EL ARTE DEL HIERRO EN LA CATEDRAL DE PALENCIA

Por Amelia GALLEGO DE MIGUEL

Cuando llevábamos a cabo, por primera vez, una detenida lectura del Catálogo Monumental de la Provincia de Palencia^ nos sorprendía cada día el elevado número de edificios religiosos y su riquísimo exorno, así como los importantes sucesos que en torno a los mismos se habían ido entretejiendo en estas tierras palentinas en el discurrir de la historia castellano-leonésa, y todo ello nos hacía dudar de si, pese a los importantes estudios publicados, el papel religioso, político, cultural, jurídico y artístico jugado por esta provincia había sido suficientemente valorado en el contexto histórico nacional. Comenzábamos entonces el estudio de una faceta de su Arte, el del hierro forjado, ciertamente desconocida y, como resultado del mismo, estamos a punto de finalizar un estudio monográficoz. Casi como anticipo, como una primicia del mismo, será esta Comunicación a un Congreso que, sin duda, desvelará en toda su importancia tantos y tan ricos aspectos de esta provincia, a la que como a su hermosa catedral, podríamos calificar de desconocida, al menos en la profundidad y con el fundamento en que debiera serlo. No podemos ocultar cuántas veces nos hemos sentido defraudados a través de la elaboración del mencionado estudio, por la desaparición de tantas y tantas obras como deberían haberse conservado; pero, desafortunadamente, es ésta una lamentación que venimos haciendo siempre que abordamos el estudio del Arte de la forja en una de las provincias españolas. La remodelación de las a la que se ha sometido a nuestras catedrales, las reformas drásticas de algunas de nuestras iglesias, la nefasta costumbre de dar al herrero el hierro de la reja vieja, con una finalidad de ahorro o con el pretexto de que aquél es más fácil de trabajar, la humedad, la '

^ NAVARRO GARCÍA, R.: Catálogo monumental de la provincia de Palencia. Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos. 4 fascículos. Edit. Excma. Diputación Provincial de Palencia. Imprenta Provincial, Palencia, 193a1946. ^ Rejería castellana. Palencia. En preparación.

^^ 161 incuria, el abandono, la ignorancia, la desaprensión de algún anticuario, constituyen un catálogo de motivos para que sólo se conserve en Palencia una pequeña parte de uno de los aspectos más interesantes, ricos y castizos de la historia del Arte español. Pese a ello, esta provincia conserva, bien es verdad que casi milagrosa- mente, piezas que resultan ser capitales en la historia del Arte del Hierro español. Las alguazas románicas que adornan las puertas de las iglesias -bellísima muestra de un arte popular que hay que tratar de conservar- sitúan esta provincia en lugar destacado entre todas las castellanas. Las rejillas que defenderían el paso de las aves a su interior se han perdido en su mayoría, y de las rejas que protegieran los objetos valiosos de sus capillas queda, come pieza excepcional, la que cierra una de las puertas de la antigua Capilla mayor de su catedral. Toda la valoración que de esta pieza se hace en nuestro estudio no es excesiva dada su significación dentro del período Románico de los hierros en España. No son frecuentes las muestras en Castilla de reja gótica. Puede decirse que las bellas rejas catalanas y aragonesas -barrotes verticales rematados en hojas de lirio, tan identificadas con los vanos alargados de las capillas góticas- no tienen correspondencia en Castilla, debido en gran parte a la pervivencia del Románico, igual que sucede en Arquitectura. Cuando finalizan las formas románicas, priva aquí generalmente el utilitarismo, de manera que la reja no tiene otra finalidad que la de ser cierre y guardadora. Pero ello no es suficiente para justificar en nuestra provincia tal vacío. Dada la influencia cultural de las Ordenes religiosas franciscanas y dominicas, de la que son testimonio las iglesias de San Francisco y Santo Domingo, así como la personalidad de los obispos palentinos, no se puede descartar la existencia en aquellos edificios, así como en la misma catedral, de rejas de estructura gótica, que se han perdido en sucesivas reformas y destrucciones. Es lo cierto que al igual que sucede en hay que llegar a los finales del siglo Xv en Palencia para encontrar piezas que puedan enlazar, por su importancia, con las rejas románicas. Venimos diciendo en nuestros anteriores estudios sobre el tema que la historia de la Rejería viene siendo paralela a la de la Arquitectura, si bien discurre un tanto rezagada de ésta. Si tenemos en çuenta que el Renacimiento en Palencia es tardío y que persisten durante mucho tiempo los modelos góticos, ello explicará la existencia de rejeros rezagados y modelos, formas y técnicas absolutamente goticistas en el primer tercio del siglo Xvl, cuando en el resto de la Península ha estallado ya el Plateresco en los modelos que se realizan en los talleres de Juan Francés y fray Francisco de , los que invaden con sus obras iglesias y catedrales desde Santiago de Compostela a Coria, desde Burgos a Sevilla. El Arte en Palencia está inspirado, dentro de la catedral, casi exclusiva- mente por los obispos ^s extraordinario el prestigio de que goza la sede palentina- y, en menor medida, por los dignatarios que compran capillas, que se comprometen a adornar y proteger con bellas rejas. Sus coronamientos son lugar idóneo para colocar sus insignias que pregonarán, ya desde la puerta, su importancia a la vez que su generosidad.

