A Pan-American Anthem, a 21St Century Troubadour The
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A Pan-American Anthem, a 21st Century Troubadour The Venezuelan song “Alma Llanera”, premiered in Caracas more than a century ago, encapsulates a universal yearning: “I love, I weep, I sing, I dream”. These four essential and deeply emotional feelings can be felt by anyone, rich or poor, young and old. That’s what anthems are made of. Anyone, anywhere, can identify with an anthem, no matter the language. This is an album of anthems. Pan-American anthems in Spanish, Portuguese and English. Once upon a time in Latin America, “El Cancionero Picot” unified the continent with songs. This popular songbook was distributed by a company that sold an effervescent antacid called ‘Sal de Uvas Picot’. Radio stations from Mexico to Argentina broadcast a nightly music program, sponsored by Picot, featuring songs from across the continent. Listeners sang along to tangos, boleros, rancheras, pasillos, bambucos, valses and other popular Latin American anthems sung in different accents, but filled with emotions anyone could identify with. During those days, people tuned their radio on at night and listened to the latest songs from Mexico to Argentina. They listened and, thanks to the Cancionero Picot, sang along with the pop stars of the day. They sang along to “Alma Llanera”, a joropo from Venezuela glorifying life in the countryside; they sang “Nube Gris” a Peruvian vals, at one point more popular than Chabuca Granda’s “La Flor de la Canela”, another classic anthem from Peru. They sang along to “Historia de un amor”, a bolero written in 1955 by Panama’s composer Carlos Eleta Almarán, inspired by the passing of his brother’s wife. They listened and sang along to “Espérame en el cielo” by Francisco López Vidal, who wrote verses inspired by the afterlife: “…wait for me in the heavens, my love, if you go there first”. They listened and sang to Pan-American anthems. But there are other types of anthems. Sweet, yet provocative, “Across the Borderline” warns the immigrant that in the promised land “you could lose more than you’ll ever hope to find”. If Harry Nilsson’s “I’ll take a tango” appears to lambaste the music industry of the mid-1970s, the lyrics could easily be applied to the present. “Esperando na janela” was recorded and popularized by Tropicalia’s superstar Gilberto Gil, propelling the career of Targino Gondim, a little-known accordionist and composer from northeastern Brazil. Gaby Moreno’s “El Sombrerón” tells the Guatemalan tale of a handsome man who enchants beautiful women after they listen to his magical serenade: “He entered, in great silence into her ears, her thoughts. She remained hypnotized, without words, trapped”. Uplifting and empowering, David Rudder’s “The Immigrant” could have been written more than a hundred years ago. Like “Alma Llanera”, this song embodies a universal cry, now more relevant than ever: “The immigrants are here to stay to help build America”, or to help build Europe. Dorival Caymmi’s “O Cantador” reminds us of the role of the medieval troubadour: “the singer does not choose what to sing about, he or she sings the world they see”. This is an album of anthems, with arrangements of the highest level, produced with utmost sensibility by a tower of the music industry in the United States, Van Dyke Parks. These are anthems sung by a twenty-first century troubadour, who happens to be an immigrant just like me, and like you too. Betto Arcos July 22, 2018 Written on Avianca flight 86, Bogotá-Los Angeles. ——————————————————————————————— Un himno panamericano, una trovadora del siglo XXI La canción venezolana "Alma llanera", estrenada en Caracas hace más de un siglo, encierra un anhelo universal: "Amo, lloro, canto, sueño". Estos cuatro sentimientos esenciales y profundamente emotivos pueden ser experimentados por cualquiera, rico o pobre, joven o viejo: de eso están hechos los himnos. Cualquier persona, en cualquier lugar, puede identificarse con un himno, sin importar el idioma. Este es un álbum de himnos. Himnos panamericanos en español, portugués e inglés. Hace tiempo en América Latina, el Cancionero Picot unificó al continente con canciones. Este cancionero popular fue distribuido por una compañía que vendía un laxante efervescente llamado 'Sal de uvas Picot'. Las estaciones de radio, de México a Argentina, transmitían un programa nocturno de música, patrocinado por Picot, que presentaba canciones de todo el continente. Los y las radioescuchas cantaban tangos y boleros, rancheras y joropos, pasillos y bambucos, cumbias y vallenatos, valses andinos y otros géneros populares de América Latina cantados con diferentes acentos, pero llenos de emociones con las que cualquiera podía identificarse. Durante esos días, la gente sintonizaba su radio por la noche y escuchaba las últimas canciones de la época. Escuchaban y, gracias al Cancionero Picot, cantaban junto a las estrellas pop del día. Cantaban "Alma llanera", un joropo venezolano que glorifica la vida en el campo; cantaban "Nube gris", un vals peruano, que en un tiempo fue más popular que "La flor de la canela" de Chabuca Granda, otro himno clásico del Perú. Cantaban "Historia de un amor", bolero escrito en 1955 por el compositor panameño Carlos Eleta Almarán, inspirado por el fallecimiento de la esposa de su hermano. Escuchaban y cantaban "Espérame en el cielo" de Francisco López Vidal, quien escribió versos inspirados en el más allá: "... espérame en el cielo, corazón, si es que te vas primero". Escuchaban y cantaban himnos panamericanos. Pero hay otros tipos de himnos. Dulce, pero provocativa, la canción “Across the Borderline" advierte al inmigrante que en la tierra prometida "se puede perder más de lo que se espera encontrar". Si la canción “I’ll take a tango” de Harry Nilsson parece criticar la industria de la música de mediados de la década de 1970, la letra podría aplicarse fácilmente al presente. El tema “Esperando na janela" fue grabado y popularizado por la gran figura del Tropicalismo, Gilberto Gil, que impulsó la carrera de Targino Gondim, un acordeonista y compositor poco conocido del noreste de Brasil. "El sombrerón" de Gaby Moreno cuenta la historia guatemalteca de un hombre guapo que encanta a mujeres hermosas después de escuchar su mágica serenata: "Entró, en gran silencio a sus oídos, sus pensamientos. Quedó hipnotizada, sin palabras, atrapada ". Edificante y empoderador, "The Immigrant" de David Rudder podría haberse escrito hace más de cien años. Al igual que "Alma llanera", esta canción encarna un grito universal, ahora más relevante que nunca: "Los inmigrantes llegaron para quedarse para ayudar a construir Estados Unidos", o para ayudar a construir Europa. "O cantador" del inmenso compositor bahiano Dorival Caymmi nos recuerda el papel del trovador medieval: "el cantante no elige qué cantar, él o ella cantan el mundo que ven". Estamos ante un álbum de himnos con arreglos del más alto nivel, producido con máxima sensibilidad por un pilar de la industria de la música de Estados Unidos, Van Dyke Parks. Son himnos cantados por una trovadora del siglo veintiuno, que resulta ser inmigrante como yo, y también como usted. Betto Arcos 22 de julio de 2018 Escrito en el vuelo 86 de Avianca, Bogotá-Los Ángeles. .