FICHA TÉCNICA Filomena Película

Dirección: Guion: Steve Coogan, Jeff Pope Basada en: The lost child of Philomena Leede Martin Sixsmith Música: Alexandre Desplat, Naomi Donne Fotografía: Robbie Ryan Maquillaje: Valerio Bonelli Montaje: Valerio Bonelli Vestuario: Leo Davis, Lissy Holm País(es): Reino Unido, Estados Unidos, Francia Producción: Gabrielle Tan, Steve Coogan, Tracey Seaward Diseño de prod.: Carolyn Marks Blackwood Año: 2013 Género: Drama Duración: 95 minutos Idioma: Inglés Reparto: Judi Dench (Philomena Lee), Steve Coogan (Martin Sixsmith), Charlie Murphy (Kathleen), Simone Lahbib (Kate Sixsmith), Anna Maxwell Martin (Jane), Mare Winningham (Mary), Michelle (Sally Mitchell), Sophie Kennedy Clark (Philomena , joven).

Premios: 2013: Oscars: 4 nominaciones: Película, Actriz (Dench), Guión Adaptado y BSO 2013: Globos de Oro: 3 nominaciones, incluyendo mejor película 2013: Premios BAFTA: Mejor guión adaptado. 4 nominaciones 2013: Premios David di Donatello: Mejor película europea 2013: Festival de Venecia: Mejor guión y Premio SIGNIS 2013: Festival de Toronto: Finalista al premio del público (Mejor película) 2013: Satellite Awards: Mejor guión adaptado. 4 nominaciones 2013: Festival de Hampton: Mejor película (Premio del público) 2014: Premios del Cine Europeo: Nominada al Premio del Público 2013: Sindicato de Actores (SAG): Nominada a mejor actriz (Judi Dench) 2013: Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a Mejor guión adaptado

Sinopsis: El periodista Martin Sixsmith acaba de perder su trabajo como asesor del Partido Laborista del Reino Unido y no está seguro de si dedicarse a correr o a escribir un libro sobre la historia de Rusia. Mientras tanto, Philomena Lee le confiesa a su hija que, cincuenta años atrás, ella dio a luz a un niño en Irlanda, pero debido a que no estaba casada se vio forzada a darlo en adopción. Poco tiempo después, Martin conoce a la hija de Philomena en una fiesta. Aunque en un principio él desprecia las historias "de interés humano", necesita trabajar y un editor quiere la historia de Philomena. Posteriormente se reúne con ella y juntos comienzan a investigar lo que pasó con su hijo.

1 Federación Internacional de Mujeres Universitarias Federación Mexicana de Universitarias Universidad Nacional Autónoma de México Museo de la Mujer Bolivia 17 Centro Histórico, Ciudad de México. Cine-Club de género, 01 de noviembre de 2016

Mtra. Delia Selene de Dios Vallejo♣♥

Philomena narra la historia real de una humilde mujer (Judi Dench) quien ha pasado los últimos 50 años buscando a su hijo que le arrebataron en un convento de monjas en donde fue recluida, por su propia familia, por estar embarazada. Las monjas vendieron el niño a un matrimonio americano y los archivos se perdieron, pero la anciana será capaz de todo para conocer a su hijo. Un cínico y descreído periodista político caído en desgracia (Steve Coogan) se unirá a Philomena en una búsqueda de la verdad que les llevará hasta Estados Unidos.

La historia se basa en el libro del periodista Martin Sixsmith, personaje interpretado por Coogan, quien también firma la adaptación al cine. Pero no son los únicos temas que trata Philomena. La película también es una crítica a las prácticas poco éticas de la Iglesia Católica y al fanatismo religioso, sea de la religión que sea; una reflexión sobre las relaciones entre Irlanda y Estados Unidos; una reprimenda a la política estadounidense sobre los gays y el SIDA en los años 80, una reflexión sobre el poder y las clases sociales; y por encima de todo, la historia de dos personajes inolvidables.