162 Nuestra referencia a aquella ciudad ha anticipado ya la idea de que la rejería palentina está estrechamente vinculada a la burgalesa durante el primer tercio del xvl, siéndolo, a partir de entonces, a la vallisoletana. Es lo cierto que desde finales del Xv y durante el Xv1 existen estrechas relaciones entre los rejeros palentinos y los burgaleses y vallisoletanos, y que estos últimos se avecinan temporalmente en Palencia para ejercer su oficio accediendo a las usuales exigencias de los cabildos que les obligan a hacer el trabajo en la misma ciudad. Para ello se les facilita taller y a veces casa. A cambio, los capitulares se reservan un control que les asegura la perfección de la obra. Los artífices se titulan entonces vecinos de Palencia3 y lo suelen ser de las calles de la Cerrajería Vieja, de Pan y Agua, Carnicerías y San Pedro, en la parroquia de San Antolín, que era el barrio de los herreros y artesanos. Como tales, pagaban alcabalas y otras cargas que les correspondían como habitantes de la ciudad. Normalmente, acabado el trabajo, volvían a su lugar de origen. Otros, si bien los menos, continuaban habitando aquí hasta el final de su vida, circunstancia que dependía de las posibilidades de trabajo que el entorno ofreciera. No siempre se ha tratado de la colonización de la ciudad por art^ces burgaleses y vallisoletanos; a veces ha ocurrido todo lo contrario. En las últimas décadas del xv tenemos noticia de la existencia de un rejero palentino llamado Luis de Paredes, al que nos encontramos en la catedral de Burgos haciendo las rejas de la capilla de la Concepción de Nuestra Señora o del obispo Acuña, trabajo que se realiza en 1485. EI dicho Luis de Paredes y un oficial de Palencia, del que los documentos no facilitan nombre, trasladaron su taller al claustro viejo en un lugar que les facilitó el cabildo burgalés, donde forjaron las referidas rejas. El resultado fue tan favorable y la obra tan hermosa, que a partir de entonces no faltó trabajo en Burgos a los rejeros palentinos, pues consta de su permanencia en aquella catedral aún en 1496'. La reja de la capilla del obispo Acuña es esencialmente gótica. Priva en ella la finalidad de cierre-barrotes cuadrados separados verticalmente por pilares octogonales, frisos de gruesa chapa repujada con castilletes sobrepuestos, continuando la fuerza ascensional del cuerpo de la reja en un coronamiento que encierra ya en germen motivos renacientes ^1 escudo de Aĵuña entre dos grifos- bajo arco conopial triple y delimitado en sus extremos por pilares puntiagudos que traducen al hierro las flechas que Juan de Colonia, probable tracista de esta reja, ha concebido en las agujas exteriores de la catedral. Las semejanzas de esta reja burgalesa con la que cierra la capilla del Sagrario, antigua Capilla mayor de la catedral palentina, son suficientes para una atribución de ésta al taller de Luis de Paredes y al otro maestro palentino que trabaja en Burgos. Los mismos barrotes, espléndidos y bien forjados, dispuestos entre pilares octogonales, las mismas fajas o frisos repujados entre semejantes motivos gotici•tas, acreditan una común procedencia de taller. El ramplón coronamiento integrado por el escudo del Cabildo -tres flores de

^ GARCÍA Ctt^co, E.: Artistas palentinos. Bol. S.E.A.A. , t. XI, pág. 197. ^ GALLEGO DE M^cuEt., A.: E! arte de! hierro en la catedral de Burgos. Bol. de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Segundo semestre de 1983, , págs. 220 y ss.

