Nómadas (Col) ISSN: 0121-7550 [email protected] Universidad Central Colombia

Svampa, Maristella MOVIMIENTOS SOCIALES Y NUEVAS PRÁCTICAS POLÍTICAS EN . LAS ORGANIZACIONES PIQUETERAS Nómadas (Col), núm. 20, 2004, pp. 112-126 Universidad Central Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105117734011

Cómo citar el artículo Número completo Sistema de Información Científica Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto MOVIMIENTOS SOCIALES Y NUEVAS PRÁCTICAS POLÍTICAS EN ARGENTINA. LAS ORGANIZACIONES PIQUETERAS*

Maristella Svampa**

En la Argentina de la última década emergieron nuevas In the last decade, new forms of political organization formas de organización política y acción colectiva cuyas and colective action have emerged in Argentina. The most marcas mayores son la acción directa, la auto-organiza- important of them are direct action, auto-organization and ción y una importante dinámica asamblearia. Tres tipos de an important dynamics based on meetings. These new experiencias ilustran de manera diferente estas nuevas prác- practices are shown by three types of experiencies: picket ticas: las agrupaciones piqueteras (desocupados), las asam- organizations, neighborhood meetings, and taking of factories bleas barriales y las fábricas recuperadas por sus by its workers. This article is an approaching to some novel trabajadores. Este artículo abordará algunos de los aspec- aspects of one of these movements, the most disrupting one tos novedosos que presenta uno de estos movimientos, el in the 1990s: the ‘piquetero’ movement. que sin duda constituye, por encima de su diversidad ideoló- gica, el fenómeno más disruptivo de los años 90: el movi- Palabras clave: Movimiento social, movimiento pique- miento piquetero. tero, organización política, organización social.

* Este artículo retomó partes del libro, Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organiza- ciones piqueteras, 2003, escrito por la autora, junto con Sebastián Pereyra. ** Doctora en Sociología de la Escuela de Altos Estudios Sociales de París. Profesora de la Universidad Nacional de General Sarmiento e investigadora del Conicet, Argentina. E- mail: [email protected]

112 NÓMADAS Introducción Para ello, dividiremos el artículo I. Breve genealogía en dos partes. En la primera abor- y características En la Argentina de la última daremos la evolución y rasgos gene- del movimiento década emergieron nuevas formas rales del movimiento piquetero, piquetero de organización política y acción mientras que en la segunda, nos cen- colectiva, cuyas marcas mayores traremos en la presentación de los a) Orígenes y corrientes del son la acción directa, la auto-or- aspectos políticos novedosos. Sin movimiento piquetero ganización y una importante diná- embargo, nuestra presentación no mica asamblearia. Tres tipos de será lineal, sino que incluirá otras Para comprender el origen de los experiencias ilustran de manera cuestiones, esenciales para entender nuevos procesos de organización y de diferente estas nuevas prácticas: los alcances y las dimensiones de la movilización es necesario tener pre- las agrupaciones piqueteras (des- experiencia piquetera: entre ellas, un sente el contexto de transformación ocupados), las asambleas barriales abordaje aunque sea inicial acerca económica, social y política de la y las fábricas recuperadas por sus de las características del proceso de Argentina de los últimos treinta trabajadores. Este artículo aborda- descolectivización, del alcance de la años. Estas transformaciones –ocu- rá algunos de los aspectos nove- heterogeneidad ideológica en el es- rridas como corolario de la aplica- dosos que presenta uno de estos pacio piquetero, de la conflictiva re- ción de políticas neoliberales–, movimientos, el que sin duda cons- lación con el Estado, en fin, las terminaron por reconfigurar comple- tituye, por encima de su diversi- diferentes concepciones acerca del tamente las bases de la sociedad ar- dad ideológica, el fenómeno más sujeto político y la cuestión –siempre gentina. El proceso, marcado por el disruptivo de los noventa: el mo- espinosa– de la persistencia de la empobrecimiento, la vulnerabilidad vimiento piquetero. cultura peronista . y la exclusión social comenzó en los ” s e r o i r e t n I “

e i r e s

a l

e d

a í f a r g o t o f

, ) 5 4 9 1

a i b m o l o C (

, o c n a r F

l l e n r e F

NÓMADAS 113 años setenta, con la última dictadu- composición social, nuevas formas Ahora bien, aclaremos que des- ra militar; tuvo su punto de inflexión de organización y de movilización de sus orígenes mismos el movimien- entre 1989 y 1991, con la asunción fueron emergiendo. En efecto, a to piquetero nunca tuvo unidad ni de al gobierno –mo- partir de 1996-1997, una parte de fue homogéneo, sino que desde siem- mento en que se profundizan las po- aquella Argentina sacrificada por pre estuvo atravesado por diferen- líticas de apertura comercial y de el modelo neo-liberal e ignorada tes tradiciones organizativas y reestructuración del Estado– y en- por los medios de comunicación corrientes político-ideológicas. En cuentra, por último, una aceleración hizo su irrupción en las rutas, impi- rigor, el proceso de conformación del mayor luego de 1995, con la acen- diendo la libre circulación de per- movimiento piquetero reconoce dos tuación de la recesión económica y sonas y mercancías, en demanda de afluentes fundamentales: uno, reen- un aumento desmesurado de la des- fuentes de trabajo. Estos primeros vía a las acciones disruptivas, ocupación1 . cortes de ruta se iniciaron en el in- evanescentes y por momentos unifi- terior del país, en las localidades cadoras, de los cortes de ruta y le- Durante este período de gran- petroleras (provincias de Neuquén vantamientos populares registrados des mutaciones, la sociedad argen- y Salta), y tuvieron como protago- en el interior del país a partir de tina no contaba con redes de nistas a los pobladores de comuni- 1996, resultado de una nueva expe- contención ni con centros de forma- dades enteras. Es allí que surge el riencia social comunitaria que apa- ción o reconversión laboral, al tiem- nombre “piquetero” –aquél que or- rece vinculada al colapso de las po que era notable la ausencia de ganiza los piquetes, los cortes en las economías regionales y a la priva- políticas estatales en la materia, to- rutas–; el que, además de atraer la tización acelerada de las empresas dos ellos mecanismos necesarios para atención –de los medios y del sis- del Estado realizada en los años no- compensar los efectos de las progre- tema político– por su fuerza expre- venta; el otro, remite a la acción te- sivas medidas de flexibilización la- siva, representó una alternativa rritorial y organizativa gestada en el boral o los despidos masivos que para todos aquellos para los cuales Conurbano bonaerense, y ligada a acompañaron los procesos de privati- una definición como la de desocu- las lentas y profundas transformacio- zación y la modernización de empre- pados, resultaba intolerable. Espe- nes del mundo popular, producto de sas en el nuevo contexto de apertura cialmente para quienes habían sido un proceso de desindustrialización comercial. –y aún se consideraban– trabajado- y empobrecimiento creciente de la res, la posibilidad de nombrarse sociedad argentina que arrancó en Por otro lado, recordemos que los “piqueteros” tuvo un poder desetig- los años setenta. grandes sindicatos nucleados en la matizador que facilitó la inclusión Confederación General del Trabajo de esos sectores en las organizacio- En otros términos, no es posible (CGT), de filiación peronista –igual nes. Un nuevo motivo de dignidad comprender la génesis ni el poste- que el gobierno de Carlos Menem– –que reemplazaba entonces la per- rior desarrollo del movimiento pi- no se opusieron a las reformas, que dida dignidad del trabajo– podía quetero si no establecemos esta virtualmente minaban sus bases de comenzar a buscarse explorando y doble filiación. Así, los conflictos afiliación, sino que negociaron con explotando la categoría “piquete- generados en el interior del país el gobierno su supervivencia mate- ro” y enterrando aquella de “deso- representaron el punto inicial en rial y política y optaron por reade- cupado”. donde una nueva identidad –los cuarse al nuevo contexto económico piqueteros–, un nuevo formato de y social2 . Es así que comienza la historia de protesta –el corte de ruta–, una pequeñas organizaciones locales de nueva modalidad organizativa –la Así, al compás de estos cambios, desocupados, definidas por fuera y en asamblea–, y un nuevo tipo de de- nuevas problemáticas se instalaron confrontación con las estructuras tra- manda –los planes sociales– queda- en la sociedad argentina, como el dicionales del Partido Justicialista y ron asociados, originando una aumento de las desigualdades so- de los sindicatos oficialistas, que más importante transformación en los ciales, la precariedad y, prontamen- tarde pasaron a integrar en la mayo- repertorios de movilización de la so- te, la desocupación masiva. Sin ría de las veces, “federaciones” de ciedad argentina. En fin, la acción embargo, desde el fondo de la des- escala nacional. colectiva que tuvo por epicentro al-

