«Tipos castellanos», ,dro original de Valentín. Zubrre PPFMQA RPAFIPA Q A ^*^''°^^ ^^ "Mundo Gráfico", "Nuevo Mund3" y "La Esfera" I Í\L|\IUA UlAArlun, U. A. wEK-viosij^i.A. S7..MAD1ÍID • PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN (Pago afilicipado) Mundo Graneo Nuevo Mundo La Esfera (APARECE TODOS LOS MÍÉRCOLES) (APARHCE TODOS LOS VIERNES) (APARECE TODOS LOS SABADOJ) Madrid, Provincias y Posesio­ Madrid, Provincias y Posesio­ Madrid, Provincias y Posesio­ nes Españolas: .P'": nes Españolas: _Z'3i_ nes Españolas: Ptas. Un año 15 Un año 25 Vn ano 59 Seis meses 8 Seis meses 15 Se.s iueses 30 Amérlcaf Filipinas y Portugal! América, Filipinas y Portugal: América, Filipinas y Portugal: Un año 18 Un liño 29 Un año 55 Seis meses 10 Seis meses 1^ Sci3 meses 35 Francia y Alemania: Francia y Alemania: Francia y Alemania: Un año 24 Un año 40 Un año 70 Seis meses 13 Seis meses 25 Seis meses 40 Para los demás Países: para los demás Países: Para los demás Países: Un año. 33 Un año , 50 Un año 85 Seis meses IS Seis meses 30 Seb meses 45 ]N O T A iM, tarifa especial para Francia y Alemania es aplicable también para los Países siguientes: Argelia, Marruecos (zona /francesa), Austria, Etiopía, Costa de Marfil, Mauritania, Niqer R''unión, Senegal, Surtan, Grecia, Leionia, LuxemOurgo, J'ersia, Polonia, Colonias Portuguesas, Rumania. Terranova, Yugocsgocslavia, Checoeslovaquia, Tunee y liusia. CONSERVAS TREVIJANO LOGI^OIVO ESCIIEIA BERIIIZ Aren^ ACADEMIA DE LENGUAS VIVAS MADRID.—ALCALÁ, 39 Todos los meses empiezan clases de Inglés, francés, alemán é ifaliano CLASES GENERALES E INDIVIDUALES * TRADUCCIONES TELÉFONOS! DE (Jfl'í/ii^ir, PRENSA GRÁFICA

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6ran Via, ZT) lea Ud. MUNDO GRÁFICO los cllchás usados en esta Revista. 6KANA.DA VENDEN Ulrlirlrse ü Hcnnosllla, numera 57. Un ''Locomobir' de rigurosa serie da la vuelta á España, batiendo oficial­ mente todos los ''records'' :: :: :: establecidos :: :: ::

h conocido deportista D, Pedro Rodríguez Torres ha añaiiido una nueva proeza á las muchas que cuenta en E su liiatorial automovilístico. Piloteando un magnífico "Locomobil" de serie, como loe que continuanieute se venden al |ii'iblico, ha dado la vuelta á Esjmfia, pasando por 3'J capitales de provincia y 792 pueblos, cubriendo este recorrido en 72 lioras y 42 mi­ nutos, cronometrados oficialmente por el cronometrador del R. A. C. K., Sr, Cano, batiendo todos los records estableci­ dos anteriormnnte. S cánico, _ „..„ ^„_ ^„. .^ , ^_ que la Agencia «Trema» fVilianiieva, iJ4), concesionaria de la marca "Locomobil" para España, pues pruebas de esta categoría son ias que acreditan una marca y la bondad de BUS materiales y magnifica construcción. A. G. Dos interesantes fotografías obtenidas durante la vuelta á España del íLocomabil', conducido por el Sr. Rodríguez Torreí.

SoDliogo Lueogo RoilFíguei CrünDAe- EtrFLUJo Y ENFERME-' VINOS, ALUBIAS Y PATATAS atUllllAa. DADES DE LA MATRIZ LA BANEZA (León) SE CURAN CON J:, HD VALÍ FY' LAUSARLAS IRRIGACIONES POR HIGIENES Y,^^ ^PAR L/R.VAkkA EVITAR CONTAGIOSL .I. .

3^E Obra ntieva delj Dr. Roso de Luna i LA ESFINGE.-Quiénes I somos, de dónde vení nos '• y adonde vamos.-¿>/ fo-\ mo en 4." Precio, 7 p-JS2tas. \ El elogio de esta notable \ f HIOIEHKASl obra de las 30 ya publicadas LACAHMUAI por este polígrafo, está lie- clio con sólo reproducir su inPF> fA«n índice, á saber: Prefacio. —El Edípo tiu- ItiVEtiTO MllIifiVlLlOS'] mano, eterno peregrino,— para volver loa ca­ Lo epiciclos de Hiparco y loa bellos blancos á su «ciclos» religiosos. —Las lii- color primitivo á los póstasis. —Kaos-Theos-Cos- 15 días de darse una mos.—Complejidad de la tm- loción diaria con el , mana psiquís.—Más sobre los Agua de Cotonía LA CAR.ML^LA. Sil ac- siete principios liunianos,— citSii es dt/bida ai o.xl- El cuerpo mental. -El cuer­ geiio del aire, por lo po causal.—La superviven­ que constituye una cia.—La muerte y el más allá novedad, inofensiva, de la muerte,—Realidades Venta todas parles. "PUBLICITAS" «post inortem*; la Huestia- Arcana-coelestia, Adminislracidn de la publicidad d3 De venta en casa del autor (calle del Buen Suceso, nú­ SAHTIAGO PRENSA GRÁFICA í mero 18 dupl.")y en las prin­ íveniJa Conde fmUef. 11.—MADRID cipales librerías. AÑO XIV.—NÚM. 691 MADRID, 2 ABRIL 1927 ILUSTRACIÓN MUNDIAL

•Iraclor: FRANCISCO VERDUGO

Machado no quiso profa­ nar jamás su inspiración, ha­ ciendo de ella mercado; por eso ha vivido pobremente, Kl insigne poeta de su cátedra, y ha escrito muy poco: tan sólo aquello que en alma y conciencia Antonio ^^achado creyó deber escribir. Soledades, Campos de Castilla, h'ueuas Canciones, entra en la Canciones y Dedicatorias, Galerías y Otros poemas, son los volúmenes de ver­ sos publicados por el gran ^cademia^ Kspañola^ poeta, y cuyas ediciones es­ tán agotadas. ¿Por qué no se aprovecha esta ocasión del ingreso de Machado en la Academia para ofrecerle, como home­ propuesta de los Sres. Martínez ANTONIO naje, una reimpresión de sus Ruiz, León y Palacio Valdés, fué MACHADO versos admirables en edición A presentada á la Academia Espa­ ii^na de ellos? ñola la candidatura del insigne poeta Antonio Machado para ocupar la va­ cante producida por el falle­ cimiento de D. Miguel Eche- garay. Esta candidatura ha triunfado, y el autor de Cam­ pos de Castilla es académico á estas horas. Con Antonio Ma­ chado entra en la Academia un gran poeta, noble, sin­ cero^ profundo y racialmente espa­ ñol: un poeta que lo ha sacrificado todo á la indepen­ dencia y á la alcur­ nia espirituales, y ha liecho poesía tan sólo por el pla­ cer de sentirla y guardarla como un aroma del alma en la ferma perdura­ ble de sus versos.

¿)j Y I A J E

Va en los campos de Jaén amanece. Corre el tren por sus brillantes rieles, dev-orando matorrales, alcaceles, terraplenes, pedregales, olivares, caseríos, praderas y cardizales, montes y valles sombríos. Tras la turbia ventanilla pasa la devanadera del campQ de primavera.

La luz en el techo brilla de mí vagón de tercera.

Entre nubarrones blancos, oro y grana.

La niebla de la mañana va huyendo por los barrancos. ¡Este insomne sueño mfol ¡Este frío de un amanecer en vela!...

Resonante, jadeante, marcha el tren. El campo vuela.

Enfrente de raí, un señor sobre su manta dormido; un fraile y un cazador, el perro A sus pies tendido.

Yo contemplo mi equipaje, mi viejo saco de cuero, R E T M A T O y recuerdo otro viaje Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla hacia las tierras del Duero. y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; Otro viaje de ayer mi historia, algunos casos que recordar no quiero. por la tierra castellana... ^^Jíi un seductor Manara ni un líradomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario- ^l'' ¡Pinos del amanecer mas recibí la flecha qiie me asignó Cupido, entre Almazán y Quintana!... y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario. Hay en mis venas gotas de sangre jacobina: pero mi verso brota de manantial sereno; ¡Y alegría y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, de un viajar en compañíal soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. Adoro la hermosura, y en la modeirna estética ¡Y la unión corté las viejas rosas del huerto de líonsard; que ha roto la muerte un día! mas no amo los afeites de la actual cosmética, ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. r~¡Mano fría Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan á la Luna. que aprietas mi corazón! A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una, Tren, camina, silba, humea; ¿Soy clásico ó romántico? No sé. Dejar quisiera acarrea mi verso como deja el capitán su espada, tu ejército de vagones; famosa por la mano viril que la blandiera, ajetrea no por el docto oficio del forjador preciada. Converso con el hombre que siempre va conmigo maletas y corazones. —c[uien habla solo, espera hablar á Dios un día—; mi soliloquio es plática con esto buen amigo Soledad, que rae enseñó el secreto de la filantropía. sequedad. Y al cabo, nada os debo; debcisme cuanto he escrito. Tan pobre me estoy quedando, A mi trabajo •acudo; con mi dinero pago que ya ni siquiera estoy el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. conmigo, ni sé si voy Y cuando llegue el día del i'iltimo viajo, conmigo á solas viajando. y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis á bordo hgero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar. La Es/era

IRE DE FXBULA Este fué un hombre que liabitaba ñ en un aposento todo de vidrio. Su I imagen física, sus ideas después, eternamente reflejadas y eterna­ mente devueltas de uno A otro cristal, le per­ suadieron de sí mismo, más tarde de los otros. Creyóse la mentira del reflejo, y un día febril, por un olvidado poso de juventud que le brota­ ba en el espíritu, lanzóse fuera del aposento. Se hizo á la voluptuosidad de que las restantes co­ sas del mundo eran igualmente del propio vi­ drio, y que su' imagen, sus ideas mudaban de emplazamiento, mas no de cristal. En las pisa­ das iniciales, la refracción, aun reciente, seguía mintiéndole; forzó la marcha ilusionado, caminó con prisa; pero muy en breve aquella andadura reposada y grave, del primer empujón fue men­ guando. Los ojos, ya perseguidos por otra luz distinta y por un aire libre y un sol sin tamiz, acobardaron al caminante: no veía ya su rostro ni reflejado el juego de sus ideas. Azorin no se encontraba, Azorin se desorientó. Estamos en el Azorin de Brandy, mucho brandy, que fué, al prin­ cipio de este torpe vagar, el Azorin de Oíd Spain.

UNA PELÍCULA INTELECTUAL Los grandes animadores de la escena exótica creen que muy pronto se podrán hacer películas flcerebrales*. Un dispositivo de sensibilidad mag­ nética, aplicado sobre la frente del escritor, re­ cogerá el pensamiento de una obra futura desde el crítico é ignoto segundo do producirse la idea hasta el de la plasmación total, matiz por matiz, volición por volición. Si hoy fuese ya posible esto, Azorin nos habría regalado una gran pe­ lícula. Su obra en el libro, su desdén por el teatro, su cariño apasionado por este carte inferior , Oíd Spain. la campana contra la crítica, Brandy, nnicho brandy, y su fracasada conferencia, estas mutaciones, con ritmo de aventura, en un espí­ ritu tan equilibrado, tan tradicionahsta como el de Azorin, es un jugoso argumento para un film intelectual. ¿Qué tragedia soliviantó así su ánimo? Pocos escritores más realistas, en la no­ ble acepción del adjetivo, que Azorin; buche á buche paladeó la vida; su labor está formada del pequeño latido de las cosas.

AYER Y HOY El tenía una casa ancha y baja con huertoi frente á un encinar, en la diminuta parte mon­ tuosa de Levante: por Sax, por Petrel, por Elda- Una casa limpia de cal, con un tejado rojo por cresta; ante el portón, un roel de guijos—sta- diíivi de grama para el sol, que desciende de unos álamos—es alcatifa de un cuadrado de som­ bra húmeda é íntima. El claroscuro, que á veces ^íe inflama de luz por la perfidia de los árboles, destaca sobre la aguadera de pino la panza de unas orzas con el dosel do la leja cargada de cris­ talería. La casa tan muellemente se rodea de paz, que el reposo se antoja un maleficio. La vida es de dentro afuera; desde aquí, desde tan hipotético punto, Azorin, cada aurora, salía en busca de su realismo. Y en la piel del paisaje hallaba su cosecha. Un buen día trastrocó su técnica. Era el mundo y era su ritmo el que ha­ bía de salvar su portón, hundirse en su sombra húmeda é íntima... Estamos, pues, ante el superrealismo de sus comedias y el más pintoresco de su charla.

LA I'ARADOJA DEL FILÓSOFO

En su aposento de vidrio, Azorin rehuyó siem­ pre al público; su público era él; le bastaba, é imaginóse que al salir de su retiro el mi- ( lagro seguiría. Fresca se halla la memoria del estreno de Brandy, y más fresca aún la de su charla post-brandy. La muche­ dumbre, espejo del superrealismo, no se encontró. Nadie fué al teatro, y su con­ ferencia, al clausurarse éste, hubo de pro­ nunciarla desde las páginas de La Nación. ¿Cómo? . La Esfera

LA CONFERENCIA

Un día de Marzo gris. Un fino orvallo enceniza la luz y convierte el barro en charol. Las cuatro de la tarde. A esa hora, en un diario de la noche, la lotativa hace la digestión de las ediciones de provincias. Su zumbido monocorde es tomada de siesta. Desde el vestíbulo á la redacción todo dormita. Y hay unos redactores que odian el te­ léfono y fuman y escriben, y unos ordenanzas que imitan á Buda en el hall. Un timbre, con su calambre de urgencia, levanta, muy de vez en vez, pesadamente á los mandaderos... Es que á aigún redactor se le ha ocurrido tomar cafe... El edificio de La Nación, de Madrid, está encla­ vado en una calle recóndita, cerca de la Caste­ llana. No se pasa por allí; hay que ir allí deter­ minadamente. La menuda crónica del callejón recogerá emocionada este hecho insignificante; el miércoles 23 de Marzo de 1927. á las cuatro de ía tarde, un taxi de «cuarenta» desembocó y pa­ róse en el número tres. De este taxi bajó un hombre y un paraguas negro; ese hombre era Azorin. Pagó, oteó la calle unos instantes, vaciló algo y hundióse, á la postre, en el portal. No tomó la escalera con premura; en los escalones iniciales se detuvo; miró y remiró el decorado... •Azorín" Dijérase por el gesto que, al aire de un local des­ conocido, su instinto se empinaba interrogante. visto Por fin sube, y sin percatarse tropieza con una por pregunta y con un portero. Arista

—Ahora no está el director. TÉllez —No le hace. Anúncieme. Soy el Sr. Martínez Ruiz. —¡Ah! ¿Usted es Azorin? El «maestro* queda solo y sonríe, gustando el éxito menudo de popularidad. El ordenanza, frente á Delgado Barreto, ha dicho, nn poco incrédulo: ^Ahí está un señor que dice que es Azorin... Y Azorin, que aguardaba con simpatía la vuel­ ta del fámulo, oye crujidos de pasos, voces im­ perativas, y de repente le rodean tres, cuatro, cinco, seis personas. —Por aquí, maestro, por aquí. Todos le conducen. Alguien le despoja del ga­ bán, alguien del paraguas, alguien del sombrero. Sin .enterarse se encuentra en nn despacho en tentíc de orador. Azorin se refugia tras una mesa. Su semblante, de arriba abajo, tiene ese goloso hermetismo á la vez que esa frialdad de la na­ ranja. Azorin se ve atendido, asediado, y se con­ centra más. Seguramente querría ser amable, pero no puede. Seis presentaciones concluyen por recluirle cu una sonrisa fatigada. Responde con monosílabos. Sus dedos impacientes persiguen hilachos invisibles en el traje. —¿Dónde está el iotógrafo?~inquiere Azorín. La decisión del maestro es tan clarísima, que Pausa, un trago de agua y un carraspeo con­ empezara, rubrica el *he dicho»... Ni un grito, acaba con el protocolo. cienzudo. ni un estridor. Una admirable conferencia para Primera pose: un grupo. El fogonazo del mag­ —No una conferencia doctoral, |Dios me enfermos del sistema nervioso. nesio lo disuelve. Segunda pose: Azorin, delan­ libre!... Y apresurado, con el mismo desasosiego que te de un burean, extiende la mano izquierda en Ya se lanzó. Su diestra se afinca en la barbeta; entrara, busca el gabán, el sombrero y el para­ actitud muy Maura ó muy de jugador de bolos... con la otra mano, libre ya do las anotaciones, es­ guas... La frialdad crece. Azorin reconoce sus Alguien le pide una postura pensando en los crí­ truja un pañuelo. En nn tono uniforme habla, prendas al ponérsehLs, se prepara y saluda. Al­ ticos; sonríe Azorin y modifica la posición del habla y habla. ¿Recita? ¿Improvisa? Más bien guien le señala la conveniencia de corregir las brazo con un ademán vencido. Pero el magnesio lo primero... Sus ojillos relucen tardíamente. La cuartillas de los taquígrafos. no funciona; los fogonazos no consiguen la ex­ mirada brinca de un sillón á un armario, de un —No; ya para qué... Ustedes mismos... pansión precisa. Otra vez Azorin se pone triste «fin de raza» á im búcaro, inquiriendo de las co­ Pasa rápido Azorin entre la ceremonia de por­ y algo' rojo. Se percata del agrio camino de la sas. ¿I-'or qué cuando se habla las palabras no popularidad. Ante el «tribuno» no ruge una mul­ teros con el cuello del gabán alzado. Sin vacila­ tienen más terminaciones que en on, en aba ó ciones irrumpe en la calle y desaparece en la titud loca en la ira ó en el entusíjismo. Seis pe­ en ia? riodistas contemplan curiosamente la farsa. sombra del anochecer. Pero Azorín es hombre terco, y sigue. Todavía iQué río tan largo es este que atraviesa Azorín! La redacción vibra ahora ante la inminencia, no se arregla el magnesio; parece una conciencia Mas pronto el sonsonete fatal de las frases se ate­ de las ediciones de Madrid; el nombre de Azorín vidriosa. núa, muere. Canta el hechizo de París bajo el surge en controversia entre despachos de Fabra,. pavor en una soleada primavera. El hotel que montones de periódicos provincianos y alarmas .Recordaré toda la vida—dice Azorín, cha­ hospedara á\ Isabel II en el destierro, el Sena, del teléfono... Ya dio su conferencia Azorín. poteando en el bochorno de un largo silencio— los libros viejos,.. Su persona, sus palabras pasaron sin releje que Pradera se retrató así una vez en la terraza Pero pronto también vuelve al realismo y al sobre la sensibilidad de unos periodistas jóvenes' de un casino... superrealismo y á los on, á los aba, á los Ía. Y, é iconoclastas... iilPafffÜ! El magne-tíio, al fin. cumplió. Y Azo­ por consecuencia, á las actitudes: cruces de de­ Fué nuestro desencanto igual al del niñito rin cercena con avaricia su recuerdo. dos, tirones de barbilla, laxitud de brazos. que á prima tarde compra una naranja en el par­ —Ahora hablaré como si hubiese público Es el Azorin actor de hoy y el Azorin autor de que, juega al sol con su globo de :íumo, ya le —dice á Delgado Barreto. ayer que luchan. La verdad de Los Pueblos en­ tomó cariño, y aun cuando la tarde y el juego Todos se han marchado, y, pese á esa evoca­ frentada con el histrionismo superrealista. Trans­ acaban, no se decide á comer la naranja. Vuelve ción del auditorio, se ve que Azorín, ante los ta­ curre una hora. Sigue el orador fluyente y gris. á la ciudad, y en descuido, dejándole en las ma­ quígrafos, sin más espectadores, se halla muy Quince minutos más. nos una estela iría, la naranja se le cae, la ve bien. Sin otros rodeos, Azorin saca una tarjeta —No quiero cansaros, porque ahora, dentro huir entre sombras, entre coches, y de pronto de visita con unas anotaciones en lápiz, y en voz de unos instantes, veréis á esos personajes de el fruto dorado y querido se hunde por el escoti­ mediada dice á la par qne pasea; Brandy que evoqué hace rato... llón de una alcantarilla... —Señoras y señores... Y de repente, con la misma media voz que FitANCisco LUCIENTES 6 La Esfera useo del ^rado se enriquece con cinco nuevos cuadros legados por ^. Luis de Er r a z u

l~\ON Luis cíe Errátil, patrono que fué del Musco ^-^ del Prado, legó á este Musco una colección de cinco cuadros magníficos, que acaban de ingresar en las fíalas de nuestra pinacoteca nacional. Constituyen esta colección los lienzos siguientes: Un Grrco, que representa á nn caballero santia- guista arrodillado; un Titípoio, qne sirve de comple­ mento d otro existente de antiguo en el Museo; dos retratos de damas, atribuido uno á la famosa Angélica Kauífmann, y original el otro de Jolin Hopt- "cr; y, poriiltimo, nn retrato de eclesiástico, notable obra de escuela italiana. EL LEGADO ERRAZU Estos cuadros se hallan reunidos temporalmente i.-E! cuadro de Tiépolo que do antiguo figuraba en la soberbia colecciún del Prado y que se comnUt. en una sala del Musco para que puedan ser conteni- pUulos por- ci piibÜco antes de la distribución del . -El T.ep.10 qu. representa é San P.scual ^'"•^-^--;-' Sacramento, y que forma par.e del legado Erra.u legado en los grupos correspondientes d cada obra. (Fots. Cortés) La Esfera

