico provea y mande como llevo pedido que será justicia la que espero alcanzar jurando lo necesario no proceder de malicia, y para ellos firmo.

340 Muiños y Barveito

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 118

341 San Josseph de Chiquitos, 16 de mayo de 1787.

342 Don Antonio Lopes Carbajal, capitán de infantería de los Reales Ejércitos, gobernador interino militar y político de la provincia de Chiquitos y teniente de granaderos del regimiento de Saboya:

343 Certifico ser cierto el suplicante prestó al primer cura de este pueblo mil hilos de chaquiras para el fomento de él, con mi conocimiento e inteligenciado de que había de ser satisfecho por la Administración General en la misma especie, y omito certificar lo demás pedido en este escrito por hallarse prohibido por el excelentísimo señor virrey a consecuencia de reales resoluciones. Y para que conste donde convenga, doy esta en este pueblo dicho día, mes y año.

344 Antonio Carvajal

345 Josseph Manuel Mexia

346 Mariano Ansoleaga

347 [28 r.]

348 Recibí esta carta del Señor Gobernador hoy día 1 de febrero de 1787 en la que me impone vaya yo el tiempo de aguas al pueblo de San Tiago, y camino hoy día 5 de febrero de 1787. Y para que conste, lo firmo, Manuel Muiños

349 A la de vuestra merced de 2 del presente contesto diciendo que estimo sus honrosas expresiones que he dado luego que me ha sido posible providencia para que se entregue a vuestra merced la mula y que don Josseph Miguel de Cuellar no vaya a aquel destino, por lo que vuestra merced e Inojoza deberán partir a mantenerse en él todo el tiempo de aguas.

350 Dios guarde a vuestra merced muchos años. San Ignacio de Chiquitos, 19 de enero de 1787.

351 Antonio Carbajal

352 A don Manuel Muiños y Barbeito

353 [28 v.]

354 Señor sargento don Alejandro Baca:

355 Suplico a vuestra merced, como también al señor cabo don Manuel Torrico, que entre ambos que se hallan al presente comandando este destacamento de San Tiago, se sirvan vuestras mercedes de pasar por vista la carta del señor gobernador en la que me manda viniera yo a auxiliar este puesto el tiempo de aguas, como en efecto al pronto me puse en camino del pueblo de mi residencia a este, saliendo de él el 5 de febrero de 1787 y haber llegado el 8 de este presente mes.

356 Mas también pido de pronto a vuestra merced una arma, la correspondiente pólvora y munición, la que, si no se gasta en alguna invasión que haya de bárbaros guaicurues, aseguro el devolver a vuestra merced todo íntegro el tiempo de mi retirada.

357 Y pido me den vuestras mercedes al pie de esta, bajo de sus firmas, la pronta ejecución que practiqué al superior mandato de su señoría aclarando vuestras mercedes el día que llegué que es hoy 8 de febrero de 1787.

358 A más también en mi compañía vino al mismo efecto Miguel Inojosa, casados ambos en esta provincia con mujeres naturales de ella.

359 Manuel Muiños y Barveito

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 119

360 Certifico y digo yo, el sargento don Alexandro Baca, cómo llegó el don Manuel Muiños a auxiliar este destacamento de San Tiago, juntos con el soldado Miguel Inojosa, el que amunicioné con un fusil corriente y treinta balas, como media libra de pólvora, /29 r./, quienes llegaron hoy día 8 de febrero de 1787. Más también pasamos por virtud la carta del señor gobernador y para que conste lo firmamos en este dicho día, mes y año, yo, el sargento

361 Alejandro Baca

362 Yo, el cabo Manuel Torrico

363 Señor sargento de este piquete del pueblo de San Tiago, suplico a vuestra merced se sirva de poner bajo de éste como hoy día 8 del mes de abril me retiro a mi casa después de haber obedecido el superior mandato de su señoría, el señor Gobernador en venir a auxiliar sin interés alguno este puesto y hacen dos meses y días que me he mantenido en él y siempre que ocurra esta laya de servicio u otro que sea al del Rey nuestro augusto soberano, que Dios guarde, prometo prontamente con mi persona y bienes ejecutar el desempeño de semejante naturaleza, y en este supuesto puede vuestra merced u otro cualesquier oficial mandarme sin recelo en lo que yo pueda valer.

364 San Tiago, 8 de abril de 1787. Muy señor mío, beso las manos de vuestra merced, su atento criado,

365 Manuel Muiños y Barveito

366 Digo yo, el sargento de este piquete y puesto del pueblo de Santiago, que es cierto que don Manuel Muiños ha estado pronto a todo y pasadas las aguas se presentó ante mí para retirarse a su morada.

367 Y para que conste lo firmo hoy día 8 de abril de 1787.

368 Alejandro Baca

369 [30 r. a 37 r. inclusive] (Traslado de los documentos de los folios 13r. a 18r.)

370 [37r.]

371 Concuerda con los originales de su contexto de donde se sacó este tanto, va cierto y verdadero, corregido y concordado al que en lo necesario me refiero, y para su entera validación y firmeza, interpongo mi autoridad y decreto judicial yo, don Antonio Lopes Carbajal, /37 v./ capitán de infantería de los Reales Ejércitos, gobernador interino militar y político de esta provincia de Chiquitos y teniente de granaderos del regimiento de Saboya.

372 Y para que conste donde convenga, doy la presente en este pueblo de San Josseph en catorce días del mes de mayo de mil setencientos ochenta y siete años, actuando con testigos a falta de escribano público ni real.

373 Antonio Carbajal

374 Josseph Manuel Mexía

375 Mariano Anzoleaga

376 [38r.]

377 Sello tercero, un real. Años de mil setecientos y cincuenta y dos y cincuenta y tres

378 Para los años de 1786 – 1787

379 Pide que este escrito con los documentos que presenta corra la vista mandada dar al señor Fiscal.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 120

380 Corra con la copia mandada dar

381 Muy poderoso señor

382 Juan Manuel Mexia Guerrero, en nombre de don Manuel Muñoz y Barbeito y en virtud de su Poder, que con la solemnidad necesaria presento y juro como mejor proceda de derecho ante vuestra alteza, parezco y digo que con el motivo de haber contraído mi parte matrimonio con Ignacia Sapores, india neta del pueblo de San Juan en la provincia de Chiquitos ha tenido por oportuno fijar su residencia en el de San Joseph en la misma provincia. Y habiendo continuado en ella el espacio de cerca de diez años, para sufragar los precisos gastos de su familia le ha sido indispensable dedicarse al trabajo justo que ofrecen aquellas regiones, en cuya virtud, así él como su consorte han internado a dicho pueblo, precedidas las correspondientes licencias de los gobernadores políticos y militares, aquellos efectos que son útiles y necesarios para los indios. Mas como estos carezcan de dinero para socorrer sus necesidades, se hallan en la urgencia de trocar con aquellas especies que necesitan sus pocos algodones y ceras sucias que adquieren de sus propias chacras con una total independencia de todo aquello que es perteneciente al recomendable ramo de Recepturía.

383 En este supuesto, para que mi parte pueda satisfacer a los que le habilitan con dichos efectos, se ve en la precisión de convertir aquellos algodones y los que le sufragan sus propias chacras en lienzos, y aquella poca cera sucia beneficiarla y, concluido lo dicho, internarla a la ciudad de Santa Cruz para su [38 v.] expendio. De modo que solo así se ha podido sostener en aquellos lugares, manteniendo con el corto lucro de este ejercicio sus precisas obligaciones. En cuyo estado le ha sobrevenido la novedad de que con el motivo de haber arribado a aquel gobierno don Antonio López Carbajal, éste como tan celoso en el exacto cumplimiento de su ministerio, en el errado concepto de que este modo de girar que había tomado mi parte era reprobado y opuesto a las prerrogativas del ramo de Recepturía, ha tirado a embarazar este comercio cuando sus antecesores, reconociendo ser lícito por todos derechos, lo habían permitido, en tal grado que habiendo despachado a la ciudad de Santa Cruz seiscientas varas de lienzo y tres mil rosarios con la correspondiente guía por el gobierno de aquella provincia se le embargaron con más cuatrocientas y tantas varas, que viendo estas novedades depositó mi parte en poder del alcalde don Joseph Flores, juez comisionado para estos efectos.

384 Y aunque es cierto que, con todos los documentos que con la solemnidad necesaria presentó y juró, demostró mi parte con toda solidez ante aquel Gobernador lo legítimo de aquel comercio, el ningún perjuicio al ramo de la Recepturía, el modo lícito y honesto con que mi parte había conseguido aquellas especies, colmando de beneficios a los indios, manifestando de paso las utilidades que a estos se les siguen, y al mismo tiempo, el continuo esmero con que siempre se ha aplicado al servicio de Vuestra Real Persona sin sueldo alguno, según que líquidamente lo comprueban las certificaciones de los militares en aquellas guarniciones, con todo, jamás pudo conseguir el desembargo a que aspiraba porque a todas sus representaciones decretaba el que ocurra a este regio solio a donde había hecho el correspondiente informe.

385 En esta inteligencia, contemplando que ya del expediente se halla dada vista al señor Fiscal, en que suplica con todo rendimiento se tenga este escrito presente y me es oportuno hacer ver a la piedad de vuestra alteza, que con toda prontitud se debe mandar el desembargo, respecto de que no se dé en cuenta motivo ni causa para que este se continúe, una vez que consta el legítimo modo con que adquirió mi parte la porción de lienzos, rosarios y las ocho cargas de cera que se hallan en su casa, sin

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 121

arbitrio para [39 r.] poderla expender, cuando es cierto y evidente que todo lo dicho ha adquirido a expensas de sus indecibles fatigas, sin grabar el ramo de Recepturía, como lo acreditan los documentos que se llevan presentados.

386 En cuyos términos, siendo esto cierto y hallándose prevenido por Su Majestad que este género de comercios jamás se estorben, sino que antes se sostengan y permitan para que así se civilicen y se sigan los demás laudables efectos, estando así mandado por real cédula y por reglamento, hay sobrado mérito para que vuestra alteza se sirva mandar se le desembargue aquellos efectos. Y que, asimismo, no se le ponga embarazo a que continúe con este corto comercio, respecto de estar avecindado en aquellos lugares que en propios términos debe gozar los privilegios de poblador. Pues de otro modo se seguirían los gravísimos perjuicios de no haber quien vaya a poblarse a aquella importantísima provincia, dándosele el más pronto despacho por tener que asistir en el puesto y piquete Pueblo de Santiago, frontero al enemigo guaicurú, pues empezando la estación de aguas se imposibilitará su regreso a aquella lejana provincia a causa de hallarse inundados con copiosas aguas, sus caminos y tránsitos. Por tanto:

387 A vuestra alteza pido y suplico así lo provea y mande que será justicia. Juro en ánima de mi parte no proceder de malicia y para ello etcétera.

388 Don Calancha

389 Juan Manuel Mexia Guerrero

390 Otrosí digo que en el caso de que se recelase de que mi parte pudiera internar algún caudal considerable con el motivo del permiso que solicita para quitar este inconveniente, desde luego se ha de servir vuestra alteza proporcionarle cuota fija para que anualmente pueda trabajar. Con respecto a la crecida familia que sobre él recarga, pido justicia ut supra.

391 Don Calancha

392 Juan Manuel Mexia Guerrero

393 En La Plata, en tres de noviembre de mil setecientos ochenta y seis /39 v./ años, ante los señores presidente y oidores de esta Real Audiencia en la que se presentó esta petición.

394 Los dichos señores mandan que corra con la vista mandada dar al señor Fiscal.

395 Sebastián Antonio Toro

396 Muy poderoso señor

397 Responde

398 Autos

399 El fiscal ha visto el recurso interpuesto a nombre de don Manuel Muñoz y Barbeyto, vecino del pueblo de San José en la provincia de Chiquitos, solicitando se suspenda el embargo de bienes que se le hizo para el gobernador de ella. Y enterado de los documentos presentados y del expediente dirigido por este sobre el particular dice: que dicho gobernador procedió al secuestro de los bienes, cuyo desembargo solicita el suplicante por haber incurrido en la estrecha prohibición ordenada así por las Leyes Generales del Reino, como por las particulares providencias expedidas por esta Real Audiencia y señaladamente en la instrucción provisional que últimamente se dirigió a los gobernadores de Mojos y Chiquitos para el régimen de sus respectivas provincias de toda suerte de tráfico y comercio con los naturales y sus peculiares efectos. Pero constando por los citados documentos hallarse el referido Muñoz arraigado y casado en

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 122

el expresado pueblo con mujer oriunda de él nueve a diez años y haberse manejado con honradez, abonando igualmente su conducta de gobernador en el informe dirigió con fecha de 24 de mayo del presente año, haciendo presente su aplicación al servicio del Rey en la tropa destinada para la defensa del enemigo bárbaro fronterizo, podrá vuestra alteza [40 r.] mandar que todos los efec[tos] (roto) ocurrente se pasen a la (roto: ciudad de) Santa Cruz en la misma forma que se ha ejecutado con los demás, para que precedida la tasación y avalúo de ellos con arreglo al precio común de aquellos lugares se le satisfaga su legítimo importe, apercibiéndole que en lo sucesivo se abstenga de mezclarse directa ni indirectamente en tratos ni comercios con los indios de cualquiera especie y calidad que sean. De forma que encontrándose en su poder efectos de cera, tejidos y otros peculiares de las manufacturas de éstos, se le declaran por confiscados y aplicarán a la Recepturía reservándosele solo con consideración a lo que tiene expuesto el permiso de que pueda expender los frutos que cosechare de su propia crianza y labranza con las correspondientes guías y pasaportes del gobernador, a quien deberá prevenírsele cuide y cele su conducta en esta parte y dé aviso de cualquier malversación que advierta en sus operaciones a este Superior Tribunal para que se provean los oportunos remedios, librándose para todo la correspondiente Real Provisión. La Plata y noviembre 10 de 1787.

400 Arnaiz

401 En La Plata, en trece de noviembre de mil setecientos ochenta y siete años, ante los señores Presidente y Oidores de esta Real Audiencia se presentó esta petición. Los dichos señores mandaron traer los autos a la Real Sala.

402 Sebastián Antonio Toro

403 [40 v.]

404 Estos con la solicitud de Manuel Muñoz y lo expuesto por el señor Fiscal, liberé Real Provisión dirigida al gobernador interino de la provincia de Chiquitos a fin de que los bienes y efectos embargados a don Manuel Muñoz se pasen a la Recepturía de Santa Cruz de la Sierra, para que proceda la tasación y avalúo de ellos, con arreglo al precio común de aquellos lugares, se le satisfaga en ella su legítimo importe al enunciado Muñoz, apercibiéndole que en lo sucesivo se abstenga de mezclarse en comercios con los indios de cualquiera especie y calidad, reservándosele solo el permiso de que pueda expender los frutos que cosechare de su propia crianza y labranza con las correspondientes guías y pasaportes de aquel gobernador, a quien se previene cuide y cele de su conducta en esta parte y dé aviso de cualquier malversación que advierta en sus operaciones a este Superior Tribunal para que se provean los oportunos remedios.

405 Proveyeron y rubricaron el auto de suso los señores Presidente y Oidores de esta Real Audiencia estando presente su señoría el señor don Vicente de (roto) y fueron jueces los señores doctores don Juan de Dios Calvo y (roto: Antequera) y Don Thomas Ignacio Palomeque de orden de Juan. En la (roto: ciudad de La Plata), en veinte de noviembre de mil (roto: setecientos) ochenta y siete años.

406 Sebastián Antonio Toro

407 Nota: se libró la Real Provisión y se entregó a la parte hoy 23 de diciembre de 1787.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 123

5. Fuentes

408 ABNB MyCh GRM: Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Mojos y Chiquitos, Gabriel René Moreno

409 Tomo 23 documento XI: Informe de Diego Antonio Martínez de la Torre a la Audiencia de Charcas, comunica del estado en que se encuentran las misiones de Chiquitos, 1768.

410 Tomo 24 documento I: Censo realizado en la provincia de Chiquitos, incluye el reglamento elaborado por el Obispo de Santa Cruz de la Sierra para el gobierno temporal y espiritual de la provincia de Chiquitos, 1769.

411 Tomo 24 documento II: Relación informativa presentada por el obispo de Santa Cruz de la Sierra al gobernador de Chiquitos sobre el estado y modo general de las misiones de Chiquitos, 1769.

412 Tomo 24 documento III: Reglamento eclesiástico expedido por el obispo de Santa Cruz de la Sierra para la observancia de los curas de la provincia de Chiquitos, 1769.

413 Tomo 24 documento IV: Reglamento para la observancia de los jueces, curas y vicario de la provincia de Chiquitos, expedido por el obispo de Santa Cruz de la Sierra en cuanto a su gobierno temporal, 1769.

414 Tomo 24 documento V: Visita practicada al pueblo de San Javier por el obispo de Santa Cruz y el gobernador de dicha provincia, 1768-1769.

415 Tomo 24 documento VI: Censos y padrones de la provincia de Chiquitos, 1768.

416 Tomo 24 documento VII: Cuentas de productos extraídos y efectos que se internan a los pueblos de Chiquitos, durante el tiempo de la expulsión de los jesuitas, 1769.

417 Tomo 28 documento I: Informe general que remitió el gobernador interino de la Provincia de Chiquitos Don Antonio López Carbajal con fecha 27 de marzo de 1787 acerca de los males y atrasos que ella ha padecido y los remedios que contempla oportunamente para su restablecimiento, las adiciones a dicho informe y las prevenciones dadas al referido gobernador por la Real Audiencia de la Plata.

BIBLIOGRAPHY

Adam, L. y V. Henry (1880). Arte y vocabulario de la lengua chiquita. Con algunos textos traducidos y explicados. Compuestos sobre manuscritos inéditos del XVIIIº siglo. París: Maisonneuve y Cia. Libreros Editores.

Ballivián, M. V. (1906). Historia geográfica de la República de Bolivia. Serie primera época colonial. Tomo I: Las provincias de Mojos y Chiquitos. La Paz: Taller Tip-Lit de J. M. Gamarra.

Burgués, F. (2008 [c. 1703]). Memorial al Rey Nuestro Señor en su Real y Supremo Consejo de las Indias sobre las noticias de las Misiones de los Indios llamados Chiquitos y del estado que hoy tienen estas y las que están a cargo de los Padres de la Compañía de Jesús del Paraguay. En R. Tomichá Charupá, Francisco Burgués y las misiones de Chiquitos. El Memorial de 1703 y

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 124

documentos complementarios (pp. 87-130). Cochabamba: Instituto de Misionología / Editorial Verbo Divino.

Carvalho, F. A. Lopes de (2014). Alguns informes de funcionários ilustrados sobre as antigas missões de Mojos e Chiquitos, em fins do século 18, Corpus [En línea], 4, (1), Publicado el 30 junio 2014, consultado el 02 octubre 2016. URL: http://corpusarchivos.revues.org/730; DOI: 10.4000/ corpusarchivos.730

Chomé, I. (2009 [1746]). Carta al padre Vanthiennen. En I. Combès, Zamucos (pp. 185-201). Cochabamba: Instituto de Misionología.

Combès, I. (2009). Zamucos. Cochabamba: Instituto de Misionología.

Cortesão, J. (ed.). (1955). Antecedentes do tratado do Madri. Jesuitas e bandeirantes no Paraguai (1703-1751). Río de Janeiro: Biblioteca Nacional.

Fernández, J. P. (1895-1896 [1726]). Relación historial de las misiones de indios Chiquitos que en el Paraguay tienen los padres de la Compañía de Jesús. Madrid: Librería de Victoriano Suárez.

Guasp, A. (2009 [1763]). Carta al padre Esteban Palotzi. En I. Combès, Zamucos (pp. 215-223). Cochabamba: Instituto de Misionología.

Gutiérrez, R. (2003). Historia urbana de las reducciones jesuíticas sudamericanas: Continuidad, rupturas y cambios (siglos xviii-xx). Madrid: Fundación Histórica Tavera. Edición digital. Disponible en: http://www.larramendi.es/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1000225.

Hervás y Panduro, L. (1800). Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas y numeración, división, y clases de éstas según la diversidad de sus idiomas y dialectos. Volumen I. Lengua y naciones americanas. Madrid. Edición facsimilar consultada en: http://bib.cervantesvirtual.com/ servlet/SirveObras/p238/00360627533561584410046/index.htm

Hoffmann, W. (1979). Las misiones jesuíticas entre los Chiquitanos. Buenos Aires: Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Knogler, J. (1979 [c. 1770]). Relato sobre el país y la nación de los Chiquitos. En W. Hoffmann, Las misiones jesuíticas entre los Chiquitanos (pp. 121-185). Buenos Aires: Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Martínez, C. (2018). La más pobre entre las pobres. Para una crítica de los estudios sobre la Chiquitania (oriente boliviano). Revista de Antropologia, San Pablo. I (61), 298-328.

Martínez, C. (2017). Indios, blancos y negros. Relaciones interétnicas en la frontera de Chiquitos con Mato Grosso (siglo XVIII). Memoria Americana, Buenos Aires, II (25), 69-94.

Martínez, C. (2016). Cosas de blancos entre los indios. Forma y razón de su intercambio y de su uso en Chiquitos (siglos XVI a XIX). Indiana, Berlín, II (33), 59-91.

Martínez, C. (2015 a). Chiquito, chiquitano, Chiquitania. Historiografía y etnohistoria recientes sobre Chiquitos. En L. Córdoba e I. Combès (eds.), En el corazón de América del Sur. Antropología, Arqueología, Historia, Volumen 3, (pp. 169-186), Santa Cruz de la Sierra: Museo de Historia – Universidad Gabriel René Moreno.

Martínez, C. (2015 b). Las reducciones jesuitas en Chiquitos. Aspectos espacio-temporales e interpretaciones indígenas. Boletín Americanista, Barcelona, I (71), 133-154.

Martínez, C. (en prensa a). Rebelión en San Ignacio de Chiquitos (1790). Jahrbuch für geschichte lateinamerikas. En proceso de edición.

Martínez, C. (en prensa b). Una etnohistoria de Chiquitos, más allá del horizonte jesuítico. Cochabamba: Instituto Latinoamericano de Misionología / Itinerarios Editorial.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 125

Matienzo, J., Tomichá, R. Combès, I.y Page, C. (2011). Chiquitos en las Anuas de la Compañía de Jesús (1691-1767). Cochabamba: Instituto Latinoamericano de Misionología / Editorial Verbo Divino.

Montenegro, J. de (1964 (1746]). Breve noticia de las misiones, peregrinaciones apostólicas, trabajos, sudor y sangre vertida en obsequio de la fe, del venerable padre Agustín Castañares de la Compañía de Jesús, insigne misionero de la provincia del Paraguay en las misiones de Chiquitos, zamucos y últimamente en la misión de los infieles mataguayos. En G. Furlong, Juan de Montenegro y su «breve noticia» (1746) (pp. 51-101). Buenos Aires: Ed. Theoria.

Moreno, G. (1888). Catálogo del Archivo de Mojos y Chiquitos. Santiago de Chile: Imprenta Gutenberg.

Muriel, D. SJ. (1965 [1766]). Breve noticia de las misiones vivas de la Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay en carta-respuesta de su procurador a un jesuita pretendiente de aquellas misiones. En G. Furlong, Domingo Muriel y su relación de las misiones (pp. 130-218). Buenos Aires: Librería del Plata.

Parejas Moreno, A. y Suárez Salas, V. (2007 [1992]). Chiquitos: historia de una utopía. Santa Cruz de la Sierra: Fondo Editorial Gobierno Municipal Autónomo de Santa Cruz de la Sierra.

Patzi, N. (2009 [1763]). Carta sobre la reducción de los tunachos. En I. Combès, Zamucos (pp. 228-232). Cochabamba: Instituto de Misionología.

Pelleja, J. (2009 [1769]). Carta sobre la reducción de Santiago de Chiquitos. En I. Combès, Zamucos (pp. 232-243). Cochabamba: Instituto de Misionología.

Respuesta (1906 [1768]). Respuesta que da el Padre Superior de las Misiones de Chiquitos al interrogatorio formado por la Dirección General de las Temporalidades, en virtud del Decreto de este Superior Gobierno, de 5 de julio de este presente año de 1768. En M. V. Ballivián. Historia geográfica de la República de Bolivia. Serie primera época colonial. Tomo I: Las provincias de Mojos y Chiquitos (pp. 1-17). La Paz: Taller Tip-Lit de J.M Gamarra.

Reboredo, T. de (2009 [1769]). Relación del pueblo de San Juan Bautista. En I. Combès, Zamucos (pp. 243-264). Cochabamba: Instituto de Misionología.

Roca, J. (2001). Economía y sociedad en el Oriente Boliviano (siglos XVI-XX). Santa Cruz: Editorial Oriente S.A.

Sánchez Labrador, J. (1910 [c. 1770]). El Paraguay católico. 2 vol. Buenos Aires: Imprenta de Coni Hermanos.

Schmid, M. (1979 [1761]). Carta a Francisco Silvano. En W. Hoffmann, Las misiones jesuíticas entre los Chiquitanos (pp. 196-199). Buenos Aires: Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Tonelli Justiniano, O. (2004). Reseña histórica, social y económica de la Chiquitania. Santa Cruz: El País.

NOTES

1. Por ejemplo, Adam y Henry 1880, Burgués 2008 [c. 1703], Chomé 2009 [1746], Cortesão 1955, Fernández 1895-1896 [1726], Guasp 2009 [1763], Hervás y Panduro 1800, Knogler 1979 [c. 1770], Matienzo et al. 2011, Montenegro 1964 [1746], Muriel 1965 [1766], Patzi 2009 [1763], Pelleja 2009 [1769], Respuesta 1906 [1768], Sánchez Labrador 1910 [c. 1770], Schmid 1979 [1761].

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 126

2. Los ejemplos pioneros provienen de Ballivián 1906, donde fueron publicados documentos de la época jesuítica y algunos informes y cartas del período post-jesuítico, en un proyecto de compilación de documentos para la historia de Bolivia y en el contexto de una disputa creciente por la delimitación del territorio y la demarcación de los límites con los países vecinos. El siguiente documento del período post-jesuítico publicado lo encontramos recién un siglo después en el apéndice de la etnohistoria de los zamucos publicada por Isabelle Combès en 2009 que contiene la transcripción del documento ABNB ALP MyCh 377 (Combès 2009, pp. 268-272). Por su parte, Francismar A. Lopes de Carvalho (2014) publicó en esta revista cuatro documentos provenientes del Archivo General de Indias, del Archivo General de la Nación Argentina, del Archivo General de Simancas (Valladolid), y del Archivo Histórico Nacional de Madrid en el marco del análisis de las ideas ilustradas de los funcionarios coloniales de Mojos y Chiquitos de fines del siglo XVIII. 3. Estas disposiciones constan en los documentos normativos, consignados en la nota que sigue, que comenzaron a regir la gobernación luego de la expulsión de los jesuitas. 4. Los informes y reglamentos en cuestión pueden ser consultados en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, fondo Gabriel René Moreno (en adelante ABNB MyCh GRM), tomo 23 documento XI, tomo 24 documentos I, II, III, IV, V, VI, y VII. 5. Esta caracterización del funcionamiento del sistema de la economía misional está basada en la información disponible en Cortesão 1955, pp. 103-113, Knogler 1979 [c. 1770], pp. 157-159; ABNB GRM MyCh 24 II, 24 IV, 24 V. Todos los historiadores del período jesuítico de Chiquitos ofrecen descripciones más o menos pormenorizadas sobre la organización política, productiva y los aspectos litúrgicos de las misiones, véanse por ejemplo Hoffmann 1979, Parejas Moreno y Suárez Salas 2007, Roca 2001, Tonelli 2004, Gutiérrez 2003. Un análisis sobre los aspectos espacio- temporales de la reducción de los indígenas, y sobre el funcionamiento del sistema de la economía misional y de su régimen político desde una perspectiva simbólica, se encuentran en Martínez 2015 y en Martínez 2016, respectivamente. 6. Sobre las disposiciones para el funcionamiento del ramo de Recepturía, véanse las reglamentaciones para el gobierno temporal de Chiquitos en ABNB 24 I y 24 IV. 7. Gabriel René Moreno (1888) fue el primero en advertir la recurrencia de las acusaciones cruzadas entre los gobernadores de la provincia y los curas a cargo de los pueblos, referidas al contrabando y al desfalco económico de la provincia. Muchas de ellas fueron recientemente analizadas en Martínez 2016 y en el capítulo VI de Martínez en prensa b a propósito del estudio del funcionamiento de la economía misional desde una perspectiva etnohistórica. 8. Véase el resultado de la visita, el informe y la propuesta de reforma en ABNB GRM 28 I. 9. Los folios 12, 18, 24, 26 y 29 no están escritos en el reverso. 10. El significado de “ingenio” puede prestarse a confusión aquí porque podría ser interpretado como una máquina de telar de su propiedad con la que tejió el algodón hilado. Sin embargo, en el folio 16 r. se refiere a lo mismo, pero lo expresa de una manera donde claramente “ingenio” alude a “sagacidad”.

ABSTRACTS

The document whose transcription is offered here is a judicial file from the Mojos y Chiquitos repertory of the National Archive and Library of Bolivia. The file was initiated in 1786, when Manuel Muñoz y Barbeito, a creole settled in the village San José of Chiquitos, was accused of

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 127

smuggling. The transcription is preceded by a short description about the region’s historiography and a contextualization of the moment when it was produced and the place where it refers. Because of the information included in it, and the characteristics of the file, there are at least two reasons why it can be considered a meaningful document. On the one hand, because it illustrates the province’s social, political, administrative and interethnic situation halfway through the late-colonial period, which was poorly studied in comparison with the Jesuit period that precedes it. On the other hand, because the judicial process against Manuel Muñoz represents a test-case to infer some broader scope conclusions. For these reasons, the document constitutes a very useful input in order to study the pre-republican history of Chiquitos.

El documento transcripto aquí es un expediente judicial del acervo sobre Mojos y Chiquitos del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Fue iniciado en 1786 a partir de una acusación de comercio ilícito contra Manuel Muñoz y Barbeito, criollo avecindado en el pueblo de San José de la gobernación de Chiquitos. La transcripción está precedida por una caracterización breve del panorama historiográfico de la región, del momento en que el documento fue producido y de la región a la que se refiere. Por sus características y por la información que contiene, demuestra ser un documento significativo en dos sentidos. Por un lado, porque ilustra la situación social, política, administrativa e interétnica de la provincia al promediar el período colonial tardío, que ha sido escasamente estudiado por los historiadores en comparación con el período jesuítico que lo antecede. Por otro lado, porque el proceso abierto a Manuel Muñoz y Barbeito constituye un caso con rango de muestra sobre uno de los pueblos de la gobernación a partir del cual se deducen algunas conclusiones de alcance provincial. De ahí que constituya un insumo indispensable para el estudio de la historia pre-republicana de la región.

INDEX

Keywords: Chiquitos, file, post-Jesuit, smuggling, interethnic relationships Palabras claves: Chiquitos, expediente, post-jesuítico, contrabando, relaciones interétnicas

AUTHOR

CECILIA MARTÍNEZ

(CONICET – Universidad de Buenos Aires, Argentina) Correo electrónico: [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 128

Lules, isistines y omoampas en el relato histórico de un misionero jesuita en las fronteras del Chaco Lules, Isistines and Omoampas in a historical account written by a Jesuit missionary in the frontiers of the Chaco region

Carina P. Lucaioli and Daniela Sosnowski

EDITOR'S NOTE

Fecha de recepción del original: 10/09/2018 Fecha de aceptación para publicación: 10/10/2018

1 Las reducciones jesuitas del Chaco han cobrado mayor relevancia en las últimas décadas, volviéndose un campo de investigación particular dentro de los estudios de frontera. En estos enclaves se desplegaron intensas formas de relación entre indígenas, misioneros e hispanocriollos, convirtiéndose en espacios privilegiados para la convivencia, los mestizajes y las adaptaciones socioculturales durante el siglo XVIII. En torno a estos espacios, los misioneros jesuitas alcanzaron un conocimiento muy preciso sobre los grupos indígenas basado tanto en el interés por la cultura general que promovía la Compañía de Jesús como por el trato cotidiano y las relaciones interpersonales que supieron tejer en los ámbitos reduccionales. A su vez, los jesuitas fueron prolíficos productores de documentos escritos; sus relatos son ricos en detalles y bastante confiables en sus datos, lo que los posiciona como una fuente de consulta indispensable para los investigadores de los grupos indígenas del pasado colonial.

2 El corpus de documentos jesuitas es muy amplio y heterogéneo, aun si limitamos nuestro recorte al espacio chaqueño. Los más conocidos son, quizás, aquellos que conforman el conjunto de relatos escritos por los misioneros luego de la expulsión de la Compañía de Jesús de los dominios españoles en América en 1767. Sin embargo, ellos constituyen apenas una pequeña parte de la producción escrita en los diferentes

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 129

ámbitos de incumbencia de la orden, que abarcaba la administración de los colegios, las estancias y las misiones, la adaptación de las tareas evangélicas y la gestión de conocimiento histórico, lingüístico y cultural, entre otros aspectos. De todos ellos, son los papeles escritos por los misioneros en el ámbito de las reducciones los que brindan mayor cantidad y calidad de datos sobre los grupos indígenas. Nos referimos, por ejemplo, a la correspondencia entre misioneros, o entre ellos y los funcionarios gubernamentales, y a los catálogos o anuas que debían enviar regularmente a los Colegios. Lamentablemente, ellos son también los que más sufrieron los avatares de la conservación. Escritos en y para enclaves alejados de los centros urbanizados y conservados en su mayoría por los propios misioneros en las viviendas o iglesias de las precarias reducciones del Chaco, la enorme mayoría de estos papeles no lograron preservarse luego de la expulsión. Incluso durante la experiencia misional, las condiciones climatológicas extremas, las continuas mudanzas de los pueblos, los incendios y las inundaciones, entre otros factores, contribuyeron a que este sea un corpus particularmente fragmentado e incompleto en comparación con otros documentos producidos por la Compañía de Jesús. Es por ello que los papeles de este tipo que se conservan conforman documentos extremadamente valiosos para la historia indígena. En este artículo hemos decidido transcribir y compartir uno de esos ejemplares. Se trata de un documento que creemos tan excepcional en su tipo como valioso en cuanto a su contenido, ya que preserva un discurso denso –—escrito por uno de los misioneros a cargo de la reducción–— que permite reconstruir un momento particular de San Esteban y de las relaciones interétnicas entre los grupos lules, isistines y omoampas y con distintos sectores hispanocriollos en las fronteras del Chaco occidental.

