GUILLERMO TORIELLO GARRIDO ISBN: 978-9929-702-10-3

Primera edición, 2016 Colección de Ciencias Sociales Centro de Estudios Latinoamericanos “Manuel Galich” (CELAT) Escuela de Ciencia Política Universidad de San Carlos de

Diseño e impresión: Litografía Mercurio (2251 3245)

Esta es una reproducción facsimilar de la edición de Editorial Ateneo, Caracas, 1980, para lo cual nos amparamos en la Ley de derecho de autor y derechos conexos (Decreto No. 33-98), Título IV, Capítulo único, Artículo 66, que literalmente dice así: “Será lícito, sin autorización del titular del derecho y sin pago de remuneración, con obligación de mencionar la fuente y el nombre del autor de la obra utilizada, si están indicados. d) Incluir en una obra propia, fragmentos de obras ajenas de naturaleza escrita, sonora o audiovisual, así como obras de carácter plástico, fotográico u otras análogas, siempre que se trate de obras ya divulgadas y su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, con ines docentes o de investigación”.

Queda prohibida la reproducción parcial o total del presente texto por cualquier tipo de soporte, sin la autorización expresa del autor, quién tiene reservados los derechos de ley correspondientes. PROLOGO

Julio Gómez Padilla

De este nuevo libro de Guillermo Toriello Garrido po- dría decirse, sin vacilaciones, que constituye una enér- gica y documentada denuncia contra el imperialismo yanqui y la burguesía agro-exportadora y subordina- da guatemalteca que, desde la intervención mediante mercenarios implementada por los Estados Unidos en nuestro país en junio de 1954 (año que marca el reciclaje de la traición y la entrega), han redoblado los mecanismos de superexplotación y represión en contra de obreros, campesinos, revolucionarios y pa- triotas: han ampliado y reinado los expedientes de pillaje monopolista de las riquezas y trabajos nacio- nales*, con la asesoría del Departamento de Estado y el Pentágono, el terror estatal, la actuación de los “boinas verdes” y la actuación y genocidio de la CIA y las bandas paramilitares del “fascismo” cipayo.

Pero asentar una cosa tan general, aunque señale uno de los principales méritos de la obra, sería vago y de ninguna manera suiciente: “Más de Veinte Años de Traición”, a nuestro juicio, representa mucho más que esto; porque en cuanto al “caso de Guatemala” y en relación a Toriello (por cierto, uno de sus exposito- res más positivos) lo étipo-subjetivo no puede desvin- cularse de lo histórico-objetivo.

Queremos decir que no es nada fácil, sin caer en luga- res comunes, prolongar un trabajo de Toriello en una época tan crítica como la actual: tan compleja y con- tradictoria, por llena de avances prometedores hacia el futuro de la humanidad (Cuba, Vietnam, Angola, Etio- pía, etcétera), de zigzagueos y de criminales retrocesos (fascistización de Guatemala, Brasil, Chile, Uruguay,

3 Argentina, etcétera). Y no es fácil la prolongación no únicamente porque en un periodo tan turbulento y pa- ralógico la deinitiva palabra: la voluntad irreversible de los pueblos en contra de sus opresores y hacia una vida genuinamente humana, no está todavía, como lo estará antes de lo que se espera, incontrastable y mul- titudinariamente airmada en la práctica histórica de este submundo del subdesarrollo y la dependencia; sino también porque las transformaciones, los progre- sos, vaivenes y relujos de la realidad socioeconómica y las “vías de desarrollo” o “las pruebas de fuego” que apasionadamente se discuten en la teoría o se adoptan sobre la marcha intuitivamente, condicionan y modi- ican nuestras personalidades. Y siendo así, el juicio que un proceso histórico o su análisis por otros nos sugieren, o resulta demasiado supericial y mecánico o adolece de subjetivismo anectótico; cuando no desata la negación total de los Catones contemporáneos.

Me parece constructivo como cuestión previa, recor- dar algunas airmaciones del escritor y compatriota nuestro Luis Cardoza y Aragón (prologuista de “Tras la Cortina del Banano”, obra anterior de Toriello) y, al mismo tiempo, disentir radicalmente de su criterio en cuanto al carácter de la revolución guatemateca. La vida política de Toriello no está vinculada sobre todo al gobierno revolucionario de Arbenz, porque sus anteriores y destacadas actuaciones en las gestas pa- trióticas y anti-oligárquicas de 1944/54, cabalmente se superan y dan un salto cualitativo hacia adelante en la X Conferencia Interamericana de la O.E.A., ce- lebrada en Caracas en marzo de 1954. Allí, Guillermo Toriello, como canciller de la Revolución Guatemalte- ca* enfrentada por necesidad histórica al omnipresen- te imperialismo norteamericano, expresó las aspira- ciones inmediatas y más sentidas de nuestro pueblo (reforma agraria -antifeudal-, independencia econó- mica antiimperialista, libertad política, justicia social, etc.) y en los años subsiguientes, sin desmentir ni un

4 segundo la responsabilidad asumida como Canciller y Presidente de la Delegación de Guatemala a la batalla política de Caracas, fue profundizando su conciencia, vigorizó su actitud revolucionaria, alejándose progre- sivamente de lo meramente democrático-burgués, que ambos, como muchos otros revolucionarios de la épo- ca, defendíamos todavía en 1954.

La “Batalla de Guatemala” (primer libro de Torie- llo, marzo 1955, México), antecedente de la presente obra-denuncia, no es únicamente su obra más exten- sa, sino su primero y más irme paso en el camino de la revolución guatemalteca. La batalla de Guatemala es una lid que el pueblo guatemalteco sí libró y cuya pér- dida es explicable por la traición de ciertos jefes milita- res,** las vacilaciones de algunos dirigentes revolucio- narios y sobre todo (y esto hay que subrayarlo), por las atenazantes condiciones internacionales de la “guerra fría” de Foster Dulles, y la paranoica ola “macartista”. “La Gloriosa Victoria” del Secretario de Estado de los Estados Unidos y la CIA, únicamente fue la expresión de la prepotencia casi sin contrapeso, en este Conti- nente, del imperialismo yanqui pro- atómico, asesino de los Rosemberg; pero también esa victoria pírrica evi- denció la bancarrota de su política ultrarreaccionaria y anticomunista en todo el planeta. Los más signiica- tivos sucesos de 1954 para acá lo fueron demostrando elocuentemente. Basta citar el triunfo y consolidación de la revolución socialista cubana y la reacción impe- rialista, trasunto de frustración diplomática, del neo- fascismo en este hemisferio, freno irracional y genocida a la marcha incontenible de los pueblos hacia formas superiores de producción y de vida.

Por eso, sostenemos que la más acertada manera de evaluar justamente la nueva obra de Toriello, es si- tuarla en su contexto lógico- histórico, en el luir de los acontecimientos de nuestros días y no dentro de categorías absolutizantes.

5 A nuestro regreso de la trinchera político-diplomática de Caracas, Venezuela, convencidos íntimamente de que la invasión norteamericana a nuestro país se rea- lizaría, escribimos unas líneas en “Tribuna Popular” el 30 de abril de 1954, tratando de situar en sus jus- tos términos pero con todas sus limitaciones el triun- fo de Guatemala en Caracas. Me parece procedente reproducir aquí algunos de aquellos conceptos, pues contribuirán a aclarar mi punto de vista en cuanto a la signiicación y trascendencia de la obra teórica y práctica de Toriello, entonces él como yo y muchísi- mos otros medianos y pequeños burgueses e intelec- tuales que apenas nos iniciábamos en la problemática revolucionaria, todavía no un socialista. Nosotros es- tábamos convencidos de que en Guatemala en aquel tiempo, la tarea histórica era más limitada: enterrar los resabios feudales y aún esclavoides, modernizan- do al país dentro de los moldes de un capitalismo mo- derno... ¡ ¡eso sí, con cierta “justicia social”!!

En “Tribuna Popular”, órgano del Partido Guatemalte- co del Trabajo (PGT) argüíamos: “El éxito logrado por Guatemala en la Décima Conferencia Interamericana, es de tipo político y moral. Tiene raíces hondas en la conciencia popular de este continente y del resto del mundo; todo revolucionario lo sabe y airma así, aun- que algunos no sepan deinir con precisión ni señalar especíicamente los alcances del tal éxito”...

“Muy pocos creen que tal éxito ha sido en lo parti- cular de los miembros de la Delegación que asistió a Caracas, quienes con habilidad parlamentaria o argu- mentos lógicos e impresionantes, lograron inclinar el criterio y la simpatía de otras representaciones y de la opinión pública. O creen que el acierto de Guatemala estuvo en saber atacar...” (con hidalguía) al Goliat mo- derno... “Nada de eso nos parece exacto”... “Nosotros estimamos que el éxito de Guatemala ante la Décima Conferencia Interamericana, política y moralmente,

6 estaba asegurado de antemano. Podía preverse con certeza. Expliquémonos:

“Guatemala está realizando un programa político-eco- nómico deinido, tendiente al desarrollo integral, a la elevación del nivel de vida del pueblo y al fortaleci- miento de la Democracia. Está elevando los niveles de ingreso de la población; poniendo en rendimientos sus riquezas naturales y redistribuyendo equitativa- mente la tierra improductiva; capitalizando la econo- mía y sentando las bases para la industrialización del país; rompiendo los monopolios en los transportes y en el comercio internos y externos, en la energía hi- droeléctrica, en los puertos, etcétera. Y esta política de recuperación nacional, por la dinámica misma de los hechos, afecta los grandes privilegios que se man- tienen y enriquecen a costa de las miserias y las pri- vaciones del pueblo. Dichos privilegios y monopolios especialmente los extranjeros, desatan campañas de propaganda y de calumnia contra el movimiento re- volucionario guatemalteco y su gobierno; ensayan la presión política y la económica, el fomento de las se- diciones regresistas y posturas fascistoides; redactan pastorales, organizan intervenciones y subvencionan traidores”... “ ¡Pero el caso de Guatemala no es úni- co ni está aislado! Todos los países insuicientemente desarrollados que han tratado de superar sus condi- ciones de atraso y de miseria y han procurado que sus recursos naturales y el trabajo de sus habitantes beneicien de preferencia a éstos; todos los países que han luchado por relaciones comerciales internas y ex- ternas justas, siempre se han visto atacados y calum- niados por los intereses monopólicos y las fuerzas que los apoyan. Y si tal es cierto”... “con el procedimiento simple de decir la verdad: de exponer objetivamente nuestra historia, haciendo ver a todo el mundo que el caso es el de la Guatemala presionada por los grandes monopolios extranjeros y los intereses políticos que los apoyan”... “Simplemente con señalar esas verda-

7 des obvias, la justicia de la causa de Guatemala tenía que reairmarse en la conciencia de todo el mundo”... “La Delegación de Guatemala debía relejar y relejó en lo internacional, los esfuerzos y los ideales de un pue- blo que está empeñado en construir un futuro mejor y un mayor bienestar”... ( ¡ese fue el secreto de su éxito!) (Y hasta aquí la autocita).

Todo eso (pensamos) que explica la vigencia del “Caso de Guatemala” veinticuatro años después y la conti- nuación actual de la lucha de nuestro pueblo por su liberación deinitiva dentro de las condiciones de un capitalismo subordinado, claudicante y fascistizado (hijo putativo de la Revolución de Octubre), conduce a la conclusión de que el movimiento revolucionario iniciado en 1944/54 pudo ser frenado y desvirtuado pero nunca vencido enteramente: una nueva batalla de Guatemala, con metas políticas más profundas, se está librando en estos momentos, ¡y esta vez será irreversi- blemente victoriosa, a largo o quizá a plazo menor!

Ahora mismo podría repetir una por una aquellas pa- labras de ayer, pero ¡claro!: con una conciencia más cabal: sabiendo que hoy la historia nos plantea solu- ciones y métodos cualitativamente superiores. Toriello (¡basta leer sus últimas obras y la presente!) lo com- prende así demasiado bien; asumió toda la responsa- bilidad histórica del evento de Caracas, con excepcio- nal coraje y consecuencia; jamás se ha estancado y menos retrocedido. Por eso su obra no ha de juzgarse aisladamente, sino como parte de una trayectoria de progreso subjetivo asentado sobre los parámetros de la realidad: a la luz de la verdad dialéctica de que el pensamiento, por muy individual que se maniieste aquí o allá; invariablemente es producto y relejo de la esencia y polifacéticos aspectos del movimiento del mundo objetivo que nos rodea. Porque creemos en este hallazgo cientíico de la Sicología Social, desde hace mucho rato desistimos para siempre de ampliar algu-

8 na vez “La Verdad de Guatemala: Credo de América” con la narración, sin remedio cargada de subjetivismo, de algunas pequeñas escaramuzas conceptuales en la Conferencia de Caracas.* (Estas desde la óptica cien- tíicamente justa y desde el ángulo de las actitudes fundamentales de los hombres, fácilmente se confun- dirían con la anécdota, la seudo hazaña o el chisme).

Un enfoque consecuente y revolucionario, materialis- ta, nos impone valorar la obra de Toriello de 1944/54 para acá, como recia denuncia y como documento avalado por la honradez ciudadana innegable del au- tor y por una paciente investigación, acopio y engar- ce apasionado de datos, informes y testimonios de primera mano, en cuanto a la agresión imperialista desatad@ sobre nuestro inerme pueblo, que en aquel sórdido entonces, tuvo la osadía antineocolonialista, y democrático-burguesa de impulsar el desarrollo de sus fuerzas productivas dentro de marcos capitalistas pero (utópicamente): sin dependencia,* y que hoy mis- mo se esfuerza heroicamente por sacudirse la expolia- dora dictadura oligárquico- imperialista, militar y pro- fascista, y por descubrir los cauces históricos concre- tos hacia la construcción del socialismo, recurriendo para ello incluso (a veces desesperada y torpemente: hay que reconocerlo) a la crítica de las armas cuando las armas racionales de la crítica y la lucha económica y política de los oprimidos y explotados son aplasta- das mediante las torturas, el terror, los asesinatos, el genocidio (como en Sansirisay y Panzós) y la bestiali- dad infrahumana de las bandas paramilitares, idea- dos e implementados directa o indirectamente por el imperialismo.

El presente libro de Toriello, continuación natural e histórica de la “Batalla de Guatemala”, “¿A dónde va Guatemala?” y “Tras la Cortina de Banano”, escri- tas con justa ira contra el macartismo y la agresión fascista de Foster Dulles, se inscribe en la presente

9 época del tránsito del capitalismo al socialismo a es- cala mundial, en la época de transformación de las revoluciones democrático-burguesas y de liberación nacional en movimientos socialistas. Se reiere a la descarnada brutalidad imperialista descargada con la complicidad anticomunista de las “democracias” co- lonizadas de la OEA, sobre un pequeño pueblo cen- troamericano que ayer simplemente buscaba superar su atraso secular: un temerario pionero dentro de las agresivas condiciones de la llamada “guerra fría” cuando apenas se insinuaba la airmación decisiva del campo socialista. Esta airmación, hoy es una ver- dad histórica irrefutable que, para los antidialécticos o ahistóricos, es argumento suiciente para negar su carácter a la revolución guatemalteca de 1944/54.

La magnitud y honda signiicación de un periodo de alumbramiento y tránsito históricos así y la pequeñez del “caso de Guatemala” (éste, preocupación central de las obras de Toriello), parecieran compaginarse tan poco -salvo a nivel de ejempliicación- que, a- pri mera vista, se podrá antojar exagerado o meramente formal nuestro juicio laudatorio. Pero bien analizado el asunto la conclusión resulta polarmente diferente. Veamos. Estamos convencidos hoy de que el movimiento social de 1944/54 se produjo en un momento histórico en que objetivamente resultaba ya impracticable el de- sarrollo de una revolución democrático-burguesa de tipo clásico: las citadas leyes del tránsito del capita- lismo al socialismo a escala mundial y de la trans- formación de las sublevaciones populares actuales en saltos hacia el socialismo, conllevan la conversión de las burguesías nacionales “subdesarrolladas” en fuer- zas medrosas y regresivas, cuando no con marcada vocación fascista y, ergo: ferozmente anticomunistas.

10 Es ilustrativo recordar a este respecto tres casos su- cesivos en este continente que, creemos, revelan la acentuación de idéntica tendencia histórica: Uno, la revolución mexicana de 1910/17 con algunos aspec- tos socializantes, que aún logra desarrollarse por lo menos hasta el periodo cardenalista, como revolución democrático-burguesa y antiimperialista. Dos, la revo- lución guatemalteca de 1944/54 que, por la dialéctica misma de la historia, en la práctica tendía a profundi- zarse y a avanzar más allá de los programas limitados de los partidos burgueses que hacían gobierno, pero que cabalmente por eso fue sofocada, invadida pre- ventivamente por el imperialismo. Y tres, la revolución cubana, que de democrático-burguesa se transformó aceleradamente en socialista y que, asombrando a quienes sostenían la invencibilidad del semidiós yan- qui y la fatalidad de la geopolítica, heroicamente hizo morder el polvo de la derrota al imperialismo invasor en Playa Girón en 1961. Ello evidenció que la correla- ción de fuerzas en el mundo había cambiado a favor de las fuerzas progresistas.

Esto, que de tan transpartente parece un lugar común repetirlo, no podíamos mirarlo claramente los revolu- cionarios guatemaltecos de 1944/54 quienes, fuera del PGT, no éramos (hay que confesarlo) más que peque- ños burgueses más o menos radicalizados que apenas intuíamos ¡y nebulosamente! qué era en realidad el imperialismo. Nos parecía que este monstruo tentacu- lar se reducía a la United Fruit Company, a la Electric Bond and Share Company, etcétera. No podíamos en- tender entonces que ese “buen vecino” o “buen socio” en la terminología de Foster Dulles: “sin amigos pero con intereses”, cuando ve amenazados sus privilegios y oportunidades de jugosas inversiones y saqueos, re- acciona golpeando irracionalmente, brutalmente, sin importar que se trate del “comunista” Arbenz en Gua- temala o del “justicialista” Perón en Argentina o del “nacionalista” Vargas en Brasil. Ningún progreso inde-

11 pendiente ni gesto realmente popular son tolerables, menos si constituían un mal ejemplo que pudiera ser imitado por otros pueblos: reforma agraria, código de trabajo, organización sindical, puertos propios, desa- rrollo con recursos nacionales, política internacional independiente, legalización de un partido comunista... ¡De ningún modo! “¡Peligra la seguridad del continen- te!”, máxime cuando esto último: un Partido Guate- malteco del Trabajo (PGT), tendía a ser la vanguardia estimulante del proceso revolucionario y mediatamente de su conversión en algo más odiado, por profundo y popular, por la oligarquía y sus padrinos imperialistas: la construcción del socialismo.

Y cabalmente, por ser la guatemalteca la primera re- volución democrático-burguesa de este siglo asixiada preventivamente por el imperialismo (en nombre de la “solidaridad continental”) por eso: por democráti- co-burguesa en este lapso histórico del ocaso de la burguesía, de la liberación de los pueblos y del enfren- tamiento frío y caliente entre los dos campos opuestos (capitalista y socialista), hecho que condiciona todo el acontecer mundial ha venido a constituir una fuen- te invaluable de experiencias revolucionarias, relejos condicionados cavernarios y, ya sofrenada y desvir- tuada: un campo de ensayo de represión “contrainsur- gente”. Esto también explica por qué “el caso de Gua- temala” lejos de perderse en el olvido o la indiferencia, constantemente se reactualiza, se reanaliza y debate a la luz de las nuevas situaciones que en el mundo se van creando. De nuestro patético caso aprendieron algo importante tanto Fidel Castro como el Che Gue- vara, previendo las debilidades pequeñoburguesas y profundizando a su debido tiempo la revolución cuba- na en una línea proletaria y socialista. De él también extrajeron lecciones los militares peruanos de Velasco Alvarado y seguidores, ensayando, con signo opuesto, una modernización burguesa calculada (para paliar los desbordamientos populares), afectando apenas

12 en lo indispensable las añosas y descompuestas es- tructuras del capitalismo dependiente, y decíamos, en este mismo laboratorio histórico: Guatemala, pueblo admirablemente indomeñable, ha venido experimen- tando del imperialismo en las últimas décadas sus ge- nocidas métodos de contra- insurgencia y de paliati- vos o disimulos “desarrollistas”, aprendidos y usados con atroz vileza y rotundo fracaso en las ciudades y campos del indómito Vietnam.

De tal manera que una obra como la de Toriello: “Más de Veinte Años de Traición”, que combina el argumen- to contundente y el dato sólido con la noticia concre- ta, a veces interpretados con pasión difícil de aceptar por los puritanos de la sociología; que señala sin vaci- laciones a los traidores y asesinos a sus inspiradores internos y externos; que alerta sin ambages con la pa- labra hirviente contra ese poder deshumanizado, avo- razado y sin recato alguno, que tanto puede esgrimir hipócritamente la pacíica biblia en una mano como la infernal bomba de neutrones en la otra, o bien es- pecular con los terremotos y otros cataclismos pro- vocados por los técnicos; una obra de alguien que ha evolucionado hacia el materialismo histórico al ritmo de los acontecimientos: que no obstante su madurez biológica continúa siendo de pensamientos e impul- sos jóvenes, no puede considerarse como un adicional libro de denuncia. Es un vivo documento que merece la atención acuciosa y la crítica constructiva de todos los hombres progresistas. Hay que asimilar aciertos, ainar estrategias o tácticas, reorientar posiciones, co- rregir errores: toda tarea humana los tiene.

Para nosotros prologar un libro de Toriello ha sido do- blemente satisfactorio. Primero, porque a través de su lectura y su enlace con los escritos y actuaciones del autor entre 1944/54 y hoy, hemos podido compro- bar lo que ya dijimos y ratiicamos: Guillermo Toriello ha dado un gran salto cualitativo, es sin duda alguna

13 un hombre de su tiempo. No cualquiera, y menos con extracción burguesa como la suya, asume una res- ponsabilidad ( ¡y sus consecuencias!) de la magnitud aludida, que deinitivamente lo divorcia y enfrenta a su clase. Y segundo, porque pudimos comprobar que nosotros, como relejo de lo acaecido en nuestra Gua- temala y en el mundo desde nuestra frustación par- cial en junio de 1954, también hemos avanzado otro trecho: ahora entendemos mejor que ayer las leyes histórico-dialécticas de esta segunda mitad del siglo

XX. Nos hemos, pues, despojado ambos de nuestros ilusos proyectos de reforma pequeñoburguesa y de nuestros subjetivismos y seudo heroicidades de ayer, para colocarnos ideológicamente en la trinchera co- lectiva de los obreros y los campesinos, al lado del socialismo, presente parcial todavía, pero ya mañana pleno de la humanidad y del Hombre genuino.

Cuernavaca, México Mayo de 1978

14 ADVERTENCIA

Muchos de Ustedes, amables lectora o lector, antes de entrar en las páginas de este libro, se habrán pregun- tado el por qué del título: “Más de Veinte Años de Trai - ción”. Es muy razonable y lógico que se planteen tal interrogante quienes desconocen mi última obra pu- blicada bajo el acápite: “Tras la Cortina de Banano”.*

En ella relato la historia de nuestra Revolución de Oc- tubre durante el decenio que logró sobrevivir (1944- 1954); su carácter democrático- burgués; los ideales que la inspiraron; su acción nacionalista y antiimperia- lista; sus notables conquistas en los campos político, social, económico y cultural, hasta el día en que su proceso fue frenado por la descarada intervención de los Estados Unidos, perpetrada el 27 de junio de 1954.

Finaliza esa obra reseñando los tres primeros años de administración yanquimalteca (primeros de la trai- ción antinacional), cuando el Departamento de Esta- do, a raíz del derrocamiento del gobierno constitucio- nal que presidía del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, impuso en su lugar a un lacayo del imperio, Coronel .

De junio de 1954 a la fecha han pasado más de veinte años. Para ser exacto, veinticinco. Durante ellos, la traición interna no ha tenido reposo. Tampoco la ha tenido la internacional. Los iniciadores de la infamia fueron unos militares, entonces altos jefes del Ejército Nacional quienes gozaban de toda la conianza y com - pañerismo del Presidente de la República, Coronel Ja- cobo Arbenz Guzmán, a la vez, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. No obstante tales circunstancias, ese grupúsculo castrense, cumpliendo las exigencias de la Embajada de Estados Unidos en Gutemala, fue el ejecutor del artero golpe de Estado que culminó con

15 la caída del gobierno constitucional y la implantación en su lugar, del primer régimen neofascista en Amé- rica Latina.

Coludidas con esos militares desleales se hallaban las clases más reaccionarias del país, entre ellas, la oli- garquía: (terratenientes feudales, el clan agro-expor- tador, un fuerte sector de la industria y el comercio y, naturalmente, la Iglesia Católica reaccionaria). Ya en las postrimerías de la administración del Coronel Arbenz, buena parte de la clase media -siempre va- cilante e impermeable a los cambios trascendentales que puedan modiicar lo establecido- también se alió a la conspiración contrarrevolucionaria que dirigía el triángulo United Fruit Company - Departamento de Estado - CIA.

De los yanquimaltecos que asaltaron el poder todo era de esperarse. Castillo Armas y su maia estaban al servicio incondicional del imperialismo. Eran los or- gullosos portaestandartes de la traición interna. Mas no podía imaginarse siquiera que los más conspicuos dirigentes de los partidos políticos que habían ope- rado legalmente en la República y blasonaban de su apoyo incondicional al proceso revolucionario dieran, a los pocos meses, el cínico cambiazo. Inmediatamen- te salió a luz la baja condición de aquellos trapecistas, tránsfugas y veletas. Se evidenció sobremanera su fal - ta de convicciones revolucionarias, su carácter opor- tunista y su deslealtad. Durante el lapso comprendido desde la intervención yanqui hasta hoy, su pertinacia en mantener y usufructuar posiciones políticas los hizo acomodarse a muchos de ellos, mientras otros -cuando se autorizó de nuevo la organización política- se reagruparon en nuevos partidos políticos burgue- ses, llevando a ellos la total corrupción. A tal extremo esta conducta reprobable, que sin el más mínimo es- crúpulo han hecho alianzas y pactos con las organiza- ciones oiciales, contribuyendo así a los vergonzosos

16 fraudes electorales y a dar a los usurpadores, visos de ascendencia legal al poder.

De estos seudorrevolucionarios, al ver sus temores y vacilaciones ante la agresión extranjera de 1954, el Coronel Arbenz -en su última Junta de Gabinete- hizo este comentario: “...ellos están como los monos aga- rrados a las ramas de dos árboles, para ver de qué lado se van...” ...Y yo me permito agregar: se fueron del lado de la antipatria...

Debo dejar constancia de que el Partido Guatemalteco del Trabajo (Partido Comunista, reconocido legalmen- te en 1949), no llegó jamás a estar en esa condena- ble actitud. A pesar de su inmadurez, en los primeros -años de su existencia; de la labor de zapa de algunos agentes provocadores incrustados en sus ilas; de los muchos errores y serias equivocaciones de algunos de sus miembros en la correcta aplicación cientíica del marxismo-leninismo (algunas de las cuales aún per- duran), su lealtad a esos principios y su consecuencia con el desarrollo de la Revolución de Octubre, los hace acreedores de nuestro más alto respeto.

Sus dirigentes, obligados desde 1954 a vivir en la clandestinidad, en permanente lucha por mantener la organización y llevar adelante sus tareas, han demos- trado un gran valor y irmeza que raya en lo heroico. Asediados y cercados por el Ejército y sus fuerzas re- presivas de seguridad, así como por las organizacio- nes paramilitares castrenses y de extrema derecha, muchos de sus más destacados líderes han sido tor- turados y asesinados vilmente.

Durante el régimen del fascista Coronel Enrique Pe- ralta Azurdia, en marzo de 1966, 28 personas, en- tre ellas altos miembros del PGT, fueron apresados y después de torturas inenarrables, ultimados y sus cadáveres lanzados al mar desde aviones de la Fuerza

17 Aérea Nacional. En 1973, bajo el régimen criminal del Coronel Carlos Arana Osorio (hoy también General), otra redada que realizaron sus bandas de genocidas en una casa de barriada, logró capturar a once per- sonas (diez miembros del PGT y una infeliz empleada -“sirvienta”- de dicha casa). Todos fueron asesinados, incluyendo la infortunada empleada “...para que no hablara...” Y bajo la satrapía de otro lamante Gene- ral -electo por un escandaloso fraude- Kjell Laugerud García expresidente “Constitucional” de la República), en el mes de diciembre de 1973, se despedazó -sacán- dole previamente los ojos- al Secretario General del PGT, Licenciado Huberto Alvarado, intelectual desta- cado y patriota ejemplar.

Tales hechos monstruosos (ni Pinochet se atrevió a ultimar a Luis Corvalán, también digno Secretario del Partido Comunista Chileno) no tuvieron la difusión y por ello no obtuvieron la repulsa mundial que ameri- taban. Tampoco existió una vigorosa protesta por par- te del internacionalismo socialista, tal y como merecía semejante asesinato.

Estoy seguro que Usted amable lectora o lector, ig- noraba estos crímenes y desconocía también que en Guatemala el genocidio cometido contra su pueblo -desde 1954 hasta hoy- ya alcanzó la pavorosa cifra de sesenta mil personas, entre muertos y desapareci- dos.* Si sumamos todas las matanzas realizadas por los “cristianos” regímenes fascistas de Chile, Uruguay, Argentina, Paraguay, Bolivia, Nicaragua, El Salvador y otros, el total no alcanza a igualar las perpetradas en mi patria. Baste recordarles que el tremendo terre- moto del año pasado (4 de febrero de 1976) que asoló muchas ciudades de nuestro territorio nacional, dejó un saldo de 23.000 muertos y que para igualar el ge- nocidio cometido por los regímenes impuestos por los Estados Unidos en Guatemala (1954-1977), se nece- sitarían casi tres cataclismos de la magnitud del su-

18 frido en nuestro país... Hasta esos increíbles extremos de barbarie ha llegado el sistema “anticomunista” que impera en la República.

Debe aclararse naturalmente que no todos los miem- bros del Ejército Nacional son responsables y cóm- plices de la acción antipatriótica y antinacional, en- treguista y criminal, a la cual ha sido arrastrada la Institución por el grupo de altos Jefes y Oiciales que han logrado dominar los puestos claves de las Fuer- zas Armadas, en los últimos veintitrés años. Por el contrario, del seno de ellas mismas han salido heroi- cos combatientes que han ofrendado hasta la vida por limpiar al Ejército de los bandidos con uniforme y se han puesto del lado de la causa popular y en defensa de la patria contra el saqueo de sus riquezas natura- les y contra la intervención extranjera.

Los gloriosos nombres de Alejandro de León, Luis Au- gusto Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa y de mu- chos más, han quedado grabados en el corazón de la ciudadanía, por haber rectiicado su posición y el haber sido los iniciadores de la lucha armada popular. Sus acciones guerrilleras en contra de tropas norteamerica- nas (Boinas Verdes) y del propio Ejército Nacional (que actúa como Ejército de ocupación de su propio país), así como su hermosa lucha contra la injusticia social y en defensa de la soberanía nacional, los ha hecho me- recedores del más alto respeto y admiración.

El sacriicio de sus vidas no ha sido en vano. Otros militares han seguido su ejemplo y cada día se suma- rán más. Así, hombro con hombro con los civiles, en la actualidad continúan la acción armada guerrillera en diversos frentes, como una de las formas de la lu- cha revolucionaria y de respuesta al sistema de vio- lencia institucionalizada que ejercen contra el pueblo, el régimen de turno y un sector de la oligarquía.

19 Es un deber histórico dejar constancia de la ejemplar conducta revolucionaria de los trabajadores guatemal- tecos. Desde la intervención yanqui en nuestra patria, en 1954, fueron blanco feroz de la contrarrevolución: sus organizaciones, declaradas fuera de la ley “por co- munistas”; sus principales líderes perseguidos hasta la muerte; sus locales y bienes, coniscados; y cientos de obreros encarcelados y muchísimos cesados en sus labores. Hambre, miseria, enfermedad, cárcel, tortu- ra y asesinato, ha sido el injusto acontecer para esta combativa clase, hoy más explotada que nunca. Pero el imperialismo y las clases dominantes que usurpan el poder en Guatemala, se equivocaron totalmente al pensar que habían logrado someter y anular las aspi- raciones y el espíritu de lucha de esta gallarda clase, al ejercer contra ella los métodos salvajes del sistema fascista.

De nada les ha servido a los genocidas el haberse em- papado las manos con tanta sangre inocente y el ha- ber llevado el luto y la desesperación a tantas familias. Hoy, como “El Ave Fénix”, el movimiento obrero renace de sus propias cenizas y se consolida, fortalecido por la dramática experiencia vivida, con un espíritu mu- cho más combativo y con la decisión inquebrantable de lograr un cambio deinitivo de la injusta estructura económica que los oprime y explota.

¡Con cuánta felicidad -desde el fondo del mar, a donde su cadáver fue lanzado junto con 27 compañeros- ve el patriota ejemplar y Secretario de la Confederación General de Trabajadores de Guatemala, Víctor Ma- nuel Gutiérrez, la reestructuración del movimiento la- boral de sus hermanos!

¡Y cómo no referirnos con emoción fraternal a nues- tros compatriotas campesinos, víctimas seculares de la injusticia, el despojo, la explotación y la muerte!

20 Tan pronto como quedó instaurado el régimen de la traición antinacional en 1954, después que éste de- rogó el Decreto 900 del Congreso, el cual contenía la justísima Ley de Reforma Agraria (que asentó en el campo, en menos de un año, a cien mil familias cam- pesinas), a balazos despojó de sus tierras a todos los que las habían recibido, les quemaron los ranchos que habitaban y se masacró a miles de ellos. Se -can celaron todos los sindicatos campesinos y los líderes que no cayeron en prisión o fueron ultimados, tuvie- ron que huir del país o esconderse por años.

Cuando en 1962 se inició la lucha armada del pueblo y años más tarde (1966-68) tomó una fuerza alar- mante, por sus triunfos contra el Ejército Nacional, los campesinos le brindaron un apoyo decidido en muchas zonas. Pero una vez semianiquiladas las guerrillas, por los Boinas Verdes yanquis y 12.000 soldados del Ejército, la venganza de las clases do- minantes no se ha saciado hasta la fecha. Miles y miles de campesinos han sido torturados, mutilados, marcados con hierros candentes y luego acribillados a tiros.* Según estadísticas publicadas cada 23 de diciembre sobre la violencia en la República (Diario El Gráico de Guatemala), en 1976 hubo 826 asesinatos (reconocidos oicialmente), de los cuales el 720/o fue - ron de campesinos.

Este bárbaro genocidio, sin paralelo actual, ni aun en el Cono Sur, donde el imperialismo ha entroniza- do a otro grupo de verdugos de sus pueblos, no ha logrado intimidarlos. Aunque analfabetos en un 80% y carentes de una verdadera conciencia política sa- ben, sin embargo, por intuición y elemental sentido de autodefensa, que los guerrilleros y el PGT son sus únicos amigos; de los primeros piensan que son su brazo armado justiciero y les prestan toda ayuda; por el PGT saben y comprenden que deben aliarse con los obreros, sus hermanos también explotados y que sólo

21 unidos podrán librarse de la ignominia de un régimen canalla como el que impera en la nación y que los mantiene sumidos en la miseria y en la desesperación.

¡También su líder máximo Bernardo Castillo Flores, quien fuera Secretario de la Confederación Nacional Campesina -sacriicado en el citado grupo de los 28 desaparecidos- contempla el vigoroso resurgimien- to de la lucha de sus compañeros, en un plano más combativo y organizado, y piensa que no está lejano el día en que vuelvan a formar su nueva Confederación!

La Universidad de San Carlos de Guatemala, que es- pecialmente durante la última década, se ha visto más asediada y bajo constante amenaza de intervención por los enemigos de la inteligencia que gobiernan el país, ha tenido una actitud de dignidad y excepcional posición combativa frente a los desmanes de los re- gímenes yanquimaltecos y los sectores reaccionarios que los apoyan.

En el seno de esta tricentenaria y benemérita Insti- tución Académica, sobre todo en estos últimos años, sus autoridades, maestros y estudiantes (a pesar de que han sido iniltrados o inluenciados por agentes provocadores de la CIA -ultra derecha y ultra izquier- da- y por otros grupos de las clases dominantes), han tenido la gallardía, el patriotismo y el valor de actuar, como un todo, en defensa de la soberanía nacional y del lado de las justas demandas populares.

Ni las constantes amenazas, ni los atentados, ni los crímenes cometidos en contra de tantos estudiantes y de algunos de sus maestros y altas autoridades,* los ha hecho retroceder. Por el contrario, todos esos ataques los han compactado y fortalecido en su jus- ta y heroica lucha. Como egresado de esa Alta Casa de Estudios, me siento orgulloso de la digna posición adoptada por sus autoridades, maestros y estudian-

22 tes frente a la escalada fascista del régimen gobernan- te, en defensa de la autonomía universitaria y de la soberanía nacional.

En cuanto a la agresión internacional cometida contra Guatemala en 1954 por los Estados Unidos y los go- biernos lacayos de Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y República Dominicana, en mis libros an- teriores he demostrado documentalmente que aquella arbitraria e injustiicable intervención, constituyó una cínica y lagrande violación de todas las normas del derecho internacional y de los tratados e instrumen- tos jurídicos vigentes (Carta de la ONU, Carta de la OEA, Tratado de Río, etcétera), de los cuales los paí- ses agresores y Guatemala eran signatarios.*

He caliicado tal agresión internacional de “traición” porque en rigor de verdad, lo fue. Guatemala, desde el inicio de la revolución de 1944, se empeñó en man- tener y lo realizaba sinceramente, las más amistosas relaciones con todos los países de la tierra. Excepción hecha de Nicaragua y República Dominicana, cuyos sátrapas gobernantes le fueron hostiles desde un principio; con Centroamérica sus lazos eran fraternos.

De ahí que la baja acción de tipo lacayuno de esos go- biernos, al confabularse con los Estados Unidos para darle a nuestra patria una puñalada por la espalda, sin otro motivo que la obediencia ciega a los mandatos del imperio, no merece otro caliicativo. Traición no tan sólo contra el pueblo de Guatemala, sino contra sus propios pueblos que eran solidarios de la lucha desigual, heroica y patriótica que realizaba el gobier- no de Jacobo Arbenz en defensa de la soberanía na- cional y de la dignidad de toda nuestra América frente a los aviesos ines del imperialismo. ¿Y cómo designar a la artera actitud de los Estados Unidos? ¿No fue una gran traición de la entonces

23 nación más poderosa del planeta, volcar toda su in- luencia y sus medios en favor de tres desacredita- dos monopolios yanquis y para mantener sus injustos privilegios, aplastar un movimiento democrático y pa- triótico que realizaba una pequeña nación indefensa e inofensiva? ¿No fue una descarada traición a los ca- careados principios de respeto a la autodeterminación de otros pueblos enunciados por el Presidente Eisen- hower el 16 de abril de 1953: “El derecho de cualquier nación a formar un gobierno y un sistema económico de su propia selección, es inalienable” y “El intento de cualquier nación de dictar a otras naciones su forma de gobierno, es indefensible”...? ¿Y no tiene todos los visos de una gran traición el que Estados Unidos haya engañado al mundo entero airmando que se trataba de erradicar en Guatemala un grave “peligro comunis- ta” cuando en realidad perseguía apoderarse -como lo ha hecho- de toda la economía y de los recursos natu- rales de nuestro país?

Y airmo que la “traición internacional” no ha teni- do solución de continuidad, porque la agresión im- perialista contra Guatemala sigue viento en popa. La masacre de los guatemaltecos ha sido dirigida, tecni- icada y fomentada por el imperialismo. Y no obstan- te la “doctrina Carter” de hipócrita protección a los “derechos humanos”, la ayuda y el decidido apoyo al régimen fascista que Estados Unidos entronizó desde 1954 para saquear nuestras riquezas nacionales, no ha variado un ápice.

En este nuevo ensayo demostraré, también documen- talmente, de qué modo la economía guatemalteca ha caído deinitivamente en las garras de las transnacio- nales imperiales, acción que han logrado los Estados Unidos mediante la sumisión absoluta a su servicio del “Ejército Nacional” y el control deinitivo sobre los gobiernos títeres que han impuesto y manipulado du- rante más de dos décadas.

24 Abro pues, las ventanas de mi patria para que las lec- toras o lectores puedan asomarse a ella y sean testi- gos del drama que vive nuestro pueblo bajo el sistema de violencia y terror fascista impuesto y sostenido por el imperialismo.

Desde ese mismo mirador también podrán observar a mis compatriotas, quienes haciendo honor a su ya probada vocación libertaria, no se rinden ni claudican frente a sus enemigos internos y externos. Presencia- rán cómo luchan día a día, gallarda y heroicamente, en las calles de las ciudades, en las fábricas, en las escuelas, en las universidades, en los barrancos y en todos los ámbitos de la República, contra la opresión y la violencia oicial del sistema fascista imperante. Esa cruenta batalla de nuestro pueblo es el más claro testimonio de su alto espíritu combativo y demostra- ción de su capacidad organizativa que avanza acelera- damente hacia el logro total de la unidad de todas las fuerzas democráticas y revolucionarias, único medio para alcanzar el triunfo deinitivo del pueblo contra sus opresores.

25

CAPITULO I

LA VITRINA LUMINOSA

En mis libros anteriores ya mencionados, quedó ple- namente establecido -por medio de documentos oi- ciales irrefutablesque los Estados Unidos, violando las más elementales normas del Derecho Internacional, intervino y agredió violentamente a Guatemala con el único in, no de erradicar -como falsamente quiso jus- tiicarlo y lo propaló en todo el mundo- un supuesto e inexistente peligro “comunista”, sino de instaurar un régimen colonial a su exclusivo servicio.

También se ha expuesto detalladamente en dichas obras, cómo el Departamento de Estado de aquella nación, en cínica connivencia con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y con su Embajada acreditada en nuestra patria, después de gobernar “detrás del tro- no”, institucionalizar la violencia y el terror, establecer el primer sistema fascista en el Continente, decidieron y ordenaron la eliminación física del yanquimalteco Coronel Carlos Castillo Armas, de quien se habían servido como “hombre de paja”, pero cuya maniiesta ineptitud y la corrupción administrativa de su régi- men espurio, les resultaba un serio escollo para llevar adelante los planes imperiales de dominación integral de Guatemala.

Dentro del referido lapso, además de gobernar mo- viendo los hilos de sus títeres y la maquinaria lacayu- na de los sectores de la “iniciativa privada” y de las clases más reaccionarias del país, los Estados unidos se habían quitado, de una vez por todas, la hipócrita máscara de “defensores de la civilización cristiana” y el “mundo libre” y dejaban al descubierto su temible rostro de piratas internacionales. Se hizo evidente la

27 ambición de extender y prolongar indeinidamente el control que ya ejercían sobre toda la nación. Su si- guiente paso era obvio: debían caer en sus manos to- dos los demás recursos y riquezas naturales, de tal forma, que sus avorazados inversionistas no encon- traran en el futuro ningún valladar que les impidiera el dominio absoluto y total de nuestra economía.

Recordemos que de toda nuestra América, sólo Gua- temala, con su admirable revolución democráticobur- guesa (1944-1954), había logrado librarse del yugo imperial durante ese histórico periodo. Revolución admirable y ejemplar -si se toma en cuenta la correla- ción de fuerzas de entonces y que se llevó a cabo du- rante la “Guerra Fría”- por sus proyecciones interna- cionales, especialmente latinoamericanas, donde sin disputa constituyó la vanguardia de un movimiento emancipador, antiimperialista, patriótico, nacionalis- ta y defensor de los recursos y riquezas naturales a los cuales tienen derecho nuestros países, en ejercicio legítimo de la soberanía nacional.

Esa “osadía” de la revolución guatemalteca, de haberse enfrentado al imperio, era imperdonable para la Admi- nistración del Presidente Dwight Eisenhower y sobre todo para su canalla vicepresidente, Richard Nixon quien inmediatamente después del derrocamiento del gobierno constitucional del Coronel Arbenz, y la impo- sición del régimen lacayo de Castillo Armas, se apre- suró a declarar: “...el objetivo del Presidente Castillo Armas, `de hacer más por el pueblo en dos años que todo lo que los Comunistas fueron capaces de hacer en una década’ es muy importante. Esta es la prime- ra vez en la historia en que un gobierno Comunista, ha sido remplazado por uno libre. El mundo entero está observando quién hace mejor el trabajo. Si Casti- llo Armas realiza su meta, el Comunismo recibirá un golpe demoledor, del cual nunca podrá recuperarse en las Américas”.* Para que el grupo de vendepatrias

28 impuestos por el Departamento de Estado, cumpliera esa meta soñada por Washington, era indispensable que la Administración del inescrupuloso binomio Ei- senhower-Nixon, le diera todos los elementos necesa- rios, en especial, económicos para que no fracasara, ya que en caso contrario, sería el “hazme reír” del es- fuerzo anticomunista estadounidense.

Los “geniales” estrategas políticos yanquis aconseja- ron a su gobierno que además de prestarle a los regí- menes impuestos toda la ayuda económica (a Castillo Armas, antes de su asesinato le había dado cien mi- llones de dólares), era indispensable crear una ima- gen especial de la nueva Guatemala “liberada”, que fuera muy diferente a las pobres condiciones en que se hallaban las otras naciones de Centroamérica. Se le debería convertir en una “vitrina luminosa” donde se pudieran exhibir las más altas virtudes de la libre empresa y de la nueva democracia vertical (tipo fas- cista) que fuera un ejemplo extraordinario, no sólo para América Latina, sino para el “mundo libre”. Así éste podría constatar lo que signiicaba la “liberación” de un pueblo de las garras del “comunismo interna- cional” y la acción benefactora de los Estados Unidos realizada con “la mejor buena fe y en forma desinte- resada”.

Debe tenerse presente que durante los tres primeros años que gobernó Castillo Armas, a pesar de las nu- merosas inyecciones de ayuda económica y de todo tipo, suministradas por los Estados Unidos, éste no pudo alcanzar ninguno de tales objetivos, tanto por la incapacidad de los administradores, como por la corrupción que carcomía al sistema. Apenas pudo so- brevivir ese vergonzoso periodo inicial.

La preocupación de los imperialistas no tenía límites. No podían permitirse el lujo de que sus minuciosos planes de presentar a Guatemala como un modelo

29 de bondades “anticomunistas”, pudieran fracasar. Mucho menos iban a tolerar la pérdida de las sumas invertidas con ese in y, sobre todo, no alcanzar sus propósitos de dominación integral del país. Sin- em bargo, no perdían la esperanza de llevar adelante sus torvos designios mediante el cumplimiento del plan de sus estrategas, el cual consistía en esencia en la realización de tres puntos que consideraban funda- mentales y determinantes: 1° la sumisión y control total del Ejército Nacional; 2° la imposición y someti- miento absoluto de los próximos gobiernos; y 3° el im- plantamiento deinitivo del sistema fascista iniciado con Castillo Armas, institucionalizando la violencia y el terror en todos los ámbitos de la República.

Una vez tomada esa decisión y seguros de llevarla a la práctica, los Estados Unidos se sintieron tranqui- los. Sólo así, ejerciendo esa amorosa “pax america- na” lograrían la aluencia de sus “generosos” inver- sionistas, base esencial para la consecución de sus objetivos de dominio económico y para el acelerado desarrollo capitalista dependiente de Guatemala, na- turalmente, no en beneicio de las grandes mayorías muertas de hambre de nuestro país, pero sí de las compañías transnacionales estadounidenses y de la minoría de guatemaltecos que integran la clase domi- nante, quien, sin lugar a duda, les prestaría todo su concurso incondicional y lacayuno.

30 CAPITULO II

DOMINIO Y CONTROL SOBRE EL “EJÉRCITO NACIONAL”

Breve historia del Ejército

Hacer la historia del Ejército Nacional de Guatemala, sería una tarea ajena a los propósitos de este ensa- yo. Empero, se hace indispensable -para información de los lectores- una brevísima referencia de algunos antecedentes que sirvieron de base a su estructura actual, con el propósito de que se pueda comprender fácilmente la infortunada posición a que ha sido ori- llado desde hace más de dos décadas, por un grupo de militares de alto rango, antipatriotas y entreguistas; posición que implica una absoluta contradicción con los altos intereses nacionales y con los nobles ines que debería desempeñar en defensa de la soberanía y de los legítimos derechos del pueblo guatemalteco a una vida digna, democrática e independiente.

Antes de 1871 en que se llevó a cabo la histórica e importantísima revolución liberal, encabezada por los Generales Miguel García Granados y Justo- Rui no Barrios, no existía en Guatemala un ejército pro- fesional. Los alzamientos y las luchas armadas intes- tinas se organizaban con grupos de campesinos indí- genas, mestizos y algunos elementos de la pequeña burguesía, dirigidos por “caudillos” que sustentaban banderas patrióticas o eran movidos a veces, sólo por ambiciones personales. Los gobiernos integraban sus tropas con iguales elementos de combate, y a veces se lanzaban con ellos, aun hasta la seria empresa de una guerra internacional con los países vecinos de Centro- américa. Los soldados eran reclutados casi siempre en calidad de mercenarios y se dio el caso de que, en

31 los conlictos internos, después de haber peleado en un bando, meses después combatieran en el bando opuesto, esto según la importancia de la remunera- ción económica que se les ofreciera.

Entre las reformas realizadas por el General Barrios, una de ellas fue en 1873 la creación de la academia militar, que desde entonces se designó con el nombre de Escuela Politécnica. Necesitaba una fuerza militar tecniicada y con formación estrictamente castrense para consolidar la Revolución Liberal y llevarla a toda Centroamérica. Sólo así podría, además, remplazar el poder de la Iglesia Católica a la cual, de un tajo, había separado del Estado, en una de las decisiones más im- portantes tomadas durante su gobierno. Le era impera- tivo también ejercer un absoluto dominio sobre las ne- fastas fuerzas conservadoras, aliadas de aquella iglesia y que conjuntamente, por 30 años, habían dominado la República, oponiéndose subversivamente a los cambios fundamentales que realizaba la revolución liberal.

Con ese mismo in estableció el servicio militar obliga- torio. Las clases dominantes y la pequeña burguesía, desde entonces, han evadido sistemáticamente el cum- plimiento de esta disposición; lo más que han aceptado “los señoritos” ha sido recibir la instrucción militar los domingos y días festivos: en parques y campos depor- tivos. Los altos jefes militares encargados del cumpli- miento de dicho servicio militar, se han hecho “los de la vista gorda”, no tan sólo por el respeto a la oligar- quía, sino por el temor de darles instrucción castrense y armas, que en un momento dado podrían causarle al Ejército problemas serios. En cambio los infelices campesinos no han podido escapar de prestarlo. Me- diante reclutamientos forzosos han sido y son llevados a los cuarteles, dejando abandonados a sus familias y pequeños cultivos. Los militares alegan que les hacen un bien, pues se les enseña a leer y escribir, se les dan normas básicas de higiene, ventajas que más tar-

32 de, trasladan a sus comunidades. Pero lo que ocultan es el desquiciamiento que la separación forzosa y por dos años, causa en el seno de las familias, fuera de la lesión a sus mínimos patrimonios. Lo más grave es que se les enseña, ahora más que nunca, a matar a sus hermanos y a todos aquellos que desde hace más de veinte años a la fecha, son acusados de “comunistas”. Y esto lo hacen por la obediencia ciega a que el soldado está obligado ante sus Jefes, según la disciplina militar vigente. No pueden razonar, ni pensar si sus hermanos están en una lucha justa por ellos y por la patria. “Ya se les dio la orden y hay que cumplirla, so pena de se- rios castigos, inclusive el fusilamiento.”

Pero volvamos al General Barrios: la ilosofía liberal que sustentaba, perseguía establecer un total laicismo en la estructura de todas las instituciones revoluciona- rias. Los nuevos elementos del futuro Ejército profesio- nal que se convertirían en Jefes y Oiciales, recibieron esa clase de ideología tan importante para aquella épo- ca. La Escuela Politécnica fue dirigida por instructores de diversas nacionalidades, en su mayoría fueron es- pañoles, estadounidenses y un mexicano, alternando sus periodos de dirección con militares guatemaltecos. Los estudiantes adquirieron conciencia de sus deberes fundamentales de lealtad a la patria, a la Constitución de la República de la cual, para su época, fue una de las más avanzadas y progresistas de nuestra América, y a las instituciones democráticas. Se les enseñó el de- ber a la defensa de la integridad, la independencia y la soberanía nacional y se les inculcó un alto sentido del llamado honor militar.

Como era de esperarse, esta nueva clase no era vis- ta con buenos ojos por los oiciales que habían sur- gido directamente de las fuerzas armadas populares reclutadas en la forma que ya señalamos antes, y que se habían ganado sus grados militares a veces en combates, o dentro del proceso de ascensos dentro

33 de la jerarquía castrense, por tiempo de servicio en los cuarteles, sin haber asistido nunca a la Escue- la Politécnica y careciendo, muchos de ellos, de toda instrucción elemental. Nació así un sentimiento de ri- validad explicable entre los dos bandos, y aunque en algunas ocasiones alcanzó proporciones dramáticas, generalmente “la sangre no llegó al río”, se concreta- ba a la peyorativa designación entre los respectivos grupos de: Oiciales de “escuela” y Oiciales de “línea”. Pugna que ha perdurado hasta nuestros días.

No obstante que las administraciones liberales actua- ron en forma progresista desde 1871 a 1899, desde este año hasta el de 1944, cambiaron totalmente de rumbo, actuando en forma antinacional y antipatrió- tica. Entronizaron en la República las más terribles tiranías y dictaduras contra el pueblo, con el in de merecer el apoyo incondicional de los Estados Unidos, país al que permitieron la desenfrenada y arbitraria instalación de sus monopolios imperiales.

Durante ese periodo el Ejército Nacional estuvo al servicio de aquellas tiranías y de dichos monopolios. Su acción fue más que todo, de caracter policíaco y represivo contra la ciudadanía. De nada había servi- do su tecniicación, ni las enseñanzas recibidas en la Escuela Politécnica. Naturalmente no todos los mili- tares actuaron así. Hubo muy honrosas excepciones que sacriicaron hasta su vida al luchar valerosamen- te contra aquellas satrapías y por salvar el honor del ejército. De los Cadetes de la Escuela Politécnica salió el gesto heroico de atacar y dar muerte al torvo tirano de los 22 años, Licenciado , quien se hizo designar: “Benemérito de la Patria y de- fensor de la juventud estudiosa”. El atentado, perpe- trado el día 20 de abril de 1908, cuando el sátrapa visitaba dicha Escuela, fracasó. La terrible venganza de Cabrera llegó al extremo de que, además de aniqui- lar a toda la compañía y a muchos de sus parientes y

34 amigos, ordenó la demolición del ediicio que ocupaba la Politécnica.

Durante las jornadas cívicas de junio de 1944, en las que tuve el honor de participar en primera ila y que obligaron al tirano, General , a renunciar del poder, el Ejército Nacional estuvo en contra del pueblo y actuó salvajemente en contra de las manifes- taciones pacíicas que realizábamos en ese entonces. Para defender al tirano y al sistema, utilizó al escua- drón de caballería que a sablazos atacó inclusive a mujeres indefensas que desilaban vistiendo luto por los caídos en esa mañana del 25 de junio; minutos después otra compañía de infantería les salió al frente disparando sobre ellas con saldo de muertos y heri- dos. Algunos varones que escoltábamos el desile, sal- vamos la vida inexplicablemente.

Un trío de militares, todos generales, asumieron el go- bierno provisionalmente y uno de ellos, Federico Ponce Vaides se quiso “comer el mandado”. Estando intacta la maquinaria de represión, la siguió usando contra el pueblo, pero éste, con el triunfo alcanzado contra Ubico, se hallaba dispuesto a los mayores sacriicios. Fue entonces que un pequeño grupo de militares jó- venes, encabezados por el entonces Capitán Jacobo Arbenz Guzmán, el Mayor y el civil Jorge Toriello Garrido, quien representaba a un sector, también de civiles, dispuestos a la lucha, los que iniciaron la gesta del 20 de Octubre de ese mismo año, la que hizo posible el advenimiento del proceso revolucionario que fue recibido por el pueblo con las mayores demostraciones de júbilo y apoyo en todos los ámbitos de la nación.

Pueblo y soldados fraternizaron y los líderes políticos llamaron a la institución “Ejército del Pueblo”. Duran- te la presidencia del doctor Juan José Arévalo se trató de concientizarlos en sus tareas, no sólo castrenses,

35 sino del más alto contenido nacionalista. Además de considerarlos como “Ejército de la Revolución”, se les colmó de seguridades para ellos y sus familias. Y esto constituyó uno de los tantos errores cometidos ya que se comenzaron a “engallar” y a pensar que constituian una “casta privilegiada” digna de un tratamiento de privilegio y excepción. Era imposible en pocos meses cambiarles la mentalidad y hacerles comprender el sentido de la revolución y su obligación de defenderla patrióticamente. En mis libros ya citados se encuen- tra un análisis sobre este tema en el cual señalo los errores cometidos por los presidentes Arévalo y Arbenz con relación al Ejército en sus respectivos periodos en el poder. Si en Arévalo son muy explicables sus coque- teos con las Fuerzas Armadas, dados su temperamen- to y personal concepción “espiritualista” del proceso revolucionario, en Arbenz se lamenta su fe ciega en “sus compañeros de armas” que tenían bajo su con- trol los puestos claves de mando y en su mayoría se negaron a combatir al enemigo y se opusieron rotun- dametne a que se armara al pueblo (como Arbenz lo ordenó) cuando los mercenarios dirigidos, armados, inanciados y contratados por el Pentágono y la CIA, agredieron a nuestra patria en 1954.

Pero volvamos a los primeros meses de la revolución de 1944. Arana encarnaba y representaba a los milita- res de “línea” y Arbenz, a los graduados de la Escuela Politécnica, de donde él era egresado. Los dos grupos pugnaban por tener dentro del Ejército la supremacía en el mando, al grado de que en la Constitución de 1945, para limar las diferencias, se creó el cargo es- pecial de Jefe de las Fuerzas Amadas para que fuera ocupado por Arana mientras que Arbenz fue nombra- do por Arévalo, quien había sido electo Presidente de la República, Ministro de la Defensa Nacional. Así se esperaba mantener el equilibrio dentro de la oicia- lidad de los dos grupos y acabar con la vieja pugna. Había un tercer sector del Ejército integrado por mili-

36 tares de “línea” y de “escuela” a los cuales por razones políticas se les había dado de baja.

Cuando el triángulo United Fruit Company - Depar- tamento de Estado - Agencia Central de Inteligencia (CIA), inició los numerosos complots y se llevaron a cabo las acciones subversivas en complicidad con la reacción interna, para derrocar al gobierno de Aréva- lo, algunos miembros activos del Ejército y muchos de los que se hallaban de baja, participaron activamen- te en estas aventuras. El propio Jefe de las Fuerzas Armadas, ya ascendido a Coronel, Francisco Javier Arana, azuzado por el Departamento de Estado y sus cómplices, entre los cuales se hallaba el nefasto arzo- bispo Rosell y Arellano, se rebeló, junto con un grupo de traidores a la revolución (1949), pero la asonada fue derrotada por el Coronel Arbenz a quien respaldó el pueblo y un fuerte grupo del Ejército.

Durante la tiranía del General Jorge Ubico (1930- 1944), cinco directores de la Escuela Politécnica fue- ron de nacionalidad yanqui y, naturalmente, también lo fueron los asesores militares del Ejército Nacional. Al desencadenarse la Segunda Guerra Mundial, aquel sátrapa de los catorce años, permitió el establecimien- to de bases militares de los Estados Unidos en la Re- pública y se acantonaron en nuestro territorio más de dos mil soldados yanquis listos para ejercer “la defen- sa continental”.

Durante los gobiernos revolucionarios ya no hubo más Directores extranjeros en la Politécnica y se nom- braron guatemaltecos, las bases militares estadouni- denses fueron canceladas, pero los asesores militares siguieron en sus puestos. Su participación en la agre- sión armada de junio de 1954 fue decisiva, pero más lo fue en la labor de catequización ideológica “antico- munista” de los jefes militares guatemaltecos, quienes se pusieron al servicio de los intereses antinacionales.

37 Desde el momento en que Estados Unidos instauró el régimen neocolonial (1954), una de sus principales preocupaciones fue “ganarse” al Ejército Nacional de Guatemala, empleando para ello, todos los medios de que es capaz. Halagos personales a los Jefes y Oicia- les; dotación en gran parte, gratuita, de toda clase de equipos militares para la infantería y modernos avio- nes de combate para la fuerza aérea. Puso in al blo- queo económico contra la República y también al boi- cot de suministros de repuestos para la aviación civil que había prácticamente paralizado la operación del transporte aéreo interno e internacional. Se aumentó el personal de la embajada de un total de 10 miembros estadounidenses y 18 guatemaltecos hasta 1954, a la cantidad de 185 empleados de los cuales únicamente 35 eran nacionales. Se tuvo buen cuidado, en aque- llos primeros días de la “liberación” de seleccionar un alto número de elementos importantes de la CIA, cuya principal labor fue la fundación del Comité de Defensa contra el Comunismo, la organización de los cuerpos investigadores y represivos de la Policía Nacional para la institucionalización del terror y la violencia contra el pueblo y la persecución de toda la ciudadanía. Ade- más, dentro del personal de la Embajada se aumentó apreciablemente el número de agregados militares y aéreos, cuya tarea especíica sería, además de la de tipo político, el adiestramiento de oiciales del Ejército Nacional en el manejo de los nuevos equipos y arma- mentos militares, así como en el de los modernos avio- nes ya entregados en virtud de los Pactos de Ayuda Mutua (suscritos entre ambos gobiernos). Otro aspecto de esa política de “ganarse al Ejército” consistía en ofrecerles invitaciones -con todos los gas- tos pagados para que fueran a entrenarse y profesio- nalizarse en la Escuela de las Américas en Panamá, en la Zona estadounidense del Canal, y en Fort Ben- ning, Georgia. Esta táctica ya la habían empleado, en escala menor, durante los gobiernos revolucionarios.

38 Además unos pocos eran seleccionados para ir opor- tunamente, en calidad de Agregados Militares a Was- hington y asistir como delegados a la Junta Interame- ricana de Defensa. Otros grupos viajaban en calidad de estudiantes al Colegio Interamericano de Defensa, dependencia de aquel organismo.

