Facultad de Filosofía y Letras

Trabajo de Fin de Grado

Grado en Historia

Tutor: Dr. Jimenez Estrella, Antonio

Kinsale 1601. Irlanda en la política exterior de la Monarquía Hispánica

Alberto González Pastor

Curso académico 2013 | 2014 Convocatoria de septiembre (extraordinaria)

Indice Pág.

1. Introducción ...... 2

2. Irlanda en la óptica de la Monarquía Hispánica …...... 5

3. Intentos previos …...... 8

4. La expedición a Kinsale …...... 13

5. Kinsale y sus consecuencias …...... 24

6. Conclusiones …...... 28

7. Documentos …...... 31

8. Bibliografía …...... …...... 34

1 1. Introducción

A lo largo de este ensayo analizaré la profunda relación entre España e Irlanda a comienzos del siglo XVII, sin olvidar qué acontecimientos desembocaron en tal relación a finales del siglo XVI y qué consecuencias tuvo posteriormente. Decidí escoger este tema porque que durante mi estancia en Irlanda me pregunté si, a lo largo de su apasionante e inspiradora historia, había algún punto de unión o acercamiento a la también apasionante historia de España. Lo encontré precisamente en uno de los periodos más interesantes, a mi entender, de nuestra historia, la Edad Moderna y el intenso periodo entre el siglo XVI y XVII, en el que parecía que ninguna empresa era lo suficientemente difícil y ninguna tierra lo suficientemente lejana para la maquinaria de la Monarquía Hispánica. De esta manera, desarrollo una relación probablemente poco conocida, pero no menos intensa e interesante, en la que un conflicto local, en apariencia sencillo, llega a convertirse en pieza fundamental para la enorme maquinaria diplomática y bélica enfocada desde la corte hispana hacia el Norte de Europa.

Para desarrollar este ensayo, y gracias a los consejos y sugerencias de profesores nativos, comencé con un acercamiento a la historia de Irlanda en general, con obras como: A short history of de John O'Beirne Ranelagh, que nos brinda no solo una visión completa de la compleja historia de Irlanda sino también una amplia perspectiva de la complicada sociedad irlandesa; así como, The British Isles: A History of Four Nations de Hugh Kearney, que nos ayuda a comprender la íntima relación en el desarrollo de la historia de las cuatro naciones que componen las Islas Británicas y que tanto influjo y dependencia han tenido unas de otras, con Inglaterra como eje central. Para iniciar el acercamiento al tema en concreto que vamos a desarrollar, comencé con tres libros a modo de cabecera, del gran especialista español en esta relación España- Irlanda en la modernidad, el doctor Óscar Recio Morales: España y la pérdida del Ulster; El socorro de Irlanda en 1601 y la contribución del ejército a la integración social de los irlandeses en España; e Ireland and the Spanish Empire; Para completar la información he utilizado numerosos artículos y congresos celebrados al respecto y reflejados en la bibliografía.

Para ello me basaré también a lo largo del ensayo, en dos fuentes primarias que

2 muestran quizá uno de los momentos más intensos en esta relación y que, probablemente, marcará un antes y un después para las dos naciones, no solo en el carácter de su política interior sino en su proyección hacia el exterior. La elección de fuentes primarias apara apoyar el ensayo no es otra que aprovechar la información objetiva y directa que nos aporta el análisis de este material primario, esencial desde el punto de vista historiográfico y enriquecedor para el lector, de los principales protagonistas de este episodio: el Rey y los señores gaélicos. Documentos facilitados, entre otros muchos, por mis profesores en Irlanda.

El primero de ellos es la carta de Donal O'Sullivan Beare, conde de Berehaven y señor de los estados de Beare y Bantry, a Felipe III, desde Berehaven, con fecha 20 de febrero de 16021. El documento muestra el desplazamiento de ciertos señores gaélicos de su deber como señor natural desde el rey de Inglaterra al monarca español. De este modo, O'Sullivan Beare se autonombra vasallo del monarca hispano al ponerse él, sus súbditos, hacienda y territorio al servicio de Felipe III. Por otra parte, lamenta la decisión de Don Juan del Águila de retirarse de Kinsale y entregar todos los emplazamientos ocupados por los españoles a lo largo de la costa suroeste de Irlanda, entre los que se incluían el castillo de Berehaven, propiedad de O'Sullivan Beare, que denunció la operación y continuó la resistencia negándose a entregar su castillo hasta su exilio a España. Este documento nos permitirá analizar por qué ciertos señores de Irlanda llegaron a la arriesgada conclusión de nombrarse vasallos de un monarca de un reino tan lejano y distante, lo que les enfrentaba directamente a la cercana Inglaterra; pero esto no fue un hecho aislado a comienzos de siglo sino que ya tenía antecedentes durante el reinado de Felipe II. Por otra parte, servirá para analizar los motivos que llevaron al desembarco de tropas españolas en tierras irlandesas en el contexto de la Guerra de los Nueve Años (1594-1603) y por qué, como escribe el autor, se lamenta de las decisiones del comandante de las fuerzas españolas. A continuación, el segundo documento es la carta de Felipe III a los señores gaélicos de la provincia de Munster en 16022. En este caso es el rey español el que busca la atención de algunos señores 1 Donal O'Sullivan Beare, Conde de Berehaven y señor de los estados de Beare and Bantry a Felipe III. 20 de Febrero de 1602, Archivo General de Simancas, Guerra Antigua, (en adelante, AGS, GA), leg. 592, s. f. 2 Felipe III a los señores gaélicos de la provincia de Muster, a 14 de Marzo de 1602, Archives Générales du Royaume de Bruselas, Secrétairerie d'État et de Guerre, (en adelante, AGR, EG), nº.

3 irlandeses del sur agradeciéndoles la ayuda prestada a las fuerzas enviadas en 1601. Entre ellos menciona a O'Sullivan Beare, O'Sullivan Mór, O'Driscoll, MacCarthy y Desmond. A partir del documento analizaremos, como muestra el monarca en su carta, el interés en que mantuvieran la resistencia bajo la promesa de un nuevo socorro y si se pudieron cumplir ambas cosas, lo cual mostrará cómo evolucionó la relación tras el fracaso de Kinsale. Por otra parte y no menos importante, el rey también menciona que en agradecimiento al servicio prestado por estos señores serían recompensados en el futuro, lo que no olvidarían los irlandeses cuando se vieron definitivamente forzados a salir de sus tierras y ponerse bajo la protección española, ya que la reclamación de sustento a cambio de los servicios prestados en el pasado se convertiría en uno de los fundamentos básicos de la política irlandesa frente a la Monarquía Hispánica. En definitiva, analizaremos qué llevó a los señores gaélicos irlandeses a buscar la ayuda y el amparo de un monarca tan lejano para el rechazo de la presencia inglesa sobre sus tierras y por otra parte por qué desde Madrid se llegó a la conclusión de la necesidad de aceptar e invertir enormes recursos y esfuerzos en un lugar tan desconocido. Kinsale es, en definitiva, una oportunidad para reflexionar sobre el complicado mundo europeo en el tránsito de los siglos XVI y XVII, así como para entrar a matizar muchos más acontecimientos que la simple derrota de unos soldados que desembarcan en un país desconocido.

195, f. 14.

4 2. Irlanda en la óptica de la Monarquía Hispánica

A lo largo del siglo XVI se produjeron en Irlanda toda una serie de cambios que transformarían completamente la visión estratégica de la isla desde el exterior. Para Londres dejó de ser un territorio periférico, siendo consciente de que su ocupación por una potencia extranjera hacía preocupar la propia integridad de Inglaterra y ver cortadas las rutas transatlánticas. En este siglo la monarquía inglesa inició un intento de extender su autoridad sobre todo el archipiélago atlántico, no sólo Irlanda. Prueba de ello es que el monarca inglés pasó de ser “señor de Irlanda” a “Rey de Irlanda”. Pero este proceso de integración de Irlanda se enfrentó a tal resistencia que acabaría por desembocar en la conocida “cuestión irlandesa”. Irlanda, conocida por el comercio y compañías pesqueras del norte de España, al menos desde los tiempos históricos, no empieza a tener importancia estratégica para los españoles hasta este siglo en el que pasa a convertirse en una de las bazas en juego en la rivalidad entre España e Inglaterra por el dominio del Atlántico3. La relación empezó a ser muy estrecha con la provincia del norte, el Ulster, donde el sentimiento gaélico y católico (y anti-inglés) era especialmente intenso y donde los O'Neill y los O'Donnell protagonizaban los mayores obstáculos para la corona inglesa. La rivalidad entre ambas familias y el enfrentamiento constante con Inglaterra marcaba la política de esta provincia4.

España tomó partido en teoría para salvar y proteger a sus hermanos católicos del norte, basándose en la defensa de la catolicidad y la expansión de la fe como principios básicos, sin olvidar su tradicional enemistad con Inglaterra, haciendo enemigo común. Desde los primeros levantamientos en contra del poder inglés en el siglo XVI se exaltó un mismo espíritu católico con el fin de acercar la causa a la gran potencia europea de la época. Eso no quiere decir que no hubiera un sentimiento real de hermandad religiosa, que se convertiría en causa y justificación de los sucesivos levantamientos en Irlanda y el apoyo hispano. Desde Roma se alimentó este sentimiento de sostener aquí la defensa

3 O'Donnel, H. Duque de Estrada. “Tyrone y Tyrconnel. La aportación irlandesa a Kinsale”, en García Hernán, E. y De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía Hispánica: Kinsale 1601-2001. Guerra, Política, Exilio y Religión. Madrid, Universidad de Alcalá, CSIC, 2002, p. 283. 4 Recio Morales, O. España y la pérdida del Ulster. Irlanda en la estrategia política de la Monarquía Hispánica (1602-1649). Madrid, Laberinto, 2003, pp. 39-45; Recio Morales, O. El socorro de Irlanda de 1601 y la contribución del ejército a la integración social de los irlandeses en España. Madrid, Ministerio de Defensa, 2002, pp. 25-29.

