<<

José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate

Prólogo a 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana*

n poco más de diez años, más de una al cual, como todos reconocen, hizo originales Eveintena de trabajos, cuya gran mayo- y perdurables contribuciones. ría corresponde a la última década, han sido ¿Qué significa eso? ¿Qué significa hoy publicados sobre el pensamiento y la acción reflexionar sobre Mariátegui? En el ámbito de José Carlos Mariátegui. A pocos años del peruano es, ante todo, el testimonio irrecu- cincuentenario de su muerte y a pocos meses sable del reencuentro, cada día más profun- del de la primera edición de sus 7 ensayos, se do, después de varias décadas, entre el mo- renueva y se amplía, nacional e internacional- vimiento revolucionario de un proletariado mente, el interés por estudiarlo, por encontrar que avanza a la conquista de su madurez po- su lugar y su significado en el desarrollo del lítica y de la dirección de las luchas de los pensamiento revolucionario contemporáneo, demás explotados peruanos, y la memoria del hombre a quien debe la contribución cen- tral al nacimiento de sus primeras organiza- * El texto “José Carlos Mariátegui: reencuentro y de- ciones sindicales y políticas nacionales, y la bate” fue escrito en 1978, a instancias de Ángel Rama, y se publicó en 1979 como “Prólogo” a la primera edi- aún fecunda matriz de una teoría y de una ción de los 7 ensayos… publicado por la Biblioteca orientación estratégica revolucionarias en la Ayacucho. La presente versión proviene de la tercera sociedad peruana. edición del mismo libro: Mariátegui, José Carlos 2007 En el plano internacional, europeo en par- 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana ticular, el interés actual por Mariátegui, de al- (Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho) Colección Clásica, N° 69. En . marxista, en la brega por cancelar plenamen- 332 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

te el largo período de su aherrojamiento y an- citar sólo a los más ilustres. Hoy el pensa- quilosamiento burocrático. Por reencontrar, miento marxista no podría ser concebido también en este plano, las bases genuinas de solamente a través de la retina occidental. Y la vitalidad revolucionaria del marxismo en la ahora, cuando las luchas de clases vuelven a propia obra de sus creadores y en el rescate desarrollarse también en los propios centros de las aportaciones hechas por quienes, como del mundo capitalista, el debate marxista ac- Rosa Luxemburgo o Gramsci, fueron relega- tual en Europa o en Estados Unidos, no po- dos, durante ese período, a una discreta pe- dría prescindir de ese nuevo marco. De otro numbra mistificatoria de su herencia teórica. lado, en la crisis actual, no son solamente las En ese proceso es inevitable reconocer ahora, ilusiones burguesas, alimentadas por un largo por encima de las fronteras eurocentristas que período de esplendor capitalista, las que es- han constreñido el pensamiento marxista occi- tán declinando y perdiendo su influencia en el dental, la contribución creadora y vivificante seno de la clase obrera. Son también las in- de los revolucionarios no-europeos al desarro- fecciones ideológicas de raíz burocrática, que llo del pensamiento marxista, y en especial de pierden terreno en el marxismo, como conse- los que provienen de lo que la ideología al uso cuencia de la revitalización de las luchas de ha bautizado como Tercer Mundo. En América clases, no solamente en el orden capitalista, Latina, Mariátegui ocupa un sitial cimero. sino también en Europa del Este, de modo Desde la Segunda Guerra Mundial, las más cada vez más visible. intensas y decisivas luchas revolucionarias Y en América Latina, la historia trágica han tenido escenarios distantes de Europa. de las derrotas de los movimientos revo- Triunfantes o derrotadas, aquellas han revela- lucionarios después de Cuba, así como el do en Asia, África y América Latina, un nuevo reciente desarrollo de las luchas de clases territorio del pensamiento revolucionario, y en algunos países como Perú, Ecuador, Co- han colocado, junto a la lista de los “clásicos” lombia, principalmente, explica la paralela europeos del marxismo, los nuevos nombres intensidad de la búsqueda de nuevas bases cuyo pensamiento y acción ocupan hoy gran para la teoría y la práctica revolucionarias, parte del debate internacional: Mao, Ho Chi distintas de las que fueron resultado del do- Minh, Castro, Guevara, Amílcar Cabral, para minio de direcciones burocrático-reformis- José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 333

tas sobre las luchas de los explotados de 16 de abril de 1930. Su biografía forma parte, este continente. así, de un período excepcionalmente signifi- En este camino, el reencuentro de los tra- cativo en la historia peruana, y que puede ser bajadores peruanos con el pensamiento de considerado como un auténtico puente his- Mariátegui constituye todo un signo: el ingre- tórico entre la sociedad colonial y la actual, so de las luchas de clases en el Perú, en un porque durante él tiene lugar una compleja período histórico nuevo, caracterizado, fun- combinación entre los principales elementos damentalmente, por la depuración y la pro- de la herencia colonial, apenas modificados fundización, en la misma medida, del carác- superficialmente desde mediados del siglo ter histórico de la sociedad peruana, y de la XIX, y los nuevos elementos que con la im- madurez de clase de su proletariado. Y como plantación dominante del monopolis- todo reencuentro, en plena lucha, es un deba- ta, de control imperialista, van produciendo te, no una canonización. una reconfiguración de las bases económi- cas, sociales y políticas, de la estructura de la sociedad peruana. La accidentada y com- El Perú de Mariátegui: 1894-1930 pleja dialéctica del desarrollo y la depura- ción de esa estructura, ha dominado desde José Carlos Mariátegui nació en Moquegua entonces la historia peruana, ha enmarcado el 14 de junio de 18941, y murió en Lima el y condicionado sus luchas sociales y políti- cas y definido los temas centrales de su de- bate. Y aunque desde la crisis de 1930 hasta 1 Mariátegui creía haber nacido en Lima y en 1895. la actual, ese proceso de depuración está en Actualmente, sin embargo, está plenamente probado lo fundamental, realizado, el peso objetivo y que nació en Moquegua, el 14 de junio de 1894. Véase de Guillermo Rouillon: Bio-bibliografía de José Carlos subjetivo de lo ocurrido durante ese período Mariátegui (Lima: Universidad Nacional Mayor de San está aún, en muchos sentidos, presente. No Marcos, 1963); y La creación heroica de José Carlos es, por eso, un azar, que algunos de los te- Mariátegui. La edad de piedra (Lima: Arica, 1975). mas centrales del debate ideológico de ese Esta última obra contiene una abundante información momento, sean todavía vigentes en el actual, sobre los antecedentes familiares de Mariátegui y sobre su vida hasta 1919. y por lo cual el estudio de la obra de Mariá- 334 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

tegui no tenga, en modo alguno, un interés nuel Pardo, en 1878, no disponían en ese mo- solamente histórico. mento de un jefe del prestigio necesario para Cuando Mariátegui nace, transcurrida una encabezar la oposición. Debido a ello, al final década desde la derrota frente a Chile, el Perú de esa década era Nicolás de Piérola, jefe del está saliendo de los desastrosos efectos de esa Partido Demócrata, y antes representante de guerra, y en la víspera de un cambio político las capas de comerciantes y terratenientes me- que marca, en la práctica, el comienzo del nue- nores provincianos y de orientación señorialis- vo período. ta, quien surgía como vocero de la oposición, En efecto, desarticulada la economía duran- consiguiendo al final, el tácito apoyo del Par- te el conflicto, debilitado consiguientemente tido Civil, del cual había sido opositor político el poder económico y político de los núcleos antes de la guerra. de burguesía comercial y terrateniente de la La relativa reactivación de la economía, costa, en plena constitución antes de la gue- permitía a los núcleos de burguesía comercial rra, y casi desmantelado el aparato estatal y el y terrateniente de la costa volver a fortalecer orden político que, bajo la creciente dirección su poder económico y forzar su regreso a la di- de esos núcleos burgueses, estaba en desarro- rección del Estado, apoyándose en el inmenso llo, tras la derrota el país había recaído bajo descontento popular, que la rigidez autoritaria un nuevo caudillaje militar, que era ante todo y la arbitrariedad y corrupción de los regíme- la representación política de la inconexa clase nes militares venía acumulando, y que se ali- terrateniente señorial del interior, dirigido por mentaba además de un generalizado sentimien- el general Andrés A. Cáceres, el prestigioso to de frustración nacional por la derrota. jefe de la resistencia contra el invasor chileno. Eso permitió a Piérola canalizar ese descon- En tales condiciones, los debilitados nú- tento con una prédica populista y encabezar la cleos burgueses y las capas medias urbanas, sublevación triunfante de 1895, que desalojan- organizados desde antes de la guerra en el Par- do del poder al caudillaje militar y lo que éste tido Civil, principalmente, se encontraron obli- representaba, inauguró la precaria estructura gados no solamente a transar con el régimen política que duró hasta 1919, pero, sobre todo, militarista-señorial, sino en cierto modo a sos- señaló el paso a un período de reconfiguración tenerlo. Asesinado su principal dirigente, Ma- de la estructura de la sociedad peruana. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 335

Historia local y coyuntura del capital comercial. De ahí la consiguiente mundial debilidad de los núcleos de burguesía, básica- mente mercantil y terrateniente, su aún preca- Al estudiar el proceso de expansión de la gran ria diferenciación como clase social respecto propiedad agraria en la Sierra del Sur perua- de la clase terrateniente señorial, dominadora no, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, de campesinos enfeudados y también, en gran François Chevalier señaló que ello fue el resul- parte, de campesinos independientes o agru- tado del encuentro entre la “historia local y la pados en comunidades. Y debido a lo cual, coyuntura mundial”2. Tal conclusión es válida esos núcleos burgueses no habían logrado aún no solamente para ese problema específico, adueñarse enteramente del poder político y sino también para el conjunto de la problemáti- llevar a cabo su propia revolución democráti- ca peruana de ese período. ca en la economía y en el Estado. La precarie- En el tránsito del siglo XIX, la “coyuntura dad institucional del Estado, no solamente por mundial” estaba presidida por dos fenómenos los efectos de la reciente guerra, sino también básicos: la expansión imperialista del capital como expresión de la debilidad burguesa y de monopólico y la disputa entre las burguesías de la dispersión política de la clase terrateniente Inglaterra y de Estados Unidos por la hegemo- señorial. Y en ese marco, finalmente, por un nía en el control de ese proceso, especialmente debate ideológico signado por un sentimiento en lo que respecta a la América Latina. de “urgencia nacional”, unánimemente com- La “historia local” estaba marcada, ante partido, pero parejamente cabal demostración todo, por la incipiencia del capitalismo, en el de la perplejidad y el desconcierto ideológico seno de una formación social cuya base abru- y de la incongruencia de los proyectos políti- madoramente predominante eran las relacio- cos de las principales fracciones burguesas y nes precapitalistas de producción, aunque ya señoriales dominantes. ampliamente condicionadas por la expansión La inserción de esa historia local en la co- yuntura mundial, no podía dejar de implicar un dominio decisivo de la última en la de- 2 Chevalier, François 1966 “L’expansion de la grande terminación de las características del nuevo proprieté dans le Haut-Perou au XXème Siècle” en Annales, Vol. 4: 821-825, jul.-ago. período. 336 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

Tres procesos centrales conducen, desde interno y la ampliación del capital comercial entonces hasta 1930, la historia peruana: la en las zonas más inmediatamente vinculadas implantación y consolidación del capital mo- a la costa. nopolista, bajo control imperialista, como Como resultado, fueron constituyéndose los dominante de una compleja combinación con primeros núcleos importantes de burguesía co- las relaciones precapitalistas de producción, mercial y terrateniente, desde luego principal- hasta entonces dominantes; la reconstitución, mente en la costa. Sin embargo, esos núcleos sobre esa base, de los intereses y de los mo- burgueses no surgían en condiciones de de- vimientos de clases, y de sus modos de rela- sarrollar una “revolución industrial” interna y ción en el Estado; y el desarrollo y renovación autónoma, porque se constituían ya como bur- del debate ideológico-político, en una primera guesía “compradora”, dependientes de la bur- etapa sólo dentro de las clases dominantes, y guesía industrial europea. Solamente algunos después de 1919, entre ellas y las clases explo- reducidos núcleos burgueses se orientaban a la tadas y medias. capitalización del beneficio comercial, acumu- lado en precarios establecimientos manufactu- reros, en su mayoría semifabriles. La implantación y dominio del Esa dependencia congénita de la emergente capital monopólico imperialista burguesía peruana, no solamente limitó su ca- pacidad de acumulación interna, sino también Antes de fines del siglo XIX, en el Perú se había contribuyó a desarrollar su orientación con- iniciado la formación de incipientes núcleos sumista y su propensión a parasitar los ingre- de relaciones capitalistas de producción, bajo sos fiscales, procedentes de la renta guanera modalidades primitivas de acumulación, como y salitrera y de los cuantiosos préstamos de consecuencia, principalmente, de la reactiva- Inglaterra y Francia, que reforzaban la depen- ción del comercio internacional sobre la base dencia global del país respecto de la burguesía del guano y del salitre, primero, y del algodón europea. Y, asimismo, la condujo a acumular posteriormente. Ese proceso tuvo lugar casi casi exclusivamente en la producción agríco- exclusivamente en la costa. Pero permitió, la exportable, destinada al mercado europeo también, la relativa dinamización del comercio y norteamericano, y en la actividad comercial José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 337

de importación de la producción industrial de Sin ser inexistentes, las bases del capitalis- esos países3. mo en el Perú eran no sólo precarias y débiles, Esa burguesía, pues, tendía a desarrollar- sino, lo que resultaba mucho más importante se básicamente como burguesía terrateniente y decisivo, eran llevadas por una tendencia a y comercial, bloqueando sus posibilidades de la deformación y a la dependencia, con todo lo avanzar hacia su “revolución industrial”. Debido que ello implica para el destino histórico de la a eso, no estaba en condiciones, ni interesada, burguesía en el Perú. en llevar adelante su propia revolución demo- Sin embargo, los más poderosos grupos de crática en la economía y en el Estado, es decir, la emergente burguesía, influidos por un di- de avanzar hacia la desintegración de las rela- fuso positivismo introducido hacia mediados ciones de producción de origen precapitalista, de siglo4, y enfrentados a la desorganización y serviles o comunales, para liberar mano de obra corrupción administrativa bajo los sucesivos y recursos de producción, y hacia la democra- regímenes militares, se movilizaron a fines de tización del Estado, conforme a la ideología li- la década de los sesenta hacia la disputa del beral formalmente adoptada, sobre todo desde poder político con una ideología de desarrollo mediados de siglo. Por ello, no solamente se nacional, lo que cristalizó en la formación del encontraba colocada en situación de permitir la Partido Civil en 18715 y en el primer proyecto continuación del predominio del precapitalismo y de su clase terrateniente dominante, sino que también era incapaz de diferenciarse de ésta rá- 4 Así lo afirma, aunque sin referencias explícitas, pida y plenamente, ni social ni ideológicamente. Augusto Salazar Bondy en: Historia de las ideas en el Perú contemporáneo (Lima: Moncloa, 1965) Tomo 1: 3. 5 Manuel Pardo fue el más importante ideólogo de la 3 Sobre este período y estas cuestiones, puede con- burguesía comercial-terrateniente del Perú, en el siglo sultarse de Heraclio Bonilla, Guano y burguesía en el XIX. Fundó el Partido Civil, culminación de un movi- Perú (Lima: IEP, 1974); de Jonathan Levin, The Export miento contra el militarismo caudillesco, preconizando Economies (Cambridge, 1960); de Shane Hunt, Growth la modernización económica y administrativa del país, and Guano in the 19th Century in Perú (Princeton con una orientación nacionalista que llegó inclusive a University Press, 1973); y de Ernesto Yépez, Perú proponer la estatización del guano y del salitre, los dos 1820-1920: un siglo de desarrollo capitalista (Lima: principales recursos de exportación del Perú en esa IEP, 1972). época, aunque bajo su gestión presidencial no se tomó 338 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

de desarrollo capitalista nacional, bajo la con- como clase. Se dice que fue en ese momento ducción de Manuel Pardo, asumiendo el go- cuando el término oligarquía, de tanta signifi- bierno en 1872. cación en nuestra historia, hizo su ingreso en A pesar de algunas medidas de reforma ad- el Perú6. ministrativa y educacional, que mostraban su Al término de la década de los setenta so- orientación modernizante, este primer gobier- brevino el conflicto con Chile y sus consecuen- no civil de la burguesía peruana, no fue capaz cias enterraron definitivamente las posibilida- de tocar ningún interés fundamental de la clase des de un proyecto de desarrollo capitalista terrateniente, ni de enfrentarse exitosamente a nacional. la grave crisis económica en que había enca- Debido a ello, la implantación del capitalis- llado la economía peruana a comienzos de los mo, en tanto que relación social de producción años setenta, estrangulada por una deuda ex- dominante, se lleva a cabo en el Perú ya bajo terna crecida. su forma monopólica y en esa condición, bajo Administrando una economía en crisis, control imperialista de burguesías extranjeras, e impotente para remover el piso del poder desde fines del siglo XIX. de los terratenientes, no solamente fracasó El proceso de implantación del capital mo- en su intento de ganar el apoyo de las masas nopólico se inicia poco después de la guerra populares urbanas, sino que tuvo que enfren- con Chile, cuando en 1890 los tenedores de bo- tarse a ellas y a los representantes políticos nos de la deuda externa, incrementada durante de los terratenientes, poniendo en evidencia la guerra, obligaron al gobierno de Cáceres a la los límites y deformaciones de su desarrollo firma del Contrato Grace, mediante el cual di- chos acreedores se organizaron en la Peruvian Corporation Ltd. y obtuvieron la concesión del ninguna medida para eso. Su pensamiento puede estu- control de los ferrocarriles, por un período de diarse en la compilación de sus escritos: El centenario 75 años. Piérola, al ocupar el gobierno en 1895, de Manuel Pardo (Lima, 1935: 2 Vols.). También puede consultarse sobre los intentos de modernización oligár- quica en el Perú, de Howard Karno, The Oligarchy and 6 Véase: Basadre, Jorge 1963 “La aristocracia y the Modernization of Perú (1870-1920) (Los Ángeles: las clases medias civiles en el Perú republicano” en University of California; tesis no publicada, s/f). Mercurio Peruano (Lima) XLIII: 437-440. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 339

desarrolló un modelo ya establecido, con una despojada de sus principales recursos de política abiertamente destinada a atraer capi- producción7. tal extranjero, que en la coyuntura era, preci- samente, capital monopólico. Entre 1895 y 1914, se habían instalado en el Capital monopólico y precapital Perú las primeras cuatro grandes corporacio- nes, la ya mencionada Peruvian Corporation El capital monopólico se implanta en la eco- Ltd., Cerro de Pasco Corporation, Internacio- nomía peruana constituyendo núcleos de re- nal Petroleum Corporation, y Grace. La prime- laciones capitalistas de producción, en los ra de capital británico y las demás norteame- principales sectores productivos de la econo- ricanas. Ocupaban, junto a otras empresas ex- mía cuya matriz previa era casi enteramente tranjeras menores, el lugar de predominio en precapitalista. la minería, en el petróleo, en la agricultura de La investigación social latinoamericana exportación y en el transporte pesado. Y en la ha difundido la denominación de “enclave” misma etapa, el capital imperialista conseguía también el dominio de casi toda la banca, del comercio internacional y de la empresa princi- 7 Acerca de la penetración del capital norteameri- pal de servicio eléctrico. cano y sus consecuencias inmediatas en la economía peruana, aparte del conocido estudio de James Carey, Después de la crisis económica iniciada en Perú and The United States (Notre Dame, 1964); hay 1913 y continuada durante la Primera Guerra recientes investigaciones con un enfoque más pro- Mundial (14-18), el capital imperialista ocupó ductivo: William Bollinger, The Rise of United States también el control de las empresas industria- Influence in the Peruvian Economy (1868-1921) les más importantes, en la textilería y otras (Berkeley: University of California; tesis no publica- da, s/f); Heraclio Bonilla “La emergencia del control ramas menores, consolidando su dominio de norteamericano sobre la economía peruana” en Desa- la economía peruana, en todos aquellos sec- rrollo Económico, Vol. 16, N° 64, 1977; y hay amplia tores donde se implantaba el capital como información en un estudio sobre un período mayor, de relación social de producción, y dejando, de Rosemary Thorp y Geoff Bertram, Industrialización ese modo, a la burguesía interna en una po- en una economía abierta. El caso del Perú en el pe- ríodo 1890-1940 (Lima: Universidad Católica de Lima / sición totalmente subordinada y, sobre todo, CISEPA, 1974). 340 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

para esa forma de implantación del capital industrial europea o norteamericana al país. en estos países8. El término, sin embargo, Por su carácter reducido y concentrado en nú- contiene más una imagen que un concepto, cleos, en determinadas ramas de producción, pues más bien dificulta que permite des- ese capital no tendrá, tampoco, interés en una ocultar el tipo de relaciones que se estable- masiva liberación de mano de obra, sino en la cen entre esos núcleos de relaciones capi- formación de un mercado limitado de fuerza de talistas de producción y la matriz de origen trabajo libre. precapitalista. Sobre esas bases, el capital monopolista Ausente un circuito interno de acumula- implantado en ese período, resulta en una si- ción, integrador de los sectores productivos, tuación estructuralmente condicionada para y liquidados en su nacimiento los elementos no entrar en conflicto con las relaciones preca- que llevaban a su desarrollo9, por la propia pitalistas de producción que predominan en el acción del capital imperialista, cada uno de resto de la economía. los sectores en los cuales éste se implanta Por el contrario, las necesidades del ca- en condición dominante, es articulado al cir- pital implantado en tales condiciones, en- cuito capitalista nacional de donde proviene cuentran en las relaciones precapitalistas un ese capital, esto es, a un circuito externo de elemento decisivo para su operación. En la acumulación y de realización de la plusvalía medida en que el valor de la fuerza de trabajo generada en esos núcleos capitalistas. explotada por el capital monopólico, se cons- Debido a ello, ni la producción industrial tituye fundamentalmente en el área no capi- interna, ni el mercado interno del Perú, tienen talista de la economía, la tasa de ganancia de interés para el capital monopolista durante ese ese capital resulta mucho más alta en este período, sino de manera limitada a las propias país en relación con la que puede obtener en necesidades de exportación de la producción la economía metropolitana, en las mismas ra- mas de producción. De ese modo, para el capital imperialista no 8 El más célebre texto es el de Cardoso, Fernando Henrique y Faletto, Enzo 1973 Dependencia y desarrollo solamente no será necesaria la desintegración en América Latina (México: Siglo XXI). de las relaciones no capitalistas, sino, por el 9 Véase de Bollinger, op. cit. contrario, su perduración será útil para sus ne- José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 341

cesidades de acumulación, por el tiempo que tenientes señoriales a extender sus tierras y a requiera el mantenimiento de esta modalidad contar con una masa mayor de campesinado de operación. Ese tiempo fue largo. para su explotación. Capital monopólico y precapital, se combi- Esa expansión de la gran propiedad agraria narán así, contradictoriamente, en una estruc- y de campesinado enfeudado bajo el dominio tura económica conjunta, bajo el dominio del terrateniente señorial, no dejará de tener con- primero, en una tendencia de acentuación de secuencias sobre esta clase. Una parte impor- ese dominio10. tante de ella se irá convirtiendo en burguesía Una de las consecuencias más importantes comercial-terrateniente, controlando capital de esa configuración económica, será –como comercial en medida muy significativa en de- Chevalier11 señala– la expansión de la gran pro- terminadas zonas12. piedad agraria bajo control de los terratenien- Esa reactivación del mercado interno im- tes señoriales, en toda la sierra peruana, y el pulsa la expansión del capital comercial, que consiguiente enfeudamiento de una mayor can- pasa a servir como correa de transmisión entre tidad de campesinado, bajo esa dominación. La la producción mercantil procedente del área ampliación del mercado interno de productos no capitalista y las necesidades del capital mo- alimenticios de origen agropecuario, conforme nopólico. Y ello implica la ampliación de una se ampliaban los centros urbanos y la mano capa de pequeña y mediana burguesía comer- de obra en los “enclaves” y en actividades de cial, intermediadora entre la burguesía capita- comercio y de servicios, impulsará a los terra- lista y los terratenientes señoriales y también una parte del campesinado no directamente enfeudado. 10 Sobre el modo de implantación del capital monopó- lico en el Perú y sus implicaciones económico-sociales y políticas, puede verse de Aníbal Quijano, “Imperialis- 12 Sobre este problema hay investigaciones demostra- mo, clases sociales y Estado en el Perú (1895-1930)”. tivas. Montoya, Rodrigo 1980 Capitalismo y no capi- Escrito en 1973, acaba de ser publicado en Clases so- talismo en el Perú (Lima: Mosca Azul Editores); que ciales y crisis política en América Latina (México: también se difundió, antes de editarse, con el título: El Siglo XXI, 1977). proceso histórico de articulación del Capitalismo y el 11 François Chevalier, op. cit. no capitalismo. 1890-1977. 342 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

Burguesía imperialista y burguesía Las tasas de ganancia eran mucho más altas interna: la cuestión nacional en las ramas de producción exportable: algo- dón, caña de azúcar, minerales, lo que arras- En el curso de la implantación del capital mo- traba a la raquitizada burguesía peruana prin- nopólico, con esas modalidades, la burguesía cipalmente en esas ramas que dominaba ya la comercial y terrateniente formada en el pe- burguesía imperialista. Y aun cuando, sobre ríodo anterior, mientras era despojada de sus todo después de la crisis de mediados de la se- principales recursos de producción y del con- gunda década de este siglo, algunos grupos de trol de su dominio nacional sobre el proceso capitalistas peruanos pudieron acumular en la capitalista, fue también, sin embargo, impulsa- industria fabril y semifabril, consiguiendo le- da a la acumulación capitalista en los reduci- gislación protectora, eso no cambió en lo fun- dos márgenes de operación que le habían sido damental la situación configurada. impuestos, y en los mismos sectores y ramas La nueva burguesía capitalista peruana no de producción en que se implantaba el control dejó de enriquecerse, pero sólo a condición de de la burguesía monopolista extranjera. la pérdida de su hegemonía en el proceso capi- De ese modo, en el mismo proceso, cumplía talista, en el mismo momento en que éste gana- su tránsito definitivo de su condición de bur- ba el dominio en el conjunto de la estructura guesía básicamente comercial a la de burgue- económica del país. sía capitalista stricto sensu, y de otro lado, su Las características y tendencias de este pro- opción histórica de clase nacional dominante, ceso, no dejaron de ser percibidas y resistidas quedaba castrada dando lugar a su constitu- por algunas fracciones de la burguesía perua- ción como apéndice semicolonial de la bur- na. Pero esas fracciones eran no solamente las guesía imperialista, durante todo ese período. más débiles, sino, paradójicamente, las más Lo último, no solamente por el carácter mino- apegadas a las tradiciones señorialistas de su ritario y subordinado de la parte de capital que origen terrateniente. Y quienes, en el debate de quedaba bajo su control, sino, particularmen- fines de siglo, reclamaban protección estatal te, por acumular en los mismos cauces y mo- para los capitalistas nacionales, señalando las dalidades impuestos por la burguesía imperia- vías de un desarrollo capitalista bajo control lista dominante. nacional, eran solamente aislados ideólogos, José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 343

de filiación positivista, sin suficiente influencia en consecuencia, para toda movilización y or- en el seno de la clase13. ganización política de clase fuera del Estado, Por esos factores, las fracciones nacionalis- por un largo período. Con el golpe de Leguía en tas de la burguesía peruana fueron debilitándo- 1919 y la desintegración del Partido Civil y de se y perdiendo su lugar en la dirección de la los otros menores, que no fueron reemplazados clase, a lo largo de las dos primeras décadas por ningún otro en que la clase se organizara del siglo XX. Y cuando, como consecuencia de para dirigir al Estado, se cierra esa etapa de las la crisis del 14-18, la pugna hegemónica entre disputas por la hegemonía nacional14. las burguesías norteamericana y británica se resuelve en favor de la primera, estarán dadas en el Perú las condiciones para que las fraccio- La asociación de intereses nes más pro imperialistas de la burguesía inter- dominantes en el Estado: na, asuman la plena dirección de la clase y el la oligarquía lugar de ésta en la dirección del Estado, derro- tando a las fracciones más renuentes a la domi- Sobre esa base material (combinación de ca- nación del capital norteamericano, en nombre pitalismo monopólico y precapital bajo el do- del progreso y de la modernidad. minio del primero) y social (articulación de in- Allí culmina el proceso de semicolonaliza- tereses entre burguesía y terratenientes seño- ción de la burguesía peruana, ocasionando la riales), definidas las relaciones de poder entre pérdida de su hegemonía nacional, incapaci- burguesía imperialista e interna, se fue consoli- tándola para todo proyecto en esa dirección y,