114 NÓMADAS gunas regiones del Conurbano bo- La heterogeneidad y la variedad plemente por la presencia de referen- naerense contribuyó de manera de- de corrientes al interior del espacio tes que han tenido una trayectoria cisiva al desarrollo de los modelos piquetero son crecientes. Con el fin de militancia sindical. de organización, a escala nacional, de presentar las organizaciones de así como también a la producción de desocupados más importantes, pode- En segundo lugar, los partidos los nuevos modelos de militancia, mos dar cuenta de las diferentes políticos de izquierda que han apor- asociados íntimamente al trabajo en orientaciones políticas. Estas se pue- tado sus estructuras a los movimien- los barrios. En resumen, es la con- den comprender a partir de tres tos marcan la presencia de otra lógica vergencia entre la acción disruptiva lógicas principales que están presen- distinta de organización. Así, el Polo e identidad piquetera, el modelo tes, con peso desigual, en todos los Obrero (dependiente del Partido asambleario y las puebladas del in- grupos que se constituyeron en los Obrero, de raíz trotskista), Barrios de terior del país por un lado, y por otro, últimos años: una lógica sindical, una Pie (Partido Patria Libre, suerte de los marcos organizativos y el modelo político-partidaria y una de acción populismo de izquierda), Movimiento de militancia territorial desarrolla- territorial. En primer lugar, las formas Territorial de Liberación (Partido Co- dos de manera paradigmática en de- de organización de los piqueteros munista Argentino) o el Movimiento terminadas regiones, sobre todo en reconocen una fuerte impronta sin- Teresa Vive (ligado al trotskista Mo- La Matanza y el eje sur del conur- dical, marcada ya sea por la interven- vimiento Socialista de los Trabajadores), bano bonaerense, la que explica tan- ción directa de sindicatos en la representan ejemplos paradigmáticos to la riqueza como la diversidad del organización de desocupados –como en los cuales la organización de des- movimiento piquetero, al tiempo es el caso de la Federación de Tierra y ocupados es subsidiaria de sus orien- que nos anticipa algo acerca de su Vivienda (FTV), ligada a la Central taciones políticas. Aquí, la política fragmentación inevitable. de Trabajadores Argentinos–, o sim- en sentido institucional y electoral 0 8 - 0 7 9 1

, ” s e r o i r e t n I “

e i r e s

a l

e d

a í f a r g o t o f

, o c n a r F

l l e n r e F

NÓMADAS 115 aparece como un objetivo claro a ser entremezcladas y en tensión ambigüedad al no constituir ni un alcanzado. permanente. seguro de desempleo, ni una polí- tica asistencial ni una política de En tercer lugar, muchas organi- b ) Las relaciones con el Estado reinserción laboral, sino todas a la zaciones piqueteras se generaron en vez. Los “planes” (subsidios) fue- torno de liderazgos de tipo barrial, La trayectoria del movimiento ron el núcleo que estructuró la po- frecuentemente con antecedentes piquetero conoce diferentes momen- lítica de contención del gobierno, militantes, pero que han mantenido tos o etapas. En primer lugar, las convirtiéndose, con el correr de una desvinculación total con las ló- incipientes organizaciones de deso- los años, en el centro de la nego- gicas sindical y partidaria y, por tan- cupados entablaron una relación ciación con las organizaciones, to, han dado una impronta más conflictiva con el gobierno peronista para poner fin a los cortes de ruta. localista y autocentrada a los movi- de Menem, en muchos casos emer- Así, de un volumen inicial de mientos. Como ejemplos pueden ci- gieron de una lucha “cuerpo a aproximadamente 200.000 subsi- tarse a los distintos Movimientos de cuerpo” contra sus estructuras clien- dios vigentes en 1997, esa cifra ha- Trabajadores Desocupados (MTD) telistas locales (entre 1996 y 1999); bía aumentado a 1.300.000 en que integran la Coordinadora Aníbal desarrollaron una vertiginosa auto- octubre de 2002. Actualmente, se- Verón o, incluso, a los diferentes nomía durante el gobierno de F. De gún estimaciones oficiales, el Plan movimientos de desocupados que se la Rúa, constituyéndose en este pe- Jefas y Jefes de Hogar alcanza a conformaron en el interior del país ríodo en un verdadero movimiento más de 2.000.000 de personas3 . Es –como, por ejemplo, la emblemática social organizado (1999-2001); tuvie- importante señalar que sólo cerca Unión de Trabajadores Desocupados ron un protagonismo central en las del 10% de estos planes sociales (UTD) de General Mosconi en Sal- grandes movilizaciones de 2002-2003, son directamente controlados por ta– y que decidieron no integrar instalándose como un indiscutible las organizaciones piqueteras. ninguna de las grandes corrientes de factor de presión para el gobierno nivel nacional. provisional de Sin embargo, bien podría afir- (2002-2003), así como del actual, marse que durante los noventa, En muchos casos, las lógicas de comandado por Néstor Kirchner más allá del otorgamiento de los construcción política aparecen (2003). planes sociales, la represión fue fuertemente entremezcladas en las una de las variables configuradoras organizaciones. Tal es el caso, por Las relaciones entre organiza- de la política neoliberal. En efec- ejemplo, de la Corriente Clasista y ciones piqueteras y los sucesivos to, la vertiginosa pérdida de dere- Combativa (CCC) que, tiene una gobiernos constitucionales no han chos (sociales, laborales) estuvo fuerte impronta sindical en rela- transcurrido por un único carril. acompañada por el endurecimien- ción con sus orígenes (y constitu- Estas siempre han incluido estra- to del contexto represivo, visible ye la organización más numerosa a tegias y lógicas políticas diferentes, en el aumento y pertrechamiento nivel nacional), al tiempo que la de acuerdo a niveles y juris- de las fuerzas represivas. El ejem- mayor parte de sus referentes son dicciones (provincia y nación), plo más elocuente fue el de Gen- también militantes del Partido Co- que alternan y combinan la nego- darmería nacional, que pasó del munista Revolucionario (PCR), de ciación, la cooptación con la cuidado de las fronteras, al con- filiación maoísta; el Movimiento represión. En este sentido, en tér- trol y represión de los conflictos Teresa Rodríguez (MTR), agrupa- minos de negociación, la única sociales provinciales. La represión ción independiente, de inspiración política sistemática del Estado na- abarca desde pueblos sitiados, guevarista, o aún en el controver- cional para hacer frente a la pro- asesinatos, hasta permanentes tido Movimiento de Jubilados y Des- gresiva crisis de empleo fue el hostigamientos a dirigentes y mi- ocupados (MIJD), que presenta un lanzamiento, en 1996, del Plan litantes4 . A su vez, la política re- fuerte estilo movimientista, de gran Trabajar, política que mantuvo presiva se acompañó por un proceso exposición mediática, representan siempre (aún en su nueva reformu- de judicialización de la protesta, también casos en los cuales la ló- lación del año 2002 –el Plan Jefes que eleva a más de 3.000 los pro- gica territorial y política aparecen y Jefas de Hogar–) una marcada cesados, la mayoría acusados de