5 del catolicismo con mayor claridad que en Inglaterra5. Por ejemplo, la actitud del clero en España siempre fue colaboradora, especialmente con los irlandeses puesto que siempre se les vio como mártires de la herejía, y en especial la Compañía de Jesús, que participaba de una idea misional en Irlanda, más que en el caso de los católicos ingleses, en los que siempre recayó cierta sospecha6. Prueba de esa religiosidad común es que la razón de estado de la Monarquía Hispánica frente a la obligación católica siempre estuvo en constante tensión y nunca se llegó a abandonar, a pesar de las dificultades de ejercerla tanto económicas como diplomáticas, pero sin llegar a abandonarla, hasta que fue inevitable7. En la lucha por mantener el catolicismo, Irlanda se convirtió en un campo de batalla insólito de toda Europa durante la Reforma Católica. La resistencia a la autoridad inglesa se identificó con la lucha contra la Iglesia de Inglaterra. De hecho, los conflictos durante los últimos años del reinado de Isabel I vinieron a ser guerras de religión, de tal manera que los jefes irlandeses pedían constantemente ayuda a los príncipes católicos del continente, justificándolo como una guerra religiosa “religionis causa”, de ahí que la intervención en Irlanda de la Monarquía Hispánica fuese vista en Inglaterra como un grave peligro por convertirse en cabeza de puente para una invasión de la isla8. Hugh O'Neill puso un gran empeño en acentuar el aspecto religioso de su lucha, llegando a solicitar al Papa que reconociese la rebelión como una cruzada religiosa y así reclamar el apoyo del catolicismo continental9.

Pero sí que hubo objetivos estratégicos en Irlanda al margen de los religiosos por parte de la Monarquía Hispánica, siempre variables según la situación internacional. Irlanda encajaba en la estrategia global para el Norte de Europa, abriendo un nuevo frente para debilitar la respuesta de Inglaterra en otros escenarios, como apoyar a los rebeldes en Flandes, atacar los puertos españoles o el comercio con Indias. Una estrategia de desgaste que respondía a la misma empleada por al corona inglesa en los Países Bajos10. En definitiva, Irlanda se constituía como un eslabón hacia un objetivo

5 Aldea, Q. “Religión y Política en la Cuestión Irlandesa. La Reforma Católica en Irlanda” en García Hernán, E. y De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía... op. cit., p. 18. 6 Rey Castelao, O. “Exiliados irlandeses en Santiago de Compostela desde fines del XVI a mediados del XVII”, en García Hernán, E. De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía... op. cit., pp. 89-90. 7 Recio Morales, O. España y la pérdida del Ulster... op. cit., p. 30. 8 Aldea, Q. “Religión y Política...”, art. cit., p. 18. 9 Rey Castelao, O. “Exiliados irlandeses...”, art. cit., p. 94. 10 O'Donnel, H. Duque de Estrada. “Tyrone y Tyrconnel...," art. cit., p. 284.

6 prioritario que era Inglaterra, aunque siempre subordinado en importancia a lo que significaba Flandes11. Pero no sólo Inglaterra entraba en esta estrategia desplegada en Irlanda. También eran importantes los caladeros irlandeses e incluso se contempló la posibilidad de usar los puertos del sur de Irlanda como base para castigar a la flota pesquera holandesa y como apoyo a la flota española del puerto de Dunkerque. Algunos memoriales remitidos a la Corona hablaban también de grandes recursos naturales en la isla, a veces exagerados por los propios irlandeses, como abundantes metales preciosos, intentando hacer atractivos sus territorios para la definitiva intervención española, otras veces reales como lo era la pesca, los pastos o la madera, pero lo que acabaría más tarde siendo el recurso natural más preciado para España sería el excedente demográfico: soldados para los agotados ejércitos españoles12.

Por otra parte, hasta bien entrado el siglo XVII todavía la Monarquía Hispánica guardaba una gran responsabilidad sobre esta nación. Eran numerosos los irlandeses que se reconocían devotos de ella desde el siglo anterior en contra del monarca inglés. Pero sin duda hubo un periodo especialmente intenso, lo que se suele denominar como etapa española en Irlanda. Se desarrolla entre 1602, con la derrota de las tropas hispanoirlandesas en Kinsale y el inicio del exilio de miles de irlandeses hacia la Península, así como el inicio de la llegada de colonos ingleses y escoceses en la isla hasta 1649. Tras la paz de Westfalia, imponiendo un nuevo orden internacional, la Corona Española ya no podría mantener esa enorme maquinaria diplomática internacional y mucho menos intervencionista13.

Sin duda también Irlanda acabaría siendo un problema para la Monarquía Hispánica en su compatibilización de intereses y su responsabilidad sobre sus “hermanos” del norte. Irlanda fue, en definitiva, siempre un punto de acercamiento y desencuentro, pero ¿Cómo y por qué llegaron a establecerse semejantes lazos entre la Monarquía Hispánica y un lugar de frontera tan alejado y desconocido?.

11 Saavedra Vázquez. M. “La participación de Galicia en el socorro de Irlanda y la comunidad irlandesa de La Coruña.” En García Hernán, E. De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía... op. cit., p. 114. 12 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda... op. cit., pp. 29-48. 13 Recio Morales, O. Ireland and the Spanish Empire (1600-1825). , Four Courts Press, 2010, pp. 16-19.

7 3. Intentos previos

Hasta el siglo XVI, el control inglés sólo era una realidad en la zona del Pale, con una fuerte presencia anglo-irlandesa (Old English), descendientes de los anglonormandos que invadieron la isla en el siglo XII, con base en el Parlamento de Dublín. En definitiva grandes regiones en Irlanda se mantenían prácticamente autónomas y controladas por los tradicionales señores gaélicos14. La llegada al trono de Enrique VIII en 1509 provocó un cambio decisivo en la política hacia su señorío irlandés intensificando la presencia inglesa en la Isla. El Parlamento Irlandés, que en teoría representaba a toda la isla, pero que en realidad sólo representaba a terratenientes anglonormandos, eclesiásticos y algunos condados fieles, iba a ser utilizado desde entonces como un instrumento básico al servicio del monarca inglés. Con la política de 'concesión' y 'reconcesión' como nuevo Reino de Irlanda, el monarca inglés fue poniendo bajo su control a numerosos señores gaélicos, pero pondría también en conflicto directo a muchos de ellos frente a la Corona Inglesa. Venía a ser una afirmación de su autoridad más que una expropiación15. Fueron establecidas nuevas estructuras de gobierno locales, con la creación de nuevos condados y consejos provinciales, rompiendo el carácter organizativo anterior. El Ulster, sin embargo, fue considerado demasiado peligroso durante el siglo XVI para establecer un consejo provincial. Medidas que potenciaban las diferencias entre los distintos grupos en la isla, los Gaelicoirlandeses, los Old English y más tarde los colonos16.

Pero estas transformaciones político-administrativas, sociales y religiosas en Irlanda no fueron aceptadas por todos. Precisamente provocaron la ruptura con Londres de los dos jefes más poderosos del Ulster, Hugh O'Neill conde de Tyrone y Hugh O'Donnell conde de Tyrconnell. Aunque ambas familias se encontraban enfrentadas, el alto grado de presión del gobierno y la política matrimonial entre las dos condujo a su alianza frente a Inglaterra. Pero antes de que Madrid se decidiera por una intervención militar, se dedicó mucho tiempo (demasiado para los irlandeses) a la recopilación de información. El desconocimiento general de la isla hasta la segunda mitad del siglo XVI

14 Recio Morales, O. España y la pérdida del Ulster... op. cit., pp. 45-47. 15 Aldea, Q. “Religión y Política...”, art. cit., p. 19. 16 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda... op. cit.,. pp. 29-48

8 hizo que en principio proliferasen descripciones absolutamente idealizadas. Pronto, a la actividad comercial con la isla se le añadieron algunas expediciones de reconocimiento, fruto de la creciente actividad diplomática entre ambas naciones. Pero de las conclusiones de estas expediciones, aparte de señalar las dificultades naturales para una posible intervención, también se apuntó la desconfianza en una alianza con los nativos17.

Figura 1. Lugares de asentamiento de anglo- normandos tras la invasión en el siglo XII y sus principales familias, posteriormente “Old Figura 2. El “Pale” y las principales familias English”. gaélicas.

