Guido Rodríguez Alcalá En El Contexto De La Narrativa Histórica Paraguaya
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De los orígenes a la nueva novela histórica paraguaya LAS NOVELAS HISTÓRICAS DE GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ 212 De los orígenes a la nueva novela histórica paraguaya El estudio del pasado [...] no puede concebirse como un mero afán erudito o una especie de ejercicio reconstructivo, [...] sino como un intento de comprender la realidad presente. Nelson Osorio, Prólogo a Hachim Lara, Estudios 12-13. Las novelas históricas de Guido Rodríguez Alcalá 213 I. El autor y su obra Guido Rodríguez Alcalá (Asunción, 1946) nació en el seno de una familia muy ligada al mundo de las letras: es nieto de José Rodríguez Alcalá y de Teresa Lamas Carísimo, y sobrino de Hugo Rodríguez Alcalá. Además, está emparentado con Juan Emiliano O’Leary, ya que la madre de éste era tía de Teresa Lamas. Aunque se licenció en Derecho por la Universidad Católica de Asunción (1971), nunca llegó a ejercer como abogado. Sin embargo, participó desde muy joven en diversas publicaciones periódicas: ha trabajado en diarios y revistas paraguayos y extranjeros, y actualmente lo hace en el matutino Abc Color de Asunción. También ha colaborado en la televisión de su país, y ha dirigido la colección histórica de RP Ediciones. En 1969, coincidiendo con las manifestaciones estudiantiles contra la visita de Rockefeller, pasó tres meses en la cárcel Tacumbú de Asunción. Además, la policía entró dos veces en su casa. Aunque el autor suele evitar hablar de esos temas, en una entrevista mantenida en Asunción el uno de junio de 1998, declaró: “se llevaron cuanto papel había [...] se hacían allanamientos periódicos [...]. En uno, quedó confiscada La rebelión de las masas [...]. Es gracioso, tenía libros de Marcuse, pero ésos no los tocaron”. Su actividad literaria1, como la de otros muchos autores paraguayos, comenzó en el ámbito poético. Tal vez influya en ello el hecho de que, dado el escaso número de lectores de poesía en Paraguay, la censura hacía mayores concesiones en las publicaciones poéticas. Como afirma José Vicente Peiró en su tesis, la poesía de Guido Rodríguez Alcalá “es un acto de afirmación personal en un presente que le es hostil. Ante todo se siente un creador de la palabra que vaga por un país donde no hay sitio para la rebeldía ni para los poetas que no alaben al poder”. A su primer poemario, Apacible fuego, siguieron Ciudad sonámbula y Viento oscuro, ambos en verso libre. Castro (Historia 61) destaca en ellos la presencia de cuestiones metafísicas, de enfoques introspectivos que no anulan las referencias a la realidad paraguaya de los años sesenta. Diversas becas en el extranjero le permitieron ampliar su cultura, romper con el 1Todas las citas serán extraídas de las ediciones que se mencionan a continuación, sin dar otra referencia que el número de página: - Apacible fuego, Asunción, Época, 1966. - Ciudad sonámbula, Asunción, Criterio, 1967. - Viento oscuro, Asunción, Criterio, 1969. - Labor cotidiana, Asunción, Diálogo, 1979. - Leviatán et cétera, Asunción, NAPA, 1981. - Caballero, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1987 (primera edición: Asunción, RP, 1986). - Ideología autoritaria, Asunción, RP, 1987. - Cuentos decentes, Asunción, Criterio, 1987. - Caballero rey, Asunción, RP, 1988. - Curuzú Cadete, Asunción, Criterio, 1990. - Testimonio de la represión política en el Paraguay: 1975-1989, Asunción, Comité Iglesias, 1990. - En torno al Ariel de Rodó, Asunción, RP-Criterio, 1990. - Residentas, destinadas y traidoras, Asunción, RP-Criterio, 1991. - El rector, Asunción, RP, 1991. - Narrativa paraguaya (1980-1990), Asunción, Don Bosco, 1992. En colaboración con María Elena Villagra. - Cuentos, Asunción, RP, 1993. - Cuentos de la Guerra del Paraguay, Montevideo, Banda Oriental, 1995. - Borges y otros ensayos, Asunción, Don Bosco, 1996. - Narradoras paraguayas, Asunción, Expolibro, 1999. En colaboración con José Vicente Peiró. 214 Las novelas históricas de Guido Rodríguez Alcalá aislamiento tradicional paraguayo, y ver su país desde otra perspectiva. En 1975, obtuvo una Fulbright para estudiar literatura en Estados Unidos. De esa etapa, datan su estudio antológico Literatura del Paraguay 1970-1980, y sus cuadernos de poesía Labor cotidiana y Leviatán et cétera. En el primero, el autor reivindica la poesía de lo cotidiano, y hace referencia a los problemas políticos paraguayos: Yo soy como la voz de muchas voces como el canto de muchos [...]