Confieso quehevivido Concurso Literario Autobiográfico Región delMaule-SegundaEdición Compilado Años2019-2020 SENAMAGOB senama.gob

CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO Región del Maule 2019-2020 Confieso quehevivido Concurso Literario Autobiográfico Región delMaule-SegundaEdición Compilado Años2019-2020 EL AUTO DE MI TÍO (Pág. 11) EL PRIMER AMOR (Pág. 161) PRIMERA MENCIÓN HONROSA 2020 Internacional: España 1RA MENCIÓN HONROSA 2019 ROBERTO AVENDAÑO ROJAS Ramón Llanes Domínguez (71) MARÍA CRISTINA CARO MOYA (66 AÑOS) Semblanza de los días azules Concurso Literario Autobiográfico Confieso que he vivido Región del Maule - Segunda Edición Compilado Años 2019-2020 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

El Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), presenta:

Concurso Literario Autobiográfico Confieso que he vivido, Región del Maule - Segunda Edición Compilado Años 2019-2020.

Publicado con financiamiento del programa Envejecimiento Activo de SENAMA.

Junio 2021

Edición: Unidad de Comunicaciones Unidad de Fomento a la Participación SENAMA

Diseño e impresión: Feyser Ltda.

Ilustración portada: La Casa de Reposo (Pág. 7) Ganador año 2020 Juan Ángel Ramos Orellana (61 Años)

Ilustración Contraportada: Reír Llorando (Pág. 155) Ganador año 2019 Sergio Arturo Ramírez R. (65 Años)

2 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

PRESENTACIÓN Carolina Montero Viveros Coordinadora Regional 5

2020 La casa de reposo - San Clemente 7 El auto de mi tío - Curicó 11 El animita milagrosa de Colbún - Talca 16 Entre citronetas y marajos - Curicó 21 El niño campesino - Curicó 25 Los frutos maduros se ven al final de la cosecha - Talca 31 Marcha inconclusa - Talca 34 El tejido de mi vida - Linares 37 Nov. 13 de 1982 - Talca 44 Colibrí (Patio de mi casa) - Talca 48 Hijo de las estrellas - Linares 49 Diario de vida - Yungay 44 Amé - Talca 59 La vida con los hijos - Talca 66 Cicatriz de niñez - Talca 73 Amor y muerte - Linares 75 Relatos de la segunda parte de mi vida, mi historia - Sagrada Familia 79 Mi historia, mi vida… - Talca 86 A dónde te marchas feliche - Parral 89 ¡Jesús, María y José, los porotos a 4 y las arvejas a 3! - San Javier 92 El puente del curita - San Clemente 97 Sembrando amor - Talca 100 Una experiencia algo extraña… - Talca 105 Autobiografía - San Clemente 110 Todo se repite - San Clemente 123 Esposa del Alzheimer - Talca 126 Volar en pandemia - Curicó 132 Las vueltas de la vida - Yerbas Buenas 135 Añoranzas de niñez - Yerbas Buenas 138 Mi historia - Yerbas Buenas 142

Servicio Nacional del Adulto Mayor 3 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Entre el liceo y los negocios - Talca 146 La piedra - San Rafael. 152 2019 Reír llorando - Talca 155 El primer amor - Talca 161 El tren de la vida - Cauquenes 171 Guaracha la comuna de Río Claro - Río Claro 173 El manjar de los Dioses - Maule 175 El don de la sanidad - San Clemente 179 Lavando ropa en el río - Chanco 182 Confieso que he vivido - Cauquenes 183 Confieso que he vivido - Cauquenes 186 El recorrido de una vida - Talca 188 El espejo de mi vida - Talca 191 Vida - Curicó 194 Mi inseparable amigo bastón - Linares 196 Misión cumplida - Talca 197 Poesía al adulto mayor - Retiro 199 Renacer de esperanza - Talca 200 Esta es una pequeña fracción de mi vida - Retiro 209 Un par de días y la carreta - Linares 211 Cartas de una mujer trabajadora - Talca 213 La inundación - Talca 218 La huella de un beso - Talca 221 El mejor trago de mi vida - Talca 224 Mi ángel de la guarda tenía el pelo blanco - Parral 230 Corina - Talca 236 El reencuentro (Después de 50 años) - Talca 237 La vida - Talca 241 Mi historia...Tu historia - Talca 244 Un día en el hospital - Talca 248

4 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

PRESENTACIÓN

Uno de los objetivos principales de nuestro Gobierno y su Presidente Sebastián Piñera junto a la primera dama, Cecilia Morel, ha sido construir un Chile más amable para las personas mayores. Por eso, en la región del Maule y sus 30 comunas hemos trabajado fuertemente para que los mayores tengan ciudades más amigables y se sientan más respetados, valorados e integrados y en especial en esta emergencia sanitaria. En ese sentido, este concurso autográfico “Confieso que he Vivido” nos da la posibilidad de conocer las experiencias a lo largo de los años de nuestros adultos mayores maulinos, disfrutar sus anécdotas, pero también empaparse de su conocimiento y sabiduría. Lo anterior nos incentivó a realizar un esfuerzo donde, además de la edición nacional, pudiésemos plasmar los relatos de todos los adultos mayores maulinos que participaron de la edición 2018. Todo ello con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, de la Universidad Santo Tomás y también del mundo privado a través de Productos Fernández (PF), un hito que sin duda nos llena de orgullo. Además, dicha motivación también ha tenido su recompensa, ya que en la versión 2018 tuvimos al ganador del concurso a nivel nacional, donde el talquino Sergio Ramírez resultó vencedor entre más de 900 relatos que participaron en todo el país.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 5 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Esta vez, reuniremos todos los cuentos de la edición 2019 y 2020, donde nuevamente podremos deleitarnos con los relatos de más de sesenta personas mayores de nuestra región, donde conoceremos no solamente sus anécdotas, también su experiencia y sabiduría que han puesto a disposición de nuestro país, que hoy es lo que es, en gran parte gracias al trabajo de todos ellos. Por eso aprovecho la instancia para agradecer el que compartan sus historias con las futuras generaciones, ya que tenemos mucho que aprender, especialmente en esta época de pandemia. Esta nueva edición regional es el fruto de personas que a través de la literatura siguen contribuyendo por el desarrollo de Chile y el Maule, donde sus historias de vida constituyen un valor fundamental para poder entender la etapa de la vejez como una oportunidad para vivir la vida desde una perspectiva positiva, especialmente ahora en el marco de la emergencia sanitaria, que han sido meses complejos para gran parte de ellos. Agradecemos a todos los participantes y felicitamos a cada uno por compartir sus emociones y sentimientos a quienes disfrutaremos leyendo estas hermosas páginas.

Carolina Montero Viveros Coordinadora Regional Servicio Nacional del Adulto Mayor Región del Maule

6 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

SAN CLEMENTE La casa de reposo

GANADOR JUAN ÁNGEL RAMOS ORELLANA (61 AÑOS)

Don Manuel Gatica Rojas ya pisa los noventa años. Macizo y de mediana estatura, tez morena y cabellos cenicientos, se detiene al costado del camino, deja la bolsa con su indumentaria harapienta en el suelo, entre sus piernas. Sus ojos se le humedecen mirando el horizonte de los campos con sus verdes trigales primaverales del fundo San José, al oriente de Talca. Sentado en un risco, se bebe la última botella de cinzano, se levanta y camina lentamente en dirección a su rancho, pasa con precaución el estero de las Canoas del pilucho. Sabe muy bien que sus piernas le pesan y su tranquear es lento a su edad, por el desgaste de su corpulencia en su afanar laboral de su vida. Marino mercante por cincuenta años, obrero de las faenas camineras en la variante de Longotoma y, por último, uno de los mejores cortadores de arroz y trigo de la región de Talca, donde la echona, desde la mañana hasta el anochecer, canta en el corte del apetitoso producto. En las mensualidades, don Gati, como le llaman los campesinos, está en primera fila para recibir la pensión el día de pago. Con los billetes en la mano, don Gatica se preocupa que su primera compra sean varias botellas de cinzano, tallarines, algo de arroz y un engaño para su perro regalón, quien lo acompaña por varios años. Siempre descuida su estómago, para qué decir el ropaje. Nadie se acerca a él por el hedor que expelen sus harapos. En la plaza de San Clemente, degusta el licor dulce dando rienda suelta a él; saca su destartalada billetera, la que a distancia se ve inflamada de tantos billetes producto de sus sacrificadas imposiciones previsionales que de niño depositó para la vejez. Ningún agricultor le compite. Pero él no tiene amigos.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 7 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

En cada pago, la cajera pagadora del banco le aconseja guardar bien su dinero por los malandrines que rondan el lugar. Con la ayuda de algún conocido aborda la góndola de la tarde y que lo lleva muy mareado de regreso a su rancho. En el campo lo espera con gran alegría “Pirulo”, su perro regalón y leal. El quiltro sabe muy bien que en la linguera llena de cinzano, viene algo para engañar sus tripas, que ya pierden la batalla contra el hambre. Allí, nunca le falta un sabroso plato de sopa caliente cocinado por la señora Chelita, mujer de noble corazón, especialmente en los días fríos de invierno. Doña Graciela observa a don Gati mientras almuerza; pero en su interior le preocupa la situación de él. Ella, por su avanzada edad, ya tiene resuelto irse a vivir a Santiago y se pregunta qué sería de la vida de don Manuel en su ausencia, quien bordea los noventa años. Podría perecer por desnutrición, enfermedad y por su adicción a su licor de oro “El Cinzano”. —Don Manuel, le propongo averiguar para que usted ingrese a la casa de reposo del pueblo —dice doña Graciela—. Ahí estará mejor con sus pares de adulto mayor –agrega. —Sería bueno Chelita —contesta algo confuso don Gati—. He pasado varias veces, no me han aceptado ingresar, me miran de pie a cabeza y siempre me cierran la puerta en la cara —agrega. Está triste, da una leve sonrisa donde aflora el diente huérfano de su boca. –Mañana iré al pueblo, hablaré con el encargado de esa casa – dice ella–. Ahí lo atenderán bien, estará limpio y abrigado, tendrá atención médica y alimentación —termina por decir la anciana Chelita. Don Manuel Gatica fue marino mercante por medio siglo, se jactaba de haber recorrido todo el mundo. En todos los puertos de dejó amistades y algunos amores, lugares donde sus vísceras siempre eran lavadas con el mejor licor del planeta.

8 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Soltero de tomo y lomo, decía. Pero se encontraba solo y abandonado en la tierra que lo vio nacer. Nunca se preocupó por dejar descendencia. Su familia eran sus perros regalones. La anciana Graciela, de caminar lento como el marino y ayudada por el lazarillo de su bastón, llega muy temprano a la casa de reposo, expone los argumentos de la vida de don Gatica, extendiendo una boleta de pago de la pensión del anciano. El director del hogar queda perplejo al ver la cantidad de ceros que contenía aquel documento en el alcance líquido. Con esa cantidad de plata el hogar funcionaría desahogadamente, alcanzando el dinero para la alimentación de todos los hospedados. Cuando regresó la anciana a su casa de campo, había llegado la ambulancia con personal del hogar a buscar al hombre de mar. No había bienes, sólo una rumba de ropa deteriorada y de mal olor, que fue incinerada sobre una rumba de botellas de cinzano vacías. Varias gotas salieron de sus ojos y cruzaron la pampa arrugada de su rostro. Dio las gracias y tomando a su perro abordó el vehículo en dirección a su nuevo hogar. Allí conoció nuevas amistades y un gran amor, sentimiento que fue a primera vista. En la casa de reposo don Gatica fascinaba a sus pares con anécdotas vividas alrededor del mundo. Fue ahí donde el hombre de mar se introdujo en lo más profundo del corazón de Jovita, una anciana de su misma edad. En ambos ese sentimiento creció día tras día… Habían pasado tres años y el hombre navegante sufrió el dolor más grande de su vida al ver partir y abandonar este mundo a su compañera de hogar. Don Gatica se había enamorado de ella. Los tres años de vivencia habían sido sólo minutos. Tengo que tener más fuerzas que antes, decía en el campo santo. Lloraba a su amada, mientras ella desaparecía hacia el fondo de la tierra. Muchas lágrimas derramó en la tumba…

Servicio Nacional del Adulto Mayor 9 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

—Fui el hombre más fuerte, le he ganado a todas las enfermedades del mundo — decía, ya calmado y sentado en un rincón de su casa de reposo. Sólo tres años disfrutó la compañía con su Jovita. Con ella platicaba tomando el sol primaveral y a ella le entregó su amor y el caudal de vivencias acumulado alrededor del mundo en sus viajes de mercante. Al año siguiente de la partida de su amor, don Manuel Gatica, el hombre que le había ganado a todas las enfermedades de la tierra, aún mantenía sus defensas corporales: sus viajes habían triturado todos los virus mortíferos del planeta. Pero el día menos esperado, un virus tiránico invadió todo el mundo. Y en la casa de reposo fue directo hacia él; y en la batalla este pequeño germen le produjo una fiebre sin control y sus pulmones se fueron apagando por falta de oxígeno. Tardó poco el Tata Gatica en llegar a dar sus pasos por el camino celestial y encontrarse con la Jovita, su gran amor. “Pirulo” le había tomado la delantera…

10 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

CURICÓ El auto de mi tío

PRIMERA MENCIÓN HONROSA ROBERTO AVENDAÑO ROJAS (83 AÑOS)

Corría el mes de enero de mediados de los años cincuenta, cuando mi primo Igor me invitó a pasar algunos días a casa de sus padres, en Viña del Mar. Éramos de la misma edad, alrededor de dieciocho años entonces. Hubo un tiempo en que nuestras familias fueron muy unidas, pero los avatares del destino hicieron que siguieran por distintos caminos y se distanciaran un poco. Pero mi relación de amistad con Igor continuó, nos escribíamos esporádicamente y ese año fui sorprendido por su invitación, la que acepté encantado. La casa de mi tío se ubicaba en una esquina de la calle que bajaba directamente hacia la estación Recreo, que posteriormente —por el aumento del tránsito vehicular y los accidentes que causaba la última cuadra por la fuerte pendiente— fue cerrada, dejando habilitadas sólo las cuadras superiores, donde la inclinación del cerro era menor. La vivienda tenía su acceso por calle Recreo, y al garaje, que era una pequeña construcción separada por algunos metros, se ingresaba por la calle perpendicular. A nuestra edad, y especialmente en época de vacaciones, prevalecían los deseos de pasarlo bien, días de playa, conquistar, flirtear o también enamorarnos de alguna de las bellezas que en verano siempre abundan en ese balneario. Mi tío tenía un hermoso automóvil Buick, modelo de no más de unos cinco años, azul, brillante, cuatro puertas, ocho cilindros en línea y bastante amplio. Pienso que su rendimiento no era superior a los cuatro kilómetros por litro, por lo cual sería imposible mantenerlo

Servicio Nacional del Adulto Mayor 11 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

en estos tiempos. Lo cuidaba como si fuera una joya y sólo permitía que lo manejara Igor si iba con él de copiloto. El fin de semana, Igor les avisó a sus padres que saldríamos a una fiesta en Viña con nuestro amigo Tony, quien tenía la particularidad de parecerse extraordinariamente a James Dean, el actor hollywoodense de moda, por lo cual tenía un arrastre inusitado con las muchachas. Los tíos se acostaban temprano y nos recomendaron no regresar excesivamente tarde. Poco antes de marcharnos, Igor me advirtió: —Vamos a sacarle para callado el auto a mi viejo. Tony nos estará esperando en la puerta del garaje, como a las once. Tú sabes que con auto a la vista… no hay dama que se resista —dijo con una carcajada. A la hora señalada salimos sigilosamente, algo posible porque la casa era enorme. Igor abrió el garaje y nosotros dos empujamos el vehículo para no poner el motor en marcha y nos sorprendiera el tío. Lo hicimos hasta donde empezaba la pendiente y desde ahí, por inercia, el auto pudo continuar sin nuestra ayuda. Una cuadra más abajo, Igor lo puso en marcha y nos fuimos a buscar a unas amigas. Luego a bailar a una boite, que era el nombre que entonces se le daba a las discos de hoy. Tipo dos de la mañana pasamos a dejar a las muchachas a sus casas, luego los tres nos fuimos a ver cómo estaba el ambiente en el popular American Bar, donde sólo bebimos un trago ligero puesto que el show estaba menos que regular. Pero cuando volvimos al auto, Tony exclamó: —¡Chutas, Igor… nos chocaron el auto! Igor se puso pálido y vimos, en el guardafangos trasero derecho, un abollón, no excesivamente grande, pero de todos modos muy notorio.

12 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

—¡Aquí sí que la embarramos!, a mi viejo le va a dar un infarto cuando lo vea, con lo que quiere a este auto… ¡A menos qué…! —Yo estaba pensando lo mismo —dijo Tony, cuyo padre tenía un gran taller de automóviles en Viña—. Claro que vamos a tener que despertar a mi viejo, pero tú sabes lo paleteado que es, así que seguro nos ayuda. Efectivamente, el papá de Tony llamó por teléfono a uno de sus desabolladores. Lo fuimos a buscar a su casa, de ahí al taller y el maestro Pepe se puso a trabajar. De vez en cuando nos miraba y se reía, con un jejejé bastante irónico. Increíble, en poco más de una hora la abolladura había desaparecido y el color que fabricó era idéntico al original. Luego de otra media hora de espera y otros treinta minutos en que el maestro pulió la pintura, el auto quedó como nuevo. Le dimos efusivamente las gracias. Pero entonces el papá de Tony nos llamó a un lado y dijo: —¡A ver, a ver, a ver! No se van a ir así tan tranquilos. ¡Miren los perlas! En la vida, el que hace una embarrada, la paga. Tú, Tony, vas a aportar con la mitad de la mesada de dos meses para pagarle al maestro, y ustedes dos tendrán que aportar con la misma suma por los materiales y la trasnochada. ¿Estamos de acuerdo? Ninguno hicimos ni amago de oponernos. Nos comprometimos a cumplir. Volvimos a casa, guardamos el auto y nos fuimos a dormir. El domingo, los tíos no se movieron de casa, nosotros nos juntamos con las niñas de la noche anterior en la entonces exclusiva playa de Recreo. El lunes, cuando mi tío volvió a casa por la noche, mi tía le encontró cara de preocupación y así se lo hizo saber mientras cenábamos. —Me preocupa algo que ocurrió con el Buick —dijo mi tío.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 13 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Igor se puso pálido, nos miramos… nerviosos, sin decir nada. —¿Qué te preocupa, Chamelito? —dijo mi tía. —La verdad es que no sé si me estoy volviendo loco o qué demonios pasa conmigo. Resulta que el otro día tuve un ligero accidente y le di un abollón en el guardafango trasero derecho. —Yo miré a Igor, quien abrió los ojos como si se les fueran a salir de las órbitas—. Hoy en la mañana —continuó mi tío— lo llevé al taller del padre de Tony para desabollarlo… y resulta que no hay tal abollón; miramos al lado izquierdo para el caso que me hubiera confundido de lado… y nada. Pero yo estoy seguro que estaba abollado, pues, mi vida, ¿cómo me iba a equivocar tanto? —Yo creo que te hace falta un buen descanso, mi amor —contestó ella tratando de quitarle importancia al hecho, mientras nosotros, sentíamos que lentamente nos hundíamos en la silla. El tío siguió contando: —No estaba el padre de Tony, pero de la oficina me pusieron en manos de un maestro que me saludó. Le expliqué que el viernes lo había chocado. ¿El Buick?, me dijo como extrañado, ¿y el viernes?, agregó. Sí, le respondí, y le indiqué dónde estaba el abollón. El maestro miró el auto como con aire divertido, con un tono que me molestó. ¡El auto estaba impecable! Y él, por su cara, parecía que iba a soltar una carcajada. Lo peor de lo peor, era esa sonrisa burlona. Me miraba, luego volvía la vista hacia el auto… le pasaba la mano al tapabarro, como si lo acariciara, con un jejejé sarcástico en los labios —finalizó el relato mi tío, muy molesto. El maestro Pepe, pensé de inmediato. Con mi primo, esa noche nos comprometimos bajo juramento nunca decir nada sobre el asunto. ¡Nada y a nadie!

14 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

¡Pobre tío! ¡Cuándo iba a pensar que luego de ese fin de semana tendría que asistir a algunas sesiones con el psicoanalista para tratar de sacarse ese algo que le quedó grabado en el subconsciente! Quedó tan preocupado por su salud mental por causa nuestra y, especialmente —pienso yo— ¡por culpa de la perfección con que trabajaba este diablo del maestro Pepe!

Servicio Nacional del Adulto Mayor 15 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA El animita milagrosa de Colbún

2DA MENCIÓN HONROSA 2020 CARLOS MONTERO (84 AÑOS)

Durante el año 1981 comenzaron los trabajos preliminares para construir la central Colbún. Como profesional yo fui contratado por el consorcio Odebrech–Texas como jefe de obra en la construcción de la boca de entrada en los túneles de desvío de aguas de la represa. Los trabajos duraron un año y se terminó el contrato. Una vez retirada la empresa constructora, continuaron los trabajos de cortina, sondaje, cascada y otros. La empresa consorcio Gordo Atkinson me ofreció trabajar en el departamento de electricidad. Yo acepté la oferta y me contrataron en un cargo modesto que yo acepté porque las cosas estaban muy mal en el país y lo militares estaban pasando por problemas de depresión económica, generando con eso mucha cesantía. El departamento eléctrico tenía alrededor de veinte personas trabajando, y casi todo eran extrabajadores de Endesa, así que tenían los mejores cargos de capataces y jefes de terreno. A mí no me importó estar trabajando en un cargo inferior. Yo había trabajado anteriormente como ingeniero y no me haría mal trabajar como maestro. Durante el desempeño de mi trabajo la empresa comenzó a reconocer mis aptitudes profesionales y mi responsabilidad, además los jefes norteamericanos, como el gerente Ernie Ford, principalmente, me comenzaron a ascender de cargo cada cierto tiempo, llegando a estar por sobre las personas ex Endesa que habían sido superiores míos. Todo lo antes relatado, los llevó a tenerme odio, por mis ascensos, porque al cabo de dos años ahora yo era el jefe de ellos. Pasaron los meses y un día un trabajador, joven y leal a mí, me dijo que los electricistas que no me soportaban habían colocado una

16 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Servicio Nacional del Adulto Mayor 17 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

cruz con mi nombre en un sector llamado El Colorado, distante a diez kilómetros de la faena, pero que el futuro lago Colbún iba a cubrir en parte. Yo fui a conocer la cruz que habían hecho los trabajadores y la encontré rodeada de muchas velas y tarros conteniendo flores frescas en agua. Me extrañó mucho lo visto y, habiendo en la cercanía una señora anciana, le pregunté por esa animita. Me asombré mucho cuando me contestó que era una animita muy milagrosa y que había aparecido de repente en ese lugar. Yo no le dije mi nombre, pero le dije que yo había conocido a esa persona y que por favor le tuviera fe porque había sido una persona muy buena. Le di unas monedas y me retiré, dejándola muy extrañada. Nunca los graciosos supieron de mi visita al sector y han pasado treinta y cinco años desde esa ocasión. Algún día iré a ver si aún soy milagroso…

18 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

CURICÓ Entre citronetas y marajos

CLAUDIA RINA MUZZIO JEFFS (71 AÑOS)

2CV6 Nuestras vacaciones comúnmente eran en el sur de Chile y nos gustaba recorrer sus alrededores. Siempre había un rincón por descubrir, por supuesto alejándose de las rutas tradicionales. En especial haciéndolas coincidir con alguna investigación de mí esposo. En una ocasión, el regreso a casa se planificó por el camino de la costa, en la región de la Araucanía. El objetivo era visualizar la Isla Mocha, ojalá desde lo alto de la cordillera de Nahuelbuta, motivado por la tradición mapuche, que se refiere a que las almas que fallecen en el continente se van a descansar allá. La leyenda cuenta que cuatro ancianas se transforman en criaturas con aspecto de ballena y que al anochecer transportan esas almas a la isla Mocha, al lugar llamado Ngill chenmaywe, “lugar de reunión”. Emprendimos el camino hacia Puerto Saavedra. Allí consultamos cómo llegar a Tirúa. Las indicaciones no eran muy claras: —Váyase por abajo, es mejor el camino, aunque parece que el puente se cortó. Al poco andar, volvemos a preguntar y la información es distinta: —Váyase por arriba, no está muy bueno, pero es más seguro —y el informante agregó–: Tirúa está al otro lado del cerro no más. El vehículo en el cual nos movilizábamos era una citroneta 2CV6; en ella íbamos toda la familia, mi esposo, yo, nuestros tres hijos mayores y la menor que apenas tenía cinco meses. Además de toda la carga que significaba el regreso de dos meses de vacaciones.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 19 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Nuestra citroneta era fiel, y con tracción delantera ¡era un jeep! Así lo creíamos. Finalmente tomamos el camino de arriba, pues así podríamos cumplir mejor nuestro objetivo: ver la Isla Mocha desde la cumbre de la cordillera de Nahuelbuta. Con lentitud comenzamos a subir esa cuesta, bastante empinada, camino de tierra muy polvoriento; “trumao”, le dicen. De a poco fueron apareciendo dos profundas zanjas hechas por las ruedas de carretas que por ahí transitaban. Al poco andar, la citroneta se detuvo, no sabíamos qué era. —Sospecho que se soltó una bujía —le comenté a mi esposo. Él, muy molesto, bajó a ver qué era. Yo tenía razón, se había quemado el cable de una bujía. A ningún hombre le agrada que una mujer que no maneja acierte en un diagnóstico mecánico. En esos parajes no había ni un alma, y menos un garaje. Las pocas personas que veíamos nos miraban con mucha desconfianza. Tratamos de conseguir algo de ayuda, pero fue imposible. Hay que señalar que nunca deshicimos un camino recorrido, por tanto, había que ver cómo solucionar el problema y continuar. Me puse a amantar a mi hija menor y a rezar. Mientras amamantaba en mi lugar de copiloto, al mirar hacia el suelo de la citroneta vi un cable similar al que se había quemado. Era un cable de la radio. Afortunadamente sirvió para reemplazar el cable dañado y al fin pudimos continuar. El camino fue muy lento y cuidadoso, no podíamos caer a las zanjas, hacía mucho calor y sólo llevábamos agua caliente. Teníamos muy pocas provisiones y todos estábamos muy cansados y tensos en la estrecha citroneta.

20 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Al llegar a la cumbre respiramos. Estaba despejado y se pudo ver la Isla Mocha en todo su esplendor. El objetivo estaba cumplido, a costa de mucho riesgo y sacrificio de todos. Las sonrisas aparecieron, mi esposo había logrado documentar en diapositivas el lugar donde iban a descansar las almas. Después de un merecido descanso y comer algunas frutas, comenzamos a bajar esa cuesta con mucha precaución. Tenía una pendiente más pronunciada aún y las zanjas eran muy profundas. Hasta ahora, no habíamos visto ni un alma. En el último trecho, recién nos topamos con varias familias que venían de regreso con bolsas y pertrechos, como si hubiesen ido a alguna feria, nos miraban muy extrañados. ¡Ese vehículo chico, con tantas personas y cargado hasta el tope! Les llamaba la atención. La gente sonreía y aplaudía. Intrigados, nos detuvimos a preguntar por qué nos aplaudían Uno de ellos, sonriendo amablemente, comentó: —Sabe, amigo, nunca ha pasado un vehículo por aquí. Sólo pasan algunas carretas con bueyes y de vez en cuando tractores o camiones, pero sólo cuando el camino estaba bueno. Fue un trayecto de sesenta kilómetros realizado en más de nueve horas. Agotados, llegamos al fin a Tirúa, buscamos donde comer y alojar. El único negocio abierto era una cantina. Ahí nos servimos algo y el dueño nos sugirió que fuéramos mejor a Contulmo, pues era domingo y además andábamos con niños chicos. Hoy, después de más de cuarenta años, el camino costero fue pavimentado, el de arriba sigue siendo “sólo para carretas”. AX-330 Nuestro destino nos llevó al norte, en la AX-330, una citroneta más moderna. El viaje se planificó en carpa, ahí estábamos una vez más arriba del vehículo cargado con todo lo necesario.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 21 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

El objeto de investigación, pretexto de nuestro viaje, era el pucará de Lasana, y comprobar que en el solsticio de verano los rayos del sol se posaban en determinadas hornacinas existentes en sus paredes. Acampamos ahí por unos días e incluso celebramos el cumpleaños de una de las hijas. Cumplido y documentado el objetivo, también había que tener momentos de distracción y nos fuimos al Pozo 3, un lugar de camping ubicado entre bellos algarrobos y bien equipado. Tenía una piscina con aguas termales en medio del desierto. Veníamos con mucha sed y preparamos rápidamente un jugo. Lo que no sabíamos era que el agua que corría por las cañerías era termal y lo suficientemente salobre que era imposible de consumir. Nuestros hijos aún recuerdan el sabor de ese jugo. Nuestra próxima parada, el Parque Nacional Pan de Azúcar. El guardaparque nos hizo un hermoso tour y tuvimos la suerte de ver vaciar muchos litros de agua. En pleno desierto, se habían juntado con los atrapanieblas, y esa agua servía para el riego y especialmente para que bebieran los zorros y guanacos del sector. Ya he comentado lo incómodo que era andar en la citroneta, y mi esposo no se caracterizaba por su tolerancia; que le pasaran a llevar la espalda por atrás del asiento lo ponía de más mal genio aún, cosa que era bastante difícil de evitar, dado lo estrecho del espacio y cuatro personitas moviéndose en el asiento de atrás y más todavía preguntando constantemente: “¿cuánto falta?” Regresando a Santiago, después de haber recorrido más de 2.500 kilómetros, quisimos pasar a ver a un amigo artesano a Combarbalá. Habíamos avanzado unos cuantos kilómetros por el camino de ripio y la citroneta se “chantó”, se abrieron sus ruedas delanteras y cayó, no aguantó más: la barra de la dirección se había roto. Increíble momento entre risas y angustia, ver la pobre citroneta literalmente echada en la parte delantera, y ahí estábamos otra

22 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

vez en panne, solos en mitad de un camino, que en ese tiempo era muy poco transitado. Para los niños fue un tiempo de relajo, salir del asiento trasero y corretear por los cerros aledaños. No sé si dimensionaban la gravedad de lo sucedido, total andábamos de vacaciones. Mi esposo pudo llegar al pueblo. Nuestro amigo consiguió que una camioneta nos fuera a buscar, subieron nuestros bultos y luego, a mano entre los que estaban, pusieron la parte delantera de nuestro vehículo sobre la parte de atrás de la camioneta, amarraron bien y así llegamos a Combarbalá, avanzado sólo con las ruedas traseras. Luis nos facilitó una habitación vacía en su casa; allí dejamos todas nuestras pertenencias e instalamos nuestros sacos de dormir. Nos quedamos por más de cuatro días. Los niños aprovecharon de conocer el pueblo, que estaba muy revolucionado pues se jugaba “el clásico”, un partido de básquetbol entre dos ciudades vecinas. No había mecánicos especialistas, ni menos repuestos para la citroneta, pero como suele pasar en Chile el ingenio está presente; así que apareció un mecánico que sabía de maquinaria pesada y encontró la solución. Un trabajo muy bien hecho y el arreglo duró muchísimo tiempo hasta que la citroneta se vendió. Marajo Otra vez nuestro destino el sur, pero primero acamparíamos en la playa de Cobquecura. Ahora teníamos un Station Marajo, vehículo un poco más grande y cómodo. Al llegar al lugar de camping, cuando comenzamos a bajar las cosas para armar campamento, nos percatamos que todo estaba impregnado de bencina, nuestra ropa, comida, todo lo que venía en la parte de atrás. Se había perforado el estanque de bencina. Era difícil armar la carpa en esas condiciones, teníamos que buscar un lugar donde alojar y llevar a arreglar el auto. Para colmo, amenazaba lluvia.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 23 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

En el pueblo se celebraba la fiesta de la Candelaria. Era 2 de febrero. Alguien nos facilitó un galpón para dejar el auto con nuestras pertenencias y carabineros amablemente nos llevó en su furgón al pueblo. Buscamos alojamiento, por todos lados, a pie bajo la lluvia que se sentía cada vez más fuerza. La hija mayor estaba con bota de yeso. Nos sentíamos como María y José buscando alojamiento en Belén, rechazados en todas partes. ¡Estaba todo ocupado! Después de mucho decidimos regresar a nuestro auto. Era más de la medianoche, estaba oscuro y llovía mucho. Regresamos a carabineros, quienes con toda amabilidad nos regresaron al auto. Dormimos en su interior, ahí al menos estábamos protegidos de la lluvia. Fue una noche muy incómoda, pero era nuestro lugar, con olor a bencina y todo. La familia que nos acogió en la mañana nos convidó un té con . Al fin se pudo arreglar el estanque y en la tarde emprendimos viaje. Mi esposo, muy molesto con el percance y los malos ratos, sólo quería salir cuanto antes de ese lugar; nos subimos al auto y aceleró a mucha velocidad por la carretera de ripio, la parrilla se soltó y se desplazó por el techo, cayendo en la ruta. Ante el ruido y al ver el espectáculo, sólo nos quedó ponernos a reír. Con paciencia sacamos las cosas, pusimos nuevamente la parrilla; esta vez, muy firme, y volvimos a cargarla. Quedó bien estibada, y emprendimos nuevamente el viaje, mucho más lento y cuidadoso. Nuestros hijos, a pesar de todas las incomodidades y las dificultades sorteadas en los caminos, pueden dar fe que el aprendizaje adquirido con estos viajes fue muy significativo para todos nosotros.

24 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA El niño campesino

PABLO ANDRÉS RUIZ YÁÑEZ (75 AÑOS)

1. El niño campesino

Un día de invierno mi padre me quiso golpear. Yo le había dicho si usted me golpea yo me voy para siempre, y así ocurrió.

Yo no le dejé apalearme. Esto ocurrió allá por los años de 1958, en el fundo de San Agustín, mi padre era un hombre rudo casi sin sentimientos, arreglé mi poca ropa, y partí hacia Santiago.

Yo tenía 9 años, nunca había ido a la capital de Chile, estaba solo Y me sentía abandonado tenía ahorrado uno pesos y con eso tuve para varios días Destinado.

Estando en calle San Diego, me encuentra una señora pudiente, se llamaba Olga, y ella me dijo: ¿Qué haces solo aquí a estas horas? era de noche, y le contesté: estoy solo y no tengo donde ir ella me dijo: Vamos a mi casa, y no me dejó partir.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 25 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Ahí me quedé con la señora Olguita, Ella me dijo: Vas a la escuela, en las mañanas y en las tardes haces tus tareas, y me ayudas en el aseo de la casa, ella era bondadosa, una excelente dueña de casa.

Por las noches sólo extrañaba mucho a mi madre, como niño lloraba solo en mí pieza, pero la señora Olguita se daba cuenta de mi tristeza y ella me decía: Para la pena hijo, hay que comer cerezas.

Y se reía, yo ahí me secaba mis lágrimas Y pensaba en mi madre, yo tan lejos y con gente extraña, gracias a Dios, ella la señora Olguita, y su esposo los domingos me llevan a pasear a la montañas.

Crecí trabajando, no tuve niñez, y me dediqué a estudiar mucho, ya como joven, creo pensé bien fui a la universidad, me hice profesor, y allí me realicé y fui un señor.

La señora Olguita me enseñó valores, amar al prójimo y así la recuerdo esos años de la estadía en su hogar, eso le di a mis estudiantes durante muchos años. Me consagré a la educación y la hice en mí una bella Canción.

26 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

2. Tsunami desgracia del profesor

Como profesor, me llegó la desgracia, allí en ese balneario de la comuna de Pelluhue, ese 27 de febrero del 2010, con el ruido de un ciclón, salimos corriendo llenos de terror, y las olas altas haciendo clamor.

Allí en nuestra casa familiar, arrancamos hacia los cerros, y con premura me entró esa agua sucia de barro negro, en uno de mis ojos, y ahí se vertía mi desgracia, esa poco de agua podrida se convirtió en un tumor maligno quizás, y fui en esto digno.

Con los días, se formó dentro del ojo el tumor, cancerígeno, intenté operarme de ese tumor. Pero los médicos se encontraron que mi corazón estaba gravemente enfermo, así que me postré, en el hospital como interno.

Cáncer ocular, crecía cada día más y al verme que no podía levantarme, con mucho dolor, crecía fuera del parpado ocular, si fuera la cabeza de un gato, ahí me dije: Hoy en verdad Soy un verdadero Trapo.

A los seis meses postrados, me operaron del corazón, con cinco bypass, ahí estuve en estado de coma, por 45 días sólo con ventilador mecánico, allì mi tumor y mi operación, en verdad me decía: Ya no tengo salvación.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 27 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Me salvé, pero vino la rehabilitación y estaba muy débil y llegué a pesar de mi cuerpo 35 kilos, después de eso después de tres meses más me operaron del tumor del que perdí la mitad de mi vida, perdí el ojo izquierdo, quedando minusválido con el 83% de discapacidad e igual sigo escribiendo mis poemas que Son válidos.

Así fue el término doloroso de mi carrera como docente por 40 años, entregando cultura y enseñanza de los valores éticos cristianos que, en verdad, son los verdaderos y sanos.

Hoy sigo en mi pasividad cultivando la paz en mi casa, en mi soledad escribo a la vida, al amor y especial a la paz del corazón de la humanidad que carece de la pérdida de este valor que es el amor, y ahí está como esa bella flor.

Un profesor, minusválido soy, oriundo de la bella ciudad de Cauquenes, allí nació y creció entre risas y alegrías y muchos vainas, donde se ven los patos volar que son los cauques, aves de colores, que gracias a ellos hoy tenemos el nombre de Cauquenes.

Hoy tengo 75 años, y soy muy feliz, a pesar de estar ciego de un ojo, creo y tengo fe, que mi enseñanza creció en mis estudiantes, y les mostré a ese niño, que sea respetado el anciano digno y amado.

28 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

3. La pandemia y la ancianidad

En estos 75 años, he visto en mi país, muchas desgracias naturales, abusos en contra de la ancianidad, que viven en la miseria, y el poderoso no tiene ni la mínima piedad.

El anciano para la sociedad es como un pecado, cuando en cada uno de estos seres, que han entregado sus vidas, educando a sus hijos, hoy esperan que sean respetados y bien amados

La pandemia del coronavirus, llegó a Ellos, los atacó, porque son frágiles sus cuerpos desgastados con los… sus cuerpos débiles por otras enfermedades en virus, entre y ahí ellos terminan sus vidas y sus Alegrías.

Ancianidad versus Pandemia, se convierten en desgracia, para la ancianidad, por su fragilidad y vulnerabilidad, ellos se contaminan con más facilidad Y hasta ahí llega su vida, sus oraciones y su piedad.

Hoy, la ancianidad se ve en esta sociedad como un estorbo, sin embargo, en la antigüedad eran ellos los sabios, que daban los consejos llenos de hacerlos de sabiduría, y ellos eran tomados en cuenta por ser sabios y su Gallardía.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 29 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

El mundo, se está contaminando así… Mismo el hombre por su ambición y su orgullo, ve a los ancianos como un papel desecho, vulnerable, molestos y en verdad ellos son frágiles y amables.

La realidad, de la Pandemia de este Virus Es al grupo etario que más ha atacado porque todos ellos sufren alguna enfermedad y ahí va el Virus, y los ataca sin Piedad.

30 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

CURICÓ Los frutos maduros se ven al final de la cosecha

TEHUALDA COBO BURGOS (78 AÑOS)

Quiero escribir, contar, narrar un hecho que vivimos mi esposo y yo hace unos seis años u ochos ya. Recuerdo que quedé muy impresionada, muy contenta, muy feliz, que cada vez que puedo cuento la anécdota o el feliz momento que pasamos. Vivimos en una comuna pequeña cercana a Curicó, y un día cualquiera un exalumno de Waldemir —mi esposo— se acercó y le solicitó si podíamos ir al liceo donde él trabajaba a dar una charla a los cursos medios. Este profesor, por supuesto, sabía que mi esposo y yo somos folkloristas desde hace muchos años, mejor dicho, desde nuestras raíces, y mi esposo aceptó. Se pusieron de acuerdo, la fecha, la hora y el tema que deseaba que desarrolláramos. Los alumnos del liceo al que estábamos invitados tenían fama de “terribles” pero, como toda la vida habíamos tratados a jóvenes difíciles, no nos desalentamos y seguimos adelante. Quiero contar que Waldemir defiende a brazo partido a los jóvenes, dice que no hay niños malos, sino profesores incompetentes, y cuando un profesor lo es de vocación y de corazón, los alumnos lo reconocen, lo admiran y lo respetan. Dentro de nuestras responsabilidades nunca sacamos la vuelta; teníamos a los jóvenes ocupados, entretenidos e interesados en los temas que estábamos entregando, ya sea acerca de bailes, cantos, poesías, adivinanzas etc., todo lo relacionado con nuestras tradiciones, las cuales disfrutamos y respetamos. Mientras escribo estas líneas, inconscientemente me retrotraigo

Servicio Nacional del Adulto Mayor 31 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

y acuden a mi nebulosa memoria recuerdos cada vez menos nítidos. Hago un esfuerzo por revivir tertulias que disfrutábamos en las sobremesas, en las que mi padre nos conversaba y relataba valores de nuestros nativos, entre los cuales estaban por supuesto los “mapuches”. Él sentía gran admiración por ellos, narrándonos hechos épicos de la época en que luchaban contra el sometimiento con bravura, valentía y estoicismo. Años, siglos les costó a los invasores traspasar “La Frontera”, puesto que cada cierto tiempo los mapuches se levantan en armas defendiendo lo que les pertenecía, incluso en el presente. Vuelvo al tema para el que fuimos invitados; nos pidieron que habláramos sobre los pueblos nativos de nuestro país, y a mí me tocó hablar de los mapuches del sur. El liceo al que asistimos se llama Arturo Alessandri Palma, establecimiento inaugurado hace pocos años atrás; hermoso, bien cuidado, con una gran capacidad de alumnos, ubicado en la comuna de Romeral. Ahora vuelvo al tema central. Primero habló mi esposo con mucha certeza, con mucha seguridad de lo que exponía, logrando el interés de los adolescentes. Enseguida vine yo y empecé mi relato frente a estos “terribles” liceanos, quienes me escucharon con mucha atención y sin perderse ni una palabra. Era difícil encontrar una mujer que les hablara de estos temas, así es que estaban expectantes, curiosos. El salón estaba lleno de alumnos en la platea y en la galería, incluidos sus profesores jefes, que estaban ahí por si estos niños “terribles” se insubordinaban. Y allí estaban ellos, tranquilos, expectantes, interesados, asimilando en sus cerebros todo lo que esta mujer les entregaba, en una compostura y silencio que se podía sentir. Recuerdo que cité unos versos de Alonso de Ercilla y Zúñiga, pertenecientes a La Araucana y que dice, describiendo a los araucanos, lo siguiente. “Arauco: La gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa que no ha sido jamás vencida ni a extranjero dominio sometido”.

32 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Espontáneamente los jóvenes estudiantes se pararon y, con mucha alegría, entusiasmo y respeto, comenzaron a aplaudir. Acto seguido me retiré del salón y cuando regresé me uní a los presentes. Encontré a Waldemir rodeado de estudiantes que le hacían preguntas, daban las gracias y algunos nos felicitaban; comentaban que nunca habían escuchado a unos panelistas como nosotros. Con esto confirmamos que no hay jóvenes “terribles” sino personas interesadas en lo bueno que les entrega la vida. Creo que hay un dicho muy conocido que dice “Juventud divino tesoro”. ¡Es cierto! ¡Muy cierto!

Servicio Nacional del Adulto Mayor 33 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Marcha inconclusa

IRMA REYES GAVILÁN (78 AÑOS)

Esta singular aventura se inicia en julio de 1941, cuando entré en el seno familiar de un lindo matrimonio formado por Miguel Ángel y Nichita, mis queridos padres. Soy la segunda integrante de este núcleo, el que iría creciendo con el tiempo, hasta llegar a constituir un grupo de nueve miembros. Aún estoy en pleno proceso de aprendizaje, luego de haber experimentado a la fecha setenta y ocho estaciones y acumulando múltiples y variadas vivencias. He llegado, sin habérmelo propuesto ni soñado jamás, a esta instancia histórica actual, siendo protagonista de la mayor pandemia mundial que azota a nuestro querido planeta. Por tanto, puedo afirmar, categóricamente, que sí he vivido. Los acontecimientos que conforman mi nutrida biografía están debidamente escritos, a sangre y fuego en cada uno los capítulos de esta historia, la que párrafo tras párrafo y sílaba por sílaba archiva mi piel. Ella ostenta los tatuajes de esta increíble aventura, que me ha permitido experimentar situaciones de dulce y agraz. Como resumen diré que soy una exfuncionaria pública, viuda, tengo cuatro hijos y nueve nietos. Estoy pensionada y soy autovalente, independiente, sociable, inquieta y amante de la lectura y la poesía. Participo de variadas actividades que son de mi agrado y que me incentivan y estimulan a permanecer vigente. Confieso que no soy una persona extraordinaria ni excepcional, sino una de tantas. Innumerables veces he tocado el cielo y palpado el vacío. Por tanto, no viene al caso ni tengo la intención de exponer hechos felices, heroicos o traumáticos que ameriten la humana compasión o el aplauso. Esta historia dice, sutilmente, sin decir, y entrelíneas, todo aquello que puede expresar mi propia cédula de identidad. 34 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Servicio Nacional del Adulto Mayor 35 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

En mi firmamento, hay rutilantes estrellas que me guían, con las cuales mantengo un cierto grado de complicidad. Amo la vida y la naturaleza, la presencia de los árboles; ellos saben la admiración que les profeso y han sido siempre mis fieles confidentes en momentos de tristeza, soledad y desconsuelo. También suelo entablar una frecuente comunicación con el elemento agua, estoy consciente que ella es vida. Por tanto, escucha y comprende mi idioma; la invoco a diario, bendigo sus propiedades, agradezco su servicio y le confío la limpieza y sanación de mis heridas internas y externas. Me siento muy contenta y satisfecha de haber girado alrededor del sol tantas veces, cruzar reiteradamente el umbral de las estaciones del año, en este largo, bello y azaroso peregrinaje. He vivido innumerables primaveras y otoños, y he pernoctado en los desolados rincones de todos los inviernos por los que ha debido transitar mi alma. vida, a través de las innumerables etapas, me ha dotado de suficiente fuerza, sensibilidad y sabiduría para rescatar lo mejor de todos los acontecimientos, lugares y personas. Me enseñó también a transmutar las profundas cicatrices que obtuve como trofeos, producto de todas las batallas libradas. Hoy, involuntariamente confinada en casa, en una indefinida cuarentena, procurando entretener las horas de un día que se agota en la rutina, agrego un nuevo fragmento a esta travesía. Afuera, tras los cristales de mi ventana, la vida se desliza bajo multicolores mascarillas y un toque de queda con angustiantes cifras estadísticas respecto de las víctimas del coronavirus. A pesar de las circunstancias, anhelo ansiosamente abrazar a mis seres queridos en una próxima y diáfana aurora. Para impedir delatar mis emociones, esbozo mi mejor sonrisa, con la esperanza de un mejor mañana, y con la plena certeza de que “nosotros, los de entonces, no seamos los mismos”.