116 NÓMADAS “interrumpir el tránsito”, o bien, que el gobierno de Kirchner des- ción de las corrientes afines, sino de por el delito de “sedición”5 . pertó en amplios sectores de la po- control y de aislamiento del movi- blación, se apoya también en la miento piquetero, sobre todo de Por último, otra de las estrate- existencia de determinados grupos aquellas corrientes que apostaron a gias desplegadas por los diferentes muy cercanos al ideario nacional- la confrontación abierta con el gobiernos respecto de las organi- popular, al interior del cada vez más gobierno7 . zaciones piqueteras es la coopta- diversificado espacio piquetero. En ción, a través de prebendas o más efecto, la constelación piquetera sencillamente de un “tratamiento incluye no solo aquellas visiones II. Nuevas prácticas, privilegiado” dirigido a los secto- contestatarias de neto corte anti- nuevos modelos de res menos díscolos de la protesta. capitalista sino también un amplio construcción política La hipótesis de la cooptación co- abanico de organizaciones que re- menzó a perfilarse como una de las envía una fuerte matriz populista6; La lectura que sostenemos aquí tendencias centrales a partir del todo lo cual vuelve a poner en el es que las organizaciones piqueteras gobierno peronista de Kirchner, en tapete, una vez más, el fuerte peso han sido y son portadoras de valores mucho alimentada por aquellos de la cultura peronista en los sec- sociales y políticos antagónicos, que funcionarios y organizaciones so- tores populares. interpelan y recrean las concepcio- ciales que ven en el nuevo presi- nes institucionalistas, tradicionales dente la posibilidad de un retorno Por otro lado, la estrategia desa- y dogmáticas de la política. Estos a las “fuentes históricas” del rrollada por Kirchner durante su valores antagónicos hacen referen- justicialismo. Esa apuesta, que se primer año de mandato fue “exito- cia a una concepción de la práctica vincula con las altas expectativas sa”, no sólo en términos de coopta- y la construcción política, ilustradas ” s e r o i r e t n I “

e i r e s

a l

e d

a í f a r g o t o f

, o c n a r F

l l e n r e F

NÓMADAS 117 de manera desigual, por diferentes dos a los reclamos de los desocupa- La nueva política de los cuerpos organizaciones, a través de la acción dos, configurando sin duda uno de instaló las demandas en una dimen- directa, la dinámica asamblearia y los ejes centrales de la historia sión material –el hambre, la urgen- las incipientes experiencias de piquetera. cia de las necesidades básicas, autogestión. conjugado con otros temas disrup- En tanto metodología de acción tivos, la desocupación masiva y la Ahora bien, esto no significa ig- directa, el piquete conoce diferen- exclusión–. Esto explica su carácter norar que los movimientos piqueteros tes inflexiones, pues puede tomar un altamente movilizador y por momen- están atravesados por grandes tensio- carácter parcial o total, puede tra- tos irreductible, así como ayuda a nes, visibles tanto en la acentuada tarse de un corte de ruta o un corte entender ciertas resonancias ambi- heterogeneidad ideológica como en de acceso a empresas; más reciente- guas que su alta visibilidad –y más fragmentación organizacional. Así, por mente, puede tomar la forma de un allá de la molestia objetiva–, pro- ejemplo, tanto la proliferación de gru- “acampe” frente a las oficinas de un duce en diferentes sectores de la po- pos, como el protagonismo creciente ministerio o secretaría de gobierno, blación. Por un lado, en su carácter de los partidos de izquierda, plantean puede ser seguido de una ocupación. radical, el piquete tiende a poner de nuevas dificultades, no sólo respecto En fin, con el tiempo, en tanto for- relieve la irracionalidad del actual de la autonomía de la organización te- mato modular, el piquete fue inser- modelo de acumulación, que de- rritorial, sino también de la manera tándose en un espacio de tensión, manda el sacrificio de una mayoría como se articulan las diferentes di- atravesado por fuertes tendencias en nombre de la inclusión de una mensiones de la acción colectiva. Por tanto a la disrupción, como a la minoría. Por otro lado, como meto- otro lado, la fuerte presencia de com- institucionalización. dología de lucha, aparece como la ponentes pragmáticos, parece vincu- única alternativa de visibilidad de lar a los grupos a una dinámica más Como bien señala Pérez (2001), parte de aquellos que lo han perdi- acorde a un “movimiento social urba- el piquete trajo consigo la vuelta de do todo, y a quienes el modelo vi- no”, de tipo reivindicativo, que a los “cuerpos” a la política argentina. gente tiende a invisibilizar. Parte del aquella propia de un movimiento so- Sin embargo, lo propio del piquete, carácter perturbador o irritante que cial antagónico. De hecho, estas cues- en tanto nueva metodología de ac- posee el piquete en tanto formato de tiones aparecen actualizadas en el ción, es que éste estableció un nue- acción, no se debe solamente a que presente. Sin embargo, por encima de vo umbral de significación del éste impide la libre circulación de estas tensiones, ciertos movimientos conflicto social, en el cual convergían personas y mercancías, o al estado han logrado consolidar una práctica la desocupación extrema y el ham- de saturación al que conduce su novedosa, disruptiva, orientada a la bre. En este sentido, la participación reiteración sistemática (como pro- politización de lo social. Veamos de de las mujeres en los piquetes fue ducto del inevitable conflicto de de- qué se trata ello. fundamental, pues éstas aparecieron rechos en el uso del espacio público). como la expresión más auténtica e Si desde adentro, el piquete tiende a) La acción directa: las figuras incuestionable de la situación de a configurarse como el lugar de pro- del piquete emergencia familiar y social. Así, las ducción de una identidad positiva, mujeres –en su mayoría acompaña- desde afuera aquel tiende a apare- Desde un comienzo, los pique- das por sus hijos–, no solo se encon- cer como el espacio de producción tes –los cortes de ruta– fueron la traron en el centro de la nueva de una alteridad amenazante, que forma central como los reclamos de protesta (siendo las primeras pique- da cuenta de la existencia de “otros distintos sectores sociales afectados teras, junto con militantes y ex-de- mundos”, nunca demasiado lejos, en por el proceso de desestructuración legados sindicales), sino que –como contextos de alta inestabilidad y económica, adquirieron visibilidad. ya había sucedido con las madres de movilidad social descendente como Pese a que, en un principio, los Plaza de Mayo– en tanto vehículo el que atraviesa la Argentina. piquetes tuvieron un carácter “desideologizado” de las necesidades multisectorial (según lo ilustran los de la familia, contribuyeron de ma- En otro orden, la reiteración del primeros cortes en el interior del nera crucial a politizar el tema del piquete como metodología de ac- país), están indisociablemente liga- hambre y la desocupación. ción, por un lado, y la institu-

