TOLEDO Y SUS CALLES (NOTAS PARA UN CALLEJERO TOLEDANO)

Por JULIO PORRES MARTlN-CLETO --Vicepresidente del 1. P. 1. E. T. --

" ... sus calles y entradas y salidas son ásperas porque está, corno dicho es, fundadl1 sobre una sierra de cinco collados ... » LUIS HURTADO DR TOLEDO: Memorial i1 Felipe II (1576).

1

ESTUDIOS ANTERIORES SOBRE EL TEMA

Por decreto de 9 de marzo de 1940 se declaró a Toledo Monumento Nacional en su integridad. Este reconocimiento oficial del conjunto artístico que la ciudad representa, tras la larga serie de disposiciones que colocaban, individualmente, bajo la protección estatal a sus más destacados edificios, vino a reconocer el valor de todo el casco urbano y la armonía que guardan entre sí sus diversos elementos, formando en su con­ junto, viario-monumental, ese elemento tan vago y difícil de definir que es el carácter o el ambiente toledano. Si de los ya muy numerosos edificios que en España han sido declarados Monumentos Nacionales existe, como es lógi• co suponer, una descripción documental detallada; si de los existentes en cada provincia, aunque no se hayan marcha­ mado oficialmente como valiosos, se fueron redactando Catá-

1 La pequeña historia, no siempre edificante, de estos Catálogos puede verse en J. A. GAYA NL'~o: La Arquitectura española en sus monumentos desaparecidos (Madrid, 1961), pág. 27, nota. (1) 74 TOLEDO Y SUS CALLES logos monumentales a prinCIpIOS de siglo', era natural que considerando a toda nuestra ciudad como un monumento se elaborase su correspondiente Catálogo oficial. Es ésta desde luego una obra larga y comprometida, pero cada día más nece­ saria y urgente; tanto por representar el estudio detenido de t o d o s los elementos arquitectónicos, conjuntos artísticos, agrupaciones especiales o estructuras urbanas dignas de ser respetadas y protegidas oficialmente, como para servir de guía imprescindible de las autorizaciones que el Municipio y la Dirección de Bellas Artes puedan otorgar para modificarlos, y asimismo para redactar lo que podríamos llamar el "catálo­ go-anti-monumental", o sea la lista, de lo que debe eliminarse, muy numerosa también. En cuanto al volumen que representa esta tarea, si tene­ mos en cuenta que el benemérito toleda)1o conde de Cedillo fue capaz de escribir, él solo y pese a los difíciles desplaza­ mientos en su época, el de toda la provincia, no puede califi­ carse de i m p o s i b I e ni mucho menos, sobre t o d o si se encomienda a un grupo de expertos en los diversos aspectos a valorar. En relación con este tema, creemos que no debería omi­ tirse en el Catálogo en proyecto el estudio de las vías urbanas de la ciudad. Este estudio, por comprender en apariencia un conjunto de espacios vacíos, de huecos urbanos entre los diversos edificios, parece quizá inmaterial en exceso, pues, evidentemente habrá que dejar en segundo plano al redactarle, las descripciones de las casas que desde ellas tienen su acceso. Pero las calles, plazuelas y cuestas de Toledo tienen también la importancia y la personalidad suficiente para figurar entre los objetos a estudiar, pues son el complemento indispensable de los moradores de aquellos edificios monumentales; y su historia, el origen de su nombre, la evolución y las causas de su trazado y su misión en el tránsito urbano no pueden olvi­ darse si se desea recopilar todas las riquezas artísticas que atesora Toledo. Aficionados desde hace largo tiempo a este asunto, hemos podido observar la escasez de estudios precedentes sobre él. El primer callejero toledano de que tenemos noticia se publi­ có como apéndice a la Historia de Toledo de 1862', conteniendo (2) J. PORRES MARTlN-CLETO 75

362 nombres de vías urbanas, más los de algunas barriadas. El mismo autor de tal callejero formó parte de la Comisión municipal que, en cumplimiento de la orden de 24 de febrero de 1860, redactó el Nomenclátor oficial 3 aún vigente, aunque de él se haga escaso caso, incluso por el mismo Municipio al rotular de nuevo las calles y plazas. A principios de siglo, el académico toledano don Juan Moraleda y Esteban dió a conocer en una conferencia algunas noticias sobre las calles en general, pavimento, numeración, etc., añadiendo su opinión sobre el origen del nombre de cinco de ellas '. Son también precedentes de obligada consulta los varios artículos escritos por el profesor Téllez González, con origina­ les y muy valiosos criterios como es norma habitual en él 5 Y que desde luego aceptamos y utilizaremos en varios puntos de este trabajo. También el miembro de I,a misma Academia, Dr. Jiménez de Gregario, trató brevemente este tema, creemos que en el mismo periódico '. Son asimismo muy curiosas las

2 A. MARTIN GAMERO: Historia de la ciudad de Toledo, sus claros varones y sus monumentos (Toledo, 1862), pág. 1101 Y ss. El plano de 1858 que luego citaremos, de COELLO e HUON incluye también una relación de nombres de calles. 3 Aprobado por el Ayuntamiento en sesión de 22 de enero de 1864 y publicado para conocimiento público en febrero de 1864, en la Im­ prenta de Fando. Son raros hoy los ejemplares de esta edición; utili­ zamos el que gentilmente nos ha cedido nuestro buen amigo don Mariano de Goytia, a quien expresamos nuestro agradecimiento. 4 J. MORALEDA y ESTEBAN: Las calles de Toledo, publicada en el Boletín numo 2 de la «Sociedad Arqueológica Toledana» de 26 de marzo de 1900. En diversos Boletines de la R. A. B. A. Y C. H. de Toledo aparecieron estudios sueltos de este autor sobre algunas calles toledanas, los que en su lugar citaremos. Son también interesantes los datos sobre este tema que maneja la obra de AMADOR DE J~OS RIOS, R., desgraciadamente incompleta, Monu­ mentos Arquitectónicos de Espaíia: Toledo (Madrid, 1905). Publicado el tomo J y parte del JI. 5 Publicados en el diario El Alcázar en el mes de marzo de 1962. Especial interés tienen los que aparecieron en los días 2 y 9 de dicho mes. 6 Sobre Zocodover se publicó al menos un artículo de este autor, recogido luego en la selección titulada Toledo y sus constantes (To­ ledo, 1961), pág. 69 Y ss. (3) 76 TOLEDO Y SUS CALLES noticias publicadas en diversos números de la revista semanal Toledo, editada hasta hace pocos años, debidas a don Emilio Abe! de la Cruz 7, Y son también muy estimables los callejeros editados por don Luis Moreno Nieto, con lo que se cierra el catálogo de estudios históricos impresos sobre nuestras calles que han llegado a nuestro conocimiento. Bajo el punto de vista estrictamente topográfico los prece­ dentes sc remontan al curiosísimo y hasta la fecha no repro­ ducido íntegramente, Plano de Toledo trazado en el cuadro de El Greco que conserva el Museo de su nombre. Una media­ na copia del mismo insertó el Viaje de España, de don Antonio Ponz; en apariencia muy similar al original --cuya existencia, por cierto, no se menciona en el libro- y en algunos puntos útil para el estudio de aquél, ya desgraciadamente muy des­ vaído por la intensa luz a que se le somete constantemente; pero esta copia prescinde de detalles valiosos y otros los re· produce en forma imperfecta, por lo que creemos de gran in­ terés la edición del original que prepara el Instituto de Estu­ dios Toledanos, sobre la propia obra de! cretense, de exactitud sorprenden te para su época. Es quizá de mavor interés que el anterior el, hasta hoy inédito, plano en perspectiva caballera que conserva nuestra Biblioteca Provincial. Procede seguramente de la colección Lorenzana y es un dibujo a plumilla de la ciudad, con adornos a la acuarela sin valor artístico. Trazado sobre folios unidos de papel, entelados por su reverso, se indica que está "delinea­ do por Joseph de Arroyo Palomeque, maestro de obras y veci­ no de esta ciudad de Toledo". Carece de fecha; creemos que debe situarse hacia 1700, teniendo en cuenta que se refiere al Alcázar como "Palacio de la Reyna" (doña Mariana de Neo­ burg, sin duda, quien vivió en él hasta 1706) Y es en todo caso anterior a 1721, pues reproduce la torre exterior del puente de Alcántara, sustituída en dicho año por el actual -y anties­ tético- arco barroco. Con gran fidelidad, a juzgar por los detalles que han llega­ do a nuestros días. reproduce no sólo el trazado viario con exactitud, al extremo de dibujar los pretiles que preservaban

7 Firmados estos artículos bajo el seudónimo de MARINO DEL RIO. (4) Í. PORRES MARTIN-CLETO 77 entonces y subsisten hoy los desniveles entre calles, como los de San Cipriano, plaza de Juan de Mariana, San Sebastián, San Lorenzo, etc.; los pozos públicos de Pozo Amargo, San Salvador, Barrionuevo; todo el recinto exterior amurallado y sus puertas, haciendo a veces verdaderas filigranas para re­ coger las más modestas callejuelas. Es también una fuente única para conocer la localización de construcciones ya des­ aparecidas y su aspecto, al menos aproximado, comp las puer­ tas de Adabaquín, del Hierro y del Tránsito; las manzanas eliminadas en este paseo, y entre él y el de San Cristóbal; las parroquias de San Martín y de San Isidoro, los conventos de San Agustín Calzado, Carmen Calzado, San Bartolomé e in­ cluso el tristemente famoso "brasero de la Vega", junto a las ruÍnas del Circo que igualmente se indican 8. En 1858 se publica el primer plano efectivamente topográ­ fico de nuestra ciudad, obra conjunta de Francisco Coello y Maximiliano Hijón'. Es de gran interés por su fidelidad técni­ ca, a la vez que recoge numerosas denominaciones tradicio­ nales -algunas impresas en un plano por última vez: Isla de Antolínez, Fuente de las Ciciones, etc.- Se observa en él el trazado primitivo del cobertizo de las Bernardas, hoy cerrado y sustituído por el tramo final del callejón de San José; las plantas de San Isidoro, San Torcuato y las Jerónimas de la Reina; el Corral de Comedias de Jorge Manuel Theotocópuli, antecesor del Teatro de Rojas; la plaza de armas del Puente de Alcántara; calles del Mármol, Santa Ana y alrededores, incluso la parte conventual demolida poco después, de San Juan de los Reyes, etc. Aparecen ya en formación los paseos del Trán­ sito y de Merchán, este último todavía una informe explanada sin un solo árbol. Dato curioso, y que sólo en este plano hemos visto recogi­ do, es el de la Mina de Safont o del Corregidor, señalada con

8 Hacemos constar nuestra gatitud a la directora de la Casa de la Cultura, doña Julia Méndez Aparicio, por su autorización par a reproducir este plano, así como por su cordial ayuda para el estudio del mismo. 9 El único ejemplar que conocemos en Toledo pertenece a la Casa de la Cultura, indicándonos su existencia su Directora antes citada, a quien expresamos asimismo nuestro reconocimiento. (j) 78 TOLEDO Y suS CALLES aquel apellido aunque se indica que está abandonada y se omiten sus brazos finales, quizá todavía sin realizar. Por cierto que al fin de su trazado, cerca y al sur del antiguo Cementerio General, se anota: "Ruinas romanas que suponen son de las Termas". Tal vez sean las aludidas, muy someramente, por Gamero en su Historia de Toledo. No hemos podido examinar el plano, también citado por nuestro historiador, publicado como anexo a la obra Indicador Toledano, de Assas y Blanco. En 1882 se publica el muy cono­ cido plano de don José Reinoso, existente hasta hace muy poco en el comercio, pero ya hoy muy raro de obtener; obra muy estimable, pues, si bien carece de una absoluta exactitud topo­ gráfica, facilita en cambio numerosos datos históricos que pervivían en su época sobre calles y monumentos ya desapare­ cidos o muy modificados, especialmente los demolidos después de trazado el de Coello e Hijón, enajenados por las leyes des­ amortizadoras. Los conventos de la Vida Pobre, de la Merced, el segundo claustro de San Juan de los Reyes, Hospital de Santiago, etc., tienen en este plano su última representación gráfica. El definitivo estudio topográfico de Toledo es, sin embargo, hasta hoy, y creemos que lo seguirá siendo, el realizado por A. Rey Pastor. Tanto en el discurso pronunciado para su ingre­ so en la Academia Toledana 10, como el plano trazado (previa estudio detenido y exacto) de cada calle y cada plazuela, son la valiosisíma aportación de este gran apasionado de Toledo, que ha de tenerse en cuenta como cimiento gráfico de todos los trabajos que sobre el particular puedan hacerse en el futuro. Los restantes planos de la ciudad (contenidos generalmente en publicaciones hechas con vistas al turismo), le suelen tomar como punto de referencia; pero cuando no lo hacen se apartan lamentablemente de la configuración real del entresijo viario que es Toledo, deformando las dimensiones reales de las calles y atendiendo tan sólo al desplazamiento más o menos fácil de los posibles compradores de tales publicaciones. Falta, sin embargo, como al principio apuntábamos un es­ tudio, si no definitivo, sí al menos con propósitos de realizar

10 EstudIO Geomorfológico del Pellón toledano (Toledo, 1928) .. (6) J. PORRES MARTIN-CLETO 79 un trabajo que combine ambos enfoques de! tema; el históri• co-artístico de cada calle y el topográfico, hasta hoy elaborados aisladamente y que sólo puede estimarse completo en el se­ gundo de estos aspectos, en el trabajo de Rey Pastor. Desgra­ ciadamente carecemos, tanto de los conocimientos que esta labor requeriría, como del tiempo y elementos indispensables para, al menos, acopiar todos los datos que sobre cada calle o plaza pueden hallarse. Las líneas siguientes pretenden sólo ser una aportación más detallada y sistemática a este asunto que la realizada hasta ahora.

II

TRAZADO DE LAS CALLES: ORIGEN Y EVOLUCION

Aunque la dirección y anchura de una vía urbana pueda deberse al azar en algunos casos, naciendo como un simple hueco sobrante de una edificación más o menos anárquica, suelen seguir no obstante una dirección determinada por al­ guna causa, bien topográfica, bien intencional. Lo primero que se necesita es, naturalmente, que el terreno consienta el trazado, y a él hay que adaptarse en lo posible; si bien otros motivos pueden obligar a realizar obras más o menos costosas que permitan adecuarlo como camino urbano. Si la necesidad es imperiosa, el ingenio de los habitantes apli­ cará las técnicas necesarias para que pueda transitarse por aquel terreno, salvo que sea absolutamente imposible su apro­ vechamiento. Si tal necesidad no obliga lo suficiente, o puede ser satisfecha por distintos lugares, se utilizará como es natu­ ral e! que ofrezca menores dificultades, siguiendo una línea de menor resistencia. Esta necesidad imperiosa existía en Toledo. Así, aunque se procurase en cada caso utilizar las mayores ventajas del peñasco sobre el que la ciudad se asienta, su pequeñez por un lado -cada día más insuficiente para la creciente población• y los imperativos militares por otro, obligaron a realizar obras que en distinto lugar se hubieran estimado como un gasto inútil. (7) 80 TOLEDO Y SUS CALLES

Es evidente que Toledo naclO como una posición militar de importancia, a la cual servían precisamente aquellos acci­ dentes topográficos que en cualquier ciudad residencial y sin problemas defensivos hubieran he<:ho aconsejable su ubica­ ción en otro lugar. Toledo no es, por cierto, un lugar cómodo para concentrar habitaciones y trazar vías urbanas que las co­ muniquen entre sí y con el exterior. Su origen no se debe a los requisitos que hoy el urbanismo exigiría para la erección pacífica de un conjunto de habitaciones; es, y ha sido desde su fundación, un verdadero castillo, y es sabido que los cas­ tillos no se asientan, al menos en España, en lugares amenos o, como dirían nuestros clásicos, "deleitables". Castillo decimos, y no simple ciudad amurallada. Sus in­ mediatos antecedentes prehistóricos deben hallarse en el cerro del Bú; su reducida extensión fue la causa de su traslado al cerro toledano, mucho mayor y que creenios fue estructurado partiendo de una fortaleza previa (conjunto de los Palacios de Galiana con el cerro del Alcázar), con ampliaciones suce­ sivas que respetaron las necesidades viales de este núcleo for­ tificado, reducido a la condición de torreón del homenaje, parte del conjunto militar aunque sea la de mayor rango de­ fe n s i v o. Extendiéndose por la accidentada superficie del peñón, cual mancha de aceite bélico, va dando origen aquel recinto primitivo (castro celtibérico, pretorio romano y visi­ godo, al-Hisán musulmán, palacio castellano y Alcázar rena­ centista), a un trazado urbano que todavía puede. advertirse, compuesto de itinerarios que bordean el recinto defensivo por su interior y por su exterior; de los accesos al centros de la ciudad, pasando naturalmente por los sitios de pendiente más suave si es posible, y de los caminilIos hacia aquel adarve o camino de ronda. Subsidiariamente -y como derroche de urbanismo dada la escasa superficie utilizable- alguna que otra plazuela para el desahogo mercantil de la población; las menos posibles en todo caso en los primeros tiempos, si bien la atenuación de las dificultades militares y las mayores nece­ sidades urbanísticas de los vecinos, vayan aumentando poco a poco su número y su extensión, mediante derribos de edifi­ cios preexistentes, o aprovechando huecos urbanos de distin" lO origen. (8) .l. PORRES MARTIN-CLETO 81

Partiendo de estas líneas generales de la urbanización to­ ledana podemos estudiar las calles, clasificándolas en los si­ guientes grupos: a) Las que a través de las puertas principales de la ciudad conducen, con mayores o menores ondulaciones, al núcleo cen­ tral. Las dos más antiguas deben ser: 1) la que, en pendiente demasiado rápida para el tráfico rodado, conduce al puente de Alcántara a través de una puerta árabe, hoy felizmente restaurada, y 2) la que, desde Zocodover, por la calle de las Armas y la Real del Arrabal, constituye el acceso que primero se usara al peñón fortificado. Esta primacía cronológica la basamos en que no sólo es el acceso más cómodo para llegar al castro primitivo (y por tanto, el que primero necesitó de protección militar), sino a que el puente se clasifica como romano en sus pilares, por lo que hasta que conquista Toledo Fulvio Nobilior no existió un paso permanente del río, ni se necesitó, por tanto, un camino ll para bajar a él . Los restos a ras de tierra del castillo de San Servando indican también un complemento defensivo del puen­ te, asegurando su otro extremo. En todo caso, era necesaria una bajada rápida a Alcántara, mediante la citada puerta restaura­ da en 1962. La ampliación de la ciudad hace luego surgir paulatina­ mente, tras estos dos primeros accesos a la vega y a la orilla izquierda del río, algunos otros, también de dirección radial desde el castillo central a las afueras. El de la actual puerta del Cambrón, nacido en las Tendillas y que conduce a lo que

11 No es imposible desde luego un puente o paso anterior, mas o menos precario y levadizo, de origen prerromano, s o b r e el Tajo. Pero siendo Toledo la llave de la comunicación entre ambas orillas, su posesión segura permitía a Roma extender su dominio al norte del río y para esta seguridad era imprescindible un puente permanente, fácilmente defendible por un risco de capacidad bastante par a su guarnición. Un paraje excelente para un puente provisional puede ser la llamada «piedra de medio fío», usada luego para apoyar el pilar central del acueducto. También el vado del Río Llano debió ser utilí• simo antes de existir el puente, al menos en el estiaje, y causa del asentamiento en el cerro toledano de sus primeros pobladores, domi­ nando desde él la única solución de continuidad entre ambas orillas durante muchos kilómetros. (9) 82 tOLEDO Y SUS CALLES en principio debió ser una simple barca de paso, luego un puen­ te de barcas y por fin e! puente de San Martín; el de acceso directo al río por la vaguada natural de las calles de Torne,­ rías, Sixto Ramón Parro y Barco; el atajo al camino real cir­ cundante que, desde el borde de la calle de Alfileritos, se une con aquel camino a través de la puerta de Valmardón, y así sucesivamente, la comodidad de los residentes en la ciudad va trazando otros descensos que perforan las murallas y los comunican a la parte del campo inmediato a aquéllas que ne­ cesite una vía propia de penetración. Un hecho que corrobora esta clasificación en e! tiempo de las diversas entradas a Toledo es el lento, pero constante cre­ cimiento de los edificios a ambos lados de los dos caminos más antiguos. Así, la primitiva calle de las Armas (sea cual fuere su nombre anterior), traspasa la muralla romana y visi­ gótica por la puerta de Perpiñán, se prolonga por la calle Real del Arrabal, continúa en la Vega y la calle de Marqués de Mendigorría y sigue por la carretera de Madrid; la bajada a Alcántara sigue con solución de continuidad a través de! Paseo de la Rosa, la calle más larga de Toledo bajo un solo nombre. Por el contrario, la parte de Solanilla y de la carretera de Pie­ drabuena, camino más moderno, persiste casi despoblada, a excepción de los cigarrales y la Venta de! Alma, hasta princi­ pios del siglo actual en que el Municipio autoriza la edificación con cesiones de parcelas de su propiedad 12. b) Calles que discurren paralelas a las murallas, prefe­ rentemente por e! interior de las mismas. Son simples caminos de ronda, despejados de edificios en su comienzo para servir adecuadamente a su finalidad estrictamente militar 13, y entre ellas clasificamos a las Carreras de San Sebastián, Ronda de Juanelo o subida a la puerta de Doce Cantos, parte de! actual Miradero, calle de Carretas, Vistillas de San Agustín (hoy ca-

12 En el citado plano de REINOSO, de 1882, no se recogen en este paraje más construcciones que la ermita de Ntra. Sra. de la Cabeza, dos cigarrales y la Venta indicada. 13 La más antigua y que hoy subsiste casi íntegra es la calle de Alfilcritos, estimada de origen romano por TELLEZ cuya opinión sus­ cribimos. 1. PORRES MARTIN-CLETO 83 rretera entre el interior del puente de San Martín, hasta la puerta del Matadero municipal), etc. Al desaparecer o atenuarse la finalidad castrense de esta vía de circunvalación, se encuentra su enorme solar (enorme dada la escasez de terreno edificable dentro del cerro), ex­ puesto a la apetencia constructiva de quien gozase de! favor real o municipal. Y así vemos que a partir de Las Navas de Tolosa (1212), batalla que aleja definitivamente de los muros de Toledo e! peligro musulmán, comienza la edificación de conventos y palacios ocupando parcelas sucesivas de este an­ tiguo camino de ron d a, formándose la curiosa corona de monasterios que rodean a Toledo desde el adarve sobre el puente de Alcántara hasta las Vistillas de San Agustín. Nacen así e! Carmen Calzado, la Concepción Francisca, Santa Fe 14, las Bernardas Recoletas -hoy Colegio de I¡¡ Medalla Milagro­ sa-, todas ellas sobre la antigua muralla romana y visigótica; los Carmelitas Descalzos, Santo Domingo el Real, la Merced -hoy Diputación-, palacio de Vargas -actual Instituto de Higiene-, Carmelitas Descalzas. El de San Agustín Calzado, alojado en un palacio junto al Cambrón cedido a don Gonza­ lo Ruiz de Toledo, se explica también por ser ya innecesario el recinto defensivo que este Alcázar Real debió ser; San Juan de los Reyes, en pleno barrio judío, se adosa a la cerca de la judería y recibe como donación uno de los dos castillos inte­ riores que guarnecían el barrio, convirtiéndole en huerto con­ ventual. Y por último, e! convento de Gilitos Descalzos se construye sobre un palacio señorial, inmediato también a la muralla sobre el río, aunque no linde materialmente con ella por ser casi inedificable el terreno existente junto a la misma por la fuerte pendiente hacia el Tajo. c) Calles que desde el conjunto urbano dan acceso a esa muralla exterior: Son los callejones que aún existen en parte o pueden reconocerse sobre el plano, comprimidos entre con­ ventos que respetaron aquellos accesos al muro de la ciudad,