14 Sobre el proceso de reconstitución y crisis de la hegemonía oligárquica, véanse: Quijano, Aníbal 1969 13 Particularmente: Capello, Joaquín y Petriconi, Luis El Perú en la crisis de los años treinta (Santiago: 1971 (1876) Estudio sobre la independencia económi- s/d); reproducido en América Latina en la crisis de ca del Perú, (Lima: Biblioteca Peruana). De Capello es los años treinta (México: Instituto de Investigacio- útil también ver, para apreciar su posición modernista nes Sociales-UNAM, 1977). Y el panorama histórico y nacionalista, La sociología de Lima (Lima, 1895- bien orientado de Chavarría, Jesús 1972 “La desapa- 1902; 4 Vols.) y El problema de la educación pública rición del Perú colonial” en Aportes (París) N° 3: 120- (Lima, 1902). 155, enero. 344 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

dando un Estado, cuya base es conformada por Y en tanto que el sistema de poder local y esa asociación de intereses dominantes. aun regional, en las áreas de dominio terrate- Si bien la burguesía peruana, reconstituida niente señorial y/o comercial, no es atacado en bajo esas condiciones, logra, en el curso de ese su base, las relaciones de producción de origen proceso, volver a la dirección del Estado, no precapitalista, ahora articuladas a la lógica y a puede hacerlo sino admitiendo la amplia influen- las necesidades de la acumulación capitalista, cia de la clase terrateniente señorial en todo el ese Estado central es el remate de una estruc- orden político del país, y la representación de tura global de poder político, una de cuyas ba- las fracciones terratenientes-comerciantes en el ses y de vasta presencia en el país, el caciquis- seno mismo de la dirección del aparato estatal. mo gamonal, no está integrado a él aunque sí En la medida en que no sólo se mantiene sino vinculado de modo conflictivo. se expande el dominio terrateniente sobre el En esas condiciones, por su estructura y por campesinado, se expande y se consolida tam- la lógica de su movimiento histórico, tal siste- bién todo un sistema de poder político local y ma de poder –es decir, los intereses sociales regional, controlado por los terratenientes, sólo que lo constituyen y lo dominan– excluye total- a través del cual y en conflicto con él, puede el mente la participación de las masas campesi- Estado central presidir la estructura nacional nas a todo canal de influencia en el Estado cen- de poder político. Los términos de “caciquis- tral y en particular en el orden del caciquismo mo” y de “gamonalismo”, designan ese sistema gamonal local. Permite solamente resquicios de poder terrateniente. estrechos de participación de las capas medias De ese modo, el Estado central es la repre- que, sin embargo, se van ampliando. Y rechaza sentación de una asociación de intereses de la participación de los núcleos de proletariado dominación, entre la burguesía capitalista pe- que la presencia del capital está constituyendo ruana y los terratenientes, ambos subordina- como nueva clase social. dos, aunque de distinta manera, a la burguesía El entero sistema de poder político y su Es- imperialista, en la medida en que ese Estado tado central, por su específico carácter de cla- administra y controla una formación social en se, es decir, el que se deriva de esta particular cuya base son predominantes los intereses de historia, asume, así, un carácter oligárquico. la burguesía imperialista. Oligarquía, en el Perú, es un término que José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 345

comenzó a usarse en el siglo pasado, bajo la micolonial que asume la burguesía interna que primera administración civil burguesa, desig- lo dirige; y su indefinición de clase, por cons- nando un estilo de dominación política. Pero tituirse como articulación de intereses entre la perduración de este estilo llevó a dotar al burguesía y terratenientes, y de lo cual derivará término de una connotación más compleja, su carácter oligárquico. denominando ya no solamente a esta peculiar A partir de entonces, el ciclo burgués de combinación de intereses de dominación en el la historia peruana no podrá encauzarse por Estado, sino a las clases sociales mismas que una revolución democrático-burguesa, en el sostenían el Estado oligárquico. Ello no nos sentido de una conquista burguesa del poder exime, no obstante, de la necesidad de reco- estatal, a la cabeza de las clases dominadas y nocer que, en rigor, el concepto de oligarquía aburguesando su conciencia, para destruir la mienta, en el Perú, a esa estructura de poder base material del poder de la clase terratenien- político, con un Estado cuyo carácter de clase te señorial. El proceso burgués asumirá, en no es depurado, ya que su dominio es compar- cambio, el carácter sui generis de una “revo- tido por clases que, como la burguesía y los te- lución antioligárquica y nacionalista”. Esto es, rratenientes señoriales o “gamonales” son, en de gradual, aunque conflictiva y eventualmente la totalidad histórica, conflictivas, pero que por violenta, depuración del contenido de clase del determinaciones históricas particulares apare- Estado, por el desplazamiento gradual de los cerán, durante un período, articulando contra- terratenientes señoriales y de las mismas frac- dictoriamente sus intereses en el seno del mis- ciones burguesas asociadas a ellos, de su lugar mo Estado. Y que, por el carácter de sus bases en la dirección del Estado. Y, de otro lado, por materiales, implicaba el control monopólico de intentos de rescate de la autonomía del domi- las clases dominantes sobre la orientación de nio nacional de la clase burguesa. Ninguno de su comportamiento. estos planos del proceso podría desarrollarse El Estado que se reconstituye en el proceso independientemente del otro. de implantación y de consolidación del domi- La erradicación de la base material del po- nio del capital monopolista imperialista, estará der señorial, habrá de ser en la historia poste- caracterizado, así, por dos rasgos definitorios: rior, fundamentalmente el resultado de la gra- su indefinición nacional, debido al carácter se- dual generalización del capital, en tanto que 346 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

relación social de producción, a todas y cada so del Politeama15, había roto los fuegos de la una de las ramas de la economía del país. El primera fase de la batalla contra la dominación lugar de esa clase en el Estado se irá por ello oligárquica de los terratenientes, denunciando reduciendo paulatinamente. Serán las luchas la incapacidad y la corrupción de la clase do- campesinas las que acelerarán la desintegra- minante y de su instrumento militar, la sujeción ción del caciquismo gamonal, y muy significa- de las masas campesinas a la ignorancia y a la tivamente, entrando en conflicto con la bur- servidumbre, y llamando a la juventud a la lu- guesía dominante, en el momento más fuerte y cha contra esa situación nacional. exitoso de sus luchas, desde fines de los años Pocos meses después, en el Teatro Olimpo, cincuenta. arremetía contra la mediocridad y el servilismo Los intentos de rescate de la autonomía na- hipócrita de los intelectuales oficialistas, re- cional del dominio de la burguesía interna, si clamando a la nueva generación “romper con bien pudieron ser, en breves momentos, interés el pacto infame de hablar a media voz”16. Y, a de minoritarias y débiles fracciones burguesas, fines del mismo año, publicaba “Propaganda no fueron tanto la obra de la clase, dadas sus y ataque”17, señalando que el verdadero fun- raíces y las tendencias de su movimiento. Y por damento de la nación lo constituían las masas eso se encontraron sus ideólogos y protagonis- indígenas y que hasta tanto ellas no estuvieran tas entre las capas medias y populares bajo la plenamente representadas en el Estado, no se influencia de las primeras y tuvieron que lle- podía esperar un cambio sustantivo de los pro- varse a cabo, también significativamente, en blemas del país. buena medida en contra de la opinión y de la De ese modo, armada de la implacable y conducta de la propia burguesía interna. bruñida violencia de los apóstrofes de Ma- nuel, tomaba carta de ciudadanía política, por

Luchas sociales y debate ideológico antes de 1919 15 Compilado en González Prada, Manuel 1915 Pági- nas libres (Madrid: Editorial América). Seis años antes del nacimiento de Mariátegui, 16 Op. cit. Manuel González Prada, en el célebre discur- 17 Op. cit. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 347

primera y efímera vez en la historia peruana, tores de la opinión política e intelectual18. Esa una versión revolucionaria del liberalismo, que insurrección inauguraba el ciclo de intermiten- no se paraba como hasta entonces, en la crítica tes guerras campesinas contra la dominación de los vicios políticos e ideológicos solamen- terrateniente, que dura hasta mediados de la te, y avanzaba hasta poner en cuestión la base década de los treinta, precisamente como reac- misma del orden oligárquico, introduciendo en ción contra la expansión de la gran propiedad el debate nacional lo que será uno de sus te- agraria, bajo control de los terratenientes seño- mas centrales por varias décadas, el problema riales, impulsada por el nuevo interés que éstos del campesinado indio, y estableciendo los pri- adquirían en este período, por el modo en que meros elementos consistentes de un proyecto se establecían las relaciones con la dominación democrático-burgués avanzado, que no puede del capital monopolista. ser considerado como una mera prolongación No era, pues, sólo una coincidencia que tres del liberalismo del período anterior. años después de esa insurrección vencida, tro- El tema del indio, y con él una de las cuestio- nara el discurso del Politeama y se publicara nes centrales de todo el orden oligárquico, en- “Propaganda y ataque”; que en el mismo año traba al debate, no solamente porque la derrota se publicara también la primera novela indige- frente a Chile había puesto de manifiesto de nista, La trinidad del indio o costumbres del qué modo la dominación terrateniente sobre la interior, donde su autor, José T. Itolararres19, masa indígena, en un característico régimen de ponía en la picota la trinidad del cura, el juez “colonialismo interno”, era el fundamento de la falta de integración nacional, a su vez factor de- cisivo de esa derrota, sino ante todo porque en 18 Acerca de esa insurrección: Reyna, Ernesto 1930 El ese mismo momento comenzaba un nuevo ciclo Amauta Atusparia (Lima: Amauta) “Prólogo” de José de las luchas del campesinado indio en el país. Carlos Mariátegui. Basadre, Jorge Historia de la Repú- Poco antes del discurso del Politeama, había blica del Perú (T. II: 272-273, ediciones varias). Quijano, tenido lugar la primera gran insurrección del Aníbal 1966 “Los movimientos campesinos contempo- ráneos de América Latina” en Lipset, Seymour y Sola- campesinado indio en esa etapa, en el Calle- ri, Aldo (eds.) Élites y desarrollos en América Latina jón de Huaylas, Sierra Norte del Perú, y cuya (Buenos Aires: Paidós). fuerza y extensión conmovieron amplios sec- 19 Seudónimo de José Torres Lara. 348 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

y el costeño, en la opresión del indio, y que al problemas nacionales, González Prada puso año siguiente, Clorinda Matto de Turner, discí- al descubierto los límites que el desarrollo de pula de González Prada y miembro del Círculo clase de la burguesía peruana imponía al pen- Literario que éste presidía, publicara Aves sin samiento de la mayor parte de sus ideólogos. nido, destinada a convertirse en la pieza más Esos límites irán acentuándose, conforme la importante de la narrativa indigenista perua- implantación del capital monopolista y el do- na20. El ciclo de esta narrativa, es coetáneo del minio de la burguesía imperialista iban redu- ciclo de las luchas del campesinado indio con- ciendo a la burguesía peruana a la condición tra la expansión del latifundio gamonal. semicolonial, impidiéndole recoger ella misma Durante las tres décadas siguientes, el propio las banderas de la revolución democrática. González Prada dedicó una vigilante atención Por ello, más que por las características per- al desarrollo de las luchas campesinas, apo- sonales de González Prada, según opinará más yándolas desde la prensa, mientras maduraba tarde Mariátegui, el movimiento político que su concepción del problema del indio hasta su sus inmediatos seguidores intentaron alzar con ensayo Nuestros indios21, que dejó incompleto esa orientación, no tenía las bases sociales ne- e inédito a su muerte en 1918, donde por pri- cesarias para su desarrollo y se frustró al nacer, mera vez se vincula claramente la situación del llevando al mismo González Prada a transitar indio al sistema vigente de propiedad agraria, a hacia un positivismo anarco, cuando toma par- los rasgos feudales en el régimen de la hacienda te en el debate de las luchas del naciente prole- andina, y al caciquismo local de los gamonales. tariado a comienzos del siglo XX. Todavía él mismo un positivista liberal en Entre fines del XIX y comienzos del siglo XX, ese momento, al introducir este crucial incor- ingresaba en la palestra ideológica peruana la dio en el debate ideológico que los demás posi- llamada generación del novecientos, la mayo- tivistas liberales realizaban entonces sobre los ría de cuyos más influyentes miembros tenía también filiación positivista liberal, y era por- tavoz de las fracciones más modernizantes de 20 La primera edición apareció en Valencia, España, en 1889. la burguesía peruana. Y no es que desconocie- ran la existencia del problema indio en la falta 21 En González Prada, Manuel 1924 Horas de lucha (Callao: Lux) Segunda edición. de integración nacional. Pero de una parte, su José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 349

atención estaba más concentrada en los pro- de regímenes como el de Porfirio Díaz y sus blemas institucionales del Estado y las cues- “científicos”, o el de Juan Vicente Gómez y el tiones políticas concomitantes con la actividad “cesarismo democrático” que los intelectuales capitalista en plena dinamización. Y, de otra a su servicio proponían como modelo, para parte, su visión del problema del indio estaba establecer la integración nacional y salir de inevitablemente mutilada por la aún indecisa la anarquía caudillesca hacia algo como esa diferenciación de su clase con los terratenien- inventada “pax porfiriana”, como marco del tes señoriales, orientándolos a discutir el pro- reordenamiento nacional. blema exclusivamente en términos culturales, Otros, como Víctor Andrés Belaúnde23, reco- y en particular morales y educacionales. nociendo que “la nacionalidad no está formada De allí que los temas de la educación y de todavía” y que “nuestro ideal debe ser eminen- la cultura, y la modernización institucional temente nacionalista”, sólo podían reclamar la del Estado, fueran, junto con la especulación moralización y la racionalización institucional académico-filosófica, los ejes de su producción del Estado, como recursos para lograr el cum- ideológica y fue en torno de ellos que llevaron a plimiento de tal ideal24. Y en un plano más con- cabo sus debates más resonantes. creto, Garland y Gubbins25 sostenían la nece- Todos ellos se reclamaban de una postu- sidad de facilitar la entrada y la implantación ra nacionalista y modernista, acorde con su del capital extranjero, como camino de la mo- ideal positivista del progreso. Algunos, como dernización y el progreso del país. Atrás habían Francisco García Calderón22, desde una pers- quedado los reclamos de Capello y otros, y aun pectiva optimista, sin duda estimulada por la dinamización de la actividad económica re- sultante de la penetración capitalista imperia- 23 De Víctor Andrés Belaúnde, en ese período, princi- lista, ponían su esperanza en el surgimiento palmente: La crisis presente (Lima, 1914); La realidad nacional (Lima, 1930) libro destinado a la refutación de los 7 ensayos… de Mariátegui; véase también sus Memorias (Lima: Lumen, 1961: Vol. 1 y 1962: Vol. 2). 22 Véanse, de Francisco García Calderón: Le Pèrou Contemporain (París, 1907); Les Démocraties Latines 24 V. A. Belaúnde, La crisis presente, p. 98. de l’Amerique (París, 1912); La creación de un conti- 25 De Alejandro Garland, sobre todo, El Perú en 1906 nente (París, 1913). (Lima, 1907); y Reseña industrial del Perú (Lima, 1905). 350 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

las proposiciones de Manuel Pardo, para pre- logos reconocidos, que al ir produciéndose los servar el control nacional de los recursos, y la primeros grandes conflictos sociales engendra- protección estatal de los capitalistas naciona- dos en el seno del nuevo capitalismo, el grueso les para afianzarlo. de esos intelectuales se encontraba enfrentado Cuando las necesidades del capital planteen contra toda posibilidad de una legislación que exigencias de tecnificación y modernización a institucionalizara esas luchas y sus organiza- la cultura y a la educación en el país, todavía ciones como parte de un régimen burgués. Sólo la burguesía aparecerá dividida entre quienes, muy minoritarias fracciones, lideradas por quie- como Manuel Vicente Villarán26 preconizan nes como Billinghurst28 traían una formación una educación pragmática y de orientación hecha íntegramente en el extranjero, intentaron técnica al alcance de las masas, y quienes abrir paso a esa legislación y aun apoyarse en como Alejandro Deustua27 encontrarán la oca- esas luchas para buscar una relativa democrati- sión de destilar los más encostrados prejuicios señoriales contra el indio, para oponerse, en 28 Guillermo Billinghurst, rico comerciante, nacido nombre del progreso, a una educación dirigida en Iquique cuando era aún territorio peruano, y a las capas populares, reclamando una educa- educado en Santiago y Valparaíso, fue alcalde de Lima y ción elitista e intelectualista. presidente del Perú (1912-1914). Candidato anticivilista Fue sin duda debido a esta debilidad social y de ideología populista y modernista, comandó el primer movimiento de las masas de las capas medias y política de la burguesía peruana y de sus ideó- populares de Lima, para imponer su candidatura contra la negativa oficialista, en un gran mitin callejero en que, con el lema del “pan grande”, las masas expresaban su protesta contra la severa situación económica bajo 26 De Manuel Vicente Villarán, los ensayos reunidos la crisis de ese momento, y hacían su ingreso en una en Estudios sobre la educación nacional (Lima, 1922); orientación antioligárquica que se clarifica y consolida de ellos, principalmente: “Las profesiones liberales en desde entonces. Bajo su fugaz gobierno hizo algunas Perú”; “El factor económico en la educación nacional” concesiones al movimiento obrero, legalizando las (Lima, 1905). huelgas y sindicatos, lo que acarreó su caída por un 27 De Alejandro Deustua, introductor de la filosofía golpe militar dirigido por Benavides. Véase: Basadre, de Bergson y de los neohegelianos italianos en el Perú, Jorge Historia, op. cit., t. VIII; Quijano, El Perú en la acerca de este problema véase sus ensayos en La crisis de los años treinta, op. cit. No hay hasta ahora cultura nacional (Lima, 1937). ningún estudio específico sobre Billinghurst. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 351

zación del Estado. Y, por supuesto, fue rápida- con las luchas políticas por la democratización mente derrotado. del Estado en las movilizaciones que impusie- En esas condiciones, ningún puente ideoló- ron la candidatura de Billinghurst, bajo cuyo gico y político podía ser establecido entre el fugaz gobierno lograron las primeras leyes de naciente movimiento obrero y popular en las reconocimiento sindical. Y tras la caída de ese ciudades y en los latifundios capitalistas de régimen, se desarrollaron hasta imponer la le- la costa y las fracciones modernizantes de la galización de la jornada de 8 horas, y su prime- burguesía, para cualquier tentativa exitosa de ra central sindical en 1919, cuando ya la gene- democratización de las bases y la estructura ración joven de los intelectuales de las capas institucional del Estado. Y las capas medias de medias ingresaba también en la lucha por la profesionales e intelectuales que iban amplián- democratización de la educación superior, y el dose gradualmente, vagamente, orientadas en conflicto dentro de la burguesía se resolvía en esa dirección, comenzaban a ser empujadas a favor de su fracción más proimperialista, pero colocarse políticamente más cerca del movi- también menos señorialista29. miento obrero y popular que del establishment La implantación del capital en su fase mono- oligárquico. Y después de la crisis de mediados pólica durante esas décadas, había ido reconfi- de la segunda década de este siglo, frustrada gurando las bases de la estructura de la socie- la posibilidad de Billinghurst, las tendencias en dad peruana, a través de una compleja combi- esa dirección se consolidaron. nación con la expansión del latifundio señorial. Aunque sin una relación orgánica con las Eso implicaba que en el mismo momento en luchas del campesinado contra la expansión que se desarrollaban las luchas campesinas del gamonalismo, las del naciente proletariado contra los terratenientes, estuvieran ya en esce- y de las capas medias y populares urbanas se na las luchas obreras bajo orientación anarquis- desarrollaban paralelamente en esas primeras ta y anarcosindicalista. Y mientras el Estado, en décadas. Desde la primera gran huelga de los representación de la asociación contradictoria “braceros” de Chicama en 1912, las luchas por la sindicalización y la legalización de la jor- nada de 8 horas, se hicieron más fuertes y se 29 Véase, de Sulmont, Denis 1975 El movimiento obre- ro en el Perú: 1900-1956 (Lima: Universidad Católica generalizaron. Encontraron un punto de unión de Lima). 352 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

de intereses de aquellas clases dominantes, se El desarrollo de las luchas obreras conver- enfrentaba a esa doble vertiente de las luchas gió, después de la guerra, con las luchas inicia- de clases de los dominados, al interior de la les de las capas medias intelectuales por la de- burguesía se iba produciendo una diferencia- mocratización de la educación y en esa coyun- ción política que se resolvería por el triunfo de tura, ya bajo el impacto de la onda de expan- las fracciones más ligadas a los intereses de sión internacional del socialismo, producto de la burguesía imperialista norteamericana, que las luchas europeas y de la Revolución Rusa, asentaba su hegemonía sobre la británica tras la en 1918 surgieron los primeros brotes de una guerra del 14-18. Y del mismo modo, al interior versión pequeño-burguesa del socialismo, in- de los terratenientes señoriales, sus sectores fluyendo sobre algunos intelectuales y obreros. ligados más directamente al capital comercial, En cambio, el positivismo liberal cedía, iban apareciendo aliados a las fracciones bur- en ese mismo momento, su puesto rector en guesas vencedoras, en el condominio inmedia- la ideología burguesa en favor del idealismo to del Estado. El golpe de Estado de Leguía en bergsoniano, acogido entusiastamente por 1919, y la política estatal de la década siguiente, los representantes intelectuales de las frac- la desintegración de los partidos históricos de ciones burguesas que perdían terreno en la burgueses y terratenientes, así como el debate lucha por la hegemonía30, y esa tendencia fue ideológico nacional, fueron una cabal expre- sión de esas tendencias y conflictos. De un lado, el radicalismo burgués del pri- 30 Principalmente Deustua y Belaúnde, ya citados. Y mer González Prada evolucionó al anarquismo, José de la Riva Agüero; los dos últimos prologuistas y y formó parte de esa corriente ideológica en las comentadores de la tesis de Mariano Iberico, La filo- luchas y organizaciones del proletariado fabril, sofía de Enrique Bergson, presentada en San Marcos en 1916. Iberico fue diputado por la derecha y por la semifabril y rural. La posta de ese radicalismo izquierda intelectual en el Perú, antes de 1930. En 1926, burgués, que la propia burguesía no recogió ni Mariátegui le publicó, en su Editorial Minerva, El nuevo amparó, será, después de 1919, tomada y rede- absoluto, en el cual Iberico defendía el vitalismo berg- finida como corriente “antioligárquico-naciona- soniano como base filosófica del socialismo, desde que lista” por las capas medias nuevas que se recla- éste tenía una vocación redentora y en “su profundo sentido, es una voluntad religiosa”, posición que fue ex- maron herederas del primer González Prada. plícitamente comentada y apoyada por Mariátegui en José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 353

consolidándose en la década siguiente, como tan hijo de su tiempo, como de su propia fuerza reacción frente al régimen leguiísta que había para dominarlo. llegado al poder enarbolando los señuelos del Al caracterizar su etapa anterior a su viaje progreso y de la modernización, caros al posi- a Europa en 1919 como su “edad de piedra”, tivismo, que utilizaba desde el poder a algunos Mariátegui estableció una separación de su his- de los intelectuales positivistas, pero que, al toria vital en dos grandes etapas. Y, de modo mismo tiempo, rebajaba los ideales positivis- general, esa división es admisible31. tas a una función de taparrabo de una política No hay duda, en efecto, de que su estancia de venalidad, de corrupción, de arribismo y europea fue crucial para el desarrollo de Ma- despotismo. riátegui en todos los órdenes de su experiencia Esa situación ayuda a explicar por qué, en la personal. Allí hizo su primer aprendizaje mar- década siguiente, el idealismo vitalista de inspi- xista, decidió consagrar su vida al socialismo ración bergsoniana será utilizado contra el po- revolucionario en el Perú, encontró a la compa- sitivismo, simultáneamente desde la derecha y ñera de su vida y universalizó su horizonte de desde la izquierda. ideas y emociones. Es cierto, igualmente, que de entonces arranca lo fundamental de su obra y de su influencia en la historia peruana. Las principales etapas No obstante, fue también el propio Mariáte- de Mariátegui gui quien se encargó de recordar el significado de su labor anterior a esa fecha, particularmen- Ese complejo escenario histórico fue el que produjo a Mariátegui y que desde 1918 en ade- lante fue también en parte su producto. Pues 31 Ese juicio de Mariátegui ha influido en sus he- rederos familiares, que hasta ahora no publican nadie como él, en el Perú, fue simultáneamente sus escritos anteriores a 1919, en las llamadas OC, y en sus biógrafos como Rouillon, ya citado. Diego Messeguer ha trazado recientemente, en un exten- “25 años de sucesos extranjeros”, publicado ese mismo so estudio sobre Mariátegui, una periodización más año e incorporado después en: Historia de la crisis próxima a la realidad. Véase: Messeguer, Diego 1974 mundial en Obras completas (Lima: Amauta, 1959; Vol. José Carlos Mariátegui y su pensamiento revolu- VIII); denominadas, en adelante, OC. cionario (Lima: IEP). 354 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

te en los años inmediatamente previos32. Y, en Repliegue físico y aventura verdad, si la experiencia europea maduró y intelectual: 1894-1914 redefinió sus opciones personales, fue sobre la base de una orientación establecida ya, en Mariátegui era el segundo de tres hijos sobrevi- lo fundamental, antes. Si bien son perceptibles vientes, de un inestable matrimonio entre Fran- rupturas significativas entre ambas etapas, par- cisco Javier Mariátegui, limeño, de familia terra- ticularmente en su pensamiento político, en teniente encumbrada, nieto de un conocido ideó- otros planos se trata más bien de afirmamien- logo liberal del mismo nombre, y de María Ama- tos y desarrollos. lia Lachira, campesina del pueblo de Sayan, en Por eso, aunque no se trata aquí de recons- la sierra Norte de Lima. No conoció a su padre33. truir su biografía, es necesario, especialmente Cuando tenía ocho años, en 1902, a su po- para el lector no peruano, sumarizar brevemen- breza material y a la ausencia paterna, le so- te las principales etapas del desarrollo del pen- brevino una enfermedad que dejó baldada para samiento mariateguiano. siempre su pierna izquierda, inmovilizándolo durante una larga convalecencia. En el ambiente religioso de su familia, esa 32 En comunicación enviada a la Primera Conferencia enfermedad reforzó probablemente en el niño de Partidos Comunistas de América Latina, en junio de 1929, Mariátegui señala: “[…] el tratado de Mariátegui Mariátegui su adhesión religiosa, dando lugar con los tópicos nacionales no es, como algunos creen, al desarrollo de inclinaciones místicas. Y, al posterior a su regreso de Europa [...] no hay que olvidar mismo tiempo, el repliegue forzoso consigo que a los catorce o quince años, empezó a trabajar en mismo le permitió iniciar la lectura de la pe- el periodismo y que, por consiguiente, a partir de esa queña biblioteca dejada por su padre antes de edad tuvo contacto con los acontecimientos y cosas del país, aunque para enjuiciarlos carecía de puntos eclipsarse del todo del hogar, y comenzar su de vista sistemáticos”. En esa carta consigna su revista formación autodidacta procurándose ávida- Nueva Época y su periódico La Razón, así como su mente material de lectura. Su inquietud des- participación en la huelga obrera de 1919. Véase el atada lo llevará poco después a estudiar fran- texto respectivo en: Martínez de la Torre, Ricardo 1949 (1947) Apuntes para una interpretación marxista de la historia del Perú (Lima: Empresa Editora Peruana, Vol. 4, T. II: 403). 33 Rouillon, La edad de piedra, op. cit. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 355

cés por su cuenta. Por la misma época comen- redacción del periódico y a partir de 1914 co- zaría también a escribir sus primeros versos34, menzó a publicar con el seudónimo de Juan de contenido místico-religioso. Croniqueur. Esa experiencia infantil, de pobreza y de Juan Croniqueur, autodidacta de vasta y va- ausencias, de enfermedad y de inactividad ria lectura, principalmente literaria, espíritu física, de soledad y de melancolía, de reli- crítico aún sin derrotero y temperamento artís- giosidad y de poética mística, de inquietas e tico, estación de un viaje hacia la identidad so- interrogadoras lecturas, es sin duda funda- cial y personal, peregrina un tiempo, entre los mental para la comprensión de la obra adul- 20 y 23 años, entre la influencia de D’Annunzio ta mariateguiana. Cómo no ver allí el origen y el esteticismo, la incursión por el mundo de la de los resortes emocionales que atravesarán sociedad oligárquica, en su calidad de cronista permanentemente una parte de su desarrollo, hípico y social (hasta llegó a dirigir El Turf), y en especial esa tensión de agonista entre la crónica literaria, retiros espirituales y poe- una concepción metafísica de la existencia, sía místico-sensual, y todavía, el mismo año de alimento de una voluntad heroica de acción, la Revolución Rusa, organiza con otros perio- y las implicaciones necesarias de la adhesión distas de la bohemia provinciana de Lima una al marxismo, que caracterizan gran parte de sesión de danza en el cementerio para Norka su pensamiento. Ruskaya, con el consiguiente escándalo de la beatería limeña. Mariátegui, pues, estaba entonces princi- Del colonialismo a la crítica palmente ocupado en explorar sus posibilida- social y política: 1914-1919 des de encontrar un lugar en el establishment social y cultural. Eran, sin embargo, los años Mariátegui entró como obrero alcanza-rejones de la crisis y de la guerra mundial, del encres- al periódico La Prensa, en 1909, y fue subien- pamiento de las luchas de clases en Europa, do de posición hasta que en 1913 asumió la y en el Perú la etapa de intensificación de las luchas obreras, del creciente descontento de las nuevas capas medias, y la agudización del 34 Op. cit., p. 70. debate y del conflicto político dentro de las 356 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

clases oligárquicas. Hasta 1916 no parecen ha- y su generación, a la crítica de la sociedad y ber registros del impacto de esos procesos en del Estado. Mariátegui. Y no obstante, fue en el curso de No en vano Valdelomar había sido secretario esa etapa y sobre todo después de esa fecha, de Billinghurst durante su campaña a la presi- que fue despertando en él la preocupación por dencia de la República, que pudo triunfar so- las cuestiones políticas y sociales, agudizándo- bre los hombros de una inmensa movilización se su mirada crítica de la sociedad, lo que irá popular anticivilista. Y Mariátegui, a la sazón, apareciendo inclusive en sus crónicas de tono ya había conocido a González Prada y era ami- levemente irónico sobre temas banales. go de su hijo, poeta también, Alfredo González En 1916, con César Falcón, Félix del Valle Prada. Y en ese mismo año, Mariátegui publi- y bajo la dirección de Abraham Valdelomar, ca en La Prensa un artículo comentando iró- sus compañeros de La Prensa, funda la revista nicamente una conferencia de Riva Agüero, y Colónida, de la que se publicarán cuatro nú- defendiendo el modernismo literario contra el meros y en los cuales Mariátegui colabora con academicismo. Riva Agüero ya era, en ese mo- su producción literaria. Años después, sos- mento, uno de los más destacados intelectua- tendrá que cuando colabora en Colónida era les de los grupos más señoriales de la coalición aún un “literato inficionado de decadentismo oligárquica en el poder, y que ya en 1915 había y bizantinismo finiseculares”35. Eso era aún, en fundado el Partido Nacional Democrático y efecto. A pesar de ello, Colónida representaba el movimiento “futurista”, como parte de una ya el ingreso, aunque vacilante y confuso, de orientación de abandono del positivismo y de un nuevo estado mental que portaba una gene- repliegue en un idealismo reaccionario de raíz ración intelectual heredera de las enseñanzas bergsoniana. Enjuiciando una década después de González Prada, que aprendía a rechazar la ese movimiento “futurista”, Mariátegui lo se- presencia de la engolada mentalidad señorial ñalará como un movimiento de “restauración y su academicismo. Y la actitud crítica en la colonialista y civilista en el pensamiento y en literatura, pronto se extenderá, en Mariátegui la literatura del Perú”36.

