Barcelona Que Me Despidieron Con Ternura Después De 32 Años De Trabajo En Equipos Con Los Ciudadanos
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A los trabajadores y políticos del Ayuntamiento de Barcelona que me despidieron con ternura después de 32 años de trabajo en equipos con los ciudadanos. A los ciudadanos de Barcelona cansados de esperar el segundo rediseño. A los que participan en mis seminarios sobre rediseño de ciudades en Latinoamérica y este plural país. A los que en estos tiempos de la Gran Transformación apuestan por las ciudades altamente improbables, pero necesarias. A los más jóvenes: que las vivencias aquí descritas os faciliten movilizar y emprender otro estilo de política y ciudadanía con innovación abiera a la audacia. Recuerdo mis seis meses de aprendizaje en Barcelona: una ciudad que sabe mejorar a saltos, ahora debe dar otro y reinventarse...o se estancará como Roma. Carlo Rattis, arquitecto, director de SENSEable CityLab del MIT, Instituto Tecnológico de Massachusetts. Quiero una ciudad para vivir y no para ser visitada, una ciudad que recupere su orgullo y que ejerza de capital de Catalunya y el Mediterráneo. Xavier Trias, campaña municipal electoral, 2011 Sin un proyecto no hay vida. Barcelona necesita un proyecto para avanzar hacia el futuro. Pere III, Ildefons Cerdà o la gente que supo ver la jugada del 92, esos son los que marcan el rumbo. Tengan el don de la oportunidad para detectar el momento y acertar en la estrategia que nos hace falta. Joaquim María Puyal, pregón de las Festes de la Mercé 2011 en el Saló de Cent, ante el alcalde Trias y la ciudad. Creo que aquí nos vamos a encontrar los que creíamos y luchábamos por el socialismo desde el ayuntamiento y todavía no lo hemos visto. Cinta Llorenç, trabajadora municipal sindicalista, ahora en un barrio. Era poco probable que los ojos de los contemporáneos descubrieran en la feliciad pública las causas latentes de la decadencia. Edward Gibbon, en Decadencia y caída del Imperio Romano. Has de cambar tu vida. Rilke, Torso arcaico de Apolo. Barcelona no es un hotel para turistas ni un balneario para recómodos ciudadanos. Graffiti en una pared de Ciuat Vella. Barcelona tiene que elegir: cultura o juerga. Harold Goodwin, especialista en turismo responsable. 1 Prólogo, página 12. De ácrata románico a funcionario romántico. Aterrizo en la Barcelona del divino Bocaccio y el desafiante Ajoblanco Primer acto, página 24. Auge y esplendor del Model Barcelona. Del primer ayuntamiento democrático al boom del turismo y la inmigración después de los Juegos Olímpicos del 92. Segundo acto, página 63. La gran catástrofe del Fórum Universal de las Culturas, Barcelona 2004. La ciudad opta demasiado por los impotentes con apellidos que la hunden y mira hacia otro lado cuando amenaza tormenta: torpedo al Model Barcelona. Tercer acto, página 120. Una larga decadencia insoportable. Nadie asume el fracaso, me piden ideas para un rediseño imposible y empieza el malestar: Clos desaparece. Cuarto acto, página 142. ¿Regeneración con el gobierno Hereu? Un quipo de impotentes prepotentes, presididos por el virrey favorito del alcalde, finiquita la monarquía. Quinto acto, página 195. Suicidio militante en las primarias. Jordi Hereu, repudiado por el partido, gana contra todo pronóstico y opinión ciudadana, a Montserrat Tura. Sexto acto, página 224. Precampaña estúpida. Los condidatos muestran proyectitos, se pavonean, ninguno aborda el futuro de la ciudad y a mi entra el huracán critico. 2 Séptimo acto, página 318 La batalla final. Los indignados interrumpen la sosez de la casta política inadequada ocupando Plaça Catalunya. Octavo acto, página 351. Barcelona Capital Euromediteránea: convivencia i creativitat. Pautas para abordar el rediseño que no podemos volver a aplazar: doctor Trias y equipo, pónganse las pilas porque hemos de cambiar la vida de la ciudad. Epílogo, página 378 Trias, el médico interino: la (Barcelona) entre paréntesis. Un año después de las elecciones, Trias se instala en la impotencia, mientras tijeras sin piedad destrozan lo público esforzadamente conseguido desde el Model Barcelona. 3 Lo está. No es un titular. Creo conocer sus causas múltiples. Y su actual mala salud de hierro. He dedicado 32 años de mi vida profesional y personal a escucharla, seguirle el ritmo, acompañarla, vivirla apasionado, desde su corazón público democrático: el ayuntamiento de Barcelona. Donde ha reinado, durante todo este tiempo, la monarquía socialista, democráticamente. Sin interrupción. Con grandes aportaciones… decrecientes. Narcís Serra fue el primer alcalde elegido por los ciudadanos en la Barcelona que estrenaba democracia municipal. Marchó a Madrid para democratizar el ejército, después del susto de Tejero y compañía borrosa. Nos dejó como heredero a Pascual Maragall, el mejor alcalde de la ciudad. Incomprendido por el partido, que maltrata a su alter ego, Ernest, hermanísimo, da un portazo y se larga después de presentar Barcelona al mundo con los Juegos del 92. Inolvidable. Nos deja a su segundo, Joan Clos, médico anestesista. Serra y Maragall son los alcaldes que inauguran, brillantes, la saga socialista. Con Clos empiezan los grises, que llegarán a negros absolutos con el Fórum 2004. Clos no se va: el todopoderoso aparato del PSC lo catapulta al cielo de Madrid como ministro. Con él seguro que pierden las elecciones: el reino. E introducen a Jordi Hereu, joven y hombre inquebrantable del partido. Fiel. Con Jordi esperan perpetuarse. Pero antes de las elecciones hay terremoto en el aparato del partido: los ciudadanos no confían en su equipo de gobierno. Van a perder. Y no pueden permitírselo después del descalabro socialista reciente en la Generalitat. Se convocan primarias. Hereu gana absurdamente. Se huele lo peor. En las elecciones del mayo del 2011, los ciudadanos apuestan por el médico de otra casa reinante en Catalunya, hartos de monarquía socialista. Trias inaugura la nueva etapa convergente. ¿Logrará, con su equipo, diagnosticar la enfermedad de la ciudad y, como pediatra, facilitarle un crecimiento harmónico y sostenible, otro, saludable? ¿Instaurará otra casa monárquica al frente de Barcelona? ¿Formará, con Clos y Hereu, el trio de alcaldes inadequados? 4 Pasqual Maragall impulsó la marca Barcelona en la ciudad y el mundo, brillante. El Model Barcelona fue su soporte estratégico desde el trabajo de muchos equipos entusiastas. Joan Clos navegó desde ella en tono menor y con el Fórum 2004 la pinchó groseramente. Jordi Hereu en la ciudad la ha liquidado y externamente fue incapaz de sostenerla con audacia. Xavier Trias debe reinventarla desde un Model Barcelona2 sin más esperas y excusas. Fin de ciclo. Y nuevo horizonte. ¿La larga permanencia de la monarquía socialista en el timón de Barcelona es la causa de su ya larga enfermedad, que la está matando de éxito? No es la única. ¿La principal? Es discutible. Opino que su enfermedad es multiviral. Por ejemplo, un factor causante de su estado delicado proviene de lo que denominamos sociedad civil: su entramado de organizaciones pluralísimas, asociativas, grupos de interés y creatividad, empresas, instituciones. Y los ciudadanos, tan plurales. Si en lo público se han potenciado los vicios comunes de las monarquías partidarias – autismo, prepotencia, continuismo, amiguismos… -, en lo civil se ha optado por la pasividad, un hedonismo adolescente preocupante, una creciente frivolidad o el bolsillo como gran indicador de bienestar. Hay más causas. Algunas: la irresponsabilidad de la Generalitat por no transformar Barcelona en la capital de Catalunya. Para la Gene, Barcelona es siempre algo que solo engulle recursos. Lamentable. O el eterno y siniestro vicio de compararnos siempre con Madrid. También provoca enfermedad, desde hace demasiados años, el monocultivo del turismo como gran economía o confundir la tolerancia con la interculturalidad urgente por la creciente y galopante inmigración en estos últimos años. Otras causas en esbozo: el socialismo declinante, que ha perdido cualquier trazo de socialdemocracia reinventada: no ha comprendido la ciudad como una plural red de ciudadanos en igualdad de condiciones sociales y creativas 5 ni, en estos últimos años, ha sido innovador frente a la Gran Transformación en la que estamos metidos. Las franquicias y grandes superficies comerciales que se han comido nuestras pequeñas y buenas tiendas en los barrios y el centro de la ciudad, potenciándola Gran Tienda a Buenos Precios de Europa. El urbanismo cada día más inhóspito y con una arquitectura sin audacia. El gestionar y sostener la ciudad como cosa exclusiva de políticos profesionales, partidos desactivados y arcaicos y un reducido núcleo de técnicos sapientísimos. Todos hemos dejado de innovar. La calidad de la democracia municipal deja mucho que desear. Y nos estamos convirtiendo en un parque temático para la intimidad europea, asiática… Es virus, también, la incapacidad por alcanzar un nuevo pacto para la ciudad desde la pluralidad de grupos y tendencias actuales, tan diferentes de los ochenta, el no apostar, decididamente, por el capital humano o por las pequeñas y medianas empresas emprendedoras, innovadoras. Y las ideas de talento. Una ciudad se reconstruye y funciona siempre desde ideas audaces, surgidas del encuentro entre los diferentes interconectados. Hoy estas ideas urgentes y plurales las impiden el tapón generacional de los gestores encorbatados procedentes de partidos obsoletos o familias de un clan burgués desorientado que apuestan por lo político y lo mediáticamente correcto e insípido, asfixiante. Y la admósfera del totalitarismo financiero que todo lo contamina y mide desde el único parámtro de grandes ganancias ecómicas para unos cuantos salvajes. Algunas de estas causas víricas las desmenuzaré y presentaré desde ángulos diferentes. Lo lineal es poco ciudadano. En algunas seré pesado. A lo largo de mi dilatada vida profesional en la sala de máquinas del motor público municipal, he estado implicado en diferentes proyectos, he gestionado, cooperado y vibrado. Y me he indignado a menudo. También me han zurrado por negarme a decir ¡sí, senyor! Jamás he dejado 6 de estar con la Barcelona de los ciudadanos. Este es mi secreto, mi fortaleza, mi inmunidad, desde donde he cooperado con la monarquía socialista sin ser miembro jamás del partido.