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Boletín de Historia y Geografía N° 7 Y DESPUES DE UNA DICTADURA QUE?.. Claudio Fuentes Saavedra

El 26 de julio de 1931 terminaba uno de los gobiernos más polémicos de nuestra historia. Ibañez dejaba el poder, había caído "la dictadura". Los actores políticos en aquella época pensaron que era un triunfo mas del civilismo, de la constitución y de las leyes; el pueblo salió a celebrar a las calles el inicio de una nueva etapa de reconstrucción nacional que exigió muchos sacrificios. La opinión pública, en general, consideraba que la administración ¡bañista había ocasionado la miseria de la patria, llevándola a la bancarrota en un período de cuatro años y, en este sentido, había que enmendar los errores cometidos por aquel "dictador". Entre los hechos que rodearon la caída de Ibañez, el déficit fiscal fue el eje central que motivó la crisis de su gobierno. Al 18 de julio de 1931, el déficit se estimaba en 39 millones de pesos, por otro lado, las cajas fiscales tenían compromisos por 90 millones de pesos y sólo se disponía de 5 millones. Los opositores al gobierno no tardaron en responsabilizar directamente al Presidente de la penuria económica en que se encontraba el fisco, y aprovecharon esta coyuntura para exigir su participación dentro de la gestión del gobierno. Se trataba de una coalición de derecha constituida por los partidos Conservador, Liberal y con la presencia del Partido Radical. Ibañez tuvo que aceptar la participación de estos partidos políticos en su gobierno. El 13 de julio juró un nuevo gabinete ministerial y en el participaron, entre otros, Pedro Blanquier en la cartera de Hacienda y en la de interior Blanquier, principal actor en las negociaciones con el Presidente exigió: libertad en el nombramiento de ministros, restablecimiento de las libertades públicas y reducción de los gastos a las cifras que el gabinete estimase conveniente. El mismo día de su nombramiento, el Ministro del Interior anunció que quedaban autorizados a volver al país todos los deportados de la nación. Estas medidas eran una demostración en contra del poder de Ibañez. Según el ministro Blanquier la única solución para salvar la crisis era la reducción del aparato estatal, de modo que, a través de la reducción de personal, baja de sueldos y con un incremento en las obras públicas, se absorviera la cesantía y el Fisco disminuyera el déficit que presentaba Ibañez no aceptó las medidas que se intentaron implementar, por lo que este gabinete de "salvación" decidió renunciar ocho días después de haber asumido. Dispuesto a no ceder ante la oposición, Ibañez reemplazó nuevamente su gabinete, pero dos días después sus ministros volvían a renunciar. Finalmente, el 24 de julio nombró el gabinete que lo acompañaría hasta su renuncia, el día 26. La revolución de julio no fue sangrienta, más que nada tuvo víctimas simbólicas como el estudiante Jaime Pinto Riesco o el profesor de historia Alberto Zañartu. Si bien las clases populares participaron del derrocamiento de la dictadura, la paralización la encabezaron los profesionales del Colegio de Abogados, el de Arquitecto, el cuerpo médico, los empleados bancarios y los estudiantes universitarios. El presidente del Senado entregó el mando a Juan Esteban Montero, como vi-ce Presidente, hasta que se certificaran las elecciones presidenciales Montero representaba, en esos momentos, lo que los sectores de derecha buscaban, un hombre honesto y de una gran estima social. Pero Montero debió enfrentar muchos obstáculos, debió enfrentar la presión pública que reclamaba un juicio a la dictadura, la eliminación de la COSACH y las elecciones libres de un nuevo Congreso. Por último, debió mantener un perfecto equilibrio con las Fuerzas Armadas, que hasta el momento habían respetado el cambio de gobierno. Juan Esteban Moniero llamó a Pedro Blanquier a integrar su gabinete, en el cual éste reiteró su posición respecto a la Hacienda Pública: se debía equilibrar el presupuesto, hacer el máximo de eco- nomías en los gastos públicos y mantener la moneda fija. Para efectuar este programa le fueron conferidas atribuciones especiales por el Congreso, con las cuales Suprimió el departamento de Minas y Petróleo y la Dirección General de Pesca y Caza dependientes del Ministerio de Fomento, asimismo, restringió apreciablemente las dotaciones de la Contraloría General, de la Dirección de Obras Públicas, del Departamento de Tierras y de todos aquellos servicios creados por leyes especiales en tiempos de Ibañez. Estas-medidas se aplicaron entre agosto y septiembre de 1931. Entre 1929 y 1931 la situación económica del país estaba en franco regreso. Las importaciones y las exportaciones disminuyeron de 2.293 millones de pesos a 824 millones, en tanto que las importaciones lo hicieron de 1.617 millones a 706 millones. En 1932 las cifras se redujeron aún más. El déficit que se había generado se tendió a saldar en un comienzo recurriendo alas reservas de oro del Banco Central, de modo que se contrajeron los medios de pago disponibles desde 1.106 millones en 1929 a 641 millones en 1931. Las consecuencias se podían prever: descenso de los precios, declinación de la actividad productiva y aumento de la cesantía. Una de las medidas más discutidas fue la ley de rebaja de sueldos entre un 12% y un 30%, que empezó a regir a contar del 1 de septiembre de 1931. Aquella ley ocasionó que los sectores medios y ba- jos protestaran por las medidas implementadas por la autoridad. Los opositores estaban representados por la Federación Obrera de (FOCH), liderada por el Partido Comunista, y por , apoyado por una fracción importante del Partido Demócrata. Alessandri tenía esperanzas de que surgiera un candidato de consenso para las próximas elecciones que se avecinaban y fue así como mantuvo una oposición más de palabra que de acción. El 24 de agosto se verificó el primer acto masivo en contra del gobierno, en Concepción, Lota, Valparaíso y hubo una paralización parcial de las actividades industriales y comerciales, se exigió la anulación del pago de la deuda externa, la mantención de los sueldos a los empleados públicos, el no pago de los arriendos, expropiación de las salitreras y la confiscación de los bienes de quienes participaron con la dictadura. El 1Q de septiembre, día de la promulgación de la Ley de rebaja de sueldos, se inició la sublevación de la Armada, enca bezada por un grupo de suboficiales que tomó priosioneros a la oficialidad en los puertos de Coquimbo y Talcahuano. Más de 800 marineros pidieron la derogación de la Ley de rebaja de sueldos que también les había afectado a ellos. Los hechos que rodearon este motín son de mucha importancia porque reflejan el espíritu y la decisión del gobierno de sacar adelante el programa económico antes descrito. En la declaración hecha por los marinos se esbozaban los motivos y los objetivos que los alentaron a permanecer amotinados por espacio de siete días: "Las tripulaciones se levantan no ante sus jefes, a los que respetan; no ante la disciplina, que la mantendrá ferreamente; no ante el país que deben confiar en ella, sino ante la incapacidad de la hora y ante el apasionamiento político y fraticida próximo a desbordarse". Los marinos consideraron que los gobernantes para solucionar la situación económica: "Sólo han recurrido a la misma política de sus antecesores, con una falta de iniciativa y comprensión". ¿Fue un motín con cariz político?... la petición de que no se les aplicara la ley de rebaja de sueldos estaba libre de cualquier interpretación o tendencia política, sin embargo los sectores de izquierda no tardaron en vincularse al motín y fue así como el Estado Mayor de aquella sublevación, al no encontrar una respuesta en el gobierno, decidió aceptar el apoyo de la FOCH, concluyendo que cualquier arreglo pasaba por "un cambio en el régimen social". El gobierno, por su parte, no estaba dispuesto a aceptar los requerimientos de las tripulaciones y el 5 de septiembre se inició una ofensiva armada contra las sublevaciones, partiendo por reprimir con los ejércitos de Valparaíso y Talcahuano y culminando con un ataque a cargo de la aviación y del ejército en la ciudad de Coquimbo. Luego de un bombardeo a cuatro unidades navales, la rendición se dió rápidamente con la muerte de 25 personas y la encarcelación de más de 1.000. El motín afectó directamente la institucionalidad del régimen: el día 4 se decretaba el Estado de Sitio en todo el país y lo que fue aun más alarmante fue la renuncia del gabinete ministerial. Blanquier reconoció que su polftica económica había sido el detonante de la sublevación. Pero si ésta fue un hecho importante, no fue un obstáculo para distraer la atención de los políticos por las próximas elecciones presidenciales. Montero era el candidato de la derecha y al ser proclamado (un 15 de agosto), entregó la vice presidencia al Ministro del Interior, . Alessandri hasta los últimos momentos pensó en la unidad para superar los difíciles momentos por los cuales atravesaba el país, pero la realidad política no le permitió aquella ilusión y fue él quien representó en las elecciones de octubre a los sectores mesocráticos. En el recuento electoral la izquierda tuvo escasa participación, pues aun no era una fuerza politica de embergadura. El 4 de octubre Juan Esteban Montero triunfaba en las elecciones, el 15 de noviembre reasumió como vice Presidente y el 5 de diciembre le impusieron la banda presidencial. Alessandri pensaba que dicha elección se hizo con exclusión de los partidos populares y que solo la unidad hubiera sido un medio eficaz para salvar la crisis, dicha unidad no se concretó y las consecuencias sociales se hicieron evi- dentes. El gobierno de Montero tenía que