El manuscrito y sus contextos

3 Proponemos en este apartado una crítica interna del documento. Entendemos que los papeles de archivo constituyen discursos históricamente situados y que en ellos convergen distintos niveles contextuales que contribuyen a su interpretación (Nacuzzi 2002). Sin pretender ser exhaustivas, presentamos algunas consideraciones sobre el contexto de enunciación, el contexto de las situaciones sociales precisas y el contexto de circulación y preservación, que creemos indispensables para interpretar el relato de la Anua histórica y abordar los datos más destacados que se desprenden de su lectura.

4 El documento que transcribimos, titulado “Anua histórica de la Misión de San Estevan de los Indios Lules de 1744”, forma parte de la Colección que Pedro De Angelis vendió a la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro (BNRJ, en adelante) y que se encuentra microfilmada para su consulta. Una copia de dichos microfilms fue adquirida por la directora de nuestro equipo de investigación durante una estadía de trabajo de campo en el año 2008. Para este trabajo hemos consultado una versión digitalizada del rollo 33 de dicha colección; específicamente es el último de los documentos reunidos bajo la carátula denominada “36 anuas de las reducciones del Chaco, desde el año de 1744 hasta 1766”. Se trata de una copia en blanco y negro, escrita con un trazo bien marcado y letra relativamente clara, por lo que no presenta inconvenientes para la lectura. Sin embargo, reconocemos que la imposibilidad de acceder a los papeles originales dificulta la identificación de detalles como el tipo de papel utilizado, la tinta u otras marcas que se pudieron haber agregado con posterioridad. El documento consta de 5 folios escritos

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 130

en recto y verso que en la versión digital comprende las páginas 441 a 450 del rollo de microfilm. En el margen superior los archiveros han agregado códigos de catalogación, presumiblemente de dos momentos distintos, y cada folio se encuentra sellado con la inscripción “Biblioteca Nacional Rio de Janeiro Secção de Manuscriptos”. El texto finaliza abruptamente, sin la presencia de las fórmulas habituales de despedida ni la firma de su autor. Desconocemos los motivos de este final imprevisto, aunque descartamos que se deba a la pérdida posterior de algún folio, ya que el escrito se interrumpe en el segundo renglón de la última hoja, la cual queda casi completamente en blanco. Podría, no obstante, tratarse de una copia incompleta basada en un escrito original que no hemos hallado o de una copia de resguardo hecha por el propio Andreu para su registro personal.

5 En cuanto al contenido, el relato se desenvuelve en torno a diferentes sucesos ocurridos entre los grupos indígenas lules, omoampas e isistines durante un período histórico muy poco estudiado hasta el momento para ese espacio de la frontera chaqueña. Dichos acontecimientos están relacionados con dos tareas que el provincial Bernardo Nusdorffer había encargado a los misioneros de San Esteban en su visita a la reducción a comienzos de 1744. Para informar apropiadamente sobre los resultados de ambas empresas, el autor narra diversos episodios ocurridos en el pasado, lo que permite reconocer y reconstruir la trayectoria de algunos grupos indígenas desde varios años atrás hasta el momento de la redacción del documento. Dicha perspectiva histórica sobre los grupos indígenas le imprime a esta fuente un carácter sin dudas singular. Además del relato histórico, en las últimas páginas se incluyen datos sobre el estado de la reducción hacia fines del año 1744. Una lectura no lineal del relato permite rescatar otro tipo de información más general, pertinente al funcionamiento de las reducciones jesuitas, a las formas de interacción con los grupos indígenas y de estos entre sí, a los modos de hacer de los misioneros frente a los dilemas de la evangelización y a los circuitos administrativos en torno a las visitas de los padres provinciales y los informes de los misioneros a cargo de la reducción. En este sentido, consideramos que esta transcripción puede contribuir tanto para el análisis microhistórico de los grupos lules, omoampas e isistines hacia mediados del siglo XVIII, como aportar al estudio de un contexto más amplio relativo a la conformación de los espacios de frontera en el Chaco austral. El enfoque dependerá, retomando a Revel (2015), del juego de escalas que se proponga privilegiar cada investigador.

6 Para aproximarnos al contexto de enunciación, prestamos atención a los diacríticos ortográficos, gramaticales y caligráficos del texto. El documento posee una letra uniforme, lo que indicaría la participación de un único escribiente y se encuentra escrito en tercera persona. Aunque no está firmado, consideramos que pertenece al jesuita Pedro Juan Andreu. A partir de un trabajo previo que hemos realizado con un corpus más amplio de anuas de la cual este documento forma parte, hemos reconocido que la caligrafía en “Anua histórica de la Misión de San Estevan…” coincide con una anotación firmada por este misionero en su visita a la reducción de Concepción de abipones en 1762, cuando era provincial de la Compañía de Jesús. Reafirmamos esta hipótesis al cotejar la letra de estos dos documentos con otros manuscritos de Andreu. En 1744, él era uno de los dos misioneros a cargo de San Esteban, por lo que conocía de primera mano los datos y episodios volcados en el manuscrito. Concluimos, entonces, que Andreu es el autor del documento que presentamos y que lo habría escrito en el contexto mismo de la reducción que, luego de sufrir sucesivas mudanzas, ese año se situaba provisionalmente en la estancia del Conventillo (Aguilar 2016, Page 2012,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 131

Furlong 1941). Un dato curioso para destacar es que el propio Andreu es uno de los actores principales de los sucesos relatados en el documento y, aun así, en ningún momento recurre a la primera persona ni realiza una autorreferencia de sus acciones: “Aunque el Padre Andreu se dio la prysa posible no pudo llegar hasta mediado Marzo a los Omoampas” (3v. p. 446), “Saliose el Misionero dexando agasajados, y contentos a los Indios” (3v. p. 446), “solo pudo ver este Misionero [Andreu] dos parcialidades de ella” (4v. p. 448), “Avíalo observado el Padre Pedro Andreu” (3r. p. 445). El uso genérico de la tercera persona puede justificarse por el formato administrativo apropiado para este tipo de informes, pero también como un recurso discursivo que permitía diluir los logros individuales resaltando el carácter divino de la empresa de evangelización jesuita, donde el misionero era concebido como un instrumento de la voluntad de Dios (Vitar 2001a).

7 Con respecto al contexto de las situaciones sociales precisas, el relato se inscribe en una coyuntura específica de las relaciones entre la Corona y la Compañía de Jesús. Sabemos por otros documentos que al poco tiempo de haber asumido el provincial Nusdorffer en 1743, una cédula requería informar al rey de forma detallada sobre los avances de los jesuitas en la evangelización de los indios de toda la provincia del Paraguay. Por otra parte, los padres provinciales asumían con anterioridad la tarea de informar periódicamente a sus superiores acerca de los avances evangélicos por medio de las Cartas Anuas que cada provincia jesuita debía elevar a Roma. De esta manera, debía redactarse un informe anual dirigido a las altas esferas de la Compañía de Jesús pero también a los representantes máximos de la Corona. Podemos suponer, entonces, que este informe consiste en una respuesta de los misioneros a los pedidos del provincial Nusdorffer tanto para poder cumplir con las órdenes del rey como para recabar información pertinente para la mejor administración de las misiones por parte de la Orden y la redacción de las Cartas Anuas. Según el ideal de la formula scribendi, la Compañía de Jesús establecía un cuidadoso control sobre los escritos producidos por los miembros de la Orden, quienes debían atenerse a dos tipos de escritura: la mostrable y la no mostrable o confidencial (Justo 2013, Vega 2017). La confección de las Cartas Anuas requería que desde cada misión se enviase un informe preferentemente numérico –—denominado anua o catálogo–— con datos poblacionales y del estado del pueblo y se estipulaba que cualquier otra noticia pertinente se enviara en papel aparte (Maeder 1997). En este sentido, consideramos que el manuscrito que aquí transcribimos –—titulado por su autor como “Anua histórica de San Estevan…”–—, podría tratarse de un texto subsidiario y complementario del catálogo poblacional correspondiente a ese año de 1744 y que en él se incluyeron esos otros datos que no tenían lugar en dicho catálogo pero que el autor juzgó importante comunicar. Creemos que se trata de un documento excepcional que puede inscribirse dentro de la esfera normativa de la formula scribendi, pero también como producto de la escritura de los márgenes (Wilde 2011), en tanto registra la experiencia subjetiva y particular de un misionero en espacios alejados de los centros de control.

8 Enfocándonos, por último, en el contexto de circulación y preservación, señalamos ya que muy probablemente este manuscrito se haya producido en la reducción de San Esteban. Con los escasos datos de que disponemos, no hemos podido reconstruir la trayectoria del documento desde la reducción hasta su destino original –—¿el Colegio Máximo de Córdoba?–—, ni tampoco el periplo mediante el cual llegó, ya durante el siglo XIX, a manos de Pedro De Angelis, quien lo vendió luego junto con gran cantidad

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 132

de otros documentos a la BNRJ. Allí fue catalogado y conservado dentro de la copiosa Colección que lleva su nombre y que hemos consultado para su transcripción.

Una primera aproximación a los datos

9 Aun tratándose de un documento relativamente corto en extensión, consideramos que el texto de “Anua Histórica” condensa una gran cantidad de datos valiosos poco habituales de hallar en otro tipo de documentos para el estudio de las dinámicas interétnicas y el proyecto de reducciones jesuitas en las fronteras coloniales. Ante todo, y como su título lo indica, este discurso se refiere a la situación histórica de un grupo de lules reducidos en San Esteban. Es este un aporte en sí mismo, ya que no abunda la información de primera mano sobre la experiencia misional de estos grupos en particular, ni tampoco constituyó una temática estudiada en profundidad por los investigadores. La reducción, llamada en un primer momento San Esteban de Balbuena (1711) y, años más tarde, San Esteban de Miraflores (1715) –—según los sitios en los que estuvo emplazada–—, fue la primera fundada en la gobernación del Tucumán, como resultado de la entrada realizada por Esteban de Urízar y Arespacochaga y las negociaciones entabladas con los lules y otros grupos indígenas de la región (Vitar 1997, Aguilar 2016). Como veremos a continuación, la información de esta anua no se restringe a los grupos lules, iluminando muchos otros aspectos propios de la coyuntura de la frontera del Chaco occidental y de las políticas de control colonial sobre los grupos indígenas insumisos hacia mediados del siglo XVIII. Lejos de realizar un análisis exhaustivo del contenido del documento, nos hemos propuesto, en este apartado, deslindar algunas de las principales problemáticas a las que aportan los datos incluidos en el relato.

10 Como señalamos anteriormente, este documento fue escrito desde la misión de San Esteban por el padre Andreu y estuvo probablemente dirigido a las autoridades de la Compañía de Jesús con sede en el Colegio Máximo de Córdoba. El objetivo aparente consistía en informar a sus superiores no solo sobre el estado actual de la misión sino también sobre el resultado de dos tareas específicas asignadas por el provincial en su visita anual. Una de ellas consistía en atraer nuevamente a la reducción a un grupo de lules que se había rebelado y se encontraba radicado en el Palomar y, la otra, en realizar una nueva entrada a la tierra adentro del Chaco para reducir a grupos omoampas e isistines libres. Para abordar estos temas principales, el autor del documento brinda datos sobre muchas otras cuestiones que constituyen indicios muy interesantes para el estudio de la historia indígena del período colonial.

11 Una primera observación que podemos realizar en torno a los datos del manuscrito es sobre el registro de rótulos étnicos correspondientes a distintos grupos indígenas que interactuaban entre sí en la frontera occidental del Chaco. Se menciona a los lules, los isistines, los omoampas y, secundariamente, a los tobas. Como ya ha sido señalado por varios colegas, la identificación de los grupos étnicos es un paso ineludible para el estudio e interpretación de la historia colonial y constituye una problemática en sí misma, tanto por las dificultades para su comprensión y las imprecisiones de su registro en el pasado, como por las dinámicas propias de la identidad y las transformaciones impulsadas por el contacto colonial (Boccara 1998, Nacuzzi 1998, Giudicelli 2010, Calavia Sáez 2013, Nacuzzi y Lucaioli 2017). Sobre los omoampas, por ejemplo, el autor de este documento agrega un dato muy particular aclarando que esta

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 133

“nación” era “antes conocida por el nombre de Yuanes” (3r. p. 445). De esta manera, introduce un posible cambio en los rótulos étnicos a lo largo del tiempo que podría analizarse desde la perspectiva de las dinámicas de etnogénesis y etnificación.

12 Además de los grupos indígenas, en el documento se reconoce la actuación de distintos personajes de los sectores religiosos, gubernamentales y civiles de la sociedad hispanocriolla. En cuanto a los actores religiosos, se destaca la acción de los curas misioneros y la función de supervisión y control del padre provincial en la instancia de las visitas a las misiones de frontera. Del ámbito de la administración colonial, en el documento se identifican distintos funcionarios de la región como un gobernador y dos de sus tenientes de las ciudades vecinas y se hace mención de sus diferentes formas de intervención con las reducciones y determinados grupos indígenas. Otro dato que nos resulta interesante es la mención de actores de la sociedad civil que actuaban en los espacios de frontera, como los meleadores, los recolectores de cera y los mercaderes, a quienes se los ubica en estrecho contacto con los grupos indígenas, ya sea reducidos como no reducidos. Continuando con los actores de esta coyuntura, también es posible identificar en este texto diferentes tipos de intermediarios culturales, como los misioneros, los peones ladinos y los exploradores –—del sector hispanocriollo–— o, entre los indígenas, el líder lule del Palomar y los “indios amigos” que hacen de baqueanos y guías en las entradas de los misioneros jesuitas al Chaco.

13 En un plano más particular, este documento registra los nombres de varios actores sociales del período colonial. Del sector indígena, solo se identifica con nombre al capitán de indios lules, Miguel Icaco, aunque también se menciona la participación individualizada de un “Cazique” Oomoampa que hablaba quichoa. Del sector jesuita, aparecen mencionados los siguientes padres provinciales que cumplieron sus funciones en períodos sucesivos: Jaime Aguilar –—que se desempeñó entre 1733 y 1739–—; Sebastián de San Martín –—en 1739–—; Antonio Machoni –—entre 1739-1743–— y Bernardo Nusdorffer, quien ocupó el cargo entre 1743 y 1747 y fue quien motivó la redacción de este informe. Asimismo, se identifican los curas doctrineros de la reducción de San Esteban –—los padres Pedro Antonio Artíguez y Pedro Juan Andreu–— y los misioneros Juan de Arizaga, del Colegio de Santiago del Estero y Joaquín de Yegros, del Colegio de La Rioja. Se mencionan también tres funcionarios de la administración colonial: el entonces gobernador del Tucumán, Juan Santiso; el teniente de gobernador de Santiago, Joseph López y Joseph Luis Días, teniente de gobernador de Catamarca y la Rioja.

14 Todos estos sectores, actores y personajes del ámbito fronterizo, aparecen en el relato realizando acciones y estableciendo entre sí diversos vínculos políticos, económicos y sociales. De esta manera, a partir de la lectura del documento es posible delinear diversas formas y combinaciones que adoptaron las relaciones sociales e interétnicas en esta coyuntura en particular, entre indígenas e hispanocriollos y, también, entre diversos grupos indígenas entre sí. En esta anua se habla de grupos reducidos; de conflictos internos en la población de San Esteban; de negociaciones entre indígenas y funcionarios; de relaciones interétnicas de parentesco; de toma de cautivos; de transacciones económicas interétnicas en las fronteras y tierra adentro; de colaboración entre los sectores hispanocriollos y el proyecto jesuita; de la participación de “indios amigos” en las entradas evangelizadoras; de enfrentamientos armados y muertes; y de convivencia interétnica y de fronteras inestables por los grupos insumisos. Todos ellos conforman indicios que nos permiten reconstruir el cuadro de

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 134

relaciones hacia mediados del siglo XVIII en este pequeño recorte del espacio fronterizo chaqueño. Una primera aproximación a estos datos permite analizar que la perspectiva hispanocriolla y jesuita sobre las relaciones con los grupos indígenas reconocía un grado creciente en los conflictos y enfrentamientos a medida que se avanzaba sobre tierra adentro. De esta manera, podría pensarse esta coyuntura en un continuum de menor a mayor conflictividad comenzando con los grupos lules reducidos, siguiendo por los isistines y omoampas –—ubicados en las inmediaciones de la frontera occidental y con quienes ya habían tenido negociaciones diplomáticas en el pasado–— y, por último, los tobas insumisos, enemigos radicales de la colonia.

15 Aunque este esquema sintetiza la percepción de los sectores coloniales sobre las relaciones interétnicas con los grupos indígenas, resulta interesante rescatar la presencia de otros niveles de análisis en el relato. Los grupos étnicos son percibidos como tales pero, también, como grupos de personas con disidencias y matices internos. Para ilustrar este punto, podemos señalar que el autor del documento reconoce dos subgrupos entre los lules con distintas estrategias de relacionamiento con la sociedad colonial; uno que permanecía bajo tutela jesuita en San Esteban y otro que había abandonado la reducción para radicarse en un paraje cercano. Estos últimos, mantenían una relación tensa con los lules reducidos y particularmente con los misioneros a cargo que buscaban reincorporarlos; sin embargo, habían logrado entablar estrechos vínculos de colaboración con el teniente de gobernador de Santiago del Estero y con grupos de meleadores y comerciantes de cera, participando tanto de la defensa de las fronteras frente a posibles incursiones de indígenas insumisos como de las redes de intercambio económico de la región.

16 El documento también se detiene en las relaciones interétnicas entre los lules y otros grupos indígenas no reducidos. Se desprende del texto que la relación con los isistines era amigable y estrecha, incluso atravesada por vínculos de parentesco, lo que permitía la convivencia de individuos de ambos grupos en la reducción. Por el contrario, se mencionan enfrentamientos, acciones armadas y tomas de cautivos entre lules y omoampas, aún durante la experiencia jesuita. Las tensiones entre ambos grupos hacían inviable la posibilidad de incorporar a los omoampas a San Esteban, es por ello que los jesuitas encararon, aunque sin éxito, la fundación de una nueva reducción para este grupo como corolario de las arduas negociaciones para evangelizarlos. Además, el registro de Andreu provee indicios de las malas relaciones entre los omoampas y los tobas, quienes no solo habrían destruido los avances de la nueva reducción sino que habrían matado a ocho de sus principales referentes. El cruce de este documento con muchos otros producidos para este espacio, permite señalar a los tobas, abipones y mocovíes como los principales “enemigos” de la colonia y, quizás, situar dentro de esta misma trama de conflictos este episodio contra los omoampas y su futura reducción. Pueden realizarse otras lecturas más detalladas y precisas de las relaciones sociales e interétnicas delineadas en este relato, no obstante, creemos que alcanza este recorrido para dar cuenta de la riqueza del discurso sobre este tipo de datos esquivos en otras fuentes contemporáneas, cuya particularidad descansa en el conocimiento específico que adquirieron los jesuitas misioneros sobre los grupos indígenas no sometidos a su control.

17 El estudio de las relaciones interétnicas se entreteje con el de las instituciones de frontera fomentadas por la administración colonial frente a los grupos indígenas insumisos. Este documento aporta información relevante sobre las reducciones y los

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 135

fuertes, en primer lugar y, de manera secundaria, sobre el comercio interétnico y la diplomacia. Asimismo, pone en relieve ciertas dinámicas de retroalimentación y solapamiento entre estas modalidades de contacto. Escrito desde el ámbito de las reducciones, brinda detalles muy precisos y específicos acerca de la puesta en práctica del proyecto de fundar misiones para los grupos insumisos del Chaco y sus diversas etapas: las negociaciones con los grupos de tierra adentro –—ilustrado con los episodios que el autor define como “la tragedia de los Omoampas” (3r. p. 445)–—; las vicisitudes y personajes involucrados en la fundación –—por ejemplo, la creación de la nueva reducción en el paraje de La Petaca–—; las dificultades en la administración del pueblo y en las tareas de evangelización –—visible en el relato sobre el estado de la reducción de San Esteban–—; la inestabilidad de la población y de los propios emplazamientos forzados a mudanzas sucesivas. Este documento da cuenta, también, del aparato administrativo y la burocracia jesuita en torno a las reducciones, observable en el sistema de visitas por parte de los padres provinciales y en los informes anuales que los misioneros elevaban a sus superiores en cuyo circuito se inserta este informe en particular.

18 Asimismo, este documento brinda un dato muy curioso acerca los fuertes defensivos apostados en las fronteras para contener las presiones de los grupos indígenas insumisos de tierra adentro. El emplazamiento de estos enclaves fue una de las estrategias más habituales implementadas por las ciudades emplazadas en los márgenes del espacio ocupado por los grupos indígenas. Por lo general, se trataba de construcciones precarias y mal abastecidas, guarnecidas por unos pocos soldados que tenían por función contener el avance indígena sirviendo como antemural a las ciudades (Vitar 1988 y 1997). Sin embargo, este relato pone en evidencia un recorrido diferente para la pretendida fundación de uno de estos fuertes. Según Andreu, el líder de los lules, Icaco –—radicado en el paraje del Palomar–—, le habría sugerido al teniente de gobernador de Santiago del Estero que defendería con su gente la frontera si fundase un fuerte en ese sitio y lo proveyera de carne. Si bien no hay certezas de que se haya instalado el pretendido fuerte, los lules bajo el mando de Icaco se instalaron en el Palomar, cumpliendo las funciones –—intencionales o no–— de servir como colchón defensivo frente a las incursiones de otros grupos indígenas. Este episodio da cuenta, también, del conocimiento que tenían los líderes indígenas sobre las instituciones coloniales de los espacios de frontera y del amplio margen de maniobra para elaborar diferentes estrategias de relacionamiento con los sectores hispanocriollos.

19 Además, el manuscrito que aquí transcribimos ilumina otro aspecto reconocido y aceptado por los investigadores pero poco documentado en los relatos escritos que se conservan de la época colonial: el de los intercambios económicos entre los grupos indígenas y diversos actores hispanocriollos en los espacios de frontera y la tierra adentro. Palermo (2000) ha puesto en evidencia la presencia de extensas redes de intercambio entre indígenas e hispanocriollos por las que circulaban diversos tipos de ganados, recursos y productos manufacturados. Un primer indicio de este tipo de transacciones aparece en relación al paraje del Palomar ocupado por Icaco y sus seguidores, el cual es descripto por el autor como “una feria de meleadores y mercaderes de cera” (1v. p. 442), cuyos habitantes no indígenas se dispersaron por los montes mientras duró la visita del misionero para continuar luego con las actividades de extracción en la región. Si bien no se explicitan relaciones de intercambio, entendemos a este sitio como un nodo territorial, ya que constituía un ámbito de encuentro entre indígenas y criollos propiciado por la disponibilidad de determinados

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 136

recursos –—en este caso la miel y la cera–— que fomentaba determinadas actividades económicas. El relato vuelve sobre estas mismas actividades pero en otro contexto: un mercader de cera del Tucumán le anunciaba a los padres doctrineros de San Esteban que tenía trato continuo y pacífico con los omoampas libres, de quienes destacaba su “fidelidad, y legalidad en sus tratos” (3r. p. 445), sentando precedente de los intercambios tierra adentro. Más adelante, aparece un nuevo indicio, cuando se señala que los recolectores de cera –—“cereadores” en el texto–— “jusgavan ruina de sus ganancias la conversión de los Omoampas” (4r. p. 447), dando a entender que los omoampas participaban activamente en las redes económicas coloniales.

20 Por último, siguiendo con los datos acerca de las instituciones para la colonización de las fronteras y el control de los grupos indígenas, este documento esboza tangencialmente la dinámica de las negociaciones diplomáticas con los grupos insumisos, aunque circunscripta a la esfera jesuita. La fundación de cada nueva reducción implicaba que previamente se hubieran llevado a cabo una serie de negociaciones en las cuales algunos caciques indígenas aceptaran voluntariamente –—y por motivos muy diversos–— radicarse en una misión al cuidado de los padres jesuitas (Lucaioli 2011). Estas tratativas, aun cuando no mediara entre ellas la firma de acuerdos de paz con registro escrito, pertenecían a la esfera de la diplomacia interétnica en donde cada grupo en cuestión definía y negociaba las condiciones de una convivencia pacífica. Gran parte del relato que estamos analizando apunta a informar acerca de las dificultades que enfrentaron los misioneros para sostener y concretar los diálogos con los grupos indígenas en diversos contextos. La detallada “digresión” que realiza el autor sobre las sucesivas instancias de diálogo con los omoampas para acordar la fundación de una nueva reducción, da cuenta de las dificultades implícitas en este proceso; dificultades que involucran problemas de comunicación, desacuerdos, intromisiones de terceros, falta de medios materiales, condiciones climáticas y otra larga serie de variables. Si bien no se detiene en registrar los momentos en que se realizan los acuerdos, pueden reconstruirse ciertos detalles de la dinámica diplomática y algunos de los aspectos discutidos y acordados. Nacuzzi y Lucaioli (2008) señalaron que los procesos de diálogo entre funcionarios e indígenas comenzaban, muchas veces, por una entrada a tierra adentro cuyas tropas iban munidas tanto de armas como de obsequios; así, podía desembocar en un enfrentamiento o, en el mejor de los casos, en el establecimiento de un acuerdo de paz. Las entradas realizadas por los misioneros, aun cuando iban acompañados de indígenas amigos armados, no contemplaban a priori involucrarse en conflictos bélicos sino entablar los diálogos que permitieran comenzar las tareas de evangelización. El caso de los omoampas ilustra muy bien este proceso de avances y retrocesos, donde los jesuitas aplicaron una a una todas la estrategias posibles para lograr atraer a los indígenas insumisos a las reducciones: “con agasajos, con dádivas, con razones, con promesas, y amenazas del castigo” (2v. p. 444). Da cuenta de los desencuentros propios de la negociación, por las falencias del sistema de comunicación mediante señales de humo o por las ausencias indígenas a las citas convenidas. Otros indicios que rastreamos sobre las relaciones diplomáticas indican la preferencia que tenían los grupos indígenas para negociar con unos misioneros antes que con otros –—el padre Joaquín de Yegros, en este caso–—, lo cual refuerza la hipótesis de la importancia que tenían las relaciones interpersonales entre sujetos específicos para la consecución y puesta en marcha de los proyectos de colonización y control de los grupos insumisos. Entre los aspectos discutidos en los acuerdos de convivencia, el más reiterado y controvertido fue el del lugar en donde se instalaría la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 137

reducción; los grupos omoampas tenían sus preferencias –—cambiantes a lo largo de los años–— a las que los jesuitas debieron adaptarse una y otra vez sin éxito hasta el momento de la producción de este documento. Estas dilaciones generaban incertidumbre entre los jesuitas que, de todos modos, mantenían la esperanza de fundar nuevas reducciones basándose en la presunción de buena voluntad por parte de los grupos indígenas. De esta manera, llegar a concretar una fundación podía requerir de muchos esfuerzos e implicar largos períodos de tiempo ritmados por encuentros fortuitos, futuras promesas y el establecimiento de nuevas condiciones. Por otra parte, el texto alude al carácter lábil de los diálogos, que se hace evidente tanto en las dificultades por renovar las alianzas con los grupos omoampas como en las fluctuaciones de la población lule de San Esteban, cuya resolución no estaba al alcance de los padres misioneros. Las causas de esta fragilidad pueden rastrearse tanto en la falta de incentivos del proyecto jesuita, como en las voluntades indígenas que buscaban mejorar sus condiciones por medio de otras estrategias de interacción, pero, además, en la incapacidad de los sectores coloniales de controlar esas migraciones.

21 Este documento se destaca por la riqueza de su información etnográfica sobre los grupos indígenas. Aquí solo vamos a identificar algunos ejes de análisis cuyo estudio contribuiría a avanzar en el conocimiento sobre los grupos étnicos durante el período colonial. El relato de Andreu pretende, entre otras cosas, informar acerca del estado de la reducción de San Esteban y de la situación de los grupos lules reducidos. Desde esta óptica, el misionero brinda valiosos indicios acerca de las transformaciones sociopolíticas y culturales de los grupos indígenas en los contextos de reducción. Casi al comienzo del relato, por ejemplo, se registra que el líder que se había asentado en el Palomar era “Miguel Icaco, Indio de esta Reducción a quien, en visita de ella, dio el bastón de Capitán el Señor Gobernador Don Juan Santiso” (1r. p. 441). Como bien han analizado varios investigadores, la entrega de este tipo de distinciones por parte de los funcionarios hispanocriollos tenía por objetivo la creación de líderes indígenas que actuaran como representantes de sus grupos a partir del otorgamiento de un poder político no necesariamente legítimo ni surgido por las vías tradicionales del cacicazgo (Vitar 1997 y 2003, Nacuzzi 1998, Roulet 1999-2001, Saeger 2000, Paz 2005 y Lucaioli 2011). De esta manera, con fines administrativos se buscaba intervenir en la estructura política de los grupos indígenas amigos o reducidos para facilitar su control; sin embargo, además de los conflictos políticos que este sistema produjo dentro de los grupos, la respuesta indígena no siempre se condujo por los caminos esperados. La situación de Icaco podría reflejar uno de esos casos. En el documento se señalan dos posibles motivos por los que Icaco habría decidido abandonar la reducción, uno que apunta a cambios en su conducta y personalidad –—“ensoberbecido con el empleo” (1r. p. 441)–— y otro, a disputas personales “por disgustos que tuvo con otro Indio Capitán” (1r. p. 441); ambos directamente derivados por del hecho de haber recibido el bastón de mando. Quizás fue gracias a esa distinción que logró entablar vínculos interpersonales con el teniente de gobernador de Santiago del Estero y consiguió el visto bueno para instalarse en el Palomar, desde donde sedujo a los lules reducidos a que se unieran a su grupo. Con estas acciones –—y por no querer regresar a San Esteban–—, se ganó Icaco la prisión y la pérdida de su bastón, aunque los jesuitas se lo restituyeron una vez reintegrado a la reducción para reafirmar su figura de autoridad y para que pudiese ser enviado nuevamente al Palomar a buscar parte de su gente. Estos episodios merecen un análisis detenido que contemple la complementación de estos datos con otras fuentes del período; sin embargo, creemos que ilustran por sí mismos la complejidad de las

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 138

transformaciones políticas operadas entre los grupos indígenas en el entrecruzamiento de las autoridades nativas, las hispanocriollas y las religiosas en las que buscaba asentarse la administración colonial.

22 El texto que transcribimos nos habla de diversas estrategias sociales desplegadas por los grupos indígenas reducidos en la coyuntura colonial. Reconocemos algunos indicios acerca de la adaptación de la libre movilidad y la fluctuación de la población por medio de mecanismos de fisión y fusión trasladada ahora a los enclaves fronterizos. Los misioneros, de hecho, dejan entrever su preocupación por las dinámicas de movilidad entre diversos parajes de la frontera como San Esteban –—situada en ese momento en el Conventillo–—, el Palomar o la Petaca y por la ineficacia de sus métodos de persuasión para mantener la población estable y quieta en la reducción. Como señala Andreu, los motivos por los cuales los lules se alejaban incluían a quien quisiera “huirse con mugeres hurtadas” o a “quantos temían por sus maldades el castigo, o quedavan descontentos, porque se las avía corregido” (1v. p. 442). Se menciona al pasar que los indígenas reducidos continuaban con sus incursiones tierra adentro –—“en las últimas refriegas que tuvieron, cogieron varias piezas Omoampas, y se las traxeron a la Reducción” (3r. p. 445)–—, reafirmando tanto los enfrentamientos como las alianzas interétnicas. Dentro de esta dinámica se incluye la circulación de cautivos que, una vez en la reducción, podían pasar a formar parte de la población por medio de las alianzas matrimoniales interétnicas, como sucedió con los omoampas llevados por los lules a San Esteban. Estas alianzas y el dato de que los isistines podían convivir en la misma reducción “con los Lules sus parientes” (1r. p. 441) aportarían a la perspectiva de los mestizajes biológicos y culturales operados en las fronteras.

23 El relato ilumina otros aspectos –—algunos de ellos muy poco documentados–— de las transformaciones sociales de los grupos lules impulsadas por la intervención de los jesuitas y su proyecto evangelizador. Por ejemplo, como es habitual en este tipo de informes, se registran los avances en la concurrencia de los indígenas a la misa cantada y al sacramento de la comunión; lo que no es tan habitual, es que se incluya el episodio de un intento de infanticidio en un nacimiento gemelar ocurrido en la reducción. Nos interesa señalar que el relato permite identificar diferentes actitudes frente a este hecho: la de la madre que elige deshacerse de uno de sus hijos recién nacido continuando las tradiciones culturales de su grupo; la de las mujeres más antiguas de la reducción que “afeaban a la parida el hurto de la otra, y decían que aquel era un gran pecado” (5r. p. 449); y la de los misioneros que resolvieron salvar a la criatura condenada bautizándolas a ambas. El infanticidio, era considerado uno de los signos más evidentes de la pretendida barbarie y conducta salvaje de los grupos indígenas que la evangelización buscaba eliminar, al igual que el aborto y el canibalismo, (Vitar 1999). Hasta tal punto se asociaba la erradicación de estas costumbres con el éxito de la conversión, que muy rara vez los misioneros estaban dispuestos a reconocer y dejar por escrito que esas costumbres aún tenían lugar en las reducciones que ellos tenían a cargo.

