Gran Negocio Mundial Fútbol: Mucho Más Que Una Pelota Luis Carlos Arias Schreiber Hechizados Por El Rodar De Un Balón, Millon
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Gran negocio mundial Fútbol: Mucho más que una pelota Luis Carlos Arias Schreiber Hechizados por el rodar de un balón, millones de personas en todo el mundo siguen la acción de esos modernos héroes (y esclavos dorados) que son los futbolistas. Simultáneamente con el esférico de cuero se mueven miles de millones de dólares en lo que constituye uno de los grandes negocios del siglo. En las calles del barrio, cualquier pista o vereda servía como campo de fútbol y -a fuerza de imaginación- cualquier poste o ladrillo cumplía las funciones de un arco. Religiosamente, los muchachos del barrio se reunían cuantas veces podían en su improvisado campo de fútbol para patear entusiastamente la pelota, guiados todos por un sueño común: llegar algún día a ser una superestrella de fútbol, jugar en un equipo profesional y levantar con ambas manos una copa delante de las cámaras y las tribunas repletas de un estadio. Por supuesto, para la inmensa mayoría todo queda en sueño. Lejos de ser un simple juego de niños, el fútbol profesional ha alcanzado en estos últimos años niveles de altísima competitividad, convirtiéndose, además, en uno de los negocios más rentables del mundo, no muy lejano en ganancias de la venta de armas, el petróleo o el narcotráfico. Joao Havelange, presidente de la todopoderosa FIFA (el máximo organismo que rige el fútbol a nivel mundial) anunció en el balance final del año pasado que el fútbol internacional genera un movimiento de 225 mil millones de dólares anuales. ¿De dónde sale esa exorbitante cantidad de dinero? ¿A qué bolsillos va a parar? ¿Quiénes son los más beneficiados y quiénes los más perjudicados? Preguntas éstas que no suelen plantearse y que permanecen ocultas tras la cortina de humo que reclama un tratamiento olímpicamente deportivo para el fútbol, ajeno a cuestiones crematísticas. Testigo del primer gol Abordado desde el punto de vista económico -y teniendo en cuenta su impacto en la sociedad y específicamente en la vida de determinados individuos (los jugadores)- el fútbol resulta ser algo mucho más complejo que un juego en el que se debe meter la pelota en el arco rival. Como en cualquier negocio multimillonario -y el fútbol lo es-, todas las variables están subordinadas al interés de lograr una rentabilidad mayor. Y, lamentablemente, entre estas variables están incluidas las vidas y los sueños de los jóvenes futbolistas, que se insertan dentro del sistema como una especie de esclavos dorados, los cuales -si no llegan a cumbres de éxito- podrían ser desechados tan pronto como terminen su corta carrera. Por otra parte, debemos reconocer que el fútbol profesional es uno de los poquísimos caminos de ascenso social con el que cuentan miles de aspirantes a supercracks. Muchas de las que hoy son consideradas grandes estrellas del fútbol nacieron y crecieron en condiciones de extrema pobreza, hasta que sus dotes futbolísticas y su ingreso en la órbita profesional les permitieron acceder a una más que sólida posición económica, inalcanzable para ellos de haberse dedicado a otros oficios. Podrá ser muy esclavizante el sistema, podrá estar recargado de presiones el jugador, pero el fútbol como profesión puede significar enormes mejoras económicas y un notorio ascenso en el status social. Y por eso, para muchos todo sacrificio queda corto. Tanto así que incluso podría decirse que no resulta demasiado exagerada la metáfora aquella de vender el alma al diablo si nos queremos referir al procedimiento por el cual los jugadores ingresan en el mundo del fútbol profesional. Volvamos a los imaginarios estadios que construyen los niños en toda calle de barrio. ¿Cuáles son los pasos que debe seguir el muchacho elegido para convertirse en una superestrella? Siendo la competencia cada vez más exigente, hay que perfeccionarse como futbolista cuanto antes para sacar ventajas. A los veinte años un futbolista ya debe estar formado y contar con cierta experiencia internacional si quiere llegar a ser considerado como una superestrella. Así, cada vez son menores los muchachos que ingresan a las divisiones inferiores de los clubes para iniciarse en los trajines del futbolista profesional. Si un niño muestra condiciones, no faltará un profesor de colegio, un padrino, un amigo de la familia, el propio padre, que lo lleve a probarse en las canteras de algún club. Si es aceptado, tendrá que modificar sus horarios y su vida cambiará. Los entrenamientos se cruzarán con las horas de estudio y diversión de cualquier niño normal. Si acaso lo hace, a duras penas terminará la secundaria, y, de tal manera, antes de ser mayor de edad ya tendrá definido, prácticamente sin alternativas, que será futbolista profesional. Y el muchacho, feliz. Millones a patadas Así, tenemos por ejemplo al brasileño Ronaldo, que a los 17 años dejó Río de Janeiro para irse a jugar al PSV Eindhoven de Holanda por una suma millonaria. Tenemos también al argentino Leonardo Biaggini, que con 19 años ya juega en el Atlético Madrid. Otro caso es el de Raúl, que con 20 años es la nueva estrella del fútbol español. Su caso nos servirá para explicar cómo se firman los contratos entre futbolistas y clubes. Para asegurar la inversión que se hace con los muchachos que llegan a sus divisiones inferiores, los clubes les hacen firmar un primer contrato reservándose todas las ventajas. Este contrato será a largo plazo, incluyendo una cláusula de rescisión por si algún otro club se interesa en comprar el pase del muchacho antes que finalice el término de su contrato. Por esta primera vez, se le paga al jugador una prima, pago especial y extraordinario que se realiza cada vez que se firma un nuevo contrato. Raúl pertenece al Real Madrid y tiene contrato con el club merengue hasta el año 2005, percibiendo un millón de dólares anuales. Como se ve, un contrato a muy largo plazo, teniendo en cuenta lo corta que es la carrera del futbolista. Real Madrid se ha asegurado con una cláusula de rescisión. ¿Saben cuánto tendría que pagarle al campeón español algún club que pretenda llevarse a Raúl antes del 2005? Nada menos que diez millones de dólares contantes y sonantes. Así, el club recupera con creces lo que invirtió en la formación de Raúl desde las divisiones inferiores. El caso contrario, siempre dentro del Real Madrid, es el del chileno Iván Zamorano, que finaliza su contrato con el campeón español el 30 de junio de este año. Actualmente el delantero chileno gana un millón de dólares anuales (aparte de los premios que llegan a mil dólares por punto ganado en la liga local), y quiere renovar contrato pero ganando el doble. Real Madrid no está dispuesto a subirle el sueldo, por lo que en los primeros días de julio, Zamorano (o su representante) podría negociar directamente un nuevo contrato con otro club. Si hasta el 30 de junio Zamorano no ha sido traspasado a otro club, después Real Madrid no recibirá nada por los nuevos contratos del delantero chileno. Para negociar los contratos entran a tallar los empresarios. Éstos suelen compar los pases de jóvenes futbolistas (es decir, cancelan las cláusulas de rescisión impuestas por el club de origen), para después venderlos quedándose con un alto porcentaje de ganancias. Hábiles negociadores, los empresarios se presentan ante los jóvenes futbolistas como la posibilidad de lograr contratos menos onerosos que el primero que han firmado, abriéndoles además plazas en el extranjero gracias a sus contactos. Empresarios como el ítalo-argentino Settimio Aloisio han hecho verdaderas fortunas colocando jugadores en Europa. Se sabe de casos, sobre todo entre jóvenes e inexpertos futbolistas, en los que el empresario se queda hasta con el 80% de lo obtenido por el pase, dejándole un magro 20% al jugador. ¿De dónde pecata mea? Pero, ¿cómo se obtienen estas millonarias sumas de dinero? ¿Cómo un joven de 20 años como Raúl puede ganar un millón de dólares anuales por jugar al fútbol? Desde que la televisión y la publicidad ingresaron en el fútbol, el movimiento de dinero ha crecido en grandes proporciones. Los clubes europeos, por ejemplo, tienen cinco fuentes de ingresos. La principal es la venta de los derechos de televisión de sus partidos. Le sigue en importancia el ingreso por publicidad, sea ésta estática (los paneles dentro del estadio) o la que se lleva en la camiseta. Este punto de la publicidad está asociado a la televisión, pues los patrocinadores que exhiben los clubes en sus camisetas y estadios suelen ser los mismos que hacen posible las transmisiones televisivas pagando los respectivos insertos comerciales. El tercer ingreso que percibe un club proviene de las recaudaciones obtenidas por la asistencia de los aficionados a los estadios. Sin embargo, son tan superiores los ingresos obtenidos por la televisión y la publicidad, que las tribunas podrían quedarse vacías y no se generarían pérdidas. El cuarto ingreso que percibe un club es por la venta de abonos y sitios de estacionamiento en sus estadios -punto ligado a las recaudaciones-, lo que les permite contar con una buena cantidad de dinero al comenzar la temporada. El quinto ingreso que tiene un club es por la venta de jugadores formados en sus divisiones inferiores, ingreso difícil de calcular, pues nunca se sabe a ciencia cierta qué muchacho llegará a ser una superestrella negociable por montos millonarios. Del total de ingresos de un club promedio, el 80% proviene del marketing (televisión y publicidad) y el 20% de las recaudaciones. El quid del asunto, entonces, está en vender la mayor cantidad posible de partidos a la televisión, y conseguir patrocinadores que auspicien estas transmisiones. La FIFA vive de eso (y muy bien): de las transmisiones de televisión de los torneos que organiza (campeonatos mundiales cada cuatro años para las categorías Sub-17, Sub-20 y mayores) y los sponsors que la patrocinan.