Libro 06 Las Comunidades De
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La Academia de Historia y Arte de San Quirce tiene una gran satisfacción al publicar la colección de Guías Especializadas de cuanto encierra en belleza. costum- bre y vida la ciudad y la provincia de Segovia. Con semejante iniciativa, cumple su nohle tarea de proyección cultural bajo el lema de "Segovia al pa- so ... ". Preténdese así identificarla con su lectura sosegada y expresiva del rigor en la exposición y comentario de los temas propuestos, respecto de los cuales. con espí- ritu alerta y abierto. se aspira a "desocultar" el mis- terio que encierran en el espíritu del vivir comunitario y de solidaridad en esta nuestra tierra segoviana. A quien se asome a esta Colección de "Segovia al pa- so". y adquiera sus libritos. podemos augurarle su agradable lectura y nuestra gratitud por su asistencia y ayuda en esta iniciativa académica y cultural. que gra- cias a la generosa colaboración de sus autores y pa- trocinada por la Diputación Provincial de Segovia. la Academia de San Quirce emprende en nueva y ventu- rosa andadura al servicio de Segovia. CARLOS ROMERO DE LECEA De la Real Academia de Historia y Arte de San Quin·e. A la memoria de Antonio Lucio. MANUEL GONZÁLEZ HERRERO LAS COMUNIDADES DE VILLA Y TIERRA EN SEGOVIA SEGOVIA AL PASO, N° 6. - SEGOVIA, 1998- COLECCIÓN DE GuíAS EDITADAS POR LA REAL ACADEMIA DE HISTORIA Y ARTE DE SAN QUIRCE, B AJO EL PATROCINIO DE LA EXCELENTÍSIMA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE SEGOVIA. © Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. Manuel González Herrero Portada: Puerta de San Martín. Segovia. Entrada principal de la ciudad. D.L.: SG-77 / 98 Imprime: Gráficas CEYDE. Segovia. l. Orígenes de Castilla. La Castilla primigenia y la Castilla de las Merindades. l. Como es bien sabido, Castilla tiene su origen en los angostos valles cantábricos. El anónimo monje de San Pedro de Arlanza que El escribe hacia 1255 el Poema del conde Fer- origen nán González, narrará la difícil vida de las gentes que se habían refugiado en la cordille- ra cantábrica: Eran en poca tierra muchos ames juntados; de Jambre e de guerra eran muy lacerados; vivieron castellanos gran tiempo mala vida, en tierra muy angosta, de viviendas fallida. Esta pobreza es la que los castellanos quieren sacudir cuando se deciden a empren- der la gran aventura: salir fuera de las mon- tañas. 7 Hacia el 814 se inicia la empresa. "En la era 852 -rezan los Anales Castellanos- salie- ron los foramontanos de Malacoria y vinie- ron a Castilla". Pronto les encontramos en el alto Ebro, en las tierras del norte de Burgos, por Bricia, Villarcayo, Bárcena, Espinosa de los Monteros, Medina de Pomar, Amaya. En la antigua Bardulia, que ahora se va a llamar Castilla. Bardulies que nunc vocitatur Cas- tellae, es decir "los castillos" -Al Quilá de los cronistas musulmanes-; las fortalezas que han de defender las nuevas tierras que se ocupan y colonizan. Castilla Esta es la Castilla primigenia, que se lla- Vieja maría Castella Vetula, Castilla Vieja. Lenta y penosamente los cotos de Casti- lla fueron avanzando hacia el sur, hasta al- canzar la línea del Duero. La epopeya caste- llana se despliega en un escenario que es co- mo una flecha tendida de norte a sur: de la cordillera cantábrica a Amaya, a Burgos, a 8 Lara, a la orilla derecha del Duero. Una fle- cha que busca el corazón de lo que ha de ser una tierra nueva y libre, la Extremadura cas- tellana, donde florecerán las Comunidades de Villa y Tierra. Castilla no es "ancha" como se dice, sino larga y vertical. Los albores del siglo X vieron por fin a los castellanos establecidos y fortificados en la ribera norte del río. En el año 912 el conde Nuño Núñez puebla Roa; Gonzalo Téllez, Osma, y Gonzalo Fernández, el padre de Fer- nán González, Clunia y San Esteban de Gor- maz (Castro Moros). Ese mismo año Gonzalo Fernández se decide a pasar el Duero, y una legua al sur Pasar ocupa la atalaya de Aza, un áspero cerro so- el Duero bre la vega del Riaza en el que funda un cas- tillo inexpugnable, cuya población habría de integrar la primera de las comunidades de villa y tierra sureñas del Duero. 9 Torreón de Aza 2. La Castilla del norte del Duero es la Las Castilla de las Merindades, las viejas tierras Merindades cristianas repobladas en los siglos IX y X. La colonización de este país hubo de en- frentarse -según la conocida, aunque discuti- ble, tesis de Sánchez Albornoz -con la despo- blación del territorio, que había sido tan in- tensa después de la invasión musulmana que prácticamente desaparecieron todas las ciu- dades romano-visigóticas. 