24 Entre los datos etnográficos interesantes y poco comunes que brinda este documento, se alude a ciertas costumbres y formas de proceder de los grupos insumisos de tierra adentro. Andreu relata, por ejemplo, que cuando se acercaron a dialogar con los omoampas, “respondió por todos el Cazique en lengua quichoa” (3r. p. 445) si bien no precisa sobre la participación de lenguaraces; habla del uso del sistema de señales de humo para comunicarse con otros grupos alejados en el espacio y de la buena

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 139

predisposición de los omoampas para recibir regalos y baratijas de los misioneros que buscaban establecer contactos con ellos, lo cual alimentaba la inclusión de elementos exógenos a su cultura material. Otro dato etnográfico singular reside en entender el fracaso de los intentos de reducción de los omoampas por “la innata tenacidad de las mugeres viejas en mantenerse en su paíz nativo” (4v. p. 448). Consideramos que esta mal comprendida “innata tenacidad” podría constituir una alusión velada acerca del poder político de las mujeres ancianas de las comunidades indígenas del Chaco, aspecto que ha sido destacado por varios investigadores (Saeger 2000, Vitar 2001b y 2015, Citro 2009, Scala 2015).

25 Este documento brinda algunos indicios acerca de los usos del territorio por parte de estos grupos indígenas; por ejemplo, la referencia a los pozos de agua –—como los de Macolí y Socolí–— como mojones y espacios de encuentro interétnico, que podrían pensarse en términos de nodos territoriales estratégicos (Enrique 2018). Este dato aportaría a la hipótesis de Faberman y Taboada (2017) de que los pozos no solo proveían un recurso escaso y sustancial sino que contribuyeron a organizar la distribución espacial y la movilidad de los grupos indígenas en la tierra adentro. Con motivo de las negociaciones para la reducción de los omoampas, Andreu menciona que en cierta ocasión debió abandonar el proyecto de dar inicio a una sementera de maíz en las inmediaciones de Socolí, porque los indígenas le informaron que “avían desamparado ese parage, y no querían bolver más a él”, lo que podría comprenderse desde la perspectiva de la movilidad territorial y el traslado de los asentamientos luego de un determinado período de tiempo, tal como lo señala Noli (1998) para los grupos indígenas prehispánicos del Tucumán.

26 Finalmente, rescatamos de este documento la información topográfica, datos concretos que describen e identifican parajes, enclaves y nodos en el territorio extenso de la frontera del Chaco occidental. El relato se sitúa, como hemos dicho, en la reducción de San Esteban de indios lules, desde donde partieron los misioneros en sus excursiones para la conversión de los indígenas insumisos hacia los territorios de tierra adentro. Este recorrido es descripto por Andreu como un “camino larguísimo, y penosysimo por los montes y atravesías” (3r. p. 445), que se hacía intransitable por “el rigor del ivierno” (3v. p. 446) y que demoraba los encuentros con los indígenas. La mirada de los misioneros sobre la tierra adentro resalta las ideas de una vegetación poco transitable, de la escasez de recursos –—el agua fundamentalmente–— y del peligro por la cercanía de grupos indígenas enemigos. En cuanto a los diacríticos que permiten situar el relato en el espacio, se nombran los parajes del Palomar, la Petaca, la Puerta, el Potrero de las Minas y la Pampa de Don Juan; también se registra el camino de Matará y el Pueblo de Guazán en el Valle de Andargalá; por último, se mencionan las ciudades de Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba. Sobre los recursos disponibles tierra adentro se destacan los pozos de agua de Macolí y de Socolí, además del río Salado como el curso hídrico de referencia en este espacio en particular. Estos nombres contribuyen a completar los mapas que los investigadores construimos para situar nuestros estudios en el espacio y a ampliar el conocimiento acerca de las representaciones coloniales del territorio y el paisaje.

27 Hasta aquí hemos identificado, mediante una lectura transversal del relato, algunas problemáticas posibles de abordar a partir de los datos de este documento, comprendiendo que no agota ni refleja todo su potencial. Entendemos que cada uno de estos ejes solo pueden reconocerse en términos analíticos; en el plano de las acciones

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 140

sociales y de la coyuntura histórica que buscamos reconstruir a partir de este discurso. Los aspectos étnicos, sociales, políticos y económicos se intersectan, retroalimentan y transforman por medio de la interacción entre grupos étnicos, sectores sociales y actores particulares únicos y diversos. El recorrido que hemos propuesto no busca, tampoco, alimentar la ficción de que este documento se basta a sí mismo. Como cualquier fuente histórica, su riqueza se vislumbra y potencia mediante el cruce y la complementación con otros papeles, con otros discursos y considerando otras miradas sobre los acontecimientos, así como por las nuevas preguntas de investigación y la redefinición de las herramientas conceptuales con que los investigadores abordamos el estudio de la historia indígena del pasado colonial.

Criterios para la transcripción del documento

28 Para publicar el documento “Anua histórica de la Misión de San Estevan de los Indios Lules de 1744”, optamos por presentar una transcripción literal modernizada, siguiendo parcialmente los criterios propuestos por Tanodi (2000). En líneas generales, decidimos respetar la ortografía original del documento, ya que de este modo se posibilita no solo un análisis del contenido del escrito sino también de sus rasgos diplomáticos internos y de la forma de escritura a mediados del siglo XVIII. Confiamos en que las posibles dificultades de lectura serán menores y no imposibilitarán la comprensión del sentido del texto. Se conservaron todas las mayúsculas para respetar especialmente los casos de los rótulos étnicos (Indios Lules), los cargos políticos y eclesiásticos (Padre Provincial) y las instituciones coloniales (Fuerte), ya que es así como están escritas en la mayor parte de los documentos del período. Consideramos que esos pequeños detalles son indicios que nos acercan al momento de la redacción del manuscrito y a las intenciones de su autor.

29 Sin embargo, juzgamos preciso realizar ciertas modificaciones para que la lectura del documento no resulte por demás engorrosa y para eliminar posibles ambigüedades de sentido. En primer lugar, se desplegaron todas las abreviaturas, las consonantes dobles innecesarias se redujeron a sencillas y la acentuación se actualizó en todos los casos donde correspondía. Las mayores modificaciones se aplicaron a los signos de puntuación. En este caso, los criterios que adoptamos fueron: eliminar el exceso de comas que entorpecían la lectura lineal del relato, mantenerlas siempre y cuando no impusieran dificultades en la comprensión y agregar algunas en aquellas oraciones en las que consideramos indispensable su presencia para la comprensión textual. Además, los signos de punto y coma y los dos puntos fueron eliminados en algunos casos y en otros reemplazados por comas, según correspondiese. Decidimos respetar todas las comas anteriores a las conjunciones “y” y “o”, ya que eran muy habituales en el lenguaje escrito de la época y no acarrean problemas de interpretación.

30 Decidimos hacer explícitas las tachaduras y las acotaciones agregadas entre líneas. Hemos señalado las palabras de difícil comprensión, que si bien no abundan en el texto, forman parte de las características propias del manuscrito original. De esta manera, restituimos entre corchetes las palabras o partes de ellas en los casos en que, por la presencia de manchas de tinta o mala conservación del papel, pudimos inferir la grafía pero sin asegurarlo con certeza. Para palabras mal escritas o “corrompidas” (Tanodi 2000, p. 266), pero claramente legibles, agregamos [sic]. Las palabras tachadas y las inserciones entre líneas fueron marcadas en nota a pie de página. Por último,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 141

consideramos importante transcribir tanto la foliación original del manuscrito, con recto y vuelto –—del 1 al 5–—, como también la paginación impuesta por la digitalización de los rollos de microfilm –—páginas 441 a 450–—.

Documento

31 Jhs.

32 Anua histórica de la Misión de San Estevan de los Indios Lules de 1744

33 En la visita de esta Reducción que hizo al principio de este año Su Reverencia el Padre Provincial Bernardo Nusdorfer dexó ordenado que el Padre Pedro Antonio Artiguez, uno de los dos Doctrineros de esta Misión, pasara al Palomar para deshacer una gavilla de Indios Lules que allí avía, y re[dirigir]los a su Reducción. Y que después de Pascua de Resurrección fuese el otro Doctrinero el Padre Pedro Juan Andreu acompañado del Padre Juan de Arizaga, que vendría del Colegio de Santiago, a las tierras de los Isistines y Omoampas para solicitar la salida a las cercanías del Tucumán de unos, y otros; para que aquellos se agregasen a esta Reducción con los Lules sus parientes, y estos hiciesen Pueblo aparte en competente distancia del de los Lules para poder ser socorridos de estos, y ser doctrinados separadamente, lexos de sus malos exemplos, y cerca de sus sementeras.

34 Salió el Padre Pedro Antonio a su Misión al principio de la quaresma immediata a la Visita acompañado de 20 Lules bien armados, y dos mozos ladinos con bocas de fuego. La empresa era ardua, y avía dado materia a bastantes consultas. El caso pedía remedio, pero apenas se podía hallar medio para remediar el caso. Sin violencia no avía esperanza de conseguir el fin, pero en executar esa violencia se premeditavan gravísimos inconvenientes. El daño consistía en que Miguel Icaco, Indio de esta Reducción a quien en visita de ella dio el bastón de Capitán el Señor Gobernador Don Juan Santiso, ensoberbecido con el empleo, y por disgustos que tuvo con otro Indio Capitán, hizo fuga ahora cuatro años de esta Reducción llevándose consigo cosa de cuarenta almas que pudo pervertir, aviendo intentado pervertir y llevarse todo el Pueblo.

35 Hizo ese Indio asiento en el Palomar, y para llevar adelante el intento de arruinar esta Reducción se fue a Santiago, y propuso al Teniente de Gobernador Don Joseph López que si quería ayudarle en hacer un Fuerte en el Palomar// 1v. p. 442 lomar [sic], y concurrir con darle carne para subsistir en aquella frontera, él juntaría allí toda su Nación, y corriendo el campo con su gente, aseguraría la quietud de estas ciudades fronterizas, estando al reparo de ellas. Esta proposición no fue totalmente despreciada del Teniente, y aunque no se le dieron a Icaco las ayudas de costa que pedía, le despidieron con esperanza para que se mantuviese en aquella frontera por lo bien que le estava a la jurisdicción de Santiago tener ese resguardo en la parte más peligrosa, y amenazada del enemigo.

36 Con ese negociado volvió Icaco contento a los suyos, y dando ya por hecho lo que esperava alcanzar, embió recado a los Indios de la Reducción que ya podían ir todos al Palomar, donde lo pasarían mejor que en la Reducción por los partidos ventajosos que le tenía ofrecidos el Teniente de Santiago. Con esa y semejantes astucias en que gastó ese Ministro de Satanás todo el caudal de su maliciosa sagacidad, que no es poca para despoblar esta Reducción, no solo no pudo contrastarlos indios de esta Reducción pero

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 142

ni aun pudo mantener consigo a todos los que avía llevado, pues muchos de ellos se bolvieron a la Reducción. Sin embargo era muy perniciosa para esta Cristiandad esa gavilla de Indios porque era un señuelo diabólico donde se agregavan todos los malcontentos de esta Reducción. Ahí hallavan acogida quantos querían huirse con mugeres hurtadas. Ahí se guarecían quantos temían por sus maldades el castigo, o quedavan descontentos porque se las avía corregido.

37 A deshazer pues ese estorvo a los progresos de esta nueva Cristiandad se encaminó el Padre Pedro Artiguez, determinado a traer por bien o por mal a la Reducción a ese Capitán de Indios Apóstatas. Llegó al Palomar escoltado de su gente, y halló aquella estancia hecha una feria de meleadores y mercaderes de cera. Hízolos juntar a todos el Padre Pedro, y les mandó con libertad Apostólica que desocupasen aquel lugar aquella misma tarde, porque tenía que hablar al alma a aquellos sus Lules, y no quería embarazos. Algunos salieron del Palomar, otros fingieron que se retiravan, pero previnieron antes a los Lules que solo se escondían en el monte hasta que se bolviese el Padre, que ellos hiciesen lo// 2r. p. 443 mismo, y proseguirían después sus meleadas.

38 Icaco y sus Indios, que ya estaban hechos a ver Misioneros en sus tierras, que una, y otra vez avían ido a persuadirles la salida, y siempre les avían agasajado, y regalado, nada rezelaron en esta ocasión; antes recibieron al Padre con demonstraciones de alegría, quien correspondió repartiendo a todos el avío que de prevención trahía. El día siguiente les dixo Misa, e hizo una fervorosa plática, y después de ella llamó aparte a Miguel Icaco, y le persuadió la salida con quantas razones de blandura, y amenaza con el castigo de Dios le dictó su Zelo. A todo respondía lo que en otras ocasiones, que quería bolver a la Reducción, pero que no podía entonces: que iría con toda su gente después. Apretávale el Padre Pedro que la salida avía de ser en aquella ocasión, y no en otra; pero viendo que en tras de una hora de razones el Indio se ponía más terco cuanto más se le persuadía, mudo de estilo el Padre Pedro, y llamando a su gente mandó que amarrasen, y pusiesen un par de grillos a aquel Indio. No dexó de hazerIcaco la resistencia que pudo, pero viéndose que iva de vencida, y que no podía evitar el verse preso, prorrumpió en llanto, y pidió al Padre perdón, y misericordia, prometiendo le seguiría dondequiera que quisiese. Ya no quería el Padre Pedro otra cosa que llevarle preso, porque temía eran fingidos ademanes los del Indio para escaparse a su salvo, pero rogaron tanto los Indios de la Reducción al Padre Pedro para que no lo prendiese, porque dezían que viéndose preso moriría antes emperrado que se reconciliase, y que niguno [sic] de los demás avía de querer salir viendo llevar atado a su Capitán; que condescendió el Padre en fiarse de su palabra, y dexarle suelto. Dióle por cárcel la casa del Palomar, y guardó inviolablemente su prisión, dando claros indicios desde entonces de su arrepentimiento; y que niguna [sic] cosa dezeava más que persuadir a toda su gente que quisiesen irse con él, y con el Padre a la Reducción como con todas las razones que pudo lo procuró, pero ya que no quisieron reducirse todos, no dexaron de seguir cinco o seis familias con los cuales, y con Icaco, bolvió el Padre Artiguez a la Reducción.// 2v. p. 444

39 Después de algunos meses pareció conveniente bolver a Miguel Icaco el bastón de Capitán porque avía dado bastantes pruevas de su enmienda, y era necesario embiarlo al Palomar para traer a los indios que habían quedado. A esa diligencia ha ido dos veces en este año, y siempre ha traído alguna gente, que todos al parecer están contentos, y firmes en la Reducción.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 143

40 Por el mes de Mayo de este año hizo el Padre Pedro Juan Andreu su entrada al Chaco en compañya del Padre Juan de Arizaga. Salieron de esta reducción hasta 40 personas en que ivan 30 Indios flecheros por el riesgo del enemigo, y seis peones ladinos para la cavallada, cargas, y reses que de todo fue bastante prevención por lo que podía ser necesario.

41 Desde el camino se adelantaron exploradores para los Isistines, y Omoampas; y porque los que fueron a estos estuvieron de buelta en la Puerta, paso del río Salado, antes que los que fueron a los Isistines, se trató de entrar primero a los Omoampas.

42 Traxeronnotitia [sic] los exploradores que los indios se juntarían todos en Macolí, si huviese agua en aquel pozo, de que darían aviso con humos, y aguardarían ahí a los Padres para tomar resolución de lo que se huviese de executar; pero si en Macolí no hubiese agua, saldrían todos a la Petaca a encontrarse con los Padres, de que avisarían también los humos. Nada de eso cumplieron los Omoampas, pues que ni para el día señalado, ni para antes, ni después, asomó humo en parte alguna de aquellas tierras.

43 Quedaron confusos pero no desanimados los Misioneros, y aunque con riesgo de perecer de sed si faltase el agua en Macolí, entraron primero el Padre Andreu, después el Padre Arizaga; pero por más que procuraron uno, y otro, conquistar el ánimo de esos bárbaros con agasajos, con dádivas, con razones, con promesas, y amenazas del castigo de Dios, nunca pudieron conseguir que conviniesen los Omoampas en dexar sus tierras por venirse al Tucumán. Sólo un muchachón quiso salir, y ese ha sido tan dichoso que a fines de este año bien instruido, bautizado a la hora de la muerte, fue a gozar de su Criador.// 3r. p .445

44 Ese paradero tuvo la Misión, o tragedia de los Omoampas, a eso se reduxeron tantas prevenciones, y costos que para ella se avían hecho, pero para que quien viere este fin, sepa el principio, y estado que tuvo esta Misión y los motivos que tuvieron los Superiores para empeñarse en ella, se haze la siguiente digresión.

45 La Nación de los Omoampas, antes conocida por nombre de Yuanes, está asolada, y destruida por las guerras que tuvo en años pasados con la de los Lules, quienes, en las últimas refriegas que tuvieron, cogieron varias piezas Omoampas, y se las traxeron a la Reducción, y de estas avía tres mugeres casadas ya con Lules, cuya buena índole, e inclinaciones davan señas de ser los Omoampas mejor gente que los Lules. Avíalo observado el Padre Pedro Andreu poco después de llegado a esta Reducción, cuando el año de 38 llegó a ella un mozo del Tucumán mercader de cera, que contantando [sic] sucesos de las naciones que avía tierra adentro, donde solía entrar a comprar cera, alabó grandemente la nación de los Omoampas, su fidelidad, y legalidad en los tratos, la seguridad con que estavan todas sus cosas entre ellos, y sobre todo la buena disposición, y dezeos que manifestavan de ser Cristianos. Con esa notitia [sic], y aquella observación, concibió el Padre Pedro esperanzas de reducir a esos Indios, y escrivió luego al Padre Provincial Jayme Aguilar pidiendo licencia para esta Misión. Expiró el gobierno del Padre Jayme antes que diese la respuesta, y aunque el Padre Provincial Sebastián de San Martín al pasar por el Tucumán dio facultad para que el Padre Andreu emprendiese esa Misión, nada se executó hasta que visitando la primera vez esta reducción el Padre Provincial Antonio Machoni dispuso que el Padre Pedro Juan Andreu entrase a esa nación en compañya del Padre Joachin de Yegros. Hízose esa primera entrada por Santiago, y Matara, camino larguísimo, y penosysimo por los montes y atravesías. Fueron los Misioneros recibidos de los Omoampas con demonstraciones de alegría, y entendido el fin de la entrada a sus tierras, respondió por todos el Cazique en

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 144

lengua quichoa: que estaban promptos, y muy gustosos de ser cristianos, pero que no querían ser doctrinados en otra parte sino en sus mismas tierras.

46 Esa razón se dio al Padre Provincial y en la visita del año siguiente ordenó// 3v. p. 446 su Reverenciaque el Padre Andreu entrase por el Tucumán a hazer una sementera de maíz en las tierras de los Omoampas, e hiziese cavar el pozo manantial de Socolí, paíz proprio [sic] de esa gente, para experimentar si el agua era suficiente, y las tierras a propósito para mantenerse una Reducción. Aunque el Padre Andreu se dio la prysa posible no pudo llegar hasta mediado Marzo a los Omoampas, quienes enterados de su venida dixeron al Padre que no tenía que cansarse en cavar el pozo de Socolí, porque avían desamparado ese parage, y no querían bolver más a él, que saldrían a orillas del Salado donde formarían su Reducción y que en cuanto a la sementera era trabajar sin provecho por ser ya pasado su tiempo. Salióse el Misionero dexando agasajados, y contentos a los Indios y confirmados en el dezeo de hazerse cristianos, y dio cuenta de esos sucesos al Padre Provincial, quien embió al Padre Joachin de Yegros para que fuese a escoger parage a propósito sobre el río Salado donde se pudiese hazer la fundación.

47 Fue el Padre Joachin, vio a los Omoampas en la Petaca ansiosos ya de vivir con los Misioneros, pero por ser el rigor del ivierno [sic] le faltaron de todo punto las cavalgaduras, y no pudo llegar a ver la Pampa de Don Juan, que según dezían tenía todas las conveniencias para una Reducción. Viose obligado a salir el Padre Joachin sin traer razón del intento, informó al Padre Provincial que estava ya en las Misiones, y aunque su Reverencia dio prompta providencia, se pasó casi un año antes que el Padre Joachin pudiese bolver a registrar los parages. Vista la Pampa de Don Juan parecióle al Padre Joachin al propósito para el intento, dio cuenta al Sup[erior], y como todos los antecedentes conspiravan a la fundación sin que se pudiese rastrear recelo de novedad, subió el Padre Provincial a la Ciudad de Santiago para dar principio por si proprio [sic] a esa Misión, dexándola entablada en el parage de Don Juan. Pero, porque ocurrieron dilaciones en abrir caminos, y otros justos estorbos que no podían superarse en breve, hubo de retirarse su Reverencia a Córdova, dexando las providencias convenientes para que los Padres Joachin de Yegros, y Juan de Arizaga entrasen a hazer esa fundación.

48 En medio de esas dilaciones que no pudieron evitarse ni evadirse tuvo// 4r. p. 447 tiempo el infierno de hazer guerra y contrastar [a esos] miserables Indios. De una parte los cereadores [sic], que jusgavan ruina de sus ganancias la conversión de los Omoampas; de otra unos Lules apóstatas que huyeron de los castigos que por sus maldades merecían en la Reducción, y guiados del demonio fueron a incorporarse con los Omoampas, supieron persuadir de modo a esos miserables incautos, y disuadirles el que se fuesen a la dirección de los Padres; que quando el Padre Joachin de Yegrosdexó el parage de Don Juan embió a llamarlos para principiar el pueblo, respondieron que no querían ir. Viéndose obligado el Padre Joachin a ir personalmente a buscarles en los montes, y con agasajos, y persuasión y solo pudo sacar de ellos por última resolución que se juntarían en la Petaca y que allí formarían la Reducción pero que a niguna [sic] otra parte querían salir.

49 Bien conocía el Padre Joachin que la Petaca no era parage a propósito para subsistir mucho tiempo, por ser expuesto a las incursiones del enemigo, y por las angosturas de montes incómodos para un pueblo. Pero con la confianza que los Indios hechos a nuestro trato, y a las conveniencias que en nuestra Compañya experimentarían a pocos meses mudarían parecer, y nos seguirían donde quiera que quisiésemos, se retiró dando cuenta al Padre Provincial de esa novedad, y para que no hubiese medio que no se

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 145

intentase para ganar a esas almas, ordenó el Padre Provincial que entrase el Padre Joachin a empezar esa Doctrina en la Petaca, y que el Padre Andreu fuese a ayudar con los Lules, para hazer allí una sementera de maíz.

50 Entró antes el Padre Andreu, y halló en la Petaca toda la nación de los Omoampas junta esperando con ansia al Padre Joachin para entregarse a su dirección. Apenas se acabó la sementera, quando llegó notitia [sic] que el Padre Joachin se avía buelto del camino por estar invadido de enemigos, notitia [sic] que recibieron los Omoampas con imponderable desconsuelo dándose por burlados, y expresando que los Padres les traían engañados con palabras avía tres, o quatro años. Y aunque al principio desfogaron sus sentimientos diciendo que ya no querían Padres, y que dixesen al Padre Joachin que no bolviese más a sus tierras; pero recibidos algunos donecillos del Padre Pedro, dixeron al despedirse encargase al Padre Joachin viniese quanto antes, que de allí no avían de moverse hasta que llegase.// 4v. p. 448

51 A pocos meses [descub]rieron los Indios Tobas esa sementera de maíz, y la arruinaron, y derrotaron la ranchería de los Omoampas con muerte de ocho Indios los principales de la nación.

52 Ese suceso manifestó no aver seguridad para fundación en aquellas tierras, y que si los Omoampas no querían salir de ellas, no querían su remedio. Pero la ruina padecida fundava esperanzas de que querrían salir del riesgo en que, en cualquiera parte de sus tierras, estavan. Más la innata tenacidad de las mugeres viejas en mantenerse en su paíznativo desvaneció esas esperanzas, y arredró a muchos de los Omoampas que estavan dispuestos, y dezeosos de salir.

53 Salió el Padre Andreu de los Omoampas, porque entró con poca prevención por la incertidumbre del agua en Macolí, y entró el Padre Juan de Arizaga, y mientras ese Misionero hazía la causa de Dios solicitando diesen esos Indios su última resolución, se encaminó el Padre Andreu a los Isistines. Estaba ya en su mayor fuerza el invierno, los campos sin pastos, los pozos sin agua, la nación muy dividida, por lo que solo pudo ver este Misionero dos parcialidades de ella, y de ahí entresacó veinte almas que quisieron seguirle dexando a los demás contentos con algunos donecillos, y apalabrados para tratar de su salida en otra ocasión mientras rumiavan, y digerían las notitias [sic] que se les dio de Dios, y de las consequencias que de morir cristianos, o infieles podían esperar, o temer.

54 Juntáronse en la Puerta los dos Misioneros, y de ahí dieron la buelta a Tucumán con los trabajos que Dios sabe porque se remató, y perdió casi toda la cavallada, y lo más de la gente llegó a pie.

55 Este año ha avido buena salud en la Reducción beneficio de Dios tanto más conocido quantoestava la peste arruinando los partidos circunvezinos. Y quando los curas immediatos no tenían descanso enterrando difuntos, no huvo en la Reducción en todo el año más que un entierro de una muger adulta. Párvulos sí han muerto muchos ahogados de la flemosidad de las aguas sin otro accidente. Daño a que se procura ocurrir con mudar el Pueblo a otra parte sobre que se está trabajando.

56 También ha mirado Dios con piedad este año a esta reducción librando// 5r. p. 449 sus campos, y sementeras del daño de la langosta que no ha llegado a ella, aviendo esa plaga asolado todo el resto de la jurisdicción.

57 Lo espiritual se promueve lo mejor que se puede, se hacen las fiestas con la solemnidad posible a la pobreza de esta Reducción. Los sábados acude mucha gente a la Misa

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 146

cantada, y Rosario, pero no toda. En las Fiestas principales hay muchas comuniones pero no todos se juzgan todavía dignos de comulgar.

58 La brutalidad nativa no está en todos totalmente desbastada, ni olvidadas del todo algunas costumbres brutales que tuvieron en los montes. Una muger de las venidas del Palomar parió dos hijos. Avisado del parto el uno de los Padres, fue luego a bautizar la criatura, ignorando huviesen nacido dos. La parida según la antigua costumbre de los montes avía enterrado ia [sic] una o tapado con tierra, y vasura. Bautizó el Padre la criatura que le pusieron delante, y sin más inquirir se bolvía, quando oye gritos en casa de la parida. Eran las mugeresvezinas más antiguas en la Reducción que sabiendo avían nacido dos criaturas, y visto que solo una se había bautizado, afeaban a la parida el hurto de la otra, y decían que aquel era un gran pecado. Entendiólo el Padre, y acudió promptamente mandando buscasen con diligencia la criatura o la sacasen de donde estaba enterrada. Descubrió la parida su culpa, y el lugar, y apartando la vasura, y tierra se reconoció estar viva todavía la criatura. Bautizóla el Padre con nombre de Buenaventura, y la tiene tan buena en vivir que se cría sana, y robusta, quando la primera que se bautizó murió de allí a pocos días.

59 Lo temporal de la Reducción se ha mejorado este año con el molino que se ha puesto, y con la donación que ha hecho a la Compañía para esta Reducción el General Don Luis Joseph Dias Teniente de Gobernador de la Ciudad de San Fernando de Catamarca, y la Rioja, de la mitad del Pueblo de Guazan que lo fue de Indios en el Valle de Andargala [sic] con todas las sobras de agua que tiene en aquella su posesión, y del Potrero de las Minas, uno de dos que tiene contiguos aquella Finca. Tierras muy a propósito para trigales, algodonales, viñas, y qualesquiera// 5v. p. 450 árboles frutales, o huertas, y muy cómodos para la Reducción por la immediación en que están del Potrero de Anconquija [sic].

Fuentes

60 Archivo General de Indias, Fondo documental de la Audiencia de Charcas, Sección V- Gobierno, Legajo Charcas 384.

61 Archivo Histórico S.I. Catalunya, legajo Misiones del Chaco argentino (AC/MI 02).

62 Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, Sección de Manuscritos, Colección De Angelis, rollo 33.

BIBLIOGRAPHY

Aguilar, N. E. (2016). Los lules del Pasaje Balbuena. La frontera chaqueña occidental (siglos XVII y XVIII). Rosario: Prohistoria Ediciones.

Boccara, G. (1998). Guerre et Ethnogenèse mapuche dans le Chili colonial. L’Invention du soi. París: L’Harmattan.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 147

Citro, S. (2009). Los indígenas chaqueños en la mirada de los jesuitas germanos. Idealización y disciplinamiento de los cuerpos, Anthropos, (104), 399–-421.

Calavia Sáez, O. (2013). Nomes, pronomes e categorias: repensando os “subgrupos” numa etnología pós-social, Antropologia em primeira mão, (138), 5-17.

Enrique, L. A. (2018). Huellas del paisaje colonial en las narrativas fundacionales sobre la frontera sur. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología.

Farberman, J. y Taboada, C. (2017). ¿“”Lules nómades” y “lules sedentarios”? Sociedades indígenas, movilidad y prácticas de subsistencia en el Salado Medio (Santiago del Estero), En XVI Jornadas Interescuelas Departamentos de Historia. Mar del Plata.

Furlong, G. S. J. (1941). Entre los lules de Tucumán. Buenos Aires: Talleres gráficos San Pablo.

Giudicelli, C. (2010). Hétéronomie et classifications coloniales. La construction des ‘nations’ indiennes aux confins de l’Amérique espagnole (XVI-XVIIe siècle), Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Debates. Disponible en: http://nuevomundo.revues.org/59411.

Justo, M. de la S. (2013). “Que no es todo para todos”. El deber de escribir en la Compañía de Jesús, Actas y comunicaciones del Instituto de Historia antigua y medieval, (9). Disponible en: http://www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/historiaantiguaymedieval/ volumen%209/Portada9.htm

Lucaioli, C. P. (2011). Abipones en las fronteras del Chaco. Una etnografía histórica sobre el siglo XVIII. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología.

Maeder, E. (1997). Fuentes jesuíticas de información demográfica misional para los siglos XVII y XVIII. En Celton, D. (Coord.), Fuentes útiles para los estudios de la población americana, (pp. 43-57). Quito: Abya-Yala.

Nacuzzi, L. R. (1998). Identidades impuestas. Tehuelches, aucas y pampas en el norte de la Patagonia. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología.

Nacuzzi, L. R. (2002). Leyendo entre líneas: una eterna duda acerca de las certezas. En Visacovsky, S. y Guber, R. (Comps.). Historia y Estilos de Trabajo de Campo en la Argentina, (pp. 229-262). Buenos Aires: Antropofagia.

Nacuzzi, L. R. y Lucaioli, C. P. (2008). “y sobre las armas se concertaron las paces”: explorando las rutinas de los acuerdos diplomáticos coloniales, Revista Cultura-Hombre-Sociedad (CUHSO), 15 (2), 61-74.

Nacuzzi, L. R. y Lucaioli, C. P. (2017). Una reflexión sobre los rótulos históricos y la dificultad de nombrar a los grupos étnicos de Pampa-Patagonia y el Chaco. Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Debates. Disponible en: http://journals.openedition.org/nuevomundo/71684.

Noli, E. S. (1998). Algarrobo, maíz y vacas. Los pueblos indios de San Miguel del Tucumán y la introducción de ganados europeos (1600-1630). Mundo de Antes, (1), 31-67.

Page, C. (2012). Las otras reducciones jesuíticas. Emplazamiento territorial, desarrollo urbano y arquitectónico entre los Siglos XVII y XVIII. Madrid: Editorial Académica Española.

Palermo, M. A. (2000). A través de la frontera. Economía y sociedad indígenas desde el tiempo colonial hasta el siglo XIX. En Tandeter, E. (Dir.), Nueva Historia Argentina. La sociedad colonial, (pp. 345-382). Buenos Aires: Sudamericana.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 148

Paz, C. (2005). El nudo gordiano de las políticas indígenas de los grupos chaqueños. Misiones, misioneros y guerras en la génesis de una sociedad de jefatura, segunda mitad del siglo XVIII, Revista Historia UNISINOS, 9 (1), 35-48.

Revel, J. (Comp.). (2015). Juegos de escalas: experiencias de microanálisis. San Martín: Universidad Nacional de San Martín.

Rodrigues, J. H. (1951). Explicação. En J. Cortesão, Jesuítas e bandeirantes no Guairá. Manuscritos da Coleção De Angelis, tomo I, (pp. 5-9). Río de Janeiro: Biblioteca Nacional.

Roulet, F. (1999-2001). De cautivos a aliados: los “Indios Fronterizos” de Mendoza (1780-1806). Xama, (14-14), 199-239.

Saeger, J. (2000). The Chaco Mission Frontier. The Guaycuruan Experience. Tucson: The University of Arizona Press.

Santamaría, D. (1994). Del tabaco al incienso. Reducción y conversión en las misiones jesuitas de las selvas sudamericanas. Siglos XVII y XVIII. Jujuy: CEIC.

Scala, M. J. (2015). La reducción jesuítica de San Javier de indios mocoví: historia y relaciones interétnicas en las fronteras del Chaco austral en el siglo XVIII. Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. Ms.

Tanodi, B. M. (2000). Documentos históricos. Normas de transcripción y publicación. Cuadernos de Historia, Serie Ec. y Soc., N° 3, Arch. Y Ftes. Córdoba: CIFFyH-UNC, 259-270.

Vega, F. (2017). Corrección y reescritura jesuíticas en el siglo XVIII: en torno a la obra de José Cardiel (1747-1780), IHS. Antiguos jesuitas en Iberoamérica, V (1), 84-110.

Vitar, B. (1988). Tucumán y el Chaco en el siglo XVIII: milicias, jesuitas y frontera. Madrid: Universidad Complutense de Madrid. Tesis doctoral.

Vitar, B. (1997). Guerra y misiones en la frontera Chaqueña del Tucumán (1700-1767). Madrid: CSIC, Biblioteca de la historia de América.

Vitar, B. (1999). Prácticas abortivas entre las indígenas chaqueñas en el siglo XVIII, Etnohistoria. Publicación especial en CD.

Vitar, B. (2001a). La evangelización del Chaco y el combate jesuítico contra el demonio, Andes, (12), 201-221.

Vitar, B. (2001b). Las mujeres chaqueñas en las reducciones fronterizas del Tucumán: entre la tradición y el cambio (siglo XVIII), Anuario IEHS, (16), 223-244.

