COHNEN El-Circulo-En-La-Guerra
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CONSORCIO DEL CÍRCULO DE BELLAS ARTES El Círculo de Bellas Artes en la Guerra Civil Fernando Cohnen Círculo de Bellas Artes Presidente Juan Miguel Hernández León Director Juan Barja Reservados todos los derechos. No está permitido reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la infor- mación ni transmitir ninguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado –electrónico, mecá- nico, fotocopia, grabación, etc.–, sin el permiso previo de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual. Área de Edición del CBA Revisión Andrés Molina Diseño de colección Estudio Joaquín Gallego Impresión CLM Artes Gráficas © Círculo de Bellas Artes, 2018 Alcalá, 42. 28014 Madrid Teléfono 913 605 400 www.circulobellasartes.com © de los textos: sus autores Foto de cubierta: «Desfile por la calle Alcalá», fotografía de Albero y Segovia, 21 de mayo de 1937. © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo General de la Administración. Fondo del Archivo Fotográfico de la Junta Delegada de Defensa de Madrid, signatura F-04066-55752-001-r ISBN: 978-84-947752-1-5 Dep. Legal: M-2462-2018 El Círculo de Bellas Artes en la Guerra Civil Fernando Cohnen Antonio Palacios, el arquitecto artífice del edificio para la sede del Círculo de Bellas Artes, confesaba en 1920 su preferencia por un modelo arquitectónico, el que respondía a la analogía del transatlántico: Si usted me hubiera preguntado qué obra es la que más me maravilla, le habría respondido que el transatlántico. ¡Es la más acabada y perfecta obra arquitectónica que se conoce! A la estabilidad, al equilibrio de la nave en sí misma, hay que añadir el equilibrio perenne sobre las aguas… Y fíjese qué arquitectura más complicada y qué rara distribución la de esos maravillosos palacios flotantes. Así observe usted en un transatlántico moderno la extraña colocación de todos los compartimentos; y ve usted a lo mejor, cerca de las fogoneras, por ejemplo, un hall elegante y artístico. Junto a un dormitorio estilo inglés, una sala Luis XV; al lado de unos cuartos de baño, unos jardines… Cerca de unos amplios comedores, una severa y elegante sala de lectura… Y luego la distribución por clases, por categorías… ¡Es el mayor adelanto de la arquitectura! Pues bien; toda esta maravilla no es sino la consecuencia de una muy lenta evolución de un tipo arquitectónico que va perfeccionándose sucesivamente. Justo en ese año vendría a resolverse el polémico concurso convocado en 1919 para la construcción de la sede social del Círculo de Bellas Artes. Y si 10 el jurado había declarado desierto el premio del concurso, seleccionando tres proyectos (el de los arquitectos Secundino Zuazo y Eugenio Fernández Quintanilla, el de Baltasar Hernández Briz y Ramiro Saiz Martínez y el de Gustavo Fernández Balbuena), el voto mayoritario de los socios eligió el de Antonio Palacios, que había sido eliminado en las fases previas. Sin lugar a dudas había triunfado el modelo transatlántico, como podía comprobarse en la compleja configuración espacial del proyecto. Si bien la acogida popular y mediática al nuevo edificio fue, en general, entusiasta, no dejó de tener rechazos de singular importancia; no sólo fue el popular soneto dedicado por Federico García Lorca (bajo el seudónimo de Isidoro Capdepón) a aquel edificio «que tiene la admirable propiedad de mantenerse todo sobre una pequeña columna», sino también la exigencia más radical de Ramón María del Valle-Inclán en 1934: Es una vergüenza. Hay que derribar inmediatamente ese Círculo de Bellas Artes… Lo bonito de las revoluciones es lo que tienen de destructor. Se ha dicho mucho sobre la quema de conventos, pero la verdad es que en Madrid no se quemaron más que cuatro birrias que no tenían ningún valor. Lo que faltó ese 14 de abril, y yo lo dije desde el primer día, es coraje en el pueblo, que no debió dejar ningún monumento… Yo ya dije el mismo día de la proclamación de la República que esta nacía con el vicio de la debilidad… El Gobierno de la República no fue tan extremista, sólo se limitó, bajo el mandato del Frente Popular, a la incautación del edificio del Círculo en julio de 1936. Y es en esas fechas cuando la historia hasta ahora conocida y documentada sobre la existencia de la institución creada con el nombre de Círculo de Bellas Artes, y que desde 1926 estaba ligada a aquella arquitectura, se difumina, hasta que en abril de 1939 el edificio retorna a su anterior propietario. Será Marceliano Santa María (el mismo presidente de la asociación en la etapa previa a la Guerra Civil) quien retome la gestión del Círculo de Bellas Artes y se ocupe de la reposición del patrimonio de la institución y de la reparación de los desperfectos sufridos por el edificio durante la contienda. La historia del periodo transcurrido entre esas dos fechas ha quedado apresada por la falta de referencias documentadas, por silencios interesados o, lo que resulta más dudoso, por una memoria secuestrada por la ideología. Es también cierto que la vida de los edificios, su existencia, puede ser entendida de manera separada del comitente o de la institución que estuvo en el origen de su construcción. Este es, precisamente, el caso de los usos de la sede del Círculo de Bellas Artes en los años transcurridos en el Madrid 11 resistente al asedio, durante una guerra in-civil. Una historia ajena a la propia institución, es verdad, pero en la que su arquitectura no pudo renunciar, ni olvidar, el nombre con el que se presentó en la ciudad: el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Como se le reconoce en todas las crónicas y noticias de la época. Y su propia configuración espacial –la deltransatlántico proyectado por Antonio Palacios– fue el condicionante, sin duda, de su utilización en este periodo. Fernando Cohnen ha rastreado en este libro las referencias existentes en las hemerotecas y en la bibliografía historiográfica, de manera que se pueda recomponer la auténtica historia de lo que sucedió. Retazos, como era previsible, pero en los que la historia concreta no resulta comprensible sin la exposición de la más general, y sin conocer aquella intrahistoria recogida de la vida cotidiana del Madrid republicano. Unos años en los que la mayoría de los edificios pertenecientes a las más dispares instituciones vieron alteradas sus funciones y en los que la morfología urbana y la reutilización del espacio público se adaptaron a las exigencias de un conflicto, posiblemente, no deseado. Juan Miguel Hernández León Presidente del Círculo de Bellas Artes prólogo A pesar de los más de ochenta años que han pasado desde que estalló la Guerra Civil, su recuerdo sigue vivo no sólo en España, sino también en otros países de nuestro entorno. Muchos historiadores continúan investigando aspectos diversos de aquel conflicto que enfrentó a los españoles y tanto conmocionó al mundo. Se han escrito más de veinte mil libros sobre aquella sangrienta confrontación bélica, cuya importancia radicó en haberse convertido en un ensayo general de la Segunda Guerra Mundial. La lucha en España enfrentó a la República y a los militares africanistas que se sublevaron contra ella. A esas fuerzas se unieron hombres y maquinaria bélica de la Italia fascista, la Alema- nia nazi y la Unión Soviética comunista. Todas las corrientes ideológicas de entreguerras se batieron el cobre en la península ibérica. Mientras las víctimas de la violencia del Frente Popular en Madrid, Barcelona y otras localidades leales a la República fueron recordadas y enterradas por sus familiares, muchos de los que sufrieron la violencia franquista en Badajoz, Sevi- lla y otras ciudades permanecen hoy día olvidados en fosas anónimas desperdi- gadas a lo largo y ancho del país, sin que sus familiares hayan podido enterrarlos con dignidad. Ningún gobierno de la democracia ha hecho nada para remediarlo. La Ley de Memoria Histórica aprobada por el Congreso de los Diputados el 31 de octubre de 2007 pretendía reparar este agravio. Sin embargo, el resultado ha sido otro. Su texto incluye el reconocimiento de las víctimas de la guerra y de la dictadura franquista, pero pasa de puntillas sobre la apertura de fosas 16 Fernando Cohnen comunes en las que todavía yacen miles de republicanos asesinados, lo que ha provocado las críticas de algunas asociaciones civiles que buscan apoyo estatal para poner en marcha la exhumación de esos restos. Mientras el Gobierno elimina las partidas presupuestarias destinadas a garantizar el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, los sectores más conservadores del Partido Popular reavivan el recuerdo de las ejecuciones que firmaron los responsables de las cerca de doscientas checas (tribunales popu- lares) que se crearon durante los primeros meses de la guerra en Madrid. De todas ellas, la que se instaló en el Círculo de Bellas Artes suele destacar como una de las más temibles, y eso que apenas estuvo operativa unas tres semanas. En realidad, la mal llamada checa del Círculo de Bellas Artes fue la sede del Comité Provincial de Investigación Pública (CPIP), donde todos los sin- dicatos y partidos del Frente Popular tenían representación. Tras veinte días de funcionamiento en el Círculo, el CPIP se trasladó a un palacio de la calle Fomento hasta su disolución, en noviembre de 1936. Una vez liberado de aquel tribunal popular, el edificio de Alcalá número 42 albergó las sedes de diversas instituciones y organizaciones políticas. En sus dos tomos sobre la historia del Círculo de Bellas Artes, José Luis Temes no incluye los hechos acontecidos en esta institución en el curso de los casi tres años que duró la Guerra Civil. El autor señala que no existió actividad alguna en el Círculo como tal durante el conflicto. Sin duda, Temes está en lo cierto.