El objetivo primordial y de fondo de estas gratuitas in- vitaciones consistía, y ha seguido teniendo como in, “indoctrinar” a los participantes en la ideología anti- comunista que imparte el Pentágono en esos centros del imperio, y más aún, “colonizarlos” para que acep- ten convencidos, su triste papel de lacayos de Estados Unidos. Entre los años de 1956 a 1970, 2.080 oicia - les guatemaltecos han sido “preparados” en esos cen- tros. Todo ello se disfrazaba y se sigue disimulando bajo el pretexto de uniicar los medios defensivos de los ejércitos latinoamericanos para fortalecer la segu- ridad de Hemisferio y para la aplicación de las estipu- laciones del TIAR (Tratado de Asistencia Recíproca) de Río de Janeiro, por si llegara a desatarse una agresión extracontinental (?), por parte del “comunismo inter- nacional”.

El impacto sufrido en el propio seno del Ejército des- de la caída del gobierno constitucional que presidió el Coronel Jacobo Arbenz, como ya se dijo, produjo una escisión entre sus integrantes. Los inconformes que eran leales al gobierno y a la Patria, les fue imposible resignarse con la acción traicionera del puñado de Je- fes y Oiciales que la cometió; no pudieron contener su deseo de vindicar el honor de la Institución. Deben recordarse los levantamientos de Cadetes y Militares el 2 de agosto de 1954 y, meses más tarde “la rebelión de los sargentos”. Ambas fueron aplastadas.

Después de aquellos sucesos los jefes militares arras- traron al Ejército por los viejos caminos del oprobio.

39 Aunque algunos sectores de las’ fuerzas armadas no participaban de esta humillante situación, la estruc- tura de la jerarquía castrense les impedía tomar la acción impostergable para limpiar la mancha estam- pada sobre sus pechos y en contra de sus voluntades. Pero nada podían hacer debido al espionaje interno y la constante vigilancia de los jefes y oiciales incrusta- dos en los puestos claves.

En tales condiciones, desde entonces, el Ejército se salió del marco honorable que le había impuesto la Constitución de 1945 y que le señalaba atribuciones y deberes especíicos. Dejó de ser la institución apolí- tica, no deliberante, organizada con el in esencial de garantizar el respeto a la Constitución y a las leyes de la República, así como el de defender la integri- dad, la independencia y la soberanía nacional. En lu- gar de tan altos y hermosos ines, fue convertida por sus ambiciosos y perversos jefes, en una organización dependiente de un poder extranjero, dirigida y mani- pulada por los agregados y asesores militares esta- dounidenses, garantes de los monopolios extranjeros y de las nuevas inversiones antinacionales, defensor de los intereses de la minoritaria clase dominante, y transformado en un instrumento de represión contra el pueblo guatemalteco.

Mas no vaya a pensarse que el grupo de militares que por su traición a la patria había escalado posiciones tan importantes en el mando del Ejército se iba a con- formar sólo con eso. Cada uno de los integrantes as- piraba a ser “Presidente de la República” aunque vis- tiera la casaca de lacayo de Washington. Y así ha sido, como lo narraremos más adelante.

Los estrategas del Pentágono ensayaron en Guatema- la una nueva modalidad: en vez de crear el fementido Ejército Continental -al cual se oponían con dignidad varios países- les era mucho más fácil entronizar a

40 las oligarquías militares y de esta manera tendrían “perros de presa” para la defensa sacrosanta de sus intereses y monopolios.

La experiencia del “caso de Guatemala” probó a los Estados Unidos que tal estrategia era el acierto más grande para su política de dominación continental, y veinte años más tarde la pusieron en práctica en todo el Cono sur al instalar en la región los actuales regí- menes fascistas, incondicionales del imperialismo.

Sería muy difícil, tal y como dijimos al principio de este capítulo, tocar en tan corto espacio muchos otros puntos relativos a la historia pasada y presente del Ejército Nacional guatemalteco, pero antes de inali- zar este sumario debo apuntar lo siguiente:

Quede bien claro que dentro de la institución castren- se existen serias contradicciones y luchas intestinas por las diferentes tendencias ideológicas de sus inte- grantes, su extracción de clase y la natural inluencia del contexto social que las rodea. Así como durante los gobiernos de la Revolución de Octubre (1944 a 1954) prevaleció el sector juvenil y de tendencia de- mocrática, es un hecho comprobado que a partir de los últimos meses del gobierno del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, el grupo de traidores militares apo- yados por la Embajada yanqui fueron minando la ins- titución, atemorizando a los vacilantes y “engallando” a los reaccionarios de la derecha con la falsa propa- ganda del “peligro comunista”, hasta lograr quitarle el apoyo al Presidente Arbenz -cuando más lo necesi- tó- en el momento de la agresión imperialista armada, no sólo negándose dichos sectores militares, como era su ineludible deber, a pelear contra los mercenarios invasores y las quintacolumnas que los acuerpaban (salvo las excepciones honrosas, entre otros militares dignos, del Coronel Terencio Guillén, Gobernador de Escuintla y del Capitán César Augusto Silva Girón, en

41 Gualán), sino que se opusieron a dar armas al pueblo cuando Arbenz se lo ordenó.

De 1954 a la fecha la camarilla de coroneles y genera- les que han gobernado al país, todos reaccionarios, de ultra derecha, “anticomunistas”, “cristianos”, genoci- das, entreguistas y peculadores de alta escuela, repre- sentan al sector más antidemocrático y siniestro que ha manejado y manipulado a las Fuerzas Armadas en detrimento, cada día mayor, de aquel que tuvo en la época revolucionaria. Pero es indiscutible también, que existe en su seno un grupo de oiciales y de militares de alta graduación que desean una apertura democrática y que comprenden el ingrato papel en que se ha coloca- do a las Fuerzas Armadas por el grupúsculo reacciona- rio que actualmente domina la Institución.

Este fenómeno de pugna interna entre los sectores profascistas y aquellos otros que los adversan, no puede circunscribirse al Ejército guatemalteco. Se da en todas las latitudes de nuestra América y es posible que a corto o largo plazo, tengan éxito en su lucha.

En nuestra Guatemala, la creciente organización del pueblo, su combatividad y los avances constantes ha- cia la unidad de las fuerzas democráticas y revolucio- narias, han estimulado el movimiento antifascista den- tro de las Fuerzas Armadas. Pero es indispensable que haya entre los sectores progresistas y revolucionarios organizados, un mayor acercamiento y comunicación con los grupos antifascistas del Ejército. Los próximos meses serán decisivos en esa tarea impostergable y abrigamos la esperanza que también lo sea en esa lu- cha interna por el poder que se ha desencadenado den- tro del seno de las Fuerzas Armadas, en la cual ha de prevalecer la tendencia democrática y ponerse al lado de las patrióticas y justas luchas del pueblo contra los fascistas y genocidas que han ensangrentado la nación y la han puesto en las garras del imperialismo.

42 CAPITULO III

SUMISION DE LOS GOBIERNOS IMPUESTOS

Mercado de candidatos a Presidente Después del asesinato del yanquimalteco Coronel Carlos Castillo Armas, ordenado por la CIA, entre los otros vendepatrias se desencadenó una encarnizada lucha por el mando, en la cual participaron los más audaces traidores del grupo cómplice de su muerte. Todos se ofrecían a la Embajada de Estados Unidos de manera indigna y los intermediarios exaltaban las virtudes de los favoritos, como en aquellos desprecia- bles mercados de esclavos de ingrata recordación. Los amos yanquis hacían cálculos con papel y lápiz; dis- cutían y regateaban: este no nos parece porque tiene ideas liberales; este otro, tampoco, porque además de ser civil es inteligente; quizás aquel otro podría inte- resarnos porque además de tonto nos ofrece entregar- nos “hasta los peces del mar”; en in, ya decidiremos oportunamente...

No hago mención, por intrascendentes, de los breves gobiernos interinos. En los primeros meses de 1958 se llamó a elecciones para Presidente de la República. Entre los candidatos iguraba el General Miguel Ydí- goras Fuentes, gorila viejo y artero quien en 1954 se había ofrecido al Departamento de Estado para jefear la agresión armada contra su patria, pero fue descar- tado por haber escogido el Departamento, a Castillo Armas. A pesar de tales antecedentes Ydígoras apare- cía como candidato de la oposición (?) al continuismo de civiles y militares “liberacionistas”. Por una serie de contradicciones internas entre los electores, por la equivocada estrategia de los partidos de izquierda, aun del PGT (desde la clandestinidad), se dio la con-

43 signa de votar por él. Es posible que haya inluido en los electores revolucionarios los ofrecimientos del Ge- neral de que daría amnistía para todos los exiliados en 1954, y en las derechas su anuncio de que gobernaría “con mano de acero inoxidable”. Así la oligarquía se sentía protegida, pues recordaba que había sido iel servidor de Ubico.

Fue electo y se puso un sueldo de 150.000.00 quetza- les o dólares anuales y un millón de quetzales o dóla- res extras, también anuales, para gastos conidencia- les privados de la Presidencia.

Aunque no realizó un régimen estrictamente militar, se valió del ejército para efectuar sangrientas repre- siones contra el pueblo, en especial contra los secto- res estudiantil y obrero.

Gobernó intrascendentemente. Nunca se preocupó de la defensa de los intereses nacionales. Su táctica para aianzarse en el poder consistió en halagar el fana - tismo religioso haciéndole mayores concesiones a la Iglesia Católica reaccionaria. Promovió también, en forma escandalosa, la corrupción dentro del Ejército y la burguesía.

Después del triunfo de la gloriosa Revolución Cuba- na-1° de enero de 1959- que dos años antes había iniciado el heroico grupo comandado por Fidel Castro Ruz, los Estados Unidos decidieron destruirla. John F. Kennedy, el falso demócrata, gobernaba el imperio en esa época. Comprometido con Eisenhower y Nixon, debía llevar adelante los planes de invasión de la Isla fraguados por éstos. Sus “astutos” consejeros le hicie- ron creer que una estrategia parecida a la que se había empleado con Guatemala en 1954 sería efectiva para terminar de una vez por todas, con aquella molesta revolución. De ahí que era indispensable usar otra vez

44 a peones centroamericanos. Así escogieron a Somoza y a Ydígoras, quienes aceptaron con alacridad.

Ydígoras, con violación de nuestra soberanía nacio- nal, le otorgó bases a los Estados Unidos para entre- namiento de un ejército mercenario de más de 2.000 hombres, en su mayoría “gusanos” cubanos y de otras nacionalidades, todos bajo el mando descarado de ase- sores militares norteamericanos. Se instalaron por un tiempo en la inca Helvetia, en Retalhuleu, propiedad de un tal Roberto Alejos, enriquecido a la sombra del poder y a quien Ydígoras, entre otros pagos por “esos servicios” lo nombró “Embajador de Malta”. Después estas tropas fueron trasladadas a modernas instala- ciones construidas por expertos yanquis en El Petén (región norte del país). De allí partirían, en marzo de 1961, transportados en aviones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos traídos directamente de Panamá, ha- cia Nicaragua donde también barcos estadounidenses los trasportarían hasta Playa Girón, en Cuba, para realizar la invasión, que resultó la primera gran derro- ta militar del imperialismo en nuestra América.

En Guatemala la simpatía popular por el éxito de la gloriosa revolución que se desarrollaba en la Isla de Martí, hizo que fuertes sectores populares manifes- taran su júbilo por las calles de la ciudad Capital. Al mismo tiempo aprovechaban para expresar su repu- dio contra el régimen ydigorista que se hallaba impo- sibilitado de contener el desconento nacional. Existía un clima de inseguridad cada día más evidente y los bombazos, los complots y las protestas estaban a la orden del día. Para apaciguar a la burguesía, cuyo apoyo al régimen se estaba agrietando, el taimado Ge- neral, obedeciendo instrucciones de Washington, rom- pió relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba.

45 Mientras tanto, dentro de las fuerzas armadas aumen- taba el disgusto. Algunos elementos pundonorosos se sentían ofendidos por el ambiente de corrupción que invadía el Ejército, por la maniiesta incapacidad del gobernante y por los abusos de los asesores militares yanquis quienes dentro de la inca Helvetia, impedían a los militares guatemaltecos la entrada a las instala- ciones, usándolos simplemente de guardianes de las alambradas que rodeaban la propiedad.*

El 13 de noviembre de 1960, ciento veinte Oiciales y unos tres mil soldados habían acordado derrocar al régimen y hacer una reforma sustancial en las fuerzas armadas. Carecían de una ideología revolucionaria y sólo pensaban en un golpe de Estado. A última hora por delaciones y ambiciones personales, así como por otras circunstancias, no hubo el acuerpamiento pro metido por los sectores rebeldes en las otras insta- laciones milita res de la República. El grupo alzado era reducido pero bajo el mando de Alejandro de León (comandante de la compañía de cadetes de la Escuela Politécnica) y los tenientes Luis Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa, Rodolfo Chacón y Luis Trejo (quie - nes más tarde, en 1962 fueron los iniciadores de las históricas guerrillas guatemaltecas), en carros blin- dados de los cuales se habían apoderado, se fueron hacia Zacapa, tomaron la base militar de esa región, se les unió la de Puerto Barrios y desde allí hicieron un llamamiento al resto de las Fuerzas Armadas, en particular a los grupos que habían prometido alzar- se. La Fuerza Aérea vaciló. La intervención directa del Embajador de los Estados Unidos al lado de Ydígoras y las amenazas de bombardearlos con aviones traídos de Panamá y con los pilotos mercenarios cubanos que se hallaban en La Helvetia, los hizo desistir.

Ydígoras envió columnas de tropa contra Zacapa y Puerto Barrios, pero lo que determinó el fracaso del

46 alzamiento fue el bombardeo aéreo hecho por pilotos “gusanos” cubanos y yanquis estacionados en la cita- da inca de Alejos, quienes emplearon aviones P-26 en sus ataques. Algunos de los jefes coludidos en el golpe y que se hallaban en la capital comenzaron a asilar- se en las Embajadas. Alejandro de León y su grupo de valientes oiciales, pelearon hasta lo último, pero careciendo de aviación les fue inútil resistir y se refu- giaron en El Salvador y Honduras.

47 48 CAPITULO IV

LA LUCHA ARMADA POPULAR REVOLUCIONARIA

Se inician las guerrillas Ydígoras dio una sospechosa amnistía a los compro- metidos que no llegaron a participar en la asonada y poco a poco perdonó, aun a los alzados. De los que habían salido del país, casi todos volvieron y hasta se reincorporaron al Ejército, pero veintitrés jóvenes Oiciales, rechazaron el perdón del General. Sí regre- saron a Guatemala, vía Honduras, pero para inter- narse en la espesa selva de la Sierra de las Minas, en el noroeste de la República. Allí se hicieron fuertes, al principio, bajo el mando del teniente Marco Antonio Yon Sosa, quien al igual que sus valientes compañe- ros: Turcios, Trejo, de León, Chacón y otros, paradó- jicamente habían sido entrenados en las escuelas de contrainsurgencia que los Estados Unidos tienen en su propio territorio (Fort Gulick y Fort Bragg), y en la zona del Canal (Escuela de las Américas), en Panamá. De esta manera se inició el heroico movimiento gue- rrillero de Guatemala, el cual entre los años de 1965 a 1967, fue el más importante del Continente y estuvo a punto de tomar el poder en la República.

Ydígoras, como ya lo relatamos en páginas anterio- res, al ceder las bases militares en nuestra nación para el entrenamiento de los mercenarios que inva- dirían Cuba, creyó que por ese gesto amistoso hacia sus amos yanquis -pero antinacional y antipatrióti- co-, lograría mayor respaldo de ellos y, sobre todo, una abierta ayuda económica que en alguna forma pudiera aliviar la caótica situación a que había ori- llado al país en ese campo. Pero el imperio es duro con sus esclavos. Los fustiga, los humilla y luego les

49 tira mendrugos. Así es que poco fue lo que obtuvo el viejo gorilla y el descontento contra su régimen fue creciendo.

No sólo Ydígoras se equivocaba respecto a la política interna guatemalteca sino en la exterior. Su compli- cidad con los Estados Unidos para hacer posible la invasión de Cuba por Playa Girón o Bahía Cochinos (por la calidad moral de los invasores, de los directo- res intelectuales y de sus cómplices), resultó un fra- caso. Al imperialismo en esa criminal acción, “le salió el tiro por la culata”. Creyó que contra Cuba realiza- ría otro “guatemalazo” y nunca pudo imaginar que el gran Fidel Castro y el heroico “Che” Guevara, habían estudiado juntos y muy bien las causas de nuestro fracaso en 1954 contra la agresión yanqui y cambia- ron la estructura del Ejército, transformándolo en un ejército popular integrado por obreros, campesinos, estudiantes y profesionales revolucionarios. Washin- gton olvidó que en 1960 el “Che”, al saludar al Coro- nel Arbenz que se hallaba en Cuba, dijo: “...nosotros quisiéramos extender un especial saludo a Jacobo Ar- benz, presidente de la primera nación que en América Latina elevó su voz contra el colonialismo; una nación que realizaba una valiente reforma agraria y llenaba de esperanzas a las masas campesinas. Quisiéramos expresarle nuestra gratitud y también a la democracia desaparecida, por el ejemplo que nos dio y por la im- portante experiencia que obtuvimos de las debilidades que ese gobierno no pudo superar. Esto nos ha permi- tido llegar a las raíces del problema y alertar a los que tienen el poder y a los que le dan su apoyo...”

Mientras tanto el ydigorismo iba en picada. Se acen- tuaba el malestar general debido a la angustiosa si- tuación que vivía la nación. El grupo guerrillero de Yon Sosa -que había tomado el nombre de “Movimien- to Revolucionario 13 de Noviembre”había realizado hazañas audaces en contra de instalaciones militares.

50 Buscaba alianza con los partidos pequeñoburgueses que se ocupaban de ganar las elecciones al Congreso y pedían a Yon Sosa un compás de espera. Pretendie- ron también dirigir desde la capital a los guerrilleros. En esta ocasión la alianza fracasó.

Un gran movimiento de protesta promovido por casi todos los sectores de la ciudadanía, algo parecido a la compactación popular que en 1944 dio al traste con Ubico, puso al borde del despeñadero a Ydígoras. La pertinacia en la corrupción y el fraude cometido por el régimen en las citadas elecciones de diputados (diciembre 1961) aglutinó en las calles de la Ciudad a miles de manifestantes. Estas concentraciones se recuerdan como las “Jornadas Preinsurreccionales de marzo y abril de 1962”, donde el papel principal lo jugó el movimiento estudiantil, fundamentalmente los alumnos de educación media a través del Fren- te Unido de Estudiantes Guatemaltecos Organizados -FUEGO-, como parte de un potente movimiento de masas y que llegó hasta la petición de renuncia del gobernante. No fue por habilidad que el régimen se sostuvo. Después de varios días de enfrentamientos en la vía pública con las fuerzas represivas y de haber paralizado el comercio y el tráico en el centro de la ciudad, el gobierno se tambaleaba.

En lo más álgido de las manifestaciones contra la ad- ministración en el poder, el PGT (Partido Guatemal- teco del Trabajo) tomó la decisión de ir a la lucha ar- mada. Pensó que las condiciones eran favorables a este tipo de acción. Rápidamente organizó un peque- ño grupo guerrillero formado por jóvenes militantes y universitarios. El propósito era extender la lucha al campo y se pensó que un “foco” en las montañas de Concuá, Departamento de Baja Verapaz, a 80 ki- lómetros de la capital, era un buen punto estratégi- co. Al mando del Coronel Carlos Paz Tejada, ex jefe de las Fuerzas Armadas de Arbenz, militar honesto y

51 de limpia trayectoria, su grupo de 23 hombres sería acuerpado por la fuerza campesina. Infortunadamen- te, la improvisación, el absoluto desentrenamiento de los participantes, la falta de conocimiento del terreno, y la ignorancia de la lengua indígena, los hizo fraca- sar en su empresa. Avisado el Ejército de esta acción aventurera, mandó un fuerte destacamento que rodeó a la pequeña columna, casi desarmada, causándole 8 muertos, entre ellos, al “Patojo” el famoso amigo del “Che” Guevara -su ex compañero de exilio en Méxi- co-, varios heridos y prisioneros; el resto, entre ellos, Paz Tejada, lograron salvar la vida ocultándose en los bosques. Como más tarde en una revisión autocrítica (1969) lo reconoció el PGT: “la ausencia de una con- cepción clara del desarrollo de la lucha guerrillera y de la inluencia que podía tener en la situación prein- surrecional que entonces se vivía”, fueron las causas de esa trágica derrota.

Ante la acción del movimiento policlasista y nacional que estaba a punto de dar al traste con el gobierno de Ydígoras Fuentes, éste desató una violenta represión contra la ciudadanía y inalmente hizo varios cambios en su gabinete para aminorar el descontento contra su administración. Las jornadas fueron perdiendo poco a poco su fuerza por una falta esencial de direc- ción política y carecer de una sólida base obrera. Ya pasado el peligro para el régimen, el Arzobispo Metro- politano Mariano Rosell y Arellano (el Arzobispo “fru- tero”, como lo llamaba el pueblo), apasionado partida- rio de la intervención extranjera, tenía que defender al gobernante, quien, como ya se explicó antes, por razones políticas le había concedido mayores canon- jías a la Iglesia Católica reaccionaria. He aquí la parte de la Pastoral que el 24 de abril de 1962 publicara en el Diario Impacto de Guatemala

“1° Es deber de todo cristiano `estar alerta y actuar con ánimo irme para impedir que esta conspiración

52 -o sea la del comunismo internacional- contra nues- tras mejores tradiciones, se realice’; de paso recuerda la pena de excomunión para los católicos que coope- ren con el partido comunista; 2°- El episcopado no puede auspiciar formas de gobierno ni favorecer de- terminada tendencia partidista, pero `está obligado a defender la fe y la moral cristianas en las instituciones y estructuras estatales y particulares’; 3°- Los católi- cos deben cooperar urgentemente al restablecimiento del orden público y `respetar a la autoridad legalmen- te constituida, siempre que ésta no actúe contra los dictados de la moral cristiana’.”

La importancia de todos esos sucesos fueron muy aleccionadores para las fuerzas revolucionarias. Des- de 1954 era la primera vez que habían logrado uniicar los partidos pequeñoburgueses existentes con vastos sectores democráticos bajo el marco de una Coordi- nadora de Organizaciones Revolucionarias (COR) en estrecha relación con la “CORINA” que, dentro de la COR, representaba la alianza del PGT y las fuerzas políticas, obreras y estudiantiles más avanzadas. No había que perder, entonces, la esperanza de alcanzar más victorias en el futuro. Renacía la fe en la decisión combativa del pueblo.

Aunque el Movimiento Revolucionario 13 de Noviem- bre (MR 13), aún seguía pensando en que sanear al Ejército Nacional, sería la única solución al problema del país, el PGT, como ya apuntamos, se había deci- dido por la lucha popular armada. Ese mismo año, en diciembre (1962), se dio el paso más importante y revolucionario desde la intervención yanqui (1954), al uniicarse las dos entidades en una nueva organiza- ción que tomó el nombre de Fuerzas Armadas Rebel- des (FAR). La dirección política la tendría el PGT y el MR 13 se encargaría de la acción militar. Un Frente Unico de Resistencia (FUR) se encargaría de coordi- nar la alianza de todas las fuerzas democráticas que

53 apoyaron los gobiernos de Arévalo y Arbenz. Adelante veremos cómo el FUR fue inoperante y las guerrillas quedaron bastante aisladas pues el PGT más se pre- ocupaba de hallar soluciones “democráticas” a los in- gentes problemas con los cuales se enfrentaba en la Capital ante la nueva situación surgida después de las históricas jornadas.

Golpe de Estado contra Ydígoras

En el año 1966 debían celebrarse elecciones para el cargo de Presidente de la República, pues terminaba el régimen ydigorista. Se anunciaba que competiría, oportunísticamente, como candidato, el ex Presidente Juan José Arévalo Bermejo. Se tenía la certeza de que ganaría los comicios, porque en ese entonces, aún se le respetaba y no había sacado las uñas “anticomunis- tas”, ni había dado totalmente el “cambiazo” a favor del imperialismo. Ante esa perspectiva, los sectores más reaccionarios del Ejército, presionados por la Embaja- da norteamericana en Guatemala, le dieron a su Jefe máximo, golpe de Estado. Ydígoras fue echado del país en un avión. La cabeza visible del incruento suceso, era el Coronel (quien ocupaba el cargo de Ministro de la Defensa de Ydígoras), acuer - pado por todos los jefes de las zonas militares.

El nuevo régimen de facto acordó gobernar por “uka- se”. Por tres años Peralta estableció un régimen mili- tar retrógrado y ultraderechista. Ofreció poner orden y terminar con la subversión en la República. Prohibió el funcionamiento de varios partidos políticos y res- tringió los derechos de otros. En nombre de la “demo- cracia” también prohibió, como delito, viajar a todos los países socialistas. Derogó la Constitución de la Re- pública. Demagógicamente habló de realizar durante su gobierno la “Operación Honestidad”, que resultó una gran estafa, por carecer de los principios éticos y morales, tanto él como sus colaboradores. Fue preci-

54 samente en las postrimerías de su régimen (después que el Departamento de Estado, de los EE.UU., les exigió con votar a elecciones presidenciales y emitir previamente nueva Carta Magna), cuando para dejar mesa limpia al sucesor, se capturó y dio muerte vio- lenta a 28 personas, cuyos cadáveres horriblemente torturados fueron lanzados al mar desde aviones de la Fuerza Aérea Nacional (marzo, 1966).

Sinopsis de las FAR Un brevísimo resumen de la historia de las FAR ayu- dará a los lectores a comprender el movimiento gue- rrillero guatemalteco, el cual llegó a ser el más pode- roso y grande en el acontecer latinoamericano de esos años.

Los tres jefes del MR 13 de Noviembre: Comandante en Jefe, Marco Antonio Yon Sosa (“El Chino”); Coman - dante Luis Turcios Lima y Comandante Luis Trejo Es- quivel, encargados de llevar adelante el plan militar, decidieron abrir tres frentes en regiones distintas.

Frente N° 1.- Bajo el mando de Yon Sosa y con el nom- bre, primero de “Alaric Bennet” (en recuerdo de este lí- der del sindicato de la UFCO a quien las mesnadas de Castillo Armas le hicieron estallar una granada en la cara, en las instalaciones de esa Compañía, en Bana- nera) y más tarde de “Alejandro de León” (uno de los pioneros de la lucha armada, asesinado en la Capital por el Jefe de la Policía Judicial, Arnulfo González, alias Siete litros), operaría en la parte nororiental de la Sierra de las Minas, sobre el norte del lago de- Iza bal; su jurisdicción abarcaría la población de Morales y parte de las montañas del Mico. Su lugar- tenien- te y compañero Rodolfo Chacón quedó encargado de abrir un “foco” cerca de Puerto Barrios. El pequeño grupo estaba integrado por antiguos militares miem- bros del MR 13 obreros y campesinos. Yon Sosa se

55 encargó personalmente de adiestrarlos en escuelas de cuadros, ayudado por sus compañeros militares. Dá- banles cursillos de veinte días, después de los cuales volvían a sus labores, pero ya quedaban enrolados y como reservistas.

Frente N° 2.- Bajo el mando de Turcios, con Rigoberto Molina como segundo (quien fue ultimado en México en 1972) y Ricardo Ramírez “Orlando”, como respon- sable político; los tres juntos formaban la dirección de este frente que con el nombre de Edgar Ibarra (en memoria de un estudiante asesinado), se instaló en la región suroriental, también de la Sierra de las Minas y con jurisdicción sobre parte de Izabal y Zacapa. Ini- cialmente se componía de 21 hombres: 5 obreros de la ciudad, 6 indígenas cakchiqueles (en la región se ha- blaba el kekchí), 10 combatientes pequeño burgueses (estudiantes, militares e intelectuales) y 8 militantes de la JTG (ala juvenil del PGT). Increíble, pero cierto, a los pocos meses este núcleo guerrillero se convir- tió en uno de los más poderosos y políticamente más inluyentes de nuestra América. Frente N° 3.- Bajo el mando de Luis Trejo Esquivel, su grupo se acomodó al sur de las montañas de La Granadilla, bastante cerca de la ciudad de Zacapa. La composición de esta gue- rrilla era muy compleja: unos cuantos veteranos del MR 13 de mentalidad golpista, campesinos sin traba- jo, ex miembros de la policía militar, algunos militan- tes de las juventudes comunistas y lumpen de Zacapa y otras poblaciones. Como señalaremos adelante, esta disparidad ideológica fue causa determinante de que no existiera entre ellos la indispensable cohesión, aun militar, frente al enemigo. Esquivel, valeroso hombre de armas, más que político, no se dio cuenta de ese peligro sino cuando fue demasiado tarde.

56 Ante la fuerza indiscutible que en su conjunto iba al- canzando en las áreas campesinas y los serios golpes que los miembros del frente “Edgar Ibarra” comanda- dos por Turcios, asestaba dentro de las poblaciones bajo su jurisdicción y en la propia capital (sabotajes, secuestros para obtener fondos destinados al sosteni- miento de la lucha, ajusticiamientos de verdugos del pueblo.y de militares “traidores”, así como de inque- ros que daban trato inhumano a sus trabajadores, ataques relámpagos a patrullas policíacas y militares, etcétera), el Ejército Nacional evidenciaba su mani- iesta incapacidad para poner in a la “subversión”, como lo había prometido Peralta Azurdia. Ante esa dura realidad el Departamento de Estado -amo y se- ñor de los destinos guatemaltecos “liberacionistas”- se hallaba cada día más alarmado y en estrecho contacto con sus asesores militares y civiles (pentagon-univer- sitas), decidieron cambiar sus estrategias para com- batir la insurgencia.

Ya desde ines de 1960 y principios de 1961 en Gua- temala -su nueva posesión colonial- habían iniciado una nueva modalidad combativa, la cual con relativo éxito, habían ensayado antes en Vietnam. En la his- toria de América Latina era la primera vez que se iba a experimentar este método. Se trataba de la “Acción Cívica” de las fuerzas armadas. Tenían la convicción de que su empleo, sería muy eicaz y esencial para cambiar en el pueblo, especialmente en las áreas ru- rales, la odiosa y desacreditada imagen del Ejército Nacional, que de él se habían formado, como instru- mento de represión y muerte, desde la intervención yanqui en 1954.

Un grupo de asesores estadounidenses se trasladó al país bajo la dirección del Mayor Carl Krueger, quien se incorporó a la Misión Militar de Esados Unidos en Guatemala. La AID -Agencia Internacional para el De- sarrollo- inanció este nuevo tipo de operación con la

57 cantidad de cinco millones de dólares. Por supues- to, la inalidad esencial de la tal “Acción Cívica”, era contrarrestar en el campo el apoyo y la simpatía que los campesinos daban a los guerrilleros, cuyos éxitos los consideraban suyos. Con ese in, bajo el pretexto de una piadosa “acción cívica” se dedicaron a aplicar sistemáticamente los mismos métodos de terror, ase- sinatos y torturas, contra aquella indefensa población rural, que habían usado en Vietnam. Naturalmente el programa, para publicidad nacional e internacional, se disfrazaba con propaganda de este tipo, impresa en grandes cartelones:

“Acción Cívica Militar: Seguridad y Progreso Obra So- cial del Ejército de Guatemala:

“De profundo sentido humano y vastas proyecciones nacionales es la obra social que realiza el glorioso Ejército de Guatemala por medio del organismo de Acción Cívica Militar, que a través de todo el territo- rio nacional realiza una misión de suma importancia, conforme al postulado que establece que: Acción Cí- vica Militar signiica el empleo de los recursos de las Fuerzas Armadas para ayudar a resolver problemas económicos, sociales y culturales del país, dentro de un proceso de gran trascendencia en el futuro de una nación. Para cumplir esta misión tan grande, patrió- tica y humanitaria, Acción Cívica Militar desarrolla nueve programas que son: 1° Servicio Médico Militar Asistencial; 2° Agua Potable; 3° Alfabetización; 4° Pro- grama Nutricional; 5° Batallón de Ingenieros (que está construyendo la gran carretera Guatemala-Petén); 6° Organización de la Juventud; 7° Desarrollo de la Co- munidad; 8° Ayuda en casos de desastres comunales; y 9° Programas Culturales y Recreativos...”

“Las gráicas que ilustran esta página (el cartelón), darán al público una idea de la vasta obra social que

58 realiza nuestro Instituto Armado, mereciendo el reco- nocimiento y el aplauso del pueblo guatemalteco...”

Al mismo tiempo y en tanto se llevaba adelante esa operación “acción cívica”, los Estados Unidos estable- cían en Mariscos, Izabal, una base secreta antigue- rrillera. Las instalaciones fueron dirigidas por cinco miembros de las fuerzas especiales estadounidenses que eran veteranos de la técnica de contrainsurgencia en Laos. Para que los vecinos del lugar no sospecha- ran nada, estos soldados hablaban perfectamente el español y eran de origen puertorriqueño o mexicano. El grupo fue aumentado con quince oiciales guate- maltecos entrenados en Fort Gulick y en la Escue- la de las Américas de la Zona del Canal de Panamá. Todas estas acciones eran el preludio de la segunda intervención y agresión militar abierta de los Estados Unidos contra el pueblo de Guatemala.

Las acciones guerrilleras seguían adelante. Cosecha- ban nuevos éxitos y frecuentemente derrotaban a los grupos del Ejército que se enviaban para combatirla. El respaldo popular hacia la lucha armada, cada día era mayor. Infortunadamente entre los jefes guerrille- ros se generó una grave pugna de carácter ideológico, que debilitó profundamente la unidad que era indis- pensable para el triunfo. Perdieron la perspectiva de la situación caótica que había hecho presa al enemigo común y no se percataban a cabalidad de que cundía el desconcierto y la desmoralización en ciertos secto- res del Ejército Nacional y la clase dominante.

Las Segundas FAR Debe señalarse que las guerrillas se hallaban prác- ticamente aisladas en sus frentes y carecían de una comunicación indispensable con la dirección política acordada con el PGT.

59 Yon Sosa, molesto como lo estaban los otros coman- dantes, por la falta de suministros prometidos, se puso en contacto con un guatemalteco trotskista: Francisco Amado Granados. Era el agente en Guate- mala del Buró Latinoamericano de la IV Internacional y de inmediato accedió a la petición del “Chino” para que le hiciera llegar un cargamento de armas que se hallaban en el exterior. En pocas semanas cumplió el encargo y ayudó al inanciamiento de otros embar- ques, logrando así ganar la absoluta conianza de Yon Sosa. Hábilmente se iniltró así, en el MR 13, el “po- sadismo” brazo del trotskismo continental y pronto al lado de Amado se hallaron como consejeros el ar- gentino Adolfo Gilly y los mexicanos Felipe Galván y Evaristo Aldana. Redactaban un periódico Revolución Socialista que planteaba la inevitabilidad de la guerra mundial y llamaba a los obreros a tomar las fábricas, a los estudiantes a asaltar la Universidad, a los cam- pesinos a ocupar todas las tierras y luego al pueblo -así de fácil- a escalar violentamente el poder. Eran en realidad grandes provocadores y quién sabe si no agentes de la CIA.

Hubo otro acontecimiento que debilitó seriamente la posición estratégica de las guerrillas. El frente No 3 (La Granadilla), fue descubierto por rastreadores del Ejército y durante tres días consecutivos fue bom- bardeado con cargas de Napalm y explosivos de alto poder, desde aviones provenientes directamente de la Zona estadounidense del Canal de Panamá. Varios anticomunistas se rindieron, culpando a los comunis- tas del fracaso, que en realidad obedeció más que todo a la falta de cohesión ideológica y falta de interés revo- lucionario en la mayoría de sus integrantes.

Ante esos hechos, Turcios, cuyo frente “Edgar Ibarra” había alcanzado en un año de combates y acciones exitosas contra el Ejército Nacional un prestigio muy merecido nacional e internacionalmente, al darse

60 cuenta cabal de que el trotskismo había hecho presa del MR 13 y del abandono en que lo tenía el PGT, les dirigió una carta-documento (octubre de 1964) simul- táneamente al Comité Central del PGT y a la dirección del MR 13, espresándoles su disgusto y ijando clara - mente su posición. Dio un plazo de dos meses para llegar a un nuevo acuerdo, bajo amenaza de que si no se revisaban las posiciones de esas dos entidades, actuaría en forma autónoma.

Dentro de ese lapso, la dirección del frente “Edgar Iba- rra” decidió enviar a Turcios a discutir con el MR 13 y a Ricardo Ramírez, miembro del PGT a entrevistarse con el Comité Central del Partido.

Turcíos se enfrentó, en el campamento “Las Orquí- deas” con Yon Sosa y sus asesores trotskistas, quie- nes le propusieron redactar en nombre de las FAR un documento más “revolucionario”, más “izquierdista” que se llamaría “La Declaración de las Minas”; no -qui so irmarlo. De regreso a su cuartel general se ente- ró que dicha declaración había sido publicada con su nombre, por lo cual presentó su dimisión del MR 13. Finalmente en marzo de 1965 se formaron las nue- vas FAR (sin el MR 13), donde se juntaban en plan de igualdad las juventudes del PGT, las “regionales” de las FAR y la guerrilla “Edgar Ibarra”. Todas esas fuerzas actuarían bajo la dirección del Centro provi- sional de Dirección revolucionaria (CPDR) que a su vez nombró una comisión ejecutiva de tres miembros: Alvarado Monzón, secretario del Partido; Gabriel Sa- lazar, secretario de las juventudes comunistas; y Luis Turcios, comandante de la guerrilla.

Los Estados Unidos aumentan la presión

Los Estados Unidos estaban cada vez más preocupa- dos por el fortalecimiento del movimiento guerrillero guatemalteco. Presionaban fuertemente al régimen 61 de Peralta Azurdia para que les diera totalmente “ma- nos libres” en la represión, pero éste pensaba que ese paso era innesario ya que con la ayuda que le da- ban en asesoría técnica, armamento, aviones, y la fe- mentida “Acción Cívica Militar” que ellos inanciaban y dirigían, el Ejército Nacional tendría que dar mate a los guerrilleros. Sin embargo la presión yanqui au- mentó drásticamente cuando el 9 de febrero de 1965 un pequeño comando guerrillero urbano del MR 13, ajustició al jefe de la Misión Militar de los Estados Unidos en Guatemala, Coronel Harold Houser. El MR 13 explicó en un boletín que la inalidad de ese acto era protestar por la acción del imperialismo, tanto en Guatemala como en Vietnam. Ante ese hecho Peralta Azurdia quiso hacer una demostración de su eicien- cia y ordenó un gran despliegue de fuerza militar en las zonas guerrilleras y en la propia capital, sin lograr mayores resultados positivos.

El día 6 de marzo de 1966, fecha límite que el Depar- tamento de Estado había ijado a Peralta Azurdia para poner in a su gobierno, iban a celebrarse las elec- ciones para presidente de la República bajo la nueva constitución política (la misma actualmente en vigor: reaccionaria, desorbitadamente protectora de la libre empresa” y la propiedad privada) que había sido ado- bada e impuesta por su régimen. Los días 4 y 5 del mismo mes, por delaciones recibidas por las autori- dades, la policía y el Ejército se enteraron que varios guerrilleros y dirigentes políticos de oposición se reu- nirían en determinada zona de la capital. La rodearon y lograron capturar a un total de veintiocho perso- nas, dentro de las cuales se encontraban iguras de la más noble estatura cívica, consecuencia y abnegación revolucionaria, entre otros, Víctor Manuel Gutiérrez, ex Secretario General de la Confederación General de Trabajadores y Leonardo Castillo Flores, ex Secretario General de la Federación Nacional Campesina. Todo el grupo fue secuestrado por la policía y el ejército,

62 conducidos a uno de los cuarteles militares, interro- gados y horriblemente torturados durante dos días, para luego acribillarlos a balazos. Sus cuerpos fue- ron lanzados al mar desde aviones de la Fuerza Aérea, para que no quedara ningún rastro del genocidio.

De esta manera el régimen saciaba su venganza por las derrotas sufridas en el campo de batalla y servía mesa sangrienta, pero libre de obstáculos al nuevo régimen que estaban seguros, sería también militar (concursaban dos de ellos y un civil).

Peralta Azurdia y su clan creyeron que con esa “valien- te hazaña” mantendrían siempre el favor y la simpatía de sus amos yanquis, mas su vil acción les mereció aun de ellos, el más olímpico desprecio. La vergüen- za y la indignidad ha sido un baldón que no podrán quitarse nunca los autores y cómplices de esta injus- tiicable carnicería: los funcionarios militares y civiles que ocultaron el crimen; los jefes militares del Fuerte Matamoros que permitieron el uso de sus instalacio- nes para el feroz asesinato; y los jefes y pilotos de la Fuerza Aérea que llevaron los cadáveres hasta el mar y los tiraron para que fueran pasto de los tiburones.

63 64 CAPÍTULO V

SUMISIÓN DE OTRO GOBIERNO

Los abogados del diablo

Para felicidad del Departamento de Estado, de los tres candidatos que competían (dos militares: Coroneles Miguel Angel Ponciano y Juan de Dios Aguilar: y un civil: Licenciado Julio César Méndez Montenegro), este último les pareció el más viable, en la compleja situa- ción que afrontaban y era además, el más acomoda- ticio. Sustituía en la candidatura a su ya muy desa- creditado hermano Mario (de los mismos apellidos), quien había muerto días antes en forma sospechosa, pero oportuna, de un tiro en la cabeza. Fue postulado por una organización política oportunista y contrarre- volucionaria, la cual cínicamente se autodesignaba y sigue denominándose “Partido Revolucionario”.

El lamante hermano hizo su campaña sobre falsas promesas: amnistía a los guerrilleros y satisfacción de ciertas demandas populares. Sorprendió la buena fe de los sectores revolucionarios, ofreciendo que su régimen sería el “Tercer Gobierno de la Revolución” (los dos anteriores habían sido los de Arévalo y Ar- benz). Mucha gente creyó ingenuamente esa propa- ganda, pues en su juventud Méndez había partici- pado en las lides estudiantiles contra Ubico y en la lucha armada del 20 de octubre de 1944. Para forta- lecer su candidatura se alió con otro oportunista, un viejo y cimarrón periodista vocero de la reacción, Li- cenciado Clemente Marroquín Rojas, de pluma agre- siva y veleta, dueño de varios periódicos desde donde defendía ferozmente a la contrarrevolución fascista y a los regímenes de fuerza.

65 Engañadas las masas, las fuerzas de oposición demo- cráticas y revolucionarias, así como un fuerte sector del PGT y las guerrillas, le dieron su apoyo a esa man- cuerna y, para desgracia de la Revolución y de la Pa- tria, salieron victoriosos.

Aunque el Ejército Nacional se oponía a la platafor- ma de dichos licenciados, pues ya estaban encariña- dos con el poder, la Embajada de los Estados Unidos intervino para que los aceptaran. El Ejército obede- ció dócilmente con una sola condición: que Méndez y Marroquín suscribieran un pacto con el Ejército: el más vergonzoso que recuerda la historia, impues- to a un Presidente “Constitucional de la República” y a su Vicepresidente. Aceptaban lisa y llanamente que las Fuerzas Armadas serían los amos decisorios; les perdonaba todos los crímenes cometidos y los que realizaran en el futuro; les garantizaba la seguridad personal y la de sus bienes; y sobre todo: les daba mano libre para acabar con la “subversión” en cual- quier forma. En dos palabras, a ciencia y paciencia, los dos “Señores Licenciados” aceptaron ser un pobre par de “peleles constitucionales” y telón de fondo del periodo más represivo y sangriento de la historia del país y la América de hoy.

El pacto quedó oculto por varios años, pero el Vice- presidente Marroquín Rojas, bien conocido por su inescrupulosidad en las lides políticas, por diferencias con su cómplice, lo traicionó haciendo público el do- cumento en uno de sus periódicos, La Hora (órgano de la oligarquía, sostenido en gran parte por ésta, con las dádivas de políticos “liberacionistas” y con anuncios de las empresas transnacionales yanquis), sin calcu- lar que su actuación de periodista decidido a vender hasta su propio pellejo, era como “tirar piedras al te- jado ajeno, cuando el propio es de vidrio...”

66 He aquí algunos párrafos del denigrante pacto.

“PRIMERO: el ejército de Guatemala garantiza la en- trega del Poder Público a las personas que como pre- sidente y vicepresidente de la República proclame po- pularmente electos el Congreso de la República; así como la permanencia de dichas personas en el ejer- cicio de sus cargos durante el periodo constitucional, siempre que se cumplan las condiciones que se con- signan en este documento.

SEGUNDO: el gobierno que se instale cumplirá y hará cumplir estrictamente a la letra y el espíritu los artí- culos 27 y 74 de la Constitución de la República. Asi- mismo cumplirá y hará cumplir las demás leyes que proscriben tanto las actividades comunistas, indivi- duales y colectivas, como las actividades que tiendan a fomentar esa ideología en el país, debiéndose man- tener vigentes dichas leyes.

TERCERO: el futuro gobierno constitucional conti- nuará la lucha contra los grupos y facciones subver- sivos que perturban la paz y la seguridad nacionales y en ningún caso y bajo pretexto alguno, entrará en entendimientos o pactos con tales grupos o facciones y dará al ejército toda la colaboración necesaria para eliminarlos.

CUARTO: el presidente y vicepresidente constituirán un gobierno de unidad nacional, dando participación en el mismo a elementos capaces, aunque no perte- nezcan al partido que los postuló, haciendo exclusión absoluta de elementos comunistas, aines al comunis- mo y proclives a esta ideología.

QUINTO: el gobierno constitucional respetará y pro- tegerá la persona y los bienes de todos los funciona- rios civiles y militares del actual régimen. En tal vir- tud, ninguno de ellos será objeto de acción represiva

67 alguna, administrativa, judicial o de cualquier otra índole, por los actos ejecutados con motivo de sus funciones. El respeto y protección a que se reiere esta cláusula, se extiende a los familiares de dichos funcionarios.

SEXTO: el ejército continuará con la composición que tiene el actual gobierno y mantendrá autonomía plena a su integración, organización y administración. La designación del ministro de la Defensa Nacional será hecha por el Presidente de la República, a propuesta de los otros miembros del Alto Mando del Ejército, y el Jefe del Estado Mayor del Ejército será nombrado a propuesta del ministro de la Defensa Nacional.

SEPTIMO: el ejército mantendrá su apoliticidad ins- titucional y el gobierno constitucional deberá respe- tar ese carácter y evitará toda injerencia política en el mismo.

OCTAVO: el Congreso de la República, con anteriori- dad a la toma de posesión del presidente y vicepresi- dente de la República, emitirá un Decreto otorgando amnistía por todos los actos que, en represión de acti- vidades subversivas o conexas con ellas o en represión de actividades tendientes a atacar, vulnerar o destruir el sistema democrático en que se basa la vida institu- cional de la nación, hubieran realizado miembros del ejército o de las policías del Estado. Este Decreto será emitido de acuerdo con proyectos redactados a satis- facción del ejército...”

El citado humillante pacto fue escondido y aun nega- do por mucho tiempo y, por lo tanto, no se enteraron de él ní la ciudadanía, ni las fuerzas democráticas, ni las FAR. Estas últimas acataron caballerosamente la propuesta gubernativa del cese de fuego y aceptaron de hecho la tregua. El PGT quedó a la expectativa y el CDR (Consejo Directivo Revolucionario), publicó un

68 documento llamando a la conciliación. Toda esa acti- tud se basaba en la buena fe y en la ingenua suposi- ción que el nuevo gobierno llevaría adelante, como lo había prometido, por lo menos los principios postula- dos esenciales de la Revolución de Octubre.

Entre tanto, los Estados Unidos enviaron a Guatema- la a sus hombres de mayor experiencia fogueados en Vietnam, especialistas todos ellos en lucha antiguerri- llera, es decir en el crimen, la tortura, el genocidio y la acción en combate.

Antes de la equivocada tregua, las FAR ejercían po- deroso dominio en Izabal, Zacapa, Chiquimula y Alta Verapaz. En algunas poblaciones, prácticamente convivían con las autoridades locales (hasta ese ex- tremo llegaba su inluencia revolucionaria y el res- paldo masivo que les daba la población rural). Esta situación las orilló a tal imprudencia que algunos guerrilleros regresaron a la capital y abandonaron sencillamente sus estratégicas posiciones en el cam- po y la montaña.

En vista de que por orden del Gobierno el Ejército, aparentemente, también respetaba la tregua y tácti- camente retiró sus tropas de los distintos frentes gue- rrilleros, las FAR comenzaron a desmovilizarse, aban- donando muchas de las más elementales precaucio- nes, llegando al colmo de circular temerariamente por aldeas y poblaciones. Concedían entrevistas públicas a periodistas locales y extranjeros y hasta se dejaron fotograiar. A ese punto llegó su buena fe (¿ingenui- dad?) en la palabra empeñada por los gobernantes maiosos y, también, su increíble falta de madurez.

Mas, en setiembre de 1966, Turcios Lima se dio cuenta cabal del grave error que habían cometido al aceptar la tregua y de la burda trampa en que habían caído las fuerzas rebeldes y las de izquierda. Se en -

69 teró de la gran ofensiva que el Ejército estaba orga- nizando y aceleradamente comenzó los preparativos para la defensa. Hizo un serio y urgente llamamiento a la unidad inmediata de todos los frentes guerrille- ros, pero le prestaron “oídos sordos” a su alerta. Cé- sar Montes, otro notable patriota y combatiente que era su mano derecha y hombre de total conianza, lo secundó y juntos se dedicaron a fortalecer sus fren- tes de lucha.

Pocos días antes de que se iniciara la ofensiva del Ejército, en octubre de 1966, Turcios Lima pereció en un no bien aclarado accidente de automóvil. Aprove- chando su estancia en la capital, donde asistió a va- rias entrevistas clandestinas, envió su vehículo a un taller para urgentes reparaciones. Cuando éste le fue entregado partió esa misma noche, sin su chofer, a quien había castigado por indisciplina mandándolo a su casa. Es posible y casi seguro que le colocaron una bomba de tiempo en el cofre de su Austin deportivo, pues cuando velozmente cruzada la ciudad en compa- ñía de una compañera de la guerrilla, una tremenda explosión destrozó el auto incendiándolo y Turcios pe- reció carbonizado. La compañera, seriamente herida, logró escapar antes de que llegaran las autoridades. Su entierro fue una demostración de consternación popular. Más de mil personas asistieron al sepelio en- cabezado por casi todos los jefes guerrilleros podero- samente armados. Al pasar frente a la Escuela Poli- técnica, de donde era egresado con el grado de sub- teniente, el oicial de guardia, hizo que se le rindieran honores militares a su féretro. Ya en el cementerio, Camilo Sánchez pronunció la oración fúnebre. Gran número de policías de la secreta, también fuertemente armados, se hallaban presentes, pero al inal no hubo ningún incidente.

70 Turcios Lima que ya era un héroe popular, con su la- mentable muerte se convirtió en una igura histórica. Sus hazañas temerarias y un insospechado valor per- sonal, se evidenciaron más aun cuando en mayo de ese mismo año infringió una seria derrota en Zunzapote a numerosas tropas del Ejército Nacional, combatiendo al frente de un puñado de sus valientes camáradas guerrilleros. Con la muerte de ese insigne caudillo, los expertos yanquis creyeron llegada la hora para que el “Ejército Nacional” bajo su control, desencadenara la ofensiva general contra los frentes de las guerrillas.

Veamos antes, cómo se había preparado al Ejército y la Policía.

71 72 CAPITULO VI

VIETNAMIZACION DE GUATEMALA

Institucionalización de la violencia y el terror

El General yanqui William Westmoreland quien co- mandó varios años las infames operaciones contra el pueblo vietnamita, hizo cínicas declaraciones que ilustran lo que harían sufrir en el futuro a los lati- noamericanos; orgullosamente dijo que: “...Después de seis años y cuatro millones de muertos, jugosas ‘lecciones’ y nuevas `enseñanzas’ han emergido de la experiencia en el Vietnam, ellos están revolucionando la estrategia en la guerra moderna”. Agregó que esas lecciones le serían traspasadas a aquellos ejércitos la- tinoamericanos que confrontaran similares amenazas revolucionarias... “Que el primer paso sería enviar- les el personal adecuado que se había fogueado en el Vietnam”. Sólo a Guatemala, entre los años 1964 a 1.973 viajaron veinticinco agentes cuyos nombres son: Newton B. Knox (ROCAP, 1964); Alfred Nauro- ki (consejero en seguridad pública, 1.965); Robert E. Zimmerman (USIA, 1966); David Jickling (consejero en administración pública, 1966); Lucille E. Martin, F.R. Worthen y Dudley Burris (respectivamente: asis- tente en administración, ingeniero y consejero en se- guridad pública; los tres en 1967); Richard A. Bar- th, Richard E. Kaegi y Sara Shonk (respectivamente: auditor, asistente dirección desarrollo de operaciones, oicial de enlace; los tres en 1.968); Russell L. Hale, oicial controlador; Stan W. Jorgensen, oicial con - sular; James L. Roush, sin cargo; Drayton Phillips, oicial de evaluación de programas (todos llegados en 1969); Leo Ecrampsey, especialista en administra- ción; Gerald D. Brown, consejero de seguridad públi- ca; Nathan Pakchar, oicial de presupuesto; Robert

73 E. Culbertson, director de AID y Jack Forcey, conse- jero de seguridad pública (todos arribaron en 1970); Rudy V. Fimbres, oicial de sectores múltiples; Nobert F. Holz, oicial de sectores múltiples; Karl L. Mahler, oicial ejecutivo; Carl M. Fisher, ingeniero de caminos; Robert R. Parker, oicial de sectores múltiples (llega- ron en 1971); y Raymond F. Burghardt Jr., oicial po- lítico (1973). Todos fueron adscritos al personal de la Embajada yanqui en Guatemala.

Gerald D. Brown, Alfred Nauroki y Jack Forcey estu- vieron trabajando en la agencia de paciicación de la CIA, CORDS (Civil Operations and Rural Development Support), el resto trabajó en otros países en activida- des propias de la CIA.

El primer paso que aconsejaron los “expertos” fue la organización de escuadrones de asesinos, para sem- brar el terror, al principio, entre la población campesi- na que daba su apoyo y su concurso a los guerrilleros, y, luego, deberían extender su acción a los centros urbanos, principalmente en la capital de la República.

Los mencionados expertos yanquis explicaban al Ejér- cito, a la Policía, a los partidos de extrema derecha, a grupos de la alta burguesía (terratenientes, industria- les, comerciantes, etcétera), el gran éxito que alcanzó en Vietnam del Sur dirigido por el propio William F. Colby (ex Director de la CIA), la “Operación Phoenix”. El plan de la “Operación” fue exterminar a los simpa- tizantes del Frente Nacional de Liberación Vietnamita, y con ese in habían contratado a un fuerte grupo de ex gangsters con el cual formaron las conocidas “Uni- dades Provinciales de Reconocimiento”. En los años que operaron y según informe oicial del gobierno de Estados Unidos, después de torturar, castrar, mutilar, asesinaron a 20.587 personas; las principales vícti- mas fueron estudiantes, empleados, budistas, y aun anticomunistas que se oponían al fementido gobierno

74 de Thieu. (Michael Klare, Operation Phoenix; Libera- tion, Mayo 1973, p.p. 21/27). De esta manera los discípulos guatemaltecos, dirigi- dos por los asesores de la CIA, con un grupo también de reos y delincuentes, policías y soldados, organiza- ron, el 3 de junio de 1966, un cuerpo paramilitar con el nombre de la “MANO” (Movimiento Anticomunista Nacional Organizado); meses más tarde, en febrero de 1967, crearon otro nuevo grupo: “NOA” (Nueva Orga- nización Anticomunista). Operando clandestinamente y con toda la impunidad, por la protección que les daba el gobierno y el ejército, iniciaron un baño de sangre en todo el país. Trabajaban principalmente de noche, asaltando casas, usando la más inhumana violencia contra gente indefensa. La MANO se ocupó particularmente de las poblaciones del noroeste del país: Los Amates, Teculután, Morales, Río Hondo, Chiquimula y Zacapa.

Aviones ligeros militares dejaban caer sobre las ciu- dades la propaganda de aquellas organizaciones cri- minales, que advertía a la población, que serían cas- tigados “los guatemaltecos renegados y traidores a la Patria”. Pero la matanza estaba en realidad encamina- da a eliminar a cualquier personalidad progresista, a los intelectuales, estudiantes, obreros y campesinos, que habían tenido alguna signiicación política en los gobiernos revolucionarios, o que seguían añorando las conquistas de la Revolución de Octubre de 1944, o simplemente, porque eran parientes, amigos o sim- patizantes de la lucha guerrillera, o le prestaban su colaboración directa o indirectamente.

Mientras las organizaciones paramilitares sembra- ban el terror en todas las áreas del país, el Coronel Carlos Arana Osorio fue designado por Méndez Mon- tenegro, Comandante militar en la Zona de Zacapa, donde la guerrilla había sido más eicaz. Empleando

75 los métodos que le aconsejaban los asesores milita- res yanquis y sus propios conocimientos adquridos en contrainsurgencia, cuando siendo Agregado Militar de Guatemala en Washington fue entrenado y coloni- zado, prepararon juntos un vasto plan para un asalto masivo a los frentes guerrilleros. Este consistía: 1° En el ejercicio de la “Acción Cívica Militar”; 2° En ataques con patrullas del Ejército sobre sitios sospechosos en las montañas; y 3° Ejercer toda clase de violencia te- rrorista contra los civiles de las poblaciones aledañas a esos lugares. Con esta bárbara estrategia lograron obtener información de casi todos los lugares donde se hallaban los focos de la guerrilla. Se aprovechaban de la ingenua tregua que las FAR, sincera y caballero- samente cumplían por su parte.

Una vez preparado el ataque general, con 10.000 sol- dados del Ejército y otro tanto de la Policía, rodearían todos los centros guerrilleros para dar la batalla dei- nitiva. Acordaron desencadenar la ofensiva en octu- bre de 1966, utilizando previa y fundamentalmente los grupos de asesinos de la MANO para aterrorizar, en las áreas rurales, a los simpatizantes y colaboradores de los guerrilleros. La Policía Nacional prestaría también eicaz ayuda con su moderno equipo y sus lamantes oiciales ya entrenados en los Estados Unidos.

Es indispensable señalar que la OPS (Oicina de Se- guridad Pública), dependencia estadounidense de la AID, suministraba instrucción gratuita a policías gua- temaltecos, en la Academia Internacional de Policía (IPA) de Washington, D.C. y en otros institutos como el de Consejeros de Seguridad Pública (PSC). En la primera oicina se adiestraba a oiciales de alto rango y en los otros, a los de menor categoría. Se les intruía en cursos especiales denominados “La amenaza hacía América Latina” y la “Sociedad Cambiante”, dedicados a la indoctrinación anticomunista y a la lucha políti- ca, complementados estos cursos con la enseñanza

76 práctica y técnica de espionaje, lucha anti motines, operaciones paramilitares, etcétera. Otros grupos eran llevados a una Academia secreta en Texas, donde aprendían a fabricar bombas y a manejar toda clase de explosivos. Los instructores, invariablemente eran miembros de la CIA. De los altos oiciales extranjeros que recibían entrenamiento superior, grupo de 165, fueron 18 los guatemaltecos agraciados.

Durante los años de 1957 a 1965 la AID había su- ministrado sólo 759.000 dólares (1 dólar = 1 quet- zal) a la Policía de Guatemala, pero durante el go- bierno de Méndez-Marroquín (1966 a 1970), la cifra sobrepasó los dos millones seiscientos mil dólares (US$2.600.000.00). Recibió además, de regalo, una red completa de radio, construida por expertos esta- dounidenses, radiopatrullas y armamento que el Car- denal- Arzobispo de Guatemala, Mario Casariego, se apresuró a bendecir. Pero las cosas no quedaron allí. Con fondos también de la AID se construyó en 1970, en la capital de la República, un gran ediicio para la Policía Nacional que costó 410.000.00 dólares. Entre 1971 y 1974 los oiciales guatemaltecos de alto ran- go entrenados en los Estados Unidos fueron 452, de los cuales 160 lo fueron sólo en el periodo nefasto de Méndez- Marroquín.

Los consejeros de Seguridad Pública yanquis, entre 1966 y 1970, eran siete; sólo el Brasil sobrepasaba ese número. Según propia declaración de la AID, más de 30.000 policías guatemaltecos fueron entrenados por dichos consejeros dentro de la República. Esta preparación masiva es la más grande jamás hecha por la “Oicina de Seguridad Pública” de los Esta- dos Unidos en un país de América Latina. Los cur- sos abarcaban operaciones de patrullaje en las áreas urbanas y rurales, mantenimiento de vehículos y equipo, comunicaciones, espionaje, etcétera. De todo el gran personal entrenado seleccionaron cerca de

77 12.000 aptos para el servicio, llegando a constituir una poderosa fuerza represiva casi igual, en número, a la del Ejército cipayo.

Para sostener este vasto cuerpo policíaco, la OPS (Ofi- ce of Public Safety), como ya se dijo, dependencia de la AID, aumentó de tal manera las donaciones que, de 650.000.00 dólares gastados en el periodo 1964 a 1966, crecieron a 1.275.000.00 entre 1967-1969, destinados únicamente a comunicaciones, vehículos, entrenamiento y servicio de inteligencia. (Tom and Marjorie Melville, Guatemala, Politic of Land Owners- hips, New York, Free Press, 1971, p. 275).

Los envíos de armamento de desecho (surpluss) entre- gados por los Estados Unidos a Guatemala en virtud del MAP (Pacto de Ayuda Mutua?) y de otras clases de equipos recomendados por el MAAG (Military As- sistance Advisory Group), adicionados con la totalidad de armamento que sirvió para el entrenamiento de los “gusanos” cubanos y demás mercenarios lanzados a la fracasada invasión de Cuba, alcanzaron cifras increí- bles, más si se toma en cuenta la desproporción numé- rica entre las fuerzas guerrilleras a combatir (unos 400 valientes patriotas mal armados) y las del Ejército Na- cional: 10.000 efectivos apoyados con 12.000 policías. El siguiente cuadro es aleccionador para comprender el interés que tenían los Estados Unidos en la “paciica- ción” de Guatemala, el objeto de lograr sus propósitos de dominación política y económica de la región. (Datos tomados de la obra en inglés NACLA, página 196; y el diario guatemalteco El Imparcial, 3 de abril, 1963):

78 La ofensiva del Ejército

Una vez cumplido en gran parte el entrenamiento de los cuerpos de asesinos de la organización parami- litar como la MANO, las de la Policía Nacional y las del Ejército, los asesores yanquis, no saciados aún, pidieron al Pentágono el envío de los “Boinas Verdes” (Green Berets), de tan ingrata recordación en la gue- rra vietnamita, el asedio y muerte del Che Guevara en Bolivia y en otras regiones del mundo.

La ofensiva se desató en el mes de octubre de 1966, dando principio en la zona de la Sierra de las Minas. Con las nuevas técnicas enseñadas por los expertos estadounidenses en contrainsurgencia y dirigidos por ellos, ocuparon aldeas y poblaciones.

Al igual que en el Vietnam, declararon “zonas libres de fuego” a grandes extensiones de terreno donde creían que habían centros guerrilleros y, sin importarles la existencia en ellos de caseríos y aldeas habitadas por familias campesinas, bombardearon esas áreas día y noche con Napalm y bombas explosivas de alto poder. Estos ataques aéreos eran ejecutados por aviones y pilotos yanquis que se trasladaban directamente des- de sus bases aéreas en la Zona del Canal de Panamá.

Los “Boinas Verdes” dirigían el frente del Ejército en las operaciones terrestres. Ese cuerpo especializado estaba formado en su mayoría por yanquis, pero había

79 un fuerte núcleo de latinoamericanos naturalizados estadounidenses: cubanos (anticastristas), puertorri- queños y algunos mexicanos (dominando el español les era fácil manejar a los soldados y éstos no podían identiicarlos como extranjeros). Tomaban prisioneros a campesinos indefensos y después de torturarlos lo- graban, en algunos casos, información sobre los lu- gares donde estaban los focos guerrilleros; luego les obligaban a servir de guías hasta los mencionados si- tios. Después de utilizarlos, los mataban a sangre fría.

Para complementar la acción militar, los consejeros es- tadounidenses acordaron aumentar sus esfuerzos de acercamiento con la población civil. Para el efecto fue traído a Guatemala y nombrado Jefe de los asesores el Mayor Frederick F. Woerner, quien había sido Jefe de la U.S. Civic Action (Acción Cívica de los Estados Unidos) y era veterano de más de cincuenta acciones patrulleras efectuadas en el Vietnam. Este personaje cambió la estrategia y el programa usado por la simi- lar organización guatemalteca durante los regímenes de Ydígoras y Peralta Azurdia, por uno nuevo, donde las fuerzas de seguridad, las bandas para- militares MANO, etcétera y la Acción Cívica Militar, trabajarían coordinamente. Su plan era muy sencillo: después de ultimar campesinos simpatizantes o colaboradores de los guerrilleros y luchadores revolucionaios, llegaban a la población rural los miembros de “Acción Cívica Militar” a ofrecer a las familias de los ultimados y a los demás habitantes: medicinas, libros, víveres, al- fabetización y mejorar los servicios de agua potable, electricidad, etcétera.

Por falta de espacio sería imposible en este ensayo tra- tar exhaustivamente toda la lucha interna de los jefes guerrilleros y los problemas que también afrontaron con el Centro de Dirección Revolucionaria. Tal estudio requiere una información muy completa y el testimonio de algunos de los revolucionarios (Jefes o combatientes

80 que aún se hallen con vida). Me concreto a relatar aho- ra el hecho conocido de que a la muerte del heroico Co- mandante Turcios, el CPDR hizo nuevos nombramien- tos: César Montes, fue designado Comandante en Jefe de las FAR; Camilo Sánchez, Comandante del Frente Guerrillero “Edgar Ibarra”; Leonardo Castillo John- son, Comandante 2° en la regional “costa sur” y Néstor Valle, Comandante 3° en la región nororiental; Pablo Monsanto y Socorro Sical fueron nombrados capitanes. Camilo Sánchez dividió su frente en varios grupos de combatientes, los cuales fueron abatidos, uno a uno, por el Ejército y sus asesores extranjeros.

El MR 13 y el frente “Alejandro de León” sufrieron igualmente serias derrotas. Yon Sosa logró escapar del cerco que le había tendido el enemigo y regresó a la capital donde se puso de nuevo en contacto con las FAR y el Partido. La guerrilla había recibido reveses muy serios en distintas áreas, pero no estaba vencida. Los frentes Occidentales y del Sudeste no habían sido atacados tan duramente como los otros y aún se man- tenían activos y fuertes. Pero era lamentable la divi- sión cada vez mayor y más honda entre los miembros directivos de los frentes guerrilleros. Camilo Sánchez y César Montes habían roto deinitivamente. Para col- mo y desventaja de la lucha armada revolucionaria, sus dísensíones se acentuaban tanto más, cuanto mayor era la ofensiva del Ejército yanquimalteco. Era indudable que la base de esos problemas se origina- ba, más que todo, de la composición de clase de los guerrilleros y la falta de madurez política en sus pro- pios caudillos. No debe olvidarse que la mayoría de ellos pertenecía a la pequeña burguesía, mientras en la base, su mayoría era de extracción campesina poco politizada (muchos integrantes eran pequeños propie- tarios ladinos). Otra gran falla, en conjunto de todos los frentes, era la falta de participación de la masa in- dígena. Sólo Turcios tenía la irme convicción de que era indispensable incorporarla a la lucha. Un peque-

81 ño grupo cakchiquel, dirigido por Emilio Roldán, alias Pascual, sí formó parte del frente “Edgar Ibarra”, pero las grandes mayorías de los otros grupos étnicos de ancestro maya, estuvieron al margen completamen- te. Tampoco se hizo esfuerzo alguno para incorporar en esa guerra popular a las mujeres; las pocas que se aliaron y combatieron heroicamente, lo hicieron de manera espontánea.

En 1967, además de la MANO, se había organizado otro grupo terrorista: NOA (Nueva Organización An- ticomunista), cuyo lema era: “comunista visto, comu- nista muerto”. Los métodos de la MANO para sembrar el terror eran los siguientes: cartas y llamadas telefó- nicas anónimas llenas de amenazas, pintura de una cruz negra en la casa de las personas sospechosas de ser “de izquierda”, secuestros y asesinatos, pre- vias torturas: castrar, arrancar la lengua y cortar la mano de sus víctimas antes de ultimarlas. La NOA y otra organización, el CADEG (Consejo Anticomunis- ta de Guatemala), con su lema: “Muerte a los traido- res”, trabajaban con elementos de la policía vestidos de paisanos, mientras la MANO lo hacía con militares en traje de civil.

Entre los horrendos crímenes e incontables atroci- dades cometidas por estas agrupaciones, en diciem- bre de ese año (1967), conmovió la opinión pública nacional e internacional el asesinato de Rogelia Cruz Martínez, “Miss Guatemala 1959”, quien debido a sus conocidos sentimientos revolucionarios fue secuestra- da, violada, torturada y salvajemente mutilada.

Además del Embajador de Estados Unidos en Gua- temala en esa época, Gordon Mein, quien en reali- dad era la autoridad suprema en la preparación de la contraofensiva (naturalmente con sus asesores en la materia) y amo de los destinos guatemaltecos, lle- garon a dirigir la misión militar estadounidense los

82 coroneles John Weber y Ernest Munro. Eran además los jefes de la campaña de represión y Weber llegó al colmo de ofrecer recompensas económicas por cada “comunista” muerto.

Cuando Leonardo Castillo Johnson, hijo de Leonardo Castillo Flores (el Secretario General de la Confede- ración Nacional Campesina, asesinado en la masacre de los 28, en marzo de 1966, durante el régimen de Peralta Azurdia), se enteró del crimen cometido con- tra su compañera Rogelia Cruz Martínez, abandonó la “regional” de Occidente que comandaba, y se trasla- dó de inmediato a la capital. Allí organizó con un co- mando bajo su dirección una serie de golpes y atenta- dos temerarios. Entre otros, ajustició a los coroneles yanquis Weber y Munro y también a Alfonso Alejos, conocido explotador y terrateniente feudal. En lucha con una patrulla del ejército, perdió la vida el propio Castillo Johnson.

Mientras tanto, Camilo Sánchez y Yon Sosa se habían unido y hacían planes para abrir otro frente guerrille- ro. Yon Sosa había roto ya con los trotskistas, pues aunque tarde, había comprendido su gran equivoca- ción. Infortunadamente, en marzo de 1968, las FAR se desligaron completamente del PGT. Camilo Sánchez con el in de mantener muy en alto la moral y la dis - ciplina entre sus combatientes, extremó las medidas realizando drásticas purgas entre ellos. Las FAR, aun con todos los golpes sufridos, se mantenían activas, principalmente en la capital.

En agosto de 1968 la MANO secuestró al Arzobispo Mario Casariego. Aunque se trató de inculpar a las FAR de ese hecho, nadie creyó en la burda manio- bra de la extrema derecha y “monseñor” tuvo que ser puesto en libertad. Méndez Montenegro presionado por un sector del Ejército y para evitar mayores pro- blemas a su Gobierno, mandó fuera del país a tres

83 Jefes militares responsables de dicho secuestro y de las masacres paramilitares: Coroneles Carlos Arana Osorio, Rafael Arriaga Bosque* y Sosa Avila. Se trata- ba en el fondo de un arreglo para aplacar el repudio popular contra ellos y para salvarles la vida ante las seguras represalias guerrilleras y del partido. ¡Nunca fue un acto sincero de cambio de política del binomio Méndez-Marroquín! Ese mismo mes en la capital, la policía capturó a Ca- milo Sánchez. Inmediatamente las FAR organizaron la captura del Embajador de los Estados Unidos, John Gordon Mein, para canjearlo por Sánchez. Meín, como ya dijimos, era el supervisor de la lucha de contrain- surgencia, frenético partidario de los militares y pro- piciador de la “línea dura” contra el pueblo. Mein trató de evitar la captura y bajándose de su automóvil co- rrió sin obedecer el alto que se le marcaba y fue ajusti- ciado por uno de los jóvenes captores. Ese mismo día en medio de torturas salvajes fue asesinado en uno de los cuarteles de policía, Camilo Sánchez.

Inmediatamente el régimen de Méndez-Marroquín, desencadenó una nueva ola de terror sin precedentes, en contra de todos aquellos presuntos sospechosos de la lucha armada y de sus simpatizantes o de los fami- liares de los guerrilleros, de sus amigos y hasta de sus inocentes vecinos.

A todo esto, la acción criminal del régimen Méndez-Ma- rroquín, había cobrado en el periodo de la ofensiva contraguerrillera de 1966 a 1968, más de ocho mil víctimas entre la población civil de áreas rurales, ale- dañas a los centros guerrilleros y en la propia capital de la República. Estas cifras no incluían a los cientos de desaparecidos, quienes habían sido secuestrados por las organizaciones paramilitares del ejército, la policía y la oligarquía, auspiciadas y toleradas por el propio gobierno.

84 Nunca en la historia de Latinoamérica un pueblo ha sido sometido a un genocidio sistemático y tan salvaje, de las proporciones dantescas, como del que ha sido objeto, desde 1954, el pequeño pueblo guatemalteco. Y esta acción criminal es tanto más repudiable cuanto que ha sido decidida, coordinada y ejecutada por un poder extranjero: los Estados Unidos, con el único in de llevar adelante sus designios de dominación eco- nómica y política de nuestra patria. Por ello resulta monstruosa la complicidad de los regímenes que han gobernado el país, y especialmente, la complicidad de los civiles “universitarios”: Julio César Méndez Monte- negro, Clemente Marroquín Rojas y Eduardo Cáceres Lenhoff (éste, como se verá después, hizo mancuerna como vicepresidente con el Coronel Carlos Arana Oso- rio, sucesor de Méndez). Párrafo aparte merece el sector servil del Ejército Na- cional. Sometido lacayunamente a los dictados de militares estadounidenses, se ha valido de bandas de asesinos, una integrada por elementos del propio ejército (MANO), y de otras (NOA, Ojo por Ojo, CA- DEG, Buitre Justiciero, Escuadrón de la Muerte, et- cétera) para diezmar a la población civil, tanto en el campo como en las ciudades. No bastarían los peores epítetos para caliicar su historia infame, su antipa- triotismo y sus crímenes. Corresponderá a los tribu- nales populares y a los mismos elementos jóvenes de las fuerzas armadas someter a juicio implacable a los directamente responsables de estas masacres inca- liicables e injustiicables. Los ejemplos de Vietnam, Laos, Kampuchea, Portugal, Angola, Etiopía, etcétera, son aleccionadores. No se trata de una utopía. Todos estos hechos vienen a conirmar el cambio irreversi- ble de la correlación de fuerzas en el mundo de hoy, lo ineluctable de la dialéctica de la historia y la in- quebrantable voluntad de los pueblos, cuando éstos deciden realizar su verdadera liberación y ejercer su propio destino.

85 En agosto de 1967 después de la gran ofensiva del Ejército, planeada, instigada y dirigida por los aseso- res yanquis, el frente “Edgar Ibarra” había sido des- truido y los combatientes de Yon Sosa dispersados. Prácticamente puede decirse que en ese mes dejó de existir la guerrilla rural organizada en la República. Las causas de esta derrota son múltiples, pero es ne- cesario señalar las fundamentales.

Indiscutiblemente la falta de cohesión entre los dife- rentes grupos guerrilleros, unido a la ausencia de una dirección política eicaz; las rivalidades profundas en - tre los comandantes que llegaron a extremos verda- deramente irreconciliables; la carencia de madurez ideológica en la mayoría de los caudillos; la falta de constante comunicación con el Centro Provisional de Dirección Revolucionaria (CPDR) que obligó a muchos de los jefes de la guerrilla a viajar a la capital, donde fueron reconocidos por la policía, capturados y ulti- mados; la composición de clases de los combatientes y el quebrantamiento de las disciplinas esenciales de tipo militar, etcétera.

Por otra parte, debe indicarse aquí: que conjuntamen- te los guerrilleros armados apenas llegaron a sumar 400 hombres (sólo con armamento ligero), mientras el Ejército movilizó en su contra 10.000 efectivos y 12.000 policías, equipados a manos llenas con tanques, ca- rros de combate, helicópteros blindados, aviones de guerra A-37B, Jets T-33 y bombarderos supermoder- nos, etcétera. En una palabra, el Ejército poseía un armamento como para hacerle la guerra a toda Cen- troamérica junta... En el acontecer de nuestra Améri- ca ningún país de tan limitada extensión territorial y poblacional, había recibido semejante y desproporcio- nada cantidad de equipo militar de parte de Estados Unidos como el que esta nación entregó a Guatema- la. Pero es que los expertos militares estadouniden- ses no querían que el “glorioso Ejército Nacional” que

86 ellos habían entrenado, fuera a perder la “guerra”; sí, mis estimados lectores, la “guerra” contra su propio pueblo. Porque no hay que perder la atención de que con las acciones terroristas empleadas contra los in- defensos campesinos y sus infelices familias, sólo en un año, las organizaciones del Ejército, la Policía y la oligarquía (MANO y CADEG), asesinaron, entre 1966 y 1967, más de 7.000 personas, sin contar los desapa- recidos. Esta era la clase de “guerra” que realizaba el citado Ejército “para paciicar” Guatemala. Y cabe preguntar: ¿Cuáles otros objetivos perseguían las fuerzas yanquimaltecas con esa masacre de la po- blación? La respuesta es fácil: 1° acabar con la resis- tencia popular a la tiranía impuesta por los Estados Unidos desde 1954; 2° destruir los heroicos grupos de brazos armados del pueblo que en absoluta desventa- ja numérica. y equipo militar, pero con muy alta moral revolucionaria, no obstante sus equivocaciones, man- tuvieron entonces, y siguen sosteniendo hasta hoy, casi catorce años, una valiente actitud combativa; y 3° limpiar la mesa a sus amos yanquis para que siguie- ran hartándose con las riquezas y recursos naturales de la nación, como en los casos del níquel, el petróleo, etcétera.

¿Habrán logrado estos regímenes y su Ejército, sus antipatrióticos propósitos, como lo sostienen algunos derrotistas? Evidentemente que no. En primer tér- mino, porque a pesar de la tortura, las cárceles, las desapariciones y los asesinatos, la resistencia popular sigue en pie y cada vez más irme; en segundo lugar, porque los héroes caídos han dejado trazada, con su valeroso y ejemplar sacriicio, una senda que condu- cirá a la reconquista de nuestra patria integralmente, bajo la orientación de otros caudillos y dirigentes po- líticos que saldrán como aquéllos, de la propia entra- ña del pueblo; y por último, porque las riquezas y los recursos naturales, que esa cáila de apátridas “anti-

87 comunistas” han puesto en manos de los monopolios estadounidenses. serán recuperados y nacionalizados a favor de la República y para exclusivo beneicio de las grandes mayorías del pueblo trabajador.

88 CAPITULO VII

SUMISION DE OTRO GOBIERNO

La Espada y la Cruz

Para las elecciones presidenciales que debían reali- zarse en 1970 era un hecho que el Ejército tenía el mando absoluto en el gobierno títere de Méndez Mon- tenegro- Marroquín Rojas. Los partidos minoritarios oiciales de extrema derecha MLN (Movimiento de -Li beración Nacional) y PID (Partido Institucional Demo- crático), lanzaron como su candidato al Coronel Car- los Arana Osorio (a quien el pueblo puso el mote de: Chacal, por las matanzas que él dirigió personalmente contra los campesinos, como Jefe de las operaciones antiguerrilleras) y como vicepresidente al Licenciado Eduardo Cáceres Lenhoff, fanático goebbelsiano: ¡La espada ensangrentada y la cruz fascista en estrecho contubernio!

El desacreditado seudo “Partido Revolucionario” de- signó a un civil: el Licenciado Mario Fuentes Perucci- ni, y la Democracia Cristiana, al Coronel Jorge Lucas Caballeros. Estas agrupaciones cumplieron bien su antipatriótico papel divisionista y desorientador, sien- do las responsables, en gran parte, del arribo al poder de la planilla “liberacionista”.

Arana-Cáceres hacían su demagógica campaña ofre- ciendo la completa “paciicación” de Guatemala, es decir: ¡más represión y crimen!

El PGT y el MR 13 propugnaban por votar en con- tra de Arana, y las FAR por votar en blanco, con la idea de que si llegara a triunfar Arana, la represión sería inevitable y en consecuencia la lucha armada

89 popular se fortalecería. Estas serias contradicciones de concepción, estrategia y táctica revolucionaria, evi- denciaban que el movimiento guerrillero confrontaba nuevas y profundas diferencias que minaban su débil estructura.

Del total de electores en toda la República solamente el 25% votó. De estos escasos votos, Arana-Cáceres obtuvieron apenas el 30%. Al no haber obtenido ma- yoría absoluta de sufragios ninguno de los candidatos participantes, tocaba al Congreso de la República de- cidir a quién daría la victoria; pero resultaba claro en el contexto real de la política de sometimiento a los dictados del imperio que, mientras la Embajada de los Estados Unidos no diera su opinión al Congreso, nada podían decidir sus “representantes del pueblo”. El Departamento de Estado vacilaba en dar su apoyo al Coronel Arana, consciente del repudio popular ha- cia su odiosa persona. Pero un hecho de serias com- plicaciones internacionales, vino a cambiar la indeci- sión estadounidense.

Un comando de las FAR, empeñado en que el régi- men Méndez- Marroquín pusiera en libertad a varios guerrilleros que se hallaban en prisión, secuestró en la capital a Karl von Spretti, Embajador de Alemania Federal y, entre otras demandas, planteó al gobierno el canje de los prisioneros por el Embajador. Méndez Montenegro y Marroquín Rojas no se atrevían a decir la verdad: que los guerrilleros reclamados no estaban presos, sino que habían sido sacados de las cárce- les desde hacía varias semanas, siendo torturados y inalmente, asesinados. En esas circunstancias el gobierno daba quitas y esperas, mientras las fuerzas de seguridad se movilizaban en toda la capital y po- blaciones aledañas tratando de dar con el lugar don- de tenían escondido al Embajador. Pero los plazos se cumplen y el que los guerrilleros dieron al gobierno se venció sin que el gobierno Méndez-Marroquín, pre-

90 sionado por la Embajada yanqui, cumpliera ninguna de las condiciones demandadas por el comando y éste ejecutó a von Spretti. Ante ese hecho consumado, los Estados Unidos deci- dieron y así se hizo saber al Congreso, que sus miem- bros deberían reconocer como triunfadores a la man- cuerna: Arana Osorio-Cáceres Lenhoff. Se abrían así, de par en par, las compuertas para seguir y acrecentar el genocidio contra el pueblo. Inmediatamente surgió otra organización paramilitar: Ojo por Ojo y comenzó la enésima ola de terror y muerte. Periodistas, profe- sionales, maestros, estudiantes, obreros y campesi- nos, fueron implacablemente asesinados.

Después de otro rompimiento con las FAR, el “Chino” Yon Sosa operaba en la región occidental de la Repú- blica. Objeto de especial persecución por las tropas del ejército yanquimalteco y después de varios en- cuentros, diezmados sus compañeros, se internó en territorio mexicano. Transcribo la versión publicada en el libro: Las pruebas del Fuego, editorial Siglo XXI, sobre este episodio escrito por Regis Debray (autor del libro) en colaboración con el guatemalteco Ricardo Ra- mírez, autor a su vez de Lettres du Front guatemalté- que, Maspero, 1970. He aquí los principales párrafos: “Una operación de limpieza del ejército le obligó a ba- tirse en retirada por la selva y sin darse cuenta entró en territorio mexicano. Un campesino le informó pron- to que ya no estaba en Guatemala; Yon Sosa quiso inmediatamente dar media vuelta y se puso en busca de un camino practicable. Como era la estación lluvio- sa y todas las carreteras estaban inundadas, pidió a los campesinos que lo habían recibido con cordialidad que le ayudaran a hallar una pequeña pista de aterri- zaje donde pudiera rentar una avioneta. El oicinis- ta de la estación hidrométrica vio al comandante Yon Sosa entre los campesinos y lo reconoció por una vieja

91 fotografía. Fue el mismo día y un poco antes de ha- cer la llamada telefónica para que llegara la avioneta. Este oicinista se comunicó con el ejército mexicano y denunció la presencia de Yon en la zona. El mando del ejército mexicano movilizó una sección de tropa a las órdenes del general Casillas hacia el lugar donde se encontraba el jefe guerrillero. Un pelotón coman- dado por el capitán Barquera capturó al campesino que alojaba a Yon Sosa sin saberlo. Barquera ame- nazó al campesino con ahorcarlo si no colaboraba en la detención del líder rebelde. Colocado ya frente a la soga tendida sobre la rama de un árbol, el campesino aceptó colaborar, condujo al ejército a la choza e hizo salir a Yon Sosa, con engaños, desarmado. Lo captu- raron inmediatamente, pero él, con la serenidad que lo caracterizaba, pidió ser llevado ante las autoridades para solicitar su asilo. Entregó sus efectos personales y entre ellos algunos miles de dólares (se estima eran: 200.000). Le pidió a Barquera un recibo por la suma entregada, pero éste rehusó. Yon le replicó que siendo él un oicial también, conocía el código militar y que informaría a los superiores de Barquera de la actitud de éste, como correspondía. El capitán mexicano se dio cuenta de que si Yon llegaba vivo ante sus superio- res tendría que devolver una suma que jamás había soñado tener en sus manos. Mientras los guatemalte- cos (al principio de este relato dicen Debray-Ramírez que estaban con Yon Sosa, Socorro Sical y otro mili- tante) estaban de espaldas dio orden a sus soldados de hacer fuego contra ellos. Así murió el más popular de los guerrilleros guatemaltecos, víctima de su con- ianza en los hombres y de una concepción caballe- resca del oicio de las armas de que jamás se había desprendido aún después de haber renunciado a él. El ministro de la Defensa mexicana anunció unos días después que en la frontera guatemalteca se había re- chazado una incursión guerrillera y que la soberanía nacional está salva. El capitán fue ascendido a gene- ral. El cadáver del guía campesino, que había creído

92 tener la mejor oportunidad de su vida y que fue muer- to con los demás, nunca fue encontrado”. (pp. 320 y 321 de la citada obra).

Cabe resaltar aquí, el patriotismo, el valor personal, los ideales revolucionarios y la justeza de la lucha de la mayoría de los insignes guerrilleros guatemaltecos. Fieles a sus principios y nobles ideales vivieron varios años de grandes y terribles sacriicios, privaciones y riesgos, habiendo entregado hasta la vida misma, cumpliendo ielmente las estrofas de nuestro himno nacional. Lucharon hasta la muerte contra los inva- sores yanquis y sus execrables lacayos “yanquimal- tecos”, dando un ejemplo inestimable de honor y de hombría a las nuevas generaciones y a las juventu- des militares que, de seguir sus pasos, aún podrían quitarse el estigma de pertenecer al actual “Ejército Nacional” del que el ambicioso y siniestro grupo diri- gente, ha hecho un instrumento al servicio de la an- tipatria y convertido en verdugo de su propio pueblo.

Si bien es cierto que entre los guerrilleros se iniltraron provocadores, trotskistas, agentes de la CIA y oportu- nistas, que llegaron hasta cometer actos contrarrevo- lucionarios (hechos menores que han sido aprovecha- dos por la CIA, la ultraderecha y sus agentes para desacreditar el movimiento, utilizando los medios de información a su servicio y hasta la mala fe de es- critores que encontraron en esas denuncias un ilón comercial), afortunadamente tales acciones, a todas luces condenables, en nada menoscaban la trayecto- ria limpia, patriótica, nacionalista, revolucionaria y antiimperialista de la lucha armada de esos años y de sus verdaderos dirigentes quienes, sin excepción, llegaron a comprender que sin una estrecha relación con el Partido Comunista (PGT), vanguardia de la cla- se obrera, y el fortalecimiento de la unidad de todas las fuerzas revolucionarias, no puede triunfar nunca una guerrilla aislada.

93 En cuanto a los heroicos combatientes caídos en esos años en defensa de la soberanía nacional y de sus ideales, no está lejano el día en que todo el pueblo les rinda el merecido homenaje a su memoria. Los nom- bres de Marco Antonio Yon Sosa, Luis Augusto Tur- cios Lima, Luis Trejo, Alejandro de León, Néstor Valle, Leonardo Castillo Johnson y tantos otros que cayeron abatidos, unos en combate y otros traicionados, como el caso de Yon Sosa, pasarán a nuestra historia como símbolos de nuestra nacionalidad, y en igual dimen- sión Nora Paiz y Rogelia Cruz inmoladas bárbaramen- te, lo mismo que la compañera francesa Michéle Firk, quien también dio su vida por Guatemala en valiente actitud y consecuencia con el internacionalismo socia- lista; el poeta Otto René Castillo y tantos intelectua- les sacriicados; los miles de campesinos asesinados por ayudar o simpatizar con el movimiento guerrillero; los heroicos combatientes de todas las clases sociales que han muerto por defender las banderas de la jus- ticia social. Todos ellos, mujeres y hombres, merecen nuestro profundo respeto y admiración. Su sacriicio no ha sido en vano. Han regado con sangre propia el surco en el cual germinará una nueva Guatemala, que será cultivada y engrandecida por sus propios hi- jos en una nueva revolución socialista, que pese a los derrotistas y las fuerzas del imperialismo, será incon- tenible. Y llegará también la hora, no de la venganza, sino de la justicia popular. Ya el pueblo sabe muy bien quienes son sus enemigos.

Durante los primeros cuatro meses del gobierno an- tinacional de Arana-Cáceres, se montó el tinglado de una apertura democrática en la capital, mientras en las áreas rurales las bandas paramilitares continua- ban su labor asesina. La estrategia del nuevo régimen era una trampa. Por una parte Arana Osorio quería cambiar, hipócritamente, ante la opinión pública su verdadera imagen de gran ferocidad. Por la otra, trata- ba de que la oposición fuera perdiendo el miedo y die-

94 ra algunos pasos para conocer a las cabezas ‘isibles y ponerlas ordenadamente en la lista de los que serían eliminados tan pronto como se terminara la mascara- da gubernamental. Algunos sectores sociales llegaron a creer, ingenuamente, que las promesas electorales de Arana-Cáceres, sobre la “paciicación” del país, se convertirían en una realidad. Pero los sectores revolu- cionarios sabían a ciencia cierta que se trataba de una treta maquiavélica. Fue así que el natural repudio de las fuerzas populares y universitarias a la nueva ad- ministración se evidenció al manifestar éstas su opo- sición a la irma del contrato para la explotación, tan onerosa para el país, de las minas de níquel de la zona de Izabal. Los Estados Unidos que habían perdido en Cuba, con la llegada de Fidel Castro al poder, la posi- bilidad de saquear en esa nación las grandes reservas de ese mineral, apremiantemente exigían a los regí- menes entreguistas de Guatemala la exterminación de las guerrillas y el camino legal (el contrato), para dedicarse al pacíico saqueo de las ricas minas nique- leras descubiertas en la Republica. Las trasnaciona- les: International Nickel Company y la Hanna Mining Company formaron una compañía con el nombre de Exploraciones y Explotaciones Mineras de Izabal (EX- MIBAL), de la cual hablaremos ampliamente al expli- car la dominación económica estadounidense de que es objeto nuestra patria.

Patrocinados por la Facultad de Economía para dis- cutir la inconveniencia de dicho contrato hubo varias mesas redondas, a una de las cuales asistieron re- presentantes de las diversas fuerzas revolucionarias, incluyendo las FAR. Tres miembros de la Comisión Investigadora, del entreguista convenio de la Exmi- bal, nombrados por la Universidad de San Carlos de Guatemala y catedráticos de la misma: Licenciados Julio Camey Herrera, Adolfo Mijangos (lesionado de la columna, se movilizaba en silla de ruedas) y Alfonso Bauer Paiz, fueron ametrallados en plena calle, por

95 orden del gobierno, habiendo perecido los dos prime- ros y quedando gravemente herido el último. El con- sorcio transnacional del níquel quedó muy agradecido y satisfecho con esta prueba de lealtad de la mancuer- na Arana-Cáceres.

La situación de oposición se agravaba día a día y el régimen necesitaba una justiicación para desencade- nar una nueva ola de terror como lo tenía premedita- do. Un comando del MR 13 ajustició en las calles de la Capital a cuatro militares considerados enemigos, para conmemorar ese día 13 de noviembre el décimo aniversario del inicio de su movimiento revoluciona- rio. El gobierno inmediatamente decretó el “estado de guerra civil por tiempo ilimitado” y el consiguiente “estado de sitio” con una nueva modalidad: toque de queda de las 9 de la noche a las 5 de la mañana.

El crimen contra los catedráticos universitarios, Ca- mey y Mijangos, se realizó dentro de ese periodo pues es bien sabido que el “estado de sitio” no es más que el pretexto jurídico para la impunidad. La restricción de garantías, en rigor de verdad, era pura fórmula, puesto que desde julio de 1954 hasta la fecha, los guatemal- tecos viven sin ninguna protección legal, sujetos a la constante violación de todos sus derechos humanos, aun el más elemental, que es el derecho a la vida...

Como característica esencial de los regímenes fascis- tas instalados por el Departamento de Estado de los Estados Unidos los métodos de violencia y terror fue- ron institucionalizados desde 1954, pero con el pre- texto de la lucha de “contrainsurgencia”, llegaron a extremos inconcebibles. De nada efectivo sirvieron las continuas denuncias a los organismos internacionales hechas sobre este espantoso genocidio ante las Comi- siones de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y de la OEA. Parecería que el “caso de Guatemala” no ha tenido para ellas la menor importancia.

96 Durante el “estado de sitio” decretado por el régimen de Arana- Cáceres, que duró del 13 de noviembre de 1970 a mayo de 1971, el New York Time Magazine (13 de junio 1971) revelo que en ese lapso se habían asesinado a más de 2.000 personas. La mayoría de sus cuerpos estaba con señales de infames torturas -mutilaciones y castraciones- cometidas de la manera más lombrosiana y antihumana. Los crímenes, decía la citada revista, fueron cometidos por las organiza- ciones oicialmente apoyadas por el gobierno: MANO, Ojo por Ojo y NOA, dirigidas por la extrema derecha, la Policía y el Ejército y sus autores entrenados por los asesores estadounidenses. ¡Ya para ese tiempo no podía seguirse tapando el sol con un dedo!

La administración Arana Osorio-Cáceres Lenhoff (Ju- lio 1970-julio 1974) con su sangrienta “paciicación de Guatemala” recibió la más cariñosa, cálida y frater- nal simpatía por parte del Departamento de Estado. Dominando los medios de información masiva: radio, televisión y prensa, justiicaban la acción represiva, el genocidio sistemático de la población, con el sobado “caballito de batalla” de que se trata de erradicar “el comunismo internacional”. Y ha sido sistemática la campaña para hacer aparecer, falsamente, a los he- roicos guerrilleros como “bandidos” “cuatreros” “la- drones” “delincuentes” “asesinos” “asaltantes”, “se- cuestradores”, e innumerables epítetos más. Toda esa difamatoria consigna tiene por objeto restar en el pueblo la simpatía que tiene por sus caudillos, deni- grar su hermosa y patriótica lucha contra la ocupa- ción extranjera, contra los crímenes organizados por el gobierno, contra la injusticia social y la miseria a que se ha orillado a las mayorías. El gobierno no ha tenido éxito, ni con la represión, ni con la mentirosa propaganda desencadenada por los citados medios de información. El pueblo sabe bien que el país está en “guerra” y que los objetivos que persiguen sus dirigen- tes, que han enarbolado las banderas de la rebelión

97 popular, son los de los cambios fundamentales de las estructuras económicas y sociales, único camino para alcanzar metas impostergables de una vida más dig- na, equitativa y libre.

El estilo fascista que desde 1954 se ha implantado en la República ha empleado ese método indigno de utili- zar los medios de información para la propaganda sis- temática de la mentira, la calumnia y la difamación. Entre los periodistas y radiolocutores la excepción ha conirmado la regla. Los que no se prestaron a esa in- famia, fueron asesinados o viven en el destierro; otros, muy pocos por cierto, se han apartado totalmente de prestar su concurso a esa baja política y se dedican a las letras o la crónica poética; y un reducidísimo gru- po, valerosamente, combate a los opresores, y hasta cierto punto, hace llegar la verdad hasta los conines del país. Abundan naturalmente, los otros (periódi- cos, radiodifusoras y televisión), al servicio de la an- tipatria: son los veletas, los vendidos y los taimados, que aunque blasonan de independientes, bailan al son que les tocan...

A pesar del apoyo que estos últimos dieron abierta- mente al binomio Arana Osorio-Cáceres Lenhoff, el pueblo que sufrió en carne propia su mal gobierno, sabe bien cuáles fueron sus características esencia- les: el crimen, la corrupción, la entrega efectiva por 40 años prorrogables de los recursos no renovables del níquel a la Exmibal, el nepotismo, la alianza polí- tica y los grandes negocios con Anastasio Somoza, el peculado y, en síntesis, la misma línea antinacional y antipatriótica de sus predecesores.

Pero hubo un aspecto que no debe quedar oculto, la sumisión total del Ejército a los dictados del Pentágo- no, a través del Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA).

98 99 Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA)

Antes de su nacimiento, existían pactos separados o “bilaterales” de ayuda militar (PAM) entre los Estados Unidos, por una parte y, por la otra con cada uno de los países centroamericanos. Los ejércitos mantenían entre ellos rivalidades explicables por razones históri- cas originadas desde la Independencia de España en 1821. El de Guatemala, con mayor razón no podía ol- vidar que la intervención yanqui en la República, en 1954, se hizo con la maniiesta complicidad de Hon- duras, Nicaragua y El Salvador. Sin embargo, estos sentimientos de dignidad fueron olvidados, por los Je- fes que dominan la Institución, en cuanto “el coloso del Norte” les exigió la formación de CONDECA con el in primordial de combatir la supuesta subversión “castro-comunista” (Cuba es su pesadilla) y, sobre todo al “enemigo interno” o sea al “comunismo inter- nacional” en las naciones del Istmo.

El General Robert Porter, Comandante General del Comando del sudeste de los Estados Unidos, en Pa- namá, declaró que la región atrasada y subdesarro- llada de Centroamérica era de particular importancia estratégica para su país, “porque permite un acceso fácil de las materias primas de Sudamérica, por rutas fácilmente defendibles” y, naturalmente, por su cerca- nía al Canal de Panamá.

Para nuestros militares y para los del resto de Centro- américa, uno de los mayores atractivos de la creación del organismo colectivo, era el de utilizarlo sin demo- ra en la lucha conjunta de las fuerzas armadas para eliminar el peligro del movimiento guerrillero que se iniciaba en Guatemala y amenazaba con prender en las naciones vecinas.

Las presiones de Estados Unidos para que tales ejér- citos se aliaran en un solo frente, se hicieron más

100 apremiantes durante los años 1960-61. Sin poder re- sistir a los mandatos del Pentágono, se reunieron en Guatemala los miembros del Comando Supremo de los cinco países y Panamá, y con la asesoría militar estadounidense decidieron formar el Consejo de De- fensa Centroamericana (CONDECA), pero no llegaron a formalizarlo debido a que tanto Panamá como Costa Rica, no tienen en sus instituciones el cargo de Minis - tros de la Defensa. Acordaron no obstante, tomar me- didas conjuntas para combatir la “subversión interna” mediante las técnicas de contrainsurgencia aconseja- das desde entonces por los enviados del Pentágono. Para convencerlos a aceptar las exigencias de Estados Unidos sobre la materia, esta nación organizó bajo su dirección varias operaciones en que debían participar unidos todos los ejércitos centroamericanos y a la pri- mera se designó con el nombre de Operación Fraterni- dad (Operation Brotherhood) y tuvo lugar en la Costa Norte de Honduras en 1962; la segunda fue llama- da “Falconview” y con el pretexto de enseñar tácticas para repeler una posible invasión a Cuba, se utilizó para el entrenamiento en Guatemala a los mercena- rios y cubanos anticastristas quienes transportados por aire a Nicaragua, iniciaron desde allí la Operación “Bahía de Cochinos”; y la tercera, fue conocida con el nombre de “Nicarao” y en ella participó Costa Rica con elementos de su Guardia Nacional.

Basada en la nueva Carta de la Organización de Esta- dos Centroamericanos (ODECA), los Ministros de De - fensa de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicara - gua, en 1964, irmaron el acta constitutiva, dando así vida formal a CONDECA. Meses más tarde, para que pudieran integrarse a ella Costa Rica y Panamá, se modiicó la cláusula correspondiente permitiendo con esa enmienda que los Ministros del Interior de esos dos países formaran parte del Consejo.

101 De esta manera quedó armado este cuerpo de repre- sión colectiva. Estados Unidos estaba de plácemes. Tenía bajo su dominio absoluto el aparato militar de la región y era este nuevo sistema parte de su ambi- cioso plan de llegar, algún día, a crear, también bajo su control, una Fuerza de Defensa Interamericana a la cual afortunadamente se oponen varios países, en- tre ellos México a la cabeza. Para los estrategas de la política militar yanqui, la creación de CONDECA ha sido uno de los más sona- dos éxitos. Además de las razones ya expuestas, esta superestructura supranacional está manejada direc- tamente por y desde el Pentágono (véase atrás el dia- grama respectivo) y ese poder que ejerce, le permite, entre otras cosas las siguientes acciones: lo. Mover las fuerzas armadas centroamericanas a su antojo;

2o. Dotarlas de los desechos de armamento que ya no emplea el Ejército de Estados Unidos (sin alterar los Pactos de Ayuda Mutua vigentes);

3o. Venderles equipo militar, también en desuso, a precios altísimos: aviones de combate, aviones bom- barderos, tanques, carros blindados, helicópteros, armamento ligero, cañones, morteros, riles, parque, etcétera, aumentando así la deuda externa de nues- tras naciones;

4o. Mantenerlas alertas no sólo contra “el enemigo in- terno”, sino para socorrer a las naciones vecinas en casos de golpe de Estado o de serios disturbios in- ternos que pongan en peligro la estabilidad de los re- gímenes militares que están en el poder. Además de todo ello, la dependencia y sumisión de estos ejérci- tos, al exclusivo servicio del imperialismo, constituyen para Estados Unidos una verdadera economía, ya que

102 con esos “perros guardianes” no tienen que realizar intervenciones directas con sus “marines” (como lo hizo en la República Dominicana, en 1965), pues tales ejércitos son en realidad verdaderas fuerzas armadas de ocupación de sus propios pueblos...

El folleto titulado Annual Forces Information and Edu- cation for Commanders, Washington, D.C., EE.UU. vol. 3 bo. 14 15-1, 1964, fue para las instituciones armadas de Centroamérica una revelación, algo así como la cartilla para el analfabeto, pues contiene de- iniciones y establece tácticas a seguir indispensables para combatir a sus pueblos que luchan por librarse de la opresión. ‘le aquí una de sus reveladoras de- iniciones: “Contrainsurgencia es una combinación de acciones militares, paramilitares, políticas, econó- micas, sicológicas y civiles tomadas por un gobierno para derrotar cualquier movimiento de insurgencia subversiva”. Y su agrado fue mayor cuando en dicha cartilla se les indicaba que a dichas medidas había que agregar la “Acción Cívica Militar” (de cuya función y inalidades ya hablamos antes) y cuya “recta apli- cación” (como en la Operación Phoenix ya relatada), les haría aparecer ante los pueblos que tienen bajo el yugo, como “verdaderos bienhechores” lavando, como con un detergente mágico, la cauda de atropellos y crímenes que han cometido contra aquellos.

Desde principios de 1972, Somoza y Arana Osorio, cuya asociación íntima en turbios negocios es públi- camente conocida, iniciaron un movimiento político dentro de las fuerzas armadas vinculadas a CONDE- CA con el in de formar un solo “Ejército centroame- ricano” y usarlo como instrumento al servicio de los dos promotores de la idea. La oposición de Honduras, Costa Rica y Panamá, que se han negado a aceptar semejante liderazgo, hizo fracasar aquella tentativa y, hasta la fecha no ha vuelto a hablarse, del asunto.

103 En febrero de ese mismo año (1972) CONDECA tuvo su primera acción importante en la región. En la Re- pública de El Salvador celebráronse elecciones presi- denciales y salió triunfante el doctor José Napoleón Duarte. El Gobierno de ese país, que presidía el Ge- neral Fidel Sánchez, realizó un burdo fraude haciendo robar los votos de las urnas. Un grupo de militares apoyados por sectores populares, dio un golpe de Es- tado y derrocó a Sánchez impidiendo así, al mismo tiempo, que el candidato oicial, Coronel Arturo Ar- mando Molina, fuera impuesto en el poder. El General Fidel Sánchez que además era Presidente de CONDE- CA, logró avisar a la Embajada yanqui y ésta se co- municó de inmediato con el Pentágono. A las pocas horas aviones procedentes de la Zona del Canal de Panamá, de Nicaragua y Guatemala, bombardeaban los Fuertes militares tomados por los alzados, hasta que lograron su rendición. El General Sánchez fue re- instalado en el poder y a los pocos meses le entregó el mando a “su” protegido: Coronel Molina. El verdadero Presidente electo, fue encarcelado y luego enviado al exilio. La represión contra la ciudadanía no se hizo esperar y se extendió a todo el país, de manera cruel y feroz. He ahí pues, la “democrática” misión que tiene que desempeñar CONDECA, o sea la de mantener el statu quo de las tiranías impuestas por el Departa- mento de Estado de Estados Unidos.

El diagrama de CONDECA viene a ser una demostra- ción gráica del enlace y absoluta dependencia de las fuerzas armadas centroamericanas de la Secretaría de la Defensa y el Pentágono de los Estados Unidos. Triste e indecoroso papel este de los Comandos Supre- mos de los respectivos ejércitos y guardias nacionales (Costa Rica y Panamá) de la antigua Patria Grande. Con ese organismo supranacional han consolidado el derecho de los Estados Unidos no sólo a la interven- ción política, que es permanente en nuestras repú-

104 blicas a través de sus misiones diplomáticas, sino al control absoluto y constante en el campo militar.

La ambición de lucro, el afán de poder y la falta de emoción nacional han hecho presa de esos malos pa- triotas, quienes están completamente ciegos ante las sabias lecciones de la Historia y la dialéctica de los procesos sociales. Nunca la violencia institucionaliza- da ha sido capaz de crear y mantener un orden de justicia y paz verdaderas. Los pueblos sometidos al terror mediante el uso del secuestro, la prisión, la tor- tura y el asesinato, podrán ser contenidos y frenados por algún tiempo; usarán la táctica defensiva de aga- zaparse y aun de demostrar conformidad e indiferen- cia frente a sus opresores, más su espíritu de lucha, su convicción revolucionaria será cada vez más irme e inquebrantable. Ante la violencia institucionalizada por el Estado surge como réplica inevitable la contra- violencia que deviene poco a poco en “violencia revolu- cionaria” una de cuyas fases es la guerra de guerrillas y a medida que ésta se extiende, con el respaldo de los sectores sociales oprimidos y si logra el apoyo del Partido Comunista (partido de vanguardia de la clase obrera), se convertirá inalmente en “guerra popular”, la cual a largo plazo será invencible.

Kampuchea, Laos, Vietnam, Angola, son hasta ahora recientes testimonios del poder de la voluntad y de la fuerza indestructible del espíritu combativo de los pueblos frente a enemigos militarmente superiores. No olvidemos que los Estados Unidos con su gigan- tesca maquinaria de guerra y su inmenso poderío eco- nómico fue vergonzosamente derrotado, obligándole a huir de todos los territorios que, contra todo derecho y por la fuerza, había ocupado. De nada le sirvió al imperio invertir 140 mil millones de dólares, arrojar 8 millones de toneladas de bombas que según Ultimas Noticias de Excélsior, 29 de abril, 1975, fueron “6 mi- llones más que en toda la Segunda Guerra Mundial,

105 haber causado más de 4 millones de muertos y dejar inservibles para el cultivo agrícola cientos de miles de hectáreas”. Todo ese arbitrario esfuerzo dominador fue en vano. La épica victoria de las fuerzas armadas populares vietnamitas quedará grabada en letras de oro, como una de las luchas más heroicas y combati- vas de todos los tiempos.

En muy modesta escala, pero no por ello menos he- roica, ha sido la batalla permanente que desde 1954 hasta estos momentos ha estado dando el pueblo gua- temalteco contra la ocupación extranjera y sus cóm- plices (oligarquía, Ejército Nacional, Policía con sus diferentes cuerpos represivos, organizaciones para- militares, soldados yanquis - “boinas verdes” y “ran- gers”- asesores de la misma nacionalidad, cubanos anticastristas, etcétera). La vanguardia revoluciona- ria encarnada en su aspecto no pacíico por la lucha guerrillera, a pesar de sus serias equivocaciones ya señaladas en este trabajo y de sus muy serias derro- tas, así como de los crímenes de que han sido víctimas directamente o lo han sido sus familiares, amigos, co- laboradores y simpatizantes, no ha podido ser elimi- nada, ni lo será nunca, en tanto su lucha se apoye en una dirección política justa que tome en cuenta las le- yes objetivas del momento histórico. Por cada víctima inmolada por los regímenes fascistas, se alzan cinco o más combatientes. Poco a poco las masas han ido adquiriendo mayor conciencia de sus derechos y de la necesidad de ejercer la legítima defensa contra los esbirros de la tiranía y el poder extranjero.

Por todas esas razones, el régimen sangriento de la pareja Arana Osorio-Cáceres Lenhoff no pudo realizar sus siniestros planes de “la paciicación de Guatema - la”. Lo que sí lograron en parte, con el macabro geno- cidio puesto en marcha, fue una precaria “paz de los cementerios” que hizo variar la estrategia de la lucha popular, la cual, hasta el día de hoy sigue invicta.

106 Dentro de la vesania y la bestialidad criminal ejercida por el régimen de Arana Osorio-Cáceres Lenhoff, he dejado para inal de este capítulo el relato sangriento de los sucesos del 26 de setiembre de 1972.

La directiva del Buró Político del PGT (Partido Comu- nista) que seguía operando en la clandestinidad, acor- dó reunirse en la casa de un compañero, situada en uno de los barrios bajos de la Capital, con el in de conmemorar entre ellos el aniversario de la fundación de su partido que había tenido lugar el 28 de setiem- bre de 1949. Espías de la policía les habían seguido los pasos y habían localizado el sitio de la reunión. Un grupo de agentes superarmados allanó violentamente la casa capturando a todos los presentes y trasladán- dolos al 4° Cuerpo de la Policía, centro siniestro de tortura y muerte.

Los altos jefes militares discutieron el destino de los ocho presos y fue Arana Osorio quien se opuso a que se les procesara legalmente o se les expulsara de la República; su opinión, que al inal fue aprobada por unanimidad, prevaleció: había que liquidarlos cuan- to antes. Durante dos días los sometieron a torturas espantosas y luego fueron trasladados cerca de la al- dea El Fiscal, donde se les enterró vivos: así lo testi- moniaron los médicos que examinaron los cadáveres, dictaminando que esas personas habían sido muertas por asixia, ya que hallaron tierra en sus pulmones... Los cuerpos estaban irreconocibles pues el macabro hallazgo se realizó ocho meses después del execrable asesinato masivo.

De esta manera inicua fueron ultimados Bernardo Al- varado Monzón, Secretario General del Partido PGT, Mario Silva Jonama, Carlos Alvarado Jerez, Hugo Ba - rrios Klée, M. Angel Hernández, Fantina Rodríguez y la empleada (“sirvienta”) Natividad Franco.

107 Se equivocaron los genocidas al pensar que con la de- capitación colectiva del consecuente y heroico partido de vanguardia de la clase obrera, y la muerte de sus más capaces dirigentes, el PGT no volvería a levantar cabeza. Pensaban como militares y naturalmente con tan poca mentalidad, no entendieron que un partido nacido de la clase más combativa de todos los tiempos y asentada en los principios del marxismo-leninismo es invencible porque nace de la entraña misma del pueblo y la capacidad de sus integrantes es adquirida a base del constante estudio de las doctrinas cientíi - cas de aquellos insignes pensadores, del materialismo dialéctico y de las condiciones objetivas y subjetivas del proceso histórico que viven los pueblos. Así el cri- minal descabezamiento de un partido, como hicieron con el PGT, fuera de constituir un hecho monstruoso y mil veces condenable, no puede acabar de ninguna manera ni con la ideología de sus miembros ni con la dirección del organismo. Prueba de ello es que el PGT sigue en pie de lucha cumpliendo su labor de van- guardia de la clase obrera y su trabajo unitario con todos los sectores revolucionarios y democráticos de la nación.

108 CAPITULO VIII

SUMISION DEL GOBIERNO DE LA “MANO”

La “Mano Blanca”en el Poder Para los Estados Unidos era indispensable que el sis- tema colonial impuesto por la violencia, ahora ya oi- cialmente institucionalizada, no variara un ápice. Ara- na Osorio y Cáceres Lenhoff coincidían en esa misma idea, más que todo porque después de su actuación criminal, antipatriótica y entreguista, necesitaban a toda costa que llegara al poder un testaferro que les brindara la debida protección, que les cuidara las es- paldas y que, sobre todas las cosas, garantizara que los sucios negocios gangsteriles del “consorcio Arana Osorio-Anastasio Somoza” siguieran su prosperidad ascendente y continuaran siendo intocables. Con este in escogieron a uno de sus más ieles cómplices del genocidio contra el pueblo: el ex Ministro de la De - fensa del régimen, Coronel Kjell Eugenio Laugerud García y lo lanzaron como “su” candidato oicial para los comicios presidenciales que tendrían lugar el 5 de marzo de 1974.

Mientras los partidos oiciales de ultra derecha: PID (Partido Institucional Democrático) y el MLN (Movi- miento de Liberación Nacional) daban su incondicio- nal respaldo a Laugerud, el desacreditado y oportu- nista “Partido Revolucionario” unido a la URD (Unión Revolucionaria Democrática) vacilante grupo de cen- tro izquierda, designó al Coronel Ernesto Paiz Novales; y la Democracia Cristiana (raquítico apéndice de la de igual nombre de Alemania Federal, de la cual recibe inanciamiento), se alió con el FURD (Frente Unido Revolucionario Democrático) y lanzaron a la palestra a otro militar: el General Efraín Ríos Montt.

109 La imposición de candidatos, militares con exclusión de cualquier civil era tan ofensiva a la dignidad del país y tan acor- de con la voluntad del Departamento de Estado de los Estados Unidos (que ha determinado que sólo miem- bros de esa institución castrense gobiernen a mis compatriotas), que al enterarme por la prensa mexica- na de ese hecho incaliicable, les envié a los directores de los periódicos guatemaltecos (La Hora, El Gráico, Prensa Libre y El Imparcial), el siguiente telegrama (que no se atrevieron a publicar)

“México, D.F., 27 Febrero 1974

Señor Director del Diario La Hora

Licenciado Clemente Marroquín Ro- jas Ciudad de Guatemala República de Guatemala

Enterado por prensa de aquí que tres militares son únicos candidatos en las elecciones presidenciales de Guatema- la próximo Domingo, estoy seguro que el pueblo no participará en semejante farsa para prolongar en el poder a sus probados enemigos, aliados en la oligar- quía e iglesias anticristianas, así como lacayos del imperialismo. Atentamente agradeceríale publicación este mensaje.

Guillermo Toriello Garrido

110 La ausencia de votantes fue notable. De los que ejerci- taron el sufragio en las citadas elecciones, la mayoría lo hizo por el General Ríos Montt, más que todo como una manifestación de rebeldía contra la imposición oicial. Su triunfo, entre el puñado de electores, fue indiscutible. No obstante, Arana Osorio-Cáceres Len- hoff dirigidos por Anastasio Somoza (quien llegó espe- cialmente a Guatemala para ese in), acordaron hacer un burdo fraude y de la manera más cínica w-con la ayuda de la Embajada de los Estados Unidos- presio- naron a los diputados para que en la elección de se- gundo grado (ésta se lleva a cabo en el Congreso cuan- do ninguno de los candidatos obtiene mayoría abso- luta o sea la mitad más uno de los votos sufragados), le dieran el triunfo a Laugerud conjuntamente con su compañero de planilla para Vicepresidente, Mario Sandoval Alarcón (Jefe de la Mano Blanca, fundador del M.L.N. y ex presidente del Congreso Nacional).

Somoza, Arana y Cáceres cumplieron ielmente el mandato de la Embajada yanqui de llevar al poder al siniestro binomio Laugerud- Sandoval, a quienes ha- bía escogido de antemano por saber al primero, peón de conianza de Arana y al segundo, fanático “antico- munista”, sirviente del imperialismo y jefe de la banda de asesinos de la MANO; de esta manera los Estados Unidos se garantizaban que no existiría ningún cam- bio importante en el statu quo de Guatemala. Es decir que continuaría la represión, el entreguismo y el ge- nocidio.

A propósito del tenebroso cuarteto: Arana Osorio-Cá- ceres Lenhoff y Laugerud García-Sandoval Alarcón, no podemos resistir hacer aquí una digresión para que los lectores se den cuenta del cinismo y la hipo- cresía con que actúan estos personajes, quienes para sus ines políticos se han valido hasta de la explota- ción y burla de las ingenuas creencias religiosas de nuestro pueblo, por siglos fanatizado.

111 Ya referimos antes, cómo en julio de 1954 los Estados Unídos al perpetrar su infame intervención en Gua- temala, entronizaron en el poder al fementido “Movi- miento de Liberación Nacional” y cómo éste esgrimió la falsa consigna falangista de: “Dios, Patria y Liber- tad”, altos símbolos -respetados por el pueblo- que sistemáticamente ha traicionado, al extremo de que en realidad en sus banderas el lema que les corres- pondería blasonar sería el: “Sin Dios, contra la Patria y la Libertad”. Relatamos también que desde sus orí- genes formales (1871) el Ejército Nacional fue forma- do dentro de la doctrina liberal dieciochesa y como una institución laica.

Con tales antecedentes resulta una verdadera co- media, indignante y farisaica que además de Cáce- res Lenhoff y Sandoval Alarcón, quienes siempre han blasonado ser “profundamente católicos, apostólicos y romanos”, un grupo de jefes militares que manchan al Ejército con su antipatriotísmo y su criminal ac- ción directa o indirecta, quieran ahora aparecer tam- bién poseídos de un “alto espíritu cristiano” y dispu- ten entre sí para demostrar que “uno es más católico que el otro”. Esta farsa resulta tanto más asqueante cuanto que los autores del sainete con responsables directos o cómplices del genocidio de sus compatrio- tas. Posiblemente los sinceros católicos con natural asombro se preguntarán ¿cómo es posible que Arana Osorio y Laugerud García hayan viajado al Vaticano a implorar la bendición pontiicia? ¿Y cómo juzgarán al Papa Paulo VI que no tuvo el mínimo escrúpulo en otorgárselas? ¿Y qué dirán del mensaje navideño (El Gráico, diario guatemalteco, 23 diciembre de 1973) del Coronel Enrique Peralta Azurdia (responsable de la masacre de los 28 desaparecidos), implorando la gracia de Dios? ¿Y cómo pueden tolerar que Laugerud y su grupo de genocidas comulguen y reciban la ben- dición del cardenal Casariego, en las misas celebradas con motivo del terremoto de 1976? ¿Y cómo permiten

112 esos católicos sinceros que Laugerud “unja y bañe” al Señor Sepultado de Santo Domingo y luego 1o -sa que en hombros del templo? He ahí una muestra del “fervor religioso” de los Generales y Coroneles y “una tolerancia inexplicable” de los “sinceros católicos” o ¿será una complicidad con los farsantes?

Desde el mismo momento de la toma de posesión del régimen “liberacionista” de la Mano Blanca, la repre- sión siguió su curso implacable en las áreas rurales y con la misma taimada estrategia que había emplea- do el gobierno de Arana Osorio y Cáceres Lenhoff, se disminuyó discretamente en la Capital. Sin embargo, a medida que pasaban los meses, las bandas para- militares también comenzaron a actuar ferozmente en contra de los opositores que vivían en la ciudad y los crímenes se sucedían día a día. En diciembre de 1974 la opinión pública se conmovió profundamente cuando en vísperas de Navidad una de las organiza- ciones criminales salidas en esos días a la palestra, posiblemente “El Escuadrón de la Muerte”, secuestró al escritor Huberto Alvarado, conocido dirigente revo- lucionario y Secretario del Partido Guatemalteco del Trabajo. Sometido a las más horribles torturas, su ca- dáver apareció descuartizado cerca de la capital y la vesania de sus neuróticos asesinos fue tal, que antes de ultimarlo le habían extirpado los ojos...

Para comprender mejor la penosa situación que vivía Guatemala en esos meses he creído oportuno tras- cribir algunos párrafos de la documentada y vigorosa exposición (El Gráico, 15-51975) hecha por el Rec- tor de la Universidad de San Carlos, Doctor Roberto Valdeavellano Pinot, cuando dio a la publicidad una declaración de principios sobre el papel que le corres- ponde a la Universidad en las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales que vivía el país en ese año y que en muy poco han variado hasta la fecha. Entre otras cosas importantes, expresó las siguientes:

113 “Guatemala es un país atrasado y dependiente cuya estructura actual es incapaz de responder a las ne- cesidades más urgentes del pueblo. Esta situación se maniiesta por medio de una crisis generalizada cuyos principales aspectos son los siguientes:

“Injusta y desigual distribución de la riqueza, que de- termina progresiva polarización entre una minoría -50/o de la población- que percibe ingresos familiares anuales de Q 12.000.00 y la gran mayoría -superior al 500/o- cuyo ingreso medio familiar anual, apenas alcanza los Q 300.00”.

“Penetración económica, cada vez más determinante, del capital extranjero en los distintos sectores de la economía y una mayor enajenación de la riqueza na- cional, del suelo, subsuelo, lora y fauna y recursos naturales en general, todo lo cual acentúa la depen- dencia y la alienación social”.

“Marginalización creciente de importantes grupos hu- manos a los que nuestra sociedad obliga al desempleo, lo cual se expresa objetivamente en la proliferación de la delincuencia, la mendicidad, la prostitución, etcé- tera”.

“Generalizada desatención de la niñez, que determi- na alarmantes tasas de mortalidad infantil que llegan hasta 80 por millar; así como desnutrición y subali- mentación de las clases de menores recursos”.

“Violación permanente de los más elementales dere- chos humanos, recurriendo al terror institucionali- zado, marginación de importantes sectores políticos de oposición y anulación del principio democrático del sufragio, hechos que mantienen una permanente inestabilidad política y que a la fecha, no permiten vislumbrar una apertura democrática para el país”.

114 De los 11 principios de acción universitaria, por su máxima importancia, cito dos:

“6). Mantenimiento de una actitud de permanente de- nuncia y combate frente a la arbitrariedad y la repre- sión, y la lucha porque se garantice la participación popular en el proceso político del país”;

“9). Lucha contra la dependencia económica y cultu- ral del país...”

Es dramático pero a la vez estimulante al espíritu de lucha leer esas valientes denuncias y patrióticas de- claraciones que contiene el documento del Rector de nuestra Universidad. Ellas claman por la transforma- ción sustancial interna y profunda de una estructura atrasada e inicua para hacer frente al sistema opre- sivo en que vive la nación y, en consecuencia, por el inaplazable cambio de la caduca, injusta y anacrónica sociedad guatemalteca de hoy.

De la acción política del régimen de la “Mano Blan- ca” (Laugerud García y Sandoval Alarcón), durante los dos primeros años de gobierno, las menciona- das declaraciones del Rector son muy elocuentes en cuanto al sistema de violencia que vivió el país en ese periodo. Y esa denuncia se complementa con las informaciones periodísticas citadas en páginas ante- riores y otra del Diario El Gráico (18 de abril de 1975) relativo a los datos proporcionados por el Comité de Familiares Desaparecidos, el cual exigió al Gobierno de la República asumiera responsabilidades y diera razón del paradero de 15.325 personas desapareci- das entre los años 1970 - diciembre de 1974 (periodo presidencial de Arana Osorio y Cáceres Lenhoff), las cuales han dejado un total de 27.733 niños en estado de orfandad. El Secretario de la Asociación de Estu - diantes Universitarios (AEU), Juan Zea, explicó al dar

115 lectura al censo, que la cifra es mucho mayor y que los documentos sólo comprendían el 60% del mate- rial recopilado.

Cuando el régimen de la mancuerna Laugerud-San- doval, continuador de la política genocida y de repre- sión contra el pueblo se hallaba enfrentado al mani- iesto repudio de todos los sectores democráticos y revolucionarios de la nación, una tremenda catástrofe telúrica (que asoló el país el 4 de febrero de 1976, sembrando el pánico, la destrucción y la muerte de miles de guatemaltecos) vino a cambiar el curso de los acontecimientos políticos. Era natural que el pueblo, afectado directamente con el terremoto, se preocupa- ra de sus muertos y heridos, de salvar sus míseras pertenencias y de buscar refugio para sus familias cuyas pobres viviendas fueron arrasadas por los tem- blores. Así por varios meses olvidaron por completo la política para dedicarse a la reconstrucción y a obtener los medios de subsistencia.

El gobierno de Laugerud-Sandoval, aprovechó las terribles circunstancias que vivían las grandes ma- yorías para hacer demagogia y dar la impresión de estar “hondamente preocupado por el bienestar del pueblo”. Por una parte la ayuda admirable y efectiva de los países amigos y de los organismos internacio- nales, especialmente de la Cruz Roja, vino a aliviar, en gran medida, la dolorosa situación que se confron- taba; por otra, la organización interna surgida de la propia entraña popular y complementada por la Uni- versidad, los maestros, los estudiantes, los obreros y campesinos y la Cruz Roja guatemalteca, fue eicaz y determinante en los primeros días trágicos. (De todo lo relativo al terremoto, me permito remitir a los lecto- res al apéndice de este libro donde, en capítulo espe- cial, hago un análisis de este aciago acontecimiento).

116 Pero es indispensable señalar desde ahora que el nefasto régimen de la “Mano Blanca”, siguiendo los consejos de Anastasio Somoza (cuya actitud en -el te rremoto de Nicaragua de 1972 es execrable, por la matanza que hizo de sus compatriotas opositores y el robo descarado de la ayuda internacional) se dedicó a perseguir y a ultimar a líderes políticos, estudiantiles, obreros y campesinos, haciéndolos aparecer a esos asesinados, como muertos por el terremoto. A tal ex- tremo llegó la saña y el cinismo en esos momentos de la tragedia que vivía el pueblo, que éste, con el ingenio que no se pierde ni aun frente al infortunio, sacó a luz los siguientes chistes: “...ese no murió del terremoto, sino le dieron `terremotazo ; “que cuando Somoza lla- mó por teléfono a Arana Osorio y éste le informó que se había destruido media Guatemala, Somoza le pre- guntó: ¿cuál, la tuya o la mía?;” y inalmente, el más dramático de todos, hecho en forma de adivinanza: % En qué se parecen las películas de vaqueros al terre- moto...? en que sólo mueren los `indios’...”. Y así fue en la realidad. Del tremendo saldo de 23.000 muertos y 70.000 heridos, más del 90% correspondió a las cla- ses marginadas, especialmente al campesinado, cu- yas viviendas hechas con bloques de lodo (adobe) y techos de teja, se desplomaron totalmente al furioso embate de los temblores. El cataclismo telúrico que provocó esa gran desgracia popular, ha sido caliicado nacionalmente como el “terremoto del adobe”...

Para terminar esta breve reseña de la catástrofe sís- mica, debe saberse que el Ejército Nacional, del cual el Presidente de la República es el Jefe Supremo, centra - lizó en sus manos por medio de un “Comité de Emer- gencia Nacional”, toda la ayuda internacional, excepto la que recibió la Cruz Roja guatemalteca y como era de esperarse, los militares la manipularon a su antojo y beneicio. De esta manera los primeros aprovecha - dos de la ayuda fueron los altos jefes de las fuerzas armadas, sus familiares, parientes y amigos; luego fa-

117 vorecieron a las clases dominantes y a la oligarquía. Para los sectores populares la asistencia fue selectiva, discriminatoria y condicionada, llegando esto último al colmo de “chantajear” a los jefes de familias ofre- ciéndoles alimentos a cambio de ailiarse a los parti- dos oiciales. Los empresarios sin escrúpulos se valieron del pretex- to del paro de las actividades causadas por el terre- moto, para despedir masivamente a los obreros y, en igual medida, los terratenientes lo hicieron con cien- tos de campesinos que trabajaban en sus haciendas.

Negocio pingüe fue para los comerciantes y especula- dores la grave situación que vivió el pueblo en aquellos días. Escondieron los artículos de primera necesidad y, sacándolos poco a poco, los vendían a precios exor- bitantes. Los materiales de la construcción: hierro, lámina, ladrillo, cemento, cal, alambre, clavos, etcéte- ra, sufrieron alzas de valor totalmente injustiicables. Todos estos hechos incaliicables, son demostración irrefutable del sistema de explotación capitalista, que se aprovecha hasta de las catástrofes nacionales para enriquecerse vilmente, y lota dentro de un ambiente de corrupción creado por él, donde están sumergidos: el Ejército, la oligarquía y demás clases dominantes.

El clero reaccionario, encabezado por el cardenal Ma- rio Casariego y el episcopado, tuvo una actitud conde- nable con motivo del cataclismo y muy alejada de las verdaderas normas de “un cristianismo auténtico” que hipócritamente blasonan y, en la realidad han traicio- nado sistemáticamente. En vez de una acción huma- nista y de una cooperación efectiva hacia los margina- dos, hicieron crecer el pánico entre ellos, valiéndose de su ignorancia y fanatismo, al hacerles creer que el terremoto era un “castigo de Dios” por los pecados que habían cometido... Con esa perversa maquinación la Iglesia Católica reaccionaria perseguía mantener in-

118 cólume el dominio ideológico y la sumisión espiritual sobre las grandes mayorías analfabetas de la nación, para que “como buenos cristianos que son” no vayan a rebelarse contra el sistema de explotación que los oprime y del cual, el clero pre-conciliar, es cómplice privilegiado.

Balance inal del régimen de la Mano Blanca

Herederos y cómplices, Laugerud García y Sandoval Alarcón, de todos los desmanes cometidos, no tan sólo por sus inmediatos y criminales predecesores: Arana Osorio y Cáceres Lenhoff, sino de todos los regímenes instalados en Guatemala por el imperialismo desde su intervención en junio de 1954, se impone en este capítulo hacer un breve análisis inal de su acción en los campos económico, social, cultural y político, para que los lectores saquen sus propios juicios sobre este tenebroso periodo que han vivido y viven los guate- maltecos, bajo el neofascismo imperialista.

Acción económica

“No hay pícaro sin suerte”, así reza un refrán gua- temalteco y en este caso el dueto la ha tenido, si se toma como “suerte” la época de bonanza económica de que han gozado y están gozando en Guatemala las clases explotadoras: oligarquía, terratenientes semi feudales, agroexportadores, comerciantes, industria- les, clero reaccionario, buen sector de la clase media y los militares en el poder, bajo la administración de los fraudulentos “presidente y vicepresidente” Laugerud García-Sandoval Alarcón. Desde luego, este auge económico no se debe a nin- gún hecho positivo del gobierno, cuya incapacidad y entreguismo son maniiestos, sino a circunstancias completamente ajenas a sus voluntades.

119 Debido a los procesos económicos de los especulado- res internacionales que controlan los precios de cier- tos productos agrícolas, hicieron que algunos de ellos se fueran por las nubes: café, azúcar, algodón y car- damomo, de los cuales nuestro país exporta aprecia- bles cantidades; también fueron cotizados muy alto: henequén, kenaf, y algunos aceites esenciales que se cultivan en la República. Ahora bien, fuera de estos juegos internacionales de mercadeo, que hoy le fue- ron favorables a las clases opresoras de la nación, la realidad es que su alta producción en materia agrícola e industrial, básicamente se debe al desarrollo capita- lista creado y planeado por la Revolución de Octubre (1944- 1954), periodo en que se pusieron en marcha nuevas fuentes de riqueza nacional, tecniicando la agricultura (se dejó el monocultivo del café y por vez primera se sembró algodón, kenaf, henequén, y se in- tensiicaron las plantaciones azucareras) y se dieron grandes facilidades para la industrialización (legales y económicas), abriendo de par en par las puertas de los bancos y creando las instituciones de crédito que fueron necesarias en aquella época. Pero si bien es innegable que la revolución perseguía la liquida- ción de los resabios semi-feudales y semi-coloniales del pasado, mediante el desarrollo de un capitalismo moderno, también lo es que realizaba esas metas con patriotismo y dentro de un marco fundamentalmente nacionalista y antiimperialista; en cambio los regíme- nes llamados de la “liberación” que encontraron ya hecha esa base de desarrollo económico, han sido en- treguistas y antipatriotas como lo he demostrado en mis libros anteriores y en éste, especialmente.

Otra “suerte” para el régimen espúreo de Laugerud-San- doval, fue el terremoto* del 4 de febrero de 1976. En primer lugar, la oleada de descontento que ya había puesto a tambalear a su gobierno corrompido, criminal y represivo, disminuyó casi totalmente, por unos me- ses, mientras el pueblo ante el desastre nacional con

120 su cauda de miles de muertos y heridos, buscaba los medios esenciales para supervivir. En segundo lugar, la gran ayuda económica volcada por muchas nacio- nes para la reconstrucción posterior fue una inyección decisiva para el bienestar de las clases dominantes, algunos de cuyos sectores “hicieron su agosto” con el sufrimiento y la necesidad de los marginados.

Naturalmente la situación de estos últimos, desde la intervención yanqui de 1954 hasta la fecha, se ha agravado cada día más, por la superexplotación de que son víctimas dentro del sistema imperante y, cla- ro, con el citado terremoto, las condiciones de vida de las grandes mayorías alcanzó extremos indescrip- tibles, los cuales relato en el trabajo ya mencionado.

Pero demos un vistazo más a los regímenes de Arana Osorio (1970-74) y al de Laugerud García (1974-78), para entender bien su acción económica.

El siguiente cuadro, muy elocuente, por cuanto hará que los lectores constaten la disparidad existente en- tre la opulencia y prosperidad de los opresores y la miseria de los oprimidos, fue parte de un serio estudio hecho por GAFICA, grupo asesor de la FAO para la Integración Económica Centroamericana (1970)

1. Estrato popular o sea más del 50°/o de la pobla- ción guatemalteca recibían Q per capita o sea el 13°/o del ingreso nacional.

2. Estrato medio, o sea el 30% de la población perci- bió 228 quetzales per capita o sea el 24% del in- greso nacional.

3. Estrato medio alto, o sea el 15°/o de la población percibió Q 543.00 per capita o sea el 28°/o del in- greso nacional.

121 4. Estrato muy alto, o sea el 5% de la población reci- bió Q 2.025.00 per capita o sea el 35% del ingreso nacional”.

En el sector agrícola, según estudio de GAFICA, la dis- tribución fue así: el 83.3% de la población tiene ingre- sos anuales per capita de Q 35.00 y la desnutrición afecta a ese sector de la población en forma pavorosa.

En otro aspecto, con relación a la inversión de capital extranjero al cual no se le pone control alguno por los entreguistas, es importante hacer notar que en 1970, de un total de 262.1 millones de dólares, esa inversión había penetrado en Guatemala así:

En la industria 94.7 millones En la agricultura 55.9 millones En elcomercio 45.0 millones En electricidad, gas yagua 29.5 millones En minas y canteras 18.0 millones En la banca 12.9 millones En servicios 4.6 millones En la construcción 3.7 millones En transportes 1.0 millones Otros 0.7 millones

Hasta el mes de abril de 1974, la compañía Shenan- doah, había invertido 30 millones de dólares en ex- ploraciones petroleras, más 14 millones en 1975. La plena libertad para inversiones extranjeras - incon- troladas- de los regímenes impuestos por Estados Unidos desde 1954, hasta el presente año, ha hecho que numerosas transnacionales converjan a toda pri- sa en nuestra pequeña-gran nación, cuyos recursos y riquezas naturales hace ya tiempo que son saqueadas por algunas de ellas.

Ejemplo vivo de esa codicia insaciable ha sido su in- terés en participar en la construcción de un oleoducto

122 -tal y como lo desean los Estados Unidos- que atra- viese el país de Sur a Norte, para facilitarle pasar de un lado al otro todo el petróleo que les llegue por el Océano Pacíico. La propia Shenandoah reconoció ha- ber hecho sobornos a funcionarios guatemaltecos de la actual administración para lograr, antes que cual- quier otra empresa, los derechos de construcción de ese tubo, que indiscutiblemente, constituirá el más grave problema nacional del futuro. A este respecto no puede dejarse de mencionar aquí la noticia apare- cida en el diario mexicano Uno más Uno (9 de abril de 1978) relativa a que los imperialistas tienen en el área del Mar Rojo, un “Ejército del Golfo” especializado y listo para atacar en cualquier parte del mundo al país o países que en cualquier forma traten de impedir el libre suministro de energéticos a los Estados Unidos. Ante esa amenaza real, la concesión que por 40 años prorrogables se está gestionando sobre el oleoducto, debe ser denegada, ya que en ese enclave en las entra- ñas de nuestra tierra, sería un “canalito de Panamá’. pero mucho más gravoso y explosivo. Por todo ello nos oponemos a esa nueva entrega del territorio nacional y hacemos un llamado a las fuerzas democráticas y revolucionarias para que se opongan por todos los medios a dicho proyecto.*

Deuda pública, déicit del Gobierno y Dependencia Externa** (1 Quetzal = 1 Dólar)

La política de endeudamiento de los gobiernos “libera- cionistas” es prueba incontrovertible de su irrespon- sabilidad histórica y de su absoluta dependencia eco- nómica de la metrópoli. Año con año, tanto la deuda interna como la externa alcanzan proporciones alar- mantes. En 1974 la deuda interna sumó Q 288.500.00 y la deuda pública externa llegó a Q 360.517.300.00. En conjunto sumaban Q 538.817.360.00. El endeu- damiento global de Guatemala hasta setiembre de 1976, sin tornar en cuenta la deuda pública interna,

123 ascendió a Q 795.817.360.00, contrastando con un ingreso bajo promedio de Q 450 millones.

En 1974 la salida de divisas por pago de pasivos de la deuda externa fue de 261. millones de quetzales. Ese mismo año por concepto de pago de regalías, dividen- dos, intereses, utilidades, etcétera, salieron 50 millo- nes, y en 1975, 74.6 millones; y por los perjuicios en concepto de variaciones en el intercambio -desniveles de precios- en 1974 fueron de 171 millones de quetza- les y en 1975 de 195 millones de quetzales.

En cuanto al déicit del gobierno, está aumentando año con año, como lo indica el Fondo Monetario Inter- nacional, ya que en 1970 fue de Q 13.1 millones; en 1971 de 30.1 millones; en 1972 de 44.9 millones, y en 1975 de 50 millones.”

El proceso inlacionario, su causa principal y los fac- tores internos.

Debe señalarse como cuestión previa que la inlación de la cual es víctima el pueblo guatemalteco tiene su origen y responsabilidad en las maniobras del impe- rialismo y de sus cómplices internos: la oligarquía y su gama de integrantes explotadores, pues se ha comprobado que sus ganancias son tan excesivas que la tasa de plusvalía alcanza porcentajes mayores del 400%, con el respaldo de un gobierno entreguista y complaciente con la gran burguesía al mantener una política de brazos abiertos a la “libre empresa” y a la “iniciativa privada”, pilares del sistema de extorsión de la clase trabajadora.

“En nuestro país la causa principal de la inlación es fundamentalmente de carácter estructural y no co- yuntural, basado en los efectos de la inlación mun- dial, corno pretende hacernos creer la oligarquía y el gobierno reaccionario. La expansión de la demanda

124 interna para la década 19601970 ascendió a 825.5 millones de quetzales, mientras que la expansión de la oferta interna para la misma década sólo alcanzó 683.7 millones de quetzales. El producto interno bru- to, menos las exportaciones, fue inferior en la citada década, a las necesidades de la población, o sea que, el incremento de la producción nacional interna sólo cubrió el 77.4% del incremento de las necesidades de los guatemaltecos”. Consejo Superior de la USAC, L’1 Imparcial, 2 7 de setiembre de 1973).

“Entre los factores internos se cuentan hechos funda- mentales como el de que el sector agroexportador ha dedicado tierras, créditos y mano de obra en cantida- des considerables a la producción de artículos para la exportación, tales como: carne, café, azúcar, algodón, etcétera, en detrimento del consumo de los guatemal- tecos, agudizando el hecho de que el país no se abas- tece a sí mismo en cuanto a granos básicos. El desa- bastecer aun más el mercado interno, aprovechando el precio de los mercados internacionales, ha elevado los precios internos que, como señala el Colegio de Economistas, enriquece rápidamente a unas minorías y empobrece al asalariado, cuyo ingreso permanece en el mismo nivel”.

Según el decano de la Facultad de Ciencias Econó- micas de la Universidad privada Mariano Gálvez, Li- cenciado René Orellana, de 1946 a 1973 el alza dei costo de la vida ha sido no menor del 68.2°/o, por lo que el quetzal ha perdido su poder adquisitivo de 100 centavos. En abril de 1974 el índice del costo de vida llegó a 170.4% lo que signiica que una familia guate- malteca de bajo nivel económico necesita 41% más de moneda. Desde entonces en una espiral que parece no tener in, han aumentado los precios del maíz, el frijol, arroz, trigo, banano, huevos, luz eléctrica, transporte, jabón, etcétera.

125 De otro estudio importantísimo realizado por el Comi- té Nacional de Unidad Sindical -ONUS- hecho recien - temente y que parte de la airmación indiscutible que la economía guatemalteca es dependiente del imperia- lismo y tiene una estructura deformada, citamos sus siguientes conclusiones:

“a) La mayor parte de la producción agrícola está des- tinada a la exportación, por lo que hay insuiciencia de granos y otros productos de consumo popular; b) la incipiente industria está en manos de inversionistas extranjeros y se dedica a sustituir la importación de algunos productos terminados, pero utiliza una alta proporción de elementos importados y se dirige a un mercado de clase media que no tiene en cuenta las necesidades del consumo popular; e) hay un exceso de dinero circulante, como consecuencia de los altos pre- cios internacionales del café y el algodón, de los prés- tamos extranjeros y de la inversión privada provenien- te del exterior; d) la especulación y el acaparamiento de los productos básicos, especialmente de los alimen- ticios, y un exceso de intermediarios aumentan artii - cialmente los precios. Como resultado de estas defor- maciones de la estructura interna y de las que agrega la crisis mundial del capitalismo, aumenta la tasa de inlación y por lo tanto el costo de la vida. En apoyo de su airmación, el C N U S utiliza cifras del Fondo Monetario Internacional, de acuerdo con las cuales los precios al consumidor en Guatemala alcanzaron un alza de 17°%o sólo en el mes de setiembre de 1976”.

Sería inacabable el describir la angustiosa realidad económica que viven las grandes mayorías guatemal- tecas, pero podemos resumir de esta manera ese pa- norama bajo el régimen de Laugerud-Sandoval: du- rante su nefasta administración, los ricos se han he- cho más ricos y los pobres mucho más pobres. Esta airmación será complementada al estudiar los otros aspectos que tienen estrecha relación con este proble-

126 ma, entre los cuales es indispensable analizar breve- mente, el de la tenencia de la tierra.

La injusta concentración de grandes extensiones de tierra inculta en las pocas manos de unos cuantos terratenientes de mentalidad feudal, sigue causando serios daños a la producción agrícola de la nación. Estos terratenientes fueron los feroces enemigos de la Reforma Agraria (Decreto 900 del Congreso) de 1952 y siguen oponiéndose a cualquier medida que limi- te sus derechos inalienables de propiedad”. El censo agropecuario realizado en 1964 mostró que el 97.6% de las incas censadas eran menores de 45 hectáreas (1 caballería = 45 hectáreas) y formaban agenas un 37% de las tierras cultivables de la nación; que el 2.6 /o de incas mayores de 45 hectáreas tienen 62% de esas tierras, mientras que un grupo de grandes terra- tenientes que representa el 0.10/o, con propiedades mayores de 2.250 hectáreas, posee más del 15% de todas las tierras cultivables del país y las mantiene ociosas en grandísimas extensiones.

Repetidamente hemos explicado en este ensayo que entre las metas de la Revolución de Octubre de 1944: el salir de las viejas estructuras semi-feudales y se- mi-coloniales, mediante el desarrollo de un capita- lismo moderno y avanzado, era una de ellas. Al irse desarrollando ese proceso económico, mediante el ‘desarrollismo dependiente’ de los regímenes “libera- cionistas” se ha operado cada día con más fuerza el fenómeno de la proletarización masiva, con la consi- guiente compraventa de la fuerza de trabajo en condi- ciones de mercadeo infame y la consecuente plusvalía en favor de los explotadores y el imperialismo.

Vuelvo a citar aquí extractos del trabajo ya citado.*

“El proceso de proletarización se maniiesta cada día más entre los campesinos guatemaltecos, al respecto

127 es bastante interesante estudiar no sólo lo que ocu- rre en la Costa Sur del país, sino que en El Petén y el norte de Guatemala, donde se esceniican despojos de tierras y se intensiica la represión en contra de los campesinos”. Estas acciones bárbaras tienen como explicación que en esas nuevas zonas de la nación se tiene la certeza de que existen yacimientos de hi- drocarburos y las tierras han sido acaparadas por los militares en el poder, terratenientes de la Costa Sur y varios políticos “prominentes”.

“La burguesía y el imperialismo utilizan toda clase de mecanismos para acelerar la proletarización del país, proceso que apareja el empobrecimiento desmedido de obreros y campesinos. La compra y despojo de parce- las, las titulaciones supletorias y el uso de las fuerzas de seguridad del estado, son actividades cotidianas en el agro guatemalteco, para lograr la mano de obra barata que necesitan la burguesía y el imperialismo. A la par del desarrollo del capitalismo, dijimos que en el país existen formas precapitalistas de producción (al- tiplano), las cuales son necesarias para la existencia de la formación económico-social existente, ya que de esa región del país se obtiene mano de obra temporal, la que es contratada en condiciones muy favorables a la burguesía agropecuaria”.

Acción Social Ya es bien conocido de ustedes amables lectoras o lec- tores, que tan pronto como los Estados Unidos derro- caron al gobierno constitucional del Coronel Arbenz Guzmán, entre las primeras medidas tomadas contra el pueblo fue la destrucción de todas sus organiza- ciones laborales. Se prohibió la sindicalización de los campesinos; se disolvieron las federaciones naciona- les de trabajadores y los principales sindicatos obre- ros, etcétera.

128 Esa política regresiva en el campo social, ha sido la permanente acción de los regímenes “liberacionistas”, para dislocar el proceso de justicia social que se rea- lizaba bajo las banderas de la Revolución de Octubre, pero las medidas represivas contra la clase obrera y campesina, a pesar de haber llegado a extremos de incaliicable salvajismo y crimen, no han podido do- blegarlos. La lucha de estos sectores, no sólo ha sido heroica, sino ejemplar. Es cierto que por casi dos dé- cadas las batallas sostenidas para reconquistar algu- nos de sus derechos más elementales se convirtieron en sangrientas y terribles derrotas, pero a pesar de ellas y del encarcelamiento, torturas, “desapariciones” y asesinatos de muchos de sus valientes dirigentes, otros tomaban el mando y reanudaban el combate.

Desde el año de 1973, bajo la satrapía de Arana Oso- rio y su feroz administración represiva y a pesar de que la Constitución en vigor (liberacionista) lo prohi- be, los maestros se echaron a la calle y declararon una huelga en demanda de aumentos de salarios; fueron vigorosamente apoyados por el movimiento estudian- til y juntos se enfrentaron a las fuerzas especializadas en motines de la policía. Esa acción de los maestros fue otra vez (como en 1944 cuando ese gremio tuvo también patriótica actuación) la chispa que encendió el polvorín de numerosas huelgas que estallaron en empresas, fábricas, dependencias del estado y aun en entidades autónomas como la Universidad Nacional y la Municipalidad capitalina. Dentro de ese clima de agitación y con motivo de la huelga de los empleados de Coca-Cola, apéndice en el país de la transnacional del mismo nombre, se pen- só llegado el momento de uniicación de varios sec- tores aines y víctimas constantes de la explotación de las clases dominantes y así se unieron en un gran organismo las centrales obreras, ligas campesinas, sindicatos independientes, el magisterio nacional y el

129 movimiento de pobladores de asentamientos urbanos bajo el nombre de Comité Nacional de Unidad Sindical -CNUS-, cuyas metas esenciales se encaminan a la formación de una central única de trabajadores.

Otro organismo de gran importancia y reciente forma- ción es el CETE (Comité de Emergencia de Trabajado- res del Estado), cuya actuación decisiva y oportuna en vísperas del reciente circo electoral, al declarar una justa huelga puso a tambalear al régimen al paralizar todos los servicios de comunicaciones y los adminis- trativos, apoyado por el CNUS, la FASGUA (Federa- ción Autónoma Sindical de Guatemala), la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), el Movimiento Nacional de Pobladores (MONAP), la Coordinadora de Estudiantes de Educación Media (CEEM), etcétera. El gobierno tuvo que ceder y cumplir todas las deman- das del CETE.

El problema campesino es mucho más complejo, pues la gran masa de ellos se halla lotando a la deriva en la semi-proletarización agrícola. Siguen siendo los sier - vos de la gleba por su gran pobreza e inestabilidad de trabajo. Laboran casi siempre temporalmente en las incas de café, algodón y azúcar y, al terminar de -co sechar quedan sin empleo y como carecen de tierras, a veces las invaden para sembrarlas y a pesar de ser tierras ociosas, son desalojados por el ejército; y sus líderes asesinados o desaparecidos. Estos campesinos y los verdaderos obreros agrícolas (quienes trabajan en forma permanente) luchan infructuosamente por constituir sindicatos y ligas campesinas para enfren- tarse a sus explotadores.

Los movimientos estudiantiles, tanto el juvenil que originalmente se llamó FUEGO (Frente Unido de Es- tudiantes Guatemaltecos Organizados) y que hoy se agrupa en la CEEM, como la histórica AEU que desde 1976 ha vuelto a asumir su lugar al lado de las masas

130 y en estrecha unión con todas las organizaciones de- mocráticas y revolucionarias, juega un papel de suma importancia en este nuevo movimiento contra el fas- cismo que han impuesto en nuestra patria los impe- rialistas. Estos no cejan en su empeño de dividir, inil- trar a las organizaciones mencionadas y corromper a algunos de sus líderes, pero afortunadamente esta la- bor ya es bien conocida por las bases y sus dirigentes.

Existe un movimiento cada vez más avanzado hacia la constitución de un organismo unitario que coordine las acciones de todos los sectores populares y, princi- palmente, la acción política y social de sus entidades y asociaciones. Ese día, que esperamos sea muy pronto, la fortaleza del pueblo guatemalteco no tendrá límites y será la base fundamental para iniciar la lucha dei- nitiva por la conquista democrática del poder.

Acción cultural

Pese a la constante batalla dada por todos los gobier- nos impuestos por los Estados Unidos desde 1954, para llevar adelante sus planes de desculturización de Guatemala, aquéllos han sufrido sonadas derrotas en su empeño, gracias principalmente, a la defensa ad- mirable de nuestra Universidad de San Carlos, bene- mérita y tricentenaria institución, autónoma gracias a la Revolución de Octubre de 1944. Ha sido nuestra casa de estudios, para honra y gloria de sus repre- sentantes, especialmente a los de la última década, baluarte inexpugnable frente a las agresiones anticul- turales de los enemigos de la inteligencia, seguidores éstos de aquel General Millan que le gritaba mueras a ese don de la naturaleza ... El magisterio también ha sido abanderado de esa lucha.

Sin embargo, nuestra Universidad, escudo y espada contra los bárbaros, no ha podido cubrir muchos si- tios vulnerables y cortar de raíz la mala hierba de la

131 penetración anticultural yanqui. Nuestra sociedad de consumo se abastece moral y materialmente de mu- chas partes de ella. En otra parte me reiero especí- icamente a este problema. Pero seguimos coniados en que las nuevas autoridades universitarias, recién electas, continuarán y, de ser posible, aumentarán sus defensas y ailarán sus nobles armas del conoci- miento y la sabiduría para extender su labor de con- cientización a todos los ámbitos nacionales a in de rescatar nuestras tradiciones y nuestras esencias ver- náculas.

Acción política

En toda la primera parte de este capítulo se han tra- tado diversos aspectos de la acción represiva y an- tipatriótica del gobierno de Laugerud-Sandoval. Sin embargo, podríamos agregar muchas cosas más que por su extensión quizás fatigarían a los lectores, por ello, concretamente, podemos decir que esa adminis- tración ha sido la culminación del sistema fascista de genocidio, represión y terror impuesto por los Estados Unidos en nuestro país. Su característica esencial: la hipocresía y el cinismo. Con el uso de esos dos instru- mentos de falacia y desfachatez, se ha pretendido -y lo han logrado en parte- confundir a la opinión públi- ca nacional e internacional, blasonando que todo el proceso político que se lleva a cabo en la República, se realiza con estricto apego a las leyes vigentes y con respeto absoluto a la Constitución existente.

La mentira -buenos discípulos de Goebbels- ha sido medio de propaganda sistemática, tal y como es em- pleado en los regímenes fascistas. Basada en ella se ha pretendido desvirtuar la esencia justa, patriótica y revolucionaria de la autodefensa de nuestro pueblo contra sus agresores. El gobierno, siguiendo al pie de la letra los mandatos del imperio en su campaña desestabilizadora mundial contra los auténticos mo-

132 vimientos de liberación y “de contraviolencia revolu- cionaria”, se ha empeñado en caliicarlos de “terro- rismo”, con el in de desprestigiarlos, identiicándolos con acciones cometidas por delincuentes comunes.* Empero, estas tácticas bien conocidas y empleadas por todos los gobiernos antipopulares y antidemocrá- ticos, pierden enteramente su fuerza cuando los otros pueblos saben la falta de escrúpulos y de moral de los que lanzan tales especies.

El caso de Belice

Durante el decenio revolucionario guatemalteco (1944- 1954) el pueblo de Guatemala y el de Belice (cuya po- blación en esa época apenas llegaba a los 40.000 ha- bitantes), mantenían estrechas y cordiales relaciones. La lucha internacional de Guatemala contra el colo- nialismo, de la que en esa época fue abanderada, era vista con gran simpatía por de las grandes mayorías y de las causas justas, tendría una inluencia indiscuti - ble en el cambio de su precaria y miserable condición.

Desde la imposición de los gobiernos militares en Guatemala, a posteriori de la agresión norteamerica- na en 1954, los beliceños han visto con horror las ma- sacres perpetradas contra el pueblo guatemalteco, las torturas, las prisiones, y el sistema de represión que se instauró desde aquel año aciago. Han podido ob- servar también que en vez de aquella gallarda actitud internacional que en los cónclaves mundiales demos- traron todos los voceros de nuestra revolución, ahora mantienen una posición de sometimiento lacayuno a los dictados del imperio.

Del inicio de nuestra histórica Revolución a la fecha ha transcurrido casi un cuarto de siglo y el pueblo de Belice ha sobrepasado los 170.000 habitantes, con una identidad nacional, un idioma distinto al español y una cultura diferente a la nuestra. Ante el panorama

133 de crimen y entreguismo llevado adelante por los mi- litares en Guatemala dentro de ese mismo lapso, los beliceños no pueden ni pensar en ser “liberados” del colonialismo por esos asesinos y, menos, integrarse al territorio nacional para ser ellos también víctimas de la barbarie fascista que impera en nuestra República; ante esa disyuntiva preferirían seguir siendo colonia inglesa.

El Coronel Enrique Peralta Azurdia, el “pollino”* como le llamaban sus compañeros de armas y no precisa- mente por sus dotes intelectuales, cuando derrocó al Presidente Ydígoras Fuentes (1964- 1966), rompió re- laciones diplomáticas con la Gran Bretaña, situación que ha prevalecido hasta hoy, cortando la posibilidad de cualquier entendimiento diplomático tanto con Be- lice, como con Inglaterra, durante más de 14 años.

Debido a la negativa de los ingleses a resolver junto con nuestro país el caso de Belice, en el año de 1945 durante el gobierno del Doctor Arévalo, nuestra canci- llería declaró caducado el tratado de 1859 entre Gua- temala y el Reino Unido por incumplimiento, por parte de éste, de la cláusula séptima de dicho instrumento. Todos los Ministros de Relaciones Exteriores guate- maltecos, yo entre ellos, en todas las conferencias in- ternacionales mantuvimos las reservas sobre el terri- torio de Belice. Pero de entonces para hoy, después de casi veinticinco años, los principios internacionales como consecuencia del proceso de descolonización, han cambiado, prevaleciendo ahora el derecho de au- todeterminación de los pueblos sobre las disputas te- rritoriales entre los estados.

Los habitantes de Belice quieren ser independientes y autónomos y tienen absoluto derecho a ello. La Revo- lución de Octubre fue campeona del anticolonialismo y de la autodeterminación de los pueblos. El año pa- sado las Naciones Unidas por votación abrumadora

134 reconoció a los beliceños su derecho inalienable a la independencia y a la autodeterminación (Resolución XXXI), y nosotros los revolucionarios debemos apoyar ese derecho y aquella Resolución.

Ahora bien, Guatemala al reconocer ese derecho y al mismo tiempo apoyar la independencia de Belice, debe llegar, con los representantes legítimos de ese pueblo, a un arreglo pacíico que le garantice a nues- tro país una amplia salida al mar, derecho sobre la plataforma submarina colindante, derechos de pesca y un acuerdo (con participación de Honduras) sobre los límites o uso común de las 200 millas de cada uno, que geográicamente se traslapan. La camarilla de militares reaccionarios guatemalte- cos, al frente de los cuales se halla Laugerud, pugna por resolver “a balazos” el problema de Belice. Toda esa alharaca belicista, que nosotros condenamos, persigue distraer la atención nacional e internacional sobre el horrendo clima de injusticia y represión que vive nuestro pueblo.

Un chovinismo de lo más cursi ha querido exaltar el patriotismo de las masas, creando la falsa imagen de que los beliceños son nuestros “enemigos” y que se quieren apoderar de “nuestro territorio”. Aunque al- gunos sectores han caído en el lazo, las fuerzas demo- cráticas y revolucionarias, la USAC y otros organis - mos, los intelectuales y profesionales, se han opuesto a esta absurba exaltación “guerrerista” y manquea de los gorilas, pues comprenden los indiscutibles dere- chos del pueblo de Belice.

El también fraudulento ex Vicepresidente de la Repú- blica, Sandoval Alarcón, con el pretexto del “caso de Belice” ha visitado todos los gobiernos antidemocráti- cos del Continente para pedirles su respaldo y ayuda. En realidad lo que ha ido a buscar con los regímenes

135 fascistas del Cono Sur y en Haití, Santo Domingo y Nicaragua, ha sido ayuda económica y armas, para aianzar el movimiento fascista en Guatemala, y com- binarlo con los de esos países que ya trabajan conjun- tamente en casi todo el Hemisferio con el llamado ESA (Ejército Secreto Anticomunista), organismo paramili - tar, una de cuyas inalidades es la de ultimar intelec - tuales en cualquier lugar en que se hallen, siempre que denuncien o se opongan a la implantación del fas- cismo en nuestra América.

Condecoración a Pinochet

El gobierno de Laugerud García envió a su colega ge- nocida la más alta condecoración de nuestro país: la Orden del Quetzal en el grado de Gran Collar, la cual le fue impuesta por Sandoval Alarcón en el viaje ya aludido. Este solo hecho es más que suiciente para que los lectores identiiquen y caliiquen la calidad moral del binomio Laugerud- Sandoval. Entre pícaros anda el juego (las elecciones presiden- ciales)

El sainete puesto en el tinglado de nuestro país con motivo de las últimas elecciones para Presidente de la República, Alcalde capitalino y diputados al Congre- so, resultó a inal de cuentas, un nuevo “fraude elec- toral” según acusaciones que se hicieron mutuamente los contendientes. En realidad el fraude fue contra el pueblo.

Cuando tuve el honor de visitar Cuba en el año 1977, Radio Habana en entrevista que me hizo me pidió mi opinión sobre ese próximo evento y, en términos ge- nerales, dije más o menos así: “que el pueblo esta- ría masivamente ausente de esa nueva farsa; que el verdadero gran elector era el imperialismo; que otra vez se impediría la participación de los civiles; que la elección presidencial se realizaría entre los simios: 136 dos gorilas y un orangután, es decir, Peralta Azurdia y Lucas García por una parte y Peralta Méndez por la otra, pero todos de la misma especie. ..” Y veo que no me equivoqué ...

Los partidos políticos legalizados y sus candidatos

Sólo cuatro partidos se hallaban registrados en Gua- temala: 1) el MLN (Movimiento de Liberación Nacio- nal), de estructura e ideología fascista, el cual apoyó la intervención yanqui en 1954. Su jefe es el actual Vicepresidente de la República, Mario Sandoval Alar- cón, fundador y cerebro de la organización paramilitar MANO. 2) el PID (Partido Institucional Democrático) integrado por los burócratas, de donde proviene su fuerza oicial; representa un sector de la burguesía agroexportadora. 3) el PR (Partido Revolucionario), que se autodesigna representante y continuador de los partidos pequeñoburgueses que apoyaron la re- volución. En realidad es una organización oportunis- ta y sin escrúpulos y sus dirigentes se hallan frente al pueblo revolucionario, totalmente desprestigiados. Sin embargo, con esa falsa bandera de ser un “parti- do revolucionario”, ha engañado y mantiene inluen- cia en ciertos grupos de campesinos y trabajadores a quienes manipula en favor de los gobiernos militares 4) el Partido Democracia Cristiana, de origen clerical y ahora bajo la inluencia de la Social Democracia ale- mana, de la cual ha recibido inanciamiento, siempre ha sido un organismo vacilante representante de los intereses de la gran burguesía y el clero y su labor ha sido de desorientación y componendas con los mili- tares en el poder. Por la composición de clase de los miembros y dirigentes de estas cuatro agrupaciones, así como por sus posiciones ideológicas puede air- marse que se hamacan desde el centro hasta la ultra- derecha más reaccionaria.

137 El único candidato civil con posibilidades de dar una sorpresa electoral frente al oicialismo, era el Licencia- do Manuel Colom Argueta, representante de un sector importante de la pequeña burguesía, pero debido a presiones del gobierno el Registro Electoral le denegó la inscripción a su partido: FUR (Frente Unido de la Revolución).*

El MLN lanzó la candidatura del Coronel Enrique Pe- ralta Azurdia para el cargo de Presidente y la del Doc- tor Héctor Aragón Quiñónez, para la Vicepresidencia.

El Frente Amplio : coalición del PID, el PR y el CAO (Comité Aranista Organizado) presentó la planilla del General Romeo Lucas y la del Licenciado Francisco Villagrán Kramer, para Presidente y Vicepresidente, respectivamente.

Y la DC hizo su campaña para esos mismos puestos, con el General Ricardo Peralta Méndez y el Licenciado René de León Schlotter. Calidad moral de los candidatos

Los tres candidatos militares son responsables direc- tos del genocidio del pueblo guatemalteco. Ya puntua- lizamos en capítulos anteriores que durante el tiempo que el Coronel Peralta Azurdia ejerció, por golpe de es- tado (1964-66), la Presidencia de la República, se co- metió el macabro asesinato de los 28 “desaparecidos”y el hoy General Peralta Méndez, su sobrino, era a la vez el Jefe del Estado Mayor Presidencial en esos días. En cuanto al General Romeo Lucas fue el Ministro de la Defensa del régimen del gobierno del General Eugenio Kjell Laugerud García y por lo tanto cómplice directo de la represión criminal contra nuestro pueblo.

Peralta Méndez hizo su campaña sobre la base de exaltar las glorias de nuestra Revolución de Octubre,

138 prometiendo volver por sus fueros. Atacó furiosamen- te los desmanes del actual gobierno y prometió es- tar “del lado de los obreros y campesinos explotados”. Por supuesto, nadie creyó en esas patrañas. De León Schlotter usó toda la demagogia bien conocida de la Democracia Cristiana en apoyo de su candidato y compañero de planilla, pero el pueblo ya está escama- do de las maniobras y falsedades de esa agrupación.

Los otros dos candidatos: Peralta Azurdia y Lucas, este últi mo el candidato oicial, también concentra- ron su propaganda en hablar de las bondades de la Revolución de Octubre y con denaron la represión y ofrecieron poner in a la violencia (???). El Vicepresi- dente de la planilla de Peralta Azurdia, Héctor Aragón Quiñónez, miembro del MLN y de la MANO, es un con vencido fascista y con su oratoria agresiva, no logró mejorar mu cho la imagen de su compañero; el candi- dato presidencial Peral ta Azurdia se mantuvo callado y solemne, pero el pueblo ya sabía de sus crímenes y de su posición archirreaccionaria. Del Licenciado Francisco Villagrán Kratner, las fuerzas de mocráticas y revolucionarias saben muy bien qué clase de pájaro de cuenta es: oportunista, tránsfuga, enemigo de la Revolución de Octubre y de la Reforma Agraria. Ade- más de todas esas “cualidades”, ha estado al servicio de los gobiernos represivos como uno de sus repre- sentantes en las Naciones Unidas y es consejero del CACIF (Cámaras de Agricultura, Comercio e Indus- trias Federadas).

Lucas y Villagrán perdieron las elecciones y en reali- dad las ganó el MLN con sus candidatos Peralta Azur- dia y Aragón Quiñónez. Pero como ya dijimos “entre pícaros anda el juego”, hubo una serie de fraudes in- creíbles entre los dos bandos: robos de urnas, cam- bios de papeletas, falsiicación de cédulas, etcétera. Como consecuencia de todas esas maniobras gangs- teriles, los ánimos se caldearon y se llegó a las ame-

139 nazas armadas, se realizaron algunas acciones de ese tipo y Peralta Azurdia, con Aragón Quiñónez apoyados por el entonces Vicepresidente de la República, juntos invadieron el Registro Electoral, respaldados por unos doscientos hombres del MLN armados hasta los dien - tes. Allí gritaron, lanzaron amenazas y alegaron ser víctimas de un gran fraude... No contentos con esta acción, se dedicaron varios días a manifestar su des- contento ante el Palacio Nacional y cantar el himno falangista; los actos de esta comedia se cerraban con encendidos discursos de Aragón Quiñonez y inaliza- ban con el saludo fascista a todos los presentes.

Después de varios días de componendas y presiones de la Embajada yanqui: el gran elector, el Congreso de la República (de 62 diputados), por sólo 32 votos en favor y ninguno en contra, pues los 30 restantes del MLN y compinches, no asistieron; se dio el triunfo deinitivo a Lucas y Villagrán. El verdadero triunfador fue el pueblo que se abstuvo de votar en un 65% y la mayoría de los ciudadanos que lo hicieron, votaron en blanco. Así de un electo- rado de casi 1.800.000, entre los tres candidatos no sumaron ni 600,000 (cantidad desde luego exagerada) y ninguno de los tres obtuvo mayoría absoluta.

Balance de las elecciones

Si bien es cierto que el pueblo salió triunfador por su posición revolucionaria y fortalecidas sus organizacio- nes democráticas que al lanzarse a la histórica huelga del CETE ya mencionada, dejó desarticulado al régi- men (al paralizar toda la función administrativa y las comunicaciones) por casi diez días y puso en peligro la celebración de las elecciones, también es exacto que fue defraudado al imponérsele otro régimen fas- cista* por cuatro años más: Lucas García y Villagrán Kramer. Empero, ellos han ofrecido una apertura de-

140 mocrática y es posible que intenten hacerla, mas no se crea que será iniciativa sincera del nuevo binomio sino presión norteamericana que ya está convencida que con la violencia no puede conseguir doblegar al heróico pueblo guatemalteco. Pero éste tiene que estar muy alerta y recordar la vileza de estos regímenes que ya en tiempos de Arana Osorio-Cáceres Lenhoff, me- diante esa misma maniobra engañaron durante casi seis meses a las fuerzas democráticas y cuando ya las tenían bien controladas, continuó la terrible represión contra ellas.

Si llegare a darse una apertura, no será tan sólo por la presion yanqui, sino que la entereza, el valor, el fortalecimiento de las luchas de las organizaciones de- mocráticas, lo demande y lo exija. La unidad de las fuerzas revolucionarias y democráticas, y la clase más combativa: la clase obrera en alianza con la campesi- na y su partido de vanguardia, PGT, es indispensable e impostergable. Sólo mediante esa unidad podrán al- canzar las metas revolucionarias que anhelan todos los sectores democráticos de nuestra patria. Cada día que pasa se hace más real el combativo lema de: “El pueblo unido jamás será vencido...”.

Síntesis inal del gobierno de la MANO La acción política, económica, social, cultural y mili- tar del régimen durante su fraudulento periodo presi- dencial, tuvo que seguir los mismos derroteros de sus predecesores, por cuanto ha sido también una prolon- gación de ellos, obligado a seguir las constantes direc- trices impuestas por los Estados Unidos desde el año de 1954 en que frenó el movimiento revolucionario y democrático que se desarrollaba en la República bajo las gloriosas banderas de la Revolución de Octubre, surgida en los históricos movimientos populares del año de 1944.

141 No ha habido en todos esos gobiernos pues, solución de continuidad en ese camino de la infamia manteni- da durante ese lapso de más de veinte años de trai- ción y entrega de la patria.

Durante este último régimen se han cumplido a ca- balidad los objetivos básicos que necesitaba el impe- rialismo para complementar el total dominio de Gua- temala:

1. Sumisión del Ejército Nacional

2. Sumisión de todos los gobiernos 3. Institucionalización de la violencia y el terror.

Allanado, durante casi un cuarto de siglo, el camino por la labor de sumisión y entrega realizada por el grupo de yanquimaltecos, carentes del más elemental sentido patriótico, veremos en los próximos capítulos de este libro, cómo todos los regímenes antinacionales hasta el presente, abrieron de par en par las compuer- tas para que sus amos: los Estados Unidos, se apode- raran totalmente de toda la economía del país, enaje- nando así el porvenir de las generaciones futuras.

Previamente hemos estimado necesario hacer algunas consideraciones sobre el origen, métodos y acción del imperialismo en general y, en particular, sobre los Es- tados Unidos, su más claro representante entre todas las naciones capitalistas.

142 CAPITULO IX

EL IMPERIALISMO

El imperialismo y sus métodos de dominación actual

Durante el transcurso de los capítulos anteriores, fre- cuentemente se ha hecho mención del “imperialismo” como responsable indiscutible de los graves males que han sufrido y siguen soportando la mayoría de los países, que para su infortunio han caído bajo su acción dominadora.

Los hechos relatados sobre la situación política, eco- nómica, social y cultural, a que ha sido injustamente orillada la República de Guatemala y la dramática ac- tualidad a que en los mismos órdenes ha sido lleva- da la República de Chile, imponen, deinir esa fuerza monstruosa que es el “imperialismo” y explicar sucin- tamente sus métodos de dominación.

No es en ninguna forma dudar de la cultura del lector o de la gentil lectora, hacer la aclaración del término, sino que, dada la intención esencial del libro dedica- do especialmente a las nuevas juventudes de nues- tra América, de cuya inmensa población forman en la actualidad el 48% y que en su mayoría no tendrán la oportunidad de asistir a las escuelas y menos, a las universidades, considero pues, útiles estas breves ob- servaciones, para entender la clase de enemigo contra el cual tendrán ineludiblemente que combatir.

En su libro Imperialismo, fase superior del capitalis- mo* Vladimir Ilich Lenin, escribió una larga explica- ción dialéctica sobre la base económica, característica esencial del imperialismo. Pero en las páginas 112 y 133, resume y da, dos deiniciones sucintas y esencia- les que por su claridad e importancia se transcriben:

143 “Si fuera necesario dar una deinición lo más breve posible del imperialismo, debería decirse que el impe- rialismo es la fase monopolista del capitalismo. Una deinición tal comprendería lo principal, pues, por una parte, el capital inanciero es el capital bancario de algunos grandes bancos monopolistas fundido con el capital de los grupos monopolistas de industriales, y por otra, el reparto del mundo es el tránsito de la política colonial, que se expande sin obstáculos en las regiones todavía no apropiadas por ninguna potencia capitalista, a la política colonial de dominación mo- nopolista de los territorios del globo, enteramente re- partido.

“Pero las deiniciones excesivamente breves, si bien son comódas, pues resumen lo principal, son, no obs- tante, insuicientes, ya que es necesario deducir de ellas especialmente rasgos muy esenciales del fenó- meno que hay que deinir. Por eso, sin olvidar la -sig niicación condicional y relativa de todas las deinicio- nes en general, las cuales no pueden nunca abarcar en todos sus aspectos las relaciones del fenómeno en su desarrollo complejo, conviene dar una deinición del imperialismo que contenga sus cinco rasgos fun- damentales siguientes, a saber: 1) la concentración de la producción y del capital ha llegado hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los mono- polios, que desempeñan un papel decisivo en la vida económica;

2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este `capital inanciero’ , de la oligarquía inanciera; 3) la exportación de capital que a diferencia de la exportación de mercancías, ad- quiere una importancia particular; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capita- listas, las cuales se reparten el mundo; y 5) la termi- nación del reparto territorial del mundo entre las po- tencias capitalistas más importantes. El imperialismo

144 es el capitalismo en la fase de desarrollo en la cual ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y el capital inanciero, ha adquirido una importancia de primer orden la exportación de capital, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de todo el territorio del mismo entre los países capitalistas más importantes”.

Debemos tomar en consideración que estas palabras de Lenin fueron escritas desde 1916 y, que a pesar del tiempo transcurrido son de una exactitud indis- cutible. Lo único que los economistas modernos han cambiado es el término de “Trusts” y de “monopolios internacionales” por el de moda “Transnacionales”, diferencia más semántica y de grado que substancial.

Esta monopolización, dominio industrial y de fuentes de materias primas, que realiza el capital inanciero, unido a la exportación de capitales, etcétera, etcéte- ra, que caracterizan el imperialismo desde el punto de vista económico, por supuesto, se traducen en la prác- tica en una acción política, diplomática, militar, neo- colonial, etcétera, de variadas y agresivas maneras. Veámos algunas de ellas, citando al respecto varias de las sobresalientes opiniones de sus propios ciuda- danos y de ilustres analistas de otras nacionalidades.

Max Lerner* airma: “. ..las personas hostiles hablan del imperialismo americano. Si se entiende por ello únicamente que una vasta estructura militar, económica y administra- tiva se halla, potencialmente, en un estado de lucha contra las estructuras competitivas y que comporta, en estado latente, una voluntad de poder, se trata en efecto del imperialismo”.

145 Ronald Stell** dice: “Nuestra ambición no es imperialista, sin embargo, nos lleva a emplear los mismos métodos: estableci- miento de guarniciones militares alrededor del globo, atribución de subsidios a los políticos y gobiernos clientes, aplicación de sanciones económicas e inclu- so el empleo de la fuerza militar contra estados recal- citrantes, y utilización de un verdadero ejército de ad- ministradores coloniales que trabajan en organizacio- nes tales como el Departamento de Estado, la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIS), la Central Intelligency Agency (CIA), etcétera”.

Ahora leamos a Claude Julien, jefe del servicio de in- formación extranjera del famoso periódico francés Le Monde, de cuyo importantísimo libro El Imperio Ame- ricano*** tomaremos varios párrafos, por tratar este asunto con maestría y datos irrefutables:

“El Imperio sin fronteras. El imperio americano no es únicamente el más poderoso que jamás haya conoci- do la Historia. Es sobre todo y en muchos aspectos el más original. Nunca un número tan reducido de hombres había conseguido llevar hasta tan lejos su inluencia y marcar con su huella la vida cotidiana de un número tan considerable de pueblos. Téngase en cuenta que, con doscientos millones de habitan- tes, los Estados Unidos no representan más que una ínima porción -apenas el 6 por ciento- de la pobla- ción mundial. Mas por sí solos producen más que el conjunto de países comunistas y aseguran el 43 por ciento de la producción del mundo no comunista. Ni un solo punto del globo se halla al abrigo de sus ar- mas y posee la capacidad suiciente para aniquilar varias veces toda la vida del planeta. Antes que ellos ningún pueblo había adquirido semejante capacidad de producción y tal aptitud para destruir. Aunque los

146 americanos sólo constituyen un 6 por ciento de la po- blación mundial, producen un 14 por ciento de las cosechas de trigo, el 45 por ciento de las cosechas de maíz y un 20 por ciento de la carne suministrada a los mercados mundiales*. Recientemente, han decidi- do reducir su producción agrícola y liquidar sus stoc- ks de cereales, pero si quisieran podrían alimentar a casi toda la humanidad. Al mismo tiempo, sin servirse de su potencial militar más temible, han demostrado tanto en Vietnam como en Corea y durante las dos guerras mundiales la eicacia de su formidable apara- to destructor. Pueden decidir la vida o la muerte de la especie humana y, más que ningún otro pueblo, con- tribuyen a su progreso cientíico y tecnológico. “Pero este imperio sin precedentes, que tiene entre sus manos el destino de la humanidad, es extraor- dinariamente voraz. Por el hecho de ser un fabuloso productor, es también un ávido consumidor. Por sí so- los, los Estados Unidos consumen casi tanto como el resto del mundo, a pesar de ser éste diecisiete veces más poblado que ellos. Un americano absorbe tres ve- ces más energía que un europeo, ocho veces más que un japonés, y ciento sesenta veces más que cualquier habitante de otro país asiático”.

En las páginas 20 y siguientes, de su obra dice Julien:

“Han pasado ya los tiempos en que los Estados Uni- dos hallaban en su propio subsuelo los recursos de que se nutre su industria. Una explotación irracional y un enorme despilfarro ha reducido sensiblemente las reservas conocidas, pero sobre todo un consu- mo siempre creciente es lo que ha obligado a Esta- dos Unidos a ir a buscar más allí de sus fronteras unas materias primas que sus territorios no poseen en cantidad suiciente o de las que incluso están -to talmente carentes. Además, previendo con frecuencia que un día puedan verse incomunicados con fuentes

147 lejanas de aprovisionamiento, explotan con prioridad los yacimientos extranjeros con el in de economizar sus reservas nacionales. Sea como fuere y en unas proporciones muchas veces insospechadas, la pro- ducción de la industria americana y el consumo de los americanos depende del aprovisionamiento por parte de los Estados Unidos de minerales que es preciso ir a buscar a América Latina, Africa o Asia. Deben impor- tar también, por supuesto, los productos tropicales de los cuales son grandes consumidores. Lo cierto es que los Estados Unidos no pueden mantener su ele- vado nivel de vida si pierden su libertad de acceso a las materias primas del Tercer Mundo. Unos cuantos ejemplos en cifras se hacen necesarios para mostrar de qué modo los americanos que constituyen el 6 por ciento de la población mundial absorben una propor- ción impresionante de las materias primas disponi- bles en el mundo entero.

“En los Estados Unidos está instalada la industria de aluminio más poderosa del mundo entero. Veamos en millares de toneladas, la producción de aluminio en los Estados Unidos y el resto del mundo:

“Por lo tanto, en 1965 los Estados Unidos aseguraron el 45 por ciento de la producción mundial de alumi- nio. La casi totalidad de la producción fue consumida en Estados Unidos y éstos sólo exportaron

313.000 toneladas, o sea, apenas un 9 por ciento. Ahora bien, los Estados Unidos son muy pobres en bauxita. He aquí, en millares de toneladas, la canti- dad de bauxita extraída en los Estados Unidos y la importada para el consumo interior. 148 “Siendo actualmente (esto fue escrito en 1969)* la pro- ducción mundial de bauxita del orden de 36 millones de toneladas, estas cifras signiican que los Estados Unidos, que no representan más del 6 por ciento de la población mundial, consumen más del 33 por ciento de la bauxita producida en todo el mundo, y ello gra- cias a un programa de importaciones masivas ya que, mientras en 1950 los Estados Unidos no importaban más que el doble del volumen de la bauxita extraída en su país, en 1966 sus importaciones fueron siete ve- ces superiores a su producción doméstica. De hecho, para su consumo de aluminio, los Estados Unidos de- penden un 88 por ciento de la bauxita importada.

‘Toda vez que los yacimientos de bauxita en los Es- tados Unidos están evaluados sólo en 33 millones de toneladas, se comprende que el imperio siga con la mayor atención la evolución política de aquellos paí- ses, más ricos en minerales, en los que él se apro- visiona: Guayana Británica (reservas: 65 millones de toneladas), donde la CIA provocó la caída del gobierno progresista de Cheddy Jagan, y también Jamaica (re- servas 320 millones de toneladas), Surinam (50 millo- nes), Brasil (200 millones), Guinea, donde la política de Seku Toure no ha dejado de inquietar a los amos del imperio; Ghana e Indonesia, donde han acogido con satisfacción la caída de Nkrumak y de Sukarno; Yugoslavia, con sus reservas de 105 millones de tone- ladas de bauxita; Grecia, Malasia, etcétera, etcétera.

“ . Si se produjesen cambios políticos importantes en los países productores de bauxita, la industria ame- ricana del aluminio, la más potente del mundo, vería

149 cortadas sus fuentes de suministro. Ahora bien, los principales yacimientos conocidos se hallan en países del tercer mundo, que poseen unos gobiernos inesta- bles, acaso a la merced de un levantamiento popular que los llevaría al campo socialista.

“Esto es, precisamente, lo que ocurrió cuando la re- volución de Fidel Castro privó a los Estados Unidos, no sólo de azúcar cubana, sino sobre todo del níquel. Detalle importante es que todo el mundo sufre una penuria general de níquel, producto del que los Esta- dos Unidos son también el más importante consumi- dor (en toneladas):

“Por consiguiente, los Estados Unidos consumen el 40 por ciento del níquel producido en el mundo entero, en tanto que su producción propia no rebasa un 3 por ciento. Durante largo tiempo, los Estados Unidos han comprado su níquel al Canadá, país en el que contro- lan en un 60 por ciento las inversiones industriales y el comercio exterior

Como principal productor del mundo, Canadá sumi- nistró, por ejemplo, 145.000 toneladas de níquel de las 185.000 toneladas de la producción mundial en 1954. Pero si las reservas canadienses están valora- das en más de 4 millones de toneladas, las de Cuba rebasan los 24 millones y son, con mucho, las más importantes del mundo. Antes de la revolución de Fi- del, el Gobierno americano -y no una sociedad priva- dahabía montado de su peculio una fábrica para el tratamiento de este mineral. Sin embargo, no previen-

150 do que iba a estallar una revolución en Cuba, la hacía funcionar a ritmo lento (13.200 toneladas en 1954) y guardaba el níquel cubano como `reserva estratégica’ . Después de la ruptura entre la Habana y Washing- ton, la URSS ayudó a poner en funcionamiento estas instalaciones. Con ello, el imperio americano perdió el acceso a los yacimientos de níquel más ricos del mun- do, cuando su metalurgia los absorbe en cantidades que aumentan sin cesar. El gobierno de Fidel Castro obtuvo en 1965 la revisión del acuerdo soviético-cu- bano sobre el níquel, con objeto de poder vender a Francia una parte importante de la producción de la isla, lo que permitió a la Habana inanciar la compra en Francia de nuevos equipos industriales. Inmedia- tamente Washington replicó amenazando las exporta- ciones francesas destinadas a los Estados Unidos. Lu- chas de semejante aspereza quedan bastante lejos de los esfuerzos de un imperio `generoso’ que no pensase más que en llevar la libertad a los pueblos esclaviza- dos y la felicidad a las poblaciones atrasadas. La ideo- logía, en forma de anticomunismo militante, no deja de estar presente en el combate, pero éste adquiere formas muy concretas cuando se trata de garantizar el acceso de una materia prima de la que el imperio americano es el mayor consumidor”.

Los ejemplos de esta voracidad imperial por las ma- terias primas y su actitud agresiva para evitar que se les escapen de su alcance, serían inacabables. Las mismas tácticas ejercidas sobre el mineral de hierro, la bauxita, el níquel, las emplean para garantizarse el suministro de otras materias primas indispensables para la continua expansión de su poderío industrial. Así logran el dominio que ejercen en torno a los mate- riales estratégicos para sus industrias armamentistas: molibdeno, manganeso, tungsteno, etcétera. Así como para obtener el control del manganeso, el cromo, el zinc y el cobre. Sobre este último lo trataremos oportu- namente al hablar del dramático “caso de Chile”, anti-

151 cipando únicamente que este metal-explotado injusta- mente por los monopolios yanquis- fue la causa esen- cial del derrocamiento del Presidente Allende, cuando éste, en patriótica actitud, quiso recuperar esta rique- za nacional, para beneicio exclusivo de su pueblo. Antes de terminar con el documentado e importantí- simo libro de Julien, citaremos estas últimas estadís- ticas y algunas relexiones: “Los Estados Unidos absorben el 41 por ciento de la producción mundial de estaño, o sea 85.586 tonela- das de las 208.000, pero sólo producen 29.271 tone- ladas lo que signiica que importan el 66 por ciento de su consumo. Ahora bien, los tres grandes productores mundiales de estaño son Malasia, Indonesia, donde se han multiplicado las inversiones americanas des- pués de la caída de Sukarno y de la matanza en 1965 de varios centenares de miles de comunistas, y por último Bolivia, donde la CIA y los `boinas verdes’ , de las fuerzas especiales prestaron valiosa ayuda a las autoridades bolivianas para aplastar al maquis del co- mandante `Che’ Guevara, en 1967.

“Estados Unidos aseguró en 1965 el 26 por ciento de la producción mundial de petróleo, mas a pesar de ello siguen importándolo en cantidades nada desprecia- bles”. “ ...En 1955, el barril de petróleo en producción valía 2.77 dólares tanto en los Estados Unidos como en Venezuela, pero en 1965 salía a 2.86 en Estados Unidos contra 2.47 dólares en Venezuela, resultando aun más barato en el Oriente Medio (países árabes); gracias al juego del `cartel’, las compañías americanas han sabido mantener los precios mundiales al nivel que les convenía”.

(Escrito esto hace diez años, no había surgido el justo movimiento de los países petroleros que se integra- ron en la OPEP y que hasta hoy han mantenido un

152 nuevo precio por barril de petróleo de 11 dólares* lo cual motivó que Estados Unidos amenazara con inva- dirlos, para evitar el estrangulamiento de la nación, como airmó Ford).

Max Lerner** por su parte escribe: “El Espíritu de los negocios ha guiado la política exte- rior de América, como ha guiado el aparato político, el sistema judicial, la interpretación de la Constitución, la prensa, las iglesias e incluso el movimiento obrero”, y agrega: “El poderío imperial de América, no está edi- icado según el modelo clásico. Ha aumentado gracias a las técnicas del comercio, de la inversión y de las ventas en mercados extranjeros, sin repugnarle ser- virse de la `diplomacia del dólar’ cuando un obstáculo ha cerrado el camino del beneicio, cuando ha sido preciso desencadenar una revolución cómoda o sofo- car las que la impedían. En estos últimos tiempos ha actuado bajo la forma de ayuda económica y técnica a los países subdesarrollados”.

Hasta aquí la cita de Lerner. Terminemos con Julien:

“La prosperidad interior de los Estados Unidos de- pende, por tanto, en parte muy considerable, de su libertad al acceso a los recursos naturales del mundo entero, y sobre todo de los países pobres. En su reali- dad extraordinariamente compleja, el imperio econó- mico americano está organizado para salvaguardar y extender esta libertad de acceso a los minerales y a los productos agrícolas del tercer mundo, condición esencial para la preservación de su prosperidad in- terior. Se han gastado tesoros del ingenio, de energía y de valor para asegurar a los Estados Unidos, por medio de las múltiples ramiicaciones de su imperio, esta situación de consumidor privilegiado. Y cada día despliegan esfuerzos considerables para mantener y consolidar las posiciones conquistadas”.