118 NÓMADAS cionalización de los planes sociales, gional, nacional), como en los diver- te, aquellas que tienden a limitar la como demanda, por el otro, han con- sos espacios de acción (la organiza- potencialidad de la dinámica asam- tribuido a la construcción de un es- ción y vida cotidiana en el barrio, blearia a través de la creación de es- tereotipo negativo sobre el cual se los piquetes y las movilizaciones). Sin tructuras centralizadas de autoridad, deslizan las lecturas reduccionistas embargo, el tipo y el grado de cris- en muchos casos, dependiente de los y unilaterales del fenómeno pique- talización del modelo asambleario en partidos políticos (PO, MTL, MST). tero, que tienden a ignorar las otras los distintos espacios de acción está dimensiones –menos visibles y por relacionado directamente con la ló- Por otro lado, la real potencia- ende menos espectaculares–, de la gica de construcción política de lidad de las prácticas de democra- acción colectiva. cada corriente. Así, las variantes cia directa dependen, en mucho, existentes son numerosas, desde del tamaño de las organizaciones. b) La inflexión asamblearia. aquellas corrientes que colocan el En la medida en que éstas se cons- Prácticas cotidianas y modelo asambleario en el centro de tituyen en actores masivos, el es- modelos de sociedad la práctica política (entre ellos, los fuerzo por mantener una dinámica grupos independientes MTR, MTD, asamblearia que conjugue horizon- Desde el origen, el movimiento aunque también la CCC), y buscan talidad y diversidad de competen- piquetero desarrolló una fuerte im- profundizar las formas de la demo- cias, se torna más complejo y pronta asamblearia. En su expresión cracia directa; aquellas otras que aleatorio; y ello, más allá del esfuer- más “ordinaria”, éste implica el de- insertan el formato asambleario den- zo que cada una de las corrientes sarrollo de prácticas de democracia tro de modelos tradicionales de realice por crear instancias de co- directa, visible tanto en los diferen- liderazgo, más bien de tipo movi- ordinación o de centralización tes niveles organizativos (local, re- mientista (MIJD, FTV); finalmen- organizativa. ” s e r o i r e t n I “

e i r e s

a l

e d

a í f a r g o t o f

, o c n a r F

l l e n r e F

NÓMADAS 119 En resumen, la dinámica asam- dades del sur, en la ruta nacional Yendo más lejos, si retomáramos blearia es, desde varios puntos de 22, en 1996, con una única consig- los análisis de Virno y Negri, podría- vista, un lugar de potenciación de na, “¡Que venga Sapag!”8 y que, de mos afirmar que existe una gran dis- la política: ella permite instaurar un alguna manera, se cierra en Plaza tancia entre el tipo de desarraigo espacio de deliberación y de toma de Mayo y en el Congreso Nacio- que experimentó el “pueblo” de las de decisiones más democrático y nal, en 2001, en los centros mismos provincias, en 1996- 1997, auto- participativo; contribuye a formular del poder ejecutivo y legislativo, concebido principalmente a través un sentido más colectivo de lo polí- con una multitud que corea la con- de la figura de la comunidad exclui- tico, al tiempo que posibilita una signa “¡Que se vayan todos!”. La dis- da (realizando la separación entre reconstrucción de la identidad in- tancia entre una consigna y otra un “adentro” y un “afuera”), que dividual a través de la revaloración nos marca a las claras el proceso exigía en virtud de ello la re-inte- de las competencias y las experien- creciente de disociación entre el gración social y económica; y aquel cias, tan castigadas por el proceso sistema político y las formas auto- otro proceso que caracteriza el mo- de descolectivización que está en la organizadas de lo social acaecido en vimiento iniciado en 2001, donde la base de la desocupación y la preca- la Argentina. Pues la consigna “Que “multitud” heterogénea reunida en rización laboral. venga Sapag” anunciaba la ruptura asambleas compartía el hecho de “no de las mediaciones, pero no impli- sentirse en casa”; instalando de esta En su expresión extraordinaria, caba por ello el cuestionamiento del manera la experiencia del desarrai- el modelo asambleario aparece como principio mismo de representación go “en el centro de la propia prácti- la forma más genuina de auto-orga- política, sino más bien una deman- ca social y política” (Virno, 2003, nización popular, sea como figura del da de negociación directa con la p.24-28). “contrapoder”, del “poder popular” autoridad máxima, el gobernador o de “nuevo poder”. Más simple, de la provincia. La crisis y desapa- Pero, digámoslo de una vez: en- como la simbiosis acabada de poder rición vertiginosa de los marcos so- tre el conglomerado comunitario instituyente y gobierno paralelo. En ciales y económicos de dos pueblos que se concibe como “pueblo” y exi- este sentido, la historia piquetera se petroleros había originado un pro- ge su (re)integración; y la “multi- nutre de distintas experiencias, ex- ceso inédito de desestructuración. tud” que se afirma en la separación presadas a cabalidad por los diferen- Expulsados, los individuos habían y el desarraigo, se despliega un con- tes levantamientos populares que encontrado un nuevo anclaje co- vulsionado proceso histórico-social sacudieron la Argentina de los años munitario en un discurso que ape- que envuelve y va jalonando las noventa. Así, los hechos de Cutral laba a la “reparación histórica” y múltiples experiencias de las orga- Có y Plaza Huincul (Neuquén), en proponía la recreación de un nue- nizaciones piqueteras. A decir ver- 1996, marcaron el inicio de una fuer- vo pacto social. En cambio, la con- dad, estas experiencias, que se te dinámica asamblearia que pron- signa “Que se vayan todos”, que se insertan en la trama misma de un tamente retomarán otras grandes generaliza a partir de diciembre de duro proceso de descolectivización, movilizaciones del período (Tartagal- 2001 y atraviesa el año 2002, puso oscilan entre la nostalgia tranqui- Mosconi, Jujuy, Corrientes); que al descubierto el rechazo del prin- lizadora del “pueblo-trabajador” o luego cristalizará en determinados cipio mismo de representación po- del “pueblo-nación” y el insoporta- formatos organizativos dentro de las lítica. En este sentido, en las ble desamparo de la “multitud estructuras de los grupos piqueteros. grandes ciudades, como Buenos posmoderna”, sin encontrar verda- En fin, esta dinámica encontrará Aires, la multitud no pedía por na- dero anclaje ni en una ni en otra. una nueva inflexión, por fuera del die; o más bien, exigía sin más el universo piquetero, en el proceso retiro de los representantes políti- c) De la descolectivización al asambleario iniciado en la Capital cos. Anunciaba entonces el final de trabajo comunitario. Los Federal y en otros lugares del país a un contrato social, que coincidía, caminos a la autogestión partir de diciembre de 2001. claro está, con el colapso del mo- delo de convertibilidad, que había La teoría social ha acuñado va- Un nuevo ciclo político que se comenzado con la liquidación de los rias categorías para conceptualizar la abre entonces en las lejanas locali- eslabones más débiles. sociedad en la época de la glo-

