María La Grande: Remembranzas De Una Cantinera
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75 Pág CRÓNICA MARÍA LA GRANDE: REMEMBRANZAS DE UNA CANTINERA RESUMEN n esta poca donde est tan de oda el tea de la igualdad de gnero recordaos a ueres ue coenaron a orar un destino dierente dentro de una sociedad en ue el rol eenino estaba atribuido al ueacer de la casa y al cuidado de los hijos preferentemente y limitada incluso en el aprendizaje. or esto se relata la istoria de las tantas ueres ue se ganaron un sitial en la istoria nacional por su eroica participacin en la uerra del acfico doa ara uiteria are cantinera del regiiento de nea MARIA SOLEDAD ORELLANA BRICEÑO Profesora de Historia y Geografía, Licenciada en Educación e Historia, Universidad de Playa Ancha. Diplomado en Estrategia y Gestión de Crisis y Magíster en iencia oltica ntegrada con encin en nlisis Político, Academia de Guerra Naval. Alférez de Reserva del rcito soledadorellanagailco Cantinera, Guerra del Pacífico, ejército, 2º de línea, Tarapacá, Lurín. Revista de Marina Enero - Febrero 2020 76 Pág servicios ayudando con los heridos en los regimientos y batallones. Una de esas tantas cantineras era yo. Si CRÓNICA bien nac en llapel en cuanto supe ue el Ejército necesitaba costureras para acer uepes e dirig asta ntoagasta La guerra ya había cobrado cientos de ctias a pesar de ue slo aban pasado nuee eses desde su inicio por lo ue era necesario ir en ayuda de nuestros soldados. leaba tan solo una aleta peuea con algunas prendas de vestir, hilos, agujas, tijeras, pero mi corazón albergaba una gran irtud la del patriotiso l desebarcar en auel rido puerto pude apreciar ue la guerra no tiene aspectos generosos. Mientras numerosos hombres y ueres se incorporaban al conicto otros regresaban a Chile heridos, sin algunas partes de su cuerpo, o algunos en cajones transportados por sus propios camaradas. uella escena lgubre e conoi completamente y estremeció mi cuerpo, pero no amilanó mis ganas de ingresar a algún regimiento. l principio e instal en una peuea casa donde las tropas chilenas enviaban sus uniformes para remendarlos y arreglarlos entro de todo ese ueacer María Quiteria Ramírez militar conocí a Irene Morales, una viuda de tan slo aos ue era cantinera del de nea ra tan slo una nia e orra el ao a el rcito contó de sus aventuras en Antofagasta y de chileno se encontraba ocupando cómo la descubrieron a pesar de haberse Cterritorio enemigo. Las noticias cortado el pelo y tratar de tener modales de la muerte de Prat y sus hombres aún asculinos u anera de rernos con palpitaba en los corazones de todos los rene ue iportante sonrerle a la ida cilenos cua accin eroica oti a ue en auellos oentos donde el dolor la cientos de compatriotas acudieran a los aiccin era pan de cada da unue no cuarteles o al mismo muelle de Valparaíso siepre estbaos en el iso lugar nos a enrolarse en las filas del Ejército o la transformamos en grandes amigas. Armada, incluyendo a niños y mujeres. ara a rande eebranas de una cantinera eebranas a rande ara Por ese entonces conocí también al Antofagasta se había establecido como teniente coronel Eleuterio Ramírez Molina, centro de operaciones del Ejército del coandante del regiiento de nea Norte, y allí desembarcaban los nuevos Era un hombre muy educado e ilustrado, soldados llenos de patriotismo y ansiosos incluso e coent lo eli ue estaba por defender el nombre de Chile. Pero los de ser abuelo s encia padrino de barcos no sólo transportaron a hombres su nietecita. Conversé con él varias veces nios parte de esa tripulacin estuo y le manifesté mis ganas de ser parte del integrada por ueres ue ueron llaadas rcito a lo ue l respondi ara a eres cantineras o ianderas ue prestaron del rcito de ile pero uieres ser parte M. Orellana Revista de Marina Nº 974, ISSN 0034-8511 77 Pág detuvimos para acercarnos a un joven de barba ue lleaba carreteras siilares a la del coandante are uien le dio “Bartolomé, ella es María, nuestra cantinera”. CRÓNICA “Bienvenida a este glorioso regimiento” contestó, mientras extendía su mano para saludarme y yo respondía tímidamente. Era el teniente coronel Bartolomé Vivar, segundo comandante. Fui presentada al resto de las tropas, me hicieron entrega de una caueta para ue la arreglara y pudiera usarla como parte de este regimiento. pidaente tue ue aprender trinos ilitares por eeplo ue la caueta se llaaba guerrera ue el gorro era ep ue la corneta era clarn ue tabin se entregaban rdenes con ella ue el atagn no era espada entre tantas otras cosas ue ui aprendiendo en pocos das Irene Morales, cantinera del 3º de Línea durante la Guerra del Pacífico arcaos acia isagua puerto ue por ese entonces era peruano. Mientras los barcos llegaban a la costa las balas de i regiiento a