Anglo-norman settlements in the 13 th century [mapa]. Henry II established "The English Pale", [fotografía]. Recuperado de Recuperado de http://http://www.oocities.org/capitolhill/parliament/7135/vik http://www.jeron.je/anglia/learn/sec/history/partire/page04.h ings.htm tm

17 Ibid., pp. 49-51

9 Tabla 1. Militares y agentes españoles enviados a Irlanda18

Agente/s Estatus Año Misión Gonzalo Fernández de Confesor de Carlos V 1529 Firma del Tratado de Dingle con el Córdoba conde de Desmond. Erich Godescake Capellán flamenco de 1534 Enviado a Irlanda para entrevistarse Carlos V con los señores irlandeses sublevados (Desmond, Offaly y Thomond) Diego Ortiz de Urizar Capitán 1574 Partió de Castro rumbo a Irlanda en misión de reconocimiento del sur de la isla. Fray Mateo de Oviedo Franciscano, provincia de 1579 Presente en la expedición papal a Santiago Smerwick, mantuvo no obstante estrecho contacto con las autoridades españolas. “GUERRA DE LOS NUEVE AÑOS” EN IRLANDA (1594-1603): EL EJE MADRID- ULSTER Alonso Cobos/ Domingo Alférez 1596 Partieron desde Santander y Ochoa fondearon en Donegal para reunirse con los confederados irlandeses y mantener sus esperanzas de un pronto socorro. También se recogió información de carácter militar. Antonio de Cisneros/ Capitán 1596 Partieron desde Lisboa con destino a Medinilla Capitán Donegal y reunirse de nuevo con los señores confederados. Cristobal Alférez 1596 Partieron desde La Coruña en misión Montero/Domingo Alférez de reconocimiento de la costa norte Jiménez/Pataleón Piloto irlandesa en busca de un puerto apto González para un desembarco español. Alonso Cobos Alférez 1596 Ultimación de preparativos de cara al desembarco. Antonio de Cisneros Capitán 1597 Información a los irlandeses sobre nuevas intenciones de asalto a la isla y recopilación de información de carácter militar. Fernando de Sargento Mayor 1599 Procedente de San Sebastían, Barrionuevo descargó armamento en Donegal, recogió información militar y se entrevistó con O'Neill y O'Donnell Martín de la Cerda/fray Militar 1600 Enviados a Donegal para Mateo de Oviedo Franciscano Arzobispo de (abril) entrevistarse con los líderes Dublín (1600-11) confederados. Martín de la Cerda Militar 1600 Partió desde La Coruña para (dic.) descargar armamento en Donegal y entregar correspondencia.

18 Ibid., pp. 185-186.

10 Estas expediciones confirmaban el interés de Madrid, pero también el carácter periférico de la isla, con la que aún no había nada garantizado ni una decidida actitud de intervención a gran escala. Madrid contaba con una relación de puertos “católicos” y “enemigos” en las costas irlandesas, pero los problemas causados por la falta de conocimiento exacto de estas costas eran una constante. El primer contacto de tropas españolas sería el desembarco de Smerwick de 1580, organizado desde Roma y con la presencia de algunos soldados españoles, con intención de involucrar a un todavía prudente Felipe II, aunque no por ello poco interesado, en la causa irlandesa. La gran cantidad de datos que se conservan en Simancas sobre Irlanda, como descripciones de enclaves militares y posiciones estratégicas, muestran que el monarca tuvo un gran interés sobre la isla, sobre todo desde el levantamiento de James Fitzmaurice Fitzgerald por, en teoría, motivos religiosos en contra de Isabel I en 1566, reclamando la ayuda del monarca español19. La expedición resultaría un fracaso por la falta de entendimiento con los nativos y el conocimiento del terreno, según el testimonio de los presentes, y en tres días fueron derrotados y la mayoría pasados a cuchillo. En 1588 la experiencia no fue mejor con los supervivientes de la Gran Armada tras el fatal desenlace en Gravelinas. Veinte naves acabaron naufragando en Irlanda a pesar de que al menos doscientos irlandeses se encontraban asistiendo a la flota. Entre la población nativa los españoles encontraron una actitud ambigua, unas veces atacados o entregados a las autoridades inglesas, pero también en ocasiones recogidos y protegidos. En definitiva Felipe II era consciente de la posibilidades que Irlanda ofrecía, pero contaba con demasiados frentes abiertos y demasiadas amenazas contra sus reinos, especialmente desde Inglaterra y la desgastada situación en Flandes20.

19 García Hernán. E. “Planes militares de Felipe II para conquistar Irlanda 1569-1578”, en García Hernán, E. y De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía Hispánica... op. cit., p. 189. 20 Ibid., p. 186.

11 Tabla 2. Buques de la Armada de 1588 perdidos en Irlanda y señoríos irlandeses21

Navío Lugar de naufragio Influencia Contactos con España San Marcos Spanish Point (Co. Clare) O'Brien Desde 1534 (Connor O'Brien) Girona Lacada Point (Co. Antrim) Escoceses Diego McDonnell asegurará en 1599 haber ayudado a los españoles en 1588 La Trinidad Tralee (Co. Kerry) Desmond Desde 1528 (James FitzGerald) San Juan Bautista SO de las islas Blasket El Gran Grin Isla de Clare (Co. Mayo) Roe O'Malley Ejecución de los supervivientes Na. Sra. de la Rosa Stromboli Reef, Blasket Sound, (Co. Kerry) Duquesa Santa Ana Rosbeg (Co. Donegal) O'Donnell Exiliados en territorio español (1602) y Roma (1608) La Lavia Streedagh Strand (Co. O'Rourke Hugh O'Rourke: exiliado en Sligo) España (1626) Trinidad Valencera Península de Inishowen O´Doherty, Aparecen exiliados en España (Co. Donegal) vasallos de (1608) O'Donnell La Rata Coronada Fahy Strand, Ballycroy, MacWilliam Burke Exiliados en España desde Blacksod Bay (Co. Mayo) 1602 La Juliana Mullaghderg, Arranmore O'Donnell Exiliados en España (desde (Co. Donegal) 1602) y Roma (1608) San Nicolás Toorglass (Co. Mayo) MacWilliam Burke Exiliados en España desde 1602 La Anunciada Río Shannon Sta. María del Visón Stredagh Strand (Co. O'Rourke Hugh O'Rourke: exiliado en Sligo) España (1626) Castillo Negro NO de Co. Donegal O'Donnell Exiliados en España (desde 1602) y Roma (1608) San Pedro Mayor Barca de Amburg Al norte de Malin Head O'Doherty, vasallos Aparecen exiliados en España (Co. Donegal) de O'Donnell desde 1608 Santiago Inver, Broadhaven Bay, MacWilliam Burke Exiliados en España desde Erris, (Co. Mayo) 1602 Ciervo Volante Tirawley (Co. Mayo) MacWilliam Burke Exiliados en España desde 1602 Falcón Blanco Med. Freaghillaun South (isla), O'Flaherty Españoles entregados a los Ballynakill (Co. Galway) ingleses

21 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda…, op. cit., pp. 34-35.

12 4. La expedición a Kinsale

La tercera ocasión en que los españoles pusieron un pie en Irlanda, aunque ya se podía hablar de una decidida intención de intervenir en la isla, también fue una decepción, se trataría del desembarco de Kinsale en 1601, ya con Felipe III. Con la lección aprendida, se acumuló toda la información disponible y se enviaron expertos militares para reconocer el terreno, aunque tampoco sería suficiente. Kinsale entraba dentro de las campañas de reputación del recién inaugurado trono del joven Felipe III, en las que se contaba también el intento de sorprender a Argel y el sitio de Ostende. La corona, ante la necesidad de recuperar la capacidad financiera, prestó oídos a todo tipo de proyectos de menor envergadura y más concretos, en definitiva, formas de hostigamiento más rentables que las grandes campañas de conquista simultáneas22.

Irlanda era aún un territorio de frontera poco explorado y con una geografía tanto interior como costera difícil y escarpada, lo que había favorecido la fragmentación social y dificultaba su control. Todos los consejeros militares españoles llegarían a la misma conclusión: la extraordinaria dificultad para mover tropas y material en la isla. Las costas, por otra parte, eran algo más conocidas por la larga relación comercial con el continente. Aún así se encontraba rodeada por un medio marítimo difícil23. Por consiguiente, cualquier intento de intervención no se supeditaba sólo a las circunstancias políticas, sino a la situación meteorológica de cada momento. En definitiva, una serie de características que hicieron a las autoridades españolas y especialmente a los militares, contemplar siempre con reserva el escenario irlandés24.

Pero hasta que se produjo el desembarco en Kinsale tuvo que producirse un profundo cambio de actitud hacia la causa irlandesa. La ruptura definitiva de la guerra con Isabel de Inglaterra llevó a que Madrid se replantease su actitud de “baja intensidad” en Irlanda y asumir el control que había cedido al Vaticano para el apoyo a los católicos irlandeses. La ocasión llegó cuando el jefe gaélico del Ulster Hugh O'Neill protagonizara un alzamiento en la región contra la reina Isabel. El mayor desafío nunca

22 García García, B. “Ostende, Kinsale y Argel: tres empresas para Felipe III”, en García Hernán, E. De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía Hispánica... op. cit., p. 226-235. 23 Recio Morales, O. España y la pérdida del Ulster... op. cit., pp. 39-41. 24 Recio Morales, O. Ireland and... op. cit., pp. 39-40.