36 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA El tejido de mi vida

MARCELA DEL PILAR ROJAS ROJAS (63 AÑOS)

Mi vida es un tejido que cada día va creciendo, es una bufanda larga, al contrario de lo que me queda de lana. Es mi vida, es mi tiempo. Soy la segunda de seis hermanas (63 años), mi madre está fallecida. Justo un domingo de mayo, día de la Madre, Dios quiso llevarla en el día más especial y celebrado para nosotras las mamás. Su muerte fue rápida y sin dolor, un ataque al corazón instantáneo. Mi papá tiene noventa años, físicamente está bien, sólo su memoria ya no es la misma que antes. Casada hace 34 años, con Rodrigo. Dos hijos, Josefa y Nicolás, y sin nietos aún. Contar mi vida es entretenido, recordar mi infancia, mi juventud y el hoy. Mi infancia fue muy linda, mi papá cada verano partía con todo su rebaño a algún lugar costero de la Región del Maule: Pelluhue, Pellines, Iloca. Cuando viajábamos a Constitución el viaje era fantástico en tren. Mi papá se levantaba muy temprano con alguna de nosotras y se iba a la estación de Talca para reservar asiento para los ocho que íbamos, en el Buscarril que viaja de Talca a Constitución. No es un tren con muchos carros, dos o tres máximo, y como en verano viaja mucha gente a la costa, había que irse retemprano para alcanzar asiento. El viaje era muy entretenido, mi mamá llevaba los huevos duros, el té, la bebida, todo listo para llegar a la estación de González Bastías y comprar las tortillas a las señoras que esperaban el tren, con sus tortillas listas, calentitas. Era la hora de comer. Mamá pelaba los

Servicio Nacional del Adulto Mayor 37 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

huevos y nos daba uno a cada una, era un momento agradable. Luego venía el túnel, otra emoción del viaje, gritábamos cuando se oscurecía el tren. Recuerdo y me trae nostalgia y alegría, además el paisaje era maravilloso. Fue una niñez y juventud compartida con cariño y amor, con mis hermanas, lo que siempre nos inculcó mamá. Comencé a trabajar a los diecinueve años y a los veinte entré a estudiar al DUOC (Departamento Universitario Obrero Campesino) de la UC. En esos años el instituto se encontraba en Talca, allí estudié Administración de Empresa y Secretaria Ejecutiva, trabajaba y estudiaba en la noche. Recuerdo que lo pasé muy bien, porque hay que decirlo: los años de estudio, por favor que son buenos o bacanes, como dice la juventud de hoy. Lo único malo era la hora de salida, tipo diez y media de la noche, y en esos años no había colectivo y menos micro tan tarde. Eso implicaba caminar desde la 3 poniente por todo el centro y pasar el puente de la 11 oriente; yo vivía en el barrio oriente de Talca. Era una larga caminata que realizábamos junto a dos compañeras que también vivían en mi barrio. Lo que tengo que agradecer es que la delincuencia no fuera la misma de ahora, estoy hablando de 1975 a 1978, el periodo que estuve estudiando. Los días de lluvia eran los más complicados, pues, aunque usábamos nuestros paraguas, la distancia era larga, así que igual llegaba muy empapada. Al llegar a casa, mamá siempre me estaba esperando con mi pijama calentito y una taza de leche. Siempre le di las gracias hasta el día de hoy por haberme y habernos cuidado tan bien. Comenzó a irme bien en la vida. Algunas de mis hermanas ya se habían casado, yo vivía con mis papás y las hermanas solteras que quedaban. Pololeé, fui a fiestas, disfruté dentro de lo que se podía, pues mamá, más que papá, era la más estricta. A los 24 años conocí al amor de mi vida, Rodrigo. Nuestro pololeo fue genial, duró cinco años, salíamos los domingos al cine, a un café, me hizo lindos regalos y muy especiales. Recuerdo uno muy

38 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

lindo, una hermosa orquídea adentro de una cajita transparente, que conservé por años hasta que un día no la encontré. Mamá, sin saber que para mí era muy especial, encontró la cajita y vio una vieja flor y la votó. Hoy lo recuerdo y me da risa, porque, por Dios que sufrí. Yo tenía 29 años y Rodrigo 27 cuando nos casamos. Recuerdo que ese día, el 26 de julio, llovía mucho. Yo era la tercera de todas las novias de ese día en la parroquia Corazón de María. De todas mis hermanas fui la única que hizo una fiesta o, mejor dicho, una pequeña recepción en casa de mis papás. Rodrigo estudiaba en la universidad, yo trabajaba, pero igual nos arriesgamos. Disfrutamos de una hermosa luna de miel, que nosotros le dimos prioridad ante una gran fiesta. Con amor todo resulta, nos dijimos, pero cuesta cuando las responsabilidades comienzan aparecer; vienen las cuentas que antes no tenías directamente: luz, agua, locomoción, comida, etcétera. Yo creo que esto nos trae siempre a la mente de cómo lo hacía mamá con seis hijas. Considerando que el sueldo de papá debía alcanzarle para todo el mes, y que cada 18 de Septiembre y Navidad teníamos nuestros zapatos y vestidos nuevos. La sabiduría de una madre es siempre bendecida desde el cielo. Yo siempre tuve problemas internos, incluso mi doctora me dijo que me iba a costar tener hijos, por lo que debía cuidarme mucho. Quedé embarazada y con algunas dificultades logré tener a mi primera hija Josefa. Todos felices, mis papás, mis suegros, las tías; bueno es lo que trae un bebé. A los tres años después nació Rodrigo Nicolás, pero siempre lo nombramos como Nico. Hoy soy feliz con mis hijos, mi esposo y mi familia. Volví a estudiar, pero a los 53 años, lo hice en la Universidad de los Lagos, hoy instituto profesional, Técnico Jurídico. La carrera duró cinco semestres, también de noche, pero esta vez todos los días estaba mi esposo esperándome. Fue un gran desafío, pues en la

Servicio Nacional del Adulto Mayor 39 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

noche me quedaba estudiando y al otro día tenía que ir a trabajar. Quise demostrarles a mis hijos que si uno se propone una meta o un sueño se debe luchar por lograrlo. Que ellos debían lidiar por lo que ambicionan, y el día que quisieran estudiar en la universidad lo harían con toda capacidad y anhelo. Di mi examen de grado, aprobé y terminé. Hoy ya son profesionales, cada uno con su vida, aunque, como dije antes, ninguno con hijos; la juventud de hoy no es la misma de antes, es muy diferente. Antes era casarse, tener hijos y ser dueña de casa. Hoy son pocos los profesionales que se casan, viven juntos, viajan, siguen estudiando y no está en lo más cercano de su lista un hijo. Mis hijos son jóvenes y cuando ellos decidan me harán abuela. Siempre me dije, llegando a los sesenta años me jubilo, y así lo hice. Quiero aprovechar el momento de otra forma, más libre de tiempo, no seguir cumpliendo horarios, saliendo de día y volviendo de noche. Apreciar la vida de otra forma, tener mi espacio para compartir con mis hijos, mi esposo, mis hermanas, mi papá, viajar, juntarme con amigas y disfrutar de un café con una amena conversación. El poder ser libre de ataduras, de reglas, de tener que arreglarse todos los días… ¿para quién? Para todos. He vivido muchas cosas diferentes, gimnasia, curso de herbolaria, yoga. Lo que jamás antes pude hacer, no te da el tiempo, el trabajo te consume y no te deja la libertad para otra cosa, porque el tejido de tu vida avanza y avanza con tanta rapidez que no logras apreciar el momento mismo. Bueno, la vida es así, si no trabajas ¿cómo vives? Pero el problema en todo esto es que entregamos tanto tiempo a él, que dejamos de vivir para nosotras mismas. Hoy tengo sesenta y tres años y veo que el tejido va más lento. Hoy mi vida la tomo punto a punto, porque yo lo quiero, yo decido qué hago con mi tiempo. Duermo, leo, escribo, porque ese siempre ha sido mi sueño frustrado, haber sido una gran escritora. Desde hace

40 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

algunos años estoy escribiendo, comienzo los relatos pero no los termino, pero esta vez sí lo haré y enviaré esta historia. Confieso que hoy mi presente lo tejo a mi gusto, demorando que el punto se alargue antes de que comience el otro. En el presente se está viviendo en todo el mundo una pandemia mortal; un bicho llamado coronavirus nos tiene a todos encerrados para no contagiarnos. Es la precaución más importante, evitar compartir con más personas. Mi cumpleaños, que fue en mayo, lo pasé con mi esposo, recibí muchos saludos virtuales de mis hijos y familia. En Chile entró lentamente desde enero de 2020, hoy ya son muchos los infectados y fallecidos a nivel mundial. Lo escribo porque las generaciones futuras lo sabrán por medio de la información escrita, un diario, un libro que escribirá todo lo que está sucediendo hoy, en este momento que estoy relatando mi vida. Hoy somos nosotros los que debemos cuidarnos mucho más que la juventud, pues ataca el pulmón, es muy dañino y los adultos somos más vulnerables. Todo lo que he relatado es mi vida. Los años te llevan a reflexionar y hasta cambiar nuestro pensamiento hacia la juventud; nos volvemos más tolerantes, porque se comprende que la vida no es tan larga como uno piensa y cuando tienes unos cuantos años más, entiendes muchas cosas o decisiones que toma un hijo, y te das cuenta que hoy debes dejarlos ser libres en sus decisiones de juventud. A qué me refiero con esto: la mayoría de las veces chocarán con lo que ellos quieren de sus vidas, y nosotros los papás, los abuelos, en fin, la mayoría de las veces no coincidimos con el anhelo del joven. La juventud de hoy lucha diferente a la de mi época, los jóvenes están mucho más seguros de lo que desean en la vida. Los papás cometen menos errores que antes, cuando nuestros padres nos

Servicio Nacional del Adulto Mayor 41 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

exigían lo que debíamos estudiar, o lo que a su parecer era mejor para el hijo. No todos nuestros hijos son iguales, somos todos como los dedos de nuestras manos, entender que uno es matemático, el otro es artista, el otro es chef. El no sentirse presionado porque tu hermano estudia medicina o tu primo estudia para abogado, etc., pues siempre te estarán comparando con alguien. La equivocación que todo padre comete, porque se piensa que es lo mejor para la vida. Yo creo que es la misma sociedad la que nos oprime y nos lleva a cometer muchos errores, que involucran a nuestros hijos, obligándolos a estudiar o hacer lo que a nosotros nos parece mejor para ellos No entendemos que la felicidad de nuestros hijos es el amor y estar a su lado acompañándolos, guiándolos en su decisión, pero sin presión. Mis hijos decidieron qué querían estudiar, porque no es sólo eso, sino es toda tu juventud, es tu vida que estarás realizando lo que decidiste estudiar. Yo recuerdo que mis papás nos dieron la oportunidad a todas de seguir en la universidad; yo lo tenía claro, les dije a mis papás que yo no deseaba ir la universidad sino que quería estudiar una carrera técnica y que durara menos años, y nunca me arrepentí. Hoy, el estar encerrados nos ha hecho buscar nuestro propio yo; el dedicarme a escribir, escuchar la música que me gusta, leer los libros que me apasionan, bailar, conversar todos los días con mis amigas y hermanas, estar más pendiente de los vecinos, saludarlos y saber cómo están pasando esta pandemia. Hoy hay que buscar el lado positivo a este encierro, esperando con mucha fe que pronto se encuentre el remedio y podamos salir libremente a reencontrarnos con la vida, con nuestros seres queridos, con una obra de teatro, etcétera.

42 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Mi reflexión a todo esto es ir aceptando la vida, año tras año, en cada vuelta del sol, los sueños que se esfumaron muchas veces, pero que hoy estoy tratando de rescatar. Que no nos angustie el ser más viejos que ayer, lo importante es sentirse viva todos los días. Mi tejido sigue, yo no sé hasta cuando, pero lo que sí sé es que lo estoy aprovechando al máximo, porque cuando se es joven uno corre; hoy camino, no lento, pero saboreo paso a paso y lo cuido porque ahí dejaré mi huella. Viva la vida, el amor, la familia, la música, el libro, la flor, el árbol, mi amigo Bilbo, que es mi compañero de cuatro patitas, y lo más grande mi salud, que es el tesoro que hoy tengo. Un último consejo, y que yo hoy lo estoy aplicando a mi vida: “Vive como si fueras a morir mañana, aprende como si fueras a vivir para siempre”, Mahatma Gandhi.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 43 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

LINARES Nov. 13 de 1982

MARIA ELENA FLORES PARADA (69 AÑOS)

Empezaré diciendo que hoy es sábado 13 de noviembre de 1982. Mi hermana ha dado a luz a su tercera hija y yo, como tía chocha, la visito muy a menudo. Me voy de su casa ese día más o menos a las tres de la tarde, en bicicleta. Al salir del pasaje, me encuentro con Él. Sí, con él, porque entonces no sabía que de ahí en adelante sería el hombre de mi vida, el amor con que no soñaba, la razón de vivir. Tenía yo 32 años recién cumplidos y él 31 con tres meses. Su profesión y oficio, soldador; su especialidad, vehículos y soldaduras en general. Yo le había mandado a hacer una reja metálica y por eso le conocía. —Hola, ¿cómo estás? —Bien, gracias a Dios. Ahí íbamos, caminando uno al lado del otro y conversando de la cotidianidad. Yo, con ambos brazos en el manubrio de mi bicicleta, cuando de repente y sin previo aviso, un abrazo y un beso robado. No tuve la capacidad de reaccionar, sólo me entregue a ese beso. ¡Ese beso que robó mi alma para siempre! Al mes que esto pasara y luego de vernos todos los días después del trabajo, ya estábamos perdidamente enamorados el uno del otro. De ahí en adelante no todo fue fácil. Muchas asperezas y eventos por limar, yo una librana soñadora que cree y se entrega al amor; él, un virginiano con los pies en la tierra, las ideas claras, machista, pero con un alma noble y generosa.

44 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Recuerdo como si fuera hoy nuestra primera salida. Fue al estadio. Venían Los Jaivas. ¡Qué ocasión, Dios mío! ¡Y yo me encontraba indispuesta! Él me dijo que perderíamos las entradas. Ante eso, pues vamos... Tribuna, buena ubicación, a la sombra. Empezó el show, y de a poco se me fue olvidando que estaba enferma, ya con el “Todos Juntos” estaba bailando totalmente contagiada por las energías que había a mi alrededor. Y él me miraba, sólo me miraba y me dejaba ser. Y pasaron los días y llegó la Navidad. Año 1982. Su primer regalo fue un grandioso par de aros. ¡Yo estaba más contenta que perro con pulgas! A mí me gusta mucho salir, a él no, pero me complacía y montábamos en bicicleta y partíamos para el río (Achibueno, Ancoa, Putagán), a Yerbas Buenas, Panimávida, Puente Sifón. Recuerdo que un día nos pararon los carabineros de Vara Gruesa porque veníamos sin luces; la mía quedó retenida hasta el lunes siguiente que llevé la compra de las luces. ‎ Y llegó el día de su santo, una rica once fue mi regalo para él, que por primera vez alguien se lo celebraba. Y llegó el 14 de febrero y un lindo ramo de flores para mí. Todo era dicha, amor correspondido, los días así pasaban volando. Se fue el verano, llegó el invierno con sus fríos, neblinas y la lluvia. Ese año 1983 fue extremadamente lluvioso y las calles se llenaban de agua, “de bote a bote”. Vivíamos muy lejos el uno del otro, así es que al irnos a nuestros domicilios él, como todo un caballero, me cruzaba las calles en andas. No había paraguas que resistiera, derramaban el agua con balde. Llegaba a casa mojada hasta el tuétano. Y así pasó el invierno y llegó de nuevo el verano. Cortísimo, con salidas para aquí y para allá. Talca, nuestro destino preferido, por ser el más cercano. Chillán, Concepción, Talcahuano y El Huáscar.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 45 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Otro de nuestros lugares frecuentes, obviamente, Santiago, la capital. Estábamos una vez alojados en un hotel que había por ahí cerca de Universidad de Chile, en la calle San Diego, parece. Como a las dos de la mañana nos dio mucha hambre y nos levantamos preguntando dónde podíamos ir a comer a esa hora. Nos indicaron un lugar por la Alameda hacia arriba, lado norte. Encontramos una puerta café con un pasadizo. Nos mirábamos muy extrañados y después de caminar como cincuenta metros, hacia adentro, se abrió un gran salón de comida. Muchas personas, hombres y mujeres jugando, conversando en voz muy alta. Ante aquella algarabía, a la que no estábamos acostumbrados, nos sentimos intimidados, cohibidos, como provincianos que éramos. Hasta que llegó una chica y nos ofreció servicio. Pedimos un churrasco palta tomate para cada uno y preguntamos: ¿Cuánto? Nos respondió $500. Guau, ¡qué caro! Era como decir $10.000 hoy día. El hecho es que cuando trajeron los churrascos ¡eran gigantes! Con uno habríamos quedado bien ambos, jajaja. Nunca más encontramos ese lugar para ir a comer. En otra oportunidad fuimos a comprar un repuesto y él me hizo caminar todo Santiago porque no había plata para pagar taxi. Quedé con los pies con ampollas, pero era preferible comer y regresar a casa. Arica, el norte, Línea Aérea Avant (ya no existe). Diez días maravillosos en la ciudad de la eterna primavera, con pasada por Tacna y Arequipa (paseo que repetí este diciembre de 2019, sin él). Comimos mucha fruta en Tacna y fuimos el lunes a la Feria del Cuero de Bolivia. Muy buenas ofertas en cuero y muy barato (casacas, guillets, mochilas, zapatos, sombreros, boinas, carteras, billeteras, monederos, llaveros, etc.). En Arequipa disfrutamos de los tours por la ciudad e hicimos más compras. Nada que hacer, sólo disfrutar de nuestro amor y de la juventud de los treintas. El tiempo pasó y fuimos envejeciendo. No siempre el camino estaba sembrado de rosas, también hubo espinas. Muy grandes, pero ni las más grandes pruebas lograron que nos separaran, nuestro amor fue más grande.

46 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Una vez nos peleamos, fue tan grande y con tanta furia que nos dimos duro. Yo quedé con una marca en la cara. Al otro día fui a trabajar, como si nada. El jefe me preguntó qué me había pasado. Le dije que nos habíamos peleado. Fue a hablar con él y prometió nunca más llegar a las manos, y lo cumplimos. Y así fueron pasando los días, los meses, los años, cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, treinta, treinta y cinco, treinta y seis, treinta y siete. Eso más dos meses y once días. Luego llegó el 24 de enero de 2019 y me dejó. Mucho dolor de estómago, sangrados intermitentes, tampoco quiso ver a un doctor, pensó que, con la fuerza de su poder mental, podría curar cualquier malestar. El cáncer lo atacó de tal forma que sólo estuvo conmigo un mes más, el cáncer se coludió con la muerte y se lo llevó. Y fue el día más triste en mi vida. Todo lo feliz que había sido, que la vida me había sonreído, se acabó de una plumada. Se acabaron nuestras salidas, nuestras conversaciones, nuestras anécdotas de antes de conocernos (de niños veíamos las mismas películas en el teatro, yo en galucha y él en platea). Nuestra vida, todo lo que teníamos en común, desapareció. Ya es parte de mi pasado, que fue mejor. Hoy, sólo vivo del recuerdo, bueno y malo. Nada queda, todo se esfumó. Sola, empobrecida, con una pensión de hambre. Ahora, encerrada en casa con mis fantasmas, anhelando que vuelva a visitarme. Te he soñado y te he visto tan radiante, hermoso y feliz que has encontrado la paz. Has encontrado el camino, la Luz. Sólo te has adelantado, sé que cuando me toque partir estarás esperando por mí y serás mi guía. Algún día mi amor, algún día...

Servicio Nacional del Adulto Mayor 47 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Colibrí (Patio de mi casa)

TERESA DE JESÚS HUERTA AVILÉS (68 AÑOS)

Tras el cristal acompañando la ventana sostenido en el aire… vuelas y no vuelas tu frágil y emplumado cuerpecillo vestido de arcoíris, viaja las corolas de flor en flor serpenteando cada follaje, dibujas sonrisas a esta desconocida que te conoce. Te vas y regresas sabes… que te espero siempre, en infinito aleteo entonas mensajes dulces, pasajero tornasol… artista del aire tu trino se aleja descolgando suspiros, por estelas abiertas a un dulce sosiego acompañando estos días de encierro, llegará el frío y tu zumbido seguirá otro sol, pero aquí quedan pacientes, el limonero y mis ojos, aguardando por ti cuando tu vuelo retorne… al horizonte del patio.

48 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

LINARES Hijo de las estrellas

MOISÉS GONZALO CASTILLO CASTILLO (73 AÑOS)

I de sol a sol, trabajando. Yo nací como una flor Mi madre siempre rezando, una hierba, un pajarito, a Dios por buena ventura. una lagartija verde, En los inviernos llovía, un insecto inadvertido, como si fueran diluvios. un susurro, una promesa, No existían automóviles, un te quiero, un olvido, ni luz eléctrica, lo juro. como nace la conciencia. Nací como nacen todos IV los seres en este mundo; Quería aprender a leer sin saber por qué han nacido. porque los grandes leían, por las calles recogía, II de los dulces, envoltorios, En la ciudad de Linares, los piropos eran calugas, vine al mundo, a respirar; que traían algo escrito. a sufrir y a reír Yo llegaba a mi casa, de las penas de la vida. con montón de papelitos A correr por las praderas, y exigía a mis hermanas, a beber en las vertientes, me leyeran los versitos. a jugar con otros niños en los patios de la escuela; V en la escuela treinta y cinco, En el silabario del ojo, de Linares, Barrio Oriente. nos enseñaban las letras, las sílabas y palabras. III Todo era rutinario, Fui hijo de campesinos. costaba mucho aprender Los campesinos eran pobres, las lecciones de memoria. ganaban algunos cobres, Éramos muchos pequeños,

Servicio Nacional del Adulto Mayor 49 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

la profesora, una sola. yo la busqué con apuro. A veces yo me aburría, La maestra de una oreja, lo mejor era la historia. me llevó a los rincones; ella dijo que, a la Elvira, VI le miraba los calzones. Me entregaron nuevo libro, traía cuentos y dibujos, IX me moría de alegría. En clase de religión, La profesora me dijo: yo tuve otra historia triste; usted no ha pasado “El Ojo”, el cura siempre hablaba devuélvame el nuevo libro. de Dios, los santos, la virgen. Yo arranqué con mi librito, Yo no entendía nada, que ni el viento me alcanzaba; o no quería entender. aprendí a leer al tiro Una vez le pregunté, el sustito me faltaba. cuándo vendría con Dios; el cura no dijo nada VII y me dio de coscorrones. Así transcurrió mi infancia, los niños éramos pobres, X muchos andaban descalzos, Yo no sé por qué los curas otros con sus ojotitas. hablan tantas falsedades. Jugábamos en las escarchas, Ellos son los mensajeros, a la escondida, al pillarse, ellos los que hablan con Dios; al trompo, al paco pillo, yo no converso con nadie, o en los charcos con los sapos; sólo con mis pensamientos, al fútbol a pie pelado, y no entiendo cómo Dios la pelota era de trapo. hizo los montes, los mares y todas las cosas bellas, VIII el cielo y las estrellas. Yo fui siempre retraído, no entendía a los maestros; XI siempre serios, enojones. Me gustaban las carretas Un día perdí mi goma, con bueyes y con caballos. se me cayó bajo el banco, En la estación de Linares,

50 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

yo veía pasar el tren, XIV la locomotora a vapor Mi juventud fue cosa iba respirando fuego. de una angustia superior. Los viajeros y viajeras, Yo tenía sentimientos con su mate y su brasero. más libres que un colibrí, Si todo era alegría, no sé cómo sobreviví después sonaba un silbato. a tanto engaño enojoso, tuve un hijo muy hermoso XII si salió igualito a mí, Un día ingresé al liceo, de la madre no lo dudo, fue una angustia superior, resultó bien estudioso. estudiar con tal rigor los idiomas extranjeros, XV matemáticas y física, Yo sólo soy un labriego la química era un enredo. que ama la tierra entera, Yo caminaba kilómetros, no tengo dios ni bandera entumido, perturbado, y vivo de las esperanzas. y me cerraban la puerta: Siempre supe uncir la yunta, usted, ya llegó atrasado. para labrar las praderas, cultivo papas, trigos y maíz; XIII yo siembro las cementeras, Pero me puse rebelde, para cosechar después, seguiría mi camino, preparando bien las eras. así lo marcó el destino. Yo sólo era un campesino, XVI estudié la agricultura Yo ya me he ganado el cielo, y sería mi pasión, no me lo han dado los frailes. el ver germinar semillas, Me lo regaló mi madre, madurar trigos, maizales con su ejemplo y entereza; y cantarle al mundo entero, con su honradez y paciencia; como lo hacen los zorzales. con infinito candor, ella siempre comprendió, yo era hijo de una estrella; y llegué a este planeta, por designios del amor…

Servicio Nacional del Adulto Mayor 51 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

XVII con amargura les explico, Yo tuve mis alegrías alguna vez, fui político. y también tuve mis penas, vi romperse las cadenas, XX con ley de reforma agraria; Un día me habló una voz, cuando siervos e inquilinos yo soy tu hermano me dijo; vieron nuevo amanecer. yo habito acá en los cielos, Abandonando sus ojotas esto fue un gran acertijo. que los llagaban, explico, Tú eres padre, tú eres hijo, lo que sucedió después, en un mundo muy lejano fue por obra de milicos. y tienes muchos hermanos. Acá la vida es muy bella XVIII y muy pronto tú vendrás Yo, a los jóvenes les cuento a vivir en las estrellas. que hubo una grande traición, por órdenes extranjeras, XXI mataron a un presidente Los humanos somos libres, y asesinaban a la gente, siempre errantes en el cosmos. con las manos amarradas. La vida siempre es eterna, Yo fui preso y perseguido la muerte es solo un tropiezo. por luchar por la justicia; Después volamos bien alto, me salvé de la milicia como lo hacen los vientos. porque fui bien protegido. Nuestro cuerpo es una jaula, donde habita golondrina, como las aves emigrantes, XIX vuelan nuestros pensamientos. Trabajé en varios oficios: carpintero, albañil; XXII fui domador de caballos, Fueron tiempos tan gloriosos pastor en la serranía; y que ya no volverán, dirigente sindical, ahora penas me dan, alfabetizador en el campo; tantos jóvenes engreídos, pirquinero de ocasión desprecian a los ancianos, y para aumentar mis penas, porque tienen celular

52 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

y conversan ellos solos crearon una pandemia; en las micros y en las esquinas; eliminan al más débil, yo no sé qué se imaginan, al más viejo, si es preciso. si ya no saben pensar. Planifican al detalle; se quedarán ellos solos XXIII y tendrán su paraíso. Ahora todo es ambición, automóviles de lujo. XXVI Individualismo puro, No quiero ya detenerme codicia, egolatría. en estrategia tan vieja, No tienen madre ni tía, el lobo entre las ovejas entre ellos se pelean siempre ha sido peligroso. y quieren pelar la breva, Será más profundo el pozo sin regar nunca la higuera; con el temor a la muerte. verá usted si es lesera Ganarán mucho dinero pero llegó la pandemia. con fármacos y vacunas; muy pronto vendrá la XXIV hambruna Las guerras son horrorosas, por culpa de inconscientes. destruyen la tierra entera, por el oro o el petróleo, XXVII no respetan las fronteras. Los hospitales colapsan, Envenenan agua y suelos, pero siempre ha sido así. los océanos son asco, Vamos dijo la perdiz, después lamentan el fiasco, ha comenzado la siega, de China, gran nación, vendrá pronto la refriega, llegó un virus ponzoñoso, ya está madura la uva; la pandemia es nueva guerra. pero en una cuba estragada donde echaremos el vino; XXV mejor será que en la parra Son los dueños del planeta, se malogren los racimos. siempre ocultos, cautelosos; tienen grandes academias. Como son tan habilosos,

Servicio Nacional del Adulto Mayor 53 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

XXVIII XXX No temamos a la muerte, Yo nací libre una tarde, la muerte es solo un negocio; vine aquí desde una estrella. vivamos alegremente No soy súbdito de reyes, como el chincol en su nido ni de curas ni de dioses. y seamos precavidos, Me despiden codornices, alimentémonos bien; los queltehues, los pidenes. no tomaremos el tren Paso a paso sin apuro, sin entrar en la estación; voy sembrando por la huella; y llegará la ocasión ya me voy hermanos míos, de abandonar el andén. me regreso a las estrellas.

XXIX Dónde quedan ilusiones, ambiciones, fantasías y las cuentas millonarias en países extranjeros; si en Chile no tenemos como curar a la gente. Se agazapa la pantera antes de dar el zarpazo y mueren nuestros ancianos en una lista de espera.

54 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

YUNGAY Diario de vida

MARIO HUGO VILLAGRÁN PINOCHET (75 AÑOS)

Diario de vida que guardas mis secretos, del amor furtivo, del amor que ya se fue, hoy abro tus páginas y leo y recuerdo las huellas que dejé, las huellas que dejé en la vida de una juventud pasada, a veces muy tranquila y, otras, casi siempre desordenada. Hoy recuerdo ese ayer que está en tus páginas, ese ayer que no quiero olvidar. Allí están los amores que se han ido y que jamás yo dejo de añorar, añorar ¡tantas cosas!, olvidar los amores tan furtivos que tienen un sabor tan diferente, cuando son amores escondidos. Hoy tus páginas me traen el recuerdo del amor, la aventura, la pasión, cada palabra me recuerda tanto que al escribirlas puse todo el corazón. Hoy, a medio camino de la vida, mucho no me queda por escribir, pero siempre he de volver al diario, aunque quede poco tiempo de vivir. ¿Recuerdas aquella vez que salimos a caminar, entre flores, al lado del hermoso río aquel? Tú me hablabas de tus planes y yo te hablaba de los míos; teníamos en ese momento, tú diez años y yo once, pero ya a esa edad hablábamos del futuro. Y hoy día, ¿qué se hicieron aquellos planes de entonces? Recuerdo que tú me decías confiada: yo seré una actriz famosa; y yo, para no ser menos, te decía que sería alguien famoso. Los años nos separaron. Tú te fuiste y yo me quedé en esa orilla del río y de árboles frondosos. En mi casita de campo rodeado de aroma y flores he recorrido mil veces el hermoso río aquel, que dejó de ser el mismo al irte tú lejos de él. Por los diarios he sabido que tus planes se han cumplido, eres esa actriz y famosa, y yo me quedé en el camino, pero siempre al lado del río te recuerdo mi linda moza. Ayer fui a la capital y en la marquesina de un cine vi tu foto principal con tu rostro angelical; las lágrimas me corrieron, la

Servicio Nacional del Adulto Mayor 55 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

56 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

memoria vino a mí y vi aquella mocita con que solía conversar. Al irte tú me di cuenta que la amistad que sentía era ese sentimiento que suelen llamar Amor, y ahora, que estás tan lejos, que eres actriz y famosa, te extraño con sentimiento, pero se llama dolor. Tú fuiste, sin dudarlo, la primera que siempre soñó en encontrar mi corazón. Y ahora que te tengo y eres mío no dejo de pensar y con razón, tú fuiste en mi vida la primera que encendió la llama, la pasión; mi vida la cambiaste en un instante, dejando de sufrir mi corazón Caminamos tantos años con amor, pero en la senda se quebró el hechizo, abriendo la brecha que se quebró el encanto. Tal vez mi gran error fue quererte tanto, pensar que te tuve y te he perdido por motivos ajenos de razón; yo me tengo que ir y tú te quedas, destrozando así toda ilusión. Qué duro partir sintiendo esto que de sentirlo tú pierdes el honor, le dicen tantos nombres en la vida, yo sólo sé llamarlo Amor. Me voy pronto, pero tú siempre junto a mí en cada amanecer, sabiendo que jamás el Amor volverá a florecer. Rompiste las cadenas que te ataban a mi vida, buscando otros caminos, buscando un nuevo amor; mas lo supiste tarde, estabas tan atada y te diste cuenta de tu fatal error, estabas amarrada por este amor tan puro que nació de tu vida para este corazón. Te fuiste de mi lado, dejándome la herida. Yo aún no sé el motivo, no sé de la razón. Tal vez el error mío fue creerme siempre ser tu dueño, tu amo, tu señor, no decirte nunca lo que yo te amaba, ahí estará el motivo. ¿Fue ese el gran error? Tus ojos se volvieron al que te dijo un día lo que yo torpemente no supe decir, creyéndome seguro de tu amor tan tuyo. Ahora sólo me resta mi orgullo maldecir. Ahora quieres volver; mas diste el paso que yo no perdono, entregaste a otro tu calor, tus besos y todo tu sentir. No quiero que vuelvas a mi lado un día, no sería nunca como un día fue.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 57 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Nadie toca lo que he tocado yo, nadie cubre esos besos que te he dado yo, esas caricias mías, tan tuyas cada día; prefiero quedarme solo, añorando lo tuyo, que quedarme a tu lado con el dolor a cuestas, de saber que volviste cuando te dije adiós. Clavada en el alma yo tengo esa pena, pena maldita, pena de amor, que pasado el tiempo no logro borrar; yo tengo la huella de ese dolor, esa huella maldita que amarga mis horas; marcada en el alma mientras dure el dolor, tal vez algún día se borre eternamente, cuando en mi vida se cruce otro amor. No es tan fácil borrar esa pena; tú das la vida, das el corazón, pero la vida no se detiene, siempre hay esperanzas, siempre hay ilusión, son penas tremendas las penas de amores. Quien lo ha pasado te lo puede decir, entregas tu alma, entregas tu todo, jamás esperas lo que pueda venir, pero en la vida no todo es amor, armonía; también existe la maldad, el odio sin fin. Quien ha pasado traiciones tan bajas, él es el único que lo puede decir, por eso cuídate de la pena de amor, viene silenciosa, casi sin notarlo; cuando te das cuenta es demasiado tarde, ya está en tu corazón, tienes que aceptarlo. El tiempo curará esa pena que hoy yo tengo clavada en el alma. Mañana no será igual, pues te llegará la esperada calma. Y si tú, mi hija, me preguntas un día por ese diario guardado en un rincón, te diré que son recuerdos y vivencias mías, que pertenecen a este corazón.

58 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Amé

ELÍAS MERINO PEÑAILILLO (75 AÑOS)

Mi primer can de mozalbete que cuidase con amor Pequeñito azabache Fue su casa construida por mis manos Día a día mis ojos lo vieron crecer Mi noble can, mi fiel amigo Con su fiel compañía transitamos por caminos polvorientos, quebradeños Excelente cazador recorriendo los viñedos Caminando por las vegas y sus pasturas Dormitando en la casona de los Altos de Mirasol Un frío amanecer no acudió a mi llamado Ahí estaba a quien cuidaba con esmero Se quedó en los pastizales vigilando las estrellas. No hubo más noches de centinela ni oído avizor Se fue en silencio, cabalgando sin esfuerzo Con una lágrima asomada, lo tomé entre mis brazos Amé tanto lo que fue mi perro amado del recuerdo

Medianoche ¿Dónde estás? ¿Dónde has ido? ¡Bien sabes que te espero! Con el paso de los años el cansancio acumulado está al final de este camino

Servicio Nacional del Adulto Mayor 59 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Transitando por los finos arenales del estuario La distancia es tan enorme entre Oriente y Occidente A la vera de esa playa se quedaron nuestros sueños inconclusos Aspirando el aroma de ese piélago oriental Saboreando esa sal de mis labios con tus labios Entre el cielo y el océano más allá del horizonte Con mis manos y tus manos entrelazadas Observando aquel estuario sin más nada que decir. El silencio, nuestro cómplice fue y será Sólo tú y sólo yo Como niño entre tus brazos Cavilando a medianoche He jugado con mis dedos en tus cabellos enmarañados Se divisan no lejanas las rompientes. Los veleros navegando balancean de sus jarcias los faroles Allá van, allá se pierden esos mástiles tras el horizonte Solo quedan los bajíos quebradeños de un océano tormentoso Los papudos, gaviotines y gaviotas regresando hacia sus nidos La tarde está llegando, crepúsculo vespertino escarlata del ocaso Esas nubes tan distantes en colgajos lentamente se disuelven El crepúsculo astronómico ha llegado Cuántas veces a medianoche Cuántas veces te he soñado Se quedaron sobre finos arenales nuestras huellas El lamer del oleaje se habrá encargado de borrar ¡Hasta pronto! Aquella mañana debo partir, no sin antes un carmín de despedida ¡Hasta pronto! Me he ido tras del muro pedregoso

60 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

¡Hasta pronto! Sé que un día has de volver.

Pies desnudos Caminar y caminar fui tantas veces Por agreste sendero hacia la casa vieja, entre pinos y viñedos Los perales, las higueras retorcidas Ahí bajo sus sombras me sentaba a escuchar el concierto de chicharras El tic tac entre boldos, litres y mardones Tomarlas en mis manos no las puedo Entre pendientes y gradientes de esos cerros Se quedaron a las sombras de eucaliptos mis recuerdos ¡Allá! Lejanas sobre sillas de los cerros en oriente Las inmóviles caducas arboledas al desnudo, me parecen como apaches del lejano oeste sus fantasmas. La tarde va cayendo, la penumbra está cercana ¿De pronto? Escucho un lejano grito. ¡Elías!

¿Es mi madre? ¡Acá estoy! Respondiendo a su llamado Fui bajando en pies descalzos bordeando las barrancas Escuchando a las aves tencas, anunciando con su canto el pronto anochecer. ¡Un suspiro!

Servicio Nacional del Adulto Mayor 61 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Somnolienta esa quietud en los Altos de Mirasol He quitado mis ropajes empapados de aromáticas melosas Entre manos café de higos, interior de porcelana en jarro viejo. El aroma de tortilla en el rescoldo Apetecen en mi mente acontecer Es tarde ya, la penumbra ha llegado Alumbrando, suspendido de una viga aquel viejo farol de cobre Dentro de él blanco cieno irá quedando Escuchando ese canto de los grillos que se esconden entre viejas vigas de roble de esa casa de campo Me acomodo en ese lecho construido por hojarascas de choclos —Buenas noches —ha dicho mi madre. Día a día y los años van pasando Estoy cansado, mis sienes blancas Fue aquello tan fugaz, como el suspiro profundo de un amanecer. Gracias vida que me diste tanto que soñar Aún mi mente te recuerda viejo campo Gracias vida por estar en la paz de mis recuerdos.

Crucero Entre nubes acuarelas de colores Sobre piélago irán surcando aquellas barcas Entrepuentes transitando van tus pies En mullidos plantares de tus calzas En los saltos se reflejan las vislumbres, infinito nuestro cosmos sideral Culebrinas de cristal en reluctancias Lejano astronómico sobre piélago su faz Quejumbrosas, blanquecinas los rompientes

62 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

En picadas los albatros, papudos y gaviotas Tras de ellos gaviotines y fárdelas Tras la barca los escualos marrajeros Azulejos, tintoreras; esos peces voladores a ras de aguas Tras el surco de esa barca, por millares las burbujas blanquecinas. Astronómico crepúsculo se ha ido En silencio los grillos se han quedado El crepúsculo civil está llegando Un diamante irá rompiendo las auroras. Con el alba se disipan los fantasmas y aparece un nuevo día Ha cesado el concierto de los grillos De las ranas en las charcas su croar Transitando otra vez por entrepuentes Navegando esa barca sobre piélago azul Reflejándose ese cosmos tan lejano, al cenit del mediodía el padre sol Tibia brisa te acaricia, va meciendo tus cabellos enmarañados. Veo en tus ojos somnolientos la pasión Al compás del bamboleo que cobija nuestro amor con su vaivén. El noctámbulo nuevamente ha llegado Y otra vez el concierto de los grillos En toldillas alegres fiestas He tomado tu cintura y tú de mí Susurrando en tu oído una canción. Acaricié aquellas manos con mis manos, mi mirada en tu mirar He besado esas mejillas sonrosadas Al compás de aquella barca en suave rolido su vaivén Allá lejos las vislumbres tierra amada. Reencontrarse nuevamente en su lar

Servicio Nacional del Adulto Mayor 63 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Sus jardines, ciprés calvo, sus faroles al ingreso del portal. Tus huellas en la barca se quedaron No te guardes las nostalgias Es tan corto nuestro tiempo, es tan largo el camino por andar. ¡Mas de pronto! Nuevos bríos han de nacer Transitarán torbellinos por tu cuerpo Aureolas sonrojadas surgirán en tus mejillas Sé feliz en el presente, ¿el mañana? quizás nunca llegará. Acá te esperaré a media noche, en mis sueños con tus sueños Por ahí cercano estaremos en la ribera de ese estuario Cabeceo, bamboleo; esa barca con su suave rolido quedó atrás Buenas noches bella musa Llegará un nuevo día y no quiero de este sueño despertar.

Ciprés Calvo En parada 15 se detiene ese ómnibus Un anciano va arrastrando sobre ruedas su valija Caminando por sendero tapizado de finos abrojos En aeropuerto ha bajado en raudo vuelo Sí… Lo ha hecho después de cruzar aquel muro gélido y pedregoso Lozana tarde mes de octubre en primavera Limpio cielo azul y tenue brisa Arrastrando con premura sobre ruedas, va el anciano su valija Un giro a la izquierda Otro más a la derecha Señalética un ciprés calvo A la vera del sendero de las flores aquel lar

64 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Galopante corazón, un corcel desbocado ¿Le han soltado las amarras? ¿Le han dejado sin maneas? ¿Sin bajador en sus quijadas? Allí, allí estaba ella en esperas Alzó sus brazos en señal de bienvenida Se han cruzado las miradas con un beso en su mejilla El ingreso entre faroles, tras de ellos un Ciprés Calvo Entre verdes pastizales, un rosal sin sus pimpollos Un sendero de cerámica; ese hogar de rojos muros con sus blancos ventanales.

Alzó la vista Allí están los eucaliptos Una parra de largas gemas Sinfonía de cotorras en concierto, picoteando están los frutos amarillos de aquel níspero con sus hojas perennes entre ramas. Una higuera retorcida a la cual tengo piedad, porque ella no sabe de pimpollos Sólo entrega lánguidos frutos y es el único del vergel allá en Playa Verde Aparecen en diciembre y después en mes de abril Una mesa bajo esa parra, unas sillas y un aljibe Fueron veinte aquellos días en aquel mismo lugar Misma hora señalada en tomar el té y almorzar Ciprés Calvo, hoy te pido tú que has sido tantos años silenciosa compañía Bajo tu sombra aconséjale Musita entre tus ramas con susurros en sus oídos Que la extraño, que la amo.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 65 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA La vida con los hijos

MARÍA CRISTINA CARO MOYA (75 AÑOS)

Asomaba el sol ese día y empezaban los múltiplos quehaceres de rutina, mis hijos se levantaban somnolientos, ingerían su desayuno y emprendían viaje al colegio. Nada hacía presagiar que sería el último día de esa rutina diaria. La vida nos sorprende y depara lo más trágico que una madre puede vivir, nada intuía que algo tan trágico sucedería. Esa tarde de invierno, tres de julio, venía con anuncio de misterio, los nubarrones anclaban en el cielo, la lluvia pronto sería visible, se palpaba la frialdad, la vida dio un vuelco que dejó sin aliento a todos. Pero nada es para siempre. Dos luceros Mis dos pequeñitos jugaban a diario, tenían mucha energía, carecían de cansancio, vivían su infancia dando vueltas y giros por toda la casa. Siempre ideaban alguna cosa, sus juegos iban más allá de lo normal que de otros niños de su edad. Pablín era sensible, sentimental, buen amigo, amaba a Lotito y se preocupaba de él, tenían una diferencia de edad de tres años. Disfrutaban la vida a pesar de la reciente separación de sus padres. Fue abrupta, me imagino cuánto demoraron sobrellevar este lamentable suceso. Lotino era un niño muy hermoso, hacendoso, ordenado con sus ropas y sus juguetes, se esforzaba por estudiar y ser el mejor del curso, especialmente en matemáticas, su asignatura preferida.