14 La Concepción y Santa Fe aprovechan además diversas porcio­ nes del antiguo palacio real, seguramente incómodo para el uso corte­ sano por su origen castrense, con predominio de una estructura defen­ siva y no palaciega. (11) 84 TOLEDO Y SUS CALLES

no sabemos si por un resto de temor a una posible, aunque remota, utilización de aquel paredón, o bien por dejar una linde o bardazo claro que aislase unos de otros. Son éstos los del Justo Juez, la bajada a la Granja, el callejón de Silva, etcétera. El que más recientemente ha comenzado a desapa­ recer es el de la Roca Tarpeya, que todos hemos conocido de uso público, dando acceso a un pequeño baluarte sobre el río. Hasta finales del pasado siglo existieron otros dos, uno entre el Nuncio Nuevo y las Carmelitas Descalzas (llamado callejón de Silva) y otro que separaba Santa Clara de los Carmelitas Descalzos (callejón del Muro Azor), ambos cerrados hoy y absorbidos por uno de sus colindantes. d) Una vez trazados estos tres tipos de calles, el resto de la ciudad se va poblando y alineando más o menos al azar, según el terreno lo permite. Si existe una vaguada importante, surgirá una calle que coincide con ella; 'nadie quiere edificar, como es natural, oponiéndose al paso de las aguas. Así surgen las calles de las Tornerías, documentada desde la Reconquista, si bien tiene origen romano según los restos, aún existentes bajo la mezquita que hoy se restaura por los técnicos de Bellas Artes; la calle del Pozo Amargo, cuya primera cita documental data del año 1152, aunque seguramente es anterior; la del Cristo de la Parra, calle que tiene una doble explicación, ya que, además de ser una bajada de aguas pluviales, es también un acceso al río, a través de la puerta de Adabaquin o de los Curtidores; calle del Barco, acceso a la puerta del Hierro; calle de la Chapinería, caso quizá único en que las necesidades cons­ tructivas -de la Catedral en este caso- taparon una calle­ cauce, y por ello salvan el problema de la evacuación de las aguas mediante un canal subterráneo que cruza bajo el templo y acomete a la calle del Barco; bajada a los Alamillos del Tránsito, etc. Si se construye una iglesia, se precisa un espacio vacío junto a ella para dedicarlo a cementerio de sus feligreses, y este espacio será posteriormente una plazuela. Si existe, por rara casualidad, un espacio despejado en un sitio céntrico, o que esté bien comunicado con el exterior, se destina a mer­ cado público: Plaza de Zocodover, plaza Mayor, plazuela de las Tendillas, plazuela de la Estrella. Por último, si frente a un edificio importante es de todo punto necesario un terreno \12) J. PORRES MARTrN-CLETO 85 despejado, se adquieren con más o menos dificultades las casas fronteras y se derriban: Plaza del Ayuntamiento, plaza de San Vicente, plaza de la Magdalena (ésta ya en nuestros días), etc. e) Otras vías urbanas nacen como consecuencia de verda­ deros propósitos urbanizadores. Como el Urbanismo es ciencia moderna, son estas calles también las de origen más reciente; aunque en muchas ocasiones sean simples rectificaciones y alineaciones de las anteriores bajo un plan más o menos defi­ nido. Las antiguas Ordenanzas Municipales recuerdan una pragmática de doña Juana la Loca 15, del año 1509 en la que se prohibían los saledizos y los cobertizos por restar luz y venti­ lación a los vecinos de las ya muy estrechas rúas toledanas. Es también conocido el derribo de varias casas en la entrada de la calle del Comercio, desde Zocodover, adquiridas y demo­ ¡idas por orden del Ayuntamiento para fac'nitar la procesión de la Virgen del Sagrario, afirmándose así probablemente, por este ensanche, el nombre de calle Ancha, que luego se extendió a su continuación hasta las Cuatro Calles, que antes formaban las calles de la Lencería, Calcetería, etc., y por último se unificaron bajo el común denominador de calle del Comercio. Análogo derribo y ensanche sufrió el comienzo de 'la cues­ ta de Belén y, en el extremo más bajo de Zocodover fue tam­ bién derribada una manzana que cerraba la plaza lO y formaba dos callejones, el de las Armas -que subsiste- y el de la Lamparilla, absorbido por aquél. La iniciación de estos pro­ pósitos urbanizadores deben remontarse, sin embargo, al gran corregidor Gutiérrez Tello 17, constructor del Miradero, las

15 Fechada la pn)gramútica el 15 de noviembre de 1509, se inserta ~n la edición oficial de dichas Ordenanzas (Toledo, 1858), págs. 195-196. 16 Estuvo también provista de soportales frente a la plaza, y se llamaba Portales de los Boteros, según antiguas escrituras. Fué demo­ lida esta manzana en 1864 para completar el acceso a Toledo desde Bisagra construído entonces. Se reproduce su tachada en el plano de ARROYO citado ut 5tlpra. 17 L HURTADO DE TULEOO: Alemoria[ de algunas cosas /lOtaNes que tiene la Imperial Ciuaad de Toledo, de lS76--contemporáneo de este Corregidor-dice que consiguió « •.• en las calles de la dicha ciudad (13) 86 TOLEDO Y SUS CALLES

Vistillas de San Agustín, bajada al Cristo de la Vega, etc., y quien asimismo dispuso que se empedrasen las calles princi­ pales 18, iniciando también el sistema de endeudar al Municipio para que las obras que beneficiaban a varias generaciones fueran sufragadas por todas ellas, y no sólo por los que pre­ senciaban las obras. El siglo XIX vió acometer y resolver los más importantes problemas de los diversos accesos a la ciudad, aunque a veces lo hiciera a costa del carácter típico de la misma. Así ocurrió con la difícil subida desde la Vega, a través de la , que antes del XVIII había de efectuarse bajo las puertas del Sol y de Alarcones, Torno de las Carretas y, bien a través del callejón del Moro 19, bien por el borde superior del Miradero (calle Llana, hoy V. González), llevaba a Zocodover. Además de la manzana que separaba las calles de las Armas y de la Lamparilla, ya indicada más arriba, se demolió también o se enterró, al menos. la puerta de Perpiñán; se cerró la bajada a los Desamparados; se anuló la plaza de la EstreJla (antiguo cementerio parroquial), y, partiendo del nivel de la puerta de Bisagra, se trazó una pendiente lo más suave posi­ ble por el Arrabal, bordeando el exterior de las otras dos puertas del Sol y Alarcones hasta llegar al mismo Zocodover. Desde la izquierda de esta costosa obra lanzó otra carretera hasta Alcántara, aprovechando un antiguo y estrecho camino (calzada romana) que discurría bajo la muralla del Mirade­ ro 20; obra ésta también necesaria, pero para la cual hubo de mucha mejoría y rectitud, haziendo a los que de nuevo edifican que se re t i r e TI y den anchura ... >, Conf. edic. del C. S. 1. C. dirigida por C. VIÑAS y R. PAZ (Madrid, 1963) vol. 3." 18 « ••• haziendose empedrar las calles donde ay barrancos y pasos dificultosos ... )} según HURTADO. Según MORAI.EDA, o. C" una real cédula de 1502 dada por Fernando el Católico, dispuso que se empedrasen las calles y plazas toledanas, obra que se completó por Gutiérrez Tena. 19 Comunicaba este callejón con el Corral de la Campana, figu~ rando todavía abierto este paso en la panorámica de ARROYO (hacía 1700). Aún subsiste la alcantarilla municipal bajo la casa que tapona el final del callejón, al cual, además, dan las puertas principales de \ arias casas de V. González; las que ostentan en sus puertas antiguas los escudo~ mientras que son modernas las q u e d a TI al Miradero, reconstruídas por la reforma de 1864,. (14) J. PORRES MARTIN-CLETO 87 sacrificarse la plaza de Armas del puente y una de las tres puertas que daban acceso ella. en 1864. La puerta frontera a ésta y que ostentaba a San Ildefonso, fue también d e m o 1 ida, al parecer por hallarse ruinosa en 1871 ", en virtud de un acuerdo municipal, despejando el acceso a la puerta de Doce Cantos, que hoy ha sido pavimen­ tado y ensanchado notablemente. Por último mencionaremos, cargándolo también en la cuenta del siglo pasado, la destmc­ ción lamentable del doble arco que ce r r a b a la cuesta del Alcázar, en su unión con la plaza de Zocodover, análogo en su estmctura al Arco de la Sangre y debido probablemente a Juan de Herrera. Su romántica estampa fue publicada por

última vez en el '1 Selnanario Pintoresco" 22, Y segUn hemos oído decir tuvo como supuesto motivo del derribo el que no cabían los coches por ellos; los coches de, caballos, natural­ mente. Afortunadamente los escalones del Arco de la Sangre hacían a éste impracticable para los vehículos. A pesar de estas destmcciones Toledo fue, sin embargo, una de las ciudades en las que el pasado siglo produjo menos demoliciones; tal vez por falta de recursos del Ayuntamiento para mayores obras, los que se invirtieron en su totalidad por el alcalde Navas, en el Miradero y el Mercado, enajenando las láminas de Propios. Con la construcción del primero con­ siguió para la ciudad un utilísimo pulmón urbano, ya inicia­ do por Gutiérrez Tello hasta la muralla visigótica y que este alcalde rebasó, enterrándola, mediante el formidable paredón sobre el Pósito y la ermita de los Desamparados, por un lado, y por el otro, al conseguirse en 1887 la cesión por las Comen­ dadoras de Santiago de una serie de corrales, cuva explana­ ción duplicó la superficie del paseo, a cuyo extremo se colgó luego la precaria y penosa escalerilla que conduce al puente. Tampoco la Desamortización dió lugar a las numerosas

20 Se reproduce este camino en un dibujo de J. P. VillaamiJ, que publicamos (lál11. V l. 21 Según R. A:\fADOR DE LOS RlOS: MOllumentos Arquüeclól1icos de Espa/ja. J, pág. 157, quien publicó un dibujo de t::sta puerta desapa­ recida (lám. VTI). 22 En la obra citada de Ai\lADOR, l., pág. 209, se inserta una repro­ ducción de esta estampa del Semanario Pintoresco. (15) 88 TOLEDO Y SUS CALLES

plazas que en otras capitales recuerdan, con sus nombres de Santos, el convento que sobre ellas existía. En Toledo sólo se produjo un hueco urbano notable, que fue el paseo del Carmen, nacido del solar de este convento incendiado y demo­ lido y del pradito de la Caridad anejo a él, cementerio demo­ lido en 1859. En los conventos de la Vida Pobre, San Agustín, San Miguel de los Reyes, etc.; se edificó más o menos; el de los frailes Capuchinos se reedificó como cuartel, y el de San Bartolomé de la Vega pasó a ser campo, pura y simplemente. Es ya en nuestra época cuando las destrucciones derivadas del asedio del Alcázar dan lugar a una reordenación total de sus alrededores, desde la plaza de la Magdalena, cuya super­ ficie se duplica, hasta el ensanche de Santa Fe, la nueva ali­ neación de Zocodover y la demolición total de Capuchinos y Santiago (ya antes sustituídos por dependencias militares); la bajada en lazo que da acceso al Carmen, obra ésta la de mayor envergadura urbanística realizada en Toledo; la rectificación de la cuesta del Alcázar, apertura de la calle del Alférez Provi­ sional y, por fin, la explanación casi total del Corrali11o de San Miguel, que era en parte un antiguo cementerio parro­ quial, el Hospital de Peregrinos, pequeñas manzanas de casas y una extraña plazuela con nombre romántico: La plazuela de los Novios 23. Por último, y ya previendo el futuro, la próxima gran obra que si Dios quiere veremos (y bastante arriesgada desde todos los puntos de vista), será la llamada Cornisa del Tajo, obra que revalizaría la zona -hoy de escombreras y muladares­ de las Carreras de San Sebastián, dando acceso fácil a este abandonado sector, más que urbano suburbano, y lógicamen• te limpiaría las murallas semienterradas que todavía asoman sobre el río; proyecto tan largamente ambicionado por los toledanos. Otros proyectos más ambiciosos todavía permane­ cen aún en el terreno de las puras teorías y suscitan opiniones contrapuestas, que no es éste el lugar de exponer.

23 Según A.\IADOR DE LOS RlOS, o. c., pág. 160, 1, el {(libro del Vecin­ dario)) existente en el Ayuntamiento, cita esta plaza en 1777

III

LOS NOMBRES DE LAS CALLES

Hasta que en virtud de una disposición oficial del siglo pasado se individualizó oficialmente a cada calle con un nom­ bre específico ", su identificación mediante un patronímico determinado procede de un uso tradicional, generalmente por una razón clara y evidente en la época en que comenzó a apli­ carse ; aunque en la actualidad no siempre conozcamos el por qué. Una vez nacido su nombre particular, el uso le va afir­ mando y perpetuando con escasas variaciones, casi siempre tendiendo a acortarlo si es demasiado largo o añadiendo al­ gún vocablo que lo distinga de otra calle si ambas se conocen con denominaciones iguales o parecidas 25. A esta perpetuación del nombre contribuyen con gran efi­ cacia los documentos públicos, autorizados por los antiguos "Escribanos del Número". Al extender un contrato referente a una casa, procuran hacer constar, como es natural, los datos que permitan identificarla con seguridad, y cuando por segun­ da vez se produce una transmisión del edificio, es lo normal que se aporte el documento anterior, si éste existe. Si no hay razón evidente que lo impida, o si los datos consignados en el antiguo para identificarla se estiman suficientemente claros, son copiados en los documentos sucesivos: Contratos, testa­ mentos, etc. Por este procedimiento puede suceder que un

24 R. O. de 24 de febrero de 1960. El Nomenclator se aprobó por el Ayuntamiento el 22 de enero de 1864. MORALEDA y ESTEBAN, en el art. citado, afirmaba que en los siglos XVI y XVII «nomináronse las calles toledanas, asignándolas títulos de las industrías armera, espartera ... nombres que de tradición hanse conservado.,,» No parece probable que esta identificación fuese oficial, sino nacida sólo del uso corriente; 10 que parece confirmar la misma vaguedad de fechas de esta noticia. Añade por lo demás que «fueron en parte cambiados a n dan d o el tiempo)). 25 Subsisten aún duplicidades de este tipo, origen de confusiones molestas por lo que convendría hacerlas desaparecer. Tal sucede con las dos calles del Sacramento, en Pozo Amargo y Antequeruela; calle­ jón de los Muertos, en San Andrés y San Lorenzo; Santa Ana, en la Antequeruela y en Barrio Nuevo, etc. z (17) 90 TOLEDO Y SUS CALLES nombre popular nuevo no figure en la antigua titulación del inmueble, y que el Escribano consigne los datos "oficiales", por decirlo así, en vez de los usuales; produciéndose una doble denominación que puede persistir largo tiempo, sin que los curiales se den por enterados (aunque lo sepan perfectamente e incluso lo usen en su vida privada) del nuevo apelativo, por­ que lo que está escrito es lo que tiene eficacia probatoria mayor. Tarde o temprano acaba prevaleciendo, sin embargo, el nombre usual frente al nombre oficial, a través de expresiones que recogen a ambos por si acaso. Un ejemplo reciente de este proceso lo tenemos en la calle del Refugio, denominación de las más antiguas de Toledo, pues, aparece ya en documentos fechados en el año 1230 26 Y por tanto firmemente arraigada durante siglos en el uso popular. Hoy se utiliza aún como vi­ gente en la documentación registral y fiscal; pero ya el reta­ blillo de la Virgen de los Alfileritos ha impuesto su nombre, incluso, en los azulejos municipales, al menos desde el pasado siglo en que los mismos rectores del citado Refugio indicaban el nuevo nombre para citar a los miembros de la Junta de Beneficencia; y hoy día es muy posible que un cartero no acertase a entregar una misiva q u e contuviese el nombre oficial, en vez del popular y corriente que todos utilizamos ya. Lo pintoresco del caso es que el Nomenclátor de 1864 no la llama ni Refugio ni Alfileritos, sino "calle de Moreto", con el "éxito" que todos sabenl0s. Hay un grupo de calles que, desde época muy remotas, goza de un nombre invariable, usado tanto por el pueblo, como por los documentos oficiales. Además de los que indican que en ellas existe una parroquia o ermita de remota fundación (cuya persistencia es natural mientras que el edificio religio­ so no desaparezca), hay algunas que se conocen con un ape­ lativo propio y específico: Los ejemplos más claros son las calles de Barrio Rey, llamada por Jos mozárabes "Barrio del

26 Vid. A. GONZALEZ PALENCIA: Los mozárabes toledanos en los siglos XII y XIII (Madrid, 1930). T. prelim., pág. 71. Lindaba la casa del Refugio con el «muro de la ciudad», resto de la muralla romana sin duda de la que fue adarve militar en su origen esta antigua calle. (18) J. PORRES MARTIN-CLETO 91

Sultán" y que muy pronto debió ser distribuída a los compa­ ñeros de armas de Alfonso VI y sus sucesores pero que, sin embargo, retuvo el nombre que refería quién fue su principal propietario; o la calle del Poro Amargo, llamada antes plaza del Caxalí h a s t a 1152, por lo menos ", pero que desde el año 1162, se llama ya como en la actualidad, dando origen a una de las más bellas leyendas toledanas la precaria calidad de sus aguas. Cualidad que es común por otra parte a la ma­ yoría de los poros de la ciudad, pero que sólo en este caso sirvió de base a la imaginación de un poeta, quizá apoyada en un hecho más o menos real. La mayoría de los nombres permanentes nacen por la loca­ lización en u n a calle o plazuela de un edificio destacado: Parroquia, ermita, convento u hospital. regidos estos últimos también por el clero casi siempre. Dividida la ciudad en pa­ rroquias latinas, con un territorio particular y específico para cada una ", la primera y obligada referencia para identificar una casa era la col/ación a que pertenecía. Pero como esta indicación es demasiado genérica y por tanto insuficiente, se completa con nuevos datos basados en la mayor o menor pro­ ximidad a otro edificio o lugar plenamente conocido, o bien con la descripción de la casa transmitida y alguna alusión a sus colindantes, además de los nombres de los propietarios de éstas. Y si el inquilino, actual o pasado, de la vivienda que se pretende describir con seguridad, ha alcanzado algún relieve, se utiliza reiteradamente su nombre y tal uso puede dar lu­ gar al nombre de una calle. Así vemos como ejemplo que en el año 1167 un arcipreste llamado don Nicolás compra la mitad de una mezquita en la colación de Santa María, o sea de la Catedral; y en 1170 ad­ quiere el resto de ella. Pues bien, este conjunto de casas se mencionan ya en 1199, como el .. adarve del arcipreste don

27 [bidem, prelim., pág. 56, docs. 67 y 68. El brocal del pozo se hallaba en la plazuela frente al cobertizo, según el plano de J. ARROYO. 28 Sería interesante determinar la demarcación exacta que tuvie­ ron cada una de las antiguas parroquias, antes de la reorganización derivada del concordato de 1851. No existen datos al parecer en el Archivo Diocesano que permitan reconstruir estos límites con segu­ ridad. (19) 92 To.LEDO y SUS CALLES

Nico.lás". El vicario. do.n Fernando. co.mpra una casa en el ba­ rrio. del Po.ZO Amargo., y un co.ro.nel llamado. do.n Diego., vive en lo.s resto.s de una mo.rada seño.rial en el Mercado. de lo.s Cambistas, y ambo.s acaban po.r tener dedicada la plaza de Do.n Fernando. y el Co.rral de Do.n Diego, quizá reco.mpensando. sus mérito.s, lo.s que ho.y po.r cierto. igno.ramo.s to.talrnente. Es curio.so. que este proceso. llegue a sustituir no.mbres famoso.s, co.mo. el de la plazuela del conde de Cifuentes, po.r el ho.y utilizado. de plaza de Marrón, en ho.no.r de un casi desco.no.cido. canónigo. habitante de ella; el callejón del Alarife, dedicado. al técnico. municipal que tasaba las o.bras de albañilería, bo.rra el antiguo. y mo.lesto. nombre de "callejón de las Vacas". Esto.s caso.s so.n ho.y mucho. menos numerosos que en el medievo, donde, a juzgar po.r los documentos mozárabes, numerosísi• mo.s callejo.nes y adarves llevan los nombres de su principal vecino. Ante la multiplicidad de parroquias, ermitas y monasterios, es natural que la mayor parte de los nombres de calles sean de tipo religioso. Los siguen en número los de origen gremial: Tintes, Tornerías, Armas, Sillería, etc., algunos ya desapare­ cido.s con los artesanos que las poblaron, o emigrado.s con ellos a su nueva residencia, como el de los Tintoreros, sito antes en las proximidades de San Andrés y el Pozo Amargo y hoy próximo al río. Algunos son difícilmente reconocibles ya, como el de Solarejo o Valdecalero.s; otros que parecen gremia­ les no deben serlo, como la calle de Carretas, que no. alude a que en ella se fabricasen tales vehículos, sino al "To.rno de las Carretas", artefacto que debió existir para facilitar el ás­ pero ascenso a la ciudad por su fuerte pendiente. O el callejón del Potro, lugar que no. debió alojar a tratantes de ganado, sino a un auténtico potro de herrar bueyes, como el que toda­ vía existe junto a la puerta del Cambrón. Por muy necesaria que fuera -y lo. era sin duda- la con­ cesión a los Municipio.s de la co.mpetencia exclusiva para fijar y determinar lo.s no.mbres de las vías urbanas, esta facultad llevó co.nsigo. una po.sibilidad pernicio.sa, pues sin que la dis­ po.sición lo. dijera ni pro.bablemente se previera po.r el Minis­ tro que la dictó, es lo. cierto que quien po.día dar un no.mbre podía hacerlo. también varias veces, esto es, po.día cambiarlo. (20) J. PORRES MARTIN-CLETO 93 si lo creía oportuno. Así fueron los Ayuntamientos, al compás de las circunstancias políticas, rebautizando calles con los nombres de aquellos personajes más famosos o más amigos de la Corporación. Surge así frente al nombre usual, el nombre político. Como estos cambios no suelen tener en cuenta las conve­ niencias del uso diario, ni pueden por sí mismo borrar de la memoria de los vecinos la asociación tradicional entre una calle y su nombre anterior, se sigue utilizando éste por lo general. A veces el personaje tiene suerte: B i e n porque el nombre de la calle sea desagradable, como sucedía con la de la Tripería, arraiga el nuevo topónimo de don Sixto Ramón Parro, utilizado comúnmente y por completo aunque sea de­ masiado largo; o es efectivamente popular, como don Antonio Martín Gamero, pese a lo cual tarda más de medio siglo en usarse, pues a toledanos ancianos les hemos oído todavía citar esta calle por su anterior nombre de Obra Prima. A veces se trata de una calle prácticamente nueva, como la de Venancio González ", o la avenida de Barber, aunque ésta coexiste con el norrtbre de carretera de Avila, como sucede también en la de Madrid y su nombre oficial en la primera parte, de Marqués de Mendigorría, utilizados ambos indistintamente. Lo corriente es, sin embargo, una resistencia constante a aplicar el nombre oficial, aunque sea tan innocuo como el de las calles del Comercio o de Toledo de Ohío, que siguen lla­ mándose calle Ancha y cuesta de Belén. La más atrevida deci­ sión municipal en este sentido -y por tanto la de más abso­ luto fracaso- fue la de designar a zocodover como plaza de la Constitución, lo que no se usó, creemos, ni casi en los docu­ mentos oficiales del período más liberal JO, ni naturalmente en . 29 La parte más baja de ella se llamaba «del Miradero», lo que inducía a confusión con el inmediato paseo. El resto hasta enlazar con la de las Armas se 11 a 111 a b a «caBe Llana». Por ello fue una medida práctica la separación de uno y otra con un nuevo nombre, cuajando éste en el uso popular. 30 Incluso en los muy liberales documentos de la Desamortización se utilizan indistintamente ambos nombres, predominando el tradi­ cional. En el plano de REINOSO se la rotula «Constitución, o Zocodover, O Glorieta». (21) 94 TOLEDO Y SUS CALLES

la conversación popular, pese al rótulo bien visible que nadie usó desprender del Arco de la Sangre hasta 1941. Como caso realmente pintoresco y por fortuna fugacísimo, mencionemos las descabelladas dedicaciones de calles en 1931- 1935: Calle de los Comuneros a la de los Reyes Católicos (cuyo nombre antiguo era de las Carnicerías o de la Puerta de Carros de San Juan de los Reyes); calle de Pi y Margall a la calle Ancha; calle de Fermín Galán a la cuesta del Alcázar (cuyo nombre oficial no es éste tampoco, sino de Carlos V). Ni más ni menos. Vemos por tanto que las calles, tanto en su trazado como en sus nombres, no son algo estático, inmutable. Por influjo de sus habitantes sobre ellas (pues no en balde son el escena­ rio de sus vidas), van cambiando al compás de ellos y de sus ideas, aunque el cambio los siga con bastantes años de retraso. Sólo una mudanza demasiado repentina puede no dejar su huella en el trazado viario; pero a veces, por curiosa paradoja, el suceso fue tan fugaz que se olvidó enseguida por sus veci­ nos restando, en cambio, como inexplicable supervivencia de aquél, el único recuerdo ya indescifrable del nombre de una calle. Nadie recuerda hoy por qué razón la Virgen de Belén, el Angel gótico o el retablo de los Alfileritos nos llaman desde ,us hornacinas, ni quién tuvo el capricho de situarlos allá; pero ahí están, y su repercusión en el uso diario de sus nom­ bres es más profunda y arraigada que el ignorado suceso que motivara su emplazamiento.

IV NACEN LAS PLAZAS

Quizá por lo reducido del cerro toledano y por las dificul­ tades topográficas para la expansión de la ciudad, la aparición de las plazas es fruto urbanístico más bien tardío ". Las tra-

31 En las ciudades celtibéricas «su densa edificación se distribuye mas o menos ordenadamente por calles y carecen de plazas o lugares abiertos que representen una aglupación de la vida ciudadana». (B. TA­ u }{ACE~.\ en Historia de MENENDEZ PInAL> L, 3. , pág. 225). (22) J, PORRES MARTIN-CLETO 95

dicionales Plazas Mayores castellanas, nacidas para servir finalidades mercantiles y utilizadas para conmemoraciones solemnes y espectáculos populares, son suplidas por espacios vacios fuera de las murallas, para aprovechar al máximo la utilidad defensiva de éstas, construyendo todas las viviendas posibles dentro de su cinturón militar. Estos terrenos desti­ nados a ferias o mercados periódicos se eligen, por razones de comodidad, en el espacio despejado inmediato al exterior de una puerta, y Zocodover resulta adecuado para este fin, por ser a la vez exterior e interior, ya que a ella se accede a través del Arco de la Sangre, puerta de salida desde la ciuda­ dela fortificada que es el castro primitivo, pretorio romano y visigodo o al-Hizém musulmán, integrado por la residencia palatina y militar de los Palacios de Galiana, el Alcázar futuro (de momento, simple cuartel de las tropas más adictas) y algún edificio religioso. Al exterior de esta ciudadela o castillo primitivo existe el resto de la población, poco segura siempre para los romanos, la nobleza visigoda y las walíes árabes, quienes la consideran, como de hecho lo está, poco sujeta a su autoridad; es por tanto, exterior para ellos este terreno y en un principio lo sería efectivamente, aunque haya casas que rodeen a este mercadillo, necesario para su abastecimiento y el de la pobla­ ción. Al circundarse ésta de rnurallas por completo y utilizar­ se las puertas de entrada para fin e s fiscales de cobro de arbitrios y de gabelas varias, las ventajas de los mercados como puntos de comercio franco se pierde para Zocodover, y resulta de ello un perjuicio para los toledanos, que siglos después han de instar de Enrique IV el privilegio del mercado de los martes, franco de portazgo para quienes concurran a él ese día, exención concedida en 1466. Este signo militar y mercantil del nacimiento de nuestra plaza más famosa es corroborado por otros datos. Así su nombre (Suk-a.1-dawabb, mercado o zoco de las bestias, equi­ valente al mozárabe 9ocodoeb), así como el que debió llevar el Arco de la Sangre de "Puerta de los Caballos"; la ausencia absoluta de escudos en sus casas, de patios -dato éste ya señalado por Téllez- y de casas de amplio solar, propias de mayorazgos, que en esta plaza no existen, sustituí das por vi- (23) 96 TOLEDO Y SUS CALLES viendas casi de una habitación por planta, encaramadas cada una sobre una tienda que tiene el mostrador casi en la puerta, (lo que motiva el nacimiento del soportal, que primero debió ser un simple tejadillo volado y luego se construye sobre pi­ lares, ro b a n d o terreno a la plaza 32 al edificar avanzando sobre ellos) y constantemente fraccionadas una vez y refundi­ das otra, en un movimiento pendular que tan pronto consigue ampliar un comercio por la compra del inmediato, como se anula por la división entre dos nuevos comerciantes. Son numerosas las plazas de Toledo que deben su origen, ya en el siglo pasado, a la supresión del cementerio parroquial que en ellas existía. Los vecinos más acomodados solían com­ prar capillas o simples fosas dentro del templo; algunas igle­ sias disponen de amplios sótanos o criptas para este fin, como el de San Ginés, que utiliza las dos bóvedas romanas que le sirven de cimiento. Pero la mayoría de los difuntos, bien por falta de medios, bien por la total carencia de espacio dispo­ nible dentro de la parroquia, son sepultados en pequeñas par­ celas inmediatas al templo, el que tiene casi siempre una de sus puertas abiertas sobre él. El caso más ar,tiguo que recor­ damos es el del cementerio de San Lucas, todavía cercado y no destinado a plaza, en el que fué inhumado uno de los últi­ mos obispos mozárabes, llamado Juan. Otros que subsisten y además se utilizan, son el que tenía aneja la capilla de San Ildefonso, en la Vega Baja, ya desaparecida, y el del Cristo de la Vega. Los demás pasaron a veces por la etapa de patios de mezquita, o fueron edificados, como el de la Catedral (situado en la antesacristía), al ampliarse el edificio y otros se convir­ tieron, como decimos, en plazas de uso público, quizá en los no debidamente cercados, al poco tiempo de prohibirse la

32 Al contemplar las Plazas Mayores en su estado actual, sorpren­ día a ORTEGA y GASSET la época de generosidad urbanística que había regalado al común de vecinos, en los sitios de mayor precio de los solares, el espacio destinado a soportales. Creemos que el proceso fue a la inversa y que las casas avanzaron sobre las plazas, mediante el truco del paseo cubierto. La generosidad suele ser individual, pero rara vez colectiva y menos aún en muchas ciudades a la vez; lo que debía exigirse para explicar todas las plazas mayores con soportales en todas las ciudades españolas, según la tesis orteguiana. (24) J. PORRES MARTIN-CLETO 97 inhumación de cadáveres dentro de las poblaciones]J, prohi­ bición por cierto incumplida por los conventos de religiosas, tal vez por afectar sólo a los seglares. Como ejemplos más seguros de esta transformación en plazas citaremos la de la Estrella, posible solar de la mezquita de la que resta la parte baja de la torre, según algún autor 34 o bien patio de abluciones de la misma. La rodeaba un simple pretil en 1576 y se utilizaba como cementerio según Hurtado de Toledo, recordando aquel destino funerario la cruz.que en su centro se erigió en 1752. Una de las dos plazuelas de San Andrés deben tener el mislT\o origen, y de ella proceden las momias conservadas hoy en una cripta junto al ábside que, según el sacristán, fueron extraídas de allí al cimentar el pór• tico. Puede haberlo sido la de San Nicolás, a juzgar por los restos que se hallaron al construir el reciente sanatorio colin­ dante con la vivienda del Párroco, cuyo actual jardín debió tener parecida aplicación; la plazuela de San Justo, o bien el compás inmediato a su puerta secundaria en la parte de San Juan de la Penitencia; el Corralillo de San Miguel, en una zona inmediata al arco absidal, etc. Otros más reducidos o interio­ res se salvaron de convertirse en plazas y pasaron a ser jardi­ nillos o patios, como el citado de San Nicolás, el patio de ingreso a San Cipriano, el patinillo trasero de San Cristóbal, y algún otro. De origen mercantil como Zocodover, son la Plaza Mayor o de las Verduras, iniciada por Gutiérrez Tello al establecer allí el Mesón de la Fruta, utilizado como en otras ciudades para corral de comedias hasta que se construye el Teatro de Rojas, bajo proyecto de Ramiro Amador de los Ríos. Junto al Mesón citado estaba ya desde 1545 la Carnicería Mayor, obra de don Pedro de Córdoba, bajo Carlos V\ convertido luego en Mercado general, que hoy resulta notoriamente insuficiente; y desde comienzos del siglo XVII se la llama ya plaza Mayor,

33 Ley 1.', Tit. 3.°, libro 1 de la Novísima Recopilación. José Bona­ parte reiteró esta prohibición en 1810. 34 AMADOR DE LOS RJOs, R., Monumentos cit., l., pág. 231. 35 FRANCISCO DE PISA; Descripción de !u Imperial Ciudad de Toledo (Toledo, 2:' edición, 1605), pág. 31 (25) 98 TOLEDO Y SUS CALLES

creándose con tales establecimientos un centro de atracción mercantil. La plaza de las Tendillas tiene un origen también comercial, siendo un mercado importante en el siglo XVI, aunque es en realidad un simple encuentro de cinco calles ". La plazuela del Seco, llamada así por la clase de los frutos allí vendidos, tiene el mismo destino, hoy también dispersado en otros parajes; mientras que las antiguas Carnicerías de Santo Tomé, plazuela situada al final de la calle, se desdibuja al ensancharse ésta y alinearse su trazado, convirtiéndose en la plaza de San Antonio al dispersarse en la nueva vía los comerciantes que antes se concentraban en la plaza, que presi­ día una carnicería municipal ya demolida, con su capilla y oficina para vigilar las transacciones mercantiles. Un caso poco claro hasta ahora es el de la plaza de Val de­ caleros. Su estructura, como ya señaló Téllez, es la de una plaza auténtica; pero su utilidad como tal es bien escasa, y aunque su nombre sugiere la explicación sencilla de servir o haber servido para mercado de materiales de construcción 37, las casas que la rodean son casi todas de tipo residencial, y no mercantil. Por otra parte su fuerte pendiente no la hace adecuada para ningún objeto que justifique su trazado como tal plaza. Como última causa del nacimiento de las plazas toledanas señalamos el simple derribo de las casas que ocupaban su solar, bien accidental como causa involuntaria, bien delibera­ damente por un propósito urbanizador. Entre las debidas al azar tenemos la de Barrionuevo, originada, según se dice, por un incendio; como la de la Magdalena, que, al ser explanadas las casas, da lugar a que se ensanche la primitiva plazuela de su nombre y se unifique con el ensanche previo al Corral de

36 La quinta calle, que en el plano del Greco figura ya privada de su salida hacia San Pedro Mártir, es hoy una cochera de la Delega· ción de Hacienda. Su entrada desde las Tendillas estaba aún abierta en 1882 (plano de REINOSO). 37 En documentos de la Desamortización se la llama «plaza de Barrio-calero»), nombre ya utilizado en 1355 nada menos (<

Don Diego, antigua Gallinería y Mercado de los Cambistas. El derribo de las iglesias de San Juan Bautista el Real hace nacer la plazuela de los Postes, luego dedicada a Amador de los Ríos, y la demolición de la parroquia de San Martín, además de contribuir a la salvación de la iglesia de San Juan de los Reyes (sin uso por la expulsión de sus moradores franciscanos, y en donde se instaló la parroquia hasta su refundición con las de Santo Tomé y San Cipriano), permitió al Municipio resolver el difícil problema del acceso directo desde la puerta del Cam­ brón a la calle de los Reyes Católicos con una amplia curva, que debió demoler también algunos restos del muro que cerca­ ba el barrio judío. También la plaza de San Vicente tuvo casas en su solar, cuyos cimientos aparecieron al pavimentarla 38; y es conocida la lucha del Municipio -probablemente ayudado por el Cabildo Primado, a quien también interesaba su pro­ pósito- con los escribanos toledanos para que éstos cedieran sus casas y formar así la plaza del Ayuntamiento, teniendo que compensarlos con la cesión de las bovedillas de su facha­ da principal. El valor elevado que los solares han tenido siempre en nuestra ciudad, por lo reducido de su perímetro edificable, consiguieron e n otras ocasiones imponerse a l a tendencia urbanizadora, edificándose sobre ellos o quedando de propie­ dad particular. Así vemos que las destrucciones de las parro­ quias de San Ginés o de San Isidoro, de los conventos de Agustinos Calzados, la Vida Pobre y San Miguel de los Reyes no producen plazuela alguna, y cuando es cedido al Municipio, ya en el siglo actual, el convento ruinoso de los Trinitarios Calzados para convertirlo en jardín, se aprovecha primero para modestas viviendas, y se proyecta edificarlo de nuevo. Los mayores espacios procedentes de destrucciones han sido hasta hace pocos años el solar del Carmen Calzado, trans­ formado en jardín solitario casi siempre, y el del Tránsito, demoledor de un barrio entero en el que se hallaba la vivien-

38 Noticia que debemos al profesor TELLEZ. La existencia en el ábside de la iglesia de rebajes cóncavos para el paso de carros indica un paraje muy estrecho anterior, solucionado luego en el retranqueo de la casa frontera, núm. 2 ,de la calle de Alfileritos. (27) 100 TOLEDO Y SUS CALLES da real del Cretense, y un éxito municipal como tal ensanche urbano, pues, quizá por su excelente situación fue incluso paseo de moda que en ocasiones suplantó a Zocodover y hoy sigue siendo un imprescindible sitio de desahogo de la chiqui­ llería del barrio. Su extensión fue, sin embargo, superada en la parte opuesta de la ciudad por e! conjunto que forman el Corralillo de San Migue!, Capuchinos, Santiago y las casas intermedias, que hoy se destinan a fines automovilísticos con dudoso acierto a nuestro juicio; pues, además de la amenaza latente de destrucción del barrio circundante y a que obliga a seguir discurriendo por la parte más poblada de Toledo todo el tráfico pesado, impide la creación de las edificaciones que una estación de autobuses hace nacer a su alrededor -fondas, garajes, tiendas de repuestos, talleres, etc.- o si las permite será a costa del ambiente toledano del lugar. Todo ello no compensa la supuesta comodidad de apearse dentro del casco urbano, relativo para quienes no viven alrededor de la proyectada estación, y va en contra de la norma general seguida en estas concentraciones de vehículos en las ciudades que ya las poseen, situadas siempre en las afueras. Otras dos plazas artificiales, mitad plazas y mitad paseos, son el Miradero y las Vistillas de San Agustín. Ideados ambos por Gutiérrez Tello, quien fue objeto de las alabanzas de su contemporáneo el Rector de San Vicente 39, fueron los dos en su principio los pulmone.s urbanos q u e Toledo necesitaba; pero sólo el primero persiste, notablemente ampliado como antes dijimos, mientras que las Vistillas fueron anuladas al pasar sobre ellas la carretera de ronda hacia el puente de San Martín, dejando un espacio insuficiente a ambos lados para que el paseo pudiera perdurar. Por último y como sub-especie de las plazas, señalaremos la existencia de los corrales, nombre hoy caído en el descrédi­ tos y casi en desuso. Fueron antiguamente numerosos, pero de los tres que llegaron a nuestros días, que son el de San Andrés, el de la Campana y el de Don Diego, sólo los dos últimos continúan en plena vigencia, mientras que el primero se anuló

39 Relación citada, pág. 570 de la edición de los Sres. VIÑAS y PAZ. (Madrid, 1963. Parte 3.'). (28) INSTITUTO PROVINCIAL:a -1 ...~ o ~ (1) ,..Co"> o. ro> o C5 .".,.,"" J. PORRES MARTIN-CLETO SON'fG3101 501 :,n!SJ -< 101 al obstruirse una de sus entradas por el Seminario. Tambiéll conserva su nombre, en diminutivo, el Corralillo de San Mi­ guel; pero su estructura ha desaparecido al explanarse sus alrededores, excepto uno de sus lados, y éste también se halla en vías de transformación. Podemos definir estos corrales como un paralelo urbano a los callejones sin salida, puesto que en la actualidad las plazas con una entrada solamente, sin que otra calle continúe el itinerario al otro lado de la misma continúan llamándose co­ rrales. No es que ésta sea una norma de uso general, puesto que ni todos los corrales poseen un solo acceso (como sucedía en el de San Andrés y en el corralillo de San Miguel), ni todas las plazas con entrada única se llaman corrales, como sucede hoy con la plazuela del Verde, con acceso singular desde la de Barrionuevo; pero esta última excepción no lo es en realidad, ya que debió tener una salida hacia la calle de San Juan de Dios, aprovechada por el convento de San Antonio, a juzgar por el plano de Rey Pastor. Pese a los escasos ejemplares que sobreviven de ellos, insuficientes para deducir una norma ge­ neral con seguridad, creemos, sin embargo, que la denomina­ ción de corral sólo se ha venido aplicando a aquellos ensan­ ches urbanos, de origen diverso, pero que se caracterizan por formar una especie de bolsa adosada a una calle, tangente a su perímetro, y por la que tienen su única entrada. Algo así como un gran patio de vecindad, convertido en vía pública. Bajo este punto de vista hemos de clasificar como antiguos corrales el ensanche de la calle de la Plata, frente a Correos, provisto también de una antigua calle amortizada -en termi­ nología de Téllez-; los callejones de Esquivias y de Córdoba, etcétera. De algún otro nos ha llegado el nombre que llevó aunque no su situación exacta, como el Corra.l del Pepino en la Antequeruela; el Corral de Pavones, junto al Hospital de Santiago; el de los Ciegos por San Justo, etc. En todo caso su nombre rural, uno de las pocas características campesinas que tiene Toledo (hecho ya expuesto a Felipe TI por Hurtado de Toledo), tiene un matiz peyorativo que trabaja en contra dc su supervivencia, estimándole como poco elegante y siendo frecuente la tendencia a hablar de "plaza de la Campana", por ejemplo, en lugar de su nombre verdadero. (29) 102 TOLEDO Y SUS CALLES

v

EVOLUCION DEL PLANO DE TOLEDO

Si por un extraordinario y afortunado azar tuviéramos a nuestra disposición una serie completa de planos de la ciudad, realizados por ejemplo, cada doscientos años, su comparación nos daría un completo estudio de la historia urbana de Toledo. El estudio más remoto de este tipo es, sin embargo, el plano de El Greco, de asombrosa exactitud por cierto, y desde co­ mienzos de! XVI hasta el siglo pasado, diversas vistas del cerro toledano más o menos veraces (alguna totalmente ima­ ginaria), permiten seguir con relativa facilidad su evolución. Antes de aquella primera piedra topográfica, tenemos la meticulosa descripción del Memorial rt,dactado para el Rey Prudente por don Luis Hurtado, en 1576. Rietrocediendo en el tiempo, tan sólo las descripciones de algunos viajeros que, casi siempre con parquedad exasperante para nuestro deseo, hablan de lo que aquí vieron y atrajo su ater:ción. Estos datos y el estudio de los edificios y calles que parecen no haber variado de emplazamiento, nos pueden dar una idea de cómo fue Toledo y cómo ha ido transformándose hasta llegar a lo que es hoy. Ayudados, naturalmente, por las noticias his­ tóricas que aunque sea de pasada, contienen indicaciones que nos son muy útiles para este objeto. El resto ha de conseguir­ se mediante la deducciones que parecen rrlás lógicas en con­ cordancia con tales antecedentes. Como ensayo de este estudio exponemos a continuación las posibles estructuras urbanas de Toledo hasta el siglo XVI. A partir de é s t e es ya bastante conocida su red viaria, la cual. con escasas variaciones, coincide prácticamente con la actual.

a) Toledo prerromana. ? a 192 a. J. C.

