Pdf Aproximaciones a Palacio Valdés / Francisco Trinidad
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Con la colaboración de: Cajastur D.L.: AS-1039-2005 Imprime: Gráficas APEL. Gijón - Asturias Francisco Trinidad (Coord.) Con textos de José Manuel Gómez-Tabanera, Etelvino González López, Emilio Barbón, Francisco Trinidad, José Luis Campal Fernández, Vicente Rodríguez Hevia, Francisco Palacios, Pedro Fandos Rodríguez, Alberto J. Rodríguez-Felgueroso y Kátherin Valdés Pozueco Caricatura de Armando Palacio Valdés, firmada por Gago y aparecida en la portada de la versión teatral de La hermana San Sulpicio realizada por Ernesto León, y editada por Prensa Moderna en enero de 1930 Índice INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 9 FRANCISCO TRINIDAD, Las “voces” narrativas de La aldea perdida ........................................... 11 EMILIO BARBÓN, A la memoria de Palacio Valdés ..............................................................25 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ, La mujer campesina de Laviana a los ojos de Palacio Valdés ................27 ETELVINO GONZÁLEZ LÓPEZ, La noche oscura de don Gil Lastra .........................................................35 VICENTE RODRÍGUEZ HEVIA, Los ciclos agrofestivos en Palacio Valdés ...............................................63 KÁTHERIN VALDÉS POZUECO, Consideraciones jurídicas sobre el embargo en la narrativa de Palacio Valdés .............................................................77 JOSÉ MANUEL GÓMEZ-TABANERA, La aldea perdida de A. Palacio Valdés (1903), como fuente de información para un perfil antropológico de la Asturias del siglo XIX ............................................ 89 7 Aproximaciones a Palacio Valdés FRANCISCO PALACIOS, Industrialización, grupos sociales y espacios festivos en dos novelas de Palacio Valdés ............................. 109 ALBERTO J. RODRÍGUEZ-FELGUEROSO, El contexto humano y social de los protagonistas de La aldea perdida en los albores del siglo XX ..................................119 PEDRO FANDOS RODRÍGUEZ, La minería durante medio siglo de don Armando .................................137 FRANCISCO TRINIDAD, Dos cartas inéditas de Palacio Valdés sobre Marta y María .................157 8 Aproximaciones a Palacio Valdés Introducción Las páginas que siguen, salvo uno de los artículos, como se señalará opor- tunamente, fueron redactadas durante el año 2003, en pleno centenario de la publicación de La aldea perdida, efeméride que se señaló a los distintos colaboradores como punto de vista y acaso como referencia para el desarrollo de sus trabajos; y así, la mayoría de ellos la tienen, cuando menos, como ho- rizonte ideológico, de modo que estas “aproximaciones a Palacio Valdés” son en buena parte, excepto en un par de casos, aproximaciones a la más universal de las narraciones lavianesas de Palacio Valdés. Así, el artículo de José Manuel Gómez–Tabanera, preñado de sugerencias a partir de una aproximación antropológica a la novela y al mundo que le dio curso, toma como eje nuestra novela, al igual que mi propio trabajo que, adoptando como motivo literario la utilización por el novelista de tres “vo- ces” narrativas para hacernos llegar su texto, ahonda en distintas cuestiones que tienen a La aldea perdida y Laviana como principal punto de vista en la indagación crítica e histórica; cuestiones tales como la identificación de la casa del capitán don Félix con la casa solariega del novelista, la búsqueda de correlato real para don César de las Matas de Arbín o la fijación de la “fecha interna” de la novela se sustancian a través del análisis e implicación de esta estrategia narrativa. Los trabajos de José Luis Campal, que nos ofrece la visión de la mujer lavianesa en las obras que el novelista ubica en escenarios de nuestro concejo, y de Vicente Rodríguez Hevia, que se centra en los ciclos agro–festivos en el mismo conjunto de obras, aunque no tienen a La aldea perdida como objeto de atención exclusivo, sí que la tienen como fuente de datos importante para sus respectivas búsquedas temáticas. Por su parte, Alberto Rodríguez–Felgueroso y Pedro Fandos –a quien hay que agradecer el punto de vista adoptado y el sentido del humor con que lo desenvuelve– toman nuestra novela como perspectiva para aproximarse, res- pectivamente, a la situación de la población de Laviana en las fechas de publi- cación de la novela y a la evolución de la minería asturiana desde el nacimien- 9 Aproximaciones a Palacio Valdés to de Palacio Valdés hasta ese año emblemático de 1903 en que aquello que, al nacimiento de nuestro de nuestro autor, era una remota posibilidad, es ya una consolidada presencia, con las minas de Coto Musel como protagonistas de la situación lavianesa en el entorno minero de un valle del Nalón en el que Langreo era núcleo sobresaliente. Precisamente de las menciones de Palacio Valdés a personajes y circunstancias de Langreo en sus obras La aldea perdi- da y Santa Rogelia se ocupa el capítulo de Francisco Palacios, que consigue un interesante panorama de las relaciones del autor con el concejo langreano y con algunos de sus dignatarios más emblemáticos, como el alcalde Dorado. Kátherin Valdés Pozueco, joven investigadora lavianesa que ha centrado su especialización en la relaciones del derecho y la literatura, aplica su exa- men a la figura del embargo en tres novelas de Palacio Valdés, El idilio de un enfermo, José y Riverita, dándonos a conocer otros pormenores de las relaciones de su autor con el mundo del Derecho, no en vano era abogado, y el conocimiento exacto que demuestra en estas tres obras. Este volumen de “aproximaciones” se completa con dos textos que se cen- tran en dos novelas diferentes, Marta y María, de cuya peripecia editorial nos hablan dos cartas inéditas de don Armando que cierran el volumen, y La fe, una de las novelas esenciales de nuestra autor, de la que se ocupa cumplida- mente Etelvino González López, en un texto riguroso y concienzudo que no puede menos que señalarse como el primero que se ocupa de esta novela des- de dentro, partiendo de los argumentos teológicos que la sustentan y abriendo el abanico de significados a bastante más de lo que la crítica al uso había hecho hasta ahora. Finalmente, estas “aproximaciones” rescatan un breve texto prácticamente desconocido de Emilio Barbón en el que, al hilo de una información puntual, señala por vez primera que sepamos la posibilidad de que el Ayuntamiento de Laviana adquiera la casa natal de Palacio Valdés como eje y referencia cultural de nuestro concejo. De modo que este tomito que hoy se presenta y que, como se decía al principio, había sido concebido en un tiempo y con un objetivo diferente que razones administrativas que no vienen al caso acabaron truncando, acaba ofreciendo una visión calidoscópica del novelista de Entralgo, cuya obra se enfrenta desde distintos puntos de vista que ofrecen datos e informaciones capaces de ahondar en el rescate de su memoria y en la revitalización crítica que se le debe. F.T. 10 Aproximaciones a Palacio Valdés Francisco Trinidad Las “voces” narrativas de La aldea perdida La aldea perdida es, sin lugar a dudas, una de las novelas más unidas al nombre de su autor, Palacio Valdés. Es una novela “escrita con pulso muy seguro”1, en la que su autor, dueño ya de un importante juego de recursos narrativos, que ha experimentado con éxito en más de una docena de novelas anteriores y algunos libros de cuentos, se muestra firme y pone sobre el tapete todas las posibilidades técnicas a su alcance para enfrentarse a un tema delicado. Entre los muchos instrumentos que emplea, habría que destacar la alternancia de “voces”2 narrativas como un poderoso medio para acentuar algunas posibilidades temáticas y para plantear cuestiones espinosas. Desde las primeras páginas de la novela, el lector aprecia que son varias las “voces” que intervienen en la narración. Existe un cambio de persona narrativa que se hace evidente ya desde el paso de la Invocación3 con que se abre la novela a su primer capítulo: “¡Sí, yo también nací y viví en Arcadia”, 1ALBORG, J.L., Historia de la literatura española. V. Realismo y naturalismo. La novela, Gredos, Madrid, 1999, p. 315. 2 Utilizo el término “voz” narrativa en el sentido que popularizara Óscar Tacca en su conocido ensayo Las voces de la novela (Gredos, Madrid, 1973), donde, entre sus muchas sugerencias de interés, apunta: “el narrador (en la mayoría de las novelas) es una ausencia, a lo sumo una voz. Como en cualquier relato anónimo (en cierto modo, toda novela lo es) la entidad narrador es una abstracción hecha a partir del texto, una entelequia absolutamente confinada en él” (p. 12). 3 Dado que las citas que se ofrecen a lo largo de este texto son sobradamente conocidas y su localización exacta en el texto valdesiano no aporta mayor precisión a lo que se dice, prescindo, salvo en muy contadas ocasiones como ésta, de indicar el número de capítulo o de página en que se encuentran. 11 Aproximaciones a Palacio Valdés se dice allí, marcando sensiblemente la primera persona, para pasar en el capítulo I a un narrador oculto, una tercera persona narrativa que difumina la presencia del autor: “Así hablaba Quino de Entralgo, mozo de recios miembros...” Páginas más adelante, el lector descubrirá otra “voz”, la de un personaje de la propia novela, un testigo que revela sus impresiones al hilo de la propia narración: “Todos, grandes y niños, volvemos los ojos hacia la Virgen del Carmen, nuestra madre y nuestra protectora...” Al paso de los capítulos, en sucesivas apariciones, esta tercera “voz” se nos revelará como la de un niño, un testigo entusiasmado de los hechos que se van relatando. Esta triple hipóstasis narrativa subraya, por una parte, la propia concepción del autor de la libertad creadora –“Cada cual debe escribir según el humor en que se halla”4– y, por otra, el perspectivismo múltiple que el autor pretende, tanto en los estados de ánimo como en la estructura general de la obra. El autor de La aldea perdida sabe que se enfrenta a un tema polémico, una cuestión que está en el candelero de todas las discusiones y sobre la que necesariamente debe tomar partido, como ya ha hecho mientras redactaba esta misma novela5.