erdad no s ue provocaron heridas y muerte a su paso. Este cara puse en ese momento, reaccionado desembarco fue una gran acción de guerra únicamente cuando clavé una aguja en mi ue periti toar el lugar pero ue i dedo. “or supuesto ue s coandante prueba de uego al tener ue ir entregando respondí, y a partir de ese entonces ya auxilio a los heridos, pero también debí estaba en las filas del de nea pasar por el lado de los ue orendaban su ida por la atria o ue e toc iir Tomé mi maleta y me fui con él hasta all no ue ni la cuarta parte de lo ue iira el campamento. Algunos estaban en en la uebrada de arapac unas seanas instrucción, otros limpiando los fusiles, después. unos pocos rean uis por alguna ancdotase ea todo tan tranuilo tan De Pisagua pasamos a San Francisco distinto a lo ue presenci en el uelle donde se dio la batalla ue tabin es Cuando pasé con el comandante Ramírez conocida como Dolores. Posterior a eso, me sentí muy observada, y empecé a continuamos avanzando para adentrarnos irar acia el rente porue los nerios en la localidad de arapac donde un sol comenzaron a apoderarse de mí. Nos El 2º de Línea en Antofagasta, donde es posible apreciar dos cantineras ara a rande eebranas de una cantinera eebranas a rande ara M. Orellana Revista de Marina Enero - Febrero 2020 78 Pág abrazador menguaba nuestras fuerzas, pudiendo reponernos con un poco de alimento, agua y descanso. CRÓNICA Esa aparente calma se transformaría en un erdadero olocausto auel de noiebre de cuando tropas del Ejército peruano se enfrentaron a las tropas cilenas i uerido de lnea se vio notoriamente diezmado en dicha uebrada Vamos al matadero n el traecto se aban unido s cantineras al regiiento eonor olar ara a cica coo la apodaron usana ontenegro anuela ea osa onle La gran mayoría de ellas eran costureras, abaos al pas pero todas tuieron un motivo diferente para ingresar a la guerra, desde auellas ue siguieron a algn Teniente coronel Eleuterio Ramírez Molina aor las ue albergaban un sentiiento patritico las ue tenan a su io coo oiiento etrao ue pudiera aectar el tabor del regiientolas conersaciones recorrido. al final de una arca nos audaron a conocernos s a sentir a esta unidad De pronto, a lo lejos, se escucharon coo una erdadera ailia ilitar ue nos disparos; minutos después, vimos a mi albergó sin mayores contratiempos. comandante Ramírez cabalgando hacia nosotros para decirnos ue nuestros La marcha por el desierto se hacía cada vez camaradas ya se encontraban en combate. s agotadora se sol iponente de da aba ue toar las posiciones buscar el frio de noche, a veces causaron estragos un lugar ue pudiera ser utiliado coo en las tropas porue si uno se reriaba enfermería. contagiaba al otro, y así las compañías copletas estaban eneras lo ue os oiliaos rpidaente conllevaba un retraso en las marchas y encontramos un rancho abandonado en desigualdad física con el enemigo. Los donde podíamos llevar a los heridos. La días a veces se hicieron eternos, pero las batalla se hacía eterna, e incluso en un charlas de María la Chica, o los retos de momento pensamos en una tregua al ver anuela a su io icols alegraron el la retirada de los peruanos ocasin en ue traectono e di ni cuenta cuando a era aproecaos de baar a la uebrada a de noiebre a enos de un es de tomar agua para tratar de reponernos. navidad y lejos, muy lejos de casa. ara a rande eebranas de una cantinera eebranas a rande ara reos ue el enrentaiento a aba La columna en donde estuvo nuestro terinado os euiocaos por copleto regiiento a se encontraba en arapac estbaos en una apacible cala cuando Un silencio estremecedor nos dio la ruidos de caballos y fusil nos sorprendieron. bienenida lo ue no ue una buena seal “¡Volvieron los peruanos!”grit el soldado Mi comandante Ramírez iba a la cabeza, onle ientras trataba de colocarse cabalgando unto a otros oficiales ue sus botas ue se las aba sacado para apenas se distinguían a lo lejos. Nuestra ue sus pies descansaran pero no alcan arca iba lenta pero atenta a cualuier M. Orellana Revista de Marina Nº 974, ISSN 0034-8511 79 Pág CRÓNICA Óleo que representa la batalla de Tarapacá, Aguirre Jaramillo, 1926 museo del Parque Reducto Nº2, Miraflores. Lima a ponerse la del pie iuierdo a ue una pero el apremio del momento no nos bala le atravesó el corazón falleciendo en permitió buscarla. el instante. a no aba s ue acer os soldados Por un momento reinó la desorganización, peruanos, apenas caía un chileno, pero la experiencia de mi comandante lo despojaban del capote, botas y are periti ordenar el ataue la cantiplora a oldn lo leos de defensa, provocando el retroceso de las pronto observé la estrella del estandarte tropas peruanas no sin antes recibir algunos ue arreeta con todas sus ueras en impactos en su mano, pierna y brazo.