35 “Carta a Samuel Glusberg” (OC, Vol. II) 36 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana contracarátula. (Lima: Amauta, 1968) 13a edición, p. 216. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 357

Fue, sin embargo, otro hecho lo que contri- de las fracciones más señorialistas, tres años buyó a despertar su interés político y al aban- después, con el golpe de Leguía. Eran también dono de la negación de la política que era una los años de la prédica wilsoniana, cuyos ecos de las marcas de la experiencia colónida. A resonaban también en el Perú, junto con los de mediados de 1916, la oposición leguiísta con- las tempestades políticas europeas, particular- tra el régimen de José Pardo (1915-1919), y con mente el triunfo de la Revolución Rusa, y los la participación de las corrientes que apoya- primeros impactos de la Revolución Mexicana, ron a Billinghurst, fundó un nuevo periódico, mientras se extendían las luchas obreras y la El Tiempo, y Mariátegui renunció a La Prensa influencia del anarquismo y el anarco-sindica- para incorporarse al nuevo diario. Allí fue en- lismo, y los jóvenes de las nuevas capas medias cargado de la crónica parlamentaria, que ejer- intelectuales iniciaban su enfrentamiento a la ció hasta 1919. educación oligárquica en la Universidad. A pesar de que en los dos años siguientes, En la redacción de El Tiempo convergían las Mariátegui todavía intensificará sus incursio- corrientes positivistas liberales, de leguiístas y nes en el mundo oligárquico, escribiendo cróni- billinghuristas, y más débilmente la influencia cas sociales e hípicas, y mantendrá su adhesión del gonzález-pradismo y las primeras ideas so- religiosa escribiendo sobre temas costumbris- cializantes. tas y religiosos (inclusive ganó en 1917 el pre- La influencia de esta atmósfera puede regis- mio de la Municipalidad de Lima, por su artícu- trarse en la creciente ironía de las crónicas de lo “La Procesión tradicional”), la concurrencia Mariátegui, en la nueva seguridad de su prosa a los debates parlamentarios fue, seguramente, de tono polémico, presumiblemente también una puerta de entrada a la observación y a la en la medida en que su conocimiento de la reflexión sobre los problemas político-sociales fauna oligárquica, en su calidad de cronista de del país y del mundo, tan intensamente agita- publicaciones como El Turf y Lulú, le iba reve- dos en esos mismos años. lando una realidad que ya era capaz de mirar El Parlamento peruano de esos años era el como indeseable. escenario en que se debatían las opciones ideo- Por ello, desde 1917, la casi totalidad de su lógicas y los conflictos políticos dentro de la producción de periodista en El Tiempo, apare- coalición dominante, poco antes de la derrota ce ya consagrada exclusivamente a los temas 358 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

de la política nacional y ahora observada ya de El Tiempo, en cuyos talleres se imprimía también desde fuera de los debates parlamen- Nuestra Época, y maltrata físicamente al inde- tarios. El periodismo comienza en Mariátegui fenso y débil autor. a convertirse en un vehículo de expresión de Poco después, los redactores de Nuestra una nueva mirada crítica de la sociedad, como Época y otros de la misma tendencia se agru- para varios de sus compañeros de redacción, pan en el Comité Organizador del Partido So- y principalmente César Falcón, Félix del Valle cialista. Uno de los miembros más influyentes, y otros, ganados según parece antes que Ma- Luis Ulloa, propone convertir ese grupo en riátegui al interés por las luchas sociales y las partido, lo que Mariátegui y Falcón rechazan, ideas socialistas, y que probablemente ejer- apartándose del grupo. cieron una importante influencia sobre él en Las inevitables dificultades resultantes de esos años. esos hechos, con los directores de El Tiem- Como la orientación de El Tiempo ya les re- po, empujan finalmente a Mariátegui y Falcón sulta muy moderada, a mediados de 1918 todos a fundar el periódico La Razón, en mayo de ellos se agrupan para publicar la revista Nues- 1919. Es el año y el mes de la gran huelga obre- tra Época, como vocero de una tendencia so- ra por las 8 horas y el abaratamiento de las sub- cializante, inspirada en las ideas y en el modelo sistencias, y, al mismo tiempo, del movimiento de la revista España, que en ese país dirigía abierto de los estudiantes de San Marcos por la Luis Araquistain y donde colaboraba una parte reforma universitaria, secuencia del movimien- de la generación del 98. Unamuno entre ellos. to de Córdoba, del año anterior. Es, también, el La orientación ideológica y vital de José año del golpe de Leguía. Carlos Mariátegui comienza a definirse. Y no La Razón apoya enérgicamente ambos mo- tardará en pagar sus primeras consecuencias. vimientos, obrero y universitario, y de cierto Tras la publicación en esa revista de su artí- modo toma parte en la campaña leguiísta. El culo “Malas tendencias: el deber del ejército gobierno de Pardo apresa a los dirigentes de la y del Estado”, defendiendo la idea de emplear huelga obrera, pero poco después Leguía, y ante más los recursos fiscales en la promoción de la extensión de la misma, se ve obligado a libe- la educación y del trabajo, en lugar de armas, rarlos. La gran manifestación obrera que celebra un grupo de oficiales llegará hasta la redacción ese hecho, llegará hasta las puertas del periódi- José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 359

co, aclamando a Mariátegui, que tuvo que pro- pa. Se dice que ese gesto de Leguía se debió nunciar un discurso desde el balcón del local. al hecho de estar casado con una parienta de Mariátegui ha entrado, finalmente, en la lucha Mariátegui, por la rama paterna37. Y en esas política al lado del naciente proletariado, orien- gestiones familiares, sin duda influía el hecho tándose hacia el socialismo. Sus ideas socialis- de ser ya Mariátegui un escritor e intelectual de tas, en ese momento, corresponden aún, en ri- renombre en el país. gor, a una orientación democrática radicalizada En octubre de 1919, Mariátegui partió con por elementos socializantes. Pero está formada destino a Europa. Después de una breve escala la base de su posterior afirmación socialista re- en Nueva York, llegó a Francia primero y fue volucionaria; y el piso emocional de su tempera- a fines de ese año a radicarse en Italia. Tenía tura de combate, está liberado de sus afanes de 25 años. esnobismo aristocratizante y esteticista. Al arreciar el movimiento de los estudiantes reformistas, chocando con el rápido repliegue La experiencia europea y el del régimen de Leguía desde su inicial prédica aprendizaje marxista: 1919-1923 democrática hacia el despotismo pro imperia- lista que fue su marca, manteniéndose la movi- Mariátegui testimonió el impacto emocional lización obrera, La Razón se enfrenta crítica- e intelectual de su breve estadía en la capital mente a Leguía, hasta ser considerado por éste francesa. Con su experiencia de periodista como un peligro para su régimen. Después de la parlamentario, no dejó de asistir a algunas se- publicación de un editorial que denunciaba “el siones de la Cámara de diputados. Pero fue- tinglado de la patria nueva”, en agosto de ese ron, sobre todo, el contacto personal con el año, se prohíbe la circulación del periódico. grupo Clarté y principalmente con Henri Bar- Leguía, a través de un emisario relacionado con Mariátegui, ofrece a Mariátegui y a Falcón optar entre la cárcel o un viaje a Europa en ca- 37 Rouillon, op. cit., pp. 308-310. Transcribe la resolu- lidad de agentes de propaganda del gobierno ción gubernamental que autoriza al Consulado Peruano peruano. Era en realidad, un poco disimulado en Génova, a pagar a Mariátegui un salario por su labor de “agente de propaganda periodística en Italia”, a par- destierro. Ambos optaron por el viaje a Euro- tir de enero de 1920. 360 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

busse y Romain Rolland, y su asistencia a los A pesar de que París era la meca de la pere- mítines obreros de Belleville, lo que retendrá grinación europea de la mayor parte de los inte- en su memoria. lectuales y artistas latinoamericanos del perío- Antes de salir del Perú había ya leído L’Enfer do, Mariátegui escogió Italia como sede de su y leyó Le Feu apenas llegado a París. Poco des- experiencia europea. ¿Por qué Italia? Según Ba- pués conoció personalmente a Barbusse en las zán, Mariátegui recordaba que “en París, su me- oficinas deClarté. El impacto debió ser recí- tro, su clima húmedo y los grises impertérritos proco y se estableció una relación duradera. de su cielo llegaron a quebrantar mi salud. Me Barbusse no lo olvidó y su huella fue intensa dirigí sin más hacia el sur. Hacia Italia, de donde en Mariátegui38. De su contacto con el prole- me llamaba un viejo amigo mío, peruano”40. tariado parisino en los mítines de Belleville, Dada la salud quebradiza de Mariátegui, esa guardará una imagen impregnada de uno de explicación es seguramente real. Pero no fue los temas recurrentes de la obra mariateguia- quizás la más importante. Después de todo, él na posterior, la emoción religiosa: “Mis me- estaba habituado a los “grises impertérritos” jores recuerdos son los mítines de Belleville, y a la humedad de Lima. Estuardo Núñez41 ha donde sentí en su más alta intensidad el calor esclarecido bien que no fue circunstancial en- religioso de las nuevas multitudes”, dirá más teramente la opción italiana de Mariátegui, de- tarde a uno de sus biógrafos39. mostrando la influyente presencia de la cultura italiana en el Perú, a comienzos del siglo XX, y la relativa familiaridad que Mariátegui y sus ami- 38 Bazán, Armando 1939 Mariátegui y su tiempo gos más cercanos ya tenían con ella. Valdelo- (Santiago: VVV); allí consigna que Barbusse se refería a Mariátegui como “una nouvelle lumière de l’Amerique, mar, que había ejercido notable influencia en la un specimen nouveau de l’homme americain” (p. 14). orientación inicial de las actividades literarias y 39 Bazán (1939: 71). En la edición de 1969, Vol. XX de estéticas de Mariátegui, ya había residido en Ita- las OC de Mariátegui, ese texto ha sido cambiado por el siguiente: “mis mejores recuerdos son los mítines de Belleville, donde sentí en su más alta intensidad la emoción social revolucionaria de las nuevas multitudes” 40 Bazán (1939: 71). (p. 56), lo que es evidentemente una falsificación contra 41 Núñez, Estuardo “Prólogo” a Cartas de Italia (OC, el espíritu de Mariátegui. Vol. XV) op. cit. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 361

lia en la preguerra y publicó también unas Car- Cuando Mariátegui llega a Italia, al fin del tas de Italia, como lo hará después Mariátegui, año 1919, el país estaba sacudido por una gra- aunque sobre una temática totalmente distinta. ve crisis económica, sobre cuyo piso se en- Y un personaje como Riva Agüero, tan antitéti- frentaban las masas obreras y los capitalistas, camente opuesto a Mariátegui, social e ideoló- poniendo en crisis el liberalismo tanto como gicamente, coincidió con éste en Italia y juntos el socialismo, entre cuyas brechas ascendía el caminaron en Roma, y no dejó de proclamar su fascismo. A ello se añadía un sentimiento de adhesión a Italia, aunque por motivos políticos frustración, porque las expectativas de expan- distintos. Riva Agüero se hará fascista. sión hacia los Balcanes habían sido bloquea- Y puesto que la estadía en Italia tuvo una in- das por los resultados de la Paz de Versalles. fluencia tan decisiva en la formación de Mariáte- Y ese sentimiento nacional de frustración, que gui, en particular en el modo en que comenzó su sobre todo la pequeña burguesía italiana des- encuentro con el marxismo, es oportuno señalar tilaba, era uno de los alimentos de la propa- que el idealismo neohegeliano y el actualismo, ganda nacionalista y fascista, y en cuyo clima de Croce y Gentile, ya estaban presentes en la habían brotado los oropeles de la prédica de atmósfera intelectual peruana desde comienzos D’Annunzio, su famosa marcha sobre Fiume de la segunda década de este siglo, inspirando, y su Constitución44, que tanta resonancia ten- junto con Bergson, una de las corrientes filosófi- drían en el crecimiento del fascismo. cas que, en ese entonces, debatía los problemas Mariátegui encontró aún el eco de la Consti- de la cultura y de la educación en el Perú. Ale- tución d’annunziana y, apenas llegado, es sobre jandro Deustua, tan influyente en esos años en ese tema que escribió (“El Estatuto del estado la oposición contra el positivismo, había publi- libre de Fiume”), en su calidad de correspon- cado La cultura superior en Italia ya en 191242, sal de El Tiempo, de Lima, en cuyas páginas que el propio Mariátegui cita en sus 7 ensayos43. publicará sus observaciones europeas45. Como

42 Deustua, Alejandro 1912 La cultura superior en 44 Véase de , Robert 1968 Les Origines du Fas- Italia (Lima: Ediciones Rosay). cisme (París: Flammarion) pp. 64-66. 43 7 ensayos, p. 22. 45 Estuardo Núñez, op. cit. 362 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

Bazán recuerda46, el poético inicio de la Cons- Es, sin embargo, en esos mismos años que titución, no dejó de impactar en Mariátegui, está iniciando su formación marxista y absor- d’annunziano en sus primeros pasos de escri- biendo la atmósfera política e intelectual del tor: “La vida es bella y digna de ser bellamente debate marxista en Italia, y asistiendo como vivida”, reclamaba el poeta y Mariátegui lo re- testigo privilegiado a las ocupaciones obreras cordará años más tarde, señalando que en ese de las fábricas, a las vacilaciones y a las luchas proyecto de Constitución existen elementos de internas del Partido Socialista Italiano y al na- comunismo, de filiación utópica47. cimiento del Partido Comunista Italiano, en el En su copiosa producción periodística como Congreso de Livorno (1921), donde quizás pudo corresponsal de El Tiempo, puede notarse la conocer a Gramsci49. De allí, sin duda, no obs- apasionada avidez con que Mariátegui vigila la tante el carácter periodístico de su indagación política italiana y europea en general, preocu- de la escena europea, que sobre todo a partir pado por los signos históricos de la coyuntu- de 1921 se aprecia la seguridad de su orienta- ra más bien que en una interpretación teórica, ción y de su evaluación de los acontecimientos como se reafirmará después, ya en el Perú, al políticos, la crisis de la democracia liberal y de ordenar en un panorama global su visión de su ideología, la crisis de la socialdemocracia y la crisis europea: “Pienso que no es posible el significado del fascismo, que son los temas aprehender en una teoría el entero panorama dominantes de sus crónicas50. del mundo contemporáneo. Que no es posible, sobre todo, fijar en una teoría su movimiento. Tenemos que explorarlo y conocerlo, episodio 49 No existe información concreta y eficiente acerca de las posibles relaciones personales entre Mariátegui por episodio, faceta por faceta. Nuestro juicio y y Gramsci. Su viuda afirma que se conocieron. En todo nuestra imaginación se sentirán siempre en re- caso, es probable que Mariátegui haya visto a Gramsci tardo respecto de la totalidad del fenómeno”48. en Livorno, con ocasión del Congreso del Partido Socialista de Italia, y probablemente lo leyera en L’Ordine Nuovo, que se publicaba ya cuando Mariátegui residía en Italia. 46 Bazán, op. cit., p. 72. 50 Recopiladas principalmente en Cartas de Italia 47 La escena contemporánea (OC, Vol. I: 22). (OC, Vol. XV), La escena contemporánea (OC, Vol. I), 48 Op. cit., “Prólogo”. El alma matinal (OC, Vol. III), principalmente. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 363

En particular, su evaluación del fascismo y y, presumiblemente, el modo de su encuentro de los factores que le dieron origen y que im- con el marxismo. Y, en particular, su relación pulsaron su ascenso al poder, por la impoten- con Piero Gobetti, antiguo gentiliano, seguidor cia del liberalismo y la crisis interna de la so- de Croce, y liberal radicalizado que colaboraba cialdemocracia italiana, cuya mayoría adhería en L’Ordine Nuovo, la revista del ala comunis- a una orientación reformista. Como lo señala ta del socialismo italiano, ejerció un impacto uno de sus comentaristas51, Mariátegui es una reconocido y evidenciado por Mariátegui mu- importante fuente para el estudio de la vida po- chas veces en su obra posterior. Asimismo, en lítica italiana de esa etapa. Italia fue donde él se familiarizó con la obra El año de 1921 parece haber sido el punto de Sorel, que tanta presencia llegó a tener en de llegada a una nueva etapa, no solamente su concepción filosófica personal. Algunos, personal, sino del pensamiento político de como Robert Paris, han sugerido también que Mariátegui, pues entonces ya se considera un el aire de movimiento épico y heroico que el marxista: “desposé una mujer y algunas ideas”, mussolinismo fungía incorporar a la atmósfera afirmará más tarde acerca de su experiencia emocional italiana, habría tenido alguna par- en ese momento. te en la evolución del sentido mítico-heroico La atmósfera cultural e ideológica italiana presente en la concepción mariateguiana de de esos años, muy influida por la obra de los fi- la existencia y atribuible también a algunos re- lósofos neohegelianos y actualistas como Cro- volucionarios italianos formados en ese perío- ce y Gentile, el primero de los cuales contaba do52. Italia, pues, fue una estación decisiva en la con la admiración de muchos de los ideólogos marxistas más importantes del debate italiano de ese momento y al que Mariátegui conoció 52 Paris, Robert 1973 “El marxismo latinoamerica- no de Mariátegui” en El marxismo latinoamericano personalmente, enmarcó e impregnó de modo de Mariátegui (Buenos Aires: Ediciones Crisis). De importante el desarrollo de los estudios de éste este autor, véase también: “Mariátegui, un ‘sorelis- me’ ambigue” en Aportes (París) N° 22. 178-184, 1977; Paris, Robert 1967 “Mariátegui e Gobetti” en Centro 51 Melis, Antonio 1971 “Mariátegui, primer marxista de Studi Piero Gobetti (Torino) Quaderno 12: 3-13.; y su América” en Dessau, Albert; Kossok, Manfred y Melis, “Preface” a la edición francesa de los 7 ensayos (Pa- Antonio Tres estudios (Lima: Biblioteca Amauta). rís: Maspero). 364 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

formación de Mariátegui, intelectual, política y seguro de que Alemania sería pronto el segun- emocionalmente, llegando a ser un permanen- do país soviético de Europa, estimulado por la te punto de referencia de su visión de los pro- atmósfera política de las calles de Berlín y las blemas. Recorrió sus principales ciudades, se huelgas renanas54. En marzo de 1923, se embar- familiarizó con su acervo histórico y cultural, có de regreso al Perú. se vinculó a algunas de las figuras del primer plano intelectual y político del país, reorgani- zó su tesitura personal sobre el mundo y pudo De regreso en el Perú: dos etapas adquirir allí las bases de su prodigioso y vital aliento de agonista. A comienzos de 1922, poco En la labor de Mariátegui en el Perú, desde antes de abandonar Italia, acordó con algunos el 18 de marzo en que llega, hasta el 16 de abril peruanos su decisión de iniciar la acción socia- de 1930, fecha de su muerte, pueden recono- lista en el Perú. Entre marzo de 1922 y marzo cerse dos etapas principales: de 1923, Mariátegui recorrió Alemania, Austria, Hungría, Checoslovaquia y, brevemente otra 1) 1923-1928. Cuando Mariátegui llega al Perú, vez, Francia. De ese periplo da cuenta en sus el movimiento de la reforma universitaria y el crónicas, impactado por la crisis social y políti- movimiento obrero ya han avanzado en la rela- ca del continente, afirmándose en su adhesión ción iniciada con motivo de las huelgas de 1919 a la necesidad de una revolución socialista, y la iniciación de la lucha por la reforma uni- su rechazo del reformismo socialdemócrata versitaria. Acordadas por el Congreso de Estu- y la para él declinación y crisis final de la de- diantes del Cusco en 1920, bajo la presidencia mocracia liberal y de la cultura occidental, ya de Haya de la Torre, ya están en funciones las bajo la evidente influencia de sus lecturas de Universidades Populares González Prada, cuyo Spengler53. No pudo llegar a Rusia, como era, propósito era desarrollar la formación intelec- obviamente, su gran deseo, por las dificultades tual de los obreros, permitiendo también la for- de salud de su mujer y de su hijo. Pero estaba mación de lo que González Prada había recla-

53 Bazán, op. cit. 54 Bazán, ibíd. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 365

mado antes, un Frente Único de Trabajadores año, Mariátegui inicia un ciclo de conferencias Manuales e Intelectuales. sobre la crisis mundial56, con lo cual comienza Entretanto, el gobierno de Leguía, tras un su propaganda socialista entre los obreros, y el breve inicio populista, ya ha hecho ostensible su debate, cauteloso al comienzo, con el anarco- viraje hacia el despotismo y hacia el entreguis- sindicalismo dominante entre los obreros poli- mo a la dominación imperialista norteamerica- tizados hasta entonces. na. Y ese movimiento de obreros y estudiantes Y cuando en octubre de ese año, el gobier- está enfrentado a esa política. Un mes después no de Leguía pasa a una represión sistemática de la llegada de Mariátegui, oponiéndose a una contra los líderes de ese movimiento y Haya y ceremonia de consagración del Perú al “Cora- otros son deportados, Mariátegui asume la di- zón de Jesús”, decretada por Leguía, una tumul- rección de Claridad, la revista que bajo direc- tuosa manifestación de obreros y estudiantes se ción de Haya venía iniciando el debate ideoló- enfrenta, el 23 de mayo, a la represión policial, gico contra el régimen de Leguía. Y, al mismo muriendo un obrero y un estudiante. Durante tiempo, comienza a colaborar en Variedades, esa manifestación, el dinamismo y la oratoria y en Mundial, revistas de orientación liberal, de Haya de la Torre lo llevan al comando de la donde sus temas dominantes serán, por varios movilización55. Mariátegui no quiso participar años, el fascismo y la Revolución Rusa, las en ese acto, por considerarlo ineficaz y circuns- principales figuras de la política europea y las tancial. Haya y sus seguidores, considerarán tendencias de la literatura y el arte europeo. después, que esa manifestación fue el bautismo Mientras procura no enfrentar abiertamen- político del Frente Único de Trabajadores Ma- te al régimen de Leguía, de otro lado, sin em- nuales e Intelectuales, que daría origen al APRA. bargo, se dedica a intensificar sus contactos Poco después, sin embargo, Haya invitó a con los obreros, y es encarcelado por breve Mariátegui a participar en las Universidades tiempo, en enero de 1924. Aún está tratando Populares González Prada. Y en junio de ese de no chocar abiertamente con las corrientes anarco-sindicalistas y con la naciente influen-

55 Basadre, Jorge 1931 Perú: Problema y posibilidad. Ensayo de una síntesis de la evolución histórica del Perú (Lima: Librería Francesa Científica). 56 Historia de la crisis mundial (OC, Vol. VIII). 366 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

cia democrático-nacionalista en el medio obre- Funda la Editorial Minerva para publicar una ro, como aparece en su mensaje a los obreros serie de libros nacionales y extranjeros desti- por el 1° de Mayo de 192457, donde insiste en nados a desarrollar la atmósfera intelectual y que “somos todavía pocos para dividirnos” y anímica que permita romper la influencia ideo- llama a orientarse por un programa de Frente lógica oligárquica sobre la nueva generación Único, siguiendo claramente las decisiones del de intelectuales y artistas. En 1925 publica su III y IV Congreso de la III Internacional58, sobre colección de ensayos sobre la Escena contem- el Frente Único Proletario entre los revolucio- poránea, y comienza a estudiar concretamente narios y el frente Único Antiimperialista con la historia económica-social y política peruana las corrientes nacionalistas, aunque la idea del y su realidad de entonces, y para poder tener partido y la autonomía política del socialismo una tribuna propia para todo ese vasto proyec- revolucionario sobre esa base, en lo cual insis- to, funda en 1926 la revista Amauta, tan cen- ten también las resoluciones de la III Interna- tral en su influencia sobre su tiempo peruano cional antes de 1924, no están presentes. y latinoamericano. Amauta fue, durante esa A fines de mayo de 1924, recrudece su anti- etapa, vehículo de debate con la ideología oli- gua enfermedad y se le amputa su pierna de- gárquica, en frente único con el nacionalismo recha, hasta entonces no afectada. Desde en- democrático radical del APRA y Haya de la tonces quedará fijado a una silla de ruedas. Su Torre, y antena alerta a todos los movimientos inagotable coraje le permitirá sobreponerse a intelectuales y artísticos de su tiempo, dentro y ello, y mantener una activa producción perio- fuera del Perú. dística e intelectual en plena convalecencia y hacer aún más intensa su actividad posterior59. 2) A partir de 1928, hasta su muerte, la labor de Mariátegui es marcada, ante todo, por el desa- rrollo y maduración de su pensamiento político 57 Martínez de la Torre, op. cit., p. 46. y sus trabajos de organización sindical y políti- ca del proletariado peruano. 58 Traducidas al español en “Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista” en Cuadernos En el primer terreno, definido ya el APRA de pasado y presente (Buenos Aires) N° 47, 1973. como una alternativa distinta y opuesta a la 59 Bazán, op. cit., p. 104. III Internacional en América Latina, mien- José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 367

tras al propio tiempo la orientación de ésta rencia Comunista Latinoamericana de Buenos sufre un brusco viraje después de la derrota Aires, en junio del mismo año. de la Revolución China en 1927, Mariátegui Imposibilitado por su enfermedad de concu- entra en polémica con el APRA y decide la rrir a estos dos eventos de la III Internacional, creación del Partido Socialista del Perú, rom- Mariátegui envía con una delegación documen- piendo con el APRA y con Haya de la Torre60. tos sobre el problema indígena, la situación Paralelamente polemiza con el revisionismo política y las tareas sindicales del movimiento de Henri de Man, escribiendo su Defensa del obrero, para la reunión de Montevideo, y Pun- marxismo y el mismo año de 1928 publica to de vista antiimperialista y El problema de sus 7 ensayos. las razas en América Latina, escrito en cola- Al propio tiempo, organiza la Confederación boración con Hugo Pesce, para la reunión de General de Trabajadores del Perú y comienza la Buenos Aires. Y, especialmente en esta última, publicación del periódico Labor para los fines su posición política expresada en esos docu- de la propaganda socialista entre los obreros. mentos, así como su concepción del partido El año siguiente, 1929, marca el comienzo y del carácter y el programa estratégico de la de una etapa crucial en el desarrollo del pen- revolución peruana, entran en fuerte polémica samiento revolucionario de Mariátegui, que su con la dirección oficial de la III Internacional muerte interrumpirá. En efecto, su designación en esa reunión61, iniciándose así una etapa en la como miembro del Consejo General de la Liga cual, al mismo tiempo, Mariátegui y su Partido contra el Imperialismo, organismo de la III In- Socialista del Perú entran a formar parte de la ternacional, en el segundo congreso de Berlín, III Internacional, y abren una polémica funda- a comienzos del año, formaliza su vinculación mental con la dirección oficial de aquella. orgánica con la III Internacional. En tal calidad, Las dificultades políticas de Mariátegui con su grupo es invitado al Congreso Constituyente el despotismo de Leguía se hacen más graves. de la Confederación Sindical Latinoamericana Al ser clausurado su periódico Labor, decide, de Montevideo, en mayo, y a la Primera Confe- a fines de año, preparar su viaje a Buenos Ai-

