FICHA TÉCNICA La amante de Mussolini

TÍTULO ORIGINAL: AÑO: 2009 DURACIÓN: 128 min. PAÍS: Italia DIRECTOR: Marco Bellocchio GUIÓN: Marco Bellocchio, Daniela Ceselli MÚSICA: Carlo Crivelli FOTOGRAFÍA: Daniele Ciprí PRODUCTORA: Offside / Rai Cinema / Celluloid Dreams / Istituto Luce / Ministero per i Beni e le Attività Culturali (MiBAC) / Eurimages / Provincia Autonoma di / Film Commission Torino-Piemonte / Film Commission Regione Piemonte GÉNERO: Drama | Biográfico. Histórico GÉNERO: Ciencia ficción. Thriller. Fantástico. Romance | Thriller futurista. Drama romántico REPARTO: Giovanna Mezzogiorno, Filippo Timi, Michela Cescon, Fabrizio Costella, Fausto Russo Alesi PREMIOS: 2009: Premios del Cine Europeo: 2 nominaciones: actor (Filippo Timi), Premio a la Excelencia 2010: Premios David di Donatello: mejor director, nominada a la mejor película

SINOPSIS:

Estamos a principios del siglo XX y un joven revolucionario socialista llamado conoce a Ida Dalser, una mujer tan pasional como él, que lo seguirá en la lucha política y lo secundará también cuando cambie de rumbo y sustituya el socialismo por el fascismo. Quizá uno de los menos conocidos episodios de la vida de Benito Mussolini es la relación que tuvo con su amante Ida Dalser. En la época en la que él luchaba por un ideal socialista, Ida quedó perdidamente enamorada de él. Pronto se convirtió en un pilar importante en la vida de Mussolini, no solamente en el aspecto emocional, sino incluso en el económico. Ida fue capaz de vender todas sus pertenencias para apoyar al periódico propagandístico del movimiento: Il Popolo d’Italia. Se casarán y tendrán un hijo, pero Ida descubre que su matrimonio por la Iglesia tiene mucho menos valor que el que Mussolini ha contraído con Rachele Guidi. Su relación fue negada por él luego de convertirse en el líder político más importante de Italia. Ida fue aislada, humillada y enviada a un manicomio con tal de que la verdad jamás saliera a la luz. Juntos tuvieron un hijo, quien nunca fue reconocido legalmente por Mussolini. Su decisión de excluir de su vida tanto a Ida como al niño es irrevocable. Así el joven Benito Albino, su hijo, es recluido también en un hospital psiquiátrico hasta la muerte de uno y otro.

1 Federación Internacional de Mujeres Universitarias Federación Mexicana de Universitarias Universidad Nacional Autónoma de México Museo de la Mujer Bolivia 17 Centro Histórico, Ciudad de México. Cine-Club de Género, 16 de agosto de 2011.

La Amante de Mussolini

Mtra. Delia Selene de Dios Vallejo♣♥

De La amante de Mussolini Carlos Bonfil comenta lo siguiente: Milán, 1914. Ante el estallido de la primera guerra mundial, el joven militante de izquierda y provocador ateo Benito Mussolini (Filippo Timi) declara públicamente su fe nacionalista, apoyando sin reservas el involucramiento de Italia en el conflicto bélico. Indignados por este sorpresivo rechazo al pacifismo, sus correligionarios de partido deciden expulsarlo de sus filas, lo que lanza al impetuoso militante a publicar su propio periódico de propaganda fascista. Se inicia así la irresistible carrera que en poco tiempo lo vuelve líder político de toda Italia. Entre las personas subyugadas por la arrebatada oratoria del nuevo dirigente, destaca su amante Ida Dalser (Giovanna Mezzogiorno), una vehemente figura romántica que lo apoya financieramente y secunda con lealtad sus posturas ideológicas. Cuando descubre que Mussolini tiene una esposa y un hijo, acepta su condición de amante clandestina, pero persiste en desplazar a su rival hasta lograr que el futuro la despose también a ella y acepte tener un hijo suyo.

En La amante de Mussolini (Vincere), el realizador Marco Bellocchio, cuya implacable disección de la familia y la religión católica en Italia arranca desde su notable cinta Con los puños en los bolsillos (I pugni in tasca, 1965), presenta en la historia de Ida Dalser la metáfora de la fascinación del pueblo italiano por un dictador y la penosa retribución de este hombre a una entrega semejante. El título original, Vencer, alude a un himno fascista. Mussolini desconoce cualquier tipo de reciprocidad con el pueblo, o con la mujer, que lo venera; el culto que rinde a su propia persona es delirante, como también su manía de compararse ventajosamente con figuras de culto público como Napoleón o Cristo. La cinta narra el itinerario de una doble enajenación, la del dictador ebrio de poder y megalomanía, y la de su esposa clandestina, quien a todo precio busca la legitimación social, a pesar de estar recluida en un manicomio y condenada a ser una paria absoluta en la nueva nación fascista. Amante y esposa incómoda, Ida Dalser es privada de todo reconocimiento por la decisión de Mussolini de no incomodar a una jerarquía católica a la que acaba de reconocer y que lo consagra entusiasta, pero que condenaría su condición de hombre bígamo.

♣ Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM *Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas Asociación Civil. ♥ Se agradece el apoyo de las licenciadas: Eva Calderón, Eurídice Román de Dios, Adriana Romo Sotres, Pamela Jiménez Romo y Rosalinda Cuéllar Celis.