Dos actores excepcionales Judi Dench (Philomena) Lee no necesita aspavientos ni excesos para conquistarnos con el papel de esta enfermera que lleva toda la vida sufriendo por el hijo que le robaron en su juventud y quien se debate entre su fé (sigue siendo profundamente religiosa) y sus ganas de vivir. Un pequeño gesto, una mirada... es todo lo que necesita para expresar las emociones más intensas.

Enfrente tiene a Steve Coogan (también guionista de la historia) el personaje perfecto. La interacción entre ambos engrandece sus interpretaciones y a sus personajes. Ambos forman una de las mejores parejas cinematográficas que recordamos en mucho tiempo.

♣ Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM *Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas Asociación Civil.

♥ Se agradece el apoyo de las licenciadas: Eva Calderón, Eurídice Román de Dios, Adriana Romo Sotres, Pamela Jiménez Romo y Rosalinda Cuéllar Celis.

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Coogan empieza siendo un prepotente (periodista político, de Oxford y de una clase muy superior) y acaba seducido por la forma de ver la vida de la anciana enfermera quien, pese a su origen humilde y su educación jesuita, le da cien mil vueltas como ser humano. El actor labra su papel por el cual también merecería una nominación al Oscar. Aunque se conformará con haber sido nominado por la adaptación del guion, eso demuestra su implicación en esta historia. También está formidable la joven Sophie Kennedy Clark, quien interpreta a la joven Philomena.

Un guion y una dirección soberbios

Se debe destacar una vez más el guion, perfectamente equilibrado. Un libreto que maneja como pocos el tiempo narrativo y la relación entre la comedia y el drama. Otro guionista o director habrían convertido esta historia en un dramón. Como hizo Peter Mullan con Las hermanas de la Magdalena, que tiene muchos puntos en común con Philomena. Pero Frears y Coogan no insisten en el drama. Nos develan los acontecimientos terribles para luego, cambiar rápidamente de tema, casi siempre con algún toque de humor. En un equilibrio tan arriesgado como interesante con el cual han conseguido una película emocionante, dramática y divertida a partes iguales. Destacar la naturalidad, fluidez y humor de sus afilados diálogos.

Está claro que la película es un proyecto personal de Coogan (protagonista y guionista), pero ha tenido el acierto de contar con uno de los grandes directores de la actualidad, Stephen Frears (Las amistades peligrosas, Los timadores) que realiza uno de sus mejores trabajos. La mano de Frears se nota, y mucho, demostrando que cuando tiene una buena historia entre manos es absolutamente genial, huyendo del sentimentalismo y la frialdad para conseguir una historia profundamente humana.

Eso es lo que encontramos en Philomena, una historia muy humana, con numerosos puntos de interés, un guion y una dirección soberbios y una de las mejores parejas protagonistas de los últimos años. Una película que nos recuerda por qué amamos el cine y las buenas historias.1

Philomena está basada en el libro de investigación periodística The Lost Child of Philomena Lee (“El hijo perdido de Philomena Lee”), de Martin Sixsmith, un ex corresponsal de la BBC quien, luego de ser despedido por un malentendido, descubre casi por casualidad esta historia y decide investigar y escribir un libro al respecto, urgido además por su falta de trabajo.

Philomena nos presenta primero al periodista Martin Sixsmith, interpretado por Steve Coogan, un hombre deprimido luego de haber sido injustamente despedido,

1 http://www.rtve.es/noticias/20140219/philomena-grandeza-judi-dench-steve-coogan-stephen- frears/882360.shtml

3 él quiere escribir un libro de historia rusa sólo para ocupar su tiempo, a pesar de que sabe que a nadie le interesa este tema. Lo vemos como un hombre algo sarcástico, cínico (no quiere escribir historias de “interés humano” porque son para ignorantes) y descreído, sobre todo de Dios, lo cual será fundamental para el desarrollo de la trama y de la dinámica con Philomena (Judi Dench).