13 visto en Irlanda25. La firme adopción de la defensa del catolicismo como feudo de la Santa Sede, que se convirtió en el principal motivo para la unión y la lucha por los irlandeses por encima de cualquier otro26 y la ayuda exterior desde España, haría que el conflicto alcanzara un marco internacional. La política de “rendición y reconcesión” hizo extender la alarma entre los señores gaélicos y especialmente sobre el más poderoso, Hugh O'Neill, quien veía en esta política un ataque a sus ingresos y a su influencia. Uniéndose a Hugh O'Donnell y a otros señores atacaría en 1594 el fuerte sobre el río Blackwater. Juntos harían creíble su causa. Desde el principio los líderes gaélicos no dudaron de la necesidad de conseguir el apoyo de España para conseguir sus objetivos, de hecho el 8 de abril de 1593, el propio Hugh O'Donnell confirmaba el inicio de su revuelta a los irlandeses en servicio de la Monarquía Católica. A través de una impresionante labor diplomática se trabajó para estrechar lazos con Madrid, simbolizado por la propia presencia del hijo de Hugh O'Neill en España27. Numerosos señores gaélicos desde Ulster, Donegal, Mayo o Munster mostraron su vasallaje al rey español, un Rey Católico que residía a cientos de millas de distancia, empleándose de forma decidida desde Irlanda y desde la comunidad irlandesa exiliada en territorio peninsular. Aún así tuvieron que pasar más de siete años hasta producirse la intervención. Las sucesivas victorias de los confederados animó a Felipe II, que envió varias misiones para preparar el terreno, sin embargo, a pesar de intentarlo en 1596 y 1597 con dos grandes armadas, de nuevo las condiciones meteorológicas impidieron al monarca español invadir las Islas Británicas. En 1598 moría Felipe II sin que Irlanda hubiera recibido socorro, parecía que con un nuevo monarca la cuestión irlandesa podía quedar relegada, pero Felipe III optó por continuar el trabajo de su padre28. En los últimos años del Rey Prudente, convirtieron su levantamiento nacional en una empresa creíble. Sobre todo después de los primeros éxitos de 1598-1600 y los avances en la provincia irlandesa de Munster. Isabel I nombraría entonces a Lord Mountjoy para acabar con la revuelta, lo que convenció definitivamente a los irlandeses de la necesidad del apoyo español29. La principal diferencia entre Felipe III y su padre fue plantear la

25 Aldea, Q. “Religión y Política...”, art. cit.,, p. 17. 26 Ibid., p. 18. 27 Rey Castelao, O. “Exiliados irlandeses en...” art. cit., p. 93. 28 Recio Morales, O. España y la pérdida del Ulster... op. cit., pp. 68-71. 29 Rey Castelao, O., “Exiliados irlandeses en...” art. cit., p. 94.

14 iniciativa en forma de socorro y no como una empresa de conquista como acostumbraba Felipe II30. Desde Madrid se pensaba que Inglaterra concentraría sus fuerzas navales y terrestres en Irlanda, con lo cual no sólo se vería obligada a sostener una guerra defensiva en su zona de influencia, sino que se liberaría el tráfico peninsular de sus acometidas anuales y de gran parte de la presión corsaria. Se podría prestar apoyo a los católicos irlandeses que facilitarían la empresa, brindando a la Monarquía soldados y marinos para la lucha contra las potencias septentrionales. Evidentemente, también representaba una demostración de fuerza y capacidad para realizar después de tantos intentos fallidos una acción directa contra los intereses de Inglaterra. El socorro de Irlanda en un momento propicio de la revuelta católica tan solo requería unos preparativos menores que anteriores proyectos de ataque a Inglaterra y se consideró, ya por fin, la llave para acometer con mayor seguridad esta conquista o para forzar al menos una negociación de paz segura y satisfactoria31. En este contexto y como presión de los obispos exiliados en España y Portugal, Fray Mateo de Oviedo, que servía desde Santiago como mediador entre Roma e Irlanda, fue nombrado arzobispo de Dublín32. El monarca pudo comprobar el grado de fidelidad de los principales líderes gaélicos del Ulster en 1599, cuando en una abadía franciscana en Donegal, Hugh O'Neill y Hugh O'Donnell juraban lealtad al monarca español en presencia de Fray Mateo y del militar Fernando de Barrionuevo33.

Una fórmula que más tarde repetiría O'Sullivan Beare como leemos en su carta:

Con el beneplacito y licencia de V.Mag., Rey Potentissimo y Famossisimo, Donaldo Osullevan Biarra, obedientissimo, fidelissimo y constantissimo siervo, movido y forçado de la necessidad, me atrebo a significar a V.Mag [...] lo que desde mi niñez tuve en mi animo, en la juventud lo mostre con algunas obras y siempre con la perseverancia, affecto y deseo lo conserve por faltarme las fuerças y la occasion, las quales no siempre las he tenido [...] Y en señal de que todo aquesto que hago es en servicio de V.Mag., le embio a mi hijo primogenito de cinco años en prenda y rehenes por dos razones: la una, porque se assigure V.Mag. que la fe que una bez he dado la guardare sin jamas violarla; la otra, para

30 Saavedra Vázquez. M. “La participación de Galicia...”, art. cit., p. 120. 31 García García, B. (2002). Ostende, Kinsale y Argel: tres empresas para Felipe III. En García Hernán, E. De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía Hispánica... op. cit., p. 226-235. 32 Rey Castelao, O. “Exiliados irlandeses en...” art. cit., p. 94. 33 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda... op. cit., pp. 49-52.

15 que sepa que si V.Mag. manda que yo entregue el puerto, que cumplire quanto me mandare solo por obedecer a su querer34.

Se buscaba una implicación del nuevo monarca español en la isla ante el inminente avance de las posiciones inglesas35. De hecho, Barrionuevo se encontraba en Irlanda con la intención de entrevistarse con los líderes del lugar y reconocer el terreno de cara a un Figura 5. Poblaciones del Condado de Cork posible desembarco. El problema del definitivo envío de tropas fue que se basó en su mayoría sobre suposiciones y con los mandos militares en contra. En cualquier caso los españoles mantuvieron bajo su control durante casi cinco meses, desde septiembre de 1601, varios enclaves del sur de Irlanda, especialmente Kinsale, a la espera del apoyo de los señores gaélicos del Ulster. Se trataba de un modesto socorro con

Hurley, G.. (2010). Hurleys of Kinsale: My general ignorance poco más de 4.400 efectivos (varía [mapa]. Recuperado de http://http://gareth- hurley.blogspot.com.es/2010/10/hurleys-of-kinsale-my- dependiendo de la fuente), bastantes general-ignorance.html menos del número estipulado y aconsejado (6.000 hombres) en una misión pensada para instruir, dirigir y tomar un punto clave para esperar refuerzos, más que de formar un cuerpo separado para el ataque y entonces salir al encuentro de los aliados irlandeses; con la posibilidad de pensar incluso en el asalto posterior a Inglaterra36. Pero cuando llegó el momento todas las posibles dificultades geográficas y meteorológicas de las que se quejaban los oficiales españoles aparecieron. En Kinsale los españoles se quedaron clavados ante la imposibilidad de avanzar hacia el norte en dicho terreno. El esperado socorro posterior se mostró ineficaz por las condiciones en el mar, lo que significaría la derrota en enero de 160237.

34 Donal O'Sullivan Beare, Conde de Berehaven y señor de los estados de Beare and Bantry a Felipe III. 20 de Febrero de 1602, AGS, GA, leg. 592, s. f. 35 Recio Morales, O. España y la pérdida del Ulster... op. cit., p. 30. 36 O'Donnel, H. Duque de Estrada. “Tyrone y Tyrconnel...", art. cit., p. 288. 37 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda... op. cit., pp. 51-56.

16 La armada partió desde Lisboa el 3 de septiembre de 1601 con treinta y tres navíos, veinte pertenecientes al Rey y trece de propiedad particular. Al mando de la armada se encontraba D. Diego Brochero de Anaya y de la infantería el maestre de campo D. Juan del Águila, ambos con una larga trayectoria profesional y quienes tenían la decisión

38 final del lugar de desembarco. A bordo también iba Figura 4. Marcha de los rebeldes irlandeses para asistir a sus aliados fray Mateo de Oviedo, como experto en asuntos españoles irlandeses y presente en pasadas misiones a la isla. La primera polémica entre los líderes de la expedición sería el lugar de desembarco, al norte, idea compartida por D. Diego y Fray Mateo o al sur, defendido por D. Juan, optando finalmente por la villa de Kinsale al sur, lo que significaría posteriormente un grave fallo estratégico del mando español puesto que el grueso del ejército rebelde se encontraba al norte, un error propio del desconocimiento exacto de las costas. Diego Sánchez, J. L., Juan del Águila y Orellano. (Ávila 1545 – La Coruña, agosto 1602) , Brochero volvería apresuradamente a España para [mapa]. (2010). Recuperado de: http://www.tercios.org/personajes/aguila_juan. evitar un enfrentamiento desigual con la armada html inglesa, dejando expuesto el acceso marítimo. Por otra parte Juan del Águila no pudo contar con todos los efectivos y armamento ya que una tormenta dispersó parte de la flota antes de desembarcar. Los refuerzos españoles llegarían, pero no a Kinsale. 900 soldados no pudieron ser desembarcados en este enclave por causa del mal tiempo, lo harían en Castlehaven al mando del general Pedro de Zubiaur y el veedor Pedro López de Soto y en poco tiempo la Royal Navy ya tenía el control de la entrada marítima a Kinsale. Por tierra, el contacto era aún más difícil, con un cerco impuesto por Lord Mountjoy de 7.000 hombres. De todos modos allí donde desembarcaron tropas españolas fueron socorridos por los señores del lugar, como en Castlehaven por Dermicio O'Driscoll, Daniel O'Sullivan Beare, autor del primer documento, en su castillo de Berehaven o Cornelio O'Driscoll en Baltimore entre otros. Además todos ellos entregaron inmediatamente sus castillos bajo mando español, como expresa 38 De Pazzis Pi Corrales, M. “Después de Kinsale: La Monarquía y el futuro de la Armada española,” en García Hernán, E. y De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía Hispánica... op cit., pp. 214-215.

