Experimento Uruguayo En Blanco Y Negro
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25 watts Sinopsi Assistim a la jornada quotidiana, monòtona i avorrida, de tres joves: “el Leche, Javi i Seva, que es dediquen a matar el temps un dissabte d’estiu a Montevideo. Un día más Quizá debido al éxito de Whisky, nos llega ahora la anterior película, y primera, obra de sus realizadores. Un filme con muchas limitaciones, la primera de las cuales se encuentra en su propio formato original (claramente hinchado para su exhibición comercial, como demuestra el excesivo grano que pose la imagen) y que en su aparente simplicidad (nimiedad, incluso), presenta una propuesta sincera. Se trata de contar la cotidianidad de las vidas de tres aburridos jóvenes a lo largo de un día (más) de su monótona y repetitiva existencia. Vidas, las suyas, paradas, huecas, donde el futuro no significa más que una supervivencia sin demasiado sentido. No hay ni un punto de partida ni tampoco uno de llegada. La escasa luz que iluminan los 25 watts del título expresa con cruel nitidez la nulidad de una sociedad encadenada a no se sabe muy bien qué. Crónica de un día cualquiera. Un día más como los que fueron y los que serán. Tres jóvenes erráticos deambulando por una existencia escasamente luminosa, dominada por la oscuridad y los tonos grises: el reino de la vulgaridad. Caminos circulares que pasan siempre, a las mismas horas, por los mismos puntos. Existencia sin miras, sin sentido y sin destino. La suya y también la de los que les rodean, independientemente de su edad o situación. Desnuda y triste visión la que nos presentan los dos realizadores. Alrededor de los tres jóvenes vegetan variadas personas. Cruzadas de brazos, solitarias, ausentes, se encuentran ancladas viendo pasar el mundo. La película es como las vidas que presenta: reiterativa en la repetición de palabras, gestos, hechos. La película primará, como lo hará más sosegadamente en la obra posterior, los pequeños gestos. 25 watts es todo un catálogo de minuciosa observación de los detalles mínimos. Ahí está esa vecina siempre día a día sentada a la puerta de su casa, dejando que el tiempo pase, la abuela convertida en un especie de trasto inútil sentada frente a un televisor dormitando, incapaz de saber, no digamos de entender, lo que pasa a su alrededor. O quizá entendiendo demasiado en una desconexión total de cuanto le rodea. Y también están los otros jóvenes, soñando sin soñar en mundos imposibles porque no existen ni existirán. La película muestra de forma casi documental cómo se arrastran los días de unos desgraciados. Seres ni siquiera insatisfechos por la vida que viven, deambulando de allá para acá en busca –si algo buscan– de absurdas quimeras. Infantiles en sus respuestas, incapaces de reaccionar frente a lo que les aprisiona. Extraña fauna que algunas veces deriva hacia el absurdo total. Galería de seres vistos desde una óptica cercana a la del documental. Miradas microscópicas sobre gente extraña que se cruza con otra gente extraña o más bien desconocida, aunque sea prolongación de uno mismo: mapa inconcluso de parajes repetidos. Personajes y situaciones en el límite de una hiperrealidad, tendentes al absurdo, como el dueño de la tienda de vídeo o el (ilusorio) discapacitado. La película es, en conjunto, por su idea, visión y forma, un borrador de Whisky. La forma de estructurar las secuencias, la observación minuciosa de los personajes, la repetición de las acciones, el mimetismo imperante, encierra sin duda un planteamiento lindante con el minimalismo: un ejercicio de estilo, un experimento a dúo sobre los seres y las cosas de un mundo hundido, ausente, sin miras ni encuentros. Lo que aquí se apunta estallará y resplandecerá con gran maestría en el posterior título de la pareja directora. 25 watts es claramente un esbozo imperfecto, pero en el que se apuntan muchas de las posteriores cualidades y calidades. Si hubiera que destacar alguna virtud sobre las demás sería sin duda la ya citada observación precisa de los mínimos detalles dados por largos planos-secuencia: un recreación exhaustiva de todo lo que acontece. Un todo que no es nada. Tal es la (aparente) escasa importancia de todo cuanto se nos muestra. Piénsese como ejemplo de ello en las abortadas llamadas telefónicas de uno de los chicos a su profesora, de la que está enamorado. Ella le rehuye: no le “dice” nada ese joven que además quiere “colgarse” de ella como un niño necesitado de ayuda o defensa. Filme todo lo irregular que se quiera, pero de un gran atractivo. Más interesante por lo que apunta que por lo que es en sí. La repetición está bien cuando tiene un sentido y no para llenar exclusivamente un metraje. Un sentido que sí estaba en las vueltas y revueltas sobre los mismo hechos presentados en el posterior filme. De los errores se aprende y mucho. De ahí que los dos interesantes realizadores uruguayos pudieran entonar una soberana música en la posterior película. Las