163 lis- bajo arco triple con remate conopial y a sus lados lises y sencillos arquillos conopiales, con sensación de obra inacabada, acusa la falta de un tracista de la categoría de Juan de Colonia y también su precedencia respecto de la burgalesa, de la cual ésta resultó ser un tanteo. La presencia del escudo del obispo Alonso de Burgos colocado debajo del de San Antolín, y su misma disposición, dan la impresión de haber sido situado con posterioridad a su hechura, debido probablemente a una contribución económica, que se Ilevó a cabo después de 1485 por Alonso de Burgos. Probablemente del mismo taller es la reja que rodea, o más bien que aprisiona como si de una jaula se tratara, el sepulcro de doña Inés de Castro que, con toda seguridad, no pudo satisfacer a su autor. Ya en las primeras décadas del siglo xvl surge, en la proximidad a las capillas de la girola de la catedral, la presencia del rejero Juan Relojero, cuyo apelativo corresponde a la doble condición de relojero y rejero de que gozaban estos artífices en el siglo xvl. Es increíble su arcaísmo, y si no tuviéramos la constatación documental tan a mano5 nos costaría poder situar en 15121a reja de la capilla de Nuestra Señora de la Blanca. Su goticismo es extraordinario, no solamente por sus formas -sencillos barrotes lisos y retorcidos, frisos con leyenda en caracteres góticos y castilletes sobrepuestos y coronamientos con someros arquillos conopiales que se entrecruzan y rematan en lises-, sino por su técnica, de la que nos ocupamos detenidamente en el referido trabajo. Ciertamente que no se puede considerar, desde ningún punto de vista, que haya tenido en cuenta el maestro Juan, quizá más hábil como relojero que como rejero, las obras de sus coetáneos castellanos fray Francisco de Salamanca o Juan Francés. Consideraciones similares podrían hacerse en torno a la reja de la capilla Bautismal,o a la de San Miguel, las dos próximas a la de Santa María la Blanca y relacionadas por su forma y por su técnica con el taller de Juan Relojero. Se puede decir que un soplo, si bien ligero, del Primer período plateresco de los hierros, del que son principales artífices los dos rejeros mencionados más arriba, significa la reja que cierra uno de los arcos posteriores de la capilla del Sagrario, la cual viene pasando un tanto desapercibida. Debió realizarse en tiempos de Alonso de Burgos, ya que un escudete con flor de lis se sobrepone en el punto medio del friso. Sus barrotes persisten en su disposición en arista; asimismo, hay una persistencia de estructuras anteriores, sin embargo, casi imperceptible; formas y técnicas nuevas se han incorporado a una pieza que tiene una significación indudable y que probablemente no fue la única que se realizó, con estas características, para la catedral. Pero el Renacimiento irrumpiría en la catedral palentina después de estos lejanos precedentes, de forma casi violenta, con la reja de la nueva Capilla mayor, que resultó ser obra capital en la historia del Arte del hierro en Castilla. Esta fue realizada por Cristóbal de Andino, rejero burgalés, arquitecto, escultor y platero -que es como más frecuentemente él mismo se titula- y una de las personalidades más destacadas en el Renacimiento español.

5 GARC(A CUESTA, T.: Cinco rejas de la catedral de Palencia. Bol. S.E.A.A., t. XXI-XXII, Valladolid, 1955-56, págs. 109-134.

