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La guerra en los 2011, nº 1, pp. 77-84

LA COALICIÓN BELGA DEL 57 A.C. LA GUERRA COMO ELEMENTO EN LA CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA Y LA EVOLUCIÓN POLÍTICA EN LA GALIA DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO

Alberto Pérez Rubio Licenciado en Ciencias Empresariales (UAM); Licenciado en Historia (UAM); Máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad (UAM y UCM); Editor de Desperta Ferro, revista de Historia militar y política de la Antigüedad y el Medievo [email protected]

Resumen: El texto que César dedica a la coalición belga del 57 a. C. en De Bello Gallico, conjuga- do con el resto de testimonios de que disponemos, nos puede ayudar a comprender los procesos de etnogénesis y desarrollo político que se dan en la durante la Segunda Edad del Hierro, en los que juega un papel preponderante la guerra. Abstract: Caesar’s text about the Belgae coallition of 57 BC in De Bello Gallico, alongside the rest of data we have at our disposal, can help in the understanding of Gallia Belgica’s ethnogenesis and political development in the Late Iron Age. The role of war in these processes will be paramount. Palabras Clave: Galos, belgas, coaliciones, identidad, formación del estado, Segunda Edad del Hierro Key Words: , Belgae, coalitions, identity, state formation, Late Iron Age

[los belgas] eran los únicos que, en tiempos de nuestros padres, cuando toda la Galia se hallaba sometida al estrago, impidieron que los teutones y los cimbrios entrasen en sus tierras.0 César, De Bello Gallico, II.4

Belgae esas civitates bajo el etnónimo de Belgae, y así para César en su De Bello Gallico (II.4) describe la impo- Wightman (WIGHTMAN, 1985: pp. 12-13) den- nente coalición reunida por los pueblos belgas en tro de la clasificación que César hace se puede el año 57 a. C. para hacerle frente, incluyendo en distinguir entre aquellos que formarían un núcleo la misma a una pluralidad de civitates1 de raigam- belga (suesiones, viromanduos y ambianos) con bre celta: belóvacos, suesiones, nervios, , sus vecinos inmediatos (belóvacos, atrebates, ve- ambianos, mórinos, menapios, cáletes, veliocases liocases) y aquellos que César califica como tales y viromanduos. Además militarían en ella pueb- aunque presenten caracteres que los diferencian los de origen germánico como los atuátucos, con- (como los mórinos, los menapios, los nervios o druos, , cerosos y pemanos. los remos). Para France se podría hablar de una Respecto al primer grupo, la historiografía división cultural dentro de la Gallia Belgica, con moderna ha dudado en la inclusión de todas un grupo meridional de pueblos más desarrol- lados y relacionados con la Galia central, como 0 [...] patrum nostrorum memoria omni Gallia vexata, Teutonos Cimbrosque intra suos fines ingredi serían los suesiones, remos, ambianos y belóva- prohibuerint (BG, II.4). cos, y otro de belgas “del bosque”, entre los que 1 Siendo conscientes de la dificultad de trasladar estarían los nervios, menapios o eburones, car- las categorías administrativas romanas al mundo galo, acterizado por la ausencia de urbanismo desar- nos atenemos en el artículo a la terminología empleada rollado y con paralelos en Germania (FRANCE, por César a la hora de denominar estas comunidades. 1985: pp. 13-20). Basa esta división en un análisis

77 2011, nº 1, pp. 77-84 del texto de César, en el que para los belgas “del La coalición belga del 57 a. C. bosque” no aparece mención a oppida y se enfati- Es la amenaza romana la que va a movilizar a esta za su empleo de bosques y pantanos como refu- coalición de pueblos, que se reúnen en una asam- gio, frente a los belgas meridionales, que sí dis- blea general de los belgas ­(communi Belgarum con- pondrían de centros amurallados, como Durocor- cilio) en la que se va a acordar los contingentes torum o Bibactre2 para los remos (BG, II.6), Novi- a aportar por cada civitas así como a quién cor- odunum y otros doce oppida para los suesiones responderá el mando del ejército coaligado. Para (BG, II.4) o Bratuspancio para los