ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LA O SEA EL DRAMA LÍRICO ESPAÑOL

DESDE SU ORIGEN A FINES DEL SIGLO XIX

(Conclusión.)

CAPÍTULO XV

Co nstmcción del Teatro de la Zarzuela.-Su descripción.- Compañía.­ Función inaugural (10 de octubre).-La Zarzuela., alegoría.-El Sonám ­ bnlo.-Estreno ele E l diablo en el poder. Gran éxito el e la Santamaría.­ Cuando ahorcaron a Qnevedo.-Otros estrenos.-lna.n La.nas.- Famoso estreno el e Los mag-iares.-Exam en de esta zarzuela.-Primera salida a escena en Madrid de la tiple Josefa Murillo.-Za,rzuela en el Circo.­ Compaüía.- El barítono Obregón : sus fortunas y aclversiclacles.-Es­ t reno ele El hijo del 1·eg·imiento.-Otras .- La zarzuela en provincias y en A mérica..- H.esumen. (1856 a 1857.)

E l suceso más importante del año cómico musical de 1856 a 1857 fué la edificación del T eatro el e la Zarzuela que, a la vez, representa el triunfo y consolidación de este género lírico y dra­ mú tico. Hemos dicho antes que, desesperanzados los empresarios del Circo ele poder levantar su teatro en la call e del Barquillo, en ­ tablaron negociaciones con el banq.uero don Francisco de las Ri­ vas, después Marqués de J\-Iucl ela, quien se ofreció a construírles el teatro en la calle el e Javella nos mediante las condiciones si­ guientes: Q ue le habían ele pagar los cuatro socios el precio del solar y del edificio en doce plazos an uales ele a rS.ooo duros cada uno, " para lo cua l (dice Barbieri) puso al terreno el precio que quiso y uniéndole el el e la construcción, no sólo capitalizó los intereses del dinero efectivo que iba a entregar, sino los del va­ lor del terreno (muy subido por cierto) y los intereses que arroja­ ban el terreno y el dinero durante la construcción. Hechas estas Céipitalizaciones en masa común hizo la cuenta de los intereses del total pagadero en doce años y todavía, después ele esto, hizo masa común el e todo repartiéndolo en los doce plazos iguales de a r8.ooo duros cada uno; cuenta q ue, aunque tiranísima, no tu­ vimos más remedio que aceptar, después el e haGer convenido en E:\'SAYO HISTÓRICO SOBR E LA ZARZUELA 859 las bases generales". El contrato era realmente •usurario, pues ni entonces ni en varios años valía el teatro ni costó, después ele edificado, la mitad ele lo que se obligaban a pagar por él. E,;te convenio se firmó el r r el e febrero ele 1856. La escritura, firmada el r6 el e abril, declara más y en cifras parciales estos elatos. En ella se dice que Ri vas era dueño el e los solares números ro, II y 12 ele la calle ele J ovellanos, que eran parte del 27 antiguo, manzana 271 y habrán ele formar los nú­ meros 4 y 6 ele dicha calle. Los solares tenían 27.202 pies cuadra­ dos y éstos con el nuevo edificio valdrían 4.320.ooo reales, en esta forma: 350.000 reales el terreno y 3-97o.ooo reales la cons· trucción y el futuro edificio. Los empresarios se obligan a pagar a Rivas los 4·320.ooo rea­ les, empezando por entrega.rle en el acto 240.oco reales, como parte y los demás en doce anualidades ele a 36o.ooo reales cada una, que principiarán a contarse el día en que se abra el teatro. Los años empezarán el primero ele septiembre y acabarán el 30 ele junio. E l pago se hará por semanas vencidas el e a 8.372 reales ca­ da una. La menor informalidad en el pago dará a Rivas derecho a vender el teatro y rescindir el contrato. E n este caso perderán los empresarios los doce mil duros anticipados. Pasado el segundo año pueden los empresarios rescindir el contrato; y en ese caso q~t1ecla R ivas dueño del teatro y libres aquéllos el e toda obligación ( r). Rivas tendría a perpetuidad y sus herederos un palco entre­ suelo ele proscenio. E l 19 el e febrero se comenzó la demolición de los bodegones en que tenía sus coches el alquilador Lázaro; el 2 ele marzo em­ pezaron las excavaciones y el 6 se colocó la primera pi ed ra, acto al que se le cl ió cierta solemnidad. A ntes ele esto, como es natural, se habían estudiado y hec ho los planos por los arquitectos don José Guallart y don J erónimo ele la Gándara, si bien el primero f ué quien clió la forma definiti­ va y dirigió las obras. Asistieron al acto ele colocación el e la primera piedra los em­ presarios y algunos amigos como el poeta don Antonio Hurtado; clon Francisco ele las Rivas y su hermano don Simón y su hija soltera doña Carmen, luego Condesa ele Requena y muerta muy

(1) Obligación ¿ el e qué, si ya perdían el teatro y el dinero adebnt 3éh> para construirlo, al menos en gran parte? 86o BOLETÍN DE LA ACADE:IHA ESPAÑOLA joven, que fué la que colocó la primera piedra después de de­ positar en una caja de plomo un acta firmada por los presentes y un ejemplar ele los libretos de las mejores zarzuelas cantadas desde El duende, en 1849. Colocada la piedra, en cuyo interior iba b caja de plomo, a dos pies a la derecha del eje central del edificio, y cubierta con la necesaria obra de ladrillo, Olona, en nombre de sus compañeros, entregó a la señorita Rivas un pre­ cioso ramo de flores naturales. El acta, un poco enfática, redactada por Olona, deda: "En la villa de Madrid, hoy jueves, 6 de marzo de 1856, reinando doña Isabel II, se colocó esta primera piedra del Teatro lírico-español por la señorita doña Carmen de las RiVIas, hallándose presente su padre don Francisco de las Rivas, propietario en esta corte; los principales fundadores y a·ctuales empresarios del teatro de la zar­ zuela, señorc;s don Francisco Salas, primer actor lírico; don Joaquín Gaztambide y don Francisco Asen jo Barbieri, maestros compositores de música, y don Luis de Olona, autor dramático: el arquitecto y director de la construcción don José Guallart y el maestro de obras don José Comin. "El edificio que hoy se levanta está destinado a las represen­ taciones lírico-dramáticas que hace cinco años, desde la formal creación de la zarzuela tienen lugar en el teatro del Circo, situado en la Plaza del Rey. Merced a la honrosa cooperación del señor de las Rivas, quien como d

VICIO interior, vestuario, etc., y los 20. I4I restantes fueron apli­ cados al escenario y sala del público. La fachada, como se ve por la fotografía, presenta, en sentido vertical, tres cuerpos : el zócalo, el principal y el · segundo; y en sentido horizontal un centro y dos pabellones laterales. La plan­ ta baja consta ele cinco arcos semicirculares, que son otras tantas puertas, dos ventanas rectang,ulares, una a cada lado ele este cen­ tro, así como el arco y puerta ele los dos pabellones. En la planta principal el centro lo forman cinco graneles ven­ tanas semicirculares con montantes y parteluces. E n los macizos

FACHADA DEL TEATRO DE LA ZARZUELA

ele las entreventanas hay columnas unidas al muro con su en­ tablamento. E n los extremos están pareadas y su intercolumnio deja espacio para la colocación ele dos estatuas, que representan la :rvi úsica y la Poesía; y sobre ellas dos medallones circulares con los bustos en bajo relieve ele Lope ele Vega y Calderón ele la Barca. Los pabellones ele este piso los forman dos ventanas iguales a las del centro. El tercer alto o piso segundo tiene también ventanas más · pequeñas, semejantes a las del principal; pilastras en las entre­ ventanas y un antepecho a todo lo ancho del edificio. La cor­ nisa es sencilla con varias molduras. La decoración ele la fachada es de estilo plate1'esco. El autor ele las dos estatuas fué don Silvestre López Donaire. La fachada tiene ele largo 107 pies (unos 30 metros) y de alto 57 pies y medio. 862 J;OLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA Se entra por siete puertas, después ele subir tres escalones. y se halla un pórtico ele so pies ele largo que a un lado tenía el despacho de billetes y al otro la contaduría: otros dos pórticos la­ tC'rales sirven para las escaleras ele ascenso. Del pórtico del cen­ tro por tres puertas con cinco gradas se penetra en un vestíbulo, que a derecha e izquierda tiene otras escaleras para los pisos al­ tos. En él están los guardarropas, y en el fondo, otras tres puer­ tas clan paso a los corredores que circundan los locales de la sala

INTERIOR DEL TEATRO DE LA ZARZUELA del teatro y a otras dos escaleras que suben a los palcos entresue­ los y principales: enfrente está el paso a las butacas. Al piso entresuelo corresponde otro vestíbulo de 27 pies dt> ancho por 21 ele fondo y r8 de altnra; por el cual, ademús el e la comunicación por dos puertas a las escaleras que sigue subien­ do, se entra por otra a un fo)Jer o vestíbulo de 65 pies de longi­ tud, terminado por dos gabinetes rotondas, ·en que estaban el café y la confitería. El otro pi so, que ya viene a dar sobre el techo ele la sala, es muy espacioso y sirve para pintar decoraciones, armarlas y con­ servarlas. Ei\SAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 863

En la planta baja del vestmrio están los camarines de lo s actores y actrices principales. La planta del piso supenor está clistribuícla en una sala para ensayos y reunión ele coros, juntas y dirección; y otra parte tiene 23 camarines ele actores. A esta sección del edificio se penetra por la puerta ele la derecha.

TECHO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA

La escena miele 77 pies ele ancho por so ele fondo; la embo­ cc. clura 45 pies ele ancho y 37 ele alto. El fondo todavía se puede prolongar r6 pies más con un suplemento que hay y se utiliza para colocar bastidores y otros trebejos ele uso diario. Hay dos pisos subterráneos con el foso y contrafoso; y desde el escenario comunican dos escaleras con los topes, arrojes, telares y todo lo demás de la parte alta. La sala, de forma usual de herradura, tiene ele ancho o eJe 57 DOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

menor 55 pies y su eje mayor, hasta el telón de boca, 74, menos seis pies que tiene de salida la planta del escenario y 13 que ocupa la orquesta. Tiene 19 filas de butacas en posición con­ céntrica con 414 asientos. A ellas se entraba por tres puer­ tas. La altura de la sa,la es ele 46 pies y medio, dividida en cuatro pisos : platea, entresuelo, principal y segundo. Los tres primeros tienen dos palcos ele proscenio y 14 más en cada piso.

PINTURA DEL TECHO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA. NÚM. 2

El resto de ·ellos está dividido en galerías, anfiteatros de seis filas de asientos cada uno y otros asientos en el fondo del segun­ do, que en total clan r .210 localidades. Los palcos el e proscenio son pastante mayores. E l palco regio estaba puesto y amueblado con gran lujo. El techo ;en lo pintado era un círculo ele 76 pies ele diámetro; y los espacios que quedan a cada lado del escenario tienen figura y decoración di stintas. La pintura de él, obra de don Manuel Castellano y de don Fran:::isco Tomé, era de estilo Renacimiento. El círculo estaba dividido en ocho compartimientos, que en la fo­ tografía adjunta consideramos numerados desde el escenario de izq ui erda a derecha: cuatro ele ellos, amén ele otros .adornos, en­ cerraban cuatro retratos, ele Manuel García, don Bernardo Cla- ENSAYO HIS1' ÓRICO SOBRE LA ZARZuELA 865 vi jo, Juan ele Palomares y don Ramón Carnicer (números 2, 4, by 8). De los otros cuatro, algo mayores, el que caía sobre el escena­ rio. contenía en los costados una especie ele historia ele la música religiosa y profana en dos grupos. En ambos, además ele otras figuras alegóricas, estaban pintados retratos o pretensión de tales, ele David, Salinas, Iriarte, S. Isidoro, el sacerdote Vitoria, don Carlos Patiño, Roldán, Guerrero, Pacheco y otros (número r).

PINTURA DEL TECHO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA. NÚM. 4

En otro compartimiento, el ele enfrente al escenario (núm. S), estaban el genio ele la Poesía coronando a la Tragedia y a la Co­ media, y en dos grupos, a derecha e izquierda, seudos retratos, pero divinamente pintados, ele casi todos lo3 autores dramáticos españoles ele más fama. E n la otra sección del círculo, a la derecha ele la embocadura (número 7), España coronando a la zarzuela, y a los lados otros retratos de varios músicos españoles ele los siglos xvn y xvnr, autores el e zarzuelas. En el fondo se ve el retrato ele Felipe IV y otras figuras. El cuadro ele la izquierda ele la embocadura (nú­ mero 3) representa la Fama con las Musas épica y lírica; y a uno 866 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPA ÑOLA y otro lado retratos hipotéti cos de gran número de poetas. Estas pinturas del techo eran verdaderamente preciosas y habían des· aparecido antes del incendio del teatro. En la embocadura, antepechos de palcos y galerías, entrepa­ ños y demás lugares adecuados había muchos adornos con re­ lieves dorados. El telón fig;nraba una cortina carmesí con gran­ des pliegues y realces de oro sobre fondo bl anco y era obra ele don Luis M uriel, que también pintó las decoraciones del teatro.