17 O'Sullivan Beare al Rey:

[...] y con quatrocientos soldados subditos mios a mi propia costa los fui a buscar y a offrecerles sus personas, y de mi mera voluntad y propio beneplacito espontaneamente les entregue no solo el puerto y castillo de Byraven, mas a mi mesmo, a mis hijos y parientes, con todos mis bienes, Patria, Territorio, Poder, estado y quanto tengo y tendre perpetuamente al servicio y beneplacito de V.Mag.39

Motivo por lo que Felipe III les agradece en el segundo documento su asistencia a las tropas españolas y les promete recompensarles.

[...] estaba muy conosçido por la demosración que hizistes en viendo fuerças mias, de que estoy muy agradecido y con mucho desseo de assistiros y ayudaros. Y para mostraroslo, de mas de la memoria particular que tendre de vuestras personas, os embio agora veinte mill ducados para que podais pagar y conservar la gente que os sigue y anda a vuestra devocion, y algunas armas y municiones si las ubiere…40

Cuando se produjo el encuentro con los Figura 6. Operación en Kinsale aliados, la batalla se desarrolló en terreno llano, en el que rápidamente la caballería inglesa rompería las líneas irlandesas, no acostumbrados a este tipo de lucha en formación agrupada. Las críticas a los aliados irlandeses no tardaron en llegar pero no escondían los errores españoles. Hugh O'Neill se replegó a sus territorios del norte donde continuaría luchando hasta 1603. Hugh O'Donnell se embarcaba, sin embargo, rumbo al exilio en España, donde moriría en Simancas el 13 de enero de Sánchez, J. L., Juan del Águila y Orellano. (Ávila 1545 – 1602. Juan del Águila consiguió un acuerdo La Coruña, agosto 1602), [mapa]. (2010). Recuperado de: http://www.tercios.org/personajes/aguila_juan.html por el que rendir las plazas tomadas y la

39 Donal O'Sullivan Beare, Conde de Berehaven y señor de los estados de Beare and Bantry a Felipe III. 20 de Febrero de 1602, AGS, GA, leg. 592, s. f. 40 Felipe III a los señores gaélicos de la provincia de Muster, a 14 de Marzo de 1602, AGR, EG, nº. 195, f. 14.

18 completa repatriación de los supervivientes, aunque Daniel O'Sullivan Beare no aceptaría la entrega de su castillo de Berehaven y con otros señores irlandeses continuó luchando. El problema es que la decisión produjo gran indignación entre los señores irlandeses al tener que rendir sus castillos sin haber sido tomados, como menciona O'Sullivan Beare en su misiva. Pero el no oponer resistencia a su decisión de continuar luchando, pudo haber puesto en peligro el acuerdo pacífico de retirada de del Águila con las tropas inglesas. Los irlandeses que aún resistían en el sur de Irlanda, se reagruparon en el castillo de Berehaven, defendiendo el fuerte con alguna artillería dejada por las tropas españolas41.

Es entonces, en febrero de 1602, cuando se redacta la carta a Felipe III. En esta, a pesar de la rendición de su castillo, O'Sullivan Beare pretende seguir defendiéndolo, lo que cree que sería del agrado del rey:

Don Juan del Aguila se ha obligado de entregar mi puerto y castillo, que es la llave de mi estado y herencia mia toda, y de qual depende la vida de muchos millares de mis subditos que viven a lo largo de la marina por espacio de veinte leguas, darlo digo en manos de nuestros enemigos, crueles malditos y que no guardan la fe [...] juzgo por cosa muy mala y indigna de Vra. Real Mag. y que mucho perjudica a su honor, y se hecho esto contra su intencion (como por cartas de V.Mag. embiadas a este puerto avemos entendido) en gran daño del servicio de V.Mag. y que a nos acarrea grandissimo detrimento [...] Por tanto, yo pretendo defender mi puerto y castillo y los otros mis bienes todos de la fuerça y impetu de los enemigos, hasta tanto que entienda la intencion y voluntad de V.Mag. (a la qual estoy aparejado de obedeçer aunque entendiese padeçer todos estos daños) conviene saber la perdoda de mis castillos y de mi herencia para siempre42.

Junto con la carta envió también a su hijo primogénito como prenda y a Dermicio O'Driscoll para tratar de convencer al rey de que mandase un nuevo socorro a Irlanda:

Por tanto yo, con otros cavalleros y nobles de aquesta Provincia de Mamonia de comun consentimiento y boto, havemos hecho eleccion y embiado entre nuestros Dermicio Odriscol (con el qual avemos escrito a V.Mag.) esperando por la noticia que

41 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda…, op. cit.,. pp. 51-66 42 Donal O'Sullivan Beare, Conde de Berehaven y señor de los estados de Beare and Bantry a Felipe III. 20 de Febrero de 1602, AGS, GA, leg. 592, s. f.

19 tenemos de su industria y destreza, la qual cada dia avemos esperimentado en esta catolica causa, no pudiendo nosotros escrevir todas las cosas, suppla el en presencia de V.Mag. de esplicar con viva voz nra. intencion a Vmag. enteramente43.

También Cornelio O'Driscoll, señor de Baltimore y Dionisio O'Driscoll, señor de Castlehaven, mandaron un memorial solicitándole al rey socorro y asistencia en su exilio a España si así fuese necesario44. En España a pesar de la inicial voluntad del Rey de enviar un nuevo socorro para la resistencia de los señores de la isla así como de dinero, armas y provisiones como anuncia en el documento dos, la resistencia no pudo ser continuada y el socorro militar nunca llegó, los principales señores gaélicos no tuvieron más remedio que embarcarse con destino a España como el rey les había prometido.

[...] y quedo con mucho cuidado de embiaros el socorro que desseais, de que podeis estar muy ciertos y assegurar a vuestros amigos que firmaron en la carta que me escrivistes y agradecer a todos de mi parte su buena voluntad.

Pero si os halladeres en estado que convenga para vuestra seguridad veniros a España, lo podreis hazer embarcandoos con vuestras familias en este navio, que yo tendre quenta con vuestras personas y con todo lo que os tocare45.

Figura 7. Lugar de desarrollo de la Batalla de Figura 8. Imagen actual de la fortaleza de Kinsale Kinsale

The battle of Kinsale 1601, [fotografía]. Recuperado de The battle of Kinsale 1601, [fotografía]. Recuperado de http://http://www.askaboutireland.ie/reading-room/history- http://http://www.askaboutireland.ie/reading-room/history- heritage/history-of-ireland/the-flight-of-the-earls-1/the- heritage/history-of-ireland/the-flight-of-the-earls-1/the- battle-of-kinsale-160/ battle-of-kinsale-160/

43 Ibid. 44 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda…, op. cit., p. 68.

20 Los supervivientes del desembarco de Kinsale de 1601 sólo hablaban del caos político, de la falta de apoyo por parte de los nativos y de un territorio extraordinariamente duro. Lo cierto es que en la misma población irlandesa no existía unanimidad de criterios, sino que se dividía en sentimientos contrapuestos respecto a Inglaterra. Los Old English, aunque católicos, se mantuvieron fieles, así como ciertos sectores relacionados con el comercio en las ciudades del sur46. La expedición volvía a la Coruña en abril de 1602, los soldados repatriados llegaron en condiciones completamente lamentables, mermada en casi seiscientos hombres por enfermedades más que por heridas. El cruce de acusaciones se hizo una constante entre los mandos españoles para justificar una operación con falta de coordinación, extrema falta de suministros y falta de motivación, y sobre todo con una estrategia planeada para desarrollarse años antes, cuando las fuerzas rebeldes aún controlaban la situación47. Había duda y confusión, pues la reacción de los irlandeses al acoso que sufrían los españoles por parte inglesa había sido más bien escasa, en opinión de aquéllos. Del Águila denunciaba la falta de asistencia de Brochero que, al abandonar Irlanda, debía haber ido directamente a la Coruña a buscar refuerzos, algo que no hizo. A Del Águila se le acusaba de haberse precipitado en la rendición en Kinsale en condiciones poco favorables para los españoles y peores para los irlandeses. Oviedo culpó a Don Juan de no mantener abierta la entrada por mar a Kinsale o un pasillo para que los líderes irlandeses entraran por tierra, de rechazar la ayuda irlandesa y de no reunirse con O'Neill la mañana de la batalla.48 Aunque todos los mandos españoles coincidieron en la falta de apoyo de ciertas ciudades portuarias del sur, como Cork. No hay que olvidar que en estas ciudades existía una larga tradición de lealtad colonial, aunque con independencia política. El Consejo de Guerra abriría una investigación. Para Inglaterra la victoria sería un éxito inmediato. Mostraba tanto a Irlanda como a las potencias continentales su capacidad de respuesta, pero esta guerra significó también un enorme esfuerzo económico para Londres, dejando a la corona más inclinada a la paz que

45 Felipe III a los señores gaélicos de la provincia de Muster, a 14 de Marzo de 1602, AGR, EG, nº. 195, f. 14. 46 Aldea, Q., “Religión y Política…,” art. cit., p. 19. 47 O'Donnel, H. Duque de Estrada. “Tyrone y Tyrconnel...” art. cit., p. 284. 48 De Pazzis Pi Corrales, M. “Después de Kinsale...”, art. cit., pp. 214-215.