belóvacos (BG, sellar estos acuerdos se intercambiarán juramen- II.13). Sin embargo, las prospecciones arque- tos y rehenes, lo que supone un doble refrendo, ológicas parecen desmentir este cuadro, ya que en el plano religioso e ideológico, y en el plano no se han documentado centros urbanos forti- físico y tangible (GARCÍA RIAZA, 2010: p. 153). ficados de entidad tampoco en territorio belóva- A tenor de lo que narra César, participan en esta co ni ambiano, ni los análisis palinológicos per- asamblea los siguientes pueblos, que se habrían miten hablar de la densidad boscosa que seña- comprometido a aportar los efectivos que detal- la France y que hubiera permitido a los belgas lamos: belóvacos, 60.000 (sobre una capacidad de “del bosque” emplear las selvas como elemento total 100.000); suesiones, 50.000; nervios, 50.000; estratégico. Las invernadas de legiones en dicho atrebates, 15.000; ambianos, 10.000; mórinos, territorio implican, además, la necesaria existen- 25.000; menapios, 9.000; cáletes, 10.000; veliocas- cia de cultivos de cierta extensión para su aprovi- es y viromanduos, 10.000; atuátucos, 19.000; con- sionamiento, lo que no casa bien con esa impor- drusos, eburones, cerosos y pemanos, 40.000. La tancia del bosque (LEMAN-DELERIVE, 1999: suma da un total de 298.000 hombres en armas, pp. 75-76). Podemos así hablar de cuatro zonas lo que supone una cifra ciertamente elevada, que dentro de la Gallia Belgica: el territorio suesión y correspondería a una población de entre un mil- remo, alrededor del valle de Aisne; el de lón y un millón y medio de habitantes, toman- César (KRUTA, 2000), núcleo belga de ambia- do ratios de 1:4 o 1:5 hombre en edad militar nos, belóvacos y atrebates; una zona septentri- por habitante3. Para un territorio aproximado de onal con los menapios, mórinos y nervios; y los 110.000 km² estaríamos hablando de una densi- tréveros, aunque para Leman-Delerive (1999: p. dad de población de entre 11 y 14 h//km², simi- 76) existen dudas sobre la adscripción de estos lar a lo que se ha calculado para el conjunto de últimos dentro de los belgas. Galia (WIGHTMAN, 1985: p. 32). Incluidos en la coalición encontramos a pueb- Dos civitates van a llevar la voz cantante: los los germanos que habitaban en la orilla izquier- belóvacos y los suesiones, cuya frontera hab- da del Rin (Germani cisrhenani), como los condru- ría estado en el río Oise (WIGHTMAN, 1985: sos, eburones, cerosos y pemanos, y también a p. 27). Entre ambos se disputarán la jefatura de los atuátucos, descendientes de aquellos seis mil la coalición, que finalmente recaerá en el rey de guerreros que habrían permanecido custodian- los suesiones, Galba, gracias “a su sentido de la do los bagajes durante la migración de cimbrios justicia y de la prudencia” (BG, II.4). A través y teutones (BG, XXIX.4). Estamos en una zona de la narración de César se puede percibir una permeable (CARROLL, 2001: pp. 17-20), sin que situación de rivalidad entre los diferentes pueb- se pueda hablar del Rin como esa frontera níti- los belgas, que buscan conseguir la preeminencia da entre galos y germanos como realidades cul- política. Ésta estaría en manos de los suesiones, turales completamente diferentes (WELLS, 2001: cuyo anterior rey Diviciaco habría extendido su p. 117) que el propio César definió en una con- poder hasta Britania (BG, II.4). Las relaciones en- cepción que ha hecho fortuna. Episodios como tre los distintos pueblos se incardinan a través de el dominio de Ariovisto o la propia afirmación de redes clientelares, y así entre los clientes de los César de que los ubios estaban habituados a las suesiones estarían los silvanectes y meldos (KRU- costumbres galas (BG, IV.3) demuestran esa per- TA, 2002: pp. 317-318), mientras que habrían es- meabilidad política y cultural entre ambas orillas tado unidos a sus vecinos los remos por una re- del río. 3 1:4 es exactamente la ratio que César da para 2 No confundir con la Bibactre hedua, identificada helvecios, tulingos, latobicos, ráuracos y boyos, con 92.000 en Mont-Beuvray. combatientes para una población total de 368.000 personas.

78 La guerra en los Belgae 2011, nº 1, pp. 77-84 lación que podemos calificar de sympoliteia: “[...] con los heduos, que a su vez no dudarán en aliar- hermanos suyos y de su misma raza, que se regían se con Roma. por la misma justicia y por las mismas leyes, que La coalición belga hará frente a las legiones de compartían con ellos un solo mando y una sola César en los confines del territorio remo, junto magistratura”4 (BG, II.3). La actuación de los re- al río Axona (el Aisne), pero su escaso éxito y la mos, sin embargo, muestra otra cara de esa lucha falta de provisiones serán claves en su disolución. por la preeminencia. Así, los remos serán el úni- Como primer factor podemos ver un reflejo de co pueblo belga que pacte con César, y podemos la volatilidad de carácter y la inconstancia que los conjeturar que realmente esa relación de igualdad textos clásicos achacan tan a menudo al guerre- que proclaman esconde su sumisión a los suesio- ro galo (RANKIN, 1995: pp. 27-28), poco dado nes (FICHTL, 2004: pp. 294-295). Los nervios a los esfuerzos prolongados, y en el segundo un tendrían como clientes a , grudios, le- handicap que a menudo lastra sus ofensivas (DEY- vacos, pleumoxios y geidumnos (sub eorum impe- BER, 2009: pp. 388-390). Y es que los ejércitos rio sunt) (BG, V.39). La relación entre atuátucos galos van a subsistir sobre el terreno, sin trenes y eburones sería distinta a la de clientela, ya que de aprovisionamiento, como esta coalición bel- los segundos pagan tributo a los primeros, del ga que, tras saquear el territorio remo, se queda que se libraron gracias a la intervención de Cés- sin vituallas al cabo de una semana del comienzo ar que les convertiría en clientes de los tréveros de las operaciones. Otro factor será la amenaza (BG, II.27). Así, para Zecchini, a partir de los té- de los heduos, enviados por César contra terri- rminos empleados por César cabe hablar de dos torio belóvaco, pese a que entre ambos pueblos categorías distintas en las relaciones entre pueb- existía una relación de clientela. La coalición va los; por una parte la que se reflejaría en los térmi- pues a deshacerse, y en asamblea se decide “que nos clientes o sub imperio, y por otra la de stipendia- cada cual volviera a su casa y que desde todas par- rii o adtributi. La primera reflejaría relaciones de tes se reunieran para defender a los primeros a clientela, a imagen y semejanza de las relaciones cuyo territorio llevaran los romanos su ejército”6 individuales entre patrón y cliente, con una civi- (BG, II.10). Su desordenada retirada, casi un “sál- tas que ejerce el patronazgo sobre otro, mientras vese quien pueda”, será aprovechada sin piedad que la segunda supone una situación onerosa en por las legiones, e indica una escasa cohesión y la que el stipendiarii debe entregar tributo (ZEC- la ausencia de capacidad real del en teoría man- CHINI, 1994: pp. 416-418). Las relaciones de cli- do supremo, Galba, para coordinar a los distintos entela se articularían a partir de relaciones perso- contingentes belgas. nales entre individuos de las dos comunidades, y César actuará así por separado contra cada civi- el ejemplo del heduo es esclarecedor. tas, y en primer lugar conseguirá rendir a los sue- Dumnorix no sólo es un personaje destacado en- siones, asediando el oppidum de Noviodunum. En tre su pueblo, sino “que su ascendiente era con- favor de éstos median los remos, clientes ahora siderable, [...] también entre los pueblos vecinos”5 de Roma, y que convertirán a su vez en clientes (BG, I.18). Esa influencia va a venir remachada suyos a los suesiones, revirtiendo la situación an- con una política de alianzas matrimoniales con, terior. Para Zechinni el que César emplee “Suessio- entre otros, bituriges y helvecios (maridando pre- num, qui erant attributi (BG, VIII.6)” indicaría cisamente con la hija del líder helvecio Orgeto- esa relación de sumisión inferior a la de clientela rix). Estamos ante todo un juego diplomático en- que antes señalábamos, y semejante a la que hab- tre las élites de las distintas civitates, que pugnan rían tenido los heduos con los boyos de la mi- por ganar cuotas de poder, para lo que no dudan gración helvecia instalados en su solar (ZECCHI- en aliarse con terceros como pueden ser los sue- NI, 1994: pp. 417-418). Gracias a su fidelidad a vos de Ariovisto reclutados por los sécuanos en Roma los remos van a convertirse en la civitas pre- su disputa por la preeminencia en la Galia central ponderante en el norte de la Galia, desplazando a los secuanos y convirtiéndose en el patrón de los 4 [...] fratres consanguineosque suos, qui eodem iure et isdem antiguos clientes de estos (BG, VI.12). El oppidum legibus utantur, unum imperium unumque magistratum cum ipsis habeant [...] (BG, II.4). 6 [...] esse domum suam quemque reverti, et quorum in 5 [...]neque solum domi, sed etiam apud finitimas civitates fines primum Romani exercitum introduxissent, ad eos defendendos [...] (BG, I.18). undique convenirent [...](BG, II.10).

