REVISTA DIGITAL CIENTÍFICA INDEPENDIENTE DE ARQUEOLOGÍA

nº 1 noviembre 2011 Revista Científica Digital Independiente de Arqueología

Elefantes de guerra en la Antigüedad; Asedios en el Imperio Neoasirio; Los turmogos; Vettones en Ávila; Comunidades guerreras; La guerra en los ; Una necrópolis romana en Barcelona; El apodyterium de las termas de Los Bañales; Constancio II moneda y guerra; El sarcófago de Portonaccio

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Número ISSN: 2253-6434

REVISTA DIGITAL CIENTÍFICA INDEPENDIENTE DE ARQUEOLOGÍA Ilustración portada: Luis Rodrigo Duque

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índice

EDITORIAL ...... pág. 6 CONSEJO...... pág. 9 ENTREVISTA CON GONZALO RUIZ ZAPATERO...... pág. 10 TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN...... pág. 17

Los asedios en el Imperio Neoasirio...... pág. 19 Los turmogos. Revisión de una etnia poco conocida del norte...... pág. 31 Vettones en la provincia de Ávila...... pág. 41 Los elefantes de guerra en los ejércitos de la antigüedad...... pág. 51 Comunidades guerreras: planteamientos para otra forma de organización militar en el mundo antiguo...... pág. 67 La coalición belga del 57 a.c. la guerra como elemento en la construcción identitaria y la evolución política en la Galia de la Segunda Edad del Hierro...... pág. 77 La necrópolis romana de la vía sepulcralis. Plaza de la villa de Madrid de Barcelona...... pág. 85 Propaganda, identidad, ideología y perspectiva en la escena de batalla del sarcófago de Portonaccio...... pág. 93 Un ejemplo de análisis histórico de una fuente arqueológica: el apodyterium de las termas de la ciudad romana de los bañales (Uncastillo, Zaragoza)...... pág. 107 Moneda y guerra en el reinado de constancio II (337-61)...... pág. 115

RESEÑAS DE LIBROS...... pág. 129 RESEÑAS WEB...... pág. 135 GANADORES DEL I CONCURSO DE ARQUEOLOGÍA, ORGANIZADO POR LA UCA...... pág. 139

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nuestra confianza para preservar un mínimo de calidad científica. A su vez, un consejo editorial formado por miembros de la Junta de UCA trabajan para llevar a cabo la edición de cada número.

Editorial En los años dedicados a sacar una licenciatura, un grado, un máster o un doctorado, se nos ense- ña a investigar. Fruto de este trabajo los alumnos pueden llegar a acumular una inestimable can- tidad de trabajos, algunos de ellos de indudable calidad, que por lo general terminan acumulando l objetivo de cualquier ciencia es el de obtener resultados y, una vez que esto se ha polvo en la estantería. Esta es nuestra materia prima. Todo ese trabajo debe servir para algo más cumplido, presentar los mismos al resto de la comunidad científica y, más impor- que para sacar una nota. Arqueo_UCA quiere publicarlo si merece ser publicado, porque creemos tante aún, al mayor número de público no especializado. La productividad en una que la calidad de un trabajo no siempre está en relación a todo lo que se sabe, o todos los títulos actividad como la Arqueología se debe medir a partir de lo que aporta a la sociedad que se poseen, sino al esfuerzo y la voluntad de conseguirlo. Epara el crecimiento y mayor conocimiento de ésta. Arqueo_UCA es una revista independiente, digital y gratuita. Estamos convencidos de que, para Una vez fijado el objetivo, queda por solucionar la parte quizá más complicada. Cumplirlo sa- ser eficaces, debemos adaptarnos al mundo en el que queremos tener presencia. Ésta es una tisfactoriamente. Para ello es necesaria la existencia de editoriales dispuestas a apostar por la ar- revista que quiere acercarse a un público joven y con inquietudes muy diversas. Internet es el queología o cualquier otra ciencia humana, y tal vez aún más necesario, publicaciones periódicas kiosko de hace diez años y el coste de publicar una revista a través de este medio es infinitamente dispuestas a servir de soporte, de enlace entre el investigador y el público. más barato que la publicación tradicional. Si a esto le añadimos la facilidad de consulta y la gran difusión que adquiere cualquier cosa cuando aparece en la red, obtenemos la respuesta a por Sabemos que el talento sobra en nuestras universidades. Pero el talento necesita de escenarios en qué a través de Internet. Además, somos una revista independiente y gratuita. Eliminar posibles los que expresarse, para darse a conocer, para avanzar. Por eso la Unión Cultural Arqueológica de enfoques políticos que puedan dar las instituciones y eliminar el objetivo de hacer dinero otorga la facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid nos embarcamos a Arqueo_UCA la libertad de dedicarse única y exclusivamente a la tarea de difundir. El protago- hace más de un año en la difícil pero muy gratificante travesía que, paso a paso, nos ha conducido nismo será exclusivamente de los autores. hasta la publicación de la revista que hoy todos pueden disfrutar. Para lograr esta difusión contamos con una página web desde la cual se podrá acceder a los Los miembros de la UCA hemos luchado para que este humilde proyecto salga adelante a coste artículos individualizados, o bien al número entero (http://revistaarqueouca.wordpress.com/). cero, dedicando mucho tiempo sin recibir nada a cambio, salvo la satisfacción del esfuerzo in- vertido y la respuesta obtenida (suficiente recompensa a nuestro entender). Ilustradores, maque- Asimismo, y dando un paso más en la aplicación de las nuevas técnicas de transmisión del cono- tadores, autores, consejeros editoriales, consejeros científicos y todos los que han colaborado lo cimiento y con el objetivo principal de ofrecer nuestra publicación a personas con discapacidad han hecho por convicción y vocación. Creemos que esto es ya de por sí motivo de celebración visual, cada uno de los artículos se presentará en formato de audio (podcast). más allá de los resultados de la propia revista. De nuevo queremos dar las gracias a todos los que han colaborado de una u otra forma con Pero no hemos navegado solos. Socios, alumnos, profesores, amigos, compañeros. Todos hemos la elaboración de este número, especialmente a los autores de los artículos que se publican y remado en una única dirección. El mérito es de todos y cada uno de ellos y este primer número también de los que no se publicarán en este número pero fueron enviados, por su dedicación está dedicado a su esfuerzo. y paciencia. Cuando arrancamos con este proyecto nuestro mayor temor era el de no recibir ningún trabajo para publicar, y tener artículos que ya están pensados para el siguiente número Tampoco somos los primeros ni los únicos, por fortuna. Otras asociaciones o colectivos han ha sido una verdadera lección para nosotros, y es un motivo de orgullo supremo para los que estado trabajando en estos últimos años para poder sacar adelante sus propias publicaciones, hacemos esta revista. con un espíritu similar al de Arqueo_UCA: el de servir de altavoz para jóvenes investigadores, futuros licenciados, futuros doctores. Somos un pequeño escaparate para ellos, un muy pequeño Muchas gracias y disfruten con la lectura. trampolín.

No pretendemos convertirnos de la noche a la mañana en una publicación de prestigio. Ya exis- ten y cumplen su papel de manera eficaz. Queremos ser sobre todo una herramienta, un medio a través del cual dar la oportunidad de empezar a labrar un futuro, una ventana a través de la cual los futuros investigadores puedan no solo mirar, sino participar activamente. Es posible que otras revistas publiquen trabajos más elaborados. Nuestro objetivo es que en esas revistas de prestigio estén presentes, en un futuro próximo, aquellos que dieron sus primeros pasos en Arqueo_UCA y podamos presumir con orgullo de haberles dado un primer empujón.

Sin embargo, la calidad de los trabajos publicados en Arqueo_UCA no se deja de lado. Un elenco de los mejores profesores la Universidad Complutense de Madrid velan por que este objetivo de REVISTA DIGITAL CIENTÍFICA INDEPENDIENTE DE ARQUEOLOGÍA calidad se cumpla. Ellos forman parte de nuestro comité científico y en ellos hemos depositado

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Edita Unión Cultural Arqueológica

Consejo Editorial Ismael Bricio Quevedo, Diego Chapinal Heras (coordinador), Guillermo Díaz de Liaño, Javier González López, Rafael Millán Pascual, Marta Pérez Hernández

Consejo Científico Dr. Jesús Álvarez-Sanchís (Prof. Titular del Dpto. de Prehistoria, UCM), Dra. Mª Ángeles Querol Fernández (Catedrática del Dpto. de Prehistoria, UCM), Dra. Isabel Rodríguez López (Prof. Titular del Dpto. de Ciencias y Técnicas Historiográficas y de Arqueología, UCM), Dr. José Jacobo Storch de Gra- cia y Asensio (Prof. Titular del Dpto. de Ciencias y Técnicas Historiográficas y de Arqueología, UCM), Dr. José Ramón Pérez-Accino Picatoste (Prof. Contratado del Dpto. de Historia Antigua, UCM), Dr. David Álvarez Jiménez (Doctor por el Dpto. de Historia Antigua, UCM; Prof. Asociado de la UNIR), Dr. Luis Alberto Ruíz Cabrero (Prof. Contratado del Dpto. de Historia Antigua, UCM), Dra. Mª Cruz Cardete del Olmo (Prof. Titular del Dpto. de Historia Antigua, UCM), Dra. Rosa Sanz Serrano (Catedrática del Dpto. de Historia Antigua, UCM), Dr. Carlos González Wagner (Catedrático del Dpto. de Historia Antigua, UCM), Dr. Javier de Santiago Fernández (Director del Dpto. de Ciencias y Técnicas Historiográficas y de Arqueología, UCM)

Junta Directiva Unión Cultural Arqueológica 2010-2012 Ismael Bricio Quevedo, Diego Chapinal Heras, Guillermo Díaz de Liaño, Mónica Galea González, Marta Pérez Hernández, Lara González Carretero, Javier González López, Rafael Millán Pascual, Elina Rodríguez Millán, David Vacas Madrid

Ilustradores Yolanda González Pérez, Margarita Lliso del Hoyo, Luis Rodrigo Duque

Narradores de podcasts: Guillermo Díaz de Liaño y Marta Pérez Hernández

Maquetación y Diseño: Juan R. Luis

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8 9 Revista Científica Digital Independiente de Arqueología Gonzalo Ruiz Zapatero

Gonzalo Ruiz Zapatero (Soria, 1954) un aprendizaje continuo porque, los es Catedrático de Prehistoria de la estudiantes te cuestionan siempre y te UCM, presidente de la Sociedad Es- hacen ver las cosas de otra manera. Y pañola de Historia de la Arqueología eso está muy bien. (SEHA) y Socio de Honor de la UCA. Ha sido Vicedecano de Ordenación P:¿El nuevo grado de Arqueología “¡cómo no va a haber Académica de la Facultad de Geo- cumple con las expectativas? grafía e Historia (1997-2002) y Direc- R:En principio, el Grado de Arqueo- oportunidades en el tor del Departamento de Prehistoria logía es bueno porque es mucho me- (2006-2010). Sus líneas de investiga- jor tener un Grado de Arqueología país que tiene uno ción son tres: las culturas de finales de que tener una especialidad dentro la Edad del Bronce y de la Edad del del Grado de Historia; por lo tanto, de los patrimonios Hierro (especialmente el mundo cél- es mucho mejor que lo que teníamos tico), la historiografía arqueológica y antes. Pero también hay que ser un arqueológicos más la divulgación prehistórica. Ha publi- poco autocrítico y preguntarse si he- cado más de 300 trabajos sobre estos mos hecho el Grado que nos gustaba importante del temas y valora, por encima de todo, a profesores y estudiantes. Posible- mundo!” su condición de profesor universita- mente no del todo, pero en la vida hay rio, que lleva ejerciendo algo más de que intentar ser realista y creo que el 30 años. Grado que tenemos, sin embargo, es el mejor de los Grados que podría- Pregunta: ¿Qué ha supuesto la ar- mos tener en este momento. Habrá queología para tu vida? que mejorarlo y cambiarlo indudable- Respuesta: Pues mucho, yo diría que mente, pero el hecho de haber tenido muchísimo. Gracias a la arqueología bastantes posibilidades para diseñarlo, hice lo que quería cuando era estu- es bueno. Luego, también hay que ser diante, me gano la vida razonable- autocríticos y asumir responsabilida- mente bien, he viajado por el mundo des porque lo hemos hecho nosotros, y he conocido a gente del pasado y aunque el Ministerio y la Universidad del presente en muchos países distin- ponen límites. El Grado que aquí te- tos. Y al cabo de treinta y tres años nemos es algo distinto del que tienen me sigue gustando la enseñanza y las universidades catalanas porque las sigo con muchas ganas. A mí lo que autoridades catalanas parece que dan Gonzalo R. Z. mientras fue entrevistado/ más me gusta es enseñar. Es verdad más libertad y más margen para ela- Fotografía: Guillermo Díaz de Liaño que hay que investigar para intentar borar los planes de estudio. Ellos han una buena enseñanza universitaria y podido implantar “especialidades” por eso es imprescindible el trabajo dentro del propio Grado. En cambio de investigación. Enseñar durante en la Complutense parece que prima treinta y tres años, para mí, ha sido la norma generalizadora y cierto regla-

10 11 Revista Científica Digital Independiente de Arqueología mentismo nada flexible. En cualquier para el que hemos tenido, y es justo caso, hemos cubierto todas las plazas reconocerlo, todo el apoyo de nues- el primer año y con una nota de corte tro Decanato, y podamos demostrar alta, lo que indica que la arqueología nuestra capacidad. tiene demanda. Ahora mucho depen- “La universidad necesita de del trabajo y la ilusión que ponga- P: Por lo que comentas, ¿crees mos el profesorado y los estudiantes. que hay un exceso de burocracia, constantemente en general, en el funcionamiento P: ¿Cómo está el tema de los nue- de la universidad española y que la renovación, la vos másteres ? eso la perjudica? R: Tenemos ya un master de Arqueo- R: Sí, sin duda alguna. Un ejemplo, incorporación de gente logía Clásica, pero llevamos casi tres para dirigir una tesis doctoral hace años peleando para lograr uno en falta tener reconocido un sexenio de joven con nuevas ideas y Arqueología Prehistórica, como tie- investigación. Hombre no, para di- nen más 50 universidades europeas. rigir una tesis doctoral hace falta ser visiones de su disciplina” Y desgraciadamente en las decisio- doctor y tener cabeza, punto. Ese ha nes no se han tenido en cuenta el nú- sido siempre el principio: un doctor mero de alumnos de Doctorado y de puede formar a otro doctor. Y esa es segundo ciclo, la producción de tesis la democracia universitaria. Y ahora anuales y la tradición disciplinar en nos la están sustituyendo por una la propia Complutense donde la Pre- democracia burocrática. Podríamos historia tiene casi 80 años de historia seguir hablando de los sistemas de y ha sido puntera a nivel nacional. selección del profesorado, donde la ser abogado, médico o perito agríco- económico. Ahí queda mucho por ha- Yo estoy seguro de que el Rectorado rigidez de los baremos establecidos la? Pues no. Hay problemas importan- cer y necesitaríamos que buena parte anterior no es consciente del perjui- (con poco criterio en ocasiones) y tes, pero me atrevería decir que como de ese rico patrimonio arqueológico cio que ha causado a la Prehistoria la endogamia a ultranza no permite en cualquier otra. Y sin duda menos estuviera gestionado, controlado y en la Complutense: problemas para siempre elegir a los candidatos con que en otras carreras de Humanida- presentado por expertos arqueólogos. los estudiantes a los que, si no han más méritos y más cualificados. des. Hoy hay muchos jóvenes licen- Sería la única manera de transmitir podido ir a otras universidades, se ciados en empresas de arqueología, buenos mensajes a la sociedad. Ahí les ha condenado a no poder cursar- El problema más grave que tenemos, hay algunas oportunidades en museos habría además un campo interesantí- lo, problemas para la docencia de su desde mi punto de vista, en la univer- y en todo lo relacionado con la ges- simo con muchas conexiones laterales profesorado y para las expectativas sidad actual, es el gran tapón forma- tión del patrimonio arqueológico; es como todo el campo relacionado con de futuro de la disciplina. La razón do, desde hace veinticinco años, para decir, la universidad se ha convertido la conservación y la restauración ar- esgrimida es que hay muchos más- la incorporación de jóvenes. Y la uni- casi en el último reducto, el sector queológicas. teres, sin más. Pero claro, la univer- versidad necesita constantemente la que menos movilidad tiene. Pero hay sidad española es muy corporativa, renovación, la incorporación de gen- oportunidades, cómo no va a haberlas P: Cambiando de registro, ¿cuál y funcionarial. Probablemente la te joven con nuevas ideas y visiones en el país que tiene uno de los Patri- es la noticia arqueológica reciente diferencia más grande que tenemos de su disciplina. Y encima cuando monios arqueológicos más importan- más importante para ti? con las universidades anglosajonas incorpora a alguien muy valioso no te del mundo. Además, tenemos uno R: Bueno, si yo tuviera que elegir algu- es que en éstas hay comités repre- siempre consigue tener procedimien- de los mayores flujos turísticos. Una na noticia, elegiría una de hace poco sentativos que trabajan con datos y tos para retenerlo. realidad que, ligada al Patrimonio, más de un año: la secuenciación del sentido institucional, no que hacen debería generar muchos puestos de genoma neandertal y el descubrir que burocracia como muchas veces se P: ¿Cómo ves el futuro de la ar- trabajo y estoy seguro que esa será la un 4% del mismo esté en nosotros, hace en nuestro caso. Pensar insti- queología en estos tiempos de cri- tendencia, más allá de la crisis que se los humanos modernos. Me parece tucionalmente es muy importante. sis? inició en 2008. Si nos damos cuenta, que es un descubrimiento importante Y pensar institucionalmente es ser R: Pues complicado pero como todo, mantener y preservar el registro ar- porque nos obliga, de alguna manera, generoso, es pensar en lo colectivo ¿no? Cuando alguien me pregunta queológico, una realidad del presente a reflexionar con más humildad so- por encima de lo individual y pen- que si son tiempos para estudiar ar- y una obligación legal y moral para el bre lo que somos, lo que hacemos y sar a largo plazo. En todo caso es- queología con lo difícil que están las futuro, puede ser una realidad de fu- el creernos que somos la coronación pero que en breve sea aprobado el salidas, pues siempre contesto lo mis- turo también desde el punto de vista de la creación bíblica. Nos pone en Master en Arqueología Prehistórica, mo: ¿Son estupendas las salidas para

12 13 Revista Científica Digital Independiente de Arqueología una escala mucho más biológica y muestra cómo el conocimiento es siempre con el mismo tema, y no sa- y sabios (Destino 2008) en una vieja material, y nos obliga también a dar- cada vez más democrático y acce- lir de él, me genera aburrimiento y, edición que conservo, C. Howell El nos cuenta y a mirar al pasado nean- sible y que no hace falta tener títu- sobre todo, falta de estímulo. Pero Hombre Prehistórico (Time-Life 1970), dertal y a la prehistoria anterior a los los para tener una mente despierta. bueno, en lo que he trabajado siem- A. Schulten Historia de Numancia neandertales desde otra perspectiva. Hace un par de años salió la noticia pre ha sido sobre las culturas de fina- (Editorial Barna 1945) y A. García Colin Renfrew (Prehistory, The Ma- de que se había encontrado en la les de la Edad del Bronce, y también Bellido Veinticinco estampas de la Es- king of Human Mind, 2007) proponía cueva sudafricana de Bomblos un de la Edad del Hierro en la península paña Antigua (Espasa Calpe 1967). Y recientemente diferenciar lo que él resto de bloque de ocre con una se- Ibérica, y la cuestión céltica. Y sigo un libro que me marcó especialmen- llama la fase de especiación, que sería rie de incisiones geométricas que po- investigando en ello. Ahora estoy es- te, el de C. Renfrew The Emergence of toda aquella historia desde los prime- drían constatar el grafismo más anti- tudiando el gran oppidum vettón de Civilization (Methuen 1972) que me ros homínidos africanos hasta prác- guo, con una fecha que se ha llevado Ulaca (Ávila) y en otro proyecto, con aconsejó mi director de tesis el Prof. ticamente los neandertales, periodo a cerca de 100.000 años, casi 60.000 el Museo Arqueológico Regional de Almagro Gorbea, me deslumbró y en el cual lo más importante fue la años antes de las primera pinturas la Comunidad de Madrid, un poblado me abrió las puertas a otra arqueolo- evolución biológica; y la fase tectónica, paleolíticas en Europa. Esa noticia carpetano de finales de la Edad del gía, en la que he intentado seguir mi en los últimos 80.000-60.000 años, salió en una de las revistas mundiales Hierro: El Llano de la Horca (Santor- camino. cuando la evolución cultural empezó más famosas y lo que me sorprendió caz, Madrid). Pero hace ya tiempo me a ser más importante que la evolu- es que buscando la noticia dos días di cuenta de que para esto era fun- P: Y ya la última pregunta, ¿qué te ción biológica. La “aceleración” que después de su publicación, la noticia damental saber historiografía, saber parece que te entreviste una nueva hay a partir de todo el simbolismo en inglés ya estaba recogida en mon- cómo se ha trabajado en esos temas. revista de arqueología de la facul- neandertal y un posible lenguaje ar- tones de páginas. En castellano no Y resulta que entre nosotros se ha tad? ticulado entronca a los neandertales encontré ninguna, salvo una, un blog trabajado muy poco la historiografía R: Es un gran honor y lo aprecio mu- (mucho más de lo que pensábamos) de Homorgasmus. Un bloguero español arqueológica. El mero hecho de que cho porque es una iniciativa “desde con los humanos modernos. Ha sido aficionado a la arqueología que había no haya un solo libro de historia de abajo”. El mero hecho de haber crea- un descubrimiento que tiene muchas traducido el texto en inglés, había su- la arqueología española es significa- do una revista es muy importante y lecturas y a muchos niveles. bido unas cuantas fotografías y aña- tivo. Está todo muy desarticulado y revelador de la capacidad, curiosidad dido unos comentarios personales hay que recordar que la historiografía e interés de los estudiantes. Y los es- P: Volviendo a la docencia, ¿hasta acertados. Ahora está desarrollando es descubrir el andamiaje intelectual tudiantes es lo mejor que tiene dedi- qué punto crees que estos nuevos unos chistes arqueológicos fantásti- de cómo sabemos lo que sabemos, carse a la enseñanza, si entendemos descubrimientos se vierten en las cos, que los inauguró con uno a raíz paso indispensable para poder cons- que enseñar es estimular a los alum- clases? de la muerte de Lewis Binford el truir nuevo conocimiento. Es una lí- nos de primer año, orientar a los de R: Siempre hay un vacío y es que es pasado mes de abril. Un chiste que nea menor pero que me interesa mu- los últimos y dirigir trabajos de mas- muy difícil que los hallazgos y las revelaba un conocimiento de la obra cho. Y la tercera línea está un poco ter y, por supuesto, tesis doctorales, investigaciones más recientes vayan binfordiana, una sensibilidad para relacionada: ¿Para qué investigamos? esto último también es enseñar. De- sin ningún desfase de tiempo direc- apreciar su pérdida y su legado, que Si lo hacemos para producir cono- dicarse a la arqueología en la univer- tamente a la enseñanza. Eso es muy no he visto en ninguna revista oficial cimiento histórico, y que éste llegue sidad es extraordinariamente impor- difícil. Yo con lo que me conforma- ni en ninguna institución española cuanto más lejos mejor, eso nos lleva tante, primero, porque los profesores ría es que ese desfase fuera lo más por ahora. Homorgasmus, otra vez, ha a la divulgación. Divulgar es la otra somos los encargados de formar a corto posible. Y siempre creo que sido el primero. Con esto quiero de- cara de la investigación. Es otra ma- todos los arqueólogos, y segundo, debemos tener presente que la pri- cir que hay herramientas en Internet nera diferente de trabajar, de la que se porque hacemos eso con la mejor mera obligación del profesor univer- con las que, sabiéndose manejar, se aprende mucho. Los distintos públi- materia prima posible: los estudian- sitario no es transmitir datos, es sa- pueden realizar cosas que no desa- cos de la arqueología nos enseñan un tes que tienen la ilusión y la energía ber comunicar una conciencia crítica rrolla ninguna institución. montón de cosas. Ahora estoy prepa- que nosotros vamos perdiendo. Qui- sobre los mismos. En la sociedad en rando un libro sobre la arqueología zás no debería ser así pero, al menos la que vivimos, con las posibilidades P: Para ir terminando, una pre- en los museos desde esa perspectiva. a mí, la energía me la dan mis estu- que abre Internet (una biblioteca in- gunta personal: ¿en qué investi- diantes, que me hacen sentir vivo y mensa), hay muchas posibilidades gaciones estás centrado actual- P: ¿Qué libros de arqueología te en ocasiones… ¡hasta útil! Claro que, para encontrar información sobre mente? impactaron cuando eras estudian- como dice mi amiga y colega Marisa los nuevos descubrimientos pero R: Yo siempre hago varias cosas a la te? Ruíz-Gálvez, una cosa es dar clase y claro, hay saber buscar, igual que en vez, lo que significa que puede que R: Había pocas cosas en aquellos otra enseñar; lo primero lo puede ha- Entrevista por: Rafael una biblioteca. Hace poco encontré al final no haga ninguna bien. Pero días, pero recuerdo especialmente los cer todo el mundo, pero lo segundo Millán Pascual y Marta un ejemplo muy divertido que de- para mí esto es estimulante… estar libros de C.W. Ceram , Dioses, tumbas es mucho más complicado. Pérez Hernández

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Trabajos de investigación

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16 17 Asedios en el imperio neoasirio 2011, nº 1, pp. 19-29

LOS ASEDIOS EN EL IMPERIO NEOASIRIO

Fernando Espejel Arroyo Licenciado en Historia (UAM); Máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad (UAM y UCM) [email protected]

Resumen: El ejército asirio durante el I milenio a.C. fue el más temido en todo el Próximo Oriente. A sus muchas cualidades se añadirá en época neoasiria un perfeccionamiento del arte de la poliorcética, consiguiendo de este modo que muy pocas ciudades fuesen capaces de resistir su intervención sin ser arrasadas, con la posterior reorganización de las gentes que esto conllevaba. Abstract: Assyrian army during the 1st millennium was the most fearful in all the Near East. To their many qualities, we can add their improvement on their gift for assaulting cities in Neo- Assyrian period. This way, not so many cities were capable of resisting its military intervention without being devastated and the population reorganized. Palabras Clave: imperio neoasirio, fortificación, asedio, relieve. Key words: neoassyrian empire, fortification, siege, relief.

Introducción tra, aumentan las campañas que terminan con A comienzos del I milenio a.C., los asirios co- el asedio a alguna ciudad enemiga (LIVERANI, mienzan a manejar el hierro y consiguen armar 1995: p. 636). Se trataba de tropas perfectamente un ejército muy superior a cualquier otro. El ejér- organizadas para que el asedio fuese efectivo. La cito neoasirio fue la máquina de guerra más im- primera intención era que la ciudad se rindiese ponente y mejor organizada de la antigüedad. La nada más aparecer su temible ejército, pero si esto capacidad para movilizar los recursos económi- no surte efecto la asedian. Las tropas se encontra- cos y humanos gracias a una férrea disciplina ex- ban muy bien equipadas para llevar a cabo un ase- plica una de las claves de la eficacia de la maqui- dio con un cuerpo de ingenieros, carpinteros, za- naria militar asiria (VILLARD, 1991: p. 42), y que padores y demás especialistas cuya misión era ca- hizo posible una expansión sin precedentes, para var túneles para entrar en la ciudad, levantar ram- lo que cuentan con dos factores claves: el desar- pas de adobe, construir escaleras, torres y arietes, rollo de la poliorcética y su confianza en el ter- intentar derribar las puertas e incluso echar abajo ror que su ejército infundía en el resto de pueb- las murallas (ROUX, 2002: p. 370). Visto esto no los (VV.AA., 2006: p. 185). El arte de los asedios es de extrañar que en la mayoría de las ocasiones a las ciudades fortificadas se conocía desde un el asedio se saldase con éxito y cuya consecuen- momento muy temprano. La primera ciudad for- cia sería el saqueo de la ciudad y la deportación de tificada del mundo fue Jericó en el VII milenio sus habitantes, obteniendo riquezas con la que se- a.C. Aproximadamente, del año 3200-3000 a.C. guir sufragando las conquistas y las grandes con- datan las murallas de Habuba Kabira. Se trata de strucciones, gracias a la mano de obra de los pri- un sistema defensivo compuesto por una muralla sioneros deportados. y un muro delantero, englobando la muralla una superficie de 20 hectáreas con torres y bastiones Fuentes dispuestos en intervalos regulares (SAUVAGE, Para el estudio de los asedios en el mundo neo- 1991: p. 56). Así pues, vemos cómo el arte de ase- asirio nos encontramos con que las batallas son diar ciudades se conoció muy pronto en Orien- un tema frecuente en los anales reales. El prob- te, pero según avanza el milenio las batallas cam- lema es que los anales nos muestran siempre fór- pales son cada vez menos frecuentes y, por con- mulas estereotipadas que no aportan información

18 19 2011, No. 0, pp. 19-29 Asedios en el imperio neoasirio 2011, nº 1, pp. 19-29 detallada sobre estrategias y técnicas de combate. den, sino impedir el avance de máquinas de ase- Los bajorrelieves de los palacios de las grandes dio y obras de zapa, además de proteger a la mu- capitales asirias nos proporcionan una infor- ralla principal de la erosión en su parte inferior mación muy valiosa, realizados la mayoría de las (SÁEZ, 2005: p. 458). veces con un carácter propagandístico para im- Pero me centraré ahora en la descripción de presionar al enemigo de una fuerza irresistible y algunos ejemplos de sistemas defensivos concre- victoriosa, instrumento del dios nacional, Asur, tos para que podamos apreciar estas característi- por medio de su mano en la tierra, el soberano cas. Algunas de las poblaciones con sistemas de- (LIPPOLIS, 2007: p. 79). La información que nos fensivos mejor conocidos son ciudades luvio-ar- aportan los textos y relieves sobre el ejército neo- ameas, y es que, a menudo, los arameos prefer- asirio no tiene parangón con ningún otro ámbito ían defenderse dentro de las murallas de su ciu- cultural del Próximo Oriente. Además, debemos dad antes que presentar oposición en batalla cam- tener en cuenta que ahora la escultura asiria al- pal, algo que obligaba a sus adversarios, los asiri- canza una calidad y un realismo sin precedentes os, en este caso que estamos estudiando, a tomar en el Próximo Oriente. las ciudades una por una si querían acabar con Y cómo no, también contamos con la infor- el reino (DION, 1997: p. 319). Las ciudades lu- mación que nos aportan las excavaciones arque- vio-arameas poseían murallas sencillas o dobles, ológicas, sobre todo para el conocimiento de las construidas en adobe y un entramado de made- características de los recintos amurallados, como ra sobre unos cimientos de piedra y en algunos es el caso de las murallas de Zincirli, excavadas casos un curso de agua formando parte del en- por una misión alemana que mencionaré más ad- tramado defensivo. La piedra y la madera fueron elante, y de algunos objetos concretos obtenidos los dos materiales más empleados en la construc- en ellas como pueden ser las puertas de Balawat ción de fortificaciones. La piedra al ser un ma- o el obelisco negro de Salmanasar III en donde terial muy resistente pero escaso, sólo se utiliza- aparecen imágenes interesantes para nuestro ba en una parte fundamental de la muralla como Fig. 1. Muralla exterior de Sam´al y ciudadela./Ilustración: Yolanda González tema de estudio. eran los cimientos. La madera sería utilizada para realizar el armazón sobre el que apoyaría el ado- Los sistemas defensivos del Próximo be. Es cierto que la madera es un material frágil y, Entre los años 1888 y 1902 una misión alema- do es Guzana, la capital de Bit Bahiani, situada en Oriente en el I milenio por tanto, poco recomendable para una muralla, na integrada por K. Humann, F. Von Luschan, F. un lugar estratégico de comunicación del Medi- En tiempos de guerra la gente acostumbra a re- pero si se calienta y se le aplica un baño de brea Winter y R. Koldewey decide excavar en Sam`al, terráneo con Asiria y Mesopotamia y en un rico fugiarse en las ciudades, las cuales estaban pro- gana mucho en consistencia. Por último tenemos capital del reino arameo de Bit Gabbari, el más espacio agrícola. Fue excavada a partir de 1911 vistas de importantes fortificaciones que con el el adobe, que al ser tan abundante en Mesopota- septentrional de los reinos arameos, y en un lugar por Max Von Oppeheim. Los niveles de la Edad tiempo van mejorando su eficacia, y de ahí que mia constituyó una alternativa a la piedra. El in- de gran riqueza natural. Posiblemente la ciudad del Hierro contaban con una muralla exterior de fuese necesario introducir mejoras en las máqui- conveniente del adobe es que se deteriora bastan- tuviese una base luvita y en un período posteri- forma rectangular que encerraba un recinto de nas y técnicas de asedio. te, lo que obligaría a continuas obras de reforma, or que no podemos precisar se instalarían los ar- 60 hectáreas, en la que se intercalaban numero- En el Próximo Oriente una característica de- y además se deshace con el agua, por lo que no ameos. La misión alemana sacó a la luz una ciu- sas torres fortificadas (CÓRDOBA, 2002: p. 74), fensiva de todos los asentamientos es que se in- permitiría un foso inundado en contacto con la dad de planta circular, de aproximadamente 720 delante de la cual se colocó un foso para dificul- tentaba aprovechar al máximo la orografía del muralla (SÁEZ, 2005: pp. 446-448), algo que era metros de diámetro, delimitada por una mural- tar el acercamiento enemigo. También de época terreno, de ahí que ríos y colinas constituyan muy bien conocido por Pausanias1. Los adobes la doble dotada de tres puertas fortificadas que aramea es la ciudadela, de un área de 5 hectáreas, muchas veces una parte importante de la de- son un material muy bueno para hacer frente a encerraba un espacio de 37 hectáreas. Esta mural- con forma más o menos trapezoidal y situada fensa de la ciudad. Aparte de las murallas pro- los arietes y a los proyectiles de piedra, pues su la exterior de Sam`al tiene una forma redondeada junto al río, accidente geográfico que servía como piamente dichas, en muchas ocasiones éstas es- elasticidad permite absorber los impactos. En y dentro de este recinto, en una posición más o defensa (fig. 1). tán rodeadas por un foso que debido a las cre- cambio, son un lastre a la hora de hacer frente a menos centrada, sobre una colina, se situaba la Tell Afis se encontraba situada en el corazón cidas del Éufrates solían encharcarse a menudo. los túneles que el enemigo podía excavar por de- ciudadela. Se trata de un segundo recinto amural- del reino arameo de Lu´as. Su primera ocupación El agua será un elemento fundamental en el de- bajo de la muralla, ya que resultaba muy fácil re- lado con un único acceso que se encontraba re- data del Calcolítico Tardío (3500-3300 a.C.) y ya sarrollo de los sistemas defensivos próximo-ori- alizar una brecha en el adobe. forzado por otro muro trasversal y provisto de por aquel entonces contaba con una muralla de entales. Además, delante de la muralla con fre- 1 El adobe es más seguro que la piedra contra los una segunda puerta (CÓRDOBA, 2002: p. 67). dos metros de altura, realizada con piedras grue- cuencia se colocaba un pequeño murete que su- golpes de las máquinas de asalto, pues las piedras se rompen y saltan En el interior de la ciudadela nos encontraríamos sas que se disponían a modo de talud sobre el que ponía un obstáculo para todo enemigo que pre- fuera de las junturas, mientras que el adobe no sufre de la misma con más murallas que servirían para defender el se alzaba otra estructura. En el Bronce Medio la manera por la acción de las máquinas, pero se deshace por acción tendiera acercarse a la ciudad. El objetivo de este del agua no menos que la cera por el sol (Pausanias, Descripción de recinto por partes (LIVERANI, 1995: p. 565). ciudad aparece rodeada por una muralla que suf- muro no era presentar una defensa de primer or- Gecia, Libro VIII.8.8). Otra ciudad con recinto fortificado bien conoci- rió diversas modificaciones hasta llegar a alcanzar

20 21 2011, No. 0, pp. 19-29 Asedios en el imperio neoasirio 2011, nº 1, pp. 19-29 los cuatro metros de grosor. Tras el siglo XII se sea el de Jorsabad, una fortaleza trapezoidal situa- inicia un proceso de reurbanización que alcanza da sobre una amplia terraza. Las murallas medían su punto álgido en los siglo X y IX a.C. En la Edad más de un kilómetro y medio de lado y constaba del Hierro II (900-750 a.C.) se construye una gran de siete puertas. En la parte norte una muralla ro- muralla de adobe de tipo “casamata” cuyas estan- deaba la ciudadela. cias se utilizaron como almacenes para tinajas. Hasta ahora todos los casos de sistemas defen- Los asedios en el Imperio Neoasirio sivos vistos pertenecían a ciudades arameas, pero El primer asentamiento amurallado de la humani- pasemos a ver ahora un ejemplo de fortificación dad del que tenemos constancia es el de la ciudad luvita representado por la ciudad de Karkemis, de Jericó en el VII milenio a.C. La construcción para lo cual seguiré el artículo de S. Parra Agua- de las murallas de este asentamiento respondería do sobre la caída de esta ciudad luvita (PARRA, a dos razones fundamentales: 1) como defensa 1999: pp. 319-332). contra las armas arrojadizas (arco y flechas prin- La Karkemis de la Edad del Hierro fue la ca- cipalmente), y 2) como protección de la agricul- beza de un reino luvita, en la que se identific- tura sedentaria que se estaba desarrollando. Alre- aron tres recintos amurallados: la ciudadela; una dedor del 6800 a.C. el poblado sería destruido por muralla exterior muy mal conservada y de la que otro grupo que se hizo con el control del asenta- Fig. 2. Puertas de Balawat.Población fenicia portando tributos conocemos poco; y una muralla interior que con- miento, pero a pesar de que no tenemos eviden- taba con tres puertas de entrada con torreones, cias de destrucción, es muy probable que la toma azoteas para la guardia, plataformas que recorrían de Jericó fuese consecuencia del primer asedio de tarían con fosos, terraplenes, y empalizadas de destruir completamente el muro. Este ariete se todo el sistema amurallado y una salida de emer- la historia (VV.AA, 2006: p. 181). Con el tiem- madera que exigían de la presencia de expertos accionaba desde el interior de la torre mediante gencia, consistente en una cueva en la cara norte po las murallas se fueron haciendo más efectivas, para su construcción. Estas nuevas técnicas hici- un movimiento de péndulo (SAUVAGE, 1991: p. de la muralla cuya entrada se encontraría cerrada pero a la par, las máquinas de asalto fueron me- eron que las ciudades comenzaran a ser rodeadas 61). Con el tiempo el arte de la poliorcética se iría por un gran piedra en tiempos de paz. A pesar del jorando para intentar hacerles frente y los méto- por un foso delantero o pendientes de tierra o perfeccionando y a partir del reinado de Tiglat- mal estado de conservación de las murallas exte- dos de asedio se perfeccionaron durante un lar- piedra, y a continuación murallas dobles o triples Pileser III estas torres-arietes serían más ligeras y riores podemos deducir que éstas se construirían go tiempo que alcanza su punto álgido durante el con torres y con puertas muy poderosas, situán- manejables y comenzaron a cubrirse de pieles sin siguiendo el trazado del terreno. El sistema con- Imperio Neoasirio. dose en la parte más elevada de la ciudad, la ciud- curtir para evitar que ardiesen por el fuego lanza- structivo consistía en un terraplén de tierra que se El método más antiguo de asalto a una ciu- adela. También fueron utilizadas flechas incendi- do por el enemigo. Algunos arietes podrían tener elevaba sobre el nivel de edificación y, sobre este, dad fue el empleo de escalas para llegar a la par- arias para tratar de evitar el avance de torres y ari- formas de animales, como elefantes, tal y como la muralla formada por dos lienzos paralelos, for- te superior de la muralla. También debió ser una etes (VV.AA, 2006: pp. 184-185). Estos avances podemos extraer de algunos relieves o de las mando un sistema muy similar al de Sam´al. A técnica antigua intentar socavar los cimientos de defensivos hacían del asedio a una ciudad amural- puertas de Balawat2, una ciudad que se encuentra su vez, para aumentar su eficacia, se construirían la muralla. A comienzos del II milenio tenemos lada una tarea agotadora y que en multitud de oc- a un día de camino al noreste de Nimrud, cuyas torres en puntos estratégicos con varias puertas atestiguado en los textos de Mari el empleo en asiones no llegaba a buen puerto, pero esto em- famosas puertas fueron realizadas en madera de que defendían el acceso a la ciudad. Debido al Mesopotamia central y septentrional de rampas pezaría a cambiar con los asirios. cedro con bandas de bronce con una altura que mal estado de las murallas es muy difícil datarlas de ataque, cuyo tamaño podría alcanzar los 240 La primera representación de un ariete que alcanzaría los seis u ocho metros aproximada- con precisión y no sabemos si serían estas mural- metros de largo y 22 de alto, de arietes y de tor- conocemos proviene de un palacio de Assur- mente. Las murallas de Balawat encierran las 64 las u otras con las que se encontró Sargón II cu- res de asedio con arietes (SAUVAGE, 1991: pp. nasirpal II en Nimrud y lo podemos datar en hectáreas de lo que debió ser un centro provincial ando la tomó. 60-61). la primera mitad del siglo IX, en donde junto a de gran tamaño situado en un lugar estratégico. Para terminar con el apartado de los siste- Tal y como nos muestra un texto hitita de me- los arietes aparecen torres de asedio que pueden Cuando las puertas fueron descubiertas por Hor- mas defensivos en el I milenio a.C. veremos muy diados del II milenio, en donde se nos indica la ser fijas o móviles, ambas con un cuerpo ma- muz Rassam en el año 1878, la madera se había brevemente cómo eran las defensas de las ciu- construcción de un ariete “a la manera hurrita”, cizo (SAUVAGE, 1991: p. 61). Las torres esta- podrido. En la cara externa de las puertas fueron dades neoasirias, caracterizadas por un doble re- este arma sería una invención hurrita, aunque ar- ban compuestas en ocasiones por un ariete y en incluidas ocho bandas de bronce con gran var- cinto amurallado delante del cual se construía un queológicamente esto no está atestiguado. En otras incluso dos y, en cuanto a sus medidas, se iedad de detalles. En el registro superior de una foso. Asur se encuentra enclavada sobre un prom- este mismo texto también se menciona la impor- ha estimado su longitud entre cuatro y seis met- de las bandas aparece el rey Salmanasar III reci- ontorio rocoso dominando el Tigris. En el II mi- tancia del carro durante las maniobras del asedio. ros y su altura entre los cinco y seis metros. Las biendo tributo de las ciudades de Tiro y Sidón, lenio a.C. Tukulti Ninurta I construirá una for- Máquinas de asedio torres eran de madera recubiertas con protecto- dos ricos puertos comerciales fenicios de la costa tificación rodeada por un foso de 20 metros de La primera vez que encontramos atestiguado res, mientras que el o los arietes, terminaban en Mediterránea, y en donde podemos apreciar a la largo. Ya en el I milenio a.C., Salmanasar III con- la presencia de máquinas es en el asedio realizado una cabeza de lanza de grandes dimensiones en población fenicia gracias a sus gorros puntiagu- struirá un muro exterior paralelo al foso para en- por Samsi Adad a Nurrugum, para el que según forma de cono, probablemente de metal, y cuya dos característicos (fig. 2). En el registro inferior globar el karum de los mercaderes (SAUVAGE, las crónicas empleó arietes y torres. A finales del función era clavarse entre las hileras de ladrillo de esta misma banda está representado el ataque 1991: p. 59). Pero quizás el caso mejor conocido XIX a.C. los arietes y las torres se complemen- de la muralla para intentar descarnarla e incluso 2 Pueden verse en URL www.britishmuseum.org

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de los asediados; además estos segundos en cual- 3. Superar los muros, abriendo una brecha a quier momento podían contar con ayuda del ex- través de ellos con la ayuda de arietes. terior. Un caso de asedio pasivo es el que sufrió la ciudad de Samaria, resistiendo durante tres años Un caso de utilización de todas estas técni- a las tropas asirias para terminar cayendo en el cas juntas nos lo ofrece Senaquerib en la de- 721 a.C. Vemos pues, que se trataba de una tarea scripción que hace de su campaña contra un tal enormemente costosa, que incluso si la ciudad se Hazaqiya´ou rey del país de Ya´oudou (SÁEZ, encontraba bien abastecida podría resultar inútil. 2004-2005: p. 30). Fue para reducir los tiempos de asedio e intentar Sobre el desarrollo de un asedio C. Lippolis equilibrar la ventaja de los defensores parapeta- (2007: pp. 79-94) realiza un estudio de los mis- Fig. 3. Puertas de Balawat. Ejército asirio atacando la ciudad de Hazazu dos tras sus murallas, para lo que surgieron las mos a través de los ortostatos 35-43 de la Sala primeras máquinas de asedio. V del Palacio Suroeste de Nínive. Poco antes de asirio a la ciudad Siria de Hazazu, la cual está ar- al siglo VI a.C. Polieno nos habla de la utilización b) El ataque a la muralla por todos los me- la invasión de Iraq en una exposición fotográfi- diendo por el fuego y los prisioneros son llevados de catapultas por parte de Cambises en su cam- dios. Los relieves asirios nos presentan el fuego ca realizada en Torino en 2002 se proponía una ante el rey (fig. 3). paña en Egipto ya en el último tercio del siglo VI de honderos y arqueros mientras que intentan reconstrucción a tamaño natural de la escena de En una escena de asedio de Tiglat Pileser III a.C.4 Pero nuevamente, esto no está confirmado asaltar la muralla bajo los golpes del enemigo me- asedio representada en los mencionados ortosta- procedente de Nimrud aparece representado un arqueológicamente. No existe ninguna evidencia diante arietes, escaleras o torres que se desplaza- tos. Esta escena pertenece a un único episodio ariete móvil. Es muy probable que este relieve clara de la existencia de máquinas capaces de lan- ban por las rampas que el cuerpo de ingenieros bélico articulado en tres momentos: el tema prin- nos esté narrando el asedio a la ciudad turca de zar proyectiles antes de la puesta en marcha del construiría. No tenemos atestiguados un cuerpo cipal del primer bloque es el asedio a una ciudad; Upa, pero esto es algo de lo que no podemos es- gastraphetes ideado por Dionisio el Viejo en Siracu- de ingenieros, pero a la luz de escenas como las el segundo bloque narra la toma de prisioneros tar seguros, ya que gran parte de la inscripción de sa (SÁEZ, 2004-2005: pp. 26-27). de un relieve de la Sala V del Palacio Suroeste de y botín y, en el tercero aparece representado el la parte inferior fue eliminada por el excavador en Preparación y desarrollo de un asedio en el Nínive en donde aparece un soldado con túni- campamento asirio. Desgraciadamente, en el cen- el siglo XIX para reducir su peso. Imperio Neoasirio ca corta y un escudo intentando abrir una bre- tro del relieve tenemos una gran brecha que tan Los arietes, a veces dobles, se utilizaban para El asedio era un elemento trágico y así se pu- cha en la muralla, hace que la mayoría de los au- sólo nos deja ver la base, pero es muy probable intentar derribar la muralla, pero en ocasiones las ede apreciar en la Biblia en un relato metafórico tores se inclinen a pensar que debería existir un que represente la escena descrita. Parece que este torres con arietes eran utilizadas como platafor- de una plaga de langostas como si se tratase de cuerpo de ingeniería civil, indispensable durante episodio narrado en los ortostatos 35-43 haría mas móviles desde las que los arqueros podían un asedio y la posterior conquista de la ciudad5. los asedios para la construcción de puentes, cami- referencia a alguna de las ciudades asediadas du- disparar desde distancias cortas. Cuando una de Los asirios perfeccionaron las técnicas de asedio nos, máquinas de asedio, terraplenes y demás ar- rante la segunda campaña de Senaquerib al este estas torres era atacada por una flecha incendiar- combinando diversos métodos simultáneos de timañas para intentar la demolición de la muralla del Tigris. La escena de asedio se desarrolla en ia enemiga había un soldado con la única misión asalto. Así pues, si seguimos a C. Lippolis (2007: y asaltar una ciudad fortificada. En muchas oca- un terreno montañoso. Muy probablemente un de apagar el fuego. También podía darse el caso pp. 84-85), existirían dos opciones para tomar siones, para abrir una brecha en la muralla se cav- valle atravesado por un río lleno de peces. Gra- de que los asirios construyeran rampas de adobe una ciudad. aba un agujero en la base de la muralla lo sufi- cias al río podemos suponer el orden de lectura sobre las que se realizaba un camino de madera a) El asedio pasivo, o el cerco y el aislamien- cientemente grande como para que cogiesen las del relieve, de izquierda a derecha, pues las ondas por el que desplazaban la torre-ariete. Cuando to de una ciudad con el fin de que no fuera po- tropas. A medida que el túnel se iba ampliando del agua del río nos indicarían que fluyen en esa las torres estaban cerca de las murallas se utiliza- sible su aprovisionamiento externo. Esta táctica se reforzaba con vigas de madera para posterior- dirección y además es en donde se concentran un ban escalas. sólo era utilizada contra una ciudad provista de mente, una vez concluido, provocar un incendio mayor número de peces. Sobre la existencia o no de máquinas que lan- un muy buen sistema defensivo, si bien es cierto que afectase a la muralla. Resulta evidente que la Los ortostatos 37 y 38 nos describen el ataque zasen proyectiles no tenemos nada seguro. Según que se empleaban todo tipo de trucos para de- demolición de una muralla, abrir una brecha en la a la muralla, y a pesar de que en la parte central nos narra la Biblia3, el rey de Judea Ozías, ya en salentar a la gente y deshabilitar su resistencia base de la fortificación y aplicar el fuego era una vemos dos filas de arqueros, estos nunca trataban el siglo VIII a.C. reforzó las defensas de la ciudad para intentar reducir el largo tiempo que requería misión reservada a un cuerpo especial del ejérci- de asaltar una muralla. Para el asalto y subir por con piezas de artillería para que se colocasen so- una operación militar de este tipo. Se trataba de to. A pesar de que los textos no nos hablen de el- las paredes de la muralla mediante escalas ya está bre la muralla y así poder hacer frente al ejército una táctica arriesgada y costosa, puesto que las los debieron existir zapadores. otra unidad del ejército. Tras soldados y arque- asirio. Esta información que nos aporta la Bib- tropas de asedio se exponían a la salida y ataques ros se encuentra la ciudad protegida por los de- lia hay que tomarla con mucha cautela, puesto 4 Cambises sitiaba Pelusio. Los egipcios resistían Según R. Sáez Abad (2004-2005: pp. 29-30), cu- fensores. Mientras que las paredes de la muralla que no tenemos ningún testimonio arqueológico finalmente: cerrando los accesos de Egipto y, acercando muchas ando los asirios se encontraban ante una muralla son escaladas por los atacantes, los defensores les máquinas disparaban catapultas de largo alcance, piedras y fuego ni otra fuente escrita que nos lo confirme. Según (Polieno, Estratagemas, VII.9). podían llevar a cabo tres métodos diferentes de lanzaban dardos, piedras, flechas incendiarias y Plinio (7.201) las primeras piezas de artillería se 5 Corren como bravos, como guerreros escalan; tomarla utilizando todos los recursos vistos: antorchas. Torres y arietes no aparecen represen- remontarían al Próximo Oriente, concretamente cada uno va por su camino, y no intercambian su ruta. Nadie tropieza 1. Superar los muros por su parte inferior por tados en los ortostatos objeto de estudio de Lip- con su vecino, van cada cual por su calzada; a través de los dardos medio del minado. polis, tal vez sólo en el ortostato 45 se represente 3 Hizo construir en Jerusalén ingenios inventados arremeten sin romper la formación. Sobre la ciudad se precipitan, por expertos para colocarlos sobre las torres y los ángulos y para corren por la muralla, hasta las casas suben, a través de las ventanas 2. Superar sus muros por la parte superior con una máquina de guerra, pero no podemos saberlo arrojar saetas y grandes piedras (Crónicas, II.26.15) entran como ladrones (Joel, 2.7-9). escalas o torres de asedio. con precisión debido a su mal estado de conser-