I.—Retrato del caballero Paiitiaguiíta Julián Romero, el de los AzañaS, por El Greco 2,—Retrato de un eclesiástico, que se supone ser Inocencio X antes de ser papa 3.—Relralo de una dama, por John Hoptner, primer ejemplarde la escuela inglesa que entra en el catálogo del Prado 4.—Retrato, por Angélica Kauffniann, v'mico lienzo de esta pintora famosa que existe en el Museo (Fots, Cortés) La Esfera

El homenajea miembros d e 1 do Sr. Lafarga, Colegio, del teniendo á su presidente y vi­ derecha al de­ cepresidente de cano honorario la Asociación del Ilustre Co­ General de Em­ legio de Procu­ pleados de Ofi­ radores de Bil­ cina de Vizca­ bao, D. Ricar­ ya, Sres. Amé- do de Arana; á zaga y Gutié- la izquierda, al rrei. y de otrcs decano, D. Ma­ concurrentes al riano de Arós- acto de la er.- tegui, y rodea­ trega del álbum do de otros (Fot. Espiga}

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Homenaje de Bilbao EN HONOR DE UN ILUSTRE al director de «La * PERIODISTA BILBAÍNO * Tarde», D. Saturnino ¥ Laíarga y Freixa ¥

DO.SAIURNJNOLÁFAÍS' Ehf'»JSl!i.lA-i FF ll\l\ 0\ fi

N el Colegio de Procuradores de Bilbao tu­ l'-l director de La Tarde, dando ejemplo de vo lugar un acto altamente simpático y modestia poco frecuente, rehuyó el acto ruido­ E cordial, llevado á cabo para rendir justí­ so que se preparaba—un gran banquete—, y simo homenaje al ilustre periodista D, Satur­ sólo aceptó una comida y un homenaje íntimo, nino Lafarga y Freixa, director del diario bil­ consistente, este último, en un álbum donde han baíno La Tarde. sido recogidas las firmas de cuantos amigos y El Sr. Lafarga celebra, al cabo de veinticin­ Cubierta del artístico álbum ofrecido al Sr. Lafarga er. el acto admiradores del Sr. Lafarga deseaban sumarse co años de labor ejemplar, sus bodas de plata del homenaje organizado en honor del gran periodista. En este al homenaje. con la Prensa. Tal ocasión ha permitido á la álbum, obra de D. Fíli-t Agüero, han sido recogidas centenares de firmas de los amigos y admiradores del Sr. Lafarga Todas las personalidades representativas de población bilbaína, entre la que el director de Bilbao estamparon su nombre en las pági­ La Tarde cuenta con unánimes simpatías y ad­ nas de ese álbum, y para la formación del miraciones, exteriorizar estos sentimientos ofre­ ciendo valioso testimonio de ellos at Sr. La­ mismo se nombró una Comisión integrada por farga. el decano del Colegio de Procuradores y ex al­ calde de Bilbao, D. Mariano de Aróstegui; el La iniciativa de este homenaje fué tomada vicepresidente de la Asociación General de Em­ por el diario Euzkadi, y adoptada con entusias­ pleados de Vizcaya, D. Arturo Gutiérrez; el re­ mo por los demás periódicos bilbaínos: B¡ Pue­ dactor de EusUadi, D. Ramón de la Fuente; el blo Vasco, El Nevvióii, Excehior... de El Pueblo Vasco, D. Antonio Oiascoaga, y Por otra parte, y fuera del sector de Prensa, el redactor jefe de La Tarde, D. José Albéniz, muchas entidades y agrupaciones hicieron suya que ha dado cima á su labor confiando á un in­ la idea y se sumaron al acto, destacándose entre signe artista, D. Félix Agüero, gran amigo y ad­ ellas la Asociación General de Empleados de mirador del homenajeado, la confección del ál­ Oficina de Vizcaya, de la cual es el Sr. Lafarga bum. Secundado por artistas industriales de uno de los fundadores; la Colonia Aragonesa que Bilbao, el Sr. Agüero ha realizado una verdade­ preside el director de La Tarde, los abogados y ra obra de arte. procuradores de los Colegios de Bilbao, con los que, en los diversos cargos judiciales ejercidos El acto de entrega de ese álbum fué, dentro por el Sr. Lafarga, mantuvo éste las más cor­ de la intimidad deseada por el Sr, Lafarga, un diales relaciones siempre, así como numerosísi­ solemne acontecimiento al que asistieron más mas personas de todas las clases sociales: ban­ de cien personas, entre las que había represen­ queros, negociantes, ingenieros, médicos, obre­ taciones de la Magistratura, del Ejército, de la ros, etc., etc. DON SATURNINO LAFARGA Asociación de la Prensa y de todas las fuerzas Ilustre periodista bilbaíno, director de 'La Tardei vivas de Bilbao. La Esfera LOS ESTRENOS DE PARÍS.-EN LA GRAN OPERA

« UIMPERATRICE A U X ROCHERS» Misterio en cinco actos // un próíogo, de M. Saint-Georges de Bonhelier, nnisica de M. Artar Honegger

servicio de los poetas, ha pnesto toda su alma, haciendo del arte su única vida. Alentada por la gran Sarah Bernhardt. que conoció su naturaleza y apreció en ella una mujer de su raza, se destacó en la interpretación de la Giocconda. de Gabriel d'Annunz'O. que parecía haber sido soñada por el poeta para ella. La belleza plástica, que tanta importancia tiene en la obra; la musicalidad de la frase, su fervor por el misterio de las almas y la riqueza de su paganismo corresponden á la naturaleza y al arte de Ida Rubinstein, que po­ see el gran secreto de llevar los personajes que crea al medio que le es mis propio, transfigu­ rándolos, poetizándolos, haciéndoles perder su aspecto demasiado humano para convertirlos en criaturas estéticas. Y esto mismo, que fué acaso el único defecto de su maestra Sarah Ber­ nhardt, es en ella una cualidad más de encanto, porque la reflexión filosófica no ha matado su instinto, que la hace crear interpretando para que. al par que su propia creación, no se merme en nada la del poeta. «Hágaae en mí según tu genio—^parccc decir—; pero dentro de mi teni- jieramento apasionado y ardienlea; y pone en ello todas las blanduras de un feminismo dócil, GEORGES DE BONHELIER que no pretende el cspril de la originalidad ni EL MAESTRO ARTURO HONEGGER Autor de rL'Imperatrke aiiic Rochersi las balitadas que tanto rebajaban A Sarah I'íer- Autor (le iL'impcratrice aux Rochersn nhardt, y queá las queno alcanzaron I a cumbrede AD.\M!-: Rubinstein inspira el amor ó el Sil genio y pretenden una personalidad demasia- do (iefinitla las conduce á la vulgaridad de un odio. T'enc fervorosos que la adoran y talento gracioso, de escaso valor, como produc­ M detractores que se irritan", to de una estética aventurera. La dice Nozi¿'re en un pequeño folle­ Rubinstein es toda para su arte. to dedicado ;i esta artista, la de Nove en la escena una industria mayor prestigio que en estos mo- ni un palenque de vanidad, ni mentos tiene París. menos un espejo de coquetería. Su La gran trágica Ir' pretendido— figura, llena de líneas suaves, ar­ mónicas, conservan en todo mo­ V va triunfante en su propósito— mento una belleza estatuaria y definir una idea clara y precisa del justa de actitud, y su voz,"ile dul­ ai te dramático en los instantes en ce modulación, tiene calor y ehio- que más obscuro se presenta para oión en todos los registros, adqui­ todos. I-OH que le mantienen en e! riendo un volumen que recuerda reflejo cotidiano de la vida, atc- á nuestra María Guerrero en los niéndo.se á la definición sakcspc- graves, y una dulzura inconcebi­ riana, de que debe ser un espejo ble en los agudos. Su voz canta de la época, lo empequeñecen y se cuando hafila, sin empalago ni irritan contra la artista. La ador­ propósito en la actriz de hacerla nan, por el contrario, losquesaben cantar, por el prodigio de sus fa­ que lo real en estos momentos ca­ cultades naturales. rece de substancia poética, porqtc tiene la TTumanidad una fisonom.'a Colaboradora nativa del genio bastante superficial y son sus sen- —ha dicho tino de .sus admira­ timienlos demasiado positivista^- dores—,• harta surgir de la tierra para que por sí puedan facilitar al un poeta cada año, si los tiempos poeta su labor, si se atiene á lo que no fueran tan'poco á propósito ve, en lugar de buscar, con un sen­ pava eilo. Yes que ama !a poesía tido bumano. su obra en sus sue­ como consubstancial á'^sus dotes ño!; y en su corazón, simulando naturales. Durante las vacaciones una vida que será tanto más ar­ del verano, cuando todo el mundo tística y tanto más verdadera busca las playas, ella corre al de­ cuanto más se eleve sobre lo coti­ sierto á pasearse por las arenas diano, que con frecuencia suele te­ lU'l Senegal ó de Abisinia, donde, ner nia-c-idos rasgos de verdadera indudablemente, fué vistapor Pie- c iricatm'a. iTc Henoit en admirable sugeren­ cia para la Antinca de su famosa En efecto, madame Rubinstein novela. se lia proporcionado el lujo de In­ terpretar las obras maestras del .•V tal predisposición á lo mará, género y el de dar vida escénica á villoso, a! ensueño de lo los mejores poemas que ha podido pasado, se debe, sin duda alguna, encontrar en su bdilioteca, como su equivocación actúa!, en la que Hclene de Sparte, 1-c Martyre de el arte tiene que agradecerle el Saint Scbasticn, la. Salome. deWil- más soberano de los esfuerzos por de; Fedra. la Clcopalm, de Sba- hermanar sus tres grandes moda­ kespearc; y ba hecho trabajar á lidades, pintura, poesía y música, Debussy, á Schmitt y á Honegger. en su última creación /.' Iiiipcyn- el músicoj en estos momentos de liicL' aiix Hai.kcrs, estrenada días sil i)referencia. pasadoS;;en la Gran Opera de París. •• .-\ma la tragedia que define y siente como nadie, y por impo­ nerla ha hecho los más enormes sacrific-os. Decidida á vencer, ha I-.L I.IBflO logrado hasta que la Clran Opera Kl autor del poema, por propia se salga de su género habitual. Al inspiración, ó de acuerdo, que es fin de llegar á ser una trágica al IDA RUBINSTEIN lo más probable, con la gran artis- 10 La Esíera ta, dirige su labor hacía la modcr biado nuestros gustos y nuestra na escuela rura, en la que la mú­ sensibilidad, y lo externo de una sica, los elementos plásticos y la obra, siquiera sea tan magnífico decoración adquieren valores de como lo que avalora el hermoso igual importancia en la tonalidad espectáculo que se da en la gran de la obra. Para encontrar todo Opera, podrá interesar nuestta lo que necesita se encamina á la vista; pero nos dejará tan impa­ reconetitución de un viejo miste, sibles como extraños á todo lo rio, buscando los elementos in­ que pase en escena, en nuestra dispensables en un auto del si­ cómoda localidad. Carece, pues, glo XIV. titulado Los niilagyos de ia obra de su máp firme sostén: la . Virgf.n. la emoción para constituir lo que, La acción se desarrolla en Italia, con ser mucho, no lo es todo, en el siglo ti. En una partida de un alarde de espectáculo en el caza hiere al emperador Aurelio que lo principal es la mise eu una flecha lanzada no se sabe por scihíe. quién. La joven emperatriz Victo­ .•\rthur Honeggcr, joven com­ ria pide ai Cielo que se salve su positor de grandes vuelos, á marido y éste vuelve á la salud, quien un éxito clamoroso, en Ef no sin antes haber hecho el voto Rey David, colocó en la cumbre, de ir en peregrinación á Tierra ha pretendido subrayar la acción Santa. de un poema á todas luces ino­ Durante su ausencia, su her­ cente con varios números-de mú­ mano Üthon, á quien le ha sido sica que no responden á nada entregado el poder, ambiciona con de lo que en la escena pasa, y, los honores á la pmpcratriz, y lo que es aun peor, ni en los como ésta se opone á sus deseos, ritmos elegidos, ni en la manera hace que la encierren en una torre de hacer, un poco semejante á y á la vuelta del hermano la acu­ los procedimientos de Strawinski, Una escena de •L'Imperatrice aUK Rochersf sa de haber sdo infiel. • ha estado afortunado. En ningún El emperador cree la caliinmia momento dice nada, porque en y condena á la emperatriz á morir abando- medio déla más grande alegría de su pueblo, que todos permanece ausente de lo que pudiesen nada sobre unas rocas, en las que se le la aclama. ser valores poéticos ó valores de máxima ex­ aparece la Virgen y realiza el milagro de A mi juicio, demasiadc encariñado sin duda presión. salvarle la vida, otorgándola poder para que con la idea de hacer revivir con procedimientos El público, sin embargo, en atención á lo gran­ con s^úo .'•u deseo pueda realizar á su vez el nuevos y más ricos de exprerión los valores de illoso del espectáculo, hizo á la obra un nueces milagro de devolver la salud á los atacados de la obra, tan emotivos para el erudito, ha olvi­ d'estime, y asiste á las representaciones porque lepra. dado el autor varios elementos indispensables los franceses entienden la protección al arte en Desde Ñapóles, donde ha hecho curas prodi­ en la moderna dramática; entre ellos, uno tan t^ii veidadero sentido, que es el de alentar; todo giosas, es conducida por su fama ,á la catedral esencial como el de producir una emoción rápi­ lo contraiiü de lo que hacemos nosotros, que con del reino para devolver la salud á Othon, que da en el auditorio. Los tiempos actuales no ^on frecuencia nos complacemos en un afán suicida ha sido atacido del terrible mal. En presencia de en nada semejantes á aciuellos en que en los de hacer fracasar obras muy superiores- á la todos le obliga á confesar la calumnia, y le tor­ atrios de las catedrales se congregaba la multi­ que motiva esta crónica. na á la salud, perdonándole su crimen. La em­ tud, dispuesta á la sorpresa de lo maravilloso y á la emoción del milagro. Varios siglcs han cam­ peratriz vuelve á los brazos del amado esposo en AKGIÍL S. SALCEDO