79 2011, nº 1, pp. 77-84 de Durocortorum, que probablemente funciona- drían también considerarse pagi que formarían ba como su capital, se convertirá de hecho en la parte de dicho ethnos, como los silvanectes y mel- capital de la provincia romana de la Gallia Belgica dos lo serían de los suesiones. El es pues la (FICHTL, 2004: pp. 295-306). unidad menor en las agregaciones políticas, con- Acto seguido César rendirá a los belóvacos, servando un elevado grado de autonomía, como que piden la paz a través de los ancianos y con demuestra por ejemplo el que en el verano del “los niños y las mujeres tendiendo las manos 55 a. C., mientras César preparaba su primera in- desde la muralla, según su costumbre”7 (BG, II.­ vasión a Britania, una parte de los mórinos, y no 13). Volvemos a ver el patronazgo como medio toda la civitas, pactará con él. Sus élites formarán diplomático por excelencia, con esta vez los hed- parte del senatus de la civitas, y van a elegirse mag- uos intercediendo por los belóvacos, sus clientes istrados anuales10 (como el heduo) junto a (“protegidos y amigos del pueblo heduo”8, BG, un dux en tiempos de guerra (ZECCHINI, 1994: II.­14). También los ambianos se rendirán, pero pp. 413-414), como Bodugnato entre los nervi- no así los nervios, que, apoyados por los atrebates os (BG, II.24). Estamos en un momento de tran- y los viromanduos, ofrecerán feroz resistencia en sición en el que las monarquías se ven desplaza- la batalla del río Sabis ­(el Sambre). Serán los atuá- das por regímenes aristocráticos (LAMOINE, tucos los últimos en conocer la ley de guerra ro- 2010: pp. 138-140), aunque aún subsisten en algu- mana, siendo vendidos como esclavos al romper nas civitates, como entre los atrebates, a cuyo rey traicioneramente la tregua acordada con César9. Comio corona César tras su derrota en el 57 a. C. Además, van a producirse frecuentes intentos Evolución política por parte de magnates por hacerse con el poder A mediados del siglo I a. C. el tempo histórico se supremo, como el padre de Vecingétorix, Celti- ha acelerado en la Galia. Se asiste a la aparición lo, muerto por pretender el trono (BG, VII.4) u de estados que superan las jefaturas preceden- Orgetorix, que por la misma razón (regni cupidi- tes (BRUN, 1995: pp. 13-25), con nuevas for- tas, BG, I.2) encontrará su fin. Por último, encon- mas políticas que evolucionan de monarquías a tramos también la presencia de asambleas, como civitates gobernadas por magistraturas, senados y entre los helvecios o los heduos, formadas por asambleas (DUNHAM, 1995: pp. 112-113). Una los hombres con capacidad de portar armas (Col- civitas se constituiría con la unión de varios pagi, lis, 2000: 232). Un desarrollo político con para- probablemente a partir de relaciones de cliente- lelos en otras comunidades, como entre los celt- la que acaban fraguando en una unión más es- íberos durante el siglo II a. C. (Burillo Mozota, trecha (COLLIS, 2000: p. 237). Así, los clientes 2007) o los galos de la Cisalpina en el III a. C. de los nervios que antes hemos enumerado po- (ZECCHINI, 1995: pp. 408-409), y que acercan la evolución política del mundo galo a la órbita 7 [...] Item, cum ad oppidum accessisset castraque ibi poneret, pueri mulieresque ex muro passis manibus suo more pacem mediterránea. La civitas es en, cualquier caso, una ab Romanis petierunt. [...] Quizás puede verse en este gesto construcción frágil y sujeta a tensiones entre las una manera normalizada de aceptar la deditio entre las aristocracias de cada pagus, tensiones que jalonan poblaciones galas, véase también BG, VII.40. el relato cesariano y que se pueden ver reflejadas 8 [...] Bellovacos omni tempore in fide atque amicitia civitatis Haeduae fuisse [...]