24 25 2011, No. 0, pp. 19-29 Asedios en el imperio neoasirio 2011, nº 1, pp. 19-29 vación. En el ortostato 37 aparece una inscrip- de la escena de asedio que se nos está narrando. El tenemos información de las campañas y conquis- zar las trece y con un número de personas movi- ción de tres líneas que nos permitiría identificar campamento aparece representado desde lo alto, tas del rey. Deportaciones y consecución de botín lizadas de alrededor de las 12.900 personas. Esta la escena si no estuviese muy dañada, aunque es decir, a vista de pájaro, con una forma elíptica y están atestiguados en inscripciones reales, cróni- cifra no hará sino aumentar con sus sucesores, así, Lippolis se atreve a reconstituir la inscripción de rodeado por una muralla con torres. En su interi- cas, textos administrativos, relieves palaciales, etc. con Tiglat-pileser III tenemos treinta y siete de- la siguiente manera: [La ciudad de Aranz]ias / yo or, una banda central interpretada como un muro En los anales de Senaquerib se relata que en su portaciones y un número de desplazados que al- asedié, yo conquisté / yo conseguí botín. lo divide en dos sectores y contiene una inscrip- campaña hacia Siria-Palestina obtuvo 200.150 canza las 370.000 personas. Si bien será durante el El problema es que el topónimo Aranzias nun- ción que dice “Campamento de Senaquerib, rey de prisioneros entre los que se encontraban hom- reinado de Senaquerib cuando se alcance el punto ca aparece en los anales de Senaquerib, aunque sí Asiria”. En la mitad inferior del campamento apa- bres y mujeres, pequeños y grandes, pero apar- máximo de número de personas desplazadas, al- está atestiguado con Sargón II. recen las tiendas de los soldados asirios, con per- te de estas personas, también obtuvo como botín canzando la friolera de 400.000 deportados, dis- En el relieve, la ciudad no ocupa una posición sonas ocupadas en tareas internas. En la parte su- caballos, mulas, asnos y demás animales. Gracias minuyendo considerablemente dicha cifra en los central de la narración, la lectura de la escena está perior del campamento, a la izquierda nos encon- a la toma de Jerusalén consiguió llevar a Nínive reinados de los dos últimos monarcas neoasirios, bastante clara. Fijándonos en los aspectos artísti- tramos con dos oficiantes imberbes, que nos hace treinta talentos de oro, ochocientos talentos de Asarhadon y Asurbanipal (FAIVRE, 1991: p. 71). cos, vemos que los soldados enemigos que están pensar que posiblemente se trataría de dos sacer- plata, grandes bloques de cornalina, marfil, éba- La suerte de los prisioneros deportados pa- sobre la muralla de Aranzias están representados dotes, junto a una mesa de ofrendas, dos banderas no, animales y todo tipo de cosas de las más di- rece haber sido muy diversa. Muchos de ellos a la misma escala, con un escudo rectangular y que representan dragones y un carro sin tiro. Jun- versas (LIVERANI, 2004: p. 177). serían asentados en tierras agrícolas, otros serían una lanza o un arco y flechas; en cambio, otros to a ellos, aparece un asistente preparando un chi- Ya desde el tercer milenio a.C. una de las con- entregados como ofrendas al templo, algunos aparecen representados con un escudo y un bra- vo para un sacrificio. A continuación, en dirección secuencias de la actividad de la guerra era el pil- entrarían a formar parte del ejército neoasirio, zo levantado en el acto de tirar una piedra. En- opuesta, observamos un camello y cuatro oficia- laje y la deportación, aunque será en época neoa- mientras que otros serían utilizados como arte- tre los defensores ningún personaje lleva casco y les asirios en pie frente a la tienda más grande del siria cuando las deportaciones alcancen su cénit, sanos o en la construcción de las nuevas capital- sus ropas son simples, con mangas cortas y sin campamento y que presumiblemente se trataría siendo utilizadas por los monarcas asirios den- es, ya que la escasez de mano de obra debió ser ningún tipo de protección, con un peinado y bar- de la tienda del rey, aunque este no aparece repre- tro de una muy bien planificada estrategia para la uno de los mayores problemas a los que debieron ba puntiaguda que son característicos de las po- sentado. Para Lippolis es muy probable que rey y construcción de un imperio de unas magnitudes hacer frente los monarcas si querían llevar a cabo blaciones de los Zagros. La superioridad de Asi- campamento constituyeran dos unidades narrati- hasta ahora desconocidas. Si nos fijamos en las grandes programas constructivos, tal y como nos ria queda patente en la variedad de arqueros, en el vas distintas y autónomas, representando el cam- inscripciones reales asirias, vemos que las con- muestra una carta de un tal Asur-dur-paniya, ante avance coordinado de los soldados, en las escal- pamento un elemento de gran importancia narra- secuencias de una conquista eran terribles para la petición realizada por Sargón II de que le envíe eras y en los escudos atravesados por las flechas. tiva en los relieves. la zona tomada: las ciudades eran destruidas, las obreros para la realización de Dur Sarrukin (LIV- En la parte central y arrodillado en la tierra, El registro inferior es una escena más lenta aldeas rurales con sus cosechas eran incendia- ERANI, 1995: pp. 720-721). delante de los soldados asirios, se vislumbra un y solemne en la que aparece el desfile de pri- das acabándose con la agricultura y ganadería de Aparte de ser una buena mano de obra, con personaje que sería un arquero auxiliar con un sioneros (hombres, mujeres, niños y animales) la zona, y en cuanto a los habitantes, una parte las deportaciones también se pretendía arrancar a gorro o turbante. El elemento étnico extranjero que son conducidos hacia el campamento asirio. serían asesinados y otra deportados (LIVERA- ese pueblo de sus raíces y su cultura para que no dentro del ejército asume con el tiempo una may- Esta escena de prisioneros es una constante en NI, 2004: p. 177). Se utiliza la deportación como tuvieran conciencia de su identidad y así poder or importancia. En los relieves más antiguos el todos los relieves de asedios, con un importante un instrumento de dominación (FAIVRE, 1991: evitar futuras revueltas. número de soldados nativos asirios constituían la valor narrativo e ideológico, pues no debemos p. 71). Las guerras de conquista contribuyeron a mayor parte de las tropas, mientras que a partir de olvidar el carácter propagandístico de los mis- enriquecer al estado asirio, unas guerras que le El asedio de Laquis los siglos VIII y VII a.C. los relieves nos muestran mos, asumiendo el carácter de una guerra psi- suministraban al monarca la mano de obra nece- Durante el reinado de Senaquerib los esfuerzos un mayor número de soldados auxiliares que, de- cológica contra los opositores al Imperio. Pero saria para los trabajos agrícolas, soldados para el se dirigieron hacia el Mediterráneo y Babilonia, bido a su vestimenta y armas diferentes, podemos no en todas las ocasiones la población derrota- ejército u obreros para llevar a cabo los grandes lugares en los que tras la muerte de su padre suponer que se trataría de extranjeros. da tenía la suerte, o la desgracia, según se mire, programas constructivos. Pero a la vez, los ben- Sargón II, se habían producido una serie de re- Los ortostatos 40, 41 y 42, prácticamente han de ser desplazados a otra zona. En muchas oca- eficios de la guerra no sólo favorecían al monar- vueltas. En la zona de Siria-Palestina, se produjo desaparecido. Gracias a las excavaciones de fina- siones vemos como los prisioneros son empala- ca, también proveían al país de Asiria de toda una la intromisión del monarca egipcio, el cual con- les del siglo XIX conocemos al menos la parte in- dos a las puertas de la ciudad, como muestra de serie de ingresos que fomentaban su prosperi- siguió convencer a los reyes de las ciudades de ferior, lo que parecen ser los pies de algunas figu- los asirios de infundir terror entre sus enemigos. dad, puesto que el rey insuflaba los bienes ob- Sidón, Ascalón, Judá y a los habitantes de la ciu- ras que tal vez serían los pies y piernas de los pri- También encontramos en algunos relieves a sol- tenidos en el botín de guerra en el mercado, con dad de Ekron, para que dejasen de pagar tribu- sioneros, los soldados asirios y las patas de los ca- dados asirios cortando la cabeza de enemigos, lo que incluso la gente menos pudiente podría to al monarca asirio (ROUX, 2002: pp. 343-344). ballos en su marcha hacia la izquierda de la esce- ya que éste sería el método para contar las vícti- comprar productos que hasta entonces se en- Ezequías, nuevo rey de Judá decidió acabar con el na. Afortunadamente el ortostato 43 se encuentra mas provocadas en el bando enemigo. contraban fuera de sus capacidades económicas tributo que hasta ese momento venía ofreciendo mucho mejor conservado y nos reporta una inte- (KUHTR, 2001: p. 162). a Asiria y emprender una política expansionista resantísima información sobre el campamento de Las consecuencias del asedio: Con Asur-dan II tenemos atestiguadas dos atacando a las ciudades vecinas y estrechando las Senaquerib. En este ortostato tenemos un grupo deportaciones y botín deportaciones y con Adad-nirari II una deport- relaciones, primero, con Egipto y, más tarde, con de personas que se dirigen al interior del campa- La principal fuente para nuestro conocimiento de ación. Será con Asurnasirpal II cuando el número Babilonia. Esta política antiasiria culminó con la mento asirio fortificado y debe escenificar el final las deportaciones son los anales reales, en los que de estas aumente sobremanera llegando a alcan- construcción en Jerusalén de unas fortificaciones

26 27 2011, No. 0, pp. 19-29 Asedios en el imperio neoasirio 2011, nº 1, pp. 19-29 y un sistema hidráulico que le permitiera resistir parece que no está atestiguado, sabemos que los ROUX, G.; Mesopotamia. Historia política, económica un futuro asedio asirio, completando esto, con la defensores también podían lanzar a los atacantes y cultural, Akal, Madrid, 2002. construcción de la ciudadela de Ramat Rahel y aceite hirviendo, pero como veíamos anterior- SÁEZ ABAD, R.; “Técnicas bélicas del mundo otras varias por todo el país. Visto esto, no nos mente, para evitar que el ariete saliese ardiendo antiguo 3000 a.C.- 500 d.C.: equipamiento, puede impresionar que los vecinos de Ezequías ante estos ataques, dentro de él iría una perso- técnicas y tácticas de combate”, Espacio, tiempo se sintiesen amenazados y pidiesen la interven- na encargada de apagar el fuego accionando una y Forma, Serie II, Historia Antigua, Madrid-Lis- ción del monarca asirio (LIVERANI, 2004: p. especie de cuchara que echa agua (SAUVAGE, boa, 2004-2005, pp.13-33. 176). Lógicamente, la reacción de Senaquerib no 1991: p. 62). __; La poliorcética en el mundo antiguo, Tesis doctor- se hizo esperar y su expedición la tenemos relata- Los hechos narrados en el relieve de la Sala al, Universidad Complutense de Madrid, Ma- da en el libro de los Reyes (2 Reyes, 18-19) y en XXXVI del palacio de Nínive tienen su equiva- drid, 2005. los anales de Senaquerib. En primer lugar, con- lencia en las excavaciones arqueológicas, ya que SAUVAGE, M.; “Le siege des villes fortifiees”, siguió expulsar a Lüle, rey de Sidón, a quien no en el nivel III de tell el-Duweir encontramos ates- Les Dossiers d´Archéologie, nº 160, 1991, pp. 56- le quedó más remedio que huir hacia la isla de tiguado una doble fortificación con torres rect- 63. Chipre. El rey de Ascalón, Sidka, fue derrotado angulares y una gruesa capa de bloques de piedra VILLARD, P.; “L´armée Neó-Assyriene”, Les y trasladado a Asiria, mientras que la ciudad de apilados sobre la ladera del tell, que podrían ser Dossiers d´Archéologie, nº 160, 1991, pp. 42-47. Ekron, que había recibido la ayuda del ejército los restos de una rampa de asalto asiria. VV.AA.; Técnicas bélicas del mundo antiguo 3000 a.C.- egipcio también fue derrotada. Para asegurarse la Según Liverani, la intervención de Senaquerib 500 d.C.: equipamiento, técnicas y tácticas de combate, fidelidad de estos territorios rebeldes Senaquerib en el reino de Judá resultó favorable a los intere- Libsa, Madrid-Lisboa, 2006. decidirá poner al frente de ellos a príncipes filoa- ses asirios, pero no fue decisiva. Aunque sí que es sirios. Tras controlar esta zona, Senaquerib se dis- cierto que el ejército egipcio que había acudido a puso a atacar el reino de Judá, en el que se encon- prestar ayuda a las ciudades de la costa fenicia re- traba Laquis. La conquista de ésta es famosa por sultó derrotado en la batalla campal de Elteque y el relieve procedente de la Sala XXXVI del pala- que reyes filoasirios fueron puestos al frente del cio Suroeste de Nínive que actualmente se puede gobierno en las ciudades filisteas que se habían visitar en el British Museum y que se corresponde rebelado. con la topografía del nivel III de Laquis. Como hemos ido viendo a lo largo del trabajo, BIBLIOGRAFÍA los bajorrelieves asirios nos describen el empleo CÓRDOBA, J.Mª; “Los reinos luvitas de la Edad de torres, arietes, rampas, túneles, etc., en los que del Hierro y el proyecto Tell Afis”, Cuadernos se nos describen las tácticas utilizadas durante un del Seminario Walter Andrae, nº 5, 2002, pp. 59- asedio. Probablemente, el más impresionante de 89. estos relieves es el que nos narra la toma de la ci- DION, P. E.; Les araméens à l´Age du Fer: histoire po- udad de Laquis en el año 721 a manos de Sena- litique et structures sociales, Études bibliques, Pa- querib. En el relieve nos encontramos a la ciudad ris, 1997. colocada sobre un montículo y defendida por una FAIVRE, X.; “Deportations et butin”, Les Dos- doble muralla. En el relieve apreciamos como los siers d´Archéologie, nº 160, 1991, pp. 70-75. asirios han construido una serie de rampas que KUHRT, A.; El Oriente Próximo en la antigüedad (c. presumiblemente se encontrarían recubiertas de 3000-330 a.C.), Crítica, Barcelona, 2001. madera, para permitir que los arietes pudiesen lle- LIPPOLIS, C.; “L´esercito di Sennacherib ne- gar hasta los muros de la fortificación, mientras gli assedi della suite regale del palazzo sen- que a la vez se produciría el ataque de los arqu- za eguali”, en Ninive. Il palazzo senza eguali di eros, cuya protección consistía en un escudo re- Sennacherib (ed. C. Lippolis), Silvana editoriale, dondo. Algunos de los cuales avanzan en pareja, Milán, 2007, pp. 79-94. pues mientras uno dispara el otro sostiene el es- LIVERANI, M.; El Antiguo Oriente. Historia, socie- cudo para protegerle (SAUVAGE, 1991: p. 62). dad y economía, Crítica, Barcelona, 1995. Por su parte, los sitiados trataban de defend- __; Más allá de la Biblia, historia antigua de Israel, erse desde las murallas con arcos y hondas lan- Barcelona, Crítica, 2004. zando a los soldados asirios todo tipo de proyec- PARRA AGUADO, S.; “La caída de Karkemis”, tiles, desde antorchas destinadas a prender fuego Isimu, nº 2, 1999, pp. 319-332. los arietes, piedras y hasta una rueda de un car- READE, J.; Assyrian sculpture, British Museum ro. Aunque en este relieve de la toma de Laquis Press, Londres, 1983.

28 29 Los turmogos 2011, nº 1, pp. 31-40

LOS TURMOGOS REVISIÓN DE UNA ETNIA POCO CONOCIDA DEL NORTE

Marta Francés Negro Licenciada en Humanidades (UBU); Máster Universitario de Historia y Ciencias de la Antigüedad (UAM y UCM) [email protected]

Resumen: El pueblo celtíbero estaba conformado por una multitud de gentes y etnias. De algu- nos de ellos conservamos noticias gracias a los escritos de autores griegos o romanos. Éstos en sus obras nos describieron algunas de sus costumbres, poblados o personajes. Sin embargo, no todos fueron tratados del mismo modo, a algunos de ellos sólo podemos conocerlos por medio de los restos arqueológicos que se han conservado hasta nuestros días. Este es el caso de los tur- mogos. Abstract: The Celtiberians were shaped by a variety of peoples and etnias. News about some of them remain thanks to Greek authors and especially Roman that wrote about his customs. Nevertheless, they were not treated equally, and the references are scanty, some of them can be studied only through the archaeological remains. Example of this are the Turmogos. Palabras clave: Hispania prerromana, celtíberos, turmogos, fuentes escritas, arqueología. Key words: Pre-Roman Hispania, Celtiberians, Turmogos, written sources, archaeology.

Introducción corporar la información que los yacimientos ar- En la Península Ibérica se encuentra un variado queológicos pueden aportar. abanico de pueblos que habitaron el territorio. Algunos de ellos son conocidos desde antiguo, Primeras noticias gracias a los restos de distintos tipos que se han Para comenzar, y poder entender las dificultades conservado. Sin embargo, existen otros de los cu- con las que en ocasiones se encuentra el investiga- ales las noticias que se conservan son escasas y la dor, es inevitable hacer una referencia a las fuen- labor de investigación se vuelve aún más compli- tes con las que se cuenta, entre los que se señalan cada. En este artículo se pretende un acercamien- a Polibio, Ptolomeo o Estrabón. De ellos poco se to a un pueblo norteño en mucho olvidado, los ha conservado en referencia a los turmogos, algu- turmogos. De ellos poco se puede decir: algunas nas anotaciones sueltas y sin relevancia. Además noticias romanas y algunos rastros arqueológicos, de la escasez, se debe tener en cuenta el enfoque con ello sólo se consigue una visión muy super- de éstos a la hora de realizar sus escritos: ¿una ficial. visión objetiva y rigurosa de las costumbres? La Uno de los grandes problemas que encontra- respuesta es claramente negativa. Lo que se pre- mos a la hora de estudiar a los turmogos es la fal- tendía era ensalzar las victorias del Imperio y sus ta de información. Pocos son los estudios y tra- conquistas y por ello describen con mayor pro- bajos destinados a ellos, lo que dificulta mucho fundidad los enemigos más difíciles o las victo- la elaboración de un escrito que los describa cor- rias más importantes1. Además del hecho de que rectamente. Por ello, nos vemos en la obligación las noticias son emanadas de un observador ex- de acudir a autores que trabajan sobre los pueb- terno a la cultura que describe, quien, para mejor los vecinos para intentar extrapolar costumbres, 1 […] los registros de la vieja y nueva situación se modos de población, economía…; en este caso, contraponen e integran en un esquema explicativo que tiene como meta ideológica final presentar la intervención y gestión romana como una son los Vacceos y Autrigones quienes mayor in- tarea ineludible de pacificación, […] (SAYA ABENGOCHEA, formación aportan. Además, trataremos de in- 1999: p. 153).

30 31 2011, nº 1, pp. 31-40 Los turmogos 2011, nº 1, pp. 31-40 entendimiento de sus lectores, “traducirá” lo ob- los celtíberos con cuatro pueblos, entre los cuales fueron imidades: Alantule, Alba, Suestatio, Belegia, Sobo- servado a parámetros entendibles para ellos. Pero famosos los numantini. De las diecisiete ciudades de los En estos fragmentos podemos observar una aco- brica, Antequia, Virouesca, Deobrigula, Segisamone, parece que ese no fue el caso turmogo: bien por vaccei destacan las de los intercatienses, palantini, laco- tación espacial del territorio. Además nos propor- Pisoraca, Ambisna, Lacobriga, Biminatium… su debilidad militar, bien por un pacto temprano, brigenses y caucense […] ciona los nombres de las poblaciones, suponemos IV.42 (SOLANA SÁINZ, 1973: p. 16). su presencia es casi inexistente. Por todo ello, a (SOLANA SÁINZ, 1973: p. 14). que las más relevantes, y sus coordenadas, lo que la hora de emplear estos textos como fuentes de ayuda en la identificación de las mismas. Por ello se observa cómo aún algunos de los estudio, siempre se debe tener presente la consa- Aquí vemos cómo Plinio da una nueva adscrip- En Floro podemos ver varias referencias a nombres son reconocidos, aunque sea copia de bida crítica, necesaria siempre, y que en estos ca- ción al poblado de Segisamo, a los turmodo- Hispania y los pueblos que en ella habitan, así épocas anteriores. sos ayudan a comprender mejor el mosaico cul- gi, pueblo al que posteriormente mantendrá su como descripciones de los combates y las luchas Las limitaciones son claras, se presentan úni- tural presentado por los escritores. En palabras pertenencia. que tuvieron lugar, tanto entre las propias etnias camente descripciones de ámbito geográfico que del profesor Solana Sáinz: En Estrabón, en Geographica (III.3.3) dice: como entre estas contra Roma. además tampoco permiten una identificación El conocimiento que se puede tener de los antiguos Al norte del Tajo está Lusitania, la tribu más El primero en iniciar la rebelión, el más enérgico y per- completa de la superficie total que pudieron pueblos prerromanos del norte de la Península a través grande de las tribus ibéricas, que fue combatida por tinaz fue el de los cántabros, que, no contentos con de- habitar. Por lo que a la hora de elaborar un estu- de las fuentes de los clásicos es muy parcial, pues de al- los romanos mucho tiempo. El lado sur de Lusitania fender su libertad, pretendían incluso imponer su do- dio las indicaciones con las que se cuentan son gunos, en este caso los turmogos, apenas se hace alusión lo forma el Tajo: el lado oeste y norte, el Océano; el minio a sus vecinos y hostigaban con frecuentes incur- insuficientes. (SOLANA SÁINZ, 1973: p. 13). lado este, los carpetanos, vettones, vacceos y callaicos, siones a los vacceos, turmogos y autrigones. De todos estos ejemplos se desprende otra que son tribus bien conocidas. Las demás tribus no Floro, II.33.47-48 problemática: ¿cómo se llamaban realmente: En el campo que nos ocupa, y como ya se ha hacen falta mencionarlas por ser pequeñas y de poca murbogos, turmodigi, turmogos, curgonii…? En mencionado anteriormente, son pocas las refer- importancia. Contra éstos (los cántabros), pues, ya que pregonaban los textos anteriores se pueden observar variadas encias directas que se hacen sobre los turmogos. que iban a actuar más contundentemente, no envió una nomenclaturas, que no hacen sino complicar más La mayoría corresponden a una simple delimit- Con este fragmento queda patente la poca rele- expedición, sino que se hizo cargo de ella él mismo (Au- el estudio. El nombre que se les da actualmente, ación del área o situación con respecto a otros y vancia que cobró el pueblo Turmogo; esto pudo gusto). Llegó personalmente a Segisama y acampó; […] Turmogos, parece más una convención que una sólo algunas hacen referencia a los poblados. En ser debido a la facilidad con que fue conquistado Floro, II.33.48 realidad. Como hemos señalado más arriba, los muchas situaciones se les alude de forma indirec- por los romanos. autores griegos o romanos reformulan lo que ob- ta, engrosando el número de pueblos celtíberos o También están presentes en la obra de Ptolo- La importancia de este segundo fragmento rad- servan a realidades que les son más comprensi- que viven en la Celtiberia renombrados constan- meo, aunque él hace referencia a los murbogos en ica en que el lugar elegido para el campamento bles, y de ello no escapa la lingüística. Tal y como temente en las fuentes. el libro II.6.50: Al oriente de éstos (los Galaicos) están fuera la población turmoga. Sin embargo, el cam- indica el profesor José Mª Solana Sáinz: El primero en dar noticias sobre este pueblo los Vacceos, de los cuales son las ciudades siguientes: ------pamento no se situó en ella, sino en una posición Se desconoce el topónimo territorial de su antigua ocu- es Polibio. Sin embargo, la referencia se conserva --- Segisama Iulia: 9º 50´- 42º 40´. cercana fundando Segisama Iulia. pación en época prerromana […], aunque posible- por una mención que hace Estrabón en su obra: El autor incluye aquí el asentamiento roma- Una referencia parecida realiza P. Orosio en su mente no se diferenciaría mucho del de Turmogia, pero Polibio cuando describe las tribus y ciudades de los vac- no como una ciudad vaccea; sin embargo, en el obra Historiarum aduersus paganos, en la que recoge esto es solamente una suposición, puesto que no aparece ceos y celtíberos nombra entre sus principales a Segisa- siglo anterior Plinio la incluía como turmoga, la siguiente cita: como tal en ningún elemento epigráfico o literario. ma e Intercatia. si bien anteriormente Polibio también la había Éstos (cántabros y astures) no solamente estaban deci- (1973: p. 9) Geographica, III.4.13 considerado como Ptolomeo. Las dificultades didos a defender su propia libertad, sino también se at- para señalar las fronteras entre Vacceos y Tur- revían a atentar contra la de sus vecinos, y en frecuentes Las palabras con raíz tor-, tur-, que pueden ob- Cierto que el autor no menciona a la etnia, mogos son diversas, y aún más si nos atenemos a incursiones saqueaban a los vacceos, los turmódigos y servarse en algunos nombres de la Península, se aunque sí hace mención a una de sus poblacio- las fuentes, ya que, como estamos viendo, varían autrigones. Así pues, César (Augusto) puso un cam- tratan de sustantivos de origen céltico, por ello nes: Segisama. El problema es que la adscribe a las opiniones. pamento junto a Segisamo y con tres columnas de tro- se les atribuye una filiación conectada con esta los Vacceos. Esto ha provocado controversia en Al mediodía de éstos (los cántabros) están los pas abarcó casi toda la Cantabria […] gran cultura. Las posibles dudas que pudieran los estudios poblacionales de la zona; parece que murbogos, de los cuales son las ciudades siguientes: 6.21.2 (SOLANA SÁINZ, 1973: p. 46). guardarse con respecto a la transcripción qued- la mayor parte de los autores coinciden en adscri- Brauum: 12º - 43º 40´ aron más o menos resueltas por el hallazgo de birla al ámbito turmogo. Sisaraca: 11º 30´- 43º 30´ La situación descrita es muy similar a la que hemos la estela Phoebus Quiettus Tormogus (CIL VI.24162) C. Plinio se refiere a ellos en su obra Naturalis Deobrigula: 11º 50´- 43º 25´ visto antes. Nos revela los momentos de crisis que en Roma, a partir de la cual parece que se llegó Historia, que en el libro III.26 dice: Ambisna: 11º 10´- 43º 5´ se sufrieron durante las Guerras Cántabras. al consenso de turmogi o tormugi (SOLANA Al convento Cluniense llevan los varduli catorce pueb- Setisamon: 12º - 43º 10´. En época medieval aún observamos algunas SÁINZ, 1973: p. 10). Aunque Juan Luis García los de los cuales basta con citar a los alabenses. Los Ptolomeo, II.6.52 reminiscencias. En el Anónimo de Ravena, códice de Alonso plantea otros orígenes para este nombre, turmodigi llevan cuatro, entre ellos los segisamonenses los siglos XIII-XIV, se puede leer2: en su artículo “Vettones y Layetanos. Etnonimia y a los segisamaiulienses. Al mismo convento van los Al sur de los murbogos están los pelendones, de Además de la ciudad de Ossaron, que he nombrado antigua de Hispania”, publicado en la revista Pa- carietes y venenses con cinco ciudades, entre cuales es- los cuales son las ciudades siguientes… anteriormente junto al Océano, hay otras en sus prox- leohispánica (GARCÍA ALONSO, 2006: p. 82) está tán los valienses. También van a él los pelendones de Ptolomeo, II.6.54 2 Este códice copia un itinerario de los siglos V-VI conforme con que tormogi sea la forma correcta que a su vez parece que copia otro anterior del siglo III. para llamar a este grupo étnico. Él, por otro lado,

32 33 2011, nº 1, pp. 31-40 Los turmogos 2011, nº 1, pp. 31-40 lo relaciona con una serie de topónimos, entre los FRAILE, 2001: p. 117). Estos límites se sitúan en que se encuentra también el del río Tormes (estu- localidades que actualmente comprenden parte dio de Villar) y el topónimo arévaco Termes. La del noroeste de la provincia de y del este raíz podría ser *ter- “penetrar, agujerear, romper de la de Palencia. por rozamiento”, que es frecuente en hidroními- Hay unanimidad entre los autores contem- cos europeos. Siguiendo a Villar, quien indica lo poráneos al situar la siguiente circunscripción siguiente: las formas con Tar- son el grado o, las formas como la perteneciente a los turmogos, ya que es con Tur- (Tor-) el grado Ø, las formas con Ter- (Tir-) la única información concisa que aportan los au- el grado e. Sin embargo, hay que decir que especialmente tores romanos. Siguiendo las líneas establecidas las formas Ter- o Tor- no tienen por qué ser todas anti- por José Mª Gómez Fraile se limita de la siguien- guo europeas. Pueden perfectamente corresponder a otras te forma: ramas de la familia (GARCÍA ALONSO, 2006: p. 1. Norte: línea entre Herrera de y 82). Sobre la sufijación de la palabra se inclina a Tardajos. pensar que en –og-i sea solamente una desinencia 2. Este: línea entre Tardajos y Monasterio de sin valor semántico. Indica una posible relación Rodilla. con la terminación de los nombres clánicos cel- 3. Sur: línea entre Tardajos y Castrillo de Vil- tibéricos en –ocum (genitivo plural) y sea –oc-i el lavega. nominativo3. Por ello dice que los turmogos no 4. Oeste: línea entre Herrera de Pisuerga y son celtíberos completamente, sino que vivirían Castrillo de Villavega. en un área intermedia entre la Celtiberia y occi- dente. Para García Alonso la forma correcta sería Carcedo de Andrés propone un área similar: turmogi, “los que viven junto al río *Turmos o Enmarcada por el cauce del Pisuerga al Oeste, el del Turmis” (cf. Tormes), y la forma no sería céltica. Arlanza al Sur y las estribaciones de la Sierra de la Fig. 1. Situación dentro del mapa general de España y sus vecinos más próximos/ Demanda al Este, mientras que al Norte, los límites Fuente: elaboración propia a partir de las descripciones de José María Solana Sáinz ¿Dónde se encuentran? podrían ser dibujados por una línea que seguiría las Para continuar este leve repaso, trataremos dos cordillera cantábrica, las elevaciones de los Montecillos, aspectos fundamentales para el conocimiento de en el Valle de las Navas, hasta, dejando al Norte el dos en lugares que les permite el control estra- éstas pudieran ser como pasillos baldíos, con in- esta etnia. Por un lado la demarcación del territo- Monasterio de Rodilla (Tritium Autrigonum) unirse tégico. Parecen dispuestos en los territorios más terés estratégico sobre el territorio (SACRISTÁN rio: en ella se ha intentado conjeturar la posible con los comienzos de la Sierra de la Demanda. […] fértiles, cercanos a las cuencas de los ríos donde y RUIZ VÉLEZ, Ignacio; Historia de Burgos. I “área de acción” de los turmogos, en base a los una pequeña incursión hacia el Noroeste, por la pro- puedan aprovechar su desbordamiento: el Brul- Edad Antigua, p. 186 y ss.; cfra. TEJA CASUSO, datos escritos que se conservan y datos de tipo vincia de Palencia, en torno a Herrera Pisuerga y Vil- lés, el Arlanza, el Odra, etc. Esta situación puede 1991: pp. 198-199). geográfico u orográfico que pueden, en ocasio- labermudo […] ser atribuida a una orientación cerealista en los De la ordenación interna de la población se nes, delimitar las zonas. También el tipo de pobla- (CARCEDO DE ANDRÉS, 2008: p. 80) cultivos, una funcionalidad defensiva o el acceso conocen las murallas, además de tener claramente miento, es decir, la estructura de las poblaciones y a un amplio espacio. Es poco habitual encontrar- marcadas las vías internas. Parecen articulados en relación a ellas el tipo de economía que se pu- Todos los autores coinciden, y son las representa- los en zonas elevadas. en torno a un caserío delimitado y organizado en ede desarrollar. ciones desarrolladas por Solana Sáinz las que más Los núcleos poblacionales pueden incluso al- calles. Las defensas son fosos, murallas terreras o De acuerdo con lo observado en las fuen- éxito han tenido. Desde este artículo se consider- canzar las 20 ha de superficie. Este gran tama- de piedra, pero sin ningún otro tipo de defensa tes mencionadas por los autores clásicos, la ad- an sus indicaciones como las más acertadas. ño, unido a la separación entre ellos, invita a pen- (bastiones o torres), como se puede ver en Palen- scripción territorial que se puede establecer es Sobre el poblamiento, las alusiones que en- sar que son centros independientes, sin una jer- zuela. El interior está delimitado dependiendo de más o menos concreta. La circunscripción se pu- contramos referentes a los turmogos, son en arquización superior. El tamaño oscila dependi- su función: basureros, construcciones circulares ede alcanzar solamente si conocemos el territo- muchos casos por su situación respecto a los vac- endo el castro: Olmillos de Sasamón 26 ha y Tar- o cuadrangulares o suelo no edificado. Bajo al- rio de otros pueblos, ya que al norte lindan con ceos. Para definir el área que ocupan retomamos dajos 42 ha. El caso de Ubierna, La Polera, que gunas de las viviendas se observa la presencia de los cántabros, al oeste-suroeste con los vacceos, autores como Ptolomeo, Estrabón o Plinio4, y, se trata de un poblado de primera categoría, ro- sótanos o silos de almacenaje. al sur con los pelendones y al este con los au- además, se puede emplear el Itinerario Antonino, en deado de otros de menor relevancia, lo que aquí Por esta serie de elementos parece lógico atri- trigones. Sin embargo, este espacio no está con- el que quedan reflejadas las distancias. muestra una jerarquización del territorio. Sin em- buirles una vocación agrícola, dispuestos en tier- statado más que por sus principales castros, un ter- Se distinguen conjuntos de núcleos con gran bargo, este hecho se da en un periodo más tem- ras fértiles, concentrándose en núcleos grandes ritorio que sólo podemos resumir con el área que delimitan población, distanciados entre sí, lo que supondría prano como es la Primera Edad del Hierro. Lo poco poblados y dispersos: los oppida o castros. sus poleis cuya localización resulta conocida (GÓMEZ una dispersión poblacional. Por ello se piensa en que se ve es una población dispersa, especializa- Aunque Ramón Teja Casuso (1991: pp. 206- una escasa jerarquización del territorio. Estos po- da, en donde los oppida funcionan como direc- 207) señala que en su interior pudiera haber zo- 3 Esto podría ser debido a que el celtibero no sonoriza las sordas intervocálicas (diferencia con otras blados se sitúan cercanos a la red fluvial y situa- tores del territorio. Se desconoce la posesión de nas reservadas a la ganadería. Además él sitúa dos formas occidentales). 4 Cf. pp. 4-6. las zonas interfluviales: J. D. Sacristán señala que áreas diferenciadas: una baja en las que efectiva-

34 35 2011, nº 1, pp. 31-40 Los turmogos 2011, nº 1, pp. 31-40

Fig. 3. Materiales metálicos de Villamorón/ Fuente: Museo de Burgos/ Fotografías: Marta Francés Negro

Fig. 2. Cerámicas de tradición indígena de Castrojeriz/ similares, ya que aquí se asentó la ciudad romana, do, ya que se han encontrado casas rectangula- Fuente: Museo de Burgos/ Fotografías: Marta Francés Negro por lo que el número de vestigios de estas cro- res6. Un tercer punto, conocido como La Lámpa- nologías aumentan. ra, se ha relacionado con un vertedero debido a la Las cerámicas de tradición indígena que se han cantidad de restos que se han encontrado. mente el cultivo del cereal sería la actividad pre- se trata de galbos. Los fragmentos de labios tam- encontrado son de dos tipos (Fig.2): Según C. Monteverde y Martínez Burgos, cer- dominante, y otras en las regiones de montaña, bién se caracterizan por su variedad formal: con A mano: decoradas por impresión a muelle, ca de La Muela se localiza una necrópolis debido con una mayor orientación hacia el pastoreo. Este cuello vuelto hacia fuera, rectos, exvasados, labio retículas incisas, acanaladuras, decoración a peine, a la existencia de cuatro enterramientos por in- mismo esquema es el que se observa entre vac- apuntado o redondeado. En el caso de los fondos temas de espina de pescado, de SSS o estampados cineración: hoyos rellenos de ceniza, acompaña- ceos y autrigones. también se encuentra una gran variedad: planos o de círculos. dos de ajuar y cubiertos por túmulos en los que con umbo. A torno: temas pintados de figuras geométri- también se localiza material. Entre estos ajuares Arqueología De acuerdo con José Antonio Abásolo cas, líneas rectas rellenas de triángulos, meandros, se ven: una fíbula de resorte, un broche de cin- Al hablar de los yacimientos arqueológicos los (ABÁSOLO ÁLVAREZ y GARCÍA ROZAS, semicírculos concéntricos, frisos de SSS, meto- turón calado, cerámicas con impresiones ungula- problemas se repiten. Parece que no generan una 1993: p. 43) entre este tipo de cerámica, la forma pas, etc., en formas cónicas, globulares o simples das, fíbulas anulares hispánicas o umbos de cae- cultura material particular reconocible, sino que la que parece predominar es el llamado “cuenco cuencos. También hay copas, embudos y botellas tre (de la fase Bernorio-Miraveche). Otras fíbu- atribución se debe hacer a partir de la situación de carenoide”. Él mismo establece la diferencia en- de época tardía. las, no asociadas al túmulo, con doble resorte, los castros. Dentro de los diferentes yacimientos tre carenoide, que no carenado, y explica que las Hay también un fragmento de cerámica de filamento de sección circular, otro elíptico, uno en los que se ha trabajado en el territorio turmo- carenas angulosas5 son típicas de la producción taller cluniense llamado “de pájaros y liebres”; y con el puente en forma de cruz de Malta decora- go, se han podido extraer materiales de diferente cluniense. Aquí se puede observar una moldura cerámica de época romana, pero aquí no vamos do con círculos concéntricos. También una fíbu- índole. Para finalizar este breve recorrido descri- en su mitad superior, con dos acanaladuras que a tratar ya que el ámbito de estudio es de época la de botón sencillo con pasador (Fig. 4). biremos algunos de los sitios excavados, con una anuncian la inflexión, siempre redonda y con- prerromana. Cerca de La Muela se pudo localizar una breve descripción de los materiales allí hallados: vexa; la parte inferior tiene forma hemisférica. necrópolis, debido a la existencia de cuatro en- a) Sasamón (ABÁSOLO ÁLVAREZ y GARCÍA c) Villamorón (ABÁSOLO ÁLVAREZ, 1978). terramientos por incineración: hoyos rellenos de ROZAS, 1993). b) Castrojeriz (ABÁSOLO ÁLVAREZ, 1978). Esta excavación se encuentra en el término ceniza, acompañados de ajuar y cubiertos por Este yacimiento tiene varios puntos de inter- El yacimiento asociado a esta época esta divi- conocido como El Peral. Se han encontrado fíbu- túmulos en los que también se localiza material. vención en los que se han podido descubrir ma- dido en dos áreas. La primera en el cerro llamado las de codo (las más antiguas) y otras más mod- Entre estos ajuares se ven: una fíbula de resorte, teriales de varias épocas. Destacan fundamental- “El Castillo” que se extiende por la ladera hasta ernas que corresponden a momentos de La Téne un broche de cinturón calado, cerámicas con im- mente las cerámicas de época romana: terra sigil- la falda donde se encuentra la colegiata de Nues- III. En otro pago, El Palomar, se encuentran res- presiones unguladas, fíbulas anulares hispánicas o lata. De las pertenecientes a la tradición indígena tra Señora del Manzano, que es la segunda área. tos de un poblado de la Primera Edad del Hierro umbos de caetre (de la fase Bernorio-Miraveche). se presentan en menor número. Sus característi- Además se han encontrado restos en prospeccio- y, posteriormente, de época romana (Fig. 3). Otras fíbulas, no asociadas al túmulo, con doble cas suelen ser de color rojizo-rosado (oxidantes), nes en la vega del río Odra, cerca del arroyo Pa- resorte, filamento de sección circular, otro elípti- éstas con desengrasantes más finos. Los trata- dilla. d) Lara de los Infantes (ABÁSOLO ÁLVARO y co, uno con el puente en forma de cruz de Mal- mientos exteriores pueden variar desde un simple En el castro se encuentran materiales cerámi- GARCÍA ROZAS, 1980). ta decorado con círculos concéntricos. También alisado hasta el engobe o espatulado. Las pintu- cos de la Segunda Edad del Hierro y unos pocos Aquí se localizan dos términos en los que tam- una fíbula de botón sencillo con pasador (Fig. 4). ras que representan suelen ser de esquemas geo- restos romanos; en el Manzano se hallan restos bién se han hallado restos de la Edad del Hierro, métricos y dibujos que representan líneas verti- como son Peñalara y La Muela. El primero se en- cales y horizontales, frisos metopados o reticula- 5 Además describe mucho más estas características cuentra en una plataforma plana, por lo que se ha 6 Las estructuras de estos dos yacimientos, con como son: a parte de esa carena angulosa, se le suma la arista varias zonas delimitadas por murallas, sería el modelo de dos. Sobre las formas que adoptan se pueden ex- viva, de borde vertical sencillo o ligeramente exvasado, y su considerado la acrópolis del poblado. Mientras el poblado. Lógicamente con las variaciones locales debido al traer generalidades, ya que en muchas ocasiones altura es menor al diámetro. Forma troncocónica. segundo, a menor altura, se cree que es el pobla- terreno.

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Fig. 4. Restos metálicos de Lara de los Infantes, provenientes de la necrópolis/ Fuente: Museo de Burgos/ Fotografías: Marta Francés Negro Fig. 5. Urnas funerarias de La Polera, Ubierna/ Fuente: Museo de Burgos/ Fotografías: Marta Francés Negro Dentro de los restos cerámicos, volvemos a que por otro lado son los únicos que no han pro- diferenciar entre dos tipos: porcionado material. 1. A mano: de pastas gruesas, perfiles suaves Los túmulos son circulares, perfectamente y boca abierta. Las decoraciones pueden ser un- delimitados por rocas bien alisadas (naturales o guladas. Además se localizan otras de pastas más por acción antrópica). Se encuentran tres tipos de depuradas (relacionadas con el tipo Cogotas II), túmulos: con urna y ajuar, sólo con urna, o sin con decoración incisa en espiga. Algunas también urna y sin ajuar7. a peine, espatuladas o con esquemas geométricos. Sobre los restos que podemos encontrar pro- 2. A torno: pastas depuradas, de color claro cedentes del yacimiento: (anaranjado) y con engobe. Los vasos son de tipo Urnas (Fig. 5): cuerpo semiglobular, cuello globular, de perfil fino en S, en ocasiones con mol- troncocónico y labio recto vuelto hacia fuera, con duras, boca acampanada o labio vuelta. Cuencos fuerte carena. En el hombro presentan decora- de fondo plano. ciones realizadas por ungulaciones, digitaciones o incisiones con peine. Fig. 6. Restos metálicos de La Polera, Ubierna/ e) Ubierna (RUIZ VÉLEZ, 2001: pp. 13-47) Metálico (Fig. 6): el ajuar de este tipo es esca- Fuente: Museo de Burgos/ Fotografías: Marta Francés Negro En este caso los restos se han localizado en so. Podemos hablar de agujas, fíbulas de doble re- el término conocido como La Polera, necrópolis sorte con puente aplanado y decoración en el pu- Se ha pretendido mostrar la situación de escaso tar presente que los nombres que han perdura- perteneciente a la Primera Edad del Hierro. Se en- ente, restos de otras fíbulas, cuchillos afalcatados o nulo conocimiento que se tiene sobre este pueb- do hasta nuestros días se tratan de términos exó- cuentra en un borde del páramo de Masa, junto a (representado en cada uno de los túmulos), aretes lo. El abandono puede ser debido a diferentes cau- genos y que no se tienen noticias de su auto-de- un pequeño desfiladero del valle del río Ubierna. de bronce, puntas de lanza, arandelas de un col- sas, una de ellas (apuntada por muchos autores) nominación. Actualmente parece que se ha llega- En este emplazamiento se ha hallado una lar (20)… es la proximidad con pueblos de mayor enverga- do al consenso de que el apelativo podría ser sim- necrópolis que data de momentos del Bronce Fi- dura e importancia, lo que socava o limita sus po- ilar a turmodigi. nal y se prolonga hasta época celtibérica. El cas- Conclusiones sibilidades de estudio. Además, nunca debe olvi- En cuanto a la delimitación del área en el que tro es amurallado al este y oeste, protegido por En este breve escrito se han podido apreciar al- darse que las noticias con las que se cuenta son se desarrollaron los turmogos, aquí proponemos rocas al norte y al sur, y la necrópolis se encuen- gunos de los aspectos materiales de la cultura tur- de un momento de conquista y, posiblemente, un área muy similar a la aceptada por los inves- tra a unos 500 metros. Ésta ocupa una superficie moga. A falta de una documentación más con- el no cobrar un papel relevante en las fuentes es tigadores. Las bases para dicho área se han esta- de unos 600 m², en un espacio en forma de cono. creta, todo lo que se puede decir es por medio porque quizá su sumisión ante Roma fue rápida blecido a través de los datos dados por las fuen- Ahí se encuentran 94 enterramientos tumulares, de algunos vestigios que se han conservado hasta y relativamente pacífica. Como contrapunto, se tes y tomando en cuenta la situación orográfica más otros cinco que se localizan fuera del área nuestros días. Aquí sólo hemos manejado dos as- tiene un mayor conocimiento de Vacceos, Au- del territorio, se muestra una dispersión bastante de necrópolis. Además, parece que hay algunos pectos: las fuentes históricas y las arqueológicas; trigones, Pelendones o Cántabros, gracias a los congruente. Sin duda, los estudios realizados por que se superponen, lo que hace un recuento final sin embargo, se puede ahondar más gracias a los autores griegos y romanos; esto puede deberse a el profesor Solana Sáinz en varias de sus obras av- de 109 enterramientos, repartidos sobre toda la estudios sobre los soportes epigráficos. su oposición al invasor o la ayuda que le pudieron alan la situación. superficie. Aparentemente no se ha encontrado dar. Pese a todo, se señala un breve protagonismo Para finalizar se han descrito una serie de ningún tipo de ordenación interna, predominan- 7 Parece que en el rito funerario primero se hacía de uno de sus poblados como enclave de cierta yacimientos arqueológicos hallados en la región do los de pequeño tamaño. En la cima se hallan la cremación, y se colocaba la urna en el centro del túmulo. importancia en las Guerras Cántabras: Segisamo. descrita y que proporcionan interesantes datos Generalmente los restos de ceniza y huesos se disponen los dos de mayor tamaño (números 1 y 21), pero junto a la urna, y en raras excepciones se ubicaría dentro de Uno de los puntos de mayor controversia es sobre la riqueza material de este pueblo. Se ob- ella. el nombre que recibe el pueblo. Siempre debe es- servan restos cerámicos, algunos de gran rique-

38 39 2011, nº 1, pp. 31-40 Vettones en la provincia de ávila 2011, nº 1, pp. 41-49 za, y también metálicos, lo que muestra un cono- GARCÍA ALONSO, J.L.; “Vettones y Layetanos. VETTONES EN LA PROVINCIA DE ÁVILA cimiento profundo del tratamiento y uso de los Etnonimia antigua de Hispania”, Paleohispani- metales. Gracias a estos hallazgos se puede hablar ca, nº 6, 2006. Jorge Piris Chozas de las necrópolis y del tipo de tratamiento que se GÓMEZ FRAILE, J. Mª.; Los Celtas en los Valles 5º de Licenciatura en Historia (UCM) y 1º de Grado en Antropología social y cultural (UNED) daba a los difuntos. En ellas observamos túmu- Altos del Duero y del Ebro. Memorias del seminario [email protected] los, con urnas de incineración y ajuar; además, de Historia Antigua VIII, Universidad de Alcalá, entre estos restos se han visto diferencias en los Madrid, 2001. Resumen: Los vettones, de cultura celta, habitaban entre los ríos Duero y Tajo en parte de las ajuares, así como en el tamaño del túmulo. Todo RUIZ VÉLEZ, I.; El ritual funerario en las necrópo- actuales provincias de Zamora, Salamanca, Ávila, Cáceres, Toledo y Badajoz. Vivían en castros ello puede hablarnos sobre el tipo de diferen- lis burgalesas de la edad del hierro, discurso de in- amurallados con torres, fosos y defensas mediante campos de piedras hincadas y dentro de una ciación o estructura social que practicaban, lo que greso del académico numerario, Institución sociedad piramidal con la élite militar a la cabeza. La ganadería era su principal actividad e inci- ayudaría mucho en su conocimiento. Fernán González, Burgos, 2001. neraban a sus muertos. La manifestación cultural más característica de los vettones eran los ve- A través de este artículo se ha pretendido __; “La Edad del Hierro en las Loras y el interflu- rracos y podrían ser: esculturas de piedra conmemorativas de victorias, monumentos funerarios, presentar un pueblo que, como reza el título, vio Pisuerga-Arlanzón (Burgos) I”, Boletín de protectores del ganado o señalizadores de pastos y aguas. es desconocido o ignorado por los estudios de la Institución Fernán González, nº 230, 2005, pp. pueblos de la meseta. Sin duda este abandono no 47-68. Abstract: Vettones, of Celtic culture, lived among the rivers Duero and Tajo in the area of the es voluntario, sino que se impone por causa de las __; “La Edad del Hierro en las Loras y el interflu- actual provinces of Zamora, Salamanca, Avila, Caceres, Toledo and Badajoz. They lived in forti- numerosas dificultades que se presentan a la hora vio Pisuerga-Arlanzón (Burgos) II”, Boletín de fied hill settlements with towers, moats and defenses by nailed stone fields and within a pyramidal de realizar los estudios. Pese a todo hay que re- la Institución Fernán González, nº 231, 2005, pp. society with the military elite to the head. The cattle were their main activity and they used to cre- saltar la importancia que algunos de estos pueb- 255-284. mate the dead people. The most distinctive cultural manifestation of Vettones were the verracos, los “menores” jugaron dentro de la historia, en SALINAS DE FRÍAS, M.; Los pueblos prerromanos and could be: stone sculptures commemorating victories, funerary monuments, cattle protectors, este caso, dentro de las Guerras Cántabras. de la Península Ibérica, Akal, Madrid, 2006. or markers of pasture and water. SAYA ABENGOCHEA, J. J.; “Unidad en la di- Palabras clave: Vettones, celtas, Edad del Hierro, castros, verracos, Ávila, Valle de Amblés, BIBLIOGRAFÍA versidad: la visión de Estrabón de algunos Sierra de Gredos. ABÁSOLO ÁLVAREZ, J. A.; Epigrafía romana pueblos peninsulares”, en Estrabón e Iberia: nue- de la región de Lara de los Infantes, Publicaciones vas perspectivas de estudio (coord. G. Cruz An- Key words: Vettones, celtic, Iron Age, hill forts, verracos, Ávila, Amblés Valley, Gredos moun- de la Excma. Diputación de Burgos, Burgos, dreotti), Servicio de publicaciones, Universi- tain range. 1974. dad de Málaga, 1999. __; Carta Arqueológica de la provincia de Burgos: Cas- SOLANA SÁINZ, J. Mª.; “Los Turmogos du- trojeriz y Villadiego, Publicaciones de la Excma. rante la época romana. I. Las fuentes literar- Presencia de los vettones en la Península tica); Augustóbriga mencionado por Ptolomeo y Diputación de Burgos, Burgos, 1978. ias”, Anejo de Hispania Antiqua, Secretariado Ibérica Plinio; Deóbriga, nombrado por Ptolomeo. ABÁSOLO ÁLVAREZ, J. A. y GARCÍA RO- de publicaciones de la Universidad de Vallado- Los vettones, de origen celta, ocuparon hace En cuanto a los restos arqueológicos que nos ZAS, R.; Carta Arqueológica de la provincia de Bur- lid, 1973. unos 2.500 años la zona occidental de la Meseta han transmitido, éstos son numerosos: esculturas gos: Partido judicial de , Publi- __; “Los Turmogos: territorio y modo de vida”, de la Península Ibérica. Los conocimientos que zoomórficas (verracos), cerámicas incisas y a pe- caciones de la Excma. Diputación de Burgos, Hispania Antiqua, vol. XVI, Universidad de tenemos de este pueblo nos han llegado a través ine, necrópolis, castros fortificados con piedras Burgos, 1980. Valladolid, 1992. de fuentes escritas griegas y latinas y de yacimien- hincadas y fosos, etc. __; Excavaciones en Sasamón (Burgos), Instituto de TEJA CASUSO, Ramón; “Los Turmogos”, Las tos arqueológicos. Conservación y Restauración de Bienes Cul- entidades étnicas de la Meseta Norte de Hispania en Según Estrabón (Geografía, III.1.6; III.3.1-3), Origen de los vettones turales, Madrid, 1993. época prerromana, en Anejo de Hispania Antiqua los vettones eran un pueblo poco romanizado y El momento de la llegada de los vettones a la BURILLO MOZOTA, F.; Los celtíberos. Etnias y (ed. J. Mª. Solana Sáinz), Secretariado de publi- de costumbres bastante primitivas. Las noticias Península Ibérica y su procedencia es un tema bas- estados, Crítica, Barcelona, 1998. caciones de la Universidad de Valladolid, 1991. que nos ofrece sobre esta comunidad son muy tante controvertido. Hay autores, como Tovar, que, CARCEDO DE ANDRÉS, B.; Los Turmogos en la vagas, pero partiendo de ellas sabemos que se basándose en la existencia de elementos lingüísti- Antigüedad, Tesis mecanografiada, Universidad RECURSOS DE INTERNET asentó entre los ríos Duero y Tajo. Otros autores cos muy arcaicos, sugieren que los vettones hab- de Burgos, 2008. http://www.cervantesvirtual.com/servlet que también los mencionan son Apiano (Historia rían entrado en la Península en una de las olead- __; “Los Turmogos: hacia un repertorio on- /SirveObras/90237251658553887960479/013535. Romana, VI.56), Ptolomeo (Geografía, II.5.7), Po- as de origen indoeuropeo y de carácter precélti- omástico (I): A” Boletín de la Institución Fernán pdf (consulta 27/11/2010) libio (Historia General, III.14), Tito Livio (Ab urbe co, de las que hay constancia desde finales del se- González, nº 236-237, 2008, pp. 79-109. http://www.univie.ac.at/indogermanistik/down- condita, XXI.5) y Plinio (Historia Natural, IV.108). gundo milenio antes de nuestra era. Según Tovar __; “Los Turmogos: hacia un repertorio on- load/Stifter/oldcelt2008_4_celtiberianB.pdf Ptolomeo, en su Geografía, cita topónimos vettones, algunos de los cu- (cfra. SALINAS, 2001: p. 55), hay rasgos lingüísti- omástico (II): B-E”, Boletín de la Institución (consulta 30/11/10) ales son corroborados por Polibio, Tito Livio o Plinio. Ejemplo de cos arcaicos de una lengua precéltica atestigua- Fernán González, nº 236-237, 2008, pp. 263-292. topónimos son: Salmántica, nombre testimoniado tam- dos en topónimos como Salmantica (Salamanca) bién por Polibio (Elmántica) y Tito Livio (Helmán- y Salama(n)ti (Río Tormes), que llevan el sufijo – nt- similar al de determinados ríos indios e irani-

