<<

Distribución y asentamientos de tribus bereberes (Imazighen) en el territorio emeritense en época emiral (S. VIII-X)1

Bruno Franco Moreno*

RESUMEN ABSTRACT Pese a la escasa atención que esta franja del Occi- In spite of the little attention given to this strip of land dente de Al-Andalus recibe en las fuentes historio- in the West of Al-Andalus, in the historio- gráficas árabes durante el periodo emiral, algunas per- graphic sources during the emiral period, some sour- miten constatar un claro predominio del elemento ces verify a clear predominance of the Berber peo- humano beréber sobre el árabe, como podemos ple over the . We may appreciate this in the apreciar en las sucesivas revueltas y enfrentamientos successive revolts and confrontations that during the que durante todo el siglo IX/III estas tribus mantie- whole of the IX century these tribes pursued against nen contra los emires cordobeses, el reino astur-leo- the emirs of Cordova, the Astur-leones kingdom and nés y los grupos de población muladí. Buena mues- groups of the Muladi population. Convincing proof of tra de ello ha quedado reflejado en los topónimos this has been shown in the toponyms of some of the de algunas poblaciones actuales de Extremadura, y en present populations in Extremadura and in abando- asentamientos abandonados que vienen a coincidir con ned settlements, which coincide with the ones des- los descritos en los textos de viajeros, geógrafos, his- cribed in the texts of travellers, geographers, histo- toriadores y alfaquíes musulmanes. rians and Muslim doctors (ulemas).

PALABRAS CLAVE: Oeste de Al-Andalus, perio- KEY WORDS: West of Al-Andalus, emiral period, do emiral, asentamientos y tribus beréberes, Kura de settlements and tribes , Kora of Merida. Mérida.

INTRODUCCIÓN La valoración del papel desempeñado por el elemento humano norteafricano se ha des- La presencia beréber (Amazigh) en la actual deñado en exceso, tanto a nivel individual como Extremadura, se remonta a los primeros momen- colectivo, en la implantación y formación del tos de la conquista y ocupación de la península estado islámico de al-Andalus, especialmente en Ibérica por las tropas islámicas. No obstante, los estudios históricos y arqueológicos desa- poco se sabe de las características de los asen- rrollados en Extremadura. Por ello se hace tamientos norteafricanos en esta parte del Occi- necesario la realización de trabajos donde se dente peninsular, a diferencia del fiarq al-Andalus, resalte esta presencia beréber; no solamente donde sí ha despertado el interés de arqueólo- enfocados, como hasta ahora, al estudio de las gos e historiadores medievalistas (BARCELÓ,1995:89- rivalidades mantenidas con el estado central, sus 98; GUICHARD, 1969 (5)103 y ss; BAZZANA et alii,1998). desplazamientos continuos, su integración social,

* Consorio Ciudad Monumental de Mérida. Doctorando en el Departamento de Hª. Medieval y C.C y T.T. Historiográficas de la U.N.E.D. 1 Este trabajo es un resumen de una ponencia presentada en el seminario que con el título de, Extremadura andalusí: últimos avan- ces arqueológicos, tuvo lugar los días 8-9 de Abril del 2002 en Cáceres, organizado por la Casa de Velázquez y la Univ. de Extre- madura, no llegándose a publicar las actas por motivos ajenos a mi persona.

AyTM 12, 2005 39 la geografía espacial, el papel político y militar bus beréberes, específicamente centrado en desempeñado en este lugar de frontera, sino los territorios dependientes de la M‚rida musul- también a la herencia que nos han dejado como mana, primero como capital de al-†agr al-adnà pueblo: sus métodos de cultivo en bancales, los o Frontera Inferior durante gran parte del perí- sistemas de irrigación en terrazas y empleo de odo emiral (MANZANO,1991:57), y posterior- qanat para el mismo (WATSON,1998:225), los hábi- mente ya avanzado el siglo IX, como Kura (pro- tos alimentarios y su peculiar forma de com- vincia) del mismo nombre, y que en líneas portamiento social –la insumisión y el aislacio- generales vendría a ocupar espacialmente buena nismo. parte de la actual Extremadura (VALLVÉ,1986:316). Intentaré materializar dentro de lo posible éstos De ellos escribiría el gran historiador Ibn asentamientos en un mapa para hacer más Jaldun (TRABULSE,1977): práctica su fijación espacial (Fig.1). Con ello pre- tendo fijar el establecimiento de las confede- “La población de estas comarcas se compone raciones beréberes desde el primer momento de beréberes, pueblo organizado en tribus las de la ocupación de esta parte de la Extrema- cuales cada una es animada por un fuerte espí- dura andalusí, así como las sucesivas oleadas de ritu de caSabiyya (sentimiento de solidaridad norteafricanos que se introducen durante los tribal o clánica), pero sin resultado alguno, optan- dos primeros siglos de dominio islámico en la do por repetidas insurrecciones y de apostasía; península; a la vez que señalar los clanes o fami- a cada momento se levantan en armas, sin lias más destacadas, las referencias toponímicas, dejarse contener por los rigurosos castigos que la evolución histórica de estos grupos, etc. les inflingían las tropas árabes”. Acerca de estos núcleos de asentamiento Su aportación total en esta franja de al- beréber en al-Andalus, la investigación ha avan- Andalus fue considerablemente mayor que la zado considerablemente en los últimos años. presentada por los elementos árabes tanto Así a los trabajos a nivel general encabezados yemeníes como qaysíes –recordemos que los por BOSCH VILÁ (1964:12-37;1965:147-161;1994:83- yûnd sirios nunca se asentaron en este solar– 96), y continuados por PIERRE GUICHARD así mientras no aparezcan nuevos documentos, (1969:103-156; 1976), MOLINA LÓPEZ (1985-6: 25- las fuentes historiográficas árabes no dejan lugar 33), MANZANO MORENO (1990: 397-428;1991), a dudas acerca de esta abrumadora presencia y HELENA DE FELIPE (1995:185-189;1997), se aña- de elementos norteafricanos, pues del otro den los de Mª. ÁNGELES PÉREZ ÁLVAREZ lado del estrecho vinieron familias, clanes y (1987: 101-106) y MANUEL TERRÓN ALBARRÁN cabilas en gran número (Al-MAQQARI, 1984: 179). (1991: 21-37) en el ámbito regional. No debemos olvidar, la celebración de Congresos y mono- Al comenzar este análisis se hace necesa- gráficos donde se tratan diversos aspectos del rio resaltar que los datos que nos han sido pueblo Amazigh (“Al-Qantara, 1990, nº. XI”; “V sema- trasmitidos entre los decisivos años del 711 y na de estudios medievales, 1994: 209-215”, “Imazighen del 755 carecen prácticamente de valor, pues pro- Magreb entre Occidente y Oriente” [Introducción a los beré- ceden en su mayor parte de época Omeya. Las beres], Granada, 1994). atribuciones de etnia árabe o beréber en este período son escasas, las más, falseadas por auto- También hay que sumar las aportaciones de res árabes de los siglos XI y XII. Así pues, resal- prestigiosos investigadores del otro lado del tar que las adscripciones tribales del período Mediterráneo como cABD AL-WAHID pre-omeya son casi nulas. Por tanto, la mayor DUNNÚN TAHA (1981: 35-48), y RACHID parte de este estudio va a ir centrado a par- RAHA cAHMED (1994: 83-96), que han veni- tir de la instauración del emirato Omeya de al- do a subrayar la importancia del elemento nor- Andalus. teafricano en el devenir histórico de al-Anda- lus, y la posterior influencia que ejercieron en Lo que sigue a continuación es solo una sus lugares de origen a partir del siglo XI/V en recapitulación sobre los asentamientos de tri- Almorávides, Almohades y Meriníes.

