Los Rumbos Del Cine Europeo Por Jorge García
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La que permitió una serie de encendidos intercambios fue Déja vu, por lo que hicimos una cobertura especial (ver página 10 y sucesivas). A varios les gustó El descanso, a otros Borat, y todos los que la vieron opinan que Secretos íntimos es una porquería. De todo se discutió, también de cómo funcionaba Cartas desde Iwo Jima con relación a La conquista del honor. Pero de nada se habló tanto como de la ter- cera película de Sofia Coppola. María Antonieta guillotinó en dos a la redacción (con leve predominancia de los contreras) y los monár- quicos respondieron las provocaciones de los revolucionarios. La tapa, entonces, se la llevó Kirsten Dunst vestida de reina. Y puestos a hablar de Kirsten Dunst, hay algunos redactores que dicen que es linda. "iLinda es Serena Williams!", grita el editor, un antimonárqui- co interesado en el Abierto de Australia. Y del nacido en Australia llegó Apocalypto, que la empezamos a discutir con el cierre en nuestras cabezas y con 36.000 grados de calor, que si no capaz que le sacaba a cascotazos la tapa a la reina. En fin, no ha sido un mal mes para ver estrenos, eso dicen los sans-culotfes, los jacobi- nos e incluso los sectores más reaccionarios. Y los buscadores de mucho cine por poco dinero celebran el abono mensual que ofrece la sala del Malba por 40 pesos (y 20 pesos para estudiantes, jubila- dos y jubilados que estudian). Que se venga nomás el abono de la Lugones. Y que deje de subir el precio de la entrada de los otros cines. Libertad, igualdad y películas para todos. Director Alejandro Lingenti Derechos reservados. prohi- Gustavo Noriega Juan P. Martínez bida su reproducción total o Jefe de redacción I Editor Agustín Masaedo parcial sin autorización. Javier Porta Fouz Marcela Ojea Registro de la propiedad Asesora periodfstica Marcelo Panozzo intelectual Nro. 83399 Claudia Acuña Jaime Pena Productora general Eduardo Rojas Preimpresión, impresión Mariela Sexer Eduardo A. Russo digital e imprenta Diseño gráfico Ezequiel Schmoller Latingráfica Mariana Marx Guido Segal Rocamora 4161. ColTeCCión Manuel Trancón Buenos Aires. Malala Carones Diego Trerotola Te!. 4867-4777 Martín Vittón Marcos Vieytes Distribución en capital Colaboraron en Con1!spondencia a Vaccaro, Sánchez y Cía. SA este número Lavalle 1928 Moreno 794, 9° piso. Bs. As. Tomás Binder CI051ABD Nazareno Brega Buenos Aires, Argentina Distribución en el interior Diego Brodersen Telefax DISASA Agustín Campero (5411) 4952-1554 Te!. 4304-9377 / 4306-6347 Gustavo J Castagna E-mail Leonardo M. D'Espósito [email protected] Comercialización Juan Manuel Domínguez La Cornisa Producciones Fabiana Ferraz Enintemet SA Jorge García http://wwwelamante.com Te!. 4772 8911 Mariano Kairuz El Amante es propiedad de Lic. Raúl Fernández Federico Karstulovich Ediciones Tatanka SA Te!. 155 325 9787 N°l77 EL AMANTE 1 ~ María Antonieta: la reina adolescente Marie AntoInette Estados Unidos/ Japón/Francia, 2006,123' DIRECCIÓN Y GUIÓN Sofia Cap pala PRODUCCIÓN Sofia Coppola, Ross Katz FOTOGRAFÍA Lance Acord MONTAJE Sarah Flack DI~O DE PRODUCCIÓN K, K, Barrett DIRECCIÓN DE ARTE Pierre Duboisberranger, Anne Seibel VESTUARIO Milena Canonero SONIDO Richard Beggs, David A. Cohen, Roy Waldspurger SUPERVISOR MUSICAL Brian Reitzell MÚSICA The Cure, Siouxsie and the Banshees, Bow Wow Wow, Antonio Vivaldi. Adam and the Ants, New arder. Gang of Four, Aphex Twin, The Strokes, Squarepusher, Air, Windsor for the Derby, Dustin O'Halloran, The Radio Department. Francois Couperin, Jean-Philippe Rameau INTtRPRETEs Kirsten Dunst. Jason Schwarztman, Asia Argento, Judy Davis, Steve Coogan, Rip Torn, Marianne Faithfull. Rase Byrne, Shirley Henderson, Molly Shannon. ESTRENOS Versalles la vemos caminar entre filas de condesas frígidas que juz- gan con sus miradas aquello que no pueden ni podrán entender. Esos juicios se hacen chisme: en más de una escena encontramos a MA rodeada por rumores y condenas, líneas de diálogo que no lle- gan a anclarse en quien las dice, en un montaje audiovisual que unas veces anticipa un discurso a la imagen que le corresponde y otras directamente se la niega. Las imágenes llegan tarde o las opi- niones las preexisten: destinatarios y remitentes se confunden en una masa informe. En