40 41 2011, nº 1, pp. 41-49 Vettones en la provincia de ávila 2011, nº 1, pp. 41-49 os, y que llevan a ver en los vettones una oleada Estos últimos autores demostrarían la proce- viales y a excelentes vías de comunicación (ÁL- ban entre 0,5 y 3 hectáreas y alrededor de un cen- indoeuropea muy antigua. Estas gentes se habrían dencia celta de los vettones a través de los rasgos VAREZ-SANCHÍS, 2003a: pp. 33-38). tenar de habitantes, al final de la Edad del Hier- visto obligadas a replegarse sobre las sierras por celtas presentes en los topónimos urbanos vet- Ese emplazamiento de los castros se debía a ro se habían transformando en grandes poblados la llegada de nuevos pueblos de origen céltico con tones que tienen la terminación -briga, claramente una doble causa: económica y defensiva. Por un llamados oppida, término latino utilizado por Julio una mayor superioridad bélica y cultural (VV. AA. céltica, como Augustóbriga, Deóbriga, Miróbriga, lado, se hallaban cercanos a recursos naturales: César para referirse a las ciudades galas. Con su- 1979: p. 74). Y este pueblo indígena habría dado Caesaróbriga, etc., y en su nombre, a los que los agua, tierras agrícolas, pastizales, bosques, minas, perficies que variaban, en general, entre las 10 y lugar a la Cultura Cogotas I (ÁLVAREZ-SANCHÍS, griegos llamaban ouéttones y, posteriormente, los etc., que les aseguraba una producción autosufi- las 25 hectáreas, miles de habitantes y con exten- 2003b: p. 21). latinos vettones o vectones. Al parecer podría vincu- ciente y, por otro lado, ocupaban espacios altos, sos dominios bajo su poder, estos castros se con- Otros investigadores, como Cabré, consider- larse éste con una raíz celta -vect “lucha”, de este escondidos y bastante inaccesibles, lo que, junto a virtieron en núcleos urbanos y en capital políti- an que los vettones formaron parte de una nueva modo, su nombre significaría “los luchadores” las defensas artificiales con las que contaban, los ca de un territorio. Surgieron debido a la concen- oleada de origen indoeuropeo; esta vez sí son cali- (TOVAR, 1950: pp. 33-57). hacía muy seguros, casi invulnerables. tración demográfica, al desarrollo socioeconómi- ficados como celtas, que atravesaron los Pirineos La distribución interior de los poblados en- co y tecnológico y al desarrollo político y militar entre los siglos VIII y VI a.C. (DE LA VEGA, Cultura vettona en la II Edad del Hierro cajaba con una sociedad autárquica, contaban coincidente y en parte motivado por la presión de 2002: pp. 36-38) y se asentaron en Ávila, Salaman- Los vettones vivían a ambos lados del Sistema con murallas, viviendas, talleres, corrales, campos cartagineses y romanos en el interior peninsular ca y Segovia, entre los siglos VI y IV a.C. Estas Central, desde el Duero por el norte hasta las si- de cultivo, etc. Las murallas no tenían solamente (SÁNCHEZ MORENO y GÓMEZ PANTOJA, gentes son consideradas los vettones históricos de erras de Guadalupe por el sur, en recintos amu- una función protectora, también ejercían el im- 2008: pp. 163-164). En la provincia de Ávila encontra- la IIª mitad del Hierro, y artífices de la Cultura Co- rallados llamados castros, situados en lugares el- portante papel de delimitar el espacio habitable y mos importantes oppida: el castro de Ulaca llegó a tener de gotas II I (ÁLVAREZ-SANCHÍS, 2003b: p. 21). evados y de difícil acceso y junto a corrientes flu- hacerlo distinguible en el paisaje, de modo que un 60 hectáreas de superficie, el de Cogotas, 15; el castro de asentamiento pudiera verse y reconocerse desde la Mesa de Miranda, 38; el de los Castillejos de San- lejos. El castro era el punto de referencia espa- chorreja, 12 y el castro del Raso, 20 hectáreas. cial de la comunidad dentro de su territorio, por La economía autárquica del pueblo vettón se asen- eso las fortificaciones representaban la identidad taba en el aprovechamiento intensivo del medio. Se pro- colectiva de la población, y el poder de las élites ducía una intensa explotación de tierras y recursos natura- que gobernaban la comunidad se veía reflejada en les con el fin de asegurar la subsistencia y reproducción de la grandiosidad y simbolismo de estas defensas su comunidad dentro de un patrón agropecuario y forestal (SÁNCHEZ MORENO y GÓMEZ PANTOJA, (SÁNCHEZ MORENO y GÓMEZ PANTOJA, 2008: pp. 162 y 171-172). En cuanto a las vivien- 2008: p. 177). das dentro del poblado, las casas, dependiendo de La agricultura se basaba principalmente en el la inclinación del terreno y de las rocas que aflo- cultivo de trigo, cebada y legumbres, sobre todo raban en él, podían agruparse formando manza- de habas y lentejas; también recolectaban fru- nas y calles, amontonarse irregularmente junto a tos silvestres y bellotas y miel para endulzar los la muralla o buscar protección entre grandes ro- alimentos. Además aprovechaban la madera de cas de granito. Las viviendas eran chozas de sue- bosques y montes para el fuego del hogar, las lo apisonado y de planta cuadrada, rectangular piras funerarias y la construcción de viviendas o trapezoidal. Sus muros estaban formados por y muebles. Sin embargo, su principal medio de un zócalo de piedra sobre el que se levantaba un vida era la ganadería, debido sobre todo al tipo muro de adobe o por gruesos muros de piedra de tierras sobre las que se asentaban, poco ap- que llegaban hasta la techumbre. El tejado era de tas para el cultivo. Criaban bueyes, asnos y ca- retama o paja y barro sobre un armazón de made- ballos como fuerza de tiro y vacas, ovejas, cabras ra (ÁLVAREZ-SANCHÍS, 2006: pp. 5-6). Las y cerdos que, aparte de carne y leche con sus de- superficies domésticas oscilaban entre 50 y 300 rivados, les proporcionaba pieles, huesos, cue- metros cuadrados, dependiendo del territorio dis- ro y cuernos que utilizaban para elaborar pren- ponible y del tamaño y rango del grupo familiar. das, adornos y variados tipos de utensilios y va- Solían dividirse en varias habitaciones: vestíbulo, sijas. Su riqueza ganadera se pone de manifies- cocina con bancos adosados de piedra en torno to con el hallazgo de tijeras de esquileo, carda- al hogar, corral, despensa y algún pequeño taller dores, cencerros, esquilas, parrillas para el asado (SÁNCHEZ MORENO y GÓMEZ PANTOJA, de carne y fusayolas y pesas para el trabajo textil 2008: pp. 176-177). de la lana entre otros objetos; pero destaca, so- Algunos de estos castros, que en las primeras bre todo, con la producción de las esculturas de etapas de su existencia no pasaban de ser peque- verracos por su posible función de marcar pas- Fig. 1. Situación aproximada de los vettones en la Península Ibérica/ Autor: Papix ñas aldeas fortificadas con superficies que oscila- tizales, agua y salinas.

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También explotaron los recursos mineros y transacciones se hacían con productos natura- desarrollaron la metalurgia, convirtiéndose en les: pieles, mantas, cabezas de ganado, etc. (SÁN- grandes artesanos de objetos de bronce, hierro, CHEZ MORENO y GÓMEZ PANTOJA, 2008: oro, plata, y, en especial de armas (ÁLVAREZ- pp. 199-201). SANCHÍS, 2003a: pp. 49-114). Es más, parece La organización social de este pueblo tenía indiscutible que se tuvieron en cuenta las posibili- una estructura piramidal, con una élite militar en dades mineras de determinadas zonas a la hora de la cúspide. Después se encontraban los artesanos elegir los asentamientos y que estas expectativas y comerciantes y finalmente la mayoría de la po- mineras influyeron también en la concentración blación. No se sabe con certeza si había siervos de castros en ciertas comarcas. En la zona merid- o esclavos. En cuanto a la propiedad, debieron ional de Ávila hay depósitos de hierro en las Si- de coexistir formas primitivas de propiedad co- erras de la Merina y Arroyo de la Higuera, próx- munal con la propiedad privada (BERROCAL- imos a los castros de las Cogotas y la Mesa de RANGEL y MORET, 2007: pp. 115-119 y 247). Miranda, y en la Dehesa de Postoloboso, entre el En sus enterramientos utilizaban la cremación de Raso y Candeleda, donde se encuentra otro im- los cuerpos. Se quemaba en una pira el cadáver portante castro vettón (SÁNCHEZ MORENO, vestido con sus mejores galas, armas y adornos. 2000: pp. 209-211). Las cenizas y el ajuar eran llevadas al cementerio Fig. 2. Toros de Guisando, El Tiemblo (Ávila)/ Fotografía: Rafaelji Los restos arqueológicos han demostrado que donde se enterraban directamente en el suelo o las élites vettonas mantuvieron un importante in- en unas vasijas de barro. En cementerios como tercambio de productos y mercancías de lujo con Las Cogotas y La Osera, con cinco y seis secto- zoomorfas, sin llegar a una conclusión definitiva. tección y reproducción del ganado, un elemento intermediarios extranjeros cuando se consolidó res respectivamente, los enterramientos se dis- Para Paredes de Nava los verracos eran puntos de muy importante en la economía vettona. Se ha su poder político. Este tipo de relaciones con tribuían por clanes o grupos familiares extensos, referencia en antiguos caminos tradicionales de demostrado que la mayor parte de las esculturas mercaderes iberos, fenicios, tartessos, contribuían lo que indica la importancia del parentesco en pastores trashumantes, teoría rebatida por Caro se localiza junto a prados y pastizales de excelente a reforzar su poder y su prestigio. Cerámicas, va- este pueblo. Baroja (2007: p. 172). Fernández Fuster piensa calidad, cerca de manantiales y fuentes de agua jillas de bronce relacionadas con los banquetes Celebraban sus cultos a la divinidad al aire li- que algunas esculturas se utilizarían como estelas, (GRACIA ALONSO, 2008: p. 721). aristocráticos, alhajas, armas, etc., son muestras bre, en la cumbre de una montaña o en un lugar cree que son sepulturas funerarias debido a las in- Como podemos observar hay aún aspectos de aquellos objetos suntuarios de los que disfru- elevado, en un claro del bosque, en una peña, en scripciones latinas que muestran algunas de ellas, del pueblo vettón que son tema de investigación taban los jefes y las minorías selectas. En algu- una cueva, en las fuentes, en los ríos, etc. Existen como es el caso de los Toros de Guisando (SA- y de debate, como su origen y momento de llega- nas tumbas y perteneciendo a los ajuares de en- restos arqueológicos de santuarios a cielo abierto LINAS, 2001: p. 60). Otros autores las han con- da a la zona occidental de la meseta y la función terramiento se han encontrado bienes de presti- como el del castro de Ulaca. Los ritos que efec- siderado divinidades de fuerzas naturales y José de los verracos, esculturas zoomorfas tan repre- gio de gran belleza y calidad. Una muestra de este tuaban, de sangre, fuego y agua, eran característi- María Blázquez (1962: pp. 46-47) habla de la ex- sentativas de este pueblo. intercambio de artículos entre vettones y otros cos de los pueblos ganaderos y en ellos ofrecían a istencia de un culto al toro en la península. Para Para finalizar señalaré la relación que existe pueblos foráneos es la “tumba de guerrero” de sus dioses parte de sus riquezas como productos Juan Cabré, la finalidad de estas representaciones entre la cultura vettona y las rocas graníticas; és- la necrópolis de la Osera (Chamartín de la Sierra, agrarios, animales de cabaña doméstica o de caza, respondería a las formas de religión denomina- tas son un elemento fundamental en su vida. Las Ávila), donde aparecen restos de un excepcional leche e incluso cerveza. das “animalismo”, a las leyes del culto de la ma- rocas son el recurso básico para construir mural- disco-coraza con placas decoradas exactamente Realizaron también unas esculturas zoomor- gia de los pueblos primitivos (CABRÉ, 1929: pp. las y viviendas; se utilizan como elementos de de- igual a otro descubierto, a casi 500 kilómetros de fas talladas en piedra, y conocidas con el nombre 39-40). Según Cabré estas esculturas estarían vin- fensa: las piedras hincadas delante de las puertas distancia, en una tumba de la necrópolis ibérica de “verracos”, que son una de las manifestacio- culadas a una magia de protección y reproduc- de las fortificaciones; para marcar las tumbas; de de El Cabecico del Tesoro (Murcia). nes arqueológicas más características de la cultura ción del ganado, ya que se han encontrado verra- ellas depende la estructura doméstica del pobla- Otro tipo de intercambio que se produjo ya vettona. En ellas se representan principalmente cos a la entrada de los recintos para guardar ga- do; con ellas se construyen los santuarios, los al- avanzada la Edad del Hierro, de carácter propia- toros y cerdos, sin embargo, cuando los detalles nado. Más recientemente, Jesús Álvarez-Sanchís tares de sacrificios y los verracos. mente comercial, es decir, regulado por un siste- lo permiten es posible diferenciar asimismo el ja- (2003b: pp. 278-294) propone que estas figuras Utilizan la piedra para adorar a sus dioses me- ma de mercado, se extendió por el interior pen- balí. En estas esculturas, modeladas en bloques serían hitos o delimitadores de pastos que indi- diante los sacrificios y adoran a la piedra en esas insular, por lo que encontramos en los yacimien- de granito, aparecen el animal de cuerpo entero caban que esas tierras en las que se encontraban toscas figuras zoomorfas que son los verracos. A tos vettones cerámicas pintadas ibéricas, fíbulas y y el pedestal que lo sostiene. Estas burdas repre- pertenecían a las aristocracias residentes en los los verracos, sacralizados, se los relaciona con ri- broches de cinturón de tipo orientalizante, hebil- sentaciones, unas estáticas y otras en actitud de castros cercanos. El verraco sería un símbolo de tos de protección del ganado, su fertilidad y repro- las de origen tartésico, etc. Este intercambio co- movimiento, reproducen los ojos, las fauces, el poder de quien lo mandó realizar y, además, iden- ducción de la especie, y de los hábitats vettones. mercial en ferias y mercados locales provocó el hocico y los órganos sexuales del animal (ÁLVA- tificaría un grupo humano con el territorio que El santuario de Ulaca es parcialmente “excavado auge de las ciudades, la activación socioeconómi- REZ-SANCHÍS, 2003a: pp. 83-87 y 215-294). ocupaba. En la actualidad, un importante núme- en la roca”, el altar de sacrificios es “una gran pie- ca y el desarrollo de las comunicaciones y los me- Especialistas en la materia han especulado ro de historiadores defienden la teoría de que es- dra”, etc. En cualquier foto o imagen de cualquier canismos de intercambio. A falta de moneda las mucho a cerca de la función de estas esculturas tas esculturas estarían vinculadas a ritos de pro- castro vettón la piedra es la gran protagonista.

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Asentamientos vettones en la provincia nerario, con cerámicas decoradas, calderos, bra- de Ávila serillos rituales con asas de manos, etc., aunque A finales de los años 20 y durante la década de también podría ser un espacio de culto asociado a los 30, en Ávila comenzaron a realizarse excava- banquetes rituales de la aristocracia. ciones y prospecciones, de carácter científico. Ar- queólogos como Juan Cabré, Antonio Molinero, Castro de Ulaca Joaquín M. Navascués y Emilio Camps Cazorla, Del castro amurallado de Ulaca, enclavado en la exploraron los principales yacimientos de la pro- sierra de la Paramera, hay que destacar el santu- vincia abulense (ÁLVAREZ-SANCHÍS y CAR- ario, el altar de los sacrificios y la sauna. El san- DITO, 2000: p. 27). Esta provincia castellano-le- tuario, de planta rectangular y parcialmente ex- onesa dispone de una notable cantidad de castros cavado en la roca, tiene dos accesos, uno por el vettones importantes que paso a describir breve- sureste y otro por el oeste. Se conservan tam- mente a continuación basándome en los estu- bién en algunos puntos sus paredes que llegan Fig. 5. Necrópolis de la Osera. Castro de la Mesa de Fig. 6. Muralla ciclópea del Castro de Mesa de Miranda/ dios realizados por Álvarez-Sanchís (ÁLVAREZ- a alcanzar hasta 2 metros de altura. El altar de Miranda/ Fotografía: Eugenio Vega Fotografía: Eugenio Vega SANCHÍS, 2006: pp. 8-46). sacrificios es una gran piedra terminada en plat- aforma a la que se llega a través de dos escal- El poblado de Los Castillejos de Sanchorreja eras. En esa plataforma superior se han tallado tener la función protectora de ganados o ser hitos España y para mostrar los diferentes grupos so- El poblado de Los Castillejos de Sanchorreja está unas pequeñas cavidades comunicadas entre sí y demarcadores de pastos. ciales dentro de la casta militar. situado a más de 1.500 metros de altura, en la sier- unidas a pequeños canales que descienden has- El castro estaba rodeado por una muralla de ra de Ávila. La gruesa muralla de piedra que for- ta la parte más baja de la roca. Esos conductos Castro de El Berrueco-Las Paredejas piedra dividida en tres recintos contiguos con tifica este castro delimita tres recintos, uno prin- permitían circular el líquido, la sangre de los ani- El castro de El Berrueco-Las Paredejas se en- torres y bastiones. Los dos primeros estaban pro- cipal o acrópolis y otros dos secundarios adosa- males sacrificados, vertido en las cavidades hasta cuentra situado en las inmediaciones de las si- tegidos por un foso y campos de piedras hinca- dos a aquél. En este yacimiento se han recuper- la parte inferior de la gran piedra. En el centro erras de Gredos y Béjar. En el Berrueco se han das delante de las puertas. El recinto más inte- ado cerámicas de incisión simple, escisión y bo- del yacimiento se encuentra la sauna la cual está hallado cerámicas hechas a mano y un impor- rior y más protegido era una acrópolis. El tercer quique, al peine y, a veces, el peine asociado con el formada por una especie de semihipogeo, talla- tante conjunto de instrumentos de hierro: nava- recinto tenía una puerta en esviaje. Del interior y puntillado; y cerámicas con pintura monocroma y do en parte sobre un gran canchal de granito, y jas de afeitar, escoplos, punzones, azuelas. En el de los alrededores proceden varias esculturas de bicroma. También se han recogido cerámicas im- por muros de piedra en la parte norte. Se rela- yacimiento de Las Paredejas se han descubierto piedra que representan toros y cerdos (BERRO- portadas de procedencia ibérica y bronces vincu- ciona esta sauna con baños iniciáticos. Está divi- cerámicas locales e importadas, joyas y utensilios CLA-RANGEL y MORET, 2007: pp. 237-255). lados al mundo orientalizante: fíbulas, broches de dida en tres estancias: un horno para fuego, una de bronce de inspiración tartésica y otros obje- cinturón, entre ellos una hebilla con grifo de ori- cámara con dos asientos para recibir el baño de tos exóticos de procedencia mediterránea. En- El Raso gen tartésico, recipientes rituales, que demuestran vapor y una antecámara. tre estos últimos destacan una divinidad femeni- El castro amurallado de El Raso se encuentra en la existencia de contactos con las poblaciones tar- El castro consta también de dos canteras, de na de origen oriental y la diosa Shepesh sirio-ca- la vertiente meridional de la Sierra de Gredos. tésicas del sur de la Península Ibérica. Y, próximos las que se extrajeron bloques de piedra para la naanita. Sus casas tenían un zócalo de mampostería (pie- al poblado, se han encontrado hoyos o depósitos construcción de las viviendas y de la muralla. Y dras desiguales ajustadas y unidas con argamasa) que se han relacionado con ritos de carácter fu- en la ladera norte, había tres verracos que podrían Mesa de Miranda y partes altas de tapial (material hecho de tierra En Mesa de Miranda, hay que destacar la necrópo- amasada y apisonada) rematadas al interior y al lis de la Osera, en ella se han identificado 2.100 exterior con un enlucido. La planta era de forma sepulturas realizadas en hoyo, y 60 túmulos y en- cuadrada o rectangular, con un porche cubierto y cachados de piedra que encerraban varias urnas adosado a la fachada delantera. En porche, y con con cenizas. Son importantes también los ajuares un banco a cada lado de la puerta, se desarrollaba metálicos encontrados, con más de 5.000 piezas la vida familiar al aire libre y se realizaban peque- rescatadas. ñas actividades domésticas. En el interior, había Los enterramientos se distribuyen en seis zo- un hogar central, en torno al que se distribuían el nas, separadas entre sí. Se piensa que cada una de resto de las estancias. estas zonas podría corresponder a cada uno de En las casas grandes un vestíbulo daba paso los clanes o linajes que vivía en el poblado. Se han a la estancia principal, la cocina, con el hogar encontrado cerámicas elaboradas a mano y dec- donde se preparaban los alimentos y un banco oradas con incisiones o impresiones y cerámicas adosado al muro. Alrededor de la habitación prin- pintadas y fabricadas a torno. Los ajuares funer- cipal, había otras estancias que harían la función Fig. 3. Altar de sacrificios (Ulaca)/ Fig. 4. Sauna de Ulaca/ arios han sido fundamentales para clasificar el ar- de almacén o incluso cuadra. En las casas de El Fotografía: Manuel Parada López de Corselas Fotografía: Xemenendura mamento de tipo celta y la panoplia guerrera en Raso es habitual encontrar una especie de corral

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En un intervalo de tiempo de aproximada- VEGA, T. De la; Los pueblos de la España prerro- mente cincuenta años, entre la llegada de Julio mana, Akal, Madrid, 2002. César a Hispania y la intervención de Agripa para VV. AA.; Memorias de historia Antigua, Instituto sofocar el último levantamiento de cántabros y de Historia Antigua, Oviedo, 1979. astures, el 19 a.C., casi la totalidad de las comu- nidades de Ávila se había adaptado a los benefi- cios romanos. Por entonces, la edad de oro de los castros vettones había llegado a su fin (GRACIA ALONSO, 2008: pp. 726-727).

BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R.; Los señores del ga- Fig. 7. Detalle de la muralla del castro celta de El Raso/ Fig. 8. Reconstrucción de la puerta principal. Castro de las nado. Arqueología de los pueblos prerrománicos en el occi- Fotografía: Miguelmie Cogotas/Fotografía: Eugenio Vega dente de Iberia, Akal, Madrid, 2003a. ___; Los vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003b. delante de las viviendas, que pudo ser utilizado distinguir cinco rangos distintos: elites ecuestres ___; Guía Arqueológica de Castros y Verracos. Pro- para tener recogido el ganado menor. con elementos de prestigio: arreos de caballo, vincia de Ávila, Institución Gran Duque de Alba, Se han localizado en el yacimiento herramien- espadas y cuchillos, escudos y adornos con in- Ávila, 2006. tas de hierro, moldes, crisoles y lingotes de met- crustaciones de plata; guerreros, individuos con ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R. y CARDITO, L. al que hacen referencia a una importante activi- algunas armas (lanzas y cuchillos) y artesanos M.; Comisión de Antigüedades de la Real Academia de dad metalúrgica; además de molinos de mano, pe- (especialmente con punzones); gente con ador- la Historia. Castilla y León, catálogos e índices, Real sas de telar y fusayolas, diversos tipos de vasijas, nos de bronce como fíbulas, cuentas de collar y Academia de la Historia, Madrid, 2000. y grandes tinajas de provisiones con vestigios de otros; gente con fusayolas, urnas decoradas y al- BERROCAL-RANGEL, L. y MORET, P.; Paisajes escritura en forma de marcas de alfarero o nom- gún anillo y el resto de tumbas sin ajuar (casi un fortificados de la Edad del Hierro. Las murallas proto- bres de indígenas. También se han hallado denar- 85% del total). históricas de la Meseta y la vertiente Atlántica en su con- ios romanos republicanos y varios escondrijos de La dominación romana modificó las carac- texto Europeo, Real Academia de la Historia, Ma- joyas de oro y plata. En el exterior del castro se terísticas del hábitat vettón. El territorio se or- drid, 2007. ha localizado un santuario al aire libre dedicado ganizó en función de los usos agrícolas del sue- BLÁZQUEZ, J. M.; Religiones primitivas de al dios local Vaélico, que se relaciona con el lobo. lo, se instauró un centralismo político y admin- Hispania, Consejo Superior de Investigaciones istrativo nunca antes conocido y los campamen- Científicas, Madrid-Roma, 1962. Las Cogotas tos militares estimularon el desarrollo urbano y CABRÉ AGUILÓ, J.; Excavaciones en las Cogo- Las Cogotas es un castro amurallado situado jun- la aparición de una nueva red de comunicacio- tas, Cardeñosa (Ávila), I: El Castro, Junta Superior to al río Adaja en la sierra de Ávila. Está forma- nes. Todo esto dio lugar a que los viejos núcleos de Excavaciones y Antigüedades, Madrid, 1929. do por dos recintos fortificados, levantados en la ganaderos de las Cogotas, La Mesa de Miranda CARO BAROJA, J.; Los pueblos de España, Vol. II Edad del Hierro, uno alto o acrópolis y otro o Ulaca comenzaran a despoblarse y se asenta- 1, Alianza Editorial, Madrid, 2007. bajo considerado como encerradero de ganados. ra su población en la vega, seguramente el lugar GRACIA ALONSO, F.; De Iberia a Hispania, Ariel, Ma- El poblado tiene seis puertas y la principal tiene que hoy ocupa Ávila, cuya aparente semejanza drid, 2008. forma de embudo para mejorar la defensa. con la ciudad vettona de Óbula, mencionada por SALINAS DE FRÍAS, M.; Los vettones: indigen- El poblado presenta diferentes zonas. Los Ptolomeo, ha dado lugar a que se la identifique ismo y romanización en el occidente de la meseta, Europa ajuares domésticos encontrados indican que en la con la ciudad actual. Surgieron, a finales del sig- Artes Gráficas, Salamanca, 2001. acrópolis viviría la élite y en el recinto inferior, la lo I a.C., pequeños núcleos en el llano que fuer- SÁNCHEZ MORENO, E.; Vettones: historia mayoría de la población. En la zona sur del se- on ocupando los suelos más productivos, pro- y arqueología de un pueblo prerromano, Universidad gundo recinto hubo un importante alfar en el que duciéndose una concentración de la población Autónoma de Madrid, Madrid, 2000. se elaboraban productos cerámicos, y también un del valle en torno a un lugar central alimentado SÁNCHEZ MORENO, E. (coord.) y GÓ- gran basurero. por los viejos núcleos vettones. Lo mismo su- MEZ-PANTOJA, J. L.; Protohistoria y Antigüedad La necrópolis se encontraba cerca de la puer- cede con el castro de El Raso de Candeleda, el de la Península Ibérica: La Iberia prerromana y la Ro- ta principal del castro. Los enterramientos esta- cual se despuebla seguramente en época de Julio manidad, Sílex, Madrid, 2008. ban repartidos en cuatro zonas bien diferencia- César, y su población debió trasladarse a Augus- TOVAR, A.; “Sobre la complejidad de las in- das que podrían responder a diferentes famili- tobriga (Talavera la Vieja) o Caesarobriga (Talavera vasiones indoeuropeas en nuestra Península”, as. Los ajuares funerarios encontrados permiten de la Reina). Zephyrus, Vol. 1, 1950, pp. 33-57.

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LOS ELEFANTES DE GUERRA EN LOS EJÉRCITOS DE LA ANTIGÜEDAD

Arturo Sánchez Sanz Licenciado en Historia (UAH); Máster Universitario de Historia y Ciencias de la Antigüedad (UAM y UCM) [email protected]

Resumen. El uso de elefantes con fines bélicos constituyó, durante siglos, una de las armas mi- litares más importantes de los ejércitos de la Antigüedad. Si bien estos podían llegar a reportar tantas ventajas como inconvenientes y por ello fueron, ya desde entonces, denominados por los autores clásicos como “el enemigo común”. Abstract. The use of elephants for military purposes was, for centuries, one of the most impor- tant military arms of the armies in the Antiquity. Although, these could get to suppose so many advantages as drawbacks and, for this reason, they were since then denominated by the classic authors as “the common enemy”. Palabras clave: Elefante de guerra, Pirro, Aníbal, mahout, torre, Alejandro. Key words: War elephant, Pyrrhus, Hannibal, mahout, tower, Alexander.

Introducción factor psicológico determinante en muchas oca- A lo largo de la Historia Antigua, los elefantes siones, para socavar la moral y el valor de los ejér- han sido el animal más importante que la huma- citos enemigos1. Una muestra de ello, incluso ya nidad ha empleado en las guerras como comba- en el s. IV a.C., nos la proporcionan San Ambro- tiente, ya que los caballos eran utilizados, princi- sio2 y Amiano Marcelino3, quienes explican que palmente, como medio de transporte de grupos ni soldados ni caballeros podían oponerse a su de tropas especializadas. Su utilización, a lo lar- colosal fuerza en la batalla, por lo que muchos no go de la Antigüedad, en numerosos conflictos se atrevían ni tan siquiera a acercarse. entre diversos pueblos del Mediterráneo, influyó no pocas veces en el resultado de la batalla, tanto Antecedentes para bien como para mal, en cuanto a quienes op- Los elefantes son animales originarios de zonas taron por servirse de ellos. templadas y suaves del sur y sureste de Asia, Asia Pero no solo se emplearon en esta zona, ya Occidental y África (hoy en día se encuentran en que fueron extremadamente importantes, y de Paquistán, Myanmar, Tailandia, Vietnam y las is- uso generalizado, también en la India, Oriente las de Sri Lanka y Sumatra), donde desde épocas Próximo o Asia Oriental, y se mantuvo a lo largo remotas como el Neolítico eran conocidos (DE de siglos como un elemento típico de los ejércitos BEER, 1969: p. 100)4. El intento de domesticar- desde la Antigüedad, al poder actuar como com- los también fue muy temprano, se sabe que la cul- batientes durante la batalla y como animales de 1 Plutarco (Alejandro, 62.2) indica que, una de las tiro durante los desplazamientos. razones que esgrimieron los soldados de Alejandro para Así, su valor militar fue muy importante, tan- no continuar su marcha atravesando el Hidaspes en el 326 to por su eficacia (aunque relativa) como por su a.C. era la creencia de que, al otro lado, les esperaba un contingente de elefantes aun más terrible que el del rey escasez. Ello los convertía en un elemento bélico Poros. poderoso que no estaba al alcance de cualquier 2 Hexamerón, 6.5.33. ejército, y que, en los momentos en los que se en- 3 XIX.2.3 y VII.6 frentó a soldados que desconocían a dichos ani- 4 Gabin de Beer alude a que en la localidad de Alaya, en el desierto bíblico, se han encontrado representaciones males, su mera presencia infundía terror entre las de elefantes grabadas en piedra y con fechas anteriores al filas enemigas. Por tanto, se convirtieron en un 4.000 a.C.

50 51 2011, nº 1, pp. 51-66 Elefantes de guerra en la antiüedad 2011, nº 1, pp. 51-66 tura de Mohenjo Daro ya lo había logrado entre el s. IV a.C., Alejandro Magno no encontró ele- a veces las utilizaban para el transporte, pero caba que comían entre 6-7 medimnos macedo- el III y II Milenio a.C. Igualmente se tienen noti- fantes salvajes en toda Asia occidental. En Egip- siempre eran de menor tamaño que los machos). nios al día13, por lo que su manutención, y más cias, por una inscripción atribuida a Amenemhelt, to desaparecieron ya en el III-II Milenio, aunque El elefante es el animal terrestre más grande si se trataba de cientos de ellos, era muy difícil, que éste acompañó a Tutmosis III cuando estuvo permanecieron más tiempo en otras regiones del del planeta, y de él existen dos especies: el africa- requiriendo de gran organización y recursos. Su en Siria (c. 1470 a.C.) y añade que le vio escapar norte de África, como Cartago. Allí existieron no, y el asiático-indio. Las más importantes dife- enorme volumen los impide trotar o galopar, y de un elefante. Aunque poco después de estos he- hasta la caída de la ciudad, en el año 146 a.C., en rencias aluden a que el elefante africano tiene las solo pueden alcanzar un máximo de velocidad de chos, parece que éste organizó una gran cacería que la región pasó a convertirse en provincia ro- orejas de mayor tamaño y el lomo cóncavo, ade- 16 km\h Pero compensan esas carencias con su en la tierra de Niy (SCULLARD, 1974: p. 28)5 (al mana, y éstos comenzaron su caza para obtener más de grandes colmillos; mientras que el elefan- movilidad, ya que pueden atravesar terrenos difí- norte de Siria), donde se dice que mataron más marfil o emplearlos vivos en sus espectáculos. De te asiático-indio tiene orejas y colmillos más pe- ciles, pendientes pronunciadas o superar muros de ciento veinte elefantes para obtener su marfil este modo desaparecieron del norte de África ha- queños, y el lomo convexo10. Muchos autores clá- de contención, por lo que en ese sentido también (BISHOP, 1921: pp. 290-306)6. cia finales del s. II a.C. sicos defendían que los elefantes indios eran de eran valiosos para el combate14 (GLOVER: 1948, Por su parte, del rey asirio Tiglath-Pileser I A caballo entre las alusiones de Heródoto y mayor tamaño que los africanos, y que, por ello, pp. 1-11). (ca. 1100 a.C.) se han encontrado textos donde de Hannon, sabemos de su utilización bélica en los africanos se negaban a luchar contra aque- Los elefantes llegan a vivir hasta entre 70-80 se dice que mató a diez elefantes y capturó a cua- el Imperio Persa y la India a través del escritor y llos. Se cuenta que los elefantes africanos de Pto- años, aunque el cautiverio puede acortar sus vi- tro con vida en la región de Harán, en la zona médico griego del s. V a.C. Ctesias de Cnido. Si lomeo IV, en la Batalla de Rafia (221-205 a.C.), das. Se consideraba más fácil capturarlos a la edad media del Éufrates (no lejos de donde Tutmosis bien es cierto que sus obras, llamadas Pérsica e Ín- se negaron a pelear contra sus homólogos indios adecuada que criarlos, debido a que solo tienen III hizo su cacería). También conocemos que, a dica (ambas perdidas y solo conocidas por frag- de Antíoco, por lo que en los ejércitos antiguos una cría, con un periodo de gestación de entre principios del s. IX a.C., Assurnasirpal II, y pre- mentos de Focio, y por ser fuente de Diodoro), parece que se prefería a los elefantes indo-asiá- 18-24 meses, y se alimentan de sus madres seis viamente Salmanasar II en el s. XI a.C., recibie- deben siempre tratarse con suma cautela, al ba- ticos. Hoy día la comparación entre ambas espe- años. Solo eran considerados útiles para el com- ron un tributo de elefantes y marfil procedentes sarse en informaciones inventadas o exageradas. cies ofrece un mayor tamaño a los elefantes afri- bate tras alcanzar una edad mínima de 20 años, de Yakin y Adini7 (Siria). Ello prueba su existen- Hace referencia a los elefantes de guerra en dos canos, con entre 3-4 m de altura y un peso de 4-7 aunque la edad optima serian 40 años, ya que los cia en esa zona, y que ya se había conseguido pasajes. En el primero refiere a su utilización con toneladas, frente a los entre 2-3,5 m de altura de elefantes adultos eran más experimentados y difí- domesticarlos, criándolos en Kalhu, como rela- éxito por Amoraius, rey de los Derbikes (escitas los elefantes indo-asiáticos y un peso de entre 2-5 ciles de poner en fuga durante el combate. Por lo ta el obelisco de Nimrod (fechado en el tercer asentados al Este del Mar Caspio), contra Ciro II toneladas. Quizá, los comentarios de los autores que se tardaría más de 20 años en criar un elefan- ¼ del s. IX a.C., durante el reinado de Salmana- el Grande. Este se sirvió de elefantes indios para clásicos se deban a que existen dos subespecies te de guerra, en los que habría que alimentar tan- sar III). El hecho de que su existencia en Próxi- tender una emboscada al rey persa y consiguió de los elefantes africanos: el elefante de la sabana, to a la madre como a su cría, y no saldría renta- mo Oriente fuera común en aquella época, ha derrotar a su caballería. El segundo trata sobre la que es el de mayor tamaño de la tierra, y el elefan- ble para sus dueños. Además de que los animales llevado a muchos estudiosos a hablar de una es- mítica reina asiria Semiramis8, la cual, según Cte- te del bosque, mucho más pequeño (GOWERS, capturados en su hábitat solían ser más agresivos pecie autóctona, como sería el “elefante sirio”. sias9, habría iniciado una campaña contra la India. 1948: pp. 173-180.)11 (entre 2-2,5 m de altura y y útiles en la guerra. Pero no existen pruebas de que se diferenciara Consciente de la enorme cantidad de elefantes de 2-4,5 toneladas de peso), y de menor tamaño que en nada del elefante indio, siendo muy posible guerra con que contaba el rey indio Strabrobates, el indo-asiático. Se cree que quizá fue el emplea- Caza y captura su hábitat se extendía hasta dicha zona en aque- y de que ella no disponía de dicho arma, parece do por los ejércitos norteafricanos de Cartago o Parece que Alejandro, tras enfrentarse a ellos en lla época. que construyó maniquíes de elefantes con pieles Egipto (como defienden Lazemby (1978) y Cas- el campo de batalla, fue el primer monarca del En cualquier caso, en Siria y Mesopotamia ya de bueyes rellenas de paja, cuyo armazón trans- son (1993: pp. 247-260)). ámbito de la Hélade que optó por su inclusión habían desaparecido en el s. VIII a.C. como re- portaría un camello con su conductor tirando de Gracias a su gran corpulencia, los elefantes en el ejército. Los vio por primera vez en Gau- sultado del cambio climático o de la necesidad él bajo la estructura. Finalmente, la estrategia no podían transportar sobre su lomo hasta 500 kg gamela, donde Darío formó 15 de ellos, aunque de marfil por parte de los humanos. Así, ya en la sirvió de nada, ya que algunos desertores infor- de peso en distancias cortas, y en la batalla eran no llegaron a intervenir (DÁRMS: 1976, pp. 93- maron al rey indio del truco, y tras ser derrotada capaces de levantar a un caballo junto con su ji- 95). Según avanzaba su campaña, Alejandro pudo 5 Según se desprende de la inscripción atribuida a un oficial que lo acompañó, llamado Amenemhab, e tuvo que regresar a Bactria. nete, para después aplastarlos en el suelo. Pero su contar con cada vez más de ellos, entre los cap- incluso se cree que Tutmosis III, interesado por la historia gran fuerza es solo igualada por su apetito (se- turados a los ejércitos enemigos y los recibidos natural de las tierras bajo su mando, ordenó crear en Tebas Características gún el emperador Mogol Babur, un elefante po- como regalos por los soberanos de las tierras que una colección con ejemplares de los animales y plantas más interesantes. Prueba de ello es la tumba de Rekhmire, visir Los elefantes de guerra eran entrenados de for- día comer al día lo mismo que 15 camellos (NOS- se le sometieron sin lucha. Aunque es probable, 12 durante los reinados de Tutmosis III y Amenhotep II, y ma especial. Casi todos eran machos, al ser de SOV, 2008: p 6.)). Sobre ello, Aristóteles indi- mecenazgo científico que se le ha atribuido. Sobre ello administrador del templo de Amón en Karnak, aparece mayor tamaño y agresividad que las hembras, y 10 Sobre las de diferencias entre ambas especies, véase: Romm (1989: pp. 566-575), donde se desmonta este representado un elefante indio sujeto por una correa. además contaban con sus grandes colmillos para véase De Beer (1969: p. 105). mito. 6 Según Bishop, los elefantes de Asia occidental eran 11 Según Gowers, el elefante del bosque solo se 13 El medimno era una unidad de volumen, por de la especie asiático-india, ya que en las representaciones utilizarlos como armas de combate (también de diferenciaría del de la sabana por su tamaño y por la forma lo que su conversión a peso es variable, 1 medimno podía de la zona, aparecen con las orejas pequeñas y la forma del mayor tamaño que los de las hembras, aunque de las orejas. equivaler a entre 31-40 kg de trigo. lomo característica. 12 Historia Animalium, VIII.9. Autores clásicos 14 Glover indica que también podían usarse para 7 Bit Adini fue un estado arameo situado en el valle 8 Hay quienes la asocian a la histórica reina asiria como Plinio y, basándose en ellos, también otros más derribar pequeños muros o puertas, pero matiza que no del río Éufrates en la zona de la actual ciudad de Alepo, en Samuramat (finales del s. IX a.C.), esposa de Shamshi-Adad actuales como Werner Jaeger, defienden que esta alusión solían ser empleados en este sentido ya que el tiempo que Siria. Bit Yakin era también un estado arameo situado al sur V y regente de su hijo Adad Narari III. de Aristóteles a los elefantes no pudo ser posible sin tardaban en hacerlo les dejaba muy expuestos a los ataques de Babilonia, junto a la costa del Golfo Pérsico. 9 Recogido en Diodoro, XI.16. la ayuda de Alejandro, defendiendo así la veracidad del de los defensores ubicados sobre las murallas.

52 53 2011, nº 1, pp. 51-66 Elefantes de guerra en la antiüedad 2011, nº 1, pp. 51-66 como indica Scullard (DÁRMS: 1976, pp. 64-74), el mar, siendo posiblemente ésta la procedencia a la hembra pero no veían a su conductor desde ños muros o pozos, realizar giros rápidos, piso- que el rápido avance de éste hacia la India, hic- de los elefantes que más tarde utilizaría Ptolomeo la distancia). Éstos la seguían hasta algún lugar en tear a un posible enemigo (quizá mediante mani- iera que no contara con tiempo suficiente para IV en Rafia, contra Antíoco II (GOWERS, 1948: el que se colocaba una trampa para lazar su cue- quíes de los cuales se tiene constancia en tratados practicar su utilización con éxito (habida cuenta pp. 173-180). llo o una pierna, y así capturarlos. Pero este sis- medievales), aprender a integrarse en las forma- de los peligros que podían suponer), así como su En este sentido, diversos autores clásicos ya tema era muy peligroso, ya que se requerían más ciones de batalla, soportar el dolor y no asustarse integración con la infantería y caballería macedo- indicaban varios lugares de África donde se po- de 100 hombres para sostener la cuerda frente a ante fuertes sonidos que podían producirse du- nia. De modo que no los habría empleado en su dían encontrar elefantes del bosque, que se unen la fuerza de un elefante. Desconocemos si fueron rante la batalla. Para ello se le atacaba con espadas campaña contra el rey Poros, ni probablemente a las zonas de captura utilizadas por los Ptolo- estos métodos los utilizados en el norte de África y lanzas, sin causarles heridas graves, en medio de en ninguna otra, más que con fines distintos pero meos. Heródoto16 menciona que, en su época, u otros diferentes, ya que según Plinio, los elefan- un gran estruendo de tambores, gritos, etc. bus- igualmente útiles, ya que el hecho de que acom- podían encontrarse en la zona meridional de la tes eran conducidos a profundos hoyos camufla- cando que se acostumbraran a soportarlo. pañaran al ejército servía para infundir temor en- actual Túnez (cerca del oasis de Gadames (DE dos en la tierra. El conductor del elefante, o mahout, era un tre sus enemigos, muchos de los cuales se rendían BEER, 1969: p. 102.)). En el s. IV a.C. Aristóteles Apenas contamos con datos acerca de los in- personaje de gran importancia, por su habilidad sin luchar. También los utilizó para el transporte e los situaba en la zona de los bosques a los pies del tegrantes de las partidas enviadas a la captura para controlarlos y manejarlos en la batalla, del incluso en ocasiones de forma ceremonial, como Atlas, en el actual Marruecos, y en el Rif, lo mis- de los elefantes; es de suponer que se trataba de cual muchas veces dependía la victoria. Se colo- sucedió a su regreso en Babilonia. A la muerte mo que más tarde anotaría Plinio el Viejo. Tam- hombres experimentados, muchos de los cuales caban sobre la cabeza del elefante, y lo guiaban de Alejandro, los Diádocos, conscientes del pod- bién se aprecia en el Periplo de Hannón (s. VI-V serían autóctonos de las zonas en que se encon- mediante órdenes de viva voz, con un largo palo er militar que representaban, y a sabiendas de que a.C.), que se encontrarían en las regiones coste- traban los elefantes. Debido a la importancia bé- provisto de un gancho o presionando con sus debían reforzar esa faceta en sus propios reinos ras de lo que hoy es Marruecos. Ciertamente, ello lica y a la dificultad de su captura, transporte, etc., manos las orejas del elefante. para mantener su control, no tardaron en inten- muestra con claridad hasta dónde alcanzaba el debían estar bien pagados. Sobre ello, contamos En su mayoría, los ejércitos griegos, egipcios, tar conseguir ejemplares de elefante para unir a conocimiento del continente africano en el Mun- con un papiro de la época de Ptolomeo II (223 etc. que emplearon elefantes de guerra, preferían sus ejércitos. do Antiguo, ya que nada se dice de su existencia a.C.) que menciona la existencia de rangos dentro conductores de origen indio. Ello originó que, Normalmente, los elefantes de guerra utili- más allá del desierto de Sahara. En esta zona la de estos cuerpos especializados. Uno de ellos (de con el tiempo, se llamara “indio” a cualquier con- zados en Oriente Próximo o el Mediterráneo especie se perpetuó durante más tiempo que en el carácter intermedio) sería el llamado grammateus ductor18, independientemente de su lugar de ori- Oriental provenían de la India y, por tanto, mo- norte, donde su caza indiscriminada17 (LANCEL, Kynegoi o intendente de los cazadores. El papiro gen. Se encargaban de cuidarlos y alimentarlos, y narcas como Seleuco I Nicator no tuvieron de- 1997: p. 85), para abastecer los ejércitos y los es- fue enviado al nomo de Edfu, con orden de que éstos les cogían aprecio por ello (si nacían en cau- masiados problemas para proveerse de ellos, gra- pectáculos del Imperio Romano, acabaría rápida- se le entregara a éste el salario para el pago de 231 tividad probablemente los conocían desde enton- cias a la cercanía de su reino con la India. No ocu- mente con ellos. cazadores, que debían desempeñar su trabajo en ces, para facilitar su afecto y obediencia). Así, se rrió lo mismo con Ptolomeo I Sóter que, en un En cuanto a los sistemas de captura, en Asia Eritrea. El importe ascendía a 1.860 dracmas por establecía un fuerte vínculo entre el elefante y su primer momento, solo pudo disponer de un pe- existían principalmente dos. En uno se elegía un tres meses (4 óbolos de plata por persona y día), conductor, hasta el punto de que, a veces, si és- queño contingente que adquirió como botín de lugar llano, y se rodeaba de una profunda zanja lo cual era un salario excelente que equivalía al tos eran heridos o muertos durante la batalla, los guerra tras vencer a Pérdicas en el 321 a.C. y a de 10 m de ancho y 7 m de profundidad con te- de un escriba de alto rango. En cualquier caso, el sacaban de ella o los defendían a muerte despre- Demetrio I en el 312 a.C. (las rutas comerciales rraplenes, de forma que el acceso a la zona se ha- pago de los salarios solo supondría una pequeña ciando el peligro. Incluso tras ésta, algunos de- con la India atravesaban el territorio seleúcida y cía mediante un endeble puente camuflado con parte de la enorme cantidad de dinero que se in- jaban de comer al no ser alimentados por aqué- no era posible transportarlos por mar). Pero no tierra y hierba. En el interior se colocaban dos o vertía en estas empresas. llos, hasta su muerte. A pesar de esto, los elefan- eran suficientes15 para enfrentarse a los cientos tres hembras, cuyo olor atraía a los machos que, tes siempre fueron animales impredecibles que, a de que disponía Seleuco, y optó por abastecerse una vez dentro del recinto, eran capturados al le- Entrenamiento y domesticación pesar de ese vínculo, podían atacar a sus conduc- de las especies existentes en el propio continen- vantarse el puente tras su paso. Si eran demasia- A diferencia de los elefantes indo-asiáticos y afri- tores en cualquier momento y sin razón aparente. te africano (en aquella época se podían encontrar do jóvenes, viejos o enfermos se les dejaba mar- canos del bosque, los elefantes de la sabana son ambas subespecies en todo el continente, incluso char, pero de lo contrario se les privaba de agua indomesticables, y por ello no se utilizaron para Armamento y equipamiento en las zonas cercanas al Mar Rojo y al Golfo de y comida para debilitarlos, y se les obligaba a lu- la guerra. Pero, a los demás, normalmente, se les Aun hoy se discute si los elefantes de guerra us- Adén). Tiempo después, su sucesor Ptolomeo II char con elefantes domesticados introducidos en ataba a un poste junto a elefantes domesticados, ados por romanos y cartagineses utilizaban tor- Filadelfo estableció varios enclaves al sur, junto a el recinto; tras ser derrotados se les ataba las pa- para que poco a poco perdieran su agresividad si- res de defensa, en base a la menor capacidad de la costa del Mar Rojo, para utilizarlos como base tas y se les transportaba. Otro sistema consistía guiendo su ejemplo. En caso de persistir, se les carga de los elefantes del bosque que éstos uti- de operaciones en la búsqueda, captura y envío de en que un conductor llevaba un elefante hembra, debilitaba haciéndolos pasar hambre, hasta que lizaban, mientras que en el caso de los indo- elefantes (Filótera, Theron Ptolemaica o Bereni- domesticado, cerca de una manada de elefantes permitían que un hombre subiera a su lomo. Tras asiáticos parece que no existe duda. La mayoría ce Trogloditica). Eran capturados en la meseta de para que los machos la olieran (su olfato y su oído ello se iniciaba el adiestramiento, comenzando de los estudiosos lo descartan, y en este sentido, Eritrea, y en las tierras bajas entre el acantilado y son mucho mejores que su vista, por lo que olían por determinar si servía más para animal de tiro autores como Gowers, opinan que los elefantes 16 IV.191. o para el combate. La formación de este último del bosque no tenían capacidad para llevar tor- 15 Para profundizar en las actividades que los 17 Lancel señala que ésta sería su principal causa de era más amplia, y necesitaba no solo ser obedien- res, ya que ello mermaría demasiado su velocid- Ptolomeos llevaron a cabo para proveerse de un nutrido desaparición, por encima de lo que a ello pudo aportar el cuerpo de elefantes de guerra, véase: Casson (1993: pp. posible cambio climático en cuanto a la modificación de su te, sino poseer un carácter combativo y demos- 18 Polibio (III.46.7) se refiere a ellos de esta manera, 247-260). hábitat en esas zonas. trar determinadas destrezas como: sortear peque- aunque no tenían porque ser de la India.