164 Pocas cosas se saben de su formación aparte de ser hijo de un Pedro de An- dino, autor de una reja para la librería de la Universidad de Sevilla que no se conserva. Alguna vez se le ha supuesto discípulo del maestro Hilario, rejero de origen francás, autor del barandal de la Escalera de la Coronería en la catedral de Burgos. No es fácil que sea así, dada la distinta concepción que estós dos maestros tienen de la reja. Para Hilariob la reja es un bello cerramiento, un haz de líneas -barras que se abren en rombos, corazones y tréboles- y que rematan en coronamientos inspirados aún en un puro dinamismo. Para Andi- no la reja es tan importante como el propio retablo, al que a veces llega a superar. En ella no hay lugar para la barra. El elemento primordial es el ba- laustre, que él usa probablemente por primera vez al que da tratamiento de verdadera escultura. Se ha iniciado ya un período, el más importante de la historia de la Rejería española, en el que la reja resulta ser un compendio de las tres artes: arquitec- tura, escultura y pintura, pues ésta tiene también, por sus efectos cromáticos, un destacado papel en su conjunto^. La presencia, por primera vez en Castilla en esta reja palentina, de balaustres bellamente cincelados, entre columnas repujadas y frisos rena- cientes, así como el orden y las proporciones que la adornan, la convierten en una pieza excepcional máxime si se tiene en cuenta que se ejecuta al mismo tiempo que otra para la Capilla mayor de la catedral de Burgos, que no se conserva; con ellas rompe Andino con todo lo precedente, e inaugura en Casti- lla el Segundo plateresco de los hierros, sentando a la vez formas y proporcio- nes de un tipo de reja que, con las consiguientes variantes, se repetirá en todo el siglo xv1. Es siempre un problema difícil el de desentrañar la verdadera autoría en las trazas de nuestras grandes rejas. Si bien no se puede descartar la intervención en ellas de los arquitectos, más o menos próximos, siempre hemos sido partidarios de dar a estos rejeros del Renacimiento una destacada intervención en las mismas. Es lo cierto que en ésta, la reja no ha perdido aún su condición de cierre, un cierre, muy bello en el que privan la mesura y serenidad clásica, de las que el mismo maestro derivará hacia formas más ornamentales, en las que la reja se convertirá en entidad independiente y hasta en objeto de culto. La reja de la Capilla mayor de la catedral palentina está integrada por dos cuerpos de treinta y ocho balaustres cuya perfección técnica es acabada. Ciertamente que no se puede precisar con exactitud cuál es el primer rejero que usa por primera vez el balaustre, invención típicamente española. El hecho de que aparezcan casi simultáneamente en la reja del coro de la catedral de Sevilla, que hace fray Francisco de Salamanca8; en el barandal de la Escalera de la Coronería de la catedral de Burgos, obra del maestro Hilario, y en las re-

6 GALLEGO DE M IGUEC El Maestro Hilario. En Rev. «Goyau. En prensa. ^ GALLEGO DE MIGUEL, A.: Los imprecisos límites de la rejería española. «Bellas Artes 72», núm. I5, enero-febrero 1972, págs. 17 y ss. e GALLEGO DE MIGUEL, A.: Rejería castellana en la Catedral de Sevi/la. Las rejas de la Capil/a Mayor, Coro y los púlpitos. Bol. de Bellas Artes. Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, Segunda época, núm. IX, 1981, págs. 223 y ss.

165 jas de las Capillas mayores de las catedrales de Burgos y Palencia, nos inclina a pensar en una precedencia de los talleres burgaleses y, concretamente del de Andino. Diego de Sagredo9 afirma que ve por primera vez balaustres en este taller -«entre las columnas que avia quadradas y redondas vi unas de tan ex- traña formación que no pude discernir, pregunté como se Ilamaban; fueme res- pondido que balaustre...»: Hasta 1550 el balaustre fue forjado a golpe de martillo. Los que forja Andino para la catedral palentina fueron realizados con la técnica de figurar sus perfiles con placas sobrepuestas adosadas, de manera que cada uno de ellos se trabajó como si de una escultura se tratase. Ello requería intenso trabajo muscular, al mismo tiempo que gran pericia por parte del artífice para que las uniones estuvieran bien hechas y para asegurar sobre ellos simetría y el follaje, que después era esculpido. A1 final este balaustre, que había recibido el tratamiento de verdadera escultura, resulta ser la antítesis de la barra gótica, en la que, en su sencillez, a veces quedaban marcadas las huellas del martillo del herrero. El balaustre determina que ]os otros elementos integrantes de la reja aumenten de tamaño: los pilares separadores -octogonales en la reja de la capilla del Sagrario- se convierten en pilastras y columnas; también aumenta el tamaño de los frisos que se adornan con formas precisas e independientes, limitadas por los perfiles de las molduras. Columnas y frisos se ven invadidos en las rejas de Andino por «grutescos» que realzan sus planos en dos o tres niveles distintos. Se procura la asimetría de motivos ornamentales en los pilares y el repujado adquiere la importancia de una obra de orfebrería. En el coronamiento se mantiene la ordenación alrededor del eje central, que coincide con la figura del Crucificado que sobresale considerablemente del resto. A sus lados se disponen candeleros y roleos que flanquean los escudos del deán y del obispo que ocupa la calle central. Una ley de simetría dispone en entidades independientes cada una de las calles de la reja. Súbitamente, en menos de diez años separada de las de Juan Relojero, esta reja de la catedral palentina es trabajada con un primor, una delicadeza de cincelado, una suavidad de relieve y una fantasía que está muy lejos, pese a la proximidad en el tiempo, de las que forjara aquel rejero-relojero para las capillas de la girola, de manera que puede competir con los productos más originales del Arte español. Bien es cierto que las circunstancias sociales y políticas más adversas no frenaron la ejecución de esta obra que fue contratada en 29 de enero de 1520 cuando ya había estallado la guerra de las Comunidades en la que Palericia debería verse inmersa y sufrir sus tcágicas consecuencias. Es entonces obispo de Palencia don Juan de Velasco, burgalés e hijo del condestable de Castilla, el cual se hace cargo de la hacienda y herencia de don Gonzalo de Zapata, deán de la iglesia de Palencia. Como testamentarios del mismo dan su nombre en el contrato canónigos, obreros y administradores de