66 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Pablín era muy inquieto, vivía el día a día, para él las actividades en el colegio eran secundarias. Su pensamiento era vivir el presente, lo transmitía a menudo, decía: “Mamá, viva siempre el presente porque ese es el momento que vivimos a diario, nos levantamos y lo que hacemos es vivir el hoy”. El regreso a casa Mis hijos tuvieron la libertad de jugar y hacer descubrimientos sin ninguna restricción, la permisibilidad era mi característica. Lotino, por ejemplo, regresando del colegio, no ingresaba por la puerta principal, escalaba la reja metálica del jardín subiendo al techo; una vez en el patio anunciaba su llegada, en varias ocasiones sus amigos hicieron el mismo recorrido. En invierno se padecían las consecuencias cuando se llovían algunas habitaciones incluyendo la de él. Recogiendo paltas ¿Quién no ha tomado la fruta de sus vecinos alguna vez y teniendo los mismos árboles frutales en su casa? Eran niños traviesos, creativos y de buenos sentimientos. Nuestro vecino, Jorge, tenía un grandioso palto, ellos se subían al techo, deslizaban ramas hacia nuestro patio y tomaban las paltas verdes. Al año siguiente les propuse que no repitiesen la aventura, no era buena idea tomar lo ajeno. Sorpresa me causó cuando me dicen que ya las habían cosechado, las guardaban en un clóset como era su tradición. Experimentos de niños Cada cierto tiempo improvisaban experimentos, esta vez se les ocurrió que podían obtener agua temperada aprovechando el sol en el horario que más quema. Era mediodía, se les ocurrió que usando algunos elementos podríamos contar con agua tibia con

Servicio Nacional del Adulto Mayor 67 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

medios muy básicos. Colocaron varios envases plásticos sobre el techo de la casa introduciendo una manguera que haría el milagro de transportar el agua temperada. Abajo había otros envases recibiendo el líquido. Subían y bajaban las escaleras a pleno sol, se esforzaron en exceso. La intención era buena y requería tiempo y sacrificio. El experimento resultó ser un éxito, el agua bajaba a través del conducto con una tibieza admirable. Nunca olvidaré sus caritas enrojecidas por el sol. Navidad compartida Nuestra familia estaba compuesta por tres integrantes. Me sentía impaciente y angustiada, el desafío de estar al cuidado y formación de mis dos hijos era inesperado. En ese instante íbamos a cenar. Tocan la puerta, eran las doce de la noche, llovía inusualmente, llegaba a nuestro hogar una madre con sus cuatro hijos. Ella los retiraba de un hogar de beneficencia. Hacía poco tiempo había enviudado y su situación era precaria, su esposo era jardinero de varias casas incluyendo la nuestra. Como era costumbre, retiraba a sus niños los fines de semana o feriados. El caso es que tuvimos una mesa adornada con todos estos pequeñitos juntos, compartiendo nuestros alimentos, una Navidad inesperada y grata, el mejor regalo de Navidad. Domingo de fútbol Asistíamos al estadio con frecuencia los días domingo, jugaba nuestro equipo predilecto, Rangers de Talca. Lotito era muy entusiasta y se concentraba durante el tiempo que duraba el evento. Había tensión a veces según el resultado. En consecuencia, a Pablo no le resultaba un buen panorama, disfrutaba por las golosinas que en el estadio se comercializaban. Lotito, además de deleitarse con el partido, practicaba el fútbol, siendo con el tiempo un buen jugador. Coleccionaba álbumes de

68 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

fotos de jugadores nacionales e internacionales, sus conversaciones respecto al deporte eran admirables. Semana Santa Próximo a la celebración de Semana Santa, se acostumbraba a recolectar dinero para la iglesia. Ellos asistían a un colegio católico, que le daba a cada alumno una caja pequeña para que reunieran colaboraciones dentro de sus amistades. Tenía en su portada un slogan: “No pesa, es mi hermano”. El mensaje lo entendieron a su manera, Pablín paseaba a su hermano sobre sus hombros por toda la casa, fueron varios días que practicaron este rito. Al final había que cooperar sin efectuar la real colecta. Mis criaturas lindas no entendían el mensaje, sus almas sí. Hermosa diferencia Eran diferentes, Lotino era responsable en sus estudios, tenía interés por aprender y tener excelentes calificaciones; en cambio su hermano mayor lo hacía sin brío, era buen alumno, pero no era su prioridad pensar en el futuro. A Pablito le gustaba todo lo referente a negociar, confeccionaba billeteras, monederos y grababa cassettes. El ingreso lo usaba para comprar dulces o jugar juegos electrónicos, era su afición. Un día me dice: “Dejemos que Lotito estudie y tenga dinero, a mí, que me instale un supermercado”. Confiaba en la capacidad y responsabilidad de su hermano. Alonso y su afición por los animales Lotito era aficionado a los animales, especialmente gatos y perros. Tenía seis años, fuimos de vacaciones de invierno a Curanipe, una playa en la región del Maule. Al llegar se acercaron dos perros grandes y enjutos, raza de perdigueros, animales cazadores. Al instante hubo conexión, fueron sus mascotas en esos días, los alimentaba, les proporcionaba cariño y jugaba con ellos.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 69 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Los animales hacían guardia toda la noche esperando a su amo pasajero. Después de varios días de estadía tuvimos que regresar. Lotito quería adoptarlos, fue triste ver cómo se despedían. Alonso los siguió con su mirada desde la ventana trasera del auto, sus mascotas corrieron detrás hasta perderse de vista. Alonso, nostálgico, se los encomendó al mar. Besos de hermano Siempre era lo mismo, jugaban, discutían, salían juntos a comprar, no podían distanciarse el uno del otro. Se hacían bromas de mal gusto, le ponían sal a la leche, extracto de ají al pan, trampas con envase con agua en el dintel de las puertas, sábanas cortas, etc., todas estas chacotas. La forma de manifestarse el cariño era un beso en la cabeza, el que recibía el beso arrugaba la frente y cerraba los ojos como si fuese un sacrificio, unía los labios con el cuero cabelludo y soplaba fuerte proporcionando calorcito. Esa expresión de afecto perdurará en mis pensamientos el resto de mi vida. EL cariño tiene pupilas y arrugas y a él jamás se le pierde algo. Clases de canto Mis queridos hijos no tenían afinidad por el canto. Lotito rindió una prueba y la calificación fue insuficiente, llegó muy angustiado a la casa, le expuso a su hermano lo ocurrido. Pablo le pidió que coreara la canción, de inmediato le comentó que estaba muy bien, que no se afligiera. Atribuyó la calificación al deplorable carácter del profesor. Pablo también tuvo un evento relacionado con el canto. Publicaron en el colegio que requerían formar un coro. Había que inscribirse con anterioridad. Llega el gran día de la clasificación. Le toca su turno. Empieza a vocalizar su canción: “Ven con nosotros a caminar

70 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Santa María, ven…”. El profesor de música lo escucha con atención, luego lo toma del brazo y murmura: “Siga caminando”. Pizza más bebida Tenían pocos amigos, pero leales. Se familiarizaban entre ellos, los invitaban constantemente a la casa. Yo elegía que así fuese, me sentía más tranquila, tenía temor que algo les sucediese cuando salían, estaban más grandes, diez y trece años. Un día hablaban mucho por teléfono, luego salieron de la casa, al rato llega un señor con una pizza y una bebida. “Le traigo su pedido”, me dice. Reclamé que estaba equivocado de casa. No fue amable conmigo. Después de un rato de discusión me di cuenta que tenía razón, la llamada había sido originada desde esta casa. Así transcurría la vida de mis chiquitos, como madre traté de permitirles varias cosas, difícil arrepentirse. Son el tesoro más valioso de mi vida. En el fondo nada es tan bello como el día de cada día. El día más espantoso Ese día tres de julio, Pablito regresaba del colegio, tenía quince años. Como de costumbre, se sienta al comedor a tomar once. Son las siete y media de la tarde. Me pide que le proporcione cariño, le rascaba su pelo a menudo mientras se alimentaba, a mis dos hijos les agradaba esa forma de acariciarlos. No termina su once. “Me duele mucho la cabeza”, me dice. Toma un medicamento y se va a la cama, a descansar un rato. Casi de inmediato lo veo, se dirige al baño, se moja el rostro y se asusta cuando me ve a través del espejo. “¡Mamita, no te asustes!, ¿ya?”, me dice. Mientras esperábamos la ambulancia, se desploma en el sillón y me dice: “¡Mamita, no veo nada!” Sus desesperadas y últimas palabras.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 71 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Llegó la ambulancia, le practican los primeros auxilios, no había reacción. En minutos recordé toda su vida, desde que nació, sus primeros pasos, fueron siete largos minutos, lo que demoró la ambulancia. La respuesta del médico neurocirujano: aneurisma cerebral. Casi me muero, grité: “¡Mis hijos es lo único que tengo!” Lotito me pregunta: “¿Cómo está Juan Pablo?” “Tú hermano se fue al cielo”, le respondo. Me imagino el tremendo sufrimiento para un niño de once años. Presagio Hacía una semana antes, Pablín me pidió permiso para ausentarse del colegio, iban a salir de vacaciones de invierno. Lo autoricé. Esa mañana estuvo siempre a mi lado, me ayuda a tender la cama y me pregunta: “Mamita, ¿qué harías si uno de tus dos hijos se muriera?” Le digo: “¡No me agrada la pregunta!” Luego nos fuimos a la cocina. Mientras lavaba la vajilla, me abraza e insiste: “Por favor, responde mi pregunta”, me dice. “Me muero”, le digo. “Mamita, no te tienes que morir, tienes que luchar por tu otro hijo”, me dice. Sus palabras fueron el anuncio de su partida, jamás me lo hubiera imaginado. Recorrí las calles llorando a mi pequeñito, no había conformidad. Lotito fue mi apoyo, mi compañero, y todo en la vida. Gracias a él pude resistir y continuar viviendo.

72 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Cicatriz de niñez

BLANCA ALICIA SOTO SAAVEDRA (81 AÑOS)

Nací y viví mi niñez y adolescencia en una casa quinta de la que guardo momentos tristes y también felices. Fuimos varios hermanos. Mi papá trabajaba en una fábrica de calzado, así que con lo que él ganaba mi mamá se las arreglaba para darnos nuestra alimentación y vestirnos. Ahora, junto a una hermana, recordamos cómo mi mamá siempre en las fiestas patrias se las ingeniaba para hacernos, a las niñas que éramos más pequeñas, unos vestiditos. Esto en esa época era una tradición. Estudiamos en nuestra querida escuela Concentradas de Talca — antes Escuela N°15 de niñas y Escuela N° 3 de varones— hasta sexta preparatoria, pues no pudimos económicamente más. Por ende, después nos dedicamos solamente a trabajar. Todos los hermanos fuimos muy trabajadores a pesar de que a veces, cuando éramos más niños, no nos pagaban con dinero. En esta casa en la cual vivíamos, había muchos árboles frutales y una noria que estaba en desuso. Un día los dueños de esta casa trajeron a varios jovencitos para que recolectaran la fruta. Yo tenía cinco o seis años. De curiosa e inocente me acerqué a mirar y me afirmé de un peral que estaba inclinado a la orilla de la noria, que tenía en su interior agua y basura. De repente, me vi dentro de ella y estirando los brazos hacia un joven que trataba de alcanzarme. Él se había puesto boca abajo en la tierra y los otros jóvenes se habían colocado igual que él, afirmándose de los pies cada uno, haciendo una fila para que el primero que trataba de ayudarme me sacara. Yo pienso que si estos niños no hubiesen estado ahí yo me habría ahogado, pues estaba pisando unas ramas que no me dejaron

Servicio Nacional del Adulto Mayor 73 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

hundirme, ya que la noria era profunda. Esto no lo olvido a pesar de ser tan niña cuando sucedió. Mi último recuerdo de esta situación es que me veo sentada en una sillita junto a mi mamá. Hoy tengo 81 años, y debido a esa experiencia tengo terror a la altura y el encierro.

74 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

LINARES Amor y muerte

CARLOS YÁÑEZ (77 AÑOS)

Antes de cumplir los dieciocho años conocí el mar. Me encantó la música blanca que emitían las olas al golpear las rocas y juguetear con la arena de sus playas. Lo había visto en películas, en paisajes impresos, en revistas, en diarios y en pinturas que artistas, a través de sus talentosos pinceles, lo retrataban. Aquel rebelde y ancho mar que incluso al contemplarlo en la tela, la imaginación permite escuchar su rugido y el cantar de las gaviotas. Jamás imaginé que en misma fecha encontraría a una niña más hermosa que el mar, el sol y la luna llena en primavera. Era un hermoso día, con un cielo que parecía sonreír al contemplarlo tan azul y radiante. El obsequio divino fue el envío de un ángel casi perfecto, a quien pude mirar en la profundidad de sus ojos para buscar en su interior la bella luz de su alma. Sus labios dibujaron una preciosa sonrisa y su voz emitió una música encantadora y tan suave como el posar de una mariposa en los pétalos de una rosa. Su presencia era un fantástico sueño del cual no quería despertar. La brisa del mar humedecía mi cara y el sol doraba sus cabellos. Las aguas verdes azul acunaban las blancas olas para que danzaran sobre el mar y este, dejándose acariciar, no rugía, cantaba con un susurro enamorado. Entonces, las olas tan sólo besaban las rocas y luego, suavemente, con enormes brazos de espuma, abrazaban la arena tibia de aquella playa donde la conocí.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 75 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

El reloj me notificó el momento: veinticuatro de noviembre de mil novecientos sesenta y dos, once con treinta y tres minutos. Nos citamos para ese día en la plaza de Constitución. La luna y las estrellas también acudieron para iluminar ese momento con escena inolvidable. Dos luceros se abrazaron y en el cielo escribieron nuestros nombres: Ximena y Arnoldo. Al tercer día nos dimos el primer beso que marcó en los labios el inicio de un bello romance. Ximena vivía en Constitución, pero pronto regresaría a Santiago, pues su padre, que era arquitecto, ya finalizaba la obra que lo tenía viviendo durante algunos años en el balneario. Yo disfrutaba de un paseo de curso cuando la conocí en la playa Los Gringos, donde se ubica la famosa Piedra de la Iglesia, lugar donde a diario nos encontrábamos y nos dimos nuestras direcciones para escribirnos. Regresé a Linares con su aroma y su sonrisa marcada en sus labios y aquellos hermosos ojos hechizadores. Cuando regresó a su lugar de origen, yo viajaba los fines de semana a verla. Al inicio de nuestro pololeo hicimos el juramento frente al convento de Constitución de no practicar el sexo hasta unirnos en matrimonio. El tiempo pasa y los abrazos y caricias son más atrevidos y tentadores y conducen a aquel placer inconfundible... Sobre todo con una bella mujer tan especial y encantadora. Ya más distantes, en aquel entonces las cartas en una esquela rosada lloraban los desvelos de dos enamorados con ansias de encontrarse a cada instante y saciar la sed de tiernos labios con besos apasionados y placenteros. Nos necesitábamos como el pez requiere del agua y como las flores del sol para darles su color maravilloso y la luna que en las noches las aroma.

76 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Todo hermoso y soñado... La distancia más enamora, pero las tentaciones producen el pecado. Una parva de paja en la montaña y una noche tibia de verano, con una excitante mujer mayor y sensualmente bella de labios carnosos e insinuantes, quien me preguntó con voz suave, caliente y susurrante: —Arnoldo, ¿besarías a otra mujer que no fuese tu amada Ximena? Respondí que no lo haría, pero cometí el error de contemplar su boca que ofrecía labios hambrientos, sensuales y ardientes. Su falda ancha estaba muy sobre las rodillas mostrando unas suaves y bellas piernas. Su cuerpo, con sus movimientos, me acariciaba. Para vencer la tentación miré la luna y esta, como malvada cómplice, se ocultó tras una nube... Los labios de Sandra en los míos y aquella boca con la mía, ardiente y deseosa abrieron las puertas para unos atrevidos amantes. Sucedió en el lugar denominado Pejerrey. Regresando a Linares leí las cartas de mi amada y la conciencia golpeaba cada noche la puerta de mi descanso sin permitir mi sueño. Estaba arrepentido de aquella traición, pero total Ximena no lo sabría... La correspondencia de mi parte fue más floja y los viajes a Santiago, calle Conferencia 1759, fueron más distantes, no todos los fines de semana. Laboraba como funcionario de un tribunal y decidí ir en busca de Ximena para casarme. Fingió ignorar mi desatinada infidelidad y me probó con otra historia, la cual creí. Había hecho lo que yo no quise hacer con ella, respetando la promesa mantenida por siete años.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 77 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Me fui a Valparaíso e inicié una etapa de amistades con ventaja. Varios años después me casé. Nacieron tres hijos y hermosas nietas. En el rincón del olvido no había espacio para que lo ocupara mi inolvidable amada... Viajaba a Santiago y en los asientos del metro miraba a los pasajeros que subían y bajaban del metrotren. Nunca la vi hasta hace dos años. Una llamada desde Argentina, Buenos Aires, me contactaba con ella. Acepté su visita a Linares. Su belleza, ternura e inteligencia... intacta. El encuentro fue una fusión de aquello pendiente, pero nos enteramos a los pocos días que no éramos Ximena y Arnoldo, aquellos jóvenes que se amaron como ninguno... Estaban enamorados de aquella hermosa juventud que el encuentro de dos abuelos la enterraban en este fúnebre encuentro.

78 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

SAGRADA FAMILIA Relatos de la segunda parte de mi vida, mi historia

LEONTINA VARGAS BAEZA (67 AÑOS)

Bueno, todo comienza el 22 de febrero del año 2000. Ese día fue mi separación. Yo vivía en Lontué junto a mi exmarido y mis dos hijos. Ellos se quedaron con su papá, estaban estudiando, el mayor tenía 21 años y el menor iba a cumplir 16 años. Para mí separarme de mis hijos fue lo más desgarrador; sufrimiento y dolor sentí que mi corazón explotaba de pena. Tenía un nudo en mi garganta y no podía llorar, para que no me vieran los demás. En las noches me acostaba a dormir, ahí me desahogaba un poco y nadie me sentía llorar. Porque, a todo esto, no conté al principio que me fui a vivir a casa de mi hermana menor; ella me acogió muy bien, se portó un siete y me ayudó mucho. Mi hermana y su esposo tenían un negocio en el Mall Arauco Maipú, una tienda de juguetes, peluches etc. Ahí empecé a trabajar de lunes a lunes para mantenerme ocupada y no sufrir tanto la separación de mis hijos y, a la vez, así también ganar un poco más de plata y poder ahorrar. Estaba feliz trabajando, siempre había querido trabajar y no lo había podido hacer. Mi marido nunca me dejó hacerlo, era una persona extremadamente celosa, yo vivía igual que las monjas de claustro, encerrada, y no salía ni a comprar el pan. Por lo tanto, trabajar para mí fue lo mejor y me sentí feliz. Fue pasando el tiempo trabajando sin parar. Todo lo que ganaba lo fui ahorrando y yo estaba feliz en mi trabajo. Llegaron las vacaciones de invierno. Vienen mis hijos a verme, yo estaba feliz y ellos también. No los veía desde que me fui de la casa, así que mi alegría era tan grande que sólo era abrazarlos una y otra vez. Eran

Servicio Nacional del Adulto Mayor 79 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

mis niños y junto con ellos también llegó mi nieto de dos añitos y la mamá de él. Lo que pasa es que mi hijo mayor fue papá a los 19 años y la niña tenía 16. Eran muy jovencitos los dos; ahí estuvieron una semana conmigo, los disfruté mucho, fue muy lindo, una vitamina para mi corazón. Se fueron y yo seguí trabajando. Después yo viajé para el 18 de Septiembre al campo de Villa Prat, a casa de nuestros papás. Sólo mi mamá estaba, mi papá había fallecido el año anterior. Ahí nos juntamos los siete hermanos a celebrar el Dieciocho. Por cierto, yo por primera vez compartía junto a todos mis hermanos, estábamos felices todos, con los sobrinos, mis hijos. Por supuesto, lo pasé increíble, bailamos cueca y de todo, comimos , empanadas, había de todo para comer. No se imaginan lo feliz que era mi nueva vida, yo por fin me estaba realizando como persona libre y, lo mejor, compartiendo con mi familia, cosa que no hacía desde hace años. Mis hijos estaban felices de ver a su mamá contenta y libre (vivía la libertad). Pasan los meses y sigo trabajando duro y sin parar, siempre contenta con mi trabajo. Daba gracias a Dios por la decisión que había tomado, separarme, ser yo, sentirme útil y valorada. Bueno, pasa el tiempo, llega la Navidad, mi hijo menor decide pasarla conmigo y yo feliz le compré muchos regalos. Fue una linda Navidad con mi hermana y mis sobrinos. Después él se fue a pasar el Año Nuevo con su papá. Me dio mucha pena, pero también entendía que quería estar en una fiesta con él. Bueno, ahí lo pasé con mi hermana y sobrinos, pero me faltaba algo, primer Año Nuevo sin mis niños. Fue triste, pero esto es parte de la vida. Seguía trabajando feliz, pasa el tiempo, mes de enero, vacaciones. Ahí me tomé una semana, me fui con mis dos hijos a Licanray. Por primera vez vacaciones a solas con mis niños. Por cierto, en Lican uno de mis hermanos arrendaba una casa y así lo pude hacer; fueron las mejores vacaciones con mis hijos, inolvidables. Lo pasamos divino, recorrimos muchos lugares lindos, mis niños fascinados. Terminadas las vacaciones, mis hijos de vuelta a su casa y yo a trabajar duro sin parar.

80 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Pasa un año y mi hijo menor termina la enseñanza media. El año siguiente, el 2002, mi hijo me dice que se quiere venir a Santiago a estudiar periodismo a la Universidad de las Américas y que tenía todo listo. Chuta, eso me puso muy nerviosa ya que yo no vivía sola, todavía vivía en casa de mi hermana. Ahí tuve que empezar a buscar unas piezas para arrendar, ya que no me alcazaba para la casa. Encontré y eran unas piezas de madera muy pobres. Ahí nos fuimos con mi hijo a vivir; tuve que comprar de todo, obvio todo lo justo y necesario. Nunca habíamos vivido tan pobres, pero yo me sentía feliz, porque era mi espacio, mi casa, no tenía rollos en tener comodidades, era libre, no así mi hijo que estaba acostumbrado a tenerlo todo. Pasa el tiempo y mi hijo va todos los fines de semana a su casa de Lontué, con su papá, ya que no le gustaba la casa. El 2004, el 5 de septiembre, pude comprar una casa bien linda con una plata que me pasó mi exmarido. Había vendido unas propiedades y me entregó mi parte. Ahí nos cambió la vida a mí y a mi hijo, estábamos felices en lo nuestro. De a poco amoblé mi casa, todo iba muy bien, pero al año siguiente la felicidad no podía ser completa. El 1 de abril estoy de cumple yo y mi hijo mayor, el mismo día. Yo en Santiago y mi hijo en Lontué. Ese día mi hijo me saludó, en realidad nos saludamos; mis hermanos me tenían una fiesta sorpresa, ya que yo cumplía cincuenta años. Esto en Santiago, sólo estaba mi hijo menor, mi hijo mayor estaba en Lontué celebrando con sus amigos el día sábado 2 de abril en la noche. Ahí sucedió lo terrible. Mi hijo no alcanzó llegar a su casa, le ocurrió un terrible accidente en el camino, centro de Lontué; él venía de haber jugado un partido de fútbol con sus amigos, venía en su moto con otro amigo y un furgón viro en U y no se dio cuenta que venía la moto. Mi hijo y su amigo saltaron lejos, mi hijo quedó agonizando y el amigo muy mal; mi hijo falleció en la ambulancia camino a Molina y yo estaba en Santiago. Al morir lo acompañaba su polola en ese momento, a mí me avisa la mamá de su polola;

Servicio Nacional del Adulto Mayor 81 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

más menos diez de la noche me pregunta por teléfono cómo estoy, si estoy sola. No hallaba cómo contarme, me dice que tengo que viajar, que César había tenido un accidente, que estaba grave en Curicó. Le contesto que a esa hora no hay buses a Curicó, que cómo lo podía hacer. En fin, ella corta. Pasa un rato, yo estaba viendo la tele y rezando porque ese día había fallecido el papa Juan Pablo II, y me empiezo a poner muy nerviosa. Cómo viajo, ¿lo tengo que hacer de madrugada o al otro día?; me puse muy inquieta, mi corazón se me salía, era muy fuerte lo que sentía y se me ocurrió ir a casa de una vecina y pedirle el teléfono. Llamo a mi hermana para contarle lo que había pasado, termino de hablar con ella, y ya muy mal, casi gritando le digo a mi vecina ¡creo que está muerto! Y me vine a mi casa. Ella me acompaña, en ese momento llegan todos mis hermanos, entraron a mi casa, suena mi teléfono de nuevo y me desesperé. La misma señora me hablaba, y le grito que por qué no me dice la verdad, que mi hijo está muerto. Ahí mi hermana me quita el teléfono y la señora le dice que sí está muerto. Me puse como loca, era verdad y a la vez quería que fuera mentira, me estaba muriendo por dentro. No se lo doy a nadie, ni se imaginan el dolor del alma que sentía, era mi hijo, mi niño, mi todo, me quería morir con él. De ahí a sacar fuerzas para hacer las maletas y viajar en la misma noche a Lontué con mis hermanos. Llegamos al amanecer del domingo. Mi hijo estaba en el hospital de Molina, de ahí lo llevaron a Curicó para realizar la autopsia. Me lo entregaron ese día domingo a las tres de la tarde, lo pude tocar, estaba heladito, me despedí tocando sus manitos suaves. Me parecía mentira que fuera él, me costó mucho tiempo aceptarlo. De esto pasaron seis meses y sentí realmente su ausencia, aceptar su muerte. Empecé a sentir mi duelo con mucho dolor y depre, no pude seguir trabajando. Pasa el tiempo y tengo que salir adelante, sobrevivir, no podía morir, tenía que luchar y vivir, para no dejarlo solo. Sigue pasando el tiempo. Navidad, Año Nuevo,

82 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

18 de Septiembre, todas las fiestas importantes del año eran una pena muy grande, lloraba mucho, porque faltaba él. Se sentía su ausencia. Bueno, pasa el tiempo, tuve que buscar trabajo, no encontraba y tenía que generar dinero ya que mi otro hijo estaba estudiando en la universidad. Había que comer, darle plata a mi hijo todos los días para la locomoción. Como no encontraba trabajo empecé a matutear, fui a Patronato a comprar ropa, toallas, sábanas y comencé a negociar tanto en Santiago como en el campo. No me iba mal pero no alcanzaba para sobrevivir; comencé a hacer manteles de Navidad y también de diario; me fue muy bien, vendía en los colegios, hospitales, a las enfermeras y médicos. Pero todo fue muy corto, pasó la Navidad y se acabó lo bueno. Pasó una semana y encontré trabajo en el Apumanque de las Condes, en una tienda de ropas de fiesta llamada Tika. Estuve un año trabajando ahí, era entrete pero se ganaba poco. En un micro que hacía el trayecto a casa, conocí a una señora que iba a trabajar a Vitacura, todos los días trabajaba de dueña de casa. Ella me dio unos datos de un trabajo que era muy bueno y pagaban bien, mucho mejor que en la tiendas. La verdad es que tenía un poco de temor, pensaba que era muy difícil, pero la señora me animó diciendo que era simple. Fui a ver el trabajo y me gustó. Tratamos con la dueña de casa y le caí bien. Los primeros días empecé, la verdad, nerviosa, pero, a la semana, todo estaba bien. Ahí estuve un año trabajando, me alcanzaba muy justo la plata para mantener la casa y darle a mi hijo para sus estudios y gastos en general. Por ahí me dieron unos datos de hacer aseo en departamentos, era muy bueno ese trabajo, ya que aparte de pagar bien, se hacen varios en el día. Estuve varios años trabajando en eso. Pasan los años y mi hijo termina la universidad. ¡Qué alivio! Después él se fue. Quedé sola trabajando en lo mismo. Ahí empecé a ahorrar para mí, gastaba lo justo y necesario, siempre fui muy ordenada con las platas. Pasó un año, en 2010 fallece mi mamá, otra pena

Servicio Nacional del Adulto Mayor 83 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

más, esto fue después del terremoto de ese año. Al fallecer mi mamá quedaron unas herencias, las cuales, luego de un año de tramitación y papeleos, las vendimos y repartimos. Eso me ayudó muchísimo después, ya que estuve un tiempo sin trabajar. Resulta que en vacaciones de verano del 2011, en el sur, zona de los lagos, en los Ojos de Caburgua, me caí y me quebré el tobillo del pie derecho. Estuve un año sin trabajar. Me recuperé y empecé a buscar trabajo, estaba difícil. Pasaron muchos meses y encontré un trabajo para acompañar a dos personas de edad autovalentes. Me tomaron muy buena y yo a ellos; salía con la señora casi todos los días, era muy buena para salir a comprar. Estaba feliz en este trabajo, me pagaban bien y era como mi casa, comía lo que quería, no se fijaban en nada, eran gente de mucha plata. Tenían una nana que era la cocinera, era muy buena persona, nos llevábamos muy bien, una linda experiencia. Estuve ahí trabajando dos años, pero tuve que dejarlo el 2013 porque me tenía que operar de un prolapso; entonces entré a hacerme exámenes y la operación, todo lo cual duró un año, incluido la recuperación. El 2014 vuelvo al mismo trabajo, me estaban esperando felices. Cuando volví seguí trabajando duro, a veces hasta los sábados y domingos. Tenía metas de juntar plata, para construir mi casa en el campo de a poquito y con mucho sacrificio y, a veces, sin descanso. A todo esto pasó un año y el 2015, en marzo, decido hacer la casa en el campo, de a poquito, en un terreno que heredamos de nuestros papás. Eso fue repartido entre seis hermanos, era el hogar donde nos criamos. La casa de nuestros papás se había caído con el terremoto, así que quedó el terreno pelado, por lo tanto quedamos sin casa donde llegar. ¿Qué hacemos?, y se nos ocurrió hacer a todos una casita donde llegar. Fue lo mejor. Vuelvo a la construcción de mi casita todo el 2015, el maestro haciendo los trabajos a medida que iba teniendo plata. Llega el 2016 y en julio ya estaba terminada, igual le faltaban varios detalles, pero bueno, no me quedaba más plata y estaba muy cansada trabajando todos los días. Estresada del

84 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Transantiago, no quería más guerra, ya no tenía hijos que mantener, por lo tanto decido venirme al campo. Fue lo mejor, estaba más tranquila, libre de tacos y saltos. Pasa el tiempo, igual me costó acostumbrarme, me sentía un poco sola a pesar que salía a Curicó. En el 2017 llega el invierno, frío y muy aburrido. Era el mes de junio, un día suena mi teléfono, era la señora Inés, me llamaba para que fuera hacer un reemplazo. No podía creerlo, estaba feliz. Perdón, no les conté que la señora Inés era la persona con la que yo trabajaba antes de venirme. Estuve nueve meses trabajando hasta que ella encontró una señora que me remplazara, ya que yo no quería seguir trabajando. Tenía mi casa sola, tenía miedo que me robaran, igual me sirvió mucho para salir del aburrimiento y gané un poco de dinero para sobrevivir. Fue muy provechoso, siempre que voy a Santiago paso a saludar a mis jefes, tengo buenos recuerdos de ellos. Al llegar el 2019, en el mes de junio, me ofrecieron hacer un curso para el cuidado de adultos mayores. Acepté, el curso duraba tres meses, fue muy provechoso, aprendí muchas cosas, fue como empezar de nuevo a estudiar y, a la vez, sentirme útil. Salir de la rutina diaria me ayudó mucho mental y físicamente, a pesar de que yo hacía yoga dos veces a la semana. Estaba feliz. Después llegó el año 2020. Con esto de la pandemia sólo he estado en mi casa, cuidándome, haciendo cosas, jardineando, tejiendo, viendo tele. Y para hacer ejercicio voy al cerro dos o tres veces por semana, eso me ayuda mucho a mantenerme bien positiva y bien anímicamente hasta que pase esta pandemia. Bueno, esta es la segunda parte de mi vida, mi historia, se quedaron muchas cosas y detalles sin contar. Se me hacía muy difícil y largo de contar algunas cosas muy tristes, no podía seguir escribiendo, se me nublaba la vista, no pude, era volver a revivir el pasado, por lo tanto no las pude contar, nunca pensé que fuera tan difícil. Perdón por los errores al escribir, gracias a Dios soy feliz y vivo feliz.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 85 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Mi historia, mi vida…

MANUEL SALAZAR ALCAINO (73 AÑOS)

Hola, mi nombre es Manuel Salazar Alcaino, tengo 73 años y pertenezco al centro diurno Referencial, Talca. Les voy a contar parte de mi vida laboral. Un día me encontraba trabajando, cuando mis compañeros me insinuaron formar un club de pesca y caza, con el que logré juntar 35 socios. Salíamos de excursión a Punta de Duao; eran viajes bonitos porque nos acompañaba el patrón, partíamos un día jueves a las tres de la tarde. Por el camino comprábamos cinco corderos, llevábamos un barril de vino, llevábamos diez cajas de bebida, lo pasábamos muy bien. Yo en esos años era el presidente del club, salíamos para la cordillera, para la laguna del Maule y por tres días lo pasábamos muy bien. Un día se nos ocurrió salir con la familia, llenamos tres buses con gente, pescamos muchos salmones. Así transcurrió el tiempo, pasaron los años y tuvieron que cambiar de directiva. Yo postulé a ser dirigente del club de futbol, salimos a jugar a Antofagasta, conocí todos los pueblos de Antofagasta, La Serena, Limache, Santiago, Curicó, Talca, Temuco, Puerto Montt. Yo pertenecía al elenco “A” de futbol como jugador, pero el entrenador me dijo un día que buscara otra actividad porque ya no encajaba en el equipo. Entonces me postulé como dirigente. Salí presidente, pero no quise y quedé como tesorero, asistía a muchas reuniones y era bien poco lo que trabajaba. Un día llegó una maquinaria de argentina, una embotelladora súper moderna y el jefe me llamo y me dijo: “Manuel, quiero que te hagas cargo de esa máquina”. Tuve que dejar todas las actividades deportivas de lado ya que ganaría más dinero. Era una preciosidad como trabajaba con la máquina. Pasaron los años y la fábrica CCU

86 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

la eliminaron. Entonces nos quedamos todos sin trabajo y fue así como al día siguiente un amigo me llevó a trabajar a maderas Prosperidad. Quedé trabajando altiro como ayudante de cocina; para mí fue algo nuevo porque aprendí a cocinar. Ahí encontré a un grupo de trabajadores que les gustaba salir a cazar de noche, fue así como se consiguieron un permiso para entrar a colonias dignidad. Cazamos muchos conejos, pero nos echaron porque se prohibía disparar. Estas son anécdotas que ocurrían. Trabajé siete años en maderas Prosperidad, de ahí me despidieron. Mi vecino me dio trabajo en redes de alcantarillado. Hacíamos las cámaras y todo con el vecino. En eso llegó un amigo buscando una persona para que fuera a trabajar a Salesianos; fue así como me presenté con el curita al día siguiente, y el curita me dijo que tiraría para arriba conmigo ahí. Hice como 500 hoyos donde plantaron muchos árboles, aromos, eucaliptos, álamos, etc. Fue así como trabajé tres años en Salesianos, en la parcela de Duao, cuando un día apareció el curita y me dijo: “Don Manuel, quiero que usted se vaya a trabajar al colegio Salesianos de la 2 sur”, y yo me asusté porque nunca había trabajado con jóvenes. Aparecí un día lunes a trabajar en Salesianos 2 sur como auxiliar de aseo. Hice muy buenas amistades con profesores que todavía trabajan ahí, hice varios favores a alumnos que tenían problemas y yo se los solucionaba. Era el doctor del colegio, cuando los alumnos llegaban enfermos del estómago les hacía agüitas de hierba calientes, también hice de tesorero porque les prestaba plata. Sólo uno me la devolvió. Me tenían un apodo, el “tutu-tutu”, fue así que luego llegó un mal día para mí. Me llegó la enfermedad del Parkinson y diabetes y no podía realizar los trabajos correspondientes a un auxiliar, y el curita me dijo que fuera a mi casa a descansar y me despidió. Me fui a mi casa luego de estar catorce años trabajando en el colegio.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 87 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Luego me llamaron para ir a cuidar una parcela en la Suiza, en la cordillera. Estuve viviendo allá dos años como cuidador. Fue una experiencia muy bonita, vi nevar por primera vez en mi vida, aún lo recuerdo, esto ocurrió a las doce de la noche aproximadamente. Además mi familia me iba a visitar, salíamos a cazar; bueno, yo me quedaba en la camioneta esperando y después comíamos unos conejos . Salía a pescar con mis sobrinos que venían de Viña, hacíamos excursiones, etc. Fue así como me enfermé y tuve que volver a Talca. Desde ahí mi vida se transformó en un infierno, porque estaba solo y aburrido, porque no podía hacer nada. Luego, en un feliz día en la sede Santa Elvira, donde vivo, llegó un equipo de expertos a realizar ejercicios para la comunidad. Fue así como un día me dijeron que se abriría un instituto para adultos mayores, y que les gustaría que yo participara en él. Hicimos los trámites y quedé en el instituto. Estaba feliz, venía un bus a buscarme a mi casa y luego a dejarme. El instituto estaba lleno de profesionales, quienes nos controlaban, nos hacían ejercicios, actividades entretenidas, dibujar, tejer, ver tele, etc. Podría decir que no hay un grupo como este en Talca, nos atendían de maravilla. Actualmente estoy sin poder hacer nada nuevamente por el coronavirus. Estoy feliz de haber entrado a ese grupo que me cambió la vida a mí y a más adultos mayores. Me siento feliz al redactar estas líneas para que todos mis compañeros conozcan una parte de mi vida y sepan quién soy. Envío un saludo fraternal a los 70 compañeros de mi instituto, esperando que todos se encuentren bien y que cuando se acabe esto que estamos viviendo nos volveremos a encontrar.

88 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

PARRAL A dónde te marchas feliche

FELISMER RUBILAR BENAVENTE (95 AÑOS)

A dónde te marchas, Feliche a Parral tengo entendido quiero ver las lindas plantas de un siempre rosal florido.

Puente Alto lo recordaré, ahí pasaron grandes cosas nacieron mis lindos hijos, también mi señora Rosa.

Ahora espero de la vida que me dé un aliciente, gozar de mis preciados nietos que por siempre están presente.

Tranquilo Daniel Bravo, tú nos alejaste oportunamente de la epidemia contagiosa que por siempre estará presente.

A este ciudadano agradecemos su oportuna decisión nos trajo a un lugar seguro para una sana y bendita salvación.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 89 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

De esta manera me demoré un tanto, pero le pude dar una respuesta a la dama que me preguntó ¿A dónde te marchas, Feliche? Ahora, cuando ya me he atrevido a incursionar en los 96 años, quiero hacer prevalecer mis primeros años en esa casita del sur, también los que he permanecido en Santiago - Puente Alto. Los he tirado a la balanza para saber en cuál de los dos me he sentido mejor, lo reviso bien para no equivocarme, sin querer queriendo la balanza, tan exacta, se inclina escasamente por el sur. Pienso que lo debo aceptar porque lo que pasó en esa etapa fue en tiempos que empezaba este siglo. Lo que me sucedió en 81 años entre Santiago y Puente Alto lo debo marcar con letras mayúsculas. Me ha permitido pensar en lo bueno sucedido en mi vida, el haberme casado con una compañera que permitió el nacimiento de nuestros cuatro hijos. De alguna manera he aceptado eso que dice “lo que siembras es lo que cosechas”. Seguramente mis hijos, con ese espíritu también, han sembrado en terreno fértil. Sus cosechas así lo vienen demostrando: han nacido mis nietecitos, bisnietos, todos como para quererlos, adorarlos y admirar sus condiciones de avanzada que han ido obteniendo. Con los tiempos transcurridos me he atrevido a comenzar mis 96 años de vida, los que están acusando algunas deficiencias, se me empiezan a olvidar palabras necesarias para indicar algo. Si necesito el control digo dónde está el cambiador, cuando me permito amonestar a alguien, no sé lo que significa, pero pronuncio “pity kaus kis kas”, pequeña satisfacción porque aparecen después de haber tenido tan grandes satisfacciones y bendecir a mi descendencia. Al revisar lo que he hecho en la cantidad de años vividos, los errores cometidos, algunos de ellos los atribuyo a mi espíritu campesino como he actuado.

90 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Me he quedado solo, mis nueve hermanos mayores y menores me han abandonado. Un tiempo para dar gracias a Dios y permanecer con el cariño de mis hijos, que me han ayudado para continuar estos años. Mi felicidad lograda, en gran parte se la debo a ellos, una me acompaña hasta última hora, antes de despedirse me arregla la almohada para que tenga un sueño feliz.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 91 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

SAN JAVIER ¡¡Jesús, María y José, los porotos a 4 y las arvejas a 3!!

ALONSO SEGUNDO ARELLANO ROJAS (84 AÑOS)

Quiero partir contando que “Jesús, María y José, los porotos a 4 y las arvejas a 3”, es un dicho muy antiguo que uso cuando estornudo, y mis nietos se morían de la risa cuando estornudaba seguido y lo repetía todas las veces. Dicho lo anterior, desde hace varios años tenía en la cabeza la idea de poder escribir algunas de mis memorias, pero me quedaba ahí sólo pensándolas y no escribiéndolas, así que espero que disfruten de algunas de las vivencias de este viejo. Hace muchos años atrás, después del golpe militar, me acuerdo que me encontraba trabajando en un taller mecánico, que, a todo esto, es a lo que me dediqué desde siempre. Y bueno, la situación económica no estaba muy buena, de hecho, mi patrón, que yo lo llamaba Mister Aguayo, no me había pagado el familiar hace un tiempo, que era una platita que nos daban todos los meses, entonces se acumuló un buen resto de dinero. Yo trabajé con Mister Aguayo más de un año y se me empezó a meter la idea en la cabeza de independizarme, de poner mi propio taller. Se lo comenté a un par de personas y el “becho becho”, que era un cabro de por ahí, me dijo que me apoyaba en la decisión. Así que fui a hablar con Mister Aguayo, le dije que me iba a ir porque tenía la necesidad de emprender. Mister Aguayo no quería que me fuera, pero la verdad es que yo quería empezar mi propio taller, y bueno, me dijo, “Don Alonso, le deseo que le vaya muy bien”, y me pagó todos los meses del familiar que me debía, que era una buena platita. Así que me fui a la casa, le conté a la Mercedes, mi señora, que quería con esa plata comprar las herramientas que

92 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

iba a necesitar para montar el taller. Ella me apoyó, me dijo que las comprara y que probáramos. Lo que hicimos, finalmente, es que nos cambiamos de casa, arrendamos una tremenda casa y ahí mismo monté mi taller. Un día, mientras los niños dormían, estábamos con la Mercedes trabajando en el patio, porque ella me ayudaba a hacer algunas cosas cuando tenía que entregar un trabajo temprano al otro día. Entonces ella me estaba alumbrando y afirmando el radiador para poder repararlo, y yo, sin darme cuenta, andaba con los zapatos mojados y había un cable pelado. La cosa es que me dio la corriente, pero ni les cuento lo fuerte que fue, casi ¡se me chamuscaron los pelos! Ahí aprendí a ser más cuidadoso, porque la verdad es que me dio bastante miedo. Fue una época buena y linda, pero después de un tiempo me puse a buscar un lugar para tener un taller, pero fuera de la casa, ya no quería mezclar ambas cosas, porque además la familia había crecido y necesitaba un lugar donde solamente trabajar. Después de buscar por un tiempo, encontré un lugar ahí en Padre Orellana, casi llegando al centro, y ahí monté el nuevo taller. Un día, cuando ya me encontraba establecido en este taller de Padre Orellana, encontré una oportunidad para hacer una “luquitas” extras. En esos años comenzaron a estar muy de moda los gitanos, y ellos vendían todo lo que tuvieran por delante, así que se me ocurrió comenzar a hacer unas campanitas. Me conseguí prestado una maquinita para “repujar” las campanitas, lo que significaba darle la forma específica y así las empezaba a armar. Se las vendía a una señora que estaba en el centro, ahí cerca de Almacenes París, y ella las revendía en el norte, sur y la costa principalmente. Me llegaron a encargar hasta 500 campanitas. Después se me ocurrió armar colgantes para las mujeres, y entonces fue que hice unos robots que eran de tubitos de aluminio. Los cortaba, les metía un alambre para formar piernas y brazos y les ponía unos botones; una vez armados les ponía unos cordoncitos

Servicio Nacional del Adulto Mayor 93 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

y quedaban como colgantes, bien bonitos. Asimismo hice aros y anillos, que también se vendían súper bien. Fue una época muy espectacular, me iba muy bien entre mi trabajo de mecánico y este pequeño emprendimiento que se me ocurrió. Pero como todo en la vida, en este taller pasé cosas buenas y cosas malas. Un día llegó un inspector municipal, me dijo que yo estaba debiendo como dos mil pesos más o menos de impuestos al Estado. Yo no entendía lo que me decía, porque yo tenía un contador que se encargaba de estos trámites, así que me comuniqué con él, lo agarré del cuello y lo llevé donde el inspector para que explicara la situación. El contador me pedía perdón, pero yo le pedí que se retirara, porque yo mensualmente le pasaba la plata para que pagara el permiso de mi taller y él me falló rotundamente. El inspector me dijo que fuera a la Tesorería General de la República y que ahí podía darle solución a mi problema. Llegué y les expliqué que el contador me había jodido, que yo le pasaba sagradamente la plata todos los meses, pero él me había estafado. Después de un tiempo explicando, me preguntaron en cuántas cuotas podía yo pagar los dos mil pesos, porque finalmente igual seguía manteniendo esa deuda, así que les dije que podía pagar cien pesos mensuales. Y así lo pacté. Todos los meses iba la Mercedes puntual a pagar la deuda, hasta que la terminamos completamente. Al tiempo después, se murió el viejito que me arrendaba el taller, así que tuve que entregarlo y empezar a buscar algún sitio donde poder empezar de nuevo. Sin embargo, no encontraba nada. Por suerte, como me había ido tan bien, tenía dinero para un par de meses, pero el dinero se me fue acabando y yo no encontraba cómo empezar de nuevo. Pasé por una malísima época, luego de haber tenido tanto dinero y ahora me veía sin ni un peso. Llegó diciembre y yo me veía sin trabajo y sin un peso en los bolsillos. Con siete hijos y sin poder comprar un regalo o tener dinero para la cena de Navidad, que era lo que más me importaba, porque quería que mis hijos tuvieran un lindo recuerdo de Navidad,

94 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

aunque fuera austero, y, por otro lado, quería pasar también un Año Nuevo lindo junto a mi familia. De un momento a otro se me “iluminó la ampolleta” y me fui a cortar totora, que es una planta que se daba como maleza por donde vivíamos y se usaba para distintas cosas. Bueno, la cosa es que me fui a cortar esta planta y se me ocurrió, con mi ingenio, hacer pesebres tejidos con esta totora, pensando en que quizás sería una buena idea porque estábamos en diciembre y el pesebre en esos años era una cosa muy importante al momento de armar el arbolito de pascua. Llevé toda la totora que corté a un lado y comencé a armar los pesebres. El día 1 hice como cinco pesebres, si es que no me falla la memoria, para probar como me iría. Fui y me instalé en la Plaza de Armas a vender mis pesebres, y para mi asombro ¡me los compraron todos! ¡No lo podía creer! Yo iba solo a probar suerte y ver si es que podía conseguir un poco de dinero para las fechas especiales que ocurren en diciembre. Así fue como comencé a hacer más y más pesebres y me veía vendiendo ¡diez pesebres al día! ¡Se los peleaban! La Mercedes me ayudaba a armarlos, estaba tan contento que llegué a llorar cuando al final de la venta me veía con los bolsillos con monedas. Mis niñas y niños estaban chicos. La mayor tenía como 12 años, les pude comprar zapatos y género para que la Mercedes les hiciera ropita para esa fecha. Antes se usaba mucho eso de tener ropa nueva para Navidad y Año Nuevo. Pude comprar cositas para la cena y eso me provocó tanta alegría que nadie se puede imaginar, porque con mi astucia había logrado lo que quería. Fue una cosa caída del cielo y por eso siempre he sido un agradecido de mi señor. La Municipalidad de Santiago nos dio un permiso para que pudiéramos vender, no tuvimos que pagar ni un peso, así que eso me daba tranquilidad de poder trabajar sin la preocupación de que me fueran a detener. Los inspectores municipales iban a dar vueltas, a mirar lo que vendíamos y un día hicieron una premiación

Servicio Nacional del Adulto Mayor 95 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

por las ventas novedosas. Ahí fue que me gané mi diploma por mis pesebres, más contento y con el pecho más inflado me sentía, ¡saqué plata de donde no había nada! Y comencé a tirar para arriba desde ese mismo momento, ocupando mi inteligencia e imaginación. Al tiempo después encontré un lugar para montar de nuevo un taller mecánico, y ahí fui tirando para arriba de a poco. Después de un tiempo tenía trabajando a cuatro maestros, me fue súper bien. La mecánica, específicamente los radiadores, me permitieron mantener a mi familia, lograr que mis hijos estudiaran y comprar una casa, que era lo que más nos importaba. Le doy gracias a mi Dios todos los días que amanece porque fui un tipo astuto, saqué plata de donde no había para que no le faltara nada a mi gente en la casa. Quiero seguir escribiendo las historias que acontecieron en mi vida, espero que la salud y la mente me lo permitan.

96 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

SAN CLEMENTE El puente del curita

RICARTE ANTONIO COFRÉ COFRÉ (71)

Ocurrió hace muchos años atrás, era invierno y llovía torrencialmente. Mi nombre es Manuel, y soy quien conducía la vieja góndola (micro) camino a Viches. Durante uno de tantos viajes a Vilches estaba a punto de cruzar el puente llamado El Curita, que coincidía con un deslinde que tenía un pozo olvidado. Fue en ese momento cuando el motor de la micro comenzó con un fuerte ruido; pensé que me estaba quedando en pana, y me asusté porque en ese sector no anda nadie a esa hora, más aún que durante el trayecto no había visto a ninguna persona por el camino. Me detuve y, al momento de bajarme de la góndola, me puse sobre mis hombros un saco que siempre llevaba bajo el asiento donde yo me sentaba para conducir, para no mojarme tanto. Levante el capó, cuando siento una voz que me dice: —¿Qué le pasó amigo, se le echó a perder el motor? Me parece que sí. En ese momento sentí un fuerte escalofrío en todo mi cuerpo, era un hombre de estatura pequeña y gordito. —Y usted, ¿de dónde salió? –le pregunté. —Bueno, acaso no me vio que venía con usted desde la JOC (Juventud Obrera Campesina) —respondió. —Pero cómo no lo iba a ver si yo tenía que haberle cobrado el pasaje —le dije. —Haber amigo, déjeme arreglarle su pana —me dijo. —Y usted, ¿qué sabe de mecánica? —le pregunté.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 97 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

—No mucho, pero veamos, déjeme ver —respondió. Recuerdo que me hice a un lado, él se inclinó hacia el motor, movió unos cables y me dijo: “Súbase y échelo andar”. Así lo hice y el motor respondió de inmediato. Cuando me bajé para decirle que estaba bien y cerrar el capó, él ya no estaba por ningún lado. Seguía mirando, y no se veía a nadie, porque la noche era muy oscura. Después de un largo rato que esperé por si aparecía, decidí irme y me subí a la góndola y continué mi viaje. Cuando llegué a la pensión donde dormíamos, le cuento a la dueña de la casa, la señora Eduviges, lo que me había ocurrido al pasar por el puente. Ella me responde que él siempre está ayudando a los que pasan por ese lugar por las noches. —Cómo es eso —le pregunto. —Sí pues, es que él era muy bueno con la gente, tiempo atrás también ayudó a don Rubén y a muchas otras personas —me dice. —Pero señora Eduviges, ¿quién era esa persona? —le pregunto. —Usted no ha escuchado nunca hablar del curita milagroso —me responde. —No, primera vez que escucho eso —algo así le contesto. —Él era un curita que estuvo acá en la iglesia de Vilches desde que la fundaron, llegó como párroco —me dice la señora Eduviges—. Por ahí, por el año 1925, si mal no recuerdo, por lo que me contaba mi mamá. Ella me contó que él había llegado desde Santiago jovencito, la mayoría de los viejos que somos ahora nos bautizó él. Una noche, también lluviosa, a él lo vinieron a buscar para que fuera a ver a la señora Domitila que estaba muy mal; él tenía un autito bien antiguo, y cuando venía de regreso, al bajar la cuesta para entrar al puente, al auto no le respondieron los frenos y el auto cayó a la quebrada. Era ya muy de noche, a eso de las tres de la mañana calcula la gente que lo encontró al otro día.

98 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Él era el padre Gregorio. Era una persona muy buena, y hay mucha gente que lo ha visto rezando el rosario por los corredores de la iglesia, lo que siempre hacía por las tardes. Usaba una larga sotana, y era muy querendón con los jóvenes y los niños, siempre los visitaba en la escuela. Él es muy milagroso, una vez una señora estaba dando a luz a su hijito pero la partera no podía sacar la guagua, entonces el esposo se acordó del padre Gregorio, y comenzó a pedirle que ayudara a su esposa. En eso estaba cuando sintió el llanto de la criatura dentro de la habitación, al rato salió la señora Rebeca, que era la partera del lugar (la “mamita” se le llamaba a esas personas que traían a las guaguas a este mundo). La mamita le dijo: “Me costó, don Rosendo, este niño pícaro estaba atravesado y me costó mucho para que se volviera, para sacarlo”. No sabía que don Rosendo había estado orando al padre Gregorio para que todo resultara bien. Este curita ha sido muy milagroso con la gente del lugar. Siempre se siente tocar las campanas de la iglesia por las noches y también se cuenta que, en el fondo de la quebrada, se escuchan quejidos cuando las personas atraviesan el puente. Todos los años, cuando se cumple la fecha de su fallecimiento, viene hacer la misa de cumpleaños el obispo, y muchos curitas, y la gente llega de todas partes en carretas, a caballo, con sus carruajes arreglados, con flores, banderitas, y se congregan alrededor de la iglesia y pasan todo el día junto a su familia en un día de campo. Esos cumpleaños del padre Gregorio se han convertido en una fiesta para las personas de todas partes, y se pasa muy bien. Es un día de campo junto a todos los curitas que llegan de todas partes a celebrar, al curita humilde y cariñoso, que aparece para ayudar a quien lo necesite y a los que quedan abandonados y solos en el Puente del Curita.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 99 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Sembrando amor

PAZ BERNARDITA DEL CARMEN SAAVEDRA INZULZA (60 AÑOS)

Esta vida mía, mía y de nadie más, se agolpa en mi cabeza, mi infancia sin igual. ¡Gracias a Dios que aún puedo recordar! Hija de padres pobres y seis hermanas más nacieron, una tras otra, y el conchito varón fue a resultar, para alegría de papá y mamá. Entre mi hermano y mi hermana mayor veinte años de diferencia son. Pilar, Queta y yo somos las hermanas más grandes de esta historia de vida que voy a explayar. Habitábamos en una casa de arrendatarios como muchas familias más. Solo en una pieza, donde todo tenía su lugar: una cocina a parafina, para cocinar y hacer el pan, una mesa chica y espejo de colgar, peineta y toalla de lona y un tiesto con agua para asear. En otro ladito una mesa más grande había, para las tareas y la comida. Pero ustedes se preguntarán ¿dónde se dormía? ¡Pues ahí mismo, en esa misma pieza colosal! Mi madre, ingeniosa, con dos cortinas separó sin dudar el cuarto para tener un poco de privacidad. Dos camas había como ustedes se deben imaginar, una para papá y mamá. La otra, para mis dos hermanas y yo, la Paz. En mi inocencia de niña nunca me llegué a preocupar si era pobre o rica. Sólo sabíamos comer, jugar, dormir y volver a despertar. Todo lo demás sólo lo sabían papá y mamá. Vivíamos en el barrio norte, cerca de un puente de un canal, éramos felices sin nada en que pensar. Los niños jugábamos en la calle sin ninguna precaución, no había autos, ni gente mala, menos drogas ni alcohol.

100 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Jugábamos hasta el cansancio con las amigas del sector al pillarse, a las rondas, a las tabas, y la cuerda saltábamos, con la caja de pasta de zapato, al luche competíamos y ganábamos. No había ni televisión para mirar, ni celular para hablar, jugábamos y correteábamos sin precaución y nadie nos miraba la ropa, ni de qué marca los zapatos son, o si andabas descalzo o con puro pantalón. Comíamos pan con un terrón de azúcar. ¡Qué delicia recordar hoy! La vida era más simple, sin tanta discriminación, todos éramos iguales de la misma condición. Poder ingresar al colegio no era difícil como hoy. Los padres decidían a la edad que se podía asistir y te mandaban si querías leer, escribir y compartir el conocimiento. El almuerzo y la leche nos tenían que entregar y qué decir del postre: ¡genial! Con mis hermanas yo fui a la escuela Juan Luis Sanfuentes. Profesoras amorosas encontré, de la mano me tomaron y a la sala me llevaron. La señorita Berta Brito, maestra de vocación, nunca se casó y a sus alumnas como hijas abrazó. Siempre me beneficiaba con programas de vestuario y alimentación, cuadernos y lápices de color, a las colonias escolares nunca me falto la ocasión. Era flaquita y bajita, hermosa y tierna como una flor. Me sentaba siempre frente a su mesa al lado del ventanal, bajo su mirada suave, de madre ejemplar. Vestía traje de dos piezas y su particularidad un pañuelo al cuello no se le podía olvidar. Mi profesora Berta Brito, ángel de Dios, hasta sexto básico me acompañaste y vi del colegio retirarte ya que era tu tiempo de jubilarte. La directora del colegio se llamaba Rosa Alarcón. Elegante, refinada, bien escarmenada y en salón peinada.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 101 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Los lunes de cada semana un discurso ella nos daba, se izaba la bandera nacional y con pasión se cantaba. No me acuerdo en qué año ni mes fue a pasar, lunes fue sin dudar que fuimos a la escuela y un montón de cenizas había en ese lugar. Un fin de semana pasó un incendio voraz y todo lo consumió. Hubo muchos rumores de esa desgracia fatal y uno de ellos era que la directora la mandó a quemar, pues era vieja y de madera y ella quería una nueva ya. Anduvimos errantes de aquí para allá y diferentes colegios nos tuvieron que prestar. Tres jornadas hubo que implementar para el año escolar salvar. La Escuela Diez, Santa Ana y Vocacional fue la salvación a la desgracia que nos tuvo que tocar. Pasadito de un año volvimos al lugar, se alzaba el colegio nuevo, hermoso, de lujo, ¡sensacional! Cuando se terminaba el periodo escolar, otro problema para papá y mamá, cómo arreglárselas para poder alimentar a tres niñas más grandes, pues ya habían nacido dos más. Aunque papá trabajaba no alcanzaba para mucho, para todos los gastos en general. Por eso nos mandaban al campo donde la tía que tenía más. No era rica, ni era pobre, tenía un buen pasar. Trabajaban la tierra con arado, no con tractor y nada le faltaba y les quedaba para compartir con sus parientes que tenían que recibir. Ellos no eran dueños de la tierra, tenían un patrón, era bueno, bondadoso y panzón. Qué tiempos aquellos que no nos dábamos cuenta de nada, si molestábamos o hacíamos pasar rabia, nunca pusieron mala cara, ni recibir una mala palabra, no nos privaron de nada: el almuerzo, la leche de vaca, los huevos y la cuajada, el pan caliente con tomate al igual que las uvas y las manzanas.

102 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Irma se llamaba la tía, Don Celin el tío, y ahora me doy cuenta del don llamado amor que ellos esparcían y sembraban a montón. Los mayores trabajaban la tierra, plantaban, picaban, regaban y los pequeños en casa dejaban para jugar, saltar, comer. Trepábamos los árboles para ver los nidos con pájaros crecer, balanceos en las ramas de los sauces hasta desfallecer, risas, alegría se producían, hasta las chicharras se escondían. Caminábamos en los potreros con plena libertad para ver las vacas y caballos correr y pastar. Sacábamos ciruelas verdes para con sal comer, ni las frutillas se salvaban también. Navegábamos en una alteza vieja, en un pequeño canal con puros calzones para que no nos lograran pillar. Cuando llegaba la noche parábamos de revolotear. Nos sentábamos en pequeños pisos a escuchar, los mayores contaban historias como si fueran realidad. Qué tiempos aquellos de felicidad ¿Por qué tuvieron que acabar? Se fueron con nuestra niñez a otro lugar que se llama recuerdos, pero aún están. Mis tíos ya no están, después de haber tenido tanto tuvieron un triste final. Pero yo sé que Dios los premiará. Lo que es el destino, mis padres bien están gracias a Dios, son autovalentes hasta el día de hoy, están en su casa, sin carencias ni problemas de pobreza ni nada que se le parezca. Ellos, con su amor y casi nada de educación, apurados sabían firmar, algunas frases deletrear. A todos nos mandaron a estudiar para salir de pobre, lo que teníamos que derrotar no sé si es casualidad o cosa de Dios que

Servicio Nacional del Adulto Mayor 103 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

mi madre y mi padre vivan hasta hoy porque todos sus parientes están frente al creador. Yolanda se llama mi madre, Enrique mi papá y sus hijos los aman hasta la eternidad. Y desde lo profundo de nuestro corazón les damos las gracias que por ellos somos lo que somos hoy. Con su esfuerzo nos dieron las herramientas para derrotar el flagelo de la humanidad, que existe en esta sociedad, si no se toma conciencia que solamente con estudios, trabajo y voluntad se vencerá la pobreza de la vida actual. Gracias a las personas que nos tendieron la mano cuando lo necesitamos, aunque no están de cuerpo presente, están en mi mente. Estoy consciente que sin la ayuda de tanta gente no estaría aquí presente, contando mi autobiografía, feliz, agradecida, orgullosa de mi vida de niña pobre, que un día despertó mi conciencia y me di cuenta de nuestra realidad.

104 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Una experiencia algo extraña…

JORGE EDUARDO VALDERRAMA GUTIÉRREZ (67 AÑOS)

La ciudad, en silencio, como en medianoche. Es junio, hora de Atenea, cuando Diana emprende cacería; cuando el tono cobrizo del cielo besuquea la tierra, invitando a crear imágenes, especialmente algunas que surgen de lo que se denomina “realidad”. Sí, toda la ciudad silente, pero todos mis sueños despiertos, como casi siempre. Residente en el primer piso de un vetusto departamento del santiaguino Barrio Lastarria, en noches otoñales como esta, mi silueta se recorta en la bruma mientras me deslizo por los recovecos y bulevares de aquel sector residencial envuelto en edificios de inspiración neoclásica. Me considero un hombre parco, de avanzada calvicie, frisando los 70 años. De mediana estatura, cuerpo endeble y ademanes torpes, semejo un deslucido endomorfo; no así mi mirada: profunda e inquisidora, delatora de la personalidad obsesivo-compulsiva que mora en su interior. Después de la muerte de mi mujer y compañera, pude vender la tienda familiar y así disponer de una minúscula renta que, sumada a una escuálida pensión, me permitió irme a vivir solo, equidistantemente lejos de mis hijos Natalia y Renato, quienes formaron sus propios hogares en el norte y en el sur, respectivamente. Ocasionalmente les visito una vez al año. Desde entonces me dediqué con exclusividad a mi pasión de coleccionista. Periodista jubilado, desde que recuerdo he poseído un verdadero don para compilar toda clase de objetos insólitos, curiosos y diversos, tales como registros de diarios, revistas, folletos, libros y fascículos relacionados. También poseo relojes, caracolas, postales, álbumes, monedas, billetes, envoltorios de cigarrillos, pipas, lápices, figuras de distintos materiales. Son el centro de mi atención aquellos que relatan los más diversos acontecimientos,

Servicio Nacional del Adulto Mayor 105 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

desde inverosímiles, hasta los de reputados científicos. Una y otra vez los repaso, releo, catalogo, ordeno, selecciono, registro y archivo cuidadosamente. Y voy atesorando aquellas peculiaridades en pulcras cajas de cartón. Premunidos de ellos voy hilvanando historias y relatos, los que publico en un diario local. A veces, cuando me entero y puedo, participo en concursos literarios locales o nacionales, pero hasta el momento nunca he ganado nada. No obstante, como en el mito de Pandora, permanentemente atesoro la esperanza que al inicio de una aurora o al final de un crepúsculo (que es cuando me encuentro más sensible) encuentre la inspiración necesaria para deslizarla sobre una hoja de papel. Quizás esa pasión por reunir grandes cantidades de heterogéneos materiales, podría interpretarse como una particular manera de preservar tiempo y recuerdos, pero también me permiten incrementar un capital de respaldo… para mañana. De esa manera —sin estar afectado del Síndrome de Diógenes, según yo—, mi espacio yace “ordenadamente” atiborrado de colecciones, archivos y carpetas. Si dicho concepto “acepta” el que copen los muebles de eucaliptus que rodean la sala principal, se amontonen en el piso que otrora fue un dormitorio; se equilibren precariamente en la cima de un clóset en cúmulos que amenazan caer con sólo mirarlos: Los hay cubiertos de polvo, con sus cubiertas expuestas, y otros delicadamente guardados en fundas plásticas o archivadores ex profeso. Por doquier, en todas las dependencias del departamento, hay centenares y centenares de libros, revistas, periódicos. La mayor parte del tiempo me encuentro afanosamente desempacando, ordenando, ubicando y reubicando esos enseres, limpiando cada rincón, habilitando las distintas piezas, en una constante e interminable etapa cotidiana. Es mi sentido de vida, de pertenencia, lo que me mueve a levantarme para enfrentar los

106 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

desafíos diarios. Tras despabilarme bajo la ducha, disfruto de un frugal desayuno y repaso la agenda diaria. Hasta que un día, entreviendo que jamás había realizado una investigación, un trabajo que me identificara, un proyecto que me hiciera sentir grato y orgulloso, me di cuenta que esa formidable labor era una fascinación maníaca, dudosa e inutilizable, y dejé de interesarme en mis cajas, catálogos y fichas. Sabía que carecía de “algo”… &&&&&&&&&&& … Una madrugada cualquiera, mientras me encontraba terminando un escrito para enviarlo a un concurso literario regional, comencé a dormitar en mi sillón predilecto, en tanto mí desvencijado cuaderno y lápiz pasta Bic amenazaban escapar de mis manos para ir a besar el suelo. Sumergido en el mundo onírico vi escindirse el aire, del cual surgieron numerosas fisuras por las que escapaban haces de colores, armoniosos sonidos y figuras familiares. Un poco con mi alma allá, un poco con mi cuerpo en el mundo real, cientos de imágenes comenzaron a serpentear por mis jardines interiores, colmándolos de reminiscencias, nostalgias, angustia e inquietud. Calesas, edificios, rostros, paisajes, adoquines, voces, sonidos, aromas y sabores, formaban torbellinos que me transportaban en su vorágine. Fue entonces cuando, desde uno de los vértices de luz, surgió una Voluntad que me calmó, otorgándome una paz que jamás había experimentado. Una sensación suave, relajante, me envolvió. La Entidad me habló de la existencia, de lo relevante y de lo trivial, que debería visitar más a mis hijos, compartir con mis nietos, consolidar mis colecciones, pero, por, sobre todo, que con mis acciones bendijera mi vida por todo lo que esta me había dado. Entre otras cosas, me resaltó que debía perseverar en la cruzada de ser escritor hasta encontrarme conmigo mismo, ya que no hay

Servicio Nacional del Adulto Mayor 107 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

edad para desarrollar el espíritu. Además, y en esto fue enfática: ¡Debía armar el Árbol de Navidad en junio! Única manera de iluminar a la gente durante más tiempo (según el Espectro). Que, si así lo hacía, esta sería más bondadosa, tolerante, respetuosa y hasta empática. E insistió en que lo ubicara en un determinado ángulo del departamento, ¡para que su efecto benéfico fuese mayor! Yo eclosionaba mis aprehensiones y afilaba dudas. ¿Un Árbol de Pascua en junio? ¿Qué dirían mis vecinos?, ¿cómo se burlarían de mí?, ¿qué iban a pensar mis hijos, mi familia? Nochebuena ha sido desde siempre en diciembre… exactamente el 24 de ese mes. Pero junio… un mes frío, invernal, triste, lluvioso, lóbrego, donde los días son breves y las noches largas, ¿acaso no percibe que en el ambiente flotan zozobras que cercenan sueños? En junio todos se encierran temprano en sus casas para arremolinarse en torno al calor de una estufa, frente a la pantalla de un televisor, o para descansar somnolientamente sobre un sillón. Para cada incertidumbre el ser esgrimía una respuesta lógica y certera (lo que me hizo recordar a mi mujer). —¡Exactamente porque junio es un mes gélido, lluvioso, oscuro, es que el Árbol de Navidad regurgitará luz y calor! Disipará oscuridades y alegrará todos los hogares. —Al crepúsculo todos se sentarán en rededor, evocando momentos idos, situaciones y personas volatizadas, lo que los hará más sensibles, amables y comprensivos. Recordarán a aquel familiar que vive en otro país, y que difícilmente volverán a ver. A esa mujer que con su bebé en brazos estiró su mano para coger una moneda que jamás cayó. O la ocasión en que el bebé hizo su primera ‘gracia’, el mismo que hoy es un adulto huraño, lejano e inamistoso. ¡Tantos esfuerzos realizados para comprar aquel primer sillón… que después botaron! —Y la alegría que cada ser experimentará al saber que, al levantarse, verán al arbolito navideño titilando cascadas de optimismo —

108 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

añadí espontáneamente. —¡Cierto, cierto! —respondió el Ser ya más relajado. Y, entusiastamente, me di a la tarea nada fácil de desempolvar mi árbol navideño y armarlo pacientemente; luego sacar cajas de adornos y guirnaldas doradas, para ir colocándolas estéticamente. Ya, por fin quedó terminado. ¡Ojalá no estuviera soñando! Entonces me dejé llevar por un delicioso sopor que comenzó a despabilarme lenta y pausadamente, hasta hacerme aterrizar en mi “realidad”. Miré por la ventana. Era la hora en que las penumbras de la noche comenzaban a soltar de sus zarpas a la luz del día. Afuera había inusitado ajetreo. Me acerqué a la ventana que mantenía las cortinas corridas, y tras los cristales divisé a varios de mis vecinos. ¡Aquella mañana gris, fría y melancólica de junio, mudos de extrañeza, contemplaban mi casa engalanada con motivos navideños, en cuya salita de estar titilaba un hermoso, brillante y colorido Árbol de Navidad Al morir el día de Júpiter —cuando el tono cobrizo del cielo besuquea la tierra— la ciudad yace inmersa en lejanas estrellas y cuerpos celestes. Y en mi morada —por vez primera en muchos años— yacen inmaculadamente ordenadas todas las habitaciones y dependencias, con los retratos de mis hijos y nietos (a los que visito a menudo) en un sitio preferencial. Y sobre el humilde comedor descansan una frutera con plátanos y naranjas, una taza con cuchara, tibias churrascas y una piedra lengüeteada, todo lo cual han convertido mi departamento en un hogar de eterna Navidad.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 109 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

SAN CLEMENTE Autobiografía

LENINA VICTORIA BRITO SOLAR (70 AÑOS)

En mis siete décadas, me decidí a escribir acerca de mi vida; en estos momentos que estoy confinada en mi casa, llevo alrededor de cinco meses, sola por la pandemia. Me resulta extraño el estar sin compañía; sin familia, hija, nietas, yerno. Siempre estuve con ellos, pero el virus me lo impide, bueno, ya pasará. Dios es grande y poderoso. Iniciaré este relato desde más o menos mis seis años de vida; he pensado y decidí escribirlo narrando diversas etapas por las que he pasado… Nosotros éramos diez hermanos, mis padres se esforzaron mucho para sacar adelante a este gran grupo familiar; mi madre se llamaba Juana Solar y mi padre Lautaro Brito; ambos trabajaban a la par para alimentar tantas bocas; todos éramos muy seguidos, eso significa que casi todos los años teníamos un nuevo hermano. Teníamos una mesa grande donde cabíamos los doce, para sentarnos, unas bancas construidas por mi padre, que era un hombre muy inteligente al igual que mamá. Vivíamos en una casa de madera, en la cual había sólo dos habitaciones, el comedor y el dormitorio; este tipo de vivienda era de emergencia. Doce familias estábamos en la misma situación a raíz de que quedamos damnificados por el desborde del canal que pasa por Huamachuco, donde hoy hay una hermosa plaza. Fue muy difícil salir de estas viviendas de emergencia ya que en ese tiempo no había construcción habitacional como hoy. Allí tuve una amiga, Violeta, con la cual todavía conservo un hermoso vínculo. Estudié en la Escuela 22 de mujeres, que estaba ubicada donde

110 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

hoy se encuentra el Club Deportivo San Clemente; la escuela de hombres era el número 21, ubicada en la Casa Parroquial. Terminé mi educación primaria en la Escuela Mixta Número 21 de San Clemente, (ambas escuelas se fusionaron tanto la de hombres como la de mujeres, dando origen a la escuela mixta); era un edificio nuevo ubicado en la calle Humberto Silva, lugar que aún ocupa. Nosotros inauguramos ese colegio, fue muy extraño el estar hombres y mujeres juntos, pero nos adaptamos, aunque igual dentro de los cursos nos separaban. Los profesores eran la señorita Leontina Peralta, Hernán Peralta y la señorita Raquel Gómez, y como directora estaba la señora Raquel de Pérez. Ella siempre vestía de café (manda a la virgen del Carmen), y usaba botas largas. En el año mil novecientos sesenta y dos, mis padres me enviaron al Liceo de Niñas de Talca, donde estudiaban mis hermanas mayores; tuve que realizar un examen de madurez. En ese entonces la directora era la señora Odette Amigo, quedé aceptada e interna, era muy difícil llegar a este Liceo, pues tenía un gran prestigio académico. Estuve seis años interna, lo pasé muy bien, atendida como princesa. Nos teníamos que levantar temprano para desayunar a las ocho de la mañana, luego había que irse a la correspondiente sala de clases, (los cursos internos tenían la letra B), fueron una verdadera familia, donde profundizamos aún más la amistad con nuestros pares. Había sala de estudio, sala de televisión y tiempo para pasear por el patio del internado. Nosotras como hermanas teníamos un dormitorio para las tres, con baño privado. Yo era súper estudiosa y me iba bien, los fines de semana, íbamos a la casa, mamá nos lavaba la ropa y el día domingo papá nos iba a dejar a la micro de Mariposas, que pasaba a las seis de la tarde, llegando al terminal en Talca, ubicado en la uno norte con once oriente. Así, dábamos algunas vueltas por la uno sur y luego nos íbamos al internado. Algunas veces teníamos prueba el día lunes, por lo que teníamos

Servicio Nacional del Adulto Mayor 111 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

que estudiar el fin de semana, pero por lo general llegamos contando como lo habíamos pasado en casa. Mis hermanas y yo estábamos becadas. Fui muy feliz en mi etapa de adolescencia, había que estudiar, pero se podía disfrutar con las compañeras de internado; eran seis cursos de aproximadamente cuarenta alumnas cada uno. La directora se llamaba Hilda Villarroel, y le había hecho clases de Biología a mi padre en el Liceo de Hombres de Talca. Egresé de sexto de humanidades, di la Prueba de Aptitud Académica en el año mil novecientos sesenta y ocho e ingresé al primer año en la Universidad de Chile, hoy Universidad de Talca, lamentablemente no terminé la carrera por motivos personales. Pasó el tiempo y me casé, pero en realidad fue un verdadero fracaso, de esa unión conyugal nació una hermosa hija, Virginia Andrea. A todo esto, yo me había ido a Santiago, pero tuve que regresar a casa de mi mamá, ya que mi padre falleció y los demás hermanos todavía estaban estudiando; gracias a Dios nunca nos faltó para comer, o sea, sobrevivimos gracias a que mi mamá y mi hermano mayor, Marcelino, instalaron un criadero de aves; puesto que mi hermano había estudiado en la Escuela Agrícola de Duao. Viajaba en bicicleta al colegio y con los conocimientos adquiridos formaron esta pequeña avícola. Por ese entonces nos habíamos cambiado a una casa en la Población John Kennedy, el número veintiuno, la vivienda era muy linda, tenía arboleda, flores y parrones e incluso habilitamos una pequeña huerta familiar, con todo esto se superó el problema de momento. Solicité trabajo en la Panadería San Clemente, a esa altura yo ya tenía treinta y cinco años de edad; dediqué mi vida a sacar adelante a mi hija, ella es mi norte y lo que más amo por siempre. Fui la primera mujer en entrar a trabajar en el mesón de la panadería, tenía que levantarme a las cinco de la mañana, ya que entraba a las seis, tenía mi propia casa y me veía obligada a dejar a mi hija de cuatro añitos sola, hasta las dos de la tarde que era mi

112 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

horario de salida, confiando en Dios que me la cuidara. A veces me tocaba turno mañana y tarde por lo que tenía que volar a casa para ir a verla. Mi niña era un ángel, muy ordenada; nunca me hizo pasar malos momentos sólo alegrías, fue siempre una alumna destacada. Dos años más tarde, ingresó a kínder, y realizó su educación básica completa, en la Escuela 21 de San Clemente, pronto llegó a la educación media, la realizó en el Instituto Superior de Comercio (INSUCO), en ese tiempo se obtenía el título de Contador General; siempre se destacó como alumna, aunque nunca obtuvo becas o beneficios, ya que se consideraba hija única dentro de un matrimonio establecido, esto porque el divorcio resultaba un trámite muy caro para realizar; paso mucho tiempo antes que el padre me pidiese el divorcio a lo que accedí inmediatamente, claro que con la condición de que el pagara el trámite. Esta fue la forma en que mi hija recién pudo obtener algunas becas, pero ya en la Universidad, con esto se me alivió un poco la carga ya que trabajaba turnos dobles y aparte hacía clases de inglés, francés y castellano, con el fin de que no le faltara algo. Obtuve mi casa definitiva, pagaba dividendos, pagué hasta el último peso y la compré bajo el artículo ciento cincuenta (que garantiza que la vivienda es solo mía). Cuando mi hija se recibió de Contador Auditor en la Universidad de Talca, yo estaba muy feliz de haber logrado junto a ella su anhelo, se destacó por ser buena compañera, y de la promoción solo cuatro lograron mención, de un total de sesenta alumnos, a mí, el pecho se me inflaba de orgullo. Por razones de salud me tuve que retirar de la panadería, donde los clientes me querían bastante, sobre todo los veraneantes, porque me esperaban para que los atendiera. En esos años no había supermercados en San Clemente, cuando estos llegaron bajo la concurrencia de la panadería, aunque su pan era exquisito se

Servicio Nacional del Adulto Mayor 113 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

horneaba a leña lo que le daba una especial característica y sabor. Para mí retiro llegamos a un acuerdo con el jefe, don Luis Espinoza, que lamentablemente ya está fallecido. Luego comencé a trabajar en un Supermercado, como cajera, con don Aquiles Herrera; no dio resultado por mucho tiempo así que luego me fui de manipuladora de alimentos al Colegio San Andrés. En el año dos mil cuatro, ingresé a estudiar Pedagogía General Básica en la Universidad de los Lagos, en Talca; terminé mi carrera, hacía como treinta años que no estudiaba, pero lo hice y me fue muy bien, no me quedé con ningún ramo, nunca me atrasé era cumplidora con mis trabajos y mi hija me compró una grabadora, de esas con cassette, para que grabara las clases y así podía estudiar hasta tarde. A todo esto, mi hija encontró trabajo en SENCE, donde lleva ya varios años. Después de titularme, a los cincuenta y cinco años de edad, pedí trabajo en la Municipalidad y me fui a la Escuela 21 de San Clemente, luego de ocho años ahí, pasé a la Escuela de Párvulos de la misma ciudad, y en este lugar terminé mis días de trabajo, me jubilé en el año dos mil dieciséis. Siempre he dedicado mi vida a la parte social, soy secretaria de mi Junta de Vecinos, secretaria de un grupo habitacional y secretaria del Grupo del Adulto Mayor “Volver a Vivir”. Cuando no estábamos con esta pandemia, asistía al Centro Diurno del Adulto Mayor de San Clemente, donde todos los profesionales son personas muy amorosas y amables; me alientan cuando estoy decaída, porque a todo esto sufro de Distimia (cambios de ánimo) pero la psicóloga, Barbarita, siempre me ayuda mucho; en el Centro Diurno se preocupan de atendernos a todos por igual, los kinesiólogos nos toman la presión, hacen los talleres y somos todos una familia, yo soy muy de piel. Ahora que estoy en casa, me recuerdo de todos, lo bien que lo pasábamos, cuanto se añora eso,

114 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

pero ya llegará el día en que nos volvamos a reunir, hay que tener fe, esperanza y fuerza. También voy a mencionar a mi terapeuta, la doctora López, estima mucho a sus pacientes; incluso cuando he tenido problemas de salud, ella me guía y es muy exhaustiva con los medicamentos, me comunico por WhatsApp, tenemos una muy linda relación paciente- doctora, es muy empática y amable. Del Centro Diurno periódicamente me llama la señorita Gabriela Sepúlveda, psicóloga, es muy paciente y escucha todo lo que tengo que decir, me llevo muy bien con ella, además me trae material de estimulación cognitiva. También realizo los ejercicios recomendados por Hans y Rodrigo, los kinesiólogos. Otra de mis tareas es una bitácora que me entregó el Centro Diurno, la terminé y pedí otra, no es mi especialidad escribir, pero a una persona que vive sola le afloran las ideas para plasmar en un papel. En cuanto a mi alimentación, tengo a mi regalona, Andreita; ella me abastece con todo lo del Supermercado; mi hermano Fidel, me compra la verdura y mi vecino don José, me compra los medicamentos cuando me faltan, he tenido mucha ayuda, no puedo quejarme. Además, todas las noches tengo la video llamada de mis nietas, Isidora y Victoria; y de mi hija, para saludarme y dar las buenas noches, siempre me preguntan como he estado y como ha sido mi día. También me mandan videos o tarjetas de saludo. Cuando Isidora tiene algún problemita, me llama para contarme su drama, así la consuelo, pero también me cuenta sus alegrías. Lo otro que he hecho es mantenerme en contacto con todos mis vecinos de la Villa, me conseguí sus números telefónicos y los llamo, se sienten muy bien porque la mayoría son adultos mayores. Los días viernes tengo reunión por Jitsi Meet con las autoridades locales, ya que represento a mi Villa, para ver los problemas que

Servicio Nacional del Adulto Mayor 115 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

aquejan a mis vecinos; este día me levanto más temprano que de costumbre, porque debo tener la casa con un ambiente más agradable, ya que los días están muy fríos. Aquí me entero de las novedades que hay en San Clemente, mi tierra natal; y las posibles soluciones a nuestros problemas. De este modo ha transcurrido mi cuarentena, que inicié en marzo y ya comenzamos agosto y todavía estoy aquí y bien, gracias a Dios. Finalmente, soy una persona feliz, a pesar de las circunstancias en las que se vive actualmente, igual realizo mis cosas y contenta de tener a mi hija y a mis dos nietas maravillosas; así que no tengo tiempo para aburrirme, realizo todo esto que son actividades que me agradan. Siempre agradecida de Dios, por haberme dado la oportunidad de contar mi historia de vida, mis logros, mis propósitos y metas. Fui padre y madre a la vez y muy orgullosa de ello, pienso que la gran enseñanza de todo esto es que, con amor, sacrificio y perseverancia, no hay meta que no se pueda cumplir. Luego de siete décadas, decidí escribir acerca de mi vida. Lo hago ahora que estoy confinada en casa debido a la pandemia. Llevo alrededor de cinco meses sola. Me resulta extraño el estar sin compañía, sin familia, hija, nietas, yerno. Siempre estuve con ellos, pero el virus me lo impide. Bueno, ya pasará, Dios es grande y poderoso. Iniciaré este relato desde más o menos mis seis años de vida; he pensado y decidí escribirlo narrando diversas etapas por las que he pasado. Nosotros éramos diez hermanos, mis padres se esforzaron mucho por sacar adelante a este gran grupo familiar. Mi madre se llamaba Juana Solar y mi padre Lautaro Brito; ambos trabajaban a la par para alimentar tantas bocas; todos éramos muy seguidos, eso significa que casi todos los años teníamos un nuevo hermano.

116 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Teníamos una mesa grande donde cabíamos los doce, para sentarnos, unas bancas construidas por mi padre, que era un hombre muy inteligente al igual que mamá. Vivíamos en una casa de madera que tenía sólo dos habitaciones, el comedor y el dormitorio. Este tipo de vivienda era de emergencia. Doce familias estábamos en la misma situación a raíz de que quedamos damnificados por el desborde del canal que pasa por Huamachuco, donde hoy hay una hermosa plaza. Fue muy difícil salir de estas viviendas de emergencia ya que en ese tiempo no había construcción habitacional como hoy. Allí tuve una amiga, Violeta, con la cual todavía conservo un hermoso vínculo. Estudié en la Escuela 22 de mujeres, que estaba ubicada donde hoy se encuentra el Club Deportivo San Clemente; la escuela de hombres era el número 21, ubicada en la casa parroquial. Terminé mi educación primaria en la Escuela Mixta Número 21 de San Clemente (ambas escuelas, la de hombres y la de mujeres, se fusionaron, dando origen a la escuela mixta). Era un edificio nuevo ubicado en la calle Humberto Silva, lugar que aún ocupa. Nosotros inauguramos ese colegio, fue muy extraño el estar hombres y mujeres juntos, pero nos adaptamos, aunque igual dentro de los cursos nos separaban. Los profesores eran la señorita Leontina Peralta, Hernán Peralta y la señorita Raquel Gómez, y como directora estaba la señora Raquel de Pérez. Ella siempre vestía de café (manda a la virgen del Carmen) y usaba botas largas. En el año mil novecientos sesenta y dos, mis padres me enviaron al Liceo de Niñas de Talca, donde estudiaban mis hermanas mayores. Tuve que realizar un examen de madurez. En ese entonces la directora era la señora Odette Amigo. Quedé aceptada e interna, era muy difícil entrar a este liceo, pues tenía un gran prestigio académico. Estuve seis años interna, lo pasé muy bien, atendida como princesa. Nos teníamos que levantar temprano para desayunar a las ocho de la mañana, luego había que irse a la correspondiente sala de clases (los cursos internos tenían la

Servicio Nacional del Adulto Mayor 117 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

letra B). Fueron una verdadera familia, donde profundizamos aún más la amistad con nuestros pares. Había sala de estudio, sala de televisión y tiempo para pasear por el patio del internado. Nosotras como hermanas teníamos un dormitorio para las tres, con baño privado. Yo era súper estudiosa y me iba bien. Los fines de semana íbamos a la casa, mamá nos lavaba la ropa y el día domingo papá nos iba a dejar a la micro de Mariposas, que pasaba a las seis de la tarde, llegando al terminal en Talca, ubicado en la uno norte con once oriente. Así, dábamos algunas vueltas por la uno sur y luego nos íbamos al internado. Algunas veces teníamos prueba el día lunes, por lo que teníamos que estudiar el fin de semana, pero por lo general llegábamos contando cómo lo habíamos pasado en casa. Mis hermanas y yo estábamos becadas. Fui muy feliz en mi etapa de adolescencia, había que estudiar, pero se podía disfrutar con las compañeras de internado; eran seis cursos de aproximadamente cuarenta alumnas cada uno. La directora se llamaba Hilda Villarroel, y le había hecho clases de Biología a mi padre en el Liceo de Hombres de Talca. Egresé de sexto de humanidades, di la Prueba de Aptitud Académica en el año mil novecientos sesenta y ocho e ingresé al primer año en la Universidad de Chile, hoy Universidad de Talca. Lamentablemente no terminé la carrera por motivos personales. Pasó el tiempo y me casé. En realidad fue un verdadero fracaso, de esa unión conyugal nació una hermosa hija, Virginia Andrea. A todo esto, yo me había ido a Santiago, pero tuve que regresar a casa de mi mamá ya que mi padre falleció y los demás hermanos todavía estaban estudiando. Gracias a Dios nunca nos faltó para comer, o sea, sobrevivimos gracias a que mi mamá y mi hermano mayor, Marcelino, instalaron un criadero de aves, puesto que mi hermano había estudiado en la Escuela Agrícola de Duao. Viajaba en bicicleta al colegio y con los conocimientos adquiridos formaron esta pequeña avícola. Por ese entonces nos habíamos cambiado

118 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

a una casa en la población John Kennedy, el número veintiuno. La vivienda era muy linda, tenía arboleda, flores y parrones e incluso habilitamos una pequeña huerta familiar. Con todo esto se superó el problema de momento. Solicité trabajo en la panadería San Clemente, a esa altura yo ya tenía treinta y cinco años de edad. Dediqué mi vida a sacar adelante a mi hija, ella es mi norte y lo que más amo por siempre. Fui la primera mujer en entrar a trabajar en el mesón de la panadería, tenía que levantarme a las cinco de la mañana, ya que entraba a las seis. Tenía mi propia casa y me veía obligada a dejar a mi hija, de cuatro añitos, sola hasta las dos de la tarde, que era mi horario de salida, confiando en Dios que me la cuidara. A veces me tocaba turno mañana y tarde, por lo que tenía que volar a casa para ir a verla. Mi niña era un ángel, muy ordenada; nunca me hizo pasar malos momentos, sólo alegrías, fue siempre una alumna destacada. Dos años más tarde ingresó a kínder. Realizó su educación básica completa, en la Escuela 21 de San Clemente. Pronto llegó a la educación media, la realizó en el Instituto Superior de Comercio (INSUCO), en ese tiempo se obtenía el título de Contador General. Siempre se destacó como alumna aunque nunca obtuvo becas o beneficios, ya que se consideraba hija única dentro de un matrimonio establecido, esto porque el divorcio resultaba un trámite muy caro de realizar. Pasó mucho tiempo antes que el padre me pidiese el divorcio, a lo que accedí inmediatamente, claro que con la condición de que él pagara el trámite. Esta fue la forma en que mi hija recién pudo obtener algunas becas, pero ya en la universidad. Con esto se me alivió un poco la carga ya que trabajaba turnos dobles y, aparte, hacía clases de inglés, francés y castellano, con el fin de que no le faltara algo. Obtuve mi casa definitiva, pagaba dividendos, pagué hasta el último peso y la compré bajo el artículo ciento cincuenta (que garantiza que la vivienda es sólo mía).

Servicio Nacional del Adulto Mayor 119 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Cuando mi hija se recibió de Contador Auditor en la Universidad de Talca, yo estaba muy feliz de haber logrado junto a ella su anhelo. Se destacó por ser buena compañera, y de la promoción sólo cuatro lograron mención de un total de sesenta alumnos. A mí, el pecho se me inflaba de orgullo. Por razones de salud me tuve que retirar de la panadería, donde los clientes me querían bastante, sobre todo los veraneantes, porque me esperaban para que los atendiera. En esos años no había supermercados en San Clemente, cuando estos llegaron bajó la concurrencia de la panadería, aunque su pan era exquisito, se horneaba a leña, lo que le daba una especial característica y sabor. Para mi retiro llegamos a un acuerdo con el jefe, don Luis Espinoza, que lamentablemente ya está fallecido. Luego comencé a trabajar en un supermercado, como cajera, con don Aquiles Herrera. No dio resultado por mucho tiempo, así que luego me fui de manipuladora de alimentos al colegio San Andrés. En el año dos mil cuatro, ingresé a estudiar Pedagogía General Básica en la Universidad de los Lagos, en Talca. Terminé mi carrera, hacía como treinta años que no estudiaba, pero lo hice y me fue muy bien, no me quedé con ningún ramo, nunca me atrasé, era cumplidora con mis trabajos y mi hija me compró una grabadora, de esas con cassette, para que grabara las clases y así podía estudiar hasta tarde. A todo esto, mi hija encontró trabajo en Sence, donde lleva ya varios años. Después de titularme, a los cincuenta y cinco años de edad, pedí trabajo en la municipalidad y me fui a la Escuela 21 de San Clemente. Luego de ocho años ahí, pasé a la escuela de párvulos de la misma ciudad, y en este lugar terminé mis días de trabajo. Me jubilé en el año dos mil dieciséis. Siempre he dedicado mi vida a la parte social, soy secretaria de mi junta de vecinos, secretaria de un grupo habitacional y secretaria del grupo de adulto mayor Volver a Vivir.

120 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Cuando no estábamos con esta pandemia, asistía al Centro Diurno del Adulto Mayor de San Clemente, donde todos los profesionales son personas muy amorosas y amables. Me alientan cuando estoy decaída, porque a todo esto sufro de distimia (cambios de ánimo), pero la psicóloga, Barbarita, siempre me ayuda mucho. En el Centro Diurno se preocupan de atendernos a todos por igual, los kinesiólogos nos toman la presión, hacen los talleres y todos somos una familia. Yo soy muy de piel. Ahora que estoy en casa, me recuerdo de todos, lo bien que lo pasábamos. Cuánto se añora eso, pero ya llegará el día en que nos volvamos a reunir; hay que tener fe, esperanza y fuerza. También voy a mencionar a mi terapeuta, la doctora López, estima mucho a sus pacientes; incluso cuando he tenido problemas de salud, ella me guía y es muy exhaustiva con los medicamentos. Me comunico por WhatsApp, tenemos una muy linda relación paciente- doctora, es muy empática y amable. Del Centro Diurno periódicamente me llama la señorita Gabriela Sepúlveda, psicóloga, es muy paciente y escucha todo lo que tengo que decir, me llevo muy bien con ella, además me trae material de estimulación cognitiva. También realizo los ejercicios recomendados por Hans y Rodrigo, los kinesiólogos. Otra de mis tareas es una bitácora que me entregó el Centro Diurno, la terminé y pedí otra; no es mi especialidad escribir, pero a una persona que vive sola le afloran las ideas para plasmar en un papel. En cuanto a mi alimentación, tengo a mi regalona, Andreita; ella me abastece con todo lo del supermercado. Mi hermano Fidel me compra la verdura y mi vecino don José los medicamentos cuando me faltan. He tenido mucha ayuda, no puedo quejarme. Además, todas las noches tengo el videollamada de mis nietas, Isidora y Victoria, y de mi hija, para saludarme y dar las buenas noches. Siempre me preguntan cómo he estado y cómo ha sido mi día. También me mandan videos o tarjetas de saludo. Cuando

Servicio Nacional del Adulto Mayor 121 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Isidora tiene algún problemita, me llama para contarme su drama, así la consuelo, pero también me cuenta sus alegrías. Lo otro que he hecho es mantenerme en contacto con todos mis vecinos de la villa, me conseguí sus números telefónicos y los llamo. Se sienten muy bien porque la mayoría son adultos mayores. Los días viernes tengo reunión por Jitsi Meet con las autoridades locales, ya que represento a mi villa para ver los problemas que aquejan a mis vecinos. Ese día me levanto más temprano que de costumbre, porque debo tener la casa con un ambiente más agradable, ya que los días están muy fríos. Aquí me entero de las novedades que hay en San Clemente, mi tierra natal, y las posibles soluciones a nuestros problemas. De este modo ha transcurrido mi cuarentena, que inicié en marzo y ya comenzamos agosto y todavía estoy aquí y bien, gracias a Dios. Finalmente, soy una persona feliz. A pesar de las circunstancias en las que se vive actualmente, igual realizo mis cosas y estoy contenta de tener a mi hija y a mis dos nietas maravillosas. Así que no tengo tiempo para aburrirme, realizo todo esto que son actividades que me agradan. Siempre soy agradecida de Dios por haberme dado la oportunidad de contar mi historia de vida, mis logros, mis propósitos y metas. Fui padre y madre a la vez y muy orgullosa de ello. Pienso que la gran enseñanza de todo esto es que, con amor, sacrificio y perseverancia, no hay meta que no se pueda cumplir.

