Entrevista Antonio Agri Antonio Agri
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Entrevista Antonio Agri Antonio Agri: Es muy difícil en Argentina, la Argentina es muy difícil. Entrevistadora: ¿Y por qué cambió? ¿Por Menem? ¿por todo el gobierno? ¿eso? Antonio Agri: No, no, nunca. Siempre, antes de Menem también, si con Piazzolla hemos sufrido horrores. Nosotros con Piazzolla no trabajábamos nada, nos mordíamos la liebre con Astor, una mentira total. Piazzolla por eso se tuvo que ir también. Entrevistadora: Porque acá no dan plata para la cultura. Antonio Agri: No, aparte es… cuando uno intenta hacer algo que es de cierta calidad no sirve, en este país no sirve. La mediocridad es muy grande, o sea, en Europa también existe la mediocridad. Pero el que vale tiene lugar. Acá el que vale no tiene ningún lugar por eso no hay nadie, o sea, hay gente que se merece estar en algún lugar y no tiene dónde trabajar. Entrevistadora: Por eso ya viajaron a Japón ¿no? Antonio Agri: Sí, fuimos y ya nos contactaron otra vez, pero vamos a lugares, digamos, como si fuera… Allá se sorprendieron todos “¿Pero cómo es un conjunto de cámara?” y va con la noticia, claro. Y tocamos los mismos areglos que se han tocado siempre. La música popular, sacando honrosas excepciones, la cuestión matices, no. Un director de sinfónica acá nos decía:“ No se olviden nunca que los músicos malos tocan fuerte. Solamente músicos buenos tocan bien.” Entrevistadora: Sí, sí. Antonio Agri: Es muy difícil, muy difícil. Bueno, usted dirá. Entrevistadora: Bueno. Yo tengo una pregunta quizás un poco grave, pero yo soy de ascendiente judía y escuché mucho la música klezmer ¿no? Y ahora escuchando el violín en el tango yo me pregunté o me pareció que el estilo o la especie de rubato, de llegar a la nota con glissando me hace recordar mucho la música que conozco allá del este. Antonio Agri: Bueno sí, pero yo... yo no llego con glissando yo no llego con glissando. Yo no llego, no me ha escuchado entonces. Entrevistadora: No, no, no. Pero, bueno, no... Antonio Agri: No, gracias a dios. Entrevistadora: No conozco muy a fondo, pero... Antonio Agri: Lo que toco yo. No, no. Entrevistadora: Claro. No, digo esto, pero no conozco ni a fondo el estilo. Pero mi pregunta es… Antonio Agri: Había tangueros que si (toca el violín) No, yo no toco así gracias a dios. Toco muy mal, pero tan mal no. Toco un poquito menos mal que eso. Entrevistadora: Bueno Antonio Agri: Ahora, no sé eso de dónde viene, algunos me dicen que gitano. No, mentira, el tango no es gitano tampoco. O sea, yo aquí en París la vez pasada vino un violinista polaco y me dijo que tocaba en la orquesta de Limoges. Y yo como tengo varios complejos, yo no quería ni ir. Pero también porque digo, esta gente debe tocar muy bien” evidentemente. Y, bueno, al final… bueno, los recibí muy tarde a la noche y vino con una chica que era traductora. Entonces me decía la traductora que este muchacho, un muchacho jovencito, quería tocar música clásica. Pero se dió cuenta que en la música clásica había muchos, como me decía a mi Salvatore Accardo: “Dejá eso que hay muchos que lo tocan y muy bien”. Accardo me decía que siguiera tocando música popular de donde estoy trabajando, de donde vivo yo. Entonces, este muchacho, esta chica me dijo que se quería dedicar al tango, entonces quería ser el mejor violinista de tango de Europa y le digo: “Conmigo no va a poder aprender nada, porque yo no sé ni porque toco. Y, bueno, pero toque”. Tocó de una manera como eso que estábamos haciendo (toca el violín) Y le digo: “No, mire, ni a ese que escuchó ni a mi. Si quiere tocar tango escuche a Heifetz, escúchelo a Oistrakh, escuchelo a Isaac Stern, escuche a Itzhak Perlman, a Menuhin y a tantos otros. Y después toque tango. Nosotros los tangueros somos más bien intuitivos, sacando honrosas excepciones que han estudiado muy bien el violín. Qué es lo que están haciendo en Europa, en Europa los violinistas de formación clásica quieren tocar nuestra música, pero claro se encuentran con un escollo; la música nuestra se escribe de una manera y se toca de otra. O sea, todas las músicas populares son muy difíciles. No es lo mismo tocar Strauss si no se lo hace bien, o sea, podremos tocar parecido, podemos tocar tango parecido, pero hay que haber nacido aquí, hay que haber… Fíjese como toca Horacio Salgán y ¿Cómo hacemos para tocar así? ¿Quién le explica eso? Lo más más difícil de la música no es hecho ni por Salgán ni por mí, es lo que no está escrito. Las notas las vamos a hacer todos (toca el