PINTURA DEL TECHO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA. NÚM. 6

La Poesía, la Música y la figura ele la zarzuela, a los lados y e ~1 el medio de la parte superior del marco ele la embocadura, eran del pintor don Antonio Gómez. La lucerna, que era muy hermosa, ele cristal y bronce, tenía cerca el e 200 luces ele gas; pero no se encendían todas porque des­ lumbraban a los espectadores el e los dos pisos altos. Abundaban los mecheros en los lugares propios en la sala y los demás del servicio, de modo que había en todo el teatro 940 luces. Hemos descrito con alguna particularidad el teatro, porque tal como había quedado y después de algunas reformas hechas ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 867

en I865, se quemó enteramente en la noche del domingo 7 de noviembre de I909, quedando sólo las paredes. Mientras llegaba el día de la inauguración, que se señaló para el IO de octubre, cumpleaños de la Reina, se aplicaron los empre­ sarios a formar la compañía que había de actuar en el curso del año. No tuvieron más que una grave dificultad causada por la negativa ele la tiple Amalia Ramírez a segu1r en la compañía, y

PINTURA DEL TECHO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA. NÚM. 8

eso que tenía firmado el contrato desde el año anterior. Alegó ella primeramente que quería dejar el teatro porque iba a contraer matrimonio; y cuando, cercana ya la apertura, la apremiaban porque cumpliese su compromiso, se hizo enferma y envió cer­ tificaciones médicas falsas, pues todo el mundo sabía que esta­ ba bien sana y había descansado el verano ciuietamente en la villa ele Ocaña. En fin, cansados los empresarios y temiendo que en este temple en que estaba, aunque pudiesen obligarl'a a cantar sería más ele perjuicio que de provecho, acordaron dejarla en li­ bertad; pero declarando que si algún día rep1:esentase en algún 868 BOLETÍN DE LA ACADDIIA ESPAÑOLA teatro de España se exigirían a los empresarios múltiples dere­ chos por las obras de que la sociedad del Circo era propietaria (r). En. su luga-r, trajeron a Luisa Santamaría, que, muy contenta, se prestó a venir a la corte en las condiciones que quisiesen. Entró también, nu eva, una jovencita ele dieciséis años llamada

PINTURA DEL TECHO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA. NÚM. I l\-latilde Flores, ele cuya voz y otras cualiclacles se hablaba con gran encomio, pero que no respondió a tan felices augurios. Y tumbién vino para hacer las segundas tiples Isabel Valentín, cele­ brada en provincias. Contrataron igualmente un joven bajo ele mucho mérito, lla-

(1) Estas disiden~ia s, cuya causa desconocemos (quizá fuesen exigen­ cias de mayor sueldo), trascendieron a los periódicos. Uno de ellos decía ya con fecha 30 de julio: "Parece que una de las pr-imas clo11nas más sim­ páticas del teatro ele la Zarzuela está próxima a contraer esponsales con un joven muy conocido en esta corte, y que con este motivo trata de aban­ clonar la escena lírico-dramática, donde tantos triunfos ha obtenido." Y tres días después, añadía: "Es cosa resu elta que la Ramírez, que tantos aplausos ha recibido en el teatro del Circo, no volverá a presentarse más en escena.. Según se dice, debe efectuarse en breve su enlace con una persona n1u y conocida." N o se casó por entonces, ni con la persona designada, sino con un di·stinguiclo médico y político, don Adolfo de la Rosa, que en los tiempos de la Revolución de septiembre fué diputado y Ministro de España en Suiza. Como es natural, la Ramírez clej ó por entonces el teatro; pero vol­ vió a él ; y con el nombre de Amalia Rolclán cantó ópera, con grande aplauso, en varias ciudades de Italia y en España, pero aquí con el suyo propio. ENSAYO HISTÓRICO SOBRE L\ ZARZGELA 869

mado José Car.bonell, que había cantado ópera en Barcelona y ¡cosa verdaderamente extraordinaria!, con no haber cantado ni declamado nunca en castellano, cuando le llegó el momento de hacer uno y otro en la za rzuela se produjo como si en su vida hubiera hecho otra cosa, y estuvo muy bien en todo. Vino también a sus antiguos lares el tenor José González para sustituir a Font, que se fué una corta temporada, quizá por enfa-

P I NTURA DEL TECHO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA. NÚM. 5 dos del momento. A González se le iba engrosando la voz tanto qu e no mucho después tuvo que cantar de barítono. Con estas entradas y salidas quedó, al fin, constituida la com­ pa!'í.ía que había de estrenar el T eatro de la Zarzuela, del modo que expresa la nota (I).

(r) Co mpañía del Teatro d e la Zarzuela para el ai10 1856 a 1857.

Adelaida La torre: r66 reales F rancisco Sala.s: 333 r s. diarios. diarios. Vicente Caltañazor : 200 ídem. Luisa Santamaría: r 66 ídem. Manuel Sanz : 200 ídem. Carolina Di Franco: 134 ídem . ]osé González: r6o ídem. i\-latilde F lores: roo ídem. ] osé Carbone!!, 146 ídem. Luego Teresa Rivas. ] oaquín López Becerra: r 30 íd. Isabel Valentín : 6o ídem. Francisco Calve! : So ídem. María Soriano: 6o ídem. Ramón Cubero, So ídem. Dolores Fernández 20 ídem. 23 hombres, para papeles cor­ Dolores Gómez, 13 muj eres más tos y coro. En !re éstos estaba Ar­ y partiquinas. deríus, con ro reales diarios. BOLETÍN DE LA ACADE:\IIA ESPAÑOLA

Pensaron luego los socios en disponer la función inaugural, pues querían darle gran solemnidad. Barbieri . propuso que se cantase La púrpura de la rosa, de Calderón o bien alguna ele las zarzuelas ele este mismo poeta. Pero se tropezó con que, no co­ nociéndose la música ele ninguna ele ellas, había que adaptarle una postiza. Por otra parte, don Luis Olona elijo que nadie más que

PINTU RA DEL TECHO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA. NÚM. 7 él debía escribir la función inaugural. Esto parecía resolverlo todo, aunque por desgracia no se hizo, porque durante el vera­ no Olona se fué a París y no escribió nada. En fin, apremiados por el tiempo, se organizó la función inaugural del ro ele octu­ bre en la forma que vamos a ver.

Los demás eran José Rodrí• Unanue, Radie!, López, N. Fer­ guez, Manuel Fernández, Tomás nández, José Rache!. Galván, Ramón Pavón, Chapuis,

D·i,·ector del teatro: Joaquín Gaztambicle: 120 reales.-Maestro de co- 1'0S: Francisco A. Barbieri: So íclem.-Dúector de escena: José de O lo .. na: 6o ídem.-Agenle: Luis de Olona (pa.clre): 6o ídem.-Escribiente: :rvianuel Aguader (suegro de Gaztambicle): 24 íiem.-Co11tador: don An­ tonio Lamadrid.-Caje1·o: don Carlos Lamadricl, ambos cuñaclo3 ele Salas. p.,:ntor escenógrafo: don Luis Muriel : 220 reales.-Mueblista: Mariano j\'Iona.sterio: 90 ídem.-Orquesta: 14 violines; 4 violas (una Arche); 2 violonchelos; 4 contrabajos; flauta. (Sarmiento); flautín; 2 oboes; 2 cla­ rinetes; 2 fagotes; 2 cornetines; 2 trompas; 3 trombones; timbales y trián­ gulo. Total, 41 instrumentos. ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 871

Antes de las ocho de la noche en que había el e empezar la ft.:nción estaba la plazoleta llena ele gentes, que no habían podi­ do tomar billete para ella, detenidas contemplando la fachada del edificio, por cuyas amplias ventanas ele cristales ele colores, pasaba la abundante iluminación de los vestíbulos y daba al edi­ ficio un aspecto algo fantástico. Al público que entró le pareció que el teatro ofrecía ele-

PINTuRA DEL TECI-TO DEL TEATRO DE LA ZARZOELA. NÚM. 3 gancia y comodidades que no tenían otros, en particular los salones el e descanso, el café y la confitería, puestos con mucho lujo. Agradó el aspecto general ele la sala; los palcos todos descubiertos, con butacas y sillas ele lujo y separado el antepal­ co ele cada uno por una gran cortina roja que bacía buen fondo tras las personas. Había, como hemos dicho, siete a cada lado; en el centro estaban las galerías y anfiteatros y el piso más altó era todo él galería general. El palco ele la Reina, ·en el entresuelo. a la derecha del espectador, estaba vestido ele raso carmesí, con magníficos sillones, e inmediato a él un -s alón el e descanso y to­ cador, todo muy adornado. El escen;ario pareció bien porque era el más grande el e los ele lVIaclricl, después del Real; y pronto se pudo observar que tenía buenas condiciones acústicas. A las ocho en punto comenzó la función por la sinfonía que BOLETÍN DE LA ACADDIIA ESPAÑOLA

don Ramón Carnicer había compuesto hacb. muchos años para la ópera rossiniana E l Barbe1'0 de Sevilla. Después el e ella todos los artistas, las mujeres vestidas ele blanco y los hombres de frac y corbata blanca, cada uno con su papel de música en la mano, entonaron la siguiente hermosa cantata, letra de don Antonio H urtado y música de Arrieta. Coro general Espíritu ardiente que llenas el mundo; fantasma de gloria, celeste visión, agita tus alas, desciende del cielo y enciende la ll ama del genio creador. Tenores. Festivas deidades, doncellas hermosas que holláis las colinas del monte Helicón, venid, coronadas las sienes el e rosas; venid a insplrarn1e cantares de amor.-Coro. Ti¡,les. Venid, bellas niñas ele ardientes miradas: tan sólo a vosotras demando favor; que allí donde reina sin par la hermosura se ali enta el poeta, se anima el cantor.- Coro. Bajos. Abierto está el templo que el arte levanta corramos gozosos del himno al rumor, que pulse la lira, festivo el poeta, que el músico entone cantares de amor. Todos 1·epiten los dos últimos versos. La música ele esta cantata fué aplaudida, aunque la hallaron los oyentes de poca novedad. Siguióse 1u ego la representación ele El S onám.bulo, zarzuela en un acto, letra de Hurtado y música ele Arrieta, interpretada por Matilcle Flores, que hizo en ella su primera salida al teatro; María Soriano, Salas, Caltañazor, Sanz y Calvet. La letra, aun­ que correcta, se juzgó demasiado seria y estirada en un tema que pedía cosa más flexible. E n cambio, la música agradó más, y se aplaudieron el coro de introducción, de buen corte; un cuarteto muy li ndo de las flores; la romanza del Barón y el final, en que el músico vuelve sobre el tema melódico fundamental con acierto y buen gusto ( r).

(r) El Sonámbnlo, zarzuela en un acto. Letra de don Antonio Hurtado, 0 música ele don . Madrid, Rodríguez, r8s·6. 4. ; so págs. Reparto. Clara: señorita Flores .-Coudesa.: señora Soriano.-Ulloa: se­ ñor Salas.-Narciso: señor Sanz.-El Ba1·ón: señor Calvet.-Blas: s~· ENSAYO HISTÓRICO SOHRE LA ZARZUELA 873

Se tocó luego la gran sinfonía de Barbieri sobre motivos de las más aplaudidas zarzuelas desde El duende hasta El valle de Andorra, muy bien hecha y trabada; bien elegidos los motivos e instrumentada magistralmente. Fué la pieza que más gustó y Barbieri tuvo que presentarse en escena a recibir los aplausos del auditorio, siendo el primer autor que gozó esta honra en el nuevo edificio. La sinfonía fué repetida. En último lugar se dió una alegoría titulada La Zarzuela, con los siguientes personajes. Arlequín: la señorita Latorre; Pierrot : Carolina Di Franco; La Zarzuela: señorita Valentín: Ei genio de la Jl1úsica: señorita Fernández (D.); Fígaro: señor Salas; Tacón: señor Calt:añazor. En la representación sobresalió Carolina Di Franco por la gracia con que cantó unas coplillas francesas (r). M atilde Flores gustó por su juventud y belleza; pero tenía voz delicada y no mucha. Además le faltaba práctica del teatro. La banda del regimiento del R ey fué también muy aplaudida por iíor Caltañazor.-Juan: sei1or Cubero. Aldeanos y aldeanas.- Epo:a el~ Carlos III. La n1úsica quedó inédita, según creen1os. (r) Un periódico del día juzgaba así esta obra: "Dudamos si la ma­ yoría ele los que ha,n asistido a las primeras f unciones han comprendido la alegoría titulada La Za1·~·uela, en la que figuran, además de ésta, Pierrot. que simboliza la música francesa y A rl equín, la italiana; Tacón, tipo del criado de nuestro teatro antiguo y Fígaro, nacido en España y populari­ zado en Francia por Beaumarchais. Las dos primeros quieren conqu istar la Za rzuela para imponerla sus leyes; interviene Tacón, y, por último, contri­ buye Fígaro a que la inexperta doncella se entregue a sus propias inspi­ racio\]eS, sin dejarse avasallar por italianos ni franceses. Domina en la alegoría un feliz pensamiento que pudo producir una cosa de más funda­ mento y de condiciones literarias; pero, por falta de tiemr-o se precipitó la composición y el conjunto es incompleto. Ha sido escrita por los se­ ilores O lona y Hurtado. La música pertenece a Rossini, Arrieta, Barbieri y Gaztambic\e. Al primero corresponden los compases que anuncian la sa­ lida de Fígaro y la tarantela de Arlequín; la canción ele Pierrot es de Gaztambide; las seguiclill'as de Barbieri. E l papel de más lucimiento es el ele Pierrot, representado con mucha soltura y acierto por la Carolina Di Franco. Los otros son de menos r elieve y los hay hasta insignificantes, ·como el de Fígaro, encomendado a Salas. Al lado .de Arlequín y Tacón, representados por Adelaida Latorre y Caltañazor, figl.tra en la Zarzuela la señc~·ita Valentín, nueva también en la compañía. Además de su buena f igura juzgamos que cuenta con medios para hacerse lugar; pero necesita estudiar mucho y escuchar atenta las observaciones de los que pueden acon­ sejarla. Merece, por último, mención particular la señorita Fernández (Da­ lores), que ha representado en la alegoría el Genio de la Música. Dice con excelente entonación los versos qne sirven de introducción." (La Espa11a, del 19 octubre.) DOLETÍK DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA lo bien que interpretó la sinfonía de Barbieri. Dirigió la orquesta Gaztambide. Los productos de esta primera función se entregaron a los establecimientos de beneficencia. Al día siguiente y otros pocos se repitió el mismo programa. N o pudo tomar parte en la función inaugural Luisa Santama­ ría porque se hallaba fuera ele Madrid (en Galicia, donde había pasado el verano) y no llegó hasta el 3 r de octubre. Durante muchos días concurría la gente a la Zarzuela por ver el edificio más que por oír las obras, que fueron las ya cono­ cidas Los diamantes de la cm-ona, sin la Carolina Di Franco, que no quiso hacer el papel de Diana que había estrenado; El sar­ gento Federico; El Ma?'qués de Caravaca,· El secreto de la Rei­ na,· El ¡;astillón de la R-ioja y otras. Salió la Di Franco en el pa­ pel de Catalina en la zarzuela ele este nombre, papel que tanto ha­ bía levantado Amalia Ramirez, y tuvo un lleno ·ele entrada y un éxito completo, que un áiario razona así: "En los pasajes ele ejecución no puede luchar la Di Franco con su ante~esora, cüya garganta muy ágil vence más fácilmen­ te las dificultades ele las fion:ture. En cambio, Carolina es más actriz; comprende mej or los deberes ele la escena; y como su voz es clara y posee buena dicción para pronunciar lo que canta, resulta que sin los medios vocales ele la Ramírez produce más efecto en ciertos pasajes, porque el timbre ele la voz llega con más facilidad al oído." La empresa hizo trajes nuevos a los actores y varió la disposición de la escena aprovechando las me­ jores condiciones del nuevo escenario; el desfile ele las tropas del Zar ofrecía hermosa vista. · A principios ele noviembre se presentó, en fin, Luisa Santa­ maría en El cst?'eno de una artista y f.ué muy aplaudida. Pocos días después volvió a salir ·en papel más importante, en el de la Marquesa del Dmninó azul, que había estrenado en r853, y fu é más agasajada; "ha gustado ahora muy particularmente: es la que más sobresale en esta zarzuela que siempre agrada", decía tm periódico. Se pudo observar más desembarazo en su manejo escénico y más dominio ele sí en la parte hablada, que era lo que le faltaba, antes de salir a provincias. Al fin, dispuso la empresa el primer estreno ele una obra grande en el nuevo edificio, que fué El diablo en el poder, zar­ zuela en tres actos; letra ele don Francisco Camproclón y música de Ba.rbieri, que se estrenó el 14 de di-Ciembre ele r8s6. ENSAYO HISTÓRICO SOBRE L -\ ZARZUELA 875