21 nunca49. Además se ponía de manifiesto no sólo que la Monarquía podía materializar sus empresas contra Inglaterra, sino que Irlanda era el campo más propicio para hostigar a los ingleses, por ello siguieron proporcionándose socorros a la revuelta católica en forma de dinero y armas, aunque siempre condicionado a los intereses de Estado50.

En Irlanda la derrota resultó crítica, el Figura 8. Asentamientos de colonos ingleses y escoceses colapso del orden político-social gaélico. Muchos de los principales nobles irlandeses, habiendo perdido sus territorios, partieron al exilio a la Península, intentando conservar su estatus nobiliario y presionando en la corte sobre la necesidad de reiniciar la lucha armada contra Inglaterra. La partida de Hugh O'Neill y Ruarí O'Donnell (hermano de Hugh O'Donnell) en 1607 marcaría el fin definitivo de la resistencia y el inicio de los grandes asentamientos de colonos ingleses y escoceses, junto con la expansión de la administración inglesa sobre el territorio. Para la Monarquía, a corto plazo la derrota puso en alerta las costas atlánticas The english platation of Ireland in the 16th and 17th century, [fotografía]. Recuperado de peninsulares por la posibilidad de una http://www.ballintemple.com/history/history%20eb.html respuesta inglesa y supuso una gran decepción para Felipe III y el Duque de Lerma, por las grandes expectativas que había creado el primer desembarco efectivo en la nueva política de armadas desarrollada en las últimas décadas51. Pero en términos políticos, los resultados de Kinsale alertaban sobre la necesidad de un cambio en la estrategia internacional, consecuencia del extraordinario desgaste militar y económico durante el reinado de Felipe II52. Era obligado un periodo de tranquilidad con el adversario inglés

49 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda... op. cit., pp. 71-72 50 García García, B. “Ostende, Kinsale y Argel...”, art. cit., p. 240. 51 Ibid., p. 239. 52 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda... op. cit., pp. 78-90

22 ya que se deseaba acabar con la guerra en las Provincias Unidas. Poco después España e Inglaterra firmaban un acuerdo de paz que no se rompería hasta 1625. A partir de entonces, los asuntos de Flandes concentraron el esfuerzo económico de España y aunque el Rey prometió consignar una pequeña ayuda en febrero de 1603, ésta no llegó nunca. Estaba claro que ya no se enviaría ninguna más y que la aventura irlandesa había finalizado. Desde Madrid se veía como el momento de aplicar una nueva estrategia para Irlanda53.

Tabla 3. Fuerzas navales empleadas en la operación de Kinsale (1601)54

Navíos de la corona Navíos particulares

Nombre Tipología Toneladas Nombre San Andrés Galeón (Capitana) 900 León Dorado San Felipe Galeón 700 León Dorado II (Almiranta) San Pedro Galeón 1.000 Leona Roja Dorada Nuestra Señora de la Galeón 350 Jonás el Viejo Cinta San Lorenzo Galeón 350 Jonás el Chico Santa Catalina Dobladiza Navío 200 Reynaldos San Juan Evangelista Navío 200 La Pinaza Santa María de Agosto Navío 140 La Paciencia El Placer Navío 140 San Rafael Delfín de Escocia Navío 120 Santa María El Crucifijo Galeoncete 260 El Ángel Miguel La Fe Galeoncete 200 San Daniel Estrella Dorada Filibote 180 Falcón Dorado Tobías Filibote 180 TOTAL TONELADAS NAVIOS PARTICULARES: 3.362 Cisne Camello Filibote 180 TOTAL TONELADAS NAVIOS DE LA CORONA: Espíritu Santo Filibote 140 5.520 San Pedrillo Filibote 100 Santa Isabel Filibote 100 San Juan Bautista Volante 40 La Concepción Galizabra 40

53 De Pazzis Pi Corrales, M. “Después de Kinsale...” art. cit., p. 217. 54 Recio Morales, O. El socorro de Irlanda…, op. cit., p. 183.

23 5. Kinsale y sus consecuencias

A menudo la derrota en Kinsale ha sido vista como una ruptura total de las aspiraciones españolas sobre Irlanda, haciendo suponer que Inglaterra encontraría el terreno despejado para acabar con el “problema irlandés” sin que ello constituyese constantes roces con Madrid, pero lo cierto es que la realidad fue más compleja. Este exilio de importantes líderes irlandeses hacia territorios bajo dominio de la Monarquía Católica fortalecería aún más los vínculos políticos de los irlandeses con Madrid y por tanto, cualquier medida radical de Londres sobre la isla siempre contaría con la reacción española, evidente sobre todo en materia religiosa. De este modo en España se desarrolló una facción pro-irlandesa, representada por el gobernador de Galicia, conde de Caracena, y quien vivía de forma directa la llegada de cientos de exiliados desde Irlanda, apoyado por los principales líderes gaélicos presentes en la corte. También lo apoyaban importantes religiosos como fray Mateo de Oviedo y el propio confesor de Felipe III, Gaspar de Córdoba, el jesuita irlandés James Archer y el franciscano Florence Conry, confesor de O'Donnell, quienes mantuvieron de forma efectiva la presión para el envío regular de armas, dinero y provisiones y la esperanza de una nueva intervención militar. Pero sobre todo hubo una importante presión diplomática sobre Inglaterra, con la embajada española en Londres como punto de referencia, coordinando una política definida hacia la isla. También es cierto que no faltaron representantes en la corte de una opinión contraria sobre la causa irlandesa. Para España se trataba ahora de encontrar el equilibrio exacto entre el compromiso adquirido con Inglaterra y las obligaciones con la comunidad irlandesa en el exilio55.

Pero para entonces la “causa irlandesa” no sólo era un asunto de política exterior. Se había trasladado a casa, con la llegada de numerosos señores irlandeses y el efecto llamada que esto provocó sobre sus vasallos o clanes. Agotados por la inestabilidad política y la persecución religiosa, preferían huir a quedarse sin el apoyo de su grupo56. Ya desde la segunda mitad del siglo XVI, la presencia irlandesa en los territorios bajo

55 Recio Morales, O, Ireland... op. cit., pp. 16-19. Arias de Saavedra, I. “Irlandeses en la alta administración española del siglo XVIII”, en Villar García (ed.), La emigración irlandesa en el siglo XVIII, Málaga, 2000, pp. 41-61. 56 O'Scea, C. “En busca de papeles: La transformación de la cultura oral de los inmigrantes irlandeses desde La Coruña hasta la Corte”, en García Hernán, E. De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía…, op. cit., p. 361.

24 dominio hispano era ampliamente conocida, pero limitada en su número y profesionalmente cualificada para el servicio militar o el ejercicio comercial. También era común la emigración de irlandeses al continente por el deseo de estudiar, por lo que eran comunes en los seminarios católicos y en las principales capitales europeas, especialmente en los estados del Rey Católico, así como por la creación de numerosos colegios irlandeses,57 ingleses y escoceses. Estos colegios del exilio se integraron en la estrategia de la Monarquía en política exterior. El objetivo fue instruir sacerdotes para la reconquista o conservación de la fe en los países de donde procedían, aunque también eran escenario de las distintas facciones de exiliados, puesto que el grupo irlandés de exiliados jamás actuó de forma homogénea sino de modo similar a como ocurría en la propia Irlanda58. Su gobierno había sido confiado a los jesuitas hasta su expulsión en 1767, quienes con el tiempo habían conseguido utilizarlos más como una herramienta de apoyo a su orden que al interés general de la Monarquía. También se encargaron de garantizar el apoyo de la Monarquía a los católicos de sus países de origen al margen de la religión, en el caso de los irlandeses, defendiendo fervientemente su descendencia de españoles, por lo que se podría hablar, en definitiva, de una “utilidad temporal” más que espiritual de estos colegios. La educación se configuró como un arma de actuación para la reconquista espiritual de estos reinos59. Para España eran un elemento de reputación en el mundo católico aunque naturalmente para los monarcas británicos y para sus consejeros no eran más que escuelas de rebeldes políticos60. Tras la suspensión de las expediciones después de Kinsale y los cambios en la política internacional, los Colegios del Exilio adquirieron un mayor y definitivo protagonismo en la estrategia global de la Monarquía61. Era también común la integración de clérigos ya formados en Irlanda en los dominios hispanos. Numerosos obispos desposeídos de sus diócesis encontraban refugio al amparo de los obispos españoles. El problema surgió cuando el número aumentó en exceso62. Pero esta intensificación del exilio irlandés no sólo se debía a la derrota de sus líderes, sino también al cambio de actitud de Felipe III hacia Irlanda, con

57 Aldea, Q. “Religión y Política...”, art. cit., p. 19. 58 Burrieza Sánchez, J. “Escuelas de sacerdotes y mártires: Los colegios del exilio católico”, en García Hernán, E. De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía Hispánica... op. cit., p. 54. 59 Ibid., p. 49. 60 Ibid., pp. 40-44. 61 Ibid. p. 47. 62 Aldea, Q. “Religión y Política...”, art. cit., p. 20.

25 un apoyo decidido a diferencia de su padre, marco en el que se entiende Kinsale. En efecto, con la llegada masiva de irlandeses después de 1602, las necesidades de alojamiento y manutención de los exiliados y entretenidos, su presencia en las ciudades y en la corte, los deseos de servir a la Monarquía y las interminables reclamaciones por su servicio al Rey en el pasado, como se refleja en la carta de O'Sullivan Beare, obligó a las autoridades españolas a atender a una nueva dimensión de inmigración hasta entonces desconocida. En este contexto el Reino de Galicia pasó a ser un elemento esencial al convertirse en el principal lugar de recepción y acogida de los exiliados. No obstante, el problema residía en que se trataba de ciudades de dimensiones modestas y muy alejadas del centro político y económico de Castilla, en un reino con unas posibilidades económicas y de alojamiento muy limitadas, lo que obligaba al gobernador a hacer constantes peticiones de fondos a los concejos para cubrir sus entretenimientos. Por otra parte el trato a estos exiliados osciló en función de las relaciones con Portugal o Inglaterra y el pueblo gallego nunca llegó a verlos como refugiados religiosos o como rebeldes políticos de un “pueblo hermano”, como algunos historiadores contemporáneos intentaban demostrar por la misma procedencia celta o como pobladores ancestrales de Irlanda, puesto que su principal cometido desde el principio era el de servir como mercenarios, por lo que se les trató como a cualquier otro contingente militar63. Los puertos de Galicia ya acostumbraban a ser punto de recepción de armadas procedentes de los distintos territorios de la Monarquía, como enclave estratégico en la política atlántica64. La solución, en efecto, apareció con forme iba avanzando el siglo XVII por los numerosos frentes abiertos con la Guerra de los Treinta Años. España tenía una desesperada necesidad de medios humanos para el ejército. El agotamiento demográfico de Castilla, reserva tradicional para los ejércitos, determinó la necesidad de buscar nuevas formas de reclutamiento a cambio de hombres y dinero (reclutamiento a costa, patentes, cédulas de suplimiento en blanco, etc) que rompían con las fórmulas tradicionales de reclutamiento y brindando la solución para incorporar la nobleza gaélica en altos puestos militares y administrativos, y a el resto de la población irlandesa en el grueso del ejército65. Ya desde el XVI los irlandeses

63 Rey Castelao, O. “Exiliados irlandeses en...”, art. cit., p. 89. 64 Saavedra Vázquez. M. “La participación de Galicia…”, art. cit., p. 114. 65 Thompson, I.A.A., “Milicia, Sociedad y Estado en la España Moderna”, en Vaca Lorenzo, Ángel, La

26 estuvieron presentes en la Armada del Mar Océano y en los ejércitos de Flandes, constituyendo unidades enteras de élite con mandos propios irlandeses66. También eran comunes en los ejércitos de los Habsburgo y de los Valois67. En definitiva, era usual el reclutamiento de extranjeros en el ejército68. Pero la desesperada situación a partir de mediados del XVII, superado el primer éxodo de irlandeses a España tras la derrota, llevó a la entrada masiva de levas irlandesas en el ejército español reclutadas ya fuera de los territorios hispánicos, como parte esencial de la política exterior orientada a Irlanda, ya al margen de la defensa del catolicismo en Irlanda o cualquier argumento intervencionista. Reclutados y trasladados en penosas condiciones a cambio de promesas en unos casos y la necesidad de huir de la miseria en otros, unas levas llevadas a cabo en un contexto financiero muy difícil. El reclutamiento de extranjeros no era nada nuevo, pero los soldados irlandeses eran especialmente valorados: por su capacidad de sufrimiento, su inclinación conocida por las armas y sobre todo, por ser católicos69. Llegaron a alcanzar muy buena reputación como militares, revestidos de aureola de defensores del catolicismo e incluso muchos de ellos con el carácter de mártires o confesores de la fe, lo que por otra parte no dejó de ser objeto de utilización propagandística por ambas partes70. La corona llegó a enrolar cerca de 22.000 mercenarios irlandeses, que combatieron en las guerras contra Francia y contra los insurrectos catalanes y portugueses, con una media anual de 1.609 hombres71.

Guerra en la Historia, Salamanca, 1999, pp.115-33. Jiménez Estrella, A. “Los nuevos bellatores de Su Majestad: reflexiones en torno al servicio militar al rey en los siglos XVI y XVII”, en Alicia Esteban Estríngana (ed.), Servir al rey en la Monarquía de los Austrias. Medios, fines y logros del servicio al soberano en los siglos XVI y XVII, Madrid, Sílex Universidad, 2012, pp. 387-413. 66 Andújar Castillo, F. “Empresarios de la guerra y asentistas de soldados en el siglo XVII”, en García Hernán, E., y Maffi, D. (eds.), Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica. Política, estrategia y cultura en la Europa Moderna (1500-1700), Madrid, 2006, t. II, pp. 375-394. Casway, Jerrold I., “Henrry O’Neill and the formation of the Irish regiment in the Netherlands, 1605”, Irish Historical Studies, 18:72 (1973), pp. 481-488. 67 Aldea, Q. “Religión y Política en...”, art. cit., p. 19. 68 Ribot García, L.A.: “Las naciones en el ejército de los Austrias”, en Álvarez-Ossorio Alvariño, A. y García García, B.J. (eds.): La monarquía de las naciones. Patria, nación y naturaleza en la Monarquía de España. Madrid: Fundación Carlos de Amberes, 2004, pp. 653-677. 69 Recio Morales, O. Ireland and... op. cit., pp. 76-80. Rodríguez Hernández. A. J., “La venta de títulos nobiliarios a través de la financiación de nuevas unidades militares durante el siglo XVII” en F. Andújar Castillo y María del Mar Felices de la Fuente (eds.), El poder del dinero. Ventas de cargos y honores en el Antiguo Régimen, Almería, Biblioteca Nueva, 2011, pp. 274-300. 70 Aldea, Q. “Religión y Política en...”, art. cit., p. 20. 71 García Guerra, E. (2002). “La financiación de las levas irlandesas para el frente catalán”, En García Hernán, E. De Bunes, M. (Eds), Irlanda y la Monarquía... op. cit., p. 381.

27 6. Conclusiones

En el contexto de comienzos del siglo XVII la Monarquía se vio obligada a aplicar una política determinada en cada momento hacia Irlanda y la comunidad irlandesa exiliada. Cualquier opción siempre se tuvo en cuenta dentro de un contexto de mayores dimensiones, un contexto destinado al norte de Europa, sobre todo en los conflictos abiertos con Inglaterra y Holanda. Esta inestabilidad en Irlanda obligaba a Inglaterra a invertir enormes recursos humanos y materiales, lo que la debilitaba a la hora de enfrentarse a la Monarquía Católica o de apoyar a sus enemigos en el continente. En esta línea, España estableció desde Felipe II estrechos contactos con destacados líderes irlandeses hasta crear un sólido eje Madrid-Ulster que haría posible la intervención militar en Kinsale.

En contra de lo que pueda parecer, tras la derrota en 1602, la Monarquía se involucró de manera cada vez más directa en la cuestión irlandesa, sin embargo, cualquier intervención, tanto militar como diplomática, estuvo siempre condicionada por distintos factores, como el medio natural irlandés, la capacidad operativa y económica de España en cada momento o las propias circunstancias de la política internacional, sin olvidar el propio influjo en la corte de facciones más o menos intervencionistas. Pero fue sin duda la comunidad irlandesa exiliada en España junto a importantes personalidades de la élite española, los que mantuvieron viva en Madrid la necesidad de apoyar y proteger a los católicos irlandeses.

No hay que olvidar que la causa irlandesa siempre estuvo justificada como una misión de responsabilidad religiosa desde tiempos de Felipe II. A través de una misma religión católica y de los religiosos españoles que tanto influjo tenían en España, los irlandeses consiguieron el reconocimiento pleno de su problema por la Monarquía. Importantes religiosos irlandeses hicieron notar la presencia de la cuestión irlandesa a los consejeros españoles y tanto Felipe III como Felipe IV mostraron un gran interés en la causa religiosa irlandesa, gracias también al profundo respeto que mostraban ambos monarcas hacia la religión. Felipe III concibió la operación de Kinsale como una obligación heredada de su padre. Las consecuencias, sin embargo, llegaron hasta Felipe IV. Desde 1602 esta presión se vio complementada por la comunidad irlandesa exiliada

28 en territorios de la Monarquía, compuesta por algunos de sus líderes más destacados, que llegaron a convertir Madrid en el principal valedor político, económico y moral de su causa. De esta manera las obligaciones de la corona con respecto a Irlanda nunca se pudieron basar sólo en la razón de estado.

Sin embargo, aunque en los años posteriores a Kinsale no se descartaba una nueva operación militar en Irlanda, sí que encontró la oposición de la mayoría de militares españoles, advirtiendo de las profundas contradicciones entre los irlandeses. Éstas se basaban sobre todo en la escasa respuesta recibida en 1601 por los Old English de las ciudades del sur y la sobrevaloración que había sobre su potencial, así como las dificultades geoestratégicas derivadas de su medio natural. Pero el principal factor que desvió la intención militar sobre Irlanda fue la necesidad de reducir el desgaste militar y económico de una política exterior de enormes dimensiones, heredada desde Felipe II. En cualquier caso siempre fue prioritario el conflicto en Flandes sobre Irlanda en la política exterior Hispánica, sobre todo tras finalizar la tregua en 1621. Desde Kinsale la principal arma desplegada en Irlanda desde Madrid sería una extensa red diplomática encargada de reducir la presión sobre los católicos e intentar la devolución de las tierras confiscadas a sus líderes tras la guerra, aunque para los señores irlandeses no fue suficiente ya que no se pudo evitar que en los años posteriores se produjera la colonización final del Ulster. Madrid se encontraba demasiado condicionada por sus acuerdos con Londres, lo cual tenía su mayor reflejo en que uno de los principales líderes gaélicos y más unido a la Monarquía Española, Hugh O'Neill, nunca llegó a pisar España en su exilio. Aunque bajo protección española, permanecería en Roma por respeto a esos mismos acuerdos con Inglaterra hasta su muerte. Se ha tratado esta medida como un modo de reducir la presumible inmigración masiva de sus seguidores hacia la Península, puesto que se trataba del líder gaélico con más vasallos de Irlanda. También es cierto que el exilio de importantes jefes gaélicos y la descomposición de su sociedad, había dejado a la Monarquía sin un apoyo dentro de la propia Irlanda.

Madrid comenzó un proceso de reconocimiento de los derechos de los líderes irlandeses exiliados, gracias además al apoyo de importantes consejeros españoles, concediéndoles puestos en el ejército y la administración, y a cambio la Monarquía les

29 exigió su máxima fidelidad. Para el resto de población irlandesa que llegaba por el efecto llamada que provocaba la presencia de sus líderes en la Península, y las duras condiciones impuestas por la Corona Británica en Irlanda, su asimilación fue en principio mucho más compleja. El gobernador de Galicia, a donde llegaban la mayoría de exiliados, llegó a alertar de las gravísimas dificultades de subsistencia por las que atravesaban al llegar a España los inmigrantes irlandeses. La solución se encontró en integrar a esta población en los ejércitos principalmente de Flandes y finalmente en la Península.

30 7. Documentos.

1. Carta de Donal O'Sullivan Beare, Conde de Berehaven y señor de los estados de Beare and Bantry, a Felipe III, a 20 de Febrero de 1602.

Rey y señor mio, Con el beneplacito y licencia de V.Mag., Rey Potentissimo y Famossisimo, Donaldo Osullevan Biarra, obedientissimo, fidelissimo y constantissimo siervo, movido y forçado de la necessidad, me atrebo a significar a V.Mag., Rey potentissimo, como abiendo venido vro. governador Pedro de Zubiauri y Pedro Lopez de Soto al puerto de Castillaven, en las partes del occidente de Ibernia, conviene a saber en la Mamonia, con la armada y socorro de V.Mag. para estas partes, lo que desde mi niñez tuve en mi animo, en la juventud lo mostre con algunas obras y siempre con la perseverancia, affecto y deseo lo conserve por faltarme las fuerças y la occasion, las quales no siempre las he tenido. Mas agora, offresciendoseme con la venida de Vuestra Armada, me parecio tiempo de hazerlo y ansi me fui a los ministros y soldados de V.Mag. a offeçerme a su servicio y a mostrarle mi animo con las obras debajo el nombre de V.Mag. y con quatrocientos soldados subditos mios a mi propia costa los fui a buscar y a offrecerles sus personas, y de mi mera voluntad y propio beneplacito espontaneamente les entregue no solo el puerto y castillo de Byraven, mas a mi mesmo, a mis hijos y parientes, con todos mis bienes, Patria, Territorio, Poder, estado y quanto tengo y tendre perpetuamente al servicio y beneplacito de V.Mag., a la qual offerta los dhos officiales y ministros de V.Mag., consintieron y la aceptaron y prometieron de querer amparar y deffender todas estas cosas mientras fuese de servicio y satisfacion de V.Mag. Mas agora no obstante todo lo sobre dicho, Potentissimo y Graciossisimo Principe, entre los conciertos y capitulaciones hechas poco a entre Don Juan del Aguila y el Virrey de Irlanda (cosa de verdad calamitosa y digna de muchas lagrimas y hasta agora jamas oyda, y a mi parecer y contra todo Jus gentium, conciencia, justicia, y humanidad) avemos entendido que entre los otros lugares vendidos y dados a Vmag. debaxo desta forma y intencion, y no para que despues se diessen en las manos de los enemigos, pareçe que Don Juan del Aguila se ha obligado de entregar mi puerto y castillo, que es la llave de mi estado y herencia mia toda, y de qual depende la vida de muchos millares de mis subditos que viven a lo largo de la marina por espacio de veinte leguas, darlo digo en manos de nuestros enemigos, crueles malditos y que no guardan la fe. Y si en effecto se haze como entre ellos esta concertado, temome mucho que los demas, viendo cosa tan abominable y inhumana, no queden espantados y atonitos, de modo que para en lo porvenir jamas por qualquiera occasion que se les offrezca se den y rindan assimesmos y a sus bienes a los españoles y que con esto tengan siempre por sospechosa su fe, ni mas daran credito a sus palabras. Por todas estas razones, y porque juzgo por cosa muy mala y indigna de Vra. Real Mag. y que mucho perjudica a su honor, y se hecho esto contra su intencion (como por cartas de V.Mag. embiadas a este puerto avemos entendido) en gran daño del servicio de

31 V.Mag. y que a nos acarrea grandissimo detrimento, id est, que si bien escapasemos de la muerte y de la espada del enemigo, a lo menos no podemos escaparnos de un perpetuo destierro y bando de nuestra patria. Por tanto, yo pretendo defender mi puerto y castillo y los otros mis bienes todos de la fuerça y impetu de los enemigos, hasta tanto que entienda la intencion y voluntad de V.Mag. (a la qual estoy aparejado de obedeçer aunque entendiese padeçer todos estos daños) conviene saber la perdoda de mis castillos y de mi herencia para siempre. Y en señal de que todo aquesto que hago es en servicio de V.Mag., le embio a mi hijo primogenito de cinco años en prenda y rehenes por dos razones: la una, porque se assigure V.Mag. que la fe que una bez he dado la guardare sin jamas violarla; la otra, para que sepa que si V.Mag. manda que yo entregue el puerto, que cumplire quanto me mandare solo por obedecer a su querer. Grandissimo deseo he tenido de yr a la presencia de V.Mag. y lo ubiera hecho si de cierto no supiese que mi ausencia de aquí seria de grandissimo perjuicio y detrimento a esta nuestra guerra. Por tanto yo, con otros cavalleros y nobles de aquesta Provincia de Mamonia de comun consentimiento y boto, havemos hecho eleccion y embiado entre nuestros Dermicio Odriscol ( con el qual avemos escrito a V.Mag.) esperando por la noticia que tenemos de su industria y destreza, la qual cada dia avemos esperimentado en esta catolica causa, no pudiendo nosotros escrevir todas las cosas, suppla el en presencia de V.Mag. de esplicar con viva voz nra. intencion a Vmag. enteramente. Humildemente supplicamos a V.Mag. se digne de oyrlo y darle entera entera fe como a nosotros mismos daria si parientes fuesemos, y por su medio embiamos tales avisos y consuelos, con los quales todos los desta nuesrta tierra pueden andar animados y consolados Y junto a esto, nos socorra VMag. Potentissima y Misericordiosissima con presteça con otras ayudas y socorros, y esto con brevedad, porque quanto mas presto, tanto sera mas opportuno y mejor, maxime entretanto que nros. enemigos estan desaperçividos, y yo en el entretanto pondre en orden mill soldados de los mios a mis propias espensas y costa para servir a VMag. En qualquiera ocasión que se offresca y suplicare al omnipotente Dios con las rrodillas en tierra conceda a V.Mag. mucha salud a la anima y al cuerpo y augmento de Gracia, y prospero succeso, encomiendo todo a VMag., a Dios y a mi a V.Mag. Rey potentissimo y para siempre me lo offrezco. De Byraven a los 20 de febrero de 1602. Humilissimo y fidelissimo siervo vuestro, Donel Osullevan Biarr

Fuente: AGS, GA, leg. 592, s. f. Original en gaélico, con copia traducida al castellano.

32 2. Carta de Felipe III a los señores gaélicos de la provincia de Muster, Irlanda, a 14 de Marzo de 1602.

Don Phie. Por la gra. de Dios, Rey de Castilla, de Leon, de Aragon, de las Dos Sicilias, de Jerusalem, de Portugal, de Navarra y de las Indias.

Nobles y bien amados nuestros, quando no me significaredes por vuesta carta de doze del passado vuestro zelo del servicio de Dios y defensa de su Santa Fee, estaba muy conosçido por la demosración que hizistes en viendo fuerças mias, de que estoy muy agradecido y con mucho desseo de assistiros y ayudaros. Y para mostraroslo, de mas de la memoria particular que tendre de vuestras personas, os embio agora veinte mill ducados para que podais pagar y conservar la gente que os sigue y anda a vuestra devocion, y algunas armas y municiones si las ubiere, donde se ha de despachar el navio que lleva este recaudo, y quedo con mucho cuidado de embiaros el socorro que desseais, de que podeis estar muy ciertos y assegurar a vuestros amigos que firmaron en la carta que me escrivistes y agradecer a todos de mi parte su buena voluntad. Pero si os halladeres en estado que convenga para vuestra seguridad veniros a España, lo podreis hazer embarcandoos con vuestras familias en este navio, que yo tendre quenta con vuestras personas y con todo lo que os tocare. De Valladolid, a catorce de março de mill y seiscientos y dos. Yo, El Rey Fuente: AGR, EG, nº. 195, f. 14.

33 8. Bibliografía

Fuentes primarias – Donal O'Sullivan Beare, Conde de Berehaven y señor de los estados de Beare and Bantry a Felipe II. 20 de Febrero de 1602, AGR, EG, nº 195, f. 14. – Felipe II a los señores gaélicos de la provincia de Muster. 14 de Marzo de 1602, AGR, EG, nº 195, f. 14.

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