. No me queráis pedir historias lindas todos estamos mal. Aunque publicado en 1981, Leviatán et cétera se gestó entre 1976 y 1979. Allí profundiza en su voluntad de convertir la escritura en un arma política, y manifiesta su debate entre la crítica y el amor por su país. El dios Apolo llegóseme y me dijo: [...] que registre los números oscuros [...] las bodas y las muertes sospechosas en Paraguay, en Chile, en Argentina. (9) Desde lejos te alcanzo para verte como una dama gorda y recatada que ha perdido su tiempo en reuniones y a veces (digo las más) se calla o llora o va de compras, pero siempre está sola. Mas déjame decirte que te quiero con un amor convulso como el odio con el amor del odio (26). Tras sus estudios en las Universidades de Ohio y Nuevo México, alcanzó el grado de doctor. Desde su regreso a Paraguay, en 1981, y hasta que motivos políticos le impidieron seguirlo haciendo, dirigió el Suplemento Cultural de Abc Color. A través de artículos y selecciones de textos, el citado suplemento difundió los últimos movimientos artísticos. Además, Guido Rodríguez Alcalá utilizó este medio para publicar varios artículos en contra del autoritarismo y la dictadura1. Por ello, su labor no estuvo exenta de críticas, procedentes del diario oficial del Partido Colorado. La siguiente es sólo un ejemplo de las mismas: Cuando la crítica se ejercita con un espíritu nihilista, iconoclasta, falto de honestidad intelectual y hasta con espíritu malevolente y burlón ella carece de toda autoridad [...]. Sobre todo cuando jóvenes recién advenidos [...] escriben con falta de tolerancia con relación a figuras consulares y consagradas de la cultura nacional [...] a estos [...] jóvenes se les podría decir, si siguen en su tesitura desmitificadora, erga omnes, nihilista y ácrata, lo que Leopoldo Ramos Jiménez dijo con relación a 1“Teatro, política y afines” (15 de febrero de 1981), “Cine e ideología” (1 de marzo de 1981), “Poesía y compromiso” (18 de octubre de 1981) y “El nacionalismo integral de Charles Maurras y Juan E. O’Leary” (21 de febrero de 1982). Éste último recibió duras críticas de Poncho Pytá (“En torno a O’Leary”, Patria, 3 de marzo de 1982, p. 24; y “Más sobre O’Leary”, Patria, 27 de marzo de 1982, p. 24), quien trató de desmentir cada una de las afirmaciones de Rodríguez Alcalá. Las novelas históricas de Guido Rodríguez Alcalá 215 determinados voceros del legionalismo: “roedores de los mármoles de la patria”1. En 1982, gracias a la Konrad Adenauer Stiftung, prosiguió sus estudios en la Universidad de Duisburg (Alemania). A su vuelta a Paraguay, Stroessner mostraba claros signos de debilitamiento. Los problemas del propio régimen alejaban las posibilidades de la censura literaria. Quizá por ello, Guido Rodríguez Alcalá pudo publicar sin demasiados problemas su primera novela, Caballero (1986), donde critica el autoritarismo por medio de la desmitificación de la historia. Como afirmó él mismo en una entrevista que mantuvimos en Asunción en junio de 1998, “una forma de criticar al gobierno era criticar la historia. Pero al gobierno no le convenía darse por aludido [...], el Partido Colorado tenía ya demasiados problemas internos. No me molestaron excesivamente”. En 1987, consiguió la International Writers Workshop de la Universidad de Iowa, que le permitió preparar la continuación de su primera novela, recreando la presidencia de Bernardino Caballero: Caballero Rey. Además, 1987 es la fecha del ensayo Ideología autoritaria, donde analiza la historia paraguaya desde la Independencia hasta los años treinta del siglo XX; y del volumen Cuentos decentes, una colección de once relatos protagonizados por gente aparentemente “decente”, y ubicados en el Paraguay de Stroessner2. A pesar de la aclaración inicial, “la intención del autor ha sido hacer ficción y no historia [...] cualquier semejanza entre los personajes [...] y cualquier persona viva es pura coincidencia”, no cuesta descubrir que las “coincidencias” son algo más que casuales. Es muy probable que esa 1Poncho Pytá, “Roer y roer”, Patria, 19 de marzo de 1982, p. 24. 2La única excepción es “La traidora (1864-1869)”, donde la prima de López relata sus recuerdos a Carmen, su prima lopista que, paradójicamente, se va a casar con un oficial brasileño (esta situación fue relativamente común al terminar la Guerra de la Triple Alianza: la propia Rafaela López, hermana del mariscal, se casó en segundas nupcias con el brasileño Dr. Pedra). En conexión con las características de la nueva narrativa histórica hispanoamericana, el cuento mezcla discursos, y revisa la tesis sobre personajes históricos consagrados. Así, aunque se centra en la época de la Guerra de la Triple Alianza, toda la historia paraguaya aparece como un contiuum de arbitrariedad y malos gobernantes. Además, se nos muestra la faceta menos difundida de los dictadores anteriores al mariscal; y, a través del recuerdo de la nieta, asistimos a una de las fiestas lujosas y afrancesadas, en las que el mariscal daba rienda suelta a sus afanes imperiales. Gracias a esas anécdotas, aparentemente triviales, se va perfilando la personalidad de López (“un cobarde que prometió luchar a la cabeza y se corrió del campo de Lomas Valentinas y sin prevenirnos”, 90), en buena parte dominado por su concubina (“el problema era Madama Lynch”, 94). La narradora no pierde la ocasión para criticar a esa mujer a la que al principio admiró (“me parecía tan linda con su cabellera rubia y siempre saliendo a todas partes sin pedirle permiso a nadie”, 95). Sólo más tarde, comprende: “si te invitaba a sus fiestas tenías que ir quieras o no [...]. Demasiado caro andar llevando un traje nuevo todos los días y en algunos casos dos porque la Lynch venía y te mandaba que fueran dos [...] López muy dispuesto a enseñarnos a vivir como en Europa” (95-96).