Este "diablo" tiene muy poco de infernal ; es el inofensivo historiador don Antonio Ubilla, marqués de Rivas, a quien el libretista hace un intrigante formidable que atemoriza a la Prin­ cesa ele los Ursinas y derriba al primer Ministro, Conde dt Montellano (que nunca lo fué), para encaramarse él en el puesto (que nunca ocupó) y casarse con la hija ele su enemigo (que no fué su mujer), etc., etc. Es cosa verdaderamente ridícula y pueril la ele aquellos li­ bretistas que tomaban dos o tres nombt·es de personajes históri­ cos, les colgaban un buen número ele hechos falsos y casi siempre inverosímiles y creían haber hecho " un cuadro ele época", un drama histórico. Para poder entender y apreciar sus obras hay que prescindir ele toda idea histórica y suponer que los sucesos se desarrollan en otros tiempos y con otros personajes y aun a veces en otros países. Con esta abstracción pueden hasta admi­ rarse muchos el e estos libretos por lo ingeniosos, interesantes, bien versificados y susceptibles ele recibir una música bellísinn. Tal sucede con este ele El diablo en el poder. Sus horrendas falsedades e inverosimilitudes parece ·que se olvidan ante lo ingenioso y bien trabado del asunto y la fácil y llana poe ~ ía que lo cubre. Además, tiene un personaje el e carácter parecido al Con­ ele ele Campomayor de los Diamantes de la Coro na y no menos gracioso que él, otro Conde, con el cual hacen morir de risa al público los tenores cómicos siempre que se canta en el teatro esta zarzuela, cosa que aún sucede con frecuencia ( I ) . Barbieri puso una música superior, rica en combina,ciones armónicas y en lo que se llamaban " floreos ele instrumentación", que con tanta facilidad y gusto introducía Barbieri en sus obras. Hay además melodías dulcísimas que, con la misma delicadeza que un tenor, cantaba el bajo, con la voz media, y varias piezas

(1) El Diablo en el poder, za.rzuela en tres acto3, original y e n verso ele don F ra ncisco Camproclón, puesta en música por el maestro don Fran­ cisco Asenjo Barbieri. Madrid, Rodríguez, CaUe del Factor, núm. 9. 1856. 0 4. ; 83 págs. Está dedicada por Camproclón a su tío don Jaime Safont. Reparto. Elisa de Montellano, señorita Valentín.-E111·iqucia tle Ubilla, sefíorita Flores.-La Pri11cesa de los Ursinas, sefíora Santamaría.-Conde de Moutellauo, señor Ca!vet.- Conde del Sauce, señor CaltañazOJ".-Don An­ tonio de Ubilla, señor Carboneii.-Attbl:gné, señor Cubero.-El Capitán de Guardias, N . N.-La portera de las mo11 jas, señora Soriano.-EI portero del C01>Vento, señor Roclríguez.-Un mballero.-Un ugier, N. N . Ecluca,nclas, alguaciles, damas, caballeros y guardias de la corte. La escena en Madrid, a principios del reinado de Felipe V . El primer acto, claustro o patio de un convento; los otros dos, a ntecámara real. BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

de conjunto insuperables. El coro ele educandas es original, va­ riado y conceptuoso. La canción del primer acto, "Dulce hechi­ cera- niña gentil", es ele una ternura tal que no se cansa uno ele oírla. Desde la noche del estreno de la obra nunca dejó de repetirse si·empre que se puso en escena. El coro ele la crisis es sumamente original y fué muy aplau­ dido. En el tercer acto hay una romanza, el e tiple, bellísima y que fué admirablemente cantada por la Santamaría y realzada con ricos y primorosos adornos ele flauta por el incomparable pro­ fesor don Pedro Sarmiento. El cuarteto del mismo acto "Si alguna vez a solas - me veis llorar", por las dos tiples y los dos bajos (en esta zarzuela no hay tenor serio, pues el galán lo hace el primer bajo), por su ternura y _fina expresión, es una ele las piezas más notables, y en ella la orquesta discreta no sofoca las voces (r). Veamos lo que acerca ele su estreno dice un testigo ocu­ lar : "Presentaba el teatro un aspecto serio e imponente por par­ te del público, quejoso de que tanto tardase la empresa en dar algo nuevo. Felizmente la zarzuela empezó bien y concluyó per­ fectamente, no sólo sin tropiezo ninguno, sino con nutriclísimos aplausos." Se hicieron repetir varias piezas de canto y hasta tro-

(1) Partitura. El Diablo en el poder, zarzuela en tres actos y en verso de don Francisco Camprodón. Música del maestro Francisco A. Barbieri. Reducción por J. Roge!. Madrid. Editor A. Romero, Capellanes, ro. Sin año (1856). Folio: sin paginación seguida. Acto !."- Número 1. Coro de educandas y ~eñorita Valentín (Vamos a correr) . . 2. Dúo de los señores Calvet y Cat·bonell (Mil gracias, mancebo). J. Romanza cantada por el señor Carbonell (En mi ausencia). 4- Dúo, por los señores Caltañazor y Carbonell (Dicen que en sábado). s. Escena final, cantada por los señores Caltañazor, Carb·)nell y Coro de a,lguacil es (Los villanos). Acto 2. 0 -Núm. 6. Cuarteto por las señoritas Valentín y Floc·es y los señores Caltañazor y Carbonell (¡Oh, qué talento). 7- Dúo cantado por la señora Santamaría y el señor Carbonell (L:t política es un juego). 8. Coro de la crisis y Caltañazor (Parece que hay criús). 9'· El mismo, arreglado para una sola voz, por ]. Roge!. 1 o. Escena final del acto (Tened). Acto J."- Núm. 11. Romanza cantada por la señora Santamaria (Domar mi orgullo). 12. Cuarteto por las señoras Valentín y Santamaría y Calvet y Carbo­ nell (Si alguna vez a solas). r 3 Coro y Caltañazor (Serán ciertos los rumores). J4. Coro final (Puede que siendo). EXSA YO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 877 zos hablados, particularmente los que el autor pone en boca del Conde del Sauce, o sea Caltañazor. El teatro estaba lleno ele bote en bote y los autores fueron aclamados y llamados a escena. El papel de protagonista lo hizo el bajo Carbonell, recién contratado; y esta era su primera salida en Madrid y en el género zarzuela. "Había cantado con mucho aplauso óperas en Bar­ celona : es joven, ele buena presencia, hermosa voz y buen estilo ele canto. Dice bien y se pres·enta con soltura en esce­ na, aunque nunca habló en castellano en el teatro. Fué muy aplaudido." La Santamaría obtuvo aún más aplausos en las tres pie­ zas que cantaba, ya sola, ya acompañada. Siete días des­ pués decía un crítico severo y competente en la Gaceta musical. "Sigue representán­ dose El Diablo en el poder. La señora Santannría eles­ empeña cada día mejor el pa­

JOSÉ CARBONELL pel de la Princesa ele los Ur­ (Fotografía.) sinos, siendo ésta y el profe­ sor ele flauta señor Sarmi~n- to aplaudidos todas las noches en la romanza del acto tercero por lo bien que lo ejecutan." Después ele estos dos artistas fué Caltañazor el que más se distinguió en su parte jocosa, y fué tan agasajado como siempre y ·como merecía. Calvet ·estuvo acertado. Las otras dos clamas jóvenes estuvieron poco felices; y aludiendo a una ele ellas y con el rigor que los periódicos empleaban contra los pobres zar­ zuelistas, decía un diario: "De los otros no queremos acordar­ nos; pero sí decir a la empresa que busque a toda prisa una se­ gunda tiple. Desde que Carolina Di Franco abandonó el modesto lugar en que tanto brillaba para ascender a otro superior, nadie la ha reemplazado todavía y su falta se ha dejado sentir en El 878 BOLETÍN DE LA ACADDIIA ESPAÑOLA

Diablo en el poder, como en las zarzuelas que ella desempe­ ñaba.'' El coro de educandas fué cantado, no sólo por las coristas del teatro, sino por un rduerzo ele cuarenta jóvenes y niñas, dis­ cípulas del Conservatorio, entre las cuales esta:ba la Berrobianco, después célebTe y malograda actriz, discípula de Romea. E l 24 ele diciembre, para · descanso ele los actores de la zarzuela, se estrenó una en tres actos, arreglo del dra­ ma La expiación, ele don Lui,:; Eguílaz, titulada El Esclavo, a que habían puesto música, que no desagradó, Sánchez Allú y don Luis Cepeda. Mas a pesar de los esfuerzos ele Carolina Di Franco y Calta­ ñazor, fué recibida con suma frialdad y olvidada luego. El mismo día en el teatro del Circo, aunque no cultiva­ ba la zarzuela, se clió una en tres actos, titulada Un viaje wrs EGu íuz al vapor, que don José Olo- (Fatogra f a.) na, hermano ele don Luis, te- nía escrita para · la Zarzuela. con mus1ca ele Ouclrid; y como no se la pusieron a tiempo, la entregaron al Circo, donde se representó por la tarde como fies­ t::: ele N a vi clac!. Su autor la tituló "disparate con música" y esto es: una larga bufonada, remedo el e Por seguir una mujer, graciosa en algunos lugares ; pesada y confusa en otros. Tiene 23 personajes. La es­ cena pasa en Carabanchel; en un parador ele Aranj uez y en la cubierta ele ·un vapor que va para Cácliz. Hicieron los principa­ les papeles Amalia Gutiérrez, .Felipa Orgaz, Mariano Fernán­ dez, José García, L. Cubas y otros más desconocidos. La músi­ G1. la forman unos catorce números ele carácter ligero y alegre. especialmente algunos coros, como el ele estudiantes con que comienza el acto ·segundo. Hay también ·un tanguito y una jota E:\SAYO HISTÓRICO SODRE LA ZARZUELA 879 cantados por M. Fernández y Cubas, y un zapateado bailado por el primero y muy propio ele aquellos días. Entrado ya el año I857, estudiaron o acabaron de estudiar en

MARIANO F ERN1\NDEZ (Fotografía.) la. Zarzuela una en tres actos en que fundaban graneles esperan­ zas, porque habían tomado papel en ella los principales cantan­ tes, Aclelaicla Laton·e, que en este año tuvo poco lucimiento; Sa· las, Caltañazor, Sanz y Calvet con otros secundarios, y Mttriel :.'-8 88o BOLETÍN DE LA r\CADE:\IIA ESPAÑOLA

pi.ntó tres bellas decoraciones. Tenía el extravagante título de Cuando ahorcaron a Quevedo, y era uno de los atentadO's histó• ricos literarios ·de Eguílaz, del cual hizo cómplice a don Isidoro Gil y Baus. El .argumento era tan embrollado y confuso que ape­ nas se entendía, y de tan indefinido carácter que, como dice un crí­ tico, "es pieza cómica y no hace reír y no interesa cuando quiere interesar". Algunas escenas regulares y algunos chistes impidie­ ron que la obra fuese gritada. Sobre todo, le ayudó a salir del mal paso la buena música, aunque casi perdida, que le puso el joven don Manuel Fernández Caballero, a quien su negra for­ tuna obligaba a trabajar sobre malos libretos. En su partitura había motivos muy agradables y .de graciosa factura; muchas ideas, como quien no había tenido aún ocasión de gastarlas, varias no bien desenvueltas o sólo someramente apuntadas;' pero el de­ fecto principal de que adolecía era la pobPeza y vulgaridad de la instrumentación. Sin embargo, Barbieri dice que el final del acto primero era muy bneno y de efecto; pero que, en general, se resentía de la inexperiencia del principiante. La obra no se imprimió, por lo que es hoy desconocida (r). La música la habrá aprovechado quizás el maestro para alguna otra zarzuela. Se repuso, en parte, el crédito ele la empresa con el feliz estreno ele El Lancero, zarzuela en un acto, letra ele Camprodón y música ele Gaztambicle, efectuado el 3I ele enero. El libreto es gracioso, interesante y original por las sorpresas que produce el disfraz ele lancero que ocult.c1. a la joven esposa del teniente coro­ nel y tener el mismo nombre que la hija del coronel, que aparece después . .Las escenas bulliciosas ele los -oficiales relacionadas con estas ·damas clan · los motivos principales ele la música, que es muy linda. Sólo son seis números, pero todos a cual mejor. Sobresalen el coro y jota ele introducción, muy nuevo; el dúo ele Pepa y su marido y un polo que canta el trompeta andaluz. La instrumen­ tación .de todas las piezas es rica en detalles que adorna y com­ pleta la melodía cant3Jble (2).