122 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

SAN CLEMENTE Todo se repite

EDUARDO ERNESTO VERA ACUÑA (72 AÑOS)

Todo lo divido en tres etapas: mi niñez, mi juventud y mi adultez. Mi nombre es Eduardo Vera Acuña. Nací en Peñaflor, muy cerca de Santiago. Mis primeros pasos los di en una población llamada “La Chuzazo”, quedaba dentro de un balneario que se llama “El Trapiche”. Las casas quedaban muy cerca del río Mapocho, por lo cual siempre en los inviernos nos anegábamos. De muy chico fui enfermizo, con muchas operaciones de hernias. Parte de mi educación la inicié en una escuela parroquial y debido a mis problemas de salud, por incontinencia urinaria, me trasladaron a una escuela fiscal, en la cual me bajaron dos cursos. Terminé mi educación preparatoria en dicha escuela y mis problemas urinarios continuaron hasta alrededor de los 16 años. Mi juventud la pasé en Malloco. Es ahí donde mi madre murió, quedando tres hermanos, Cecilia, la menor, Juan Carlos, el del medio, y yo, Eduardo. Quedamos al cuidado de mis abuelitos maternos; ellos tenían dos hijos, Isabel y Jorge. Pasamos a ser una familia muy unida. En aquellos tiempos existía un centro juvenil, ubicado en la población Víctor Domingo Silva, en el cual se organizaban muchas actividades para los jóvenes y malones. Durante ese período entré a trabajar a una buena empresa llamada Insa, que después paso a llamarse Good Year, nombre que mantiene hasta el día de hoy. Fui mochilero, cuando salía de vacaciones tomaba mi mochila y recorría el sur de mi país. En el año 1976, en el mes de septiembre, conocí a una hermosa lolita, de nombre Gabriela, de la cual quedé enamorado. A los

Servicio Nacional del Adulto Mayor 123 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

quince días le propuse matrimonio y me respondió con un rotundo No, que nunca se casaría. Tiempo después, el día 27 de octubre, ella se convenció y me propuso matrimonio y, muy contento, le di el Sí. Nos casamos y hasta la fecha la sigo amando como el primer día que la vi. Tenemos tres maravillosas hijas, Elizabeth, Eva y María Luisa, además gané tres hijos, mis yernos y, a su vez, diez nietos, de los cuales sólo uno es hombre. Con mi señora e hijas mantuvimos la tradición de mochilear, ellas también conocieron y disfrutaron de los alberges en los días de vacaciones. Hoy, a mi tercera edad, todo se repite (vuelve a suceder). Durante este invierno, precisamente el día 29 de junio del presente año, me inundé, se cayeron árboles por lo fuerte de la lluvia, se me bloqueó el camino y quedé sin luz, totalmente aislado y desconectado. Se repite lo de mi infancia, pero no me quejo porque hacía mucho tiempo que no llovía de esa manera. Recordé que hace ocho años el doctor Bravo me salvó la vida al operarme de cáncer a la próstata y como consecuencia mis problemas de incontinencia urinaria volvieron a florecer, me estoy volviendo a orinar. Ya no salgo a mochilear, pero hoy, por medio de los programas de Sernatur, existe la alternativa de salir y recodar esa alegría de conocer lugares nuevos y a bajo costos, como cuando era joven en la modalidad de albergues. Lo más importante y a quien debo agradecer en mi juventud: los centros juveniles. Actualmente Senama, con los centros diurnos del adulto mayor, es muy similar a lo que antes eran los centros juveniles con sus actividades y malones. Se vuelve a revivir esas experiencias, la gran diferencia es que ya no existe la juventud y la energía de antes. Los años pesan, sin embargo, con más que

124 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

hablar, viviendo de los recuerdos y comentando con alegría las vivencias de lo que pasamos. Doy gracias por todo lo que he vivido y, muy en especial, agradezco a todas las personas que han hecho que mi vida sea mejor. Senama regional, centro diurno San Clemente, a sus profesionales y a mis amigos adultos mayores por ser lo que son, orgullosos por haber llegado a esta edad.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 125 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Esposa del Alzheimer

GRACIELA DEL C. CONTRERAS SAGAL (81 AÑOS)

¿Por qué el título? Al leer el escrito voy contando el porqué. Quisiera identificar mi persona: casada durante 58 años, un hijo. Mi nombre, Graciela, 80 años (con apariencia de 70 según los que me conocen y me quieren). De carácter fuerte para saber llevar la vida mejor, amiga de mis amigas, buena para el baile y el canto, convivencias y grupos. En mi vida personal, creo ser buena dueña de casa, esposa y madre. No cuento los malos momentos porque siempre son pocos y hay que olvidar para vivir mejor. Siempre digo y repito: hay que darles vida a los años y no años a la vida. A los 80 años tenemos que agradecer el día a día que Dios nos regala. Participamos, mi esposo y yo, en un club de adulto mayor llamado “Unidos para vivir”. Soy la presidenta, ya no recuerdo cuántos períodos. Este año 2020 era el cambio de directiva. Todos los años nos juntamos, antes del inicio de actividades, en una primera reunión de convivencia. Ahí nos reencontramos y tomamos acuerdos para el año, celebraciones, aniversarios y paseos. No alcanzamos a reunirnos en abril de este año. Este 2020 se iniciaba con gimnasia recreativa por intermedio del Instituto Nacional del Deporte (IND), que nos apoya con profesor de educación física. Esta actividad la hemos ganado oficialmente por responsabilidad en asistencia y participación en clases, las que tenemos tres veces a la semana. Y cuando el IND nos invita a encuentros recreativos o gimnasia recreativa intergeneracional, la amistad, compañerismo y compromiso nos destaca en el club. Lo mejor es que los profesores

126 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

están comprometidos con su trabajo y son excelentes personas. Tenemos el apoyo del IND, los profesores se adaptan a nuestra edad y nosotros a ellos. Elegir o calificar a cada uno, podríamos decir que han sido excelentes profesionales, siempre nos dejan algo de ellos en las buenas presentaciones de fin de año. Inicio aquí mi relato, por lo que estoy aquí escribiendo después de mucho pensar lo que da vuelta en mi cabeza desde hace mucho tiempo, años tal vez. He querido dejar por escrito el cambio que tuvo mi vida y la de nuestro hijo. No es trágico, lamentable o triste; sólo una prueba en la vida y que permite saber cuánto somos capaces de hacer por un ser querido, un esposo, un padre. Año 2012. Después de ir observando por tiempo largo a mi esposo, Itler Guillermo, y sacando de mi cabeza lo que me atemorizaba, tenemos un diagnóstico: demencia senil. Por motivos que no quiero recordar, ese año fue para nosotros crítico en salud. Por terceras personas —que no piensan en lo que dicen y en lo que hacen, y no se dan cuenta que sus actos y decisiones propias dañan, ofenden, calumnian, desprestigian e insultan públicamente— es que sufro problemas de salud. Debido a esta situación, me acerco a pedir ayuda al Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) a través de Matías, funcionario de esta institución, quien se dio todo el tiempo para escuchar mi problema, derivándome a la abogada, que me acogió muy bien y tomó nota de lo acontecido. La abogada habla con la persona involucrada, le cuenta los cargos que se le harían si no deja de perjudicar moralmente a su representada, en este caso mi persona. Hasta ahora guardo mucho agradecimiento por Senama. Mi hijo, al ver y saber en la situación que nos encontrábamos de salud, nos lleva a Santiago donde él vive y trabaja. Nos lleva a la clínica junto con mi hermana menor. Cada uno con distinto médico: mi esposo con neurólogo y yo con médico general. Al examinarme, yo no podía mover los brazos, estaba rígida, dando

Servicio Nacional del Adulto Mayor 127 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

diagnóstico de contractura muscular más otras dolencias. Esto me impidió regresar a Talca. Estuve quince días con kinesiólogo y reposo; la primera sesión fue el mismo día de urgencia. No es nada, hacer ejercicios, pensé. Mientras, mi hermana e hijo estaban con mi esposo en la consulta de la neuróloga; luego de examinarlo, conversa con ellos y lo derivan, el mismo día, a la psicóloga. La doctora lee el informe del psicólogo, conversa con mi hijo, le hace preguntas a mi esposo y pide quedar a solas con él. Luego nos hace pasar y da su diagnóstico: demencia senil. En ese momento yo estaba con la kinesióloga. Cuando lo supe me di cuenta que era lo que siempre había temido, por su comportamiento y cambios en su conducta. Llegamos al departamento y yo, con la primera sesión de ejercicios, agotada, con deseos de dormir. Mi esposo, tranquilo y con hambre. Luego mi hijo y Germán me cuentan el diagnóstico de la doctora. No lloré ni lamenté la situación, era la realidad de la vida. Sólo quedaba pedirle a Dios paciencia, tolerancia y amor para llevar el día a día y ayudar a mi esposo. Como familia, con mis hermanos ya habíamos pasado con nuestra madre esta enfermedad: Alzheimer o demencia senil. En realidad no sé la diferencia. Se nos vino el mundo encima, mi padre había muerto poco tiempo antes y no sabíamos de esta enfermedad. Nuestra madre estuvo once años en el hogar de ancianos Las Siervas de Jesús muy bien atendida y yo visitándola diariamente. Fue lo mejor que pudimos hacer por ella, se lo merecía; además nunca la dejamos sola, gracias a Dios. Volvimos a Talca desde Santiago. Ya no había tiempo para lamentarnos acerca de la condición de mi esposo, sólo atenderlo y yo cuidarme para mejorar pronto. Fue doloroso mi tratamiento, pero salí adelante. ¿Cuánto vale la libertad e independencia? Sólo se valora cuando se depende de terceros. Desde el diagnóstico de mi esposo y

128 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

el respectivo tratamiento (2012), él siguió con una vida normal, trabajando de mueblista hasta que la enfermedad progresó y ya no pudo seguir ejerciendo su oficio. Como egresado del colegio Salesianos, era bien catalogado en su oficio por sus clientes. El taller de mueblería estaba en nuestra casa, con maestros tapiceros y barnizadores, y con una excelente clientela. Cuando recién comenzó, trabajaba solo y la ayudante era yo. Era muy delgada, servía para sujetar tablones; luego, cuando pegaba sillas u otros muebles, también tenía que ayudar (sin sueldo). Este fue nuestro inicio como recién casados. Han pasado los años y la enfermedad continúa su curso. Durante este tiempo, igualmente hemos hecho viajes con un grupo de amigos y con el club de adulto mayor en proyectos de Senama, ganados en concursos autogestionados. Norte, sur, maravillosos paseos. Desde el 2015, más o menos, a mi esposo se le empezó a notar su desgaste físico y mental. La música era su compañía, perdió el entusiasmo por su trabajo, ya estaba solo en su taller. Los clientes traían sus muebles para arreglar o restaurar. No se negaba en recibirlos, los clientes le decían: “De a poco Don Guillermo, de a poco”; hasta que llegó el día en que él mismo cerró la puerta del taller. Ahora entra, da una vuelta y cierra, nada le interesa. Fueron días difíciles, era el cambio anunciado por el neurólogo y lo debíamos asumir. Poco a poco ha ido limitándose, menos en comer, ya que todo lo encuentra delicioso y siempre es poco. El Alzheimer es mi esposo; la enfermedad va limitando el recuerdo de su nombre: Itler Guillermo. Si se lo preguntan mira para otro lado, como que no escuchara, pero cuando le dicen su nombre, él contesta; no fluido, le cuesta conversar, son más bien gestos y señas. Yo le entiendo y digo lo que él piensa. Él dice: sí, sí. Tiene buena presencia y es buenmozo, y se cree cuando le dicen que se ve bien. A los 81 años es pretencioso, antes no lo era.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 129 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

En el pasado pertenecía a un club de pesca y caza, llegando a ser presidente de la Asociación de Pesca y Caza de Talca. Fue campeón nacional de pesca de orilla en el mar. Salíamos juntos a campeonatos y paseos familiares, era muy lindo ya que se compartía con otros clubes. ¿Por qué esposa del Alzheimer? Esta enfermedad es a tiempo para él. No está inválido ni postrado, está activo, pero hay que estar pendiente, ¿dónde está?, ¿qué está haciendo? Guardar objetos cortantes, el gas, el agua, la estufa, las luces... Es un niño grande. Desde hace un año hay que ayudarlo a bañarse y vestirlo; me costó bastante hacerlo debido a que se resistía que lo bañara y lo mirara. Yo le decía: soy tu mujer. Él me mira y sonríe. Claro que no todos los días se porta bien. Yo, para cuidar bien a mi esposo, tuve que pedir ayuda y la doctora del Cesfam de La Florida me derivó a la psicóloga. Creo que es lo mejor que me ha pasado, me dice que lo estoy haciendo bien en el cuidado que merece mi esposo. En el año 2019, viendo mi hijo que su papá necesitaba un lugar donde entretenerse y lo pasara bien con más gente, comienza a investigar y encuentra información acerca del centro diurno de Senama. Va a informarse personalmente y llega encantado. Días después fuimos los tres. Conversamos con la secretaria, nos muestra la dependencia, el comedor, las salas de juego, las oficinas. Excelente lugar. Antes habíamos conversado con mi esposo y explicado a dónde íbamos, en ese momento le preguntamos: ¿Te gusta? Y responde: Sí, sí. La secretaria nos informa cómo podíamos postular y acerca de la documentación a recolectar y esperar el ingreso por parte de Senama. En tantos años que asistía a reuniones de Senama como dirigente, yo sabía del proyecto de Centro Diurno de Adultos Mayores. Nunca me imaginé que como familia estaríamos en sus puertas.

130 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

El llamado de aceptación de Guillermo en el centro diurno, llegó. El día lunes de septiembre 2019, a las nueve de la mañana, estábamos presentes; despertarlo, bañarse, vestirlo, tomar desayuno, ningún problema. Vivimos relativamente cerca y tomamos la micro en la esquina de la casa. Contento iba. Llegando fue muy bien recibido y lo llamaron por su nombre, Don Guillermo. Lo invitan a tomar desayuno, quería que me quedara con él. Alejandra, una de las funcionarias del hogar, le dice que yo iría al doctor y que volvería, por lo que se queda tranquilo. Cuando llegué a buscarlo, en la tarde, estaba junto a sus compañeros conversando. Desde entonces cambió. Su mirada es más clara, está más animoso. No tengo problemas para que se levante, llega contento y cariñoso. (El centro diurno tiene un bus que lleva y trae a los usuarios y a veces él no quiere subir al bus y me llaman para que lo vaya a buscar). Nos ha cambiado la vida, Guillermo está más activo, mi hijo está más tranquilo por el papá y por mí. Yo estoy tranquila y feliz. Tengo mi espacio y hago las cosas sin apuro. Dispongo de tiempo para descansar. Doy gracias a Dios por esta oportunidad para mi esposo, para mí y por mi hijo; él no está con nosotros, pero está presente todos los días llamando y viajando cuando puede.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 131 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

CURICÓ Volar en pandemia

SILVIA DEL PILAR ALTAMIRANO OLAVARRÍA (65 AÑOS)

La pandemia fue cárcel pantano, retroceso… yo volé en ella. Yo volé en pandemia. Digo que volé porque era tanta la opresión que sentía, clamaba tanto por libertad, que usé la única herramienta que tenemos para ser verdaderamente libres: nuestra mente. Y en este viaje de liberación fui en búsqueda de quien soy, de quien fui, de mi historia, porque cuando uno está donde no quiere estar, la imaginación lo puede llevar donde uno realmente desearía estar. Me sentí tan libre y volé tan alto, que llegué hasta el pueblito donde nací y crecí, un pueblo sureño, con bellos paisajes, llenos de romanticismo, prados verdes, hermosos volcanes, ríos y gente sin prisa, donde los amigos eran para siempre. Y comencé a recordar cómo era sentirse tan feliz con tan poco. En mi pueblito los grandes eventos eran la llegada de un helicóptero, un circo, una carpa de gitanos, algunos partidos de fútbol, eso era todo lo que podíamos ver de otros mundos. A este pueblito lo llamé “El Qué Dirán”, porque en eso se basaba la vida allí. Lo más importante era tu reputación, todos nos cuidábamos de ser buenos hijos, buenos estudiantes, buenas personas. Esa frase crecía contigo. Siendo muy pequeña falleció mi padre y quedó mi madre a cargo de sus tres hijos, pero con la ayuda de una abnegada tía fuimos criados con mucha dedicación y amor, tanto que alcanzó para acoger a otra hermanita en adopción. Suficiente amor como para sentir la responsabilidad de devolverlo. Fuimos educados para esta vida por dos mamás y fue lo mejor que nos pudo haber pasado, pues nos dieron valores, cariño y un gran ejemplo de esfuerzo. Recuerdo que con mis hermanos realizábamos juntos los

132 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Servicio Nacional del Adulto Mayor 133 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

quehaceres de la casa, siempre tratando de agradarlas. No teníamos supermercados, sino la huerta de una abuelita; no comprábamos huevos, teníamos gallinas; no había pastelería, hacíamos nuestras propias tortas, nuestras conservas… En la adolescencia me preguntaba por qué mi madre no podía volver a amar a otra persona, pero comprendí que era más fuerte “El Qué Dirán”. Recuerdo que ellas eran felices cuando nos elogiaban por ser buenos hijos. En el pueblo éramos todos iguales, no había tantas diferencias económicas, pero los jóvenes teníamos un pensamiento en común que era —tarde o temprano— ser libres de “El Qué Dirán”, conocer la libertad de tus acciones, sin miedo a equivocarte. Era muy alto el costo de tratar de ser perfectos. Con el correr de los años tuvimos que irnos del pueblito “El Qué Dirán”, pero tengo los mejores recuerdos de aquellos tiempos. A mi pequeño pueblo quisiera decirle que con los años aprendí a ser libre, que elegí tener equivocaciones, que no importa el qué dirán, porque entendí que no me amará nadie si no soy capaz de correr el riesgo de que algunos me aborrezcan. Hoy me hacen felices cosas tan simples como sentarme en una plaza sin miedo al qué dirán, tomarme un café sola o con quien desee. Mi pueblo, tal como un artesano, me formó, pero no me dio el aliento de vivir, y vivir a mi manera. En este recorrido volé, volé, volé, pasando por todo nuestro país y desde lo alto me maravillé con el paraíso que tenemos. Volví agradecida de mi pueblo, que con ese mandato de pensar siempre en el qué dirán, me enseñó a vivir en familia y a valorar la libertad, a no tener limitaciones. Aquí estoy de vuelta, este fue mi vuelo en busca de libertad, se me hizo corto el tiempo en este caos que aún estamos viviendo, pero siento una grata sensación de saber que todo tiempo es una lección y que escapar de la pandemia cada día es posible gracias a mi mente y mi añorada libertad. Sacudirse y volar.

134 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

YERBAS BUENAS Las vueltas de la vida

SILVIA LILLO TORRES (67 AÑOS)

—No hay que cosechar todo —le dijo un padre sabio a su hija—, hay que dejar algo en el campo. Ella, inocente, preguntaba:—¿Por qué, papá, si nosotros fuimos los que sembramos? —Los pajaritos también necesitan alimentar a sus familias — responde el padre—. Ellos sabrán cual es el momento y vendrán, nada de lo que quede se perderá. La pequeña niña, obediente a su padre, recogía lo que había producido la madre tierra, y decía:—Esto es para nosotros, esto es para los pajaritos. Ahora, moviendo las brasas de mi bracero con un tizón y sintiendo el viento puelche en mi puerta, me vienen los recuerdos de ayeres, cuando mi padre me decía “agora es tiempo de dejar algo en el campo, chicuela”. Ahora que, ido al campo, al rastrojo después de las cosechas, entiendo el sabio consejo de mi padre, y son una chirigua más entre los pájaros. Pequeño diálogo en un día de cumpleaños Hoy no tuve mi torta, ni chocolate; no importa, no sería la primera vez, no me gustan mientras no la tenga servida. Hoy sé más que ayer y sé también que me quiero un poco más. Hoy disfrutaré de lo que hay a mi alrededor, el sol y las flores, algunas cosas las dejaré para mañana…

Servicio Nacional del Adulto Mayor 135 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

¿Mañana, dije?, ¿existe el mañana realmente?, el pasado ya no existe, pasado es... ¿Algunos de ustedes me puede decir lo contrario? Entonces me queda el presente y lo disfrutaré a concho, usaré los sentidos que nuestro padre Dios nos ha regalado, sin estar de cumpleaños. Por ejemplo, el hermoso cielo azul que hay hoy, me detendré a observar el águila que gira dando círculos allá en la cresta del cerro o la bandada de tordos que parecen paltas chilenas en los cogollos de los árboles. Saludaré con una sonrisa a ese niño que juega al trompo o al señor que va pasando por mi lado, reiré con las gracias de mí, ¡como si fuera el último día de la vida! Sé que soy débil a veces, pero saco fuerzas como mujer que soy, también saco fuerzas con los tropiezos de la vida. Hay un dicho chino que me gusta y quiero compartirlo con ustedes: “Si guardo en el corazón una rama verde, el ave cantora vendrá a posarse en ella”. Me tomo la confianza de sugerirles que cuidemos y disfrutemos la naturaleza, que relaja casi tanto como hacer el amor. El arco iris de la vida Vivo en un pueblo donde el viento barre las calles, ayer sentí el quejido de un árbol antes de morir. ¿Saben ustedes que los árboles lloran y sienten la muerte cuando van cayendo ante el hacha traidora? También sentí con la brisa el murmullo de las hojas de los árboles cercanos que decían: —El hacha le pidió su mago al árbol y este se la dio... y la vida continúa, mi perro aúlla a la luna, por una perrita que hay más abajo.

136 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Hace unos días me di cuenta que yo era una mujer fuera de lo común, ya que hacía cosas que otras no harían. Cuando venía del centro hacia mi casa, en la calle principal encontré que habían recién atropellado a una culebrita de un metro más o menos, y lo primero que pensé: “la atropellaron, pobrecita” y la coloqué a la orilla del camino, a lo mejor iba a encontrarse con sus crías o con su amor. Dos días después, en el mismo lugar, me tocó recoger a mi paloma (plumita), aún tibia, disfruté de su compañía… He escuchado a varias personas que dicen: “El espíritu inquieto, amoroso de tal animalito”. Digo, si tienen espíritu, ¿por qué no pueden tener un cielo ellos también, o somos nosotros tan superiores que sólo nosotros tenemos ese privilegio? Además, son más puros. La vida tiene de dulce y de agraz... no podrás evitar que la melancolía sobrevuele tu cabeza, pero no dejes que anide en ella.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 137 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

YERBAS BUENAS Añoranzas de niñez

RAQUEL MARINAN MONTAÑA (63 AÑOS)

Nací en una tierra lejana, fría e inhóspita, con gente de mucha gallardía y tenacidad, alejados del reconocimiento y muchas veces olvidados. Hace más de seis décadas que llegué a esta vida, que parecen muchas más. Recuerdo mi niñez con altos y bajos, pero prevalece la alegría en tiempos muy especiales. Invierno. Estación en la cual compartíamos con mis amigos la temporada de nieve, disfrutábamos de los juegos, éramos los chicos del barrio, grandes batallas de tirarse nieve en bolas, andar en trineo, hacer el mejor mono de nieve, aprender a andar en patines o reírse cuando alguno se caía. Sólo importaba pasarlo bien, muy abrigados con guantes, bufandas y gorros para no sentir el frío; Únicamente importaba jugar. Las noches invernales se hacían largas en medio de las risas, con claros de luna y un cielo muy estrellado, no importaba tener los dedos de las manos congeladas. Hermosa mi ciudad de Punta Arenas, todo cubierto de nieve, como dice una canción, parece una novia blanca, la gente se ve más buena. Todos esperábamos a que oscureciera para juntarnos y empezar a jugar. ¡Qué temporadas invernales! Viví junto a mi entorno y me sentía feliz. Cuando se es pequeño, uno cree que esto seguirá siempre igual. Las estaciones naturales no se marcan en mi tierra, en esa época lo que más se notaba era el invierno, las otras estaciones eran muy inestables. En verano las temperaturas igual eran bajas; quiero

138 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

decir no más de 15° - 16° grados, pero así se vivía, igual se trataba de disfrutar, sin mucho sol, pero era el arte del cotidiano vivir. Llegaban las vacaciones y yo solía pasarlas en la estancia de mi nono, abuelo que era descendiente de inmigrantes italianos, quienes llegaron a Chile escapando de la guerra. Mi nono nació en Chile, pero su crianza fue muy italiana. Disfrutar de la estancia fue para mí el mejor regalo de niñez, me encantaba el campo, era libre igual que el viento que corre en Punta Arenas. Ahí era una niña súper feliz. Eran días interminables disfrutando de la naturaleza; en esta tierra la luz del día dura mucho, sólo hay oscuridad cinco horas, así que ¡a disfrutar las horas! Eso hacía que costase mucho enviarme a la cama. Muchas noches recuerdo estar sentada junto al nono José conversando, pues le hacía preguntas sobre mi vida y la de él. Siempre me respondía de manera que yo entendiera, le preguntaba sobre su niñez, sobre mis antepasados y la forma en que eso era parte de su vida y, por supuesto, de la mía. La mayor parte del tiempo leíamos, pues él me enseñó a leer; recuerdo mi primer libro de adulto, por decirlo así, fue El conde de Montecristo. Después de demorar leyéndolo, fue Cumbres borrascosas; esto hacía despertar en mí las ansias de seguir leyendo. Durante el día yo lo veía trabajar codo a codo con su gente, y él siempre me hacía ver el esfuerzo de estas personas al trabajar en el campo, el compañerismo del arriero con sus caballos y perros, el trabajo agotador en los tiempos de esquila. Yo me sentía tan orgullosa de mi nono al verlo con sus trabajadores y la forma de estar junto a ellos, hombro a hombro. Así aprendí a valorar a todas las personas, pues él me lo enseño. Agradezco los valores que él me entregó, porque esto me ha servido por toda mi vida. La dadivosidad, la bondad, el escuchar a otras personas sin juzgar son unas de las tantas cosas que aprendí de él, realmente era un ser muy noble.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 139 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Él decía ser ateo y sin embargo era muy sabio en lo que pensaba y hacía, me inculcaba que el dinero no es todo en la vida y que nadie es menos que otro, que nunca hay que rendirse ante las adversidades. Cada etapa de tu vida va dejando huellas, para mí eran dos vidas distintas, cuando estaba con él y cuando estaba con mis padres, porque, para ellos, yo no era una niña ni su hija; despreocupación, un poco de abandono y también muchos golpes físicos. Sólo era feliz teniendo a este abuelo a mi lado, los días tenían que pasar rápido para que llegara y sentir el cariño, la educación, atención y protección. Sobrellevar el dolor y el sufrimiento hace un daño colateral, sientes miedo, angustia, desamparo y tu corazón se aprieta dentro de ti. Tu niñez se rompe en pedazos y cambia algo de ti, se derrumban tus sueños y eres frágil, lloras desconsoladamente y no tienes ese abrazo de consuelo. La niñez ata vínculos de por vida y los arraigas muy dentro de ti, los recuerdos perduran por siempre y guardas los mejores momentos vividos. Los tiempos forjan cada paso que das y pronto estás en la otra vereda de la vida, caminas por ella y sólo quieres dejar huellas buenas o malas y piensas en tus logros y derrotas, siempre pensando en que tu vida sea lo mejor posible. Niñez, adolescencia, adultez van quedando atrás, sin embargo, te aferras a la vida, cual corteza y raíz de un árbol y tratando de que se prolonguen en tu descendencia y queden huellas al final. A medida que transcurre el tiempo todo va cambiando, las generaciones apuran sus etapas de vida, la niñez pasa como ráfagas de viento y muchas veces no se aprovechan los tiempos. Todo es más vano hoy en día, al menos así lo veo yo. Simplifico lo que siento, pues ya no estoy en mi tierra natal, adopté una nueva que es Yerbas Buenas. ¡Aquí estoy ahora! Disfrutando

140 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

de un cambio grandísimo respecto a la naturaleza, el clima, las personas, las costumbres y el lenguaje. Es como volver a empezar, cuesta adaptarse, y que a mis años tenga que dejar otras cosas vinculadas a tu vida, son cosas a veces dolorosas; ahí te das cuenta que la vida puede cambiar y girar de forma diferente, nada es lo que se cree que es. Como decía mi nono, la vida es como una rueda, nunca sabes si estarás arriba o abajo, fieles palabras de mi viejito. Sólo hay una razón hoy en mi vida, tratar de olvidar lo malo del pasado, lo cual cuesta mucho, y aceptar lo que vendrá con un poco de sabiduría y mucha paciencia hacia nosotros mismos. Ya no somos los de antaño. Añoro mi tierra natal, pues ahí están todas mis vivencias, alegrías, desazones, nostalgias y lo mejor que me ha sucedido, el tener tres hermosos hijos y sus familias junto a mí. Sólo puedo decir y recordar las palabras de nuestra querida Violeta Parra: “Gracias a la vida que me ha dado tanto”.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 141 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

YERBAS BUENAS Mi historia

MARÍA VALERIA CANGANA ESPINOZA (61 AÑOS)

Empezaré este relato para compartirlo con ustedes, lo dividí en etapas de mi vida. 1. Llegué el año 1984 con mi familia a Antofagasta, veníamos de Andacollo. Mi padre fue minero, se vino con siete hermanos y mi madre de allegado donde mi abuela. Con el tiempo ya vivíamos en un terreno y papá construyó la casita al llegar a esta población llamada “Empalme”. Había carpas, allí empezaron a vivir las familias y así, en este lugar, crecimos. Teníamos cerca una escuela y nos íbamos caminando todos. Era tranquilo, no se celebraban cumpleaños, tampoco años nuevos, se salía poco a esas cosas. También no había tantas noticias de robo de cosas, era todo más tranquilo, no se veía televisión, arrendábamos revistas para leer y los padres eran muy estrictos con nosotros en cuanto a permisos para salir. Fui creciendo en este hogar, tuve un hermano enfermo de epilepsia, mi madre sufrió muchos años con él, en hospitales y en Santiago. Teníamos mucha paciencia con él por su enfermedad. Él falleció en el año 1992, a los 28 años de edad. Fue un golpe fuerte para toda la familia, pero lo superamos más adelante. Algunos hijos logramos estudiar, era un poco difícil, éramos muchos hermanos, las mujeres trabajábamos de asesora del hogar, mis hermanos en otras profesiones. 2. Mi padre era obrero, trabajaba todos los días y los fines de semana. Avanzaba en la casita. Mi madre trabajaba cociendo ropa a muchas personas y con ese dinero también se ayudaba. Seguimos creciendo y a mi padre lo jubilaron por su corazón. Más adelante nos fuimos del hogar para hacer nuestra vida; varios hijos se casaron y otros hermanos quedaron solteros. Mi padre, don Rogelio, falleció el año 2010 de un paro cardiaco. Mi madre

142 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

quedó viuda teniendo 91 años y vive con mi hermana soltera de 64 años. Ella se dializa tres veces a la semana por su enfermedad. La casa se ve muy grande sin hijos, pero siempre vamos porque allí hay muchos recuerdos de cómo nos criaron nuestros padres. Él nos inculcó el respeto, ser honrados, no mentir, ser comedidos, no tomar nada de otra casa y todos los buenos modales. Siempre nos estaba enseñando los valores que nos servirían para nuestra vida en adelante. Siguiendo con este relato, les compartiré que en el año 1982 me casé con mi marido, el venía del sur y empecé una nueva etapa para mí. Él trabajaba en el banco de junior y yo de asesora del hogar, también él tuvo un trabajo de jardinero y aseos de casas y su hobby era el ciclismo (pero lo tuvo que dejar). Luego tuve que arrendar piezas para vivir en diferentes partes de la ciudad, ya tenía mi primer hijo. Cuando tuve mi segundo hijo, ya pude arrendar una casita. Él trabajando para traer el sustento a nuestro hogar, en su bicicleta. Sus patrones nos hacían regalos para nuestro hogar y así fue como arrendamos durante siete años una casita. 3. Con el tiempo nos regalaron unas piezas prefabricadas, entonces empecé a arrendar un terreno y me prestaban un baño. Con mi familia armábamos las piezas y así arrendamos en dos partes y la volvíamos a armar en otro lugar. Quedábamos muy cansados pero estábamos en otro lugar con mi familia, y esto marcó mi vida de estar arrendando tantos terrenos para mis piezas. Luego, en el año 1991, nos compramos una mejora y nos costó mucho buscarla. En la ciudad teníamos que desarmar las piezas de nuevo y llegamos con estas piezas a la casita que habíamos logrado comprar. Nos costó mucho juntar la suma de $400.000 y el resto lo dimos en letras. Vendimos varios muebles que teníamos y también el acordeón de mi esposo. Él quedó triste, pero era para nuestro hogar. 4. Ya no arrendábamos más, descansaríamos de todo eso que pasamos. Lo que más me quedó de recuerdo de andar con esas piezas que instalábamos, era que otras personas nos ayudaban y

Servicio Nacional del Adulto Mayor 143 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

también ahorrábamos en una junta de vecinos. Yo me levantaba muy temprano a atender el teléfono al público y hacía el aseo; tenía que hacerlo por vivir allí con mis piezas, no me pasaban luz, estuve mucho tiempo sin luz, los vecinos me pasaban un cable para ver las noticias, yo me acostumbraba, eso nunca lo olvidaré. Les sigo contando. Ya tenía mi casita, no más arriendo. Mi vida cambiaría, mis hijos de 9 años y 5 años. Seguimos trabajando en jardinería, él se iba en liebre con sus cortadoras de césped y tijeras. Era nuestro hogar hermoso, tranquilo y sencillo y nos trajimos las piezas que armábamos y las armamos en un patio. Era nuestra compañía en donde estuvimos, esas piezas tenían un lugar en nuestro corazón, eran nuestro apego, teníamos que traerlas y estar allí mirándolas, que por mucho tiempo nos dieron calor de hogar. Así yo ya podía ayudarle en la jardinería. Ya estaban más grandes mis hijos, aprendimos que con paciencia y perseverancia y unidad se logran muchas cosas, mucha paciencia y ser ahorrativos, tener lo justo, cuidar las cosas que tenemos, escuchar consejos de nuestros padres, que nos servirán siempre para nuestras vidas, y compartirlos con los hijos y nietos, porque ellos son la experiencia de los padres… Seguíamos trabajando en jardinería (poda, limpieza de jardín). Un día, les cuento, una patrona de él le ofreció un vehículo para que él lo cancelara, porque ella sabía que podía. Teníamos que juntar el dinero mensual, lo aceptó y era una herramienta de trabajo. Tuvimos que arrendar un terreno para trabajar más y también hacer aseo a empresas. En este terreno tendríamos tierra, plantas, césped, agua servida, tierra, guano. Sólo teníamos media agua, tuvimos que cerrarlo, limpiarlo, tenía mucha basura, lo dejamos muy bonito, plantamos palmeras e hicimos un cuarto para guardar tierra mientras la usábamos. Fue un sueño para mí, tener una parcelita pequeña. Hacía mucho calor, era arenoso, el sector se llamaba la Chimba. Hasta en la noche arneabamos tierra y el césped lo cortábamos con pala; era muy cansador. Yo tenía que

144 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

ir desde la casa al terrenito de la parcela a regar, día por medio, porque si no el pasto se secaba. Ya habíamos terminado de pagar el vehículo, era nuestro, dábamos gracias a Dios por darnos salud y trabajo y logramos nuestro sueño. Estuvimos en este lugar por dos años y medio y tuvimos que entregarlo porque ya no había agua servida y el agua potable era muy cara. Estábamos acostumbrados al lugar, era tranquilo, fresco, con plantas, rayos de sol, cojín de la reina y césped. Era un lugar acogedor, había una paz en ese lugar, nos visitaban familiares, amistades, personas que compraban césped, tierra. Era tan bonito… Cuando nos pidieron el terreno fue muy triste. Entregamos como residimos, desarmar cuartos, ramadas, sacar todo, vender césped, palmeras, plantas. Sólo arrendábamos, no éramos dueños, por eso Fosis nos ayudaba, teníamos que tener oficina y baño, no se podía… Bueno, más adelante nosotros seguimos trabajando en fletes, mudanzas, jardines. Pero, saben, el año 2017 decidí venirme al pueblo de Yerbas Buenas, mi marido nació aquí y volvió a los 60 años. Aquí estamos viviendo, este año en septiembre cumplo tres años. Bueno, ya dejamos Antofagasta y el trabajo que realizábamos para otras personas. Agradecida yo porque crié a mis hijos y fue tierra de oportunidades para mí y mi familia. Y en esta pandemia he aprendido a valorar todo en esta vida y ser solidaria con el prójimo, dar sin recibir nada a cambio, desinteresadamente…

Servicio Nacional del Adulto Mayor 145 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

TALCA Entre el liceo y los negocios

VICTOR MORAGA MUÑOZ (67 AÑOS)

Aquella mañana, como todas, desperté a la 7:20 horas con el pito de la fábrica de fósforos. Era el 15 de marzo de 1968 y partían las clases en el liceo donde lograron inscribirme después de un breve paso por el seminario San Pelayo, uno de los pocos colegios católicos para hombres de la época, donde no pude acostumbrarme tras seis meses de nuestra llegada a Talca por la enfermedad y muerte de mi padre. Las dos cuadras de distancia que había por la Alameda Bernardo O’Higgins, en sentido poniente, se me hicieron eternas ante la incertidumbre de nuevos compañeros, nuevos profesores, nuevo todo otra vez... Pregunté por el 4° año A de humanidades al portero, que después supe los llamaban “compadres”, apodo recibido por los auxiliares para ganarse la “pasada” cuando los alumnos llegaban minutos tarde a clases. Este, de apellido Barahona, aguantaba en la portería el choclón de alumnos de todas las edades que se saludaban emocionados después de dos meses de no verse. “¡Segundo piso, segunda sala por la escalera!”, me gritó. Subí casi contando los peldaños, y al encontrar el pequeño letrero “Cuarto Humanidades”, arriba de la puerta abierta que indicaba mi destino, me enfrenté a los casi veinte muchachos quinceañeros que habían llegado a la sala hasta esa hora Saludé tímidamente, sintiéndome como “poroto en ”, observado por cuarenta ojos analíticos, que se transformaron en unos pocos más al llegar la hora de inicio de la primera hora de clases.

146 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Primera hora, clase de Historia. Entra la profesora y todos como que suspiramos al unísono: ¡Uy! Sin sacarle la vista a la “mansa profe”, me quedé pegado en su cintura, abrochada por un cinturón de tevinil brillante, que ajustaba toda su humanidad desde sus tacos hasta su frondosa cabellera negro azabache. Era una suerte de imágenes irreales para definir a una profesora respecto de todas las que había tenido. Empieza la lista: Abadala, Baladrón, Castro, Cárdenas, Correa, Concha, Fernández…; en fin, yo ya no escuchaba los apellidos, hasta que escuché Moraga y sentí su mirada penetrante. Me puse de pie para decir: ¡presente señorita! La lista continúa: Metzdorff, Murga, Ramírez, Saavedra, Salas, Sahie, Silva, hasta el final. Luego la profesora pidió que se pusieran de pie los alumnos “nuevos”. Tímidamente me puse de pie junto a dos más, Hugo Metzdorff y Nelson Olivares. El primero indicó que procedía de la nortina ciudad de Antofagasta y que su padre había sido trasladado como agente del Banco Español a Talca. Y Olivares dijo que venía de la perla del Maule y lugar de veraneo de muchos talquinos: Constitución. Y como siempre pasa, como un mecanismo natural entramos en sintonía y con el pasar de los meses fuimos cómplices y más amigos que los que venían de cursos anteriores. Aunque el grupo contagiaba solidaridad y compañerismo, me di cuenta con desazón que el nivel académico de esa promoción era mucho más elevado de lo que yo estaba acostumbrado. La amistad con el “Mono” Olivares, como fue rápidamente bautizado por sus pares, y del “Elefante” Metzdorff, se hizo más fuerte después de descubrir mis falencias en los resultados de las notas. Pancho Mahu también me proporcionó su amistad un poco más allá de los demás, al compartir las ganas de conseguir pesos para gastar en el casino del “Pulpo”, como cariñosamente

Servicio Nacional del Adulto Mayor 147 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

bautizaron al concesionario de ese emprendimiento. Eso por los supuestos tentáculos al cobrar la leche con plátano y los berlines que hacían el deleite en los recreos de la mañana. Los del barrio norte constituíamos también un grupo notable por lo variopinto de sus integrantes, en el que destacaba el “chico” Salas, que aparte de sus dotes futbolísticas era el Rey del Espejo. Lo usaba para peinarse y para realizar observaciones bajo el pupitre de las profesoras de la ocasión. “Tablita” Ramírez, figura entre los destacados por su nobleza y especial presencia física, que lo hizo merecedor de su apodo llegada la pubertad. El “Gato” Murga, el “Chuico” Oyarce, el Pancho Mahu, “Pipepe” Concha, Salvo Saieh, el “Perro” Correa, Mario Baladron, Javier Fernández, el otro “gato”, Juan Carlos Caro… Hugo “Elefante” Metzdorf vivía un poco más lejos, en la recién construida por esos años villa Las Brisas del Claro. Los integrantes de ese curso me dejaron una huella y legado muy especial, ya que pocas veces en mi paso por los distintos colegios que me tocó asistir —dado los cambios de cuidad por el trabajo de mi padre— me encontré con un grupo tan amalgamado en su estructura adolescente. Todos tenían un sentido de humor notable, buenos compañeros y mejores amigos. Muy pocas veces presencié discusiones, salvo en los consejos de curso para definir los lugares de paseo, en que costaba un tanto ponerse de acuerdo. Desde siempre, y sobre todo en esa época de mi vida, tuve la astucia y el ingenio para conseguir los pesos necesarios para mis vicios particulares. Me fascinaba el cine y la lectura, y hacía todo lo que podía para satisfacerlos. Un día descubrí, al acompañar a mi abuela a la feria de verduras y alimentos, que había un “casero” que vendía laurel para los tallarines y comidas varias por paquetes, en pilas de tres por diez pesos. Y mi abuela no le compraba porque en la casa “había”. Claro, al lado de la casona familiar había un inmenso laurel frondoso, lleno de dinero, pensé. Llegué a la casa con las compras,

148 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

dejé todo tirado y manos a la obra... Lleno de ilusión preparé tres paquetes con ramitas de laurel, tal cual lo había visto en la feria, y ese domingo partí a las seis y media de la mañana a ofrecer mi mercadería. —Buen día casero —le dije al vendedor de los laureles, sin mostrar aún la bolsa con lo que llevaba—. ¿A cómo el laurel? —le pregunté. —Tres paquetes por diez pesos —me contestó el hombre, que yo ya había analizado cada domingo desde que se me ocurrió la idea de conseguir esos pesitos. Era larguirucho, tenía un bigote canoso, un gorro de lana negro en la cabeza y una portentosa insignia de Rangers de Talca en el frontis. Ahí estaba el rompe hielo: hablar de Rangers primero antes de hacer el negocio. Eso pensé. —¡Ah! —exclamé—. Pero para los ranguerinos, ¿a cuánto? —Tres paquetes por veinte —me contestó riéndose. Sonriendo, saqué los tres paquetes que llevaba y le dije: —¡Yo le doy los tres paquetes por cinco! El comerciante rió. Luego le pasé los atados hechos con restos de lana de tejer, que siempre sobraban en la casa y esperé con el corazón en la mano la respuesta. Sopesó el asunto. Se hizo el pensativo, y luego me dijo: —Te doy un peso por paquete y tráeme los que tengas. Saqué cuentas rapiditas y en silencio pensé: “este viejo me está jodiendo”. Pero, a la vez, pensé en aquella lección que mi abuelo me había comentado cuando sólo tenía 12 años: “En la vida, hijo, sólo hay que sumar y multiplicar. Nunca dividir y restar”. Y ahí me quedé pensando. 50 paquetes = 50 pesos. Más trabajo pero sin inversión, la entrada al cine costaba diez pesos. No había donde perderse…

Servicio Nacional del Adulto Mayor 149 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Finalmente acepté y el comerciante me encargó, para empezar, cien paquetes. Para ambos era un negocio redondo. Entendí esa vez que había iniciado el primero de todos los hechos económicos que marcarían mi vida en adelante. Pensaba que sólo eran negocios y no proyectos, porque sólo se trataba de vivir y financiar los hechos que me harían disfrutar más cómodamente. Era para mí algo tan natural como cuando el perro levantaba la pata para mear y mojar el árbol, sólo había que hacerlo. Durante la semana siguiente me dediqué a cortar ramitas de laurel y más ramitas de laurel. Junté lo que me había pedido, junté los cien pesos que había proyectado. Ya con eso los estudios habían pasado a segundo plano y con platita en el bolsillo no había película de los cines que no había visto. Al final, y antes de terminar el año, ya no había notas que pudiesen revertir la inminente reprobación del curso. —Mamá, no pude, no sé qué pasó —le dije a mi madre. ¡Puras chivas! Después de la reunión con el rector, Mariano González, de propio imponente, no había nada más que hacer —Le recomiendo que lo retire ahora, señora Elena, para que no aparezca como repitente y el próximo año lo aceptamos igual —le sugirió el rector a mi madre, que no le sacaba los ojos de encima a la hermosura que era ella y que siempre destacó entre sus pares. Era el resultado de un año lleno de aventuras y poco estudio, compartido con el “Mono” Olivares y Hugo Metzdorff. Repetimos los tres, más el Pancho Campano, otro maulino venido de Constitución, que dedicado al pool tiró por la borda ese año también. Milagrosamente se salvó Pancho Mahu, otro delincuente juvenil asiduo a los cines y compinche de mis andanzas.

150 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

Con esa repitencia, entendí que mi facilidad para conseguir pesos tenía que ir de la mano con logros educacionales y me propuse no defraudar nunca más a mi madre, que hacía inhumanos esfuerzos para alimentar a sus cuatro hijos, con el trabajo que varios amigos de mi padre le habían conseguido, después que él había tempranamente partido hacía dos años ya. Quedaron atrás grandes momentos que sólo se tradujeron con el tiempo en aprendizajes que agradecí con el tiempo. Grandes amigos y aventuras por doquier… Cambiar de cuarto año de humanidades a segundo año de enseñanza media parecía un retroceso, pero ese año empezó a funcionar la Reforma Educacional, que transformaba los cursos desde preparatoria y humanidades a enseñanza básica y enseñanza media. Era la Reforma Educacional de Eduardo Frei Montalva, como parte de la “Revolución en Libertad”, programa de la Democracia Cristiana, liderado también por Juan Gómez Millas, ministro de Educación. Vino a revolucionar todos los niveles de la educación en el país, desde la educación parvularia hasta la universitaria, incluyendo la creación del Proyecto de Reforma el año 1965. No entendí, ni nadie de los alumnos y compañeros, de qué se trataba este cambio, como muchos de los que se realizan en nuestro país, y sin querer fuimos testigos de una de las reformas más transcendentales de mitad del siglo veinte. Pero ya estaba ahí, con nuevos compañeros, nueva sala, nuevos profesores. Otra vez todo de nuevo, como había sido mi peregrinación educacional en los últimos años.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 151 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

SAN RAFAEL La piedra

RAÚL ÁNGEL DÍAZ CONTRERAS (77 AÑOS)

En los campos de la zona central se guardan muchas historias que contaban los abuelos a las nuevas generaciones, historias que ellos hacían muy reales. En esa época, muy pocas historias eran creíbles, pero no había radiograbadoras en los campos, sólo los comentarios de las personas, de boca en boca, y que circulaban de pueblo en pueblo y que al final agregaban más de la cuenta a las historias. Eran tantas las historias que recuerdo: del diablo, de ánimas, de fantasmas, de aparecidos, de brujas que salían a volar por la noche, de duendes, de la llorona, de los entierros y de los pactos con el diablo. Historias que quedaron en el pasado y que aún se recuerdan en la memoria de la gente. La piedra. Esta historia le sucedió a don Eleuterio, casado, dos hijos, su esposa, doña Regina, compañera por más de 45 años. Felices por ser abuelos de dos nietos, sus vidas siempre de campo, de sentir la naturaleza, el aire puro, la belleza de las flores, la tranquilidad, el canto de los pájaros temprano en la mañana, de sentir la tierra abrirse con el arado y dar su fruto en beneficio de la humanidad. Todo eso no lo cambiaban por querer vivir en la ciudad, pues sus hijos querían que se fueran a Santiago. Con sus ahorros, don Eleuterio se compró su casita con un sitio y él lo hacía producir con árboles frutales, a la espera de cada verano recibir a sus nietos. A los chiquillos les gustaban el campo, la fruta, los choclos del abuelo, andar a caballo, bañarse en el estero, correr por los cerros y respirar el aire puro, que en la ciudad no lo tenían. —Cuando estuve en el pueblo —le dijo don Eleuterio a su esposa—, escuché algunos comentarios. ¿Te recuerdas de Juancho, el borrachito? Dicen que hace cinco meses atrás estaba cambiando unos polines en el patio de su casa y al hacer un hoyo se encontró un entierro.

152 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

—¡No te puedo creer! ¡Qué suerte la de Juancho! —exclamó doña Regina. —¡Qué suerte ni que ocho cuartos!, yo no creo en esas tonteras — respondió su marido—. Dicen que el que encuentra un entierro no debe gastarlo dentro de un año, si no se evapora el dinero. Pero el vicio de Juancho lo hizo gastar todo altiro, no le duró mucho la felicidad. Está malo de la cabeza, inventó tal historia, no existen esas cosas, son puras pamplinas —dijo don Leuta a su esposa. —Viejo, algo debe haber de cierto en esto de los entierros, de lo contrario no se comentarían estas historias —dijo doña Regina. —Nosotros como no tenemos la suerte de encontrar uno, no estaría que son mentiras. Yo tendría que ver uno para creer. A propósito, pasé al correo, nos escriben nuestros nietos que terminadas las clases se vienen de inmediato al campo en casa de los abuelos — le comentó don Leuta a su señora. —Ya estamos en la temporada de siembra y tengo pensado en arar el resto del sitio que nunca he ocupado, para tenerles a los nietos melones, sandias, tomates, choclos para las humitas y pastel, los porotitos granados que tanto les gusta a estos chiquillos — continuó diciendo don Leuta. Lo tenía todo pensado. —Pero viejo, acuérdate de tu espalda, no estás para hacer mucha fuerza —le recordó doña Regina. —No te preocupes, vieja. Lo haré con cuidado, todo esto es por mis nietos —terminó diciendo don Leuta. Llegó el día. Él se levantó muy temprano, preparó su flaco caballo, el arado y comenzó la tarea. La parte que nunca había sido arado la dejaría para el último, terreno muy duro que iba a costar un poco. El arado iba rompiendo las entrañas de la tierra para dar fruto. Fácilmente terminó la parte que siempre había arado y comenzaba la más complicada y que no ocupaba para sembrar. Notó que le iba a dar bastante trabajo y su pobre espalda no lo iba a soportar. Iba

Servicio Nacional del Adulto Mayor 153 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2020

de un lado para otro con su arado. De pronto se topó con algo muy duro. Lo que faltaba, una piedra. “Voy a tener que hacer un hoyo con el chuzo”, pensó. En ese momento lo llama su esposa para almorzar. Dejó el arado, soltó al caballo y se dirigió a la casa, se lamentaba no haber terminado antes. Una hora después volvió a trabajar y se encontró con el arado en el suelo y un tremendo forado, como que habían sacado algo. Don Eleuterio no se explicaba lo sucedido, no quería convencerse de que podría ser un entierro en sus propias narices y que si no lo sacaba altiro perdería la posibilidad de convertirse en millonario. “Puras pamplinas”, dijo. Quienes en el campo chileno conocen esta historia de entierros, aseguran que quien encuentra uno debe sacarlo inmediatamente, si no, el diablo se lo llevaba a otro lugar. Eso es lo que le debió haber pasado a Don Eleuterio, ya que, por no creer en esos acontecimientos, no pudo corroborar que sí existía probablemente el entierro que encontró don Juancho.

