Naciones Unidas CAT/C/55/D/522/2012

Convención contra la Tortura Distr. general 24 de septiembre de 2015 y Otros Tratos o Penas Crueles, Español Inhumanos o Degradantes Original: francés

Comité contra la Tortura

Comunicación núm. 522/2012

Decisión adoptada por el Comité en su 55º período de sesiones (27 de julio a 14 de agosto de 2015)

Presentada por: Patrice Gahungu, representado por la organización Track Impunity Always (TRIAL) Presunta víctima: El autor de la queja Estado parte: Burundi Fecha de la queja: 30 de julio de 2012 (presentación inicial) Fecha de la presente decisión: 10 de agosto de 2015 Asunto: Tortura infligida por agentes de policía Cuestiones de procedimiento: Ninguna Cuestiones de fondo: Tortura y tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; obligación de vigilancia sistemática de las prácticas de interrogatorio; obligación del Estado parte de velar por que las autoridades competentes procedan sin demora a una investigación imparcial; derecho a presentar una queja; derecho a obtener reparación Artículos de la Convención: 2, párrafo 1; 11; 12; 13; y 14, leídos conjuntamente con los artículos 1 y 16 de la Convención

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Anexo

Decisión del Comité contra la Tortura a tenor del artículo 22 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (55º período de sesiones)

respecto de la

Comunicación núm. 522/2012*

Presentada por: Patrice Gahungu, representado por la organización Track Impunity Always (TRIAL) Presunta víctima: El autor de la queja Estado parte: Burundi Fecha de la queja: 30 de julio de 2012 (presentación inicial)

El Comité contra la Tortura, establecido en virtud del artículo 17 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, Reunido el 10 de agosto de 2015, Habiendo concluido el examen de la comunicación núm. 522/2012, presentada en nombre de Patrice Gahungu en virtud del artículo 22 de la Convención, Habiendo tenido en cuenta toda la información que le han presentado el autor de la queja, su abogado y el Estado parte, Adopta la siguiente:

Decisión a tenor del artículo 22, párrafo 7, de la Convención contra la Tortura

1.1 El autor de la queja es Patrice Gahungu, nacido en 1973 en el municipio de Bweru, provincia de Ruyigi, y en la ciudad de Buyumbura. Afirma que ha sido víctima de una infracción de los artículos 2, párrafo 1; 11; 12; 13; y 14, leídos conjuntamente con el artículo 1 y, subsidiariamente, con el artículo 16 de la Convención. Está representado por un abogado. 1.2 El 18 de septiembre de 2012, de conformidad con el artículo 114, párrafo 1, de su reglamento, el Comité pidió al Estado parte que, mientras la comunicación estuviera siendo examinada, impidiera de manera efectiva cualquier amenaza o cualquier acto de violencia a que pudieran estar expuestos el autor o su familia, en particular por haber presentado la presente comunicación.

______* Participaron en el examen de la comunicación los siguientes miembros del Comité: Essadia Belmir, Alessio Bruni, Satyabhoosun Gupt Domah, Abdoulaye Gaye, Claudio Grossman, Jens Modvig, Sapana Pradhan-Malla, George Tugushi y Kening Zhang.

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Los hechos expuestos por el autor

2.1 El autor es jurista de formación y se desempeñó durante muchos años en la Policía Nacional de Burundi, en las dependencias de instrucción, operación y transmisión, hasta 2007, cuando fue despedido como resultado de desacuerdos internos. Desde que ocurrieron los hechos relatados en la presente comunicación no ha vuelto a desempeñar ningún cargo en la Policía. Está casado y tiene dos hijos. Además, está a cargo de tres hijos de su hermano. 2.2 En el momento de los hechos, en julio de 2010, cuando Burundi enfrentaba una grave crisis electoral, el autor era Asesor Ejecutivo del partido de la oposición Unión por la Paz y el Desarrollo (UPD), y Secretario Ejecutivo del círculo de miembros jóvenes de la UPD a nivel nacional. El autor gozaba de cierta notoriedad por el alto cargo que desempeñaba en la UPD y porque había expresado regularmente posiciones públicas en nombre de su partido durante la campaña para las elecciones presidenciales. 2.3 El 1 de julio de 2010, en torno a las 17.30 horas, el autor se dirigía en automóvil hacia el centro de la ciudad de Buyumbura. A la altura de la sede del partido de las Fuerzas Nacionales de Liberación (FNL) situada en Mutanga septentrional, recogió a cuatro autoestopistas que deseaban ir al centro de la ciudad de Buyumbura. Cuando se detuvo para repostar combustible, dos vehículos rodearon su automóvil para no dejarlo partir. Como antiguo miembro de la Policía Nacional de Burundi, el autor se dio cuenta rápidamente de que los vehículos pertenecían al Servicio Nacional de Inteligencia (SNR). Los seis agentes se bajaron de los vehículos y efectuaron varios disparos al aire para intimidar al autor y a sus pasajeros. Aunque estos últimos lograron escapar, tres de ellos fueron capturados y obligados a subir al vehículo del SNR. En cuanto al autor, tras colocársele una pistola en la sien, fue obligado también a subir al vehículo del SNR. En ningún momento le notificaron los agentes los motivos de su detención ni le presentaron una orden de detención. 2.4 Durante el trayecto hacia las instalaciones del SNR, los dos agentes que flanqueaban al autor le propinaron numerosos golpes, en particular con la culata de sus armas. Sus gafas quedaron rotas durante la paliza. Sus objetos personales le fueron sustraídos. A su llegada a las instalaciones del SNR, hacia las 18.00 horas, fue obligado a descalzarse y a sentarse en el suelo en el patio, al lado de los tres autoestopistas que habían sido detenidos. De repente, vio que uno de los autoestopistas se desmayaba tras ser golpeado por una piedra lanzada por un agente del SNR. Segundos más tarde, el propio autor fue golpeado en el cuello por una piedra lanzada por el mismo agente. El golpe fue de tal violencia que le hizo perder el conocimiento. Mientras estaba inconsciente, fue conducido al despacho del Jefe del SNR quien, escupiéndolo en la cara, le hizo recobrar el conocimiento. 2.5 El interrogatorio, que comenzó a las 18.00 horas, se prolongó hasta alrededor de la medianoche, y fue realizado principalmente por el Jefe del SNR. Se interrogó al autor acerca de ataques con granadas presuntamente llevados a cabo por miembros de la UPD y de las FNL, así como sobre las relaciones entre estos dos partidos, sobre las armas en poder de las FNL y sobre otros temas. Durante el interrogatorio fue torturado por agentes del SNR y de la Policía Nacional de Burundi, en presencia y bajo el mando del Jefe del SNR y en presencia también del Jefe de Gabinete de este Servicio, del Director General Adjunto de la Policía Nacional de Burundi y del Comisionado Regional Occidental de la Policía Nacional de Burundi. 2.6 El Jefe del SNR ordenó inicialmente al autor que se acostara boca abajo, y un agente del SNR lo desvistió. Tras desvestirlo, el agente le esparció arena en la espalda para que penetrara en las heridas que iban a infligirle y exacerbase así su dolor. Luego, dos agentes del SNR lo inmovilizaron y le propinaron en los pies numerosos porrazos