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Marco Bellocchio

Para obtener una mejor recreación histórica y una inmediatez narrativa, Bellocchio recurre con habilidad a material de archivo y a no pocos extractos de películas populares que ilustran convenientemente la trama. Luego de un arranque en el que se yuxtaponen caprichosamente las cronologías, retrocediendo de 1914 al año 1907, en que el joven Mussolini seduce a Ida Dalser, la cinta prosigue hasta 1945 su crónica sentimental, a la vez trágica y patética. Destaca la formidable caracterización de Giovanna Mezzogiorno y la revelación de Fabrizio Costelli como Benito Albino, el hijo bastardo que paulatinamente compartirá los delirios de sus padres. El drama pronto rebasará el terreno estrictamente sentimental para volverse un comentario muy ácido sobre la sumisión voluntaria de todo un pueblo a una ideología populista anclada en el totalitarismo y la intolerancia religiosa. Pocos directores conservan hoy, al abordar estos temas, la capacidad de indignación y el acerado filo crítico de este viejo enfant terrible del cine italiano. Hay algo, sin embargo, que sorprende todavía más: el realizador acompaña, mejor que nunca, el discurso político incisivo con imágenes de un lirismo intenso. El hijo del dictador parodiando en una escena desgarradora las grotescas gesticulaciones de su padre, tiene como inesperado complemento estilístico la calma melancolía y el vano combate de Ida Dalser, quien desde los barrotes de su celda contempla la caída nocturna de la nieve.

Giovanna Mezzogiorno

La cinta es a la vez el relato de una derrota personal y colectiva: la engañada amante de Mussolini resume e ilustra los años de plomo que la dictadura fascista impone a un pueblo mistificado. No hay un despertar realmente liberador a la caída del dictador y tampoco en la Italia actual que una vez más asiste complaciente a los desvaríos de sus nuevos líderes. Tal parece ser en definitiva el señalamiento mayor del veterano Bellocchio, ese infatigable fustigador de la venalidad política.

Esposo devoto, abnegado padre de familia, hombre íntegro y moral… Esa es la bucólica imagen de Benito Mussolini que, durante 20 años, el régimen fascista se esforzó a toda costa por transmitir a la población italiana. Sin embargo, la realidad era otra muy distinta. El Duce fue un mujeriego

3 empedernido que tuvo innumerables amantes y que probablemente dejó varios hijos ilegítimos desperdigados por el mundo. Pero lo verdaderamente terrible es que, a fin de mantener su leyenda de marido virtuoso y de honrado cabeza de familia, el dictador italiano no tuvo el más mínimo reparo a la hora de recurrir a los métodos más expeditivos y crueles que se puedan imaginar. Incluida la reclusión de por vida en un manicomio de su primogénito varón y de la mujer que lo llevó en su vientre.

Es sólo ahora, 60 años después de la ejecución del líder fascista, cuando la pavorosa realidad se ha abierto paso y ha salido finalmente a la luz. Y lo ha hecho a través de la minuciosa investigación que durante tres años han llevado a cabo Gianfranco Norelli y Fabrizio Laurenti, dos periodistas de origen italiano afincados en Nueva York, que no han dudado en plasmar sus averiguaciones en un sobrecogedor documental titulado El secreto de Mussolini, que recientemente se emitía con gran éxito de audiencia en la RAI, la radiotelevisión pública italiana.

Apuntalada en numerosas pruebas escritas y en diversos testimonios y entrevistas hasta ahora desconocidos, la indagación conducida por estos dos sabuesos del periodismo reconstruye la historia de Ida Dalser y del hijo que ésta tuvo con el Duce. Un episodio que el dictador fascista se esforzó por enterrar pero que ha acabado emergiendo a la superficie. Gracias a ello, la desventurada Ida Dalser ha podido finalmente vengarse del hombre que durante 11 años, y hasta su muerte, la mantuvo encerrada en un centro psiquiátrico a pesar de estar cuerda. El mismo tipo que permitió que el hijo que tuvo con ella falleciera con sólo 27 años en la soledad de otro manicomio en el que llevaba siete años recluido.

En un intento final por hacer justicia, esta pretende ser más la historia de Ida Dalser que del desalmado que convirtió su vida en un infierno. La historia de una mujer, hermosa y apasionada, que nació allá por 1880 en el seno de una familia bien de Sopramonte, localidad situada a pocos kilómetros de Trieste y que, por aquel entonces, como todo el resto de la región del Trentino, formaba parte del Imperio austro- húngaro.

Moderna y avanzada, la Dalser estudió estética en París y, a su regreso a Italia, abrió en Milán el exótico Salón Oriental de Higiene y Belleza Mademoiselle Ida. La vida le sonreía cuando, en 1913, se lió con un periodista de éxito y aspiraciones políticas. Engreído y ambicioso, el sujeto en cuestión era el flamante nuevo director del rotativo socialista Avanti (Adelante). Se llamaba Benito Mussolini y con él inició Ida Dalser un apasionado romance.

Eran años tumultuosos para Italia que, ante el estallido en 1914 de la I Guerra Mundial, quedó fuertemente dividida entre los que defendían la necesidad de que el país entrara en la contienda y los que apoyaban que permaneciera neutral. En un principio, Mussolini se apuntó al bando de los que se oponían a la guerra, pero no tardó mucho en pasarse a las filas de los intervencionistas. Su apoyo a favor de la participación de Italia en la intervención armada le valió la expulsión del Partido Socialista y le obligó a dejar la dirección del diario Avanti. Pero se consoló fundando un nuevo periódico: El Pueblo de Italia.

Pasión. En aquel momento, el romance entre la Dalser y Mussolini pasaba por su momento más tórrido. Hasta el punto de que ella no sólo defendía con uñas y dientes a su amado de las numerosas críticas de sus cada vez más numerosos enemigos sino que, para ayudarle económicamente a poner en marcha el nuevo rotativo, vendió su negocio de belleza y puso a su disposición todos sus ahorros. La relación entre ambos iba en aquel entonces tan viento en popa que la pareja llegó incluso a iniciar los preparativos de su boda. Una boda que pronto adquirió carácter urgente, dado que Ida quedó embarazada.

4 Pero los días de vino y rosas duraron poco. El Duce, concentrado en recaudar fondos con los que financiar su nuevo periódico, repartía el poco tiempo libre que le quedaba entre sus varias amantes. Y, sobre todo, retoma la relación con su viejo amor, Rachele Guidi, con quien ya tenía una hija. En medio de todo aquello, Italia le declara la guerra a Austria y Mussolini parte a luchar al frente. Ida Dalser permanece en Milán: sola, encinta y sin medios económicos con los que mantenerse. El 11 de noviembre de 1915 nace el hijo de Dalser y Mussolini. El pequeño recibe el nombre de Benito Albino. Pero, al enterarse de la llegada del niño al mundo, Rachele Guidi se hunde en una depresión e intenta suicidarse. Empujado por los acontecimientos, Mussolini decide casarse civilmente con ella. Pero dado que está en el frente, el matrimonio se celebra por poderes.

La Dalser, por su parte, no termina de creerse que su amado la haya dejado plantada para contraer nupcias con Rachele Guidi. Así que va proclamando a los cuatro vientos que es ella la única y legítima esposa de Mussolini. Con tal furia y apasionamiento que llega incluso a convencer de ello al Ayuntamiento de Milán, que emite un documento reconociéndole el derecho a un subsidio de guerra como esposa del soldado Benito Mussolini.

Y aún hay más. El 11 de enero de 1916, sólo dos meses después del nacimiento de su hijo, la Dalser consigue que su marido reconozca la paternidad del pequeño ante un notario. El Duce, cuya posición económica ha mejorado notablemente, se compromete incluso a hacerse cargo del sustento económico del niño. Ida inscribe al crío en el registro de Milán con el apellido del padre.

Sin embargo, tras haber reconocido al niño, Mussolini trata de quitárselo a la madre. El caso termina en los tribunales, donde los jueces acaban concediendo la guardia y custodia del pequeño a la madre y condenando al padre a pagar 12.000 liras mensuales a la Dalser para colaborar en la manutención del crío. A partir de ese momento, los dos ex amantes están en guerra abierta.

Ida va por ahí criticando abiertamente a Mussolini y lanzando graves acusaciones contra él. La aún incipiente carrera del Duce se ve amenazada por las imputaciones de la Dalser, que asegura que Francia ha ayudado económicamente a Mussolini a poner en marcha su nuevo periódico, a cambio de que éste presionara desde las páginas del diario para que Italia entrara en la guerra apoyando a Francia. El Ministerio del Interior italiano llega a abrir una investigación sobre el asunto, al que, sin embargo, termina dando carpetazo. El tiempo acabaría demostrando que las acusaciones de Ida Dalser eran ciertas.

Nada ni nadie fue capaz de detener el ascenso al poder de Mussolini, que se convierte en jefe de un movimiento político que muy pronto asume las características de una organización paramilitar en toda regla: los Camisas Negras. En octubre de 1922, y en un momento de gran desestabilización política en Italia, nada menos que 25.000 Camisas Negras marchan sobre Roma sin resistencia a su paso. Mussolini recibe el encargo de formar un nuevo Gobierno y se convierte en el primer ministro más joven de la historia de Italia. Mientras tanto, Benito Albino crece junto a su madre en Sopramonte, bajo la atenta mirada de la policía que les sigue allí donde van.

Convertido en jefe del Gobierno, el Duce deja la dirección de El Pueblo de Italia a la única persona en la que confía ciegamente: su hermano Arnaldo. Y a él también le encarga la delicada y siniestra tarea de gestionar los fondos secretos del recién nacido Partido Fascista, destinados a asuntos de naturaleza privada entre los que se encuentra el hijo que ha tenido con Ida Dalser. A partir de ese momento,

5 Arnaldo será quien tome todas las decisiones importantes concernientes a la ex amante de su hermano y al hijo de ambos.

Sin apellido paterno. Una de las primeras disposiciones de Arnaldo consiste en prohibir a Benito Albino utilizar el apellido de su padre. Pero, ignorando esa orden, la Dalser sigue pregonando a los cuatro vientos que el chaval es hijo del Duce. Su rebeldía llega a un punto tal que, en una carta a sus superiores, el jefe de la Policía de Sopramonte se atreve a mencionar por primera vez el manicomio como la solución al “problema Dalser”.

Pero ella, persistente, continuó desafiando a su ex amante. De hecho, y con motivo de la visita a Trento del Ministro de Educación, el 19 de junio de 1926, la Dalser trata de burlar la vigilancia policial para acercarse al político (al que conocía de sus tiempos de Milán) y pedirle que la ayude a poner remedio a las injusticias de las que es objeto. Pero no lo consigue: antes de poder aproximarse al ministro, es arrestada y recluida en el Psiquiátrico de Trento. Allí permanecerá hasta su fuga, el 15 de julio de 1935, sin dejar ni un solo día de proclamar su lucidez, alegando que su ingreso en aquel tenebroso lugar respondía a una represalia del Duce en su contra para que no volviera a ver nunca a su hijo.

Tras su encierro, el régimen fascista pasa a ocuparse del vástago. Benito Albino es enviado a un colegio no muy lejos de Trento. Pero el crío se escapa, así que Arnaldo decide trasladarlo a una escuela más lejana y con una disciplina más dura: el internado Carlo Alberto de Moncalieri, donde educan a los pupilos de la aristocracia italiana.

El chaval pronto da signos de haber heredado el carácter rebelde de su madre. En el colegio, y a pesar de las órdenes explícitas que ha recibido de no revelar a nadie que su padre es el jefe del Ejecutivo, Benito Albino aprovecha cualquier ocasión que se le presenta para contarlo a sus compañeros. El problema es que a ese colegio acuden los hijos de las más ricas e influyentes familias italianas, con lo que el régimen fascista comienza a considerar la conducta de Benito Albino como un peligro para la imagen del Duce. Así que el niño es enviado a casa del hombre que ha sido nombrado su tutor: Guilio Bernardi, comisario de Sopramonte y fascista hasta la médula.

La muerte prematura de en 1931 de un infarto en su despacho del diario El Pueblo de Italia deja el destino de Benito Albino en manos de Guilio Bernardi. Y más a partir del momento en que éste termina el procedimiento legal para que el joven lleve su apellido y no el de Mussolini. Pero, a pesar de ello, el chico continúa declarándose públicamente hijo del Duce.

Además el joven, que ya tiene 17 años, muestra una sorprendente semejanza física con su padre. Tanto que Bernardi da órdenes a la Policía de Trento de que se destruyan todas las fotografías del chico que circulan por la ciudad. Y, como golpe final, lo enrola en la Marina, enviándolo a la Escuela Naval de La Spezia, donde también estudia un sobrino suyo al que encarga vigilar de cerca al muchacho.

En agosto de 1934, terminada su instrucción en la Escuela Naval, el hijo del Duce es enviado a extremo Oriente, embarcando en el buque Quarto, atracado en el puerto de Shanghai. Allí también sigue proclamando a todo aquel que desea escucharle que es hijo del líder fascista. Y allí recibe en la primavera de 1935 un telegrama de Bernardi comunicándole la muerte de su madre en el manicomio. Benito Albano, que está muy unido a ella a pesar de que no le han permitido verla desde su ingreso en el

6 psiquiátrico, cae en una profunda depresión. Tan profunda que el comandante de la nave decide reenviarlo a Italia con el argumento de que “resulta peligroso para sí mismo y para los otros”.

Encerrados. A su llegada a Italia, es recluido en una celda de aislamiento de la Marina Militar de Brindisi por tres semanas. Durante la serie de interrogatorios y visitas psiquiátricas a las que es sometido, le dicen que su madre no ha muerto, que está viva, que es una prostituta y que sufre un fuerte desequilibrio mental. Efectivamente, Ida Dalser no ha fallecido. Continúa en el manicomio de Pergine, donde lleva ya encerrada nueve años. En ese tiempo ha escrito miles de cartas a parientes, amigos y autoridades políticas (la inmensa mayoría de las cuales jamás llegaría a sus destinatarios), en las que asegura estar perfectamente cuerda y en las que acusa al régimen fascista de haberle quitado a su hijo. Durante siete años, no se le ha permitido recibir ninguna visita, y sus contactos con otros pacientes permanecen limitados al máximo.

Pese a las férreas medidas de seguridad, la noche del 15 de julio de 1935, Ida Dalser consigue fugarse del manicomio. Acude a casa de su familia en Sopramonte, con la esperanza de ver a su hijo. Pero tres días después de su huida es arrestada por la Policía e internada en el frenopático de San Clemente, en una isla de la laguna de Venecia.

Honda depresión. A pesar de haber sido informado de que su madre está viva, Benito Albino no logra levantar cabeza y continúa sumido en una honda depresión. Su ya padre adoptivo, Guilio Bernardi, ordena el 5 de agosto de 1935 su internamiento en el hospital psiquiátrico de Milán, aunque en la ficha clínica se hace constar que su ingreso en el centro es “voluntario”. Los médicos diagnostican que padece síndrome paranoide (justo la misma enfermedad que en su día le fue atribuida a su madre) y decretan que su internamiento sea definitivo.

Ida Dalser muere en el manicomio de Venecia el 3 de diciembre de 1937 de una hemorragia cerebral. Es enterrada en una fosa común. Benito Albino, por su parte, fallece el 26 de agosto de 1942 en el Psiquiátrico de Milán, con tan sólo 27 años y con la mitad de peso del que tenía cuando ingresó “voluntariamente” en el centro. Como en el caso de la madre, el régimen fascista trata por todos los medios de ocultar la realidad sobre su muerte. Así, según la versión oficial, el hijo de la pareja falleció en 1941 en acción de guerra.

Han sido dos periodistas los que, finalmente, han desbaratado el cuidadoso mecanismo orquestado por el régimen fascista para ocultar la existencia de un hijo secreto del dictador. “El descubrimiento de la verdad ha comenzado a través de un amigo, que estuvo de vacaciones en Trento y que a su regreso nos contó que allí se hablaba de un hijo de Mussolini que había estado ingresado en un manicomio. Al principio, pensamos que se trataba de una invención”, admite Fabrizio Laurenti, autor junto con Gianfranco Norelli del documental que ha probado que Benito Albino era hijo de Mussolini.

Laurenti reconoce que ya antes que ellos otros reporteros habían hablado de la existencia de un hijo secreto del Duce que fue internado en un manicomio por orden del líder fascista. “Pero ninguno había conseguido confirmar este hecho de manera oficial”, añade. Sin embargo ahora, y a la vista de las numerosas pruebas documentales que por primera vez han logrado reunir los dos periodistas, no hay duda que valga: Benito Albino era hijo de Mussolini y, a fin de ocultárselo al mundo, él y su madre lo pagaron con su vida.

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Ida Dalser y su hijo Benito Albino

Las cartas de Ida Dalser y Benito Mussolini fueron publicadas por Alfredo Piero, en su libro: El hijo secreto del Duce.

BENITO MUSSOLINI ESCRIBE A IDA DALSER

Mi pequeña Ida. Acabo de llegar tras doce horas interminables en un tren que me dejó completamente cubierto de hollín. Lo he limpiado lo mejor que he podido y mi primer pensamiento, antes incluso de ir a cenar, eres tú. ¿Te alegra? ¿Me dirás una vez más que sólo tú me amas, mientras que yo no te amo a ti? Yo también te quiero, mi querida Ida, aunque no te lo haya podido demostrar. Durante mi viaje, he pensado mucho en ti. Cada vez que alguna pareja de jóvenes casados entraba en mi compartimiento, pensaba en nuestro viaje, el que planeamos. Qué feliz sería de tenerte conmigo hoy, mientras el tren se mueve bajo un cielo sin nubes a través de los campos que muestran toda la seductora melancolía del otoño, hacia la bella Roma que aparece frente a mí justo cuando el ocaso enciende el horizonte de las sietes colinas de la ciudad eterna. Esta tarde habríamos estado juntos, y sin embargo… Mañana te enviaré algunas postales. Con seguridad estaré en Milán el martes o el miércoles por la tarde. Sé buena, mi pequeña amiga y piensa en mí a menudo. Te abrazo con toda la pasión de nuestros momentos de intimidad y amor. Permanezco como tu fogoso amigo y amante.

Benito.

IDA DALSER ESCRIBE A BENITO

Lo que te pido es muy poco: mi hijo y mi inmediata liberación de este pútrido manicomio, de este hospital para enfermos de tuberculosis donde no tienes derecho a enterrarme […] mis posesiones […] mis muebles y todo el mobiliario de mi apartamento en Milán para que se le entreguen a mi hijo. Haz que se deje de insultar a la madre de tu hijo, al menos para calmar tu conciencia y al fantasma que te visitará cada noche […] Benito, escucha llorar a mi corazón, nos amábamos, nos adorábamos apasionadamente, tuvimos un hijo en común, y por ti, estoy ahogándome en un mundo lleno de calamidades, tú has matado mi querida y saludable juventud.

Por último, referencias a su presunta enfermedad mental:

¡No oses mentir! Sabes bien que mis facultades mentales funcionan perfectamente, como siempre. Dios mío, qué razón tenían los que me decían que te dejara, al sospechar sobre ti. Pero conseguiste silenciarme con tus explicaciones […] Has sufrido, lo sé, has llorado, pero entonces venías con nuevos

8 subterfugios […] no debes basar tu voluntad de ganar en mentiras, no todos los hombres son estúpidos […] y quién sabe si algún día acabarás peor que tus víctimas. Que el cielo te salve del vergonzoso trato al que nosotros, dos inocentes, hemos sido sometidos […] Oh, morir sin poder abrazar a mi hijo de nuevo […] Créeme Duce, sólo eres un pobre infeliz.

IDA DALSER ESCRIBE AL PREFECTO DE TRENTO

Gr. Uff. Piomarta, Prefecto de Trento

Su Excelencia,

Que con esta carta llegue mi grito desesperado hasta usted. Uno puede matar a una mujer, pero no insultarla más allá de cierto límite. Nerón y Calígula no se habrían atrevido a llevar tan lejos su cinismo. Durante cuatro años, el doctor Baroni y sus colegas se han estado riendo de mí, no puedo siquiera imaginar seguir con esta miserable existencia sin ver un sólo rayo de la luz del sol. Por lo que dicen estos canallas, los hermanos Mussolini me han vendido, y que ellos son responsables del sufrimiento que se me ha inflingido. La situación es tan complicada que requiere la intervención de Su Excelencia a la que ya he escrito seis cartas sin resultado alguno. He sido encerrada, drogada, golpeada, encadenada en una celda sin aire, sin dejarme nunca salir y envenenada con venenos que subyuguen mi voluntad. Soy una pobre mujer muerta que yace en su mortaja con una pesada piedra encima, esperando mi tumba para poder abrazar de nuevo a la pobre y divina criatura que adoro. Venga […] y hágalo pronto, inmediatamente […] Nadie que no conozca el sufrimiento maternal puede saber lo que es esto. ¿Dónde está encerrada mi desdichada criatura? ¿Ha, quizá, desaparecido de este mundo después de atroces torturas? ¿Y no siente él que es padre? Yo puedo morir […] pero no mi hijo, él no pidió venir al mundo y nadie puede hacerle sufrir el mismo calvario que su desgraciada madre. ¿Y no comprende que representamos la fuerza política y moral que le arrastrará al abismo?

IDA DALSER ESCRIBE AL PAPA

El hombre al que adoré, defendí, cuidé cuando estaba enfermo, seguí como una sombra a manifestaciones, cuando fue violentamente atacado en las plazas de Milán y por los guardias de Giolitti; rezando y pidiendo el fin de los duelos, dándole un hijo adorable que es igual que él. ¿Por qué hice todo esto? Ciertamente no por su fortuna. Si hubiera sido engullido por las llamas o acorralado por las balas, hubiera corrido a ayudarle […] En esa época, no era un hombre injusto, sino un verdadero ángel […] un genio descuidado. Le llevé a mi casa contra el consejo de todos, le adoraba y él a mí, prometió hacerme la mujer más envidiada. Yo solo le pedí que me hiciera la más amada…

IDA DALSER ESCRIBE A ALBERTINI, DIRECTOR DE IL CORRIERE DELLA SERA

Para el hijo de Mussolini, editor y propietario de Il Popolo d’Italia. Reducida a la pobreza más abyecta, tras haber sido explotada y después abandonada por el padre de mi hijo, Benito Mussolini, apelo a la generosidad de Il Corriere Della Sera, para que lance una campaña para recaudar fondos para el hijo de Mussolini, puesto que yo ya no puedo cuidar del hijo del hombre que me explotó y después me

9 abandonó cobardemente junto a mi hijo, mientras al mismo tiempo gastaba mi dinero con sus esbirros y administradores Clerici y Morgagni. La madre del pequeño Benito Mussolini.1

Benito Mussolini

(Predappio, Italia, 1883-Mezzegra, id., 1945) Político italiano. Hijo de una familia humilde, su padre era herrero y su madre maestra de escuela. Cursó estudios de magisterio, a cuyo término fue profesor durante períodos nunca demasiado largos, pues combinaba la actividad docente con continuos viajes. Pronto tuvo problemas con las autoridades, y fue expulsado de Suiza y Austria, donde había iniciado contactos con sectores próximos al movimiento irredentista.

En su primera afiliación política, sin embargo, se acercó al Partido Socialista, atraído por su ala más radical. Del socialismo, más que sus postulados sociales y reformadores, le sedujo su vertiente revolucionaria. En 1910 fue nombrado secretario de la federación provincial de Forli y poco después se convirtió en editor del semanario La Lotta di Classe (La lucha de clases).

La victoria del ala radical en el congreso de Reggio nell’Emilia, celebrado en 1912, le proporcionó mayor protagonismo en el seno de la formación política, que aprovechó para hacerse cargo del periódico milanés Avanti, órgano oficial del partido. Aun así, sus opiniones acerca de los enfrentamientos armados de la «semana roja» de 1914 motivaron cierta inquietud entre sus compañeros de filas, atemorizados por su radicalismo. La división entre Mussolini y el partido se acrecentó con la proclama de neutralidad del primero tras la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914. En noviembre del mismo año fundó el periódico Il Popolo d’Italia, de tendencia ultranacionalista, lo que le valió la expulsión del Partido Socialista.

Posteriormente, quiso capitalizar el sentimiento de insatisfacción que se apoderó de la sociedad italiana tras el fin de la contienda haciendo un llamamiento a la lucha contra los partidos de izquierdas, a los que señaló como culpables del descalabro, y para ello creó los fasci di combattimento, grupos armados de agitación que constituyeron el germen inicial del partido fascista. Consiguió ganarse el favor de los grandes propietarios y salir elegido diputado en las elecciones de mayo de 1921.

La impotencia del gobierno para hacer frente a la situación en que se encontraba el país y la disolución del Parlamento allanaron el camino para la denominada marcha sobre Roma, acontecida el 22 de octubre de 1922. Su entrada triunfal en la capital italiana, en la cual no encontró ninguna oposición, pues contó

1 Extraído de “El hijo secreto del Duce”, de Alfredo Pieroni. Milán, Garzanti, 2006.

10 con el beneplácito del ejército y del gobierno, motivó su nombramiento de primer ministro por parte del rey Víctor Manuel III.

Gradualmente, aunque con mayor ímpetu tras el asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti en 1924, se erigió como único poder, aniquiló cualquier forma de oposición y acabó por transformar su gobierno en un régimen dictatorial. Apoyado por un amplio sector de la población y con la baza a su favor de un eficaz sistema propagandístico, realizó fuertes inversiones en infraestructuras y recuperó viejos proyectos expansionistas, como la conquista de Etiopía (1935) y la anexión de Albania (1939).

Tras la llegada al poder de Hitler en Alemania, fue acercándose al nazismo, y tras las primeras victorias alemanas en la Segunda Guerra Mundial, que juzgó definitivas, declaró la guerra a los aliados. Sin embargo, el fracaso del ejército italiano en Grecia, Libia y África oriental, así como el avance de las tropas aliadas, motivaron su encarcelamiento por orden de Víctor Manuel III, quien impulsó un golpe de Estado y decretó el fin del fascismo (julio de 1943).

Liberado por paracaidistas alemanes (12 de septiembre de 1943), creó una república fascista en el norte de Italia (República de Salò) pero el avance aliado le obligó a emprender la huida hacia Suiza. Intentó cruzar la frontera disfrazado de oficial alemán, pero fue descubierto en Dongo por miembros de la Resistencia (27 de abril de 1945), y al día siguiente fue fusilado con su compañera Clara Petacci.

Una única esposa y más de 500 amantes

Ida Dalser no fue, ni mucho menos, la única amante que tuvo Benito Mussolini. El “Duce” siempre se jactó de ser un tipo de gran virilidad y de enorme poder de seducción. Algunos historiadores calculan que a lo largo de su vida se vio envuelto en más de 500 aventuras amorosas. Pero el régimen fascista jamás reconoció abiertamente los numerosos escarceos sexuales de su líder. Al revés: a efectos oficiales, Mussolini era un hombre felizmente casado, un marido ejemplar y un entregado padre de familia. La “dichosa” esposa se llamaba Rachele Guidi y tenía diez años menos que el dictador. Era la hija menor de Anna Lombardi, una viuda que tras perder a su marido se había convertido en amante del padre de Mussolini. De hecho, hay quienes sostienen que Rachele nació como fruto de esa relación, lo que la convertiría en hermanastra del dictador. De lo que no hay duda es que no era más que una muchacha de 16 años cuando, en 1909, Benito Mussolini se enamoró perdidamente de ella. La joven trabajaba como camarera en el mesón que su madre poseía en Forli. Un año después de conocerse, el 17 de enero de 1910, Mussolini y ella comenzaron a vivir juntos en un modesto apartamento de la ciudad. Paradójicamente, él presumía de ideas socialistas, así que convenció a Rachele de que el matrimonio era una institución burguesa y que lo mejor era la libre convivencia sin papeles. Con la precisión de un reloj suizo, el 1 de septiembre de 1910, justo nueve meses después de que Mussolini y Rachele se fueran a vivir juntos, nació Edda, la primera hija de la pareja. Pero el líder fascista aún tardaría bastante tiempo en convertir a Rachele en su esposa. De hecho, no fue hasta el 16 de diciembre de 1915 cuando contrajo matrimonio civil con ella. La boda se celebró en un hospital de Treviglio, donde la joven se recuperaba de un ataque de tifus. En septiembre de 1916 nació Vittorio, al que seguirá, en octubre de 1918, Bruno. Y después, Romano.

Hechos históricos nos demuestran la condición inhumana de Mussolini, de acuerdo con el historiador Giorgio Rochat solamente en el trienio 1943-1945 el total de las víctimas del fascismo fue de 444.000 personas, de cual 397.000 varones y 47.000 mujeres, sobre eso cuarenta mil personas que murieron

11 después de 1945. Por cuanto trata el mismo período esto es, de acuerdo Rochat, el detalle de las muertes grabadas: cerca 20.000 militares en los combates después de 8 de septiembre de 1943; 13.400 militares prisioneros da los alemanes en los mares de Grecia; acerca 10.000 en las guerrilleros en los Balcanes; acerca 40.000 como prisioneros en Alemania.

A estas cifras van adjuntas aquellas relativas al periodo de la expansión colonial. En particular se calcula que han sido 21.123 los ciudadanos libios matados por las tropas de ocupación entre 1911 y 1923. Es imposible calcular el número exacto de las muertes durante el periodo fascista, aunque si algunas fuentes lo apuntan como la mitad del total, también con el uso de gas venenoso [cita requerida], prohibido internacionalmente.

Por último, deben ser considerados entre las víctimas del fascismo los que fueron sometidos por la fuerza a medida de la estancia, o el confinamiento en pequeñas islas en el Mar Mediterráneo o en las aldeas, principalmente en el sur de Italia. La medida punitiva se adoptó sobre la base del Real Decreto 1848 expedido el 6 de noviembre de 1926. Era aplicable a cualquier persona considera una amenaza para el orden estatal o el orden público. Después de un mes de la entrada en vigor del decreto, se limitaron a seiscientos (más de novecientos serían al final de ese año). En total, las víctimas de la residencia se vieron obligadas a más de quince mil. Entre ellos figuran nombres ilustres como los de Antonio Gramsci, Cesare Pavese, Altiero Spinelli, Ferruccio Parri, Giuseppe Di Vittorio. Se calcula que fueron ciento setenta y siete opositores al régimen que murieron mientras estaban en confinamiento.

El 3 de enero de 1925 en la Cámara, Mussolini realizó el famoso discurso en el cual asume la responsabilidad por los hechos ocurridos: «Declaro aquí, a esta Asamblea y al pueblo italiano, que asumo, solo yo, la responsabilidad política, moral, histórica, de todo lo sucedido. ¡Si las palabras más o menos son suficientes para colgar a un hombre, traigan el poste y la cuerda! ¡Si el fascismo ha sido solo aceite, y no una pasión arrogante de la mejor juventud italiana, es mía la culpa! ¡Si el fascismo ha sido una asociación criminal, entonces soy el jefe de esta asociación criminal! Si las violencias han sido resultado de un clima histórico, político y moral, denme a mí la responsabilidad de esos actos, porque este clima histórico, político y moral lo he creado con una gran publicidad desde sus inicios hasta hoy»

Con este discurso Mussolini se declaró dictador. En la década de 1925-1926 se publicaron una serie de normas en contra de la libertad: fueron disueltos todos los partidos políticos y los sindicatos no fascistas, se elimino toda libertad de prensa, de reunión y de expresión, se restableció la pena de muerte y se creó un Tribunal Especial con amplios poderes, capaz de mandar al exilio a las personas desagradables al régimen con una simple medida administrativa.

EL 11 de febrero de 1929 Mussolini se volvió, según las palabras de papa Pío XI, el hombre de la Providencia firmando los famosos Pactos lateranenses. La frase con que el Papa definió al Duce pesó sobre todo su pontificado pero el sentido de aquellos pactos, que sancionaron el recíproco reconocimiento entre el Reino de Italia (1861-1946) y la Ciudad del Vaticano, fue el coronamiento de extenuantes negociaciones entre emisarios del papa y representantes de Mussolini. Sobre todo este último.

Entre el fascismo y el catolicismo siempre hubo una difícil relación: Mussolini siempre se había declarado ateo, pero entendió que para gobernar Italia no debía enemistarse con los católicos. La misma

12 Iglesia Católica, si bien no aceptó la ideología fascista, la prefirió como alternativa al comunismo. La amante de Mussolini no fue la única víctima, sin embargo es paradigmática.

El 28 de diciembre de 1925, el “Duce” cedió a las presiones de Rachele y se esposó con ella por el rito religioso y en la intimidad. A pesar de que el “Duce” es ya primer ministro y tiene su cuartel general en Roma, su mujer sigue viviendo con sus hijos a caballo entre Milán y Villa Carpena, una pequeña propiedad rural cerca de Forli. De hecho es en Villa Carpena donde Rachele da a luz al quinto y último hijo de la pareja, Anna Maria. En 1929, Rachele y sus hijos se trasladan a vivir a Roma con Mussolini. Diversos historiadores sostienen que él pegaba a su mujer y a sus hijos. Pero, a pesar de ello, la pareja nunca se separó. Rachele soportó las numerosas amantes que tuvo su marido. La más famosa de todas ellas: Clara Petacci. Benito le puso un piso de lujo y la cuidó con dedicación cuando ésta perdió al hijo que esperaba. Pero Clara también supo corresponderle: cuando Mussolini fue derrocado y los partisanos iban a fusilarlo, se lanzó sobre su amado y murió a su lado. Los cadáveres de la pareja fueron expuestos públicamente en las calles de Milán.

Marco Bellocchio habla sobre Ida Dalser, amante secreta de Mussolini y protagonista de "Vincere"

La trágica y hasta no mucho oculta historia de la primera mujer en la vida del luego dictador Benito Mussolini, y madre de su primer hijo, Ida Dalser, ha servido al veterano Marco Bellocchio como inspiración de "Vincere", una de las cintas italianas más premiadas del pasado año y que ahora llega a los cines españoles. Dalser fue correligionaria, admiradora y hasta mecenas del joven revolucionario que se convertiría en Duce y fundador del movimiento fascista, pero luego se convertiría en una de sus primeras víctimas, castigada ella y su hijo bastardo a la reclusión en psiquiátricos.

- ¿Cómo descubrió por primera vez la historia de Ida Dalser?

No conocía la historia hasta que la escuché en un documental que vi en televisión hace unos años: "El secreto de Musssolini", de Fabrizio Laurenti y Gianfranco Norelli. Inmediatamente me dio la impresión de que Ida Dalser, que tuvo un hijo de Mussolini, fue una mujer extraordinaria. Una mujer que se negó a permanecer callada sobre la verdad, hasta el amargo final, a pesar de que el régimen hizo todo lo posible por destruir todas las huellas sobre ella. La mujer de Mussolini y su hijo eran un escándalo que tenía que mantenerse escondido, hasta el punto de borrar su misma existencia, y no sólo físicamente. De hecho, ambos fueron encerrados en instituciones mentales hasta el final de sus días. Pero si vas al lugar donde nació, en Trentino, es increíble como la gente recuerda claramente esta tragedia que quedó fuera de la historia oficial. Afortunadamente, se han publicado dos libros llenos de documentos y relatos de testigos: La mujer de Mussolini de Marco Zeni y El hijo secreto del Duce, de Alfredo Pieroni. Este material incluye, por ejemplo, el gran número de cartas que Ida Dalser escribió a las más altas autoridades, incluyendo al Papa y naturalmente al mismo Mussolini, suplicando ser reconocida como su legítima esposa y madre de su primer hijo. También están algunas de las respuestas del Duce.

- ¿Qué le atrajo en particular de esta historia? ¿La oportunidad de levantar la cortina histórica o la historia de las gentes involucradas en ella?

No estaba interesado en subrayar o exponer la vileza del régimen fascista. Sin embargo me afectó enormemente esta mujer y su absoluta negativa a aceptar cualquier tipo de acuerdo. Después de todo, podría haber aceptado volver a las sombras y quizá, haber sido generosamente recompensada, lo que

13 ocurrió con muchas de las otras amantes de Mussolini. Pero no lo hubiera aceptado. Quiso reclamar su propia identidad. No podía aceptar la traición de este hombre, al que como le decía en sus cartas, había amado profundamente dándole todo lo que tenía. Pero una vez que se convirtió en Duce, Mussolini debía poner fin a esa antigua historia de amor, también para no dañar su relación con la iglesia, puesto que el régimen trabajaba para firmar los Pactos Lateranos en 1929. De hecho, tan exitoso fue este movimiento político que el Papa se refirió a él como "enviado de Dios". Madre e hijo tenían que desaparecer junto a los papeles que registraban el matrimonio y el nacimiento del niño cuyo nombre sería cambiado. Ya no existirían más.

- ¿Cuál es su impresión sobre Ida Dalser?

No fue una persona que tomara decisiones en base a la mediocridad: de corazón, compartía los ideales del joven Mussolini, una cierta clase de posición heroica, intervencionista, antisindicalista, individualista y pensando en el futuro. Se enamoró completamente de un joven cuando aún no era nadie. Le defendió cuando estaba arruinado, atacado e insultado. Más tarde, la relación dio la vuelta y cuando todo el mundo amaba al Duce, a ella se la dejó fuera y todo el mundo se le volvió en contra. Motivada por su amor salvaje, incapaz de darse cuenta de quién tenía las de ganar, fue contra toda Italia, que entonces empezaba a abrazar el fascismo y a alinearse con Mussolini. El comportamiento de Ida Dalser, con su valor al enfrentarse al Duce y su negativa a rendirse, rebelde hasta el final, me recuerda a ciertas heroínas trágicas. Antígona me viene a la mente, pero también otras como Aída, por ejemplo. Y en este sentido, la película es también un melodrama sobre la invencibilidad de una pequeña mujer italiana que no podía ser reducida por ningún poder, y de alguna forma, es ella la que gana.

- ¿Por qué era Ida Dalser un peligro para Mussolini?

Hubo un momento en que Ida no volvería a verle en persona. Sólo en el cine, en las noticias, asombrada por la imagen de este hombre que se proyectaba enorme en la pantalla, como un actor, una estrella. Y a través de sus expresiones seguimos la evolución de este hombre. Tan pronto como saltó a los medios, se convirtió en otra persona a sus ojos. De Mussolini al Duce. Estaba siendo testigo sin desearlo de un cambio político que duraría para siempre mientras vivió. Mussolini fue el primero en establecer un régimen basado en imágenes y desde ese momento, la política entró en el mundo de la imagen y del imaginario popular. Un punto sin retorno en la historia. Hoy, parte de sus movimientos y actuaciones parecen ridículas, pero adoptar ese estilo le permitió conquistar a las masas. Pues bien, su preciada imagen no podía ponerse en peligro. Y así este hombre amado por los medios, perseguiría a Ida Dalser puesto que podía haber presentado cargos contra él, causado un escándalo público, y objetivamente, dañar su imagen.

- ¿Usó las imágenes de archivo para añadir más sensación de realidad o fue una cuestión de estilo?

Indudablemente una cuestión de estilo, pero también por razones prácticas. No podíamos reproducirlo todo. Teníamos que mezclar el material de archivo con nuestras imágenes para crear un estilo particular, empezando por las imágenes del joven Mussolini, interpretado por un actor, y pasando las imágenes reales del dictador, sugiriendo el proceso histórico. Desde 1922 en adelante, el actor desaparece, y en pantalla sólo se ve al Mussolini real.2

2 Escrito por © Vertigo-NOTICINE.com, Martes 08 de Junio de 2010 12:49

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FUENTES DOCUMENTALES: http://www.peliculasgt.com/la-amante-de-mussolini-audio-latino-dvdrip-xvid/ http://enelcine.com.mx/pelicula/la-amante-de-mussolini/sinopsis http://www.jornada.unam.mx/2010/09/26/opinion/a08a1esp [email protected]

http://www.elmundo.es/magazine/2005/281/1108492104.html http://videodromo.es/2010/06/29/las-cartas-de-ida-dalser-y-benito-mussolini/ http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mussolini.htm

Irene Hernández Velasco. http://perso.wanadoo.es/archivox/temas_varios.htm http://www.noticine.com/internacional/38-internacional/13337-marco-bellocchio-habla-sobre-ida- dalser-amante-secreta-de-mussolini-y-protagonista-de-qvincereq.html

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