Pensamiento Propio Se Abordan Estos Y Otros Aspectos Trascendentales Para Los Procesos De Integración Re- Gional
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EDITORIAL 1 COYUNTURA El desafío del ALCA: Caricom y la Asociación de Estados del Caribe RIYAD INSANALLY 5 Reflexiones críticas y propositivas sobre regionalismo abierto en América Latina ALFREDO GUERRA-BORGES 17 La dinámica hemisférica de la integración: Algunas observaciones globales DAVID E.LEWIS 35 INVESTIGACIÓN Y ANÁLISIS La ocasión desaprovechada: El proceso consultivo para una unión política en la iniciativa de la Organización de Estados del Caribe Oriental PATSY LEVVIS 5 5 Integración económica y formación de un espacio social: La Unión Europea, la Comunidad Andina y el Mercosur BRUNO PODESTÁ 75 DOCUMENTOS Declaración del Comité Consultivo del SICA 105 RESEÑA Centroamérica en reestructuración: Integración regional en Centroamérica PEDRO CALDENTEY DEL POZO 111 PULSO BIBLIOGRÁFICO 115 COLABORAN EN ESTA EDICIÓN 121 En portada: Humberto Jaimes Sánchez (Venezuela) Orgánica, óleo sobre tela (fragmento) 106,7 x 127 em. En: Mirando a la América Latina v el Caribe. Sevilla, i992. Al arribar al penúltimo año del segundo milenio de nuestra era, los dinámicos procesos de integración y globalización actualmente en marcha suscitan numerosas preocupaciones, expectativas y propues- tas entre la diversidad de actores de la sociedad civil del Gran Caribe. Parte de las preocupaciones se refieren al marcado énfasis que los procesos de integración han puesto en la dinámica comercial, y la necesidad de incorporar una perspectiva más integral que com- prenda también el terreno de "lo social", La fórmula "integración igual a comercio" se acepta generalmente como un axioma, y se de- jan en segundo plano las prioridades sociales, aun cuando las deci- siones que los gobiernos adoptan en el plano comercial repercuten de manera significativa en las demás esferas de la vida social, inclu- yendo el deterioro del medio ambiente. Este esquema se ha visto condicionado —y, al mismo tiempo, retroalimentado— por las con- cepciones de política económica que han predominado en los últi- mos 20 años, que privilegian la acción irrestricta de las leyes del mercado como un asignador eficiente de recursos, adjudican un tí- mido papel al Estado en el aseguramiento de condiciones para el desarrollo humano, y desvinculan lo económico de lo social. El así provocado cercenamiento de las capacidades nacionales para asumir con energía la promoción del desarrollo humano dificulta cualquier multilateralización de una cláusula social para los procesos de inte- gración regional, lo cual se sigue viendo, en general, y en términos reales, como algo secundario o accesorio. Aun situando el énfasis en el plano comercial, los bloques eco- nómicos de mayor desarrollo relativo y las principales potencias mundiales, mantienen medidas proteccionistas mientras estimulan una liberalización comercial a ultranza en los países de menor desa- rrollo. De esa forma, el proceso de globalización muestra su dinámi- ca contradictoria y las desventajas con que los países subdesarrolla- dos deben competir en el mercado mundial. Estas preocupaciones están vinculadas a la forma en que se res- ponde a las preguntas: ¿por qué hacer integración? Y ¿para quiénes hacer integración? No son preguntas gratuitas, toda vez que el mo- de lo de integración que se aplique tendrá claras implicaciones en el fortalecimiento de una u otra estrategia de desarrollo, así como de determinados intereses empresariales y sociales, y sugiere una forma concreta de interrelación entre lo nacional, lo regional y lo global. Es posible constatar que, desde el punto de vista social, con la globa- lización se ha acentuado el proceso de polarización socioeconómica entre naciones. Aun cuando algunos países en vías de desarrollo han acelerado su dinamismo económico, se percibe una situación de cre- ciente subdesarrollo relativo para los países del Tercer Mundo. Pero también al interior de los países la globalización tiende a ser socio- económicamente excluyente, al empujar y mantener a numerosos actores sociales —entre los cuales se puede identificar a los peque- ños y medianos empresarios y a los asalariados— en una situación de marginalidad y sometidos al vaivén de las relaciones de mercado. La integración regional, en esa perspectiva, tenderá a verse ya como una situación transitoria hacia la homogeneización global su- bordinada a intereses transnacionales, o como una oportunidad para participar en el sistema mundial con una fuerte plataforma nacional y regional que permita aprovechar de mejor manera el proceso de globalización para impulsar un crecimiento estable y sostenible en términos económicos, sociales y ambientales. Otro conjunto de preocupaciones está relacionado con el ensan- chamiento de la brecha entre quienes toman las decisiones relativas a la integración y los ciudadanos, muchas veces ajenos éstos tanto a las decisiones mismas como al proceso de arribar a ellas. Aún no se puede afirmar que existe una verdadera y efectiva participación de la sociedad civil en los procesos de integración, aunque no han sido pocos los intentos por avanzar en ese terreno. Se han desarrollado experiencias interesantes que valdría la pena someter a estudio, aun- que en la mayor parte de los casos, como en Centroamérica o en el Mercosur, los avances parecen ser muy parcos. Tampoco es posible afirmar que se han desarrollado de forma agresiva iniciativas de in- tegración horizontal promovidas por la sociedad civil "desde abajo", sin obviar las experiencias impulsadas por sectores empresariales de mucho poder económico a los cuales no siempre se considera parte de la sociedad civil. Como sea, seguimos considerando necesaria una mayor parti- cipación e incorporación de la sociedad civil regional al proceso de integración para que éste adquiera una perspectiva integral e inte- gradora y que responda a las necesidades de las poblaciones del he- misferio.'En esa perspectiva, en los primeros días de diciembre de 1998 se celebró en Barbados el segundo encuentro anual del Foro Permanente de la Sociedad Civil del Gran Caribe, al cual asistieron numerosas organizaciones regionales que avanzaron en la discusión de las propuestas sobre las cuales se estructurarán estrategias con- cretas de incidencia en los espacios de la integración regional. Parte del proceso, por supuesto, está directamente relacionado con el for- talecimiento de las organizaciones de la sociedad civil regional y la superación de sus propias limitaciones, tales como su insuficiente capacidad técnica para el tratamiento de diversos temas, sus exiguos recursos y su escasa apropiación de los procesos de integración. Quisiéramos finalmente destacar una preocupación que acom- paña al creciente dinamismo en la integración regional, y que se ha vuelto crónica particularmente en el ámbito centroamericano: la gran cantidad de compromisos asumidos por los mandatarios de esta subregión y aún no ejecutados de manera efectiva, lo cual ha desgas- tado los mecanismos integracionistas promovidos oficialmente, en la medida en que les resta credibilidad puesto que no se percibe una mejoría sustantiva para las condiciones de vida y de trabajo de los habitantes de esos países. Esto resulta especialmente grave luego de la emergencia y las necesidades de reconstrucción ocasionadas por el huracán Mitch en el istmo centroamericano. Con todo, los procesos de integración —y fundamentalmente los acuerdos de libre comercio—, aunque a niveles de desarrollo des- igual, continúan avanzando a tal grado que se podría arribar al año 2005 con la mayor parte de las economías del Gran Caribe incorpo- radas a unas u otras iniciativas de liberalización comercial. Ese hori- zonte temporal marca también los retos y oportunidades que ofre- cen estos procesos para la participación de los actores de la sociedad civil regional en la búsqueda de un desarrollo humano sostenible. En la presente edición de Pensamiento Propio se abordan estos y otros aspectos trascendentales para los procesos de integración re- gional. En la sección Coyuntura, David Lewis describe y analiza los procesos de integración regional en el hemisferio, identificando aque- llos factores que tienen mayor incidencia y las áreas en las cuales más se ha avanzado, señalando al mismo tiempo las oportunidades que ofrecen estos procesos para la participación de los actores de la so- ciedad civil. Alfredo Guerra-Borges devela críticamente las interiori- dades de la concepción de regionalismo abierto que instituciones como CEPAL han puesto en boga, y propone una estrategia de regionalización de la globalización. Riyad Insanally, por su parte, nos ofrece un detallado panorama de la posición en que se encuentran el CARICOM y la Asociación de Estados del Caribe y algunas de sus propuestas respecto de las negociaciones del Acuerdo de Libre Co- mercio de las Américas, poniendo en relieve algunas fortalezas y oportunidades que pueden aprovechar las pequeñas economías de la región. Los escritos de David Lewis y de Riyad Insannaly fueron presentados en el taller sobre "La integración del Gran Caribe y el rol de los organismos subregionales y de Cuba", convocado por CRIES y por INVESP de Venezuela en la ciudad de Caracas los días 20 y 21 de julio de 1998. En la sección Investigación y Análisis, Patsy Lewis examina el intento realizado entre 1986 y 1992 por forjar una unión política entre los Estados miembros de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO), analizando un aspecto particular de la iniciativa, como fue el proceso por medio del cual los gobiernos intentaron obtener el apoyo público para la propuesta de unión. Finalmente, Bruno Podestá analiza a fondo