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y azotes con una baqueta de fusil. Los golpes fueron de tal intensidad que le causaro n hematomas e hinchazones considerables, a tal punto que quedó imposibilitado para caminar. Exacerbando aún más la humillación infligida a la víctima, los agentes del SNR trataron a la brava de introducirle al autor una piedra en la boca para sofocar sus gritos. Luego, el Jefe de Gabinete del SNR le ordenó ponerse de pie. Como no lograba hacerlo, lo levantaron a la fuerza. Entonces, el Jefe de Gabinete le puso su pistola en la sien, le dio una patada en una herida abierta en la nalga derecha y le advirtió q ue tenía sobre él derecho de vida o muerte. Seguidamente, le volvió a hacer las mismas preguntas que le había hecho anteriormente el Jefe del SNR. Al no obtener respuesta, ordenó a los agentes que lo azotaran con cinturones en la espalda. Asimismo, se utilizaron botellas de agua para golpearlo en la cara. Una vez más lo golpearon en los pies con una baqueta de fusil, haciéndolo sangrar abundantemente. Cuando trató de detener la hemorragia, los agentes lo obligaron a ingerir su propia sangre. 2.7 Como el autor no podía caminar, lo llevaron arrastrado a otro recinto. Durante el traslado, un agente de la Policía Nacional de Burundi intentó estrangularlo, de lo que se salvó por poco gracias a la intervención de un agente de la policía judicial. Los agentes del SNR siguieron infligiéndole torturas graves, en particular en los hombros con un cinturón y en los pies con una baqueta de fusil. También lo golpearon en la nariz con una porra y en la garganta con una baqueta de fusil. Luego, un agente del SNR le cortó un pedazo del lóbulo de la oreja con una pinza de bicicleta y después intentó obligarlo a que se lo tragara. Como el autor se negó a hacerlo, lo golpeó con la misma pinza en el ojo derecho, así como en los genitales. 2.8 Cuando el Director General Adjunto de la Policía Nacional de Burundi y el Comisionado Regional Occidental de la Policía Nacional de Burundi entraron al recinto, ordenaron que el autor fuese esposado y conducido al cuarto de baño adyacente. Allí lo mantuvieron del 1 al 6 de julio de 2010, esposado permanentemente. El cuarto de baño medía 1,5 x 3 m. El autor no lograba encontrar una posición analgésica debido al dolor insoportable que padecía como consecuencia de las palizas recibidas, en particular por una herida abierta en la nalga derecha. Durante los cinco días que permaneció detenido en el cuarto de baño del SNR fue privado de agua, de alimentos y de todo tipo de atención médica. Se vio obligado a beber el agua del inodoro para sobrevivir. Durante esta detención prosiguieron los actos de tortura : todas las noches, agentes del SNR lo golpeaban en todo el cuerpo con porras, cinturones y baquetas de fusil. Además, la angustia que le causaba su llegada, lo privó de sueño durante todo este período. El autor no recibió ninguna visita familiar. Su esposa, que se enteró de su detención por testigos, se personó en las instalaciones del SNR el 1 de julio de 2010, pero no obtuvo permiso para ver a su marido. 2.9 Informados sobre la detención del autor, los observadores de la Oficina de las Naciones Unidas en Burundi (BNUB) visitaron las instalaciones del SNR el 2 de julio de 2010 y allí se les informó de que otros agentes se habían llevado al autor para efectuar un registro domiciliario. En realidad, ese día el autor había sido conducido a orillas del lago Tanganica. En el camino, en un momento dado, un agente del SNR invitó al autor a que dijera sus últimas oraciones antes de su ejecución. No obstante, finalmente lo llevaron de nuevo a las instalaciones del SNR tres horas después, es decir, tras la visita de los funcionarios de la BNUB. 2.10 El 6 de julio de 2010 un agente de la policía judicial interrogó nuevamente al autor sobre un complot en el que supuestamente había participado con miras a desestabilizar a la autoridad en el poder. Le pidió que firmara una diligencia de contenido vago, a lo que, dada su situación de agotamiento, accedió con renuencia. El mismo día fue llevado junto con los tres autoestopistas a la Fiscalía donde compareció ante el juez instructor. Durante todo el día estuvo recluido en los calabozos de la Fiscalía, situados en el sótano del edificio, y no se le tomó declaración hasta el final

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de la tarde. Se le informó de que estaba acusado de atentar contra la seguridad del Estado. 2.11 Durante esta primera audiencia, el autor denunció al juez los malos tratos que había sufrido durante su detención en los locales del SNR y pudo mostrar las señales evidentes que le quedaban de ello. El 6 de julio de 2010, hacia las 20.00 horas, fue trasladado a Mpimba, la cárcel central de Buyumbura Como seguía sin recibir atención médica, se encontraba en un estado preocupante. Durante más de 15 meses fue mantenido en reclusión en la cárcel de Mpimba. A pesar del apoyo que recibió de su familia, esta detención prolongada en condiciones deplorables tuvo consecuencias nefastas para su salud física y psicológica. Compartía con otro recluso una celda de 3 x 4 m sin ventanas. La alimentación que recibía se la proporcionaba su familia y los medicamentos necesarios para su salud se los habían recetado delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que lo visitaban periódicamente. Tras su primera visita, los delegados del CICR pidieron infructuosamente que se le hiciera una radiografía del pie. 2.12 Los observadores de la BNUB, así como el Experto Independiente sobre la situación de los derechos humanos en Burundi, también visitaron al autor en la cárcel de Mpimba en varias ocasiones. Pudieron constatar directamente las señales de maltrato en todo su cuerpo, que no dejaban ninguna duda de que el autor había sido sometido a tortura. En el informe que elaboraron después de su visita al autor el 8 de julio de 2010, los observadores de la BNUB explicaron que habían constatado que una parte de la oreja había sido amputada y la nariz y los pies estaban hinchados, como si fueran las piernas de un niño enfermo de kwashiorkor, y sus nalgas estaban muy inflamadas. Habían podido constatar asimismo que tenía dificultades para caminar. Durante esta misma visita, es decir, dos días después del trasladado del autor a Mpimba, los observadores de la BNUB tomaron fotografías del cuerpo tumefacto del autor1. En un informe de resultas de su primera visita a Burundi, el Experto Independiente sobre la situación de los derechos humanos en Burundi, que había visitado al autor durante su detención en la cárcel de Mpimba, señaló igualmente las lesiones observadas en el autor e indicó en particular que había podido comprobar la existencia de cicatrices en la oreja de la víctima (véase A/HRC/17/50, párr. 41). 2.13 El 13 de julio de 2010 se celebró una segunda comparecencia ante el juez instructor, durante la cual el autor denunció una vez más los malos tratos y vejámenes que había sufrido durante su detención en las instalaciones del SNR. El 26 de julio de 2010, acompañado por primera vez de su abogado, compareció ante el tribunal, en sala del consejo, para que este determinara la renovación de su detención. Cuando el abogado preguntó al juez instructor de qué se acusaba a su cliente, se le respondió, de manera oficiosa, que no existían pruebas suficientes para inculpar al Sr. Gahungu pero que, a pesar de ello, se mantendría su detención. Esta decisión de mantener la detención fue recurrida por el abogado del autor. No obstante, como el Tribunal de Apelación no encontró el expediente en la Fiscalía, nunca examinó el recurso en cuestión. 2.14 Aunque inicialmente el autor había sido acusado de atentar contra la seguridad del Estado, el 5 de julio de 2011, en una nueva audiencia, los cargos que se le imputaban se modificaron y fue acusado de complicidad en la posesión ilícita de armas. 2.15 El 18 de octubre de 2011, el Sr. Gahungu fue finalmente condenado a un año de reclusión con trabajos penitenciarios por complicidad en la posesión ilícita de armas de fuego2. Como al momento de su condena el autor ya había pasado casi 15 meses en la cárcel, el 24 de octubre de 2011 fue puesto en libertad.

______1 El autor adjuntó al expediente la declaración de los observadores de la BNUB, así como las fotografías mencionadas. 2 En el expediente figura una copia de la sentencia.

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2.16 El autor sostiene que aún hoy en día sufre secuelas físicas y psicológicas graves de los actos de tortura que sufrió. Su salud se ha deteriorado en general, sobre todo porque nunca recibió la atención médica necesaria, ni cuando estuvo detenido ni tampoco después de su liberación, ya que no contaba con recursos para ello. Su ojo derecho quedó debilitado por el golpe que se le propinó con una pinza. A menudo siente un hormigueo y sufre de lagrimeo involuntario. Siente dolores persistentes en los genitales. Además, no puede recorrer distancias largas caminando. Se ve obligado a tomar analgésicos con suma frecuencia. El Sr. Gahungu ha quedado afectado asimismo gravemente a nivel psicológico. En la noche tiene a menudo pesadillas en las que lo persiguen agentes del SNR. Lo embarga un sentimiento general de inseguridad, que se mantiene por las amenazas concretas contra su vida de las que es víctima; desde su puesta en libertad, en octubre de 2011, es objeto de una intensa vigilancia por personas que, según se ha establecido, forman parte del SNR. Periódicamente recibe llamadas en que se lo amenaza, incluso de causarle la muerte. Asimismo, agentes del SNR se presentan reiteradamente en su domicilio. Por otra parte, fuentes internas en el SNR lo han informado de que existe un plan para ejecutarlo. Desde junio de 2012 se han intensificado las amenazas, y los riesgos que corren su vida y su integridad física y psicológica se consideran tan concretos e inminentes que se ve obligado a vivir escondido. 2.17 A estas dificultades de índole médica se suman las consecuencias sociales y financieras a que debe hacer frente el autor, dado que actualmente está sin empleo y que su trabajo en la UPD no es remunerado. A causa de su detención, de los tratos a los que fue sometido y de los efectos físicos y psicológicos de estos tratos, el autor no está en capacidad de volver a trabajar en el cargo que ocupaba anteriormente. Por consiguiente, sobrevive únicamente gracias a la ayuda que le proporciona su familia y apenas puede satisfacer las necesidades de los hijos que tiene a su cargo. 2.18 Con respecto a la cuestión del agotamiento de los recursos internos, el autor sostiene que en numerosas ocasiones señaló a las autoridades de Burundi el trato de que había sido víctima: el 6 de julio de 2010, en la primera audiencia ante el juez instructor, denunció inmediatamente la tortura que había sufrido durante su detención en las instalaciones del SNR (véase el párr. 2.11). Además, habida cuenta de su preocupante estado de salud y de las señales evidentes de los golpes que se le habían propinado, no cabe duda de que el propio juez de instrucción pudo constatar que el Sr. Gahungu había sido objeto de tortura. El autor recalca, además, que organizaciones no gubernamentales internacionales también hicieron constar en sus informes la situación en que se encontraba el Sr. Gahungu. 2.19 En las audiencias siguientes celebradas en sala del consejo, el autor volvió a denunciar los actos de tortura de que había sido objeto. Asimismo, el 5 de julio de 2011, en la audiencia de comparecencia ante el Tribunal de Primera Instancia del distrito de Buyumbura sobre el proceso incoado en su contra, su abogado volvió a denunciar los actos de tortura de que había sido objeto del autor durante su detención en las instalaciones del SNR. A pesar de las numerosas denuncias formuladas por el autor ante las autoridades judiciales, no se abrió ninguna investigación sobre esos acontecimientos. 2.20 Algunos meses después de su puesta en libertad en octubre de 2011, y a pesar de las constantes amenazas de que había sido víctima desde entonces, el 9 de febrero de 2012 el Sr. Gahungu presentó ante la Fiscalía del distrito de Buyumbura una denuncia oficial por actos de tortura, a la que adjuntó las fotografías tomadas por los observadores de la BNUB pocos días después de haber sido sometido a dichos actos. Asimismo, expuso en su denuncia las condiciones en que fue detenido y los tratos que se le habían infligido durante su reclusión en las instalaciones del SNR, e indicó los nombres de algunos de los agentes implicados. Sin embargo, no se tomó ninguna

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medida para responder a esta denuncia penal. Al Sr. Gahungu nunca se le tomó declaración, y a los presuntos autores, pese a que podía determinarse con facilidad quiénes eran, nunca se los convocó. El 5 de junio de 2012 el autor reiteró su denuncia ante la Fiscalía del distrito de Buyumbura, pero no se tomó ninguna medida para responder a estas denuncias penales. Además, el autor sostiene que, teniendo en cuenta las amenazas de que es objeto y los riesgos a los que se enfrentan él y su familia, no es razonable esperar que haga más gestiones ante las autoridades, que por lo demás han demostrado su pasividad.

