LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO: HISTORIA DE LA TRANSFORMACION FALLIDA DE UN DELINCUENTE COMUN EN UN DELINCUENTE POLITICO

Iván Orozco Abad*

NOTA ACLARATORIA 1. CONSIDERACIONES GENERALES

Este texto fue presentado, a manera de ponen­ cia, en un seminario sobre narcotráfico que 1.1. Presentación bajo los auspicios de la Universidad de Oxford (Inglaterra) organizó el doctor Malcolm Deas, La pérdida de credibilidad del Estado, deriva­ durante los últimos días del mes de mayo del da del modo automático, temerario y visible­ presente año. Desde entonces la historia de las mente irresponsable como representantes de confrontaciones y de los diálogos entre el Esta­ los organismos de seguridad le han imputado do y los barones de la droga ha seguido su al narcotráfico los asesinatos de Bernardo curso, llenando de dolores, de sobresaltos y de Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez, sorpresas la vida nacional. Es necesario, toda­ candidatos presidenciales de la izquierda vía, traer hasta el presente el hilo de los acon­ democrática para el período 1990-1994, ha tecimientos para que se complete para el lector cumplido una función positiva en el sentido de de hoy la trama en cuestión. Por razones de alertar a la opinión pública frente a la existen­ espacio habremos de dejar el artículo en su cia de una extrema derecha organizada, intran­ versión original. sigente y arcaizante, dispuesta a impedir a sangre y fuego la solución negociada del con­ Sin embargo, en el convencimiento de que el flicto guerrillero, la articulación de un foco de marco conceptual del análisis y sus puntos de izquierda democrática, y acaso también empe­ vista fundamentales siguen teniendo vigencia ñada en buscar el colapso definitivo del siste­ en la hora presente, creemos que vale la pena ma democrático para sustituirlo, a través de un presentarlo a discusión. Queremos de todas golpe de Estado, por un Estado de Seguridad. maneras compensar, por lo menos en parte, la abrupta interrupción del flujo narrativo y argu- Hoy se discute en amplios círculos si esa dere­ mental con un breve post scriptum sobre el cha efectivamente existe y si representa un sentido y alcance de los mecanismos jurídicos proyecto unificado y jerarquizado a nivel nacio­ de negociación introducidos por la Administra­ nal, o si se trata apenas de una pluralidad de ción Gaviria durante los últimos meses, en proyectos regionales todavía en busca de una materia de narcotráfico. articulación y de una cobertura mayores. Acaso tengan razón quienes piensan que en el * Abogado, investigador del Instituto de Estudios Políticos y momento no existe una sino múltiples conspi­ Relaciones Internacionales. raciones de derecha, convergentes no en el

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sentido de una unidad de inteligencia y volun­ presidente, electo el 27 de mayo pasado, habrá tad sino apenas en términos de su coincidencia de ser muy seguramente la de conservarse vivo funcional desestabilizadora. Más que en pre­ hasta el 7 de agosto, fecha de la transmisión sencia de una extrema derecha articulada nos del mando. encontramos muy probablemente frente a una multiplicidad de violencias de diverso signo Con plena conciencia de la magnitud de la cri­ ideológico y aun desideologizadas, coinciden- sis y del papel desestabilizador que en ella ha tes en su función de estar contribuyendo a una cumplido y puede seguir cumpliendo el narco­ crisis profunda del sistema político, y que con­ tráfico, todos los candidatos de oposición pro­ figuran con ello el medio, el caldo de cultivo, metieron en su momento buscar una salida dentro del cual se puede articular fácilmente negociada al conflicto entre el Estado y los un proyecto unitario y racional de extrema barones de la droga. La idea del diálogo y la derecha. negociación con el narco estuvo, junto a la del diálogo con las guerrillas, en el corazón de la Entonces surge la pregunta: ¿Qué papel jue­ pasada campaña electoral. El tema está, pues, gan dentro de todo esto los grandes empresa­ otra vez sobre el tapete y corre asociado a los rios de la cocaína? La respuesta no puede ser grandes tópicos de la política nacional. Muchos homogénea. Supuestas las enormes diferen­ nos preguntamos, por ejemplo, si la Asamblea cias de estilo que hay entre grupos como el Constitucional que se prepara podrá ser conce­ cartel de Cali y el cartel de Medellín, cabe pen­ bida al margen de la cuestión del narcotráfico. sar que el primero, siguiendo su patrón tradi­ cional de comportamiento, prefiera “pasar Hoy existe un consenso amplio, en la sociedad agachado” frente a la elección de César Gavi­ y en el Estado, en el sentido de creer que la na como presidente, en tanto que el segundo, nueva Constitución deberá ser, en lo funda­ empeñado como está en una guerra a muerte mental, un pacto de paz entre los colombianos. con el gobierno Barco, muy probablemente El diálogo postrero de la administración Barco habrá de tomar posición en el sentido de con­ con las guerrillas está edificado sobre esa pre­ vertirse en un aliado funcional o consciente misa. Se discute, en tal sentido, la posibilidad —en este último caso, contrariando acaso sus y aun la necesidad de que los grupos insurgen­ más íntimas convicciones políticas— con algu­ tes lleguen a tener una representación en el no de los proyectos conspirativos de extrema colegio constituyente. ¿No cabria pensar lo derecha que parecen querer bombardear el mismo respecto del narcotráfico? ¿Qué se proceso democrático y crear un vacío de poder opone a ello? para sustituir, finalmente, el Estado demo- liberal por un Estado de Seguridad. Las preguntas aquí formuladas nos remiten a La elección de Gaviria parece representar —a preguntas más generales como son las atinen­ pesar de la distinción que el mandatario electo tes a la negociabilidad política y jurídica del ha empezado a hacer entre el narcotráfico y el conflicto con los empresarios de la droga. ¿Con narcoterrorismo, en el sentido de insinuar que quiénes entre los múltiples actores individua­ habrá de reservar su intransigencia sólo para el les y colectivos que se esconden bajo el rótulo último— la continuidad de la política morali­ de narcotraficantes, y en qué condiciones pue­ zante del galanismo y con ello la prolongación y de resultar inevitable negociar? ¿Qué condicio­ aun la profundización del espíritu de cruzada nes políticas y jurídicas son favorables a una contra el narcotráfico que ha representado la política de negociación? ¿Cuáles son los límites administración Barco. Supuesto lo anterior, y que impone el derecho a una tal negociación? supuesto, asimismo, que personajes como saben que muy difícilmente La última pregunta, es decir, la pregunta por podrían sobrevivir a cuatro años más de con­ los límites que impone el Estado demo-liberal frontación con el Estado, es de presumir que se de derecho a una eventual negociación con los sientan compelidos a propiciar un desquicia­ barones de la droga, en cuanto inmediatamen­ miento radical del sistema político con miras a te asociada a la caracterización de los mismos garantizar su propia supervivencia. Una de las como delincuentes comunes o políticos, consti­ tareas más difíciles y fundamentales del nuevo tuye el hilo rector de esta historia de las negó- 30 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 ciaciones y los diálogos entre el Estado y el lo menos en el Magdalena Medio, más sobre narcotráfico durante la última década. los hombros del ejército y de la hacienda tradi­ cional que sobre los del mismo narcotráfico. La historia que configura el objeto principal de este ensayo —más descriptivo que explicati­ Sobre el frágil presupuesto de que una tal acti­ vo— no atañe, pues, sino a ese grupo de orga­ tud de afirmación del modelo sociopolítico nizaciones e individuos, más o menos estable, vigente constituye, en condiciones normales, que habiendo estado presente en los diálogos un rasgo generalizado entre los barones de la de Panamá dio en autode nominar se, a partir de droga, están edificadas estas reflexiones. 1989, el de “Jos extraditables” , y que dice representar a los carteles de Medellín, Bogotá De todas maneras, restringir nuestras afirma­ y la Costa, y con ello, algo asi como el 80% del ciones al grupo de los extraditables nos exime, comercio de cocaína hacia los Estados Unidos. por lo pronto, de la necesidad de dar cuenta de las múltiples formas asumidas y de los modos Puesto que las empresas de la coca están alta­ varios de inserción en la existencia social y mente “patrimonializadas” , los estilos perso­ política de esa hidra multifuncional y polivalen­ nales de los señores patrimoniales que las te que es el narcotráfico, y nos exime, igual­ representan juegan muy seguramente un papel mente, de precisar el sentido de las distintas determinante en la caracterización de los acto­ acepciones que de la multiplicidad de las for­ res colectivos y ubicuos que llamamos mas subjetivas adoptadas por el narcotráfico se —apelando a un término un tanto impreciso — pueden derivar para los conceptos de diálogo y “carteles”. No es lo mismo caracterizar al de negociación. En nuestro caso, se trata de cartel de Medellín a través de la figura de diálogos y negociaciones más o menos forma­ Pablo Escobar que de la figura de Gonzalo les —aunque casi nunca reconocidos como Rodríguez Gacha. Las vidas de ambos hunden, tales por los emisarios del alto gobierno — por igual, sus raíces en un pasado de criminali­ realizados entre representantes del Estado dad común que le imprimió carácter a su actua­ colombiano y determinados sectores del narco­ ción ulterior como grandes “capos” , pero en tráfico organizado. tanto que Escobar está más cerca del estereo­ tipo del comerciante liberal, Rodríguez Gacha siempre hizo gala de ser más bien algo así 1.2 Un poco de coyuntura y de metodología como un hacendado ultra-conservador y anti­ comunista. Los asesinatos de Jaramillo Ossa y Pizarro Leongómez implicaron la reducción al absurdo Y sin embargo, acaso quepa decir de los dos de la lógica de las imputaciones automáticas de —y de la mayoría de los traficantes de droga — responsabilidades criminales al narcotráfico. que en cuanto capitalistas y burgueses emer­ Los generales Botero Restrepo y Maza Már­ gentes su proyecto vital tiende a ser en lo per­ quez, el primero ministro de Defensa y el sonal un proyecto adaptativo de ascenso social, segundo director del DAS (Departamento y en lo que respecta al entorno sociopolítico, un Administrativo de Seguridad) y héroe mítico de proyecto de estabilización del statu quo. la guerra contra el cartel de Medellín, salieron ante las cámaras y frente a los periodistas, Es cierto que en su enfrentamiento con las con el automatismo de un cucú_ pocas horas guerrillas la simple intra-estatalidad de la después de perpetrados los crímenes, para narco-hacienda se transformó, mediante alian­ decir que tenían conocimiento de que tales za con sectores del ejército y de la hacienda habían sido ordenados por Pablo Escobar. Pero tradicional, en para-estatalidad. Pero ésta, a su esta vez la salida fue en falso. En el mejor de vez, no representaba hasta hace poco sino una los casos, cabría hablar de denuncias temera­ forma extralegal de luchar por el reforzamiento rias y, en el peor, de ocultamiento consciente. del sistema sociopolítico imperante. Aún más, ahora cuando los proyectos para-estatal- Frente al agotamiento inflacionario de los regionales dan muestras de haberse transfor­ símbolos del narcotráfico y del narcoterrorismo mado en proyectos contra-estatales de dere­ en su uso como “chivos expiatorios”, en su cha, el cambio parece haberse producido, por función de ocultamiento; frente a la crisis de LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 31 credibilidad desencadenada por las declaracio­ bien con el segundo. Huizinga parte, además, nes temerarias de los generales, no se trata para sus reflexiones sobre el homo ludens de ahora, por supuesto, de convertir al narcotráfi­ que históricamente las sociedades han sido co en el depositario de nuestra confianza y más duras con el enemigo del juego que con el nuestra fe. También los narcotraficantes son falso jugador por cuanto sólo aquél constituye parte interesada e involucrada de manera una amenaza para su existencia. inmediata en un sucio conflicto en el cual la voluntad de verdad parece haber sido subordi­ A nuestro modo de ver, existe en realidad una nada por las partes a la voluntad de triunfar. La contradicción profunda entre los criterios polí­ pérdida de credibilidad del discurso oficial ticos y los criterios jurídicos de valoración de la legitima, eso sí, el ejercicio sistemático de la negociabilidad de las conductas de falsos juga­ sospecha y aun la inversión de los puntos de dores y de enemigos del juego en las socieda­ vista. des demo-liberales de corte clásico. En un sentido político, el proyecto del falso jugador, Si el sentido de verdad de esta historia de odios en cuanto fundado en la aceptación y aun en la y de retaliaciones en cuanto contada por los afirmación de las reglas del juego del universo voceros de los aparatos del Estado está hoy un sociopolítico es, en principio, infinitamente tanto oscurecido, entonces acaso valga la pena más fácil de negociar que el proyecto del ene­ iluminar mejor el ámbito del discurso y sobre migo del juego. La existencia de un marco todo el punto de vista del narcotráfico, para cultural común, en otras palabras, la cercanía efectos de entender mejor la dinámica socio- del proyecto adaptativo y de acomodación del política del conflicto. Este recuento de la histo­ falso jugador respecto del proyecto histórico ria de los diálogos entre el Estado y el narco­ dominante en el sistema sociopolítico hace tráfico habrá de poner, con ello, un énfasis indudablemente más fácil que se llegue a fór­ no usual en la retórica y en las auto-representa­ mulas dialogadas y negociadas para poner ciones de los barones de la droga. Es posible término a los conflictos entre ambos, que en el que de esta manera resulten más inteligibles caso del enemigo del juego, vale decir, del las estrategias y las interacciones que configu­ revolucionario, el cual está por fuera del juego ran la trama de este drama complejo que se ha y pretende cambiar sus reglas. dado en llamar “la guerra del narcotráfico” . En un sentido jurídico, por el contrario, por lo menos dentro del marco de la ética liberal clá­ 1.3 Algunas aclaraciones conceptuales sica fundante del derecho penal moderno —todavía vigente en —, la condición El marco conceptual que habrá de servir como de rebelde, vale decir, de delincuente político, punto de referencia para la caracterización de en cuanto amparada por la nobleza motivacio- los señores de la droga dentro de esta breve nal que involucra el ser portador de un proyec­ historia jurídico-política de sus negociaciones y to político-ideológico explícito —generalmente sus diálogos con el Estado, es un sencillo de carácter revolucionario — , es infinitamente modelo de juego tomado del historiador holan­ más fácil de negociar que la condición de delin­ dés Johan Huizinga. Huizinga piensa el “jue­ cuente común, caracterizada, sobre todo, go” sociopolítico en términos de dos actores siguiendo la opinión más general, por un claro marginales fundamentales, el falso jugador y egoísmo motivacional. Lo cierto es, en todo el enemigo del juego. El primero le dice sí al caso, que los sistemas jurídico-penales de corte universo del juego en que se encuentra involu­ demo-liberal clásico, como el colombiano, crado, pero hace trampa para mejorar su posi­ conocen la existencia de la amnistía y el indulto ción relativa dentro del conjunto. El segundo, para el delincuente político —y no para el en cambio, le dice no al universo del juego en delincuente común — , y cuentan, en tal senti­ su conjunto. Los llamados delincuentes comu­ do, con instrumentos que hacen negociable su nes, quienes en este sentido no son, contra lo reincorporación adaptativa y aun renovadora al que se cree, del todo ajenos a la existencia polí­ sistema sociopolítico. tica, se corresponden con el primero. Los delin­ cuentes políticos, por el contrario, por lo menos La historia de las negociaciones entre el Estado en cuanto revolucionarios se corresponden más y el narcotráfico durante la última década 32 ANALISIS POLITICO No. 11 ■ SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 aparece, ciertamente, como ostensiblemente durante las últimas décadas, al narcotraficante marcada por esta contradicción entre los crite­ como delincuente? Esa es, como ya lo expresa­ rios ético-políticos y los criterios ético-jurídicos mos antes con otras palabras, la pregunta que dominantes de valoración del delincuente polí­ alienta estas reflexiones. tico y del delincuente común. La tensión entre unos y otros constituye, a nuestro juicio, acaso Si bien es cierto que la pregunta sistemática no la causa última, pero sí por lo menos el —y no simplemente histórica— por el sentido marco jurídico-político de su reiterado fracaso. último de la transformación del simple comer­ La evolución de las estrategias de negociación ciante de drogas en narcotraficante (contraban­ del narcotráfico desde su auto-representación dista) es la única que sitúa el problema, des­ inicial como delincuente común en el seno de la mitificándolo, en la frontera entre lo criminal y administración Betancur, hasta su auto- lo no criminal, y permite así pensar a fondo en representación como combatiente-rebelde, ya la solución radical del mismo por la vía de la al interior de la administración Barco, está legalización —las cosas se deshacen como se unida, indudablemente, a ella. hacen —, este trabajo habrá de suponer, de conformidad con el carácter histórico que se ha Puesto que estas páginas quieren ser en buena impuesto, la naturaleza delincuencia! de las medida un ejercicio de sospecha contra la vera­ actividades relacionadas con la producción, el cidad del discurso y en última instancia contra tráfico y el consumo de drogas. Por ello, habrá la idoneidad de la política oficial frente a las de limitarse a la discusión de las condiciones drogas, acaso nada mejor que recoger los que en Colombia, durante la última década, postulados fundamentales de la llamada crimi­ han determinado la transformación fallida del nología crítica, de manera que el análisis logre, narcotraficante —delincuente común— en por lo menos en su punto de partida, escapar a delincuente político. las peticiones de principio del discurso autorre- ferencial del Estado colombiano, edificado Antes de seguir adelante resulta importante, sobre el supuesto de que el carácter criminal en todo caso, hacer la siguiente aclaración. La del narcotráfico constituye una realidad auto- introducción del modelo de Huizinga en lo que evidente y auto-subsistente y, en tal sentido, respecta a las figuras del falso jugador y del un supuesto cuasi-metafísico. La verdad es, enemigo del juego tiene la intención funda­ por el contrario, que todo delito y con él todo mental de hacer, a nivel empírico —y no delincuente, son el producto histórico —y con normativo — , contra la apariencia cultivada de ello contingente— de valoraciones político- una radical solución de continuidad entre criminales y jurídico-penales que llegan a ser ambas modalidades delictivas, más fluidas las de una u otra manera dominantes. Ello vale relaciones entre los ámbitos de la criminalidad también —y de manera muy especial — para el común y la política. narcotraficante, el cual, al margen de tales valoraciones —en su caso por demás bastantes No se trata, pues, en ningún caso, de acabar inestables en el espacio y en el tiempo como con la distinción jurídica y legal entre ambos, inconsistentes en su sustancia moral— no es la cual sigue siendo, a nuestro parecer, funda­ otra cosa que un comerciante en drogas. La mental, desde un punto de vista político- transformación acumulativa del simple comer­ crimina] en la medida en que flexibiliza la ciante en contrabandista de drogas, la del capacidad de respuesta del Estado y posibilita contrabandista en traficante de la enfermedad su mejor orientación en los términos de la idea y de la muerte y en último término en terroris­ de la justicia. ta, es el resultado de una dialéctica compleja en la cual el escalamiento en la criminalización y en la punición, mediante la creación, expan­ 1.4. El narcoterrorismo: una sión y endurecimiento de los tipos jurídico- profecía autocumplída penales correspondientes, ha cumplido una función fundamental. La tesis fundamental —heredada, en buena medida, de la criminología crítica— que subya- ¿En qué medida y de qué manera se ha produ­ ce a esta lectura de la historia de las negocia­ cido política y jurídicamente entre nosotros, ciones y de l o s diálogos entre el Estado y el LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 33 narcotráfico es la de que, en último término, la países andinos. De esta manera, se dio al tras­ evolución del narcotraficante, su transforma­ te con la distinción entre delincuentes políticos ción de delincuente común en delincuente polí­ y delincuentes comunes, con lo cual se favore­ tico fallido, respecto de quienes la han sufrido ció, si no la bandolerización de los primeros, y en la medida en que ha tenido lugar, es el por lo menos sí la politización de los segundos, resultado de una profecía autocumplida de con desastrosas consecuencias para la estabili­ carácter político-criminal y jurídico-penal. dad política de países como Colombia.