54 55 2011, nº 1, pp. 51-66 Elefantes de guerra en la antiüedad 2011, nº 1, pp. 51-66 ad y maniobrabilidad. Según Gowers (1948: pp. por los indios) con guerreros portando largas lan- por lo que no estaban diseñados para el transpor- ellos por embarcación) ya que su instinto grega- 173-180), y parece lógico que sea así, cartagine- zas (sarisas), y Tito Livio24 que llevaban armadu- te de animales y menos de la envergadura de los rio les obliga a comportarse de esta manera. In- ses y romanos serían conscientes de ello, en base ras con plumas en la cabeza y torres con cuatro elefantes. Es más probable que, para esta tarea, cluso pudo administrárseles algún tipo de sustan- a que en las monedas donde éstos representaron hombres, más el conductor. En el caso de las to- se acondicionaran barcos comerciales, ya que dis- cia sedante, pues en esta época se conocerían ya elefantes, indica que nunca aparecen con torres rres, según la envergadura del elefante, lo normal pondrían de una mayor capacidad de carga al es- las propiedades sedantes de la adormidera gracias sobre su lomo. Pero de la batalla de Zama se con- era que transportaran al conductor y dos solda- tar diseñados para ello26 (tenían una eslora menor a las obras botánicas de Teofrasto (372-288 a.C.) serva una representación, en una placa, donde dos en una torre, armados con arcos, lanzas y ja- de entre 20-30 metros, pero una manga mayor, De historia plantarum y De causis plantarum. aparecen con torres en su lomo, arneses, etc., por balinas. Se realizarían en madera, ya que el metal que solía ser la cuarta parte de la eslora, una capa- Una vez en la bodega, debía administrárse- lo que parece que las fuentes escritas y epigráficas sería demasiado pesado, y su finalidad sería la de cidad de entre 350-450 toneladas y una obra viva les una dosis mayor de sedante, para mantener- indicarían que sí pudieron estar equipados de ese proteger a sus ocupantes de las flechas y jabalinas de 1,5 metros). los tranquilos y evitar el mareo por el oleaje. Eran modo. A ello habría que añadir que los cartagi- enemigas. Su forma sería cuadrangular o rectan- En cuanto a las rutas, dada la dificultad del colocados tumbados de costado, para facilitar la neses conocieron este arma de guerra a través de gular, y quizá irían revestidas con pieles en crudo transporte de este tipo de animales y de las con- maniobrabilidad y seguridad de las naves, sujetán- Pirro, quien parece que las utilizaba en los suyos. para evitar que ardieran por las flechas incendia- diciones cambiantes del clima y la mar, es lógi- dolos con bandas anchas mejor que con cuerdas Igualmente, el poeta Juvenal muestra en sus escri- rias. co pensar que las flotas de transporte buscarían para evitar heridas y presión sobre un determina- tos “…conduciendo sobre su espalda torres…” y siempre las rutas más cortas para tales operacio- do punto. Pero ello representaba un nuevo pro- el autor clásico Lucrecio nos dice “…al elefante Transporte nes. Intentando no perder de vista la costa, tan- blema, ya que los elefantes no pueden permane- monstruoso, que lleva torres…”19. Como integrantes del ejército, los elefantes de- to para orientarse mejor como para poder tomar cer tumbados más de dos horas, pues su peso, en Sobre el resto del equipamiento apenas exis- bían desplazarse con éste allí donde era necesario. tierra rápidamente si las condiciones climáticas o esa posición, dificulta mucho su función cardio- ten datos: el dramaturgo romano Plauto los des- Si bien el transporte terrestre no solía causar más el enemigo lo imponían, así como para tardar el respiratoria. Para solucionarlo, es posible que se cribe utilizando un paño rojo20, y según Arriano, problemas que los que suponía el resto del ejér- menor tiempo posible en maniobras tan arriesga- aprovechara la propia redondez del casco para en la batalla de Zama los elefantes de Aníbal es- cito (aunque es presumible que debieron retrasar das. En el caso de los elefantes, se trata de anima- recostar a los elefantes, apoyándolos en esas zo- taban equipados para causar terror en sus enemi- su marcha25 (GLOVER, 1950: pp. 1-11)), la posi- les muy susceptibles de perder el control si sien- nas. Así se repartía mejor su peso y se descargaba gos21, por lo que pudieron ser cubiertos con te- ble necesidad de tener que salvar cursos de agua o ten peligro o temor ante cualquier situación, y no presión de los pulmones (probablemente sobre el las del color de la sangre o colocarles armadu- mares, multiplicaba la dificultad de esta tarea, y de suelen sentirse bien si no están pisando tierra fir- costado derecho para aliviar también el corazón). ras y cascos vistosos. De usarse torres, probable- ello nos dan buena cuenta diversos autores clási- me (aunque son excelentes nadadores si la situa- En cuanto al paso de los ríos, la marcha de mente tenían alguna portezuela en la parte trasera cos. Me centraré en explicar estos últimos aspec- ción lo exige), ya que el balanceo de la navegación Aníbal hacia la Península Itálica ofrece ejemplos (SCULLARD, 1974: p. 244) para que los arque- tos de su transporte, empleando diversos ejem- afecta a su equilibrio. Como bien indica Ruiz Bra- claros y documentados de la dificultad, no me- ros y lanzadores de jabalina pudieran colocarse en plos de cómo los distintos generales y ejércitos de vo, es muy posible que el principio de Arquíme- nor, que ello representaba para los ejércitos, so- ellas, a las cuales accederían mediante escaleras de la antigüedad los solucionaron. des fuera ya conocido por los navegantes del Me- bre todo si en el momento de cruzarlos el cauce madera, cuerdas o escaleras de cuerda. Dichas to- En el caso del transporte marítimo, a pesar de diterráneo y, en base a ello, era necesario que el estaba crecido por la velocidad del curso de agua. rres estarían sujetas al elefante mediante gruesas que las embarcaciones típicas, que en la antigüe- centro de gravedad de las naves estuviera por de- En el caso de Aníbal, es ya tradicional el relato del cuerdas o cadenas, y se cree que existirían distin- dad se usaron para formar flotas de guerra, fue- bajo de su centro de desplazamiento, ya que de lo paso de sus elefantes a través del Ródano27 (218 tos tipos de torres en función de que el enemigo ron las penteras y las trirremes, no parece que se contrario naufragarían, y ello era imposible si los a.C.), sobre el que existen diversos relatos de los fuera un ejército (menos robustas buscando lige- emplearan para el transporte de elefantes, tan- elefantes viajaban de pie, por lo que debían hacer- autores clásicos. reza para mejorar la maniobrabilidad) o se tratara to en las empresas que llevaron a cabo varios de lo tumbados en el fondo de la bodega. Los más importantes coinciden en que trans- del asedio a una ciudad (más gruesas para recibir los monarcas ptolemaicos para trasladarlos por La empresa planteaba dificultades para el em- portó a los elefantes en balsas (Polibio o Tito Li- los impactos desde las murallas y altas para per- el Mar Rojo hacia el norte, como el propio Pi- barque y el desembarque, así como la necesi- vio28), pues tenía una anchura de entre 200-500 mitir, si era posible, que sus ocupantes alcanzaran rro para llevarlos desde Epiro a la Magna Grecia, dad de que estuvieran tranquilos durante el viaje. metros y fluía a unos 5 metros por segundo. Se- la parte alta de las murallas). Amílcar Barca para transportarlos a la Península Para resolver el primer problema, es lógico pen- gún Tito Livio, los cartagineses las construyeron De este modo, los autores clásicos solo ofre- Ibérica o su hijo Aníbal más tarde. Ello se debe a sar que pudo vendárseles los ojos para no ver el de unos 8 metros de ancho, y unieron varias de cen información fragmentaria y vaga en este sen- que estas naves solían tener entre 35-40 metros agua, fomentando su decisión a embarcar colo- ellas, para formar una especie de puente, que ase- tido; Plutarco22 indica que iban cubiertos por ar- de eslora y 6 metros de anchura, no llegando la cando a las hembras delante de la marcha (Ruiz guraron a la orilla y sujetaron con cuerdas a árbo- neses purpura y llevaban torres sobre sus lomos. parte sumergida a los 2 metros de profundidad, Bravo añade que las pasarelas a las naves serían les cercanos. De modo que crearon un espigón de Polibio23, que llevaban torres (llamadas howdah cubiertas de arena y hojarasca para que los ani- unos 16 metros de largo, que cubrieron de arena, 24 XXXVII.40.4. males no notaran nada extraño bajo sus pies, ade- por donde los hicieron pasar en tandas (siguiendo 19 Sátiras, XII.194-195 y De la naturaleza de las cosas, 25 Glover indica que la heterogénea composición V.1778, respectivamente. de los ejércitos (infantería, caballería y elefantes) hacia que más de que, probablemente, viajarían en parejas a dos hembras) hasta las dos últimas balsas, que 20 Pseudolo, IV.7.1215-1220. las marchas fueran lentas y dificultosas, ya que se debía –macho/hembra- porque a los animales superio- luego fueron soltadas del resto y arrastradas has- 21 Tact. 2.4, también reflejado por Gowers (1947: pp. mantener la velocidad del grupo más lento, para mantener res les afecta el transporte en soledad y porque 27 Para saber más sobre este pasaje en concreto, 42-49). Por su parte Silio Itálico (IX.581) alude a que se la cohesión en caso de sufrir un ataque, y por otro lado, la no sería posible transportar un número mayor de véase: Cottrell (1992), pero sobre todo, la obra monográfica ataban lanzas a los colmillos. corpulencia de los elefantes muchas veces complicaba los de De Beer (1956). 22 Eúmenes, 14. desplazamientos cuando los caminos o senderos pasaban 26 De la misma opinión es Carlos Ruiz Bravo, y así 28 Historias, III.46 y Historia de Roma, XXI.28.5 y 23 Historias, V.84. por zonas estrechas. lo indica en su artículo (2007: pp. 2-8). XXIX.1, respectivamente.

56 57 2011, nº 1, pp. 51-66 Elefantes de guerra en la antiüedad 2011, nº 1, pp. 51-66 ta la otra orilla atadas a varias barcas. Muchos ele- mación de combate (causando el desorden de Formaciones Los elefantes se convertían, así, en un arma fantes se asustaron al verse rodeados de agua y se las tropas, lo cual las hace muy vulnerables en el En cuanto al despliegue de los elefantes en el muy útil contra infantería ligera enemiga o con- lanzaron a la corriente, alcanzando algunos la ori- campo de batalla y puede proporcionar la victo- campo de batalla, las unidades de elefantes solían tra su caballería, si los caballos no estaban acos- lla tras caminar por el lecho del río (aunque varios ria), causar cuantas bajas fuera posible (numero- tener una estructura regular en los ejércitos, tumbrados a ellos37. Aunque la infantería pesada, mahouts se ahogaron). sos autores clásicos relatan el gran número que podían componerse de 64 elefantes (colocados como los hoplitas griegos o los legionarios ro- Por su parte, Polibio29 muestra una versión cayó en combate luchando contra los elefantes, en línea, en pequeños grupos o en un solo manos, podían ser capaces de resistir sus ataques muy similar, indicando que se usaron las balsas así como contra los arqueros y los honderos que cuerpo en cuadrado), o unidades más pequeñas con garantías de éxito. Igualmente, en numerosas por la negativa de los animales a cruzar por el le- éstos transportaban), transportar al jefe del ejér- en función de su número, siendo de 32, 16, 8, 4, ocasiones se dio el caso de que ambos ejércitos cho del río, y que incluso algunos de los que se cito (ya que desde el elefante puede observar 2 e incluso solo 1. Cada una estaba comandada contaran con elefantes de guerra entre sus filas, lanzaron al agua usaron sus trompas30 para res- mejor el campo de batalla para impartir órdenes por un elefantarca (o magister elefantorum), algunos un claro ejemplo lo encontramos en Rafia, donde pirar a través de éstas, mientras caminaban por y puede ser visto por sus soldados como refer- de cuyos nombres conocemos, al igual que el de se enfrentaron Ptolomeo IV y Antíoco III (217 el lecho del río. Frontino31 nos ofrece una ver- encia durante la lucha, aunque ello también su- los elefantes, ya que a todos se les ponía nombre a.C.). En ésta, Polibio38 nos cuenta lo asombro- sión opuesta, pero defendida por autores como ponía que los enemigos supieran dónde se en- (como Surus). so y estremecedor que representaba ver a casi 200 Shawn O’Bryhim (1991: pp. 121-125)32. Parece contraba y pudieran centrar sus ataques) y la de- Éstos eran normalmente colocados en prime- elefantes de guerra enfrentarse entre sí en el cam- que, estando los elefantes reunidos cerca del río, strucción de las fortificaciones enemigas (si es- ra fila, frente a las líneas de infantería (aunque a po de batalla, aunque indica que los elefantes de uno de sus conductores irritó a un elefante parti- taban entrenados podían derribar pequeños mu- cierta distancia para no entorpecer su maniobra- Ptolomeo IV (africanos y por ello de menor ta- cularmente agresivo al herirlo en una de sus ore- ros o puertas, utilizándolos como arietes, tor- bilidad y darle tiempo para que abriera pasillos si maño) cedieron y se asustaron ante la corpulencia jas, el conductor corrió hacia el río perseguido res, etc., aunque con el tiempo dichas estructu- aquellos debían retirarse del frente) para enfren- de los elefantes indios de Antíoco III. por éste y el resto de la manada lo siguió a ciegas, ras fueron erizadas de puntas para evitarlo, so- tarse al grueso de las formaciones enemigas por consiguiendo cruzar el río tras el conductor y sin bre todo en la India, y para contrarrestarlo se el centro. También en los flancos, protegidos por Contramedidas: armas y tácticas ayuda de las balsas (los elefantes son excelentes les dotó de armadura de metal, sobre todo en la la caballería de su ejército, para causar bajas o es- La necesidad de contrarrestar sus ataques con ga- nadadores). cabeza). pantar a los caballos enemigos. En algunas oca- rantías hizo que muchos ejércitos idearan distin- En cualquier caso, sea cual fuere el sistema Pero, aparte de ello, también se utilizaron en siones se les colocó tras el grueso del ejército, tos tipos de ellas, pero los romanos parece que empleado, el transporte de elefantes siempre re- Asia33 para la transmisión de mensajes durante en la reserva, para ser usados en algún momen- fueron quienes más éxito tuvieron. Para ello uti- presentaba un problema adicional. Ello es debido las batallas, mediante un sistema de banderas que to crucial de la batalla (como hizo Pirro en Hera- lizaron: la infantería ligera (compuesta por arqu- a que no solo tenían que sortear dichas dificulta- ondeaban sus conductores para dar órdenes que clea y Asculum35) o porque su número era dema- eros, honderos y lanzadores de jabalinas que con des, sino que a éstas se unían las enfermedades, eran fácilmente vistas por sus receptores, debido siado elevado para formar una línea en el frente sus proyectiles eran eficaces para hacer retroced- la necesidad de contar con grandes cantidades a la altura de éstos, o colocándoles tambores para que no estorbara a sus propias tropas. También er a los elefantes, como en la batalla de Tapso, de alimentos y las condiciones climáticas, convir- el mismo fin. se utilizaban, aunque raramente, entre las filas de aunque no siempre tenían éxito), la infantería tiéndolo en un verdadero desafío. También se utilizaban para despejar los cami- la infantería (como sucedió en Magnesia). Inde- pesada (armada con espadas cortas, debían pasar nos, por donde debía pasar el ejército, de obs- pendientemente de su ubicación, eran colocados entre sus patas para atacarlas o intentar cortar los Funciones táculos que impidieran la marcha, o para retirar con una separación de entre 15-30 m, rellenándo- tendones, a fin de inmovilizarlos, ya que sus pa- Éstas fueron principalmente cinco: asustar al en- objetos como árboles, rocas, etc., de los lugares se los huecos con arqueros o lanzadores de jaba- emigo o a sus monturas (sobre todo a aquellos donde se iban a instalar los campamentos. Inclu- linas (GLOVER, 1950: pp. 1-11.)36, cuya misión 37 Polieno (IV.21) nos indica que en la batalla de Pidna (168 a.C.) Perseo había equipado a sus hombres con que nunca los habían visto, consiguiendo la vic- so para apagar incendios, utilizando sus trompas era doble: infligir bajas entre las filas enemigas, y armaduras de pinchos y trató de entrenar, previamente, toria por su huida sin luchar), destruir su for- como mangueras, para transportar armas o per- proteger las patas y el vientre de los elefantes (sus a sus caballos para que no se asustaran ante los elefantes trechos, cruzar ríos, o frenar su corriente atándo- puntos débiles, y en los que se concentraban los que utilizó el ejército romano, aunque finalmente perdió 29 Ibídem III.46. los con cuerdas y formándolos en línea, para per- ataques enemigos). Normalmente, la caballería y la batalla. Para saber sobre la contienda de Pidna véase: 30 Lucrecio (III.537) se refiere a ellas como “mano Hammond (1984: pp. 31-47). en forma de serpiente”. mitir el cruce de las tropas. Pero, como elemen- la infantería pesada se colocaban tras ellos, pero, 38 V.84.3-5. Para profundizar sobre este pasaje en 31 Strategemata, 1.7.2. tos en contra, entre los elefantes podía fácilmente si se utilizaban también carros de guerra, se colo- concreto, véase el artículo de Taboada (1995: pp. 113- 32 Este autor indica que, el hecho de que todo el cundir el pánico durante una batalla, por las heri- caban delante de ellos o a su lado (a veces se les 118), en el cual trata sobre la discusión provocada por la ejército hubiera cruzado ya cuando Aníbal se enteró de afirmación de Polibio, ya que, para ser cierta, los elefantes que los romanos se hallaban en la desembocadura del río, das, el ruido ensordecedor, la pérdida de su con- daba de beber a los elefantes vino antes de las ba- de Ptolomeo deberían haber sido elefantes del bosque, ya hace que apueste por esta versión, ya que indica que es ductor, etc. y su descontrol podían resultar fatales tallas para aumentar su ferocidad y violencia). que los elefantes de la sabana son de mayor tamaño que los perfectamente posible y que Aníbal no podía permitirse para el propio34 ejército que los utilizaba, causán- elefantes indios. Pero se sabe que la dinastía ptolemaica se perder el tiempo de construir las balsas para hacer pasar dole serias bajas. 35 Plutarco, Pirro, XVII. hacía traer los elefantes de la zona meridional africana, por a tan elevado número de elefantes por ellas, ya que los 36 En su artículo Glover relaciona este tipo de lo que duda de la afirmación de Polibio. Con respecto a si romanos se le hubieran echado encima; además de que, la 33 Para saber más sobre los elefantes y el marfil en la formación con una especie de “horror vacui” por parte de se trataría de que aún no estaban desarrollados, Taboada experiencia en el manejo de elefantes de los cartagineses Antigua China véase: Bishop (1921, pp. 290-306). los generales que la utilizaron, pero, una vez comenzada la indica que no es probable, ya que dicha dinastía llevaba ya se le antoja tan solida que no es posible que no supieran 34 Sobre la perfidia que los romanos atribuían al batalla, se haría muy difícil para los elefantes distinguir a los cerca de 30 años capturándolos y ello era tiempo suficiente que, una vez en las balsas, los elefantes sucumbirían al carácter de los elefantes (según sus propias experiencias aliados de los enemigos. Aunque admite que la visión, por para su formación y adiestramiento. En este mismo pánico al verse rodeados de agua, y por ello debían haber cuando debieron enfrentarse a ellos o cuando intentaron parte del enemigo, de tan sólida composición, bien pudo sentido Gowers (1948: pp. 173-180) defiende la afirmación solucionado ese problema antes de embarcarlos. cruzado utilizarlos en campo de batalla) véase Shelton (2006: pp. hacerse con la finalidad de inspirar aun mayor temor entre de Polibio, alegando que los elefantes de Ptolomeo eran ya cuando Anibal se enterr la negativa de los animales a 16-18). También en el artículo de Gowers (1947: pp. 42-49). sus filas. elefantes del bosque.

58 59 2011, nº 1, pp. 51-66 Elefantes de guerra en la antiüedad 2011, nº 1, pp. 51-66 tas son muy sensibles), la preparación de trampas por los arqueros o lanzadores de jabalinas apos- en el suelo (ocultando agujeros erizados de esta- tados a los lados (táctica que fue utilizada con cas, cadenas o bolas con púas de hierro, etc. que éxito por Escipión en Zama). También, como ya causarían grandes dolores en las patas a los ele- hemos visto, se optó por generar gran ruido para fantes) o la utilización de antorchas, flechas in- asustarlos (sobre todo si no estaban bien entre- cendiarias, etc., (para asustarlos y hacerlos huir). nados) mediante el uso de trompetas, cuernos o Dado que constan registros de que un elefante el entrechocar de las armas y gritos de guerra40 podía soportar el impacto de incluso 100 flechas (lo cual también utilizo Escipión en Zama). Se normales, en la India se crearon flechas especial- ha atestiguado que en la batalla entre Pirro y los es, completamente de hierro, llamadas naraca, que espartanos41 del 272 a.C. los segundos optaron no se rompían. Incluso podían llevar una carga por excavar zanjas de más de 300 metros de lar- incendiaria, ya que, al no ser combustibles, podía go, 3 metros de ancho y 2 metros de profundi- arder mucho tiempo, causando mayor daño a los dad, dándoles buenos resultados. Por su parte, elefantes y aumentando las probabilidades de que el Cónsul Cecilio Metelo hizo lo propio en Pa- le entrara el pánico y huyera. normo poco después, utilizándolas como tram- Sabemos, por la Columna Trajana, que a prin- pa para los elefantes y como zona de protección cipios del s. II d.C. los romanos también em- para sus tropas, desde las cuales lanzar sus ar- plearon artefactos como el carrobalista, o balis- mas arrojadizas con cierta protección. Cuando ta montada sobre un carro tirado por caballos o Ptolomeo y Seleuco se enfrentaron a Demetrio mulas, para facilitar su transporte durante la ba- Poliorcetes en Gaza42 (312 a.C.), éstos elabora- talla. Normalmente se colocaban tras las líneas ron un sistema, mediante una empalizada eriza- de infantería, para protegerlas y poder, desde allí, da de estacas de hierro unidas entre sí con cade- lanzar sus flechas de mayor calibre contra los ele- nas, de forma que con ellas pudieran detener a los elefantes, mientras las tropas ligeras los aba- fantes. Fig 1. Cerdo cubierto de brea y prendido, lanzado contra los elefantes/ Ilustración: Luis Rodrigo Duque También se crearon unidades especiales de tían con flechas y lanzas, obteniendo bastante combate contra elefantes de guerra, el rey Ma- éxito43. También se utilizaba, con acierto, la arti- cedonio Perseo (179-168 a.C.) fue quien creó la llería, como el escorpión o la ballista. convivir con cerdos durante su adiestramiento, La arqueología de los elefantes de guerra primera llamada elephantomachai. Sus integran- Curiosamente, parece que los elefantes tam- para que se habituaran a ellos. Hoy día sabemos Los elefantes de guerra suponen un reto arque- tes recibieron un entrenamiento especial y esta- poco podían soportar los ruidos de los cerdos44, que, en la naturaleza, los elefantes son bastante ológico, debido a que no existe constancia docu- ban bien equipados, con cascos puntiagudos y y ello fue utilizado varias veces por los romanos tolerantes con animales de menor tamaño, pero mentada de ningún yacimiento en el que se hay- escudos claveteados que debían protegerles de contra los elefantes de Pirro. De forma que los en cautividad pueden experimentar temor ante an encontrado sus restos. La explicación quizá las trompas de los elefantes (ya que éstas eran cubrían de brea y les prendían fuego para que ge- ellos. estribaría en que la mayoría de los yacimientos también muy sensibles) y podían lanzarse bajo neraran el mayor ruido posible (fig. 1) (aunque Aparte de las anteriores, existían diversas arti- suelen centrarse en asentamientos, y no en los sus pies para lesionarlos cuando los pisaran. Asi- se desconoce en qué batalla exacta lo utilizaron). mañas utilizadas contra los elefantes. Así, Dioni- campos de batalla, donde sería más probable lo- mismo, el propio Perseo, para luchar contra los En cualquier caso, se duda de la efectividad real sio de Halicarnaso45 nos cuenta que los romanos calizarlos. Además, si bien su utilización fue rel- elefantes de guerra que le opuso Roma, intentó de esta estrategia, ya que de ser cierta se habría usaron un arma antielefantes insólita en la Ba- ativamente habitual, no eran de uso común. Por entrenar a sus caballos para que no se asustaran extendido hasta el punto de que habrían dejado talla de Asculum, consistente en carros con vi- tanto, la mayoría de objetos con los que conta- ante los elefantes, y al no contar con elefantes de usarse elefantes para la guerra. Aunque, bien gas verticales erizadas de filos de metal cortante, mos, y relacionados con ellos, pertenecen a ele- reales para ello, según un fragmento de Polieno es cierto que, aun siendo real, es posible que los que podía quemar (ya que se les prendía fuego), mentos ajenos a la propia actividad bélica (como (SCULLARD, 1974: p. 184)39, utilizó maniquíes adiestradores de elefantes optaran por hacerlos cortar y pinchar a los elefantes de guerra que se monedas, platos, etc.), y se han localizado en de elefantes cubiertos con un ungüento que si- aproximaran a ella. A lo que habría que sumar lugares de habitación como conmemoración o 40 Tito Livio (XVII.49-51) cuenta que en la batalla mulaba su olor y con un hombre dentro, que de- de Metauro, y en previsión de que sus propios elefantes los efectos de los arqueros y honderos que és- alusión a su utilización, pero nunca junto a los bía generar un ruido atronador mediante trom- pudieran volverse contra ellos, causando grave perjuicio, tas transportaban. Pero fueron utilizadas sin éxi- restos de ninguno. A ello habría que unir dos petas. ordenó a sus mahouts que portaran un martillo y un cincel to, ya que los elefantes contaban con una mayor cuestiones importantes: por un lado, el hecho de También existían tácticas militares pensadas para que, en ese caso, los utilizaran para matarlos antes de maniobrabilidad y les ayudaron, tanto las tropas que los principales estudios sobre los elefantes que ello sucediera. Por esta razón murieron más elefantes a 46 para minimizar sus efectos. Así, los comandan- manos de sus conductores que del enemigo. que transportaban como la infantería ligera que de guerra son de gran antigüedad y apenas han tes podían abrir huecos en las filas de la infante- 41 Plutarco (Pirro, 27.3). los acompañaba, acabando con ellas. sido actualizados, y por otro que muchos de los ría pesada para que los elefantes pasaran, atraí- 42 Diodoro (XIX.83-4). objetos que muestran sus representaciones, fuer- dos por la infantería ligera, y fueran derribados 43 Para saber más sobre tácticas y armas utilizadas 45 Antigüedades romanas, 20.1.6-7. Aunque también contra los elefantes, véase: Glover (1950: pp. 1-9). es mencionada muchos siglos después (XII d.C.) por el 46 La obra básica es de mediados del XIX, de Pietro 39 Ello es mencionado por Scullard, que lo tacha de 44 Plinio (Naturalis Historia, VIII.27.) y Claudio historiador y jurista bizantino Yoánnes Zonarás, en su obra Damiano Armandi (1843), y la siguiente relevante tiene casi ridículo. Eliano (I.38). Epitomé historion. cuarenta años (SCULLARD, 1974).

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Fig 3 Efigie de Alejandro Magno, coronada con una Fig. 2 Alejandro Magno atacando a un oponente Fig. 4 Moneda púnica con un elefante representado Fig. 4 Plato pintado de Capena cabeza de elefante

on localizados hace tanto que incluso desconoc- sules o simples generales. Contamos con variadas emos su procedencia o si se documentaron los y numerosas representaciones llevadas a cabo por yacimientos. un elevado número de civilizaciones de las cuales La única aparente evidencia del descubrimien- se sabe que, de una forma u otra, llegaron a cono- to de los restos de un elefante de guerra surgió en cer a estos animales. el poblado de Maillane (Francia, 7 km al sur del En este sentido, Alejandro III de Macedonia, lugar en el que el río Durance desemboca hoy en para conmemorar sus victorias acuñó monedas47 el Ródano), donde en 1777 Barthélémy Daillan donde se representaba a lomos de un caballo y descubrió un medallón de cobre junto al esque- con su lanza, atacando a un oponente montado leto de un elefante enterrado (DE BEER, 1956: en un elefante (fig. 2)48. Después de su muerte, en pp. 137-138). En 1824 el Conde de Villeneuve Egipto también se representó su efigie coronada Fig. 6 Tumba del visir Rekhmire. Elefante formando parte de la comitiva/ Ilustración: Luis Rodrigo Duque propuso que serían los de uno de los elefantes con una cabeza de elefante (fig. 3)49 o conducien- de Aníbal. Pero, tanto los restos como el meda- do un carro tirado por cuatro elefantes. Lo mis- llón han desaparecido, y no contamos con des- mo hicieron los descendientes de C. Metelo, que nes de elefantes para conmemorar la victoria so- tos símbolos, como palmeras, caballos, elefantes cripciones detalladas de ambos, por lo que no po- acuñaron en Roma monedas con representacio- bre los cartagineses. (solos o con sus mahouts) o proas de barco. demos saber a qué época pertenecían ni si se tra- Así, las monedas o medallas conmemorati- En lo que respecta a los romanos, contamos taba de uno de los elefantes de Aníbal, ya que un 47 Véase también: SHELTON, Jo-Ann; op. cit., pp. vas constituyen una de las principales fuentes ar- con un plato pintado (fig. 5)51, procedente de Ca- siglo después, cuando los romanos se anexiona- 3-25. queológicas con las que contamos para apreciar pena (en Campania), de estilo etrusco y fechado 48 Las piezas de mayor tamaño serían decadracmas ron la Narbonensis (121 a.C.) utilizaron allí ele- acuñados en Babilonia, y representan, por un lado la escena la importancia que los elefantes suponían para el en el s. III a.C. donde se aprecia un elefante indio fantes africanos. El estudio del medallón habría indicada, y por el otro a un soldado con un rayo en una desarrollo bélico de la Antigüedad. Por ello, los con un mahout sobre su cabeza y una torre con sido la clave, al poder indicar ello que fue enterra- mano y en la otra una figura de la diosa Niké. Las piezas Bárquidas mantuvieron esta costumbre y realiza- dos arqueros (curiosamente, a la derecha aparece más pequeñas, tetradracmas, suelen retratar en el anverso do intencionadamente y no se trataría de los res- un elefante con o sin jinete, y en el reverso un arquero ron acuñaciones en cecas del sur de la Penínsu- una cría de elefante siguiendo a aquél). La repre- tos de un mamut o de un elefante de época muy indio, a pie o sobre un carro. Se cree que los decadracmas la Ibérica (Cádiz y Cartagena), entre el 230-220 sentación podría estar refiriéndose a las tropas de anterior, aunque no se puede descartar esta posi- representarían a Alejandro y Poros, en la batalla del río a.C., donde se aprecia en casi todas ellas una figu- Pirro, en base a la fecha de la pieza y al tipo de bilidad, al no saber si ambos elementos se encon- Hidaspes. Sobre ello, Frank (2003) indica que se trataría de ra masculina en el anverso (sobre la cual se discu- elefante, por lo que los soldados podrían ser epi- medallas conmemorativas fabricadas poco después de la 52 traron en el mismo estrato. batalla, destacando la victoria contra semejante enemigo y te si representaría a una deidad del panteón púni- rotas . También se ha descubierto la representa- De cualquier modo, tanto su mera presencia también la condición divina de Alejandro. co como Melkart o a los propios Bárquidas [fig. 51 Sobre esta pieza, véase: Lancel (1997). como la enorme importancia militar que supusie- 49 Tanto los monarcas ptolemaicos como algunos 4]50), mientras que en el reverso se suceden distin- 52 En la interpretación discrepo de lo que afirma De Beer ron, hicieron que los elefantes se convirtieran en seleúcidas e incluso bactrianos, también se representaron en (1969: p. 103), pues cree que se trata de soldados macedonios, a monedas con el mismo atuendo en recuerdo de Alejandro 50 Para Barceló (2000: p. 3) ambas cosas son posibles, ya pesar de que Filipo V de Macedonia (que reinó durante el periodo un símbolo de poder y fuerza al que no permane- y como símbolo de su poder, que de este modo quedaba que podría tratarse de algún dios, o de la efigie de los Bárquidas en que se realizó la pieza) no empleó elefantes de guerra contra los cieron ajenos numerosos reyes, emperadores, cón- asociado a ellos. que buscarían asociar su figura a los dioses. romanos (sino éstos contra él en Cinoscéfalos).

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era algo común53, y su utilización persistiría du- GLASMAN, G.; Aníbal. Enemigo de Roma, rante muchos siglos. Pero cuando estos desapare- Nowtilus, 2007. cieron de Próximo Oriente y del norte de África, GLOVER, R. F. ; “Some Curiosities of Ancient los ejércitos mediterráneos de la antigüedad deja- Warfare”, Greece & Rome”, Vol. 19, nº 55, 1950, ron de utilizarlos, debido a lo costoso que resulta- pp. 1-9. ba traerlos desde la India y mantenerlos. Además, GOWERS, W.; “African Elephants and Ancient durante el transcurso de la batalla, podían com- Authors”, African Affairs, Vol. 47, nº 188, portarse de forma imprevisible y peligrosa para 1948, pp. 173-180. su propio ejército, por lo que su utilización com- HAMMOND, N. G. H.; “The Battle of Pydna”, portaba un riesgo que debía asumirse. The Journal of Hellenic Studies, Vol. 104, 1984, pp. 31-47. BIBLIOGRAFÍA HOLT, F. L.; Alexander the Great and the Mystery of ARMANDI, P. D.; Histoire militaire des elephants, the Elephant Medallions, Berkeley, University of depuis les temps les plus recules jusqu’a’ California Press, 2003. l’introduction des armes a’ feu; avec des ob- JENNISON, G.; Animals for show and pleasure in an- servations critiques sur quelques-uns de plus cient Rome, University Press, Manchester, 1937. celebres faits d’armes de l’ antiquite, Amyot, KISTLER, J. M.; War elephants, University of Ne- Paris, 1843. braska Press, Nebraska, 2007. BAGNALL, N.; The Punic Wars. 264-162 B.C., LANCEL, S.; Aníbal, Grijalbo Mondadori, D.L., Osprey, Oxford, 2002. Barcelona, 1997. BARCELÓ, P.; Aníbal de Cartago. Un proyecto alter- LAZEMBY, J. F; Hannibal´s War: A Military His- nativo a la formación del Imperio Romano, Alianza, tory of the Second Punic War, Aris and Phillips, Madrid, 2000. Warminster, 1978. BLÁZQUEZ, J. M.; Fenicios, griegos y cartagineses en NOSSOV, K.; War Elephants, Osprey, Oxford, occidente, Cátedra, 1992. 2008. BROWN, B. 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CONNOLLY, P.; Aníbal, y los Enemigos de Roma, of Alexander’s Scientific Patronage”, Ameri- mente se realizó para conmemorar la victoria so- El elefante lleva algún tipo de protección en Espasa-Calpe, Madrid, 1981. can Journal of Philology, Vol. 110, nº 4, 1989, pp. bre Pirro en Beneventum (274 a.C.), en base a di- el cuello y las patas (ya que eran más vulnerables) COTTRELL, L.; Hannibal: enemy of Rome, Da 566-575. chos motivos. como si estuvieran envueltos por bandas de cue- Capo Press, New York, 1992. RUIZ BRAVO, C.; “II Guerra Púnica entre Car- En cuanto a Egipto, la representación de la ro o metal. Se ha fechado a mediados del s. III DAMAN SING, S.; Ancient Indian Warfare with tago y Roma. ¿Desembarcaron los elefantes tumba del visir Rekhmire (fig. 6) muestra un ele- a.C. y es posible que representara la victoria de Special Reference to the Vedic Period, E. J. Brill, Lei- del ejército de Aníbal en los Lances de Tari- fante indio como parte de una comitiva. También Antíoco I Sóter contra los gálatas. den, 1965. fa en 218 a.C.?”, Aljaranda. Historia Antigua, nº contamos con un recipiente, de piedra caliza y de DÁRMS, J. H.; “Book review of H. Scullard. The 66, 2007, pp. 2-8. color rosado, con forma de elefante, que se ha fe- Conclusión Elephant in the Greek and Roman World. Ithaca, SCULLARD, H. H.; The elephant in the Greek and chado en época Predinástica o de la I Dinastía, Así, la utilización de elefantes de guerra tuvo tan- New York, Cornell University Press, 1974”, Roman world, Thames and Hudson, London, poco antes de que los elefantes se extinguieran tas ventajas como inconvenientes, ya que contra The American Journal of Philology, Vol. 97, nº 1, 1974. en Egipto. enemigos que nunca se habían enfrentado a el- 1976, pp. 93-95. SHELTON, J. A.; “Dancing and Dying: The Dis- En Mohenjo-Daro se ha localizado un sello los, fueron muchas veces determinantes para el DE BEER, G.; Aníbal: la lucha por el poder en el me- play of Elephants in Ancient Roman Arenas”, de esteatita de principios del II Milenio a.C. en éxito de numerosas campañas, pero contra tro- diterráneo, Bruguera, Barcelona, 1969. ISAZ Newsletter 21. Article, 2000, pp. 2-6. el que, bajo signos cuneiformes, aparece la figura pas experimentadas, que ya antes hubieran lucha- __; Elefantes en los Alpes: la marcha de Aníbal, Jano __;“Elephants as Enemies in Ancient Rome”, de un elefante que parece indo-asiático. En Miri- do contra ellos, su efectividad se reducía consid- cop., Barcelona, 1956. Concentric: Literary and Cultural Studies, nº 32.1., na (fig. 7) (Asia Menor) se ha localizado una esta- erablemente. En el sureste asiático y en la India 53 Incluso ya desde el final del Periodo Védico, 2006, pp. 3-25. tuilla de terracota que representa un elefante in- éstos eran tan numerosos que su entrenamiento según afirma Sarva Daman (1965).

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TABOADA HERNÁN, G. H.; “Polibio (5.84.5 s.) COMUNIDADES GUERRERAS: PLANTEAMIENTOS PARA OTRA FORMA y los elefantes de Rafia”, Habis, nº, pp. 113-118. DE ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL MUNDO ANTIGUO WERNER, H.; Los Cartagineses, Gredos, Madrid, 1993. David Serrano Lozano Licenciado en Historia (UCM); Doctorando de Historia Antigua (UCM) [email protected]

Resumen: En el presente artículo se trazan líneas interpretativas para plantear un marco teórico del contexto socio-político en la mitad norte de la Península Ibérica prerromana, en función de la existencia y operatividad de comunidades de guerreros como institución económico-militar. Abstract: The present article displays interpretative lines in order to consider a theory frame on the sociopolitical context of the northern Pre-roman Iberia Peninsula, basing on the existence and effectiveness of warrior communities as economic and military institution. Palabras clave: comunidades guerreras, instituciones, élites, conquista. Key words: warrior communities, institutions, elites, conquering.

Introducción:superando las imágenes grecolatinas y los tópicos historiográficos con- fijas struidos, especialmente, a lo largo del siglo XX. Los trabajos sobre historia militar en el mundo La historia antigua peninsular es, hasta el sig- antiguo en el contexto de la conquista militar lo I d.C., en buena medida la historia de su con- de la Península Ibérica, por parte de Cartago y quista, narrada generalmente de mano de su úl- Roma, han presentado hasta fechas muy recientes timo vencedor, el mundo grecolatino. Por ello, una acusada tendencia a centrarse de forma ex- la percepción que las fuentes clásicas hicieron haustiva y técnica en ámbitos recurrentes: reper- de quienes fueran sus oponentes durante casi torios tipológicos (PERALTA, 2009: pp. 81-89), dos siglos, la imagen de pueblos bárbaros, sal- seguimiento y localización de acuartelamientos vajes sin “civilizar” e incapaces de vivir en paz, (MORILLO, 2008: pp. 93-94) o ubicación de es- se erigió como elemento clave de un constructo cenarios bélicos (RAMÍREZ, 1999: pp. 171-200) muy estereotípico (GONZÁLEZ, 2009: pp. 249- han sido temas estrella en los que se ha trabajado 260). A éste se añadirían, en los pasados dos sig- mucho y bien. Análisis de este tipo son funda- los, proyecciones anacrónicas como la del ban- mentales, pero su preponderancia ha llevado, en dolerismo decimonónico (BERNALDO DE cierto modo, a eclipsar otro tipo de planteamien- QUIRÓS y ARDILA, 1988: p. 12), o la visión tos o, directamente, a catalizar la atención aca- idealizada, no exenta de contenido político-ide- démica. ológico (ÁLAVAREZ-SANCHÍS y ZAPATERO, La naturaleza interna de la organización socio- 1998: pp. 42-44), de unos originarios “españoles” política de la Penínsua Ibérica prerromana sep- de características humildes que, como una suerte tentrional es uno de los ámbitos en los que plant- de buen salvaje, habrían resistido heroicamente eamientos analíticos con un enfoque y conteni- frente a una conquista extranjera (GARCÍA y do complejo son un producto relativamente re- BELLIDO, 1986: pp. 13-60). ciente (ALMAGRO, 1997: pp. 35-36). En buena El resultado es un bien conocido relato line- medida, las líneas maestras de interpretación del al en el que la historia de los pueblos prerroma- mundo prerromano en el norte peninsular han nos es la de su progresivo sometimiento a las po- sido herederas de los conceptos consolidados a tencias mediterráneas (cartaginesa, romana, etc.), través de dos vías: la percepción de las fuentes sin más aproximación a la naturaleza de la organi-

66 67 2011, nº 1, pp. 67-76 Comunidades Guerreras 2011, nº 1, pp. 67-76 zación interna del “enemigo de Roma”, leyendo 5. Ritos iniciáticos de los integrantes, relacio- en las fuentes para el estudio de las sociedades desgajándolo en cierto modo de los mecanismos entre líneas en las fuentes clásicas. nados con inmersiones, saunas, cuevas y, en de- prerromanas del norte peninsular, así como para internos de las comunidades. Por ello, es esencial finitiva, el mundo de las divinidades ctónicas vin- el caso de las comunidades guerreras: en la proyección del sistema de las comunidades Comunidades de guerreros: una culadas con el renacer en vida, la transformación …en la región entre el Tajo y el país de los Artrabos guerreras en el norte peninsular integrar la guer- institución arcaica para nuevos enfoques o transición a un nuevo estadio tras el proceso. habitan unas treinta tribus (…) la mayor parte de es- ra dentro de sus esquemas sociales, no sólo como Las “cofradías” o comunidades de guerreros han tas tribus ha renunciado a vivir de la tierra y se dedi- un elemento implícito sino, en cierto modo, nece- sido estudiadas en profundidad a lo largo del si- Obviamente, se trata de un conjunto muy parco can al pillaje, luchando constantemente entre sí y cru- sario e identificativo, por cuanto la guerra se ha glo XX, especialmente por parte de la historio- de rasgos identificativos, e incluso plenamente zando el Tajo para atacar a los pueblos vecinos revelado como un factor fundamental en la con- grafía alemana, en las llamadas männerbünde (literal- discutibles como hilo conductor de un modelo Estrabón, Geografia, III.3.5 strucción de las sociedades celtíberas, lusitanas, mente, “bandas de hombres”)1. A grandes rasgos, cultural común. No obstante, junto a los profun- vacceas, cántabras o astures, vertebrando aspec- consisten en la identificación de agrupaciones de dos análisis planteando el contenido simbólico de (sobre los Lusitanos) Cuando sus jóvenes llegan a tos sociales, económicos e incluso culturales de las jóvenes armados que habrían desarrollado con- la guerra en el seno de la sociedad celtibérica o la culminación de su fortaleza física, aquellos de en- mismas, con rasgos de contenido simbólico inter- tenidos culturales internos propios. Si bien orig- cántabra (PERALTA, 2000; SOPEÑA, 2004: pp. tre ellos que tienen menos recursos, pero que exceden no propio e identificación identitaria (SÁNCHEZ inalmente estos trabajos se desarrollaron al calor 56-108), en los últimas dos décadas el modelo en vigor corporal y audacia, se equipan con nada más MORENO, 2002: pp. 141-174; ALMAGRO, del indoeuropeísmo de los años treinta, los rasgos de las männerbünde ha sido retomado como mo- que su valor y sus armas y se reúnen en las montañas, 2005: pp. 151-186; GARCÍA RIAZA, 2003; comunes de estas agrupaciones se han detectado tor explicativo complementado con registros ar- donde forman bandas de tamaño considerable GARCÍA FERNÁNDEZ-ALBALAT, 1990). desde la cultura feudal indo-irania hasta la céltica queológicos como las llamadas pedras formosas del Diodoro Sículo, Bibliotheca Historica, V.34.6-7 A través de esta percepción podemos plant- britana e irlandesa, incluyendo el mundo germáni- noroeste peninsular (ÁLVAREZ-SANCHÍS y ear el elemento clave para la definición de un es- co, escandinavo, griego, itálico y galo; las män- ALMAGRO, 1993: pp. 177-254), representacio- Atendiendo al pie de la letra ambos textos, la quema de “cofradías” guerreras en la Península nerbünde habrían constituido una suerte de “co- nes plásticas bien conocidas como la Estela de presencia de comunidades guerreras parecería Ibérica: el establecimiento de una relación unív- fradías” de jóvenes guerreros, de orígenes indefin- Zurita, el Vaso de los Guerreros, la cerámica nu- patente. Ambas fuentes hacen referencia a terri- oca entre los grupos armados de guerreros y sus idamente arcaicos, de los que en ciertas sociedades mantina o los llamados “guerreros lusitanos” (o torio lusitano, y su zona de contacto con vettones comunidades de origen. Las explicaciones econ- habrían surgido las figuras individuales de autori- galaicos), así como en análisis basados en el es- y galaicos, pero lo cierto es que menciones tan- omicistas, heredadas directamente de Estrabón, dad, actuando como círculo originario de las élites tudio de comparativos etnohistóricos, interpreta- genciales de autores como Floro (I.33.15), Apia- impedían plantear la posibilidad de que la partic- guerreras. La mayoría de los trabajos existentes se ciones derivadas de la casuística de los mismos no (Iberia, 56-57, 67-70) o, más tardíamente, Oro- ipación en las “cofradías” guerreras pudiera ser centran en elementos, fundamentalmente míticos, y pequeñas referencias puntuales en las fuentes sio (V.5.12), sobre razias en Lusitania, Beturia, una forma de “ocupación” más en el seno de las que consistirían en el reflejo del corpus ritualístico clásicas (ALMAGRO, 1999: pp. 17-64; MUÑIZ, Vettonia y Gallaecia, que cada vez tendieron más comunidades prerromanas e, incluso, una vía de e ideológico de estas agrupaciones: 2000: pp. 229-242; BLÁZQUEZ, 1999: pp. 305- a atacar zonas más ricas, llevan a pensar que el adquisición de prestigio individual o posible con- 1. Identificación con un animal (lobo, oso, 318). fenómeno de los ataques de saqueo tenían cierta formación de élites locales (SAYAS ABENGOE- etc.) y asimilación de sus rasgos físicos en un pro- Sin embargo, el modelo de las comunidades entidad en el mundo hispano septentrional, más CHEA, 1988: pp. 701-714). ceso de afinidad zoo-antrópica de los miembros. guerreras tiene un interesante potencial en el allá de casos localizados. Este es el punto de inflexión hacia el mode- 2. Práctica de ritos de transición o furor, vin- norte peninsular como motor explicativo de la Un elemento clave ha condicionado el po- lo planteado a continuación, en el que las männer- culados generalmente al consumo de sustancias organización interna del plano socio-político en tencial análisis de las comunidades guerreras bünde hispánicas, al margen de su posible conteni- alucinógenas de connotaciones sagradas, como amplia escala, puesto que, como veremos, impli- proyectadas en el norte peninsular: la consoli- do simbólico, estarían implicando grupos arma- forma de implementación de la fuerza del guer- caría todo un complejo de relaciones internas y dación de la idea, heredada de las fuentes clásicas, dos que actuarían fuera de su lugar de origo (razias, rero, en un estado salvaje de la misma cuyo rasgo externas en la zona septentrional de la Hispania de la naturaleza más estrictamente “bandolera” de incursiones a convoyes, etc.) pero revirtiendo el más llamativo era la desnudez en combate. prerromana. los grupos armados, entendiendo ésta como su beneficio de su actividad en el mismo, así como 3. Vinculación con el tránsito al nuevo año y condición alejada de la sociedad, así como margi- en el propio grupo de guerreros. Una implicación la ritualización del mismo, en una festividad vin- ¿Männerbunde en el norte de la nada de la misma: individuos rechazados por sus en el terreno económico que sistematizaría el culada con una victoria mítica o épica del grupo, Península Ibérica? comunidades de origen que hacían de las razias su saqueo por parte de las “cofradías”, fuera de su así como con la figura de un ejército de deidades Plantear la naturaleza del sistema de “comunidades forma de vida (DOMÍNGUEZ MONEDERO, territorio de origen, como forma de importación o de muertos, al que la comunidad encarnaría: ra- guerreras” en la Península Ibérica exige reducirlo 1984: pp. 204-207). Es una percepción vinculada de bienes a través del botín obtenido, así como de zias nocturnas, ropajes o pintura corporal negra, a su expresión fundamental, en la medida en que con el tópico historiográfico creado por autores obtención de prestigio interno y externo a través etc. nos permitirán las fuentes, es decir, aceptar como antiguos en torno a la pobreza del norte hispano de la realización de hazañas “heroicas” individu- 4. Elementos estéticos identificativos como hipótesis fundamental la mera existencia de esta como explicación para formas de vida vinculadas ales, actos de pillaje, etc. tocados, peinados, pieles de animales o danzas, estructura organizativa, aun con variaciones al robo y el saqueo (Estrabón, III.3.5), así como Así, el vínculo fundamental entre comunidad especialmente a la hora de entablar combate. sobre el tema. Por tanto, sería al desarrollado a la naturaleza bélica y salvaje de pueblos aún no (castro, oppidum, etc.) y comunidad guerrera sen- entramado de relaciones socio-políticas derivadas “civilizados”, desde la perspectiva romana (Silio taría la base para lo que podríamos llamar una 1 Para estudios clásicos sobre las männerbünde, del mismo al que Roma se habría enfrentado Italico, Púnica, III.331-332) “relación circular” de tipo flexible entre ambos: véanse Dumézil (1929), Höfler (1934), Wikander (1968). Más recientemente, Snorri (1983; 1987; 1997), Elíade durante casi siglo y medio, hasta la conquista Esta naturaleza de “parias” gestó una percep- las männerbünde realizan una actividad exterior, (1985: pp. 13 ss.), Kershaw (2000). definitiva. Existen dos referencias “clásicas” ción marginal del elemento bélico prerromano, con rituales, prácticas y (cabe suponer) formación

