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APROXIMACIÓN A LA HISTORIA Y AL PAPEL DE LA TELEVISIÓN EN LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A EUROPA Sonia Martín Pérez Universidad Complutense de Madrid Resumen Este artículo trata de observar cómo el régimen franquista se sirvió de los medios de comunicación, sobre todo del cine y de la televisión, para influir en el proceso migratorio a Europa en los años sesenta y setenta. En él se analiza la manera en que, mediante distintos canales, como la creación del Servicio de Programas para el Exterior de TVE y la diplomacia catódica, el Estado trató de influir en la imagen de los emigrantes que se proyectaba tanto hacia el interior como hacia el exterior del país. Se estudia también cómo los aparatos de propa- ganda del Régimen franquista se dirigieron a los emigrantes que estaban en el extranjero, alimentando lo que se conoce como la subcultura de la emigración, fomentando el llamado mito del retorno y canalizando el ahorro de los emigrantes hacia las arcas españolas. Palabras clave: Emigración, Televisión, Franquismo, TVE, Medios audio- visuales, Emigrantes. Abstract This article focuses on how the Franco regime made use of the media, es- pecially film and television, to influence the migration process to Europe in the 1960s and 1970s. It analyzes how, through various channels such as the TVE’s Service for Programs Abroad and the cathodic diplomacy, the Spanish State tried to influence the image of migrants that was projected both internally and towards outside the country. It also studies how the propaganda apparatus of the Franco regime addressed the migrants abroad, fueling what is known as the subculture of migration, promoting the so-called myth of return and channeling savings from the migrants into Spain. Keywords: Emigration, Television, Francoism, TVE, audiovisual media, Emigrants. Migraciones y Exilios nº 14, 2014, pp. 61-84, ISSN: 1577-3256 62 Sonia Martín Pérez El tema que me interesa abordar en este artículo es la importancia que tuvo la televisión en el proceso migratorio español hacia Europa, desde los años cincuenta hasta mediados los ochenta. Emigración y Televisión han ido de la mano desde sus inicios, pues es curioso comprobar cómo las primeras emisiones regulares de TVE comenzaron el 28 de octubre de 1956, exactamente un mes antes del pistoletazo de salida oficial de la emigración continental, que tuvo lugar el 28 de noviembre del mismo año, día en que se firmó el acuerdo Hispano-Belga de emigración. A partir de entonces, la España franquista se verá inmersa en un frenético torbellino de cambios y modernizaciones, al entrar en contacto con el turismo, la emigración y el despegue de los medios audiovisuales, que favorecieron una progresiva apertura. La primera parte del artículo presenta una contextualización de la relación entre la televisión y el Franquismo, para después desembocar en una pieza clave de la diplomacia catódica en nuestro país como es la creación del Servicio de Programas para el Exterior de TVE y sus diferentes producciones. Por último, me detendré en la subcultura de la emigración, un concepto que me parece de vital importancia para entender los símbolos que el régimen enviaba a los emigrantes con el fin de lograr sus objetivos y que se acabaría convirtiendo en un cajón de sastre, compuesto por cualquier ma- nifestación cultural generada por y para los emigrantes. Sociedad Y TELEVISIÓN baJO EL FRANQUISMO La historia de la televisión en España discurre paralela a la historia de la emigración y la dictadura. El primer televisor llegó a España durante la guerra civil, cuando Adolf Hitler regaló al caudillo un Telefunken, en 1938, pieza que to- davía se conserva en el Palacio del Pardo1. Pero aún tardaría casi dos décadas en llegar a los hogares españoles, donde era considerado más que un simple elec- trodoméstico y otorgaba, junto al automóvil, un determinado estatus social a su propietario. En 1958 había en España 30.000 televisores y en 1965, tan sólo siete años después, el número alcanzó los 450.0002. En términos de Manuel Espín: En 1960 a los cuatro años del inicio de las emisiones de la televi- sión en España había unos 50.000 aparatos en los hogares españoles, casi exclusivamente en Madrid y Barcelona, (frente a casi el millón y medio en Francia, los 3.375.000 de Alemania, o los 2.050.000 de Italia) y de estos televisores la mayor parte de los fabricados hasta 1960 eran de procedencia extranjera.(…) Pero sobre todo a partir de 1961 con la supresión del impuesto de lujo a los aparatos de televisión y la venta a plazos y las tarifas más baratas a la publicidad de estos apa- ratos en la pequeña pantalla se inició el verdadero fomento del uso del nuevo medio3. Recibido: 22 noviembre de 2012. Aceptado: 17 de septiembre de 2013 1 PALACIO, M.: “Francisco Franco y la Televisión”. Revista de Estudios Históricos sobre la Imagen (Archivos de la Filmoteca), vol. 42-43 (Madrid): 2 (2002), pp. 72-95. 2 ABELLÁ, R. y CARDONA, G.: Los años del NO-DO, Destino, Barcelona: 2008, p. 180. 3 ESPÍN, M.: Del imperio al 600. Historias inéditas de los años 60, Corona Borealis, Málaga: 2010, p. 193. Migraciones y Exilios nº 14, 2014, pp. 61-84, ISSN: 1577-3256 Aproximación a la historia y al papel de la televisión 63 El informe FOESSA de 1966 también aporta datos acerca del número de te- levisores que había en España en esos años: El aumento de los televisores (…) expresa un cambio muy no- table de hábitos familiares. Por otra parte, su precio real ha dismi- nuido, cosa que no sucede con la mayoría de los servicios. En 1960 sólo un 1 por 100 de los hogares contaba con televisor, un 13 por 100 en 1964 y un 32 por 100 en 1966. Aparte, naturalmente, están los televisores en los bares y otros lugares públicos, cuya audiencia parece ser bastante notable. (…) Como es lógico, el nivel de pose- sión varía significativamente según la clase social. La diferencia fundamental está entre las clases urbanas y campesinas. En algunos items el nivel de posesión es incluso más alto entre los obreros que entre la clase media campesina: así, un 22 por 100 ciento de obre- ros poseen frigorífico, frente a sólo un 6 por 100 de la clase media campesina 27, un 29 por 100 posee televisor, frente a sólo un 1 por 100, etc. únicamente en los medios de transporte la posición rela- tiva de los campesinos resulta algo más favorable4. El televisor era también el objeto preferido de los emigrantes y uno de los primeros lujos que éstos se permitían con sus incipientes ahorros; cuando volvían de vacaciones a España, solían comprar otro aparato para sus familiares, un factor, que entre otros, disparó las ventas de televisores en nuestro país. Manuel Palacio5 considera que las posibles conexiones entre Franco y la televisión son muchas, ya que la larga duración del régimen le permite capi- tanear la puesta en marcha de la televisión en nuestro país. Palacio asegura, junto a otros expertos, que el Caudillo jugó un papel primordial en cada una de las fases de la televisión, desde el nacimiento de la misma hasta su muerte. En los inicios de la TV parece que el dictador sintió una gran fascinación por la tecnología y sus posibilidades. Pero, posteriormente, surgiría un contradic- torio recelo y el miedo frente a los efectos desconocidos que podría provocar tan poderoso instrumento en los ciudadanos. Este sentimiento de temor se manifiesta en el dictador ya en los años 50, pero se prolonga hasta el final del régimen, aunque con intensidad variable. Hoy sin embargo, tengo que preveniros de un peligro. Con la facili- dad de los medios de comunicación, el poder de las ondas, el cine y la televisión, se han dilatado las ventanas de nuestra fortaleza. El liber- tinaje de las ondas y de la letra impresa vuela por los espacios, y los aires de fuera penetran por nuestras ventanas, viciando la pureza de nuestro ambiente. El veneno del materialismo y de la insatisfacción 4 FUNDACIÓN FOESSA: I Informe Sociológico sobre la situación social en España, Cáritas Española, Madrid: 1966, p. 74. 5 PALACIO, M.: “Francisco Franco y la Televisión”, op. cit., p. 73. Migraciones y Exilios nº 14, 2014, pp. 61-84, ISSN: 1577-3256 64 Sonia Martín Pérez quieren asomarse a los umbrales de nuestros hogares, precisamente cuando los peligros que al mundo acecha son mayores que nunca6. Éstas eran las palabras de Franco en su discurso televisivo de fin de año en 1955. Ya entonces, el dictador avisaba al pueblo de los temibles peligros que podían penetrar a través de la televisión en los hogares españoles. Estas frases están teñidas por un claro toque paranoico, característico de cualquier régimen totalitario. La televisión se interiorizó como instrumento de ocio y de entreteni- miento, tanto por parte del pueblo como por parte del propio Franco. Un senti- miento de dependencia marcará esta fase final, que acabará con la muerte del dictador, coincidiendo, curiosa y simbólicamente, con el fin del blanco y negro y la llegada del color a la televisión7. La televisión permitía ver desde lejos lo que ocurría en el país añorado y ver España desde lejos era precisamente lo que ansiaban los emigrados. De ahí la importancia que tuvo en el proceso migratorio. Los medios de comunicación ofrecían, junto con las cartas de la familia, noticias sobre lo que ocurría en su tierra. Tanto la televisión como la radio, y en menor medida la prensa escrita debido a la escasa formación escolar de los emigrantes, han supuesto siempre un puente hacia España. Aunque hasta que no comenzaron las tardías emisiones de TVE internacional en el año 1991, los emigrantes tuvieron que conformarse con una información con cuentagotas en un puñado de programas que parasi- taban las cadenas extranjeras.