(r) Consta por los periódicos el reparto que tuvo. Giovannetta, Adelai­ da Latorre.-Migu.ela, Matilde Flores.-Marieta, Dolores Fernández.-Be?·­ ta, Dolores Gómez.-Qnevedo, Francisco Salas.-Picolini, Vicente Calta­ ííazor.-Herre1·o, Manuel Sanz.-Cavalcanti, Francisco Calvet.-Pdncipe, Ra­ món Cubero.-S01tZa y Senador, Manuel Fernández.-Un ciego, Tomás Gal ­ ván.-Un heraldo, Román Pavón.-frf enardini, Francisco Arderíus. (2) El Lance1·o, zarzuela en un acto y en verso, original de don Fran- ENSAYO HISTÓRICO SOBRE L\ ZARZUELA 88I

La ejecución ha sido muy esmerada por todos y Carolina Di Franco muy gallarda de lancero. Cuando esta obra, se puso también en escena M a.rina, en la que la Santamaría gustó tanto en lo cantado como en lo hablado, cosa digna de notar, porque la reCitación era la parte menos cui­ dada por ella, como tampoco por casi ninguna ele las cantantes. El célebre musicólogo don Baltasar Saldoni, más famoso y estimable como historiador y biógrafo ele músicos españoles qtte como compositor, y de quien hemos citado ya algunas óperas, quiso también penetrar en el campo de la zarzuela y compuso dos actos de música para la titulada La corte de M~ ónaco, que estrenó el I6 ele febrero ele r857. El libreto, obra ele don Ramón de Navarrete, procede el e un vaucleville, titulado La cotw de Biberack, el cual, a su vez, había salido ele una novelita titulada La corte del Gran Duque. Los in­ terlocutores son individuos ele una mala compañía ele ópera que se fingen ministros. y personajes principales de un pequeño prin­ cipado, los cuales, con sus embustes y enredos, intentan hacerse pasar por tales personajes. Salcl oni, espíritu grave y dogmático, no podía acomodarse al esti lo jocoso que pedía una obra casi bufa; así es que compuso cisco Camprodón. Música de don Joaquín Gaztambide. Madrid, Rodríguez. 0 1857. 4. ; 35 págs. Está dedicada por Camprodón a su primo don Andrés Basols y Safont. Reparto. El Coro11el, señor Ca lvet.-Pepita., su hija., señorita Fernánde<. - El Te11iente coro11el, seííor Caltañazor.-Pepa, su mujer, vestida. de fran­ co, señorita Di F ranco.-El Capitá11, señor Cubero.-Un a:yuda11te del Co­ ro1lel, señor González.-El T1·ompeta, andaluz cermdo, señor Becerra.­ Coro de oficiales del cuerpo. Epoca c!e 1838. Lugar, un pueblo de Na\'arra. Partitura. El La11cero, zarzuela en un acto y en verso. Letra de don Frar.­ cisco Camprodón. Música del maestro J. Gaztambide. Reducción por M. P. Oca!. Madrid, A lmacén de música de C. Martín, Editor. :Madrid, sin año (1 857) . Calle del Correo, núm. 4. Folio ; 35 págs. de música. Número r. Preludio, Introducción y Jota, cantada por el cuerpo de coro de hombres. 2. Dúo cantado por la señorita Di Franco y el señor Caltañazor. 3. Escena y coro cantada por la señora Di Franco, los señores Calta­ ñazor, Ca lvet y Coro. 4. 1Canción del Trompeta. Cantada por el señor Becerra (Arreglada para tenor o tiple). Reducción por J. Roge!. s. Canción y coro cantada por la señora Di Franco. s bis. Canción cantada po r la señora Di Franco. 6. Final cantado por la señora Di Franco y coro. Hay otra reducción completa por don José Roge!. 882 BOLETÍN DE LA AC ADE~IIA ESPAÑOLA

una mus1ca seria y poco adecuada al asunto, con excepc10 n de una polaca ele tiple que fué aplaudida más que las otras piezas. La Santamaría y la Soriano ejecutaron bien sus papeles, ha-

(Litografía.) cienclo reír mucho al público, especialmente la segunda, con su grotesco atavío y su manera el e representar a la princesa Mala­ cara. El dúo del s·eguncl o, acto cantado por ella y Sanz, agradó bastante. Salas hizo con naturalidad y gracia su papel fingido de ministro Bartolini y cantó bien su parte. E:\'5AYO HIST:JRICO SOBRE LA ZARZGELA 8g3

La obra tuvo una acogida fría y dejó de representarse al cabo de tres o cuatro días ( r ). Como si no. hubiera poetas que escribies-en libretos, ciertos compositores españoles a quienes había gustado una ópera cómi­ ca hacían que un amigo la tradujese y ellos le ponían nueva mú-­ sica. Esto, que con frecuencia hacían los compositor-es extranjeros ele óperas, para no tener que ,brega1· con libretos nuevos, hizo el maestro don Martín Sánchez A llú con la ópera de Scribe y Auber, Fm Diávolo, que le tradujo don Jerónimo Morán y él musicó ele nuevo. E l asunto es bien conocido, pues la ópera de Auber se ha cantado mucho (2). La música de Allú no era mala; tiene lindos motivos y melodías delicadas y en el final ele! acto segundo una pieza el e mérito. En el tercero sobresalen una hermosa romanza de tenor y coro de aldeanos, que produjo efecto favorable. La ejecución, pasado el primer día, fué buena por parte ele Aclelaida Latorre, Teresa Rivas (3), que al fin ha­ bía entrado ele nuevo en este teatro, ele Font, también restituíclo .a él, y del excelente bajo Carbonell. Pero a esta obra le perjucli ­ c.'J la comparación y el asunto que, por demasiado sabido, no ms· piraba interés. La obra dejó de representarse a pocos días.

( 1) La corte ele lV! ónaco, zarzuela en dos actos. L etra de don ·Ra­ món de Navarrete, música del maestro don Ba!tasar Saldoni. Estrenada en 0 el teatro de la Zarzuela, en febrero de 1857. Madrid, Rodríguez, 1857. 4- ; 44 págs.-Reparto. Bartoli11i, don Francisco Salas.-Hon01·io, p1·-íncipe de ,Hónaco, don Ramón Cubero.-Et G1·an Dnque de Toscana., don Francisco Calvet.-El Barón de Ravanea, don Francisco (sic) Becerra.-El Ba1·ón Pe¡;in elll:, don N. Fernánclez.-Flo1·cstán, don Manuel Sanz.-.Ctelia, doña Luisa Santa María.-La Duqnesa Matilde, doña Dolores Fernánclez.-La princesa NI atacara, doña lVIaría Soriano.-Octavio.-Cantantes, cómicos Y coristas. (2) Fra.-D·iavolo, zarzuela en tres actos, arreglada a la escena españoia por don J eró ni m o Morán. iVIúsica de don Martín Sánchez Allú. Representada por primera vez en el teatro de la Zarzuela, el 21 de febrero de r 857. 0 Madrid. Domínguez, 1857. 4. ; 67 págs. Reparto. Etisa, doña Aclelaida Latorre.-Pamela, doña. Teresa Rivas.­ Fra-D,:avoto, don José Carbonell.-Lorcl Bnll, don Vicente Caltañazor.­ Stcfa.no, José Font.-J acobo, don Ramón Cubero.-Mateo, don Manuel Fernánclez.-Bepo, don Francisco A rcl eríus.-T,:epolo, señor Ga.ibán .-As­ tolfo, señor -Cha.pui.-Un paisano, señor Unanue.-Un soldado, señor Ro­ die!.-Ot>·o ídem, señor López.-A:lcleanos, mozos de posada, soldados, la­ cayos y bandidos.-La acción pasa en una aldea ele los alred edores ele Te­ rracina, en 1796. (3) La pobre Matilcle Flores había enfermado en términos de ponerse casi balcla.cla; de modo que tuvo que rescindir su contrato y en muchos m e­ ses no recobró la salud. En su lugar entró Teresa Rivas ron gran contento del público, que estimaba mucho a esta cantante.

• BOLETÍX DE LA ACADDIIA ESPAÑOLA

Al fin, tuvo el maestro Caballero la dicha ele dar con un bue:1 libretista, al cual hasta entonces no había sucedido ningún fra­ caso, que fué don Francisco Camproclón. Diole .éste la letra el e una zarzuelita en un acto, titulada Juan Lanas,· personaje que está muy lejos ele ser lo que simboliza su nombre; antes es mozo nada lerdo, galán y em1wencleclor. La escena es en Portugal, don­ ele el duque ele Braganza, después Juan I V, fomenta la guerra ele separación ele España. Llega a una posada cerca ele Lisboa un pobre joven, ganoso ele medrar, en compañía ele un famoso ru­ fián llamado Matías. En el mismo sitio se presenta una barone­ sa del Tajo, mujer infatuada y grotesca, con una hermosa hija, la cual se enamora del joven Juan Lanas y éste ele ella; pero la baronesa le r echaza. Entran en el mesón muchos nobles por­ tugueses que, por su gran parecido, creen que Lanas es el duque don Juan y le rinden pleitesía y entregan dinero, que recoge su compañero Matías. La baronesa quiere hacerse perdonar y ofre­ ce su hija al joven. Al mismo tiempo aparecen varios soldados españoles que perseguían al ele Braganza y prenden a Juan La- . nas, engañados por la semejanza. >Casi a la vez había llegado a la posada el verdadero duque pretendiente al trono, y se apro­ vecha del error ele todos para huír a Lisboa y dar el golpe de­ cisivo. N o tarda en conocerse el error, y todos se vuelven con­ tra el desdichado Lanas, hasta J\'latías, que niega haber reci­ bido el dinero. Pero entonces se anuncia el triunfo del ele Bra­ ganza y Lanas recibe una carta en que el nuevo rey portugués le agrade;:e el favor ele haberse dejado prender por él y le nom­ bra Conde. Todos le vuelven a rodear viendo en él un futnro favorito, y se casa con la hija ele la baronesa (r). La obra ti.ene buenos chistes. La música, en medio ele la inexperiencia que revelaba, era

(r) luan Lanas, zarzuela en un acto y en verso, original de don Fran­ cisco Camprodón, música del maestro Caballero. Madrid, Rodríguez, r 85 7. 0 4. ; 3 r págs. Está dedicada por Camprodón a su hija Rosita. Reparto. Juan Lanas, señor Caltañazor.-Matías, señor Cul:ero.-La Baronesa do Tajo (sic), señora Soriano.-Su. h1:ja, señora Santamaría.­ Conde, señor Ca lvet.-Marqués, señor Arderius.-Capitán cspa¡/.ol, señor Fernández.-Coronel íd., señor N. N.-Te11iente q·uc no habla, ~ eñ c r N. N. -Un embozado, señor N. N .-Otro que no habla, sei\or N. N.-E¡:oca I64~- En este año ya estaba cansado de ser rey el que el autor supone "pre­ tendiente". N u estros libretistas no sabían una pa labra de historia. A Ca m· prodón nadie le obli gaba, a señalar el año de los sucews; pero que lo hizo debía ser exacto. ENSAYO HISTÓRICO SOllRE LA ZARZUELA 88S ya obra de un buen maestro y mucho mejor que las anteriores suyas; además, había atendido y cuidado más de la instrumen­ tación. Las piezas mejores son la introducción, el dúo de la San­ tamaría y la Soriano, elegante y gracioso, y ttno o dos cuartetos. Los autores fueron llamados a escena; pero Camprodón no estaba en el teatro. La ejecución, buena, por la Santamaría y la Soriano, que caracterizó y vistió a la perfección su papel de ba­ ronesa ridícula. La obra se estrenó el ro de marzo. Cuatro días después hubo otro estreno, pero mucho menos feliz. Don Agustín Azcona había entregado a don Joaquín Es­ pín y Guillén un libreto titulado El encogido 3' el estirado, el cual, o por tardanza del músico o por muerte del poeta, estab;t como olvidado ou.ando Espín, que había logrado hablar con la Reina y ésta le ofreció asistir al estreno, se acordó d'e su obra y pidió a la empresa de la Zarzuela la inmediata representación de ella, y así se hizo, el I4 de marzo. Asistió, en efecto, la Reina y era la primera vez que ponía los pies en est·e teatro; pero la obra, cuya música era mala, fué implacablemente silbada, con gran re­ gocijo ele doña Isabel, que no había presenciado espectáculo para ella tan divertido. Ni libreto ni música se han conservado ni impre­ so. Espín y Guillén, tan devoto ele la ópera española como su ami­ go Saldoni, vieron casi al mismo tiempo, por su propia experien­ cia, que era más difícil escribir una buena zarzuela, aunque fue­ se en uno o dos actos, que una grande ópera. La Santamaría y Salas habían hecho esfuerzos heroicos por salvar la obra. Y sin eluda eso les costó una en,fermedad, pues a pocos días daban los periódicos la noticia ele que estaban enfermos Luisa Santamaría, Salas, Calvet y Cubero. Por fortuna para el tea­ tro, esto ocurría en los últimos días de cuaresma; ele mocl,, que durante la Semana Santa pudieron restablecerse y concu-­ rrir después de Pascua al gran éxito de Los Magiares. La nueva zarzuela, estrenada el I2 ele abril, tenía por autores del libreto a don Luis de O lona y de la música a don Joaquín Gaztambicle: uno y otro con esta obra llegaron a la cúspide ele su fama. Olona, dejándose ir ele su tendencia a lo extranjero. aunque sin tantas ni tan gordas inverosimilitudes como en Ca­ talina, compuso un drama cuyo asunto tiene mucho más inte­ rés; está mejor llevado y hasta parece que hay en él un am· biente español que trae a la memoria los peligros que roclearor: la cuna de Isabel II. Además, Gaztambicle estaba ya más preve- 886 lJ OLETÍX DE LA ACADD!IA ESPAÑOLA nido para escribir música· extranjera en los momentos indispen­ sa ble s. Daremos una ojeada al argumento. La emperatriz María T e­ resa de A ustria, al ver invadido su reino por los franceses y su aliado Federico de Prusia, se refugia con su hijo, niño de un año, en Hungría, .en una aldea que habita Alberto, joven mon­ tañés y uno de los jefes de la conspiración que ha de salvar a la E mperatriz, persegtücla en su retiro, pues hasta el gobernador de Bucla, Roberto, que es el traidor del drama, quiere entregar la Hungría al rey prusiano. El y un viejo magiar emigrado que se cree perseguido por :María T eresa, cuando es Roberto su enemi­ go .so lapado, descubren la conspiración, vencen a los montañe- . ses y prenden a Alberto, herido en el combate. Pero todavía no se atreven a encerrar a la Emperatriz, que como presa está en un convento, ni tampoco han podido apoderarse de su hijo, que en sus brazos salva el lego fray J osé y lleva y deposita en el con­ vento con su madre. iVlarta, joven aldeana, novia ele Alberto, por cuyo medio, ex­ citando el magiar Georgey sus celos se habLt descubierto la con­ jura, a fin de reparar el mal que había causado, fingiéndose ciega penetra en el convento ; logra hablar con el ministro fiel de María Teresa y halla una salida secreta, el e que ya tenía noticia, que había ele servir para la fuga de la Emperatriz y que luego le si rve para huír ella en compañía ele Georgey, que sabe ya a qué atenerse respecto del Conde Roberto. Este quiere arrancar a la Emperatriz, amenazándola con separarla de su hijo, la abdi­ cación en favor del pr;usiano; pero ella rompe el acta que le pO·· nen a la firma. En fin, el Conde traidor, torpe como todos, cuan­ do el autor quiere terminar la obra, deja salir a :María T eresa, en lugar de asegura rla a ella y a su hijo para entregárselo al rey Federico, la cual se refugia en Buda. El acto cuarto empieza en la feria de Buda con una gran cleco­ rc.c ión que había pintado Muriel. Al mandar el Conde suspen­ der la feria los mercaderes y pueblo se alborotan, y unidos a los montañ·eses que había tmíclo Alberto, ya libre de sus hierros, vencen a las pocas tropas del traidor y se proclama rey de Hun­ gría al niño, hij o ele la Emperatriz (r). En este último acto llegó

