Crónicas De Viaje [Microform] : (1905-1906)
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THE UNIVERSITY OF ILLINOIS ^ \ LIBRARY 869.3 In4c6 - -< -í ^'?. '"^í .-"?:• H .'^l'^'-'l CRÓNICAS DE VIAJE (1905 - 1906) # X '?fc¿^>^¿:i.iáfcs¿^*. v.¿,^J4 iftSífeíbíC'íiPiíirtíSíili^í-'C -. •Ví^-;.;.-^^.*!''" •í¿ii-:.tí<*«5>s¿s — fe-íf%^:>:^-H^TT^ JOSÉ INGENIEROS ? . m^ Crónicas de viaje (1905 = 1906) Elogio de la risa Italia —Los psicólogos y la psicología Al margen de la ciencia Dos discursos 6.' edición BUENOS AIRES TAU.BBKB GhAticos Argentinos de L, J. Rosao y Cf*. Belqbano 475 1919 '''\ •- ;'?-^íi _ ;. ^i^if^^-^r^-:m:m^. ADVERTENCIA DE LA 6/ EDICIÓN. V v,^ En vísperas de mi primera' salida ai viejo mundo, el sev ) ñor Emilio Mitre, director de **La Nación" en vida de su .' ilustre padre, tuvo la cortés iniciativa de invitarme a enviar o algunas correspondencias, reflejandQ impresiones del momen- to, hojas al pasar. Tuvieron una vitalidad inesperada por quien nunca había escrito para diarios, ni ha vuelto a hacerlo des- pués. Cuatro veces han sido impresas en España, bajo dos tí- tulos: "Italia" y "Al margen de la Ciencia"; con este últi- mo hizo una edición conjunta' la casa Lajouane (Buenos Aires, ,^-x ^1908), precedida por los siguientes párrafos a guisa de justi- ^ ficativo, ya que en esa fecha no había público para los libros > . argentinos. of* " } -í^ '^Insensible a la vanidad intelectual, acaso en fuerza de fl sanciones 'prematuras, creo necesario justificar la publicación ~- de un nuevo libro en este medio que prodiga pocos estímulos '"- a las tareas del espíritu. La recompensa del escritor es subje- p Uva, íntima: "intender non la puó chi non la prova" {Dante, % Vita nuova, XXVI). o "Alguna vez creí descubrir en la vida de los microbios un símbolo de la nuestra propia. Sobre la gelatina pálida de los -J. '^ cultivos experimentales una esfumada mancha roja advertía la soTiolienta incubación í?,e una colonia microbiana. Inerte-,. -J:.""' parecía d/>rmir en letargo su existencia inútil. f-¡ ''De pronto un rayo de luz incidió la superficie de la pá- Ll' lida gelatina; la mancha roja se puso en movimiento, anima- ^f da por vitalidades generosas y fecundas, como si en la ma- ' teria penetrado la plenitud vigorosa de energías ^J dócil hubiese o nuevas. t: "Pensé, entonces, que el trabajo intelectuM merece culti- ¿^ varse con amor, aun en países que cifran su grandeza en la f agricultura y la ganadería. La inteligencia es el rayo de luz ^.. qíie es otra pequeña mancha roja, de microbios tam- t^' fecunda ^ bien ella, que es la humanidad. 8 JOSÉ IKGENIBIBOS No Viebo ocultar que, pasados mueHos años, he releído es- tas crónicas con tanto placer como sorpresa. Subjetivo el pla- cer, en cuanto evoca horas de una juventud que recuerdo sin remord'mientos ; impersonal la sorpresa, pues no me reco- nozco ya en ciertas páginas afectadas de literatura y de egotismo. He descubierto algunos rastros de la única moda intelectual a que fui sensible en mi juventud; y es curioso que, al pade- cerla, no ignoré que lü exaltada prosa de Nietzche era un pro- ducto de su alienación mental. No sabría explicar por qué no conté en estas crónicas mi visita al museo de Weimar; es se- guro que no podría narrarla hoy, tan lejos está ya de mis re- tuerdoa, novia fugaz que no he vuelto a ver. Lo demás de este volumen. confieso que no me atrevo a juzgarlo ante los lectores de otros libros míos. Pero, franca- mente, no tengo el valor de excluirlo en la reimpresión de mis obras. encuentro sentado autobiográfico talvez no ten- Le un ; y ga ningún otro. Buenos Aires, 1919. -,. X-"w-"^1 í^p««^- ELOGIO DE LA RISA \ /-H. ELOGIO DE LA RISA Chinón, 190'5. Imaginaos bajo uii cielo meridiano en Andalucía, en un patio ornado con la frivolidad de todas las flores, una moza llena de gracia y de frescor, con la púrpura de tres claveles sobre la sien y la cadera temblorosa de sensualidad al ritmo de una seguidilla coreada por voces primaverales. Es una tela de Sorolla. Parece reír en ella, omnímo'da, la salud de la na- turaleza, como si la luz del cielo, el color del cuadro, los ojos de la moza, el desgaire de los claveles y la- emoción de la cadera ee conjugaran en una fiesta de vida y de esperanza. Otro cuadro. Bajo palio de plúmbeas nubes, en una de- sierta plazoleta blanqueada por la nieve, un muro de igle- sia' pobre limitando el breve horizonte, pocos árboles cuyas ramas escasas parecen dedos de manos mendicantes abiertas Lacia el cielo gris, una silueta arrastrando pasos inseguros sobre la alfombra algodonosa y, más allá, el cadáver de un gorrión a medio sepultar entre los copos. Es un invierno de Sisley. Todo él sugiere un triste agonizar de la naturaleza; el blancor de la nevada bajo el cielo opaco, la melancolía del muro en ruinas, la telaraña del ramaje sin frondas, el mutis- mo solitario, los pasos del anciano y el apagado cadáver sin gorjeos, parecen exponentes de agotamiento y desventura. Hay alegrías y tristezas en los paisajes, hay quejumbres y risas en todo lo que existe, como si en cada