Naciones Unidas A/61/892–S/2007/255

Asamblea General Distr. general 4 de mayo de 2007 Consejo de Seguridad Español Original: inglés

Asamblea General Consejo de Seguridad Sexagésimo primer período de sesiones Sexagésimo segundo año Tema 16 del programa La situación en el Afganistán

Carta de fecha 1° de febrero de 2007 dirigida al Secretario General por el Representante Permanente de Liechtenstein ante las Naciones Unidas

Tengo el honor de transmitirle el resumen de un coloquio internacional de representantes y expertos de alto nivel sobre el tema “Creación de estabilidad y prosperidad en el Afganistán y su región”, celebrado en Viena, del 26 al 29 de octubre de 2006 (véase el anexo). La reunión fue organizada por el Instituto Liechtenstein sobre la Libre Determinación, de la Facultad Woodrow Wilson de Asuntos Públicos Internacionales de la Universidad de Princeton. Le agradecería que la presente carta y su anexo fueran publicados como documento de la Asamblea General, en relación con el tema 16 del programa, y del Consejo de Seguridad.

(Firmado) Christian Wenaweser Embajador Representante Permanente

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Anexo de la carta de fecha 1° de febrero de 2007 dirigida al Secretario General por el Representante Permanente de Liechtenstein ante las Naciones Unidas

Creación de seguridad y estabilidad en el Afganistán y su región

Informe resumido: Instituto Liechtenstein sobre la Libre Determinación

El Instituto Liechtenstein sobre la Libre Determinación, de la Facultad Woodrow Wilson de Asuntos Públicos Internacionales de la Universidad de Princeton convocó el coloquio “Creación de estabilidad y prosperidad en el Afganistán y su región” del 26 al 29 de octubre de 2006 en Viena (Austria). Fue el octavo coloquio sobre el Afganistán patrocinado por el Instituto desde 2001 y también la reunión inaugural de un proyecto bienal sobre “Seguridad del Estado y prosperidad: el Afganistán, países vecinos y la región”, emprendido por el Instituto y financiado en parte por la Carnagie Corporation de Nueva York. Los participantes bosquejaron las cuestiones fundamentales con que se enfrentaba actualmente el Afganistán en cuanto a la seguridad del Estado, el estado de derecho, la movilización de la economía y cuestiones transfronterizas, como la infraestructura y la energía. Participaron más de 50 destacados expertos de los Estados Unidos, la Unión Europea y la región, en representación de círculos académicos, la comunidad diplomática, gobiernos y empresas del sector privado que desarrollan actividades en la región. El coloquio fue inaugurado por SAS Príncipe Hans Adam II de Liechtenstein y presidido por el director del Instituto Liechtenstein sobre la Libre Determinación, Wolfgang Danspeckgruber.

Antecedentes y problemas actuales

El Gobierno del Afganistán, el pueblo afgano y la comunidad internacional se encuentran en una coyuntura decisiva. La situación de la seguridad en el Afganistán se agravó bruscamente en el verano de 2006, caracterizándose por una intensificación de los combates entre los talibanes y fuerzas de la OTAN, atentados suicidas con bombas y la utilización de artefactos explosivos improvisados. Los incidentes relativos a la seguridad disminuyeron en las semanas siguientes a la conclusión de la Operación Medusa de la OTAN, llevada a cabo en el otoño de 2006 en la provincia de , y con el comienzo del invierno. Sin embargo, existe el consenso de que esta pausa en la actividad insurgente será de corta duración. Debe ahora hacerse frente de manera eficaz a factores internos y externos de los que se reconoce ampliamente que alimentan la insurgencia y obstaculizan la continuación con éxito de procesos de reforma clave —como la disolución de grupos armados ilegales— para impedir que el Afganistán se precipite en el abismo al que muchos afganos y la comunidad internacional temen cada vez más que se encamina el país. La seguridad y la estabilidad del Afganistán se han convertido en la piedra de toque de la comunidad internacional en el entorno posterior al 9 de noviembre, aunque han pasado en gran parte a segundo plano debido a la situación en el Iraq. Al ser la primera vez en la historia que la OTAN lleva a cabo una operación “fuera de su zona”, hay algo mucho más en juego para la comunidad internacional, en particular los Estados Unidos y la Unión Europea, en el Afganistán que simplemente el destino del país y el éxito en la construcción de un Estado. El éxito en el