120 NÓMADAS balización: “sociedad red” (M. cabo estas transformaciones, duran- completamente una “masa margi- Castells), “modernidad tardía” te la década menemista, se expre- nal”11 , pero tampoco solamente po- (Giddens), “sociedad del riesgo” saron por un inédito proceso de dían identificarse al llamado “ejército (Beck) o “sociedad mundial” (Luh- descolectivización9 . industrial de reserva”. Más bien, el mann), “Imperio” (Negri & Hardt) conglomerado emergente parece re- entre ellas. Más allá de las profundas La verdadera dimensión de es- enviar a la figura de un nuevo prole- diferencias teóricas y políticas que tas mutaciones sólo puede compren- tariado marginal, multiforme y encubren estas categorizaciones, lo derse si tenemos en cuenta que hasta heterogéneo, al que une ciertas con- cierto es que la mayoría de los auto- hace poco tiempo la Argentina era diciones de vida y experiencias co- res coinciden en señalar no sólo la uno de los pocos países latinoameri- munes básicas, al tiempo que separan profundidad de los cambios sino tam- canos que desarrolló una “sociedad la existencia de trayectorias labora- bién las grandes diferencias que es salarial” (R. Castel): un país carac- les y saberes muy dispares, así como posible establecer entre la más “tem- terizado no sólo por la expansión de la desigualdad en los recursos cultu- prana” Modernidad y la sociedad las clases medias, sino por la exis- rales y simbólicos. actual. Para todos, el nuevo tipo tencia de amplios sectores pertene- societal se caracteriza por la difu- cientes a la clase trabajadora, Ahora bien, como hemos dicho, sión global de nuevas formas de relativamente bien integrados en a partir de 1996 los piqueteros abrie- organización social y por la reestruc- términos de derechos, protección ron una brecha en el mundo desco- turación de las relaciones sociales; social y estabilidad laboral10 . En este lectivizado de este proletariado en suma, por un conjunto de cam- sentido, es sólo a partir de los seten- marginal, al crear redes de solidari- bios de orden político, económico, ta que este país realiza un pasaje dad, a partir de la movilización y la tecnológico y social que apuntan al acelerado a la informalidad y la pre- auto-organización colectiva. Poco a desencastramiento de los marcos de cariedad –estructural, o de larga poco, pese al déficit comunitario, la regulación colectiva desarrollados data en otros países latinoamerica- auto-organización compulsiva de lo en la época anterior. Producto de nos–, y, de manera más enfática, a social abrió las puertas a nuevas ex- este desencastramiento es el proce- partir de los noventa, cuando el pro- periencias, asociadas a la autogestión, so compulsivo de individualización, ceso de reforma estructural impulsa lugar desde el cual los individuos visible en la exigencia de auto- una dinámica descolectivizadora pudieron volver a pensarse y recrear- regulación, autonomía y auto-or- que arrastrará a sectores fuertemen- se como trabajadores y, por ende, de ganización, que recorre hoy las te asalariados. reencontrar su dignidad. sociedades. La descolectivización se convir- El punto de partida de esta ex- Ahora bien, a diferencia de los tió en un poderoso des-identificador, periencia de “recolectivización” fue países del centro altamente desarro- abarcando diferentes categorías so- la resignificación de los planes so- llados, en donde los dispositivos de ciales, desde grupos considerados ciales. Esto sucedió a partir de 1999, control público y los mecanismos de como “pobres estructurales” con una cuando las organizaciones pique- regulación social suelen ser más sóli- trayectoria marcada por la vulnera- teras lograron el control directo de dos, así como los márgenes de acción bilidad social y la precariedad labo- los planes sociales, y pudieron orien- política más amplios, en las socieda- ral, pasando por segmentos de la clase tar así la contraprestación exigida des del capitalismo periférico, donde trabajadora industrial, que hasta hace (4 horas diarias de trabajo), hacia tradicionalmente las dificultades de poco tiempo contaban con un traba- el trabajo comunitario en los barrios. “devenir-individuo” han sido mayo- jo más o menos estable, hasta secto- A partir de ello, los planes sociales res, la implantación del orden res de clases medias empobrecidas, comenzaron a ser tematizados en dis- neoliberal profundizó los procesos de que en el último decenio vieron re- cusiones que rozaron muy de cerca desintegración social, multiplicando ducidas drásticamente sus oportuni- un problema fundamental, a saber: las desigualdades y la pobreza. De dades de vida. Así, el proceso terminó ¿qué se entiende en este contexto manera más concreta, en Argentina, por desbordar la estrechez concep- por trabajo “genuino”? La respuesta la radicalidad y, en muchos casos, la tual de las categorías preexistentes: a esta gran pregunta pondría al des- vertiginosidad con que se llevaron a los nuevos excluidos no constituían cubierto, desde otro punto de vista,