Vitar, B. (2003). Algunas notas sobre las figuras de los líderes chaqueños en las postrimerías del siglo XVIII. En Mandrini, R. y Paz, C. (Comps.), Las fronteras hispanocriollas del mundo indígena latinoamericano en los siglos XVI-XIX, (pp. 407-428). : CEHiR-UNS-Instituto de Estudios Histórico Sociales.

Vitar, B. (2015). La subversión del orden jesuítico: las ancianas indígenas y su resistencia a la acción misionera en el Chaco, Missoes - Revista de Ciencias Humanas e Sociais, I (1), 58-72. Disponible en:http://publicase.unipampa.edu.br/index.php/missoes/article/view/8610.

Wilde, G. (Coord.) (2011). Saberes de la conversión. Jesuitas, indígenas e imperios coloniales en las fronteras de la cristiandad. Buenos Aires: SB.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 149

ABSTRACTS

In this paper we present the transcription of “Annua histórica de la misión de San Estevan de los indios Lules de 1744”, written by the Jesuit missionary Pedro Juan Andreu. This manuscript belongs to the unpublished De Angelis Collection, which is preserved in the Biblioteca Nacional de Río de Janeiro (BNRJ). The account informs about the material state of the reduction of San Esteban in Western Chaco and the results of two specific tasks requested by the Jesuit Province authorities. It focuses on the description of three indigenous groups –—lules, isistines and omoampas–— from a historical perspective. The document also contains hints we consider relevant to study the interethnic relations in the frontiers of the Chaco region during colonial times. In the preliminary study presented along with this transcription, we first contextualize the manuscript as a historically situated document. Secondly, we identify and examine some of the main data that contributes to the history of the indigenous groups of Chaco in particular and to the frontier studies in general.

En este trabajo presentamos la transcripción de un documento escrito por el cura doctrinero Pedro Juan Andreu, titulado “Anua histórica de la Misión de San Estevan de los Indios Lules de 1744”. El manuscrito forma parte de la inédita Colección De Angelis, adquirida y preservada por la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro. El relato apunta a informar sobre el estado de la reducción y sobre los resultados de dos tareas específicas relativas al control de grupos indígenas insumisos, asignadas por el padre provincial en su visita anual. Para abordar estos temas, se incluyen datos sobre otras cuestiones relevantes para el estudio de la coyuntura interétnica del período colonial desde una perspectiva que reconoce la historicidad de los grupos étnicos del Chaco occidental. El comentario crítico que acompaña esta transcripción se organiza siguiendo dos ejes principales: el primero orientado a situar el documento en sus diversos contextos; el segundo apunta a identificar y deslindar los datos del discurso que nos permitan avanzar en el análisis de distintas problemáticas de la historia indígena en particular y de los estudios de frontera en general.

INDEX

Keywords: Jesuits, indigenous groups, Chaco, interethnic relations, frontiers Palabras claves: Jesuitas, indígenas, Chaco, relaciones interétnicas, fronteras

AUTHORS

CARINA P. LUCAIOLI

Centro de Investigaciones Sociales - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/ Instituto de Desarrollo Económico y Social (CONICET/IDES), Argentina Correo electrónico: [email protected]

DANIELA SOSNOWSKI

Centro de Investigaciones Sociales - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/ Instituto de Desarrollo Económico y Social (CONICET/IDES), Argentina Correo electrónico: [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 150

La dimensión territorial en la frontera sur del Virreinato del Río de la Plata:las expediciones hacia las Salinas Grandes en la época tardocolonial The territorial dimension of the southern frontier of the Viceroyalty of the Río de la Plata: the expeditions to the Salinas Grandes during the late colonial time

Sabrina Lorena Vollweiler

EDITOR'S NOTE

Fecha de recepción del original: 10/09/2018 Fecha de aceptación para publicación: 10/11/2018

Introducción: las expediciones hacia las salinas Grandes

1 En el transcurso del siglo XVIII, la ciudad de Buenos Aires se abasteció de sal mediante la organización de expediciones hacia unas salinas localizadas en el actual departamento de Atreucó de la provincia de La Pampa en la actual República Argentina. Organizadas por el Cabildo de Buenos Aires, partían desde la guardia de Luján y se dirigían hacia la Laguna de la Sal, también conocida como Salinas Grandes.1 En este trabajo buscamos reflexionar en torno a las relaciones sociales entabladas durante esas expediciones, atendiendo a las negociaciones entre los grupos indígenas de la región y los representantes de la agencia colonial que periódicamente se acercaban a ella. Entre

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 151

otras fuentes disponibles, presentaremos aquí parte de la documentación elaborada por Manuel Pinazo,2 conformada por tres diarios que relatan el día a día de las incursiones ejecutadas en los años 1786, 1787 y 1788 y un documento elaborado en 1788 con el listado de los cautivos rescatados en el transcurso de esas tres expediciones consecutivas a su mando.3

2 Según Taruselli (2005-2006), el descubrimiento de las Salinas Grandes data del año 1668 y la ejecución de expediciones oficiales se produjo desde comienzos del siglo XVIII. La organización de esas incursiones estaba a cargo del Cabildo de Buenos Aires, que promulgaba un bando para convocar a los vecinos interesados en integrar la expedición y, además, costeaba la tropa de escolta conformada por milicianos con el objetivo de brindar seguridad a los integrantes de las comitivas y de controlar la empresa.4 Para cada expedición se designaba a un comandante con conocimientos sobre la campaña; en las de estos años el cargo recayó en Manuel Pinazo, un maestre de campo con una larga trayectoria en el área, retirado del servicio para ese entonces.

3 Durante el transcurso de la década de 1780, las relaciones interétnicas en la frontera sur de Buenos Aires se caracterizaron por un clima de relativa paz, luego de años de fluctuantes alianzas y conflictos entre funcionarios coloniales y caciques indígenas.5 En 1786, año del primer viaje que analizamos aquí, la sal escaseaba y poseía un elevado precio ya que desde 1782 había sido imposible realizar los viajes planificados. Debido a esto, en 1786 se necesitaba asegurar el éxito de la expedición y decidieron nombrar a Manuel Pinazo comandante “no menos por sus largas antiguas experiencias, que por el buen nombre que entre los mismos hacendados y demás gentes que habitan en el campo ha tenido y conserva este sujeto”.6 Las expediciones hacia las Salinas Grandes, además de ser utilizadas para la extracción de recursos económicos, proveían una oportunidad de conocimiento de la modalidad de circulación de los grupos indígenas y los caciques de la región (Nacuzzi 2013) y tenían también entre sus objetivos el rescate de personas que se encontraban cautivas en las tolderías indígenas. Por este motivo, los diarios y cartas mencionadas y el documento elaborado en 1788 por Manuel Pinazo ofrecen información sobre esos tópicos.

4 Los diarios de operaciones de estas incursiones hacia las Salinas Grandes daban cuenta de los acontecimientos cotidianos en el terreno, del estado de los caminos, de la disponibilidad de recursos para los expedicionarios, de las interacciones con caciques y grupos indígenas. Además, se generaba un intercambio de información por escrito — generalmente cartas— sobre esos mismos ítems, sobre los preparativos, sobre diversas situaciones acaecidas durante su ejecución —que no siempre se consignaban en los diarios—, sobre las notificaciones e informes una vez finalizada la marcha, entre otras cuestiones. Se encuentran también documentos acerca de la planificación de cada comitiva, como la designación de un comandante, la convocatoria a los vecinos a participar con sus carretas, la adjudicación de una escolta para la protección de la caravana y la solicitud de víveres y armamentos entre otros insumos.7 Consideramos que toda esa documentación forma parte de una “serie de carácter dialógico” que contiene información complementaria (Nacuzzi 2018, p.209). Además, en este caso, los tres diarios de las expediciones de 1786, 1787 y 1788 fueron escritos por el mismo autor, lo cual implica una situación casi experimental que haría posible conocer con más detalle cómo un funcionario como Pinazo comprendía el territorio y cómo su presencia reiterada durante tres años consecutivos iba produciendo ciertas modificaciones en él.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 152

Esto, a su vez, nos permitirá vislumbrar la dinámica de las expediciones en ese momento en particular y también en una escala temporal más amplia.

5 En este trabajo adoptaremos una perspectiva que considera la dimensión territorial del espacio de las Salinas atendiendo a la conjunción del espacio geográfico y de las relaciones sociales entre los grupos indígenas y los funcionarios coloniales que sucedían en el transcurso de las expediciones de aprovisionamiento de sal. Seguiremos —y discutiremos— el planteo de Enrique (2015), quien sostiene que las Salinas Grandes y la guardia de Luján conformaron “nodos territoriales”, parajes relevantes tanto para los grupos indígenas como para los funcionarios de la colonia. Desde ese marco, analizaremos la dimensión espacial y territorial de los parajes implicados en el trayecto de las expediciones, que pueden considerarse intermedios respecto de esos nodos, así como diversas interacciones que se desplegaban en la laguna de la Sal. A continuación describiremos brevemente las fuentes haciendo énfasis en los datos que podemos obtener al leerlas en conjunto, para luego discutir la problemática planteada.

6 La expedición de 1786

7 Como hemos mencionado, la serie de documentos aquí presentados comienza con un diario elaborado por Manuel Pinazo sobre la expedición del año 1786 (Transcripción N° 1) en el que relata los sucesos acaecidos durante la ida y el regreso de la laguna de la Sal.8 Comienza en la frontera de Luján el 1° de octubre de ese año —el día señalado por el bando publicado por el Cabildo— en el que Pinazo se presentó a esperar a las carretas que voluntariamente concurrirían a la expedición y a la tropa designada para escoltarla. Describe la cantidad de carretas, el orden en el que había emprendido la marcha y relata, día por día, los sucesos, los parajes por los que caminaban, las leguas recorridas y los caciques con los que interactuaban, entre otras cuestiones. El escrito se refiere tanto a la ida hacia la laguna de la Sal como al regreso desde la misma hacia la frontera de Luján, a la que arribaron el 28 de noviembre. Además, existe otro diario sobre esta expedición publicado por Pedro de Angelis escrito por Pablo Zizur, un piloto de la Real Armada Española a quien por esos años se le encomendaron diversas expediciones de reconocimiento del territorio.9 Manuel Pinazo fue el comandante de la expedición, mientras que Pablo Zizur fue designado por el Cabildo para concurrir con el objetivo de “examinar con toda exactitud la laguna Grande en donde se acopia la sal necesaria para el abasto de esta ciudad con el justo e interesante fin de formar en las inmediaciones de dicha laguna una fortaleza”, así como de una “población que ponga el paso libre a todos los moradores sin recelo de los riesgos e incursiones de los indios bárbaros”. Para ese fin, debía realizar un mapa topográfico durante la ida hacia las Salinas y un diario en el regreso a la guardia de

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 153

Luján10 [figura Nº 1].

Figura Nº1. Representación del recorrido realizado por Pablo Zizur en 1786. Adaptado de Martínez Sierra (1975) y Enrique (2016).

8 El diario de Zizur11 permite complementar el estudio de la dimensión espacial de las Salinas Grandes ya que comienza con una descripción de la laguna (su localización, forma, componentes del suelo y del terreno que la rodea), de las cañadas y manantiales que la circundan (el tipo de agua y su estacionalidad), la vegetación y el nivel del terreno aledaño. Luego de la descripción de las Salinas y sus alrededores relata el regreso hacia la guardia de Luján, donde detalla día por día los rumbos y las distancias recorridas, los relieves que se presentaban en el camino, la composición y calidad del terreno, los pastos y la disponibilidad de leña y agua. Al contrastar la información que brinda cada uno en su diario observamos discrepancias, ya que Manuel Pinazo estaba enfocado en el acopio de sal, en las negociaciones con los grupos indígenas y en los rescates de cautivos, mientras que Pablo Zizur debía relevar y registrar las lagunas y los territorios aledaños, en especial las Salinas. Entre sus tareas, Pinazo debería “auxiliar esta comisión [de Zizur] por todos los medios” como por ejemplo con la “escolta de gente”.12 Por esto, en su diario dejó por escrito las decisiones que tomó como comandante de la expedición para cumplir con esas órdenes, por lo que su manuscrito nos permite conocer algunos pormenores que formaron parte del relevamiento realizado por Zizur pero que no fueron incluidos en el diario del piloto. Asimismo, en el diario elaborado por Zizur se describen aspectos del mismo viaje; en él se omiten las menciones a caciques y grupos indígenas ya que estaba centrado en otros aspectos.13 Si bien ambos relatos detallan particularidades de la expedición realizada ese año, el escrito de Pinazo nos permite conocer las relaciones entre los funcionarios y los grupos indígenas en los diversos parajes recorridos durante ese viaje.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 154

La expedición de 1787

9 Al año siguiente se volvió a designar a Manuel Pinazo comandante de la expedición a Salinas a partir del nombramiento del año previo.14 Las instrucciones que recibió se centraron en la necesidad del abasto público, con énfasis en la decisión de realizar el viaje “sin hostilizar en la ocasión a los indios” por lo que se priorizaría la carga de la sal en esa oportunidad. Asimismo, se le ordenó “recoger de las manos de los infieles a los pobres cautivos” así como aprovechar para observar y relevar las situaciones tierra adentro con el objetivo de “invadirlos con oportunidad”.15 El diario elaborado por Pinazo (Transcripción N° 2) nos permite conocer algunas de las relaciones establecidas en el territorio entre los funcionarios coloniales y los grupos indígenas. Al igual que el año anterior, Pinazo también detalló día por día las leguas recorridas, los parajes divisados, los caciques y grupos indígenas que se acercaron a la expedición a vender sus productos, la búsqueda de ganado por parte de las partidas así como aquellas situaciones particulares acontecidas en esa expedición. Por ejemplo, de regreso Pinazo se enteró, por medio de cacique Currutipay, de unos rumores sembrados entre los grupos indígenas por un peón —que había desertado a la ida— sobre la intención del comandante de “pasar a cuchillo todos los indios”. También tomó conocimiento de un posible ataque de los tehuelches que no se efectivizó y lidió con un conflicto entre dos soldados blandengues y dos indígenas. Por último, le informaron que había un grupo de indígenas “convocados con el cacique Lorenzo para invadir en el Zanjón partido de la Magdalena” por lo que envió una carta al virrey para dar aviso de ese posible ataque.16

10 Entre la documentación que se generó con motivo de la expedición de ese año existe una extensa carta que también relata los sucesos del viaje pero en un orden diferente al del diario. Enviada el 23 de noviembre por Pinazo al marqués de Loreto desde un campo cercano a la Cabeza del Buey (a mitad del camino de regreso), se encuentra dividida en párrafos temáticos. Comienza con una mención al arribo a ese paraje con “felicidad”, relata que habían “conservado una buena armonía” con los grupos indígenas y enumera los caciques y los familiares de ellos que habían concurrido a su campamento en el camino de ida y en la laguna de la Sal. Además del relato de los problemas que lo habían mantenido ocupado y del informe acerca de un inminente ataque a las guardias, Pinazo anunciaba también los rescates de cautivos que había logrado a pesar de las circunstancias desfavorables y del estado de sequía del campo.17 Creemos que la carta, enviada unos pocos días antes de la llegada a la guardia de Luján, de regreso de la expedición, fue un documento utilizado para anticipar la información sobre algunas situaciones conflictivas que daba cuenta de los motivos que habían guiado las decisiones del comandante. Podemos suponer que fue escrita durante la expedición, mientras que el diario posiblemente fue redactado una vez finalizada la misma, quizás a partir de anotaciones efectuadas durante el viaje.

La expedición de 1788

11 Conocemos la última incursión aquí analizada a partir de un tercer diario elaborado por el mismo autor de los años anteriores, junto con otros documentos producidos con el fin de organizar y ejecutar la expedición. En 1788 Pinazo había sido “nombrado comandante de la presente expedición a Salinas por el excelentísimo señor Marqués de Loreto virrey gobernador, y capitán general de estas provincias con igual confianza,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 155

que en los años anteriores”. Esta pieza documental (Transcripción N° 3) también contiene información acerca de las relaciones entre los funcionarios y los caciques en los distintos parajes recorridos durante el viaje. Por ejemplo, a la ida Pinazo envió un chasque a uno de los caciques para solicitarle que acercara a los cautivos que tuviese en sus tolderías a la expedición y pedirle que informara a otros que hicieran lo mismo. Destacamos la comunicación que Pinazo mantenía con algunos de ellos, como por ejemplo Catuén y Toro, ya que ambos le enviaron chasques para saber “cómo se habían portado los indios de adentro”.18

12 En esta oportunidad, Pinazo también envió una extensa carta a las autoridades de Buenos Aires desde la laguna Cabeza del Buey y dejó consignado en el diario que “el día 16 se hizo alto todo el día en este paraje, y se despachó chasque al Excelentísimo Señor Virrey, dando parte a su Excelencia del regreso de la expedición”.19 La carta fechada ese mismo día y desde ese mismo lugar da cuenta de los principales conflictos a los que se habían enfrentado a lo largo de la expedición, por lo que su contenido se asemeja a la del año anterior enviada desde un paraje cercano a Cabeza del Buey.20 Detalla algunas cuestiones relativas a la composición y estado de la comitiva y se aplica principalmente a las relaciones con los grupos indígenas entre las que destaca que “aunque en otras expediciones han concurrido muchos indios de las tres naciones que ocupan estos campos, en esta han sido con exceso”.21 Además de las transcripciones de los diarios, presentamos un documento elaborado por Pinazo (Transcripción N° 4) luego de las tres expediciones consecutivas a su mando en el que detallan los cautivos rescatados en cada viaje.22 Esta pieza documental complementa la información contenida en los diarios relativa a la procedencia y la filiación de los cautivos rescatados.

13 En síntesis, hasta aquí detallamos algunas cuestiones sobre las tres expediciones con el objetivo de comprender sus particularidades en el marco general de la recolección de la sal en la década de 1780 en la frontera sur de Buenos Aires. Observamos cómo las cartas enviadas —al regresar la expedición— desde Cabeza del Buey unos días antes del arribo a Buenos Aires o Luján, así como los diarios con la información de lo sucedido día por día en el transcurso de la misma, son documentos que se complementan y nos permiten conocer con detalle los tipos de interacciones que se establecían entre los expedicionarios y funcionarios coloniales, por un lado, y los caciques y grupos indígenas por el otro. Entonces, entre los múltiples aspectos a considerar para el análisis de la documentación presentada podríamos mencionar la preparación de las expediciones, los parajes recorridos para llegar a las Salinas y los sujetos que se encontraban, como el comandante, los particulares, los caciques, los grupos indígenas, los cautivos, los baqueanos y los lenguaraces. Los aspectos económicos y relativos a la composición de las expediciones a Salinas han sido estudiadas por Taruselli (2005-2006) mientras que Nacuzzi (2013) se ha centrado en el análisis de las relaciones interétnicas. En este trabajo será central el estudio de la dimensión territorial en estas incursiones, es decir, de las interacciones sociales —de los sujetos que concurrían desde la parte colonial y los grupos indígenas que se acercaban a ellos— desplegadas en los distintos parajes de la tierra adentro por los que transitaba la expedición. Así, atenderemos tanto a los espacios geográficos como a las relaciones sociales establecidas en ellos, como señalaremos en el siguiente apartado.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 156

Antecedentes

14 La colonia española se encargó de diversas maneras de proteger a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires de los grupos indígenas que vivían en los territorios aledaños. Desde el momento del establecimiento de las guardias, fuertes y fortines de la frontera sur, las relaciones con los grupos indígenas y sus caciques se centraron principalmente en esos puestos fronterizos. Según Alemano (2015), a comienzos de la década de 1780 la política Vértiz implementó algunas estrategias para contrarrestar los efectos de decisiones anteriores que resultaron insatisfactorias entre las que destaca un plan de adelantamiento de los fuertes que resultó inadecuado, a lo cual se sumó el rechazo de la solicitud de paz por parte de algunos caciques aucas. En este mismo sentido, Pérez Zavala y Tamagnini (2012) sostienen que el plan de defensa y población de la frontera sur de Córdoba, sumado al fortalecimiento de las relaciones diplomáticas con los indígenas, inauguró un período de paz que prevaleció hasta 1815. Además, los funcionarios coloniales desarrollaron diversos mecanismos para proveer a la población de la ciudad de los recursos necesarios para vivir, como la sal. Es posible considerar a las expediciones de abastecimiento hacia las Salinas Grandes, que estaban en la tierra adentro, como parte del espacio de la frontera conocido por la agencia colonial y sus funcionarios, aunque los parajes localizados entre las guardias y la laguna de la Sal estaban controlados por los grupos indígenas de la región pampeana.

15 De este modo, el análisis de las expediciones hacia Salinas se enmarca en los enfoques teóricos y conceptuales acerca del estudio de las relaciones interétnicas en la frontera sur de Buenos Aires. Entre ellos, destacamos el concepto de “zonas de contacto” propuesto por Mary Louis Pratt (2011 [1992]) al referirse a los espacios donde se encontraron sujetos que hasta entonces se habían mantenido separados (histórica y geográficamente). La autora destaca las relaciones considerablemente estables que se establecieron entre ellos sin olvidar las condiciones de coerción, inequidad y conflicto producidas dentro de un sistema de dominación colonial. En este mismo sentido, la categoría de “complejo fronterizo” acuñada por Boccara (2005, p. 47) alude a las relaciones entabladas por diversos grupos en el contexto colonial en el marco de “un espacio de soberanías imbricadas formado por varias fronteras”. El autor considera la complejidad y variabilidad de los grupos que circulaban en la frontera sur de Buenos Aires, los cuales atravesaron procesos de etnificación, normalización, territorialización, etnogénesis y mestizajes. Por su parte, Nacuzzi (2014a, p. 104) ha denominado “espacios de frontera” a aquellos extensos territorios habitados tanto por grupos indígenas como por la sociedad colonial caracterizados por su permeabilidad y porosidad, donde las personas interactúan en el marco del “constante reacomodamiento territorial y poblacional, en donde eran habituales la comunicación y el intercambio pacífico o conflictivo” y el establecimiento de relaciones esporádicas o permanentes.

16 En este sentido, los conceptos como “zona de contacto” (Pratt 2011 [1992]), “complejo fronterizo” (Boccara 2005) y “espacio de frontera” (Nacuzzi 2014a) nos permiten comprender las dinámicas de las expediciones hacia las Salinas en articulación con los enclaves fronterizos ya que destacan las relaciones entabladas por los distintos grupos a través del tiempo en los puestos de la frontera sur y en los territorios aledaños, ámbitos dinámicos y permeables con la presencia de individuos que circulaban en distintas direcciones. En relación a quienes circulaban por esos parajes, Roulet (2006) ha analizado la frontera —atendiendo al aspecto militar, político y demográfico— y la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 157

ha denominado como un “tercer término” en tanto era un espacio poroso, por fuera del control efectivo tanto de los hispanocriollos como de los grupos indígenas. En este trabajo tendremos en cuenta estas perspectivas para el análisis de la circulación y control del territorio por parte de los distintos grupos que circulaban por ellos durante la ejecución de las expediciones hacia las Salinas.

17 El estudio de la dimensión territorial de parajes por los que circulaban los expedicionarios al dirigirse hacia las Salinas se desprende de los documentos elaborados por el comandante de las incursiones. Es decir, nuestro análisis se basa en las apreciaciones de Manuel Pinazo sobre los parajes por los que circulaba, por lo que debemos atender a los autores que han señalado que “producir una representación del espacio es ya una apropiación, un dominio, un control” (Raffestin 2011 [1980], p. 102). Los conceptos de “espacio” y “territorio” no serían equivalentes ya que, siguiendo a ese autor, el espacio es previo al territorio, es lo “dado”, aquello que se encuentra en el mismo nivel que la materia prima, por lo que es anterior a las acciones de los individuos. Esta perspectiva nos interesa porque sostiene que el territorio se genera a partir de un espacio en donde se despliegan relaciones sociales entre diversos sujetos. Desde el punto de vista de Benedetti (2014), el territorio como categoría heurística se diferencia de otras categorías geográficas ya que está asociada con el poder y con el sujeto social que lo define. Según el autor, cada territorio se define a partir de prácticas simbólicas y materiales por lo que constituyen “entidades geohistóricas, procesos abiertos y contingentes” (Benedetti 2014, p. 15). Por su parte, Enrique (2015) sostiene que el territorio es el espacio geográfico en articulación con las relaciones sociales que han sido construidas en él; según la autora, los grupos sociales realizan interpretaciones y usos de los territorios que generan una infinidad de “paisajes”. En cuanto a los caminos, Curtoni (2007, p. 72) los concibe en relación con la decisión de conectar determinados lugares excluyendo otros, es decir, “como el producto de una intención social”. Consideramos que las fuentes documentales que narran los sucesos ocurridos en las expediciones nos permiten indagar en las relaciones sociales entabladas entre las personas que concurrían a esos viajes y aquellas otras que vivían en los lugares por los que se desplazaban los expedicionarios.

18 Además, Enrique (2015, p. 144) ha definido las Salinas Grandes como un “nodo territorial”, un área “de importancia estratégica donde confluían personas, recursos, intereses y significados”. Según la autora, los nodos territoriales poseían límites variables ya que eran creados de modo dinámico por los actores sociales que los frecuentaban. Algunos nodos —como el fuerte del Carmen en el río Negro y los fortines próximos al río Salado de la actual provincia de Buenos Aires— eran controlados por los hispanocriollos mientras que otros —como las Salinas Grandes y la Sierra de la Ventana — se encontraban bajo el dominio de los grupos indígenas. Desde esta perspectiva, los relatos aquí publicados presentan una descripción acerca de los contactos en los parajes que se encuentran entre dos nodos territoriales controlados por distintos grupos: comenzaban y finalizaban en la guardia y frontera de Luján —a cargo de las autoridades coloniales— y tenían como punto máximo de avance las Salinas Grandes — bajo control indígena—. Creemos que los parajes intermedios entre la guardia de Luján y las Salinas Grandes también pueden entenderse como nodos territoriales en el sentido de Enrique (2015), ya que en ellos también circulaban personas de diversos grupos sociales, uno de los cuales controlaba el territorio. Si bien podemos reconocer distintos usos e interpretaciones de estos lugares por parte de los grupos indígenas y de los

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 158

expedicionarios de la colonia a partir de los relatos, notamos que eran los primeros quienes poseían mayor dominio de las situaciones sucedidas en esos escenarios.

El control del territorio

19 Las relaciones entre los grupos indígenas y los funcionarios coloniales en los parajes de la tierra adentro adoptaron características variadas en función de los motivos que llevaban a los hispanocriollos a esos territorios. Las incursiones fueron organizadas a partir de diversos objetivos, como por ejemplo el reconocimiento del terreno, la recolección de recursos económicos, las expediciones para acordar las paces y aquellas otras con fines punitivos (Nacuzzi y Vollweiler 2017). Si bien en todas se entablaron relaciones interétnicas, las características de los encuentros estuvieron signados por los objetivos más específicos de cada expedición. En este trabajo nos centramos en las expediciones de aprovisionamiento de recursos económicos en las cuales la preocupación principal de los funcionarios, en cada viaje, era regresar a la frontera sur con las carretas cargadas de sal.

20 En este contexto, los funcionarios coloniales se desplazaban por el territorio que separaba la guardia de Luján de la laguna de la Sal abastecidos de los efectos necesarios para alimentarse durante el viaje, para cargar sal en la laguna y para protegerse de los encuentros con los grupos indígenas. En los tres diarios analizados se especificaba la cantidad de carretas, carretillas y carretones —de propiedad de los particulares que integraban la expedición— con las que emprendían la marcha y, en algunos casos, se informaba cuando se sumaban otras más unos días después del inicio del recorrido, en algún paraje cercano a la guardia de Luján de camino hacia las Salinas Grandes. Además, se dirigían hacia la tierra adentro con cuerpos de blandengues, de milicias y de pardos y con elementos de artillería entre los que destacamos los cañones, los carros, las municiones de guerra y los cohetes para proteger a los expedicionarios.23 Asimismo, en los diarios se especificaban los alimentos para la tropa y los particulares —las cantidades de cabezas de ganado, tabaco, yerba, arroz, azúcar, aguardiente y vino— así como los efectos necesarios para “decir misa” y para curar a los heridos en caso de que los hubiese.

21 La marcha se emprendía con una disposición militar que era minuciosamente detallada por Pinazo en sus diarios; la comitiva estaba conformada por una “vanguardia”, un “centro” y una “retaguardia” con sutiles diferencias año tras año. En 1786, 1787 y 1788 la vanguardia estuvo “mandada alternativamente por los oficiales de mayor graduación” con cuarenta hombres los primeros dos años; en el centro se dispuso la artillería al frente seguida por las carretas, con una columna a su derecha de entre 250 y 300 hombres rodeada a los costados por las boyadas y caballadas con cincuenta hombres destinados a su arreo y cuidado. Por último, la retaguardia estaba “mandada alternativamente por los respectivos oficiales con 30 hombres”.24 Observamos entonces que las modalidades seleccionadas para el desplazamiento de las tropas y el tránsito por el territorio estaban previstas y que, pese a algunas sutiles diferencias, se repetían todos los años.

22 Al aproximarse a las Salinas Grandes, la escolta se encargaba primero de reconocer los alrededores de la laguna para luego asegurarse de que los miembros de las comitivas no correrían peligro. Pinazo escribió en cada uno de sus diarios cómo se habían repartido en ese paraje con sus armas, con el objetivo de resguardarse de los grupos indígenas

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 159

que hubieran querido atacarlos.25 Sostuvo que dispusieron de tres partidas en las cuatro direcciones de los puntos cardinales con “las señas de un cohete, del que debían usar en caso de distinguir gentes, humos o fuegos”26 y especificó cómo debían accionar si divisaban grupos indígenas. Además de preocuparse por los alrededores, también colocó artillería en el campamento —un cañón al este, otro al oeste y dos a la retaguardia, sumado a “los cinco esmeriles al cuidado todos de los artilleros sostenidos de 25 hombres”27—. Estas disposiciones implicaban que durante los días de permanencia en las Salinas Grandes para la recolección de la sal, el comandante, la tropa y los particulares ocupaban la laguna y sus alrededores por lo que le imprimían al territorio características diferentes de las que poseía la mayor parte del año bajo el control de los grupos indígenas.

23 Así, en estas expediciones de aprovisionamiento de sal, los funcionarios se dirigían hacia la tierra adentro con los enseres que necesitaban y en el orden que creían conveniente para transitar por el territorio ya que la experiencia de incursiones anteriores les había permitido aumentar el conocimiento del terreno y mejorar las condiciones de las subsiguientes. Una de las formas de observar este aspecto es atendiendo a las similitudes y diferencias de los itinerarios recorridos a partir de los nombres de los parajes mencionados en los diarios. Pinazo registró los lugares por los que habían transitado en cada viaje en que comenzaba en la guardia de Luján, recorría parajes habitados y frecuentados por grupos indígenas y finalizaba en la laguna de la Sal. Además, al comparar el itinerario en los tres diarios notamos que en 1786, 1787 y 1788, al menos a la ida o al regreso caminaron por las lagunas las Saladas, la laguna de Chivilcoy, el río Salado, la laguna Palantelén, lagunas Las Hermanas, Cruz de Guerra, los Monigotes y Cabeza del Buey, cañada Larga, laguna del Monte, de los Paraguayes y de los Patos. La repetición de estos parajes en las expediciones hacia las Salinas nos indica que el trayecto seguido para arribar y regresar a la laguna de la Sal era similar en cada oportunidad. Incluso, algunos de los parajes nombrados coinciden con pueblos actuales, por lo que entendemos, siguiendo a Martínez Sierra (1975), que muchos pueblos se establecieron en lugares que conformaban rutas de circulación muy antiguas, probablemente indígenas. Entonces, el camino seguido para arribar a la laguna de la Sal estaba establecido, si bien podía sufrir modificaciones (Enrique y Vollweiler 2016). En este sentido, la comparación de los recorridos de los viajes en 1786, 1787 y 1788 permite ejemplificar las formas en que se incorporaban —y bautizaban— nuevos parajes.28

24 En el diario de 1787, Pinazo narró cómo, al llegar a una laguna por ellos desconocida, decidió bautizarla con “el nombre del Socorro de San Nicolás de Bari, por haber llegado a ella en este día” y, para reconocerla en futuras expediciones, describió su localización —“dista del camino una legua corta a la derecha de él”—, su extensión —“tendrá de largo como dos cuadras, y las mismas de ancho”—, la composición del suelo —“tosca”—, su forma —“le sale un ramblón a modo de arroyo al norte […] y otro al sur con las mismas circunstancias”— y las características del agua que poseía —“muy buena” y “algo salobre”—.29 En el viaje realizado al año siguiente, registró la misma laguna en su diario —una vez pasadas “las Hermanas hicimos alto frente de la laguna del Socorro San Nicolás de Bari”30— y también de regreso —arribaron a la laguna de “las dos Hermanas, (habiendo pasado la laguna del Socorro de San Nicolás de Bari)”31—. Este caso representó una modificación en el territorio, ya que en el diario de 1786 no se registraron indicios de esta laguna (porque no la habían recorrido o porque no la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 160

habían bautizado) mientras que en el de 1788 este paraje de la tierra adentro formó parte del itinerario y ya poseía un topónimo otorgado por los funcionarios coloniales.

25 Si bien una de las formas de conocer y controlar el territorio era a partir de la atribución de nuevos topónimos a los hitos geográficos por los que transitaban, también era habitual la identificación de los parajes a partir de otros criterios, como por ejemplo los lugares habitados y frecuentados por algunos caciques. En este sentido, en los tres viajes analizados se observan relaciones entre los funcionarios coloniales y los integrantes de las tropas con el cacique Catuen, sus familiares y los grupos indígenas que estaban con ellos. Las mismas incluyeron la remisión de mensajes para negociar los encuentros, las visitas del cacique al comandante o el envío de familiares en su lugar, el intercambio de bienes, entre otros. No nos sorprende entonces cuando en 1788, al arribar al lugar en el que se habían encontrado con el cacique los años precedentes, Pinazo identificó un paraje como “el médano del cacique Catuen”.32 Este tipo de referencias son un indicio, por un lado, de que los grupos indígenas controlaban esos parajes y, por el otro, del reconocimiento de esta situación por parte de los funcionarios coloniales: circulaban por parajes que si bien conocían —debido al carácter periódico de las expediciones— no controlaban.