resolver dos problemas fundamentales: la petición de disolver el Congreso que se estableció en tiempos de Ibañez (el Congreso Termal), y la crisis fmanciera. Dentro del segundo problema, debía resolver el destino de la COSACH. El nuevo Presidente de la República se creía sin facultades para disolver el Congreso nombrado en tiempos de Ibañez, y la opinión pública intensificó las protestas para pedir elecciones libres del Congreso. El 9 y 10 de diciembre se realizaron fuertes manifestaciones dejando un saldo de 9 muertos y53 heridos. Eran días de mucha violencia y que tenían como telón de fondo una crisis económica que no se solucionaría en un corto plazo. La Compañía Salitrera de Chile (COSACH) fue también obra del gobierno anterior y para 1931 los beneficios de aquella compañía se repartían sólo entre los accionistas norteamericanos. Montero se limitó a discutir su posible disolución y esto hizo que la opinión pública lo catalogara como una persona que se refugiaba en las leyes, un hombre poco enérgico, un Presidente sin iniciativa. La imagen que proyectaba es una cosa, otra muy distinta es lo que necesitaba el país. Lo que si es cierto es que el gobierno de Montero no fue innovador en materia económica y social, intentó sofocar los focos de violencia, intentó reducir el gasto fiscal y todo esto produjo disconformidad social. El real problema estaba allí, Cómo dar bienestar social y salvar un Estado que estaba prácticamente quebrado? En noviembre del año 1931 se promulgó un proyecto de ley que intentaba castigar a quienes promovieran la subversión. Se trataba de la Ley de Seguridad Interior del Estado, presentada por el ga- binete ante el Senado y en donde se sancionaba a quienes alteraran el orden público o la incitaran a las Fuerzas Armadas a rebelarse en contra de la institucionalidad democrática. Paradógicamente, la presentación de aquella ley coincidió con el aumento de los conflictos sociales en el país. El día 6 de noviembre la FOCH llamó a paralizar las actividades industriales y comerciales en el país. El 16 del mismo mes la Universidad de Chile inició una huelga en donde se solicitaba la participación del estudiantado en la elaboración de los estatutos. Dos días más tarde el Rector de esa casa de estudios renunció, aceptando de hecho, las propuestas del estudiantado. A principios de diciembre se ini-ciaron protestas para pedir un Congreso libremente elegido y más tarde se produjo la "matanza de navidad" en Copiapó y Vallenar, donde se encontraron más de 32 víctimas en un oscuro pasaje de la Historia de Chile. La situación de Montero al fmalizar el año estaba demasiado mermada por los conflictos sociales que rodeaban al país, y durante el verano de 1932 surgieron intentos de conspiración en contra el gobierno. Circulaban los nombres de Arturo Alessandri, , Carlos Dávila, Gral. Ambrosio Viaux, etc. En materia económica la situación seguía empeorando, así la deuda externa había ascendido sobre los cuatro millones setecientos mil pesos, el déficit del fisco pasó de 85 a 126 millones de pesos. El nuevo Ministro de Hacienda aseveraba que se debía tener fe en que las horas de crisis pasarían y que con orden el país reaccionaría. El período resulta apasionante dado la magnitud de los hechos y las perspectivas que cobran los diferentes intereses políticos. Del análisis general de los hechos podemos decir que estamos en pre- sencia del intento de la derecha tradicional por hegemonizar el poder, no aceptando que otras sectores -11amense centro o izquierda- tuvieran una participación en el gobierno. El llamado hecho por Alessandri resultó cierto, al no existir un hombre de consenso se agudizaron los conflictos sociales y políticos. Tampoco se solucionó el problema económico. La herencia dejada por lbañez era un Estado en bancarrota, pero sin duda no podemos responsabilizar solamente a la administración lbañista ya que había además, una crisis internacional que afectó directamente la economía nacional. Fueron días de conflictos sociales, de penuria económica, de división política... ¿Se estaba produciendo un cambio social de magnitud? El hecho es que la elite gobernante aplicó políticas que, además de no ser no vedosas, no surtieron efectos concretos. Cuando existieron focos de oposición al gobierno o a la aplicación de las medidas económicas, se reprimió con la fuerza pública, sin dar la posibilidad de discutir medidas más o menos consensuales. Por último, la caída de lbañez significó el fin de un período autoritario y fuera de la ley, pero el advenimiento del sistema democrático tradicional no resolvió, en el corto plazo, los problemas que afectaban al país. Si bien, los conflictos sociales siguieron tan vigentes como antes, se comenzaron a buscar soluciones, las cuales llegarían en 1933 con el ordenamiento institucional y político que alzó a Arturo Alessandri como Presidente de la nación.