153 Toda esta injusta acción de poderío brutal que ejer- ce Estados Unidos con el in de extender su acción imperialista en escala mundial (pero en particular en contra de los débiles países del Tercer Mundo), tratan cínicamente de justiicarla en nombre de Dios y como “una santa cruzada contra el comunismo internacio- nal”. Recordemos que el Cardenal Spellman (de New York), recibió como hijo pródigo a Castillo Armas, y eligió las iestas de Navidad para identiicar la guerra infame del Vietnam como “una cruzada de defensa de la civilización cristiana”. No olvidemos que el vaquero tejano Lyndon Johnson al despedir un contingente de soldados que partía hacia Saigón en 1968, los despidió con estas frases: “Cumplir con nustro deber al servicio de la libertad nunca ha sido fácil”... “Las esperanzas de numerosas naciones os acompañan en el campo de batalla. ¡Que Dios os bendiga!... Pero en 1965 al no más desencadenar la injusta guerra contra ese peque- ño y heroico país, los buitres de la banca volaron hacia Saigón para abrir sus sucursales: el Bank of America, el Chase National Bank, el First National City Bank y el American Express. El Vice presidente del First Na- tional City Bank, Mr. Sperry, hizo declaraciones a la prensa: “Creo que vamos a ganar esta guerra y des- pués será preciso emprender un gran trabajo de re- construcción. Ello implicará unos medios de inancia- ción y quien habla de inanciación habla de bancos...” El Presidente John F. Kennedy el día que entró en la Casa Blanca, declaró:

“He prestado ante vosotros y ante Dios Todopoderoso, el juramento solemne prescrito por nuestros antepa- sados hace casi dos siglos ... El hombre tiene entre sus manos el poder para aniquilar toda la miseria del mundo, pero también toda la vida humana. Sin embargo esta teoría revolucionaria por la que se ba- tieron nuestros antepasados y que airmaba que los derechos de los hombres son un don de Dios y no

154 una oferta generosa dei Estado, esta teoría en nada ha perdido su actualidad... Nuestra conciencia será nuestra más segura recompensa y la historia nuestro único juez. Pidamos a Dios su bendición y su ayu- da para guiar a este país al que tanto amamos, pero recordemos que sobre la tierra el trabajo de Dios, es nuestro”. (20 de enero, 1961).

Motivo de un estudio especial* será el destinado al análisis más exhaustivo del imperialismo, por lo que aquí nos limitaremos, por ahora, a citar algunas con- sideraciones y datos sobre el tema, aparecidos en un libro titulado Acusación al Imperialismo** cuyo texto de indiscutible valor documental fue presentado ante la Segunda Sesión del Tribunal Russell, celebrada en noviembre del año pasado en Bruselas, Bélgica.

“El Capitalismo Monopolista Internacional y las trans- nacionales:

“Durante la década del sesenta tuvo lugar un cam- bio sustancial en la composición de las inversiones norteamericanas en América Latina, a partir del cual se redeinieron también los términos de la domina- ción, tanto en sus expresiones propiamente económi- cas como en su sentido político general. Se trata de un notorio desplazamiento relativo desde los sectores primarios, es decir del control de las materias primas, a los sectores de la industria manufacturera y los ser- vicios inancieros y comerciales, es decir, al control de los mercados y las fuentes generalizadas de exceden- tes de los países dependientes”***.”

En ese cambio, de tanta profundidad y signiicación, se relejan, en primer lugar, las transformaciones ocu- rridas en el plano del capitalismo mundial, la profun- dización hasta un grado extremo de su desarrollo mo- nopolístico y su creciente organización en un plano supra-nacional”.

155 “...Ya no se trata sólo de asegurar el dominio de las materias primas que garanticen la expansión de la economía interna de la potencia imperial, y de impo- ner a partir de ello relaciones de intercambio que le faciliten la apropiación de recursos de `la periferia’ por la vía de una relación favorable de precios, en una división internacional del comercio entre productos primarios y manufacturas, o de la apropiación direc- ta de excedentes como utilidades de las inversiones directas en esos mismos sectores. Un esquema como ese, caracterizadamente neocolonialista, constituyó fuente de alimentación al desarrollo capitalista de los Estados Unidos durante largo tiempo, y muchas de sus manifestaciones le siguen siendo igualmente ne- cesarias hoy en día; pero resulta insuiciente frente a sus necesidades de expansión en esta nueva etapa: ahora requiere abrir y dominar mercados, desplazar recursos productivos, controlar los mercados inan- cieros de cada país, reorganizar el comercio apartán- dolo de los canales competitivos tradicionales para transformarlo en un comercio `cautivo’ al interior de sus propias empresas, fortalecer su capacidad de acu- mulación mediante una apropiación más generalizada de los excedentes locales de los países dependientes, concentrar las fuerzas económicas necesarias para sostener una investigación y una renovación tecnoló- gica cada vez más costosa. Y para todo ello necesita reorganizarse en grandes conglomerados y asentar su presencia directa en las más variadas actividades de los países sobre los que ejerce y profundiza su do- minación. En ellos suscita una apariencia de desa- rrollo, por la diversiicación industrial que representa el espectro más amplio de las inversiones extranjeras directas, pero localizado directamente en un peque- ño segmento `moderno’ al precio de un alto grado de concentración del ingreso, la marginación de amplias capas de la población y la postergación indeinida de la resolución de los problemas más apremiantes de las grandes masas”.

156 “Es todo el fenómeno complejo que se releja en el rá- pido crecimiento del poder económico de las `empre- sas transnacionales’ y los términos de relación de és- tas con los países dependientes”.

“Respecto a las primeras (las transnacionales), los ín- dices disponibles son por demás elocuentes. Ha llega- do a decirse* que las corporaciones transnacionales reúnen ya el 150/o del producto bruto mundial, y que si se mantuvieran las tasas actuales de crecimiento comparativo, a ines del siglo producirían más de la mitad de los bienes y servicios del mundo. Por su par- te, alrededor de 200 transnacionales de base nortea- mericana comprenden casi la mitad de la producción total de las transnacionales en el mundo; y el valor bruto de la producción `fuera’ de los Estados Unidos de esas corporaciones transnacionales norteamerica- nas sería suiciente para constituirlas en la tercera `nación’ más rica del mundo. La misma fuente cita informaciones de la U.S. Tariff Commission, según las cuales los bancos y corporaciones norteamerica- nas tienen más del doble de moneda internacional que todos los gobiernos del mundo en conjunto, y re- presentan el 71 /o del total de tenencias monetarias internacionales. Con razón se airma que “las corpo- raciones transnacionales constituyen el corazón del imperialismo moderno”.

“Cada unidad representa dimensiones gigantescas, la ITT (International Telegraph & Telephone Co.) es un conglomerado con más de 200 iliales instaladas en 80 países y registra una cifra de ventas actuales de 7.300 millones de dólares. La General Motors ocupa- ba cerca de 800.000 trabajadores en 1971, y el volu- men de sus ventas equivalía al producto nacional bru- to de la República Argentina. En el mismo año, 1971, la Standard Oil empleaba a más de 140.000 personas, la Ford Motor a 433.000, la General Electric a 363 mil y la IBM 265 mil”*.

157 “Su crecimiento ha sido y sigue siendo extraordina- riamente rápido. Las sucursales norteamericanas en el exterior de los Estados Unidos eran 10.000-(diez mil) en 1957 y 25.000 (veinticinco mil) en 1970, año para el cual sus exportaciones totales fueron estima- das entre 70 y 75.000 millones de dólares.** Sólo en el quinquenio más reciente, 1968-1973, el total de la propiedad, planta y equipo de las iliales norteame- ricanas en el exterior se ha duplicado, de 10.200 a lo que se estima 20.100 millones de dólares. *** Sin embargo, esa expansión extraordinaria no ha repre- sentado un desplazamiento de capitales hacia los paí- ses dependientes de magnitud comparable, ni mucho menos; de hecho, una de sus inalidades importantes es precisamente la absorción de los recursos locales, de modo que la constitución de su gigantesco imperio económico termina por ser inanciado principalmente por el escaso ahorro nacional de los propios países dependientes.****

“El desarrollo hasta este extremo del capitalismo mo- nopolístico y su internacionalización bajo el poder de las grandes corporaciones transnacionales, tiene ob- viamente consecuencias decisivas sobre los términos de las relaciones de dependencia y de dominación del imperialismo, reduciendo aun más el grado de auto- nomía relativa de los países dependientes”.

“...Por lo general, las transnacionales no representan tampoco un modo de proyección de las economías subdesarrolladas hacia los mercados externos favore- ciendo un aumento y diversiicación importante de las exportaciones, aunque hubiese sido reproduciendo las características de ‘enclave’ de sus predecesoras. Más bien, la acción de las empresas multinacionales ma- nufactureras ha estado orientada a satisfacer deman- das internas, lo que las lleva a otorgar preferencia a los países que ofrecen mercados mayores en términos absolutos: se ha estimado que más de la mitad de las

158 establecidas en América Latina lo han hecho en Ar- gentina, Brasil y México, y que más del 89°/o de sus iliales se orientan principalmente al mercado interno del país en que se localizan. Por supuesto, se trata de expandir mercados internos, y de procurar en conse- cuencia una concentración creciente de éste, conside- rando además que son precisamente esos sectores los que están en capacidad y disposición de asimilar las formas de consumo y hasta los hábitos culturales del centro del imperio”.

Oportunamente veremos cómo las transnacionales ayudaron a crear el Mercado Común Centroameri- cano, luego cómo se apoderaron de él; más adelante cómo lo desarticularon, para, inalmente, apoderarse por separado de cada una de las economías de los países centroamericanos, y, en lo que concierne a este ensayo, de la total economía guatemalteca.

“De estos rasgos generales que caracterizan la magni- tud y poder alcanzado por las transnacionales como expresión dominante del capitalismo monopolístico en la actualidad, derivan las consecuencias políticas muy importantes para las relaciones de dominación del imperialismo sobre los países dependientes”.

“En primer lugar, esta nueva realidad, tan elocuen- temente evidente en las condiciones de hoy, lleva ne- cesariamente cambios sustanciales en la actitud de las burguesías nacionales de los países dependientes. Atenazadas entre las nuevas formas de penetración imperialista y la creciente fuerza autónoma de los mo- vimientos populares, avasalladas por la fuerza expan- siva de las transnacionales, tienden a renunciar rápi- damente a cualquier proyecto político ‘nacionalista’, a subordinarse a los intereses extranjeros, a tratar de retener alguna participación secundaria aliándose a ellos como socios menores, a derivar hacia actividades de tipo especulativo, y en consecuencia a transformar-

159 se en instrumentos activos de los intereses del impe- rialismo en contra de los movimientos internos de libe- ración. Incluso aceptan hacerse cargo ellas mismas de la imposición policial necesaria para preservar la de- pendencia y la explotación, eximiendo de esa tarea a la presencia directa de las fuerzas armadas imperiales”.

“De ahí que la venta de empresas ya existentes, o de cuotas del capital de ellas, a corporaciones multina- cionales, tienda a extenderse como expresión de esa renuncia de las burguesías nacionales a esquemas de mayor independencia económica nacional. Con ello, la expansión de las transnacionales ni siquiera signiica en la mayoría de los casos, ampliación y diversiica - ción de la capacidad productiva. Por el contrario, se ha venido acentuando el fenómeno de la penetración de las empresas locales: según las investigaciones de Fanjzylber, para las transnacionales de base nor- teamericana la proporción de empresas nuevas bajó desde 630/o en 1946- 1952, a sólo 38°/o en los años de 1965-1967. En deinitiva, las burguesías naciona- les pasan a ser cómplices de la dependencia, facilitan su profundización, atenúan sus contradicciones con los intereses del imperialismo y acentúan en cambio las contradicciones internas de clase, debilitando las posibles bases de sustentación de sistemas políticos democrático burgueses y abriendo paso a regímenes dictatoriales o esquemas francamente neofascistas de combinación”.

“Así se conigura una situación en la que hay cada vez menos lugar a desarrollos autónomos, en que todo lle- va a profundizar la dependencia; en suma, en que para nuestros países, liberación y desarrollo, se identiican necesariamente en transformaciones socialistas”.

Veamos ahora cómo el señor Vukovic Bravo en su in- teresante obra* nos ilustra sobre “ Los instrumentos de la dominación” empleados por el imperialismo en

160 todo el mundo, y para nuestra desgracia, en particu- lar, en América Latina.

“Es obvio que una potencia que genera por sí sola alrededor de un tercio del producto bruto mundial, que posee en su propio territorio vastos y diversiica- dos recursos naturales, que se proyecta al resto del mundo a través de empresas transnacionales cuyos activos equivalen varias veces al capital social de la mayoría de los demás países, que tiene participación mayoritaria en el comercio mundial, que aun así esas transacciones representan una fracción pequeña de su producto interno, que tiene presencia decisiva y privilegiada en las organizaciones internacionales y regionales, reúne poder más que suiciente para ejer- cer una inluencia determinante sobre los países -de pendientes del Tercer Mundo. Sin embargo, en las condiciones presentes esa misma potencia se siente obligada a disponer de un variado conjunto de instru- mentos de intervención directa, a través de los cuales busca preservar y desarrollar sus intereses e imponer sus decisiones, independientemente de los intereses de los pueblos sobre los que ejerce su dominación.”

“De ese conjunto de instrumentos forma parte, en primer lugar, el complejo aparato de ‘inteligencia’ que se reúne en la Junta de Inteligencia de los Estados Unidos (hoy llamada Intelligence “community”). Allí participan la CIA, la Oicina de Investigaciones e- In teligencia del Departamento de Estado, la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa, la Agencia de Seguridad Nacional, la Oicina Federal de Investi- gaciones (FBI) y las unidades de Inteligencia del Te- soro, y la Comisión de Energía Atómica. Se agregan, actualmente, los servicios de inteligencia de las tres ramas de las Fuerzas Armadas. A ella corresponde determinar las prioridades para todo el conjunto y di- señar lo que se conoce como ‘estimaciones de la inte- ligencia nacional’ ”.

161 “En julio de 1973, se formó el Cuerpo de Oiciales de la Inteligencia Nacional. Lo integraron 30 hombres pro- venientes en su mayoría de la CIA, y lo presidió George Carver. Su función es la de estudiar, haciendo uso de los amplios recursos de la Intelligence Community, las situaciones estratégicas consideradas de interés para los Estados Unidos y llevar los informes correspon- dientes al Consejo Nacional de Seguridad. Con ello se buscó fortalecer la posición efectivamente dirigente de ese Consejo y del Comité de los 40, ya que hasta en- tonces la preparación de tales informes correspondía a la Junta de Estimaciones de la propia CIA”.

“Por su parte, el comité de los 40 ha funcionado como mecanismo y autoridad al interior del Consejo Nacio- nal de Seguridad del Gobierno norteamericano. Está integrado por representantes del Pentágono, del De- partamento de Estado, del propio Consejo Nacional de Seguridad, de la CIA, el FBI y funcionarios de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas. Lo preside el asesor del Presidente de los Estados Unidos para asuntos de Seguridad, cargo que ha venido des - empeñando el señor Kissinger. Sus funciones inclu - yen la de determinar y supervisar las operaciones de `inteligencia’ a emprender por los organismos corres- pondientes, ya se trate de la CIA, el FBI, la Oicina de Inteligencia Naval (ONI), Inteligencia de la Fuerza Aé- rea (AFI), Inteligencia del Ejército (Al), etcétera, desig- nando responsables y coordinadores de operaciones a uno o más de esos organismos*, así como la de tomar acuerdos relacionados con la política exterior de los Estados Unidos, basados en criterios de geopolítica y conceptos de `zona de inluencia’, ‘equilibrio’, ‘zona estratégica’ y otros, que sirvan de justiicación a sus intervenciones en asuntos internos de otros países.”

El comité de los 40 se ha convertido desde 1970 en prácticamente `una sola persona’, ya que casi todas

162 las decisiones son adoptadas según el criterio perso- nal de su presidente Kissinger.”

Diversas declaraciones de dirigentes máximos del go- bierno norteamericano han procurado legitimar y jus- tiicar la existencia y el carácter de las actividades de este y otros organismos. El secretario de Estado Henry Kissinger sostuvo abiertamente ante el comité de Re- laciones Exteriores del Senado, el 20 de setiembre de 1974, que “los Estados Unidos no pueden permanecer neutrales. cuando se trata de la justicia y la libertad”; y que por ello la CIA inanció a la oposición chilena ante los “indicios” de que “Allende iba a establecer un régimen de partido único”; reconoció que las agencias secretas norteamericanas efectúan actividades clan- destinas en otros países desde que terminó la Segun- da Guerra Mundial, y que “estas operaciones forman parte de procedimientos establecidos por nuestro gobierno”, de modo que tales actividades clandestinas “son aprobadas por el Presidente y se in- forma de ellas al Congreso- . Por su parte, el presiden- te Ford, reiriéndose a Chile, ha dicho que la CIA se limitó a ejecutar la política elaborada por el Comité de los 40, agregando que este organismo “debe seguir existiendo”.

“La CIA, si bien constituye `sólo una parte del gobier- no invisible’ (en las palabras de Daniel Ellsberg), es sin duda su intrumento más importante. Ejerce de hecho una enorme inluencia en la política exterior de Estados Unidos. Posee la facultad legal de controlar, conocer y aglutinar las informaciones de los demás servicios de inteligencia y espionaje del país. Consta de cuatro departamentos: Logística, Investigación, In- teligencia (espionaje) y Planes; este último subdividido en Operaciones Especiales y Operaciones Encubiertas o Clandestinas. Su actual director William Colby, fue

163 anteriormente director del Departamento de Planes y responsable en calidad de tal, del Plan Phoenix apli- cado en el Vietnam.*

“La inluencia y actividades de la CIA se proyectan, pues sobre los más variados campos mediante organi- zaciones dependientes directamente de ella o su inil- tración y utilización de otras. Respecto a los movimien- tos obreros latinoamericanos, ha utilizado en ocasiones la cobertura de la ORIT (Organización Interamericana del Trabajo) o la confederación sindical AFL = CIO, o los cuerpos de Paz; a nivel campesino, ha utilizado la Fundación de Desarrollo Internacional; a nivel de la ju- ventud se ha mostrado especialmente activa en la pro- moción de intercambios estudiantiles, becas y inan- ciamiento de organizaciones paralelas encaminadas a competir y destruir los organismos de representación estudiantil generados democráticamente.

Posee también un conjunto de empresas en los más variados lugares del mundo, con las que satisface dos propósitos: proporcionar cobertura a sus agentes, a los que transforma en agentes residentes, y disponer de infraestructura para sus agentes de operaciones encubiertas o clandestinas. Su propia lota aérea, la SAT (Southern Air Transport) le facilitó apoyar sus operaciones en Guatemala, Bahía de Cochinos, así como en Bolivia y Venezuela y otros países. Ha llegado a decirse que ‘la SAT es el brazo aéreo de la Agencia para potenciales intervenciones en. América Latina’; tiene su cuartel general en Miami y recibió su inan- ciamiento a través de un conducto llamado Actus Te- chnology.* La CIA se vincula igualmente a la Zeta Co., `una empresa de venta de armas y asesoría geopolí- tica’, de hecho dedicada al tráico ilegal de armas y que se deine a sí misma como especializada en ‘or- ganizar actividades militares contra los comunistas y en apoyar las causas estrechamente vinculadas a la civilización occidental’.* Su inventario de propiedades 164 incluye también predios y empresas agrícolas, utili- zadas como campos de adiestramiento paramilitar de guardias blancas”.

“...recientemente, el Christian Science Monitor, , de Boston (lro.de setiembre, 1974), informaba que la CIA está ampliando sus actividades en el exterior, particu- larmente en la Península Ibérica, y ‘presiona actual- mente al Departamento de Estado a in de obtener un mayor número de cargos diplomáticos que sirvan para justiicar las misiones de sus agentes en el extranje - ro’. Y John Marles, en artículo publicado en la revista `Washington Monthly’ (Diario El Día, 1 de nov., 1974, México), denuncia que más de una cuarta parte de los funcionarios norteamericanos en el exterior son agen- tes de la CIA; que la proporción de agentes de la CIA en las embajadas norteamericanas aumenta constan- temente desde hace algunos años; que las designacio- nes aparecen como ‘funcionarios de reserva del ser- vicio exterior’, en cargos consulares o secretarías del servicio diplomático, y en otros casos, especialmente donde están establecidas tropas norteamericanas, se hacen pasar por militares más que por diplomáticos; y que en 1973 más de 70, de 121 nombres sometidos a la aprobación del Congreso para funciones diplomá- ticas, eran agentes de la CIA.”

Adelante cuando volvamos al análisis de la forma par- ticular en que Estados Unidos ha logrado la sumisión absoluta del Ejército Nacional de Guatemala; la ma- nera en que las fuerzas imperiales combatieron con su propio personal especializado en contrainsurgen- cia, las guerrillas; y la organización que crearon para el dominio de los ejércitos centroamericanos(CONDE- CA), Consejo de Defensa Centroamericano, amplia- remos muchos de los datos que cito a continuación, tanto del libro de Vuskovic Bravo, como de otro su- mamente importante, escrito por otro ilustre chileno, señor Armando Uribe, en los cuales se explican las

165 tácticas de la penetración militar y policial de Estados Unidos.

“La penetración norteamericana en las fuerzas arma- das y policiales latinoamericanas se ampara bajo el concepto y el sistema de `defensa hemisférica’, gesta- do desde la Segunda Guerra Mundial como respuesta a las condiciones de la `guerra fría’. Se origina y de- sarrolla así una variedad de instrumentos jurídicos, políticos, militares y inancieros, que incluyen entre otros el Tratado Interamericano de Ayuda Recíproca (TIAR), los Pactos de Ayuda Militar (PAM), los contra- tos de adquisición de armamentos, las operaciones Unitas, programas de entrenamiento de personal mi- litar y policial, así como lazos militares en el marco de la OEA y el sistema interamericano de participación en la Junta Interamericana de Defensa y el Colegio In- teramericano de Defensa, reuniones de Comandantes en Jefe, etcétera.”

“En la Junta Interamericana de Defensa están repre- sentadas las diversas ramas de las fuerzas armadas de los países miembros de la OEA. Efectúa reuniones en Washington, con participación de los agregados milita- res latinoamericanos en los Estados Unidos, en las que se abordan temas ‘profesionales’, obviamente imbuidos de los correspondientes criterios políticos e ideológicos. Por su parte, el Colegio Interamericano de Defensa, en una posición de relativa dependencia respecto de la Junta, aborda funciones de instrucción profesional de altos oiciales militares latinoamericanos.”

“La revelación de los documentos, en su época coni- denciales, que contribuyeron al diseño inicial del siste- ma, y la propia práctica posterior, termina por precisar sus objetivos centrales: informar, a los efectos de sal- vaguardar la seguridad de los Estados Unidos, en toda la región latinoamericana, y bajo control determinante de ese país, la logística, los abastecimientos militares

166 y la `doctrina militar’ en cada uno de los países lati- noamericanos; asegurar una posición privilegiada de los Estados Unidos como abastecedor de armamentos y otros implementos de importancia militar para cada una de las fuerzas armadas y de seguridad de todas las naciones latinoamericanas, consolidando así su control militar y con las ventajas consiguientes para la industria norteamericana de armamentos desde el punto de vista comercial; crear por esa vía una suerte de control de armamentos en la región, asegurando así su adecuación a los intereses militares y políticos de los Estados Unidos y colocando a este país en con- diciones de resolver sobre el mantenimiento o modii- caciones de las relaciones militares tradicionales entre los países de la región; e inluir en la proporción y dis - tribución de los efectivos militares latinoamericanos, de modo que respondan a los intereses estratégicos de los Estados Unidos en el continente”.

“Es claro que todo ello ha contribuido a fortalecer la posición dominante de los Estados Unidos en todos los ámbitos, incluso el de la protección de sus inte- reses privados. Le ha permitido asimismo ajustar el sistema a objetivos fundamentalmente distintos a los declarados en la inmediata posguerra, pasando de un propósito de `defensa’ en la guerra fría, a propósitos de `contención de la subversión interna’ y otras expresio- nes nacionales o internacionales que, si bien siguen amarrándose en un concepto de ‘seguridad militar global’ de los Estados Unidos, de hecho lo convierten en instrumento de dominación política sobre los paí- ses latinoamericanos. Es así como durante la década del sesenta, los Estados Unidos imponen en el seno de la OEA una ampliación del concepto de `defensa he- misférica’, al extenderlo a los llamados movimientos subversivos internos a través de la consideración de éstos como ‘amenaza extracontinental a la seguridad del hemisferio’. “

167 A propósito de este último concepto, el señor Carlos Altamirano, secretario general del Partido Socialista de Chile, en unartículo publicado en la revista yu- goslava Cuestiones actuales del socialismo, agosto de 1974, escribió a este respecto:

“Después del éxito de la Revolución Cubana, los Es- tados Unidos articulan con mayor solidez su sistema defensivo continental, asegurando los nudos vincula- torios con los ejércitos de América Latina, salvo raras excepciones. El modelo entonces elaborado, vigente hasta el triunfo de la Unidad Popular, inaugura un nuevo concepto catalizador: el de ‘enemigo interno’, orientado a la represión de la guerrilla rural y urbana, la que se concebía antes como única vía de acceso del `marxismo’ al poder... Las fuerzas armadas de los paí- ses de América Latina (profesionales), redondean los 800.000 hombres a partir de una concepción global- mente difusa (necesidad de defensa continental), pero que se precisa al explicitar que el ‘enemigo interno’ es el `marxismo’. El sistema se transforma, de esta ma- nera, en la más formidable maquinaria de penetración que haya existido en la historia de la humanidad”.

Dice así Vuskovic Bravo: “Las formas más directas de penetración militar y po- licial de los Estados Unidos en América Latina, se ven complementadas por la vía dela formación y entrena- mientos de oiciales latinoamericanos en organismos norteamericanos. Entre éstos destaca la Escuela de las Américas (U.S. School of Americas), en Fort Gu- llick, Zona del Canal de Panamá, en la que se prepa- raron, entre 1950 y 1969, 54 mil oiciales de las fuer- zas armadas latinoamericanas, de los cuales 3.667 de nacionalidad chilena.”

(Y yo agrego: que 2.080 guatemaltecos fueron entre- nados, parte allí y parte en Fort Benning, Georgia, y

168 son los que ya “colonizados”, con excepción de los hé- roes militares, Luis Angel Turcios Lima y Marco An- tonio Yon Sosa, y algunos pocos oiciales dignos que supieron reaccionar o reorientarse a tiempo, se han convertido en lacayos del imperialismo y en verdugos de su propio pueblo).

“El contenido de los cursos y los textos que utilizan son suicientemente ilustrativos sobre el carácter de la formación que se imparte. Desde luego, suponen una adaptación mecánica y total a los requerimientos y formas de capacitación del personal norteamerica- no, como se lo reconoce en la presentación del Texto especial de Inteligencia T-E 3-8 de la Escuela de las Américas: `Este texto especial es una traducción iel del Intelligence Handbook de la Secretaría del Ejército de los Estados Unidos’. Pero lo más serio es su con- tenido político-ideológico, precisado desde la segunda página del mismo texto, en que se cita la siguiente frase del general G. Trudeau, jefe auxiliar del Estado Mayor, G-2, Secretaría del Ejército, aparecida en el Diario del Ejército, Marina y Fuerza Aérea, del 3 de marzo de 1954: `Sólo mediante el más atinado uso de nuestros recursos podemos impedir la expansión co- munista y salir victoriosos en caso de que nos veamos comprometidos en una guerra’. Toda la tercera parte del texto está destinada a las `operaciones de contra- guerrilla’, puntualizandose entre otros los siguientes requerimientos especializados: interpretes-traducto- res (¿se trata de operaciones en territorios extranje- ros o de enfrentar a poblaciones indígenas del mismo país?), interrogadores, especialistas en contrainteli- gencia, elementos de guerra electrónica de combate, unidades de fuerza sicológica, cuadrillas o especialis- tas de inteligencia técnica.”

“Otros textos como el manual de la U.S. Army Mate- rial Systems Agency titulado Notes on Urban Warfare, de S.L. Marshall, publicación especial núm. 6 (RTD

169 & E Project No. IT665706M541), Aberdeen Proving Ground, Md. Abril 1973, se reiere a las tácticas de guerrilla urbana, a ‘las condiciones políticas, sociales y morales en que se desenvuelve la guerrilla urbana’ y las formas más eicaces para combatirla. Un punto especial, dedicado al ‘rol del helicóptero’...”_

“Dentro de los programas de adiestramiento a las fuerzas armadas latinoamericanas se incluyen tam- bién programas especiales destinados a las fuerzas policiales. Es el caso de la IPA (International Pollee Academy), con cursos proporcionados por el Institu- to del Ejército de los Estados Unidos en Fort Bragg, Carolina del Norte. Uno de esos cursos se dicta bajo el título de Prevención e investigación de la violencia contemporánea (IPA, Trainning Division, OPS-AID), con una duración de ocho semanas. Las conferencias incluyen temas como ‘metodología de la insurgencia urbana’, ‘conceptos de defensa interna y operaciones de estabilidad’, ‘operaciones tácticas antiguerrilleras’, etcétera. El tema de la violencia contemporánea con- tiene una historia de ésta y su planteamiento como problema nacional e internacional, con el obvio pro- pósito de concluir en la necesidad de internacionalizar la acción de las políticas; otros aspectos se reieren a las ‘relaciones ideológicas o tendencias ilosóicas de los diversos grupos’, los ‘crímenes comunes y los crí- menes terroristas’, base de la asociación frecuente en la propaganda de las dictaduras entre la delincuen- cia común y la lucha política; ‘entrevistas e interro- gatorios’, su inalidad y procedimientos. A este último respecto, entre los trabajos elaborados por los parti- cipantes como parte de su formación, se leen expre- siones como las siguientes (curso de 1971): ‘A pesar del hecho de que el interrogatorio brutal se critica se- veramente, no debemos negar su importancia si que- remos tener seguridad y orden en la vida ordinaria’. En otro curso anterior, se sistematizan ‘tres maneras de interrogar’: usando la tortura, negando la comida

170 y el agua, causando tensión moral de modo que se deprima la mente del prisionero, trabajo que se acom- paña de un testimonio de agradecimiento formulado en los siguientes términos: ‘Gracias a la ayuda exte- rior de otros países del mundo libre, sobre todo a los Estados Unidos, que ha asistido a la policía nacional en ayuda técnica y equipos para ayudar al interroga- dor, de modo que sus interrogatorios a los prisioneros comunistas sean más efectivos’. (Antecedentes como éstos están contenidos en informes existentes en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado Nortea- mericano, elevados por la CIA, según consta en carta del senador Fulbright al senador Abourezk, de fecha 2 de agosto de 1974)”.

Después de leer cuidadosamente los párrafos trans- critos se comprende a cabalidad el inmenso poderío de que dispone Estados Unidos para ejercer su dominio político, militar y policial sobre las naciones débiles que por el momento han tenido la desgracia de caer en las garras del imperio. Mas este dramático panora- ma quedaría truncado si no mencionaramos aquí, la acción económica que ejercen para complementar el sojuzgamiento material de los pueblos por medio de sus grandes organizaciones inancieras.

Cuando el inado presidente John F. Kennedy lanzó su programa de Alianza para el Progreso (nosotros di- jimos entonces que era el Progreso de Estados Uni- dos), se explicó a toda América Latina que para inan- ciar las obras de infraestructura: carreteras, puentes, puertos, viviendas, escuelas, reforma agraria, etcé- tera, etcétera, Estados Unidos aportaría anualmente 1.100 millones de dólares, que además de ser reem- bolsables (pues los daban en calidad de préstamos), nunca llegaron a suministrarlos totalmente. Pero para hacer resaltar la falacia de tal ayuda, basta señalar que ya en esa época, la descapitalización de América Latina por la succión de utilidades que las trasnacio-

171 nales se llevaban a la metrópoli, era mucho mayor, sin tomar en cuenta además, la pérdida de 1.500 millones de dólares anuales que sufrían nuestros países debi- do a los bajísimos precios de su comercio exterior, de los cuales la ventaja absoluta correspondía exclusiva- mente a los Estados Unidos. Y no olvidemos que en la década 1960-1970, la deuda exterior del Tercer Mun - do era de 60.000 millones de dólares, que demanda- ban pagos por servicios e intereses de 5.000 millones de dólares anuales. (Vuskovic Bravo, op cit., p.36). Otros de sus instrumentos de dominación económica son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mun- dial, El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), etcétera.

A través de todos estos organismos Estados Unidos ejerce su acción imperialista, negando créditos a unos, otorgándoselos a otros, beneiciando a sus empresas transnacionales o a las burguesías cómplices de ellas.

Leamos de nuevo a Vuskovic Bravo y a su grupo de expertos en esta materia ( Op. cit., p. 36,37 y 38):

“El Fondo Monetario Internacional... ha desempeñado tradicionalmente un papel importante en la profundi- zación de la penetración imperialista, no sólo median- te medidas externas sino como instrumento de inter- vención abierta en la política económica interna de los países dependientes. Las ‘Cartas de Intención’ y los compromisos de stand by que han debido suscribir en múltiples ocasiones los países latinoamericanos, contrariando muchas veces los objetivos de la política económica decididos internamente, para adecuarlos a los intereses superiores del imperialismo, constituyen un condicionamiento para la recepción de determi- nadas formas de ayuda que están instituidos formal- mente en las normas de la organización, así como en

172 las demandas de renegociación de la deuda externa acumulada por los países dependientes...”

“No menos evidente es el carácter de instrumento de dominación que le corresponde al Banco Mundial. Queda simbolizado desde los criterios de selección para quién ocupe su presidencia: Robert McNamara quien, como se ha dicho, llega a ella después de des- empeñarse en la poderosa Ford Motor Company (como Presidente) y de ocupar el cargo de Secretario de la Defensa de los Estados Unidos. Orientado principal- mente hacia el inanciamiento a largo plazo de obras de infraestructura -carreteras, energíaha cuidado que éstas coincidan en lo posible con los intereses y re- querimientos de las empresas norteamericanas que explotan recursos naturales y penetran en otros ám- bitos importantes de las economías dependientes. La historia de sus operaciones en América Latina y otras regiones subdesarrolladas es la de las conveniencias de los intereses políticos de los Estados Unidos...”

“Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha terminado por representar una de las más aleccionadoras frustraciones de la política latinoame- ricana encaminada a procurar formas de ‘cooperación económica externa’ en los marcos del sistema inte- ramericano y con una presencia algo más digna de los países de la región en su dirección. Surgido como iniciativa latinoamericana, los Estados Unidos acce- dieron ‘generosamente’ a aportar la mayor parte de sus recursos; pero asegurando su control sobre las decisiones al reservar para sí el 40% de los votos e imponer una votación favorable de dos tercios para los créditos `blandos’, es decir, reservando para el di- rector norteamericano, responsable ante el Departa- mento del Tesoro, un derecho a veto sobre la mayoría de las operaciones del Banco...”

173 De gran interés, sin lugar a dudas, habrán sido para los lectores las observaciones y datos que se han co- piado. Sin embargo, todo ello sólo conigura una míni- ma parte de los procesos de dominación y de los ins- trumentos que tiene a su alcance el imperialismo. Se- ría imposible por la limitación de espacio tratar aquí otros de los múltiples aspectos utilizados por Estados Unidos como métodos de penetración y sojuzgamiento de nuestros pueblos.

No obstante, se impone mencionar la acción imperia- lista en los campos de la comunicación, en el educa- cional, tráico de drogas, juego y prostitución. Con una desfachatez indignante, Estados Unidos aparece en todos los cónclaves internacionales como campeón de la defensa del derecho de la “libertad de información”. A primera vista esa postura no sólo pa- rece justa sino encomiable. Pero atrás de esa careta de esencia democrática, puede verse el verdadero ros- tro del interés artero y del propósito siniestro para la consecución de sus aviesos ines.

“Libertad de información”, signiica para el imperia- lismo el derecho inalienable de comunicar “la defor- mación de la verdad” a través de sus poderosísimos medios de difusión que controla en todo el mundo por medio de sus monopolios en esta materia. Para nadie es un secreto que la UP (United Press) y la AP (Asso- ciated Press), hacen y deshacen las noticias interna- cionales a su antojo. Ninguno ignora, tampoco, que las cadenas de prensa en el interior de aquella nación, sigan la línea de información que conviene a los inte- reses de las transnacionales estadounidenses o a la política interna o internacional que dicte el propio Go- bierno o sus dependencias (Pentágono, Departamento de Estado, Consejo Nacional de Seguridad, etcétera). Igual posición ocupan, y quizá con mayor impacto, las cadenas de radio y televisión, que además de la

174 denigrante, morbosa y estupidizante propaganda co- mercial, manejan a su antojo la mente gregaria de su pueblo, haciéndole creer, en materia política, lo que sea indispensable a los intereses inconfesables del im- perio. Por eso decía en uno de los primeros capítulos, que el pueblo de Estados Unidos es el mejor malinfor- mado del mundo entero.

Los avances de la tecnología, en materia de comuni- cación, son cada vez más sorprendentes. Continua- mente países del campo socialista (la URSS y China) y del campo capitalistaimperialista (Estados Unidos, Japón, Inglaterra, Francia) lanzan al espacio satélites para mejorar los sistemas internacionales de comu- nicación, telefónicos, telegráicos, de televisión y para ines educacionales y deportivos. Hace pocos meses Estados Unidos puso en órbita un satélite sobre la India. Según la noticia, parecía un generoso esfuerzo por “cooperar” con aquella nación con el in de ayudar a impartir educación y asisten- cia social y médica. Pero a nadie escapa el peligro in- menso que esto signiica para la India y para nuestros pueblos, pues so pretexto de esas ayudas “generosas”, lo que se pretende es la “colonización espiritual y el indoctrinamiento ideológico”.

El 22 de enero de 1975 salió publicado en la sección Editorial de Excélsior, p. 8 y 9, un artículo del señor Raúl Prieto, cuya valiosísima documentación es ne- cesario conocer. Se titula.La CIA está en los cielos. Telecomunicación Imperialista, y dice así:

“ En español, el nombre oicial de la empresa INTEL- SAT (International Telecommunications Atellite Con- sortium) es Consorcio Internacional de Comunicacio- nes por Satélite (CICS. Al fundarse, en 1963, se in- virtieron 500 millones de dólares. Cuatro años antes había recomendado su creación el órgano más anti-

175 guo de las Naciones Unidas, la Unión Internacional de Comunicaciones). En la conferencia plenipotenciaria celebrada en Washington (1969-71), que dotó al con- sorcio INTEPSAT de un régimen deinitivo, la delega- ción mexicana encabezada por el embajador Rafael de la Colina trató de hacer triunfar el plan primitivo: la organización debería ser verdaderamente internacio- nal y democrática; cada uno de sus miembros (hay 87) contaría con voz y voto, y con los mismos derechos que todos. Pero una realidad muy diferente es a la que ahora nos enfrentamos”.

“El cincuenta por ciento de las acciones del INTELSAT o CICS está en poder de una sola nación, los Estados Unidos que valiéndose de la Kokusai japonesa y la Te- lefunken alemana, en cierto modo subsidiarias de la ITT (International Telephone and Telegraph Co.), se ha adueñado de casi el resto de las acciones. La COM- SAT (Communications Satellites Corporation), empre- sa privada establecida en Washington, por decisión en 1962 del Congreso de los Estados Unidos atiende los servicios técnicos y la administración del INTELSAT, aparte de dirigir sus actividades comerciales”.

“Contra lo que acerca del INTELSAT, decidan los Esta- dos Unidos, mejor dicho : la ITT , la GTE, las compa- ñías de Hughes, la RCA, etcétera, junto con la COM- SAT, nada podrán argüir las demás naciones -una de ellas socialista, Yugoslavia- que forman parte de la organización. Los monopolios yanquis obtienen ga- nancias astronómicas producidas por más del 80 por ciento del tráico mundial de telecomunicaciones, y de paso logran hallarse al tanto, con grabadoras, de la sustancia de los mensajes que se cursan entre sí aquellos países. La ITT, que es uno de los más temi- bles, aunque de ningún modo el peor de los mons- truos imperialistas, se encarga de ordenar metódica- mente las comunicaciones vía satélite y del proyecto y aun ediicación de las respectivas estaciones terres-

176 tres, acompañada por las demás empresas igualmen- te ligadas al Pentágono; entre otras cosas, para en- cargarse de las redes de satélites de uso militar, más avanzados, por cierto, que el satélite INTELSAT IV (a su abuelo, el INTELSAT I, lo afamó el mote de Pájaro Madrugador. “ “Han sido colocados en el espacio siete satélites de la cuarta generación; los disparó la NASA entre prin- cipios de 1971 y inales de 1973. Cada uno durará alrededor de diez años, pesa 700 kilos, cubre las tres cuartas partes del planeta y simultáneamente puede servir de vehículo a cinco mil conferencias telefóni- cas, doce programas de televisión y cierto número de transmisiones por teletipo. Cuenta con cámaras foto- gráicas de infrarrojo térmico, computadoras y diver- sos mecanismos más o menos misteriosos que le dan calidad de atalaya del imperio: las fotos que toma y los despachos para los cuales se le emplea son digeridos por espías cíbernéticos que la CIA maneja”.

“INTELSAT se ha convertido, sobre todo para países del tercer mundo(21asiáticos, 19 africanos y 12 la- tinoamericanos) que, con otros, lo sostienen, en un terrible problema de ribetes bélicos, pues facilita la penetración cultural de los Estados Unidos en cada uno de dichos países, como a la vez su espionaje y sus agresiones militares. Los trabajos de la Comisión sobre Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíicos, de las Naciones Unidas, en nada se aseme- ja a la labor de zapa que, valiéndose de los satélites INTELSAT IV, efectúan la CIA, la ITT y la COMSAT... Y así resulta que esas naciones, México entre ellas, favorecen en su perjuicio al imperialismo con el cuen- to de auspiciar la telecomunicación, entendida como instrumento de fraternidad entre los pueblos”.

“En resumidas cuentas, el consorcio INTELSAT tiene el carácter de maia yanqui que explota las comuni-

177 caciones mediante satélite. Uno de sus usuarios es México, desde 1966 y a cambio de ocho millones de dólares obtenidos que anualmente nuestro pueblo paga, aun cuando los principales beneicios obtenidos son gozados por la televisión mexicana, y en algo tan alejado de la cultura como la transmisión de noticias amarillistas y bochinches pugilísticos o partidos de cabezazos y patadas, los cuales, además permiten la difusión de las transnacionales...”

Hasta aquí, lo escrito por el señor Raúl Prieto. Ahora leamos del corresponsal de Excélsior en Washington, señor Rafael Rodríguez Castañeda la información que desde esa ciudad envió a su periódico y aparece publi- cada el 13 de mayo de 1975,en la p. 2 bajo el acápite:

“Denuncia de Miembros del Instituto de Estudios políticos de Washington: Los Satélites Lanzados por EE.UU. para Estudiar Recursos Naturales, usados por la CIA para Espiar al Tercer Mundo”.

“Washington, 12 de mayo. - Satélites norteamericanos lanzados al espacio con el propósito de estudiar los recursos naturales, son utilizados por los servicios de Inteligencia de Estados Unidos para ines de Espio- naje en los países del Tercer Mundo, según airma un grupo de expertos, miembros del Instituto de Estudios Políticos, con sede en esta ciudad”.

“Las fotograrías tomadas por los satélites son utiliza- das tanto por los especialistas en agricultura y mine- ría, como por los altos funcionarios de la CIA, indica- ron en un informe titulado ‘Espías en el Cielo’ ”.

“Fue con base en estos reportes cómo la CIA preparó el año pasado un plan -que fue rechazado por el go- bierno- para que Estados Unidos utilizara los sumi- nistros de alimentos como un arma contra los carteles productores”.

178 “De acuerdo con el informe citado, funcionarios del Pentágono tienen en sus manos información detallada sobre los recursos naturales existentes en tierras o mares de otros países `y cuya existencia no será dada a conocer a los gobiernos respectivos más que cuando sea conveniente a la seguridad norteamericana’ ”.

“Todo esto permite suponer que los políticos nortea- mericanos fuera y dentro de las agencias de espionaje, están utilizando cada vez más los recursos naturales como un instrumento de presión diplomática”, señala el reporte.

“Explicaron que con los satélites enviados por la NASA, porciones del globo terráqueo de 115 millas cuadradas son fotograiadas una vez cada nueve días. Las fotografías vía radio son tan detalladas que no de- jan de registrar el más mínimo objeto”.

“Aparte de esos satélites, la CIA tiene sus propios ar- tefactos espaciales, construidos por la Fuerza Aérea. Las fotos son aun más detalladas y claras, porque en lugar de recibirlas a través de señales de radio, se ob- tienen por medio de películas transmitidas por televi- sión”.

“Entre ambos tipos de satélites logran obtener una gran cantidad de información sobre recursos natura- les en los países del Tercer Mundo; esta información es estudiada tanto por técnicos como por militares, indica el informe”.

“De este modo, se da el caso curioso de que, el Depar- tamento de Estado tenga a la venta mapas de muchos países, incluido México, por supuesto, en cuyo pie se explica que ha sido editado por la CIA. . .”

Aquí termina la cita del artículo del señor Rodríguez Castañeda.

179 Todos estos datos tan siniestros nos llenan de honda preocupación ante el hecho de la ocultación que de los mismos se hace aviesamente a nuestros pueblos. No debemos olvidar que en todo el mal llamado “Mundo -Li bre” y naturalmente en nuestra América en particular, los medios de comunicación local están en manos de los círculos dominantes de la oligarquía. Prensa, radio y televisión, esa trilogía es tanto más peligrosa, cuanto que su acción es evidentemente de abierta complici- dad con sus amos imperialistas. Existe una que otra excepción, determinada por el patriótico nacionalismo de sus propietarios, más en rigor de verdad, aquella es, en general, la dramática situación de los medios informativos. Y cuando surge una actitud contraria a lo que el imperio y sus secuaces latinoamericanos lla- man “libertad de información”, salta a la palestra, en defensa de esa fementida “libertad”, la desacreditada Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), cuya actitud lacayuna y dependiente de Estados Unidos, le resta, en absoluto cualquier categoría moral.

Por eso dentro del proceso revolucionario que sede- sarrollay ha de triunfar en Latinoamerica, una de las primeras medidas que deberán tomarse es la nacio- nalización de todos esos medios de información na- cional e internacional. Desde los primeros días en que se consolidó la Revolución Cubana, se tomó ese paso tan decisivo. Posteriormente, en menor escala, lo ha realizado la República del Perú, pasando a favor de los trabajadores las empresas periodísticas, medida que hizo que la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) enviara sus “enérgicas protestas”, por el atropello, de- cía, que dicha actitud constituía contra “la libertad de información”.

En cuanto a la educación concierne, es otro de los ob- jetivos que el imperialismo persigue tener bajo su do- minio. Su penetración en las universidades, además de la labor política de iniltración que la CIA realiza a

180 través del estudiantado -ultra derecha y ultra izquier- da- es de tipo académico. Intercambio de estudiantes y profesionales, cursos de verano, donaciones de li- bros, uniicación de planes de estudio, todo ello busca el logro de la colonización mental, de la ideologización bajo cartabones de esencia estadounidense.

La “fuga de cerebros” es otra forma de “desestabili- zar” nuestras tradiciones culturales. Atraídos por el “bellocino de oro” y por la falta de oportunidades en sus propios subdesarrollados países, oprimidos y sa- queados por el imperialismo, nuestros profesionales más capaces y técnicos caliicados, son tentados de ir a Estados Unidos para recibir cursos superiores en distintas especialidades o gozar de ciertas becas lla- mativas. Los médicos ocupan el primer lugar, luego les siguen, economistas, arquitectos, ingenieros, bió- logos, radiotécnicos, agrónomos, etcétera. Gran nú- mero de ellos, después de una permanencia de varios años, o se nacionalizan “gringos” o de todas mane- ras se quedan indeinidamente trabajando en aque- lla nación bajo salarios que no admiten competencia en nuestros países. Otros regresan, pero ya no son nadie, ni guatemaltecos ni yanquis; en realidad son yanquimaltecos que viven una gran frustación todo el resto de su vida, no pudiendo compaginar su mente colonizada con sus hermosas tradiciones vernáculas. Otro medio de dominación que manejan los imperia- listas como arma contra nuestra cultura ancestral, es el Cine. Películas sin ninguna calidad artística: culto a la violencia, al sexo y a la guerra. Pero no se crea que a pesar de la estolidez de la mayoría de las obras pre- sentadas, carecen de una inalidad aviesa y pragmá- tica: remachar y remachar en el espectador la forma de vida estadounidense, “the american way of life”, la música convulsiva e irritante, y más aun, la penetra- ción del idioma inglés. Esta sistemática insistencia en los mismos temas tienen un efecto sicológico desqui- ciante y para los planeadores yanquis de la estrategia,

181 les rinde jugosos frutos, pues han logrado que aun los estratos más desamparados culturalmente de nues- tros países, se familiaricen con ese sistema de domi- nación cerebral.

Por último, con respecto a la estrategia de la educa- ción debemos alertar a nuestra juventud, para que se den cuenta que en los Estados Unidos se ha impuesto el aprendizaje del Español, como idioma que ocupa ahora el primer lugar en todas las escuelas y univer- sidades. Y no se crea que es por simpatía hacia nues- tros países. Es una nueva estrategia para consolidar la dominación ya existente y que la sigan perpetrando las nuevas generaciones con más facilidad, al cono- cer nuestra lengua, nuestras costumbres y nuestro modo de pensar. También hay que estar en guardia frente a todos esos yanquis de cara infantil y trajes de “jipis” que ahora han invadido nuestras naciones. Lle- gan al extremo de buscar las regiones más apartadas del país (casi siempre las más bellas) y en una actitud sospechosa se visten hasta con los trajes regionales de los indígenas. Todo esto parecería una hermosa fraternización, pero no lo es, más que en contados ca- sos. Gran parte de estos inmigrantes “cara de ánge- les”, son agentes de la CIA y actúan como miembros de los cuerpos de paz (organismo de la misma CIA), o se hacen pasar como investigadores, arqueólogos, estudiantes o simplemente, jipis. Algunos adquieren propiedades directamente o bien lo hacen sus padres. Así, poco a poco las mejores casas y palacios de nues- tra extraordinaria ciudad colonial “Antigua Guatema- la”, que fue declarada durante el decenio revoluciona- rio “Monumento Nacional”, ahora están ya en poder de los yanquis, lo mismo acontece con las riberas de los lagos de Atitlán; Izabal y Amatitlán. Es el dominio total, hasta del paisaje...

Otro renglón infame que utilizan los Estados Uni- dos para destruir a nuestra juventud es el tráico de

182 drogas. En combinación con altos Jefes del “Ejército Nacional” y la Policía, la droga se distribuye impune- mente en cafés, restaurantes, refresquerías y hasta salones de té.

Es público y notorio que en Guatemala existen inu- merables fumadores de mariguana y que la cantidad de drogadictos en cocaína y heroína es cada vez ma- yor. Este pingüe y siniestronegocio persigue aniquilar la voluntad revolucionaria y rebelde de la generación actual, y de una vez frenar las ansias libertarias de niños y adolescentes a los que también se les enseña a hacer uso de las drogas, impunemente.

Cuando el gran poeta chileno Pablo Neruda, al adve- nimiento de la revolución socialista en Cuba, volvió a la Habana declaró:

“esta hermosa Ciudad ha dejado de ser un gran lu- panar y una enorme casa de juego, para recuperar la dignidad que le corresponde”.

Y así fue. Fidel Castro expulsó del país a todos los gansters estadounidenses (incluyendo a Jorge Raft) que manejaban los casinos y dictó leyes prohibien- do el juego de azar. Combatió igualmente la trata de blancas y la prostitución que eran producto de la in- justicia social y del sistema capitalista de explotación de la mujer.

Ante el cierre de los casinos y el alto marcado a la prostitución, los consorcios yanquis (una verdade- ra maia) que vive de esta clase de negocios, buscó nuevos horizontes. Se abrieron los casinos en Puerto Rico, Santo Domingo, y otras islas caribeñas donde la trata de blancas ha seguido su curso.

En Guatemala, las gigantescas cadenas hoteleras de Hilton, Sheraton, Western International, etcétera, han llevado ya su equipo de ingenieros, y su grupo de es-

183 pecialistas en el manejo de salas de juego de azar. La situación económica tan desigual entre las clases so- ciales, unido a la corrupción de las costumbres reali- zada a propósito por los imperialistas, sus cómplices cubanos anticastristas, militares locales y miembros de la burguesía, han fomentado la trata de blancas y la prostitución en gran escala.

Esta dolorosa situación a que ha sido orillada la na- ción guatemalteca no puede y no debe prevalecer. Co- rresponde a todos y cada uno de los verdaderos pa- triotas que la aman, luchar sin descanso para recupe- rar la dignidad nacional, la independencia, el derecho de autodeterminación y, inalmente, expulsar del país a los invasores yanquis.

La bibliografía sobre el imperialismo es tan grande, que en cualquier biblioteca pública seria, ocupa mu- chas estanterías. En cuanto a 1os datos estadísticos sobre la acción de las transnacionales en lo distintos renglones de la economía mundial que tiene acapar- dos, son tan extensos que se necesitarían varios volú- menes para exponer los más sobresalientes. Por todo ello fácil es comprender que lo expuesto en este capí- tulo sobre tan vasta materia, es sumamente sucinto y elemental. No obstante esas limitaciones, abrigo la esperanza de que los gentiles lectores que no tenían conocimiento anterior de este lagelo terrible de nues- tra época, se habrán formado una modesta idea al respecto. Al tratar especíicamente la dominación im- perialista en Guatemala, en los capítulos siguientes, volveremos a citar algunos aspectos de este mismo asunto.

Más no debe desalentar a las juventudes actuales y futuras, ni a los hombres que luchamos para librar a nuestros respectivos países de su dominio, el conoci- miento del inmenso poderío de los imperialistas. No debe desalentarnos tampoco la injusticia, la violencia

184 y la arbitrariedad con que interieren en nuestra vida nacional. Por el contrario, esa insolencia, esa bruta- lidad, debe acrecentar en todos nosotros el espíritu patriótico y combativo para luchar sin descanso frente a los invasores yanquis y sus cómplices locales.

El glorioso triunfo de las fuerzas populares revolucio- narias en el Vietnam (mayo 1975) y Angola, al derrotar totalmente y en forma vergonzosa la gigantesca ma- quinaria bélica de Estados Unidos, es la lección, más elocuente que hemos recibido los pueblos del Tercer Mundo; al mismo tiempo, el más hermoso ejemplo de lo que es capaz un pueblo poseído de verdaderos idea- les y espíritu de sacriicio. Tomemos esas grandes ha - zañas históricas como el más noble estímulo que se nos ha brindado; recibamos el heróico aliento de esos grandes países, vietnamita y angoleño, como un reto a proseguir en toda nuestra América, la batalla contra la dominación imperialista. Como combatientes por la libertad y la independencia de nuestras naciones, si- gamos adelante, implacablemente, nuestra lucha con- tra los traidores locales, cómplices de la intervención y del dominio del cual son víctimas nuestros pueblos por parte de los piratas estadounidenses y contra és- tos, hasta lograr su expulsión total de toda América Latina*...

Nuestra tarea fundamental, impostergable, es la de contribuir al logro de la unidad organizada y correcta- mente orientada de todas las formas revolucionarias de lucha popular, pacíicas y armadas en caso nece- sario, para llevar adelante en nuestros respectivos países y en Latinoamérica gorilizada, la guerra total contra las fuerzas imperiales y sus secuaces criollos.

185 186 CAPITULO X

DOMINIO ECONOMICO DEGUATEMALA

El Imperialismo saca las uñas

Comenzaremos por dar a conocer a los lectores la in- fortunada historia del Mercado Común Centroameri- cano (MERCOMUN), sus orígenes, crecimiento, apo- geo y destrucción, así como cuál es y ha sido el papel de villano jugado por los Estados Unidos en las distin- tas fases de esa estructura regional.

En el año de 1952, la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL), órgano de las Naciones Uni- das, al estudiar el atraso y los problemas económicos de la región centroamericana, recomendó como una de las soluciones prácticas al problema, la de llevar adelante la modernización de la economía, dentro del sistema capitalista, mediante la integración regional. Hacía ver que, tomando en cuenta el hecho real de que el camino más acelerado para lograr el desarrollo “hacia adentro” del área, podría lograrse por medio de la industrialización, para lo cual era indispensable encargar de esa tarea a las élites que dominaban esa rama en cada uno de los países centroamericanos.

Desde ese mismo año, los técnicos de CEPAL entraron en contacto con los hombres de negocios, para for- mular conjuntamente las bases y principios para una “integración gradual”, cautelosa, que evitara cual- quier alteración grave de la economía (como menos- cabo de los ingresos iscales, competencia agresiva en productos de la misma especie, etcétera); propugnaba asimismo el principio esencial de “industrialización recíproca” y una inteligente planeación regional para impedir que unas naciones se beneiciaran a expen- sas de las otras. 187 Los Estados Unidos miraban con gran inquietud los esfuerzos en la integración, dirigidos por la CEPAL, pero cuando los Tratados se irmaron en 1958, por Guatemala, Honduras y el Salvador (dejando abierta la incorporación de Nicaragua y Costa Rica), los técni- cos yanquis creyeron llegada la hora de intervenir en el MERCOMUN dándole, desde luego, una orientación ad-hoc que llevara toda el agua a su molino...

Los tres objetivos esenciales que movían a Estados Unidos a inmiscuirse desde 1950 en la formación del organismo regional, eran estos:

1o. Tenían sumo interés en abrir el área al comercio y a la inversión de los consorcios estadounidenses. Estaban seguros que de lograrse un libre intercambio comercial sin restricciones, que otorgara condiciones favorables de seguridad y jugosas utilidades, crearía un mercado importante y atractivo para sus ansiosos inversionistas.

2o. Perseguían disminuir la tensión política emergen- te en toda la región y cada día se hacía más aguda; al mismo tiempo combatir la amenaza del “comunismo” interno. Para esos ines consideraban de suma impor- tancia fortalecer al sector privado y promover ciertas reformas mínimas indispensables para aplacar la lu- cha de clases y, así, reforzar el sistema capitalista en Centroamérica; y

3o. Contrarrestar la inluencia de la CEPAL a quienes los funcionarios de Washington miraban como una peligrosa enemiga. Ya desde 1947 se habían opuesto a su creación en las Naciones Unidas y cuando fue una realidad, le declararon una guerra sorda, por consi- derar que todas sus propuestas en el seno de los or- ganismos interamericanos eran lesivas a los intereses del imperio.

188 Después de los Tratados de 1958 (en que surgió el MERCOMUN) el gobierno de Eisenhower envió a Cen- troamérica a dos expertos, Isaiah Frank y Harry Tur- kel para “ayudar al desarrollo” de ese nuevo sistema económico. Llevaban como “carnada”, escondida en la cartera, una oferta de 10 millones de dólares siempre y cuando se hiciera una modiicación sustancial a los referidos tratados en el sentido de que un nuevo or- ganismo estuviera funcionando dentro de un plazo no mayor de tres años; que además estipulara una abso- luta libertad en el tránsito de mercaderías, capitales y personas, ijando, sobre todo, bajas tarifas externas. Guatemala, Honduras y El Salvador no pudieron re - sistir a la tentación de aquella oferta y después de algunas juntas, en febrero de 1960, irmaron el Con- venio Tripartito de Asociación Económica, a espaldas de la CEPAL y con violación de los Tratados de 1958 que comprendía, como punto total, el Acuerdo de In- tegración de las Industrias. Meses más tarde los in- dustriales hondureños recriminaban la premura con la cual se irmó el citado Convenio, denunciando que este “fue presentado en inglés” y tuvo que ser traduci- do al español para darle su aprobación.

Ese mismo año (1960) en diciembre, se irmó el Tra- tado General de Integración Económica, en el cual fue incluida Nicaragua, dejando abierta la puerta para la incorporación de Costa Rica que se adhirió en 1963. No obstante que en esta ocasión se hizo participar en las negociaciones a la CEPAL, en nada se modiicó el Acuerdo Tripartito, salvo en lo relativo a la propues- ta de “Industrialización recíproca”. El triunfo de Esta- dos Unidos sobre la estrategia planeada por la CEPAL, era evidente, por cuanto en vez de una lenta marcha hacia la integración basada en meditados estudios de planiicación, este nuevo Tratado eliminaba los meca- nismos de tal planiicación regional y subordinaba el crecimiento del MERCOMUN a un, inmediato e irres- tricto ejercicio del “libre comercio”. Sería fuera de lu-

189 gar extenderse, en este ensayo, sobre la complicada y truculenta historia de todas las maquinaciones po- líticas y económicas empleadas por Estados Unidos, para desvirtuar los verdaderos y justos objetivos que perseguía la Integración Centroamericana, según los lineamientos que había trazado la CEPAL. Muchos -li bros y documentos importantes se han escrito sobre esta materia, y a esas fuentes remitimos a los lectores interesados*. Nos concretaremos, pues, a sumarizar la acción estadounidense para dominar el MERCOMUN. En la misma época en que surgía la integración con- troamericana, se gestaba el proyecto de la Alianza para el Progreso puesto en marcha por la adminis- tración del asesinado Presidente Kennedy, y aunque algunos ingenuos creyeron en la buena fe de los pro- pósitos de aquella Alianza, luego se convencieron que sus ines esenciales eran, en rigor de verdad, para el exclusivo progreso de los Estados Unidos.

Frente al revés sufrido por el imperialismo con la emergente Revolución Cubana, Kennedy pidió a las naciones de nuestra América unirse “...en un amplio esfuerzo cooperativo, sin paralelo en magnitud y por la nobleza de su inalidad, destinado a satisfacer las necesidades básicas de los pueblos americanos para la vivienda, el trabajo, la tierra, la salud y las escuelas”, puntualizando la forma de alcanzar esos objetivos:

“...la libertad política, debe acompañar al progreso material. Nuestra Alianza para el Progreso, es una alianza de gobiernos libres y debe proponerse extirpar a la tiranía de un hemisferio donde no hay legítimo lugar para ella...”

En la reunión de Punta del Este, Uruguay (1961) con- vocada para expulsar a Cuba de la OEA e imponer en su contra el bloqueo colectivo, se dieron a conocer los planes de este nuevo instrumento de penetración

190 económica. Allí surgió, pues, la Alianza para el Progre- so (ALERO) con una “generosa” oferta del “coloso del Norte” que ofrecía 20 mil millones de dólares para el desarrollo de América Latina.