9 SAGREDq DIEGO DE: Medidas del romano. Lisboa, junio 1541.

166 la fábrica de la Santa Iglesia, en comisión y mandado del obispo, así como del deán y cabildo10. Se comprometen Cristóbal de Andino que se titula platero y vecino de Burgos, como principal y sus correspondientes fiadores, a hacer una reja para la Capilla mayor conforme a una muestra firmadapor el obispo de Palencia «sin quitar cosa alguna, antes poner más, según Dios y su buena conciencia pareciere al dicho Cristóbal de Andino». Es de notar que en el documento no queda suficientemente claro si la muestra es del propio rejero o le ha sido dada. En todo caso se especifica, con todo detenimiento, que tendrá cuatro pilares principales que separarán tres calles de dos cuerpos de balaustres, más un coronamiento en el que deberán aparecer dos escudos con las armas del deán Gonzalo de Zapata y en el medio otro mayor con las armas del obispo, Juan de Velasco, bajo su capelo, y rematándolo todo un gran crucifijo. Como es usual, se concretan, con toda minuciosidad medidas de los pilares y proporción de los balaustres, que deberán ser menóres en el cuerpo superior, así como las distancias que deberán quedar entre ellos. La reja deberá tener treinta y ocho pies de ancho y veintiocho de altura. La altura de los balaustres del primer cuerpo será de doce pies, la de los del cuerpo superior nueve, y otros nueve alcanzará la coronación. Toda la obra deberá ser labrada por las dos caras y dorada en guarniciones, follajes y coronamientos, y lo que no fuere dorado, deberá quedar limado, estucado y bruñido con toda la perfección. EI plazo de ejecución se fija en tres años. El maestro Andino recibirá 250 ducados de oro por los materiales -hierro, oro, estaño y carbón- y 1.250 por su trabajo e industria, lo que supone un precio total de 1.500 ducados; de los que recibirá 400 en el momento de la firma del contrato y sucesivamente en plazos de 300, según vaya realizando el trabajo. Se le supone que cuando lo percibido alcance la cifra de 1.300 ducados, deberá traer ya el total de la obra a la ciudad de Palencia. Una vez asentada la reja, recibirá el artífice 200 ducados con los que quedará completo el total de su precio. La categoría del maestro, si bien le permite hacer el trabajo en su taller burgalés, no le libra de las usuales penalizaciones a que se someten los rejeros, de manera que si Andino no tuviera hecha la parte de obra equivalente a la cuantía de cada uno de los plazos en que se realiza el pago, el obispo, cabildo, o las personas en quien aquellos delegaren, «pueden dar a acabar y proseguir dicha obra... a quien quisieren, por el precio que quisieren y a costa y daño de Cristóbal de Andino y sus fiadores». En contrapartida, si fuera la iglesia quien no cumpliera puntualmente como pagadora, por cada día que pasara después de diez, Andino recibiría un ducado de oro. El cabildo facilitaría al rejero y a sus criados y oficiales «posada conveniente» durante el tiempo en que se llevara a cabo el asentamiento de la reja, de manera que puedan estar todos juntos y tener sus aparejos y obra; en caso contrario Andino la tomará a su voluntad en la ciudad, pero siempre a costa de la iglesia.

