Nosferatu. Revista de cine (Donostia Kultura)

Título: Los japoneses, el melodrama y el amor

Autor/es: Tomasi, Dario

Citar como: Tomasi, D. (1993). Los japoneses, el melodrama y el amor. Nosferatu. Revista de cine. (11):54-63. Documento descargado de: http://hdl.handle.net/10251/40847

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Entidades colaboradoras:

Kiminonawa ("¿ Cómo /e l/amas ?", 1953-54 ), de l-lideoOba

Los japoneses, el melodrama y el amor Dario Tomasi

n el imaginario del cine cords de ingresos preceden­ y fugaces in stantes, sin tener japonés, la palabra "me­ tes consolidándose como los la oportun idad de permanecer El odrama" evoca a nte ejemplos de mayor éxito de lo el uno junto al otro. todo dos pelíc ul as : Aizen que los japoneses denominan katsura ("Katsura, el árbol del surechigai merodorama (me­ Ciertamente no es preciso es­ amor", 1938) y Kimi no na lodrama del rozarse sin encon­ perar a los años treinta para wa ("¿Cómo te ll amas?", trarse). Tal expresión se refi e­ ver nacer en Japón un género 1953-54). Los dos films, divi­ re a esos relatos sentimentales narrati vo basado en hi stori as didos a mbos e n tres largos en que dos infelices enamora­ sentimentales y en la in fe li ci­ epi sodios y producidos por la dos se encuentran muchas ve­ dad del amor. Mas para com­ , baten todos los ré- ces, pero sólo por unos pocos prender el carácter de novedad y las razones del éxito de una ritaria entre padres e hijos. Bien di stinto es, sin embargo, películ a como Aizen katsura el espíritu de "Koshoku gonin es necesari o dar un paso hacia Será preciso aguardar a la épo­ no onna", una colecci ón de atrás y precisar que el budis­ ca Tokugawa (1603-1867), cuentos ambientados en e l mo, el confuciani smo y el bus­ aquélla del país unido, de la mundo de los chonin (hom­ hido (l a vía del samurai) han paz impuesta por el alto poder, bres de la ciudad, es decir, co­ jugado un papel de primer or­ del aislamiento absoluto del merciantes, artesanos, médi­ den en cuanto al modo en que resto del mundo y, sobre todo, cos, etc.), dedicados al puro el amor romántico ha sido re­ del afianzamiento de la clase sentimiento amoroso y desti­ presentado en la cultura tradi­ mercantil, para que el amor nados a un trágico fin . Ejem­ cional de Japón. -sea romántico o para el placer plo de ello son las vicisitudes de los sentidos- vuelva a cons­ de Osan , esposa de un ri co Ya el fa moso "Genji monoga­ tituirse en uno de los grandes editor, que se e namora de tari " (" Hi storia de Genji "), es­ protagonistas del imaginario Moemon, un joven sirviente, y crito en el año mil , es la narra­ colectivo. En la vasta produc­ huirá con él, sólo para ser más ción melancóli ca de las mu­ ción de Saikaku Ihara (1642- tarde capturada y condenada a chas aventuras sentimentales 1693) se puede ver un conjun­ muerte. del príncipe Genji , impregna­ to de novelas llamadas kos­ das de la triste consciencia de hokumono (cosas referentes al Muchas de estas trágicas his­ la fu gacidad de cada un a de amor), dedicadas a las relacio­ torias de amor serán después ell as, como de todo lo que es nes sexuales entre hombre y retomadas por Monzaemon terreno, según el concepto bu­ mujer y entre personas del Chaikamatsu (1653-1724), au­ di sta de la temporalidad de to­ mi smo sexo. El término kos­ tor de algunos de los más fa­ das las cosas (muja-kan). Pero hokumono se utilizaba ya en la mosos dramas del kabuki y del el héroe ari stocráti co, sensual época Heian, donde indicaba joruri (teatro de marionetas, y gentil de la é poca Heian el "refin ami ento en el sentir", también llamado bunraku). (794- 1 186) cederá el puesto al mie ntras que en la é poca Sus sewamono (dramas de la casto y va leroso guerrero, que Tokugawa se refería de forma vida cotidiana que se contra­ será el emblema de aquel tur­ más explícita al amor sensual. ponen a los jidaimono, dedica­ bulento período de transición Esta dicotomía se halla pre­ dos por el contrari o a las épi­ ( 11 86-1 600 aprox.) que ve sente asimismo en la obra de cas gestas del pasado) tratan cómo el shogun es quien en Saikaku Ihara, como resulta de aquel amor entre hombre y realidad sustituye al Empera­ evidente al confrontar "Kos­ mujer que durante tanto ti em­ dor en el gobierno del país, y hoku ichidai otoko" (" Vida de po estu viera eclipsado en la li­ una nueva clase, la del samu­ un libertino", 1682) con "Kos­ teratura de los samurai. Los rai, ocupa el puesto de la ari s­ hoku gonin onna" (" Cinco mu­ protagoni stas de estas hi sto­ tocracia de la corte. Para el jeres enamoradas del amor", rias eran, por lo general, un nuevo héroe, según un modelo 1686). La primera de las dos modesto comerciante, a veces que también se halla presente obras es la hi storia del legen­ un simple aprendiz o emplea­ en la literatura china de la épo­ dario Yonosuke, de quien se do, y una geisha o, más banal­ ca Ming ( 1368- 1644 aprox.), dice tuvo, entre los siete y los mente, una prostituta. Su arre­ el amor románti co es, sobre sesenta años, relaciones con batado amor, que va mucho todo, un a especie de enferme­ 3.742 mujeres y 725 jovenci­ más all á del placer de los sen­ dad que afli ge y debilita el es­ tos. El tono de la obra se tidos, tropieza contra una serie píritu del guerrero, tal como lo muestra decididamente de par­ de impedimentos sociales, y entendía la moral del bushido te de su protagonista y simpa­ les obliga a resolver el conflic­ que se estaba fo rj ando según ti za abiertamente con el epicu­ to entre giri (deber social) y los principios de austeridad y reísmo, el hedonismo y el dan­ ninjo (sentimientos persona­ fru galidad de un budismo muy di smo que caracteri zaron su les) por medi o del shinju (el di stinto del de la época Heian. ex istencia. Al contrario de lo doble suicidio) o de la fuga Por otra parte, esta deprecia­ que sucede con nuestro Don que, no obstante, tendrá casi ción del amor romántico no Juan, a Y onosuke no le espe­ siempre un trágico epíl ogo. era extraña, ni sobre todo lo ran la s ll amas del infierno, será en el futuro, a aquell a mo­ sin o el viaje incitante, junto Las obras de Saikaku lhara y ral confuciani sta que vivía el con algunos amigos dignos de Monzaemon Chikamatsu re­ sentimiento entre un hombre y él, hacia la isla de las mujeres. velan en conjunto bastante una mujer como una amenaza Parece estar a mil millas de la bien un cierto moralismo de concreta para la relación prio- moral confucianista y budista. carácter confuc ianista, que cierra un ojo ante los pl aceres Sin embargo, al lado del tate­ yaku representan el paso desde de la carne, pero condena se­ yaku se afirma progresiva­ una socied ad a ri stocráti ca veramente el amor romántico mente otra figura, la del ni­ como la de Heian, cuyos valo­ en cuanto amenaza del orden maime, el segundo papel, que res ti enen más de una cosa que social. Los protagoni stas mas­ nace de la necesidad de res­ compartir con los del nimai­ culinos de muchos de los dra­ ponder a las ex igenc ias de me, a una sociedad guerrera, mas de Chikamatsu acaban, todo un público femenino que que directamente presta apoyo efectivamente, a causa de la atestaba los teatros populares al ideal de l tateyaku. Final­ mujer que aman, descuidando de Edo (la antigua Toki o). El mente , el papel subordinado sus deberes de comerciante o personaje interpretado por el del nimaime, que en Jos dra­ desobedeciendo a sus padres y nimaime a menudo es una fi­ mas de Chikamatsu con fre­ tutores. Su amor se convierte gura gentil, frágil y débil, im­ cuencia es un comerciante, no así en un grave peli gro para la plicada en una hi sto ri a de puede dejar de ser asimismo sociedad. El shinju será el úni­ amor que es absolutamente in­ expresión del complejo de in­ co modo que les quede para capaz de llevar a buen térmi­ feri oridad de la clase mercan­ expresar la autenticidad de sus no. Con frecue nc ia será su til hacia la de l samurai. La sentimientos, pero también el propio comportamiento torpe verdad es que la di stinción en­ inevitable (auto )castigo por la el que cause la ruina de él y de tre estos dos papeles tendrá un "culpa" cometida. Por medio la mujer que ama. Su actitud, peso no in signi ficante en la de la condena de los amantes, la mayoría de las veces pasiva, hi stori a del propi o cine japo­ el orden social está salvaguar­ no resulta ciertamente extraña nés. dado. La advertencia que lan­ a esa filosofía de la espera y zaba Chikamatsu a su público de la resignación que subyace Influenciado por los modelos de chonin era más que explíci­ en gran parte de l budismo. occidenta les y e n po lémica ta: el amor es bello, pero peli­ Sólo en el momento decisivo, con el ka buki, cuya excesiva groso. el del michiyuki (el vi aje hacia estili zación poco se adaptaba la muerte) y del shinju, hall ará para ex presar los nuevos usos Otra característica del kabuki, valor para llevar a cabo una importados de Occidente, se de g ran impo rta nc ia pa ra acción decisiva, aunque obli­ consolida a fines de l s ig lo nuestra exposición, se refiere a gada, que redimirá su debili­ XIX un nuevo tipo de teatro, la rígida di visión que existe dad. muy ligado a la literatura con­ entre el papel del tateyaku y el temporánea, ll amado shinpa del nimaime. El primero es el La neta di visión entre los pa­ (nueva corri ente). Más a ll á, actor que encabeza la troupe. peles del tateyaku y del nimai­ sin embargo, de los intentos Su papel será el del samurai me y la función subordinada polémicos y de las ambienta­ ideal, prudente y victorioso en del segundo con relación al c io nes conte mpo rá neas, e l la contienda. Según los princi­ primero, pueden ser interpre­ shinpa conservaba muchas de pios de la moral confucianista tadas a partir de di versas pers­ las característi cas de l kabuki: y del bushido, de los que ya pectivas. Ante todo, la tentati­ desde la interpretación antina­ hemos hablado, en su vida no va de l confuciani smo y del tural de los onnagata (intér­ existirá lugar alguno para el bushido de extirpar de su ideal pretes mascul inos de papeles amor romántico. Este deberá humano las debilidades del femeninos), desde la cadencia ser sacrificado ine xo ra ble­ amor no podía sino generar, en musical de los di álogos y el