Los instrumentos económicos empleados por los dis- tintos organismos de la Alianza, orientados hacia la senda del desarrollismo, se llegó a constatar que no beneiciaban a las grandes mayorías de los paí- ses donde se aplicaban, sino daban prosperidad a los consorcios yanquis y a las élites que acaparaban el poder económico.

Las medidas recomendadas por la ALERO para el área centroamericana comprendían: la Reforma Agraria, la Reforma Fiscal, planes para obras de infraestructura, fomento de las inversiones directas de capital extran- jero y promoción de la ayuda técnica y económica del gobierno de Estados Unidos.

Era natural que aunque los planes de la ALERO se habían creado para llevarse adelante en connivencia con los sectores oligárquicos y las clases dominan- tes, éstas, se tornaron en verdaderas opositoras de los programas de reformas. Los terratenientes veían con pavor la posibilidad de una Reforma Agraria aun- que ésta fuera de índole paternalista y les parecía “un atentado contra el sagrado derecho de propiedad” la obligación de venderle al Estado algunas de sus tie- rras incultas; en cuanto a la burguesía agroexporta- dora, a los comerciantes e industriales les aterraba la idea de que se iba a crear un impuesto progresivo sobre la renta. Pero la mayor oposición venía de las Fuerzas Armadas que consideraban como una seria “amenaza” que la ALPRO propugnara, como estructu- ra básica para el desarrollismo de la región, el ejerci- cio de la democracia representativa...

191 Debido a esa oposición local, por una parte, y por la otra, al teje y maneje de la gigantesca burocracia que se creó dentro de las oicinas de la Alianza, tanto en la metrópoli como en Centroamérica, la cual impedía el serio cumplimiento de los préstamos ofrecidos, la ALPRO comenzó a irse en picada. Después del ase- sinato de Kennedy, el Presidente Johnson, con otros asesores, comprendió que lo importante para Estados Unidos era defender los 10.000 millones de dólares de inversiones yanquis en el Continente y evitar la acción nacionalista emergente en el Hemisferio y que ellos caliicaban como la penetración del “comunismo internacional”. Entonces pensaron que eso de “la de- mocracia representativa” era tortas y pan pintado, y que las clases dominantes coludidas con las Fuerzas Armadas, eran su única alternativa. Y así, pragmáti- camente, Johnson decidió cortar la ayuda a la ALPRO.

Intimamente ligadas en el tiempo y en la región, el MERCOMUN y la ALPRO, desde los primeros años de sus respectivos e iniciales desarrollos, fueron cayendo bajo el dominio económico y político de Estados Uni- dos, quien para esos ines utilizaba a su muy famo- sa U.S. Agency for International Development (AID), disfrazándola de agencia inanciera y asesora. Para aianzar esa situación, los directivos de la AID con- vencieron a Washington de que para controlar, espe- cialmente, al MERCOMUN, era indispensable fundar una sucursal, con tentáculos en toda Centroamérica y a ello se debió la creación de la oicina ROCAP (Re- gional Ofice for Central America and Panama). Casi al mismo tiempo propugnaron ante los gobiernos de la región sobre la necesidad imperiosa de organizar una institución bancaria que pudiera servir a pleni- tud toda la labor de inanciamiento de créditos para los planes de desarrollo económico de la ALPRO y del MERCOMUN. Fue así como se constituyó el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), en el cual Estados Unidos contribuyó con el 40% del

192 capital, con la condición de que ejercería el derecho de veto.

El órgano más Importante, desde el punto de vista funcional, lo constituyó la Secretaría Permanente de la Integración Económica Centroamericana (SIECA), pero al igual que todos los demás organismos que forman el MERCOMUN la inluencia de Estados Uni- dos sobre ellos, a través de AID, ROCAP, BID, BIRF, EXIMBANK, FMI, etcétera, se tornó en decisiva. Por otra parte, el inanciamiento de gran parte de sus pre- supuestos los convierte en dependencias del imperio, aunque muchos de sus empleados, especialmente los de más alta jerarquía, se opongan a esa inluencia y a tal dependencia.

Veamos cuáles son los Organismos Regiones de Cen- troamérica que reciben asistencia inanciera de los Estados Unidos en miles de dólares anualmente:

193 No quisiéramos prolongarnos más en el análisis de la vida, pasión y muerte de la ALPRO, sólo diremos como réquiem que no pudo llenar sus objetivos debi- do a la falta de interés de Estados Unidos en llevarlos adelante y por la férrea oposición que presentaron las clases dominantes en toda América Latina, en parti- cular Centroamérica, al programa de sus modestas reformas en el agro, en lo social y en lo económico.

En cuanto a la “integración económica” de Centroa- mérica, podemos airmar que no obstante haber sido concebida como la única forma de lograr el desarro- llo económico de la región y por ende, el aumento del nivel de vida de nuestros pueblos, no ha sido posible hasta la fecha alcanzar ninguno de esos propósitos. Las causas reales de ese fracaso, se deben en primer lugar a un factor externo: la voracidad del imperialis- mo. Tanto el gobierno de Estados Unidos como el sec- tor privado inversionista de esa nación, desde el inicio del MERCOMUN hasta nuestros días, no ha dejado ni un momento de emplear todos sus medios econó- micos y políticos (incluyendo a la CIA) para dominar todos y cada uno de sus organismos.

Debe puntualizarse que en el área centroamericana, sin incluir a Panamá, la inversión estadounidense hasta 1965 pasaba de mil millones de dólares. Entre 1958 y 1966 los préstamos de la superpotencia para nuestras naciones alcanzaron la cifra de 365.3 millo- nes de dólares y las donaciones a 245.1 millones de dólares. Al mismo tiempo organismos internacionales (BIRF, EXIMBANK, BID, FMI) todos controlados por Estados Unidos, otorgaron al Istmo 545.9 millones de dólares en créditos para el desarrollo. Ese desgarra- dor panorama de endeudamiento, que es una cade- na, casi perpetua, en la pendiente de la dependencia, desde luego que no beneicia en forma alguna a las mayorías muertas de hambre de nuestros países, sino favorece exclusivamente a las propias compañías yan-

194 quis y a las clases dominantes que se aprovechan en su exclusivo interés de dichos préstamos.

En segundo lugar, el fracaso de la “integración econó- mica” ha sido motivada por factores internos propios de cada una de las naciones participantes. Las oli- garquías son uno de los mayores obstáculos para las metas desarrollistas y su posición es decisiva, por la acción política que ejercen, a través de sus grupos de presión, para evitar los cambios mínimos de las estruc- turas, a los que tildan de “comunistas”. Pero, quizá el factor más preponderante lo constituyen los regíme- nes militares que niegan el libre ejercicio democrático de los partidos políticos, lo que ha hecho que éstos, no puedan participar en la acción nacionalista que les corresponde desempeñar en ese proceso de cambios importantes. Por igual razón los sindicatos, carentes de una politización más amplia, tampoco pueden con- tribuir con su valioso concurso a esclarecer los serios problemas de la integración. Los intelectuales, hasta ahora, poco o nada han podido realizar por la falta de solidaridad o de interés en dicho proceso, con el cual no simpatizan (tal y como se ha desarrollado) o bien, por haber sido también marginados o perseguidos. El único sector que apoya decididamente la integración y le sigue prestando su entusiasmada cooperación, es el de la burguesía emergente compuesta por industria- les, transportistas, profesionales, técnicos y gerentes. Y por último la ven con simpatía los comerciantes me- dianos y pequeños, y ciertos grupos de la clase media.

Sin restar méritos a los iniciadores de la idea de la integración económica centroamericana y del MER - COMUN, y a los esfuerzos sanos de llevarlos adelante en sincero afán de beneiciar a las naciones del área, debe señarlarse, sí, un grave “pecado original”, éste consiste en haber construido un instrumento que sólo podría ser utilizado por las clases dominantes, aliadas del imperialismo, y que tarde o temprano sería mane-

195 jado por éste a su antojo. La experiencia ha demos- trado lo incontrovertible de esta airmación. Por otra parte no se previó que organizado el sistema regional bajo dichas bases, en ninguna forma tendría beneicio alguno para las grandes mayorías.

En síntesis, un modesto enfoque nuestro del proble- ma nos lleva a la conclusión de que ese sistema sólo podrá rendir un justo y equitativo resultado, cuando las fuerzas revolucionarias y democráticas centroame- ricanas logren la conquista del poder y, al implantar el socialismo, se llegue a la unidad fraternal de nues- tros pueblos, y se estructure un verdadero desarrollo integral que abarque además del campo económico, el político, el social y el cultural.

Los antiguos monopolios

Es muy posible que los amables lectores, después de este largo relato de la infamia perpetrada contra Gua- temala, por nacionales y extranjeros, háyase pregun- tado ¿qué pasó con aquellos antiguos monopolios: la United Fruit Company (UFCO), la International Rai- lways of Central America (IRCA) y con la Electric Bond and Share Company (EBASCO) que operaba bajo el nombre de Empresa Eléctrica de Guatemala, S.A. (EEGSA). Pues bien, esta trinca infernale siguió haciendo de las suyas en contra de los intereses del país y con la venia y protección tanto del gobierno de Estados Unidos, como de los gobiernos yanquimaltecos impuestos desde 1954.

En octubre del año de 1967 cuando las instalacio- nes de la IRCA (subsidiaria de la UFCO) se habían convertido en una verdadera “chatarra”, prácticamen- te inservible, tuvo la “brillante idea de declararse en quiebra”, suspendió sus operaciones y los pagos a los trabajadores guatemaltecos. Con tal acción causaba 196 un grave daño a la economía nacional, por cuanto la mayoría de la importación y exportación de mercade- rías y productos agrícola-pecuarios se llevaban a cabo por medio del sistema ferroviario del país.

Debe recordarse que al ser impuesto el régimen an- tinacional de Castillo Armas, éste perdonó a la IRCA dos deudas: una de 4.056.273,61 de impuesto de be- neicencia y otra de 11.989.675,11 millones de dóla- res originada del impuesto sobre beneicio de ausen- tes (tasas de las cuales no había sido exonerada), pero no fue sino hasta en el régimen de Ydígoras Fuentes, cuando la “operación perdón” quedó consumada res- pecto al segundo impuesto.

La nueva maniobra de “insolvencia” acaecía durante el ingrato periodo presidencial de Méndez Montene- gro-Marroquín Rojas, y estos señores “abogados” pe- cando de falta de patriotismo, en vez de aprovechar esa oportunidad histórica para declarar de inmedia- to la caducidad de la concesión otorgada por Estrada Cabrera en 1904, y nacionalizar sin pago alguno todos los bienes, derechos y acciones de la IRCA, decidieron algo imperdonable: sacar de penas a la Empresa otor- gándole una serie de préstamos de varios millones de dólares para que siguiera manejando aquel servicio público y pagara los salarios caídos de los trabajado- res. En vez de este error garrafal, lo que procedía era la inmediata expropiación de la IRCA.

Todas las circunstancias eran favorables para que el Gobierno tomara esa actitud nacionalista, y aunque no podía lavarse con ella de todos los crímenes come- tidos contra el pueblo, por lo menos en algo hubieran mitigado su conocida política entreguista. El monopo- lio de la IRCA durante los 64 años de operación de los ferrocarriles en la República, se había caracterizado por el robo en las tarifas (las más altas del mundo); por el desfalco en utilidades simuladas; por el frau-

197 de cometido en impuestos que debía al país; por las tarifas discriminatorias y favorables a la UFCO de la cual era subsidiaria; y por las exenciones de impues- tos de que había disfrutado por todo el tiempo en que manejó el transporte, etcétera, etcétera. Todos estos hechos eran causa suiciente para que, en vista de la maniobra cínica y fraudulenta de haberse declarado en quiebra y haber suspendido un servicio público, el gobierno de Guatemala procediera a la declaratoria inmediata de nacionalización, medida con la cual, se haría un acto de justicia para la nación y, en parte se hubiera sentado un precedente ejemplar contra una empresa extranjera, que además de su actitud delic- tuosa se había inmiscuido en la política interna, lle- gando hasta auspiciar la intervención yanqui de 1954.

El régimen Méndez-Marroquín, en vez de tomar una medida de esta naturaleza siguió otorgando présta- mos a la IRCA y haciendo consultas con la Embajada de Estados Unidos pues no se atrevía a “lastimar” los intereses de los ciudadanos de esa nación. Una ola de indignación surgió de los sectores universitarios y de otros muy importantes de la opinión pública. Todos comprendían la burda maniobra del monopolio yan- qui que, después de haberse llevado villanamente del país millones y millones de dólares, había preparado arteramente este cómodo desenlace jurídico (la quie- bra), para escarnio de todos los guatemaltecos.

Durante un año entero de muy sospechosas vacilacio- nes, el régimen sostuvo esa increíble situación, hasta que presionado agriamente por los dictámenes de la Facultad de Ciencias Económicas de la USAC, me- sas redondas, teleforos universitarios, editoriales de prensa, etcétera, se vio obligado, contra su voluntad y previa autorización de la embajada estadounidense, a declarar la caducidad de la concesión y nacionali- zar la IRCA que desde entonces cambió el nombre por el de Ferrocarriles de Guatemala (FEGUA). La opera-

198 ción, tal y como se llevó a cabo, resultó sumamente onerosa para Guatemala, puesto que en vez de recla- mar daños y perjuicios de aquel monopolio ladrón, los desembolsos hechos para cubrir los salarios caídos de trabajadores, indemnizaciones laborales, compra in- dispensable de equipo, construcción del ramal Puerto Barrios-Matías de Gálvez, llegaron a más de 31 millo- nes de dólares sin contar los 16.045.948,72 millones que entre los gorilas Castillo Armas e Ydígoras Fuen- tes le regalaron a la IRCA.

Sigamos ahora con la Empresa Eléctrica de Guate- mala, S.A. (EEGSA). En 1972, durante la nefasta ad- ministración de Arana Osorio-Cáceres Lenhoff, otra incaliicable operación inanciera, quizás más lesiva que la de la IRCA, fue realizada antipatrióticamente. Según el contrato-concesión de la EEGSA otorgado desde 1919 por la tiranía de Estrada Cabrera, al ina- lizar el plazo de ésta (1972), todas las instalaciones, plantas generadoras, ediicios, etcétera, debían pasar a poder de la nación sin costo alguno.

No olvidemos ni por un momento que este monopo- lio de la energía, subsidiario de la EBASCO, durante más de 50 años se enriqueció ilícitamente a costa del pueblo guatemalteco, cobrando indebidamente tarifas altísimas, haciendo gala de incumplimiento de todos los reglamentos sobre alumbrado público, gozando de exoneraciones de impuestos, etcétera, etcétera. Ade- más de todo esto, su clara participación y complicidad en la agresión extranjera contra Guatemala en 1954, era motivo suiciente para haberla expropiado exigién- dole daños y perjuicios cuantiosos.

No obstante esos antecedentes, Arana-Cáceres acon- sejados por la Embajada de Estados Unidos y para demostrar “el respeto que tienen por las inversiones extranjeras”, preirieron lesionar los intereses de Gua- temala y adquirieron por “compra” todo el activo de

199 la EEGSA por la increíble suma de 14.5 millones de dólares...

Nos queda mencionar, por último, a la United Fruit Company (UFCO) la protegida de los Dulles, los Ca- bott, Eisenhower y Nixon. Su despreciable historia ocuparía varios volúmenes, pero sumaricemos aquí lo que interesa.

En cuanto Castillo Armas devolvió a la UFCO las tie- rras que tan justamente le habían sido expropiadas por el gobierno nacionalista del Coronel Jacobo Ar- benz Guzmán, los directores de la empresa de Boston, Massachusetts, pensaron que para evitar los proble - mas de posibles expropiaciones tanto en Guatemala como en otros países donde tienen asentado el mo- nopolio bananero, era más simple, más productivo y más seguro, formar con elementos de las burguesías locales unas “Asociaciones de Productores” a las cua- les les venderían las tierras en condiciones favorables, a largos plazos, proporcionándoles inanciamiento, ayuda técnica, implementos agrícolas y todo lo que necesitaron para el cultivo de las plantaciones. Eso sí, la UFCO cobraría intereses sobre los préstamos, ijaría el precio de compra del banano y se reservaba el derecho de rechazar el producto que, a su juicio, no llenara los requisitos de calidad, madurez, limpieza, etcétera (cuando la compañía inició su penetración en toda el área centroamericana, con ese sistema hizo quebrar a muchos productores y se apoderó de sus tierras). Esta clase de “Asociación de Productores” era muy ventajosa para la empresa por cuanto ade- más de constituir un dique para las expropiaciones, hacía recaer en ellas todos los riesgos del cultivo, la baja de los precios del banano en los mercados in- ternacionales, los problemas laborales, los peligros de destrucción de las plantaciones por huracanes, inun- daciones, etcétera. La estrategia les dio tan buenos resultados que de Guatemala la llevaron a otros paí-

200 ses, entre ellos Ecuador, Costa Rica y Panamá. Ante el reciente esfuerzo de formar un bloque de naciones productoras de banano (Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá y Ecuador) para imponer un impuesto de un dólar por caja de exportación a las compañías bananeras, el Ecuador no quiso entrar en el bloque por oposición absoluta de la “Asociación de Produc- tores” de ese país. Se ve, pues, que la estrategia de la UFCO de crear dichas asociaciones, tenía además, un in político importante para la empresa. Pero los hábiles directores de la UFCO llegaron a otras conclusiones. Decidieron penetrar en el MERCOMUN centroamericano y como el banano no quedaba inclui- do entre los productos que gozaban de exención de impuestos, decidieron comprar en Costa Rica la em- presa NUMAR que es la más grande en la elaboración de margarina, mayonesa, aceites comestibles y otros derivados. Estableció una segunda planta de marga- rina en Honduras, compró el 77 por ciento de Aceite Corona en Nicaragua y, en Guatemala, se hizo due- ña de la compañía de productos alimenticios Ducal. Con estas compras la UFCO entraba al MERCOMUN a gozar de las exenciones y privilegios para industrias nuevas. Pero no estaba satisfecha.

Compró también en Costa Rica la empresa de Trans- portes Internacionales, S.A. (camiones); Polymer, S.A. (fábrica de productos plásticos). Invirtió también en México: adquiriendo la antigua y prestigiosa industria de alimentos Clemente Jacques. Y en los Estados Uni- dos se hizo dueña de las siguientes empresas: Baskin Robbins (Helados); 2000 A & W Root Beer (restauran- tes con servicio en el automóvil); J. Hungerford Smith (jarabes); Foster Grant (industria de anteojos de sol, plásticos y productos químicos), y de la compañía de Telecomunicaciones, TRT.

201 No estando en capacidad de ampliar los mercados tra- dicionales en nuestra América y cercada por las otras empresas bananeras competidoras, dispuso abrir nuevos mercados en Madagascar, Ghana y el Golfo Pérsico. Y para absorber la totalidad del mercado del Japón, acaba de iniciar cultivos en gran escala en las Filipinas.

En diciembre de 1972, la UFCO vendió en Guatemala todas sus plantaciones, ediicios, instalaciones y con- cesiones, por el precio de 20.5 millones de dólares a la Cía. Del Monte Corporation (propietaria de la West In - dies Fruit Co.), que es la tercera de las empresas que más banano produce y controla en el mundo entero. La venta, a in de cuentas, en nada beneicia a nuestro país, sino que por el contrario, empeora la situación ya que la UFCO se queda explotando sus nuevas in- dustrias, mientras otro poderoso consorcio sienta sus reales en la República. (Según el Wall Street Journal, 14 de julio de 1975, Del Monte pagó más de medio millón de dólares de “mordida” para que el régimen de Arana Osorio, autorizara la operación en 1971. Esto privó a un grupo de guatemaltecos de adquirir esas tierras y el negocio).

202 CAPITULO XI

77 Transnacionales se apoderan de Guatemala

Imagínese el lector la honda preocupación que nos embarga a todos los guatemaltecos revolucionarios y nacionalistas al enterarnos de que un número consi- derable de gigantescas “transnacionales” han incado sus intereses en el país y se han apoderado de todas sus fuentes de riqueza. Si tres consorcios estadouni- denses, de los que ya hablamos antes, la IRCA, EEG- SA y la UFCO, fueron capaces de causar hasta el de- rrocamiento del gobierno constitucional que presidía el Coronel Arbenz ¿Qué espera a Guatemala ante este sombrío panorama de 77 monstruos consorcios yan- quis, que se han enclavado en el territorio nacional? Antes de dar respuesta a este dramático interrogante, veamos cuáles son estas compañías, de qué rama de la economía se han adueñado, que protección reciben del Estado, quiénes se beneician con su presencia, cómo saquean los recursos naturales y si algún bene- icio rinden en favor del pueblo de Guatemala. Anualmente la revista Fortune, editada en Estados Unidos, publica la lista de las 1.000 empresas más fuertes de la economía de esa nación, catalogadas por sus ventas anuales en el mundo entero. Esta lista está complementada por otra que incluye sólo a 50 compañías que se dedican a la trasportación, a las inanzas y a la banca. Las ventas de la primera lista oscilan entre 80 a 36.000 millones por año.

Pues bien, de esas enormes empresas, 77 son las que están operando en Guatemala y de las cuales dare- mos oportunamente sus nombres que aparecen en la citada revista de 1973. También heremos mención de aquellas otras que sin establecer industrias propias,

203 han comprado la mayoría de las mejores existentes en la República.

Ahora nos concretaremos a relatar el caso de una de estas empresas que tomó el nombre de EXMIBAL (Ex- ploraciones y Explotaciones Mineras de Izabal, S.A.), dando cuenta de sus orígenes, integración, concesio- nes, acción política, inversiones reales y cuantía de sus futuras utilidades. Al mismo tiempo explicaremos el grave daño que esta explotación causa a Guatema- la, no sólo por las cuantiosas cantidades de mine- ral de níquel (no renovable) que, a precios injustos, sacará al exterior, sino que por tratarse de un me- tal considerado por el Departamento del Interior de los Estados Unidos, como uno de los 13 principales para una sociedad industrializada y por el Pentágono, como “material de Guerra”, convierte a nuestro país en un territorio de vital importancia estratégica para aquella nación.

Anteriormente explicamos que el venturoso adveni- miento de la revolución cubana en 1959, privó a Es- tados Unidos de la explotación de las grandes minas niqueleras existentes en la Isla, y de ello derivó el in- terés y las maniobras que ha realizado para no de- jar escapar los yacimientos guatemaltecos, ¿Quiénes forman el nuevo consorcio EXMIBAL? Dos inmensas corporaciones mineras, la Hanna Minning Company y la International Nickel Company (INCO), ambas esta- dounidenses.

La Hanna, con sede en Cleveland se dedicaba al nego- cio de hierro y acero, así como a la explotación de sus yacimientos de carbón. Al estallar la guerra de Corea, los Estados Unidos sufrían gran escasez de níquel y la Hanna informó al gobierno haber descubierto una gran mina en Oregon. Luego propuso que el Estado le diera el inanciamiento para explotarla, le constru- yera a su favor una planta procesadora y le otorgara

204 también una serie de privilegios. Cuando la propuesta iba a ser desechada, el General Eisenhower nombró Secretario del Tesoro a George M. Humphrey que pre- cisamente era el presidente de Hanna y, naturalmente el contrato fue aprobado. Estos yacimientos de Ore- gon producían 25 millones de libras de níquel anuales y las fabulosas ganancias de Hanna eran de 57.40/o sobre las ventas.

La INCO surgió en 1902 por la fusión de seis compa- ñías propiedad del multimillonario J.P. Morgan, en New Jersey. En 1928 y con el in de evadir el pago de im- puestos, así como las leyes contra monopolios, trasladó su domicilio legal a Canadá, en uno de cuyos Estados, el de Ontario, ha explotado por muchos años los riquí- simos depósitos de Subdury Basin. Hasta 1960 produ- cían el 60°/o del consumo total del mundo capitalista, pero dándose cuenta que en el futuro no podrían llenar ese porcentaje, decidieron buscar en los trópicos, ya- cimientos lateríticos. Los más grandes se encuentran en Cuba y en la posesión francesa de Nueva Caledonia. Otros grandes depósitos se hallan en Indonesia, Filipi- nas, Colombia y en Guatemala. Por otra parte, la explo- tación de los yacimientos de níquel del Canadá resulta cada vez más incosteable debido a que la extracción se hace a grandes profundidades, el alza desmesurada de los costos de producción y a los altos salarios que devengan los obreros sindicalizados. Por esas razones se hacen mucho más atractivos los yacimientos laterí- ticos de níquel tropicales, casi a lor de tierra y donde fácilmente este mineral puede mezclarse con el hierro (ferroníquel) que está siendo utilizado, por su bajo cos- to, en las industrias de acero inoxidable.

Guatemala posee grandes yacimientos de níquel, co- bre, cromo y cobalto. Nuestra nación, por lo tanto, clasiicada entre las subdesarrolladas, como una de las más pobres, es en realidad (dada su extensión te- rritorial y su moderada población) un país riquísimo,

205 con grandes recursos naturales y extraordinarios de- pósitos minerales. Por esas razones, nos indigna que nuestro pueblo se muera de hambre y enfermedades, viva en la más ofensiva miseria y sumido en la igno- rancia, cuando podría disfrutar de una existencia lle- na de satisfacciones materiales y espirituales, tal y como se había programado y se llevaba adelante bajo las banderas de la Revolución de Octubre. Y esta si- tuación es tanto más dramática, cuanto que a ella se suma ese genocidio que sistemáticamente han veni- do cometiendo los regímenes impuestos por Estados Unidos, desde 1954 hasta la fecha. Pero las cosas no quedan ahí. Tales gobiernos, en lugar de proteger y defender el patrimonio nacional, lo enajenan sin nin- gún escrúpulo “por las bíblicas treinta monedas” a los monopolios yanquis.

Ante ese panorama de entrega, de puertas abiertas de par en par a la “benefactora inversión extranjera”, era natural que llegaran como buitres al festín, los con- sorcios mineros más poderosos de la tierra.

Uno de ellos, INCO, controla actualmente el 50°/o del consumo total capitalista y para mejorar el rendi- miento de sus minas en Canadá, invirtió entre 1967 y 1973, mil millones de dólares. INCO conjuntamente con otros consorcios niqueleros: Facolbridge (15°/o) y Rotchild’s Le Niquel (15°/o) dominan la producción del “mundo libre” en un 800/o. Estos datos tienen como objeto principal señalar la tragedia que signiica para nuestra patria haber caído en las garras de este monopolio que en unión del otro denominado Hanna Minning Company, van a operar en la República.

En 1955 el yanquimalteco Castillo Armas, con el in de facilitar la entrega del país a sus amos, modiicó el antiguo Código de Minería (Decreto 2.000), hacién- dole una serie de reformas que lo dejaron bastante

206 apto para que se hiciera el saqueo de esas riquezas (Decreto 272).

La Hanna inició sus actividades en Guatemala en 1957 cuando solicitó concesiones de exploración y ex- plotación de yacimientos niqueleros en la región de Izabal, las cuales les fueron otorgadas y ampliadas entre aquel año y el de 1960. Con esas bases Hanna invitó a INCO a asociarse con ella j a dirigir todo el negocio. Convinieron que INCO tendría el 80 /o de los derechos y a Hanna le corrrespondería el 200/o. Acor- daron también que para sus actividades en la Repú- blica aparecería como responsable otra compañía que ellas crearon bajo el nombre de Explorer Metal Com - pany of Canada en esta nación. Más adelante decidie - ron constituir en la Ciudad de Guatemala una com- pañía especial que haría todas las gestiones y sería la persona jurídica encargada de todos los negocios locales; quedó registrada legalmente desde 1960 bajo el nombre de Exploraciones y Explotaciones Mineras de Izabal, S.A. (EXMIBAL). La nueva compañía inició inmediatamente solicitudes para formalizar las conce- siones que originalmente se habían otorgado a Hanna y presentó al gobierno de la República un proyecto de convenio donde se estipulaba, en condiciones harto desfavorables a la nación, una serie de canonjías y privilegios en favor de los consorcios niqueleros.

Muchos sectores patrióticos, que se dieron cuenta de la injusta y lesiva negociación que encerraba el con- venio propuesto por EXMIBAL, manifestaron pública- mente su repudio y oposición a dicho convenio. La Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, promovió una serie de teleforos, entrevistas, publicaciones y mesas redon- das; además la propia Universidad designó una co- misión de juristas ad-hoc para investigar los aspectos legales del negocio.

207 La Mesa Redonda, cuyas reuniones duraron tres días, en mayo de 1969, llegó a las siguientes conclusiones: lo.- Que el Estado debía explotar directamente los ya- cimientos niqueleros; que de no ser así debería llamar a otras compañías para negociar una concesión más favorable; que los beneicios que el Estado debería percibir (en vez de cobrar regalías e impuestos), era mejor obtenerlos de una cantidad ija sobre el precio de tonelada de níquel extraída; y, inalmente, que si la operación de explotación no era efectivamente de gran beneicio para la nación, debería posponerse.

2o.- Un nuevo Código de Minería debería ser elebora - do para proteger los derechos de Guatemala, en vez del entreguista que hizo la EXMIBAL y que antipatrió- ticamente fue promulgado por el Gobierno en abril de 1965.

3o.- Que la Junta Monetaria y Bancaria debía dejar sin efecto la injusta y lesiva Resolución 5.727 por la cual concedió excepciones al control de cambios, para favorecer a empresas extranjeras (a la EXMIBAL en particular) con obligaciones de crédito a largo plazo; y

4o.- Que la arbitraria e ilegal clasiicación de la EXMI- BAL como “industria de transformación”, debía dejar- se sin efecto inmediatamente.

Además de estas importantísimas recomendaciones, hechas en la referida Mesa Redonda, la Facultad de Ciencias Económicas publicó en marzo de 1970 un folleto (en español e inglés) en el cual demostraba la absoluta inconveniencia del negocio niquelero, que estaba por inalizarse entre la EXMIBAL y el régimen entreguista de turno. He aquí algunos de sus princi- pales párrafos:

“Las Maniobras de la Exmibal: ...Guatemala como cualquier país soberano, había legislado en materia

208 de minería, de impuesto sobre la renta y de control sobre el movimiento de divisas en la nación”.

“Dichas leyes no satisfacían, sin embargo, a los po- derosos intereses mineros que buscaban iniciar sus operaciones en el país, por lo que iniciaron una ma- niobra, para sustituirlas por una legislación a la me- dida de sus intereses.”

“Para ello, EXMIBAL trajo al país y pagó al técnico mi- nero peruano Emilio Godoy, quien redactó un nuevo Código de Minería, el cual fue elevado al Congreso de la República como proyecto de la Dirección General de Minería e Hidrocarburos, en el momento en que éste se encontraba estudiando la legislación minera del país.”

“El Congreso de la República aceptó el proyecto, que venía además respaldado por el técnico de Naciones Unidas Frederick Villa, quedando condicionada la ayuda de dicho organismo a que `Guatemala contara con una legislación minera adecuada para atraer la inversión extranjera’. Así, el nuevo Código de Minería, mandado a hacer por EXMIBAL, se convirtió en Ley de la República en junio de 1965.”

“El segundo paso en su ofensiva contra la legislación nacional, lo encaminó EXMIBAL hacia el impuesto so- bre la renta. En varias oportunidades anteriores, las autoridades del Ministerio de Economía habían re- chazado la oiciosa petición de la Dirección de Minería e Hidrocarburos, de aplicar a dicha empresa minera el Decreto 1.317 que exonera del impuesto sobre la renta a las nuevas industrias de transformación, soli- citud que era obviamente ilegal.”

“En junio de 1968 y valiéndose de un dictamen del Instituto Centroamericano de Investigación y Tecno- logía Industrial, ICAITI, la actividad de EXMIBAL, no obstante ser netamente extractiva, fue caliicada de 209 `Proceso de Transformación ‘con lo que el Ministerio de Economía le otorgó una exoneración del impuesto sobre la renta, incluidos los dividendos de los accio- nistas, por un periodo de 10 años.”

“Logrado este objetivo, era necesario encontrar la for- ma de eludir los controles cambiarlos vigentes en el país para poder sacar las divisas que la venta del mi- neral guatemalteco dejaría.”

“La República de Guatemala, en efecto, cuenta con una sólida legislación sobre aspectos cambiarios que, en gran medida, le permite instrumentar la defensa de la estabilidad monetaria. Dentro de tal legislación existen preceptos que facultan a las autoridades para en caso de emergencia, restringir las transferencias internacionales y hacer acopio de todas las divisas que por una u otra razón deban ingresar al país, con excepción de aquellas que quedan exentas de esas re- gulaciones, tales como las provenientes de sueldos del servicio consular y diplomático, y otras.”

“Para eludir dicha legislación, la empresa EXMIBAL propició la elaboración de un reglamento para ‘pro- moción de inversiones con recursos del exterior’, me- diante el cual las empresas que tienen inanciamiento externo y grandes pasivos artiiciales, pueden cons- tituir depósitos en el exterior con el pretexto de con- tar con fondos suicientes en bancos extranjeros para amortizar el principal y los intereses de las supuestas deudas contraídas, con la peregrina tesis de que, de las divisas, debe disponer la entidad productora que las genera.”

“Es obvio que siendo en este caso la propia compa- ñía la que dará el inanciamiento, el permitirle hacer depósitos en el exterior para pagar los ‘préstamos’ re- cibidos constituiría una forma de exportar utilidades más allá de los límites que las leyes monetarias y ban-

210 carias permiten actualmente. La propagación de este principio a otras empresas nacionales o extranjeras, destruiría completamente los fundamentos económi- cos incorporados a la legislación nacional que permi- ten establecer una adecuada defensa de la estabilidad económica, en especial, de las reservas monetarias internacionales.”

No obstante ello, el mencionado reglamento fue apro- bado por la Junta Monetaria de Guatemala el día 29 de marzo de1968 en resolución No. 5.727. Con dicho reglamento a su favor, EXMIBAL dirigió sus esfuerzos sobre la Junta Monetaria, con el propósito de obte- ner, con base en aquél, un convenio cambiario que le permitiera sacar sin control alguno, como intereses, amortizaciones, repatriación del capital y otras tran- sacciones, cualquier cantidad de divisas.

En otros párrafos de dicho folleto, se airma lo si- guiente:

“¿Qué es lo que está en juego? Las poderosas empre- sas mineras interesadas en la explotación de nuestro níquel, han tendido una cortina de humo alrededor de la cuantía de la riqueza involucrada en esta nego- ciación.”

“EXMIBAL comenzó por aseverar, en 1960, que haría una inversión de 50 millones de quetzales (un quetzal es equivalente a un dólar norteamericano). “En el año de 1968 la cifra anunciada pasó de 50 a 100 millones de quetzales y posteriormente, en 1969, la inversión anunciada alcanzó la suma de Q 180 millones, cifra que se repite continuamente con ines propagandísticos.

“Habiendo la misma empresa airmado que espera ob - tener utilidades de 4.8 millones de quetzales anua- les, la última cifra anunciada como inversión daría un rendimiento anual de sólo Q 2.67 por ciento. Es lógico preguntarse: 211 ¿Se ha inlado el capital a intervenir, previendo una eventual expropiación, se han disminuido exagerada- mente los rendimientos esperados”

“De acuerdo con los términos de la concesión otorga- da a EXMIBAL, Guatemala recibiría por una sola vez, 19.300 quetzales por cada uno de los 386 Km 2 cedi- dos para la explotación.

Además de ello, Guatemala recibiría 7.600 quetzales, los primeros dos años, 15.200 quetzales los dos siguien- tes, 22.800 durante el quinto y sexto años, 30.400 los años séptimo y octavo y 38.600 quetzales del noveno año en adelante. No se trata de un error en cifras: a Guatemala le correspondería por la explotación de su mineral, un promedio anual de 22.920 quetzales du- rante los primeros 10 años, a cambio del valor del mi- neral extraído durante ese periodo, que de acuerdo con las estimaciones más conservadoras ascendería por lo menos a 1.000.000.000 (mil millones) de quetzales.”

“La concesión estipula además que EXMIBAL debe pagar, en concepto de regalías, un 70/o del valor del mineral puesto en bocamina. Este aspecto ya había sido cuidadosamente previsto por el técnico peruano contratado y pagado por EXMIBAL, quien dejó esta- blecido en el artículo 30 del Código de Minería, que dicho valor `es igual al precio internacional menos el costo de transporte y procesamiento’.”

“De esta manera, basta con que la planta procesado- ra, propiedad de EXMIBAL, los transportistas, tam- bién de la propia empresa, o el comprador - The Inter- national Nickel Co.- ijen las cifras que más les aco - moden por sus servicios, para que el valor del mineral extraído del país resulte insigniicante, nulo o incluso, si desean, negativo. Las regalías vienen a quedar así como un impuesto voluntario en contra de los más elementales principios hacendarios.”

212 “En lo que respecta al valor real del mineral que EX- MIBAL espera sacar, la cortina de humo es aún más densa. Sin embargo, es posible hacer algunas deducc- ciones:

“A) Según declaraciones de la empresa, la capacidad a instalarse para mover mineral de las barcazas a los silos, es de 100 toneladas por hora, y de los silos a los barcos, 1.000 toneladas por hora.

“Ello indica que la empresa espera mover, por lo me- nos, 292.000 toneladas anuales de mineral con un solo turno de trabajo diario. Tal volumen es 7 veces y media el que la empresa ha airmado que extraería. El valor de la producción, por lo tanto, sería de 262.5 millones de quetzales en vez de los 35 millones que la empresa anota en sus informaciones.

“B) De acuerdo con el Compendio Estadístico de los Estados Unidos, el valor de la producción minera en la explotación del níquel, es de 5.2 veces el de la pla- nilla de salarios. Los salarios estimados por EXMIBAL ascienden a 6 millones de quetzales, equivalentes en los Estados Unidos a unos 48 millones de U.S. dóla- res, ya que los salarios allá son de 8 a 10 veces más altos que los que se pagan en Guatemala. 48 millones multiplicados por 5.2 darían una producción con un valor de 249.6 millones de quetzales, cifra que es tam- bién 7 veces más alta que la producción ‘estimada’ por la empresa.

“C) Estudios de valor agregado en insumos han lleva- do a la conclusión de que el valor del níquel guatemal- teco que extraiga EXMIBAL, ascendería por lo menos a 100 millones de quetzales anuales, sin contar el va- lor de los otros minerales que se encuentran aleados con el níquel, a cambio de los cuales el país recibiría los 22.920 quetzales indicados, más las regalías que a la empresa se le antoje declarar.”

213 “Por si esto fuera poco, los contratos celebrados esta- blecen que Guatemala deberá aportar los servicios de muellaje en su propio Puerto de Santo Tomás de Cas- tilla, a la mitad del valor de las tarifas regulares, lo cual representa una carga para el país equivalente a varios millones de quetzales anuales. Además, Guate- mala deberá obsorver el gasto de mantenimiento de ca- rreteras, servicios de vigilancia, protección y otros, los cuales representan también varias decenas de miles de quetzales cada año, que los 22.920 que recibirá el país difícilmente cubren ni siquiera en mínima proporción.”

Gracias a estas denuncias, acuerpadas por otras he- chas por radio y prensa, el régimen de Méndez-Ma- rroquín -que ya había aceptado todas las exigencias de EXMIBAL- se vio forzado a suspender la irma del Convenio, tres meses antes de entregar el poder.

Salía Guatemala de “las brasas para caer en las lla- mas...” Los sucesores en las respectivas presidencias, Arana Osorio-Cáceres Lenhoff eran capaces de cual- quier cosa, como lo probaron a lo largo de su tris- te trayectoria. Pues bien, ante las continuadas y pa- trióticas protestas estudiantiles, universitarias y de otros sectores de la ciudadanía, no sólo por el caso de EXMIBAL sino por el aumento de la represión oicial, como ya señalamos en su oportunidad, decretaron el Estado de Sitio (13 de noviembre de 1970) y se orde- nó el asesinato de los tres miembros de la Comisión ad-hoc de Juristas nombrados por la Universidad (Camey, Mijangos y Bauer), aumentaron la acción- te rrorista, acallando así la voz de la opinión pública y establecieron estricta censura a todos los medios de información.

Allanado de esta manera el camino y desoyendo las estimadas recomendaciones hechas por la Facultad de Ciencias Económicas, de la USAC, en febrero de 1971 aprobaron el Convenio y suscribieron el contra-

214 to con la EXMIBAL sellando por cuarenta años - pro- rrogables- la enajenación de los recursos niqueleros de Guatemala.

Con el objeto de desviar la atención de la ciudadanía, atemorizada por los espantosos crímenes cometidos oicialmente por las organizaciones Mano Blanca, NOA, Buitre Justiciero, Escuadrón de la Muerte y Ojo por Ojo, el régimen hizo un gran despliegue publicitario sobre las grandes ventajas obtenidas para la nación en el contrato celebrado con la EXMIBAL, así como de la “gran riqueza” que la operación del consorcio traería a Guatemala. Todo era falso. Veamos por qué.

En primer lugar se anunciaba que EXMIBAL invertiría en la explotación del níquel 270 millones de dólares y que anualmente produciría 70 millones de libras de ese metal reinado en un 980/o, operación que da- ría al país muchos millones de quetzales en 1.975. La mentira era evidente por cuanto la misma EXMI- BAL (también engañando a la opinión pública con- i nes propangandísticos) en 1974 había declarado que la totalidad del proyecto no llegaría a 120 millones de quetzales (o dólares) y que la producción anual no se- ría mayor de 28 millones de libras de níquel del 75°/o de pureza.

También blasonaban los “patriotas” gobernantes ha- ber obtenido de EXMIBAL los siguientes compromisos: que la empresa renunció a la mitad de la exoneración total de impuestos que como “industria de transfor- mación” le fue concedida por diez años; que del im- puesto de 53°/o que está obligada a pagar sobre esa mitad, se comprometía a reconocer sólo el 50°/o de ese 530/o; y durante los otros cinco años siguientes, sólo pagaría el 75o/o del citado 53o/o del impuesto sobre la renta. Que la EXMIBAL dejaba en claro que de ninguna manera pagaría esas cantidades, que en total sumarían 15 millones de dólares, ni en efectivo,

215 ni al contado, sino que en Acciones a favor del Estado. Que esa cantidad en títulos representaba, el 30°/o del capital autorizado de EXMIBAL (que fue de 50 millo- nes). Con esta cláusula de “engaña bobos”, Guatemala quedó como socia de EXMIBAL y sus entradas serán los dividendos que produzcan las accciones, si los hay, y si la empresa no decide reinvertirlos para aumentar sus operaciones o para otros ines, a lo cual no puede oponerse el Estado, puesto que INCO y Hanna contro- lan el 70o/o de las acciones y, por ende tienen no sólo mayoría absoluta, sino los dos tercios de la mayoría.

Por esas “grandes concesiones” que EXMIBAL dio al Estado, éste quedó comprometido a una serie de pres- taciones completamente onerosas para los intereses nacionales, al autorizar al consorcio a violar las leyes del control de cambios y sacar del país todas sus uti- lidades; al dejarlo en libertad de manipular los costos de producción, los gastos de transportación, merca- deo, almacenaje, seguros, proceso de reinamiento del níquel, asesorías legales, geológicas, de ingeniería, propaganda, contaduría, etcétera, etcétera, y además, a pagar a INCO un porcentaje por la asistencia técnica y la dirección administrativa de la explotación minera, el cual ha de pagarse con las entradas de utilidades de la EXMIBAL. Pero ahí no paran los compromisos del Estado gua- temalteco: debe construir en Puerto Matías de Gálvez instalaciones especiales para la EXMIBAL; inanciar la construcción de la ciudad industrial que el consor- cio está levantando en la población de El Estor, en Izabal, a tres kilómetros de la mina principal; hacer toda obra de infraestructura para dicha población (drenajes, pavimentación, alumbrado, construcción de viviendas, escuela y hospital) y para toda el área donde se encuentren los yacimientos (la concesión es sobre 350 Km’ ), obligándose a construir los caminos necesarios, etcétera, etcétera.

216 La EXMIBAL empleará únicamente a 750 trabajado- res, de los cuales, cien de ellos serán entrenados, por cuenta de la empresa, en Estados Unidos con la obli- gación de servir en la explotación minera. Esta me- dida que en realidad sólo beneicia al consorcio -los salarios son bajísimos comparados con los que ganan los obreros especializados en Estados Unidos y Ca- nadále asegura, por muchos años, contar con dichos obreros y oicinistas entrenados en ese negocio que no podrían trabajar en otros diferentes.

Habrían muchas otras consideraciones para hacer re- saltar el antipatriótico negocio celebrado con la EXMI - BAL, pero baste señalar inalmente que la EXMIBAL, para poder gozar de la facultad que le dio la resolución 5.727 de la Junta Monetaria (de exportar las utilida - des sin control alguno) obtuvo inanciamiento de ins - tituciones foráneas para llevar adelante el desarrollo del negocio que, asegura, principiará a funcionar en 1977. He aquí los nombres de las personas jurídicas que le otorgan los créditos y los montos de los mismos: International Finance Corporation (IFC), dependencia del Banco Mundial: 15 millones de dólares; Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE): 6 millones; U.S. Export Import Bank (EXIMBANK): 13.5 millones; Chase Manhattan Bank: 13.5 millones (garantizados por el Eximbank); Orion Term Bank: 9 millones; National Westminster Bank (Londres): 13.75 millones; más otros créditos de instituciones privadas bancarias, que unidos a 20 millones que aún EXMI - BAL no ha aportado para completar los 50 ofrecidos al constituirse, aseguran que completarán así el pro- yecto de inversión de los 120 millones (y no los 270) para poner en marcha la explotación del yacimiento niquelero guatemalteco.

Queda claro que esta maniobra de obtención de cré- ditos con esas otras transnacionales de la banca (ex- cepto el BCIE), persigue fundamentalmente aherrojar

217 más a Guatemala en la dependencia, por cuanto la amalgama de todos esos consorcios ejercerá siempre una gran presión política sobre nuestra patria en de- fensa y protección de sus créditos, así como de los intereses de EXMIBAL, que casi se convierten en -in tocables.

Debemos puntualizar aquí con toda llaneza, que la mayoría de estas empresas estadounidenses son clien- tes del gran consorcio de abogados que opera en esa nación bajo la irma Sullivan & Crownwell (de la cual eran miembros los hermanos Dulles), que más que dedicarse a litigios, su acción es de presión política interna (en Estados Unidos) para defender y obtener ventajas en favor de aquéllos a quienes prestan sus servicios. Sépase de una vez por todas que en los -in evitables confrontamientos nacionalistas que han de provocar los sectores revolucionarios guatemaltecos, la lucha será con esas empresas y con tales abogados.

He aquí la lista de las 77 transnacionales yanquis que operan en la nación:

218 219 220 221 222 223 224 225 226 227 228 229 230 231 Como dato adicional, no curioso, sino alarmante, de la acción de las multinacionales en América Latina, o sea, el saqueo que hacen de nuestras riquezas, baste indicar que en 1950 habían extraído la cantidad de 700 millones de dólares, mientras que en 1974, inclu- yendo intereses, se llevaron más de 9.200 millones de dólares. Las iliales de esos monopolios yanquis en- viaron a sus respectivas casas matrices, entre 1960- 1969, por utilidades obtenidas: 6.745 millones de dó- lares, astronómica cifra que excedió en esa cantidad a las transferencias de capital hechas a nuestros países en ese mismo periodo.

Este es otro ejemplo de la superexplotación que Es- tados Unidos realiza en nuestro Continente y debido a ella, es que puede mantener su alto “standard de vida” (The American Way of Life), a costa, naturalmen- te, de sumir a nuestros pueblos en el subdesarrollo, la miseria y el atraso.

Estas realidades dramáticas de la condición injusta a que están sometidas nuestras naciones por esa polí- tica despiadada y dominante del imperialismo, hacen imperativa la uniicación de nuestras fuerzas revolu- cionarias para el logro de sus metas defensivas, inde- pendentistas y libertarias.

37 Empresas guatemaltecas adquiridas por las trans- nacionales Antes de 1960, la inversión de capital esta- dounidense en nuestra nación, nunca se había hecho por compra de negocios guatemaltecos ya estableci- dos en la República. Baste recordar la forma en que penetraron, desde principios de siglo los tres grandes monopolios yanquis: UFCO, IRCA y EBASCO. Fue hasta después del derrocamiento del gobierno revo- lucionario y nacionalista del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, y debido a que los regímenes impuestos por la intervención de Estados Unidos hicieron “mesa lim- pia” al derogar toda la legislación patriotica y protec-

232 cionista de los intereses del país, que los inversionis- tas de aquella nación, llegaron masivamente y con la voracidad que les caracteriza.

Pero no fue, sino durante el decenio 1960-1970 cuan- do decidieron variar la forma de inversión, agregando a la clásica -el desarrollo de industrias y negocios di- rectos- la de adquirir por compra, las empresas más importantes que se hallaban en manos guatemalte- cas. La estrategia que usaron inicialmente era la de asociarse con las irmas locales dándoles ayuda téc- nica, inanciamiento, uso de patentes industriales o comerciales, o trabajando directamente en ellas. De esta manera iban ganando experiencia, no arriesga- ban nada importante, aprendían a conocer el merca- do local, hasta sentirse capacitados para realizar sus aviesos propósitos.

Los inanciamientos otorgados eran de tal manera que las empresas nacionales caían en el abismo de la de- pendencia y cuando ésta era cada vez mayor, venía entonces la propuesta de sociedad o de compra total. Otra forma de obligarlos a vender era usada por medio del chantaje: o me dejas ser socio, o te compro la tota- lidad del negocio; si no accedes te arruinaré al poner por mi cuenta una empresa igual a la tuya, sólo que más moderna y tecniicada... No se crea, sin embargo, que estas “transnacionales” buscaban cualquier negocio. De ninguna manera. Ellos querían los mejores y los que tuvieran más opor- tunidad de ampliar sus operaciones futuras. Asesora- dos por los expertos de la Embajada de Estados Uni- dos en asuntos comerciales e industriales, decidieron apoderarse de aquellas industrias de mayor porvenir: Productos Farmacéuticos, Productos Alimenticios, sin descuidar las principales ramas de la Agricultura, Ganadería, Hoteles, Transportes, etcétera, etcétera. Antes de dar a conocer los pormenores y la trama re-

233 lacionada con estas adquisiciones, estimo importante que el lector se entere de una Tabla de las inversiones extranjeras en Guatemala, recopilada por el Departa- mento de Cambios del Banco de Guatemala:

234 Existe otro cuadro sumamente interesante. Proviene del estudio de 110 irmas en las cuales se invirtió ca- pital estadounidense. En dicho análisis se encontró un alto porcentaje de empresas mezcladas con capital local. La fuente de información la tomamos de Phill Church, Foreign Investment: The operation of U.S. Di- rect Inuestment in Guatemala, unclassiied U.S. AID document, CERPD, Guatemala A-107, June 16, 1972, pp.4-5. He aquí el cuadro:

Otros datos contenidos en los documentos informati- vos de distintas dependencias del Banco de Guatema- la (Departamento de Estudios Económicos y Relacio- nes Públicas; Sector Externo, Estadísticas, etcétera); del Diario Oicial El Guatemalteco; Diario El Gráico; y otras fuentes, 1966 a 1971, nos han permitido cono- cer las inalidades que persiguen las transnacionales, al aliarse con el capital local.

En primer lugar, disminuir los riesgos de posibles ex- propiaciones, puesto que los empresarios guatemalte- cos que aceptan asociarse, pertenecen al sector de la

235 burguesía más poderosa económica y políticamente vinculado al régimen imperante.

En segundo lugar, las sociedades dominadas econó- micamente por las transnacionales, inmediatamente que son adquiridas por éstas, piden que se les re- conozca como “industrias de transformación” con lo cual gozan de la exoneración de impuestos y de pago de derechos de importación de maquinaria y materias primas, por 10 y 5 años respectivamente.

En tercer lugar, se adueñan de las ganancias de tales empresas mixtas en la proporción que rige el porcen- taje de su inversión, teniendo el derecho de exportar sus utilidades, con lo cual producen una seria des- capitalización que afecta profundamente la economía nacional; Y en cuarto lugar, las utilidades que reciben los guatemaltecos asociados con las transnacionales, vienen a acentuar la injusta distribución de la rique- za, ya que ésta sólo beneicia a ese pequeño grupo de la burguesía y en nada favorece al sector mayoritario de la población.

De suma importancia para apreciar la posición des- ventajosa en que se encuentran los empresarios gua- temaltecos frente a las corporaciones extranjeras con las cuales se han asociado, son los datos del siguiente cuadro, donde puede constatarse que, aun en el más importante sector de nuestra economía -el de produc- tos manufacturados- el capital nacional apenas llega al 21°/o de la inversión:

236 En esas cifras, desde luego, no están incluidas las nuevas inversiones realizadas desde ese año de 1970 hasta la fecha. Recordemos que EXMIBAL asegura haber invertido ya más de 30 millones de dólares en instalaciones para la futura explotación niquelera.

237 Muy interesante es, sin duda, comprender que las inversiones hechas por las transnacionales en Gua- temala, no persiguen únicamente desarrollar sus ne- gocios en nuestro país, sino dominar, además, el te- rritorio centroamericano donde unos 5 millones, entre una población aproximada de 15.5 millones, puede consumir principalmente: medicinas, un poco de pro- ductos alimenticios y, bastante menos, petróleo y sus derivados. Pero como tal mercado es muy limitado, su meta es lograr exportaciones en gran escala a otras regiones del mundo -inclusive a Estados Unidos para aprovechar la mano de obra, dramáticamente barata de los guatemaltecos, las exenciones concedidas por los regímenes entreguistas, y el clima “de paz de los cementerios” impuesto en la nación mediante la vio- lencia y el terror institucionalizados.

Para inalizar el tema de las 37 transnacionales que han adquirido empresas guatemaltecas, se presenta a continuación el cuadro correspondiente, tomado del libro en inglés publicado por NACLA (p. 134):

238 239 240 241 242 243 Después de que el lector se ha enterado de la lista de las empresas nacionales que cayeron en manos ex- tranjeras, se extrañará de no ver en ella ninguna men- ción de irmas de productos farmacéuticos. En efecto así es porque en este renglón no existe -que sepamos- sociedades mixtas. De las 20 más poderosas indus- trias farmacéuticas que operan en Guatemala, sólo 4 son de nacionales y las 16 restantes están en poder de extranjeros. De éstas 2 son europeas y, las 14 res- tantes estadounidenses (comprendidas en la nómina de otro número de 1969, de la Revista Fortune 500). En 1962 las ventas de medicinas en toda el área cen- troamericana era de 38 millones de dólares; de dichas medicinas, sólo el 200/o se elaboraban en la región. En 1971 las ventas aumentaron a 50 millones de dó- lares y la producción en el área aumentó al 500/o. La competencia entre las irmas estadounidenses, eu- ropeas y locales es dura, siendo las más afectadas, naturalmente, las guatemaltecas. En efecto, las em- presas extranjeras son propiamente “industrias de transformación (conversión)”. Importan las medicinas en polvo y las vuelven pastilla; o las introducen en obleas, etcétera, y no producen las materias primas que necesitan utilizar. En cambio las droguerías gua- temaltecas tienen, algunas de ellas, sus laboratorios establecidos desde hace muchísimos años, y esas “in- dustrias de conversión” les causan evidente daño, y no sería extraño que en el futuro se vean obligadas a vender sus negocios a las “aves de rapiña” yanquis. (Cámara de Industria de Guatemala, Directorio In- dustrial 19711972. Guatemala, abril 1971).

El renglón donde claramente se ha volcado la inver- sión por compra directa, es en el de la industria de los alimentos. Sin temor a equivocarse se puede asegurar que el 700/o de este negocio está ya en poder de los monopolios yanquis y sólo un 300/o queda, aún, en manos guatemaltecas. El principal de tales monopo- lios: Latin American Agribusiness Development Cor-

244 poration (LAAD) está integrado por 11 compañías y de otra, gigantesca, Atlantic Community Group for De- velopment of Latin America (ADELA) Invest Company. Para iniciar sus operaciones, LAAD recibió de la AID 6 millones de dólares al 30/o y a largo plazo, para emplear esos fondos en adquirir control por compra y inanciamiento de los pequeños productores locales en diversas ramas de la agroexportación, a in de -al canzar un monopolio total en beneicio de las corpora- ciones estadounidenses que dominan estas activida- des por ser propietarias directas, o bien, asociadas al capital nacional.

Otro de los más importantes renglones que está total- mente en manos de las corporaciones yanquis, es el relacionado con los energéticos y comprende la dis- tribución, las reinerías y la exploración y explotación del petróleo.

En la distribución compiten desde hace mucho tiem- po: Standard Oil of California, Exxon, Gulf y Texaco (estadounidenses) y la Royal Dutch Shell (angloholan- desa), quienes suministran gasolina, aceites (inclu- yendo diesel) y aditivos.

En la reinería de Guatemala sólo aparecen hasta ahora: Texaco y Chevron/Shell. Y en la exploración de petróleo, por concesiones otor- gadas por los regímenes yanquimaltecos, se encuen- tran las siguientes:

245 246 CAPITULO XII

LA GRAN BURGUESIA

Complicidad de las clases dominantes

Muchos amigos latinoamericanos y europeos me han preguntado angustiosamente, al enterarse de la situa- ción en que vive mi patria, desde la intervención de Estados Unidos en 1954 hasta la fecha, por qué la burguesía nacionalista no hace una iera oposición al capital extranjero y demanda de los gobiernos en el poder una legislación proteccionista.

Hemos discutido sobre estos y otros temas muchas veces. Les he demostrado y se han convencido por ello, que esperar de los regímenes impuestos alguna protección nacionalista es imposible, puesto que son lacayos al servicio del imperialismo. En cuanto a la burguesía, hemos analizado juntos el serio problema de su integración clasista y la contradicción perma- nente que la caracteriza. Con el in de hacer más com- prensible al lector la manera de actuar en general, de esta clase dominante, citaré algunos párrafos, o resú- menes de ellos, de la interesantísima tesis del jurista y sociólogo Edelberto Torres Rivas, octubre 1962, titu- lada Las Clases Sociales, por considerar que sus con - ceptos aclaran mucho la comprensión del problema:

“...La burguesía puede dividirse por la naturaleza de sus intereses económicos y por el grado de dependen- cia con respecto al capital extranjero, en burguesía nacional e intermediaria... decíamos que esta clase- comparte en el país la propiedad de algunos medios de producción con capitalistas extranjeros, fundamental- mente norteamericanos, y que por el grado de depen- dencia con respecto al mercado de aquel país, existe

247 un sector que al volverse intermediario de tal merca- do, funde sus intereses personales y de clase con los de otra burguesía, dejando de lado los intereses de la Nación en su conjunto. Se trata de un fenómeno ex- tendido a todos los países subdesarrollados o en pro- ceso de completar su independencia en virtud del cual se encuentran antagónicamente situados los intereses del país (vale decir, la creación de una base industrial agraria moderna, la destrucción de las supervivencias feudales, la libertad política, independencia en lo ex- terior, etcétera) frente a los intereses de la burguesía monopolista norteamericana. Existe una capa de la clase alta que se enriquece al actuar como intermedia- ria entre el mercado norteamericano y el mercado na- cional, fundiendo de esta manera, en mayor o menor grado, sus intereses con el capital extranjero”.

“La otra categoría que hemos llamado nacional, está formada por aquella parte de la burguesía local, que en países como el nuestro, aspira al desarrollo eco- nómico independiente. Se trata aquí evidentemente, de un concepto que no puede ser sólo económico. Los intereses políticos constituyen un rasgo distintivo de ambos sectores de la burguesía. Hablar de desarrollo independiente, signiica adoptar una posición patrió- tica, así como hablar de independencia, es hacer re- ferencia al capital monopolista norteamericano. Per- tenecen a esta capa aquellos industriales guatemal- tecos que buscan desarrollar un fuerte mercado inte- rior para sus productos y que trabajan y producen en fuerte competencia, y a veces, hasta con desventaja frente a la manufactura extranjera. Es natural que los intereses de este sector, que aspira al aparecimiento de una población susceptible de comprar sus produc- tos, se encuentren enfrentados con los de la burgue- sía intermediaria (y con los intereses que éste repre- senta). Lo dicho no signiica que de manera simplista digamos que toda burguesía comercial, es burguesía intermediaria, o que la industrial, es burguesía na-

248 cional. - .En términos generales podemos decir que la burguesía, a la que llamamos intermediaria, es la re- presentada por la cúspide de la gran burguesía ligada al capital extranjero; y que la burguesía nacional, es la burguesía media, representada por la producción o el comercio interior, nacional o ligada a la exportación de productos nacionales...”

“Junto a los inqueros semifeudales, la burguesía for- ma un sector social y político opuesto al cambio revo- lucionario y a la renovación de la estructura económi- ca del país, que después de tanta experiencia adversa, tiene que ser un cambio que destruya privilegios. El grado de inluencia de estos sectores es muy grande en el país, y podría decirse que hasta han ido cobrando conciencia de clase y de su porvenir, alentados -y uni- icados por la operancia del capital monopolista nor- teamericano”. “La aristocracia colonial fue tercamente antienciclopedista y bajo el pretexto del afrancesa- miento encarceló a preclaros representantes patriotas de la pequeña burguesía mestiza; a su vez, los criollos conservadores fueron antipositivistas y antiliberales y defendieron violentamente sus privilegios del supues- to acoso liberal. Ahora la burguesía guatemalteca de nuestros días se ha vuelto `anticomunista’ y uniica- da por presiones externas, enfrenta no sólo el temor de la revolución, sino la impostergable necesidad de algunas medidas reformistas. Carente de una visión optimista del futuro y de una ideología que nutra su existencia, los ricos guatemaltecos siguen siendo ieles a una tradición conservadora y egoísta, a una línea de conducta ideológica que ha tenido continuidad histó- rica al estar siempre situados en contra de las nuevas corrientes del pensamiento político y ilosóico”. Lo transcrito del trabajo de Torres Rivas, ilustra con suma claridad a esta clase dominante a la cual se ha integrado un grupo de militares (Coroneles y Gene- rales) que han hecho fortuna, algunos con trabajo

249 honrado (y ayudados por sus altos sueldos y inancia- miento bancarios) y otros a costa de negocios turbios y peculado. Algunos de estos últimos, desde el poder, o estrechamente vinculados a él, son el mayor sostén de la gran burguesía reaccionaria (en la que también navegan miembros del alto clero y extranjeros nacio- nalizados o cuyos descendientes son guatemaltecos por nacimiento: judíos, turcos, árabes, chinos y es- tadounidenses) y servidores incondicionales del im- perialismo, frenan, a sangre y fuego, todo intento de cambio de el statu quo.

De lo expuesto, se iniere que la burguesía como clase, es cómplice consciente de la dominación económica de Estados Unidos en Guatemala. Que de esta bur- guesía, el sector nacionalista - entre el cual existe un grupo de valiosos y valientes patriotas- está siendo, cada vez más, estrechamente cercado por la presión económica de los gangsters inversionistas yanquis y muchos de ellos han tenido que vender sus negocios o asociarse para no perecer. Del otro sector, el interme- diario, su identiicación con el capital foráneo es tan honda que no puede esperarse nada de él, puesto que por su carácter cosmopolita (además de guatemalte- cos: chinos, turcos, árabes, etcétera) poco o ningún sentimiento nacionalista puede moverlos de su acción económica y política.

250 Oligarcas y ` gringueros “

Precisamente de esa heterogénea composición de la burguesía en general, la cual conjuntamente con el grupo retrógrado de los cafetaleros y sectores ultra- conservadores, que constituye la clase oligárquica y feudal (que tradicionalmente había controlado el país antes de 1944, y que participó activamente en las ma- quinaciones conspirativas contra la Revolución de Oc- tubre), se originó una actitud de entrega espiritual y de gozoso sometimiento a todo lo extranjero y muy particularmente a todo lo estadounidense.

Para la gente dominada por esta actitud todo lo que proviene del más fuerte es, por esa razón, lo mejor; sea bueno, malo o peor. A este entreguismo mental e incondicional que infortunadamente se maniiesta en diferentes grados a todo lo largo de América Lati- na, deben nuestras tierras la importación de la anti- cultura yanqui exagerada por el espíritu de imitación, con la postergación de atributos esenciales de nuestra cultura vernácula, de nuestras hermosas tradiciones y de las sencillas costumbres que nos son propias. La gama de estas importaciones va, desde lo inocuo de los “jeans”, el “boogie-boogie”, el “rock and roll”, los “niños bien” con el cabello largo, hasta la pros- titución del idioma, la morbosa inluencia del cine y la televisión (con películas estadounidenses) donde se hace exagerado énfasis del crimen y la sexualidad, y la perversión en la edad escolar. A todo esto se ha unido la incaliicable acción dirigida por la CIA y en connivencia abierta con la Policía y algunos jefes del Ejército en el gobierno, de propiciar el uso abierto de la mariguana, el LSD y toda clase de drogas (heroína, cocaína, morina, etcétera) con el in de “estupidizar” y restar toda clase de interés combativo en las juven- tudes, sin respetar niños y adolescentes. Todo ello se complementa con el aumento desmedido de la prosti-

251 tución fomentada deliberadamente (fuera de la que se practica por las condiciones de bajísimo nivel econó- mico), para destruir las bases morales y nobles de las mujeres de la clase media.

Ese mismo fenómeno de sometimiento se ha presenta- do en los campos económico, político y cultural. Estas gentes de mentalidad colonizada que nuestro pueblo llama “gringueros”, están dispuestos a rendir vasalla- je a todo lo que venga de Estados Unidos. Algunos lo callan, pero muchos admiten -y en el fondo lo desean- que sería mejor que nuestras tierras fueran colonias yanquis. Con deliberación o sin ella, “los gringueros” vienen a ser de este modo la quinta columna de la na- cionalidad y la soberanía en cada una de nuestras re- públicas, y vehículo del imperialismo estadounidense.

Dueña esta clase social directamente o por alianza con el capital foráneo de todos los medios de infor- mación: Prensa, Radio y Televisión, difunden las no- ticias internacionales que sólo convienen al imperio, poniendo énfasis especial, en el “anticomunismo”, al extremo de ocultar hasta las hazañas espaciales rea- lizadas en el campo socialista. Reproducen artículos de las cadenas sindicalizadas de periódicos yanquis, en los cuales se crea una imagen distorsionada de la realidad mundial y de la dinámica del cambio social, cada día más irrefrenable. Las estaciones de radio se concretan a la propaganda constante de los produc- tos comerciales de las transnacionales y a la difusión, sistemática (música “pop” yanqui), de los discos y cin- tas de conjuntos de “moda” en Estados Unidos. La televisión, sirve a esos mismos ines, con el agravante del profundo impacto que causa, además del sonido, la imagen visual. Todos estos medios de penetración han logrado, en gran parte, sus torvos objetivos de coloniaje espiritual y mental, complementado en la educación bilingüe que se imparte en numerosos co- legios “popof” y las siniestras organizaciones: Instituto

252 Guatemalteco Americano (IGA) y el Servicio de Infor- mación de Estados Unidos (USIS). Afortunadamente, hay grupos dentro de esa misma clase dominante que se dan cuenta y repudian este sistema de penetración foránea. También lo desprecian y esto es lo más im- portante, los vastos sectores populares.

Si la responsabilidad de este coloniaje integral cae di- rectamente sobre la citada clase dominante que la im- pulsa, sustenta y aprueba, es innegable también que la mayor culpa de esta situación antinacional corres- ponde a los gobiernos impuestos, que faltos de patrio- tismo han sido los valiosos a cuya ciencia y paciencia se ha desarrollado esta penetración imperialista con- tra Guatemala.

La traición sigue en pie

Estamos seguros que los lectores ya no podrán tener ni la más mínima duda sobre la acción antinacional, antipatriótica, de sumisión descarada y de entreguis- mo total, que ha realizado contra Guatemala una coa- lición de fuerzas reaccionarias llegadas al poder desde 1954, por medio de la intervención de Estados Unidos.

Cerramos así este dramático ensayo que titulamos: Más de 20 años de Traición. Hemos demostrado hasta la saciedad cómo el imperialismo, valiéndose del va- sallaje incondicional de un grupo de altos jefes de las fuerzas armadas, de los regímenes impuestos, y de la institucionalización de la violencia y el terror, han he- cho posible el total dominio de nuestra patria.

“Hay dos maneras de conquistar un país extranjero. Una de ellas consiste en imponerse a su pueblo por a a fuerza de las armas; la otra, en quedarse con el con- trol de su economía a través de las inanzas”.

253 John Foster Dulles.

Claramente se han cumplido los aviesos ines políti- cos y económicos de expansión del “coloso del Norte” en nuestro pequeño gran país, tal y como lo enunciara aquel agresivo vocero de Estados Unidos.

En el caso de Guatemala, usaron los dos métodos se- ñalados, pero olvidaron un aspecto fundamental en la vida de un pueblo: el derecho de legítima defensa, el cual, unido al más alto espíritu de patriotismo y de heroica lucha contra los invasores y sus cómplices, lo hace invencible.

De nuevo rendimos un tributo de admiración respe- tuosa para todos los valerosos compatriotas, hombres y mujeres caídos en esta batalla desigual. Ellos con su abnegación y espíritu de sacriicio nos han brindado el más noble ejemplo de virtudes cívicas y de heroismo sin par, al mismo tiempo que han hecho el más alto honor al sentido de dignidad nacional plasmado en una de las estrofas de nuestro Himno, en la cual se re- sume la conducta insoslayable que, ante una invasión extranjera, debe seguir nuestro pueblo:

“antes muerto que esclavo será... “

254 CAPITULO XIII

GUATEMALA REVOLUCIONARIA FUE SIMBOLO DE AMERICA

Delenda est imperialismo

En ningún punto del tiempo y dei espacio han podido ser contenidas las grandes transformaciones sociales, cualquiera que sea la magnitud de las fuerzas que se lancen contra ella. Hace años que en nuestro Con- tinente, del Río Bravo hasta el Cabo de Hornos, ora en paz ora en guerra, se está operando una transfor- mación de esta naturaleza: México, 1310; Guatemala, 1944; Cuba, 1959; Chile, 1970, y ahora Nicaragua, son testimonios vivos de estos esfuerzos ejemplares.

Han habido reveses en la lucha, subyugaciones transi- torias - Guatemala y Chile- y, posiblemente, estos he- chos se repitan en otros países, pero nada podrá conte- ner el avasallador curso de la dinámica de los procesos históricos. Los gigantescos diques que la concupiscen- cia y el imperialismo sigan construyendo para contener esas transformaciones impostergables, saltarán en mil pedazos ante el torrente impetuoso e incontenible de la voluntad de los pueblos. La causa democrática y revo- lucionaria de la América nuestra, ha de triunfar ineluc- tablemente, con la misma fuerza y vigor, entusiasmo y gloria con que ha salido victoriosa en otros países del Tercer Mundo, y en nuestra hermana y admirada Cuba, y la heroica Nicaragua de Sandino. Para alcanzar esa etapa anhelada por todos nuestros pueblos, se hace indispensable una profunda labor de concientización en todos los estratos sociales, que encauce y oriente esa energía libertaria y combativa, en contra de nuestro mortal enemigo: el imperialismo.

255 Hay que atacarle con todas las armas, por todos los medios -aun por los empleados por él mismo-, con todas las tácticas y estrategias conocidas, e inventar otras, si fuere posible. Todas las fuerzas revolucio- narias tienen el deber ineludible de compactarse, de hacer, cuanto antes, un frente único de lucha bajo la consigna de: Delenda est Imperialismo. Esa misma táctica de frente único, es el solo camino indicado para derrocar a las tiranías en el poder. Los partidos polí- ticos, sindicatos, militares, patriotas, organizaciones estudiantiles, gremiales y guerrilleras que se nieguen a integrar esos frentes, estarán traicionando no sólo a su país, sino a todo el Continente.

Debe ayudarse también a los sectores democráticos estadounidenses quienes dentro de su propia nación, pugnan por transformar la absurda sociedad de con- sumo en que viven y cambiar la estructura del injusto sistema político que los rige, manejado por un grupo de oligarcas racistas. La colaboración más efectiva es fomentar las contradicciones internas que carcomen las entrañas de esa nación. Al mismo tiempo debe es- timularse el espíritu de rebeldía de las minorías étni- cas (puertorriqueños, mexicanos, chinos, japoneses, españoles, etcétera) que trabajan en ese país en con- diciones discriminatorias, desastrosas e indignantes, quienes unidos entre sí y en alianza con la preterida población negra que habita los ghetos formaría un gran frente interno cual punta de lanza en el corazón de “los bárbaros del Norte”.

Sólo con una acción conjunta de esta naturaleza se podrá acelerar la derrota total del enemigo de nues- tros pueblos: Estados Unidos.

La Guatemala revolucionaria y democrática, “símbo- lo de América”, como cariñosamente la llamó todo el Continente por su posición de vanguardia en la lucha antiimperialista latinoamericana, sigue, por su parte,

256 empeñada en feroz batalla, brindando el espectáculo ejemplar de un pueblo que no tranza ni claudica ante sus verdugos. Hoy, más que nunca, necesita el aliento y el estímulo de la valiosa solidaridad internacional.

Guatemala renacerá por sus senderos de una nueva revolución. Ya no será la demócrata-burguesa del 20 de Octubre de 1944-1954, que aunque nacionalista, democrática y antiimperialista, no se conformaría con la dinámica del actual proceso histórico, ni con el que se avecina en el próximo siglo XXI. Será, pues, una revolución socialista que llevará a nuestro pueblo por la ruta esplendorosa de la superación, el efectivo pro- greso integral y la justicia social.

257 258 APENDICE

259 260 ANEXO 1

CAPITULO XIV

BAJO LOS ESCOMBROS DE GUATEMALA

261 262 Introducción

Parecería que el noble y heroico pueblo de Guatema- la estuviera destinado a dar, ante el mundo entero, pruebas máximas y constantes de su fortaleza espi- ritual, así como de su capacidad de lucha ejemplar frente a la adversidad y en contra de sus opresores.

Los cataclismos telúricos que desde hace muchas cen- turias asolan la nación, han sido demoledores. Antes de la conquista española los mayas relataban en sus libros y dejaban testimonio grabado en las estelas de piedra, de estos fenómenos de la naturaleza que atribuían a la cólera o la venganza de alguno de sus dioses, ofendido o insatisfecho. Durante el estableci- miento del bárbaro régimen colonial español y, pos- teriormente, según consta en documentos oiciales de la época, tuvieron lugar, más de diez de estas catás- trofes. Se mencionan principalmente las acaecidas en los años 1566, 1651, 1681, 1689, 7.717 (terremoto de San Miguel), 1751 (terremoto de San Casimíro) y 29 de julio de 1773 (terremoto de Santa Marta) que destruyó, casi totalmente, la muy Leal y muy Noble Ciudad de Santiago de los Caballeros, fundada en 1543 y donde ejercía su poder político la Capitanía General del Reino de Guatemala. Actualmente se le conoce como Antigua Guatemala y Monumento Colonial de América. El pánico hizo presa de la población y los intereses políticos y económicos de una fuerte mayoría de las clases dominantes, obligó a las autoridades coloniales a trasladar la ciudad al hermoso Valle de la Ermita, a escasos 35 kilómetros de distancia de la destruida, donde se ediicó la que actualmente se conoce como Guatemala de La Asunción, que es la capital de la Re- pública. Mas las furias tectónicas no estaban circuns - critas a determinadas áreas. Fue así que en el año de 1902 otros temblores de intenso grado causaron

263 graves daños a la capital y a Quetzaltenango, segunda ciudad en importancia del país. Luego, en 1917, los fortísimos terremotos de diciembre de ese año y ene- ro del siguiente, arrasaron gran parte de la nación y, esta vez, la capital quedó prácticamente en ruinas. Y, recientemente, el 4 de febrero de 1976, la magnitud de la hecatombe no tiene paralelo en la historia de nuestras tragedias geológicas.

Las tiranías y los temblores

Lo más dramático de estos actos hostiles de la natura- leza, en los cuales siempre es el pueblo -los humildes, los marginados, los explotados- el que lleva la peor parte, es que han tenido lugar bajo los más crueles e inhumanos sistemas de opresión política, injusticia social y despiadada explotación económica.

Baste recordar a ese respecto que en 1773 las masas sufrían la durísima y sanguinaria sumisión del impe- rio colonial español, cuyas fuerzas dominadoras visi- bles eran, por una parte, las autoridades de la corona y, por la otra, la Iglesia Católica en estrecha y cínica alianza con la oligarquía criolla y extranjera.

Durante los terremotos de 1902 y 1917, la tiranía de Manuel Estrada Cabrera (1898 a 1920), apoyada y sostenida irrestrictamente por el Departamento de Estado de los Estados Unidos -el cual presionaba al déspota para que extendiera las obsecuentes y onero- sas concesiones ferrocarrileras y bananeras que éste le había otorgado a la United Fruit Company- mante- nía en toda la República una encarnizada acción re- presiva, policíaca y militar, en contra de la ciudada- nía y, en particular se ensañaba en el campesinado al cual sometía de hecho a una esclavitud económica (salarios de hambre) y a otra legal (trabajo forzoso y obligatorio).

264 En 1976, el nuevo fenómeno geológico halló al pueblo en peores condiciones de opresión y represión que en el pasado. Después de la primavera democrática del decenio revolucionario de 1944 a 1954, única oportu- nidad que ha tenido en su dolorosa historia, de gozar a plenitud el ejercicio de todas las libertades, fue la descarada intervención de los Estados Unidos la que puso in a ese glorioso periodo de grandeza nacional. Inmediatamente de perpetrado el zarpazo imperialis- ta (en junio de 1954), el Departamento de Estado se ijó la ingrata tarea de imponer en Guatemala y a su exclusivo servicio, una serie de regímenes antinacio- nales, sangrientos, corruptos y de naturaleza fascis- toide. Estos se han turnado en el poder, sin solución de continuidad, por más de 22 años. Han institucio- nalizado y tecniicado la violencia. Igualmente lo han hecho con el crimen, la tortura, los secuestros sin re- torno (miles de personas desaparecidas, seguramente asesinadas). Se convirtieron en maestros del robo, el tráico de drogas y el peculado y entronizaron como su sistema de vida la más grande corrupción jamás imaginada. Y no contentos con esa condenable con- ducta antipatriótica, han violado permanentemente las normas de la Constitución de la República y los más elementales principios consagrados en la Carta Universal de los Derechos Humanos.

Militares salvajes y atrabiliarios, de mentalidad sico- pática han ejercido durante ese cruento lapso y en contra de su propio pueblo, una atroz tiranía zoológi- ca. Un solo civil que tuvo la oportunidad histórica de gobernar el país dentro de ese periodo y en quien las fuerzas democráticas pusieron sus esperanzas, con- iados en sus antecedentes de lucha durante las jor- nadas revolucionarias del año de 1944, las traicionó y se puso al servicio incondicional de tales militares y del Departamento de Estado.

265 Estos regímenes antinacionales, entreguistas y anti- patrióticos, además de haberse convertido en ieles -la cayos de los intereses de los grandes monopolios yan- quis -a los cuales en condiciones infames les han cedi- do los más importantes recursos y riquezas naturales de la nación-, han sido durante todo ese largo calvario sufrido por el pueblo, sus implacables verdugos.

Esta clase de gobernantes, “ombres -s in hache-”, se han dedicado sistemáticamente al exterminio plani- icado de una enorme cantidad de guatemaltecos de todas las clases sociales. Siguiendo instrucciones y asesoría de los expertos militares estadounidenses y amparados en el sobado “caballito de batalla” de “erra- dicar el comunismo internacional”, obreros y campe- sinos, estudiantes, maestros e intelectuales, mujeres, adolescentes y hasta niños, han caído bajo las garras de sus bandas de asesinos. Con la ayuda inanciera y militar de agencias oiciales de los Estados Unidos (AID -Agencia Internacional para el Desarrollo-, la OPS -Oicina de Seguridad Pública- y otras) organiza- ron cuerpos paramilitares especialmente entrenados para el crimen. El propio “ejército nacional” y secto- res de la oligarquía unidos a los terratenientes, han contribuido económicamente y con armamento, para fortalecer a los grupos de matones con la esperanza de que por medio del terror, la represión y la muerte, se termine la heroica lucha del pueblo por reconquis- tar sus derechos más elementales que lograron obte- ner bajo las banderas de la Revolución de Octubre de 1944 y de los cuales han sido privados injustamente.

El terremoto y la ayuda internacional

La terrible hecatombe que sufrió Guatemala el 4 de febrero de 1.976, hizo que la conciencia universal se conmoviera profundamente. Con hermoso espíritu de solidaridad y no menos enaltecedor sentido de frater- nidad y humanismo, los pueblos y gobiernos de casi

266 todo el orbe se apresuraron a brindar a mi patria toda clase de ayuda para aliviar, perentoriamente, la peno- sa situación de los miles y miles de damniicados. ¡Con cuánta gratitud, emoción y respeto hemos reci- bido esas nobilísimas demostraciones de solidaridad para con nuestro amado pueblo!

Pero, ¿cómo no iba a conmoverse la opinión mundial cuando se enteró de que los espantosos sismos ha- bían causado la muerte de cerca de 23.000 personas, que los heridos pasaban de 77.000 y que 1.000.000 de habitantes quedó sin hogar, mientras se ignoraba la suerte de cientos de desaparecidos? Era natural, entonces, que se desencadenara esa admirable reac- ción de solidaridad entre todos esos pueblos y gobier- nos amigos y concurrieran pronta, eicaz y humanita- riamente, con sus valiosos aportes.

Interpretando el sentimiento de gratitud que nos em- barga a todos los guatemaltecos que tenemos el privi- legio de residir actualmente en México, considero un deber ineludible de justicia y reconocimiento, dejar constancia histórica de la admirable, desinteresada, fraternal y masiva ayuda que el ilustrado gobierno y el noble pueblo de este gran país brindó al nuestro en los trágicos días de dolor y angustia, así como de la importantísima colaboración dada posteriormente a las duras tareas de la reconstrucción nacional. Estos mismos sentimientos son compartidos, desde luego, por todos y cada uno de los guatemaltecos que habi- tan tanto en el interior, como fuera de nuestra patria.

Los medios de información internacionales

Gran cantidad de periodistas, radiolocutores, cama- rógrafos de televisión y cine e ilustres comentaristas -todos de agencias y empresas internacionales- se trasladaron de inmediato a Guatemala y dieron a sus

267 países una imagen apocalíptica de la catástrofe, de las poblaciones soterradas, de los heridos y muertos, así como de los gravísimos daños materiales sufridos en todo el territorio nacional durante aquella danza macabra, que sólo en dos meses, sacudió la tierra con más de 2.000 impresionantes temblores.

Gracias a esos interesantes reportajes radiales, pe- riodísticos y televisados, que dieron una idea real de la pavorosa dimensión del cataclismo, la ayuda inter- nacional se acrecentó, traspasando los límites de la emergencia de los primeros días y prolongándose por muchos meses más. Varías naciones, preocupadas ante los muy serios problemas de la reconstrucción futura, se ofrecieron espontáneamente a inanciar gratuitamente las obras indispensables para ediicar de nuevo varias pequeñas poblaciones rurales que fueron totalmente arrasadas.

Un susto para las clases dominantes y un desastre para el pueblo

En la ciudad Capital, los daños fueron menores, Era natural que así fuera, si se toma en cuenta la calidad de las construcciones modernas (ediicios de oicinas, apartamentos y condominios), técnicamente planea- das y hechas a base de hierro, ladrillos y cemento, debían soportar mejor y así fue, los embates de los sismos. Igual suerte siguieron las zonas residencia- les, donde vive la gente de mayores recursos, ya que a excepción de un porcentaje mínimo de casas que resultaron dañadas, el resto salió bien librado.

Muy diferentes fueron los efectos de los temblores so- bre las habitaciones de la clase media y, en escala mayor, la de los barrios pobres construidas de adobe, éstas sufrieron una destrucción impresionante. Pero donde la catástrofe hincó sus despiadados colmillos con indecible saña, fue en “los cinturones de miseria”,

268 “ciudades perdidas” o “limonadas”. Allí la población carece de todos los recursos económicos y habita en cuartos levantados con pedazos de cartón, madera y retazos de láminas de zinc. Situados en las laderas de los barrancos aledaños a la capital y privados, de las más elementales normas de seguridad e higiene, cayeron al fondo de los abismos cuando las orillas de éstos desmoronáronse, arrastrando consigo a sus in- felices habitantes, quienes perecieron soterrados.

Aunque no todos los departamentos en que se halla dividida la República fueron afectados con la misma intensidad por el terremoto, en las ciudades principa- les se dio el mismo fenómeno que en la Capital, pues tanto los ediicios modernos como las residencias de la burguesía salieron casi sin daños; las viviendas de la clase media los sufrieron bastante y, en mayor pro- porción los barrios pobres. Ahora bien, la destrucción total que dejó sin hogar a más de un millón de per- sonas, tuvo lugar en las áreas rurales donde el mi- serable campesinado habita en “ranchos” de adobe y techos de teja o paja, con pisos de tierra, sin servicios, ni agua potable, ni asistencia médica o social.

Los medios de información olvidaron lo esencial

De lo que los medios de información no hablaron en sus reportajes, fue del dantesco espectáculo que salió a luz “bajo los escombros de Guatemala”. Nada dije- ron sobre la espantosa miseria en que viven las gran- des mayorías, en todos los rincones de la República.

Es posible que los representantes de aquellos medios tan importantes de información internacional hayan sido polarizados, más que todo por los destrozos ma- teriales causados por el terremoto, o bien, porque este otro aspecto social, político y económico que aloró a consecuencia del cataclismo, careciera de interés no- ticioso para sus empresas, o tal vez porque tales agen-

269 cias internacionales decidieron, por ines inconfesa- bles, seguir ocultando a todo el mundo el verdadero fondo del ya famoso “caso de Guatemala”.

El hecho incontrovertible que se evidenció plenamen- te como secuela de la gran catástrofe fue, que a la par de aquella increíble miseria, las masas de la población viven en condiciones infrahumanas: en la ignorancia mantenida sistemáticamente, en el fanatismo religio- so más negativo, acosadas por las enfermedades en- démicas y parasitarias no combatidas adecuadamen- te y, en la más terrible desnutrición tolerada por el régimen gobernante como método cruel de silencioso genocidio. También se hizo patente que a todas esas injustiicables condiciones sociales, se sumaban otras calamidades aún mayores, tales como la explotación económica inmisericorde, la violencia oicial institu- cionalizada y el terror paramilitar tecniicado. Habría sido de suma importancia que tan destacados medios de comunicación, que estuvieron presentes en Guatemala durante los días aciagos que provocaron los temblores de tierra, hubieran denunciado a todo el planeta esta pavorosa situación de injusticia social y económica, así como la brutal represión de la cual es víctima el pueblo, como parte del plan de escala- da fascista que dirigen, apoyan y inancian en todo el Continente, los Estados Unidos. No es posible que se siga tendiendo un velo de intereses inconfesables que oculte por más tiempo la situación guatemalteca y el espantoso genocidio ejecutado por los regímenes im- puestos por el Departamento de Estado, desde 1954 hasta nuestros días.

Si la conciencia universal se conmovió hondamente ante las noticias de que el terremoto causó 23.000 muertos, ¿cómo hubiera reaccionado al enterarse de que los asesinatos cometidos por los citados gobier- nos contra el pueblo, sobrepasaba la suma de 50.000

270 personas entre muertos y desaparecidos? Es decir, que para igualar la cifra macabra de este increíble ge- nocidio se hubieran necesitado más de dos terremotos de la magnitud del que arrasó la República el 4 de febrero de 1976 . . .

¿No habría sido mucho más justo y humano que los medios de información mencionados, en vez de bajar una cortina de silencio sobre el “caso de Guatemala”, hubieran denunciado al mundo la criminal situación a que ha sido sometida su población desde la pro- caz, injusta e injustiicable intervención cometida por el imperialismo en 1954, para restablecer el dominio económico de sus transnacionales en el país e impo- ner el primer sistema fascista en América Latina?

De antemano reconocemos que este tipo de interro- gantes caen en el plano de lo ingenuo, puesto que a fondo conocemos los mecanismos y los engranajes de la tortuosa maquinaria de tales medios de informa- ción. Hallándose los mismos en poder de las trans- nacionales - fase superior del imperialismo - no es de esperarse que puedan proceder nunca con equidad y limpieza, sobre todo si se trata, como en el “caso de Guatemala”, de mantener internacionalmente una imagen completamente opuesta a los intereses legí- timos del pueblo de esa nación. Se iniere de estos hechos, con meridiana claridad, que obedeciendo pre- cisamente a esta ingrata política de ocultamiento de la verdad, la angustiosa situación por la cual atraviesa mi patria -en los campos político, económico y social- sea totalmente desconocida en la mayoría de las na- ciones del sistema capitalista.

Abrigo la esperanza de que a pesar de las non sanctas tácticas que utilizan las gangsteriles transnaciona- les y el propio imperio, este trabajo no corra la mis- ma suerte que en el pasado -recién perpetrada la in- tervención yanqui en mi país sufrieran los libros de

271 ilustres compatriotas y algunos de los míos, en que denunciamos el caso, impidiendo su distribución, re- edición y traducción a otros idiomas.

La burguesía y la clase media ignorantes de la reali- dad

Si para los amables lectoras o lectores ha sido satis- factoria la explicación del por qué se ignora interna- cionalmente la situación interna de mi patria, le re- sultará bastante sorpresivo enterarse de que vastos sectores de la clase dominante guatemalteca que ha- bitan en la Capital y en otras ciudades importantes, la desconocían o ingían desconocerla antes del reciente terremoto.

Veamos a qué obedece esta desconcertante ignoran - cia, real o icticia. Numerosas familias de la creciente clase media y de la poderosa burguesía, tal y como acontece en otras naciones de nuestra América son, en rigor de verdad, extranjeras en su propia tierra. No conocen la mayo- ría de los 22 departamentos de la República y menos todo el territorio nacional. No tienen la menor idea de cuántas poblaciones indígenas existen, ni de las razas que las integran e ignoran sus culturas ancestrales.

Su indiferencia por los problemas nacionales es des- concertante. Su conformidad con el sistema oprobio- so que rige en el país, raya en la complicidad. Casi no leen, si acaso, las noticias amarillistas de alguno de los periódicos locales, o sus páginas sociales o de- portivas. Impresionados con la propaganda oicial que desde hace más de dos décadas martilla incesante- mente por radio, televisión y prensa, sobre la supues- ta amenaza del “comunismo internacional” y del “cas- tro- comunismo”, que hacen aparecer falsamente a los adversarios del régimen, como delincuentes, ban- doleros, secuestradores o, claro está, como peligrosos 272 “comunistas”, ya no se conmueven ante los horrendos crímenes que con esos pretextos se cometen contra ellos y otros sectores de la población, por las ban- das de asesinos que forman los grupos paramilitares: Mano Blanca, Cadeq, Buitre Justiciero, Ojo por Ojo, Escuadrón de la Muerte, y otras no menos tenebrosas y sanguinarias.

Estas dos clases, dentro de las profundas contradic- ciones que las separan entre sí, tienen un denomina- dor común: son racistas y “anticomunistas”. La gran burguesía, por cuanto en ella todavía prevalece el sen- tido de superioridad de su más directa ascendencia española y su absurda pretensión de un supuesto an- cestro de nobleza. La pequeña burguesía, de indiscu- tible origen mestizo, se duele y trata de ocultar, sin lograrlo, su herencia indígena y, en su frustración, su extremado racismo resulta ridículo y cruel. Ambas clases maniiestan un desprecio absoluto por las ra- zas descendientes de los mayas que forman nuestras mayoritarias masas campesinas, tan vilmente explo- tadas. Este detestable sentimiento racista, inculcado al blanco y al criollo desde la colonia, los hace consi- derar a “los indios” como seres inferiores -no olvide- mos que por varias generaciones y centurias los tuvie- ron sometidos a la esclavitud y con gorda obligación de trabajar para ellos, “los amos”, en condiciones de explotación incaliicables. Los señalan y acusan de ser personas (después de va- rios siglos les reconocieron, al in, esa calidad) llenas de vicios: borrachos, haraganes, inútiles, tarados, ra- teros, pícaros, traicioneros, etcétera, etcétera. Epíte- tos a todas luces injustos y ofensivos, no tanto por su carácter peyorativo, cuanto por carecer en lo absoluto de fundamento.

Injustos, puesto que durante la dominación españo- la, en que fueron despojados del territorio nacional

273 del cual eran y siguen siendo los legítimos dueños, se les hizo trabajar a sangre y fuego, en bárbara escla- vitud física. Los conquistadores y sus descendientes, los criollos, se enriquecieron a sus costillas y median- te las acciones más increíbles de latrocinio. Después de la Independencia y hasta nuestros días -salvo en el lapso del decenio revolucionario 1944 a 1954- esos “despreciables indios” son los que bajo la nueva escla- vitud económica (salarios de hambre y trabajo forzoso) del sistema capitalista imperante, han trabajado y lo siguen haciendo, de sol a sol, no en su propio beneicio sino en el de la minoría de terratenientes semifeuda- les que acaparan la tierra en toda la República. Si no fuera por el insustituible concurso de esa gran masa campesina no se levantarían las cosechas de café, al- godón, maíz, frijol, caña de azúcar, trigo, henequén, papa, kenaf, citronela, té de limón, cardamomo, etcé- tera, etcétera. En una palabra, son el principal sus- tento y la base de la producción agrícola de la nación.

Ofensivos, por cuanto ni los blancos, ni los criollos, ni los mestizos, llevan una vida tan pura y honesta como esos admirables descendientes de los mayas. Con ejemplar paciencia, serenidad, altivez y estoicismo, han demostrado su alta calidad humana al soportar por centurias el trato cruel, la explotación, el escar- nio, la brutalidad y la injusticia de las clases domi- nantes que han sido y son sus verdaderos enemigos: iglesias, oligarquía, dictaduras militares y civiles e im- perialismo. Confían únicamente en su propia fuerza espiritual, en la omnipresencia de sus dioses protec- tores y en la lucha que en su favor, día a día, desde la Revolución de Octubre de 1944, cientos de patriotas revolucionarios siguen librando en contra de la opre- sión interna y la dominación extranjera, decididos en el día de la victoria no lejana, a cambiar las viejas e injustas estructuras políticas, económicas y sociales, que imperan en la República.

274 La mayoría de estas familias de la grande y de la pe- queña burguesía, a pesar de que la primera desprecia a la segunda y ésta sólo ambiciona a vivir como la primera, habitan en la Capital de la nación y en nú- mero mucho menor, en las principales ciudades de los departamentos. De todas ellas podría airmarse que dentro de su propio país son verdaderas “turistas”. Han visitado Antigua Guatemala, Chichicastenango y el Lago de Atitlán. Hasta allí termina su conocimiento nacional. Lógicamente hay excepciones que han viaja- do hasta Europa, pero para todas ellas “no hay nada comparable con los Estados Unidos” y su mayor pla- cer es ir de compras a Nueva Orleans o a Miami. No obstante sus antogonismos de clase, son feroces aliadas contra toda reforma social y económica que pueda alterar las arcaicas estructuras semifeudades y neocoloniales de explotación del pueblo. Aunque la clase media apoyó en sus inicios la Revolución de Oc- tubre de 1944, se tornó en su ciega enemiga cuando la propaganda imperial, la Iglesia y los contrarrevolucio- narios, la hicieron caer en el abismo de la confusión y el pánico con la propaganda falaz del “terrible peligro comunista” y con la perversa especie de que las justas reformas y las medidas socioeconómicas que se rea- lizaban durante ese periodo, en favor de las grandes mayorías marginadas, podrían llegar a cambiar las cómodas condiciones de vida de que estaban gozando.

De la clase media han salido desde hace años, la ma- yoría de los oiciales que integran los mandos del “ejér- cito nacional”. Como se verá en el capítulo que trata sobre la historia de esa institución, más de 2.300 de ellos han sido entrenados y colonizados en los centros de indoctrinación especial que tienen los Estados Uni- dos para formar los vendepatrias de América Latina: Fort Benning, Georgia, Fort Leavenworth, Kansas, Es- cuela de las Américas en Panamá, etcétera.

275 Ambas clases hacen permanente alarde de ser “pro- fundamente católicas” y asisten a servicios religiosos y reciben los llamados “sacramentos”. Todo ello no obs- ta para que si no todas, muchísimas de las personas que las integran, violen a diario la mayoría de los Diez Mandamientos y la esencia del cristianismo auténtico. Los genocidas y “generales” Carlos Arana Osorio, ex presidente de la República y Kjell Laugerud García, su impuesto sucesor, obscenamente se retratan bajo cruciijos, asisten a misas y procesiones y comulgan con frecuencia. Así como ellos, muchos otros jefes y oiciales militares, siguiendo los planes estratégicos del fascismo y el falangismo, traicionaron la tradición laica del país y de su institución, que había sido una de las máximas conquistas nacionales de la Reforma Liberal de 1871 y quieren aparecer como paladines y defensores de la “civilización cristiana”.

La llamada “sociedad guatemalteca”, tradicionalmente integrada por la clase “aristocrática” de la gran bur- guesía, ha sido sistemáticamente iniltrada por la clase media y juntas han hecho aumentar su corrupción y estulticia. Son el sustento y las modernas esclavas de una creciente penetración de la anticultura yanqui y del dominio económico imperialista de la nación, con su corolario de una emergente “sociedad de consumo” que las han hecho presas y víctimas directas de sus maqui- naciones de lo superluo y el despilfarro. En este ensayo y en páginas posteriores haremos otras consideraciones sobre otros aspectos y acciones de estas clases sociales. Ahora concretémonos a señalar cómo actuaron en los días angustiosos de la hecatombe terráquea.

Al encabritarse la tierra con los tremendos temblo- res del 4 de febrero y días subsiguientes, el terror, el sentido de culpabilidad y el instinto de conservación, frente a las incontrolables fuerzas de la naturaleza, sacudió de tal manera sus dormidas y duras concien- cias, que entre rezos y oraciones, que pensaban les

276 servirían de “seguros contra el inierno” y “boletos para el cielo”, algunas familias se ofrecieron volunta- riamente a prestar ayuda a la población.

En efecto, incorporadas a los distintos comités que se for maron para suministro de agua, transporte de alimentos, resca te de heridos y muertos, descombra- miento, primeros auxilios, etcétera, colaboraron ei- cazmente y hasta llegaron a dar apor taciones de dine- ro en efectivo para aliviar las perentorias nece sidades de gentes que se hallaban en el mayor desamparo.

Aunque es cierto que esta actitud paternalista, la ha segui do realizando una minoría de las citadas cla- ses, movilizadas por un natural sentido de solidari- dad y humanismo, hay que re conocer que muchas de las familias que actuaron de esta mane ra lo hicie- ron también impulsadas por el temor de que las mu chedumbres duramente golpeadas por la adversidad y carentes de todos los medios de subsistencia, lle- garan a la desesperación y se vieran obligadas a bus- car de cualquier manera alimentos, ropa o abrigo, sin respetar “el sagrado derecho de la propiedad privada” de las clases privilegiadas. Esto resultó evidente por cuanto los hechos demostraron que tan pronto como los temblores disminuyeron en intensidad y la policía y el “ejército nacional” proclamaron que las mayorías hambrientas y marginadas estaban bajo el control de las ametralladoras y las organizaciones paramilitares de asesinos, reanudaron su tarea sangrienta de re- presión contra los enemigos del régimen (so pretexto de que eran delincuentes que cometían pillaje), to- dos aquellos aparentes sentimientos de solidaridad y humanismo que en los momentos trágicos tuvieron para sus connacionales, los mandaron al diablo. Y de nuevo volvió a campear en los mencionados miembros de las clases dominantes, la indiferencia, la discrimi- nación racial, la explotación económica y su decidido apoyo a los verdugos del pueblo.

277 Causas del terremoto: opiniones religiosas

La ignorancia de los pueblos primitivos les hacía su- poner que los movimientos sísmicos que acaecían en sus territorios eran causados por fuerzas esotéricas inexplicables. Por dioses enfurecidos o insatisfechos u ofendidos, o por acciones de seres monstruosos que vivían en las entrañas de la tierra.

Los antiguos mayas creían en una leyenda, aún res- petada por algunos ancianos de esa ascendencia. Se- gún ella, el mundo era un enorme cubo de tierra que cuatro dioses sostenían sobre sus hombros. Cuando la población crecía desmesuradamente, los dioses exasperados por el excesivo peso, sacudían el cubo y al ejercer de esta manera el control demográico -pues miles de habitantes caían al abismo- producían terri- bles terremotos.

En el Popol Vuh, el libro nacional de los Quichés de Guatemala, se menciona a Cabracán como un dios poderoso y tan soberbio como su hermano Zipacná, ambos hijos de VucubCaquix a quien disputaban su grandeza. Mientras Zipacná airmaba: ¡Yo soy el que hizo la tierra!, Cabracán gritaba: ¡Yo soy el que sacudo el cielo y conmuevo la tierra! y, en efecto: “al más pe- queño golpe de sus pies sobre la tierra, se abrían las montañas grandes y pequeñas...”

Los japoneses estaban convencidos de que los tem- blores que convulsionaban constantemente sus islas, obedecían al hecho de que el planeta estaba asentado sobre una inmensa araña, la cual, al moverse, causa- ba los cataclismos.

Para los primeros habitantes de la castigada región sísmica de la península de Kamchatka, en Rusia, la culpa de los desastres teutónicos que sufrían, era imputada a un gigantesco perro llamado Kosei, cuya guarida se hallaba en las profundidades de la penín- 278 sula. Este vil can, fastidiado por la nieve que se le acumulaba en la piel, de pronto se sacudía violenta- mente, desencadenando así los sismos.

En la antigua Grecia, aun Pitágoras, con su extraor- dinaria cultura e inteligencia, sostenía que la causa de estos fenómenos telúricos obedecía a una lucha a muerte que los temblores sostenían entre sí.

A medida que el cristianismo, con su doctrina y su ilosofía monoteísta se extendía por el mundo, todas aquellas teorías, casi infantiles, fueron perdiendo su fuerza como también la perdían las concepciones pa- ganas y politeístas que sustentaban otras civilizacio- nes. Ya no se atribuía la responsabilidad de esos fe- nómenos de la naturaleza a los mencionados seres o a las deidades de otras religiones. Ahora era muy di- ferente. Existía “un solo Dios verdadero, omnipotente, omnipresente y misericordioso”, al cual le colgaban aquellos desastres, unos como “simples prevenciones” para que los pecadores enmendaran su conducta des- enfrenada y, otros, como “castigos divinos” para que expiaran sus culpas, ya que habían incurrido en terca reincidencia.

En Inglaterra (1750), el arzobispo de Londres, Thomas Sherlock, dijo a sus feligreses que los sismos acaeci - dos en esos días en las islas británicas eran “adver- tencias divinas” para que los londinenses “se arrepin- tieran y expiaran sus pecados”. En 1777, John Wesley escribió: “No existe nada que tenga tanta inluencia para el arrepentimiento de los pecadores, que el ‘aviso divino’ de un terremoto”.

En el Reino de Guatemala, durante la época colonial, las autoridades eclesiásticas y los clérigos y monjes bajo su dependencia se aprovechaban del pavor que causaban los temblores para aterrorizar a “los indios” y para subyugarlos más, ideológicamente, bajo la

279 amenaza de que el Dios rubio que ellos habían impor- tado, les enviaría nuevos desastres, a menos que se convirtieran deinitivamente a la nueva religión y aca- taran, sumisamente, su autoridad. Tácticas similares empleaban con sus coterráneos españoles y con los criollos, en su mayoría ignorantes y por lo mismo, fa- náticos. De esta guisa les mantenían bajo su dominio espiritual y seguros de sacarles los diezmos y primi- cias y otras contribuciones económicas.

Sólo de esta manera se explica que durante los fa- mosos terremotos de Santa Marta (1773), cuando la ciudad se desplomaba, las clases dominantes, presas de pánico confesaran públicamente sus pecados, la corrupción en que vivían y se acusaran unos a otros por el ingrato tratamiento que daban a “los pobres in- dios” e hicieran falsos propósitos de enmienda.

Toda esa política de “terror divino” invocada por la Iglesia Católica para mantener su sistema de domi- nación ideológica y económica sobre las masas fana- tizadas, aunque nunca podría justiicarse, parecería explicable en aquellos tiempos de la colonia espa- ñola, por cuanto existía una ignorancia crasa de los fenómenos cientíicos de la naturaleza. Pero resulta inconcebible y afrentoso que en nuestro tiempo -de la era espacial, de los viajes a la Luna y Marte y el gran avance de la ciencia para predecir, controlar y provocar terremotos- las autoridades eclesiásticas de Guatemala, esgriman semejantes argumentos como armas aviesas para disfrazar su insoslayable res- ponsabilidad histórica y actual y su actitud cómplice con la infrahumana situación en que vive el pueblo de nuestro país. Situación que tales autoridades han mantenido hipócritamente cubierta con una cortina de pom y de incienso, así como del blasfemo sainete de liturgias esplendorosas. Como prueba irrefutable de estas airmaciones, paso a citar las declaraciones hechas a la prensa, televisión y radio, así como los

280 documentos publicados en esos días por los propios jerarcas de la Iglesia Católica guatemalteca.

El Cardenal, arzobispo Mario Casariego, al día si- guiente del terremoto envió un mensaje radiotelevisa- do a sus compatriotas en estos términos:

“Pueblo de Guatemala, hermanos e hijos todos ama- dísimos: ...Y he aquí que nuevamente debo dirigirme a vosotros en esta oportunidad, amadísimo pueblo de Guatemala, para recoger vuestro dolor y el mío, y levantar hasta el Señor nuestro clamor... Y mientras hoy recogiendo, amadísimo pueblo, este clamor que es el clamor de todos, no puedo menos que intentar hablar al corazón de cada uno: es la hora de la con- versión, es la hora de la misericordia. Adoctrinados por nuestra Fe sabemos que en los acontecimientos humanos como en los fenómenos naturales, está pre- sente la mano de Dios. En los primeros, entrelazán- dose con la libertad humana que resiste o acepta el querer divino, y en los naturales como claro dominio de Dios sobre su creación, la cual dispone y gobierna sabiamente. Por un instante Dios ha puesto su dedo en nuestras vidas y en nuestros bienes terrenos. ¿Por qué? Amadísimos fíeles, a cada uno Dios nos habla. No es el momento para volvernos blasfemantes ha- blando de inexplicables fuerzas ciegas, sino de reco- nocer el poder y la bondad y la misericordia de Dios. En los momentos de las grandes calamidades de los pueblos, espontáneamente acude la enseñanza de la Sagrada Escritura:

Dios ama y porque ama corrige, endereza, despierta... Y Dios ha puesto un dedo. Dirás, quizá, que esto es aprovecharse de tu miedo; pero el padre bueno y sabio ¿no corrige al hijo que quiere? ¿Y no habremos resis- tido tanto que hemos obligado a Dios a obrar así?. . . Todavía resuenan en mis oídos las palabras que dijera un moribundo que fui a auxiliar en uno de los hospi-

281 tales esa fatídica madrugada del 4 de febrero, frente a otros sacerdotes y doctores, de que esta tragedia era un castigo de Dios, debido a que se había ofendido pú- blicamente a su Santísima Madre y Madre nuestra, la Virgen María... Pueblo de Guatemala, amadísimos ie - les volvamos a Dios con corazón sincero. Confesemos nuestros pecados delante del sacerdote y pidamos la absolución sacramental y la penitencia. No hagamos que Dios asiente pesadamente su mano y todo lo nues- tro con nosotros desaparezca. No son palabras vanas, son palabras de vuestro Pastor puesto por Dios. No querrán los sacerdotes resistirse a escuchar confesio- nes, alma por alma; ni los ieles a confesarse, pecado por pecado. La misericordia abunda; pero la justicia reclama. Y es justo pedir perdón a Dios... Fortalecidas así nuestras almas, amadísimo pueblo de Guatemala, vuestra ayuda a los que han quedado sin pan, a la re- construcción de nuestro templo mayor, la Santa Igle - sia Catedral Metropolitana, como de los otros templos que pasan de 17, será de este modo la señal exterior de algo más profundo operado en el alma de cada uno, será el símbolo auténtico y personal de volver a Dios... Os bendigo a todos de todo corazón en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.

Pocos días después, el 20 de febrero (Diario El Grái- co), dio a la publicidad el Mensaje de la Conferencia Episcopal de Guatemala, cuyos términos, aunque en- traban en contradicción en alguna de sus partes con las airmaciones del cardenal Casariego, no por ello dejaban de ser menos amenazantes para los fanáticos creyentes. Transcribimos los principales párrafos:

“ .. Dios, nuestro Padre, nos habla por medio de los acontecimientos. El sismo que acaba de sufrir nues- tro pueblo se inscribe en el Plan de Salvación de Dios, que nos tiene un amor ininito y que, si permite que su pueblo sufra los efectos de fenómenos naturales tan horrendos, jamás lo hace por venganza o por cas-

282 tigo, sino para invitarnos a la relexión y al esfuerzo que nos impulse a ser más humanos y cristianos. No- sotros pensamos también que este acontecimiento es una llamada de Dios para que nos unamos más, nos sintamos más hermanos y seamos más solidarios, haciendo resaltar los originales y auténticos valores de nuestro pueblo. Pero especialmente pensamos que tanto sufrimiento sería una tragedia aún más terrible, si no aprovecháramos la llamada divina. Guatemala ha compartido con Cristo su pasión y su muerte. Mi- llares de guatemaltecos quedaron sepultados entre los escombros de las casas derruidas y varios cientos de miles viven todavía horas de angustia e inseguri- dad. Pero apunta la aurora de la resurrección: Pone- mos nuestra conianza en Dios, al que amamos como Padre lleno de bondad y misericordia; nos sentimos protegidos por la Virgen Santísima, a la que nuestro pueblo siempre ha honrado como Madre y Esperanza Nuestra...”

Cualquier persona con dos dedos de frente comprende la maniobra confusionista y artera que encierran estas declaraciones hechas especialmente para seguir des- orientando a las masas ignorantes y fanáticas. Pensa- mos que si un cristiano de mediana cultura las lee, es seguro que será invadido de una “santa ira” al consta- tar que los máximos representantes religiosos de una nación, se burlen tan cínicamente de sus feligreses. No es remoto que aun algunos católicos más perspicaces que la masa fanatizada, analicen las citadas expresio- nes y para convercerse de la falsedad de las premisas empleadas malévolamente por los jerarcas iglesieros, se planteen estos simples interrogantes:

¿Fue en realidad el terremoto, como lo airmaron los obispos de la Conferencia Episcopal, una parte del “plan de salvación” de Dios, que nos tiene un amor ininito? o ¿sería en verdad “un castigo de Dios” por los pecados cometidos por el pueblo, como lo airmó el

283 cardenal Casariego? Luego, razonarían severamente as¡: No cabe duda de que si cualquiera de estas ab- surdas o infantiles (¿por qué no llamarlas: perversas?) declaraciones, tuvieran siquiera una mínima base de posibilidades- juzgados exclusivamente desde el pun- to de vista de la Fe- que desde luego no la tienen, resultaría evidente de que el Dios de que hablan el cardenal y los obispos, no tiene ninguna de las carac- terísticas esenciales de una entidad sublime, pletórica de misericordia y amor (como se les ha hecho creer a los cristianos), sino que por el contrario se trata de un ser vulgar, carente de la más elemental inteligencia y sabiduría, dotado de todas las bajas pasiones huma- nas, principalmente del rencor y la venganza. Además de tales razonamientos les invadiría un sentimiento de repulsa y desprecio hacia los dirigentes máximos de la iglesia guatemalteca al comparar sus aviesas declaraciones con las emitidas por el Papa Pablo VI (Excélsior, p. 2-A, 11 de junio de 1976), en las cua- les deine a Dios: “como el eterno principio y la suma bondad”. Y entonces se preguntarán: ¿Quién tiene la razón, el Papa o el cardenal y sus obispos? Puesto que si Dios es la suma bondad, como dijo Pablo VI, no puede admitirse que se ensañe en castigar en Guate- mala al miserable pueblo desamparado y menos a la gran masa campesina explotada secularmente por los propios curas y las clases dominantes. ¿Y cómo es po- sible, pensarán también, que si se trataba de castigar a los pecadores, se haya ensañado contra quienes no lo son y haya dejado “vivos y coleando” y gozando de todas sus fechorías e iniquidades a los opresores, a los verdugos, a los militares genocidas, a la oligarquía despiadada y a la propia Iglesia traicionera?

Estos críticos católicos concluirían en suponer que la jerarquía eclesiástica guatemalteca está integrada por un grupo de tarados, o de ignorantes o, quizás de algo peor, de un núcleo de perversos fariseos que persi- guen seguir manteniendo al pueblo en el error de la

284 verdadera esencia espiritual del cristianismo y en el terror ideológico sistematizado.

Y tales suposiciones no se hallan lejos de la realidad. Baste para demostrarlo, estas otras declaraciones he- chas por el obispo auxiliar de la arquidiócesis de Gua- temala, Mario Martínez de Lejarza, el 13 de febrero de 1976 al Diario El Gráico: “Es doloroso decirlo, pero fue preciso que ocurriera una tragedia de la magnitud de ésta que ahora nos conturba, para que nos hayamos dado cuenta de cuán abandonados han estado muchos miles de gua- temaltecos”.

A pregunta del reportero sobre si tal situación justii- caba la lucha de clases existente en el país, dijo:

“Soy declarado enemigo de la lucha de clases, pues ésta no conduce a nada...” Para cualquier persona que esté un poco informada de la actitud de la Iglesia Católica en Guatemala, estas declaraciones son total- mente inaceptables. Mas para todos aquellos lectoras o lectores que no lo están, es imperativo que sepan que tal institución ha jugado un papel abominable desde la época colonial hasta nuestros días. Preocupada en mantener a lote sus jugosos privilegios y el sistema semifeudal y colonial, primero, y luego el neocolonia- lismo, se ha opuesto encarnizadamente al cambio de las estructuras económicas y sociales de la nación y naturalmente, a la lucha de clases. Consecuente con tan injusta posición, fue enemiga acérrima de la Re- forma Liberal de 1871 y más tarde de la Revolución de Octubre que loreció de 1944 a 1954. Recientemente no ha tenido el menor escrúpulo, en un falso ecume- nismo religioso, de hacer estrecha alianza con las Igle- sias Protestantes, puntas de lanza del imperialismo, a in de que unidos -la unión hace la fuerza- contribu - yan a mantener incólume la bárbara situación en que

285 viven las mayorías del país. Para todas estas iglesias, que abiertamente traicionan los ideales y la esencia del cristianismo auténtico, el sistema de explotación del hombre por el hombre y la injusticia social, de- ben prevalecer. Lo establecido (el “stablishment”) es parte del “Plan de Salvación de Dios que nos tiene un amor ininito”. Airman que el statu quo “es un man- dato divino” que las masas, muertas de hambre, en la miseria e ignorancia, deben aceptar y respetar como “buenos católicos”, pues no deben olvidar que con ta- les sufrimientos se ganarán la Gloria eterna:

“...Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el Reino de los Cielos... “

Ante tales hechos, falsedades, engaños y amenazas de castigos eternos, lanzados por las autoridades ecle- siásticas guatemaltecas para aterrorizar a los igno- rantes ieles y sacar ventaja de su fanatismo para -per petuar la dominación ideológica sobre ellos, no cabe duda alguna de que Carlos Marx tenía absoluta razón cuando escribió:

“...las religiones son el opio de los pueblos... “

Según el obispo Martínez de Lejarza, fue indispensa- ble que murieran 23.000 guatemaltecos, 77.000 que- daran heridos, cientos desaparecieran, y 1.000.000 perdieran techo y abrigo, “para que nos hayamos dado cuenta de cuán abandonados han estado muchos mi- les de guatemaltecos. . .”

Estas declaraciones son impúdicas y cínicas. Con ellas quiere engañar a la opinión pública nacional e internacional -dentro de una aparente ignorancia o bondadosa ingenuidad, producto de una maniobra hi- pócrita a todas luces condenable- pretendiendo que la Iglesia Católica no tenía ningún conocimiento anterior al terremoto, sobre la situación de miseria, enferme-

286 dad, abandono, ignorancia, opresión, explotación y marginación que ha estado sufriendo nuestro pueblo bajo los regímenes impuestos por los Estados Unidos desde hace más de dos décadas. Bien enterados y con maniiesta culpabilidad han estado de tal situación, tanto el señor obispo Martínez como los otros jefes de la citada iglesia. Pero “nada queda oculto bajo el sol. . .” Insensatamente pensaron que por muchos años más podrían seguir escondiendo bajo sus sotanas al- midonadas, la pavorosa realidad existente en el país. Creían irmemente que sus jugosas canonjías, conce- siones y prebendas serían eternas. Nunca imagina- ron, que un terremoto (su “Dios” les jugó una mala pasada) sacaría a luz, además de la mísera condición en que se halla nuestra población, el engaño, la po- dredumbre y la corrupción que corroe a las iglesias en general y, en particular, a la Católica reaccionaria que nunca se ha preocupado de cumplir en lo más mínimo su blasonada misión cristiana, sino que por el contra- rio la ha traicionado sistemáticamente.

Al in cayó esta Institución de su falso pedestal. Ya podría seguir pregonando ser paradigma y defensora de los más caros valores espirituales. Cayó también su antifaz y apareció su rostro siniestro donde la am- bición de poder, de bienes y dinero, la concupiscencia y la hipocresía, dejaron marcas profundas de ignomi- nia. Cuadro que se hace más sombrío cuando dentro de su marco aparece la inconcebible complicidad y permanente alianza con la oligarquía, el imperialismo y los verdugos del pueblo ascendidos a entorchados generales.

Bueno es aclarar que la ceguera religiosa no ha he- cho presa de todos los guatemaltecos. No todos son rebaño. Muchos de ellos se han liberado del fanatis- mo y conocen muy bien las maquinaciones de estos siniestros personajes de la vieja iglesia, así como los ines aviesos y perversos que persiguen. La injusta y

287 anticristiana posición de tales dirigentes religiosos se hace cada vez tanto más despreciable cuanto más se comprueban sus bajas actitudes. Un solo ejemplo: el propio cardenal Casariego ha bendecido tanto las ins- talaciones militares que se han puesto en servicio, cor- no los vehículos y armas para reprimir al pueblo que han sido obsequiadas por las agencias estadouniden- ses POS -Oicina de Seguridad Pública- y AID -Agencia Internacional para el Desarrollo-; celebra misas para los militares genocidas a quienes bendice y da la “san- ta comunión”; y además de todo esto, ha otorgado su apoyo incondicional al régimen castrense que contra la voluntad popular impera en la República.

Sería imposible tratar aquí, por su extensión, muchí- simos otros aspectos del nefasto papel que las iglesias han jugado en Guatemala. Sin embargo, volveremos en este ensayo a tratar algunos otros temas relaciona- dos a su acción religiosa. En mi reciente libro, Tras la Cortina de Banano,* hicimos algunas referencias so- bre este serio problema que tanto daño ha causado en el campo ideológico de nuestro pueblo. Menciono en dicha obra el importante movimiento posconciliar, que trata de digniicar a la Iglesia Católica y reencau- zarla por los caminos de un auténtico cristianismo en defensa de los explotados y marginados. Expongo en ese trabajo mis dudas sobre la sinceridad de esa ac- titud revolucionaria, pues ante el desprestigio y repu- dio mundial en que ha caído por su complicidad con los opresores, bien podría tratarse de una maniobra para recuperar una posición más decorosa. No debe olvidarse que esta Institución ha sido tan hábil, que ha logrado sobrevivir casi dos mil años. Entre estos movimientos posconciliares, bien podría airmarse que el más interesante es el llamado “Cristianos por el Socialismo” cuyos miembros aceptan los métodos de lucha del marxismoleninismo, por considerar que el Socialismo es la doctrina cientíico-política que más cerca está del verdadero cristianismo.

288 Pasemos ahora a conocer las explicaciones cientíicas, que son las únicas aceptables, sobre los fenómenos telúricos.

Opiniones cientíicas Era natural que después del terremoto del 4 de febre- ro de 1976, los investigadores guatemaltecos y nume- rosos geólogos extranjeros que llegaron al país, dieran sus puntos de vista sobre las causas naturales que produjeron el cataclismo. En el Diario El Gráico, p. 5 del 24 de febrero del mismo año, se publicó un resu- men del importante estudio del geólogo Gabriel Dengo titulado Estructura geológica, historia tectónica y mor- fología de América Central. Del citado trabajo sinteti- zado, algunos párrafos son tan interesantes que me- recen su transcripción:

“Debido a la distribución actual de los continentes, existen en el planeta ciertas zonas particularmente sujetas al cambio. El área del continente america- no sobre el cual está asentada la placa de la corteza terrestre que sostiene a la América Central, es una zona muy activa. A lo largo de milenios, la geografía y la geología de Centro América se ha ido deiniendo, surgiendo cadenas de montañas y volcanes, lagos y valles, que en buen número se encuentran asentados sobre antiguas fallas geológicas todavía activas, que producen temblores y terremotos, transformando el aspecto físico de la región. En este proceso han jugado un papel determinante las relaciones que la región de Centro América tiene con las otras placas de la corte- za terrestre, particularmente con la del Caribe y la del océano Pacíico. . .”

“La relación entre las zonas de fractura del Pacíico y del Caribe no es simple. El patrón actual de esa región está gran parte deinido por zonas de fracturas de grandes proporciones, cuyas características indican

289 que a lo largo de ellas se han producido movimien- tos horizontales de diferentes intensidades, causando terremotos durante milenios. Se considera que dicho patrón tectónico es muy antiguo... “

Otros geólogos guatemaltecos señalaron que el fenó- meno fue causado por el desplazamiento de la corteza terrestre en la falla del Motagua y en la de Siquinalá, ambas situadas en el territorio nacional; que el des- plazamiento obedeció a la liberación de la energía que presionaba sus bordes. Esta opinión fue compartida por varios cientíicos extranjeros que visitaban la Re- pública en aquellos días.

En Italia dos geólogos de esa nación expresaron a la prensa una opinión que difería con lo anterior, en cuanto a la causa de la hecatombe. Para ellos la res- ponsabilidad de los sismos la tenía la Agencia Federal de Energía de los Estados Unidos, la cual, minutos antes del terremoto en Guatemala, había hecho deto- nar dos gigantescas bombas termonucleares en for- ma subterránea. Los infernales artefactos estallados en Yucca Flats, Nevada, tenían cada uno la increíble fuerza destructiva superior en mil quinientas veces a las que -en un acto de barbarie y genocidio criminal contra la humanidad, sin paralelo en la historia- lan- zó aquella nación en 1945 contra las indefensas po- blaciones japonesas de Hiroshima y Nagasaki

(Excélsior, 5 de febrero de 1976).

La opinión de los cientíicos italianos llegó a Guatema- la por los canales de la Prensa Asociada (AP), y una vez conocida por parte del público, se extendió como un reguero de pólvora encendida por todo el territorio nacional, provocando la natural indignación. En mu- chos sectores tuvo el efecto de acrecentar el odio con- tra los imperialistas y, en otros, aun los más reaccio- narios, una ira no disimulada. El descontento popular

290 fue “in, crescendo” cuando la misma agencia noticiosa (AP) dio cuenta (Excélsior, 15 de marzo de 1976) que el día anterior la Agencia Federal de Energía de Estados Unidos había realizado otra prueba subterránea nu- clear en Mercury, Nevada, y otro gran terremoto sacu- dió de nuevo a Guatemala, provocando más muertos y heridos, así como serios derrumbes que volvieron a bloquear los caminos que ya habían sido despejados desde el 10 de febrero.

Días antes de esta nueva explosión nuclear, el Congre- so de la República de Guatemala, ante la indignación nacional que presionaba a los diputados para que se protestara contra Estados Unidos por estas pruebas atómicas, se vio obligado a solicitar al Poder Ejecutivo que se investigara por una comisión cientíica sobre la posibilidad de que los sismos hubieran sido causados por aquellos estallidos realizados en Nevada.

(El Gráico,, 8 de marzo de 1976). Naturalmente, nada se hizo al respecto.

La Agencia de Investigación y Desarrollo de la Ener- gía en los Estados Unidos, alarmada ante el repudio nacional y el de la opinión pública mundial, por la responsabilidad que se le imputaba en el desastre guatemalteco, se vio obligada a emitir las siguientes declaraciones oiciales (Diario El Gráico, Agencia EFE marzo 6, 1976):

“Las explosiones subterráneas atómicas realizadas por los Estados Unidos en Nevada, no fueron la cau- sa de los terremotos de Guatemala. Dos explosiones subterráneas fueron efectuadas el pasado 4 de febrero en Yucca Flats, a las 14h20 y a las 14h40. El primer terremoto que sacudió a Guatemala ese mismo día no ocurrió sino cinco horas antes. Una explosión que al- canzara la falla geológica que atraviesa el país centro- americano podría promover sismos. . . “

291 ¿Sería cierto lo aseverado por la Agencia de Investi- gación y Desarrollo de la Energía de Estados Unidos, que el terremoto fue cinco horas antes que el estallido de sus dos infernales artefactos?

