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. i... • EL GAUCHO MARTIN FIERRO POR xíOSÉ HERNÁNDEZ

DECIMA CUARTA EDfCION

«OX UK TOTAL OB tS.OOO SJZUPLASSB, EQÜIVALEKTE i «3 EDICIOITRR T>C l.WM VIVEROS OABA VBA

FR£G£DIOA DE VARIOS JUICIOS CRÍTICOS EMITIDOS Á PROPÓSITO DE LA PRIMERA

\ ADUILNADA COI*; CiT^CO LÁÜLNAá Y £L líBITUATO D¿L AUTOR

CASA EDITORA Y DEPOSITO GENERAL .«»' librería «MARTIN FIERRO» —147 BOLÍVAR I4jr 7 \V|iF-*^Í

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P- >¥ .\ ^., JOSÉ HERNÁNDEZ %'^ -

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ADVERTENCIA EDITORIAL

AI ofrecei al público, esta vez, la décima cuarta edición de la € Ida y Vuelta de Martin JHerro», creemos de estricta justicia consag^rar algunas palabras, al más extraordinario triunfo de publicidad que registran nuestros anales bibliográficos. La presente edición de dos mil ejemplares, viene á integrar la asombrosa cifra de SESENTA Y DOS MIL: hecho sin precetiente en estos países americanos, y muy raro tam- bién en los Estados Europeos de origen latino. Aquí, en Buenos Aires, la ciudad de más movimiento intelectual del Nuevo Mundo, oo conocemos resultado semejante, ni aun tratándose de aquellas obras políticas, literarias ó económicas, que lograron alcanzar gran boga. La vasta circulación de Martin fierro, ha sido un verdadero acontecimiento para el comerciante de libros, para el crítico moralista y sobic todo para esa clase social más directa- mente interesada en la obra de nuestro popular poeta. Millares tras millares ha colocado sin dificultad el Editor de cada Edición, en medio de la sorpresa que experimentaba, al recibir, hasta por telégrafo, pedidos que le hacían de diversos puntos de la campaña. La critica nacional y extranjera, se ha ocupado extensamente del análisis de esta produc- ción rigurosamente americana, apreciándola en altos conceptos, como uno de los trabajos que mas honor hacen á la literatura de este Continente. Pero, en la campaña del Rio de la Plata, es donde ha hallado Martin Fierro su mas entusiasta acogida. Desde el mas humilde hasta el mas encumbrado de sus habitantes, Jo saludaron y reci- bieron como al redentor que asoma después de larjjo tiempo de sufrimientos. En efecto, cualquier observador dotado siquiera de sentido común, advierte qne el Sr, Hernández, sirviéndose de una forma literaria, al parecer trivial, hace, en Alartin Fierro, la historia de los infortunios de nuestro gaucho, penetrando con pensa- miento de filósofo, hasta en lo mas íntimo de la azarosa vida de una clase, que, bajo la dominación colonial, como b^ijo la dominación republicana, solo ha vivido victima obligada de todo género de abominaciones. De ahí la inmensa popularidad de que goza en las comarcas rurales el libro del señor Hernández, porque no es como las obras de Ascasubi ó de Del Campo, simples obras de' entretenimiento, sino el estudio social mas completo, mas exacto y mas bien intencionado que se ha llevado á cabo entre nosotros. Hasta qué punto habrá influido la aparición de Martin Fierro en el mejoramiento de aquella clase, seria interesante saberlo. Desde el centro semi-civilizado de la población rural, pasando por el rancho, hasta los confínes pampeanos donde se encuentra el fortín, en todos los medios en que se encuentra nuestro asendereado gaucho^ se ha de sentir, estamos seg-^ros, la mas ó menos iaQaeñcia de esa aplaudida producción. ^ Y esto se comprende sin esfuerzo. Cuarenta mil ejemplares desparramados por todos los ámbitos de la campaña, han »

IV ADVERTENCIA EDITOIIIAL

constituido la lectura favorita del ho^ar, de la pulpería, del soldado y de todos los que tenían á la mano un ejemplar de Alartin fierro. Más aún: en algunos lugares de reunión, se creó el tipo del lector, en torno del cual se congregaban gentes de ambos sexos, para escuchar con oido atento esa genuina relación de la vida gauchesca. Por todo esto, creemos, pues, en el éxito constante y fecundo de las sucesivas edi- ciones de Martin Fierro, porque apartándose completamente de la tt adición literaria que dejaron Ascasubi y Del Campo, siguió solo n )C¡ones propias, vías mas rectas é inspiraciones que tenían su base en el sentimiento popular. La musa de Martin Fierro no ha sido venga- dora, ni se ha preocupado solamente del prestijio urbano, á costa de la semplicidad de nuestros comijatrior.-rs de chiripá y bola de potro.

Carecietído de espacio suficiente para recapitular hoy cuanto se ha dicho acerca de la presente obra y del autor, debemos limitarnos á hacer una breve mención de los juicios emitidos últimamente, felicitándonos, en nuestra condición de Editoies, de poder inscribir en estas pajinas preliminares, nombres que son un timbre de la inteligencia argentina. El señor don José Manuel Estrada, en un brillante estudio que hace del pueblo arpen- tino, bajo el título de « Defectos de la vida social » en las pajinas de la Revista Argentina, dedica al Sr. Hernández las lineas que vamos á copiar; sin embargo de que diienmos respecto al cargo, comparativamente de incorrecto, que formula contra nuestro poeta. Dice así aquel distinguido escritor: € No es de maravillarse. Ni Higalgo, ni Ascasubi, ni mucho menos Del Campo, han llegado, entre nuestros poetas pKjpulares y gauchescos, á la altura filosófica en que toca el versificador mas incorrecto de todos, D. José Hernández. — Marlin Fierro es el tipo culminante del gaucho, es decir, el producto mas completo de una socinbilidad injusta, operando sobre una naturaleza ingénitamente poderosa y activa. Pero precisamente por ser extraordinario como la poesía lo requiere, no puede guiarnos en los estudios sociales sino subjetiva y elementainiente. Sin pretender iniciar di.suuta alguna, sobre las razones que tenga el Sr. Estrada, para encontrar solo gran altura filosófica y poca corrección (literariamente hablando) en la obra de que nos venimos ocupando, séanos permitido recordarle que la obra del Sr. Hernández, es la pintura al natural de cierta ct munión social, no bien estudiada todavía, que vive,

siente y se expresa en un lenguaje peculiar , en el cual no deben prevalecer cierta- mente las reglas gramaticales, sino el pensamiento que la anima. En nuestra humilde opinión, mucho perdería en esie caso la personalidad á€i gaucho, s\ las filosóficas inspira- ciones del autor de Martin Fierro, hubieran tenido que ajustarse á los preceptos de Bello de Salva y de la Academia. No; el estilo original que campea en esa obra, es el que se ha debido emplear, para que así pueda revelarse toda entera, intus et in ente, la gráfica figura del gaucho cisp'atino. El Dr. D. Nicolás Avellaneda, acreditando siempre sus inclinaciones y sus altas dotes literarias, encontró también oportunidad de manifestar las impresiones que dejara en su espiritu Martin Fierro, y en una carta literaria que vio la luz pública, dice así á su interlocutor:

« Siga escribiendo, soltando con espontaneidad su vena, matizando la observación propia, ingenuamente reproducida con recuerdos comunes á todos, y no tendrá pronto en cuanto á la difusión de su palabra escrita, sino un rival, tal vez invencible: Martin Fierro,

En lo que toca á este, es casi imposible alcanzarle. Uno de mis clientes, alma- cenero, por mayor, me mostraba ayer en sus libros los encargos de los pulperos de la cpmpaña: — «12 gruesas de fósforos — Uua barrica de cerveza — 12 Vueltas de Martin Fierro — 100 cajas de sardinas -* Pero nada se hace sin trabajo, y se lo digo por vía de ejemplo, aunque se trate de los escritos mas espontáneos y populares.

La difícil facilitad de que todos hablan, debe encerrar una verdad constante y general, cuando tanto se ha vulgarizado, á pesar de ser esta frase extraída de un arte poético y de pertenecer á Boileau. Mss de un renombre de cabildo quedaría sorprendido si se dijera que hay á veces mayor estudio en una pajina de Martin Fierro, que en uno de sus alegatos forenses.

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¿ Qué ha estudiado Martin Fierro ? Antes de conocer sus habitudes literarias y de revisar su biblioteca, ya lo sospechaba, y lo he confirmado después por su propia confesión y por la inspección de sus libros. Ha estudiado, como Cervantes, los proverbios de todos los pueblos y de todos los idiomas, de todas las civilizaciones, es decir, la voz misma de la sabidoria, como los llamaba Salomón. Ha recojido la médula de! cerebro humano. ¿Cómo dejarían de ser populares, cómo dejarían de circular como la luz y el aire, las sentencias ó los dichos que no son sino gauchescos en sus formas, pero que pertenecen al habla de todos los hombres, después de miles de años? Hé ahí expfícado el secreto de la popularidad de Martín Fierro; hé ahí por qué hoy sus dos libros han recorrido por la América que habla nuestro idioma, de tal manera, que lo habrían enriquecido si hubiera podido preverse este caso único, estipulando la reciprocidari de la propiedad literaria que hoy no existe. No puedo ponerme al hadüt con mi ami^o el doctor Larsen, que se ha ausentado

á otras regiones, estudiando el árabe; pero apenas sea posible comunicar con él , he de pedirle que estudie los diálogos de Martin Fiei'ro y que despojando los dichos de su.s expresiones locales, los restituya á sus verdaderos autores, es decir, al Coran, al antiguo Testamento, al Evangelio, á Confusius ó á Epicteto. Estos dos últimos son, sobre todo, los autores predilectos de Martin Fierro, y sus dicharachos gauchos, no vienen á ser en el fondo, sino proverbios chinos ó griegos. A<í, se ha descubierto últimamente, por la comprobación de los estudios filológicos, que la fábula de La Fontaine no es de Fedro ó de Esopo, es decir, ni latina ó griega, sino que fué contada ahora miles y miles de años, á las primeras generaciones indicas que crecían al pié del Himalaya. Tiene Vd., como nuestro amigo Hernández, este don supremo de recojer lo que es popular, depurándolo y trasmitiéndole bajo nuevas formas, para que lo sea aun mas. Sabe Vd. como él, sermones, cuentos, máximas, proverbios y solo le falta entregarse naturalmente

á la corriente, para sobrenadar sobre la onda» ...... Muchas y muchas otras trascripciones, altamente favorables, podríamos seguir haciendo; pero basta á nuestro propósito las anteriores, a|;radeciendo en la parte que nos corresponde, el aliento que nos comunican los que juzgan digna de todos los afanes, esta obra que entre- .^amos hoy al público, y que esperamos ha de continuar recorriendo el itinerario que comienza en nuestra bu liciosa Metrópoli y termina allá en el espacio de las gramíneas, de los arroyos, del caballo y del ¿'ancho, señor de la región.

Los Editobes

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Señor ©. José Zoilo Miguens.

Querido amigo,

Al fin tne he decidido á que mi pobre MARTm Fibrbo, que me ha ayudado al- gunos momentos á alejar el fastidio de la vida del Hotel, salga á conocer el mundo, y alia, vá acogido al amparj de su nombre. No le niegue su protección, Vd. que conoce bien todos los abusos y todas lai desgracias de que es victima esa clase desheredada de nuestro país. Es un pobre gaucho, con todas las imperfecciones de forma que el arte tieru todavía en ellos, y con toda la falta de enlace en sus ideas, en las que no existe, siempre una sucesión lógica, descubriéndose frecuentemente entre ellas, apenas una relación oculta y remota. Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar un tipo que personificara el carácter de nuestros ganchos, concentrando el modo de ser, de sentir, de pensar y de expresarse que le es peculiar ; dotándolo con todos los juegos de su imaginación llena de imágenes y de colorido, con todos los arranques de su altivez, inmoderados hasta el crimen, y con todos los impulsos y los arrebatos^hijos de una naturaleza que la educación no ha pulido y suavizado. Cuantos conozcan con propiedad el original, podrán juzgar si hay ó no semejanza en la copia. Quizá la empresa habría sido para mi mas fácil y de mejor éxito, si solo m^e hubiera propuesto hacer reir á costa de su ignorancia, como se halla autorizado por

el uso, en este género de composiciones ; pero mi objeto ha sido dibujar á grandes rasgos, aunque fielmente, sus costumWes, sus trabajos, sus hábitos de vida, su Índole, sus vicios y sus virtudes ; ese conjunto que constituye el cuadro de su fisonomía moral, y los accidentes de su existencia llena de peligros, de inquietudes, ae insegu- ridad, de aventuras y de agitaciones constantes. Y he deseado todo esto, empegándome en imitar ese estilo abundante en metá- foras, que el gaucho usa sin conocer y sin valorar, y su empleo constante de compa- raciones tan extraías como frecuentes ; en copiar sus reflexiones con el sello de la originalidad que las distingue y el tinte sombrío de que jamás carecen, revelándose en ellas esa espede de filosofía propia, que sin estudiar, aprende en la misma natu- raleza; en respetar la superstición y sus preocupaciones, nacidas y fomentadas por su misma ignorancia ; en dibujar el orden de sus impresiones, y de sus afectos, que ^ encubre y disimula estudiosamente ; sus desencantos, producidos por su misma con- dición social, y esa indolencia que le es habitual, hasta llegar á co7istituir una de las condiciones de su espíritu ; en retratar, en fin, lo mas fielmente que me fuera posible, con todas sus especialidades propias, ese tipo original de nuestras Pampas, tan poco conocido por lo mismo que es difícil estudiarlo, tan erróneamente juzgado muchas neces, y que al paso que avansan las conquistas de la civilización, va perdiéndose casi por completo. Sin duda que todo esto ha sido demasiado desear para tan pocas páginas, pero no se me puede hacer un cargo por el deseo, sino por n^ haberlo conseguido. TJna palabra nms^ destinada á disculpar sus defectos. Páselos Vd. dor alto, porque quizá no lo sean todos los que, á primera vista puedan parecerlo, pues no pocos se encuentran alli como copa 6 imitación de los que lo son rea/mente. Por lo demás, espero, mi amigo, que Vd. lo juzgará con benignidad, siquiera sea porque Martin Fierro no vá de la ciudad á referir á sus compañeros lo que ha 'üisto y admirado en un 25 de Mayo ú otra función semejante, referencias algunas de las cuales, como el Fausto y varias otras, son de mucho méoñto ciertamente, sino que cuenta sus trabajos, sus desgracias, los azares de su vida de gaucho, y Vd. no desconoce que el asunto es mas difícil de lo que muchos se lo imaginarán. Y con lo dicho basta para preámbulo, pues ni Martin Fierro exije más, ni Vd. irusta míicho de ellos, ni son de la predilección del pilblico, ni se avienen con el ca- rácter de Su verdadero amigo— JOSÉ HERNÁNDEZ,

Buenos Aires, Diciembre de 1673. JUICIOS críticos

SOBRE Martin Fierro

aguijoneen las galanuras del estilo. — Sr. D. fosé Hernández. Usted ha hecho versos gauchezcos, no co- mo Ascasubi, para hacer reir al hombre culto del lenguaje del gaucho, sino para reflejar en el idioma de éste, su índole? sus Estimado señor pasiones, sus sufrimientos y sus esperanzas, tanto mas intensas y sagradas, cuanto mas cerca están de la naturaleza. Hace algún tiempo, de Que se han vendido más de mil ejem- ¡bajo el peso ¡ 30 un rudo golpe para mi corazón, recibí plares de su libro, me dice alguien asom- un libro suyo. Me fué imposible enton- brado! — Es que los versos de t Martin ces agradecerle su atención, y estaba con Fierro » tienen un objeto, un fin, casi he el pesar de esa deuda, cuando me he dicho una misión. encontrado con « La vuelta de Martin No hay -allí la eterna personalidad del Fierro ». poeta, sobreponiéndose eii su egoísmo á Si tuviera el ánimo predispuesto á es- la palpitación de ese corazón colectivo cribir esas cosas que solo nacen espon- que se llama humanidad. táneamente, sin que la voluntad mas de- Donde hay una masa de hombres, el cidida pueda engendrarlas, habría arro- drama humano es idéntico. —En su « Mar- jado sobre el papel mas de un reflejo de tin Fierro» se encuentra la misma tris- las impresiones que sus estrofas han des- tísima poesía, la misma filosofía desolada pertado en mi alma. que en los versos de Caika Mouni, can- He ensayado y no puedo; quiero por tados en los albores de la historia huma- k> menos en esta desaliñada carta, de- na; ó en las estrofas de Leopardi, eleván- cirle que he leído su libro, de un aliento, dose en el dintel de nuestro siglo como sin un momento de cansancio, deteniéndo- un presagio funesto para los hombres del me solo en algunas coplas, iluminadas por porvenir. un bello pensamiento, casi siempre negli- Reúnase en una noche tranquila un gentemente envuelto en incorrecta forma. grupo de gauchos alrededor de un fogón Algo que me ha encantado en su es- y léaseles, traducido por Vd. y en versos tilo, Hernández, es la ausencia absoluta propios del alcance intelectual de esos de pretensión por su parte. Hay cierta hombres, el Otello de Shakespeare. Ten- lealtad delicada en el espíritu del poeta go la profunda convinción que el espan- que se imp>one una forma humilde y que toso estrago que los celos causan en eí ao sale de ella jamás, por mas que lo alma del Moro, despertará una emoción : : : —! — :

JUICIO críticos

mas grave en el corazón del gaucho, que Bajo la frente mas negra en el del inglés que oye BÍlencioso la so- Hay pensamiento y hay vida. berbia trajedia; cómodamente arrellenado La gente escuche tranquila en su butaca de Queen's-Theátre. No me hagan ningún reprockc Hace bien en cantar para esos deshe- Tamfoien es negra la noche redados; el goce intelectual no solo es Y tiene estrellas que brillan. una necesidad positiva de la vida, para los espíritus cultivados, sino también para los hombres que están cerca del estado —¿ Cuál es el canto de la noche? de naturaleza. Un gaucho debe gozar, al oír recitar las tristes aventuras de c Mar- La noche por cantos tiene tin Fierro », con igual intensidad que Vd. Esos ruidos que uno siente ó yo con el último canto del Giaour ó con Sin saber de donde vienen. las € Noches » de Musset. Y esta secreta esos altísimos adoración que sentimos por Y esta estrofa que califico de admira- poetas, el gaucho la sentirá por Vd., que Me, que bastaría para reconocer un poeta ha comprendido, que lo ha amado, que lo con aquel que la ha escrito, y que al mis- lo ha hecho llorar ante los nobles arran- mo tiempo es una completa sinfonía, imi- ques su propia naturaleza, tan de desco- tativa de los vagos rumores de la coche nocida para él. No se puede aspirar á una en nuestros campos desiertos. recompensa mas dulce. Lo he dicho al principio y se lo repito Son los secretos misterios su forma es incorrecta. Pero Vd. me ctn- Que las tineblas esconden tcsterá y con razón, á mi juicio, que esa Son los ecos que responden incorrección está en la naturaleza del e- A la voz del que dá un grito, stilo adoptado. La correción no es la be- Como un lamento infinito lleza, aunque generalmente lo bello es Que viene no sé de donde correcto. En esta estrofa por ejemplo. Habla Y aquí, ante esa belleza, me acuerdo de Vd. de la mujer, de su alma siemj)re a- Estanislao del Campo, que tiene en su Fau- bierta á la caridad y agrega; sto más de una nota arrancada á la misma fibra. No acabaría de citar mi amigo; pero Yo alabo al Eterno Padre basta para manifestarle mi impresión. No porque las hizo bellas. Tengo curiosidad de saber qué vida ha- Sino porque á todas e^^ i» brá llevado Vd. para escribir esas cosas ta» Les dio corazón de madre! lindas y tan verdaderas, que no se traza» al lesplandor de la pura y abstracta espe- culación, pero que se aprenden dejando en Ese verso es de estirpe real, mi ami-go. el camino de la vida algo de si mismo — Aunque la estrofa que lo precede y los débiles, la lana, como el carnero; los los dos primeros versos de aquella á la fuertes, sus entrañas, como el Pelícano... que esa cuarteta pertenece, harían la de- No le digo ni la mitad de lo que qui- sesperación de un retórico, la idea salva siera pero no he de concluir sin apretarle aquí todo. ; fuerte la mano pedirle crea en la verda- Por ahí, al final en el precioso cznto y dera estimación que siente por su talea- de contrapunto, entre Martin Fierro y to. — un negro, encuentro otra perla, que se Su affmo. S. amigo la trascribo de memoria. Es uno de esos y versos, que una vez leidos, se instalan Miguel Cañé. en el recuerdo, al lado de loa huéspedes mas queridos. Ifarzo 12 de 1879. Habla el negro « El Kacional» Buenos Aires, Marzo 22 de 1876 —

SOBRE MA-RTIN FIERRO XI

Señor José Hernández. que se expresan las ideas y los sentimien- tos comunes al hombre. No estoy del todo conforme con su fi- «Martin Fierro» es una obra y un tipo losofía social, que deja en el fondo del que ha conquistado un título de ciudada- alma una precipitada amajgura sin el nía en la literatura y en la sociabilidad ar- correctivo de la solidariedad social. Me- gentina. jor es reconciliar los antagonismos por Ese libro faltaba á mi biblioteca ameri- el amor y por la necesidad de vivir jun- cana, y el autógrafo de su autor, de que tos y unidos, que hacer fermentar los viene acompañado, le dá doble mérito. odios, que tienen su causa, mas que en Agradezco las palabras benévolas de que las intenciones de los hombres, en las viene acompañado, prescindiendo de otras imperfecciones de nuestro modo de *er que no tienen certificado en la república social y político. Sin embargo, ta- como platónica de las letras. es, treo «que no se ha de llover el ra«- Su libro es un verdadero poema espon- cho » en que su libro se lea- táneo, cortado en la masa de la vida real. Felicitando á Vd. por el á»rigulrr éxi- Hay en él, intención, filosofía, vuelos to que ha alcanzado su libro, y que ites- poéticos y bellezas descriptivas, que seña- tiguan sus numerosas y copiosas edicio- lan la tercera ó cuarta forma que este gé- nes, me es grato suscribirme de usted. nero de literatura ha revestido entre no- Su compatriota sotros. Hidalgo será siempre su Homero, ¡jor- Bartolomé Mürt^ que fué el primero, y como Vd. se inspiró en su poética que ha condensado Vd. en BoeQOS Aires, Abrü 14 de 2879, estos dos versos:

Señor D. Josi Hemandea. «Porque yo canto opinando < Que es mi modo de cantar >. Estimado Señor:

Ascasubi marchando tras sus huellas, Después de haber recibido su libro, he poniendo al gaucho en presencia de la^ aguardado un dia exento de cuidados, civilización, exaltando su amor patrio; y en el que pudiera disponer algunas y Estanislao del Campo haciéndolo juz- horas para escriberle con detendón. Veo gar las obras del arte y la sociedad con que ese dia no llega, y no quiero quedar su criterio propio, marcan las formas á descubierto por mas tiempo con Vd. intermediarias. Le pido así que acepte la expresión Resp)ecto de mi modo de juzgar y de de mi agradecimiento por el envío de se interpretar este género de poesía, no en- libro, que ha recorrido ya toda la Amé- contrará el ejemplo y la teoría en las rica Española, y que ha sobrepasado en composiciones y en la nota complemen- difusión, á cualquier otro libro publica- taria que Vd. encontrará en el libro que do entre nosotros. le remito en retribución del suyo. Es Jnútil agregar otro comentario á Después que Vd. lea mi nota crítica, este comentario espléndido de un éxito no extrañará que le manifieste con fran- sin rival. queza, que creo que Vd. ha abusado un Soy su affmo. servidor y compatriota. poco del naturalismo, y que^a exajera- do el colorido local, en los versos sin /V. Avellaneda^. medida de que ha semterado intencio- nal mente sus páginas, así como con Mayo 9 de I879, ciertos barbarismos que no eran indis- pensables para poner el libro al alcance de todo el mundo, levantando la inteli- gencia vulgar al nivel del lenguaje en

•y . :

XIJ JUICIOS críticos

Lima, Mayo 5 de 1S79 tina apenas figura con 300 volúmenes en- íre cerca de 4000 correspondientes á las j Señor D. José Heryíandez. demás secciones. El «Nacional»—Bup.nos Buenos Aires. Aires, Julio 7 de 1879

Muy Señor mío Señor D. José Hernández. Hace años que mi difunto y excelente amigo D, Juan Maria Gutiérrez me remi- Lima, Abril de 1880. tió la primera parte de su bellísimo «Martin Fierro» que leí con mucho agra- Primo mió y querido amigo do. Mis poetas predilectos han sido siem- pre los que como Vd. hacen gala de sen- Por mi hijo Julio he sabido con pena que cillez y no andan rebuscando conceptos. Vd. no recibió la carta en que le daba un Hoy he recibido, con una amable de- millón de gracias y felicitaciones, anun- dicatoria de Vd. las partes primera y ciándole haber llegado á mis mcinos el pre- segunda de su libro, que enriquecerá mi cioso obsequio con que Vd. me favoreció-: modesta biblioteca americana. Doy á Vd. la segunda parte de su bellísimo poema, ias gracias por el obsequio y por los be- « Martin Fierro névolos elojios con que me favorece. En Lima ha tenido entusiasta acogida El delicadísimo Antonio de Trueba esta publicación, cuyas bellezas poéticas envidiaría á Vd. las páginas y siguien- 49 deleitarán á los lectores de tt'das latitudes; tes de la 2* parte. El contrapunto entre el pero solo á nosotros, hii ds de ese país mági» payador negro y € Martin», es magnífico. co del fantasista lenguaje, nos será dado Igual aplauso tributo al capítulo 32 en que gustar con su deliciosísimo sabor, el colo- í Martin» aconseja á sus hijos—Allí hay rido local de esas gráficas imágenes que filosoña sin relumbrón y verdadero senti- hacen de este libro una serie de cuadros miento poético Son dos cuadros de pluma — plásticos de sorprendente verdad. de maestro. —Estoy encantado con el «Martin La poesía popular que cultivaron Fierro» de Hernández— díjome uno de Hidalgo y Ascasubi, está llamada á ejer- los primeros literatos de Lima. cer positiva influencia sobre la moralidad —Y sin embargo—respondí para uste- del pueblo. Consagrarse á ella como Vd. — des; ese hermoso poema es Rosario en lo hace, es ejercer un sacerdocio. No des- Berherie. maye Vd. —-Por qué? Hace años que he dejado de rendir culto —Porque la mitad de sus bellezas son á las musas, por consagrarme á registrar para ustedes sánscrito : no las compren- apelillados infolios históricos. Pero siem- derán. pre leo con gusto versos, cuando ellos —Pues yo las percibo muy bien. campean el espíritu que en los de Vd, me ¡ Error ! O sino expliquemc Vd. esta : encanta. — Reiterando á Vd. mis felicitaciones por Nos retiramos con Cruz el buen desempeño de su «Martin», me es A la orilla de un pajal. grato ofrecérmele muy de corazón, como Por no pasarlo tan mal su amigo afectísimo. En el desierto infinito, Ricardo Palma Hicimos como un bendito Con dos cueros de bagual Por conducto de la Legación Peruana, en Buenos Aires, podría Vd. mandar un —Pues claro : en lo del' bendito ex- ejemplar de su obra á la biiblioteca de presa la prontitud con que arreglaron las Lima, donde hay un salón destinado solo pieles de ese animal. á Hbros americanos. La República Argen- y cuando le hube explicado el problema SOBRE MARTIN FIERRO Slií de la frase picóse enormemente y no me la guitarra, no es extraño que sus endechas ha perdonado aquella explicación. sean tristes, no solo por los males amar- Espero que á estas horas, estará V. gos de su condición, sino porque cede á escribiendo otro Ubro como este, que es la influencia del espectáculo que le rodea.

como una golosina : una vez gustado, El aislamiento aumenta esta propensión, se anhela otro semejante. y se comprende que al caer de la tarde, Saludamos á V., Julio, y yo, y le estre- aquel soltaría tal vez sus lágrimas al a- chamos cordialmente la mano. rroyo, cuyas aguas se deslizan como las De Vd. prima y afectísima amiga. horas de su humilde existencia. Juana M. Gorriti. Si no hubiese en sus costumbres y en su suerte, elementos de interés dramático, Vd. los habría hallado en sus inspiraciones frescas corneo las florecillas silvestres que Señor D. José Hernandes. matizan nuestra llanura. Pero otra consideración más trascenden-

Estim>ado compatriota ; te resalta de los versos de a Martin Fier- ro». Ella se liga con uno de los problemas Me pide Vd. un lugar en mi biblioteca fundamentales de la sociabilidad eji el para su « Martin Fierro », que ha llegado Rio de la Plata. tan suavemente á su edición undécima. Las promesas de la revolución no se Quiero antes de colocarlo con el honor han cumplido todavía para los hijos del debido á su bizarría, expresar á Vd. los El rancho de paja no basta á motivos del placer que me ha causado su Pampero. héroe. protejer á quien lo habita. ; Quién tendrá asombrarse que un ser privado En primer lugar es hijo lejítimo de derecho de Vd. á quien profeso aprecio antiguo. de los goces mas puros de la vida, y de cultivo intelectual, apele á su acero par;i Luego, él se me presenta con su garbo á su ajil caballo de jinete criollo, con la originalidad de defenderse, ó vengarse, y para huir?. su pintoresco lenguaje, y con el odio mas franco á la opresión. Pero me aparto de la peligrosa corriente de tales recuerdos, para felicitar á Vd. A mí me encantan esos tipo modela- por la pintura fiel de esa porción poco dos por la naturaleza, cuando sus facul- estudiada del pueblo argentino. tades nativas no han sido alteradas aún por una civilización que suele ser funesta. Cuando Vd. describe algunas escenas, de esas que no tienen nunca mas testigos .'Compare Vd.' las dalidadds de los que las estrellas, ni mas coro que las aves gauchos con las de los campesinos de salvajes, se sentirá uno tentado á las co- otros países, ó con su clase proletaria y rrerías agrestes, para sorprender acaso en verá. Vd. que toda la ventaja está de) el fondo del llano el misterio del destino lado de nuestra taza genuina que lleva de una parte no menos olvidada, que no- grabado en su pecho varonil el sello de ble de la humanidad. La simpatía que des- la América. pierta se aviva cuando se piensa que asi- Hay en ese representante primitivo de stimos á su rápida extimación y cuandi> nuestra nacionalidad, una mezcla singu- su asimilación con razas exóticas cambia lar de astucia y de candor. Pero domina esa fisonomía que solo á la poesía es dado entre los afectos de su alma la idolatría perpetuar. de su independencia. Así el emf)eño de Vd. será saludado La Pampa convida á la libertad. Su por la sensibilidad y por el patriotismo. extensión inmensaj su aire puro, no han Casi todos invocan los númenes más pro- sido creados aisladamente para los escla- picios al genio en sus vuelos mas atre- vas. vidos. Pero el desierto incita también á la me- Pero Vd. se ha contentado con improvi- lancolía, y cuando el payador canta en sar después del mate, dulces trovas á la —

XIV JUICIOS críticos sombra del amoroso ombú, ó allá en la gullo un autor en Buenos Aires- Vd. solo cresta de una loma- Yo envidio la fortun« )uedc blasonar de ello. Ni la Constitución con que Vd. embellece tradiciones que st Argentina ha merecido este honor. Se en- ¡Derderían en medio de las parturbacio sayó dos veces en 181 1, se varió en 1815, Bes de nuestra época, sin el talento y ei en 1817, 1819, en 1826 y en 1853-60: ocho corazón que les dá vida, y las graba pro publicaciones mi amigo. Su t Martin Fier- fundamente en la literatura y en h ro» le lleva tres todavía; y recorre á ca- historia. ballo la llanura, las pulperías y los ran- '^oq;, haciendo por la vida, esto es, por José Tomás Guido otras tantas ediciones.

Buenos Aires, Noviembre i6 de 1S78.