mente a la lealtad hacia su una tensión casi esquizofréni­ empleo de poses que parecían propio señor, como muy bien ca, una especie de alter ego salidas de la escue la de los enseña el drama más famoso sobre el que descargar todos ukiyo-e (pinturas del mundo de toda la histori a del teatro aquellos elementos de conta­ fluctu ante) hasta la misma di s­ japonés: "Chushingura", cono­ minación que no podían ni , so­ tinción entre tateyaku y nimai­ cido en occidente con el título bre todo, debían hall ar lugar me. Además, las melodramáti ­ de "La venganza de los 47 ro­ en otra parte. Es la presencia cas vicisitudes de la literatura nin", que relata cómo 47 gue­ del nimaime lo que permite así shinpa parecían la continua­ rreros samurai privados de su al. tateyaku mantener intacta ción lógica de las del kabuki. amo (ronin) , sacrificarán cada su propia pureza. La fuerza y El héroe masculino -a veces, uno su amor -trátese de espo­ la debilidad pueden coexistir, un estudiante- es débil y pasi­ sas, novias o amantes- para pero cada una de ellas debe vo, que ni siquiera ti ene valor vengar la injusta muerte de su permanecer en su sitio. Ade­ para sui c id a rse; la he roína señor y quitarse después la más, el conflicto entre las dos -casi siempre un a geisha, una vida. fi guras y el triunfo del tate- prostituta o una arti sta- se ve sometida a todo tipo de sufri­ Kiminonawa mientos; el amor entre los dos, ("¿Cómo rellamas?". 1953-54), fina lmente, está destinado a un deliideoO!Ja epílogo trágico. Como ya su­ cedía en el kabuki, el conflicto principal es el existente entre giri y ninjo, y a menudo llega la mujer a autosacrificarse por el bien del hombre amado. El Amor sentimental está en cier­ to modo considerado como una suerte de rebelión contra los propios padres o maestros; podemos saborear por algunos in stantes fugaces el ti erno pl a­ cer del Amor, pero habremos de pagarlo a muy caro precio. La cultura shinpa traspasa los confines de un solo medium, y podemos encontrar sus estruc­ turas y sus temas bien sea en la 1it eratura, en el ci ne y en el teatro. Tanto es así, que los críticos japoneses a veces de­ nominan shinpa eiga (cine shinpa) al primer gendaigeki (película de a mbi e ntac ión contemporánea). Veamos más de cerca algunos argumentos. El drama shinpa más famoso es quizá "Onna keizu" ("Ge­ nealogía de mujeres") escrito por Kyoka Izumi en 1907 y un joven de familia burguesa, culas -Nihonbashi ("Nihon­ llevado a la pantalla por al me­ que mantiene una relación se­ bashi", 1929), Taki no shirai­ nos tres realizadores: Hote i creta con una geisha, Namiji, to ("El hilo blanco de la casca­ Momura ( 1934), M asahiro de quien asimismo ha tenido da", 1933) y Orizuru Osen Makino (1942) y Kenji Misu­ un hijo, Se iichi. El tío de ("Osen, el de las cigüeñas", mi ( 1962). El joven protago­ Teruo, que descubre el secre­ 1934)- a partir de otras tantas nista está enamorado de una to, le ordena que interrumpa la obras de Kyoka Izumi. De es­ geisha y te1mina por ir a vivir relación y se case con la respe­ tas películas, la más conocida con e ll a. Sin e mbargo , el table Mieko, ya prometida del es Taki no shiraito, que narra maestro y- benefactor del jo­ joven. A pesar de su amor por. la historia de amor de una ar­ ven, que desea casarlo con su Teruo, Namiji lo abandona. tista ambulante que se enamo­ propia hija, lo descubre todo y Enferma, de berá renunciar ra de un joven estudiante. Me­ le ordena que interrumpa su también a su hijo, Seiichi, que diante costosos sacrificios, relación. El héroe en concien­ será adoptado por Teruo y que la llevarán hasta el homi­ cia obedece y la heroína no Mieko. El destino querrá que cidio, la mujer hará posible podrá hacer otra cosa si no mo­ estos personajes hayan de en­ que el joven pueda ir a la uni­ rir de dolor. Futari shizuka contrarse de nuevo, pero en versi~ad y graduarse en juris­ ("Nosotros dos a solas", tam­ vista del amor con que Mieko prudencia. El propio joven, bién conocido con el título in­ educa a Seiichi, Namiji decidi­ con sus vestiduras de juez, glés de "Love and Sacrifice") rá sacrificarse, una vez más. será quien decrete la sentencia es una película reali zada en de muerte para ella, antes de 1922, presumiblemente dirigi­ No podemos abandonar nues­ suicidarse. da por Gengo Obora y basada tra di squis ición sobre el en una novela muy popular de shinpa eiga sin citar al joven La relación entre kabuki y Shunyo Yanagawa, escrita en Mizoguchi, quien a finales de shinpa, por lo que respecta a 1916. Es la hi storia de Teruo, los años 30 realizará tres pelí- temas referentes al amor, es sustancialmente una relación las sobre la gente corriente) y su alejamiento de la cultura de fuerte continuidad, donde al melodrama generará una kabuki y sh inpa se encuentra el único elemento de auténtica tendencia productiva que le asimismo la atenuación de l novedad quizá esté constituido llevará a conquistar un puesto personaje de nimaime del pro­ por una mayor atención a la de primer orden y de hecho tagoni sta masculino -quien a psicología femenina. Por lo sobrevivir, aún hoy, gracias a la muje r amada propone la demás, en el shinpa encontra­ la serie de Torasan. Aizen huida, desobedeciendo así la mos tanto el tema del trágico katsura está basado en un a vol untad de sus padres- y, so­ fin del amor romántico, siem­ novela muy popular de Matsu­ bre todo, el final fe li z, que casi pre destinado a enfrentarse taro Kawaguchi , quien a su desea establecer la concreta con los deberes sociales a tra­ vez se in spiró en la canción posibilidad de éx ito de aquel vés del conflicto entre giri y "Haha no ai" ("El amor de una amor romántico que la trad i­ ninjo, como la presencia del madre") que, en la película, la ción cultural japonesa había, nimaime, quien no estrecha protagonista presenta con éxi­ en sus manifestaciones domi­ fu ertemente entre sus brazos a to a un concurso de composi­ nantes, siempre negado. la mujer que ama, sino que la ción musical. La Shochiku contempla desde una cierta produce el film a sabiendas de La protagoni sta de la pelícu la distancia, con la cabeza incli­ que ti ene en sus manos un es Katsue, una joven enferme­ nada y la expresión de quien gran éxito. Los periódicos fe­ ra ya viuda y con una niña. A pide excusas por la propia de­ meninos dedican nume rosos causa de l severo reglamento bilidad y la incapacidad de ha­ artículos a la elaboración de la del hospital donde trabaja, está cer fe li z al otro. En sustancia, película. Se recurre a dos de obligada a ocultar su condi­ a través de esta relación de las estrellas más famosas de ción de madre. Se enamora de continuidad con el kabuki, los aquellos años: ell a el joven hijo del director principios de l budismo, del -que más tarde se hará famosa de l hos pita l. Precisame nte confucianismo y del bushido también en Occidente gracias cuando los dos debían encon­ -que viven el amor romántico a las obras maestras de Mizo­ trarse para huir juntos, la niña como una amenaza para el or­ guchi- y . Se con­ cae enferma, y Katsue se ve den social y familiar e invitan fía la dirección a un hábil di­ forzada a fa ltar a la cita. El a la paz de los sentidos y a la rector que todavía no ti ene hombre parte solo, convencido resignación- se hall an todavía ambiciones de autor: Hiroma­ de que ella lo ha abandonado. mu y activos incluso en el ám­ sa Nomura. El guión es de La familia del joven, que se ha bito de una cultura que, como Kogo Noda, habitual compa­ enterado de la relación, hace la shinpa, parecía querer reno­ ñero de trabajo de Ozu. El éx i­ que la mujer deje el hospital. var la tradición japonesa a la to va más allá de cualquier ex­ Pasa el ti empo y los dos aman­ lu z de lo que procedía del pectativa. La Shochiku se tes no ti enen ya la posibilidad mundo occidental. apresura a producir una segun­ de encontrarse. Katsue logra da y una tercera parte de la pe­ ganar un concurso de compo­ Durante los años treinta, algu­ lícula. Los tres episodios son sición musical y, gracias a su nos cineastas japoneses inten­ vistos por diez millones de ja­ hermosa voz, se convierte en taron liberarse de las tradicio­ poneses. Se baten todos los ré­ intérprete de éx ito. El hombre, nes kabuki y shinpa por medio cords de taquilla precedentes. por su parte, descubre la iden­ de un nuevo género al que lla­ La canción de la película es, a tidad secreta de ell a. Al finali ­ maron precisamente merado­ su vez, el mayor éxito de los zar e l prime r concie rto de rama, tomando la palabra años anteriores a la guerra, y Katsue, é l la espe ra en su prestada del inglés y pronun­ se venden unas 1.200.000 co­ camerino y le propone ir hasta ciándola en base a las posibili­ pias de discos. Este último he­ aquel árbol de katsura que, se­ dades fonéticas del japonés. cho es significativo. Al reali­ gún la leyenda, une eterna­ La película que mejor repre­ zar un melodrama a la manera mente a todos los amantes que senta las características de esta occidental, los japoneses pien­ allí se dirigen en peregrina­ tendencia probablemente sea san efectivamente en el signi­ ción. Están aquí todos los in­ Aizen katsura (" Katsura, el ficado literal de la palabra, es gredientes del melodrama: el árbol del amor", 1938), de Hi­ decir, en un "drama" con "me­ amor impedido, la cita fa llida, romasa Nomura. La película lodías", y recurren en las esce­ el equívoco, la revelación final es producida por la Shochiku, nas de mayor intensidad dra­ de la ve rdade ra identidad. dirigida por el inteligente Shi­ mática a la utilización de can­ Como es típico del cine japo­ ro Kido, quien precisamente ciones sentimentales. Pero en­ nés de la época, Aizen katsu­ gracias al shomingeki (pelícu- tre las razones de su éxito y de ra no recurre a la in sistencia de prime ros planos, privile­ Kiminonawa, giando, incluso en los momen­ (";,Cómo re /lamas ?", Jªparre, 1953-54 ), tos de mayor intensidad dra­ de Hideo Oba mática, campos más di stancia­ dos, y en más de una ocasión propone soluciones expresivas bastante audaces en compara­ ción con los modelos del cine clásico de tipo hollywoodense -modelos que, sin embargo, no están ausentes, como lo de­ muestra el in sistente recurso al montaje a lt e rnado en la se­ cuencia en que él la espera