( 1) Los M ag:¡•ares, zarzuela en cuatro actos, original de don Luis de O lona, música del maestro don Joaquín Gaztambide. Representada por pri­ mera vez en el teatro de la Zarzuela en abril de 1857. Decoraciones pin- ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 887 a haber sobre el escenario 2I3 personas: tal fué el lujo con que se puso esta obra. Tantos episodios, camibios ele lugar y ele sentimientos, por fuerza habían ele ofrecer al compositor momentos y situaciones musicales abundantes; así es que Gaztambicle escribió I8 números, todos buenos y no pocos dignos ele la admiración que aun hoy se les consagra. Todo este gran conj-unto melódico y armónico es uno ele los mayores esfuerzos que compositor español haya he­ cho. La música ele Los 111 agiares prueba sobradamente lo inago­ table ele la inspiración del gran maestro; la vat1ieclacl infinita ele formas ele que sabía revestirla y darle aplicación adecuada en cada trozo melódico, según lo exigía el momento y estado psico­ lógico ele los personajes. A todo eso agrég.uese la sabiduría, la dis­ creción y oportunidad en el empleo y disposición ele los soni­ dos concorclantes no vocales, tantos y tan diversos, y no podrá uno menos el e inclinar con respeto la cabeza ante aquel poderoso genio musical español. Como este libro nuestro es una lústoria y no una apreciación analítica ele las obras a la luz ele las ideas y gustos modernos o de los personales del autor, por eso dejamos con preferencia la palabra a los coetáneos, a los que vieron y oyeron las primeras representaciones ele dichas obras y recibieron las más inmediatas impresiones, razonadas luego según las corrientes estéticas y críticas a la sazón imperantes. Y esto con tanto mayor motivo cuanto que buen número ele aquellas obras son hoy desconocidas de casi todo el mundo. Extractaremos, pues, algunos de los jui­ cios más serenos e imparciales, empezando por un breve exa­ men ele la partitura ele esta obra, en la que por modo peregrino se reúnen argumento interesante, música buena, buenas decora-

0 tadas por don Luis Muriel. Madrid, Rodríguez, 1857. 4. ; 96 págs. y una lámina. Reparto. "Mm·ta (pastm-a). doña Carolina Di Franco.-Ma.-ía Te·resa de A11sh·ia, doña Isabel Valentín.-lsabel (anendadom), doña Dolores Fer­ nández.-Geo,·gey (magya·r), don Francisco Salas.-F1·ay José (lego), don Vicente Caltañazor.-Alberto (labrador), don Manuel Sanz.-El Conde Ro­ berto, don Francisco Calvet.-El Coronel Kelsen, don Ramón Cubero.­ E11 ·rico (capitán), don N. Fernández.-Un mercader, don N. Galván.-Un alférez, don N. Rochei.-Un aldeano, don José Rodríguez.-0/ro, don .. . - Coros y comparsas de oficiales de diferentes armas; Monges; Soldados; Segadores; Aldeanos; Mercaderes; Hombres y mugeres del pueblo; Mú .. sicos de la aldea; Magistrados; Pajes, Caballeros, etc.-La acción en Hun­ gría, año de 1742." 888 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA ciones, ejecución esmerada, propiedad y lujo en los accesorios, cosas que pocas veces se juntan, y menos en un melodrama, con situaciones de efecto, caracteres bien sostenidos, cómico discreto y peripecias inesperadas. Ante una bonita decoración campestre de Muriel empiezan Los Magiares con una breve ·obertura que prepara al espectador para el cuadro que se ofrece al subir el telón y precede a la intro­ ducción musical. A este número sigue un lindo coro de segadores y luego una canción, especie ele zorcico, que canta la pastora Mar­ ta, volviendo con sus ovejas del campo:

Desde que apunta el alba Adonde quiere ir, hasta ponerse el sol allí voy yo: corro por esos campos oyendo sus balidos. de mi rebaño en pos. cantando mi canción. Sentados a la puerta ele una granja y disfrazados ele cazado­ res están varios cortesanos. En lo alto aparece el lego fray José. montado en su mula, cantando su célebre aire:

Ego snm, Ego sum y repico con afán el leguito del convento. Jan, Jan, Jan , Jan. Ego snm, y además Y subido en la mulita campanero y sacristán de un lugar a otro lugar, En el coro canturreo voy el diezmo demandando ¡ Laus Deo! por mandato del guardián. Esta cancioncita decía Caltañazor con mucha gracia, como la tiene la música de ella. Sigue un t•erceto ele tiple, tenor y tenor cómico, ele mucha sua· viclacl y dulzura. Pero aparece Georgey, trovador y buhonero, que se lleva la atención de los labradores y entra cantando y tocando la popu­ lar gaita húngara:

¿ Quién al son ele mi viola ¡ Eh, pastores, segadores, quiere cantar, quiere bailar? Yengan acá, . vengan a(:á!

Todos le rodean; pero él ; cambiando ele aire y ele tono, canta estos bellos versos :

¡ Salud, tierrra de Hungría ¡ Sol ele la patria mía, noble país! t e miro al fin! ¡ Salud, valle risueño ¡ Cuánto el pobre proscripto donde nací! lloró por tí! Salas cantaba esta salutación, cuya música tiene toda la solemne gravedad que expresan las palabras, con mucha ternura. E l son E:\'SAYO HISTÓRICO SOI:RE LA ZARZUELA 889 de danza que sigue forma acertado contraste y es también muy bello. El disfrazado magiar es hombre demasiado crédulo y le engaña, para sus fines, el traidor Roberto; y este engaño es el en­ redo de la parte literaria ele la zarzuela, como se ha visto .. El acto primero termina con ·un coro ele aldeanos que van ale­ gremente en romería. El acto segundo transcurre en la cabaña de Alberto y em­ pieza con una de las mejores piezas de la partitura, que es el juramento y canto bravío de los montañeses húngaros. Sigue el dúo el e Marta y Alberto, su amante, el cual reniega del amor ele ella, que por celos ha descubierto a los traidores el lugar en que se oculta la emperatriz María Teresa y el del niño su hijo y heredero del imperio, al cual, a pesar de todo, salva el lego fray José. Hay una hermosa romanza y un bellísimo final cuando en ln alto ele la montaña aparece el lego con el niño en brazos. El acto tercero pasa en el convento en que María Teresa se ha refugiado, a donde fray José le lleva su hijo y van compa­ reciendo todos los personajes ele la obra. Uno tras otro se suceden un coro guerrero, una canción húngara que entonan Marta y Georgey, de buen corte y carácter marcial, y otro coro de soldados al que se une más tarde otro ele asesinos, llenan el acto tercero. En el acto cuarto, después ele un nutrido coro de merca .. cleres y pueblo con que se abre la feria ele Bucla, hay una pre .. ciosa tirolesa (Es el canto de 111i patria) en que se mezclan los afectos guerreros y los cluloes del amor a la tierra natal. La procesión que sigue es muy notable, especialmente por el número ele personas que en ella desfilan. El éxito ele esta gran zarzuela fué tan espontáneo y duradero que aun en junio seguían representándose los Magiares y la empresa acm·cló no cerrar el teatro mientras las funciones sigan siendo " tan concurridas como fueron las primeras". Font reem­ plazó a Sanz en el papel ele Alb erto y la Santamaría a la Va­ lentín en el ele María Teresa, con mucha ventaja. Estos cam­ bios atrajeron aún más concurrencia al teatro. Un crítico imparcial da así su parecer sobre Los Magiares y sobre sus primeras representaciones. "La zarzuela ele este nombre, estrenada la n och{~ del clomin- 8go BOLETÍN DE LA ACADDIIA ESPAÑOLA

go, alcanzó completo éxito, no debido como otras veces a los es­ fuerzos de los mosqueteros, sino por las ventajosas condiciones del libreto y música, y, sobre todo, por el aparato y riqueza con que fué puesta en escena. Creemos que la empresa, después de varios ensayos infructuosos, ha logrado encontrar el filón que le compense ele las pérdidas anteriores y los excesivos gastos que la representación de la que nos ocupa ha debido hacer ne­ cesarios." "Un interés dramático que no decae y va en aumento del prin­ cipio al fin; situaciones musicales muy propias para que se luz­ can el poeta y el compositor; gran contraste en los caracteres; incidentes imprevistos que se amontonan sin C·esar y despiertan nuevamente la curiosidad del auditorio; el drama y la comedia; la risa que alterna con el llanto: estas y otras muchas condicio­ nes ele éxito reúne la nueva zarzuela, que atrae todas las noches inmenso gentío al coliseo ele la calle ele J avellanos y seguirá du­ rante mucho Üempo llamando la atención pública. "El popular compositor don Joaquín Gaztambide ha añadido otra corona a las muchas que tiene ganadas en el teatro lírico español. La inspiración y la ciencia se hallan unidas en esta nueva partición que revela una vez más su3 privilegiadas dotes. Bastará citar la bellísima y magnífica introducción del ·segundo acto. Los trozos ligeros son cantables y pegajosos, según los ele­ nomina el vulgo, y tantos que sería preciso citarlos casi todos; sobresalen lo que canta el leguito al apearse ele la mula y lo del bnhonero en la escena bailable que sigue. "En el segundo acto, después ele la ya citada introducción, hay un terceto que se repite todas las noches, así como el coro ele aldeanos conspiradores del cuarto acto. N o olvidemos en el ter­ cero las glorias de Hungría y otras escenas dramáticas ele difícil desempeño y oportunamente interpretadas por el compositor, que también ha escrito con mucho acierto para el cuat·to acto un coro que merece todas las noches repetirse y la marcha ele la abdi­ cación." Ya en la primera noche se pudo presagiar el éxito, pues al final del acto segundo fueron llamados los autores y al acabarse el acto tercero los actores. La función se acabó a la una. Magníficas decoraciones ele Muriel; buen servicio de escena; numerosas y vistosas comparsas. Los cantantes todos se han excedido. Carolina Di Franco E:\SAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 891 tiene a su cargo un importante y comprometido papel que re­ quiere graneles condiciones de actriz. La escena ele. la cabaña en el segundo acto y todas las que suceden en el tercero, son ele primer orden y ofrecerán dificultades insuperables para muchas actrices. Carolina Di Franco, gracias a su buen instinto y a un estudio profundo y detenido, ha salido airosísima y el públi­ co le prodiga sus aplausos, porque no desconoce el indisputable mérito que tiene cuando fingiéndose ciega entra en el convento para burlar la vigilancia ele los que conspiran contra el trono ele :María Teresa ele Austria. También tiene parte importante Salas, que la ha estudiado con cariño. Su canción ele salida le produce aplausos. Sanz, aunque el papel ele tenor no es ele tanta importancia como otros, ofrece algunas dificultades no comunes. "El públi­ co ha vuelto a ver con placer a este tenor cuyos compromisos con la empresa quedaron rotos durante unos días y han termi­ nado satisfactoriamente para todos." González había estudiado precipitadamente y en pocos días su papel (el ele Sanz) y no tuvo dificultad en ceclérselo luego que Sanz volvió al redil. El papel del lego José conviene como pocos a Caltañazor y éste hace en él lo que no parece creíble. Calvet y Cubero, buenos. La Valentín, que representa a J\!Iaría Teresa, tiene poco que hacer, lo mismo que la señorita Fernánclez. Los coros, inimitables y la orquesta, bien, como siempre (r). El ro de mayo volvió a ponerse, llevando ya treinta represen­ taciones, para satisfacer la insaciable curiosidad pública. La in·· terpretación era cada día mejor. "La Carolina ni decae ni se can­ sa." Salas cada vez sacaba más partido, como actor, a su difícil y contrastado papel. Caltañazor parecía siempre nuevo. Se interrumpió la representación el r2 y 13 ele mayo para es­ trenar Un sobrino, que fué mal recibida, y siguieron Los 111 a·· gzares. El 2 de mayo asistió la Reina a su representación con gran concurso ele gentes ele palacio y elemento oficial. El 29 se cantó para el beneficio ele Sa112. El 30 de mayo la eligió para su beneficio la Santa María; y como no tenía papel, tomó el ele la Reina :María Teresa, que tanto se prestaba a sus condiciones (era gruesa y alta) y carác-

(1) La Espmla, del 26 de abril. BOLETÍN DE LA ACADE~IIA ESPAÑOLA ter, y cantó luego su célebre romanza del tercer acto del Diablo en el poder: El 2 junio llevaba ya cuarenta representaciones. El 8 se hizo su beneficio Caltañawr con Los Magiares. En fin, cuando se cerró el teatro contaba más de cincuenta repre­ sentaciones casi seguidas (r). Esta obra fué la última que cantó Carolina Di Franco, pues apenas terminadas las representaciones, que casi coincidieron con la conclusión del año cómico, dejó el teatro para siempre al casarse con don Luis de Olona, el famoso libretista (2). Perdióse entonces una buena ocasión ele recuperar para la escena ele la Zarzuela a la tiple Amalia Ramírez, cuyo proyec­ to ele matrimonio se había malogrado y estaba dispuesta a vol­ ver al teatro. Pero, sin duela, los resentimientos entre ella y la

(r) Partitura. Los lvfagyares, z¡arzuela en cuatro actos, original de don L. Olona. Música del maestro J. Gaztambide. Reducción por J, Roge]. Propiedad. Madrid, Almacén de Música de Casimiro Martín, Calle del Correo, núm. 4. F. Echevarría. Sin año (r857), Folio, r r·o págs. de música. Número r. Introdttcción, Coro de segadores y canción cantada por la señorita Di Franco (Desde que apunta el alba). 2. Escena, Coro y Canción cantada por el señor Caltañazor (¡Arre mu­ lita !) . 3. Terceto, cantado por la señorita Di Franco y los señores Sanz y Caltañazor (Estas flores, bien mío). 4· 'Canción y bailable, cantada por el señor Salas y coro (¿Quién al son de mi viola). s. Final del primer acto (Al monte, pues). 6. Intro·ducción del 2. 0 acto por el señor Sanz y Coro (Fieles a la voz tuya). 7. Dúo cantado por Joa señorita Di Franco y el señor Sanz (Escucha. La hora). 8. Brindis cantado por la señorita Di Franco y los señores Salas y Caltañazor (Cuidad no os haga daño). 9. Final del acto 2 . 0 (Niño inocente). ro. Introducción del 3.81' acto (Mientras a maitines). r r. Escena y romance cantado por la señorita Di Franco y los se­ ñores Salas y Coro (La entrada libre). r2. Escena. Solo de Viola. 13. Escena por la señorita Valentín y los señores Salas, Calvet, Cu- bero y coro (Ese sonido bélico). 14. Final del acto 3. 0 (¡Alto, pues!). rs. Introducción del acto 4.' (Venga,n, señores). r 6. Canción húngara cantada por el señor Sanz y coro (Es el canto d~ mi patria). r 7. Gran marcha y coro (Rendir su altiva frente). r8. Final (Por vos y el Príncipe). (2) Todavía saJió después dos veces en funciones de beneficio de dos compañeras. ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZGELA 893 empresa no se habían calmado, porque ni unos ni otra dieron el menor paso para tal objeto y la Ramírez en el mes ele abril se fué a Granada, adonde llegó el 17 e inmediaÚmente comenzó a

Reducrmu por .J. Rngél.

gdicion deConto. ~ Sdidon de Piano. 120 Rs. ltiADlUil 80 Rs.

