El Teatro Conjetural De Rodolfo Usigli
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El teatro conjetural de Rodolfo Usigli Vicente Cervera Salinas La única pasión verdadera es la pasión moral George Bernard Shaw La conciencia y la verdad de un pueblo residen en su teatro Rodolfo Usigli el concepto de “teatro conjetural” correspon- al curso de la temporalidad. Estimo que el escritor de a un tipo de representación originada a partir de mexicano Rodolfo Usigli (1905-1979) pertenece a la intuición poética que un dramaturgo desarrolla la estirpe de “dramaturgos conjeturales” de mane- tomando como pretexto un determinado suceso ra cabal y precisa, siendo este rasgo distintivo uno histórico. Bien sabemos, desde Aristóteles, que el de los que más certeramente lo caracterizan en la teatro asume su condición de fábula al serle propi- corriente teatral contemporánea. El hecho de que cia la unidad artística que los hechos de la historia el propio autor calificara su famosa trilogía de Co- desconocen como presupuesto, y también por el ronas (de sombra, de fuego y de luz) como piezas hecho de pulsar la tecla de la reinvención posible “antihistóricas” corroboraría este primer aserto, al de los acontecimientos, y no de la sujeción estricta proponer de manera clara y decidida el supuesto a sus coordenadas. Filosófica y moral, la creación fundamental de la reconstrucción poética de los dramática tuvo, así pues, desde su nacimiento cier- sucesos, por encima de cualquier función mera- ta predisposición a convertirse en engranaje ahor- mente “historicista” o recuperadora de los sucesos mado de sucesos atraídos desde un determinado su- nacionales: “Si no se escribe un libro de historia puesto interpretativo y, por ende, ordenador de los —sentencia Usigli en el “Prólogo” a su prime- mismos. Las palabras repetidas y los hechos mime- ra entrega, la extraordinaria Corona de sombra tizados de los humanos entraban de este modo en (1943)—, si se lleva un tema histórico al terreno una nueva categoría: la de su posible comprensión. del arte dramático, el primer elemento que debe Es decir, la labor de hallar su forma y su figura: su regir es la imaginación, no la historia. La historia visión íntegra, conjunta y finalista. no puede llenar otra función que la de un simple Pues bien, a tal categorización constitutiva en acento de color, de ambiente o de época. En otras el origen de la “tragedia” cabría sumar la califi- palabras, sólo la imaginación permite tratar teatral- cación de “conjetural” en aquellos casos donde el mente un tema histórico”1. Ya Carlos Solórzano, elemento preeminente de la creación dramática sea en su historia del Teatro latinoamericano del siglo determinado por la voluntad de clarificar un epi- XX, ubica a Rodolfo Usigli en el concepto de “tea- sodio de la historia desde premisas artísticas. En tro nacionalista”, pero no descuida vincular esta estos casos, el dramaturgo privilegia en su obra, tendencia dramática con la filosofía política y con por encima de cualquier otra propensión, el hecho el ensayo, destacando asimismo el componente de de favorecer una lectura personal y comprensiva “conciencia crítica” que singulariza a estos auto- de una cadena de sucesos, atribuyendo al engra- res, siendo fundamental la posición personal que naje de causas y efectos una orientación que ilu- adoptan frente a los contrastes y conflictos de la mine el ciego avatar y postule un sentido propio historia2. 139 Conjeturar implica conferir un sentido hipoté- cuerpo. Laprida comprende que su muerte no es tico, que es escogido como el más apropiado para otra, que ya ha sido “escrita”, y que, por lo tanto, desenmarañar un problema, o un tejido de sucesos de nada le sirve la huida, alcanzado así su destino, no reglados por la lógica del pensamiento. En el y con él, reconociendo “la letra que faltaba”, “la caso de Usigli, la génesis de su conjetura parte de forma”, “el dibujo” y “el espejo” donde mirarse. un conocimiento profundo de los hechos históricos “Así habré de morir”, sentencia el doctor, sabio y y del deseo artístico de proporcionarles una razón presidente del Congreso de Tucumán, que paradó- de ser, a pesar de su aparente insensatez, extrañeza, jicamente murió perseguido en un campo de bata- inconexión o impenetrabilidad consciente. En este lla. En ese “amén” se recoge la aceptación de los orden de cosas, no resulta casual atraer la voz del hechos. El círculo se va a cerrar, porque el perso- creador del epíteto “conjetural” aplicado a la obra naje “comprende”, “sabe” y “reconoce” la forma de arte como visión compacta y plena de sentido completa de su existencia. El dibujo minucioso y de una realidad en principio indescifrable o, cuando prolijo de los pasos que desde los días de su niñez menos, azarosa. Contemporánea a la propuesta de hasta el presente ha recorrido, no traza un amonto- Usigli, compone Jorge Luis Borges en 1943 una de nado e informe caos plástico, sino que en su abi- sus piezas maestras, el magnífico “Poema conjetu- garramiento casi indiscernible se intuye una forma