en la estación y ella está en casa con la niña gravemente enfer­ ma-. Algunos ejemplos pare­ cen evidenciar bien el carácter anómalo de ciertas soluciones expresivas que representan el más que logrado intento de dar vida a un a estil ística del melo­ drama no necesari amente so­ metida a las estructuras domi­ nantes. S i para unir fílmica• mente a los dos amantes sepa­ rados en la realidad y para ex­ presar su recíproco pe nsa­ miento omura recune, en la secuencia de la cita fallida, al más clásico de los montajes parale lo s, no lo hace as í en otros momentos de la películ a. Además, en la secuencia ape­ amantes, vo luntad de un desti­ tomas subjetivas-. En este mo­ nas citada, se aprecia, por lo no ingrato. mento, un nuevo plano nos menos, un efecto de montaje muestra algunas hojas movi­ bastante anómalo, en el que la Otro inte resante efecto d e das por el viento, que parecen presencia de la cámara queda montaje presente en la pelícu• esta r s ie ndo conte mplad as demasiado manifiesta, para lo la juega, por el contrario, con igualmente por la mujer. Pero que requieren los cánones de la ambigüedad de la utiliza­ el último plano de la toma nos invisibilidad. Mientras camina ción de las tomas subjetivas, ofrece, por el contrario, un pri­ nerviosamente por el vestíbulo mediante una técnica que, por mer plano del hombre. Es en­ de la estación, el protagoni sta otra parte , es asimismo tan tonces cuando la imagen de se acerca a la cámara, cubrien­ querida por Ozu. Los dos las hojas movidas por el vien­ do el objeti vo con su propio amantes hace tiempo que es­ to asume una fuerte ambigüe­ traje. Sobre la im agen casi ne­ tán separados y, sin embargo, dad, colocándose entre dos gra, un corte neto nos lleva al continúan pensando el uno en primeros planos de dos perso­ kimono de Katsue, quien as i­ el otro. Un encuadre en plano najes distintos, y pudiendo ser mi smo se hall a al otro lado de ameri cano nos muestra a la subjetiva tanto de uno de ell os la cámara, pero en el momento mujer, que mira fuera de cam­ como del otro o, a lo sumo, de en que se está alejando de ella. po. El plano de un cielo nubla­ ninguno de los dos. Es sustan­ Se trata de un in serto anómalo, do que va a continuación pare­ cialmente un pl ano que, debi­ en realidad, en el ámbito de la ce, pues, ser reflejo de su sen­ do a su propia imprecisión, estructura clás ica del montaje tir, hipótesis que confirma el sirve de puente a las imágenes paralelo que, mediante el con­ plano sigui ente, uno de los po­ del hombre y de la mujer, re­ traste acercamiento-aleja­ cos primeros planos de la pelí• presentando una vez más -con mi ento de la cámara, expresa cula -utilizado a menudo, pre­ esa delicadeza y gracia típicas bien la separación de los dos cisamente, en relación con las de la mejor cultura japonesa- dos almas que están cerca la pasado a sus espaldas, un pri­ !I ones de machikomaki (el pa­ una de la otra, a pesar de que mer pl ano de su rostro precede ñuelo de Machiko, por el nom­ los cuerpos se hallan lejos el a una toma subjeti va del agua bre de la protagoni sta) mva­ uno del otro. Por lo demás, es que corre. Nos encontramos den el país. incluso demas iado fácil inter­ frente a un verdadero y pro pi o pretar esta imagen como una cliché de la cultura japonesa: A decir verdad , e ntre las adaptación fílmica de uno de el de ori gen budista que se re­ fuentes que in spiraron Kimi los procedimientos más típi ­ fi ere a la tempo ra lidad de l no na wa debería as imismo cos de la poesía japonesa: el todo, que es también el de la citarse el melodrama Water­ de recurrir a las kakekoroba fugacidad de lo que es bell o, a loo Bridge, dirigido en 1940 (palabras perni o), o sea, a ese menudo representado por la por Mervin LeRoy, con Ro­ dobl e significado que ciertas imagen de un puente y el agua bert Tay lor y Vi vien Le igh. palabras pueden asumir en una que bajo él flu ye. Del puente Más aún que Aizen katsura, composición lírica, funcionan­ de los sueños del último capí­ la películ a de Oba representa do así como goznes entre dos tulo del "Genji monogatari" a el modelo del surechigai me­ versos. aquél en el que la protagoni sta rodorama, a través del juego de "Taki no shiraito" seduce al del continuo encontrarse y se­ Otro momento interesante de joven estudiante en la película pararse de los dos protagoni s­ la películ a, que juega retóri ca­ de Mizoguchi que ll eva e l tas, Machiko (Keiko Ki shi ) y mente en la memoria del es­ mismo título; de l puente en Haruki (). Mas la pectador, es e l representado que la Katsue de Aizen katsu­ diferencia radi cal respecto al por el paralelo entre dos movi­ ra llora un amor que cree ter­ film de 1938 es que Kimi no mi entos de cámara, bastante minado, al Sukiyabashi (Puen­ na wa vuelve a proponer, de s imila res estructuralme nte, te Sukiya) en el que se en­ fo rma resuelta, tanto la fi gura que nos muestran una mi sma cuentran y donde se separarán del nimaime como la del fin al realidad -l as enfe rmeras que los dos protagonistas del otro trágico, en un clima que no ll oran- pero en dos contextos melodrama de gran éxito en la puede dejar