colina, bosque, arroyo, corola o mariposa palpitara una partícula de un alma universal, infinita. Paisajes sanos y enfermos, jóvenes y viejos: en algunos sobra la vida, en otros languidece. La salud tiene en ellos fisonomía especial, sonrisa, alegría; los de naturaleza moribunda parecen muecas de angustia y de pena. El Sorolla risueño significa para todos juventud y fecun- didad. El triste Sisley parece un símbolo de achacosa decrepi- tud. 12 JOSÉ INGENIEBOS Pasando por Chinón, que sin ser la cuna de Rabelais está vinculada estrechamente a su recuerdo, — sin contar que en el "cabaret de la Cave Peinte" expendía su padre buenos vasos de vino — las reflexiones sobre las causas y las virtudes de la risa se impusieron de inmediato a nuestra imaginación. Y pen- sando involuntariamente en el desiorual sentido psicológico de los paisajes, comprendimos, una vez más, que en la vida hv mana la tristeza y la alegría corresponden a estados diversos de salud mental y física. ¿No presumiría eso mismo Stendhal cuando aseguró que para una disertación sobre la risa el estila " anatómico sería preferible al académico? Un instinto previsor nos da la sensación del placer cuan- do se produce una intensificación de nuestra personalidad^ Nos place todo lo que nos aumenta, completa o mejora : nos due- le todo lo que amengua, dificulta o restringe la expansión in- dividual. Ese placer y ese dolor, si son duraderos, se traducen por estados de alegría o de tristeza ; si transitorios, estallan en risa o en llanto. Fácil es comprender que la alegría y la risa concuerdan generalmente con fenómenos fisiológicos propicios ni bienestar del individuo y a la prosperidad de la especie. En el hombre, como en la tela de Sorolla, alegría es sinó"^ nimo de salud. Los higienistas reconocen, unánimes, que la risa es benéfica y los fisiólogos enseñan que es privilegio de orga- nismos cuyas funciones están equilibradas; los psicólogos po- drían agregar, sin vacilaciones, que la felicidad suele ser pa' trimonio de los hombres que saben reir. Todos los encomiastas de la risa han loado sus virtudes: ella expulsa el humor negro, elimina la bilis y desopila el bazo, presuntos autores o cómplices de la tristeza. Algunos moralis- tas solemnes han osado considerarla incompatible con cierta estética, mas nunca permitiéronse desconocerla como legítima compañera -de la salud. Prescindimos de las risas patológicas, producidas por una enfermedad orgánica o por un desequilibrio mental; son aje- nas a estas reflexiones y se estudian en los libros de medicina. Para los demás casos podríamos ensanchar la fórmula rabelai- siana, afirmando que la risa expresa cierto eretismo o plenitud vital que suele corresponder a la buena salud. Los psicólogos llaman "euforia" al bienestar subjetiva constituido por la conciencia de ese eretismo o plenitud vital; podemos, pues, decir que esa euforia mantiene al hombre en "estado de alegría" y en "inminencia de risa". Conviene ha- cer esa distinción entre el fenómeno permanente y el acciden- ' 1-' OBÓITIOAS DE VIAJK 18, tal, entre el "temperamento ale^e" y el simple "acceso de §; risa". Para establecer su correlación exacta, diremos que el primero corresponde sá organismo habitualmente sano y el segundo a los momentos episódicos de bienestar. Dentro de la salud existe una gama de tonos infinitos: el Hércules Famesio y la Venus Medicea, el Perseo de Benve- ñuto y la Tanagra de Gérome. Hay también risas y risas, dis- tintas todas dentro de la fundamental unidad de su expresión. Algun&'S abiertas y sonoras como cascabelear 'de castañuelas; otras discretas como el elogio de un rival; penetrantes, como la mirada de una amante celosa; heladas, como las felicitacio- nes amargas de las fracasados; cálidas y expresivas, como la palabra alentadora de un satisfecho. Las hay mudas y reve- ladoras, respetuosas y confidenciales, inflexibles y tolerantes, fugaces y definitivas, aterciopeladas y violentas. Algunas son parciales, relativas o convencionales; otras son irresolutas, re^ esi-vadas e incompletas. Hay también risas enfermas: imitati- vas, grotescas, felinas, el rictus, la risa loca, la risa doliente, 3a alucinatoria, la delirante, las risas histéricas y otras que preferimos olvidar. Pero, la risa-arquetipo, la ubérrima, la que sintetizara la total acepción del vocablo, necesitaría expresar simultánea- mente la máxima intensidad y amplitud de vida, resumiendo el ejercicio del mayor número de funciones, elevadas a su más alto nivel. No olvidemos que el espíritu es la representación de todas las funciones orgánicas. Antes se lo creyó el privilegio de una incorpórea entidad acoplada a la carne triste ; después se consideró sus facultades como funciones del cerebro, segrer gando éste ideas como bilis el hígado ; hoy se sabe que la acti- vidad psíquica es la resultante de todas las actividades orgá- nicas coordinadas por los centros nerviosos: las funciones eler mentales de la vida — la sensibilidad y el movimiento — con- tienen ya los gérmenes de las más complicadas funciones del espíritu humano.