Una escena de conjunto de la ópera «L'Imperatrice aux Rochí J.a Esfera

ESTUDIOS DE EXPRESIÓN

UN PERRO DE

Reproche CIRCO POR

PALABRAS DEL TRADUCTOR JACK LONDON JACK LONDON

ADA vez que en cualquier sala de espec­ ta, luego se dedica á la pesca del salmón, y, por pjutica para los, como él, sedientos de caminos táculos se presente al público un núme­ último, el ex contrabandista considera más jui­ y horizontes... C ro de animales sabios, haced constar vues­ cioso entrar al servicio del Estado en calidad de Diez y nueve años. Vuelve á Oalíland. Le tra protesta levantándoos del asiento y salien­ carabinero. atraen las aulas de los estudiosos y sigue unos do de la sala hasta que el número haya termi­ Pausan unos años; el niño ya es un mozo, y vol­ cursos en la fligh School, el centro de enseñanza nado.» vemos á encontrarle navegando hacia las costas norteamericano correspondiente en cierto modo Esto dice Jack London en el prólogo de su del Japón con una partida de cazadores de focas. á nuestros Institutos. Para sufragarse los gastos bellísima obra, Vn perro de circo, la novela Después de siete meses de navegación vuelve á y atender á sus necesidades más apremiantes, so­ —la tragedia—de un perro amaestrado, esto e.; California, Y otra vez la entrega obligada á los licita y logra un cargo de subalterno en la mis­ «jabioo. En toda la obra de Jack London re;;- oficios más diversos. ma High SCIIOJI, en donde esttidia. De allí pasa plandece su amor por este leal compañero de 1 Hacia esta época corresponden sus primicias á la Universidad de Berkelcy, á la que sólo le es hombre. Inteligencias poderosas y corazone; de escritor. Trabajaba por entonces en una fá­ posible asistir duranteunos meses, y aún esto tra­ magnánimos se han ocupado siempre del hom­ brica de yute trece horas diarias. Un periódico bajando simultáneamente en un taller de lavado y planchado de ropa. Vuelve, entonces, á con- bre esclavo, del semejante oprimido, Jack T,oñ- de San Francisco abre un concurso de artículos don, ante el desamparo en que se dejaba á los vencer.se de sn fracaso, y emprende la ilusionada descriptivos. Jack E.ondon, aún agotado de fa­ y dramática ruta de los buscadores de oro. Pero animales, se erigió espontáneamente —más aún, tiga y de sueño—tenía que entrar en la fiibrica en un movimiento irrefrenable de su gran cora­ tampoco en .'Maska, en el famoso—casi fabulo­ á las seis de la mañana—, se sienta á escribir su so—Klondilíc había de demorarse mucho tiem­ zón—en su paladín esforzado. Es conmovedor et trabajo. Un ttftUt en ías cosías japonesas. El ar­ absoluto desinterés de su gesto. Nada podía es­ po. Una epidemia de escorbuto le arroja del pro­ perar de la gratitud de sus defendidos, quienes tículo debía constar de dos mil palabras. En efec­ metido El Dorado, y para volver á su país tiene ni siquiera sabrán nunca de la existencia de su to, al amanecer, las dos mil palabras están escri­ que navegar mil novecientas millas á bordo de defensor... tas; pero la obra se ha quedado en su primera una barca. «Todo se ha perdido, menos el valor mitad. Siguen dos noches de la misma tarea ani­ de una nueva experiencia» pudo decir. En su lu­ La vida de Jack London es un ejemplo irre­ quiladora: nna para terminar la descripción y gar, escribió estas palabras en uno de sus libros; futable de la falsedad de e,sá vulgar creencia de otra para reducir el número de palabras á las «En el Klondilíe aprendí á conocerme. Allí no que la vida dura endurece los sentimientos del exigidas en las condiciones del concurso. se habla: se piensa. Cada uno se ve tal como es, hombre. Pocos hombres más castigados por la Aquellos tres días de ininterrumpida labor ha­ Y yo me vi.n adversidad que el grande y evangélico escritor bían de constituir la base de tina gloriosa carre­ norteamericano. Y, no obstante, toda su obra es ra literaria. Vuelto á California, su .situación se hizo más un canto de amor franciscano, de ardiente amor, Porque obtuvo el primer premio, y la natural aflictiva, porque durante la estancia en ,\laska á todas las criaturas. satisfacción por el ¿xito obtenido le sugirió la había muerto su padre, y el hijo infortunado tuvo Nació en San Francisco de California en iSyri. idea de dedicarse á la literatura. Pero había de­ que hacerse cargo de toda la familia. Í\1 fin con­ A los ocho anos trabajaba ya en un rancho, en­ masiado ardor en sus venas, demasiados ímpe­ sigue que una revista de California le admita una cargado de la custodia de las colmenas. Sus livia­ tus juveniles en sn espíritu aventurero para so­ novela, por la que recibe el parco estipendio de nos ocios dedicábalos á leer y á soñar. Desorde­ meterse á un trabajo regular y di.sciplinado. Co­ cinco dólares. Poco después, otro magazine, The nadamente devoraba folletines seudoliterarlos. mo le rechazaran varios trabajos, creyendo que Black Caí (El galo negro) le ofrece cuarenta dó­ La Alhambra, de Washington Irving, y los poe­ su anterior y único éxito respondía á una deter­ lares por una narración de aventuras. mas de Edgar Poe. Hacía los once años se tras­ minación caprichosa de la fortuna, vencido, des­ Su primer libro, The son of thc Wolj (El hijo ladó á Oalíland, en donde la necesidad le obligó corazonado, echó camino adelante y erró por los del lobo) aparece en igoo. Desde entonces, Jack :i vender periódicos por las calles. Las horas li­ Estados Unidos, de Norte á Sur, de Este á Oeste, London, que sabe por experiencia que os punto bres pasábalas en la biblioteca pública. Dedicada al azar de s\i fantasía ó de inesperadas y eventua­ menos que imposible escribir acosado por el co­ á otros oficios humildes, frecuentando la escue­ les ofertas de trabajo. Y aún atravesó las patrias tidiano conflicto económico, aprovecha con no­ la en la medida que se lo perniitian las circuns­ ble codicia los años de relativa tranquilidad que tancias, llegó á los diez y seis años, La atracción fronteras, incansable en su trajinar indesigna- do, si no fuese ya un firme designio el de no di­ la fortuna le depara, y produce con increíble ra­ inesquivable de la aventura—casi siempre im­ pidez é imperturbable regularidad veinte nove­ prudente consejera—le hizo unirse á unos pes­ rigirse á ninguna parte. En el Canadá supo de los ocios más indeseables: el de la celda carcela­ las, que se disputan las principales editoriales cadores de ostras. En aquella época era éste un americanas. contrabando largamente remunerador. En segui­ ria, castigado al transformarse inesperadamen­ da se alista como marinero á bordo de una gole­ te en delito su divina ansiedad ambulatoria. Le encerraron por vagabundo, extravagante tera- FERNANDO DE I.A MILLA 12 La Es!era

UN PERRO DE CIRCO POR JACK PROLOGO DEL AUTOR LONDON

OR fortuna, y íl causa de mi natural curiosi­ mente, ya con los puños, ya con gan'otes, ya sa^ chado en ia \ ida en distintos terreno?, esforzán­ dad de conocer el fondo de todas las cosas, cudiendo sobre sus carnes látigos, cuyas correas dome en dar á la maSa de humanos una orienta­ P be aborrecido la exbibición de Ion animales eran de pie! de rinoceronte; correas que produ­ ción que la condujese al mejoramiento de su es- sabios. Tal ctn'ÍosÍdaroporcionarme tos espec­ verdugones sangrientos. ruindades. La tarea es dura y difícil. Sin embar­ táculos de esta naturaleza. Tuve ia manía de sa­ Sin embargo, nada produjo en mi ánimo la in­ go, es más dificultosa la que el hombre realiza ber cómo Se conseguía esta obra que emboba á dignación que esas bestias pacíficas, sumisas, sin para aliviar las penas de los- animales Ínfc!Íores. las nuiUitudes, y pronto adquirí ei convenci­ defensa, resente al público viles. Recuerdo muertes espantosas y mutila­ un número de animales sabios, haced constar ciones terribles. Vi ahorcar á necios por ei solo vuestra protesta levantándoos del asiento y sa­ hecho de serlo y de no disponer

U H PERRO DE CIRCO NOVELA • Traducción de FERNANDO DE LA MILLA POR

JACK LONDON (ILUSTRACIONES DE ECHEA)

y para ella dijérase t|uc Dag existía. Todo su rarse hábilmente de este animal. Comenzó per pensamiento y toda su energía tendían al man­ alejarse simulando pasear distraídamente por «MICtlAKI.» HACK CONOCIMIiíNTO CON DAUGHTRY tenimiento de la reputación de ser *el hombre la playa. A una centena de yardas de distancia que bebía cada día seis litros de cerveza». se sentó sobre una tabla y esperó, Cada cinco semanas, el vapor Makainbo, qne Con el fin de disponer de medios materiales «El perro—pensó—vale cien dólares, tasán­ en la ruta hacia Australia tocaba las islas Salo­ para sostenerla, cuando no se hallaba de servi­ dolo muy bajo. Si no fuese yo capaz de sacar món y la Nueva Guinea, hacia escída en Tulagi. cio, ocupaba el ocio en fabricar peines de con­ cien dólares á cualquier cliente sin más palabias [,a noche del día en que el Makambo debía le­ cha y otros objetos menudos, fuente de pequeños casi que el «gracias, señor», no sería sino un in­ vantar anclas para proseguir su camino, el capi­ ingresos. Con aquel motivo también se distin­ decente borracho incapaz de distinguir un fox­ tán Kellar, de! negrero Engaña, habiendo sai- guía por su facilidad para encontrar arbitrios terrier de un lebrel. SÍ, si—-murmuró convenci­ tado á tierra con objeto de visitar al comisario ingeniosos: el de robar los perros de los demás, do—, estoy seguro de sacar cien dólares en cual­ de las islas, olvidó en la playa á su perro MichaSl por ejenii>lo. Era imprescindible que alguien pa­ quier bar de la costa de Sydney.» al realizar el recorrido de regreso. gase aquellos seis litros cotidianos que, mtiitipli- Y pensando en la trasmutación de ese dinero Cerca de inedia noche se dio cuenta de la au­ cados por treinta días, ascendían á ciento ochen­ en litros de cerveza, tenía la sensación de hallar­ sencia del can, y entonces hubo de volver nue­ ta al mes. se en una inmensa brasscrie, la cual cafa en un vamente A tierra. En vano buscó por un lado y He aquí por qué Dag Daughtry había juzga­ chorro por su gaznate. por otro; inútilmente hubo de realizar minucio­ do conveniente hacer pasar aquella noche á Mi­ Un trotecillo sobre la arena y el ruido de unos sas pesquisas A lo largo de la costa, en compañía chaél al Makambo por la puerta de batería de resoplidos le volvieron á la realidad. Todo ocu­ de algunos hombres. Indagó igualmente, sin re­ babor. rría como lo había meditado. El pen^o le tomaba sultado, en los cobertizos de las piraguas. Errante, como se ha dicho, en la playa de Tu­ afecto y le seguía. Y llegó á acercársele. Enton­ Michaél había desaparecido pa.sando del Eu­ lagi, preguntándose en vano qué suerte habría ces Dag se agachó y, a'areando la mano, fué á genia al Makniuho. He aquí cómo: corrido el ballenero que le había llevado á tierra cogerle por la piel del cuello, cerca de las orejas. Dag Daughtry, mayordomo del Makambo. era con el capitán Kellar, Michaél había encontrado Michacl. en vez de enfniTuñarse, le miró con capaz, por su viva inteligencia, de ocupar pues­ ai rechoncho mayordomo, cuyos cabellos comen­ agrado. El gesto del mayonlomo era cordial é tos muy superiores á aquel en que estaba cnlo zaban entonces á adquirir una tonalidad g is. inspiraba confianza. Aunque su mano tenía la cado. I.a Naturaleza le liabía dotado de un ca­ Rápidamente se estableció entre ambos una rudeza de los hombres fticrteí-, no le apretaba. rácter desprovisto de maldad, de una salud ex­ amistad, pues Michaél era mucho más bonda­ Al contrario, le ceñía con una presión suave y traordinaria y de una esjilénihda constitución fí­ doso y cordial que su hermano jeny. Aunque acaTÍciadora, y le pareció la cosa más natural sica. El prestigio, no obstante, de este hombre, había conocido pocos hombres de la raza blanca, del mundo que le cogiese e,n vilo y que le llevase qne durante veinte años no había dejado de tra- tenía formado un buen criterio acerca de éstos, de derecha á izquic: ¡hi y de izquierda á derecha, b.'.jar un solo día, consistía en que, en el curso los cuales, á su juicio, eran deliciosamente dife­ en tanto (pie te decía con voz cariñosa: ' de todo ese tiempo, no había abandonado nunca rentes de los negros que formaban algunas de las t.-ibus por él conocidas, y que le inspiraban un —¿Te encuentras bien á mi lado, simpático la costumbre deintroducir en su estómago, dia­ perro? Quédate conmigo y te trataré con mimo. riamente, seis litros de cerveza. profundo desprecio. Había conocido á Mr. Mag- gin y sns dos perros, Da-by y Dob; después, en Quizá llegue un día en qne te veas vestido ele­ Era ¡lara él tai hábito una ley inflexible. Tan el Eugenia, al capitán Kellar y á su segundo; gantemente y tengas botones de diamantes. arraigado tenía el vicio, que cuando se hallaba después, á Harley Kcnwau y á los oficiales de! No. Jamás Michaél había tropezado con un tle paso en las islas Alemanas, de lo que él mis­ Ariel. hombre de tan exquisita amabilidad. Dag, por mo se alababa, no dejó de ingerir los seis litros, un don especial, conocía el modo de proceder con á pesar de que la cerveza servida en tal lugar Dag no formaba excepción en la acostumbrada eficacia para coiupiistarse la simpatía de un pe­ contenía una disolución de quinina como preser­ amabilidad de los hombres blancos. rro, y discretamente solicitaba su amistad. vativo contra la malaria. —¿Qué haces aquí entre los negros, hermoso Entregándose, con estudiado aire distraído, A Todos cuantos capitanes á cuyas órdenes sir­ perro?—le saludó al verle. la tarea de encender la pipa, Dag rascó sucesiva­ vió, el del Mahaiubo como los del Moresby, Mas- Michacl respondió á la amabilidad retroce­ mente varias cerillas, como si el viento las fuese • sena, Sir Edwayd-Cracc y otras embarcaciones diendo unos palmos y moviendo ágilmente el apagando. Pero procuraba conservar el fuego de la Compañía marítima Bunis Philfi, lo ates­ rabo y enderezando las orejas, al mismo tiempo hasta que casi (al consumirse el cabo de cera) tiguaban y lo presentaban á los viajeros como que sus ojos los iluminaba con resplandor de le quemasen los dedos. Y así, poco á poco, íuc un sfyecimen, como algo i'inico en su género, algo alegría. observando minuciosamente al animal. A falta extraordinario en los anales de la vida del mar. Esta actitud simpática no pasó inadvertiila de cerillas, le iluminó más tarde con !a roja bra­ Mientras el capitán refería la vida de Dag, éste, para Dag. Era persona que juzgaba rápida y sa del tabaco, que avivaba por medio de fuer­ en el castillo del barco, fingía no darse cnenta de acertadamente cuando veta un perro. Sin em­ tes y repetidas Ín,spiraciones. nada, y mientras realizaba su' trabajo lanzaba bargo, observó al animal detenidamente á la cla­ Michaél, durante este tiempo, las orejas rec­ furtivas miradas á su alrededor, sobre su supe­ ridad mortecina de los faroles que llevaban algu­ tas, fija la mirada, no cesaba de contemplar al rior y los ])asajeros, é hinchándose de orgullo su nos negros para alumbrarse en la operación de extranjero, y experimentaba una decepción al pecho, suponía adivinar la charla. descargar de les balleneros las mercancías proce­ sentirse desdeñado por este dios amable do dos «Contémplenle ustedes—creía que decía—. Es dentes del Eugenia. Pronto apreció el mayordo­ piernas, juzgando que dependía de el provocar Dag Daughtry. Desde hace veinte años no ha mo que -Michae! no era solamente un perro de un conocimiento más íntimo, resolvió invitarle rehusado sus seis litros de cerveza. Sin emljargo, aspecto agradable, sino un animal de positivo á jugar. En efecto; levantó su cuerpo, sostenién­ si no puede aplaudírsele la .sobriedad, tampoco valor. dose con las patas traseras; después dejóse caer, puede acusársele de ser un bon"acho. Parece in­ Dag Daughtry miró á su alrededor. Nadie le haciendo descansar el vientre en el suelo, y esti­ creíble, pero así es. l.e admiro y no le compren­ miraba. Únicamente se hallaban próximos los rando hacia delante las otras patas, tocaba casi do. Realiza su servicio de una forma intachable. negros de los faroles, y éstos miraban ai mar, el pecho contra la arena. iMualmcnte, lanzó, á En cambio, cuando yo me hallo trabajando, un donde el ruido de remos, al chocar movidos por modo de llamamiento, un agudo ladrido y movió sencillo vaso de cerveza perturba mis facultades • las olas, denunciaba en la obscuridad la lle,gada con nerviosidad el muñón del rabo, en señal de y me tpiita el apetito. El, contrariamente, traba­ próxima de un barco. Más lejos' advertíase la buen humor. El hombre, sin embargo, parecía ja con todo entusiasmo, lleno de bienestar.i> presencia del secretario del comisario residente desinteresarse. Succionaba cachazudamente su y la del sobrecargo. Pero ambos personajes se pipa en la obscuridad, después de haber consu­ Y Dag, envanecido, silbaba con alegría, y mido una cuarta cerilla. para demostrar que era digno do tales elogios hallaban discutiendo, sin jirestar atención á nada y que su constitución /ísica era superior, se be­ que fuese ajeno al tema de la charla. El perro hizo varios esfuerzos por conquistar bía el séptimo litro en su honor. El mayordomo lanzó una nueva mirada sobre la curiosidad del hombre de los seis litros, y, por Esta era la base de su popularidad. Por ella AJichael, y puso en práctica su deseo de apode­ último, viendo la obstinada indiferencia, sin- 14 La Es'era