No se puede ser prehistoriador sin tener imaginación, nos decía hace pocos meses un benemérito investigador de la anti­ güedad toledana. Con e s t a imprescindible herramienta de trabajo, puede imaginarse el trazado y el aspecto general del (30) J. PORRES MARTIN-<:LETO 103 castro toledano, uno de los más antiguos lugares de la penín• sula que fueron elegidos para sede permanente de una agru­ pación humana, a lo que sin duda, convidaba su estratégica situación: De defensa fácil, protegida, además de por su altu­ ra, por el foso na t u r a 1 del río que también le facilitaba cómodamente el agua necesaria. Es muy posible como ya dijimos que e! primer emplaza­ miento permanente no fuera precisamente el cerro toledano, ,ino e! frontero de! Bú, ya citado, llamado Torre de los Diablos en los documentos mozárabes. Su acceso era más fácil para un invasor; pero también era más adecuado para una horda reducida, cuyos efectivos no pudieran defender por sí solos todo e! cerro frontero". Los restos arqueológicos que conser­ vaba este Cerro del Bú fueron lamentablemente demolidos hace unos seis u ocho años, para una repoblación forestal que luego resultó frustrada; sin que se levantasen planos ni se excavase por completo y bajo dirección técnica, como hubiera sido deseable. El aumento de la población de este castro primitivo, por crecimiento natural o por la alianza o el dorrrimo de otra tribu más numerosa, .hicieron insuficiente su solar y surgiría lógica• mente el traslado al cerro del otro lado del río. Se ocuparía tan sólo una parte de éste en un principio, la más elevada como es natural, o sea la comprendida entre las colinas del Alcázar, San Román, escarpa del callejón de Menores y Santa Fe; recinto que se iría ampliando a medida que la población aumentase, ya que existía terreno disponible para ello dentro del mismo cerro. De este reducido solar es probable que sólo se fortificase en principio una zona, la más elevada o la de más fácil defensa. No conocemos, sin embargo, restos de esta época hallados .. in situ". El hacha de piedra que posee el profesor Jiménez de Gregorio, encontrada en el callejón de los Usillos, puede muy bien ser de acarreo; y la somera descripción de los restos cerámicos, hallados en 1892 al cimentar un muro de conten-

40 Una breve descripción de las excavaciones realizadas en 1905 puede verse en el folleto de M. CASTAÑOS y MONTUANO Excavaciones en el Cerro del Bú de Toledo (Toledo, 1905). (31) 104 TOLEDO Y SUS CALLES clOn del Alcázar 41, hoy seguramente desaparecidos, no permi­ ten asegurar con certeza su datación. Tan sólo si es que su antigüedad alcanza a tan remotos tiempos podríamos citar los silos descubiertos hace unos tres años en las excavaciones realizadas para cimentar el nuevo edificio de la Junta Provin­ cial de Menores, en la calle de San Ildefonso, bajo la plaza de Padilla, que podrían tener este origen; se hallaban revocados con una mezcla caliza y rellenos de restos cerámicos y peque­ íl.as vasijas. Alguna de éstas se examinaron, según tenernos entendido, por el profesor Téllez, pero ignoramos la clasifica­ ción que se les haya podido dar. En todo caso se hallaban bajo los últimos cimientos y en terreno virgen al parecer de toda construcción anterior 42, Creemos que el aspecto en general de la ciudadela celtíbera debió adoptar una configuración muy parecida a la recons­ trucción del castro de Coaña, hecha por el profesor García y Bellido y profusamente publicada 43, o sea un arce o castillete en el punto rnás elevado (germen del futuro al-Hizém musul­ mán), montado sobre los riscos que dominan el Tajo en su parte más estrecha. A su alrededor, numerosas casas aisladas unas de otras, constituyendo cada una, una manzana inde­ pendiente mediante pequeñas callejuelas o espacios muertos, con una técnica constructiva pobre de mampostería y tapial y techadas con el material vegetal de más fácil obtención en los alrededores. Próximo al recinto fortificado un espacio abierto algo ma­ yor, para plazuela, mercado o concentraciones tribales. En caso de peligro la población se refugia en el recinto mj.litar, abandonando sus modestas viviendas hasta que la amenaza

41 Esta descripción fue hecha por don Manuel Tovar en carta dirigida a don Rodrigo AMADOR DE LOS RIOS, quien reprodujo varios párrafos de ella en su o. c. Monumentos ... , J , pág. 184, nota 1. 42 El fragmento de la cabeza escultórica de un león, hallado en las obras de restauración de la Puerta árabe de Alcántara, ha sido clasificado como de origen ibero por JIMENEZ DE GREGORIO. Vid. su artículo Los hallaz.gos arqueologicos de Alcántara publicado en «El Alcázar» del 16 de febrero de 1961. 43 Vid. El Hombre prehislórico y los orígenes de la Hummlidad. (Madrid, 1955), pág. 353. (32) LAM INA l. - Puente de Alcántara en 1867, con la «cadena de cucharas» en que comenzaba el Artificio de Ju anelo y la puerta de San Ild l' fonso, demolida en 1870. (Folo Rosch, archi vo Casa Rodriaun.) LAMINA 1I.- Puerta de Alfonso VI , a nt ~s d~ copstruirse la carretera de Bisagra al puente de San Martín. (Dibujo de Viii aa mil.) J. PORRES M.-\RTlN-CLETO lOS pasase, mientras que un sistema más o menos rudimentario de fortificaciones protege tanto el citado arce como el acceso al mismo, acceso escogido por el camino más fácil topográfica­ mente hacia la calle de Carretas actual yel Miradero, así como alguna poterna en dirección al río. El camino normal a este cauce en tiempos de paz debió hacerse, sin embargo, a través de la vaguada que hoy siguen la calle de las Tornerías y sus sucesoras hasta el barco de Pasaje, el más cómpdo para el acarreo de agua por la suave pendiente. Pero siendo todo ello simples suposiciones, pudo haber sido distinta la estructura real, aunque no mucho a juzgar por la configuración natural del terreno a la que forzosamente hubo de adaptarse.

b) La ciudad híspano-romana. 192 a. J. C. - 468? d. J- C.

La falta de plantas estudiables, ya indicada por Téllez", es acompañada por la ausencia de datos que permitan recons­ truir con seguridad el trazado urbano de esta época. Sin em­ bargo, sí puede señalarse la existencia, durante cortos sectores, de calles indudables, que dieran acceso a los escasos restos arquitectónicos conservados en su lugar de origen. Algunos de ellos se localizan extramuros, lo que indica la existencia de concentraciones reducidas de población fuera de la protección de ellas y un largo período de paz; y asimismo precisan la existencia de caminos de acceso a los mismos, más o menos urbanizados. Las villas romanas del paseo de la Rosa (al IIbrigo del cerro de San Servando), o en las proximidades de la Fábrica de Armas ", son sin d u d a indicio de alguna calzada, aun secundaria, que frente a ellas discurriese; el Circo romano, el Anfiteatro y los oscuros restos hallados en sus inmediaciones, necesitan otras caJles amplias para el movi­ miento de la población que acudiera a ellos. En el interior mencionaremos los restos de murallas y cerámica antes citada, que publicó Amador de los Ríos, en la cimentación de la ex­ planada del Alcázar, signo evidente de la fortificación de este paraje; el piso bajo de la mezquita de las Tornerías, ya clasi-

44 La IgleSia toledana (Toledo. 1953). págs. 30-31. 45 Los mosáicos hallados en ellas pasaron al Museo Arqueológico.

1 (33) 106 TOLEDO Y SUS CALLES ficado como construcción romana por José Amador de los Ríos en la primera edición de los Monumentos Arquitectónicos de España, de 1877, la que también nos revela una calle frente a ella, en la vaguada que siglos después poblarán los francos primero y los torneros después; las bóvedas de la legendaria Cueva de Hércules, bajo San Ginés, fuente de leyendas y esce­ nario de excavaciones fallidas ", las que debieron tener una calle para llegar hasta ellas, bien la de San Ginés, hoy sin salida, bien la de la Sal; el sótano romano de la calle de Nava­ rro Ledesma ", sito a la vera de otro camino natural muy anti­ guo que conducía y conduce al centro de la ciudad, bien desde la entrada por el Cambrón, bien desde una posible acrópolis en el cerro de San Román, y cuyo sótano se relaciona con el existente bajo los cimientos de la inmediata Casa-Profesa de los Jesuítas, de la cual un solitario pie de mármol recuerda en nuestro Museo Arqueológico que la 'destrucción de anti­ güedades es manía antigua en nuestra ciudad. El muro romano también, parte del que sostiene la lonja o explanada anterior al Hospital de Mendoza, señala la direc­ ción de otra calle, coincidente con la cuesta del Carmen y fachada posible del pretorio al que rodean murallas clasifi­ cadas en la misma época sobre la escalerilla del Miradero y otras, mas dudosas, bajo el Arco de la Sangre y Gobierno Civil. Punto discutido y de interés para nuestro tema, por afectar al antiguo trazado de varias calles actuales, es el emplaza­ miento del puente romano cuya custodia fue encomendada, como misión principal, a los efectivos militares destacados en nuestra ciudad. Un respetable autor toledano creyó haber

46 Una curiosa visita fue realizada antes de 1936 por el señor Díaz Sastre, pariente próximo del entonces propietario de la casa que ocupa en parte el soJar de esta iglesia. Según nos ha indicado, a juzgar por la longitud de las sogas. empleadas e o ro o guía, y la d.irección que aproximadamente siguió h a s t a que se terminaron los manojos de .o;;uerda, calcula que llegó en fuerte pendiente hasta las Cuatro calles. 47 Las únicas reproducciones que conocemos de este sótano son varios dibujos del señor M. SIMANCAS, publicadas en el núm. 2 del Boletín de la Sociedad Arqueológica de Toledo de 26 de marzo de 1900, págs. 5, 8, 10 Y 13. (34) J. PORRES MARTIN-CLETO

hallado el punto exacto de su cruce sobre el Tajo en el llamado Río Llano o vado de Safont ", fundado en antiguas ruinas que aún se reconocen y que, a modos de estribos aislados, atra­ viesan el ancho cauce del río pocos metros más abajo de la presa. Un famoso arabista, recientemente fallecido, afirma que "ignórase el emplazamiento del [puente] romano que precedió al medieval de Alcántara" ". Por el contrario, en textos anteriores de la misma compilación, otro historiador afirma que "los dos puentes que tiene Toledo sobre el Tajo son de origen romano, y el que más lo manifiesta es el llamado de Alcántara" 50, opinión que fundamenta en la de R. Amador de los Ríos al parecer; y hemos de reconocer que los argumen­ tos de éste, expuestos en diversos lugares de su obra monu­ mental sobre Toledo ", son los más convincentes sobre este tema, especialmente por el parecido del de Alcántara con el puente romano próximo a Vqlci, en Italia, realmente sorpren­ dente e inexplicable si no hubieran tenido ambos los mismos constructores. Por otra parte existen motivos, tanto técnicos como estra­ tégicos, para creer que en efecto fueron las legiones de Roma las que iniciaron la construcción del puente sobre los funda­ mentos del actual. No sólo la estructura de parte de sus estri­ bos, ya clasificada como tal, por el mismo autor, sino: al lo adecuado del paraje para hacer, con la mínima longitud posible, semejante obra, muy preferible a la desmesurada longitud y menor solidez del firme sobre el que podría construirse en Safont; b l la mejor vigilancia y el seguro dominio del paso, factible sólo desde los escarpados riscos a uno y a otro lado de sus estribos, teniendo en cuenta el corto alcance de las armas arrojadizas de la época; cl los restos de cimentación romana existentes poco a los pies del castillo de San Servan­ do, verdadera "cabeza de puente" protectora del acceso a éste;

48 M. C\STAÑOS y MONTIJANü: Entre ruinas (1911) pág. 63 Y SS., cita de J. MORALEIJA y ESTEBAN en el Boletin de la R. A. B. A. Y C. H. de Toledo; año 11, núm. V. 49 LEVI-PROVEN<;AL en el tomo V de Historia de España de MENEN­ UEZ PIDAL, pág. 622. 50 J. R. MELIDA en el t. JT de la misma Historia, pág. 574. 51 Monumentos ... cit., págs. 25 y 162 Y ss. del tomo I. (35) 108 TOLEDO Y SUS CALLES d) el permitir que la calzada romana que por este punto cru­ zase el río, discurriera igualmente bajo el peñón, coincidiendo aproximadamente con la actual calle de Gerardo Lobo, y, e) el que ningún indicio literario se refiera a otro puente de piedra más que a éste (aunque alguno padezca confusión con el pró• ximo acueducto), e incluso su propio nombre de Puente por antonomasia, con que los árabes primero, y nosotros también lo designamos (pues no otra cosa designa el vocablo Alcántara, como en el célebre del mismo nombre y sin disputa alguna romano de la provincia de Cáceres), son razones que en nues­ tro criterio hacen desechar cualquier otra suposición sobre un emplazamiento distinto, aunque las piedras que lo com­ ponen hayan sido removidas y vueltas a colocar en sucesivas restauraciones. Las mismas imponen la clasificación del su­ puesto puente de Safont como estribos de un molino o algún artificio elevador del agua, para riego de las huertas vecinas o para abastecer villas romanas extramuros. Si es que es ro­ mana la mampostería de tales restos, lo que habría que deter­ minar primero. Como consecuencia de ello la citada calle de Gerardo Lobo es el paso ideal de la calzada a Mérida por la orilla derecha del Tajo, y por tanto una de las calles más antiguas de nuestra ciudad. Su prolongación a través del puente, hacia Consuegra y Elche (bien bajo el castillo de San Servando, bien por el paseo de la Rosa, hasta el llamado Camino de la Plata), iden­ tifica otras dos direcciones posibles de antiguas vías urbanas. Una calzada distinta, dirigida hacia Zaragoza, debió coin­ cidir en parte con la calle hoy dedicada al marqués de Mendi­ gorría, y a ella daría acceso directo la puerta de Perpiñán o de las Galias, tal vez enterrada bajo el Miradero, si no es la misma que la hoy llamada de Alarcones, demasiado próxima para justificar la construcción de d o s salidas, c u y a estructura actual se clasifica por Téllez como visigoda. Otro camino consta en los itinerarios romanos que termi­ naba en Toledo, procedente también de Mérida pero por la orilla izquierda del río ", el cual es muy probable que cruzase el Tajo a la altura de Toledo en las proximidades del puente

52 Historia de M. Pidal citada, t. n, pág. 570. (36) J. PORRES MARTIN"CLETO 109 de San Martín. Las hiladas inferiores del Baño de la Cava. se estimaron también de origen romano por Amador, pero aunque los sillares puedan serlo, éstos, como otros tantos de Toledo, han debido ser reutilizados en varias ocasiones. En todo caso, la constante alusión al único puente de Piedra por el de Alcán­ tara, ya indicada, hace suponer con el autor citado 53 que el Ba,ño sirviera como torreón o estribo de un puente de madera o de barcas, provisional, fácilmente arrastrable por el río como sucedió en la crecida de 1203 que motivó la edificación del de San Martín, mucho más seguro y permanente. Su desuso des­ de tan remota fecha, y su misma debilidad han hecho ya casi irreconocibles las vías urbanas que le dieran acceso, como no estimemos por tales la prolongación en Solanilla de la carre­ tera (de muy difícil subida, por cierto, desde este puente tan precario), y los caminos que desde el Baño de la Cava condu­ jeron al recinto amurallado, al Circo y a' la otra calzada al norte, cuyo trazado exacto es hoy imposible de determinar. Por último y como dato urbano de gran interés, mencione­ mos que los cálculos hechos para determinar la capacidad del circo" arrojan la cifra de 20.000 a 30.000 espectadores posi­ bles. Exagerada parece para calcular por ella la población;

53 MOl1umentos cit., 1, págs. 116 y 172-178. Menciona un texto que parece terminante de Aben-Adharí sobre un puente de madera o de barcas. La propia estructura del torreón parece confirmar esta teoría de AMADOR DE LOS RIOS, quien no advirtió al parecer tal detalle. En efecto, la altura de un puente flotante depende de la que alcance el agua; y el Tajo, antes de regularse su caudal ya en nuestros días, variaba mucho de nivel desde las crecidas invernales a los estiajes. La adecuac:ión de este nivel variable con la altura, forzosamente fija, de un torreón de mampostería, obliga a construir en éste varias entradas de distinto nivel; y así vemos que posee el Bml0 de la Cava dos puertas, una al costado N. de acceso al nivel más bajo (donde el terreno es más bajo también) y otra en su cara E., casi un piso superior. Si combinamos estas dos cotas posibles con una rampa hasta la primera barca, adap· table a ambos niveles por el interior del torreón (y la puerta de salida suma ambas alturas), tendremos un paso utilizable con casi todos los caudales posibles del río. S4 A. REY PASTOR: E 1 Circo Romano d e Toledo (Toledo, 1932). AMADOR, aun desconociendo estos cálculos, pero a la vista de la gran t37) 110 TOLEDO Y SUS CALLES aun descontando que una tercera parte de aquellos espectado­ res, como mínimo, procediese de los alrededores de Toledo, de ser cierta, nos deja unos 14.000 habitantes permanentes de la ciudad (cuyo recinto en tal caso comprendería más de la mitad de la superficie total del peñasco), más los habitantes de las villas extramuros y huertas próximas. Ha de tenerse en cuenta también que aunque fuesen muy concurridos sus espectáculos, no iba a despoblarse totalmente la villa para asistir a ellos, excluyéndose siempre una parte de la guarnición y los enfer­ mos e inválidos, por lo que el constructor del edificio hubo de preveer con cierto optimismo el aumento futuro de Toledo.

e) La ciudad visigoda. 468 ? a 711 d. C.

Al establecerse en Toledo la capital del reino godo debió ser rápidamente dotada de los edificios necesarios, tanto por el aumento que debió producirse en el número de sus habi­ tantes, como para el alojamiento adecuado del Rey y de su corte. Es lógico que aprovechasen en todo caso lo ya construí• do por sus predecesores; de esta época se conservan numerosos restos, pero tampoco ha llegado a nosotros la planta completa de ningún edificio. Fue lamentablemente demolido a mediados del siglo XIX el templo basilical de San Ginés, centrado según los indicios escasos que de él existen y único que debía conser­ varse de tal ¿poca. o bien de tipo mozárabe. En uno u otro caso es sensible su desaparición. Según la opinión del profesor Téllez ya citada, el arco hoy llamado de Alareones corresponde a este período, si bien no ha sido advertido hasta ahora por haber sido rebajados los extremos del intradós; la disposición de su dovelaje, sin em­ bargo, corresponde a este estilo constructivo. Como no parece lógico el cuidadoso desmonte, traslado y nuevo montaje de estas piedras desde otro lugar, tendríamos el único monumen­ to visigodo conservado "in situ H en Toledo, aunque sea par- extensión del circo, se apoya en este exceso de capacidad y en su cri tcrio de que no llegó a terminarse el edificio, para suponer un pfoyecta de situar en Toledo la capitalidad romana de toda la región central. Monumentos .. , cit., 1, pág. 14. (38) J. PORRES MARTIN-CLETO 111

cialmente, y su existencia remonta a tan lejano período el trazado de la calle de Carretas, trazado que se ajusta perfecta­ mente a la conformación del cerro toledano en tal época, hoy oculta bajo sucesivas ampliaciones y terraplenados para faci­ litar la subida al centro de la ciudad. Ya h e m o s expuesto nuestra suposición de que esta pueda ser la antigua de Perpiñán o de las Galias, tenida por demolida en fecha totalmente ignorada 55 y que se venía localizando bajo el Miradero, pero de hallarse en tal lugar, o bien era un portillo moderno y sin importancia militar que diera acceso a la cuesta de los Desamparados 56 exclusivamente, o resulta incomprensible que en tan corto espacio se edificasen dos puertas, debilitando la muralla sin necesidad; ya que para bajar a la Vega bastaba con una, y el acceso directo al puente ya existía desde el Pretorio. En todo caso, parece que deb., fijarse desde esta puerta de Alarcones la dirección del recinto godo, siguiendo por la parte alta de la puerta del Sol -muy posterior ésta, c o m o es sabido-, Valmardón --<:lasificada como árabe por Mélida- o probablemente más arriba, por el borde del "muro de la ciudad" que, citan las escrituras mozá­ r abes coincidente con la calle de Alfileritos, y, volviendo sobre la altura del solar de los Carmelitas Descalzos, proseguir por los altos de la Granja, dejando fuera desde luego todo el arrabal, de origen reconocidamente musulmán. La mayor ampliación debió hacerse hacia Santo Tomé, extendiéndose paulatinamente la edificación desde San Román hasta el río; zona ésta poblada abundantemente de judíos y que luego se constituirá en barrio reservado exclusivamente

55 PISA lo menciona como existente en su época (1605), mientras que PARRO la da por demolida ya. En la panorámica de J. DE ARROYO (hacia 1700) se reproducen todas las puertas en uso entonces, pero no aparece ésta dibujada ni en la calle de las Armas, ni en la cuesta de los Desamparados, que se representan como calles abiertas y sin cerra· mien to _alguno. 56 Queda una parte de esta cuesta, que enlazaba la calle de las Armas con la bajada- a la Puerta Nueva, cruzando la llamada calle de la Alhóndiga (hoy Gerardo Lobo). Ha quedado convertida en una espe­ cie de corral bajo el saliente del Miradero, separándola a éste de la ermita ruinosa de Ntra. Sra. de los Desamparados. (39) TOLEDO Y SUS CALLES a ellos, cruzada por una calle importante que dá acceso a la basílica de Santa Leocadia y al puente, más o menos sólido, del Baño de la Cava. El conjunto urbano preeminente de estos siglos es el que hoy ocupan los edificios de Santa Fe, la Concepción y el Hos­ pital de Santa Cruz, llegando hasta parte del solar del Carmen en que se hallaba la iglesia de Santa María in Sorbaces. En este sector urbano, tantas veces edificado, estuvieron los pala­ cios reales, por lo que es fuente de numerosos hallazgos ar­ queológicos de piedras talladas 57 que se conservan en eJ Mu­ seo, y especialmente los capiteles del segundo patio de Santa Cruz, aprovechados en la misma función constructiva. En este paraje debió hallarse también el templo o basílica pretoriense de San Pedro y San Pablo, mencionada por todos los historia­ dores toledanos y que algunos sitúan en la Vega baja, en la ermita ya desaparecida de San Pedro el Verde, pero esta deno­ minación de pretoriense (inmediata al pretorio), su utilización para sede de varios concilios y la conveniencia de un oratorio próximo al palacio, destinado al albergue de los reyes falleci­ dos, creemos que abonan su erección en este lugar urbano, mejor que en las afueras sin protección militar. Es posible que un resto del mismo fuera la citada iglesia de Santa María, respetada por las huestes de Muza en el año 712 y que fue cedida por Alfonso VI a los frailes de San Servando como hospedería; usufructuándola luego las monjas de San Pedro de Dueñas, y por fin los frailes del Carmen Calzado, de cuyo convento formaron parte sus restos en forma de capilla con igual advocación, h a s t a su determinación e n e 1 incendio de 1812. Indicios de esta situación son también el topónimo "barranco de San Pablo" y "huerta de San Pablo", aún en uso, y el nombre del convento de San Pedro in alhizém o de Due­ ñas citado. La primitiva Catedral data también de esta época, y de

57 Incluso una procedente de una sinagoga visigótica al parecer. Vid. el artículo citado en la nota 37 de JIMENEZ DE GREGORIO. En cuanto ¡ll templo de Santa María in Sorbaces, recordemos que una cruz del tesoro de Guarrazar ostenta la dedicación de ella a esta iglesia, por ~u donante SonnÍca. Tras la Reconquista se le llama «Santa María de Alficen» o {(in al·Hizém)}, (40) J. POItRES MARTIN"CLETO 113 origen a la calle Ancha y a su continuación, desde Zocodover, como vía de comunicación directa con ella desde la entrada al recinto fortificado del Palacio. Reconstruído el edificio y ampliado al menos al doble de su primitiva superficie, sólo podemos deducir de la orientación que debió tener 58 que la calle de la Chapinería o de la Feria es contemporánea del pri­ mitivo templo, cuyo eje principal debió ser paralelo a esta calle, que le servía de límite por el lado de la Epístola. La antigüedad de esta vía urbana se deduce también de su mis­ ma característica topográfica al constituir un natural cauce dll aguas pluviales, creando el problema de su evacuación al casi desconocido arquitecto Pedro Pérez y obligando a darlas salida bajo la nueva Catedral, a través de una alcantarilla aún existente que termina en la bajada del Barco. Otro l í m i t e del edificio, por su hastia! principal, puede haber nacido en esta época visigoda: Nos referim08 a la mitad de la actual calle del Cardenal Cisneros, antigua Puerta Llana, la única a nivel del solado interior que el edificio ha tenido y tiene todavía. Anejo al templo de Santa María in Toleto debió hallarse, según costumbre de estos siglos, el atrio episcopal. Un posible indicio de su situación expondremos al tratar de la ciudad en la época musulmana. Las restantes parroquias mozárabes localizan también ca­ lles persistentes aún hoy, e incluso alguna de las que poste­ riormente desaparecieron. La de Santa Justa, dada la situación de su puerta principal primitiva, según resulta de las investi­ gaciones dll Ramirez de Arellano" nos hacen incluir entre las de origen visigodo a la calle del mismo nombre. La de San Ginés debe persistir con más o menos variación, del periodo lln que dió entrada a las Cuevas de Hércules; la demolición del edificio, sin embargo, impide una absoluta seguridad sobre que su trazado sea idéntico, aunque no es probable que haya variado mucho. Las de San Marcos (y el callejón de igual nom­ bre) y los alrededores de San Lucas y San Sebastián, especial-

58 Véase RIVERA, J. F.: La Catedral de Toledo, Museo de Historia, fase. 2, pág. 43 Y ss. (Toledo, 1950). 59 Las Parroquias de Toledo (Toledo, 1921) págs. 107·108. (41) 114 TOLEDO Y SUS CALLES

mente el jardín de aquél (cementerio parroquial) y el atrio o explanada en la entrada de éste, de análogo destino fúnebre y que al suprimirse motivó el cierre de la puerta lateral hoy tapiada, convirtiendo en principal la que servía sólo para usos funerarios anteriormente; la plazuela y calles laterales de San Salvador, luego convertida en mezquita, y posiblemente la de San Román, son vías todas ellas que clasificamos como de origen visigodo si no son anteriores. Una iglesia de localización poco precisada hasta ahora, es la ya demolida de Omnium Sancforum, muy citada en docu­ mentos mozárabes 60 y que reducida a ermita y cedida al con­ vento de Madre de Dios, se debió demoler por acuerdo de la comunidad en alguna reforma que ejecutaran para acondicio­ narle a sus necesidades. El origen visigodo de esta antigua parroquia se prueba por la inscripción que reprodujo Amador, según la cual un cierto abad de la misma, llamado Locuber, costeó o labró para la misma dos coros que se consagraron 61 en el año 690 , reinando Egica. Solamente Amador, que sepamos, ha intentado determinar con exactitud el solar de esta iglesia. La existencia de la extra­ ña torre parroquial en el próximo convento de San Pedro Mártir 62; los capiteles visigodos de San Román, y el hallazgo en San Clemente del texto visigodo citado, le indujeron a pen­ sar que debió hallarse junto al monaste.rio dominico 63. Su situación, sin embargo, aparece clara en las noticias que sobre

60 G. PALENCIA, Mozárabes ... cit., preJim. pág. 59. Según esta obra, deja de citarse la parroquia de Todos los Santos en el primer tercio del siglo XIII; fecha en que evidentemente se suprime su jurisdicción y se absorben sus feligreses por la vecina de San Román, por causas aún ignoradas. 61 Monumentos ... cit., J , pág. 39. La lápida que contiene la ins· cripción, hoy oculta bajo el revoco de San Clemente, o desaparecida, fue descubierta por Palomares y copiada en el siglo pasado, conser· vándose esta copia. 62 No es única esta anomalía, pues se repite en la Concepción francisca, cuya torre debe proceder del convento franciscano que las precedió. La tuvo también el convento del Carmen calzado, según el mapa de PORTOCARRERO y otros documentos gráficos que reproducen este monasterio. 63 O. c.!., págs. 39-40, nota 3. (42) J. PORRES MARTIN-CLETO 115 la comunidad de la Madre de Dios recogía Alcocer", quien debió conocer algún resto de ella y además informarse con exactitud de las mismas monjas, pues la cesión a éstas se rea­ lizó en el año 1510, o sea unos 40 antes de escribirse la Historia de este autor. Dicha parroquia (ermita desde la anexión de su territorio a la de San Román) estuvo según estos textos, en la acera actual de los impares de la calle de Alfonso XII, seguramente en parte del solar que hoy ocupa la residencia de PP. Jesuítas os; lo que fundamenta la antigüedad de esta calle, en la que estuvo la Cárcel Vieja hasta 1851 según Parro en que se trasladó al convento de Gilitos, vendiéndose el edifi­ cio a un particular. Es muy posible que la misma antigüedad tenga el callejón de Jesús y María, probable límite de aquella parroquia, y acceso muy directo a la Catedral desde este barrio. Otros restos, bastantes numerosos, de la época visigoda, ca­ recen de localización precisa y no nos informan por tanto de la existencia segura de más vías urbanas dentro de la ciudad. El perímetro mínimo de ésta puede, sin embargo, trazarse con relativa sencillez (aunque con escasa precisión), dejando den­ tro de él todas las iglesias mozárabes, excepto la basílica de Santa Leocadia extramuros; con lo cual tenemos que la ciudad visigoda se extendía por lo menos, hasta Santa Eulalia y San Salvador, por el Sur; San Sebastián y San Lucas, por el Este y por el Norte y Poniente comprendía lo situado desde el Al­ cázar, escalerilla del Miradero, Alarcones y Alfileritos, siguien­ do la dirección aproximada de esta calle hasta Santa Leocadia (parroquia actual) a juzgar por su dominante altura y por la constante tradición aneja a la cueva que bajo ella existe toda­ vía. El trazado interior, salvo las calles ya citadas, debió ser

64 /listoria o Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo, n, cap. X: «Y no pudiendo estenderse hazia las otras partes constreñidas de necesidad, tomaron la Ermita de todos sanctos, y vna cas~ q. estaua junto coneHa, en el ailo del señor de 1510, de lo qual se sirue por de­ baxo de tierra, porque ay calle en medio (q. la dicha Ermita y casas estauan, en la hazera de la careel) ... » Al pavimentarse la calle recien­ temente ha aparecido este subterráneo, así como en el sótano de la Residencia de los PP. Jesuítas.

65 En este asunto v. PARRO, Toledo en la mano, JI I págs. 101·102 y 193. (43) 116 TOLEDO Y SUS CALLES con escasas variaciones el que heredaron de los romanos, ex­ Ctlpto en la parte del cerro ocupada por el crecimiento de la población posterior a la caída del Imperio, como ya antes diji­ mos. Ello explica también la localización del barrio judío en los mismos parajes en que permaneció hasta su expulsión; precisamente por hallarse en principio fuera de la parte más antigua, mejor edificada y preferible por tanto, y fortificada, relegando a estos habitantes (tan frecuentemente perseguidos por los visigodos) al sitio que todavía era suburbano a medias y lo más alejados posible -por su dudosa fidelidad- de los Palacios de Galiana.

d) Epoca musulmana (711 al 1085) Es sabido q u e los conquistadores de la tierra que, por varios siglos, se llamará cJ-Andalus, denominaban ya las calles y plazas con nombres concretos y más o menos estables. Una placi!a de Córdoba era conocida en el siglo X bajo el topónimo de "Suwaiquat-al-qumis" ": Azoguejo o plazuela del Conde, jefe é s t e (" Comes") de la comunidad mozárabe de aquella ciudad y que seguram¡en!e tendría en ella su oficina o su r~i­ dencia particular u oficial. De origen árabe son tanto el Azo­ guejo de Segovia como nuestro Zocodover, vocablos que res­ ponden a análoga etimología; empieza por tanto la costum­ bre, o al menos desde esta época, tenemos ya noticias de que exista aunque pueda ser anterior, de designar ya las vías urba­ nas con el nombre de lo que acaece habitualmente, o existe en ella. Es decir, el método del nombre usual y no del nombre político; esta forma refinada del halago, pues, no se ha inven­ tado aún. Toledo siguió siendo b a j o los conquistadores árabes y bereberes una ciudad importante, si bien desprovista de la capitalidad, que se estableció en Córdoba. Pese a la tradición que pretende justificar su conquista -muy difícil si hubiera ofrecido resis!encia- a cierta salida a la Vega de gran parte

66 Historia cit. ditigida por MENENDEZ PIDAL, tomo V, pág. 121, nota 96. J. PORR1!S MARTlN-CLllTO 117 de sus habitantes, para conmemorar la fiesta de Santa Leoea" dia, lo cierto parece ser que al entrar Tariq en nuestra ciudad, a finales del año 711, la encontró casi vacía de sus principales habitantes, a excepción sin duda, de la población hebrea, tan .. colaboracionista" como los parientes de Witiza; aunque las previas persecuciones de éstos por orden de Egica, a partir del año 694, justifican la actitud judía. El alto clero debió abandonar la excelente posición defensiva que les ofrecía la ciudad, a la vez que la nobleza y siguiendo la actitud del pri­ mado Sinderedo, quien buscó refugio en Roma, y transpor­ tando penosaIllente sus reliquias más preciadas, c o m o los cuerpos de S a n I1defonso y Santa Leocadia, la casulla del primero y muy poco más 67, buscaron la salvación en la huída a tierras astures y cántabras, regalando prácticamente a los invasores el lugar seguramente más fortificado de la Penín• sula. Capital de la Marca Media, siguió siendo Toledo bajo los árabes una sede metropolitana en lo eclesiástico, aun cuando políticamente quedara reducida a un centro militar importan­ te, luego trasladado a Medinaceli. De su prelado siguieron de­ pendiendo una veintena de obispados sufragáneos, d e s d e Palencia o Baza hasta Valencia ". Se conoce el nombre de bastantes de sus metropolitanos aunque no todos sean segu­ ros; entre los últimos se cuentan el llamado Juan, muerto en el 956 y enterrado en San Lucas, sucediéndole otro del que s ó lose conoce su apelativo árabe: Ubai Allah ibn. Qasim. Ignoramos donde tendrían su residencia. Probablemente esta­ ría aneja a Santa María in Sorbaces, templo éste que, respeta-

67 La llamada {(arqueta de las ágatas», conservada en la catedral ovetense parece proceder del tesoro primado. No sabemos la suerte corrida por la célebre casulia, guardada al parecer en la Cámara Santa de Oviedo. En cuanto al cuerpo de San Ildefonso es sabido que sigue en Zamora, casi en su integridad. La fecha de estos traslados es du­ dosa; p u e den haberse realizado en el reinado de Abdcrrahman 1. Conf. J. F. RIVERA RECIO:Auténtic.a persorIalidad de Satl Eltgenio 1 de Toledo en Anthologica Annua (Roma, 1964), núm. 12, pág. 77 Y ss. 68 Historia dt. de M. PIDAL, tomo V redactado por LEVI-PROVEN9AL, págs. 122-23 y La iglesia de Toledo en el siglo XJl, de J. F. RIVERA RECIO (Roma, 1966) pág. 245 Y ss. (45) 118 TOLEDO Y SUS CALLES do por los conquistadores en su destino primitivo, parece indicarnos, por hallarse bajo el patrocinio mariano ostentado hasta entonces por la Catedral, que a él se trasladó el culto episcopal una vez convertida ésta en Mezquita mayor. Y siendo costumbre que el "atrio episcopal" tuviera un asiento inme~ diato al del templo primado, debe suponerse que junto a la nueva Santa Maria se situase su Pastor. Esta conquista pacífica de la población hace suponer que su estructura urbana no debió modificarse apenas en los pri~ meros tiempos, al no llevar consigo destrucciones bélicas. La Catedral como decimos se ocupa por los conquistadores y se convierte en mezquita; sin embargo, es posible que se consin~ !iera el culto cristiano en una parte de ella, igual que sabemos que sucedió en Córdoba durante algún tiempo. Indicio de esta coexistencia pacífica parece ser la curiosa noticia que, por su interés para la topografía toledana, extractamos de Levi~Pro~ vcn~al ": En el año 817. habiéndose venido abajo el alminar de la Mezquita mayor de Toledo, los toledanos pidieron al emir Muhammad I la autorización (que les fue concedida) para 1 econstruirlo, y para "añadir a la sala de oración, la iglesia contigua a dicho minarete". De hallarse esta primera torre hacia la calle de Chapinería actual, como los documentos mo~ zárabes parecen indicar "\ junto al Ochavo, hemos de admitir o bien una iglesia visigoda ignorada hasta ahora y en culto

69 O. C'I V, pág. 125, núm. 115. Este dato figura en una parte hallada recientemente del Muqtabis de IBN. HAYYAN, J, fol. 269 v.o, según cita de aquel gran arabista, fallecido en 1956. 70 Doc. núm. 183 de los publicados por G. PALENCIA en su o. C.; también ]e tradujo PONS BOIGES, F. en sus Apuntes sobre las escrituras mozárabes toledanas publicados en 1897, pág. 115. Esta escritura es del año 1186, anterior por tanto a la reconstrucción total del templo, por lo que probablemente la torre sería el alminar antiguo, dotado naturalmen te de campanas como única variación en su estructura. El extracto de PONS es el siguiente: ((Venta de un mesón. situado junto a la catedral con la azotea (algorfa) que hay encima de dicho mesón y del arco que le une a la torre mayor de la expresada Catedral, lin­ dando al E., con tiendas de doña María ... ; al O., con una plazuela que está delante de la citada ~glesia Catedral, Ji a ella dá la puerta del mesón en venta; al S., con la calle que pasa debajo del arco, y al N., CO!1. el mesón de don Salvador.») Si dados los puntos cardinales que (46) J. PORRES MARTIN-CLETO 119

hasta el siglo IX 71, o bien que una parte del templo consagrado por Recaredo a Santa María, fue reservada a los cristianos en las extrañas capitulaciones de entrega de la ciudad (si es que éstas existieron como se afinna para explicar la persistencia de las parroquias mozárabes); parte separada de la mezquita, al menos por un tabique, hasta que en el año 871 se amplió a su costa el recinto musulmán. También puede ser esta iglesia, no absorbida por la mez­ quita hasta el 871, el primitivo atrio episcopal a que ya hemos aludido, pues, es lógico suponer que en la residencia del Obis­ po estuviera incluído algún oratorio. Es curioso que no conste la supervivencia de ningún mo­ nasterio y, en cambio, sí se conserven topónimos derivados d .. los antiguos. Que se suprimieron los existentes en la época goda es conocido (aunque se ignore su causa, pues varias ciu­ dades andaluzas siguieron poseyéndolos), y, la absoluta caren­ cia de ellos al entrar en la ciudad Alfonso VI se comprueba por la urgencia con que éste proveyó a fundar el de San Se!'" vando, en lugar hasta entonces no dedicado probablemente a estos fines, y por otra parte muy poco adecuado para ello por su peligrosa situación a efectos estratégicos que motivó la pronta sustitución de los monjes benedictinos con caballe­ ros templarios. Sin duda, los parajes ocupados antiguamente por los conventos, extramuros todos ellos según los escasos datos conservados, eran ya desconocidos en 1085, o bien por tal situación indefendible no eran apropiados para su reinstau­ ración, por la inseguridad de los alrededores de la ciudad en los tiempos siguientes a la conquista, se indican se intenta trazar un plano de la situación del mesón vendido con relación a la Catedral, la torre ha de hallarse hacia la capilla de Santa Marina, junto a la Puerta del Reloj, y el arco o cobertizo que la unía al mesón es paralelo a la calle de la Feria. Claro es que la orientación dada en la escritura puede ser errónea, pero si es exacta, no admite otro lugar, como puede comprobarse con un plano de Toledo y teniendo presente la fundada teoría de J. F. RIVERA sobre Ja Catedral primitiva (o. C" Fase. 2, pág. 46). 71 Nos viene a ]a memoria la tan debatida en el siglo XVII iglesia de San Tirso, sobre la que se ejercitó la imaginación del P. Román de la Higuera, hallada en el solar del actual Hos.pital del Rey. (47) un TOLEDO Y SUS CALLES

Así desapareció el recuerdo que los mozárabes conserva­ rían sin duda, del lugar ocupado por el venerable Agaliense. '. 'f!¡ de San Félix, sin embargo, siguió dando su nombre al para­ je, y aún subsiste bajo la denominación de Saelices (Sanct Fe­ Iieis), dado a unos molinos del Tajo, bajo la Virgen del Valle. y el de Santa Colomba, incluída en el breviario mozárabe y por tanto de respetable antigüedad (si es que no era el mismo Deibiense, de localización ignorada) perduró en la denomina­ ción de "Val de Colomba" aplicada al arroyo de la Cabeza, usándose aún en la época de don Sixto Ramón Parro ". La estructura general del casco urbano no sufre gran alte­ ración en principio, salvo la ampliación de que luego hablare­ ¡nos. La ciudadela o castillo principal es fortificada y quizá ampliada, remontándose a esta época la muralla hallada bajo el Gobierno Civil en 1940 73 Y por tanto el límite por este lado de Zocodover, así como la salida hacia este mercado de la re­ sidencia del walí o gobernador árabe. Por la parte opuesta de este muro, la puerta árabe frente al puente de Alcántara -hoy felizmente restaurado-, nos m a r c a su amplitud máxima, siendo sus restantes línrites la muralla hoy oculta bajo el Mi­ radero, y el límite opuesto, la altura también fortificada -

72 El citado J. F. RIVERA es de opinión que esta ermita o monas­ terio debió hallarse hacía la actual Quinta de Mirabel, donde nace este arroyo. Creemos muy probable esta opinión, pues existen allí al parecer ruinas no exploradas, que sin duda sería útil examinar. 73 LEVI-PROVEN~AL en Historia cit., V" pág. 635 Y núm. 160, parte redactada por L. TORRES BALDAS, considera árabe este muro frente a la opinión de P. ROMAN MAR'fINEZ en BoJ. R, A. B. A., XXlI, 194344, pág.s 1·16, que lo estimaba romano. (48) LAM INA 1I1.- Arcos de la cuesla del Alcázar, demolidos hacia 1870. (Del Semanario PintoN!sco Españcl.) LAM INA I V.- Fotografía de los Arcos del Alcázar desde: la cuesta.

(Folo c~dida por M. Goytia., LAMINA V.-Puente de Al cántara hacia 1830. Obsérvese la puerta de Alcántara y la subida al Miradero (calle de la Alh óndiga), a la derecha del grabado¡ a la izquierda, el convento del Carmen calza do, su torre y el Alcázar, in ce ndiado éste veinte años antes.

(Dibujo dt Viii aa mil.) LAMINA VI.- Fachada Este de la ciudad en la época de Portocarrero (1678~ 1709). - A la izquierda, torre de San Miguel, Hospital de Santiago, convento de Capuchinos y el Alcázar, incendiado por las tropas del Archiduque; a la derecha, Santa Cruz. En primer término, restos del Artificio de Juanelo; convento del Carmen calzado, con su torre; entre d convento y d Alcázar, ábside mudéjar, probable~ mente de San Juan de los Cabal1eros. A la derecha, puerla de San Ildefonso y ábside de la Concepción. (Plano dl"l cardenal Porlocarrero.)

LÁMINA VIL - Fachadas interior y exterior de la puerta de San llde:fonso, en la plaZd de: armas del puente de Alcántara. Los espacios en blanco corresponden a las viviendas de los portazgueros. (De la obra MOllumrntos ArquitectólIicos de Espaiia. - Toledo.) INSTITUTO PROVINCIAOS" ~ o' ro a.. o

J. PORRES MARTlN-CLETO 121 rallados el recinto de el al-Hisiin llamada luego Alficén, apela­ tivo que llevó desde entonces Santa María in Sorbaces. La situación de esta pequeña iglesia plantea, sin embargo, un problema: Su misma existencia dentro del propio recinto más islamizado de la ciudad, que en principio no debería ad­ mitir, sino gentes absolutamente adictas. Como se hallaba sobre el actual paseo del Carmen, cabe suponer un segundo lienzo amurallado, más arriba de este sector, que dejase entre el al-Hisiin y la puerta y muralla de Alcántara un espacio libre, poblado por mozárabes ". Siguiendo el recinto de la Medina, tenem,os de esta época la puerta de Bib-al-Mardom o del Mayordomo, que amplía la primera línea de murallas paralela a la calle de Alfileritos; la torre de los Abades; la puerta que precedió a la actual del Cambrón; la de Adabakim o de los Curtidores, en la vaguada inmediata a San Sebastián. En su interior, determinan calles -algunas preexistentes desde luego, pero cuyo trazado pudo ser distinto- la mezquita que luego se transform,ó en parro­ quia de El Salvador, en cuyo destino musulmán siguió despues de la conquista, hasta el año 1159 según los Anales Toleda­ 75 nos 1 ; la parte inferior de la torre de San Lorenzo, aún sub­ sistente, aunque necesitada de una urgente conservación; el Cristo de la Luz, adosada a la calle que conduce a Valmardón,

74 Partiendo de otros indicios que no detalla, recoge también la probable existencia de este pequeño barrio TORRES BALBAS en o. c., pág. 634. Un croquis del AI-Hisan y de todo el recinto del Toledo musulmán que se a j u s t a bastante a la realidad se publica en dicha Historia, pág. 227. Se omiten en él, incomprensiblemente, algunos monumentos muy conocidos y de localización precisa, como la mezquita de las Tornerías, la torre de San Lorenzo, la capilla de Belén y la torre de Santiago del Arrabal, entre otros detalles. También se incurre en error, a nuestro modesto juicio, al omitir la puerta de Bisagra nueva, clasi­ ficada como árabe en un torreón de la portada interior y cuyo verdadero nombre aclaró el citado P. ROi\L\N MAIHINEZ en B. R. A. B. A. de Toledo, VI, 1924, pág. 140 Y ss. coincidiendo con las investigaciones anteriores de MARTlNEZ SU.1ANCAS. Vid. el Boletín de la S. Arqueológica de To­ ledo, núm. 7. 75 «Prisieron Christianos la Eglcsia de San Salvador de Moros en día de San Juan Baptista. Era MCXCV¡lo> (1159). FLOREZ, España Sagra­ da (Madrid, 1767) XXIII, pág. 391.

4 (49) 122 TOLEDO Y SUS CALLES antigua rampa de acceso hacia la posible puerta Agilana; la iglesia de San Román, etc. Un monumento también conservado en parte, es la capilla de Belén, dentro del antiguo convento de las Comendadoras y estimada como capilla privada del monarca mahometano, formando por tanto, parte de los pa­ lacios que, al menos desde esta época, se llamarán de Galiana 76. Como en el capítulo anterior indicábamos, el barrio judío debe datar, al menos en parte, del período visigodo. Es, sin embargo, en esta época de que tratamos cuando los gober­ nantes de Tulaitula concentran en este sector a los hebreos, muy numerosos, que habitaban la ciudad, formando así la madinat-al-Yahud que mandó cercar en el año 820 Muhachir ibn al-Qatil, rebelde contra los omeyas 17, separándolos de los pobladores musulmanes y mozárabes, quizá por desconfiar de su adhesión a los sublevados. La puerta del Cambrón se llama por tanto puerta de los Judíos (Ba"b-al-Y chud), durante varios siglos, y así se la denomina en los documentos mozára­ bes publicados por G. Palencia. Algún otro portillo se practica en e s t e recinto especial, como el que daba acceso directo al río, bajo el actual paseo del Tránsito. También puede datar de entonces el Castillo Viejo de los Judíos, de localización imprecisa y probablemente las calles del Angel y el callejón del Arquillo; aunque este mo­ desto arco ha sido rehecho a principios de siglo, pero en su mismo lugar al parecer. El trazado interno general del distrito debe proceder asimismo de estos siglos de dominio musulmán. El barrio más extenso que nace en esta época es, sin em­ bargo, el Arrabal. Su nombre tiene también una etimología claramente arábiga (ar-rahad), y su construcción nace de la necesidad de proteger militarmente a las viviendas edificadas extramuros, por pobladores que debieron preferir los alrede­ dores deJ camino a Medinaccli y a la frontera cristiana ". Esta orientación del barrio y d hallarse en la zona más fácilmente

76 M. GOMEZ MORENO, en Arte mudéjar toledano (Madrid, 1916) C;AL en Historia cit., V, pág. 127. 77 lBN HAYYAN, Muqtabis, l., fol. 114 L", según cita de LEVI-PROVEt\'­ pág. 5, tras reconocer que no existe criterio seguro para fechar obras mudejáres del siglo XI o posteriores a la Reconquista, estima sin em- (50) J. PORRES MARTIN-CLETO 123 atacable de la c i u dad, obligan a fortificarla ampliamente, englobando tanto la Antequeruela (con la salida al vado natu­ ral del río, ""), como la Granja; surge así la muralla que, apoyada en el ángulo del al-Risa" bajo el Mira­ dero, circunda la Antequeruela, sube al ce r r O de Visagra, desciende a la puerta hoy llamada de Alfonso VI (AImaguera) y en forma de barrera avanzada b a j o el primitivo recinto visigótico sobre los rodaderos de la Merced, se enlaza por fin con él bajo el Nuncio Nuevo; barrio que en esta última parte ha desaparecido ya, convertido en simple terraplén de escom­ bros excepto la Bajada a la Granja, única calle que subsiste en este extenso talud. Dentro del barrio que luego se llamará "Arrabal de Santiago", nacen las calles de Alfonso VI, acceso al cementerio musulmán situado en el paraje del abandonado Circo romano, a través de la Puerta AlJU<)guera, tan discutida pero cuya localización creemos ya clara después de las inves­ tigaciones concluyentes de P. Román Martínez, antes citadas 79. Dos caminos reales 80 se elevan a la categoría de calles; la sali­ da de la ciudad bajo la puerta de Visagra, y el desagüe de aguas pluviales que desde la puerta de Valmardón, baja por Azacanes hasta la actual Puerta Nueva, abertura esta última que debe corresponder tanto a la llamada del Vado como a la de Almofala, ya que el edificio que se conoce con este último nombre es una simple torre albarrana y no una puerta, edifi­ cada totalmente por su interior y sin acceso urbano alguno a bargo obras cristianas a la capilla de Belén y a la torre de San Lorenzo. 78 Como lugar más frecuentado por los caminantes, era una zona interesante desde el punto de vista comercial. La paulatina aproxima­ ción de la frontera cristiana y del peligro que representaba hizo for­ tificar este barrio, sin duda no antes de que las fuerzas leonesas llega­ ran a adquirir importancia suficiente para inquietar a los pobladores de Toledo. 79 Vid. supra, nota 74. 80 De su condición de tales procede el nombre actual de Real del Arrabal. Idéntico origen tiene la calle Real, junto al Nuncio, y le lle­ varon igualmente otras calles de Toledo (la de Nuncio Viejo y Ropería, p. ej.) hoy conocidas por otros nombres. Vid. RAMIREZ DE ARELLANO, Iglesias ... cit., capítulos dedicados a Santa Justa ya San Juan Bautista el Real. (51) 124 TOLEDO Y SUS CALLES ella, que existiría si bajo la misma hubiera podido cruzarse la muralla 81. La organización interna del barrio lleva también consigo la erección de una mezquita: Santiago del Arrabal, probable­ mente donde primero oyera misa Alfonso VI en lugar de en el Cristo de la Luz, pues. de ser cierta la leyenda, es ésta la pri­ mera que se encuentra al entrar en Toledo ". Es también esta mezquita de la que sólo resta la parte baja de la torre, al pare­ cer la única que no aprovecha ninguna construcción religiosa anterior y se levanta de nueva planta, en lugar de utilizar igle­ sias visigodas o bien a edificios romanos de destino previo inseguro, como las bóvedas bajo San Ginés o las Tornerías. Otra mezquita sabemos también que existió, aunque igno­ ramos tanto su nombre como su situación: La que se hallaba probablemente en l. s alrededores del a Catedral, tal vez absorbida por la ampliación de ésta en el siglo XIII, y que es citada en los documentos mozárabes como" establo, que antes fue mezquita", comprada en parte por un clérigo de la Prima­ da. Tanto esta mezquita como la de Tornerías no se consagra­ ron al culto cristiano como sucedió con las restantes, según veremos en el capítulo siguiente. Los frecuentes períodos de rebeldía de los toledanos frente al gobierno musulmán de Córdoba, rebeliones apoyadas sin duda (cuando no dirigidas) por los mozárabes, muy numerosos

81 La explicación tradicionalmente dada para justificar su cierre es totalmente absurda; pues si se debe a que las crecidas del río la inutilizaban al desbordarse, más fácilmente anegarían la Puerta Nueva, mucho mas baja de cota, y que sin embargo continúa abierta pues es una salida imprescindible. La fecha dada a la apertura de ésta debe ser una simple reedifkación; es además una salida natural de aguas pluviales de un extenso sector urbano, no obturable por tanto. 82 Idea ya expuesta por R. ARELLANO en Parroquias ... cit., pág. 255, junto a afirmaciones escasamente fundadas como la existencia de un malecón romano paralelo a la Vega alta, desde Visagra a Tavera, que nadie ha hallado hasta ahora. Volviendo a la leyenda del Cristo de la Luz, señalemos lo impolítico que sería, recién capitulada la ciudad previo compromiso de respetar parcialmente el culto musulmán incluso en la Catedral, la consagración de la primera mezquita hallada al paso, existiendo siete iglesias mozárabes utilizables para las solemnidades religiosas propias del momento. (52) J. PORRES MARTIN-CLETO' 125

e influyentes, y los subsiguientes asedios y represalias al con­ seguirse la sumisión de la ciudad, debieron producir impor~ tan t e s destrucciones y nuevos trazados del interior de la medina, más la del acueducto y quizá del circo romanos. Como consecuencia se reedifica en aquellos barrios más alterados aceptándose ya estructuras arábigas y respetándose las vías principales que han llegado hasta nosotros casi sin variación: Zocodover, Cristo de la Luz, Tornerías, Pozo Amargo, Feria, Cristo de la Parra, etc., es decir, las mas impuestas por la topografía del cerro toledano. En los solares de las c a s a s incendiadas o demolidas se levantan nuevas viviendas respe~ tan do algunos límites de las antiguas, pero con la tendencia a convertir las calles en callejuelas, estrechando mas aún las ya no muy anchas vías anteriores; y con tendencia a crear pequeñas callejas sin salida, que dan acceso a casas encerradas entre otras. Se aprovecha así al máximo el' terreno disponible, siempre escaso y ahora más por el crecimiento de la población, sólo aliviada por las emigraciones de mozárabes hacia los rei~ nos cristianos 8J y que, pese al desahogo que significó la crea~ ción del arrabal, no tenía mas solución que apiñarse cada vez más, sin que para ello importe demasiado la estrechez e inco­ modidad de las calles dada la tendencia árabe a enaltecer el interior de las viviendas, relegando a simples tapias los para~ mentos exteriores, con escasos huecos. Se empobrece así la fachada y la calle, que no sólo se estrecha sino que además se cruza con pasadizos, cobertizos y se agobia con salientes sobre ella, convirtiéndose la mayoría de ellas en pasajes oscuros y malolientes ", siendo su trazado un complicado laberinto de ramales cortos y estrechos.

83 Los mozárabes toledanos repoblaron Zamora en 893. V. Historia de M, PIDAL cit" IV" págs, 210-211 84 Frente a la peregrina afirmación de AMERICO CASTRO de que los árabes enseñaron a los hispanoromanos a utilizar los b a ñ o s, pre­ gunta C. SANCHEZ ALBORNOZ si en los arenales de la península árahiga pudieron inventar tales baños unas tribus primitivas; deduciendo como es lógico que tal costumbre es una simple herencia de los usos roma­ nos, cuyas termas aprovecharon los conquistadores musulmanes, a ejemplo de los provinciales sometidos. (V. Espaila, W1 enigma histórico, Buenos Aires, 1956), (53) 126 TOLEDO Y SUS CALLES

Esta maraña de callejuelas, a veces para e! uso particular de una sola vivienda o de un patio de vecindad, da lugar a la típica expresión "adarve", tan frecuente en los documentos mozárabes 85, plenamente influídos del ambiente y toponimía anteriores a la reconquista. Debemos indicar que e! sentido de esta palabra no es el recogido por el Diccionario actual, de camino de ronda o paso superior de la muralla, tras las alme­ nas. Así vemos que en un documento de la era 1235 (año 1197) 86 se recoge la venta de una casa sita" en el adarve llamado del caíd D. Xabib, en las inmediaciones de la Catedral", junto a la cual, como es lógico, no debía existir ya muralla alguna. Este caíd era por otra parte personaje no remoto, pues, la casa vendida por este documento lindaba con otra que perte­ necía a doña Loba, hija del mismo don Xabib. Como la etimo­ logía que el propio Diccionario oficial recoge es la expresión árabe ar-darb, "al desfiladero", este mismo dato nos describe un pasaje estrecho o pasadizo entre dos casas, más bien que una calle normal utilizable por los vehículos de la época. Se observa también en los documentos mozárabes sobre estos adarves que es tan frecuente su cita como rara la mención del nombre de una calle, y menos aún las citas de plazas, muy escasas por tanto. La p a 1 a b r a se sigue usando hasta el siglo XVI, en que se emplea (como expresión todavía harto conocida) por Hurtado de Toledo en su Memorial de 1576 en la nomenclatura genérica de vías urbanas expuesta en su obra. Aún podemos señalar hoy día callejuelas que han conser­ vado la estructura del adarve que sin duda fueron: Así el estrecho pasadizo sin salida que nace en la bajada al Corral de Don Diego, en su trayecto inmediato a la calle de Tornerías, entre tabiques medianeros casi sin ventanas de las casas late­ rales y que da acceso a una vivienda existente al final de! mis­ mo, llamado "callejón de Siete Abujeros". Otro es, aunque muy corto y modificado al edificarse el edificio que albergó

85 En los publicados por G. PALENCIA en o. e., aparecen frecuentí• simamente, denominados con el nombre de un personaje, tal vez el dueño de la casa a que daban acceso, o muy destacado socialmente. Dc ellos solo un número muy reducido pueden identificarse hoy con alguna seguridad. 86 Núm. LXXV de los publicados por PONS BOIGt'ES, pág. 166, o. c. (54) J. PORRES MARTIN-CLETO al Banco Hispano Americano, el rotulado como callejón de Nuncio Viejo, primero por la izquierda de la calle del mismo nombre (el siguiente con entrada bajo un arco de ladrillo, es más bien un antiguo" corral "). Ya edificado pero todavía reco­ nocible, es el actual número 5 de la calle de la Plata, ocupado por dos p 1 a n t a s que son simples pasillos superpuestos y coronado por una extraña terraza provista de un balcón sin marco superior. Por último, mencionaremos el que da acceso a la casa número 6 de la calle de Juan Labrador, llamado "calle­ jón de los Caballeros" 87 en las escrituras de propiedad de las colindantes, y probablemente el que mejor conserva el carácter árabe de su estructura. Pocas modificaciones podemos señalar en los parajes que rodean el casco fortificado, bien por la concentración sobre d cerro a que obligaba la inseguridad de la época, bien por la débil construcción de estas edificaciqnes suburbanas. El Circo romano, si es que se terminó en los tiempos que le vie­ ron nacer, cosa que duda algún autor ss, se utiliza como cemen­ terio musulmán, lo que hace suponer su abandono total y su paulatino relleno de tierra, sin ni n g u n a utilización de las dependencias habituales que el mismo poseyó si es que fue concluído, y el aprovechamiento de las losas o elementos uti­ lizables para otros usos; no tantas desde luego como ha venido creyéndose, citándole poco menos que como cantera suficiente para toda la muralla frontera y fuente de todas las columnas de la Catedral y otros edificios, las que más bien debieron proceder de las abandonadas villas romanas. Otra construcción importante y que parece haberse des­ truído casi totalmente en esta época (pese a la afición a los baños) 89 es el acueducto, destrucción fechada tradicionalmente

87 Noticia facilitada por don Emilio Abel de la Cruz. 88 AMADOR DE LOS Rros en su o. c. Monumentos ... , basándose en que las excavaciones parciales realizadas en él no habían registrado fa presencia de escombros junto a los trogones inconclusos; indicando que aunque es conocido que las piedras viajan, no así el ripio y cas· cote informe que una destrucción produce siempre. 89 El mas estudiado es el llamado de Yaix, o de Aben-Y ayix según AMADOR en o. c., J, pág. 136 Y SS., que remonta a esta época la calle del (55) 128 TOLEDO Y SUS CALLES en alguno de los asedios sostenidos por las tropas califales contra los rebeldes toledanos, sin que se intentara su recons­ trucción posterior 90. Nace así el secular problema del abasteci­ miento regular de agua a Toledo y, para suplir aquel artificio, el crecimiento del gremio de los azacanes, habitantes de la calle de su nombre, de situación excelente para su profesión. De las noticias transmitidas por los viajeros árabes resulta que el puente de Alcántara sigue siendo el único existente, o al menos el único que merece de ellos el nombre de puente, por lo precario del situado bajo la Bib-al-Y ehud, llamado Bib­ al-Chásron según Amador 91, o sea puente de madera o de bar­ cas, provisional y sin arcos, y tal tradición y las alabanzas al puente que dominan tanto la ciudadela como San Servando, perdura hasta el siglo XIV", cuando evidentemente ya se ha­ bía construído de fábrica el llamado de San Martín, a juzgar por las escaramuzas que sobre él sostuvi'i'ron los secuaces de don Pedro l, contra los de don Enrique de Trastamara, llegan­ do a cortar su arco central, restaurado luego por el arzobispo Tenorio. Asimismo perdura de estos tiempos la única casa de campo árabe que ha llegado hasta nuestros días; en estado de ruína permanente hasta hace poco tiempo en que por fortuna se

Sacramento y la bajada al Colegio de Infantes. Se citan además el del Caballet" el inmediato a la Puerta del Hierro, y otros. 90 El pantano que Je surtía de agua, procedente del arroyo Gua­ jaraz, se rompió por una fuerte crecida de éste según las investiga­ ciones de A. ORTIZ al proyectar el embalse actual del Torcón, quedando así inutilizado el abastecimiento romano; si bien el puente pudo seguir en uso. Vid. Memoria edit. en 1948 por el Ministerio de Obras Públicas. 91 Toponomia y transcripciones del á r a b e que recogemos de AMADOR DE LOS RIOS en su obra .l1onumentos cit., J, pág. 174 Y ss. Expresa también otro argumento interesante basado en los Anales Toledanos J, los que constan que en el año 1101 ordenó Alfonso VI reparar la muralla sobre la Vega, desde el «puent de la piedra hasta la otra Taxada que va del Río, en derecho de Sant Esteban»; expresión que omite toda referencia a otro puente. 92 AI.·Hn.IYARI en el Kitab ar-Rawd al·mi'tar indica sobre Toledo que «Posee un puente de admirable construcción, constituído por un sólo arco ... )) (Traducción de María Pilar Maestro en la colección «Tex· tos medicva!cs)), Valencia, 1963, pág. 264 Y ss). No puede referirse al [~cucducto pues éste debió tener dos arcos por lo menos. (56) J. PORRES MARTIN-CLETO 129 restaura por su propietario, y en parte al menos, bajo la direc­ ción del señor GÓmez-Moreno. Nos referimos al que desde hace siglos se conoce como Palacio o Castillo de Galiana, en la Huerta del Rey, posesión privada del rey de taifas toledano y en la que algunos sitúan las célebres clepsidras o re,lojes acuáticos 03. Adquirida la finca y el palacio antes que la ciudad misma por el conquistador cristiano, y por la conquista de ésta, el otro Palacio de igual nombre dentro del al-Hisiin, más el "Barrio del Sultán" (que hasta nuestros días, se seguirá llamando Barrio del Rey), no era su situación la más segura para que el monarca pudiera habitarlo con frecuencia, por hallarse expuesto a alguna aceifa musulmana; precisamente efectuadas en verano, cuando tal edificio compestre podía mejor ser utilizado. Reducido por tanto a simple huerta y casa de labor, su abandono casi total y su destino para humildes menesteres no ha sido suficiente para quebrantar totalmente su fuerte construcción que hoy, como decimos, se restaura de nuevo; en parte con un extraño aspecto exterior, que no podemos juzgar por no ser especialistas en tales reconstruc­ ciones.

e) La ciudad reconquistada. El día de San Urbano, 25 de mayo del año 1085, se da cumplimiento a las capitulaciones de entrega convenidas en la Huerta del Rey el día 6 del mismo mes y Alfonso VI entra en Toledo y designa como primer alcalde y jefe militar al conde Sisnando Davidiz, portugués por cierto y mozárabe ". Salvo algún fortalecimiento inmediato del Alcázar y reparacio­ nes en las murallas (éstas probablemente quebrantadas por

93 Situadas efectivamente bajo la puerta de Adabaquim, inmediata a San Sebastián y no en la Huerta del Rey. Al menos las que tienen base documental, si bien pudo existir alguna otra. 94 M. PIDAL: La España del Cid (Madrid, 1956), 1. l., págs. 306-307. Su gobierno tolerante y acertado, propio de quien había convivido con gentes de las tres religiones, fue mal visto por los francos, cesando en ~u cargo al parecer al apoderarse el partido de éstos de la Mezquita Aljama; acaudillados por la reina y el arzobispo don Bernardo y con­ tra lo convenido en la capitulación, según acepta este autor. (57) 130 TOLEDO Y SUS CALLES el asedio), no se hacen de momento grandes reformas y los nombres y los adarves árabes continúan subsistentes, más o m e n o s castellanizados. El "Barrio del Sultán", próximo a Zocodover, cambia de d u e ñ o a la vez que el Alcázar y los Palacios de Galiana como dijimos y se convierte en "Barrio del Rey", nombre que sólo difiere del actual por la eliminación de la contracción intermedia os. El barrio del Pozo Amargo aún se llama "plaza del Caxalí", pero desde 1175 se llamará como hoy; poco a poco, sin embargo, comienzan a brotar nombres cristianos por los alrededores de las antiguas mez­ quitas, ya purificadas y dedicadas muchas veces al mismo Santo cuyo nombre llevaran antes de la ocupación musulmana, como es el caso de San Ginés. Otras, como la Magdalena y Santa Fe, escogen nombres nuevos, y en la mayoría de ellas se producen reformas que acondicionan los alminares árabes para torres de campanas y absorben casa~ inmediatas, algunas para dedicar su solar a cementerio parroquial, bien compran­ do aquéllas, bien demoliendo las que se donan a la parroquia para fines piadosos. Comienza también el apogeo de las parro­ quias latinas, utilizadas por los conquistadores y la decaden­ cia d e las mozárabes por la paulatina desaparición de sus feligreses, gentes por otra parte de no muy abundantes recur­ sos s a I v o algunas f a mil i a s privilegiadas, y además de mentalidad conservadora, poco amigas de los aires de renova­ ción que los castellanos y los francos aportan y que procuran imponer en la ciudad por derecho de conquista. Estos conquistadores de ultrapuertos son aposentados por el Rey en la calle que luego se llamará" Arrabal de Torneros" y sus alrededores, o sean el Barrio del Rey y el Corral de Don Diego, conociéndose el conjunto de este barrio como "Arrabal de Francos" 96. Se fortifica algo el castillo de San Servando,

95 Como «Barrio del Sultán» se menciona en numerosos documen­ tos ro o z á r a b e s de los publicados por G. PUENCIA en o. C., tomo preliminar. 96 RIVERA RECIO, J. F., opina que la dedicación de una parroquia a Sta. María Magdalena se debió a esta población franca, ya que su devoción es de origen galo. Añadiremos a este dato la ya citada dedi­ cación de Sta. Fe, también de origen francés y distinta de la virtud teologal de igual nombre, según PARRO, o. C., JI, pág. 130. (38) J. PORRES MARTIN-CLETO 131 ahora muy necesario frente a los proxlmos musulmanes de! otro lado del Tajo -aunque su estructura definitiva le será dada por el arzobipso Tenorio- y se destina a convento, al que se cede como hospedería intra muros la antigua iglesia de Santa María de Alficén. Comienza con ello la costumbre de que los conventos, situados para el mejor cumplimiento de su regla monástica fuera del bullicio ciudadano, tengan, sin em­ bargo, dentro del casco urbano una residencia permanente, que con el tiempo dará origen a las calles de Clérigos Menores o a la de Hospedería de San Bernardo 97. La Catedral comienza a recibir donaciones y a acumular casas en su inmediatos alrededores, preparando su futuro ensanche que hará desapa­ recer a diversos barrios gremiales y a las calles comprendidas entre ellos, nivelando además la mayor zona continua dentro del recinto de la ciudad, aunque el sitio sea de difícil empla­ zamiento para ello. Nace el segundo arrabal, ya fuera de mu­ rallas (las Covachuelas) y que nunca será dotada de ellas lo que revela que cuando su población llega a ser numerosa, la época militar de Toledo ha pasado ya. Sobre la antigua" Puer­ ta de los Caballos" 98, entrada lógica al "Zoco de las Bestias" o Zocodover, se edifica un oratorio, yel Cristo de la Sangre que lo preside y ante quien se dicen misas para que los mercaderes cumplan e! precepto desde sus comercios, dá nombre al Arco hasta nuestros días. Tres incendios afectan en grado importante al interior de la ciudad. El del barrio judío, debido a los cruzados que, en lugar de luchar en las Navas de Tolosa, prefirieron saquear la judería toledana; el de las Cuatro Calles, en 1467, que destm­ yó desde la Trinidad y la mitad de la calle de Nuncio Viejo, la calle de la Sal, la aleana de los especieros junto a Santa Justa,

97 Otra hospedería, la de Sta. María de la Sisla, no dió nombre a una calle por hallarse frente a las Benitas, cuyo nombre se impuso para designar el paraje; en otro caso tendríamos la calle de {(Hospe­ dería de la Sisla», 98 Se cita esta puerta (bab-al-Jayl) en la cit. Historia de M. PIDAL, V .. pág. 637 diciéndose que sobre ella se hallaba el Alcázar; nombre L;s1c que se aplica entonces tanto al Palacio de Galiana como al Alcázar actual. Puede ser también la de Doce Cantos. (59) 132 TOLEDO Y SUS CALLES

el Solarejo, Tornerías, etc., zona en la que escasean por tanto las casas antiguas, si bien las calles no debieron ser muy mo­ dificadas ". El tercero ocurrió accidentalmente en 1589 y des­ truyó casi totalmente a Zocodover, afectando a diecisiete casas de la plaza 100, de cuya reconstrucción nos queda el actual arco de la Sangre, cuya traza se atribuye a Herrera. Muy similar a éste, tal vez del mismo autor, era el doble arco que cerraba el acceso a la cuesta del Alcázar, demolido en el siglo pasado. Comienzan a actuar los urbanistas. Gutiérrez Tello es el primero; salvo algunas disposiciones en este sentido, de doña Juana la Loca o de Cisneros prohibiendo la erección de nuevos conventos, que ocupaban paulatinamente todos los sitios vacíos dentro de la ciudad o absorben manzanas enteras de viviendas (prohibición cisneriana incumplida por él mismo al fundar a San Juan de la Penitencia), será aquel Corregidor, colaborador incansable de Felipe JI, quien comience a hacer de Toledo un sitio más habitable. A él se deben, entre otras obras de impor­ tancia, la idea de explanar las murallas bajo la calle de las Armas, naciendo el Miradero, tan alabado por Hurtado de Toledo 101 y que será ampliado a costa del convento de las

99 Expuesto ya este suceso, que destruyó mil seiscientas (?) casas, ~lbergue de más de cuatro mil almas, por M. GAMERO en su Historia, ha sido tratado mas extensamente por E. BENITO RUANO en la reciente obra Toledo en el siglo XV (Madrid, e. S. 1. e., 1961), pág. 94 Y ss. 100 Vid. el artículo «Incendio en Zocodover, ocurrido el año 1589» de F. B. SAN ROMAN, publicado en el Boletín de nuestra Real Academia de junio-septiembre de 1922, año IV, núm. XII, págs. 182-183; e. DE CEDILLO, Toledo en el siglo XVI pág. 32, nota 77. Según este autor se arregló también entonces la subida al Alcázar. PISA fecha la recons­ trucción de la plaza en 1592. 101 En su Memorial de 1576 describe esta importante obra diciendo que «reparó y abajó las cercas y miradero hasta la alhondiga nueua de manera que de dentro de la ciudad por la parte que parecía mas sombría y solictaria ay agora un parayso de deleyte con la vista de los dos ríos [se refiere a los dos brazos del Tajo. separados por la isla de Antolínez.], ysla, huertas y sotos y caminos como si palpablemente se pasearen por de den t r o de todo ello». (HURTADO. Relación cit. pág. 370). Obsérvese el asombro producido por el descubrimiento de un paisaje de todos sabido pero que el Miradero vino a mostrar de golpe a los toledanos. (60) J. PORRES MARTIN-CLETO 133

Comendadoras a fineS del XIX; las Vistillas de San Agustín, en la parte opuesta de la ciudad y con igual finalidad paisajística y de crear pulmones urbanos tan necesarios; la construcción de la Alhóndiga; la bajada en codo desde la puerta de Valmar­ dón a la calle Real del Arrabal, nuevo punto de vista o mirador que luego se anulará por la manzana intermedia de casas, y I desde el cual se bajaba en ziz-zag hasta la calle de Azacanes; ¡ la bajada desde la Puerta del Cambrón hasta Santa Leocadia (Cristo de la Vega) también en ziz-zag y subsistente, aunque muy deteriorada; el Mesón de la Fruta, en la plaza Mayor, llamada desde entonces de las Verduras, coexistiendo con las Carnicerías mayores levantadas por don Pedro de Córdoba b a j o Carlos V. Arregló las puertas y puentes, retirando los letreros arábigos que existían en ellas; algunos quizá utiliza­ dos tan sólo como motivo ornamental, o reutilizados para aprovechar sólo sus sillares, pero otros sin duda de gran valor epigráfico especialmente por contener los nombres musulma­ nes de puertas y puentes, hoy ya perdidos. A estos edificios adosó en cambio vaIiosas esculturas de santos y santas tole­ danos, cuyo nombre adjudicó oficialmente al monumento sin que, como suele suceder con estas dedicaciones, pasaran al uso popular 102. También dispuso que los propietarios de aquellas casas que se reformaran, retranquearan o enderezasen las nuevas fachadas, haciendo así transitables muchas calles importantes para el tráfico rodado, apenas conocido de los musulmanes pero muy extendido entre los cristianos 103 Seguramente datan de esta época los numerosos" salva-cubos" (palabra acuñada con acierto por Téllez) o rebajes cóncavos a la altura del eje de las ruedas que aún existen empotrados o excavados en las

102 HURTADO en ü. (') recoge meticulosamente tales dedicaciones a las que nadie mas que él debió hacer caso: Puerta de Santa Lcocadia a la del Cambrón, puente de San Julián al de San Martín, puerta de San lldefonso a una de las tres de Alcántara (la siguiente a Doce Cantos). etc. 103 Véase sobre una probable prohibición de los vehículos con ruedas entre lo musulmanes, la Historia de M. PIDAL cit., t. V, pág. SS, nota 99. (61) 134 TOLEDO Y SUS CALLES fachadas, aunque alguno quedara sin utilidad al ser ampliada la calle por la acera opuesta; y son indicio seguro de unas di­ mensiones anteriores de ella menores de las actuales, como sucede en el comienzo del Arco de Palacio. La preocupación urbanística de este Corregidor llegó al extremo de cambiar de sitio al .. mesón de las perdidas", en f r a s e pintoresca del Dr. Pisa JiI4, que se llevó al borde extremio de la Antequeruela, ocupándose su anterior solar --que lindaba con el hospital de San Leonardo-, para ensanchar la Alhóndiga. No cabe mayor meticulosidad, que sin duda aprobaría Felipe II si es que no inspiró este rey tan cuidadoso celo. De esta época tenemps el valioso memorial escrito para aquel Monarca por el Rector de la parroquial de San Vicente, Luis Hurtado de Toledo, cuya detallada descripción es suma­ mente útil para reconstruir el ambiente y toponimia urbana de Toledo a mediados del siglo XVI 105 'Unido al plano del Greco, la vista de la ciudad y el cuadro del Laooconte, fecha­ dos todos ellos en 1605-1610, resulta perfectamente compren­ sible la evolución histórica del laberinto de calles y plazuelas, la mayorfa aún subsistentes en sus líneas generales, así como el origen de gran parte de sus denominaciones, muchas ya en desuso o de explicación incierta si no fuera por estos docu­ mentos. Vemos ya en este Memorial incluso un proyecto de censo urbano, que meditaba Hurtado partiendo como subdivisión inicial de las parroquias y proponiendo que en cada una de ellas fuera "lo primero eserevir en la casa del parroehiano el 110mbre y estado y oficio del, y si es eas". principal con patio

104 Descripción de la Impenal Cilldad de Toledo (Toledo, 1617), foL 32 v:' Es de prouecho el mesón de los perdidos, para recoger los jumentos y ganados hasta q. se les halle y parezca dueño; mas no es digno de memoria el otro mesón de las perdidas... en los arrabales y lugar apartado .. ,») 105 Citamos las páginas de este Memorial por el ejemplar en rama cedido pOI- el doctor Jiménez de Gregorio, cuya gentileza nos complace­ mos en agradecer. Después de escrito este trabajo ha aparecido la edición del tomo III de estas Relaciones de los pueblos de España urdenadas por Felipe Il (Madrid, C. S. 1. C. 1963) de PAZ y V1Ñ.\S conte­ niendo el texto de HURTADO. (62) j. PORRES MARTIN-CLETO 135 o accesoria sin el, como tienda, sótano o rrendición. Lo se­ gundo la diuission de vezinos, quantos biuen en cada casa, cerrando los vezinos a media rraya, y las casas c. rraya entera, nombrando los barrios, corrales, adarues y callejuelas y casas sellaladas por donde van matriculando" ... párrafo de gran inte­ rés, pues nos muestra la sucesiva jerarquía de las distintas vías urbanas y las clases de ellas existentes en su época, así como la ausencia de plazas, que no se incluyen como tales en la relación. Observamos también en esta lista que se omiten totalmente las calles; denominación por lo visto muy poco utilizada y que en el Memorial apenas se consignan, como no sea accidental­ lTIente 106. Por lo visto el vocablo calle, como sinónimo de vía urbana, no se usaba en el lengua je popular o bien era una denolninación ,demasiado vaga e inconcreta, sin la jerarquía que adquirió posteriormente. En cambio se indican en otros lugares de su obra numerosas plazuelas, algunas ya desapare­ cidas y otras que todavía se clasifican con este nombre aun­ que en realidad no lo sean. sino simples ensanches o bien cruces de varias vías de diversa importancia. Hay que advertir, sin embargo, que bajo e s t e concepto de plazuelas incluye Hurtado casi siempre a las simples concentraciones de esta­ blecimientos comerciales ¡o;. La gran exactitud del plano del Greco, atendida la época en que fue trazado, nos ha conservado también datos de gran interés sobre la topografía toledana a finales del siglo XVI y

106 Por ejemplo: «han abierto agora una puerta de la yglesia a la calle de las armas» (pág. 547). Al enumerar los conventos, hospitales y ermitas, se silencian las calles donúe se hallan, indicando en cambio ~Il paroquia (capítulps 51, 52 Y 54). Igual sucede al citar las casas seño­ riales más importantes, cuyo exacto emplazamiento no podría determi· narse en muchos casos si no se dispusiera del plano del Greco. La división de las casas en principales y accesorias duró h a s t a mediados del siglo XIX. Aún existe algún rótulo de estas últimas; en la calle del Ave María hemos visto uno recientemente. 107 Este doble sentido se usa todavía hoy en el lenguaje popular, con la expresión de «ir a la plaza}) como sinónimo de ir a comprar artículos de consumo diario. La enumeración de estas plazas figura en las págs. 574 y 575 de la Relación. (63) 136 TOLEDO Y SUS CALI,ES

principios del XVII. Gracias a él podemos saber, por ejemplo, la situación de la parroquia de San Martín, ya demolida y reordenados sus alrededores; del Miradero y calle de las Ar­ mas, con la manzana suprimida que dividía su unión con Zo­ codover; situación del artificio de J u a n e I o; las m'anzanas también demolidas del CorralilIo de San Miguel, Capuchinos y Hospital de Santiago; convento de San Bartolomé, trazado antiguo del barrio de I a s Covachuelas, etc. Es lástima que carezcamos hasta la fecha de una edición cuidadosa que per­ mita su estudio detenido, cada día más difícil por la pérdida progresiva de intensidad de las tintas del original'. Comple­ mento gráfico de este plano es el ya citado de Arroyo, dibujo panorámico de la ciudad en perspectiva caballera, que inser­ tamos en este trabajo y hecha un siglo después. A partir de esta época filipina, el traslado a Madrid de la Corte, de hecho pero que luego resultó definitivo "', permitió de momento un mayor desahogo a los toledanos, sumamente constreñidos por la extraordinaria superpoblación que repre­ sentaba el séquito real y que, a más de la carestía en los pre­ cios, debía producir extraordinarias dificultades tanto para alojaniientos como para el simple discurrir por las estrechas callejas toledanas. No se produjo de inmediato la m e n o r decadencia por este traslado real, como demostró el conde de Cedilla 109 cumplidamente; pero a la larga, la ausencia de la nobleza de sus palacios en Toledo convirtió a éstos en una carga, en vez de una comodidad, alquilándose a vecinos mo­ destos previo el fraccionamiento sucesivo de los edificios que, faltos de cuidados, fueron arruinándose lentamente. La gran depresión económica e industrial de los siglos XVII y XVIII generales en todo el país; las emigraciones en busca del oro

a El Instituto de E. Toledanos prepara hoy una edición fiel de este Plano. 108 No se dictó ninguna disposición oficial que fijase en Madrid la capitalidad, ni tampoco era necesaria ya que la capital era una cosa y otra la Corte, cuyo asiento era simplemente el lugar en que el Rey residiera; escogido como es natural a su libre arbitrio. 109 Tratado ampliamente este tema en su aún no superado discur~ ~.O ue ingreso en la Real Academia de la Historia: Toledo en el siglo XVI desplIés del Venci111lC/1.1O de las Comunidades (Madrid, 1901). (64) LAMINA VIII. - Plaza de armas del puente de Alcántara. A la derecha, puerta del mismo nombre, con las armas municipales en relieve; a la izquierda, espol6I1 de la puerta de San Ildefonso.

LÁW INA IX.- Plaza de la Estrella y fachada de Santiago del Arrabal hacia 1839, según un dibujo di Parcerisa. f •••• v J. PORRES MARTIN~LETO 137 americano y la atracción de Madrid junto a la nobleza princi­ pal del reino, van produciendo una constante despoblación de la ciudad y la ruína de numerosas viviendas y casas señoriales. Se abandonan así barrios enteros como el de la Granja, los Tintes, etc. 110, y se produce una efectiva congelación de la ma­ yor parte de los restantes edificios, al ausentarse quienes an­ teriormente los reformaban por disponer de medios para ello; inmovilidad urbana que nos ha le g a d o una ciudad del si­ glo XVII en su mayor parte, si no anterior, y que se respeta en las escasísimas reformas que las .. manos muertas", propie­ tarias de casi la mitad de las viviendas, debieron hacer en ellas. Sólo quedó con posibilidades económicas, aparte de algunas familias aisladas 11', I a Iglesia y especialmente e I Primado; puesto que el Municipio, ya muy gravado en sus rentas por los préstamos obtenidos para las reformas del XVI en forma de censos perpetuos o temporales, vió aquellas rentas disminuí• das a su vez por el cierre de industrias y la disminución de la población, menguando notablemente los arbitrios. Aunque como es natural, las principales obras sufragadas por el Ca­ bildo y la Silla Primada se ejecutaban en la propia Catedral o en los edificios de su propiedad, hemos de mencionar la notabilísima excepción del cardenal Lorenzana, máximo me­ cenas en todos los órdenes, quien no sólo constituye un Gabi­ nete de curiosidades y reconstruye el Alcázar para vitalizar la industria de la seda y recoger indigentes, sino que con su reforma del Palacio Arzobispal, construcción del Instituto (entonces Universidad Literaria) y Nuncio nuevo, alinea y en­ sancha las calles inmediatas: Calles del Arco de Palacio y de la Trinidad, calles de la Inquisición (hoy justamente dedicada a aquel Prelado), plaza de San Vicente y calle del Instituto, creando el callejón enrejado que separó la Universidad de la

110 «Acaso la mitad de Toledo está arruinada, siendo montones de ladrillos y tejas rotas lo que en otro tiempo eran casas, y ésto se nota más hacia la parte del Mediodía»: A. PONZ, Viaje de Espaiía, carta J, pág. 28. 111 Especialmente la de los Rojas, según F. JU.fENEZ DE GREGORIO en Toledo a mediados del ,iglo XVIII (Toledo, 1959).

5 (65) 138 TOLEDO Y SUS CALLES parroquia, antes colindantes 1l2; ensanche de la calle Real; ali­ neación de la del Carmen Calzado al edificar la Fonda de la Caridad, primer hotel toledano aunque no se edificara para turistas, sino par a viajeros, éstos fallidos al no pasar por Alcántara la carretera de Andalucía, etc. Algunos conventos se construyen en estos siglos, como son los de Gilitos, San IIde· fonso, las Gaitanas, etc., o sufren reformas más o menos am'­ plias que modifican a veces las calles fronteras; otras se limi­ tan a aprovechar todo lo posible las casas en que se instalan, con ligeras reformas interiores, como hoy está sucediendo con el Servicio Doméstico y Terciarias. Estos últimos mecenas toledanos se terminan también en la primera mitad del siglo XIX, época que marca el máximo empobrecimiento de la ciudad. Las tres sucesivas desamorti~ zaciones, del clero regular, del secular y de las corporaciones civiles, hacen desaparecer la casi totalidad de sus ingresos patrimoniales, incluso los del Municipio;· la ciudad queda re­ ducida a 3.300 edificios 1]); la población, ya reducida a 12.180 1 habitantes en 1725 ", se cifra en 11.662 almas en 1846 ILI Y en 14.048 todo su partido judicial, de los que, por cierto, sólo tenían derecho a votar 383. La ausencia progresiva de inquili~

112 El edificio que cubría anteriormente una parte del solar del actual Instituto era, como es sabido, sede del Tribunal de la Inquisi­ ción, y decimos que lindaba con San Vicente por cuanto disponía de una tribuna sobre la iglesia para oir misa los inquisidores desde su Tribunal según su párroco HlTRTADC DE TOLEDO en o. c. La reja que cieiTa los extremos del callejón, procede del pórtico que tuvo la parro­ qnia sobre la plaza, según R. ARELL!\NO, Las Parroquias de Toledo (To­ ledo, 1921) pág. 19; colocadas allí tal vez para indicar que pertenecía a la iglesia y rebatido por el Municipio con una inscripción que reivin­ dicaba la propiedad de la calle ((Esta calle es de Toledo») quitada hace muy pocos años, al revocar de nuevo B. Artes el Instituto. 113 PARRO, Toledo en ía ¡nano, 1, pág. 28. En 1775-78 tenía 3.520 se­ gún la «Descripción de Casas» q u e conserva e l Archivo Municipal toledano. 114 J. DE GREGORIO, o. c., citando el «Vecindario General de España» de 1725. 115 Boletín Oficial de la Provincia de 8 de noviembre de 1846; Arch. Hda., Lib. 3.690. PARRO en lue. cit. dice del que había «unas 17.275 almas» en su época; cifra que no concuerda con los datos del censo oficial publicado en dicho Boletín que debe ser más exacto. (66) J. PORRES MARTIN-CLETO 139 nos y la abundancia de nuevos propietarios hacen reducirse los alquileres hasta en un 50 por 100, congelándose más aún la edificación ante su menor rentabilidad. A finales de este siglo se acometen, sin embargo, importan­ tes reformas urbanas, unas costeadas por el Estado como la conversión en carretera de la subida a Zocodover desde la puerta de Visagra, y la desviación al puente de Alcántara (1864), demoliendo la puerta de su nombre Obras Públicas, y la de San I1defonso el Ayuntamiento por hallarse ruinosa !l6; la ca­ rretera de Ronda hasta el Cambrón, casi sepultando la puerta de Alfonso VI; urbanizaciones del paseo de la Rosa y de Sola­ Ililla, aprovechando obras anteriores, etc. Otras se sufragan por el Municipio, a costa de la enajenación previa de las lámi­ nas de Propios (indemnización por la venta forzosa de su an­ tiguo patrimonio), como son el último ensanche del Miradero (1887), con los terrenos cedidos por el convento de Comenda­ doras, edificando el extraordinario pretil sobre la Alhóndiga y Desamparados; construcción del Mercado, con el lamenta­ ble ladrillo rojo vidriado, que se repite en la Diputación (1882) y en otros dos edificios particulares; restauraci0n cuidadosa de la puerta de Alfonso VI, ya a principios del siglo actual, obra personalísima de Arredondo. También se demolió a me­ diados de siglo la doble puerta que cerraba la entrada a Zo­ codover por la cuesta del Alcázar, como más arriba dijimos. Otras pequeñas reformas se realizan a fines del XVIII y principios del XIX; pequeñas pero muy interesantes. Son las primeras la rotulación oficial de las vías públicas, cuyos azu­ lejos más antiguos, como el situado sobre el edificio del Nun­ cio nuevo (terminado en 1793), nos dan la máxima vejez de estas denominaciones municipales 117. Se conseevan aún bas­ tantes de estos primitivos azulejos, cuadrados y realizados en tinta azul claro.

116 R. AMADOR DE LOS RIOS, Monttmenlos ... cit., l., pág. 157 fecha t.:sta demolición en 1871. La destrucción de la puerta de Alcántara tuvo que motivar una reconstrucción del torreón que constituyó la esquina hacia la escalerilla, donde se engarzaba un lado del arco; pero creyén­ dole romano pUfO, ha sido convertido en mirador, recientemente. 117 Confirma este fechado el azulejo existente en la portada de la Capilla de Palacio, construída por orden del mismo Lorenzana. (67) INSTITUTO F ROVINCIA1. ~

-i o iD a. o 140 TOLEDO Y SUS CALLES S()NV0:l101 De la misma época deben ser los números dados a las casas, numeración que quizá se hiciera como necesidad im­ puesta por el Registro de Hipotecas, antecesor del actual de la Propiedad, y que no se aplica a las Covachuelas hasta bien entrado el siglo XIX 118. Su ordenación por otra parte era bastante arbitraria, como resulta de los numerosos documen­ tos derivados de la Desamortización, según los cuales comen­ zaba correlativamente en una acera y, acabada ésta, seguía por la siguiente, sin la actual división entre pares e impares; sistema que sólo es adecuado para las plazas 'l9. Del siglo XIX deben proceder ya algunos curiosos rótulos, con letras negras en realce sobre fajas cerámicas independientes, como el que ha aparecido al comienzo de la calle del Barco, bajo el revoco que lo debió ocultar bastante tiempo, o el que existe al comien­ zo de la calle de la Trinidad. Ya en el siglo actual se adoptó una rotulación en placas metálicas, esmaltadas, bastante an­ tiestéticas y por fortuna sustituídas en 1956 por los excelentes azulejos actuales. Mencionemos otra pequeña, pero importante moderniza­ ción: El 27 de mayo de 1806 se encendieron por primera vez las farolas del alumbrado público, situadas en el Miradero, explanada del Alcázar y San Cristóbal "0. Ignoramos por qué se omitió Zoeodover, que a mediados del XIX ya contaba con una glorieta" sumamente ahogada e incómoda, pero en la que se reune la elegancia toledana porque así lo ha querido la moda a pesar de las m a I a s condiciones de tan mezquino local" 121.

118 En los títulos de propiedad de las fincas desamortizadas a los conventos se indica repetidamente que «las casas de las Covachuelas carecen de número peo.» (Arch. Hda., lego 1.397, in\'. Carmen calzado). 119 Por consiguiente si una casa lleva, por ejemplo, el núm. 5, se indica que linda con la núm. 4 y la núm. 6. Algunas calles como la de Bodegones, señalaban sus casas con letras en lugar de con números; comprendía ésta desde la A a la T (Arch. Hda., Lib. 2.070, folios 172 al 185). Según J. 'MORALEDA Y ESTEBAN, arto cit. en Bol. Soco Arqueológi• ca núm. 2, era general este sistema alfabético, antes de cambiarse por la numeración correlativa; pero no hemos hallado ningún otro caso y éste se debe a pertenecer sus casas a la «Memoria del Abecedario)), 120 ¡bid., pág. 21. 121 PARRO, Toledo en la mano, 1, pág. 32. L o i. l'ORRES MARTIN-CLETO SO~'.~};/' ' .... N.." ," .... ,. "'"-'.1. !;. _. --:~.i:'..J -< Señalemos por último, aunque sea de todos conocido, el gran impulso dado últimamente a la renovación del pavimento de las calles y plazas toledanas; intentando, aunque no siem­ pre consiguiendo, hacer compatible el ambiente de la ciudad con las necesidades actuales de sus habitantes y simultanean­ do su reforma con la de la red de aguas potables y el alcanta­ rillado; obras en las que, precisándose para su ejecución nume­ rosas y a veces pro fu n d a s excavaciones, han producido poquísimos hallazgos y de muy precario interés, lo que prueba sin duda que desde muy antiguo han sido superficie destinada exclusivamente a un fin viario 122, así como lo raros que han sido los ensanches callejeros. Las numerosas restauraciones dirigidas por la Dirección General de Regiones Devastadas, por la de Bellas Artes y Corporaciones municipal y provincial, han salvado de la ruína numerosos monumentos toledanos, eliminando edificaciones parasitarias como en Santiago del Arrabal y facilitando la circulación rodada, terminando hoy prácticamente San Juan de los Reyes (después de 80 años de restauración) y consolidando la casi totalidad de los edificios más valiosos, como San Lucas, Santa Eulalia, Santa Cruz, la Concepción, Carmelitas, San Marcos, San Román, San Andrés; descubriendo notables hallazgos visigodos, como en El Salva­ dor; reconstruyendo la puerta árabe de Alcántara y trazando de nuevo sus accesos; limpiando fachadas como en San Vicen ~ te, la Estrella, Santa Leocadia y otras menos acertadas como San Salvador o San Román; reformas del exterior del Institu­ to, rejería en las Gaitanas, eliminación del ladrillo vidriado en la Diputación, etc., etc. Por último. la ya citada Cornisa del Tajo que tantos problemas urbanos podría solucionar es la única esperanza de la zona más modesta y abandonada del peñón toledano, aunque su ejecución se enfrenta con numero­ sos problemas no tanto técnicos como artísticos, dada la fun-

122 Recordamos entre estos raros restos, los cimientos de casas en el recinto de la plaza de San Vicente, prueba de que fue ocupada por viviendas derribadas; una gran Josa, provista de argolla de hierro, frente al Ayuntamiento, quizá apoyo o amarre de alguna máquina para las obras de la Catedral; y los restos de un credo epigráfico visigodo hallados junto a Santa Leocadia, de gran interés así como algunas columnas de la misma época. (69) 142 TOLEDO Y SUS CALLES clOn de "escaparate" de la ciudad que hoy llena esta fachada para. el visitante y que puede peligrar, si no se estudian con extraordinario cuidado las consecuencias de esta monumental obra. VI LAS CALLES MUERTAS Para terminar este sucinto examen de la historia urbana de Toledo haremos una ligera revista de las calles ya desapare­ cidas, y que constituyen el Toledo muerto; no del todo, puesto que en algunos casos, desde luego raros, pueden ser recon­ quistadas e incorporadas al uso general. Supervivencias del pasado y no siempre identificables con seguridad, abundan en Toledo estas calles muertas, a las que llamamos así por constituir verdaderos cadáveres urbanos, momificados y destinadas como mucho para el uso exclusivo de uno o varios vecinos colindantes con su antiguo solar. Son todas ellas calles secundarias, privadas de salida desde su origen la mayoría, o bien cerradas por un extremo por cual­ quier causa antes de su desaparición. Si se camina atento por las calles toledanas pueden descubrirse por los siguientes indi­ cios: a) Tejados que vierten hacia ellas, tras una fachada que disimula su primitivo acceso; constituyendo verdaderas servi­ dumbres, quizá no siempre documentadas pero evidentes si la calle desaparecida pertenece a distinto dueño que el tejado. b) Ventanas, balcones e incluso miradores, de mayor o menor empaque pero siempre superiores a los huecos de tole­ rancia legal (30 por 30 cms.) y a cualquier altura de plantas, que utilizan el resto de calle que aún subsiste como medio de iluminación y de ventilación. c) Fachadas hacia ellas, con revoco y estructura netamente de paramentos exteriores, incluso ornamentales en ocasiones. d) Puertas clausuradas que las dan acceso, a veces prac­ ticables para utilizar la calle como almacén o patinillo. e) Aleros salientes, incluso con estilo, del XVIII o ante­ riores. Algunas de estas calles conservan su antiguo paviInento y se utilizan COTI10 desahogo de algún vecino que, o bien C;Oll1- (70) - \

LÁMINA XI. - Hospital de Santiago, demolido en 1884.

(Poto archivo Casa Rodrlguez.) LÁMINA Xll.- El llamado «Ba ilo de la Cava" a fines de síglo, según una vieja fotografía de Alguacil. Obsérvese la muy distinta altura de las dos puertas de entrada, necesaria por el ni vel va riable del puente de barcas. LAMINA XII l.-Calles muertas de Toledo.- Casa núm. 5 de la calle de la Plata, de dos plantas, construida sobre un call ejón suprimido.

LAMINA XIV.- Calles muertas de Toledo - Co­ mienzo de la plaza de Abdón de Paz, al final de la calle del Lócum. Resto cerrado y sin edi­ ficar aún de un callejón que terminaba en la plaza de San Justo, hoy condominio de las casas colindantes. l ÁM I~A XV. - Calles mu ertas de Toledo. - Pla­ zuela de Id calle de la Plata: callejón edificado, respetando servidumbres de aguas de las casas vecinas núms. 8 y 10. Debió terminar en el callejón de San Ginés, hoy sin salida.

lÁMINA XV I. - Calles muertas de T o led o. - An~ tigua salida del ca llejón del Abogado, entre los núms. 7 y 9 de la bajada a los Carmelitas Descalzos, absorbido por una colindante, quizá por tener un cobertizo sobre él. J. PORRES MARTIN-CLETO 143 pró su solar. o bien conservó un acceso particular hacia él. En tales casos suelen estar cerradas por alguna tapia en su antigua entrada desde la calle principal, tapia no siempre practicable y que por lo general enrasa con las casas laterales, revocada como alguna de éstas, lo que disimula su existencia. Otras se ocupan por pequeñas edificaciones, generalmente de menor número de plantas que las casas colindantes para respetar las luces anteriores que éstas puedan tener sobre la misma. Muchas conservan incluso las alcantarillas antiguas, especial­ mente si no están edificadas o si vierten sobre ellas aleros de otros vecinos; alcantarillas cuya reparación constituye un pro­ blema por necesitar excavaciones bajo las casas que las cubren. Como ejemplo de mayor entidad señalamos la prolonga­ ción del callejón del Moro, hasta el Corral de la Campana. Es perfectamente visible desde el comienzo de la cuesta de Reco­ letos hacia dicho Corral y conserva fachadas de buen estilo, como la correspondiente al palacio de Beriacazón (quizá res­ taurada con éste), hasta hace pocos meses residencia del Se­ guro de Enfermedad; calle que debió tener importancia como acceso directo a Zocodover por enlazar con la calle de Carretas. Conserva la alcantarilla, a la que acometen las casas de Ve­ f'ancio González, y la red de aguas; aquélla cruza bajo las casas que cierran el callejón y probablemente nazca en el Co­ r ral de la Campana. Debió desaparecer su función al trazarse el cómodo acceso por la calle de Venancio González, antes calle Llana, y se enajenaría por el Ayuntamiento la parte central, ocupada hoy por edificaciones de una planta. Este caso de calle transitada y de relativa anchura, que pierde su utilidad por trazarse otra vía mejor y paralela a ella es desde luego excepcional. Lo corriente es que se inutili­ cen y se enajenen (u ocupen arbitrariamente), por haberse cerrado uno o ambos extremos del callejón. En tales casos y si no sirven de paso ineludible a casas que sólo por él tengan acceso, se convierten en nidos de inmundicias, cuando no de otras actividades; y si son estrechas y las casas que a ellas fachean tienen entrada por otra calle mejor, los mismos veci­ nos solicitan su cierre. Un ejemplo probable de este caso es el callejón que desde la calle de San Ildefonso, en fuerte pen­ diente, termina frente a un paredón de cimientos del cuartel (71) 144 TOLEDO Y SUS CALLES de la Policía Armada. con entrada éste por la plaza de Padilla: Lo cierra una simple tapia sobre la que asom.an balcones, y conserva su pavimento escalonado. Otro análogo es el que des­ de la calle de Esteban IlIán, frente al solar del Hospital de la Misericordia que fue, terminaba en el antiguo cementerio del Hospital, hoy ocupado por los depósitos de agua construídos en 1870!23. Desaparecida la necrópolis hospitalaria y taponado el final del callejón, se cerró la entrada por el Municipio con una verja y sirve hoy sólo para el paso a pequeños talleres de aquel organismo. Similar a éste, aunque aprovechado por particulares, es el que desde la plazuela de la Concepción ter­ mina junto al final del Miradero, usado por las religiosas de aquel convento para desahogo de la demandadera. Otro se ha transformado en patio interior; se llamó callejón de Don Ra­ miro y separaba la parroquia de San Bartolomé de la casa de la condesa de Montijo, cedida al convento de la Reina !24; a cuyo uso se adscribió al callejón suprimido, Junto con el templo por dar acceso al mismo, mediante una puerta frontera a la situada junto a la torre, puerta no utilizada por las monjas pero que se hizo practicable al restaurarse la ex-parroquia, hace pocos años, para iglesia de la Casa Sacerdotal. Siguiendo al profesor Téllez, gran descubridor de calles úmortizadas (término con que las designa), señalaremos el callejón que nacía en la plaza de San Justo, entre las casas números 1 y 3 (Sanatorio de "Soliss") y bajo la esquina de éste; debió enlazar con la plaza de Abdón de Paz, conserván­ dose un resto del final en el plano de Reinoso (hoy cerrado por una puerta en Abdón de Paz) y no constando ya en el de Rey Pastor, por lo que su desaparición puede fecharse. El

123 Según el curioso folleto de J. MORALEDA y ESTEBAN El agua en Toledo (Toledo, 1908), pág. 27 Y ss. se inauguró el depósito el 16 de Enero de dicho año para el agua elevada del Tajo, si bien ya en 1863 se construyó parte de él para recoger el agua procedente de la dehesa de Pozuela. Del cementerio y cocheras de la casa de Mesa proceden las momias depositadas en San Román según este autor. 124 Según RAMIREZ DE ARELLANO en su valiosa obra Las Parro­ (juias de Toledo, pág. 46. Cita también la puerta de la iglesia a este callejón, que pudimos contemplar al restaurar la iglesia por Regiones Deyastadas hace unos diez años. (72) J. PORRES MARTIN-CLETO 145 callejón de la Sillería, hoy sin salida, pudo tenerla hasta Zo­ codover por la casa número 1 de la calle de las Armas (Gobier­ no Militar), que tiene una puerta trasera a aquél, al final de un largo pasaje sin luces. La Fonda Nueva engloba otra calle muerta: A su patio asoma la e a s a siguiente, con ventanas enrejadas y fachada con aspeclo de exterior; su portal, tam­ bién bajo una casa ajena (la anterior de la calle de las Armas), es un auténtico cobertizo, dándose acceso por él a sótanos diversos, y las dependencias últimas de la Fonda, tienen salida por un pasaje al callejón de Recoletos, final de la calle supri­ mida. Casi enfrente de esta Fonda, al terminar el edificio de la antigua Posada de Santa Clara (Díaz) y en la rinconada que forma sobre la casa siguiente, hay una intermedia, de fachada sumamente estrecha, con tres plantas: Entrada probable a otro callejón que desembocarría en el sector de la calle de

Santa Fe que da acceso al convento, también calle 11 amortiza­ da" en su final y cuyo cierre por cesión a las Comendadoras (tal vez en compensación de! terreno ocupado por el Mirade­ ro), inutilizó esta callejuela que salía a la calle de las Armas. Aún señalaremos otro poco conocido, como es el final del ca­ llejón del Alarife (llamado de las Vacas en el siglo pasado), que comunica fácilmente con el pasaje (desamortizado recien­ temente, en parte) que separa el de la casa anterior; pasaje por cierto que se dividió en dos, o lo largo, con una tapia, adjudicándose una franja de terreno a cada colindante, caso insólito de reparto de una vía pública en tal forma longitudinal. Por último sel1alaremos como calle importante y recien­ temente desaparecida el callejón del Mármol, que daba salida antiguamente a la plaza de Santa Ana. Absorbida ésta por la Escuela de Artes, con otras tres cortas callejuelas más, para su húmedo y agobiado jardín, quedó cerrado por este extremo. y aunque ya no existía en Toledo la comunidad franciscana de San Juan de los Reyes (a la que creaba el problema de sepa­ rar el convento del jardín o huerto monacal, al que tendrían acceso por algún subterráneo), alguien, no sabemos quién, colocó una puerta en la otra entrada. Devueltos a la Orden Seráfica tanto la iglesia como el huerto, pasará lo que aún queda del callejón del Mármol a su uso y propiedad exclusiva (73) 146 TOLEDO Y SUS CALLES si es que no les ha sido ya cedido oficialmente por el Municipio. Hay por el contrario calles muertas que resucitan. Una de ellas es la de Santiago de los Caballeros; destinada al uso exclusivo de la Academia de Infantería, se cerró con una verja de hierro que todos hemos conocido hasta 1936, verja que hoy ha sido eliminada y devuelta la calle al tránsito público. El callejón de Nuncio Viejo también tuvo cerrados sus extremos en el siglo XIX "" lo que se explica por cuanto las dos puertas que en él existen son de casas cuya entrada principal está en otra calle de más importancia. Lo mismo ha sucedido con el del Diablo, entre Lócum y Coliseo. Un intento de clasificación de estas calles suprimidas puede agruparlas a tenor de las siguientes causas de su desaparición; al Por pérdida total de su finalidad concreta. A ello se debe la ocupación privada de la mayoría de los callejones que daban acceso directo a la mJlralla, sin dar entrada a ninguna casa particular; especialmente al muro más fortificado, pro­ tector de la ciudad sobre el istmo de la Vega. Convertidas aquellas murallas en simples muros de contención -utilidad que las salvó de ser destruídas, contra lo sucedido en otras muchas ciudades- quedan sin ningún uso y desaparecen, ce­ didas a los colindantes, las vías situadas entre los Carmelitas descalzos y Santa Clara (prolongación de la calle bajo el cober­ tizo de igual nombre), hoy cerrado por una puerta chapada de hierro, entrada a la huerta de los frailes (callejón del Muro Azor l. Otra sirve hoy de patio y portal previo a las Comenda­ doras de Santiago, y antes separaba Santa Clara de Santo Do­ mingo el Real y fue absorbida por éste; otra que pertenece a la Diputación y separa su edificio del convento dominico antes citado.

125 Según el anuncio de venta de una casa propiedad del Hospital de Dementes, publicado en el Boletín Provincial de Toledo de 6 de Ene­ ro de 1859 (Arch. de Hda., lib. 3.695) localizando aquélla en este callejón :'-' añadiendo «( ••• cuyo callejón tiene cerrada su comunicación con la calle del mismo nombre y con la plazuela de San Juan Bautista por medio de una puerta». Quizá 10 evitase el Ayuntamiento colocando además la inscripción {(Esta calle es dc Toledo)), signo de propiedad encami­ nado a salvar de la apropiación particular estas callejuelas de escaso uso comunal. En el nomcnclator aprobado por el Municipio en 1864 se dice también en ocasiones que {~aunque cerrada, esta ca1Ie pertenece al Ayuntamiento;) (callejón del Diablo, p. ejm.). (74) 1. PORRES MARTIN-CLETO 147

El situado entre el Nuncio nuevo y las Carmelitas. cedido a ambos pero aprovechado hoy sólo por aquél. al cerrar las mon­ jas la puerta que sobre él tenían en el azaroso período 1931- 1936, por ser contraria a su Regla; por lo que se ha edificado por el Hospital Psiquiátrico ante la insuficiencia de su local. El callejón de San José, si bien termina en e! Torreón del Azor, tiene una prolongación a través de una puerta y por un in­ equívoco callejón o "adarve" antiguo, hasta la Puerta de! Sol. Por último, y como caso reciente, e! final de la Roca Tarpeya, edificado para garaje particular y que hemos conocido de mirador público. b) Por simple absorción. Si las casas de ambas aceras son del mismo dueño, o aun siendo de varios, sólo uno tiene acce­ so por el callejón en equilibrio inestable, carente de salida o sin apenas tránsito por existir otra vía muy próxima y mejor, se adquiere por aquél colindante o discretamente se pretexta su mal uso, se le dota de puerta ... y se utiliza tranquilamente como patio particular. El final del callejón de! Fraile; el de San Ginés (rescatado en parte por el Municipio al pavimentar la calle hace tres años); quizá también e! Corr~lillo de San Andrés en parte, pueden i n e I u i r s e en este grupo, el más numeroso y no s i e m p r e con un título claro que acredite la cesión miunicipal. Después se edifica sobre él si no se pre­ cisan sus luces; se asegura que no perjudique a los colindantes si los hay, respetando sus luces y la evacuación de lluvias. Así el callejón desde la plaza de Santa Clara, cocheras de Obras Públicas; final del callejón de San Ginés, que terminaba en la calle de la Plata, en la plazuela frente a Correos; y otros mu­ chos que para no cansar más la ya, sin duda, muy agotada paciencia del lector, no enumeramos. Para el viandante que sin prisas y con ánimo observador, discurra por las revueltas vías toledanas, puede ser un deporte poco corriente (y muy poco fatigoso) este de rebuscar e identi­ ficar calles muertas o a punto de serio, que brotan en los rinco­ nes más inesperados como una supervivencia de aquellos adar~ ves musulmanes, lentamente borrados en su mayoría, al irse quedando estrecho para los vecinos el nido peñascoso que eli­ gieron por morada más segura sus primeros y desconocidos pobladores. (75)

ISLA. • : , J ~ (.~ • ~'1'- .v ' -~ " • ,.-.., '--= R~bad (ü..Ct,,¡, ¡ .J.

, ( AIc.uNJ ULAITULA \'- PLANO núm. 2. - Vista de Toledo en 1566, publicada por BRAWM en Civifafis orbi ferrarum. - -. T o L E r V M . '_.'~ t..

l. ~ Ti~ .... ¡-~I.,,~ .... ,,~ ... dipl .... i, >,.... , «...o .....n.~.'u ~ ~ .1 .. ",·".tI. C ...... 1. , .....rin ."....., ...' .. 1 '.0," .. d~I"'t .... "- ...... """~ <_ Lo " 1,...... ~ ... _ ...1_. fO, ..i..- .. "'"...... , 0.1&11 •••-...,. jt .1_ 'Co-••I& " .... ,.. ".., '" ~.n,.. 4.t .ttk :rn.

PLANO núm. 3.-Vista de Toledo en 1574. - •

"'1'\d¡r : . - ",. ~-I _..""':" •- 'lo ~~~ 1\'1~ '.1 ..,. .~ ..r- , ...,. r:"i't ~-- '\1 • , , ~ , • .- .. '" •

PLANO núm . 4. - Toledo hacia 1600, según copia del original del Greco, publicado por A. P ONZ en su Viage de España. • '. ~ , " " , •, - •

'1 j, ,., --.;..- , .- , ," "-

~. ' ..,...... ~ • : . ]' f) ; " J, \ , \. ~\'- '; ...... ".~...... '- TOLEDO HACIA 1700 Parte superior de la panorámica de la ciudad dibujada por José de Arroyo Palomeque y conservada en la Biblioteca Provincial de Toledo.

En la parte inferior del documento se indican, en letra cursiva, las siguientes referencias a los números consignados en el plano: l.-La Ciudad. 48.· Santo Domingo monjas. 2.-La Catedral. 49. - Conbento de la Merced. 3.-Casa arzobispal. 50.-Casa de Vargas. 4.-EI Palacio de la Reyna. 51.-Las monjas carmelitas. 5.-Casa de Comedias. 52.-Colegio de las Doncellas. 6. - La Plaza Mayor del Mercado. 53.-San Martín parroquial. 7.-Colegio de la Compañia. 54.-Conbento de San Agustín. B.-Sao Pedro Mártir. 55.-Puerta del Cambrón. 9. - La Trinidad calzada. 56.-Puente de San Martín. 10.-La Parroqnia de Santo Tomé. 57.-Santa Justa parroquial. 11.-Monjas de San Antonio. 58.-San Vicente y la Ynquisici6n. 12.-Conbento de San Francisco. 59.-$an Juan Bautista parroquial. 13.-Monjas de Santa Ana. 60.-Santa Leocadia parroquial. 14.-San Juan de Dios. 61 .- Monjas gaitanas. 15.- EI Tránsito. 62.-Hospital de San Juan. 16. - Parroquia de San Cristóbal. 63.-Conbento d. la Trinidad descalza. 17.-Parroquia de San Bartolomé. 64.-San Antón ermita. 18. - Parroquia de San Zipriano. 65.-San Eugenio ermita. 19. -San Sebastián parroquial. 66.-San Roque ermita. 20. - San Francisco descalzo. 67.-San Bartolomé de la Vega. 21.-San Salvador parroquial. 68.-San Lázaro ermita. 22. - San Marcos parroquial. 69.-EI brasero de la Vega. 23. - San Andrés parroquial. 70.-La Puerta de Bisagra. 24. - Monjas de Santa Ysabel. 71.-EI Cristo de la Bega. 25.-Conbento de Monjas agnstinas. 72.-San Ildefonso ermita. 26.-Monjas de San GerÓnimo. 73.-EI Angel ermita. 27.-La Vida pobre. 74.-La Fuente de las Ynziones. 28.-Monjas de San Pablo. 75.-La ermita de la Cabeza. 29.-Monjas Benitas. 76.-La ermita del Valle. 30. - San Lorenzo parroq.a 77.-Conbento de San Jerónimo. 31.-Santos Jnsto y Pastor parroq." 78.-Santa Olalla parroquial. 32.-San Lncas parroquial. 79.-Las Capuchinas monjas. 33.-Parroqnia de San :'vI.igue]. 80.-San Roman parroquial. 34.-San Juan de la Penitencia. 81.-Las monjas de San Clemente. 15.-Conbento de Capuchinos. 82.-Las monjas de Madre de Dios. 36.-Santa Maria Magdalena parroq." 83.-Las monjas de Santa Clara. 37.- Hospital de Santiago. 84.-Las monjas de Jesús y María. 38. - Conbento del Carmen. 85. -La ermita de la Bastida. 39. - Puente de Alcántara. 86.-Conbento de San Bernardo. 40 - Conbento de la Concepción. 87.-Ermita de la Virgm de Gracia. ·±l .-Hospital de los Niños. 88.-San Miguel de los Angeles. 42. - Santa Fe monjas. 89.···Santa Ursula monjas. 43. - Agustinos descalzos. 90.-La Carnicería Mayor. 44. - San Nicolás parroquial. 91.-EI rio Tajo. 45. Las Recoleta~ bernardas. 92. - El Artificio. 46.-Santiago del Arrabal. 93.- Hazuda. 47. - Los Carmelitas descalzos. Al pie de esta relación se indica: .Delineado por Joseph de Arroyo Palomeqne maestro de obras y vecino de esta ciudad de Toledo,. No se indica fecha algnna. - - ,------.. ~. ---- . " , , • ,. ..- .• > • '.. • - ,~ • • ".., -..',-. , ,

, . .- -

, •

, -.. .., -. '.. •.. .' • , "'-..: , . • . ~

-" ..... '. ! lo, ,I \, . • • • '\ t \1• •

,

• • t

..,

I r

....~I ... J " ·.4 .. 1,_ ~. '" J. ., • ..- ,fr;4 ;, 'o .. ,*/r:~ ... , i, ..~ , _., M •• • .. '. '. '} . 1" 4 .. '. , ' ,. ~ ~, ' 'l , o...... "'~ - " " / " .. . O"'" ",. • .. "

"

PLANO núm. 6.-Toltdo tn58. (Plano por COBLLO B HIION.) (Casa d ~ I~ Cuhura d~ Tol~do.) ------r'-- (

,.,.~',"·A'''' '''''' D, J"QSl:: REI.NOSO

.•. ~ IBH!.! - · ·- -" •... , U (' , .... ,' ..

PLA NO mimo 6 bjs.- Toledo UI 1882 (Plano de D. Jose ReINoso.) - , TO ...... ,PO,..,., III~'" Av"l'OR ..... _~ ~aóG_ • .,

--...... "a.-- .. HII 111011111 IIIftIlLUUTI _,,--,-----_ .. _- ...... "u

Pl.ANO núm. 7.-ToledQ en 1926. (P11l110 de AA. Rrv P ASTOR)