ral”. En estos versos, que pasarían más tarde a in- compleja y unitaria: un sentido a la multiplicidad; cluirse en el índice del poemario El otro, el mismo una iluminación sobre lo ignoto; una clave para el (1969), idea el maestro argentino una trama “fatal” acceso a la visión del todo. La lectura y el recuerdo donde se reflejan los cabos sueltos y las oscuras sin- de la lectura de Dante es “vital” para que la muerte razones del destino del político argentino Francisco de Laprida no sea inane. La conjetura que imprime Narciso de Laprida, “muerto por los montoneros Borges para que se “produzca” en el seno literario de Aldao” el 22 de septiembre de 1829. La genial esa revelación significa que los pasos perdidos de aventura mental de Borges plantea la hipótesis poé- la historia son hallados en las páginas del libro, y tica de que el doctor Laprida, momentos antes de la red inextricable de encadenamientos transforma ser degollado por los gauchos con un estremecedor en un sendero reconocido el más travieso laberinto e “íntimo cuchillo en la garganta”, tuvo una revela- existencial3. ción, en la que vio en el “espejo de la noche” que Pues bien, no de otro modo procede la maqui- su muerte ya había sido anunciada muchos siglos naria teatral de Rodolfo Usigli. Propende el drama- antes. No en vano, los hechos recreados por Borges turgo a conjeturar que uno de los más insidiosos y se enmarcan en la época de la independencia de la descabellados capítulos de la historia de México Provincias Unidas del Río de la Plata, y del villa- tuvo una finalidad intrínseca para la resolución fi- no Facundo en la época del caudillaje de Rosas. La nal de la independencia del país. Como vemos, en suerte del más famoso secuaz del tirano, llamado su caso la “conjetura” no se alimenta de los nu- el “tigre de los llanos” debido a su fiereza y ausen- trientes literarios (la Divina Comedia es la clave in- cia de piedad, fue reconstruida también “conjetu- terpretativa para la toma de conciencia existencial ralmente” por su más afamado biógrafo, Domingo del personaje), como en el caso de Borges, sino que Faustino Sarmiento, en su ensayo histórico Facun- se asienta en los predios de la historia y así es pro- do. Civilización y barbarie (1845), y comprendía yectada como conciencia nacional. De esta manera, en su recuento el episodio de su muerte, igualmente su teatro “conjetural” se alza para constituir un dis- “anunciada” y no atendida por su destinatario. curso social, político y forjador de una conciencia Heredero, pues, de este procedimiento, el móvil pública culta —por cuanto recrea acontecimientos de Borges consistirá en filiar la trama del destino del pasado— y sana —en su faceta de “filosofía del predicho con un linaje sustantivamente textual y arte” y de avivadora de la dimensión crítica del ciu- absolutamente literario. El doctor Laprida pien- dadano—. No en vano uno de los maestros de Usi- sa –recuerda– antes de morir que en unos tercetos gli es el dramaturgo irlandés George Bernard Shaw, del “Purgatorio” dantesco el capitán Buonconte que utilizó su sarcástica capacidad desenmascara- di Montefeltro refiere al poeta florentino cómo se dora de las lacras sociales mediante el sabio cultivo vio envuelto en una emboscada frente a los güel- del género teatral. En una de sus más admirables fos, y fue acuchillado, muriendo entre ciénagas y creaciones, Hombre y Superhombre (1903), decla- perdiéndose noticia del paradero definitivo de su ra Shaw por boca de su protagonista, John Tanner 140 —versión contemporánea y anglosajona del viejo blica durante el periodo antedicho, y futuro jefe de mito hispánico de don Juan Tenorio—, que su ver- gobierno de la república independiente. A esos años dadera y única pasión es la “moral”4. Y no otra es correspondientes a las circunstancias objetivamen- la de su creador, que aprovechó con creces los re- te históricas, Usigli añade un lapso temporal de 60 cursos dramáticos para verter dicha pasión y avivar años, relativo a la “corona de sombra”, o demencia fustigadoramente las adormecidas conciencias del de la esposa de Maximiliano, la emperatriz Carlota, público. El dramaturgo irlandés viene a representar, que se dilata hasta el año 1927, fecha de su muerte7. según el sabio dictado de Juan Guerrero Zamora, Usigli aprovecha este cierre para configurar armó- “la culminación del teatro de tesis o de ideas”, en- nica y artísticamente su pieza de anti-historia, in- tendiendo esta postura como “una actitud intelec- corporando la presencia de un personaje de su in- tual de revisión crítica con respecto a los valores vención, el historiador mexicano Erasmo Ramírez. establecidos”, y considerando que el objeto supre- Es esta figura esencial para el inicio y desenlace de mo de la vida no es la belleza, sino el hallazgo de la obra, tanto desde un punto de vista de estructu- la fuerza vital —o moral— que nos permita ser más ración dramática (abre y cierra la representación), sabios y conscientes de nuestra realidad, externa como de ideación conjetural de la realidad plasma- y psicológica5.