60 Martínez de la Torre, op. cit., pp. 272 y ss. 61 Op. cit., pp. 402 y ss. 368 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

res, para ir a establecerse allí, contando con las lucionario no pudieron contar con la lucidez de previas gestiones de y de Samuel su conductor, mientras la dirección del partido Glusberg. Pero el empeoramiento de su salud que él organizara era asumida, precisamente, se lo impedirá. Su actividad no cesa, sin embar- por la tendencia contra la cual él había iniciado go, hasta su muerte el 16 de abril de 1930. una polémica fundamental y que ahora abando- Las banderas rojas de los sindicatos obre- naba lo medular del pensamiento de Mariáte- ros, La Internacional en miles de voces, acom- gui, a la sombra de su propio nombre. pañaron su féretro. El proletariado organizado La disputa por su herencia teórica y política rindió homenaje a su primer dirigente socialis- y el debate sobre su pensamiento, se iniciaron ta revolucionario, y después los intelectuales inmediatamente después de su muerte, entre de América a uno de sus adelantados. el nacionalismo radical aprista de esos años y los seguidores de la III Internacional, tercian- do en ella los portavoces intelectuales de la El debate sobre el pensamiento coalición oligárquica63. y la obra de Mariátegui

Mariátegui muere en un momento crucial de la 63 En la revista Claridad, de Buenos Aires, se publi- historia peruana, cuando los conflictos socia- caron, de la parte aprista, de Manuel Seoane, “Contra- luces de Mariátegui”; de Luis E. Heysen, “Mariátegui, les acumulados desde comienzos de siglo esta- bolchevique d’annunziano”; de Carlos M. Cox, “Re- llan, bajo el impacto local de la crisis económi- flexiones sobre José Carlos Mariátegui”; fueron contes- ca internacional, en la más grave crisis política tados por Armando Bazán, “La defensa de Amauta”; por antes de la actual. Durante ella, revolución y Juan Vargas, “En defensa de José Carlos Mariátegui”; contrarrevolución dominaron la escena nacio- y con un interesante debate sobre “Aprismo y Marxis- mo”, de Jorge Núñez Valdivia. Todos estos artículos es- nal por primera vez de manera abierta, hasta la tán compilados en El marxismo latinoamericano de derrota de los movimientos revolucionarios62. Mariátegui (Buenos Aires, 1973). Escritores liberales El proletariado peruano y el movimiento revo- como Sanín Cano, Jesualdo y otros tomaron parte en esos homenajes en Claridad, Repertorio Americano y otras publicaciones. Sus artículos están incorporados 62 Véase de Aníbal Quijano, El Perú en la crisis de los al Vol. X de las OC. Por su parte, los adláteres perua- años treinta, op. cit. nos del fascismo mussoliniano, se dedicaron a atacar a José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 369

Empero, después de la derrota del movimien- embargo, se había orientado resueltamente por to popular revolucionario, y consolidado nueva- la línea de Mariátegui, en los años inmediata- mente el poder oligárquico, a través de sucesivas mente anteriores a la muerte del Amauta, pero dictaduras militares y civiles, el pensamiento de que después de la derrota de los años treinta Mariátegui fue virtualmente enterrado durante fue cayendo bajo la influencia dominante del casi treinta años, hasta que el nuevo desarrollo aprismo, que ya declinante llegó aún hasta me- de las luchas de clases en el Perú y en el mundo, diados de los años sesenta. y la crisis política de la dirección del movimien- La responsabilidad central en ese retroceso to comunista oficial, lo han devuelto al primer político del proletariado peruano, debe cargar- plano del debate político actual en el Perú, so- se ante todo a la orientación errónea e incon- bre todo desde la década pasada. ducente que los seguidores de la III Internacio- Si bien es verdad que la derrota del movi- nal estalinista imprimieron al pensamiento y a miento revolucionario fue determinante en la práctica políticos del Partido Comunista Pe- ese entierro, fue también la derrota de la di- ruano (nombre y carácter que el Partido Socia- rección revolucionaria del proletariado y del lista del Perú, fundado por Mariátegui, asumió socialismo revolucionario frente al APRA, un a su muerte), distintos y opuestos en aspectos factor importante, que gravitó en el posterior esenciales respecto de las líneas principales desarrollo del pensamiento social y político del programa estratégico que Mariátegui había peruano hasta no hace mucho, oscureciendo la comenzado a desarrollar, en polémicas con la memoria política de una clase obrera que, sin dirección oficial de la III Internacional, en el úl- timo año antes de morir. También, sin duda, la ignorancia acerca del Mariátegui. Riva-Agüero publicó su “Origen, desarrollo pensamiento y la acción mariateguianos, para e influencia del fascismo en el Perú” enRevista de la Universidad Católica de Lima, T. V, N° 30; haciendo la mayor parte de los miembros de las gene- un encendido elogio del fascismo. Raúl Ferrero publi- raciones siguientes dentro y fuera de la clase có Marxismo y nacionalismo (Lima, 1934), que es la obrera, durante toda esa etapa, fue mantenida pieza ideológica más destacada del fascismo peruano. por el hecho de que sus herederos familiares Y desde la tienda católica reaccionaria, V.A. Belaúnde iniciaron con mucho retardo (1959), la publi- publicaba La realidad nacional, op. cit., y Mario Alza- mora Valdez, El marxismo filosófico (Lima, 1934). cación de la producción periodística, literaria, 370 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

sociológica y política de Mariátegui, hasta el blicar los textos correspondientes a su “edad punto de que los textos políticos más impor- de piedra”, hasta 1919. Irónico destino para tantes, y en especial los de su polémica con la quien fundó una editorial, cuyo prestigio actual dirección latinoamericana oficial de la III In- proviene, precisamente, del masivo interés por ternacional, no fueron publicados dentro de la la obra mariateguiana y que obliga a sucesivas serie de sus Obras Completas, sino en 1969 y reediciones de cada uno de los volúmenes que aun así de modo incompleto, ya que solamente se vienen publicando. en las rápidas reediciones posteriores se han ido exhumando otros materiales para el volu- men respectivo64. Y aún no aparece uno de sus Las cuatro caras de un mito textos fundamentales65, ni se han vuelto a pu- En la ya extensa y engamada investigación so- bre Mariátegui, no son todavía numerosos los 64 En la edición de 1977, han sido incorporados dos esfuerzos de una reconquista crítica de lo que nuevos materiales, que precisan la visión mariateguiana en su pensamiento sigue teniendo la vigencia acerca de la presencia y papel del capitalismo en el de una genuina y fecunda matriz teórica para Perú. Pero aún faltan otros textos. Ya Moretic observó, en 1970, que en las llamadas Obras completas, no han el proletariado revolucionario del Perú actual. sido incluidos artículos de los cuatro que Mariátegui Su copiosa y en gran parte inorgánica pro- escribió sobre Trotsky, que tratan de la separación de ducción, y las importantes diferencias regis- éste del gobierno, de su expulsión del partido y de su trables en la evolución de su pensamiento, exilio: “El partido bolchevique y Trotsky” (Variedades, entre las varias etapas y los diversos planos 31 de enero de 1925); “Trotsky y la oposición comunista” (Variedades, 25 de noviembre de 1928), y “El exilio de Trotsky” (Variedades, 25 de noviembre de 1929). En los dos primeros, Mariátegui apoya cautamente a de vista sobre la revolución socialista en el Perú”. Trotsky, pero en el último justifica el exilio. Véase de Conforme lo iba escribiendo fue enviándolo a su amigo Moretic, Yerko 1970 José Carlos Mariátegui: Su vida César Falcón para que lo editara en España, durante e ideario. Su concepción del realismo (Santiago de 1928 y 1929. Falcón nunca dio cuenta de los envíos. Chile: Universidad Técnica del Estado) p. 153. Ya a su regreso al Perú, muerto Mariátegui, afirmó no 65 Mariátegui consideraba el libro sobre política e haberlo recibido nunca. Martínez de la Torre, op. cit., p. ideología peruanas, como “la exposición de sus puntos 404. Puede medirse la significación de esa pérdida. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 371

de su reflexión, han dado lugar a varios y con- comunista oficial), han tratado de encontrar en trapuestos intentos de recuperación mistifi- Mariátegui lo que sería un “marxismo abierto”, catoria de matices y áreas particulares de la resaltando como demostración presunta la pre- obra mariateguiana, para distintos intereses sencia del bergsonismo en su postura antiposi- político-sociales. tivista, la idea del mito, de origen soreliano, en Y esa parcelación de una obra compleja, y su concepción del mundo, y la huella del hu- con frecuencia incongruente, ha ido enmale- manismo idealista del neohegeliano Croce o de zando de tal modo el camino del reencuentro Gobetti en la ideología mariateguiana66. de Mariátegui, que es lícito decir que de ese Otros, como Hernando Aguirre Gamio para boscaje de varias visiones separadas es la ima- demostrar que no hay que ser marxista para gen de un mito lo que surge para ocupar el lu- ser socialista, han buscado recomponer un gar de la historia. Mariátegui que casi no era marxista o lo era Cuatro son, principalmente, los rostros que de manera adjetiva, puesto que no sólo reco- se entrecruzan para componer ese mito: nocía el valor del sentimiento religioso sino partía de él, admitía su creencia en Dios, y 1) El que han procurado armar los representan- hacía explícita su concepción metafísica de tes de las corrientes reformistas socializantes la existencia, fundada en la idea soreliana del de las capas medias intelectuales, adversas al mito y en la centralidad de la voluntad ago- marxismo y al socialismo revolucionario, y que nista del individuo, tan cara a Unamuno, en la actúan en la política peruana, desde mediados historia67. Así, Aguirre Gamio cree haber en- de los años cincuenta, fungiendo de ala izquier- contrado las bases para emparentar la ideo- da humanista de los últimos intentos reformis- logía mariateguiana y el misticismo irraciona- tas, desde Belaúnde a Velasco. lista de un Berdiaev. Dentro de esta vertiente, unos, como Sala- zar Bondy, oponiéndose, desde una posición influida por el Merleau-Ponty deLes Aventures 66 Salazar Bondy, Augusto 1965 Historia de las ideas en el Perú contemporáneo (Lima, Moncloa) 2 Vols. Véa- de la Dialectique y Humanisme et Terreur, al se Vol. II, pp. 311-337. “marxismo dogmático” (en realidad a la ver- 67 Aguirre Gamio, Hernando 1975 Mariátegui, destino sión de la burocracia dirigente del movimiento polémico (Lima: Instituto Nacional de Cultura). 372 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

2) Junto a aquellos, los representantes de las telectuales del hombre, pero ubicándolo aleja- corrientes hoy democrático-burguesas como el do de la realidad. Otros, como Heysen, llevan- APRA y nacionalistas, el “velasquismo”, cada do su encono personal hasta calificarlo como uno por sus propias necesidades en la arena “bolchevique d’annunziano”, mientras citaba actual de la lucha de clases en el Perú, se es- la frase de Haya, según la cual “Mariátegui ha fuerzan hoy día en recuperar a Mariátegui para hecho del problema de la tierra el renegar el su propio lote. fascismo. Pero el fascismo no puede renegar a El APRA, desde la muerte de Mariátegui, ha D’Annunzio”68. navegado entre dos aguas, por distintas necesi- Sin embargo, ya a fines de los años cincuen- dades en distintos momentos, con relación a la ta, conforme las masas populares peruanas co- obra mariateguiana. menzaban confusamente su descontento con el En un primer momento, apenas muerto el APRA, al ir depurándose el contenido de clase Amauta, el APRA se establecía en el Perú y el de la política aprista asumiendo los intereses aprismo en varios otros países de América La- de la burguesía modernizante y renunciando a tina, como una corriente democrático-naciona- su radicalismo nacionalista, los intelectuales lista radical, que se proclamaba como la más apristas comenzaron a sentir la necesidad de idónea alternativa de la revolución latinoame- una nueva legitimación, a través de la recu- ricana, inspirada en el marxismo, en contra de peración aprista de Mariátegui. Chang Rodrí- la III Internacional, en ese momento en pleno guez69 fue el primero en sostener que aquél no viraje hacia su postura de ultraizquierda de dejó de ser aprista ideológicamente hasta su comienzos de los años treinta. Era necesario muerte, y que sólo las intrigas de los agentes de para el APRA, por eso, recalcar la adhesión de la III Internacional, aprovechándose de la en- Mariátegui a la III Internacional y diferenciar- fermedad de los últimos meses de Mariátegui, se nítidamente de su posición. Y esa fue la in- tención de los artículos con que los dirigentes apristas en el exilio, participaron en los home- 68 Véase El marxismo latinoamericano de Mariáte- gui, op. cit. najes necrológicos a Mariátegui, en Claridad y otras revistas. Algunos, como Cox y Seoane, 69 Chang-Rodríguez, Eugenio 1957 La literatura polí- tica de González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre reconocieron las altas calidades humanas e in- (México: Andrea) Colección Studium 18, pp. 127-203. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 373

lo llevaron a romper con Haya y con el APRA. aval frente a esas masas, la recuperación de Consecuentemente, trató de demostrar que el Mariátegui comience a ser un tópico recurren- pensamiento mariateguiano es, fundamental- te en la propaganda aprista. De lo último, el mente, heredero en línea recta del de González reciente libro de Luis Alberto Sánchez70 es un Prada, como el de Haya, por supuesto. claro ejemplo, aunque también de la torsión Actualmente, esa tentación aprista es casi mental que esta tentativa no puede dejar de una urgencia. Tras la experiencia del milita- implicar aun para sus propios autores en su rismo reformista en el Perú y del militarismo actual ubicación. fascistoide en los demás países del cono sur, Y no ha faltado, desde luego, en el apogeo el APRA asume una postura socialdemócra- del “velasquismo”, la apelación, con el pro- ta como alternativa a la una y a la otra. Esa pósito de legitimación frente a las masas, a la posición, en las presentes circunstancias pe- inevitable cita del “ni calco ni copia” de Mariá- ruanas, no es ya la bandera de un intento de tegui, para contrabandear la obra de ese régi- revolución antiimperialista, sino la de una con- men como una opción revolucionaria original, solidación de la democracia burguesa bajo las “ni capitalista ni comunista”, o de la frase “pe- condiciones establecidas de una asociación ruanicemos el Perú” que Mariátegui adoptara, entre el capital monopólico internacional y el para cohonestar, con el apoyo del PCP, un na- reducido capital monopólico interno, depura- cionalismo parcial e inconsecuente como toda da ya del sueño velasquista de pretensión de la una revolución71. hegemonía del capital estatal. Pero no se trata de una empresa con fáciles ganancias. Las ma- sas obreras están terminando de emancipar- 70 Sánchez, Luis Alberto 1978 Apuntes para una se del liderazgo aprista y se orientan hacia el biografía del Apra (Lima: Mosca Azul Editores). socialismo revolucionario, en cuya dirección 71 Discurso del general Juan Velasco Alvarado, al in- gravitan también grandes sectores de las otras augurar el VI Congreso Latinoamericano de Industria- capas dominadas. Dada esta situación, no es les, publicado en El Peruano, 6 de abril de 1971. Véase sorprendente que el APRA haya vuelto a ex- también el comentario elogioso de Jorge del Prado, hibir en su prensa el recuerdo de sus prelimi- secretario general del Partido Comunista Peruano, en “La ideología de Mariátegui”, compilado en el volumen nares impregnaciones marxistas, ni que como Vigencia de José Carlos Mariátegui (Lima: 1972) p. 4. 374 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

3) Del otro lado, los seguidores y voceros del na ni se explica su etapa de colaboración por movimiento comunista fiel a la dirección mos- varios años73. De sus relaciones con la III Inter- covita, dentro y fuera del Perú han comenzado, nacional, se recalca su adhesión y se pasa por desde hace algunos años, a desplegar un enér- alto su polémica final o se la minimiza74. Inclu- gico esfuerzo de divulgación de su particular sive, la fundación por Mariátegui de un Partido memoria de la vida y la obra de Mariátegui, Socialista del Perú, como partido no exclusiva- buscando imponer, a un público ya sospechoso mente obrero pero bajo la dirección de una lí- e inquieto por demasiadas razones, una figura nea proletaria, y de una célula comunista, se la de cuyo pensamiento son resaltados solamente explica por las dificultades del clima represivo ciertos rasgos y elementos que permiten pre- de entonces, para hacer pasar con naturalidad sentarlo como el anticipado teórico de la actual el actual Partido Comunista como el fundado ideología y de la práctica del Partido Comunis- por Mariátegui, a pesar de los documentos co- ta Peruano y como fiel intérprete de la direc- nocidos del debate sobre el carácter del parti- ción de la III Internacional estaliniana. do75. Y, en fin, de la concepción mariateguiana Del conjunto del pensamiento mariateguia- de la naturaleza particular de la formación so- no se minimiza, a veces hasta el ridículo, los cial peruana, dentro del mundo capitalista, así elementos de filiación no marxista y la huella como de las líneas centrales de un programa de influencias recibidas y depuradas en diver- estratégico específico para aquella, dentro de sas etapas de su formación72. De la relación con la revolución socialista internacional, se esca- el APRA y con Haya de la Torre, se rescata el motea todo aquello que no concurra al apoyo certero valor de su polémica, pero no se exami-

73 Del Prado, op. cit., Kossok, Manfred 1971 “José Car- 72 Del Prado, op. cit.; Dessau, Adalbert 1971 Literatu- los Mariátegui y su aporte al desarrollo de las ideas mar- ra y sociedad en las obras de José Carlos Mariátegui, xistas en el Perú” en Dessau, Albert; Kossok, Manfred y Mariátegui, tres estudios (Lima: Biblioteca Amauta); Melis, Antonio Tres estudios (Lima: Biblioteca Amauta). sin embargo, otros como Álvaro Mosquera, han eludido esa tentación y debaten críticamente esas influencias 74 Ibídem; Semionov-Shulgovsky, “El papel de Mariá- en la obra de Mariátegui. Véase su “Aproximación al es- tegui en la formación del Partido Comunista del Perú”, tudio de la ideología de Mariátegui”, Vigencia de José El marxismo latinoamericano de Mariátegui, op. cit. Carlos Mariátegui, op. cit. 75 Ibídem. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 375

de la línea de una “revolución antiimperialista y fuerzo, para el carácter del proceso revolucio- antifeudal” del actual PCP, contra los textos ex- nario peruano. Por lo demás, en su trabajo hay plícitos de Mariátegui76. A la antigua y grosera anotaciones de interés sobre la relación entre acusación de “populista”, que todos reconocen Mariátegui y la historia italiana y sobre los ahora como parte del ambiente estaliniano de paralelos posibles entre aquél y Gramsci, que los años treinta77, le sustituye así la adjudica- todavía requieren de mayor documentación. ción de teórico de la revolución en dos etapas, Y del mismo modo, en Dessau pueden encon- una democrático-burguesa, nacionalista, ade- trarse contribuciones útiles para el examen de más, en el caso peruano, y otra socialista, que las ideas mariateguianas sobre las relaciones no obstante sus orígenes mencheviques, sirve entre literatura y sociedad79. tan bien a la línea política del PC peruano, des- Empero, no solamente los ideólogos e histo- de mediados de los años treinta. riadores prosoviéticos son los que tratan ahora Es verdad que, no tan urgidos como rusos o de una reapropiación de Mariátegui. Después peruanos por esa construcción sobre Mariáte- de la división del Partido Comunista Peruano, gui, otros estudiosos europeos como Melis no entre los seguidores de la dirección rusa y los han dejado de reconocer el valor del esfuerzo de la china, a comienzos de la década pasada, mariateguiano de “situar los rasgos especí- no podía faltar en el debate sobre Mariátegui ficos de una formación económico-social en el esfuerzo de los “prochinos”, para conver- un modelo general de desarrollo histórico”78, tirlo en teórico de la revolución de la “nueva pero no han llevado esa comprobación al aná- democracia” y de la “liberación nacional”, y lisis de las implicaciones políticas de tal es- de la revolución en dos etapas80, o de su más reciente versión peruana “revolución nacional democrática popular”81. 76 Del Prado, op. cit.; Semionov-Shulgovsky, op. cit.; José Martínez, “Mariátegui y la Revolución Peruana”, Vigencia de José Carlos Mariátegui, op. cit. 77 Tanto Dessau como Semionov-Shulgovsky, reco- 79 Dessau, op. cit. nocen que esas acusaciones corresponden al ambiente 80 Véase el folleto Retomemos a Mariátegui y recons- político estalinista durante ese período. tituyamos su partido (Lima: 1975). 78 Melis, op. cit. 81 Véase “Mariátegui es del pueblo y no de la burgue- 376 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

4) Y para no faltar en esta liza, una parte de los mulando y cuyo tiempo de perduración puede trotskistas han comenzado su propia polémica no ser corto. con Mariátegui, acusándolo de ser responsable No es, sin embargo, casual que así suceda. de la ampliación y la consolidación del APRA Primero, porque es la más completa demostra- en la dirección de las masas peruanas, por ha- ción de la importancia de Mariátegui en el actual ber tardado, en obediencia a las consignas de debate peruano y en alguna medida en el inter- la III Internacional, en romper su colaboración nacional. Segundo, porque en su producción con el APRA y en comenzar la organización del intelectual como en su acción política, no son partido del proletariado, llegando a calificarlo inexistentes las bases para todas y cada una de de nacionalista “hostil al marxismo”82, lo que esas tentativas de recuperación o de negación supone el completo olvido de su contribución parcelaria de la obra revolucionaria del Amauta. esencial al estudio de la historia social y la so- El pensamiento de Mariátegui fue desarro- ciedad peruana, y de sus fundamentales ideas llándose en el curso de una frenética explo- sobre el carácter y las modalidades de la revo- ración personal del horizonte histórico de su lución peruana, que lo llevaron al final de su tiempo, ramificándose en una insólita riqueza vida a polemizar dentro de la III Internacional, de facetas y en diversos planos, y fue maduran- y que constituyen, precisamente, el piso sobre do sobre todo a medida en que fue concretándo- el cual Mariátegui se levanta entre los más im- se su condición de dirigente revolucionario del portantes marxistas latinoamericanos. proletariado peruano, y conforme éste, en gran Ya puede, pues, apreciarse que no es sen- parte bajo su influencia, comenzaba a alzarse a cilla tarea para los estudiosos de Mariátegui, un piso nuevo de organización y de conciencia. abrirse paso entre esta densa mitificación y Aunque no ha sido consecuente con la metodo- mistificación que de su pensamiento y de su logía implícita en su afirmación, es un acierto de acción política, sobre todo, se ha venido acu- Jorge del Prado señalar que “la personalidad de Mariátegui fue desarrollándose simultáneamente que la personalidad de la clase obrera” peruana83. sía” en Crítica marxista-leninista (Lima) Separata, mimeo, s/f. 82 En “Mariátegui y el trotzkismo” en Comunismo, 83 Del Prado, Jorge 1965 “José Carlos Mariátegui y su Año II, N° III: 24 y ss., septiembre de 1974. época” en Unidad, semanario del PSP, 15 de abril, p. 4. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 377