•• Este, en el castillo del barco, fingía no darse cuenta de nada... tiéndose vejado, hizo como si se aleiase Entnn ces_ Dag Daughtry le contuvo con'vo. autor"- co arrugadas y mal proporcionadas, Sería con­ Y la acariciaba lentamente. veniente acudir al fuego para que adquiriesen —¡Qué admirable boca! Ni débil ni demasiado — ¡Quieto, chucho! Quédate aquí. una mayor belleza. De esto podría encargarse cualquier veterinario. fuerte... Y sonrió disimnladamentc al contemplar có Introdujo un dedo entre los dientes para cer­ mo Michav! avanzaba hacia él v cómo acercab-i Y, negligentemente, pasó su mano por una de ciorarse de BU solidez. Después midió la longitud su hocico á su^ropa, lanzando leves gruñidos de las orejas, y con la punta de los dedos, en un movimiento simpático, tactcó la parte que la de las patas; cogió una, y después las otras entre satisfacción. Aprovechando la proximidad del sus manos, alumbrándose con una cerilla. animal, le iiizo objeto de un examen más dete­ unía al cráneo. MichnBl recibió la caricia con gra­ nido. titud. Experimentaba tal placer que agachó el —Son negras—dijo—; perfectamente negra.s cuerpo como dando las gracias. hasta las uñas. Apostaría que tu padre y tu ma­ —¡Buen perro! ¡Buenas ciialidadesl—excla­ dre tuvieron en su juventud uu gran éxito entre mó en voz alta con aire satisfecho—. ¿Sabes que I.os tironcillos continuaban, y el animal sen­ tía un cosquilleo bienhechor. los aficionados á los caiwis. tendrías un éxito en cualquier Exposición Cani­ Dag comentaba; , A MichaSl comenzó á inquietarle una inspec­ na? Lo único que te afea son las orejas, quizá po­ —La cabeza tiene buena forma. ción tan minuciosa. Dag, que proseguía pal­ pando las patas para cerciorarse de la pureza de La E si era 15 líneas, se dio cuenta de ello, y para calmar la --Si no aceptas los diez, vete al diablo. agua hasta las rodillas. El viejo hizo la misma nerviosidad del animal, cogió el rabo entre sus Hubo un momento de silencio. operación, balanceándose tan rápidamente, que dedos. Tacteó los músculos después; palmoteo Dag Daughtry insistió: en el mismo instante en que el esquife parecía el lomo y recorrió con una caricia la columna —¿No convienen cinco? volcarse, la hacía volver al equilibrio. vertebral. •—Está bien—replicó el de dentro. Michacl se había quedado en la arena, como —Eres perfecto; tienes ligereza para la carrera Abrióse la puerta, y en la obscuridad dt; la en espera de una invitación. Aún no se había y el peso conveniente para el combate, y tus pa­ noche avanzó un cuerpo. resuelto del todo á seguir á aquel desconocido, tas no son lanudas ó algodonosas. Nada, señor El mayordomo encendió una cerilla. aunque estaba por decidirse de un momento á perro, hay que reprocharte, salvo la oreja, que, Un negro, viejo, legañoso, se erguía ante él otro. Vigilaba, para la resolución final, el me­ como te he dicho, será preciso rectificar. Me ju­ balanceándose sobre una muleta. Tenía la vista nor movimiento de sus labios. garía la cabeza sí no es cierto que en este mo­ empañada por sendas nubes, que cubrían rasi Le llamó Dag, al fin, pero en voz tan baja, mento no hay en Sydney cien personas, por lo enteramente los globos oculares. La parte visible que el negro no le oyó. Pero Michacl sí la peici- menos, que no vacilarían á pagar cuakjuier pre­ de éstos aparecían rojos y conge-stionados. bió períectamente, y de un salto limpio y ágil cio el derecho de poder llamanie tu dueño. De una cabeza tinosa emergían los cabellos se puso en la piragua. Apenas si se había mojado Dag se puso en píe, dio una fuerte chupada á en matas aisladas, de un gris obscuro. La pie! l.tó pezuñas. Ya en la embarcación subió jK)r la su pipa, y para que no fuera á creerse Michacl del rostro, arrugada y pecosa, tenía coloraciones espalda de Dag y luego descendió al fondo de que era la octava maravilla, comenzó á silbar, azulencas y rojizas, bajo una especie de costra aquélla. El mayordomo volvió á besarle,' y Mi- fingiendo olvidarle. Entoncef- el animal imploró grisácea que, á priniera vista, hubiera parecido chaíil, de cara hacia él, descansó e! hocico sobre su atención con significativos movimientos, y se Lin innqnHUi^e voluntario. sus rodillas y se quedó mirándole fijamente. acercó al mayordomo hasta rozarle las pantorrí- —Un leproso podrido—-pensó Dag, mientras —J Ufaría-bromeó Dag á la oreja del perro— ilas, levantando el hocico ¡I la altura de la mano, sus ojos examinaban rápidamente los pies y las que eres tú nen personan el animal que me ha con otyeto de que reanudase las caricias. manos del negro, como queriendo convencerse seguido hasta aquí. Dag le cogió por la cabeza, y sacudiéndola len­ de que todos los dedos estaban en su lugar to­ Y ordenó: tamente, prosiguió su discur.so: davía. —¡Con (pie! A remar... —¿Quién es tu dueño? Quizá algún negro, y es­ No le faltaba ninguno. Sí le faltaban, es decir, El negro obedeció, y puso proa hacia el gru­ to no me parece bien, Sin duda, te ha robado... los de un pie, pues que era cojo de una pierna, po de luces que indicaba el lugar en que estaba ¿Es que nunca pensaste en la suerte terrible que amputada desde medio muslo. anclado el Makainbo. espera á los perros de los negros? El día menos —Pero, hombre, ¿dónde te la has dejado?— Como se detuviera á cada instante, débil y^ pensado serás sacrificado, y esa es una vergüen­ preguntó Dag designando con el dedo el lugar achacoso, para reponer sus fuerzas, el mayor­ za... Ningún hombre blanco puede tolerar que del miembro ausente. domo, un poco irritado, le cogió el remo y se uno negro posea ía propiedad de un perro de tu —Se la llevó un tiburón—respondió el viejo, puso á bogar en su puesto. importancia. Por mi parte, no lo he de consentir. descubriendo en lugar, de una boca, un horno A medio camino, el negro, que había vuelto á ¿Cómo un negro puede ser capaz de darte una inmenso y desdentado. recobrar la respiración, inclinóse hacia Michacl educación distinguida? Si el granuja que te ro­ —Yo estoy viejo—siguió diciendo—, muy y preguntó: bó, pues juraría que fuiste robado, cayese en viejo. Hace mucho ([ue no fumo tabaco. Maestro —-¿Es este perro del gran maestro blanco del mis manos le castigaría dándole tan fuertes gol­ blanco, dame unos cbastonñtoso y remaré para buque? pes que viese las estrellas. Dime quién es, y ve­ llevarle al vapor. rás si cumplo mi palabra. Sólo la idea de que un V después de una pausa, como queriendo dar negro pueda ordenarte, y tú obedecerle, me cau­ —¿Y si no me diera la gana? más peso á sus palabras, añadió: sa malestar. No, señor perro; imposible que con­ Por toda respuesta, el negro giró sobre su úni­ —Tú podías darme diez «bastoncitos* de ta­ tinúes bajo tal férula. Vas á estar conmigo, y e.í- co talón, y, apoyándose en la muleta, balanceó baco. ]iero c|ue no te harás rogar. su muñón horrible, fingiendo retirarse á su jer­ —Un bofetón es lo que te voy á dar si no te gón. callas, líi maestro blanco del vapor es gran ami­ Dag comenzó á marchar por la playa con paso —¡liucno, hombre, toma el tabaco!—gritó Dag. go mío. Como en este momento está á bordo, le perezoso. Michacl le siguió con la mirada, pero Hundió una mano en un bolsillo de la ameri­ llevo el perro. permaneció inmóvil. No es que le faltase de.seo cana y sacó un paquete de pequeños rollos de Cuando más tarde, aquella misma noche, el de seguirle, sino que pensó que no había sido in­ tabaco que sirven de moneda en las islas oceá­ cipitán Reliar recorrió la playa en todos sentí- vitado á eilo expresamente. nicas. Cogió uno y se lo ofreció al negro. do,s y annéi un zafaiTancho de dos mil demonios Por fin, Dag Daughtry se decidió á llamarle. El vejete se arrojó sobre él, y pareció transfi­ buscando á Michacl, el negro unipernado, vien­ Pero lo hizo con voz tan imperceptible, que un gurarse. Lanzó unos sordos gruñido.í, entrecor­ do y oyendo toda aquella confusión, se guarde- hombre no le hubiera oído á aquella distancia. tados por gritos agudos, que podían haber sido, muy mucho de desplegar los labios. El no esta­ Michacl le entendió perfectamente, y, saltando, indistintamente, de dolor y alegría. Después se ba precisamente muy dispuesto á buscarse dis-' luc hacia él en una carrera alegre. -sacó del agujereado lóbulo de la oreja una peque­ gustos con gente desconocida. Allá cpda uno... ña pipa de arcilla negra. Coíi dedos trémulos es­ Dejando á un lado la escala del Maliambo, Dag trujó el rollo hasta convertirlo en picadura, y dio la vuelta al navio en la piragua, y se detuvo II llenó la pipa. bajo im.i pequeña tronera en donde brillaba una Mientras empujaba el tabaco con el pulgar, se luz. COMO «MlCllAEl,.» ItMBARCO EN El. «MAKA.MBO» dejó caer en el suelo, la muleta á su lado, y la —¡Kwaquel^llamó en voz baja una vez, dos, única pierna plegada bajo su cuerpo. Daba la t.es veces. Dag Daughtry anduvo á lo largo de la playa, impresión de un torso completamente despoja­ .'V la segunda llamada, la claridad fué obscu­ seguido muy de cerca por el animal, el cual do de las extremidades inferiores. De un stiqui- recida por una cabeza que pasó á través de la movía alegremente el rabo. to, tejido con fibras de coco, que, colgando del estrecha abertura. El mayordomo evadía el c¡rc\ilo luminoso de cuello, reposaba sobre e! pecho descarnado, sacó -—Diga, mi amitD. los faroles, á cuya claridad trabajaban afanosa­ un pedcrna!, un eslabón y una yesca. Desdeñan­ •—-Toma este perro y guárdalo en mi cabina. mente varios hombres descargando los ballene­ do la caja de cerillas que \c ofreciera el mayor­ Elevó á Michacl en el espacio, y unas manos, ros, mientras que el secretario del comisario y domo, hizo saltar una chispa que recogió habili­ siliendo del costado del buque, cogieron al ani­ el sobrecargo del Mciknmho disentían. St MichaH dosamente en la yesca, sopló con fuerza y encen­ mal é introdujéronlo en su seno. dió la pipa. se desviaba algunos metros de ,su ruta, Dag le Dag continuó bogando hasta una puerta de narn-.\ba la atención con uníis ])alabra.s casi in- Bastaron las primeras fumadas para que inte­ carga y saltó á ella después de aiTojar al negro perccptiblea. rrumpiera sus roncos aullidos. Su agitación fué un puñado de (ibastoncitos». Luego, con un pie, El pintoresco hombre de los uséis litrosn procu­ calmándose poco á po^o, y sus manos dejaron ilió un impulso á la piragua, y entró á bordo. raba no ser visto mientras que, se apoderaba del de temblar. Sus labios, que palpitaban con un El negro se quedó extasiado ante el puñado de perro, y su fin inmediato era llegar al barco si­ movimiento rítmico, permanecieron inmóviles, rollos, aunque sin asombrarse excesivamente. gilosamente. y una beatitud inefable asomó á la ruina de sus Xada que liiciera un blanco podía sorprenderle. Amparado en las sombras, llegó hasta el po­ ojos. La única sorpresa para un negro es (pie un blan­ blado indígena. En cuanto á Michacl, contemplaba á la débil co haga cualquier cosa que á él, como negro, no Como había imaginado, todos los hombres claridad.de la pipa el grupo formado por los dos le sorprenda. útiles habían acudido á hi playa para cooperar hombres, uno de los cuales estaba agachado en Ahogándose y descansaudo alternativamente, á la descarga de las mercancías. Las chozas, con­ la sombra y el otro de pie. El ignoraba las trage­ olvidado del mundo fantasmagórico de los hom­ siguientemente, aparecían desiertas. De una de dias de la vejez humana, y su única intuición bres blancos y su mirada sncia fija en la colina ella, sin embargo, á cuya puerta golpeó, salía era la de la extraordinaria benevolencia de aquel de Tulagi, que recortaba su cresta sombría so­ una voz doliente y cascada, voz de anciano. Y dios blanco, que recorriendo con dedos inaravi- bre la luminosa obscuridad del cielo estrellado, se entabló el siguiente diálogo: villosos la columna vertebral de los perros, ha­ el pobre negro se encaminó lentamente hacia la —/fu nombre?—preguntó el de dentro. bía penetrado tan blandamente hasta su corazón. o!-il!a. —No importa—respondió Dag en esa jerga Cuando terminó su pipa, el negro, con celeri­ inglesa que se emplea en gran parte del Pacífico —. dad sorprendente, se irguió con ayuda de su 111 Pertenezco ?1 vapor que está en la bahía. Si tú muleta, y á grandes saltos se dirigió hacia la playa. Dag tuvo que ayudarle para desencallar te prestas á conducirme hasta él, te daré, á cam­ la piragua de la arena y meterla en el agua. La QUIÉN ERA KWAgUE bio, dos bastoncillos de tabaco. embarcación era tan vieja y estaba tan destar­ —Dame diez, y acepto. talada como su amo. Para poder entrar en ella MichaSl, entretanto, cogido por manos invisi­ _ —Doy cinco—regateó ?el hombre de los seis sin volcarla, el mayordomo se introdujo en el bles, pasaba á través de una estrecha circunfe­ litroae. rencia de cobre, y se encontró en un lugar iluini- i6 La Esfera

Sin ennbargo, observó al animal dctenidamente á la claridad mortecina de los faroles que llevaban algunos negros...

fundas de su.*; ojos parecían expresarse las hue­ llas de un siglo entero de existencia. Sus piernas momento, ofrecía el aspecto de una araña ne­ Pero Jerry en aquei preciso momento estaba gra de vientre enorme. apaciblemente enroscado jtuUo á ta lite;a de t flacas, envueltas en una piel como pergamino, dijéransc de un pelele de paja. Nada más sencillo que la explicación de cómo amo, en el puente inclinado del Ariel, a,,^ A' Kwaque había llegado á ser propiedad" exclusi­ jando tras . las islas Salomón, había puesto De este ligerfsimo soporte emergía un buíito proa hacia Nueva Guinea. b^'i-sro va dei mayordomo. 1-iabía sido en la isla del enorme y craso. El pecho, amplio y protuberan­ fiey Guillermo, que forma parte de las islas del ¿Y Kwa.pie? ¿Quién era ivwaque? Kwanne te, y los hombros, hercúleos, doblegábanse so­ Almirantazgo, en la Melanesia, donde Dag Dau- era un ser verdaderamente extraordinario Nun bre unas caderas macizas. Pero caderas, pecho ghtry había «cazado-» al negro. ca fué arrojado A la corriente de la vida restos y hombros, que vistos de frente daban esta im­ presión de fuerza, se aplastaban y casi desapa­ Kwaque. que huía sobre los alambres de sus de un naufragio humano más barrocos y misera­ piernas á una velocidad inverosímil, perseguido bles. El negro Kwaijuc tenía die?. y siete año; recían cuando se miraban de perfil. Era una ana­ tomía, doble, toda fachada. Les brazos ernn tan por otros dos negros armados de lanKas con pun­ Pero en su rostro descamado, en su frente ami­ tas de acero, había venido á rendirse, agotado, gada, en su'i sienes huecas y en las cuencrus jjro- esqueléticos como las piernas, y el conjunto, como Miclliiül había observar](j cjesde e! primer ( Couíinuiini cu vi número próximo) La Esfera 17

á^

LETRILLA CE L^ VEIWTEF^^ por EMILIO CARRÉRE

Vereda de Salamanca Un amor que yo tenía Sendas qué cruiais el mundo, caminito de Medina, se fué por ese sendero muy contrario es mi destino, ¿cuándo volverá el mozo al son de los cantares soy el árbol inmóvil que me quería? de los arrieros. junto al camino. Camino real castellano, Y encontrará, si es que vuelve, Cantares de los arrieros, ó vereda de andadura, las ojeras como lirios, por veredas de andadura, todos los caminos llevan de llorar, á ¡a ventera canciones de los gitanos al amor y la aventura, de la venta del camino. que marchan á la ventura. y yo sentada al borde Quizás no vuelva nunca Mi alma va tras vosotros de la vereda por la vereda, por las veredas, contemplo á los que pasan mientras yo aqui le aguardo mientras yo aqui le aguardo muerta de pena. muerta de pena. muerta de pena. IQ

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Vista panorámica de «Belle Harbon) en la Península del Labrador. Aparece fondeado en la bahía el «Bowdoin», Pescadores norteamericanos y canadienses embarcando en Terranova para la campaña invernal barco que condujo á la expedición Mac Millan del bacalao en Labrador

za ártica Una belte

LA EXPEDICIÓN MAC MILLAN ^^^ CÍRCULO POLAR ÁRTICO

1501, Corterreal, á quien algunos creen inventor del nombre URANTE el otoño ultimo, y bajo el mando del geógrafo y de Labrador. D etnólogo norteamericano Donald Mac Millan, se ha rea­ Por tradición oral entre los esquimales, eran atribuidos los lizado un largo viaje de estudio en Groenlandia, Bahía igloos, ó casas de piedra que, arruinadas liii.stu casi los ci­ de Baffin y Labrador. Tenía por principal objeto esta expe­ mientos, aparecen en algunos lugares de lo.s numerosos fior­ dición científica descubrir las huellas de los primeros nave­ dos del Labrador, á los primeros pobladores entápeos, sin que gantes normandos, que en los comienzos del siglo xi visita­ hasta el presente se hubiera logrado confirmar \i que ello tu­ ron aquellas lejanas costas americanas. La península del La­ viese de cierto. La expedición Mac Millan, aunque pudo brador íorma, como es sabido, la costa Este del continente comprobar la permanencia de las antiguas construcciones es­ americano, entre los 50^30' y los G2°3o' de latitud Norte, v los 56°79' de longitud Oeste. Los navegantes normandos íla'- candinavas, no logró gran éxito en sus investigaciones ar­ maron á esta región, una de las nitls inclementes y áridas del queológicas, debido á que loa grandes temponik-s de nieve mundo, Hfi//M/a»id, ó sea país de la piedra. Fué su descubridor llegaron á imposibilitar los trabajos de excavación. En cam­ Leij, hijo de Erico el Rojo, suponiéndose que el nombre dado bio, el viaje ha sido en extremo fructuoso desde los puntos de Un polluelo á la península, á todas luces español, debió serle dado por los vista étnico, botánico y zoológico, recogiéndose interesantes Niña esquimal de pato mari­ pescadores del Cantábrico, que yendo en busca del bacalao specintens de la flora y la fauna de la península, Jinsta ahora de pura raza, no del Labra- y de la bal ena visitaron el país en el siglo xiv. Sebastián Ca- escasamente conocidas. El referido Donald Mac Millan se de cinco años dor bot exploró sus costas en 1497 y 1498, y en ellas murió, en propone repetir la exploración durante el próximo verano, de edad 20 La Esfera

SEÑORITA VICTORIA KENT SEÑORA DÉ UCSLAY SEÑORITA MARÍA DE MAEZTU SEfTORA OE RIAÑO SEÑORA DE MARTÍNEZ SIERRA

SEÑORA DE ARCOS SEÑORA VIUDA DE PEÑA SEÑORA O. DE FALENCIA SEÑORA DE HADRIHAGA SEÑORA DB LUZURUGA

Algunas de las caricaturas de damas del tLi/ceum^ expuestas por 'Bon> en este club femenino

€ € B O N € t

Su exposición del «Lyceum» iemenino ¥ * Su próximo viaje á América ¥ ¥

«Bon», el dibujante que sabe dar á su vida el humor y el desenfado de su arte, partirá muy en breve hacia los Estados UnidoB para representar á la Unión de Dibujantes Españoles en la Exposición que estos artistas van á celebrar en Nueva York. Antes de su partida, «Bon» ha querido celebrar una exposi­ ción de dibujos suyos en Madrid. Y ha expuesto en el icLyceum» femenino una serie de admirables caricaturas de señoras y señoritas pertenecientes al citado club. Caricaturas en las que triunfa, certero, ágil, burlón, ese trazo desenfadado, tan personal, del excelente artista... «Bon» sabe prolongar en su vida, en sus horas de la calle, el espíritu risueño de su arte. No se da en él ese caso, tan fre­ cuente, del artista que divorcia su labor artística de su vida corriente. «Bon» es un humorista, un gran humorista, en el aiDU)o. Pero lo es, también, en su vida, á la que él sabe dar ese sentido de burla, de canción y de pirueta que tras su apa­ riencia frivola y su máscara alegre encierra, acaso, un fondo de muy humana filosofía... Esta doble simpatía de sus dibujos y de su vida hará conseguir á «Bon» en América—en *Bon., Tisto ^" '^°°'" propia y en la representación de sus por compañeros-et éxito que fervorosamente le LApeí Rublo deseamos. La Esfera 21

MEI hombre dsl saco», cuadro original de Enrique Climent EL LEJANO HOMBRE DEL SACO

l. arte extraño, personal é inquietante del tía en su gran alforja para llevarlos á un hif^ar Nueslia imaginación, milagrosamente, lo vio pintor Climent ha imaginado este raro mu­ misterioso. Los niños ie temían. !e huían... l'or muchas veces, hecho de nieblas, de vaguedades, E ñeco, fantoche de trapo que avanza con un eso se esconden tras la estpiina estas íigiu-as me­ de sombras, de formas indefinidas, maléficas, saco á cuestas, por una calle pina, empedrada, nudas de la estampa... fantasmales. El hombre del saco era para nos­ entre muros que parecen de fortaleza hosca. Tras En las claras horas infantiles, el hombre del otros impalpable, incorpóreo y, sin eniliargo, te­ una esquina se esconden unas figuras menudas, saco—y algunos otros personajes de aquel mun­ nía en nuestro espíritu una vida poderosa, co­ temerosas, acobardadas. do misterioso y anieíiazador-fueron una som­ mo si fuera real. A lo largo del tiempo, este hom­ Caemos pronto en la cuenta de quién es este bra. ¿Por qué en las historias de niños lo feliz, bre del saco, hermano de otros parecidos perso­ hombrecillo delgado, extraño, cuyo cuerpo fla­ lo amoroso y lo risueño se ha de aconqjanar najes que atemorizaron nuestra, frente, fué que­ co se curva bajo el peso enorme que gravita so- _ siempre de lo medroso, de lo obscuro, de lo tur­ dando atrás, olvidado... Y he aquí que hoy, en bre las espaldas. Es un viejo am'go de la infan­ bador de sueños y de risas? l.as heroínas blan­ la estampa de un pintor, encontramos al viejo cia de todos. Un amigo quimérico, inexistente, cas, los principes prodigiosos, los cuentos de ale­ amigo. Y al teiulerlo nuestro saludo, no podemos pero que puso un ritmo de zozobra en aquellos evitar un pocode luelancoh'a. Porque en nues­ gre fantasía vienen junto al gesto torvo de los tro espíritu—¿dónde están aquellas horas cla­ primeros días nuestros. Ün amigo olvidado ya, ogros, á la siniestra sonrisa de las hadas maléfi­ ras?-—ya no hay aquel lejano temor, substituido como tantos otros amigos—también quiméricos, cas, al prestigio atemorizador de este hombre ahora por una sonrisa tristemente irónica y gra­ inexistentes—que quedaron lejos, al quedar le­ del saco rjue se lleva á los niños... Al lado de ve hacia el raro fantoche de trapo v de pesadi­ jos aquellos primeros pasos en la vida... Capcrucita, asoma el lobo su hipócrita crueldad... lla... ¿T.o recordáis ya? Ks *?/ hombre del saco, aquel NuncallogamoH á ver, en aquellas jornadas, al hondirc siniestro que robaba los níiíos y los me­ hondire misterioso. N'o lo vinu s materialmente. CADRIKI. AK.\Ch:i,l 22 Xí? Esfera 'DESPUÉS DEL TEATRO

A camarera, qiu' lia!>í;i saltado á tierní, iba ;í tucar (•! tiniliri' cuando dio un grito. L —¿Cjuc hay?^preguntó desde e! coche la voz cii^ Lola. Pero ya la otra se le había ido á reunir, fijando en el portal de la casa sus ojos aau.st"ado.s. Una figura de hombre .se aproximó a! estribo; entonces, á su vez, Lota se echó atrás con un movimiento instintivo. —Perdón, señora—dijo él, al tiempo qtie el cochero iba á interve­ nir—. Soy el padre de Julio. Vine iníruetuosaniente durante varios días, y, como me urge hablarla, he aguardado esta noche su vuelta del teatro. Lota se había repuesto; ahora examinaba al desconocido, un sujeto alto y casi viejo vestido con modestia; parecía resuelto á todo, y ella, exhalando un suspiro, empujó á. su doméstica. —Anda, Sidonie, y que no.s abran pronto. Hl viejo, desde la acera, divi.saha en aquel interior acolchado donde se replegaba la actriz todo un confuso montón de encajes, joyas y, sobre todo, flores; las había hasta en el ¡leseante en manos del cochero, y desbordaban por las portezuelas, como ;ii aquello fuese una jardinera. —; Quiere usted ayudarme, caballero? I.e tendía su m-ano, enguantada de blanco, y él se estremeció al con­ tacto de aquello.^ dedo.s, que tantas veces habría besado su liíjo. Descendió con un rumor de sedas, y una como atmósfera tibia y per­ fumada se esparció por aquel trecho de calle tan solitario y tan húmedo. —Ve delante, Sidonie, para que nos muestres el camino. ¡Ah, Fran- ciscol Déme usted el ramo; el señor me lo llevará. Echaron á andar por la escalera angosta, tapizada de rojo. Arriba, la criada, soñolienta, acababa de encender uu mechero. La camarera iba como avanzada, abrumada por el peso de las florea: I-ota, un poco más atrás, recogía con ambas manos sus faldas, y cerraba . la marcha el viejo, cargando el boiiqiict de honor.