La queja

3.1 El autor afirma que ha sido víctima de infracciones cometidas por el Estado parte de los artículos 2, párrafo 1; 11; 12; 13; y 14, leídos conjuntamente con el artículo 1 y, subsidiariamente, con el artículo 16 de la Convención. 3.2 Según el autor, los malos tratos que le infligieron durante el trayecto hacia los locales del SNR y durante su reclusión en dichos locales le provocaron dolores y sufrimientos graves y constituyen actos de tortura 3 con arreglo a la definición prevista en el artículo 1 de la Convención. 3.3 También en relación con el artículo 1 de la Convención, el autor recuerda que durante su reclusión se lo privó del derecho a ver a un médico y a su familia. Por consiguiente, entre el 1 y el 6 de julio de 2010 estuvo recluido en régimen de incomunicación y sin ningún contacto con el mundo exterior. Se lo mantuvo recluido en un cuarto de baño insalubre, sin ninguna atención, agua ni alimento 4. Recibió amenazas de muerte y fue objeto de simulacros de ejecución. El autor recuerda que el Comité ya ha calificado de métodos de tortura el hecho de llevar a personas a la orilla de un río y amenazarlas con ahogarlas si se niegan a confesar actos, o el hecho de colocar una pistola en la sien de una víctima (véase CAT/C/75, párr. 143). Además, el autor fue sometido a una serie de tratos y prácticas humillantes y degradantes. No cabe duda de que dichos actos fueron cometidos por agentes del Estado parte e intencionalmente, como lo demuestra la presencia durante su comisión de funcionarios superiores del SNR y de la Policía Nacional, que dieron órdenes a esos efectos. El propósito de dichos actos de tortura era obtener información sobre la oposición política de la UPD y las FNL. 3.4 El autor invoca también el artículo 2, párrafo 1, de la Convención, en virtud del cual el Estado debía haber tomado medidas legislativas, administrativas, judiciales o de otra índole eficaces para impedir que se cometieran actos de tortura en todo territorio que estuviera bajo su jurisdicción. Ahora bien, en este caso, el autor fue privado del contacto con su familia y con un abogado durante todo el período de detención en las instalaciones del SNR, o sea durante 5 días. Su detención tuvo lugar fuera de la protección de la ley, un contexto particularmente propicio para la práctica de la tortura. Además, durante los 12 primeros días de su detención no recibió ninguna asistencia médica, a pesar de haberlo solicitado y de que su estado requería claramente una atención médica rápida. Hasta el 12 de julio de 2010 no pudo ser examinado por delegados del CICR, pero la radiografía que estos solicitaron no se tomó. 3.5 Aunque en el derecho de Burundi la acción pública no prescribe para los delitos de genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra, la tortura propiamente dicha está sujeta, cuando se practica fuera de esos contextos concretos, a un plazo de prescripción de 20 o 30 años según las circunstancias 5. El autor añade que

______3 El autor remite a la comunicación núm. 207/2002, Dimitrijevic c. Serbia y Montenegro, decisión adoptada el 24 de noviembre de 2004, párr.5.3. 4 El autor remite a la decisión Dimitrijevic c. Serbia y Montenegro, párr. 5.3. 5 Artículo 146 del Código Penal.

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el suyo no es un caso aislado y que las violaciones graves de los derechos humanos cometidas por agentes de policía siguen en gran medida quedando impunes en Burundi. El autor considera que el Estado parte, al no haber adoptado las medidas legislativas o de otra índole necesarias para prevenir la práctica de la tortura, ha incumplido las obligaciones que le incumben en virtud del artículo 2, p árrafo 1, de la Convención. 3.6 El autor invoca asimismo el artículo 11 de la Convención y señala que el Estado parte ha incumplido sus obligaciones con respecto a la custodia y el tratamiento de las personas sometidas a cualquier forma de arresto, detención o prisión. Su reclusión no se ajustó a derecho. No fue informado de los cargos que se le imputaban, no tuvo acceso a un abogado durante el tiempo que permaneció recluido en las instalaciones del SNR, ni compareció ante un juez durante toda su detención. Al resultarle materialmente imposible hacer valer sus derechos ante los tribunales, no pudo impugnar su detención ni denunciar oficialmente las torturas de las que fue víctima. Tampoco fue examinado por un médico, pese al estado crítico en que se encontraba. Tampoco tuvo acceso a un abogado. Además, las condiciones de su detención eran deplorables. Por consiguiente, considera que el Estado parte incumplió su obligación de ejercer la vigilancia necesaria sobre el trato que le dieron durante su reclusión en los locales del SNR6. 3.7 El autor sostiene también que el Estado parte ha vulnerado los derechos que lo amparan en virtud del artículo 12 de la Convención, que exige que se proceda a una investigación pronta e imparcial siempre que haya motivos razonables para cr eer que se ha cometido un acto de tortura7. Recuerda que, a los efectos de lo dispuesto en el artículo 12, no es necesario presentar una denuncia oficial. En este caso, recuerda que las autoridades judiciales fueron plenamente informadas de los actos de tortura padecidos por el Sr. Gahungu (véanse los párrs. 2.18 a 2.20). Sin embargo, nunca se abrió una investigación eficaz, exhaustiva e imparcial. No se inició ninguna diligencia de investigación y ni siquiera se citó a declarar al autor ni a los presuntos responsables, pese a que ya se sabía quiénes eran. El autor considera que, al no realizar una investigación real, rápida y eficaz sobre las denuncias de la tortura de que fue víctima, el Estado parte incumplió las obligaciones que le incumben en virtud del artículo 12 de la Convención. 3.8 En lo que respecta al artículo 13 de la Convención, el autor sostiene que el Estado parte tenía la obligación de garantizarle el derecho a presentar una queja y a que su caso fuera examinado pronta e imparcialmente por las autoridades nacionales competentes. Ahora bien, en este caso, y a pesar de las denuncias presentadas oficialmente (mencionadas más arriba), no se ha adoptado ninguna medida para responder a sus solicitudes. Lo que es aún peor, el autor fue objeto de amenazas de muerte y de una vigilancia constante por agentes que, según se pudo establecer,

______6 El autor recuerda que el Comité, en sus observaciones finales sobre el informe inicial del Estado parte, aprobadas el 20 de noviembre de 2006, expresó preocupación por la falta de una vigilancia sistemática eficaz de todos los lugares de detención, en particular de visitas regulares y sin previo aviso de estos lugares por inspectores nacionales, y de un mecanismo de supervisión legislativa y judicial (véase CAT/C/BDI/CO/1, par. 19). En su comunicación inicial, el autor destaca además que el Estado parte aún no ha ratificado el Protocolo Facultativo de la Convención, que prevé el establecimiento de un mecanismo nacional de prevención de la tortura. [Posteriormente, el 18 de octubre de 2013, el Estado parte se adhirió al Protocolo Facultativo.] 7 El autor remite a las comunicaciones núm. 341/2008, Sahali c. Argelia, decisión adoptada el 3 de junio de 2011, párr. 9.6; núm. 187/2001, Thabti c. Túnez, decisión adoptada el 14 de noviembre de 2003, párr. 10.4; núm. 60/1996, M’Barek c. Túnez, decisión adoptada el 10 de noviembre de 1999, párr. 11.7; y núm. 59/1996, Blanco Abad c. España, decisión adoptada el 14 de mayo de 1998, párr. 8.2.