PORTADA DE LA PARTITURA DE '"LOS ~IAGIARES" trabajar, precisamente con repertorio ele los que habían acOl·da­ clo subirle los derechos ele propiedad cada vez que representase sus obras. Las de Gaztambicle eran las que mejor hacía, porque HOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAKOLA

eran las que mejor se acomodaban a su canto serio y elevado. En Granada permaneció cuatr.o meses cantando con mucho éxito. N o haremos más que mentar la zarzuela en dos actos, ti tu­ lada Un sobrino, estrenada el 12 de mayo y que no se puso más que otra noche, a pesar ele que Adelaicla Latorre estaba muy bien en su papel, y así la Soriano como Cubero hacían reír de bu ena gana al público. Era la letra ele don IVIanuel Ortiz el e Pi­ neclo, más conocido por sus dramas de tendencia iJolítica, y la música el e don Tomá•s Muñoz Robles. La ausencia ele Carolina Di Franco dejaba un hueco malo ele llenar en la compañía ele la Zarzuela. Algunos ele sus papeles recayeron en la .Santamaría, la cual en Catalina, papel que no había hecho en Madrid, obtuvo muchos aplausos. Otros, tocarían a la Latorre; pero esta famosa tiple también .desapareció, y ahora para siempre, del teatro ele la Zarzuela. En este año había estach muy poco afortunada en el reparto ele piezas. En el turno el e las tres primeras tiples, así como la Santamaría y la Di-Franco, habían tenido buenas obras, tales como E l Diablo en el poder y Los Magiares, a ella le habían correspondido Cuando ahorcaron a Quevedo, que fué silbada, el refrito ele Fra Diávolo y Un sobri­ no, que sólo se puso una noche. Ella achacaba la culpa ele esto a Salas y Gaztambide, y airada contra ellos se ausentó ele Ma­ drid, dispuesta a no volver a trabajar bajo la fé rula de tales directores. Cantó con mucho aplauso en Cácliz en 1857, en Má­ laga en la primavera de r859; ·en Barcelona los años ele r8éo, 186r ·y r862, y en este año se casó allí y dejó el teatro. Vivíc.. aún retirada en Madrid en r87r y desde entonces se la pi erde ele vista. Ignoramos la fecha ele su muerte (r). A Adelaida Laton·e le debe la za..rzuela, en sus comienzos, grande y eficaz ayuda. Fué la primera verdadera cantante, es de­ cir, música con estudios, que tuvo el género cuando más necesi­ ti.l.ba artistas profesional-es para su cultivo y progreso. Ella fué la que estrenó l u.ga1' con fuego. Esta gloria irá unida a su bio· grafía. Además de ·estas faltas que había que cubrir, necesitaban los empresarios atender a otras exigencias de arte no menos apre-

( r) N o conocemos su r etrato, aunque sabemos que se hizo; porque el diario ele M·aclrid La Espalia, del 6 ele enero de r8s6, decía: "La simpá­ tica contralto del Circo, Adela Laton·e se halla retratada con el traje el e El Grumete, en un cuadro ele la calle de Alcalá." E:\SAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 895 miantes. Necesitaban un buen barítono que ayudase a Salas sus­ tituyéndole en algunos papeles. Aprovecharon, pues, la oca>sión de la tanda de beneficios, en que solía el público ser más bené­ volo para ir presentando nuevos artistas. Había salido del Con­ servatorio con buen nombre y gozaba fama en las tertulias de aficionados filarmónicos un tal José Imela, empleado en el Mi­ ni stenio de Fomento, que canta,ba de barítono. Y aunque no es­ taba ya en la primera juventud ( I) aspiraba a entrar en el tea­ tro. Cabalmente iba a celebrar su beneficio (6 de junio) el te­ nor José González con E l valle de Andorra y la empresa le ofre­ ció a Iruela, por vía de ensayo, el papel del Capitán Alegría, el mismo que había hecho Salas desde el estreno de la obra. Sa­ lió airoso de la prueba y aun agradó tanto a los empresarios que ofrecieron contratarle para el año próximo. Al día siguiente le tocó su prueba en El Vizconde y canciones andaluzas, que el público le hizo repetir hasta dos y tres veces; a la joven malagueña Josefa M urillo, que venía precedida ele una gran fama ele los teatros ele Sevilla, donde había cantado dos años consecutivos. Era discípula de don Antonio Rovira, que se manifestaba contento del resultado de su enseñanza en alum­ na tan aprovechada, a pesar de su juventud, pues no pasaba ele los dieciocho años cuando se presentó en Madrid. Como ya había cantado muchas veces y bien el papel que le dieron, no hay qué decir qt1e se desempeñó en él a gusto y con aplausos de todos, y que excedió a las esperanzas de los que la conocían. Era agraciada ele rostro, de buena presencia, acción desem­ barazada y hermosísima voz, aunque no ele gran fuerza, · ele mucha extensión y de un timbre dulce y a la par sonoro, bien trabajada para las necesidades del teatro y solf·ea,ba casi ele re­ pente. Cantaba como nadie las malagueñas y otras canciones an-

(r) Había nacido en Granada el 7 de mayo de 1823, donde hizo sus primeros estudios musicales con el organista de la catedral, a la vez que desempeñaba un modesto empleo en el ayuntamiento granadino. Trasla­ dado a Madrid en r85o con destino al Ministerio de Fomento, no tardó en conocer al maestro compositor don Antonio Rovira, que le indujo a ma­ tricularse en el Conservatorio en la clase ele canto en edad en que ya ha­ bían terminado sus estudios los más rezagados alumnos. Era en 1853 y to­ davía alcanzó por condiscípulos al tenor Cortabitarte, a la famosa tiple Teresa Istúriz y a su compañero ele voz J oa,quín Manini, luego actor ele fama. Iruela, sin ser un cantante eminente, llenó bien su papel en las compañías en que estuvo. Ya volveremos a hallarle en nuestro camino. (Salcloni: Efemén:des; II, 383.) 59 BOLETÍX DE LA ACADDIIA ESPAXO ~i\ daluzas, acompañándose ella misma con la guitarra. Además, era instruída y pintaba muy aceptablemente. En r86r tenía pan:, pr;esentar en la Exposición del año siguiente un cuC~Jdro que se

JOSÉ lRUELA (Fotografía.) titularía Pelar la pava, ele noche, a la Pe ja, dejando ver el inte­ rior de la habitación y con efectos ele luz artificial sobre las do ,; figuras, que admiraban a los que veían el cuadro. Esta maravi­ llosa joven sólo tenía un defecto: que ceceaba de una manera ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 897 lastimosa; a pesar ele lo cual, los empresarios de la zarzuela ofrecieron contratarla, desde luego. E l 20 ele junio le tocó probarse por segunda vez, pues ya ha­ bía salido, ,como hemos visto, a principios ele mayo del año an­ terior, a Josefa Mora. 1Cantó ahora la parte principal de Los diamantes de la Corona, ·acompañada ele Carolina Di Franco, que quiso hacer, a la que presumía que la iba a suceder, esta honra, sin gran molestia, porque el papel ele Diana era el que tuvo en el estreno ele la obra, el cual hizo con todo el aplauso debido a su juventud y graneles cualidades de actriz y de can­ tante. La :Mor.a gustó tanto o más que el año antes y también ofre­ ció la empresa contratarla. Antes de esto, el IO de junio, había hecho Cubero su bene­ ficio con un programa original. Trajo al actor Molas para que hiciese el Tío Cani·yitas, en la zÚzt1ela ele este título: la Catana la hizo Carlota Jiménez, ambos muy celebrados en estos papeles en provincias. Cantó la Santamaría la tonadilla del Trípili, con Salas y Caltañazor (ya estaría bien cantada) y bailó •Conchita Ruiz, célebre bailarina, hija ele Antonio Ruiz y ele Petra Cá­ mara. El !.0 de julio se cerraron los teatros, incluso la Zarzuela; pero no acabó con eso el año cómico musical. Para los meses ele verano organizó el maestro don Cris­ tóbal Ouclricl, asociado. a don Pablo Iraclier, Victorino Tamayo y José García, una compañía que había ele ser ele drama y zar­ zuela, pero que hubo ele reducirse a lo segundo. Ajustaron a la Ramírez, a Teresa Rivas y J oaquina Ayta. ele tiples; a Font, Becerra, el barítono Obregón, que iba a cantar por primera vez en :Madrid, ·a José Escríu, bajo gracioso, muy célebre después en los Bufos, y a Mariano Fernánclez, tenor cómico, aunque cantando tenía voz poco agradable, "perruna", como dice Bar­ bieri (r). Habían ele empezar a mediados ele julio; pero no pudieron por el retraso de la Ramírez, que seguía muy festejada en Gra­ nada. Al fin acordaron empezar, sin ella, el 23 ele j.ulio con h gran zarzuela Jl!! m-eto, ele Azcona-Ouclricl, que cantaron bien la

(1) Figuraban además en esta compañía de verano Laura García, E li sa Molina, Carolina Molina, Concepción Ruiz y Luis Cubas, Manuel i\IIoy'-', Cipriano Jalón y Miguel Díez. TIO LETÍ:\r DE LA ACADE:IIIA ESPAÑOLA

Rivas y la Ayta con Font, Obregón y Becerra. Fueron muy aplaudidos; pero sobre todos y ele un modo extraordinario el nue­ vo barítono Tirso de Obregón.

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CONCHA RUIZ (Fotografía.)

Diez días después decía un diario : "Las representaciones su­ cesivas ele 111! oreto han confirmado cada día más el lisonjero re­ cibimiento que los espectadores hicieron la primera noche a Obre­ gón, cuyo éxito en Maclricl, lejos ele decaer, se afianza cada vez L'\SAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 899 más. Si en las zarzuelas que se preparan es t2.n afortunado le ve­ remos partir para Valencia con sentimiento, pues quisiéramos que ingresase en el teatro de la calle de Jovellanos" (r). Y un mes escas·o más tarde, añadía: "El señor Obregón no es sólo un can­ tante de zarzuela; canta la música italiana ele un modo admirable: con gusto, -con precisión, con sentimiento, desplegando todo el to­ n·ente de su hermosa voz. Ayer (31 de agosto) en el concierto, en casa del joven don Mariano Vázquez (el compositor), con Al­ garra y A lzamora, cantó el aria de 111 ada de Ro han como a po­ cos barítonos de ópera la hemos oído", etc. A lgunos años después, cuando ya tenía enemigos envidiosos o cosa semejante, decían ele él en una especi -~ ele cancionero sa· tírico, titulado Cabezas y calabazas :

De talento sin razón presume Tirso Obregón, y hasta dijo a su vecina que era Tirso de M o!ina ... de Molina ... ele Aragón. Efectivamente, en esta villa vino al mumlo el día 28 de ene­ ro ele 1832 (2). Su vida, aparte ele su gran carrera artística, es una riovela en acción, ele las más agitadas y extrañas. Tuvo a la loca Fortuna por amiga algún tiempo y ele nada supo aprovecharse. Derrochó caudales; malgastó su vida; puso en litigio su honra y murió loco y prematuramente en su villa natal. Al recordar sus aventuras cree uno estar leyendo, salvo el desenbce, una ele aque­ llas comedias palaciegas ele Lope o ele Tirso de M olina, no el ck Aragón, sino el autor dramático del siglo xvn.

(r) Cuando Obregón se presentó en Madrid estaba en lo mejor de su vida y era además un mozo gallardo en toda su persona. De la varonil he· lleza de su rostro da idea el retra¡to adjunto, que es de época algo poste· rior a estos días en que sólo tenía Yeinticinco años. ( 2) Era hijo de don Juan Obregón y doña Carmen Pierrad. Ingresó a los veinte a,ños en el Conservatorio, t eniendo por maestros, de canto a Vallde­ mosa y de declamación (pues también en ella fué insigne) a don José García Luna,. Antes de acabar sus estudios salió de la escue:a, pues ya le vemos en r 854 en Barcelona cantando El domiw) azul con E lisa Villó, C!árice Di Franco y el tenor JVIanuel Sanz. Después estuvo en Valencia. Santander, Zaragoza, siempre en co1npañías de zarzuela. De su carrera y traba_i o en Madrid hablaremos harto en las páginas que siguen. En r 867 era maestro y director ele la sección lírica del Conservatorio y caballero de la orden ele Carlos III y Comendador de la de Isabel la Cató · Ii ca. Murió loco en 17 de marzo ele r88g. En La Espaiia Mtística. de 185 8, página 29'2, hay un retrato en lámina suelta de Obregón ; p : r o abundan también las fotografías. 900 BO LETÍ~ DE LA ACADDIIA ESPAÑOLA

Cuando en 186o se hallaba en todo su apogeo y gloria, un crí• tico müy severo, pero muy inteligente, formuló de Obregón como cantante este expresivo juicio. "'Su voz es de bajo cantant.e, de mediana calidad, con la exten­ sión de su cuerda; afinada, igual, robusta fuerte y nerviosa. "Su figura buena; con talento y corazón de artista. ·"Emite bien la voz, aunque abusa del timbre claro en los agu­ dos, cosa que no le perjudica mucho porque su voz es parda por ·naturaleza. · "Pronuncia las palabras cm~ claridad y ·está bien en escena. Frasea bien y matiza lo mejor que puede. "Su voz es algo bronca, dura y velada. Se abandona y descom­ compone a veces por su impetuosidad y vehem:encia naturales. "Vibra con exceso los sonidos, por lo que con frecuencia salen temblones, tanto que a veces parece un trino mal batido. No siempre ata:ca con exactitud los sonidos; respira con fre­ cuencia, cortando la palabra y atÚ1 suprimiendo sílabas, vicio que da idea ele cansancio. "Abusa de las cadencias exagerando el portamento. Cuan­ do esfuerza un sonido suele cambiar la vocal con que la toma, cuando es e, i o bien u, pero no con las otras dos, aunque en és­ tas empieza con un sonido ele timbre obscuro y lo pasa des­ pués al claro sin disimularlo, como debiera. "Dramatiza casi todo lo que interpreta cantando, cayendo er; monotonía. Para dar colorido usa sólo ·de dos grados de intensi­ dad: el fortísimo y el pianísimo, con lo que su canto apenas tiene tintas medias que hagan avalorar los otros matices que son fati­ gantes por el abuso. "Siendo bajo en realidad, se empeñó en cantar ele barítono por brillar más en la zarzuela; pues el bajo tien·e papeles ele poco hicimiento personal (la figura, la elegancia,· sin disfraz ele viejo) y porque es un gran declamador ele versos; ele modo que aún en este género sería gran actor." ( I) La Ramírez llegó al fin el 1.0 ele agosto por la tarde, y al mo­ mento se anunció su salida a escena el día 3 en dos zarzuelas ya muy repr.esentaclas por ella en Madrid. Pero en El grumete, no haría su papel sino el ele Serafín, vestida ele hombre. Así se hizo y el teatro se vió lleno ele sus muchos admiradores que al con­ cluir ele cantar Guerra a muerte le arrojaron multitud ele ra-

(r) La Gaceta musical. E:\SAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 901 mos ele flores y una vistosa corona. Pero en la representación del Grumete estuvo mediana. "La Ramírez, muy atilclacla, pero impropia en el papel ele Serafín: no pudo hacer olvidar a la Lato­ rre, ni aun a la Aparicio", decía un testigo.

Pr nntr Barit..ono del Tl'al1 \.1 de la Z lt.u~lh. de '~

(Litografía.) L1. función del 15 de agosto fué memorable. En medio de inmensa concurrencia empezó con una piececita declamada, ti­ tulada N o ha)' humo sin fuego, a la cual siguió la repre­ sentación -ele NI m-ina como nunca habrá estado mejor cantada, por la Ramírez, Obregón, Font y Becerra. Al día siguiente se puso E l dominó azul, por la Ramírez y la Rivas : fueron nOLETÍX DE LA ACADDIIA ESPAKOLA aplaudidas, pero eclipsadas ante el éxito el e Obregón. El teatro estuvo lleno. Siete días después se estrenó la za rzuela en tres actos E l hijo del regimiento, letra del actor Victorino Tamayo y música de Ouclrid, director el e la compañía y el e la orquesta del teatro. La obra tomada ele L'enfant de la troupe, era ya el segundo arreglo que Tamayo hacía ele ella : el anterior se representó sin música, con el título el e Tmn, tran. Ouclricl tuvo que escribir apresuradamente la partitura, por­ que la compañía, privada del repertorio ele Gaztambicle y Bar­ bieri que le negaron, aunque por entonces ninguna competen­ cia les hacía, pues la Zarzuela estaba cerrada, y parecía una voluntaria declaración el e guerra, tenía poco caudal ele obras. E l hijo del regiwúento es un melodrama llorón ele lo más pueril y falso ele su género. Con tocio, fué aplaudido por los motivos que no sin gracia exponía un crítico en los párrafos crue siguen, hablando de la ejecución ele esta zarzuela (r). "Estrenada el sábado por la noche en el Circo. Buen éxito en varias noches. Género el e brocha gorda : ruido ele tam­ bores, evoluciones militares, etc. Becerra, que representa un general español, sale a caballo en un verdadero cuadrúpedo sin contar otros dos caballos di spuestos para sus ayudantes. "Con todo esto, y salir la Ramhoez vestida el e tamborcito, hay bastante para que el teatro se llene el e flores, no precisamente cuando la Perlita canta, sino antes el e que abra la boca y, sobre todo, cuando maneja los palillos del tambor. "Siguiendo este sistema ele aplaudir y coronar a los cantan-· tes más que por su mérito artístico por su gracia física y Sim­ patías personales que inspiran a cierta parte del público y muy particularmente por la habilidad ele sus manos, llegará el caso ele que olviden los concurrentes que Obregón canta bien y es digno ele aplauso y veremos que hace fanatismo si, como buen

(r) El hijo del ¡·egim,:en to, zarzuela en tres actos, arreglada del fran­ cés por don V ictorino Tamay o y Baus, y puesta en música por d0n Cris­ 0 tóbal Oudrid. Madrid, Bar, r 857. 4. ; 58 págs. Reparto. T ¡·anf1·án, doña A malia Ramírez.-Clm·a, T eresa Rivas.-Dolia Robnst·iana, Laura García.--Enriqneta, EJisa Mol ina.-Agnstina-, Carolina Molina .--Simón, don Mariano Fernández.-Don Luis, Tirso Obregón.-EI ge11era l, Joaquín Becerra.-El capitá11, [Cipriano] .Talón.-Un pastor, Luis 0 0 Cuba.s.-Soldado I. , Manuel Moya.-Soldado 2 . -Una mujer d el pueblo.­ Un hombre del pueblo.-Oíiciales, soldados, gente del pueblo y costureras. Epoca la el e Felipe V. ENSAYO HISTÓRICO SOI

(r) Se suprimió al día siguiente, z6, el episodio del acto J.0 en que una compañía de soldados se subleva contra su jefe. (z) VELAz DE JVIEDRANO. La Espa?ia, del 25 de agosto. (3) La Colegiala, zarzuela en un acto, letra de don Alejandro Rinchán. Música de don Juan Mollberg. Segunda edición. Madrid, Rodríguez, r86r. 0 4· ; JI págs. Está dedicada por "los Autores" "A la señorita doña Amalia Ratnírez". BOLETÍ:\' DE LA ACADE~liA ESPAÑOLA

El asunto, aunque vulgar, es gracioso. Una madre viuda, pero joven o presumida aún, quiere casarse con un mancebo, que es precisamente el novio ele una hija que tiene en un colegio: Pero la doncella hace que la expulsen y vuelve al techo materno con el consiguiente disgusto ele su madre, quien para hacer que pa­ rezca más niña la despoja del vestido ele colegiala y da unos pantalones y un tonelete ele niña para que se los ponga. Mas Aurelia, que así se llama la colegiala, los pisotea y arroja ele sí; y cuando quiere volver a ponerse su traje anterior no lo halla porque su madre lo hwbía escondido. En enaguas y corsé permanece y estaba cuando su novio, a quien hahía citado, se pre­ senta, y ella, porque no la vea casi desnuda, se oculta tras un biom­ bo y le habla asomando la cabeza por encima. La madre que apa­ rece, si n que la sientan, oye el diálogo y su buen juicio le hao~ desistir de sus devaneos. Como esta pieza había sido escrita principalmente para el lucimiento ele la Ramírez, el autor intro­ dujo otro episodio que es el que gustó más al público. Se había prendado también ele ella un señor mayor, !Jamado don Emeterio o don Megaterio, como le nombra la maligna colegiala, y obteni­ do el consentimiento ele su madre para el matrimonio. Aurelia, para librarse ele él y abundando en la pasada idea ele su madre, ele hacerla más niña ele lo que era, vuelve a coger su pantaloncito y tonelete y, con una comba y un aro, obliga a su pretendiente a tomar parte en sus juegos infantiles, haciéndole caer al suelo va­ rias veces y desistir también ele casarse con la que le parece de­ masiado niña. Al fin, todo se arregla; porcrue la madre reconoce en don Emeterio a un hermano ele su difunto marido y er vie­ jo galán averigua que ·es su hijo Alfredo el novio ele la colegiala. "El señor Mollberg, decía un diario, tan ventajosamente co· nacido como instrumentista, director ele orquesta y compositor ele música para baile, ha invadido tan1lbién la zarzuela; y este pri -­ mer paso es feliz augurio, por su música alegre, melodiosa y ele novedad en algunos pasajes. Instrumentada la orquesta con to­ dos los conocimientos prácticos que posee el a·utor, abunda en bellos efectos y combinaciones ele sonoriclacl, algo ruidosa en

Reparto: Anrel·ia, doña Amalia Ramírez.-Do1ia Ol·impia de Peroles, doña Laura García.-Pet·ra, doña Matilde Ayta.-Don Emeterio, don Maria­ no Fernández.-Alfredo, don Ricardo Morales .-U11" pasanta. La escena en Madrid, en nuestros días. Esta obra es arreglo del vaudeville La filie ter,·ible, que había ya re­ presentado en Madrid la compañía francesa del teatro de Lope de Vega. ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 905

ciertos lugares." N o se realizó el pronóstico del cliarista, porque el paisano de Beethoven y autor del ziloc ordeón, aunque com­ puso la música de otras zarzuelas, nunca llegó a sobresalir en el género. La Colegiala gustó mucho; bien "por las monaditas de la Amalia Ramírez, que hizo la protagonista", como dice Barhieri, o porque se presenté en su papel de ino­ cente "vestida de corto, con mucho aplauso ele sus ad­ miradores, al verla en enaguas, que se entusiasmaron al as­ pecto ele aquello'i bien contorneados y desnudos brazos y otras gracias física3 de la llamada Per­ l-ita. Todos quisieran poseer la ganga ele Mariano Fernánclez que repite una y mil veces esa expresión en fa zarzuela", co­ mo agrega el diario antes citado. Con estas novecla­ R1DIÍREZ EN "LA COLEGIAL\ " A~IALIA des y la repetición (Fotografía.) de Marina, M m-eto y El dominó azul fue- ron continuando las representaciones ele la compañía de Ou­ clricl. E l 9 ele septiembre clió la Ramírez su beneficio con La eolegiala y se repitieron las manif-estaciones ele entusiasmo por sus devotos, y a mediados de mes se cerró el teatro dise­ n:: inánclose la compañía. La Rivas se fué a Zaragoza; Font y Be­ celTa salieron para -Sevilla; Obregón para Valencia, donde ya es­ taba contratado, acompañándole el tenor Cortabitarte, y Escríu s~ fué a Valladolid. • BOLETÍN DE LA ACA DEi\IIA ESPAÑOLA

Por su parte, la Ramírez aceptó un buen contrato para la isla de Cuba; y por despedida dió una función en el teatro del Prín• cipe, en noviembre de 1857, en que cantó La Colegiala y la can~ ción La Juanita, de Iradier, en la cual era siempre muy aplaudida. La fuerza ·expansiva ele la zarzuela era ya tan grande que en Madrid mismo se daba no sólo en el Circo, sino en teatrillos meno­ res como el ele Tirso de Malina '(antiguo Institüto), donde se jun­ taron algunos cantantes, tales como la Bardán, la Bagá, la Ponce, el tenor Blasco, Manuel Franco, el veterano José Aznar y otros, y representaron varias piezas •en un acto y aun estrenaron ·unas cuantas ele escaso valor como El duende del mesón, primera obra del después excelente y fecundo libretista don Carlos Frontau­ ra, a la que puso música el nuevo y no malo c-o mpositor don Lui::. Velasco; Cupido )' M arte, letra de don Leopoldo Bremón, música del mismo Velasco; Donde las dan las toman, letra ele don Fran­ cisco de la Vega, música de don Lean el ro Ruiz, maestro de coros del teatro Real, padre del célebre actor Julio Ruiz y del maes­ tro don Angel (esta obra se había ya estrenado en El Escorial): Las garras del diablo, primera obra de esta clase del luego famo­ so libretista don Enrique Pérez Escrich, a la que puso música el después célebre compositor don José Rogel, de quien hablaremos a su tiempo (r). En la calle del Salitre se construyó un teatro para cultivar el género llamado después "chico", así ele declamación como de zar­ zuela. Inauguróse el 28 ele noviembre ele r856 ; y en poco tiempo había ya ejecutado A lza y baja, graoiosa.piececilla ele Luis Olona, Tramo)'a, zarzuela ele Barbleri y el baile Los ventorrillos de la Puerta de tie?'ra en Cádiz. En Variedades, wunque no se daban zarzuelas el e ordinario, se estrenó el 20 de ·diciembre el e r856 la ti­ tulada San6aguillo, letra de don Igm·,cio Virto y música de Rogel (2).