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Afganistán es fundamental para cualquier esperanza futura de una presencia activa y con un compromiso mundial de la OTAN en favor de la reconstrucción y la estabilidad. Cinco años después del Acuerdo de Bonn una manera cada vez más sombría de ver el futuro ensombrece las esperanzas de los afganos y de los observadores internacionales. La opinión general en el Afganistán es que la comunidad internacional decidirá en definitiva reducir su presencia e intervención en el Afganistán. Es éste un temor basado en los crecientes debates acerca de una retirada de los Estados Unidos del Iraq y en la convicción de que ya se ha llegado a tratos entre el Pakistán y los talibanes. Aunque estas opiniones no han sido confirmadas por ninguna acción internacional expresa y han sido refutadas repetidamente por declaraciones de los Estados Unidos, siguen causando preocupación. Además, es un hecho cierto que los donantes internacionales comienzan a dar signos de cansancio. Este cansancio viene alimentado por los limitados progresos conseguidos con el programa más amplio de construcción de un Estado, así como por la cultura dominante de corrupción en importantes sectores del Gobierno afgano, el resurgimiento de la actividad talibán y la difusión de la producción de adormideras y tráfico de estupefacientes. La falta de capacidad a todos los niveles del Gobierno y la limitada capacidad de absorción ponen en claro que el Afganistán necesita tiempo para desarrollarse, pero el Gobierno afgano demuestra con demasiada frecuencia una insuficiente voluntad política y capacidad de dirección respecto de cuestiones políticas fundamentales vinculadas a un programa de reforma. La norma sigue siendo una cultura de impunidad, en la que los afganos consideran en general que las fuerzas de policía están corrompidas y que los sistemas judiciales no responden a las necesidades de la población. Pese a algunos cambios positivos recientes, tan sólo ahora se está abordando el espinoso problema de la reforma del Ministerio del Interior, de la que depende la reforma de la policía, mientras que los progresos hacia el establecimiento del estado de derecho y la reforma de la judicatura son en general lentos. Las medidas del Gobierno afgano y de la comunidad internacional para poner en práctica una asistencia y reformas significativas han sido insuficientes y carentes de coordinación. Suscita especial preocupación el reciente y espectacular crecimiento de las actividades de los talibanes y los intensos combates entre éstos y la OTAN desde julio de 2006. Los talibanes aprovechan en grado creciente la idea que tiene la población local de que el Estado ha fracasado y ofrecen remedios rápidos basados en formas ásperas de “justicia social”. Los ataques de los insurgentes han ido acompañados de un mayor uso de artefactos explosivos improvisados, táctica que no se utilizaba en el Afganistán antes de su amplio uso en el Iraq. Los ataques suicidas con bombas en el Afganistán han aumentado de uno en 2001 a cinco en 2003 y casi 100 en 2006. Los combates entre la OTAN y los talibanes han causado una alta mortalidad de más de 4.000 afganos y unas 120 bajas de tropas de la OTAN. Se prevé ampliamente que el espectacular incremento de la actividad insurgente registrado en 2006 comenzará de nuevo, con más intensidad, en la primavera de 2007. Las operaciones militares y bajas civiles previstas supondrán un pesado costo humanitario para la población afgana y un costo político para el Gobierno del Afganistán y la comunidad internacional.