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pertenecían al personal del SNR8. El autor recuerda que el Comité ha expresado su preocupación por las represalias y actos graves de intimidación y amenazas contra defensores de los derechos humanos y ha insistido en la necesidad de que Burundi adopte medidas eficaces para que todas las personas que denuncien torturas o malos tratos estén protegidas contra todo acto de intimidación y toda consecuencia perjudicial que la denuncia pueda acarrearles (véase CAT/C/BDI/CO/1, párr. 25). 3.9 El autor invoca además el artículo 14 de la Convención, en el sentido de que, al privarlo de un procedimiento penal, el Estado parte lo privó también de la posibilidad legal de obtener una indemnización por la tortura sufrida. Asimismo, habida cuenta de la pasividad de las autoridades judiciales, otros recursos, en particular los encaminados a obtener una reparación mediante una acción civil por daños y perjuicios, no tienen objetivamente ninguna posibilidad de prosperar. Las autoridades de Burundi han adoptado pocas medidas para indemnizar a las víctimas de tortura, algo que el Comité señaló en sus observaciones finales, aprobadas en 2006, en relación con el informe inicial del Estado parte (véase CAT/C/BDI/CO/1, párr. 23). El autor añade que no se ha beneficiado de ninguna medida para lograr su rehabilitación lo más completa posible, en los aspectos físico, psicológico, social y económico. Los delitos cometidos contra él permanecen impunes, ya que sus torturadores no fueron condenados, enjuiciados ni investigados, ni siquiera importunados, lo que constituye una vulneración de su derecho a una reparación reconocido en el artículo 14 de la Convención. 3.10 El autor reitera que los actos de violencia que le infligieron constituyen tortura, de conformidad con la definición del artículo 1 de la Convención. No obstante, y subsidiariamente, si el Comité no confirmara esta calificación, sostiene que los malos tratos que sufrió constituyen en todo caso tratos crueles, inhumanos o degradantes y que, por ello, de conformidad con el artículo 16 de la Convención, el Estado parte también estaba obligado a prevenir y castigar su comisión, instigación o consentimiento por agentes suyos. Además, el autor recuerda las condiciones de detención que se le impusieron del 1 al 6 de julio de 2010, esposado permanentemente en un cuarto de baño minúsculo, privado de alimentos y obligado a beber el agua del inodoro, que constituyeron sin duda un trato inhumano y degradante. En la cárcel de Mpimba, a la que fue trasladado, estuvo además expuesto a condiciones de detención deplorables, dado el hacinamiento imperante en ella9. Por otra parte, remite a las observaciones finales formuladas por el Comité con respecto al informe inicial del Estado parte, en las que consideró que las condiciones de la detención en Burundi podían equipararse a un trato inhumano y degradante (véase CAT/C/BDI/CO/1, párr. 17). Por último, el autor recuerda que no recibió atención médica durante los 12 primeros días de su detención. Los medicamentos que necesitaba por su estado de salud fueron proporcionados por su familia y los exámenes médicos que se le prescribieron no se los hicieron. En conclusión, según el autor el Estado parte no cumplió las obligaciones que le incumbían en virtud del artículo 16 de la Convención.

Observaciones del Estado parte sobre la admisibilidad y el fondo

4.1 El 2 de diciembre de 2013, el Estado parte presentó sus observaciones sobre la admisibilidad y el fondo de la comunicación. El Estado parte observa, en primer lugar, que el autor, tras su desmovilización de la Policía Nacional, manifestó durante varios días un comportamiento antisocial que dio lugar a la iniciación de una causa penal en su contra. Fue acusado de posesión ilícita de armas de fuego, que podía perturbar el ______8 Dado que el propio autor había sido miembro de la Policía Nacional, miembros de dicho cuerpo con quienes se había mantenido en contacto lo informaron de un plan para matarlo cuya ejecución era inminente. 9 En 2011, había en ese establecimiento más de 4.000 personas recluidas, cuando su capacidad máxima es de 800 plazas.

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orden público. En consecuencia, la policía procedió a detenerlo e interrogarlo, y el expediente se transmitió para su instrucción a la Fiscalía. 4.2 El Estado parte añade que en las tres audiencias de su proceso (los días 7 de abril, 14 de junio y 5 de julio de 2011), el autor tuvo derecho a la asistencia de un abogado; todas las audiencias fueron públicas y contradictorias; el autor fue informado en persona de los cargos que se le imputaban; y respondió libremente a las preguntas del juez. En vista de la gravedad de los hechos, las autoridades judiciales decidieron mantener la detención del autor hasta el final del procedimiento y denegaron su solicitud de libertad provisional. El 18 de octubre de 2011, el autor fue condenado a un año de prisión por el juez del Tribunal del distrito de Buyumbura. Sin embargo, no quiso recurrir la decisión. En consecuencia, esta pasó a ser firme. Como el Sr. Gahungu había pasado ya más de un año en reclusión antes de su condena, fue puesto en libertad el día de la decisión, es decir, el 18 de octubre de 2011. 4.3 Por lo que se refiere a las alegaciones del autor relativas a los actos de tortura de los que supuestamente fue objeto, el Estado parte sostiene que este presentó una denuncia el 9 de febrero de 2012 y que el 26 de marzo de 2012 el Fiscal del distrito de Buyumbura abrió un expediente de información, registrado con el número 7271/ME. La denuncia fue aceptada y registrada de conformidad con el artículo 39 de la Ley núm. 1/015, de 20 de julio de 1999, que establece que “el fiscal recibe quejas y denuncias y determina el curso que se les dará, incluida la conveniencia del enjuiciamiento”. El caso sigue estando en examen. El autor tampoco se quejó ante ninguna instancia nacional de la falta de celeridad del Fiscal. Se apresuró a presentar una denuncia ante el Comité apenas cuatro meses después de la presentación de su demanda ante la Fiscalía, sin esperar los resultados ni reactivar su denuncia ante las autoridades. Por consiguiente, el Estado parte señala que, al no agotar los recursos internos, el autor demostró falta de voluntad, ignorancia de la ley o abuso del derecho a recurrir ante las instancias jurídicas internacionales.

