Dictamen Con Punto De Acuerdo En Relación Con Las Violaciones a Los Derechos Laborales Y De Seguridad Social De Mujeres Que Practican Lucha Libre
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DICTAMEN CON PUNTO DE ACUERDO EN RELACIÓN CON LAS VIOLACIONES A LOS DERECHOS LABORALES Y DE SEGURIDAD SOCIAL DE MUJERES QUE PRACTICAN LUCHA LIBRE. TERCERA COMISIÓN DE HACIENDA Y CRÉDITO PÚBLICO, AGRICULTURA Y FOMENTO, COMUNICACIONES Y OBRAS PÚBLICAS. HONORABLE ASAMBLEA: A la Tercera Comisión de Trabajo de la Comisión Permanente correspondiente al Segundo Receso del Segundo Año de Ejercicio Constitucional de la LXII Legislatura del H. Congreso de la Unión, fue turnada la Proposición con Punto de Acuerdo por la que se exhorta respetuosamente a los titulares de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y al titular del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), para que, en el ámbito de su competencia y facultades, lleven a cabo inspecciones y, en su caso, sancionen a las empresas de lucha libre profesional en el país; debido a la existencia de presuntas violaciones a los derechos laborales y de seguridad social en la contratación de las mujeres que se dedican a la práctica de dicho deporte,suscrita por la Senadora Diva HadamiraGastélum Bajo, del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional. Con fundamento en los artículos 78, fracción III de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 116, 127 y demás aplicables de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos;176 y demás aplicables del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, los miembros de esta Tercera Comisión, someten a la consideración del Pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión el presente Dictamen, el cual se realiza de acuerdo con los siguientes: I. ANTECEDENTES La Proposición que se cita en el proemio, fue registrada en la Sesión del Pleno de la Comisión Permanente de fecha 7 de mayo de 2014, y turnada para estudio y dictamen correspondiente a la Tercera Comisión de Trabajo de Hacienda y Crédito Público, Agricultura y Fomento, Comunicaciones y Obras Públicas. II. CONTENIDO A. En la Proposición con Punto de Acuerdo, que se dictamina, se manifiesta sustancialmente lo siguiente: “En la actualidad, bajo el pretexto de ser consideradas trabajadoras independientes, las empresas promotoras de la lucha libre han buscado formas en que la contratación de los profesionales del ring y, en especial del sector femenil, no representen una obligación laboral para los dueños, violando con ello las disposiciones jurídicas que nuestro país ha tenido a bien implementar para proteger los derechos humanos en materia laboral de este sector productivo de forma vanguardista desde el año de 1970 que se incluyó en la Ley Federal del Trabajo, específicamente en el Título Sexto, Capítulo X.” B. Enseguida, la proponente refiere una serie de datos en los que basa su argumentación entre los que destacan los siguientes: “…la participación femenil en el pancracio se convirtió en una constante que encumbró a mujeres de la talla de Magdalena Caballero, Martha “La Sarapera”, Chabela Romero, Toña La Tapatía, “La Jarochita” Rivero, Irma Aguilar, Lola González, Martha Villalobos, las hermanas Moreno, “Lady Apache” y muchas otras más. Sin embargo, a pesar de la entrega, profesionalismo y grandes dividendos que este sector ha generado para empresarios de lucha libre, a la fecha prevalecen prácticas que vulneran sus derechos y no les permiten mantener una estabilidad laboral que redunde en mejores condiciones para sus familias y, mucho menos, poder conciliar de forma digna su doble rol como madres y mujeres trabajadoras. Bajo la consigna de encubrir la relación laboral entre los empresarios y las luchadoras profesionales, se han implementado prácticas de contratación opuestas a derecho que vulneran las garantías mínimas que debe gozar todo trabajador aun cuando sea considerado independiente; máxime si se trata de deportistas profesionales como en el presente caso. Dichas prácticas ilegales van desde los tratos de palabra que no se cumplen, hasta los vetos a los que son sujetos las luchadoras para no poder participar en algunas de las empresas luchísticas que operan en nuestro país, orillándolas a aceptar las desventajosas condiciones de trabajo por la urgencia de obtener un ingreso que les permita mantener a sus familias dignamente. El testimonio de la gran mayoría de las luchadoras profesionales refiere que los empresarios, por un lado, no emiten contratos que estipulen las condiciones como pago, jornada, lugar y demás responsabilidades de las partes. Por otro lado, aseguran que los dueños de esas empresas no reconocen relación laboral alguna bajo la consigna de que los luchadores son independientes y no trabajan de forma permanente con esas personas. Al respecto, es