68 69 2011, nº 1, pp. 67-76 Comunidades Guerreras 2011, nº 1, pp. 67-76 propia en sus propios entornos de actuación, con y actividad (sus lugares propios), incluyendo jer- Más adelante, Apiano cuenta cómo Escip- un intento de contraataque, en una situación ofi- una marcada movilidad territorial en sus activi- arquización interna, métodos de cohesión, sim- ión Emiliano forzó la entrega de los jóvenes lí- cial de sometimiento (por tanto con presencia de dades, pero todo ello en función de un “débito” bología, etc., elementos bien conocidos en el es- deres (hasta cuatrocientos) y que a estos les fuer- efectivos militares romanos en la zona), por parte con el enclave de procedencia. tudio de la guerra en la antigüedad (GARLAN, on cortadas las manos, una forma de castigo por de individuos fugados que aglutinan “tropa” de Si extrapolamos este modelo al territorio norte 1975; QUESADA SANZ, 1997: pp. 33-52). A sublevación o resistencia militar para la que ten- vuelta en la zona cántabra para un ataque contra peninsular, incluido en la red de relaciones entre este respecto cabría plantear el papel que podría emos referentes en otros episodios de la conquis- el mismo núcleo de las fuerzas romanas destaca- comunidades a escala territorial amplia, se con- haber jugado una institución tan fundamental ta de Hispania, como en la campaña de Lucio Ae- das (los acuartelamientos) parece un episodio que figuraría un entramado de situaciones de alianza, como la devotio, como forma de cohesión de, al milio contra los cántabros en 24 a.C. (Dion Casio, recopilase elementos que hemos venido mencio- protección, enemistad, competencia, etc., en el menos, un núcleo fundamental de componentes LIII.29), y cuyo posible contenido simbólico se nando a lo largo del presente artículo: que los grupos armados serían tanto un elemen- de cada comunidad guerrera en torno a un jefe ha llegado a plantear, más allá de la sencilla expli- 1.Remite a la residencia de origen como cen- to ejecutor de los intereses de su comunidad lo- (dux), reproduciendo en menor escala el sistema cación de imposibilitar el uso de las armas (SOPE- tros desde los que coordinar la actividad militar, cal como dependientes de la misma, puesto que de lugares centrales en jefaturas unipersonales ÑA , 2008: pp. 271-286). Asimismo, la identifi- entendiendo asimismo que la presencia romana cabe suponer que cuanto mayor es la posición (GONZÁLEZ RUIBAL, 2005: pp. 267-284). cación de la élite guerrera, sensu stricto, con la “ju- habría dificultado la posibilidad de articular cau- de fuerza de una comunidad (apoyos, pactos de La “red” de comunidades guerreras móviles ventud” y la local con los “ancianos” podría estar ces de poder de mayor entidad. no agresión, amistades, etc.), mayores opciones a en el territorio estaría siendo indirectamente ex- sugiriendo la naturaleza de la relación circular en- 2.El hecho de que se trate e esclavos que matan medios como la movilidad o los refuerzos ten- presada en las fuentes a través de las numerosas tre guerreros y comunidades que mencionábamos, a sus dueños y reorganizan una defensa apunta a drían sus guerreros. menciones de jefes militares (duces), más o menos en el sentido de que los miembros veteranos en las que estaríamos tratando con un colectivo de in- A este respecto, conviene recordar las eviden- destacados pero siempre presentes como elegi- actividades de ataque, defensa y saqueo de las “co- dividuos jóvenes, lo que conectaría con el hecho cias arqueológicas arrojadas por los ajuares de en- dos o promocionados hacia una función de lider- fradías” de guerreros hubieran podido, incapaces de que fueran esclavizados, dada la conocida pref- terramiento en necrópolis de la mitad norte pen- azgo de grupos armados que obtienen y reparten ya para la lucha, aspirar a regresar al seno de la co- erencia romana por los jóvenes esclavos (Plinio, insular, especialmente el fenómeno de la pres- botines, defienden “ciudades” e interactúan con munidad de origen y, contando con un prestigio Epistolae, 8: 16.1-2; Cicerón, Contra Pisón, 67); pero, encia de panoplias no especialmente densas ni otras comunidades. Por tanto, las “cofradías” es- militar adquirido, a una posición cercana a la élite significativamente, eran conocedores del medio suntuarias, salvo por la significativa presencia de tarían actuando, a su vez, como fuente de élites local de “ancianos”, donde encajarían los ajuares militar: fortificándose y decidiendo atacar a los arreos u otros elementos que apuntan al uso de militares propias, en paralelo a los representantes funerarios de tipo militar en necrópolis celtibéri- núcleos campamentales, una acción con tintes de- caballo (RUIZ VÉLEZ, 2005: pp. 5-82; SANZ del poder en las comunidades locales. Esta doble cas o vettonas (ÁLVAREZ-SANCHÍS y ZAPA- sesperados pero que refleja cierta planificación SERRANO et al., 2002: pp. 293-321), característi- vertiente de élites, guerreras y locales, podría ser TERO, 2002: pp. 253-277; LORRIO, 1999). consciente. En el marco de nuestra interpretación, cas acordes con una actividad de sesgo más guer- la realidad subyacente tras la distinción entre la Ello implicaría una identificación unívoca por podríamos plantear que nos encontraríamos con rero que militar, propias de conjuntos armados “juventud guerrera” (iuventus, puber caterva) y los edades entre las élites prerromanas (CIPRÉS, individuos anteriormente pertenecientes a comu- móviles y marcados por una élite de combatien- “consejos de ancianos” que aparecen decidiendo 1990: pp. 173-188; QUESADA SANZ, 2003: pp. nidades guerreras que huyen y vuelven a plantear tes montados. sobre la colectividad de una localidad (toma de 101-158), lo que explicaría el empleo del térmi- una nueva estrategia de defensa contra el invasor. No obstante, el problema fundamental de la postura, rendición). Recordemos, a este respecto, no iuventus en las fuentes, sin más especificación, documentación arqueológica al respecto gira en el episodio de Apiano sobre la civitas de Lutia y su a la hora de designar a los individuos en edad de Una consecuencia añadida de la existencia del torno a la coincidencia temporal entre los regis- intento de apoyo a la asediada Numancia: combatir: una iuventus que se destaca con inicia- sistema de comunidades guerreras consistiría en tros materiales en necrópolis con ajuares guerre- …en Lutia, que era una ciudad opulenta que tiva, por tanto, no estaría representando sino a lí- que un episodio de ataque, saqueo o castigo po- ros y el contexto de contacto violento con po- distaba de los numantinos trescientos estadios, los jóvenes deres de comunidades guerreras (duces) actuando. dría haber sido percibido desde una óptica dis- tencias expansionistas (Cartago, Roma), entre los tomaron partido a favor de los numantinos, y empujaron Un episodio en el contexto de las últimas re- tinta de lo que para los romanos sería un perfec- siglos IV-III a.C. (RUIZ VÉLEZ et al., 2006: pp. también a la ciudad a una alianza con ellos, pero los an- sistencias “residuales” en el norte peninsular con- to casus belli, al menos en aquellas regiones donde 55-86). La ausencia, hasta la fecha, de registro cianos los delataron en secreto a Escipión. tra la presencia romana resulta especialmente sig- el sistema estuviera implantado, sin implicar un material funerario de la cultura castreña anterior Apiano, Iberia, 94 nificativo, indirectamente, respecto a esta posible conflicto de gran escala en el contexto- lusita al último estadio de la Edad del Hierro mantiene naturaleza no centralizada de las élites. Se trata no, vettón o cántabro. Tengamos en cuenta que abierta la cuestión en torno a si la hipotética orga- La divergencia en la toma de postura respecto a del pasaje de Dion Casio, LIV.11.22, sobre la re- el modelo derivado de la institución de las “co- nización militar prerromana en las comunidades Numancia, así como las respectivas posiciones (la belión cántabra que, en 20 a.C. provocaría la lle- fradías” (término que hay que entender como de la Península Ibérica era una elemento estruc- juventud, néoi, defendiendo la intervención mili- gada de Agripa un año después: analogía a falta de otro concepto mejor) o bandas turador de sus sistemas socio-políticos o, por el tar y los ancianos imponiendo su autoridad dela- Los cántabros hechos prisioneros en la guerra y vendi- guerreras haría de la actividad guerrera de ataque, contrario, surgió como reacción/resultado de la tándoles), podría estar reflejando, por un lado, la dos como esclavos, asesinaron a sus dueños y se fueron a saqueo y huída en la zona norte de la Península presión originada por la expansión (púnica o ro- presencia de esta doble naturaleza de grupos de sus casas: convenciendo a muchos, tomaron y fortificaron un elemento interno más del ciclo económico del mana) en territorio peninsular. élite en las comunidades prerromanas, y por otro unas posiciones y se prepararon a asaltar las guarnicio- territorio de origen, confiriéndole un plano aña- Las comunidades guerreras, aun siendo la lado el modo en que la intervención romana está nes romanas. dido al de la simple contienda o amenaza militar “representación armada” de los intereses de afectando a los mecanismos de poder en el seno entre partes o bandos. su comunidad, gestionarían interna y, en cier- de las comunidades, generando líneas de conflic- El pasaje sugiere una flexibilidad interna del seno En las Periochae, 48, Livio refiere cómo, en su to modo, independientemente su organización to a través del temor, el colaboracionismo, etc. del poder: el hecho de que se reorganice todo campaña de 151 a.C., Lucio Licinio Lúculo sometió

70 71 2011, nº 1, pp. 67-76 Comunidades Guerreras 2011, nº 1, pp. 67-76 a los vacceos, a los cántabros y a otros pueblos de Hispania vettones (Iberike, 50-55), lo que puede llevar a en- insulares podría estar la base de la continua situ- Recordemos a este respecto el episodio del hasta entonces desconocidos, con el objetivo oficial de tender la unión a las filas lusitanas como una aso- ación de tensión militar que caracterizó a la zona “caudillo cántabro” Corocotta: proteger a los carpetanos, sometidos ya al dominio ciación frente al enemigo común, cabe destacar durante los dos últimos siglos de la República. Se irritó tanto (Augusto) al principio contra un romano, de los frecuentes ataques de sus pueblos que Apiano se cuida especialmente a la hora de El pasaje de las Periochae que veíamos anterior- tal Corocotta, bandido muy poderoso en Iberia, que vecinos. Se trata de la capitalización por parte de distinguir que quienes sufren esta nuevo episodio mente podría estar revelando, en la acción con- hizo anunciar una recompensa de 200.000 sestercios Roma (de ahí que conozcamos el episodio) de la de razias son “las partes/los pueblos sometidos junta de vacceos, cántabros y “otros pueblos”, para quien lo apresase; pero más tarde, como se pre- protección de un territorio ya conquistado, obte- a los romanos”, mientras que a sus fuerzas se in- una convergencia de intereses de todas estas co- sentó voluntariamente ante él, lejos de hacerle daño al- niendo con ello un motivo para llevar a cabo una corporan “los vettones”. munidades en el territorio atacado, a una distan- guno le dio la suma prometida. nueva campaña, por otro parte desastrosa. Debemos tener en cuenta que, si bien las fuen- cia respecto a sus hábitats de origen que hablaría Dion Casio, LVI.43.3 Más de un siglo después, Roma se vio “movi- tes nos han transmitido una imagen de los pueb- del desarrollo y consolidación de líneas de actu- da” por las mismas motivaciones para emprender los prerromanos como grandes áreas bajo un ación de grupos guerreros en amplia escala terri- Se estaría presentando un formato de cambio de la campaña contra las tribus cántabras: los ataques nombre común (vettones, celtíberos, lusitanos, torial. Si concebimos un mapa de distribución de lealtades unipersonal, no a escala de comunidades llevados a cabo por estos contra los pueblos veci- etc.), no debemos olvidar que en los episodios la actividad de las männerbünde en territorio lusita- coordinadas, de modo que es un individuo con nos, ya conquistados. Sin embargo, un pasaje de bélicos concretos, así como en el esquema de las no, vacceo, vettón, astur y cántabro (establecien- autoridad (Corocotta) quien se encarna como fig- Dion Casio, LI.20, apunta a una diferencia fun- comundidades guerreras que presentamos, la uni- do un espacio básico), ¿cabe plantear que las di- ura tanto de resistencia (en un principio) como de damental respecto a esta situación, refiriéndose dad política de decisión se identifica con las co- versas “cofradías” contasen con medios de comu- decisión a la hora de aceptar el “pago” por par- precisamente a dichos ataques de cántabros sobre munidades locales, oppida o castra cuyas élites son nicación entre ellas para delimitar áreas de activi- te de Augusto. Aunque es quizás una percepción vacceos y cismontanos: quienes interactúan con la oficialidad romana a la dad propias, de modo que tratasen de establecer demasiado osada, el célebre “bandido” podría …disturbios frecuentes estallaban sucesivamente entre hora de fijar los términos de una rendición, pacto, un “equilibrio de competencias” entre ellas? Esta haber sido un líder en el seno de una comunidad cada uno de estos pueblos. Pero como no tuvieron nin- etc. (PITILLAS SALAÑER, 1997: pp. 81-94; y posibilidad sería, además, coherente con los análi- de guerreros, a la que habría rendido poniendo guna consecuencia grave, no se consideró entonces estar 2003: pp. 69-92). Por tanto, a pesar de los grandes sis arqueológicos que vinculan, material, cultural sus armas al servicio del hasta entonces enemigo en guerra. conjuntos identitarios a los que nos refieren las y comercialmente la cultura castreña de la meseta romano, en aras de un mayor beneficio para su fuentes, no podemos descartar que las líneas de norte con el ámbito cismontano (IGLESIAS GIL, grupo armado (VV. AA., 2008: pp. 60-62). ¿Podían ser los “disturbios frecuentes” la activ- intereses y competencias entre núcleos y comuni- 1986-87: pp. 433-436; y 1991: pp. 41-54). En su avance hacia frentes cada vez más sep- idad de comunidades guerreras que no tenían dades implicase un entramado de mayor comple- ¿Podrían las “cofradías”, como conjunto, con- tentrionales, Roma se habría insertado progresi- “ninguna consecuencia grave” puesto que eran jidad, relaciones que las fuentes habrían ignorado tar con medios y vías propios de intercomuni- vamente en las redes de relaciones entre comuni- contemplados como parte del “ciclo económico” (o desconocido), en un relato en el que la “resolu- cación entre sí, de modo que conformasen insti- dades, que en el plano militar se desarrollarían en de las comunidades, por así decirlo? No podem- ción” en la construcción de la imagen del otro no tuciones de “segundo nivel” de poder? En el fon- función de las männerbünde, aprovechándolas has- os sino conjeturarlo, pero es significativo el modo era una prioridad. do, estamos hablando de grupos guerreros, con ta colapsarlas, puesto que la naturaleza de su im- en que un mismo fenómeno de intervención apa- El modelo de comunidades guerreras contri- amplia movilidad y volcados a la actividad bélica perium no era comparable con la capacidad de la rece reflejado retrayéndose territorialmente en la buiría, así, a la interpretación del desarrollo de (dotados de amplia experiencia interna), con las élite de cualquier gran oppidum septentrional. Así, medida que progresa el avance romano, pero es la campaña de conquista romana de la Península potenciales circunstancias derivadas de esta situ- en un contexto de conflicto militar activo, la au- la presencia de Roma la que resalta (y aprovecha) Ibérica, planteando un nuevo sentido a la natura- ación: conflictos entre grupos, posibilidades (o toridad romana se implantaría supliendo a la de estos ataques. En este mismo sentido podríamos leza del combate entablado contra Roma. El pro- imposibilidades) de fusión/escisión, pérdida de las élites en su propio formato: recordemos la im- interpretar la mención de Apiano, Iberike, 56, al gresivo avance romano no sólo estaba introduci- lealtades, competencia por el territorio de actu- portancia que las clientelas unipersonales tuvi- “caudillo” lusitano Púnico: endo la presencia de una nueva (y superior) fuer- ación, etc. eron durante el episodio sertoriano y, posterior- …los llamados Lusitanos, con Púnico como caudillo, za militar en el mosaico peninsular, sino que el Los episodios de “laxitud de lealtades” no ha- mente a través de Pompeyo, en la primera guerra devastaban las partes sometidas a los romanos [pre- territorio bajo dominio romano podría estar so- cen sino incidir en las complejidades inherentes a civil republicana en el escenario hispánico (AME- sumiblemente territorio vettón]… Púnico (…) llevó a lapándose a las áreas de actividad de las comu- un sistema como el que presentamos, reflejado a LA, 2003: pp. 105-132). cabo acciones hasta el océano, y tras añadir a los vet- nidades guerreras, precipitando con ellos episo- través de la organización defensiva ante Roma, en tones a su ejército asediaba a los pueblos sometidos a dios conflictivos que podían ser adoptados desde referencias como la de Estrabón (III.3.8) sobre Conclusiones: más preguntas que los romanos. la perspectiva romana como motivos suficientes los cántabros Coniaci y Plentusoi colaboraron con respuestas para una nueva intervención militar. las armas romanas en la conquista de 25 a.C., el En definitiva, debemos considerar que este mod- Llama la atención el hecho de que los vettones, Con su política expansiva y su naturaleza mili- famoso episodio de la traición de los Brigaecinos elo teórico no representaría sino una vía de poblaciones saqueadas, se incorporen a las fuer- tar “profesional”, Roma importaba un modelo de a los astures ante Publio Carisio. (Floro II.33.55- gestión de la violencia en un entorno cultural, zas lusitanas, saqueadores, en su avance hasta el gestión de la guerra que no encajaría con el mod- 60 y Orosio VI.21.9-11), o la posibilidad de que del mismo modo que se desarrollaron en otros océano (cabe suponer que la costa cantábrica). Si elo de las männerbünde, en el que una intervención hubiese pueblos vecinos, ya bajo la esfera roma- contextos los ejércitos de ciudadanos o las tro- bien es cierto que el contexto de este pasaje es de saqueo puntual no arrastraba necesariamente a na, implicados en la conquista militar, aspecto so- pas profesionales; además, la naturaleza de la or- inmediatamente posterior a la infame actuación dos comunidades extensas a la guerra. Por tanto, bre el que incluso se han planteado trazas en el ganización que presentamos cuenta con una ven- del legado Licinio Lúculo sobre Cauca y Palan- en la incompatibilidad entre la percepción de la es- registro arqueológico (MARTÍNEZ VELASCO, taja significativa para las comunidades de origen: tia (SOLANA SAINZ, 1983: pp. 37-53), enclaves tabilidad y la guerra entre Roma y los pueblos pen- 2009: pp. 133-139). la actividad militar, encarnada en las “cofradías

72 73 2011, nº 1, pp. 67-76 Comunidades Guerreras 2011, nº 1, pp. 67-76 guerreras”, se proyecta fuera del territorio (RUIZ posibles variantes regionales de la estructura de nitarios”, en El territorio ciudades romanas (co- HÖFLER, O.; Kultische Geheimbünde der Germanen, GÁLVEZ, 1988: pp. 189-191), y con potencial bandas, o de las formas de gestionar sus institu- ord. Julio Mangas Manjarrés y Miguel Ángel Moritz Diesterweg, Frankfurt, 1934. beneficio para éste, sin plantear necesariamente ciones: distintas proyecciones de la identidad cul- Novillo), 2008, pp. 73-82. IGLESIAS GIL, J. 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Basilisco: Revista de filosofía, ciencias humanas, teoría cientemente laxa como para que las männerbünde baños iniciáticos en el mundo céltico”, Cuader- GARCÍA RIAZA, E.; Celtíberos y lusitanos frente de la ciencia y de la cultura, nº 3, 1990, pp. 49-66. permanecieran alejadas del territorio largos peri- nos de arqueología de la Universidad de Navarra, nº a Roma: diplomacia y derecho de guerra, Servicio ___; Los cántabros antes de Roma, Real Academia de odos de tiempo y en colaboración con diversos 1, 1993, 177-254. de Publicaciones de la Universidad del País la Historia, Madrid, 2000. tipos de aliados, siempre y cuando su actuación ÁLVAREZ SANCHÍS, J. R. y RUIZ ZAPATERO, Vasco, 2003. ___; “Los pueblos del Norte”, Historia militar de revirtiese en beneficio del grupo (botín, incorpo- G.; “España y los Españoles hace dos mil años GONZÁLEZ BALLESTEROS, I.; “El estereo- España (coord. Hugo O’Donnell y Duque de ración de nuevas tropas, prestigio, comunicacio- según el bachillerato franquista”, Iberia: Revista tipo del bárbaro y la imagen de la civilización Estrada, Enrique García Hernán, José María nes con otras élites locales, etc.); por otro lado, de la Antigüedad, nº 1, 1998, pp. 42-44. en el occidente romano en la Geografía de Es- Blanco Núñez), Vol. 1, 2009, pp. 81-98. cabría entender, al menos parcialmente, la pro- __; “Etnicidad y arqueología: tras la identidad trabón”, Espacio, tiempo y forma. Serie II, Historia PITILLAS SALAÑER, E.; “Jefaturas indígenas fusión de referencias a tropas mercenarias de ori- de los Vettones”, SPAL: Revista de prehistoria Antigua, nº 22, 2009, pp. 249-260. en el marco de la conquista romana en His- gen peninsular como un resultado indirecto del y arqueología de la Universidad de Sevilla, nº 11, GARLAN, Y.; War in the Ancient World: a social his- pania y la Galia”, Hispania Antiqua, nº 21, sistema: grupos armados que, destruida o disuel- 2002, pp. 253-277. tory, Chatto and Windus, Londres, 1975. 1997, pp. 69-92. ta su comunidad, hubieran puesto sus armas al AMELA VALVERDE, L.; “Pompeyo Magno GONZÁLEZ RUIBAL, A.; “El castro de Sace- __: “El papel del princeps como elemento de en- servicio de intereses mediterráneos, para los que y la guerra sertoriana: la constitución de una da y la jerarquización territorial de la Segun- lace entre Roma y los pueblos indígenas”, His- la Península Ibérica no era en absoluto ajena. clientela”, Boletín del Museo de Zaragoza, nº 17, da Edad del Hierro en el noroeste ibérico”, en pania Antiqua, nº 27, 2003, pp. 81-94. Es mucho cuanto aún se podría profundizar 2003, pp. 105-132. Zephyrus: Revista de prehistoria y arqueología, nº 58, QUESADA SANZ, F.; “Aspectos de la guerra en la línea planteada por el presente marco teóri- BALBÍN CHAMORRO, P.; “Hospitium: una her- 2005, pp. 267-284. en el Mediterráneo antiguo”, en La guerra en la co, sin descartar, por otro lado, las mencionadas ramienta de acceso a los recursos intercomu- antigüedad: Una aproximación al origen de los ejér-

74 75 2011, nº 1, pp. 67-76 La guerra en los Belgae 2011, nº 1, pp. 77-84

citos en Hispania. (Exposición, Madrid, 29 de en homenaje a Don Claudio Sánchez Albornoz en sus LA COALICIÓN BELGA DEL 57 A.C. LA GUERRA COMO ELEMENTO EN abril - 29 de junio 1997 / coord. Juan Antonio 90 años, Vol. 1, 1983, pp. 37-53. LA CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA Y LA EVOLUCIÓN POLÍTICA EN LA García Castro, Víctor Antona del Val, Leticia SOPEÑA GENZOR, G.; “El mundo funera- GALIA DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO Azcue Brea), 1997, pp. 33-52. rio celtibérico como expresión de un ethos __; “La guerra en las comunidades ibéricas (c.237- agonístico”, Historiae, nº 1, 2004, pp. 56-108. c. 195 a.C.: un modelo interpretativo”, en De- __; “Acerca de la amputación de la mano diestra Alberto Pérez Rubio fensa y territorio en Hispania de los Escipiones a Au- como práctica simbólica: el caso de Hispania Licenciado en Ciencias Empresariales (UAM); Licenciado en Historia (UAM); Máster en Historia y gusto: espacios urbanos y rurales, municipales y provin- en época de las guerras celtibérico-lusitanas”, Ciencias de la Antigüedad (UAM y UCM); Editor de Desperta Ferro, revista de Historia militar y política ciales: coloquio celebrado en la Casa de Velázquez (19 en Salduie: Estudios de prehistoria y arqueología, nº de la Antigüedad y el Medievo y 20 de marzo de 2001 /coords. Ángel Morillo 8, 2008, pp. 271-286. [email protected] Cerdán et al.), 2003, pp. 101-158. VV.AA.; Los cántabros en la antigüedad: la historia __; “Los mercenarios hispanos”, en Historia frente al mito, Editorial de la Universidad de Resumen: El texto que César dedica a la coalición belga del 57 a. C. en De Bello Gallico, conjuga- militar de España (coord. Hugo O’Donnell Cantabria, Santander, 2008. do con el resto de testimonios de que disponemos, nos puede ayudar a comprender los procesos y Duque de Estrada, Enrique García WIDENGREN, G.; Les Religions de l’Iran, Payot, de etnogénesis y desarrollo político que se dan en la Gallia Belgica durante la Segunda Edad del Hernán, José María Blanco Núñez), Vol.1, París, 1968. Hierro, en los que juega un papel preponderante la guerra. 2009, pp. 165-173. WIKANDER, S.; Der arische Männerbund: Studien RAMIREZ SADABA, J.L.; “La toponimia de la zur Indo-Iranischen Sprach- und Religionsgeschichte, Abstract: Caesar’s text about the Belgae coallition of 57 BC in De Bello Gallico, alongside the rest guerra. Utilización y utilidad”, en VV.AA.: Las Hakan Ohlssons Buchdruckerei, Lund, 1938. of data we have at our disposal, can help in the understanding of Gallia Belgica’s ethnogenesis and guerras cántabras, Fundación Marcelo Botín, political development in the Late Iron Age. The role of war in these processes will be paramount. Santander, 1999, pp. 171-200. RUIZ GALVEZ, M.; “Los mercenarios celtíbe- Palabras Clave: Galos, belgas, coaliciones, identidad, formación del estado, Segunda Edad del ros”, en: Celtíberos, Diputación de Zaragoza Hierro (eds. Burillo et al.), 1988, pp. 187-191. Key Words: , Belgae, coalitions, identity, state formation, Late Iron Age RUIZ VELEZ, I.: “La panoplia guerrera de la necrópolis de Villanueva de Teba (Burgos)”, Gladius, nº 25, 2005, pp. 5-82. RUIZ VELEZ, I. et al.: “El final de la Edad del [los belgas] eran los únicos que, en tiempos de nuestros padres, cuando toda la Galia se hallaba Hierro y los comienzos de la romanización sometida al estrago, impidieron que los teutones y los cimbrios entrasen en sus tierras.0 en la Bureba (Burgos)”, Boletín de la Institución Fernán González, nº 232, 2006, pp. 55-86. César, De Bello Gallico, II.4 SÁNCHEZ MORENO, E.; “Algunas notas sobre la guerra como estrategia de interacción social en la Hispania prerromana: Viriato, jefe redis- Belgae esas civitates bajo el etnónimo de Belgae, y así para tributivo”, Habis, nº 33, 2002, pp. 141-174. César en su De Bello Gallico (II.4) describe la impo- Wightman (WIGHTMAN, 1985: pp. 12-13) den- SANZ SERRANO, R. et al.: “La necrópolis de la nente coalición reunida por los pueblos belgas en tro de la clasificación que César hace se puede segunda Edad de Hierro del poblado de Soto el año 57 a. C. para hacerle frente, incluyendo en distinguir entre aquellos que formarían un núcleo de Bureba (Burgos)”, Boletín de la Institución la misma a una pluralidad de civitates1 de raigam- belga (suesiones, viromanduos y ambianos) con Fernán González, nº 225, 2002, pp. 293-321. bre celta: belóvacos, suesiones, nervios, , sus vecinos inmediatos (belóvacos, atrebates, ve- SAYAS ABENGOECHEA, J. J.; “El bandoleris- ambianos, mórinos, menapios, cáletes, veliocases liocases) y aquellos que César califica como tales mo lusitano y la falta de tierras”, en Espacio, y viromanduos. Además militarían en ella pueb- aunque presenten caracteres que los diferencian tiempo y forma. Serie IV, Historia moderna, nº 1, los de origen germánico como los atuátucos, con- (como los mórinos, los menapios, los nervios o 1988, pp. 701-714. druos, , cerosos y pemanos. los remos). Para France se podría hablar de una SNORRI STURLUSSON (1178-1241); Textos mi- Respecto al primer grupo, la historiografía división cultural dentro de la Gallia Belgica, con tológicos de las Eddas (ed. Enrique Bernárdez), moderna ha dudado en la inclusión de todas un grupo meridional de pueblos más desarrol- Editora Nacional, D. L., Madrid, 1983. lados y relacionados con la Galia central, como 0 [...] patrum nostrorum memoria omni Gallia __; Saga de Egil Skallagrimsson (ed. Enrique Bernár- vexata, Teutonos Cimbrosque intra suos fines ingredi serían los suesiones, remos, ambianos y belóva- dez), Hyspámerica, D.L., Madrid, 1987. prohibuerint (BG, II.4). cos, y otro de belgas “del bosque”, entre los que __; La saga de los Ynglingos (ed. Santiago Ibáñez 1 Siendo conscientes de la dificultad de trasladar estarían los nervios, menapios o eburones, car- Lluch), Tilde, Valencia, 1997. las categorías administrativas romanas al mundo galo, acterizado por la ausencia de urbanismo desar- SOLANA SAINZ, J. M.; “La expedición de L. nos atenemos en el artículo a la terminología empleada rollado y con paralelos en Germania (FRANCE, Licinio Luculo contra los vacceos”, en Estudios por César a la hora de denominar estas comunidades. 1985: pp. 13-20). Basa esta división en un análisis

76 77 2011, nº 1, pp. 77-84 La guerra en los Belgae 2011, nº 1, pp. 77-84 del texto de César, en el que para los belgas “del La coalición belga del 57 a. C. lación que podemos calificar de sympoliteia: “[...] con los heduos, que a su vez no dudarán en aliar- bosque” no aparece mención a oppida y se enfati- Es la amenaza romana la que va a movilizar a esta hermanos suyos y de su misma raza, que se regían se con Roma. za su empleo de bosques y pantanos como refu- coalición de pueblos, que se reúnen en una asam- por la misma justicia y por las mismas leyes, que La coalición belga hará frente a las legiones de gio, frente a los belgas meridionales, que sí dis- blea general de los belgas ­(communi Belgarum con- compartían con ellos un solo mando y una sola César en los confines del territorio remo, junto pondrían de centros amurallados, como Durocor- cilio) en la que se va a acordar los contingentes magistratura”4 (BG, II.3). La actuación de los re- al río Axona (el Aisne), pero su escaso éxito y la torum o Bibactre2 para los remos (BG, II.6), Novi- a aportar por cada civitas así como a quién cor- mos, sin embargo, muestra otra cara de esa lucha falta de provisiones serán claves en su disolución. odunum y otros doce oppida para los suesiones responderá el mando del ejército coaligado. Para por la preeminencia. Así, los remos serán el úni- Como primer factor podemos ver un reflejo de (BG, II.4) o Bratuspancio para los belóvacos (BG, sellar estos acuerdos se intercambiarán juramen- co pueblo belga que pacte con César, y podemos la volatilidad de carácter y la inconstancia que los II.13). Sin embargo, las prospecciones arque- tos y rehenes, lo que supone un doble refrendo, conjeturar que realmente esa relación de igualdad textos clásicos achacan tan a menudo al guerre- ológicas parecen desmentir este cuadro, ya que en el plano religioso e ideológico, y en el plano que proclaman esconde su sumisión a los suesio- ro galo (RANKIN, 1995: pp. 27-28), poco dado no se han documentado centros urbanos forti- físico y tangible (GARCÍA RIAZA, 2010: p. 153). nes (FICHTL, 2004: pp. 294-295). Los nervios a los esfuerzos prolongados, y en el segundo un ficados de entidad tampoco en territorio belóva- A tenor de lo que narra César, participan en esta tendrían como clientes a , grudios, le- handicap que a menudo lastra sus ofensivas (DEY- co ni ambiano, ni los análisis palinológicos per- asamblea los siguientes pueblos, que se habrían vacos, pleumoxios y geidumnos (sub eorum impe- BER, 2009: pp. 388-390). Y es que los ejércitos miten hablar de la densidad boscosa que seña- comprometido a aportar los efectivos que detal- rio sunt) (BG, V.39). La relación entre atuátucos galos van a subsistir sobre el terreno, sin trenes la France y que hubiera permitido a los belgas lamos: belóvacos, 60.000 (sobre una capacidad de y eburones sería distinta a la de clientela, ya que de aprovisionamiento, como esta coalición bel- “del bosque” emplear las selvas como elemento total 100.000); suesiones, 50.000; nervios, 50.000; los segundos pagan tributo a los primeros, del ga que, tras saquear el territorio remo, se queda estratégico. Las invernadas de legiones en dicho atrebates, 15.000; ambianos, 10.000; mórinos, que se libraron gracias a la intervención de Cés- sin vituallas al cabo de una semana del comienzo territorio implican, además, la necesaria existen- 25.000; menapios, 9.000; cáletes, 10.000; veliocas- ar que les convertiría en clientes de los tréveros de las operaciones. Otro factor será la amenaza cia de cultivos de cierta extensión para su aprovi- es y viromanduos, 10.000; atuátucos, 19.000; con- (BG, II.27). Así, para Zecchini, a partir de los té- de los heduos, enviados por César contra terri- sionamiento, lo que no casa bien con esa impor- drusos, eburones, cerosos y pemanos, 40.000. La rminos empleados por César cabe hablar de dos torio belóvaco, pese a que entre ambos pueblos tancia del bosque (LEMAN-DELERIVE, 1999: suma da un total de 298.000 hombres en armas, categorías distintas en las relaciones entre pueb- existía una relación de clientela. La coalición va pp. 75-76). Podemos así hablar de cuatro zonas lo que supone una cifra ciertamente elevada, que los; por una parte la que se reflejaría en los térmi- pues a deshacerse, y en asamblea se decide “que dentro de la Gallia Belgica: el territorio suesión y correspondería a una población de entre un mil- nos clientes o sub imperio, y por otra la de stipendia- cada cual volviera a su casa y que desde todas par- remo, alrededor del valle de Aisne; el Belgium de lón y un millón y medio de habitantes, toman- rii o adtributi. La primera reflejaría relaciones de tes se reunieran para defender a los primeros a César (KRUTA, 2000), núcleo belga de ambia- do ratios de 1:4 o 1:5 hombre en edad militar clientela, a imagen y semejanza de las relaciones cuyo territorio llevaran los romanos su ejército”6 nos, belóvacos y atrebates; una zona septentri- por habitante3. Para un territorio aproximado de individuales entre patrón y cliente, con una civi- (BG, II.10). Su desordenada retirada, casi un “sál- onal con los menapios, mórinos y nervios; y los 110.000 km² estaríamos hablando de una densi- tas que ejerce el patronazgo sobre otro, mientras vese quien pueda”, será aprovechada sin piedad tréveros, aunque para Leman-Delerive (1999: p. dad de población de entre 11 y 14 h//km², simi- que la segunda supone una situación onerosa en por las legiones, e indica una escasa cohesión y 76) existen dudas sobre la adscripción de estos lar a lo que se ha calculado para el conjunto de la que el stipendiarii debe entregar tributo (ZEC- la ausencia de capacidad real del en teoría man- últimos dentro de los belgas. Galia (WIGHTMAN, 1985: p. 32). CHINI, 1994: pp. 416-418). Las relaciones de cli- do supremo, Galba, para coordinar a los distintos Incluidos en la coalición encontramos a pueb- Dos civitates van a llevar la voz cantante: los entela se articularían a partir de relaciones perso- contingentes belgas. los germanos que habitaban en la orilla izquier- belóvacos y los suesiones, cuya frontera hab- nales entre individuos de las dos comunidades, y César actuará así por separado contra cada civi- da del Rin (Germani cisrhenani), como los condru- ría estado en el río Oise (WIGHTMAN, 1985: el ejemplo del heduo es esclarecedor. tas, y en primer lugar conseguirá rendir a los sue- sos, eburones, cerosos y pemanos, y también a p. 27). Entre ambos se disputarán la jefatura de Dumnorix no sólo es un personaje destacado en- siones, asediando el oppidum de Noviodunum. En los atuátucos, descendientes de aquellos seis mil la coalición, que finalmente recaerá en el rey de tre su pueblo, sino “que su ascendiente era con- favor de éstos median los remos, clientes ahora guerreros que habrían permanecido custodian- los suesiones, Galba, gracias “a su sentido de la siderable, [...] también entre los pueblos vecinos”5 de Roma, y que convertirán a su vez en clientes do los bagajes durante la migración de cimbrios justicia y de la prudencia” (BG, II.4). A través (BG, I.18). Esa influencia va a venir remachada suyos a los suesiones, revirtiendo la situación an- y teutones (BG, XXIX.4). Estamos en una zona de la narración de César se puede percibir una con una política de alianzas matrimoniales con, terior. Para Zechinni el que César emplee “Suessio- permeable (CARROLL, 2001: pp. 17-20), sin que situación de rivalidad entre los diferentes pueb- entre otros, bituriges y helvecios (maridando pre- num, qui erant attributi (BG, VIII.6)” indicaría se pueda hablar del Rin como esa frontera níti- los belgas, que buscan conseguir la preeminencia cisamente con la hija del líder helvecio Orgeto- esa relación de sumisión inferior a la de clientela da entre galos y germanos como realidades cul- política. Ésta estaría en manos de los suesiones, rix). Estamos ante todo un juego diplomático en- que antes señalábamos, y semejante a la que hab- turales completamente diferentes (WELLS, 2001: cuyo anterior rey Diviciaco habría extendido su tre las élites de las distintas civitates, que pugnan rían tenido los heduos con los boyos de la mi- p. 117) que el propio César definió en una con- poder hasta Britania (BG, II.4). Las relaciones en- por ganar cuotas de poder, para lo que no dudan gración helvecia instalados en su solar (ZECCHI- cepción que ha hecho fortuna. Episodios como tre los distintos pueblos se incardinan a través de en aliarse con terceros como pueden ser los sue- NI, 1994: pp. 417-418). Gracias a su fidelidad a el dominio de Ariovisto o la propia afirmación de redes clientelares, y así entre los clientes de los vos de Ariovisto reclutados por los sécuanos en Roma los remos van a convertirse en la civitas pre- César de que los ubios estaban habituados a las suesiones estarían los silvanectes y meldos (KRU- su disputa por la preeminencia en la Galia central ponderante en el norte de la Galia, desplazando a costumbres galas (BG, IV.3) demuestran esa per- TA, 2002: pp. 317-318), mientras que habrían es- los secuanos y convirtiéndose en el patrón de los meabilidad política y cultural entre ambas orillas tado unidos a sus vecinos los remos por una re- 4 [...] fratres consanguineosque suos, qui eodem iure et isdem antiguos clientes de estos (BG, VI.12). El oppidum del río. legibus utantur, unum imperium unumque magistratum cum ipsis 3 1:4 es exactamente la ratio que César da para habeant [...] (BG, II.4). 6 [...] esse domum suam quemque reverti, et quorum in 2 No confundir con la Bibactre hedua, identificada helvecios, tulingos, latobicos, ráuracos y boyos, con 92.000 5 [...]neque solum domi, sed etiam apud finitimas civitates fines primum Romani exercitum introduxissent, ad eos defendendos en Mont-Beuvray. combatientes para una población total de 368.000 personas. [...] (BG, I.18). undique convenirent [...](BG, II.10).

78 79 2011, nº 1, pp. 77-84 La guerra en los Belgae 2011, nº 1, pp. 77-84 de Durocortorum, que probablemente funciona- drían también considerarse pagi que formarían tre las aristocracias locales, que se apoyan en ter- noble galo, como aquel rey Luernios de los arver- ba como su capital, se convertirá de hecho en la parte de dicho ethnos, como los silvanectes y mel- ceros (sean romanos, sean suevos, sean helvecios) nos que según Posidonio celebraba banquetes y capital de la provincia romana de la Gallia Belgica dos lo serían de los suesiones. El pagus es pues la para imponerse al adversario. Se juega pues una repartía desde su carro monedas de oro y plata (FICHTL, 2004: pp. 295-306). unidad menor en las agregaciones políticas, con- partida complicada en la que adivinamos varios (Ateneo, IV.36). Acto seguido César rendirá a los belóvacos, servando un elevado grado de autonomía, como niveles: las élites que buscan el domino en su ci- Las prospecciones arqueológicas llevadas a que piden la paz a través de los ancianos y con demuestra por ejemplo el que en el verano del vitas; pueblos que intentan imponerse a los de su cabo en el valle del Aisne parecen apuntar a un “los niños y las mujeres tendiendo las manos 55 a. C., mientras César preparaba su primera in- esfera próxima, como los remos sobre el resto de crecimiento demográfico a partir del siglo II a. desde la muralla, según su costumbre”7 (BG, II.­ vasión a Britania, una parte de los mórinos, y no Belgae; o intentos de conseguir una supremacía C., con un aprovechamiento más intensivo de los 13). Volvemos a ver el patronazgo como medio toda la civitas, pactará con él. Sus élites formarán más amplia en la Galia, como secuanos, heduos recursos. Este aumento de la población supon- diplomático por excelencia, con esta vez los hed- parte del senatus de la civitas, y van a elegirse mag- o arvernos. drá también una mayor competencia por dichos uos intercediendo por los belóvacos, sus clientes istrados anuales10 (como el vergobret heduo) junto a En la Gallia Belgica habrían coexistido diferen- recursos, incidiendo así en los mismos procesos (“protegidos y amigos del pueblo heduo”8, BG, un dux en tiempos de guerra (ZECCHINI, 1994: tes grados de evolución hacia estas estructuras es- de concentración urbana y de rivalidad entre las II.­14). También los ambianos se rendirán, pero pp. 413-414), como Bodugnato entre los nervi- tatales. Se ha sugerido un esquema de interacción élites favorecidos por los intercambios centro- no así los nervios, que, apoyados por los atrebates os (BG, II.24). Estamos en un momento de tran- centro-periferia, entre el mundo mediterráneo y periferia (HASELGROVE, pp. 1996: 147). Los y los viromanduos, ofrecerán feroz resistencia en sición en el que las monarquías se ven desplaza- la Galia, para explicar el diferente nivel de desar- cambios políticos en la Gallia Belgica pueden verse la batalla del río Sabis ­(el Sambre). Serán los atuá- das por regímenes aristocráticos (LAMOINE, rollo de las distintas comunidades galas (HASEL- pues, en gran medida, como un intento de adap- tucos los últimos en conocer la ley de guerra ro- 2010: pp. 138-140), aunque aún subsisten en algu- GROVE, 1987: pp. 104-124). La inclusión de la tación (WILLEMS, 1989: p. 37)a los mecanismos mana, siendo vendidos como esclavos al romper nas civitates, como entre los atrebates, a cuyo rey Galia en esta world economy habría propiciado el impuestos por las nuevas relaciones económicas traicioneramente la tregua acordada con César9. Comio corona César tras su derrota en el 57 a. desarrollo de estructuras estatales, destinadas a que supone el incremento de la presencia romana C. Además, van a producirse frecuentes intentos asegurar un mayor control por parte de las aris- en la Galia a partir de la creación de la Provincia. Evolución política por parte de magnates por hacerse con el poder tocracias del tránsito y la distribución de bienes A mediados del siglo I a. C. el tempo histórico se supremo, como el padre de Vecingétorix, Celti- de prestigio. En la Gallia Belgica, la segunda per- ¿Una identidad belga? ha acelerado en la Galia. Se asiste a la aparición lo, muerto por pretender el trono (BG, VII.4) u iferia de este modelo postulado por Haselgrove, ¿Cabe hablar de un nivel de identidad y/o de or- de estados que superan las jefaturas preceden- Orgetorix, que por la misma razón (regni cupidi- el mayor grado de desarrollo de remos y suesio- ganización política por encima de la civitas en la tes (BRUN, 1995: pp. 13-25), con nuevas for- tas, BG, I.2) encontrará su fin. Por último, encon- nes se reflejaría en la abundante presencia de im- Galia? En De Bello Gallico tenemos noticia de re- mas políticas que evolucionan de monarquías a tramos también la presencia de asambleas, como portaciones romanas en el valle del Aisne. Desde uniones (concilia) de los principes de cada civitas civitates gobernadas por magistraturas, senados y entre los helvecios o los heduos, formadas por allí habrían actuado como mediadores en las re- (I.30; VI.30, VII.63), además de la reunión anual asambleas (DUNHAM, 1995: pp. 112-113). Una los hombres con capacidad de portar armas (Col- des comerciales que por el valle del Ródano asci- de los druidas de toda la Galia en un lugar sagrado civitas se constituiría con la unión de varios pagi, lis, 2000: 232). Un desarrollo político con para- enden hacía el norte por la Galia central, interme- en el territorio de los carnutos (BG, VI.13). Para probablemente a partir de relaciones de cliente- lelos en otras comunidades, como entre los celt- diarios con la periferia última que sería Germania el caso belga, hemos visto también un consejo de la que acaban fraguando en una unión más es- íberos durante el siglo II a. C. (Burillo Mozota, y Britania. En este modelo, junto a los intercam- sus distintas civitates, y la elección de un jefe de trecha (COLLIS, 2000: p. 237). Así, los clientes 2007) o los galos de la Cisalpina en el III a. C. bios comerciales y las alianzas, se habría asistido a guerra, Galba. Se trata de una organización que de los nervios que antes hemos enumerado po- (ZECCHINI, 1995: pp. 408-409), y que acercan una intensificación de la guerra como mecanismo refleja la estructura política de sus unidades con- la evolución política del mundo galo a la órbita de apropiación por parte de las élites, inevitable stituyentes, y que estará sujeta, al igual que éstas, 7 [...] Item, cum ad oppidum accessisset castraque ibi poneret, pueri mulieresque ex muro passis manibus suo more pacem mediterránea. La civitas es en, cualquier caso, una para la adquisición de uno de los bienes deman- a tensiones por cuestiones de prestigio y prepon- ab Romanis petierunt. [...] Quizás puede verse en este gesto construcción frágil y sujeta a tensiones entre las dados desde el Mediterráneo: esclavos (HASEL- derancia. Belóvacos y suesiones se disputarán la una manera normalizada de aceptar la deditio entre las aristocracias de cada pagus, tensiones que jalonan GROVE, 1987: pp. 110-113). La aparición de op- jefatura militar de la coalición belga, como luego poblaciones galas, véase también BG, VII.40. el relato cesariano y que se pueden ver reflejadas pida fortificados en territorio suesión y remo, e heduos y arvernos se disputarán el mando de la 8 [...] Bellovacos omni tempore in fide atque amicitia civitatis Haeduae fuisse [...]`. en el caso belga en la separación de silvanectes y incluso de enclaves no urbanos pero que se for- coalición gala. 9 Para profundizar en este entramado de relaciones meldos de la civitas suesiona tras el 57 a. C. (RO- tifican durante el siglo I a. C., ya sea por razones Las coaliciones en el mundo galo, a partir de clientelares se podría intentar abordar, en trabajos futuros, BLIN, 1963: pp. 80-84), o en la rendición de los de prestigio ya sea para ser empleados como refu- este análisis del caso belga, han de verse como un un análisis pormenorizado de la distribución numismática de las acuñaciones (o falta de ellas) de cada civitas, y así belóvacos, cuando se achaca la hostilidad contra gio ocasional (LEMAN-DELERIVE, 1999: pp. intento por vertebrar la fuerza militar de un de- la ausencia de emisiones belóvacas antes de la conquista Roma a determinados líderes, huidos ahora a Bri- 69-80), nos puede indicar, además de una may- terminado grupo de comunidades, que reaccio- (DELESTREE, 1983) o las emisiones de los remos, que tania. Esto nos puede indicar lo que vemos claro or centralización política, una dinámica en la que nan ante la amenaza de un tercero, sean cimbrios hasta el 57 a. C. sólo habrían acuñado bronce y potin puede para otras civitates, como entre los heduos, con los lo bélico está muy presente. Las rivalidades en- y teutones en la última década del siglo I a. C., contemplarse desde el punto de vista de su lugar en el cuadro político belga (WIGHTMAN, 1985: p. 28). Contra esta bandos opuestos de Diviciaco y Dumnorix, o en- tre las aristocracias que hemos descrito se inser- sea la presencia romana en el 57 a. C. Pero so- opinión, Lambot y Casagrande (1996 : p. 16), y Delestree tre los tréveros, con Induciomaro y Cingetorix. tan en esta dinámica: el control de los bienes de mos de la opinión de que, detrás de la coalición (1996 : pp. 105-112). En cualquier caso no hay que perder Se trata de conflictos civiles y de competencia en- prestigio empuja al mantenimiento de clientelas del 57 a. C., habría algo más que un expedien- de vista que la adopción de la moneda no es uniforme entre cada vez más nutridas, a las que a su vez hay que te de circunstancia para resistir a César. Esta las civitates belgas, y que en buena medida depende de sus 10 Para un buen estudio de la magistratura gala relaciones con el ámbito meridional (WIGHTMAN, 1985: antes y durante la conquista, con un análisis de los términos recompensar con dichos bienes. Sabemos que la coalición belga habría tenido su precedente en la pp. 18-21). empleados en el BG, Lamoine (2010: pp. 68-133). generosidad era un requisito indispensable del resistencia contra cimbrios y teutones de medio

80 81 2011, nº 1, pp. 77-84 La guerra en los Belgae 2011, nº 1, pp. 77-84 siglo antes, algo de lo que los propios belgas se nados o impuestos por los pueblos vecinos, pa- Conclusiones esas mismas civitates, jóvenes brotes de un estado vanagloriaban: “[...] eran los únicos que, en tiem- rece evidente su connotación guerrera, algo por A tenor de lo expuesto las realidades militares primitivo que la intervención romana segará. pos de nuestros padres, cuando toda la Galia se otra parte común a muchos nombres de pueblos habrían desempeñado un papel de primer or- hallaba sometida al estrago, impidieron que los galos (DEYBER, 2009: pp. 63-64) o germanos. den entre los Belgae. Su constitución en alianzas BIBLIOGRAFÍA teutones y los cimbrios entrasen en sus tierras” El estudio de santuarios como, entre otros, y coaliciones probablemente tiene lugar desde ALMAGRO GORBEA, M.; “Aproximaciones a (BG, II.4)11. Aquellos años terribles debieron sin Gournay-sur-Aronde, en lo que sería la fron- tiempo atrás, y Brunaux incluso la retrasa a su la demografía de la Celtiberia”, en Procesos de duda quedar recogidos en la memoria colectiva tera entre belóvacos, ambianos y viromanduos instalación en la Gallia Belgica en el siglo III a. C. poblamiento y evolución social en Iberia (ed. L. Ber- gala, como los recuerda el arverno Critognato (BRUNAUX, 1986: pp. 68-90) o el de Ribemont- (BRUNAUX, 1986: pp. 89-90). El santuario de rocal y P. Garces), Bibliotheca Archaeologica en Alesia (BG, VII.77). Esta resistencia pretérita, sur-Ancre, ilustra sobre la dimensión religiosa de Ribemont-sur-Ancre parece haber jugado el pa- Hispana 8, Madrid, 2001, pp. 45-60. que aventuramos conjunta y formalizada en una la guerra. Se trata de temenos delimitados por fo- pel de omphalos para los pueblos que César deno- BELTRÁN LLORIS, F.; “Nos celtis genitos et ex hi- coalición, se ha convertido en una seña de identi- sos, en los que se depositan panoplias, despojos mina Belgium, formado por ambianos, belóvacos beris. Apuntes sobre las identidades colectivas dad para los belgas, como lo es su afirmación de faunísticos y restos humanos, en ceremonias de y atrebates. Quizás se pueda limitar a estos pueb- en Celtiberia”, en Identidades étnicas, identidades que provenían de los germanos y del otro lado del carácter colectivo destinadas a la cohesión de la los el núcleo primitivo de los Belgae, que sabemos políticas en el mundo prerromano hispano (coord. Rin, habiendo expulsado a los galos que allí habi- comunidad (CABANILLAS DE LA TORRE, coexisten con otras comunidades sin aparente G. Cruz Andreotti y B. Mora Serrano), Edi- taban (BG, II.4). Su procedencia alógena vendría 2010: p. 49). Su presencia anuncia la instalación influencia alógena y que mantienen las tradicio- ciones de la Universidad de Málaga, Málaga, refrendada por la arqueología, que testimonia la belga en el siglo III a. C., como acto fundacio- nes célticas del Marne propias de las fases inici- 2004, pp. 87-145. eclosión, a partir de la segunda mitad del siglo III nal de la comunidad y de delimitación de su espa- ales de La Tène, como los remos, cuyo nombre BRUN, P.; “From chiefdom to state organization a. C., de una facies cultural belga, provocada por la cio (BRUNAUX, 1986: p. 68), y la masiva presen- precisamente significaría “los primeros, los más in Celtic Europe”, en Celtic chiefdom, Celtic state llegada de grupos de celtas danubianos (KRUTA, cia de armas y de restos humanos apunta incon- antiguos” (KRUTA, 2000: p. 793). Los acontec- (ed. B. Arnold y B. Gibson), Cambridge Uni- 2000: pp. 312-314). La propia afirmación de Cés- testablemente a la importancia de lo bélico para imientos del siglo II a. C., con las incursiones de versity Press, Cambrigde, 1995, pp. 13-25. ar, con la que tantas generaciones han principiado dicha comunidad. Hacia el siglo I a. C. se docu- cimbrios y teutones, y los desarrollos políticos __; “Territoire et agglomérations chez les Sues- su estudio del latín, Gallia est omnis divisa in partes menta en Ribemont una reestructuración del es- fruto de la inclusión de la Gallia Belgica en los siones”, en Territoires celtiques, Espaces ethniques tres, quarum unam incolunt Belgae, aliam Aquitani, ter- pacio, acondicionándose explanadas sobre las cu- circuitos comerciales que relacionan el Mediter- et territoires des agglomérations protohistoriques tiam qui ipsorum lingua Celtae, nostra Galli appellantur, ales más tarde se construirán termas y un teatro ráneo con su periferia, habrían propiciado una d’Europe occidentale. XXIVe Colloque International diferencia a los belgas del resto de galos. También (BRUNAUX, 1986: p. 89), lo que nos indicaría la ampliación de la identidad belga a los pueblos de l’AFEAF (ed. D. Garcia y F. Verdin), Marti- la selección de determinados tipos monetarios y celebración de reuniones o ceremonias masivas. cercanos. Para el siglo I a. C. encontramos a per- gues (Bouches-du-Rhône), 2002, pp. 306-314. su dispersión por la Gallia Belgica pueden haber En este santuario, pese a estar enclavado en terri- sonajes como el rey suesión Diviciaco cuyo do- BRUNAUX, J.L.; Les religions gauloises. Rituels cel- tenido un sentido político en la búsqueda de sím- torio ambiano, la enorme cantidad de trofeos ex- minio habría llegado hasta el sur de Britania, lo tiques de la Gaule indépendante, Editions Errance, bolos identitarios (WIGHTMAN, 1985: p. 21) hibidos hace pensar que nos encontraríamos ante que indicaría la ampliación de las redes cliente- Paris, 1986. La guerra jugó sin duda un papel fundamental un enclave compartido por varios pueblos. Los lares y de cohesión entre tribus que se reconocen BURILLO MOZOTA, F.; Los celtíberos. Etnias y en la autoafirmación de los distintos ethné belgas santuarios habrían jugado pues un papel central como Belgae. La guerra, ya sea como respuesta a estados, Crítica, Barcelona, 2007 [2ª Edición ac- y también en su identificación supraétnica. Con el en las coaliciones belgas (BRUNAUX, 1986: pp. la amenaza externa, ya sea fruto de las dinámi- tualizada]. recuerdo de la ocupación de su solar de asiento y 89-90), y seguramente fueran el emplazamien- cas políticas y económicas internas, se constituye CABANILLAS DE LA TORRE, G. C.; “Armas de la resistencia frente a cimbrios y teutones, los to donde se llevarían a cabo los consejos entre pues como el elemento que permite compren- y ritual durante la Segunda Edad del Hierro en belgas “se arrogaban una autoridad y confianza las civitates, esos “lugares salvajes y apartados” en der esa extensión de dicha identidad, en la que la mitad Sur de la Galia”, Cuadernos de Prehis- enormes en los asuntos de la guerra” (BG, II.4). los que según César se conspiró para la rebelión pudieron participar pueblos de distinta raigam- toria y Arqueología de la UAM, nº 36, 2010, pp. Belgae se ha interpretado tentativamente como del 53 a. C., como el drunemeton gálata (Estrabón, bre, incluso esos germanos de la orilla izquierda 39-66. “los más grandes” (KRUTA, 2000: p. 457), y en el Geografía, XII.5.1) o el lugar en territorio carnuto del Rin que vemos presentes en la coalición del CARROLL, M.; Romans, Celts & Germans, Tem- análisis etimológico del etnónimo encontramos la donde se reunían anualmente los druidas. Allí se 57 a. C. Sin embargo, no cabe exagerar la dimen- pus, Stroud, 2001. raíz *bel-, “brillante, resplandeciente”, relacionada intercambiarían juramentos (quizás sobre los es- sión e este fenómeno. Por debajo de una tenue COLLIS, J.; “’Celtic’ opidda”, en A Comparative con la deidad Belenos (CURCHIN, 1997: p. 264), tandartes, BG, VII.2) y rehenes. identidad compartida, que también es percibida Study of Thirty City-State Cultures: An Investiga- divinidad guerrera y asimilada a Apolo (KRUTA, En este mismo sentido, es remarcable la abun- desde fuera12 van a latir otras adscripciones, que tion Conducted by the Copenhagen Polis Centre (ed. 2000: p. 457) (la misma raíz que encontramos en dancia de deposiciones de elementos de pano- son las que realmente articulan a las comuni- M. Herman Hansen), Kongelige Danske Vid- Bellona, diosa romana de la guerra). El nombre plia, además de en lugares de culto, en necrópolis dades belgas: la civitas, e incluso el pagus. Las soli- enskabernes Selskab, Copenhagen, 2000, pp. de los belóvacos comparte dicha raíz, reputados y en ríos durante la Segundad Edad del Hierro en daridades entre civitates se demuestran frágiles y 229-240. como eran “por su valor y prestigio” (BG, II.4) la Gallia Belgica. Una abundancia que apunta a esa poco cimentadas, tan frágiles como son también CURCHIN, L.; “Celticization and romanization y “pueblo con fama de muy valiente en la Galia” ideología marcial tan presente entre las poblacio- of toponymy in Central Spain”, Emerita, 65, (BG, VII.59). Ya se trate de etnónimos autoasig- nes del norte de la Galia, algo que será luego bien 12 Muy esclarecedor para el caso de los celtíberos es 1997, pp. 257-279. aprovechado por el poder imperial romano a la la obra de Beltrán Lloris (2004: 87-145), donde en cambio DELESTREE, L. P.; “L’énigme du monnayage 11 [...] solosque esse qui, patrum nostrorum la percepción externa de una comunidad celtíbera parece memoria omni Gallia vexata, Teutonos Cimbrosque intra hora de reclutar auxiliares (ROYMANS, 1996: que no refleja una autopercepción de los propios celtíberos bellovaque”, Revue archéologique de Picardie, n°1- suos fines ingredi prohibuerint. pp. 11-24). como tal comunidad. 2, 1983, pp. 235-237.

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__; “Numismatique gauloise et chronologie: siècle avant J.-C.” Revue archéologique de Picardie, LA NECRÓPOLIS ROMANA DE LA VÍA SEPULCRALIS. PLAZA DE LA exemples des potins et de l’or”, Revue archéolo- Numéro spécial 11, 1996, pp. 13-38. VILLA DE MADRID DE BARCELONA gique de Picardie, n°3-4, 1996, pp. 105-112. LAMOINE, L.; Le pouvoir local en Gaule Romaine, DEYBER, A.; Les Gaulois en guerre. Stratégies, tac- Presses Universitaires Blaise-Pascal, Cler- Elena Conesa Sánchez tiques et techniques, Editions Errance, Paris, mont-Ferrand, 2010. Licenciada en Historia (UNED); Máster en Métodos y Técnicas avanzadas de Investigación Histórica, 2009. LEMAN-DELERIVE, G. ; “De l’oppidum a à Artística y Geográfica (UNED); Tutora en el curso de Acceso para mayores de 25 años y en el Grado DUNHAM, S. B.; “Caesar’s perceptions of Gallic l’Urbs: l’example de la Gaule Belgique”, en La de Historia del Arte (UNED) social structures” en Celtic chiefdom, Celtic state démographie historique antique. Cahiers scientifiques [email protected] (ed. B. Arnold y B. Gibson), Cambridge Uni- de l’Université d’Artois (ed. M. Bellancour-Vald- versity Press, Cambrigde, 1995, pp. 110-115. her y J. N. Corvisier), Arras, Artois presses FICHTL, S.; “Des capitales de cités gauloises aux universite, 1999, pp. 69-80. Resumen: Las antiguas y más recientes excavaciones arqueológicas en la necrópolis Alto Imperial chefs-lieux de province: le cas de Reims - Du- QUESADA SANZ, F.: “Los celtíberos y la guer- de la plaza de la Villa de Madrid de Barcelona aportan numerosos datos. Las formas predominan- rocortorum”, en Simulacra Romae, Roma y las ra: tácticas, cuerpos, efectivos y bajas. Un análi- tes de las tumbas (cupae solidae y cupae structilis) así como los sencillos ajuares demuestran que los capitales provinciales del Occidente Europeo.Estudios sis a partir de la campaña del 153”, en Segeda y difuntos eran de origen humilde. A través de la epigrafía, los animales y las celebraciones obser- arqueológicos, (dir. J. Ruíz de Arbulo), El Médol, su contexto histórico: Entre Catón y Nobilior (195 vamos diversos aspectos del mundo de la muerte en Barcino. Tarragona, 2004, pp. 295-306. al 153 a.C.): homenaje a Antonio Beltrán Martínez Abstract: The old and new archaeological excavations in the High Imperial necropolis “Plaza de FRANCE, J.; “Forêts et Peuples «forestiers» de (ed. Francisco Burillo Mozota), Centro de Es- la Villa de Madrid” in Barcelona provide many interesting facts. The predominant forms of the Gaule. Belgique d’après le Bellum Gallicum de tudios Celtibéricos de Segeda, Zaragoza, 2006, tombs (solidae cupae and structilis cupae) and the simple grave goods show that the deceased were César. Contribution à l’étude des divisions de pp. 149-178. of humble origin. Through epigrafy, animals and celebrations we can observe different aspects la Gaule”, Revue archéologique de Picardie, n°1-2, RANKIN, D.; “The Celts through classical eyes”, of death world in Barcino. 1985, pp. 13-20. en The Celtic World (ed. M. Green), Routledge, GARCÍA RIAZA, E.; “Contactos diplomáticos London, 1995, pp. 21-33. Palabras clave: excavaciones, necrópolis, cupae, muerte, Barcino. entre civitates galas durante la intervención ce- ROBLIN, M.; “Les limites de la civitas des Silva- Key Words: excavations, necropolis, cupae, death, Barcino. sariana”, en La Praxis municipale dans L’Occident nectes”, Journal des savants, n°2., 1963, pp. 65- romain, (ed. L. Lamoine, C. Berrendeonner y 85. M. Cébeillac-Gervasoni), Presses Universi- ROYMANS, N.; “The sword or the plough. Re- taires Blaise-Pascal, Clermont-Ferrand, 2010, gional dynamics in the romanisation of Bel- La plaza de la Villa de Madrid, en pleno centro La plaza de la Villa de Madrid obedece a un pp. 143-156. gic Gaul and the Rhineland area”, en From the de la ciudad de Barcelona, muy cerca de la cono- proyecto urbanístico de finales de los años cin- GOUDINEAU, C.; “Gaul”, en The Cambridge an- Sword and the Plough. Three studies on the earliest cida Rambla de Cataluña, acoge los restos arque- cuenta del siglo XX. Gran parte del solar de la cient history: The High Empire, A.D. 70-192 (ed. romanisation of Northern Gaul (ed. N. Roymans), ológicos de una vía sepulcral romana que estuvo ubicación actual estaba ocupado por el conven- A. K. Bowman, P. Garnsey y D. Rathbone), Amsterdam University Press, Amsterdam, en uso entre los siglos I y III d. C. Los diferentes to de Santa Teresa de las Carmelitas Descalzas, Cambridge University Press, Cambridge, 1996, pp. 9-126. monumentos funerarios se situaban a ambos la- un establecimiento que data de 1588. En el año 2000, pp. 462-495. WELLS, P. S.; Beyond Celts, Germans and Scythians, dos del camino que conducía a la puerta septen- 1601 se construyó la Iglesia del convento de la HASELGROVE, C.; “Culture process on the Duckworth, London, 2001. trional decumana de la muralla romana de Barcino. que fue capellán mosén Jacinto Verdaguer entre periphery: Belgic Gaul and Rome during the WIGHTMAN, E. M.; Gallia Belgica, University of En la necrópolis destacan los entierros en cupae, 1885 y 18922. Late Republic and Early Empire”, en Centre California Press, Los Angeles, 1985. una superestructura funeraria propia de la gente En 1944 se decidió ordenar la superficie que and periphery in the ancient world (M. Rowlands, WILLEMS, W.H.J.; “Rome and its frontier in the de clase humilde. había ocupado el convento y algunos edificios af- M. Larsen, K. Kristiansen), Cambridge Uni- North: the Role of the Periphery”, en The Birth Las excavaciones antiguas (1954-1957) y las ectados por los bombardeos de la Guerra Civil versity Press, Cambridge, 1987, pp. 104-124. of Europe. Archaeology and social development in the nuevas intervenciones arqueológicas (2000-2003) para crear un área abierta de esparcimiento3. En __; “Roman impact on rural settlement and so- first millenium A.D. (ed. K. Randsborg), Acca- en la necrópolis de la plaza de la Villa de Madrid 1954, en las obras de construcción de un edifi- ciety in southern Picardy”, en From the Sword demia di Danimarca, Roma, 1989, pp. 33-45. han aportado gran cantidad de datos sobre el cio se descubrió la vía sepulcral romana, inicián- and the Plough. Three studies on the earliest romani- ZECCHINI, G.; “Aspetti del federalismo celti- mundo de la muerte en Barcino. Se documentan dose las excavaciones arqueológicas. El yacimien- sation of Northern Gaul (ed. N. Roymans), Am- co”, en Federazioni e federalismo nell’ Europa antica el ritual de la inhumación y el de la cremación co- sterdam University Press, Amsterdam, 1996, (ed. L. Aigner Foresti et alii), Universitá católi- existiendo hasta el siglo II d. C. Los ajuares son motivo de unas obras, lo que ocasionó la excavación de la zona afectada que tuvo continuidad en los años 1956-1957. pp. 127-188. ca del Sacro Cuore, Milano, 1994, pp. 407-423. sencillos, por el bajo estatus social de los individ- Los primeros trabajos podemos estudiarlos en (DURAN KRUTA, V.; Les Celtes. Histoire et Dictionnaire. Des uos enterrados. Además destaca un recinto funer- I SANPERE, 1963: pp. 61-103). El Museu d’Història de Origines à la Romanisation et au Christianisme, Ro- ario colectivo. Se puede estudiar también la dis- la Ciutat conserva los materiales y toda la documentación bert Laffon, Paris, 2000. posición de la necrópolis como jardín funerario, relativa a esta intervención (diarios, fotos, planimetría). 2 Dossier de prensa del Museo Histórico de LAMBOT, B. y CASAGRANDE, P.; “Les Rèmes los animales enterrados, los ritos, los útiles do- Barcelona. Inauguración de la Vía Sepulcral Romana de 1 à la veille de la romanisation. Le Porcien au Ier mésticos, etc. . la plaza Villa de Madrid el 31 de octubre de 2009, p. 6. 1 Fue localizada de manera fortuita en 1954 con 3 Ibídem, p. 6.

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El conjunto de la Vía Sepulcralis de la plaza De esta forma los viajeros cuando pasaban del- de la Villa de Madrid de Barcelona cuenta des- ante de las tumbas podían ofrecer un recuerdo al de octubre de 2009 con un centro de interpre- difunto, al poder leer en las inscripciones donde tación, con varios paneles explicativos y la posi- aparecían las formulas funerarias, la dedicatoria y bilidad de realizar visitas guiadas, convirtiéndose el nombre del finado (Fig. 3). desde ese momento en un destacado punto de En la necrópolis se han localizado cinco ti- interés histórico, cultural y turístico de la ciudad. pos de monumentos funerarios: las cupae, las Todo ello mediante la articulación del espacio de aras, las estelas clavadas en el suelo, los túmulos la plaza como entorno museístico al aire libre, al- cónicos y las bases cuadrangulares de dos gradas ternando el paisaje urbano con el espacio históri- que podían tener como remate un ara o una es- co y cultural, dependiendo directamente del Mu- tela. También existe una estructura cuadrangular seu d’Historia de Barcelona (MUHBA). de 90x90 que tenía una puerta de metal en una de sus caras, lo que podría permitir la comuni- La vía funeraria y los enterramientos cación con el interior. Se han descubierto algunas Los materiales arqueológicos localizados en las fosas simples sin ninguna señalización; las dife- últimas intervenciones indican su utilización en- rencias entre unos tipos y otros dependerían, con tre los siglos I-III, e incluso principios del siglo toda seguridad, de la clase social del finado (BEL- IV d.C.; mientras que su ubicación responde a TRÁN, 2007: p. 26). la legislación romana que prohibía enterrar a los En todo caso, predominan las cupae, (cupa, té- muertos en el interior de la ciudad por razones de rmino latino que significa “tonel”) cuya forma re- higiene y también de seguridad, ya que en los ri- cuerda un tonel reproducido en piedra. Existen tos funerarios se utilizaba el fuego (BELTRÁN, dos tipos diferenciados (BELTRÁN, 2007: pp. 2007: p. 13). 23-26): Los enterramientos romanos se disponían a lo 1. Cupae solidae, monumentos trabajados en largo de los caminos y en las vías de entrada y piedra arenisca de la zona de Montjuic, elevados Fig. 1 y 2. Vista general del conjunto de la Vía Sepulcralis de la plaza de la Villa de Madrid de Barcelona/ salida de las ciudades (BELTRÁN, 2007: p. 13). sobre una o dos gradas. En el centro de la cara Fotografías realizadas por la autora en noviembre de 2010. to se encontraba en buen estado de conservación, En 2005, el estudio del entorno ajardinado de al haber estado cubierto por depósitos aluviales4. la necrópolis formó parte de un proyecto sobre En 2000 se inicia un nuevo periodo de inter- Arqueología de los jardines en la Hispania Ro- venciones arqueológicas y en 2002 se termina mana, respondiendo al esquema de “jardín funer- la primera fase de rehabilitación de la zona, con ario” (VV.AA., 2007: p. 103) como hábitat ideal la remodelación urbanística de toda la plaza y la para que los muertos pudieran descansar en un construcción de una pasarela de peatones que so- lugar agradable. brevuela la Vía Sepulcral y permite la circulación a la vez que facilita la visión del yacimiento, pro- investigadores: Lídia Colominas, Assumpció Malgosa y tegido por un cerramiento metálico5. Xavier Jordana, de la Universitat Autònoma de Barcelona; Jordi Juan-Tresserras y Juan Carlos Matamala, de la Entre los años 2003 y 2006, el yacimien- Universitat de Barcelona; Carme Cubero, del Centre to fue objeto de numerosos estudios realizados d’Estudis de Martorell; Francesc Burjacs, Isabel Expósito, por varios investigadores obteniendo gran canti- Dan Cabanes y Ethel Allué, de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona; Ernestina Badal, de la Universidad dad de datos en varias disciplinas sobre el mundo de Valencia; Josep Girbal, Rosa Rocabanyera, J. Font, funerario, los ritos, la población, los animales de Antonia Navarro y J. R. Rosell, de la Universitat Politècnica compañía, etc.6 de Catalunya; Ramon Buxó, del Museu Arqueològic de Catalunya; Lluis Garcia Petit, del CNRS y colaborador 4 Ibídem, p. 8. del Museu de Ciències Naturals de Barcelona; Marta 5 La dirección de la excavación 2000-2001 estuvo a Garcia, Joan Enrich y Carola Sales, de Arqueocat, y Xavier cargo de Francesc Busquets e Isidre Pastor; la intervención Martinent y Montse Jorba, de la Asociación de Investigación de 2003, que afectó a la vía funeraria propiamente dicha, de las Industrias del Curtido y Anexas (AIICA). Para la fue dirigida por Julia Beltrán de Heredia Bercero y Francesc revisión de los materiales cerámicos (campañas 1954-1957 Busquets. Véase: DE HEREDIA, BUSQUETS y PASTOR y campañas 2000-2003) y la precisión de las cronologías, (2003). se ha contado con la participación de Ramón Járrega, del Fig. 3. Inscripción en una tumba/ 6 En estos estudios han intervenido numerosos Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC). Fotografía realizada por la autora en noviembre de 2010

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Fig. 5. Cupa structilis/ Fotografía realizada por la autora en noviembre de 2010

38% de sepulturas infantiles, con lo que se com- los perros se sacrificaban en el momento de la prueba que el nivel de mortalidad infantil era el- muerte de sus amos. Otros animales parece que evado (JORDANA y MALGOSA, 2007: p. 70). sí se consumían, “compartiéndolos” con los di- Las cremaciones se realizaban con una com- funtos, lo que justifica la presencia de restos de bustión de entre 600 y 700 grados utilizando ovejas, cabras, bueyes, aves y cerdos (COLOMI- Fig. 4. Cupa solidae. Primera mitad del siglo II d.C./ Ilustración: Margarita Lliso madera de madroño, brezo, olivo, encina y roble NAS, 2007: pp. 82-101). Estos animales eran los (JORDANA y MALGOSA, 2007: p. 33). Las ur- más habituales. nas utilizadas en la necrópolis son muy sencillas, Otro ritual practicado era la libación, que solía principal posee un espacio o “reserva” donde es- África, asociado a libertos, esclavos o hijos de li- ollas y cazuelas nuevas del tipo de cerámica afri- ser de vino, leche y sangre, porque en los tres ca- taba grabado directamente el epígrafe del difunto bertos, personas de condición humilde, como su- cana de cocina u otras usadas e incluso rotas, lo sos con ella se simbolizaba la vida. El primer ban- y las fórmulas funerarias. En algunos casos se ob- cede en esta necrópolis. que demuestra el carácter humilde de los ciudada- quete era el día del sepelio, cena funeralis; nueve servan representaciones de divinidades indígenas En la plaza también se localiza un enterramien- nos (JORDANA y MALGOSA, 2007: p. 33). días después, cena novendiales; y otros banquetes se (Tanit, Cibeles, Attis) (Fig. 4). to colectivo. Los ciudadanos que no tenían sufi- Existen también dos pozos, uno catalogado celebraban en las fiestas funerarias del calendario 2. Cupae structilis, monumentos semicilíndricos cientes recursos económicos se inscribían en col- como ritual y otro como depósito de 1,5x1,4 m. y romano. El ritual funerario se iniciaba con el Si- de mampostería que se apoyan sobre un solo re- legia funeraticia (MONTENEGRO, BLÁZQUEZ una profundidad de 50 cm. con el interior reves- licernium, el banquete del funeral en el que se su- salte. El exterior se revestía de estuco, casi siem- y SOLANA, 1986: p. 429), asociaciones privadas tido de opus signinum. pone que también participaba el finado. Sobre la pre de color rojo, con franjas a modo de zócalo, para hombres libres y esclavos de bajo nivel El silo/pozo ritual contenía los restos de diez tumba se depositaban ramas de olivo, laurel y hie- de las que quedan vestigios in situ. En el centro económico, y pagaban una cuota mensual para perros, seis neonatos de cerdo, una cabeza de ca- dra, tomado su verdor como símbolo de super- también poseen un espacio horadado para encas- asegurarse la sepultura. ballo y una ánfora vinaria. Las características del vivencia (BELTRÁN, 2007: pp. 48-49). trar una placa que suele ser de mármol con las in- pozo, con una gran profundidad, impidieron la Las fiestas dedicadas a los difuntos eran lasPa - scripciones funerarias habituales. Son las que pre- Ritos funerarios excavación en su totalidad, aunque parece claro rentalia, del 13 al 21 de febrero, y las Lemuralia, del dominan aunque es imposible saber el número Los enterramientos son tanto de inhumación que podría tratarse de un pozo para extraer agua 9 al 13 de mayo. Se realizaban ofrendas al muer- exacto por la yuxtaposición de las mismas (Fig. 5). como de incineración; en general, se dan de que más tarde fue utilizado como pozo ritual to en forma de alimentos. Se introducían por un manera coetánea durante el siglo II d. C. A partir (JORDANA y MALGOSA, 2007: pp. 33-34). conducto abierto en la tumba para que el difunto Varios trabajos de investigación (JULIÀ, del siglo III d. C. predomina la inhumación (JOR- Los caballos y perros poseían un marcado se mantuviera comunicado con el exterior (BEL- 1965; BONNEVILLE, 1981; LÓPEZ, 1999; DANA y MALGOSA, 2007: p. 78). carácter de “animales de compañía, no se con- TRÁN, 2007: p. 52). TUPMAN, 2005) permiten considerar este tipo Las tumbas contienen principalmente los res- sumían como alimentos por los romanos pero La mayoría de las cupae de la necrópolis dis- de monumento como originario del norte de tos de individuos adultos, pero también hay un formaban parte del ritual funerario. A veces, ponen de un canal de libación, tanto en las solidae

88 89 2011, nº 1, pp. 85-91 Una necrópolos romana en Barcelona 2011, nº 1, pp. 85-91 como en las structiles. La creencia en la existencia ario estaba ubicado a las afueras de la ciudad jun- Història de la Ciutat de Barcelona, nº 3, 2007, pp. de otro mundo se refleja en las prácticas funer- to a la Vía de entrada para provocar un recuerdo 82-101. arias que acompañaban al muerto. En este caso a los difuntos DURAN I SANPERE, A.; “Una vía sepulcral ro- no resulta fácil distinguir los objetos enterrados Tanto las excavaciones de 1954-57 como las mana en Barcelona”, Cuadernos de Arqueología e con el difunto y los que se utilizaban en los ban- de 2000-03 nos descubren diversas características Historia de la Ciudad, IV, Barcelona, 1963, pp. quetes funerarios posteriores. Es evidente que los sobre los enterramientos en el mundo romano. 61-103. ajuares que acompañaban las cenizas o el cuerpo Coexisten la inhumación y la cremación como GUTIÉRREZ LLORET, S.; Arqueología: Introduc- eran muy sencillos y algunas veces ni existían. rituales utilizados. Predominan las cupae, enter- ción a la Historia material de las Sociedades del pasa- Los recipientes cerámicos más comunes son ramiento propio de las clases humildes. También do, Universidad de Alicante, 1997. de Terra Sigillata itálica, hispana o gala; piezas de existe un recinto funerario colectivo. La necrópo- FABRE, G.; MAYER, M.; “Falsae et alienae: Cerámica africana de cocina, platos, vasos, un- lis está estructurada como jardín funerario, lugar quelques aspects d’application des critères güentarios, lamparillas, tabas y campanitas en al- ideal para el reposo eterno. d’E. Hübner a l’épigraphie romaine de Catal- gunas tumbas infantiles, así como alfileres para En el recinto también se han estudiado restos ogne”, en Épigraphie Hispanique. Problémes de mé- el cabello, pinzas de depilar y agujas de coser de animales respondiendo principalmente a temas thode et d’édition (Bordeaux 1981), Paris, 1984, para el caso de tumbas femeninas (BELTRÁN, rituales. Los ajuares de las tumbas son modestos pp.181-193. 2007: p. 40). pero abundantes, destacando los de Terra Sigillata, JORDANA COMÍN, X.; MALGOSA MORE- También se han encontrado monedas que las monedas e inscripciones nos aportan numero- RA, A.; “Enterraments d’època romana a han sido interpretadas de acuerdo con la creen- sos datos de estudio. la plaça de la Vila de Madrid: resultats de la cia del viaje del difunto al más allá, hecho signifi- El proyecto museístico, inaugurado en octu- recerca antropológica”, Quarhis: Quaderns cativo en el estudio que nos interesa al utilizarlas bre de 2009, es muy didáctico y está plenamente d’Arqueologia i Història de la Ciutat de Barcelona, como fuente material de vital importancia, de- integrado en el espacio urbano actual. Personal- nº 3, 2007, pp. 64-81. positadas en la barbilla, en la boca, colgadas del mente he quedado gratamente sorprendida en las JULIÀ, D.; “Les monuments funéraires en forme cuello o en la mano. Se han localizado 31, la más visitas realizadas a la necrópolis. En un espacio de demi-cylindre dans la province romaine de antigua de la época augústea (27 a. C.-14 c. C.) tan cercano al bullicio propio de la ciudad, es cu- Tarragonaise”, en Mélanges de la Casa de Ve- (BELTRÁN, 2007: p. 42). rioso comprobar la serenidad que transmite esta lázquez, vol. I, Madrid, 1965, pp. 29-54. En las excavaciones de la plaza de la Villa de plaza singular. El Museo de Historia de Barcelona LÓPEZ VILAR, J.; “Consideracions sobre les Madrid se han encontrado 30 inscripciones, la ha sabido organizar admirablemente los aspectos cupae i altres estructures funeràries afins”, mayoría de la fase más reciente de enterramientos más interesantes. Butlletí Arqueológic, nº 21-22, 1999, pp. 65-103. (finales del siglo II y principios del III), que se lo- MONTENEGRO, Á.; BLÁZQUEZ, J. M.; SO- calizan en la zona de exposición al aire libre. Las BIBLIOGRAFÍA LANA, J. M.; Historia de España 3, España Ro- inscripciones ofrecen información valiosa sobre la ALMAGRO BASCH, M.; Arqueología y Prehistoria, mana, Gredos, Madrid, 1986. época de los enterramientos, la posición social, el UNED, Madrid, 1990. RODÀ DE LLANZA, I.; “Les inscripcions de la marco familiar, etc. (RODÀ, 2007: pp. 114-123). BELTRÁN DE HEREDIA BERCERO, J.; “La plaça de la Vila de Madrid”, Quarhis: Quaderns Las inscripciones demuestran, asimismo, que Via Sepulchralis de la plaza Villa de Madrid: un d’Arqueologia i Història de la Ciutat de Barcelona, el mayor número de tumbas son de las clases me- ejemplo del ritual funerario durante el Alto nº 3, 2007, pp. 114-123. nos privilegiadas (libertos y esclavos), con se- Imperio en la necrópolis occidental de Barci- ROLDÁN HERVÁS, J. M.; Introducción a la Histo- ñales expresas de relaciones familiares e incluso no”, Quarhis: Quaderns d’Arqueologia i Història de ria Antigua, Istmo, Madrid, 1974. expresiones afectuosas. Las inscripciones tienen la Ciutat de Barcelona, nº 3, 2007, pp. 12-63. TUPMAN, CH.; “The cupae of Iberia in their errores de grabado y gramática, lo que confirma BELTRÁN DE HEREDIA BERCERO, J.; BUS- monumental contexts: a study of the relation- que se hacían en talleres locales. QUETS, F.; PASTOR, I.; Memòria de la interven- ship between social status and commemora- ció arqueològica preventiva realitzada a la plaça Vila tion with barrel shaped and semi-cylindrical Conclusión de Madrid, Barcelona (Ciutat Vella), 2000-2003, tombstones”, en Proceedings of the Fourteenth Todo el conjunto arqueológico de la Vía Sep- Generalitat de Catalunya, inédita. Annual Theoretical Roman Archaeology Conference, ulcral Romana de la plaza de la Villa de Madrid BONNEVILLE, J. N.; “Les cupae de Barcelone: Oxbow Books, 2005, pp. 119-132. constituye una referencia de gran interés para les origines du type monumental”, en Mélanges VV.AA.; “Estudio del Jardín funerario de la analizar no sólo los usos rituales funerarios de la de la Casa de Velázquez XVIII, París, 1981, pp. necrópolis de la plaza Vila de Madrid a par- Hispania romana, sino también aspectos sociales 5-38. tir de las investigaciones arqueobotánicas”, relevantes como el estatus económico de los di- COLOMINAS BARBERÀ, L.; “Animals i ideo- Quarhis: Quaderns d’Arqueologia i Història de la funtos, la edad, el sexo. logia en l’àmbit funerari: estudi arqueo- Ciutat de Barcelona, nº 3, 2007, pp. 102-113. Respondiendo a la legislación romana de los zoològic de la necròpolis de la plaça de la Vila primeros siglos de nuestra era, el recinto funer- de Madrid”, Quarhis: Quaderns d’Arqueologia i

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PROPAGANDA, IDENTIDAD, IDEOLOGÍA Y PERSPECTIVA EN LA ESCENA DE BATALLA DEL SARCÓFAGO DE PORTONACCIO

Sergio España Chamorro Licenciado en Historia (UCM); Máster de Arqueología del Mediterráneo en la Antigüedad Clásica; Doctorando en Estudios del Mundo antiguo (UCM) [email protected]

Resumen: El sarcófago de Portonaccio, perteneciente al género de los sarcófagos de batalla, ha llamado la atención de muchos estudiosos pero se ha incidido más en su punto de vista artístico. El objetivo de este artículo es poner de manifiesto algunas teorías con respecto al personaje prin- cipal e intentar sacar conclusiones con respecto a los numerosos elementos que lo componen, así como incidir en su valor como elemento ideológico, propagandístico e identitario. Abstract: The sarcophagus of Portonaccio is included in battles sarcophagus genre. It has been studied by many scholars, but mostly from an artistic point of view. The aim of this article is to show some theories about the main character and try to draw conclusions with all the elements. As well as to find in this entries its paper as an ideological, propagandistic and identitary instru- ment. Palabras clave: Sarcófago de batalla, Sarcófago de Portonaccio, Identidad, Propaganda, Relieve histórico romano. Key words: Battle sarcophagus, Portonaccio Sarcophagus, Identity, Propaganda, Roman historic relief.

En unas intervenciones realizadas en 1931 se en- presenta la rendición de dos germanos ante la ca- contró, en la Via delle Cave di Pietralata (próxima ballería romana, y en el izquierdo una escena de a la Via Tiburtina), en la localidad de Portonac- militares en un puerto. cio, al este del centro de Roma, un importante sarcófago profusamente decorado. Fue nomb- Contexto histórico rado como Sarcófago de Portonaccio o Sarcófa- Hay que indicar que la producción de sarcófagos go de Via Tiburtina y actualmente se expone en de mármol se consolida a partir del siglo II d.C. el Museo alle Terme. El prototipo de sarcófago debido al paso de la cremación a la generalización de batalla de modelo antoniniano que se nos pre- de la inhumación. Es en este contexto donde se senta, viene inspirado en un tema iconográfico de empiezan a decorar con motivos que exponen una Galomaquia pintado en el siglo II a.C. por un la cualidad moral del difunto en clave alegórica. artista pergameneo. Es una pieza de grandes di- En dichos sarcófagos de batalla se mezcla todo mensiones (Fig.1) esculpida en mármol lunense y ello con las alegorías o escenografías mitológi- trabajado por tres de sus cuatro lados. Carece de cas del repertorio helenístico que se verá a partir tapa aunque sí se conserva un frontal que podría del 170, en donde se empiezan a decorar alrede- pertenecer a la misma, y que se apoya directa- dor de una veintena de estas piezas entre los rei- mente sobre el sarcófago. Las escenas represen- nados de Marco Aurelio y los primeros años del tadas varían en las tres caras labradas. La cara de Septimio Severo, en coincidencia con el inicio, frontal nos presenta en un altorrelieve una carac- desarrollo y fin de las campañas bélicas contra los terística escena de batalla contra germanos y, su- pueblos germánicos de los Quadi y Marcoman- perpuesta a ésta, el frontal, el cual seguramente ni. Los oficiales que acompañaban al emperador perteneció a parte de la tapa, decorado con di- retornan con el deseo de ver representado en su versos motivos en una imagen continua focaliza- sepulcro la propia virtus que les asegura el ser re- da en torno a dos imágenes sedentes. Los latera- cordado como gran general, así como ciudadano les están hechos en medio relieve. El derecho nos ejemplar.

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Propaganda, poder y persuasión en el Hay que tomar dicho sarcófago como una trans- estos parámetros hay que prestar atención a las sarcófagos de “nupcias” o de “proceso consul- mundo funerario romano del siglo II d.C. misión de ideas y conceptos ya que en la icono- advertencias de Sichtermann, quien indica que no ar”, con relieves provenientes de imágenes oficia- Aunque M. Hope (HOPE, 2003: pp. 79-97) real- grafía y la escultura se utilizan determinadas pau- hay que buscar significados universales u oficiales les de tipo propagandístico de arcos y columnas iza un estudio sobre las lápidas funerarias roma- tas, lenguaje gestual y gramática de formas (SAL- en la imaginería sepulcral romana, aunque a mi triunfales en donde se dan imágenes mostrando nas, muchos de las teorías postuladas al respec- CEDO, 1999: pp. 88-89). modo de ver, influye de algún modo esta última. su clementia ante los bárbaros (existente en nuestro to pueden ser incorporadas al estudio de nuestro Los sarcófagos de batalla de mediados del si- sarcófago), la pietas (no presente) o la concordia con sarcófago. Teniendo en cuenta esto, también Los sarcófagos de batalla glo II surgen a colación de los cambios políticos. la imagen de la boda del difunto unidos mediante podemos indicar que los sarcófagos son un me- El mundo funerario romano se caracteriza por Si bien en la época de paz de Trajano este esti- la dextrarum iunctio (presente). Dos de los tres va- dio de expresión de identidad militar, estatus, éxi- su impresionante variedad de estilos y tipos que lo de sarcófagos había desaparecido, se retoman lores están presentes, junto con otros que vere- to personal y también de hacer sentir la diferen- nos permite penetrar en la visión y la ideología con más fuerza, lo cual es innegable que está di- mos a continuación, lo que nos haría pensar en cia o percibir cierta superioridad con respecto al privada de los individuos. Dentro del amplio rectamente relacionado con las guerras de Marco un proceso de unión de modelos, o bien creado otro, signo de alteridad básico dentro de una so- mundo funerario, los sarcófagos marmóreos nos Aurelio. En el caso de las campañas con los Mar- en la transición de ambos. Schafer lo sitúa entre ciedad fuertemente jerarquizada. son de gran ayuda para ello y su uso está gener- comanos, caso que nos atañe, se busca el preámb- la década del 170-180, más tardío que el sarcófa- La autora cita que la mayor parte de los guer- alizado en el siglo II d. C., que nos atañe, y nos ulo compositivo en el cuadro del célebre pintor y go Ammendola y más temprano que el de Vil- reros, si no todos, permanecían en el anonima- legan impresiones artísticas de los monumentos escultor griego Fyromachos, artista pergameneo la Doria Pamphili (KOCH; SICHTERMANN, to, pese a haber luchado en una guerra de la que funerarios con cuidadas escenas esculpidas en hacia el 165 a.C., en el que se representaba la lu- 1982: p.91). Otras fuentes, como el catálogo de Roma hubiera salido triunfal. Esto nos demues- sus caras, que varían en gran medida influencia- cha de los Atálidas contra los celtas que habían La Regina, convencido a ultranza de que el dif- tra que la individualidad del ejército romano es dos por el sistema de creencias, pero también por invadido Asia Menor. Es por eso que este modelo unto fue Aulus Iulius Pompilius, lo fechan en 180, bastante limitada y eminentemente exclusiva de otros factores como la situación política, que tra- se reaprovecha con más o menos fidelidad dando fecha conocida de la muerte de este último (LA las altas cotas de poder militar haciendo evidente sciende a la composición de tipos enmarcados en una serie de sarcófagos entre los cuales se enmar- REGINA, 2005: p. 32). que la alteridad es únicamente un don reservado determinados ámbitos cronológicos e históricos ca el nuestro (ANDREAE, 1974: pp. 245-246). En mi opinión, coincido plenamente con casi siempre a los generales victoriosos, aunque sí (SORABELLA, 2001: p. 67). Es interesante apreciar como los tipos es- Schafer, poniendo como fecha aproximada 175 que es verdad, como versa Hope en su artículo, Como indica Sorabella, cada sarcófago roma- cultóricos de sarcófagos griegos se exportan a los d.C. debido a que la confluencia de varios estilos que se conmemoraban estelas para rendir tributo no representa una confrontación individual con talleres romanos y van tomando forma y evolu- de sarcófago implica que ya deberían haberse de- a éstos, pero de forma anónima y generalizada. la tradición y el convencionalismo práctico, y con cionando hasta llegar a la complejización com- sarrollado o como mínimo iniciado la tendencia positiva de Portonaccio. hacia los sarcófagos uiri docti. Lo que es curioso es que su paralelo más in- Cronología mediato al que aluden todas las fuentes, el sar- Diversos autores han postulado varias fechas para cófago Grande Ludovisi, está datado casi un siglo dicho sarcófago. Algunos como Pardyová (PAR- después, en el 260, lo que nos indica que el tema DYOVÁ, 2006: p.134) o Sidebottom (SIDEBOT- de batalla se retoma de forma innegablemente TOM, 2004: p. 31) no penetran en su adscripción monumental. Es algo arriesgado hacer una com- exacta pero otros autores generan un conflicto de paración directa teniendo en cuenta esa distancia fechas. Primeramente, lo más indiscutible de di- cronológica ya que determinados elementos clave cho sarcófago es que la escena de batalla repre- cambian su forma o significado y, además, de la senta una lucha entre romanos y marcomanos. Las no coincidencia de su composición y de la diver- guerras marcomanas tienen una cronología que va sidad de temas que decoran los sarcófagos entre desde el 165 hasta el 189. La adscripción estilística ambos. está muy próxima a los relieves de la Columna de Marco Aurelio, fechada entre el 176 y el 192. Escena frontal principal Con respecto a las adscripciones cronológicas La cara frontal del sarcófago es, sin lugar a dudas, que hacen algunos autores, Noguera indica que el motivo central del sarcófago y en el que más re- este sarcófago pertenecería a los años 60 del sig- cursos plásticos se emplearon. La cara está com- lo II d.C., donde este género eclosiona (CLAVE- puesta por personajes, 28 pertenecen al friso su- RIA, 2001: p. 36). perior o escena secundaria y 33 (más 16 caballos) El problema reside en que este sarcófago no son parte de la escena central. La escena principal es exclusivamente un tema único de batalla, como está enmarcada por dos trofeos con un total de Fig. 1 Imagen fronal del sarcófago/ Ftografía: Sergio España ya veremos. Según indica de nuevo éste, hacia los 4 personajes y la escena secundaria por dos imá- años 70 se da el florecimiento de los sarcófagos genes de galos. con los uiri docti, en donde personalidades de la Aunque la escena frontal de dicho sarcófago administración civil de elevado rango crean los parezca un combate sin orden ni concierto, di-

94 95 2011, nº 1, pp. 93-106 El sarcófago de portonaccio 2011, nº 1, pp. 93-106 cha escena posee una estructura regular. B. An- el esquema compositivo. Existe un eje vertebra- dreae propuso una estructura geométrica para di- dor que pasa oblicuamente por la lanza del gen- cha escena (ANDREAE, 1956: pp. 78-79) pero, eral, el cuerpo de éste y la espalda del romano que sin embargo, M. Pardoya (PARDYOVÁ, 2006: se encuentra justo debajo, acabando con el brazo p. 140) indicó que ésto no tendría cabida para el del bárbaro derribado en el plano inferior. Este sarcófago que nos atañe, aunque sí una ordena- eje divide ambas partes: ción regulada y preparada. A la derecha de dicho eje existen 9 personajes Bernard Andreae, un gran conocedor de romanos. La formación de generales principales la tipología de los sarcófagos en general, y de la mira a la derecha siendo un total de 6, mientras de los sarcófagos de batalla en particular, ha es- que los otros 3 miran a la izquierda. Esto es de- tudiado y trabajado bastante sobre las composi- bido a que los tres últimos se sitúan en el extre- ciones de éstos. Afirma, sin duda alguna, que la mo derecho de la composición y están volteados inspiración de este género se basa en el llamado para que enmarquen y cierren la escena, pese a cuadro pergameneo anteriormente citado. Éste que dos de ellos tienen el cuerpo en posición cor- da una tesis bastante interesante sobre la dis- respondiente a la fila de caballeros. El único el- posición compositiva de nuestro sarcófago (AN- emento que no coincide es el caballero situado DREAE, 1968/9: pp. 157-159). en la esquina de la composición, el cual se mues- Fig. 2/ Fotografía: Sergio España Indica que, seguramente con una cuerda, se tra en un exageradísimo escorzo, que a mi modo midió en el bloque de mármol sin decorar y se de ver, sólo sería un elemento que cerraría la trazó una cuadratura. El bloque se dividió prim- composición, ya que si estuviera en la posición eramente en 3 partes, las cuales se subdividieron contraria, dejaría una escena que quedaría abier- en los cuadrantes y en las líneas diagonales for- ta. Pese a no tener en cuenta la disposición de mando un gran punto de cruce en el centro de los las miradas, que es heterogénea y, según pienso, tres cuadrantes, y después se acabó uniendo todo adaptada a la posición y al eje de los romanos, el reticulado de la superficie con líneas parale- los bárbaros dispuestos en el margen del extremo las diagonales que determinaron otros puntos de derecho también se sitúan mirando hacia la esce- cruce al que se unieron de nuevo las líneas para- na interior, sucediendo lo mismo pero a la inversa lelas y horizontales, dejando un reticulado subdi- en el lado contrario. vidido en 96 triángulos dispuestos finalmente en A la izquierda del eje existen 5 personajes ro- cuatro franjas horizontales y 12 verticales. manos, 4 de los cuales miran a la izquierda, siendo La disposición de dicha escena tiene una gran el único que mira a la derecha, de nuevo, el per- proporción del espacio y la representa con gran sonaje más al extremo, que cierra la composición. reflexión y conocimiento de las posibilidades Dicho esto, se crea una composición en V que plásticas de la representación. podría hacer ver la esquina de un rectángulo. Fig. 3/ Fotografía: Sergio España Según Marie Pardyová, existe una línea de El autor de dicho sarcófago no expuso sobre composición de un espacio más largo que en los éste su labor plástica para expresar su virtuosidad sarcófagos corrientes ya que dicha acción princi- decorativa de una manera tan mecánica y ostento- pal se abre y desarrolla en un círculo, que por el sa como lo hacían los artistas de mediados del si- efecto de la perspectiva, se transforma en un óva- glo anterior, sino que había una sensibilidad por la lo oblicuo que abarca gran parte de la superficie profundización que le permitió combinar las máx- disponible. Así, lo que se muestra en esta com- imas formas de representación posibles, emer- posición, es el momento donde la batalla entre ro- giendo las líneas principales de la composición, en manos y bárbaros se inclina en pro de los prim- un rombo central que enmarcaría y atraería la at- eros y este óvalo enmarca las batallas personales ención a la figura del personaje principal, y equili- en el límite e interior de esta formación (PARDY- braría la composición. Lo que éste nos muestra OVÁ, 2006a, p. 140; PARDYOVÁ, 2006b, p. 148). es una forma de representar las figuras de manera diferente a la griega, es decir, ya no existe esa in- Perspectiva propuesta tencionalidad por representar las figuras de cuer- Considero otro estilo de composición basán- po entero en el espacio, objetivo como indica An- dome en las miradas de los combatientes roma- dreae, tan buscado en el arte griego (ANDREAE, nos, que son quienes, a mi modo de ver, marcan 1974: p. 246). Fig. 4 Propuesta de la perspectiva de un batallón/Fotografía: Sergio España

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Estos bárbaros humillados y vencidos nacen como señala Turcan (TURCAN, 1995: p. 227), lo parejas de adversarios y, casi todas ellas, mantie- de tela. Algunas figuras portan una capa, como de una nueva conciencia de la fragilidad de las que permite que, a pesar de estar solapadas y su- nen una línea mutua de contacto visual. la 2, 4, 9, 10, 15, 24 o 30 mostrándonos modelos cosas humanas. En todas las épocas hubo admi- perpuestas, el receptor de dicha imagen consigue La gran profundidad de las figuras hace que de enganche o fíbula redondeada, bien al hom- ración, en cierta medida, del mundo bárbaro, que ver todos los personajes y elementos que parti- nos sea imposible ver el fondo del sarcófago. bro tipo clámide (figuras 2, 15 y masculinas de los nos lega imágenes como la Thusnelda o el Gálata cipan en la escena. Así todos los elementos re- Todo está esculpido y no queda vacío alguno que trofeos) o al centro (figuras 9, 10 y 24). Además Moribundo, entre otros, que aluden más a la Ger- sultan relacionados entre sí, de una manera ex- lo permita. Esta profundidad hace posible que el podemos percibir que tienen capucha (figura 26). mania de Tácito. Sin embargo, la representación tremadamente compleja, fundiendo todas las fi- autor juegue con el claroscuro que deja patente la Es curioso observar que las tres únicas figuras que tenemos aquí nunca antes se había hecho tan guras individuales en una misma historia común, plasticidad escultórica. Este claroscuro también bárbaras con el torso desnudo se sitúan en el pla- cruda y llanamente, mostrando la desolación de el perfecto ejemplo de una imagen monoscénica. revela los múltiples e ínfimos detalles del sarcó- no inferior. los vencidos. Además, la forma de representar a Esto es completamente opuesto a otras represen- fago que están patentes en la musculatura de los Con respecto a los escudos, tenemos en la es- todos los combatientes en diferentes actos, nos taciones de batalla en sarcófagos como son, por brazos que empuñan armas, las venas de los ca- cena principal cuatro figuras (2, 19, 24 y 25) que muestra las diferentes expresiones y sentimientos ejemplo, los sarcófagos de batalla áticos, con es- ballos, los remaches y adornos de las corazas… los sostienen, y otros cuatro en los trofeos, deján- de los soldados y bárbaros en la batalla a través de cena continua. Pese al exquisito realismo expresado en el sar- donos multiplicidad de formas y decoraciones. Se sus caras y sus gestos (ANDREAE, 1974: p. 246). El autor utiliza todos los recursos de tridi- cófago, la funcionalidad también tiene cabida en pueden encontrar los siguientes modelos: Además, la perspectiva espacial ideada por el mensionalidad que permite mayor dinamismo, el esquema compositivo de la escena. El autor es Parma o escudo circular del trofeo izquierdo arte griego pierde sentido en esta ocasión, para si cabe, a dicha composición. Esto se lo permite consciente de la fragilidad de su obra, y es por parte derecha. Está decorado con la cabeza de la legarnos una escena que deja de desarrollarse en la plasticidad del altorrelieve, lo que hace que en ello que numerosas partes están situadas en el lu- Gorgona Medusa, sin duda de influencia griega, un espacio real, poniendo de manifiesto su valor ocasiones parezca que la plasticidad de las for- gar exacto para favorecer su resistencia, lo que ha dispuesta ésta sobre un fondo escamado y rema- simbólico. Este viraje de estilo parece, según An- mas representadas, combinado con un uso gene- conseguido conservar la mayor parte de la escena tado por una cinta que forma una disposición do- dreae, haber sido sugerido por los desastres exte- ralizado del escorzo y el contrapposto de práctica- y sus detalles. Estos apoyos son extremadamente decagonal. riores y el fracaso de la política de pacificación de mente todas las figuras, simula que éstas tengan la finos para no alterar la finalidad última de ligere- En el mismo trofeo, parte izquierda, vemos Adriano, con el asalto de los bárbaros (ANDRE- intencionalidad de salir al exterior. Este dinamis- za y “técnica” (que no real) fragilidad. Esto venía un escudo oval de extremos convergentes los AE, 1974: p. 246). mo y vigorosidad de las formas, encuentra aquí derivado de la necesidad de supervivencia del sar- cuales forman un vacío circular simétrico. Están Lo que llama la atención, al menos personal- una impresionante expresión determinada por el cófago desde el taller, hasta el lugar definitivo de decorados con dos figuras humanas, aparente- mente, es el hiperrealismo que alcanzan las for- gusto barroco de la época (PARDYOVÁ, 2006: sepultura. Este esquema refleja un conjunto espe- mente guerreros y, en la parte central del escudo, mas esculpidas, en un mundo irreal y sugerido. La p.143), que cristaliza en este exageradísimo horror so y tupido, pero también legible (PARDYOVÁ, un elemento floral como remate del umbo. representación tiene una perspectiva semi-aérea vacui. La mayoría de las figuras están dispuestas en 2006: p.143). En el trofeo contrario de la parte derecha nos encontramos con otra tipología diferente. Ten- Personas y personajes I: caracterización emos a la izquierda un escudo hexagonal con del ejército bárbaro extremos en media luna. Dicho escudo está di- El ejército bárbaro destaca por la simplicidad de vidido en cuatro cuartos, los cuales están decora- sus vestimentas y su rudo armamento que se ex- dos todos ellos por figuras leonadas con la cabeza pone en la escena principal de batalla. Es curioso dispuesta hacia la parte extrema interior del es- poder hacer una rápida y fácil identificación del cudo y estas figuras están rematadas con una cola destacamento bárbaro, sencillamente por la aus- que forma una voluta. En la decoración externa encia de cascos, además de cualquier otro arma- del umbo tenemos un prótomo con forma de ca- mento defensivo a excepción de escudos. beza de animal. Predominan ropajes hechos con telas que El otro escudo dispuesto en el trofeo derecho permiten la voluptuosidad plástica de los plieg- en la parte derecha, es un escudo de doble óva- ues, dando una maestría plástica con gran detal- lo confluente, formando también cuatro cuar- lismo. Para su estudio incorporaremos además tos decorados con figuras animales que podrían las imágenes de los trofeos. La vestimenta nor- ser identificadas como lobos, con la cabeza ori- mal es una camisola o jubón con una sobrecami- entada a la parte interior central del escudo. Con sa o paenula, a veces de manga corta, que no pa- umbo carente de una decoración, quizás por el rece en ningún caso ser cuero, que aunque débil- desgaste. mente, se usó como elemento protector de de- En el campo de batalla (figura 9 y 25) se pu- terminados golpes. Las figuras 18, 25, 27, 28, 29 ede apreciar un escudo ovalado con remate in- y 31 que muestran la cintura, nos legan la idea de ferior plano y remate superior en media luna un cinturón, aunque en las dos únicas figuras en con decoración interna en rombo y un umbo en Fig. 5 Identificación de los personajes/ Fotografía: Sergio España que queda bien definido como tal es realmente en relieve, pero que no se ha conservado (25) y de las 18 y 24; quizás éste sí sea de cuero y los demás volutas (9).

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Otra forma es la del escudo oval simple (fig- En la imagen nos encontramos tres tipos dife- cabeza de carnero (figuras 13 y 21) o de león (fig- la piel de un león o carnero, en nuestro caso este ura 15 y escudo del segundo plano del trofeo rentes de armadura sin contar la del general prin- ura 6) como se verá y explicará más adelante, pero último. derecho) con decoración de volutas confluentes. cipal. Por un lado está la lorica scamata que la por- por lo general, predominan formas redondeadas El signifer (QUESADA, 2008: pp. 289-290), También en el campo de batalla nos encon- tan las figuras 13 y 21. También está presente la y volutas que nos remiten a una inspiración en la (personaje 7) era el encargado de llevar el signum tramos la forma del escudo galo por excelencia, lorica segmentata portada por las figuras 14 y 23. decoración helenística de los cascos como el cas- de la legión y gozaba de la categoría de suboficial. el escudo hexagonal (figuras 2 y 24). Este tiene Por último, nos encontramos la protección sim- co helenístico de Crimea dispuesto en el Hermit- De nuevo, éste también llevaba un casco decorado una decoración de volutas presente también en ple que portan las figuras 1, 6, 7, 8, 11, 13, 17, 20 age (CONOLLY, 1998: p. 227). Algunos tienen con un animal totémico, aunque se nos hace im- los relieves de armas del Arco de Orange, lo que y 22. Esto podría representar el escalafón interno un remate superior con un ligero penacho de plu- posible distinguir qué es. A este también se dis- debía de ser muchísimo más común que las for- de tres tipos de nivel dentro del ejército. mas como las figuras 11, 16 y 22. Otros como la tingue el focale pero parece llevar una túnica con mas anteriormente nombradas. El umbo tiene Los cascos que portan los romanos están in- figura 6, 13, 21, 23 tienen una arandela de gran protección simple, seguramente de cuero, que no una decoración plana en círculo y remache. spirados en el subgrupo de los cascos impe- grosor (también la figura 20 con la cabeza perdi- suele ser el armamento generalizado para su esta- Como armas defensivas del ejército bárba- riales itálicos, en especial al tipo B, aunque no da, por fotos anteriores). Por último, nos encon- tus. Porta (pese a estar roto el palo) el estandarte ro, nos encontramos lanzas (figuras 10, 15, 18 pertenecerían correctamente por algunas carac- tramos el caso aislado en la figura 17 de un pena- de un jabalí, que en el Musseo alle Terme aparece y 25), similares a las romanas. La figura 28 es la terísticas. Si bien, de nuevo todos los cascos, a cho plano y sin trabajar. identificado como a laL egio I Italica aunque no hay única que porta un arma diferente, se trata de un excepción del casco del general principal, tienen Es muy significativo, a mi modo de ver, el que olvidar que aunque es un elemento identifica- pequeño puñal. En el trofeo izquierdo vemos unas partes claras bien diferenciadas: el casco en poder hacer adscripciones armamentísticas que dor, había legiones que portaban el mismo signo. cómo delante del escudo circular hay una espada sí es semi-globular (a excepción de la figura 22 nos remitirían seguramente a un mismo escalafón Con respecto a las armas ofensivas, tenemos metida en una vaina decorada con un relieve ser- con un modelado más cónico) con un guardanu- militar. Sobre todo me refiero al significativo caso las lanzas y espadas. Las lanzas son portadas por pentiforme y con una empuñadura en forma de cas corto y bastante vertical, lo que dificultaría su de las figuras 13 y 21, las cuales son las únicas con las figuras 8, 11, 12, 13, 17, 20 y 21 y son, pese a águila. La vaina es muy similar a la que sobresale adaptación al cuerpo, con unas carrilleras diferen- lorica squamata y con un casco decorado con un no quedar ningún ejemplar íntegro, de gran lon- por la parte posterior de la figura 21, y la empuña- tes a cualquier modelo en forma romboidal in- carnero. La figura 13 se trata del vexilarius como gitud con una punta afilada y de ataque cuerpo a dura es idéntica a la del general (figura 12). corporando un cubre-cejas sin paralelo tipológico veremos a continuación, lo que indica que es de cuerpo por cómo se muestra en la escena, y de- Como insignias galas, sólo se muestra una vis- que además dificultaría el movimiento de dichas un rango más elevado que los legionarios rasos y muestra que no son armas arrojadizas ya que las iblemente. Sería posible pensar que el draco o dra- carrilleras, puesto que es un elemento móvil en que viene apoyado por la apreciación conceptu- pila que se lanzaban tenían una parte metálica conarius en la parte izquierda del margen superi- los cascos. Tienen una visera que permite parar al de que la lorica squamata sólo la llevan militares más fina y diferenciada que se engarzaba a un as- or es una insignia romana, ya que entra a formar los golpes frontales a la cara pero que es mod- de prestigio como los porta-estandartes, músicos, til de madera, y cuando se enganchaba en los es- parte de las insignias militares, pero en una épo- elada de forma curva, lo que también es impro- centuriones e infantería, lo que demuestra que no cudos enemigos, se partía para no ser disparada ca más tardía a nuestro sarcófago, siendo ya de pio en los paralelos originales de los cascos ya que es un producto de bajo coste al acceso de cual- de nuevo. Las espadas portadas por las figuras 16, una forma generalizada a partir del siglo IV d.C. y una forma plana para mejor los golpes. De la mis- quier tropa. 22 y 23 están caracterizadas por tener una hoja que previamente existía en las filas bárbaras. Éste ma forma globular, el guardanucas y las volutas Es significativo que debido a la represent- de doble filo y recta que nos alude indudable- tiene un cuerpo ondulante ya que consistía en un nos recuerdan inevitablemente a los cascos rep- ación de dicha legio, en la línea de caballería se mente al gladius tipo Pompeya (CONOLLY, 1998: prótomo de bronce que dejaba lugar a un tubo de resentados en el Altar de Domitius Ahenobardus, puede ver perfectamente representada la agru- p. 232) con empuñadura pequeña y apoyo plano, tela que ondeaba al viento (QUESADA, 2008: p. del 113 a.C. pación de los signiferi, que llevan los estandartes. que son cronológicamente acordes con la época. 295). Además, se encuentra en la zona de las tro- Por lo anteriormente comentado, postulo la Por orden de aproximación al general central, Los scuta son ovalados, forma típica de los es- pas bárbaras de huida, por lo que es más factible teoría de que pese al realismo que muestra la obra, podemos identificar: cudos de caballería imperial, en contraposición al ponerlo en asociación con éstas. ésta no refleja paralelos originales, sino inspirados El vexilarius (QUESADA, 2008: p. 293), (per- modelo “en teja” de los escudos de infantería im- en ellos convirtiéndolos más que en un elemento sonaje 13) que porta el estandarte militar con el perial. Es perfectamente comparable en forma y Personas y personajes II: caracterización de referencia tipológica real, en un híbrido inspi- nombre y emblema de la legión, aunque en este dibujo a los scuta de la Columna de Marco Aurelio. del ejército romano rado en el casco imperial Itálico B con incorpora- no ha sido grabado. Cada cohorte dentro de una Otro detalle a remarcar son las bridas, pre- El gran detallismo demostrado en el sarcófago ciones de otros modelos itálicos y gálicos pero, so- legión, tenía el suyo propio. Dicho portador lleva sentes en todos los caballos romanos. No es algo permite que conozcamos el rango que desempe- bre todo, incorporando formas curvas que dulci- puesto un casco con un carnero labrado y una lo- novedoso en la plástica romana ni una inven- ñan los personajes romanos que aparecen repre- fican la armonía y los rostros de los generales, de- rica squamata. ción incorporada recientemente en esta época. sentados y el tipo de armamento que portan. Si jando a su vez un espacio más descubierto y, por El aquilifer (QUESADA, 2008: pp. 291-292), Lo distintivo es que permite identificar perfecta- bien, lo más característico del ejército romano ende, pudiendo reflejar mayor dramatismo en los (personaje 6), que era un suboficial que porta- mente los caballos romanos, ya que los caballos es que todos ellos portan casco, como elemento rostros de los personajes romanos. El inevitable ba el águila de la legión, símbolo que el Musseo bárbaros se identifican precisamente y de forma identificativo de primer orden que permite rela- paralelismo hecho con algunas formas del altar alle Terme presupone de la Legio IIII Flavia. Di- rápida por la ausencia de este elemento. cionarlos entre sí perfectamente. Este modelo del de Domitius Ahenobardus podría sustentar esta cha aquila se monta sobre una corona de laurel y casco como elemento identificativo no es un caso teoría de inspiración en otras fuentes que no eran decorado con un phaleae. Éste se suele asociar a ¿General? aislado, sino que en otros sarcófagos de batalla cascos reales, al menos no cascos de la época. una lorica scamata y portar una parma, aunque en El elemento focalizador por excelencia de la es- como el Amendola o el Grande Ludovisi también Pasando a la decoración de dichos cascos, ésta nuestro caso la perspectiva no deja visible su es- cena frontal es, sin duda alguna, el equites central, podemos ver este patrón. varía en gran medida. Algunos tienen labrado una cudo. También es asociado a la representación de motivo de gran discusión. Esta figura es un ca-

100 101 2011, nº 1, pp. 93-106 El sarcófago de portonaccio 2011, nº 1, pp. 93-106 ballero thoracato montado en un caballo rampante, los rasgos del difunto en cuestión, que por alguna vista esto es un error porque habría que analizar identidad personal del difunto, revisando el con- bien conocido en otros relieves de sarcófago de razón, nunca se llegó a realizar. y estudiar individualmente cada sarcófago, y no cepto postmoderno de identidad. El espectador batalla. Consiste en un jinete con el brazo derecho de manera conjunta como realiza ella, así como participa acorde con su propia evaluación y me- levantado con el que sostiene una lanza, de la cual La construcción de la identidad social diferenciar los que claramente están englobados moria de los muertos, es decir, que crea su identi- sólo se ha conservado la parte superior1. La figura del general romano situada en el centro en un marco ideológico de principios del cris- dad personal. También desarrolla un discurso con Pasando a analizar su vestimenta, lleva una de la composición no está tan clara como pare- tianismo. Marca a modo de conclusión dos ideas respecto a la construcción de una identidad social coraza anatómica, clara influencia o herencia del ciera y se han barajado varias hipótesis de quién generales que me parecen interesantes exponer como fenómeno colectivo, es decir, que al pro- gusto helenístico. De corte griego también son fue y a qué es debido la ausencia de rostro, dudan- en donde explica su tesis de que dejar el retra- ducirse en una misma época, se produciría una las hombreras. La coraza va sobre un pytergues que do de si éste quedó así por alguna razón descono- to inacabado fue hecho de un modo intencional identidad colectiva que se pondría en relación, lo sobresale entre los pliegues de las vestimentas. cida pero no intencionada, o bien es algo hecho (HUSKINSON, 1998: p. 155): que Jenkins denomina “máscara de similaridad” en En la cintura lleva un lazo ritual, característico en adrede para intensificar su simbolismo. - Primeramente indica que estos sarcófagos clara alusión a la retratística romana (HUSKIN- figuras de alto rango como legados, tribunos o, En la cartela del Museo Nazionale alle Terme se caracterizarían por un ímpetu que expresaría SON, 1998: p. 151). en nuestro caso, generales. Podemos ver el paluda- es identificado como Aulus Iulus Pompilius2, com- un modo de colectividad y de valores espirituales Pasando a otro punto de la discusión iden- mentum engarzado en el hombro derecho, donde batiente en las guerras que se aluden en el sar- que, lejos de expresar el individualismo presente titaria, más en relación con nuestro sarcófago, el artista lo ha representado ondeante siguiendo cófago siendo praepositus de las legiones I Itálica y en otros monumentos funerarios, justamente ac- teorizando las razones que se pueden pensar de un juego plástico de voluptuosidad y dinamismo. IIII Flavia (las que se aluden seguramente en los tuarían como signo del declinar de este proceso. por qué el rostro del difunto está sin trabajar pu- El general lleva un casco con una amplia cimera y estandartes representados) y La Regina así lo sos- Es decir, que ese individualismo tendente a vin- eden ser: sin carrilleras, seguramente como recurso plásti- tiene en el catálogo (LA REGINA, 2005: p. 32). cular cualidades personales, no querría ser expre- 1. Fue un sarcófago que nunca se vendió, por co para que permitiera ver mejor el rostro del di- La tesis que sostiene Sidebottom (SIDEBOT- sado con una verosimilitud física en el rostro, y alguna razón. funto, y completando la imagen, un guardanuca TOM, 2004: p. 33) es que no tiene por qué asimi- que para ello ya estarían las inscripciones (pese a 2. El individuo que pagó por dicho sarcófago, corto. Como he comentado antes, lleva una espa- larse un sarcófago de batalla a un militar, puesto que en algunos sarcófagos de este estilo, como es no abonó una comisión por labrar el rostro. Esta da de la cual sólo vemos la empuñadura de cabe- que se han encontrado sarcófagos con escenas de el nuestro, no existen dichas inscripciones). es la razón que nos indica Sidebottom para indi- za de águila, idéntica a la de la espada del tropaeum batalla utilizados por varias personas o niños, o - La segunda idea sería el papel que jugaría el car que podría ser una escena genérica (LA RE- izquierdo. mismamente el famosísimo sarcófago de pórfido espectador, ya que estos retratos inacabados fun- GINA, 2005: p. 32). Con respecto al tipo iconográfico del person- rojo de Santa Helena del siglo IV contiene esce- cionarían como un modo de desfocalizar la mi- 3. El difunto hubiera quedado desfigurado en aje principal a caballo y con un enemigo a sus pies, nas de batalla y no por ello se identifica a Helena rada del personaje principal, para tener un modo batalla o por alguna razón el autor no pudo saber recuerda inevitablemente a la figura del mismísi- con un militar. En la segunda mitad del siglo III, más amplio de perspectiva y apreciar los valores cómo era dicho rostro. mo Alejandro Magno. Este tipo iconográfico está mucha gente ilustre piensa en ellos mismos como que acoge, trayendo una imagen del difunto adap- presente en la estela de Dexileos en el Kerámi- militares, estando en una jerarquía militar, llevan- tada a las necesidades de cada espectador y acti- Las tesis de Sidebottom para mí, son demasiado co, e inclusive podría aludir al tipo iconográfico do uniformes, cinturones militares… Lo que éste vando los valores conmemorativos de estos retra- laxas ya que un sarcófago tan extremadamente de la lucha de Belerofonte montado en Pegaso no dice es que estos sarcófagos no deberían ser tos inacabados. Así, este vacío fortalece la visión caro como debió ser en época romana, hubiera con la Quimera, pero desde la época de Alejan- directamente asumidos con generales, sino en- del rol de espectador (HUSKINSON, 1998: p. sido comprado por un personaje adinerado que, si dro se añade a este tipo iconográfico la idea del tendidos de una manera simbólica. Así pues, los 148). Para ello cita a Paulino de Nola: “Quien bien hubiera tenido que abonar una cantidad ex- triunfo, la virtus en su máxima potencia y otros va- compradores de dichos sarcófagos apostarían por mire esto y reconozca las verdades dentro de los tra por labrar el rostro (cosa que realmente dudo lores que veremos posteriormente, se expresan y sarcófagos de batalla simplemente por el anhelo vacíos de las figuras, alimenta la mente con una ya que su elevado precio seguramente lo llevaría confluyen para aludir inevitablemente a la figura de la virtus y la clementia que representarían éstos, imagen, la cual para él no está vacía”, pero en mi implícito), ésta hubiera sido mínima en compara- de un Alejandro sobre Bucéfalo, con su cabello al o quizás, la misma batalla aludiría a un triunfo so- opinión, extrapolar ideología paleocristiana al ción con el cómputo global. Además, un sarcófa- viento y con el brazo derecho levantado (aunque bre la muerte (SIDEBOTTOM, 2044: p. 34). mundo bajo imperial es un error porque el sim- go de tales características y, como veremos más como ya hemos dicho, nuestro general lleva una Huskinson, quien hizo un estudio global so- bolismo es abrumadoramente distante. adelante, representa como bien dice Sidebottom, lanza). bre los retratos inacabados en los sarcófagos de valores muy apreciados en la sociedad romana, es Lo más característico de este personaje es que época tardía, no entra en polémicas individualiza- Huskinson realiza un interesante trabajo de re- decir, es un medio de propaganda y de perpetu- tiene el rostro y la espada sin finalizar, que ha das sobre cada sarcófago, pero desde mi punto de copilación pero no acaba de proponer las intere- ación moral de su imagen y de su gens, lo que sin sido dejada en “estado de preparación”, algo más 2 [A(ulus)] Iulius Pompilius A(uli) fil(ius) santes conclusiones que podría haber sacado de duda alguna hubiera llevado a plasmarlo en su im- común de lo que podría parecer (HUSKINSON, Cornelia Piso T(itus) Vib[ius Laevilius Quadratus] / un estudio tan detallado. agen (RIPOLL, 1991: p. 209). 1998: p.132). Berenicianus Xvir stlitibus iudicandis tri[bunus militum También hay que tomar algunos apuntes so- Por eso mismo es por lo que se descartaría leg(ionis) XII Fulminatae] / item XV Apollinaris quaestor No es un caso aislado dentro de los sarcófagos urb(anus) adlec[tus inter tribunicios praetor] / candidatus bre el valor del retrato en la cultura conmemora- también el tercer factor, ya que aunque desfigu- imperiales que sucediera esto, esperando añadir Augustorum legatus leg(ionis) XIII [Geminae item IIII tiva romana. Éste indica su adscripción personal rado, el método y objetivo de propaganda hubiera Flaviae] / praepositus legionibus I Italicae et III[I Flaviae y también el estatus y la cualificación social que sido el mismo. Es por ello, que a mi modo de ver, 1 Esto consiste en una innovación al llevar la lanza, cum omnibus copiis] / auxiliorum dato iure gladi(i) leg(atus) representaba. Poniéndolo en relación con la se- la tesis más acertada es la primera, un sarcófago ya que en otros sarcófagos como el de Concordia University August[orum pro praetore leg(ionis) III Aug(ustae)] / o el Grande Ludovisi se presenta al personaje principal con consul desig[natus] Inscripción en Lambeasis (Numidia), gunda idea nombrada anteriormente, Huskinson que seguramente no se usó como tal en época ro- el brazo levantado pero sin arma en dicha mano. en CIL, VIII.02582. señala que la ausencia de retrato ayuda a crear la mana, quizás debido a su elevado precio, quizás

102 103 2011, nº 1, pp. 93-106 El sarcófago de portonaccio 2011, nº 1, pp. 93-106 un encargo que nunca se llegó a consumar, por lo En un análisis exhaustivo de nuestros tro- positivo, se puede hablar de una escena constitu- que les ha derrotado. Esto se muestra con el beso que, de haber sido usado, éste hubiera sido como feos, estas figuras dispuestas de dos en dos (AN- ida de acuerdo a mostrar los valores del difunto de la mano y es un modo de humillación pública. reutilización posterior. En lo que coincidimos to- DREAE, 1974: p. 246) van ataviadas con vesti- que, teóricamente, encarnó en vida. Detrás de este personaje hay otros dos más dos a excepción de Huskinson, es que dicho sar- mentas bárbaras (paenula y jubón con cingulum a En la escena del nacimiento, vemos una mu- (en realidad tres remontándonos a la document- cófago quedó inacabado a la espera de plasmar la cintura), casco (la figura de la derecha lleva una jer sentada (la madre del supuesto general) que ación gráfica antigua) que representarían al ejér- la imagen del comprador, que por una razón u máscara, ya que a veces los trofeos se colocaban está ante su hijo de poco tiempo, al que parece cito, aludiendo a la fides militum que soporta aún otra nunca llegó. Por este factor, Ripoll (et al.) in- en troncos cortados –izquierda- y otras veces en que le están bañando, por lo que se trataría del más esa labor propagandística y lleva irremedia- dica que hay una constatada elaboración de sar- maniquíes –derecha-), y falces que enmarcan la dies lustricus consistente en que al noveno día de su blemente a la última escena donde están dos bár- cófagos que se realizan en serie y la fidelidad a escena junto con dos parejas de bárbaros a cada nacimiento se celebraría la ceremonia donde se le baros agachados bajo un trofeo (éste sí que alu- unos modelos representados múltiples veces (RI- lado consistentes en hombre y mujer. El hom- ponía el praenomen, se le purificaba con agua lus- de a los tipos iconográficos de otros trofeos an- POLL, 1991: p. 210). bre siempre queda en la parte exterior, a modo de tral en presencia de los padres, se hacía un sacri- teriormente mencionados), representando por protección de la delicada fémina. ficio (quizás la acción que está realizando la mu- tercera vez la victoria alcanzada en el campo de Los trofeos Ambos están dispuestos de una manera com- jer con una mano levantada sobre una columna). batalla. La importancia de los Tropaea en el mundo roma- positiva que cada uno vuelve la cabeza al otro, La sapientia es el valor principal presente en el Esta escena ha sido la más dañada del sarcófa- no es, sin lugar a dudas, algo a tener en cuenta, no pese a no haber un contacto visual entre ellos. El segundo pasaje de la vida del difunto. Nos encon- go y, además, en unas fotos del archivo online sólo por su carácter militar, sino sobre todo por patetismo reflejado en gestos y expresiones de tramos a un niño de corta edad con un elemento Arachne-Köln3 se muestra cómo ésta se conserv- su gran carácter simbólico, como icono de vico- éstos refleja verdadera humillación y preocupa- en la mano, quizás un rollo guardado en una fun- aba al poco de su descubrimiento (años 30) prác- ria, gran valor en el mundo romano. ción. Los cuatro personajes que aquí se muestran da de cuero. Alrededor de éste hay 6 personajes ticamente intacta4, mostrándonos la figura seden- Enmarcando la escena principal se disponen simbolizan a personajes de alta alcurnia, segura- que La Regina ha identificado como una repre- te entera, pudiendo ver al personaje thoracato abra- dos imágenes de trofeos. Esta tradición de ori- mente jefes o líderes tribales capturados y prince- sentación de las Musas, quienes encarnan la sapi- zando una lanza y el casco (que sí se conserva en gen griego, readaptada en el mundo romano, nos sas, representando a las diferentes tribus a las que entia (LA REGINA, 2005: p. 32). la actualidad) a los pies de la silla de tijera en la deja varias muestras de representaciones alusiv- pertenecen según los trofeos que se encuentran La dextrarum iunctio es un tipo iconográfico que que está (similar a la silla curul pero sin llegar a as a los trofeos como los “trofeos Trajanos” o sobre ellos. está presente en los sarcófagos y relieves de épo- serlo). los “trofeos de los Alpes”. Los relieves que alu- ca Augustea hasta el siglo II y simbolizaría el valor Como ya hemos hablado, la figura central ca- den a la representación de estos últimos, conser- De la representación al simbolismo: de la concordia. A veces va acompañando en con- rece de rostro, lo que nos ha inducido a pensar vados todavía en el monumento augusteo, datan Virtus y la escena biográfica textos de arte oficial militar y significa el gesto de que posiblemente este sarcófago nunca fuera del siglo I a.C. pero retienen el mismo conteni- Este sarcófago simboliza la perfecta ejemplifi- unir las manos entre sí es un signo generalmente vendido y posiblemente se reutilizó5. Si tampo- do simbólico que conservan las representaciones cación de una superioridad moral de los roma- de unión matrimonial. Este tipo iconográfico es co fue un encargo presupone una contrariedad en del sarcófago. Estos consisten en la típica inser- nos, la cual se yuxtapone con las cualidades bár- muy conocido y en nuestro sarcófago sigue di- los valores que quiere expresar ya que la pieza los ción de las armas caídas al enemigo en un árbol, baras expresadas en sus expresiones atemoriza- chas directrices. El hombre porta un rollo con la ensalza como aparentemente inalienables y exclu- y como es en nuestro caso, existen prisioneros das, confusas y en petición de clemencia como se mano libre mientras la mujer lo apoya sobre el sivos, la dignitas romana que no se compra, sino encadenados junto a éste, modelo compositivo puede ver en el individuo 22 o el 24, desesperadas hombro. Este tema, presente sobre todo en los que se consigue por los méritos propios. De ser que también se ve en los relieves de los trofeos por no acabar como los individuos muertos del sarcófagos antoninianos, ha sido ya objeto de es- cierto que este sarcófago no fue un encargo, esos de los Alpes. plano inferior (PARDYOVA, 2006: p. 143). Esta tudio, indicando el exacto papel de cada person- valores se presuponen, pues, vacíos y carentes de No es el único caso de trofeos que se inser- intención aleccionadora es el objeto principal de aje de la escena principal. La mujer situada entre su gran peso moral y social que se le atribuían, ta en una estructura funeraria ya que puede ser la propaganda romana tradicional, la cual encuen- ambos representaría a Concordia o Iuno Pronuba, puesto que quien tenga dinero puede comprarlos encontrado en lápidas (HOPE, 2003: pp. 79-97) tra su máxima expresión en la virtus y la clementia. matrona de honor, mientras que el niño que está mediante la plasmación de los mismos en su sar- o en otros sarcófagos como vemos en el Amen- La virtus tiene innegablemente muchísimas delante de ellos y porta una antorcha, sería Hime- cófago, el cual, años después de la muerte de di- dola o en el Pequeño Ludovisi, paralelos más más acepciones, como cita Balmaceda, pero el neo (DAVIES, 1985: p. 638). cha persona, sería el único reflejo patente de ese próximos al nuestro ya que, pese a que los pri- origen primitivo sin duda alguna es el de valentía Llegamos ahora a la escena militar, la de más difunto y sería la imagen que generaciones poste- sioneros se encuentran sentados, se comparte el (BALMACEDA, 2007: p. 286). complejidad simbólica. Por un lado nos encontra- riores tendrían del difunto. tipo iconográfico, aunque según nos demuestra Además Keith lo presupone como el atributo mos la clementia, que igualmente tiene otro para- 3 Fotografías en el catálogo online Arachne-Koln: todo ello, la alteración del tipo iconográfico com- esencial de la aristocracia romana. Es por eso que lelo en el lateral derecho. Es un tipo iconográfico http://www.arachne.uni-koeln.de partido sería precisamente en el de Portonaccio, esa virtus como valentía queda patente en la esce- muy representado y valorado en el mundo roma- 4 Otros destrozos visibles si hacemos la donde bien por una adaptación plástica o simple- na principal, y la razón por la que es expresada en no. Está presente en elementos de carácter públi- comparación de dicho registro serían: 1. La escena nombrada, 2. El margen superior de la escena biográfica, mente por cierta intencionalidad, los prisioneros su máximo apogeo. co y privado aunque generalmente es un elemento 3. Un falx del trofeo izquierdo, 4. Un hacha del trofeo bárbaros esta vez aparecen estantes. Lo que sí es Con respecto al friso superior, encontramos de propaganda política y militar por lo que suele derecho, 5. La punta de lanza que porta la figura 20, 6. común en todas las figuras es la doble intenciona- una escena biográfica donde narra las etapas de ser en recursos plásticos que aunque de factura La cabeza de la figura 31b y 7. La pata trasera derecha del lidad simbólica que han tenido todos los trofeos: nacimiento, educación, matrimonio, clemencia y privada, sean de divulgación pública. Esta escena caballo. 5 Esta situación se podría resolver con un estudio expresar el triunfo y la supremacía militar a la vez triunfo militar, derivando a la muerte que es el representa el episodio en el que los jefecillos bár- de la documentación sobre la intervención arqueológica que se humilla al adversario. propio sarcófago en sí. Más que el análisis com- baros presentan fidelidad y rendición al general para ver el contexto en el que se halló, si es que existe.

104 105 2011, nº 1, pp. 93-106 El Apodyterium de las Termas de los Bañares 2011, nº 1, pp. 107-113

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SALCEDO, F.; “Imagen y persuasión en la ico- __; Arte Romano, Barcelona, Gustavo Gili, 1974. nografía romana”, Iberia, 2, 1999, pp. 87-109. Resumen: La ciudad romana de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) experimenta en el siglo I BALMACEDA, C.; “Virtus romana en el siglo I __; “Los relieves de armas del teatro de Mérida”, d.C. un importante desarrollo urbanístico que incluye la construcción de un conjunto termal. a.C.”, Gerión, vol. 25, nº 1, 2007, pp. 285-304. Lucentum: Anales de la universidad de Alicante. Pre- Esta breve nota pretende realizar un estudio histórico-formal de su apodyterium, la estancia mejor BIANCHI BANDINELLI, R. y TORELLI, M.; historia, arqueología e historia antigua, nº2, 1983, conservada, desde sus primeras referencias a principios del siglo XVII hasta las últimas investi- El arte en la antigüedad clásica: Etruria-Roma, pp. 243-284. gaciones. Akal, Madrid, 2000. SIDEBOTTOM, H.; Ancient Warfare. A very short Abstract: The Roman city of Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) shows an important urbanistic CLAVERIA, M.; “El sarcófago romano. Cuestio- introduction, Oxford University Press, Oxford, development in the first century AD that includes the building of thermal baths. The aim of this nes de tipología, iconografía y centros de pro- 2004. brief paper is to do a general study about its apodyterium, which is its the best conserved room, ducción”, en El sarcófago romano (ed. Noguera, SORABELLA, J.; “A roman sarcophagus at its from its first known references in the beginning of the seventeenth century to the latest research J.M. y Conde, E.), 2001, pp. 19-50. patron”, MetMusJ, XXXVI, 2001, pp. 67-81. we have. CONOLLY, P.; Greece and Rome at war, Greenhill TURCAN, R.; L’art romain dans l’histoire. Six siècles Books, Londres, 1998. de la romanité, Flammarion, Paris, 1995. Palabras clave: Los Bañales, apodyterium, termas romanas. DAVIES, G.; “The Significance of the Hand- shake Motif in Classical Funerary Art””, AJA, Key words: Los Bañales, apodyterium, Roman baths. vol. 89, 1985, pp. 627-640. DAVIES, G.; “The Significance of the Hand- shake Motif in Classical Funerary”, AJA, vol. El apodyterium1 probable que la denominación “popular” de Los 89, nº. 4, 1985, pp. 627-640. Nos encontramos ante un documento o fuente Bañales (GUTIÉRREZ, 1997: pp. 144-145) (que FRANCIS, J.; “A roman battle sarcophagus at indirecta, que J. M. Roldán denomina “monu- está atestiguada ya en la documentación medieval Concordia University, Montreal”, Phoenix, vol. mento”, la fuente fundamental de la Arqueología y que oculta el verdadero nombre de la ciudad 54, nº 3/4, 2000, pp. 332-337. (ROLDÁN, 1975: pp. 55; 130-131), mientras que romana) derive, precisamente, de la existencia de HOPE, V. M.; “Trophies and Tombstones: Com- para S. Gutiérrez Lloret (1997: p. 18), que con- dicho recinto termal, de un balneum (LASUÉN, memorating the Roman Soldier”, World Ar- sidera superada la noción de monumento, sería 2008: p. 214). chaeology, vol. 35, nº 1, 2003, pp. 79-97. una fuente material de naturaleza arqueológica. El apodyterium de las termas de Los Bañales HUSKINSON, J.; “‘Unfinished portrait heads’ En concreto se trata de un apodyterium o sala uti- es una sala rectangular de 11,10 metros de largo on later roman sarcophagi: some new per- lizada por los usuarios de las termas para desve- por 5,58 metros de ancho (ZAPATER, 1995: p. spectives”, PBSR, LXVI, 1998, pp. 129-158. stirse y vestirse, es decir, un vestuario (GARCÍA, 20). Sus muros están realizados con un aparejo KEITH, A.; The Roman army at war: 100 BC-AD 1979: p. 86). Este apodyterium forma parte del re- de bloques de arenisca calcárea dispuestos de for- 200, Oxford University Press, Oxford, 1998. cinto termal del yacimiento arqueológico de Los ma bastante irregular, en su mayor parte a soga, KOCH, G. y SICHTERMANN, H., Römische Sar- Bañales, una de las más monumentales ciudades aunque alguno también se coloca a tizón. Fuer- kophage. Handbuch der Archäologie, C.H.Beck, romanas del Norte peninsular y que se encuen- on extraídos de canteras del lugar (CISNEROS, Múnich, 1982. tra en el centro de la Val de Bañales, al sur del 1996: pp. 615 y 617) y se rematan con una peque- LA REGINA, A.; Museo Nazionale Romano: Palaz- municipio zaragozano de Uncastillo, dentro de la ña cornisa moldurada con un bocel en su centro zo Massimo alle terme, Terme Diocleziano, Palaz- comarca de las Cinco Villas de Aragón2. Es muy y un baquetón saliente en la parte superior. Sobre zo Altemps, Museo Palatino, Crypta Balbi, Electa, 1 Práctica de Investigación sobre fuentes primarias esta cornisa se alzaba la cubierta abovedada de Milán, 2005. históricas entregada al Máster universitario en métodos la que sólo se conservan algunas de las primeras y técnicas avanzadas de investigación histórica artística PARDYOVÁ, M.; “Le sarcophage de Portonac- y geográfica de la Facultad de Geografía e Historia de la hiladas y no completas. El lugar que ocupaba la cio et la composition de son décor”, SPFF- Universidad Nacional de Educación a Distancia-UNED en bóveda de medio cañón (que se sabe que aún es- BU, Brno, Masarykova univerzita, vol. 9, nº 1, la asignatura Fuentes para la investigación bajo la supervisión taba en pie a principios del siglo XVII3) es ocupa- pp. 55-76. del Prof. Dr. D. Javier Andreu Pintado, actualmente, además, Director Científico del Plan de Investigación de la 3 El geógrafo portugués Juan Bautista Labaña nos Fundación Uncastillo en la ciudad romana de Los Bañales. da cuenta de su existencia cuando con ocasión de realizar 2 http://www.losbanales.es el mapa del Reino de Aragón entre 1610 y 1615 visita el

106 107 2011, nº 1, pp. 107-113 El Apodyterium de las Termas de los Bañares 2011, nº 1, pp. 107-113 do desde 1974 por una cubierta a dos aguas, mo- se encontraría el caldarium (ORTIZ, 2009: p. 107). mento en que también se procede a reponer al- Según las recientes investigaciones del equipo de gún sillar en mal estado (ZAPATER, 1995: p. 28). la Fundación Uncastillo que trabaja en el lugar4, a El carácter recio, su potente aparejo, y la fácil partir de esta distribución cada bañista podía ele- adaptabilidad de este tipo de construcciones ex- gir a su gusto el camino a seguir, siendo lo más plican que las termas de muchas ciudades roma- habitual que se aclimatase en el tepidarium antes nas fuesen frecuentemente reutilizadas a lo largo de pasar a la sauna y concluir su circuito termal del tiempo, no siendo las termas de Los Bañales en el frigidarium (ANDREU, 2010). Para Lasuén y una excepción (FERNÁNDEZ, 1997: p. 379). Nasarre, que siguen la clasificación de I. Nielsen, Sabemos que una vez abandonada su función estas termas tendrían: “un tipo de recorrido de termal se utilizaron como casa y de hecho así las planta lineal angular de recorrido retrógrado”, describe el viajero portugués J. B. Labaña a prin- que exigía al bañista desandar sus pasos hacia la cipios del siglo XVII (ZAPATER, 1995: p. 13). salida, un tipo también llamado “angular row type Para ello el apodyterium se dividió en dos pisos y en (vestíbulo de acceso con sala de espera-fauces-apo- los muros, a la altura del arranque de los arcos de dyterium-frigidarium-caldarium-sudatio, junto con al medio punto de las hornacinas, encontramos una menos una piscina vinculada al frigidarium y po- hendidura en la que debió sustentarse dicho piso sibilidades de otra vinculada con el tepidarium)”5 (BELTRÁN, 1977: p. 106). A este piso se acced- (LASUÉN, 2008: p. 229). ería a través de una puerta abierta en el muro este En dos de los lienzos murarios del apodyteri- que se tapió y restauró a su estado originario du- um que nos ocupa destacan 15 hornacinas de me- rante las excavaciones llevadas a cabo entre 1972 dio punto abiertas en los bloques de arenisca. Son y 1975 por A. Beltrán (BELTRÁN, 1977: p. 106). los loculi, que cumplían la función de taquillas en La diferencia cromática respecto a la parte origi- las que los usuarios de las termas podían dejar nal del lienzo es testigo de dicha intervención. En sus ropas y recoger un calzado de madera con el el siglo XVIII se abandonó su uso doméstico y el que recorrer los distintos espacios termales (AN- antiguo apodyterium se convirtió primero en huer- DREU, 2010). Por debajo de estas hornacinas dis- ta y luego en corral (BELTRÁN, 1977: p. 104). curre una segunda cornisa similar a la de remate La estancia presenta una serie de vanos en sus de los muros, pero muy mal conservada. Los loculi muros perimetrales. El del muro nordeste con- se encuentran a 1,70 m. del suelo, una altura el- duce a un pequeño pasillo abovedado (fauces) que evada dada su función, y que se explica por la aus- comunica con una sala con unos bancos adosa- encia del pavimento original. En su día las taquil- dos a dos de sus muros. Esto lleva a conceptu- las estarían a 1,50 m. del suelo (BELTRÁN, 1977: arla como una sala de espera (LASUÉN, 2008: p. 105). En su origen la estancia tendría más loculi. p. 223; ZAPATER, 1995: p. 20) en la que podían Cuando en los años setenta se llevaron a cabo ob- esperar los sirvientes y esclavos (ORTIZ, 2009: ras de rehabilitación del muro sureste se repusier- p. 107; ZAPATER, 1995: p. 20). El muro sur- on algunos de ellos, pero orientados hacia el inte- este, que se había venido abajo (GALIAY, 1949: rior del tepidarium (LASUÉN, 2008: p. 224). p. 9) siendo reconstruido durante las campañas En dicho suelo, J. Galiay (1949: pp. 8-9) tras arqueológicas llevadas a cabo por A. Beltrán en- extraer la tierra acumulada encontró en las es- tre 1972 y 1975 (LASUÉN, 2008: p. 218), pre- quinas vestigios de opus signinum6 (mezcla de cal senta dos vanos que dan paso a dos salas: la más oriental sería un frigidarium o sala de baños fríos, 5 De hecho este frigidarium contaba con una piscina y la más occidental un tepidarium o sala de baños y es posible que la estancia gemela a ésta al sur del tepidarium templados (LASUÉN, 2008: pp. 223-224). Por también lo fuera como indican Lasuén y Nasarre (2008: p. último, al oeste se abría un último vano que daría 225). Según estos mismos autores (2008: p. 229), este tipo de planta tiene su máxima difusión en época augústea y a un estrecho pasillo conducente a una zona que julio-claudia. se considera una palestra o espacio al aire libre 6 En las termas de Labitolosa (Huesca), también en (BELTRÁN, 1977: p. 117). Al sur de este pasillo la Tarraconense, el apodyterium también presenta un suelo realizado con opus signinum como indican Magallón y Sillieres lugar, como se indica en la obra de Zapater y Yáñez (1995, (1997: p. 120). Y no sólo eso, sino que las plantas de ambas p. 13), y puede verse en la reciente reedición de sus notas termas, como advierte Andreu Pintado (2010), son muy Fig. 1. Vista exterior del apodyterium de las termas de Los Bañales/ Ilustración: Margarita Lliso (LABAÑA, 2010). parecidas lo que permite ajustar la cronología de ambas.

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Fig. 2. Interior del apodyterium de las termas de Los Bañales/ Fig. 3. Visión cenital en recreación infográfica de las termas romanas de Los Bañales/ Fotografía: Equipo de Investigación de la Fundación Uncastillo en Los Bañales Dibujo: R. Olivares para el Plan de Investigación de la Fundación Uncastillo en Los Bañales y polvo de tejas y ladrillos7), que probablemente NONA, 1997: p. 259). Hay que tener en cuen- venari lavari ludere ridere occ est vivere (Bañarse, jugar, excavados) para tal fin (ANDREU, 2010). Es sig- serviría de base a un pavimento de losas pétre- ta que esa tradición encontró un terreno abona- no hacer nada, ¡eso es vida!). nificativo que el edificio termal se halla enuna as o marmóreas que se combinaría con mosaicos do por las costumbres indígenas “en donde destacan Las termas de Los Bañales tendrían un caráct- cota más baja a la del espacio colindante lo que geométricos de teselas; de hecho Galiay (1949: p. los baños de vapor documentados por Estrabón (III.3.6)” er público. Se estima en unas 50 personas (BEL- favorece la llegada del agua al mismo (LASUÉN, 9) encontró alguna de ellas entre la tierra. Y es (ORTIZ, 2009: p. 104). TRÁN, 1977: p. 118) las que podrían utilizar si- 2008: p. 222). que la sobria decoración que hoy muestra esta es- En esa cultura romana las termas cumplían multáneamente estas termas, tanto hombres Según los datos de la últimas excavaciones tancia (únicamente ornamentada con las moldu- una función higiénica y de cuidado corpo- como mujeres (lo que no implicaba un uso simul- en las últimas tres décadas del siglo I d.C. (AN- ras de las cornisas) no debe llevarnos a engaño: el ral: como dice E. Ortiz (ORTIZ, 2009: p. 110), táneo, distribuyéndose en horarios y espacios), DREU, 2010). Los Bañales alcanza el estatuto apodyterium de Los Bañales, al igual que el resto de además de bañarse los usuarios podían depilarse, como demuestran los hallazgos de agujas de hue- jurídico de municipio al calor de las reformas ll- estancias, se decoraría con mármoles8, mosaicos recibir masajes, aceites y perfumes9, entrenarse so (GALIAY, 1944: p. 20), utensilio típicamente evadas a cabo en Hispania por los emperadores y pinturas, y en concreto se supone que las pare- en la palestra etc. También eran lugares de so- femenino utilizado con una doble finalidad, or- flavios, y parece ser ése el momento de la con- des estarían pintadas en tonos ocres y verdes. Las ciabilidad, abiertos a la conversación, el cotilleo, namental y práctica para arreglar el pelo. Tampo- strucción de este recinto termal. Si las termas son termas romanas eran recintos lujosamente orna- y por qué no, a las conspiraciones. Finalmente, co se distinguía entre esclavos y hombres libres una de las señas de identidad de la cultura roma- mentados que mostraban “los logros, gustos y costum- cumplían un importante papel en el otium de los (ORTIZ, 2009: p. 110). Según A. Beltrán en ép- na, es lógico que un municipio romano dispus- bres de toda una civilización”, y las de Los Bañales, romanos10. Un conocido grafito encontrado en oca de Adriano las termas abrían desde la una o iera de ellas. También sería en el último tercio del aunque en el área occidental del Imperio y el sep- las termas de Timgad (Argelia) es sintomático de las dos de la tarde hasta la puesta del sol, aunque siglo I d. C. cuando se llevarían a cabo la impor- tentrión de la Península Ibérica, no eran una ex- lo que significaban las termas en aquella época: ese horario se relajaba, sobre todo en provincias, tantísima obra de abastecimiento hidráulico. La- cepción (FERNÁNDEZ, 1997: p. 379). Las ter- como demuestra la gran cantidad de lucernas en- suén y Nasarre adelantan la cronología a la prim- mas son edificios señeros de la romanidad acom- 9 Se encontraron “botellitas de vidrio para aceites y contradas en las termas (BELTRÁN, 1977: p. era mitad del siglo primero de nuestra era citan- pañándola “a medida que ésta se va extendiendo y va ungüentos”, como señalan M. Á. Zapater y A. Yáñez, Opus 118). No podemos saber cuál era el horario de las do a Gros, que defiende esa cronología más tem- cit., p. 21. siendo asimilada por las distintas comunidades” (ESPI- 10 “El tiempo de ocio alcanzaba uno de sus máximos termas de Los Bañales, y la escasez de lucernas prana (LASUÉN, 2008: p. 229). Para esos autores 7 “Este mortero es especialmente resistente al agua, e desarrollos en el escenario de las termas”, y de hecho en las encontradas tampoco es aclaratoria de una aper- esas obras serían paralelas a otras de monumen- incluso al agua caliente, por ello era el utilizado (…) en los conjuntos excavaciones del lugar se encontraron “fichas de juego en vidrio” tura nocturna de las mismas. talización de la ciudad, pues no se puede conce- termales” (URBINA, 2007: p. 111). como indican ORTIZ, E. y PAZ, J. A. (1997) “Termas Las termas requerían un buen abastecimien- bir “un edificio termal en una ciudad romanizada que no 8 Recientes investigaciones resaltan que en Los higiénicas: baño y placer. El vidrio en los baños romanos”, Bañales no se escatimaron esfuerzos para atraer mármol en Termalismo antiguo (ed. por M. J. Peréx), UNED, Madrid, to de agua, y Los Bañales cuenta con una impor- poseyera a la vez en su trazado urbanístico un foro o un pirenaico para ornamentar las termas (ANDREU, 2008). 1997, p. 449. tante infraestructura (presa, acueducto y canales templo” (LASUÉN, 2008: p. 229).

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112 113 Constancio II, Moneda y guerra 2011, nº 1, pp. 115-128

MONEDA Y GUERRA EN EL REINADO DE CONSTANCIO II (337-61)

Alberto González García Licenciado en Historia (ULE); Máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad , en la especialidad de Oriente y Egipto Antiguos (UAM y UCM); doctorando en Estudios Clásicos (UCM) [email protected]

Resumen: Este trabajo pretende destacar la centralidad de la moneda como testimonio arqueo- lógico de la actividad militar y abordar el estrecho vínculo existente entrambos desde un triple enfoque multidisciplinar: económico, arqueológico e iconográfico. Desde una sólida base econó- mica es posible establecer la relación directa de los conflictos bélicos con tres aspectos moneta- rios: 1) producción, 2) distribución geográfica, y 3) tipos y propaganda. Abstract: This paper aims to emphazise the centrality of coinage as archaeological evidence of military activity and address the close link between them from a triple multi-disciplinary ap- proach: economic, archaeological and iconographic. Having a sound economic basis is possible to establish a direct relationship between military conflict and three monetary aspects: 1) produc- tion, 2) geographic distribution, and 3) types and propaganda. Palabras clave: Moneda, guerra, Imperio Romano Tardío, Constancio II. Keywords: Coinage, war, Later Roman Empire, Constantius II.