Comentarios del autor sobre la admisibilidad y el fondo

5.1 El 6 de febrero de 2014, el autor presentó sus comentarios sobre las observaciones del Estado parte. En primer lugar, sostiene que el Estado parte no ha impugnado la validez de las gestiones realizadas por el Sr. Gahungu ante las autoridades de la Fiscalía, las autoridades administrativas y políticas ni de las realizadas por las organizaciones no gubernamentales de protección de los derechos humanos para denunciar los actos de tortura de que fue víctima. Rechaza el argumento de que no agotó los recursos internos. En relación con su denuncia inicial, recuerda que recurrió, en vano, en repetidas ocasiones, a los órganos judiciales denunciando ante las autoridades de la Fiscalía y jueces de diversas instancias los actos de tortura de que fue víctima, en particular el 6 de julio de 2010 ante el juez de instrucción en la causa incoada en contra del Sr. Gahungu. Asimismo, presentó una denuncia oficial ante la Fiscalía el 9 de febrero de 2012, respaldada por las fotografías tomadas por los observadores de la BNUB dos días después de su traslado a la cárcel de Mpimba. Como estas denuncias no fueron objeto de ninguna acción judicial, volvió a presentar su denuncia el 5 de junio de 2012. La detención y los actos de tortura de que fueron víctimas el Sr. Gahungu y las demás personas detenidas en el mismo contexto también fueron denunciadas públicamente en julio de 2010 por organizaciones de defensa de los derechos humanos, el Experto Independiente de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Burundi y la BNUB. Así pues, las autoridades administrativas y políticas también fueron plenamente informadas de los hechos. Sin embargo, más de tres años y medio después de que ocurrieran los hechos 10, estos siguen impunes. Las deficiencias del sistema judicial, así como los riesgos que corría ______10 Actualmente más de cinco años.

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la integridad física de la víctima, le impidieron iniciar otras actuaciones para satisfacer sus pretensiones. Además, al estar plenamente informadas de los hechos, las autoridades tenían la obligación de llevar a cabo una investigación efectiva, rápida, imparcial e independiente sobre las denuncias de tortura presentadas por el autor. 5.2 En cuanto a la denuncia presentada por el autor el 9 de febrero de 2012 por actos de tortura y que supuestamente sigue estando en trámite ante el Tribunal de Primera Instancia de Buyumbura, el autor insiste en que el Estado parte no ha presentado prueba alguna de la existencia de tal procedimiento, bien sea información específica sobre el estado de la investigación y las actividades de investigación realizadas o documentos conexos, como las actas de las audiencias o informes, pese a que sería el único que podría presentar esos elementos de prueba. Además, sobre la base de investigaciones realizadas, se ha comprobado que el expediente de información núm. 7271/ME supuestamente abierto corresponde al caso de otra persona. Por último, la existencia de ese expediente, incluso si siguiera abierto, no constituiría un obstáculo a la admisibilidad de la comunicación del autor, habida cuenta del tiempo transcurrido. No hay ningún indicio de que las autoridades judiciales vayan a iniciar una investigación efectiva rápida, imparcial e independiente. Ahora bien, a tenor del artículo 22 de la Ley de 20 de julio de 1999 relativa a la Reforma del Código de Procedimiento Penal, “el ministerio público inicia la acción pública y exige que se cumpla la ley”11. Dadas estas atribuciones, ante denuncias de tal gravedad, el ministerio público debería haber ejercido la acción pública en relación con los actos de tortura denunciados en varias ocasiones por el autor. A este respecto, el autor sostiene que no se ha abierto ninguna investigación sobre los hechos, tres años y medio después de que hubieran ocurrido. 5.3 Esperar más tiempo para hacer justicia al autor constituiría una violación flagrante de su derecho a un recurso efectivo, sobre todo teniendo en cuenta que está expuesto a represalias y teme por su integridad física. El autor fue informado de la existencia de un plan para matarlo cuya ejecución era inminente. A pesar de estas intimidaciones, tuvo el valor de presentar una denuncia oficial el 9 de febrero de 2012 y de reactivarla el 5 de junio de 2012. Las amenazas se intensificaron desde junio de 2012, a tal punto que el autor sigue viviendo escondido, con el temor constante de ser detenido de nuevo y ejecutado. Los responsables de los actos de tortura son oficiales superiores del SNR y de la Policía Nacional de Burundi y personas cercanas al Gobierno actual que gozan de facultades y medios de presión importantes para impedir que se inicien en su contra actuaciones judiciales ante las jurisdicciones nacionales. Los riesgos para la vida y la integridad física y psicológica del autor se consideran concretos e inminentes. 5.4 El autor señala que, en virtud del Código de Procedimiento Penal, el ministerio público debía haber abierto una investigación e iniciado acciones judiciales 12. Los jueces de las diferentes instancias que conocieron de las denuncias de tortura presentadas por el autor también debieron haber ordenado la intervención de un perito médico13. Además, en virtud de esta misma Ley, el Ministro de Justicia puede ordenar al Fiscal General o al fiscal del tribunal que procedan a la instrucción y el enjuiciamiento. 5.5 Remitiéndose a la jurisprudencia del Comité 14, el autor recuerda que, cuando haya motivos razonables para creer que se han cometido actos de esa índole, automáticamente el Estado debe iniciar una investigación, sea cual fuere el origen de ______11 Artículo 47 del nuevo Código de Procedimiento Penal. 12 Artículo 52 del nuevo Código de Procedimiento Penal. 13 Artículo 346 del nuevo Código de Procedimiento Penal. 14 Véanse en particular, Sahli c. Argelia, párr. 9.6; Thabti c. Túnez, párr. 10.4; M’Barek c. Túnez, párr. 11.7; Blanco Abad c. España, párr. 8.6.

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las sospechas. A los efectos de lo dispuesto en el artículo 12 de la Convención, no es necesario presentar una queja oficial, ni se requiere una declaración expresa de voluntad de ejercer la acción penal15. El autor concluye que trató de utilizar los recursos internos disponibles, pero que estos resultaron inefectivos. 5.6 Remitiéndose también a la jurisprudencia del Comité16, el autor agrega que los recursos se prolongaron demasiado. Incluso si se aceptase que se abrió una investigación sobre los hechos, esta no habría cumplido los requisitos de la debida rapidez y eficacia. El plazo de casi tres años y medio17 transcurrido desde que ocurrieron los hechos, sin que dichos hechos hayan sido sancionados, constituye en todo caso un plazo que claramente no es razonable. 5.7 En cuanto a los argumentos del Estado parte según los cuales la comunicación del autor debe considerarse abusiva, este señala que, desde el momento en que Burundi aceptó la competencia del Comité para recibir y examinar quejas de violaciones de los derechos protegidos por la Convención con arreglo a su artículo 22, la presentación de comunicaciones al Comité es un derecho reconocido a todas las personas víctimas de dichas violaciones. Así pues, al presentar al Comité una comunicación individual contra el Estado de Burundi, el autor no ha hecho más que ejercer su derecho a interponer un recurso, reconocido por el propio Burundi. 5.8 El autor reitera, además, todos sus argumentos sobre el fondo de la cuestión.