II

Y se va lejos, se hunde en el Sud en ese Sud de tiernos y dolorosos recuer- S'^fior D. José Hernández. dos para el gaucho, donde v e se deja ver todavía arrogante y heiuioso como ahora cincuenta años, cuando ímp>onía Mi amigo : Le prometí á Vd. última- 3u voluntad y su ley á todos aquellos á mente manifestarle mis impresiones sobre quienes en vano clamó, durante otros tan- su «Martin Fierro», y paso á hacerlo. tos años, para que lo sacaran del misero Está demás anticiparle que yo no pue- desamparo en que vivía. do, ni debo emitir un juicio crítico acerca Porque el gaucho, y esto es lo que de ese libro con que Vd. ha enriquecido — hace buscar con cierto amor todo libro nuestra literatura Nacional. que á él se reñere, —tiene su noche en Imagínese Vd. que á cualquiera, á H... nuestra historia ; noche larga, sin otra luz á mi, se le ocurriera hacer algunas de esas que la de las cuatro estrellas que indican ifndicaciones que se suelen dejar caer sobre ese Sud en nuestra Pampa. Su huella ha un autor con todo el peso del sentimientc sido la del martirio abnegado,—su vida paternal que las inspira, (el sentimiento la del combate con la adversidad, su de- paternal (sic) suele traducirse en palos stino, el de los eternamente desheredados, aplicados sin ninguna ceremonia) analizar su único consuelo el desierto inmenso, que el bagaje literario de su libro; apuntar siempre revivió bajo sus plantas» prodi- « incorreciones ; someter al bueno de Martin gando á su rey desventurado sus flores, Fierro» al tormento de esas mil reglas y sus brisas y sus aguas para que recup)erara preceptos que los críticos nunca acaban de sus fuerzas, allí, á la sombra del ombú, inventar, porque esto les da eterno pre- bajo el cual se levantó alguna vez su ran- testo para disertar sobre el modo cómo se cho de paja en que desapareció con su han desnaturalizado las unas ó violado mujer y con su hijos ! las otras. Es un poema de lágrimas que solo el Todo esto sería música celeste. Cual- Pampero ha recojido.... flores silvestres de quier criollo estaría tentado á responder rara fragancia que sepultó el progreso que k» respondió que uno de ellos al caballero pretendemos cimentar con remedios de ci- mglés que le preguntaba : Do know ¿ ya vilizaciones agenas, y que amenaza privcir where is Cochabamba streeí? — si no el gaucho hasta del consuelo de ver en

dijera demasiado con estas : palabras a- un día no lejano, el espectáculo de nue- rnigo es matarse; nosotros hemos leido á stras libertades arraigadas, de nuestros «Martin Fierro» en once letras diferentes. derechos dignificados, de nuestra prospe- Hé aquí mi am.igo Hernández, el mejor ridad asegurada por las que el gaucho juicio acerca de su libro. Once ediciones luchó durante cincuenta años con su lanza de un libro son como para llenar de or- y á caballo. 80BBK MAETIN FIEBKO XV

para borrar de sí, hasta el recuerdo de la esp>eranza maldita, que agotó las lágri- III mas y las fibras marchitó. El infortunio del gaucho lo tuvo tam- bién. La ocasión le fué propicia y él la Sigamos al gaucho, mi amigo, sigámos- aprovechó para dar rienda suelta á sus lo en esa noche tristísima para él y vcr- instintos y á sus furias. «;onzosa para nosotros Encierran mi- Al espuntar el año 20, los gauchos re- sterios tan íntimos y tan mal comprendi- corrían el desierto en todas direcciones, dos los senos generosos de esa Pampa, para aproximarse en medio á su desventu- donde el gaucho nació como rey y donde ra, librar juntos ese combate tremendo apenas vivió como cuervo!... Tanta melan- y que debía perpetuarse en nuestro país colía mezclada con cierto amor á la patria hasta que triunfara la idea que ellos es- que conquistamos con ellos, cae al fondo tamparon > sin conocerla, en las bandero- del alma al evocar el recuerdo de esa no- las rojas de sus lanzas húmedas con che! sangre. A principio de este siglo el gaucho, La representación que asumían Ramí- con ser que ya había guerreado en nombre rez, López, Bustos y después Facundo de su patria contra los ingleses, era el mas y Aldao en otras Provincias, la asumió Ro- desamparado de la suerte y de los hom- sas en la de Buenos Aires. bres. —Después del esfuerzo de su patrio- Radicado en la campaña tismo, solo le quedaba la inclemencia del «sacrificando dinero, desierto, al cual no dejaban los bienes «comodidades y haciéndose gau- relativos de que gozaban los hombres de «cho, hablando como tal, haciendo lo las ciudades. «que los gauchos hacían, protejiéndolos, « haciéndose su apoderado, cuidando de Requerido constantemente para el ser- sus intereses, etc. etc. », según el mismo vicio militar que demandaba nuestra gue- Rosas lo ha expresado en una confidencia rra de la Independencia ¿ dónde se dio una —el descendiente de los Condes de Pobla- batalla en la que el gaucho no lanceó, acu- ciones fué como una Providencia que surjió chilló, baleó y venr ó á los españoles, de las entrañas de la Pampa en favor de haciendo gala de ese heroismo temerario los gauchos, que miraban con indecible que es aliento poderoso de su alma, algo asombro ese hombre para ellos extraordi- como carne de su carne? ¿Dónde no estu- nario, y que era su proprio engendro y vieron Güemes y Lavalle, Necochea, Bal- que ya los había hecho brillar sobre todos, carce, Pringles, Lamadrid, Suarez, Ola- conduciéndolos á ahogar la anarquía en varría y tantos otros brazos armados cons- esa cmdad de Buenos Aires, que nunca ha- tantemente en defensa de la República? bía tenido un eco de consuelo para ellos. La Independencia se iba logrando, el Rosas llegó á ser el gran señor de la bienestar se acariciaba, se comenzaba á campaña. El teatro era muy vasto pero gozar algunos bienes, y entre tanto que ; ¿ la admiración y el cariño hacia su per- partecipación tenía el gaucho en este nuevo sona era llevado en alas, por los gauchos, teatro de la democracia, que él había con- de pulpería en pulpería, donde tem- tribuido á cimentar? plaban sus guitarras para cantar sus ala-

Ninguna : seguía siendo soldado, ni banzas á ese gaucho hermoso y arrogante hogar, ni familia que lo ligara á la patria que protegía sus hogares y los hacía fe- ingrata que lo había engendrado para sa- lices dejándolos vivir de su trabajo al lado crificarlo, especie de Saturno que bebía sin de su hijos ¿ Cómo pues el corazón de la saciarse la sangre de sus hijos. campaña no había de abrirse con la espon- La desgracia suele tener sus paroxis- taneidad de la flor del aire para elevar á «os. El alma estalla frenética desgarran- Rosas al Gobierno? do con salvaje complaciencia los sentimien- Rosas adoptó en provecho de su Go- tos que algún día le sirvieron de consuelo bierno fuerte, la idea en nombre de la .

JÍVl JUICIOS críticos cual los gauchos y sus jefes vinieron á sio el Pollo y Vd., son los únicos que la atar sus potros al pié de la Pirámide de han cultivado en nuestros dias. Ambos Mayo en 1820. La federación que une á han obtenido lauros que mañana figura- todos los argentinos bajo el glorioso pabe- rán en nuestros fastos literarios como fru- llón de Mayo, ha sido pues la venganza tos opimos de esfuerzo nobilísimo que que tomaron nuestros gauchos. La deva- tiende á perpetuar en nuestra historia el stación y los males que esto ha causado :ipo original y esforzado del rey de los antes de asentarse para siempre, están desiertos argentinos. compensados con ese infortunio cruento del Son los votos de su amigo gaucho que también es hijo de esta tierra, Adolfo Saldias, y con el provenir venturoso que esa fede- S(C Noviembre 16 de ración nos depara si sabemos perseverar 1878. en los propósitos que desde 1S62, queda- ron librados al patriotismo de los pueblos argentinos. MARTIN FIERRO

lY PRIMER ARTICULO

Tal es el tipo histórico y social de su No es el poeta agorero, ave en callada « Martin Fierro». aoche, no es canoro pajarillo en desierto El ha ido desapareciendo á medida que bosque; sus cantos no han de ser notas se han ido extendiendo y perfeccionando i>erdidas de laúd gimiente.

i 03 principios que el gaucho proclamó y No, la chispa del genio y de la inspira- sostuvo durante nuestras peregrinaciones ción no se ha encendido en el foco del y contiendas. cerebro para irradiar su luz, como la ilu- Pero su condición no ha mejorado en minación fosfórica del cementerio. razón de esos progresos. Todavía lo abate El poeta es un ser fecundo, una po- su infortunio, porque todavía tenemos mu- tencia social, un profeta, un filósofo, un cho desierto desamparado y todavía te- moralista, un maestro; por eso son muy nemos alguna barbai'ie enmascarada en la ¡JOCOS los que merecen ese título. República. Si alguien preguntase cuántos poetas Todavía el gaucho llora la triste suerte hay en la República Argentina, yo diría que le cabe en la campaña, ücnde subsi- Andrade y José Hernández. sten para él los rigores que han desapa- Cuando esa numerosa falange de versi- recido pcira los demás. iicadores rebuscadores de imágenes, aco- Estos rigores de su suerte mezquina, modadores de frases sonoras, haya can- esta desgracia, es lo que canta Vd., to- tado las glorias de la patria, modificado mando á la Pampa como teatro y á un una costumbre, desarraigado una preocu- payador valiente y generoso como prota- pación, depositado una chispa de verdad gonista. en la conciencia del pueblo, engendrado ¿Como lo ha hecho Vd?-.. (Aquí de- un sentimiento de bondad, sublevado una bía empezar el juicio crítico). Ya queda noble pasión, puede aspirar al honroso dicho al principio, ya lo han dicho las calificativo, que tan pocos lo han mere- once ediciones de su libro. cido en la historia. Permítame Vd., pues, que no añada ¿Por qué Byron, se nos dirá, es repu- mas á lo que, sobre el particular han di- tado entonces como el mas grande poeta, cho las personas competentes que han leído cuando no ha hecho sino cantar sus pro- su libro, tributándole á Vd. los elogios pios dolores? Porque ha tenido el triste que merece su bien cortada pluma para poder de envenenar el corazón de la hu- esta clase de literatura tan poco explotada méinidad por la desilusión, por la herida entre nosotros, á pesar de haber tenido con veneno deletéreo ; herida cancerosa precursores como Hidalgo, Lavardén v que Lamartine ha curado con el bálsamo Ascasubi. Del Campo, el famoso Anasta- de la piedad. : ;

SOBRí; MARTITÍ fíKRRO XV/Í

Sin embargo, Byron morirá en la me- en la forma en que hay exactitud y re- moria de las generaciones futuras y Sha- lieves en la descripciones etnográficas,

kespeare no morirá, no morirán : L'Isle, viveza, precisión y aun concordancia fre- Ri^o, López Planes, Andrads y Hernán- nológicas en retrato típico de los perso- dez; porque aquellos ron poetas subjetivos nages, naturalidad en la narración de los de influencia eñmera en la imaginación, hechos, en el desarrollo dramático y sobre mientras estos son poetas heroicos, socia- todo en las máximas, en los giros del len- listas y filósofos que afectan necesidades guaje y aun en los vicios de la pronon- permanentes del espíritu, proyectan re- ciación y escritura.

voluciones súbitas ó lentas, que han de « Martm Fierro» es el libro mas útil que trasformar la faz de la sociedad, hieren se ha escrito en versos en la América por- la cuerda esencial del sonoro istrumento, que es el espejo mas fiel, el cuadro mas rtemamente templado para las grandes y acabado de le vida del gaucho, la lección elevadas armonías. mas magistral de moral, el catecismo En poesía pasa lo que en la música, los mas senqillo de política y filosofía, el ali- tvals de Asker y Ketterer morirán en la ciente mas poderoso para aprender á leer memoria, como las melodías de Gounod y la revelación mas elocuente de la revo- y la fantasía de Wagner; pero non mori- lución, que principia á incubarse en el espí- rán le concepciones gigantescas de Meyer- ritu del campesinoy que á ella se lanzó in- bcr, Bethoven; porque aquellos son indi- conscientemente y como instrumento de pa-

vidualistas y simplemente estéticos, y estos siones de caudillos ambiciosos ; es el libro so» creadores intérpretes de la armonía que suple á la Biblia, á la novela, á la universal y absoluta. Constitución y á los volúmenes de ciencia La República Argentina cuenta con es la leyenda mas popular que aprende de centenares de inteligencias en tres gene- memoria el niño, que la canta el payador, raciones, que han ensayado y aun hecho que la murmura el carrero y la lee con profesión de la poesía en sus diversos gé- deleite la candida doncella. neros, pero que ninguno de ellos, ni to- Es la poesía mas armoniosa, porque en dos en conjunto, han constituido ni po- el lirismo debe imperar la sinfonía. dido formar lo que propriamente podría Los versos de « Martm Fierro » son los Mamarse : literatura argentina. mas perfectamente cantables, porque están Es á los dos poetas que hemos citado expresamente escritos para esa música po- cue cabe la gioria de haber fundado la pular, medio recitativa, medio cantada, poesía clásica argentina. al compás la guitarra de ; poemas senci- El libro del Sr. Herncindez, á<ú que llos, espirituales? descriptivos llenos de ese nos venimos ocupando bajo sus diversas sabor criollo, que hace estremecer con frui- faces, tiene, sobre todo, tres cualidades ciones tan especiales el corazón argentino. verdad, utilidad y armonía. El octosílabo como metro es sin duda el mas armonioso, pues aunque carece de »«• la magestad del endecasílabo y alejan- drino, es mas flexible y se presta como niíjguno á ki sentencia, á la máxima y ' La verdad es absoluta ó relativa, ñlo á la sátira. sóñca ó literaria. En «Martin Fierro» se La? estrofas en íísis versos se prestan refleja la verdad plena en todas sus faces, igualmente al canto rítmico, á la rotunder en todas sus aplicaciones. de los pensamientos y la variedad de tonos por eso el gaucho La verdad ñlosóñca se encierra en la ; canta esas rapso- eoncepción, porque responde á las mas dias argentinas con interés, entusiasmo, sentidas necesidades de una gran clase deleite y con pasión, como la expresión social, á los principios mas austeros de legítima de sus creencias, de sus necesi- la moral y á la realidad de los hechos dades, esperanzas é ilusiones. históricos; la verdad literaria resplandece «Martin Fierro» vive en la memoria de ;

XVIII Juicios críticos todos, y vivirá en las futuras generacio- hemos preguntado si el salvage impetuoso nes, por qae es el poema mas argentino. de los llanos trae algo de la sangre de los Titanes, de los Pandos, ó de los Runas que ni siquiera sabemos si el pastor de

nuestros valles y montañas tiene alma : si ama, si piensa, si tiene su filosofía y su SEGUNDO ARTÍCULO estética originales.

Y sin embargo, ahí está abierto ante nuestros indiferentes ojos el gran libro ¿Tiene la América latina una literatura de nuestra espléndida naturaleza : ahí está propria? torturante el misterio de nuestro origen Si hemos ck aceptar la palabra litera- ahí están las tradiciones de nuestra pri- tura bajo su acejxrión legítima y genuina mitiva vida civil, y las largas y terribles estaraos obligacios á declarar que no. horas de la esclavitud y las hazañas épica Nuestra ideas, nuestro idioma, nuestras de nuestra emancipación política. costumbres, nuestro gusto estético hasta y Tenemos el gaucho, el indio de la Pam- elementos simples nuestra cul- JOS mas de pa, de las montañas, de los bosques, con tjra social, son europeos principalmente y costumbres, ideas, idiomas y hasta insti- ingleses franceses, y españoles. tuciones propias, que no solo no cantamos, AI leer nuestros libros de poesía, nadie que ni estudiamos, ni inquirimos. creería que han sido escritos en América. La poesía de todos los pueblos ha te- Los poetas colombianos, peruanos, bo- nido su cuna en su propia naturaleza, en livianos, chilenos, argentinos y brasileros, su mismo corazón, en su convicciones, íh- no reflejan ni un solo rayo de la luz pro- timas,en su goces familiares, en sus do- pia de su nacionalidad, ni un solo ras- lores secretos, en sus glorias nacionales. go de su fisonomía característico, ni un paisage de su naturaleza, ni un hecho de Desde Valmiqui, el épico Indio, desde su historia, ni un incidente de su vida el salmista hebreo hasta Fenimore Koo- ordinaria. per, el novelista yankée, todos han bus- Podría citarse algún canto excepcional, cado la inspiración en el espejo luciente slguna rara producción, mal apreciada, que refleja ante sus ojos la imagen de lo desterrada de la «high-life» de las letras, infinito, en las reminiscencias queridas de que con el trascurso de los tiempos y el su memoria ó en las tradiciones venera- progreso de nucbíra educación intelectual, bles de sus abuelos; solo los Americanos encontrarán sin duda su asiento magistral del Sud hemos apartado los ojos de ese en la corte aristocrática de las letras ame- espejo, los labios de esa fuente, y el co-

razón de ese santo objetivo : la patria ricanas ; pero que hoy no bastan á definir y nuestro prototipo como naturalezza, cien- el hogar. cia, arte, política» religión ó costumbres. Se han intentado algunos ensayos des- Los americanos creemos que solo en criptivos de la naturaleza americana, ras- Paris ó Londres hay ideas, sentimiento, gos históricos de nuestro origen prehistó- genio, costumbres, pasiones, virtudes, crí- rico, algunas odas ensalzando los episo- ijienes, belleza natural y artística. dios de nuestras guerras nacionales ó ci- viles pero esto no es literatura america- No nos hemos tomado la molestia de ; averiguar si hay sirenas entre las murmu- na, ni en su espíritu ni en su forma, ni rantes ondas de nuestros arroyos, si el en su volumen. soplo del infierno impele los huracanes de Conocemos la biblioteca del señor An- nuestras Pampas, si gigantes de immesu- drés Lamas, constante de 7,000 volúme- rable talla sostienen sobre sus hombros nes, escritos todos en América ó sobre

nuestras moles graníticas, si misteriosas di- America : será sin duda la primera bi- vinidades vagan en el fondo ignoto de blioteca en su género, en su rara especia- nuestros bosques, si nuestra raza autóc- lidad, pero no está allí la literatura ame-

tona es de origen celestial ; ni siquiera ricana. :

SOBRE MARTIN FJKRRO XiX

Necesitamos un Dante, un Grxthe, un TERCER ARTICULO Cervantes que dé forma al pensamiento, al espíritu origmal de América, que re- Para apreciar el libro de! señor Her- ñeje en su estilo, en su filosofía, en sus nández, que lleva el mismo título que este cuadros, nuestras costumbres, nuestras artículo, es necesario conocer intimamen- creencias, en fin> nuestra v?da tal como es. te el tipo original del gaucho. Preguntando Shakespeare sobre la pri- El gaucho no es el indio primitivo de

macía de sus dramas, contestó : « Ricar- las pampas y selvas americanas, no eí^ do tercero es la mejor de mis obras, por- el español conquistador de nuestro sue- que es la mas inglesa». lo, ni es el cuarterón que lleva en sus ve- Así debemos pensar los americanos- y nas la sangre mal confundida de ambas razas. decir : la obra mas eminentemente lite- raria, debe ser para nosotros, no la ma> Es mdubable que en su constitución voluminosa, la de mas grande concep- fisiológica es necesario reconocer e^os ele- mentos, ese origen orgánico pero no en ejón, sino la mas americana. ; su tipo social. La República Argentina en sin duda dos elementos psicológicos que í la c}ue en todos los géneros literarios ha Hay contribuido mejor y con mas contingen- definen al gaucho : la conciencia de su te á formar ese retrato de tan difícil de- fuerza corporal, y el atrevimiento de su Imeamento, de tan complicados matices, fantasía. y que sin embargo encierra en su fondo El gaucho se cree invencible, y de ahi una asombrosa sencillez, la expresión es- proviene la segundad en sus empresas, la íereotípica del espíritu de un pueblo por confianza en el éxito y la serenidad en bU poesía. el peligro. No conocemos ningún poeta Americano El caballo con su vigor y ligereza, la que revele con mas verdad, mas grande- pampa con su inmensidad, han acentua- za, mas naturalidad el espíritu de su pa- do '^=e rasgo gráfico de su fisonomía' tria, que estos tres argentmos moral. Echeverría, José Hernández y Olegario Y es sin duda á la misma causa á la Andrade. que obedece ese poder extraordinario de Martin Fierro es la obra magistral de imaginación, que absorbe en sus vastos Hernández, poema sencillo en su concep- pliegues las otras facultades de su ser. ción y desarrollo dramático, pero espejo El valor en el gaucho no es una im- pulidísimo de las costumbres, institucio- pulsión orgánica, no es un arrebato san- nes é ideas verdaderamente argentinas, fi- guíneo, no es un estremecimiento nervio- losofía misantrópica que hace olvidar la so, no es un deber moral, no es una vir- sangre fria de Larrochefoucauld ó de lud cívica; es un vuelo de su fantasía, Voltaire, crítica amarga como la de Ju- la realidad de un sueño, un halago de venal ó Rabelais, gracia como la de Cer- su orgullo, una necesidad de su espíritu, vantes, escepticismo venenoso bebido en en que domina esa inclinación instintiva Gcethe, y sobre todo, verdad, naturali- á lo grande, á lo infinito. dad, sencillez, aprendidas en el único Asi han sido los Galos, los Norman- libro que leen y deben leer filósofos y dos, y todas las razas viriles, á las que poetas como Hernández : La naturaleza. la vida sedentaria y los vicios sociales Tales son los caracteres prominentes de han raquilecido, y que en los albores de ese libro original, del que nos vamos á su vida civil, estaban familiarizadas con ocupar y cuya apología puede sintetizarse la avidez é inmensidad de los desiertos, en esta sola verdad: «es el único libro con el ímpetu de los huracanes, la sober- « -irgcntino del que vá á hacerse la duo- bia de las tc;npestades y la voracidad de « décima edición con utilidad para el au- las fieras. «tor, para ei editor y para el pueblo*. El gaucho es natural, ingénita y fatal- mente poeta y filósofo. XI JUICIOS CRÍTICOS

Pero su poesía y su ülosoi.^ "X) son a- la dulce mansedumbre del amante, ha- prendidas en los libros, en los centros so- ce de su rancho, palacio, cátedra, taller, ciales, en las revoluciones históricas, si- teatro y club; allí manda, enseña, traba- no en el gran libro de la naturaleza, per- ja y se recrea. petuamente docente para el ojo ávido que Hay indudablemente en la vida fami- ie consulta sin cesar. liar un gran fondo de virtud, de poesía No hay en el horizonte que le rodea un y en su natural simphcidad Ii forma mas

solo objeto que no le hable : el relincho perfecta de Gobierno. del caballo, el bramido del toro, el canto El rancho del gaucho po es la choza del ave, el chirrido del insecto, el mur- triste del patriarca bíblico. Medio ciuda- murio del arroyo, el sabor del pasto, ha- dano, medio salvaje, tiene que luchar sta el rayo tenue de la luz de una estrella, contra la naturaleza, contra sus pasiones, todo es para él un consejo, una lección, las instituciones, la opresión tenaz de las un precepto, una ley, una súplica. La na- clases superiores. turaleza es su cátedra y su altar. Mas sa- Ese combate tan múltiple en sus for- cerdote que los augures, mas poeta que mas, cuanto tenaz en su acción, hace de los rapsodas, va pensando, leyendo y su vida un drama interesante que ha en- cantando siempre; la eterna sibila, la sa- contrado escenas hasta en las esferas del vá bia pitonisa, ante su imaginación, a- Gobierno, en las cátedras universitarias y montonando en la hoguera de su espíritu, finalmente en las páginas de nuestros l\- chispa á chispa, y en ráfagas sin intermi- bros de alta literatura. tencia, el fuego sagrado de la inspiración El libro del señor Hernández, es la ex- y la llama que alimenta la tranquila me- presión mas acabada de la vida psicoló- ditación. gica y social del gaucho. Esta perpetua contemplación de la na- € Martin Fierro * es la personificación turaleza bajo sus formas desde la tem- de sus instintos, de sus pasiones, de sus pestad destructora, blasfemia de la na- gustos, de sus aspiraciones, de las frui- turaleza, hasta el rocío, lágrima de ciones de su alma, de los sueños de su amor, que la noche llora; han hecho del fantasía, de los cálculos de su mente, de gaucho un filósofo y un poeta, bajo to- su filosofía racional, de su experiencia das las formas que abarca el pensamiento cuotidiana. % y con todos los matices que puede colo- La payada del gaucho es el elemento^ car el genio. el miserere y el reverle, el sursum corda El gaucho es místico, escéptico, espiri- de su vida tan digna de estudio, que re- tualista, materialista; en moral es egoí- presenta al patriarca y al guerrero, de ese sta ó filántropo; en política casi siempre tipo tan interesante, que confunde en be- demagogo. llísima síntesis al caballero, al héroe, al

El predominio de la fantasía y el sen- ciudadano, al aventurero, el poeta, al fi- timiento de lo infinito, lo inclinan á la lósofo y al sacerdote. epopeya; la lucha contra las constitucio- Mañana nos ocuparemos del libro. nes civiles lo obliga al drama, y el orgu- llo de la conciencia de su poder lo hace lí- CUARTO ARTICULO rico. El amor es el elemento de su vida so- Son innumerables los libros que la in- cial, pero para él casi nunca es un sen- teligencia del hombre, en sus diversas a- timiento, ni un hecho capital de su vida; plicaciones, ha producido en los últimos es un capricho de su fantasía, una aven- tiempos. tura de un día. El movimiento intelectual, en algunos El gaucho tiene su hogar que exhala paises como Alemania y Francia, pre- ese perfume que hace sentir la poesía y senta los síntomas del delirio febricien- filosofía propias de su carácter; el impe- te, el magestuoso y sublime desorden rio que ejerce sobre la mujer, la educa- de la tempestad. ción especial que dá á su hijo: ese domi- Pero en ese desborde del genio, en esa nio absoluto del déspota, mezclado con loca monumentalización del pensamiento, !

SOIiKE MAKTIN FIERRO XXI en esa consagración lapidaria de la labor Cada época de la historia, cada región paciente del cálculo, son muy pocas las del globo, ha tenido sus redentores, sus pi-edias sólidas, que puedan servir de profetas revolucionarios, que se han sillares al edificio del progreso y de muro servido de la letra para consumar sus

de defensa á la convicción filosófica. grandes propósitos ; las obras de esos Muy escasos son los libros que han géni05 son las verdaderas obras clásicas tenido el privilegio de realizar una re- de la literatura. volución en las ideas, en las costumbres Si Italia tiene su Divina Com-ídia, Es- ó en las instituciones. paña su Quijote, Alemania su Fausto, la No basta escribir, es necesario escribir República x\rgentina tiene su Martin según la época en que se vive, el país que FTerro. se abita, los vicios que se combaten, ios «Martín Fierro*, mas que una colec- principios que se defienden, ios dogmas ción de cantos populares, mas que un que se profesan. cuadro de costumbres, mas que una obra La palabra es pan, pero no siempre literaria, es un estudio profundo de filo- aprovecha al organismo. sofía moral y social. El consejo, la máxima, la doctrina, la € Martin Fierro » no es un hombre, es sátira, hasta el insulto, son eficaces en una ciase, una raza, casi un pueblo, es oportunidad de tiempo y lugar. una época de nuestra vida, es la encama- ción de nuestras costumbres, instituciones, Cuántos poemas , cuántos historias, cuántas novelas se han escrito sin que creencias, vicios y virtudes, es el gaucho arrojen un rayo de luz sobre la concien- luchando contra las capas superiores de cia, sin que remuevan un guijarro de la la sociedad que lo oprimen, es la protesta seoda áspera de la vida, sin que hagan contra la injusticia, es el reto satírico con- estremecer el corazón con la mas tenue tra los que pretendemos legislar y gober- fruición, sin que hayan modificado una nar, sin conocer las necesidades del pue- letra de las leyes tiránicas de las socie- blo, es el cuadro vivo, palpitante, natural, dades decrépitas, sin que hayan hecho estereotípico, de la vida de la campaña, sitiera contraer los labios del mas alegre desde los suburbios de una gran Capital, lector hasta las tolderías del salvaje. Páginas sencillas, lacónicas, inspira- Todos los hechos de la vida se enca- ciones súbitas, doctrinas vulgares, perc denan, todas las esferas de acción son mal comprendidas, no estudiadas, lige- círculos concéntricos que parten de un ramente despreciadas, han cambiado 1. :entro y se extienden hasta lo infinito. ley de las sociedades, las costumbres tra Dante llevó su imaginación hasta el dicionales, los principios científicos y lo :ielo y el infierno, partiendo da un latido . -Sarnas de la fé« de su corazón, hizo un poema universal

Ya lo hemos dicho ; poceis, muy poca; de su afección subjetiva, y en Beatrice de son esas obras de cualquier carácter qi í^ortinari encontró el objetivo de su infi- sean, que hayan conseguido remover esa nta peregrinación. piedras, que entorpecen el camino que re José Hernández ha tomado como el ccare trabajosamente la peregrina huma ípico italiano, un hecho familiar, como la nidad. :ausa y ei punto inicial de su espléndi- Y ya que no es posible operar una re la concepción, para plantear problemas volución cada día, es necesario que cad; .ocíales de la mayor trascendencia, pro- palpitación del cerebro de los grande 'etizar revoluciones futuras que han de o- pensadores, cada palabra de sus labicr )erarse fatalmente, ha encostrado el pre- píticos enjugue una lágrima, evite un su ííívto para rasgar c(!rj mano airada, les spiro, destile una gota de bálsamo sobn mcajes diáfanos de nuestro traje demo- las heridas del alma, que sea una ráfagr :ráticoj con que descumbrimos llagas te- de luz que alumbre, un soplo de brisa qu( ribles, que corroen nuestro organismo, perfume, una gota de rocío que refresque jara enseñar máximas de moral purísima, una nota melodiosa que deleite. para justificar todo los sistemas filosófi- XXII JUHIOS (HITICOS eos, dc'sclc el c~tático raisticisrao hasta h Nadie sabe lo terrible que es la cárcel, amarga decepción, desde la credulidac mientras no entra en ella, pero el lúgubre del niño, ha?ita esa ciencia tnistísima de edificio tiene una voz solemne, cuyo eco la ancianidad des.en.ar.lada c.c la socie- elocuente es «Martin Fierro». dad que clespvecia. Las últimas máximas de «Martin Fie- «Martin Fierro »es el tipo ingenuo, no- rro», son máximas tan magníficas como ble, valeroso, víctima do los defectos de las del Evangelio, es por eso que el libro nuestras instituciones políticas, judiciales de Hernández suple á la Biblia y á la y municipales, guarda en su alma el dc- doctrina sacerdotal en los ranchos, estan- pisito S:.grado de la irt^tituión del l.ien. cias y aldeas, y no exageramos al asegu- al través de todas las peripecias de su rar que tam.bien desempeña ese noble pa- vida fatalmente aventurera. pel en las ciudades. El viejo Viscacha es el Mefistófeles de No podemos acabar de definir á Her- ese Fausto mas natural, mas ñlosóñco, nández como filósofo, pero aquí nos de- mas moral que el de Goethe. tenemos por respeto á la atención del Anciano consumido económicamente lector. por los vicios, hasta dormir entre los Mañana nos ocuparemos dtí Hernández perros, físicamente, hasta no poder ha- político y literato. blar, y moralmente hasta profesar las ideas mas egoístas, antisociales y eminen- temente sensuales, espíritu descreído, prác- QUINTO tico en la vida material, enemigo de ARTICULO clases urbanas, pero profundament»^ sa- bio en los resortes secretes (!e la vida real Sué y Hugo son ios primeros en nuestra Ambos tipos son naturales, de impor- siglo, que bajo la forma amena y vulgar tancia suprema en la acción y desarro- del romance ó el verso, han planteado los llo del drama sencillo, pero interesante grandes problemas sociales, y han llevado de la vida del gaucho. á la conciencia del pueblo las graves cue- A las magníñcas descripciones de la stiones que comprometen su destino. campaña, de la frontera, de los ataques La mayor parte de los novielistas y poe- tas simplemente ciel salvaje y cien otras que forman el son descriptivos, estre- fondo del paisaje, el cuadro etnográfico, chamente estéticos y egoistamente subje- es necesario sobreponer la magistral des- tivos. cripción de la Penitenciaria, lección su- Creen sin duda que la humanidad en- blime de moral, rasgo de inimitable poesía tera está comprometida á contar los lati- de efecto extraordinario >' de aplicación dos de su corazón angustiado, y á seguic tan prática en las costumbres, que solo ese las ráfagas caprichosas de su imagina- canto equivale en efecto á todos los ser- ción delirante. mones, á todas las conferencias y á todos La poesía tiene, sin duda, una misión los castigos. mas elevada, mas amplia, mas social, mas eficaz. La Penitenciaria tiene, en efecto, por destino, no solo servir de lugar de cas- No ha de ser el sueño loco de una riodie tigo y de seguridad, sino también de de delirio, como la creación insensata de ejemplo. San Juan ó Dante, ni la máxima sensua- Esa casa aislada en ios coníines de lista de Anacreonte, de Ovidio, de Pir- la ciudad, que tantos dolores guarda, bajo ron ; el amargo escepticismo, el canto ele- cuyas fatdicas bóvedas tantos Macbeths giaco de Young, de Byron, Leopardi y se estremecían entre las torturas del re- Pestel, no son tampoco su última y mas mordimiento, no habría cumplido su alta elevada expresión. misión moral, si Hernández no la hubiese No son la risa, ni las lágrimas, los atri- hecho conocer en el ritmo de sus versos, butos mas sublimes del hombre, como el en las cuerdas de la guitarra de la pulpe- sensualismo ó la utilidad, no son la úl- ría, en la leyenda familiar del rancho- tima esfera de su indefinida actividad. :

SOBRE MÁRTIX FIERRO XXüi

No es el poeta la hoja del árbol que de ciudadanía, la intención de su dig^BÍ- arrastra el viento y se queja en su roce dad personal y ha iniciado en su espíritu con el polvo, no es la arista que devora el deseo del progreso, para llegar al ideal el fuego y gime en el suplicio de la cal- de la nivelación social. polen la cimación; no es la poesía el de En verdad, estamos muy lejos de se'- fior que halaga los sentidos de la coqueta, una democracia, de gozar del benefiíd-» la nota armoniosa que deleita el oído del práctico de nuestras instituciones, ma ^ soñador fantástico. liberales en la letra, pero sin efecto ca Dios no ha encendido la chispa de la la vida real; la Constitución es un astro inspiración en el fondo del cerebro, para muy raquítico, porque no irradia su ^lor que alumbre sin calor como el fósforo; y su luz, sino hasta los muros de la ciu- el genio ha de ser productor, su nombre dad. El gaucho, como los condenados dice que ha de ser productor, creador, de KIopstoh, Vive en las tinieblas y en la por eso ha dicho muy bien frigidez extra-solares. revolucionario ; Isaías, que se sintió herido por el rayo de La Policía Rural, la Administración Dios, para irradiar su luz y su fuego so- de Justicia, el sistema orgánico del bre el pueblo ciego y entumecido, que se Ejército, la educación popular, todo ha había sentado sobre la piedra helada del sido herido con el puñal afilado de la error. sátira, con la masa poderosa de la máxima Andrade, el ilustre lírico argentino, ha evidente, con la luz refulgente del ejem- hecho la semblanza mas digna del poeta, plo. haciéndolo precursor, profeta, sacerdote, José Hernández ha asimilado con la maestro y tribuno. delicadeza, del arte sintético de Seuxis, Así es José Hernández. No ha templa- la sátira de Juvenal, el escepticismo de do su lira sonora para deleitar un mo- Montaigne, la dulce elocuencia de Fene- mento, para recrear las horas largas de lon y la lección magistral de Montesquien, una velada campestre. todo bajo la forma amena, graciosa, pero Martin Fierro es mas que un payador gravemente sentenciosa de Cervantes.