154 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA Reír llorando

GANADOR SERGIO ARTURO RAMÍREZ R (65 AÑOS)

La noche, metálica y tan fría A mi alma descuidada vistió con su tragedia. Arrancó de mi mano, con una pincelada Todo lo construido hasta hoy… mi comedia.

Un tubo redondo, metálico y resbaloso era todo lo que nos separaba de la aventura en el potrero detrás de la aceitera Miraflores, además de servirnos como puente sobre el oscuro y profundo canal de la Luz. Ninguno de los cinco chiquillos que nos juntamos aquel día imaginaba lo que el destino tenía preparado para nosotros. Éramos cinco y Mario, el mayor del grupo, caminaba adelante por entre los arbustos y cardales que teníamos que sortear en el camino. Nuestros pies hollaban el blando gramado natural al tiempo que, con nuestras manos, íbamos separando las altas matas de galega que en más de una visita nos habían servido para escondernos unos de otros, cuando la aventura no se trataba de perseguir pájaros o extraer camarones en la temporada invernal. Detrás de Mario, su hermano Jorge, luego su medio hermano, Checho, un muchacho llamado Guillermo Castro, a quien apodábamos “El Poroto”, y, cerrando la fila, yo.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 155 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Mario oteaba los alrededores estirando su cuello por encima de los arbustos, que, para nosotros, eran bastante altos. De pronto nos detuvo y con su cara iluminada por un descubrimiento, nos dijo: —Cabros... ¡hay un circo! Todos quisimos comprobarlo por nuestros propios ojos y, encaramándonos unos arriba de otros, pudimos ver las coloridas banderas que flameaban en el mástil mayor. Mario nos miró de uno en uno. Su mirada no necesitaba palabras ni admitía réplica. Era un simple e indiscutible ¡vamos a colarnos! Nuestros pasos detrás del líder fue la mejor respuesta. Sigiloso, pero seguro, nos guio hasta las cercanías de la carpa. Con todos los sentidos alerta, avanzamos dispuestos a llevar a buen término el siempre riesgoso desafío de sentarse gratis en los tablones que hacían las veces de graderías de aquel circo pobre, que a nosotros nos parecía inmenso e importante. El éxito de la empresa le daba un valor agregado al placer de disfrutar el espectáculo. Esperábamos a cada paso escuchar el vozarrón estentóreo del vigilante, gritando: “¡Para dónde creen que van ustedes, cabros de mierda!” Y ver su gruesa figura con la fusta en la mano, persiguiéndonos. Pero nada de eso sucedió. Al llegar por la parte posterior dimos directamente con la puerta de acceso de los artistas. Una media docena de carpas pequeñas hacían las veces de camarines en donde los artistas se preparaban para salir a la pista y, seguramente, hacían también su vida familiar. Sorteamos con agilidad felina la multitud de cuerdas, fijadas a las estacas clavadas en el duro y reseco terreno. Yo marchaba de los últimos. De vez en cuando, Mario nos miraba como apremiándonos a caminar rápido y ágilmente. No encontramos oposición pues, seguramente, los artistas estarían

156 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

todos en el lugar escogido como antesala de su actuación, y el vigilante estaría preocupado del cuidado de la parte anterior del circo, sin imaginar que un grupo de pelusillas se le colaría por donde nadie lo pensaba. Cuando mis compañeros ya transponían la entrada y se aprestaban a sentarse en el primer tablón, algo, dentro de una de esas pequeñas carpas, llamó mi atención. Me asomé. Junto a la cama y montado sobre unos cajones que lo separaban del suelo, un pequeño cajón blanco descansaba acompañado del chisporroteo de una vela inserta en una palmatoria puesta encima de un pequeño velador. La leve brisa de esa tarde estival hacía bailar cadenciosa su llama, dibujando una grotesca danza con la sombra del pequeño ataúd sobre el piso y parte de la pared de lona. No sé si fue morbo o curiosidad infantil, pero la verdad es que entré y, acercándome al cajoncito, eché una mirada adentro. Un pequeño infante, con sus párpados cerrados y su carita amarillenta como la cera, parecía dormir. Sus manitos cruzadas sobre el pecho sostenían una flor arrancada al inmenso jardín del campo. Sus vestidos de ropita humilde dejaban ver el amor y la preocupación de quien lo había vestido para su último viaje. No supe cuánto tiempo permanecí allí, estático. Mis pies atornillados al piso, mi garganta anudada y mi pensamiento en blanco. —¡Dónde te habías metido! —me dijo Chico cuando me senté a su lado. La función había empezado hacía tiempo ya. Sobre la pista circular de aserrín, dos payasos hacían reír al público. El maquillaje de uno era una enorme y exagerada risa, mientras que el otro había pintado su cara con una mueca de amargura y una lágrima solitaria parecía rodar sin nunca terminar de caer.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 157 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

—A ver, Cascabelito —gritaba el de la risa absurda—, ¿en qué se parece un borracho a un árbol? —¿En qué se parece un borracho a un árbol? —respondía el de la mueca, con su voz tan propia de payaso. Esa voz que hace que el espectador guarde silencio, nada más por disfrutarla. —Sí, Cascabelito, ¿en qué se parece un borracho a un árbol? —Muy fácil, señor Viruta, en que el árbol… —Y aquí se detenía para darle emoción e interés a la respuesta. —Sí, Cascabelito… —decía el otro, a la vez que acercaba cómicamente su oído. —… en que el árbol comienza en el suelo y termina en la copa. —¿Y el borracho? —El borracho comienza en la copa… —¿Y…? -Y termina en el suelo… —gritaba triunfalmente el triste. Risas generales. Ruidosas cachetadas que lo perseguían por todo el redondel. Hasta que, finalmente, el tony Virutita acertaba un golpe tal que hacía rodar por el suelo al otro payaso, el que, finalmente, quedaba en una posición en extremo ridícula, con la cara sumida en el aserrín de la pista y el trasero levantado al público. Aprovechando el momento, un músico hizo sonar un ruido sospechoso. La gente reía a más no poder. El payaso Virutita, poniendo cara de desconsuelo, decía, dirigiéndose a la concurrencia: —Parece que se me pasó la mano, porque este pobre pájaro ha exhalado su último suspiro. Con la risa de la gente y la música de la banda, se dio por terminada la actuación de los payasos.

158 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

El de la mueca alegre se dirigió hacia donde se encontraba el resto de los artistas que esperaban su turno para actuar, mientras que el de la lágrima solitaria las emprendió en dirección contraria, hacia la salida por donde nosotros habíamos llegado. Al pasar cerca, la gente lo felicitaba y lo vitoreaba, pero él parecía ausente. Mis amigos, concentrados en lo que venía, no se dieron cuenta cuando yo me puse de pie y salí tras el artista. Si lo que vi la primera vez que estuve en ese lugar me conmovió el alma, lo que me esperaba entonces no hay palabras para describirlo. La absurda peluca rubia descansaba sobre el velador, junto al candelabro, mientras que, arrodillado en el suelo, el payaso lloraba abrazado al cajón que contenía el cuerpo de su hijito. Las lágrimas que corrían por su rostro deformaban su maquillaje, dando a su figura una expresión aún más profunda y trágica. No sé si me vio parado allí a la entrada. Su pelo liso entrecano distaba mucho de esa figura que, sólo unos momentos antes, hacía piruetas en la pista de aserrín para hacer reír al público. Volví en silencio a mi lugar. Ya no disfruté el espectáculo. De regreso a casa, mis amigos conversaban acerca del espectáculo. De cómo el señor de los caballos tenía la gracia para dominar esa cuadriga; de lo hermosa que era la niña que ayudaba al domador… y de lo graciosos que eran los payasos Reían, reían mucho al recordar. Yo regresé en silencio. Una peluca rubia abandonada sobre ese mueble, un cajoncito blanco con un ángel dormido adentro y un hombre adulto que, llorando como un niño, marcaba el contraste entre la comedia y la tragedia y más que nunca exaltaba la conocida proclama de que “el espectáculo debe continuar”.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 159 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Mientras una garra atenazaba mi pecho, los ojos reclamaban su derecho a dejar fluir con libertad esas lágrimas que me quemaban al sentirse contenidas. Yo tenía sólo doce años.

Payaso triste, de circo pobre que vas humedeciendo el aserrín de la pista con lágrimas de dolor.

160 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA El primer amor

1RA MENCIÓN HONROSA MARÍA CRISTINA CARO MOYA (66 AÑOS)

Por esas cosas de la vida, nos fuimos a vivir a un sector llamado El Prado. Llegamos allí después de haber vivido en una casa grande que, a pesar de encontrarse en la ciudad, tenía mucho espacio, con variedad de árboles frutales, animales y aves. Parecía un campo. Por negocios mal avenidos de mi padre, él y mi madre se vieron en la necesidad de vender. Nos fuimos a la casa de una amiga de mi padre, la señora Ester, mujer de más de setenta años, quien nos acogió con mucha voluntad. Éramos once hermanos, una casa pequeña, ahí nos ubicamos con mucha dificultad. Tenía 14 años y jamás pensé vivir una de las etapas más relevantes de mi corta vida. Mi padre había sido carabinero y ahora, ya retirado, se dedicaba a ser guardia en el comercio de Talca. Trabajaba de noche. Eso significaba que estaba presente todo el día en casa. Era un hombre muy estricto y desconfiado, mi madre lo apoyaba y actuaba como él. La vida siempre es infinita, llega donde mismo y se reinicia el círculo, la primera casa, la vida de las plantas y los animales, la amiga de la familia, los hermanos y el encanto inexpresable de mis femeninos catorce años. Luego la autoridad, el rigor, pero siempre el amor en todas sus formas junto al brocal del pozo. Maravilloso encuentro A pesar de la escasa libertad, leíamos a escondidas revistas románticas. Ya empezaba el desasosiego por querer tener un amor, lo veía imposible por mi corta edad y el miedo a mi padre, que ni

Servicio Nacional del Adulto Mayor 161 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

siquiera autorizaba para estar en la puerta de la casa, tampoco tener amigas. De la casa al colegio y viceversa. Vivíamos al final de un callejón y al fondo de la calle. Para felicidad mía, allí habitaba un adolescente como yo, que durante la temporada escolar pernoctaba en casa de su tía. Un día se cruzan nuestras miradas, era como si estuviésemos destinados a conocernos. Este jovencito, alto de estatura, pelo claro, ojos maravillosos café claro y con un inolvidable lunar en la mejilla derecha, aún lo recuerdo. Andrés debía pasar por mi casa antes de llegar a la de su tía, en esos viajes empezó el romance. Mi corazón, por primera vez, latía apresuradamente. ¿Dónde vivía?, ¿cómo vivía? Y ese escribir de Dios derecho con líneas torcidas como callejón, unos ojos maravillosos, un lunar y lo prohibido tan bellamente inocente que nunca deja de estar al lado de los afanes de cada día. Difícil situación Cada vez se hacía más difícil salir, me conformaba con verlo, me empezaba a enamorar, era una colegiala más, pero me sentía distinta a todas. Pedro cuidaba a sus hijas como si fuesen algo intocable, desconfiaba de todo y de todos, observaba cada movimiento, como si adivinara que algo sucedía a sus espaldas, era difícil engañarlo. Los castigos eran muy severos por detalles. Quería que sus hijos estudiasen en primer lugar, las notas insuficientes eran motivo de sanciones físicas. Mas aterrador sería, si una de sus hijas tuviera un idilio, no autorizaba ni siquiera tener amigas. Las vacaciones de invierno y de verano significaban estar enclaustradas, sin ver la calle.

162 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Lo más ansiado para Mary era que llegase marzo, inicio de clases, contacto con compañeras, caminatas hacia el colegio, comunicación, en resumen. Y especialmente la ilusión de ver a mi amor, el mismo que me robaba el sueño de verano. La casa donde vivíamos constaba de pocas piezas y de un reducido patio con una pileta. Yo salía a cada momento con cualquier excusa, asearme los pies, los dientes, etcétera. La pileta se ubicaba cerca de la puerta trasera, soñaba que en ese preciso momento pudiese coincidir con alguno de mi amor. Todo estaba en mi pensamiento, trataba de hacer conexión a través de mi mente, soñaba que yendo al patio iba a encontrar su mirada, seguramente él también pensaba lo mismo. Había una salita de estar, con un pequeño ventanal que conectaba la calle. Andrés pasaba todos los días a la una de la tarde en dirección hacia el colegio. En ese preciso momento yo sacaba mi mano e intercambiábamos cartas, con mucho temor pues mis hermanos podían descubrir y contarían de inmediato. Esta idea era muy riesgosa y conseguimos con una amiga, Patricia, compañera de curso, que vivía cerca y cuyos padres que no eran estrictos, que hiciera de correo. Andrés iba por las noches a dejar y retirar cartas. Al otro día iba feliz, pasaba a buscar a mi amiga, sabía que sería muy dichosa al leer esa tan ansiada carta. Cartas que me mantenían vivas y el deseo de siempre de ver a mi enamorado. Ya era imposible sacar de mi mente a mi primer amor, mi corazón latía por él, mi vida transcurría en torno a esa ilusión. Ese amor me dejó inmensas huellas y me hizo muy feliz, pero también me afligía por no poder disfrutarlo un poco más. Las cartas eran extensas y muy románticas, repletas de amor puro, ingenuo y furtivo.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 163 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Yo escribía en horas de clases y las cartas las ocultaba bajo mi ropa interior superior. Los fines de semana me encerraba en el baño, ahí las leía una y otra vez. Jueves, día de encuentro Andrés salía de clases a las 18:10 horas y yo lo hacía a la 17:50. Ese día le decía a mi padre que iba a rezar a la iglesia San Francisco, a la Virgen de Pompeya. En ese tiempo se estilaba que los estudiantes fuesen a hacer mandas para obtener buenos resultados en el colegio. Lo esperaba dentro de la iglesia, me tomé esa atribución y llegaba unos minutos más tarde a mi casa. Pedro me esperaba en la puerta de la casa y ahí comenzaban mis explicaciones de siempre; en algunas ocasiones fui castigada sin que se supiese el motivo de mi llegada atrasada. La razón normalmente actúa igual, sean cuales sean sus actores; pero yo ahora pienso que la Virgen de Pompeya me fortalecía y la cruz del encuentro con los míos me hacía más fuerte. Creo que a Andrés la iglesia de San Francisco debe habérsele figurado un bosque de cristal cuyas hojas pronto brotarían. A la vez que rezaba, esperaba ansiosa y nerviosa a mi muchacho. En cuanto lo veía, salía disparada, veía a mi amorcito con sus cuadernos bajo el brazo. Empezábamos a caminar muy rápido hacia un lugar casi oscuro, pasábamos un puente angosto, llegando a un espacio o un sitio eriazo. Había alambradas, nos agachábamos y entrabamos a ese lugar; la idea era estar solitos, estando allí nos abrazábamos casi en silencio, las cartas lo decían todo. Andrés recogía cosas del suelo, miraba el entorno, éramos tímidos, nos acariciábamos las manos. Con ese encuentro yo vibraba y era muy feliz, nunca había vivido un amor tan grande. El cosmos es tan inconmensurable como nosotros transparentes el uno para el otro; al intuir nuestra inocencia, éramos una única y firme realidad de amor.

164 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Puente Eran quince o veinte minutos que estábamos juntos. Después de permanecer abrazaditos en ese sitio, salíamos con mucha urgencia, había que correr. Casi al llegar a la casa había un pequeño puente de madera, era el grandioso momento esperado con impaciencia y turbación. En ese puente nuestros labios se unían levemente en el único beso, también era la despedida. Andrés demoraba en tomar la decisión y yo esperaba ese momento tan sublime y lleno de emoción. Luego corría a mi casa y soñaba despierta recordando lo hermoso que habían sido esos momentos que me nutrían hasta el siguiente jueves Mis labios nunca olvidaron ese sabor, la dulzura que ese beso producía en mí. La eternidad es tan simple, tan sencilla como unos labios de estudiantes que se palpan allí donde la inocencia carece de principio y fin. Pasaron los días, los meses, y la cita siempre era los días jueves, excepto los días feriados o vacaciones. El resto del tiempo, la comunicación continuaba a través de cartas. Andrés seguía siendo lo más bello que me estaba ocurriendo. En mi casa había muchos problemas, que yo evadía pensando en mi muchachito. Nunca lo olvidé, sus ojos me cautivaron desde un comienzo, también su caminar lento y distinguido, siempre su rostro pensativo. Yo era una jovencita delgada, de pelo largo y ondulado, color castaño, incapaz de tomar la iniciativa. Este amor de adolescencia me hacía muy bien, mis ojos brillaban de alegría. Aún en plena adolescencia, los pétalos más jóvenes son propiedad exclusiva de quienes se enlazan. Nunca ellos se marchitan. Amor furtivo En ese tiempo el pololeo tenía muchos límites. Estábamos concientizadas para que no pasara más allá, había prejuicios entre

Servicio Nacional del Adulto Mayor 165 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

las compañeras de curso. Por ejemplo, si el pololo te besaba el cuello, eso no era amor, y si lo admitías, hasta podías embarazarte un día, debido a la sensación que este beso produciría. ¡Qué absurdo!, digo ahora. Lo absurdo del ahora reside en la ausencia del encanto, de la imaginación y el encanto de la eternidad antes de doblar la esquina. El beso que no daremos es el más bello de todos. Estando en clases de Artes Plásticas, escribía una carta, como era habitual. Era extensa, la inspiración, el amor daba para mucho. Fui sorprendida por la señorita Inés, mujer de carácter fuerte, inmediatamente pensé en mi padre. Ella me hace salir de la sala y en el pasillo lee la carta; mi rostro estaba rojo, hubiese querido escapar. Luego, me dice: “No te irás a la Dirección, sólo un consejo, nunca demuestres tanto el amor”. Antes, ahora y después me capto como persona de la especie humana y no es por casualidad que mi libertad sea ancha; no entiendo que ante tal autoridad no se deba demostrar tanto amor. El tiempo, no la señorita Inés, sabía por dónde se despeñaba el caudal de mi amor. Comentarios en el colegio Casi siempre comentábamos las cartas con nuestras compañeras de curso, las más amigas. Andrés, en una de sus cartas, se despide y escribe al final: “¡Te deseo ardientemente!” Yo no me percate que hubiese algo extraño, pero mis amigas pusieron el grito en el cielo. Me dicen: “¡Tienes que terminar la relación! Sólo quiere tener intimidad”. Todas opinaban y nadie defendía a mi amor, yo confiaba que jamás me pediría algo semejante. Con el miedo que le tenía a Pedro, me convenía pensar así. El miedo a Pedro me hizo pensar bien, mis quince años no me dejaban un instante libre y quizás por ello me sonrojé.

166 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Fiestas Patrias Las vacaciones y feriados eran motivo de aflicción, no había vida sin mi amor. Él regresaba a su ciudad donde sus padres, todo se desvanecía, se perdía toda comunicación. Yo estudiaba en un colegio técnico profesional, la especialidad de moda, ya a mis 15 años confeccionaba ropa a vecinas, tenía por lo tanto mi dinero. En ese tiempo se usaba tener ropa nueva para las fiestas; me hice un vestido rojo a cuadros negros y amarillos y me compré unos zapatos amarillos, pensando que por esas cosas de la vida podría haber un milagro y nos encontraríamos o simplemente nos divisaríamos de lejos. Sólo era una utopía de mi parte. Imposible, eso jamás sucedería. La ilusión siempre presente. No había vida sin mi amor y, no obstante, Andrés pertenecía al igual que yo a las vacaciones, y la ilusión que tal vez nos unía ya había sido arrollada un poco más allá del puente de los 15 años. El invierno no era muy problemático verse a escondidas. Llega la primavera y las clases terminan con sol, costaba más que el amor se expresara, por timidez y era más fácil que nos encontraran. Pedro vigilaba por todos lados, justo a la hora de salida del colegio pasaba por fuera. Las tardes se hacían interminables, llegar al encierro… Mi madre era muy estricta. Estando al resguardo de ella, había que ayudar en los quehaceres de la casa. La casa, Pedro, la mamá, los horarios, las estaciones del año, el tiempo también domado y domesticado parecían haberse puesto de acuerdo. Los 15 años no encajaban en las culturas de este mundo.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 167 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Lo más terrible Mi padre compra una casa en un sector extremo, casi perezco de pena. A mis dieciséis años y meses no lograba asumir ni asimilar, era lo más triste que me podía ocurrir. Se acababa la ilusión, la esperanza de vernos. Ahora sí que estaba difícil, sin comunicación, ni Patricia, ni ventanas, ni miradas, todo se venía abajo. ¡Qué tormento viví! Por las noches me arropaba con mis sábanas y lloraba en silencio, no había alivio, era el fin. El pololeo se prolongó, pero la distancia hacía lo suyo sin que yo lo intuyera. Nunca perdí la esperanza. La vida no tenía sentido, había perdido su esplendor, imposible salir de casa. Pedro clausuró la ventana que conectaba a la calle, era la pieza que compartíamos con una hermana. Por fuera tenía un ventanal de vidrio, el que él oscureció con madera, no vislumbrábamos ni el sol. Quien proporcionó mi identidad en el vientre de mi madre, enmaderó las ventanas de mi alma. No se nos ocurría nada, el amor, a Andrés lo inmovilizaba. Yo, sin ser de él, ya era de él. Pienso que si yo hubiera dado el paso que inconscientemente él aguardaba en ese instante, algo en los dos se habría derrumbado antes de los quince años, antes del puente de madera. Continuamos viéndonos una vez a la semana, buscando los lugares más escondidos. Había una esquina, una casa antigua y un árbol frondoso, lugar que elegimos para estar juntos. Nuestra relación se hizo más intensa, más apasionada, nos abrazábamos con fuerza y nuestros besos producían otras sensaciones, pero había que cuidarse, siempre los malditos límites.

168 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Los malditos benditos límites, cómo embellecieron nuestra proximidad tan cercana a esa cima horriblemente vigilada, probablemente por su insondable hermosura. Se termina el año escolar, comienzan las fatídicas vacaciones, enero, febrero, sin ver la calle, sin saber nada de mi amor imperecedero. Viví día tras día de los recuerdos, extraía de mis prendas interiores superiores las cartas, siempre ocultas en mi cuerpo. A veces sentía que me clavaban. Mi tesoro escondido y la evidencia de haber vivido ese amor. Por ningún motivo me desharía de ellas. Las 24 horas del día iban pegadas a mi cuerpo, igual que ese muchachito de ojos claros. Llega marzo y continuamos con nuestro idilio. Ya no era lo mismo, la distancia ya traía sus consecuencias, nos fuimos distanciando lentamente. Siempre la interrogante ¿por qué se terminó el romance?, ¿faltó libertad?, ¿cumplió su ciclo? Sólo Dios sabe. Las cartas se queman Las cartas siempre fueron conmigo. Yo hacía clases en una escuela rural, el lugar era muy solitario, los niños vivían muy lejos del establecimiento. Después que terminaba el horario de clases leía nuevamente las cartas. Se hizo hábito leer y releer, fue mi tesoro escondido por años, era el sustento que aún conservaba. Transcurrieron los años, llegó el día en que me iba a casar, Andrés se había casado antes. Mi deseo más grande era salir de la casa de mis padres, porque incluso trabajando había control. Este pololeo fue todos los sábados de tres a cinco de la tarde, mientras Pedro dormía siesta. Mi deseo imperioso era tener hijos. El último viaje que hice antes de casarme fue para deshacerme de los recuerdos. Con mucha nostalgia leo las misivas por última vez y luego las quemo.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 169 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Mi hijo mayor nació el mismo día del cumpleaños de Andrés y mi segundo hijo nació en otoño. No en vano he amado a mis hijos como los amo, y ninguno de ellos habría nacido si tú, Señor, no hubieses escrito a pesar de tantas líneas chuecas que aun ardiendo en las cartas no pierden su sabor de mis hermosos y furtivos quince años. Esta historia real ocurrió desde el año 1968 hasta el año 1971. Hoy vivo y disfruto de un amor maduro. Me siento dichosa.

170 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

CAUQUENES El tren de la vida

2DA MENCIÓN HONROSA GREGORIO YÁÑEZ HENRÍQUEZ (76 AÑOS)

Creo que, a la edad de 76 años, ser adulto mayor no es sinónimo de vejez, sino que significa ser una persona con más experiencia. En consecuencia, haré una breve prosa dando un testimonio, refiriéndome a este tema, el cual asocio a mis recuerdos. Como el tren de la vida, el que uno elige para emprender distintos senderos de una larga travesía sin límites y sin fronteras, acompañado de tres personajes inseparables en esta aventura, que son: el tiempo, el destino y la esperanza. Por lo tanto, es preciso hacer una pausa para analizar este largo caminar y sin un horizonte determinado. Entonces, debo preguntarme ¿en cuál estación debo descender? y ¿habré cumplido con la misión por la cual vine a este mundo? Sólo Dios sabe, debido a que el crepúsculo del anochecer se avecina en forma galopante y el reloj sigue al compás del tiempo. Esto nos avisa que la última estación ya se aproxima, pero, en la penúltima, la esperanza y el destino descienden, haciendo abandono de esta odisea, y el viaje continúa hasta la próxima estación, donde la meta ha llegado y se debe descender, con pasos lentos y con dificultad para respirar y a gatas como un niño. Sólo que, esta vez, apoyado de un madero, recordando el pasado con nostalgia y con una pesada mochila a la espalda, cargada de experiencias, con todo aquello que la vida nos ha brindado. Cuando la luz nos ha eliminado nuestro destino, el tiempo empieza a extinguirse y se observa a corta distancia la última estación. El corazón ya late lentamente y nuestros pulmones también han cumplido su ciclo de vida, el aire y el oxígeno van disminuyendo, cada vez se hace más insuficiente, lo que nos indica que estamos

Servicio Nacional del Adulto Mayor 171 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

a punto de penetrar en el túnel del más allá, donde nadie ha regresado. Esto es un aviso que hay que hacer abandono y descender porque nuestro subsistir ha llegado a su fin, quedando atrás sólo el recuerdo. Esto es el reflejo de una triste realidad, que depara el futuro a todo ser humano, a todas las personas que, por cierto, debemos convencerlas que sólo somos unas aves de paso, que deambulamos por este mundo tan convulsionado, alimentado por el odio, la hipocresía y el egoísmo. Es por eso que hay que analizar y reflexionar para comprender que esto está escrito en la ley de la vida; por tal razón se debe apreciar y compartir más con el prójimo que nos rodea en nuestro entorno. En consecuencia, cuando me incorporé a participar en los grupos de adultos mayores en el año 2009, es cuando pude recopilar e incorporar nuevos conocimientos a mi experiencia del largo caminar. Fue así cuando empecé a disfrutar y compartir con mis pares, en paseo de esparcimiento recreativo y cultura, y en el que tuve el privilegio de conocer otros lugares de mi hermoso país, que yo no conocía más allá de las fronteras de la región en la cual vivo. Cambiando así y paulatinamente mi forma de ser y de pensar, apreciando mejor mi subsistencia de vida, antes de abordar ese tren que tantas satisfacciones y sinsabores me brindó hasta la última estación.

172 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

RÍO CLARO Guaracha la comuna de Río Claro

DOMINGO DE LAS MERCEDES ZAGAL MARTÍNEZ (78 AÑOS) La comuna de Río Claro yo se las describiré, La que empieza allá, en la Vega, y termina en San Rafael Entre Pelarco y Molina, mi comuna siempre está Se practica algún deporte, o se escucha algún cantar.

En Camarico está Chagres, y fue campo presidencial Vivió Don Juan Luis Sanfuentes, presidente nacional Por las vegas de Cumpeo, era difícil transitar Hoy tenemos carreteras, que da gusto de viajar.

Aquí está el pueblo Cumpeo, con su calle comercial La calle Ursicinio Opazo y su paseo popular Con su linda biblioteca, para la comunidad Se ejecutan los proyectos y se ve la realidad.

Cómo surge la comuna, usted se debe fijar si vamos a cualquier parte, hay alguna actividad.

Tenemos a Condorito, con su amigo Washington Los dos internacionales, por ser amigos de corazón Tenemos el ave fénix, monumento nacional Aquel que salió del medio, de las cenizas para volar.

Hay un cuerpo de Bomberos, para la comunidad

Servicio Nacional del Adulto Mayor 173 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Van a combatir siniestros, con su mejor voluntad Tenemos parque Alameda, una hermosura para pasear Estadio Claudio Guajardo, si se quiere recrear.

Una hermosa medialuna, de carácter nacional Hay un polideportivo, para que venga a disfrutar Doy gracias al gran equipo, que ha movido ese balón Que ha ido rompiendo vallas, y ha podido ser campeón.

El capitán de este equipo nunca supo su destino Dios lo llevó al más allá para su equipo divino.

174 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

MAULE El manjar de los dioses

ORFELINA DEL CARMEN ARAVENA ESCALONA (90 AÑOS)

Confieso que he vivido la vida que me tocó con mucho sacrificio y esperanza. Esperanza de que alguna vez las cosas cambiarían y que terminarían nuestras desgracias y miserias. Mi infancia fue de niña pobre criada en los campos junto a muchos hermanos más. Supimos de hambres y escarchas, de desdichas y sinsabores. En esos años hubo muy pocas alegrías… poco sol en nuestras vidas. Y sí mucho trabajo y esfuerzos de nuestros padres para alimentarnos a todos nosotros como se pudiera. Y bueno, no siempre se pudo. Muchas noches nos dormimos con los estómagos vacíos, alimentados sólo con una agüita caliente con azúcar quemada. Para nosotros eso era un manjar de los dioses. ¡Bendita azúcar quemada! Mirando hacia atrás, me doy cuenta cuánto valía eso y cómo uno se podía sentir feliz con algo tan simple como esa ansiada agüita caliente con azúcar quemada. Junto con los recuerdos de mis padres y hermanos, este es uno de los pocos recuerdos agradables de mi vida de niña. Porque hay muchas cosas que me reservo el derecho de contar, ya que fueron episodios muy tristes que marcan nuestra vida, y que ya no quisiera recordar. Todo era consecuencia de vivir en la pobreza, la ignorancia y tantas carencias más. Con el correr del tiempo me casé con un hombre tan pobre como yo y me empecé a llenar de chiquillos. Nueve llegué a tener. Por supuesto que mi vida continuó en la misma espiral de miserias y necesidades, porque mi esposo, más encima, se puso alcohólico. Mi único aliciente eran mis hijos amados, a quienes cuidaba como una gallina cuida a sus polluelos.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 175 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Una noche en que mi marido, para variar, se había juntado con sus amigotes de parranda, tuvo un intercambio de palabras con unos afuerinos que habían llegado a trabajar al fundo Tres Montes. Uno que le decían “el Pedro chico” se trenzó a golpes con él y mi marido le voló un diente. El afuerino le propinó unas cuantas cuchilladas y allí se quedó para siempre. Me quedé sola, convertida en viuda de la noche a la mañana, a la edad de 26 años y con ocho hijos y una en camino. (Esta última sólo me duró dos meses y medio ya que nació con muchas complicaciones. Siempre he creído que fue por todo lo mal que lo pasé antes y después de su nacimiento, la muerte de mi marido y todos los problemas relacionados con ese hecho). Mi hija mayor tenía poco más de diez años cuando ocurrió esta terrible desgracia. Por desconocimiento y falta de apoyo nunca se hizo justicia y el malhechor se dio a la fuga. Nunca supe qué fin tuvo. Por lo que me vi en la obligación de empezar a trabajar en los campos para criar a mis chiquillos. Unos conocidos me pasaron “tierras en medias” y yo plantaba cebollas, zanahorias, porotos, etc. Y araba, picaba, desmalezaba, amarraba, etc. Sola y de sol a sol, mientras los niños estaban en la escuela y mi hija de diez años ayudaba en los quehaceres de casa. Cuando salían de clases todos iban a ayudar. Fueron tiempos muy duros. Trabajé como una bestia y puedo decir, con absoluta certeza, que no me la ganaba nadie en las pegas de las siembras y las cosechas. A pesar de toda esta vida tan sacrificada que me tocó vivir, le doy gracias a Dios que nunca tuve que mendigar nada por mis hijos, ni menos hacer algo indebido. Con lágrimas y el sudor de mi frente tuve que salir adelante con todos ellos. El Rigo, chiquitito en ese tiempo, era quien más me ayudaba. Trabajaba como un pequeño hombrecito ayudando a su madre. En esos tiempos no había las ayudas que hay ahora para las viudas, ni había oficinas en las municipalidades que se encargaran de este tipo de problemas. Me tuve que literalmente “rascar con mis propias uñas”. Yo me propuse

176 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

luchar por mis hijos y criarlos de la mejor forma que se pudiera, y siento que lo conseguí. A mis noventa años me siento muy orgullosa de los hijos que el Señor me regaló. Son todos hombres y mujeres de bien. Nadie tendrá que decir nunca nada de ellos ni menos de mí, porque nunca les di un mal ejemplo, nunca volví a rehacer mi vida y nunca más dejé que un hombre entrara en mi casa. Toda mi preocupación y dedicación fueron para mis hijos. En la actualidad conservo cinco, ya que algunos murieron pequeños y la mayor, Teresa, que era mi compañía, murió de cáncer hace un par de años. Ese fue un gran dolor para nosotros. Mis hijos no tienen títulos profesionales, pero tienen uno mejor que eso: “Ellos tienen el título de los Mejores Hijos”: honrados, respetuosos, cariñosos, trabajadores y siempre preocupados de mí. Con mucho esfuerzo, el mayor me hizo una acogedora casita en el fondo del sitio de mi hija Teresa (Q.E.P.D.) y todos los demás hijos y nietos me han ayudado a alhajarla para tener todas las comodidades. Aquí me siento en las tardes y veo pasar la vida mirando la televisión, al lado de la chimenea, esperando a mis hijos que siempre vienen a visitarme. Marcelito, uno de los menores, vive cerquita y todos los días viene a dar una vuelta y me trae leña para la estufa. Los días domingos me levanto tempranito, a las siete de la mañana ya tengo encendida la chimenea y la mesa puesta para esperar a mi hijo Rigo, que viene a tomar desayuno conmigo y siempre me trae cosas ricas y carne para el almuerzo. Y bueno… mucho más. Ya no me falta nada material, porque después de no tener nada ahora lo tengo todo, gracias a la vida y a todos mis hijos. Ahora, al detenerme en este caminar y mirar hacia atrás, puedo decir con mucho orgullo y satisfacción que me siento muy honrada por los hijos que crié y que nunca me han defraudado. Dicen que todo esfuerzo tiene su recompensa y yo siento que Dios me premió

Servicio Nacional del Adulto Mayor 177 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

por los excelentes hijos que me regaló y me acompañan ahora, ya en la cuesta de mi vida. Fue duro y costó mucho, sí. No niego que sufrí. Pero igual soy muy agradecida de Dios y le tengo mucho respeto y gratitud por mis chiquillos. Por de pronto, y hasta que Él lo disponga, me siento cada tarde en mi sillón regalón, rezo un rosario y me dispongo a esperar las visitas de mis hijos y nietos para recibir y entregar todo ese inmenso cariño que siempre nos hemos tenido los unos por los otros. Junto con ellos, también recibo las visitas de vecinas y amigas que nunca se olvidan de mí. Gracias a Dios, ahora puedo recibirlas con algo más que una agüita con azúcar quemada. ¡Gracias Señor por tanto!

178 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

SAN CLEMENTE El don de la sanidad

SOLEDAD REYES FIGUEROA (66 AÑOS)

Mi nombre es Soledad Reyes Figueroa. Estoy feliz de escribir algo importante de mi vida. Son varios los recuerdos, pero me voy a quedar con uno que ha marcado mi vida. Recuerdo que desde mi niñez fuimos muy felices con mis tres hermanos y nuestros sacrificados padres, quienes se esmeraban para darnos todo lo que sus recursos les permitían. Siempre vi a mis padres sonreír y eso me ha marcado muy fuerte; aunque tenga los problemas más grandes y muchos sufrimientos, no he perdido la alegría. Desde muy joven me di cuenta de algo muy importante que pasaba en mi vida. Les cuento, vengo de padres católicos y de muy chiquitos mi madre nos enseñaba a rezar. Y en esas oraciones tuve un sueño. Me vi rodeada de cinco hijos alrededor de un fuego muy grande. Con mucho miedo pensaba que nos quemábamos con ese fuego. Luego nos trasladábamos a un lugar en donde había un hospital y vi a muchos enfermos que se quejaban. Había sordos, ciegos, paralíticos, personas que les faltaba una pierna o un brazo y todos gritaban de dolor. Yo, junto a mis hijos, hice la fila, pasaban los enfermos a ver un médico. Cuando me toca pasar, escucho dentro de mí una voz muy fuerte y solemne que me dice: “Tú, Soledad, vuelve a la tierra porque llevas el don de la sanidad”. Bueno, no entendí nada en ese entonces. Yo estudiaba acá, en Talca, e igual seguía rezando. Le conté a mi madre el sueño; ella me dijo

Servicio Nacional del Adulto Mayor 179 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

que era muy delicado lo que yo decía. Y tomó muy en cuenta mis palabras. Luego me dio muchos consejos y, sobre todo, que debía hacer el bien al prójimo. Ella tenía mucha fe. Cada vez que se enfermaban algunos niños de la guatita, ella les daba agua caliente con muchas hierbas que sacaba de su jardín, y yo siempre estaba atenta viendo lo que ella hacía. Así fue que no me di cuenta cuando yo empecé a santiguar a recién nacidos. Leía en el pequeño libro “Oremos” de mi madre y aprendí unas oraciones muy bonitas para ayudar a los moribundos a un bien morir. Encontré una, para sanar niños ojeados. Sé que es difícil creer mi relato, pero si usted confía en Dios se dará cuenta que todo puede ser posible; Él es un misterio y usa como instrumento a los más humildes. Les cuento esto porque años más tarde me casé y en mi matrimonio tuve seis hijos; cinco vivos y mi pequeñito en manos del Señor. Pero, por cosas de la vida, enviudé muy joven quedando con mis cinco hijos muy pequeños. A pesar de tanto dolor, me di cuenta que el gran creador estaba conmigo porque ayudé a muchas personas chicas y grandes. Aún lo hago. Me siento feliz narrando lo que he vivido, hoy día mis cuatro hijas están casadas, mi hijo menor está soltero. Todos tienen diferentes oficios en donde se ganan la vida dignamente gracias a Dios y a la Virgen. He sido bendecida con mis hijos, que son personas de bien. ¿Qué más le pido a la vida si estoy llena de amor? Ellos son muy preocupados de su madre y de sus tres tíos. Lo mejor, es que no he perdido mi norte ya que sigo participando en la capilla del sector y en la parroquia. Por designios de la vida tengo un servicio muy importante, que es visitar a los enfermos y llevar el cuerpo de Cristo a personas que están postradas y que no pueden llegar a escuchar la palabra de Dios. Antes de finalizar mi historia, les cuento uno de los tantos testimonios que he vivido. Fue una noche de invierno, llovía mucho en esos años, no había luz, nos alumbrábamos con vela y yo me

180 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

encontraba con mis niños en la cocina con un pedazo pequeño de vela, no había más lumbre. Ladraban los perros, llamaban a la puerta y decían aló, aló. De repente, con un poco de temor, alumbré con la velita y vi a unos hombres a caballo junto a unas señoras que lloraban mucho. Salí, los hice pasar, traían bajo la manta de castilla a un bebé agonizando. Me pidieron que por favor se lo santiguara porque era lo que le faltaba, ya que en el hospital de Talca se lo habían desahuciado. Mientras ellos alumbraban con linternas yo llevé al pequeño a otra habitación con su mamá y su abuela; nos hincamos de rodillas y oramos juntas para que Dios hiciera su voluntad. Yo, después de orar y leer el santo evangelio, le derramé el agua. Por si falleciera, llevaba el agua derramada ya que no estaba bautizado, pero era tan grande la fe que el niño se sanó, los papás se casaron, bautizaron a su niño y yo fui su madrina. Tanto sus padres, abuelos y yo nos dimos cuenta que la voluntad del Padre es tan grande, que se hace lo que Él quiere, no lo que dice el hombre, en este caso el doctor. Hoy, ese niño ya es un hombre felizmente casado. Tiene dos hijos, estamos en contacto permanente, sus abuelos ya están descansando y así he vivido muchas experiencias. Ahora me doy cuenta que mi sueño llevaba una dirección, es realidad todo lo que aquí narro. Soy feliz con lo que hago, me encanta rodearme con gente joven, también adultos, de hecho, pertenezco al grupo adulto mayor Los Valientes de Peumo Negro, pequeña localidad en San Clemente.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 181 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

CHANCO Lavando ropa en el río

LEONOR C. ESPINOSA CAMPOS (66 AÑOS)

En el río se juntaban, las señoras a lavar. Paquetes en la cabeza, siempre debían llevar. La ropa sobre una piedra había que colocar. Con paleta de madera, paletear y paletear, para así la ropa poder limpiar. En una olla de fierro ponían a calentar, una vez que ésta hervía se podía enjugar. Después, llegó la batea, era más fácil lavar. En un trozo de madera, había que escobillar. En lavadora redonda, era sacar y sacar, ponerla en la centrífuga, para poderla estrujar. Hoy día en la automática, sólo hay que seleccionar, se carga unos botones, sale llegar y planchar Lavando ropa en el río. ¿Quién se puede imaginar?

182 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

CAUQUENES Confieso que he vivido

JAVIER ORLANDO VERDUGO HERRERA (85 AÑOS)

Mi nombre es Javier Orlando Verdugo Herrera, nací el 1 de diciembre del año 1931; mis padres son don José Arturo Verdugo Meza y doña Rosa Herrera Garro. Soy el segundo hijo de ocho hermanos, cursé hasta sexto de preparatoria y mi niñez fue bastante precaria, ya que por aquellos años la vida era muy sacrificada y pobre. Entre los 10 y 11 años de edad comencé a trabajar como vendedor de diarios en la imprenta La Verdad, su dueño era don Gustavo Cabrera, exalcalde de Cauquenes. También me desempeñé como bolero o lustrabotas, en esa época el calzado siempre debía estar impecable, además realizaba la limpieza en casas particulares. A los 14 años, y con la autorización de mis padres, mi vida cambió totalmente y junto a un muy buen amigo y compañero de curso partimos rumbo al puerto de San Antonio. Dejando atrás a mi amado Cauquenes y buscando nuevos horizontes comencé a desempeñar nuevos oficios. Empecé trabajando en una fábrica pesquera, luego me contrataron en una cafetería internacional, en la cual aprendí mucho y disfruté del honor de conocer a artistas nacionales e internacionales muy famosos en esa época. Finalmente trabajé como garzón en una fuente de soda muy popular en el paradero de buses Pullman Bus. De este modo me inicié en el oficio que marcaría mi vida. En 1950, ya más maduro y lleno de esperanza, volví a Cauquenes. Terminando el servicio militar comencé a trabajar como copero y garzón en el Club Social, en aquel entonces el concesionario era don Adolfo (su apellido alemán en estos momentos no lo recuerdo debido a lo frágil de la memoria, tengo 85 años de edad) y don Víctor Chamorro, a quienes recuerdo como mucho aprecio y respeto.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 183 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Luego trabajé en la Sociedad Socorros Mutuos, siempre desempeñando mi oficio de garzón y que hoy en día me llena de orgullo. Y así seguí trabajando, siempre en restoranes de renombre en mi ciudad de Cauquenes. En el año 1957 conocí a Magdalena Cancino, quien me presentó a Rosa Helena Amigo Quezada, la mujer más bella que he visto en mi vida y que me deslumbró con su hermosura. Me enamoré de ella perdidamente y después de un largo noviazgo nos casamos el 18 de febrero de 1959. De este amor nacieron tres hijos: el mayor falleció después de unos meses de nacido, el segundo, Javier Verdugo Amigo, nació el 31 de mayo de 1961 y Abelardo Enrique nació el 8 de junio de 1966. Mi amada esposa se desempeñaba como maestra de cocina, por lo que trabajamos muchos años juntos, ella tras bambalinas y yo sirviendo las exquisiteces que ella preparaba. Gracias a este trabajo tuve la oportunidad de conocer a personas muy importantes en el ámbito social y político, como don Raúl Pinochet, don Pedro Domínguez, el cura párroco de ese entonces, Domingo Herrera y autoridades como el general Augusto Pinochet, don Patricio Aylwin Azócar y así muchas autoridades de la región. Además de amar mi oficio de garzón y enorgullecerme por mi labor, también ejercí uno de los deportes que en la actualidad se ha visto perdido; pertenecí al club de pesca y caza por más de 40 años, ya que era algo que realizaba con mucha pasión. Participamos de distintos campeonatos alrededor de todo Chile, recorriendo así algunos lugares que simplemente maravillan con su belleza natural como Villarrica, Pucón, Valdivia, lago Cullilio, laguna del Maule, Los Andes, etc. Así, junto a amigos como don Artemio Arellano y Mario Luna Rodríguez, nos embarcábamos con ilusión en cada campeonato, torneos, y muchas veces volvimos con el corazón inflado tras haber ganado varios de ellos. Aún conservo algunos trofeos que me hacen recordar con nostalgia y a la vez alegría los buenos momentos de ese entonces.