Steve Coogan realiza un gran trabajo para darle a Sixsmith este aspecto que reconocemos entre soberbio y despreocupado, pero ahora levemente disimulado y reprimido, en un hombre acostumbrado a tener prestigio y reconocimiento que se ve despojado de todo eso y debe ocuparse de esas historias “para ignorantes”. La película desaprovecha un poco al personaje y, una vez que conocemos estos datos genéricos (periodista, casado, ateo, etc), nunca más profundizamos en él. Su presencia a partir de allí es más bien decorativa, para hacer avanzar la historia y que Philomena pueda hablar con alguien, lo que aporta el principal toque humorístico a la película.

Los buenos y los malos

Philomena es una mujer irlandesa que en su adolescencia es enviada a un convento para monjas por haber cometido el error de tener sexo -casual- prematrimonial y quedar embarazada. La estricta y férrea comunidad de monjas en las que vivía la obligó a trabajar duramente y a dar a luz sin ninguna clase de calmante para el dolor, como forma de castigo por su pecado.

Además, una vez que tuvo su hijo, sólo podía verlo una vez por semana. Posteriormente, cuando su pequeño hijo ya tenía 3 años, una pareja de estadounidenses llegó al convento y se lo llevó. Las monjas daban a los niños en adopción a cambio de dinero. Esta dura historia es contada a través de flashbacks y, si bien tiene algunos momentos muy intensos y dramáticos, al alternar con la historia de Philomena en la actualidad, la película nos evita el exceso de melodrama.

Ahora Philomena es una enfermera jubilada, que tiene otra hija a la que le cuenta por primera vez la historia de su hijo perdido 50 años después. Es su hija la que realiza la gestión para que Sixsmith se involucre, cuente la historia y la ayude a encontrarlo.

Pero gracias al guión y a la gran interpretación de Judi Dench, vemos a Philomena como una mujer que no ha hecho de esta tragedia el centro de su vida, que no se

4 ha dejado ganar por la tristeza y la resignación, sino que ha apelado a la fe y a su creencia en Dios para salir adelante y seguir con su vida. Es una mujer envuelta en una circunstancia trágica y dolorosa, pero no desesperanzada.

Uno de los mejores aspectos de la película es que intenta mostrar lo absurdo y peligroso de los dogmas religiosos, la doble moral de la Iglesia Católica, pero al mismo tiempo trata con respeto y entendimiento la fe religiosa, la creencia en Dios.

Para reducir el tono dramático de una historia esencialmente triste, se apela también a un humor sutil, que evita caer -aunque a veces se acerca- en burdos chistes sobre la vejez de la protagonista, pero que destaca algunos rasgos muy adorables de Philomena, como su afición a las novelas románticas, su locuaz conversación con empleados de un hotel, o su habitual consideración de que una persona es “una en un millón”.

En rasgos generales, la historia carece tal vez de un conflicto de mayor interés y resulta en exceso aleccionadora. La Iglesia es capaz de cometer atrocidades en nombre de Dios, eso ya lo sabemos, y la historia del hijo de Philomena también lanza algunos dardos en contra del conservadurismo político -su hijo, que era homosexual, pertenecía al Partido Republicano de Estados Unidos, por lo que tuvo que mantener en secreto su orientación sexual y terminó muriendo de sida pues el gobierno para el que trabajaba no apoyaba la lucha en contra de esta enfermedad-. Estos mensajes suenan tal vez demasiado obvios y simplistas y reducen el interés humano de la historia, ese que el periodista Martin Sixsmith consideraba propio de gente vulnerable e ignorante.2

Judi Dench, Philomena, pareja aquí de Steve Coogan, Martin, le cuenta el argumento de varias novelas baratas, de amor y fantasía, en dos momentos del periplo que protagonizan entre Irlanda y Norteamérica, en busca del hijo perdido de la primera. Como Scherezada, a primera vista, la Dench deja mucho que desear, sobre todo teniendo en cuenta su público unipersonal, un curtido, cínico y desenvuelto periodista en busca de la redención tras una puntual caída en desgracia profesional. Pero, ¿qué quieren? todo tiene su aquel -y su lógica más o menos vaporosa- y las historias de Philomena tienen todos los ingredientes que no nos creeríamos nunca para atrapar a Martin y de paso al espectador en las redes de lo naïf inefable, al modo en que una católica irlandesa irredenta puede urdir.

