¡Los Últimos Mensajes Del Señor a Su Iglesia! © Copyright 2004 Paul W
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¡Los Últimos Mensajes del Señor a su Iglesia! © Copyright 2004 Paul W. Powell Seminario Teológico George W. Truett Universidad Baylor Waco, Texas Impreso en los Estados Unidos de América Printed in the United States A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la Santa Biblia, versión Reina Valera, revisión de 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas en América Latina. Usadas con permiso. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni transmitida en ninguna forma o medio, electrónico ni mecánico, incluyendo fotocopiado, grabación o mediante ningún sistema de almacenamiento y reproducción, sin el permiso previo por escritor del publicador. 2 Dedicación A la facultad y personal del Seminario Teológico George W. Truett, ¡quienes hacen que el ser Decano sea un gozo! 3 Tabla de Contenido Introducción ...................................................................... 7 1. El Señor de la Iglesia ............................................ 9 2. La Iglesia Sin Amor ............................................ 21 3. La Iglesia Leal ..................................................... 33 4. La Iglesia Indolente ............................................ 49 5. La Iglesia Liberal ................................................ 61 6. La Iglesia Sin Vida .............................................. 73 7. La Iglesia Trabajadora........................................ 87 8. La Iglesia Tibia .................................................. 101 9. La Iglesia Local ................................................. 115 5 Introducción El libro de Apocalipsis está dirigido a las siete igle- sias de Asia Menor: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Eran siete iglesias reales, pero también representan a todas las iglesias de todas las épocas. Puesto que el libro de Apocalipsis es el último de la Biblia, son los últimos mensajes del Señor para su igle- sia. El mensaje a cinco de las siete es el mismo: “¡Arre- piéntete!” Necesitaban despertamiento. Cinco de las sie- te; eso es el setenta por ciento. Es casi el mismo porcen- taje de nuestras iglesias actuales que necesitan un despertamiento. Parece que muchas iglesias no saben la diferencia entre un despertamiento y la evangelización. La evange- lización es la proclamación del evangelio en un esfuer- zo por ganar para Cristo a los perdidos. El desperta- miento o avivamiento es un movimiento de Dios en la iglesia que lleva a las personas a arreglar cuentas con él, y unos con otros. La renovación espiritual es un nuevo comienzo de obediencia a Dios. Quiere decir examen propio, rededicación y reconciliación. La mayoría de avivamientos empiezan con la idea de que la membresía de la iglesia están en buena forma. El Señor no hace eso, ni tampoco deberíamos hacerlo nosotros. Él no hace ningún esfuerzo por hacerse el cie- go a nuestros pecados o tapar las debilidades de sus igle- sias. En tanto que reconoce lo bueno que ellas pudieran estar haciendo, es franco y cándido en su reprensión. No escatima palabras al hablar de los fracasos o debili- dades de esas iglesias, ni vacila en decirles que se arre- pientan de sus pecados. 7 Cada una de estas siete cartas termina con la misma amonestación: “El que tiene oídos para oír, oiga.” Todos tenemos dos oídos. Tenemos el oído físico con el que oímos los sonidos audibles, pero también tenemos oído espiritual con el que oímos la voz de Dios. No los con- fundamos. En un tiempo había una señora unitaria que asistía todos los domingos a la iglesia que yo pastoreaba. Junto con su esposo se sentaba en las primeras bancas, y siem- pre escuchaba con atención. Un día recibí una nota de ella que decía: "Si hubiera sabido la diferencia entre su voz y la voz de Dios, habría pasado al frente al altar el domingo pasado." Obviamente el Espíritu de Dios le había hablado. La llamé por teléfono y le dije: “Jenny: A mí no me engaña, así que no se engañe usted misma. Usted sabe la diferencia entre mi voz y la voz de Dios.” Usted también la sabe. El salmista clamaba: “Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma” (Sal. 143:8). Esa debería ser la oración de todos nosotros: "Hazme oír . hazme saber." Junto con la amonestación a cada iglesia también hay una promesa a todos los que “vencen.” El Señor quiere que seamos victoriosos. Quiere que seamos fieles y verda- deros, y podemos serlo y lo seremos si oímos y obedece- mos. ¡Escuche! ¿Está usted escuchando? Dios tiene una palabra para usted, ¡que usted no querrá perdérsela! Paul W. Powell Junio del 2004 Seminario Teológico George W. Truett Universidad Baylor Waco, Texas 8 1 El Señor de la Iglesia Apocalipsis 1:4-8 Ralph W. Emerson