40 AyTM 12, 2005 ANTECEDENTES los espacios hidráulicos, los restos constructi- vos subterráneos y de superficie, objetos cerá- Los beréberes constituyen la población carac- micos, etc. terística del Norte de África, y más concreta- mente del Magreb. Por ello no es extraño que Todo ello nos está ofreciendo continua- la ocupación de la Hispania tardoantigua fuera mente datos de la presencia social y material obra esencialmente de estos elementos nor- de estos grupos norteafricanos tan olvidados teafricanos. El primer documento historiográ- en nuestra región, tanto a nivel de los estudios fico que señala este dato se encuentra en la historiográficos, como respecto a las prospec- Crónica Mozárabe de 754 (LÓPEZ PEREIRA, 1980: ciones arqueológicas se refiere. 68), donde se nos habla de los “” utilizando este nombre para citar unos episodios que las crónicas musulmanas posteriores reservaban ESTABLECIMIENTO DE TRIBUS para los beréberes (GONZALBES, E.,1994: 19ss). BERÉBERES EN AL-ANDALUS Estas descripciones coinciden con los “mauri” de los autores grecolatinos para narrar las inva- Solo unas cuantas fuentes historiográficas siones que tuvieron lugar en regiones de la islámicas nos ofrecen datos acerca de esta pre- Bética a mediados del siglo II d.C. Son por sencia beréber en el primer momento de la tanto sucesos que se vienen repitiendo entre dominación de al-Andalus. La obra de Ibn Hazm, ambas poblaciones de las dos orillas desde hace Yamharat Ansab al-cArab (LÉVI-PROVENÇAL,1948) milenios, y que en esta ocasión van a repre- ha sido de las pocas fuentes que trata este sentar a la fuerza de choque de las tropas “islá- tema, aunque sea pasando de puntillas si lo micas” que van a cruzar el estrecho hacia el comparamos con las páginas dedicadas a los lina- 711/92. jes árabes. El otro gran autor que realiza un gran trabajo sobre estos pueblos es Ibn Jald_n en El historiador de origen egipcio Ibn cAbd al- su Historia de los Beréberes (SLANE,1968: vol. I- Hakam indica en su Futuh wa-l-Anda- IV), que aunque de fecha tardía (S. XIV) es lus,(VIDAL BELTRÁN,1966:41) obra escrita a media- imprescindible para conocer las áreas de pro- dos del siglo IX, que “las tropas comandadas cedencia de estas tribus. De estas dos obras por el liberto T.ariq b. Ziyad estaban compuestas principales, se extrae que los elementos beré- por unos 12.000 beréberes y apenas un peque- beres que participaron durante los primeros ño número de elementos árabes”, eso sin con- años en la dominación de la península Ibérica tabilizar las sucesivas aportaciones que va a ir pertenecían en su gran mayoría al grupo de los recibiendo al-Andalus en años posteriores (AL- al-Butr –tribus norteafricanas que se resistieron MAQQARI, 1984: 175). a la romanización, tanto romana como bizan- tina, con indudables prácticas paganas– (MAN- No obstante, la escasez de estos datos en ZANO, 1990: 419); en contraposición al tronco las fuentes escritas árabes hace difícil, aunque de los , tribus más romanizadas y asen- no imposible, el estudio de las migraciones de tadas en los núcleos urbanos costeros. Ambos estos pueblos. Así tenemos las referencias a las grupos se extenderían desde la actual Túnez sublevaciones protagonizadas por elementos hasta las costas atlánticas de Marruecos (GUI- norteafricanos que nos han sido trasmitidas CHARD, 1976: 367). por los cronistas al servicio del poder Omeya y en los siglos posteriores, los topónimos refe- No obstante, desde el primer momento de rentes a tribus y clanes beréberes que han per- la entrada de tropas con Tariq, no dejaron de vivido en el nombre de algunos núcleos urba- franquear ambas orillas del mediterráneo fami- nos extremeños y de accidentes geográficos lias y tribus de ambos troncos, al-Butr y Bara- tales como; (Maquilla-Magila, Azuaga-Zuwwa- nis, asentándose a lo largo y ancho de la geo- ga, cerro de Mingazo, arroyo, fuente, casa de grafía peninsular. Según nos ha trasmitido Ibn Mengacha-Miknasa), y en definitiva, en aspec- Jaldun, la mayoría de éstas tribus norteafrica- tos materiales como la agricultura en terrazas, nas pertenecían al tronco étnico de los Zana-

AyTM 12, 2005 41 ta y MaSmuda, así como gran número de Mad- sentaría la derrota del movimiento beréber del yuna, Miknasa, , Nafza, y Gumara. Pie- 740-742 y las hambrunas de los años 752/6, rre Guichard (1976: 366) siguiendo la obra de que afectó a grandes zonas de Yilliqiya (Gali- Al-IStajri afirma, que la población del valle medio cia-Norte de Portugal-Asturias-Cantabria), del río Guadiana y la zona Este del actual Por- Astorga, Coria, Mérida y Talavera (AJBAR - tugal, estaba formada por Baranis, al-Butr y MaS- MAYMU‘A; 1984:62). muda. Así mismo, el polígrafo cordobés Ibn Hazm en su Yamharat, afirma que esta pobla- Tampoco debemos olvidar los grupos de ción beréber estaba vinculada a las zonas de Nafza y Magila que vinieron con el instaurador frontera, y ésta lo era en una gran extensión. de la dinastía Omeya de al-Andalus, cAbd al- Rahman I al-Dajil, el cual encontraría un gran Después de un análisis de las fuentes se apoyo a su causa entre las tribus y clanes nor- puede conjeturar, que durante los tres prime- teafricanos –su madre, no lo olvidemos, era una ros años de presencia musulmana en al-Anda- beréber (Siby) de la tribu Nafza– (AJBAR;1984:57. lus, las tropas comandadas por Musà y Tariq a BOSCH VILÁ;1965:147-161). Ya en el siglo IX, tro- su vuelta del Noroeste peninsular en su más pas beréberes entrarían a formar parte de los que probable paso por la ruta de la plata (al contingentes militares Omeyas bajo el gobier- balat Humayd), y antes de abandonar el país, no del emir cAbd Allah; y desde el reinado de se asentaron gran cantidad de grupos berébe- al-Hakam II en la segunda mitad del siglo X, el res en los valles medios del Tajo, Guadiana y grueso de las tropas califales serían de proce- valle del Alagón, con excepción hecha de Méri- dencia norteafricana (IBN cIDARI, Bayan II, 41). da, que quedaría como núcleo de mayoría árabe “baladí” (LEVÍ-PROVENÇAL, 1982: 51). ASENTAMIENTOS Y TRIBUS BERÉ- Con ello se estaban siguiendo las prácticas BERES MÁS REPRESENTATIVOS cotidianas de asentamiento de sus lugares de REPARTIDOS POR EL TERRITORIO origen, esto es, en los valles de los ríos y mese- EMERITENSE (S. VIII-X) tas. Es importante incidir en este aspecto en rela- ción a lo que hasta ahora se había venido insis- Una vez realizada esta pequeña introducción tiendo, desde que Reinhart Dozy opinara que pasaremos a examinar el espacio geográfico el establecimiento de las tribus beréberes en al- que ocupaban las tribus beréberes en el terri- Andalus se debió al reparto que los árabes torio dependiente de la Marida emiral (fig. 1), hicieron después de la conquista, apropiándo- el cual permanece prácticamente invariable se de las mejores tierras (DUNNUN TAHA, A;1981: durante todo el período Omeya. No obstan- 35-48, Pag. ára). Esta opinión ha sido mantenida te, hay que recordar que casi nada sabemos hasta bien entrado el siglo XX por algunos de del dominio que los musulmanes ejercieron los más sobresalientes arabistas e historiadores sobre el conjunto de las tierras sometidas a la europeos (LEVÍ-PROVENÇAL; 1982: 28,52). jurisdicción administrativa de Mérida, primero como cabeza visible de la Marca Inferior y, pos- Esta teoría difícilmente se sostiene hoy día, teriormente como kura de su nombre. Este si tenemos en cuenta que el número total de control casi inexistente al principio, debió de elementos árabes en la península nunca sobre- configurarse a lo largo del emirato de la mano pasó los 40-50.000 hombres a lo largo de todo de los elementos muladíes y beréberes, no el período andalusí (CHALMETA,1994), si lo com- siempre fieles a las directrices de Córdoba, paramos con las continuas oleadas de pobla- asentándose provechosamente en las fértiles ción norteafricana que cruzaban el estrecho de vegas del Guadiana, el valle del Alagón, y el valle Gibraltar, durante las primeras décadas de la medio del Tajo, así como en las inmediaciones conquista de al-Andalus (TÉRES, 1957: 55 y ss). de las principales vías de comunicación. Esta se puede cifrar en varios centenares de miles, aun contando con la sangría que repre- Aparte de establecerse en los enclaves más significativos repartidos por el territorio, como

42 AyTM 12, 2005 indican las fuentes cuando hacen alusión a los los sitos en el Norte de África. Esto nos sería levantamientos contra el poder central, estas de gran ayuda a la hora de definir sus lugares tribus se dispersarían por pequeñas alquerías de asentamiento y la ordenación del territorio (qarya), constituidas por un reducido número con referencia a otros grupos indígenas: mozá- de viviendas y dependencias –normalmente de rabes y muladíes, así como una muestra del una deficiente calidad constructiva– en las que gran estado de autonomía del que gozarían habitaban familias vinculadas por lazos tribales, estas tribus en relación al poder central. de tipo clánico, dedicados al pastoreo de los alrededores y al cultivo de regadío, sin olvi- Unos años antes de hacer su aparición cAbd darnos de las incursiones contra otras tribus, al-Rahman I al-Dajil en al-Andalus, se desarro- para conseguir ganado, esclavos y mujeres. Pero llaron unos acontecimientos en Mérida, bajo el c sobre todo debemos destacar la importancia gobernador T-a alaba b. Salama (742-743/124- que representa en la economía de estos gru- 125 H.), en los que se hace evidente que estas pos, la agricultura y las nuevas practicas de cul- tribus beréberes no habían alcanzado aun el esta- tivo; ya que la historiografía más tradicional dio de vida sedentaria en el territorio depen- hace remontar estos sistemas de riego al perí- diente de Mérida, produciéndose un gran movi- odo romano, sin que tengamos en cuenta el miento migratorio en el que participaban gran impulso y desarrollo que les confirieron hombres, mujeres y niños. Estas prácticas con- estos pueblos del norte de África a los méto- llevaría que fuesen posteriormente derrotados dos de regadío subterráneos y de cultivo en y puestos en cautiverio en las inmediaciones de terrazas (GLICK,1970). Aunque se conocen obras Mérida por las tropas árabes lideradas por los de irrigación en la lejana antigüedad, muchos walies o gobernadores de al-Andalus (AJBAR - de ellos habían sufrido un deterioro muy nota- MAYMU‘A;1984: 53 trad.). ble durante los siglos V-VII, como puso de mani- fiesto el propio Musà Ibn NuSayr, al afirmar que Será posteriormente con la instauración del no existía ningún canal en uso en todo el país emirato Omeya, cuando cambien las pautas de en el momento de la conquista de Hispania nomadismo de las tribus beréberes asentadas (GLICK, 1997: 40). en al-Andalus, ello sin contar con las continuas aportaciones de nuevas tribus en los siglos veni- Estos asentamientos estarían distribuidos por deros. Todo esto, unido a su forma de trasmi- distritos, normalmente en alto, dependientes sión tradicional –estrictamente oral–, ofrece de la jurisdicción de Mérida, algunos con topó- algunas dificultades a la hora de constatar rela- nimos de tribus beréberes, que normalmente tos o sucesos acaecidos a la mayoría de estos se mantenían aparte de la población indígena. pueblos que hayan podido ser reflejados en las Hoy día no sabemos distinguir los asentamien- fuentes historiográficas árabes, viéndose rele- tos con presencia indígena de la beréber, aun- gados por tanto en la memoria histórica al olvi- que una de las claves para analizar los asenta- do, como ha manifestado en numerosas oca- mientos y posterior desarrollo de estos grupos siones PEDRO CHALMETA (1996: 112). norteafricanos en esta parte del territorio eme- ritense, debería ir en la dirección de la crea- De las referencias que la toponimia nos ha ción de grupos de trabajo que dedicaran una dejado para vislumbrar posibles asentamientos especial atención a los sistemas de irrigación por norteafricanos en el territorio que depende los métodos anteriormente descritos –por opo- administrativamente de Mérida –dejando a un sición a los de secano–, lo que nos indicaría una lado la poca confianza que esta puede pro- particular forma de la ordenación del territo- porcionarnos en algunos casos–, sobresalen los rio, como ha expuesto en repetidas ocasiones nombres de algunas tribus: Nafza, Hawwara, MIQUEL BARCELÓ (1986). Miknasa, Zuwwaga, Zanata y Magila, que osten- tan denominaciones tribales beréberes, estan- Ello demostraría una clara diferenciación con do pendientes de un estudio en profundidad respecto a los espacios agrarios anteriores (etapa por parte de los filólogos, que nos pueda ofre- romana y visigoda), y una similitud con parale- cer una más amplia información al respecto.

AyTM 12, 2005 43 A toda la amplia zona que se encuentra a Pertenecientes a la tribu de los Miknasa eran noreste de Mérida, las fuentes historiográficas los Banu l-Aftas o Banu Maslama, cuyos ante- árabes la denominan Nafza, lo que se corres- pasados se habían establecido en la kura de ponde con la tribu del igual nombre. Esta desig- FahS al-Ballut (Valle de las bellotas), y que pos- na una gran región comprendida entre los cur- teriormente en el siglo XI, serían señores de sos medios del Tajo y del Guadiana. En el Badajoz, Santarem y todo el †agr al-Yawfi o Muqtabis II (IBN HAYYAN,1959: 349), durante la Marca Inferior. Acerca de la ubicación de la Mik- sublevación de Ibn “al-Qitt”, se cita a un visir nasa extremeña se ha escrito mucho, pero sigue beréber durante el Califato de Al-Hakam II pre- sin ser rescatada del olvido. Los Miknasa que sente en aquellos acontecimientos, donde se se establecieron en esta parte del Oeste penin- afirma que el asentamiento de Nafza se encon- sular, lo hicieron entre Talavera y Cáceres, y traba ubicado junto al Guadiana, de donde fue- hacia el Valle de los Pedroches “FahS al-Ballut” - ron enviados cartas y emisarios a Mérida, Bada- (DUNNUN TAHA,1981: 40). El geógrafo AL-IßTAJ- joz y Toledo. RI (1927: 44) la ubica a cuatro días de Cór- doba; GUICHARD indica que es el nombre de Así mismo, en el Muqtabis V (HAYYAN, una de las tribus más importantes establecidas 1981.ed. y tr:157) durante el califato de cAbd al- en esta parte de al-Andalus (1976: 366 ss). Rahman III, se citan los territorios próximos a FÉLIX HERNÁNDEZ la sitúa en el valle medio Mérida que pasaron a poder de la autoridad del Guadiana cercana al actual pueblo de Ace- Omeya. Este texto describe el hiSn de Um- dera (1960: 348ss), por su parte TERRÓN Yacfar, donde se dice que era la capital de los ALBARRÁN (1991: 31ss), se inclina por encla- Nafza en aquella zona. Este asentamiento fue varla en el Peñón de Cogolludo, muy cerca de identificado por Félix Hernández Jiménez con donde la situaba Félix Hernández Jiménez. Mojáfar, situado muy cerca de Villanueva de la Serena, entre los ríos Guadiana y Zújar El geógrafo al-Idrisi (MIZAL, 1989: 192) en su (HERNÁNDEZ, 1960: 335). Uns al-Muhay wa-Rawd al-Fural, la sitúa a una etapa de Cáceres, a dos de Majadat al-Balat No obstante, esto no invalida que existie- y a cinco de Córdoba, por tanto, entre los lími- ran más núcleos con esta denominación, así tes actuales de Cáceres, Trujillo, Mérida y Villa- también aparecen en la zona de Coria tras la nueva de la Serena. Siguiendo esta misma revuelta de los años 786-787. Según el histo- fuente (PÉREZ ÁLVAREZ 1992: 304 ss), en una riador magrebí del siglo XIII cIbn cIdari, en su reciente publicación, fija la medina de Mikna- obra Bayan, las tropas de cAbd al-Rahman I al- sa al-Asnam en la actual Zalamea de la Sere- Dajil encontraron fuerte resistencia entre los na, a sudeste de donde es situada por la mayo- beréberes Nafza de la región centro-oeste ría de los trabajos expuestos hasta la fecha. (cIDARI;1999: 84), siendo posteriormente De lo que no hay duda una vez examinados sometidos después de causarles un gran núme- las diferentes itinerarios propuestos, y las jor- ro de bajas. nadas que son descritas entre otros por al- IStajri, al-Idrisi e Ibn Hawqal, es que la madi- El geógrafo al-IStajri menciona que la región na que así es denominada Miknasa al-Asnam, al norte del Duero había estado poblada por se encontraría a Noreste de Mérida, entre el beréberes Miknasíes y Nafzíes, ambos del tron- Tajo y el Guadiana; aunque seguramente daba co de los Butr, con anterioridad a la subleva- nombre a un extenso territorio situado entre ción beréber del 740 y a las hambrunas del perí- ambas corrientes fluviales. odo 752-756. Estos hechos les obligarían a asentarse al NO. de al-Andalus, al norte del De la obra anteriormente citada de al-Idri- Guadiana, en las plazas de Mérida, Talavera, si, “los caminos de al-Andalus” (MIZAL,1989: Coria, toda la región portuguesa del Alentejo, 86), en el itinerario que parte de Córdoba a y por otros lugares de la actual Extremadura Miknasa, el autor refiere una serie de núcleos donde eran muy superiores en número a los habitados, con sus correspondientes distancias árabes. entre ellos, a cuya mayoría podríamos situar

44 AyTM 12, 2005 en el mapa. Así se partía de Córdoba a Obejo La tribu Hawwara es otro de los grandes (Ubal) equidistantes 24 millas, después a Pedro- grupos norteafricanos que penetraron en la che (Bitrawsˆ ) una etapa, de aquí a Santa Eufe- península Ibérica junto con Tarik en el 711/92. mia (fiant Quniyya) 18 millas, de ésta población A ella pertenecían los Banu Farfarin, familia se partía a fiant Q.R.Q. ? doce millas, de aquí importante de Medellín, por tanto importante a Capilla (Kabbal) doce millas, para pasar a con- enclave Hawwarí, algunos de cuyos miembros tinuación a B.t.r.l.s (Arlitos o Garlitos) en ARJO- también residían en Mérida (YAMHARA;501). NA CASTRO (2001: 167 ss) ocho millas, que Respecto a su ubicación espacial dentro del se corresponde perfectamente con la distan- territorio emeritense, esta no puede ser más cia de 10 kilómetros que hay entre ambas loca- confusa después de examinar los datos que lidades. Después prosigue camino hacia Qunay- nos han legado la historiografía andalusí. Al- tarat Balà (Puentecillo de Balì o Balà), doce IStajri la sitúa entre Miknasa y Nafza, a cua- millas, muy cerca de Navalvillar de Pela y su tro días de la primera y a diez de la segun- entorno jurisdiccional, donde Félix Hernández da, distancias que sin duda se deben a un situaba Miknasa, en la Sierra de Pela en la mar- error del copista, sobre todo si tenemos en gen derecha del río Guadiana. De este último cuenta una noticia que nos ha trasmitido Ibn enclave se parte hacia T.alut?, doce millas, y de Hayyan1981: 159) en su muqtabis V, donde aquí a Miknasa 18 millas; esto podría ayudar- cAbd al-Rahman III an-Nasir, nombró para la nos a situarla, si trazamos una línea recta en la ciudad de Mérida en el 928/316 H. un camil, dirección noroeste que mantiene el itinerario bajo cuyo gobierno decidió poner a Mikna- propuesto por el autor, relativamente cerca del sa, Hawwara, Nafza y Laqant, asentamientos Puerto de las Herrerías, donde aparecen varios todos ellos dependientes jurisdiccionalmente topónimos del tipo (Fuente de Mengacha, Arro- de Mérida. yo de Mengacha, Cortijo de Mengacha, Casas de Mengacha), que recuerdan al nombre de esta Los Zuwwaga son otra de las tribus beré- tribu beréber y su probable lugar de asenta- beres que han dado nombre a una población miento (Mapa Cartográfico el Ejército, serie L, dependiente administrativamente de Mérida, hojas 12-29;11-30). sita en el sureste de Badajoz –la actual Azua- ga, –pertenecientes al tronco de los al-Butr. Ibn Aunque como se dijo con anterioridad, ocu- Jaldun los considera ligados por lazos familia- paría una amplia franja territorial que abarca- res con los Zanata, tribu también de los Butr ría seguramente gran parte de los actuales tér- que se asentó en la franja sur del territorio minos municipales de Alcuéscar, Arroyomolinos, emeritense y en las comarcas vecinas de Firrîs Valdemorales y Almoharín. No obstante, no y FahS al- al-Ballut, en plena Sierra Morena. El debemos olvidar las imprecisiones que existen polígrafo cordobés Ibn Hazm los sitúa también en las distancias entre poblaciones, que la mayo- en Laqant, cerca de Fuente de Cantos y Bada- ría de autores árabes refieren en sus obras, ya joz (YAMHARA: 464). que eran tomadas éstas de terceras personas y muy rara vez eran verificadas personalmen- En Mérida encontramos elementos de la te, dando con ello lugar a frecuentes errores tribu MaSmuda en el siglo IX, procedentes de de cálculo. Coria y Egitania (Idanha ha vella), los famosos Banu Tayit de los cronistas, que expulsaron a De todo ello se deduce la necesidad de lle- miembros de la tribu establecidos en var a cabo las pertinentes prospecciones arque- Mérida a finales del siglo IX (YAMHARA: 466). Ibn ológicas sobre dicho asentamiento beréber, en Tayit se apoderó de la ciudad después que el que se puedan datar restos materiales islá- Muhammad arrasara sus murallas en el 868, micos de este período (S.VIII-X), con lo que enfrentándose posteriormente con el célebre podríamos avanzar notablemente en el empla- rebelde muladí Ibn Marwan al-Yilliqi, según nos zamiento de tan misteriosa madina (FRANCO Y ha trasmitido Ibn Hayyan en el Muqtabis V SILVA, 2001:159-172). (1981: 99-100).

AyTM 12, 2005 45 También eran beréberes los vecinos de Qal- encuentran ubicadas geográficamente. Así para cat al-Hans (Alanje), de la tribu Kutama per- el territorio dependiente jurisdiccionalmente tenecientes al tronco de los Baranis, proce- de Mérida, las noticias –aunque no excesivas– dentes de Saktan o Suktan, muy cerca del actual son suficientes para mostrarnos la importan- pantano de Azután (VALLVÉ, J.,1996: 275) en cia de éstos grupos humanos. En este plano la actual provincia de Toledo, que a raíz de podemos situar expresiones como “min al-bar- verse asaltados por las huestes cristianas se bar” o “min barbar Marida” que son bastante asentaron en sus alrededores. Estos serían con frecuentes en los diccionarios andalusíes, y que posterioridad cruelmente derrotados por las tro- nos están refiriendo la importancia de este pas del rey Leonés Ordoño II, en las correrías poblamiento en todo el “†agr” Inferior a fina- llevadas a cabo por la Frontera Inferior duran- les del siglo IX y comienzos del X (FELIPE, H. de, te el año 915-16 (HAYYAN, Muqtabis V; 1981: 102). 1997: 23).

Otra tribu importante son los Magilíes per- Desde el primer momento las fuentes escri- tenecientes a los al-Butr, quienes prestaron tas árabes hacen referencia a población beré- apoyo a cAbd al-Rahman I al-Dajil, y de quie- ber asentada en el entorno de la ciudad de Méri- nes no se vuelve a tener noticias hasta un siglo da. En el cAjbar se describen los levantamientos después, cuando un tal Karim b. Ilyas, al servi- que se suceden entre el 740 y 742, así como cio de los Omeyas, ocupa un territorio cono- las expediciones de cAbd al-Rahman al-Dajil con- cido con el nombre de la tribu en la kura de tra las insurrecciones protagonizadas por estos Sidonna (Sidonia), dando también nombre a la grupos –la de fiaqyà al-Miknasi, rebelión que actual Maguilla, localidad situada a pocos kiló- dura cerca de diez años(768-777)– la cual se metros de Azuaga (GUICHARD,1976: 379ss). extenderá por las comarcas de Coria, Santa- ver, Medellín y toda la zona Norte de Mérida - Igualmente, hay presencia norteafricana per- (AJBAR MAYMUcA;1984: 107). teneciente al clan de los ßadfura, los cuales provienen del distrito de FahS al-Ballut. Estos Años más tarde, bajo el emirato de al- también pertenecían al grupo de los al-Butr, Hakam I (796-822), un miembro de los Banu del que encontramos testimonio en Medellín Wansus, Asbag b. cAbd Allah protagonizó un (Madalin), donde era su jefe Abu Zaâbal al nuevo levantamiento que duraría siete años, al Sadfuri el cual daba nombre a su nisba (IBN cabo de los cuales solicitó el aman y se trasla- cIDARI,1999: 82). Este jefe beréber se enfrentaría daría a Córdoba (IBN HAYYAN, 2001: 45-48). Este al poder central aliándose en la revuelta que cAbd Allah b. Wansus pertenecía también a la protagonizaría Al-Hasan ben Aly (apodado el tribu Miknasa, lo que nos da muestra de la fatimí), oriundo de Mequinenza de la Idua, duran- importancia de este asentamiento en la kura. te la década del 770-780/ 160. Después de desarrollarse en Mérida un rosa- rio de insurrecciones durante este período, al Como hemos visto hasta ahora, muchas de final del gobierno del emir al-Hakam I, se pro- estas Cabilas se asentarían por grupos, apar- duce un nuevo rebrote de rebelión protago- tados del resto e intentando escapar del con- nizado por un miembro de la tribu MaSmuda, trol Omeya, eligiendo para ello lugares altos y Mahmud b. cAbd al-Yabbar, que junto con la fácilmente defendibles. Aunque los cronistas al colaboración del muladí, Sulayman bn. Martin servicio del poder Omeya toquen tangencial- tendrán en jaque a las tropas emirales. Esta mente las áreas de asentamiento o de control rebelión finalizará con el asedio que sufre la ciu- beréber –todo su interés radicaba en los núcle- dad con cAbd al-Rahman II en el 832-833 y con os urbanos de mayoría árabe– las obras de la muerte del masmudí Mahmud cAbd al-Yab- estos escribas, geógrafos, historiadores, alfa- bar (IBN HAYYAN, 2001:298-307), dando paso a quíes –sobre todo en los diccionarios biográ- continuación a la construcción de la alcazaba ficos– (FELIPE, H. de, 1995: 185), refieren hechos maridí, para controlar en lo posible las conti- donde se ven indicadas algunas de las nisbas nuas insurrecciones que tenían lugar en la ciu- de procedencia beréber y el lugar donde se dad y su entorno.

46 AyTM 12, 2005 No faltarán los levantamientos en Mérida CONCLUSIONES bajo los emires Muhammad y cAbd Allah hasta el final del emirato, produciéndose una curio- De todo lo anteriormente expuesto se sa alternancia entre beréberes y muladíes con- deduce, que en el territorio dependiente de tra Córdoba: “todo al-Andalus menos Córdoba la Marida andalusí durante los siglos que median se alzó contra cAbd Allah: Ibn cAwsayâ en Lisboa, entre la ocupación del mismo en el 713/94, Oporto y su territorio, los beréberes de Mérida,..” hasta la implantación del Califato en el 929/300, (DIKR BILAD AL-ANDALUS,1983, T. II:164). Como los asentamientos protagonizados por las dife- asevera Helena de Felipe “llama la atención que rentes tribus beréberes, tanto al-Butr como Mérida sea el único enclave del que no se men- Baranis, se extendían por una amplia zona que ciona un líder reconocido, sino que se cita de un comprendería las tierras más allá del Tajo y el forma imprecisa a los beréberes de Mérida” Guadiana en su parte intermedia. Las fuentes (1997:314). En definitiva, esto nos estaría dando historiográficas árabes nos ofrecen datos con muestras de la variedad y dispersión de las tri- los nombres de los cabecillas y jefes de estas bus asentadas en su alfoz en el último tercio tribus, muchos de los cuales muestran sus nis- del siglo IX e inicios del siguiente. bas, mayoritariamente pertenecientes a las tri- bus Nafza, Miknasa, Hawwara y MaSmuda. Esto Respecto a la zona de Medellín, también se nos está proporcionando datos importantes hace referencia a la presencia de miembros de acerca de la distribución y asentamientos lle- la tribu Hawwara, los Banu Farfarin (Yamharat, vados a cabo por estas tribus en el espacio geo- 1948: 499), así como de los MaSmuda, a los gráfico reseñado anteriormente. De todos que cita Ibn Hazm (PROVENÇAL,1948:500) cuan- modos esto no invalida la presencia de otros do cAbd al-Rahman I al-Dajil hizo prisionero a grupos de origen norteafricano en el territo- su jefe Abu Mazkana. rio, como los Kutama, Madyuna, Mistasa, Zana- ta, Sinhaya, Awraba, que son citados en las Tr ujillo, la Turyila andalusí, fue también refu- crónicas con menos frecuencia, pero que sin gio de beréberes provenientes del abortado duda aparecen en momentos de revueltas y levantamiento acaecido en la kura de Tâku- enfrentamientos, tanto contra el poder Omeya, runnâ durante los años 794-796/178. Proba- como contra los reinos cristianos y los grupos blemente pertenecían a las tribus Nafza y Mik- muladíes. nasa (FELIPE, H, de, 1997: 346), manteniéndose en sus alrededores durante siglos, como indican las Una pequeña ojeada a las crónicas nos noticias referentes a las continuas razzias que muestra la preponderancia numérica del ele- organizaban en el país de los cristianos. mento humano norteafricano sobre el árabe en todo el territorio dependiente de Mérida; Como muestra de lo expuesto anterior- aunque desde el punto de vista material y de mente, sirva esta breve anotación acerca de los desarrollo histórico lo ignoremos prácticamente asentamientos beréberes más representativos todo, como el dominio real ejercido sobre esta dependientes de la jurisdicción de la Marida islá- zona y sus lugares de asentamiento, a excep- mica según las fuentes árabes (S. VIII-X/II-IV) ción de unos cuantos enclaves. Por ello se hace necesario una mayor cooperación entre his- Alanje: Kutama y MaSmuda. Azuaga: Zuw- toriadores y arqueólogos medievalistas, para waga y Zanata. Badajoz: Zanata y Miknasa. llevar a cabo un mayor número de prospec- Coria: MaSmuda, Nafza y Miknasa. Fuente de ciones arqueológicas que nos ayuden a situar Cantos: Zanata. Maguilla: Magila. Medellín: y estudiar los escasos restos materiales de la Hawwara, MaSmuda y Sadf ra. Miknasa: Mik- presencia beréber en Extremadura, tanto en nasa. Mérida: MaSmuda, Hawwara, Kutama y los núcleos urbanos como en los rurales, sin Miknasa. Umm Yacfar: Nafza. Trujillo: Nafza, olvidar la arqueología de campo, que tan exce- Miknasa? lentes resultados está ofreciendo en el Levan- te peninsular.

AyTM 12, 2005 47 De lo que no hay duda, es que sin la apor- – (1994): “los beréberes en al-Andalus” en Imazighen del tación de estos pobladores del Norte de África, Magreb entre Occidente y Oriente (Introducción a los Beré- beres). Edic.Rachid Raha Ahmed, Granada, pags: 83-96. la empresa andalusí no se hubiera llevado a cabo, o en todo caso hubiese finalizado muchos CHALMETA, P.,(1994): Invasión e Islamización, Madrid. siglos antes. No olvidemos que fueron pieza – (1996): “Asentamientos Beréberes”, Batalius, el Reino clave en el dominio de la Hispania visigoda, en Taifa de Badajoz, Madrid, pags; 105-113. el afianzamiento de las estructuras administra- tivas orientales durante el emirato y el califa- CRÓNICA MOZÁRABE DE 754., (1980): edic. J. López Pereira, Zaragoza. to, así como en el surgimiento del reino taifa de Badajoz en el siglo XI/V. Esto en el terreno DIKR BILAD AL-ANDALUS (Una descripción anónima político, pero en el material no debemos olvi- de al-Andalus, 1983) Edic, Trad, Int. Notas e índices Luis Molina, Madrid, CSIC, T. I-II. dar sus aportaciones en el campo de la agri- cultura, con la introducción de técnicas de rega- FELIPE, H. DE. (1995): “Beréberes en diccionarios bio- dío y de captación de aguas en qan‚t y acequias, gráficos norteafricanos y andalusíes” Actas del XVI Con- greso de la U.E.A.I. Salamanca, pags: 185-189. y los cultivos denominados “en bancales” y terrazas, que han llegado hasta nuestros días. – (1997): Identidad y Onomástica de los Beréberes de al- No debemos olvidar tampoco la implantación Andalus, Madrid. y posterior desarrollo de nuevas especies vege- FRANCO, B. Y SILVA, A.,(2001): “Nueva propuesta de tales (berenjena, alcachofa, dátiles, etc.); y de ubicación del emplazamiento beréber de Miknasa en el animales, especialmente ovicápridos (cabra y tagr al-Adnà o frontera Inferior de al-Andalus”, en Méri- da, Ciudad y Patrimonio, Revista de Arqueología, Arte y Urba- oveja merina). nismo, nº 5, Mérida, pp: 159-172.

GLICK, T. F.,(1970): Irrigation and society in Medieval Valen- cia, Cambridge. Massachussets.

– (1997): Cristianos y musulmanes en la España Medieval, Madrid. BIBLIOGRAFÍA - GOZALBES, E., (1994): “Los orígenes del pueblo beréber” AJBAR MAYMUcA, (1984): Lafuente y Alcántara, Int.y trd. en Imazighen del Magreb entre Oriente y Occidente. (Int. a Colecc. Obras arábigas, Hª y Gª, Reed. Madrid. los beréberes). Edic. Rachid R. Ahmed, Granada, 19-40. ARJONA CASTRO, A., (2001): “Identificación de dos GUICHARD, P., (1969): “Le peuplement de la región de topónimos importantes en el poblamiento árabe de al- Valencia aux deux premiérs siecles de la domination Andalus, provincia de Badajoz: B.t.r.l.s (Arlitos o Garlitos) musulmane”. Mélanges de la Casa de Velásquez, 5, pags: y Balà (Navalvillar de Pela)”, Actas del XXVI Congreso de 103-156. la Asociación española de cronistas oficiales, Badajoz, 17- 19 de Noviembre 2000, pgs:167y ss. – (1976): Al-Andalus. Estructura antropológica de una socie- dad islámica en Occidente, Barcelona. BARCELÓ, M., (1986): “La qüestió de `l `hidraulisme andalusí”, en Barceló, M, et alii, Les aigües cercades (els HERNÁNDEZ JIMÉNEZ, F., (1960): “La kura de Mérida qanats de l`illa de Mallorca). Pags 9-36 P. Mallorca. en el siglo X” en Al-Andalus, XXV, pags: 313-371. – (1991): “Assentaments berbers i arabs a las regions del c nord-est d`al-Andalus: el cas de l´Alt Penedés (Barcelo- IBN ABD AL-HAKAM,. (1966): Futuh Ifriquiya-wa-l-Anda- na)”, La Marche supèriore d´al-Andalus et l`occident chre- lus., edic. Vidal Beltrán, Zaragoza. tien, Casa de Velásquez-Univ. Zaragoza, Madrid, pags:89- 98. IBN HAYYAN, (Muqtabis, 1950-1960): Kitab al-Muqta- bis, gobierno del emir cAbd Allah, edic. M. Antuña, 1937, BAZZANA, A.,CRESSIER, P.,GUICHARD, P., (1988): Les trd. Guráieb en C.H.E. XIV-XXXI,. chateaux ruraux d´al-andalus. Histoire et archéologie des husun de sud-est du l`Espagne, Madrid. – (Muqtabis V, 1981): texto árabe edit. Por P. Chalmeta y otros, I.H.A.C. Madrid, 1979.Trad. castellana, Crónica del c BOSCH VILÁ, J., (1964): “El elemento humano nortea- califa Abderrahman III al-Nasir entre los años 912-942, por fricano en la historia de la España musulmana”. Cuader- Mª. J. Viguera y Federico Corriente, Zaragoza. nos de la Biblioteca Española de Tetuán, 2,pags: 17-37. – (Al-Muqtabis II-1, 2001): Crónica de los emires alha- – (1965): “Establecimientos de grupos humanos nortea- kam I y cAbderrahman II entre los años 796 y 847, trd. fricanos en la Península Ibérica”, en Atti del primer Con- Notas e índ. Mamud cAli Makki y Federico Corriente, I.E.I.O.P. greso Internazionale di Studi Norte-Africani, Cagliari, pags: Zaragoza. 147-161.

48 AyTM 12, 2005 IBN HAWQAL, (1971): Liber imaginis terrae, B.G.A. Bull MANZANO MORENO, E., (1990): “Beréberes de al- 1967. trd. Romany Suay, M. J., La Configuración del mundo, Andalus: Los factores de una evolución histórica”, al-Qan- Valencia. tara, XI, pags:397-428.

IBN HAZM (1948. (ára)): YAMHARA ansab al-carab, edic. – (1991): La frontera de al-Andalus en época de los Ome- Levì-Provençal, El . yas, Madrid.

IBN cIDARI al-Marrakusi (1999): al-bayan al-mugrib tiaj- MOLINA, E., (1985-6): “De nuevo sobre los beréberes. bar muluk al-Andalus wa-l-Magreb, II-III, edic Huici Miran- Reflexiones en torno a un proyecto de de Hª. del da, Tetuán, 1953-4. Historia de al-Andalus, trad., y est-Htcº- ”. Estudios de Hª. y Arq. Medievales, 5-6, pp.25-33. crítico, de Francisco Fernández González. Edit. Aljaima, Malaga. PÉREZ ÁLVAREZ, Mª. A., (1987): “La población nortea- fricana en Extremadura en los primeros siglos de la Inva- - IBN JALDUN (1969): Histoire des Berbères et des dynas- sión” en “Actas Congreso Int.”El estrecho de Gibraltar”, ties Musulmanes de l`Afrique septentrional, trad. De Slane, Ceuta, pags: 101-106. edic. Paul Casanova, T. I-II, Paris. – (1992): Fuentes Árabes de Extremadura, Cáceres, – (1977): Introducción a la Historia Universal, al-Muqaddi- pp:280ss. mah; estudio preliminar, revisión y apéndices de Elías Tra- bulse, México. RAHA AHMED, R., (1994): “Algunos aspectos de la Ara- bización de los Imazighen”, en Imazighen del Magreb entre Al-IDRISI, (1989): Los caminos de al-Andalus en el siglo Occ. y Oriente (Int. a los beréberes) Granada, pags: 97-104. XII, según “Uns al-Muhay wa-rawd al-Furay” (Solaz de - Corazones y prados de contemplación), Est. Edic. trad. y ano- TAHA, cA. W. DUNNUN., (1981): “Istiqur al-qabacil al- taciones por Jassim Abid Mizal, Madrid. barbariyya fi-l-Andalus” (El establecimiento de las tribus beréberes en al-Andalus), Awraq. IV, pags: 35-48. AL-IßTAJRI, (1927): Kitab al-masalik wa-l-mamalik, Ed. J. M. de Goeje. Biblioteca Geographorum Arabicorum, (T. I), TÉRES, E., (1957): “Linajes árabes en Al-Andalus según Leyden. la Yamharat de Ibn Hazm”, al-Andalus XXII, pags:55-111.

Al-MAQQARI (Ajbar Maymu ca-1984): trad. pasaje rela- TERRÓN ALBARRÁN, M., (1991): Extremadura musul- tivo a los primeros tiempos de la España musulmana, en mana, Badajoz, pp:21-37. el Vol I. de la obras arábigas de la R.A.H., pp:175ss. VALLVÉ, J., (1986): La división territorial de la España musul- JIMÉNEZ GADEA, J., (1994): “Asentamientos beréberes mana, Madrid. en al-Andalus”, V Semana de estudios Medievales, Logro- ño, pags: 209-215. – (1996): “La Cora de Mérida durante el Califato”, Bata- lius, el Reino Taifa de Badajoz, Madrid, pags:269-279. LEVÌ-PROVENÇAL, E., (1982): España musulmana, vols. IV y V de la Hª. de España dirigida por R. Menéndez Pidal, WATSON, A.M., (1998): Innovaciones en la agricultura en Madrid, 5ª. Edición. los primeros tiempos del mundo islámico, Granada.

AyTM 12, 2005 49 Fig. 1. Asentamientos y tribus bereberes (Imazighen) durante el emirato Omeya.

50 AyTM 12, 2005