Deliberaciones del Comité

Examen de la admisibilidad

6.1 El Comité se ha cerciorado, en cumplimiento del artículo 22, párrafo 5 a), de la Convención, de que la misma cuestión no ha sido, ni está siendo, examinada según otro procedimiento de investigación o solución internacional. 6.2 El Comité toma nota de que el Estado parte ha impugnado la admisibilidad de la comunicación por no agotamiento de los recursos internos, en la medida en que, en respuesta a la denuncia presentada por el autor el 9 de febrero de 2012, se abrió un expediente penal por torturas y fue registrado con el núm. 7271/ME ante el Tribunal de Primera Instancia de Buyumbura, el 26 de marzo de 2012. El Comité observa que el Estado parte sostiene que el proceso está en examen, pero no presenta ninguna otra información o prueba que permita al Comité evaluar los progresos realizados y determinar la eficacia potencial de ese proceso, pese a que este se inició hace más de tres años en relación con hechos que ocurrieron hace cinco años. El Comité observa además que el autor dijo haberse enterado, tras realizar la comprobación, de que el número de registro mencionado por el Estado parte corresponde al caso de otra persona. El Estado parte no ha refutado ni respondido a este argumento. El Comité concluye que, en las circunstancias del caso, la falta de acción de las autoridades competentes ha hecho improbable que se inicie un recurso que proporcione al autor una reparación conveniente y que, de todos modos, los procedimientos internos sobrepasaron los plazos razonables. Por consiguiente, el Comité considera que nada le ______15 Véase la comunicación núm. 6/1990, Parot c. España, decisión adoptada el 2 de mayo de 1995, párr. 10.4. Véase también Blanco Abad c. España, párr. 8.6. 16 El autor recuerda que en el caso Sonko c. España, comunicación núm. 368/2008, decisión adoptada el 25 de noviembre de 2011, el Comité consideró que una investigación que se prolongó por un poco más de 19 meses sin que se pudiese concluir que las investigaciones llevadas a cabo hubiesen sido prontas e imparciales, no se ajustaba a las obligaciones contraídas por el Estado parte en esa esfera, en particular las previstas en el artículo 12 de la Convención. Recuerda asimismo que en el caso de Blanco Abad c. España, el Comité observó que un plazo de 10 meses para la tramitación de las diligencias de investigación revelaba que la actividad investigativa no se había realizado con la celeridad exigida, Blanco Abad c. España, párr. 8.7. 17 Cinco años al día de hoy.

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impide examinar la comunicación en virtud del artículo 22, párrafo 5 b), de la Convención. 6.3 Al no haber ningún obstáculo a la admisibilidad de la comunicación, el Comité procede a examinar en cuanto al fondo las quejas presentadas por el autor en relación con los artículos 1; 2, párrafo 1; 11; 12; 13; 14; y 16 de la Convención.

Examen de la cuestión en cuanto al fondo

7.1 El Comité ha examinado la comunicación teniendo debidamente en cuenta toda la información que le han facilitado las partes, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 22, párrafo 4, de la Convención. 7.2 El Comité observa que, según el autor, el 1 de julio de 2010 fue detenido por agentes del SNR, sin que se le hubieran notificado las razones de su detención; que durante el trayecto hacia las instalaciones del SNR le propinaron una golpiza, en particular mediante culatazos; que, a su llegada a las instalaciones del SNR, a eso de las 18.00 horas, le propinaron una pedrada que le hizo perder el conocimiento; que durante un interrogatorio que se prolongó durante seis horas, agentes del SNR y de la Policía Nacional de Burundi lo golpearon con porras, baquetas de fusil, cinturones y patadas. Específicamente, lo golpearon en los pies, en la cara, en los hombros y en los genitales, lo que le causó hematomas y hemorragia. Además, un agente del SNR le cortó un pedazo del lóbulo de la oreja. Posteriormente, el autor fue esposado y encerrado en un cuarto de baño de los locales del SNR de 1,5 x 3 m, a pesar de lo que sufría, y fue mantenido allí durante cinco días, privado de agua, alimentos, contacto con el mundo exterior y todo tipo de atención médica. Para no deshidratarse, se vio obligado a beber el agua del inodoro. El Comité observa que el trato que se infligió al autor probablemente tenía por objeto obligarlo a confesar hechos, ya que el 6 de julio de 2010 se le pidió firmar una diligencia de contenido vago, a lo que, dada su situación de agotamiento, accedió con renuencia. 7.3 En las circunstancias concretas del presente caso, sobre la base de la información puesta a su disposición y a falta de cualquier refutación del Estado parte, el Comité concluye que el trato al que fue sometido el autor, incluidas las condiciones de su detención y la privación de atención médica, constituyeron actos de tortura en el sentido del artículo 1 de la Convención. 7.4 El Comité observa además que a estos malos tratos se agregaron humillaciones y castigos, como el intento de introducir por la fuerza una piedra en la boca del autor para ahogar sus gritos; o el escupitajo en la cara que le infligió el Jefe del SNR; o el incidente macabro y bárbaro en que se trató de obligarlo a ingerir un pedazo del lóbulo de su propia oreja, cortado con una pinza de bicicleta. El Comité observa además que se privó al autor de su derecho a recibir visitas de sus familiares, a un abogado y a atención médica. No fue conducido ante un juez hasta cinco días después de su detención. El Estado parte solo describió la parte del procedimiento relativa al juicio y condena del autor, pero se abstuvo de todo comentario sobre su arresto y su detención en las dependencias del SNR del 1 al 6 de julio de 2010, período durante el cual fue privado de toda garantía judicial y fue torturado. El Comité concluye de ello que estos hechos constituyen también una violación del artículo 1 de la Convención. 7.5 En cuanto al artículo 16, el Comité tomó nota de la alegación del autor según la cual, en la cárcel de Mpimba, a la que fue trasladado el 6 de julio de 2010 y donde permaneció recluido durante más de 15 meses, estuvo expuesto a condiciones de detención deplorables, dado el hacinamiento imperante en ella. Además, no se le proporcionó la atención médica que requería su estado de salud. El Comité recuerda sus últimas observaciones finales formuladas tras el examen del segundo informe periódico del Estado parte, en las que expresó su alarma por las condiciones de