Las relaciones interétnicas en el camino hacia las Salinas Grandes

26 Los enseres y bienes que se llevaban a la tierra adentro así como el orden en el que caminaban estaban relacionados con la previsibilidad que necesitaban para desplazarse por el territorio habitado por los grupos indígenas y desconocido para ellos. Esto explica también la repetición de los itinerarios año tras año, ya que volvían a transitar por los parajes en los cuales habían establecido relaciones pacíficas y ventajosas con los grupos indígenas como el intercambio de bienes, mensajes y cautivos.33 Debido a que el objetivo de este tipo de incursiones de recolección de recursos dependía de las buenas relaciones con los grupos indígenas, entre las medidas de seguridad que tomaban primaban actitudes defensivas más que ofensivas (a diferencia de otras expediciones como las punitivas)34.

27 Con el objetivo de indagar en las interacciones entre los grupos indígenas y los miembros de las comitivas coloniales en la tierra adentro, registramos los lugares en los cuales se intercambiaron mensajes, bienes y cautivos en 1786, 1787 y 1788. Entre ellos, notamos que en la cañada Larga y sus alrededores —aproximadamente a mitad del camino, a menor distancia de las Salinas que de la guardia de Luján— se entablaron variadas negociaciones con caciques en los tres años de marcha. Es notorio que los caciques conocían las locaciones de las comitivas ya que en reiteradas ocasiones enviaron mensajes, mediante chasques, desde sus tolderías al comandante para acordar un inminente encuentro. En 1786 Catuen envió un mensaje a Pinazo con algunos de sus hombres que se acercaron a la expedición y al día siguiente llegaron “los Lincones, Catuenes, y Cancupis”35 junto “con 150 indios, en diversas tropillas significando querían la paz” quienes luego de intercambiar presentes dieron lugar a “sus tratos”, los cuales incluían “pieles, plumeros, ponchos, mantas, y riendas”.36

28 En 1787 se acercaron primero “los caciques Antonio y Guenquene acompañados de muchos indios e indias” y luego “los caciques Cantupi y Currutipay” con un grupo de su gente, todos para negociar con sus productos.37 En 1788 estas situaciones de

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 161

aproximación de los caciques con más integrantes de sus parcialidades también se mantuvieron ya que se acercó una de las mujeres de Catuen con “considerable porción de indios e indias, trayendo muchos caballos, plumeros, cueros de venado, y otras pieles, riendas, y lazos para vender” así como “el cacique Güanquenecul” con un grupo para vender diversos productos.38

29 Si bien la cañada Larga fue el paraje más significativo en relación a estos encuentros, en otros lugares como la laguna Cabeza del Buey, la laguna del Monte, la laguna del Juncal y los manantiales del Petiso también se entablaron relaciones pacíficas con los grupos indígenas que nos permiten entender uno de los motivos que llevaba a los funcionarios a repetir el paso por determinados parajes en sus recorridos. Dadas las relaciones establecidas con los grupos indígenas en 1786 durante la expedición —seguramente basadas en las interacciones ocurridas en incursiones anteriores—, no nos sorprendemos que la cañada Larga formara parte del itinerario en las tres expediciones aquí analizadas. Desde ese paraje se podía negociar con algunas parcialidades luego de ciertas formalidades —como el envío de mensajes con los caciques y de la ratificación de las paces—. Así, esta cañada se conformó como un paraje intermedio entre la guardia de Luján y las Salinas, un paraje de relevancia para los expedicionarios y los caciques, que se mantuvo en las tres expediciones. Creemos que, dado que este tipo de interacciones era muy común, en otras expediciones —antes y después de estos años— otros parajes localizados en los itinerarios seguidos pueden haber funcionado como nodos intermedios entre distintos puntos de partida y de llegada.

30 Los intercambios de mensajes, obsequios, bienes y personas también sucedían en la misma laguna de la Sal, donde se observan este tipo de relaciones entre los funcionarios y los grupos indígenas. En 1786 se acercaron a las Salinas a intercambiar bienes las parcialidades de Catuén, Caneupy y Lincon y los caciques Canoy Paiguén, y Querel Tipay; en 1787 fue el cacique Currutipay con un grupo de su gente a vender, también se acercaron dos hijos de los caciques Anteguan y Cariguan con varios otros a quienes les solicitó Pinazo que acercaran a los cautivos —aunque luego esto no se concretó— y el cacique Guenquene le envió un mensaje a través de dos hombres de su parcialidad. Al año siguiente, los caciques Paynetu, Toro, Painegüen, Curral y Santiago fueron cada uno con sus parcialidades a vender sus productos a la laguna de la Sal mientras la comitiva a cargo de Pinazo se encontraba allí. Ese mismo año también se acercó el “cacique Catumida con varios indios, y otros de la parcialidad del cacique Antuan, de los cuales conoció Don Blas Pedrosa dos que tenían dos cautivas” y, luego de negociar, rescataron a las cautivas, tal como sucedió con otra mujer que “conoció el citado Pedrosa”39 entre el grupo que llegó con el cacique Paneigüen.40 El rescate de individuos en las expediciones a las Salinas también era relevante para la colonia, como lo demuestran las órdenes que recibió Pinazo en las que se le encomendaba esta tarea así como el documento por él elaborado en 1788 con información de todos los cautivos rescatados en las tres expediciones consecutivas por él comandadas (ver Transcripción Nº 4).

31 En estas incursiones, los expedicionarios se dirigían desde la guardia de Luján hacia la laguna de la Sal mientras que los grupos indígenas se desplazaban desde sus tolderías en la tierra adentro hacia los distintos lugares en los que se encontraban con los expedicionarios. Los miembros de las comitivas caminaban durante días para arribar a la laguna de la Sal mientras que los grupos indígenas podían acercarse a la expedición y retirarse de la misma velozmente ya que conocían con mayor detalle los territorios por los que circulaban los viajeros y tenían sus tolderías más próximas. A modo de ejemplo,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 162

en 1786 cuando la comitiva se encontraba en la laguna de la Sal, se acercaron a ellos tres indígenas: “uno de los toldos del cacique QurrellTipay” y dos que ya se habían cruzado con ella en el trayecto entre la cañada Larga y la laguna de los Patos.41 Es decir, los grupos indígenas tenían la posibilidad de evitar a los miembros de las expediciones o de acercarse a ellos —en la laguna de la Sal o en el camino hacia ella—, posibilidad garantizada por el conocimiento del territorio en el que se encontraban y, además, por la cercanía de sus toldos y la presencia de otros individuos de sus parcialidades en esos territorios. La comitiva colonial, en cambio, debía mantenerse unida ya que la mayoría de sus integrantes, a excepción de los baqueanos, desconocía en detalle los parajes y caminos por los que transitaban.

32 Entonces, los grupos indígenas y sus caciques circulaban por esos parajes de forma cotidiana ya que sus tolderías se encontraban allí y este conocimiento diferencial del territorio les otorgaba ciertas ventajas en las negociaciones con los funcionarios coloniales. En 1788, cuando la expedición se encontraba en la laguna de la Sal se acercó el cacique Canevayon con integrantes de su parcialidad entre los que se encontraba Tripán, quien estaba “casado con una cautiva llamada Francisca Bengolea”.42 En esta ocasión “un hermano de ella (que iba en la expedición)” fue acompañado por tres indios hasta los toldos “y el día siguiente la trajeron”.43 En este caso, los toldos en donde tenían a la cautiva se encontraban a tan solo un día de marcha de ida y regreso desde las Salinas mientras que la guardia de Luján desde donde había partido la expedición estaba a quince o veinte días de camino. Observamos que, en el trayecto entre la guardia de Luján y las Salinas Grandes, eran los grupos indígenas los que poseían un mayor dominio de los eventos. Por eso, por ejemplo, las mujeres de los caciques Catuen y Lorenzo podían responderle a Pinazo —ante su pedido de que le acercaran a las cautivas en su poder— que fueran a rescatarlas “a los toldos”. Para el comandante no era una tarea sencilla ya que, además de la escasez del agua, debía encargarse de otros asuntos (en esa ocasión, de un conflicto entre dos indígenas y dos soldados).44 Estas posibilidades diferenciales de transitar por el territorio se evidenciaban en otros aspectos además de los rescates de cautivos, como por ejemplo en la información que poseían los grupos indígenas en relación con aquella en poder de los hispanocriollos. En la expedición de 1787, por ejemplo, cuando se encontraban en la laguna del Juncal, Catuen le recomendó a Pinazo mantenerse alerta ya “que al otro lado de la sierra Grande se hallaban muchos indios Teguelchues”45 que podían atacarlos.

33 En este contexto, entendemos las interacciones entre los sujetos en el marco de lo que hemos denominado como “frontera móvil” (Nacuzzi y Vollweiler 2017) al referirnos a las situaciones que se generaban al dirigirse los funcionarios coloniales hacia territorios que, si bien excedían el espacio conocido como la frontera sur, permitían la creación de escenarios en los cuales también se reunían representantes de distintas sociedades. Los encuentros se producían generalmente cuando alguna parcialidad se acercaba a la expedición, como en 1786 cuando se encontraban en la laguna del Monte y los “alcanzaron dos tropillas de indios, e indias, que unos y otras componían 65, que venían a tratar”.46 En otras ocasiones los contactos se negociaban previamente como en 1787, en las inmediaciones de Cabeza del Buey, cuando la partida reconocedora se encontró con el “cacique Catuen con sus indios” quienes estaban esperando a la comitiva. Más tarde ese mismo día, Catuen le envió un mensaje a Pinazo para que se dirigieran hacia allí y, unos pocos días más adelante, fue el cacique con integrantes de su parcialidad

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 163

hacia la expedición. Según Pinazo, se mostraron “todos tan sin cuidado, que manifestaban la mucha confianza, que tenían de nuestra buena fe”.47

34 Las relaciones amistosas que los comandantes tejían con los caciques en el transcurso de las expediciones influían en los puestos fronterizos. A fines de 1788, por ejemplo, en la frontera de Luján se presentó el cacique Lancan “con diez indios y ocho chinas […] con los efectos que acostumbran”48 y, debido a que este mismo cacique se había acercado a la expedición de “Salinas el año próximo anterior” en la que había dado “pruebas de amistad”,49 regresó de la frontera de Luján con un presente unos días más tarde. Es decir, los encuentros interétnicos que se generaban en las expediciones hacia las Salinas tenían relación con los contactos de los puestos de la frontera sur en donde los funcionarios poseían mayor control de las situaciones. Sin embargo, como hemos observado, en las incursiones hacia la tierra adentro las relaciones sociales que se producían en la laguna de la Sal y en los parajes intermedios entre la guardia de Luján y las Salinas estaban enmarcadas en el control que ejercían las parcialidades indígenas sobre esos territorios.

Consideraciones finales

35 Nos hemos referido a las Salinas Grandes en las expediciones que la agencia colonial realizó durante tres años consecutivos de la década de 1780 en el marco de un período más amplio de incursiones que comenzaron en el siglo XVIII, continuaron durante la Colonia y en el período independiente. Partimos del análisis de la dimensión espacial y territorial de aquellos parajes por los que marchaba la comitiva colonial cada vez que se dirigía desde la guardia de Luján a las Salinas e hicimos énfasis en las relaciones entre los grupos indígenas que habitaban esos territorios y los expedicionarios que por ellos transitaban. Observamos que eran los caciques y sus parcialidades los que tenían mayor control en las negociaciones ya que poseían un conocimiento diferencial del territorio que los posicionaba en una situación ventajosa.

36 Asimismo, expusimos las distintas estrategias implementadas por el comandante, la tropa y los demás integrantes de la expedición para transitar por lugares lejanos de los puestos fronterizos y cercanos a las tolderías indígenas. Sostuvimos que las acciones por ellos desarrolladas tomaron características defensivas más que ofensivas, acordes con el objetivo de extraer sal y negociar con los grupos indígenas. Aunque los expedicionarios temían perder el control de la situación, los encuentros pacíficos con los grupos indígenas y sus caciques nos muestran que esas interacciones también eran aprovechadas para comerciar y para rescatar cautivos, entre otros aspectos, en parajes intermedios como la cañada Larga y en la laguna de la Sal. Observamos que las relaciones interétnicas que se daban en el territorio adquirían distintos matices durante estas expediciones ya que las mismas eran contextuales, variaban en cada momento y lugar en función de los intereses de los sujetos involucrados y de su conocimiento del territorio.

37 Asimismo, relevamos algunas acciones desplegadas por parte de los distintos grupos en los parajes de la tierra adentro —como el intercambio de productos y el rescate de cautivos— que los llevaban a implementar estrategias para conocer y controlar los lugares por los que circulaban. A partir de un planteo previo (Nacuzzi y Vollweiler, 2017), caracterizamos las interacciones entabladas durante las expediciones a las Salinas como parte de una frontera móvil que, a diferencia de las negociaciones

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 164

establecidas en los puestos fronterizos que se encontraban en lugares delimitados del espacio, se configuraba durante los viajes que comenzaban en la guardia de Luján, llegaban a la laguna de la Sal como el punto más lejano y regresaban al mismo lugar del que habían partido. Este movimiento acercaba a los funcionarios a las tolderías, por lo que las relaciones establecidas con los grupos indígenas, si bien trataban los mismos asuntos, no eran idénticas. En este sentido, y siguiendo el planteo de Enrique (2015), postulamos que los parajes intermedios entre la guardia de Luján y las Salinas Grandes pueden considerarse como nodos territoriales controlados en este caso por grupos indígenas.

Fuentes

38 Archivo General de la Nación (AGN), sala IX, legajos 1-5-3, 1-6-3, 13-8-17 y 19-3-5.

Transcripciones

En las transcripciones aquí presentadas se modernizó la ortografía, se desplegaron las abreviaturas y se indicaron los cambios de folio. La numeración de los folios está expresada en los casos en los que los documentos lo indican. Los corchetes indican agregados personales.

Transcripción Nº 1

Archivo General de la Nación (AGN), Sala IX (colonial), legajo 19-3-5, ff 560 a 567v.

Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición a Salinas de 1786

/f. 560/ Don Manuel de Pinazo maestre de campo general reformado, [de la] jurisdicción de Buenos Aires.

Habiendo sido nombrado, comandante de la presente expedición, a Salinas, por el Excelentísimo Señor Marqués de Loreto, Virrey Gobernador y Capitán General de estas provincias, por su despacho de 19 de julio, del presente año.

Me presenté, en la frontera de Luján, en 1º de octubre, del mismo año, día señalado por bando publicado; en Buenos Aires, para que concurriesen allí todas las carretas, cuyos dueños voluntariamente destinasen, a esta expedición; igualmente que la tropa, que de orden del propio Excelentísimo Señor Virrey; debiere escoltarla, y en su virtud se me presentaron, hasta el día 6.

Cuerpos Capitanes Tenientes Subtenientes Tropa inclusos sargentos, cabos y tambor

De blandengues 2 1 1 200

De milicias 2 2 2 150

De pardos 1 1 1 50

Total 5 4 4 400

carretas Carretillas carretones

253 12 5

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 165

Y habiendo pasado revista a la tropa, y después reconocido las carretas, por su hubiere algunas, que por falta de aperos, boyada, o peones pudieran embarazar las marchas, dispuse la de la expedición, en estos términos.

Vanguardia

Mandada alternativamente, por los oficiales de mayor gra /f. 560v/ duación con 40 hombres.

Centro

Al frente la artillería, y después las carretas, y en columna a su derecha 280 hombres, y a uno y otro costado las caballadas y boyadas con 50 hombres para el arreo, y cuidado de los caballos.

Retaguardia

Mandada alternativamente por los respectivos oficiales con 30 hombres.

Con este orden emprendimos la marcha el citado día a las 8 de la mañana, y a las 11 ½ paramos, habiendo caminado 5 leguas; habiendo dispuesto los resguardos correspondientes, siendo prevención que así este paraje como los demás, donde se acampó en todo el viaje, fueron siempre escogidos por de mejores aguadas.

Día 7. Marchamos a las 10 ½ de la mañana, y pasamos las Saladas, avanzándonos como 3 leguas más adelante. De aquí se retiró el teniente Don Antonio Martinez, por enfermo, y se desertaron dos milicianos y cuatro pardos de cuyo hecho dio aviso al Comandante de Frontera, para su inteligencia: anduvimos este día 6 leguas.

Día 8. Oímos misa, y marchamos a las 8 de la mañana y pasamos la cañada de Chivilcoy, que la hallamos inundada de agua, avanzando 3 leguas más. Y anduvimos como 8 leguas poco más, o menos.

Día 9. Salimos del lugar dicho, y pasamos el salado, y llegamos a Palantelén, a las 11 ½ del día, habiendo caminado 6 leguas /f. 561/ más, o menos. Aquí se paró el resto del día esperando a que llegase el baqueano Eusebio Caraballo con algún ganado. Día 10. Marchamos a las 5 de la mañana, y llegamos a mediodía, a las Dos Hermanas, que distan de Palantelén de 5 a 6 leguas, en dicho Palantelén dejó el comandante una partida de 10 hombres, con un cabo, con orden de que si no llegaba el dicho Caraballo nos alcanzasen al otro día. A la tarde marchamos, y llegamos a una distancia de 3 leguas del médano Partido: se caminaron este día de 9 a 10 leguas.

Día 11. Salimos del lugar dicho a las 6 de la mañana, y paramos a las 11 del día como 2 leguas distantes de la Cruz de Guerra. Aquí tuvo el comandante noticia de los exploradores haber hallado algunos toros muertos por los indios: que habían sacado las pieles para coletos. A las 2 de la tarde marchamos, y a las 4 ½ llegamos a la Cruz de Guerra. Esta noche tuvimos una gran tormenta de viento; agua, y truenos, y llegó la partida dicha.

Día 12. Día de la virgen del Pilar, no pudo el capellán decir misa, por el tiempo, marchamos a las 8, y a medio día paramos en el médano llamado los Monigotes, que dista de la Cruz de Guerra, cinco leguas, hicimos medio día, y a las 2 ½ de la tarde, marchamos hasta las 6, que mandó el comandante parar. Se andarían 3 ½ leguas.

Día 13. Caminamos a las 6 de la mañana, e inmediatamente vino una tormenta que por la lluvia nos obligó a parar a las 11 ½ después de haber andado como 5 leguas, dejando a nuestra retaguardia la laguna del Uncal, que se halló seca. Este mismo día, a cosa de las 10, alcanzó Eusebio Caraballo, al comandante, con cuatro más sin ganado alguno, con ánimo de acompañarlo en la expedición como lo ejecutó, paramos el resto del día, y esta noche tuvimos / f. 561v/

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 166

tuvimos [sic] una disparada de caballos de la caballada de los arroyos y Areco, de suerte que se perdieron más de 100.

Día 14. Marchamos a las 6 de la mañana, y a poco andar nos asaltó un viento que casi, nos sacaba de los caballos. Este día solo paramos a mudar bueyes, caminando, hasta las 5 de la tarde. Y anduvimos como 9 leguas, y paramos como 2 ½ o 3 de la Cabeza del Buey.

Día 15. Oímos misa, caminamos a las 6 de la mañana. Y llegamos a la Cabeza del Buey a las 9 ½, en donde hicimos alto y a la 1 ½ de la tarde marchamos hasta las 5 y ½ que paramos en una laguna sin nombre, antes de parar se avistó un humo que hicieron los indios al frente, no se pudo reconocer por estar muy retirado. Este día anduvimos 7 leguas, y sucedió que a un blandengue de la compañía del Salto, le dio una manotada un caballo en la cara, que le partió la mitad de ella, con gran parte de las narices, por el cirujano que llevamos anduvo tan eficaz, que pudo hacerle unir, aquella parte de la cara y narices.

Día 16. Marchamos hora y ½ ante[s] de amanecer, y paramos, al medio de la cañada de los Zapatos. A la tarde marchamos a las 2, y a las cinco paramos en la laguna del Tigre habiendo caminado como 8 leguas. A las 7 de la noche llegó el piloto Don Pablo Zizur, escoltado de 20 blandengues, enviado por el señor virrey, para ciertos fines, con cortas de su excelencia señor gobernador, y del ilustre Cabildo, para el comandante.

Día 17. Se dio descanso todo el día en este mismo lugar y respondieron a otras cartas. Habiendo la partida de blandengues propuesto quería salir de noche por no encont /f. 562/ trarse con los indios, se ejecutó así.

Día 18. Marchamos a las 6 y 1/4, y caminamos hasta las 11 ½ que paramos en unos médanos habiendo pasado la cañada Larga, se hallaron a los costados varios médanos con agua, y hubo mucha caza de todas especies. A la tarde marchamos a las 2 y ½ y paramos a la falda de una cañada que estaba a nuestra izquierda la que se halló, llena de agua, e inmediata a una laguna salada, que tiene más de ¾ de legua de largo. Y anduvimos este día de 7, a 8 leguas.

Día 19. Marchamos a las 6 de la mañana, y a las 10 ½ paramos en unos médanos todos con agua, hallamos la cañada (que en otras expediciones han dado mucho trabajo por la abundancia de agua) secas, no faltando a los costados agua para la tropa, y animales, anduvimos 4 leguas. A la tarde paramos para que se habilitasen las gentes de junco para los planes de las carretas. Esta tarde llegaron seis indios, con la noticia de que al otro día vendría más porción, entre la cual enviaba el cacique Catuén, mensaje al comandante.

Día 20. Marchamos a las 4 de la mañana, y caminamos hasta las 10 ½ anduvimos 6 leguas poco, más o menos, y antes de parar llegaron con 150 indios, en diversas tropillas significando querían la paz, y ratificando la que Su Excelencia les tenía dada, vinieron los Lincones, Catuenes, y Cancupis, haciéndole estos dos últimos una grande relación al comandante que explicada por el lenguaraz Francisco Almirón, se dirigía a ratificar la paz, y sacarle al comandante el regalo que en semejantes ocasiones suele hacérseles a estos caciques quienes también regalaron a dicho comandante dos ponchos. A la tarde marchamos como 2 leguas, por dar lugar a dichos indios /f. 562v/ para sus tratos, que se compone de pieles, plumeros, ponchos, mantas, y riendas, y paramos entre unos médanos de agua que hay en una, y otra parte del camino. Este mismo día dejamos a nuestra derecha una gran cañada llena de agua que parece un río, pero es salada, los indios se embriagaron esa noche; pero no resultó novedad alguna.

Día 21. Estuvimos en este mismo lugar parados hasta mediodía, porque los indios suplicaron al comandante les diese más tiempo para concluir sus tratos. A la tarde marchamos, y paramos a vista de la laguna del Monte. Este tendrá muy cerca de un cuarto de legua de largo, anduvimos como 4 leguas, algunos de los indios se fueron esa tarde, y otros nos acompañaron algún trecho: esta misma noche dieron parte al comandante que un soldado de la compañía de la guardia de

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 167

Rojas, se había huído; porque habiendo perdido un sable, y siendo reprendido por este hecho del capitán Don Fernando Navarro, no [a]pareció más: este tal es casado en los Arroyos: esta misma noche nos cayó un grande aguacero.

Día 22. No dijo misa el padre capellán por la lluvia que duró hasta las nueve del día, y así marchamos, pasamos el monte dicho, y paramos a las 12, costeando la laguna de dicho monte, a nuestra izquierda: a la tarde caminamos y paramos a las 6, en una cañada que a la derecha, tenía una laguna de mucha agua dulce, y mucho junco, aquí nos alcanzaron dos tropillas de indios, e indias, que unos y otras componían 65, que venían a tratar, anduvimos como 4 leguas, costeando la dicha laguna /f. 563/ del Monte, que alcanza hasta san Lucas, y dista de dicho monte más de 16 leguas.

Día 23. Caminamos a las 4 ½ de la mañana, y habiendo caminado como 3 leguas, mandó el comandante hacer alto, porque un peón de la tropa de Don Juan Diego Flores iba enfermo, y pidió confesión, luego marchamos, y a las 11 paramos en frente de una laguna que está a la izquierda del camino en una cañada; a la tarde marchamos hasta la laguna de los Paraguayés estas son 4 en una misma cañada inmediatas unas, de otras toda[s] dulce[s] dejando a nuestra izquierda entre la laguna del Monte, y los caminos, una laguna de buen tamaño dulce, siguiente [sic] siempre la del Monte, que remata en San Lucas.

Día 24. Marchamos a las 5 de la mañana lloviendo, y con un frío, muy grande, cerca de mediodía paró el agua, pasamos la laguna Larga, y otras distintas que dejamos, a un lado y otro del camino paramos a las 11 ½, y luego llegaron 13 indios con 7 chinas indias, a tratar, y vender sus efectos, y nos acompañaron este día. A la tarde marchamos, y poco antes de las 6, divisaron los exploradores de la vanguardia, 5 indios, y dos indias, que venían de los toldos del cacique Canuy, Paiguen, e iban a los de Catuén quienes se recelaron de nosotros, y se huyeron dos; pero luego éstos se enteraron de nuestra buena fe, caminamos este día de 8 a 9 leguas.

Día 25. Marchamos a las 4 y 27 minutos, pasamos la cañada que está antes de llegar a la laguna de los Patos, y a las 7 y ½ pasamos dicha laguna, dejando 2 más a nuestra izquierda, a las 10 menos 8 minutos llegamos a la laguna de la Sal, dejando a nuestra /f. 563v/ izquierda 3 lagunas, bastante grandes. Se halló la laguna de la Sal dicha llena de agua, por cuyo motivo, no se pudo coger flor de dicha sal.

Día 26. Marcharon boyadas, y caballadas a los manantiales que dista de dicha laguna con ¾ de legua, y el comandante con el capitán Don Fernando Navarro, siguieron a dicho paraje con la escolta que se nombró para el resguardo de dichas boyadas y caballadas: de allí despachó el comandante 5 partidas de a tres hombres cada una, nombrando de cabo al que parecía de más juicio, la primera se despachó al sur, de dicha laguna[,] la segunda al este, que es la entrada que tiene dicha laguna por el bajo de la Barranca, la tercera al poniente, y las dos últimas al norte de dicha laguna dándoles a cada una, las señas de un cohete, del que debían usar en caso de distinguir gentes, humos o fuegos como asimismo en caso de divisar gentes en gran número, e inmediatos respecto a los muchos médanos que hay en este paraje, y que podía suceder que aunque quisiesen avisar si los enemigos venían a insultarnos llegaría el aviso junto con ellos que en semejante caso disparasen el cohete siguiendo al mismo tiempo a incorporarse con la escolta en dichos manantiales, mandando asimismo poner un centinela en el médano más elevado que hay en dichos manantiales, y por consiguiente otra inmediata al campamento, en un alto, para que esta divisase la seña de aquella, y aquella la de esta, después de haber dado estas disposiciones, se retiró dicho comandante, y capitán Don Fernando Navarro al campamento, en donde /f. 564/ colocó la artillería en la disposición siguiente. Un cañón a la parte del oeste sobre la barranca que da entrada al campamento. Otro al este de la misma barranca, y los otros dos a la retaguardia del campamento apuntando al norte, y formando línea con los cinco esmeriles al cuidado todos de los artilleros sostenidos de 25 hombres a más de continuadas rondas, por fuera

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 168

de dicho campamento. Este mismo día llegaron tres indios a dicho campamento los dos que se huyeron el día 24, y uno de los toldos del cacique Qurrell Tipay, porque el día antes envió el comandante a un indio llamado Juancho, a decirle a este cacique que venía de buena fe, y surtió efecto el recado porque vinieron dichos tres indios: en este mismo día empezó el piloto a usar de su facultad, y la gente se ocupó en acopiar sal dentro de la misma laguna.

Día 27. Legaron diversos indios del cacique, Catuén, y Caneupy, a vender sus efectos: esta noche tuvimos una disparada de caballos, pero fue Dios servido que se atajasen con tiempo.

Día 28. Concluyó su mensura el piloto, y halló que tiene la laguna de circunferencia cinco leguas, y dos tercios: en este mismo día, llegaron los caciques Canoy Paiguén, y Querel Tipay; con dos indios más, saliendo el comandante, con los capitanes Don Fernando Navarro, y Don Vicente Cortes, a recibirlos, los trajeron a la tienda de dicho comandante, se dieron las manos, se les dio de comer, y luego se fueron a donde estaban los demás indios de dicho Catuén, y nuestras gentes siguieron sacando sal.

Día 29. Pasaron los caciques dichos a despedirse del comandante y después de una larga arenga que le hicieron por medio del / f. 564v/ lenguaraz Francisco Almirón, y respondido por dicho comandante habiéndolos regalado se fueron muy gustosos habiendo tratando la paz, que se les concedió en nombre del excelentísimo señor virrey, a que propuso Canuy Paiguen, que en caso de que algunos de sus indios, viniesen [a] hacer daño unidos con los demás, siempre que fuesen cogidos los matasen porque él no podía remediarlo.

Día 30. No hubo novedad alguna más de haber venido algunos indios de los de Catuén, Lincon, y Canupy, [a] hacer trato, y estos se embriagaban, y el piloto seguía haciendo su reconocimiento.

Día 31. No hubo novedad alguna.

Mes de Noviembre

Día 1º. Salió el comandante, con los capitanes Don Fernando Navarro, Don Vicente Cortés, Don marcos Flores, y el piloto Don Pablo Zizur escoltados de 50 hombres al reconocimiento de una laguna, y monte que se halla a distancia de 3 leguas poco más o menos, y se divisa de un médano muy encumbrado de los muchos que hay en los manantiales: sucedió que antes de llegar a estos dieron parte al comandante que venía el cacique Qurrell Tipay, con otros indios y dos indas la una madre de dicho cacique, y recelándose este de llegar fue preciso hacer volver la escolta de suerte que no la viese dicho cacique, y llevarlo a él y sus indios al campamento, con cuyo motivo supo dicho comandante que este dicho cacique tenía una cautiva cristiana, trató de su rescate, y quedó en traerla, y después de haber vendido algunos ponchos, y mantas / f. 565/ que traían se fueron[.]

Día 2. Sigue el piloto su destino al reconocimiento de dicha laguna, y monte a cuyo efecto se le dio la escolta necesaria: este mismo día se nos desapareció una blandengue de la compañía de Rojas, sin poder saber su destino.

Día 3. Llegó la cautiva, con el cacique su amo, se juntó lo que pidió por su rescate, y se fue con Dios. Este día se nos vino un cautivo gallego llamado Blas Pedrosa, natural de La Coruña, que lo cautivaron en el saladillo yendo para Chile, en la tropa de carretas, en que iba un canónigo, y otros pasajeros, a quienes mataron. Este dio razón de hallarse los toldos de su amo Anteman a distancia de unas 16 leguas de la laguna de la Sal, y avisó de un insulto que habían cometido unos indios en la jurisdicción de Córdoba que distaba de la laguna como de 25, a 30 leguas. La noche de este día se vino una cautiva huida de los toldos del indio Quentou, inmediatos a los de Catuen que la cautivaron el año de 76 en la cañada de la Paja de esta jurisdicción, que teniendo noticia nos hallábamos en la laguna de la Sal, se huyó en un caballo, y caminó 4 días: esta dio noticia de otras cautivas que se hallan en poder de Catuén, y otros indios.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 169

Día 4. Salimos de dicha laguna, para Buenos Aires, y llegamos a la laguna de los Patos, que dista de 2 leguas y ½ a 3, en donde se hizo alto, y con motivo de ser el día de cumpleaños de nuestro Augusto Monarca, se hizo salva general de la artillería, como lo ha tenido de costumbre el comandante en todas sus expediciones.

Día 5. Después de oir misa marchamos a las 9, poco más / f. 565v/ o menos, y habiendo caminado como 2 leguas, paramos por haber habido varias quiebras de carretas.

Día 6. Marchamos a las 5, y 5 minutos de la mañana y paramos a las 11, hasta el siguiente día por las quiebras de carretas[.]

Día 7. Marchamos a las 4 ½ de la mañana, y a las 10 y ¾ paramos en frente de San Lucas, aquí se ocupó todo el resto del día, porque continuaron las quiebras; este mismo día, vinieron porción de indios, e indias al trato.

Día 8. Marchamos a las 3 y ½ de la mañana, y llegamos a la laguna de Uncal, a las 10 y 3/4. Este Uncal es una laguna bastantemente crecida, que ahora la tenemos a la derecha, que dista de San Lucas, como 5 leguas y ½. A la tarde pasamos la cañada, y anduvimos como 1 legua por dar lugar a que saliesen todas las carretas de dicha cañada, y compusiesen 7 ruedas, que se desgraciaron.

Día 9. No se caminó por la mañana, dando lugar a que se compusieran dichas ruedas. Y a la tarde caminamos como 3 leguas.

Día 10. Caminamos a la una de la tarde, porque hubo que componer varias carretas, y anduvimos cosa de 2 leguas, porque llegaron este día, muchos indios e indias e instaron a que se les diese lugar para hacer sus tratos, por cuyo motivo paramos como legua y ½ del del [sic] médano del Agua.

Día 11. Caminamos a las 6 y 1/4 de la mañana, y paramos a las 12, anduvimos de 5 a 6 leguas. Y a la tarde marchamos hasta las 7, y andaríamos de 4 a 5 leguas: este día llegaron muchos indios, y nos acompañaron hasta el / f. 566/ otro día domingo.

Día 12. Marchamos a las 5 y ¾ después de haber oído misa, pasamos la cañada larga, y al salir de ella, sucedió que Don Miguel Suarez, mató a un peón de su tropa, y al fin paramos en la ladera, porque hubo quiebras de carretas, y empezó a llover. Aquí se paró el resto del día, y se le dio sepultura al cadáver[.]

Día 13. Marchamos a las 5 y 11 minutos de la mañana, y paramos a las 10 inmediato a un médano de agua, dejando a la derecha aquella cañada, y laguna famosa que viene desde San Lucas. A la tarde marchamos, y pasamos al ponerse el sol, se andarían este día como 7 leguas, y los indios se retiraron dejándonos la noticia, que los dos blandengues se hallaban en los toldos, a quienes encargamos nos los trajesen que se les pagaría lo que pidiesen a más de regalarles 4 barriles de aguardiente.