10 Archivo Catedral de Palencia. Libros de Contratos de Obras de la lglesia, fols. 47 a 51.

167 La reja se acabó en 1524 y quedó asentada entre los finales de 1524 y comienzos del siguiente. (Los púlpitos fueron hechos a mediados de siglo para ser situados a los lados de la reja del coro.) En 1530 de nuevo se encarga al taller burgalés de Andino una reja para la catedral de Palencia. La escritura de concierto tiene lugar en 28 de junio". Andino se obliga a hacer una reja para la segunda puerta del lado de la Capilla mayor, a mano izquierda, frontcra de la sacristía, según las proporciones del arco, «tan espesa y recia en los remates y tan cerrada, que no pueda caber ni entrar ninguno por ella», según muestra dada por el mismo rejero. De la reconocida maestría de Andino es buena prueba una de las cláusulas del contrato que también da fe de cómo satisfizo al cabildo palentino la reja principal de la Capilla mayor: «el que asi sea la dicha rexa muy perfecta y de lustre e gracia como la rexa de la capilla mayor, como se expresa de la grande industria del dicho Andino». Por ello mismo se le vuelve a permitir que haga el trabajo en su taller de Burgos, desde donde la obra será trasladada a Palencia a costa del cabildo, el cual también se obliga a dar hechos los asientos de piedra y los andamios necesarios, siendo competencia exclusiva de Andino darla asentada, estañada y preparada, para que sobre ella actúen pintores y doradores. En ella se acusan los diez años transcurridos desde que se hiciera la de la Capilla mayor, en los que el rejero ha derivado hacia formas más ornamentales, que resultan, además, constreñidas por un arco, especialmente en el c^rnna- miento, donde figuran candelabros, medallones, roleos y fruteros. Antes de finalizar este somero estudio sobre el Arte del hierro en la catedral palentína -en el que realmente nos hemos propuesto destacar esencialmente la categoría, técnica y artística, de una obra capital en la historia de la Rejería española, cual es la reja de la Capilla mayor, así como las formas y técnicas que la precedieron dentro de la misma catedral- queremos citar, siquiera sea de pasada, algunos nombres de rejeros, vinculados de algún modo a esta catedral y demasiado importantes dentro del panorama rejero español del siglo xvl. Son éstos el de Francisco Villalpando, rejero y arquitecto, y una de las personalidades más destacadas del Renacimiento español, el cual acude a la licitación de la reja del coro de la catedral palentina12. Y el del que resultó su ejecutor, el segoviano Gaspar Rodríguez, vinculado a los talleres vallisoletanos, tan florecientes entonces, que dio vida a una obra que resultó compendio de concepciones y modelos anterioces, pero con formas ciertamente lejanas del clasicismo que caracteriza a su frontera, la obra maestra de Andino. Finalmente, y dentro de esta estrecha vinculación a los talleres vallisoleta- nos, que es característica de la Rejería palentina de mediados del xvl, hay que

" Archivo Catedral de Palencia. Libros de Contratos de Obras de la Iglesia, fols. 64 a 66 v. 1z ORDUÑA Y VIGUERA, E.: Rejeros españoles. Imp. San Francisco de Sales, Madrid, 1915, pág. 60.

168 destacar la personalidad de Francisco Martínez", autor de la reja de la capi- lla de San Pedro o de los Reyes, en la girola de la catedral. Ya en los fines de siglo, algunas de las rejas de Juan de Vitoria pueden representar la vuelta a un clasicismo, en relación tardía con formas escu- rialenses. Puede decirse, en fin, sin eufemismos, que la catedral de Palencia guarda entre sus muros, por lo que al Arte del hierro se refiere, obras maestras de tanta calidad, que bastarían por sí solas para que ésta mereciera un lugar destacado entre las más bellas y ricas catedrales castellanas.

" GALLEGO DE MIGUEL, A.: Rejería Caste/lana. Valladolid, Institución Cultural Simancas. Imp. Gráficas Martín, Valladolid, 1981, pág. 87.

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Heja románica en una puerta lateral de la Capilla del Sagrario. Reja en la Capilla de San Miguel (girola). Reja en la capilla del Sagrario (antigua Capilla Mayorl. Reja en torno al sepulcro de Doña Inés de Castro. Reja cn la Capilla tila^or. Reja en la puerta lateral de la Capilla Ma^or (frontera de la sacristía). Reja en el coro.

12 Reja en la Capilla de San Pedro o de los Reyes Magos.