Pero ello implica la necesidad de aproximarse to de su reflexión y las razones de sus bús- a su estudio no como a un compendio sistemá- quedas y perplejidades, en lugar del habitual tico y cerrado, lo que suele hacerse, sino como ordenamiento de citas, cosechables para muy a un proceso que, como el de cualquier hombre distintas razones en una producción por igual abrasado por la pasión del conocimiento y de la copiosa y no sistemática. acción, va haciéndose y rehaciéndose en todo o Y estas páginas no pueden, tampoco, por su en parte, en función de la atmósfera en que vive carácter y por sus límites, escapar a esas difi- en cada momento, de las herencias ideológicas cultades. Pues no se trata aquí de otra cosa sino y emocionales recibidas, de las necesidades par- de marcar ciertas señales necesarias para la ticulares de la polémica en cada situación, de la exploración del territorio mariateguiano, que disponibilidad o no de ideas y de conocimientos como pocos en América Latina debe ser hoy día dentro del horizonte de la reflexión de su tiem- urgente y plenamente explorado y reconocido. po, lo que pocos ensayan. Y mucho más el de un hombre como Mariátegui, autodidacto desde las bases de su formación, en lucha sin tregua contra Mariátegui en la fundación del la adversidad física y el tiempo. Lo esencial de su marxismo en América Latina obra fue hecho en siete años, y no de modo siste- mático, sino frente a las necesidades polémicas y Mariátegui no fue, ciertamente, ni el primero ni vitales de esos tensos años. el único que, antes de 1930, contribuyó a la in- Contra esa manera de conocer, conspira, in- troducción del marxismo en América Latina, y clusive, la forma en que han sido compilados a la educación y organización políticas de la cla- y editados los trabajos de Mariátegui, por afi- se obrera de estos países dentro del socialismo nidades temáticas, con frecuencia establecidas revolucionario. En la misma época, actuaban arbitrariamente por los editores o compilado- Recabarren en Chile, Codovilla y Ponce en Ar- res, más bien que por su lugar en las etapas del gentina, Mella en Cuba, Pereyra en Brasil, y las desarrollo de la formación de su autor. primeras ideas marxistas ya habían comenzado Por todo ello, desafortunadamente, nos fal- antes a circular, en pequeños cenáculos, en Mé- tan aún estudios organizados dentro de esa xico, a través de Rhodakanaty y otros. Inclusi- perspectiva, que permitan seguir el movimien- ve, algunos de ellos pudieron, quizás, acceder a 378 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

un conocimiento intelectual del marxismo más adaptar tradiciones estancadas o cubiertas por elaborado que el de Mariátegui84. procesos históricos ulteriores”, como, según ¿Por qué, entonces, cuando todos los demás Dessau, habrían sido los casos de Ingenieros y sólo pueden ser estudiados ante todo por razo- de Ponce85. Y añade que “además, tienen (las nes históricas, Mariátegui sigue vigente? ¿Por enseñanzas de Mariátegui) la particularidad qué, no obstante las insuficiencias y las incon- de que él concibió su obra desde el principio gruencias de su formación de pensador mar- como una empresa de trascendencia nacional xista, ocupa aún un lugar decisivo en nuestro orientada a la vez a organizar a la clase obrera actual debate? y a orientar a sus aliados”86. Algunos, como Dessau, contestan que fue el Sin embargo, el hecho de que el sedimento atraso del desarrollo histórico del Perú y de la ideológico liberal o socialista fuera en el Perú mayor parte de los países latinoamericanos, lo menor que en otros países, puede otorgar a Ma- que favoreció a Mariátegui para lograr una obra riátegui una nitidez mayor a su gloria de fun- “de resultados relevantes para todos los países dador, pero ¿de qué modo responde por la ori- latinoamericanos”, ya que en otros, como Ar- ginalidad, no meramente cronológica, y por la gentina y Chile, “los pensadores progresistas y perdurable validez de su contribución al mar- revolucionarios se veían obligados a renovar y xismo y a la revolución en América Latina? ¿De qué modo podía favorecer a esa calidad de su obra, el tener que lidiar con el atraso histórico- 84 Por ejemplo, Jaime Labastida sostiene que Aníbal social e intelectual del medio peruano de esa Ponce logró una formación marxista teóricamente época? ¿No concibieron Recabarren o Mella su más consistente que la de Mariátegui, no obstante propia obra como “una empresa de trascenden- reconocer que Ponce no intentó la investigación crítica cia nacional”? de la historia y la sociedad argentinas. Pero este es, precisamente, el problema. Porque ¿cómo se demuestra Más certero y perspicaz, Melis señala en Ma- la profundidad real de la asimilación del instrumental riátegui “su propósito de situar los rasgos espe- teórico y metodológico marxista, si no se lo lleva al descubrimiento de una realidad histórica concreta? Véase de Jaime Labastida, Introducción a humanismo y revolución, selección de ensayos de Aníbal Ponce 85 Dessau, op. cit., p. 72. (México, Siglo XXI, 1973) Segunda edición. 86 Op. cit., p. 73. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 379

cíficos de una formación económico-social en concreta, desde dentro de ella misma. En lugar un modelo de desarrollo histórico, lo cual es de ceñirse a la “aplicación” del aparato concep- lo único que confiere un valor auténticamente tual marxista como una plantilla clasificatoria científico al marxismo, más allá de toda inter- y nominadora, adobada de retórica ideológica, pretación deformadora en el sentido del histori- sobre una realidad social determinada, como cismo idealista”87. En otros términos, es el mar- durante tanto tiempo fue hecho entre nosotros, xismo de Mariátegui y menos el atraso o ade- lo mismo por los herederos de la retina euro- lanto relativos del Perú y otros países, lo que centrista que por los seguidores de la “ortodo- da cuenta del valor y de la vigencia de su obra. xia” de la burocracia oficial del movimiento co- Esa es, en verdad, la respuesta. Si Mariátegui munista, después de Lenin. fue capaz de dejar una obra en la cual los revo- Más allá de las limitaciones de su formación, lucionarios de América Latina y de otros países, en una vida corta y como pocas dura, sujeta pueden aún encontrar y reconstruir una matriz también a las limitaciones del horizonte de de indiscutible fecundidad para las tareas de ideas y de conocimientos de su tiempo sobre hoy, se debe ante todo al hecho de haber sido, los problemas específicos de la historia pe- entre todos los que contribuyeron a la implan- ruana y latinoamericana: más allá de nuestros tación del marxismo en la América Latina de acuerdos y desacuerdos con sus formulaciones su tiempo, el que más profunda y certeramente concretas, como investigador y como dirigente logró apropiarse –y no importa si de modo más político del proletariado revolucionario, es por intuitivo que sistemático y elaborado, o cruzado aquellas razones que Mariátegui tiene hoy el si- con preocupaciones metafísicas– aquello que, tial de un fundador y de un guía actual para el como Melis apunta, “confiere un valor auténti- marxismo en América Latina. camente científico [revolucionario, pues, A.Q.] Es, por eso, desde esta perspectiva y en fun- al marxismo”. Esto es, su calidad de marco y ción de ella, que debe hacerse el debate de su punto de partida para investigar, conocer, expli- pensamiento y de su acción, y el balance de los car, interpretar y cambiar una realidad histórica elementos que concurrieron a su desarrollo. En particular, de aquellos de origen no marxis- ta que llegaron a tener presencia destacada en 87 Melis, op. cit., p. 30. su formación intelectual y emocional, como la 380 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

concepción, en muchos aspectos metafísica, permanencia de la voluntad de acción revolu- que atravesaba su fascinada avidez por explo- cionaria, de otro lado. rar todos los ámbitos de la experiencia humana sobre la tierra, o su admiración por figuras que 2) Vinculada a la anterior, la insistencia en la hoy nadie admira, como Sorel, o su frecuente centralidad de la voluntad individual como fun- referencia a Dios y al sentido religioso de su damento de la acción histórica, y por ello en la vocación política. Nada añade a Mariátegui la necesidad de un alimento de fe y de fundamen- minimización inútil de esos elementos en su to metafísico para la restauración de una moral pensamiento, como unos procuran, ni le rebaja humana despojada de los lastres de la concien- destacarlos por sobre todos los demás, como cia burguesa. otros hacen. No está en ellos, ni el valor ejem- En el primer plano, son muchos los pasajes plar de su vida, ni lo perdurable de su lugar his- de su varia producción escrita donde esa ten- tórico entre nosotros. sión está presente, aunque como tensión teó- rica objetiva, más bien que como tensión psi- cológica o subjetivamente percibida por Mariá- Los problemas en el marxismo tegui. Pero es sobre todo en Defensa del mar- de Mariátegui xismo88, escrita en su madurez (1928), contra el revisionismo de Henri de Man (Más allá del A partir de esas consideraciones, dos áreas marxismo), a donde hay que acudir para tomar de problemas pueden señalarse, principal- su más ordenada y explícita reflexión sobre ese mente, en el modo mariateguiano de asumir problema. el marxismo: En esos ensayos, Mariátegui aparece preocu- pado fundamentalmente con problemas de ca- 1) La no resuelta tensión entre una concepción rácter ético-filosóficos, más bien que con pro- del marxismo como teoría de la sociedad y de blemas de carácter epistemológico o metodo- la historia, y método de interpretación y ac- lógico, o sobre éstos sólo por implicación, en ción revolucionaria, de un lado, y filosofía de la historia, apta para recibir las aguas de otras vertientes filosóficas que contribuyeran a la 88 Defensa del marxismo (OC, Vol. V). José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 381

particular sobre el problema del determinismo jada atrás por el progreso científico.Marx no y la voluntad, o del materialismo y la produc- tenía por qué crear más que un método de in- ción de valores espirituales. terpretación histórica de la sociedad actual”90 Posada señala, a propósito de ese texto, que (énfasis propio). “Mariátegui no plantea en su obra una proble- No se plantea, pues, el aparato epistemoló- mática metodológica y ella carece de un con- gico que funda ese “método de interpretación junto de conceptos filosóficos estructurados. histórica”, ni parece distinguir que, además de El marxismo era para él fruto exclusivamente método, y de interpretación, el marxismo es de la confrontación, no fruto de la ciencia y de una teoría de la sociedad, es decir, con la capa- una práctica teórica. Mariátegui representa en cidad de dar cuenta de las leyes que mueven la Latinoamérica la tesis de que el marxismo se sociedad y de los elementos que concurren a la define como tal en la controversia, descalificán- constitución de esas leyes, y de donde nace su dose así implícitamente su valor como teoría”89. poder explicativo y de interpretación. Pero, si lo primero es en gran medida cierto, lo “Vana es toda tentativa –afirma más adelan- último es mucho más el testimonio de la pre- te– de catalogarla (a la crítica marxista) como sencia, en Posada, de esa infección althuseriana una simple teoría científica, mientras obre en que distingue entre “práctica teórica” y “prácti- la historia como evangelio y método de un mo- ca política”, como dos cuestiones separadas, lo vimiento de masas. Porque “el materialismo que no son sino, tan mal llamadas de ese modo, histórico –habla de nuevo Croce– surgió de la dos momentos de una misma práctica. necesidad de darse cuenta de una determinada Lo cierto es, sin embargo, que Mariátegui configuración social,no ya de un propósito de sostiene que “El materialismo histórico no es, investigación de los factores de la vida his- precisamente, el materialismo metafísico o fi- tórica; y se formó en la cabeza de políticos y losófico, ni es una filosofía de la historia, de- revolucionarios, no ya de fríos y acompasados sabios de biblioteca”91 (énfasis propio).

89 Posada, Francisco 1968 Los orígenes del pensa- miento marxista en Latinoamérica: Política y cultu- ra en José Carlos Mariátegui (Madrid: Ciencia Nue- 90 Op. cit., p. 36. va) p. 21. 91 Ibíd., pp. 36-37. 382 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

Mariátegui se apoya en Croce, admitiendo la Reflexiones sobre la violencia– a la luz de la idea contenida en la frase subrayada, extraña filosofía bergsoniana, continuando a Marx que, y aun adversa a la naturaleza del marxismo, cincuenta años antes, lo había ilustrado a la luz para relievar de éste solamente su dimensión de la filosofía de Hegel, Fichte y Feuerbach”92. de método de interpretación y de acción, idea Y añade inmediatamente: “Vitalismo, acti- que aparece reiterada en otros pasajes de este vismo, pragmatismo, relativismo, ninguna de y otros textos. estas corrientes filosóficas, en lo que podían En refuerzo de su opinión según la cual aportar a la revolución, han quedado al margen “Marx no tenía por qué crear más que un mé- del movimiento intelectual marxista. William todo de interpretación histórica de la sociedad James no es ajeno a la teoría de los mitos so- actual”, Mariátegui parece levantar el proble- ciales de Sorel, tan señaladamente influida, de ma de la necesidad de una filosofía de la histo- otra parte, por Wilfredo Pareto”93. ria para completar la obra de Marx, y para ello De ese modo, una curiosa amalgama de ten- apela a otras fuentes filosóficas. dencias filosóficas, todas no solamente ajenas “Si Marx –dice Mariátegui– no pudo basar sino opuestas al marxismo, ingresan a compo- su plan político ni su concepción histórica en ner una suerte de filosofía de la historia, que la biología de De Vries, ni en la psicología de para Mariátegui no sólo no contradice, sino Freud, ni en la física de Einstein; ni más ni me- complementa y enriquece, o como él dice “ilus- nos que Kant en su elaboración filosófica tuvo tra”, al marxismo. que contentarse con la física newtoniana y la No ignora Mariátegui que la base epistemo- ciencia de su tiempo: el marxismo –o sus inte- lógica del marxismo es materialista y dialécti- lectuales– en su curso posterior, no ha pasado ca: “La concepción materialista de Marx nace, de asimilar lo más sustancial y activo de la es- dialécticamente, como antítesis de la concep- peculación filosófica e histórica poshegeliana o ción idealista de Hegel. Y esta misma relación posracionalista. Georges Sorel, tan influyente no aparece muy clara a críticos tan sagaces en la formación espiritual de Lenin, ilustró el movimiento revolucionario socialista –con un talento que Henri de Man no ignora, aunque 92 Ibíd., pp. 38-39. en su volumen omita toda cita del autor de 93 Ibíd., p. 39. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 383

como Croce”94. No obstante, no es tampoco marxismo” coincidente con la de Gentile, aun- seguro que la epistemología dialéctica y mate- que su adhesión posterior al fascismo hace de rialista, y no solamente un método de interpre- Croce una autoridad mayor, con la mediación tación histórica materialista por reconocer una de Gobetti96. base material en la historia, sea lo que Mariáte- No es eso tan claro. Mariátegui se opone gui está poniendo de relieve en esa afirmación. explícitamente a toda espiritualización del Porque vuelve a citar a Croce (“éste es uno de marxismo: “la primera posición falsa en esta los representantes más autorizados de la filo- meditación –dice refiriéndose a ello– es la de sofía idealista, cuyo dictamen parecerá a todos suponer que una concepción materialista del más decisivo que cualquier deploración jesuita universo no sea apta para producir grandes va- de la inteligencia pequeñoburguesa”), respal- lores espirituales”97. No se trata, por tanto, de dando su idea de que la denominación de mate- una espiritualización. El problema es otro: la rialista cumplía en Marx y Engels la función de dialéctica materialista, como epistemología y subrayar que la cuestión social no es una cues- como método, parece excluida como problema tión moral. La larga cita de Croce continúa: “Y, del debate, para ser reemplazada por otro, ma- finalmente, no carece en esto de eficacia la de- terialismo y valores espirituales, un problema nominación de ‘materialismo’, que hace pensar ético-metafísico. en seguida en el interés bien entendido y en el Un sesgo equivalente guía la discusión so- cálculo de los placeres. Pero es evidente que la bre el problema del determinismo. Vuelve el idealidad y lo absoluto de la moral, en el senti- problema moral a dominar el planteamiento, do filosófico de tales palabras, son presupuesto trátese del carácter voluntarista del socialis- del socialismo”95. mo, sin perjuicio de su “fondo determinista”, Es sin duda por esas oscilaciones, que Ro- o de la “moral de productores” que es el sello bert Paris ha creído ver en la Defensa del mar- de un proletariado cuando ingresa a la historia xismo, una “tentativa de espiritualización del

96 Paris, El marxismo latinoamericano de Mariáte- 94 Ibíd., p. 36. gui, op. cit., p. 14. 95 Ibíd., pp. 47-48. 97 Defensa del marxismo, p. 85. 384 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

como clase social, y del sentido heroico y crea- ciedad. Y ese problema surge más claramente dor del socialismo: aún, bajo esa luz, cuando sostiene: “En la lucha de clases, donde residen todos los elementos El carácter voluntarista del socialismo no es, en de lo sublime y heroico de su ascensión, el pro- verdad, menos evidente, aunque sí menos enten- letariado debe elevarse a una ‘moral de produc- dido por la crítica, que su fondo determinista. tores’, muy distante y muy distinta de la ‘moral Para valorarlo, basta, sin embargo, seguir el desa- de los esclavos’ de que oficiosamente se empe- rrollo del movimiento proletario, desde la acción ñan en proveerlo sus gratuitos profesores de de Marx y Engels en Londres, en los orígenes de moral, horrorizados de su materialismo”99. La la I Internacional, hasta su actualidad, dominada por el primer experimento de Estado socialista: conciencia ocupa su lugar exacto en la praxis, la URSS. En ese proceso, cada palabra, cada acto y ésta en la determinación de la historia. del marxismo tiene un acento de fe, de voluntad, de convicción heroica y creadora, cuyo impulso 3) Aquella necesidad que Mariátegui sentía de sería absurdo buscar en un mediocre y pasivo una filosofía de la historia, en la cual cupieran al sentimiento determinista98. mismo tiempo la obra de Marx y todas las otras vertientes filosóficas “en lo que podían aportar Aquí, sin embargo, bajo la cara externa de pro- a la revolución”, asume en su pensamiento la blema ético-filosófico, Mariátegui maneja una forma de una lucha contra el positivismo, para intuición certera: el lugar fundamental de la lo cual se afirma en una concepción según la praxis en la determinación de la historia, y la cual la acción humana requiere bases metafí- relación esencial entre la acción de los condi- sicas, y en particular la acción revolucionaria, cionamientos objetivos (externos a la concien- pues sólo la fe permite sobrepasar un “pasivo cia) y la acción consciente, como integrantes determinismo” y galvanizar la voluntad de ac- de las mismas leyes de movimiento de la socie- ción y sostener el heroísmo. dad, como momentos recíprocamente activos Esa concepción se emparenta al existencia- en la constitución de la praxis global de la so- lismo que, con la difusión de la obra de Heide-

98 Ibíd., p. 58. 99 Ibíd., pp. 60-61. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 385

gger y de Kierkegaard y la vuelta de Nietzsche, tiva. No volverán, quién sabe hasta cuándo, los dominó una gran parte del debate filosófico tiempos de vivir con dulzura. La dulce vida pre inmediatamente posterior a la Segunda Guerra bélica no generó sino escepticismo y nihilismo. Mundial, impregnando también el propio de- Y de la crítica de este escepticismo y nihilismo, bate marxista a través de la obra de Jean-Paul nace la ruda, la fuerte, la perentoria necesidad Sartre. Mariátegui conoció la obra de Nietzsche de una fe y de un mito que mueva a los hom- y no es sorprendente, por todo eso, que sea una bres a vivir peligrosamente”101. cita de ese autor que encabece los 7 ensayos Proclamando que “ni la razón ni la ciencia y que su huella, y especialmente la de su Za- pueden satisfacer toda la necesidad de infini- ratustra, se registre en diversos pasajes de la to que hay en el hombre” y que “únicamente producción mariateguiana. el mito posee la preciosa virtud de llenar su yo “Los revolucionarios, como los fascistas, se profundo”, llega a decir Mariátegui que el hom- proponen por su parte vivir peligrosamente. bre “como la filosofía lo define, es un animal En los revolucionarios, como en los fascistas, metafísico. No se vive fecundamente sin una se advierte análogo impulso romántico, análo- concepción metafísica de la vida. El mito mueve go humor quijotesco”, sostiene Mariátegui en al hombre en la historia. Sin un mito la existen- 1925100, tras citar un trozo de un discurso de cia del hombre no tiene ningún sentido históri- Mussolini, en el cual el nietzscheano “vive pe- co. La historia la hacen los hombres poseídos e ligrosamente” y las reminiscencias del pórtico iluminados por una creencia, por una esperanza de la Constitución d’annunziana de Fiume, son superhumana; los demás hombres son el coro explícitas. anónimo del drama”102. Nietzsche, otra vez. Y más adelante, en el mismo texto, afirma Pareciera, así, que Mariátegui se hunde en “La vida, más que pensamiento, quiere ser hoy un misticismo irracionalista; contra la razón y acción, esto es, combate. El hombre contempo- la ciencia, opone el mito y la fe. Contra la idea ráneo tiene necesidad de fe. Y la única fe, que marxista según la cual es la lucha de clases la puede ocupar su yo profundo, es una fe comba-

101 Ibíd., pp. 17-18. 100 El alma matinal (OC, Vol. III: 17). 102 Ibíd., pp. 18-19. 386 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

que mueve la historia, recurre a la idea del su- será la verdad de mañana. Una verdad es válida perhombre nietzscheano. Y todavía, más ade- sólo para una época. Contentémonos con una lante, afirma que “Hace algún tiempo que se verdad relativa”104. constata el carácter religioso, místico, metafí- Y en la lucha contemporánea, esa es para sico del socialismo”103. Mariátegui la ventaja del proletariado sobre la No es así, exactamente. Mariátegui enfren- burguesía: el primero tiene una postura afir- ta un doble enemigo: el escepticismo nihilista, mativa; contra el escepticismo y el nihilismo, el “alma desencantada” (Ortega y Gasset), y al tiene una fe y un mito. Contra el positivismo, mismo tiempo, el positivismo y el cientificismo es, además, relativista. La burguesía, en cam- de esa raíz, entre cuyos polos está desgarrada bio, es prisionera de la negación escéptica o de la inteligencia burguesa entre las dos crisis y su chato positivismo105. Para él, pues, es, sobre las dos guerras. esa base, que la voluntad de acción revolucio- Citando un poema (La danza delante del naria adquiere un fundamento seguro: el mito. arca) de Henri Frank, observa que a pesar de Y la lucha contra el conformismo y la mediocri- la “voluntad de creer” del poeta, “el arca está dad burguesas, tiene dos caras: “el pesimismo vacía” y que el poeta tiene que partir en busca de la realidad y el optimismo del ideal”, según de Dios, como la demostración de que la cultu- la frase tomada de Vasconcelos y que evoca, ra burguesa está en crisis y que el escepticismo como todo el mundo advierte, la que Gramsci es infecundo. Pero, de otro lado, “los filósofos adoptara106 de Romain Rolland. nos aportan una verdad análoga a la de los poe- Así como en su debate con Henri de Man, los tas. La filosofía contemporánea ha barrido el problemas del materialismo y el determinismo mediocre edificio positivista. Ha esclarecido y son colocados por Mariátegui dentro de una demarcado los modestos confines de la razón. perspectiva ético-filosófica, aquí la lucha contra Y ha formulado las actuales teorías del mito y el positivismo encuentra, también, la misma ubi- de la acción. Inútil es, según estas teorías, bus- car una verdad absoluta. La verdad de hoy no 104 Ibíd., pp. 20-21. 105 Ibíd., p. 22. 103 Ibíd., p. 22. 106 Ibíd., p. 28. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 387

cación, en el mismo plano que el problema del que no puede tener que ver con la poca acce- conformismo y el escepticismo nihilista, las cues- sibilidad de los textos, porque El Capital ya tiones metodológicas están ausentes, y los fun- existía traducido a idiomas que Mariátegui sa- damentos epistemológicos del debate marxista bía leer, se debe en primer lugar a que los teó- contra el positivismo, no se plantean, y son reem- ricos italianos, incluso Gramsci, no prestaron plazados por la metafísica: “lo metafísico –insis- mucha atención a la economía política marxis- te– ha recuperado su antiguo rol en el mundo ta, concentrándose más en la filosofía y en la después del fracaso de la experiencia positivista. teoría política y prestando mucha atención a Todos sabemos que el propio positivismo cuando los problemas espirituales y culturales, lo que ahondó su especulación se tornó metafísico”107. estaba en consonancia con las preocupaciones No hay, pues, duda de que Mariátegui ensam- del propio Mariátegui”108. bló en su formación intelectual, una concepción En la misma línea, Messeguer cree que “Ma- del marxismo como “método de interpretación riátegui se acercó al marxismo” a través de histórica y de acción” y una filosofía de la histo- Croce y Labriola, y que recibió un “marxismo ria de explícito contenido metafísico y religioso. filtrado a través de Sorel, Gramsci, Clarté, los líderes rusos y aun autores no marxistas como A. Tilgher, P. Gobetti y B. Croce”109. Las fuentes del marxismo Y Paris, que es sin duda quien más detenida- y de la filosofía de la historia mente ha investigado las fuentes de la forma- mariateguianos ción intelectual de Mariátegui en Europa, apor- ta una evidencia consistente sobre la influencia Dessau afirma que “resulta evidente que Mariá- del bergsonismo soreliano y del neohegelianis- tegui se ocupó relativamente poco de la eco- mo de Gentile, Croce y Gobetti, en la filosofía nomía política marxista que, sin embargo, es de la historia mariateguiana110. uno de los tres elementos fundamentales del marxismo-leninismo. Parece que este hecho, 108 Dessau, op. cit., p. 83. 109 Messeguer, op. cit., pp. 136-141. 107 Ibíd., p. 146. 110 Paris, op. cit. 388 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

No está, sin embargo, establecido suficien- por el ideólogo del “sindicalismo revoluciona- temente a través de cuáles textos fue Mariá- rio”. De él toma la idea del mito social como tegui asimilando el marxismo, y de qué forma fundamento de la fe y de la acción revoluciona- gravitaron en ese aprendizaje las influencias ria de las multitudes, así como antídoto contra verificadas. Como advierte Paris, si bien Ma- el escepticismo de los intelectuales y alimento riátegui se apoyó numerosas veces en la au- esencial de una concepción metafísica de la toridad de Croce en su polémica con De Man, existencia. Reflexiones sobre la violencia, de especialmente, no dejó de hacer explícito en Sorel, ocupa un lugar tan privilegiado en la ad- ningún momento su reconocimiento de la miración de Mariátegui y son tantas veces las posición liberal y no marxista de Croce, lo citas de este autor a las que recurre como apo- mismo que la de Gobetti. Por ello, el neohe- yo y autorizada palabra, que Dessau ha podido gelianismo crociano, o su versión radicali- decir que pareciera que “conoció más a Sorel zada en Gobetti, aparece en Mariátegui más que a Lenin”111. bien como un constante punto de referencia Para Mariátegui, Sorel es “uno de los más al- y como una atmósfera que envuelve de modo tos representantes del pensamiento francés del “latente” (Paris), su reflexión sobre la historia siglo XX”112, y Reflexiones sobre la violencia, y la filosofía. Es cierto, sin embargo, que Cro- “representan por su magnitud y consecuencias ce medió –como lo demuestra Paris– en el co- históricas, otro de los libros del nuevo siglo”113, nocimiento de Mariátegui acerca de Labriola poco después de afirmar queLa evolución y que la huella de su lectura, particularmente creadora, de Bergson, a cuyo conocimiento del Materialismo Storico ed Economia mar- y admiración llegó a través de Sorel, “consti- xistica de Croce, es registrable en el modo tuye, en todo caso, un acontecimiento mucho mariateguiano de ensamblar la “metodología más considerable que la creación del reino marxista de interpretación histórica” en una servio-croata-sloveno, conocido también con filosofía de la historia. En cambio la influencia de Sorel, y a través de él, principalmente, del Bergson de La evolu- 111 Dessau, op. cit., p. 83. ción creadora, es mucho más directa en Mariá- 112 El alma matinal, p. 23. tegui y éste no ocultó su inmensa admiración 113 Historia de la crisis mundial, p. 200. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 389

el nombre de Yugoslavia”114. Y no titubea en Cincuenta años después, sorprende en un hom- repetir una afirmación del periódicoJournal bre como Mariátegui esa desaforada admira- de Genéve, recogida en el artículo del propio ción a un pensamiento tan confuso y prescin- Sorel, “Pour Lenine”, según la cual aquél tuvo dible como el de Sorel. Sorprende aún más que una influencia muy grande en la “formación es- crea en la gran influencia de Sorel sobre Lenin, piritual” de Lenin115. Y todavía en los 7 ensayos a pesar de conocer y citar el Materialismo y lo coloca junto a Marx, ya que para Mariátegui empiriocriticismo del último, donde Sorel es “(la civilización) de Marx y de Sorel es una ci- vapuleado como “confusionista bien conocido” vilización industrial” y Sorel es un “economista y una de esas personas que “no pueden pensar moderno”116. más que contrasentidos”118, y donde Lenin se En su combate contra el positivismo, Mariá- dedica a demoler prolijamente todas aquellas tegui apela ante todo a la autoridad de Berg- corrientes filosóficas que, como las que Sorel son-Sorel: defiende, encarnan la hostilidad reaccionaria al marxismo. Por lo demás, como hace bien […] superando las bases racionalistas y positivis- en anotarlo Paris119, las obras que contienen tas del socialismo de su época, Sorel encuentra ya todo el fundamento del “leninismo”, fueron en Bergson y los pragmatistas, ideas que vigori- publicadas por Lenin antes de la aparición de zan el pensamiento socialista, restituyéndolo a Reflexiones sobre la violencia. la misión revolucionaria de la cual lo habían gra- Sin embargo, la sorpresa no debe ser mucha, dualmente alejado el aburguesamiento intelec- si se recuerda que en la atmósfera del debate tual y espiritual de los partidos y de sus parlamen- tarios, que se satisfacían en el campo filosófico ideológico italiano durante los años de la esta- con el historicismo más chato y el evolucionismo día de Mariátegui, Sorel tenía una presencia im- más pávido [...]117. portante y que, en general, en Europa, el llama- do sindicalismo revolucionario, cuyo ideólogo

114 Op. cit., p. 198. 118 Lenin, Vladimir Ilich 1948 Materialismo y empirio- 115 Defensa del marxismo, pp. 17-19. criticismo (Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras) 116 7 ensayos, pp. 52 y 66. p. 336. 117 Defensa del marxismo, p. 17. 119 Paris, op. cit., p. 19. 390 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

más conocido era aquél, llegó en los años de la vanizar de nuevo la voluntad de la burguesía, primera posguerra a tener una influencia amplia impidiendo su apoltronamiento, para alcanzar entre obreros e intelectuales revolucionarios. el “perfeccionamiento histórico de la sociedad Mariátegui habría conocido a Sorel en Italia, capitalista”. Mariátegui, tampoco. por sus vinculaciones con Croce. Pero quizás En efecto, Sorel sostenía que: también conocía, leyendo L’Ordine Nuovo, que el propio Gramsci no ocultaba su deferente La violencia proletaria no solamente puede ase- consideración para con Sorel, no obstante su gurar la revolución futura, sino mucho más aún explícita condenación del “sindicalismo revo- parece ser el único medio del cual disponen las lucionario” y su advertencia de que no había en sociedades europeas, embotadas por el humani- Sorel un método consistente que pudiera usar- tarismo, para recuperar su antigua energía. Esta violencia fuerza al capitalismo a preocuparse se con resultados siempre eficaces120. A pesar únicamente de su función material y tiende a de lo cual, Gramsci elogiaba en Sorel haber devolverle las cualidades belicosas que antes heredado “un poco de las virtudes de sus dos poseía. Una clase obrera creciente y sólidamen- maestros: la áspera lógica de Marx y la conmo- te organizada puede forzar a la clase capitalista vida y plebeya elocuencia de Proudhon”, por lo a mantenerse ardiente en la lucha industrial; si cual “su palabra no puede dejar indiferentes a frente a una burguesía hambrienta de riquezas y los obreros turineses”121. de conquista, se yergue un proletariado unido y Y Gramsci no podía, sin embargo, ignorar revolucionario, la sociedad capitalista alcanzará que la apología soreliana de la violencia no des- su perfección histórica. embocaba en la destrucción del capitalismo y Así la violencia proletaria ha devenido un factor de la burguesía, sino que estaba explícitamente esencial al marxismo. Agreguemos, una vez más, que ella tendrá por efecto, si es conducida conve- concebida como un mecanismo de utilización nientemente, de suprimir el socialismo parlamen- de la lucha de clases y de su violencia, para gal- tario, que no podrá más pasar como dirigente de las clases obreras y como guardián del orden122.