2 http://www.batanga.com/cine/7329/philomena-de-stephen-frears-critica

5 Lo que sí que se puede observar en esta película es que el catolicismo tiene aún mucho recorrido, pero no por el matiz espiritual y de la fibra sensible que resuena en el personaje de Philomena. “Philomena” ha sido tildada de película anticatólica por el elíptico tratamiento de las hórridas condiciones de vida en los orfanatos católicos irlandeses de los años 50, donde las familias creyentes abandonaban a las madres solteras y a sus hijos, en espera de ser vendidos -no hay otra palabra- a adinerados compradores.

Stephen Frears conoce demasiado su oficio para denunciar a estas alturas un melodrama social de tinte religioso. Ha dado otra vuelta de tuerca y en el personaje de Philomena, mujer mayor, vital hasta el paroxismo celeste y dotada de una sabiduría pedestre pero no por eso menos consistente, ha hallado una veta que explota con mimo y tiento poniéndola en tenaz contraste con un personaje aparentemente más moderno, descreído y superior intelectualmente, el periodista Martin Sixsmith.

La búsqueda incansable de esta mujer, quien se cruza con el elemento adecuado para precipitar su historia, su road movie soft por los caminos de ambos mundos, en busca del rastro de su hijo Michael, asciende como una plegaria a los cielos pintados en los techos de algunas iglesias y se desenvuelve por los iconos de la beatería religiosa que carga sobre sus espaldas, firmes como una roca arrullada por vientos contrarios.

De esta particular lucha entre fe y descreimiento sale vencedora la primera sin discusión ni remilgos, portada en volanta por una Philomena arrebatadora, tierna y contundentemente atroz cuando hace falta, lo cual no es muy a menudo, por cierto. Por lo contrario, el ateísmo intelectual, brillante, mordaz y airado de Martin, se bate en retirada como los demonios ante el riego de agua bendita, perdido en el laberinto o marasmo, mejor dicho, de su espíritu irritantemente autopernicioso.

En efecto, Philomena es mejor persona y más feliz que Martin refleja. La prueba de vida no admite resquicios ni hendiduras por donde pudiéramos hacer pasar la mano de nuestra duda. Y si bien es personaje de una pieza no deja de tener facetas que va mostrando, elegante y certeramente, en momentos siempre bien escogidos de su peculiar esgrima o dúo de danza particular. Si existiera todavía el Premio de Cine Católico, un jurado inteligente se lo tendría que otorgar, por lo menos con dos tercios de los votos.

“Philomena” está basada en el libro “The lost child of Philomena Lee” del periodista de la BBC Martín Sixsmith. El coprotagonista Steve Coogan, también guionista del film, encontró accidentalmente la historia leyendo un artículo periodístico. Stephen Frears dirige con mano dúctil, de titiritero-omnisciente, combinando sabiduría intuitiva y rigor de autor con creces conocido por películas como “Las amistades peligrosas” o “The Queen”. A “Philomena” no se le puede

6 negar, fuerza, juego y empuje más que suficientes para salir en pos de crítica y público mundiales, sin rebozo ni humildad alguna.3

Philomena Lee recuerda a su hijo Anthony el día en que él cumpliría 50 años de edad. No sabe de él desde 1955, cuando el niño de tres años es dado en adopción a un matrimonio norteamericano por las religiosas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, en Roscrea, Irlanda. Estas religiosas acogían en su internado a jovencitas quienes habían tenido embarazos fuera del matrimonio, y quedaban ahí para expiar su falta, como retrata otro filme The Magdalene Sisters (de Peter Mullan, 2002).