Día 14. Marchamos a las 4 y ¾ de la mañana, y paramos a las 10. A la tarde marchamos y paramos a las 6 y ½, en un médano que se halla con bastante agua, andaríamos como 7 leguas, poco más, o menos.

Día 15. Marchamos a las 4 y ½ de la mañana y a las 11 y ½ llegamos a la Cabeza del Buey, caminaríamos como 6 leguas, aquí se pasó el resto del día, y llegaron algunos indios, a quienes se les volvió a encargar con grande empeño, la traída de los blandengues, y de un boyerón, que dieron parte se había ido, y diciéndoles que me alcanzasen con ellos aunque fuese hasta Palantelén.

Día 16. Paramos todo el día en este lugar, con el fin de que / f. 566v/ se compusiesen las carretas, y escribir para despachar el chasque a su excelencia.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 170

Día 17. A la tarde marchamos a las 2, y anduvimos 4 leguas, se despachó el chasque, y el reo que hizo la muerte[.]

Día 18. Marchamos a las 4 y ¼ de la mañana, y paramos a las 11. Se andarían como 5 leguas y ½, y fue preciso parar el resto del día, porque hubo aflojadura y quiebras de carretas, no hubo novedad alguna particular sólo que escaseó el agua pues sólo se hallaba para las gentes.

Día 19. Marchamos a las 7 y 5 minutos después de haber oído misa, y paramos a las 10 y 1/2, también éste escaseó el agua. A la tarde marchamos hasta una hora después de ser noche, se andarían este día como 8 leguas, más, que menos.

Día 20. Marchamos a las 4 y ¼ de la mañana, y llegamos a la Cruz de Guerra a la una, y pasamos por los Munigotes a las 9 de la mañana: este día anduvimos de 7 a 8 leguas, paramos en dicha laguna el resto del día, para que las caballadas, y boyadas se reforzasen.

Día 21. Nos detuvimos en este mismo lugar hasta las 2 y ½ de la tarde, que marchamos, y pasamos como legua y media más adelante del médano partido en donde paramos después de haber andado cuatro leguas.

Día 22. Marchamos a las 4 y ½ de la mañana /f. 567/ y llegamos a las Dos Hermanas a las 10 y 20 minutos, no obstante que hubo algunas quiebras de carretas. A las 4 de la tarde salimos, y nos aproximamos a Palantelén. Anduvimos este día de 7 a 8 leguas.

Día 23. Marchamos a las 4 de la mañana, y a las 10, y media, llegamos a Palantelén, y a la tarde caminamos cosa de legua y media. Se andarían este día, como cuatro leguas y media, se halló provista la laguna de Agua, y en este paraje que quebró una carreta enteramente que fue preciso dejarla.

Día 24[.] Llegamos al Salado a las 8 de la mañana, y no obstante de tener bastante agua, pasamos con felicidad.

A la tarde marchamos a las 4 y ½, y algunas de las carretas pasaron la cañada de Chivilcoy, y otras al día siguiente, aquí hubo quiebra de algunos ejes, y rayos. Andaríamos como 4 leguas poco más, o menos.

Día 25. Nos detuvimos en esta cañada, hasta las 8 ½ de la mañana dando lugar a remediar las quiebras, a cuya hora, marchamos, y paramos a las 11 del día. A la tarde marchamos, y pasamos la cañada de las Saladas, y se hizo alto de este lado de dicha cañada. Anduvimos este día 7 leguas poco más, o menos.

Día 26. Marchamos a las 4 de mañana, y pasamos la cañada del Durazno, que dio bastante trabajo por tener abundancia de agua y barro. Se paró de este lado de dicha cañada a las 11, dando lugar a que pasasen todas las carretas, y nos aproximamos a la tarde a la cañada de los Ranchos, en donde paramos, habiendo andado como 5 / f. 567v/ leguas poco más, o menos.

Día 27. Marchamos a las 3 y ¾ de la mañana pasamos la cañada de los Ranchos, la de las Pulgas, y llegamos a la guardia, a las 10 del día poco más, o menos: desde donde con acuerdo del comandante de frontera, según el orden de su excelencia se retiraron las tropas a su destino, y cada dueño de carretas se fue con ellas a su casa.

Frontera de Luján, 28 de noviembre, de 1786.

[Rúbrica] Manuel de Pinazo

Transcripción Nº 2

Archivo General de la Nación (AGN), Sala IX (colonial), Legajo 1-5-3, ff 704 a 710v.

Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición a Salinas de 1787

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 171

/f. 704/ Don Manuel de Pinazo Maestre de campo General retirado de la Jurisdicción de Buenos Aires.

Habiendo sido nombrado comandante de la presente expedición a Salinas por el excelentísimo señor Marques de Loreto Virrey Gobernador, y capitán general de estas provincias por su despacho dado en el año próximo pasado, y refrendado en 20 de septiembre del presente, acudí a la Frontera de Luján en 2 de octubre siguiente, y allí se me presentó la tropa destinada a la expedición por el mismo señor Virrey, y sucesivamente hasta cuatro días después de emprendida la marcha las carretas de particulares; que como todo el tren, Municiones de guerra, y boca[,] etcétera[,] se expresa en la disposición siguiente.

Cuerpos Capitanes Tenientes Subtenientes Tropa inclusos sargentos cabos y tambores

De Blandengues 1 1 1 200

De Milicias 2 2 2 150

De Pardos 1 0 1 50

Total 4 3 4 400

Carretas Carretillas Carretones

336 22 5

Habiendo dispuesto la expedición con el siguiente orden.

Avanguardia

Mandada alternativamente por los oficiales de mayor graduación con cuarenta hombres.

Centro

Al frente la artillería, y después las carretas, y en columna a su derecha 280 hombres, y a uno, y otro costado las caballadas y boyadas con 50 hombres para el arreo, y cuidado de los caballos.

Retaguardia

Mandada alternativamente por los respectivos oficiales con treinta hombres. /f. 704v/

Artillería

Cuatro cañones de a libra de bala.

Municiones de Guerra

Un carro cubierto con su cerradura y llave.

Un eje herrado de respeto para ídem

Cinco esmeriles

Una tienda cañonera con dos pilares, una cumbrera, veintidós estaquillas, y dos macetillas para ídem en un cerón.

Seis atacadores con sus lanadas de a libra

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 172

Cuatro sacatrapos enastados de ídem.

Ciento veintisiete cartuchos de lanilla con pólvora, y metralla del calibre de a una en cuatro cajones.

Treinta y tres ídem con pólvora y bala en un cajón.

Cincuenta lanzafuegos en un cajón.

Trescientos estopines para cebar en un cajón.

Cuatro mil ochocientos cartuchos para carabina del calibre de a diecinueve en cuatro cajones.

Mil doscientos ídem para fusil del calibre de a 16 en un cajón.

Cien piedras de chispa para carabina

Treinta ídem para fusil; estas dos partidas en el cajón donde van los fusiles.

Dos cavadores enastados

Cuatro botafuegos de tenasilla

Cuatro punzones con sus tapafogones

Dos Mazos de mecha.

Doce cohetes.

De Boca

Seiscientas cabezas de ganado

Diez y seis quintales de vizcocho

Doce arrobas de tabaco en rama

Setenta y seisdichas de yerba.

Media fanega de sal.

Una arroba de garbanzos

Una dicha de arroz

Una dicha de azúcar

Dos barriles de vino

Un barril de aguardiente para regalar los indios /f. 705/

Una frasquera de ídem

Capilla

Todo recado de decir Misa.

Dos faroles

Ocho velas de cera

Un hostiario de hoja de lata

Un mesa.

Botiquín completo de lo más preciso en un cajón de pino

Un barril de aguardiente para la enfermería

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 173

Otro dicho de seis frascos de vino blanco para cocimientos.

En la referida disposición se emprendió la marcha del día 4 del citado octubre, y se caminó legua y media, habiendo hecho alto en el paraje llamado de las Pulgas.

El día 9 se anduvieron 4 ½ leguas, y paramos en el durazno, en donde nos mantuvimos también el día 6 siguiente.

El día 7 se caminaron 8 ½ leguas, y se hizo alto en una cañada poco distante de Chivilcoy.

El día 8 habiéndose unido ya todo el número de carretas, pasamos el Salado, que se halló lleno de agua, habiendo caminado 7 leguas.

En estos días se encontró en los campos de Chivilcoy un indio teguelchu, a quién examiné, y dijo se venía a los cristianos, porque los indios lo maltrataban. Llegó con la expedición hasta salinas, y siempre huía de los indios; pero al regreso se escapó, y no [a]pareció más.

También en este día se vieron yeguadas cimarronas sin número.

En el día 9 se caminaron 7 leguas, habiendo encontrado las lagunas de las Hermanas, como igualmente las de Palantelén[,]Chivilcoy y Durazno provistas de agua, y paramos como dos leguas adelante de dichas Hermanas.

Desde este paraje destaqué una partida de cien hombres con el Baqueano en busca de ganado.

El día 10 se caminaron 2 leguas, y fue preciso hacer alto en el médano Partido, por haberse perdido una boyada, y esperar que se buscase.

El día 11 se anduvieron 4 leguas, y se paró en la Cruz de Guerra, cuya laguna estaba bien provista de agua. / f. 705v/

En este día experimentamos una tormenta muy grande de truenos, y nos cayó mucha piedra; pero fue de poca duración.

Igualmente en este día se vieron yeguadas cimarronas que incluían un sin número de cabezas.

El día 12 se caminaron 8 leguas, habiendo pasado los Monigotes, en donde se halló muy poca agua en algunas lagunitas, pues no hay ninguna de consideración, y es un paraje muy estéril, y paramos una legua antes de llegar al Juncal, sin haber hallado agua.

El día 13 se anduvieron de 8 a 9 leguas, sin haber hallado agua, sino para la tropa, y paramos.

El día 14 se caminaron 8 leguas, sin haber hallado agua.

El día 15 se anduvieron 6 leguas, y en la cabeza del Buey, donde paramos, se encontró bastante agua, y antes de llegar a este paraje como 3 leguas, también se había encontrado una laguna con agua, aunque no la que era menester para los animales.

Días 16, y 17 se dio descanso.

En este último día llamé a todos los dueños de carretas y los hice presente, que aunque para llegar a las Salinas no faltase agua, era muy difícil encontrarla al regreso de ellas, pues habían visto por todo el camino las más famosas lagunas secas, o con muy poca agua, y que si no llovía, a más de lo que naturalmente se disipa, y consume, aunque fuera mucha más, no bastaba para la infinidad de yeguadas cimarronas, que habíamos encontrado. Que tuviesen presenta la expedición del año de [17]69 manda[da] por el Sargento Mayor Don Tomas de Benavidez, en que habiéndose experimentado igual seca a la que padecían en la actualidad, se murieron más de 1500 Bueyes, y se quemaron algunas carretas, derramando la sal, y que reflexionasen, sino obstante todo querían seguir gustosos el viaje, o volverse a sus casas.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 174

Y habiendo la mayor parte de los referidos dueños respondido, que no obstante todo, gustosamente querían seguir el viaje, quedó determinada su continuación.

También en el mismo día volvió la Partida, que en el día 9 había destacado en busca de Ganado, y dijo no haber hallado alguno, sino unas caballadas, que pastoreaban unos cuantos indios, los cuales / f. 706/ luego que los avistaron, huyeron todos; pero que ni se les siguió ni hizo daño en la hacienda que guardaban.

Igualmente en el propio día despaché la partida a reconocer si había agua, y volvió con la noticia de que al sudoeste a distancia de 5 leguas había encontrado una cañada, y al pie de ella entre unos médanos mucha agua, y junto a ellos una laguna de Junco muy grande también con abundancia de agua; cuyo suelo era barro, y en dicho paraje al cacique Catuen con sus indios, que me estaba esperando, y luego recibí un recado suyo, para que marchásemos allá.

El día 18 al tiempo de marchar, se reconoció necesitaba más descanso la Boyada, y por esto se suspendió el viaje hasta el día siguiente.

En el día 19 despaché una partida a descubrir si había agua inmediato al camino, y habiéndola encontrado (aunque algo salobre) al sudoeste a media legua de él, hicimos allí alto, sin pasar a la de que se habló en el día 17, respecto a que aquella estaba distante de dicho camino 4 leguas.

En la tarde de este día vino a verme el cacique Catuen con algunos indios, todos tan sin cuidado, que manifestaban la mucha confianza, que tenían de nuestra buena fe.

En el día 20 me suplicó el referido cacique me detuviese, para que sus indios tratasen, y contratasen, como lo hicieron, comprándoles nosotros muchos caballos, mantas, y plumeros, con lo cual se retiró el cacique con sus indios.

En el día 21 se caminaron 7 leguas, y con noticia que dio la partida reconocedora, de que había agua en la lagua del Tigre, paramos en ella.

El día 22 se caminaron 7 leguas, e hicimos alto a la falda de la cañada larga por haber descubierto la partida reconocedora al norte del camino a distancia de un cuarto de legua tres lagunas de junco con agua suficiente.

Este día llegaron a verme los caciques Antonio y Guenquene acompañados de muchos indios e indias, quienes vendieron muchos caballos, ponchos, pieles y plumeros.

El día 23 pasamos la cañada larga, y se caminaron de 6 a 7 leguas sin haber encontrado agua, pues aunque se vieron muchas lagunas con ella, era salada; pero habiendo cavado a distancia de media legua del camino, se encontró muy presto buena, y la suficiente para la tropa /f. 706v/ y habiendo después la partida reconocedora avisado de dos lagunas bien provistas a igual distancia de media legua del camino, una a la derecha y otra a la izquierda de él, paramos.

El día 24 se caminaron 5 leguas, y en los primeros médanos, que encontramos, hallamos agua para la tropa, y para la mayor parte del ganado; pero habiendo caminado hacia los médanos grandes que están a la derecha del camino a distancia de un cuarto de legua, se halló agua suficiente para todos, y a la izquierda una laguna salobre, en donde en caso de necesidad podía haber bebido el ganado. El valle donde estaba esta laguna tiene muchas; pero todas saladas.

En este día se despidieron los caciques, que habían venido el día antecedente.

También en este día me enviaron los caciques Cantupi y Currutipay un recado, pidiéndome les permitiese venir con sus indios a vender caballos, lo que les concedí, y vinieron al instante con muchos indios e indias.

Este mismo día llegó Manuel Pinaso hijo del cacique Canebayon a decirme de parte del cacique Canebayon su padre, que este me estaba a 6 leguas de distancia con sus indios[.]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 175

Igualmente vinieron los caciques Cancupi, y Anteman, y una mujer de este.

De suerte que desde la Cabeza del Buey hasta este sitio, estaba siempre el campamento lleno de infinidad de indios.

El día 25 se caminaron 4 leguas, y paramos frente la laguna del Monte, y la partida reconocedora encontró a distancia de 3 cuartos de legua del camino a la derecha de él un médano con agua para la tropa.

El día 26 se anduvieron 9 leguas, y paramos en los Manantiales del Petiso, habiendo reconocido una laguna de Junco, llena de agua.

En este día llegó a visitarme una sobrina del cacique Anteman, acompañada por tres indios.

Desdedicho otro sitio desertó José Valor peón de las carretas de Andrés Velásquez.

El día 27 se caminaron 6 leguas, y paramos en la laguna larga, que solo tenía agua para un día, habiendo visto también secas las lagunas de los Paraguayes.

El día 28 se caminaron 4 leguas, no habiendo encontrado agua en la laguna de los Patos, en donde hicimos alto, porque el ganado no /f. 707/ podía resistir la fuerza del sol.

En este paraje mandé reforzar la avanguardia, y unida a la partida avanzada, di orden, para que reconociesen la laguna de la sal, los manantiales, y sus cercanías, y habiendo vuelto con la noticia de no haber ninguna novedad, marchamos a dicha laguna de la sal, la que encontramos enteramente seca, con admiración mía, y de cuantos la han frecuentado, pues jamás la habíamos visto en esta disposición, de suerte que siendo así que tiene más de 5 leguas, se galopaba por toda ella sobre la sal, lo mismo que por el camino.

El día 29 después de haber formado el campamento, mandé colocar la artillería en la disposición siguiente.

Un cañón a la parte del oeste sobre la barranca que da entrada al campamento, otro al este de la misma barranca, y los otros dos a la retaguardia del campamento apuntando al Norte, y formando línea con cinco esmeriles, al cuidado todos de los artilleros, sostenidos de 25 hombres, a más de continuadas rondas por fuera de dicho campamento.

Después di orden para que marchasen las boyadas, y caballadas a los manantiales, que distan de la laguna como 3 cuartos de legua, y yo también me transferí a dicho paraje con la escolta conveniente para resguardo del ganado, y despaché cinco partidas de a tres hombres. La 1ª al sur de la laguna. La 2ª al este, que es su entrada por el bajo de la barranca. La 3ª al Oeste, y las dos últimas al Norte, dándoles a cada partida las señas, que debían usar, en caso de que reconociesen, o tuviesen, indicios de enemigos, y un cohete a cada partida, para que lo echasen al aire, a fin de que por los médanos altos, que hay en este paraje, no se confundiesen las señas.

También mandé poner un centinela en el médano más elevado prevenida [sic] de las mismas señas, e igualmente otro centinela en un alto inmediato al campamento, para que la repitiese.

Después de dadas todas estas disposiciones, me retiré al campamento y mandé que entrasen a cargar la sal.

En este día llegaron a visitarme varias indias, e indios, entre ellos el indio Juancho Que traía a Justo Garro, a quién dijo, que los indios Peguelchus habría [sic] como cuatro meses lo habían cautivado, cuando robaron el ganado y caballada a los pobladores del / f. 707v/ Río Negro, dándome también razón de que los indios de los caciques Catuen, y Lorenzo tenían varias cautivas y cautivos, que instaban a que los sacasen, especialmente una gallega, que llevaron de la guardia de los Ranchos. Rescaté al referido Garro, y encargué que me trajesen los demás cautivos, pues se los pagaría como quisiesen.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 176

Como los Manantiales estaban muy escasos de agua, mandé limpiarlos, y aunque de esta suerte se logró aumentarla, no producían toda la que era menester para tan crecida boyada y caballada, pues la 1ª ascendía a 4500 cabezas, y la otra a 470050, y como a consecuencia de la falta de agua, escaseaban también los pastos, se deterioró mucho el ganado, aunque sin mortandad.

El día 30 no ocurrió novedad, y se continuó la carga de sal.

El día 31 se continuó la carga de sal.

En este mismo día llegó al campamento el cacique Currutipay con sus indios a vender caballos, plumeros etcétera.

Mes de noviembre

El día 1º se continuó la carga de sal, y la venida de indios a vender sus efectos.

El día 2 llegaron dos hijos de los caciques Anteguan y Cariguan con varios indios rancacheles, a quienes obsequié, y pedí dijesen a sus padres me enviasen los dos cautivos, y cuatro cautivas que tenían, que se les daría por ellos cuanto quisiesen, y aunque ofrecieron volver a los tres días, no [a]parecieron.

El día 3 me envió el cacique Guenquene dos indios, avisándome de que al otro lado de la sierra había muchos indios teguelchus; y que ignoraba si venían contra mí, o contra él, y que estuviese con cuidado.

El día 4 díadel cumpleaños de nuestro Monarca mandé hacer triple salva.

El día 5 cargadas ya todas las carretas de sal, se dispusieron en el mismo orden que habían ido, para su regreso a Buenos Aires.

El día 6 se emprendió la marcha con gran trabajo, así por la deterioración del ganado, como porque el camino era de arena suelta con muchos médanos, y habiendo llegado a la laguna de los Patos, hallamos en ella, y las inmediatas suficiente agua para aquél día, en el cual avisó la retaguardia, que habían llegado 4 indios pidiendo lenguaraz para hablarnos, el que despaché al instante; pero este cuando llegó, ya habían marchado sin / f. 708/ decir cosa alguna.

El día 7 se caminaron 5 leguas.

En este día vino el cacique Currutipay, con sus indios a vender caballos, y después de obsequiado, me ofreció traerme dos cautivos muchachos, y promover, que los demás indios trajesen los cautivos que tuviesen, asegurados, que se les daría todo lo que pidiesen por su rescate.

También me dijo el mismo cacique que José Antonio Valor Peón de las carretas de Andrés Velasquez, que desertó de los manantiales del Petiso, había llegado a los toldos, diciendo, que yo al regreso de salinas había resuelto pasar a cuchillo todos los indios. Que con este motivo se tuvo junta de caciques, y convinieron, en que no se le debía dar crédito, respecto la buena fé, que en mi habían reconocido, y que desde luego se asegurase al delator para traérmelo, lo que ofreció ejecutar al camino.

El día 8 se anduvieron como 6 leguas, habiéndose roto algunas carretas, y paramos en la laguna del Juncal.

En este día llegaron muchos indios, e indias de todas parcialidades a vender sus efectos, y un aviso del cacique Catuen, de que al otro lado de la sierra Grande se hallaban muchos indios Teguelchues, unidos a otros indios de a pie, y que estuviese con cuidado, que no sabía si venían contra ellos, o contra mí.

El día 9 se caminaron 6 leguas, y acampamos en la laguna Larga, donde encontramos agua para un día.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 177

El día 10 se anduvieron 7 leguas, y paramos en el Juncal, a cuya inmediación encontramos en una laguna agua suficiente.

En este día vinieron muchos indios, y me trajeron los dos muchachos cautivos, que el día 7 me había ofrecido enviar el cacique Currutipay. El uno de once años, y el otro de 18, por cuyo rescate les dí cuanto pidieron.

El día 11 se caminaron 3 leguas, y paramos en un médano que se halla en medio del camino, en donde sólo se encontró agua para la gente.

El día 12 se anduvieron 7 leguas, y paramos en los médanos Grandes donde se encontró agua en abundancia.

En la jornada de este día vimos con asombro enteramente seca la famosa laguna de agua de agua salada llamada del Monte, que tiene más de 16 leguas de largo, y a la izquierda del camino como a media legua de él otra laguna con agua buena, y suficiente. / f. 708v/ También en este día llegaron muchos indios a vender ovejas y corderos.

Igualmente llegó el cacique Anteman, quién al instante se emborrachó, y de vergüenza se fue, sin verme.

Asimismo vino el cacique Guanquene con otros indios, quien antes me pidió dos hombres, y yo le di cuatro para traerme como lo hizo el peón desertor José Antonio Valor citado en el día 7.

También vino el cacique Cañeupi con sus indios a hacer trato.

El día 13 se caminaron como 2 leguas, y paramos sin encontrar agua, sino para la gente.

En este día vinieron varios indios a vender caballos etcétera.

El día 14 se anduvieron 7 leguas, y paramos inmediato a una laguna, que está a la izquierda del camino como a distancia de media legua cerca al médano del cacique Yati, en donde se encontró agua suficiente, y también habíamos en aquel día visto agua bastante en un médano chato a la derecha del camino, y como a distancia de dos tiros de fusil de él.

El día 15 se caminaron 3 leguas, y habiendo pasado la cañada larga fue menester parar para componer muchos ejes, y otras quiebras de carretas.

El día 16 se anduvieron 8 leguas, habiendo encontrado en otra cañada agua, aunque no la suficiente para todo el ganado.

El día 17 se caminaron 4 leguas, y pasamos la laguna del Tigre, que a la ida estaba seca, y ahora la encontramos con bastante agua; pero muy salada. Y la partida reconocedora como a 3 leguas distantes a la derecha del camino otras dos lagunas con abundancia de agua aunque algo salobre.

En este día llegaron a visitarme de parte de sus maridos la más joven de las mujeres del cacique Catuen, y otra del cacique Lorenzo, acompañadas de muchos indios e indias, a cuyas dos cacicas obsequié, regalándolas cuanto pude, de que quedaron muy contentas, habiendo vendido los demás indios muchos caballos.

El día 18 no se caminó por esperar dos tropas de carretas que se habían rezagado.

En este día se retiraron las cacicas con sus comitivas, y antes de marchar, las supliqué enviasen todas las cautivas, que les daría cuanto quisiesen por ellas, a que me respondió la mujer del cacique Lorenzo, que / f. 709/ fuésemos a los toldos a rescatarlas; y aunque estuve resuelto a marchar con 100 hombres, no obstante la penuria del agua, me vi prudentemente obligado a dejarlo, por lo que aconteció, y se referirá el día siguiente inmediato.

El día 19 también subsistimos acampados, y me dió parte un indio, de que al retirarse del campamento para su toldería acompañado de otro, encontraron dos soldados blandengues,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 178

quienes les convidaron con tabaco para fumar, y que con demostración de sacar fuego para encender, les apuntaron las pistolas a los pechos, y dispararon: que el otro indio cayó inmediatamente muerto, más que afortunadamente la pistola, que le apuntaron a él, no tenía bala; pero que los tacos, y la pólvora le habían puesto de aquella suerte, y descubriendo el pecho le vi lastimosamente quemado.

Inmediatamente le hice curar por el cirujano de la expedición, y deseoso de dar a los indios una satisfacción, cual convenía, y de castigar tal atentado, mandé formar toda la tropa, y que desmontados los blandengues, dejando los caballos, saliesen diez pasos al frente, con el fin de reconocer las dos pistolas disparadas, y venir por ellas en conocimiento de los reos; pero se encontraron ocho, con lo que se me frustró la idea.

Pregunté al indio si conocía los blandengues agresores, y respondió que sí, con lo que mandé que con pausa desfilasen todos por delante de él, para que los reconociese, y señalase; pero tampoco esta diligencia surtió efecto, pues sin embargo de haberse practicado como correspondía, dijo que no atinaba con ellos.

Satisfecho el indio de las prolijas diligencias que se habían hecho, y de la buenaacogida que en mi había encontrado: curado y regalado se retiró a su toldo, contando lo que había pasado, lo que hizo decir a su cacique Catuen, que así como había indios malos, también había cristianos malos, y que en sus excesos no tenían parte los demás, con lo cual se apaciguaron todos, sin que por eso dejase yo de estar alerta, por si ocurría alguna novedad de venganza de parte de los indios, que no manifestaron, antes si continuaron sus tratos con la misma fe, que antes.

También en este día me dijo el indio Juancho Matanza reservadamente /f. 709v/ que lo[s] indios, que estaban al otro lado de la sierra grande, estaban convocados con el cacique Lorenzo para invadir en el Zanjón partido de la Magdalena, con el fin de hacer quedar mal al cacique Catuen, y hacer sospechoso con el señor Virrey, y que convenía se lo participase yo al mismo Catuen por una carta, que él se la explicaría, y efectivamente así lo hice, y di también oportunamente aviso a su excelencia.

El día 20 caminamos 5 leguas; habiéndosenos rezagado muchas carretas por quiebras, y haberse aflojado los rayos, con cuyo motivo destaqué una gruesa escolta para su resguardo, y con las demás paramos en frente de un médano chato, que está a la izquierda del camino, e inmediato a él, y no se halló agua, sino para la gente.

El 21 mandé, que de cada dos carretas se destacase un peón, para que todos juntos cavasen en el médano, a fin de sacar agua para los animales. Empezada la faena avisó la partida reconocedora haber hallado una laguna grande abundante de agua como a 3 leguas de distancia a la derecha del camino, con lo que mandé inmediatamente cesar el trabajo de cavar en el médano, y que se llevasen a la referida laguna las caballadas y boyadas, y aunque se adelantaron las partidas, a fin de reconocer si encontraban agua, para poder emprender la marcha, no descubrieron ninguna, con lo que fue preciso guardar la misma posición los dos días siguientes.

El 22 no hubo novedad.

El día 23 despaché chasque al señor Virrey, avisando lo que ocurría, y al referido chasque se agregaron varios individuos de las carretas, para venir y llevar de sus casas al camino bueyes, y otros auxilios que necesitaban. También doblé la partida reconocedora, para que se alejase cuanto pudiese en descubrimiento de agua.

Igualmente en este día llegaron 4 indios de parte del cacique Catuen a decirme que no tuviese cuidado por la muerte del indio citado, repitiendo que así como había indios malos, también había cristianos malos.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 179

El día 24 se caminaron 4 leguas, y paramos como una legua más delante de la Cabeza de Buey, por haberse hallado una laguna con bastante agua, aunque 4 leguas distante del camino.

El día 25 subsistimos acampados todo el día sin alguna novedad.

El día 26 dio noticia la partida reconocedora, que en la Cruz de Guerra había agua competente para un día.

El día 27 por la tarde marchamos, y en ella, y por la noche se caminaron /f. 710/ diez leguas, y paramos el día 28 en el juncal grande si[n] haber encontrado agua.

El día 29 quedándome en el mismo campamento despaché las boyadas y caballadas a la Cruz de Guerra, a fin de que aprovechasen el agua que allí había antes que las bagualadas las bebiesen.

El día 30 se paró todo el día, y a fuerza de cavar se sacó agua para la gente, y para los caballos de monta, y recibí aviso de que la partida reconocedora había hallado una laguna abundante de agua, distante 5 leguas de la Cruz de Guerra antes de llegar a ella, como una legua corta al este del camino, pasado el médano partido, y que se habían transferido todas [las] boyadas, y caballadas a ella, porque en dicha Cruz de Guerra ya no habían encontrado más agua, que para las primeras boyadas.

Mes de Diciembre

El día 1º conservamos la misma situación, y di orden, para que se mantuviesen todos los animales en dicha laguna con el fin de que se restableciesen.

El día 2 subsistimos acampados, y la gente salió a campear, y mató muchos toros para comer, con lo que dí orden, para que no se diese ganado de consumo.

El día 3 subsistimos en el mismo paraje sin novedad.

El día 4 mandé traer algunas boyadas, y parte de las carretas marcharon por la tarde, y otras a las 7 de la noche, quedando las demás en el mismo campamento con la mayor fuerza de la escolta, y habiendo caminado toda la noche, paramos en la Cruz de Guerra sin encontrar gota de agua, después de haber andado 9 leguas.

Esta misma noche se prendió fuego al campo, y nos vimos en un instante cercados de fuego, y con mucho riesgo; pero mis prontas disposiciones tuvieron el éxito deseado, pues se logró apagarlo breve, aunque a fuerza de mucho trabajo.

El día 5 se cavó para dar agua a las boyadas; pero fue infructuoso el trabajo, porque como el terreno era arena, tapaba cuantos conductos se abrían, y habiendo marchado parte del día y de la noche, y caminando 6 leguas, enfrentamos a las 7 ½ de la mañana del día 6 con la referida laguna a donde se enviaron las boyadas[.]

A esta laguna le puse el nombre del Socorro de San Nicolás de Bari, por haber llegado a ella en este día. Dista del camino una legua corta /f. 710v/ a la derecha de él; tendrá de largo como dos cuadras, y las mismas de ancho. El suelo es tosca. Le sale un ramblón a modo de arroyo al Norte, que tendrá de largo una cuadra, y de ancho como 14 varas, y otro al sur con las mismas circunstancias. Está rodeada de una barranca como de 5 cuartas de alto, y solo donde salen los dichos ramblones tendrá como tres cuartas.

El agua es muy buena, y sólo al último cuando los animales la habían revuelto demasiado, se percibió algo salobre.

El día 7 por la tarde y por la noche se caminaron 5 leguas, y habiendo pasado Las Hermanas, que hallamos secas, el día 8 a las 7 ½ de la mañana, paramos en Palantelén, en donde hallamos refuerzo como de 10 Bueyes de los que los dueños de las carretas habían pedido a sus casas, con

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 180

los peones, que se unieron al chasque que despaché a Buenos Aires en el día 23 del pasado, como allí se dijo, y también 50 bueyes que fletó el comandante de la frontera con algunas camas, y rayos de carretas.

El día 9 esperamos la reunión de todas las carretas, la que se verificó.

El día 10 marchamos, habiendo dado agua a las boyadas en los manantiales de Caleyan, y después pasamos el salado, que hallamos enjuto, y llegamos a Chivilcoy, de donde seguimos parte de la noche, y habiendo andado como 7 leguas, llegamos a las saladas, en donde paramos después de haber caminado por la noche como 8 leguas.

El día 11 hicimos alto en este sitio, por hallarse proveído de agua.

El día 12 dije a los dueños de las tropas de carretas, que el que quisiese adelantarse, e irse a la Frontera, podía hacerlo, con cuyo motivo se fueron muchas carretas, que llegaron a la frontera al día siguiente, y yo me mantuve en el mismo campo, habiendo reforzado la retaguardia.

El día 13 marchamos, y habiendo trasnochado y caminado 9 leguas, llegamos a dicha frontera el día 14 a las 9 de la mañana, y di orden a la tropa que se retirase a sus puestos, y los carreteros que se fuesen a sus casas.

Frontera de Lujan 14 de Diciembre de 1787

[Rúbrica] Manuel de Pinazo

Transcripción Nº 3.

Archivo General de la Nación (AGN), Sala IX (colonial), Legajo 13-8-17

Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición a Salinas de 1788

/ Don Manuel de Pinazo Maestre de campo general retirado de la jurisdicción de Buenos Aires.

Habiendo sido nombrado comandante de la presente expedición a Salinas por el excelentísimo Señor Marqués de Loreto virrey gobernador, y capitán general de estas provincias con igual confianza, que en los años anteriores acudí a las [sic] frontera de Luján en 6 de octubre del presente año, y allí se presentó la tropa destinada a la expedición por el mismo señor virrey, y sucesivamente hasta cinco días después de emprendida la marcha las carretas de particulares, que como todo el tren, municiones de guerra y boca[,] etcétera[,] se expresa en la disposición siguiente

Tropa inclusos sargentos, Cuerpos Capitanes tenientes subtenientes tambores cabos

De blandengues 2 1 1 200

De milicias 2 2 2 146

De pardos 1 1 1 36

5 4 4 382

Carretas carretillas carretones

246 13 5

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 181

Habiendo dispuesto la expedición con el siguiente orden.

Avanguardia

Mandada alternativamente por los oficiales de mayor graduación[.]

Centro

Al frente la Artillería, y después las carretas, y en columna a su derecha 262 hombres, y a uno y otro costado las caballadas y boyadas con 50 hombres para el arreo, y cuidado de los caballos.

Retaguardia

Mandada alternativamente por los respectivos / oficiales con 30 hombres.

Artillería

Cuatro cañones de a libra de bala.

Municiones de guerra

Dos carros cubiertos con su cerradura y llave[.]

Cuatro esmeriles.

Doscientos cartuchos de metralla[.]

Idem cuatro de bala rasa[.]

Cartucheras para los estopines de ídem, dos

Cuatrocientos estopines cincuenta lanzafuegos. cuatro guardafuegos de lata.

Cuatro Punzones.

Setenta brazadas de mecha

Cuatro atacadores con sus lanadas

Un sacatrapo.

Sotrozos de repuesto veintinueve

Un encerado.

Dos martillos de oreja.

Cuatro esmeriles con sus tragantes.

Cuatro mil cartuchos con bala para carabina en cuatro cajones.

Mil doscientos dichos para fusil en un cajón.

Trescientas piedras de chispa para carabina y pistola en un cajón.

Cien dichas para fusil.

Doce dichas para esmeriles. doce cohetes

De boca

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 182

Dieciséis quintales de vizcocho

Quinientas catorce cabezas de ganado sesenta y ocho arrobas de yerba /

Un tercio de ají

Doce arrobas de tabaco en rama

Una dicha de garbanzos una ídem de arroz

Diecisiete libras de azúcar

Un barril de vino blanco de la tierra.

Uno dicho ídem tinto

Uno dicho de aguardiente para regalar a los indios.

Una frasquera con nueve frascos de aguardiente media fanega de sal.

Capilla

Todo recado de decir misa.

Una mesa de tijera para ídem

Dos linternas de talco

Un hostiario de hoja de lata

Cuatro velas de cera

Un toldo de campaña.

Botica

Un cajón de pino compuesto de lo más preciso

Un barrilito de seis frascos de aguardiente de España para la enfermería.

Un dicho ídem de vino blanco para cocimientos.

(Nota)

Además se llevaron cien caballos del rey para tirar la artillería.

En la referida disposición se emprendió la marcha el día 9 del citado octubre, y se caminó hasta la cañada del Durazno, que dista 5 leguas de la Guardia, manteniendome en este paraje hasta el día 11 a la tarde, con el fin de que se reuniesen las carretas, que aún no habían llegado.

El mismo día 11 a la tarde se emprendió la / marcha de este lugar reunidas ya todas las carretas, y se hizo alto a las oraciones en las Saladas, habiéndose caminado cinco leguas.

El día 12 se emprendió la marcha a las siete de la mañana, y habiendo pasado Chivilcoy, paramos dos leguas antes de llegar al Salado; se andarían 9 a 10 leguas.

El día 13 se marchó a las cinco de la mañana y habiendo pasado el Salado, que llevaba bastante agua, llegamos a Palantelén, donde se hizo alto; se andarían 9 leguas.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 183

Desde este paraje destacó el comandante una partida de 80 hombres al cargo del teniente Don Francisco Álvarez con el baqueano Eusebio Caraballo en busca de ganado por informe que le habían dado de que en aquellos campos había suficiente número de esta especie.

El día 14 se emprendió la marcha a las cinco de la mañana, y pasando las Hermanas hicimos alto frente de la laguna del Socorro San Nicolás de Bari: Se andaría 8 leguas.

El día 15 se emprendió la marcha a las tres de la mañana; pasamos la Cruz de Guerra e hicimos alto en los Monigotes: se caminaron de 8 a 9 leguas.

El día 16 se emprendió la marcha a las doce de la noche, y nos amaneció en el Juncal de los Jagües, y después de haber dado un rato de descanso a la boyada, marchamos hasta la tarde, que se hizo alto en un paraje sin agua para los animales, habiendo caminado como 12 leguas. /

El día 17 marchamos a las dos de la mañana, y pasamos una laguna que está a la derecha del camino e inmediata a él, y a la tarde hicimos ato a las 5 ½ en la Cabeza del Buey: Se caminaron 8 a 9 leguas.

El día 18 se emprendió la marcha a las cinco de la mañana, y pasando el Médano del cacique Catuen y dos lagunas de buen porte, que están a la izquierda del camino, y muy cerca de él, se despachó de chasque a un indio llamado Juancho (que salió de la guardia de Luján con la expedición) al cacique Catruen para que saliese al camino, trajese los cautivos que tuviese, y mandase aviso a los demás caciques, hiciesen los mismo: Este día se hizo alto en frente de un médano que está a la derecha del camino; se caminaron 6 leguas.

Este mismo día llegaron al campo ocho indios con tres indias de la parcialidad del citado cacique Catuen a vender caballos y pieles, donde se mantuvieron hasta el día siguiente.

El día 19 se emprendió la marcha a las siete de la mañana, y se hizo alto a la tarde en un médano que está a la derecha del camino con agua suficiente para todo el tren; se caminaron de 4 a 5 leguas.

El día 20 marchamos a las doce de la noche, y se hizo alto a las diez del día para dar algún descanso a la boyada, se volvió a caminar a las tres de la tarde, pasando la cañada larga, y se acampó entre unos médanos que a la derecha del camino están tres, y uno a la izquierda, todos provistos de agua: se andarían 10 a 11 leguas.

Este mismo día llegó el teniente Don Francisco Álvarez con su partida sin haber encontrado ganado alguno, y si / muchos toros.

También en este día, vinieron porción de indios e indias al trato, y se mantuvieron hasta el día siguiente[.]

El día 21 se paró todo el día en este lugar, por haber hecho chasque el cacique Catuen, diciendo enviaba una de sus mujeres en su lugar por hallarse lastimado de una rodada de un caballo, con la que vinieron considerable porción de indios e indias, trayendo muchos caballos, plumeros, cueros de venado, y otras pieles, riendas, y lazos para vender.

El 22 se paró todo el día a instancias de dicha cacica, y llegó el cacique Güanquenecul con porción de indios e indas al trato, trayendo bastantes caballos, y algunas mulas: se mantuvieron todos hasta el día siguiente.

El día 23 se rompió la marcha a las cinco y media de la mañana; se pasaron los médanos colorados, que están a la derecha del camino, y no lejos de él. A la tarde hicimos alto en un valle que tiene un médano al frente; se andarían 7 leguas.

Este día se retiró el cacique Güanquene, con sus indios; quedándose la cacique en el campo con los suyos, y llegaron otros del cacique Curritipay.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 184

El día 24 se emprendió la marcha las cuatro de la mañana, y se pasó el monte que está en la costa de la laguna de este nombre, como así mismo el médano del Agua, y la laguna del Juncal, y a la tarde se hizo alto frente de unos médanos / y lagunas de Agua, que se encontraron en un Bañado: se caminarían ocho leguas.

El día 25 marchamos a las tres y media de la mañana, pasando la laguna de los Paragüayes, laguna Larga, y cerca de oraciones se hizo alto en el principio de la cañada, que remata en la laguna de los Patos: se andarían 8 leguas[.]

Este día llegaron los caciques Canevayon, y Curriripay con porción de indios e indias a vender sus efectos.

El día 26 se emprendió la marcha a las tres de la mañana, y se paró en la laguna de los Patos, en cuyo paraje se hizo alto, y reforzando la avanguardia, dio el comandante orden, para que se reconociese la laguna de la Sal, los manantiales, y sus cercanías, y habiendo vuelto con la noticia de no haber novedad, marchamos a dicha laguna de la Sal, llegando a ella a las cinco y media de la tarde. Nos acompañó hasta aquí el cacique Currutipay con cuatro indios más, hallándose llena de agua, donde se formó el campamento: se andaría 7 leguas.

El día 27 pasó el comandante a los Manantiales con escolta suficiente para boyadas, y caballadas; dio las órdenes que se debían observar, e instruyó al oficial de todo lo que debía practicar; mandó poner las centinelas en los médanos más encumbrados, y despachó tres partidas una al noroeste, otra hacia los montes, y la otra al este, dándoles a cada partida las señas que debían usar en caso que reconociesen, o tuviesen indicios de enemigos, a cuyo fin llevó un cohete cada una / para que lo echasen al aire, para que por motivo de los médanos altos que hay en este paraje no se confundiesen las señas.

A su regreso al campamento mandó colocar la artillería en la disposición siguiente.

Un cañón a la parte del oeste sobre la barranca, que da entrada al campamento; otro al este de la misma barranca, y los otros dos a la retaguardia del mismo campamento, apuntando al norte, y formando línea con cuatro esmeriles al cuidado todos de los artilleros sostenidos de veinticinco hombres a más de continuadas rondas por fuera de dicho campamento.

Dadas todas estas disposiciones, se mandó entrasen a sacar la sal.

En este día [se] retiró el cacique Curritipay.

El día 28 siguieron sacando sal, y llegaron los caciques Paynetu, y Toro, el primero con 27 indios, y 11 indias; el segundo con 18 indios y 5 indias, trayendo a vender muchos caballos y pieles, y se mantuvieron hasta el día siguiente.

La noche de este, sin duda por causa de los tigres o leones hubo una gran disparada de caballos, y ganado del consumo; se recogió al día siguiente lo que se pudo de este último género, logrando encontrar toda la caballada.

El día 29 se ejercitó la gente en su trabajo sin haber ocurrido novedad más que haber / llegado el cacique Catumida con varios indios, y otros de la parcialidad del cacique Antuan, de los cuales conoció Don Blas Pedrosa dos que tenían dos cautivas y aunque se les reconvino por ellas 1ª 2ª y 3ª vez, no quisieron contestar, sin embargo de ofrecerles todo lo que quisiesen por su rescate: pero últimamente por la autoridad y ofertas del comandante las trajeron, y se les dio lo que pidieron por ellas.

Estas dos cautivas son hermanas, y ambas de la jurisdicción de Córdoba, la una nombrada María Juliana Serrano, de edad de 16 años, y la otra María Manuela de edad de 5 años.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 185

El día 30 prosiguió la gente en la saca de la sal, y se retiraron algunos indios, que habían quedado en el campo con el cacique Catumilá.

El día 31 se ejercitó la gente en su trabajo, y llegaron los cacique Painegüen, y Curral, y los indios del cacique Anteman, trayendo porción de caballos, pieles, y plumeros para vender. Entre los indios que vinieron con el cacique Paneigüen conoció el citado Pedrosa dos que tenían una cautiva, y un cautivo con los que se practicó la misma diligencia que con los antecedentes, en cuya virtud trajeron a Juana María Cabrera natural de la jurisdicción de Córdoba, de edad de 30 años poco más o menos con una hijita de dos años, la cual se bautizó, y a Fermín Quiroga de 16 años natural de la Punta de San Luis de Loyola, y se les dio a los indios todo lo que por ellos pidieron.

El día 1º de noviembre continuó la gente en sacar sal, y llegó el cacique Santiago con siete indios y cuatro indias a vender caballos, pieles y plumeros, y se reti / raron todos los demás indios a excepción de estos.

El día 2 siguió la gente en el trabajo, y llegó el cacique Epucerre con 7 indios y 3 indias, y otros indios particulares de los que asisten de las Salinas para adentro; a uno de estos el nominado Pedrosa conoció e informó tenía una cautiva, con él fue preciso practicar la misma diligencia, que con los anteriores, la que mandó traer, y es Antonia Jayme natural de la jurisdicción de Córdoba, de edad de 28 años con un hijito de siete meses, que también se bautizó, y pagándole lo que pidió por su rescate, se fue con todos los demás, a excepción de uno que se quedó, y propuso venir a Buenos Aires, y hacerse cristiano, y con efecto vino.

El día 3, llegó asimismo porción de indios de las mismas parcialidades a vender caballos, cojinillos, plumeros y pieles, y se mantuvieron hasta el día siguiente.

El día 4 día del cumpleaños de nuestro monarca se hizo trip[l]e salva.

Este día salieron las carretas todas ya cargadas a ponerse en ala en sus respectivos caminos para su regreso a Buenos Aires.

El día 5 se emprendió la marcha a las cuatro de la mañana, y a las 11 se llegó a la laguna de los Patos, donde se hizo alto, habiendo caminado tres leguas. El día 6 se puso la tropa en marcha a las 5 de la mañana, y a las 10 se hizo alto en la ladera de una cañada que tiene diversas lagunas a la derecha del camino todas de agua dulce: a las tres de la tarde se volvió a machar, y se paró, en donde remata la cañada / que sale de la laguna de los Patos: se caminó de 7 a 8 leguas.

El día 7 se marchó a las tres de la mañana, y a las ocho y media llegamos a la laguna de los Paragüayes, en donde se hallaron cuatro indios con dos indias, que venían a vender caballos, mantas, cueros de venado, y plumeros. Aquí se paró el resto del día: se andarían 4 leguas.

El día 8 se emprendió la marcha a las 3 ½ de la mañana, y a las 9 ¼ se hizo alto, como 2 leguas antes de llegar a la primer[a] laguna del Junco. A la tarde marchamos, y a las 5 se paró en dicha laguna: se andarían 8 leguas.

Este día llegaron 60 indios y 18 indias, entre los cuales volvió el cacique Lepilá; vendieron muchos caballos, y algunas mulas, manteniéndose en el campo con los anteriores.

El día 9 permanecimos en este mismo sitio para componer varias carretas, que se habían descompuesto.

Este día llegó [por] segunda vez el cacique Canevayon con varios indios, y entre ellos uno llamado Tripan casado con una cautiva llamada Francisca Bengolea, a quién conoció Don Blas Pedrosa. Con este aviso se requirió al indio, para que la entregase, y habiéndose practicado iguales diligencias, que para las demás, se despachó un hermano de ella (que iba en la expedición)

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 186

acompañado de tres indios a los toldos, y el día siguiente la trajeron, y se le dio al indio cuanto pidió por su rescate. Dicha cautiva es de la jurisdicción de Córdoba, y de edad de 26 años.

El día 10 fue preciso detenerse en el mismo lugar por motivo de dicho rescate.

El día 11 se retiraron todos los indios, y a las 4 de las tarde marchamos hasta media noche: se andarían 9 leguas.

El día 12 se emprendió la marcha a las 6 de la mañana y se hizo alto a las once en un médano de mucha agua que se halla a la izquierda del camino a distancia de una cuadra, y tirando al norte se halla otro médano / chato de mucha agua, y a la derecha una cañada con diversas lagunas de agua dulce. A las tres de la tarde se volvió a marchar, y se paró frente de un médano que está a la izquierda del camino, e inmediato a él donde se pasó la noche: se andarían 8 leguas.

Este día llegó [por] 2ª vez el cacique Santiago con porción de indios e indias a vender sus efectos; igualmente llegaron varios indios de Catuen, y con ellos uno que enviaba de chasque dicho Catuen al comandante solicitando informarse cómo se habían portado los indios de adentro, y que le esperaba 8 leguas más adelante[.]

El día 13 se hizo alto en este mismo lugar hasta las oraciones, que caminaron las carretas y escolta al cargo del capitán Don Antonio Olavarría, por haberse quedado el comandante con una partida de 50 hombres mandados por el aferez de blandengues Don Manuel Lizarasu con el fin de aguardar al indio marido de la cautiva Bengolea, que prometió salir a este paraje con dos hijos, y venirse él igualmente a hacerse cristiano.

El día 14 después de esperar el comandante al indio Tripan con sus hijos hasta las oraciones, viendo no [a]parecía se puso en marcha, quedándose el cacique Santiago con sus indios, y a la media noche se incorporó con la tropa en el sitio donde aguardaba el cacique Catuen, que distaría 8 leguas poco más o menos, a quién encontró en el campo con porción de indios e indias, que habían traído muchos caballos a vender: obsequio el comandante a este cacique y su mujer, y a instancias suyas, y por complacerlo, se hizo alto todo este día.

La noche del 15 se emprendió la marcha a las oraciones, y caminando toda ella al amanecer se llegó a la Cabeza del Buey, quedándose el cacique Catuen en aquel sitio con todos sus indios: se andarían 9 leguas. /

El día 16 se hizo alto todo el día en este paraje, y se despachó chasque al excelentísimo señor virrey, dando parte a su excelencia del regreso de la expedición.

Este día llegaron porción de indios con Juancho Matanza de la parcialidad del cacique Lorenzo, y el cacique Toro mandó a su hijo con 20 indios con recado al comandante porque deseaba saber cómo lo habían tratado los indios de adentro, y si había habido alguna novedad.

El día 17 se puso la tropa en marcha a las 5 de la tarde, habiendo caminado hasta la una de la noche, que se hizo alto; se caminarían 8 leguas, habiéndose retirado los indios al tiempo de marchar.

El día 18 se emprendió la marcha a las 6 ½ de la mañana hasta las 11, y a la tarde a cosa de las 2 ½ se caminó hasta después de las oraciones, haciendo alto como tres leguas antes de llegar al segundo Juancal: se andarían 7 leguas.

El día 19 se puso la tropa en marcha al salir la luna, y pasando los Monigotes, a la una de la tarde se llegó a la Cruz de Guerra: se caminarían de 11 a 12 leguas.

El día 20 se emprendió la marcha a las 2 ½ de la tarde, y se caminó hasta las oraciones, que se paró para dar algún descanso a los animales, y al salir la luna, se volvió a marchar hasta las 7 ½ de la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 187

mañana que llegamos a las dos Hermanas, (habiendo pasado la laguna del Socorro de San Nicolás de Bari) en donde se hizo alto: se caminarían 8 leguas.

El día 21 se caminó a las tres de la tarde, llegando a las oraciones a Palantelén, que dista de dichas Hermanas 4 leguas.

El día 22 se emprendió la marcha a las 4 de la mañana, y se llegó al Salado a las 11 del día, donde se hizo / alto; el que no se pasó con el fin de buscar el mejor vado para el paso de las carretas: se andarían 5 leguas.

Esta noche desertaron las cautivas Francisca Bengolea y Antonia Jayme con un hijito de siete meses, que se habían rescatado: luego que dieron parte al comandante destacó cuatro partidas en su busca, mandando otra a la retaguardia del camino, que se avanzase hasta los Monigotes, que distan del Salado 24 leguas, para que volviendo por el mismo camino, que se había traído, y abiertos en ala, viniesen registrando el campo.

El día 23 se paró todo el día en solicitud de dichas cautivas.

El día 24 se pasó el Salado, y Chivilcoy, parando a las doce tres leguas más delante de este lugar, y a las dos de la tarde se volvió a poner en marcha la tropa, y se llegó a las Saladas: se andarían 11 leguas.

Este día llegaron las cautivas, que logró encontrarlas la partida arriba dicha.

El día 25 se emprendió la marcha a las 5 de la mañana; se pasó la cañada de los Ranchos, y a las 5 de la tarde se llegó a la guardia de Luján, habiendo caminado 9 leguas, donde el comandante dio orden a la tropa, para que se retirase a sus puestos, y a los dueños de las carretas a sus casas, respecto de no haberse dado providencia por los disputados para recoger la fanega de sal, que los individuos de dicha expedición deben pagar de cada carreta. Frontera de Luján 25 de noviembre de 1788[.]

[Rúbrica] Manuel de Pinazo

Transcripción nº4

Archivo General de la Nación (AGN), Sala IX (colonial), Legajo 13-8-17

“Relación de los cautivos cristianos que se hallaron esclavos, de los indios infieles, y rescaté de orden del Excelentísimo Señor Marqués de Loreto. Virrey, y capitán general de estas provincias en las tres expediciones, a Salinas ejecutadas en los años de [17]86[,] [17]87 y [17]88. Y de que tuvo a bien el mismo Señor Excelentísimo confiarme el mando.

Número de cautivos rescatados

1. Año de [17]86. Don Blas Pedrosa, natural de la Coruña de edad de 24 años.

1. Martina Villagra, de edad de 40 años.

1. María Rosa, de edad de 26[,] ambas naturales del Río Cuarto Jurisdicción de Córdoba del Tucumán.

1. Antonio Negro esclavo de Don Franciso Ambelarde, residente en esta ciudad.

Año de [17]87

1. Pascual Garro, de edad de 24 años, natural de Santiago del Estero

5 /

5

1. Martín Juares, de edad de 18 años natural de la punta de San Luis de Loyola.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 188

1. Juan Thomas, de edad de 20 años.

1. Felipe Morales, de edad de once años ambos naturales de esta jurisdicción.

Año [17]88.

1. María Francisca Mengolea [sic], de 26 años

1. María Juliana Serrano de 16 años

1. María Manuela Serrano de 5 años

2. Juana María Cabrera de 30 años con una hija de 2 años la cual se bautizó luego que la rescaté, y se le puso María Man[ue]la

2. Antonia Jaime, de edad de 28 años con un hijo de 7 meses. quién también se bautizó, después que lo rescaté. y se le puso por nombre Manuel Antonio. Todos de la jurisdicción de Córdoba.

1. Fermín Quiroga de 16 años. Natural de la Punta de San Luis.

16

Nota

Un indio de nación ranquel, de edad de 22 años que voluntariamente me ha seguido, con el fin de recibir el agua del bautismo el cual se está instruyendo en doctrina cristiana para recibirle”

[Rúbrica] Manuel de Pinazo

BIBLIOGRAPHY

Alemano, M. (2015). La prisión de Toroñan. Conflicto, poder y “araucanización” en la frontera pampeana (1770-1780). TEFROS, XIII (2), 27-55.

Benedetti, A. (2014). Espacios fronterizos del sur sudamericano. Propuesta de un modelo conceptual para su estudio. Estudios fronterizos, XV (29), 11-47.

Boccara, G. (2005). Génesis y estructura de los complejos fronterizos euro-indígenas. Repensando los márgenes americanos a partir (y más allá) de la obra de Nathan Wachtel. Memoria Americana, XIII, 21-52.

Carbonari, M. (2016). “(…) por haver ido yo distraida en traje de hombre”. Historia de la cautiva Francisca Bengolea en la frontera colonial del río Cuarto (Córdoba). COORDENADAS. Revista de Historia local y regional, III (2), 116-137.

Carlón, F. (2010). Liderazgos y organizaciones sociopolíticas indígenas en Pampa y Patagonia norte durante el siglo XVIII. Una reconstrucción a partir de los vínculos interétnicos en la frontera de Buenos Aires. Revista Colombiana de Antropología, XLVI (2), 435-464.

Carlón, F. (2014). Una vuelta de tuerca más: repensando los malones en la frontera de Buenos Aires durante el siglo XVIII. TEFROS, XXII (1), 26-49.

Curtoni, R. (2007). Análisis e interpretación de las rastrilladas indígenas del sector centro-este de la provincia de La Pampa. Revista de Arqueología Histórica de Argentina y Latinoamérica, (1), 65-92.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 189

Enrique, L. (2015). Paisajes coloniales en las fuentes escritas: una propuesta para re-pensarlos mediante la idea de “nodos territoriales”. En Jensen, S; Pasquare, A. y Di Gresia, L. A. (Eds.), Fuentes y archivos para una nueva Historia socio-cultural, (pp. 139-148). Bahía Blanca: Hemisferio Derecho.

Enrique, L. (2016). Tras los pasos de un pionero: el paisaje de la “frontera sur” a través de la mirada de Pablo Zizur a fines del siglo XVIII. TEFROS, IV (2), 6-40.

Enrique, L. y Vollweiler, S. (2016). El camino a (las) Salinas (Grandes): configuraciones de un recorrido hispano en territorios indígenas durante el periodo colonial. En III Jornadas de la Red Fronteras Coloniales-Republicanas y Estratégicas Interétnicas en América del Sur. Programa de Estudios Históricos y Antropológicos Americanos. Lujan: Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de Luján

Levaggi, A. (2000). Paz en la frontera. Historia de las relaciones diplomáticas con las comunidades indígenas en la Argentina (siglos XVI-XIX). Buenos Aires: Universidad del Museo Social Argentino.

Mandrini, R. (2006). Desventuras y venturas de un gallego en el Buenos Aires de fines de la colonia. Don Blas Pedrosa. En Mandrini, R. (Ed.), Vivir entre dos mundos. Conflicto y convivencia en las fronteras del sur de la Argentina. Siglos XVIII y XIX, (pp. 43-72). Buenos Aires: Taurus.

Martínez Sierra, R. (1975). El mapa de las Pampas. Buenos Aires: Ministerio del Interior. 2 tomos.

Nacuzzi, L. (2013). Diarios, informes, cartas y relatos de las expediciones a las Salinas Grandes, siglos XVIII-XIX. Corpus, Archivos virtuales de la alteridad americana, [online] III (2). Disponible en https://corpusarchivos.revues.org/558.

Nacuzzi, L. (2014a). Los caciques amigos y los espacios de la frontera sur de Buenos Aires en el Siglo XVIII. TEFROS [online], XII (2), 103-139. Disponible en http://www.hum.unrc.edu.ar/ojs/ index.php/tefros/article/view/291/272.

Nacuzzi, L. (2014b). Los grupos étnicos y sus territorios en las fronteras del río Salado de Buenos Aires (siglo XVIII). Población & Sociedad, XXI (2), 49-92

Nacuzzi, L. (2018). Cartas desde los bordes de la tierra adentro. En L. Nacuzzi (coord.), Entre los datos y los formatos: indicios para la historia indígena de las fronteras en los archivos coloniales, (pp. 204-223). Buenos Aires: Centro de Antropología Social-IDES.

Nacuzzi, L., Enrique, L. y Vollweiler, S. (2018). Diarios de operaciones de las expediciones hacia la tierra adentro. En Nacuzzi, L. (Coord.), Entre los datos y los formatos: indicios para la historia indígena de las fronteras en los archivos coloniales, (pp. 69-115). Buenos Aires: Centro de Antropología Social- IDES.

Nacuzzi, L. y Tourres, L. (2018). Acuerdos del cabildo de Buenos Aires. En Nacuzzi, L. (Coord.), Entre los datos y los formatos: indicios para la historia indígena de las fronteras en los archivos coloniales, (pp. 29-68). Buenos Aires: Centro de Antropología Social-IDES.

Nacuzzi, L. y Vollweiler, S. (2017). Espacialidades de la frontera colonial: de los fortines a la tierra adentro. Ponencia presentada en las XVI Jornadas Interescuelas. Mar del Plata, Argentina. [Manuscrito en prensa].

Néspolo, E. (2012). Resistencia y complementariedad, gobernar en Buenos Aires. Luján en el siglo XVIII: un espacio políticamente concertado. Villa Rosa: Escaramujo.

Pérez Zavala, G. y Tamagnini, M. (2012). Dinámica territorial y poblacional en el Virreinato del Río de la Plata: indígenas y cristianos en la frontera sur de la gobernación intendencia de Córdoba del Tucumán, 1779-1804. Fronteras de la Historia, XVII (1), 195-225.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 190

Pratt, M. (2011 [1992]). Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Raffestin, C (2011 [1980]). Capítulo 1. ¿Qué es el territorio? En Por una geografía del poder, (pp. 102-115). México: Colegio de Michoacán.

Roulet, F (2006). Fronteras de papel. El periplo semántico de una palabra en la documentación relativa a la frontera sur rioplatense de los siglos XVIII y XIX. TEFROS [en línea], IV (2). Disponible en http://www.unrc.edu.ar/publicar/tefros/revista/v4n2p06/paquetes/roulet.pdf.

Roulet, F. (2018). Violencia indígena en el Río de la Plata durante el período colonial temprano: un intento de explicación. Nuevo Mundo Mundos Nuevos [online]. Disponible en: http:// journals.openedition.org/nuevomundo/72018

Taruselli, G. (2005-2006). Las expediciones a Salinas: caravanas en la pampa colonial. El abastecimiento de sal a Buenos Aires (siglos XVII y XVIII). Quinto Sol, IX (10), 125-149.

Zizur, P. (1972). Diario de una expedición a Salinas emprendida por orden del Marqués de Loreto Virrey de Buenos Aires en 1786 por Don Pablo Zizur Alferez de fragata, y primer piloto de la real armada. En De Angelis, P. (Coord.), COD, tomo VIII A. Buenos Aires: Editorial Plus Ultra.

NOTES

1. Las Salinas Grandes se encuentran aproximadamente a 600 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires en dirección sudoeste. 2. Pinazo fue un destacado comerciante y miliciano de la frontera sur. Fue nombrado sargento mayor de todas las compañías de milicias de la caballería del pago de Luján en 1762, participó del Cabildo entre 1765 y 1766 y fue designado maestre de campo en 1772, cargo que continuó ocupando en 1776 junto con el de comandante general de fronteras. Asimismo, fue pulpero y propietario de campos y desempeñó otras actividades económicas como el transporte y comercio de madera y leña (Néspolo 2012). Según Taruselli (2005-2006), en 1760 ya había sido comandante de una expedición a Salinas. 3. Las fuentes aquí presentadas se encuentran en la sala IX del Archivo General de la Nación (en adelante AGN). El diario de 1786 está localizado en el legajo 19-3-5, el de 1787 en el legajo 1-5-3 y el diario de la expedición de 1788 así como el documento con la información de los cautivos rescatados se encuentran en el legajo 13-8-17. 4. En los Acuerdos del Cabildo de Buenos Aires se encuentra registrado el hallazgo de las Salinas, la modalidad que adquiriría la recolección de recurso y el impuesto que cobraría la ciudad. Además, hay reiteradas discusiones en torno a la explotación de las Salinas: si eran de uso común o si serían explotadas por privados (Nacuzzi y Tourres 2018). 5. A partir de un análisis de los casos de violencia presentados en las fuentes, Roulet (2018) sostiene que la región bonaerense fue relativamente segura para los pobladores de la colonia durante el siglo XVII ya que las agresiones indígenas se incrementaron recién a principios del siglo XVIII y fueron adquiriendo características diferentes en relación con la violencia colonial a la que respondieron durante décadas. Promediando el siglo XVIII, además de las “avanzadas” indígenas hacia los pagos fronterizos conocidos como malones, se produjeron una serie de “enfrentamientos o conflictos intertribales e interétnicos” mientras continuaron los “vínculos de intercambio, amistad y alianza” (Carlón 2014, p. 30). Para la política borbónica de tratados de paz con los diversos caciques de la región, se puede consultar Levaggi (2000). 6. Copia de carta de don Francisco de Paula Sanz al marqués de Loreto. Buenos Aires, 18 de julio de 1786. AGN, IX, 19-3-5.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 191

7. La participación de particulares en las incursiones promovía la valentía y el honor de los individuos en el contexto en el que vivían y las autoridades tenían especial interés en este hecho, como lo demuestran las órdenes que recibió Pinazo en 1787 cuando le indicaron que las expediciones servirían para “restituir a nuestra gente el crédito de valor, y fuerza que los infieles habían con todo perdido y debilitado”. (Borrador de carta para Manuel Pinazo. Buenos Aires, 20 de septiembre de 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3). 8. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición a Salinas del año 1786. Frontera de Luján, 28 de noviembre de 1786. AGN, sala IX, legajo 19-3-5. 9. Para un análisis de los diarios de viaje de 1781 al Fuerte de Nuestra Señora del Carmen (actual provincia de Buenos Aires), de 1786 a las Salinas Grandes y de los registros cartográficos de esta última expedición, ver Enrique (2016). 10. “Instrucciones al piloto Pablo Zizur a que se hace en referencia en el acuerdo antecedente”. Acuerdo del Cabildo de Buenos Aires del 11 de octubre de 1786, serie III, tomo VIII, libro XLVIII, pp. 180-182. 11. Zizur, P. (1972). “Diario de una expedición a Salinas emprendida por orden del Marqués de Loreto Virrey de Buenos Aires en 1786 por Don Pablo Zizur Alferez de fragata, y primer piloto de la real armada”. En De Angelis (Coord.), COD, tomo VIII A. Buenos Aires: Editorial Plus Ultra. 12. “Instrucciones al piloto Pablo Zizur a que se hace en referencia en el acuerdo antecedente”. Acuerdo del Cabildo de Buenos Aires del 11 de octubre de 1786, serie III, tomo VIII, libro XLVIII, pp. 180-182. 13. Las escasas menciones a los grupos indígenas en el diario de Zizur se debían al objetivo que tenía el piloto para confeccionar su escrito en esta ocasión y no a su desconocimiento de los grupos. Zizur había realizado expediciones unos años antes y había relatado los contactos con los grupos indígenas, como puede observarse en su diario de 1781. 14. “Expedición a Salinas”. Buenos Aires, 19 de julio de 1786. “Nota”. Buenos Aires, 20 de septiembre de 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3. 15. Borrador de carta para Manuel Pinazo. Buenos Aires, 20 de septiembre de 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3. 16. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1787. Frontera de Luján, 14 de diciembre 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3. 17. Carta de Manuel Pinazo al Marqués de Loreto. Campo inmediato a la Cabeza del Buey, 23 de noviembre de 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3. 18. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1788. Frontera de Luján, 25 de noviembre de 1788. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 19. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1788. Frontera de Luján, 25 de noviembre de 1788. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 20. En otro lugar hemos señalado la importancia de algunos parajes que se fueron cargando de significados para los sujetos que realizaban determinadas acciones en ellos como fue el caso de Cabeza del Buey (Nacuzzi, Enrique y Vollweiler, 2018). 21. Carta de Manuel Pinazo al Marqués de Loreto. Cabeza del Buey, 16 de noviembre de 1788. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 22. “Relación de los cautivos cristianos que se hallaron esclavos, de los indios infieles” de los años 1786, 1787 y 1788 firmado por Manuel Pinazo. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 23. Taruselli (2005-2006) ha estudiado a los participantes de las expediciones (carreteros, peones y vivanderos) y la conformación de la escolta (milicias y ejército) atendiendo a su procedencia y a la relación que se establecía entre ellos. 24. Los párrafos que describen la orden de la comitiva son iguales en los tres diarios a excepción de algunos signos de puntuación y a la escritura de los números. La vanguardia estuvo conformada de igual manera en los tres viajes con la excepción de que en 1786 y 1787 los oficiales de mayor graduación estaban acompañados por cuarenta hombres que no fueron mencionados

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 192

en 1788, el centro tuvo una diferencia en la cantidad de hombres (280 en 1786 y 1787 y 262 en 1788) mientras que la retaguardia fue la misma en los tres diarios. Ver Transcripciones Nº 1, 2 y 3. 25. Para ese entonces, además de haber conducido expediciones hacia Salinas, Pinazo contaba con una larga trayectoria en la frontera sur de Buenos Aires que le había proporcionado amplios conocimientos sobre la territorialidad de los caciques y sus parcialidades. Por ejemplo, en agosto de 1774 tras la prisión del cacique Toroñan y su posterior reclamo por parte de sus hijos, organizó una expedición punitiva para lo cual distinguió “a las parcialidades ‘aliadas y confederadas’ de las ‘enemigas’ según se encontraran, respectivamente, al sur o al norte del camino que conducía a Salinas Grandes” (Alemano 2015, p. 32, cursiva en el original). 26. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición a Salinas del año 1786. Frontera de Luján, 28 de noviembre de 1786. AGN, sala IX, legajo 19-3-5. 27. Cabe destacar sobre este aspecto que los párrafos de los tres diarios de Pinazo aquí analizados en los cuales describió cómo colocó la artillería en torno a la laguna de la Sal son muy similares. La diferencia más notoria entre ellos es la utilización de signos de puntuación —algunas comas que fueron ubicadas en distintos sitios en los tres diarios— y, mientras que en 1786 y 1787 había colocado cinco esmeriles, en 1788 fueron cuatro. La repetición de las oraciones, a excepción de los signos de puntuación y de unas escasas palabras, es una característica de este tipo de fuente documental. En otro trabajo hemos analizado los diarios de operaciones acerca de las expediciones en la tierra adentro y hemos sostenido que, debido a la propia dinámica de las incursiones, los escritos fueron pasados en limpio antes de ser entregados (Nacuzzi, Enrique y Vollweiler 2018). 28. Al estudiar el sistema de caminos indígenas del siglo XIX en el área centro-este de la actual provincia de La Pampa, Curtoni (2007) observó que las rastrilladas, además de conformar un sistema de traslado de ganado, pueden interpretarse en relación con una cosmovisión que fue expresada en el paisaje. 29. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1787. Frontera de Luján, 14 de diciembre 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3. 30. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1788. Frontera de Luján, 25 de noviembre de 1788. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 31. En 1788 era el tercer año consecutivo en el que Pinazo comandaba el viaje hacia Salinas por lo que podría haber reconocido la laguna que bautizó el año precedente. Otra opción podría ser que, una vez finalizada la incursión, al confeccionar el nuevo diario observara el del año anterior por lo que podría haber completado el nombre de la laguna por la que habían pasado sin haberla reconocido en el momento. 32. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1788. Frontera de Luján, 25 de noviembre de 1788. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 33. El análisis de las fuentes seleccionadas para este trabajo nos permite indagar en este tipo de intercambios, no obstante lo cual existieron una gran variedad de relaciones entre los grupos indígenas y los integrantes de las comitivas, tanto en las expediciones de aprovisionamiento de recursos económicos como en otras incursiones con objetivos diferentes. 34. Para un análisis de las interacciones entre los caciques y grupos étnicos con los funcionarios coloniales durante el siglo XVIII ver Carlón (2010) y Nacuzzi (2014b). 35. En cuanto a la escritura de los nombres de los caciques en plural, Alemano (2015, p. 48) apunta que “la propia enumeración sin solución de continuidad parece sugerir la existencia de linajes dentro de una misma familia étnica”. 36. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición a Salinas del año 1786. Frontera de Luján, 28 de noviembre de 1786. AGN, sala IX, legajo 19-3-5. 37. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1787. Frontera de Luján, 14 de diciembre 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 193

38. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1788. Frontera de Luján, 25 de noviembre de 1788. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 39. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1788. Frontera de Luján, 25 de noviembre de 1788. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 40. Blas Pedrosa había sido rescatado en la expedición de 1786 y en 1788 acompañó a Pinazo a Salinas, quizás en calidad de baqueano o de lenguaraz ya que conocía los territorios aledaños a las Salinas donde había permanecido cautivo diez años. Para un análisis de la trayectoria de este personaje ver Mandrini (2006). 41. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición a Salinas del año 1786. Frontera de Luján, 28 de noviembre de 1786. AGN, sala IX, legajo 19-3-5. 42. Para un análisis de la trayectoria de Francisca Bengolea ver Carbonari (2016). 43. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1788. Frontera de Luján, 25 de noviembre de 1788. AGN, sala IX, legajo 13-8-17. 44. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1787. Frontera de Luján, 14 de diciembre 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3. 45. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1787. Frontera de Luján, 14 de diciembre 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3. 46. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición a Salinas del año 1786. Frontera de Luján, 28 de noviembre de 1786. AGN, sala IX, legajo 19-3-5. 47. Diario de Manuel Pinazo sobre la expedición de Salinas del año 1787. Frontera de Luján, 14 de diciembre 1787. AGN, sala IX, legajo 1-5-3. 48. Frontera de Luján, 8 de diciembre de 1778, Carta de Francisco Balcarce al señor Marqués de Loreto. AGN, IX, 1-6-3. 49. Borrador de carta al comandante de frontera. [Buenos Aires], 11 de diciembre de 1788, AGN, IX, 1-6-3. 50. Sobreescrito: 47.