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Además, el Afganistán se ha convertido en el mayor productor de adormideras del mundo, siendo los niveles actuales de producción de adormideras los más altos en la historia del país. La producción de drogas constituye una amenaza a la estabilidad del frágil Estado afgano y alimenta las actividades insurgentes. Pese a los esfuerzos internacionales hacia la erradicación de la adormidera, el cultivo de opio en el Afganistán aumentó en un 59% solamente en 2006. Hay además temores de que este incremento en la producción de drogas esté contribuyendo a un mayor uso de éstas en el Afganistán y en la región, lo que suscita la preocupación de que los insuficientes servicios sociales y médicos del país no puedan refrenar el creciente uso de estupefacientes y el riesgo conexo de VIH/SIDA. El pacto regional parece haberse roto, como ponen de manifiesto las tensas relaciones entre los Presidentes Karzai y Musharraf, y debe ser objeto de atención inmediata para crear nuevos arreglos y un proceso regional viable. Las relaciones entre e Islamabad se han deteriorado mucho y las iniciativas regionales de los Estados Unidos incrementan la tirantez sobre una relación ya tenue. El nuevo enfoque de las relaciones bilaterales con la India por parte de los Estados Unidos, incluido el acuerdo nuclear, así como la creciente actividad de la India en la prestación de asistencia al desarrollo del Afganistán, preocupan al Pakistán y han alterado el statu quo regional. Las relaciones, recientemente intensificadas, en materia de energía entre la India y el Irán contribuyen a la idea que se hace el Pakistán de que está sometido a un cerco geopolítico. Para el Pakistán, en sus relaciones con la India, esto vuelve a convertir a Kabul en un “territorio interior estratégico”, al tiempo que fomenta el recurso a una disuasión nuclear limitada. Las negociaciones del Pakistán en las zonas fronterizas han suscitado cuestiones sobre el compromiso del Pakistán con la guerra contra el terror, aunque el Presidente Musharraf continúa dando seguridades del compromiso de su país. Además, parece que gran parte de la reagrupación y reaprovisionamiento de los talibanes, así como la revitalización de Al-Qaeda, ocurre en el Pakistán vecino. Las inquietudes acerca de posibles operaciones militares de los Estados Unidos o de Israel en el Irán —vecino occidental del Afganistán— no hacen sino agravar todavía más la situación. Las predicciones de que los Estados Unidos vayan a reducir su presencia militar en el Afganistán, traspasando sus responsabilidades regionales a fuerzas de la OTAN —responsabilidades regionales que no suscitan la misma confianza entre la población local— son causa de preocupación general por la seguridad del Afganistán a medio plazo.

Recomendaciones

Es imperativo reconocer que la asignación de ulteriores recursos no creará por sí misma una trayectoria positiva para el Afganistán. Solamente una estrategia unificada basada en las realidades afganas podrá restaurar la esperanza y la confianza entre la población afgana de que su Gobierno y sus asociados internacionales están avanzando en una dirección que conduzca a la seguridad, la estabilidad y la prosperidad. Esto requiere una acción combinada y coherente del Gobierno afgano y de la comunidad internacional para abordar las causas y no los síntomas, de la crisis política y de seguridad cada vez más acentuada. Las recomendaciones que siguen se centran en cuatro esferas fundamentales: cuestiones de seguridad y los talibanes; el estado de derecho y el buen gobierno; la economía, la infraestructura y la política internacional de los donantes; y un nuevo pacto regional.

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Cuestiones de seguridad y los talibanes

Reviste actualmente la mayor urgencia restablecer la confianza de la población afgana en el proceso político. El creciente éxito de los talibanes en las regiones oriental y meridional del Afganistán está relacionado con la idea que tiene la población de que el Gobierno afgano es incapaz de atender a las necesidades de la población y de garantizar la seguridad humana. Esta idea deriva de experiencias diarias con la corrupción en la policía, la administración local y los tribunales; la utilización por los talibanes de rivalidades entre tribus; las actividades de funcionarios locales y sindicatos criminales organizados que controlan el tráfico de estupefacientes; y una falta general de prestación de servicios básicos por parte del Gobierno, entre ellos, alimentos, atención sanitaria, agua, energía y acceso por carretera. Los donantes internacionales no han podido en gran parte proporcionar un grado significativo de asistencia a la población en zonas inseguras e inestables, corroborando así la declaración del General Karl Eikenberry, comandante del Comando de fuerzas combinadas —Afganistán, de que “donde termina la calle, comienzan los talibanes”. Para contrarrestar la influencia de los talibanes, el Gobierno afgano, con el apoyo de la comunidad internacional, debería reformar el aparato de seguridad y gobierno a nivel local y centrar de nuevo el debate sobre la seguridad para incluir la seguridad humana. Es fundamental que el Afganistán se haga cargo de esos cambios e iniciativas, para lo que debe contar con el respaldo e intervención internacionales en curso en el país. Debe procederse así para contrarrestar la opinión imperante entre la comunidad internacional de que debe limitar sus actividades en el Afganistán, dado que se ha hecho mucho para prestar asistencia al país pero con poco éxito. La comunidad internacional debe convenir en una estrategia general de reforma del sector de la seguridad, para la que es fundamental un enfoque integrado a nivel estratégico y para la que existe un fuerte apoyo internacional a nivel táctico. Además, el Gobierno afgano, en concierto con la comunidad internacional, debería elaborar una estrategia de información pública que pueda conformar de manera positiva las ideas de la población local. Los estudios de los medios de comunicación indican que la población afgana otorga la mayor confianza a los servicios en y persa de la BBC y las emisiones de la Voz de América. En los planes de la OTAN/FIAS para ampliar las transmisiones a todo el país en 2007 no se tiene en cuenta la comprensible idea de la población afgana de que las emisiones de la FIAS son parciales, por lo que no merecen confianza. Al igual que con otras iniciativas de reforma, es fundamental que haya un organismo afgano. Solamente puede realizarse una campaña eficaz de información si está dirigida por personal afgano calificado, con el apoyo eficaz de organizaciones de los medios de difusión internacionales. Es fundamental una nueva estrategia centrada en proporcionar noticias neutrales, objetivas y en tiempo oportuno para apoyar los esfuerzos de reforma más amplios. Puesto que la población afgana teme ser abandonada por la comunidad internacional —lo que se justifica dada la historia del Afganistán— las iniciativas de divulgación pública deben ir más allá de ganar sus “corazones y mentes” para incluir la idea del compromiso y voluntad de permanencia de la comunidad internacional. La idea que se tiene del Afganistán en Occidente reviste también vital importancia, dado en especial que los reportajes recientes de los medios de comunicación occidentales sobre el Afganistán han sido cada vez más negativos,

