ADVERTIMENT. Lʼaccés Als Continguts Dʼaquesta Tesi Queda
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
ADVERTIMENT. Lʼaccés als continguts dʼaquesta tesi queda condicionat a lʼacceptació de les condicions dʼús establertes per la següent llicència Creative Commons: http://cat.creativecommons.org/?page_id=184 ADVERTENCIA. El acceso a los contenidos de esta tesis queda condicionado a la aceptación de las condiciones de uso establecidas por la siguiente licencia Creative Commons: http://es.creativecommons.org/blog/licencias/ WARNING. The access to the contents of this doctoral thesis it is limited to the acceptance of the use conditions set by the following Creative Commons license: https://creativecommons.org/licenses/?lang=en Tesis doctoral Curso de Doctorado en Historia Comparada, Política y Social Departamento de Historia Moderna y Contemporánea Universitat Autònoma de Barcelona 2018 LAS RELACIONES ENTRE CATALUÑA Y ESTADO PONTIFICIO EN LA EPOCA LIBERAL Directores de tesis Doctorando Prof. Moliner I Prada, Antoni Bande Simone Prof. Santirso Rodriguez, Manuel Matrícula: 1316219 ÍNDICE GENERAL INTRODUCCIÓN 1 LA CHIESA CATTOLICA E LA RIVOLUZIONE LIBERALE SPAGNOLA 10 Il cattolicesimo di fronte ai conflitti civili 10 La Chiesa di fronte alla Rivoluzione liberale 60 La Decada Moderata ed il Concordato del 1851 91 LO STATO PONTIFICIO ED IL PONTIFICATO DI PIO IX 115 Gli inizi del Risorgimento ed il pontificato di Gregorio XVI 115 Il Liberalismo italiano e l'esperienza cattolica 143 Pio IX il liberale (1846-1848) 152 La Repubblica Romana e la svolta reazionaria del Papa 177 LA SITUACIÓN DE CATALUÑA Y SU IGLESIA 207 El Bienio progresista y la época de la Unión liberal 207 La recepción de las reformas de Pío IX en Cataluña 239 Antonio María Claret. ¿Clérigo cortesano o agente de Roma? 270 CONCLUSIONES 316 BIBLIOGRAFIA 325 FUENTES DE ARCHIVO 363 ÍNDICE DE LAS TABLAS 365 INTRODUCCIÓN Hace años, cuando empezó este recorrido doctoral en la Universidad Autónoma de Barcelona, una de las primeras tareas autoimpuestas fue conocer mejor a nivel académico a la persona que había seguido mas de cerca este proyecto, el profesor Manuel Santirso Rodriguez. En la evolución de esta pauta de conocimiento y reconocimiento fue imposible no pararse ante una frase utilizada como incipit de un ensayo propuesto por el mismo profesor en la revista Hispania Nova en 2002: «en los tiempos – no tan lejanos – en que la Historia gustaba en España, uno de los temas estrella era la revolución burguesa, o el tránsito del feudalismo al capitalismo, para los paleomarxistas; o la revolución liberal, para los postmarxistas». Esta frase dejaba un trasfondo de una perdida de interés por el siglo XIX en la academia española que difícilmente conseguía entender; para un licenciado en Historia Moderna en Italia esto era poco comprensible sobretodo después de las recientes iniciativas – muchas con finalidades políticas – que habían recorrido Italia con ocasión del 150 aniversario de la llamada Unitá (y dentro de poco tendrá lugar el 150 aniversario de la Breccia di Porta Pia). ¿Como podía un país que por historia y por cultura se parece tanto a Italia perder interés por el siglo de las guerra carlistas, del 48 y en general por el siglo en el cual se pusieron las bases del actual Estado moderno? La respuesta a esta pregunta no fue inmediata, sobre todo porque hacía que en 1 las hipótesis redundase una máxima comúnmente atribuida a Alexandre Dumas, según la cual «África empieza mas allá de los Pirineos». La idea de una España ajena al contexto europeo – muy difundida en la Francia y en los Estados italianos del siglo XIX – encajaba con el análisis de España hecho por el eterno Eric J. Hobsbawn en su Revolucionarios, en el cual afirma «La Península Ibérica tiene problemas insolubles, circunstancia común, e incluso normal en el 'Tercer Mundo', aunque extremamente rara en Europa1». Como en el caso italiano, el interés por el estudio del siglo XIX nace ya en el seno mismo del Ochocientos; ya a lo largo del siglo los intelectuales del país se dieron cuenta de que aquella serie de transformaciones políticas y sociales que se moldearon como el liberalismo español durante los años Treinta de la centuria darían a lo largo de mucho tiempo argumentos y voces al debate, tanto cultural cuanto político y social. En este proceso, en parte compatible con el movimiento más generalmente europeo, el primer liberalismo español se nutre de la «adaptación y de la lectura selectiva de los principales pensadores de la Europa ilustrada (Rosseau, Montesquieu, junto a Locke, Adam Smith y otros autores), a la luz de la tradición neoclasica española (Santo Tomas, Suarez, Vitoria, Marina)», como recuerda el profesor Moliner y Prada, explicando esta confluencia como la principal razón de la existencia de este liberalismo anómalo, donde la Iglesia y el sentimiento católico de la política española del Ochocientos siguen teniendo una papel fundamental2. Y entonces, ¿por qué este sentimiento de abandono historiográfico hacia la historia del siglo XIX? Para justificar esta faceta de país retrógrado, hace falta pensar que desde 1836 a 1936 España ha estado sumergida en un inmovilismo histórico y que tuvo dos momentos clave en su propio desarrollo en el siglo XX: la Guerra Civil de 1936-1939 y la transición democrática. El sentimiento nacionalista y conservador en la historiografia española empieza a venirse abajo solamente en los años cincuenta del Novecientos sobre todo gracias a las obras de Vicens Vives, que empieza una nueva “escuela” basada en el concepto de historia social y económica. Esta nueva 1 HOBSBAWM, E. J., Revolucionarios. Ensayos contemporáneos, Ed. Critica, Barcelona 2000, p. 106. 