La moneda es el instrumento por excelencia del istro arqueológico. En el caso de España, nues- poder político, y como fuente histórica tiene la tra Historia Militar ha sido hasta fechas bien re- ventaja de ser un documento hasta cierto pun- cientes un asunto menor, propio de militares sin to objetivo. Sin que ello excluya que deba ser formación histórica, de carácter erudito y en oca- sometida al juicio crítico del historiador, pero siones mitificador, sin comparación con la exis- está menos abierta a interpretaciones divergentes, tente en el mundo anglosajón, casi por completo o incluso opuestas, que otras fuentes históricas, divorciada del mundo académico. Quizá sea con- en especial las literarias. Sus características físicas secuencia de una de las externalidades del Fran- (peso, composición metálica y aspectos externos) quismo y de la Transición, el alejamiento del ejér- son los que son, lo cual nos permite establecer cito y la sociedad civil. las mutaciones que experimentó, por mucho que El objetivo último de las disciplinas auxilia- puedan plantearse distintas motivaciones para las res de la Historia –como la Arqueología y la Nu- mismas. De igual modo, refleja con fidelidad la mismática–, que han pretendido en muchas oca- concepción del poder de la autoridad emisora y siones erigirse en “ciencias” por derecho propio de la legitimidad que pretendió transmitir. En in- y aislarse en un compartimiento, no es otro que vestigaciones de todo tipo es común realizar una el de proporcionar información para la adecuada breve mención a la importancia de la moneda comprensión y explicación de los hechos y pro- como fuente histórica, pero sin entrar en detalles. cesos históricos. A causa de estas deficiencias, el En ocasiones cabe plantearse, incluso, si es real- registro arqueológico en general, y el numismáti- mente empleada. co en concreto, ha sido en ocasiones malinter- Con este trabajo pretendemos ilustrar cómo la pretado, al no interrelacionarse con otras fuen- moneda ayuda a comprender la actividad bélica, tes. De igual modo, en períodos de abundantes probablemente la mejor documentada de las ac- fuentes literarias, la aplicación una metodología tividades humanas a lo largo de la Historia. El es- arqueológica ha sido tradicionalmente margina- tudio de la Historia Militar no puede limitarse a do e ignorado por innecesario a la hora de elab- un conocimiento erudito de una sucesión inter- orar síntesis históricas, sin olvidar la excesiva at- minable de guerras y batallas, ni aislarse del reg- ención prestada a los debates puramente teóri-

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1 1 cos, a los que se creía que la Arqueología poco do los duces fronterizos (JONES, 1973: pp. 124-5; do de obtener fondos de forma que no pareciera Así, en 337 el peso del nummus, un AE3 ( /196) , podía aportar. TREADGOLD, 1995: pp. 200-1; ELTON, 1996: que se extraían del bolsillo del contribuyente, aumentó de 1’61 a 1’64 gramos, en tanto que su Así, hay una cierta postergación de la moneda pp. 208-14). sometido en época tardoimperial a unos impues- contenido de plata se redujo del 1’3 al 1’1%. Una como fuente para el estudio de la guerra: existen A pesar de todo ello, Constancio es objeto de tos, aun dando margen a la exageración, las fuent- nueva devaluación en 341 elevó su peso a 1’65 g, estudios específicos de extraordinaria calidad, frecuentes denuestos o simplemente condenado es describen siempre como extremadamente gra- en tanto que su contenido de plata cayó al 0.4%. pero suelen tener poca trascendencia más allá de al olvido, contraponiéndose a Juliano, cuyo breve vosos e impopulares (DEPEYROT, 1996: pp. 15- Parece lógico pensar que la compensación de la la especialidad numismática, cuando en realidad y desastroso reinado ha sido objeto de una ex- 44, 68-80, 233-6 y 252-8). disminución de la ley con pequeños aumentos pueden contribuir a reescribir de forma decisiva traordinaria atención debido a la riqueza de las Las principales protagonistas, las monedas de del peso pretendía que tal mutación pasara des- capítulos enteros de la Historia, en este caso de la fuentes. Así por ejemplo, la por lo demás esplé- vellón, son problemáticas Ni siquiera sabemos apercibida durante más tiempo. La devaluación Historia Militar. ndida tesis de Sancho Gómez (2008) no tiene in- su nombre. Primero fueron llamadas “pequeños de 341 vino acompañada por un intento de con- La elección preferente del reinado de Con- conveniente en tildar de incapaz a Constancio en bronces”, luego “follis”, término que designaba trolar las cantidades emitidas. Así, en 340, todas stancio II como caso de estudio paradigmático diversas ocasiones, así como defender de forma una bolsa de monedas, y últimamente se ha im- las cecas, a excepción de Antioquía (debido a la ha venido determinada no sólo por la tradicional declarada a Juliano. puesto la forma más correcta “nummus”. Debido Guerra Persa), detuvieron su producción hasta postergación del mal llamado “Bajo Imperio”, a los problemas de denominación y metrología, 347. Constantinopla, Nicomedia y Cízico emiti- sino por su longitud e importancia tanto en los Devaluaciones y guerra han sido clasificadas de acuerdo a su diámetro: eron de nuevo en 342, pero las dos primeras tam- aspectos económicos como en los militares. Des- En este apartado repasamos el problema de la de- AE1 (32-26 mm), AE2 (25-21 mm), AE3 (20-17) bién cesaron al año siguiente. Alejandría y Hera- de un punto de vista económico, con la exitosa valuación del vellón, que hemos tratado con an- y AE4 (menos de 17 mm). clea reanudaron su producción en 345. En Oc- reintroducción de un circulante medio de plata, la terioridad en mayor extensión (GONZÁLEZ El recurso a su alteración dependía, natural- cidente, Lyon emitió en 342-3 y Aquileia en 345. siliqua, y su intento de reformar la moneda de vel- GARCÍA, 2011: pp. 123-152). mente, del coste y duración de las operaciones y Al parecer, Constantinopla, Heraclea y Siscia no lón para detener la espiral inflacionista, Constan- Es un hecho avalado por las fuentes que el de los recursos disponibles. Además de las im- restablecieron su actividad hasta 349. A pesar de cio se puede equiparar tanto a Diocleciano como ejército constituía la principal partida de gastos populares subidas de impuestos y las compras for- la insostenible situación económica, los herma- a Constantino. del Imperio Romano, en especial en época tar- zosas a precios inferiores a los del mercado, otros nos Constancio II y Constante no emprendier- En lo militar, se pretende rehabilitar a un em- día. Hugh Elton ha establecido que, entre solda- métodos para obtener recursos eran la venta de on la deflación del vellón hasta 348, cuando la perador al que la historiografía, siguiendo a Ami- das, equipo y mantenimiento, el total del ejérci- bienes públicos y las incautaciones. Si bien en la amenaza persa remitió. La fecha de la reforma se ano Marcelino y los historiadores eclesiásticos, to debía costar unos 5.123.304 sólidos anuales época se produjeron importantes confiscaciones aproxima sospechosamente a las decennalia como retratan como un arriano débil e incompetente, al filo del siglo V, con unos efectivos de 450.000 de los bienes tanto de los templos paganos como Augustos de ambos hermanos, que coincidieron incapaz de enfrentarse a los bárbaros. En reali- hombres. Las estimaciones de Warren Treadgold de los municipios, es casi evidente que ninguna de con los 1100 años de la fundación de Roma y el dad Constancio II tuvo un sorprendente éxito. (1995: pp. 188-98) hablan de 7.647.000 solidi bajo estas vías era tan conveniente como la inflación, décimo saeculum etrusco, un “siglo” de 110 años No sólo libró exitosas guerras contra persas, sár- Diocleciano y con 350.000. Con respecto a los que además de ser mucho más discreta, permitía (MATTINGLY, 1933: pp. 182-202). Las decen- matas, cuados, marcomanos y alamanes, sino que ingresos, se calculan entre 8.640.000 y 9.400.000 reincidir (DEPEYROT, 1996: pp. 45-53 y 240-3). nalia se solaparían con los 25 años como César sobrevivió a sus hermanos y a nada menos que sólidos, por lo que el ejército consumiría el 60 y En el período que nos ocupa se sucedieron las de Constancio II (324-49), y los 15 de Constan- a cinco usurpadores: Magnencio y su césar De- el 80% del presupuesto. Ahora bien: eso en tiem- siguientes devaluaciones del vellón: te (333-48). Era común adelantar o retrasar estos cencio (350-3), Vetranio (350), Nepociano (350) po de paz. Las campañas y las movilizaciones del aniversarios de modo que coincidieran entre sí o y Silvano (355). Un sexto, su primo Juliano el ejército comitatense eran increíblemente costo- Preparativos de la abortada campaña con otras conmemoraciones relevantes. Apóstata (360-1), tuvo la fortuna de que muriera sas, más aún en el caso de campañas navales (EL- 337 persa de Constantino; invasión sasánida. La revitalización de la República, requería ar- cuando ya se hallaba en camino para acabar con TON, 1996: pp. 118-27; LEE, 2007: pp. 105-19). Campaña de Constantino II contra monizar sus aspiraciones universales con el resta- él, convirtiéndose en heredero. Además, entre Las sucesivas devaluaciones del vellón coin- 341 Constante; continúa la guerra persa en blecimiento de la moneda, a fin de asegurar sus 353 y 360 –es decir, a lo largo de siete años– man- cidieron con importantes guerras y usurpacio- Oriente; campañas contra los francos en bases financieras y económicas. Por motivos ob- tuvo su dominio sobre todo el Imperio Romano, nes, sin que la correlación implique una causali- el limes renano. vios, su realización, así como la recuperación de Usurpaciones de Magnencio y Decencio una hazaña sólo superada en el siglo IV por los dad mecánica. La devaluación de las monedas de 350-1 la confianza pública, sólo podía llevarse a cabo en Occidente y de Vetranio en Mesia. trece de Constantino el Grande, entre el año 324 metal precioso hubiera supuesto un grave e inme- a través de la reacuñación masiva del vellón en y el 337 (JONES, 1973: pp. 115-9). diato contratiempo al funcionamiento monetario Invasión de francos y alamanes en el circulación, de acuerdo a tres denominaciones: 1) 352 limes renano; revuelta judía en Palestina; 1 Desde un punto de vista organizativo, Con- del Estado y al comercio a gran escala, así como preparativos de la campaña de Constancio una pieza grande o maiorina (AE2) de 5’26 g ( /60) stancio –que pasó la mayor parte de su reinado un desprestigio para el Emperador. En cambio, la II contra Magnencio. y un 3% de plata, con la marca A; 2) una pieza in- 1 enfrentado a la amenaza persa– se encontró con alteración del vellón afectaba en apariencia sólo Usurpación de Silvano en la Galia; invasión termedia (AE3) de 4’25 g ( /72) y un 1’5% de pla- la necesidad de disponer de varios ejércitos de a los intercambios menudos y era casi imposible 355 de francos y alamanes en el limes renano y ta, con la marca N; y 3) una pieza menor (AE4) danubiano; amenaza sasánida en Oriente. 1 campaña, además de su propia hueste presencial. de cuantificar sin fundir las monedas. Por ello se de 2’42 g ( /120) y un 0’3% de plata, sin marca de Por ello formó los ejércitos de Oriente y el Ilíri- convirtió en una vía de ingreso extraordinario Campaña de Constancio II en el Danubio valor, con un fénix en el reverso, que parece ser co. Para conservar el control y evitar el peligro para hacer frente a emergencias militares en mo- 358 contra sármatas y cuados. Campañas de Juliano en el limes renano. de la rebelión, se aseguró de nombrar cargos dis- mentos en que los ingresos no eran suficientes, o 1 La fracción se refiere a la talla, el número de tintos para la caballería y la infantería y separan- no había liquidez. Se trataba de un medio cómo- monedas por libra romana (aprox. 327 g).

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dores contemporáneos otras 7 (DEPEYROT, objetivos de este trabajo, puramente ilustrativos, 1996: pp. 86). nos limitamos a seguir, de forma muy resumida, 3. Annonae: equivalente a 5 sólidos en racio- el espléndido análisis realizado por Steven Nick- nes de productos básicos de consumo (grano, las (1995: pp. 147-83) sobre la moneda de vellón y aceite, vino, textiles, etc.), cuyo abastecimiento el despliegue militar romano (vide fig. 2). Los por- y distribución se subcontrataba a corporaciones centajes que citamos a continuación se refieren al privadas. Se ha demostrado recientemente que número de monedas perdidas por año en relación el sistema de aprovisionamiento fue implemen- al total del período estudiado, de 294 a 408. tado por Diocleciano (LEE, 2007: pp. 85-9). Los Contabilizando tan sólo los territorios bajo problemas y abusos que generaba, bien docu- control de Constancio, para el período 337-40 mentados en el reinado de Constancio II (VO- nos encontramos con un máximo de pérdidas GLER, 1979: pp. 277-80), llevó a su sustitución en la provincia de Mesia II (9%), indicativo de por pagos en metálico; ya en el siglo V, fue An- la campaña contra los sármatas (agosto-septiem- astasio (491-518), hábil gestor financiero, quien bre de 337). En el Este estalló la Guerra Persa, puso fin a laannona militar. lo que explica los incrementos en Oriente (8%), la diócesis más directamente amenazada por los Hugh Elton (1996: pp. 120-5) estima en 6 sóli- sasánidas, y Egipto (7%), que funge de reserva es- dos el coste medio por soldado de infantería y tratégica en la primera fase de la guerra, en que 10’5 por el de caballería. Warren Treadgold (1995: Fig. 1. Variación del peso y contenido de plata del principal circulante de vellón emitido los romanos están a la defensiva (DIGNAS y a lo largo del reinado de Constancio II (Es decir, las monedas de mayor tamaño; en pp. 149-57), que considera que se valoran muy a WINTER, 2007: pp. 88-90). mor de la claridad, omitimos los submúltiplos)/ Fuente: elaboración propia la baja las pagas, elevándolo a 12 sólidos durante Durante el período 340-8 continúa la Guer- el siglo IV, e indica que es preciso tener en cuenta ra Persa con sucesivas ofensivas romanas, lo que los salarios de los oficiales, que podían disparar se traduce en un pico del 10% en Siria-Palestina, el nummus precedente redivivo, con mayor peso pureza se ciñó a lo que, andado el tiempo, sería el coste total de las soldadas en un tercio, hasta mientras el resto de Oriente, en paz, oscila entre pero menos plata. el estándar sterling (92’5 %). La siliqua se convirtió un total de 5.450.000 sólidos anuales hacia el año el 1% de Egipto y el 4% de Tracia. Esta exitosa reforma se vio truncada por la en el circulante medio por excelencia, sobre todo 300. 348-50 son los años finales de la Guerra Persa. usurpación de Magencio (350-3) y la subsiguien- en Occidente, durante la segunda mitad del siglo Aunque los soldados eran remunerados con El esfuerzo se traduce en la batalla de Singara y el te guerra civil. El victorioso Constancio II se en- IV, y desempeñó un papel fundamental para es- preferencia en metal precioso, el gran valor in- último intento persa contra Nisibis. Así, hay un contró además con dificultades para absorber el tabilizar la inflación. Resulta evidente de dónde trínseco de estas monedas les obligaba a cambi- 12% en Siria-Palestina, Egipto y Chipre y un 8% caudal de moneda devaluada de aquel usurpa- procedió el metal necesario para acuñar plata en arlas para poder realizar intercambios menudos, en Asia. En Tracia hay un 8%, achacable, quizá, a dor, a las que las necesidades financieras debidas tales cantidades: de las inmensas oleadas de vel- lo que aseguraba al Estado que el oro y la plata, alguna invasión bárbara que nos es desconocida, a los problemas del final de su reinado, en espe- lón que se desmonetizaron a partir de 348. Sobre indispensables para su adecuado funcionamien- presumiblemente sármatas, los pueblos más acti- cial la reanudación de la guerra con los sasánidas la gestión financiera y fiscal de Constancio II, cf. to financiero, retornaban con rapidez a sus arcas, vos en el curso bajo del Danubio durante el rei- (358-63). El resultado es que se dejaron de emitir Vogler (1979: pp. 257-80). gracias a los acuerdos con los cambistas y a la exi- nado de Constancio. las piezas menores y la maiorina experimentó una Parece claro, por tanto, que el seguimiento de gencia de pagar los impuestos en metal precioso Para 350-5, la postguerra persa y las revueltas rápida y espectacular devaluación tanto en peso las mutaciones monetarias nos ayuda a seguir los (REECE, 1978). Sabemos de un centurión fallec- judía e isauria de 352 (Sócrates Escolástico II, como en ley. En 350 su ley se rebajó del 3 al 0’8%, desembolsos requeridos por la actividad bélica. ido a comienzos del siglo IV, y cuyo dinero fue in- 33; Sozomeno IV, 7; Jerónimo, Chronica 15-21; 1 y en 351 su peso se redujo a 4’34 g ( /72), para ventariado (P.Oxy. XLVI 3307), por lo que pudo Teófanes AM 5843) son los probables respon- 1 convertirse en 352 en una AE3 de 2’48 g ( /120) Uso de la moneda y guerra calcularse que, aproximadamente, el 80 % era vel- sables del pico del 8% en Siria-Palestina y el 7% y un contenido de plata del 0’6%. En 355 cayó a La paga de los soldados, cuyo proceso de distri- lón (BOWMAN 1980, p. 30). en Chipre. Los asuntos de Oriente quedaron a 1 2’26 g ( /130) y 0’5% de plata y, finalmente, en 358, bución sigue sin estar documentado, constaba de Ya que el ejército era el principal consumidor cargo de un nuevo emperador subordinado, el 1 acabó convertida en una pieza de 1’96 g ( /144), tres partes (HENDY, 1985: pp. 187-9; ELTON, y distribuidor de moneda, la localización geográ- césar Constnacio Galo, con su propio ejército con un contenido en plata del 0’1%, pero aún así 1996: pp. 120-5): fica de los tesorillos tipo bolsa –resultantes de pér- comitatense. hubo resistencia a acuñar vellón de forma masiva, 1. La soldada regular o stipendium: 1800 denari- didas casuales y formados en su mayoría por vel- En Occidente tenemos una serie de impor- lo que espoleó una oleada de imitaciones y falsifi- os en el año 300, una suma que la inflación había lón–, nos permite seguir a nivel general la actividad tantes picos claros producto de las guerras civiles caciones (HENDY, 1985: pp. 320-8). convertido en miserable. Constancio II dejó de bélica. Las provincias donde hay actividad militar que exigieron a Constancio II personarse en los En 355 Constancio II –dueño ya de todo el pagarla con regularidad, y en el último tercio del presentan un mayor número de pérdidas fortui- Balcanes y en Italia. El primero es la Italia Subur- Imperio– realizó una reforma de capital impor- siglo IV desapareció sin hacer ruido. tas, debido al aumento de la circulación monetar- bicaria (14%) debido a la usurpación de Nepocia- tancia, al restablecer la producción de una mone- 2. Donativos: 5 sólidos con la ascensión de un ia provocado por los soldados (NICKLAS, 1995: no, la campaña de Magnencio contra él y el acan- da de plata pura a gran escala. Su talla era de 144 nuevo emperador y quinquenalmente. Constan- pp. 9-20). Por todo ello podemos analizar la activ- tonamiento de sus tropas en la Península. por libra, con un peso aproximado de 2 g, y su cio II realizó 8 donativa, mientras que los usurpa- idad militar del reinado de Constancio II a partir Le sigue Panonia (otro 14%), escenario de la de los hallazgos monetarios. Dados los modestos usurpación de Vetranio y principal teatro de op- 118 119 2011, nº 1, pp. 115-128 Constancio II, Moneda y guerra 2011, nº 1, pp. 115-128

en Occidente tras la derrota de Magnencio y la No nos consta que exista un análisis concre- escasez de las fuerzas empleadas por el joven em- to de la iconografía monetal de los hijos de Con- perador (SANCHO 2008: pp. 178-292). stantino. El ejemplo a seguir sería la magistral Hay un modesto pico en la Italia Annonaria obra de San Vicente González de Aspuru (2002). (5%) y en Panonia (11%), resultado de las cam- Un artículo de López Sánchez (2000) se centra en pañas de Constancio contra los alamanes en 356 las emisiones de Vetranio, algunas a nombre de y los sármatas en 358-9. En el caso de Panonia Constancio II. hay que considerar asimismo el ataque de Juliano Las primeras acuñaciones de Constancio II en 361. Hispania tiene un pico muy considerable, como Augusto (337-48) continuaron la emis- del 15%. Dando cierto margen al error, Nicklas ión del tipo constantiniano precedente, el cual lo explica debido a la demanda de caballos para mostraba la leyenda GLORIA EXERCITVS (tan reconstruir los ejércitos occidentales. El 8% de la halagadora para el elemento castrense) y a los dos Italia Suburbicaria se debería a la entrada triunfal emperadores estantes y enfrentados, armados de Constancio II en Roma en 357. con lanza y escudo, con un vexillum de por medio En Oriente, la reanudación de la Guerra Persa (fig. 3). La presencia del estandarte no era algo causa el 16% Siria-Palestina y el 5% de Chipre. El anecdótico, ya que se trataba de un elemento muy 7% de Asia puede atribuirse tanto al conflicto de simbólico, objeto de una particular devoción en Oriente como a la preparación de la guerra contra los ejércitos romanos (QUESADA, 2007). Juliano, que apreciamos con claridad en el 7% de En un tipo menos común, con la leyenda la Diócesis de Tracia y el 10% de Mesia. VICTORIAE DD(ominorum) NN(ostrorum) En conclusión, a través del análisis estadístico AVGG(ustorum), “a las victorias de nuestros Se- de los hallazgos de moneda base podemos apre- ñores Augustos”, figuran dos victorias enfrenta- Fig. 2. Principales cecas del siglo IV y áreas con mayores concentraciones de pérdidas casuales de moneda. ciar la subordinación de la economía romana a las das sosteniendo sendas coronas de laurel (fig. 4), Las circulares son las afectadas por guerras civiles y revueltas, y las rectangulares por conflictos externos necesidades militares, así como rastrear e identi- algo tan explícito que no precisa de mayores co- (Fuente: elaboración propia a partir de los datos de Hendy [1985: pp. 378-94] y Nicklas [1995: pp. 147-83]). ficar conflictos específicos, hacernos idea de su mentarios. duración y dimensiones, e incluso identificar po- La fase central del reinado de Constancio sibles enfrentamientos hasta ahora desconocidos. II (348-58) se vio marcada por la ya mencio- nada reforma del vellón. Las nuevas monedas eraciones al comienzo de la guerra entre Mag- dicativo de que la provincia se mantuvo bajo su Tipos monetarios y propaganda lucían todas ellas la optimista leyenda FEL(ix) nencio y Constancio, que culminó en la Batalla control (BALIL, 1966-7: pp. 173-206; CEPEDA, En esta sección no pretendemos realizar un ca- TEMP(orum) REPARATIO, que podría tra- de Mursa de 351, una de las más sangrientas en 1996: pp. 172-204). Incluso si consideramos los tálogo exhaustivo de las emisiones de Constan- ducirse como “la restauración de los buenos tiem- la historia de las muchas guerras civiles de Roma posibles problemas de representatividad mues- cio II, sino una aproximación a las principales pos”, toda una promesa para el siglo XII ab Urbe (Zonaras, XIII, 8.5-13, Zósimo II, 46, 2 y Eu- tral, ello es indicativo de que hubo una impor- tipologías e iconografía de la moneda de vellón condita. Su atractiva iconografía mostraba una se- tropio X, 12, cf. ELTON, 1996: pp. 231-3; SAN- tante presencia y actividad militar en Hispania (SUTHERLAND y CARSON 1981, pp. 32-40), rie de tipos que prometían la mejora de la situ- CHO, 2008: pp. 91-119). durante los años 352 y 353, ligada, además, en el que quizá sea la más interesante y, en cualquier ación militar o hacían referencia a la importancia El segundo frente es la Italia Anonnaria, caso del usurpador, a la demanda de caballos lo- caso, es la que mayor circulación tuvo, y por tan- del Emperador y sus victorias (MATTINGLY, donde, tras algunos combates, las ciudades expul- cales para su ejército. to mayor alcance mediático. Las monedas de oro 1933). En primer lugar, las maiorinas lucían dos ti- saron a las guarniciones de Mangencio. Allí nos La desorganización del limes, al retirar tropas y los miliarenses tuvieron una circulación restrin- pos. El más popular en la pars orientalis, el “jinete encontramos con un 10% que parece relativa- Mangencio, la invasión alamana y la usurpación gida. Con respecto a la siliqua, introducida en 355, caído” que mostraba al Emperador alanceando a mente modesto, más si tenemos en cuenta que en de Silvano provocan un 14% en las dos Ger- aunque tiene una capital importancia económica un soldado de caballería persa (fig. 5), una alusión 355 Constancio emprendió una campaña contra manias y un 8% en el resto de la Galia, reserva es- y desempeña un papel similar al del denario, en bastante transparente al principal enemigo contra los alamanes en Raetia. tratégica de este usurpador, mientras que Britania lo iconográfico no tiene mucho interés, ya que el que combatió Constancio: el ejército persa, cé- Hay un notabilísimo 18% en Hispania, que presenta sólo un 4%. sus reversos muestran siempre una corona de lebre por el empleo de la caballería pesada. podemos vincular con la flota enviada por Con- La fase final del reinado de Constancio, el laurel y una inscripción votiva por los aniversa- En Occidente se prefería el tipo de la “galera”, stancio para arrebatar el control de la diócesis a período de 355 a 361, estuvo marcada por las rios imperiales. La mayor parte de la población con la figura del emperador estante sobre una gal- Magnencio (Zósimo II, 53, 3; Juliano, Orationes I, campañas fronterizas, la reanudación del conflic- tanto agrícola como urbana estaba a merced del era pilotada por la Victoria, sosteniendo un lába- 40c y II, 74c). La llegada de la flota de Constancio to en Oriente y los preparativos de la abortada vellón devaluado, del que además era preciso dis- ro y un globo coronado por un fénix (fig. 6), una se aprecia en un notable incremento de las mone- guerra civil contra su nuevo césar, Juliano. La ac- poner para los intercambios menudos del día a escena que quizá aludiera a la campaña de Con- das procedentes de las cecas de Roma y Siscia. tividad de este César en la Galia apenas si se apre- día. Como ya hemos visto, incluso los soldados, stante contra los francos en 341-2 o a su misteri- Además no hay moneda de Constancio II en Tar- cia (un máximo del 4% en la Lugdunense) debido remunerados preferentemente en metal precioso, osa visita a Britania en el invierno de 342-3. Este raco hasta la caída de Magnencio, lo cual es in- a la enorme reducción del numerario circulante tenían que cambiar su moneda. tipo ya fue empleado por su padre Constantino el

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Fig. 3. AE4 antioqueno. ANV/ CONSTAN-TIVS AVG. Busto a derecha con diadema de perlas, manto y coraza. Fig. 5. AE2 alejandrino, “jinete caído”.ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Busto a derecha con REV/ GLOR-IA EXERC-ITVS. Dos soldados (¿emperadores?) estantes enfrentados, vestidos con armadura y diadema de perlas, manto y coraza. REV/ FEL TEMP RE-PARATIO. El emperador con armadura, manto manto, portando lanzas y escudos y un estandarte entrambos; SMAN en el exergo/ Ilustración: Yolanda González y escudo alanceando a un jinete caído; Γ en el campo; ALEB en el exergo/ Ilustración: Yolanda González

Fig. 4. AE4 siscitano. ANV/ CONSTANTI-VS PF AVG. Busto a derecha con diadema de Fig. 6. AE2 romano, “galera”. ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Busto a derecha con diadema de perlas, manto y rosetas, manto y coraza. REV/ VICTORIAE DD AVGG Q NN. Dos victorias enfrentadas coraza. REV/ FEL TEMP-REPARATIO. El emperador con armadura y manto, estante sobre una galera pilotada por sosteniendo coronas de laurel; ΔSIS en el exergo/ Ilustración: Yolanda González la Victoria, sosteniendo un lábaro y un globo coronado por un fénix; R Q en el exerg/ Ilustración: Yolanda González

122 123 2011, nº 1, pp. 115-128 Constancio II, Moneda y guerra 2011, nº 1, pp. 115-128

Fig. 7. AE3 alejandrino,“cabaña”.ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Busto a izquierda con diadema Fig. 9. AE4 antioqueno. ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Busto a derecha con diadema de de rosetas, manto, coraza y orbe. REV/ FEL TEMP REPA-RATIO. El emperador estante con armadura perlas, manto y coraza. REV/ FEL TEMP REPARATIO. Fénix nimbado estante a derecha sobre y manto, sosteniendo un lanza y llevando de un mano a un bárbaro que sale de un cabaña bajo un árbol. un orbe; estrella de ocho puntas en el campo; ANT en el exergo/ Ilustración: Yolanda González En el campo: una estrella de ocho puntas. ALEΓ en el exergo/ Ilustración: Yolanda González

Fig. 8. AE3 romano, “cautivos”. ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Busto a izquierda con diadema de rosetas, manto, coraza y orbe; N en el campo. REV/ FEL TEMP-REPARATIO. El Fig. 10. AE3 ciciceno. ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Busto a derecha con diadema de perlas, manto emperador estante con armadura y manto, sosteniendo un lábaro y un escudo, ante dos cautivos y coraza. REV/ SPES REI-PVBLICE. El emperador estante a izquierda, con armadura y manto, sosteniendo con las manos a la espalda; N en el campo; RS en el exergo/ Ilustración: Yolanda González un orbe y una lanza invertida; SHKS en el exergo/ Ilustración: Yolanda González

124 125 2011, nº 1, pp. 115-128 Constancio II, Moneda y guerra 2011, nº 1, pp. 115-128

Grande: la Victoria en pie sobre una galera con el orbe y la lanza, junto con la expresiva leyenda sólo después cambiaban a vellón (LEE, 2007: Constancio II (350-353 dC)”, Faventia 22/1, la leyenda LIBERTAS PVBLICA (SUTHER- SPES REIPVBLICE, “la esperanza del Estado” pp. 31-66). 2000, pp. 59-86. LAND y CARSON 1981: p. 572, nº 18). Sobre (fig. 10). De tal modo, Constancio era reconocido En conclusión, a pesar de la aparente simple- MATTINGLY, H.; “Fel. Temp. Reparatio”, Nu- el lábaro, cf. Quesada Sanz (2007: pp. 104-7). La como el último recurso de los romanos. za de sus tipologías, el programa propagandísti- mismatic Chronicle, nº 94, 1933, pp. 182-202. “galera” acabó siendo retirada y sustituida por el Respecto al conjunto de estas monedas, sal- co de la moneda de Constancio II es un indis- MCCORMICK, M.; Eternal Victory: Triumphal “jinete caído” en 352, un par de años después de ta a la vista que estos tipos monetarios abunda- cutible y elocuente reflejo de la ideología imperial Rulership in Late Antiquity, Byzantium and the la muerte de Constante. ban en unos mismos conceptos concretos. To- del momento. En cambio, los motivos cristianos Early Medieval West, Cambridge, Cambridge En el caso de la denominación intermedia, el dos ellos enfatizaban la defensa del Imperio fr- tan sólo aparecen a través del lábaro, es decir, en University Press, 1986, pp. 35-130. tipo predilecto en Oriente, el “emperador y dos ente a la amenaza bárbara y exaltaban las victo- relación con el contexto militar. NICKLAS, S. D.; A General Survey of Coinage in cautivos” (fig. 8) muestra otra jactanciosa- esce rias y virtudes marciales del Emperador como the Roman Empire, AD 294-408 and Its Relation- na: el soberano victorioso se alza sosteniendo un jefe del ejército y garante de la seguridad pública. BIBLIOGRAFÍA ship to Roman Military Deployment, Edwin Mel- lábaro ante dos cautivos bárbaros arrodillados, a Todo ello a pesar de que los mayores éxitos de BALIL, Α.; “Aspectos hispánicos del reino de len, Lampeter, 1995. merced del poder romano. El emperador porta, Constancio fueron, precisamente, en luchas frat- Magnencio”, en Arquivo de Beja, XXIII-XIV QUESADA SANZ, F.; “Estandartes militares en además, un escudo, simbolizando quizá su labor ricidas. Sin embargo, estaba claro que al gobier- (1966-7), pp. 173-206. el mundo antiguo”, Aquila legionis, nº 8, 2007 protectora frente a los invasores persas. En la pars no de Constancio II no le convenía rememorar BOWMAN, A.K.; “The Economy of Egypt in (monográfico). occidentalis abundaba más “la cabaña” (fig. 7), que hechos tan impopulares, sino evocar la unidad the Earlier Fourth Century”, en Imperial Rev- REECE, R.; “Coins and Frontiers – Or Sup- representaba al Emperador tomando de la mano de Roma en torno a su legítimo gobernante, fr- enue, Expenditure and Monetary Policy in the Fourth ply and Demand”, en International Congress of a un bárbaro, que salía de una choza de cañas bajo ente a la amenaza externa. La necesidad de los Century A.D. (ed. C.E. KING), British Ar- Roman Frontier Studies (11th: 1976: Székesfehér- un árbol, toda una declaración de cómo se pre- emperadores romanos tardíos de monopolizar chaeological Reports, Oxford, 1980. rvár, Hungary). Limes: Akten des XI Interna- tendía integrar a los “salvajes bárbaros” y poner- la gloria militar es un hecho bien establecido, ya CEPEDA OCAMPO, J. J.; Del antoninianus al tionalen Limeskongresses (Székesfehérrvár, 30/8- los a trabajar en beneficio de la civilización: manu que la victoria constituía el elemento legitimador nummus centenionalis. Tesoros y depósitos mone- 6/9/1976) (ed. J. FITZ), Akadémiai Kiadó, militare. La intervención del Imperio en el barbari- básico de la ideología religioso-política del Dom- tarios en la Hispania tardorromana (260-423 d.C.), Budapest, 1978, pp. 643-646. cum durante el Imperio Tardío fue bastante más inado, y la moneda es plenamente coherente con Universidad del País Vasco, Vitoria, 1996. SANCHO GÓMEZ, M. P.; Guerra y política en el activa y repetida de lo que se tiende a creer (EL- otras manifestaciones de la asociación de la Vic- DEPEYROT, G.; Crisis e inflación entre la Antigüe- Imperio Romano de Occidente (337-61), Univers- TON, 1996: pp. 175-198 y 221-227). toria con la persona imperial (GAGÉ, 1933: pp. dad y la Edad Media, Crítica, Barcelona, 1996. idad Complutense de Madrid, Madrid, 2008. Además, esta denominación se distinguía 1-43; MCCORMICK, 1986: pp. 35-130; LEE, DIGNAS, B. y WINTER, E.; Rome and Persia in SAN VICENTE GONZÁLEZ DE ASPURU, J. porque, en sus reversos, el busto imperial miraba 2007: pp. 37-50). Late Antiquity: Neighbours and Rivals. Cambridge, I.; Moneda y propaganda política: de Diocleciano a a izquierda y sostenía un globo en la mano. Al ce- Difundir estos aspectos concretos entre el Cambridge University Press, 2007. Constantino, Universidad del País Vasco, Vito- sar su producción, la maiorina con el jinete caído pueblo llano era más importante, si cabe, en una ELTON, H.; Warfare in Roman Europe 350-425, ria, 2002. se convirtió en la única emisión de vellón entre época en la que el principio de sucesión dinástica Oxford University Press, Oxford, 1996. SUTHERLAND, C. H. V., y CARSON, R. A. G.; 352 y 358. no se había impuesto a la elección del emperador- GAGÉ, J.; “La théologie de la victoire impériale”, The Roman Imperial Coinage, vol. VIII, Spink & En último lugar, los anversos de las piezas soldado más capacitado entre los disponibles. Las Revue Historique, nº 171, 1933, pp. 1-43. Son, Londres, 1981. menores mostraban algo diferente: la alegórica usurpaciones constantes a las que hubo de hac- GONZÁLEZ GARCÍA, A.; “La inflación en el TREADGOLD, W.; Byzantium and Its Army, 284- figura de un fénix (fig. 9). Había dos variedades: er frente la dinastía constantiniana son la mejor Imperio Romano de Diocleciano a Teodosio”, 1081, Stanford University Press, Stanford, en una de ellas el fénix se alzaba sobre una pira, prueba de ello. Documenta et Instrumenta, nº 9, 2011, pp. 123- 1995. y en la otra sobre un orbe, siendo esta última la A pesar de cuanto se ha afirmado sobre la ori- 152. VOGLER, C.; Constance II et l’administration impé- predominante en Oriente. El fénix era un intere- entación militar de la moneda, es más lógico su- HARL, K. W.; Coinage and the Roman Economy, riale, Universidad de Ciencias Humanas de Es- sante símbolo del carácter imperecedero del Im- poner que esta clase de propaganda iba destina- 300 BC to AD 700, Johns Hopkins University trasburgo, Estrasburgo, 1979. perio, así como del restablecimiento del mismo y da a la población civil, ya que la moneda llega- Press, Baltimore, 1996. de su moneda, que ya fue empleado en las piezas ba a todos los rincones del Imperio donde ni el HENDY, M. F.; Studies in the Byzantium Monetary ANV/ CONSTAN-TIVS AVG. Busto a derecha de vellón conmemorativas de las vicennalia (326) Emperador ni sus delegados podían personarse. Economy c. 300-1450, Cambridge Unviersity con diadema de perlas, manto y coraza. REV/ de su padre Constantino (, tras la devaluación de Más aún si tenemos en cuenta la inestabilidad del Press, Cambridge, 1985. GLOR-IA EXERC-ITVS. Dos soldados 324. Sobre la iconografía del fénix en Roma, cf. período y los temas en los que centra: seguridad, JONES, A. H. M.; The Later Roman Empire, 284- (¿emperadores?) estantes enfrentados, vesti- Lecocq (2009: pp. 73-106). renacimiento, éxito en las fronteras y sumisión 602: a Social, Economic and Administrative Survey, dos con armadura y manto, portando lanzas y A finales de 358, con la última devaluación de de los bárbaros. En cambio, los gobernantes dis- Oxford University Press, Oxford, 1973. escudos y un estandarte entrambos; SMAN en su reinado, se abandona la serie Fel Temp Reparatio ponían de otros medios más directos para difun- LECOCQ, F.; “L’iconographie du phénix à el exergo. Fuente: y se adopta un tipo que se seguirá emitiendo hasta dir su ideología y éxitos entre la tropa, cuya leal- Rome”, Schedae, 6-1, 2009, pp. 73-106. http://www.wildwinds.com/coins/ric/con- su prematuro fallecimiento en 361, a los cuaren- tad se aseguraba con su propia presencia y la de LEE, A. D.; War in Late Antiquity. A Social History, stantius_II/_antioch_RIC_viii_052.jpg ta y cuatro años de edad. En el reverso de esta sus lugartenientes, unida a juramentos y ritos de Blackwell, Oxford, 2007. ANV/ CONSTANTI-VS PF AVG. Busto a dere- moneda aparece una figura solitaria: el empera- iniciación, ceremonias, gestos simbólicos y pa- LÓPEZ SÁNCHEZ, F.; “Tiranía y legitimación cha con diadema de rosetas, manto y coraza. dor con atavío militar, sosteniendo sus insignias, gos regulares en moneda de metal precioso, que del poder en la numismática de Magnencio y REV/ VICTORIAE DD AVGG Q NN. Dos

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victorias enfrentadas sosteniendo coronas de laurel; DSIS en el exergo. Fuente: http:// www.wildwinds.com/coins/ric/constantius_ II/_siscia_RIC_viii_182.jpg Reseñas de Libros ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Bus- to a derecha con diadema de perlas, manto y coraza. REV/ FEL TEMP RE-PARATIO. El emperador con armadura, manto y escudo al- anceando a un jinete caído; G en el campo; ALEB en el exergo. Fuente: http://www.wildwinds.com/coins/ric/constan- tius_II/_alexandria_RIC_VIII_072.jpg ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Busto a derecha con diadema de perlas, manto y cora- za. REV/ FEL TEMP-REPARATIO. El em- perador con armadura y manto, estante sobre una galera pilotada por la Victoria, sostenien- do un lábaro y un globo coronado por un fé- nix; R Q en el exergo. Fuente: http://www. wildwinds.com/coins/ric/constantius_II/_ rome_RIC_vII_107.jpg ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Bus- to a izquierda con diadema de rosetas, man- to, coraza y orbe. REV/ FEL TEMP REPA- RATIO. El emperador estante con armadura y manto, sosteniendo un lanza y llevando de un mano a un bárbaro que sale de un cabaña bajo un árbol. En el campo: una estrella de ocho puntas. ALEG en el exergo. Fuente: http:// www.wildwinds.com/coins/ric/constantius_ II/_alexandria_RIC_viii_066.jpg ANV/ DN CONSTAN-TIVS PF AVG. Bus- to a izquierda con diadema de rosetas, man- to, coraza y orbe; N en el campo. REV/ FEL TEMP-REPARATIO. El emperador estante con armadura y manto, sosteniendo un lábaro y un escudo, ante dos cautivos con las manos a la espalda; N en el campo; RS en el exergo. Fuente: http://www.wildwinds.com/coins/ ric/constantius_II/_rome_RIC_VIII_188.jpg

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UNA ARQUEOLOGÍA CRÍTICA. CIENCIA, DENTRO DE LA MENTE NEOLÍTICA. CONCIENCIA, ÉTICA Y POLÍTICA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL PASADO COSMOS Y EL MUNDO DE LOS DIOSES

Víctor M. Fernández Martínez Autores: David Lewis-Williams y David Pearce Editorial: Crítica Editorial: Akal [Thames and Hudson Ltd.] Páginas: 440 Páginas: 324 Año: 2005 Año: 2010 (original 2005) ISBN: 84-8432-711-6 ISBN: 978-84-460-2843-7

Recomendado por: Profesora Mª Cruz Cardete del Olmo Es frecuente que los períodos de cambio en las sociedades humanas del pasado susciten una gran atención por parte de los especialistas. Ya La carencia de obras sobre reflexión teórica en el panorama español sea desde perspectivas procesuales, centradas en las relaciones socio- de la historia y la arqueología ha sido siempre notoria. En 2006, Víctor económicas, o desde las postprocesuales, basadas en el estudio de los Fernández publicó la presente monografía, con el objetivo de tratar de aspectos mentales y cognitivos de los grupos humanos, el fenómeno llenar, al menos un poco, ese vacío. neolítico ha merecido una gran atención arqueológica.

Desde las posturas procesual y postprocesual, Una arqueología crítica. Siendo así, el libro de Lewis-Williams y Pearce, publicado en 2005 Ciencia, ética y política en la construcción del pasado se estructura (Inside the Neolithic Mind. Consciousness, Cosmos and the Realm of the Gods), en siete capítulos que van organizando el discurso de forma progresi- viene a sumarse a la amplia gama de publicaciones sobre la cuestión, si va. Inicialmente se cuestiona la supuesta objetividad de la razón y su bien ofrece planteamientos innovadores enmarcados en el pensamien- defensa de una única verdad. Continúa con un análisis exhaustivo de to arqueológico-cognitivo. las aportaciones del postmodernismo al pensamiento científico. No faltan tampoco apartados en los que aplica de forma directa los diver- En Dentro de la Mente Neolítica, los autores desarrollan varias líneas ar- sos planteamientos de esta corriente en la práctica arqueológica. En la gumentales encaminadas a proponer un origen novedoso para el fenó- conclusión, nos emplaza a repensar el pasado para, de ese modo, po- meno neolítico, en relación con cambios en el cosmos, la consciencia der contribuir a mejorar el presente y el futuro, con la ciencia como un y las creencias humanas antes que con el mundo material. Un cambio instrumento social que debe reconocer su enorme carga ética y política que sería antes social y religioso que económico, y que, según los auto- en un mundo tan complejo como el nuestro res, podría visualizarse, por ejemplo, en la idea de que la domesticación no fue sino un paso más en la complejización de los ritos chamáni- El libro de Víctor Fernández cuenta con un valor poco habitual en cos, en un momento de competitividad entre especialistas mágico- las publicaciones históricas que, sin embargo, resulta esencial para la religiosos. El libro ofrece otras tantas ideas de interés, enmarcadas consecución del objetivo último de las mismas, que es la generación y siempre en esta Arqueología cognitiva, de las cuales podría destacarse transmisión del conocimiento histórico. Logra que el pasado se con- también, por lo detallada y completa, la brillante interpretación que vierta en parte esencial del presente, que no podamos entender éste Lewis-Williams y Pearce hacen de las tumbas megalíticas europeas en sin aquel (ni viceversa), ni plantearnos actuar sobre nuestro entorno relación con el cosmos de las personas del Neolítico. sin reflexionar sobre cómo lo hicieron antes nuestros antepasados y las consecuencias que dichas actuaciones generaron. Se trata, en conclusión, de una lectura interesante, en la medida en que propone una nueva hipótesis a una cuestión muy debatida, y que abre nuevas vías de aproximación incluso a un fenómeno tan estudiado como el origen del Neolítico.

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SCALE AND SCALE CHANGE IN THE EARLY MIDDLE AGES. EXPLORING LANDSCAPE, LOCAL SOCIETY AND THE WORLD BEYOND

Autores: Julio Escalona y Andrew Reynolds mientos desde una perspectiva de la arqueología del paisaje. Margarita Editorial: Brepols Fernández Mier explora las estructuras socio-territoriales en el noroes- te de Iberia donde el colapso de la minería romana provocó un pro- Páginas: 305 ceso general de fragmentación territorial con una redefinición de las Año: 2011 jerarquías de asentamiento y las formas de explotación de la tierra.

ISBN: 978-2-503-53239-4 La segunda parte del libro explora cómo afectó la desintegración del Recomendado por: Marisa Bueno Sánchez mundo romano a la sociedad y los procesos de fragmentación social que se producen en diferentes lugares de Europa, desde el norte de Los conceptos de escala y cambio de escala han sido ajenos durante Italia, a la Castilla del Duero. Alexandra Chavarria redefine el concep- muchos años a historiadores y arqueólogos. Han sido sujeto de análisis to de aristocracia en el norte de Italia y trata de identificarlas a través en ecología, geografía, sociología y ciencia política, introduciéndose de las evidencias de la arquitectura religiosa. El mismo proceso de en el discurso de la arqueología en los últimos tiempos. La escala se fragmentación se produce en el norte de la Península Ibérica, al que concibe como una construcción social que permite explorar y compa- Wendy Davies se aproxima a través del análisis de las relaciones jurí- rar procesos socio-espaciales sobre todo en los momentos de tránsito dicas, donde las aristocracias locales emergentes adquirieron el papel entre las diferentes etapas históricas. protagonista; y en la Castilla Central, analizado por Julio Escalona y Francisco Reyes, donde la fragmentación se supera con la incorpo- Esta obra es un viaje a un período cada vez más frecuentado, el perío- ración de las comunidades locales a un marco de análisis superior, el do de tránsito entre la tardoantigüedad y el altomedievo en diferentes reino astur-leonés. lugares de Europa, donde once autores, historiadores y arqueólogos analizan las variaciones y efectos que supuso la fragmentación del En la tercera parte se analizan los procesos de cambio desde la pers- mundo romano con diferentes consecuencias sociales, materiales y pectiva económica, donde el Estado, la moneda y los impuestos sinte- económicas, con un patrón común; un escenario fragmentado donde tizan la articulación del poder tanto en la Península Ibérica (Santiago sobre las élites locales emergentes se superponen a la estructura de los Castellanos, Iñaki Martín Viso) como en la Inglaterra anglosajona distintos Estados. (Grenvill Astill). Castellanos analiza la fiscalidad visigoda desde una perspectiva crítica, donde la imagen del Estado se autoconstruye sin Con una estructura tripartita se ahonda en cómo la desintegración del reflejar las realidades sociales emergentes. Martín Viso analiza la distri- mundo romano afectó al occidente europeo. En la primera parte, el bución de cecas y monedas de oro, y el diálogo entre las élites locales y análisis se centra en el paisaje, territorio y asentamientos partiendo en las aristocracias suevas y visigodas. todo momento de la escala local para llegar al análisis de los paisajes supralocales, producto de la interacción de las dinámicas particulares En todos los casos señalados, existen unos patrones uniformes co- con patrones de largo alcance. Alfonso Vigil Escalera y Juan Antonio munes (fragmentación socio-territorial y redes comerciales de corto Quirós Castillo discuten los conceptos de fragmentación y convergen- alcance), donde el desarrollo de la arqueología altomedieval y su incor- cia en el norte de la Península Ibérica. El final de las villas tardoanti- poración al discurso histórico es fundamental. guas que dominaban el paisaje del periodo romano es sustituido por un paisaje donde los asentamientos campesinos cobran especial pro- tagonismo. Andrew Reynolds analiza la Inglaterra post-romana com- parando tanto tamaño como distribución de las necrópolis y asenta-

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Para tiempos de Crisis Reseñas web Autor: Yannis Hamilakis Editorial: Oxford University Press. Páginas: 352 Año: 2007 ISBN: 978-0-19-957290-8. Hablar de Grecia hoy es difícil. Los medios hablan de crisis contra catarsis, caos contra democracia, pasado clásico y esplendoroso frente al desastre. Conceptos todos cargados de lo que significa Grecia para el resto de Occidente. Grecia es la tierra de los mármoles, de la antigüedad clásica y fuera de esto, un vacío. Desde una posición crítica, reflexiva y cercana, Yannis Hamilakis –profesor de la Universidad de Southampton- sacude la paradoja de una Grecia que siendo rectora de las raíces culturales de Europa, es a su vez un país enclavado en su periferia. Un carácter que va a proyectarse en la construcción y uso de ese pasado desde intereses externos, empapados de la carga colonial. Frente a ese Helenismo, Hamilakis contrapone lo que él llama Indigenous Hellenism (Helenismo Indígena) y que va a centrarse en la percepción, uso y abuso de ese pasado por los griegos de hoy, el nacionalismo y las fuerzas políticas. A través de ese Helenismo desde dentro va a examinar las diferentes adopciones del pasado y el rol que su materialidad va a jugar como base y justificación de los discursos del poder. Una relación con la antigüedad que Hamilakis examina en casos como las Olimpiadas de 2004, la legitimación de la Independencia, la influencia política y genealógica de yacimientos como Vergina, el abuso en el régimen dictatorial de Metaxas o el problema de los famosos mármoles del Partenón. Si bien, como él mismo señala, “cada generación es nacionalizada en sus propias y distintivas maneras”, no cabe duda de la importancia que tiene para los arqueólogos reflexionar, aunque sólo sea un momento, por las implicaciones sociales en el uso y la percepción de un pasado que es irremediablemente presente. Hamilakis dice en otra parte que la pérdida de la inocencia en arqueología no quiere decir que ésta sea confortable. En este sentido, este es un libro donde se nos enseña además otra manera de escribir y tratar el pasado sin miedo a la autorreflexión y al reconocimiento de las experiencias personales. Un gran libro para hacer autocrítica y además, aprender otra mirada a esa paradoja griega.

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Artehistoria Arqueologíamedieval Biblioteca Digital Mundial Arquehistoria

Web: http://www.artehistoria.jcyl.es/ http://www.arqueologiamedieval.com Web: http://www.wdl.org/es/ http://arquehistoria.com/

ArteHistoria es una iniciativa de la Junta de Cas- La Arqueología Medieval es uno de los campos La World Digital Library, o Biblioteca Digital Arquehistoria es una página dedicada a la actu- tilla y León para acercar a los usuarios con acceso renovadores y estimulantes dentro del panorama Mundial en castellano, es una iniciativa nacida en alidad histórica (Arqueología incluida) que abarca a internet a temas relacionados con el Arte y la arqueológico. Esto se demuestra en esta Web 2005, a raíz de una propuesta de James H. Bil- igualmente los momentos, acontecimientos y Historia de todas las épocas en España. donde no sólo se nos ofrecen noticias, artículos y lington a la UNESCO de crear una plataforma personajes más interesantes de nuestro pasado Cuenta con una gran variedad de temas relaciona- reseñas bibliográficas de una alta variedad, interés en internet en la que poder almacenar todos los y nuestro presente, destacando en ella, por la dos con dichas materias. Además de ello, también y actualidad, sino que además se contrastan y en- tesoros culturales del mundo. temática de ArqueoUCA, las secciones de Arque- es un buen recurso para la búsqueda de imágenes riquecen con comentarios de los propios inter- En los seis años transcurridos, el crecimiento de ología Bíblica, Arqueología Submarina y, especial- de obras de arte y restos arqueológicos. Es digital nautas. Una perspectiva crítica que se agradece. este portal ha sido imparable, albergando más de mente, la de Hallazgos Arqueológicos. Destaca la y como tal, tiene recursos audiovisuales a los que 3.500 obras. Podemos hallar desde descripcio- frecuente actualización de noticias en la página, se accede con fácil acceso. Basta pinchar en un nes de antigüedades de Egipto, hasta xilografías en la que podremos ver desde comentarios y rese- link para ver un video, una recreación o incluso japonesas. El sistema de búsqueda es sencillo e ñas de las últimas novelas y películas históricas, a parte de algún documental de interés. Entre los intuitivo: en la página principal, se muestra un ma- entrevistas a los personajes de mayor actualidad, temas que podemos tratar destacan: Numancia, pamundi y las áreas geográficas en que se divide así como gran cantidad de reportajes sobre curio- Camino de Santiago, Historia de España, Gran- el catálogo. Asimismo, podemos seleccionar un sidades históricas que seguro no dejarán indife- des Batallas, Grandes Momentos del Arte, Pro- periodo histórico concreto, así como la tipología rente a ninguno de sus lectores. tagonistas de la Historia, Grandes Civilizaciones, de la obra que estamos buscando (fotografías, pa- etc. piros, códices antiguos, vídeos, etcétera). Cada uno de los temas cuenta con una gran va- La gran mayoría de los socios de la WDL son riedad de artículos donde podemos encontrar bibliotecas, instituciones y otros organismo de exactamente lo que queremos, yendo de lo más carácter cultural, que aportan material para la general a lo más individual. biblioteca. También hay fundaciones y sociedades privadas que contribuyen al proyecto de diferente manera, por ejemplo compartiendo tecnología, convocando o patrocinando en conjunto reunio- nes o grupos de trabajo o dando apoyo económi- co. Se trata, por tanto, de una web de gran interés que puede aportarnos información de todos los rincones del planeta, acercándonos a otras cul- turas y enriqueciendo nuestro conocimiento.

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Dialnet Itálicaromana http://dialnet.unirioja.es/ Web: http://italicaromana.blogspot.com/ ganadores Dialnet es una plataforma de recursos y servicios Itálica Romana es un blog interesante, en el que documentales dependiente de la Universidad de la su autor, Eduardo Barragán, realiza recreaciones Rioja. Es un portal bibliográfico libre y gratuito, tridimensionales de ciudades y edificios del mun- del I concurso de los mayores de habla hispana, y que recopila do romano. Estas recreaciones infográficas in- innumerables publicaciones de carácter científico cluyen edificios de Itálica, Baelo Claudia, Coním- de las más diversas ramas del saber, con acceso briga, Villa Adriana, Saalburg, Cartago, Gerasa y de fotografía directo a publicaciones que están disponibles en Pompeya, así como algunos edificios genéricos la red y con resúmenes y datos bibliográficos ex- propios del mundo romano. haustivos. Una herramienta de gran utilidad para La estructura del blog es sencilla e intuitiva, con arqueológica, profesionales y amantes de la ciencia. un menú que, al seleccionar cada ciudad, nos in- forma brevemente sobre ella, y a continuación nos ofrece un video con una vista general de la organizado por misma, tanto desde una perspectiva aérea como a pie de calle. Además, nos ofrece listados con los edificios recreados de cada ciudad. la UCA Finalmente, el blog dispone también de un bus- cador interno más específico, de modo que si por ejemplo buscamos “tabernae”, nos conduce a la Ínsula do Vaso Fálico, en Conímbriga, y a las “tabernae romanas” en general. Las recreaciones han sido realizadas mediante el software Lightwave 3D, y aunque el mismo autor afirma que no son reconstrucciones completa- mente fieles (no tiene formación arqueológica), sin duda permiten visualizar de forma atractiva edificios y ciudades romanas. Se trata, en conclu- sión, de un recurso ciertamente interesante para realizar labores de divulgación sobre ciudades y edificios del mundo romano.”

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Primer Premio: Desenterrando Londres/ Sergio España Chamorro

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Segundo Premio: Desviarnos del camino marcado, permitir darnos la mejor vista de la eternidad/ Carlos Álvarez López

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Tercer Premio: El Puente de Trivino/ David Vacas Madrid

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