ABSTRACTS

Throughout the 18th century, salt was provided to the city of Buenos Aires through the organization of expeditions to the Salinas Grandes located in the current Atreucó department in the La Pampa province (current Republic of Argentina). Here we present transcripts of three diaries about the trips carried out in the years of 1786, 1787 and 1788 and a list of the captives rescued during these three voyages. These documentary sources produced by Manuel Pinazo, the commander, give us information about the everyday events in the field, the state of the roads, the availability of resources for the expeditioners, the interactions with caciques and indigenous groups as well as the diverse strategies implemented by the colonial agents, the troop and the other members of the expedition in order to move around places distant from the puestos fronterizos and close to the indigenous tolderías. In this writing we analyze the territorial dimension of the locations where the individuals that participated in these colonial expeditions interacted with the indigenous groups that approached them, highlighting the strategies of knowledge and control implemented by the different actors that circulated between the guardia de Luján and the Salinas Grandes.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 194

En el transcurso del siglo XVIII, la ciudad de Buenos Aires se abasteció de sal mediante la organización de expediciones hacia las Salinas Grandes localizadas en el actual departamento de Atreucó de la provincia de La Pampa (actual República Argentina). Presentamos aquí las transcripciones de tres diarios acerca de las incursiones realizadas en los años 1786, 1787 y 1788 y un listado de los cautivos rescatados durante los tres viajes. Estas fuentes documentales elaboradas por Manuel Pinazo, el comandante, nos permiten conocer los acontecimientos cotidianos en el terreno, del estado de los caminos, de la disponibilidad de recursos para los expedicionarios, de las interacciones con caciques y grupos indígenas así como las diversas estrategias implementadas por los funcionarios, la tropa y los demás integrantes de la expedición para transitar por lugares lejanos de los puestos fronterizos y cercanos a las tolderías indígenas. En este trabajo analizamos la dimensión territorial de aquellos parajes en los que interactuaban los sujetos que concurrían a las expediciones coloniales y los grupos indígenas que se acercaban a ellas, haciendo énfasis en las estrategias de conocimiento y control efectuadas por los distintos actores que circulaban entre la guardia de Luján y las Salinas Grandes.

INDEX

Keywords: Interethnic relations, expeditions, Salinas Grandes, itineraries Palabras claves: Relaciones interétnicas, expediciones, Salinas Grandes, itinerarios

AUTHOR

SABRINA LORENA VOLLWEILER

Centro de Investigaciones Sociales (CIS) – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Instituto de Desarrollo Económico y Social, Argentina Correo electrónico: [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 195

Reseñas

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 196

Reseña de La polis colla. Tierras, comunidades y política en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina, de Guillermina Espósito. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2017. 279 páginas.

Dolores Estruch

1 Con un pie puesto en el siglo XXI, Pier Viazzo (2003 [2000]) publicó un sólido trabajo sobre la evolución de las cambiantes relaciones entre Antropología e Historia. Utilizando su "identidad mestiza" para actuar como un verdadero intermediario, trazó una serie de hitos disciplinares, al tiempo que marcaba las etapas de acercamiento y distanciamiento entre antropología e historia en un análisis que se extendía a lo largo de más de un siglo. Hoy, casi dos décadas después de aquella primera edición, se hace necesario actualizar dicha periodización y reconocer así las novedosas confluencias entre ambos campos disciplinares (Estruch, Ramos y Chiappe 2018).

2 El libro de Guillermina Espósito, La polis colla. Tierras, comunidades y política en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina, es un ejemplo de cómo renovadas maneras de articular el trabajo etnográfico con la investigación de archivo recortan un nuevo escenario interdisciplinar. Por una parte, el interés de la autora por estudiar las condiciones que posibilitaron la organización de la comunidad aborígen Kolla de Finca Tumbaya en la Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina), a fines del siglo XX, se plasma en un análisis de larga duración atento al proceso de la “etnogénesis colla”. Aquí el trabajo en repositorios locales y el manejo de bibliografía histórica es clave para revisar cómo experiencias históricas, discursos estatales y científicos construyeron ciertas “narrativas de extinción” (Escolar 2007) sobre los indígenas quebradeños, así como también, para historizar categorías tan centrales como la de kolla, y procesos tan dinámicos como las identificaciones nativas en torno a aquellas marcaciones y representaciones culturales y raciales. Por otro lado, el trabajo de campo propicia el registro de los conflictos y las disputas que atraviesan los tumbayeños mientras hacen

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 197

su propia historia y redefinen los sentidos de “la cultura” y de “la política local”, tendiendo relaciones con el pasado a través de formas no escritas —pero también escritas— de la memoria social. En este sentido, el inicio del libro con el relato de la apertura del “archivo campesino” (Platt 2015) de la familia de Don Gerónimo —donde está contenida la Constitución Nacional, el Código Penal, el Civil y otros documentos oficiales— nos anticipa que estamos ante un trabajo que se desmarca de todo tipo de proyecciones que generalmente han pesado sobre los “andinos”. Inaugurar el texto con esta escena de archivo tan particular no hace más que remarcar el interés por los sentidos y las apropiaciones que los quebradeños hacen de las prescripciones jurídicas establecidas por el Estado, sin dejar de poner el foco en las delicadas negociaciones y luchas políticas que se dan en torno a la tierra, a las relaciones de propiedad y a las formas de representación política.

3 Si para los investigadores no resulta una tarea sencilla orientarse en este territorio “de frontera”, una de las potencias de este libro es la de registrar la complejidad implicada en los diversos sentidos de identificación y pertenencia de los collas en un análisis diacrónico que excede con creces el mero ejercicio de contextualización. En este sentido, ya desde el prólogo Diego Escolar ubica a esta obra dentro de lo que podríamos denominar una “etnografía histórica” (2017, p. 17), en tanto allí se conjuga paralelamente una historia etnográfica y una etnografía de la historia. La etnografía histórica se trata, claro, de un nombre mixto, pero que comienza por ser etnografía y nos coloca así, directamente, dentro del campo de la antropología y de los debates y la producción teórica antropológica. En este sentido, las coordenadas teóricas propuestas por los estudios sobre la política y los procesos de etnogénesis que guían a Espósito a lo largo de los capítulos, enfatizan una mirada atenta a las cambiantes articulaciones históricas en las que los sujetos forjan sentidos en articulación con los instrumentos y las clasificaciones estatales y científicas. Así, el interés por ciertas categorías nativas, como la de politización, nos pone de cara a una práctica netamente antropológica: aquella que coloca en tensión los sentidos que las mismas tienen para los actores sociales con las categorías propias de la investigación, en un ejercicio de traducción que evita reducir las complejas significaciones nativas por otras analíticas (Balbi 2012). En esta dirección, la polisemia del concepto politización, orientado tanto al proceso de organización comunal que permitió la restitución de tierras, como a las disputas, contradicciones y desuniones inscriptas en el proceso de institucionalización de la comunidad, reafirma “un enfoque de base más histórica y menos romantizante” (Abercrombie 2006, p. 29). Estos esfuerzos, sumados a una perspectiva que se corre del modelo dominación-resistencia para abordar un mundo menos dicotómico, más articulado y negociado, nos muestra nuevas maneras de pensar las relaciones entre antropología e historia. Lejos de los efectos de una crítica posmoderna que invita a los antropólogos a retirarse de los archivos al sostener que no es el pasado el que explica el presente, sino el presente el que —imponiendo sus intereses— crea el pasado (Viazzo 2003 [2000] ), aquí se plantean nuevas formas de llevar adelante una práctica interdisciplinar. En este caso, a través del desafío de explorar el proceso de conformación de la Comunidad Aborigen Kolla de Finca Tumbaya y la reivindicación de una identidad indígena difusa, estigmatizada y negada en articulación con sucesivas coyunturas históricas y con un palimpsesto de imaginarios y clasificaciones escritos en la larga duración.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 198

BIBLIOGRAPHY

Abercrombie, T. (2006). Caminos de la memoria y el poder. Etnografía e historia en una comunidad andina. La Paz: IFEA, IEB, Asdi.

Balbi, F. (2012). La integración dinámica de las perspectivas nativas en la investigación etnográfica. Intersecciones en Antropología, 13,: 485-499.

Escolar, D. (2007). Los dones étnicos de la Nación. Identidad huarpe y modos de producción de soberanía en la Argentina. Buenos Aires: Prometeo.

Platt, T. (2015). Un archivo campesino como ´acontecimiento de terreno´. Los nuevos papeles del curaca de Macha (Alasaya), Potosí. Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos,. 2, 158-185.

Viazzo, Pier P. Paolo P. 2003 [2000]. Introducción a la Antropología Histórica. Lima: Fondo Editorial de la PUCP / Instituto Italiano de Cultura.

AUTHOR

DOLORES ESTRUCH

Universidad de Buenos Aires / Universidad de San Martín - [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 199

Reseña de Los escombros del progreso. Ciudades perdidas, estaciones abandonadas, soja, y deforestación en el norte argentino, de Gastón R. Gordillo. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2018. 352 páginas. Edición en español de Rubble: The Afterlife of Destruction (2014, Duke University Press)

Ana A. Teruel

1 Gordillo es un reconocido antropólogo cuyos trabajos, principalmente entre comunidades tobas-qom, en Formosa, originaron una vasta bibliografía de las que los “chaqueñólogos” nos hemos nutrido. En Los escombros del progreso, se interna en otro campo y nos conduce a otros problemas y otro espacio, que ya no es el de las comunidades indígenas, sino el de los criollos, mestizos de tradición e identidad gauchesca, que ocuparon el Chaco salteño y algunas porciones lindantes de Santiago del Estero y de Jujuy, tras el desplazamiento de los aborígenes.

2 Atraído por las ruinas que dejó el pasado colonial -y nacional- en el curso de la conquista del Chaco, hilvana el presente con historias invocadas por huellas dejadas por restos materiales: vestigios de fuertes y misiones. Si bien su propósito inicial era ver el significado que las ruinas de la época colonial tenían para la gente que vivía en sus alrededores; en el campo pronto advirtió que “no era posible separar las ruinas antiguas de las más recientes, y no sólo porque las topadoras mezclaran viejas y nuevas formaciones de escombros”. A partir de allí, y a lo largo de los capítulos del libro,

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 200

alterna, de una manera amena y con gran dominio del arte de narrar, los relatos de los sucesivos viajes con densas reflexiones teórico-conceptuales que se nutren especialmente de la filosofía y la historia.

3 En tres de las cuatro partes del libro, el lector encontrará un apartado teórico destinado a consideraciones conceptuales nodales en su análisis: “la destrucción del espacio como elemento central para entender la producción del espacio (La destrucción del espacio); una reformulación espacial de la dialéctica, concebida como una mirada negativa orientada a los objetos (Caminatas a través de campos de escombros); y un análisis respecto de cómo una reflexión crítica de la negatividad puede aprender de las filosofías afirmativas de Spinoza y Deleuze, y viceversa, para examinar el devenir a través de la ruptura, en particular para analizar restos físicos de violencia (Objetos brillantes).” (p. 43) 4 ¿Usted les dice ruinas a esas casas viejas, no? Le preguntó un joven de una familia de peones de finca en las cercanías de los restos de la iglesia de la antigua misión jesuita de San Juan Bautista de Balbuena. Las conversaciones con los pobladores de las zonas visitadas tras las huellas de ruinas, y sus actitudes y formas de relacionarse con ellas, son narradas a la par de las reflexiones académicas que ellas provocan en el autor. Para su sorpresa inicial, el concepto “ruinas” era extraño para sus interlocutores locales:

5 “Me tomó un tiempo comprender que lo que la gente encontraba extraño en la idea de “ruina” era su abstracción homogeneizante”. Crítico con la idea de la modernidad de las “ruinas” en tanto “patrimonio” sostiene, en consonancia con algunos estudios etnográficos sobre sitios patrimoniales, que las ruinas así concebidas son “escombros fetichizados”, “objetos sin vida ni supervivencia, cosas muertas de un pasado muerto cuyo supuesto valor histórico se origina en tiempos remotos”.

6 A pesar de su inicial propósito de hallar ruinas, cuando Gordillo las encuentra sólo ve escombros, en el sentido lato de la palabra: desecho, broza o cascote que queda de una obra de albañilería o de un edificio arruinado o derribado (Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, actualización 2017). Escombros del progreso, de los distintos momentos en que la humanidad se sintió protagonista del mismo. Restos materiales de la modernidad: la caldera de un barco a vapor en la plaza de un árido pueblo semiabandonado; las paredes de una iglesia jesuita del siglo XVIII, ladrillos de una misión franciscana de la segunda mitad del siglo XIX, vías muertas sin locomotoras, locomotoras sin vías.

7 Por eso nos dice que “[…] este libro propone ver a todas las ruinas, independientemente de su forma, como escombros. Esto quiere decir que no pretendo abandonar la palabra “ruina”, sino percibir y concebir las ruinas de otra manera. Por eso utilizaré la palabra “ruina” con regularidad y de dos maneras: para nombrar lugares reducidos a escombros, y además, para nombrar aquellos escombros que fueron reificados por expertos como objetos muertos del pasado. “Los escombros”, en definitiva, conllevan una crítica a la ideología de la ruina y ven a las ruinas como la sedimentación de procesos de violencia y declinación antes que como objetos de contemplación”. i (p. 25) 8 Sin duda Gordillo incita a la discusión. En tanto historiadora me tienta alegar que para quienes reconstruimos el pasado a través de “huellas”, como decía Marc Bloch, las denominadas “ruinas” forman parte un amplio abanico de vestigios de la actividad humana y, por lo tanto, como en toda actividad humana, los procesos que se han sedimentado en ellas son complejos y nunca su significado unívoco.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 201

9 Más que detenerme en ello, me interesa avanzar en el nudo del libro: la forma en que la gente se relaciona con esos restos, con esos escombros, con esas ruinas, y cómo el pasado se entrelaza con el presente. El título que el autor dio al libro en su versión original en idioma inglés, Rubble: The Afterlife of Destruction, anticipa ese propósito: evidenciar la supervivencia de la destrucción. “Cuando visité la iglesia de La Manga [antigua misión de Balbuena] con Alfredo por primera vez, supuse que el lugar había estado abandonado durante al menos dos siglos. La vegetación que cubría las paredes parecía exudar una temporalidad antigua y prístina: la confirmación de que esa “ruina jesuítica” había permanecido congelada en el tiempo, desconectada de lo que la rodeaba. Este era el espejismo de “la ruina” como abstracción: mi propia proyección sobre ese lugar de la muerte social que la industria del patrimonio asocia a las ruinas en tanto reliquias, cuyo valor se reduce a lo que sucedió allí en un pasado lejano y muerto, borrando de su superficie cualquier evento ocurrido desde entonces. Mi imagen de un lugar donde la historia se había detenido se evaporó cuando me enteré, por los lugareños, de que el edificio había sobrevivido durante tanto tiempo no porque hubiera estado abandonado sino porque la gente se había apropiado del lugar como una iglesia criolla y lo había reparado parcialmente a lo largo de varias generaciones…” (p. 37) 10 Entonces, los habitantes del antiguo poblado de Chorroarín, todos los 16 de agosto, acudían a esas ruinas, apodadas “iglesia de La Manga” (nombre de la finca dentro de la que quedaron), para venerar a San Roque, cuya imagen permanecía alojada en su interior. Algo similar ocurre entre los escombros del pueblo de El Piquete de Anta, cuya ruina, a juicio de sus pobladores, se debe al progreso desde que el trazado del ferrocarril lo dejara en un emplazamiento marginal. Allí, en el mes de setiembre, el pueblo revive por una romería que se instala entre sus escombros. O “la misión” (ruina de la antigua misión franciscana de Miraflores del siglo XIX) que, reinventada por la iglesia católica como lugar de evangelización de San Francisco Solano, congrega todos los años una celebración religiosa.

11 Pero otros restos simplemente han sido desprovistos de significación alguna y sirven a efectos prácticos, como ladrillos para construir hornos de carbón o, por el contrario, conservan una carga tal de negatividad que sus ruinas se perciben como malditas, como ocurre en los escombros de la ciudad de Esteco (en su segunda fundación en el siglo XVII), al Norte de Metán.

12 Si bien es objeto especial de tratamiento de un capítulo, por todo el libro ronda un leitmotiv: la historia de la conquista del Chaco, de la violencia de ese proceso, de las insurgencias contra ciudades españolas y misiones religiosas que invisibilizó sus escombros por varios siglos. “Los fantasmas de indios que hoy son percibidos en varios lugares de la región evocan las movilizaciones colectivas que alguna vez redujeron a escombros sitios del poder colonial”. A la vez surgen otros escombros, contemporáneos, originados por los desmontes provocados en la apertura del frente sojero.

13 En suma, un libro inteligente, provocador e ineludible que se suma a los vastos aportes de Gordillo al conocimiento del presente -y del pasado- de la región chaqueña y de su gente.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 202

ENDNOTES i. Cursivas en el original

AUTHOR

ANA A. TERUEL

Unidad Ejecutora en Ciencias Sociales Regionales, CONICET y Universidad Nacional de Jujuy. Correo electrónico: [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 203

Reseña de Surviving state terror. Women’s testimonies of repression and resistance in Argentina, de Barbara Sutton. Nueva York: New York University Press, 2018. 325 páginas.

Nayla Luz Vacarezza

1 El nuevo libro de Barbara Sutton, Surviving State Terror. Women’s Testimonies of Repression and Resistance in Argentina, ofrece una renovada e inquietante reflexión acerca del terrorismo de estado basada en el minucioso estudio de testimonios de mujeres que sobrevivieron al cautiverio y la tortura en los Centros Clandestinos de Detención de la última dictadura militar. Con una clara perspectiva feminista y por medio de la escucha atenta de cincuenta y dos testimonios del Archivo Oral de Memoria Abierta, Barbara Sutton construye un análisis acerca de ciertos aspectos del terrorismo de estado que fueron socialmente silenciados hasta hace no mucho tiempo. El libro da cuenta del carácter específicamente sexual de la violencia dirigida hacia las mujeres, pero también analiza, con una perspectiva más amplia, el modo en que la violencia estatal, la tortura, la resistencia y la transmisión de la memoria están atravesadas y constituidas por el género. El cuerpo es otra de las claves analíticas del libro, y le permite a la autora aproximarse a los testimonios en tanto “narrativas corporales” que exponen la cruel explotación de la vulnerabilidad física que tuvo lugar en los Centros Clandestinos de Detención. Al mismo tiempo, el análisis logra mostrar al cuerpo como agente de formas viscerales de resistencia y como “portador de la memoria y vehículo para la voz” (p. 6). En suma, el género y el cuerpo, en tanto categorías conceptuales críticas, habilitan una escucha renovada de los testimonios y un análisis matizado que evita toda forma de victimización.

2 A lo largo del libro, Barbara Sutton dialoga exhaustivamente con los trabajos de quienes, en la Argentina y en Latinoamérica, han dedicado esfuerzos intelectuales y políticos a hacer audibles las voces de las mujeres sobrevivientes y a poner en discusión

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 204

los problemas que estos testimonios plantean a los procesos de justicia, a las luchas por los derechos humanos y a los estudios de la memoria. El cuidado minucioso puesto en la traducción al inglés y en la cita de estos textos hace accesible un fructífero campo de conocimientos para el público del norte global, a la vez que muestra un conocimiento y una estima profundos por estos trabajos. Se trata de la construcción de una perspectiva transnacional comprometida que, con un pie en el norte y otro en el sur, logra tender un puente genuino entre lenguas, contextos políticos y mundos académicos distintos. Esto no es algo que abunde en el ámbito de los estudios latinoamericanos que se producen en la academia estadounidense. Es más habitual observar cómo las realidades latinoamericanas son, con demasiada facilidad, convertidas en un caso de estudio, al mismo tiempo que se omiten los conocimientos, conceptos y perspectivas críticas que se elaboran en estas latitudes para comprender los mundos sociales e históricos en los que estamos inmersos/as. Por tomar un ejemplo, todavía hoy existen voces académicas muy reconocidas en el norte global que se refieren al terrorismo de estado en Argentina con la infeliz denominación de dirty war o guerra sucia. Abandonar estas maneras más instaladas de nombrar –como lo hace Barbara Sutton– es una apuesta que puede significar, en cierta medida, hacer más opaco el propio trabajo para el público estadounidense, demasiado acostumbrado a este lenguaje. El compromiso con las luchas políticas y con el trabajo intelectual local no es, entonces, meramente declarativo, sino que se revela en el sistema de citas y en las formas en que se elige nombrar el pasado.

3 Otra cuestión que se destaca en el libro es el modo en que se construye una aproximación sensible al archivo y al pasado traumático de la última dictadura. El cuidado y la delicadeza con la que las voces testimoniantes son citadas y analizadas a lo largo del libro permite imaginar las largas jornadas que la autora pasó en el Archivo Oral de Memoria Abierta escuchando testimonios y tomando notas. Esa cercanía con los testimonios videograbados está libre del polvo asociado con los archivos que se dice que enferma a historiadores e historiadoras.1 Pero no por eso el contacto con el archivo resulta menos peligroso. Atreverse a hacer lo que la autora llama “investigación implicada” (p. 36), supone poner el cuerpo de una manera muy literal para escuchar y ver testimonios encarnados de la violencia, el terror, la crueldad, la tortura y la desaparición. Quienes lean el libro serán invitados/as a convertirse en testigos/as de atrocidades difíciles de nombrar y también de esperanzadoras formas de resiliencia. La profunda reflexión acerca del testimonio, la memoria, el cuerpo y el género en el capítulo 2, “Telling Terror”, no solo se pregunta por la posibilidad de testimoniar, sino también por las condiciones para la escucha y por la responsabilidad ética de quien investiga y de quienes entramos en contacto con esas palabras. La “investigación implicada” en este libro constituye una aproximación al pasado y al archivo que anuda lo sensible y lo cognitivo porque se acerca corporalmente a esa historia desgarradora. Es la cercanía, más que la distancia objetiva, el elemento que habilita agudas reflexiones acerca de nuestra responsabilidad y de nuestra relación de vecindad con el pasado traumático.

4 En este sentido, la violencia estatal no es tematizada como un problema del pasado, sino como una serie de prácticas que no cesan de reverberar y perturbar nuestro presente. Un aspecto original e inquietante del análisis propuesto es que las narrativas corporales sobre el cautiverio no se consideran meramente como atrocidades pasadas, sino que son la oportunidad para interrogar la persistencia del pasado en el presente. Por ejemplo, en el capítulo 3, “Narrating the Body”, los minuciosos análisis acerca de la

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 205

violencia sexual, el aborto forzado y la maternidad en cautiverio se explayan sobre la especificidad de la violencia en los Centros Clandestinos de Detención. Pero también se presta atención a las ideologías y a las prácticas sociales que, hasta hoy, producen a los cuerpos de las mujeres como objetos disponibles para el deseo sexual ajeno y como recipientes para la reproducción. Los testimonios dan cuenta de ese pasado traumático y excepcional, pero el análisis va más allá de la excepción y hace crujir los compartimientos estancos de la distancia histórica para mostrar que hay formas de injusticia y desigualdad que persisten en dictadura y en democracia.

5 Otra manera en que el libro ensaya una aproximación afectiva, poética y política al archivo es a través de su atención a lo pequeño, lo ínfimo y lo casi imperceptible. Ese acercamiento minucioso al archivo le permite a la autora encontrar formas de resistencia tramadas con la más extrema vulnerabilidad. Especialmente en el capítulo 4, “Body, Survival, Resistance and Memory”, el análisis logra mostrar que los gestos de resistencia persisten, incluso cuando el poder intenta con los medios más brutales imponer el aislamiento, reducir el cuerpo a un mero efecto del dolor y anular su voz. Podemos leer en este capítulo las palabras de una mujer que logra, con su fuerza, detener la tortura. Hay otra mujer que contesta de manera desafiante a un guardia y afirma su propia dignidad. Una mujer sonríe, otra recibe una reconfortante palmada en el hombro y otra un beso. Un trozo de pan es ofrecido para calmar el hambre y una mujer ayuda a otra en la tarea corporal más básica y automática de respirar. Todos estos gestos efímeros de resistencia, de dignidad, de solidaridad y de cuidado mutuo afirman la humanidad de esos cuerpos sometidos a las condiciones más extremas. La trabajosa recopilación de gestos pequeñísimos (y que podrían parecer irrelevantes) se transforma, gracias a la narrativa analítica del libro, en una afirmación del carácter vulnerable y resistente de los cuerpos. También, todos estos gestos analizados muestran hasta qué punto resulta imposible hacer del sujeto humano una mera “nuda vida”2, un cuerpo sin derechos, desprovisto de voz, de deseo, de dignidad o de conexión afectiva con otros/as.

6 El capítulo final del libro, “Transmitting Memory, Reclaiming Utopia”, propone una reflexión acerca de la transmisión de la memoria y plantea la necesidad de “reclamar la utopía”. Cabe preguntarse, ¿cómo reivindicar la utopía luego de semejantes pérdidas, después del exterminio literal de los cuerpos y del naufragio de los proyectos políticos de quienes sobrevivieron? La lectura invita a pensar que para reivindicar la utopía –es decir, para apostar a un futuro que sea distinto del presente y del pasado– es necesario interrogar críticamente al testimonio y al pasado que relata. El último capítulo muestra cómo las testimoniantes establecen una relación crítica y reflexiva con el pasado. Ellas construyen y transmiten una memoria que se niega a repetirlo, que involucra una intensa relación con el presente y que se compromete con el deber ético de escuchar a las nuevas generaciones. Las voces de las mujeres sobrevivientes se afirman en su politicidad y ofrecen nuevas figuras para imaginar la utopía y la transformación social a través de acciones que pueden, quizás, ser más humildes y tener pretensiones más modestas que en períodos anteriores, pero no por eso resultan menos radicales.

7 El ensamblaje de las voces testimoniales en el análisis transmite formas de esperanza colectiva que resultan sumamente iluminadoras para un presente neoliberal local que no cesa de ofrecer formas de optimismo banal (llámese la “revolución de la alegría”, el “segundo semestre”, el “crecimiento invisible” o “lo peor ya pasó”). A través de las palabras de las testimoniantes, Barbara Sutton nos permite avizorar esperanzas

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 206

políticas que han sobrevivido al terror y que se niegan a darse por derrotadas. La esperanza en estos testimonios no es para nada ingenua, sabe muy bien que puede ser decepcionada y conoce la derrota. Más bien se trata de una esperanza obstinada, porque está basada en “una ética de la perseverancia” y en la “necesidad de mantenerse fiel a las propias convicciones, de no renunciar a los sueños, de tener determinación y de continuar en la lucha” (p. 209).

8 Surviving State Terror nos conecta con unas utopías que son quizás más frágiles y precarias que las que conformaban el horizonte político de futuro de los setentas. Pero son utopías que se toman en serio la derrota, el dolor y la pérdida. En un momento político que invita constantemente al optimismo banal o al pesimismo rotundo, resulta profundamente esperanzador leer un libro que no le teme a la palabra utopía y que establece una relación crítica con el pasado para ayudarnos a imaginar que, a pesar de todo, el presente no está clausurado.

NOTES

1. Steedman, Carolyn (2001) “Something She Called a Fever: Michelet, Derrida, and Dust”, The American Historical Review, Vol. 106, No. 4, pp. 1159-1180. 2. Agamben, Giorgio (2006) Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Pre-Textos.

AUTHOR

NAYLA LUZ VACAREZZA

Investigadora CONICET. Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 207

Tesis

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 208

De l'apprentissage en famille a la scolarisation republicaine. Deux cas d'étude en Guyane et en Polynésie Française

Maurizio Alì

Nota de la redacción

1 TESISTA: Maurizio Alì

2 DIRECTOR: Bruno Saura y Rodica Ailincai

3 GRADO: Doctor de la Universidad de la Polinesia Francesa- Departamente Letras, lenguajes y ciencias Humanas. Disciplina: Antropología de la Educación.

4 INSTITUCIÓN: Université de la Polynésie Française

5 FECHA DE DEFENSA: 2016

ABSTRACTS

This thesis presents an anthropological analysis of informal education activities among two French autochthonous communities: the Wayana-Apalaï people, living in French Guiana, and the Enata people, in French Polynesia. Thanks to the data gathered through a long term ethnographic fieldwork, it was determined the time dedicated to educational interactions in the domestic environment, the dominant educational styles and the educational logic of both communities. The educational dynamic has been interpreted as a process of transmission of

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018 209

cultural data related to a natural and social landscape. The results obtained show that educational strategies applied by Wayana-Apalaï and Enata educators are shaped by the constraints of the post-colonial dynamics and the requirements imposed by the global market economy.

Cette thèse présente une analyse anthropologique de l’éducation informelle chez deux communautés autochtones de l’Outre-mer français : les Wayana-Apalaï, en Guyane, et les Enata, en Polynésie française. A partir des données recueillies grâce à un travail ethnographique de longue durée, on a pu déterminer le temps consacré aux interactions éducatives dans le milieu domestique, les styles éducatifs dominants et les logiques éducatives des membres des deux communautés. La dynamique éducative a été interprétée en tant que processus de transmission des données culturelles liées à un paysage naturel et social déterminé. Les résultats obtenus montrent que les stratégies éducatives des Wayana-Apalaï et des Enata sont modelées par les contraintes propres à la dynamique postcoloniale et des impératifs imposés par l’économie de marché.

AUTHOR

MAURIZIO ALÌ

Université des Antilles - ESPE de Martinique (CRREF-EA4538) Université de la Polynésie Française (EATSCO-EA4241) – [email protected]

Corpus, Vol. 8, No 2 | 2018