120 Gramsci, Antonio 1954 L’Ordine Nuovo (Milán: Einaudi) Tercera edición, p. 146. 122 Sorel, Georges 1936 Reflexions sur la Violence 121 Gramsci, op. cit., pp. 460-461. (París: Marcel Rivière) Tercera edición, p. 120. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 391

Sorel estaba, pues, interesado menos en la re- los años veinte. Eso, no obstante, no equivale a volución socialista del proletariado, cuanto en decir, como Messeguer, que Mariátegui recibió la destrucción del orden burgués liberal y so- solamente un “marxismo filtrado” por Croce, cialdemócrata. Nada sorprende, en consecuen- Sorel o Gobetti. cia, que enfatizara el sindicalismo y no la lucha Mariátegui conoció de primera mano varias por el Estado como estrategia revolucionaria, y de las obras más importantes de Marx, Lenin, que fuera el fascismo mussoliniano el que me- Kautsky, Hilferding, Trotsky, Bujarin, a los cua- jor entendiera el mensaje soreliano. les cita en sus principales trabajos. Y, aunque Es obvio que ni Gramsci ni Mariátegui po- es dudoso como medida de lo que un hombre dían compartir esa entraña contrarrevolucio- lee, el registro de su biblioteca, Vanden123 ha naria que la fraseología revolucionaria sore- podido establecer que la biblioteca personal de liana encerraba. No obstante no disimularon Mariátegui contenía todas esas obras, anotadas su aprecio por el maestro del “sindicalismo y subrayadas por su dueño. revolucionario”. Pero lo que en el primero era Surge, entonces, la pregunta necesaria una muy consciente y discriminadora atención acerca de por qué Mariátegui acordaba un al sorelismo, en Mariátegui aparece como una lugar tan prominente en su pensamiento a la admiración tan grande que lo lleva a ponerlo en obra de Croce, Gobetti y, especialmente, de la estantería marxista nada menos que junto al Sorel, y a través de éste, a la influencia del propio Marx. Y aunque parece probable que no bergsonismo y del pragmatismo, y en menor conociera la obra teórica de Rosa Luxemburgo, medida del Unamuno de Agonía del cristia- por ejemplo, y la del propio Engels quizás prin- nismo y Sentimiento trágico de la vida. Y cipalmente a través de Croce, no hay modo de otra aún más difícil: ¿en qué medida todas justificar hoy esa admiración. esas influencias están presentes en su obra de De todos modos, lo que resulta demostrable investigador de la historia social y política pe- es que esas influencias en la formación inte- ruana, y de teórico de la revolución socialista lectual y espiritual de Mariátegui, provienen en América Latina? en una medida principal del hecho de que su aprendizaje marxista fue realizado dentro de la 123 Vanden, Harry 1975 Mariátegui, influencias en su particular atmósfera italiana de comienzos de formación ideológica (Lima: Biblioteca Amauta). 392 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

Sobre la primera, no soy el primero en sospe- inteligencia peruana se apoyaba en el vitalismo char que la angustia mariateguiana, su necesidad bergsoniano contra el positivismo, él se sentirá de una concepción heroica de la existencia y de justificado en el uso del mismo bebedero ideo- fundamentos metafísicos para su voluntad de ac- lógico para combatir al positivismo y a Leguía. ción revolucionaria, tienen mucho que ver con Lo que le parecía importante no era el origen y el pasado de inclinaciones místico-religiosas y la relación de esas ideas con el marxismo, sino estéticas del Mariátegui anterior al viaje a Euro- su eficacia, en un determinado momento histó- pa, y cuyo confrontamiento con el materialismo rico, para coadyuvar a la causa de la revolución marxista no pudo ser resuelto a través de una moviendo a las mentes fuera del conformismo discusión en el terreno epistemológico y meto- que, en el Perú, era naturalmente equivalente a dológico, dadas las insuficiencias implicadas en sostener el orden oligárquico-imperialista. su formación enteramente autodidacta, y encon- De allí, por ejemplo, la adopción de la idea tró un cauce ético-filosófico de solución que, no del mito social como instrumento para movili- por ser teóricamente inconsistente, era menos zar a las masas indias, que no estaban en condi- eficaz psicológicamente en el Mariátegui madu- ciones de acceder a un plano más elaborado del ro. A ello contribuyó mucho el carácter mismo conocimiento de la teoría revolucionaria; “el del debate ideológico italiano y el predominio de vulgo no sutiliza tanto”, dirá una vez, para soste- las cuestiones culturales y políticas, pero sobre ner la necesidad del mito. Se equivoca, por eso, esa base de la propia formación de Mariátegui. Paris, al sostener que la adhesión de Mariátegui Cuando a su regreso de Europa, Mariátegui a Sorel y a su idea del mito social, era sólo una encuentra el positivismo rebajado a la ideolo- expresión del recóndito reconocimiento que gía del corrupto arribismo del período de Le- aquél tenía, de que en las condiciones peruanas guía, su convicción de que el positivismo era la idea misma de una revolución socialista era responsable del reformismo parlamentario de un mito, al cual tenía que aferrarse para con- la socialdemocracia, y de la crisis del libera- tinuar actuando y difundiendo el socialismo124. lismo, que se habían revelado impotentes para Sería necio decir que toda esa ideología que en contener el fascismo el uno, y para desarrollar la revolución socialista la otra, quedará forta- lecida. Y, a pesar de que la más reaccionaria 124 Paris, op. cit., pp. 33-34. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 393

Mariátegui enmarcaba al marxismo, era sólo mismo período”125. Y Posada parece retener a exterior e instrumental, o que el lugar que tenía duras penas la tentación de tirar el niño junto en su pensamiento fuera superficial o pequeño. con el agua sucia, afirmando que Mariátegui No; estaba en la capa más honda de la tensión corresponde “más bien a la fase de gestación emocional del hombre. Pero es necesario, tam- del marxismo en América Latina […], no cons- bién reconocer que él hacía de esa ideología un ciente de la especificidad teórica de la filosofía uso particular y consciente; piso emocional y marxista”126, sin duda porque él mismo estaba ético para mover el ánimo y la conducta propia más interesado en la “práctica teórica” autóno- y ajena hacia la revolución socialista. ma, ajena al marxismo. Por todo eso, carecen igualmente de asidero Lo que hoy nos asombra en la obra mariate- real la idea acuñada por Salazar Bondy, sobre guiana es que, a pesar de sus ambigüedades con- un “marxismo abierto” que en Mariátegui se- ceptuales y de la insuficiencia de su formación ría la alternativa a un “marxismo dogmático”, teórica, haya logrado hacer los descubrimientos o la aún más peregrina pretensión de Aguirre teóricos más importantes de la investigación Gamio sobre un Mariátegui ideólogo de un so- marxista de su tiempo en y sobre América Lati- cialismo religioso pariente del de Berdiaev. Es na, que constituyen puntos de partida necesarios más correcto señalar que no todo en el pen- para la crítica revolucionaria actual de nuestra samiento mariateguiano era marxista y que en sociedad. Porque es por eso que la obra de Ma- su polémica contra el revisionismo y el positi- riátegui es importante en la historia del Perú o de vismo, son las cuestiones ético-filosóficas las América Latina, y no porque en ella se encuen- que tienen primacía sobre las epistemológicas tren todas esas ambigüedades, o por cuanta ad- y metodológicas, acerca de las cuales su for- miración tenía por Sorel o Croce o Unamuno. Y mación era insuficiente. no es acaso muy grande el riesgo de decir que, de Robert Paris ha señalado que esos proble- algún modo, sus descubrimientos marxistas de la mas, y en especial la impronta soreliana en el realidad fundamental del Perú de su tiempo, fue- pensamiento de Mariátegui, “hace que resul- te tan ambiguo el aparato conceptual de los 7 ensayos, así como tan difícil en todo momen- 125 Paris, op. cit., p. 21. to la clarificación política e ideológica de este 126 Posada, op. cit., p. 14. 394 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

ron la conquista de una mentalidad cuya autono- implicaciones sobre toda América Latina, está mía y osadía intelectual, eran apoyadas inclusive contenida en sus 7 ensayos y en las recopila- en esos elementos, teóricamente espurios y, sin ciones que forman los volúmenes de Ideología embargo, psicológicamente eficaces para permi- y política, Peruanicemos al Perú, Temas de tir que no se plegara simplemente a una adhesión educación, Temas de nuestra América, y en acrítica a las “ortodoxias” burocráticas. los documentos sobre la organización y debate Porque fue la enhiesta voluntad de acción re- del Partido Socialista del Perú, reproducidos volucionaria del hombre, y no importa si alimen- por Martínez de la Torre en sus Apuntes para tada por una concepción metafísica de la exis- una interpretación marxista de la historia tencia individual, lo que le permitió llevar a la del Perú127. práctica lo que está implicado en la XI Tesis so- Desaparecido hasta hoy el único libro orgá- bre Feuerbach, por debajo de su apariencia de nico que Mariátegui produjo, sobre la evolu- reclamo ético: quien quiera conocer la realidad ción política e ideológica del Perú, anunciada ha de saber que sólo puede lograrlo en combate en la “Advertencia” de los 7 ensayos, junto a con ella, metiéndose dentro de ella, para trans- éstos, son los materiales que están reunidos formarla. O renunciar al conocimiento profundo en Ideología y política los de mayor significa- y contentarse con el de su apariencia. ción política, y en especial Punto de vista an- Y eso es lo que, más allá de la connotación vo- tiimperialista, escrito casi un año antes de su luntarista a la que todos aluden, otorga su más muerte y expresión del punto más alto de su pleno sentido a su admirativo elogio de la frase madurez política. Debe esperarse una mayor de Lenin, en boca de Unamuno: “Tanto peor para difusión de estos materiales fuera del Perú, ya la realidad”. que conociendo solamente los 7 ensayos no puede obtenerse una cabal apreciación de la La contribución marxista de originalidad y del valor de la contribución mar- Mariátegui al descubrimiento xista de su autor. de América Latina

Lo fundamental de la producción maria- teguiana sobre los problemas peruanos, con 127 Martínez de la Torre, op. cit., T. II. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 395

El conjunto de sus investigaciones sobre la La naturaleza específica de la historia económico-social y política del Perú, formación social peruana de sus trabajos editoriales y culturales, así como su acción de organizador sindical y po- Al enjuiciar la evolución de la economía pe- lítico y los lineamientos de una perspectiva ruana desde la Primera Guerra Mundial, Ma- estratégica de la revolución peruana, que al- riátegui constata que con la implantación de canzó a trazar antes de su muerte, dan cuenta la industria moderna, el dominio del capital de que, desde su regreso y en especial desde financiero, y la definición de la disputa hege- 1925, Mariátegui se enfrentó a los problemas mónica entre Estados Unidos e Inglaterra en peruanos a través de una triple polémica. Esta favor del primero, se ha acelerado la inserción fue desenvolviéndose conforme avanzaba en de la economía peruana en el orden capitalista el reconocimiento de la realidad peruana y la- internacional, y que eso se traduce, además, tinoamericana, y maduraba su vinculación po- en un “reforzamiento de la hegemonía de la lítica concreta con el movimiento obrero y con costa en la economía peruana”, porque en esa el entero movimiento popular. región es donde más plenamente se implanta Esa triple polémica lo enfrentó, sucesivamen- el capitalismo, en la industria y en los latifun- te, a los ideólogos del orden oligárquico-impe- dios capitalistas. rialista, al nacionalismo democrático aprista, Como consecuencia, verifica que se produce entonces radicalizado con elementos socializan- “el desenvolvimiento de una clase capitalista, tes y marxizantes, y a la dirección oficial de la III dentro de la cual cesa de prevalecer como an- Internacional en América Latina. tes la antigua aristocracia. La propiedad agra- No es mi propósito aquí, en el marco de un ria conserva su potencial; pero declina la de los ensayo introductorio, presentar y discutir cada apellidos virreinales. Se constata el robusteci- uno de los elementos de esa polémica y en cada miento de la burguesía”128. una de sus etapas, sino aquello que, en mi opi- Sobre esa base y dentro de esa perspectiva, nión, constituye lo más original y de ese modo concluye: “Apuntaré una constatación final: la más valioso y perdurable de su contribución a nuestro conocimiento de la realidad concreta del Perú. 128 7 ensayos, op. cit. pp. 23-24. 396 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

de que en el Perú actual coexisten tres econo- tiene el concepto de la renta antes que el de la mías diferentes. Bajo el régimen de economía producción. El sentimiento de aventura, el ím- feudal nacido de la Conquista subsisten en la petu de la creación, el poder organizador, que sierra algunos residuos vivos todavía de la eco- caracterizan al capitalista auténtico, son entre nomía comunista indígena. En la costa, sobre nosotros casi desconocidos”130. un suelo feudal, crece una economía burguesa Esa condición de la burguesía criolla es el que, por lo menos en su desarrollo mental, da resultado de dos determinaciones. Su relación la impresión de una economía retardada”129. con el capital extranjero, con el cual se “han En otros términos, tres modos de produc- contentado con servir de intermediarios”131, de ción coexisten en el Perú. Pero, bajo la “he- un lado, y su relación con los rezagos feudales gemonía de la costa”, esto es, del capitalismo, en la costa capitalista y el predominio del feu- aunque éste da “la impresión de una economía dalismo en la sierra132. retardada”, es decir, en nuestra jerga actual, Con genial perspicacia, afirma: “En el Perú, subdesarrollada, es por eso que se “robuste- contra el sentido de la emancipación republi- ce la burguesía”, ya diferenciada como clase cana, se ha encargado al espíritu del feudo – aparte de la “antigua aristocracia”, o sea de los antítesis y negación del espíritu del burgo– la terratenientes señoriales, y éstos “dejan de pre- creación de una economía capitalista”133. valecer como antes”. A la hegemonía del capi- Este enfoque del carácter de la economía tal en la economía, corresponde la hegemonía peruana, como compleja y contradictoria arti- de la burguesía en la sociedad. culación entre capital y precapital, bajo la he- Más adelante observa que los sectores ca- gemonía del primero, del mismo modo como pitalistas (minería, comercio, transportes), es- todavía se articulan “feudalismo” y “comunis- tán en manos del capital extranjero, y que la mo indígena”, en la sierra, ambos bajo el capi- burguesía criolla carece de los atributos em- presariales de la europea o norteamericana: “El capitalista, o mejor el propietario, criollo, 130 Ibíd., p. 29. 131 Ibíd. , p. 26. 132 Ibíd., pp. 25-29. 129 Ibíd., p. 24. 133 Ibíd., p. 29. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 397

tal, produciendo efectos no solamente sobre la abiertas coincidencias sobre numerosos otros lógica del desenvolvimiento económico sino aspectos del debate sobre el orden oligárquico- también sobre la mentalidad de las clases, es imperialista, como lo testimonian los mismos 7 el hallazgo básico de la investigación mariate- ensayos si se los confronta con la producción guiana, y de donde se derivarán sus desarrollos de Haya de la Torre, anterior en este debate. Y, sobre el carácter y las perspectivas de la revo- asimismo, en ese enfoque se fundará inmedia- lución peruana. tamente después su polémica contra la orien- Aparte del debate, hasta hoy inacabado, tación oficial de la III Internacional, al ingresar sobre el problema del “feudalismo colonial” ésta en su viraje posterior al fracaso de su in- y del “comunismo incaico”, que eran visiones tervención en la Revolución China, en 1927. compartidas ampliamente con las corrientes Él podía no tener suficiente formación me- democrático-nacionalistas y Haya de la To- todológica, tener una parte de su pensamiento rre134, quien desde 1923 venía sosteniendo en sujeto a la influencia de ideólogos no marxis- el exilio esas tesis, ese enfoque mariateguiano tas; eso, como se ve, no impidió que elaborara era el único que en toda América Latina podía, un enfoque en el cual la teoría materialista de en ese momento, dar cuenta de la especificidad la historia y su fundamento dialéctico, están en profunda, de la originalidad del proceso histó- la práctica plenamente presentes. Y la investi- rico de estas formaciones sociales dentro de su gación actual no ha hecho sino confirmar este común pertenencia a la legalidad general del descubrimiento fundamental de Mariátegui, orden capitalista imperialista. Era el único en- como he procurado mostrarlo en las primeras foque que no era ni un invento de la realidad, ni páginas de este texto. una mera “aplicación” exterior de las catego- Mariátegui logra poner de manifiesto cómo, a rías marxistas a nuestra realidad. pesar de sus diferencias profundas, los tres mo- Y fue desde esta base que Mariátegui pudo dos vigentes de producción concurren a la confi- después diferenciarse nítidamente del APRA y guración de una misma y unitaria estructura eco- de Haya de la Torre, no obstante sus amplias y nómico-social, sobre la base de su articulación recíproca bajo la lógica hegemónica del capital. Esa concepción contrasta inequívocamen- 134 Haya de la Torre, Víctor Raúl 1977 Obras completas (Lima: Editorial Mejía Baca) T. I: 67 y 85. te con la visión dualista elaborada por Haya, 398 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

y adoptada más tarde por los seguidores de lista de nuestras formaciones sociales, entre un la propia III Internacional y los ideólogos del sector feudal y otro capitalista, que sólo tienen modernismo desarrollista, tan en boga hasta no en común un territorio jurídicamente delimita- hace mucho en América Latina. do por un país o un continente. Y, al mismo tiempo, en esa concepción ma- Unidad de elementos contradictorios, en una riateguiana estaba y está, necesariamente, im- determinada y concreta situación histórica, plicada una oposición fundamental a la idea de donde se combinan desiguales niveles de de- una secuencia, derivada de un razonamiento sarrollo, interpenetrándose y condicionándose lógico abstracto pero en modo alguno dialéc- constantemente y donde no se puede destruir tico marxista, entre una etapa revolucionaria uno de sus elementos sin afectar el conjunto y antifeudal previa a una anticapitalista, como a la inversa, es la visión categóricamente mar- la experiencia europea sugería y aún sigue xista y dialéctica que nos entrega Mariátegui sugiriendo a muchos, en la medida en que las como formulación específica y como postura luchas de clases que eran determinadas por epistemológico-metodológica. esta particular cambiación histórica, no podían Es verdad, sin embargo, y sería ocioso ne- desenvolverse, en tanto que revolucionarias, garlo, que esa concepción no llegó a ser plena de otro modo que afectando no solamente al y sistemáticamente elaborada por Mariátegui, conjunto de esa estructura, sino a su eje articu- y aparece en buena medida intuida y poco lador y dominante en primer término; esto es, consolidada. al capitalismo. Y en tanto que dentro de este De otro lado es notorio que la mayor aten- capitalismo era el capital monopólico imperia- ción de Mariátegui se concentra en el análisis lista el dominante, el ataque al capital era, al del sector no capitalista de la economía, como mismo tiempo y no en dos tiempos, un ataque tema dominante de su investigación y de su al imperialismo y al capitalismo como tal. reflexión económico-social. Eso no indica, no No hay que ser muy perspicaz, tras el largo y obstante, sino el hecho de que el problema del fatigoso camino recorrido por el debate latino- campesinado era obviamente el tema central americano de las dos últimas décadas, para ver de todo el debate político de la época en el que la teoría de la revolución por etapas es he- Perú, cubierto en abrumador predominio por redera y tributaria entrañable de la teoría dua- las corrientes democrático-nacionalistas que José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 399

Haya acaudillaba, mientras que la figura mar- feudalidad sobreviviente –afirma– son dos: lati- xista de Mariátegui fue, durante la mayor parte fundio y servidumbre”136. Pero, al mismo tiem- del período, solitaria. Y, de otro lado, el hecho po, plantea que “la hora de ensayar en el Perú demostrable de que el propio pensamiento el método liberal, la fórmula individualista, ha mariateguiano compartía en amplia medida pasado ya”137. ¿Por qué? Porque la liquidación muchas de las concepciones ambientes, lo que de la feudalidad hace ya parte, para él, del pro- sin duda era facilitado porque hasta 1928 Haya blema de la liquidación del conjunto del orden estaba en su fase ideológica más radical y bajo vigente, dominado por el capital, como acaba una apreciable influencia marxista. de señalarlo inmediatamente antes. A pesar de eso, es también demostrable que En otros términos, la feudalidad existente en aun dentro de esa común perspectiva, la base la sierra es tal feudalismo sólo si se lo considera del enfoque mariateguiano lleva a diferencias separadamente de su lugar en el conjunto de la sustantivas en la teorización del problema cam- estructura económica del país. Tomado dentro pesino y del feudalismo. Aparte del hecho de de este conjunto, es decir, articulado al capital y que el dualismo no está presente en Mariátegui, bajo su dominio, es “semifeudal”. Si la solución mientras que para Haya y sus seguidores lo que del problema del campesinado indio y del pro- existía en la estructura económica de la sierra blema agrario es la destrucción de la feudalidad, era un feudalismo total, de origen colonial, Ma- eso no puede realizarse sino dentro del proceso riátegui coloca el problema en otra perspectiva. global de la revolución anticapitalista. Ni antes, Lo que él observa en la sierra como predomi- ni después, como enfáticamente sostiene al dis- nante, y como rezagos en la costa capitalista, cutir el problema del indio en particular138. es un “semifeudalismo” en la economía, y un Por ello, la lucha del proletariado contra el “gamonalismo” como forma específica de la do- capital, en la costa, es indesligable de la del minación política local de los terratenientes135. campesinado contra la feudalidad. Y ambas ¿Por qué “semifeudal”? Mariátegui no ofrece una respuesta directa. “Las expresiones de la 136 Ibíd., p. 43. 137 Ibíd., p. 44. 135 7 ensayos, pp. 44 y ss. 138 Ibíd., p. 32. 400 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

son la base de la revolución socialista indoame- Empero, mientras que en Haya esa solución ricana, como sostendría después. colectivista del problema agrario hace parte La misma diferente perspectiva entre Haya de un desarrollo capitalista, en un régimen de y Mariátegui se encuentra a propósito del capitalismo de Estado, para Mariátegui esa problema de la “comunidad indígena” y de misma fórmula de resolver el problema agra- su lugar en el proceso revolucionario. Ambos rio e indígena hace parte de una perspectiva compartían la tesis del carácter “comunista socialista de reorganización de la entera socie- primitivo” de la sociedad incaica, de la cual dad peruana. procedía la “comunidad indígena”, como ele- Después de la muerte de Mariátegui, Mi- mento superviviente de ese “comunismo in- roshevsky publicó en 1942 una crítica a Ma- caico”. Haya había formulado esa tesis poco riátegui en Dialéctica, la revista del Partido antes de Mariátegui, siguiendo a Von Hans- Comunista de Cuba142 acusándolo de “popu- tein, Ernesto Quesada y Tomás Joyce139 e in- lista” y “representante de la democracia re- sistirá en ella en artículos publicados en la volucionaria” primero y después de “propa- propia Amauta, en 1926 y 1928140. Inclusive, gandista del socialismo pequeñoburgués” y en una carta a Gabriel del Mazo, en junio de de la “revolución campesina socialista”, por 1925, Haya propone una solución del proble- sostener que la “comunidad indígena” podía ma indígena o campesino, que eliminando el ser el punto de partida para una reorganiza- feudalismo revierta la tierra a la comunidad, ción socialista de la estructura agraria, dentro “como se trata ahora de hacerlo en Rusia. Co- de una revolución socialista en el Perú. Ese lectivismo o Socialismo”, y añade líneas más artículo era un eco algo tardío de la polémica adelante, que “la nueva comuna rusa –ya lo ha entre Mariátegui y la III Internacional estali- dicho Montandon en Clarté– es la vieja comu- nista, en 1929. nidad incaica modernizada”141.

142 V. Miroshevsky, El populismo en el Perú. Papel de 139 Haya de la Torre, op. cit., pp. 59 y ss. Mariátegui en la historia del pensamiento social la- tinoamericano. Publicado originalmente en Moscú, y 140 Ibíd., pp. 115 y ss. reproducido en Dialéctica, Revista del Partido Comu- 141 Ibíd., p. 84. nista Cubano (La Habana) N° 1, mayo-junio, 1942. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 401

Mariátegui estaba limitado por el horizon- el lugar que Mariátegui plantea para el destino te del conocimiento científico de su tiempo de la “comunidad indígena” en el proceso de la acerca del problema de la sociedad incaica, y revolución socialista peruana, pues aquí vuelve en coincidencia con Haya de la Torre, Castro a encontrarse una de las más originales y valio- Pozo143, Valcárcel144, y dentro de la clásica es- sas contribuciones del Amauta para el proble- quematización de la evolución histórica en cin- ma de la revolución peruana en ese período, y co modos de producción del marxismo de esa que coinciden, sin que él lo supiera, con algu- época, antes del redescubrimiento del concep- nas ideas de Lenin sobre el problema del pasaje to de modo de producción asiático en Marx, ad- al socialismo de sociedades en que todavía que- mitió la tesis del carácter comunista primitivo daban amplios sectores precapitalistas. de la sociedad incaica, aunque reconociendo el En efecto, en el informe presentado en nom- despotismo teocrático del Estado inca, y en ese bre de la Comisión sobre el problema nacional sentido yendo más lejos que la simplificación y colonial, al Segundo Congreso de la Interna- de Engels sobre la “barbarie media” en que cional Comunista, en 1920, Lenin sostenía que habría estado esa sociedad, que todavía hoy “La Internacional comunista debe establecer y repiten con ingenuidad algunos comentaristas justificar, en el plano teórico, el principio de que peruanos de esas tesis de Mariátegui145. con la ayuda del proletariado de los países avan- Eso, sin embargo, en nada apoya la banal zados, los países atrasados pueden arribar al tergiversación que Miroshevsky fabrica sobre régimen soviético y, pasando por ciertas etapas de desarrollo, al comunismo, evitando el estadio capitalista”146, desechando así enérgica y nítida- 143 Hildebrando Castro Pozo, Nuestra comunidad in- dígena (Lima, 1919) y Del ayllu al cooperativismo so- cialista (Lima, 1934). 146 Lenin, Oeuvres, T. XXXI, p. 252. En el Congreso de la Internacional Comunista, de 1920, Lenin polemizando con 144 Luis Eduardo Valcárcel, De la vida incaica (Lima, N. Roy, delegado hindú, sostenía que “el campesinado su- 1925); Del ayllu al imperio (Lima, 1926) y Tempestad jeto a dominación semifeudal podría asimilar plenamente en los Andes (Lima, 1927), publicado en la Editorial Mi- la organización soviética” bajo conducción política co- nerva, de Mariátegui, con prólogo de éste. munista en una línea proletaria, aun si no era posible un 145 Véase la reciente compilación Los modos de pro- movimiento puramente proletario. Citado en Garaudy, R. ducción en el Perú (Lima, 1977). 1967 Le Problème Chinoise (París: Seghers) pp. 77-84. 402 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

mente esa suerte de “economismo” que sostiene Mariátegui redescubría, en suelo peruano y por que no es posible saltar la etapa capitalista bajo su cuenta, ideas con una ya larga e ilustre histo- ninguna condición histórica, tan cara a los men- ria en el desarrollo de la teoría revolucionaria cheviques, al revisionismo de Bernstein (Condi- marxista, precisamente porque venía de hacer tions du Socialisme) y al estalinismo después. aquel descubrimiento fundamental ya señala- Por lo demás, esas tesis leninistas provenían do, como la base de todo su enfoque teórico directamente de Marx y Engels, quienes en el acerca del carácter de la sociedad peruana y de “Prefacio” a la traducción rusa del Manifiesto, sus perspectivas revolucionarias. Y era lo que, en 1882, señalaban que: en sus propios términos, puede ser calificado como “determinismo pávido” y “positivismo En Rusia, junto a la especulación capitalista que chato”, infectando profundamente la nueva se desarrolla febrilmente y de la propiedad agraria “ortodoxia” burocrática de la III Internacional burguesa en plena formación, más de la mitad de estalinista, el único e ineficaz respaldo a la tor- la tierra es propiedad comunal de los campesinos. pe argumentación de Miroshevsky en represen- Se trata, por tanto, de saber si [en] la comunidad tación de esa dirección. campesina rusa, esta forma ya descompuesta de la antigua propiedad comunal de la tierra, pasará directamente a la forma comunista superior de la propiedad agraria, o bien ella debe seguir primero La crítica mariateguiana del el mismo proceso de disolución que ha sufrido en APRA y de la dirección de la el curso del desarrollo histórico de Occidente. III Internacional La única respuesta que se puede dar hoy día a esta cuestión es la siguiente: si la Revolución Rusa da Aunque con fundamentales diferencias en las la señal de una revolución obrera en Occidente, bases de sus respectivos enfoques, tal como y si las dos se complementan, la propiedad co- queda señalado, las coincidencias ideológi- munal actual de Rusia podrá servir de punto de cas y políticas entre Mariátegui y la corriente 147 partida a una evolución comunista . nacionalista democrática que lideraba Haya de la Torre fueron relativamente amplias, en tanto que durante la etapa entre 1923 y 1928, 147 Marx y Engels, “Prefacio” a la edición rusa del Ma- nifiesto comunista, citado en Garaudy, op. cit., p. 58. el debate ideológico peruano estaba centra- José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 403