Una serie intcrEiiinablc de ladridos estalló en lo alto, y, con un ru­ mor de cascabeleo, una perrita se arrojó sobre los que subían, retroce­ diendo á medida que avanzaban. —-¡Eh, Gri-Gri! ¿Qué te pasa? ¡Es un amigo, hija míal Habían alcanzado por fin el vestíbulo, adornado con plantas y es- tatuitas. La perra hacía fiestas á su dueña, sin dejar de gruñir de cuando en cuando, —Pase usted, pase usted; en un instante vuelvo. Y con la misma familiaridad con que poco antes había empujado á su doncella, lo empujó á él á un saloncito guarnecido de rosa con gran­ des cortinaje.^ blancos; allí también había flores, pero marchitas, como de la víspera. Al encontrarse solo, repasó el viejo el delicado di.scnr.so que iba á de­ cir. El corazón parecía llenarle el pecho. En las manos de aquella liviana criatura estaba la última esperanza de su hijo, y era preciso mostrarse muy elocuente para llegar á conmoverla. Mientras tanto, en toda la casa se oían órdenes y gritos. Sidonie pe­ netró al saloncito en busca de algo; parecía francesa y vestía casi con igual elegancia que su ama; tornó á salir al cabo de algunos instantes. El que esperaba volvió á considerar lo que le traía allí. Desde hacía quince años que lo abandonó su mujer, había concentrado en el hijo todo el amor. Eran pobres, pero vivían con tranquilidad, y cuando Julio concluyó las humanidades, pudo emplearse en su misma oficina, y ya fueron dos á sobrellevar la carga. ¡Qué delicia de vida, juntos siempre, porque ya no eran como padre é hijo, sino compañeros de trabajo y de pensión; todo hasta esa maldita temporada que trajo á Lota como primera actriz! Desde su modesta butaca, el mozo ya no apartó su anteojo de ella, creyendo haber descubierto su estrella, la que todos buscamos en la tierra. Estrella, sí; sólo que demasiado alta y en un firmamento imposible. ¡Olí, señor] ¡Cuántas vigilias doiorosas, cuántas confidencias! Después el mutismo, el ensimi.^mamiento desesperado; después la ilusión, el ca­ pricho de ella, el cielt), y después la caída más honda, sin esperanzas de rehacerse. ¡Cómo había sufrido el viejo delante de aquel drama en que todo su amor de padre no podía nada! Pero ahora era otra co.sa: su hijo se le moría, ya no quedaba duda, y sólo se trataba de endulzarle los últimos instantes: que piadosamente ella le cerrara los ojos con un beso; que, como compensación de haberle mentido..., le volviese á mentir. Un rumor de faldas lo trajo á la realidad. La tenía allí, ante él, ves- La Esfera 23

tida con un peina­ de todo estaba su dor de noche y la egoísmo, su horror cabellera suelta por á sacrificarse, la la espalda explicación se ha­ —Naturalmente, cía trabajosa. ¿Tomará usted el —No es por mí, té conmigo? créamelo, sino por El viejo no qui­ él, por evitarle ma­ so decirle que ha­ los recuerdos. Sería bía salido furtiva­ arrancar la venda mente; que si el de la herida, y, ya enfermo desperta­ ve usted, aquí no ba y no lo hallaba hay culpables: le cerca de él, se vol­ amé; un buen día vería loco. aquello pasó, y... —- No , señora ; ¡tan amigos como gracias . Es una antes! breve atención la Todo estaba di­ que solicito de us­ cho, y para que el ted; un favor tan otro insistiera se grande y tan fácil. necesitó que hubie­ Contemplaba los se traído á la me­ dibujos claros de la moria la imagen alfombra. Sus za­ del ausente, tan patos, que estaban pálido y doloroso. sucios con eí barro En el aíán de con­ de la calle, habían moverla, llegó has­ dejado huellas, y ta las revelaciones esto aumentó su íntimas y, violando embarazo. el secreto de confe­ —Pero, í por q\ié sión, mostró al mo­ no se sienta?—in­ ribundo con todas sinuó Lota, deján­ sus debilidades de dose caer ella mis­ enamorado, sin otro ma en una mece­ efecto que aumen­ dora —- . Siéntese, tar el menosprecio mi querido señor. de la mujer y ha­ lagarle su vanidad. Ahora le tocaba Tampoco compren­ el turno de mirar­ día que la hora era se los pies, tan pe- avanzada y que, si­ queñitos, calzados quiera por cansan­ con botinas de raso cio, ella no volvería azn 1, sobre su resolución. — El padre de — ¡Figúrese us­ Julio...—murmuró, ted, mi buen señor, abstraída—. El pa­ si cada uno que dre de Julio... una amase exigiera ¡Cuánto habíamos otro Tianto! Pasa­ hablado do usted! ríamos á ser her­ Este recuerdo manad de caridad. que habían hecho ¡Oh,' no! Eso da de él en otro tiem­ mala sombra , y po le aproximó á luego es superior á ella; entonces expu­ mis nervios ver su­ so su pensamiento frir. ¡Qué quiere us­ con más libertad. ted, no e-stá en mí! —Usted va á ha­ Avergonzado de cerse cargo... ¡Oh, haber venido á im­ yo no la culpo de plorar una limosna nada; nadie manda de caridad, jireci- en su corazón!; pero samentc á quien no tenía corazón, el viejo se puso en pie; hasta alzó el brazo como para Julio se me muere, señora, y, como obra de mi­ í|uc esto no me coja de sorpresa; ya ve usted, maldecirla. sericordia, es preciso que usted le lleve su pre­ ¡voy á quedar tan sólo! Era mi todo. A veces, sencia; será como el Santísimo para el pobre. cuando estoy cerca do él, me desespera esta idea. El rostro de la actriz se había puesto sombrío. ¿Cómo retenerle? ¡Ahora, tan cerca, y mañana, —¡Ah! Cuando usted no sea ya hermosa ni Dejó de balancearse y permaneció así, muda v el abismo por medio! tenga ya voz; cuando... retra ida. Ocultó la cara en el pañuelo y sollozó con fuer­ —Por eso mismo—interrumpió con frialdad Su interlocutor la miró de soslayo, con inquie­ za. Su largo cuerpo temblaba, las manos, todo la actriz—, cuando no me cpicdc juventud ni ta­ tud. Creyó ver que la batalla estaba ganada. en él sufría. lento, ninguno de los que ahora se arrastran en —Vivimos lejos, es cierto; pero usted tiene Un ruido de cascabeleo sacudió el silencio. torno mío querrá- tenderme la mano. carruaje, y luego no es preciso que sea esta no­ Acababa de entrar Gri-Gri, vestida con su ca- —Entonces... che misma; mañana, á cualquier hora. No le pre­ pita de paño blanco. —... Entonces tampoco importunaré yo á na­ vendré, por si usted tarda; pero, créame, él no —Eh, Gri-Gri, viens ici mu filie, ma jolie pe- die, y, como los pajaritos, me esconderé para se sorprenderá absolutamente. Sabe todo lo bue­ Ule ¡Ule; oh, qii'clle csi dróh! Comme elle esl morir; como los pajaritos, mi buen señor. na que es usted. di-ole'! Sonreía tan insinuantemente, que se hubiera ¡Oh, blasfemia! ¡Creerla buena él, después que Este francés salía tartamudeado, con una pro­ podido pensar que nada había hecho ni dicho le había desgarrado el corazón, que se lo había nunciación horrible. Mademoiselle Sidonie aso­ que no fuera perfectamente amable. El viejo pisoteado como un bolsillo vacío, como hacen mó la cabeza. recogió su sombrero. todas las mundanas con los corazones humildes —¿Traigo el té? —Quede usted con Dios, señora, y que El la que se les ofrenda! Si el amor fuese una joya...; —Diga una palabra, señora^interrumpió el perdone. ' Í pero, ¡Dios mío!, en el empeño no pagan nada visitante—; nada más que una palabra, y me —[Sidonie, sirve el té!^gritó'(il|a, esbozando por el amor. retiro. una reverencia. • ' —¿Vendrá usted, no es cierto? Ella hizo un gesto desolado. En la escalera la perrita volvió á ladrar. El Etítaba próximo á echarse á sus plantas. Todo —Todavía no, Sidonie. Llévate á Gri-Gri. descendía, descendía; le faltaba el último tramo el mal que les había hecho, todo lo que la había Tongo que terminar un asunto con el señor... cuando oyó sobre su cabeza la voz de la criada, odiado, desaparecía en un momento. Y no olvides de poner agua á las flores—gritó que se inclinaba sobre la barandilla: —Pero usted cree de veras...—-murmuró ella, cuando ya la camarera había desaparecido. -Apriete bien la puerta, si hace el favor. contrariada. Reclinada en la silla, comenzó á hablar con ... Y el cascabel del perro sonaba furiosamente. ... —;.Q"c ^*^ muere? El médico ha dicho que no voz lenta. Quería explicarle al viejo que á ella concluirá la semana. Me lo ha dicho porque pen­ nada te quedaba que hace^ cerca de s\i hijo, que AUGUSTO D'I-IALMAR só que sería mejor prepararme el ánimo para mejor era dejarle en paz; pero como en el fondo (Dibujos de Tejada) COSTUMBRES VASCAS 26 La Esfera HONRANDO AL SABER MÉDICO MONTPELLIER EN SU ESCUELA DE MEDICINA

SPIIO de Jaime I, señor de Montpsllier, que figura \ fyiNascUA.fiulP,SÍf:!l.UK..SAUV'ACl!V>,iNlJ Den i en los privikeios por él dados á la Universidad Mif;DICüMOíM,SPt.,l Ih'VSI.MKDia^v.oUMLütfiárÁ rRoF?r-wüR;REaus,ACAijr.>iiAn-tJN!i..oNri,iiniiiM TlJ.'ilir^^*( ron Rasdhall en Inglaterra, Denifle y Kaufmann en Alemania, donde se conoce de la vida oficial, monótona, encasillada, pero se prescinde de todo EL DOCTOR ESPAÑOL ARNALDO DE VILANOVA el ambiente poético que vive á expensas de la ELipROFESOR BOISSIER DE SAUVAGES Profesor celebérrimo de ta Universidad de Medicina juventud de sus actores, y que forma la carac­ 'La, Medicina y el Amor en el tiempo», de Marivaux, que figura de Montpellier terística de los núcleos escolares. en ta sala de Consejos de la Facultad de Medicina Por esto ha surgido un deseo que es la respues­ ta de una necesidad que {le tiempo atrás se hace I bien nuestros archivos estdn plenos dein- Sentir, de desmenuzar Ve vida humana en sus di­ la que siempre se nutrió la Historia, con su ano­ teresantísimos datos, de demostrativos do­ versos sectores, buceando precisamente en la sec­ dino cortejo de datas y pasajes de menor cuantía. S cumentos, que podrían tiar en definitiva la ción anecdótica y dejando á un lado la prosa de La tnasa profesoral de iVIontpellier responde al razón de que nuestra Patria lia fi­ unfsono, desde casi su fundación, á gurado siempre á la cabeza de la no permitir pase un minuto que actividad docente, no es menos constituya motivodc ensalzamien­ cierto que bien porque el sol, que, to; á no dejar olvidado personaje colgado del azulísimo telar de nues­ alguno que forme por sí ó en unión tro cielo, invita á diario, por ser de los demás, dignábase de orgullo más radiante, á rendirle adoración universitario, sin que se le recuer­ con nuestra presencia, huyéndolo de en los momentos de más ojior- más posible de los lóbregos recin­ tunidad. tos donde se apilan informes lega­ De este modo ha venido con.sti- jos dormidos bajo el polvo de la ig­ tuyendo. á través de los siglos, la norancia, ó ya porque la sangre ininterrumpida cadena que. inte­ meridional que bulle en nuestras grada por eslabones distintos, en arterias, y hace trepidar más bien forma y tamaño con relación á las qne nutre el organismo, por ello distintas épocas en que se forja­ mal dispuesto á un pacienzudo tra - ron, es por su extensión y trabajo bajo de búsqueda, oí hecho es que la más valiosa presea que con jus­ las iiibiiotecas no cuentan con mu- to orgullo exhibe al mundo esta clias demostraciones de una orde­ ínclita Universidad. nación metódica y realista de cuan­ l'-i pétreo y más anciano docu­ to hace referencia á las viejas Uni­ mento viviente que, aunque cadu­ versidades españolas. co por las mordeduras del tiempo y Chacón nos dice algo, no mucho, las ambiciones humanas, ai'in se en el siglo xvi sobro 1? vida univer­ yergue, si bien trabajosamente sitaria de Salamanca. sostenido, es la Catedral de Ma- lis verdad que en la centu­ guelone, i'inico símbolo que resta ria XVIII se escribió por Figueroia, y viene diciendo á los contempo­ Ortí, Floranes y Valladares sobre ráneos de muchas centurias, que la Universidad citada, además de fué núcleo de atracción de todas la de Valencia, Valladolid y la pri­ las riquezas orientales y africanas mitiva castellana, asentada en la que á sus plantas rendían los nau­ ciudad Palentina. tas mercaderes. Nos habla también Después de transcurrir la terre­ de la fiera tenacidad de Carlos ra decena del siglo xix, cuando se Martell, que quiso ver por sí mis­ quiso injertar en los centros do­ mo destruido el solar

Escalera de honor de la Facultad de Medicina de Montpellier

ífa. precisas aplicaciones á las que nunca falta­ vida permiten al Pontificado, que, dentro de su grandiosa concepción sobre el (iMurido* que, des­ ba el atrayente festón de la Medicina astrológi­ jurisdicción, vaya beneficiando con acertados pués de pasar por ia constatación de la Acüde- ca. Todo ¿lio viene hilvanado con un purísimo Ordenamientos el desarrollo de la Escuela de mia de Ciencias de París, concluyó con el gran­ latín y oportunas citas helénicas, y es la base Medicina, la que tomó gran incremento merced á dioso descubrimiento del Bromo, acontecimiento del saber de aquellos vjinmcs hoy por nosotros los buenos deseos que en i i 10 manifestó el carde­ científico mundial que ha glosado en estos ilías, tan admirados. nal Conrado, en los que más tarde abundó el con los más ardientes fervores, todos ellos mere­ J^a dinastía de los Ciiillermo. que eran condes obispo de Sora, y á los que pusieron dtsno rema­ cidos, la gloriosa Universidad de Montpellier. de Montpellier desde que su señorío denominó­ te los franciscanos, prior de San Fermín y Frcy- se en la infancia Mons Pislularius, es el linaje re Hugo Mans. DR, FERNANDEZ DE ALCALDE de sagaces gobernantes, que en el jastigimn de su Tan preciada herencia fué recogida por los Re­ yes aragoneses y mallorquines que desde Pedro II iiasta el cuarto del mismo nombre tuvieron espe­ cial empeño en abonar aquel vergel de la ciencia de su feudo, y ufanos pudieron contemplar su obra en la opulenta cosecha galardoneada con los frutos que llevan p(»r nombre acrisolado Ar- naldo de VíUanova. tiui de Chaniiac, el excelso Raimundo Lidio, el clarividente canciller C.uin- tonia, y todo un enjambre de pontífices y gue­ rreros, en el que no falt;i la púrpura cardenalicia. Van y vienen dcf^dc Avignón, pasando por Mont­ pellier A Roma, y avaloran el romano camino de ia Monnni durante los dilatados años en que las vilbis francesíLs discuten el derecho como Sede pontificia con la Ciudad Kterna... líabelais so nos muestra en su muy azarosa vida muy semejante á la de nuestro Morales de Villarroel. Loa Proto-Medicatos montpelleri- nos son tan considerados en la Áulica Facultad cual los de la Escuela de C.uadalupe. Así vemos cónío el médico alavés Lope de Jíscoriaza. con­ sejero y guardador de la salud del Emperador Carlos I, tiene el mismo relieve por haberse doc­ torado en Montpjlher. que el alcanzado por el lupiensc Sorapan de líieros. De la antigua Escuela médica, hoy Facultad de Farmacia, fundadapor Jaime el Conquistador, es la que avivó los primeros momentos de entu­ siasmo que, en los comienzos de! siglo XIX, aureo­ laron la fantasía de Balard, antes de que toma­ A la sombra que proyectad traje acadfmico de Rabelaís, que Sillfin lie ¿liedra doniie se spntnba el profesor para difigir la antigua Escuela ds Medicina conserva como preciada reli­ las autopsins en H nntigiio niifitentro ra cuerpo y cristalizara en invención práctica su quia, el glorioso centro docente sigue en su marcha friunfal 28 La Esfera

