ARQUITECTURA

La presencia de don Juan de Villanueva en el Real Sitio de San Lorenzo de *

Pedro Moleón Gavilanes ' ' o o D o o D

SIGLO XVI 1 Primera Casa de Oficios. 2 Se~unda Casa de Oficios. 3 Galería de C.onvalecien1 es. 4 Edificio de la bo1ica. 5 Paso cubien o. 6 C.asa de la Compaña. SIGLO xvm 7 Pie,a de unión . 8 Casa de Infames. 9 Tercera Casa de Oficios.

Plano del Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial. Las plantas de cubiertas corresponden a las Casas de la Lonja del Monasterio. (Dibujo del auto,).

ui1.á este 1ítulo despierte unas expec­ cios insti tucionales que en la época se cnuco y documental para el estudio de tativas mayores de las que el pre­ leva ntaban. Hay en Vil lanueva una cla­ la producción a rquitectónica ele Vi ll a­ sente 1exto puede ofrecer. Ocupar­ ra voluntad de es tablecer una lectura or­ nueva. Q nos de toda la obra de don Juan denada y unita ria de lo que podríamos Nuestra a tención se dirige directamen ­ de Villanueva en El EsroriaJ desbordaria las llamar el tono ele las nuevas construccio­ te hacia las construcciones cuya presen­ posibilidades de extensión de este anículo. nes y hay también una vo luntad de ade­ cia se manifiesta con una mayor expresi­ Por tanto. hay ciertas exclusiones que convie­ cuación ele las existentes a las necesida­ vidad y trascendencia en el conjunto del ne mencionar previamente. des del nuevo aspecto que está to mando Real Sitio y ta mbién en el conjunto de No vamos a ocuparnos de las casas del la Villa, tocio ello presente en gran parte la obra vil anovina por su importancia y Cónsul de Francia ( 1768) y del Marqués en la arquitec1ura que ha llegado hasta singula ridad. Son dos los temas esencia­ de Campo-Villar ( 1769), las primeras nosotros. les de los que vamos a ocuparn?s: construccio nes del joven V-i llanueva en Tampoco vamos a ocuparnos ele las su recién iniciada actividad profesional, obras de reparación y con solidación que Las Casas de la Lonja, que completan ni vamos a ocupa rnos de la labor de Villanueva llevó a cabo en el interior del el cierre del espacio q ue enmarca el edi­ Vi lla nueva como arquitecto del "co­ Mo nasLe rio, fu ndamentalmente en la fi cio principal, reforza ndo el perímeu·o m ún" del Real Silio, cargo para el que pa rte del Palacio ele la Corte y en la q ue ya insinuaban las construcciones del fue nombrado en 1781, aunque desde Torre de las Damas, tras el incendio ele sig lo XVI, para ll egar a establecer una entonces todo lo que se con struy·e en este 1784, ni de la famosa escalera (1793), barrera, un a muralla que bordea un ca­ lugar tiene que pasar por su con tro l y la que cierra en el tiempo el círculo de sus mino ele ronda, frente a l desarrollo urba­ huella .de esa actividad reguladora toda­ intervenciones en el lugar y que h a siclo no q ue hace crecer, a partir ele 1767, el vía puede reconocerse en la configura­ perfectamente analizada, gráfica y con­ caser ío particular de la Vi lla de San Lo­ ción urbana de la villa, que entonces ceptualmente, en el libro que el profesor renzo a l margen de las propiedades rea­ estaba consolidando su casco, y en la Ch ueca y Carlos de Miguel publican en les y el e la comunidad religiosa del imagen de las casas particulares o edifi- 1949 ( 1), al que debemos el mejor apoyo Monasterio .