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sensacionalistas y centrados en el empeoramiento de la situación de seguridad. Se piensa cada vez más, debido en parte al incremento de los ataques suicidas con bombas y la ferocidad de la lucha en la parte meridional, que el Afganistán y el Iraq están vinculados como una catástrofe singular. De hecho, los antecedentes y la situación política y estratégica actual en el Afganistán y en el Iraq son muy diferentes y este punto de vista es inexacto y contraproducente.

Iniciativas a corto plazo

Reforma de la policía y del Gobierno

• Fomentar la confianza de la población afgana en el Gobierno mediante la sustitución de gran número de gobernadores y jefes de policía corrompidos por personas honradas a nivel provincial y de distrito, para indicar claramente que el Gobierno ha pasado una nueva página. La detención de jefes conocidos de grupos criminales, sobre todo los que se dedican al contrabando de estupefacientes y que están estrechamente relacionados con el Gobierno, contribuirá también a establecer la integridad del gobierno central. • Ejercer una presión internacional constante en el caso de que el Gobierno no destituya a los 12 jefes de policía cuya destitución fue recomendada por la Junta de Prueba de la Policía, creada después de que se produjeran anomalías en el escalón 2 del proceso de reforma de sueldo y categoría de la Policía Nacional Afgana. Los funcionarios cuya destitución determine la Junta no deberían ser “reciclados” en otras dependencias por el Gobierno. • Utilizar condicionamientos, especialmente en relación con la ayuda de los donantes internacionales, para hacer de la reforma del Ministerio del Interior y de una reforma significativa de la policía una prioridad del Gobierno afgano. Esos condicionamientos deberían centrarse especialmente en incentivos relacionados con la reforma de la policía y la adopción de medidas enérgicas contra criminales conocidos en el seno del Gobierno. • Impulsar la participación de la Unión Europea en la formación y orientación de la policía en las provincias. Esto depende del compromiso de un Estado miembro de la Unión Europea con la reforma del Ministerio del Interior y de la duplicación, por lo menos, del número de capacitadores y orientadores de la policía que se envíe a zonas distintas de Kabul. • Centrar el apoyo internacional en garantizar que la policía auxiliar actúe dentro del marco del estado de derecho, al tiempo que se procede a reformas más amplias en el Ministerio del Interior. • Incrementar la remuneración para misiones “difíciles” en las fuerzas de policía, incluido un cambio hacia un enfoque transparente y detallado respecto de pagos incentivados. • Incrementar la labor de reclutamiento y la visibilidad de mujeres oficiales de policía como parte de un esfuerzo general por mejorar la idea que se hace la población de la integridad de las fuerzas de policía. Sin embargo, debe observarse que la población afgana considera en general que las mujeres oficiales de policía están corrompidas moralmente (es decir, son prostitutas) y que el aumento del número de mujeres policías no contribuirá probablemente por sí mismo a mejorar la idea que se tiene de las fuerzas de policía.

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• Incentivar la formación y dirección pagando sueldos más altos por la conclusión de tareas e incrementando la vigilancia de la utilización de bienes de la policía, por ejemplo automóviles de la policía, para “segundos empleos”.

Difusión de información

• Facilitar el desarrollo de medios de comunicación locales capaces de ganarse la confianza de la población gracias a su calidad profesional y su objetividad. • Acelerar el desarrollo de un servicio público nacional de difusión mediante la reforma de la Radio y Televisión del Afganistán, propiedad del Gobierno. • Promover una campaña de información en gran escala mediante un sistema de radiodifusión pública afgano. En los mensajes difundidos deberían incluirse garantías de que la comunidad internacional permanecerá en el Afganistán así como reportajes sobre los éxitos y progresos logrados en el país. • Informar a la prensa de Occidente sobre los progresos realizados y las noticias positivas que deben darse a conocer. Debería centrarse la atención en separar la idea que se tiene del Afganistán a nivel internacional de los acontecimientos en el Iraq. • Apoyar la realización de unos derechos democráticos más amplios protegiendo los derechos de los medios de comunicación. Esto es especialmente importante al estar gravemente amenazada la libertad de expresión, ya que elementos conservadores del Gobierno alientan a los miembros del Parlamento a que eliminen del proyecto de ley de medios de comunicación de masas disposiciones clave destinadas a proteger la independencia de los medios. La ley de medios de comunicación será presentada al Parlamento después del 20 de enero de 2007, tras la próxima suspensión de actividades. Es fundamental presionar a los miembros del Parlamento para que apoyen la versión no adulterada de la ley para proteger el proceso democrático incipiente.

Iniciativas a medio y a largo plazo

Reforma de la policía y el Gobierno

• Centrar la reforma de la policía en la capacitación, la capacidad de dirección, la categoría y una reforma de gran envergadura de los sueldos, incluido un mayor apoyo político hacia las acciones de la policía. • Revisar la asistencia internacional al sector de la policía, basándose en sólidos supuestos establecidos por el proyecto de la policía alemana y respondiendo a los nuevos desafíos. • Elaborar nuevas estrategias para hacer frente al efecto corrosivo de los estupefacientes y las medidas para combatirlos en la Policía Nacional Afgana. • Elaborar una nueva estrategia para supervisar la distribución de los sueldos y crear incentivos en relación con los sueldos más bajos. • Estructurar la asistencia internacional a la policía, incluida la Policía Auxiliar, para prestarle un apoyo adecuado en sus funciones de policía civil a largo plazo y sus funciones paramilitares a corto plazo.

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• Establecer mecanismos de bienestar para las familias del personal de la fuerza de seguridad nacional afgana, que les son especialmente necesarios, dado que a menudo proceden de zonas remotas.

Difusión de información

• Invertir la actual estrategia de financiación de la comunidad internacional y proporcionar mayor apoyo al desarrollo de un sector profesional independiente de los medios de comunicación, que es esencial para el funcionamiento de cualquier proceso democrático y para la celebración de elecciones futuras. • Centrar más la atención en los éxitos y detallar el costo de los fracasos a la población afgana. Decir simplemente que “el vaso está medio vacío” no es constructivo. Debe hacerse hincapié en la manera de llenar el vaso. • Dar prioridad al mensaje dirigido al pueblo afgano de que los Estados Unidos y la comunidad internacional en general permanecerán en el país y en la región a largo plazo.

El estado de derecho y el buen gobierno

El Gobierno afgano debe realizar con carácter inmediato y de manera eficaz en cuanto al costo cambios para fortalecer el estado de derecho y restablecer la confianza pública en el Gobierno. El Gobierno afgano debe ocuparse de las cuestiones estrechamente vinculadas de un estado de derecho ineficaz, un gobierno deficiente y la corrupción, que amenazan con socavar la frágil democracia. Es fundamental que se establezca un poder judicial más firme a fin de obtener el apoyo popular y la confianza pública que son esenciales para el éxito a corto plazo y un gobierno elegido sostenible a largo plazo. Entre otros problemas importantes están la debilidad de las instituciones gubernamentales, una presencia limitada del gobierno en las regiones y la frustración con los funcionarios públicos en zonas en que el Gobierno afgano ejerce su autoridad.

Iniciativas del Gobierno del Afganistán

• Reformar el Ministerio del Interior para reducir la corrupción y acrecentar la eficiencia. • Sustituir a los mullahs y jueces corruptos cuya presencia en el gobierno compromete la confianza pública. • Mejorar las condiciones de los reclusos para respetar los derechos de los acusados. • Desarrollar una política oficial de contratación y establecer exámenes sistemáticos para cubrir puestos de la administración local. • Desarrollar unas relaciones más firmes entre los sistemas de justicia oficial y oficioso. • Vincular los recursos a los resultados en lo tocante a la aplicación de la ley para incentivar los progresos, sobre todo en las provincias. • Establecer una legitimidad electoral a nivel provincial mediante elecciones locales.

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• Mejorar la obtención de pruebas en las operaciones actuales, y proceder a la formulación de cargos tras las acciones militares.

Iniciativas de la comunidad internacional

• Presionar al Gobierno afgano para que garantice una representación étnica más equitativa en el poder, como medida de fomento de la confianza. • Alentar al Gobierno a que formalice los puestos en la administración pública y regularice los nombramientos. • Proporcionar a los gobernadores atribuciones que incluyan una descripción del cargo, de manera que los funcionarios comprendan que serán evaluados y tenidos por responsables de su labor. • Establecer un período de rotación más largo y esforzarse por garantizar la continuidad y unidad de esfuerzos en el Programa de Orientación de la Policía. Las naciones que aportan contribuciones a ese programa deberían esforzarse por formalizar un plan multianual para la policía en el que se reconozca la manera en la que la comunidad internacional colmará las lagunas a corto plazo (seis meses), medio plazo (dos a tres años) y largo plazo (cuatro y más años).

Economía, infraestructura y política internacional de los donantes

El Gobierno afgano y la comunidad internacional deberían centrarse en el desarrollo de la infraestructura básica, incluido el suministro de energía eléctrica y agua, y la construcción de carreteras y ferrocarriles nacionales y regionales. El Gobierno del Afganistán, en concierto con la comunidad internacional, debe también esforzarse por mejorar el entorno comercial del país, centrándose en proyectos clave de carácter inmediato para acrecentar el número de empresas propiedad de ciudadanos afganos, intensificar las inversiones en el Afganistán y utilizar bienes afganos, al tiempo que se reserven recursos para el desarrollo a más largo plazo de capacidades y estructuras de crecimiento. Los donantes internacionales deben atribuir a los dirigentes afganos una mayor responsabilidad para fijar prioridades de desarrollo y canalizar una mayor parte de la asistencia al presupuesto oficial. Los donantes deben incluir al Afganistán en su presupuestación de donaciones para el ejercicio económico de 2007, pese a las dudas actuales sobre la capacidad de absorción de ayuda por parte de este país.

Iniciativas a corto plazo

• Elaborar una estrategia de mercado para atraer nuevas inversiones industriales, ofrecer otras alternativas a la producción de adormideras y mejorar la posición de los productos afganos para que puedan sustituir a los importados de China, la India y Rusia siempre que sea posible. • Dar publicidad a los productos afganos que puedan atraer a inversores extranjeros y difundir los logros de las inversiones extranjeras. • Alentar inversiones en pequeños proyectos o a nivel de las aldeas. • Desarrollar mecanismos para la absorción de ayuda centrándose en el mercado del trabajo. Esto podría incluir la elaboración de acuerdos y programas de mano de obra capacitada para reducir la reñida competencia por un grupo limitado de trabajadores calificados; la creación de incentivos para incorporar

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a la mujer al mercado labora; una mayor participación del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos a nivel popular, con una plantilla compuesta principalmente de voluntarios experimentados; y el desarrollo de iniciativas docentes, como oportunidades regionales de becas para estudiantes universitarios afganos y formación profesional en el curso de estudios más amplio.

Iniciativas de medio a largo plazo

• Elaborar una estructura para la distribución de los recursos y ganancias financieras derivadas del desarrollo de recursos naturales (por ejemplo, estableciendo un sistema de crédito para los agricultores). • Centrarse en el desarrollo de una infraestructura hidráulica que dé lugar a oportunidades de manufacturas, como la producción de papel, las cuales puedan continuar después gracias al agua pluvial. • Abrir “rutas de la seda” y centrarse en el desarrollo de industrias que estimulen el consumo interno, como la industria del cemento que tanta importancia tiene en la reconstrucción. • Alentar y planear un sistema ferroviario afgano, en forma tanto de un enlace circular con las principales ciudades de Kabul, Mazar, Herat y Kandahar, como de un enlace radial con los Estados vecinos. Esto proporcionará una estructura interna prácticamente ajena a las adversidades atmosféricas para el transporte de mercancías pesadas y a granel y para el establecimiento de nuevos y rentables enlaces por el territorio del Afganistán, de oeste a este (del Irán a la India) y de norte a sur (de los antiguos territorios de la Unión Soviética a Baluchistán). • Crear una marca comercial reconocible como “hecho en la ruta de la seda” para identificar a los productos de alta calidad del Afganistán y de la región. • Crear en el gobierno un puesto de “zar” económico con un poder superior a la estructura burocrática para facilitar el desarrollo y las inversiones extranjeras y que pueda superar los obstáculos a nivel local. • Desarrollar la capacidad del Afganistán para examinar las licitaciones de inversión extranjera, en lugar de hacerlas examinar únicamente por el Banco Asiático de Desarrollo y otras instituciones internacionales. Un modelo adecuado para ello sería el Organismo de Apoyo a las Inversiones del Afganistán.

Un nuevo pacto regional

La estabilidad interna y económica del Afganistán no puede aislarse de las tiranteces políticas y económicas y las luchas por el poder en la región. El futuro del Afganistán depende de la capacidad de la región de forjar un nuevo pacto que neutralice las rivalidades regionales y de las grandes Potencias en la región. El nuevo pacto regional prevé un mecanismo de seguridad que proporcione una estructura institucional de seguridad para trabajar hacia un entendimiento común de las tensiones y problemas regionales. Sería también un medio para incrementar la intervención de los Estados islámicos en la región y un compromiso hacia un futuro viable del Afganistán. Es peligroso y malaconsejado —sobre todo en vistas de la

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atención internacional general de que es objeto el Iraq y, en grado creciente, el Irán— no ocuparse de la situación en el Afganistán y la región. El eslabón estratégico es el Irán, toda vez que el Iraq y el Afganistán son sus vecinos inmediatos y que los acontecimientos ocurridos en uno de ellos tienden a influir en la situación en los otros. Todo nuevo empeoramiento de la relación entre los Estados Unidos y el Irán tendrá efectos destructivos sobre el Afganistán. Para llegar al nuevo pacto regional, los Estados Unidos y la Unión Europea no pueden abordar las relaciones bilaterales con el Afganistán sin una política regional amplia y coherente que vincule sus relaciones con el Afganistán a sus relaciones con la India, el Irán y el Pakistán y, de forma más general, con Rusia y China. No puede pensarse que la comunidad internacional se desentiende del Afganistán, y para ello debe adoptarse una estrategia regional.

Iniciativas a corto plazo

• Poner fin a las rivalidades entre las grandes Potencias en el Afganistán subrayando la soberanía de este país y declarando su neutralidad en la región. • Establecer un pacto y procesos de seguridad regional para aminorar la influencia de las tensiones regionales en el Afganistán y para que la región pueda determinar los problemas actuales y se esfuerce por abordarlos, centrándose también en una mayor intervención de los Estados islámicos regionales (es decir, el enfoque adoptado por los Emiratos Árabes Unidos). • Utilizar este Pacto para centrarse en la relación entre el Afganistán y sus vecinos, en especial el Pakistán, el Irán, Tayikistán, Uzbekistán y China. • Ocuparse de la delimitación de fronteras entre el Pakistán y el Afganistán por conducto del Grupo tripartito, elaborando opciones en una comisión conjunta y presentándolas a los Parlamentos respectivos.

Iniciativas de medio a largo plazo

• Dar prioridad a la integración económica como medio principal en la lucha por la seguridad regional y para suavizar la influencia de las relaciones entre la India y el Pakistán sobre el Afganistán y la región. • Utilizar la Asociación de cooperación regional del Asia Meridional y el Acuerdo de comercio y cooperación económica para abordar las preocupaciones regionales, como el tránsito por tierra entre la India y el Afganistán a través del Pakistán, y acuerdos e instrumentos de comercio regional para reforzar la posición del Afganistán en una zona de libre comercio del Asia Meridional. Los países islámicos del sudeste asiático pueden fomentar una participación más estrecha con miras a incrementar la labor del Diálogo de cooperación de Asia en el Afganistán. • Iniciar nuevos arreglos económicos en cooperación, como una zona de oportunidades de reconstrucción, con el Pakistán y otros agentes regionales para mejorar las relaciones, incluido el apoyo a proyectos de adquisición de energía y gasoductos, conexión ferroviaria y acuerdos relacionados con los ríos del Afganistán.

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Prioridades de la comunidad internacional para la política regional

• Movilizar a los Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia para que asuman una firme función de mediación respecto del Pacto Regional, haciendo hincapié en un mensaje internacional coherente y un enfoque regional que reconozca los efectos de los cambios bilaterales en las relaciones con la India y el Irán. • Alentar a los Estados Unidos y al Irán a que intervengan y colaboren en el Afganistán como oportunidad de cooperación y terreno común entre las tensiones entre ambos países. • Incrementar la conciencia en los Estados Unidos y en Europa de los vínculos expresos entre las acciones de los talibanes en el Pakistán y el refugio que éstos reciben en ese país, lo que facilita sus actividades en el Afganistán, y apoyar medidas más firmes para aminorar la presión en la lucha contra el terrorismo en el Afganistán. Esto debería incluir informes transfronterizos habituales para difundir la información. • Reavivar una unidad de objetivo entre los donantes y agentes internacionales en el Afganistán —bajo la dirección de los Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas— con miras a conseguir la coordinación entre los donantes. Esto debería incluir un apoyo renovado a los órganos de coordinación de los donantes para decidir acerca de las prioridades y determinar y subsanar lagunas en la asistencia. Participaron en la Conferencia: Christoph Alexander, Representante Adjunto Superior del Secretario General de las Naciones Unidas; Embajador Munir Akram, Representante Permanente del Pakistán ante las Naciones Unidas, Nueva York; Lugarteniente General Karl Eikenberry, Comandante, Comando de fuerzas combinadas —Afganistán; Daan Everts, Representante civil superior de la OTAN en el Afganistán; Embajador Robet Finn, Asociado superior de investigación del Instituto de Liechtenstein sobre la Libre Determinación; Joschka Fischer, Miembro superior del Instituto de Liechtenstein sobre la Libre Determinación y profesor adjunto de la Facultad de Woodrow Wilson; Embajador Robert Hutchings, Diplomático residente de la Facultad Woodrow Wilson, ex director del Consejo Nacional de Inteligencia, Washington, D.C.; Ali Jalali, ex Ministro del Interior del Afganistán; Embajador Said Tayeb Jawad, Embajador del Afganistán ante los Estados Unidos; Thomas Koenigs, Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para el Afganistán; Fawzia Koofi, Vicepresidenta del Parlamento del Afganistán; , ex Ministro de Relaciones Exteriores Adjunto del Afganistán; M. Masoom Stanekzai, Asesor superior de S.E. el Presidente de la República Islámica del Afganistán; Barbara Stapleton, Asesora política, Oficina del Representante Especial de la Unión Europea para el Afganistán; J. Alexander Thier, Asesor superior sobre el estado de derecho del Instituto de Paz de los Estados Unidos; Embajador Francesc Vendrell, Representante Especial de la Unión Europea en el Afganistán; Andrew Wilder, ex director de la Dependencia de Investigación y Evaluación sobre el Afganistán, Kabul.

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Puede obtenerse información adicional en línea sobre el coloquio, incluido el programa de la conferencia y la lista completa de los participantes en la siguiente página web: www.princeton.edu/lisd/projects/afghan_region/afghan/region.html.

Persona de contacto: Wolfgang Danspeckgruber, Director Liechtenstein Institue on Self-Determination Woodrow Wilson School of Public and International Affairs Princeton University Princeton, New Jersey 08544 Estados Unidos de América Correo electrónico: [email protected] Teléfono: (609) 258 5685 Fax: (609) 258 5196 Página web: www.princeton.edu/lisd

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