de pulpería, es el fllósofo, el revoluciona- ¿ Qué libro se ha escrito hasta hoy que rio, el gran político, el moralista, el Pro- haya instruido, distraído, deleitado y meteo de la campaña, la encamación pal- conmovido al pueblo con mas verdad, pitante del gran problema social. arte, elocuencia y magistral autoridad? En el fondo de ese poema sencillo, ¡Biblia, catecismo político, teoría filo- lacónico y curmonioso, se encuentra la ver- sófica, consejo moral, incitación entusia- -». tí id de-nu clara y elocuente; al través sta, proclama revolucionaria ! ¿ Qué no hay de las diáfanas y elegantes vestiduras de en esas noventa páginas rimadas sin es- nuestra toilette social, se descubre la llaga fuerzo, enfóricamente acondicionadas á los cancerosa que corroe las entrañas del or- arpegios de la guitarra y á la entonación ganismo. del campesino? Es necesario tener toda la sagacidad «Martin Fierro» encierra estas gran- de ispirítu, toda la paciente observa- des verdades políticas arrancadas natural ción todo el sentimiento de justicia, y lógicamente de nuestra vida ordinaria todo el aplomo de convicciones de Her- falta de educación, pésima organizado» nández, para haber penetrado y arrostrado judicial y militar, deficiencia en la PoJi- tan decididamente la grave cuestión cía Rural, y sobretodo, profundo riseati- social que agita nuestro seno, casi con raiento en el pueblo de la campaña coofera tanta vehemencia como el nihilismo, el las clases ur'banas, por abuso de fortuna, internacionalismo, el fenianismo, el co- de autoridad é ilustración. munismo ó el carbonarismo. Tal es el carácter político ó sociológico «Martin Fierro» ha iluminado la con- del libro que nos ocupa, y tai es la ense- ciencia del gaucho, ha exitado las fibras ñanza filosófica y poética que puede ser- de su sensibilidad, le ha dado la noción vir de esplicación á la ley de nuesha XXiV JBICIO.S críticos historia y de objetiva á nuestros legisla- gauchos creados por nuestra literatura, dores y Gobierno. en que él no es un personaje puramente cómico, sino un héroe dramático, en el P. Subieia. que aparecen de tiempo en tiempo, los refiejos de la gracia andaluza, manifesta- dos por medio de un estilo pintoresco, salpicado de imájenes y de comparacio- nes originales en las cuales asoma un in- genio nativo, una suspicacia propia de Fierfo.—La vuelta d« El Gaucho Martin ! quien está acostumbrado á desconfiar, y campesinos por Martin Fierro.— Poemas una inspiración silvestre, j pero poética, que José Hernande2. lo inclina á cantar alegrías dolores. j y

I El señor Hernández ha querido con- A pesar de nuestra añción por la lec- servar intencionalmente los defectos del tura, no conocíamos el primero de estos lenguaje, de construcción y de métrica poemas, hasta hace pocos dias, en que su en los sentidos versos de su poema- enviárnoslo, des- autor tuvo la bondad de No estamos de acuerdo con su manera interés nuestro corazón, pertando tal en de entender el arte, porque creemos que que mmediatamente buscamos el segundo la verdad no está reñida con la belleza, y cuyo mérito, como obra de observación, que es posible conservar la originalidad del anterior, aun cuan- corre parejas con el de un tipo, sin herir el oído con las dcsa^ do no suscite la misma curiosidad, por la finaciones del verso incorrecto. reproducción de escenas análogas. El ideal del arte consiste en imitar la El Gaucho Martin Fierro ha producido naturaleza, mejorándola en la medida de un fenómeno de publicidad en la Repú- nuestras facultades. blica Argentina, pues sus once ediciones La obra que nos ocupa es el fruto de cifra extraordinaria han alcanzado á la la observación de Las costumbres campe- de 50,000 ejemplares. sinas, estudiadas en la estancia, en la polr Un libro que despierta tan vivo anhelo, pería, que es el club del gaucho, y á la luz debo tener algún mérito excepcional, por- del fogón, al rededor del cual improvisa que, de otra manera, no habría salido, todas las noches su hogar, aquel que no como muchos que conocemos, de los ana- tiene un palmo de tierra propia, en la ili- queles de las librerías. mitada extensión que riega con su sangre. El señor Hernández ha explotado el Por eso la expresión es rigorosa, origi- venero inexhausto de las costumbres po- nal el giro de la frase, y nueva, y hasta pulares, poniendo en acción tipos nacio- sorprendente, la imagen, con que al pa- nal^, dsdeñados por la generalidad de recer dá formas tangibles á sus pensa- nuestros escritores, haciéndolos vivir, obrar mientos. y sufrir en su medio social, y colocando No se nos oculta que el libro del señor al mismo tiempo, el dedo sobre las llagas Hernández contiene un peligro, que sería gangrenadas que consumen á una gran conveniente que él hiciera desaparecei, parte de la familia argentina. luego que se diera cuenta cabal de su im- Martin Fierro es la pcrsoniñcación ver- portancia. dadera del gaucho de la pampa, conde- Aun cuando es verdad que la condición nado al servicio forzoso de las armas, del gaucho es abominable, lo que hasta desheredado de todos sus derechos de ciu- cierto punto explica sus excesos, la enu- dadano, perseguido por la autoridad ci- meración de sus hazañas, el elojio de su vil, oprimido por la autoridad militar, valor, ejercitado en riñas sangrientas, de- explotado por los negociantes aventure- biera contrapesarse, enseñándole á conde- ros, aflijdo por el hambre y la desnudez nar los extravíos de su sensibilidad. en los campamentos de la frontera. Está demostrado que las narraciones, Diferenciase • Martin Fierro» de otros rodeadas de circunstancias poéticas, de SOBKE MARTIN FIERRO XXV toda clase de crímenes, desde el suicidio El señor Hernández, que ha tenido el hasta el duelo, y desde el duelo hasta el poder de hacernos derramar lágrimas con asesinato vulgar, producen una especie la descripción de la tafera del rancho de de epidemia moral, que se traduce en Martiti Fierre ; que ha sabido tocarnos la otras tantas ofensas á las leyes divinas y abra mas delicada del sentimiento, con humanas, si no las multiplican. aquella tierna despedida del vagabundo á las últimas poblaciones cristianas, está En hora buena que se condene los abu- llamado á combatir con éxito las preocu- sos, y se disculpe ante los jueces que la paciones del gaucho contra sus prójimos, sociedad se ha dado, los extravies á que blancos, negros, nacionales ó extranjeros, pueden conducir la falta de educación y en su corazón el odio con las las injusticias, de que un hombre puede ahogando del amor. ser objeto. semillas errante, Pero la misión del escritor ñlosóñco, Mientras que el campesino i:>er- por sus delitos, asilado entre los del moralista que pone libros en manos seguido arrojado las tolderías por otra del pueblo, consiste en condenar no solo indios, de sangre, manifieste al regresar á á quien oprime, sino al oprimido que á su ola de no su pago, como Martin Fierro,el arrepen- vez abusa de su fuerza, y huyendo de sus fecundo del hombre religioso, i\<:í enemigos se convierte en enemigo de sus timiento semejantes. debe dar por terminada su labor el poeta á cuyos cantos consagramos estas lineas, El señor Hernández, que indudable- hijas de La admiración é inspiradas por ei mente posee las aptitudes necesarias, para deseo de verlo á la cabeza de una cruzada iicicerse escuchar, tiene una alta misión regeneradora. que desempeñar, ensanchando su esfera de cronista, haciéndose maestro de los «La America del Sur» Marzo 9 de 1S79. gauchos que lo leen con avidez, inspirán- doles aversión al puñal, repugnancia á la sangre, levantando, en una palabra, su / Bivei moral, abriéndoles horizontes que su El Gaucho Martin Fierro, es tambim vista, habituada á explorar 1* pampa, no una lección, es decir, lo que ddDe ser la ha descubierto todavía. poesía : una moral además de un arte, so La tarea debe comenzar por enseñarles pena de ser inútil, ó peor aún, perversora. á conocer á Dios, mostrándoles que la Ese poema es un pequeño curso de moral compañía de una buena conciencia y la administrativa para el uso de los coman- esperanza en el cielo, mitigan los sufri- dantes militares, comisarios pagadores, y, mientos obligan y á amar los hombres. cuantos tienes que hacer con el pobre gau- Su héroe, dotado de una resistencia cho. Allí están iotograñados, estigmati- física que supera á la de la mayor parte zados todos los malos patriotas, en imá- de los hijos de la naturaleza, sería doble- genes verosímiles y verdaderas. Poner en mente amable y poderoso, si adquiriera la picota á los malvados, es tanto mas me- esa fuerza moral que domma las pasiones ritorio, cuanto de mas alto se les baja y encadena la carne al espíritu. para hacer en ellos ia justicia popular. La oportunidad nos parece propicia pa- Muchas leyes y disposiciones hay ten- ra llevar cabo á un emjíeño tan generoso. dentes á mejorar la suerte del paisano de El perseguido, en vez de buscar asilo nuestra campaña, pero dudo que ninguiía en las tolderías hoy puede encontrarlo en sea mas eficaz que esos cuadros en q-ie las ciudades, en las colonias, en las tareas él abuso no dá contra una ley muerta agrícolas que han venido á modiñcar las sino contra una caricatura viva; porque condiciones sociales de los campos domi- como se ha dicho bien, a el ridículo es lo nados por el pastoreo, que convertía á los único que temen los que ya no tienen pu- gauchos en beduinos, y á los beduinos en dor ni remordimientos. » Y en este con- siervos, que ignoraban que existieran cepto estamos muy distantes de dar al hombres buenos y compatriotas justos. autor de Martin Fierro el consejo que ei ; ! ——— —

XXVI JUICIOS CÜITICOS articulista de la Tribuna de Montevideo. Ya me tenían medio loco « A Montero cuando conoluyó su cuadro La pobreza y los ratones. Los Funerales de Atahuaipa le dijeron en Florencia y por labios muy autorizados, Solo una manta peluda que no pintara mas. Nosotros sin ser mas Era cuanto me quedaba^ que admiradores, diríamos a Hernández, La había agenciao á la taba qac se perpetúe solo con Martin Fierro. Y ella me tapaba el bullo Nosotros le diríamos por. el contrario, Yaguané que allí ganaba que á imitación de Mr. Laserre, aunque No salía... ni con indulto- Martin Fierro fuese obligado á borrar su nombre como El Diablo Rosado de aquel, Y pa mejor hasta el moro sigue su ejemplo publicando El Hijo, El Se me jué de entre las manos Nieto y El Biznieto de este Diablo Rosado No soy lerdo.... pero hermano. destinado á hacer que no roben al paisa- Vino el Comendante un día no, que no lo traten como á bestia de Diciendo que lo quería carga, que respeten en él ai ciudadano y «Pa enseñarle á comer grano. 9 al hermano, ya que no al hombre de cora- zón y al valiente-

Esa es la gran misión de la poesía : la mejora moral. Y por fijarnos solo en el ¿Oién es el gaucho? He aquí su retra- género de la poesía de c Martin Fierro», to, por el que cualquiera lo recoaoce al esa fué la regla de su fundador, que no momento : he aquí el formidable cmgo lo es Ascasubi, como pretende el articuli- contra los que han podido y dcb¿d# tra- sta de La Tribuna de Montevideo, sino tar á los liijos del país al menos como á Hidalgo, según puede verse por sus bellos los inmigrantes. versos en la TJra Argentina impresa en Londres en 1824, si bien Ascasubi Esta- y « £1 nada gana en la paz nislao del Campo han cultivado con vf^n- Y es el primero en la guerra taja al género, lo mismo que hoy Her- No le perdonan si yerra. nández. Que no saben perdonar, Sí, siga haciendo cuadros romo é?.t(.\ Porque el gaucho en esta tierra que son la pura verdad en boca de Mar- Solo sirve pa votar.

tin Fierro :

Para él son los calabozos, Y andábamos de mugrientos. Para él las duras prisiones. Que el mirarnos daba orror En su boca no hay razones Les juro que era un dolor la razón le sobre Aunque ; Ver esos hombres, por Cristo C )ue son campanas de palo ¡ En mi perra vida he visto Las razones de los pobres Una miseria mayor. Si uno aguanta, es gaucho bruto—

Yo no tenía ni camisa -Si no aguanta, es gaucho maio

Ni cosa que se ! parezca ; Déle azote, déle palo

^íis trapos solo pa yesca Porque es lo que él necesita ! !^ Me podían servir al fin... 'T^e todo el que nació gauciio No hay plaga como un fortín Esta es la suerte maldita. Para que el hombre padezca.

Complernentari el cuadro porción de Poncho, jergas, el apero. cinceladas de mano maestra sobre la vida

Las prenditas, los botones, y los sentimientos del gauclio ; por ejera- "Todo, amigo, en los cantones !)lo, entre otras muchas para las que no

Fué quedando po^o á jxjco : ::ay ya espacio en estas páginas;, ; ;—;

SOBRE MAirnX FIlvRKO xvir

€ Yo no tengo en el amor MARTÍN FIERRO Quien me venga con querellas Como ésas aves tan bellas Que saltan de rama en rama Yo hago en el trébol mi cama. Jamás obra alguna ha alcanzado en Y me cubren las estrellas. nuestro país tan extraordinaria popula- I ridad y no menor triunfo que el que ha alcanzado este poema del Sr. D. José Hernández, su autor. i

iia- Ninguno me hable de penas i Los diarios de Buenos Aires, nos cen saber que se ha publicado la undeci- Porque yo penando vávo j edición, Y naides se muestre altivo i ma enriquecida con los variados

Aunque en el estribo esté i juicios críticos que se han escrito por Que suele quedarse á pié personas competentes sobre esta obra, edi- I El gaucho mas al vertido ción que viene ademas adornada con va- rias láminas y con el retrato de su autor, el Sr. Hernández. Junta esperencia en la vida Hasta pa dar y prestar, Jamás tampoco, se habrá publicado un Quien la tiene que pasar libro que á la vez que conquistaba taata Entre sufrimiento v llanto popularidad, consiguiese despertar taS'O Porque nada enseña tanto ínteres y simpatía, al extremo de agotarse Como el sufrir y el llorar. completamente la décima edición que se había hecho de esa obra, y de que la un- Viene el hombre ciego al mundo décima que acaba de hacerse se haya so- Cuartiándolo la esperanza, licitado y disputado con interés por al- Y á poco andar ya lo alcanzan gunas librerías de Buenos Aires. Las desgracias á empujones Pero no es esto solo lo que prueba la pucha! que trae liciones gran popularidad é interés que ha desper- ; Jué El tiempo con sus mudanzas! tado este poema.

« Martin Fierro », ha cruzado el Océa-

En resumen : tal vez Aniceto el Gallo no, con su inmensa fama y popularidad, tiene mas verbosidad gaucha; Anastasio y alcanzado otros triunfos en Europa, el pollo más estética para nosotros que en- en donde se ha puíblicado en varios tendemos su immortai Fausto; pero Mar- periódicos precedido de grandes elo- tin Fierro piensa mas como el gaucho, y gios. encontrarán siempre que si los gauchos , Allí como aquí también, notables crí- se ha hecho pueblero y á veces su fraseo- ticos se han ocupado de este poema, en logía podría dejar que desear algo, su co- que el autor tan bien ha sabido copiar al razón y su espíritu están saturados indeinüe- hombre de nuestra campaña, contando sus Icblemente de los dolores y de las inju- dolores y desventuras, como sus alegrías sticias con que la civilización, por no sermón tanta exactitud y belleza, que es im- todavía bastantemente cristiana, ha perse- j cosible dejar de leerlo m.as de una vez. guido á la barbarie por ser demasiado ' j ^^ ^^ ^^^ ¿^ extrañar que, con tal débil. popularidad, la nueva edición que acaba de hacerse por la librería «La Nueva Mar- «La Biblioteca Popular» de Buenos Aires, ravillajs de Buenos Ayres, alcance también resultado anteriores. dirijida por el lyx. Migue! Navarro Viola. el mismo que las A lo dicho podríamos agregar, que el señor Hernández, tiene ya concluida la segunda parte de este poema, es decir « La vuelta de Martin Fierro del Desierto » cuya publicación debe hacer en breve. ? — "%

XXVIII JUICIOS críticos

¿ A qué decir el interés con qusc lia de ser Los yankees tuvieron el buen sentido k'ida y buscada esta segunda parte de de comprender su mérito, de mirarlas co- « Martin Fierro » mo parte de su genio y de su gloria, de

«La Capital» — Rosario, Octubre ii de 187S, honrarse y de enorgullecerse con ellas, y elevándolas á la categoría de bellas obras,

las esparcieron por todo los países : y hoy, Sr. D. ] osé Herna}ide.z. esas novelas al parecer tan simples y mo- destas ocupan un lugar distinguido en todas las bibliotecas públicas Estimado señor y amigo : y particula- res de los dos continentes.

He leído y releído con placer la origi- ¿ Y de qué trataban esas novelas ? pre- nal y preciosa historia de Marlin Freno, cisamente de lo que trata Martin Fierro; con que ha tenido la bondad de obse- de la naturaleza, de la vida, de esas co- quiarme. stumbres de un pueblo nuevo—¿Y valen mas los cuadros esa naturaleza, esa Es una bellísima obra, y lo mejor que de de he visto en su género. vida, de esas costuro,bres que trazó la plu- ma educada de Fenimore Copper, en prosa Su lectura, interesante por la verdead que lo cjuc la inculta de Marlin Fierro tra- de los cuadros, por la sencillez y natu ta con tan graciosos y sencillos versos? ralidad de la narración, por la ternurn No! ¿Por que entonces esa diferencia? del sentimiento, por la propiedad del co Pür<]ue Copper nació en un país donds londo, nada deja que desear al lector . ,, . , , . , . tiene orgullo en ser yankee, e en pre- \ ,L 4-j i¿c *^ ^ iJustrado, o cuyo gusto no esté pervertido L- , . , . ^r j- iT- , • Iciif lo propio lo Martín tur- , 1 j T 1 1 a ageno: y por la lectura de las novelas inmorales y ro en otro, en donde casi es vergüenza ha- absurdas de que está plagada nuestra so ber nacido en él, y en donde se desdeña cié dad. lo de casa por bueno que sea, para tomar Martin Fierro, es una creación verda-l^ aplaudir lo ageno aunque no valga dera, de que debe enorgullecerse la ^itc- .^^^^ ratura de su país, y que acaso no será Este triste y doloroso paralelo entre la comprendida, ni estimada en lo que vale, suerte de lo nuestro y de lo ageno, me porque no debe su existencia á un nom- indujo á leerlo de nuevo, temiendo que bre inglés, francés ó yankéc, á uno de esos ¡a sorpresa de la novedad en el primer nombres de celebridad acasc) inmerecida, momento hubiera exajerado mis aprcia- pero ruidosa, que atestan el mundo de • , j 1 j 1 Liones, pero estas se robustecieron, y me el apla- ' ^ necedades, y que mundo recoic y ,. i^ 1 i ^ , • r lieron por resultado las siguientes, queso- si bellezasun realesIDPor ude como fueran ¿ meto al criterio de cuantas personas sen- c]fné esta fatalidad? porque nadie se cree satas lo vean. ilustrado si no habla de lo que no en- Martin Fierro no solo es un tipo carac- tiende, si no aplaude lo que es desatinado terístico de la población semi-nómade y absurdo, pero que tiene el raro mérito la República Argentma, ó sea da la de haber nacido muy lejos del país, y de de puesto que es ia autor estrepitoso y extranjero. base de su nacionalidad, mas numerosa, que con ella se obtuvo su Los yankees nos dieron á este respecto indipendencia, con ella se cuenta para un ejemplo digno de imitación, pero que mantenerla, y con ella se guardan la* por ser bueno no imitaremos. fronteras contra los indios, motivo mas Tuvieron un escritor nacional, Fenimo- que suficiente para que tuviera las sim- ic Copper, que con sus sencillas novelas, patías de todas las gentes ilustradas ; sino dio impulso á su naciente literatura. Esas que es también otra cosa mas elevada— novelas, puramente locales, destituidas y Para el vulgo, para los que no compren- de la intriga del argumento del bri- y den lo que leen—y aitre estos, hay mucha llante que caracteriza á las francesas, estilo gente de pro — solo es una historieta gau-

nosotros, hubiesen muerto ; entre los entre ckfsca, buena cuando rnas para ser can-

vankees vivieron í , —— ; — — "Ir^w''

SOBRE MARTIN FIKRRO XXÍX

cam-l perdidos, re;miéndoios á otros tomádoí tada en las pulperías y fogones á¿ y del mismo modo, los llevan a las fronte- paña, pero indigna de ocupar por un mo- ras. mentó los ocios de las altas y senas m- preciosísima la descripción que hace tcligcncias, que con su vanidad y sü igno- Es de la cacería en que \o agarraron y de la rancia honran y dirijen el país. que solo daremos como muestra la i', 2* Para estas gentes, que con decir: — 6* estrofas : ni el y € los gauchos no inventaron el vapor, telégrafo (cosas que tempoco inventaron e- haberlo vez llos)', los gauchos se van»—-creen Cantando estaba una dicho todo, Martin Fierro no tiene, ni En una gran diversión puede tener importancia, pero para los que \ anrovechó la ocasión Faz... saben leer, para los que cc^:nprenden lo' (,loriio quiso el Juez de que leen, la tiene y grande. Se presentó, y ahi no mas II;zc. una arriada en montón Para estos es, primero antes que todo nn gran pensamiento humanitario, una lección de Gobierno administrativo, que Juyeron los mas matreros todo hombre verdaderamente seno é ilu- Y lograron escapar strado, debe tomar. Yo no quise disparar Martin Fierro pertenece á esa clase des- Soy manso—y no había por qué venturada que en la República Argentma Muy tranquilo me quedé ha sostituido á la negra, extinguida ya, Y ansí me dejé agarrar. | pn los trabajos y sacnhcios de sangre y j de vida, en beneficio exclusivo de las mas Formaron un contingente de la sociedad. elevadas ó mas «Lrnbiciosas Con los que en el baile arriaron Cuando hubo que pelear por la inde- Con otros nos mesturaron pendencia nacional, ella lo h;zo, y con su Que habían aga.rrao también sangre la conquistó! Ya obtenida, vitiieron Las cosas que aquí se vén ias guerras extranjeras y volvió á derra- Ni los diablos las pensaron. marla mientras duraron. Terminadas éstas, y mientras otras no vienen, es el guardián Es razonable, es digno este modo de exclusivo de la fronteras, donde diara- ¿ proceder ? mentc se halla á brazos con el hambre, la las fortu- ¿ Hay equidad, hay justicia en hacer miseria y los indios ; guardando nas de los grandes hacendados, y la ri- pesar exclusivamente sobre estos desven- queza publica, y este es' el mas penoso y turados, un servicio que debía pesar terrible de los tributos que paga á una igualmente sobre todos los ciudadanos ó organización social, por la cual se sacri- que mejor aun, debía ser hecho por tro- fica, y de la que no recibe por recompensa, pas de línea? mas que tropelías, insultos y desprecios. ¿Hay equidad, hay justicia en tenerlos ¿Hay que reforzar la guarnición de la indefinidamente en la frontera, donde hace arreada de estos cuando no mueren, ó huyeri, se envejecen, frontera? Se una | mientras sus familias, se disuelven, sus desgraciados, ni mas ni menos que como '[ y en otro tiempo se hacían las correrías de! pocos bienes se pierden? ¿hay dignidad, justicia en tenerlos sin ham- las yeguadas y ganados baguales. Se les ! hay paga y orientes en desiertos inhospitalarios, don- acecha como á abestias, en las reuniones, j el sol los abrasa, el frío los hiela el en las carreras, en los bailes, y se cae re- 1 de y pcntinamente sobre ellos. Los mas diestros mdio los diezma?

ó previsores, escapan; pero el mayor nú- 1 Pero, ;es solo esto lo que sufre el pobre

mero queda, y^ sin atender á súplicas, ni paisano? ¡ Nó ! hay algo que es mucho j á miramientos de razón ó de justicia, los peor, y es el trato bárbaro, inhumano que | arrancan á los brazos de sus mujeres, de i-eciben de sus gefes, de los cuales son, | sus hijos, á sus pocos bienes que quedan no soldados, sino esclavos. ¡ — ! — ; !

XX s JUICIOS críticos

Y que Indios—ni qué servicio Tuve en mi pago en un tiempo Si allí no había cuartal Hijos, hacienda y mujer, Nos mandaba el Coronel Pero empecé á padecer A trabajar en sus chacras, Me echaron á la frontera, Y dejábamos las vacas ; Y qué iba á hallar al volver? Que las llevara el Infiel. Tan solo hallé la tapera.

Yo primero sembré trigo Y después hice un corral,

Corté adobe pa un tapial, ¡ /aparcero ! si usté viera Hice un quincho, corté paja... Lo que se llama cantón... 1.a puciía que se trabaja Ni envidia tengo al ratón Sin que le larguen ni un rial. Ln aquella ratonera

He los pobres que allí había Y es lo pior de aquel enriedo \ ninguno lo largaron, si uno anda hinchando el lomo Oüe '.os mas viejos resongaron Se le apean como plomo... Pero á uno que se quejó, Onicn aguanta aquel infierno ! ¡ F.n seguida lo estaiiuiaron Y la cosa se acabó.

En la lista de la tarde El Gefe nos cantó el punto, Perú aun hay mas y os que ocupándolos Diciendo: «quinientos juntos en estos trabajos, ni los arman, ni los in- « Llevará el que se resierte, struyen, ni los disciplinan, de modo que a Lo haremos pitar del c«ando los biabaros llegan, se encuenti'an juerte «Mas bien dése por tan nulos y tan incapaces de medirse con dijunto r. ellos, como lo estaban, al dejar sus fami- lias, lo cual esplica esas continuas y san- ^jrientas derrotas. ^:Es digno de un publo culto, es hon- \ qué Indios—ni qué servicio, Allí roso para un gobierno que se dice ilus- no había ni Cuartel- Nos mandaba el trado, que esto suceda ? Coronel A trabajar en sus Y no hay que decir que el pueblo y el chacras Gobierno lo ignoran, pues liasta los ciegos Y dejábamos las vacas Que las llevara y sordos lo saben. ¿Por qué sucede, pues? el Infiel. porque el pueblo culto sumergido en la Yo primero sembré trigo ^'íBolicie y los goces, mira con apatía, con Y después hice un corral. cidpable indiferencia las lágrimas los y Corté adobe pa un tapial, sufrimientos que corren se padecen en lo y Hice un quincho, corté paja... i.}ae llaman fango de la sociedad á los ; y La pucha que se trabaja q«e gobiernan, les es corto el tiempo para Sin que le larguen ni un rial. los exigencias de la fortuna y de la vani- dad. ¡Los Presidentes, los Ministros, ocu- Y es Ic pior de aquel enriedo parse de los dolores, de los infortunios de Que si uno anda hinchando el lomo

tales gentes ! sería asqueroso ; indigno de Se le apean como un plomo.-. su carácter y de su ilustración Quién aguanta aquel infierno ¡ Martin Fierro al contar sus desdichas, las tropelías é injusticias de qiíe es vícti- nia, y que lo arrojan á la vagancia y al crimen, cuenta las de toda su raza, y las Y andábamos de mugrientos cuenta de un modo que las hace Ver y ()\\e el mirarnos horror palpar. Les juro que. era un dolor ; ———; — ! —— -

SOBRE MARTIN FJKHRO XX M

}• . las rítanos las patas Ver esos hombres, por Crist ! De cinchones— En mi perra vida he visto Me ataron cuatro Una miseria mayor. Les aguanté los tirones Sin que ni un ay ! se me oyera. Yo no tenía camisa Ni cosa que se parezca solo pa yesca Mis trapos Marun t ierro nos cuenta en estos ver- servir al ñn... I Me podían sos con un candor, con una yerdad adm:- No hay plaga como un fortín I • rabies, el origen y desarrollo de sus desdi- Para que el hombre padezca ' chas, la ca/asa primera y línica de su va- gancia y sus delitos. apero. 1 Poncho, jergas, el Tenía rancho, hacienda, mujer hijos, prenditas, los botones, Las y era feliz.—-La autoridad lo arranca de amigo, en ios cantones Todo, su hogar, lo arrebata á sus afecciones, poco á poce, Jué quedando lo lleva á la frontera, al desierto, al frió, tenían medio loco y"a me á los tormentos, á los peligros, para que pobreza los ratones. La y con su valor y su sanare defienda la so- ciedad, siempre agredida ó amenazada por Solo una manta peluda ios indios. cuanto quedaba. Era me Lo llevan prometiéndole alimentos, ro-' La había agenciao á la taba pa, paga, y libertad á los seis meses de ella rae tapaba el bulto Y servicio. —En vez de alimento, encuentra Yaguané que allí ganaba hambre, en vez de ropa, desnudez y frío, No salía... ni con indulto en vez de paga, palos y estaqueadas ; y en vez de seis meses, se pasan mas de seis Y pa mejor hasta el moro años sin que se piense devolverlo á su fa- Se me jué de entre las manos milia. No soy lerdo... pero hermano Desesperado con su esclavitud su mi- Vino el comendante un di a y seria, huye de una tiranía insoportable, Diciendo que lo quería de un servicio que había ultrapasado los € Pa enseñarle á comer grano r, límites del deber y de la justicia, y vuela Afigúrese cualquiera á su rancho, á los brazos de su mujer y La sHerte de este su amigo, de sus hijos. Parte el corazón el relato de A pié y mostrando el umbiigo, lo que encuentra. \ Estropiao, pobre y desnudo, Ni por castigo se pudo Volvía el cabo de tres años Hacerse mal mas conmigo. De tanto sufrir al ñudo, Resertor, pobre y desnudo— Ansi pasaron los meses A procurar suerte nueva Y vino el año siguiente, Y lo mesmo que el peludo Y las cosas igualmente Enderecé pa mi cueva. Siguieron del mesmo modo No hallé ni rastro del rancho- Solo estaba la tapera Por Cristo, si aquello era Pa enlutar el corazón— Yo juré en esa ocasión Entre cuatro ;bayonetas Ser mas malo que una fiera! Me tendieron en el suelo Vino el mayor medio en pedo Quién no sentirá lo mesmo ¡ Y allí se puso a gritar, Cuando ansi padece tanto! « Picaro, te he de enseñar Puedo asigurar que el llanto «A andar reclamando sueldos». Como una mujer largué ——! —— !

XXXií JUICIOS críticos

! ver, Ay mi Dios— si me quedé ¡ Tal vez no le vuelva á Xías triste que Jueves Sñiito. i'renda de mi corazón Dios te dé su proteción Solo se oibaa los aullidos Ya que no me la dio á mi — De un gato que se salvó, Y á mis hijos dende aqui El pobre se guareció Les echo mi bendición. Cerca, en una viscachera Venía como si supiera CoDK^ hijitos de la cuna One estaba de güelta yo. .Andarán por ahi sin madre— Ya se quedaron sin padre Al dirme dejé la liaoenda Y ansi la suerte los deja, Que era todito mi Jiaber— Sin naides que los proteja Pronto debíamos volver Y sm perro que les ladre. Sigun el Juez prometía, Y hasta entonces cuidaría Los {)obrecit03 tal vez De los bienes, la mujer. .N^o tengan ande abrigarse, Ni ramada ande ganarse, Ni rincón ande meterse, Ni camisa qué ponerse, Ni poncho con qué taparse. Después uie contó un vecino— Que el campo se lo pidieron ["aJ vez ios \eián sufrir La hacienda se la vendieron Sin tenerles compasión — En pago de arrendamientos Puede que alguna ocasión Y qué sé yo, cuantos cuentos, -Aunque los vean tiritando, Pero todo lo fundieron. I^os eclien de algún jogón Pa que no estén estorbando. Los pobrecitos muchachos Erítre tantas afliciones Esto versos tan naturales, tan sentidos, Se conchavaron de piones que parecen escritos con lágrimas, estas qué iban á trabajar. quejas tan tiernas, tan patéticas, que ¡ Mas y Si eran como los pichones liarían llorar á las piedras, si las tuvieran :. Sin acabar de emplumar ¿no dicen nada al corazón, ni á la inteli- gencia de las gentes que se llaman ilu- Por ahí andarán sufriendo stradas, de los hombres que gobiernan y

De nuestra suerte el rigor : hacen las leyes? ¿No conmoverán á los Me han contado que el mayor que tienen el poder y el deber eje poner Nunca dejaba á su hermano término á tales atrocidades, á tales sufri- Puede ser que algún cristiano mientos? Probablemente nó, porque Mar- Los recoja por favor. tm Fierro es un bárbaro, un gp.ucho que se —vá. Y la pobre mi mujer « \ -¿ Que importa entonces que haya na- Dios salxí cuanto sufrió! cido en el pais, que haya derramado su Me dicen que se voló sangre defendiéndolo contra los extranje- Con no sé qué ga vilan ros ó los indios, que la haya derramado Sin duda á buscar el pan en las contiendas civiles en defensa de Que no podía darle yo. gobierno, de libertades y leyes, de que gozarán otros, pero de que él jamás go- No es raro que á uno le falte zará? ¿quién es él, para interrumpir con Lo que á algún otro le sobre sus penas los placeres y el sosiego de un Sino, le quedó ni un cobre hombre ilustrado, de un hombre del po- Sino de hijos un enjambre, der? ¿qué importa su llanto, sus desgra- Qué m.as iba á hacer la f>obre cias, si la sociedad, si los gobiernos están

Para no morirse de hambre ! á demasiada altura para ñiarse en los ! ; — — ; S*«i^,y,?!«;.rí x vy I .'y

SO eríE MARTIN FIERRO XXXIlí

díolorca, en los infortunios que yacen á Pero ¿Martin Fierro es solo un pens*- sus pies? miento humanitario, una lección moral de Martin Fierro busca á su mujer, á sus Gobierno administrativo, bellamente dada bajo las quejas del dolor, bajo los acento3 hijos y no los encuentra. Durante su ausen-

del infortunio ? ¡ Nó ! Martin Fierro es cia, la hacienda que había dejado fué su raza, la disipada por los acreedores y la autori- también la personificación de mas perfecta que hasta ahora se ha cono- dad; la mujer y los hijos, desnudos y cido, que probablemente no tendrá su- haaifcbrientos, se dispersaron, y el lugar y perior, en este concepto es un monu- domde tres años antes existía una familia y mento, típico, que honra la literatura ar- feliz, solo tiene por recuerdos una tapera gentina. arruinada, y los maullidos de tm gato! sabio, Cuánto sentimiento, cuánto color, cuán- Martin Fierro no es un gaucho i gaucho apócrifo, de esos que nos ma- ta poesia un rean con sus gracejos vulgares y con la Pero la medida de sus infortunios no crítica que hacen de una sociedad que no estaba aún colmada, era desertor se vé conocen Martin Fierro es un gaucho le- perseguido como vago y tiene que huir. gítimo, que solo ha¿)la, pero bien, de lo que entiende, y que contándonos su histo- De carta de mas me via ria, nos hace ver y comprender esos hom- Sin saber á dónde dirme bres tan numerosos, tan esparcidos en la Mas dijeron que era vago ba¿e d« la sociedad argentina, de quienes Y entraron á perseguirme. todo el mundo habla, pero que muy f>ocQt conocen. Nunca se achican los maies Hijo legífímo de las llanuras, nacido Van poco á poco creciendo, sobre el caballo, criado al aire libre, tiene Y ansina me vide pronto en alto grado todas las calidades y todos Obligado á andar juyendo. los instintos del hombre de la naturaleza es ginete, pastor, soldado, poeta y nóma- de ;así sus cuadros son animados y tienen Sin familia, sin bienes, sin hogar, y el colorido y la expresión de la verdad. perseguido como vago, halla refugio en la Jinete, recuerda con fuego*' y^ con brío pulpería y el pajonal ; se hace nómade y las escenas del domador. camorristaj frecuenta las milongas, y pe- lea y mata, porque destruidos los lazos que lo unían á la sociedad, su miseria, la Y allí el gaucho inteligente persecución que se le hace y el continuo cuanto potro enriendó. peligro en que se encuentra, han borrado En el Los cueros le acomodó de su mente toda idea de sociabijidad, y se le sentó en seguida. despertado en él los instintos del desierto, Y Que el hombre muestra en la vida la soledad, la independencia y el despre- La astucia que Dios le dio. cio de la vida propia, como de la agena- Tales son las consecuencias que un de- testable sistema de Go^Dierno y de admi- Y en las playas corcobiando nistración produce en las provincias ar- Pedazos se hacía el sotreta gentinas del Oeste del Plata, y por eso Mientras él por las paletas dijimos, que Martin Fierro era antes que Le jugaba las lloronas, todo c una lección moral de Gobierno Y al ruido de las caronas administrativo. » Póngase término á ese Salía haciéndole gambetas; insufrible desorden, cámbiese se cruel y vergonzoso sistema, y centenares de infe- lices dejaran de ir á engrosar las hordas Ah! tiempos!... si era un orgullo salvajes llevándoles el contingente de su Ver ginetear un paisano valor y desesperación. '^uando era gaucho baquiano ; ! —!—! —. ! ^i / XXXIV JUICIOS críticos

Aunque el potro se boliase El gaucho mas infeliz No había uno que no parase Tenía tropilla de un pelo, Con el cabresto en la mano. No le faltaba un consuelo

Y andaba la gente lista, . Pastor, pinta con igual aninoación la Teniendo al campo la vista vida á la vez sosegada y activa de la Solo vía hacienda y cielo, estancia, sus trabajos y sus goces.

Cuando llegaban las yerras, .

Ya apenas la madrugada \ Cosa que daba calor Empezaba á colcriar. Tanto gaucho pialador Los pájaros á cantar, Y tironiador sin yel

Y las gallinas á apiarse, [Ah ! tiempo !... pero si en él, Era cosa de largarse Se ha visto tanto primor. Cada cual á trabajar. Aquello no era trabajo. Este se ata las espuelas, Más bien era una jvMCáón, Se sale el otro cantando, Y después de un güen tiróm Uno busca un pellón blando, En que uno se daba maña. Este un lazo, otro un rebenque, Solía llamarlo el patrón. Y' los pingos relinchando Les llaman dende el palenque. Soldado, describe al natural los ata- ques y entreveros con los indios, con una verdad y colorido sin rival.

Se vinieron en tropel Y mientras dümaban unos Haciendo temblar la tierra Otros al campo salían, No soy manco p>a la guerra Y la hacienda recogían, Pero tuve mi jabón Las manadas repuntajban, Pues iba en un redomón Y ansí sin sentir pasaban, Que había bollado en la sierra. Entretenidos el dia.

Qué vocerío! ¡qué barullo! Y verlos al cair la nocke j apurar esa carrera En la cocina riunidos, Ooé La indiada todita entera Con el juego bien prendido cargó Y mil cosas qué contar, Dando alaridos nos sacó Platicar muy divertidos Jué pucha... y ya matrera. Hasta después de cenar. Como yeguada

Y con el buche bien lleno Qué fletes traiban los bárbaros Era cosa superior Como una luz de lijeros Irse en brazos del amor Hicieron el entrevero A dormir como la gente, Y en aquella mescolanza, Pa empezar al dia sigaicBte Este quiero, este no quiero, Las fainas del dia anterior. Nos escojían con la lanza.

Ricuerdo : Qué maravilla ! Al que le dan un chuzazo, ¡ Como andaba la gauchada Diñcultoso es que sane. Siempre alegre y bien montada En ón, para no echar panrs, Y dispuesta pa el trabajo... Salimos por esas lomas, Pero hoy en el día... baraje! Lo mesmo que las palomas, No se le vé de aporriada. Al juir de los gavilanes. — - ;———

;OBRE MaKTIN i^'IBÍifiO IXXV

Es de almirar la destreza Pido á los Santos del Cielo

Con que la lanza manejan ! Que ayuden mi pensamiento, De perseguir nunca dejan Les pido en este momento Y nos traiban apretaos, Que voy á cantar mi historia Si queríamos de apuraos Me refresquen la memoria Sal irnos por las orejas. Y aclaren mi entendimiento.

Vengan Santos milagrosos Y pa mejor de ; la ñesta Pin esta aflición tan suma, Vengan todos en mi ayuda, Vino un Indio echando espuma, Que la lengua se me añuda Y con la lanza en la mano Y sevme turba la vista Gritando «Acabau cristiano Pido á mi Dios que me asista IMetan el lanza hasta el pluma *. En una ocasión tan ruda-

Tendido en el costillar Cimbrando por sobre el brazo Cantando me he morir, Una lanza como un lazo Cantando me han de enterrar, Me atropello dando gritos— Y cantando he de llegar Si me descuido... el maldito Al pié del Eterno Padre I.íe levanta de un lanzazo. Dende el vientre de mi madre Vine á este mundo á cantar. Si me atribulo, ó me encojo

Siguro que no me escapo : Que no se trabe mi lengua

Siempre he sido medio guapo ji Ni me falte la palabra * Pero en aquella ocasión, El cantar mi gloria labra Me hacía buya el corazón Y poniéndome á cantar, Como la garganta al sapo. Cantando me han de encontrar Aunque la tierra se abra. Dios le perdone al salvaje Las ganas que me tenía... Me siento en el plan de un bajo Desaté las tres marías A cantar un argumento — Y lo engatusé á cabriolas... Como si soplara un viento

! si no traigo bolas, tiritar pastos ¡ Pucha Hago los I\íc achura el Indio ese dia. Con oros, copas y bastos Juega allí mi pensamiento. ^ Poeta es incorrecto y verboso, pero cla- ro, verdadero y expresivo—Su narraciór Yo no soy cantor letrao, esmaltada y embellecida por las metáfo- Mas si me pongo ^á cantar ras é imajénes que emplea» es unas veces No tengo cuando acabar indolente y perezosa, animada y rápida Y me envejezco cantando, otras ; pero siempre sencilla, siempre ver- Las coplas me van brotando dadera, siempre melancólica. Como agua de manantial. Su vena, abundante, fácil y grata, es inagotable; como él mismo lo dice, —«las Con la guitarra en la mano coplas le brotan como agua de manantial. » Ni las moscas se me arriman, Naides me pone el pié encima. -^ Aquí me pongo á cantar Y cuando el pecho se entona. Al compás de la vigüela. Hago gemir á la prima Que el hombre que lo desvela Y llorar á la bordona. Una pena estraordiñaría, Como la ave solitaria No puede darse nada más acabado como Con el cantar se consuela prueba de abundancia y de facilidad. :! ; ——; — •r'T'^.'-íi',:

XXXVÍ JUICIOS CRÍTICOS

Cuando describe, pinta, y sus cuadros' está en la naturaleza, y que solo Marlín son vivos y animados como la naturaleza Fierro ha sabido pintar con sus verdaderos misma. colores. Por lo que á mí hace, puedo decir que Yo he conocido esta tierra no he visto en las mejores descripciones En que el paisano vivía de Walter Scott y de Fenimore Coopper, Y su ranchito tenía nada que iguale á la sencillez, naturalidad Y sus hijos y mujer y belleza de éstas. Era una delicia el ver Tiene todavía en este género, y entre Cómo pasaba sus dias. un cúmulo de bellezas en que es diñen elegir, un cuadro sin rival, en que compe- lucero Entonces.... cuando el ten la grandeza del terror, en que todo es ciclo santo, Brillaba en el bello, todo es tremendo; tremendo el es- cantos Y los galios con su panto, tremendo el pavor que inspira. Este el día llegaba, Nos decían que cuadro es el malón del Indio. 'A la cocina rumbiaba El gaucho que era un encanto. Allí, si, se ven desgracias Y lágrimas, afliciones, Y sentao junto al jogón y Naides le pida perdones A esperar que. venga el día, Al Indio pues donde entra Al cimarrón le prendía — Roíba mata cuanto Hasta ponerse rechoncho, y cncuentii quema las poblaciones. Mientras su china dormía Y Tapadita con su poncho. No salvan de su juror •\ Ni los pobres angelitos Viejos, mozos y chiquitos Venía la. carne con cuero, Los mata del mesmo modo La sabrosa carbonada, Que el Indio lo arregla todo Mazamorra bien pisada Con la lanza y con los gritos. Los pasteles y el güen vino...» ^erorer ha querido el destino, Tiemblan las carnes al verlo ic todo aquello acabara. Volando al viento la cerda

' La rienda en la mano izquierda Y la lanza en la derecha Ande enderieza abre brecha No me faltaba un guasca Pues no hay lanzazo que pierda. Esa ocasión eché el resto Bozal, maniador, cabresto, Lazo, bolas y maneas... ¿Y qué decir de la última estrofa?

pobre me vea ¿ Quién no vé con espanto ante sus ojos ¡ El que hoy tan al indio feroz bárbaro, Talvez no crerá todo esto ! y sediento de san- gre, ávido de destrucción y carnicería; desnudo, desmelenado y terrible, lanza en Todo esto es bellísimo; pensamiento, ristre hiriendo matando con furor descripción, versiñcación. El recuerdo del y cuanto encuentra, viejos, mujeres niños? tiempo pasado, la madrugada, la comilo- y na, y el candoroso recuerdo de las guascas que constituían sus riquezas, son preciosi- Tiemblan las carnes al verlo dades que enternecen, que encantan y tras- Volando al vientoja cerda portan al lector á la estancia- al rancho, La rienda en la mano izquierda á la yerra, á todas esas escenas sencillas Y la lanza en la derecha y tocantes que hacen la felicidad del pai- Ande enderieza abre brecha. sano y su familia— felicidad real porque Pues no hay lanzazo que pierda. —; ! ! —;—; ——! —

SOBRE MARTIN FIERRO XXXVII

Esto es soberbio, magnífico, y hasta la Solo queda ai desgraciao versificación por su vigor, su rapidez, y Lamentar el bien perdido. su pavorosa eufonía, es grande y digna de la pintura que traza. En ningún idioma puede hacerse nada mejor. El sentimiento que en todo el canto re- No tiene hijos, ni mujer, bosa, es dulce hasta lo tierno; penetrante Ni amigos, ni protectores. hasta el dolor. Pues todos son sus señores De este último hemos dado ya una Sin que ninguno lo ampare. muestra al describir su llegada á su ran- cho. Su casa es el pajonal, Su guarida es el desierto Puedo asigurar que el llanto Y si de hambre medio muerto Como una mujer largué Le echa el lazo á algún mamón» Lo persiguen como á plaito Ay mi Dios ! si me quedé Porque es un gaucho ladrón. Mas triste que Jueves Santo, f

Y si de im golpe por ay Hé aquí ahora algunos del primero, de Lo dan gíielta panza arriba, t¿e sentimiento dulce, preñado de tierna No hay un alma compasiva melancolía que brota del alma, y cuyos Que le rece una oración acentos quejumbrosos y resignados, salen Tal vez como cimarrón lentos y pesarosos como pulsaciones de un En una cueva lo tiran. cwazón dolorido.

Y atiendan la relación, Que hace un gaucho perseguido. Para él son los calabozos Que padre marido ha sido y Para éi las duras prisiones Empeñoso deligente, y En su boca no hay razones Y sin embargo la gente Aunque la razón le sobre, Lo tiene por un bandido. Que son campanas de palo Las razones de los pobres Si uno aguanta, es gaucho bruto Si no aguanta es gaucho malo Junta esperiencia en la vida Déle azote ! déle palo Hasta para dar prestar, y Porque es lo que él necesita ! Quien la tiene que pasar De todo el que nació gaucho Entre sufrimiento llanto y Esta es la suerte maldita. Porque nada enseña tanto Como el sufrir y llorar,

Y en esa hora de ia tarde En que tuito se adormece Tuve en mi pago en un tiempo Que el mundo dentrar parece Hijos, hacienda y mujer, A vivir en pura calma Pero empezé á padecer, Con las tristezas del alma Me echaron á la frontera, Al pajonal enderieze. Y qué iba á hallar al volver i s Tan solo hallé la tapera. Bala el tierno corderito iíM lao de la blanca oveja Sosegado vivía en mi rancho Y á la vaca que se aleja Como el pájaro en su nido Llama el ternero amarrao Allí mis hijos queridos Pero el gaucho desgraciao Iban creciendo á mi lao... No tiene á quien dar su queja. — —

XXXVIIl JUICIOS críticos

Esta es la verdadera poesía, la poesía Entre tanta oscuridá del dolor y del alma. ¡ Cuántos volúme- Echando al viento mis queiaa nes de necedades brillantes contienen las Cuando el grito del chajá Bibliotecas, cuyo jugo csprimido, no vale Me hizo parar los orejas. el pensamiento y la ternura de estos po- cos versos! Como lumbriz me pegué Al suelo para escuchar. Pronto sentí retumbar La vida nómade que emprende, respira Las pisadas de los fletes, animosa, elevada melancólica la poesía y Y que eran muchos ginetes del desierto. El aislamiento, el espacio y Conocí sin vacilar. el silencio lo inspiran, y canta la Noche, la Soledad y el Peligro :

Y al campo me iba sólito Me refalé las espuelas Mas matrero que el venao Para no peliar con grillos, Como perro abandonao Me arremangué el calzoncillo, A buscar una tapera, Y me ajusté bien la faja. O en alguna viscachera Y en una mata de paja, Pasar la noche tirao. Probé el filo del cuchillo,

Sin punto ni runi¿DO ñjo Para tenerlo á la mano En aquella inmensidá El flete en el pasto até. I^tre tanta oscuridá La cincha le acomodé, Anda el gaucho como duende, Y en un trance como aquel. Allí jamás lo sorprende Haciendo espaldas en él Dormido, la autoridá. Quietito los aguardé;

Su esperanza es el coraje^ Cuando cerca los sentí Su guardia es la precaución Y que ay no mas se pararon Su pingo es la salvación, Los pelos se me herizaron; Y pasa uno en su desvelo, Y aunque nada vian mis ojos, Sin mas amparo que el cielo cNo se han de morir de antojo» Ni otro amigo que el facón- Les dije cuando llegaron.

En la refriega que tuvo con la Poli- Ansi me hallaba una noche cía, fué socorrido por Cruz, otro gau- cho desgraciado perseguido como él, Contemplando las estrellas y como él valiente poeta. Se hacen Que le parecen mas bellas y y amigos; Cruz le cuenta su historia que Y que Dios las haiga criao es la misma de Fierro de todos los Cuanto uno es mas desgraciao, y gaudios; al hablarle de su querida lo Para consolarse en ellas. y hace con una pasión y un sentimiento Les tiene el hombre cariño que honrándolo á él, honra y ennoblece Y siempre con alegría á la mujer de campaña. Ve salir las tres marias Que si llueve, cuanto escampa, Yo también tuve una pilcha Las estrellas son la guía Que me enllenó el corazón Que el gaucho tiene en la pampa. Y si en aquella ocasión Alguien me hubiera buscao Siguro que me había hallao Más prendido que un botón. Me encontraba como digo. En aquella soledá

-:a. ,* ! — . — ; —

SOBRE mastín FIEKRO xxxíx:

Quié» es de uaa alma tan dura Que no quiera una mujer! Lo alivia en su padecer: Allá habrá segunda Si no sale calavera, Ya q'ue aquí no la tenemos. ^Es la mejor compañera Menos males pasaremos, Que el hombre puede tener. Y ha de haber grande alegría. El día que nos descolguemos Si es gucna, no lo abandona Eb alguna toldería; Cuando lo vé desgraciao, Lo asiste con su cuidao, Fabricaremos un toldo Y con afán cariñoso Como lo hacen tantos otros, Y usté tal vez ni nn rebozo Con unos cueros de potro Ni una pollera le ha dao. Que sea sala y sea cocina,

¡ Tal vez no falte una china es este retra- nosotros! ¡ Cuan noble y hermoso Que se apiade de to de la mujer americana, única que sin / - interés adhiere y sacrifica por el hombre . . .

que ama , El que maneja las bolas, Y usté tal vez ni un rebozo El que sabe echar un pial, Ni una pollera le ha dao. Y sentársele á un bagual Sin miedo de que lo baje. Hé aquí la mujer tal como la hizo la Entre los mesmos salvajes naturaleza, y tal como es todavía en nues- No puede pasarlo mal. tros camp)OS. ¡Lástima que no pueda de- cirse otro tanto de todas las de las ciu- dades, donde estos ejemplos son ya bas- tante raros! Cruz y Fierro de una estancia Crtiz y Fierro unidos por la amistaa Una tropilla se arriaron y recíproco interés, abandonan sus pa- Por delante se la echaron gos, y se van á los indios. — Nada mas Como criollos entendidos, natural que este pensamiento y el modo Y pronto sin ser sentidos de ejecutarlo — .Los proyectos, el racio- Por la frontera cruzaron. cinio, y el lenguaje se sostienen hasta el fin con el mismo interés con que empezó Y cuando la habían p^sao, la historia. Una madrugada clara Véase la conclusión que queda estereo- Le dijo Cruz que mirara tipada en la mente del lector. Las últimas poblaciones Y á Fierro dos lagrimones Le rodaron por la cara.

Si hemos de salvar ó nó De esto naide nos responde, Derecho ande el sol se esconde Las citas casi igualarían al texto, si Tierra adentro hay que tirar, hubieran de citarse todas sus bellezas; Algún día hemos de llegar..^ pero sobra con lo hecho para formarse - una idea de la obra. Después sabremos á donde. , Habrá gente, sin embargo, para quienes No hemos de perder el rumbo las bellezas del pensamiento y de poesía Los dos somos güeña yunta de que está profusamente semlxada, no El que es gaucho va ande apunta, serán tales bellezas, por la razón sobera- Aunque inore ande se encuentra namente estúpida de que el estilo y ci Pa el lao en que el sol se dentra lenguaje, sean gauchescos; como si haj*^ Dueblan los pasos la punta. todas las lenguas y estilos no pudieran

*% ! —;

XL Jííicios críticos manifestarse con propiedad y elevación los Como observa co« muchísima propie- sentimientos del alma, los quejidos dei dad el Sr. Torres, no siendo Martin Fie- dolor, los encantos de la poesía rro una obra de arte, no pueden aplicársele Para tales gentes valdrá mas un millar sus reglas, y hacer á su respecto un juicio de embustes, de sandeces y absurdos» re- crítico literario. ferentes á pueblos y^ costumibres que Pero sus Apreciaciones han seguido otro no conocen ni les interesan, pero que rumbo, y han ido por consiguiente «a» estén penosamente bruñidos con el lima- allá, penetrando profundamente en la ín- do y violento estilo de Victor Hugo, con dole y la intención del liforo que exami* el esmerado y florido de Lamartine; ó naba; ha descubierto en él, con espíritu el festivo de Dumas, que la verdad ani- sagaz y fina obser\^ación, el sentimiento mada de estos cuadros, en que todo es que comunica vida y movimiento á cada real, vivo, interesante y bello. A tales uno de los cuadros, que él mismo acaba gentes es preciso comprenderlas. de poner en relieve con tan exquisito pul- Concluiremos repitiendo, que como pen- so, y con observaciones de tal carácter samiento poético, y como ejecución, es y de tanto alcancje; que lo que él llaraa lo mejor que hemos visto en su género; modestamente APRECIACIONES, no es »ada y creemos muy difícil, por no decir impo- menos sino un' JUICIO FILOSÓFICO SOCIAL, sible que pueda superarse. en que se ven mezcladas á cada piaeo, Tengo pues It aa/tisfacción íntima de fe- observaciones de un orden grave y elfeva- do con reflexiones sugeridas por usa se- licitarlo por una creación que hace tanto rena cuanto profunda moralidad y ani- honor á su corazón como á su talento ; que mado todo él por un sentimiento viro honra altamente á la literatura de su país y delicado de la belleza de la poesía. que conservará para siempre ese tipo ca- y racterístico, cuyo original está próximo El Sr. Torres le ha abierto á Martin á desaparecer, pero que no morirá mien- Fierro^ puertas donde sus formas íbcuI- tras haya imprentas para reproducirlo, y tas, no le daban el derecho de solicitar que puede gloriarse con razón de haber entrada. eternizado. El, en efecto, se sustrae á la crítica que nuevas obras de su plu- Esperando literaria. —Es el tipo de una raza. ma me proporcionen solaces agradables Es el hijo de la naturaleza, como el Sr. COBO los que esta me ha dado, quedo Torres lo ha llamado; es el cantor del Suyo Servidor,y amigo. Desierto.

No tiene maestro, ni otra escuela que la Jiian Marta Torres. de sus desgracias.

No tiene otra inspiración que la de sus lleatevideo, su casa. Febrero i8 de 18:^4. propio afectos, y los ecos que brotan de su alma, son los trasportes de su alegría ó los ayes de su dolor, naturales, fáciles y espontáneos, no modelados por el arte, no empalidecidos por la ficción, ni avi- vados por el esfuerzo de su inteligencia Es inculto, es agreste, pero es real y á publicar en seguida una carta Vamos verdadero. del mismo Sr. Torres rehusando su apro- bación al título de JUCIO CRITICO con que Canta, porque nació cantor. — Es gan- se ha entrado al Parnaso en potro. encabezamos su trabajo, y que él encuen- cho, y tra desmasiado pretensioso, limitándose á Sin que estas líneas sirvan de respuesta darle modestamente el de APRECIACIONES. al Sr. Torres, ni tengan mas objeto que Nos permitiremos antes de hacerlo, de- emitir las breves observaciones que hemos cir dos palabras muy breves al respecto. consignado en ellas, nos complacemos en , — m^F^'

SOBRE MARTIN FIERRO XLI

publicaf sii carta, á la cual hemos hecho BIBLIOGRAFÍA referencia.

Es la siguiente :

Señor D. Hernández José < MARTIN FIERRO ' Su casa, Febrero 23 de 1873,

Señor D. José Hernández. \ Estimado señor y amigo :

He visto en La Patria que se dá el tí- Tratándose de juzgar un libro, ni Vd. tulo de Juicio critico á las Apreciacio- ni yo gustamos de hacer floreos literarios, nes que hice de su bella obra, Marti?i yendo siempre derechos al bulto, al punto Fierro. objetivo ó como quien dice, al eje ó mue- Permítame mi amigo, que rehuse mi lle espiral sobre que describe su rotación el aprobación á un título tan pretensioso argumento. Aplicando tan económico si- pues no tiene base desde que esa obra por stema para darle mi opinión sobre Martin la especialidad de su carácter, no está Fierro, no me detendré en decir donde ni puede estar sujeta á la crítica literaria. faltó á las leyes de la rima, ni cual ripio Para que Martin Fierro pudiera ser obje- debiera desaparecer y si hay éste ó aquel to de crítica, era preciso que fuera una concepto contrario á la buena prosodia. obra de arte, sujeta á sus reglas y por con- siguiente á su aplicación—no siéndolo Solo juzgando ensayos juveniles es per- no pueden aplicársele, luego no puede ha- tinente detenerse en la parte elemental de la cerse un juicio crítico sobre ella. composición; pero como Vd., á lo que Martin Fierro es un gaucho verdadero, entiendo, no está en el caso de aprender lejítimo, hijo puro de la naturaleza, que el mejor empleo de las sinalefas y oirás ñguras didácticas del divino arte, voy sin no sabe lo que es arte y ni. aun conoce los rodeos á manifestarle mis impresiones. elementos del idioma que habla ; es el can- tor inspirado del desierto que arroja al Repetidas veces he saboreado las belle- aire torrentes de poesía inculta, pero her- zas contenidas en las bien descritas aven- mosa como la calandria ó el gilguero, sus turas de su héroe, creación bellísima por la trinos y gorgeos. doble faz, riente y sombría, con que se No pueden, pues, aplicársele los precep- dibuja en gigantesco relieve, esto sin con- tos de un arte que no conoce, ni de una tar con lo sabroso de la crítica con que gramática que no ha estudiado. Lo mas Vd. decora su admirable cuadro. que puede hacerse con él, es lo que yo Su trabajo, escrito sin duda por mero hice, saborear sus bellezas: ir mas allá pasatiempo, responde á tendencias domi- sería una pretensión absurda. Y es esto nantes en su espíritu, preocupado desde precisamente lo que constituye su mérito larga fecha por la mala suerte del gaucho : pues acaso tiene mas valor real, y mas y es la manifestación cumplida de sus sim- bellezas poéticas, bajo el tosco lenguaje patías en favor de esos pobres parías, con- que emplea, que muchas obras que se dan denados por los abusos del poder á vivir por modelo de corrección y de arte- constantemente armados del sable, crean- Le agradeceré tenga á bien publicar do y destruyendo situaciones que siempre ésta, á continuación del último trozo de concluyen por serles adversas. En las lu- mis Apreciaciones sobre Martin Fierro^ co- chas civiles, la peor part)2 ha sido para €- rno un correctivo al título de JUICIO CRITI- líos ; y durante la paz armada en que ios CO, con que aparecieron, caudillos han mantenido la República, el Juan Marta Torres, campamento/y los fortines los han alejado de la vida laboriosa y de los sagrados vín- culos del hogar, relajando la constitución de la familia y bastardeando las genera-

ciones : convirtiéndclos en nómades habi- XLil JU1CI0¿ CKlTiUOS tantcs de nuestras inmensas praderas, ticos de los urbanos; término medio del cuando no están sujetos al yugo del servi- estado social argentino, se desenvuelve la cio, que es un lote en el repartimiento de existencia bullanguera del tipo estudiado los bienes de la libertad por cuya conqui- para representar al gaucho, y que en su sta tantos años han pugnado. eterna manía de espectabilizarse, hace gro- tesco lo Martin Fierro és la encarnación de ia que es bello. En este concepto, multitud : órgano reproductor del lamento Vd. se hallaba en con- de los gauchos sujetos al bárbaro servicio diciones ventajosas para desarrollar su té- de fronteras que, como una onda poderosa, sis, porque habiendo vivido por mucho viene á estrellarse ante la indiferencia tiempo en contacto con el gauchaje de las granítica de los gobiernos- cuatro provincias litorales, y siendo como Si aquí tuviéramos un público capaz de es, un observador fino y de criterio, tenía que ofrecemos reivindicar los derechos del hombre y del en sus cuadros la verdad, eterna fuente de la belleza si ciudadano, agredidos en el habitante na- ; y á esto se agrega tivo del campo, su libro habría producido ün fácil manejo de la lengua y gran respeto los cl efecto maravilloso alcanzado en la Amé- á preceptos literarios, terminaré dinciendo rica del Norte por c La Cabana del TlO : que mi como aspiración noble á favor de los habitantes del campo, ni TOM », porque uno y otro son producto de la mas sublime filantropía. Levantar como crítica de los abusos cometidos en el una raza abatida, devolviéndole las con- servicio de fronteras, ni como interpreta- ción del gaucho raoralmewte diciones civiles y políticas que el abuso a- juzgado, he tenido, rrebató atrevidamente, es la tendencia de hasta hoy, la ocasión de leer algo que le aventaje. ambos libros : allá se atacaba una institu- ción legal y sin embargo triunfó el grito Queda de Vd. S. S. S. y amigo de la naturaleza, en tanto que aquí el po- es sin derecho por bre gaucho flagelado y Mariano A. Pelliza. un simple abuso de fuerza. Lo dicho, relativamente al objeto, y por M&r¿o 27 de 1873. lo que respecta á su tipo, no vacilo en de- cirlo que, sin pretenderlo, ha dejado Vd. muy atrás á nuestros payadores en cuanto al fondo y oportuna elección de la estrofa. La décima no, la usa el gaucho sino en composiciones breves de amor ó en felici- BIBLIOGRAFÍA taciones, y el romance asonantado nunca : evitando estos escollos y haciendo uso del sexteto octosílabo, la imitación de los trobos campesinos es perfecta. MARTIN FIERRO Los que han manejado este género en- tre nosotros, poseyendo el medio literario, desconSfean las petuliaridadcs de moral, Acaba de darse á la publicidad un pe- de filosofía, de religión y aun de política queño libro con el título con que encabe- que hacen del gaucho un ser excepcional, zamos estas líneas. difícil de medirlo en el cartabón de los El brillante éxito que ha obtenido en la compadritos dicheros. Campaña, nos ha llamado la atención y El compadre en la campaña, es la depu- sea dicho de paso, empezamos su lectura ración incorrecta de la sencillez rústica que con cierta desconfianza que se explica ea perdiendo todo su sabor original, se apro- los números chaxos de que es víctima xima y entremezcla con el comfadre de la nuestro público en materia de composicio- ciudad, degeneración correcta del habi- nes literarias.

tante culto ; y en esa zona que deslinda la Sin embargo, debernos confesar que el civilización de la barbarie, los predios rú- libro en cuestión, está muy lejos de ser lo — — —: ! IS^SSv^'.-^'-'

SOBRE MARTIN FiKRSO XLUÍ

que gcaeraliaentc se llama un {Lambre; su se destacan hermosas flores que se reve- argumento no puede ser mas verosímil, ni lan por su exquisito per fume á pesar del sus personajes mas verídicos. Su autor, el estilo y de la forma. Sr. Hernández, antiguo re'dactor del cRio Martin Fierro no es el tipo del gaucho d« la Plata», nos demuestra que conoce patriota, que allá en la alborada de nuestra profundamente las costumbres del campa- independencia, nos describía Hidalgo mento y los secretos del fogón, nos en- entusiasta, indomable y cristiano. seña el aduar del hombre semi-salvaje con No es, tampoco, el gaucho que nos toda la desnudez vergonzosa de su reali- exhibe Ascasubi luchando por las liber- dad. tades de su Patria en los ejércitos de Paz ni el paisano semi- Pero hay escenas que indudablemente no ó de Lavalle— menos educado que nos pinta Del Campo en su las comprenderá sino la persona que haya popular «Fausto» Martin Fierro x.^ una vivido algún tiempo en el campamento, creación de otro género es el hijo deshe-/ imájentes que solo el que haya qruzado e- — redado raza centauros, envile- rrante nuestras dilatadas pampas podrá de una de cido perseguido menospreciado por la valorar. y sociedad en que vive, engendro miserable Con el grosero lenguaje de los habitan- de la guerra civil y la ignorancia, con todo tes del campo, hace apreciaciones pinto- el caudal de pasiones que puedtí abrigar rescas y de un colorido magnífico—exi- en su corazón un ser humano, y sin siquie- biéndonos tipos que solo Ascasubi y Del ra el derecho de manifestarlas libremente Campo han descrito con éxito en nuestros —verdadero paria de nuestros días, p)ero días. indomable; ignorante, pero con arranques pesar que no somos partidarios de A de de nobleza; resistiéndose á ser arrastrado este género de literatura, porque creemos al ignominioso servicio de frontera y ba- que para herir la imaginación de las masas tiéndose como un león con la partida del no se necesita escribir en el lenguaje liberal pago—Ginete como un tártaro, fuerte co- con que ellas manifiestan sus pensamien- mo un atleta, práctico en las inmensurables tos, porque como ha dicho un notable lite- sendas del desierto como un árabe.- su- rato oriental se -puede sentir en gaucho y frido, sobrio, como nadie en el mundo expresare en lenguaje culto castizo y en y esto es algo de lo que el autor nos hace señando á las generaciones del porvenir conocer en su tipo, y á la verdad que la como se sentía en nuestra época, preocu- creación no ha podido ser más feliz. pándose poco de como se expresa el senti- Aquí, en los grandes centros de pobla- miento lo que á la verdad poco importará ción, nadie se cuidará del tipo;^ todo el á nuestros sucesores; sin embargo la com- mundo ignora que á esa raza de horqbreg posición del Sr. Hernández tiene tan hu- que va desapareciendo empujada por las mosos pensamientos, ideas de poesía natu- brisas de la civilización se le deben nue- ral tan elevadas y exquisitas, que se puede stra indipendencia y nuestras libertades ! perdonar la forma en que se presentan á Felicitamos ardientemente al señor Her- la imaginación impresionable del pueblo nández por su hermoso trabajo, y desea- de nuestras campañas, seguro que el mas ríamos que siguiera en esa senda, hacién- ignorante paisano comprenderá el fondo donos escuchar en ese género la lira casi de verdad aun la moral del argumento. y abandonada de \Ascasubi y de Del El mas extraño á nuestras costumbres Campo. populares, verá brillar en medio á las ti- nieblas que se proyectan del cuadro de Lautaro. salvaje ignorancia que el autor describe, brillantes luces, que el mismo fondo oscu- (El Mercantil, Febrero 6 de 1S73). ro hace notajjles, aumentando su mag- nitud. En medio de la ceguedad del fanatismo supersticioso, y de los mas groseros vicios, ;

