Alonso Quijano, Un Quijote "Vestido De Cuerdo Y Desnudo De Loco"0 Eunhee Kwon Univ
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Alonso Quijano, un Quijote "vestido de cuerdo y desnudo de loco"0 Eunhee Kwon Univ. Femenina Duksung00 I. Introducción Don Quijote no es Don Quijote desde el principio. Hay un antes y después, que es lo que le da pleno sentido a nuestro personaje y a lo que se ha venido considerando su locura. El trabajo consistirá en revisar cómo ese Alonso Quijada, Quesada o Quejana, hidalgo rural y sin siquiera un nombre definido sale del anonimato vistiéndose de caballero y de loco para ser ese don Quijote que transforma la realidad acorde a su propósito de ser "el mejor y más valiente de los caballeros andantes"(I,25), pero para volver a ser ese Alonso Quijano, definido y sabedor, que desviste al caballero "enemigo [ya] de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterna de su linaje"(II,74), una vez ya ducho en la materia y asimilado en su propia persona, lo que a él arrepentido o no, le ha legado un Quijote que lo sacó de ese mundo primero de hidalgo pobre y sin fronteras, para a través de la mirada y el conocimiento, poderlo conducir a ese reencuentro consigo mismo, al desnudo o sabiduría de un cuerpo y alma ejercitados por los azares de la vida y por los desengaños que su vestido de loco, llamado Don Quijote, le proporcionan a lo largo de ésta, su gran aventura del conocimento. Partiremos de la premisa de Vicente Gaos de que la locura del Quijote es un acto voluntario1, un salvoconducto para poder dar rienda suelta a los propósitos de Alonso Quijano, un cuerdo que decide volverse loco, llamarse don Quijote y ser caballero andante para poder inventarse a sí mismo, a Rocinante e incluso a Dulcinea, y enamorarse de ella porque ésa es la única forma también de poder transmutar las ventas en castillos, las rameras en damas o los molinos en gigantes, y transformar así no solo el mundo sino, y sobre todo, autorrealizarse personalmente, que es ahora y siempre, la esencia misma de la vida humana y nuestro propio imperativo. ACTAS IX - ASOCIACIÓN CERVANTISTAS. Eunhee KWON. Alonso Quijano, un Quijote "ves... II. Alonso Quijana, Quesada o Quejana Cervantes nos ha hecho creer a lo largo de estos cuatrocientos años que Don Quijote es el producto de un tal Alonso, empedernido lector, que "se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera, que vino a perder el juicio"(I,l), pero esta exaltación de ánimo y este despliegue de aventuras que "rematado su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo"(I,l) no parecen deberse únicamente a su afición a la lectura, como ya se ha venido demostrando durante estos últimos cuatro decenios, sino a un malestar del propio personaje que decide mudar de persona y prueba hacerlo disfrazándose, pero no sólo de cuerpo sino, y sobre todo, de alma. Teniendo en cuenta que "lo humano es el efecto del mestizaje de sustancias tan heterogéneas como la materialidad del cuerpo, la imagen del cuerpo y el verbo incorporado"2, el malestar que puede hallar un sujeto en la manera de habitar su cuerpo puede muchas veces resolverse a través de un nuevo velo humanizador, como es el vestido, y una nueva forma de vida; aunque en el caso de nuestro aún inconsistente hidalgo, "de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza"(I,l), al decidir cambiar a sus cincuenta años de vestido y al empezar a estructurarse dependiendo de la mirada del otro, lo hace en detrimento de su persona, aunque no de la ficción. La lectura fue su primera huida. "Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aún la administración de su hacienda, y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos"(I,l); y la segunda, que tiene más de alma que de cuerpo, lo hace a través del verbo, acción y acto, pues decide "para el aumento de su honra como para el servicio de su república hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama"(I,l). Es, a partir de entonces, cuando uno se hace otro y empieza el desdoblamiento real y paulatino del personaje. Cide Hamete Benengeli, historiador y traductor moro que pone en castellano el original árabe, y Cervantes, que aparece como segundo autor, comienzan presentándonos a un Alonso de cuyo sobrenombre siquiera parece haber conjeturas verosímiles3, pero, al transmutarlo en su otro "yo", le da una envergadura ACTAS IX - ASOCIACIÓN CERVANTISTAS. Eunhee