do básicamente en el esclarecimiento de la y al carácter oligárquico de la cultura. Es útil sobrevivencia de los elementos de origen comparar, en ese sentido, la producción de am- colonial en la sociedad vigente y en el carác- bos hasta 1927, en que las diferencias comien- ter oligárquico del Estado y de la cultura. Y zan a precisarse y sistematizarse. Mariátegui tomó parte activa en las tareas Aquella ubicación de Mariátegui dentro de intelectuales y políticas del frente único que una política poco diferenciada en un frente úni- entonces constituía el APRA, entre las capas co democrático-nacionalista radicalizado que medias nuevas que emergían y el naciente encarnaba el APRA, no correspondía solamen- proletariado y el campesinado. te a la gradual maduración y depuración de su El carácter de Amauta, la revista de Mariá- propio enfoque sobre la realidad concreta, sino tegui, correspondió a ese contexto, en su plu- también coincidía ostensiblemente con la orien- ralidad ideológica unificada por su connota- tación política que, después de la muerte de ción antioligárquica y nacionalista, dentro de Lenin, la dirección estalinista había conseguido la cual la propaganda socialista de Mariátegui imponer en la III Internacional. tenía un lugar destacado, pero sin una nítida Apoyándose formalmente en las resolucio- diferenciación. Eso se prolongará, aunque en nes del II, III y IV Congreso de la Internacional, una línea de creciente depuración, hasta el N° la dirección estalinista había terminado por en- 17, de septiembre de 1928, en que Mariátegui fatizar las coincidencias circunstanciales sobre anuncia, en el célebre editorial “Aniversario y las diferencias y la necesaria autonomía políti- balance”, la definición socialista de la revista. ca, como señalan aquellas resoluciones, en la Del mismo modo, en tanto que los 7 ensayos política de frente único antiimperialista. Esa fueron publicados desde 1926 en Amauta, y política era conducida principalmente en Asia aparecieron como volumen solamente en 1928, y en particular en el caso de China, donde se puede apreciarse que, no obstante las diferen- condujo al Partido Comunista hasta su integra- cias básicas de enfoque, son muchos los aspec- ción y casi disolución dentro del , tos específicos en los cuales se puede registrar hasta su fracaso, que culminaría con las masa- coincidencias entre el pensamiento de Haya y cres de Shanghái en marzo de 1927 y el baño el de Mariátegui, particularmente en todo aque- de sangre de la heroica “Comuna de Cantón” llo que se refiere a los problemas de la colonia del proletariado chino, en diciembre del mismo 404 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

año, bajo las balas del ejército del Kuomintang pesar de la enérgica oposición de algunos di- conducido por Chiang Kai-shek. rigentes comunistas latinoamericanos, Mella Y puesto que Haya de la Torre definía en- principalmente, la conducta de la dirección de tonces al APRA como el Kuomintang latinoa- la Internacional aún es ambigua frente a Haya y mericano, Mariátegui pudo sentirse justificado al APRA. Pero, a partir de entonces, los campos no solamente en su participación dentro del son claramente demarcados y opuestos. APRA, sino en la cautela y lentitud de la dife- De su lado, Haya entra en una acelerada renciación y autonomización política frente a actividad de organizador y propagandista del la corriente democrático- nacionalista predo- APRA como alternativa a la III Internacional, minante dentro de ese frente único. A pesar de y ya no como frente único sino como un Par- que sus tareas de organizador sindical y su pro- tido donde deben integrarse los componentes paganda socialista fueron intensas y reales, es de ese frente, bajo la dirección de las clases también efectivo que solamente al final de esa medias, y bajo un comando férreamente cen- etapa, Mariátegui se concentró en la polémica tralizado. Y frente a eso, los dirigentes de los diferenciadora y en la organización política partidos comunistas ya formados como tales autónoma de la corriente socialista dentro del en América Latina, lo combaten resueltamen- frente, en 1928. te, Mella sale a la palestra con su folleto ¿Qué Hasta comienzos de 1927, la dirección de la es el APRA?, a comienzos de 1928 en México. III Internacional estaba aún claramente intere- Y Mariátegui, aunque todavía da cabida en sada en atraer a su órbita al APRA y presumi- el mismo momento al artículo definitorio de blemente en ganar la adhesión del propio Haya Haya “Sobre el papel de las clases medias”, en de la Torre. Pero al hacerse claro el fracaso de Amauta, comienza un intercambio polémico la política con el Kuomintang en China, y la con Haya y con los grupos apristas en el exilio, cada vez más definida actitud de Haya como lo que lleva a la ruptura final y a la formación alternativa latinoamericana a la III Interna- del Partido Socialista del Perú, en el segundo cional, la ruptura será inevitable. Todavía, sin semestre de 1928, paralelamente a la defini- embargo, Haya es invitado al Congreso Anti- ción socialista de Amauta. imperialista de Bruselas, en febrero de 1927, La polémica exige a Mariátegui sistematizar un mes antes de la masacre de Shanghái, y a y depurar su enfoque de la realidad peruana y José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 405

latinoamericana y su pensamiento político con- sobre el problema de las especificidades histó- creto, cuyas bases últimas ya eran formuladas ricas de las formaciones sociales latinoameri- desde 1926. Y es entonces cuando Mariátegui canas, dentro del orden imperialista internacio- pone en juego su excepcional perspicacia para nal, como, y más claramente, sobre el carácter penetrar la realidad específica, históricamente de la revolución y del partido, con ocasión de determinada, de la realidad peruana y latinoa- la Primera Conferencia Comunista Latinoame- mericana, alzándose como el más fecundo y ricana en junio de 1929, en Buenos Aires. profundo teórico y dirigente marxista revolu- El eje de la polémica contra el APRA y contra cionario de su tiempo en América Latina. Haya, así como con la dirección de la III Inter- César Germaná, en un lúcido estudio recien- nacional estalinista, es el carácter específico del temente publicado148, ha contrastado sistemá- imperialismo en América Latina, y su papel or- ticamente el pensamiento mariateguiano y el denador en las tendencias de las luchas de cla- de Haya, para demostrar la validez original y la ses. Sobre esa base, en ambos frentes de su po- vigencia del primero, confirmada enteramente lémica, avanza hasta descubrir el carácter espe- en la experiencia histórica desde la crisis de cífico, en ese período, de la revolución en estos los años treinta hasta hoy. países y el del partido destinado a su dirección. Empero, no es solamente contra el APRA y contra Haya que Mariátegui endereza su crítica revolucionaria. En el curso de esa polémica, no El carácter del imperialismo puede dejar de hacer el balance crítico de la y sus implicaciones sobre la experiencia de la dirección oficial de la III In- lucha de clases ternacional, dentro y fuera de América Latina, y en especial en China. Y, como consecuencia, Frente al APRA y Haya de la Torre, Mariátegui es llevado a polemizar con esa dirección, tanto pone de relieve el contenido de clase del impe- rialismo, como más significativo que su conte- nido nacional, y como determinante del pro- 148 Germaná, César 1977 “La polémica Haya-Mariátegui. pio rol del problema nacional dentro del impe- Reforma o Revolución en el Perú” en Cuadernos de rialismo, y sobre cuya base solamente puede Sociedad y Política (Lima) N° 2, colección dirigida por Aníbal Quijano. aprehenderse la naturaleza y el movimiento 406 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

histórico concreto de las luchas de clases en obra, en Haya el imperialismo asume así un ca- América Latina. rácter ambiguo: al mismo tiempo es la domina- Para el APRA y para Haya de la Torre, el im- ción extranjera, indeseada, y la iniciación del perialismo se define por dos rasgos básicos: 1) el progreso, deseado y necesario. carácter extranjero del origen y de la propiedad Para Mariátegui, en cambio, no solamente del capital invertido en nuestros países; 2) en no hay tal dualismo, como ya quedó demos- tanto que es sólo a través de esa inversión que trado antes, sino que el imperialismo es, ante el capitalismo aparece en éstos, tal capitalismo todo, capital monopólico en expansión inter- es incipiente. Consiguientemente, el imperialis- nacional, y su emergencia constituye la inter- mo es, contrariamente a lo que Lenin afirma, la nacionalización de la estructura del capital, en primera fase del capitalismo entre nosotros y, en tanto que relación social de producción. Es de- esa condición, un primer y necesario paso pro- cir, es sobre todo el carácter de clase de la do- gresivo contra la feudalidad de origen colonial149. minación imperialista lo que así se pone al des- Aparte de la tesis de que el imperialismo im- cubierto: capital monopólico, explotador del plica en América Latina la constitución de una trabajo; burguesía monopolista, explotadora dualidad histórica entre capitalismo y feudalis- de la clase obrera. Y solamente a partir de ello, mo, entre los que sólo es común el territorio puede ubicarse apropiadamente la relación na- geográfico y jurídico (país), que recorre toda su cional: burguesía extranjera sobre trabajador peruano o latinoamericano150. De esa manera, en pleno acuerdo con Lenin, 149 Haya de la Torre, V. R. 1972 El antiimperialismo citado explícitamente, la penetración imperialis- y el APRA (Lima: Amauta) pp. 18-19. François Bourri- ta en América Latina, es la de la última fase del caud, en un libro escrito más bien con simpatía hacia capitalismo y no de su primera, como Haya quie- el APRA y Haya de la Torre, no ha podido dejar de ob- servar que “tal ideología se construyó sobre la base de re para resaltar su “originalidad” frente a Lenin. abruptas antítesis” y que el “peso del esquema dualista” Debido a ello, y no tanto por lo extranjero explica a qué “peligros de rigidez expone al APRA antes de su origen y control, el capital que penetra en de librarlo a los riesgos del oportunismo cuando Víctor Raúl Haya de la Torre quiera imprimir más flexibilidad a su acción”. Véase Poder y sociedad en el Perú contem- poráneo (Buenos Aires: Sur, 1967) p. 139. 150 Ideología y política (OC, Vol. XIII: 160). José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 407

América Latina no puede operar como el capi- en acumular en la producción exportable de tal competitivo operó en las fases previas del materias primas, en su comercialización y fi- desarrollo capitalista en Europa o en Estados nanciamiento. No tiene necesidad de ampliar Unidos: “La época de la libre concurrencia en rápidamente ni el mercado interno de bienes la economía capitalista ha terminado en todos de producción industrial interna, ni el de mano los campos y aspectos. Estamos en la época de de obra libre. No sólo no necesita, sino que re- los monopolios, vale decir de los imperios. Los quiere no enfrentarse conflictivamente con los países latinoamericanos llegan con retardo a la intereses de los terratenientes gamonales153. competencia capitalista. Los primeros puestos De ello no se deriva, sin embargo, la inevita- están asignados. El destino de estos países, bilidad de la permanencia de esa asociación de dentro del orden capitalista, es el de simples intereses entre la burguesía imperialista y los colonias”151, afirma Mariátegui. terratenientes gamonales, para todo el tiempo. En consecuencia, cuanto más se expanda el Aquí Mariátegui se enfrenta simultáneamente capitalismo y se modernice en nuestros países, al pensamiento aprista, según el cual es nece- tanto mayor será la presencia del capital mo- saria la alianza con el capital interno y la bur- nopólico y del imperialismo que en él se funda: guesía interna nacionalista para enfrentar esa “A medida que crezca su capitalismo, y en con- alianza imperialista terrateniente, y a la direc- secuencia, la penetración imperialista, tiene ción de la III Internacional, para la cual, lo re- que acentuarse ese carácter (semicolonial) de velaba la experiencia en China y la aplicación su economía” dice ya en las primeras líneas de menchevique de las tesis leninistas de los ante- Punto de vista antiimperialista152. riores congresos de la Internacional, la alian- En el período que Mariátegui estudia el ca- za con la burguesía progresista y nacionalista pital imperialista, que domina en nuestra eco- es imprescindible, inclusive bajo su comando, nomía está, por su articulación con el merca- para la lucha antiimperialista y antifeudal. do externo, interesado casi exclusivamente Mariátegui se pregunta: “¿Los intereses del capitalismo imperialista coinciden necesaria y

151 Ibíd., pp. 82 y 248. 152 Ibíd., p. 86. 153 7 ensayos, pp. 78-80. 408 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

fatalmente en nuestros países con los intereses del imperialismo: que desaparezcan los grandes feudales y semifeudales de la clase terratenien- latifundios, que en su lugar se constituya una te? ¿La lucha contra la feudalidad se identifica economía agraria basada en lo que la demagogia forzada y completamente con la lucha antiim- burguesa llama la ‘democratización’ de la pro- perialista?”. Y responde luego: piedad del suelo, que los viejos aristócratas se vean desplazados por una burguesía y una pe- queña burguesía más poderosa e influyente –y Ciertamente, el capitalismo usa el poder de la por lo mismo más apta para garantizar la paz clase feudal, en tanto que la considera la clase social– nada de esto es contrario a los intereses políticamente dominante. Pero sus intereses del imperialismo154. económicos no son los mismos. La pequeña bur- guesía, sin exceptuar a la más demagógica, si atenúa en la práctica sus impulsos más marca- ¿Mariátegui profeta del ulterior destino aprista damente nacionalistas, puede llegar a la misma y “velasquista”, de las experiencias peronistas estrecha alianza con el capitalismo imperialista. y democristianas? Nada de eso. Es el más lúci- El capital financiero se sentirá más seguro, si el do y penetrante análisis marxista revoluciona- poder está en manos de la clase más numerosa, rio de las tendencias centrales del movimiento que satisfaciendo ciertas reivindicaciones apre- histórico de las formaciones sociales latinoa- miosas y estorbando la orientación clasista de mericanas, lo que esta notable formulación las masas, está en mejores condiciones que la pone en evidencia, enfrentando al aprismo y, vieja y odiada clase feudal de defender los in- al propio tiempo, haciendo el balance crítico tereses del capitalismo, de ser su custodio y su de las implicaciones de la política de la III In- ujier. La creación de la pequeña propiedad, la ternacional en el Asia, para América Latina, en expropiación de los latifundios, la liquidación de los privilegios feudales, no son contrarios a plena Conferencia Comunista Latinoamericana los intereses del imperialismo de modo inme- de Buenos Aires, en 1929. diato. Por el contrario, en la medida en que los Señalando las diferencias específicas entre rezagos de la feudalidad entraban el desenvolvi- el papel del imperialismo en Centroamérica y miento de una economía capitalista, ese movi- en Suramérica, y aludiendo implícitamente al miento de liquidación de la feudalidad, coincide con las exigencias del crecimiento capitalista, promovido por las inversiones y los técnicos 154 Ideología y política, pp. 92-93. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 409

problema del imperialismo en Asia, Mariáte- ve error”155. Y haciendo explícita su crítica a gui sostiene que para los países de América la dirección de la Internacional, aclara: “Ya en del Sur, por su estructura y por su política, el nuestra discusión con los dirigentes del apris- imperialismo no supone el mismo problema mo, reprobando su tendencia a proponer a la colonial que para los otros, y que en conse- América Latina un Kuo Min Tang, como modo cuencia no se trata aquí de una política de li- de evitar la imitación europeísta y acomodar la beración nacional como interés percibido por acción revolucionaria a una apreciación exacta la burguesía o la pequeña burguesía, y que jus- de nuestra propia realidad, sosteníamos hace tifique aliarse y subordinarse a ella en la lucha más de un año la siguiente tesis”156, la que alu- revolucionaria. de a la importancia de los factores culturales, Sitúa así, desde dentro de las determinacio- en la común defensa, por parte de burgueses nes históricas concretas de las formaciones y trabajadores, de la nacionalidad avasallada sociales latinoamericanas del Sur, el papel en países donde dentro de una cultura común político de las burguesías nacionales respecto se diferencian las clases sociales y sus subcul- del imperialismo, y los límites inevitables en turas, al contrario de lo que ocurre en el Perú la oposición pequeño burguesa al imperialis- y los países andinos, donde una oposición cul- mo, ciega para el contenido de clase de esta tural agudiza el conflicto de clases y lleva a la dominación. burguesía a robustecer su identificación con A través de la crítica al APRA, Mariátegui los intereses extranjeros, con los cuales ya está se enfrenta a la línea política central de la III asociada en la economía. Internacional estalinista, sosteniendo la invia- Contra la tesis aprista de la necesidad de bilidad histórica de una burguesía con sen- la dirección de las clases medias en el frente tido nacional y progresista: “Pretender que revolucionario antiimperialista, Mariátegui en esta capa social prenda un sentimiento de se apoya en la experiencia mexicana reciente nacionalismo revolucionario, parecido al que para demostrar la necesaria inconsecuencia en condiciones distintas representa un factor en la lucha antiimperialista en los países se- micoloniales avasallados por el imperialismo, 155 Ibíd., pp. 85-86. en los últimos decenios en Asia, sería un gra- 156 Ibíd., p. 86. 410 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

del nacionalismo de la pequeña burguesía en la canas del Sur y del Norte, a partir del modo en lucha contra el imperialismo, porque en nues- que se implanta el capital imperialista, en arti- tros países, por sobre el problema nacional, “el culación con el precapital, y sobre la base de la factor clasista es más decisivo, está más desa- previa historia colonial que escindió la cultura rrollado” y “No hay razón para recurrir a vagas peruana y otras, en un conflicto cultural radical, fórmulas populistas tras de las cuales no pue- Mariátegui desoculta el papel ordenador del ca- den dejar de prosperar tendencias reacciona- pital monopólico imperialista, en la economía rias” como ocurrió en México157. y en el contenido y orientación concreta de los Porque, aclara Mariátegui: intereses y de los movimientos de las clases so- ciales, para demostrar la incorrección científica ¿qué cosa puede oponer a la penetración capi- y su correlato político oportunista, en toda polí- talista la más demagógica pequeña burguesía? tica que, como la del APRA y la de la dirección Nada, sino palabras. Nada, sino una temporal estalinista de la III Internacional, pretenda apo- borrachera nacionalista. El asalto del poder por yarse solamente en el problema nacional plan- el antiimperialismo, como movimiento demagó- teado por la dominación imperialista, subordi- gico populista, si fuese posible, no representaría nando a ello el problema de clase. nunca la conquista del poder por las masas pro- letarias, por el socialismo. La revolución socia- lista encontraría su más encarnizado y peligroso enemigo –peligro por su confusionismo, por su El carácter de la revolución: demagogia– en la pequeña burguesía afirmada en “socialismo indoamericano” el poder, ganado mediante sus voces de orden158. La misma palabra Revolución, en esta América De esa manera, desde dentro de las determi- de las pequeñas revoluciones, se presta bastante naciones históricas concretas, específicas, que al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa mueven a las formaciones sociales latinoameri- e intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución latinoame- ricana, será, nada más y nada menos, que una eta- 157 Ibíd., p. 92. pa, una fase de la revolución mundial. Será sim- 158 Ibíd., p. 91. ple y puramente, la revolución socialista. A esta José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 411

palabra se puede agregar, según los casos, todos que tal como ya lo establecía en sus 7 ensayos, los adjetivos que queráis: ‘antiimperialista’, ‘agra- aparece como el problema medular del período rista’, ‘nacionalista-revolucionaria’. El socialismo y no puede tener solución efectiva sino dentro 159 los supone, los antecede, los abarca a todos . del desarrollo de una transición socialista. El socialismo latinoamericano “supone” la solu- Esta rotunda afirmación que Mariátegui estam- ción de esos problemas, porque sólo en él son pa en el editorial de la nueva etapa de Amauta “abarcados” realmente, y por ello es la perspec- al romper con el APRA, en 1928, destaca dos de tiva estratégica de la revolución socialista y no los elementos cruciales de la concepción polí- de otra, la que está antes de todo, la que “ante- tica de su madurez. En primer término, acor- cede” a todo. de con su enfoque de que el orden capitalista Ambos elementos son reiterados, un año des- es una totalidad, toda revolución socialista en pués en la Primera Conferencia Comunista Lati- cualquiera de sus partes, es parte de la revolu- noamericana de Buenos Aires: “En conclusión, ción mundial contra el capitalismo, y no se en- somos antiimperialistas porque somos marxis- claustra en una remisión solamente a los pro- tas, porque somos revolucionarios, porque opo- blemas internos de un país. En algún sentido, nemos al capitalismo el socialismo como siste- anticipa lo que, acaso, habría sido su posición ma antagónico llamado a sucederlo, porque en sobre el “socialismo en un solo país”, que en la lucha contra los imperialismos extranjeros ese momento estaba ya en el aire. En segundo cumplimos nuestros deberes de solidaridad con lugar, como toda revolución profunda y genui- las masas revolucionarias de Europa”160. na, la de América Latina no puede sino estar Más cerca de Perón y de Haya que de Marx, destinada, en primer término, a dar cuenta y a Ramos comenta este texto: “cada palabra es un resolver los problemas específicos de su reali- error”, sostiene en su confusión161, plegándose dad, en el momento y en el contexto concreto a la acusación aprista acerca del europeísmo en que tiene lugar. De allí, la referencia al pro- blema antiimperialista, como solución de clase del problema nacional, y al problema agrario, 160 Ibíd., p. 95. 161 Ramos, Jorge Abelardo “La discusión sobre Mariátegui” en El marxismo latinoamericano de 159 Ibíd., pp. 247-248. Mariátegui, op. cit, p. 157. 412 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

de Mariátegui. Y, a su turno, los jefes del Parti- perialista. Además, esa perspectiva estratégica do Comunista Peruano, no ocultan su esfuerzo era la única que permitiría el siguiente paso al por encajar a Mariátegui la idea de una revo- socialismo. A su modo, Haya se plegaba, en el lución en dos etapas, contra las explícitas afir- fondo, a la tesis de las dos etapas de la revolu- maciones de su “guía”162, para oponerse a esa ción y a la del carácter antifeudal y antiimperia- misma acusación. lista de su primera etapa, por lo cual ésta tenía Mariátegui continúa enfrentando, hoy, el que estar bajo la dirección de las clases medias nacionalismo democrático burgués y peque- y sostener el capital163. ñoburgués y, al mismo tiempo, el oportunismo De su lado, la dirección de la III Internacio- reformista-burocrático del movimiento comu- nal, equipada con las tesis sobre la Cuestión nista oficial. China, de Stalin, había puesto en práctica de En ese momento, Haya y los apristas soste- modo consistente una política no muy dis- nían que el único modo de rescatar la realidad tinta en la fundamental. Y antes de 1930, aun específica de América Latina en una estrategia después del fracaso de esa experiencia china, revolucionaria, era basarse en el problema na- estaba aún empeñada en la orientación antiim- cional y no en el problema de clase para en- perialista y no socialista en América Latina, or- frentar al imperialismo. La revolución era en su ganizando las Ligas Antiimperialistas, aunque carácter esencial y específico, una revolución inmediatamente después, en plena crisis inter- antiimperialista en ese sentido. Sólo un Estado nacional del treinta, viraría intempestivamen- antiimperialista, fundado en una alianza nacio- te hacia una política ultraizquierdista, cuyas nal de clases nacionalistas, podía resolver al primeras puntas estaban ya en el debate de la mismo tiempo las dos cuestiones de fondo: la Primera Conferencia Comunista Latinoameri- necesidad del capital, que tal Estado podía con- cana, de junio de 1929. trolar en beneficio del desarrollo nacional; y la Mariátegui se enfrentaba, pues, a ambas emancipación nacional, al producir la integra- direcciones, cuando en su texto presentado ción nacional y liberarla de la dominación im-

163 Haya de la Torre 1976 “Sobre el papel de las clases medias” en Obras completas (Lima: Juan Mejía Baca) T. 162 Jorge de Prado, op. cit.; y José Martínez, op. cit. 1, pp. 171-175; El antiimperialismo y el APRA, op. cit. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 413

a esa Conferencia y que no fue aprobado, Una de las distinciones importantes entre la si- declara: “El antiimperialismo, para noso- tuación colonial y neocolonial reside en las pers- tros, no constituye, ni puede constituir, por pectivas de la lucha. En el caso colonial (en el sí solo un programa político, un movimiento que la “Nación-Clase” combate contra las fuerzas de masas apto para la conquista del poder. de represión de la burguesía del país coloniza- dor) puede conducir, al menos en apariencia, a El antiimperialismo, admitido que pudie- una solución nacionalista (revolución nacional): se movilizar al lado de las masas obreras y la Nación conquista su independencia y adopta, campesinas, a la burguesía y a la pequeña en hipótesis, la estructura económica que más le burguesía nacionalistas (ya hemos negado conviene. El caso neocolonial (en que las clases terminantemente esta posibilidad) no anula trabajadoras y sus aliados, luchan simultánea- el antagonismo entre las clases, no suprime mente contra la burguesía imperialista y la clase su diferencia de intereses”164, reclamando dirigente nativa) no se resuelve por una solución una estrategia socialista. nacionalista; exige la destrucción de la estructu- En América Latina, insiste Mariátegui, esa ra capitalista implantada por el imperialismo en línea es inconducente a la revolución de los el territorio nacional, y postula justamente una explotados. América Latina no es Asia, y sólo solución socialista. Esta distinción resulta princi- palmente, de la diferencia de nivel de las fuerzas los países centroamericanos pueden aquí ser productivas en los dos casos, y de la consiguiente escenario de una estrategia revolucionaria de agravación de la lucha de clases165. “liberación nacional” sin, al mismo tiempo, li- beración de clase. En el resto, “el factor cla- Empero, ¿de qué socialismo hablaba Mariáte- sista es más decisivo” por el carácter del desa- gui? Los apristas habían difundido contra él rrollo capitalista y de la dominación nacional la acusación de europeísta, porque postulaba imperialista. una solución socialista de los problemas pe- Varias décadas después, en combate con su ruanos y latinoamericanos, lo que, en opinión propia y específica realidad, Amílcar Cabral de Haya y sus seguidores, equivalía a tratar la descubrirá exactamente lo mismo:

