FRANCISCO J. MÚGICA -.: Héctor Ceballos Garibay
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HÉCTOR CEBALLOS GARIBAY FRANCISCO J. MÚGICA CRÓNICA POLÍTICA DE UN REBELDE cronica.pmd 5 24/08/2007, 08:33 p.m. Primera edición: 2002 Derechos reservados conforme a la ley ISBN 968-476- © Distribuciones Fontamara, S.A. Av. Hidalgo No. 47-b, Colonia del Carmen Deleg. Coyoacán, 04100 México, D.F. Tels. 5659l7117 y 5669l7978 Fax 5658-4282 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico 6 cronica.pmd 6 24/08/2007, 08:33 p.m. A José Ceballos Maldonado, in memoriam. A Eduardo y Rosalba. A Magui. Agradezco a Mayolo López sus comentarios a este libro. 7 cronica.pmd 7 24/08/2007, 08:33 p.m. 8 cronica.pmd 8 24/08/2007, 08:33 p.m. Yo no soy un político. Dicen los que se acercan a mí, que mi símbolo es el chayote: tengo espinas por todas partes. F. J. Múgica 9 cronica.pmd 9 24/08/2007, 08:33 p.m. 10 cronica.pmd 10 24/08/2007, 08:33 p.m. PRÓLOGO En términos generales puede decirse que la historia ha sido escrita, a su manera y para su gloria, por los hombres y grupos que han salido vic- toriosos de las contiendas bélicas y políticas: los jerarcas de los Esta- dos y las oligarquías que conforman las élites del poder. Una de las múl- tiples consecuencias de esta imposición discursiva es la existencia de dos tipos de saberes: por un lado, la historia oficial y mistificada que se enseña obligatoriamente en las escuelas; y, por el otro, la diversidad de historias subterráneas y marginales que permanecen relegadas y si- lenciadas por la ideología dominante de cada época específica. A tal grado resulta cierta esta apropiación y manipulación de la “in- terpretación histórica” por parte de los discursos oficiales, que por ejem- plo todo el complejo entramado social del siglo XIX aparece reducido a la confrontación política entre los liberales y los conservadores (a quie- nes se estigmatiza como vendepatrias). Una simplificación aún más grave ocurre en el caso de la versión histórica institucional de la Revolución Mexicana, la cual convierte en héroes de la patria con similar jerarquía histórica y moral a Madero, Carranza, Villa, Obregón, Zapata, Calles, Cárdenas, etc., olvidándose que estos líderes revolucionarios tuvieron enormes diferencias ideológicas y políticas entre sí, que unos salie- ron triunfadores y otros derrotados del conflicto armado, y que en el transcurso de ese convulso proceso histórico abundaron las pugnas de poder, los odios mutuos, y las traiciones y los asesinatos entre ellos. Así las cosas, con el propósito de huir de estos maniqueísmos carac- terísticos de la “historia patria” y teniendo como objetivo indagar más acerca de esa “otra historia” tan menospreciada por la historiografía ca- nónica, considero que es justo y necesario rescatar del olvido histórico a Francisco J. Múgica, un individuo cuyas cualidades personales y mé- 11 cronica.pmd 11 24/08/2007, 08:33 p.m. ritos como revolucionario y funcionario público lo convierten, por un lado, en un caso sui generis de la política mexicana, y, por el otro, en un referente que puede servirnos para dilucidar el tipo de virtudes que deben poseer aquellos hombres y mujeres que se dedican a la praxis po- lítica, concebida ésta no como el ejercicio egocéntrico del poder por el poder sino como una actividad profesionalizada y eficiente cuya priori- dad es contribuir al bienestar de la comunidad. En efecto, más que situar a Francisco J. Múgica (1884-1954) en el panteón dorado de los héroes patrios, lo que interesa es proporcionar una respuesta al interrogante de porqué un hombre que fue uno de los au- tores de la Constitución de 1917, gobernador de Tabasco, Michoacán y Baja California Sur, secretario de Estado durante el sexenio cardenista, y artífice junto con Lázaro Cárdenas de la expropiación petrolera, pasó los últimos años de su vida alejado de la clase política en el poder y con- vertido en un infatigable opositor al modelo económico y al régimen po- lítico que finalmente se impusieron en el país a partir del viraje derechista de los años 40. De cara a los cruentos vaivenes y las recurrentes traiciones que son parte consustancial de la historia de la Revolución y la posrevolución, resulta pertinente rescatar el perfil ético-político de un hombre que per- maneció fiel a sí mismo, que siempre fue vertical y consecuente con su ideario político, y que se distinguió por su probidad como administra- dor de los bienes públicos y por ser un funcionario incorruptible. Si bien es cierto que a partir de sus ideas igualitarias puede ubicarse a Múgica como uno de los representantes del ala radical del movimien- to insurgente (una filiación ideológica que compartió, cada uno a su manera y en su contexto, con Salvador Alvarado, Adalberto Tejeda, Felipe Carrillo Puerto y Lázaro Cárdenas), igualmente debe precisarse que de todos los