`. en el caso belga en la separación de silvanectes y 9 Para profundizar en este entramado de relaciones meldos de la civitas suesiona tras el 57 a. C. (RO- clientelares se podría intentar abordar, en trabajos futuros, BLIN, 1963: pp. 80-84), o en la rendición de los un análisis pormenorizado de la distribución numismática de las acuñaciones (o falta de ellas) de cada civitas, y así belóvacos, cuando se achaca la hostilidad contra la ausencia de emisiones belóvacas antes de la conquista Roma a determinados líderes, huidos ahora a Bri- (DELESTREE, 1983) o las emisiones de los remos, que tania. Esto nos puede indicar lo que vemos claro hasta el 57 a. C. sólo habrían acuñado bronce y potin puede para otras civitates, como entre los heduos, con los contemplarse desde el punto de vista de su lugar en el cuadro político belga (WIGHTMAN, 1985: p. 28). Contra esta bandos opuestos de Diviciaco y Dumnorix, o en- opinión, Lambot y Casagrande (1996 : p. 16), y Delestree tre los tréveros, con Induciomaro y Cingetorix. (1996 : pp. 105-112). En cualquier caso no hay que perder Se trata de conflictos civiles y de competencia en- de vista que la adopción de la moneda no es uniforme entre las civitates belgas, y que en buena medida depende de sus 10 Para un buen estudio de la magistratura gala relaciones con el ámbito meridional (WIGHTMAN, 1985: antes y durante la conquista, con un análisis de los términos pp. 18-21). empleados en el BG, Lamoine (2010: pp. 68-133).

80 La guerra en los Belgae 2011, nº 1, pp. 77-84 tre las aristocracias locales, que se apoyan en ter- noble galo, como aquel rey Luernios de los arver- ceros (sean romanos, sean suevos, sean helvecios) nos que según Posidonio celebraba banquetes y para imponerse al adversario. Se juega pues una repartía desde su carro monedas de oro y plata partida complicada en la que adivinamos varios (Ateneo, IV.36). niveles: las élites que buscan el domino en su ci- Las prospecciones arqueológicas llevadas a vitas; pueblos que intentan imponerse a los de su cabo en el valle del Aisne parecen apuntar a un esfera próxima, como los remos sobre el resto de crecimiento demográfico a partir del siglo II a. Belgae; o intentos de conseguir una supremacía C., con un aprovechamiento más intensivo de los más amplia en la Galia, como secuanos, heduos recursos. Este aumento de la población supon- o arvernos. drá también una mayor competencia por dichos En la Gallia Belgica habrían coexistido diferen- recursos, incidiendo así en los mismos procesos tes grados de evolución hacia estas estructuras es- de concentración urbana y de rivalidad entre las tatales. Se ha sugerido un esquema de interacción élites favorecidos por los intercambios centro- centro-periferia, entre el mundo mediterráneo y periferia (HASELGROVE, pp. 1996: 147). Los la Galia, para explicar el diferente nivel de desar- cambios políticos en la Gallia Belgica pueden verse rollo de las distintas comunidades galas (HASEL- pues, en gran medida, como un intento de adap- GROVE, 1987: pp. 104-124). La inclusión de la tación (WILLEMS, 1989: p. 37)a los mecanismos Galia en esta world economy habría propiciado el impuestos por las nuevas relaciones económicas desarrollo de estructuras estatales, destinadas a que supone el incremento de la presencia romana asegurar un mayor control por parte de las aris- en la Galia a partir de la creación de la Provincia. tocracias del tránsito y la distribución de bienes de prestigio. En la Gallia Belgica, la segunda per- ¿Una identidad belga? iferia de este modelo postulado por Haselgrove, ¿Cabe hablar de un nivel de identidad y/o de or- el mayor grado de desarrollo de remos y suesio- ganización política por encima de la civitas en la nes se reflejaría en la abundante presencia de im- Galia? En