NÓMADAS 121 las grandes diferencias que en tér- impactado fuertemente en otras or- territoriales y, fundamentalmente, minos estratégicos recorren a las or- ganizaciones independientes. Asi- de la manera en que se retematizaba ganizaciones piqueteras. mismo, el desarrollo de ciertos la noción de trabajo. proyectos –específicamente de huer- En el interior del país, la distri- tas comunitarias y panaderías–, se Al respecto es necesario reco- bución masiva de planes permitió orientó a la (re)construcción de nocer que para gran parte de las or- hacer frente a situaciones de des- mini economías de subsistencia que ganizaciones, la fuerte herencia de protección total. Sin embargo, en permitieron hacer frente a las situa- la sociedad salarial –en su impron- varios casos los planes fueron reci- ciones de hambre. ta fabril–, marca todavía la concep- bidos como salarios y la obligación ción de lo que se entiende por de desarrollar una contraprestación Por otro lado, en las líneas na- trabajo genuino y el horizonte de laboral fue rápidamente asumida. cionales, la inclusión de los planes su reconstrucción. Así, la experien- Así, se produjeron situaciones para- sociales en las lógicas de construc- cia de la autogestión aparece aso- dójicas, pues fueron las propias or- ción política fue menos una decisión ciada de manera natural a la esfera ganizaciones las que crearon los de las organizaciones que producto de la “fábrica”, pero no necesaria- marcos necesarios para poder llevar de la presión de las bases frente a mente al impulso de una economía adelante los proyectos, dando origen los contextos de urgencia y necesi- alternativa. a verdaderas experiencias de auto- dad. Sin embargo, su aceptación gestión. Esta situación es ilustrada supuso que implícita o explícitamen- En realidad, son las organizacio- de manera paradigmática por la ex- te, cada una de las organizaciones nes independientes12 las que han ido periencia de la UTD de Mosconi, se diera debates o tomara decisiones más lejos en la tematización de los en Salta, suerte de modelo de respecto de sus formas organizativas, planes sociales, reapropiándose de autogestión comunitaria, que ha de las claves de sus inscripciones manera tal que los han integrado a ” s e r o i r e t n I “

e i r e s

a l

e d

a í f a r g o t o f

, o c n a r F

l l e n r e F

122 NÓMADAS sus propios proyectos de construcción adherentes que componen hoy las de la problemática barrial, preo- política. De esta manera, los planes organizaciones piqueteras, el pero- cupados por la creación de ámbitos y sociales forman parte de una estra- nismo continúa expresando un sen- esferas de producción de nuevas rela- tegia mayor, la de crear nuevos lazos timiento de base que persiste, ciones sociales (el nuevo poder o el culturales y sociales dentro del mun- independientemente de la emergen- poder popular), condición sine qua non do popular, con vista al desarrollo de cia de nuevas prácticas y experien- para la conformación de un nuevo formas de economía alternativa y so- cias políticas14. Sin embargo, para sujeto político. lidaria, respecto de la producción ca- otros, las referencias aparecen como pitalista. De allí la importancia que el reconocimiento de una tradición, cobra el trabajo territorial y la insis- de un pasado, posible de ser actua- Conclusión tencia en ampliar y potenciar su lizado por una retórica plebeya, de horizonte, tanto en términos econó- claras connotaciones “evitistas”15. Los elementos de recomposición micos, como culturales y simbólicos. social y política que han aportado Es sin duda esta persistencia la las organizaciones piqueteras seña- En fin, salvo casos excepciona- que explica la constante y renova- lan una importante continuidad en- les, estas experiencias de autonomía da tentación argentina de recrear tre lo realizado en las rutas y la tarea no plantean la automarginación “lo nacional y popular” en el seno efectivamente llevada a cabo en los (esto es, una suerte de repliegue de lo nuevo. Así, las referencias al barrios. La acción colectiva colocó comunitario), ni tampoco el recha- peronismo funcionan, a la manera en el centro del discurso y del auto- zo a la producción de un exceden- de un significante flotante (Laclau: reconocimiento la cuestión de la te. Por ello mismo, no es raro que la 2000) como un artefacto cultural dignidad. En la ruta, el piquete ins- discusión –dinámica asamblearia que puede ser articulado en senti- taló la confrontación como modelo mediante– se encamine a determi- dos diferentes y aún opuestos. Esta de acción, al tiempo que apareció nar qué hacer con el excedente, (“la posición es ilustrada por diversas como un lugar de recreación identi- parte maldita”, ésa que según agrupaciones que apuestan a la re- taria. Esto permitió pensar la expe- Bataille (1967), diferencia también construcción del Estado nacional, a riencia de la desocupación desde un a una sociedad de otra), ya presen- partir de la consolidación de un nuevo lugar y revestirla de otras di- te de alguna manera en las fábricas nuevo liderazgo, en la persona de mensiones. Fue sin duda desde esta gestionadas por los trabajadores13 . Néstor Kirchner, sostenido y apoya- experiencia primera que nuevas for- do por un “pueblo-trabajador” mo- mas de hacer política asomaron en d) Matrices ideológicas y sujetos vilizado, en tanto sujeto político16. el devastado mundo popular. políticos A nivel continental, dicho “proyec- to nacional” impulsa la idea de con- A lo largo de los años, la acción Antes de dar cuenta rápidamen- formar un polo latinoamericano, bajo se continuó en la tarea de los ba- te de las diferentes concepciones del la figuras de Chávez en Venezuela, rrios, a partir de la organización del sujeto político, es necesario volver Lula en Brasil, Kirchner en Argen- trabajo comunitario, centrado en la sobre la cuestión del peso de la cul- tina y, eventualmente, Evo Morales resolución de las cuestiones más ele- tura peronista. El tema, por demás en Bolivia. mentales y urgentes de sobre- espinoso y complejo, puede ser pre- vivencia. Una tarea a todas luces sentado desde varios ángulos. En En fin, mientras los grupos li- menos espectacular que el corte de principio, hay que tener en cuenta gados a los partidos de izquierda, ruta, y por eso también menos “visi- que, por debajo de las diferentes tra- impulsan la imagen de la clase revo- ble” para el resto de la sociedad. Pese yectorias sociales, y más allá de la lucionaria como sujeto político, y apa- a la urgencia, el trabajo comunita- mayor o menor cercanía con el mun- recen como más proclives a la rio fue desembocando en la exigen- do obrero-industrial, las bases socia- movilización callejera que a la cons- cia de dotar de mayor espesor a las les que componen las organizaciones trucción política y el trabajo comu- profusas experiencias de autogestión. piqueteras siguen aludiendo a una nitario en los barrios, los grupos No es extraño por ello que, detrás suerte de matriz común peronista. independientes, sin renunciar a la mo- de las nuevas estrategias de inter- Así, para casi todos los militantes y vilización, privilegian la temporalidad vención territorial asome un univer-