^ FIGURAS DE AY£R Y HOY EL CONFERENCIANTE

L (iiri.tíirine A las bcHaw, nobles y honestas rrecto!, para comprender que era una persona damas v :i los cuUo.s é inteligentes caba­ de valía, y que no había de decir sino lo que milrSíi"'" ="'ti"'^i^les I0.S jardines, cerca con A lleros...' debía... l'na señora gorda, con una verruga en la na­ áceioífes X"?s"en? ^ ''""'r ''' P^'^*',"^^ V'' Pues claro está que no iba A decir sino h qiw eritn^ ,ln . , .•.'^" ^^^ conferencias se lanzaban riz, vestida con un modelo de Paquin-^lagarto b¿,?. 1 '^^'^'^'''''i. imprecaciones, denuestos; se y añil—interpretado por su portera, se esponja debia, lo t/uc era ycgular.... á lo menos en opinión de sus oyentes. ratu?. ^n ÍN' '"^""^l"^ 'le sublevación; arte, lite- y rehuye en su asiento orgullosa; otra cincuento­ dflV^f '•'' «"ciolosía. sufrían los embates na, negra y barrigona, vestida tic corinto con !en- Porque es el caso que en eso, en no decir sino tejuela.s de oro, hija de un contratista de zapa­ lo c¡ue los oyentes quieren que se diga, algo que ellos, si no piensan, presienten, pero que.-- no ra el%rt ^r';'°-^' ^"'^ '^••"J''^"- Ahora, no; aho- tos ijara el cjt'rcito en la guerra carlista. iU)nde imíhl ^ *'', ^""f'^^cncia es un arte banal y por su culpa anduvieron todos descalzos, sonrfc .saben decir, está el arte actual de la conferencia. satisfecha; y una chata, siraÜpiica en el firme Hubo un tiempo en que un conferenciante po­ pin ^""''T^? '^' '^^"^'^^^ '1*^ "" comensal. repujado ile carnes, echa una mirada anonada- día poner en sus disertaciones cabeza y corazón; difer'tLSn"'"'- ''' ^^"^ ^'-"^-"^'" -«ue su dora á su amante, sentado junto á ella. Tam­ ahora, no; el cerebro es algo que sirve para esa bién los caballeros siéntense contentos y aprue­ fea y peligrosa función que se llama pensar, y el ban sin reservas los prolegómenos. corazón para esa no menos arriesgada que se di- SLa lo. ñ "'" ^"''"'^ J°^-'"<-'«- I'ero respeto vron In. ^'í^'^"^^'/¡"'^ van á hacer la suya.... ce sentir. Como la vida moderna es sabia y pre­ y con los anos serán viejos!,, Decididamente, el conferenciante tiene mu­ visora, y comprender, amar y padecer, cosa pe­ cho talento y no defrauda las esperanzas pues­ ligrosa, ha comprendido la sociedad 1? necesidad tas en su disertación. Cuando fueron allí, bien de andadores, de alambradas, de riendas, y al ANTONIO DE MOVOS V VINEN'T sabían 2II0S... No había más que verle, ¡tan co­ iguül que en las modernas ciuíiades se cercan (Dibujo de Quesada Hoyo) La Esfera 29

E«tatU4 ]rv:*nt« da D. Eduardo Dato,mo< J deitlnadk al Pint«6n de Eipafiotcs \\:x "DTXTT LtJ\ oOi'JLJL>j<.jnL j-/Ji^ ^^\^x\ XL4LJ\jir^i:<^u\j

^> Eis años... Creí que, como tantas otras cosas quo por deber de gra- moso orador francés, vivo con nosotros, y no h'ay español que no lo ^j titud, no pudo olvidar nunca España, y las olvidó, la sombra de tenga en su mente un momento cada día. por comparación, por equi- ^^^ Dato se iría esfumando rápidamente entre la febril actividad librio, por temor ó por añoranza, porque nadie supo como él conocer quc'ba invadido nuestra vida nacional, con serio peligro de quebran- el espíritu de su país, sin exageraciones ni timideces, sin reservas men­ tarla, al igual que la vorágine suicida que arrastra al Universo hacia tales ó frases convencionalea sobre el pulso de España. el fin del cerebro y la apoteosis de la animalidad; y croí también que Porque Dato supo realizar, dentro de su vida intensamente pa­ las nuevas etapas transformadoras y críticas de las ciencias morales triota, la difícil unión del exacto concepto de las cosas y las posibili- y políticas lograrían, á fuerza de entusiasmos explicables más por su dades para su incorporación i la existencia práctica del país. Tuvo el intención que por su lógica, ir mitigando en las memorias flacas do acierto de apartar los sueños de las exigentes necesidades; la vibrantt; nuestros días el recuerdo de aquel don Eduardo, al que con tanto imaginación del pueblo latino y la pobre verdad de todos los días, de acierto podía definirse con el Libro Sabio: *Máa vale el paciente que todos los pueblos. el fuerte; y el que domina BU corazón, vale más que el que ae apo- No era como los cáusticos clásicos, que con tanto afán se esmoran dera de ciudades.» (Prov., XVI, 33). eternamente en nuestra tierra en destruir—ideas y hombres—, sin No ha sido así. nociones de constructor, ni habilidad, ni audacia; era sencíllaiñentií: Por ese destino misterioso que rige la vida de los pueblos y de los Experiencia, hombres, la sombra de Dato, adquirió tras su muerto, coincidente Conocimiento de su pueblo, mucho más allá de los salones de tapi- —quién sabe si provocadora—de curiosas páginas de la Historia Na- ees, de las cámaras egregias, de los pasillos de oficinas y de patios dci cional que aun vivimos tan intensamente, una excepcional vigorosl- cuartel. Y mucho más acá de los sótanos de conspiración, recovecos dad, hasta el punto que su moderación trató tras él la estela que Bos- de inquietud y redacciones de mentiras. suet atribuía á Miguel de Tellier, canciller de Francia, cuando en San Eduardo Dato era el equilibrio, la nioderación. El freno de los im­ Gervasio, de París, decía á loa obispos: aPero lo que hace á ÍU modera- pulsivoa y el estímulo de los apocados. Era ese hombre que tienen to- ción más digna de alabanzas es la extensión de BU taloi^to, nacido para das las historias políticas de los pueblos, y de loa que pudo decir Emi- la actividad, y la energía, que durante largos años le hizo sacrificar su lio Castelar: «Son éstos loa hombros que obligan á decir que los estalli- cabeza á los furores civiles. dos de las revoluciones se deben i otras causa^: no era tanta la corrup- Si me veo obligado hoy á trazar el cuadro de nuestras desgracias, ción de la Corte de Luis XVI como la de Luis XV, ni la de Jacobo II no daré excusas á mi auditorio, en el que, por cualquier lado que mire, como la de Carlos II, y, sin embargo, en tiempo de Luis XVI y do todo lo que se presenta á mis ojos me muestra intachable fidelidad, ó Jacobo 11 estallan revoluciones.» (22 Febrero 1870}. tal vez breve error reparado por largos servicios. Y es que los otros tuvieron el hombre que supo detenerlas, aun á En tan fatales coyunturas, necesario era para un ministro ser hom- costa de sus propios prestigios, bre de talento enérgico y de carácter seguro que, habituado á las cor- Los odioa pasados no arrebatarán jamás la justicia del porvenir, poraciones, conociese las órdenes del Estado y el espíritu de la Nación.» y para la sombra de don Eduardo, esta justicia es su actual proyección Nada podría añadirse á estas palabras pronunciadas en 25 de Ene- sobre la vida nacional, por la que resbala suavemente, insistentemente, ro de 1686 por el cronista que ante el aniversario del querido muerto la lección de su vida austera, empapada en su misma sangre, que unoa quisiese recordarlo á sus lectores, villanos glorificaron. Dato, por esa misma condición, precisamente definida por el fa- VILA SAN-JUAN .JO La Esfera

UN ASPECTO DE LA ANTIGUA SEVILLA El Patio de los Naranjos, á la sombra de la Giralda y de la Catedral {Fot. Serrano) La Esfera 31

UN ASPECTO DE LA NUEVA SEVILLA Detalle de la Plaza de España, construida recientemente (Fot. Serrano) 32 La Esfera

LA SONRISA DE VALENCIA Fotografía artística de Díaz Casariego La Esfera 33

Linda colección de vestidos muy propics para la actual estación de Primavera

LA COQUETERÍA, FLOR DE PRIMAVERA

A coquetería, como una flor de primavera, crece y se desarrolla con la llegada del buen L tiempo. La Naturaleza reviste sus mejore.'^ galas; el cielo es más transparente y profundo; el mar es más liso y tranquilo. ,; Es de extrañar, por !o tanto, que la mujer, supremo adorno del mun­ do, exhiba también su belleza, buscando el me­ dio de realzarla? Esta ¿poca, sin embargo, presenta no pocas dificultades para que el buen gusto, la iirmonía y la verdadera elegancia no abandonen sns fue­ ros; el invierno, con los abrigori, las pieles y los adornos de todas clases, es un encubridor de de­ fectos; pero, una vez relegados aquéllos al olvido, la silueta aparece con toda su esbeltez, come lo3 estatuas de los jardines cuando el musgo y la hiedra las abandonan al soplo de las cálidas brisas. La moda presenta sus inconvenientes y esco­ llos, de los que es indispensable precaverse. Los perfiles delicados, las líneas esbeltas, los contor­ nos suaves son, desde luego, de un atractivo sin­ gular, á fin de que los anhelemos para nosotras mismas. ¿Qué duda cabe qne de este modo las loih-ltcs son más seductoras, aumentando toda­ vía la gracia y el encanto de quien las lieva? ^Adoptaremos por esto el mismo modelo y la niisma forma, cuando son tan diversos y distin­ tos los cuerpos de las mujeres? Los célebres costureros Point, IJoenület, Pre- col I, Lucile, Lelong, I.auvin, Vroinret, Jahe • Fíegny, etc., han dado recientemente una con­ ferencia, disertando sobre est

Sambrcro de ii3Ja e>i Conos •Ijeigei y azul marino con cinta de est: color [Modelo Blan- chot)

Todo esto, sin embargo, no re­ posa sobre ningún fundamento se­ mos modelos, porque tos han visto rio; la clientela que nos es pecu­ llevar á ciertas amigas con envi­ liar ac encarga de demostrarlo diable donaire. Y por esta sola ra­ ampliamente; tjasta para conven­ zón lo adquieren también, conven­ cerse de ello asistir por algunas ga ó no á sus características per­ instantes al desfile de las colec­ sonales. ciones delante de un grupo do da­ Por esto se ven tantas ridicule­ mas diferente i entre sí por los ces que se amparan bajo el nom­ tipo.s y las edades. bre mirífico de la moda. ¿Es po- Los vestidos que sometemos al­ sibie 'evitar tan graves ' inconve- canzan 11 na d i ve rsidad desl ii m- nicntesPii brante, pues cada temporada se l'ara ello no hay más que adop­ cifran en doscientos modeles, tar los consejos de los oradores á ¿Creéis, por ventura, que cada que antes me refiero: Toca de seda lina de las elegantes reunidas adop­ en color palo «Toda mujer que sigue las indi­ tará la toileíle que lógicamente, de rosa caciones de su costurero viste con artísticamente, le correspondería? (Modelo Le- elegancia; la que se guía por su wis] Nada de eso. 'l'odas, 6 casi todas, sola inspiración suele equivocarse escogen, quieren, exigen los ¡mis- lamentablemente.» CLAIRE La Esfera 35

LA

HEROINñ

DE

UN GRAN

PLEITO

MUNDANO

" Peaclits» Bmw- ning, la liermo'-a newyorkina ñ quien adoptó el mu I ti mili onario norteamericano Edward BrDWning, y que andar.do ti tiempo se casó coi' su pTOtecior, ha entablado, contra íste, pleito de di­ vorcio, dando lu­ gar á uno de los procesos mundanos de mnyor resonan­ cia mundial en es- las últimos tiem- pis. 'Pcachesj lia tenido que sostener ante ti Tribunal una terrible bata­ lla jurídica Ver- cedora al fin, la bella murhadia ^e ha refugiado en una playa de las Berniudas. para descansar, lejos de las amistades 7 de los periodistas. He aqui á iiPeachfs' saliendo del mar, tan bella como Ve­ nus y un poco más vestida que la di­ vina y eterna Afrodita...

(Fot. Marín) 3f3 La Esfera

Los aristócratas excursionistas defúltimo «rally-paper» celebrado recientemente en Moneada, alrededores de la Ciudad Condal, á su regreso á Barceloní después de la animada prueba

habrán de vivir, en evitación de que jugadores y directivos se puedan llamar cualquier día á' COMENTARIO DEPORTIVO engaño. EN BARCELONA, EL HOCKEY CATALÁN TRIUNFA Á Los últimos triunfos de los eqtuipos nacionales MKDTAS, Y EN PARÍS EL FÓTTÍOL GUIl'U/COANO \'ENCE ROTUND.^MENTE

l'IJI rlLMiiij|ijii4i rrin Uno de los mejores equipos parisinos de hockey ha jugado en la ciudad condal, mientras la selec­ EL ITÚTUOL, COMO ESPECTÁCULO DE PROflíSiO- les ios mejores estadios, ciertas gentes han abier­ NALES, P1,ANTEA NUEVOS Y Dnn'clt-ES PRO­ ción guipuzcoana de fútbol actuaba en la V'illc BLEMAS to los ojos y se preparan á hacer la definitiva I.umiére. transformación que si para el deporte puede ser Los jugadores del niazo barceloneses han he perjudicial, para la gaveta de los modernos ne­ cho dos exhibiciones irregulares. Temerosos de O hay íórmulan de arreglo fáciles que ciuiii- gociantes habrá de resultar espléndida. lícen el intento de crear la I-iga de Profe­ su enemigo, el once

Carcelona.—Una animada fase del «match» internacional de hockey entre el Racing Club, de París, y el Real Polo Hockey Club, de la Ciudad Condal, y en que los jugadores españoles obtuvieron una brillante victoria (Fots. Pacheco y Gaspar) 38 La Esfera

—iQué cuesta la impresión de una cinta? na charla —Oscila de 30,000 á 500.000 pesetas. Esto es lo que costó La Casa de la con Fernando Troya... n 5^ i^ i^ —¿Qué se paga por derechos de autor? Roldl.á —Suelen cobrar, por término medio, de 3.000 á 5,000 pesetas. Juan López Núñez vendió en 3.000 pesetas los de­ CURIOSIDADES Y ANÉCDOTAS DEL l'FILM> rechos de El niño de las monjas, y pudo ESPAÑOL, CONTADAS POR ESTE EXCE- haber ganado mucho más si hubiese es­ . LENTE AYUDANTE CINEMATOGRÁFICO perado el resultado de la cinta, que fué magnífico.,. A Wenceslao Fcrnández- ERNANDO líoldán es un excelente Fiórez, por las sesenta y seis cuartillas ayudante cinematográfico. En este en que ha escrito el argumento Una F nuevo arte del film, la labor del aventura de cine, le han abonado 5.000 ayudante es de una gran importancia, pesetas. Esta cinta está ya jilmándose... y, sin embargo, queda en penumbra —¿Es usted optimista en cuanto al para el público. Kl ayudante ha de es­ estado actual de la cinematografía es­ tar en todo; ha de atender á todas esos pañola? mil detalles que para la gente pasan — Si, Creemos que estamos en un gran luego inadvertidos, lis, para la dirección momento. Contamos con lo principal: la de la película, como un secretario inte­ atención del público, que va aún hacia ligente, en continua actividad, en aten­ la más modesta producción nacional... ción constante hacia todoa los aspectos —I Hay muchos rostros fotogénicos de! trabajo, entre nuestros artistas de teatro? Fernando Roldan ha intervenido co­ —No, desgraciadamente... El objetivo mo ayudante en numerosísimits pelícu­ amplía los defectos del rostro... En este las. Ésta experiencia le hace profundo aspecto se dan grandes fiascos. Rostros ELISA RUIZ ROMERO conocedor de !a historia y los bastidores de mujeres bonitas, luego, al ser proba­ de la cinematografía española. De todo B:llíi¡ma iistrilla' ci.iemalcgráficQ española dos en la pantalla, no son fotoy^üiro.-... ello nos va hablando un atardecer, en Y al revés... Una cara fotogénica ha un café, mientras en nuestras cerca i ías bulle un público femenino y frivolo: de ser de facciones regulares, muy proporcionadas, nariz recta, ninguna público de chicas bien, apasionadas del jilin, del té y del chárlestin... desviación do los arcos de las cejas... —-^Cuándo se hicieron —le pregunto—las primeras películas españolas? —¿Cree usted, amigo Roldan, que !JS arg.iin?ntos deben obtenerse —Debió ser—me dice Fernando Roldan—hacia el año noventa, aproxi­ de comedias ó novelas? madamente... Entonces se ¡Hmó la retirada del —No. Eso me parece una equivocación... Haj" Guerra... Fué en Harcelona donde el cinc co­ cjue ir á formar escritorcLi especializados en ar­ menzó A adquirir más brillantez. En realidad, gumentos de pantalla... hasta el año i(iio—en c[ue se hace La Verbena —¿Y de los escenarios de arte y de paisaje de la Paloma—, puede decirse que no toma que hay en España?... incremento nuestra einematofírafía... —Puede obtenerse de ellos un partido inme­ —¿Recuerda usted alguna película hecha an­ CINEMATOGRAFÍA jorable. Ya se ha hecho en varias cintas. Por Ia= teriormente? escenas de El niño de las monjas pasan cuadros —Sí.., /.cj,í intereses creados y La madona de de Sevilla, de Córdoba, de Salamanca; por la^ las liosas, de líenavcnte. Pero su éxito había EL TEATRO DEL SILENCIO de El Cristo de la Vega pasan escenarios bellísi­ sido muy escaso... mos de Toledo; en La Casa de la Troya, conoci­ —.'.Cuáles son, á .su juicio, los artistas cinema­ dos de todos son los admirables escenarios ga­ tográficos españoles que más se destacan en la EN ESPAÑA laicos que embellecen la cinta,.. actualidad? —¿Cuál es su opinión sobre las academias ci­ — De ellas, Carmen Viance, Celia Escudero, nematográficas? La Romerito... Hay, en segundo término, una Y EN EL EXTRANJERO —I^as creadas hasta ahora sólo han sido pre­ verdadera legión de muchachas bonitas. De textos para explotar á la innumerable legión de ellos, Piiouto, Varillas, Montenegro, Ribas, Or- muchachos y muchachas que sueñan con el cÍ7ie. duña... Pero el incremento que está tomando la produc­ "~i_Q'icre usted decirme qué tiempo se tarda en hacer una película? ción nacional hará pensar en la necesidad de fundar una escuela para —Según... La Casa de la Troya—por poner un ejemplo de cinta de ver­ artistas de este género... dadero éxito—se empezó á rodar en Abril del 25 y se terminó en Enero —¿Cuáles son, á su juicio, los operadores y directores que más se del 2ñ. Esta película, con Currilo de la Cruz, es la que más ha producido. destacan en nuestro mundo de la pantalla? En general, puede decirse que una pe­ —Entre los operadores, Ulauco, Alon­ lícula produce el triple del co.ste, por lo so, Pon, Arroyo, Beltrán... Entre los menos... A mi parecer, las más logradas directores, Perojo, Calvache, Eusobio han sido Los chicos de la escuela. Boy y Ardavin, Walken, Carrasco, Rey. Buchs, /-" chica del galo. Y las que más reso­ Delgado... nancia han tenido en el público, las de —¿Quiere usted, finalmente, amigo toros y motivos andaluces... Roldan, contarme alguna an-cdota cine­ •-^;.No cree usted que la producción matográfica? nacional debiera huir de esos ca -linos —Cuando se preparaba La Verbena que la acercan á la españolada? de la Paloma, la primera película nues­ Crea usted que si se hace ese género tra que se empezó á explotar en el Ex­ de cintas es. precisamente, porque son tranjero, vino á adquirirla un inglés, las que el público prefiere y busca con que ofreció quinientos dólares si cam­ más entusiasmo... biaban el desenlace. El quería que Ju­ -—¿tjué sueldos son los más altos pa­ lián matase á Susana. Eso le parecía gados^ en einematograíia? que retrataba mejor «el salvaje y celoso —El máximo me parece que ha sido carácter españolu. Naturalmente, no se el de Antonio Calvache, por intervenir accedió á lo que el inglés quería... Otra en Currito de la Cmz, en una actuación vez. Ribas, el excelente artista, inter­ de tres meses. Cobró 17.500 pesetas... pretaba El abuelo. A mitad de la pelícu­ De ellas, La Romerito cobró una crecida la, un gato del hotel en que se hospedaba cantidad, también en la misma cinta.. le destrozó la liarba. Y hubo que sus­ — ¿Y de los trucos cinematográ­ pender durante algún tiempo la cinta ficos?... hasta conseguir, con apuros, y gracias —Descubrirlos ahora sería defraudar á fotografías de lo filmado hasta enton­ un poco la curiosidad del público, ;,no ces, una barba igual á la de las escenas le parece?... Sí le recordaré el casó del anteriores... Al^abeiio, que se dejó coger al impre­ Hace Fernando Roldan una pausa, sionar una película. Esa cogida le ha como para ordenar su pensamiento y producido, al tanto por ciento en la recordar alguna nueva anécdota. En explotación de la película, unos ocho seguida reanuda: mil duros.,. FERNANDO ROLDAN Excelente ayudante clnematográfi-o eípoñol ^ —Otra voz, mientras se filmaba una La Fs/em 30