De Bello Gallico tenemos noticia de re- portaciones romanas en el valle del Aisne. Desde uniones (concilia) de los principes de cada civitas allí habrían actuado como mediadores en las re- (I.30; VI.30, VII.63), además de la reunión anual des comerciales que por el valle del Ródano asci- de los druidas de toda la Galia en un lugar sagrado enden hacía el norte por la Galia central, interme- en el territorio de los carnutos (BG, VI.13). Para diarios con la periferia última que sería Germania el caso belga, hemos visto también un consejo de y Britania. En este modelo, junto a los intercam- sus distintas civitates, y la elección de un jefe de bios comerciales y las alianzas, se habría asistido a guerra, Galba. Se trata de una organización que una intensificación de la guerra como mecanismo refleja la estructura política de sus unidades con- de apropiación por parte de las élites, inevitable stituyentes, y que estará sujeta, al igual que éstas, para la adquisición de uno de los bienes deman- a tensiones por cuestiones de prestigio y prepon- dados desde el Mediterráneo: esclavos (HASEL- derancia. Belóvacos y suesiones se disputarán la GROVE, 1987: pp. 110-113). La aparición de op- jefatura militar de la coalición belga, como luego pida fortificados en territorio suesión y remo, e heduos y arvernos se disputarán el mando de la incluso de enclaves no urbanos pero que se for- coalición gala. tifican durante el siglo I a. C., ya sea por razones Las coaliciones en el mundo galo, a partir de de prestigio ya sea para ser empleados como refu- este análisis del caso belga, han de verse como un gio ocasional (LEMAN-DELERIVE, 1999: pp. intento por vertebrar la fuerza militar de un de- 69-80), nos puede indicar, además de una may- terminado grupo de comunidades, que reaccio- or centralización política, una dinámica en la que nan ante la amenaza de un tercero, sean cimbrios lo bélico está muy presente. Las rivalidades en- y teutones en la última década del siglo I a. C., tre las aristocracias que hemos descrito se inser- sea la presencia romana en el 57 a. C. Pero so- tan en esta dinámica: el control de los bienes de mos de la opinión de que, detrás de la coalición prestigio empuja al mantenimiento de clientelas del 57 a. C., habría algo más que un expedien- cada vez más nutridas, a las que a su vez hay que te de circunstancia para resistir a César. Esta recompensar con dichos bienes. Sabemos que la coalición belga habría tenido su precedente en la generosidad era un requisito indispensable del resistencia contra cimbrios y teutones de medio

81 2011, nº 1, pp. 77-84 siglo antes, algo de lo que los propios belgas se nados o impuestos por los pueblos vecinos, pa- vanagloriaban: “[...] eran los únicos que, en tiem- rece evidente su connotación guerrera, algo por pos de nuestros padres, cuando toda la Galia se otra parte común a muchos nombres de pueblos hallaba sometida al estrago, impidieron que los galos (DEYBER, 2009: pp. 63-64) o germanos. teutones y los cimbrios entrasen en sus tierras” El estudio de santuarios como, entre otros, (BG, II.4)11. Aquellos años terribles debieron sin Gournay-sur-Aronde, en lo que sería la fron- duda quedar recogidos en la memoria colectiva tera entre belóvacos, ambianos y viromanduos gala, como los recuerda el arverno Critognato (BRUNAUX, 1986: pp. 68-90) o el de Ribemont- en (BG, VII.77). Esta resistencia pretérita, sur-Ancre, ilustra sobre la dimensión religiosa de que aventuramos conjunta y formalizada en una la guerra. Se trata de temenos delimitados por fo- coalición, se ha convertido en una seña de identi- sos, en los que se depositan panoplias, despojos dad para los belgas, como lo es su afirmación de faunísticos y restos humanos, en ceremonias de que provenían de los germanos y del otro lado del carácter colectivo destinadas a la cohesión de la Rin, habiendo expulsado a los galos que allí habi- comunidad (CABANILLAS DE LA TORRE, taban (BG, II.4). Su procedencia alógena vendría 2010: p. 49). Su presencia anuncia la instalación refrendada por la arqueología, que testimonia la belga en el siglo III a. C., como acto fundacio- eclosión, a partir de la segunda mitad del siglo III nal de la comunidad y de delimitación de su espa- a. C., de una facies cultural belga, provocada por la cio (BRUNAUX, 1986: p. 68), y la masiva presen- llegada de grupos de celtas danubianos (KRUTA, cia de armas y de restos humanos apunta incon- 2000: pp. 312-314). La propia afirmación de Cés- testablemente a la importancia de lo bélico para ar, con la que tantas generaciones han principiado dicha comunidad. Hacia el siglo I a. C. se docu- su estudio del latín, Gallia est omnis divisa in partes menta en Ribemont una reestructuración del es- tres, quarum unam incolunt Belgae, aliam Aquitani, ter- pacio, acondicionándose explanadas sobre las cu- tiam qui ipsorum lingua Celtae, nostra Galli appellantur, ales más tarde se construirán termas y un teatro diferencia a los belgas del resto de galos. También (BRUNAUX, 1986: p. 89), lo que nos indicaría la la selección de determinados tipos monetarios y celebración de reuniones o ceremonias masivas. su dispersión por la Gallia Belgica pueden haber En este santuario, pese a estar enclavado en terri- tenido un sentido político en la búsqueda de sím- torio ambiano, la enorme cantidad de trofeos ex- bolos identitarios (WIGHTMAN, 1985: p. 21) hibidos hace pensar que nos encontraríamos ante La guerra jugó sin duda un papel fundamental un enclave compartido por varios pueblos. Los en la autoafirmación de los distintos ethné belgas santuarios habrían jugado pues un papel central y también en su identificación supraétnica. Con el en las coaliciones belgas (BRUNAUX, 1986: pp. recuerdo de la ocupación de su solar de asiento y 89-90), y seguramente fueran el emplazamien- de la resistencia frente a cimbrios y teutones, los to donde se llevarían a cabo los consejos entre belgas “se arrogaban una autoridad y confianza las civitates, esos “lugares salvajes y apartados” en enormes en los asuntos de la guerra” (BG, II.4). los que según César se conspiró para la rebelión Belgae se ha interpretado tentativamente como del 53 a. C., como el drunemeton gálata (Estrabón, “los más grandes” (KRUTA, 2000: p. 457), y en el Geografía, XII.5.1) o el lugar en territorio carnuto análisis etimológico del etnónimo encontramos la donde se reunían anualmente los druidas. Allí se raíz *bel-, “brillante, resplandeciente”, relacionada intercambiarían juramentos (quizás sobre los es- con la deidad Belenos (CURCHIN, 1997: p. 264), tandartes, BG, VII.2) y rehenes. divinidad guerrera y asimilada a Apolo (KRUTA, En este mismo sentido, es remarcable la abun- 2000: p. 457) (la misma raíz que encontramos en dancia de deposiciones de elementos de pano- Bellona, diosa romana de la guerra). El nombre plia, además de en lugares de culto, en necrópolis de los belóvacos comparte dicha raíz, reputados y en ríos durante la Segundad Edad del Hierro en como eran “por su valor y prestigio” (BG, II.4) la Gallia Belgica. Una abundancia que apunta a esa y “pueblo con fama de muy valiente en la Galia” ideología marcial tan presente entre las poblacio- (BG, VII.59). Ya se trate de etnónimos autoasig- nes del norte de la Galia, algo que será luego bien 11 [...] solosque esse qui, patrum nostrorum aprovechado por el poder imperial romano a la memoria omni Gallia vexata, Teutonos Cimbrosque intra hora de reclutar auxiliares (ROYMANS, 1996: suos fines ingredi prohibuerint. pp. 11-24).

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Conclusiones esas mismas civitates, jóvenes brotes de un estado A tenor de lo expuesto las realidades militares primitivo que la intervención romana segará. habrían desempeñado un papel de primer or- den entre los Belgae. Su constitución en alianzas BIBLIOGRAFÍA y coaliciones probablemente tiene lugar desde ALMAGRO GORBEA, M.; “Aproximaciones a tiempo atrás, y Brunaux incluso la retrasa a su la demografía de la Celtiberia”, en Procesos de instalación en la Gallia Belgica en el siglo III a. C. poblamiento y evolución social en Iberia (ed. L. Ber- (BRUNAUX, 1986: pp. 89-90). El santuario de rocal y P. Garces), Bibliotheca Archaeologica Ribemont-sur-Ancre parece haber jugado el pa- Hispana 8, Madrid, 2001, pp. 45-60. pel de omphalos para los pueblos que César deno- BELTRÁN LLORIS, F.; “Nos celtis genitos et ex hi- mina Belgium, formado por ambianos, belóvacos beris. Apuntes sobre las identidades colectivas y atrebates. Quizás se pueda limitar a estos pueb- en Celtiberia”, en Identidades étnicas, identidades los el núcleo primitivo de los Belgae, que sabemos políticas en el mundo prerromano hispano (coord. coexisten con otras comunidades sin aparente G. Cruz Andreotti y B. Mora Serrano), Edi- influencia alógena y que mantienen las tradicio- ciones de la Universidad de Málaga, Málaga, nes célticas del Marne propias de las fases inici- 2004, pp. 87-145. ales de La Tène, como los remos, cuyo nombre BRUN, P.; “From chiefdom to state organization precisamente significaría “los primeros, los más in Celtic Europe”, en Celtic chiefdom, Celtic state antiguos” (KRUTA, 2000: p. 793). Los acontec- (ed. B. Arnold y B. Gibson), Cambridge Uni- imientos del siglo II a. C., con las incursiones de versity Press, Cambrigde, 1995, pp. 13-25. cimbrios y teutones, y los desarrollos políticos __; “Territoire et agglomérations chez les Sues- fruto de la inclusión de la Gallia Belgica en los siones”, en Territoires celtiques, Espaces ethniques circuitos comerciales que relacionan el Mediter- et territoires des agglomérations protohistoriques ráneo con su periferia, habrían propiciado una d’Europe occidentale. XXIVe Colloque International ampliación de la identidad belga a los pueblos de l’AFEAF (ed. D. Garcia y F. Verdin), Marti- cercanos. Para el siglo I a. C. encontramos a per- gues (Bouches-du-Rhône), 2002, pp. 306-314. sonajes como el rey suesión Diviciaco cuyo do- BRUNAUX, J.L.; Les religions gauloises. Rituels cel- minio habría llegado hasta el sur de Britania, lo tiques de la Gaule indépendante, Editions Errance, que indicaría la ampliación de las redes cliente- Paris, 1986. lares y de cohesión entre tribus que se reconocen BURILLO MOZOTA, F.; Los celtíberos. Etnias y como Belgae. La guerra, ya sea como respuesta a estados, Crítica, Barcelona, 2007 [2ª Edición ac- la amenaza externa, ya sea fruto de las dinámi- tualizada]. cas políticas y económicas internas, se constituye CABANILLAS DE LA TORRE, G. C.; “Armas pues como el elemento que permite compren- y ritual durante la Segunda Edad del Hierro en der esa extensión de dicha identidad, en la que la mitad Sur de la Galia”, Cuadernos de Prehis- pudieron participar pueblos de distinta raigam- toria y Arqueología de la UAM, nº 36, 2010, pp. bre, incluso esos germanos de la orilla izquierda 39-66. del Rin que vemos presentes en la coalición del CARROLL, M.; Romans, & Germans, Tem- 57 a. C. Sin embargo, no cabe exagerar la dimen- pus, Stroud, 2001. sión e este fenómeno. Por debajo de una tenue COLLIS, J.; “’Celtic’ opidda”, en A Comparative identidad compartida, que también es percibida Study of Thirty City-State Cultures: An Investiga- desde fuera12 van a latir otras adscripciones, que tion Conducted by the Copenhagen Polis Centre (ed. son las que realmente articulan a las comuni- M. Herman Hansen), Kongelige Danske Vid- dades belgas: la civitas, e incluso el pagus. Las soli- enskabernes Selskab, Copenhagen, 2000, pp. daridades entre civitates se demuestran frágiles y 229-240. poco cimentadas, tan frágiles como son también CURCHIN, L.; “Celticization and romanization of toponymy in Central Spain”, Emerita, 65, 12 Muy esclarecedor para el caso de los celtíberos es 1997, pp. 257-279. la obra de Beltrán Lloris (2004: 87-145), donde en cambio DELESTREE, L. P.; “L’énigme du monnayage la percepción externa de una comunidad celtíbera parece que no refleja una autopercepción de los propios celtíberos bellovaque”, Revue archéologique de Picardie, n°1- como tal comunidad. 2, 1983, pp. 235-237.

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