el medio, otra vez, la reina. La composición del encuadre, los diálogos: el lugar que lsrit " Iíúri JII IIFIA ,,,,,tI --:.::.:::.._=-=--;;;:-=; encuentra MA en ese espacio que es Versalles y el lugar que le es asignado por el palabrería de quienes lo habitan. Hay una dife- rencia, sin embargo, entre estar-entre y atravesar: lo primero impli- o A favor ca inmovilidad, sumisión, padecimiento; en lo segundo se suma la acción, la voluntad, la rebeldía. Para atravesar hay que estar- entre, pero en movimiento. Si hasta ahora las formas fueron las Rousseau con brillantina del encierro y el círculo, vale la pena aclarar que eso no es (ni por Tomás Binder remotamente) lo único que nos cuenta MA: como en la adoles- cencia, el entorno es el fondo sobre el que lucha por desprenderse -¿Estoy acá? una forma. Y a ese círculo de palabras juiciosas SC le opone el -No. desparpajo del glam y del punk: la flecha que pincha el globo, lo Diálogo entre María Antonieta y algún comensal en alguna fiesta. abre, lo llena de nuevos aires, lo hace explotar desde adentro (el conde Fersen, los pasteles, los peinados, el amor, el exceso, el El punk y la adolescencia se parecen bastante. Los dos son con- sexo, el descontrol). El resto es alegría. 1 o testatarios, caprichosos, esencialmente rebeldes, revulsivos ante algún mundo canónico o adulto o correcto. Los dos están rodeados En algún momento MA se retira a vivir en el campo y, char- por ese ambiente, al que señalan como hostil: eso los define, ver el 111 o landa con sus amigas, cita a Rousseau. Habla del estado de mundo que los precede y con el cual conviven como algo ridículo, naturaleza: de vivir en la naturaleza y sin las ataduras de la socie- decrépito. Y a ese mundo le tiran bombas. Los dos son rabiosamente dad o el bochinche de la corte. No habla, pero podría, de la amo- egocéntricos. Los dos quieren brillar. ralidad (que no inmoralidad) que le atribuye Rousseau a ese estado Pero si ambos buscan destruir y se plantean como un absoluto, la originario en el que el bien y el mal son conceptos vacíos o inexis- adolescencia (y su inevitable condición cronológica) muestra que tentes. Y en el que "el alma del hombre, imperturbable, está ente- esas banderas suelen ser un pasaje, un trayecto que se define con ramente envuelta por la sensación de su existencia presente, sin relación a algún punto de partida y a otro de llegada, a algún fondo idea alguna de futuro, aún del más cercano". No habla de eso, y a alguna forma. Algo que se prende fuego y brilla, pero termina. Y pero lo encarna. Si MA se diferencia del salvaje roussiano por vivir la María Antonieta de Sofia Coppola es adolescente y es punk pero en el exceso y estar lejos de responder únicamente a sus necesida- -también, lamentablemente- es pasajera: porque la película se ter- des instintivas, lo hace con un brillo que quema: hay instintos mina y porque así lo dictó, mucho antes, la Historia. Más concreta- que, aunque adquiridos, encuentran en su artificialidad la misma mente, acá el punto de partida fue la necesidad de una alianza aus- verdad espontánea del que se trepa a los árboles y despedaza tro-francesa y el punto de llegada la descomposición, en 1789, de bisontes. Comer merengue o soñar con soldados son sólo algunos toda alianza y de toda monarquía. Así se define, desde el comienzo, de esos instintos. Y lo que se quema es una época condenada a María Antonieta: como un cuerpo intercambiable entre Austria y acabarse, de la que María Antonieta fue el fósforo de gracia. Francia, flotante entre la lujuria monárquica y su desaparición. Que una reina de Francia tiene responsabilidades políticas, socia- Estar-entre. Flotar. Entre los nobles de Versalles que la miran como les y morales que no tenía el hombre roussiano es evidente; que su una extranjera a la que hay que juzgar, pero también entre una irresponsabilidad y su derroche pueden haber causado hambre y época para la que ella es demasiado y otra que la juzgaría sin enten- pobreza, también. Todo esto, además, no se condice con la compa- der la singularidad de su fuego. La reina punk como un fósforo que sión y la empatía que Rousseau señala como núcleos morales de su se enciende, brilla, quema lo que lo rodea y, después, se vuelve des- hombre natural. Pero para ser compasivo es necesario ver a aquel que echable.