Nuevo Andar Palentino
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NUEVO ANDAR PALENTINO En los libros de Juan José Cuadros hay mucho de via- Juan José Cuadros Pérez je y no menos de naturaleza y terruño. De lo primero, porque es en movimiento que va ejercitando su sen- tir literario, en esos paseares que lo llevan de pueblo en pueblo, de paisanaje en paisanaje, con espíritu descubridor y ganas de un poco de plática saluda- ble. De lo segundo, porque fue por aquellos montes y vericuetos aldeanos que hizo su trabajo de topógra- fo de campo, allá mientras ponderaba la verdad del mundo a través de sus requiebros y desniveles, y de qué otra forma va uno a mirar el horizonte después de ello. Y también, porque esa mirada lírica con la que compone sus páginas opera de igual modo so- bre las costumbres de la concurrencia, el regusto de un trago compartido, el perfil de una colina o el crujir de unas hojas secas. NUEVO ANDAR PALENTINO Juan José Cuadros Pérez 1ª Edición digital NUEVO ANDAR PALENTINO Editado en abril de 2020 Catálogo de publicaciones de la Administración General del Estado https://cpage.mpr.gob.es Autor: © Juan José Cuadros Pérez 2020 Edita © de esta edición, Centro Nacional de Información Geográfica (CNIG), 2020 Dirección General del Instituto Geográfico Nacional (IGN) Fotografía de portada: https://unsplash.com/@jadlimcaco Diseño y maquetación: Servicio de Edición y Trazado (IGN) (Subdirección General de Geodesia y Cartografía). NIPO digital: 798-20-040-0 DOI: 10.7419/162.12.2020 Los derechos de la edición digital son del editor. La difusión electrónica masiva debe hacerse a través de un enlace al apartado correspondiente de la página web oficial. CNIG: Calle General Ibañez de Ibero, 3 28003 - Madrid (España) cnig.es [email protected] Para Maruja y Almudena Porque siempre es más dulce el camino que la posada. Miguel de Cervantes Nota del editor: Esta obra, editada ahora de manera pós- tuma, no es un libro de viajes al uso y no corresponde a ningún viaje en concreto. El autor escribió en los años 80, proba- blemente entre 1985 y 1987, este texto de «realismo poetizado» basado en su ex- periencia y en todos sus viajes, estancias y vivencias por tierras palentinas. ÍNDICE Prólogo ........................................................................................................................................... 7 Justificación Innecesaria ............................................................................................................... 9 Donde se habla de rumbos y de climas ................................................................................... 11 Se estaba bien en Sahagún ......................................................................................................... 17 Llueve en Cisneros de Campos ................................................................................................. 27 En Paredes de Nava, aparece Don Martín .............................................................................. 41 A Grijota, empapado y medio muerto ..................................................................................... 55 En Palencia ................................................................................................................................... 71 Hasta Amusco, a pie enjuto ....................................................................................................... 85 De matanza en Támara .............................................................................................................. 99 De boda en Frómista ............................................................................................................... 113 Se duerme en Carrión de los Condes ................................................................................... 127 Donde aparece el cardiólogo de la barba ............................................................................. 141 Aquí se acaba el andar ............................................................................................................. 161 PRÓLOGO La literatura de viajes es un género peligroso: se presta con demasiada facilidad a la exageración y el lirismo fatuo. En un tiempo en el que resulta sencillo llegar a la mayoría de rincones y lo cercano hace mal destino, parece que solo tuvieran hoy interés las singladuras azarosas y las peripecias que acontecen en el otro extremo del mundo. Y si al escritor su periplo se le queda corto en estos términos, siempre puede remendar el relato con algo de pompa o impostura. Tampoco es sencillo escribir sobre el campo y la naturaleza sin caer en vicios simi- lares. La literatura de bosque y rural vino siempre aquejada de esa idealización épica de lo salvaje y lo atávico, y sus escritores han pecado las más de las veces de un mis- ticismo o una