(r) Esta ob ra fué muy aplaudida, en especial la música que ten,ía lin­ das piezas, como una cancioncita que cantaba la Ponce y un duetino cuya repetición se pedía todas las noches. E l libreto se titula : "Las garras del diablo. F arsa cómico-lírica, en un acto, original de don E nrique Pérez Escrich. Música del maestro don José Roge!. Representada con extraordina­ rio aplauso por primera vez en el teatro de Tirso de Molina la noche el e\ 0 3 de noviembre de r8s·6. Madrid, López, noviembre, r856. " 4. ; 29 págs. Dedicada al maestro Rogel. La cantaron Manuela Ponce de León, María Bardán, Joaquín Vidales, Federico Blasco, José Aznar y Ramón Benedí. (2) Santiaguillo, juguete cómico-lírico en un acto, letra original de don Ignacio Virto, música de don José Roge!. Representado por primera • El\SAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZGELA 907

Hasta en el teatro de la Cruz se había puesto el I8 de diciem­ bre, para la Rivas y la Bardán, que incautamente habían creído que se iba a crear en él una s·ección de zarzuela, la titulada Cole­ giala y capitán, con música del citaJdo don José Roge!. En cuanto a provincias, el aumento es ya tal que no es fá­ cil, por falta de tra·bajos especiales, seguirlo en su curso ascen­ dente. Por otra parte, salvo para la historia del personal can­ tante, no ofrece un gran interés: en general, no hacían más que repetir las obras que se ejecutaban en Madrid; y sólo de cuan­ do en cuando algún aficionado ele la localidad escribía un libre­ to a que ponía una música cualquiera el director de orquesta de la compañía. Hay excepciones en Barcelona y Valencia, que re­ gistraremos si tenemos datos suficientes. Durante el verano llevó a la Granja, donde solía ir la corte una sección de la compañía de la Zarzuela con otros agregados, Aguacler, el suegro de Gaztambicle, que repitió las obras más adecuadas a aquel teatro (I). En Barcelona el hecho musical más importante fué el es· treno de una ópera titulada Gualtero Jl!I onsonis, letra del his­ toriador don Juan Cortada y música del maestro ele capilla don :1\ icolás lVIanent. El éxito fué mediano. En Valencia hubo primero en el Liceo una compañía de zar­ zuela que estrenó una en dos actos, titulada Los dos 111aridos. La compañía tenía por partes principales a Juana Samaniego, :María Albini, hija de la famosa soprano del Real, que se estre­ nó como cantante, Josefa Rizo, Joaquín Miró, Alverá, García Parreño, que también se estrenó entonces. Después, en 1857 . ft:eron a reforzar la compañía Obregón y Cortabitarte, como hemos dicho. Empezaron con Marina. Cortabitarte salió por primera vez a escena y pareció bien ; pu.es tenía voz extensa y gusto y sentimiento para cantar. vez con buen éxito en el teatro de Variedades el 20 de diciembre de r8s6. 0 Madrid, López, r857. 4. ; 27 págs. Reparto. Pepita, doña Asunción Scapa.--Santiaguillo, don Federico Bla.s­ co.-Don Pablo, don Antonio Cáceres.-Benito, don Ramón Benedí.-La escena en Villarrobledo, año de rSs ... y en casa ele don Pablo. (r) La compañía veraniega de la Granja, de l\•Lanuel Aguacler, era : r.as tiples: Dolores Fernández y Amalia del Campo; 2.a: Teresa Fernández; característica : Dolores Gómez ; I .os teno1·es: Carlos Marrón y José Poco­ rullo; 2.0: Francisco Matarranz; ot1·os papeles: Tomás Galván (que se creció mucho este año) y Miguel Díez; barítono: Juan Manuel Cáceres; r.er bajo: FRANCISCO ARDERÍUS. r6 corist~s. Pusieron las mejores obras de la Zarzuela de donde procedían estos actores, como partiquinos o coristas. go8 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAKOLA

En Sevilla, los restos ele una compañía ele ópera en que en­ traban la Vianelli, Santés y Azula, tenores; Ni uñoz, barítono, con otros elementos; Capo, Faubel, Escríu, y especialmente Josefa Murillo y la Barrejón, cantaron zarzuela: la Vianelli con mar­ cado acento italiano y la M urillo con mucho éxito, sobresaliendo en el papel del Sargento Federico. Ya sabemos que luego vino a Madrid. En Granada tuvieron en el invierno una buena compañía, ele la que eran primeras partes Angela Moreno, Cristina Corro, Car­ men Prados, Antonia Rojas, N[anuel Soler, buen tenor; No­ gueras AHonseca, tenor cómico que gustaba mucho; Aquiles Di Franco, barítono; Carlos Pellizari y el bajo José Sanz. Pusie­ ron, entre otras y con gran éxito, El Postillón de la Rioja, muy bien cantado por la .Moreno y Soler, que siempre tenían que re­ petir el dúo. En la primavera de r857 vino a este teatro unos cuatro meses, como hemos dicho, Amalia Ramírez. En Valladolid estaba siempre la compañía del maestro don Tomás Genovés, con su mujer Elvira Villó y la hermana ele ésta, Matilcle y Antonia Segura. Hacia el mes ele marzo estrena­ ron dos zarzuelas: una titulada Los JVI osqueteros de la Reina, traducida por don Juan Callejo, y muy aplaudida, y otra Nadie toque a la reina, letra de Cortés y Suaña y música del propio Ge · novés ambas. En esta compañía estaban además el barítono Lam­ bertini, el tenor Grau, Povedano, el bajo Olave,· etc. ·En Cádiz cantaron zarzuela durante la primera temporada Ramona García ele Allú y las tiples Felisa Hernánclez y la Vi­ ganes, con Allú, Marrón, Ferrer, Campoamor y Viclarte. En el verano de r857 fueron allá Aclelaicla Latorre y José González. En Málaga hubo una compañía completa ele zarzuela. Direc­ tores de escena José Sánchez Albarrán y Francisco de. P. Fuen­ tes. Prúnera tiple: Elaclia Aparicio. Otra: Adela Fiorati. Pri­ mera característica: Josefa Ramos. Grac1:osa: Victoria Márquez. Pri1ner tenor: Eugenio Fernánclez. Primer tenor cómico: Emi­ lio Carratalá. Priwter barítono: Francisco ele Paula Fuentes. Priwter bajo: Jaime Fábregas. Gracioso: José S apera. Maestro d·wector de orquesta: don Antonio Rovira. En Zaragoza tuvieron también compañía formal ele zarzuela, con Soledad Morera, la señorita Luján (Carolina), Pedro Gar­ cía, Sáez, Talens, el tenor Nienclizábal, Lozano, etc. Esta com­ pañía estrenó El castillo feudal, letra ele Menénclez, música de Reparaz, que -era el maestro' de la compañía. EC

En Pamplona las hermanas Rosa y Estéfana Corona, el tenor It.urriaga, Plo, bajo, y Salces, tenor. En Murcia y luego en Cartagena, en abril de I857, había una compañía en que estaban: Primera tiple: Carlota Jiménez, mu­ jer del director Molas. Segundas: Manuela Cubas y Josefa Cal­ vo. Primer barítono: Nicolás Molas y director. Tenor cómico: José Córcol·es. Te110r serio: Dionisia lVIarín. Director de orques­ ta: Modesto J ulián. En Bilbao la tiple F rancisca Carbonell, Albalat, Jiménez. E n Ovieclo, una compañía que había anclado por Galicia tra­ bajó en la primavera ele I857· Era empresario Juan Malina. Pri­ mera t?:ple: Adela Davecleille. Otra: ·Concepción Baeza. Dama cómica: Ana García. S egunda: Carmen Pastor. Tenores: Claucli o Gómez y Nicolás Rodríguez. Barítono: Juan Durán. Tenor có• mico : J ulián Quintana. Bajo : Laurean o Aguilón. 24 coristas. En la Habana, en el teatro Villanueva, estaban la Mur, gorda y de poca estatura; la Esteve, que valía poco; Angela IVIoreno, que regresó pronto a España; el tenor V a-l encia, el barítono Folgue­ ras, el bajo Barba, otro tenor Calot y el bajo Segura, que falleció ele fiebre amarilla. En Méjico se había qúeclaclo Carlota Villó. También en el P.erú hubo zarzuela en este mismo año de I856. Llevó a Lima el barítono Hernán Cortés una compañía ele la que eran tiples, seria y cómica, María Domínguez y Carmen Li­ rón; tenores, José Jimeno y Jaime Carminati; barítono, Clemente Ibargüen, y bajo, Vicente Bat,ba. T·enía, adem&s, una sección ele baile en la que eran primeros bailarines :María Llorente y José María Llorente, y segundos María Antonia Luque y su marido Angel Nicoletti. Empezaron con El valle de Andorra; y es de su­ poner que sigui·esen con zarzuelas que se habían estrenado en Madrid ( I). Tal fué el año ele I856 a I857 en cuanto a zarzuelas. Durante él se estrenaron ocho en tres actos ; tres en dos y doce en un ac­ to ; es verdad que el año f ué completo, ele doce meses y hubo más ele un teatro. De las primeras sólo tuvieron éxito durable : El Diablo en el poder, de Camproclón-Barbieri y Los 111 agim·es, ele Olona-Gaztambicle. El hijo del 1'egim.iento se aplaudió por la música y la intervención ele Amalia Ramírez. De las ele dos actos ninguna tuvo éxito franco y de las ele un acto sólo lo oh -

(1) l\{ANUEL MoNCLOA Y (OVARRUBIAS: Diccionario teatral del Per:í. Lima, 1905; 4·"; v. 198 págs., con muchas láminas: obra excelente. 910 BOLETÍN DE LA ACADDIIA ESPAÑOLA tuvieron Juau Lanas, La Colegiala, Las garras del diablo, Santia­ guillo y alguna otra. Se observa algo de cansancio así en los antiguos libr·etistas como en los más acreditados compositores. De los primeros apa­ recen nuevos que prometen mucho, Frontaura y Pérez Escrich y de los segundos Caballero, Mollberg, Velasco, Rog.el y Rru:iz. Ante ·este resultado hay que confesar que se experimenta una como desilusión respecto de lo que se esperaba con la cons­ trucción del nuevo edificio especial para la zarzuela, en que poe­ tas y compositores deberían empeñarse a porfía en producir obras en a!bunclancia y cada vez mejores. Pero hay que tener en cuenta el _gran esfuerzo realizado en los años anteriores, especial­ mente por los maestros músicos. Algo ele descanso era forzoso. En lo que ha habido aumento es en la aparición ele nuevos y excelentes cantantes. La Mora, la Murillo, Obregón, Carbonell, Iruela, Cortabitarte hacen concebir buenas esperanzas para e! porvenir de nuestra escena lírica. APÉNDICE

En las pagmas 64 y siguientes, al hablar del maestro don Sebastián Durón, no hemos dicho todo lo que debíamos por ha­ berse extra viaclo una papeleta que habíamos redactado sobre los apuntes inéditos ele Barbieri y otras fuentes. Debe, pues, incorpo­ rarse a dicho lugar, con lo cual quedará bastante completo lo relativo a dicho maestro. En 6 ele fe brero ele r 715, en Bayona, don Sebastián Durón, sacerdote, natural ele Brihuega, en España, en plena salud, ele pie, hace su testamento en esta forma. Se le enterrará en .el lugar ele Francia, dond e fallezca; pero sus honras fúnebres se harán en Brihuega. Lega a su doméstico Juan ele Peralonso, en usufructo, la mitad ele sus bienes inmuebles que a su muerte pasarán a la Ca­ pilla ele Nuestra Señora ele la Sarce {¿Zarza?) el e Brihuega, que él fundó en la parroquia ele San Juan. Lega a doña Ana Durón, religiosa en el convento el e San J erónimo ele Brihuega, la otra mitad el e sus bienes, en las mi smas condiciones. Lega a su hermano don Diego Durón, residente en Canarias, clérigo, las tabaqueras y cadenas que tiene y aparezcan el día ele su muerte. Testamentarios, don Juan Tomás ele Goyeneche, tesorero ele S. rvi. la Reina viuda, y don Juan Vallén, escudero e inspector general ele la casa ele dicha Reina. En la capilla ele la Zarza el e Brihuega había un retrato ele Durón. Hizo un codicilo en !.0 ele agosto de 1716, en Cambo, casa el e Arismenclia, dejando el usufructo a sus hermanas doña Je-. rónima Durón y doña Baltasara Pascuala, monjas jerónimas ele 60 912 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

Brihuega, y a Pedro Alonso. Entre ·sus bienes figuraba la casa actual del curato, sita frente a la iglesia. En 23 de septiembre ele 1691 había sido nombrado Durón organista ele la Real :Capilla, en la plaza vaca por jubilación de don José Sanz, en el goce el e dos plazas y dos distribuciones y 500 ducados de aumento en las consignaciones de la Real Capi- 11a, con más 6oo reales mensuales y 200 ducados para traer su casa y familia. En 12 ele marzo ele 1700 :seguía en el cargo y cobraba dichos intereses. Fué preso en el Puente ele Viveros y conducido a Bayona con otros eclesiásticos en 23 ele julio ele 1706. Creyó que el Ar­ chiduque entraría en 'Madrid y se acercaron a recibirle él, el Pa­ triarca Benavides, fray Benito Salas, Obispo ele Barcelona y otros muchos que cayeron en manos ele los filipinos, pues el Puente ele Viveros estaba guardado por soldados franceses. En la Biblioteca Nacional ha¡ las siguientes obras ele Durón: Selva encantada de Amor, zarzuela en dos jornadas, compues­ ta a los aFias del Excnw. Cande de Oñate. Después del primer acto hay el baile cantado La tienda de Amor, y después del se­ gundo, para fin de fiesta, otro baile cantado, titulado El órgano, en el cual se indica que el Conde tenía cuatro hijos y que la fiesta se hacía en Carnaval y en su casa. Es obra de mucho carácter es­ pañol, con voces y acompañamiento de bajo continuo, en el cual sólo alguna vez se indica la intervención del violín o ele la vihuela ele arco. En fo lio, alargado; pasta española. Aj;olo y Dafne; zarzuela en dos jornadas con violines, clari­ nes, oboes y bajo continuo. Partitura en folio, alargado. Fiesta que se hizo a sus Magestades. Se intitula Salir el amor al mundo. Del Mt1'0. Sebastián Durón. Está en dos jornadas, con loa. Partitura ele cuatro voces y bajo continuo, que algunas veces tiene violi nes, vihuela ele arco, clarines y timbales. En fo­ li o, alargado; copia ele principios del siglo XVIII. Encuadernada en piel corinto con hierros dorados y broches. "Opera scenica: Deducida de la Guerra de los Gigantes. A cuatro, oon violines y clarines. Escribióse para el Excmo. Sr. Con­ de ele Sal u a Tierra, mi Señor." Copia antigua en folio apaisado. Es una serenata en un acto. (;arzuela Armónica intitulada Las mtevas Armas de A1110r. En dos j ornaclas. Partitura a cuatro voces, con violines; copia ele la época. Se ejecutaba en 171 I. ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LA ZARZUELA 9I3

Mue1'te de amor es la ausencia. Comedia en tres jornadas (con mucha música) para el cumpleaños del Rey. Partitura para canto; con violines, clarines, timbales y bajo. Manuscrito de le­ tra el e Zamora. En el Escorial hay obras ele Durón con las fechas 1702, I724, 0 I/45 y I795· Véase la Sacra Lira, tomo 4. • y la Gaceta ilustrada.

EMILIO CoTARELO .