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Las casitas del Príncipe y de Arriba, LA CASA Casa de Infantes. Planta baja de la escalera y prácticamente equ idistantes del monas­ DE IN FANTES (figura 2) acceso principal, según Chueca y De Miguel. terio y simultáneas en el tiempo (1772- 77), entendidas com o dos peq ueños gru­ El lugar sobre el q ue se levanta el pos de edificios y jardines q ue servían ed ificio es el espacio situado frente a la como pabello nes de recreo y que respon ­ fa chada principal del mo nasterio, en den de maneras diversas a un mismo continuidad con la alineación estableci­ problema ele impla n tación, fuertemente da por la Casa ele la Compaña, de forma centtalizado y compacto en la Casita de que se complete, con un plano continuo, Arriba y más dilu ido en el desarroll o todo el frente orienta l de la Lonja. Villa­ lineal de la Casita del Príncipe, como si nueva se enfrenta aq u í con su primer Villanueva hubiera querido ofrecer un encargo de la Casa Real y con la respon­ repertori o ejempla r en estos modelos de sabilidad de tener q ue realizar su pro­ ocupación del lugar. p uesta en un lugar fuertemente cond icio­ Ya ha sido a puntado que "en estos nado por un mon umento que impone pequeños casinos de campo está implíci• su p resen c ia y q ue de be ma ntener e l to todo Villanueva" (2) y veremos q ue el carácter d e pieza do mi na nte sobre interés de estas construcciones no reside u n con junto que em p ieza a ten e r un tanto en la orig ina lidad y el p intores­ rápido crecimien t0. Veamos cómo lo quismo de sus p ropuestas como en el res uelve. procedimiento, o el método, por el q ue La Casa ele Infantes se organiza, al es capaz de alcanzarlas. ex terior, básicamen te en dos fachadas de bastante desarro ll o, lo que produce una imagen muy horizonta l. La fachada pos­ LAS CASAS DE .LA LONJA terior ofrece un orden de huecos m uy vari ado y refl eja, en su ordenac ió n, la J unto con el edifi cio del Monasterio fa lta de referencias respecto del monaste­ rio y, por tanto, la posibilidad de un se agrupaban , desde los primeros esq ue­ esq uema más libre. Impostas, guarnicio­ mas genera les de la fundación real, tra­ nes, cornisa y cadenas de p iedra de las zados por Juan Bautista de Toledo, otras esquinas se recorta n sobre el p la no en­ dependencias necesarias pa ra el servicio foscado ele la fachada con la intención y a lojamiento del personal q ue arrastra­ de trata r este frente como un a lzado se­ podremos reconocer con mayor claridad ba la corte en sus traslados a l Real Sitio. cundari o del que nunca es posible una en o tros momentos, aunque en esta pri­ Es tos ed ificios son la G alería de Con va­ visión fronta l completa. En sus extremos mera formulación parcial ya está presen­ lecientes y la Botica, en continuidad con se dela ta la posición de los n úcleos de te (figura 3). la fachada meridiona l del monasterio, esca leras interiores median te la elevación Consiste en establecer la ordenación conectadas a través de un paso cubierto ele las cubiertas y la superposición ascen­ esencial del espacio mediante dos ejes dente de las ventanas, componiendo u n con la Casa de la C'.ompaña, frente a la ortogonales entre sí y de disti n to signifi­ fach ada principal del monasterio y en el fragmento completo y unitario en la lec­ cado. Uno de ellos actúa como eje de extremo sur de la Lo nja. Las dos prime­ tura parcia l de esta fachada. ras (',asas de O ficios, enfrentadas a la La fachada principal, orientada hacia composición o de simetría y conecta me­ fach ada norte, enmarcan e l itinerario de la Lonja, imita el sistema de fenesfraci ón diante un recorrido interior, dos puntos acceso desde hacia la entrada del monasterio mediante un ritmo conti­ de ingreso alineados sobre él. En la Casa principal del mo nasteri o, situada en el nuo y uniforme de sus h uecos, con las de Infantes este eje sería el que se ciñe a l eje mayor ele la iglesia (fig ura 1). usua les guarniciones herreria nas, y sola­ tramo cen tral de las escaleras y q ue rela­ Estas construcciones se reali za ron en mente las p uertas de acceso la tera les re­ ciona la en trada principal con la entra­ gran parte a finales del sig lo XV I, una fl ejan un pun to singu lar sobre el a lzado da desde el patio posterior, a una cota y ciñen en sus dos ex tremos una franja vez concluida la o bra ele cantería del más a lta. El otro eje, perpendicular a l hori zon ta l opaca como arranq ue del edi­ monasterio, en sep tiembre de 1584, y a nterior, sería el de circulación interna ficio y como muro de contención , al jun to con las Casas de los Doctores y "la del edificio, el eje de tránsito que conec­ situarse éste sobre un cambio de cota del ta las distintas dependencias y actúa co­ de las Pizarras y la de las Parrillas, don­ terreno. de habitaban los indispensables criados mo la línea que rige los espacios q ue se Nuevamente una leve elevación de las agrupan en contin u idad. En la Casa de y dependientes del monasterio" (3), eran cubiertas, en los extremos la terales, dela­ los únicos edificios que se a lzaban, hasta Infantes este segundo eje sería el que ta la posició n de las escaleras como ele­ comun ica, median~e una galería portica­ la segunda m itad del siglo