NÓMADAS 123 so auto-organizado que poco debe a ces fundamental en un contexto de 4 Todos los gobiernos, en algún momento, se han orientado hacia el discipli- la tradición sindical argentina (don- creciente aislamiento, y vista la difi- namiento del movimiento piquetero, de la cuestión de la autogestión –a cultad –histórica– que las organiza- proponiendo una distinción entre una través del control de la producción– ciones de desocupados tienen para “protesta legítima” y otra “ilegítima”, está poco presente), como tampoco interpelar otros sectores sociales. acudiendo en más de un caso a la judicia- lización y, en el límite, como sucedió en a la influencia de una matriz comu- junio de 2002, a la represión selectiva nitaria (como sucede en los países Así, con menos discursos triun- de los grupos más movilizados. Sin em- andinos y en los movimientos de cor- falistas, con mayores riesgos de co- bargo, existen diferentes estrategias al respecto. Así, entre 1996 y 2002, los te indigenista). optación y de aislamiento, en un sucesivos gobiernos intentaron desle- contexto de fuerte polarización po- gitimar la protesta piquetera asociándola En este artículo hemos procura- lítico-ideológica y de rechazo a las con un “rebrote” de violencia guerrille- ra o con un supuesto “plan conspirativo” do poner el acento en los aspectos movilizaciones callejeras, la etapa para derrocar el gobierno. Actualmente, más novedosos desarrollados por las que se abre trae consigo nuevos de- la estrategia de deslegitimación apunta a organizaciones piqueteras. Por cues- safíos, entre los cuales se destaca la enfatizar la contraposición entre movili- zación callejera y “normalidad institu- tiones de espacio, hemos decidido no tarea de profundizar la experiencia cional”, lo que en el límite, desemboca abordar otras problemáticas. Pero sin de la autogestión y la democratiza- no solo en una imagen estigmatizante de duda, los cambios producidos a par- ción interna, así como la necesidad las movilizaciones, sino en la de una de- mocracia “acosada” por las agrupacio- tir del ascenso de Kirchner al poder, de crear articulaciones políticas, no nes piqueteras. significaron el fin de los “tiempos ex- solo al interior del espacio piquete- 5 Cierto es que las nuevas protestas plan- traordinarios” y la recomposición – ro, sino muy especialmente con otros tearon un conflicto de derechos, tanto a aunque relativa y precaria– del sectores sociales. nivel nacional como provincial (parti- sistema institucional. En este senti- cularmente entre la libertad de peticionar y la de circular libremente). Sin embar- do, la nueva situación actualiza cier- go, en una gran parte de los casos la jus- tos interrogantes, al tiempo que ticia se ha venido pronunciando, sin plantea nuevos desafíos a las organi- Citas mayor reflexión, en favor del derecho de libre circulación, penalizando las nuevas zaciones piqueteras. Entre éstos, men- formas de protesta. Más aún, en ciertas cionaremos solo cuatro: el primero se 1 Según la Encuesta Permanente de Hoga- provincias del interior, de raigambre feu- refiere a la necesidad de producir res (EPH) del Instituto Nacional de Es- dal (Salta, en el norte argentino, es un tadísticas y Censos (INDEC), la tasa de caso paradigmático), los distintos órde- instancias de coordinación política, desempleo subió de 6,9% en 1991 al nes del poder estatal han demostrado una que mitiguen los efectos de la frag- 18,4% en 1995. Actualmente, y luego de hostilidad militante hacia la protesta mentación del espacio piquetero, en un nuevo pico de 21,5% en 2002, el des- piquetera, dando cuenta de una fuerte un contexto de cooptación y de re- empleo es de alrededor del 16,6%. Pero si tendencia por reducir sin mayores con- incluimos el conjunto de los desocupa- templaciones la “cuestión social” a un chazo de la población a la moviliza- dos (esto es, si sumamos los beneficiarios hecho policial. ción. El segundo, alude sobre todo a de los planes sociales), la tasa de desem- 6 De manera esquemática, podemos afir- los movimientos ligados a partidos de pleo llega al 21.4%. mar que los vértices del triángulo popu- izquierda, los cuales deberán repen- 2 Durante la década del noventa se creó lista son: uno, el principio de la conduc- ción a través de un líder; dos, el proyec- sar el alcance y los efectos políticos una nueva central sindical de oposición a la CGT: la Central de los Trabajadores to del pacto social como eje de la redistri- de sus lógicas de acción y construc- Argentinos (CTA), conformada por sin- bución; y tres, el principio de la movili- zación popular –la figura del pueblo–. ción, centradas en la pura moviliza- dicatos de empleados estatales y maes- ción callejera. El tercer desafío tros. Esta fue la única oposición sindical a 7 El tema es controvertido, pues la cam- engloba a todos los movimientos, y se las reformas económicas y el único polo paña de rechazo y estigmatización social sindical que rompió definitivamente con de la protesta que acompañó la estrate- refiere a las consecuencias políticas el Partido Justicialista (nombre oficial del gia del gobierno de Kirchner fue genera- y culturales de la dependencia res- partido peronista). lizada (esto es, englobó a todo el movi- pecto del Estado, a través de los pla- miento piquetero, sin distinción de co- 3 Para estimaciones oficiales, véanse los rrientes), y conllevó la reducción del mo- nes sociales. En fin, el cuarto desafío documentos de Siempre, entre ellos “Plan vimiento a su estrategia de lucha (la fi- alude a la necesidad de buscar cru- Jefes y Jefes de Hogar Desocupados. Im- gura del piquete). Al mismo tiempo, ésta ces y vínculos con otros sectores, en pacto y características de los beneficia- tuvo como base la abierta oposición al rios”, febrero de 2003 (www.siempro. gobierno de los grupos piqueteros de- especial con los sindicatos y las cla- gov.ar). El subsidio es de $150 (50 dóla- pendientes de los partidos de izquierda, ses medias; una cuestión a todas lu- res) por mes. quienes llevaron al extremo la tentación

124 NÓMADAS de la disolución del movimiento a la pura yectos) para el desarrollo de empren- movilización callejera. dimientos productivos. En algunos ca- Bibliografía sos, éstos conllevan la posibilidad de dar 8 Sapag era, en ese entonces, el gobernador un salto cualitativo en sus experiencias ¿Más cerca o más lejos de Neuquén, provincia petrolera situada de autogestión. La cuestión no es me- ARONSKIND, R. C., del desarrollo? Transformaciones económi- al norte de la . nor, si tenemos en cuenta que hasta aho- cas en los 90 ra las organizaciones piqueteras han evo- , , Libros del 9 Con el término “descolectivización” ha- Rojas, 2001. cemos referencia a la pérdida de aquellos lucionado en el marco de economías de soportes colectivos que configuraban la subsistencia. Así, frente a la posibilidad BECCARIA, L., “Empleo, remuneraciones y identidad del sujeto (sobre todo, referi- de generar experiencias de autogestión diferenciación social en el último cuarto dos al mundo del trabajo y la pertenencia que superen este plano –aun en una si- del siglo XX”, en: AAVV, Sociedad y so- social) y, por consiguiente, a la entrada a tuación de gran precariedad–, emergen ciabilidad en la década de los 90, Buenos un período de “individualización” de lo nuevos desafíos. Muy probablemente, Aires, Universidad Nacional de General social. Estamos retomando libremente la estas experiencias se convertirán en una Sarmiento-Biblos, 2002. noción empleada por R.Castel (1994 y verdadera prueba de fuego para deter- Empleo e integración social 2000). minadas organizaciones, en lo que res- ————, , Méxi- pecta a su capacidad de transformación co, Fondo de Cultura Económica, 2001. 10 Ciertamente, la Argentina estaba lejos de de las prácticas capitalistas. La metamorfosis de la cuestión ser una sociedad “desarrollada” y mucho CASTEL, R., social, Buenos Aires, Paidós, 1995. menos una supuesta encarnación de la 14 Recordemos también que el desarrollo “justicia social”. Aún así, es innegable que, del movimiento piquetero estuvo acom- ———, “¿Por qué la clase obrera perdió la hasta no hace mucho tiempo, era un país pañado por la generalización de la críti- partida?”, en: Revista Actuel Marx “Las recorrido por una lógica más igualitaria y ca al sistema clientelar peronista. Esto nuevas relaciones de clase”, Vol. II, Edi- por una distribución de la riqueza mucho profundizó la distancia entre las organi- ción argentina, A. Kohen, 2000. menos inequitativa que la actual. zaciones piqueteras y las formas de re- presentación del peronismo político y GERCHUNOFF, P. y Torre, J. C., “La política 11 Muchos recordarán las teorizaciones de- sindical. Sin embargo, en los últimos de liberalización económica en la admi- sarrolladas a fines de los sesenta por va- años el crecimiento de las organizacio- nistración de Menem”, en: Desarrollo Eco- rios intelectuales latinoamericanos nes piqueteras se ha asentado también nómico, No. 143, Buenos Aires, 1996. (J.Nun, M.Murmis, A.Quijano, entre en la incorporación de mediadores Resistencia e Integración otros) acerca de la denominada “masa JAMES, D., , Buenos barriales o agentes comunitarios ante- Aires, Sudamericana, 1990. marginal” o “polo marginal”, tesis que riormente ligados al partido peronista. sostiene que, en nuestras sociedades En este sentido, la transformación del KESSLER, G., “Algunas implicancias de la periféricas, tradicionalmente los indivi- habitus “clientelar” de los mediadores, experiencia de desocupación para el indi- duos han dependido menos de los meca- así como de la perspectiva viduo y su familia”, en: Beccaria y López nismos de integración sistémica (propor- asistencialista, propia de los “beneficia- (comp.), Sin trabajo, Buenos Aires, cionados por el Estado o por un merca- rios”, en nueva práctica política está UNICEF/Losada, 1996. do suficientemente expandido), y más, lejos de ser algo mecánico y requiere, mucho más, de las redes de sobrevivencia LACLAU, E., Nuevas reflexiones sobre la re- ciertamente, una profundización no sólo que la sociedad ha ido generando desde volución de nuestro tiempo, Buenos Aires, de la dinámica asamblearia, sino tam- sus propios contextos de pobreza. Esto Nueva Visión, 2000. bién una definición más clara del hori- implica afirmar que, aunque la indigen- zonte político. MARTUCCELLI, D y M. Svampa, La plaza cia y la vulnerabilidad se hayan multipli- vacía, Las transformaciones del peronismo, cado de manera alarmante en los últi- 15 Nos referimos a Eva Perón, la esposa de Buenos Aires, Losada, 1997. mos decenios, en muchos países latinoa- Juan D. Perón, que desde el comienzo ha mericanos, el desempleo no refleja una simbolizado el costado más plebeyo y MERKLEN, D., “Inscription territoriale et action collective. Les occupations illégales situación del todo novedosa; más aún, el disruptivo del peronismo. corte entre ocupación y desocupación de terres urbaines depuis les années 1980 no aparece del todo claro (Murmis: 16 En realidad, desde el punto de vista de en Argentine”, Tesis de doctorado, Ecole 2000), dada la existencia –endémica– de su configuración político-ideológica, el des Hautes Etudes en Sciences Sociales, la precariedad y de situaciones de infor- mayor problema que estas visiones pre- París, 2001. sentan no es tanto su carácter cierta- malidad laboral. MURMIS, M., “Cuestión social y lazos socia- mente nostálgico, sino la imposibilidad les”, Buenos Aires, mimeo, 2000. 12 Como los MTD de la Coordinadora A. de renunciar a pensar la idea de la cons- Verón, el Movimiento Teresa Rodríguez titución de un actor por fuera de una NEGRI, A., Kairós, Alma Venus et Multitude, y otras agrupaciones más pequeñas. matriz populista-peronista. Quizá el de- Paris, Calmann-Lévy, 2001. safío mayor esté en la manera en como 13 Subrayemos que en el último año los NUN, J., Marginalidad y exclusión social, Bue- se recrea esta matriz, en términos de “proyectos productivos” han tomado una nos Aires, Fondo de Cultura Económica, prácticas políticas; de lo contrario, el gran importancia para la mayor parte de 2001. las organizaciones, aún para aquellas que riesgo será terminar –tarde o tempra- se mostraban reticentes a impulsar esta no– por ser funcional al peronismo do- PÉREZ, G., “Pálido fuego: Hannah Arendt y vía. Esto se debe a que, a fines de 2003, minante. En ese sentido, la historia ar- la declinación de la figura del trabajador las organizaciones piqueteras recibieron gentina es bastante aleccionadora, y el en las sociedades contemporáneas. Apun- importantes subsidios financieros del go- presente actual, vuelve a plantear una tes sobre los piqueteros en Argentina”, bierno (contra la presentación de pro- vez más estos interrogantes. (mimeo), Buenos Aires, 2001.

NÓMADAS 125 SCHUSTER, F. y Pereyra, S., “La protesta ballo, año VIII, No. 14, Buenos Aires, TORRE, J.C., Los sindicatos en el gobierno social en la Argentina democrática. Ba- julio, 2002. (1973-1976), Buenos Aires, CEAL, 1989. lance y perspectivas de una forma de ac- ————, “Las dimensiones de las nuevas ———, “Los huérfanos de la política de par- ción política”, en: N. Giarraca y colabo- movilizaciones sociales: las asambleas tidos. Sobre los alcances y la naturaleza radores, La Protesta social en la Argenti- El na. Transformaciones económicas y crisis barriales, segunda parte”, en: Revista de la crisis de representación partidaria”, Ojo Mocho, Buenos Aires, 2003. en: Desarrollo Económico, Vol. 42, enero- social en el interior del país, Madrid, Alian- marzo, No. 168, 2003. za, 2001. SVAMPA, M. y S. Pereyra, Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizacio- VIRNO, P., Gramática de la multitud, Buenos SVAMPA, M., “Las dimensiones de las nue- vas movilizaciones sociales”, en: El Roda- nes piqueteras, Buenos Aires, Biblos, Aires, Colihue, 2003. 2003.

126 NÓMADAS