2 MOLINER I PRADA, A., “Liberalismo y democracia en la España del Siglo XIX: las constituciones de 1812 y 1869” en Jerónimo Zurita: cuadernos de Historia, nº 85, Inst. Fernando el Católico, Zaragoza 2010, p. 168. 2 fase de la historiografia es clara hija de la llegada – siempre clandestina – de las primeras influencias marxistas; el nuevo interés por lo social en la historia española llevará en las décadas sucesivas a una verdadera explosión de estudios sobre el tema, que verá su confirmación en la década de la Transición Democrática. Con la caída del régimen dictatorial y por consecuencia con la caída de los limites impuestos por el conservadurismo franquista, los estudios sociales aumentan en número y formas hasta los años ochenta. Sin embargo, la nueva década no conlleva una sustancial mejoría en la historiografia española, ya que la mayoría de los estudios se concentran en las experiencias y historias locales, dando vida a una micro especialización histórica y prevaleciendo en este momento un interés por una historia más inmediata, con el fin de liberar del secreto militar la reciente época franquista. Además, los problemas principales de esta década fueron otros, como la total falta de un paradigma historiográfico, la ausencia de estudios comparativos entre las varias experiencias locales, la falta de jóvenes historiadores capaces de borrar el adoctrinamiento aportado por la larga dictadura y dejar que las historias de carácter más nacional y europeo quedasen en las palabras de los hispanistas extranjeros, sobre todo de escuela anglosajona. Los años noventa representaron el último momento de cambio en el concepto historiográfico español, y si por un lado el rechazo a las políticas conservadoras había desarrollado un increíble interés por los estudios del movimiento obrero y sus ideologías, por el otro el país se estaba abriendo a Europa. Eso obligaba a la historiografia a seguir una pauta similar, a integrar definitivamente la historia económica y comparativa a los estudios españoles y a acompañarlos con estudios de carácter menos nacional y más abiertos a la historia europea y mundial. En los últimos años, los del nuevo siglo, hemos visto cómo la historiografia sigue mutando, ampliándose hacia disciplinas como la sociología y la antropología, acompañándose fijamente a la economía y llegando a proyectos ambiciosos como la historia de género o la historia de las emociones. ¿Como se coloca en este cuadro el trabajo que vamos aquí presentando? Resulta algo complejo encajar un estudio como este en los paradigmas corrientes para el estudio del siglo XIX, puesto que trata de la parte central del siglo, aquella de 3 la “desgraciada existencia”, como definió la profesora Isabel Burdiel, del reinado de Isabel II y sobre todo porque se ocupa de los aspectos políticos de una de las mas herméticas instituciones españolas y mundiales: la Iglesia Católica3. Por un lado, el siglo del asentamiento del liberalismo clásico en España coincide con el reinado de la segunda – y ultima – reina de España, un personaje peculiar tanto a nivel político como personal. Isabel II compartió tiempos con otra reina europea, la reina Victoria de Inglaterra, pero no ha sido así con el ánimo, el interés y las buenas obras historiográficas sobre sus vidas. La última reina de la familia Borbón pasó rápidamente de ser la imagen virginal de la libertad y del cambio, la encarnación del sentimiento de libertad y de una monarquía constitucional y moderna, a ser el cuerpo de la «Eva lasciva e informe» inmortalizada en las láminas de los Borbones en Pelota4. La historiografia española no fue en ningún momento amable ni objetiva con la figura de Isabel II; la reina “de los tristes destinos”, como la definió Perez Galdos, se convirtió en interés de la publicística más por sus pasiones amorosas que por su figura política o por el entorno social que la rodeaba. Un primer interés más político por la reina llegó en los años 70 del pasado siglo, concretamente con las obras de José María Moreno Echevarria y sobre todo con la de Carmen Llorca, dos trabajos en muchos aspectos contrastados, ya que el primero identifica a Isabel II como la biografía de una España en crisis, con una mujer de la que ya no interesa ni la cara, mientras que la segunda nos regala una primera obra más atenta a su tiempo, con la cual la autora empieza a desentrañar las razones de muchos hechos personales y no de la vida de la soberana.