XLIV JUICIOS críticos

En el campamento del ejército que Ju- BIBLIOGRAFÍA chaba por la causa hermosa de la civiliza- ción cisalpina, tiene origen una escuela literaria que de tarde en tarde hace pro- sélitos entre nosotros. El gusto por la lectura está formado y Aniceto el Gallo es también un tipo á generalizado gratamente en todo el terri- lo Byron, á lo Quintana, á lo Bello, etc. torio de ]a República Argentina. Es gefe de escuela, autor de una litera- La escuela y la Biblioteca Popular están tura destinada á quitarle al desierto y á desparramadas hasta las mismas faldas la ignorancia, sus mas preciosas preseas. de los And'es. En la Rioja, el lugar mas Coetáneo con el insigne Figueroa, ini- apartado y que se consideraba la provin- ciaron en cia menos culta de la Confederación Ar- buena hora un género de publi- cación, que era la semilla gentina, se siente el movimiento expansivo como primer arrojada en terrenos feraces propicios de la civilización, sacudiendo á todos sus y para cosechas habitantes del marasmo intelectual que los compensadoras. dominaba, comunicándoles por medio del El ejemplo que ellos daban, encontró, libro nueva vida y presentándoles rientes como dijimos ya, de cuando en cuando perspectivas. imitadores. El lector de la ciudad, no tiene natural- El estilo gaucho poético despertaba en mente exijencias especiales y privilegiadas la imaginación precoz de nuestros poetas, por determinados libros. Lee todo lo útil, deseos loables de seguir la estela de Ani- todo lo bueno y malo que nos envian las ceto, pero no lo conseguían siempre, por- prensas europeas, y todo lo que arrojan á que no se penetraban íntimamente de la la publicidad las casas editoras que te- perfecta originalidad que distingue al ge- nemos. fe, y ^e iban á estrellar, sin quererlo, en Pero, conseguir que el habitante de las el género que cultivaba Moorc ó en las campañas lea sin fastidiarse, lea con pro- canciones inimitables de Beranger. vecho queden su imaginación impre- y en Por mucho tiempo pues, el cetro lo siones nobles permanentes, es y algo mas ha tenido Ascasubi, aunque Anastasio el serio de lo que á primera vista parece. En Pollo hubiera hecho conatos para arran- el espíritu del labriego es menester que el cárselo. li|3ro ó la anécdota moral dejen huellas; se ha retirado Ascasubi de la are- es nesesario que la enseñanza que su rú- Hoy na en que se lanzó ardoroso espIéiM^ido stica ixitcligencia adquiere, no se pierda y se refugia en el hogar con la misma gran- ni se extinga, combatidas por las costum- deza majestad con que se asilaiban en bres incultas y las faenas rudas del cam- y los Inválidos^ los restos que quedaban de pesino. , los heroicos tercios del viejo Imperio. ¿ Cómo, pues, conseguir pasto intelec- tual aparente y fructuoso para el gaucho Pero así como á esa generación homé- de nuestras llanuras? Ni el señor Sar- rica del valor y el patriotismo francés, miento que estudiaba interesadamente el le sucedió otra nueva digna de recojer problema, pudo descubrir la incógnita de la herencia; así ha encontrado Ascasubi di, escurenciéndola mas bien con las re- con el autor de Martin Fierro, un sucesor ducciones inconvenientes que aconsejaba. que, hará mas todavía que conservarla in- tacta, que la enriquecerá, pues tiene dotes No tiene punto alguno de contacto el privilegiados para conseguirlo. sagiiatter de las selvas norte-americanas, ron el semi-salvaje gaucho del desierto. En todas las librerías de esta ciudad Son dos naturalezas totalmente distintas, está modestamente hospedado un folleto sin afinidades que las aproximen, pues de bumile apariencia, pero que ejercerá en las obras de Dickens que recrean al labra- los palacios de las capitales, en Iqs ran- dor americano, prepararían la siesta de los chos de la campaña ó en los toldos del que viven en el rancho. desierto, la influencia bienkechora y sola- ; ;..'?. l^'vVf^í; .,

SOBRE MARTIN FIERRO :lv

zante que nos producían en otro tiempo Estas líneas las trazamos inmediata-

• lectura los poemas de Aniceto. mente que concluimos la sabrosa que nos ha proporcionado la inteligencia D. José Herpaadez (su autor) há pinta- chispeante y original de Hernández. do con la misma inspiración y destreza La Biblioteca Pofular de las campañas que Ruguendas y Monvoisin ese cuadro argentina ú oriental, está obligada á tener de la naturaleza americana, de este lado en sus estantes á Mariin Fierro. del continente, que exije en el artista po- Cuando el local de la biblioteca sea tencia de genio y conocimiento acaudala- visitado f>or algim gaucho, de esos arro- do de detalles. gantes y esbeltos, de fingo arábigo y be- Martin Fierro es el héroe del poema del cado de plata.' y reviste la publicación de Sr, Hernández; MarUn Fierro es un gau- que nos hemos ocupado, exclamará, esta- cho completo, sin rival, sin padres cono- mos seguros: ¡Martin Fierro es otro yo! cidos, sin amigos de infancia, sin nada La Tribuna de Montevideo, editorial de 23 ds que lo ligue á la rutina que ha caracteri- Marzo de 1873. zado á otras creaciones idénticas á la del Este articulo fué reproducido por la La Patria Sr. Hernández. de Lima con algunos fragmentos del libro. A Montero, cuando concluyó su cuadro Los funerales de Atakualpay le dijeron en Florencia, y por labios muy autoriza- bibliografía dos, que no pintara mas. Nosotros sin ser mas que admiradores, diríamos á Her- nández que se perpetúe solo con^ Martin J08E HERNÁNDEZ Fierro. \

Al leer las páginas interesantes de (Autor del Gaucho Martin Fierro) Martin Fierro, nos hemos reconciliado con nosotros fuéramos susceptibles de el infeliz gaucho. Francamente, lo que- Si confesarlo co- riamos mal. El chiripá, la bota de potro sentir orgullo, ó almenos de nociéndolo, nunca tendríamos mejor opor- y el inseparable pañuelo al cuello, nos manifestarlo, que en estos prevenían siempre desfavorablemente; lo tunidad para escrito del creíamos feroz cuando tal vez pudo ofre- momentos, al haber el nombre distinguido escritor que encabeza este ar- cemos techo y alimento en el rancho en que pasa su vida. tículo. Pero nuestro orgullo, sería orgullo na- de esos dramas que se producen Uno cional. alguna vez en las llanuras argentinas, mez- Hijo de una nación, que bien pudiera cla de sentimientos generosos costum- y decirse que recien empieza á la vida del bres bárbciras, es lo que pinta el Sr. Her- progreso y de la civilización, nos sentimos nández. Las boleadoras, la maneja, el enaltecidos en cada tuio de nuestros com- redomón, las caronas, etc., todo ese voca- patriotas que avanzan un paso en el en- bulario originalísimo de la vida gauche- grandecimiento nacional. sca, campea en Martin Fierro. Es un José Hernández pertenece á la carrera paseo que se hace á la pampa. Es algo de las letras.

más : leyéndolo,' se hace la ilusión de ha- Entre los muy pocos obreros que tra- ber vivido cinco, diez, quince años en com- bajan para damos una literatura propia, pañía de Martin : es decir, en pleno de- hoy ocupa un lugar distinguido este va- sierto, en el mismo aduar. Es imperece- liente publicista, cuya fecunda imagina- dera la impresión que deja en el ánimo ción nos ha dado las bien concluidas poderosa aun para el lector del Rio mas pajinas de Martin Fierro. de la Plata, que la que produce Cooper En esta obra, se hace la mas viva y aca- leyendo su Trampero. bada pintura de la dramática existencia

' Desconfiamos de habjer escrito con de nuestros gauchos, cuyo tipo caballere- acierto. sco se va perdiendo, ó se ha bastardeado XLVI JUICIOS críticos

con el contacto de la civilÍ2:ación que em- la Península, hemos leído por décima pieza á extenderse en la campaña. Mariin vez á Magariños Cervantes en su Cellar Fierro, es una leyenda de coloridos tan A cpntinuación y con un pequeño pre- naturales y patéticos, tan rica de nove- ámbulo del editor, hemos regalado

-.^ dad, tan filosóficamente historiada la nuestra imaginación con la lectura de vida errante del gaucho, tan llena de fue- Martin Fierro, por el Sr. D. José Her- go y de pasión como de ternura y senti- nández. Piezas de ese genero, que carac- miento, que viene á colocar á su autor en- terizan tipos nacionales que han de tre los primeros poetas argentinos. llevar á la posteridad el retrato fiel é Porque el Mariin Fierro es, á nuestro imperecedero de un pueblo, no debe- entender, una jova literaria que está des- rían quedar, según nos informa el pre- tinada á embellecer nuestras bibliotecas. ámbulo aludido, archivadas en poder Pero no siendo nuestro ánimo hacer la de un círculo de amigos. crítica del precioso libro de Hernández, € Mariin Fierro, primo hermano de Ce- vamos á volver al punto de partida. llar, como la ha bautizado el editor citado, ha despertado el deseo im- Con todo lo que se relaciona con nues- de primir seis mil ejemplares en tipo her- tra naciente literatura, somos como el moso papel de lujo, este avaro ante su tesoro, le damos la impor- y siendo nú- mero el calculado tancia de nuestra codicia nacional, de fácil de colocar en los países de lengua española in- nuestro amor á lo bello, de nuestra fé en mas mediatos á este. Para el objeto nece- los triunfos futuros de la inteligencia ar- es sario la autorización gentina. del señor Hernán- dez ó del poseedor del derecho de pu- Por esto haiblamos con entusiasmo de blicación. Martin Fierro. € Al intercalar esto? que es ageno al Y este legítimo entusiasmo se exalta argumento de la presente corresponden- mas cuando vemos lo bien que ha sido cia, lo hacemos para que sirva de aviso recibida esta obra en el extrangero. á quienes pudiera interesar. Si se qui- El autor de Martin Fierro se le distin- « sicra favorecer nuestro proyecto, esti- gue en Nueva-York, dándole un lugar pre- « maremos se nos remita prepuesta ce- ferente en una Asociación Literaria- € rrada y rotulada « Equis-New-York » En un periódico español se reproduce « remitiendo el paquete á la oficina de su obra haciéndole los más justicieros en- t La Tribuna de Montevideo, el cual, no comios. f lo dudamos, nos será remitido por esos t amables editores. En París están publicando en el popu- « Rogamos también, en caso que fuese lar t Correo de Ultramar » el Martin Fie- « aceptada nuestra idea, se nos remita rro, honor que pocos trabajos literarios de « una copia fotográfica del autor Sr. Her- la República Argentina han alcanzado. € nandez, y algunos apuntes biográficos De Norte-América han solicitado la « de él. Estos dos objetos, » contribuirán adquiescencia del autor para hacer una € en mucho al embellecimiento de la edición de lujo, cuyo tiraje será de mu- € obra. chos miles. € Hacemos votos por la felicidad del También se ha pedido el retrato de t Sr. Hernández, á quien hemos cedido Hernández y algunos apuntes biográficos, € ya un lugar de preferencia en nuestra para que precedan á la obra; reserván- € asociación Literaria. Que la patria al ¡ dose allí hacer el juicio crítico de esa « bendecir su nombre, le entone un him-

producción del Rio de la Plata. « no de admiración ! » (*). i Con tal motivo, véase lo que dice una correspondencia de Nueva-York, dirigida (*) La extensa correspondencia de que han en Agosto á La Tribuna de Montevideo. sido copiados los anteriores párrafos, es de Nueva York Junio 30 de 1873, y publicada en « En algún periódico español, no re- La Tribuna de Montevideo, el 24 de Agosto * « cordamos bien si de las Antillas ó de del mismo año ! !*;7f^(

SOBRE MARTIN FIERRO XLVII

La obra de Hernández, pues, ya es po- Triste es decirlo, pero al paso que va- pular en-el extranjero y ha dado á su autor mos, tarde ó nunca llegaremos al Helicón, una justa celebridad. donde no sería tan difícil trepar en alas En tanto ¿qué ha hecho la prensa Ar- de esa inteligencia, que como un don del gentina ? cielo, chispea con tanta superafoundancia

¿ Se ha ocupado acaso de recorrer sus desde las orillas del Plata hasta las neva- páginas, dé formular su juicio, de sa das cumbres de los Andes. ludar siquiera á su autor. Carlos Calvo es una reputación europea, No; ha callado con el abandono que y en la República Argentina no se conocen le es peculiar, cuando se trata de las fi- sus obras. guras distinguidas que se levantan entre Alberdi es mas respetado en el extran- nosotros. jero por sus grandes talentos, que en

¡ Mezcla de cgoismo y de indiferencia, nuestro país, donde es raro encontrar uno donde no brota una chispa de ese fuego de sus libros. santo, que en el lenguaje patriótico, llá- Y así muchos prohombres en las letras

mase orgullo nacional ! como en el foro, á quienes su patria Nosotros no creamos reputaciones, an- olvida.

tes bien, devoramos nuestros hijos, á se- ¿ Quién conoce la obra de Hernández, mejanza del dios de la fábula. sin embargo de haberse anunciado en las Ese egoísmo en lo que se relaciona á los librerías ? hombres que han de dar ima literatura Sus compatriotas los argentinos, muy á nuestro país, nos lleva hasta cometer pocos; pero en cambio ya es aplaudida actos de grandes injusticias. en la Banda Oriental, en Norte-Arnérica, Hace algún tiempo que hemos pedido, en España y en Paris. Muy pronto será por la prensa, se nos remitan apuntes conocida en todas partes del mimdo, don- biográficos de hombres que s^ hayan dis- de haya quien hable el idioma de Cer- tinguido en la literatura, en el foro, en vantes. el clero, en las armas, en la política, en ¿Y eso, á quién lo debemos? •— á los algo, en fin, ya como proceres de la pa- extranjeros que nos honran. tria, como mártires, como amigos de la Al cerrar este artículo, solo sentimos humanidad. Este pedido lo hicimos por que nuestra pobre pluma haya tenido que habérnoslo encomendado el bibliógrafo ocuparse de la literatura nacional, cuando Sr. Cortés, que está para emprender la hay tantos escritores que si hubieran em- publicación de un Diccionario Biográfico prendido esta digna tarea, hubieran po- Americano, y que quería que en él figu- dido estimular, entusiasmando á la noble rase dignamente la República Argentina. juventud que se levanta en la arena lite- raria. Sin embargo que hemos hecho este lla- Nosotros hemos creído cumplir con un mado varias veces, hasta hoy ni por amor deber, al rendir este pobre homenaje ai al país, ni como recuerdos de familia, se inspirado autor de Martin Fierro. nos ha enviado un solo apunte para poder mandar al Diccionario. {jíl Mercurio del Hosario). En este mismo mes hemos anunciado la publicación del Parnaso Argentino, tra- bajo del mismo literato señor Cortés, per- mitiéndonos rogar á nuestros colegas pres- Este articulo fué traB&cripto en 1m Tribuna de Montevideo de 13 de Diciembre de ten su valioso apoyo á esa obra nacionah 1873. y nadie nos ha honrado contestando á nuestra invitación. Esto ¿qué significa?

¿Así es posible tengamos literatura, si se mira con tanto menosprecio los pri- meros trabajos que kan de forrear la baee de su monumento? ; ; ;

LXVIII JUICIOS críticos

• MARTIN FIKRRO Siguiendo el ancho camiQo De la civilización Bello poema, que hábil pinta No lo lloren el progreso. Nuestra raza primitiva, Ni la ciencia, ni la gloria cautiva No ya salvaje, No conserven su memoria De la clase superior, La moral, la religión- Que entre la casa y la tolda, Entre la ciudad, la pampa, Pero en el pecho Argentino, Vive libre, en ranchos campa, Habrá siempre dulce afecto. Sin Cacique ni Señor. Por ese tipo perfecto De nuestra raza en embrión. El hombre civilizado El gaucho cuidó el ganado. estrecha. La oprime de aquí y El gaucho sembró la tierra, la acecha. Hambrienta, de allí, Dulce en la paz, fiero en la guerra, Del salvaje, la crueldad. Héroe, bardo y dócil peón. Ni tan culta ni tan ñera, Que á uno ú otro le haga amigos^ Es colono primitivo. Sónle á la vez enemigos, Rudo, osado y solitario, El desierto y la ciudad. Valiente y hospitalario. Sin amaños, sin ddk^lez. Y si el espíritu eleva, Como la pampa, sombrío. En sus horas sin consuelo, Como el Plata, caprichoso, Halla apenas viendo al cielo, Y cual pampero, animoso. Su Dios y su religión. Toma al ombú su altivez. Mas queda al gaucho sin patria. En su horfandad y pobreza, A nadie pidió la idea. La madre Naturaleza, Ni la espresión, ni el sentido, Sus fuerzas, su corazón. Costumbre, idioma, vestido Original se dará. Entonces busca en su pecho Con su traje pintoresco. La dulce paz, la alegría, Su cribado calzoncillo. Y halla fuente de poesía En el cinto su cuchillo, Inagotable en su amor. Su poncho, su chiripá. Este endulza sus dolores En él templa sus pasiones. Junto al fuego de su rancho. Díctale coplas^ canciones. Mira al campo, su cosecha.... Tiernas, de suave color. Y en la guitarra, su endecha, En vez de canto, es gemir... Y entre trabajos y penas. Últimos ecos del vate. Sin cuidarse del mañana, Que contempla decadente No vé que tiene cercana Su raza, y al fin presiente. Su noche— ¡raza infeliz!... Que vá á dejar de existir... Que en un crepúsculo vive; Y las luces, la cultura No perecerán con ella Disipándolo, á otra altura. Su historia, su fiel retrato; La encaminan mas feliz. De Martin Fierro el relato. Su recuerdo hará inmortal Y, cuando al fin, desaparezca Que es el poema de la vida, De nuestro suelo Argentino, Le vida de un pueblo entcrO| En su genio verdadero, virgijial. * Esta composición la estractamos del bello En su tipo tomo de poesías que con el titulo «El Peregri- no del Plata», acaba de dar á la publicidad el En sus usos y costumbres, / distinguido argentino Dr. José Maria Zubiria. Virtudes, vicios, pasiones, ! « ! ! !%',' íV~-

Í^«BRE MARTIN FIERRO XLIX

Sentimiento, inspiraciones, \ No advierlft que «n sus décimas monótona» H«y destellos rosados de alborada i Alma, lengua, corazón ; ' Unminando un mágico paisaje. tal verdad descrito, Y con De tierra americana. Que aunque haya desaparecido, Ha de escapar al olvido No advierte que hay relámpagos de tard« Clareando la El gaucho en ese Pantheon. ilanura solitaria, Dond« palpita la mirada eterna Del Dios de las borrascas 18 ¡o. No advierte que la vida de los campos Con colores espléndidos retrata:

¡ Con los colores que le presta el Iris Del cielo de la patria I

Cartas poéticas al poeta colombiano Jorge I En la verdad él busca la poesía, Isaac, por Salvador Mario. Y en la verdad de sus colores la halla. Como una fresca y candida violeta En medio de unas zarzas.

CARTA ULTIMA De! payador humilde, Martin Fierro, Te envío, Jorge, las hermosas páginas. Léelas á orillas del modesto Nima. humilde peñóla Jorfe: Vuelvo á tomar mi En tu valle del Cauca. Parw escribirte la tercera caTtn, versos, Sobre un recuerdo que tus dulces Sin más, amigo, te saluda atento, Trajeron á mi alma. Desde una tosca del inmenso Plata, El que, á pesar de Avellaneda, admira al svi?pirar tus bellos cantos, Recordé, Los versos que tú canias '. Las décimas que a! son de la sfuitarra Entona, tristemente Martin Fierro Salvador Mario, Al borde de la P»mpa. Buenos Ai'-es, Diciembre 17 de 1877. Ese apreste cantor, que simboliza ]-a miserable vida de una raza Que espera, como él dice, que algún criollo t Desde 1862 hasta la fecha se han in- Gobierne en esta patria ! € vertido 23 millones de fuertes, solo en infeliz con la fé sublime c \ Raza que, las fronteras, y si á esto se agrega el el alma una «esperanza, ©el que lleva en « aumento de las propriedades partícularcB E*!pera que algún Cristo la redima De su culpa soñada! < perdidas, el decaimiento de la indu- « stria, la depreciación de la tierra, el I de sus hijos ; Cuántos, amigo Jorge, € trastorno que causa el servicio forzado, i Merecen que en el centro de una plaza « el cautiverio de centenares de persona» Se les eleve un monumento eterno « Por sus grandes hazañas! ; y la muerte de mayor ntímero, tenemoa que retroceder espantados ante est» i

¡ Cuántos, porque nacieron en América ' t cuadro de desolación y ruina, cuya exac- ifo tienen ni un recuerdo ni una lágrima, ' ff titud parecería sospechosa, si no esta- Habiendo muerto como grandes héroes, « por hechos qtíe Luchando por la patria ; viese confirmada todof « , conocen, de una incontestable eviden-

¡ Cuántos hay que merecen la aureola 1 « cía. j> Del genio de las musas agraciadas, V que no se les dá, porque se inspiran

Muy lejos de la Francia !

' <; i'artce que ol despotismo y la cruei- Martin Fierro, ei poeta sin laureles, T dad con que uatamos á los pobres paj- En el silencio de la noche canta. ¿ sanos, estuviese en la sangre y en la Con voz de doloroso sentimiento, 1 educación que hemos recibido. Cuando Sus ímprobas desgracias. ( ven al hombre de nuestros campo, al

Y no advierte que canta las de todos í modesto agricultor, en\^elto en su man- Los que uncen al borde la Pampa, de í ta de lana, con su poncho á la espalda, Los que saben luchar como leones í ; les parece que ven al indio de nuestras En las grandes batallas I

: í Pampas, á quien se creen autorizados ; !

JUICIOS críticos

« para tratar con la misma dureza é inju- Alza allí sentida trova, • sticia, que los conquistadores emplea- Y al compás de su guitarra « ban con los primitivos habitantes de la Versos á raudales brota « America. » Pero versos expresivos, De cadencia voluptuosa, « Cuando se quiere mandar un contin- Y que expresan tiernamente « gente á la frontera, ó se quiere organizar De su pecho las congojas. • un batallón, se toma por sorpresa ó con Es verdad que muchas veces « sorpresa al labrador y al artesano, y La ingrata rima cohorta t mal de su grado, se le conduce trin- Pensamientos que grandiosos • cando á las filas. » Se traslucen mas no asoman, como nocturnas luces Orono—Discurso en el Senado, Sesión del 18 Y de Octubre de T869, Al irradiar se evap)oran. La fantasía sujeta En las redes del idioma, No permite que se eleve « Cuando la gritería ha llegado 4 su La inspiración creadora. ultimo punto, cuando ha venido á com- Ni que sus altivas alas pyrobarse que las guarniciones de los Del arte loe grillos rompan, fortines eran insuficientes, que estaban Ni que el instinto del genio desnudas, desarmadas, desmontadas y Les trace una senda propia, hambrientas, solo entonces se ha visto Mostrándole allá en los cielos que, por una especie de pudor y á pesar Aquella ansiada corona, de sus denegaciones, el Ministerio trata- Que iluminando el espacio ba de enviarles siquiera lo indispensa- Con su luz esplendorosa ble para mitigar el hambre y cubrir la Vibra un rayo diamantino desnudez de los soldados. » Que el numen del vate esponja La Nación, Noviembre 14 de 187a Para embeber fácilmente De su corazón las gotas, Y destilarlas después EL PAYADOR Con el llanto de la aurora Convertidas en cantares vuelan de zona en zona. En un espacioso rancho Que cuántas veces no obstante De amarillentas totoras. j Y En derredor asentadas Sus desaliñadas coplas trabajo De una llama serpeadora, Sin esfuerzo ni Como las tranquilas ondas, Que ilumina los semblantes á una, dulcemente. Como funeraria antorcha, Una Van saliendo de su boca! Hirviendo el agua en el fuego, derrepente veloces. Y de una mano tra^ otra O Penetrantes, ardorosas, Pasando el sabroso mate escapan como centellas Que todos con gusto toman, Se el fondo del alma tocan Se pueden contar muy biea Y Porque su maestro es Como unas doce personas, La naturaleza sola, Pero están con tal silencio. quien ellos sin saber Con tanta calma reposan, A A oscuras á tientas copian. Que solo se escucha el éo« y Así el cantor sin curarse De guitarra gemidora. De reglas que no le importan. Mezclado con los acentos Sigue raudo caprichoso De una voz que melancólica. y Murmura tan dulcemente Su bien comenzada trova. Como el viento entre las hojas. Celiar Alejandro Uaga- Es un payador, que tierno Cervantes w^%

CARTA DEL Sr. HERNÁNDEZ

(á los editores de la octava edición)

Señores Editores :'; la Campaña, como e La República, » 9 La Pampa, » í La Voz del Saladillo» y Sin ningún interés egoísta, ni aun de otros, dieron cuenta al público de la apa- amor proprio siquiera, deseo á Vds. un rición de aquel gaucho, que se exhibía éxito feliz en su pequeña empresa. cantando en su guitarra las desgracias y los dolores de su raza. ¡ Ojalá que el público compense con ge- Las iccomendaciones eran hechas en nerosa protección, no el mérito de la obra conceptos lisongeros y honrosos y los re- que Vds. van á ofrecerle, que es bien es- sultados fueron completamente favora- caso ciertamente, sino sus esfuerzos y los bles. sacrificios empleados para hacerse de ella Antes de dos meses estaba agotada la una edición abundante y esmerada. edición, tra? de fa que han venido otra Permítanme Vds. manifestarles ahora y otras, hasta la 8° ó g° que Vds. prepa- la confianza con que espero de su fina a- ran ahora. tención, que reserven á esta carta un pe- Y ven Vds. cuan difícil me será satis- queño espacio entre las páginas del fo- facer la deuda de agradecimiento que me lleto, porque anhelo satisfacer en ella una impone la acogida dispensada á ese ha- deuda de gratitud que tengo para con rapiento cantor del desierto. el público, para con la prensa Argentina La prenda Argentina en general, ha con y mucha parte de la Oriental; para honrado también con una benevolencia algunas publicaciones no americanas, y obligante las trovas del desgraciado pa- para con los escritores que dignándose o- yador, y en una misma época, ó sucesiva- cuparse de mi humilde trabajo, lo han mente, ios cantos de Martiji Fierro han ennoblecido con sus juicios ofreciéndome sido reproducidos íntegros ó en extensos á la vez, sin ellos procurarlo, la recom- fragmentos por « La Prensa, » t La Re-* F)ensa^a5 completa la satisfacción mas y pública » de Buenos Aires, e La Prensa mtima!r^\ de Belgrano, » t La Época » y c El Mer- Hace apenas dos años que se hizo la curio » del Rosario, c El Noticiero » de primera edición de Martin Fierro en un Corrientes, c La Libertad » de Concordia, pequeño número de ejemplares. y otros periódicos cuyos nombres no re- Su aparición fué humilde como el tipo cuerdo, ó cuyos ejemplares no he logrado puesto en escena, y como las pretensiones obtener. -g del autor. Así al consignar aquí los nombres de Algunos diaros de Buenos Aires y de esos obreros del pensamiento, en que se LII CARTA DEL SEííOR HERNÁNDEZ encuentran representados todos los mati- Mas las ideas que tengo al respecto, las ces de la opinión, deseo significar con este he formado en la meditación, y después recuerdo un legítimo agradecimiento, ha- de una observación constante y detenida. ciéndolo extensivo á muchos órganos de Para mí. la cuestión de mejorar la cor la prensa Oriental, como «La Tribuna» y dición social de nuestros gauchos, no es «La Democracia» de Montevideo, «La solo una cuestión de detalles de buena Constitución» y «La Tribuna Oriental » administración, smo que penetra algo mas de Paysandú, que, ó lo han reproducido pro fundan^ ente en la organización defini- integro ó en parte, ó lo han favorecido tiva y en los destinos futuros de la socie- con sus juicios, popularizando la obra, y dad, y con ella se enlazan íntimamente, honrando al autor. estableciéndose entre sí una dependencia La publicación ilustrada «El Correo de mutua, cuestiones d-e política, de morali- Ultramar » le brindó en sus columnas a- dad administrativa, de régimen guberna- cojida que no podía ambicionar jamás esa mental, de economía, de progreso y ci- creación humilde, nacida para respirar las vilización brisas de la Pampa, y cuyos ecos solo Mientras que la ganadería constituya las pueden escucharse, sentirse y comprender- fuentes principales de nuestra riqueza pú- se en las llanuras que se extienden á las blica, el hijo de los campos, designado márgenes del Plata. por la sociedad con el nombre de gaucho, será un elemento, un agente indispensable Por lo que respecta á los escritores cu- para la industria rural, un motor sin el yos fallos honrosos colocan Vds. al frente cual se entorpecería sensiblemente la mar- de la nueva edición, ellos comprenderán cha el desarrollo de esa misma indus- ios sentimientos que me animan, con solo y tria, que es la base de un bienestar per- manifestarles mi persuación íntima de que, manente en que se cifran todas las es- el éxito que pueda alcanzar en lo sucesivo, y peranzas de riqueza para el porvenir. lo deberá casi, en su totalidad á esos pro- Pero ese gaucho debe ser ciudadano v tectores, que han venido galante y gene- no paria ; debe tener deberes y también de- rosamente á abrirle al pobre gaucho las rechos, su cultura debe mejorar su con- puertas de la opinión ilustrada. y dición. Ellos son autores, y de producciones Las garantías de la \^y deben alcanzar ciertamente de mayor mérito que i a mía, hasta él ; debe hacérsele partícipe de las aunque de diverso género, y ellos saben ventajas que el progreso conquista diaria- por experiencia propia, cuan íntima satis- mente : su rancho no debe hallarse situado facción derrama en el espíritu de quien \'e mas allá del dominio y del límite de la su pensamiento en fcrma de libro, el ver Escuela. ese mismo libro hojeado por los hombres Esto es lo que aconseja el patriotismo, de letras, honrado, con su aprobación y lo que exije la justicia, lo que reclama el prestigiado con su aplauso. progreso y la prosperidad del país. Aquí podría, y hasta quizá debería po- No se cambia en un año, ni en un siglo ner término á esta carta, puesto que he á veces, la planta de la riqueza pública cumplido los principales objetos que he de una Nación. tenido en vista; pero sea el hábito que se Muchas falsas teorías, muchos princi- forma todo el que se pone en frecuentes pios erróneos, y que eran aceptados hasta confidencia con el público, ó sea cual- hace pocos años como axiomas á los cuales quiera otra razón, lo cierto es, que siento estaban obligadas á ajustarse todos los la necesidad de dar expansión á mis ideas, ideas, han venido á ser destruidos por los y de dejar correr librcaiente el pensamien- adelantos de la ciencia, y por los fantás- to siquiera por algunos instante?. ticos progresos que el genio del hombre

Quizá tiene razón el Sr. Pelliza al su- realiza á cada instante. poner que mi trabajo responde á una ten- Así ha sucedido en todas las ciencias, dencia dominante de mi espíritu, preocu- así sucede por lo tanto en las ciencias so- pado por la mala suerte del gaucho. ciales. ¥s'^;,f:'v"' '•^'""Í'V-

