Tesoros Ocuztos COLECCION HISTORIA Y DOCUMENTOS
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Tesoros OcuZtos COLECCION HISTORIA Y DOCUMENTOS @ Empresa Edltora Zlg-Zag, S. A,, 1903. Derechos reservados para, todos los paises de habla espaiiola. Inscripcl6n N.o 26335. Santlago de Chlle. 19,M. EMPRESA EDITORA ZIG-ZAG, S. A. ROBERT CHARROUX (PRESIDENTE DEL CLUB INTERNACIONAL DE BUSCADORESDE TESOROS,) ENTERRADOS, EMPAREDADOS, SUMERGIDOS fitulo del original francés: TRESORS DU MONPE Traducción de HERN~NDEL SOLAR. Prólogo HAN llegado los tiempos en que la aventura vuelve a comenzar, más prodigiosa que en el siglo de Isabel de Cas- tilla, y las carabelas a reacción se lanzan ya hacia el nuevo mundo planetario. El destino del hombre no es el de cavar su tumba, sino el de viajar más allá de todas las fronteras, continuando la tradición prehistórica de nuestros distantes antepasados que iban incansablemente en persecución del sol. Todas las grandes migraciones, las invasiones y los éxo- dos se hicieron sobre ese eje ritual este-oeste, en el sentido sola6 y los amantes de la paradoja pod~iandecir, en verdad, que el oeste es el polo magnético de nuestro globo terráqueo. La humanidad, estagnada desde el siglo XVII, ha for- jado, a pesar de'todo, íos vehículos de su emancipación y elegido las rutas inciertas y los mares tenebrosos por donde lanzarse. Pero el sentido este-oeste, dimensión de superficie, está jalonado, estudiado, cartografiado, medido, señalado, y el mundo terrestre emergido, desde La Rochela a Tokio, desde Thule a las islas Kerguelen, no muestra la menor topera cu- ya altura, circunferencia y peso especifico no se conozcan. La aventura en superficie, agotada por los navegantes, exploradores, geofisicos, por los autos, los transatlánticos y expresos, debe orientarse hacia un nuevo acimut, hacia el espesor, que es altura y profundidad, o descentrarse. La aventura proyecta a los hombres hacia la Luna, Mar- te, Venus o el Sol, y tal vez (si el universo es hueco y el ex- terior está en lo interior) sea aún centrifuga en dirección de las últimas zonas invioladas de la corteza terrestre. Y los conquistadores de una y otra evasión visten- su uniforme común: traje de material pJastico y máscara res- piratoria para moverse a 1.000.000 de kilómetros en el vacio sideral o a 10.000 yardas en los océanos. Va a ser necesario escoger: el EL Dorado de los planetas en el exterior lejano, o en el exterior próximo los cemente- rios marinos, las minas de esmeraldas y rubies, los escondites con cofrecillos de oro habidos e7i los viejos muros, los sub- terráneos y el polvo de los milenios. El buscador de tesoros ha resuelto desafiar a lo desco- nocido, adivinar lo milagroso, sondear la materia virgen, descentrarse en el espesor, pero no toma ya el arsenal en- gañoso de Los ocuítistas: la varilla adivinatoria, el hechizo, la mandrágora; La ciencia ha puesto a su disposición brujos de transistores, y la electrónica juega a los duendes con los tesoros ocultos. Decía Alí Babii: "Sésamo, ábrete". Hoy dia, con un casco provisto de auriculares, con el dedo puesto en el amperímetro y el sounding, el buscador de tesoros viola el misterio de lo impenetrable y aclara la noche de la materia compacta. Asi, pues, renace la prodigiosa aventura; todo no está escrito, medido, inventad;; lo "interior" está aún inviolado, y todavia existe el "en los muros", el "en la tierra", el "en los mares". Porque la tierra y los mares, el globo terrestre en suma, están repletos de tesoros que se descubren -en pequeña es- cala- un poquito cada día: son los exploradores de Saint- Wandrille, que sacan de un muro quinientas monedas de oro; son dos cavadores en Chelles; un sepulturero en Thiais; unos niños en Fontenay, que encuentran una enorme arca con luises de oro y diamantes. LOS tesoros? Los hollarnos cotidianantente, 9 nuestros ojos acarician sus escondrijos sin sospechar, por suerte, lo qqe contienen. En Paris, ¿quién no ha mirado cien veces la estatua ecuestre de Enrique IV en el Puente Nuevo? Un pequeño tesoro se esconde en una pata trasera del caballo, oculto en 1816 por el escultor Lemot; los diamantes de la Du Barry se desparraman por el parque de Sceaux bajo las margaritas primaverales; en Mans, Plaza de la Estrella, miles de bue- nos ciudadanos caminan desde hace ciento sesenta años so- bre los 100.000.000de escudos de 6 libras de las ursulinas del antiguo convento; en Charroux (Vienne), mil charruenses esconden sus botellas de vino añejo a algunos centimetros de los setenta y un tesoros ocultos en 1569; en Lila, la misa se dice en Nuestra .Señora de la Viña sobre tesoros escondi- dos cuando el saqueo de la ciudad por Felipe Augusto; en Lyon, tesoros de los sótanos, por centenares, esperan a los eventuales descubridores; en Provins, el oro duerme en ki- lómetros de subterráneos; en Ruán, se estremecen de in- quietud en viejas casas cuyos dias están contados; en Mar- sella, están escondidas las alhajas de Za actrix Gaby Deslys; en Montauban, el tesoro se halla bajo el antiguo castillo; en Poitiers, está emparedado en los baluartes y Los signos claves 10 sefialan a la atención de los iniciados; en Cassel, en Ba- vay, en La Rochela, en Burdeos, en Perpiñán, en Niza, en Gisors, los escondites y cofres están a escasos pies de pro- fundidad; en Chdteau-Gontier (en Mayenne) una piedra que gira señala la entrada a la cripta de las joyas; en Rennes- le-Chdteau, los miles de millones de Béranger Saunikre es- tán en una tumba; en Cratn, la caja de oro de San Germun está en un recodo del jardin; por ultimo, en Valonia, Flan- des, Artois, ~icardia;millones de 'botas alemanas han piso- teado beatamente, en mayo de 1940, millones de tesoros ocul- tos la víspera por los fugitivos. ¿Y los tesoros de los mares? Más numerosos aun que Los tesoros terrestres, si ha de creerse a la tradición; cubren el mar Caribe, el estrecho de Bass, la bahía de la Mesa, las costas de Chile, y también las costas de Francia. El Club Internacional de Buscadores de Tesoros cen- traliza una documentación verdaderamente Única sobre el asunto. Durante veinte ailos, las Z;ibliotecas nacionales de los principales paises han sido investigadas y se han comprado señales de tesoros, mapas, planos, especialmente en América, o han sido traidos de todos los continentes por los miem- bros durante sus expediciones. En cuanto a los tesoros de Francia, en los cuatro años de campaña de prensa bajo el titulo de "Caza de Tesoros", de 1951 a 1955, se obtuvo tal cor~espondenciaque se catalo- garon quince mil yacimientos. De esos quince mil tesoros, hay que decirlo, Eas de 14.000 son simples tradiciones, Leyendas a menudo pintores- cas, pero cuyos orígenes no pueden conservarse. Lo más dificil fue constituir el fichero fotográfico que actualmente comprende tres mil fotografias, planos, graba- dos o dibujos. Transmisiones de radio provocaron también una buena cosecha, de modo que el Club puede ahora enor- gullecerse de poseer la 'casi totalidad de las grandes historias de tesoros existentes en el globo; sin contar algunos tesoros secretos, cuya divulgación, no hay para qué decirlo, no pue- de hacerse. El Club agrupa a buscadores de alto rango, a grandes aventureros: el capitán Tony Mangel, adversario de Malcolrn Campbell y de Franklin Rooseve1,t en Ea isla Cocos; Florent y Mireille Ramaugé, especialistas de la bahía de Vigo; Jean Albert Foex, jefe üe la expedición Jonás en el mar Rojo; Mme de Graxia, criptóloga; Denise Caruenne, Simone Guer- bette, Lucienne Lenoir, Pierre Lenoir, electrónico del Club; el audaz pirata de Thailandia, Alberto Lazaroo, y ese otro pirata cuya personalidad domina la aventura de nuestro si- glo: Henry de Monfreid, presidente honorario del Club. Pero jcómo imaginan ustedes a un buscador de tesoros? El buscador de tesoros, partidprio de la aventura y de la progeccibn fz~era de las fronteras burguesas y conocidas, práctico del batiscafo y del detector electrónico, está ator- m~ntadopor sutiles complejos. Por espíritu científico y arenturero, pertenece a la familia de los Marco Polo, coló?^, Pinzón, Cahral; por estética y honradex moral, repudia atrox- mente la ciencia empírica y demoniaca, la demagogia del cemento, de los rascacielos, de la caja de material plástico, del diamante sintético, de la planificación agricola g la nor- malización forzosa. Por tradicionalismo, se niega a escupir sobre La tumba de sus antepasados. Acaso sea reticente ante la aventura interplanetaria; es, por cierto, reaccionario a las fórmulas actuales de la po- litica, a los trajines del progreso y al afeamiento sistemático de la existencia. Estas preocupaciones de paradoja, de evasión fuera de un mundo que en parte reprueba, le han hecho escoger la aventura de los tesoros, y a bordo de la Máquina para Viajar por el Tiempo ha puesto proa al pasado. A menudo, su rechazo es más característico, y suele el buscador hacerse contemporáneo del pasado por reacción contra las revoluciones peligrosas e insensatas de un mundo que quiere tornarse anónimo y confiar a las máquinas elec- trónicas el gobierno del planeta. El hombre del siglo XX está orgulloso de su conocimien- to y de su racionalismo superior. Forja -sin duda, con buena voluntad- la felicidad lai- ca y obligatoria de las masas, la valoración sistemática de cada pulgada del globo, la coLonizaciÓn del cosmos, la ex- plicación cientifica de la materia y de la creación; anuncia milagros más asombrosos que los del anillo de Gyges, de la panacea, de la piedra filosofal, y todo esto, verosímilmente, se realixara. Pero el buscador de tesoros no cree en los nuevos bru- jos, cn las filosofías brotadas en las estepas, cuya desmesura quiere absorher la justa m,edida ya caduca, pasada, eterna, francesa, de nuestro universo familiar.