violín) eso a mí no me va a escuchar ¿no? Pero no es así nuestra música como tampoco es la música (toca el violín) todo desafinado, no, así no es. Entonces, cada música popular tiene su, digamos, su raíz por eso es que dicen “Pintá tu aldea que podés trascender!” Y eso es lo que decíamos con Piazzolla. Astor decía que humildemente creía que había trascendido, porque verdaderamente había escrito sobre la música de Buenos Aires, porque lamentablemente en la otra clase de música hay mucha gente que escribe y hay mucha gente que lo toca. Entonces en la música, vuelvo a repetir, en la música popular por eso hay gente que ha tenido cierta personalidad tanto en el caso de Astor como el caso de Horacio Salgán. Y los violinistas, bueno, estamos todos mezclados en un merengue. Yo sigo siendo un admirador de Enrique Mario Francini, no sé si lo conocés. Yo siempre digo que se tiene que hablar antes de Enrique Mario Francini y después de Enrique Mario Francini. Ese fue tocado por alguien que verdaderamente dejó un sello que muchos violinistas no pueden ni siquiera “arrimar el bochín” como se dice dentro de un juego que se llama las bochas aquí en la Argentina. Esa es mi humilde opinión. Aquí hay muchos buenos violinistas que tocan muy bien el violín y pueden tocar el tango mucho mejor que yo, te lo vuelvo a repetir. Después aparece otro violinista que puede tocar mucho mejor que ellos, tener personalidad eso es muy difícil, o sea, vuelvo a repetir: el que trabaja con las manos es un profesional en cualquier orden, el que trabaja con las manos y la mente es un artesano y el que trabaja con las manos, la mente y el corazón eso es un artista. Y eso Dios se lo regala a muy poca gente. Entonces, yo me doy cuenta que, bueno, he vivido como he podido, pero bueno, aquí ha habido violinistas como, vuelvo a repetir, Enrique Mario Francini; Elvino Vardaro; Hugo Baralis que también dejó su sello; Reinaldo Inchele; un violinista que estuvo en la Orquesta de Pugliese que se llamaba Camerano; o sea todos violinistas que han tenido personalidad. Después todo lo demás lo somos humildemente por ellos, si no apareció Simón Bajour que toca muy bien el violín y, bueno, chao, matò a todos. Después, bueno, aquí hay otra camada como la de Mario Abramovich, Eduardo Walczak, Fernándo Suárez Paz. Mauricio Marcelli, todo los que aparecimos después, bueno estamos ahí en la cola de todo lo que se hizo con anticipación dentro de los violinistas de tango. A lo mejor me olvido de alguno, bueno, Kaplún que fue el anterior a Enrique Mario Francini; después hubo un violinista que estaba aquí con la orquesta de Horacio Salgán que se llamó Felice. O sea, vuelvo a repetir, hubo muchas clases de violinistas que dejaron su sello ¿no? y en eso estamos todos revolcados en el merengue. Lo que sucede es que, bueno, después de Piazzolla y Horacio Salgán vino ¿qué? Bueno, ahí apareció Rodolfo escribiendo otra cosa, apareció Nestor Marconi, hay otra persona que no la conoce prácticamente nadie que se llama Gustavo Fedele con el cual yo trabajo también y no tienen oportunidad de trabajar y hacer conocer su propuesta. Y, a lo mejor, como ellos puede haber 10, 100 o 1000 que no se les da la oportunidad. Y lo mismo con la cuestión de los violinistas, a uno gracias a dios lo conocen como el caso de todos los demás violinistas que le acabo de nombrar y, a lo mejor, hay muchos violinistas que estudian tanto o tocan mejor que todos los que hemos nombrado y nunca han tenido la suerte de por lo menos hacerse conocidos. Entonces a todos ellos es que verdaderamente uno tuviera que apoyarlos y acompañarlos y darle la oportunidad de que los conozcamos ¿no? Porque así como hemos aparecido nosotros, pueden aparecer un montón de chicos jóvenes y que les gusta, eso sí, el tango. Lo más difícil es que no les gusta nuestro género. Yo veo allá en Europa que a la gente jóven le gusta mucho más el tango que a los jóvenes de aquí, aquí los jóvenes no quieren y en la cuerda, menos allí, no hay violinistas y a los pocos que les gusta, no son violinistas así de formación que toquen muy bien el violín y, qué se yo, entonces se pasan hacia lo otro ¿no? La chica que toca con usted ¿qué toca? en la sinfónica. Entrevistadora: Sí. Antonio Agri: Claro, es una chica, bueno, de formación clásica y, bueno, y es un gusto para nosotros que de ese nivel le pueda gustar tocar esta música que tiene, vuelvo a repetir, sus secretos ¿no? Lamentablemente no es como la otra música en que ya está todo escrito, vuelvo a repetir, en esto se escribe de una manera y se toca de otro.