10 "No hallaron en el valle del Duero sino ruinas; ruinas de las antiguas civitates, de los antiguos castra y de las antiguas villae roma- nas y godas; ruinas más o menos gastadas por la acción de los años, según el plazo que tardaron los cristianos en llegar hasta ellas. El corte fue completo; la interrupción de la vida en la meseta, absoluta. Fue preciso restaurar o alzar otra vez ciudades, castillos y villas, poblar el país y colonizar la tierra yerma". Los territorios que se van recuperando pertenecen en propiedad al rey, es decir son de realengo, si bien el monarca para favore- cer los asentamientos de población cede par- tes del realengo a magnates laicos y clerica- les, señores, monasterios e iglesias, que dan lugar a dominios señoriales y abadengos, y también a gran número de pequeñas aldeas, habitadas por una población de hombres li- bres, que prácticamente poseen como dueños las tierras que trabajan. 11 Torre de "La Martina" (Ayllón) Las aldeas poseen términos de reducida Tierra extensión y no se integran en entidades su- de libertad periores, sino que limitan su organización al conventus publicus vicinorun, es decir la 12 asamblea vecinal o concejo, que se ocupa de resolver los asuntos públicos. En todo caso se trata de una sociedad de hombres libres. Como escribió brillantemente el mismo Sánchez Albornoz, la necesidad de atar a las peñas de Castilla masas de hombres capaces de defenderse de las feroces embestidas ene- migas, y la milenaria tradición de libertad de los pueblos que en Castilla se habían congre- gado -cántabros, vascones, celtíberos- deter- minaron probablemente el reconocimiento de la plena propiedad de las tierras de que los labriegos, aislados o agrupados en concejos incipientes, tomaban posesión en los valles que se iban colonizando rumbo al sur. Los condados castellanos fueron el único rincón de Europa donde la casi totalidad de la po- blación fue libre y propietaria. Los diplomas del siglo X nos muestran, en efecto, la exis- tencia de una considerable cantidad de pe- 13 queñas aldeas que poseían sus términos en plena propiedad y que incluso los labraban en régimen semicolectivo de trabajo. Vista general de Aza. Ribera del Duero 14 11. La Extremadura de Castilla. l. Al sur del Duero la repoblación del te- rritorio se desarrolla según esquemas origi- nales, radicalmente distintos de los de la Castilla norteña. En realidad se trata de un país diferente de la Castilla de las Merindades. Es la Extre- Plaza de Ayllón 15 madura de Castilla, la tierra de frontera al Sur del sur del Duero -trans fluvium Dorii- que se Duero extiende en principio desde la orilla izquier- da del río hasta la cordillera carpetana, aun- que después habría de expandirse al sur del sistema orográfico central, por las cuencas del Lozoya y Guadarrama hasta el Tajo y Ja- rama. (Segovia de Transierra o Allende Sie- rra). Tierra de posesión difícil e incierta, que contempla el paso de las mesnadas de sur a norte y de norte a sur durante doscientos años. Extremadura es, pues, el país que está pasado el Duero -transado Duero-, viniendo desde Castilla. Así se expresa en la antigua copla popular que juega irónicamente con la diferencia entre la distancia de catorce leguas que hay de Burgos a Aranda y la inmediatez de Extremadura, que está sencillamente al otro lado del Duero: 16 Anda, niña, anda, de Burgos a Aranda, que de Aranda a Extremadura yo te pasará en mi mula. 2. Desde que se consolida definitivamen- te el territorio extremero a partir de la con- Extremadur quista de Toledo (1085), los límites o fronteras castellana de la Extremadura castellana son los siguien- tes: al norte, Castilla, de la que le separa el Duero; al este, el reino de Aragón; al oeste, el reino de León, y al sur, el reino de Toledo. Este país extremadurano es una región diferenciada, "una entidad distinta y paran- gonable a Castilla, León o Toledo", como ya anotó don Julio González al verificar que en reiterados diplomas medievales se califica sistemáticamente a Extremadura como "rei- no" y cuenta con su propia organización e instituciones diferenciadas. 17 Puerta de la Villa (Maderuelo) Un notable diploma de 1135, procedente del monasterio de San Pedro de Arlanza-con- firmación por Alfonso VII de los fueros de Lara -al señalar el medianedo de los hombres 18 de este alfoz, nos informa de dos primitivas Extremaduras: de Yuso (de Abajo) y de Suso (de Arriba). "Los hombres de Lara tengan medianedo con los de Extremadura de Abajo en Roa y con los de Extremadura de Arriba en el río Lobos, en la Fuente del Rey" (cerca de Osma). Las tierras de Segovia son esa Extrema- dura de abajo. Soria integra la Extremadura de arriba. Como Castilla alcanzó rápidamente su frontera definitiva por el este (Navarra, Ara- gón), el concepto de Extremadura se despla- zó hacia el sur y el oeste y arraigó básica- mente en las tierras de Sepúlveda y Segovia.