de remitirnos a la di stintos. El primero es el del historia de l c ine j a po nés: tradic ión, a unque rev isada, momento en que Kinuyo Ta­ Kimi no na wa. del shinpa. Kenj i Sada es el naka cuenta su triste hi stori a perfecto ejemplo del nimaime de madre y viuda. El segundo La histori a de la producción que acepta pas ivame nte e l es aquél en que Ken Uehara de la película presenta muchos aciago destino que lo separa comunica su decisión de dejar puntos en común con la de Ai­ de la mujer amada y que, ig­ el hospital. El último de los zen katsura. Ante todo está el norando la infe li cidad de esta dos movimientos de cámara binomio Shochiku y Shiro última, la empuja a respetar trae a la memoria el primero, Kido. Después, un argumento sus de beres de esposa. Qué creando así un nuevo paralelo de partida bastante popular: el diferencia del Robert Tay lor entre los dos protagonistas. radiodrama homónimo de Ka­ de Waterloo Bridge, que zuo Kikuda, cuyo éxito era tal mantiene su propio derecho a Finalmente, es necesario citar que, a la hora en que era re­ vivir con la mujer que ama. un último momento de la pelí­ transmitido por la NHK, los Del mi smo modo, Keiko Ki s­ cula. Habiendo llegado a Kyo­ baños públicos femeninos so­ hi es el modelo de esa imagen to, en busca del hombre ama­ lían estar literalmente desier­ de muje r o bligada a sufrir do, Katsue descubre que éste tos. Además, la idea de añadir desde el comienzo hasta el fi ­ ya se ha marchado, y las duras a la película una canción ro­ nal de la películ a, al lado de palabras de un amigo, que se mántica de gran éxito, a guisa un marido celoso y lejos de ve obligada a escuchar, le ha­ de leit-motiv. Fina lme nte , un amante que no es capaz de cen creer que su historia de dada la gran afluencia de pú­ ayudarl a a sa lir de su propi a amor ya ha terminado. La cá­ blico, la decisión de reali zar dramáti ca realidad. Esta re­ mara la sigue en plano ameri ­ una segunda y una tercera par­ apari ción de un clima shinpa cano mi entras camina tri ste­ te, que en conjunto serán vis­ qui zá sea también signo de un mente por las call es de . tas por treinta millones de es­ momento de la hi stori a de Ja­ Una lastimera canción acom­ pectadores, es decir, uno de pón, que en los años inmedi a­ paña sus pasos. Al llegar a un cada cuatro japoneses. El pa­ tamente posteri ores a la ocu­ puente la vemos, primero en ñuelo con el que la protagoni s­ pación militar y política ame­ pl ano largo; luego, cuando se ta cubre sus cabellos se con­ ri cana de la segunda posgue­ deti ene y mira hacia abajo, y vierte para las jóvenes japone­ rra, en una prácti ca en que se después que dos monjes hayan sas en prenda obligada, y m1- confunden la preservación y una re fl exión necesari a de las Kimillollawa tradic iones, advie rte la ex i­ ("¿Cómo te /lamas?". 1953-54), genc ia de un retorno a las de J-I ideo Oba propias raíces. Machiko y Ha­ ruki se enc uentran bajo los bombardeos de Tokio. Tras salvarl e él la vida se despiden en el Sukiyabashi, prometi en­ do volver a encontrarse sobre aq uel mi smo pu ente al cabo de seis meses. Sin embargo, el día de la cita la mujer se ha visto obligada a salir de To­ kio a fin de participar en un o-miai (enc uentro prematri ­ moni al) preparado por su tío. El joven que le ha sido pre­ sentado comprende los senti­ del cine japonés testimonian de la película, cuando los dos mi entos de Machiko y decide una mayor uniformidad con amantes se separan de nuevo, ayudarla a encontrar a Haru ­ las estructuras lingüísti cas y después que ell a le ha revela­ ki: si éste es verdaderamente narrati vas del cine ameri cano. do que espera un hijo, en un e l hombre que conv ie ne a Lo testimonia en este melo­ plano largo que los muestra Machiko, é l se apartará. La drama el uso repetido de los sobre un puente -sí, de nuevo búsqueda de Haru ki es larga y primerísimos planos en todas un puente- que une dos preci­ vana. Conmovida por el afec­ las secuencias caracterizadas pi cios verti cales sobre el mar. to y la generosid ad del joven, por un a cierta intensidad dra­ La e lección del pl ano largo, Machiko decide aceptar su máti ca (y en particular, en que reduce los personajes a oferta de matrimoni o. Un año aquellas de los encuentros de pequeños fragmentos de un después del primer encuentro los dos protagoni stas). o fal­ pai saje natural que los domi­ de Machiko y Haruki , los dos ta, en fin, el recurso al monta­ na, y el ángul o del encuadre, jóvenes vuelven a verse en el je alternado que, no obstante, que coloca e l puente en la Sukiyabashi. Machiko le ex­ a veces genera soluciones que parte superior de la imagen, plica el moti vo de su ausencia están lejos de ser banales. Ha­ generando una organi zación a la cita y después, con lágri ­ bi endo huido de casa, tras el descentrada del espacio, son mas en los ojos, le revela que enésimo choque con el mari­ e lementos de estructuración su boda ha sido fijada para el do y la suegra, Machiko se ha figurativa que recuerdan de día siguiente. Haruki se apar­ detenido bajo la lluvia, cerca bastante cerca las pinturas ja­ ta, agradece a la mujer por de la ventana de Haruki. El ponesas a tinta (sumi-e) que haber venido, y le desea que montaje une las imágenes de representan uno de los logros sea feliz. Desde este punto en ella en la calle con las de él más altos del arte zen y ex­ adelante, la hi storia se desa­ en su habitación. No parece presan bi en la voluntad de rroll ará por medi o de breves que él se haya percatado de la apl acar las pasiones humanas encuentros y largas separacio­ presencia de Machiko. Sin por medio de un a relación nes, hasta ll egar al dramático embargo, su acción de apagar con la naturaleza vivida como epílogo, en que él correrá a las luces y de meterse en la "entidad dominante". No es verla por última vez, antes cama, contrapuesta por medio casualidad que la mayor parte que ella muera en el lecho de del montaje a la vana e incó• de las escenas más dramáticas un hospital. moda espera de la mujer, ex­ de la película transcurran so­ presa bi en la impote ncia y bre pue ntes, junto a ríos o ¿Se hall an aú n presentes en la pasividad de Haruki y la mares, en medio de la lluvia, Kimi no na wa aquellos ele­ desesperada soledad de Ma­ la ne blina, la bruma o las mentos de una estilísti ca del chiko. Quizá sea más bien en aguas sulfurosas: todas ell as melodrama, lejana de los mo­ un pl ano estrechamente figu­ signos evidentes de la fugaci­ delos del c ine clásico domi­ rativo que podamos descubrir dad de los encuentros de los nante, que habíamos especifi ­ en Kimi no na wa elementos dos amantes y de la incerti­ cado en Aizen katsura? La que evocan la tradición japo­ dumbre de su destino. respuesta no es fácil. Respec­ nesa. En particular en la esce­ to a los años 30, los años 50 na· que cierra la primera parte Un último as pecto interesante de la película que se halla ya géneros colaterales, aunque chiku que, una vez más, gra­ presente, aunque de forma me­ muy importantes en la historia cias al melodrama, se ha sal­ nos marcada en Aizen katsu­ del cine japonés, como el me­ vado de la caída financiera y, ra, lo proporciona el trata­ lodrama familiar, o subgéne­ al menos en parte, de la drás ti ­ miento de los varios persona­ ros como las haha mono (pelí• ca restructuración que ha ca­ jes y la ausencia de "malos". culas sobre madres). Del mi s­ racteri zado a las otras casas de Incluso el marido y la suegra mo modo hemos dejado aparte producción japonesas supervi­ de Machiko, que de hecho im­ el melodrama de autor, firm a­ vientes. piden a la mujer realizar su do por maestros del cine japo­ sueño de amor, se justifican de nés como Mizoguchi, Ozu, Torasan es un vendedor ambu­ alguna manera a la luz de sus Naruse y Kinoshita. Ambas lante, versión moderna y no más íntimas razones. Y así exposiciones nos hubieran lle­ violenta, de un yaku za que ocurre que, incluso cuando se vado demasiado lejos. Por los viaja por todo Japón, pero que equivocan, nosotros los pode­ mismos motivos hemos prefe­ no puede dejar de volver tres o mos comprender y, si esto no rido concentrar nuestra aten­ cuatro veces al año al pequeño sucede, es sólo porque serán ción en aquellos momentos de barrio de Shibamata, en Tokio, ellos mismos quienes después la historia del melodrama ja­ donde viven su hermana Saku­ se arrepientan y pidan perdón. ponés que se han impuesto en ra, su yerno Hiroshi y sus dos Se configura así un tejido de mayor medida en el plano tíos, y donde siempre hay una relaciones humanas donde del consumo, como ha ocurri­ habitación libre que le espera. cada elección, cada paso, por do con el cine shinpa, Aizen El tema del regreso al lu gar una parte hace feliz a alguien, katsura y Kimi no na wa. Se­ natal, el de la solidaridad de la mas por la otra causa la infeli­ gún esta lógica, no tendría familia y del grupo, la relación cidad de algún otro. Nadie tie­ ahora sentido constatar la pre­ e ntre la he rm ana me nor ne verdadera culpa. Todos tie­ sencia de elementos melodra­ (Sakura) y el hermano mayor nen sus razones y sus errores. máticos también en el ámbito (Tora), la figura del viaje, la El drama de Machiko y Haru­ del taiyozoku eiga o, sin duda, representación de la realidad ki es un drama humano, dema­ en la nuberu bagu donde, hay de eso que los japoneses ll a­ siado humano. que decirlo, estos elementos se man shitamachi, es decir, de hallan decididamente presen­ los barrios populares, hechos Con la segunda mitad de los tes (¿no son quizá dos melo­ de casitas de madera y peque­ años 50 se cierra la etapa clá­ dramas tambié n Seishun ñas tiendas, donde aún es posi­ sica del cine japonés. La pues­ zankoku monogatari ("Cuen­ bl e respirar el ai re de antaño, ta en marcha de nuevos y afor­ to cruel de juventud", 1960) y bastarían por sí solos para ha­ tunados géneros, como el tai­ El imperio de los sentidos (Ai cer de Torasan un producto tí• yozoku eiga (cine de la tribu no korida, 1976) ambos dirigi­ picamente japonés. No es for­ del sol) y el de acción, ambos dos por Oshima?). tuito que esté producidos por la Nikkatsu, considerado el último reali za­ que llevarán luego a la nuberu Existe, sin embargo, un último dor que mantiene vivo el Ofu­ bagu (nouvelle vague/nueva momento e n el melodrama na-cho (tono de Ofuna), nom­ ola) de los años 60, marcan in­ sentimental-popular japonés bre de los estudios de la Sho­ deleblemente el fin de cierto que indicamos rápidamente. chiku donde nacieron no sólo cine que, obviamente, sigue Se trata de la famosísima serie Aizen katsura y Kimi no na sobreviviendo, si bien en lugar de Torasan, comenzada e n wa, sino también los shomin ­ secundario. El propio melo­ 1969 con geki de Ozu, Shimazu y Ki ­ drama tropieza con tiempos ("Es duro ser hombre"), y ac­ noshita. Pero este Ofuna-cho difíciles y decide sensatamen­ tualmente aún en curso, des­ encuentra asimismo otro ele­ te emigrar a las pantallas tele­ pués de nada menos que 45 mento merced al cual pu ede visivas. Ciertamente, no es episodios, al ritmo constante continuar ex istiendo: los amo­ que no se realicen más melo­ de .Jos al año. El director, sal­ res de Torasan. En cada epi so­ dramas. Pero aquí tenemos vo por el tercer y cuarto episo­ dio de la serie, Tora se enamo­ que iniciar otra cuestión. En dios, ha sido siempre Yoji Y a­ ra de una mujer que siempre este artículo, en efecto, hemos mada, autor también de todos es más bella, rica e inteli gente decidido limitar rigurosamen­ los argumentos originales y de que él. Su simpatía y di sponi­ te el campo de nuestra investi­ los guiones de la serie. El in­ bilidad a menudo le penniten gación a la forma más pura del térprete de Torasan es el actor ini ciar una intensa relación de melodrama: la del amor ro­ . La casa pro­ ami stad, que él siempre inter­ mántico. Evitando hablar de ductora, por cierto, es la Sho- cambia por amor. Por lo me- nos hasta el momento en que preguntaría "¿me quieres?". NOTA BIBLIOGRAFICA descubre la verd adera reali ­ Deseo citar algunos textos que han te­ dad. Ento nces é l sonríe, se En el vigésimocuarto epi sodio nido una notabl e import ancia para la confección de este art íc ul o. Ante todo comporta como si nada hubie­ de la serie, Torajiro haru no debo mucho, por lo relativo a las con­ ra ocurrido, coge sus cosas y yume (" El sueño de primavera sideraciones sobre la cultura japonesa, vuelv e a ponerse en camino. de Torajiro", 1979), el propio a G . Barrett, "Archetypes in film", Torasan ciertamente no es un Tora explica que un japonés Associated Uni versity Press, Londres nuevo nimaime. Con su tosca diría a una mujer: "te amo" y Toronto, 1989, y a Shuichi Kato, corpulencia, ·su rostro cuadra­ sólo con los ojos, y que si ésta "Stori a del la letteratura g iapponese", que leo en la edición itali ana el e Mar­ do y sus ojitos pequeños no respondiese: "amo a otro", sili o, Venecia 1987 (Vol. 1) y 1989 ti ene el physique du róle y por siempre con los ojos él repli ­ (Vo i.II). En cuanto al cine shinpa ele lo demás, su audaz espíritu de caría: "te comprendo y te de­ los años 20, me ha resultado muy útil iniciati va, charl atán y petulan­ seo la felicidad". Y luego aña­ el volumen de Tadao Sato, "Mizogu­ te, bi en poco ti ene en común de: "A hogar los propios senti­ chi Kenji no sekai" ("El mundo ele con los tonos tímidos, reserva­ mientos y marcharse sin decir Kenji Mi zoguchi "), Tokio 1982. Toda exposición sobre el nimaime no puede dos y abatidos del Kenji Sada nada es algo que los america­ sino basarse en la obra ele Taclao Sato, de Kimi no na wa. Existe, no nos no saben hacer". También "Currents in Japanese C inema", Ko­ obstante, un punto en el que puede darse que exista cierta dansha, Toki o 1982. He obtenido in ­ Torasan y la figura del nimai­ ironía en las palabras de Tora fo rmación útil sobre Aizen katsura y me se encuentran y donde po­ y en las intenciones de Yama­ Kimi no na wa en "Eigashijo besuto demos descubrir algo que está da, pero estas frases, que por sí nihyaku shi rizu- ihon eiga" (" Las doscientas mejores pelíc ul as de la his­ en las raíces de la relación en­ solas podrían explicar la razón toria del cine-El cine japonés"), Kine­ tre los japoneses y e l amor. del por qué treinta millones de ma junpo-sha, Tokio 1982. En cuanto Cort és, gentil , capaz de lo que japoneses han visto Kimi no a Torasan, he leído los art ícu los ele sea por la mujer de la que se na wa, un a películ a que es la Taclao Sato, Hiroshi Okamoto, Kazuo e nam o ra, Torasan s ie mpre apología de la renuncia amo­ lri e y Ko ichi Y amada publicados en, está d ispuesto a retirarse con rosa, recogen esa moderación "Scherm i giapponesi", Mostra lntcr­ nazionale del Nuovo Cinema di Pesa­ suprema elegancia apenas des­ en la relación con los demás, ro, Marsili o, Venecia 1984. Aizen cubre la ind iferencia de e ll a. esa retóri ca del silencio, ese katsura , Kimi no na wa y las pelícu­ Tampoco é l, como cualquier no q uerer j amás imponerse, las de la serie de Torasan son distri­ ninwime, conoce la in sistencia que no es sólo un modo de vi­ buidas en Japón, en vídeo y/o laser e • amorosa. Jamás d iría a un a vir el amor sino, más en gene­ disc, por la propia Shochiku. ::::r:------mujer "te q ui e ro"; nunca le ral, de vivir la vida mi sma. Traducción: Isabel Ausin 1 c::J e => L::r::J·~ ~

El imperio de los sentidos (Ai 1/0korida./975 ). de Nagisa Oshima