A Philomena le atormentan dos cosas: haber sentido placer cuando tuvo relaciones con un chico desconocido y haberse desprendido de su hijito. Ahora quiere reconciliarse con este hecho doloroso de su vida, y decide buscar a su hijo y contar su historia. Martin Sixsmith, ex- periodista de la BBC, secretario de prensa en el gobierno de Tony Blair, y ahora sin empleo, piensa escribir sobre las revoluciones rusas del siglo veinte, pero se le presenta narrar el caso de Philomena, lo cual acepta un tanto renuente.

Martin es escéptico, irónico, agnóstico; Philomena es una devota católica irlandesa, una mujer sencilla, sin mucha formación y disfruta las novelas románticas. El encuentro de estas dos personalidades tan opuestas da pie a un duelo exquisito de interpretación actoral y a una inteligente y entretenida historia del conocido director británico Stephen Frears, donde se mezclan finamente comedia y drama, suspenso y reflexión, seriedad de un tema tratado sin discursos solemnes.

Apenas en estos últimos años tanto la Iglesia como el gobierno de Irlanda han tenido que pedir perdón público por largos años de una triste y negra historia de abusos físicos, psíquicos y sexuales por parte de educadores religiosos y laicos, en internados de niños y adolescentes. El mismo Papa Benedicto XVI ha escrito una carta a los católicos de Irlanda en marzo de 2010 que dice: “expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que sentimos todos”.

En el Festival de Cine de Venecia, en septiembre de 2013, Philomena fue ampliamente aclamada por la crítica y por el público y recibió el premio de mejor guión por el jurado oficial del festival, mejor película de parte de las organizaciones

3 http://revistatarantula.com/philomena-de-stephen-frears/e

7 INTERFILM, UNICEF y SIGNIS. Esta asociación católica internacional justificó así el premio: “Por su vibrante y conmovedora presentación de una mujer liberada por su fe. En su búsqueda de la verdad, ella es también liberada del peso de la injusticia sufrida, cuando vence esa injusticia con su perdón”.

Philomena es una mujer que ama con dolor la memoria de su hijo pequeño, a quien busca con enorme entereza y esperanza ahora como adulto, cree en el Dios de Jesucristo y en el perdón que ella puede recibir y ofrecer. Philomena nos comparte su testimonio.4

Los artesanos Frears, Coogan y Pope construyen un relato revelador que va de menos a más y realiza un hábil uso de la analepsis, superpuesta estratégicamente según las necesidades del desarrollo y el ritmo de la historia. Aunque lo más importante, lo que marca la diferencia con esos mencionados subproductos audiovisuales, se encuentra en esa mayor dimensión del relato, en el plano semántico, por la cual la premisa inicial, hilo conductor de la narración, se vuelve a su vez un cauce para esa otra dialéctica, complementaria, enriquecedora y hasta nuclear, por la cual un periodista en horas bajas, que alcanza la crisis de la mediana edad en el paro, se mimetiza progresivamente con la historia que quiere contar y con su protagonista, que inicialmente eran poco más que el instrumento para sacarlos del atolladero.

A medida que la resolución de dicha premisa alcanza su desenlace, el periodista, intermediario y mensajero, de camino a convertirse en el Nick Broomfield particular de la mujer que da título a le película, llega a interiorizar ese desasosiego de la historia y a sentirlo como propio, haciendo suyas la frustración y la rabia que él mismo esperaba en la verdadera protagonista de la misma, en un camino intermedio hacia el periodismo bizarro. Porque, ¿hasta qué punto nos podemos abstraer, dejar de implicarnos moral y emocionalmente, cuando el relato que pretendemos contar, la investigación que queremos construir, responde a un conflicto tan triste como odioso?

