Avigdor Arikha Frank Auerbach R.B. Kitaj Euan Uglow Avigdor Arikha Frank Auerbach R.B
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AVIGDOR ARIKHA FRANK AUERBACH R.B. KITAJ EUAN UGLOW AVIGDOR ARIKHA FRANK AUERBACH R.B. KITAJ EUAN UGLOW 11 de mayo - 23 de junio de 2016 ENRIC GRANADOS 68, 08008 BARCELONA T. 93 467 44 54 · F. 93 467 44 51 GALERIAMARLBOROUGH.COM “A LATE QUARTET” ÀLEX SUSANNA Reunir en una misma exposición una selección de obras de estos cuatro pintores no es caprichoso ni aleatorio, Kitaj es un norteamericano trasplantado en Europa en busca de sus orígenes: la Viena de su padre adoptivo, pero pero tampoco inevitable. Y, en cambio, el cóctel es explosivo y tremendamente estimulante. De los cuatro sólo todavía más la de Aby Warburg, figura clave para desentrañar la sintaxis de su imaginario. En 1962 se instala en uno les sobrevive, pero todos pertenecen a la misma generación y, si bien nacidos en países distintos, tienen Londres y en 1976 impulsa la exposición colectiva “The Human Clay”, en la que reivindica una nueva figuración trayectorias en cierto modo convergentes: Avigdor Arikha (Rădăuţi, Rumanía, 1929-2010), Frank Auerbach –la de Bacon, Freud, Auerbach, Kossoff y Hockney, entre otros– y se refiere por primera vez a la Escuela de (Berlín, 1931), R.B. Kitaj (Cleveland, Ohio, 1932-2007) y Euan Uglow (Londres, 1932-2000). Londres. Como artista, su propósito es bien claro: “Me gustaría intentar no sólo volver a hacer Cézanne y Dégas después del surrealismo, si no después de Auschwitz y del Gulag”. Su obra parte, pues, de un feroz diálogo Presentarlos juntos es toda una declaración de intenciones y una provocación, sobre todo en estos tiempos en tanto con sus predecesores –la ansiedad de las influencias– como con la historia más reciente y traumática: bajo que la práctica de la pintura cada día parece más negligida a ojos de los que se creen y proclaman portavoces una piel de una erizada vivacidad plástica, cada obra se nos aparece como un palimpsesto de múltiples capas, de la más apremiante contemporaneidad. Si encima se trata de pintura figurativa, entonces el caso no debe tener citas y referencias artísticas, literarias, filosóficas e históricas que la dotan de un sentido abierto, a menudo remedio. Pues bien, tanto Arikha como Auerbach, Kitaj y Uglow son artistas comprometidos –cada uno a su desconcertante y siempre sugestivo. manera– con la captación, revelado o transfiguración de la realidad. Mejor dicho, obsesionados por este viejo oficio: no han hecho más que pintar, que dedicarse a ello hasta la extenuación, convencidos de que sólo así conseguirían sus propósitos. En una charla con David Sylvester, Bacon puso el dedo en la llaga: “Cada vez será más difícil hacer esto que llamamos pintura figurativa, pues de forma gradual todo el juego de rehacer la imagen va a exigir maneras más profundas, punzantes o evocativas”. Los cuatro son buena prueba de ello y al mismo tiempo nos permiten comprobar la inextinguible fertilidad de este lenguaje, que en todos ellos reviste genealogías, objetivos y tensiones bien específicos. Digamos que cada uno interactúa con su realidad de una manera personal, insobornable e intransferible, y por eso extrae y obtiene unos resultados de un rendimiento expresivo tan apabullante. Son artistas que pugnan por borrarse tras su obra. No la conciben como un apéndice si no como una encarnación: son su obra, han acabado por transformarse en R.B. Kitaj: Nuts 1, 1969, óleo y collage sobre lienzo, 30,5 x 121,9 cm ella. Como Auerbach en 1956, también Uglow hizo su primera exposición en la galería Beaux Arts de Londres De todos ellos, Arikha es el único que practica la figuración después de una etapa intensamente abstracta, y por en 1961, y más adelante formaría parte de aquella polémica exposición comisariada por Kitaj en la Hayward ello insiste en definirse como “un artista representacional post-abstracto”. De hecho, en su obra detectamos un Gallery. Ahora bien, sus métodos tan radicales de trabajo consiguieron aislarlo y convertirle en “el más lento sentido de la composición nada convencional, que sin duda recoge lecciones de su etapa anterior. Ahora bien, de los pintores profesionales”, como dijo John Rothenstein. Todo ello contribuyó a hacer de él una figura poco quizá lo más determinante sea la aparente desinhibición que la propulsa: nada ni nadie parecen resistírsele, y su divulgada, a pesar de tratarse de un artista extraordinario. Si bien centrado de manera obsesiva en la figura y los abanico de motivos y pretextos es de lo más variopinto. En cierto modo se propone captar el “instante decisivo” bodegones, Uglow es un pintor que tampoco concuerda con la figuración al uso: el tenso juego de relaciones del que hablaba Cartier-Bresson, como si una oscura pulsión gozosa le llevara a querer salvar cualquier forma formales, la escala tonal que despliega, así como las proporciones áureas que orquestan todos sus movimientos, o vestigio de realidad: desde el mundo de los objetos más cotidianos –nadie como él para redimir lo más banal– hacen de él un artista muy singular. Alguien que procede de manera alterna por análisis y síntesis. Como la hasta todo tipo de paisajes, pasando por una incesante galería de retratos y autorretratos. Quizá por ello Robert de Nicolas de Stäel, la suya es una figuración limítrofe con la abstracción. En posesión de un alto grado de Hughes dijo de su obra que desprendía “un aire de escrupulosa ansiedad”. autoconciencia, él mismo nos desvela su afán: “Pinto una idea, no un ideal. Básicamente intento pintar una obra estructurada, llena de una controlada, y por ello mismo potente, emoción”. Una vez llegado a Londres con ocho años, Auerbach a penas se moverá de su ciudad adoptiva y del cultivo de un aparente sedentarismo hará una de sus principales fortalezas. William Feaver subraya su “singular compromiso Cuatro individualidades de una potencia expresiva incuestionable e irreductible. Voces aisladas, pero bien con la luz y el color de Londres”. Cierto, sus retratos y escenas urbanas de Candem Town sólo pueden ser fruto reconocibles en su unicidad, en el fulgor de su voz pigmentada. Una obra portadora de efectos inmediatos y de un grado de empatía con los modelos del todo inusual: son el resultado de innumerables sesiones en las que al mismo tiempo secundarios: bajo un cromatismo de línea más o menos clara, percibimos un mar de fondo, hace y deshace su obra como si de una encarnación del mito se tratara. Es pues sobre la base de esta estratigrafía una lucha pertinaz por escabullirse de la corriente caótica y despiadada de la historia, sobre todo en el caso de de tiempo, materia y saber que Auerbach persiste en su agónica búsqueda, convencido de que tarde o temprano Arikha, Auerbach y Kitaj, de origen judío y con unas trayectorias vitales harto convulsas que condicionan su surgirá el retrato concluyente y vivo: el que transmitirá todo el pulso del ahora y el aquí. obra de manera insoslayable. AVIGDOR ARIKHA Avigdor Arikha nació en 1929 en el seno de una familia judía germanohablante en Rădăuţi, en la entonces llamada Bucovina, que hoy forma parte de Rumanía. Con tan solo diez años de edad fue deportado a un campo de trabajo nazi donde sus dibujos llamaron tanto la atención que facilitaron su liberación tres años después. El artista luchó en la guerra por la independencia de Israel, en 1948, en la que resultó gravemente herido. Más adelante estudió en la Escuela de Bellas Artes de París, convirtiéndose después en un importante artista. Arikha falleció en París en 2010. En sus inicios, la obra de Arikha fue mayormente abstracta hasta que a mediados de los años sesenta abandonó la pintura y se dedicó a explorar el dibujo y el grabado en blanco y negro. Hasta 1973 no reemprendió el trabajo pictórico, que a partir de entonces basó exclusivamente en sus propias experiencias. Los críticos lo han definido como cazador de instantes; su mirada atenta sorprende al espectador ya que observa lo cotidiano desde un punto de vista insólito. Sus obras transmiten una sensación de serenidad. El artista ha sido frecuentemente elogiado por su dominio de las tonalidades y por el uso exclusivo que hace de la luz natural. Arikha utilizó con frecuencia el pequeño formato, muy adecuado dada la intimidad de los temas que trataba. Representó de forma recurrente a su esposa, así como también la vista desde su casa en París, naturalezas muertas, interiores y desnudos femeninos. A través de su obra gráfica retrató a sus familiares y amigos, como por ejemplo a Samuel Beckett, para quien también ilustró libros. Arikha ha sido reconocido con significativos premios y distinciones a lo largo de su carrera artística, entre los que se incluyen: Medalla de Oro, La Triennale di Milano, Milán, Italia (1954); Painters and Sculptors Exhibition, Graduates of Youth Aliyah (1959); Chevalier de l’ordre des Arts et des Lettres, Francia (1978); Grand Prix des Arts de la Ville Paris, París, Francia (1987); Prix des Arts, des Lettres et des Sciences, Fondation du Judaïsme Français, París, Francia (1989); Profesor Honorario, National Academy of Fine Arts of China, Hangzhou, China (1995); Doctor Honoris Causa de Filosofía, The Hebrew University, Jerusalén, Israel (1997); Chevalier de la Légion d’honneur, París, Francia (2005). La obra de Arikha se encuentra en destacadas colecciones públicas de todo el mundo, entre otras: Arkansas Arts Center, Little Rock, Estados Unidos; Denver Art Museum, Denver, Estados Unidos; Galleria degli Uffizi, Florencia, Italia; Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Washington D.C., Estados Unidos; Israel Museum, Jerusalén, Israel; The Jewish Museum, Nueva York, Estados Unidos; Museum of Fine Arts, Boston, Estados Unidos; Metropolitan Museum of Art, Nueva York, Estados Unidos; Musée des Beaux-Arts, Dijon, Francia; Musée du Louvre, Cabinet des Dessins, París, Francia; Musée National d’Art Moderne, Centre Pompidou, París, Francia; Museum of Fine Arts, Houston, Estados Unidos; National Portrait Gallery, Londres, Reino Unido; Scottish National Gallery of Modern Art, Edimburgo, Escocia; Scottish National Portrait Gallery, Edimburgo, Escocia; Stedelijk Museum, Ámsterdam, Países Bajos y Tate Gallery, Londres, Reino Unido.