¿Esta simultaneidad entre las tres explosiones atómi- cas subterráneas (dos el día 4 de febrero y una el 14 de marzo) y los temblores de Guatemala, sería sólo una coincidencia?

¿Tienen los Estados Unidos capacidad para provocar y dirigir terremotos como una nueva arma de guerra?

¿Para aliviar la presión de la gran falla geológica de California y evitar otro terremoto como el que en 1906 destruyó la ciudad de San Francisco, serían capaces los Estados Unidos de haber provocado el de Guate- mala?

¿No existiendo motivo para intervenir en Cuba y no siéndoles posible “desestabilizar” su sistema político, no es probable que los Estados Unidos hayan querido causar un maremoto o terremoto en la Isla, activando la gran falla del Caimán a través de Guatemala?

Todos estos interrogantes serán contestados más ade- lante, pero se hace necesario e indispensable conocer antes las modernas teorías sobre los sismos.

En la pasada década una nueva teoría llamada “pla- taforma tectónica” parece inalmente haber clariica- do la causa fundamental de los terremotos, al mismo tiempo que ofrece una explicación muy comprensible del desplazamiento de los continentes, así como del surgimiento de montañas y volcanes.

Sostiene esta teoría que la corteza terrestre está for- mada, más o menos, por una docena de gigantescas plataformas de estructura rocosa, con un espesor de unos 120 kilómetros (70 millas), las cuales lotan so-

292 bre una capa incandescente y semiderretida donde se deslizan constantemente impulsadas por inmensas fuerzas energéticas indeterminadas. Cuando estas plataformas se desplazan, llega un momento en que se tocan. La presión de la una contra la otra hace que a veces sus bordes encajen de tal manera que cesa el movimiento y quedan inmóviles por largos periodos de tiempo. Mas, a medida que dicha presión aumenta, las orillas donde se han entrelazado sufren enormes resquebrajamientos, al extremo que las plataformas se liberan violentamente, provocando así grandes te- rremotos. Una vez separadas, continúan en su ince- sante movimiento, en tanto no se vuelva a producir el fenómeno del acoplamiento.

Cerca del Japón, la plataforma del Pacíico se halla presionando a la plataforma Euroasiática. A ello obe- cede que, dentro del ciclo natural descrito antes, el archipiélago japonés sea afectado frecuentemente por sismos de todas las intensidades.

En el Estado de California, Estados Unidos de Nortea- mérica, a todo lo largo de la gran falla de San Andrés, dos enormes plataformas se deslizan una frente a la otra. La parte de la falla asentada sobre la plataforma del Pacíico se mueve hacia el Noroeste y la otra par - te, asentada sobre la plataforma norteamericana, se desplaza hacia el Este. Estas plataformas, que habían estado quietas por años, presionadas entre sí, repen- tinamente se movieron violentamente y provocaron el terrible terremoto de San Francisco, en 1906.

Marcando en un mapa del planeta los centros más frecuentes donde acaecen los terremotos, se ha logra- do establecer que estos tienen lugar en su mayoría a lo largo de las fronteras de las inmensas platafor- mas tectónicas (baste como ejemplo el “anillo de fue- go”alrededor del Océano Pacíico, claramente locali- zado sobre la plataforma del Pacíico), sin embargo,

293 se ha establecido que también se producen en otras áreas muy alejadas de los citados puntos de contacto entre dichas plataformas. Según los cientíicos, esto obedece a que la estructura rocosa de estas gigantes planchas, a través de miles de años de sufrir enormes presiones de origen volcánico, se debilitan y al libe- rar la energía acumulada, producen también intensos movimientos tectónicos.

La República de Guatemala, infortunadamente se halla situada geológicamente en la plataforma de América del Norte y aprisionada en el Oeste por la llamada del Pacíico, y al Suroeste por la conocida como del Coco y atravesada totalmente de Oeste a Oriente por la del Caribe. La convergencia de estas plataformas con sus enormes fallas le auguran un futuro trágico que no le permitirá escapar de ser pre- sa de constantes sismos y otros terremotos de gran magnitud. Así deben entenderlo mis compatriotas y convencerse que ninguna fuerza esotérica o “man- dato divino” será responsable de las inevitables ca- tástrofes; y mucho menos, que tales fenómenos sean venganzas o “castigos de Dios” como insensata y per- versamente lo dijo el cardenal y sus obispos. Quien sí los puede desencadenar es el hombre, por medio de poderosas explosiones atómicas subterráneas, provocando con ellas la liberación de energía en fa- llas escogidas de antemano. Y para conirmar esta monstruosa posibilidad me veo obligado a citar los párrafos de un documento oicial del Senado de los Estados Unidos y cuyo contexto nos llena de asom- bro, indignación y angustia, al comprobar que de las universidades más importantes de aquella nación ha salido un grupo de cientíicos y tecnólogos que persiguen la dominación total de nuestro planeta, sin importarles para lograrlo, destruir y aniquilar a grandes sectores de la humanidad.

294 Desde hace varios meses logré obtener una copia fo- tostática del original impreso en Inglés que contiene el documento del Senado de los Estados Unidos titulado así

WEATHER MODIFICATION “Hearings before the subcomittee on Ocean and Inter- national Enviroment of the Committee on Foreign Re- lations. United States Senate. Ninety-Third Congress, Secon Session on the Need for an International Agree- ment Prohibiting the Use of Enviroment and Geophy- sical Modiications as Weapon of War and Brieing on Department of Defense Weather Modiication Activity. January 25 and March 20, 1974 (Top Secret nearing held on march 20, 1974); made public on May 19, 1974). Printed for the use of the Committee on Foreing Relations. U.S. Government Printing Ofice. Washing - ton: 1974.”

En español, el título y el texto del párrafo transcrito es el siguiente:

MODIFICACION DEL ESTADO ATMOSFERICO

“Audiencias ante el subcomité para Océanos y Medio Ambiente Internacional, Comité de Relaciones Exte- riores, Senado de los Estados Unidos. Nonagésimo Tercer Congreso, Segunda Sesión sobre la Necesidad de un Acuerdo Internacional que prohiba el Uso de las Alteraciones Geofísicas y del Medio Ambiente como Armas de Guerra y Breviario sobre las Actividades y Modiicación Climática del Departamento de Defensa. Enero 25 y Marzo 20, 1974 (Ultra Secreto para las Audiencias del 20 de Marzo, 1974; hechas públicas el 19 de Mayo, 1974). Impreso para uso del Comité de Relaciones Exteriores. Oicina de Prensa del Gobierno de los Estados Unidos. Washington:1974”.

295 El documento consta de 123 páginas y se halla dividi- do en dos partes. La primera incluye el texto completo de la Resolución número 71 del Senado de los Estados Unidos, adoptada el 11 de julio de 1973, en la cual se urge al gobierno norteamericano para que promueva la irma de un acuerdo internacional que prohiba el uso militar de las alteraciones geofísicas y del medio ambiente. En esta primera parte se incluyen los testi- monios de personas eminentes en los campos cientíi- cos y tecnológicos:

- Herman Pollack, Director de la Oicina de Asuntos Tecnológicos y Cientíicos Internacionales del Depar- tamento de Estado;

- Benjamín Forman, Asistente de Asuntos Interna- cionales ante el Concilio General del Departamento de Defensa;

- James Leonard, vice presidente de Estudios sobre Política a Seguir, de la Asociación de Naciones Unidas;

- Dr. Gordon J. F. Mac Donald, ex Director Asociado del Instituto de Geofísica y Física Planetaria de la Uni- versidad de California; Profesor de Asuntos Ambienta- les en Darmouth College, Hanover, New Hampshire;

- Dr. Thomas F. Malone, Director del Instituto Hol- comb de Investigaciones, Butler University, Indiana- polis, Indiana;

- Dr. Howard J. Taubenfeld, Instituto de Derecho Ae- roespacial, Southern Methodist University, Dallas, Texas;

- Pierre St. Armand, de la División Cientíica sobre la Tierra y los Planetas, del Centro Naval de Arma- mentos, China Lake, California.

La segunda parte del documento incluye los docu- mentos usados en la Audiencia ultra secreta del 20

296 de marzo de 1974. En ellos se explican las actividades utilizadas por el Departamento de la Defensa para ob- tener las modiicaciones climatéricas y atmosféricas sobre el Sudeste Asiático (Vietnam, Laos, Kampuchea, etcétera). Contiene, además, cartas y mapas militares y meteorológicos, y los testimonios de los siguientes funcionarios del Departamento de Defensa:

- Dennis J. Doolin, Asistente para Asuntos de Asia Oriental y del Pacíico ante el Secretario de la Defensa; - General Ray Furlong, de la Fuerza Aérea, Asisten- te para Asuntos Legislativos ante el Secretario de la Defensa;

- Teniente Coronel Ed. Soyster, del Estado Mayor Conjunto;

- Coronel Albert J. Kaehn Jr., de la Oicina del Di- rector de Investigación e Ingeniería de la Defensa;

- William Chapin, Oicina de Asuntos Cientíicos y Tec- nológicos Internacionales, Departamento de Defensa.

Tomando en cuenta la extensión del documento (123 páginas) sería imposible citar los serios y alarman- tes testimonios rendidos ante la Subcomisión sobre los graves peligros y la amenaza que encierra para la humanidad, el empleo como “arma de guerra oculta” la manipulación tecnológica de las fuerzas de la na- turaleza. En otro capítulo de este libro, al tratar el Imperialismo, se harán nuevas consideraciones sobre los puntos más sobresalientes de este pavoroso infor- me. Me concreto a señalar que el Poder Ejecutivo de los Estados Unidos, presionado por la Secretaría de la Defensa, se ha negado sistemáticamente (desde 1972) a los requerimientos del Comité de Relaciones Exte- riores del Senado de esa nación, para que se irme un acuerdo internacional que prohiba como “armas

297 de guerra” las alteraciones geofísicas y ambientales realizadas por el hombre, de las cuales, con éxito han experimentado las siguientes:

- formación y disipación de nubes

- incremento o reducción de la capacidad de lluvia de las nubes

- creación artificial de lluvias (desde simples lloviz- nas, hasta torrenciales)

- formación de huracanes, tornados, ciclones o disi- pación de los mismos

- formación y disipación de neblina

- producción o alteración en la formación de nieve

- prevención o precipitación de aludes

- cambios climatéricos de largo alcance, mediante la licuación de partes de las capas polares y cambios en la ubicación geográica de dichas capas - alteración de las corrientes de los océanos

- alteración en los climas de las áreas continenta- les (inducción de sequías o prevención de ellas; incre- mento o reducción de la humedad del suelo en zonas agrícolas, etcétera)

- alteraciones en la conductividad eléctrica en la io- nesfera

- alteraciones sobre el número y frecuencia de las descargas eléctricas en la ionesfera (rayos y relámpa- gos) con la consecuente alteración del nivel del ruido natural (truenos) en áreas escogidas del planeta, for- mación de “hoyos” o “ventanas” temporales en la capa

298 de ozono de la atmósfera, para permitir el paso sin obstáculos de las radiaciones ultravioletas del sol, las cuales, de llegar con toda su fuerza, suprimirían todo tipo de vida en el área afectada

- inducción de terremotos y maremotos o predicción y prevención de los mismos.

De antemano comprendo el asombro, el desconcierto y la angustia que se habrá apoderado de los intere- sados, lectora o lector, ante estos hechos. Esa misma reacción la hemos sentido nosotros al descubrir cuán ignorantes estamos -la mayoría de los habitantes de la tierra- de las siniestras maquinaciones tecnológicas de los imperialistas que persiguen conservar y prolon- gar por siglos su dominio sobre el mundo.

Ante esa monstruosa realidad, por mi parte considero imperativo, como un deber humanitario imposterga- ble, dar la voz de alerta y denunciar vigorosamente esta terrible amenaza que se cierne sobre gran núme- ro de países débiles, particularmente del Tercer Mun- do, los cuales, por sus inmensos recursos y riquezas naturales, serán el objetivo principal de conquista. Sus poblaciones serán diezmadas o exterminadas -to talmente sin piedad alguna (recuérdese siempre: Hi- roshima y Nagasaki) haciendo aparecer los ataques “tecnológicos” como catástrofes producidas por “fenó- menos naturales” y, no sería remoto (dado el contu- bernio de las Iglesias con el imperialismo), como nue- vos “castigos de Dios”.

Así como ya existe una clara conciencia mundial de repudio contra las armas atómicas en poder de las grandes potencias, debe hacerse una denuncia ante las Naciones Unidas y a todos los organismos que se preocupan por la paz y el futuro de la humanidad para proscribir el desarrollo y empleo de la manipula-

299 ción del medio ambiente y las alteraciones geofísicas, como “armas de guerra oculta”.

Leamos unas cuantas líneas del testimonio del Dr. Gordon J.F. MacDonald, dado en el seno del citado Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los -Es tados Unidos en la audiencia secreta del 20 de marzo de 1974:

“Entre los medios futuros para alcanzar los objetivos nacionales por mediodela fuerza, una posibilidad se encuentra en la habilidad del hombre para controlar y manipular el medio ambiente natural de su planeta”.

(Parte de la exposición del Dr. MacDonald está basada en su artículo publicado en The Viking Press, New York en 1968, y en ese entonces ya denunciaba el cientíico los peligros de los primeros experimentos para altera- ciones ambientales y geofísicas).

“Una vez alcanzado ese poder equiparará al hombre con una nueva fuerza, capaz de inligir daños indiscri- minados y de grandes proporciones. Nuestra primitiva comprensión actual acerca de la posibilidad de cam- bios deliberados en el medio ambiente natural, hace difícil imaginar un mundo en el cual los hombres se enfrenten unos a otros por medio de la guerra geofísi- ca. Un mundo semejante podría ser aquel en el cual las armas nucleares han sido ya proscritas de manera efectiva y donde los medios de destrucción en masa han pasado a ser las catástrofes naturales. Puedo preigurar, también, como alternativa, un mundo de estabilidad militar nuclear, consecuencia de un equi- librio paritario en la posesión de ese tipo de armas, pero simultáneamente inestable debido al desarrollo, por parte de alguna nación, de una tecnología avanza- da, capaz de modiicar el medio ambiente natural de la Tierra. Una tercera posibilidad es aquella en la cual las armas geofísicas han pasado a formar parte del

300 arsenal militar normal de cada nación. En este ensayo sostengo la idea de que ese tipo de armas (geofísicas) son esencialmente idóneas para guerras secretas o encubiertas”.

“Para poder apreciar correctamente las consecuencias de la modiicación del medio ambiente dentro del con - texto de las luchas entre las naciones, es menester tomar en cuenta el estado actual de la materia y la manera en que los logros más recientes en ese campo podrían llevar, de diez a cincuenta años a partir de ahora (1968), a sistemas militares y de guerra que ha- rían uso de las fuerzas naturales en una forma com- pletamente nueva e inesperada” (p. 56, doc. citado).

Respecto a los terremotos, el Dr. MacDonald dice: Cuál es la causa de los terremotos? A lo largo de la evolución geológica del planeta, la distribución des- igual de los materiales radioactivos productores de calor (que han ido acumulándose en las capas rocosas de la corteza terrestre) ha dado lugar a las diferencias de temperatura en la supericie de las diferentes par - tes de la Tierra. En las áreas continentales las rocas de granito y otras semejantes han concentrado esos elementos radioactivos cerca de la supericie. Ningu- na concentración semejante ha ocurrido en las regio- nes suboceánicas, las cuales en consecuencia pueden llegar a ser hasta cien grados centígrados más frías que las regiones continentales correspondientes. A lo largo de una línea horizontal, esas diferencias de tem- peratura, debidas a su vez a diferencias en la distribu- ción vertical de los elementos productores de calor, da lugar a grandes tensiones termales y provoca esfuer- zos análogos a aquéllos que producen las isuras en las paredes de un vaso de ibra de vidrio súbitamente llenado con agua caliente. El esfuerzo tiende a ser ma- yor en aquellas regiones donde se observan cambios abruptos de temperatura a lo largo de una línea ho-

301 rizontal imaginaria cuyo trazo atraviesa la corteza de la Tierra. La tensión puede ser parcialmente aliviada por el lujo lento y convexo de material proveniente de las profundidades de la tierra, lujo que según al- gunos geofísicos ha estado empujando y separando a los continentes. Sin embargo, esa tensión también puede ser aliviada mediante fracturas drásticas o por medio de movimientos a lo largo de fallas ya previa- mente existentes en las formaciones rocosas cerca- nas a la supericie. Este último tipo de movimientos irradia energía hacia afuera de la supericie y produce los terremotos. Aproximadamente 200 megatones de energía tensional es liberada de esta manera cada año y los más grandes terremotos corresponden a libera- ciones de energía del orden de los 100 megatones. La cantidad de energía liberada depende del volumen del material afectado. Los más grandes terremotos ocu- rren a lo largo de las fallas de 1.000 kilómetros de extensión lineal y los más pequeños ocurren en fallas de un kilómetro o menos”.

Sobre la posibilidad de controlar los terremotos el Dr. MacDonald se reirió a dos técnicas ya experimentadas:

“1. En el curso de las pruebas subterráneas de armas nucleares, en Nevada, se observó que una explosión aparentemente liberó la tensión local en ese área de la Tierra. La hipótesis es la de que una súbita alteración de la estructura cargada de tensiones subterráneas, disuelve o descarga la energía tensional del material de un área bastante grande, debido a los efectos oca- sionados por la liberación de energía como conse- cuencia de la explosión nuclear.

“2. Otro método para la liberación de la energía ten- sional parece haberse encontrado en el bombeo de agua subterránea, en Denver, Colorado, bombeo que produjo una serie de pequeños terremotos. Aquí la hipótesis es que el agua subterránea ha sido un lu-

302 bricante local que ha permitido que rocas adyacentes resbalen unas sobre otras (es decir, que dicha agua ha sido factor de inestabilidad)”.

“El uso militar de las inestabilidades que existen al interior de la parte sólida de la Tierra, debidas a la paulatina acumulación de energía tensional, requiere de un mecanismo efectivo de estimulación (o descar- ga). La instalación de un dispositivo para el bombeo de agua (subterránea) sería una medida no solamente torpe sino fácilmente detectable. En cambio, si se co- noce con antelación y de manera precisa la distribu- ción y la dinámica de las tensiones en la corteza de la Tierra, entonces como alternativa más eiciente puede contemplarse la liberación pausada o programada de la energía de fallas menores, con el objeto de estimular (activar) una falla mayor localizada a cierta distancia. Dicha liberación pausada de energía podría conseguir- se mediante pequeñas explosiones y así sería posible usar esa liberación de la energía que se ha acumulado en fallas menores localizadas a cierta distancia de fa- llas mayores, como un medio para descargar estas fa- llas mayores. Como ejemplo tómese la falla de la región de San Andrés, la cual pasando cerca de los Angeles y San Francisco es parte de la gran falla de terremotos que circunda el Océano Pacíico. Un buen conocimien - to de las tensiones al interior de esa gran falla podría permitir la activación de la falla de San Andrés, me- diante explosiones espaciadas en el Mar de la China y el Mar de Filipinas. Por contraste con cierto tipo de operaciones meteorológicas, es poco probable que un ataque de esa naturaleza pueda realizarse de manera encubierta, bajo el disfraz de terremotos naturales”.

Hasta aquí, por ahora, las aleccionadoras palabras del Dr. MacDonald. Ellas nos sirven de base para sospe - char, fundadamente, que el terremoto del 4 de febre- ro de 1976 que destruyó a Guatemala, fue provocado accidental o deliberadamente por la Agencia General

303 de Energía de los Estados Unidos, al detonar los dos gigantescos artefactos nucleares en Yucca Flats, Ne- vada, minutos antes de que acaeciera el sismo.

Con base en la información cientíica del Doctor Mac- Donald, algunos de cuyos párrafos, traducidos al es- pañol, citamos antes, hemos llegado al punto de poder formular las respuestas, por su orden, a los interro- gantes que planteamos en páginas anteriores de este trabajo:

1° No es cierto que el terremoto de Guatemala se pro- dujo cinco horas más tarde que el estallido de las dos bom- bas termo- nucleares estalladas el 4 de febrero (1976) en Yucca Flats, como lo aseveró la Agencia de Investi- gación y Desarrollo de la Energía de los Estados Uni- dos. Los citados experimentos subterráneos (fueron las 387 y 388 explosiones realizadas por los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y las 287 y 288 después de la irma del tratado soviéti- co-norteamericano de prohibición de estallidos nu- cleares en la supericie), se llevaron a efecto 3 minutos y 10 segundos antes de la catástrofe guatemalteca. La otra explosión subterránea (la 389) del día 14 de marzo (1976) tuvo lugar en Paitute, Mesa, a 160 kiló- metros de Las Vegas y fue realizada también minutos antes de que sus efectos llegaran hasta el territorio guatemalteco produciendo el gran sismo de ese día.

2° La casi simultaneidad de las mencionadas tres ex- plosiones y los terremotos en Guatemala, no fueron una coinci- dencia, como falazmente lo han asegurado los miem- bros de la Agencia de Investigación y Desarrollo de la Energía de los Estados Unidos. Del informe del citado Dr. MacDonald se deduce que los cientíicos yanquis

304 estaban en capacidad absoluta para inducir la libera- ción de energía hacia fallas menores situadas lejos de su territorio y que ya sea por error, o bien deliberada- mente, las explosiones subterráneas (dos efectuadas el 4 de febrero y la otra el 14 de marzo) provocaron los graves acontecimientos geológicos de Guatemala.

3° No cabe la menor duda de que los Estados Unidos, con tal de evitar la posibilidad de un inminente terre- moto en San Francisco, California, hayan provocado accidental o deliberadamente los terremotos de Gua- temala si con ellos aliviaban la presión gigantesca que ha estado soportando la gran falla de San Andrés. Si con el pretexto de preservar su “seguridad nacional” han cometido los más increíbles crímenes contra la humanidad: bombardeos nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki; si desencadenaron la condenable guerra contra el pueblo vietnamita, durante la cual y mien- tras no fueron vergonzosamente derrotados, masacra- ron a la población civil mediante bestiales bombar- deos efectuados con sus B- 52, cometiendo además crímenes masivos como aquel inolvidable de May-Lay; si ejecutaron las injustas e incaliicables agresiones en contra de Guatemala (1954), Cuba (1961), Repú- blica Dominicana (1965) y Chile (1973); si han sido capaces de llevar a cabo tantos hechos monstruosos (ahora se jactan de su nueva bomba de neutrones “muy humanitaria, puesto que sólo destruirá al hom- bre y no a los ediicios”), es muy razonable creer y no tiene nada de especulativo el suponer que, delibe- radamente, hayan activado, mediante las explosiones atómicas subterráneas ya señaladas, las fallas de las plataformas que bordean y cruzan Centroamérica y penetran en el Caribe.

4° Después de la merecida derrota que el imperialismo sufrió en su fracasada invasión de Cuba (1961), no se ha atrevido, hasta ahora, a intentar otra nueva. Los ha detenido la capacidad combativa y el heroísmo de

305 los cubanos, así como el temor de la segura acción de todo el campo socialista en su defensa. Ante la impo- sibilidad señalada, además del injusto bloqueo, han buscado otros caminos para agredirla indirectamente y, por tanto, no está lejos de lo real pensar que uno de ellos ha sido el de activar la gran falla del Caimán para destruir la Isla mediante un gran terremoto o desencadenando un enorme maremoto que la arrase. Las gigantescas explosiones nucleares subterráneas efectuadas el 4 de febrero de 1976, en Yucca Flats, Nevada, es muy posible que persiguieran ese crimi- nal objetivo, mas los efectos letales no alcanzaron a llegar hasta la falla del Caimán, pero sí a la falla que circunda y atraviesa Guatemala, nación que sufrió la hecatombe antes relatada.

Queden todos estos hechos execrables como un testi- monio y una acusación permanente en contra de los círculos dominantes de los Estados Unidos (genocidas directos e indirectos de mi pueblo y de tantos otros), quienes han roto todas las normas morales y las her- mosas tradiciones democráticas del pueblo norteame- ricano (desorientado, mal informado y traicionado por sus dirigentes), al cual, sin ocultamientos de ninguna especie, preparan ideológica y sistemáticamente, para desencadenar una Tercera Guerra Mundial. Corresponderá a los expertos en geología y sismolo- gía determinar cientíicamente en el futuro, si el -te rremoto de Guatemala fue provocado, accidental, pre- meditadamente, o fue ajeno a las explosiones, pero lo que sí es un hecho indiscutible y sospechoso, que demuestra la gravedad de esos experimentos para los cambios ambientales y ecológicos como armas de guerra, es que el Congreso de los Estados Unidos, en sesiones ultra secretas, por medio de su comisión res- pectiva haya tratado el Uso de las Alteraciones Geofí- sicas y del Medio Ambiente como Armas de Guerra, y

306 se haya espantado como el legendario brujo: de sus propias travesuras...

Toda esa conducta belicista e inescrupulosa del impe- rialismo, resulta tanto más despreciable y amenazan- te, cuanto que su actual vocero, el Presidente Carter, con una biblia en la mano e invocando hipócritamente el nombre de Dios -tratando así de engañar a su pro- pio pueblo y a los del Tercer Mundo- ha izado la falsa bandera de los “derechos humanos”, que su gobier- no viola internamente y ayuda a violar en nuestras naciones, mientras en la otra mano -como ingeniero nuclear que es- mantiene los dedos sobre los botones electrónicos de las armas más mortales que el hom- bre ha podido imaginar y chantajea al mundo con su nuevo juguete: la bomba de neutrones...

307 308 BIBLIOGRAFIA

Periódicos guatemaltecos : El Gráico, Prensa Libre, La Hora, La Nación,

La Hora Dominical (meses de febrero, marzo, abril y mayo de 1976).

Revista : Time Magazine (diciembre, 1975).

Revista : National Geographical Magazine (Terremoto en Guatemala, 1976).

Weather Modiication (U.S. Government Printing Ofi- ce, 1974). 1974). Traducción de Weather Modiication on: Otomel Molina, 1976.

309 310 ANEXO 2

RESOLUCION PRESENTADA POR LA DELEGACION DE GUATEMALA SOBRE:

“Una táctica ideológica imperialista de desestabilización: tildar de terrorismo a los movimientos democráticos y deliberación” ‘

311 312 Antecedentes históricos

En cuanto el fascismo hizo presa del Continente eu- ropeo y antes de que se desencadenara la Segunda Guerra Mundial, entre los métodos para consolidar el sistema, institucionalizó la violencia y el terror contra las poblaciones civiles dominadas, al mismo tiempo que por medio de los aparatos ideológicos de la infor- mación deformaba sistemáticamente la verdad.

Durante la agresión que los Estados Unidos realiza- ron en contra del Vietnam y antes de ser derrotados, entre los métodos que emplearon contra los sectores de la población civil de Saigón que apoyaban o simpa- tizaban con la lucha de liberacion, el terrorismo ocupó el primer lugar. El ex Jefe de la CIA, William Colby, organizó y dirigió personalmente la “Operación Fénix” en la cual bandas de asesinos estadounidenses trans- portados a esa ciudad, bajo la promesa de rebajarles las condenas si cumplían con “honor” su misión, se encargaban del secuestro, torturas salvajes (mutila- ciones, castraciones, empleo de reptiles, insectos y ra- tas) y luego del asesinato de los infelices que caían en sus manos.

En junio de 1954, una vez el gobierno constitucional del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán fue derrocado en Guatemala, por la intervención y agresión armada de los Estados Unidos y la traición interna de los mili- tares a su servicio, los asesores yanquis aconsejaron al primer régimen fascista que habían instalado en el poder en el Continente, institucionalizar la violencia y el terror contra el pueblo, como medio para consolidar el nuevo sistema.

Entre los años de 1965 y 1968, los veintisiete expertos yanquis trasladados del Vietnam a Guatemala, se en - cargaron de tecniicar los métodos terroristas contra

313 la población y empleando los mismas tácticas de la citada “Operación Fénix” crearon las organizaciones paramilitares de asesinos para ultimar a los simpati- zantes y colaboradores de los guerrilleros que opera- ban en el país y para eliminar a todos los opositores al gobierno. Así aparecieron La Mano, NOA, CADEG, Buitre Justiciero, el Escuadrón de la Muerte y, más recientemente, el ESA (Ejército Secreto Anticomunis- ta), organizaciones que han cometido los más horren- dos crímenes contra la ciudadanía.

Que por otra parte a escala mundial, el imperialismo con sus aparatos ideológicos de información que con- trola en todo el mundo capitalista, ha desatado una campaña internacional con el propósito de confundir a la opinión pública, identiicando la lucha de los pue- blos contra el neofascismo y las acciones de legítima autodefensa contra los aparatos represivos del siste- ma, con las acciones aisladas cometidas por personas o grupos de delincuentes que persiguen ines de lucro mediante el secuestro de personas o de aviones co- merciales.

Estas acciones aisladas, que sí son terroristas, son condenables y merecen el más absoluto repudio y la aplicación de severas sanciones en el orden penal.

Acción de solidaridad

Que es urgente y necesario desenmascarar esa táctica desestabilizadora imperialista, de confundir el terro- rismo de los delincuentes, con el derecho de legítima defensa de los pueblos que se han visto obligados, para repeler y combatir la violencia fascista institu- cionalizada, por medio de la contraviolencia revolu- cionaria.

Que como un acto de solidaridad de todas las fuer- zas democráticas y revolucionarias antiimperialistas del mundo entero con las justas luchas de liberación 314 de nuestros pueblos, se debe denunciar por todos los medios a su alcance, esta nueva táctica desestabiliza- dora de los imperialistas.

La Conferencia por la Paz, la Soberanía y la Independencia Económica*

INSTA a todas las delegaciones presentes a que hagan un llamamiento a todos los partidos, organizaciones democráticas y progresivas en sus respectivas nacio- nes, para desenmascarar ante el mundo entero esta nueva táctica desestabilizadora imperialista, de tildar de “terrorismo”, a la legítima lucha de liberación con- tra el fascismo, en que se hallan empeñados nuestros pueblos.

México, D.F., a 4 de febrero de 1978

315 316 ANEXO 3

SOBRE GUATEMALA

317 Dada la represión genocida y fascista implementada en Guatemala desde la intervención norteamericana en 1954 y el recrudecimiento de los asesinatos, tor- turas y desapariciones de personas en estos últimos tiempos, frente a las luchas del pueblo por sus liberta- des y su bienestar económico. Y en virtud que ese ge- nocidio ha sido llevado a la práctica mediante bandas paramilitares y entendimientos policíacos y militares regionales como el Consejo de Defensa Centroameri- cano -CONDECA-. esta Conferencia por la Paz, la So- beranía y la Independencia Económica,

C O N D E NA la represión fascista y paramilitar que se practica en Guatemala por la oligarquía y el impe- rialismo, y da su apoyo solidario al Pueblo de Guate- mala, a los obreros, campesinos, estudiantes y per- sonas progresistas en su lucha contra sus opresores.

México, D.F., a 4 de febrero de 1978.

318 ANEXO 4

ACLARACION Y DENUNCIA DEL CORONEL

CARLOS A. PAZ TEJADA

319 Guatemala, 4 de octubre de 1960.

Señor Director del Diario Prensa Libre Ciudad.

Señor Director: En la página ocho de la edición de hoy de su leído pe- riódico, aparece la transcripción de un boletín oicial en el que una vez más se hace igurar mi nombre, sin- dicándoseme como encargado de realizar operaciones subversivas en connivencia con el gobierno de la Re- pública de Cuba. Aunque el crédito oicial, tanto en lo que se reiere a sus publicaciones como en todas sus actuaciones en las que se requiere crédito o respeto de la ciudadanía y del mundo exterior, ha llegado, por la irresponsabilidad y la falta de honestidad que han demostrado los funcionarios públicos, a tan bajo nivel como nunca lo ha estado; y aunque ya en distintos órganos de prensa se ha emitido opinión al respecto de este género de publicaciones ya no sólo alarmantes e irrespetuosas de la honra de las personas, sino de- initivamente mentirosas, considero mi deber y mi de- recho aclarar esta situación, denunciando, tal vez sólo para que quede constancia histórica, lo que todo el mundo sabe pero que hasta ahora no se dice con toda franqueza y claridad, cuáles son los móviles y objetivos de esta clase de publicaciones viles y calumniosas.

DENUNCIO: ante la conciencia nacional que toda la publicidad que se ha hecho sobre supuestos propósi- tos intervencionistas de parte del Gobierno de Cuba en Guatemala, en connivencia con algunos ciuda- danos guatemaltecos, es falsa y tiene por objeto que haya un pretexto para cohonestar la invasión que en Guatemala se está preparando contra Cuba.

320 Esta intervención conlleva una serie de compromisos y concesiones que el presidente (que se insiste inade- cuadamente en llamarse constitucional) de la Repú- blica, ha contraído en nombre de Guatemala, ponien- do en grave riesgo la independencia y soberanía na- cionales, por sí y ante sí sin consultar siquiera, ya no digamos someter a aprobación ante el Congreso de la República como debiera ser, al adquirirse compromi- sos tan graves, en un país donde hubiera un Gobier- no Constitucional, Representativo y Parlamentario y como si Guatemala fuera su propiedad privada.

Aunque en el Congreso de la República se han hecho tímidas insinuaciones sobre estos compromisos, tales preguntas se han satisfecho unas veces con las des- caradas mentiras con que los miembros del ejecutivo han respondido y otras veces, ni siquiera han sido con- testadas y ahí termina todo, distrayéndose la atención pública con algún nuevo de los múltiples escándalos de que está saturada nuestra vida nacional por el alto grado de descomposición social a que la han llevado tantos años de corrupción política, de defraudación al pueblo y de carencia de valores humanos.

DENUNCIO, públicamente, que en la inca Helvetia, propiedad del señor Miguel Ydígoras Fuentes, encu- bierta por los hermanos Alejos, se ha establecido una base militar y aérea extranjera, con carácter de secre- ta, donde se realizan obras destinadas a una guerra de agresión, donde hay un cuerpo armado ajeno a las instituciones nacionales legítimas, integrado por ex- tranjeros y algunos guatemaltecos mercenarios. En este lugar se ejerce un control y vigilancia que impi- den la circulación de los ciudadanos guatemaltecos en forma amenazadora y humillante como sólo se ve en países ocupados por ejércitos extranjeros o en aque- llos regidos totalitariamente. La pista de aterrizaje en la ciudad de Retalhuleu y la radiodifusora establecida

321 en el Puerto de Santo Tomás, ahora llamado Matías de Gálvez, no son más que anexos de funciones secun- darias a las obras secretas, destinadas a ser la parte visible de ellas para engañar al tantas veces engaña- do pueblo de Guatemala. Es una descarada mentira decir que la “iniciativa privada” invirtió ochocientos mil quetzales en un aeropuerto para exportar cama- rón (no habiendo una lota adecuada para pescarlo) o que se invierta una enorme suma -no presupuestada ni iscalizada- en una radiodifusora, cuando al mismo tiempo se cierran otras fuentes de trabajo por la ban- carrota a que la deshonestidad administrativa actual ha llevado al país. Nadie lo ha creído, pero nadie lo ha desmentido públicamente.

Los móviles que han llevado al gobernante a esta política de impúdico entreguismo son obviamente, conseguir la posición vacante de Trujillo y, mediante alianzas militares pactadas secretamente y de mane- ra personal, y sin ninguna cortapisa legal, ya que la legalidad está desterrada del país, asegurarse la per- manencia en el poder, que le ha sido tan productiva a él y a sus parientes y allegados, permanencia que ve amenazada por el enorme descontento de todas las capas sociales, especialmente las populares, debido a su fracaso como administrador y a su nulidad como estadista.

DENUNCIO, que lo airmado en el boletín de referen- cia, publicado cuando ya va siendo tiempo de emitir otro decreto de suspensión de garantías, es totalmen- te falso. Ningún avión de la Fuerza Aérea Nacional ha atacado a ninguna goleta en aguas del Caribe. Esto puede investigarse. Ninguna expedición se prepara contra Guatemala y, por mi parte, declaro bajo pala- bra de honor, (lo que todavía es válido entre muchas personas, a pesar de la gran corrupción moral a que se está llegando) que es absolutamente FALSO lo que se airma con respecto a mi persona.

322 Yo conjuro a los diputados al Congreso, al menos a aquellos que no son producto de ninguna imposición oicial y que no tienen intereses contraídos con el ac- tual régimen, a los ciudadanos y periodistas promi- nentes y honestos, a los Militares patriotas y a los guatemaltecos en general, que amen la libertad y la independencia nacionales, sin distinción de su opi- nión política, sin que esto tenga ninguna tendencia de partido e ideología, a que ijen su atención y unan sus voces de protesta exigiendo que se investigue lo que aquí denuncio y se rectiiquen todos los actos ilegales e inconstitucionales que se han cometido y se están cometiendo, bajo pena de que, de lo contrario, podrán ser acusados ante la historia patria como cómplices y encubridores, por su cobardía e indiferencia ante los actos antipatrióticos que sólo encuentran compa- ración en los de aquellos gobernantes nicaragüenses que importaron a William Walker y sus ilibusteros hace poco más de un siglo.

Yo sé que esta actitud mía va a recrudecer la perse- cución en mi contra, pero no lo temo ni me arredra. Hay un momento en la vida en que debe ponerse un hasta aquí a las claudicaciones y temores. Por otra parte, sin haber hecho nada que lo justiique, ya hace mucho tiempo que estoy sentenciado, junto con otros ciudadanos, para ser liquidados y presentados como justiicación de la pretendida interferencia castrista en Guatemala, con el propósito de solicitar interven- ción y auxilio militar extranjero en los asuntos inter- nos del país. Sería digna de admiración, si no lo fuera de desprecio, la constancia con que, desde la coloca- ción de la primera bomba en la puerta de la Embajada Norteamericana y la oiciosa aparición del “presidente de la República”, en menos tiempo casi del que hubie- ra necesitado para escaparse el que la haya puesto, ametralladora al hombro, cual otro policía más, se ha venido pordioserando la benevolencia, hasta vencer

323 la original repugnancia de los funcionarios de dicha Embajada. Muchos de los propósitos que arriba de- nuncio contra otros ciudadanos y contra mí, lo hemos sabido a través de iltraciones que han tenido algunos de los policías-criminales que manejan nuestra “alta política”.

Ante la falta de garantías permanentes que me ha to- cado vivir ya hace varios años; ante los allanamientos que ha sufrido mi domicilio, con o sin suspensión de garantías; ante lo que la experiencia en mi propia per- sona me ha enseñado, aunque ya es reconocido hasta por los más distinguidos juristas, de que no existe un régimen de legalidad en el país; ante el prolongado ataque calumnioso y difamador de que he sido objeto de parte de las autoridades; he llegado a la conclusión de que la única protección a la inviolabilidad de mí persona, radica en los medios que yo pueda proveer para protegerme. (Informo que hay muchos guate- maltecos que han llegado a la misma conclusión). Por esa razón me he puesto a resguardo y continuaré en esa actitud en cualquier lugar de la República donde pueda guarecerme y de donde pueda evitar por los medios que sean necesarios, los atentados contra mi persona de parte de los esbirros de un régimen al que por experiencia personal caliico como despótico y al que todos, salvo los que con él se beneician, estarán de acuerdo en caliicarlo como inconstitucional, mal- versador y antipatriótico. Si esta determinación puede caliicarse como rebeldía, por la pérdida de respeto a las autoridades que ha traído consigo la falta de res- petabilidad de las mismas, estamos en situación de que los términos legales pueden ser empleados por una y otra parte sin que se pueda de momento de- terminar quién los emplea justamente y sólo quedan incólumes los valores morales y de justicia. Por otra parte, creo que algún día se llega a una encrucijada donde, o se sigue un camino de renunciación a los de-

324 rechos naturales, sin que esto necesariamente apla- que a los perseguidores, o se toma el de la dignidad y el decoro, pase lo que pase. Yo escojo este camino último y creo que muchos otros guatemaltecos están siendo llevados a esa encrucijada. El futuro próximo dirá qué pasa.

Agradeciendo al señor Director la publicación de la presente, me reitero con toda consideración su atento y S.S. Ing. Carlos A. Paz Tejada

325 326 ANEXO 5

Guillermo Toriello Garrido

REPERCUSIONES, DUDAS Y ESPERANZAS EN AMERICA LATINA ANTE LA ELECCION

DE JAMES EARL CARTER

MEXICO - ENERO DE 1977

327 La vida política de Guillermo Toriello está vinculada sobre todo al gobierno de Arbenz. Además, ya en el destierro, cuando la derrota del régimen democrático en 1954, se consagró a denunciar al imperialismo y a la represión en Guatemala. Sus obras escritas en esos años sirven a tal propósito. Son varios centenares de páginas, con información documentada y de primera mano. Tuvo la máxima responsabilidad en nuestra po- lítica internacional, como embajador en México, la OEA y Washington, ministro de Relaciones Exteriores de Arévalo y de Arbenz, y varias veces jefe de nuestra delegación ante la ONU y en la X Conferencia Interna- cional Americana, la Conferencia de Caracas, en 1954.

328 Cuernavaca, Morelos, 9 de diciembre de 1976

Excelentísimo señor James Earl Carter

Presidente Electo de los Estados Unidos Plains, Georgia Estados Unidos de Norteamérica

Señor Presidente: El día de hoy, precisamente, se cumplen diez y seis años de la fecha en que desde la Ciudad de Guatema- la, República de Guatemala, mi país natal, me permití escribir una carta abierta al entonces también Pre- sidente Electo de Estados Unidos, Señor John Fitz- gerald Kennedy. En ella le expresaba los optimistas sentimientos que embargaban en esa época a fuertes sectores de la población de nuestra América, con mo- tivo de su triunfo y de la llegada al poder del Partido Demócrata. Tengo el honor de adjuntarle copia de ese documento.

En esta otra ocasión, en que Usted, Señor Presidente Carter, ha logrado una gran victoria electoral, el Par- tido Demócrata ha conquistado el dominio absoluto de las Cámaras de Diputados y Senadores y el Partido Republicano ha vuelto a sufrir un gran revés, me tomo la libertad de enviarle, también, una carta abierta. Su inalidad esencial es la de hacerle saber las repercu - siones que su nombramiento ha tenido en nuestros países, al mismo tiempo que, respetuosamente, ma- nifestarle las esperanzas y las dudas que de su futura administración, tienen nuestros pueblos.

En la carta al Señor Presidente Kennedy le hacía de su conocimiento que los grupos más democráticos de nuestras naciones, con toda buena fe, creían en aque-

329 llos años, que la derrota del Partido Republicano -crea- dor y sostenedor de las políticas del “gran garrote” y de la “diplomacia del dólar”- determinaría un cambio radical y favorable en las injustas relaciones que los Estados Unidos sostenían con nuestros países. Además tenían conianza en que la ascensión al poder de un Presidente demócrata, signiicaría el ejercicio de una efectiva política de “buena vecindad” basada ésta en el respeto mutuo y en el de los principios consagrados por el derecho internacional, particularmente, en los de “no intervención” y de autodeterminación de los pueblos.

A pesar de la buena voluntad que haya animado al Señor Presidente Kennedy, para llevar adelante una política hacia América Latina como la señalada antes, es indiscutible que sus propósitos se enfrentaron a la férrea oposición de los círculos económicos y militares que dentro de su nación, constituyen las poderosas fuerzas dominantes y decisivas. No debemos olvidar que precisamente esas fuerzas dominantes, fueron las creadoras de la llamada “guerra fría”, durante el pe- riodo en que le tocó gobernar.

Los pueblos de nuestra América, de grandes tradicio- nes mágicas y religiosas -obligados desde la colonia española a optar por el catolicismo- se entusiasmaron con las noticias de que el Presidente Kennedy también practicaba esa doctrina. Por ese motivo estaban ilu- sionados con la idea de que su actuación se ajustaría a las normas éticas y morales de un auténtico cris- tianismo. Ignorantes, en su mayoría, de las presiones que le obligaron a continuar la injusta guerra contra el Vietnam, a perpetuar la injustiicable y fracasada invasión de Cuba en 1961, así como a iniciar contra ella un bloqueo militar y económico, se sintieron por esos hechos, profundamente desconcertados. Tales acciones eran una demostración evidente de que, en contra de lo que habían esperado, no habría ningún cambio favorable en las relaciones interamericanas.

330 Otro gran descontento lo tuvieron con la llamada Alianza para el Progreso, creación del propio Presi- dente Kennedy. Idealísticamente creyó su fundador que dicha organización contribuiría a promover el efectivo desarrollo económico y social de la región, a sacar a las grandes mayorías de su atraso secular y a mejorar básicamente sus niveles de vida. A pocos años de su funcionamiento, la ALPRO demostró ser un instrumento al servicio exclusivo de los grandes monopolios estadounidenses y de sus aliadas, las cla- ses dominantes de estas naciones, mientras que las masas se hundían más en la miseria y sufrían mayor explotación.

A la muerte del Presidente Kennedy, su vicepresiden- te, señor Lyndon Johnson, ascendió a la Primera Ma- gistratura de los Estados Unidos. No obstante ser él también miembro del Partido Demócrata, escaló terri- blemente la guerra contra el Vietnam y, en este Con - tinente, ordenó la intervención arbitraria y la invación -con veinte mil “marines”- de la República de Santo Domingo, en 1965.

Sería imposible señalar en esta carta, por lo limitado del espacio, todas las agresiones que también los de- mócratas han cometido contra nuestra América y otras regiones del mundo, mas no podemos pasar por alto mencionar el inhumano e innecesario genocidio come- tido contra las poblaciones civiles japonesas de Hiros- hima y Nagasaki, al autorizar el ex Presidente Harry Truman su aniquilamiento con bombas atómicas.

En verdad, Señor Presidente Carter, antes de usted, ningún Presidente, desde luego no me reiero a los Re- publicanos, sino a los Demócratas, ha podido, aunque haya querido, realizar un sincero y efectivo acerca- miento, ni un cambio equitativo en cuanto a las rela- ciones de su país con nuestras naciones. Por el con- trario, al igual que todos los Presidentes republicanos,

331 también los demócratas han intervenido y agredido a esta otra parte del Continente, sin solución de con- tinuidad. A estas indiscutibles realidades obedecen, entre otras circunstancias las dudas que invaden a los que desearían que durante su administración, us- ted efectuara un cambio fundamental, favorable y jus- to en el trato, hacia nuestra América.

Muchos latinoamericanos comprendemos que a pesar de sus buenas intenciones, expresadas en sus promesas electorales, e inspiradas en su buena fe, de ninguna manera podrán llevarse a cabo.

Nuestro escepticismo proviene del conocimiento cien- tíco de las leyes de la dialéctica, de cuyo marco histó- rico no pueden escapar los Estados Unidos, aunque lo deseen vivamente. Estados Unidos, Señor Presidente Carter, debido a su estruc tura económica es un país imperialista. Por esa misma situación interna, nin- gún Presidente hasta ahora, sin importar el partido a que pertenezca, ha podido actuar libremente, y de acuerdo con sus ideales particulares. Usted como sus antecesores, se halla sentado en la cúspide, de gigan- tesca pirámide, cuya enorme base de miles de tone- ladas de intereses, está integrada primordialmente, por las grandes y poderosas transnacionales, unidas éstas al no menos omnipotente binomio militar- in- dustrial de esa nación. Intentar mover esa pirámide, hacia un lado más justo y humanístico, es tarea im- posible para un solo hombre. Necesitaría el concurso de millones de personas de buena fe que le ayudaran y que al mismo tiempo la base de la citada pirámi- de perdiera su peso por desintegración de las fuerzas que la componen -lo cual no sería remoto, dadas las contradicciones que aquejan al capitalismo- sólo así, lograría Usted desplazarla hacia equitativos caminos de entendimiento. La historia próxima de su gobierno nos dará las pruebas de sus esfuerzos en ese sentido, al mismo tiempo que las respuestas a las dudas de

332 nuestros pueblos y al escepticismo que me he permi- tido manifestarle.

En esta sombría hora que vive nuestra América casi la totalidad de sus pueblos dotados de una enorme vocación libertaria, probada a lo largo de siglos en sus luchas independentistas y en su permanente afán de lograr una vida democrática que les permita forjar sus propios destinos, les ha sido imposible alcanzar esas metas por cuanto fuerzas externas, procedentes en particular de los Estados Unidos, han frenado el cumplimiento de dichas aspiraciones. Sólo Cuba, gra- cias al heroísmo de su pueblo y de sus dirigentes, así como al decidido apoyo del internacionalismo socialis- ta ha logrado constituirse en el único “territorio libre en América”, a pesar de las continuas agresiones y del injustiicable bloqueo económico a que la tiene some - tida los Estados Unidos.

Una simple mirada a lo largo de América Latina basta- rá para conirmar el oprobioso panorama de opresio - nes, cárceles, torturas y muertes, que ensombrece y martiriza a nuestros pueblos. Además de esas vergon- zosas condiciones políticas, las económicas son aún más insultantes: viven en situaciones infrahumanas, víctimas de la desnutrición, el hambre, las enfermeda- des, el analfabetismo y la explotación inmisericorde.

De todas estas dramáticas e injustas situaciones, la acción del imperialismo estadounidense, es responsa- ble en gran parte. En su lucha por mantener bajo su dominio nuestros recursos y riquezas naturales y en su afán de obtener a bajísimos precios nuestras in- dispensables materias primas, no ha tenido el menor escrúpulo en propiciar los golpes de estado en contra de gobiernos constitucionales, democráticos y nacio- nalistas, para implantar en su lugar -como lo hicieron en Guatemala en 1954 y en Chile en 1973- regímenes militares, antinacionales, obsecuentes y fascistas.

333 Ante esa durísima realidad, nuestros pueblos se ha- yan ante una grave encrucijada: o logran alcanzar su propia liberación por los caminos de la democracia o la conquistarán por cualquier medio, inclusive por el de la violencia.

Los Estados Unidos no son ajenos a dar una solución a esta seria alternativa en que se hallan nuestros paí- ses. Bastaría a su gobierno cesar el apoyo económico, militar y político que ha otorgado y sigue brindando a esos citados regímenes militares, para que hubiera una verdadera eclosión democrática en todo el Continente. Por el contrario si el Departamento de Estado persiste en su injusta política de fomentar en nuestra Améri- ca la cruel escalada fascista, seguirán, confrontando la enorme responsabilidad de haber lanzado a nues- tras juventudes -en defensa de su supervivencia, de su futuro y el de sus hijos- a una encarnizada y terrible lucha armada, la cual será invencible, como lo fue la del pueblo vietnamita hasta lograr su liberación total.

Señor Presidente Carter: Llega Usted al poder de su nación en condiciones y circunstancias verdaderamente excepcionales y posi- tivas. La correlación de las fuerzas internacionales y el proceso mundial, han sufrido cambios substanciales; existe la coexistencia pacíica y avanza la distensión con el campo socialista; se han terminado las últi- mas guerras (Arabe-Israelí, Vietnam y Líbano) y están abiertos caminos de entendimiento para solucionar algunos problemas pendientes entre las naciones. Su partido, el Demócrata, controla abrumadoramente las Cámaras y el Congreso de su país, lo cual le da la ven- taja de que ya no se formulara de manera bipartidista exclusiva, la futura política interna e internacional de esta nación.

334 Ante tales circunstancias y condiciones expuestas, Usted, Señor Presidente Carter y su Partido Demócra- ta, serán los únicos responsables del mantenimiento de la paz internacional, así como de llevar adelante, con todos los países de la tierra y en particular con los de nuestra América, una política más honesta, justa, equitativa y humanista. Por esos factores históricos, se hallan Ustedes ante los ojos de todo el mundo, que desea y espera que hagan honor a este gran reto de la humanidad.

Respetuosamente,

GUILLERMO TORIELLO GARRIDO

335 Excelentísimo Señor John Fitzgerald Kennedy CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE JOHN F. KENNEDY Guatemala 9 de Diciembre de 1960 Presidente Electo de los Estados Unidos Boston, Mass. U.S.A.

Señor Presidente:

El triunfo del Partido Demócrata al ganar las eleccio- nes presidenciales, después de haber logrado la ma- yoría de puestos en las Cámaras de, Diputados y Se- nadores, es una evidente demostración del deseo del pueblo estadounidense, a poner in, totalmente, a la administración del Partido Republicano, con la espe- ranza de obtener un mejoramiento de las condiciones internas dentro de sus propias fronteras y una efecti- va era de paz internacional.

En todos los pueblos de nuestra América Latina, la derrota del Partido Republicano ha sido recibida con verdadera alegría, pues se temía fundamentalmente la continuación de su equivocada política internacio- nal que en los últimos ocho años se caracterizó por su tendencia agresiva, imperialista y abiertamente inter- vencionista.

Siendo Usted un hombre joven, universitario y de só- lidos principios morales y democráticos, su elección como Presidente de los Estados Unidos, ha llevado a los pueblos de nuestra América la esperanza de que al frente de su partido restablecerála era de compren- sión y respeto internacional iniciada por el gran Presi- dente Franklin Delano Roosevelt que se llamó “buena vecindad” y que hará efectivo, entre nosotros, el prin- cipio de no intervención en los asuntos internos de nuestros países y respetará también, el de libre auto- determinación de los pueblos.

336 La administración del Partido Republicano remplazó dicha política amistosa y, con una concepción estric- tamente de mercaderes, creó la de los “buenos socios” en la cual, dados los hechos, resultó que la penetra- ción del capital monopolista en condiciones de pri- vilegio y excepción, causaron el desquiciamiento de nuestras economías, debido al natural fenómeno de la descapitalización que producen los mismos.

Pero no se contentaron con eso. Los consorcios inancieros estadounidenses, apoyados descarada- mente por el Departamento de Estado, se han en- cargado de seguir adelante la inicua explotación de nuestros recursos y riquezas naturales, no tan sólo exigiendo el cumplimiento de contratos injustos e ile- gales, impuestos hace más de medio siglo a gobiernos tiránicos y antipatrióticos, sino impidiendo al capital nacional el desarrollo de nuestras incipientes indus- trias. También han ejercido toda clase de presiones y coacciones sobre los gobiernos para impedirnos el ejercicio de la libertad de comercio con otras naciones, amenazándolos con el boicot y la agresión económica. En una palabra, han establecido una dominación in- tegral de tipo colonialista, incompatible con la digni- dad y soberanía de nuestras naciones.

No se ignora en América Latina, Señor Presidente, que la política internacional de los Estados Unidos, se formula y dirige en forma bipartidista, lo cual hace responsable tanto a los Republicanos como a los De- mócratas, de los abusos cometidos y que siguen eje- cutando contra las naciones débiles como las nues- tras. Se sabe también que durante la administración del Partido Republicano, debido a la intransigencia de sus más destacados dirigentes, se mantuvo al mun- do “al borde de la guerra”, con grave riesgo para la paz universal y el destino de la humanidad. Al mis- mo tiempo es del dominio continental el hecho de que esos mismos círculos dominantes, en las relaciones

337 interamericanas, restablecieron la injusta y ofensiva política del “gran garrote”.

Como hombre ilustre que es Usted, indudablemente conoce a fondo la historia de nuestra América Latina, sus extraordinarias culturas del pasado, sus glorio- sas luchas independentistas, sus grandes esfuerzos y gestas revolucionarias para alcanzar nuevas etapas de superación, así como la angustiosa tragedia en que viven actualmente sus poblaciones, presas de tanta miseria, ignorancia y enfermedad. Esta situación tie- ne sus raíces en la desigualdad social originada por la conquista española y mantenida por los grupos minoritarios que al substituir el poder de la corona con la independencia, perpetuaron los sistemas de dominación feudo-coloniales sobre las grandes mayo- rías indígenas. Aunque algunas naciones han logrado superar esta fase de injusticia social y han obtenido apreciables progresos materiales en algunos aspectos, la realidad es que aun en ellas, el nivel de vida de los habitantes, especialmente el de las masas campesi- nas, es infrahumano.

Cuando nos enteramos de los asombrosos adelantos tecnológicos, del dominio ya obtenido por el hombre sobre los secretos de la vida, la materia y el espacio, el contraste de aquella situación miserable e injusta, que también viven los pueblos de Africa y Asia, es aún más doloroso e indignante, sobre todo si se toma en cuenta que esas grandes mayorías viven en regiones ricas, fértiles y feraces, las cuales de ser trabajadas y explotadas en su propio beneicio y aprovechamiento, cubrirían plenamente todas sus necesidades de or- den material.

Los Estados Unidos, Señor Presidente, han contribui- do en gran parte a mantener esa situación de injus- ticia social en nuestra América Latina. Preocupados exclusivamente de extender su dominio económico

338 sobre el resto de nuestro Continente, no han tenido el menor escrúpulo de usar hasta la violencia arma- da, para el logro de sus propósitos imperialistas. Es un hecho histórico que durante los últimos cien años, nuestra América ha sido agredida por Ustedes hasta la fecha, más de 47 veces y las intervenciones han sido tan numerosas, que bien podría decirse que exis- te una intervención permanente en nuestros asuntos internos.

Haciendo caso omiso de la realidad internacional, el Departamento de Estado persiste en proclamarse nuestro autoprotector contra “las fuerzas del mal” y, en nombre de ese rol que se arroga arbitrariamente obliga a nuestra América a someterse a condiciones que, al inal de cuentas solamente vienen a favorecer a Estados Unidos en su creciente hegemonía sobre el Continente. Precisamente en estos días, al margen de los Organismos Internacionales, el Presidente Eisen- hower ha ordenado el patrullaje marítimo y aéreo de nuestras costas y las de Nicaragua, dando con ello una muestra más de irrespeto a nuestras soberanías y de su clara política intervencionista.

Cada día es más hondo el deterioro de las relaciones in- teramericanas debido a que el Departamento de Esta- do, para sus ines de dominación política y económica de nuestras naciones, ha logrado tergiversar el hermo- so contenido del sistema que Ustedes llamaban “pana- mericanismo” introduciendo en él resoluciones que con el pretexto de combatir el “comunismo internacional” son en realidad, instrumentos para mantener aherroja- dos a los pueblos y sujetarlos a condiciones antidemo- cráticas y violatorias de los derechos humanos. Estas resoluciones han sido impuestas a la mayoría de los miembros del sistema interamericano, a base de pre- siones, coacciones o con la complicidad de represen- tantes de gobiernos serviles o antipopulares.

339 Otra causa de la desconianza y el empeoramiento de las relaciones de nuestra América con los Estados Unidos, y Usted no puede ignorarlo, es la alianza de su nación con los países que aún detentan colonias en nuestros territorios. En varias conferencias inte- ramericanas se ha planteado con energía el deseo de nuestros pueblos a poner in a ese sistema anacróni- co e injusto. A excepción de los Estados Unidos, que siempre se “abstiene” de votar, los veinte países de América Latina han dado su voto unánime y favorable para que termine la dominación extranjera en Belice, Las Malvinas, Las Guayanas, etcétera. Resulta pues un contrasentido que frente al hecho real del coloniaje en nuestra América los Estados Unidos mantengan discretamente guardada la declaración del Presidente Monroe, que Ustedes llaman “doctrina” y que hagan alarde de ella cuando alguna nación de nuestra Amé- rica hace una revolución democrática y nacionalista, que menoscabe en alguna forma el dominio económico de los consorcios estadounidenses. Asimismo en el or- den económico existen numerosas circunstancias que fomentan la falta de conianza de nuestros pueblos hacia el decantado “buen trato” de sus poderosos ve- cinos. Tenemos por ejemplo, la fútil lucha que vienen librando nuestros países desde hace varios años por lograr una justa y aceptable relación entre los precios de las materias primas que exportamos y los precios de los productos manufacturados que importamos de los Estados Unidos. El marcado desequilibrio existen- te en dicha relación es un factor decisivo en la estag- nación de nuestro progreso económico. Es cierto que el gobierno de los Estados Unidos no ha creado di- rectamente esa situación, pero es indudable también, que tienen a su alcance los medios para remediarla o, por lo menos, para aliviarla decisivamente, lo cual no ha hecho hasta ahora. Más bien en diversas ocasiones hemos visto seriamente dañada la economía de uno o varios de nuestros países por el lanzamiento al mer-

340 cado por el Gobierno de Estados Unidos, de grandes cantidades de excedentes agrícolas.

Es el caso, también de la ayuda técnica y económica prestada por Estados Unidos a nuestros países. La noble concepción original de la ayuda, que pudo sin- tetizarse en la idea de”dar”, resultó muy pronto su- plantada por el concepto de “dar y tomar”, o sea que se convirtió en un arma de regateo para obtener ven- tajas a cambio de la ayuda concedida. Principalmen- te por esa razón y además por algunas otras, como la falta de personal idóneo, imposición de programas inadecuados al medio, fomento del “armamentismo” exagerado, etcétera, las “ayudas” de los Estados Uni- dos han contribuido apreciablemente a aumentar el recelo y la desconianza hacia la política que dicha nación sigue para con nuestros países.

Debería volverse a la concepción ideal de la ayuda, basándola en propósitos eminente y exclusivamen- te altruistas. Nada mejor para ello que encaminarla a través de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas. A este respecto, conviene tener en cuenta, aun desde el punto de vista de los intereses nacionales y de los comerciales particulares de los Estados Unidos, que la ayuda técnica y económica a nuestros países en una base absolutamente altruis- ta, redundará siempre en provecho de esos intereses, puesto que, a igualdad de condiciones los requeri- mientos económicos y comerciales de nuestros países se dirigirán, por razones geográicas y muchas otras, hacia fuentes de abastecimiento de Estados Unidos de una manera natural.

Los párrafos anteriores señalan Señor Presidente al- gunas de las características más salientes de lo que ha sido y es hasta el momento la política interame- ricana del Gobierno de los Estados Unidos, y las que más han contribuido a extender y acentuar el des-

341 mejoramiento de la posición de su país ante nuestros pueblos en grados de conianza y buena voluntad. Es innegable, entonces, la necesidad de revisar radical- mente esa política para encaminarla nuevamente por los derroteros de una sincera, efectiva y mutuamente provechosa “buena vecindad”, de cuya efímera vigen- cia en un pasado reciente aún guardan nuestros pue- blos un emocionado recuerdo.

Naturalmente hay clara conciencia en nuestra Amé- rica de que, dadas las condiciones en que opera la superestructura económica de su nación Usted con- frontará grandes diicultades para llevar adelante su decisión de abrir nuevos caminos de entendimiento en nuestras relaciones. Sin embargo, se abriga la -es peranza de que Usted hará todos los esfuerzos a su alcance para superar esos obstáculos con el in de -lo grar un efectivo fortalecimiento de la solidaridad con- tinental y, como consecuencia el aianzamiento de la paz en el mundo.

Respetuosamente,

GUILLERMO TORIELLO GARRIDO

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