Y esta misma cuestión se eleva a un nivel superior cuando toca preguntarse por la pertinencia de un ataque frontal y explícito al integrismo religioso, causante de dicho conflicto, al cual puede responderse con otra pregunta: en estos tiempos de reapariciones permanentes del fantasma de Torquemada, especialmente severas últimamente en la realidad, ¿de verdad debemos cortarnos, dar la más mínima concesión, a la hora de denunciar (con la seriedad argumentativa y expositiva que toda acusación sólida requiere) los efectos tan nocivos, tan conocidamente

4 http://www.signis.net/spip.php?article6282

8 terribles, de dicho fanatismo, y que pese a todo, en vez de desaparecer para siempre de la faz de la tierra, parezca volver con fuerza hasta en los países del “primer mundo”, donde supuestamente el progreso de laicismo se había convertido en un camino de no retorno? Rotundamente no, y un hurra por los creadores de Philomena, que siendo leales a la historia real de la cual parten, la saben conducir a una conclusión determinada, aunque sin perder la elegancia y añadiendo un epílogo positivista que no debe distraer de dicha conclusión sino todo lo contrario.

La cereza del pastel, lo que termina de marcar la diferencia, la verdadera cima interpretativa de Coogan, actor- autor-personaje, y Dench, mimetizada a la perfección en la sorprendente Philomena Lee, son esos lances, cercanos a la comedia, en donde la protagonista, de la película, de la historia relatada y reconstruida dentro de la misma, muestra una actitud, con respecto a ciertos temas tabú para personas de su edad y procedencia social, completamente diferentes a lo esperado, mostrando que la condición de creyente no debe necesariamente llevar a un estado de extremismo, intolerancia y autoflagelación, reforzando de esta manera el mensaje de antifundamentalismo (no sólo hacia los poderes religiosos, sino también hacia las culturas políticas que toleran y apoyan sus mensajes de odio-daño, haciéndolos realidad) sin caer en un anticlericalismo generalizado ni mucho menos en un ataque frontal a las creencias, ni tampoco concediendo una posición de superioridad moral a las posiciones laicas y seculares. Lo que se dice honestidad dialéctica.5

La sinceramente católica Philomena Lee, con una fe imperturbable en Dios y en el género humano, acude al periodista Martin Sixsmith, buscando ayuda para localizar a su hijo (Michael A. Hess). Hijo que le fue arrebatado hace cuatro décadas (cuando ella era adolescente) por unas monjas de un convento irlandés. Las monjas se preocupaban de dotar a sus piadosos actos de la legalidad de la adopción, mediante leoninos contratos que las eximían de toda responsabilidad. Y el cobro, Dios mediante, de las pertinentes compensaciones económicas.

El defenestrado periodista político Sixsmith, instalado en una vida cómoda y acomodada, acepta el trabajo como una inyección que reactive su carrera, emolumentos y prestigio profesional. Mira por encima del hombro a la humilde Philomena; sintiéndose en superioridad intelectual y de clase social. Martin desprecia que Philomena siga creyendo en el mismo Dios de las monjas, que

5 http://www.enclavedecine.com/2014/02/philomena-2013-de-stephen-frears.html

9 vendieron a su pequeño hijo a una familia norteamericana, alejándolo a miles de kilómetros.

El dolor que le provoca a Philomena descubrir que su primer vástago ha muerto (víctima del SIDA, a mediados de los noventa), queda en parte compensado a medida que descubre datos de su vida. Disfrutó de una buena posición social y profesional –con un cargo importante en la ultraconservadora Administración de Bush padre–; aunque también tuvo que sufrir el desprecio homófobo, y el precio de esconder su homosexualidad. Philomena en ningún momento juzga, ni manifiesta que la iglesia católica pueda condenar la condición sexual de su hijo (la cual intuyó cuando era niño, y confirmó viendo sus fotografías más recientes).