165 Cabral, Amílcar 1966 “L’Arme de la Téorie” en 164 Ideología y política, p. 90. Partisans, N° 6-7. 414 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

realidad latinoamericana como si fuera de la cía a una opción diferente. Y, de otro lado, la Europa, donde el capitalismo estaba ya ple- orientación que comenzaba a tomar el proce- namente establecido y el proletariado era una so mexicano, y la desastrosa experiencia del clase numerosa y madura, apta para dirigir el Kuomintang chino y de la política allí seguida proceso de una revolución socialista, mien- por la III Internacional, se constituían como tras que en América Latina, la nacionalidad lecciones que en convergencia con su propio estaba aún en formación, la feudalidad era enfoque de la situación latinoamericana, re- dominante, el capitalismo estaba “en su pri- forzaban su opción socialista revolucionaria. mera fase”, y el proletariado era una clase en Él no podía, sin embargo, desconocer que incipiente constitución. Por ello los apristas la visión aprista de la realidad latinoamerica- reclamaban un amplio frente social y políti- na no era descaminada en todas y cada una co dirigido por las clases medias, para con- de sus partes, aunque las bases de esa visión tender con esa realidad y resolver aquellos fueran radicalmente equivocadas. En efecto, problemas, tal como la experiencia mexicana aunque moviéndose dentro una tendencia de y china demostraban como la más viable al- creciente subordinación a la hegemonía del ternativa. Una visión superficial y parcelaria capital, los rezagos serviles y semiserviles de la realidad, daba a esa prédica aprista una aprisionaban aún a una inmensa mayoría de la persuasiva apariencia de realismo. población trabajadora, situando el problema El propio Mariátegui, antes de 1927, ha- agrario y campesino en una perspectiva to- bía expresado con frecuencia su apoyo y su talmente diferente de la europea. Los terrate- esperanza en los procesos de México y de nientes gamonales tenían una presencia muy China, donde las corrientes y organizaciones grande en el orden político, no solamente en socialistas combatían bajo la dirección de la el caciquismo local, sino en el seno del propio burguesía y pequeña burguesía nacionalistas Estado central. El proletariado era realmente y revolucionarias. Pero, de un lado, su propia una minoría, y aunque de extraordinaria com- investigación de la realidad latinoamericana batividad y militancia, su educación socialista bajo la dominación imperialista, con sus es- y su organización política no hacían más que pecíficos rasgos, era ya una base teórica cuyo comenzar, principalmente bajo la acción del desarrollo y depuración sistemática condu- propio Mariátegui. Y estaba también allí el José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 415

problema nacional, en su doble dimensión: la antiimperialista y en El problema de las ra- dominación imperialista y la desintegración zas en América Latina, a la Conferencia Co- social y política interna. munista de Buenos Aires. No obstante, su investigación demostraba Por todo ello, Mariátegui levanta contra el que no había, ni podría haber más adelante, nacionalismo aprista, el socialismo, pero, al una clase burguesa nacionalista con interés mismo tiempo, la orientación oficial de la III y con capacidad de disputar revolucionaria- Internacional, tras el fracaso de su política en mente a la burguesía imperialista el dominio China, iniciaba un viraje hacia una política de nacional. Y que, aun cuando bajo determina- la cual las alianzas con los movimientos nacio- das condiciones no existentes en el Perú y nalistas pequeñoburgueses serán excluidas, el en la mayor parte de América Latina, eso pu- lugar acordado a los problemas sociales del diera ocurrir, México y China demostraban campesinado antes, será sustituido por los los límites cortos de una política puramente problemas nacionales supuestos de esas ma- nacionalista y democrática, que no incluyera sas, como bases de una política que con el desde la partida la posibilidad de destrucción nombre de proletaria era, en el fondo, obreris- del capital como tal. Aunque la pequeña bur- ta y burocrática. Las primeras puntas de ese guesía podía llegar más lejos en su verbalis- viraje están ya activas en el debate de Buenos mo, en la práctica no iba tampoco más allá del Aires, en 1929, y se harán predominantes lue- capitalismo nacional. Y en esa medida, todos go, hasta mediados de los años treinta. Y, fren- los problemas de fondo, nacionales y socia- te a esas opciones, Mariátegui levanta como la les, no quedaban resueltos, ni siquiera den- opción revolucionaria que nace de la realidad tro de los límites de resolución que el propio concreta, lo que él denomina el “socialismo capitalismo moderno permitía. En la era del indoamericano”. imperialismo, la generalización y desarrollo “Profesamos abiertamente el concepto de del capitalismo en nuestros países, no podía que nos toca crear el socialismo indoamerica- implicar sino la modificación de los términos no, de que nada es tan absurdo como copiar li- de la dominación, pero al mismo tiempo su teralmente fórmulas europeas, de que nuestra ampliación y su profundización. Esas eran las praxis debe corresponder a la realidad que te- conclusiones presentadas en Punto de vista nemos delante”, afirma Mariátegui ya en 1928, 416 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

en una carta escrita a los grupos del APRA en entre la Internacional y el APRA en el Congreso el exilio, definiendo posiciones con Haya166. Y Antiimperialista de Bruselas168. el mismo año, al presentar la nueva etapa de No obstante, Mariátegui y su grupo demo- Amauta ya desprendida del APRA y definida raron un año, antes de decidir la organización como socialista, reitera: “No queremos, cier- de un partido diferente del APRA, y, significa- tamente, que el socialismo sea en América ni tivamente, al hacerlo, acordaron fundar no un calco ni copia. Debe ser creación heroica. Te- partido comunista, sino el Partido Socialista nemos que dar vida, con nuestra propia reali- del Perú, cuyo Comité Organizador quedó dad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo constituido el 7 de octubre de 1928, con Ma- indoamericano. He ahí una misión digna de una riátegui como su secretario general. El año generación nueva”167. previo transcurrió entre la activa correspon- ¿Cómo concebía Mariátegui el “socialismo dencia del debate interno del APRA, y la ma- indoamericano”? duración y depuración del pensamiento del propio Mariátegui. La explicación de esa decisión, diferente de El debate de Buenos Aires: la que la III Internacional recomendaba con carácter del partido y del apremio, se encuentra en los textos preparato- programa rios para el programa del Partido Socialista del Perú, y en los documentos enviados a la Pri- El Secretariado Latino de la III Internacional, mera Conferencia Comunista Latinoamericana ya desde 1927, había urgido al grupo de Mariá- (El problema de las razas en América Latina tegui en Lima a organizar inmediatamente un y Punto de vista antiimperialista) en junio de Partido Comunista, integrante de la Internacio- 1929, en Buenos Aires, y en el debate que sobre nal, para oponerse a la influencia aprista entre ellos y el carácter del partido y del programa los obreros, una vez que se produjo la ruptura se suscitó en esa reunión, entre la dirección latinoamericana de la Internacional y la dele-

166 Martínez de la Torre, op. cit., T. II, p. 300. 167 Ideología y política, pp. 246-253. 168 Martínez de la Torre, op. cit., pp. 392-396. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 417

gación enviada por Mariátegui y su Partido So- ción doctrinal según la cual, reconociendo el cialista del Perú. carácter internacional de la economía y el del En los documentos de la fundación del Par- movimiento revolucionario del proletariado, tido Socialista y de la elaboración de su pro- “el Partido Socialista adapta su praxis a las cir- grama, el partido es definido con un doble ca- cunstancias concretas del país; pero obedece rácter: de un lado, sus bases sociales son las a una amplia visión de clase y las mismas cir- masas obreras y el campesinado; de otro lado, cunstancias nacionales están subordinadas al su dirección es proletaria169. ritmo de la historia mundial”. “La organización de los obreros y campe- Reiterando su concepción del imperialismo, sinos, con carácter netamente clasista, cons- en una ajustada línea leninista, Mariátegui afir- tituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra ma que “La praxis del socialismo marxista en propaganda y la base de la lucha contra el este período es la del marxismo-leninismo. El imperialismo extranjero y la burguesía nacio- marxismo-leninismo es el método revoluciona- nal”, reza el artículo primero del documento rio de la etapa del imperialismo y de los mono- de fundación. Y más adelante, en el artículo polios. El Partido Socialista del Perú lo adopta 3, se reitera y precisa: “La lucha política exi- como su método de lucha”. ge la creación de un partido de clase, en cuya Con ese método marxista-leninista en el formación y orientamiento se esforzará tenaz- análisis de la realidad peruana, Mariátegui des- mente por hacer prevalecer sus puntos de vista cubre que “bajo el régimen burgués enfeudado revolucionarios clasistas. De acuerdo con las a los intereses imperialistas, coludido con la condiciones concretas actuales del Perú, el Co- feudalidad gamonalista y clerical, y las taras y mité concurrirá a la constitución de un partido rezagos de la feudalidad colonial”, no es posi- socialista, basado en las masas obreras y cam- ble la solución de los problemas sociales ni de pesinas organizadas”. los problemas nacionales del país. “La eman- Y, de su lado, el documento preparatorio del cipación de la economía del país es posible programa del partido, se abre con una declara- únicamente por la acción de las masas prole- tarias, solidarias con la lucha antiimperialista mundial. Sólo la acción proletaria puede es- 169 Op. cit., pp. 397-402. timular primero y realizar después las tareas 418 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

de la revolución democrático-burguesa que el lo mismo que el estímulo que se preste al libre régimen burgués es incompetente para desa- resurgimiento del pueblo indígena, a la manifes- rrollar y cumplir”. tación creadora de sus fuerzas y espíritu nativos, Casi medio siglo después, los jefes del ac- no significa en lo absoluto una romántica y anti- tual Partido Comunista Peruano, han hecho el histórica tendencia de reconstrucción o resurrec- esfuerzo de encontrar en ese último párrafo la ción del socialismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas justificación de su propia tesis de las dos eta- y del cual sólo quedan como factor aprovechable, pas separadas de un proceso revolucionario dentro de una técnica de producción perfecta- 170 conducente al socialismo . Pero no advierten mente científica, los hábitos de cooperación y de la contradicción que eso significa con la con- socialismo de los campesinos indígenas. El socia- traposición que Mariátegui establece entre la lismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa ca- necesidad de resolver las “tareas democrático- pitalista; y no puede importar el menor retroceso burguesas”, y la incapacidad estructural del en la adquisición de las conquistas de la civiliza- “régimen burgués”, para cumplirlas. ción moderna, sino por lo contrario la máxima y Pero el movimiento del razonamiento maria- metódica aceleración de la incorporación de esas teguiano se precisa en seguida: conquistas en la vida nacional.

El socialismo encuentra lo mismo en la subsisten- Y más adelante: “Cumplida su etapa democrá- cia de las comunidades que en las grandes empre- tico-burguesa, la revolución deviene en sus ob- sas agrícolas, los elementos de una solución so- jetivos y en su doctrina revolución proletaria. cialista de la cuestión agraria, solución que tole- El partido del proletariado, capacitado por la rará en parte la explotación de la tierra por los pe- lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo queños agricultores ahí donde el yanaconazgo o de su propio programa, realiza en esa etapa las la pequeña propiedad recomiendan dejar a la ges- tareas de la organización y defensa del orden tión individual, en tanto que se avanza en la ges- tión colectiva de la agricultura, las zonas donde socialista”. ese género de explotación prevalece. Pero esto, No hay información disponible acerca del conocimiento o no, que Mariátegui podía haber tenido de las Tesis de Abril, de Lenin, o del de- 170 Del Prado, op. cit.; José Martínez, op. cit. bate acerca de la revolución permanente. Por José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 419

eso mismo, lo que es notable en el despliegue democrático-burguesa, la revolución deviene del razonamiento mariateguiano, es la nitidez en sus objetivos y en su doctrina revolución de su concepción acerca del proceso de la re- proletaria”, se cuida bien de precisar en segui- volución socialista como una transición. Esto da: “En esa etapa (el partido del proletariado) es, durante la cual se articulan de modo nece- realiza las tareas de organización y defensa del sario las tareas y los problemas que correspon- orden socialista”. den a la revolución democrática que la burgue- En otros términos, al mismo tiempo en que sía ya es inapta para realizar bajo su dominio, están llevándose a cabo las “tareas” democrá- y los que corresponden al socialismo, como tico-burguesas, están ya en curso las tareas es- socialización de los recursos de producción pecíficamente socialistas, dentro de un mismo y de la apropiación de los productos, una vez y único proceso, durante el cual ese proceso va que las masas logran levantar como Estado sus depurándose en su contenido de clase, “devie- organizaciones de poder, en todo tipo de for- ne” proletaria conforme madura la transición. mación social donde el capital se presente aún Así, las “tareas democrático-burguesas” asu- articulado con el pre-capital, pero ya bajo su men, desde la partida, en el proceso, un sentido hegemónico dominio. Y, precisamente, el des- tendencial no burgués, pues están enmarcadas cubrimiento sustantivo de Mariátegui, al inves- y condicionadas por el carácter socialista del tigar las modalidades específicas de implanta- proceso global. ción del capital monopolista y sus implicacio- Por eso y para eso, la dirección proletaria de nes sobre los intereses y el movimiento de las la revolución es la piedra de toque. Y ello sólo clases sociales, en el Perú, era lo que conducía puede ser asegurado por un partido cuya direc- a considerar o interpretar la formación social ción sea proletaria. Pero, en las condiciones peruana en ese específico sentido. concretas del Perú, señala Mariátegui, eso no Y no se trata, como puede apreciarse de sus supone un partido obrero, sino uno de base so- textos, de una idea simplista de proceso “inin- cial más amplia, y en el caso peruano, obrera y terrumpido”, como hoy se estila decir, entre campesina fundamentalmente. Es, por lo tanto, una etapa democrático-burguesa diferenciada y el carácter de clase de su línea política estraté- separada y previa a una etapa socialista. Cuan- gica, de su dirección (no sólo de sus dirigentes), do Mariátegui señala que “cumplida su etapa lo que define el carácter de clase del partido. 420 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

¿Qué tipo de poder político, cuál estructu- cado ya en el proceso de la propia Revolución ra de Estado, implica esa revolución, ese “so- Rusa, como el mismo Lenin lo esclarece en su cialismo indoamericano”? Mariátegui no tuvo polémica con Kautsky, en La Revolución pro- tiempo de desarrollar su teoría hasta lograr letaria y el renegado Kautsky, que Mariátegui una respuesta precisa. Pero el movimiento ciertamente conocía. de su razonamiento, el carácter del partido y Era exactamente el mismo momento en el de la revolución, apuntan evidentemente a un cual Mao recogía críticamente la experiencia de poder de las masas explotadas todas, bajo la la Revolución China hasta 1927, a partir de su dirección del proletariado; es decir, de una lí- célebre Informe sobre la encuesta en Hunan. nea proletaria de dirección. En las condicio- El desarrollo de la reflexión de Mao, lo lleva a nes peruanas de la época, la gran mayoría de caracterizar la Revolución China en esa etapa, las masas explotadas eran aún campesinas, y como “antiimperialista y antifeudal”, es decir, la clase obrera una reducida minoría. En tales nacional y democrática. Pero su realización condiciones, la dictadura del proletariado es, ya no puede ser la obra de la burguesía, sino al comienzo, la dirección proletaria de un po- la de un amplio movimiento de masas, donde der estatal de base social más amplia, donde el el campesinado, por su volumen y su lugar en campesinado tiene un lugar fundamental. Pero, la sociedad china, desempeñaría un rol funda- en su “devenir” va depurándose, convirtiéndo- mental, pero bajo la dirección del proletariado. se en sus objetivos y en su programa, proletaria Y también en Mao, dadas esas condiciones de cada vez más. Es decir, el carácter de clase del la sociedad china, esa dirección proletaria no Estado revolucionario va depurándose en un era concebida tanto como la dirección física de sentido de acentuación del carácter proletario la clase obrera china, minoritaria y diezmada del poder, conforme va depurándose la estruc- bajo la represión de Kuomintang, sino la de una tura social básica de la sociedad en la transi- línea política que asume los intereses del pro- ción socialista. letariado chino e internacional, en el partido Ese concepto de la dictadura del proletaria- comunista. Única garantía de que la revolución do, ya había sido enfatizado por Lenin en el II comenzada de ese modo, se desenvolviera sin Congreso de la III Internacional, en el debate interrupción hacia el socialismo. Mao llamó a con N. Roy, y en un sentido claro está impli- ese proceso como algo sui generis, una “nueva José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 421

democracia”171, fase de transición al socialis- rencia de los Partidos Comunistas de América mo. El paralelo con el razonamiento de Mariá- Latina, de Buenos Aires, llevaba esa perspec- tegui señala las convergencias y las diferen- tiva estratégica sobre la revolución peruana y cias de fondo. Es Mariátegui que alcanza una latinoamericana. Los dos textos centrales que precisión teórica más limpia e históricamente esa delegación llevaba, fueron escritos por Ma- verificada. La propia Revolución China, tras la riátegui: El problema de las razas en América conquista del poder por el Partido Comunista Latina y Punto de vista antiimperialista, ade- bajo la dirección de Mao, es una demostración más de los documentos sobre el Partido Socia- de ello: combinación, desde la partida, de las lista del Perú. tareas democráticas y las socialistas, inclusive La dirección oficial de la III Internacional en el campo. Así, las tareas democráticas son en esa Conferencia, debatió y criticó con du- “nuevas”, sui generis, esto es, no propiamente reza esos planteamientos, y no fue aprobado burguesas, porque hacen parte de un proceso el documento principal, Punto de vista anti- global de contenido tendencialmente socialista imperialista172. en el largo plazo, y ya parcialmente socialista Frente a la posición mariateguiana de que el en el corto. problema del campesinado indígena era de ca- La delegación enviada por Mariátegui y el rácter económico-social y político (servidum- Partido Socialista del Perú, a la Primera Confe- bre y semiservidumbre, caciquismo gamonal, bajo dominio imperialista), Codovilla y otros respondieron con el planteamiento de la “au- 171 Tse-tung, Mao 1951 La Nouvelle Démocratie todeterminación nacional” de los campesinos (París: Editions Sociales). Acerca del debate sobre los quechuas y aymaras. Así, ofrecían al campesi- problemas de la Revolución China, véase también de nado una salida “nacional”, y los problemas de Stalin, J. 1954 Obras (Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras) Vol. 9, pp. 209 y ss. y Vol. 10, pp. 10-39; de su explotación de clase le eran escamoteados. Trotsky, L. 1976 León Trotsky en China (Nueva York: Frente al planteamiento mariateguiano so- Monad Press); de Schram, Stuart 1964 The Political bre el carácter del partido, como organización Thought of Mao Tse-tung (Londres: Pall Mall Press); Carrère d’Encausse, Hélène y Schram, Stuart 1965 Le Marxisme et l’Asie (París: Armand Colin Collection); y de Garaudy, op. cit. 172 Martínez de la Torre, op. cit., pp. 402-485. 422 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

política de base social obrera y campesina, ta, y en el debate con la dirección del Partido bajo dirección política proletaria, la dirección Socialista del Perú, logra imponer las directi- oficial de la III Internacional estaliniana insiste vas de la Internacional. En la reunión del 20 de en el carácter obrero del partido, pues según mayo de 1930, y tras la separación de algunos ellos es en la composición social, ante todo, miembros de la dirección del Partido Socialis- donde reside el carácter proletario del partido. ta, y con la oposición de Martínez de la Torre, Frente al problema del carácter de clase de quien defendía las posiciones de Mariátegui, la revolución, esa dirección insiste en lo “anti- habiendo sido su más cercano colaborador imperialista y antifeudal”. No obstante, contra antes de su muerte, el partido se convierte en Mariátegui, se opone a toda táctica de alianzas el Partido Comunista Peruano, miembro de la con los movimientos nacionalista-democráti- III Internacional. Martínez de la Torre renun- cos pequeñoburgueses, como el APRA, apelan- ciaría después174. do a la experiencia china. Eudocio Ravines, elegido secretario gene- Sin embargo, el Partido Socialista del Perú ral del Partido Comunista peruano, asume logró mantenerse, aunque en una posición es- inmediatamente la tarea de “liquidación del pecial, dentro de la III Internacional. Pero, ape- Amautismo”175, esto es, la ideología mariate- nas muerto Mariátegui, la III Internacional en- vió al grupo dirigente de ese partido, un largo documento173, en el cual se reiteran las tesis ofi- 174 Ibíd., pp. 508-519. ciales de esa dirección internacional, y se urge 175 En la sesión del 20 de septiembre de 1962, en la a cambiar el nombre del partido por el Partido Cámara de Diputados del Perú, Sandro Mariátegui, hijo Comunista Peruano y a someterse a la discipli- mayor de José Carlos y en ese momento diputado del na de la III Internacional. partido Acción Popular, de Belaúnde, tras declarar que “me molesta que el nombre de mi padre se mencione en Coincidiendo con ello, llega a Lima Eudocio un debate de carácter político” (!), afirmó que Eudocio Ravines, miembro importante de la dirección Ravines “alentaba a sus huestes” con el eslogan de “Hay latinoamericana de la Internacional estalinis- que liquidar el amautismo”. Citado en Sánchez, op. cit., p. 190. También Romualdo Valle, en su “Prólogo” a figuras y aspectos de la vida mundial OC,( Vol. XVII), consigna que “Hay que acabar con el amautismo” era el 173 Ibíd., pp. 497-508. eslogan de Ravines, op. cit., p. 12. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 423

guiana. No muchos años después, Ravines pa- miento obrero dirigido por el partido, fue que- saría con armas y bagajes al servicio del impe- dando aislado políticamente, lo mismo que el rialismo y de la fracción más reaccionaria de la movimiento popular democrático-nacionalista burguesía peruana. dirigido por el APRA, facilitándose así la repre- En la crisis política que estallaba en el Perú sión y la derrota de ambos movimientos. en ese preciso momento, gran parte de las ca- Tras esa derrota, el campo para el enraiza- pas medias y populares eran organizadas y li- miento de la influencia aprista en el seno de las deradas por el APRA y por Haya de la Torre, masas populares del Perú, incluidas las masas orientándose hacia un nacionalismo democrá- obreras hasta entonces dirigidas hacia el socia- tico radical. De su lado, los sindicatos obreros lismo, quedaba pavimentado por un largo pe- urbanos y mineros, agrupados en la Confedera- ríodo. Por su parte, la dictadura militar oligár- ción General de Trabajadores, fundada por Ma- quica, logró la destrucción de la Confederación riátegui, pasaron a ser dirigidos por el Partido General de Trabajadores, ilegalizando todo el Comunista. Dieron una heroica lucha, bajo la movimiento sindical y político de las masas. represión más severa, contra la dictadura oli- Pasada esa etapa ultraizquierdista de la gárquico-militar. Pero la dirección de la III In- III Internacional estaliniana, ésta amparó en ternacional estaba ya, en ese momento, en ple- América Latina el predominio ideológico del no curso de su período ultraizquierdista, que “browderismo” ( era el líder del duraría hasta mediados de esa década. Bajo Partido Comunista de los Estados Unidos), su disciplina, el Partido Comunista peruano, que significó la aplicación mecánica, y en el condenaba al APRA como fascista, rechazan- caso peruano reaccionaria, de una política do de ese modo toda convergencia táctica con destinada a la colaboración con las burgue- el más importante movimiento de masas bajo sías nacionales y progresistas (que eran, se- orientación “antiimperialista y antifeudal”, de gún Mariátegui, inexistentes e inviables en el las capas medias. Llamaba a los campesinos Perú), en una línea “antiimperialista y antifeu- a luchar por la “autodeterminación de las na- dal” y para una estrategia revolucionaria en cionalidades quechua y aymara”, más bien que dos etapas. La ya dudosa táctica de los “fren- por la tierra y la liquidación del latifundio y la tes populares” en Europa, encontraba así en servidumbre. Y por todo ello, el heroico movi- América Latina una correspondencia política 424 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

que, en el caso peruano, tenía casi nada en co- presente en la escritura mariateguiana, a través mún con el pensamiento de Mariátegui y con de esa particular intensidad emocional registra- la realidad. ble en la nerviosa concisión de la frase. Y que, Inútil ejercitarse en el “ifismo”, preguntán- se me ocurre, no puede ser atribuida únicamen- dose cuál habría sido la posición y la práctica te a su largo ejercicio de periodista, ni puede políticas de Mariátegui frente a esos vaivenes ser calibrada solamente como un atuendo téc- de la línea general de esa Internacional. En nico externo, en quien sostenía que era el espíri- China, Mao siguió, con éxito, una conducta tu y no la técnica meramente lo que expresa los pragmática: pertenencia y autonomía, en la III cambios en la sensibilidad estética de un perío- Internacional bajo Stalin. do. Y aunque hoy su lenguaje ha envejecido en parte, esa intensidad emocional de agonista, la concisión de la frase, la economía de palabras Escritura y crítica literaria de su escritura, mantienen vigentes la moderni- en Mariátegui dad actual de su prosa. La segunda, es que la postura estética que Yo no tengo competencia para discutir con se va elaborando en sus muy numerosos artí- profundidad y acaso ni siquiera con propiedad, culos y ensayos de crítica literaria, puede ser este tema. Sólo quiero apuntar un par de ideas. mirada en dos planos. Uno, referido a sus jui- La primera, es que Mariátegui, con Vallejo cios sobre el proceso de la literatura peruana, y Eguren, es uno de los tres más importantes contenidos en sus 7 ensayos. En ellos, Mariá- escritores del movimiento que se inicia bajo el tegui aparece intentando menos un enfoque estímulo y la obra de Valdelomar, en el Perú. A clasista del fenómeno literario, que empeña- Vallejo y a Eguren, lo emparenta la tensión me- do en acelerar y ampliar la emancipación de tafísica de su visión personal de la historia176, la producción literaria peruana de su tiempo, del andamiaje mental oligárquico y colonialis- ta. Inclusive su esbozo de periodización del 176 Mariátegui sostiene que: “mi concepción estética se unimisma, en la intimidad de mi conciencia, con mis convicciones morales, políticas y religiosas, y que, puede operar independientemente o diversamente”, 7 sin dejar de ser concepción estrictamente estética, no ensayos, p. 182. José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 425

proceso literario peruano, en colonial, cosmo- tier, Rulfo o Arguedas, suelen ser considerados polita y nacional, y no en períodos marcados como principales exponentes. por regímenes de clase, así lo demuestran. En Contra lo colonial y lo oligárquico en el ese sentido, la posición de Mariátegui hace Perú, Mariátegui opuso el cosmopolitismo, el parte de un movimiento ideológico naciona- regionalismo y el indigenismo, en busca de la lista-democrático, en cuyo seno surge la es- afirmación del carácter nacional de nuestra li- tética que ha dominado la crítica y la historia teratura. Contra lo burgués en Europa (lo bu- literarias del Perú, desde los años veinte de rocrático estaba aún en brote no percibido), este siglo, como lo apunta Mirko Lauer177, al opuso el realismo como antídoto del encubri- iniciar el enjuiciamiento de la obra histórica miento; pero, al mismo tiempo, contra el realis- y crítica de Luis Alberto Sánchez, la principal mo chato de la literatura burguesa y populista, de todo este período. sostuvo la libertad imaginativa. Lo “real mara- El otro, concierne al parentesco de la obra villoso”, como camino al descubrimiento de la crítico-literaria de Mariátegui, con las posicio- realidad global más profunda. El “realismo crí- nes antiburguesas y antiburocráticas surgidas tico”, como desocultamiento de la dominación en el debate posterior al dominio danoviano dentro de esa realidad. del “realismo socialista”. En particular, con el Antena universal y creadora, para él la infor- “realismo crítico” lukacsiano178, y la más re- mación abierta, la crítica y la libertad estéticas ciente, anticipada en mucho por la obra de Ma- son los alimentos de un arte de vanguardia. Sin riátegui, discusión sobre lo “real maravilloso” perder de vista que en todo nacimiento magmá- o “realismo mágico”, tan actual en la crítica y tico son numerosos los riesgos de impurezas y la producción literaria narrativa de América desorientaciones, defendió enfáticamente la li- Latina, y de la cual García Márquez, Carpen- bertad de experimentación artística y literaria, a condición de su autenticidad, de que no se encerrara en un formalismo tecnicista o en la 177 Lauer, Mirko 1978 Luis Alberto Sánchez. Notas pura negación. Y contra las fáciles tentaciones sobre el pensamiento burgués en la crítica literaria peruana (Lima: mimeo). de encasillar la perspectiva de una clase revo- lucionaria en la cultura, dentro de los cortos 178 Véase de Lukács, Georg 1960 La Signification Présente du Realisme Critique (París: Gallimard). moldes de un régimen político determinado o 426 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes

en el dudoso gusto de una burocracia, se apoyó A partir de Mariátegui en una perspectiva histórica de largo plazo y en la fecundidad creadora de las masas en el A casi ya cincuenta años de su muerte, Mariáte- movimiento de la historia. gui sigue siendo la experiencia intelectual fun- Por todo ello, también en este terreno, damental del Perú del siglo XX. Mariátegui es una fuente necesaria para el Hoy día, en el Perú y en América Latina toda, actual debate sobre estas cuestiones en Amé- con la solitaria excepción de Cuba, el capita- rica Latina179. lismo y a través de éste la dominación impe- rialista se han generalizado y profundizado. El proletariado está pasando plenamente al pri- 179 No obstante que en la obra publicada de Mariáte- mer plano del escenario político, conquistando gui, cerca de un cuarenta por ciento está dedicado a la dirección de las masas explotadas. Bajo su la crítica literaria y a la reflexión sobre las relaciones influencia, una nueva inteligencia revoluciona- entre sociedad y literatura, este aspecto de su labor es, en general, poco conocido y estudiado. La gran aten- ria pugna por liberarse de las apariencias rea- ción que prestó a esos problemas, muestra que no se listas de las quimeras desarrollistas burguesas trata sólo de un tributo a sus inclinaciones literarias, y pequeñoburguesas, y de sus andaderas neo- sino de su convicción sobre la importancia política de positivistas, así como del reformismo obrero- primer orden que esos problemas tienen, en la lucha ideológica por el surgimiento de una cultura nueva en burocrático internacionalmente en crisis. el curso de la revolución socialista. En ese sentido, Lo que Mariátegui alcanzó a descubrir como su obra se asemeja a la de Trotsky, crítico literario y tendencias profundas del movimiento histórico teórico de la crítica literaria, cuya orientación siguió de nuestras formaciones sociales, es ahora una Mariátegui, y se emparenta con la visión gramsciana situación consolidada. Históricamente victorio- del lugar de estas cuestiones en la lucha revolucio- naria. Aparte de las referencias que se encuentran en so de su combate contra el ambiguo nacionalis- muchas de las historias literarias de América Hispana, como las de Bazin, Henríquez Ureña, Zum Felde, An- derson Imbert, el único estudio específico que conoz- Dessau, op. cit., que lo considera “fundador de la cien- co es el de Yerko Moretic, José Carlos Mariátegui. Su cia literaria marxista en América Latina”. Puede verse vida e ideario. Su concepción del realismo (Santiago también, de Augusto Tamayo Vargas, “El proceso de la de Chile: Universidad Técnica del Estado, 1970). Véa- literatura” en Presencia y proyección de los 7 ensa- se Partes III y IV. También hay indicaciones útiles en yos, (Lima: Amauta, 1976). José Carlos Mariátegui: Reencuentro y debate 427

mo democrático aprista y contra el dogmatismo revolucionario y de poder madurar, todavía, oportunista de la dirección estalinista en la III bajo las enseñanzas de un Amauta de esa talla, Internacional, el tiempo de Mariátegui es hoy rescatando su primera y más perdurable lec- más presente que nunca y más fecunda su voz. ción: conocer y transformar la realidad desde El proletariado peruano puede enorgullecer- dentro de ella misma. En este camino, el reen- se legítimamente de haber nacido al socialismo cuentro con Mariátegui es un punto de partida.