La imposición por parte de los Estados Unidos, Para comprender mejor el sentido y el alcance de la subordinación —más que de la sustitu­ de esta tesis es importante distinguir en el pro­ ción— a escala mundial, de un discurso de ceso de constitución del narcotráfico como salud pública, propio de una concepción del actor sociopolítico, a través de la confrontación narcotraficante como un delincuente común y y de los diálogos con el Estado, por lo menos del consumidor como un enfermo-dependiente, entre los fines subjetivos, vale decir, el proyec­ a un discurso de seguridad nacional, adecuado to sociopolítico que persiguen los bairones de la más bien para la percepción del narcotraficante droga, y los medios empleados por ellos para como un enemigo político es, en buena medi­ realizarlo. La historia de los diálogos entre el da, responsable de la transformación de los Estado y el narcotráfico deja entrever que la narcotraficantes en terroristas. imposición de un discurso de seguridad nacio­ nal ha incidido, de distinta manera y con distin­ En tal sentido, resulta interesante recordar ta intensidad, sobre los medios y sobre los brevemente cómo el discurso de seguridad fines, en la transformación del narco desde su nacional en torno a la droga sólo llegó —luego condición de falso jugador hasta la de enemigo de su más clara prefiguración en los días de la del juego. administración Nixon y de sus escaramuzas internacionales contra la heroína— a consoli­ El escalamiento en la criminalización legal del darse y a hacerse verdaderamente hegemónico narcotráfico implicado en la evolución de la a comienzos de la década de los ochentas, es política crimina] norteamericana desde la decir, en la era de la cocaína y dentro del marco dominancia de un modelo de salud pública de la llamada “guerra contra la droga” , inicia­ hacia la dominancia de un modelo de seguridad da en Estados Unidos durante la administra­ nacional, apenas si ha conseguido que el narco­ ción Reagan y continuada por la administración tráfico, desde la perspectiva de los fines subje­ Bush. Sólo entonces el narcotráfico empezó a tivos por él buscados, en algún grado y contra­ ser percibido como el peligro mayor que ame­ riando su más íntima naturaleza, abandone su nazaba la estabilidad de las democracias condición de delincuente común para conver­ latinoamericanas y, lo que es aún más grave, la tirse en un delincuente político. Los integridad de la sociedad y del Estado norte­ siguen estando, en este sentido, más cerca del americanos. modelo del falso jugador que del de un enemi­ go del juego. Fue éste el camino mediante el cual se llegó, aunque con fundamentos empíricos más bien Desde la perspectiva de los medios, la evolu­ frágiles, a la ideología de la narcosubversión, ción ha sido, en cambio, significativamente así que se empezó a meter en un mismo saco a más dramática, en el sentido de una sustitu­ los empresarios de la droga y a los guerrilleros. ción del modelo del falso jugador por el del En el Congreso de los Estados Unidos se enemigo del juego. El discurso impuesto por denunciaron entonces la “conexión cubana” y los Estados Unidos, en cuanto internalizado y la “conexión nicaragüense” y se vio en tales transformado en pauta fundamental para la fantasmas a cabezas de puente del comunismo definición de la política criminal y de la legisla­ internacional. El discurso de salud pública ción penal colombianas en materia de drogas, sobre la “epidemia” de las drogas cedió su puso en marcha una dialéctica de escalamiento lugar de privilegio a un discurso eminente­ en la intensidad del conflicto entre el Estado y mente político de seguridad nacional en el que los empresarios de la droga que ha determina­ se hablaba de la cocaína como de “misiles” do su transformación paulatina de narcotrafi­ enviados contra los Estados Unidos desde los cantes en narcoterroristas. El dinero ha sido 34 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 sustituido por la violencia como recurso domi­ los diálogos y las negociaciones formales de nante de adaptación y en particular de negocia­ 1984. En 1977 empezaron, promovidos por la ción. La violencia de que se trata es una violen­ ANIF (Asociación Nacional de Instituciones cia sistemática que como tal —a través de su Financieras), bajo la presidencia de Ernesto proyecto estratégico— habla un lenguaje claro Samper Pizano, los grandes debates sobre la de orientación contraestatal. legalización de la marihuana y sobre la econo­ mía subterránea. La propuesta inaugural de En este proceso de afianzamiento de la violen­ legalización de la marihuana auspiciada por la cia como medio fundamental para la confronta­ ANIF trascendía la simple discusión sobre la ción y para la negociación, el narcotráfico no ha legalización de los capitales y se orientaba, con desarrollado —debido acaso, en buena medi­ muy buen sentido, a posibilitar la consolida­ da, a las limitaciones inherentes a su condición ción de la posición social de esa nueva burgue­ de empresario conservador— verdaderos ejér­ sía que representaban los señores de la citos preparados para enfrentar al Estado, sino “marimba” . apenas capacidad para el terror. Se trata, en todo caso, de un terror orientado contra la Las discusiones sobre la economía subterránea existencia y la seguridad del Estado y en ese estuvieron lideradas, en general, por los gre­ sentido, objetivamente politico. mios de la producción, cuyos representantes utilizaban todavía, por lo menos en torno al En síntesis, cabe decir que la política norte­ tema de la droga, el lenguaje pragmático y uti­ americana antidrogas y su diagnóstico crimina­ litario de los economistas y no el moralizante y lizante y punitivo, manifiesta de manera exaltado de otros sectores de opinión. Se inmediata a través de la extradición y de mane­ hablaba en aquellos días del enorme incremen­ ra mediata a través de la política criminal y de to en los ingresos registrados por concepto de la legislación penal antidrogas colombianas, la Cuenta de Servicios del Banco de la Repúbli­ pende como una espada de Damocles sobre la ca y de los peligros de desestabilización que política externa e interna de nuestro país y representaba para el conjunto de la economía opera, en tal sentido, como una suerte de colombiana la existencia de una economía camisa de fuerza que restringe enormemente clandestina, paralela a la economía formal. las alternativas comportamentales de los acto­ res involucrados en esta dialéctica sangrienta que significa la llamada “guerra contra las Las discusiones sobre la legalización de la drogas”, así que ha obligado a los narcotrafi- marihuana y la economía subterránea langui­ cantes, en grados diversos y por distintos decieron, pero continuaron, de todas maneras, caminos, a convertirse en lo que han llegado a con erupciones episódicas, a través del cambio ser, en peligrosos terroristas políticos. de gobierno, hasta finales de 1980, cuando se empezó a hacer completamente evidente la crisis de la marihuana y el comienzo de la bonanza coquera. El marco jurídico-político 2. LOS DIALOGOS ENTRE EL ESTADO Y EL para el tratamiento del problema de las drogas NARCOTRAFICO DURANTE LA se endureció con el tránsito de la administra­ ADMINISTRACION BETANCUR ción López a la administración Turbay (1978- (1982-1986) 1982). La relativa independencia de la política exterior de la administración López con respec­ to a los Estados Unidos había derivado hacia el 2.1 Antecedentes servilismo de la política exterior de la adminis­ tración Turbay. La política permisiva del Los comienzos de la historia de las negociacio­ gobierno en materia de drogas se trastocó en nes implícitas con el narcotráfico acaso puedan una política dominantemente represiva. Hacia situarse en el bienio crepuscular de la adminis­ 1978, el gobierno de los Estados Unidos había tración López Michelsen (1974-1978). Entonces acusado a Turbay y a algunos de sus más inme­ muy seguramente se prefiguraron las auto- diatos colaboradores de tener conexiones con representaciones del narcotráfico como falso el narcotráfico. El presidente, acosado como jugador, que habrían de ser el fundamento de estaba, huyó hacia adelante y para demostrar LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 35 honorabilidad y fidelidad entró de lleno en la presentar un proyecto para investigar los orí­ filosofía y en las prácticas de la represión de la genes de los dineros oscuros. droga. A manera de ejemplo, cabe recordar aquí cómo durante la administración Turbay se En mayo de 1981, cuando la crisis de la econo­ firmó el tratado de extradición con los Estados mía de la marihuana había llegado a su punto Unidos, se profundizó la política de involucrar más dramático, resurgió el debate sobre la a las Fuerzas Armadas en la lucha contra el droga pero cambió de tono. La discusión en cultivo y la exportación de marihuana, se crea­ torno a la legalización de la marihuana cedió ron organismos especiales para la lucha anti­ definitivamente su lugar a la discusión, más narcóticos y aun, se comenzó con las fumiga­ pragmática y utilitaria, sobre los mecanismos ciones de cultivos de marihuana en la Sierra requeridos para vincular a la economía legal Nevada de Santa Marta. los dineros de la economía subterránea. Dentro de este contexto, Roberto Junguito, entonces presidente de la SAC, en asocio con la Corpora­ A pesar de que el tratado, firmado en 1979, no ción Financiera del Valle, presentó una pro­ llegó a aplicarse hasta 1984, la extradición, puesta de amnistía patrimonial para los dine­ como símbolo supremo de la intemalización de ros calientes. La iniciativa desató una fuerte la política criminalizante y represiva de los polémica entre los distintos sectores de opi­ Estados Unidos en torno a la droga empezó a nión. El gobierno conservó entonces una postu­ gravitar desde entonces sobre las cabezas de ra intransigente en el sentido de una política los empresarios de la marihuana y de la cocaí­ criminalizante y represiva. na, quienes hasta ese momento no habían sido verdaderamente perseguidos por la justicia Fue necesario llegar hasta los días de la colombiana. De ahora en adelante dejarían de administración Betancur para que la amnistía ser suficientes la intimidación y la corrupción como instrumentos para garantizar su impuni­ patrimonial a los dineros del narcotráfico y de la economía subterránea en general, se hiciera dad y para escapar así al mote de delincuentes. Las solicitudes de extradición, tramitadas a realidad. La fórmula transaccional adoptada través de la embajada de los Estados Unidos, entonces, en el sentido de legalizar los capita­ les sin legalizar a sus propietarios, implicaba, habrían de convertirse así en el sustituto exter­ no de la calificación del delito por parte de los sin embargo, un germen de conflicto que tribunales nacionales. En nombre del tratado habría de mostrar durante los años venideros de extradición y no de la justicia penal colom­ su enorme potencial desestabilizador. El su­ biana habrían de librarse contra ellos órdenes puesto pragmatismo de quienes propiciaron la incorporación del dinero del narcotráfico a la de captura. economía formal sin ocuparse del destino social y jurídico de sus propietarios fue, en Hacia febrero de 1981 parecía que habría de realidad, un ejemplo terrible de imprevisión y concretarse por fin el sueño de la legalización. de miopía histórica o por lo menos de falta de Se hablaba entonces de que el mismo presiden­ coordinación entre los puntos de vista de la te del Congreso, José Ignacio Díaz Granados, economía y de la política. La revolución de con el apoyo de la ANIF, estaba preparando un expectativas generada por la amnistía tributa­ proyecto de ley en ese sentido. El presidente ria, en el sentido de aparecer a los ojos de los de ANIF, a su vez, hablaba de que la propuesta señores de la droga como el punto de partida de legalización contaba con el apoyo de impor­ de su incorporación definitiva al sistema socio- tantes sectores de la vida económica y política político colombiano, se convirtió en frustra­ nacional como eran la Bolsa de Valores de ción y en resentimiento, cuando el sistema que Bogotá, la Sociedad de Agricultores de Colom­ había abierto las puertas a los dineros calientes bia, la Asociación Nacional de Industriales y se las cerró a sus dueños. las asambleas departamentales de la Costa Atlántica. Pero la versión del proyecto de ley en preparación fue desmentida pocos días des­ 2.2 Marco general pués. El gobierno, a través de su ministro de Justicia, Felio Andrade, se opuso de manera La administración Betancur comenzó bajo el rotunda a la legalización y habló, en cambio, de signo de la apertura democrática. Luego del 36 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 fracaso de la política represiva de la adminis­ dos por los grem ios de las clases dom inantes, tración Turbay, cuyo resultado fue una peligro­ por conseguir la incorporación de los dineros sa escalada de la subversión guerrillera, la del narcotráfico a la economía colombiana. campaña presidencial para el período siguiente Acaso los narcotraficantes mismos se prom e­ debió hacerse en nombre del tránsito de una tían de ello el com ienzo de un nuevo período en solución de fuerza como la que encarnaba el sus relaciones con la sociedad y el Estado Estatuto de Seguridad, hacia una solución polí­ colom bianos. tica del conflicto con las guerrillas. López Michelsen se presentó como el candidato del diálogo y la negociación. Sus banderas fueron 2.3 El año 1983 y los primeros intentos recogidas por cuando acce­ de diálogo dió a la Presidencia. En aquellos días había llegado a ser hegemónica la certidumbre de La estrategia de los narcos con miras a conse­ que sólo mediante una política de negociación, guir su plena incorporación al sistema socio- dentro del marco de un esquema de ampliación político dio un vuelco a partir de la amnistía de la democracia, resultaría posible devolverle tributaria de 1983. La discreción intimista al régimen la legitimidad perdida, y sobre cedió sulugar al activismo político. El pragma­ todo, disputarle a la subversión la legitimidad tismo de los economistas, ahora avalado por el alcanzada. gobierno, parecía significar que las élites colombianas habían entendido que ellos, los narcotraficantes, no constituían un peligro sino El bienio inaugural de la administración Betan­ un refuerzo para el modelo económico, social y cur fue, en tal sentido, el de las amnistías y las político vigente. Ahora se trataba de consolidar negociaciones. En noviembre de 1982 se expi­ la posición social lograda a través de la legali­ dió la ley de amnistía (ley 35 del 18 de noviem­ zación de sus dineros por medio de una partici­ bre) que sirvió de marco jurídico a las negocia­ pación activa en la vida política, orientada a ciones que a lo largo de los dos años siguientes ganar legitimidad hasta conseguir la abolición se realizaron entre el gobierno y los distintos del tratado de extradición, y acaso también la grupos de alzados en armas. El 28 de marzo de legalización de la droga, de manera que pudie­ 1984, dos meses antes de los llamados diálo­ ran disfrutar plenamente de su condición de gos de Panamá entre representantes del narco­ burgueses y de ciudadanos de bien. Esos pro­ tráfico y representantes del alto gobierno, se pósitos parecían coincidir plenamente con la firmó el llamado Acuerdo de La Uribe, entre la apertura democrática y con la autonomía de la Comisión de Paz del gobierno y las FARC. política exterior de la administración Betancur. Hacia finales de agosto del mismo año, en un período preñado de escándalos derivados de Los grandes protagonistas de esa gesta política los encuentros panameños, se firmaron los frustrada fueron en aquel entonces Carlos pactos con el M-19, el EPL, el ADO y aun con Lehder y su “ Movimiento Latino Nacional’’, y un frente del ELN. Entonces se puso en mar­ Pablo Escobar quien al frente del movimiento cha un cese al fuego y se inició el llamado “ Civismo en Marcha’’ habría de llegar, luego “Diálogo Nacional’’. de superar mil dificultades y aun luego de ser expulsado del Nuevo Liberalismo, a ocupar la Pero la apertura democrática de la administra­ posición de suplente del parlamentario Jairo ción Betancur parecía tener no sólo un sentido Ortega en la Cámara de Representantes. político sino social. A la amnistía política de finales del año 82 se sumó una gran amnistía Las élites sociales y políticas entraron en páni­ tributaria (leyes 9 y 13 de 1983), destinada a co frente a la arremetida política del narcotráfi­ favorecer el reintegro de los dineros calientes co. Lo que inicialmente les pareció habría de de la economía subterránea al torrente de la ser un simple proceso de cooptación social con economía legal. Si con la amnistía política se algunos reacomodos y con muchos beneficios, daba comienzo a un largo período de intensas amenazaba convertirse en un proyecto de toma negociaciones con las guerrillas, con la amnis­ del poder y de sustitución de élites. La reacción tía tributaria parecía culminar un largo esfuer­ fue tremenda. El pánico se trocó en moralismo zo de importantes sectores de opinión, lidera­ y se empezó a fustigar con saña sistemática LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 37 desde la gran prensa y desde todos los podios y Escobar, y que era, en todo caso, ajena a los foros, a los nuevos advenedizos de la política y sectores dominantes en el mundo del narco­ a la corrupción política determinada por la tráfico. El estilo pintoresco, escandaloso e presencia de los dineros del narcotráfico en ideologizante de Lehder con su proyecto nacio­ general. nalista de extrema derecha, contrastaba con el estilo discreto y pragmático, y con el discurso El proyecto de consolidación de la posición de apenas liberal de Escobar, el cual habría de la nueva burguesía representada por los imponerse en los diálogos de Panamá. Lehder empresarios de la droga, en el seno del sistema tenía la apariencia mezclada de un rockero y de sociopolítico colombiano, a través de su parti­ un guerrillero neo-nazi, en tanto que Pablo cipación activa e independiente en la vida polí­ Escobar aparecía más bien, por lo menos en tica nacional terminó, pues, en un gran fiasco. aquellos días, como una simbiosis entre un El ensayo le dejó al narcotráfico una terrible hombre de empresa antioqueño y Robín Hood. lección. La burguesía tradicional estaba, en buena medida, dispuesta a recibir sus dineros Ciertamente, Lehder tuvo siempre una marca­ y aun a reconocerles un lugar precario y subor­ da tendencia a autorrepresentarse como un dinado en el esquema social vigente, pero no verdadero combatiente-rebelde. A comienzos estaba, en ningún caso, dispuesta a aceptar su de 1984 se publicó en Panamá la noticia de que participación y representación autónomas en la Lehder estaba dispuesto a presionar, a través vida política nacional. La estrategia de inser­ de medios militares, la términación del tratado ción del narcotráfico debió ser cambiada, por lo de extradición y aun la no fumigación de los menos en lo que toca a su participación activa cultivos de marihuana de la Sierra Nevada. En en la vida política, a partir de entonces. carta abierta al presidente Betancur, Lehder desmintió en su momento la noticia. Meses Dentro de este marco de rechazo generalizado después, sin embargp, Pablo Escobar, en a la participación independiente del narcotráfi­ entrevista concedida a periodistas, habría de co en la vida política colombiana se produjo el excusar el militarismo de Lehder como un pro­ primer intento de diálogo entre el gobierno y ducto del acoso y la desesperación. La auto- los señores de la droga. Aquellas primeras con­ representación de Lehder como combatiente- versaciones realizadas en octubre de 1983 rebelde sólo habría de consolidarse meses entre el procurador general de la Nación, Car­ después de su obligada clandestinización. los Jiménez Gómez, y los capos del narcotráfi­ Entonces llegaría a aparecer ante las cámaras co apenas si trascendieron a la opinión pública. de televisión con pelo largo y traje militar para La revista Semana las consignó mediante nota anunciar la transformación del Movimiento breve en los siguientes términos: Latino Nacional en una guerrilla y para anun­ ciar, asimismo, la creación de un ejército de El procurador general de la Nación, Carlos Jiménez, 500.000 hombres. En la misma entrevista daría habría realizado recientemente intensas gestiones a conocer el comienzo de una supuesta alianza calificadas como de paz, frente a los grandes del con el M-19. La verdad es que Lehder era narcotráfico en el país. En las últimas semanas han entonces un guerrero solitario. Sus ejércitos circulado rumores sobre una posible declaratoria de imaginarios no serían capaces de impedir su guerra por parte de los narcotraficantes como reac­ ción contra la extradición de colombianos. El procura­ extradición. dor, quien desde tiempo atrás se ha pronunciado contra el Tratado por considerarlo inconstitucional y a la entrega de nacionales por juzgarla inconveniente, 2.4 La narcosubversión habría sostenido varias entrevistas con las cabezas visibles de ese gremio. El resultado de éstas fue una especie de “paz pactada” en la cual se acordó el reti­ El año 1984 comenzó con una dura ofensiva de ro total de los narcotraficantes de la actividad política, los Estados Unidos para combatir, a través de comenzando por el desmonte de los movimientos cívi­ su embajada en Colombia y en nombre de la cos de Pablo Escobar y Carlos Lehder. seguridad nacional, al narcotráfico y las guerri­ llas. La figura dominante en el discurso crimi­ Cabe pensar que la idea inoportuna y abortada nalizante fue la de la “narcosubversión” . A de lanzarse a una “guerra” tenía el sello muy mediados de febrero el embajador Lewis personal de Carlos Lehder y no el de Pablo Tambs fustigaba a las FARC. Las acusaba de 38 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 poseer grandes cultivos de coca en las selvas declaraciones “ tendenciosas, irresponsables y colom bianas. Hablaba de que una sola célula m alintencionadas” , dirigidas a acallar la voz de la organización subversiva, en los Llanos de quienes en franco debate combatían la Orientales, se habia ganado durante el año extradición en el Congreso. Desde su auto- 1983, 9.000 m illones de pesos, y que los dine­ representación como parlam entario dem ócra­ ros obtenidos en el negocio de la coca estaban ta Escobar reaccionó, acaso sinceramente siendo invertidos en la com pra de arm as para indignado, contra la acusación de que estaba tum bar el gobierno dem ocrático, de tendencia aliado con los revolucionarios. Desde la legali­ liberal, que dirigia los destinos de Colom bia. dad, el em presario capitalista vestido de con­ Refiriéndose indistintam ente a narcotrafican- gresista m anifestó su rechazo visceral contra la tes y guerrilleros, el em bajador Tam bs hablaba idea de ser un enem igo del sistem a sociopolíti- de “ criminales sin patria que envenenan a co. Estas fueron sus palabras: nuestros hijos” y que se han convertido en “ un cáncer de nuestra sociedad” . Apelando a Pero es más lamentable aún, señor embajador, la estadísticas fantásticas llegó a afirm ar que el perniciosa relación que usted trata de establecer entre 90% de la población m asculina de la ciudad de los grupos subversivos y mi persona. Con ellos com­ Villavicencio era adicta al “ bazuco” . parto el deseo de una Colombia con mayor igualdad social para todos, pero no me identifico con su propó­ sito de alcanzar el poder por medio de las armas, El 10 de m arzo de 1984 com enzaron los operati­ porque para ello existe el sistema democrático que vos para el allanam iento del com plejo coquero nos rige, fielmente tutelado por nuestro Ejército de “ ” . La embajada americana, guardián de la Constitución y las leyes de la Repú­ blica. que había participado en las operaciones de inteligencia que condujeron al descubrim iento de los grandes laboratorios a las orillas del río A la tesis de la narco-guerrilla, la izquierda Yarí (Guaviare) y que había enviado, asim is­ respondió rápidamente con la del narco- m o, observadores al terreno, otra vez por inter­ param ilitarism o. El periódico Voz Proletaria medio del embajador Tambs, procedió a en su edición del 29 de marzo, denunció a los denunciar a la narco guerrilla. En W ashington, propietarios de los laboratorios de Tranquilan­ frente a los periodistas, declaró que en Colom ­ dia como a los creadores del M AS (Muerte a bia acababa de realizarse la m ayor operación los Secuestradores) y — en alianza con oficiales ejecutada hasta entonces en el m undo contra de las Fuerzas A rm adas- como a los grandes las drogas. Habló de que la planta procesadora prom otores del para-m ilitarism o. El debate en estaba protegida por m iem bros de las FA R C y torno al verdadero color político del narco­ de que fueron incautados 12.500 kilos de cocaí­ tráfico, por lo menos como debate interno, na. Tam bs sindicó como propietarios de los estaba apenas comenzado. Serían necesarios enorm es laboratorios a Fabio Ochoa Restrepo y todavía varios años para que el desarrollo del a Pablo Escobar Gaviria. conflicto entre la narco-burguesía rural y urbana y las guerrillas, y la evolución concom i­ Todo dejó, sin embargo, en el ambiente un tante de las alianzas y de las enemistades, sabor amargo de tramoya, de torpe montaje permitieran comprender plenamente que la orquestado para frenar a los narcos y para alianza narco-guerrillera, en los lugares en que m eterlos en un m ism o saco con las guerrillas. se dio, había tenido un carácter sim plem ente Es bien conocido cómo el general Góm ez Padi­ táctico y pasajero, en tanto que la alianza entre lla, ex-director de la Policía, desm intió pública­ narcotraficantes, m ilitares y hacendados de mente en su mom ento que se hubieran encon­ derecha, de la cual surgieron los grupos para- trado guerrilleros y ni siquiera propaganda m ilitares, habría de tener un carácter estraté­ subversiva en Tranquilandia. Del mismo gico y harto duradero. Tam bs se habría de comentar en el Congreso norteam ericano que con sus declaraciones se había adelantado a las evidencias. Durante los primeros meses del año 84, en m edio del clim a de acoso creado por la ofensiva Pablo Escobar, en su condición de represen­ contra el artificio de la “ narco-subversión” , se tante a la Cám ara y en carta del 26 de marzo produjeron, por parte del narcotráfico, nuevos dirigida al em bajador Tam bs, lo atacó por sus intentos de acercam iento al gobierno. Enton­ LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 39 ces se impuso —acaso bajo la influencia de La idea de los narcos como peligro para la Lehder— por algunos dias una concepción seguridad nacional, que en Estados Unidos, “política” de las negociaciones, fundada en su dada la correlación de fuerzas entre éstos y el capacidad desestabilizadora. Los narcos habla­ Estado, no era, en buena medida, sino una ban entonces de desestabilizar la economía y expresión de los excesos de celo de la ética de financiar las guerrillas. Su recurso funda­ puritana imperial frente a las drogas, se con­ mental para negociar fue el chantaje económi- virtió en Colombia en cruda realidad. La corre­ co-politico y no la capacidad militar. Todavía lación de fuerzas entre el narco y el Estado no estaba lejos de ellos auto-representarse como era, en el caso colombiano, tan favorable al pri­ combatientes-rebeldes. Su condición de mero. Entre otras razones, la relativa debilidad empresarios ilegales —y conservadores— del Estado y el tamaño de los recursos financie­ implicaba apenas un recurso subsidiario a la ros de que disponían los barones de la droga, violencia. Esta primera estrategia política de determinaron que éstos, frente a la presión negociación fue, sin embargo, derrotada por ejercida por el Estado, se convirtieran real­ la negativa rotunda de la embajada de los mente en una amenaza para la seguridad Estados Unidos a aceptar sus términos amena­ nacional. En tal sentido, es importante anotar zantes. Los narcos subsanaron el error. El cómo casi toda la legislación que regula en modelo subsecuente del diálogo de Panamá Colombia el narcotráfico es legislación de esta­ — acaso impuesto por Escobar— habría de do de sitio, y en cuanto tal, inmediatamente edificarse, por lo menos de manera tácita, asociada al peligro —antes ficticio y ahora sobre la idea de que los narcotraficantes eran real— de derrumbamiento del Estado. El delincuentes comunes y no delincuentes políti­ mismo Estatuto Nacional de Estupefacientes cos. Su recurso negocial fundamental habría (ley 30 de 1986), vale decir, la última cristaliza­ de ser la persuasión para la cooptación social a ción legislativa ordinaria de la histeria puritana través de promesas de dinero y de gestos de anti-drogas, con su lógica punitiva premoderna fidelidad al sistema sociopolítico, y no el chan­ de tipos penales abiertos e inespecíficos taje político con medios económicos. —más propios para la caza de bribas que para la de verdaderos delincuentes— es, en buena medida, una sistematización de los decretos 2.5 La primera gran guerra contra ejecutivos de excepción, que desde los días del el narcotráfico asesinato de Lara Bonilla, sobre el pivote de los magnicidios, fueron cubriendo paulatina­ mente el ámbito de la regulación de las drogas. El 30 de abril de 1984, a las siete y treinta de la noche, cuando se dirigía hacia su residencia En el contexto de la confrontación de los capos en el norte de la capital, desde una motocicle­ con Lara Bonilla y sobre el antecedente inme­ ta, con ráfagas de ametralladora, fue asesinado diato del allanamiento de los laboratorios del el ministro de Justicia, Bonilla. Yarí, a la sociedad y el Estado colombianos les La muerte de Lara Bonilla marcó el punto de resultó evidente, sin necesidad de que se alle­ quiebre definitivo de la política antidrogas de garan pruebas, que habían sido los narcotrafi­ la administración Betancur. Por lo menos cantes los autores del vil asesinato. El embaja­ desde entonces se impuso definitivamente un dor Tambs corrió a explicar el hecho como una modelo interno de seguridad nacional para la venganza por los allanamientos de los laborato­ comprensión y el tratamiento del fenómeno del rios de Tranquilandia y ayudó con ello a conso­ narcotráfico. La independencia inicial de la lidar una pauta interpretativa a la cual se aco­ política exterior de Betancur frente a los Esta­ gió todo el mundo. Al día siguiente, mediante dos Unidos en tomo a la cuestión del narco­ gestos rituales y palabras que habrían de repe­ tráfico se trocó en una alianza firme para com­ tirse seis años después, luego del asesinato de batir a los señores de la droga. Se puso en Luis Carlos Galán, en el seno de la adminis­ marcha, por fin, el tratado de extradición. La tración Barco, comenzó la primera gran guerra muerte de Lara Bonilla significa, en tal senti­ contra el narcotráfico. do, el momento de la intemalización definitiva del modelo norteamericano de seguridad En breve alocución que fue televisada por los nacional en la política criminal anti-drogas. dos canales oficiales, a las dos y media de la ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 40 madrugada, es decir, pocas horas después del separado, con representantes del narcotráfico asesinato de Lara Bonilla, el presidente Betan- para buscar una solución negociada al conflicto cur, visiblemente emocionado, se dirigió a los entre el Estado y los empresarios de la droga. colombianos para lamentar lo ocurrido, pero sobre todo para declarar que habría de enfren­ El mote de delincuentes pesaba de tal manera tar el reto de los narcotraficantes. Luego de sobre ellos que fueron necesarios mil subterfu­ manifestar que el gobierno había desatado gios para evitar que “ por contagio” también “una campaña sin tregua contra esos delin­ los representantes formales e informales del cuentes que siembran el terror en ciudades, gobierno colombiano cayeran en la ilegalidad. campos y aldeas” , procedió a afirmar: El López, se decía, había viajado a Panamá como problema más grande que ha tenido Colombia observador de elecciones. El procurador, por su parte, se encontraba allí supuestamente en en su historia es el de la droga . comisión de servicios otorgada por Decreto El tono discursivo de guerra y- de amenaza a No. 1227 del 23 de mayo, para practicar dili­ la seguridad nacional fue el marco de legitima­ gencias de policía judicial atinentes a otro ción para la expedición del Decreto 1038, asunto. Los encuentros fueron, pues, desde el mediante el cual se amplió el estado de sitio a punto de vista de quienes obraban desde la legalidad, “imprevistos” . Todavía el expresi­ todo el territorio nacional. El Decreto 1038, hoy todavía vigente, se convirtió a su vez en el dente López contaba, en cuanto simple ciuda­ marco de referencia de toda la legislación dano, con alguna libertad para encarar el extraordinaria de orden público expedida hasta asunto. El procurador, en cambio, luego de el presente. El manejo indiferenciado de la cerciorarse de que sus interlocutores eran rebelión y el terrorismo, y la amalgama tácita simples sospechosos y no culpables declara­ de la violencia guerrillera y la narco-violencia dos, debió hacerse portador, no de un docu­ se convirtieron desde entonces en la pauta mento bilateral, sino apenas de un “memoran­ fundamental de la legislación penal de excep­ do unilateral” dirigido por los representantes ción. El 6 de mayo, es decir, cinco días despues del narcotráfico al presidente de la República. de la expedición del Decreto 1038, ya se habían expedido, en su nombre, otros diez decretos de Ya en ese entonces no se trataba para los excepción encaminados a combatir el narco­ empresarios de la droga de escapar, en gene­ tráfico y el narcoterrorismo. Por medio de tales ral, al mote de delincuentes, sino de oponer, decretos se estableció, entre otras cosas, el por lo menos de manera tácita que no equiva­ embargo y secuestro de los bienes de los narco- liera judicialmente a una confesión, la condi­ traficantes, se dispuso que todos los delitos ción de delincuentes comunes a la de delin­ asociados al tráfico de drogas serían de conoci­ cuentes políticos. Los narcos legitimaron, por miento de la Justicia Penal Militar, y se supuesto, su propuesta en el marco de la políti­ aumentaron las penas y las multas para tales ca gubernamental de paz y le dieron el carácter delitos. Entonces comenzaron los allanamien­ de una confesión de fidelidad al statu quo tos, las capturas y las confiscaciones en todo el sociopolítico. Su proyecto de cooptación social país. estaba acompañado y avalado por una enfática declaración de rechazo al cargo de ser ellos los autores del asesinato de Lara Bonilla, y lo que 2.6 Los diálogos de Panamá (1984) es tanto o más interesante en este contexto de análisis, por un mea culpa respecto de su Bajo la sombra del asesinato de Lara Bonilla y participación independiente en la vida política, dentro del marco de la certidumbre colectiva así como por una toma de distancia frente a las de que el narcotráfico había sido su autor, a guerrillas en cuanto violentas y, asimismo, en finales de mayo de 1984 se llegó a los diálogos cuanto portadoras de un proyecto político de de Panamá. La criminalización y la consecuen­ sustitución de Estado. Los apartes correspon­ te clandestinización de los empresarios de la dientes del memorando, contenidos en el droga ya era para entonces definitiva. Primero numeral 10 del mismo, dicen lo siguiente: el expresidente López Michelsen y pocos días después, el procurador general de la Nación, Carlos Jiménez Gómez, se entrevistaron, por a. Las organizaciones que representamos no tienen LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 41

responsabilidad ni directa ni indirecta en él asesi­ Poco tiempo después de concluidos los diálo­ nato del doctor Rodrigo Lara Bonilla. (...) gos, cuando su ocurrencia ya había trascendido c. No tenemos ni aceptamos ninguna vinculación con a la opinión pública y habían comenzado las los alzados en armas. Nuestras actividades, en discusiones en tomo a la legalidad y a la legiti­ ningún momento, han estado encaminadas a susti­ midad de los mismos, Pablo Escobar, en entre­ tuir el sistema democrático y republicano vigente vista concedida a Yamid Amat y a Juan Guiller­ en Colombia. Es por lo tanto injusto que siga pros­ mo Ríos, quiso precisar el sentido último de las perando en el país la existencia del inadecuado conversaciones para poner fin a la comedia concepto de narco-guerrilla, maliciosa y sospecho­ samente acuñado en los dias previos al asesinato moral de acusaciones y de equívocos en que del doctor Lara Bonilla. consistieron el “destape” y el “escándalo” en torno a los episodios de Panamá. Desde su d. La intervención política de algunos miembros de posición como parlamentario “injustamente nuestras organizaciones, se originó exclusivamente perseguido”, Escobar explicó que los narco- en el afán de luchar contra el tratado de extradi­ ción, suscrito con los Estados Unidos de América. traficantes reconocían, aunque por razones de inconveniencia legal no lo hubieran manifesta­ Como representantes de organizaciones que do de manera explícita en aquella ocasión, su controlaban entre un 70% y un 80% del volu­ condición de delincuentes comunes y que su men global del narcotráfico proveniente de propuesta estaba encaminada, con ello, a con­ Colombia los negociadores presentes se com­ seguir tanto de la justicia colombiana como de prometieron, en el supuesto de que su solicitud la norteamericana un ‘ ‘perdón legal” . de “reincorporación” fuera atendida, entre otras cosas, a lo siguiente: 2.7 El debate sobre los diálogos 1. Al desmantelamiento de los laboratorios de cocaína que operan en distintas regiones del En julio de 1984 se destaparon los diálogos de país y a la destrucción de las pistas clandes­ Panamá. Las discusiones en tomo a ellos estu­ tinas para el transporte aéreo de la droga; vieron dominadas por el clima moralizante y de indignación que seguía flotando en el ambiente 2. a la enajenación —previa autorización— de nacional después de la muerte de Lara Bonilla. las aeronaves vinculadas al transporte de El escándalo suscitado fue de tal magnitud que las materias primas y del producto elabo­ el gobierno, siguiendo un expediente conocido rado; desde los días de la administración Turbay, entró en pánico y huyó hacia adelante en el 3. al retiro definitivo del mercado en su múlti­ sentido de negar que hubiera habido o que ple condición de productores y distribuido­ estuviera en marcha o en mentes cualquier tipo res de cocaína: de negociación con el narcotráfico. La presión de los Estados Unidos se volvió a hacer notar 4. a un retiro definitivo de la actividad política mediante cartas de apoyo y de felicitación al abierta o aparente, y gobierno colombiano. El mismo Reagan corrió a saludar con beneplácito la actitud valiente y 5. al regreso de sus capitales y a su propio decidida del gobierno colombiano en su guerra regreso cuando se den las condiciones polí­ contra las drogas. ticas y de opinión pública adecuadas para su reincorporación a la vida ciudadana dentro Dentro de este marco de àcida controversia, se del marco de una absoluta sumisión a la ley. cumplió una etapa fundamental en la historia de la construcción sociopolítica del narcotráfico Nótese que entonces los barones de la droga como delito. El reconocimiento de su condición todavía no hablaban de entregar armas, ni de de simples delincuentes comunes —empresa­ suspender atentados, y muchísimo menos de rios ilegales— sin intereses políticos autóno­ proyectos de resistencia nacionalista contra la mos, su confesión de fe en el sistema socio- opresión imperialista y el terrorismo del Esta­ político vigente y su consecuente distancia- do, sino sólo de contra-prestaciones asociadas miento ideológico de las guerrillas se volvió a su condición de empresarios capitalistas entonces en su contra. Si bien es cierto que la ilegales. condición de falso jugador hacía políticamente 42 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 más fácil su cooptación, en la medida en que En alguno de sus apartes, en tono polémico y a ponía en evidencia cómo su propio proyecto modo de pregunta, dice el político y escritor sociopolítico coincidía, en lo fundamental, con conservador: el proyecto histórico dominante en la sociedad colombiana, la misma no era, desde un punto de vista jurídico, negociable. El gobierno, y Desde el punto de vista moral ¿cuál es el mal menor? ¿Reconocer a los capos derecho a una justicia impar­ con él la opinión mayoritaria, procedieron, cial y solucionar así un problema nacional e inter­ entonces, de manera recurrente, a afirmar que nacional de indudable envergadura permitiéndoles los narcos eran delincuentes comunes y no disfrutar dentro de la legislación vigente de su mal- delincuentes políticos, y que por ello debían habida fortuna, la cual fue aceptada en la ventanilla quedar excluidos de un tratamiento jurídico- siniestra varios años y luego amnistiada sin que nadie, y menos los severos moralistas de hoy, protes­ político fundado en el diálogo y en la negocia­ taran? ¿O seguir con un conflicto que puede corrom­ ción. per aún más las endebles estructuras jurídicas, cívi­ cas y políticas de la nación? Dentro del marco de la política oficial de diálo­ go con las guerrillas, el expediente de compa­ El conflicto recibiría desde ahora el impulso de rar a los narcotraficantes con los guerrilleros, la rabia retaliatoria de una burguesía emergen­ se enseñoreó, para bien y para mal, de las te que había sido traicionada por el sistema, discusiones. El gobierno y con él quienes como luego de haber sido utilizada por él. Este fue el Luis Carlos Galán y Horacio Serpa eran simul­ verdadero comienzo de la guerra. Fue entonces táneamente amigos del diálogo con las guerri­ cuando el dinero empezó a ser definitivamente llas y enemigos del diálogo con los narcotrafi­ reemplazado por el terror como recurso de cantes, se aferraron a la distinción entre delin­ enfrentamiento y de negociación. El pulpo cuentes políticos y comunes para efectos de multifuncional de la droga dejaría de estar poder separar el oro de la escoria. Esta fue dominado en su comportamiento sociopolítico entonces no sólo la posición oficial sino tam­ por su dimensión de narcotraficante y empeza­ bién la dominante. ría a estarlo por su dimensión de narcoterroris- ta. El modelo de la autorrepresentación de los Además los amigos y los enemigos de una solu­ señores de la droga como falsos jugadores ción negociada para ambos problemas apela­ empezaría, con ello, a dar paso en el escenario ron, por su parte, en su condición minoritaria, estratégico de las negociaciones y los diálogos a la identificación a veces empírica y a veces al de su autorrepresentación como verdaderos normativa de guerrilleros y narcotraficantes, enemigos del juego. de delincuentes políticos y delincuentes comu­ nes. López Michelsen, protagonista principalí­ simo de los diálogos de Panamá, luego de dos 3. LOS DIALOGOS DE LA meses de mutismo, rompió por fin el silencio. ADMINISTRACION BARCO (1986-1990) Sus declaraciones para la prensa se perdieron, sin embargo, en un pozo de matices sin fondo. Frente a la cuestión de si se debía o no nego­ 3.1 Marco general ciar con el narcotráfico respondió, en síntesis, que sí pero no o quizás que no pero sí. También la administración Barco estaría inscri­ ta dentro de la ya larga crisis de legitimidad del sistema político bipartidista que agobia al régi­ Acaso el documento más honesto que conoció men y que constituye buena parte de la heren­ el país en aquellos días convulsionados de julio cia del Frente Nacional. La violencia política, de 1984, y en todo caso uno de los pocos que múltiple y fragmentada, habría de ser también entonces se planteó, más allá de la histeria durante el cuatrienio del presidente Virgilio criminalizante que acompañó al asesinato de Barco como en el pasado reciente uno de sus Lar a Bonilla, la cuestión de fondo de la doble más seguros y dolorosos indicadores. El tema moral subyacente al drama del narcotráfico, de la paz fue una presencia obligada en la fue la carta de Mario Laserna al director de El campaña que llevó al candidato oficial del Tiempo y que apareció publicada el 9 de julio. liberalismo al Palacio de Nariño. Aún más, LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 43

Barco pareció simbolizar durante su campaña entonces, a ser, como durante el cuatrienio la continuidad de la política de paz emprendida Betancur, interlocutoras válidas del gobierno. por la administración Betancur. El diagnóstico de la violencia que subyacía a sus planteamien­ El modelo original presentado por el gobierno tos estaba edificado sobre las mismas premi­ Barco para posibilitar y tramitar la desmovili­ sas. Había “causas objetivas y subjetivas de la zación, la reincorporación y la reconciliación de violencia” y había que combatir las primeras las guerrillas era, ciertamente, un modelo rígi­ mediante programas de desarrollo social. Su do, concebido en términos de tiempos y etapas estrategia integral para removerlas excluía, sin que parecían ser parte de un itinerario de embargo, el diálogo y la negociación políticos. rendición para unas guerrillas derrotadas y no El Plan Nacional de Rehabilitación, heredado y vina verdadera base de negociación. La única fortalecido por el nuevo gobierno, no reconocía contraprestación ofrecida por el gobierno a en las guerrillas a un interlocutor válido. La quienes dejaran las armas era la promesa de dimensión político-subjetiva de la violencia propiciar, al término del proceso, la tramita­ habría de ser enfrentada esta vez mediante la ción de una ley de indulto. Los únicos que res­ simple reactivación del esquema gobierno- pondieron de manera positiva a la invitación oposición. Se trataba, en tal sentido, no de del gobierno fueron el M-19 y los señores de la ampliar la democracia, sino apenas de revitali- droga. Si bien es cierto que el plan del gobier­ zar el bipartidismo tradicional, debilitado por no parecía haber sido concebido a la medida las décadas de Frente Nacional, a través de un del grupo insurgente, la verdad es que también retorno a la dinámica de la confrontación representativos sectores del narcotráfico qui­ democrática entre liberales y conservadores. sieron acogerse a él para buscar su reincorpo­ ración a la vida nacional. El M-19 podía esgri­ La nueva estrategia, después de dos años de mir su condición de delincuente político, así gobierno, amenazaba sin embargo, convertirse que sus conversaciones con el gobierno pudie­ en un fracaso rotundo. El escalamiento de la ron tener una cierta publicidad. Las conversa­ guerra sucia se había convertido hacia 1988 en ciones con el narcotráfico fueron, en cambio, el nuevo gran signo de los tiempos. Aquél fue absolutamente secretas y descomprometidas. el año de las peores masacres que ha conocido Estuvieron signadas por la vergüenza, como el país durante las últimas décadas. Mediante corresponde dentro del marco de un sistema la inserción de la narco-hacienda y del narco­ demo-liberal de derecho, a las relaciones entre tráfico en la vida política colombiana, se habían el Estado y la delincuencia común organizada. fortalecido enormemente el paramilitarismo rural y el sicariato urbano, así que la vieja El modelo inicial de la iniciativa gubernamen­ dialéctica de la insurgencia y la contra- tal, avaro como era en concesiones, no incluía insurgencia había empezado a degradarse y a entre sus declaraciones de intención pacifica­ escalarse para dar paso, progresivamente, a dora ningún propósito explícito de propiciar una dinámica infinitamente más terrible como una reforma política. La inclusión de la reforma es la del terror y el contra-terror. política como objetivo del proceso de paz fue un logro negocial del M-19. Luego de la inclu­ Una coyuntura particular favoreció entonces el sión de este tópico en el texto de la primera cambio en la política gubernamental de paz. El declaración conjunta entre voceros del gobier­ secuestro del dirigente conservador Alvaro no y el grupo insurgente, cambió el carácter Gómez y la conciencia de la necesidad de retor­ del proceso de paz. Desde entonces y hasta el no a una solución negociada que el mismo presente, la idea de una reforma constitucional desató, derivaron hacia una serie de conversa­ ya no pudo dejar de ser concebida, a pesar de ciones entre vastos sectores de la sociedad civil todos los esfuerzos en contrario por parte de y las guerrillas que obligaron al gobierno final­ los sectores más conservadores de la clase polí­ mente a presentar su famosa Iniciativa del lo. tica y de la sociedad, como la gran ocasión para de septiembre de 1988 mediante la cual se cris­ la negociación de la reforma política del Esta­ talizó el retorno oficial a una política de diálogo do. El gobierno se había comprometido a y negociación con las guerrillas —y acaso propiciar que el M-19 —y con él eventualmente también con otros actores armados confronta­ otros actores armados— fuera no sólo objeto dos con el Estado — . Las guerrillas volvieron, sino sujeto participante en las discusiones y en 44 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 las decisiones que debian conducir a una refor­ congresista conservador Alvaro Leyva y que ma constitucional, por la cual la Carta Funda­ éste, a su vez, puso a disposición del diario La mental adquiriria el carácter de un “ pacto de Prensa, la opinión nacional supo que los seño­ paz’’ entre los colombianos. Un tal espíritu de res Joaquín Vallejo Arbeláez como intermedia­ reforma negociada de las instituciones acom­ rio autorizado del narcotráfico y el secretario pañó desde entonces los hitos fundamentales general de la Presidencia, Germán Montoya, a del proceso de paz con el M-19 y continúa titulo más o menos personal pero con conoci­ presente en las discusiones actuales sobre la miento del presidente, habían entrado, desde Asamblea Constitucional o Constituyente. julio de 1988, es decir, mes y medio antes de que el gobierno diera a conocer su Iniciativa de Los barones de la droga, por lo menos aquellos Paz y año y medio antes de que se produjera el que habían ido cayendo en una abierta coftfron- asesinato de Luis Carlos Galán, en conversa­ tación con el Estado, pretendieron otra vez, ciones para buscar una salida negociada al durante la administración Barco, ya no conflicto con los señores del cartel de Medellín mediante su autorrepresentación como delin­ y demás grupos de narcotraficantes que desde cuentes comunes, sino de manera creciente, aquellos días empezarían a suscribir sus comu­ afirmándose como delincuentes políticos, col­ nicados y a ser conocidos como los “extradita- garse de la política de diálogo y negociación bles” . La oferta que los narcos hicieron enton­ concebida por el gobierno para el tratamiento ces al gobierno fue sólo en apariencia una de la izquierda insurreccional. Si bien es cierto, reiteración de la oferta de Panamá. que el gobierno eventualmente conversó con ellos, lo cierto es que su política antidrogas Cuando el lo. de septiembre el gobierno, a tra­ estuvo dominada por el pulso firme y no por la vés de la prensa, dio a conocer su Iniciativa de mano tendida. Paz, los señores de la droga creyeron ver en ella una respuesta positiva a su voluntad de Y sin embargo, huelga decir que la estrategia entrar en negociaciones para poner término a del gobierno Barco fue una estrategia comple­ una confrontación que cada día se tornaba más ja. En lo exterior Barco se preocupó por inter­ sangrienta. Acaso tienen razón quienes alegan nacionalizar el problema y por desplazar la desde entonces —entre ellos Guido Parra, el atención y la responsabilidad del ámbito de la mismo Joaquín Vallejo y el alcalde de Mede­ producción hacia el del consumo, y lo que es llín, Juan Gómez Martínez— que la iniciativa tanto o más importante, por ganar, frente a la gubernamental estaba ciertamente en algunos comunidad internacional, una imagen de credi­ aspectos orientada a abrir, si no una puerta, bilidad que le garantizara libertad de acción por lo menos una ventana al diálogo con los hacia adentro. En lo interior, sin embargo, en narcotraficantes. En el texto de la Iniciativa parte presionado por la dinámica de un conflic­ podía leerse que “ la iniciativa de paz está diri­ to marcado por el signo del terrorismo, y en gida a solucionar las diferentes formas y mani­ parte debido a su falta de flexibilidad en el festaciones de violencia, no sólo las generadas manejo de las pocas alternativas no criminali­ por los grupos guerrilleros” , y lo que era tanto zantes que le dejaba la hegemonía de una o más importante y en todo caso más explícito visión punitiva como la que domina en el pre­ en el sentido de abrir la oferta de diálogo a sente la comunidad internacional bajo la mira­ actores distintos de las guerrillas, el documen­ da vigilante y celosa de los Estados Unidos, el to añadía: ‘ ‘Podemos decir en términos senci­ gobierno Barco se fue enredando, de manera llos, que hay una violencia relacionada con los creciente, en un marco jurídico-político que grupos alzados en armas y otra que no tiene excluía la salida negociada. que ver con la subversión. A estas dos grandes manifestaciones de perturbaciones de la tran­ quilidad pública está dirigida esta iniciativa’ ’. 3.2 Los diálogos de 1988 y 1989 Si bien es cierto que casi dos años después, El 7 de febrero de 1989 explotó el escándalo de mediante comunicado del Consejo de Seguri­ los primeros diálogos del narcotráfico con la dad, los exégetas oficiales habrían de desmen­ administración Barco. Mediante documentos tir que la Iniciativa presidencial de paz hubiera que los señores de la droga hicieron llegar al estado dirigida también a los narcotraficantes, LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 46 lo cierto es que en su momento los párrafos migos políticos. Luego de hacer una profesión transcritos fueron interpretados en ese sentido de fe en la paz, la libertad y la democracia, por quienes esperaban una respuesta del rememoraban y lamentaban los ríos de sangre gobierno a sus demandas de diálogo, y que el corridos desde el fracaso de los diálogos falli­ secretario de la Presidencia había condescen­ dos de Panamá, pedían respeto para los dere­ dido con la lectura correspondiente. chos humanos de sus allegados y hablaban ya no sólo de entregar laboratorios y pistas, sino El mismo día en que se conoció la Iniciativa de sobre todo de ‘ ‘entregar las armas” . Paz, mientras la opinión pública discutía a través de todos los medios sobre su idoneidad Si el modelo para uso privado de Vallejo había para enfrentar el problema guerrillero, Joa­ sido algo así como una invitación tácita a dar el quín Vallejo elaboró y puso a disposición de paso definitivo hacia la autorrepresentación de Pablo Escobar y sus compañeros de empresa los barones de la droga como enemigos del un documento manuscrito que con el título juego, la carta inaugural de los extraditables “ Bases para un acuerdo” habría de constituir fue más bien un ejercicio de resistencia visce­ el fundamento de la nueva propuesta presenta­ ral a abandonar en el escenario de los diálogos da por los narcos para negociar su desmoviliza­ la condición de falsos jugadores, que les era ción, su reincorporación y su reconciliación con tan cara y de la cual se habían prometido la vida burguesa y ciudadana. El curioso docu­ durante tanto tiempo claras ventajas negocía­ mento del viejo político antioqueño se ceñía, les. por lo menos desde un punto de vista formal, a los patrones conceptuales y comportamentales Para comprender las razones de lo que habría exigidos por el gobierno en su propio documen­ de ser luego de muchos meses de idas y veni­ to. Hablaba de cómo el “grupo A” estaba das un nuevo fracaso en las conversaciones, es constituido por los carteles de Bogotá, Mede- imprescindible tener en cuenta cómo Germán llín y la Costa; hablaba, asimismo, de aceptar Montoya, con mucho sentido de realidad, afir­ las condiciones de la nueva estrategia de paz, mó desde el primer momento que un arreglo y lo que es tanto o más interesante, insinuaba sería imposible si no se conseguía hacer del una secuencia de etapas, mediante la cual se diálogo una cuestión tripartita, que incluyera al iría dando cumplimiento a las prestaciones y gobierno de los Estados Unidos, con el cual el contraprestaciones ofrecidas por las partes. El gobierno colombiano había suscrito un tratado documento preveía inclusive la posibilidad de de extradición. Vallejo, quien en entrevista pactar una “tregua” entre los enemigos en posterior habría de rememorar los pormenores conflicto, en espera de que el Congreso resol­ de las conversaciones en cuanto a la inclusión viera sobre el “indulto” y la “amnistía” me­ de los Estados Unidos, explicó entonces cómo diante los cuales debería culminar la negocia­ se acordó que la gestión, el lobbying frente al ción. gobierno estadounidense debía ser hecho por los narcos y no por el gobierno colombiano, y El 15 de septiembre los señores de la droga, que se había llegado a pensar en contratar los bajo el seudónimo de los “extraditables”, servicios de Henry Kissinger para ese efecto. hicieron llegar al gobierno una misiva, median­ La administración Bush fue, sin embargo, un te la cual “respondían” a la invitación presi­ obstáculo insalvable. La legalización y aun, la dencial al diálogo. La carta inaugural de los despenalización del narcotráfico, conditio sine extraditables estaba escrita en un tono más qua non para el éxito definitivo de las negocia­ humilde, con menos pretensiones de adecua­ ciones, era —y e s— un tabú en Washington. ción al marco jurídico de quienes reivindican para sí la condición de combatientes-rebeldes, Según información de El Tiempo del 8 de octu­ que el documento de Joaquín Vallejo que le bre de 1989, los contactos continuaron más allá había servido de base. Se limitaba, en lo funda­ del 15 de septiembre, así que los extraditables mental, a afirmar la disposición para el diálogo hicieron llegar a Montoya, en el curso de las de quienes, en el curso de la confrontación semanas siguientes, un proyecto de ley de armada con el Estado empezaban a auto- indulto y un plan de desmovilización, el cual representarse de manera embrionaria a través debería llevarse a cabo en un máximo de tres de sus propósitos y de sus acciones como ene­ meses, tras el cumplimiento de varias etapas 46 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 de negociación, concebidas en los términos de negocio, por cuanto ellos eran, en esencia, un verdadero dou et des. En un primer hombres de empresa y burgueses interesados momento, los narcos habrían de entregar las en disfrutar de los dineros ya adquiridos, que armas y los explosivos, a cambio de que el sólo por la fuerza de las circunstancias se gobierno redactara un proyecto de ley de indul­ mantenían en aquella absurda “guerra” . to. En una segunda fase de las negociaciones, los narcos habrían de entregar las pistas, etc., a cambio de que el gobierno se comprometiera 3.3 La segunda gran guerra contra a suspender la vigencia de las normas penales el narcotráfico que constituyen el centro del tratamiento delin- cuencial contra el narcotráfico. Sobre todo el El gobierno Barco asumió, en general, el diag­ Estatuto para la Defensa de la Democracia nóstico criminalizante y punitivo de la política debía salir de circulación. El desmonte de los estadounidense en torno a la cuestión de la laboratorios sería la respuesta de los narcos a droga, así que su legislación antidrogas, en la cesación de las persecuciones en su contra, y cuanto legislación de excepción, no fue sino la la liquidación global del negocio, la contra­ expresión normativa de la tendencia heredada prestación debida a la gestión oficial de un a transformar al narcotráfico en un enemigo perdón judicial frente a los Estados Unidos. absoluto del Estado y la sociedad. De la misma manera que la política antidrogas de la El diálogo dilatado y sin resultados y los golpes administración Betancur, también la de la propinados al narcotráfico exasperaron los administración Barco conoció dos períodos ánimos de las partes. Comenzó así una cadena bien diferenciados; también esta vez un magni- de asesinatos de jueces, de funcionarios y de cidio determinó un vuelco radical en la posición personalidades de la vida pública que fueron del gobierno frente a los señores de la droga. Y imputados por el Estado y por la opinión públi­ como si fuera poco, la extradición se repitió ca al narcotráfico. La nueva escalada de críme­ como símbolo de la alianza con los Estados nes, luego de haber pasado por la muerte del Unidos en la cruzada compartida contra el nar­ gobernador de Antioquia, Antonio Roldán cotráfico y contra las drogas en general. Betancur, del comandante de la Policía de Medellín, coronel Valdemar Franklin Quintero, En circunstancias muy conocidas, cuando se y del magistrado del Tribunal Superior de aprestaba a dirigir una concentración popular Bogotá, Carlos Ernesto Valencia, culminó con que se había organizado en su nombre, en la el asesinato de Luis Carlos Galán, candidato plaza de Soacha, el 18 de agosto de 1989 fue oficial del liberalismo a la Presidencia de la asesinado Luis Carlos Galán. Su muerte no fue República, el 18 de agosto de 1989. Fue enton­ la de un candidato sino la de un futuro presi­ ces cuando, según declaraciones de Joaquín dente. Esa misma noche, en medio de la cons­ Vallejo, se cortaron definitivamente las con­ ternación que embargaba al país luego de la versaciones con el gobierno. muerte violenta de uno de sus líderes más carismáticos de las últimas décadas, el presi­ En entrevista concedida a La Prensa el 10 de dente de la República, mediante alocución tele­ octubre de 1989, Joaquín Vallejo habría de ser visada, ante el asombro de una teleaudiencia enfático en afirmar que la alternativa del diálo­ acostumbrada a que los rituales oficiales de go estaba, ahora sí, descartada, no tanto por el encaramiento de la violencia se desarrollaran asesinato de Galán —el cual al fin y al cabo en un tono más bajo y discreto, le “ declaró la nunca fue reivindicado por el narcotráfico, y guerra” al narcotráfico. como casi todos, tampoco ha podido ser escla­ recido por los jueces y los organismos de Otra vez, como hacía cinco años, cuando el ase­ investigación — , cuanto por el escándalo sinato de Rodrigo Lara había motivado la implicado en la publicación de los diálogos. declaración de guerra del presidente Betancur Indagado sobre la credibilidad de las ofertas contra los señores de la cocaína, también ahora negocíales de los señores de la coca, Vallejo la rabia y la impotencia desatadas transforma­ explicó, palabras más palabras menos, que él, ron en certidumbre colectiva y en último térmi­ como hombre práctico que era, creía en la no en certeza probatoria, la simple sospecha de disposición de los capos para abandonar el quiénes habían sido los autores del crimen. En LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 47 esa certeza, nacida acaso de la urgencia de un 5. El gobierno ha sobornado a la justicia con magis­ chivo expiatorio frente a la oscuridad del cri­ traturas, prebendas diplomáticas y becas en el men, fundó el gobierno, dentro del marco del exterior. estado de sitio, una escalada sin precedentes (...) en las medidas criminalizantes y punitivas para perseguir el narcotráfico y el narcoterrorismo y 8. Estuvimos estamos y estaremos dispuestos a dialo­ aun las guerrillas. El Decreto 1830 del 19 de gar siempre, pero no bajaremos la bandera y conti­ agosto estableció la extradición por vía admi­ nuaremos la lucha y la guerra total contra los anti­ nacionalistas y los vendepatria. nistrativa, es decir, a espaldas de la Corte. El Decreto 1863 autorizó a los jueces penales mili­ 9. Declaramos la guerra total y absoluta al gobierno, a tares para practicar registros en los sitios la oligarquía industrial y política, a los periodistas donde se presuma o existan indicios de que se que nos han atacado y ultrajado, a los jueces que se encuentran personas que hayan participado en han vendido al gobierno, a los magistrados extradi- tadores, a los presidentes de los gremios y a todos la comisión de un delito, o los objetos relacio­ aquellos que nos han perseguido y atacado. nados directa o indirectamente con el mismo. El Decreto 1856 ordenó la confiscación de los 10. No respetaremos las familias de quienes no han bienes muebles e inmuebles de los narcotrafi- respetado nuestras familias. cantes, y como si fuera poco, el Decreto 1859 11. Incendiaremos y destruiremos las industrias, las restringió aún más el ya vapuleado recurso del propiedades y mansiones de la oligarquía. habeas corpus, y autorizó la detención, en condiciones de absoluta incomunicación y por un término que rebasa con mucho al consagra­ A la declaración presidencial de guerra había do por la Carta Constitucional para circunstan­ seguido, pues, cinco días más tarde, la declara­ cias de guerra, de personas contra quienes se ción de guerra de los barones de la droga. tengan graves indicios de que han cometido Acaso no fue, en estricto sentido militar y delitos contra la existencia y la seguridad del jurídico-político, una guerra lo que entonces se Estado. puso en marcha. En todo caso, la barbarie se apoderó del país. La respuesta de los narcos no se hizo esperar. El sábado 26 de agosto el país conoció, incré­ Para que el acercamiento al conflicto a través dulo y asustado, la carta de los extraditables, de misivas, de astucias y de truculencias no mediante la cual éstos asumían el reto de la nos haga perder el sentido de realidad respecto guerra total. El sorprendente comunicado, de la brutalidad del drama vivido, recordemos, enviado a Caracol en un maletín con una carga brevemente, algunos de los hitos de las prime­ de 20 kilogramos de dinamita que fue desacti­ ras grandes ofensivas y contraofensivas del vada, y que tenía fecha del 23 de agosto, decía: Estado y del narcoterrorismo.

Los extraditables y expropiados al pueblo de Colom­ El 21 de agosto, las Fuerzas Armadas informa­ bia: ron que habían detenido a más de 10.000 per­ sonas sospechosas de estar involucradas en el narcotráfico e informaron asimismo que habían 1. Hemos venido pidiendo la paz al gobierno desde allanado numerosas propiedades de los jefes las conversaciones de Panamá en el año de 1984. Cuánta violencia se hubiera podido evitar. de los carteles de la droga. El 27 de agosto se anunció que habían sido confiscados numero­ 2. Nos acogimos al plan de paz propuesto por el presi­ sos inmuebles de propiedad de Gonzalo Rodrí­ dente Barco y no obtuvimos del gobierno ninguna guez Gacha y de Pablo Escobar Gaviria, jefes respuesta. del cartel de Medellín. El 3 de septiembre el país conoció el primer gran balance de los 3. La única respuesta que hemos obtenido del gobier­ hechos de guerra desde la perspectiva del no es la represión, los allanamientos arbitrarios, Estado. En los quince días transcurridos desde las detenciones injustas de nuestros familiares y la muerte de Galán, se habían practicado los saqueos a nuestros hogares. 2.004 registros, se habían ocupado 550 inmue­ 4. Se ha cometido contra nosotros toda clase de atro­ bles, se habían incautado 1.061 armas de corto pellos jurídicos. y de largo alcance, se habían decomisado 48 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990

1.356 vehículos automotores, 33 yates y 142 en las cercanías de Tolú, a Gonzalo Rodríguez motos, y se habían inmovilizado 343 aero­ Gacha. El Mexicano, sobre cuya cabeza pendía naves. una recompensa de 250.000 dólares, represen­ taba la línea más dura y violenta del cartel de Pero también los señores de la coca habían Medellín. Sus orígenes como “gatillero” en las puesto en marcha su máquina de violencia. A minas de Muzo, bajo las órdenes de Gilberto través de ella, el país había entrado en una Molina, su anti-comunismo rabioso y, en gene­ nueva era de barbarie. La era del narcoterroris- ral, su propensión a buscar soluciones de fuer­ mo urbano sistemático, cuyo instrumento prin­ za, determinaron que buena parte del narco- cipal habría de ser el sicariato, y cuya modali­ paramilitarismo rural y del narco-sicariato dad fundamental de lucha sería el atentado urbano estuvieran bajo su inmediata responsa­ dinamitero contra objetivos indiscriminados en bilidad. De Rodríguez Gacha se decía, además, los grandes centros urbanos del país, había que era el segundo hombre y el “ Ministro de comenzado. Guerra’’ del cartel de Medellín.

Primero fue Medellín. El estallido sistemático Verdad o mentira todo lo que de él se cuenta, lo de grandes petardos llevó, en el curso de un cierto es que, cercano a la leyenda como esta­ mes, a la población antioqueña al borde de la ba, el Mexicano cumplió la función de chivo histeria colectiva. El terror sistemático se des­ expiatorio al cual pudieron atribuírsele gran plazó entonces hacia otras ciudades como parte de las atrocidades cometidas en las Bogotá, Cali, Cartagena y Pereira. múltiples violencias que asuelan al país. Preci­ samente por ello, su muerte significó un respi­ El 2 de septiembre, una poderosa bomba des­ ro, una pausa en la confrontación entre el Esta­ truyó parcialmente las instalaciones del diario do y el narcotráfico, y sobre todo, una oportuni­ El Espectador en Bogotá y dejó un saldo de 2 dad para que los extraditables regresaran a muertos, 83 heridos y pérdidas materiales una postrera estrategia de diálogo y negocia­ estimadas en 2.5 millones de dólares. El 16 de ción dentro del marco de la administración octubre, un carro-bomba destruyó las instala­ Barco. ciones del diario Vanguardia Liberal de Buca- ramanga. En el atentado murieron 5 personas y otras 15 resultaron heridas. El 26 de octubre 3.4 El último diálogo: la rendición estalló una bomba en el Hotel Hilton de Carta­ de los rebeldes gena. El hecho dejó dos muertos y cuantiosas pérdidas materiales. El turismo abandonó la En algún Documento Ocasional del Centro de ciudad. El 27 de noviembre se llegó al clímax Estudios Internacionales de la Universidad de de la brutalidad. Un avión comercial de Avian - los Andes (CEI) se atribuye al expresidente ca con 107 personas a bordo estalló en el aire López Michelsen haber propuesto, luego de cerca de Bogotá. Las investigaciones lograron que la ofensiva de agosto de 1989 parecía comprobar que el hecho se había producido por haber excluido ya toda alternativa de diálogo mano criminal. El crimen se atribuyó al cartel con el narcotráfico, “colocar en un plano de de Medellín. Y cuando ya no parecía posible igualdad a los alzados en armas y a los narco- agregarle más barbarie a la barbarie, el 6 de traficantes para negociar con ellos, después de diciembre estalló la bomba que destruyó las derrotarlos y concederles si es el caso una edificaciones del DAS en Bogotá. amnistía que permita reincorporarlos a la vida civil’’. Pues bien, los últimos desarrollos de El gobierno daba permanentemente partes de las relaciones entre el Estado y el narcotráfico victoria, pero las bombas no dejaban de hacer habrían de estar enmarcados dentro de esta sentir su efecto deletéreo. Entre la población lógica, propia del derecho internacional de los empezaba a generalizarse el sentimiento de conflictos armados y del derecho penal-político que el Estado no podría triunfar y de que el interno. La autorrepresentación inicial de los país había sido lanzado, de manera impruden­ barones de la droga como delincuentes comu­ te, hacia una hecatombe sin esperanza. El 15 nes, la cual había servido como base para la de diciembre, sin embargo, un golpe de suerte definición de las primeras grandes estrategias y de inteligencia militar permitió dar de baja, de negociación durante los llamados diálogos LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 49 de Panamá en 1984, habría de evolucionar, buscar una salida negociada al conflicto con el luego de pasar por la figura intermedia de los narcotráfico. Y lo que es tanto o más importan­ empresarios-rebeldes, propia de los diálogos te, había defendido la tesis según la cual a los entre Montoya y Vallejo en 1988-1989, hacia la enemigos es necesario derrotarlos primero autorrepresentación pura y simple de los para luego negociar con ellos. Nadie mejor que narcotraficantes como delincuentes políticos, él, pues, para orquestar el negocio público de vale decir, como combatientes-rebeldes derro­ la derrota bélica de los extraditables. Así lo tados, a comienzos de 1990. El ciclo de las entendieron los emisarios de Montoya, así que autorrepresentaciones y, en alguna medida, solicitaron su ayuda semipública y humanitaria también el de la evolución real —aunque para ejecutar un negocio privado, como era apenas parcial y fallida— del falso jugador conseguir la liberación del hijo de un amigo. hacia la condición de enemigo del juego, habría Pero aquí interesa, sobre todo, la historia del de quedar, con ello, concluido. negocio público y de sus significaciones jurídi- co-políticas. Como en el caso de la llamada Entre tanto, han llegado a ser conocidas de “simulación” de que hablan los abogados civi­ todos las circunstancias que condujeron a la listas, también aquí, frente a terceros, —va­ carta de los Notables, del 15 de enero, y a la le decir, frente a la opinión nacional y aun fren­ respuesta que dos días después hicieron llegar te a los extraditables—, debe prevalecer el los extraditables a conocimiento de la opinión negocio simulado. En tal sentido, las ofertas de pública nacional. De la misma manera que el “flexibilización” del tratamiento de los narco- proceso de paz con el M-19 se había puesto en traficantes hechas por el presidente Barco marcha a través de un secuestro político cual deben ser entendidas como recursos de nego­ fue el de Alvaro Gómez, así también, el secues­ ciación en un arreglo político como era el de tro —igualmente político— de Alvaro Diego buscar la paz con los empresarios de la droga y Montoya, hijo del secretario general de la Pre­ no como simples astucias privadas llamadas a sidencia, Germán Montoya —y el de dos favorecer la liberación de sus parientes y parientes del presidente de la República—, amigos secuestrados. puso en marcha el ingenioso plan de negocia­ ciones que habría de conducir, el 22 de enero de 1990, a su liberación. En una historia en la El 3 de noviembre de 1989 se realizó en Paipa cual se mezclan las significaciones privadas y (Boyacá) una reunión de juristas. Le correspon­ públicas de los actos y las conversaciones, dió entonces al expresidente López Michelsen resulta del mayor interés recordar cómo fueron inaugurar el encuentro. En su discurso de Santiago Londoño y Mario Aristizábal, los apertura, el exmandatario e ilustre constitucio- empresarios antioqueños encargados por nalista abordó, entre otros tópicos, el de la “guerra” contra el narcotráfico. Con muy buen Montoya de gestionar la liberación de su hijo, sentido jurídico, sostuvo López en aquella oca­ quienes tuvieron la feliz ocurrencia de propo­ sión, que la ocurrencia del presidente Barco en ner a Pablo Escobar y al cartel de Medellín por el sentido de llamar “guerra” a la confronta­ conducto de Guido Parra, la estratagema de la ción armada entre el Estado y los barones de la derrota. Fueron ellos, asimismo, quienes vinie­ droga constituía un giro desafortunado. Según ron a la idea de sacar la negociación del secues­ López, hablar de guerra implicaba reconocer, tro del ámbito de lo privado mediante el expe­ diente de solicitar la participación del expresi­ por parte del Estado, que los narcotraficantes dente López y de la Comisión de Notables por eran en realidad beligerantes o rebeldes, lo él convocada, para efectos de darle a las gestio­ cual no correspondía a la realidad. Días des­ nes dimensiones de negociación pública de paz pués, orquestada por el expresidente López, entre el Estado y el narcotráfico, así que resul­ habría de ponerse en marcha una estrategia de negociación fundada precisamente en la idea taran interesantes para los barones de la droga. de la “rendición” y de la condición de comba­ tiente-rebelde implícita en el comportamiento de quienes se reconocían como derrotados. López había participado como protagonista en los diálogos de Panamá. Aún más, había habla­ do con frecuencia acaso no de la bondad moral La idea de que se constituyera una Comisión de pero sí de la eventual necesidad práctica de Notables para negociar con el narcotráfico, 50 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 análoga a la que había servido en su momento ceden luego, de manera tácita, a autorrepre- para verificar la voluntad de diálogo y de nego­ sentarse como delincuentes políticos, como ciación de las FARC, era una idea que se venía combatientes-rebeldes derrotados, y en cuanto gestando por lo menos desde octubre de 1989, tales como aspirantes legítimos al perdón judi­ cuando fue propuesta por Guido Parra en cial. En tal sentido dicen: entrevista al diario El Colombiano, y reiterada en el curso del mes, a través de sendos comuni­ (...) cados de los extraditables al director del diario 3. Que compartimos plenamente el criterio expresado La Prensa, Juan Carlos Pastrana, y al presi­ por ellos (los Notables) sobre la supervivencia del dente del Senado, Luis Guillermo Giraldo, Estado y del gobierno elegido democráticamente, frente a organizaciones y personas que, como es como instrumento para detener la guerra. El nuestro caso, vivimos al margen de la ley, comba­ documento parecía, pues, una clara y positiva tiendo las instituciones y la existencia misma del respuesta a un viejo deseo de los extraditables. orden jurídico establecido.

El documento había sido redactado por López y 4. Que sometida nuestra conducta al anterior concep­ to, sólo deseamos la paz, la tranquilidad y la demo­ llevaba, además de su firma —y del respaldo cracia para nuestra patria y para nuestro pueblo. verbal del expresidente Pastrana—, la rúbrica del expresidente Turbay, la del cardenal Mario 5. Que en consecuencia aceptamos el triunfo del Esta­ Revollo Bravo y la del presidente de la Unión do, de las instituciones y del gobierno legítima­ Patriótica, Diego Montaña Cuéllar. Dentro de mente establecido. Deponemos entonces las armas un marco de referencias a lugares comunes y objetivos de lucha, en aras de los más altos inte­ reses de la patria. que a nadie comprometían con nada, estaba hábilmente camuflada la famosa y por aquellos 6. Que nos acogemos al ordenamiento legal vigente, días tantas veces citada e interpretada exhorta­ con la esperanza de obtener del gobierno y de la ción al narcotráfico para que depusiera las sociedad el respeto por nuestros derechos y el rein­ armas, mediante la cual se debía poner en tegro a nuestras familias y comunidades. marcha —siguiendo lo acordado previamente entre las partes— el proceso de las negociacio­ Siguiendo los patrones de la iniciativa guber­ nes públicas. El aparte correspondiente decía namental de paz y la experiencia de las nego­ lo siguiente: ciaciones entre el Estado y el M-19, los extradi­ tables proceden entonces a señalar aquéllas que habrían de ser sus primeras manifestacio­ Estamos seguros de que la sociedad, ante una decla­ nes comportamentales de estar movidos por ración de los extraditables, aceptando este llamado, una verdadera “voluntad de reconciliación”. liberando a quienes tienen como rehenes y suspen­ Hablan, en tal sentido, de liberar en forma diendo de inmediato los embarques de droga al exte­ rior, miraría con benevolencia este gesto final, que los inmediata a la señora Patricia Echavarría y a su haría acreedores a un tratamiento menos riguroso que hija, y a los demás retenidos; de ofrecerse si insisten en sus procedimientos criminales. como mediadores para obtener la paz con otros grupos como los esmeralderos y los de los paramilitares y aun las bandas de sicarios; de No interesan aquí las denuncias públicas suspender los envíos de droga al exterior, y hechas por el comandante de la IV Brigada del sobre todo, prometen acabar con los atentados Ejército, quien dijo tener información en el con explosivos y con las ejecuciones a líderes sentido de que tanto la propuesta de los nota­ políticos, funcionarios gubernamentales y bles como la respuesta de los extraditables gremiales, etcétera. habían sido concertadas de antemano; con estas declaraciones buscaba torpedear la nego­ El comunicado termina con una exaltación de ciación. El escándalo hizo tambalear pero no sus ideales, que equivale, a una afirmación de suspender el negocio. su politicidad ya no por el camino de decirse combatientes derrotados, sino por el de explici- Con fecha del 16 de enero, el miércoles 17 tar que tienen a manera de proyecto político- apareció la respuesta de los extraditables. ideológico un proyecto, acaso no revoluciona­ Estos, mediante comunicado, empiezan por rio, pero sí de resistencia contra la opresión. El dar respuesta al llamado de los Notables y pro­ párrafo final dice, en tal sentido: LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 51

Que la causa esencial de nuestra lucha ha sido y será permitía al gobierno mantener la tesis de que no se siempre: nuestra familia, nuestra libertad, nuestro dialogaba, porque con el rendido no se dialoga; de pueblo, nuestra vida y nuestros derechos de naciona­ otro lado servía al Señor Presidente para excusar la lidad y de patria. persistencia en la guerra delante del Señor Bush, en la Cumbre de Cartagena. Por último, admitía el “tra­ A la publicación del comunicado siguieron, tamiento menos riguroso’ ’ por el carácter humanitario de que debe ser objeto el vencido. efectivamente, una serie de manifestaciones unilaterales de voluntad de paz por parte de los Gonzalo Guillén, editor del diario La Prensa, extraditables. Se liberaron secuestrados —con comentaba a su vez en la edición del 11 de lo cual quedaron cumplidos los objetivos de febrero, refiriéndose a la propuesta de los quienes no estaban interesados sino en el Notables y a la respuesta de los extraditables: negocio privado —, se entregó un bus con 1.000 kilogramos de dinamita, pero sobre todo, se hizo entrega, en presencia de multitud de Tanto los términos de la propuesta de los Notables periodistas que fueron llevados para el efecto a como los de la respuesta de los Extraditables sugieren la posibilidad de una esperanza que, de acuerdo con un lugar apartado en la selva, de los más gran­ los voceros del Cartel, no se menciona con nombre des laboratorios para el procesamiento de propio: que se les dé a los narcotraficantes status de cocaína conocidos hasta el presente. Como delincuentes políticos precisamente porque, de acuer­ contraprestación inmediata los narcotrafican- do con su comunicación, “se han enfrentado al Esta­ tes esperaban del gobierno, según lo aparente­ do” y porque están “combatiendo las instituciones y la existencia misma del orden jurídico” . mente acordado, la creación de una comisión de alto nivel que se encargaría de implementar Finalmente, luego de liberados los parientes los mecanismos legales para el tratamiento de políticos del presidente y el hijo del secretario la rendición. Según las esclarecedoras declara­ de la Presidencia, todos los que habían interve­ ciones del abogado Guido Parra —entre las nido de manera oficial o semioficial en las ges­ publicadas, sin lugar a dudas las más convin­ tiones de paz con el narcotráfico se “ desmonta­ centes para efectos de comprender el sentido ron por las orejas” . A los señores Londoño y del negocio aparente, es decir, del negocio Aristizábal, que habían sido tenidos por los oficial de la paz— la recientemente creada extraditables y por el mismo Guido Parra como Dirección Nacional de Narcóticos, fue la ver­ negociadores oficiales, les bastó decir que sión final, disminuida y discreta, de la promesa habían realizado una gestión privada que a gubernamental. nadie comprometía, para que toda la negocia­ ción pública perdiera su piso. En el peor de los Para entender el sentido final de este nuevo casos, los timados podrían decir que los indus­ intento de diálogo y negociación, que como los triales antioqueños habían mentido. El gobier­ anteriores culminó con una nueva frustración y lo que es peor, con una escalada retaliatoria del no, en cambio, que no había pasado de hablar narcoterrorismo urbano, acaso nada mejor que de la posibilidad de un tratamiento más “flexi­ recurrir textualmente a algunas citas. En tomo ble” que le seguía siendo potestativo hacia el futuro, permaneció impávido. al modelo de rendición ideado por los señores Londoño y Aristizábal en compañía del expresi­ En tal sentido no es de extrañar la misiva del dente López, dice Guido Parra que su función 28 de marzo enviada por los extraditables al última era la de posibilitar un camino inter­ pueblo de Colombia, en la cual denuncian el medio entre la intransigencia norteamericana engaño e insinúan su venganza. El comunicado que exigía, de manera implacable, un trata­ concluye con una amenaza velada, que días miento criminalizante y punitivo de los señores más tarde volverían explícita a través de un de la droga, y la posición del presidente Barco nuevo comunicado, y que se cristalizaría en los que había prometido —no importa si primando actos de terror a veces indiscriminado y a veces en él una intención privada o pública— un selectivo que ha debido sufrir la ciudadanía de tratamiento más flexible para los extraditables Bogotá, Medellín y Cali durante los últimos en el evento de que hicieran efectiva su rendi­ meses. ción. Al respecto de la rendición, dice Parra: Desde la perspectiva de la evolución de las El nudo gordiano del conflicto se desataba con el autorrepresentaciones del narcotráfico, en el empleo polifacético de esa Sgura. De una parte, sentido de haber pasado de reconocerse como 52 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 delincuente común a llamarse combatiente- 3. Que manifestamos anteriormente también que el rebelde con un proyecto de resistencia, acaso problema de la extradición había pasado para el documento más interesante que se ha publi­ nosotros a un segundo plano, ya que este argu­ mento de lucha había sido desplazado por el de las cado es el comunicado enviado por los extradi- torturas, los asesinatos y las desapariciones de tables el día 5 de abril, mediante el cual dan a nuestros compañeros, a los cuales, luego de ser conocer a la opinión nacional, dentro de un detenidos, se les ha introducido taladros por los marco de múltiples denuncias contra violacio­ oídos, agujas en los testículos y sopletes en todas nes de derechos humanos por parte del Estado partes del cuerpo. y de amenazas de retaliación, el secuestro del 4. Que nuestra organización militar y política ha senador Federico Estrada Vélez. El texto ter­ tenido siempre las mejores relaciones con el mina con la siguiente declaración: M-19.

11. Que como grupo rebelde nos declaramos movi­ 5. Que rechazamos el asesinato del líder Pizarro miento militar y político que luchará contra la Leongómez, amigo del diálogo con nosotros, extradición, contra la tortura y el sicariato oficial, enemigo de la extradición y símbolo de la paz; la contra la manipulación de los jueces por parte del cual hemos pedido siempre a gritos y por la que Gobierno, contra la desinformación, contra la hemos hecho grandes demostraciones de deseos intromisión de gobiernos extranjeros en el manejo sinceros y buena voluntad. político y económico de la Nación y en la defensa de las clases desprotegidas y de las reivindicacio­ 6. Que estas manifestaciones de buena voluntad y de nes sociales y políticas del pueblo colombiano. paz siempre fueron ridiculizadas y minimizadas por los señores generales Gómez Padilla, Casa- diego Torrado y Maza Márquez, quienes impidie­ Nótese que el proyecto político anunciado, en ron al Señor Presidente la definición de un proce­ cuanto proyecto de resistencia, es en realidad so de paz con nuestra organización. un nuevo indicador de la “resistencia” emocio­ 7. Que a cambio de ello le ofrecieron al Señor Presi­ nal e ideológica de ese falso jugador que son dente Barco la aniquilación de nuestro grupo y los narcotraficantes a abandonar su condición nombraron para esa misión al señor Oscar Peláez de tales. Ni siquiera la brutalidad de la con­ —comandante de la DIJIN— quien ha asesinado, frontación armada con el Estado ha podido for­ torturado y desaparecido más de cincuenta com­ zarlos hasta hoy a evolucionar hacia un proyec­ pañeros y más de cien ciudadanos inocentes en masacres indiscriminadas contra ciudadanos de to revolucionario de extrema derecha. los diferentes barrios de la ciudad de Medellín.

Los últimos comunicados de los extraditables 9. Que son estos cuatro policías con nombre propio son, sobre todo, una denuncia del desgobierno los amos del poder y los verdaderos enemigos de civil y del peligro desestabilizador y golpista la paz. que representan los organismos de seguridad 10. (refiriéndose al asesinato de Pizarro) del Estado, pero sobre todo los cuerpos de poli­ Que sin participación y sin complicidad oficial es cía. Los narcos asumen que ciertamente se absolutamente imposible para un solo individuo encuentran a la defensiva, y que por ello, pro­ efectuar un atentado contra una persona extra­ blemas como el de la extradición han pasado ordinariamente protegida. para ellos a un segundo plano. Su movimiento de resistencia enarbola ahora, contra el terro­ (...) rismo de Estado, la bandera de los derechos 13. Que deseamos la paz y permaneceremos abiertos humanos. La carta del 27 de abril de 1990 al diálogo, pero continuaremos la guerra mientras se encuentre oficializada la tortura y los asesina­ resulta, en ese sentido, paradigmática. Dice la tos de nuestros compañeros. misiva, entre otras muchas cosas interesantes y que invitan a una seria relectura de la coyun­ Acaso todos los actores involucrados de mane­ tura presente: ra inmediata en esta confrontación estén jugando billar a tres bandas. En todo caso, las explicaciones ofrecidas por los narcotraficantes (...) para dar cuenta de por qué no fueron ellos y, 2. Que hemos denunciado repetidamente a los poli­ sobre todo, de quiénes fueron los verdaderos cías torturadores y que en anteriores comunicados autores de los atentados en que perdieron la manifestamos que Colombia no está siendo gober­ nada por un presidente, sino por la fuerza y el vida Jaramillo Ossa y Pizarro Leongómez son, poder de cuatro policías criminales. indudablemente, bastante más plausibles que LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 53 las hasta ahora aportadas por el Estado. Ello 1990, una marcada resistencia a abandonar el no legitima, por supuesto, la extrapolación de modelo del delincuente común para entrar de la credibilidad de las afirmaciones del narco­ manera decidida en el de un verdadero enemi­ tráfico a todos los ámbitos de la vida, pero sí go político. A la lentitud de la transformación una relectura de los hechos más atenta a la de los fines subjetivos opusimos la velocidad evolución de la extrema derecha en cuanto tal, bastante mayor en la evolución de los medios. y que mire con mayor desconfianza hacia los Su proyecto militar, edificado sobre la base del organismos de seguridad del Estado. En este ejercicio sistemático del terrorismo urbano, ha contexto acaso valga la pena atender las adver­ avanzado de manera decidida hacia la politici- tencias de López Michelsen en el sentido de dad, en el sentido de que sus acciones están que para desenmascarar a la extrema dere­ claramente orientadas hacia un cuestionamien- cha hay que mirar hacia Tel Aviv y de que para to por lo menos parcial de la existencia y la capturar a Pablo Escobar hay que reestructurar seguridad del Estado. las Fuerzas Armadas. Pablo Escobar, por su parte, debe estar dispuesto, muy seguramen­ Si fundamos nuestra valoración del narcotráfi­ te, a afirmar, si se lo preguntan, que para co únicamente en los criterios que aporta la capturar a Rodríguez Orejuela hay que re­ distinción jurídico-penal entre delincuentes estructurar, asimismo, los organismos de poli­ comunes y políticos, ésta no difiere gran cosa cía. del juicio oficial de la administración Barco sobre el lugar que corresponde a los barones de la droga frente a la ley colombiana. Se trata 4. A MANERA DE CONCLUSION: ALGUNAS en ambos casos de actores colectivos —organi­ REFLEXIONES SOBRE LA zaciones para delinquir y/o organizaciones NEGOCIABILIDAD DEL CONFLICTO terroristas— que se sirven del terrorismo polí­ CON EL NARCOTRAFICO tico —v. gr. de orientación contra-estatal — para la realización de fines subjetivos de carác­ La tesis más general mediante la cual se dio ter delincuencial-común. El presidente Barco comienzo a estas reflexiones es la de que la ha dicho al respecto en múltiples ocasiones y historia de las confrontaciones entre el Estado utilizando casi siempre la misma fórmula: y el narcotráfico es, en buena medida, la de una profecía autocumplida. El escalamiento Quiero ser enfático: lo que estas fuerzas oscuras pre­ en la criminalización, manifiesto en la evolu­ tenden es el derrumbe del Estado, la desestabiliza­ ción de la política criminal y la legislación ción de la democracia y la destrucción de nuestro penal desde un modelo de salud pública hacia modo de vida. Toda esa actividad destructora está un modelo de seguridad nacional, en cuanto orientada a un fin de lucro y busca proteger las utili­ internalizado, ha determinado la transforma­ dades de un sucio negocio. ción de un simple delincuente común como era el narcotraficante de comienzos de la década Pero el asunto no es tan sencillo. La idea del de los ochentas en un verdadero enemigo del delito común como aquél que está determinado Estado, vale decir, en un delincuente político por móviles egoístas lleva implícita, a pesar de fallido como es el narcoterrorista de hoy. la ya larga y respetable tradición doctrinal que la avala, una visión profundamente recortada y Ya antes de dar comienzo al relato sobre los caricaturesca del delincuente. El sentido de la diálogos entre el Estado y el narcotráfico comprensión del delincuente común como falso durante las administraciones Betancur y Bar­ jugador, como hombre que quiere jugar pero co, se advirtió que parecían poderse distinguir que hace trampa, es precisamente el de sacarlo por lo menos dos velocidades distintas en la de ese referente inmediato que es la actividad evolución de la identidad del actor “narco­ delictiva para situarlo en el marco del juego tráfico” . A través de la narración se pudo cons­ sociopolítico en el cual se desarrolla, de mane­ tatar cómo la evolución de las autorrepresenta- ra integral, su vida. En cuanto falso jugador, ciones de los narcotraficantes denotaba en rea­ también el delincuente común, sobre todo si se lidad, a pesar de la aparente radicalidad en la trata de un empresario ilegal, tiene un rudi­ sustitución de la figura del delincuente común mento de proyecto ético-político, que si no se de 1984 por la del combatiente-rebelde de explícita es precisamente porque coincide en lo 54 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 fundamental con el proyecto histórico domi­ por lo menos desde la perspectiva de los fines, nante en el establecimiento. La politica no lo bastante tenue. es, pues —como parecería inferirse de las definiciones jurídico-penales del positivismo clásico cuando se las reduce a la caricatura de Ahora bien, si la cuestión del proyecto ético- la total solución de continuidad entre delin­ político del narcotráfico parece susceptible de cuentes comunes y políticos y se les da, en un ser pensada, si se desborda un poco el marco alarde de realismo conceptual, un uso empí­ estrecho de las definiciones jurídico-penales rico— del todo ajena. clásicas, la cuestión del terrorismo sistemático aparece, en cambio, como un cuello de botella insalvable para la ética jurídica. El principio En ese sentido, cabe decir que uno de los efec­ según el cual “hay medios cuya utilización no tos de la confrontación entre el Estado y el puede ser justificada por ningún fin’’ forma narcotráfico ha sido precisamente obligar a los parte fundamental del acervo jurídico moder­ barones de la droga a tomar conciencia y a no. Desde la perspectiva del derecho interna­ explicitar de manera creciente el sentido de su cional de los conflictos armados, edificado proyecto ético-político. Las autorrepresentacio- fundamentalmente sobre una ética de los nes de los barones de la droga como delincuen­ medios, y aun desde la perspectiva del derecho tes comunes y como falsos jugadores que penal político interno en cuanto lo recoge, la caracterizaron las conversaciones de Panamá cuestión es clara. El terrorismo urbano siste­ fueron la expresión de su ser más íntimo en un mático del narcotráfico no puede ser entendido momento en que las tensiones estaban todavía sino como una monstruosidad. Ninguna moti­ bajas. La comprensión del narcotraficante vación, v. gr. ningún proyecto ético-político, ni organizado como falso jugador que se resiste a siquiera el más altruista, está en capacidad de abandonar su proyecto de estabilización del justificarlo. statu quo sociopolítico para convertirse decidi­ damente en un enemigo del juego, ayuda a Y sin embargo, cabría todavía pensar que fren­ comprender la ambigüedad que subyace a las te a la presencia de una amenaza real para la últimas autorrepresentaciones de los extradita- existencia del Estado colombiano —o por lo bles como combatientes-rebeldes, portadores menos para la supervivencia de la democra­ de un proyecto de simple resistencia contra el cia— como la que puede representar el narco- despotismo imperial y el terrorismo de Estado. terrorismo urbano si el conflicto entre el Esta­ Si bien es cierto que la camisa de fuerza del do y el narcotráfico se prolonga mucho más allá derecho penal y su transformación real de de lo prometido por el presidente electo, el narcotraficantes en narcoterroristas los ha obli­ derecho todo aparece como la manifestación de gado a evolucionar hacia la autorrepresenta- un fundamentalismo ético, políticamente irres­ ción como combatientes-rebeldes, para efectos ponsable. de hacer legalmente negociable su situación, su condición visceral de capitalistas emergen­ tes y de burgueses sigue determinando que se También para el conflicto entre el Estado y los tengan por un movimiento de resistencia y no barones de la droga —como para el conflicto revolucionario. En ese sentido, la voluntad de con las guerrillas— vale, en el evento de que el distanciamiento frente a las guerrillas —y aun mismo amenace prolongarse hacia el futuro, la frente a la extrema derecha golpista— perma­ pregunta puramente funcional por la magnitud nece inalterada. de los costos económicos, sociales y políticos de empecinarse en alcanzar una victoria polici- va o militar sobre el enemigo. ¿Vale la pena Sobre todo allí donde el delincuente común se permitir que se siga degradando el tejido social articula como actor colectivo, de manera que es y que se siga escalando la suciedad del conflic­ capaz de enfrentar al Estado en forma sistemá­ to para salvar el principio de la imposibilidad tica, para tratar de obligarlo a modificar la ético-jurídica de negociar? ¿Vale la pena seguir valoración jurídica de determinados bienes y el sacrificio hacia el futuro de un número conductas, cabe decir que la frontera entre el inmenso de vidas y de bienes en nombre de los delincuente común y el delincuente político es, muertos del pasado? LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 55

POST SCRIPTUM nuó el nuevo mandatario la posibilidad de darle un tratamiento negocial al problema del narcotráfico —que no al del narcoterrorismo —. Sobre la rebaja de pena y la condena El Decreto 2047 es, indudablemente, un coro­ condicional lario de la nueva actitud.