XVIII, a lrede­ mentos diferenciados q ue tienen así su dor de esta fábrica. refl ejo h acia el ex terior. da, los dos núcleos la terales de escaleras En 1768, Vi ll anueva es n ombrado a r­ Son esLOs dos núcleos laterales de esca­ con los patios in teriores que a rticulan el q u itecto de la comunidad jerónima por leras los q ue fij an la a tención en el inte­ esquema global de distribución de las lo que se traslada a El Escoria l contando rior del edificio y en e llos se resume el viviendas. con que el permiso de edificación que mayor in terés de Vi ll anueva por definir, Aq u í está ya, en una obra m uy tempra­ araba de ser concedido va a originar un junto con los corredores de distribución, na y p recisamente en el p unto en el que crecimiento u rba no en el q ue los encar­ los espacios de mejores cualidades for­ Vi llanueva se mueve con mayor desaho­ gos de obras se van a p roducir con toda ma les, a l no tener la servidumbre de las go, no sólo insinuado, sino claramen te seguridad . Efecti vamente, en 1771 los in­ compart imentaciones más ajustadas de refl ejado, el sistema de composición q ue fantes don An ton io y don Gabriel deci­ las viviendas. La forma de resolver estos trasladará a muchas de sus construccio­ den edificar una gran casa para a loja­ cuerpos de escaleras en los extremos an­ nes posteriores como un invariante c;i ­ m iento de sus criados y es Villanueva el tic ipa un esquema compositivo muy racterístico de prácticamente la tota lidad arq u itecto eleg ido para su realización . apreciado por nuestro arquitecto y q ue de su obra.

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LA TERCERA CASA DE OFIC IOS del edificio y a los que a ntes a ludíamos. En la Casa del Mi nisterio de Estado, la El eje de si metría pasa por el patio cen­ escalera adopta una posición cen trada. La fecha de 178.5 nos ha dejado varios tral, más estrecho y alargado, y conecta también compacta, y son los d istribuido­ 1es1imonios que documen1an la act ivi­ las entradas que se productn, también res transversales los encargados de t,us­ dad de Vi llanucva en ese momen10. Es aquí, a d istinto nivel. Una de ellas direc­ car los extremos del edificio. de un de­ entonces cuando se le encarga la Tercera tamente desde la Lonja y en el punto sa rrollo lineal menor que el anterior. Casa de O fi cios del Ministerio de Estado, medio de la fachada. La otra desde la Una doble solución para un mismo pro­ co ns1rucción con la cual Carlos 111 esla­ actual calle de Floridahlanca a una cota blema y una respuesta compositiva co­ blcce el cierre definitivo de la Lonja del superior. ·La escalera imperial resume mún a los dos casos. Monas1erio y se comple1a el borde edifi­ otra vez el mayor énfasis espacial en el También en las fachadas de esta T er­ cado que el mismo Villanueva comenzó interior y articula la conexión vert ical cera Casa de Oficios podemos reconocer a replan1 ear con la Casa de Infan1es. entre las dos entradas, así como el en­ un tratamiento difereme, según su orien­ Vamos a anali zar esta Casa del Minis­ cuentro del eje de sime1ría con el otro tación. La fachada de la Lonja se resuel­ terio de Estado en lo que significa den- eje de tr{msito interno que conecta las ve de un modo absolutamente mimético 1ro de la obra de Villa nueva y en el vivie ndas m ediante un d istribuidor que enlaza literalmente con los alzados sentido q ue 1i ene, 1anto como forma de tra nsversal que bordea los pati os de lu­ q ue Herrera propone para las dos prime­ continuidad respec10 de las con struccio­ ces de lado a lado del edificio. ras Casas de Oficios. La única diferen cia nes de Herrera como de su adaptación a Tenemos, por tanto, en estas dos Ca­ con siste en que la T ercera Casa es leve­ la nueva idea urba na que preside todas sas de la Lonja un tema común en cuan­ meme más corta y sus buhardillas siguen las inten ,enciones que se están llevando to a la localización del edificio sobre un el mismo ritmo continuo que las de la a cabo en el Real Sitio de San Lorenzo cambio de nivel del terreno de apoyo y Primera Casa de Oficios, d iferentes en en ese momento y de las que Villa nueva tenemos también dos formas diferentes ambos casos del ritmo imermitente de la es el principal a r1ífice. de resolverlo. Segunda, con lo que se ofrece un resul­ Conocemos tres p lantas de es1c proyec- En la Casa de, Infantes, las escaleras se tado que sugiere la idea de un conjunto 10 q ue corresponden a los pisos bajo. disponen en lo!i ex tremos del largo de­ completo y cerrado de tres-.piezas en una principal y segundo. todas ellas firmadas sarrol lo lineal de la construcción. Son apareme simetría. por su arqui1ecto (fi gura 5). Podemos núcleos compactos que se desdoblan a La fachada posterior p resenta ciertas reconocer nuevamente los dos ejes orto­ través de un corredor de distribución des­ peculiaridades que precisan de unas bre­ gonales que domina n la com posición de los extremos la terales h acia el centro. ves consideraciones, ya q ue. si el alzado

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A la izquierda, plantas de la Tercera ']'¡.,, J,I .P,~, '}:,,,.•~ Jd,, t,rr,rw (.,..,J. •:''t.~Y ,,, ,r,,_,1;.,.,n:,•. JJ .1/m,,m,;., J, t;.,.J.~ Casa de Oficios. Firmadas por Juan de Villanueva.