dijo: “El nombre de Jesús no está escrito en la historia tanto como está grabado en ella.” Cuando se considera la cantidad de libros que se han escrito sobre él, la cantidad de cantos que se le han de- dicado, el número de edificios que se han levantado a su memoria, y el número de personas que afirman se- guirle y adorarle, se puede entender el por qué. Pero la fascinación sobre Jesús no está limitada a la iglesia. El mundo secular también se interesó en él. Por ejemplo, Peter Jennings fue animador en un programa especial de televisión en hora pico que trataba de la per- sona y los tiempos de Jesús; el finado Arnold Toynbee, el historiador más eminente de nuestros días, le dio más espacio a Jesús de Nazaret que a cualquiera de otros de los seis hombres más grandes que jamás han vivido, in- cluyendo Mahoma, Buda, César, Napoleón y Jorge Washington; y la Enciclopedia Británica en inglés le de- dica veinte mil palabras. Pensadores de todas las tierras que han tenido la oportunidad de investigar la evidencia concuerdan que Jesús es la personalidad más grande que jamás el mun- do ha conocido. Reconocen que Jesús es el Maestro por excelencia, el más grande ejemplo, y líder más grande, y la más grande influencia para el bien, que jamás ha 9 10 / El Señor de la Iglesia vivido. Un letrero en una iglesia dice: “Su cuna meció al mundo.” Nosotros, por consiguiente, debemos preguntarnos: “¿Quién es Jesús?” E. Stanley Jones dijo: “Llámalo hom- bre, y tendrás que cambiar tu idea de lo que es el hom- bre; llámalo Dios, y tendrás que cambiar tu idea de lo que Dios es.” El libro de Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento que se escribió, es un libro de él y sobre él. Fue escrito a las siete iglesias de Asia Menor. Jesús se dirige a cada una de ellas por nombre, y tiene para cada una un mensaje específico. Aunque se trata de siete igle- sias literales, representan, de cierto modo, a todas las iglesias. Al entregar su mensaje Jesús se identifica en cada carta de una manera diferente. Los títulos y frases descriptivas que usa para describirse son pequeños ca- mafeos que, en conjunto, nos dan a entender quién es él: • Es el Dios Todopoderoso (Ap. 1:8). • Es el Creador del universo (3:14). • Es la Cabeza de la iglesia (2:1). • Es el Salvador del mundo (1:5). • Es el Rey que viene (1:7). Dios en Carne y Hueso Primero, Jesús es el Dios Todopoderoso. Se presenta a sí mismo como “el primero y el postrero” (2:8). Luego dice: “[Yo soy] el santo . [y] verdadero” (3:7). En el Antiguo Testamento estos títulos le pertenecen sólo a Dios (Is. 44:6). Usarlos es decir que Jesús no es sino el mismo Dios. En el capítulo 1 de Apocalipsis dice que él es “el Todopoderoso” (1:8); es decir, el gobernador ab- soluto del universo. El Señor de la Iglesia / 11 Antropólogos y arqueólogos han estudiado por si- glos las civilizaciones del mundo, tanto antiguas como modernas, y nunca han hallado alguna civilización sin algún tipo de adoración. Han hallado civilizaciones sin teatros, sin estadios, sin escuelas, pero ninguna sin reli- gión. El ser humano instintiva e incurablemente es cre- yente. Sin embargo, los antropólogos no han hallado nin- guna uniformidad en la adoración o en la noción que la gente tenía de Dios. El resultado es que hay como once religiones principales en el mundo, y miles de religio- nes nacionales o tribales. Los hombres de todas partes creen en Dios, pero están confundidos respecto a cómo es Dios. ¿A qué se deben todos estos malos entendidos y con- fusión en cuanto a Dios? Se debe a que Dios es Espíritu (Jn. 4:24). Uno no puede ver un espíritu. No se lo puede tocar. No se lo puede retratar. No se puede hacer una estatua de un espíritu. Así que, para conocer a Dios él debe darse a conocer de una manera que nosotros po- damos entender. Es fue lo que Cristo hizo. En Colosenses Pablo lla- ma a Jesús la “imagen del Dios invisible” (Col. 1:15). El escritor de Hebreos dijo que Jesús es la “imagen mis- ma” de Dios (Heb. 1:3). La palabra “misma” quiere de- cir “exacta.” Así que si usted me preguntara: ¿Cómo es Dios? le diría: “Es como Jesucristo.” Si usted volviera a preguntarme: “¿Cuánto como Jesucristo?” le responde- ría: “Exactamente igual a Jesucristo.” Como lo diría el refrán en español: “Igualitos como dos gotas de agua.” En Apocalipsis 3:7 Jesús se identifica como “el San- to, el Verdadero.” La palabra “santo” es el nombre, títu- lo y descripción del mismo Dios (Is. 6:3; 43:15). Por todo el Antiguo Testamento Dios es el Santo. Ahora ese título 12 / El Señor de la Iglesia es dado al Cristo resucitado. Decir que Jesucristo es Santo es decir que no es nada menos que Dios, y se le llama “Verdadero.” Eso quiere decir que es “real,” o “auténti- co.” En él no tenemos un sustituto o sombra de Dios, sino a Dios mismo.