Las grandes figuras de la pantalla.—Norma Shearer en la intimidad de su hogar importante escena de La hija del Coryc^idor, la jiens. En la anrítocrática jilaya no podían monte para ajtoderarso dol tratado eliino actiiz Enriqueta Palma hizo nnitis. y suponien­ l'altar hi marcjuesa do Zares, con su encanl a- del cual dtjioiido la paz do media docena do do, sin duda, que se hallaba en el teatro, asomó doi'a lúj;i Dora, ni la condesa Zíeka, una do Establoseuro])eos yasiáticos. Un día, ol con­ hiego la cabeza, estropeando con ello una esce­ osas inteligentes y ini.-,tcriosas mujeres (.{ue de Orloff se diSiiidí tic Dora, á quien stcro- na de largo metraje... Recuerdo también que en se eníMiontran siempre nn los lugares (IOHÍNT laniento ama, jjues una importante y peli­ otra ocasión requerimos á un campesino viejo de se congrega la diplomacia. Según insisíont os grosa misión le lleva á sn ¡laís. Durante su Santander para q\ie filmara una escena con rumores, cuya veracidad los agento.'^ del Sor- ausencia, Dora so casa con Julián Weymouth. urt actor caracterizado de viejo. E\ campesino, vicio Stcreto do media do.,ona de [)a:ses tra­ A¡)cnas Orloff pone los pies on el suelo do su asombrado de ia agilidad de movimientos del tan dt averiguar, la condesa ZícUa os una patria, los agentes dol gobierno ruso lo arres­ actor, dijo á éste: «.^migo. cómo se conoce que hábil es])ía qiie vive es])léiKlÍilamente do la tan y lo arrojan en. un ininiuido calabozo, es usted un viejo o.señor.). Quería decir el buen compra y venta do doeiimentos secretos, y del cual logra escapar gracias a la interven­ hombre que de los dos. á pesar de la igualdad qno trabaja sxpnoralniente á Ia.s órdenes del ción de unos amigos y correligionarios. El barón Ballin, agente secraio de una Poten­ conde Gi'Ioff vuelve á Francia en la creencia de edades, el actor estaba menos achocoso que cia europea. Sojin, ol rciirosontanto chino, de ([uo su arresto fue debido á (piC Dora di­ él, que se había dedicado á las rudas labores entrega im tratado s>^crcto al jtfo de la dele­ vulgó los planes (.lo r>u misión á Husia á al­ del campo.., gación diplomál ica inglesa. Ballin quiero guno de los espías tpie pululaban por Deau- J. M. A. ajiodorarse del doc\imonto á todo trance, y ville. Firme on sii su]iosieión, Orloff so diri­ ai efecto da instrucciones á la condesa Zicka ge al hotel dando se aloja la delegación di- para

LOS

TRUCOS

D£L

CINEMA­

TÓGRAFO

Monte Blue y Patsy Ruth Millcr 'filmanr una escena fantástica. Han sido narcotiza­ dos, y al re- cobrarclco­ nocimiento, se cncue-i- Iran c o n - vertidos en enanos. El HrucO' consiste en que el mo­ biliario, el decorado ycuanto ro­ dea á los ac­ tores tiene un tamaño cuatro veces mayor que el normal

apanemn nu«torio..a dol valioso doeumtnto Casino. Confrontada por su esposo y acusa­ >vo obviante esto conii>roineíodor detalle, la que e mrsmo ludna .olceaara recobrar el documento des­ duda la inocencia de Dora, no liay motivo ma.s, que invariabiemente iban á parar al aparecido, el cual iué dirigido al barón Ballin ninguno iiuo imi)ida que elintorrunipido via­ tíipolb verde de la^ moí^as do juego ilol Oran &a un sobre escrito do puño y letra de Dora. jo de bodas .so celebre en medio tío la mayor alegría y la más completa felicidad. La Esfera 41

LA VIDA TEATRAL - EL NUEVO ARTE ESCÉNICO

os es forzoso considerar la enorme diferen­ tualmente al lugar de la acción, sin que unos cia que media entre nuestros tabladilHos, árboles pintados ó unos interiores casi de verdad N henchidos de mezquindad aún, con los se lo hagan sugerir. Ni más ni menos que lo que añosos telones, los rompimientos, las bambali­ vienen á ser las representaciones del lejano tea­ nas y bastidores de lienzo y papel pintado (muy tro oriental. siglo XIX), y los escenarios modernos, tan plenos de inquieto esteticismo y de normas nuevas, tan colmados de motivos artísticos y de amplias Desde la perspectiva perpetua, en horizonte sugerencias. circular, ideada por Brandt en Munich en 1S69, Se sigue por la generalidad un triste apego por nada menos, pasando por ios sistemas de ilumi­ las decoraciones pompien de un meticuloso ve­ nación y las decoraciones plásticas de Rcinhardt; rismo escénico; por un mal entendido realismo las escenas giratorias de Otto Dcvrient, de Car­ en la maj'oria de las representaciones plásticas, los Lautenschliiger, de Gustavo Dumont; los sis­ y por una serie de viejos convencionalismos, lla­ temas de juegos de construcción alemanes (que mados á desaparecer. Los tiempos aquellos en con unas mismas piezas de color indefinido se que los exteriores se reducían á fenomenales pos­ construyen rápidamente, pilares, escaleras, ar­ tales iluminadas han pasado. Cierto género de MANUEL FONTANALS cos, columnas); el sistema Asphaleia: el de Lin- obras requieren otras decoraciones que no las nebach; los escenarios de vagones; los escenarios El graT tmetteur en Bcénet español, que ha dirigido el Teatro que se vienen usando, y de las que se viene abu­ de arte «ll Canvcgono', de Milán, y trabaja actualmente sintéticos, etc, hasta el escenario estilizado ó el sando en nuestra escena, harto anquilosada por en París tablado moderno para escenas simultáneas, á la los cuatro lados. manera medieval, existe una variadísima serie de sistemas, procedimientos y matices, de la que En toda Europa y en gran parte de América, Depero, 6 en el sintetísmo de Craig, del teatro es fácil extraer lo más útil y apropiado á cada la evolución escenográfica va imponiéndose cada Dit- Maráis, de Bélgica; del cerrado Vieux- obra. vez más, con rotundos bríos afirmativos, y des­ Colombier, de París, etc, van apoderándose de arrollando con perfecta normalidad sus diver­ todos los escenarios. Indudablemente que aferrarse á un sistema sas tendencias. Fué un plural y simultáneo mo­ ' •• La escena moderna ha dado al traste con !a ofrece el gravo inconveniente de que no todas vimiento, cuajado de singularidades completa­ rancia y polvorienta balumba de los bastidores.. las obras pueden ser montadas de la misma ma­ mente definidas y acusadas. Cada país podía Estamos en el reinado del mclteitr en sccne. Se nera. Este es el mayor éxito de los Pitocfí, Para mostrar su faceta con arreglo al canon ó credo requiere hoy que el actor se desenvuelva en un él, cada una requiere su forma de expresión ade­ estético de su más moderno innovador. /Vsí, en medio que sea real y corpóreo, y no pintado. Se cuada, y es misión del mcítcttr en sccne el lográr­ Italia fué Bagaglia; en Alemania, Max Rcinhardt; tiende hacia el reinado de la plasticidad escé­ sela. Ni realismo, ni verismo, ni simbolismo, ni en Bélgica, Rene Moulaert, J. Meester; en Fran­ nica. Todo ha de ser efectivo: columnas, balaus­ sintetismo, ni estilizaciones en absoluto, con ca­ cia, Antoine, Copean; en Inglaterra, Gordon tradas, casas, árboles... O nada. El escenario de rácter general. Cada producción teatral se pre­ Craig; en Rusia, Miehier-FTold, Stanislawsky... Edward Gordon Craig, que hacía actuar á los sentará como convenga á su espíritu. Pero con Pero, con ser muchos, no fueron, sin embargo, artistas entre cortinas de colores armónicos, al arte. estos los únicos. En la vanguardia escénica figu­ estila shakesperiano. ran otros conspicuos nombres: Esler, Fuchs, Ma- Bien están los nuevos sistemas escénicos, pero gritte, Appia, Karel Maer, Kmil Pirchan, Cova- Se supone entonces en el espectador la fuerza siempre que en olios no se encaje la representa­ rrubias, Stobbaerts, Tairof, imaginativa suficiente para trasmutarse espiri- ción de toda obra, sea como sea; sino al contra­ Irene Lagut, Alejandra Ex- rio, cambiar de sistema, de ter, etc. Y Pítoeff. Pero éste estilo, y dar á cada produc­ merece párrafo aparte, ción su fondo y la forma que necesite. ¿Y en España?, se pregun­ Esta admirable lección que ta uno, ]£n España se ha he­ van dando á todos los públi­ cho poquísimo. Pero no cier­ cos y á los mejores directores tamente porque no sean es­ de escena, la explicaron tam­ pañoles dos, cuando menos, bién al nuestro desde el esce­ de los mejores y más carac­ nario del Alkázar los Pítoeff, terizados metieur en sccne: con la acusada expresividad Fontanals y Fortuny. de su arte personal é incon- Manuel Fontanals, actual­ lundible. mente en París, ha dirigido Resulta un poco deprimen­ el teatro 11 Convegono, de te que estas ú otras innova­ Milán, teatro esencialmente ciones, que á las veces tienen de arte y en donde mostró marchamo nacional—volva­ ampliamente su credo estéti­ mos á recordar á Fontanals co y dio á conocer su obra, y á Fortuny—, sean extran­ por muchos motivos admira­ jeros los que nos las mues­ ble, bien lograda y de gene­ tren, ó los que más se apro­ roso y pródigo ímpetu reno­ vechen de ellas. vador. Ahora bien: los ejem]>los Fortuny, hijo del famoso de Martínez Sierra y de la. pintor catalán, es el antor de Xirgu, que yo recuerde aho­ un originalfsimo sistema de ra, cuyas inquietiides por el iluminación indirecta que ha arte escénico los ha movido hecho más hacederos los siste­ en ocasiones á romper con mas de Reinhardt, de Brandt. el anacronismo imperante y de Lantenschlitger y de otros ofrecer originales decorados, depiásticasdecoraciones. For­ logrados y bien recibidos por tuny acaba de modernizar el la generalidad, ¿por qué no escenario de la Scala, de Mi­ han de hacer que esperemoH, lán, y sus recursos de ilumi­ con fundamento, en que la nación son concienzudamen­ renovación apuntada algunas te estudiados por los alema­ veces en algunos de nuestros nes, que los están sacando escenarios se afiance y ex­ gran partido. tienda cada vez más por ellos, con el brío y pujanza Las normas escénicas mo­ que tiene en todos los de­ dernas, variadísimas, ya se más países?... inspiren en el arte ruso mo­ derno, en los «complejos plás­ GREGORIO MARTÍNEZ SIERRA ticos movibles» de Baila y Insigne dramaturgo, a. tiuien debe el teatro en España tantos y tan nobles intentos de arte, y cuyo espíritu comprensivo y amplio ha renovado poderosamente nuestra escena E. ESTEVEZ-ORTEGA 42 La Esfera E]L TEATRO

ESPA:ÑA

V"~V

EL CASO AZORIN

DORINI DE DISO '' CARMEN ORTEGA Celebi'ada. soprano madri­ Notable primera actriz, que leña, que después de alcan- destacó brillantemente su z&t recientes y clamorosos personalidad y su tempera­ éxitos en *lournée» por el mento artístico en la Com­ Norte de Esparta con la pañía Dial-Artigas, á taque Compañía Zúfloli-Bódalo, ha pertenecido varias tem­ se oresentará, en fecha prú- poradas, y que últimamente xima, aute el público bar­ lia actuado en el Teatro del celonés Centro como primera figura de la Compañía de Manolo París

L hombre propo­ E ne y la taquilla dispone; cerrado el Con ese criterio teatro del Centro, aún pudo Azorin Azorin no ha podido tener por buen éxi­ dar su coníerencia to el de Brandy, explicativa de Bran­ mucho Brandy, y dy, mucho Brandy. aun podría pensar Ha sido la mejor que, efectivamente, solución posible, por­ había dado con la que en esos casos hay fórmula de una dra­ que recordar casi maturgia nueva, y siempre la famosa ([ue Shakespeare y frase d e j maestro Víctor Hugo, los dos Arrieta á gu ama de « hombrecillos « que gobierno: cita siempre que necesita parangonar­ ~I Señora, con se con alguien, son, azúcar está peor! efectivamente, uni­ Si el dramaturgo dades de medida novel fuese un ser proporcionadas, sin capaz de reflexión, lo cual no pueden el mismo Azorin Una de las deliciosas escenas de «Todo el año es Carnaval ó Momo es un cnrcamal*, obra de loi; Sres .Vela,Moreno yelmaestro Rosillo, estrenada recie^temente en ei Teatro de Novedades, de Madrid, con éxito enorme ser unidades de me­ habría caído en la dida. cuenta de que su Pensar que la batalla de Brandy, mucho Bran­ literatura no interesaba á la dirección artís­ cartel Las /lores cincuenta noches consecutivas dy es comparable con las provocadas por la dra­ tica del Ceiiitro, y de que en esa aventura le con entradas poco menos que malas, no es tan maturgia romántica, es tomar el rábano por las habían repartido un maifsimo papel. El caso de remoto que no sirva para establecer la compa­ hojas—valga la frase, poco académica para apli­ Mac-Kinlcy, anterior al estreno de Brandy, mu­ ración. cársela á Azorin—y creer que para hombrearse cho Brandy, fué, además, definitivamente de­ Si es cierto que Azorin quiso salir á escena du­ con Shalicspeare basta con usar monocle y es­ mostrativo. Los cómicos, en aquella ocasión, rante el estreno para explicar lo que el irritado cribir en inglés el título de un drama, es confun­ entregaron la obra traidoramente *á la fiera-», y público no entendía, según el autor, quizás el dir al autor de Ótelo con uu inglés de guardarro­ Mac-Kinley tuvo un gesto bello de autor de ha­ gesto hubiese sido lógico, aunque no nuevo; eso pía; con el de Los sobrinos del capitán Granl, ce cinco lustros, retirándola. En el Centro no es­ lo hizo hace muchos años Salvador María Gra­ por ejemplo. trenaban de buena fe, es decir, con fe en las obras nes, saliendo en Eslava á explicar un quid pro estrenadas. quo de que el público protestaba: Por lo demás, el caso Azorin ni siquiera tiene El crítico que peor haya tratado á Azorin le —Pues, sí, señor: la canoa..., porque canoa es el mérito de la novedad; es de tantos ilusos co­ ha tratado con respeto infinitamente mayor un barco, y canoa un sombrero de copa... mo sueñan con la gloría escénica, con las revolu­ que los cómicos que ie han hecho el íavor do Cierto que la experiencia del valeroso Granes ciones dramatúrgicas y hasta puede ser que con estrenarle la comedia. no fue de las que invitan á la repetición,.. Gra­ las liquidaciones de la Sociedad de Autores. I'or eso se ha repetido el caso de Mac-Kinley; nes, sin embargo, no era hombrea quien arredra­ Un periodista indiscreto nos ha contado im­ á la cuarta representación de Brandy, mucho ran las protestas, ni autor de los que se rendían, prudentemente el secreto de Azorin, la novedad Brandy, cerraron el teatro para ensayar otra co­ como entonces era costumbre, á las indicaciones que se le había ocurrido—como aquellas que se media con que substituir á la de Azorin; si la del público. Testifícalo aquel otro estreno, en la le ocunían al personaje quinteriano—al autor taquilla hubiese respondido al ideal de la Em­ Zarzuela, de una obra escrita en colaboración; la de Oíd Spain; lo que quiere es hacer un teatro presa, aunque el pi'iblico hubiera arrancado á ti protesta fue de las que hacen época, y el cola­ superrealista. ¿Hase visto innovador como él? ras el pellejo de ^^oWw.laobraSeguiría en el car­ borador, un novicio andaluz, estaba aterrado. ¡Teatro superrealista, nada menos, cuando hace tel; Azorin, su literatura y su teatro eran lo de Granes encontró en seguida la frase justa para ya lustros que estamos de vuelta de Ibsen y po­ menos. Una límpreaa teatral es una Empresa consolarle: co menos que Caldos definió teórica y práctica­ industrial, y trata su negocio, generalmente, co­ —No se asuste usted, hombre; esto no es na­ mente el simbolismo! mo una industria; pero también en eso hay cla­ da; es un éxito. ]l'stcd no sabe cómo las gastan ¿Por qué no pide Azorin privilegio de inven­ ses, y el caso de Tirso Escudero, creyente en los en Madrid! Aquí, cuando una obra no gusta, autores de El genio aleare, y sosteniendo en el ción? (disparan torpedos en las butacas! ALEJANDRO MIQUIS La Esfera 43 LOS MAGOS DEL PIANO EL INGENUO Y GLORIOSO RUBINSTEIN