preciso señalar que en la 95ª Reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo que tuvo lugar en 2006, se señaló de forma precisa que aun cuando se consideren trabajadores independientes, se debe entender que existe una relación laboral por parte de empleadores y deportistas por la naturaleza de la propia actividad y no, como indebidamente suele hacerse en estos casos, una basada en las disposiciones civiles o mercantiles de contratación de servicios profesionales. Incluso en el Informe V, la Conferencia define la relación de trabajo de la siguiente manera: “La relación de trabajo es una noción jurídica de uso universal con la que se hace referencia a la relación que existe entre una persona, denominada «el empleado» o «el asalariado» (o, a menudo, «el trabajador»), y otra persona, denominada el «empleador», a quien aquélla proporciona su trabajo bajo ciertas condiciones, a cambio de una remuneración. Es mediante la relación de trabajo, independientemente de la manera en que se la haya definido, como se crean derechos y obligaciones recíprocas entre el empleado y el empleador. La relación de trabajo fue, y continua siendo, el principal medio de que pueden servirse los trabajadores para acceder a los derechos y prestaciones asociadas con el empleo en el ámbito del derecho del trabajo y la seguridad social. Es el punto de referencia fundamental para determinar la naturaleza y la extensión de los derechos de los empleadores, como también de sus obligaciones respecto de los trabajadores”. [2] En el presente caso la relación de trabajo entre un empresario de lucha libre y un luchador profesional subsiste en atención al principio de realidad el cual consiste, respecto de la materia laboral, en que “…la determinación de la existencia de una relación de trabajo debe ser guiada por los hechos de lo que realmente fue convenido y llevado a cabo por las partes, y no por la manera como una de las partes o las dos partes describen la relación de trabajo” [3]. Esto es, que bajo el esquema en que realizan su trabajo los luchadores profesionales, la relación laboral con los empresarios existe y, con ello, todas las prestaciones que al efecto establece la Ley Federal del Trabajo. Ahora bien, en el ámbito de la lucha libre, se ha vuelto recurrente la presencia de luchadores independientes, es decir, que sin pertenecer al elenco permanente de alguna de las empresas de dicho deporte, prestan sus servicios para determinadas funciones y espectáculos específicos. Sin embargo, aún bajo ese esquema, el deportista se encuentra sujeto a una relación laboral en atención a la dependencia económica. “A esto hay que añadir el fenómeno del trabajo «económicamente dependiente», que se sitúa a medio camino entre el trabajo independiente y el dependiente. Los trabajadores son formalmente independientes pero su ingreso depende de unos pocos «clientes» o de uno solo.” [4] Aunado a ello otros factores como la relación de subordinación, las herramientas de trabajo, el pago sujeto a llevar a cabo cierta actividad en horas preestablecidas por el patrón, el lugar de prestación del servicio (el cual es propiedad del empresario), entre otras que marca la ley y los criterios jurisdiccionales. Bajo estas condiciones laborales nos encontramos ante un caso de doble discriminación que debe de atenderse por el Estado mexicano, ya que además de las precarias condiciones laborales que tienen que sufrir al practicar este deporte, tienen que luchar contra la discriminación por razón de género, toda vez que las remuneraciones entre hombres y mujeres no son las mismas, además de no contar con seguridad social mínima que les permita dar lo mínimamente necesario a sus familias en las cuales son, mayoritariamente, las principales proveedoras. Al respecto, tanto el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) como el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), señalan la inequitativa situación que sufren las mujeres en cuanto al pago de salarios, lo cual queda evidenciada en el caso de la lucha libre femenil en la que la remuneración obtenida por las mujeres practicantes es considerablemente inferior a la de sus pares masculinos. De forma precisa, la Encuesta Nacional sobre Ocupación y Empleo de 2010 arrojó que, en promedio, la diferencia salarial entre hombres y mujeres en el desempeño de las mismas actividades fue de 8.2% en detrimento del sector femenino, considerando que en algunas actividades la diferencia promedio rebasa los 40 puntos porcentuales. Incluso, permitir que las luchadoras profesionales sigan en una posición inequitativa por calidad de género es violatorio del artículo 7º del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, adoptado por nuestro país el 16 de diciembre de 1966, y que a la letra señala: Artículo 7 Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo