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1 EL CREPÚSCULO DE DIOS 2 Luis Haranburu Altuna EL CREPÚSCULO DE DIOS Historia cultural del Cristianismo en Vasconia 2016 3 EL CREPÚSCULO DE DIOS Propietario de los Derechos: Atxular Atea S.L. Acuerdo de Licencia: Este libro está publicado bajo la siguiente licencia Creative Commons: Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported (CC BY-SA 3.0) (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/deed.es) ISBN: 978-84-945037-2-6 Colaboran: 4 A mi nieto, Xabier Haranburu Bechert 5 EL CREPÚSCULO DE DIOS 6 Agradecimientos Este libro no se hubiera escrito sin el ánimo y el tesón de Carlos Olazabal Estecha a quien debo, además, sus aportaciones en lo concer- niente a la historia de la Iglesia de la Guerra Civil y la posguerra. He de agradecer, también, las sugerencias y aportaciones de Joseba Arregi, Mikel Azurmendi y Álvaro Chapa que leyeron el manuscrito original y señalaron sus defectos y omisiones. Así mismo, agradezco a la escritora e historiadora Maite Gabarain sus noticias acerca del integrismo vasco en Gipuzkoa. Finalmente, me siento en deuda con el personal de la bi- blioteca del KM de San Sebastián y la biblioteca del Seminario donos- tiarra que siempre me atendieron con diligencia. 7 EL CREPÚSCULO DE DIOS 8 ÍNDICE ÍNDICE PRÓLOGO DE JOSEBA ARREGI 13 INTRODUCCIÓN 19 PROTOHISTORIA DEL CRISTIANISMO VASCO 25 LA IGLESIA VASCA MEDIEVAL 47 LA IGLESIA DE LOS PARIENTES MAYORES 81 EL CRISTIANISMO DE LA GENTE 103 TRENTO O LA IGLESIA DE IGNACIO DE LOYOLA 125 LA REFORMA PROTESTANTE EN EL PAÍS VASCO 143 PROBLEMAS EN LA IGLESIA DEL PAÍS DE LOS VASCOS (1599-1618) 157 LA IGLESIS VASCA Y EL MAYORAZGO DE DIOS (S. XVIII) 199 EL PAÍS VASCO TIERRA DE MISIÓN 223 REVOLUCIÓN E IGLESIA VASCA (1789-1823) 237 LA IGLESIA VASCA ANTE LA CONSTITUCIÓN LIBERAL (1812-1823) 265 Y DIOS SE HIZO CARLISTA (1833 – 1876) 283 CONCORDATO, CONCILIO Y PECADO (1851-1870) 309 9 EL CREPÚSCULO DE DIOS INTEGRISMO E IGLESIA VASCA 333 EL PRIMER NACIONALISMO Y LA IGLESIA VASCA 355 EL CISMA DE LA IGLESIA VASCA EN LA GUERRA CIVIL 397 LA IGLESIA VASCA DE LOS VENCEDORES 435 LA IGLESIA VASCA DE LOS VENCIDOS 461 LA IGLESIA ABERTZALE 495 LA IGLESIA VASCA FRENTE A ETA 523 OTRA IGLESIA FUE POSIBLE 549 EPÍLOGO 581 BIBLIOGRAFÍA 587 10 ÍNDICE 11 EL CREPÚSCULO DE DIOS 12 PRÓLOGO PRÓLOGO IGLESIA, RELIGIÓN E HISTORIA EN EUSKADI A veces pienso que la relación del conocimiento científico de la historia vasca está en relación inversamente proporcional con la idea de la historia, muy mitificada, que tiene la mayoría de los ciudadanos vascos. Los histo- riadores académicos vascos han realizado un gran esfuerzo para investigar y estudiar la historia vasca, al igual que divulgadores, opinantes y políti- cos, sobre todo nacionalistas, consiguen que demasiados ciudadanos sigan aferrados a una historia llena de mitos y semiverdades, que son las peores mentiras. Como todas las sociedades europeas, también la vasca es heredera de una historia incomprensible sin las referencias religiosas y eclesiásticas. Aunque algunos hayan puesto en duda la existencia de una romanización en la extensión actual del pueblo vasco, esa romanización es innegable y a rebufo de ella también la presencia de la religión cristiana. Otra cosa es que el espacio actualmente cubierto por el pueblo vasco sea el mismo que en otros tiempos estuviera cubierto por una población euskaldun. Sea como fuere, la presencia de la fe cristiana es innegable a lo largo de la historia vasca de los dos últimos milenios, hasta el punto que la historia- dora Koro Rubio Pobes puede afirmar que la primera configuración de la 13 EL CREPÚSCULO DE DIOS identidad colectiva vasca en el siglo XIX se asentaba sobre tres ejes, la dife- rencia foral, la españolidad indiscutible de los territorios vascos y la inne- gable catolicidad, a salvo de cualquier heterodoxia, de la fe de los vascos. El “euskaldun fededun”, hoy en día desaparecido de la memoria de las nuevas generaciones de vascos, es algo no tan lejano en nuestra historia. El contenido de la frase citada, “euskaldun fededun”, la equiparación completa del ser vasco y ser creyente, la inclusión mutua de ambas defi- niciones, no es, sin embargo, un dato histórico proveniente de la noche de los tiempos, sino producto de la evolución histórica, en especial resultado de la historia de la Iglesia en el espacio vasco, de las distintas divisiones y uniones administrativas que ha ido teniendo a lo largo del tiempo –Bayo- na, Pamplona, Calahorra, Vitoria, San Sebastián, Vitoria y Bilbao-, fruto de los problemas comunes a muchos otros espacios europeos a lo largo de muchos siglos, en especial en lo que afecta a la formación teológica y moral de los clérigos seculares, los sacerdotes de parroquia, por lo que los cléri- gos regulares, los sacerdotes de órdenes religiosas, cumplían con una fun- ción importante en relación a los fieles, consecuencia de los esfuerzos de la contrarreforma del Concilio de Trento y de su implantación, aunque lenta, también en territorio vascongado, hasta llegar a los siglos XVIII y XIX en los que la fe cristiana administrada por la Iglesia de la mano de los clérigos regulares y cada vez en mayor medida por los clérigos seculares adquiere la categoría de definidora principal de la mentalidad vasca. Cierto es que en los momentos de la reforma protestante y de la mano de la apuesta de los reyes de Navarra que sobrevivían en la parte continental del País Vasco, en Francia, la posibilidad de un cristianismo protestante, hu- gonote o calvinista, estuvo abierta, hasta el punto que la primera traducción de textos del Antiguo Testamento al euskera son traducciones hugonotes llevadas a cabo por Joanes de Leizarraga a petición de Juana de Albret, rei- na de Navarra, hugonote ella, al igual que su hijo Enrique III de Navarra, hijo también del Marqués de Borbón, y que se convertirá en Enrique IV de Francia, aunque termine renunciando a su fe calvinista y convirtiendo al catolicismo. La crisis de la modernidad en el País Vasco producirá un reforzamiento fuerte de la visión teocrática de la sociedad y del poder político por parte de la Iglesia católica en el País Vasco, en contra del liberalismo que defendía 14 PRÓLOGO los valores de la Ilustración. El “euskaldun fededun” en su versión original significaba la apuesta por la tradición, los fueros, Dios y el pretendiente car- lista al trono de Madrid, contra la heredera que defendía a los liberales. Pero el viraje de la Iglesia católica que pasa de defender que la legitimidad del poder solo puede provenir de Dios a defender que la Iglesia es una sociedad perfecta al igual que las sociedades seculares, que son perfectas por estar asentadas en el código civil que elaboran todas ellas y en el principio de soberanía, para lo que se dota ella misma también de su código –el Código de Derecho Canónico (CIC) de 1918– y de su principio de soberanía en la forma de la infalibilidad del Papa, abre la posibilidad de nuevas alianzas en- tre la fe católica e ideologías políticas. Los estados nacionales pueden cons- tituirse legítimamente desde su propia autonomía, algo que implícitamente acepta el Concilio Vaticano I, pero ello no impide que la Iglesia entienda que esa autonomía puede y debe tener su lugar en la estructura ontológica en la que Dios y la fe son la referencia suprema. La Iglesia que defendía en el Antiguo Régimen que solo Dios basta que- riendo decir que todo poder se justifica solo en Dios, lo que se pone de manifiesto en el apoyo de la Iglesia en el País Vasco al carlismo, pasa tras el Vaticano I a acomodarse a la existencia autónoma de los estados nacionales. La acomodación principal radica en no discutir la legitimidad del poder de los estados nacionales que se basan en el Código civil y en el principio de soberanía, sino en reclamar para ella misma la condición de sociedad igualmente perfecta junto a las civiles al darse su propio código, en este caso el Código de Derecho Canónico (CIC, Codex Iuris Canonici) de 1918, y al definir la infalibilidad del papa como su propio principio de soberanía. Este acomodamiento tendrá como consecuencia que la relación de la fe y la Iglesia se acomoda a las nuevas realidades superando los límites impuestos por el “solo Dios basta” que se encuentra en el carlismo, y haciendo posible nuevas configuraciones de vinculación religioso-ideológica, en especial la legitimación desde la fe católica de los nacionalismos. La fe católica no queda ya vinculada exclusivamente a que no puede haber ninguna legitimidad fuera de Dios – ¡solo Dios basta! – y puede aventurarse a aceptar la legitimidad de la voluntad de estatalidad nacional de un pueblo siempre que figure Dios como la meta final –“gurutza deuna beti geure goiburu”, “la santa cruz siempre nuestra meta”, de Sabino Arana, o su “yo para Euzkadi y Euzkadi para Dios”-. Es decir, la comprensión de la Iglesia 15 EL CREPÚSCULO DE DIOS a partir del Vaticano I de sí misma como sociedad perfecta asumiendo así la legitimidad de los estados nacionales, hace posible el paso del carlismo al nacionalismo para la Iglesia vasca, aunque durante largo tiempo ambas apuestas convivan en profundo litigio la una junto a la otra. Este cambio, sin embargo, no supuso de ninguna manera la disolución definitiva del vínculo entre fe religiosa e ideología política. Es cierto que el propio Sabino Arana, con ocasión de uno de sus varios encarcelamien- tos, planteó, consciente o inconscientemente, lo que podía haber sido una profunda desvinculación de religión y posicionamiento político. En su escrito “Grave y transcendental” procede a la división constitutiva de la cultura moderna en cuestiones de religión y política.