Breve Historia Y Descripción De La Muy Leal Villa De AGUILAR DE CAMPÓO
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Breve historia y descripción de la Muy leal villa de AGUILAR DE CAMPÓO por el Dr. D. LUCIANO HUIDOBRO SERNA A la memoría del último poseedor del ma^orazgo de los Bravo de Puente-Toma, Don Fermín Bravo Cuena. E^ AuTOe. BREVE HISTORIA DE LA MUY NOBLE VILLA DE AGUILAR DE CAMI'00 A modo de presentación Un ruego de alnigos palentinos, que conocen mi simpatía por su provincia, país de algunos antecesores míos por ambas líneas, me mueve a escribir sobre la villa de Aguilar de Campóo, tema para mí tan grato. Ello me ha servido para recordar los años de mi infancia• y juven- tud, en que, imitando al personaje inmortalizado por Pereda en «Peñas arril^a», dejando las llanuras de la zona del espino, subí a Amaya, donde ví por primera vez los saltos de agua de su Peña, y aspiré el fragante olor del heno recién segado. Después de hacer escala en la casa de mayurazgo de los González Bravo, primer ejemplar de casa grande montañesa que conocí, tomé con mi padre el camino de Puentetoma, admirando al paso la grandeza de ambas Peñas, oí los graznidos de las numerosas aves que en sus oquedades anidan y los ecos repetidos por el piafar de nuestras cabal- gaduras al chocar con la roca del camino, todo ello nuevo para mí. Pronto, en Rebolledo de la Torre, admiré en fondo de bosques la romántica estampa de su castillo y barbacana, al par que el incompara- ble pórtico románico de s:i iglesia, obra de Juan de Piasca; y ascen- diendo siempre, admiré en Castrecias el exótico molino de viento regu- lado por un auténtico Inanchego; y por caminos y sendas bordeados de carrascos, madreselvas en flor, avellanos y arbustos desconocidos, ]legamos al valle de Gama, en el que se asienta Puentetoma, donde vivía el último mayorazgo de los Bravo, Don Fermín, gran amigo del célebre Sordo de Proaiio, personaje de las novelas del escritor citado, y como él soltero y entusiasta de la tradición, que nos acogió con inde- cibie cariño, amenizando nuestra estancia con la relación de sus comu- nes andanzas por Reinosa y Proaño. Partimos para Aguilar, donde admiré por vez primera un castillo roquero, la ex-colegiata, murallas, palacios y casas armeras, que abun- dan en la villa como en ninguna otra parte de Castilla. iQué gozo para un romántico! 8 LUCIANO FIUIDOBRO SI:RNA Huelga decir la impresión que produjo en un muchacho de pocos años la vista de Barruelo y Orbó con aquel su caserío de barracas (ésto era en el siglo último) y el aspecto de los obreros saliendo de las minas. Ya de estudiante, repetí mis anuales visitas a este país, ansioso como siempre de ver monumentos de arte, paisajes y cuevas. Mi satis- facción fué completa, cuando rni buen tío Don Fermín me dijo: «Tu serás como tu padre, aficionado a montar a caballo y a cazar; pues ahí tienes mi escopeta y, cuando quieras salir de campo, dile al mozo que te ensille la jaca». Esto me proporcionó la dicha de recorrer el pais en todas direc- ciones, de perseguir con éxito a las perdices, mereciendo los plácemes del mayorazgo, y de admirar detenidamente Íis ruilias del Monasterio premostratense de Santa María la Real, de Ilegar en la ex-colegiata hasta alcanzar la veleta y de hacer fotografías cíe la iglesia de San Andrés, antes de ser trasladada al cementerio actual. Pero lo que atraía principalmente mi c^u•iosidad eran las ruinas de la Abadía, donde sin autorización alguna comencé a descubrir colum- nas y capiteles cubiertos por tabiques de yeso, para hacer fotografías de los mismos. Acompañado de parientes y del Sr. Cura de Pomar de Valdivia subí a las Tuerces, me interné por el hondón que lleva a la cascada de Revilla y llegué hasta la cueva del Toro en Valderredible, donde pene- trando como un hur^n descubrí el cuerpo de un crimen que había pasado ignorado, dando lugar con mi descubrimiento a que se explo- rara la fantástica cueva de la Lora, recorcíada por los natctrales como fatídico recuerdo de la Guerra de la Independencia. EI hallazgo más feliz fué un ciervo petrificado. Otro de mis recuerdos imborrables fué el de saludar, presentado por mi pariente Don Constantino Bravo Cuena, al eminente hombre público, Diputado a Cortes por el país, Sr. Barrio y Mier, a su llegada a la estación de Aguilar para dirigirse a su pueblo, Verdeña. Confieso, no obstante, que mi entilsiasmo por la villa hubiera sido estéril, si al. tratar de hacer esta «Breve historia y descri}^ción» no hubiera tenido un auxiliar tan competente como don Eugenio Fonta- neda Pérez. BREVE HISTORIA DE LA MUY NOBI.E VILLA DE AGUILAR DE CAMPÓO 9 Geologí a Aguilar de Campóo está situado a la izquierda del Pisuerga y en la orilla derecha del valle del río Camesa. La parte sur del poblado está sobre el cuaternario de estos valles, que forman su vega. Parte de la población, en sus lados Este y Oeste, está edificada sobre las calizas jurásicas y en el extremo Norte sobre el