trascendencia demasiado engoladas. Libros que gustan al naturalista de salón, al capitalino que se pretende labriego sin gastarse las manos, al viajero de sofá que quiere recorrer mundo sin lidiar con incomodidades, pero que olvidan que en la realidad del campo las más de las veces no existen grandes conquistas. En los libros de Juan José Cuadros hay mucho de viaje y no menos de naturaleza y terruño. De lo primero, porque es en movimiento que va ejercitando su sentir literario, en esos paseares que lo llevan de pueblo en pueblo, de paisanaje en pai- sanaje, con espíritu descubridor y ganas de un poco de plática saludable. De lo se- gundo, porque fue por aquellos montes y vericuetos aldeanos que hizo su trabajo de topógrafo de campo, allá mientras ponderaba la verdad del mundo a través de sus requiebros y desniveles, y de qué otra forma va uno a mirar el horizonte des- pués de ello. Y también, porque esa mirada lírica con la que compone sus páginas opera de igual modo sobre las costumbres de la concurrencia, el regusto de un trago compartido, el perfil de una colina o el crujir de unas hojas secas. – 7 – Pero no es Juan José Cuadros un viajero explorador ni un cantor de lo salvaje como aquellos que imperan en esas coordenadas de lo literario. Lo suyo es el vagabundeo sin aspiraciones y la escritura de lo menudo, el naturalismo de fronda rala y llanura, ser tan solo un amante de los exteriores rústicos pero alejado de los excesos. Teniendo la honestidad de su literatura, qué necesidad hay de más relumbre. Como poeta que fue, Cuadros sabía bien que es el ritmo quien apuntala y susten- ta la poesía. Y es así, a base de ritmo, con el pulso exquisito de su prosa, como transmite mejor que nadie las verdades también rítmicas del viaje, el campo y sus gentes. Sin recurrir a estridencias ni invocar el tropo ya gastado de la naturaleza o la campiña redentora, o aquel otro del viaje como experiencia transformadora. Al igual que esos otros libros de nomadeos y frondosidades más grandilocuentes, los de Juan José Cuadros sirven también a las causas de la literatura y el paisaje, a las del arte y la libertad, pero, sobre todo, a las de la sinceridad y la cercanía. De los rincones andaluces que dejó escritos en sus «Andanza sevillana» y «Viaje a la Sierra de Segura», ya publicados, viajamos ahora en este «Nuevo andar palen- tino» a las verdades recias de Castilla, territorio tal vez distinto pero consignado aquí de igual manera, con idéntica poesía y la misma sensibilidad que entonces para con todo aquello que el viajero encuentra. Y con ese regusto a proximidad y cotidiano que hace de estos libros una literatura mayúscula. Los amantes del campo y los viajes deberíamos aplicar en esta clase de literatura los mismos principios que al llenar la cesta de la compra: consumir producto local, de la tierra, y solo de cuando en cuando darnos el capricho de un sabor desacos- tumbrado que venga de lejos. Deleitarnos a veces con el silencio de un bosque remoto o la aventura de alguien en mitad de un confín distante, pero preferir lo que sucede en los lugares que podemos pasear nosotros mismos a la vuelta de la esquina, y descubrir al hacerlo que la vida no necesita más teatro. Para ello, pocos libros ha de haber mejores que este que aquí comienza. VÍCTOR OLAYA Escritor y desarrollador SIG – 8 – JUSTIFICACIÓN INNECESARIA «Esto escribió vuestro poeta para que no le olvidéis». Palabra más o menos, así lo puso, al final de una de sus últimas comedias, el viejo y encenizado Lope y, para- fraseándole, se podría decir que esto lo escribió un caminante para no olvidarse de lo que anduvo y vivió. En menos de veinte años, Castilla pasó del arado de vertedera al cultivo por satéli- te artificial, del almanaque zaragozano a las máquinas computadoras que pronos- tican el clima y, en el paso, lenguas y costumbres, maneras de sentir y formas de pensar se han ido perdiendo, hasta tal punto que sólo en la cabeza de las personas se guarda la memoria de las cosas que, para bien o para mal, venían rigiendo desde las comedias del siglo XVI. Con la esperanza —que es lo último que se pierde— de que el olvido no ayerme lo que se fije con la palabra escrita, se cuenta lo que se cuenta aquí. ¡Ojalá que quede bien contado! – 9 – DONDE SE HABLA DE RUMBOS Y DE CLIMAS Algunas tardes, los tres amigos se juntan para tomar una copichuela. Dos de los tres son médicos; el otro, de medicina, sólo sabe que el vino tinto es bueno cuando se tiene la tripa suelta y el blanco, para todo lo contrario. Como andar de correntillas es más molesto que lo otro, cuando bebe, bebe tinto que, según ha oído decir, tiene mucho tanino. De los médicos, el que se dejó la barba prefiere la cerveza; el que se afeita como un torero, en eso del beber, alterna. Uno es del norte, otro del sur y otro del centro y, cuando se pelean, acostum-