influencias de estos 25 watts son claras. La máxima sería la de Jim Jarmusch. Aunque también se puede detectar la sombra de algún titulo de Kevin Smith o, quizás por cierta prospección a un descarnado y puro realismo planteado desde los presupuestos del cinema verité, habría que pensar en la primera obra de John Cassavettes o en cierto estilo propio de la nouvelle vague. Aunque quizá tal afirmación pueda resultar excesiva. Lo que no se encuentra por ninguna parte es referencia al cine de Alex de la Iglesia a pesar del guiño que le confiere alguno de los personajes: el dueño de la tienda de alquiler de vídeos lleva una camiseta- anuncio de El día de la bestia. Con todos los peros e insuficiencias, nos encontramos ante una película muy digna. Sin duda, un excelente aperitivo ofrecido a los cinéfilos-comensales antes de proceder a degustar el excelente plato que era la posterior Whisky. Adolfo Bellido http://www.encadenados.org/n49/049retornoalpasado/06sinperdon.htm 25 watts Experimento uruguayo en blanco y negro Dentro de la escasa filmografía uruguaya 25 watts sorprendió con sus premios y su buena acogida en los distintos festivales por donde transitó (premiada en Rotterdam, y en Buenos Aires, Premio FIPRESCI y Premio a mejor actuación masculina compartida por sus tres protagonistas). El vacío existencial de tres jóvenes es el nudo de este film de los jóvenes realizadores y guionistas Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, que aunque tiene mucho de experimental, parece ser un buen primer escalón. Apoyados en el ahora popular Daniel Hendler (comerciales de Telefónica, “Esperando al Mesías”) aquí bautizado como “El Leche”, en Jorge Temponi (Javi) y Alfonso Tort (Seba), el film descansa en las lentitudes del no hacer nada como modo de vida. Las preocupaciones de Leche son haber pisado mierda de perro, un examen de italiano, un amor adolescente. Javi trabaja a disgusto manejando un auto con parlantes, no soporta a su jefe y su novia Maria no lo soporta a él. Seba es el más callado y extraño al que le pasan las situaciones inexplicables. Un día en la vida de tres pibes de Montevideo, un sábado de verano. Ni mucho más, ni mucho menos. Juan Trasmonte (desde Rio de Janeiro) SOBRE LOS DIRECTORES Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll nacieron en Montevideo, Uruguay, en 1974. Empezaron a trabajar juntos mientras cursaban estudios de Comunicación Social en la Universidad Católica del Uruguay, donde ambos se licenciaron en 1999. Desde entonces han trabajado en forma conjunta como guionistas y directores de varios proyectos audiovisuales. La financiación de "25 Watts" merece una película aparte Cómo hacer cine en Uruguay no morir en el intento Actores que trabajaron a cuenta de posibles futuras ganancias, técnicos que dedicaron horas de trabajo apostando a un éxito y retorno económico futuro, y tres jóvenes estudiantes empecinados en hacer cine en Uruguay, le dieron a 25 Watts la energía suficiente para transformarse en un proyecto viable. El cine comercial tiene nombres que perfectamente podrían explicar el camino recorrido por Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll y Fernando Epstein, para lograr el financiamiento de la película 25 Watts. Tal vez, Reto al Destino, es uno de esos títulos posibles, simplemente porque para lanzarse a hacer una película en Uruguay hay que desafiar la idea de que el cine nacional no es viable económicamente. Los inicios “Arrancamos pura y exclusivamente por ganas de hacer una película y no por una aspiración comercial. Eramos estudiantes y la primera decisión fue realizar un guión profesional”, puntualizó Juan Pablo Rebella, quien junto a Pablo Stoll fueron los responsables del guión y la dirección de la película 25 Watts. Fernando Epstein, responsable de la producción y edición de 25 Watts, detalló que "estimamos que todo el presupuesto, incluyendo la finalización del video, rondaba U$S 200.000. “ “Iniciamos el camino de recolectar la financiación necesaria para el guión y la realización del video. El Fondo de Ayuda al Audiovisual (FONA), es la gran fuente de financiamiento que las nuevas producciones uruguayas generalmente buscan. El FONA se sustenta en gran parte con aportes de canales de televisión privados, compromisos que adquirieron al ser los beneficiarios con la explotación de la televisión cable. Sólo sacamos una mención debido a que parte del jurado entendió que el guión contenía muchas `malas palabras` para ser emitido en canal abierto”, explicó Epstein. Rebella recordó que "recibimos otras distinciones que nos confirmaban que el guión tenía valor y credibilidad. Nos presentamos al concurso del Instituto Nacional del Audiovisual (INA), donde el guión ganó un segundo premio. Fueron los primeros US$ 750 que obtuvimos para la financiación de la película." Asimismo, en el festival internacional, "Sundance Institute" --que tiene como padrino al actor Robert Redford-- el guión salió elegido entre los cinco finalistas.