Una de las demoledoras lecciones éticas de Philomena se produce en el vuelo a Estados Unidos, en clase turista. Martin es saludado por un periodista conocido, que viaja en primera. Philomena comenta después: "No por ir en primera se es una persona de primera".

La indignación de Martin se transforma en ira, cuando descubren que Michael viajó a Irlanda con su compañero, poco antes de morir, intentando localizar a su madre biológica. Le contaron que ésta le había abandonado. El silencio de la monja conocedora de los hechos, consintió la mentira e impidió el reencuentro. Quiso ser enterrado en el cementerio del convento, en su Irlanda natal. Philomena vuelve a dar otra lección al periodista de investigación, perdonando a la iluminada y soberbia monja. Entonces Sixsmith comprende que, realmente, Philomena y él no están en posiciones antagónicas. Pueden converger –de hecho, convergen– en un mismo camino. Uno, desde el ateísmo (agnosticismo); la otra, desde su profundo y sentido catolicismo (cristianismo). La escenificación de esa convergencia, reconocimiento y respeto, pasa por la visita a la tumba de Michael –con la ofrenda de una figurilla religiosa comprada por Martin en el convento–. Y por el cambio de criterio de Philomena: pide expresamente a Martin –decidido a guardar silencio– que escriba la historia (su historia).

Esta deliciosa y dramática película, con pinceladas de comedia, hace recordar otras historias. Como la de los niños secuestrados, de padres generalmente ejecutados, en las dictaduras militares sudamericanas. O la de los niños y bebés robados en la posguerra civil española; casos que abarcan hasta los años ochenta. Ladrones investidos de autoridad que mentían a los progenitores, diciéndoles que sus bebés, recién nacidos, habían muerto. Enseñando, cuando les era exigido ver el cuerpo, otro cadáver (habitualmente el mismo, conservado en la cámara frigorífica). Se erigían en jueces todopoderosos que, de una forma cobarde, vil, cruel, decidían el futuro de las criaturas y de sus padres o madres

10 "descarriadas". Apoyándose en perversas maquinaciones pseudomorales; como el hecho de tener más hijos, o los casos de gemelos o mellizos: era justificación bastante para arrebatar al nuevo retoño. Familias adoptivas que, cuando eran de clase humilde, pagaban a su hijo o hija a plazos (durante años) y en numerosas ocasiones, sin saber la verdadera historia.

La infamia ya se produjo, en el civilizado y democrático país, España, con los niños republicanos; huérfanos (frecuentemente por asesinato político), o de padres represaliados, expatriados, encarcelados –o, sencillamente, no afectos–. El Estado nacional-católico franquista legalizó el rapto o la apropiación de miles de niños, para entregarlos a militares, funcionarios, y familias pudientes. Personas "de bien", no sospechosas para el criminal régimen represor. Triste recuerdo del comienzo de los cuarenta años de dictadura, que no del terror (iniciado por los militares sediciosos fascistas en 1936.

Todos estos casos tienen evidentes nexos en común, de carne y hueso. Alzacuellos, sotanas, hábitos; uniformes, galones y estrellas; cofias y batas blancas; funcionarios. Todos ellos siniestros cómplices y colaboradores necesarios. En nombre de Dios, de la patria, del dinero. Tiene toda la razón, Philomena, no por ir en primera se es una persona de primera.6

Director del film. Stephen Frears.

Nació el 20 de junio de 1931 en Leicester, Inglaterra. Hijo de Russell E. Frears, médico, y de Ruth M. Danziger, una trabajadora social. Fue criado como anglicano sin saber que su madre era judía. Asistió a la Gresham's School de 1954 a 1959, y más tarde fue estudiante de Derecho en el Trinity College de Cambridge, entre 1960 y 1963, antes de dedicarse a las artes y entrar a formar parte del London's Royal Court Theater, donde fue ayudante de dirección de Lindsay Anderson. Fue ayudante de dirección de filmes representativos de la época como If (Anderson) o Morgan, un caso clínico (Reisz). Trabajó en televisión desde 1969.