184 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Mi último trabajo como garzón fue en la famosa fuente de soda Antártica, sus dueños eran don Manuel Lara y doña Luz María Benavente. Muy lindos recuerdos guarda mi memoria de ellos y sus seis hijos y dos mujeres. Posterior a eso, junto a mi esposa realizábamos eventos particulares, creando así un emprendimiento para generar nuestro sustento. Así criamos a nuestros dos hijos, quienes en la actualidad se encuentran casados y me han regalado la dicha de ser abuelo y bisabuelo. En el año 2014 falleció mi amada esposa, a quien recuerdo en cada amanecer con la añoranza de reencontrarnos algún día. Antes de que se fuera me presentó la iglesia a la cual hoy en día pertenezco, mi iglesia Evangélica Bautista Embajadores de Cristo. En ella encontré a una hermosa familia, en la cual me he refugiado y conocí a quien me acompaña en cada momento, mi Dios. Hoy vivo solo, pero encontré un gran apoyo en mis vecinos, la familia Gaete Muñoz, quienes se preocupan en cada momento de mí y mi bienestar, a quienes siento como una familia y agradezco eternamente. También a mis hermanas de la iglesia, Estela, Piita y Francisquita. También agradezco a Dios por pertenecer a este hermoso Programa Vínculos, por las personas que se preocupan para que esto se haga posible, al alcalde Juan Carlos Muñoz. Gracias doy a Dios por mi vida, por mi grandiosa vida, por cada paso que di y por cada decisión que tomé, por todas las personas que a través del andar he conocido y han sido parte de esta historia, de mi historia.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 185 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

CAUQUENES Confieso que he vivido

MARTA LISINIA FARÍAS VERA (79 AÑOS)

Mi nombre es Marta Lisinia Farías Vera, dueña de casa, domiciliada en pasaje Longaví N° 945, Valle Grande 1, Cauquenes. Mi infancia fue en la localidad de Sauzal, ubicada a 45 kilómetros de la ciudad de Cauquenes. Soy la menor de tres hermanos, hija de doña Isinia del Carmen Vera Lara, quien fue madre y padre a la vez, mujer ejemplar, valiosa, luchadora y virtuosa. Con mucho sacrificio nos sacó adelante, por cuanto enfrentó nuestra niñez sola y nos dio buenos consejos. Aunque ella no sabía leer ni escribir, nos inculcó el estudio y gracias a esa perseverancia pudimos llegar hasta sexta preparatoria (octavo básico actual). Siempre su deseo fue entregarnos lo mejor, pero por falta de medios no fue posible cumplir ese anhelo. Mi adolescencia y juventud fue hermosa, ya que recuerdo que esa fue la mejor etapa de mi vida. Me gustaba mucho estudiar, leer, escribir y realizar manualidades. Tenía muchas amigas, en especial las mejores amistades fueron mis primas Marta, Virginia, Tabita, María, Dina, entre otras, con quienes compartí juegos y sueños de adolescentes como, asimismo, el cariño sano y desinteresado de ellas. De mis tíos, tías, abuelos, a los que tuve oportunidad de conocer y compartir aunque ahora no estén en este mundo, los llevo siempre en mis recuerdos y mi corazón como ejemplo de vida. Mi madurez también la viví en la localidad de Sauzal. Me casé muy joven, a los 18 años, con Edmundo Antonio Véliz Jaque, también muy joven, de 19 años, carabinero de profesión. De este matrimonio nacieron ocho hijos (tres mujeres y cinco hombres). Con él estuve casada felizmente por largos 57 años.

186 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

El año 2005 perdí a mi madre, pero gracias a Dios la alcancé a disfrutar por largos 96 años. La recuerdo cada día y le agradezco el apoyo incondicional y desinteresado por ayudarme a criar a mis hijos, con el mismo cariño y buena enseñanza que ella nos entregó. Actualmente mis hijos son todos adultos, profesionales y excelentes hijos. Tengo diecisiete nietos y una hermosa bisnieta llamada Sofía. Todos ellos han llegado a ser parte muy importante en mi vida, me han dado muchas satisfacciones y alegrías, y con ellos he compartido los momentos más felices de mi vida. Perdí a mi esposo en el año 2017, después de una larga y triste enfermedad, dándole gracias a Dios por haberme dado las fuerzas para cuidarlo hasta en sus últimos momentos. Ahora está descansando en los brazos del Señor. El día a día lo dedico a mi hogar, a entregarle cariño y amor a mi familia, a compartir con ellos en todo momento. Ciertos días a la semana asisto a la Iglesia Metodista Pentecostal, ubicada en calle Maipú de esta ciudad, que ha sido para mí el pilar fundamental para sobrellevar el duelo que aún está latente en mi corazón. Esta es parte de mi historia de vida y es lo que puedo compartir con ustedes. ¡Gracias!

Servicio Nacional del Adulto Mayor 187 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA El recorrido de una vida

ALICIA DE LAS MERCEDES VEGA VASQUEZ (79 años)

Aún tengo tiempo… Sí, aún tengo tiempo de registrar recuerdos de la vida que me ha tocado vivir. Aunque muchas veces decimos “nunca es tarde para recordar”, nuestra existencia está rodeada de hechos que de repente afloran en nuestra mente y corazón, y que creemos que ya se fueron. Pero no es así, aún permanecen y sólo se desvanecerán cuando Dios nos dé su mano para encontrar el camino que Él nos ha marcado. Todo empieza cuando nuestra madre nos “abre la puerta al mundo”, y rodeados de alegrías caemos en los brazos de nuestros padres. Fui la única mujer en mi familia, tres hermanos varones, y de eso ya han transcurrido casi noventa hermosos años. Aún tengo, en mis recuerdos de niña, a ese pueblo de la VII región como un lugar de gente cariñosa, tranquila, sencilla, inteligente, humilde y muy alegre. Cauquenes, hermosa tierra, rincón de poetas, de gente ilustre que se siente orgullosa de ser cauqueninos. Cuando paso de visita y veo todavía casas antiguas que se mantienen en pie, a pesar de dos grandes terremotos (1939 y 2010), no puedo dejar de nombrar a la Iglesia de San Alfonso, reconstruida y tan bella como siempre lo fue. Cada cosa es un recuerdo imborrable en este lugar de Chile. Cómo olvidar mi vida de estudiante, llegar a ese liceo donde me llenaba de nuevas experiencias, amigas que aún están, y el recuerdo de tantas otras que ya se han ido. Y qué decir de nuestras maestras, que nos querían como a sus hijos y sembraron semillas de amor, conocimientos, valores que dieron sus frutos en mi vida. La vida de estudiante se hace tan corta, “seis años” que pasan volando y no sabemos cómo ya estamos a las puertas del fin de

188 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

las humanidades. ¿Qué viene? Preparar maletas para partir en la gira de estudios. Partimos en un viaje soñado en tren, coche salón, regalo de don Gabriel González Videla, presidente de Chile en ese año (1949). Viajamos 35 alumnas y cinco profesoras, todo gratis para la delegación de Cauquenes. ¿Qué tal? El sur de Chile con sus bellezas naturales, ríos, lagos, Saltos del Petrohué, viajes por el lago Villarrica y otros lagos, lugares históricos, Fuerte Niebla, río Calle Calle, donde se baña la luna, canción coreada por todos quienes navegan por ese inmenso y hermoso río. ¡Año Nuevo! Nos sorprende en Puerto Varas, cantando y dando los abrazos en el muelle, risas y lágrimas, pero de gran emoción. Al otro día viajamos a Puerto Montt, otra sorpresa, no conocíamos casi nada, pero el paso por Angelmó es tradicional y todos lo visitan, pues allí se hacen los curantos, algo tradicional de Puerto Montt en Isla Tenglo. La suerte estaba de nuestra parte, los parlamentarios de ese período preparaban sus encuentros de trabajo. Y todo esto junto a un enorme con agregados exquisitos. Por supuesto, estuvimos invitadas y disfrutamos del rico curanto. ¡Qué fiesta, Dios mío! ¡Fue inolvidable! Volvimos al hotel. Al día siguiente emprendimos el viaje de regreso. Nuevas anécdotas, cantos y bailes en el coche del tren con el señor conductor, que se dejaba querer y muy caballeroso accedía a los desafíos del baile. Regresamos felices, llenas de nuevas experiencias y a prepararnos para rendir el bachillerato (PSU de ahora), nuevo desafío para llegar a la universidad. De Cauquenes a Talca, sede bachillerato en el liceo de hombres, alegrías al conocer otros alumnos de distintos lugares y cada uno con la ilusión de seguir una carrera universitaria para formar su propia vida. La vida continúa y el amor aparece sin buscarlo, es un minuto de algo nuevo y dichoso que da el punto de partida a otra etapa de este recorrido que estoy relatando. Un privilegio poder compartir

Servicio Nacional del Adulto Mayor 189 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

una parte, quizás la más hermosa e importante de mi vida, mi “matrimonio”. El minuto que emprendimos el volar solos, con nuestras propias alas. Bernardo Leonel, mi amado esposo, luego llegaron los hijos y en este momento la bendición de 15 nietos, 18 bisnietos y Emita Jesús, mi tataranieta. Hermoso es poder plasmar en esta historia de vida mis “Bodas de Oro”, renovación de votos de cincuenta años, rodeados de hijos, nietos, y familia toda, con la fuerza que nos da el amor y la sabiduría de la vejez. Una hermosa ceremonia, bendecida por Dios. Hago un breve espacio para relatar mi vida laboral en el servicio público, donde me realicé como profesional y, sin lugar a dudas, entregué lo mejor de mí, en conocimientos, experiencias y dedicación a una noble e importante tarea en el país. Ha pasado el tiempo, y no puedo dejar de reconocer que he llegado a la etapa final del recorrido de una sacrificada pero muy hermosa vida. Sí… “mi propia vida”. Esta etapa se inicia cuando ya ancianos —mi esposo y yo, de 87 y 88 años, respectivamente—, Dios nos mostró que el minuto había llegado para uno de los dos. La separación, cuando él emprendió el camino sin regreso, y hoy con el corazón apretado sigo esperando el encuentro, después de haber cumplido 66 años que vivimos juntos, desde el día en que nos encontramos en la vida. Al despedirnos, recuerdo, le dije: “Emprendiste el camino sin retorno, pero yo seguiré la huella que me dejó tu mano”. Y finalizando el recorrido de mi vida, estimados lectores, aquí estoy cerca de ustedes, escribiendo para dejar plasmado un testimonio de creer firmemente que la vida es bella, que el amor existe, que la familia hay que mantenerla cueste lo que cueste. Sí… vale la pena.

190 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA El espejo de mi vida

PALMIRA SUZANA DEL CARMEN RAMOS CRUZ (64 AÑOS)

Mi infancia

La niña nació, señores, morena como la piel de la noche ha nacido pensando que llega a un reino de paz, un día que fue creciendo entre ilusiones, me dijo que su madre siempre la vestía con versos de los poetas españoles. La niña lloraba en las noches con gritos de dolor, ella veía las sombras de las manos oscuras golpeando muros de carbón, la niña no dormía hasta que el silencio la sucumbía.

Era su madre su guardiana, ella su ángel por las mañanas Palmira —se decía mirándose al espejo de su abuela— es hora de despertar; ella veía en sus ojos la infancia subyugada en las enredaderas, creía en los juegos de escuelas y poesías, la niña quiso ser profesora cualquier día de primavera.

Esa niña que nació morena y conversaba en las noches con su abuela miró tras el espejo y descubrió sus sueños que la vieron crecer. Esa niña dibujó casas, ciudades, castillos en el block de la escuela, hizo un templo de esperanzas, de imágenes y de alegrías.

Mi juventud

Desde ese campamento minero del carbón donde emprendí mi vuelo.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 191 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Fui soñando sobre mis latidos aquellas tardes de inviernos sureños Me llevaron a Concepción hasta mis quince años viviendo mi razón Ya no jugaba a las muñecas ni a la profesora ni a las escondidas Ya no iba al campo a perseguir arcoíris en el horizonte. El corazón pulsaba para anunciar la llegada del amor platónico Aquel que sólo nos invita a creer estar enamorada sin saber nada Vi como mi cuerpo de niña se transformó tan rápidamente que ni tiempo me dio Para despedirme de mi infancia y a todas las viejas muñecas decir adiós Que esperanzadas se quedaron en un rincón.

Un día cualquiera de 1970 me llevaron a la montaña Una noble ciudad rural llamada Los Andes recibió mi juventud Aquella juventud herida y maltratada de 1973 Cuando las bombas despertaron mi conciencia y el terror me visitó. Había que estudiar y me fui a Concepción a la universidad Cuyo lema decía “Por el desarrollo libre del espíritu” el cual la mordaza se incrustó Entre la realidad y ficción de mi palabra que nacía como un don. En esos años de tortuosas cavernas donde gritaban compatriotas Fui gestando esta vida mía… ahora no me pidan que esto no escriba. Esa niña morena gritaba en las noches ante el monstruo que la acorralaba Esa joven morena asustada se hizo mujer para enamorarse, casarse y ver a sus hijos crecer. Me uní a la lucha de los sin voz a buscar justicia, paz, y libertad Esa madre morena y fiel esposa alzó al verbo herido para gritar libertad “Por el desarrollo libre del espíritu”, “Por el desarrollo libre del espíritu”. Eran ecos en su alma que le exigía a empuñar la palabra de la verdad.

192 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Mi tercera edad Después de enviudar el dos mil, salí adelante con mis dos hijos y mis poemarios, A seguir descubriendo la vida entre la poesía y el dolor que había llegado a mi vida como aquel monstruo que me mortificaba en esas pesadillas, Conocí un poeta que me hechizó con las mentiras de su verbo anquilosado Y después de tantos años en que me creí ese cuento de la nada me maltrató, me humilló bajo los muros de mis sesenteros años, señores.

Esa mujer llamada Palmira era la niña que corría del monstruo que la martirizaba. En los juegos de las tardes cuando seguía arcoíris por aquellos campos de la tierra, un tesoro buscaba… Ese que hoy lleva en sus ojeras donde la vejez se anuncia quieta y silenciosa, como un tronar de estrellas.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 193 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

CURICÓ Vida

RAFAEL ORLANDO CASTILLO GONZALEZ (71 AÑOS)

AÑO 1948 Corre el anillo por un portillo Hace 71 años fui un pasó una vieja niño muy feliz. cayó una teja Feliz de la vida echa prenda Feliz del amor quien la tiene Que familia tengo. Tú Lo cobijaron muchos niños Me imagino arcoíris de colores y le dieron su respaldón. Imagino arcoíris de emociones La casona fue mi templo Yo soy el color más lindo de jugar de gritar y correr. rosado Desayuno rico y sigue, rojo, azul, blanco: soy chileno el almuerzo fue mejor. de Curicó donde nadie es En la tarde la merienda forastero En la oración La oración Teatro = Premio Padre nuestro que estás En el cielo Estoy Creciendo Amén Me estoy sacando los Teatro – Premio Comunal. pantalones cortos. Griego = Premio Inicio con largos ya inicio la gran etapa de mí El niño juega Vida feliz Los niños juegan Joven, joven, joven Ellos juegan Tesoro y regalo de Dios Juguemos a la ronda Estudios mientras el lobo no está Seminario San Pelayo de Talca. lobo estás Universidad de Chile sí estoy Universidad de Talca Cambiemos de juego Universidad Católica

194 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Mi juventud me entrega muchos estudios pasaron por Teatro igual Premio = Brasil este joven sin cesar sigo sembrando Soy como un tutti frutti ¿Por qué? Qué mejor Gracias a la vida Cada día más feliz que me sigue Ya recogiendo satisfacción dando tanto. La entrega está llegando Teatro igual Premio Las etapas están y siguen a nivel Nacional. triunfando La vida me sonríe El adulto sigue creciendo con empuje y constancia Personas con mi preparación. En teatro a los adultos El tributo a mis padres Entregados la gratitud al gran Dios De Curicó a los mayores a mis profesores que practicando encausaron mi acción 1-2-3 años dramatizando. Digo gracias a la vida que me Y sigo como los primeros ha años apretando dado tanto, y que me sigue a mi Curicó dando. a la Región del Maule, También me encausé con y seguimos participando. las artes, bailes y… mi pasión El telón hasta arriba resultados a nivel mundial porque mis artistas viaje a Brasil, sencillo siguen doblando. pero con teatro lo logras Ya tengo 71 lúcido como el sacando otra vez en inicio teatro el mejor del mundo Feliz de la entrega de amar el primer lugar a Chile mejor Porque el arcoíris el sida es un flagelo La maleta la tomo lo estudié y lo entregué paseé por Chile entero preparando y entregando teorías y disciplina a niños jóvenes y adultos y jóvenes con sida

Servicio Nacional del Adulto Mayor 195 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

LINARES Mi inseparable amigo bastón

ISABEL VERGARA NAVARRETE (71 AÑOS) Amigo mío, mañana ya no necesite de tu fue difícil aceptarte. apoyo. Se hizo trizas mi corazón, en un Aunque es imposible hay que segundo, porque llegó la edad de soñarlo. retenerte para siempre a mi lado. Hace bien una ilusión al día Más que un perro guardián, y mantenerme entera por más que un confidente de todas momentos, en esta dura ruta mis reservas desplazables, de dolencias que la vida, poco a de mis caminatas lacónicas y poco, me enseñó a aceptar. sudorosas. De hoy en adelante, amigo mío, De todas esas cosas que he juntos iremos por los pasadizos perdido y que el tiempo no de todas aquellas avenidas, permite retener, disputando las hojas del otoño como un pecado silencioso, desafiando tardes invernales, como una promesa que nadie esperando amaneceres tibios, alcanzó a oír. siempre unidos caminando lento. Mientras viva te llevaré conmigo. Seguros pasearemos juntos Serás testigo de todos mis por aquellas rutas de la vida andares. que, gratamente, nos depare el Iremos juntos derrochando destino. energías y cansancios por rutas alegres y otras tristes, llevaré tu corazón conmigo apretándote contra mis esfuerzos, evitando piedras del camino acurrucada a ti. Como asilando toda mi ventura en tu cuerpo erguido e inmutable. Gracias, bastoncito, amigo por sentir más liviano mi camino, con la esperanza de que algún

196 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA Misión cumplida

SYLVIA DEL CARMEN MILLANAO MELLADO (65 AÑOS)

Con muchas ansias y anhelos un día de marzo empecé a trabajar, llena de ilusiones y esperanzas con el ímpetu de la juventud, los saberes envueltos en mi alma eran la encendida llama que me alumbraba y me animaba ¡Yo sólo quería enseñar!

¡Enseñar! descubrir junto a los niños el mundo, despertar en ellos su imaginación llenar sus almas con esperanzas ante un mundo que se abría a la par, por rudos y también cálidos senderos donde ellos iban a transitar.

Y fue así, que tomaditos de la mano en un viaje con globos y mapas navegamos por el Nilo en Egipto, en Grecia dialogamos con Platón y Octavio Augusto, el emperador, nos enseñó del Imperio Romano … y luego cuando nos cansamos navegamos por el Mediterráneo.

Los sabios libros fueron nuestros maestros, sus coloridas imágenes y bellos paisajes nos llevaban a conocer el mundo, fue así que viajamos por Chile y su largo territorio.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 197 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

En el norte, gozamos del vasto desierto florido, disfrutamos los verdes valles de la zona central y, terminando nuestro recorrido, llegamos hasta la blanca y reluciente Antártica donde los majestuosos pingüinos danzaban dichosos haciendo sus nidos.

Mucho tiempo transcurrido... terminaron los saberes, los niños dejaron su infancia, despertaron sus talentos, ya desplegaron sus alas, volaron hacia su destino llevando esperanzas y sueños, forjando sus propios caminos.

Y fue así, mucho tiempo pasó… madrugadas, dedicación y entrega; fríos, lluvias y soles. Mi Misión ha terminado… yo también dejé el aula habiendo quedado en ella un pedazo de mi alma.

198 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

RETIRO Poesía al adulto mayor

MANUEL CATALÁN NARVÁEZ (64 AÑOS)

Los adultos mayores yo los quiero saludar. Decirles con emoción que son dignos de destacar.

Son ejemplo de nobleza y dignos de admiración, son ustedes el baluarte de nuestra generación. A los robles yo les digo con gran respeto siempre serán el orgullo de sus hijos y sus nietos.

Por la vida que han pasado con alegrías y penas siempre han sido triunfantes con fe y esperanza plena.

Y con sus sabios consejos que han sabido ustedes enseñar. La vida que ustedes llevan, los sabrá Recompensar. Dios les dé una larga vida y salud como ninguna. Son los deseos de la gente de nuestra linda comuna.

Ya con esta poesía me despido y con esta linda gente, recuerde que los adultos mayores de Retiro siempre están vigentes.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 199 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA Renacer de esperanza

GABRIELA ROSARIO INZULZA TOLOSA (86 AÑOS)

La madrugada del día sábado 24 de febrero de 2010, a las 3:34 horas, fue un duro despertar, que nunca, ni en mis peores pesadillas, pensé vivir. Mi vida, nuestra tranquila vida en familia, como la de muchos chilenos, cambió. Fue una noche y un amanecer donde vi todo negro. Fue todo tan rápido y al mismo tiempo lento, mi hija, que vivía al lado —nuestras casas se comunicaban por el patio al igual que la de mi hijo Iván—, llegó a sacarnos del dormitorio; primero a mí y luego a su papá, que estaba tirado en el suelo, pues se había caído. Esas primeras horas, sintiendo los disparos que se oían desde la cárcel, fueron de silencio y preocupación. Estábamos mudos, nadie quería ni podía hablar, quedamos en el patio abrigados con unas frazadas, tirados en unos montones de arena que nos sirvieron de improvisado colchón, iluminados por la linda luna que nos acompañó. Estábamos junto a mis otros tres nietos, hijos de mi hijo Iván, que estaban con una tía, Angélica, que los estaba acompañando, pues él y su esposa estaban en el río Claro, donde trabajaban en nuestro negocio familiar de . Ver su cara cuando llegó a ver a sus niños es algo que nunca olvidaré; creo que él había pensado lo peor, nada tenía sentido para mí, sentía que a ratos tenía la mente en blanco. Yo, que siempre le había tenido un miedo —casi fobia— a los temblores, veía, al llegar la luz del día, cómo mi vieja casa de adobe había quedado terriblemente dañada. Tejas por el suelo, partes del techo caídas y un polvo seco y añoso cubría todo. Pero siempre en la oscuridad de un pozo, por muy profundo que sea, se puede ver en algún momento un poquito de luz. Con toda la pena, escuchando en la radio lo aún más terrible que había sido en otros

200 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

lugares, sólo quedaba dar gracias a Dios por estar sanos y con vida y pedir por las personas que estaban sufriendo mucho más que nosotros. Fue así que luego de unos días de poco hablar, pues los nudos en la garganta iban desapareciendo, aunque muy lentamente, recibimos la visita de mi hijo mayor y Carmen, su esposa. Ellos también vivieron momentos difíciles, pues estaban acampando con toda su familia en Duao y les tocó salir arrancando hacia los cerros, pero lo hicieron a tiempo y sólo les quedó el duro recuerdo de esos momentos. Ellos llegaron con ayuda, él nos dejó su camioneta y un generador, pues no teníamos electricidad, y nos abrieron los ojos al decirnos lo peligroso que era seguir viviendo en la casa por las réplicas. Porque a pesar de estar en un galpón de madera, ubicado al fondo de la casa y donde amontonamos todo lo que pudimos rescatar, para salir teníamos que pasar por la casa, lo que era realmente un peligro considerando las constantes réplicas. Dormíamos a ratos en unas camas improvisadas y con nuestra casa sentenciada a ser demolida; recuerdo que la dejé con mi corazón apretado y lágrimas en los ojos. Cuántos recuerdos quedaban atrás, mi antiguo y querido barrio Seminario, donde pasé la más bella infancia junto a mis padres y hermanos. Esa infancia a la antigua, inocente y completamente sana, donde la calle era un lugar seguro y todo el entorno, vecinos y amigos, eran parte de la familia. El lugar donde conocí al amor de mi vida, mi esposo Óscar, con quien en agosto del 2009 cumplimos cincuenta años de matrimonio, donde nacieron y crecieron mis hijos y vi nacer a mis nietos. Todo quedaba en una pausa silenciosa llena de dolor. Realmente no podía imaginar cómo seguirían nuestras vidas, el trabajo de mi hija y su esposo, con su taller de autoadhesivos también destruido y sin poder trabajar. El día 3 de marzo, mi hija Andrea y su esposo Roberto nos contaron que su amigo Víctor Hugo les había comentado que su suegra podía pasarnos su casa recién entregada, una casa donde

Servicio Nacional del Adulto Mayor 201 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

podríamos estar por unos meses, mientras se demolía la nuestra y ellos arreglaban de alguna manera lo poco que pudiera quedar habitable. Así, estuvimos de acuerdo en ir a verla, fuimos todos, pero a mí me llevaron todo el camino con los ojos tapados, para que no me afectara tanto toda la destrucción de la ciudad y los militares en las calles. Me fui casi todo el camino llorando, mi hija me animaba y me dijo: “Mami, ya puede mirar, llegamos a la Villa Francia, aquí parece que no hubo terremoto, mire qué bonitas las casas”. Se veía gente tan tranquila, como si no tuvieran preocupación alguna; había luz y agua y los almacenes estaban funcionando con total normalidad. No tuvimos mucho que pensar y después de conversar un rato estuvimos todos de acuerdo en cambiarnos, Óscar y yo, mi hija y su esposo y mi nieto Inges. Ese mismo día llevamos las camas, refrigerador y cocina y dormimos allá. Con agua y electricidad pasamos una noche mucho más tranquila, sabiendo que esas construcciones ya habían resistido lo más duro. Por otro lado, mi hijo Iván, que también tenía su casa en la misma propiedad, se había ido a la casa de su suegro. No sé muy bien en qué lugar, pero tenían un lugar seguro donde estar con sus tres hijos y su esposa, y eso nos dejó tranquilos con Óscar. En esos momentos tan difíciles, una de las cosas más bonitas fue ver el cariño y preocupación de tanta gente. Mis amigas del barrio, los papás de un amiguito de mi nieto, que se portaron muy bien, don Miguel Ángel y su esposa Gloria, mis amigas y excompañeras de la escuela técnica con las que hicimos el grupo Alegría de Vivir. Con ese grupo nos reencontramos después de 47 años y nos comenzamos a juntar todos los meses en la casa de alguna de nosotras por más de doce años. Con especial cariño recuerdo a mi amiga Sonia y a su esposo, don Omar, ambos lamentablemente ya fallecidos, pero recordados y extrañados a diario. Cómo no recordar la visita de un grupito de estas amigas en mayo para el Día de la Madre, fueron y tomamos once, la Talita me dejó bien enchulada,

202 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

hasta me fui de corte de pelo. Mi sobrina y ahijada, María Elena, familia y gente que uno casi no conocía, todo se agradece y llena el corazón de alegría y esperanza. En esos días recibí una llamada de mis sobrinas Moniquito, Isabel y Pichina. Me dio mucha alegría escucharlas, me imaginaba todas las casas antiguas del barrio que ya no estarían y cómo estarían sufriendo las personas mayores, sobre todo las que estaban solas. Nosotros, con Óscar, al menos teníamos a nuestros tres hijos que se preocuparon mucho por nosotros y porque estuviéramos lo mejor posible. Pasó el tiempo, pero yo nunca me pude acostumbrar, lloraba casi todos los días, me acordaba de todo lo que había dejado, mi jardín con todas sus plantas, mis camelias, el patio con sus árboles frutales, nuestro perro Chuqui, que tanto sufrió. Su pelo se le puso blanco y tiritaba como gelatina con cada nueva réplica. Pero lo importante era que estábamos juntos y bien, pero era un bien cubierto de una pena y un dolor que todos tratábamos de ocultar para no preocupar a los demás. Los primeros días me sentía tan mal, sola, desorientada, trataba de rezar y no podía recordar algunos rezos; tampoco podía tejer, estaba tejiendo algunas cosas para regalar a mis amigas, pero me costaba demasiado concentrarme. Extrañaba a mi sobrina Mónica, acostumbrada a verla casi todos los días y conversar con ella, mis amigas del barrio, sus calles, pero luego pensaba “ya pasará” y vendrán días mejores para nosotros y todos los que están sufriendo. Recuerdo que, al cumplir el primer mes en esa casa que nos acogió, todavía sentía miedo de las réplicas que parecían no terminar nunca, y me apenaba mucho ver a Óscar un tanto desanimado y callado. Él lo único que quería era volver lo antes posible a su casa y a su barrio, todos los días decía “ya falta menos”. Yo no salía a ninguna parte, Andrea y Roberto salían como a las seis de la mañana, iban a dejar a Ingesito a la universidad, era su primer año. Luego se iban a la casa a trabajar en la limpieza y los arreglos, después se venían a almorzar y se turnaban con mi hijo Iván y

Servicio Nacional del Adulto Mayor 203 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Paola, su esposa, para quedarse cuidando las cosas de la casa, que estaba toda abierta, sin ninguna protección. Mi hija hacía las compras y traía el pan en la tarde para todo el día. Lo único que me entretenía era cocinar. Óscar se entretenía jugando solitario con las cartas, salía a mirar a la puerta, veíamos algunas cosas en la tele, Rosa de Guadalupe y otras teleseries en la tarde. Y esperábamos un día más. Me imaginaba de regreso, retomando mis quehaceres, yendo al centro de madres y al adulto mayor con mis amigas las chiquillas. Pero a la vez pensaba que nunca iba a ser igual, el invierno se acercaba y recordaba el sonido de la lluvia sobre el alto techo de tejas, los largos corredores con sus pilares de madera, todo se volvería sólo recuerdos. Los días se hacían muy largos, y se mezclaba la tristeza de estar lejos y solos casi todo el día con la alegría de la idea de volver, sacar fuerzas para empezar de nuevo. Pero es tan caro construir y yo escuchaba, cuando hablaban mis hijos, que todos los materiales habían subido mucho y había cosas que ni siquiera había. Me preocupaba cómo íbamos a seguir viviendo. Mi hija me contaba todos los días de los avances, que de la municipalidad les habían entregado dos mediaguas, una para mi hijo y su familia y otra para nosotros cinco. Lo malo fue que dejaron todo y las tuvieron que armar ellos mismos, pero como le pegan a maestrear no tiene que haber sido tan difícil. Así, de a poco, todo fue avanzando y la esperanza que los días venideros iban a ser mejores fue entregándonos la paz y tranquilidad que tanto necesitábamos para comenzar nuestra nueva vida. Recuerdo con pena cuando iba llegar Semana Santa. Tan lejos, sin poder asistir a la iglesia de mi barrio, la misa de domingo de ramos, pero con suerte la pude ver por la tele con mucha devoción. Leía todos los días un poquito la Biblia, me sirvió mucho, me acompañó y tranquilizó en momentos de angustia. En esos días tuvimos la visita de Juanito, el hermano del esposo de mi hija. Es muy cariñoso, recuerdo que nos llevó algunos mariscos y nos brindó su compañía y apoyo.

204 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Pero, en fin, conversábamos mucho con Oscar, tuvimos tiempo de sobra y de todo lo malo siempre se puede sacar algo bueno. Así, en el ocaso de nuestras vidas, vimos cómo nuestros hijos Iván y Andrea, al igual que sus familias —que no se hablaban por mucho tiempo— comenzaron a conversar, viniendo todos a vernos y trabajando unidos, apoyándose y ayudándose en todo lo que podían en la faena de reconstrucción. Esto fue la mejor vitamina de ánimo y fuerza que pudimos haber tenido, nuestra mayor alegría en mucho tiempo. Óscar siempre me decía lo feliz y orgulloso que estaba de nuestros hijos y de todo lo que estaban logrando junto a sus familias. El teléfono, qué gran ayuda fue en esos días; las llamadas de mis amigas del centro de madre y adulto mayor siempre me subían el ánimo. Chepita, Blanquita Zambrano, mi amiga Eliana de Alegría de Vivir (Q.E.P.D.), mis sobrinas del sur Lorenita y Erikita (Lirquén), mi sobrina María Elena, siempre tan preocupada y atenta, y tantos otros. Mi Oscarito, él se convirtió en mi paño de lágrimas por esos días. Él siempre con sus chistes, sus historias y optimismo, todo lo tomaba para la risa, tanto que a veces hasta me daba un poco de rabia, pero yo creo que debe haber sido igual una manera de bloquear sus nervios y preocupaciones. Todos los días se acordaba de sus árboles y su huerto, su Chuqui regalón. Tenía todo súper encargado a mi hija, que regara, que no quería encontrar nada seco cuando llegara. Recuerdo que les puso una fecha límite a mi hija y su esposo para irnos a la casa como estuviera, quería ver el mundial de futbol allá. Así, ellos dejaron de venir a almorzar y yo les dejaba el almuerzo hecho en la noche para que lo llevaran en la mañana y no perdieran tanto tiempo yendo a almorzar. Arreglaron un viejo galpón de madera, que era donde Óscar hacia sus taca- tacas. Era lo único que había quedado, además ahí había quedado un baño. Hicieron dos divisiones de madera, un dormitorio para Ingesito, otro para nosotros y ellos iban a estar en una cama en

Servicio Nacional del Adulto Mayor 205 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

el pasillo mientras arreglaban su dormitorio. Forraron por todos lados con plumavit, pusieron un lavaplatos y repararon todo lo que más pudieron. Nos cambiamos el día 31 de mayo, nos vino a ayudar mi hijo con su esposa Carmen, de Santa Cruz. También nos acompañó Ivancito. Todo estaba preparado para el día sábado, pero fue un día de mucha lluvia, así que tuvimos que esperar hasta el domingo. Con mucha penita, emoción, alegría, miedo, un montón de sentimientos revueltos y mezclados, llegar y ver que las máquinas de la demolición habían tenido que pasar sobre todo mi jardín, no estaban los paltos, las rosas, las camelias, etc. Ver el terreno sin nada y dos mediaguas al fondo y el galpón, fue realmente impresionante. Pero ya estábamos en la casa y nos iba tocar compartir el único baño que había quedado. Diez personas en total. Luego, durante unos meses, fuimos once con mi nietito Aldo, que llegó en septiembre a alegrarnos infinitamente la vida a todos. Mi hijo dormía junto a su familia en una mediagua, mi hija trabajaba con su esposo en la otra, y desde la mañana estábamos todos juntos. Todo era en comunidad, se cocinaba para todo el batallón y en la mañana había que apurar el baño, por la entrada de los niños al colegio. Pero gracias a Dios todo funcionó bien, fueron tres años de espera para la construcción de la casa de mi hijo Iván, y quedamos menos en el galpón. Mi hija y su esposo, por su parte, con la ayuda de todos fueron construyendo su taller. Con Óscar nos daba tanta alegría ver a nuestros hijos y sus familias, todos trabajando, haciendo cemento, acarreando materiales, pintando fierros, martillando; fueron días de mucho trabajo, pero rindieron sus frutos. Después de dos años, en septiembre de 2012 comenzaron a trabajar en su nuevo lugar de trabajo, mucho más cómodo y amplio que la mediagua. También por ese año vimos partir a nuestro perro Chuqui, que murió de viejito, y Cote, nuestra tortuga, que lo siguió unos meses después. Nos dejaron con mucha pena, ahora sólo nos

206 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

queda Stiker, la gatita que llegó para el terremoto y nos encariño poco a poco a todos. Es tan regalona que, como decía Óscar, parece un gato-perro. El 2017 fue un año muy triste y doloroso. No estaba preparada para ver partir al compañero de toda mi vida, Óscar. Tenía artritis, reumatismo y problemas del pulmón por todo el tiempo que fumó, porque aunque había dejado el cigarro hace ya casi quince años, el daño ya estaba hecho. Comenzó a decaer y el mismo decía que ya tenía ganas de descansar. Su partida fue muy rápida, pero estuvo acompañado y atendido con todo el amor de su familia. Es algo que cuesta, pero con toda una vida de trabajo tenía más que merecido y ganado un buen descanso en alguna nubecita donde pueda estar feliz echando la talla con sus amigos que habían partido antes que él. El año 2018, Andrea y Roberto comenzaron la tan esperada reconstrucción de nuestra casa, fueron ocho años de juntar sus ahorritos. Fue un año duro, pues los trabajos se fueron haciendo con nosotros en la casa, teníamos que estarnos cambiando de un lado a otro, batallando con el calor en el verano y con el frío en el invierno, que se sintió bastante largo. Vimos desaparecer la última muralla de abobe que quedaba, cuando se demolió la casa la habían dejado porque ahí estaba apoyado el único baño que quedó. Por suerte, el maestro que trabajó en la construcción, Don Jaime, fue una persona muy simpática, correcto, preocupado del ahorro y de hacer todo lo mejor posible. Mi dormitorio fue lo primero que hicieron, para asegurarme un lugar reparadito para el invierno. Y así pasó casi un año hasta terminar; quedó todo muy bonito y amplio, nos sentimos muy felices y cómodos. Ahora tenemos un lugar donde estar todos juntos cuando viene mi hijo con su familia de Santa Cruz. Mi hijo Iván viene a verme todos los días en la mañana, en la tarde y a veces en la noche. Actualmente, gracias a mi hija, que el año 2011, para alegrarme un poco y como sabe lo mucho que me gusta todo lo relacionado con

Servicio Nacional del Adulto Mayor 207 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

la actuación, llegó con un volante que le habían dado en la calle, y que informaba de una audición para una obra de teatro para actores mayores. Esto para mí fue un cambio total en mi vida. El día del casting fui la primera en pasar, me sentía como una niña chica que comenzaba a vivir un sueño; como siempre, había llegado más que puntual. Pasaron algunas semanas y pensaba que simplemente no había quedado, pero recibí la tan esperada llamada para la primera reunión y desde ahí no he parado. Conocí a grandes amigas, trabajé con unos directores que nos enseñaron con mucho amor y respeto y, con uno que otro problema, presentamos nuestra obra “Archivo Público” más de quince veces. Al año siguiente, con algunas compañeras y compañeros de este grupo nos comenzamos a juntar y con la ayuda de la U. de Talca, la municipalidad y el Senama formamos nuestro propio grupo, Teatro Alondra. Con este hemos trabajado año a año preparando una obra por año junto a nuestro director, Mauricio. Esto ha sido para mí un sueño hecho realidad y a mi edad (86 años) presentarme en un escenario y ver el reconocimiento y la emoción del público es todo un orgullo, del que quiero seguir disfrutando por mucho tiempo.

208 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

RETIRO Esta es una pequeña fracción de mi vida

AVELINA SEGURA TORRES (76 AÑOS)

Mi familia era modesta y numerosa. Éramos catorce hermanos. Cuando tenía 12 años, yo era la mayor. Dos de ellos nos cuidaban desde el cielo. Mi madre no tenía ayuda de mi padre y como yo era la mayor, con pena en el corazón me dejó trabajar siendo una niña. En ese entonces vivíamos en el campo, a 25 kilómetros de la ciudad de Parral. Con mis 12 añitos me fui a trabajar a Talcahuano en un pueblito llamado Comalle, al frente de Huachipato. Como era una niña de campo me pagaban una miseria, no alcanzaba ni para vestirme, mucho menos para enviar dinero a mi madre, ya que ella se había quedado con todos mis hermanos más pequeños. Además, abusaban mucho porque yo era una niña y sin experiencia. Me mandaban hacer todo lo de la casa con tan sólo 12 años. Cuando llegaba el día domingo me iba a Concepción, para un cerrito llamado Cerro Amarillo, que quedaba en los alrededores. En este hermoso lugar descansaba y cuando caía el atardecer volvía a mi lugar de trabajo. Ahí trabajé por dos años, luego supe que en Santiago se ganaba más dinero. Me volví a Parral e hice una para de tres meses para ayudar a mi madre. Nuevamente me fui, porque la situación en la casa de mi madre no era buena y tenía que ayudar de alguna manera. Y me fui a Santiago a probar suerte. Tenía 14 años. Trabajando en Santiago ganaba más dinero y pude ayudar de mejor manera a mi madre. Pero la vida te da sorpresas y a los 17 años me enamoré de un

Servicio Nacional del Adulto Mayor 209 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

hombre dos años mayor que yo. Nos casamos y vivimos diez años maravillosos. Tuvimos tres hijos, dos niñitas y un varón. Mi marido era un roble, nunca se enfermaba. Pero un día cualquiera, como a las siete y media de la mañana, él me dice que le avise a su jefe que le mande al doctor, ya que se sentía muy mal y enfermo. Al llegar el médico lo examinó y le diagnosticó una bronquitis. Nos dijo que a las once de la mañana había que volver a evaluarlo. Volvió el doctor y lo evaluó nuevamente. Luego me llamó aparte y me dijo que la enfermedad había derivado en una bronconeumonía fulminante y que había que avisarles a todos sus familiares de inmediato, ya que le quedaban pocas horas de vida. Fue así como su madre llegó a las seis y media de la tarde. Lo más triste y doloroso fue que él no logró reconocer a su propia madre. Y falleció quince minutos después que ella llegó. Quedando yo viuda a los 27 años y con tres pequeños, tuve que enfrentar la vida con el fin de criar a mis hijos y cumpliendo en rol de padre y madre. Mi vida estoy resumiendo y sólo una parte de ella estoy viviendo.

210 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

LINARES Un par de días y la carreta

BERNARDITA SOTO MAULÉN (73 AÑOS)

En un verano, siendo muy pequeña todavía, mi padre nos llevó a mi madre, mis tres hermanos y a mí al campo donde vivían sus tíos que lo habían criado. Mi papá quedó huérfano muy pequeño. Nosotros vivíamos en Santiago. Para mí, conocer el campo fue lo más hermoso que pudo ocurrirme. Desde entonces todos los veranos volvíamos al campo en nuestras vacaciones. El lugar se llama Los Hualles y queda en Linares, séptima región. Es un lugar muy hermoso. Contemplar la precordillera, su bella vegetación, el inmenso río Achibueno con sus aguas cristalinas, sus campos verdes llenos de floridos y cargados árboles frutales. Saborear de sus frutos. ¡Una delicia! En aquel entonces viajábamos en tren; cuando llegábamos a la estación de Linares estaba esperándonos el tío Valeriano con su carreta. El tío hacía carbón y lo vendía en el pueblo, entonces la carreta quedaba toda con tizne de carbón; nuestras ropas quedaban negras. Pero éramos felices, ¡íbamos al campo! Desde el pueblo a Los Hualles nos demorábamos un par de días. No me importaba, lo disfrutaba, lo encontraba maravilloso, me encantaba el atardecer, la noche con su cielo limpio y estrellado, de repente hasta alguna estrella fugaz nos venía a saludar… Gran parte del viaje íbamos caminando o jugando al lado de la carreta, si encontrábamos en el camino una vertiente, nos preparaban agua con harina, ¡una delicia! A veces también nos convidaban un vasito de vino para soportar la helada noche a mitad del camino.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 211 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Seguíamos nuestro viaje, mi papá me decía: “¿Ve ese camino allá en el cerro?, por ahí tenemos que seguir para llegar a la casa de la tía Margarita”. El cerro se veía chiquito desde tanta distancia… Llegábamos al atardecer, tengo un recuerdo muy hermoso; la casa estaba en la ladera del cerro, el sol se escondía mirando la casa y el abuelito Pedro, expectante, nos veía llegar apoyado en la vara donde se amarraban los caballos.

212 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA Cartas de una mujer trabajadora

LUZ ORÓSTICA VALDÉS (81 AÑOS)

Casi no pude conciliar el sueño, eran las cinco de la mañana y me levanto rápidamente de la cama. Con una manito de gato y con la carta en la mano me dirijo, acompañada de mi cuñada, a la fábrica de dulces y chocolates. La gélida mañana de marzo de 1956 me saludaba con un sol de fin de verano. Caminé las quince cuadras con tranco ligero desde la Villa Edén hasta la Cuatro Oriente. Con mis 37 kilos de peso y mi metro sesenta de estatura, encaminaba mi rumbo como una mujer obrera, no importaba el estipendio que iba a ganar, lo que valía la pena era que muchos sueños comenzarían a vivir. Pensaba en cosas sencillas, solamente en mejorar la calidad de vida y derrotar la miseria que por mucho tiempo fue mi amiga más fiel. Unos cuantos gorriones desvían mi vista fija en los enloses del suelo. Tengo 18 años y ayer, después de misa, en la parroquia de Fátima, el presbítero Jerónimo Garbei, con su letra de artesano y hábil pluma, escribió una hermosa recomendación para que se la diera a los dueños de la fábrica, a la que me dirijo pensando en todo el empeño que pondré para calificar y poder trabajar. Había un gran portón de metal, y en el centro de este una pequeña puerta. En una caseta parecida a un acuario, estaba un portero que recibía, junto al tic tac del reloj control, a los cientos de personas que trabajaban. Todos vestían de blanco, con delantales y gorros; lo que me llamaba la atención era la sonrisa que hombres y mujeres llevaban. —¿A quién busca? —me interrogó el conserje.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 213 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

—Al dueño —respondí—, tengo una carta para él. —Espere un rato —me contestó—, ya vendrá a recibir al turno. Me quedé observando unos minutos, salí a la vereda para despedirme de mi cuñada, quien me santiguó e hizo miles de oraciones y luego, con tranco seguro, entré a la oficina de los dueños de la emergente fábrica talquina. No me salían las palabras cuando me entrevisté con Miguel y Esteban Calaf; les entregué la epístola del cura, la leyeron con mucha atención, se miraron y sonrieron. Me dieron la bienvenida, eso significaba que estaba contratada. Destacaron lo temprano que llegué y añadieron: —Trabajamos de siete de la mañana a las tres de la tarde, debe traer un jarro, porque damos una choca que consiste en un sándwich con leche y/o café. Agradecí enormemente esta oportunidad y me hice la promesa de poner todo el empeño posible. Entraba así al mundo del trabajo y a conocer el ritmo de la vida, a conocer mis derechos y deberes y a agradecer a Dios porque Él es el primer trabajador. Mi primer día Me dieron mi uniforme, para mí era toda una novedad, estaba muy nerviosa. Me senté al lado de unas chiquillas, una se llama Marina Soto y la otra Marta Castro. Me recibieron y me acogieron muy bien, me enseñaron a envolver a mano los caramelos, había que estar muy concentrada para mover los dedos, colocar el envoltorio y las etiquetas. La falta de experticia me ponía muy neurótica y con la escasa producción que lograba hacer, pensaba que me podrían despedir por incompetente en mi primer día de trabajo. Cuando recién agarraba el ritmo, subió al segundo piso, donde se encontraba la sección, don Miguel Calaf. Se quedó por minutos sin perderme de vista, al sentirme observaba por el dueño, tomaba los

214 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

caramelos en mis manos y se me disparaban a todas partes como challas de papel. Él me dijo: —Tranquila señorita, no se ponga nerviosa, usted debe trabajar, sin prisa, pero sin pausa; ya va a ver cómo con perseverancia se va a convertir en una excelente trabajadora. Después de un rato se retiró, me volvió el aire y la normalidad en mis pulsaciones. Mis compañeras eran muy desordenadas y hablaban todo en doble sentido; eso sí, nunca escuché una ofensa o falta de respeto. En la hora de colación compartíamos la merienda y nos reíamos, discutíamos de política, compartíamos penas y alegrías, sueños y desilusiones… Con el pasar de los días, mis manos se volvieron diestras para envolver la menta pirámide, cual pianista, recogía los diez caramelos y en un par de segundos los envolvía y ponía la etiqueta. Esos dulces, envueltos por esta joven obrera, recorrieron todo el mundo y estoy segura que muchos hombres conquistadores de doncellas los consumían para darse valor y robarles un beso a sus enamoradas. Cartas de amor Mientras cumplíamos la jornada, mis amigas que andaban de enamoradas me pedían que les escribiera cartas para sus pretendientes. Me convertí en una gran escritora de cartas de amor. A pesar de haber llegado a sexto preparatoria, el escribir interminables cuadernos de caligrafía y leer el diario completísimo todos los días, me brindó la oportunidad de tener buena caligrafía y ortografía. Así comencé a redactar los más bellos poemas para que mis amigas arrastraran a las redes del amor a sus pretendientes. Muchos versos de amor, metáforas y reflexiones dejaban impresa en las perfumadas hojas de mi esquela, con tinta de buena calidad y mi añosa pluma. Me acompañaba un pequeño diccionario para fortalecer el léxico y para profundizar el maravilloso mundo de las palabras. Gracias a mis cartas una docena de compañeras de

Servicio Nacional del Adulto Mayor 215 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

trabajo conocieron algún galán, otras llegaron a casarse y a otras las mandaron a la punta del cerro al descubrir el más vil engaño que un hombre puede sufrir. La fábrica Esta empresa nació del sacrificio de una familia talquina, poco a poco, de pastelería se convirtió en una fuente de trabajo para muchas familias de Talca. El trabajo en la industria era monótono, pasaban los días, meses y años bajo las luces artificiales; daba lo mismo si llovía o si el sol quemaba. Existían muchas secciones, fruta, pastelería, bombones, chocolates, caramelos, el mundo soñado para cualquier infante. Mucha gente, al pasar por la carretera, se desviaba del camino y entraba al centro de la ciudad para comprar chocolates de Calaf. Las basquetbolistas Pasaron varios años y con mis amigas nos organizamos y le escribí una carta a don Esteban Calaf, queríamos jugar básquetbol. El dueño encontró muy atractiva la idea y aceptó. Nos compró equipos a todas y contrató hasta un entrenador. Teníamos mucha preparación física, nos reíamos mucho, parece que para eso éramos buenas, pero en la cancha nuestras rivales nos vencían casi todas las veces. La personalidad de las “choras” se trastocaba, incluso la “ojos de buey” y la “marina”, esta última mi mejor amiga, mujeres que al discutir tiraban rayos, no conseguían atrapar el esférico y encestar y las del otro equipo, a punta de empujones y rasguños las dejaban mudas. Guapeábamos mucho, nos veíamos hermosas de blanco y azul, pero no pasaba nada, teníamos en promedio un metro y sesenta centímetros y cero efectividad. Nos carcajeábamos a cada instante. Esta instancia fortaleció nuestra amistad y el trabajo era más ameno. Los partidos jugados eran tema de conversación mientras envolvíamos dulces, aunque las derrotas igual las celebrábamos en el restaurant La Esquina Mocha, con un traguito para amortiguar

216 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

las energías invertidas con unas “cubitas libres” o “vainitas con canela” para sobrellevar alguna torcedura de dedos y manos causadas por el balón. Tiempos de reflexión Cumplía 17 años en la fábrica, cientos de cartas escribí, llegó el tiempo de la crisis. Los dueños no estaban contentos con el nuevo Presidente de la República. Los sindicatos se hicieron fuertes, denunciaban que los Calaf no dejaban que desembarcase la materia prima del puerto y que querían derrotar a la Unidad Popular. Las reformas se comenzaron a realizar con pura pasión, nos aumentó el familiar y el sueldo rendía mucho, pero no había qué comprar. El mercado negro fructificaba las ganancias, las filas eran interminables, yo tenía que asegurar la leche para mi recién nacido, por eso valía la pena el sacrificio de esperar en la interminable cola. Mientras en la fábrica nos dábamos vueltas y vueltas sin poder hacer nada, no había productos, envases; puros rumores de violencia y desazón. Limpiábamos nuestra sección, cantábamos un poco, la alegría no la apagábamos con ninguna mala noticia. Teníamos miedo de que se tomaran la fábrica, o bien que los jefes decidieran cerrarla y quedar sin trabajo. En septiembre del 73, renuncié a mi querido trabajo, tenía que cuidar a mis cuatro hijos, tenía miedo, puesto que la falta de diálogo y respeto por escuchar las opciones distintas habían matado la alegría de trabajar. Los abusos cometidos por ambos grupos polarizados, habían sembrado la semilla del egoísmo y el respeto se perdió. Habíamos jugado con la democracia, no la tomamos en serio, esta veleidosa amiga se escondió por mucho tiempo. Después de cuarenta años, camino por la abandonada fábrica. Recuerdo mis aventuras de joven obrera y a todas mis amigas que partieron de este mundo. Me gustaría encontrarme con todas y poder escribirles cartas de amor y recordar lo feliz que fui con mi trabajo de obrera.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 217 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA La inundación

MARÍA JIMENA SEPÚLVEDA MARTÍNEZ (74 AÑOS)

En invierno, los ríos de la zona central aumentan su caudal; el agua lenta e implacablemente se adueña de las siembras, trigales, chacras y pastizales. A veces los animales perecían al golpe arrollador de la crecida. Los mugidos de las vacas se silenciaban, las casas de los campesinos se anegaban y muchas veces el agua se llevaba parte de sus pertenencias. Aunque esta situación ocurría innumerables veces, no se resignaban a abandonar sus tierras; estaban acostumbrados a luchar contra las inclemencias del tiempo y, con el recio temperamento de los hombres de la tierra, sabían soportar y hasta vencer la adversidad. En nuestra casa, gracias a su ubicación, no sufríamos tanto las inundaciones. Goteras solamente. Si la lluvia era muy intensa, a veces se inundaba el camino. El mejor medio de comunicación era la radio, informaban todos los sucesos acaecidos por el temporal y prestaban un excelente servicio de utilidad pública. Podíamos escuchar, por ejemplo, el aviso siguiente: “La familia X, de X lugar, comunica a sus familiares que se encuentran todos bien, gracias a Dios, pero la casa se la llevó el río”. La noticia podría parecer tragicómica porque perdieron la casa, pero muestra cómo frente a la adversidad surge el amor por la vida y se valora la existencia. La inundación, esta vez, no sólo terminó llevándose los enseres de los campesinos, los animales y las siembras. El puente del río Pangue, una sólida estructura de fierro y cemento, se partió en dos. Sólo la mitad quedó en el lugar correspondiente, y la otra fue arrastrada por la implacable corriente de las aguas.

218 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Las autoridades hicieron construir un terraplén de piedras, fierros, cemento y arena a continuación de la parte del puente que había subsistido. Para continuar por el terraplén había que hacer un pequeño desvío, que estaba señalizado a fin de evitar accidentes. Sin embargo, esta era una solución de emergencia que sólo permitía el tránsito de vehículos pequeños (autos). Los buses y camiones debían esperar una solución definitiva. Los buses —recuerdo las líneas Andes Mar Bus y Vía Sur— debían detenerse antes de la llegada al puente y los pasajeros hacían un trasbordo, que consistía en una caminata hasta el puente del ferrocarril, el único que había soportado los embates de la naturaleza. Después de caminar aproximadamente tres cuadras, los pasajeros salían nuevamente a la carretera para abordar otro bus de la misma empresa, y así continuar el viaje definitivo. Algunos jóvenes del lugar se ofrecían para ayudar a los pasajeros a transportar las maletas, ayudar a los niños y adultos mayores a cruzar el puente ferroviario a cambio de una propina, a veces exigua y a veces suculenta. Las víctimas de la inundación ya no sólo eran los lugareños, sino que todos los que necesitaban desplazarse por la carretera. Los buses empezaban a disminuir la velocidad frente a mi casa. Yo, aunque era niña, acrecentaba mi curiosidad por presenciar el trasbordo, hasta que una tarde me autorizaron para ir al río con las hijas de mi madrina. Quedé exhausta, era impresionante ver a los pasajeros caminando como en procesión para empezar el ascenso al puente ferroviario y caminar por la línea; algunos, con mucha dificultad, pero no tenían otra alternativa. Una pareja de novios había sellado su amor para siempre en una solemne ceremonia en Rancagua; impartió el sacramento del amor el obispo de Talca don Manuel Larraín Errázuriz. Terminada la ceremonia, los amigos y familiares asistentes a la boda se dirigieron a Talca en una verdadera caravana de autos, para esperar, celebrar y dar los parabienes a los recién casados.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 219 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Los últimos en salir de Rancagua fueron los novios. Al llegar al puente Pangue, el novio, tal vez por nerviosismo o ansiedad de llegar pronto a la celebración, no vio el desvío que había en el terraplén y el auto se precipitó bruscamente en las aguas del río. Era medianoche y las personas más cercanas al puente despertaron con el estruendoso ruido y los gritos descorazonados de una mujer. Cuando llegaron al lugar, encontraron a una mujer vestida de novia que llamaba desesperadamente a Carlos, su marido. Estos enmudecieron atónitos al ver que el hombre que yacía a su lado, se había dormido para siempre. Se habían prometido formar una familia y estar juntos por el resto de sus vidas, sin embargo, el destino sólo les había permitido un efímero momento de felicidad. En las aguas del río Pangue un amor se había tronchado para siempre, en una aciaga noche de invierno. Mientras en Talca, los amigos y familiares, acongojados, sumidos en el desconsuelo, no podían aceptar la tragedia que estaban viviendo. Un año después llegaron al puente Pangue los familiares y amigos de los fatales novios, los acompañaba don Manuel Larraín, quien bendijo una gruta en un extremo del puente. Al interior de la gruta pusieron una imagen de la Virgen del Carmen. La gruta recordaría para siempre la tragedia de un amor frustrado en el río. Asistió mucha gente del lugar a la ceremonia y todos preguntaban por qué la novia estaba ausente. Surgieron muchos comentarios; que estaría interna por una depresión, que habría viajado a Italia a vivir con unos familiares, que no habría querido revivir la tragedia. Nunca se supo el porqué de su ausencia. Tal vez en la transparencia de un nuevo amanecer, una mujer emerja tras la raíz de su destino.

220 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA La huella de un beso

SARA LUISA PATRICIA SCHAFFNER VEGA (84 AÑOS)

Me desperté diferente, el día se prestaba para el compromiso. Eché la ropa atrás y saqué las piernas de la cama. Miré a través de la ventana, el cielo estaba despejado y su azul me animó a seguir despertándome. De pie en las tablas desnudas, estiré los brazos, alisé mi pelo revuelto y bostecé largamente. Me esperaba una buena ducha. Debía despejarme para esa cita. El almuerzo se llevaría a efecto en un restaurante recién inaugurado en las afueras de la ciudad. Pasé al baño mientras mi pensamiento volaba con la celeridad de un relámpago. Me quité el camisón y me paré bajo la ducha, el agua corría deliciosamente por mi cuerpo, a la vez que los recuerdos se volvían más nítidos. ¿Volvería mi amigo a recordar esa tarde de verano? Debía permanecer en silencio con respecto al hecho aquel. Esperaba asimismo que él lo obviara. Esta invitación no tiene otra intención que juntar a dos amigos de la infancia, que han vivido en ciudades diferentes desde que eran muchachos de colegio. El agua empapaba mi pelo y envolvía mi piel; igual los veloces pensamientos recorrían mi cerebro. Una tibia noche de verano, en plena adolescencia, cuando no corrían hacia el amor, ni siquiera en pensamiento, menos deseo, se encontraron las miradas con fuego inusitado e irresistible, como dos enamorados. Quedaron estáticos, como tocados por la magia del momento. El brillo de sus ojos en plena oscuridad, desató una chispa… se fueron acercando de a poco y en una mínima distancia, una especie de imán los unió imperceptiblemente. Lo demás…

Servicio Nacional del Adulto Mayor 221 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

el beso aquel, violento, apasionado, de total entrega, fue largo interminable y nunca olvidado. Los protagonistas del suceso no nos hemos vuelto a ver. Pero pienso que el beso quedó en el pasado, para él, al menos. No para mí. Lo siento aún en mi boca, cierro los ojos y veo cómo se acercan los suyos con la desenfrenada pasión juvenil y que ahí quedamos tan cerca… como un minuto fugaz, casi eterno por lo intenso. Nuestros caminos se separaron. Nos casamos, hicimos familia, vivimos distantes y, ahora, un telefonazo repentino trae la voz de ese alguien tan lejano y su invitación que almorcemos juntos. Salgo de la ducha, seco mi pelo —cano, por cierto—, examino mis arrugas y pienso que no vale la pena tanta dedicación a mis ochenta años, total tenemos la misma edad y ambos estamos viudos. La reunión será para recordar viejos tiempos, hablar sobre amigos comunes, los que se han ido y los que aún quedan en este mundo y también un poco ausentes… pobres. El caballero medieval pasa a mi casa para llevarme al restaurante. Sí, está más viejo. Yo, ¿tal vez no? La charla, amena, graciosa, se llena de anécdotas, niñerías de esa edad. Nos consultamos por el tiempo —¡tanto tiempo pasado!—, la familia, los parientes, qué ha sido de la vida de ambos. El almuerzo, exquisito, el vino de agradable sabor, los postres bien elegidos y la conversación que no decae ni un segundo. A veces nos atropellamos por hablar, nos reímos a carcajadas, volvemos a ser esos críos… nuestras miradas se detienen y las manos se entrecruzan por el mantel. —¿Recuerdas aquel beso? —me pregunta. Una pregunta discreta. —Nunca lo he olvidado —respondo. —Y… ¿entonces? —me mira arrobado.

222 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

—No sabría contestar esa pregunta —digo. —Creo, con firmeza, que podríamos unir nuestras vidas de ahora en adelante y terminar de envejecer juntos. Para una pareja que no olvida un beso, creo razón suficiente y espero tu respuesta. ¿Qué me dices? —me dice. —Soy vieja, pero no es una mala idea, estamos solos y los nuestros con su vida hecha. Te digo que sí —le respondo.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 223 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA El mejor trago de mi vida

RAÚL ANTONIO ROJAS FLORES (71 AÑOS)

Luego de la entrevista con el señor Clemente Campos Toloza, jefe del tercer sector de educación de Talca —a quien expliqué mi situación familiar y socioeconómica como profesor de educación general básica en la región, donde cumplí funciones en Paso Ancho, comuna de Río Claro y posteriormente en la escuela Carretones de la comuna de Pelarco— se resolvió mi nombramiento en calidad de profesor encargado en la escuela N° 343 de Estancilla, comuna de Curepto, con derecho a ocupar casa habitación. Recibí la orden de trabajo y debía presentarme a la brevedad. En agosto de 1979 el trayecto Talca - Curepto cubría una distancia de 84 kilómetros por un camino rural de tierra y ripio, entre cerros. Una vez recibida las primeras aclaraciones sobre la ubicación de la escuela y una vez en el hall del edificio provincial de Educación, comenzaron situaciones inesperadas. Ubiqué al profesor Julio Troncoso, que había trabajado en una escuela cercana a Estancilla, y me señaló que sabía del sector por referencias y que era muy lejos. Sorpresivamente arribó otro maestro rural al que Julio le habló, presentándome ante él. Entre ellos se habían saludado con gran afecto, incluso abrazándose. Mayor sorpresa para mí fue recibir de él un gesto similar, como si me hubiera conocido largo tiempo. Coincidentemente el profesor debía viajar hasta Rapilermo, campo vecino al que yo debía viajar. Lo haría en su camioneta que, según explicó, tenía espacio suficiente para llevarme, incluso con camas y petacas. Realmente no lo podía creer. También agregó que sólo llegaba cerca, pero que no me preocupara pues existía una conexión de un viaje en vehículo hasta la misma escuela.

224 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Mi sorpresa aumentaba, pero también, decidido y con esperanzas de un cambio por mi futuro, rápidamente acepté la ayuda, dándole mi dirección donde él iría a buscarme aquel viernes 8 de agosto. Volví a mi casa, en la población Colín 3 de Talca, contándole a mi esposa María el asunto e intentando convencerla de que se trataba de una gran oportunidad, pero con interrogantes y respuestas algo aventuradas. María, una vez más, me comprendió y decidimos enfrentar juntos la aventura, pues hubo más de algo que faltaba para decidir con firmeza. Comenzamos a empacar y luego decidimos que yo iría a dejar a los niños, Braulio y Valeska, donde mi madre para que ella los cuidara por algunos días. Mundo Letelier llegó a nuestro domicilio pasadas las seis de la tarde. —Estamos listos —dijo abriendo la puerta trasera de su camioneta—. Carguemos agregó, ayudando en todo. Al ver que yo tenía una moto, dijo que la llevaríamos pues nos serviría mucho para nuestras nuevas funciones. Bueno, cargamos lo que más pudimos y cerca de las siete de la tarde íbamos cruzando el puente sobre el río Claro de Talca en dirección al oeste. Mundo, observando sin duda nuestra preocupación, al mismo tiempo que fumaba su segundo cigarrillo, nos motivaba y agregaba que nos iría bien y que muy pronto nos acostumbraríamos, porque la gente era muy respetuosa, cariñosa y solidaria en toda la comuna de Curepto. Llegamos a Pencahue, pueblo rural de la costa talquina y que nosotros conocíamos. Más allá, para mí y mi mujer, todo era novedad, aunque la oscuridad de la noche llegó y nada podíamos diferenciar del paisaje. Una hora después, habiendo avanzado cerca de 60 kilómetros, aún lejos de Curepto, Mundo señaló que

Servicio Nacional del Adulto Mayor 225 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

doblaríamos hacia el norte en un lugar llamado Deuca, distante a 8 kilómetros de Rapilermo, primer destino a cubrir. A nosotros nos pareció una distancia mucho mayor. El camino era angosto, con subidas, bajadas, curvas y más curvas, hoyos y más hoyos, zanjas. La camioneta se inclinaba y nosotros con ella. Mundo igual fumaba, de repente lanzaba alguna chuchada y bajaba la velocidad, pero nada le detenía, nada le sorprendía, ni los conejos que se cruzaban ni los perros que ladraban, ningún sonido le asustaba, más aún, bordeaba el estero del lugar. Nosotros no sacábamos el habla. Luego de una curva algo más ancha, detuvo la camioneta y toco la bocina, tres veces, algo así como musical. “Esperemos”, dijo. De nuevo repitió el bocinazo melódico. Los perros ladraban como asustados. Estaba oscuro, muy oscuro. De pronto, una luz de linterna y una voz fuerte. —¡Hola, hola! ¿Quién es? —Mundo exclamó. Se escuchó abrir una puerta, se encendió otra luz y se escuchó una invitación a bajarse del vehículo. —¡Adelante compadre! —se escuchó una voz. La verdad, fue un descanso espiritual. Mundo nos presentó como los nuevos profesores de Estancilla. Nos hicieron pasar, una amabilidad excesiva, un afecto cordial. —Pasen, pasen, están en su casa —nos dijo el anfitrión. Pronto llegamos al fogón de la cocina. Allí estaba la familia, un matrimonio, un niño y dos niñitas, muy atentas, muy risueñas, estaban contentos. Nosotros, ni hablar, sólo agradados ante tal recibimiento. Luego nos invitaron a tomar once: pan amasado, café de trigo o té. Así pasó rápido la hora, y mientras tanto nuestro primer anfitrión agradeció las atenciones y rechazó la invitación a dormir pues

226 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

debíamos continuar el trayecto hasta Rapilermo Alto, lugar donde le esperaba su familia. —Bien —dijo Don Juan Elías, el dueño de casa—. Entre su camioneta. Yo ensillaré el caballo. ¿Saben montar? —Un poco... —algo así respondimos, mirándonos con mi señora. Ahí nos dimos cuenta que faltaba aún camino por recorrer y caminando escuchamos: —No se preocupen, no se asusten, es un tramo corto y el caballo es para cruzar el estero, en Quebrada Verde, pues hay que cruzarlo a caballo, además la noche está clarita, tenemos luna llena y, a pesar de la lluvia, las aguas son tranquilas. Salimos al patio, monté a caballo y mi señora atrás. Apreté la mano de María, sintiendo una cálida respuesta y un abrazo que abrigó mi espalda. —Vamos —dijo nuestro amigo y empezó a caminar delante de nosotros. Yo pensaba, entre otras cosas, que Mundo era extraordinario. La noche aclaró, increíble la luna llena... nunca la vi más grande y hermosa, tan majestuosa y tan amiga. El trayecto, más que camino era un sendero rural. Conversábamos los tres, aunque no se crea no sentíamos miedo. Sólo se asomaban interrogantes. De pronto, en silencio, escuchábamos sonidos de pájaros, también conejos, liebres, culebras, ladridos de perros. Mundo nos contó que por allí habitaban zorros y zorrillos, también chingues. Llegamos al estero y allí me acordé de un cuento que mi madre, cuando yo era pequeño, me había contado, pues lo que había que hacer para cruzar el estero era igual que el cuento. Primero crucé el estero con mi señora, el caballo conocía el trayecto, me dejé llevar. De algo me sirvió haber trabajado en otros campos y en otros trayectos; el caballo en algunos metros nadaba.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 227 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

“¡Qué tremenda mujer!”, pensaba. Debía dejarla al otro lado, sola, con los ladridos de perros y otras cosas. La verdad, me imaginé cualquier cosa. María me tranquilizó y me dijo que todo saldría bien, nos besamos y volví por mi amigo. Cruzamos y él indicó que faltaba muy poco y que llegaríamos luego, ya que había escuchado el ladrido de uno de los perros de la casa de su papá. Ayudé en lo que pude, mientras mi señora disfrutó de la compañía de la mamá de Mundo, deleitándose al observar sus tejidos, frazadas y mantas de su telar. Más aún, era experta en teñidos de lanas e hilos con hierbas y plantas del lugar. Al finalizar el almuerzo, Mundo nos señaló que reanudaríamos nuestro viaje. Agradecimos y partimos, sólo mi señora montó a caballo. Al llegar al estero nos sorprendió que la laguna hubiera sido reemplazada por un poco de agua deslizándose lentamente, tanto así, que cruzamos caminando por las piedras y rocas. De nuevo agradecimos a los dueños de casa donde quedó la camioneta la noche anterior y emprendimos viaje en el vehículo. Siete kilómetros en dirección noroeste, por un sendero, pues, la verdad, no le puedo llamar camino. La camioneta recibió un trato horrible, incluso hubo que cruzar el estero muy pedregoso del “bajo”, donde aflojaron las amarras de la moto, rompiendo sus intermitentes. Por fin llegamos a la casa del señor Espina. Mundo saludó en nombre de su padre y entregó algunos encargos. Luego narró y comentó acerca de nosotros. Don Eduardo Espina nos saludó amigablemente, agregando que para llegar a la escuela faltaba subir el último cerro, sólo caminando. Las cosas se podrían llevar en carreta. Para ello llamó a un ayudante y le ordenó preparar la carreta para llegar a nuestro destino.

228 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Abrazamos y agradecimos una vez más a Mundo Letelier por su gran generosidad. Sin duda, entendí que, además de cumplir su labor docente, era una persona involucrada con su comunidad, dispuesta a ayudar y servir a personas de su entorno. Fue un aprendizaje para la vida. Emprendimos nuestra última etapa que finalizaría, según nos dijeron, al atardecer.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 229 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

PARRAL Mi ángel de la guarda tenía el pelo blanco

GUILLERMO LABRA NAVARRETE (88 AÑOS)

—Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares, ni de noche ni de día. —Y… ¿de a dónde sacaste eso? —Mi mamá me lo hacía repetir cada noche cuando nos iba a acostar. —¿Y a ti, tu mamá nunca te lo enseñó? Bueno, ahora que vas a cumplir sesenta años, te lo digo yo. —Ya, está bien, pero acuérdate que tienes que escribir lo que has hecho en tu vida. —Claro, pero es difícil. Ahora que voy para los noventa miro para atrás y me siento como angustiado. De una cosa estoy seguro: para mantener nuestro hogar hice lo que pude. La duda que tengo es si fue lo suficiente. —Papá, no tienes que ser tan severo ni tan injusto contigo. Recuerda tus años de trabajo y tendrás otra opinión. —¡Uf, qué cosa tan larga es la vida de uno! ¿Por dónde empiezo? Vamos. Diecinueve años Entro a trabajar en un banco. Veinticuatro años Nos casamos con tu mamá. Antes de los treinta años ya teníamos

230 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

a la Marité, a la Paulina y a tí. Veintiocho años. Como el sueldo bancario no era mucho y tu mamá dejó su trabajo para cuidar a las niñas, ella con su antigua jefa consiguió que me pusieran a prueba como periodista deportivo en el diario La Patria. —¿Y el banco? Seguí en el banco de las nueve de la mañana hasta siete de la tarde. De allí me iba al diario y ahí me quedaba como hasta las diez u once de la noche. Eso duró hasta 1962. Lo curioso del caso es que salí bueno como periodista y a los cuatro meses de trabajo ya era jefe de la sección deportes. En el intertanto naciste tú, justo después del terremoto del sesenta. Con la casa medio en el suelo nos fuimos a Chiguayante. Éramos una familia de luchadores. Teresa era una madre formidable. En todos esos años nunca olvidé a mi ángel de la guarda. Te voy a decir que una noche ¡lo vi! No sé si fue en el sueño o medio despierto, pero lo vi. ¡Y tenía el pelo blanco! Treinta y dos años Salió el arancel de los periodistas. Yo, como jefe de sección, me hacía un ingreso mayor sumado lo del banco y el diario. “¡Chao jefe!”, le dije al agente del banco y renuncié. Y, para mejor, como me había hecho un nombre como periodista me contrataron en la empresa periodística El Sur. —O sea que todo marchaba bien... Sí, pero la inflación caminaba más rápido. Así que... ¡a la radio señor! Hacíamos noticias a la hora, programas dominicales y transmisiones deportivas. Treinta y tres a treinta y nueve años Diario y radio. Vivíamos bien. Nos cambiamos de nuevo a Concepción, ya no era redactor deportivo, era el primer redactor de crónica local en el diario Crónica. Me gané tres años seguidos

Servicio Nacional del Adulto Mayor 231 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

el premio al mejor redactor, compitiendo con los colegas de El Sur, que era el diario grande de la región. A ese paso iba para cargos superiores, como ser jefe de informaciones, pero trajeron a otro colega de Santiago. Así fue como a fines de 1969 renuncié y me fui a Huachipato. —¿Te recomendaron, te apitutaron? No, no te rías por lo que te voy a decir. En Huachipato me conocían los dirigentes deportivos. “¿Quién es ese Labra?”, preguntó el jefe de Bienestar. “Mira, es el que viene a ver los partidos a Las Higueras... ese bien vestido, bien cortado de pelo, pulcro, siempre caballerito y respetuoso”, fue la respuesta. Treinta y nueve a cuarenta y ocho años —¿Qué hiciste en Huachipato? Trabajé en divulgación industrial, donde fui jefe, después en recreación industrial, donde también fui jefe. Cuando me fui de Crónica el director, en sus palabras de despedida, dijo: “No se apenen, a Guillermo lo mandamos solamente a préstamo a Huachipato». En recreación industrial hice hartas cosas con mi personal: cursos de natación; campamentos de verano; un refugio en la cordillera de Chillán; atención de visitas especiales como Salvador Allende, Fidel Castro, Augusto Pinochet y delegaciones extranjeras; reglamento para el uso del terreno del sindicato en Quillón; acuerdo del club deportivo Huachipato y el sindicato para ocupar el gimnasio, para que así los trabajadores jugaran baby-fútbol durante el día; supervisión permanente de todas las instalaciones deportivas del club (seis canchas de fútbol, cuatro canchas de tenis, pista atlética, camarines, casino); cursos de karate, etcétera. Y en mi último año, junto a mi subjefe organizamos la fiesta de

232 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Navidad con quince mil personas en el estadio. —¿Alguna cosita más? Sí, mis dos viajes a la isla Guarello (1.000 km al sur de Talcahuano y 500 km al norte de Punta Arenas) con sus correspondientes pasadas por el Golfo de Penas y el Corcovado. El segundo viaje, hecho en muy malas condiciones, determinó mi partida de Huachipato en 1979. Otra cosa especial. El director de Crónica, a comienzos de 1974, me llamó para que volviera al diario como jefe de deportes. ¿Voy a dejar Huachipato? ¿Para qué? Trabaja allá en el día, y en la tarde pasa al diario (doble pega de nuevo, y doble sueldo). Mi ángel de la guarda me seguía amparando. De eso estaba seguro. Cuarenta y nueve a setenta y dos años —Pero al salir de Huachipato quedaste con un sueldo... ¡No señor! Asumí altiro como secretario ejecutivo del Consejo Local de Deportes de Talcahuano. Humilde pega, pero ganaba apenas algo menos que en Huachipato. Allí me encontré con gente buena. Como la Universidad Católica de Talcahuano funcionaba en el edificio del Consejo, conversamos con el rector y con el gobernador de Talcahuano; recuperamos La Tortuga y dos gimnasios talleres para las asociaciones de pimpón y de boxeo; activamos un club de camping, formado mayoritariamente por mujeres. —Y la carrera de periodista, ¿cómo iba? En 1980 me nombraron jefe de deportes del diario El Sur, y como el sueldo era bueno ¡por fin me quedé con una sola pega! Mi angelito me seguía amparando. —Ese fue un período largo...

Servicio Nacional del Adulto Mayor 233 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Sí, y ocurrieron cosas que no olvido. En 1969 el diario me eligió para una salida a Quito y Guayaquil. En 1984 viajé a Buenos Aires con una selección de futbolistas jóvenes de los clubes profesionales de la región. —La buena vida, ¿eh? Con tu mamá en casa no había problema, pero, pero… —Pero ¿qué? La vida pasa y en 1985 jubilé. Sin embargo, me llamaron de la gerencia y el jefe, en veinte minutos de conversación, me dijo tres veces que cualquiera se iba del diario menos yo... Y seguí dándole. Después llegó a reemplazarme, previo aviso de la gerencia, un periodista joven, y a mí me dijeron que seguiría en la empresa en el puesto que eligiera. Estuve tres años como editor nocturno, desde las diez de la noche era el mandamás del diario; corregía páginas, cambiaba títulos, ponía noticias de última hora, etcétera. —Pero algo más te pasó en ese tiempo. ¡Claro!, en 1995 me llamaron para ser el jefe de informaciones y subdirector de Crónica, que circulaba de nuevo después de un cierre de doce años. Estuve siete años más en la empresa y ahí hablamos con tu mamá y paramos la máquina. ¡Por fin a la casita! —Fue un buen tiempo de trabajo, ¿cierto? Sí, pero bueno, con 17 años ganando la jubilación y el sueldo del diario compramos un buen departamento e hicimos viajes. En 1992 a Tucson, Arizona, a ver a Marité, que vivía allá. De vuelta pasamos a Ciudad de México a ver a Tita, hermana de Teresa. También estuvimos en Bariloche y Mendoza. Con más años hicimos viajes de la tercera edad y conocimos de Arica a .

234 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Bueno, tú sabes lo que sigue: se enfermó la mamá, yo también, habíamos llegado a los 80 años. El tiempo nos pasaba la cuenta. Yo me mantuve, pero mamá se agravó y en diciembre del 2018 la perdimos. Pero, ¿sabes una cosa maravillosa?, un día antes de que ella falleciera recibí un mensaje celestial... ¡se le puso el pelo blanco, muy blanco! Recién me di cuenta que siempre mi ángel de la guarda había sido ella...

Servicio Nacional del Adulto Mayor 235 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA Corina

GASTÓN JAIME CAMPANO VÁSQUEZ (77 AÑOS)

Tras el cierre de alambres con mariposas de fierro entre espinos y romeros se encontraba su viñedo de uvas como los cielos. Unas manos arrugadas bendecidas por los años era el trofeo de antaño, de la sencilla Corina. Sola como la colina atajando todos los vientos hizo salir sarmientos con racimos florecidos. Ochenta años vividos en el polvo de la viña le puso tono a su vida, con ese color café en su piel envejecida. Espero que en la otra vida te premie el Dios de los cielos y tengas un viñedo con ángeles de colores al igual que tus racimos prendidos de esos soles.

236 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA El reencuentro (Después de 50 años)

YOLANDA PEÑALOZA FLORES (72 AÑOS)

Déjà vu... “Encuentro con él en una galería”. Queridas compañeras y queridos compañeros: Me dirijo a ustedes para compartir algunas cosillas que son imposibles de conversar con cada uno en tan poco tiempo. La emoción de vernos hace que las palabras vuelen y no se detengan, por lo tanto, decidí contarles qué me pasa con este “Reencuentro”. Hace algunos meses, miraba con dificultad una vitrina en la galería de la 1 Sur con 1 Norte, cerca del café El Grano. Sentí que alguien me miraba intensamente, me sonrojé y pensé: “iUy, parece que estoy pinchando”, pero… ¡falsa ilusión! Volví a la realidad cuando una voz algo varonil y algo temblorosa me susurró: —¿Te conozco?, te encuentro cara conocida. —Sí, del liceo nocturno, nosotros estudiamos con la señorita Mitzi Moraga. —Sí, qué buena onda la profe, cariñosa y entusiasta, a pesar de que ella tenía sus regalones ¿o no? (Afloró una envidia). —Oye, te acuerdas del ¿Jaime Torres? Ese chiquillo tan inteligente y buen compañero, él organiza todo. —Claro, verdad, también me acuerdo de la “Muerte”, cuando caminaba vestida de negro, con sus botines marcando territorio

Servicio Nacional del Adulto Mayor 237 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

y riendo fuerte (un poquito siniestra, quizás para disimular su ternura). —Ah, y el Lolo Mancilla con su dientecito de leche. ¿Lo tendrá todavía? —Y la súper sexy Lina a la que eligieron reina. ¿Qué tiene ella que no tenga yo? (Soy enferma de envidiosa). Todavía estoy picada. —Te cuento que están tratando de ubicar al Serra, al que le costaba mover el brazo para cerrar la ventana. ¡Simpático el flaquito y buen mozo! ¿Cierto, Margarita? —Y las comadres que hicieron la cimarra durante un mes, para ver películas cochinas (Jeanne Moreau) ¡Güenas! —¿Qué será de los Peters?, los hermanos que no vemos hace tantos años. Eran tan parados en las hilachas, por no decir tan re encachados (a mí me gustaba él) pero, si soy sincera, todos mis compañeros tenían un “no sé qué”, nunca me miraron, sólo a la Una (¡qué rabia!). —Me gustaría seguir hablando de nuestro curso, mejor te inscribo para ir el 22 de junio, sin faltar. —¡Fantástico! Avísame por favor, quiero ir. —Dame tu número de teléfono, te llamo de todas maneras. —Bueno, ahora sí, tengo que ir a comprar los remedios para la próstata porque me hago a cada rato, tengo el corazón como la… me duelen las piernas, se me pierde la plata, se me cae el pelo, tengo la presión alta y... Lo interrumpo para suavizar el momento. —¿Y cómo está tu corazón? ¿Alguien te quiere mucho? —Uf, aquí sí que estoy fregado, tengo una doble jubilación, estoy para la c…

238 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

—No te preocupes, no es para tanto, yo te veo regio (mentiras verdaderas) y pronto estarás como nuevo, anda a buscar tus remedios. —¡Gracias!, me despido, ha sido un placer. —Adiós ¡Cuida tu monedero! —Me devuelvo y le digo—: Perdona, ¿cómo te llamas? Se acercó lentamente a mi oído y susurró su nombre. —¿Y el tuyo? —me preguntó. Me acerqué a él y con mi voz más sexy musité mi identidad. Un leve temblor en su cuerpo transmitió su emoción. P.D. No le avisé, olvidé su nombre y perdí el teléfono. Perdón, perdón. Recuerdos agarrados al calendario. “Los calzones rojos”. Pasaron los días y alguien me habló de volver a juntarnos, inmediatamente reflexioné: ¡Chu...!, ¡cómo voy para verme más regia! (A lo mejor me eligen reina. Sigo envidiosa de la Lina). Revisé mi clóset. Elegí unos zapatos con tacos altos, un vestido muy lindo con algunos añitos, unas medias caladas y translúcidas muy provocadoras y un echarpe con brillitos. ¡Con esta pinta mato! Luego el frio activó mis neuronas —aún me quedan— y humildemente seleccioné: mis calzones de lana rojos, mis medias negras con piernas completas, la camiseta térmica de uso diario, los zapatitos bajos que acarician mis callitos al caminar, además me sirven para no caerme en los escalones. Y aquí estoy, con ustedes, “muy abrigadita” y cerca del baño (por si acaso). Igual, hoy me siento tan feliz con todos (as) —menos con una—

Servicio Nacional del Adulto Mayor 239 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

y retrocedo a la época en que teníamos menos conciencia y nos creíamos capaces de cambiar este insólito mundo. Era el espacio de los amores y desamores, pero también para rememorar una romántica historia que perduró con los años. ¿Se acuerdan cuando en los pasillos, salas y patios se escuchaba una voz femenina que preguntaba dónde está mi amado? ¡Claro! Era ella, se encontró con su adorado príncipe y fueron felices, comieron perdices, llegaron hijitos (as) nietecitos (as) y además acogieron perritos y gatitos, que los hicieron aún más dichosos. ¡Qué lindo!

240 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA La vida

MARIA MUÑOZ GALLEGOS (78 AÑOS)

Mi vida Pensaba Azucena hace años; en mi juventud y primera madurez, mi principal preocupación era conseguir una mejor calidad de vida, económica y socialmente. Pero veía que aquello era ajeno a mí, pero últimamente me he arriesgado y ha sido un placer y un privilegio escribir estas líneas refiriéndome a la vida, mi vida. La vida es un proceso dinámico: nacer, crecer, educarse, enseñar, no importa en qué rubro, porque toda persona tiene el arte de enseñar, formarse, organizarse e ir descubriendo por dónde va la vida. ¿No estará en este proceso el nacimiento del amor a la vida para cultivarlo día a día? Antes que nada, el primer derecho de la persona es el de existir; la grandeza de los padres consiste en ser cooperadores de Dios en la creación. Cada uno de nosotros debe ser un “yo” una individualidad distinta y reconocida por “otros”. El punto central del bien querer, del amor, es el respeto; y ese respeto comienza por la justicia, elevándonos hasta la caridad que dice: “Quiero que existas, quiero que te desarrolles”. Para esta actitud de caridad es preciso despojarse del “yo” egoísta, de lo contrario las vías de comunicación con el “otro” quedan interrumpidas. Pero en la vida no nos gusta ser uno entre muchos o un número, como a veces ocurre en algunas reparticiones públicas: nos entregan una

Servicio Nacional del Adulto Mayor 241 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

ficha con un número y somos llamados por un número. Se siente en lo más íntimo el odio que nos brota, esperando ansiosamente, con el rostro sombrío, la hora de salir de esa situación impersonal. Pero, por esas casualidades, ocurre que el funcionario reconoce la falta y nos trata familiarmente, llamándonos por nuestro nombre y no por un número. Todo lo consigue un nombre, la simple formulación de nuestro nombre. El objetivo de la vida es lograr el esplendor de las personas y no el perfeccionamiento de las cosas, alargar la vida, pero sí cultivar la sabiduría. El amor es vida El amor es unión e integración, es el sentimiento de unidad con el otro. Este amor, al amor es la base del amor: a la pareja, al amigo(a) a la familia, a la naturaleza, es todo. ¡Qué grande es el corazón de la madre que sabe dar sin exigir, que sabe renunciar al egoísmo, que se eclipsa y que no ata a los hijos, sino que soporta el dolor de verlos partir hacia la vida! El espíritu alegre hace florecer la vida, el espíritu triste seca los huesos. La perfección está en la plenitud del amor, y donde está el amor está la alegría. La felicidad es el fruto del amor, quien no ama, nada alcanza y en nada se alegra. Mientras más arda nuestro corazón en el amor de Dios, más orienta nuestra vida. Azucena dice: para mí esta es la vida y mucho más; descubrámosla y cultivémosla.

242 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Mi Vida Azucena ha tenido una vida de ir y venir de un lugar a otro con la familia; padre ausente. Conocer otras ciudades, aunque en el mismo país (Chile) pero con diferentes costumbres, e incluso diferentes acentos de expresión. Con altos y bajos, pero ¿quién no los tiene? Todo lo que brilla no es oro, pero se va aprendiendo a valorar y a valorarse. Llega el gran descubrimiento de infancia, con mucha emoción, pero a la vez con miedo; la separación de madre e hija, por la entrada por vez primera al colegio (primer año con siete años), a un colegio de monjas, congregación adoratrices. Era como empezar una nueva vida totalmente diferente. En esos tiempos no existía prekinder, ni kinder.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 243 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA Mi historia...Tu historia

SOFIA LETELIER JIMENEZ (76 AÑOS)

Estando de novios con mi esposo de toda la vida —46 años—, uniéndonos un día 11 y 12 de enero de 1973, quiero tomar un extracto de las que fueron nuestras dos únicas cartas que intercambiamos cuando viajé a Santiago. Sgto. 08-XI-1972. Mario mío: En estos momentos en que mi pensamiento es todo tuyo, te hago llegar esta misiva que te lleve el mensaje del amor más grande que siente todo mi ser por ti. Sólo pensar que esta tarde no estaré contigo, me deja una sensación extraña y en esta distancia tu recuerdo se hace más intenso. Te amo tanto Mario ¿sabes? Quisiera cerrar los ojos y al abrirlos que estuvieras junto a mí. ¡Sueño imposible! ¿No?, amor mío, mi corazón está lleno de ti y mi vida es toda tuya. Sofía. Talca, 11 de 1972 Mi amada Sofi: En este instante en que el recuerdo de la nostalgia se apodera de mí, quisiera con estas palabras bellas y arrogantes por medio de esta esquela, que es el enlace momentáneo de nuestro amor, pero perdurará para toda la eternidad según nuestro deseo sublime y sin fin de querernos más allá de lo imaginado. ¿Verdad vida mía? Felizmente pronto estarás en mis brazos junto a mí y besarnos una y mil veces sin detenernos jamás. Cuando nos despedimos quedé con un vacío enorme en mi vida, quisiera decirte que eres el cielo, las estrellas, el sol y la luna para tu belleza sin igual, pero hay otras

244 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

que solo te las diré mirándote a los ojos. Chao vida y cariño mío. Te ama. Mario. Cuando nos casamos, ese día me planté mi primera llorada en el Registro Civil, porque mi hermano Goyo no apareció nunca para ser testigo de nuestro matrimonio, al que asistimos sin familiares por distintas causas de fuerza mayor. La ceremonia era a las 9.30 horas y la jueza no nos quería casar. Mario tuvo que salir a buscar a un amigo que vivía muy cerca de este servicio. Yo era un pajarito que no sabía qué hacer, porque además la jueza me apuraba a mí, muy molesta por esta situación y, lo que era peor, al otro día teníamos la hora en la iglesia. Al final decidió que procedería al inicio del matrimonio. Indudablemente, con el nerviosismo quedé anonadada y no hubo esa complicidad y alegría que toda novia siente en todo su ser. Y esta historia comenzó cuando llegué trasladada de Linares a Talca por enfermedad de mis padres. En ese entonces Mario pasaba a buscar al Goyo para sus carretes de fines de semana, y un día me dijo: “Dile al chico que tengo una picada”. Cuando el chico llegó, se quedó conmigo conversando y nos reímos mucho. Y nació esa pequeña comezón y donde nuestros ojos brillaban y germinó esa atracción del uno por el otro; y antes de retirarse me hizo una invitación formal para salir con él. Esta situación explotó en mi hermano una furia loca, incluso llegó a decirles a mis papás que no me dieran permiso. Pero el día de la cita salí con él y con mi corazón agitado, latiendo fuertemente. Bueno, de ahí vinieron muchas citas más y mi hermano me decía cosas muy ofensivas y ya la amistad de ellos nunca fue igual. Nos casamos al año de salir los dos, y ya las cosas también se ablandaron, pero nosotros experimentábamos muchos altibajos.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 245 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

A poco andar, a los casi tres años, llegaron a nuestro jardín de ensueños dos rosas maravillosas que nos llenaron de encantos en todas estas primaveras; y muchos años después, llegó una rosita, nuestra única nieta a endulzar más este hogar. Nuestra vida en conjunto tampoco ha sido miel sobre hojuelas, existen los enojos, los reproches, la falta de comunicación, de afectos, de tocarse, ser más de piel. Esto pasa porque muchas veces los problemas de toda índole superan el carácter de cada uno, y los dolores y sufrimientos nos abaten y aniquilan por situaciones de nuestro entorno. Y así, componemos una sucesión de lecciones que deben vivirse, experimentarlas para que el pasaje de nuestro tiempo sea una conquista tomados de la mano. Pero los hechos más difíciles fueron cuando Mario quedó sin trabajo y cuando lo vi completamente derrumbado. Mi decisión de ese momento fue cambiarnos de nuestra casa, arrendar otra pequeña, y pagar el arriendo y el dividendo con este ingreso, lo que en parte menguó los años siguientes para poder salir y avanzar paso a paso. Esta situación se estabilizó como a los siete años después. El proceso más difícil de nuestra existencia fue el fallecimiento de nuestra primera rosa. Decir que el tiempo todo lo cura… cuesta, y cuesta muchísimo salir. Las hojas del calendario corren y nos sentimos estancados, porque este dolor paraliza, pero se sobrevive con este duelo intenso. El sentido de nuestra vida hoy día es comprender y descubrir, en las cosas pequeñas y cotidianas, lo que nos tocó vivir, sobre todo en esta edad madura (a dos años y dos meses de su partida). La fortaleza es su recuerdo, su alegría, su optimismo, su amor y su entrega incondicional para su familia. Ese legado nos hace encontrar un oasis en medio del desierto y decirle sí a la vida, sin dejar de olvidarla. Y el tiempo nos ha demostrado que jamás se apartará, porque esa rosa maravillosa habita en la mente, en el espíritu y en el corazón de quienes la adoramos.

246 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Y uno aprende a construir caminos en el hoy y en el mañana, que se ha forjado y se ha plantado en nuestro propio jardín con muchos desvelos, siendo el empuje tenaz, fecundo, obtenido a través de la confianza, el consuelo, la mesura y la humildad en estos 46 años de marido y mujer. En este mundo somos el palpitar que vibra con temblores de aleteo, de susurros, de ensueños que se entremezclan subyugados cuando la noche llega, en que vemos lejana nuestra juventud del ayer. Pero está en nosotros esa juventud plena, que también tiene vigor, que arde como siempre en los ojos. Esa luz que no se apaga y donde el maestro de la tibieza es la travesía templada de nuestro amor maduro. Y con los sueños volando y con el viento susurrando verán las caricias que hemos compartido en este trayecto de vida y donde cada edad tiene su placer. Yo soy…Tú eres. Y hoy, en este tránsito, tengo el amante, el amigo, al que vela por mí, el que me apaña en todas las cosas y en todo lo que hago, y que le gusta que sea así. Y seguimos aquí, en este viaje fantástico, como el primer día cuando sellamos con esas dos cartas nuestro amor por toda la eternidad. Y aquí estamos, con la piel que se nos arruga y el pelo que se nos vuelve cano, siempre juntos, como los enamorados que hemos sido, aun cuando una sombra recorra nuestra alma, porque somos fuente de fortaleza. Tú eres…Yo soy.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 247 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

TALCA Un día en el hospital

MARÍA CASTILLO ROCO (79 AÑOS)

Cuántos sentimientos apareciendo. Cada persona es un mundo desconocido, Aquella que vive en aras de la vida O buscando sueños que se han ido.

Cómo poder cambiar el mundo Donde enlazando nuestras manos Seguimos el camino, A veces llenos de innumerables tropiezos Compartiendo con esperanzas anhelos del destino.

Tanta pena, tantas amarguras en el camino Sentirse en un mundo lleno de llantos y desolado Viviendo es espacios tristes y vacíos Con tantos sueños destrozados.

Las esperanzas decayendo silenciosamente, A veces a causa de sueños sin almas Aquí donde hay gritos de auxilios En este mundo que a los sordos llama.

Cómo ser un poderoso… Con el corazón en la mano mitigar un lamento Enjuagar una lágrima de auxilios Entregar paz a ese grito en el desierto.

¡Oh Dios mío! ¿Por qué tanto sufrimiento? Dios mío, ten piedad de aquel hermano Que gime de dolor, angustia y tristezas,

248 Servicio Nacional del Adulto Mayor CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

Que busca en la soledad algún samaritano.

Por Dios, cómo olvida tantos lamentos De dolor, soledad y olvido Dónde está aquel hijo tan ingrato Que sus padres hoy, ¿son sólo desconocidos?

Pero en esta soledad de la vida Los seres amados llenos de angustia y ternura Le entregan a Dios sus sufrimientos De impotencia ante un mundo de locura.

Servicio Nacional del Adulto Mayor 249 CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO 2019

250 Servicio Nacional del Adulto Mayor EL AUTO DE MI TÍO (Pág. 11) EL PRIMER AMOR (Pág. 161) PRIMERA MENCIÓN HONROSA 2020 Internacional: España 1RA MENCIÓN HONROSA 2019 ROBERTO AVENDAÑO ROJAS Ramón Llanes Domínguez (71) MARÍA CRISTINA CARO MOYA (66 AÑOS) Semblanza de los días azules Confieso quehevivido Concurso Literario Autobiográfico Región delMaule-SegundaEdición Compilado Años2019-2020 SENAMAGOB senama.gob

CONCURSO LITERARIO AUTOBIOGRÁFICO CONFIESO QUE HE VIVIDO Región del Maule 2019-2020 Confieso quehevivido Concurso Literario Autobiográfico Región delMaule-SegundaEdición Compilado Años2019-2020