ANTONIO RUBINSTEIN

ON Liatz y Grieg forma Rubinstein la trini­ Petersburgo, cuando Rubinstein estaba en la mara\illoso músico episodios aislados. Su inge­ dad prodigiosa que, culminando entre los plenitud de sus facultades. nuidad los tuvo á flor de labio en toda ocasión. C «virtuosos» inimitables del piano y salvan­ Ávido de saber y de ser oído y juzgado por los Su genial virtuosismo no le estorbaba para sen­ do triunfalinente los abismos de la muerte y las más extraños públicos, peregrinó por toda Euro­ tirse descontentadizo y ser consigo el más seve­ fronteras de un siglo, perviven en el recuerdo y pa, engastando en las maravillas de oro purísi­ ro crítico. culto de nuestro tiempo, A. través de toda Euro­ mo del «virtuoso* las piedras preciosas del com­ Lctchtctizky, que le trató en la intimidad, lo pa, más quizás por su excelsitud de ejecutantes positor: sus oratorios, sus sinfonías, sus concier­ confirma con esta curiosa anécdota: insuperables ([ue por su magistral personalidad tos, sus melodías, sus obras diversa.'* de orquesta «1-a última vez que Rubinstein estuvo en Vie­ de compositores. que, con las múltiples para piano, suman un rico na se organizó en su honor una gran función de Y, sin embargo, en este sector y aspecto, su tesoro de 550 producciones. Alemania. Inglate­ gala. A ella concurrió toda la alta intelectuali­ labor inspirada, viril, moderna, humana, levan­ rra, Francia y Bélgica fueron para el pianista dad de la capital austríaca. Antes de presentar­ ta y afirma su figura entre ios gi'andes maes­ mago, de 1862 á 1875, palenque y pedestal de se en el proscenio, el gran músico, encogido entre tros europeos de la música. sus más resonantes y gloriosos éxitos, tales como bastidores, quiso echar una ojeada á la sala, Acercándose ya el centenario de su nacimien­ pocas veces los alcanzó un genial artista. La ex­ y el aspecto de aquella multitud brillante le to, ¿qué menos que volver á él los ojos, rindien­ celencia del maestro, realzada por la fama del conmovió profundamente; llegó á palidecer de do pleitesía á su memoria? ejecutante, los explica justamente. tal modo que le creí á punto de desvanecerse- Su precocidad musical no enturbió su vocación Dio á su música el carácter, fibra y universa­ Le lleve á un salonciilo contiguo y le ofrecí un nativa, ni abatió, por el lastre de lo prematuro, lidad de su tiempo, no vaciando su inspiración vaso de agua, preguntándole si se había indis­ puesto. los vuelos de su espíritu, hecbo para luchar y en los moldes eslavos, no obstante, querer cap­ vencer. Su semblante es espejo de su tempera­ tarle y monopolizarle para su nación y raza el —No—me contestó—; no me he puesto enfer­ mento; dice voluntad, agudeza, austeridad, aco­ mecenazgo de la gran duquesa Elena y la pro­ mo, querido camarada. Es que tengo miedo, metividad, tenacidad, dominio soberano c in­ tección del conde Wilhosk, Su cosmopolitismo Rubinstein, efectivamente, era ingenuo en su coercible. Su frente es de pensador y de hombre espiritual y su sentido humano y libre sustrnjé- nerviosidad como un novato que tuvicxa que de acción. Su melena nos trac al recuerdo la ronle á estas cadenas sugestivas y estrechas y habérselas con el público por primera vez. Sa­ aureola de Listz; su expresión fisonómica tiene salváronle de caer en encasillamicntos de una lió por fin á escena y tocó soberbiamente, y á algo singularísimo del gesto de Beethoven. determinada tendencia ó escuela. Su obra ente­ medida que el concierto avanzaba, el entusias­ Desde que su madre puso las mieles del divino ra es expresión y personificación vibrante de la mo delirante del público tomaba proporciones arte en sus labios balbucientes, y los ungió con vida moderna: nerviosa, varia, vigorosa, elásti­ de apoteosis. el beso de los elegidos, hasta que la Inexorable ca, sensible, exuberante, conjunto armónico de Al cabo, él mismo, como enfebrecido, se dejó heló sus manos y apagó su cerebro á los sesenta placer y dolor, de pasión y lucha. requerir muchas veces, y, de más, tocó luego todo y seis años, ¡cuántos anhelos florecidos, cuántos «Ningún artista mejor que Rubinstein—ha di­ lo que el auditorio quiso pedirle. Nunca como combates librados, cuántas energías derrocha­ cho un gran crítico de su tiempo—recuerda el entonces le vi de mejor humor. das, cuántas victorias logradas,y homenajes re­ ímpetu, el mecanismo excepcional y aun la eje­ Terminado el concierto, quiso escabullirse, y cibidos! cución fulminante del genial Listz; y se le ha po­ en el foyer le rodearon todos, estrechándose pa­ Si Meyerbeer le condujo á Dehn, fué realmen­ dido juzgar superior á su maestro en la interpre­ ra felicitarle; pero él, rehaciéndose hacia un ex­ te el célebre Willaing el maestro y guía de sus tación de las obras clásicas de Bach y Mozart y, tremo de la sala, inmergió la diestra en un reci­ tiernas aptitudes en Moscou y quien á poco en sobre todo, de las de Beethoven.* piente de agua fría, y, rociando algunas gotas París le presentara al famoso autor de las Rap­ No obgtante la consagración solemne y uná­ sobre los entusiastas que le cercaban, llegó á sodias húngaras y le alistara entre sus discípu­ nime de su personalidad, su alma ingenua, decir: los. Y aún no se había, cuajado de rosas su ju­ nunca desvanecida por la lisonja, parecía arro­ —Si un alumno de piano hubiese hecho oir, ventud, cuando los laureles acariciaban su fren­ dillarse en la sinceridad de la propia modestia, durante una velada, tantas notas falsas como á te. Si á los ocho años asombraba con su primer cuando en el auge de sus triunfos dejaba esca­ mí se me han escapado esta noche, habría me­ concierto, á los diez y nueve escribía, de retorno par estas palabras: «Ningún indicio se vio en mí recido que su profesor le arrojase por la ventana.* á Rusia, su patria, .su primera ópera en tres ac­ de talento. Quise yo escrd>¡r grandes cosas, Tal era consigo la severidad franca del hom­ tos: Dimilyi Dousfioi; á la cual siguieron, cal­ ciertamente y con tal voluntad; compuse ópe­ bre, encumbrado por su labor y méritos á las deadas por el mismo estro juvenil, su Toms, que ras, conciertos para piano, cantatas y sinfo­ cimas del arte. los cantantes ejecutaron en Viena; La venganza nías... Pero todo ello no me ha parecido luego Ln posteridad Ij ha hecho justicia. («Tcberkesse») y Los cazadores de Síberia, que más que papel emborronado. Mi hermano Nico­ Rímbisela, plena y solemne el Real Conserva­ en vida del maestro, y j.Qr expresa voluntad su­ lás sí que valía, I) torio de Madrid en el próximo primer centena­ ya, no fueron representadas. Nerón, broche de Este inquieto anhelo de perfectibilidad y ta­ rio de su natalicio. su producción dramática, fué estrenada en San maña insatisfacción de sí mismo no fueron en el RODOLFO GIL 44 La Esfera

La obsesión, vertiginosa de ios bólidos modernos

L lector está acostum­ brado á ver dcsíilar E por las planas de los gráficos modernos estam- ]>Li;i do vehículos absurdos, disformes, con los que sus conductores afirman que batirán nuevoi records mundiales. lüi distintas ocasiones, logrado el intento, queque- do fijado para gloria del héroe en una cifra inverosí­ mil, las gentes se pregun­ taron qué era lo que la Hu­ manidad había conseguido con aquel esfuerzo peligro­ sísimo, sin que valieran á justificnr la hazaña los ar- • gumentos manoseados de Seagrave, el famoso conductor, vencedor un aflo del Gran Premio de San Sebastián, examinando los motores del monstruo recientemente construido la conveniencia de acredi­ en Wolverhampton, antes de empuñar el volante (Fots. Agencia Gráfica) tar una marca ó la de estudiar el límite de re­ sistencia de los materiales. Aquello podía con­ La panzuda máquina, que ha efectuado sus que ha embarcado con sus mil caballos en re­ seguirse por mil otros medios, y para esto hay primeras pruebas con éxito, está dotada de dos poso completo. un bancu de pruebas c^ue dice tanto como la motores de 500 caballos, situados delante y de­ ¿Alcanzará el famoso conductor los 300 kiló­ carrera más arriesgada. trás del lugar destinado al piloto, el que, hun­ metros con la tortuga construida para semejante dido en su alojamiento, sólo deja ver la ca­ intento? SigLiiendc en el empeño obsesionante de Mal- beza, protegida por una elevación del capot, Es muy dudoso, porque no son exclusivamen­ colin Campbell y otros afies del volante, el Muyor que la preserva de la violentísima corriente Seagrave—la flemática figura conocida de los te los problemas á resolver el del motor y la re­ de aire producido al desarrollar la enorme ve­ sistencia del aire, sino los que dependen del fac­ aficionados del circuito internacional de San Se­ locidad, bastián—ha decidido correr contra el record tor hombre, que también tiene un limite de ca­ mundial de la velocidad con el bólido más impo­ Seagrave ha decidido marchar á Norteaméri­ pacidad y resistencia frente á estos ensayos vio­ nente que huya salido de fábrica. Kl curioso afi­ ca, porque la playa británica de PendincSands lentos, frecuentes en trágicas cabriolas, y á los cionado podrá juzgar por las fotografías que no tiene las dimensiones suficientes para lanzar que no se ve un fin práctico que importe á las ilustran esta plana. su bólido con seguridades de éxito, y los ameri­ gentes, sólo atraídas por el malsano afán del es­ canos esperan ya al nuevo rey de la velocidad. pectáculo peligroí^-ísimo, emocionante. Algunos de los productos más recomendados de la Perfumería Gal.

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Vista panorámica del puerto de Málaga, la bella ciudad andaluza cuyas fiestas de Semana Santa serán este año, como los anteriores, una gran atracción por su suntuosidad y su belleza

N ese renacimiento que es progreso mate­ que el sol y el mar funden las maravillas de sus cl atractivo de la Semana de Pasión, la convier­ rial y afán de expansión espiritual que ani­ reflejos, es Málaga una estación invernal sin ten en punto de cita de la más selecta emigra­ E ma á las ciudades de España, Málaga des­ competencia posible. Los centros europeos más ción elegante. taca de modo señero. reputados por la reclama para el turismo no El tesón, las iniciativas, la admirable labor Va cundiendo en nuestras urbes la estimación, pueden ofrecer tan espontánea y segura tem­ organizadora de D. Antonio Baena, presidente la ponderación por los propios valores. Del se- planza atmosférica, sitios tan selectos para que el de la Asociación de Cofradías, ha logrado hacer dentarismo de antaño se va pasando á una enér­ cuerpo eluda los rigores de la Naturaleza y al de las procesiones malagueñas un desfile incon­ gica actividad que teniendo por origen cl amor par el espíritu se repose en el deleite de la con­ cebible de arte, de suntuosidad y de belleza. local, irradia sobre el resto de la nación y empie­ templación. Las obras más famosas de la escultura sacra za á proyectarse tras las fronteras, llamando la Pero si Málaga es la estación invernal de Es- en cortejos de fabulosa riqueza, aureolados por atención de los extraños sobfc nuestras ciuda­ pafia por excelencia, al llegar la primavera se la devoción popular, cruzan las calles malague­ des, nuestros paisajes, nuestras costumbres y convierte en una de las ciudades del mundo que ñas durante la Semana Santa, siendo orgullo y nuestros trabajos. más interesantes espectáculos pueden ofrecer á gala insuperable de la ciudad, En ese renacimiento expansivo. Málaga ca­ la curiosidad extrafia. Y mientras lo típico se une á lo artístico y el mina en primer término. Una generación de na- La exuberancia de un suelo privilegiado, la fervor armoniza con la luz esplendente y el am­ turalcü de aquella tierra privilegiada ha tomado riqueza de perspectivas y emociones que el mar biente único, la Málaga m'oderna brinda al via­ sobre sí la tarea de llamar la atención del mundo brinda como colofón de las bellezas de la tierra, jero todas las comodidades, todos los atractivos, sobre los tesoros que cl arte y la Naturaleza, en y por contera las magníficas fiestas en que trans­ cl orden y la higiene y el progreso de la mejor feliz rivalidad, se complacieron en acumular so­ curre la Semana Santa, convierten á Málaga en gran ciudad cosniojiolita. bre aquel bellísimo rincón de la patria española. el lugar de atracción máxima durante la época Así, Málaga, por feliz coincidencia de la Na­ Pocas ciudades, como Málaga, tienen tanto vernal. turaleza, el arte y cl esfuerzode sus hijos, se ha derecho á reclamar esa atención del turismo mun­ Durante el invierno, las visitas regias precur­ constituido en uno de loa más legítimos timbres dial. Por su clima, de una dichosa uniformidad, soras de la instauración de temporadas qficiales de orgullo que España puede mostrar á la admi­ por su admirable situación mediterránea, en la de la Corte en la bella ciudad andaluza y ahora ración ilel numdo.

Dos detalles del magnífico Parque de Málaga (Fots. Lledú y Díaz Casariego) La Esfera 47

Vista panorámica del aristocrático barrio de la Caleta, tomada desde un aeroplano SOCIEDAD HIDROELÉCTRICA DE EL CHORRO FALTARÍAMOS á nuestro deber informativo, incurriendo en una falta imper­ en un solo año se han podido suministrar 2.305.334 kilovatios-hora más que en donable, si al hablar de Málaga, bajo sus diversos aspectos, dejáramos de dedi­ el anterior. car un espacio tan justo como merecido á la Sociedad que encabeza estas líneas. Esta Sociedad, que tiene por norma no escatimar ni regatear cuantos sacri­ Seria algo análogo como ir en peregrinación á Roma y no ver al Papa. ficios económicos se presentan, bajo el punto de vista de perfeccionar el mejora­ Por ello, á pesar de disponer de corto espacio, nos vemos en la necesidad in­ miento de sus servicios, ocúpase en la actualidad muy activamente de la amplia­ eludible de consignar, siquiera sea á la ligera, lo que es y representa para la re­ ción de la sección ñ

DIRECTOR PROPIETARIO: Diieidóii teleoiflliiii y \Mmii (M Má y SiiíDrsnIesj: DON BALDOMERO MÉNDEZ =— ALARIFE —=

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Vista panorámica de El Chorro, uno de los siüos más pintorescos de Málaga^dond^está el pantano de Guadalhorce, magnífica , admirada obra de ingenien. La Esfera 49 La peluquería para niños en Berlín^ MAJESTIC HOTEL INGLATERRA BARCELONA. Paseri de Gracia. Primer ordon. Precios moderados. El má3 concurrido. Casa Ramos Peluquería

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Especialidad e n artísticos posfeizoa ELAR ó arreglar el pelo á un pequeñuelo, Según puede observarse en la fotografía, los si­ para señora y bisonés para caballero, sobre tocio ai éste es nervioso ó inquieto, llones americanos han sido convertidos en atrac­ premiados en varias Exposiciones P es una de las cosas más difíciles ú. que pue­ tivos juguetes mecánicos [automóviles, caballi­ de someterse la habilidad de un Fígaro. Ello tos, perros, monos, vaquitas, etc.), que entre­ ONDULACIÓN MARCEL obedece principalmente d qne los niños, cuya tienen admirablemente á los chiquillos con sus imaginación necesita hallarse en continuo mo­ ingeniosas imitaciones del natural. Cuando, á Manicura vimiento, se resisten á ese forzado aquieta- pesar de esto, el niño no se distrae lo bastante Aplicación de tinturas miento á que se les somete en la peluquería du­ para asegurar la maniobra del peluquero, otros Perfumería rante los diez ó doce minutos de la operación juguetes no menos graciosos, situados en círculo y de tonsura. á la altura del techo, empiezan á funcionar, cau­ Huertas, 1 duplícail]. A obviar tal dificultad profesional tiende et tivando por completo la atención del pequeño salón infantil de peluquería que presenta la ad­ cliente!" líl incipiente puchero se convierte en son­ junta ilustración, y que un avisado industrial risas y palmoteos de contento. Y, como dicen los acaba de inaugurar en Berlín, con felicísimo prestidigitadores, le lour est ioiié, y la peluque­ NUEVOS NÚMEROS DE LOS éxito. ría cuenta ya con un parroquiano incondicional. TELÉFONOS DE PRENSA GRÁFICA

Un nuevo tipo de locomotora^

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confeccionadas con gran lujo

Se han puesto á la venta las correspondientes al 1." y 2." semestres de 1926 De íenta en la ñdministración de Piensa Gráfica (S. R.}. HermosiJla, S7. al precio de 7 ptas. cada semestre

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s el que presenta nuestra fotografía, y que baratura y poder calorífico, y que seguramente J se refiere al modelo de locomotora ideado ha de producir una revolucción en los medios de E por el ingeniero ruso Lomonosov para el transporte. Dicha locomotora, construida para aprovechamiento det nuevo combustible llama­ una linca férrea alemana en Dusseldorf, des­ do mizout, que, según su descubridor, será el arrolla UQ trabajo mecánico de 1.200 caballos, HOTEL INGLATERRA verdadero sucedáneo del carbón de piedra por su cc'.i un coste relativamente económico. Ue lirimer orden — ORAIVADA. Arden después de varios años de es­ tudio ha encontrado el único método capaz de conservar la eterna belleza del cutis "^1

Usted misma, en su propio toca­ El método que se practica a diario en sus famosos salones de Londres, dor, puede seguir las tres bases París y Nueva York, usted misma puede hacerlo en su propio tocador fundamentales de este método que consiguiendo resultados mataviliosos, se practica diariamente en los solo con seguir fielmente las tres bases fundamentales de este método: famosos salones de Paris, Londres Limpieza del cutis, con la Vemüan Cleaming Cream; Tonificación de este y Nueva York con el Ardena Skiii Toiiic o el Specinl Astringente y N/ilrición del mismo empleando Veneí/an Orangc Skin Food o la suave Velv¿i Creaní que nutren los LI2ABETH ARDEN está tejidos borrando al mismo tiempo las Preparaciones que Elizaheih Arden Econsiderada, entre las más líneas y arrugas que tanto afean el recomienda pura ¡tsar diariamente: rostro. bellas y distinguidas damas de Venetian Cleansing Cream, Se disuelve rápidamenre al calor Ac la las grandes metrópolis, como la Con solo un pequeño cuidado piel y penetra iiasta el fondo de los incomparable especialista en el diario usted misma puede transformar poros limpiando estos de todas sus arte de conservar el cutis sano, su piel, haciendo que el funcio­ impurezas. Peas. 9., 15., 26., 50. fresco, V con una deliciosa apari­ namiento normal de las células que Venetian Ardena Skin Tonic. alimentan el cutis le de una apariencia Tónico ligeramente astringente para encia de juventud de atractiva juventud. dar al cutis una suave firmeza y transparencia, Se usa combinado- con la preparación anterior. Ptas. 9.» 18., 55., 50. Venetian Orange Skin Food. Re­ constituye los tejidos debilitados, re­ afirma los músculos del rostro y fortalece el cutis evitando que la aparición de líneas y arrugas lo afeen, PMS. 9.. 15., 26., 46. Venetian Velva Creani. Unadeücio-' sa y suave crema para las personas de cutis extremadamente sensible. Proporciona la nutrición necesaria para que se conserve sin ajarse, no desarrollándose con su uso la grasa en los tejidos. Ptas. 9., 15., 26., 50. Venetian Muscíe Olí. liste aceite nutre y fortifica las facciones redon­ deándolas y suavizando poco a poco, hasta que desaparecen, las líneas y arrugas que se forman alrededor de la boca, en los ojos y ia frente dando a la piel una nueva tersura. Ptas. 9.,. 20., 35. Venetian Specíal Astringent. Está compuesto de esencias astringentes y tiene la propiedad de contraei los tejidos laxos vigorizando los múscu­ los de la cara. Ptas. 20., 35. Pruebe el mítodo de EUz-ilieih Arden en su ¡irvpin aun Escriba pidiendo un ¡olido "Bu Pos fle­ ta Belleza " Las pnfíiraciones de Elizaheih Arden se encuentran de venta en los primipdles ELIZABETH ARDEN establecimientos de psrfniniría Paris London 25, Gld Bond Street ' New York Vicente Ferrtr y Cía, Plaza de Cataluña, Barcelona Perfumería de Urquiola, Mayor 1, Madrid Perfumería Cendoya, Stvilla 8/lÜ, Madrid Perfumen'u Inglesa, Carrera de San Jerónimo 3, Madrid Perfumería H. Alvarez Gómez, Sevilla 2, Madrid iReservaiíM ¡ci/oi ¡os dncchoi) Miguel Esteban, Serrano 48, Madrid •:-ii[!llltmiiiiiiateil!liloMininilnM'ili:!irifmi ' jraim^imW"

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