La vida política —como la vida de los nego­ Así las cosas, más allá del hecho político evi­ cios— enseña que las situaciones conflictivas dente de que la guerra de guerrillas dentro del se pueden negociar de dos maneras fundamen­ marco jurídico-penal de la rebelión sigue tales: por encima o por debajo de la mesa. siendo —por fortuna— negociable por encima de la mesa, el narcotráfico como tal ha empeza­ Desde un punto de vista político, sobre todo en do a ganar, a través del Decreto 2047 de 1990, presencia de las enormes presiones internacio­ espacios jurídicos de negociación, y lo que es nales al respecto, el problema del narcotráfico tanto o más importante, aun el narcoterrorismo aparecía hasta hace poco como no negociable ha comenzado, al amparo de las negociaciones por encima de la mesa. Recuérdese en tal con el narcotráfico, por lo menos parcialmente, sentido, cómo ya durante los días de los diálo­ a ser negociado —por debajo de la mesa. gos de Panamá entre representantes formales e informales del alto gobierno y representantes La rebaja de penas tiene antecedentes claros del narcotráfico se había hecho saber al expre­ en la legislación de estado de sitio de la admi­ sidente López Michelsen que el gobierno de los nistración Barco. Hay, sin embargo, diferen­ Estados Unidos podría, eventualmente, transi­ cias fundamentales entre la concepción de la gir con negociaciones individuales —no misma durante el cuatrienio anterior y durante globales— con los grandes capos que podían la presente administración. Entonces la rebaja implicar para éstos, mediante cambios de iden­ de pena estaba concebida sólo para la delación. tidad, etc., impunidad, y para el Estado el En tal sentido, cabe decir, que estaba orienta­ abandono del negocio. El conflicto guerrillero, da hacia el pasado, hacia el reforzamiento de la en cambio, ha sido para el Estado colombiano, justicia vigente mediante el fortalecimiento de siguiendo una larga tradición a la cual hemos los instrumentos de represión del delito hecho mención, jurídicamente negociable, vale común. decir, negociable de manera global y por enci­ ma de la mesa. Novedoso en la nueva concepción de la rebaja De otro lado, desde un punto de vista ético- de pena —y de la condena condicional— es que jurídico, dentro del marco del sistema constitu­ está dirigida, sobre todo, a quien confiesa su cional y penal colombianos vigentes, la rebe­ delito, con prescindencia de que opere o no lión —y últimamente también el delito como delator. En tal sentido cabe afirmar que común— es negociable, en tanto que el terro­ la rebaja de penas ha dejado de estar concebi­ rismo no. da —por lo menos de manera dominante— como un instrumento de represión y que se ha El cambio de la administración Barco a la transformado en un recurso de negociación del administración Gaviria ha traído, en tal senti­ delito común. Los expedientes en cuestión do, variaciones importantes en las posiciones están orientados, ya no de cara hacia el pasado políticas y jurídicas del Estado en tomo a sus sino hacia el futuro, vale decir, hacia la crea­ grandes enemigos interiores. ción de las condiciones mínimas sobre las cua­ les se pueda reconstruir la justicia de mañana. Aprovechando la legitimidad recién estrenada y con ella la mayor autonomía política que le La rebaja de penas y la condena condicional regaló el triunfo electoral al presidente Gavi­ por delación para delitos comunes, a diferencia ria, en su discurso de posesión aprovechó para de la amnistía y el indulto para los delitos polí­ tomar distancia frente a la política de la admi­ ticos, no sirve en el altar de la diosa de la justi­ nistración anterior en tomo al narcotráfico. cia —y mucho menos en el de la justicia Mediante el expediente de afirmar que la social— sino sólo en el altar profano y peligro­ extradición era potestativa del presidente, insi­ so de la eficacia. 56 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990

La rebaja de penas y la condena condicional disminución del tiempo de privación de la para la confesión —sin necesidad de dela­ libertad, algo así como un indulto venido a ción— vuelve a poner las figuras en cuestión, menos. Se trata de una figura jurídica que por lo menos de manera mediata, bajo el patro­ — antes que significar la renuncia del Estado al nato de Temis y Dike. Se negocia con base en punto de vista interno de la soberanía y de sus la confesión para efectos de crear las condicio­ valores y con ello a un tratamiento éticamente nes sociales y políticas mínimas que posibiliten discriminativo— busca más bien ratificar la el retorno de la diosa al templo reconstruido en vigencia de dicho punto de vista y con él, la que ofician sus jueces. asimetría ético-jurídica que caracteriza a las relaciones entre el Estado y el delincuente La creación de instrumentos paralelos a la común. amnistía y el indulto como son la rebaja de penas y la condena condicional para los delin­ La administración Gaviria parte para el diseño cuentes comunes confesos no constituye un de su política criminal en materia de narco­ principio de destrucción de la distinción entre tráfico y de terrorismo de la distinción entre delincuentes comunes y políticos, sino, por el narcotraficantes y narcoterroristas, así como contrario, una ratificación de la diferenciación de la distinción entre autodefensas y para- entre unos y otros. Se trata, ciertamente, de militares. La distinción es importante porque instrumentos de negociación que reflejan, es ella la que genera el espacio semántico —y antes que oscurecerla; la diferencia entre el en última instancia también ético y jurídico — tratamiento simétrico debido a los delincuentes para la negociación de los delitos comunes —y políticos y el tratamiento asimétrico debido a del terrorismo— por parte del Estado. La los delincuentes comunes por parte del Estado comparación con una categoría ética y jurídica­ colombiano. mente más discriminativa hace aparecer al narcotráfico y a las autodefensas como dignos de que también con ellos, aunque en condicio­ El indulto concedido al M-19 y los indultos que nes menos favorables, se negocie. A ellos se se hallan en trámite, han sido y siguen estando refiere —en el fondo— el Decreto 2074 del pensados, siguiendo la tradición colombiana de presente gobierno. concebir al rebelde a la sombra del combatien­ te, no en los términos de una simple gracia monárquica —análoga al milagro de la teología En la práctica, sin embargo, autodefensas y cristiana de la compasión— sino dentro del narcotraficantes no son únicamente aquellos marco de una lógica simétrica y contrapresta- cuyo ser y obrar se adecúan a tales conceptos, cional, como la que es propia del derecho clási­ sino también aquellos narcoterroristas y para- co de los conflictos armados y del derecho militares que no tienen procesos en contra y penal político interno en cuanto edificados que cubiertos por el manto de la impunidad ambos sobre el reconocimiento del carácter pueden aparecer también como simples narco- aporético de las confesiones. Basta recordar los traficantes y autodefensas. Respecto de ello la veinte mil millones de pesos invertidos por el rebaja de pena y la condena condicional obran Estado en la rehabilitación de las zonas de más bien como una suerte de “paz y salvo” influencia del M-19 y en la promoción de su que los protege contra el riesgo de que se transformación en partido político para confir­ abran contra ellos nuevas investigaciones por mar la tesis del carácter dialogal y contra- delitos más graves. En tal sentido, a pesar de prestacional de las soluciones negociadas que la retórica oficial lo niegue, de manera que tramitadas dentro del marco del último indulto por razones justificables de imagen nacional e concedido por el Estado colombiano para poner internacional continúe inscribiendo sus actua­ término a un conflicto armado interno. ciones legales en el horizonte de la lucha por el fortalecimiento de la justicia y por la represión Las rebajas de penas y la condena condicional del terrorismo, la verdad es que se trata de para los delincuentes comunes confesos y para medidas que miran hacia el futuro y que consti­ los delatores son, en cambio, tanto desde el tuyen espacios de negociación no sólo para el punto de vista cualitativo de la criminalización delito común sino también, por lo menos en como desde el punto de vista cuantitativo de la alguna medida, para el terrorismo. LOS DIALOGOS CON EL NARCOTRAFICO. I. OROZCO 67 Se trata, por supuesto, de medidas recortadas terrorismo. Una escalada represiva por parte en su alcance y cuya eficacia negocial está de la administración Gaviria podría, en tal todavía por probarse. A pesar de que, en prin­ sentido, resultar nefasta para el país. Si se cipio, parecería que los destinatarios más evi­ continúa y se ahonda en la guerra contra el dentes fueran las autodefensas —y los para- narcotráfico, los próximos cuatro años habrán militares que pudieran fungir como tales— la de perderse para el desarrollo. verdad es que la autorrepresentación de las autodefensas y de los paramilitares como De todas maneras, no sobran las voces de aler­ delincuentes políticos y la indignación que de ta en torno a los peligros implicados en la figu­ ella deriva para la aceptación de su rol como ra de la rebaja de pena por delación. El reme­ delincuentes comunes quiere dar al traste con dio puede resultar, en un medio moralmente la posibilidad de que tales actores se acojan a tan descompuesto como el nuestro, infinita­ la propuesta gubernamental. El comunicado de mente más gravoso que la enfermedad. Se las autodefensas del Magdalena Medio recha­ trata de un recurso investigativo nacido de una zando el tratamiento de delincuentes comunes lógica pre-modema, inquisitorial, apropiado no deja dudas al respecto. para hacer rastreos e imputaciones al margen del Estado de derecho y de los derechos huma­ En idéntico sentido, aquel sector del narco­ nos. El narcoterrorista es para el Estado colom­ tráfico que ha dado en denominarse el de los biano un equivalente secular de la bnqa medie­ extraditables, luego de haberse constituido val. Como en la caza de bribas, también en los como actor político —como terrorista político— procesos y en las investigaciones contra narco- en un largo proceso de diálogos y de enfrenta­ terroristas, el primado de la eficacia sobre la mientos con el Estado reivindica, ahora, para si justicia puede conducir a la barbarie. La dela­ la condición de delincuentes políticos y expresa ción, en un escenario de violencias cruzadas y con palabras y con hechos su rechazo al intento de corrupción de los organismos de seguridad, de la administración Gaviria por resignarlos al amenaza convertirse en el instrumento privile­ mote de delincuentes comunes y a la acepta­ giado para la construcción arbitraria de "chi­ ción vergonzante de fórmulas tan avaras y res­ vos expiatorios” . En tal sentido, cabe recordar tringidas de negociación como las que se cómo aun en países menos anémicos en su expresan en las figuras de la rebqja de pena y estructura ético-social como son los países la condena condicional. europeos, la delación ha cumplido, según el decir de múltiples autores, sobre todo la fun­ Acaso otros sectores del narcotráfico más ción de dar al traste con la veracidad de los amplios pero menos protagónicos y sobre todo testimonios. más cubiertos por la impunidad, cuya auto- representación permanece todavía ligada a la Supuesto el marco de terror y contra-terror que idea de que son delincuentes comunes —y no agobia a Colombia en la hora actual, nadie rebeldes con un proyecto de resistencia contra entre los protagonistas de la tragedia puede el terrorismo estatal— encuentren menos lanzar la primera piedra. Ello no habría de indecoroso y más aceptable el acogerse a la representar una afirmación de inocencia sino alternativa negocial ofrecida por el gobierno. de soberbia. Aún el terrorismo debe ser mirado en Colombia, en el presente, no tanto desde la Aun suponiendo que sea cierto que el consumo perspectiva de una ética de conciencia que de cocaína ha descendido en los Estados Uni­ mantenga vivos los patrones ético-jurídicos de dos, el aumento en los precios ha compensado la legalidad vigente y con ellos la rabia vengati­ con creces la caída de la demanda, de manera va del pasado, sino sobre todo desde la pers­ que los ingresos han aumentado. Y lo que es pectiva de una ética política de responsabili­ tanto o más importante, los mercados inter­ dad, la cual, pensando en las consecuencias nacionales de armas siguen estando abiertos a funestas de persistir en una actitud criminali­ todo el que tenga dinero para adquirirlas. zante y discriminad va —proclive al escala­ Supuesto lo anterior, nada hace presumir que miento del conflicto en su intensidad y en su el cartel de Medellín —y sus aliados — no estén suciedad — , cree a través de negociaciones en capacidad de continuar, en el evento de que entre los actores estatales y no estatales invo­ lo deseen, con sus prácticas sistemáticas de lucrados en la barbarie, las condiciones para 58 ANALISIS POLITICO No. 11 - SEPTIEMBRE A DICIEMBRE DE 1990 que podamos fundar, de cara al futuro, un nuevo sistema de justicia.

Tenemos, por supuesto, clara conciencia de las cosas que están en juego en la posición ante­ rior. Negociar con el narcotráfico —y a través de él también con algunos sectores del narco- terrorismo— puede ser entendido, en un senti­ do ético-social, como una entrega de todos los valores fundantes de la sociedad colombiana; en un sentido social, cabría, asimismo, hablar de un cambio en la correlación de fuerzas entre las élites tradicionales y la nueva élite emer­ gente, que habría de redundar en una degrada­ ción general de las pautas de comportamiento social en el conjunto de la sociedad colom­ biana.

El argumento es fuerte. Y sin embargo, cabe preguntarse si dicha degradación ya no se pro­ dujo, y si no es precisamente ése el resultado del largo período durante el cual el narcotráfico pudo permear, con el beneplácito de ricos y pobres, casi todas las capas y grupos de interés de la sociedad civil y, si no todos, por lo menos casi todos los órganos del Estado. Y si el drama de la degradación moral generalizada pertene­ ce al ayer y al ahora, y no al mañana, ¿entonces defendiendo la integridad de nuestro sistema ético-social no estamos defendiendo un fan­ tasma?

Si asumimos con Hanna Arendt que la actitud presente hacia el pasado y de alguna manera la fatalidad misma de lo pasado sólo se puede modificar a través del perdón —único mecanis­ mo mediante el cual resulta posible evitar que la inercia retaliatoria y retributiva del pasado se enseñoree del presente y se proyecte como un atavismo hacia el futuro — , de la misma manera que sólo la promesa —y con ella los pactos que la fundan— está en capacidad de ofrecer un criterio de regulación de la conducta hacia el futuro, entonces cabe decir que Colom­ bia, en la hora fundacional en que nos encon­ tramos, sólo puede caminar hacia la paz a tra­ vés del perdón y las promesas recíprocas entre los protagonistas del drama de sangre en que estamos inmersos.