Se casó en 1966 con la editora Mary-Kay Wilmers, con quien tuvo a Sam y Will Frears. Se divorciaron en 1975 y desde entonces convive con la pintora Annie Rothenstein, con quien tuvo otros dos hijos, Francis y Lola.

Comenzó su carrera cinematográfica con Gumshoe (Detective sin licencia, 1972), protagonizada por Albert Finney. En 1984 realizó "" (1986),

6 http://www.reeditor.com/columna/12907/3/artes/ninos/robados/philomena/stephen/frears

11 con guión de Hanif Kureishi. Una producción en 16 mm., la cual entusiasmó a los productores. Fue ampliada a 35 mm. y bien distribuida, consagrado a Frears como realizador inscrito en el "docudrama", género al cual la BBC ponía especial atención en un momento oscuro para el cine británico.

Entre su variada filmografía destacan películas como (Las amistades peligrosas, 1988), obetnindo seis nominaciones a los Oscar, Hi-Lo Country, protagonizada por Patricia Arquette y Woody Harrelson, Hero (Héroe por accidente, 1992), con Dustin Hoffman y Andy García, The Snapper (Café irlandés, 1993), adaptación de la obra del escritor irlandés Roddy Doyle y protagonizada por Colm Meaney, y Mary Reilly (1995), con Julia Roberts en el papel estelar, My Beautiful Laundrette (Mi hermosa lavandería, 1985), (Sammy y Rosie se lo montan, 1987), ambas producidas por Tim Bevan, Ábrete de orejas, 1987) y The Van (La camioneta, 1996). Después siguió con High Fidelity (Alta fidelidad, 2000) y Liam (2000). Su film The Queen ganó un premio Goya a la mejor película europea en 2007. Tiene además una amplia experiencia en televisión, donde ha dirigido una veintena de obras dramáticas.

Su filme de 2013, Philomena, escrito por Brit Jeff Papa y Steve Coogan, ganó el premio al mejor guion en el Festival de Cine de Venecia, siendo nominado a la mejor película en los BAFTA y los Premios de la Academia.

Filmografía:

2015 The Program 2013 Philomena 2012 2010 Tamara Drewe Director 2009 Chéri Director 2006 The Queen Director 2005 Mrs. Henderson Presents Director 2003 The Deal Director 2002 Dirty Pretty Things Director 2000 High Fidelity Director 2000 Fail Safe [TV] Director 2000 Liam Director 1998 The Hi-Lo Country Director 1996 The Van Director 1996 Mary Reilly Director 1993 The Snapper [TV] Director 1992 Hero Director 1990 The Grifters Director 1988 Dangerous Liaisons Director 1987 Sammy and Rosie Get Laid Director 1987 Prick up Your Ears Director 1986 Walter [TV] Director

12 1986 Walter and June Director 1985 My Beautiful Laundrette Director 1984 The Hit Director 1983 Director 1983 Saigon -Year Of The Cat [TV] Director 1978 The Long Shot 1975 Three Men in a Boat [TV] Director 1971 Gumshoe

FUENTES DOCUMENTALES: https://es.wikipedia.org/wiki/Philomena http://www.filmaffinity.com/mx/film400475.html http://www.rtve.es/noticias/20140219/philomena-grandeza-judi-dench-steve- coogan-stephen-frears/882360.shtml http://www.batanga.com/cine/7329/philomena-de-stephen-frears-critica http://revistatarantula.com/philomena-de-stephen-frears/ http://www.signis.net/spip.php?article6282 http://www.enclavedecine.com/2014/02/philomena-2013-de-stephen-frears.html http://www.reeditor.com/columna/12907/3/artes/ninos/robados/philomena/stephen/f rears

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