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Volumetría de las Casas de la Lonja del Monasterio, en el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial. /

hacia la Lonja de la Tercera Casa de da a una escala doméstica sino, también, Arquitecto Real y de la villa de San Oficios se ada ptaba rigurosamente al or­ su adaptación a una propuesta urbana Lorenzo. den establecido por Herrera para sus vinculada al desarrollo de la villa de San El dibujo que sirve de portada (fi­ construcciones, la fa chada opuesta de es­ Lorenzo y, por tanto, el fragmentado gura 7), el más elocuente de los cinco, te edificio altera sustancialmente la ima­ modelo herreriano no resulta eficaz para ha sido publicado por Ramó n Andrada gen de las Casas herrerianas. garantizar la definición de la calle, que (6) y, más recientemente, por Ku bler (7). Ya hemos men cionado que hasta las precisa de una crujía cerrada que propor­ Las modificaciones que este proyecto in­ intervenciones de Vi lla nueva y la fecha cione un p la no continuo sobre el que troduce en las con strucciones de Herrera de 1768, en la que se empiezan a edificar apoyar la fa chada (figura 6). consisten precisamen te en cerrar los pa­ casas particulares, el monasterio de San La propuesta de Villa nueva c umple tios posteriores mediante una crujía de Lorenzo se elevaba sobre un terreno va­ este objetivo al cerrar los tres patios de dos pla ntas para unifi car así todo el fren­ cante en el que sólo se realizaron las su edificio con un cuerpo de dos plamas, te de las tres Casas de Oficios hacia la construcciones imprescindibles para el más alto que la línea de la cornisa hacia calle· de Floridablanca. La solución es servicio de la fundación real. En otro la Lonja, ya que de no ser as í la pendien­ muy consecuente con el pla nteamiento momento (4) vimos que las dos primeras te de la calle de Florida blanca le habría urbano que dirige las actuaciones de Vi­ Casas de Oficios cumplían una misión hecho perder un nivel de p isos, y muy llanueva, no solamente en los edificios singular al conciliar la esca la monumen­ ligado a la estructura de fachada del mo­ de nueva planta que se realizan en el tal del monasterio con una escala más nasterio y además con una deliberada Real Sitio sino en la voluntad de trans­ ajustada y doméstica y que este acuerdo escala urbana. formación y adecuación de los existentes se podía sintetizar en tres pasos median­ Al mismo a ño en el que Villanueva al n uevo crecimiento de la vi lla. te los cuales reducían el tamaño inicial, está proyectando esta Casa del Ministe­ Esta remodelación nunca llegó a reali­ con el que se enfrentaba n a la fa chada rio de Estado corresponde una qrpeta zarse y, a unque hemos perdido una in­ norte del edificio principal, hasta trans­ de cinco pla nos, dibujados por H. Mer­ tencionada imagen unitaria para esas fa ­ formarse en una serie discontinua de has­ lo, que se con serva en el Archivo del chadas, n os ha n quedado. con la Segun­ tiales y patios abiertos a la fachada Palacio Real (5) y que ilustran una pro­ da y T ercera Casas de Oficios, los testi­ posterior. puesta de modificación de las dos prime­ monios permanentes de dos modos dis­ Cuando Villanueva construye la T er­ ras Casas de Oficios que Vi llanueva tu­ tintos de proceder q ue h an marcado, con rera Casa de Oficios no sólo necesita, vo que conocer e incluso que suscribir su presencia, el lugar sobre el que se como Herrera. la red ucción de esa fa cha- por el cargo que entonces ocupaba como elevan.

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LAS CASITAS DEL ,, PRINCIPE Y DE ARRIBA A pesar de que la construcción de la Casa de Infantes no esLa ba concluida, la seguridad y acierto con q ue Villanueva c. p lanteó su proyecto movieron a l prínci­ Í • CD pe Carlos y al infa nte don Gabriel a ,.,.,r .. __.• _ ,. _,·~ ..... r ' encargar, en 1772, a l mismo arquitecto la realización de dos pequeños casinos de cam po, como pabell ones de recreo, pa ra las jornadas en las que se es tablecía a ll í la Corte. A diferencia de los dos edificios anali­ zados anteriormente, la posición de las Casitas, a una cierta dista ncia de la res i­ fl • ;; • ¡, • • dencia Real, conl leva una a usencia de condicionamien tos que permite que se produzcan unos p lanteamientos forma­ ,_ les más libres y menos rígida mente liga­ dos a esquemas previos que imponen una solución inevitablemente referencia l '· o imita ti va. Primera lámina del proyecto de modificación de las dos primeras casas de Oficios. En el alzado mfenor se muestra la nueva fachada que resultaría del cierre de los patios. Dibujo de H. Merlo. Las dos propuestas de Villanueva pa­ H acia 1785. ra estas pequeñas villas son d iferentes en cuanto a l sistema de ocupación del terri­ torio sobre el que se asientan, pero res­ A esta respuesta cerrada y compacta ponden esencialmente a un pro blema co­ de la Casita de Arriba, como una p ieza mún, a saber. la creación, a partir de un concentrada que se sitúa en un lugar programa de necesidades bastan te senci­ q u e adm itiría un desarro llo o una ll o, del recinto en el que situar un edifi­ expansión mayor, se opone la Casita del cio, que se distingue como p ieza princi­ Príncipe Carlos para la que se organiza pa l, junto a otras construcciones para el un conjunto de pabellones q ue ma nte­ servicio y control de l ingreso a los jardi­ niendo la idea de un edificio principal nes q ue lo rodean . propone su desdoblamiento en piezas in­ La Casita de Arriba nos ofrece un es­ dependien tes, casi exentas, unidas por q uema de composición ordenado a lrede­ breves pasos cubiertos o enfrentadas en dor de un espacio centra l fuertemente contin u idad y enmarcando la entrada al singularizado que subordina tanto la dis­ recinto, pero formando parte de un con­ tribución como la imagen del edificio a l cepto unitario que agrupa diversos ele­ aparecer como un cuerpo m ás alto en el mentos perfectamente jerarquizados y de Esquemas de planta y sección de la Casita de que se concentra la fu erza vertical del una fi nalidad prefijada en el esquema Arriba y proyecto de villa de Palladio. (Calco a lzado y el ascenso piramidal de la cu­ genera l (fi gura 10). del autor). bierta, as í como la mayor dimensión in­ T odo está regido por un eje profundo terior. Su planta siempre ha recordado que ordena la simetría de edificios y jar­ la de a lg unas villas pallad ia n as (fi­ dines. Considerando este eje con respec­ gura 8) y esta relación es realmente evi­ to a las construcciones. vemos que tiene dente. Pero la una nimidad es también el mismo va lor en su sistema compositi­ to tal a l considerar las fachadas de la ca­ vo que e l que ha bíamos analizado para sita (figura 9) como a lejadas de esa in­ las Casas de la Lonja. También aquí. en fluencia que, efectivamente, se diluye a l o tro eje ortogona l. se establecen los re­ contem p lar su figura insólita y pintores­ corridos interiores que conectan las es­ ca, q ue se acerca a ciert as fa ntasías arqui­ ta ncias de la casita entre sí y con los tectó nicas pira nesianas de un g usto cuerpos la tera les de servicio, apoyados exóti co, acentuado por las dos esfinges sobre esa línea de continuidad tra nsver­ que franquean el paso hacia la entrada, sal. En el cuerpo principal, el eje de pero que consigue un equilibrio admira­ simetría conecta, como era de esperar. ble basado en sus ajustadas proporciones los dos pórticos de ingreso a l edificio. y en su elementa l geometría. La descripción de sus detalles y singu­ Los jardines que envuelven a la Casi­ laridades de lenguaje ya ha n sido consi­ ta de Arriba participa n del mismo eje de deradas en otro· lugar (8) y sería red un­ simetría que ésta. Los dos pabello nes de dante insistir en ello . Preferiría cntrar acceso ti enen distinta long itud de facha­ a hora en la fili ación palladiana de esta da por lo que se explica la necesidad de Casita del Príncipe que. aunque mcnm inventar un centro aparente en el p unto evidente que en la Casita de Arriba. no de entrada mediante un a rtificio expresi­ deja de ser reconocible en este esquema vo: transformar e l muro de cerra m iento, de tres piezas exentas enlazadas por dos precisamente en ese punto, en un plano galerías intermedias, todavía muy I ími• cóncavo pa ra enfatizarlo forma lmente y das, de conexión. Alzados principal y posterior )' sección N -S disolver la asimetría real de los frentes Es perfectamente trasladable rl comen ­ de la Casita de Arriba. (Dibujo de la Sección que lo enmarcan . tario del profesor Chueca a la vi lla Bar- de Obras del Patrimonio Nacional).

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La Casita del Príncipe. Pabellones interiores. Dibujo de la Cátedra de Dibujo Técnico de la Portada del Select Architecture, de Robert ETSAM. Morris. Segunda edición de 1757. baro o a la vi lla Trissino cuando dice tuviera como base su período de pensio­ re (1778) q ue p ublicó con su hermano que "la escenografía de su larga fachada nado en Roma y que debió producirse James Adama partir de 1773. de cinco cuerpos distintos está concebida fundamentalmente a partir de fuentes Robert Mylne (1734- 181 1) permaneció en estrecha relación con los dilatados bibliográficas, aunque no podemos des­ en Roma de 1755 a 1758 y obtuvo el jardines. Palladio es uno de los arquitec­ cartar el conocimiento directo y personal primer premio de la Academia de S. Lu­ tos italianos que disgregan la unidad q ue Vi llanueva pudo tener del palladia­ ca por el trabajo que presentó en ese del bloque arquitectónico y juega con nismo inglés a través de otros pensiona­ último año. los diferentes cuerpos agrupándolos de dos de esta nacionalidad. No olvidemos Villanueva hubo de tener referencias maneras diversas" (9), pero cabría añadir que durante este período de formación de todos ellos y también, incluso, un que ese gusto por la yuxtaposición de una de sus obligaciones era "relacionar­ conocimiento personal del inglés Geor­ las distintas partes del edificio, forman­ se con doctos arquitectos y con impor­ ge Dance ( 174 1-1 825 ), el maestro de Sir do un todo heterogéneo que favorece un tantes colecciones de libros y estampas John Soane. Su estancia en Roma ocupa tratamiento de autonomía y continuidad de edificios y proyectos" (10). los años de 1758 a 1765 que incluyen entre los fragmentos de arquitectura que Villanueva tuvo que conocer bastante rig urosamente el período de pensionado lo integran, se convierte, con Palladio, bien la obra de Palladio que ilustran sus de nuestro futuro académico. Incluso es en un rasgo compositivo y estilístico que Quattro Libri y la edición del Vitruvio, sig nifica tivo que fue precisamente el jo­ se traslada al mejor palladianismo del de Barbaro con las ilustraciones de Pa­ ven Dance el ganador de la medalla de siglo XVIII, del que los ingleses serían lladio, además de edificios como el Tea­ oro de la Academia de Parma en el año los más claros represen tantes, y llega has­ tro Olímpico y las iglesias venecianas 1763 con su proyecto de una Galería ta Villanueva en un proceso de asimila­ que no aparecen en los Quattro Libri, pública de exposiciones para pintura y ción y destilación que culmina en el pero que eran muy divulgadas por toda escultura. y del que esta casita Italia a través de d ibujos. H ay que aña­ Al año siguiente es Villanueva quien sería su primer ensayo. dir que, hasta donde sabemos, Vi llanue­ se p resenta a la oposición convocada por va nunca visitó Venecia ni Vicenza. la m isma Academia de Parma con el La estancia de Villanueva en Roma se tema de un proyecto para T emplo -Pan­ VILLANUEVA Y EL prolonga desde mayo de 1759 hasta octu­ teón de hombres ilustres. Vi llanueva tu­ PALLADIANISMO bre de 1764. Durante este tiempo la vida vo que conocer el trabajo de Dance q ue de la ciudad estaba marcada por la pre­ ganó la oposición anterior y que estaba Tocamos así uno de los temas más sen cia de Piranesi como el personaje dentro del espíritu que le interesaba atractivos e inquietantes de la obra de aglutinante de la atención y la influen­ ensayar. Villanueva: su posible relación con esa cia en el mundo de la arquitectura y el Se han conservado los dibujos de Dan­ corriente del palladianismo inglés con estudio de la antigüedad. En el círculo de para aquella ocasión por lo que sabe­ la que le unen tantos planteamientos que se cierra en torno a su figura encon­ mos q ue su propuesta consistía en un afines y tantas imágenes visualmente cer­ tramos nombres que alcanzarían después edificio con forma de H , de dos largas canas, a unque nuestro arquitecto se gran notoriedad y que permanecieron galerías unidas en sus centros por otra mueve siempre con un mayor margen de en Roma en fechas muy cercanas a las principal más alta que ocupa el eje de libertad en ese camino ·de invención y que agotó Vi llanueva. simetría de la p lanta, sobre el que se renovación que distingue la peculiaridad Dentro del campo de relaciones que disponen también las entradas en orien­ de su estilo. aho ra nos importa, una de las presencias taciones opuestas, a la que se llega desde No es fácil rastrear los contactos que más relevantes sería la de Robert Adam sendas rotondas de acceso situadas en Vi llanueva pudo tener con las corrientes (1728- 1792) q ue pasó en la ciudad el pe­ los centros de las galerías secundarias, palladianas que se desarrollaron en su ríodo de 1754 a 1758 y al que Piranesi inmediatamen te después de los puntos época. dedicó su Campus Marlius Antiquae Ur­ de ingreso. El interior de la gran galería Parece lógico pensar que esa influen­ bis ( 1762) y para el que grabó cuatro está articulado en tramos de columnas cia, que se reconoce en su obra posterior, láminas de la obra Works in Architectu- corintias pareadas y cubierto por una

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tante de la época. Al menos estaba en lc1 muy matizado y de la proximidad física de la Academia de Madrid (14). de los edificios del Real Sitio de San Sería igualmente importante saber en Lorenzo de El Escorial, mediante un ri­ qué medida conocía Vi llanueva los pos­ guroso sistema de inclusio nes y exclusio­ t u lados y la obra de Robert Morris nes, arte de imitación y de invención, no (1701- 1754) que con sus escritos ejerció podemos omitir que Villanueva vuelca u na eno rme influencia a med iados del en sus o bras finales - el Prado, el Obser­ siglo XVIII proponiendo "utilizar como vatorio- muchos de los ensayos de su elemento de la composición una de las tra bajo anterior transformados en con­ formas geométricas más simples: el cu­ clusiones y referencias a sí mismo. El ·-·--·!...... ~J' ,.J J: A }J J; )1 2 JI ,., .W 4Fti, !JAj. 'Jr--.:.. .:..,.,... , bo ... no sólo como rasgo aislado, sino arquitecto ha conquistado enton ces su como elemento generador del conjunto" propio mundo proyectual y deposita en su obra la expresividad y la elocuencia (15). de su p ropio estilo. El profesor Chueca acom paña alg unos P.M. de sus escritos sobre Villanueva con un dibujo de Morris que represen ta u na ca­ • Este artículo forma parte de los trabajos sa com puesta por tres cubos y que apoya para la tesis doctoral de su autor. perfectamen te el análisis q ue hace del esquema generador del Museo del Prado. La figura 11 ilustra la portada de uno de los libros de Morris de más trascen­ Notas: ,w,,_ --,h,-.r'-f,H. ------Robert Morrís. Villas de campo. dencia para la teoría a rquitectónica del l. Chueca, Fernando, y Carlos de Miguel: momento y q ue tuvo u na rápida difusión La vida y las obras del arquitecto Juan de bóveda de casetones desde la que se ilu­ en el ambiente inglés il ustrado ya que Villanueva. Madrid, 1949. mina la sala. Las galerías secundarias fue editado en 1750 con el título de Ru­ 2. Chueca y de Miguel: Op. cit., pág. 131. están enlazadas por logias dóricas hacia ral Architecture y más tarde, en 1755, 3. Quevedo, José: H istoria del R eal Monas­ terio de San Lorenzo ... Madrid, segunda el exterior y jónicas hacia los patios q ue con el título de Select Architecture. Fue necesaria u na segunda edidón de este edición, 1854. eñcierran. Los alzados principales mues­ 4. Me refiero al artículo " Las Casas ele Ofi­ tran un claro lenguaje neoclásico bastan­ último, en 1757, cuya portada repro­ cios de El Escorial en seis planos inécli tos ducimos. te escueto de ornamentos y riguroso en de su arquitecto: J uan de Herrera", que el empleo de materiales senci llos (11 ). Es importa n te cómo se trazan las fí. publiqué en la revista del Consejo Supe­ neas, que Morris llama "circunferentes", Hasta aquí u n breve res umen de la rior de los Colegios de Arquitectos, en ('] sobre el alzado, ordenando y proporcio­ número 64, de febrero ele 1983. presencia, en Roma, de algunos de los nando la fachada mediante u n procedi­ 5. Signatura 778/ 782. a rquitectos q ue están más o menos vin­ miento geométrico en vez de u tili za r el 6. Anclrada, Ramón: "Documentos inéditos, culados al palladianismo del siglo en módu lo numéri co y sus fracciones, pro­ p lanos del Real Sitio de San Lorenzo, Inglaterra. cedimiento más canónico, para hacerlo. ejecutados en el siglo XVIII, bajo la direc­ ción de Villanueva". R eales Sitios, 6, Con respecto al trabajo que n uestro "Estos diseños y estas ideas indican que arq uitecto llevó a Parma en 1764 no he­ 1965, págs. 57-60. Morris había ido mucho más lejos que 7. Kubler, George: La obra de El Escorial. mos tenido la m isma suerte que con el cualquier clasicista que "plagia un Madrid, 1983. anterior. El proyecto no fue premiado, miembro de este orden, otro de aquél" y 8. Véase la o bra citada de Chueca y ele Mi­ lo que significó el primer y único fraca­ "juguetea con las reglas de la proporcio­ guel y el artículo ele José Ignacio Linaza­ so académico de Vi llanueva. Quizá por nalidad" ( 16). soro publicado en esta misma revista con eso "lo guardó su autor hasta su muerte Si Villanueva no lo conoció, al menos el título: "El arte ele la imitación en Juan y siempre debió tenerlo en orgullosa es­ llegó a conclusiones similares. de Vi llanueva. La Casita del Príncipe en 0 tima. En su testamento, como legado La figura 12, con tiene dos dibujos de El Escorial", en el n. 239 correspondien­ te a noviembre-diciembre de 1982 y que precioso, lo cedió a la Academia. Parece Morris q ue ilustra n unas villas de cam­ ser que estuvo luego en la Escuela de incide cuidadosamente en la vinculación po y q ue pertenecen también a u na clara pa ll adiana ele esta casita. A rquitectura, y hoy no sabemos si se ha tradición palladiana de disgregación del 9. Chueca, Fernando: Historia de la arqui­ perdido para siempre o si aparecerá al­ bloque del edificio en tres cuerpos uni­ tectura occidental. T . V. R enacimiento. gún día. Sería un magnífico documento dos por arquerías o por pórticos adinte­ Madrid, 1984, pág. 97. para conocer cuáles habían sido para lados, rectos y en continuidad en los dos 10. Quintana Manínez, Alicia: La arquitectu­ Villanueva los resultados de la enseñan­ casos, como en la Villa Emo y en la ra y los arquitectps en la Real Academia za romana" ( 12). Casita del Príncipe. de Bellas Artes de San Fernando (1744- 1774), Madrid, 1983, pág. 96. Volviendo a las fu entes bibliográficas Podríamos continuar intenta ndo esta­ que Villan ueva pudo conocer y man ejar 11. El párrafo anterior es una traducción bas­ blecer semeja nzas y par¡i lelismos con la tante libre del texto George Dance, Archi­ en Roma, sa bemos que a su vuelta del obra de Vi llanueva, pero sería necesario tect, 1741-1825, de Dorothy Stroud, Lon­ pensionado, en 1765, traía libros, entre un desp liegue gráfico y descriptivo para clon, 1971. ellos el Vitruvio, de Gali ani ( 1758), que el que me temo que no queda espacio . 12. Chueca y de Miguel: Op. cit., pág. 9 1. vendió a la Academ ia de San Carlos de Me gustaría concluir recordando que, 13. Bérchez Gómez, Joaq uín: " La difusión Valencia ese m ismo año ( 13). Podemos tras el período de formación en Roma, de Vitruvio en el marco del neoclasicismo pénsar que entre los li bros que consultó la presencia y la memoria de las con s­ español". Estudio introductorio al Com­ en Roma y q ue pudo traer a su regreso trucciones herrerianas marcarán profun­ pendio, ele Perrauh traducido por Casta­ - aunque no tenemos con Vi lla nueva damente la tota lidad de la producción ñeda (1761 ). Murcia, 1981 , pág. XL. una relación detallada de los textos que 14. Beclat, Claude: "La Biblioteca ele la Real de Vi llanueva. Pero la búsqueda de fuen­ Academia de Bellas Anes de San Fernan­ componían su biblioteca- , estaba el fa . tes y conexiones no pueden ocul tar el do en 1793". Academia, núms. 25 y 26, moso Vitruvius Britannicus (171 5, 17 17, carácter único e irrepetible de su ar­ Madrid, 1968. Es el n. 0 198 de la relación. 1725), de Campbell, paradigma y emble­ q uitectura. 15. Kaufmann, Emil: La arquitectura de la ma del palladianismo inglés y q ue debía Si su teoría compositiva comienza a Ilustración (1955). Madrid, 1974, pág. 25. fi gurar en cualq u ier biblioteca impor- genera rse, a pa rtir de un palladia nismo 16. Kaufmann, Emil: Op. cit., pág. 26.

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