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detención (véase CAT/C/BDI/CO/2, párr. 15). En estas circunstancias, el Comité considera que las condiciones de detención a las que estuvo expuesto el autor en la cárcel de Mpimba entre el 6 de julio de 2010 y el 24 de octubre de 2011 constituyeron otra violación distinta del artículo 16 de la Convención. 7.6 El autor invoca asimismo el artículo 2, párrafo 1, de la Convención, en virtud del cual el Estado parte debería haber tomado todas las medidas legislativas, administrativas, judiciales o de otra índole eficaces para impedir la comisión de actos de tortura en todo territorio que estuviera bajo su jurisdicción. El Comité observa que, en este caso, el autor fue golpeado brutalmente y luego recluido sin poder contactar de inmediato a su familia, a un abogado o a un médico. Hasta el 6 de julio de 2010 no fue finalmente presentado ante un juez e informado de los cargos que se le imputaban. El Estado parte no ha presentado ningún elemento ni prueba material, por ejemplo registros pertinentes que permitan refutar las alegaciones del autor. En consecuencia, el Comité concluye de todo ello que se ha producido una violación del artículo 2, párrafo 1, leído conjuntamente con el artículo 1 de la Convención 18. 7.7 El Comité toma nota, asimismo, del argumento del autor según el cual se ha vulnerado el artículo 11, porque el Estado parte no ejerció la vigilancia necesaria en relación con el trato que se le dio al autor durante su reclusión. En particular, el autor alegó que no se le había informado de los cargos que se le imputaban, no había tenido acceso a un abogado durante su reclusión en las instalaciones del SNR y mientras estuvo recluido no se lo había conducido ante un juez; y que, al resultarle materialmente imposible hacer valer sus derechos ante los tribunales, no había podido impugnar su detención ni denunciar oficialmente las torturas de las que había sido víctima. También recordó que no había sido examinado por un médico ni había tenido acceso a un abogado. Además, había permanecido detenido en las instalaciones del SNR en condiciones deplorables. El Comité recuerda sus últimas observaciones finales sobre Burundi, en las que expresó su preocupación por la duración excesiva de la detención policial; los numerosos casos en que se sobrepasan los plazos de dicha detención; la falta de mantenimiento de registros de detención o el carácter incompleto de estos; la falta de respeto de las salvaguardias legales fundamentales de las personas privadas de libertad; la ausencia de disposiciones que contemplen el acceso a un médico y a la asistencia jurídica en el caso de las personas sin recursos; y la utilización excesiva de la prisión preventiva en ausencia de un control periódico de su legalidad y de una limitación de su duración total (CAT/C/BDI/CO/2, párr. 10). En este caso, el autor no parece haber sido objeto de ningún control judicial antes de su presentación ante el juez cinco días después de su detención; durante su reclusión en las instalaciones del SNR, se le negó atención médica a pesar de su estado de salud preocupante. Tampoco tuvo acceso a un abogado ni a su familia. En la ausencia de información probatoria proporcionada por el Estado parte que permita demostrar que la reclusión del solicitante estuvo realmente sometida a su vigilancia, el Comité concluye que el Estado parte vulneró el artículo 11 de la Convención. 7.8 Por lo que se refiere a los artículos 12 y 13 de la Convención, el Comité ha tomado nota de las alegaciones del autor según las cuales, no se abrió ninguna investigación para aclarar los hechos y determinar las responsabilidades en este caso a pesar de las numerosas gestiones realizadas para denunciar las torturas que le habían infligido y a pesar de la denuncia oficial interpuesta ante la Fiscalía el 9 de febrero de 2012, respaldada por fotografías en las que se manifestaban las secuelas de los actos de tortura que había sufrido. Esta misma denuncia fue reactivada por el autor el 5 de junio de 2012, y no fue objeto de ninguna medida para responder a ella. El Estado parte impugnó la presentación de la comunicación al Comité por existir esa denuncia

______18 Véase la comunicación núm. 514/2012, Niyonzima c. Burundi, decisión adoptada el 21 de noviembre de 2014, párr. 8.3.

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registrada, pero no presentó ningún elemento que permitiera al Comité evaluar los progresos realizados y determinar la eficacia potencial de ese proceso, ni que explicara las razones de dicha demora. El Comité considera que tal demora en la apertura de una investigación sobre denuncias de tortura es manifiestamente abusiva y contraviene claramente las obligaciones que incumben al Estado parte en virtud del artículo 12 de la Convención, que exige que se proceda a una investigación pronta e imparcial siempre que haya motivos razonables para creer que se ha cometido un acto de tortura. Al no haber cumplido esta obligación, el Estado parte también ha eludido la responsabilidad que le corresponde, en virtud del artículo 13 de la Convención, de garantizar al autor el derecho a presentar una denuncia, que presupone que las autoridades darán una respuesta adecuada a dicha denuncia mediante la apertura de una investigación pronta e imparcial19. 7.9 Por lo que respecta al artículo 14 de la Convención, el Comité ha tomado nota de las alegaciones del autor según las cuales no se ha beneficiado de ninguna medida para lograr su rehabilitación lo más completa posible, en los aspectos físico, psicológico, social y económico. El Comité recuerda que el artículo 14 no solo reconoce el derecho a una indemnización justa y adecuada, sino que impone además a los Estados partes la obligación de velar por que la víctima de un acto de tortura obtenga reparación. El Comité recuerda su observación general núm. 3 (2012), relativa a la aplicación del artículo 14 por los Estados partes, en la que establece que los Estados partes han de cerciorarse de que las víctimas de torturas o malos tratos obtengan una reparación plena y efectiva, con inclusión de una indemnización y de los medios para lograr una rehabilitación lo más completa posible. Esa reparación debe abarcar de manera efectiva la totalidad de los daños sufridos por la víctima y comprende, entre otras medidas, la restitución, la indemnización y la adopción de medidas adecuadas para garantizar que no se repitan las violaciones, teniendo siempre en cuenta las circunstancias de cada caso20. Habida cuenta de que no se ha realizado ninguna investigación de manera rápida e imparcial, a pesar de las numerosas denuncias de los actos de tortura padecidos por el autor, corroboradas por una serie de elementos que no han sido refutados por el Estado parte, el Comité concluye que este incumplió las obligaciones que le incumbían en virtud del artículo 14 de la Convención. 8. El Comité, actuando en virtud del artículo 22, párrafo 7, de la Convención, dictamina que los hechos que tiene ante sí ponen de manifiesto una violación del artículo 1; el artículo 2, párrafo 1, leído conjuntamente con el artículo 1; el artículo 11; el artículo 12; el artículo 13; el artículo 14; y el artículo 16 de la Convención. 9. De conformidad con el artículo 118, párrafo 5, de su reglamento, el Comité insta al Estado parte a que: a) inicie una investigación imparcial sobre los hechos del caso, con el fin de hacer comparecer ante la justicia a las personas que pudieran ser responsables del trato infligido al autor; b) otorgue al autor una reparación apropiada, que comprenda medidas de indemnización por los daños materiales y no materiales causados, restitución, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición; c) adopte todas las medidas necesarias para prevenir cualquier amenaza o cualquier acto de violencia a los que podrían verse expuestos el autor o su familia, en particular por haber presentado la presente queja; y d) lo informe, dentro de un plazo de 90 días a partir de la fecha de envío de la presente decisión, sobre las medidas que haya adoptado de conformidad con las constataciones que figuran más arriba, incluida la concesión de una indemnización al autor.

______19 Comunicaciones núm. 376/2009, Bendib c. Argelia, decisión adoptada el 8 de noviembre de 2013, párr. 6.6; y núm. 503/2012, Ntikarahera c. Burundi, decisión adoptada el 12 de mayo de 2014, párr. 6.4. 20 Véase Bendib c. Argelia, párr. 6.7 y Sahli c. Argelia, párr. 9.7.

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