cretácico inferior. En su términc/ municipal afloran tres terrenos. En el fondo del valle, el cuaternac•io, aluvial y diluvial, formado por aluviones dejados por los ríos Pisuerga y Camesa. En las laderas que vierten a estos valles aparece el jurásico, en el páramo se ven las calizas jurásicas y, sobre ellas, desde la parte Norte del pueblo hasta Nestar, el suelo está ocu- pado por materiales cretácicos. Las calizas jurásicas adquieren gran espesor entre Aguilar de Campóo y la ermita del Llanillo. A juzgar por los fósiles encontrados, están aquí representados los tres pisos del jurásico, el inferior, el medio y el superior, todo él marino. Debajo de estas calizas se encuentran las liásicas, con fósiles característicos que permiten afirmar que existen los tres pisos, inferior, medio y superior, y que todo el lias es marino. Debajo de estas calizás se encuentra el triásico, que no aflora en el término municipal de Aguilar, sino lejos en los bordes del páramo, al Norte del Nestar, Renedo, etc., y debajo de éste, aparece el carbonífero medio, cuando se formaron las montañas hercinianas de los montes cántabros y la Meseta Española. Después, pasado el triásico superior, se hundió el terreno y fué invadido por el' mar que depositó toda la formación liásica y jurásica, dejando como prueba de su paso restos de animales marinos, que en estado fósil se recogen hoy día. El cretácico, prolongación de la mancha de Santander, se co ►npone sólo de la serie inferior, aptense calizo con fauna marina y el albense continental o litoral, sin fósiles. El mar se retira en el cretácico inferior y deja emergido el terreno que se cubre de potentes masas de depósi- tos detríticos; pero terminado el albense, avanza de nuevo el mar, cubre el terreno y deja sedimentos margosos y calizos arenosos, con abundantes fósiles de animales marinos, de mar poco profundo, que constituyen el piso llamado cenomanense. EI mar sigue cubriendo estas tierras y deja después masas calizas, que en potentes bancos 10 LUCIANO HUIDOBRO SERNA forman las partes altas, las cuales encierran ostras fósiles y otros mo- luscos, que caracterizan los pisos superiores del cretácico, llamados turonense y cenomanense, fuera del término múnicipal. Después se retira el mar para no volver a estas tierras. Y en la era terciaria, en régimen continental, se ha formado el relieve, la topografía y la red hidrográfica. Orografí a Vértice. Aguilar de Campóo. (Torre). Coordinadas geográficas Altitud, 892'10 metros. Latitud, 42° 47' 33" 22. Longitud, O° 34' 20" 47. Su castillo, 970 metros. Peña del Convento, 987 metros. Vernorio, 1.173 metros. Castillo de Gama, 1.098 metros. Las Tuerces, 1.095 metros. Cábria, 952 metros. Grijera, 918 metros. Prehistoria A cambio de la riqueza fosilífera que caracteriza a la comarca, que circunda a nuestra villa, y es notable en Rebolledo de la Torre y en las ínmediaciones, y aún en la cumbre de la Peña Amaya, donde se descu- bren hasta erizos de mar petrificados, la prehistoria no ha dado hasta el presente ejemplares abundantes. Yo, al menos, no tengo noticia de ellos, y únicamente conozco los procedentes de Gredilla cíe Sedano. Y hay que esperar a la época poshallstática para hallar vestigios de civilización en este país. Tales son las armas recogidas en Vernorio, BREVE HISTORIA DE LA MUY NOBLE VILLA DE AGUILAR DE CAMPÓO I1 conocidas durante mucho tiempo por los historiadores con el nombre de Aguilar, tan semejantes a las descubiertas en Quintanaélez y sus inmediaciones, en las ver•tientes del sur de los montes Obarenes de la Bureba (Burgos), que deben considerarse como prolongación de la Cantabria, puesto que los historiadores latinos dicen que los cánta- bros lindaban con los Berones de la Rioja. Epoca Cantábrica EI P. Flórez en su obra «La Cantabria», pág. 35, fijó en las monta ñas de Santander, Burgos y Palencia la situación de la región rnás heróica de España, siguiendo al historiador romano Lucio Floro, que en su Epítorne, libro 4, cap. ]2, nombra a los cántabros como vecinos de la vaceos y, viendo su confirmación en el rnapa de Ptolomeo, decíu- ce que no ha de fijarse esta región fuera de aquellas rnontañas, aña- diendo que Fontibre, reconocido como cántabro, confina con el obis- pado de Palencia, territorio legítimo de vaceos. Sabemos por los mismos historiadores antiguos que los romanos levantaron arces en !as salidas de las montañas hacia la tierra llana de los murbogos, en Urbel, Ordejón, acaso Villaescusa de la Torre y Be- cerril del Carpio, para impedir las incursiones que hacían por el país sometido, en crna de las cuales quemaron la ciudad de Sasamón, con- federada con Roma, lo que dió motivo a declarar la guerra cantábrica, La divisoria de Cantabria con los murbogos pasaba por Valdebe- zana, Hoz de Arreba, Alfoz de Bricia, Pesquera de Ebro, Villaescusa del Butrón, Altos de Sedano, Fuentes de Río Urbel, Fuentes del Odra, los Ordejones, Sotresgrudo, Sotovellanos y San Quirce de Río Pisuerga.