izquierdistas revolucionarios fue él, sin duda, el más apegado a los ideales democráticos y liberales inscritos en la Carta Magna, un documento del cual se sentía orgulloso. Al emprender esta crónica política de Múgica no sólo quise enfati- zar su vertiente democrática –comúnmente soslayada por los historiado- res–, sino que también me interesó desmentir todos aquellos mitos y pre- juicios que insisten en caracterizarlo como una personalidad carcomida por la intolerancia anticatólica y el fanatismo político. Tal como se re- lata a lo largo de este texto, Múgica no fue una persona antirreligiosa, sino más bien un ferviente partidario de la libertad de cultos y del Esta- do y la educación laicas. Ciertamente poseía un carácter poco flexible en el arte de la negociación política y obstinado a la hora de seguir sus convicciones, pero asimismo es verdad que su respeto irrestricto al Es- 12 cronica.pmd 12 24/08/2007, 08:33 p.m. tado de derecho y su aprendizaje a partir de incursionar en los proble- mas concretos de la vida lo vacunaron contra los virus del fanatismo y el dogmatismo. Desde una perspectiva weberiana, el estilo político de Múgica se en- cuentra más cerca de una praxis moralista basada en la ética de convic- ción (regida por principios) que de la ética de responsabilidad (susten- tada en los resultados), y es por ello que contrasta en forma tan radical con las prácticas públicas de la mayoría de los políticos que han gober- nado este país, quienes generalmente han tenido como única preocupa- ción la de conseguir éxitos personales o cupulares a fin de agrandar su riqueza o su gloria particulares. Incluso si se le compara con Lázaro Cárdenas, gran maestro en el arte de la política maquiavélica (entendi- da ésta como la habilidad para conseguir y conservar el poder) y hom- bre honrado como pocos, son notables las diferencias que existieron entre los dos generales michoacanos en cuanto a la manera de concebir la relación compleja entre los fines y los medios. Francisco José, dada su férrea personalidad y su apego escrupuloso a las normas éticas, chocó frontalmente con las mañas y artimañas de los políticos tradicionales. Así entonces, prefería pecar de utopismo cuando iba en pos de sus ideales, que incurrir en un pragmatismo (realpolitik) que pudiera llevarlo tarde o temprano hacia el extremo de la política cínica, esa que recurre a cual- quier medio sin plantearse reparo moral alguno y cuyo único fin no es otro que satisfacer intereses egoístas y megalómanos. Tal como lo demuestra la propia biografía de Múgica, quien murió al margen de los fastos del poder y con la certeza dolorosa de que la Re- volución Mexicana había sido traicionada, ocurre frecuentemente en este país que todo aquel individuo (tales como Felipe Ángeles, Adolfo de la Huerta, Salvador Alvarado) que privilegia los principios y las convic- ciones sobre las componendas políticas y las prácticas oportunistas tie- ne a la postre que pagar un precio muy alto y hasta funesto. En este sen- tido, quise aprovechar el ilustrativo ejemplo de su vida para abrir la discusión en torno al desafío inmenso que enfrentan las nuevas genera- ciones de políticos al momento de buscar el justo medio ideal: aquel que evite los extremos del sectarismo y el cinismo, es decir, un camino que desemboque en una praxis racional-democrática capaz de sustentarse en criterios tan primordiales como: la preocupación por el bien común, la referencia permanente a valores y derechos universales, el análisis ob- jetivo de la realidad concreta y cambiante, y el aprendizaje de la tole- rancia entendida como el respeto y la convivencia pacífica con los que piensan y actúan en forma distinta a nosotros. 13 cronica.pmd 13 24/08/2007, 08:33 p.m. A efecto de ponderar mejor la contribución histórica del general Múgica y a fin de poder derivar de su peculiar perfil ético-político cier- tas lecciones que puedan conducirnos a la creación de nuevos paradigmas de acción política, fue necesario realizar una reconstrucción amplia del contexto histórico específico que enmarcó su vida. Es precisamente a la luz de este marco histórico general, que abarca el ocaso del porfiriato, la Revolución y la posrevolución, donde adquiere toda su enorme riqueza el personaje michoacano, quien no sólo merece ser mejor conocido y comprendido como hombre público y revolucionario, sino que, debido a su peculiar talante moral y político, me sirvió como un excelente con- trapunto para ofrecer en este libro una historia particularmente crítica de la génesis y consolidación del sistema político mexicano. Y si alguna virtud puede encontrarse en esta crónica política de Múgica, ella no reside en la aportación de nuevos y reveladores conoci- mientos acerca de su vida y obra, sino en la interpretación crítica que se hace tanto del personaje como del ámbito histórico al que perteneció.