4.5.1 Los Abducidos: El Duro Retorno En Expediente X Se Duda De Si Las
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View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk brought to you by CORE provided by Diposit Digital de Documents de la UAB 4.5.1 Los abducidos: El duro retorno En Expediente X se duda de si las abducciones son obra de humanos o de extraterrestres por lo menos hasta el momento en que Mulder es abducido al final de la Temporada 7. La duda hace que el encuentro con otras personas que dicen haber sido abducidas siempre tenga relevancia para Mulder, Scully o ambos, como se puede ver con claridad en el caso de Cassandra Spender. Hasta que él mismo es abducido se da la paradójica situación de que quien cree en la posibilidad de la abducción es él mientras que Scully, abducida en la Temporada 2, siempre duda de quién la secuestró, convenciéndose de que los extraterrestres son responsables sólo cuando su compañero desaparece (y no necesariamente en referencia a su propio rapto). En cualquier caso poco importa en el fondo si el abducido ha sido víctima de sus congéneres humanos o de alienígenas porque en todos los casos él o ella cree –con la singular excepción de Scully– que sus raptores no son de este mundo. Como Leslie Jones nos recuerda, las historias de abducción de la vida real que han inspirado este aspecto de Expediente X “expresan una nueva creencia, tal vez un nuevo temor: a través de la experimentación sin emociones realizada por los alienígenas usando cuerpos humanos adquiridos por la fuerza, se demuestra que el hombre pertenece a la naturaleza, mientras que los extraterrestres habitan una especie de supercultura.” (Jones 94). Kaja Perina asegura que los abducidos “afirman unánimemente que se sienten contentos de haber sido abducidos,” tal vez porque sienten como Cassandra Spender que le han sido de utilidad a esa cultura superior no humana. No obstante, en Expediente X se opta mayoritariamente por presentar la experiencia como algo profundamente traumático. Los primeros abducidos con los que Mulder y Scully se topan son el joven comatoso Billy Miles y su compañera de instituto Theresa Nemman, ambos personajes del episodio piloto. Los dos, como ya he comentado, retornan al final de la Temporada 7, años después de que conozcamos a otros con similares vivencias como Max Fenig, Duane Barry y Penny Northern. En común todos ellos sólo tienen el clásico síndrome de Cassandra, es decir, nadie los cree. El Billy adulto que Mulder y Scully reencuentran asegura que él ha superado su trauma pero no así la gente que lo rodea – su padre, el Detective Miles, sigue negando que las abducciones ocurrieran. A diferencia de Billy, que está divorciado, su amiga Theresa lleva una feliz vida de casada junto a otro abducido como ella si bien es difícil imaginar qué clase de felicidad se alcanza junto a un hombre que, según ella explica, no sólo silencia su abducción sino que además la sufrió repetidamente. Fenig, Barry y Northern ni siquiera tienen la opción de superar el trauma y mueren en circunstancias diversas relacionadas con su desaparición en el pasado. Max Fenig, interpretado por el actor Scott Bellis, apareció en Fallen Angel (1.9) y cayó tan bien entre el público que regresó a Expediente X con el doble episodio Tempus Fugit (4.17) y Max (4.18). Max tiene algo de Langly por su aspecto físico y algo de Mulder por sus creencias, siendo un término medio entre ambos o tal vez lo que Mulder sería fuera del contexto del FBI. Como dice la siempre perceptiva Scully cuando inspeccionan el desastrado tráiler del recién fallecido Max, “sólo a Max Fenig y a ti podría gustaros vivir así. Creo que, de algún modo profundo y extraño, erais espíritus afines,” es decir, “hombres con vidas espartanas, con gustos sencillos pero Sara Martín Alegre, Expediente X: En honor a la verdad 139 pasiones complejas.” Cuando Max y Mulder se conocen ambos están bajo arresto de los militares por haber intentado acercarse a un OVNI caído. Max se presenta como miembro de NICAP, el National Investigative Committee of Aerial Phenomenon, institución dedicada a la ufología que existe en la vida real, y asegura ser poco menos que un fan de Mulder, cuya carrera sigue –y esto es un dato bien curioso– a través de las minutas de gastos que le presenta al FBI y que son de dominio público gracias a la ley de Libertad de Información. Nos enteramos por Max de que Mulder es relativamente conocido en el circuito de publicaciones sobre OVNIs y tiene como mínimo un artículo publicado en Omni, conocida revista de ciencia ficción. Max nunca afirma que es un abducido sino que es Mulder quien se empeña en que lo es en vista de una característica cicatriz situada tras el oído y pese a que Scully objeta que Max es más bien un epiléptico y esquizofrénico. Mulder es poco después testigo de lo que a todas luces es otra abducción más de Max aunque resulta extraño pensar que entre ese momento y el de su muerte acaecida en un terrible accidente de avión tres años más tarde, cuando acudía a ver a Mulder, Max no le da a su admirado amigo explicación alguna sobre su desaparición temporal. El doble episodio supone que Max fue retornado, asumió una falsa identidad y pasó a trabajar para una empresa de la que robó una pieza de un artilugio que resulta ser una fuente de energía extraterrestre que los visitantes le reclaman. Max muere, de hecho, cuando lo que tenía que ser una simple abducción se complica al abatir un caza militar al OVNI que acecha el avión comercial en el que Max viaja, con el resultado de que lo que no debía de haber dejado rastro alguno en la memoria de los pasajeros acaba siendo la causa de su muerte. Para cuando ocurre el desastre Max es plenamente consciente de que es un abducido múltiple y en la cinta de vídeo donde graba su testimonio como documento para la posteridad explica que lo peor no es la sensación de que “nunca estoy solo” sino que “nadie me cree.” Duane Barry comparte ese sentimiento sólo que en su caso se complica con su condición de ex-agente del FBI y enfermo en un hospital psiquiátrico. Duane, soberbiamente interpretado por Steve Railsback, le parecería a cualquiera que no fuera Mulder un loco de remate y más si tenemos en cuenta la información que aporta Scully según la cual Barry recibió un disparo en el cerebro en acto de servicio una década atrás, incidente a partir del que desarrolló una poderosa psicosis. Scully cree que Duane es un mentiroso patológico, propenso a vivir sus fantasías al límite y capaz de una conducta violenta y excéntrica. No obstante, la diferencia entre el testimonio de Max y el de Duane es que el del primero palidece ante los horrores que Barry narra con total convencimiento, hasta el punto de que algunos de los rehenes que mantiene en una agencia de viajes le creen. Mulder, a quien le irrita que el FBI lo haya enviado a minimizar las molestias causadas por este ex-agente, arroja leña al fuego alentando de manera irresponsable las tremendas declaraciones de Duane sobre su abducción. Las pruebas a las que Duane dice haber sido sometido se repiten años más tarde en el cuerpo de Mulder, con lo que se puede decir que él es una especie de predecesor además de testimonio. Duane llega incluso a referirse a una corporación secreta aliada del Gobierno que está al tanto de los experimentos y señala que éste coopera a través de los militares con los extraterrestres mucho antes de que Mulder deduzca lo mismo. Por otra parte, como demuestra el examen médico del cuerpo de Duane hecho una vez se pone fin al secuestro que protagoniza, es cierto que lleva implantes electrónicos diversos que confirman su testimonio. Sara Martín Alegre, Expediente X: En honor a la verdad 140 Mientras el episodio Duane Barry juega a animar al espectador a simpatizar con este pobre hombre, su segunda parte –Ascensión (2.6)– obliga a replantearse esa simpatía cuando Barry se convierte en pieza esencial de la abducción de Scully. Pese a su creciente locura, manifestada en el hecho de que cree que entregando a Scully evitará ser secuestrado de nuevo, y a la poca consideración que muestra por el destino que le aguarda a ella no vemos nunca a Duane como un villano sino como una víctima más del siniestro Fumador y su compinche Krycek, y en parte de Mulder. La furia que éste desata sobre Duane como responsable de la desaparición de su compañera es totalmente inapropiada para un servidor de la ley por mucho que el dolor personal la justifique e impide la reflexión necesaria para comprender quién está detrás del rapto. El pobre Duane tiene un pequeño momento de lucidez cuando Mulder logra sobreponerse a su necesidad compulsiva de estrangularlo e incluso consigue disculparse por lo que ha hecho pero Mulder está tan ofuscado que lo acaba dejando en manos de Krycek, quien lo asesina para asegurarse su silencio. No es que Mulder sea culpable directo de la abducción de Scully pero lo cierto es que su conducta hacia Duane empeora la situación antes y después de que se produzca. Max y Duane son sin duda personajes patéticos y lo mismo puede decirse de las dos mujeres abducidas a las que nos acerca la serie, la ya mencionada Theresa Nemman y Penny Northern. A Theresa la conocemos como una joven dominada por su padre, un médico que oculta lo que sabe sobre las abducciones y la recuperamos, como ya he mencionado, una vez superada esa etapa como joven esposa y madre en Requiem (7.22).