KWON. Alonso Quijano, un Quijote "ves... tal que Rubén Darío y Unamuno hasta le otorgan el título de santidad. Este personaje dentro del personaje es el que se autonombra Don Quijote y, aunque parte del anonimato de un simple hidalgo manchego, es, como personaje de un Cervantes que juega con nuevas concepciones de los límites, un "legado del viaje del hombre, de la inconsciencia a la conciencia de sí; de la vida pasiva a la vida reflexiva, activa, y a la vida trascendente (de la posteridad religiosa, literaria, novelesca); de la vida concreta a la realidad inconsciente, novelesca y mítica; de la unidad de visión a la multiplicidad de interpretaciones (lecturas) del hombre"4 Lo importante es que nace de un hidalgo, que ha sido él el que lo ha creado y el que le está dando un sentido a ese nuevo vestido con el que se dispone a vivir, porque este tal señor Alonso Quejana, harto de seguir viviendo por nada, de seguir leyendo para sólo conversar con el cura y el barbero, sabe que es la única forma de él poder ser lo que quiere ser, y no sólo eso, sino de ser todo lo que quiere ser. "Y sé que puedo ser no solo los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron, se aventajarán las mías"(I,5). Es cuerpo y materia de lo que ha de ser, una potencia en cierne de ese otro héroe y caballero que comparte con Quevedo aquello de que "Es mejor vida morir que vivir muerto". Y es que el descubrimiento del nuevo mundo o la revolución copernicana y su teoría heliocéntrica han movido muchas piezas en pro de esa relatividad y multiplicidad, y, por tanto, en busca de una verdad que se presenta de formas más extravagantes, más desarraigadas y más amenazadoras del orden establecido, como lo es Don Quijote, que acaba de salir, por voluntad de su otro "yo", de los entornos planos de un hidalgo para crear y adaptar lo creado a su pensamiento y a sus propósitos, y vivir, libre del tiempo y el espacio, en consonancia con la nueva forma de vida que se planea para sí mismo, un mundo de valores al que sólo se puede acceder desnudando el mundo de los sentidos y de las cosas. Américo Castro, Vicente Gaos, Arturo Serrano Plaja o Gonzalo Torrente Ballester son algunos de esos nombres que han visto en la locura de nuestro personaje, un "recurso técnico, un motivo funcional y estructurante de la novela"6 o vehículo, como diría Américo Castro, para cierta idea del vivir humano según Cervantes lo entendía, y que, según Francisco Garrote Pérez, es la voluntad y ese preconizar que "el hombre, bajo la acción de Dios y de la naturaleza, su mayordomo, no sea sólo aquello que cree debe ser, no se quede en el convencimiento de lo que debe ser en la vida con relación a su fin último, sino que debe dar el paso de querer ser de verdad aquello que ha planeado en su entendimiento."7 Sin embargo y a pesar de todo, la psiquiatría moderna sigue hablando de esquizofrenia, de paranoia y, recientemente, hasta de un trastorno bipolar, y, por tanto, de un acto inconsciente, como dijo Francisco Alonso-Fernández, presidente de la Asociación ACTAS IX - ASOCIACIÓN CERVANTISTAS. Eunhee KWON. Alonso Quijano, un Quijote "ves... Europea de Psiquiatría Social, que tumbó en su diván de consulta, el pasado 18 de octubre de 2004, al mismísimo Alonso Quijano e hizo el siguiente diagnóstico, que su afición a los libros de caballería no es, ni mucho menos, la causa, sino "el primer síntoma de un delirio de autometamorfosis, un delirio de transformación de sí mismo y adopción de una nueva identidad"8 Se trata, como ya lo apuntó Gaos, de un error bastante frecuente que consiste en confundir realidad y ficción, y es que la envergadura de nuestros personajes es tal que con frecuencia olvidamos que lo que ellos quisieron ser fue simplemente personajes literarios. Don Quijote "quiere ser protagonista de un libro y piensa en el futuro historiador que ha de escribirlo"9, como ya ocurre en la segunda parte del libro, y Alonso, que lo que pretende es conocerse a sí mismo, principio universal del Humanismo, permite al primero vestirse de loco para escapar de esa realidad de la época y para, una vez en la realidad creada por Don Quijote, poder desvestirlo y en su desnudez encontrar eso que aconseja a Sancho antes de comenzar éste el gobierno de la ínsula, y, por supuesto, a él mismo: "has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a tí mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse.