Louis Miard FRANCISCO BILBAO Un Discípulo De Lamennais En América
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Louis Miard FRANCISCO BILBAO Un discípulo de Lamennais en América del Sur Edición y notas Alvaro García San Martín Traducción Alejandro Madrid Zan NOTICIA FRANCISCO BILBAO: Un disciple de Lamennais, Michelet et Quinet en Amerique de Sud, por Louis Miard, profesor en l’Université d’Angers, fue publicado en mayo de 1982 en el Numéro spécial (14 — 15) des CA- HIERS MENNAISIENS (88 pags.), órgano editorial de la Société de Amis de Lamennais, presidida por Louis Le Guillou en Brest, con el apoyo del Centre National de la Recheche Scientifique (CNRS) de Francia. La traducción fue realizada por Alejandro Madrid Zan, profesor en el Departamento de Filosofía de la Universidad Metropolitana de Cien- cias de la Educación (Santiago, Chile), primero en el marco de ejecución del proyecto de investigación FONDECYT Nº 1111041 (UMCE — 2011-2013), titulado “Francisco Bilbao y el proyecto latinoamericano”, y después como parte de la ejecución del proyecto de investigación DIUM- CE (2015—2016) titulado “Materiales para la enseñanza de la filosofía: Francisco Bilbao y La Servidumbre Voluntaria” La edición y anotación al texto ha sido realizada por Alvaro García San Martín, profesor en el Departamento de Filosofía de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, en el marco de ejecución del proyecto de investigación “Materiales para la enseñanza de la filosofía: Francisco Bilbao y La Servidumbre Voluntaria”. Las notas llamadas en 691 asterisco desde el cuerpo del texto, para no interferir la numeración con- secutiva de las notas del autor, incorporan algunas enmiendas o incluyen informaciones adicionales cuando pareció necesario, útil o novedoso. Los corchetes asimismo son siempre mios. ARCHIVOS DE FILOSOFÍAARCHIVOS NOS 9-10 DE FILOSOFÍAl 2014-2015 NOS 9-10 l 2014-2015 Las citas de Miard traducidas por él al francés han sido retomadas de sus fuentes en español. Hemos añadido al final a modo de Postfacio la reseña escrita por Jean-René Darré publicada en 1984 en la Revista de Historia Literaria de Francia. Álvaro García 692 INDICE PREFACIO 697 Atmósfera política, ideológica y cultural en la América española del Sur, en tiempos de Bilbao 699 CAPÍTULO I Antecedentes y formación de Francisco Bilbao 705 CAPÍTULO II Francisco Bilbao en Europa 729 CAPÍTULO III El retorno de Bilbao a Chile 759 CAPÍTULO IV Nuevo viaje de Bilbao a Europa 785 CAPÍTULO V Los grandes proyectos para América Latina 795 A MODO DE CONCLUSIÓN 817 POSTFACIO 823 A Luois Le Guillou, con admiración y gratitud. PREFACIO Che Guevara y Fidel Castro ¿tendrían un precursor en Lamennais? Me cuidaría de afirmarlo, sin embargo me pregunto si, después de un siglo, el la- mennaisiano Francisco Bilbao no reclamaría un lugar en sus filas… Curioso destino el de este racionalista chileno, amigo de la libertad, que vino a Euro- pa, cerca de Lamennais, Michelet y Quinet, a pulir su educación filosófica y religiosa. La pequeña obra que le consagra mi colega Louis Miard es apasionante por más de una razón. Permite precisar el alcance de las ideas de Lamennais en América Latina; y hasta el presente, hay que confesarlo, no conocíamos casi nada, en Francia por lo menos, de Bilbao. ¿Quién hubiese sido capaz de situarlo en la historia de su país, quíen sabía que Lamennais y Quinet creían ver en él al ‘Washington del Sur’?* Francisco Bilbao en Chile, Juan Montalvo en Ecuador, he ahí por lo menos dos figuras de la gran posteridad mennaisiana, infinitamente más vasta en el mundo de lo que yo mismo pensaba, todavía hace algunos años. Gracias Louis Miard, por habernos ilustrado de manera tan magistral. Louis LE GUILLOU 697 * La expresión “el Washington del Sur” pertenece en realidad a Jules Michelet, en carta a Antoine Dessus a propósito de la muerte de Bilbao en 1865. Francisco Bilbao - Louis Miard INTRODUCCIÓN Atmósfera política, ideológica y cultural en la América española del sur, en los tiempos de Bilbao En mayo de 1810, la población de la América española se entera de la toma de Sevilla por los ejércitos del mariscal Soult y la disolución de la junta que ejercía el poder sobre todo el imperio español en nombre del rey Fernando VII, exiliado en Valencay. Este vacío de poder marca, en las diversas colonias españolas de América, el comienzo del proceso político que poco a poco les permitió conquistar su independencia. Los modelos no les faltaban. Los Estados Unidos de América del Norte se habían emancipado en 1776. Haití en 1803. Entre tanto, la Revolución francesa había proclamado con fuerza su Declaración de derechos del hom- bre y del ciudadano. Entonces, en 1810, separada de Sevilla, Buenos Aires proclama su independencia definitiva. El año siguiente Venezuela, y lue- go el Paraguay hace otro tanto, mientras que en el Alto Perú un ejército “argentino” de liberación es rechazado por los españoles. En 1812, en Ve- nezuela, en Ecuador y en Chile, los “patriotas” que apoyan a España son derrotados. En 1813, Bolívar publica el Manifiesto de Cartagena, luego entra en Caracas, pero es derrotado, mientras que en Chile el desastre de Rancagua hace de los españoles los dueños del país, y en el Perú fracasa una rebelión indígena. La guerrilla se instala más o menos en todas partes. 699 En 1816, las Provincias Unidas de La Plata proclaman su independencia. En 1817, en Chile, el ejército argentino, conducido por San Martín, de- rrota a los españoles en Chacabuco. San Martín entra en Santiago. Chile adquiere su independencia. En 1820, San Martín desembarca en Perú y entra en Lima, pero la capital vuelve a caer en poder de los españoles en 1823. La independencia peruana no llega sino hasta 1826, después de la capitulación de todas las tropas españolas en Callao. En 1830, la muerte de Bolívar cierra este período agitado de emancipación, guerras y consti- tuciones. Se necesitaron cerca de veinte años de lucha para liberar a toda la América española (con la excepción de Cuba y Puerto Rico). Contrariamente a lo que se podría pensar, ese movimiento de eman- cipación fue, esencialmente, de origen aristocrático. Los criollos tomaron en un comienzo el poder sólo para afirmar su lealtad hacia Fernanado VII, destronado por Napoleón. El ejercicio del poder les proporciona con- ciencia de su fuerza. Por otra parte, esta aristocracia criolla detentaba el poder económico. En general, sólo declararon su independencia cuando el restablecimiento del absolutismo en España les quita toda esperanza de hacer admitir sus reivindicaciones. Por lo mismo, la emancipación no tuvo, en ningún nivel, el carácter de una revolución económica y social. La aristocracia criolla, compuesta en su mayoría por propietarios de tie- rras, funcionarios y juristas coloniales, muy impresionados por la cultura francesa, aumentó su poder apoderándose del poder político. La ideología de la Revolución francesa, en la que esta se inspiraba en gran medida, te- nía para ellos, ante nada, el valor de una pura abstracción. La libertad de la agricultura y el comercio, único principio conforme a los intereses de esta aristocracia criolla, sería el único en traducirse sin dificultades en los hechos. Al mismo tiempo, la emancipación de la América española fue un fenómeno continental: ningún rasgo realmente importante separa aún a las diferentes repúblicas que une; por el contrario, hay una evidente co- munidad de idioma, de cultura, de estructuras sociales, de origen, y sobre todo de pensamiento religioso y político. La unidad histórica de esta época que enfrenta a los hombres a los mismos acontecimientos, inspirándoles las mismas esperanzas y las mis- mas pasiones e imponiéndoles los mismos combates, ha conducido a la producción de obras marcadas por un gran espíritu combativo. Por todas partes se forman círculos en los que se agrupan los hombres cultos y de Francisco Bilbao - Louis Miard espíritu innovador, medio literatos, medio políticos. ¿Cómo hubiese po- dido ser de otra manera? Son el relevo de las antiguas sociedades criollas constituidas hacia fines del siglo XVIII; pero, mientras que las primeras se limitaban al estudio apasionado de las realidades regionales, estas úl- timas son abierta y francamente patriotas. La literatura, la filosofía, el pensamiento, se encuentran indisolublemente mezclados con la política. La mayor parte de las veces, la pluma no es sino la auxiliar de la espada; ya sea porque conducen juntas a “la misma lucha”, o porque glorifica las armas o los símbolos de la libertad. En todas partes se fundan periódicos o revistas, más o menos efí- meros; por todas partes aparecen panfletos, folletos u opúsculos escritos a la rápida, ya que su fin primordial es la propaganda o la polémica; en esas condiciones, el escritor no es un esteta sino, ante todo, un hombre de acción, un militante que, mucho después de las guerras de indepen- dencia, conservará el gusto por el riesgo, la costumbre de la conspiración, la pasión por las ideas no conformistas, la admiración incondicional por aquello que, en el dominio del pensamiento, los distancia de los modelos impuestos por la educación colonial. Desde el día en que la América es- pañola quiso la independencia de la metrópolis, se esforzó por definirse como americana. Bolívar declaraba que “no somos ni indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usur- padores españoles”.* Si se expulsaba al “usurpador español”, era preciso reivindicar a “los legítimos propietarios del país”, es decir, a los indios. En la lucha que había opuesto a criollos y españoles, el indio se había con- 701 vertido, aunque impropiamente, en el símbolo de América. Ahora bien, si el indio podía inspirar la poesía y algunas obras novelescas, no aportaba prácticamente nada al pensamiento filosófico, a la reflexión especulati- * Véase Carta de Jamaica. Contestación de un Americano Meridional a un caballero de esta Isla.