CARTA DEL SEÓNR HERNÁNDEZ Lili

Sus verdaderos principios, como todos tura, ó el que lo es por sus abundantes los que forman el mas sólido fundamento minas, ó por la perfección de sus fábricas. del progreso humano, son contemporáneos La naturaleza, de la industria, no deter- de la América, unos, de la libertad de mina por sí sola ios grados de riqueza de América, los mas. un país, ni es el barómetro de su civili- Antes no se admitía la idea de un pue- zación. blo civilizado» sino cuando había reco- La ganadería puede constituir la prin- rrido los tres grcindes períodos de pastor, cipal y mas abundante fuente de riqueza agricultor y fabril. de una nación, y esa sociedad, sin eni- La intransigente severidad de tales prin- bargo, puede hallarse dotada de institu- cipios, exigía el tránsito de un pueblo por ciones libres como las mas adelantadas tres evoluciones de la economía in- del mundo puede tener sistema rentís- esas ; un dustrial, para discernirle el título de cul- tico debidamente organizado, y estable- tura, que de otra manera no lograba al- cido sólida y ventajosamente su crédito

canzar jamás. exterior ; puede poseer Universidades, Co- Un pueblo pastor, signihcaba una so- legios, un periodismo abundante é ilustra- ciedad embrionaria, colocada en el primer do; una legislación propia, círculos lite- c^triodo de su formación, y elaborando rarios y científicos; pueden marchar for- lentamente en su seno los elementos que mando parte de la inmensa falange de los debían elevarlo en la escala de la civila- civilizadores de la humanidad, sus publi- DÓn, que el error y el atraso habían gra- cistas, sus oradores, sus juriconsultos, sus duado. estadistas, sus médicos, sus poetas; y se- guir de cerca las huellas de las escuelas Pero tales errores no son de la época, mas adelantadas sus ingenieros, arquitec- y el progreso moderno en todas sus ma- tos, pintores y músicos; cultivar final- nifestaciones, se ha encargado de disipar- mente, con igual éxito y con honroso los totalmente. afán, todos los demás ramos de utilidad El vapor, dando seguridad y facilida- ú ornato, que forma la esfera recorrida des á la navegación, los ferro-carriles su- por la actividad de la inteligencia humana primiendo las distancias, el telégrafo li- en su giro infatigable y luminoso. gando entre sí á todas las sociedades ci- De estas ideas, á darle á un libro la vilizadas, han convertido al mundo en un tendencia que se ha observado en el que vasto taller de producción y de consumo. nos ocupa, no hay distancia que recorrer. circula en La actividad de los cambios Sus límites se tocan visiblemente. las inmensas arterias de ese cuerpo for- Terminaré en pocas palabras mas. facilidad ra- mado por un planeta, con y Para abogar por el alivio de los males en cada pidez, y sus efectos se extienden que pesan sobre esa clase de la sociedad, lejano de los grupo social hasta el mas que la agobian y la abaten por conse- miembros que lo componen. cuencia de un régimen defectuoso, existe Los pueblos no viven ya en el aisla- la tribuna parlamentaria, la prensa perió- miento, que los condenaba á marchar paso dica, los clubs, el libro, y por último el á paso, realizando lentamente las conquis- folleto, que no es una degeneración del tas destinadas á asegurar su progreso y libro, sino mas bien uno de sus auxiliares, su perfeccionamiento. y no el menos importante. Hoy, sus evoluciones son menos 'tardías, Me he servido de este último elemen- llevan impreso otro sello, y obedecen á to, y en cuanto á la forma empleada, el otra tendencia. juicio solo podría pertenecer á los domi- nios de la literatura. En nuestra época, un país cuya riqueza tenga por base la ganadería, como ía Pro- Pero en este terreno, Mariin Fierro nc vincia de Buenos Aires y las demás del sigue, ni podía seguir otra escuela, que litoral Argentino y Oriental, puede no la que es tradicional al inculto payador. obstante ser tan respetable y tan civili- Sus desgracias, que son las de toda la zado, como el que es rico por la agricul- clase social á que pertenece, despiertan : :

LIV CARTA DEL SEÑOR HERNÁNDEZ en los que participan de su destino, un «ncaentra aja.st«(io á la verdad, porgas los atóos 7 flechas dol Cliaco y los trozos de materia brata gnu interés fácil de explicar; pues si la feli- hemos dado por maestra de nuestra existencia •^n Ipí* cidad aleja, el infortunio aproxima, certámenes de las artes y la indoatria onÍTsrBales, re- trogradan lealmnnte hasta los tiempos de la conqoiata ¡ Ojalá que Martin Fierro haga sentir naedtra sigcifioaoi n social, AlH es donde & veces li:< á los que escuchen al calor del hogar la oprimido el corazón esta b&rbara pregunta relación de sus padecimientos, el deseo «—Y los gauchos de all& ¿son antropófagos? —No seSor, he respondido,—son oristianos, pastores, de oderla leer! f son agricultores y jornaleros ; los famosos ginetes de A muchos les haría caer entonces la ba- la tierra ; son criaturas de un corazón noble y bravo, de una inteligencia sorprendente ; son hospitalarios, raja de las manos. sobrios y generosos y habituados á. tan enormes tra- A punto de terminar esta carta, recibo bajos rurales, que bou los únicos que no 1'. sean díA- putadoB por el incesante concurso de la inmigración.» un periódico en que se registra una co- rrespondencia del Dr. Ricardo Gutiérrez, datada en Paris, en 12 de Julio último. Bien, pues, creo que las ñguras colo- Interrumpí mi trabajo para leerla, aun- cadas en escena en el Martin Fierro^ no que rápidamente, pero con el interés que desmienten ni contradicen esos rasgos de me inspira cuanto sale de la pluma de ese la fisonomía moral y del carácter distin- distinguido compatriota, que parece per- tivo de nuestros gauchos, trazados con tenecer á aquella civilización antigua que rapidez, pero con exactitud, por el autor nos admira todavía, y de la que se dijo de los párrafos que acaban de leerse. que todos los poetas eran sabios, y todos Termino esta, con la satisfacción de los sabios eran poetas. hallar de este modo robustecida y confir- Me permito trascribir algunos párrafos mada mi opinión, con la de un observador prudente, á quien el espectáculo de la ci- de esa correspondencia, y juzgue el lector viüzación no ha debilitado su de la oportunidad y motivo de la repro- ; Europea, ducción. Simpatías y su admiración por la natura- Habla el Dr. Gutiérrez leza Americana, con todas sus grandezas y con todos sus defectos. •Por todas partes donde caminamos en, las capitales Pido á Vds. humildemente disculpa por del mundo, nos seduce un espectáculo grandioso ; cada la demasiada extensión que he dado á esta hombre dol pu blo vive do un arte, de un oficio, de una profesión ; la Francia es hecha por fríinoeses y el carta, y me ofrezco.

Brasil por los brasileros, y asi cada nación culminante i -;on todo lo que encierra y vale, desdo el fondo de hi kloantarilla hasta la cr z de la torre. A. s. s: ¡ «Educar el pueblo, quiere decir aqui darle medios de j rida por la enseñanza de el trabajo, que es el titulo le su significación social, el radio porelcaal converge j vi circulo dt las naciones civilizadas su base de or- y j len, do progreso, de aspiración y de paz; y asi los eu- I ]osé Hernández. ropeos oreen sociedades primitivas k las naciones sud I americanas, porque las ven ausentes en los concursos ij ie Exposición. El que mira sin i'asiou este criterio, lol¡ Montevideo, Agosto 1S74 tmfiFf>f>^

AL PUBLICO

Al decidimos á dar á luz «na nueva edición de 3faríin Futro, es ea vista de la %ra.n aceptación con que ha sido tecibido, desde los mas adelantados centros literarios basta las cocinas de nuestras estancias fronterizas. Los nnmerosos pedidos que se han hecho constantemente de la campaña, en donde, asi como en la ciudad, hace mas de ocho meses que no se encuentra un solo ejemplar en venta, constituyen una demostración práctica de la gran popularidad de este libro, que uno de sus críticos ha llaáado con justicia El Tio Tom, de la República Argentina. En el Estado Oriental no ha sido menos aplaudido, agotándose por completo, en poco días, la edición repartida allí. Martin Fierro es incuestionablemente el libro mas popular de cuantos han producido

los ingenios de nuestro país ; es el primero que sale de nuestras prensas y obtiene los honores de la reproducción y comentarios de las prensas europeas. En menos de un año, ha dado la vuelta al mundo, sin que hubiera tenido el apoyo de los anuncios bombásticos, ni el patrocinio de \a prensa periódica.

Aunque nos sea penoso, fuerza es confesarlo : solo cuando se ha visto la gran aceptación que esto libro tenia en los países extranjeros, la prensa de nuestro país se apercibió de sa mérito, lo estudió y lo hizo conocer como el verdadero drama de la Pampa, que no sola- met»te viene á poner de relieve las desgracias que sufren nuestros paisanos sino que trasmi- tirá á las generaciones venideras una fotografía fiel de la índole, costumbres, hábitos y lenguaje de ese ser tan calumniado como digno de encomio, que se llama el « Gaucho Porteño. » El primer periódico extranjero que lo reprodujo fué el «Correo de Ultramar»; lo siguió un periódico Español y otros de las Antillas, lo que hizo que una sociedad literaria esta- blecida en Nueva-York, acordase á su autor el titulo de miembro honorario de ella. Lo han reproducido también en Montevideo, en la «Tribuna Oriental» de Paysandú, en «La Época» del Rosario, en «El Noticioso» d e Corrientes, en «La Prensa de Belgrano,» en «El Pueblo» de San Nicolás y en otros que n o recordamos. En la Capital ha sido reproducido casi íntegro por «La Pampa,» «La Prensa,» «La Re- pública,» y «La Libertad.» A contar de ese momento, Martin Fierro ha adquirido una popularidad que uingun libro ha alcanzado en nuestro país, y nosotros creemos prestar un verdadero servicio al hacer de él una nueva edición.

LOS EDITOfiES DE LA S EDICIOK.

No hace todavía un año que se efectuaba un tiraje de 4,000 ejemplares y era t&íi la octava edición de Maríiu Fierro. Posteriormente se hizo la novena reimpresión en la ciudad dei Rosario, estando ya agotadas todas, á punto de faltar ejemplares para ios numerosos pe- didos que sin cesar llegan de las Provincias, Banda Oriental y Campaña de Buenos Aires.

Esto nos ha decidido á procurarnos el derecho de darle á la stampa una décima edícioa depurando el texto de errores tipográficos de que no ha sido posible expurgar por completo as precedentes. El tiraje actual es de cinco mil copias, y con él podremos servir durante algunos n¡ese$ la demanda constante y siempre creciente que de todos los pueblos Sud-Americancs se hace buscando este libro orijinal, que en medio del choque de tantos intereses ha conseguido la- brarse una posición envidiable en las letras argentinas. LVI AL PUBLICO

Su autor, e! señor Hernaiu'.ez, no ha querido hacer las mejoras que en su concepto recla- ma el pial) orgánico de su producción. El ha caído «n cuenta que se expodnria á (desvirtuar 'una de sus principales condiciones de popularidad, la sencillez, la incorrección misma c<>n <|ue se aproxima muchas veces al sentimiento estético del i^aucho. £1, como muchos de sus amibos y críticos, opina que cuanto mas se acerque literariamente su poema á las artesonadüS •cademias, tanto mas se desviatá de la senda que conduce al rancho; y sin hacer desaire ú los lectores ilustrados, el Martin Fierro xa^wq su liceo en la Pampa; y es después de las fait- eas de la yerra, en las tardes serenas de la esquila ó cuando el labrador ha entregado la dorada simiente al surco donde germina la mies, que los cantos de su héroe endulzan la v e- ada en la modesta vida del campo. Donde hay un lector y un cuaderno de Martin Fierro, la baraja y la taba están

Buenos Aires, Enero de 1S76.

Los Edi totes de la jo. edición.

Cuando hace dos años se anunció un tiraje de cinco mil ejemplares del Martin Fierro, los que no saben apreciar la boga y popularidad de este poema, vaticinaroa que con e^ite amero habría para medio siglo. Empero, semejante cálculo ha resultado tan erróneo que es ya necesario precipitar una reimpresión porque no so encuentra un solo ejemplar en las li- bfcrias. Al tomar á nuestro carjjo esta edición XI, creemos llenar una exijencia vivamente scm- tida por el público de la campaña y provincias, de donde afluyen numerosos y constantes pedidos. El Martin Fierro es hoy considerado como la producción mas insinuante y de trascen- dental influencia en las costumbres y civilización de las masas campesinas. Libro de alta critica y de profunda tilosofia, encubierta bajo la forma galana del verso. Atrae y seduce los lectores; educa y moraliza el sentimiento del paisano agreste, y despierta el afán de leerlo en la inteligencia adormecida del mas ignorante de nuestros gauchos. Tan singular producción, que causa maravilla cuando se estudia el progreso de su ca- rrera, no vive y ensancha su crédito por una bellera literaria, que no le falta, sino porque destinada especialmente á defender una clase abatida por los abusos del poderoso, cada uno de esos habitantes de la campaña necesita buscar en la lectura la razón de su derecho, casi siempre desconocido, y tener á la vista el drama palpitante del sufrimiento y de la desola- ción, que una política errada presenta cada día en las vastas soledades del desierto. Su autor, el señor Hernández, persiste en no hacer alteraciones á su brillante trabajo, fundándose en los motivos que adujo en el prólogo de la edición precedente. Por nuestra parte encontramos atinada esta resolución, creyendo que si el Martin Fierro se ha populari- sado con algunos lunares, es porque esos 1-unares contribuyen al favor público que le rodea en la vasta extensión de la República Argentina, por cuyos apartados ranchos van distribuidos

hasta la fecha mas de cuarenta mil ejemplares ; circunstancia que lo constituye el único libro de autor argentino que haya merecido tau constante como decidida protección. Buenos Aires, Jutio de 1878.

Los Editor: i de la II. edición. .

AL PÜI5Í.1GO LVU

m H ü ii i \\ w:

Buenos Aires, Jiiüo 15 de iSSa

Se'hOT D. José Hernández.

Mi estimado seüor. >

I Cumplo gustoso el deber de comunicar á Vd. que acabo de vender el uitinio número de la edición de ocho mil ejemplares de su popular Martin Fierro, según el contrato que ccie- bsaraos en Agosto S de 1878, y cuya numerosa edición se puso á circulación el i de Diciem- bre del mismo año, Al dar á Vd. este aviso, no soio me guia el propósito de cumplir un deber de mi parte, sino también comunicarle un hecho nuevo v sin precedcuies en el comercio de libros de esta ciudad.

Cualquier persona, por alejada que viva del movimiento literario, sabe períectamente cuan drficil es entre nosotros dar circulación en breve tiempo á una obra nacional no importa cual »ea el tema, el autor, el precio ó la oportunidad de su aparición

Mi experienoia de largos años en el ramo de librería, me aconsejaba tomar siempre con ptu- dente reserva las ediciones que se me ofrecían de obras originales del país, ó de traduccio- nes hechas en el mismo, porque la venta morosa, el escaso gusto por la buena lectura, la competencia que hasta hace poco suscitaba la falta de una ley de propiedad literaria, hacían rHÍBOsas, ó por lo menos sumamente peligrosas para un editor las es^peculaciones que em- prendiera. Pero Martin Fierro me ha sorprendido. He colocado sin esfuerzo, sin dificultad, y siu ejercitar medios extraordinarios de publicidad, los ocho mil ejemplares de mi contrato con Vd. Sabia por algunos colegas á quienes Vd. cedió anteriormente ei derecho de edición, loa buenos resultados que obtuvieron, mas no meconstaba del todo, como me consta hoy pv^r la prueba personal que he ejecutado. La bibliografía argentina debería recojer v cimentar este verdadero acontecimiento pues tiene notoria signiñcacíon, porque se trata uada menos que de una publicacioa nacional, cuyo urage liega ya á la asombrosa suma de cincuenta mil ejemplares, desde el día que vio por primera vez la luz pública. Ko me toca á mi, editor de su obra, entrar en apreciaciones sobre su importancia mora! y literaria, acerca de la cual se han pronunciado tan ventajosamente lo«; mas distinguidos criticos de esta República, de otras del Continente y aun de la misma Europa, pero sí tne correspondería ser el eco principal, el testimonio fehaciente de los miles de lectores que han comprado la numerosa edición hecha en mi casa. Felicitando al señor Hernández por el expléndido y merecido éxito que ka alcanzado Martin Fierro entre sus compatriotas, y aun entre ios que desde el extranjero se iniere*an por nuestro adelanto intelectual, y literario, solo me resta pedirle me envíe una cantidad de ia Hueva edición que haga, para responder á los frecuentes pedidos que recibo costaatemeu- te, aceptante la seguridad de mi mayor cosideración y estima. De V., aflTmo amigo

José Fuig y Cloiera. Casa de V. •- Calle Victoria num. 387. MAKTIN FIERRO CRITICAS INJUSTAS

ESTÉTICA Y FILOSOFÍA

Si ia poesía es el espejo mas fiel del alma íntima de un pueblo y el acabado retrato de los caracteres y costumbres del mismo, puede decirse que, la nuestra ha tenido muy pocos representantes. Hidalgo, Ascasubi, Del Campo y Hernández, han sido tal vez los únicos poetas arg-entinos, que sin necesidad de buscar inspiraciones y modelos en los autores extranjeros, han sabido arrancar de sus liras, verdaderos acentos nacio- nales que reflejan de un modelo tan admirable como gráfico, la fisonomía moral de nuestro pueblo, y el carácter peculiar y distintivo de nuestros antiguos gauchos, pintando, al propio tiempo, con inimitable y opulento colorido, la intensa magestníl de nuestra Pampa y de nuestro cielo con todos sus esplendores y delicados perfumes. Los demás vates, Audrade y Echevarría, Mármol y los Gutiérrez, fueron, á pesar de sus relevantes dotes de pensadores profundos y de su inagotable inspi- raron, pocas veces desmentida, representantes genuinos, si bien mucho menos directos, del romanticismo avasallador, del neo-clasicismo soberano, ó del natura- lismo ó verismo convencionales, por mas de que se diga, por autoridades en materias literarias, que todas estas palabras están desprovistas de sentido, si se desciende al fondo mismo de las cosas. No me compete á mí—por mas qué pudiera hacerlo—^juzgar si Hidalgo, fundador de esta escuela y relegado al olvido por los propios, cumplió ó no con

la misión que se impuso ; ñi si el único móvil de las obras de Ascasubi fué el de hacer que el hombre culto se riera del lenguaje del gaucho, y mucho menos examinar si es ó no cierto que Estanislao del Campo se propuso criticar las obras arlífiticas por boca de los gauchos. Me guian otras intenciones, figurando en primer término, la de hacer resaltar la injusticia con ques ha ido tratado el au- tor de Martin Fierro por algunos críticos, eminentemente argentinos y por algu- nos profesores de literatura, quienes han tenido la avilantez de decir, que, Her- nández era, en unión de Ascasubi, insoportable y prosaico.

Hace ya mucho tiempo que, llamado á desempeñar la cátedra de literatura en uno de nuestros primeros establecimientos de enseñanza, tuve ocasión de advertir que en los programas corresi)ondientes al curso de 5* año del Colegio Nacional, nada se hablaba de Hernández, ni en la parte que se refiere á la poesía nacional ni en otra alguna. SOBRE MARTIN FIERRO LII \

Mis dudas y mis vacilaciones, á este respecto fueron graníáüs, llegando al pstremo de leer cuatro ó cinco veces seguidas, tanto la ida como la vuelta de Ma-Btin Fierro. Estas dudas solo se disiparon, cuando al aparecer la obra titulada < América Literaria >, (colección de trozos escogidos de los primeros poetas y pro sistas americanos) vi en el prólogo escrito por el doctor Juan Antonio Argerich con referencia á la sección argentina las siguientes palabras, en que después de haber juzgado con demasiada parcialidad, por cierto, á Olegario V. Andrade y á Estanislao del Campo, exclama «Qué diferencia con Ascasubi y con Hernandeiz, lisa y llanamente insoportables y prosaicos I > Habiendo sido catedrático de literatura en el Colegio Nacional, la persona que esas frases estampaba en un libro que dsbia tener—como ha ten ido- gran circulación, no podía extrañarme ya, cual era la causa de haber eliniinadc délos estudios de literat\ira, el nombre del poeta eminentemente nacional, de que voy á ocuparme, no con la erudición y detenimiento necesarios, pero sí cor. la buena fé del que vá á exponer juicios propios que en forma alguna se separan le las reglas del arte, como trataré de demostrarlo.

Para los que así opinan, imperan, desde luego, el charlatanismo, la ingenui- dad, el espíritu de sistema y la seca retórica de los pedantes sin facultades creadoras, á quienes tanto critican, siendo por otra parte, letra muerta para ellos, los justos, bien pensados y mejor escritos juicios críticos que habrán de pre- ceder al mío.

No era el señor Hernández—en mi concepto—el poeta, irresoluto y tímido, m estaba ajeno de antiguos resabios, aun cuando muchas veces le vearnos fluctuar, entre un pasado de que no quisiera apartarse, un presente lleno de corrupción y de personalismos, y un futuro que le causaba espanto y le llenaba el alma de la melancolía y amargura de que están impregnados algunos de sus magníficos versos. El autor de Martin Fierro, no es un caso aislad'j, no obstante el género qu/í dultivó. Mármol, Echevarría y Andrade también sufrieron las mismas anguátit^ e ver cómo desaparecían los tiempos casi patriarcales, á impulsos de la civiliza traía consigo refinamientos costumbres aion y del progreso ; progreso que y hasta entonces ignoradas y que al propio tiempo que gustaban de aquellos y de éstas los seres humanos perdían, como per encanto, su adorable sencillez y la ingeniü- dad que tanto los caracterizaba, en los primeros albores y aun casi á mediados del siglo de las luces.

El gaucho, en este concepto, era retardatario ; costábale gran trabajo despren- mirado recelo eso se le derse de sus costumbres; por eso era con ; por trataba inju- stamente y hasta se le despreciaba. ¿Qué estraño es, pues, que el señor Hernán- dez haya tronado contra estas injusticias y esos absurdos, tratando ai propio tiempo de perpetuar una raza noble, hospitalarÍH. generosa, varonil, sobria y tra- bajadora.... ? Martin Fierro, tan enérgico tan arrogante, tan varonil, compendia en sí.— por incomprensible é inexplicable paradoja,— el máximum del valor personal y la suma de la debilidad humana. Extraño contraste: tiene valor paracuclhar, cuerpo á cuerpo, con diez, con veinte hombres, no importaba con cuantos y no lo tiene para romper con el pa- sado y seguir la corriente de los demás seres. No quiere matar y mata, ó lo que es lo mismo, tiene valor para hacerlo, pero es débil para resistir" los impulsos que le incitan á ello, ó para acatar con resignación el fallo de la suerte. Y, sin embargo, Martiii Fierro, en los momentos de vacilación y de desespera- ción, cuando vacila ó cuando llora, cuando canta ó cuando ríe, es varonil, es fuerte y en esto no se parece ciertajuente, ni á Anastasio el PgUü, ni a Santos Vega, ni á Juan Sin Ropa. :

.X CRITICAS INJUSTAS

Hay al¿;-o mas todavía eu la obra del señor Hernández, que no puede pasar ilesa percibido para ninj^una persona intelig-ente y de mediana instrucción. Se moteja y se tacha al señor Hernández de prosaico y de insoportable, y fein embargo—salvo rarísimos períodos— la obra que nos ocupa está completamente encadenada y sujeta, no solamente á los invariables principios de la estética, sino también á ios de la mas sana filosofía, si bien puestos al alcance de los críticos mas obtUfcOs. Esta encadenada á los principios de la estética, porque no habiendo paleta cuyos colores compitan con la palabra humana, ésta se amolda admirablemente ai lenguaje del gaucho, á tiu de que no palidezcan eu nuestra imaginación las imágenes de Martin Fikrkü, de Cruz y del viejo Vizcacha; pinturay todas que pueden competir, á pesar de la diferencia de género, con las de algunos clásicos europeos. La verdad y el colorido de ellas, nos hacen sentir y pensar, obligándo- nos a terminar la lectura del libro una vez abierto, y hasta, si se nos permite la frase, llorar cuando üIIol^ lloran y reir cuando ellos rien. Si la estética, es i» tíiencia de la sensibilidad debo confesar que MauxiN Fieero está sujeta á los principios que ella establece, por cuanto su lectura me ha causado diversas emociones é impresiones.

Considerada la obra que me ocupa.. bajo el punto de vista íilosótico, debo con- íejsar también que su filosofía es tanto mas valiosa cuanto es mas original. No se verán eu ella máximas tomadas de Kant, de Spencer, de Ribot, de Ari- stóteles ó de otros filósofos, pero en cambio, las que Hernández pone en boca del viejo Vizcaclia, de Martin Fikuro y del payador moreno, son además de ser con- tjisas y claras, tan originales como los refranes que Cervantes pone en la de Sancho, ó las máximas que oportunamente coloca el mismo autor en la de Don Quijote. Los dichos, pues, refrancá, ó máximas de que está sembrada, tanto la ida como la vuelta de Martijí Fíkkro, constituyen la filosofía popular, expresada en lengua- je gauchesco, con expresiones y modismos puramente locales, pero cuyo fondo de

verdad no puede negar ninguna persona instruida. ¡ Voy á terminar; Martin Fikrro es una obra que descansa en sólidas baseb es el producto de la observación y de la experimentación, por cuanto refleja en unas cuantas individualidades, identificándose con ellas, toda una raza entera, que el progreso moderno, eu sus múltiples manifestaciones, se ha encargado de hacer que desaparezca.

I»K. MOOHNB *:.:*'?., '^'

MARTIN FIERRO

V

• ——— ;

MARTIN FIERRO

Mas ande otro criollo pasa Martin Fierro ha óe pasar, Nada lo hace recular Ni las fantasmas lo cspaatan Y dende que todos canta» Yo también quiero cantar.

Aquí me pongo á cantar Cantando me he de morir, xA.1 compás de la vigüela, Cantando me han de enterrar, Que el hombre que io desvela Y cantando he de llegar Una pena estraordinaria, Al pié del Eterno Padre Como la ave solitaria Dende el vientre de mi madre Con el cantar se consuela. Vine á este mimdo á cantar.

Pido á los Santos del Cielo Que no se trabe mi lengua Que ayuden mi pensamiento, Ni me falte la palabra— Les pido en este momento El cantar mi gloria labra Que voy á cantar mi historia Y poniéndome á cantar, Me refresquen la memoria Cantando me han de encontrar )l aclaren mi entendimiento. Aunque la tierra se abra.

V^engan Santos milagrosos, Me siento en el plan de un bajo Vengan todos en mi ayuda, A cantar un argumento Que la lengua se me añuda Como si soplara un viento Y se me turba la vista; Hago tiritar los pastos Pido á mi Dios que me asista Con oros, copas y bastos En una ocasión tan ruda. Juega allí mi pensamiento.

Yo be visto muchos cantoies, Yo no soy cantor letrao, Con famas bien otenidas, Mas si me pongo á cantar Y que después de adquiridas No tengo cuando acabar — j : Mo las quieren sustentar i Y me envejezco cantando, Parece que sin largar Las coplas me van brotaado f j Se cansaron en partidas. Como agua de manantial. \ I ; — ; ;

EL GAUCHO

'\ Con la guitarra en la mano Y sepan cuantos escuchan Ni las moscas se me arriman. De mis penas el relato Naides me pone el pié encima. Que nunca peleo ni mato Y cuando el pecho se entona, Sino por necesidá Hago gemir á la prima Y que á tanta alversidá Y llorar á la bordona. Solo me arrojó el mal trato.

Yo soy toro en mi rodeo "S' atiendan la relación Y torazo en rodeo agcno, Que hace un gaucho perseguido, I Siempre me tuve por giieno Que padre y marido ha sido Y si me quieren probar, Empeñoso y diligente, Salgan otros á cantar Y sin embargo la gente Y veremos quien es menos. Lo tiene por un bandido.

No me hago al lao de la güeya Aunque vengan degollando, Con los blandos yo soy blando n. Y soy duro con los duros, Y ninguno en un apuro, Me ha visto andar tutubiando. Ninguno me hable de peñaa Porque yo penando vivo En el p)elig^o, qué Cristos? naides se muestre altivo El corazón se me ensancha Y Aunque en el estribo esté Pues toda la tierra es cancha, Que suele quedarse á pié Y de esto naides se asombre, El gaucho alvertido' El que se tiene por hombre mas Ande quiera hace pata ancha;. Junta esperiencia en la vida Soy gaucho, y entiéndalo Hasta pa dar y prestar, Como mi lengua lo esplica, Quien la tiene que pasar Para mí la tierra es chica Entre sufrimiento y llanto Y pudiera ser mayor Porque nada enseña tanto Ni la víbora me pica Como el sufrir y el llorar. Ni quema mi frente el Sol'.. Viene el hombre ciego al mundo Nací como nace el peje Cuartiándolo la esperanza, En el fondo de la mar Y á poco andar ya lo alcanzan Naides me puede quitar Las desgracias á empujones; Aquello que Dios me dio pucha ! que trae liciones ¡ Jué que al truge yo Lo mundo El tiempo con sus mudanzas! De! mundo ]o he de llevar..

Mi gloria es vivir tan libre Yo he conocido esta tierra el vivía Como el pájaro del Cielo, En que paisano No hago nido en este suelo Y su ranchito tenía Ande hay tanto que sufrir; Y sus hijos y mujer Y naides me ha de seguir Era una delicia el ver pasaba dias. Cuando yo remonto el vuelo. Cómo sus

«Yo no^ tengo en el amor Entonces cuando el lucero Quien me venga con querellas; Brillaba en el cielo santo, Como esas aves tan bellas Y los gallos con su canto

Que saltan de rama eh rama — Nos decían que el dia llegaba, - Y'o hago en el trébol mi cama, A la cocina rumbiaba Y me cubren las estrellas. El gaucho que era un encanto. — ; —! !

MARTÍN FIERRO

Y sentao junto al jogón Y verlos al cair la tarde f» A esperar que venga el día En la cotina riunidos, Al cimarrón le prendía Con el juego bien prendido Hasta ponerse rechoncho, Y m^'^ cosas que contar, Mientras su china dormía Platicar muy divertidos Tapatida con su poncho. Hasta después de cenar.

Y apenas el horizonte Y con el buche bien lleno

Empezaba á coloriar, . Era cosa superior Los pájaros á cantar, Irse en brazos del amor Y las gallinas á apiarse. A dormií como la gente, Era cosa de largarse Pa empezar al día siguiente Cada cual á trabajar. La fainas del día anterior.

Este se ata las espuelas. ¡Recuerdo! ¡Qué maravilla!! Se sale el otro cantando, Como andaba la gauchada, Uno busca un pellón blando, Siempre alegre y bien montada Este un lazo, otro un rebenque, Y dispuesta pa el trabajo..^ Y los pingos relinchando Pero al presente... barajo! Los llaman dende el palenque. No se le vé de aporriada.

El que era pión domador El gaucho mas infeliz Enderezaba al corral, Tenía tropilla de un pelo, Ande estaba el animal No le faltaba un consuelo Bufidos que se las pela Y andaba la gente lista... Y mas malo que su agüela Teniendo al campo la vista. Se hacía astillas el bagual. Solo vía hacienda y cielo

Y allí el gaucho iiiteligenic Cuando llegaban las yerras, En cuanto el potro enriendó, que calor ¡ Cosa daba Los cueros le acomodó Tanto gaucho pialador Y se le sentó en seguida, Y tironiador sin yel \ Que el muestra la Ah! tiempos!... pero si en ei, X: hombre en vida ¡ A^ La astucia que Dios le dio. Se ha visto tanto primor.

Y en las playas corcobiando Aquello no era trabajo, Pedazos se hacía el sotreta Mas bien era una junción, Mientras él por las paletas Y después de un güen tirón Le jugaba léis lloronas, En que uno se daba maña, Y al ruido dé las caronas Pa darle un trago de caña Salía haciéndose gambetas. Solía llamarlo el oatrón-

Ah ! tiempos!... si era un orgullo Fues vivía la mamajuana Ver ginetiar un paisano Siem.pre bajo la carreta, Cuando era gaucho baquiano if aquel que no era chancleta Aunque el potro se bollase, En cuanto el goyete vía. No había uno que no parase Sin miedo se le prendía Con el cabresto en la mano. Como güéfano á la teta. ,

Y mientras domaban unos, Y qué jugadas se armaban Otros al campo salían, Cuanto estábamos riunidos Y la hacienda recogían, Siempre íbamos prevenidos' Las manadas repuntaban, Pues en tales ocasiones, Y ansí sin sentir pasaban, A ayudarles á les piones Entretenidos el día.. Cdibíin muchos comedidos- ! —— ——— —! —

EL GAUCHO

Eran los días del apuro Y alboroto pa el hembraje, m ^^ Pa preparar los potajes Y oseqoiar bien á la gente, Ilí Y ansí, pues, muy grandemente,

Pasaba siempre el gauchaje. \ \^ Venía la carne con cuero, Tuve cm mi pago en iw tiempo La sabrosa carbonada, Hijos, hacienda y mujer, Mazamorra bien pisada Pero empecé á padecer, Los pasteles y el güe». \\no^^^^^ Me echaron á la frontera, el Y qué iba á hallar al Pero ha querido destiiwíT'^"^^ i volver Que todo aquello acabara. Tan solo hallé la tapera.

Estaba el gaucho en su pago Sosegao vivía en mi randi« Co« toda seguridá Como el pájaro en 90 nido Pero aura... ^^,^ar^ar ida! Allí mis hijos queridos, La coga ancía( tan fruncida. 'Iban creciendo á mi lao.... Que gasta el p^jrela vida Solo queda al desgraciao En juir de la autoridá. Lamentar el bien perdido.

Pues si usté pisa en su ra»cko Mi( gala en las pulperías Y SI el alcalde lo sabe Era en habiendo más gente. Lo caza lo mesmo que ave Ponerme medio caliente, Aunque su mujer aborte... Pues cuando puntiao me encueatro,. No hay tiempo que no se acabe Me salen coplas de adentro

-P Ni tiento que no se corte 1 Como agua de la virtiente.

Y al punto dése por muerto Cantando estaba una vez Si el alcalde lo bolea, VJ Em ima gran diversióa; Pues hay no más se le apea Y aprovechó la ocasión Cor una felpa de palos, Como quiso el Juez de Paz... Y después dicen que es Malo Se presentó, y hay ik> más El gaucho si los pelea. Hfzo una arriada en montón.

Y el lomo le hinchan á golpes, Juyeron los más matreros Y le rompen la cabeza, Y lograron escapar Y luego con lijereza Yo no quise disparar Ansí lastimao y todo. Soy manso y no había porqué Lo amarran codo con codo Muy tranquilo me quedé Y pa el cepo lo enderiezan. Y ansí me deje agarrar

Ay comienzan sus desgracias, Allí un gringo con ua órgano Ay principia el pericón; Y una mona que bailaba. Porque ya no hay salvación, Haciéndonos rair estaba Y que usté quiera ó no quiera, Cuanto le tocó el arreo^

Lo Mandan á la frontera j Tan grande el gringo y tají feQ^^ O lo echan á un batallón. Lo viera cómo lloraba.

Ansí empezaron mis males Hasta un inglés zangiador Si gustan... en otros cantos Que decía en la última guerra, Les diré lo que be sufrido Que él era de Inca-la-perra Lo mesmo que los de tantos, Y que no quería servir. Después que uno está-., perdido Tuto también que juir No lo salvan ni los santos. A guarecerse en la sierra. ———: ———— —; — ,

MARTIK ni^iiao

Ni los mirones salvaron Ansi en mi moro escarciando De esa arriada de mi flor Enderesé á la frontera

Faé acoyarao el cantor Aparcero I si usté viera '

Q)n otros nos mesturaror* Lo que se llama Cantón... ^.^ A uno solo, por favor. Ni envidia tengo al ratón Logró salvar la patrona. En aquella ratonera.

Formaron un contingente De los pobres que allí había Con los que del baile arriaron A ninguno lo largaron, Con otros nos roesturarcaa Lost^más viejos resongaron, Que habían agarrao también Pero á uno que se quejó Las cosas que aquí se ven En seguida lo cstaquiaron Ni los diablos las pensaroM. Y la cosa se acabó.

'A mi el Juez me tomó entre ojos En la lista de la tarde- En la última votación- El Jefe nos cantó el punto.

Me le había hecho el remofó» Diciendo : « quinientos juntos Y no me arrimé ese día,^ «Llevará el que se resierte, Y él dijo que yo servia « Lo haremos pitar del juerte A los de la esposicion. « Más bien dése por dijunto. »

Y ansi sufrí ese castigo A naides le dieron armas, Tal vez por culpas agenas Pues toditas las que había Que sean malas ó sean greñas El Coronel las tenia,. Las listas, siempre me escondo— Sigfun dijo esa ocasión, Yo soy un gaucho redondo Pa repartirlas el día Y esas cosas no me enllenaa. En que hubiera una invasión.

Al mandarnos nos hicieron Al principio nos dejaron Más promesas que á un altar De haraganes criando sebo, El Juez nos jué á proclamar Pero después... no me atrevo,

Y nos dijo muchas veces : A decir lo que pasaba « Muchachos, á los seis meses Barajo si nos trataban « Los van á ir á revelar. » Como se trata á malevos.

Yo llevé im moro de número, Porque todo era jugarle Sobresaliente el matucho! Por los lomos, con la espada, Con él gané en Ayacocho Y aimque usté no hiciera nada. 'Más plata que agua bendita Lo mesmito que en Palermo, Siempre el gaucho necesita Le daban cada cepiada ,Un pingo pa fiarle un pocho. Que lo dejaban enfermo.

íY cargué sin dar mas güeltas Y qué Indios—ni qué servicio. Con las prendas que tenía, No teníamos ni cuartel Gergas, poncho, cuanto había Nos mandaba el Coronel En casa, tuito lo alcé A trabajar en sus chacras, A mi china la dejé Y dejábamos las vacas Media desnuda ese día. Que las llevara el infiel.

No me faltaba una guasca. Yo primero sembré trigo Esa ocasión eché el resto Y después hice un corral, Bozal, maniador, cabresto. Corté adobe pa un tapial, Lazo, bolas y manca.... Hice un quincho, corté paja...

¡ El que hoy tan pobre me vea La pucha que se trabaja

Tal vez no crerá todo esto ! 1 Sin que le larguen ni un rial. ; — —!!; ; — ——

EL GAUCHO

Y es lo pior de aquel enriedo Allí, si, se ven desgracias Que si uno anda hinchando el lomo Y lágrimas, y afliciones, Se le apean como un plomo... Naides le pida perdones Quién aguanta aquel infierno Al Indio pues donde entra ¡ — Si eso es servir al Gobierno, Rojba y mata cuanto encuentra A mi no me gusta el cómo. Y quema las poblaciones.

Más de un año nos tuvieron No salvan de su juror En esos trabajos duros, Ni. los pobres angelitos:! Y los indios/ le asiguro, Viejos, moros y chiquitos

Dentraban cuando querían :: Los mata del mesmo modo Como no los perseguían Que el Indio lo arregla todo Siempre andaban sin apuro. Con la lanza y con lo gritos.

A veces decía al volver Tiemblan las carnes al verlo Del campo la descubierta Volando al viento la cerda- Que estuviéramos alerta La rienda en la mano izquierda Que andaba adentro la indiada Y la lanza en la derecha Porque había una rastrillada Ande enderieza abre brecha O estaba una yegua muerta. Pues no hay lanzazo que pierda.

Recien entonces salía Hace trotiadas tremendas La orden de hacer la riunión Dende el fondo del desierto Y cáibamos al cantón. Ansi llega medio muerto En f>elos y hasta enancaos, De hambre, de sé y de fatiga, Sin armas, cuatro pelaos Pero el Indio es una hormiga Que íbamos á hacer jabón. Que día y noche está dispiertt».

Ay empezaba el afán Sabe manejar las bolas Se entiende, de puro vicio, Como naides las maneja, De enseñarle el ejercicio Cuanto el contrario se aleja A tanto gaucho recluta, Manda una bola perdida, Y si lo alcanza, sin vida, Con un estrutor. . . que. . . bruto Que nunca sabía su oficio. Es siguro que lo deja.

Daban entonces las armas Y el Indio es como tortuga Pa defender los cantones, De duro para espichar; Que eran lanzas y latones Si lo llega á destripar Con ataduras de tiento Ni siquiera se le encoge. Las de juego no las cuento Luego sus tripas recoge, Porque no había municiones. Y se agacha á disparar.

Y un sargento chamusca o Hacían el robo á su gusto Me contó que las tenían, Y después se iban de arriba, Pero que ellas las vendían Se llevaban las cautivas Para cazar avestruces Y nos contaban que á veces Y ansi andaban noche y día Les descarnaban los pieses, Déle bala á los ñanduces. A las pobrecitas, vivas.

Y cuando se iban los Indios ! si partía el corazóii j Ah ¡

Con lo que habían manotiao, Ver tantos males, x^nejo ! Salíamos muy apuraos Los perseguíamos de lejos A perseguirlos de atrás; Sim poder ni< galopiar

Si no se 1 levaban más ¿ Y qué habíamos de alcanzar Es porque no habían hallao. En unos bichocos viejos? — ! ————:!

MARTIN FIERRO 9 i

Nos volvíamos al cantón Es de almirar la destreza A las dos ó tres jornadas, Con que la lanza manejan Sembrando las caballadas; De perseguir nunca dejan Y pa que alguno la venda. Y nos traiban apretaos, Rejuntábamos la hacienda Si queríamos de apuraos Que habían dejao resagada. Salimos por las orejas.

Una vez entre otras muchas, Y pa mejor de la fiesta Tanto salir al iboton, En esa aflición tan suma> Nos pegaron un malón Vino un indio echando espuma, Los indios, y una lanciada, Y con la lanza en la mano Que la gente acobardada Gritando «Acaban cristiano Quedó dende esa ocasión. Metau el lanza hasta el pluma. »

Habían estao escondidos Tendido en el costillar Aguaitando atrás de un cerro... Cimbrando por sobre el brazo su amigo Fierro Una lanza como un lazo ¡ Lo viera á .\flojar como un blandito Me atropello dando gritos Salieron como maiz frito Si me descuido.... el maldito En cuanto sonó un cencerro. Me levanta de un lanzazo.

Al punto nos dispusimos Si me atribulo, ó me encojo Aunque ellos eran bastantes, Siguro que no me escapo La fonnamos al istante Siempre he sido medio guapo Nuestra gente que era poca, Pero en aquella ocasión, y? •.X Y golpiándosc en la boca Me hacía buya el corazón XJ Hicieron fila adelante. Como la garganta al sapo.

Se vinieron en tropel Dios le perdone al salvaje Haciendo temblar la tierra Las ganas que me tenía... No soy manco pa la guerra Desaté las tres marías Pero tuve mi jabón. Y lo engatusé á cabriolas... Pues iba en un redomón Pucha... si no traigo bolas Que había boliao en la sierra Me achura el indio ese dia.

Era el hijo de un cacique ¡Qué vocerío I jqué barullo! ¡Qué aptirar esa carrera! Sigun yo lo avirigüé La indiada todita entera La verda del caso jué Dando alaridos cargó Que me tuvo apuradazo que al fin de un boiazo Jué pucha... y ya nos sacó Hasta Como yeguada matrera. Del caballo lo bajé.

suelo ¡Que fletes traíban' los bábaros! Ay no más me tiré al Como una luz de lijeros — Y lo pisé en las paletas hacer morisquetas Hicieron el entrevero Empezó á Y en aquela mescolanza, Y á mesquinar la garganta... la obra santa Este quiero, este no quiero. Pero yo hice Nos escojían con la lanza, De hacerlo estirar la geta. de mojón Al que le dan un chuzazo, Allí quedó Dificultoso es que sane. Y en su caballo salté disparé, En fin, para no echar panes, De la indiada Salimos por esas lomas. Pues si me alcanza rae mata, Lo mesmo que las palomas, Y al fin me les escapé Al juir de los gavilanes- Con el hilo de una pata. ; ——— —! — — ——

10 EL GAUCHO

Afigúrese cualquiera La suerte de este su amigo, A pié y mostrando el umbligo, ÍV Estropiao, pobre y desnudo^ Ni por castigo se pudo Hacerse más mal conmigo.,

Seguiré esta relación Ansi pasaron los meses, «

Aunque pa chorizo es largo :( Y vino el año siguiente, El que pueda hágase cargo Y las cosas igualmente Cómo andaría de matrero, Siguieron del mesmo modo Después de salvar el cuero Adrede parece todo De aquel trance tan amargo. Pa atormentar á la gente.

Del sueldo nada les cuento No teníamos más permiso, Porque andaba disp>arando, Ni otro alivio la gauchada. Nosotros de cuando en cuando Que salir de madrugada Solíamos ladrar de polxes Cuando no había Indio ninguno» Nunca llegaban los cobres Campo ajuera á hacer bolladas Que se estaban aguardando. Desocando los reyunos.

Y andábamos de mugrientos Y cáibamos al cantón Que el miramos daba horror; Con los fletes aplastaos Les juro que era un dolor Pero á veces medio aviaos Ver esos hombres, por Cristo Con plumas y algunos cueros En mi perra vida he visto Que pronto cc«i el pulpero Una miseria mayor. Los teníamos negociaos.

Yo no tenía ni camisa Era un amigo del Jefe Ni cosa que se parezca Que con un boliche estaba, Mis trapos solo pa yezoa Yerba y tabaco nos daba Me podían servir al fin... Por la pluma de avestruz, No hay plaga como un fortín Y hasta le haría ver la luz Para que el hombre padezca Al que un cuero le llevaba.

Poncho, jergas, el apero. Solo tenía cuatro frascos Las prenditas, los botones, Y unas barricas vacias, Todo, amigo en los cantones Y á la gente le vendía Jué quedando poco á poco, Todo cuanto precisaba Ya me tenían medio loco Algunos creíban que estaba La pobreza y los ratones. Allí la proveduría.

Solo una manta peluda Ah ! pulpero habilidoso. Era cuanto me quedaba Nada le solía faltar La había agenciao á la taba Ay juna—y para tragar « Y ella me tapaba el bulto Tenía un buche de ñandú. Yaguané que allí ganaba La gente le dio en llamar No salía... ni con indulto. t El boliche de virtú. »

Y pa mejor hasta el moro Aunque es justo que quien vend« Se me jué de entre las manos Algún poquito muerda. No soy lerdo.... pero hermano^ Tiraban tanto la cuerda Vino el comendante un día Oue con sus cuatro limetas. Diciendo que Jo quería El cargaba las carretas í Pa enseñarle á comer grano ». De plumas, cueros y cerda. ^ ' 1 il -.;• . Tí p:-: 'Í:í:; .iir :;:;.:;:::.•!:'.;,.! ^:r-r:,^ :;. .::::, ,:í¡,i! vf"-«

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MARTIN FIERRO IL

No tenía aputaos á todos < —Esto si que es acholar» Con más coeatas que tm iosairio. Dije yo pa mis adéotros, Cuando se anmició un saiacio « Van dos años que me encuentro Que iban á dar, 6 tm socorro c Y hasta aura be visto ni un grullo, Pero sabe Dios qoé zorro < Dentro en todos los barullos Se lo comió al Conisario. tPero en las listas no dentro. >

Pues nunca lo vi llegar Vide el plaito mal parao Y al caÍK> de muchos cKas^ Y no quise aguardar más.... En la mesma pulpería Es g^no vivir en paz Dieron una buena cuettta— Con quien nos ha de mandar Que la gente muy contenta Y reculando pa tras De tan pobre recebía. Me le empezé á retirar.

Sacaron unos sus pendas SupK) todo el Comendante Que las tenian erapefiadas, Y me llamó al otro día, Por sus deudas atrasadas Diciéndome que quería Dieron otros el dinero Averiguar bien las cosas Al fin de fiesta el pulpero. Que no era el tiempo de Rosas,, Se quedó con la mascada. Que aura á naides se debía.

Yo me arrecosté á un hoscón Llamó al cabo y al sargeato Dando tiempo á que pagát-am, Y empezó la mdagaciógB Y poniendo güeña cara Si había venido al cziaüón Estuve haciéndome el payo, £n tal tiempo ó en tal otro. . A esperar que me llamaras Y si había venido en potro. Para recibir mi boyo. En reyuno ó rodomón.

Pero ahí me pude quedar Y todo era alborotar pa siempre al horcón Al ñudo, y hacer papel, Ya era casi la oracióa Conocí que era pastel Y ninguno me llamaba Pa engordar con mi guayaca, La cosa se me nublaba Mas si voy al Coronel Y me dentro comczát:! Me hacen bramar en la estac^.

hijos de tma.-. la codicia Pa sacarme el entripa© ; Ah! Ojala les ruempa el saco Vi al Mayor, y lo fí á bídiiar— Ni pedazo de tabaco Yo me le empecé á atracar un Y como con poca gana Le dan al pobre soldao, Y lo tienen de delgao Le dije : t Tal vez mañaaa lijero que un guanaco. t Acabarán de pagar. » Más

Pero qué iba á hacerles yo. t —Que mañana ni otro día > desierto; Al punto me contestó, Chavaron en el Más bien me daba por muerto 1 1.>a paga ya se acabó, no verme más fundido € Siempre has de ser animal » Pa Y me les hacía el dormido Me rai y k dije : c —^Yo. . soy medio despierto. < No he recebido ni un riai. > Aunque

Se le pusieron los ojos Que se le querían salir, Y ay no más volvió á. decir

Comiéndome con la vista :; « —¿ Y qué querés recebir * Si no has dentrao en la lista? ; —: —— ————;!-—— —

12 EL GAUCHO

me puedo olvidar Jamás — Lo que esa vez rae pasó : Dentrando una noche yo Al fortin, un engancha©, Que estaba medio mamao, Allí me desconoció.

Yo andaba dcsespcrao, Era un gringo tan bozal, Aguardando una ocasión Que nada se le entendía Qoe los indios un maió« Quién sabe de ándc sería ¡ Nos dieran y entre el estrago Tal vez no juera cristiano Hacérmeles cimarrón Pues lo único que decía Y volverme pa mi pago. Es que era fa-fo-litano.

Aquello no era servicio Estaba de centinela Ni defender la frontera Y por causa del peludo Aquello era ratonera Verme más claro no pudo En que solo gana el juei te^ Y esa fué la culpa toda Era jugar á la suerte £1 bruto se asustó al ñudo C(Mi una taba culera. Y fí el pavo de la boda.

Allí tuito va al revés Cuando me vido acercar : Los milicos son los piones, c (j Quen vívore ? ». . . preguntó andan en las poblaciones Y « Qué vivaras » —dije yo Emprestaos pa trabajar n.Ha gario 9—me pegó el grit©: rejuntan pa peliar Los Y yo dije despacito Cuando entran indios ladrones. iMás lagarto serás vos ».

Yo he visto en esa milonga Ay no más—Cristo me valga \ Muchos Jefes con estancia, Rastrillar el jusil siento Y piones en abudancia, Me agaché, y en el momento Y majadas y rodeos El bruto me largó un chumbo— visto negocios feos He Mamao, me tiró sin rumbo pesar de mi inorancia. A Que li nó, no cuento el cuento.

colijo que no quieren Y Por de contao, con el tiro La barunda componer Se alborotó el avispero eso no ha de tener Para Los Oñcialcs salieron El Jefe, que esté de estable, Y se empezó la junción Más que su poncho, su sable, y Quedó en su puesto el nación Su caballo su deber. y Y yo fí al estaquiadero.

Ansina, pues, conociendo Entre cuatro bayonetas Que aquel mal no tiene cura. Me tendieron en el suelo tal vez mi sepoltura Que Vino el mayor medio en pedo, Si me quedo iba á encontrar, Y allí se puso á gritar, Pensé en mandarme mudar € Picaro te he de enseñar Como cosa más sigura. Andar reclamando sueldos » pa mejor, una noche Y De las manos y las patas estaquiada me pegaron. Qué Me ataron cuatro cinchones Casi descoyuntaron me Les aguanté los tirones Por motivo de una gresca Sin que ni un ¡ ay ! se me oyera, juna, si estiraron ¡ Ay me Y al gringo la noche entera Lo mesmo que guasca fresca \ Lo harté con mis maldicioaes. ——; — ——! ——— —!

MARTIN FÍEBR0 13

Yo no sé porqué el Gobierno Nos manda aquí á la frontera, Gringada que ni siquiera Se saibe atracar á un pingo VI Si creerá al mandar un gringo Que nos manda alguna ñera

No hacen más que dar trabajo Vamos dentrando recial Pues no saben ni ensillar, A la parte más sentida, No sirven ni pa carniar Aunque es todita mi vida Y yo he visto muchas veces. De males una cadena Que ni voltiadas la reses A cada alma dolorida Se les querían arrimar. Le gusta cantar sus penas.

Y lo pasati sus mercedes Se empezó en aquel entonces Lengüetiaüdo pico á pico A rejuntar caballada, Hasta que viene un milico Y riunir la milicada A servirles el asao— Teniéndola en el Cantón, si, lo delicaos Y eso en , Para una desfjcdición Parecen hijos de rico. A sorprender á la indiada.

Si hay calor, ya no son gente, Nos anunciaban que iríamos Si yela, todos tiritan Sin carretas ni bagajes Si usté no les dá, no pitan A golpiar á los salvajes Por no gastar en tabaco, En sus mesmas toiderías^ Y cuando pescan un naco Que á la güelta pagarían Uno al otro se lo quitan. Licenciándolo al gauchaje

Cuando llueve se acoquinan Que en esta despedicion Como perro que oye truenos Tuviéramos la esperanza, Qué diablos—solo son güenos Que iba á venir sin tardanza vivir Pa entre maricas Sigun el Jefe contó, Y nunca se andan con chicas Un menistro ó qué sé yo Para alzar ponchos ajenos. Que le llamaban Don Ganza.

Pa vichar son como ciegos, Que iba á riunir el Ejército No hay ejemplo de gue entiendan, Y tuitos los batallones Ni hay uno solo que aprienda Y que traiba unos cañones Al ver un bulto que cruza, Con más rayas que un cotin— A saber si es avestruza, Pucha. . . . las conversaciones O si es ginete, ó hacienda. Por allá no tenían fin.

Si salen á perseguir Pero esas trampas no enriedaa Después de mucho aparato, A los zorros de mi laya. Tuitos se pelan al rato Que esa Ganza venga ó vaya, Y va quedando el tendal— Poco le importa á un matrero— Esto es como en un nidaF Yo también dejé las rayas . . . Echarle güebos á un gato. En los libros del pulpero.

Nunca juí gaucho dormido Siempre pronto, siempre listo Yo soy un hon^bre, qué Cristo j Que nada rae ha acobarda©, Y siernpre salí parao En los trances que me he visto. ————————!—! —. ———

14 EL GA.UCHO

Dcnde chiquito gaaé Solo se oiban los aullidos La vida con ni trabajo, De un gato que se salvó, h Y aunque siempre estuve abajo El pobre se guareció Y no sé lo que es subir Cerca, ca una viscachera También el mucho sufrir Venía como si supiera Suele cansarnos—¡ barajo Que estaba de güelta y:

£n medio de mi inorancia Al dirme dejé la hacieada Conozco que nada valgo Que era todito mi habet— Soy la liebre ó soy el galgo Pronto debíamos volver A sigfun los tiempos andan, ^igun el juez prometía, Pero también los que mandan Y hasta entonces cuidaría Debieran cuidarnos algo. De los bienes, la mujer.

UBa noche que riiinidos Estaban en la carpeta Empinando una limeta El Jefe y el Juez de Paz Yo no quise aguardar nías, Y me hice humo en un sotreta.

Me parece el campo orégano Después me coató un veciao Dcnde que libre me veo — Que el camp^:» se lo pidieron Donde me lleva el deseo La hacienda se la .vendieroa Allí mis pasos dirijo En pago de arrendamientos, Y hasta en las sombras, de fjo Y qué sé yo, cuántos cueatas; Que donde quiera rumbeo. Pero todo lo fundieron.

Emtro y salgo del peligro L-os pobrecitos muchachos Sin que me espante el estrago, Entre tantas afliciones No aflojo al primer amago Se conchavaron de piones - Ni fí ; Mas qué iban jamas gaucho lerdo i á trabajar. Soy pa rumbiar como el cerdo Si eran como los pichoaes Y pronto caí á mi pago. Sin acabar de emplumac!

Volvía al cabo de tres años Por ahi andarán sufriendo De tanto sufrir al ñudo, De nuestra suerte el rigor Resertor, pobre y desnudo Me han contado que el mayor A procurar suerte nueva Nunca dejaba á su hermano Y lo mesmo que el peludo Puede ser que algún cristiaao Enderecé pa mi cueva. Los recoja por favor.

No hallé ni rastro del rancho- ¡Y la f>obre mi mujer Solo estaba la tapera! Dios sabe cuánto sufrió! Por Cristo, si aquello era Me dicen que se voló Pa enlutar el corazón Con no sé qué gavilán — Yo juré en esa ocasión Sin duda á buscar el pan Ser más malo que una fiera Qu|: no podía darle yo.

Qiuén no sentirá lo mesrao No es raro que á uno le faite Cuando ansi padece tanto! Lo que á algún otro le sobre Puedo asigurar que el llanto Si no le quedó ni un cobre Como una mujer largué Si no de hijos un enjambre,

Ay ! mi Dios—si me quedé ;Qué más iba á hacer la pobra Más triste que Jueves Santo! Para no morirse de hambre? ———— ————

MARTIN FIERRO 15

¡Tal vez no te vuelva á ver, Y aguante el que no se anime Prenda de mi corazóa! A meterse en tanto engorro, Dios te dé su proteción O sino aprétese el gorr« Ya qtie no me la dio á raí O para otra tierra emigre Y á mis hijos dende aquí Pero yo ando como el tigre Les echo mi bendición. Que le roban los cachorros.

Como hijitos de la cuna Aunque muchos eren que el gaucho Andarán por ahi sin madre Tiene una alma de rejmno Ya se quedaron sin padre No se encontrará nifigumo Y ansí la suerte los deja, Que no lo dueblen las penas- Si« naides que los proteja Mas no debe aflojar uno Y sin perro que les ladre. Mientras hay sangre en las venas

Los pobrccitos tal vez No tengan ande abrigarse, Ni ramada ande ganarse, Ni rincón ande meterse, Vil Ni camisa qué ponerse, Ni poncho con qué taparse.

Tal vez los verán sufrir De carta de mas me vía Sin tenerles compasión Sin saber á dónde dirme; Puede que alg^a ocasión Mas dijeron que era vago Aunque los vean tiritando, Y entrsuron á perseguirme. Los edien de algún jogóm Pa que no estén estorbando,. Nunca se achican los nales. Van f>oco á poco crede»do, Y al verse ansina espantaos Y ansina me vide pro»t» Como se espanta á los perros, Obligado á andar juyeado Irán los hijos de Fierro Con la cola entre las piernas, No tenia mujer ,ni rancho, A buscar almas más tieraas Y á mas, ora resertxH:, O esconderse en algún cerro. No tenia una prenda güeña Ni un peso en el tiracfor. Mas también en este juego, Voy á p^ir mi bolada — A mis hijos iíifelioes, A naides le debo nada Pensé volverlos á hallar Ni pido cuartel ni doy; Y andaba de un lao al otro Y ninguno dende hoy Sin tener ni qué pitar. Ha 3e llevarme en la armada. Supe una vez por desgracia Yo he sido manso primero, Que habia un baile por allí Y seré gaucho matrero Y medio dese^jcrao En mi triste circustancia A ver la milonga fui. Aunque es mi mal tan projundo, Napí, y me he criao en estancia, Riunidos al pericón Pero ya conozco el mundo. Tantos amigos halle, Que alegre de verme entre ellos Ya le conozco sus mañas, Esa noche me apedé. Le conozco sus cucañas, Sé cómo hacen la partida, Como nunca, en la ocasión La enriedan y la manejan Por peliar nc díó la tranca, Deshacerc la madeja Y la emfMrendi con un negro lAunque me cueste la vida. Que trujo una negra en aiicas., »; — —— — r^-^->v»

16 EL GAUCHO

Al ver llegar la morena El negro, después del golpe Que no hada caso de naides Se había el poncho refalao Le dije con la mamúa Y dijo : — ( Vas á saber — « Va... ca... yendo gente al baile.» « Si es solo ó acompañao. »

La negra entendió la cosa Y mientras se arremangó Y no tardó en contestarme Yo me saqué las espuelas. Mirándome como á : perro Pues malicié que aquel tío « Mas vaca será su madre. No era de arriar con las riendas.

Y dentro al baile muy tiesa No hay cosa como el peligro Con más cola que una zorra Pa refrescar un mamao. Haciendo blanquiar los dientes Hasta la vista se aclara Lo mesrao que mazamorra. Por mucho que haiga chupao. — «Negra linda* . . . .dije yo— El negro me atropello «Me gusta .... pa la carona «— Como á quererme comer Y me puse á champurriar Me hizo dos tiros seguidos Esta coplita fregona : Y los dos le abarajé.

«A los blancos hizo Dios, Yo tenía un facón con S «A los mulatos San Pedro, Que era de lima de acero. « A los negros hizo el diablo Le hice un tiro, lo quitó «Para tizón del infierno. » Y vino ciego el moreno.

Hajíía e&tao juntando rabia Y en el medio de las aspas El moreno dende ajuera Un planazo le asenté. En lo escuro le brillaban Que lo largué culebriando Los ojos como linterna. Lo mesmo que buscapié.

Lo conocí retqbao Le coloriaron las motas Me acerqué y le dije presto Con la sangre de la herida,

. . volvió «Po. .r. . . .rudo que un hombre sea Y á venir furioso « Nunca se enoja por esto, » Como una tigra parida.

Corcobió el de los tamangos Y ya me hizo relumbrar

Y creyéndose muy fijo : Por los ojos el cuchillo. « —Mas porrudo serás vos, Alcanzando con la punta « Gaucho rotoso > me dijo. A cortarme en un carrillo.

Y ya se me vino al humo Me hirvió la sangre en Como las venas á buscarme la hebra Y me le afirmé al moreno, un Y golpe le acomodé Dándole de punta y hacha Con el porrón de ginebra. Pa dejar un diablo menos.

Ay no más pegó el de ollin Por fin en una topada Más gruñidos que un chanchito, En el cuchillo lo alcé, Y pelando un envenao Y como un saco de güesos atropello Me dando gritos. Contra un cerco lo largué. Pegué un brinco y abrí cancha Tiró unas cuantas patadas Diciéndoles : — « Caballeros Y ya cantó pa el carnerQ «Dejen venir ese toro* Nunca me puedo olvidar tSolo nací . . , , solo muero.» De la agonía de aquel negro. —— ——— ———

MARTIN FIERRO n

En esto la negra vino, Ah ! pobre ! si el mismo creiba, j Con los ojos como agrí— Que la vida le sobraba, I

Y empezó la pobre allí ^ Ninguno diría que andaba A bramar como ana loba Aguaitándolo la muerte Yo quise darle una soba ver si la hacía callar A Pero ansi pasa en el mundo. Mas, pude reflesionar Es ansi la triste vida era malo en aquel punto¿ Que Pa todos está escondida, por respeto al dijunto Y La güeña ó la mala suerte. No la quise castigar.

Se ^iró al suelo, al dentrar Limpié el facón en los pastos, Desaté mi redomón. Le dió un empeyón á un vasco me alargó un medio frasco Monté despacio» y salí Y Diciendo «Beba Al tranco pa el cañadón. — cuñao» —cPor su hermana» contesté, Después supe que al finao cQue por la mia no hay cuidao. > Ni siquiera lo velaron, rctobao en un cuero, Y « — i Ah ! gaucho me respondió, Sin resarle lo enterraron. «¿De qué pago será crioyo? «Lo andará buscando el hoyo.?— Y dicen que dende entonces «¿Deberá tener güen cuero? Cuando es la noche serena, «Pero ande bala este toro Suele verse una luz mala « No bala ningún ternero. » Como de alma que anda en petia. Y ya salimos trensaos Yo tengo intención á veces Porque el hombre no era lerdo, Para que no pene tanto. Mas como el tino no pierdo, De sacar de allí los güesos Y soy medio lijerón, Y echarlos al campo santo. Le dejé mostrando el sebo De un revés con el facón- VIH. Y como con la justicia No andaba bien por allí. Otra vez en un boliche Cuanto pataliar lo vi, Estaba haciendo la tarde, Y el pulpero pegó el grito. Cayó un gaucho que hacía a larde Ya pa el palenque sali De guapo y de peliador. Como haciéndome chiquito

A la llegada metió Monté y me encomendé á Dios, El pingo hasta la ramada Rumbiando para otro pago Y yo sin decirle nada Que el gaucho que llaman vago Me quedé en el mostrador. No puede tener querencia, Y ansi de estrago en estrago Era un terne de aquel pago Vive llorando la ausencia. Que naides lo reprendía, Que sus enriedos tenía siempre Con el señor Comendante : — El anda juyendo, Siempre pobre y perseguido. Y como era protegido, No tiene cueva ni nido Andaba muy entonao, Como si juera maldito Y á cualquiera desgraciao Porque el ser gaucho barajo, Lo llevaba por delante. El ser gaucho es un delito. ———;——: — ———— ——

18 BL GAUCHO

£s como el patrio de posta Para él son los calabazo«. Lo larga este, aquel lo toma, Para el las duras prisiones, Nvoca se acaba la broma £n 9u boca no hay ratones ^ Dendíe chico se parece Aunque la raz<^ le sobre; Al arbolito que crece, Que son campanas de palo Desampara© en la loma. Las razones de los pobres.

Le echan la agua del bautismo Si uno aguanta, es gaucho bruto Aquel que nació en la selva, Si no aguanta, es gaucho malo « Busca madre que te engüelva » Déle azote, déle palo!

Le dice al flaire y lo larga, Porque es lo que él necesita ! !— Y dentra á cruzar el mundb De todo el que nació gaucho Como burro con la carga, Esta es la suerte maldita.

Y se cria viviendo al viento Vamos suerte—vamos juntos Como oveja sin trasquila Dendfe que jimtos nacimos Mientras su padre en las ¿las Y ya que juntos víyíibos 'Anda sirviendo al Crobierno Sin podemos düvidir... abriré con Naide lo ampara ni asila. Yo mí cudiiHo El camino pa seg«ir.. Aunque tirite en invierno

Le llaman «gaucho mamao» Si lo pillan divertido, Y que es mal entretenido Si en un baile lo sorpriendcn, m. Hace mal si se defiende Y si nó, se vé fundido.

Matreriando lo No tiene hijos, ni mujer. pasaba á las Ni amigos, ni protectores, Y casas no venia Pues todos son sus señores Solía arrimarme de día lo carancho, Sin que ninguno lo ampare Mas mesmo que el Siempre estaba sobre el rancho ¿ Tiene la suerte del güey Espiando á la polecía. Y donde irá el güey que no are?

Su casa es el pajonal, Viva el gaucho que ande mal Su guarida es el desierto Como zorro perseguido Y si de hambre medio muerto Hasta que al menor descuido 1^ echa el lazo á algún mamón. Se lo atarazquen los perros. Lo persiguen como á plaito, Pues nunca le falta un yerro Porque es un gaucho ladrón, Al hombre mas al vertí do.

Y si de un golpe por ay Y en esa hora de la tarde Lo dan güelta p

«Él nada gana en la paz Bala el tierno corderito Y es el primero en la guerra Al iao de la blanca oveja No le perdonan si yerra, Y á la vaca que se aleja Que no saben perdonar, Llama el ternero amarrao Porque el gaucho en esta tierra Pero el gaucho desgracia© Solo sirve pa votar. No tiene á quien dar su queja. — —— : ; » •i^*im^

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Ansí es que al v«mr la iKKrhe Esos que todo lo saben; Iba á buscar mi g^marida^ Por que esto tieUe otra llave Pues ande el tigtc se anida Y el gaucho tScne su ciencia, También el homfaa>e lo pasa Y no quería que en las casas Es triste en medio del campo Me Todiára la partida. Pasarse noches enteras Ccmtemplando en sus carreras Pues aun cuando vengan ellos Las estrellas que Dios cría,- Cumpliendo con sus débenos, Sin tener más compaiía Yo tengo otros pareceres, Que su delito y las fieras. Y en esa condnta vivo Que no debe un gaucho altivo Me encontraba como digo. Peiiar entre las mujeres. En aquella soledá, Entre tanta oscuricM, Y al campo me iba sólito Echando al viento mis quejas Más matrero que el venao Cuando el grito del ciiajá Como perro abandonao Me hizo parar las orejas. A buscar una tapera, O en alguna viscachera Como lumbriz me pegué Pasar la noche tirao. Al suelo para escuchar; Pronto sentí retumjbar Sin punto ni rumbo áj* Las pisadas de los fletes, £n aquella inmoisidá Y que eran muchos ginetes Entre tanta oscuridá Conocí sin vacilar. Anda el gaucho como duende, Alí jamás lo sorpriende Cuando el hombre está en peligro Dormido, la autoridá. No debe tener conñanza, Ansi tendido de pamza S« esperanza es el coraje, Puse toda mi zteaócm, Su guardia es la precauciÓa, Y ya escuché sin tardanza Su pingo es la salvacioa, Como el ruido de un latóiu Y pasa uno en su desvele, Sia más amparo que el dek) Se venían tan calladitos Ni otro amigo que el facÓM. Que yo me puse en caidao, Talvez me hubieran bombiao Y me venían á buscar; Mas no quise disparar Que eso es de gaucho morao. Ansi me hallaba una nodsc Contemplando las estrellas Al punto me santigüé Que le parecen más bellas Y eché de ginebra un taco, Cuanto uno es más desgraciao, Lo mesmito que el mataco Y que Dios las haiga críao Me arroyé con el porrón Para consolarse en ellas cSi han de darme pa tabaco^ Dije, esta es gpaena ocasión, Les tiene el hombre cariño Y siempre con alegría Me refalé las espuelas. Ve salir las tres marías; Para no peiiar con grillos. Que si llueve, cuanto escampa, Me arremangué el calzoncillo,. Las estrellas son la guía Y me ajusté bien la faja; Que el gaucho tiene en la paaipa Y en una mata de paja. Probé el filo del cuchillo- Aqui no valen Dolores,

Solo vale la esperiencia, Para tenerlo á la mano . Aquí verían su ÍROciencia El flete en el pasto até. —; ; ;

!0 EL GAlíCHO

La cincha le acomodé, Era tanta la aflición Y en un trance como aquel, Y la angurria que tenían. Haciendo espaldas en él Que tuitos se me venían Quietito los aguardé. Donde yo los esperaba, Uno al otro se estorbaba Cuando cerca los sentí, Y con las ganas no vían. Y que ay no mas se pararon, Los pelos se me erizajon Dos de ellos que traiban sables Y aunque nada vían mis ojos, Más garifos y resueltos € —No se han de morir de antojo » En las hilachas envueltos -—Les dije, cuanto llegaron. Enfrente se me pararon, Y á un tiempo me atropellaroo quise hacerles saber Yo Lo mesmo que perros sueltos. Que allí se hallaba un varón; Les conocí la intención Me fui reculando en falso Y solamente por eso Y el poncho adelante eché, Fué que les gané el tirón. Y cuanto le puso el pié Sin aguardar voz de preso. Uno medio chapetón. De pronto le di el tirón —tVos sos un gaucho matrero» Y de espaldas lo largué. Dijo uno, haciéndose el güeno, cVos matastes un moreno Al verse sin compañero € Y otro en una pulpería, El otro se sofrenó, « Y aquí está la polecía Entonces le dentré yo, t Que viene á justar tus cuentas Sin dejarlo resollar, « Te va á alzar por las cuarenta Pero ya empezó á aflojar € Si te resistís hoy día. » Y á la pu...n...ta disparó.

—cNo me vengan, contesté, Uno que en una tacuara Había atao una tijera. « Con la relación de dijuntos ; € Esos son otros asuntos Se vino como si juera «Vean si me pueden llevar, Palenque de atar terneros, cQuc yo no me he de entregar, Pero en dos tiros certeros € Aunque vengan todos juntos. » Salió aullando campo ajuera.

Pero no aguardaron más, Por suerte en aquel momento Y se apiaron en montón Venía coloriando el alba Como á perro cimarrón Y yo dije « si me salva Me rodiaron entre tantos, La virgen en este apuro, Yo me encomendé á los Santos, € En adelante le juro Y eché mano á mi facón. c Ser mas güeno que una malva. »

entre Y ya vi de el fogonazo Pegué un brinco y todos De un tiro de garabina, Sin miedo me entreveré— Mas quiso la suerte indina Echo ovillo me quedé De aquel maula, que me errase, Y ya me cargó una yunta, Y ay no más lo levantase Y por el suelo la punta Lo mesmo que una sardina De mi facón les jugué.

'A otro que estaba apurao El más engolosinao Acomodando una bola. Se me apio con un achazo, Le hice una dentrada sola, Se lo quité con el brazo los piojos Y le hice sentir el üerro. De nó, me mata Y ya salió como el perro Y ante de que diera un paso^ los dos ojos. Cuando le pisan la cola. Le eché tierra en — ; ; ——» ;

/ifiTIN FIERRO

Y iniéntras se sacudía Dejamos amontonaos Refregándose la vista, A los pebres que murieron, Yo me le fui como lista No sé si los recojeron Y ay no más me le añrmé Porque nos fuimos á un rancho,

Diciéndole : « Dios te asista. > si tal vez los caranchos Y de un revés lo voltié. Ay no más se los comieron.

Pero en ese punto mesmo Lo agarramos mano á mano Sentí que por las costillas Entre los dos al porrón, Un sable me hacía cosquillas En semejante ocasión Y la sangre se me heló Un trago á cualquiera encanta, Dende eso momento yo, Y Cruz no era remolón Me salí de mis casillas. Ni pijotiaba garganta.

Di para atrás unos pasos Calentamos los gargueros, Hasta que pude hacer pié, Y nos largamos muy tiesos, Por delante me lo eché Siguiendo siempre los besos De punta y tajos á un criollo Al pichel, por más señas, Metió la pata en un oyó, íbamos como cigüeñas Y yo al oyó lo mandé. Estirando los pescuesos.

Tal vez en el corazón —«Yo me voy, le dije, amigo,

Lo tocó un Santo Bendito,

Y dijo : —« ¡ Cruz no consiente «A ix)nerse en mi camino cQue se cometa el delito «Yo seguiré mi destino

a De matar ansi un valiente I iQue el hombre hace lo que debe. »

Y ay no más se me aparió, «Soy un gaucho desgraciao, Dentrándole á la partida, «No tengo donde ampararme, Yo les hice otra embestida «Ni un palo donde rascarme, Pues entre dos era robo; a Ni un árbol que me cubije Y el Cruz era como lobo a Pero ni aun esto me aflige Que defiende su guarida. a Porque yo sé manejarme. »

Uno despachó al infierno « Antes de cair al servicio, De los que lo atrepellaron. «Tenia familia y hacienda, Los demás remoliniaron. a Cuando volví, ni la prenda,

Pues íbamos á la fija , 1 Me la habían dejao ya, Y á poco andar dispararon orDios sabe en lo que vendrá Lo mesmo que sabandija. a A parar esta contienda.

Ay quedaban largo á largo Los que estiraron la geta. Otro iba como maleta, X.

Y Cruz de atrás les decía :| «Que venga otra polecía c A llevarlos en carreta, d CRUZ

Yo junté las osamentas —Amigazo, pa sufrir Me hinqué y les recé un bendito Han nacido los varones Hice una cruz de un palito Estas son las ocasiones Y pedí á mi Dios clemente, De mostrarse un hombre juerte, Me perdonara el delito Hasta que venga la muerte De haber muerto tanta gente. Y lo agarre á coscorrones. — : —— — —!———! —

22 EL GAUCHO

El andar tan despilchao Yo también tuve una pilcha Ningún mérito me quita,, Que me enilenó el corazón Sin ser un alma bendita \ si en aquella ocasión Me duelo del mal ageno Alguien me hubiera buscao Soy un pastel con relleno Siguro que me había hallao Que parece torta frita. Mas prendido que un botón.

Tampoco me faltan males En la güella del querer Y desgracias, le prevengo, No hay animal que se pierda... También mis desdichas tengo, Las mujeres no son lerdas Aunque esto poco me aflige Y todo gaucho es dotor Yo sé hacerme el chancho rengo Si pa cantarle el amor Cuando la cosa lo esige. Tiene que templar las cuerdas.

Y con algunos ardiles Quién de una alma tan dura ¡ es Voy viviendo, aunque rotoso; Que no quiera una mujer A veces me hago el sarnoso Lo alivia en su padecer: Y no tengo ni un granito, Si no sale calavera Pero al chifle voy ganoso Es la mejor compañera Como panzón al maíz frito- Que el hombre puede tener.

A mí no me matan penas Si es güeña, no lo abandona Mientras tenga el cuero sano, Cuando lo vé desgraciao, Venga el sol en el verano Lo asiste con su cuidao, Y la escarcha en el invierno Y con afán cariñoso Si este mundo es un infierno Y usté tal vez ni un rebozo ¿Por qué afligirse el cristiano? Ni una pollera le ha dao.

Hagámosle cara fiera Grandemente lo pasaba A los males, compañero. Con aquella prenda mía Porque el zorro más matrero Viviendo con alegría Suele cair como un chorlito; Como la mosca en la miel !

Viene por un corderito ¡ Amigo, qué tiempo aquel Y en la estaca deja el cuero. La pucha—que la quería!

Hoy tenemos que sufrir Era la águila que á un árbol Males que no tienen nombre Dende las nubes bajó Pero esto á naides lo asombre Era más linda que el alba Porque ansina es el pastel; Cuando vá rayando el sol Y tiene que dar el hombre Era la flor deliciosa Más vueltas que un carretel. Que entre el trebolar creció.

Yo nunca me he de entregar Pero, amigo, el Comendantc A los brazos de la muerte— Que mandaba la milida, ^ Arrastro mi triste suerte Como que no desperdicia Paso á paso y como pueda— Se fué refalando á casa; Que donde el débil se queda Yo le conocí en la traza Se suele escapar el juerte. Que el hombre traiba malicia.

Y ricuerde cada cual El me daba voz de amigo, Lo que cada cual sufrió Pero no le tenía fé Que lo que es, amigo, yo. Era el jefe, y ya se vé.— Hago ansi la cuenta mía :! No podía competir yo Ya la pasado pasó En mi rancho se pegó Mañana será otro día. Lo mesmo que saguaipé. — : ; — —:——! — !

MARTIN FIERRO 23

A poco andar, conocí, Me hizo un tiro de revuelver Que ya me había desbancao, Que el hombre creyó siguro. ~Y él siempre muy entonao, Era conñao y le juro Aunque sin darme ni un cobre Que cerquita se arrimaba Me tenía de lao á lao Pero siempre en un apuro Como encomienda de pobre. Se desentumen mis tabas.

A cada rato, de chasque El me siguió menudiando Me hacía dir á gran distancia, Mas sin poderme acertar» Ya me mandaba á una estancia, Y yo, déle culebricir, Ya al pueblo, ya á la frontera Hasta que al fin le dentré Pero él en la comendancia Y ay no más lo despaché No ponía los pies siquiera. Sin dejarlo resollar.

Es triste á no poder más Dentré á campiar en seguida El hombre en su padecer, Al viejito enamorao, Si no tiene una mujer El pobre se había ganao Que lo ampare y lo consuele:; En un noque de lejía Mas pa que otro se la pele ¡Quién sabe como estaría Lo mejor es no tener. Del susto que había llevao

No me gusta que otro gallo Es zonzo el cristiano macho - Le cacaree á mi gallina Cuando el amor lo domina ! Yo andaba ya con la espina. £1 la miraba á la indina, Hasta que en una ocasión Y una cosa tan jedionda Lo pillé junto al jogón Sentí yo, que ni en la fonda Abrazándome á la china. He visto tal jedentina.

Tenía el viejito una cara Y le dije: —«Pa su agüela De ternero mal lamido, « Han de ser esas perdices s^ Y al verlo tan atrevido Yo me tapé las narices,

Le dije : — « Que le aproveche Y me salí esternudando, «Que había sido pa el amor Y el viejo quedó olfatiando «Como guacho pa la leche » Como chico con lumbrices.

Peló la espada y se vino Cuando la muía recula Como á quererme ensartar, Señal que quiere cosiar Pero yo sin tutubiar Ansi se suele portar Le volví al punto á decir Aunque ella lo disimula, —«Cuidao no te vas á pér...tigo Recula como la muía fPoné cuarta pa salir.» La mujer, para olvidar.

ün puntazo me largó Alcé mi poncho y mis prendas Pero el cuerpo le saqué, Y me largué á padecer Y en cuanto se lo quité Por culpa de una mujer Para no matar un viejo. Que quiso engañar á dos Con cuidao, medio de lejos Al rancho le dije adiós Un planazo le asenté. Para nunca más volver.

Y como nunca al que manda Las mujeres dende entonces, Le falta algún adulón Conocí á todas en una Uno que en esa ocasión, Ya no he de probar fortuna 5e encontraba allí presente, Con carta tan conocida Vino apretando los dientes Mujer y perra parida, Como perrito mamón. No se me atraca ninguna —: —; — —» —— ——— J' u EL GAUCHO

Era la casa del baile Un rancho de mala muerte, Y se enllenó de tal suerte XI Que andábamos á empujones — Nunca faltan encontrones Cuando un pobre se divierte.

les brotan las coplas A otros Yo tenía unas medias botas Como agua de manantial Con tamaños verdugones Pues á mí me pasa igual Me pusieron los talones las valen, Aunque mías nada Con crestas como los gallos De la boca se me salen Si viera mis afliciones Como ovejas del corral. Pensando yo que eran callos.

Que en puertiando la primera, Con gato y con fandanguilio Ya la siguen las demás, Había empezao el changango Y en montones las de atrás Y para ver el fandango •> Contra los palos se estrellan. Me colé haciéndome bola Y saltan y se atropellan Más, metió el diablo la cola, Sin que se corten jamás. Y todo se volvió pango.

Y aun que yo por mi inorancia Había sido el guitarrero Con gran trabajo me esplico, Un gaucho duro de boca Cuando llego á abrir el pico Yo tengo paciencia poca Ténganlo por cosa cierta, Pa aguantar cuando no debo, Sale un verso y en la puerta A ninguno me le atrevo Ya asoma el otro el hocico, Pero me halla el que me toca.

Y emprésteme su atención A bailar un pericón Me oirá relatar las penas Con una moza salí, De que traigo la alma llena Y cuanto me vido allí Porque en toda circustancia, Sin duda me conoció Paga el gaucho su inorancia Y estas coplitéis cantó Con la sangre de sus venas Como por rairse de mi :'

Después de aquella desgracia cLas mujeres son todas Me refugié en los pajales, «Como las muías— entre los cardales Andube «Yo no digo que todas ' Como vicho sin guarida «Pero hay algunas Pero, amigo, es esa vida « Que á las aves que vuelan Como vida de . « Les sacan plumas. »

Y son tantas las miserias «Hay gauchos que presumen En que me he sabido ver «De tener damas Que con tanto padecer «No digo que presumen Y sufrir tanta aflición « Pero se alaban Malicio que he de tener «Y á lo mejor los dejan Un callo en el corazón. « Tocando tablas.

Ansi andaba como guacho Se secretiaron las hembras Cuando pasa el temporal Y yo ya me encocoré Supe una vez por mi mal Volié la anca y le grité De una milonga que había, « Deja de cantar chicharra » Y ya pa la pulpería Y de un tajo á la guitarra Enderezé mi bagual. Tuitas las cuerdas corté.

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MARTIN FIERRO 25

Al punto salió de adentro U« gringo con un jusil he sido vil, Pero nunca XII. Poco el peligro me espanta Yo me refalé la manta Y la eché sobre candil. Yo no sé que tantos meses Esta vida me duró, Gané en seguida la puerta A veces nos obligó Gritando : —« Naides me ataje » La miseria á comer potro Y alborotao el hembraje Me había acompaña© con otros Lo que todo quedó escuro, Tan desgraciaos como yo. Empezó á verse en apuro Mestura© con el gauchage. Má=; ¿para qué platicar Suore esos males,—canejo? El primero que salió Nace el gaucho y se hace viejo. Fué el cantor y se me vino Sin que mejore su suerte, - Pero yo no pierdo el tino Hasta que por ay la muerte Aunque haiga tomao un trago Sale á cobrarle el pellejo. Y hay algunos por mi pago Pero como no hay desgracia Que me tienen por ladino.— . Que no acabe alguna vez, No ha de haber achocao otro Me aconteció que después / i Le salió cara la broma; De sufrir tanto rigor A su amigo cuando toma Un amigo por favor Se le despeja el sentido, Me compuso con el juez. Y el pobrecito había sido Le alvertiré que en mi pago Como carne de paloma. Ya no va quedando un criollo, Se los ha tragao el oyó, Para prestar un socorro

juido ó muerto en la g^rra . Las mujeres no son lerdas- O Porque, amigo, en esta tierra Antes que la sangre pierda Nunca se acaba el emferollo Lo arrimaron á unas pipas Ay lo dejé con las tripas Colijo que jué por eso Como pa que hiciera cuerdas. Que me clamó el juez un día, Y me dijo que quería Monté me largué á los campos y Hacerme á su lao venir, Más libre que el pensamiento, Y que dentrase á servir Como las nubes al viento De soldao de Policía. A vivir sin paradero, Que no tiene el que es matrero Y me largó una proclama Nfido, ni rancho, ni asiento. Tratándome de valiente. Que yo era un hombre decente, No hay fuerza contra el destino/ Y que dende aquel momento Que le ha sefialao el cielo Me nombraba de sargento Y aunque no tenga consuelo Pa que mandara la gente. Aguante el que está en trabajo! ¡Naides se rasca pa abajo! Ansi estuve en la partida se lonjea contra el Pero, ¿qué haibía de mandar? I Ni pelo! Anoche al irlo á tomar Con el gaucho dcsgraciao Vide güeña coyuntura No hay uno que no se entone - Y á mi no me gusta aiidar La menor falta lo espone Con la lata á la cintura. A andar con los avestruces! Faltan otros con mas luces Y siempre hay quien los perdone. ———: ———-—— • —————: —

EL GAUCHO 21

Ya conoce, pues quien soy, Todos se güelven proyetos Tenga confianza conmigo, De colonias y carriles Cruz le dio mano de amigo Y tirar la plata á miles Y no lo ha de abandonar En los gringos enganchaos. Juntos podemos buscar Mientras al pabre soldao los Pa dos un mesmo abrigo. Le pelan la chaucha— ¡ ah ! viles !—

Andaremos de matreros Pero si siguen las cosas Si es preciso pa salvar Como van hasta el presente Nunca nos ha de faltar Puede ser que de repente juír, Ni un güen pingo para Veamos el campo disierto, Ni un pajal ande dormir, Y blanqueando solamente Ni un matambre que ensartar. Los güesos de los que han muerto.

Y cuando sin trapo alguno Hace mucho que sufrimos Nos haiga el tiempo dejao— La suerte reculativa y© le pediré emprestao Trabaja el gaucho y no arriba, El cuero á cualquier lobo Porque á lo mejor del caso, y hago un poncho, si lo sobo. Lo levantan de un sogíizo Mejor que poncho engomao.; Sin dejarle ni saliva.

Para mi la cola es pecho De los males que sufrimos Y el espinazo cadera Hablan mucho los puebleros, Hago mi nido ande quiera Pero hacen como los teros Y de lo que encuentro como Para esconder sus niditos Me echo tierra sobre el lomo En un lao pegan los gritos Y me apeo en cualquier tranquera. Y en otro tienen los güevos.

Y dejo rodar la bola Y se hacen los que no aciertan Que algún día se ha de parar A dar con la coyuntura Tiene el gaucho que aguantar Mientras al gaucho lo apura Hasta que lo trague el oyó Con rigor la autoridá, O hasta que venga algún criollo Ellos á la enfermedá En esta tierra á mandar. Le están errando la cura.

Lo miran ai pobre gaucho Como carne de cogote Lo tratan al estricote XIII Y si ansi las cosas andan. Porque quieren los que mandan Aguantemos los azotes. MARTIN FIERRO

Pucha—si usté los oyera Ya veo que somos los dos Como yo en una ocasiói^., Astillas del mesmo palo Tuita la conversación Yo paso por gaucho malo Que con otro tuvo el juez Y usté anda del mesmo modo, Le asiguro que esa vez Y yo pa acabarlo todo Se me achicó el corazón. A los Indios me refalo.

Hablaban de hacerse ricos Pido perdón á mi Dios Con campos en las fronteras Que tantos bienes me hizo De sacarla mas ajuera Pero dende que es preciso Donde había campos baldidos— Que viva entre los infieles Y llevar de los partidos Yo seré cruel con los crueles Gente que la defendiera. Ansi mi suerte lo quiso. Imm-iii II í-l i .:: in,: i-

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MARTIN FIERRO

Dios formó lindas las flores, Si hemos de salvar ó nó Delicadas como son De esto naide nos responde, Les dio toda perfeción Derecho ande el sol se esconde Y cuanto él era capaz Tierra adentro hay que tirar, Pero al hombre le dio mas Algún día hemos de llegar... Cuaindo le dió el corazón. Después sabremos á donde.

Le dió claridá á la luz, No hemos de perder el rumbo fuerza '^n su carrera al viento. Los dos somos güeña yunta Le dió vida y movimiento El que es gaucho va ande apunta, Dcnde el águila al gusano Aunque inore ande se encuentra; Pero más le dió al cristiano Pa el lao en que el sol se dentra Al darle el entendimiento Dueblan los pasos la punta.

Y aunque á las aves les dió. De hambre no perecemos Con otras cosas que inoro, Pues sigun otros me han dicho Esos piquitos como oro En los campos se hallan vichos Y un plumaje como tabla De lo que uno necesita... Le dió al hombre mas tesoro Gamas, matacos, mulitas. Al darle una lengua que habla. Avestruces y quirquinchos-

Y dende que dió á las fieras Guando se anda en el disierto Esa juria tan inmensa. Se come uno hasta las colas Que no hay poder que las vensa Lo han cruzado mujeres solas Ni nada que las asombre Llegando al fin con salú,

¿ Que menos le daría al hombre Y á de ser gaucho el ñandú Que el valor pa su defensa? Que se escape de mis bolas.!

Pero tantos bienes juntos Tampoco á la sé le temo, Al darle, malicio yo Yo la aguanto muy contento. Que en sus adentros pensó Busco agua olfatiando al viento Que el hombre los precisaba, Y dende que no soy manco, , Pues los bienes igualaba Ande hay duraznillo blanco Con las penas que les dió. Cabo, y la saco al momento.

Y yo empujao por las mías Allá habrá seguridá

Quiero salir de este infierno : — Ya que aquí no la tenemos. Ya no soy pichón muy tierno Menos males pasaremos Y sé manejar la lanza Y ha de haber grande alegría, Y hasta los Indios no alcanza El día que nos descolguemos La faculta del Gobierno. En algima toldería.

Yo sé que allá los caciques Fabricaremos un toldo Amparan á los cristianos, Como lo hacen tantos otros, Y que los tratcín de « Hermanos Con unos cueros de potro Cuando se van p>or su g^sto Que sea sala y sea cocina,

A que andar pasando sustos..,. ¡ Tal vez no falte una china Alcemos el poncho y vamos. Que se apiade de nosotros

En la cruzada hay peligros Allá no hay que trabajar, Pero ni aun esto me aterra Vive uno como un señor Yo ruedo sobre la tierra De cuando en cuando un malón Arrastrao por mi destino Y si de él sale con vida. Y si erramos el camino.... Lo pasa echao panza arriba No es el primero que lo erra. Mirando dar güelta el sol. ; i : ——

28 EL GAUCHO MABTIN FIERRO

Y ya que á juerza de golpes Y daré fin á mis coplas La suerte nos dejó afius, Con aire de relación, Puede que allá veamos luz Nunca falta un preguntón Y se acaben nuestras penas; Mas curioso que mujer, Todas las tierras son güeñas Y tal vez quiera saber Vámosnos amigo Cruz. Como jué la conclusión

El que maneja las bolas, Cruz y P'ierro de una estancia El que sabe echar un pial, Una tropilla se arriaron— Y sentársele á un bagual Por delante se la echaron Sin miedo de que lo baje, Como criollos entendidos, Entre los mesmos salvajes Y pronto sin ser sentidos No puede pasarlo mal. Por la frontera cruzaron.

El amor como la guerra Y cuando la habían pasao. Lo hace el criollo con cancioHes— Una madrugada clara A mas de eso en los malones Le dijo Cruz que mirara Podemos aviarnos de algo. Las últimas poblaciones En ñn, amigo, yo salgo, Y á Fierro dos lagrimones De estas pelegrinaciones. Le rodaron por la cara.

Y siguiendo el fiel del rumbo Se entraron en el desierto No sé si los habrán muerto En alguna correría, Pero espero que algún día Sabré de ellos algo cierto.

En este punto, el cantor Y ya con estas noticias Buscó un porrón pa consuelo, Mi relación acabé, Echó un trago como un cielo, Por ser ciertas las conté. Dando fin á su argumento Todas la desgracias dicha» Y de un golpe el istrumento Es un telar de desdichas Lo hizo astillas contra el suelo Cada gaucho que usté vé.

cRuemjx), dijo, la guitarra, Pero ponga su esperanza Pa no volverme á tentar. En el Dios que los formó, Ninguno la ha de tocar Y aquí me despido yo Por siguro ténganlo; Que he relatao á mi modo, Pues naides ha de cantar Males que conocen todos Cuando este gaucho cantó. Pero que uaides cantó.

FIN ;

OTRAS COMPOSICIONES DEL Sr. HERNÁNDEZ

EL VIEJO Y LA NINA

Cruza un arroyo inocente El es el árido invierno Sobre un campo de esmeralda, Con 3U nieve y sus escarchas. Y á su orilla crece un sauce Es desierto, soledad, Reflejándose en sus aguas. Repulsión> tinieblas, nada- £n sus trasparentes ondas, Y en la senda de la niña. Serenas, limpias y mansas. La primavera derrama Varios descuidados cisnes Todas sus galas floridas Su blanco plumaje, bañan. Con generosa abundancia. Los pintados pajarillos, El es la noche sombría, Saltando de rama en rama, Ella la aurora galana. Enamorados y alegres, Ella viene, y el se vá Con su dulces trinos cantan. Libre de congoja el alma. Y las flores caprichosas. Ella en su inquieta inocencia Que crecen entre la grama, —Jugueteando con sus canas Aquel manto de verdura. ¿ Por qué motivo, le dice, Entapizan y engalanan. Tienes la cabeza blanca? Y las perfumadas brisas, Fija en la niña el anciano Al cruzar en tenue calma. Pura y s«:ena mirada. Rozan leve y suavemente, Sus secos labios contrae Agfua, cisnes, flor y grama. Lijera sonrisa sjnarga, Pálido un rayo de sol, —¿No sabes, niña inocente. Qoe se quiebra entre las raaus. No sabes niña adorada. Va á reflejar moribundo Que la vida se parece En las cristalinas aguas. A la antorcha que se apaga? Del verde sauce á la sombra Seductoras ilusiones. ün pobre viejo descansa, Nuestra juventud engañan Pura la mirada y limpia, Y al retirarse fugaces Serena, aunque triste el alma. El tinte del pelo cambian. A sus trémulas rodillas Vienen muchos desencantos Alegre una niña salta, Muere ó se vá la esperanza Y sus sonrosados dedos Que la esíJeranza de ayer Entre sus canas enlaza. Es desencanto mañana. El las huellas de la vida Y solo nos deja el mundo Muestra en su faz arrugada, Al terminar la jornada, Y ella refleja en su frente Al espíritu congojas La pureza y la esperanza. Pero no á los ojos lágrimas. De la sien del viejo penden Solo deja el desengaño Escasas hebras de plata, Y tristezas en el alma, Pues deja tan poco el mundo Las arrugas en el rostro

Que hasta deja pocas canas. Y en la cabeza las canas ! ! > Y ella los sedosos rizos, Oyó la niña el sermón Flotantes sobre la espalda. Sin entender ni palabra. Por la brisa acariciados Pues la vida tiene aún No suelta, sino derrama. Arcanos que ella no alcanza. El es la verdad del fin. Se fué á arrojar juguetona Es la realidad ingrata; Piedrecillas en el agua, Y ella es la ilusión risueña Los cisnes tienden el vuelo Que dá vida á la esperanza. Y el viejo vuelve á su casa. : : ; :

30 OTRAS COMPOSICIONES

Las flores siguen creciendo. Yo soy ese pobre viejo Las aguas siguen su marcha, Lleno de arrugas y canas Sigue el sauce dando sombra, Y es la niña juguetona, Sigue el pájaro en sus ramas. La lectora de esta fábula. Sigue la brisa apacible Guarde ella sus ilusiones, Y al verde follaje arranca Yo mis tristezas amargas, Esa tímida armonía Ella sus blondos cabellos Que solo percibe el alma. Y yo mis escasas canas. Mas yo he seguido hasta aquí, Que ya fugaron veloces Y es tiempo de decir basta, Las ilusiones del alma Porque las penas son mías Pues ayer compré un billete Y soy dueño de ocultarlas. Y no me he sacado nada.

Los dos Besos

Volaron aquellas horas —Yo del odio y frenesí. En que la mente delira —Yo vierto una alma en otra alma Sin cuerdas está mi lira Divinizando las dos Y sin fuego el corazón. Soy el hábito de Dios, Y pues que cantar no puedo Soy inocencia y virtud. Tus encantos y embelesos, Y yo soy remordimiento. A una historia de dos besos Infamia, oprobrio, perñdia Presta, niña, tu atención. Soy maldición, soy envidia. Y perversa ingratitud. En los inmensos espacios Dos besos que iban errantes. —-Yo soy perfume suave, Vagos, perdidos, flotantes, Soy celestial armonía? Se llegaron á encontrar. Soy placer, soy alegría, Y al tocarse levemente, Soy esperanza que brota. Yerto el uno y maldecido. —Yo soy maldición, blasfemia, Tembló el otro, como herido Soy rencor de furias lleno, Por aquel roce fatal. Soy para el alma, veneno Que destila gota á gota. Y entre el éter de las nub<:3, Dó el trueno tiene su cuna, —Yo soy pureza y esencia. Un tibio rayo de luna —Yo crimen y falsedad. Los ilumina á los dos. —^Yo salvé á la humanidad. Y el silencio interrumpiendo —Yo á la humanidad perdí. Que en los espacios reinaba, —Soy yo de origen divino. Un genio que allí pasaba —A mi el infierno me hizo.

Oyó la siguiente voz ; —Yo nací eñ el Paraíso. —Yo en Jerusalen nací. ¿Quién eres.'' —¿A donde vas —Yo soy virtud Por el espacio inñnito? —^Yo maldad. —Tan fresco tú. Yo inocencia —Tú marchito —Yo delito. —¿De donde saliste, di? -Yo soy deleite infinito. —-Yo soy ternura. -Yo soy infinito horror. —Yo rabia. -Digámosnos, pues, quién somos, —Yo dulzura. Y así saldremos de dudas. —Yo dolor. —^Yo soy el beso de Judas. —Yo soy hijo del amor. —^Yo el primer beso de Amor. —; — F' ''^í

DEL SE.%OB HERNÁNDEZ

Y los dos al separarse, — j Adiós ! yo busco en el mundo Para seguir su camino Odios, venganzas, agravios! Por un mandato Divino Y yo unos candidos labios Se miraron con horror.. Que me den vida y calor. EL CARPINTERO

Al compás de su herramienta «Y mi vida antes serena Mientras trabaja afanoso Tornóse agitada y turbia Así sus desdichas cuenta, Cambióse el placer en frena, Así canta y se lamenta De amor gimo en la cadena, Un carpintero amoroso.] Muchacho, írcLerne la gurbia^

«£s mi vida su mirada, «Y cariñoso con ella Y cuando su voz escucno, Inocente el ceñrillo Siento mi alma arrebatada Juega al mirarla tan bella De tierno gozo inundada Fulgente como una estrella, —Muchacho, trae el serrucho, Tvluchacho, trae el cefilio.

€ Brotan de sus ojos bellos «Por ella es este dolor Penetrando el corazón Por ella siento esta pena, Esos fúlgidos destellos Y ella con su cruel rigor Y absorto me quedo en ellos... Desdeña, ¡ ingrata ! mi amor : Muchacho, trae el formón. Muchacho, trae la barrena. »

« De sus labios de granada Y amante sigue sus llantos Se escapa de amor el soplo, Y sus eternas disputas Y es ondeante y perfumada Aliviando sus quebrantos Su cabellera rizada... Con sus amorosos cantos Muchacho, irae el escoplo Entre tablas v virutas CANTARES

Yo tengo entre mis libros A las unas les gustan Un libro viejo Crónicas viejas Que una vieja lo mira Y gustan á las niña^ Con espejuelos. Lindas novelas Y tengo un libro Mas no me asusto Que lo ve una muchacha: De que tengan entre ellas Con ojos lindos Distintos gustos.

La viejita leyendo Y para que no digan Pasa el dia entero, Que es impolítico. Y da vueltas las hojas Después de estas verdades Con dedos secos Haré un cumplido Pero la otra Las viejas, vivan! Tiene para las suyas Que son madres ó abuelas Dedos de rosa^ De lindas niñas.