Nosferatu. Revista de cine (Donostia Kultura)

Título: . El hombre que parecía no querer nada

Autor/es: Marías, Javier

Citar como: Marías, J. (1996). George Sanders. El hombre que parecía no querer nada. Nosferatu. Revista de cine. (20):78-81. Documento descargado de: http://hdl.handle.net/10251/40964

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Entidades colaboradoras:

George Sanders El hombre que parecía no querer nada

Javier Marías

o más fascinante de sión de haber podido estar en siquiera en la industria del George Sanders era que otra patie y no en las múltiples cine. No es tanto que transmi­ Lsiempre daba la impre- películas que interpretó, o ni tiera desdén por el arte que lo hizo famoso y le dio dinero llywood en 1936 para la pelí• gaña. Ni él ni sus personajes, y también un Osear cuanto cula Lloyds of London. Quizá que desde luego nunca fueron que parecía haber caído en ese fuera literalmente así, un ingenuos ni autocomplacien­ mundo sin desearlo y sin por hombre de negocios exiliado y tes, pero todavía menos auto­ tanto tomárselo en serio, como con el sentimiento de estar in­ indulgentes. George Sanders un noble destinado a llevar merso en un mundo pueril de sabe siempre lo que está bien vida de noble que se hubiera villanos y héroes y fingimien­ y lo que está mal, es alguien visto obligado a trabajar como to en el que su verdadera vida que conoce la rectitud y no un burgués en algo cómodo y trazada se iba alejando, o difu­ sólo eso: la reconoce cuando no muy digno que no estaba a minando, o perdiendo. Nuncá la ve. Y sin embargo, con ple­ su altura ni le costaba dema­ pensé que el Humbert Hum­ na conciencia, se aparta de siado esfuerzo. Y posiblemen­ bert de Lolita que encamó Ja­ ella, la zahiere y le hace burla, te algo había de eso, por los mes Mason fuera superable, la combate y la pervierte, la pocos datos que sé de su vida. hasta que se me ocurrió la po­ lastima si puede. Rara vez fisi­ Como si fuera un segundo Na­ sibilidad de que lo hubiera he­ camente: no se trata de un vi­ bokov, había nacido en la mis­ cho George Sanders. llano clásico y de una pieza ma ciudad que éste, San Pe­ como pudieron llegar a serlo tersburgo, siete años después, En sus interpretaciones hay grandísimos actores secunda­ en 1906, hijo del dueño de una especie de extraña supe­ rios como Jack Palance, Lee una fábrica y ·de una horticul­ rioridad, lo cual puede ser ne­ Marvin o el inimitable John tora, creo que británicos am­ fasto para un actor pero para Carradine. Es alguien que po­ bos, y hubo de abandonar Ru­ él no lo era, tal vez por la cla­ dría haber sido otra cosa, al­ sia con la llegada de la Revo­ se de papeles altaneros y bur­ guien como cualquiera de no­ lución, asimismo como Na­ lones en que se especializó sotros y que parece haber ele­ bokov. También sé que se de­ muy pronto, tal vez porque gido el mal, o quizá es el mal dicó inicialmente al negocio junto a esa superioridad hay quien a él lo ha elegido. No lo textil y al cultivo del tabaco, y una elegante aceptación de la lleva en la sangre como los que sólo en Jos años treinta, inferioridad en que se hallaba antes mencionados u otros me­ con la depresión económica, envuelto. Esto es, George San­ nos eminentes como Jack empezó a actuar en papeles ders inquieta y desazona tanto Elam o Neville Brand, no es­ pequeños de teatro y cine, has­ en sus apariciones porque es taba abocado a ese mal ni por ta que fue contratado por Ho- un individuo que jamás se en- su aspecto ni por sus modales

los contrabandistas de Moonfleet Los contrabandistas su hermano mayor, el actor de Moonfleet Tom Conway, conocido sobre todo por sus apariciones con bigotito enfermizo y maléfico en Cat People y , de Jacques Toumeur, y con mucha menos suerte en su carrera p ese a compartir con Sanders una voz heladora, esa voz suave y vibrante que parecía ir de fue­ ra a dentro, como si a cada palabra soltada con frialdad o displicencia o indiferencia le correspondiera un tremendo esfuerzo por acallar en su inte­ rior tonalidades más cálidas y ni por su carácter, que no es Sanders escribió una notable afectuosas, sepultadas y olvi­ iracundo ni acomplejado ni novela policiaca que leí hace dadas para siempre cuando fue despótico ni resentido, sino mucho, Crimen en mis manos, elegido el camino oscuro. Se irónico y paciente y a menudo y una autobiografia titulada oye a Sanders cuando se oye sarcástico. No suele pegar a Memorias de un sinvergüenza decir a Conway: "Todo lo nadie ni emplear la violencia profesional, que no conozco. bueno muere aquí. Hasta las -a lo sumo una bofetada-, sus En la novela hay una divertida estrellas ". Y se lo oye también únicas mmas son las palabras parodia de las películas de los un poco en el Capitán Garfio, y la actitud, el cinismo más detectives El Santo y El Hal­ a quien prestó la voz el aún que la hipocresía, a menudo cón que interpretó en serie en más exiliado hermano. un sombrero y unos guantes. los años cuarenta y de los que Cuando hace de personaje acabó tan harto que logró des­ George Sanders resulta enor­ cruel, sabe que lo está siendo, hacerse del segundo papel re­ memente atractivo para algu­ ha optado por ello; cuando de comendando que lo sustituyera nas mujeres que conozco, aun- cobarde, está enterado de que en el mundo existe la conducta contraria, y asiste tranquila­ mente a su propia cobardía, la consiente; cuando de intrigan­ te, conoce a la perfección las reglas sucias del juego y no se permite vacilaciones ni arre­ pentimientos. Lo que conmue­ ve en él y desasosiega es que asume su maldad como tal y nunca la excusa ni la disfraza. No se regodea en ella, sino que más bien la incorpora a su persona como algo que pudo evitarse pero no se evitó, con conformidad por tanto: h ay que cargar con las consecuen­ cias y llevar hasta el fin esa opción que quizá fue dura de asimilar un día ya muy lejano que sin duda Sanders recuerda perfectamente, pero en el que no se permitirá pensar mucho, menos aún compadecerse ni lamentarse por él, aquel día en El retrato de que se torció su vida. Dorian Gray que su fisico no era el de un lvanhoe galán en absoluto. Demasiado grande y levemente cabezón, con un aire nada juvenil ni cuando era joven, el pelo débil y con entradas, había en su as­ pecto algo blando y suavón que sin embargo desmentía su comportamiento tan cínico y descarado. Rex Harrison lo llamó "serpiente perfianada" en The Ghost and Mrs Muir, donde borda su papel de gra­ nuja sin escrúpulos, como en Rebecca o en AII about Eve, Eva al desnudo. En esta últi­ ma película trató fatal a Bette Davis, abofeteó a Anne Baxter y se dirigió a Marilyn Monroe con tanta condescendencia como jamás lo hizo nadie, ni siquiera el más conmovido Louis Calhern (otro maravi­ lloso secundario) en The As­ phalt Jungle. También es memorable haciendo de con­ vincente nazi con monóculo en Man H unt de Fritz Lang, con quien trabajó asimismo en quien la sufre, la envidia y el con más ironía y distancia­ Moonfleet y While the City rencor y el odio; sabe a quién miento que nunca, por co­ Sleeps. La boca era fina y a la puede convencer o comprar y subproducciones europeas, al­ vez carnosa, como si cambiara a quién no, y con éste ni si­ guna de ellas dirigida por mi de fmma y tamaño según las quiera se molestará en inten­ tío Jesús Franco, quien me intensidades a que sometía a tarlo. Sanders es el villano que contó anécdotas excelentes de los otros; la nariz algo volu­ sabe, quizá es el hombre que aquel malvado deliberado. Se minosa y nada recta, la came más ha sabido de cuanto le ro­ mató en España, si mal no re­ de la cara un poco fláccida, deaba, en una pantalla. cuerdo en su habitación de un cuando se fue haciendo mayor hotel de Castelldefels -duro levemente perruna, la frente En Viaggio in Italia tuvo uno exilio-, con una sobredosis de siempre bien amplia y las ce­ de sus escasos papeles prota­ somníferos. Dejó una nota en jas móviles aunque sobri as. gonistas, junto a Ingrid Berg­ la que se quejaba de aburri­ Pero los ojos resultaban temi­ man y dirigido por Rossellini. miento y en la que se dirigía bles con su gelidez guasona y La verdad es que como marido al mundo en el mismo tono su impasibilidad hiriente. Si él de ficción respiraba todo me­ despreciativo y despiadado no se engañaba a sí mismo, nos fiabilidad, y sin embargo que tantas veces empleó en el más dificil aún era que lo en­ es presumible que en la reali­ cine: "Ahí os quedáis todos, en gañaran los otros. Sanders es dad tuviera debilidad por su esta mierda", algo así decía. alguien que no sólo ve y cono­ segunda mujer, la frívola actriz Fue en 1972 y tendría sesenta ce sus propias flaquezas, sino húngara , una de y seis años. Quizá fue la única las de los demás, y al primer las más célebres devoramaridos vez que en verdad quiso algo, golpe de vista, Jo cual resulta de Hollywood, ya que la cuarta porque esa era justamente la insoportable. Frente a él cual­ y última señora Sanders fue sensación espantosa que Geor­ quier otro personaje -cualquier una hennana menor y menos ge Sanders transmitía en sus otro actor o actriz- es vulnera­ célebre, Magda Gabor. interpretaciones: parecía el ble y está desnudo y por lo hombre que sabía lo que que­ tanto no será respetado. San­ Estaba ya separado de todas rían todos, incluso antes de ders conoce la codicia de cuando se mató, tras unos últi­ que lo supieran ellos, mientras quien la tiene y la cobardía de mos años en que se arrastró, que él parecía no querer nada.